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Libro de imágenes
Presentación Para poder asimilar las imágenes que me envió Elena Iglesias, poeta y amiga muy querida, tuve que ordenarlas en mi cabeza. La persona que tomó las fotografías registró el desandar de los pasos de Elena sobre los lugares donde transcurrió su infancia en La Habana por lo que todas tienen un inmenso valor. ¿Qué ocurre cuando llegamos a la puerta de cuando fuimos niños y traspasamos su umbral después de 40 años de ausencia obligada? Para entender el viaje de Elena a Cuba, propongo esta lectura. La primera línea nos deja en un lugar específico, como para que no quede duda, justo en el momento que Elena visita la casa de su infancia, intacta en casi todos sus detalles, incluido el mobiliario. La segunda línea nos presenta a Rey con su familia y la vista sobre la ciudad. Por el retrato familiar deducimos que Rey está entrañablemente unido a la historia de Elena. En la tercera línea Elena y Rey han vuelto sobre sus pasos y en el recorrido inevitablemente caminaron sobre ruinas. La primera y la tercera línea pueden comprenderse desde el asombro infantil. En la secuencia, la segunda línea se nos presenta como problemática porque en esos 40 años de ausencia, en Rey y en su familia pasó la Revolución. La pareja que ocupa el apartamento que fue de los padres de Elena, es parte del relato histórico leído ahora como usurpación del lugar de la infancia y por lo tanto, de la memoria. Sin embargo, la pareja ha conservado los objetos que la memoria puede reconocer cuando Elena traspasa el umbral de la casa que fue de sus padres.
El piso se mueve bajo los pies de Elena con sus cataclismos anímicos y sus euforias. De manera que esta historia se cierra con una imagen del mar abierta a toda interpretación. Yolanda Pantin
13 y L
1. Mi casa, 2. Parque Chino, 3. Clínica El Carmen y 4. Edificio López Serrano
Decidí tocar a la puerta
No tenía nada que perder
Los muebles eran los mismos
de hacía 40 años y más
Aunque los ventanales habían desaparecido
Los dueños actuales sabían la historia de nuestra familia
Rey
Visité a Reynaldo Ojeda, un antiguo empleado de mi padre en la clínica
Me asomé al balcón para ver la vista de La Habana desde su casa
La veneciana
Fui con Rey a Guanabo
Las casas allá no tenían número
Pero encontré a la playa bella como siempre
(Fragmentos) * Lo primero que hice fue ir a mi casa del Vedado, en la esquina de 13 y L. El edificio de 5 pisos que fue de mi padre estaba pintado. Yo había recibido una foto hace 10 años en que aparecía en muy mal estado, pero lo mejoraron, gracias a la reconstrucción de un policlínico que está en los bajos (lo que antes fuera la consulta de mi papá). Decidí tocar a la puerta; total, no tenía nada que perder. Al señor que salió le dije que yo había vivido allí, que si me dejaba entrar a ver la casa. Me dijo que pasara, lo vi todo y saque muchas fotos, hasta de la pareja que ahora la habita. Tienen bonito el apartamento, bien cuidado, pero lo han dividido en 2 para tener otro espacio que poder rentar. Los ventanales de cristal desaparecieron por los huracanes y los suplantaron por ventanas normales; los muebles son los mismos que dejé, pero tapizados de nuevo. Los dueños actuales sabían la historia de nuestra familia y del edificio, me dieron datos específicos sobre mi padre. Eso me sorprendió mucho. * También fui a la playa de mi niñez, la Veneciana. Parece un pueblo fantasma. Las 40 casas que la constituían están clausuradas o destruidas, incluyendo la mía. Allí no llega transporte público. Tienes que ir en taxi o en carro particular (un lujo). Y para acentuar el surrealismo, en medio de esa desolación, hay un restaurante muy bueno en el que almorcé y donde había 2 parejas de turistas
alemanes comiendo. Pero la playa la encontré tan bella como siempre.
Textos: Elena Iglesias Presentación: Yolanda Pantin Fotografías: Montaje y edición: Yolanda Pantin Miami-Caracas, Junio de 2010