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VIAJE AL ANTIUNIVERSO 'EL VIAJE ASTRAL

Parapsicología Esoterismo Metafísica por J. ROCA MUNTAÑOLA

Libro digitalizado por Pedro. Más libros gratis en www.survivalafterdeath.blogspot.com IMPRESO EN ESPAÑA

Portada: M. García Depósito legal: B. 53.678 - 1974 ISBN 84-203-0318-6 Impreso en España

7

Printed in Spain

Valencia, 234 - Apartado 707 - Barcelona - 7

Gráficas Zeus -Travesera de Las Corts, 273-Barcelona

L

VIAJE AL ANTIUNIVERSO 'EL VIAJE ASTRAL

Parapsicología Esoterismo Metafísica por J. ROCA MUNTAÑOLA

IMPRESO EN ESPAÑA

Portada: M. García Depósito legal: B. 53.678 - 1974 ISBN 84-203-0318-6 Impreso en España

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Printed in Spain

Valencia, 234 - Apartado 707 - Barcelona - 7

Gráficas Zeus -Travesera de Las Corts, 273-Barcelona

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A mi esposa, JOSEFINA y a mi hijo, ANTONIO, con mi más profundo agradecimiento, pues sin ellos, posiblemente no hubiera escrito nada.

SiI1ti «El hombre aprendió a desafiar al cielo con sus estridentes máquinas voladoras, pero sin prescindir de la moral que tenía cuando saltaba entre las ramas de los árboles.» SEVERO OCHOA

Premio Nobel de Fisiología y Medicina, 1959 «Solamente una vez abre el hombre los ojos. Es en el momento de morir, y aún entonces, se apresuran a cerrárselos.» H. BORDEAUX

«Cuando la mente se ha calmado, aparece el YO en su verdadero estado y no tenemos que hacer el más mínimo esfuerzo para recibirlo.» SwAMI PARAMANANDA

«El inconsciente puede reservarnos mensajes esenciales para aquellos oídos que sepan ponerse a la escucha.» JUNG

A mi esposa, JOSEFINA y a mi hijo, ANTONIO, con mi más profundo agradecimiento, pues sin ellos, posiblemente no hubiera escrito nada.

SiI1ti «El hombre aprendió a desafiar al cielo con sus estridentes máquinas voladoras, pero sin prescindir de la moral que tenía cuando saltaba entre las ramas de los árboles.» SEVERO OCHOA

Premio Nobel de Fisiología y Medicina, 1959 «Solamente una vez abre el hombre los ojos. Es en el momento de morir, y aún entonces, se apresuran a cerrárselos.» H. BORDEAUX

«Cuando la mente se ha calmado, aparece el YO en su verdadero estado y no tenemos que hacer el más mínimo esfuerzo para recibirlo.» SwAMI PARAMANANDA

«El inconsciente puede reservarnos mensajes esenciales para aquellos oídos que sepan ponerse a la escucha.» JUNG

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J. ROCA MTJNTAÑOLA

«¡Nada muere! Una rosa que ha florecido una vez, florece para siempre.» J. W. DUNNE

«Toda nuestra vida pasa a través del cuerpo, pero nosotros no estamos en nuestro cuerpo... » OLIVER QUANT

«La Credulidad es el atributo de los ignorantes; la decidida incredulidad el de los sabios a medias; pero la duda metódica, es de los hombres instruidos.» Cius «Todos los hombres tienen cualidades que jamás usan. Todos hemos de aprender a desarrollar y aprovecharnos de los poderes latentes que por ignorancia no empleamos corrientemente.» J.R.M.

«...el pensamiento, que es producto del tiempo, no puede encontrar jamás lo atemporal.» J. KRISHNAMURTI

PRÓLOGO

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«¡Nada muere! Una rosa que ha florecido una vez, florece para siempre.» J. W. DUNNE

«Toda nuestra vida pasa a través del cuerpo, pero nosotros no estamos en nuestro cuerpo... » OLIVER QUANT

«La Credulidad es el atributo de los ignorantes; la decidida incredulidad el de los sabios a medias; pero la duda metódica, es de los hombres instruidos.» Cius «Todos los hombres tienen cualidades que jamás usan. Todos hemos de aprender a desarrollar y aprovecharnos de los poderes latentes que por ignorancia no empleamos corrientemente.» J.R.M.

«...el pensamiento, que es producto del tiempo, no puede encontrar jamás lo atemporal.» J. KRISHNAMURTI

PRÓLOGO

Son infinitos los misterios y procesos maravillosos pero eternamente insondables que nos rodean. De algunos pocos, conocemos su verdadera existencia, los tenemos clasificados y los estudiamos con el deseo de conocerlos bien. De otros nuestra ignorancia es absoluta, aunque los encontramos a cada paso, hasta diría a cada momento. Por credulidad, por tendencia a creer en lo oculto, o por simple ignorancia, más de un acontecimiento ha sido considerado como verdadero enigma en contra del juicio expresado por los más entendidos metapsíquicos y parapsicólogos, porque entre los misterios aparentes, y los verdaderos, se abre un abismo enorme, infranqueable, y querer levantar el velo que los oculta, así como así, sería hasta insensato. Pero creer y maravillarse en un mundo de maravillas y de tantos y tantos enigmas, es la tarea que el destino ha deparado al hombre. Particularmente aprovecho esta oportunidad para dedicar «algunas» de estas historias y hechos fenomenológicos dentro de cierta vertiente de la temática parapsicológica, a todos los autodidactas, que es tanto como decir a la casi mayoría de estudiosos españoles. Pero nada de magia, nada de fantasías o misterios dudosos para salir del paso. Tengo la seguridad que en alguna historia vivida trato de «algo» que todavía no estamos capacitados para definir, menos juzgar, ya que desconocemos más cosas de las que podríamos saber si en realidad el ser humano pudiera vivir quinientos años dedicando la mayoría de ellos al estudio. Estamos en las últimas décadas de un siglo que en ciencia y

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tecnología ha sido maravilloso, aunque desgraciadamente, no siempre para bien. Pero llegará día en que hablar o escribir sobre estas historias, estos hechos que para algunos son extraños, hará reír, pues sea todavía en ésta o en otra civilización más avanzada, es muy posible que el ser humano pueda volar sin precisar de medios mecánicos; pueda hacerse invisible a voluntad, y pueda comunicar sus pensamientos sin necesidad de hablar ni escribir, y posiblemente otras cosas, que si intentara tratarlas tan sólo como curiosidad, parecería auténtica ciencia-ficción. En «Viaje al Antiuniverso» trato exclusivamente de ciertos hechos reales como son la clarividencia viajera, el viaje telepático, los desdoblamientos, las bilocaciones, el auténtico viaje astral, el «vardager» o vardogr (proyección psicofísica del yo astral), cualidad hereditaria en algunos lugares de la península escandinava; técnicas de relajación dirigidas por uno mismo, consideraciones y opiniones científicas en experiencias de laboratorio; los conocimientos superiores en los límites de la frontera, etc. Pero algunas veces tendré que apartarme de la línea «científica» o enmarcada dentro de un determinado postulado o escuela, ya que se trata de conocimientos que realmente han sido poco estudiados, confundidos muchas veces con prácticas espiritistas de un ayer, o bien con burlón escepticismo con que, todavía hoy, ciertos científicos acogen algo tan normal, y para algunas personas hasta fácil, como es el auténtico viaje astral. Aunque no me considere un científico, sólo un autodidacta, siempre me he movido dentro de un campo de fría y racional experimentación parapsicológica. Bien es verdad, y no tengo por qué negarlo, procedo del campo espiritista, experimental y doctrinal, pues desde muy joven seguí los pasos de aquel gran astrónomo espiritista, poeta de los cielos, y fantástico escritor francés, Camille Flammarion (i Oh, aquella «Urania» que todavía es para mí un libro de consulta!), quien, desde la época de Allan Kardec hasta el día de su muerte, en 1925, siguió paso a paso la evolución espiritista, como también lo hizo científicamente otro gran poeta de

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los cielos, el astrónomo J. Comas y Solá, auténtica gloria de la astronomía española. Las ideas de ambos astrónomos, considerados entre los primeros divulgadores científicos, fueron siempre espiritualistas, sin mezcla de equívoco alguno. Ambos se colocaron en un terreno de imparcialidad, abordando muchos temas de forma reflexiva y prescindiendo de las falsas ilusiones, y sobre todo, de susceptibles fraudes y gran cantidad de embaucadores, como sucede ahora con la cantidad de «parapsicólogos» que salen diariamente al clarín de la novedad. Una vez más recomendaría a todo aquel que se interese por la parapsicología científica, leyera también las obras de Flammarion, pues sus experiencias fueron volcadas en diversas obras que alcanzaron profusa divulgación hace unos años. Quizás estas palabras sinteticen algunas de sus muchas conclusiones: «No tenemos derecho alguno para afirmar que el hombre esté compuesto únicamente de elementos materiales, y que la facultad de pensar no sea más que una propiedad de la organización. Por el contrario, poseemos las razones más íntimas para admitir que el alma es una entidad individual y que ella es la que dirige las moléculas invisibles e intangibles, que han constituido nuestro cuerpo durante la vida del cuerpo humano. Ahora bien: ¿Qué es de las moléculas invisibles e intangibles, que han constituido esa vida al morir? Hay una gran duda: ¿Van a pertenecer a nuevos cuerpos? ¿Qué es de las almas, igualmente invisibles e intangibles? El alma tiene la facultad de poder abandonar el cuerpo, porque el alma pertenece al mundo psíquico, y vive en la contemplación espiritual, en el orden de lo divino y lo absoluto.» Creemos que el pensamiento de Camille Flammarion es suficientemente diáfano. Flammarion ya estudió en 1918 los fenómenos de la proyección astral. En uno de sus libros ya nos dice que «tales desdoblamientos pueden producirse sin peligro para la salud física y espiritual siempre y cuando vaya dirigida por un buen "guru" (profesor) y a ser posible al mismo tiempo, médico». Y ofrecía en aquellas fechas claras descripciones sobre técnicas o «modus operanti» de la proyección del cuerpo etéreo, o cuerpo de luz. Claro

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que más tarde se publicaron libros, libros técnicos, como fueron los de Sylvan Muldoon y Hereward Carrington, experimentadores dotados con mucha experiencia, pues varias veces habían visitado el Tibet, que aclararon muchas dudas, pero esto ya pertenece a la historia y estos libros «técnicos» prácticamente están agotados y son de difícil localización en Europa. Es por ello que en esta serie de capítulos quiero afrontar con toda mi buena voluntad y, sobre todo, con toda sinceridad, sin tabús por parte de nadie, aspectos extraños de la misma vida, de cosas que suceden aquí en nuestra Patria, y que vendrá día en que no será necesario ir a Oriente para conocer técnicas relativas al desdoblamiento o a la levitación, o bien al Brasil o a Filipinas, para estudiar ciertas operaciones psíquicas, porque aquí también se efectúa tanto lo uno como lo otro. Aquí también hay hechos, también suceden cosas a las que no damos toda la importancia que tienen, unas veces por ridículo temor, otras por superstición o falsa religiosidad. No; no hay que ir a Oriente para encontrar ciertas «verdades» o ciertos poderes, aunque aquí algunos de estos falsos orientales, con su teatral farsa de «hermetismo», han descubierto las américas y no precisamente para hacer el bien... aunque se digan «ocultistas ». Por cierto que la palabra ocultismo, que a algunos asusta todavía o parece molestarles, es una noción general en que cada persona cataloga cosas diferentes, ampliándolas o restringiéndolas, según los casos, porque la mayoría de las personas, desgraciadamente, ignoran la verdad de lo que es el ocultismo que hoy ya no tiene razón de ser. Para algunos la misma adivinación del pensamiento, la telepatía, la clarividencia, la telebulia o la misma psicocinesia, son considerados hechos maravillosos, mientras otras personas ven en ellos «hechos)) y fenómenos extraños, inexplicables, hasta diabólicos, ignorando que estos «hechos» y fenómenos se estudian hoy en día en 248 Universidades para ser exactos. Para algunos las mismas precogniciones las consideran como un don divino; para otros sólo son, como mínimo, supercherías. El espiritismo frecuentemente calificado de superstición es defendido toda-

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vía hoy por muchos cerebros respetables de la misma ciencia. El sonambulismo ya fue objeto de atentos estudios por parte de algunos filósofos como Schopenhauer, mientras otros se contentaban con una ligera e insignificante explicación totalmente vacía. También algunos se ríen de la quiromancia, y otros tienen gran fe en ella como en la radiestesia, hoy considerada ciencia en toda Europa. El Candomblé y el Vudú para algunos son religión, para otros son ritos que lindan con la hechicería y la magia. El mismo Vudú Petro de Haití ha sido tachado incluso de canibalismo en pleno siglo xx. Tampoco el animismo que subentiende la «macumba» (Brasil) no ha sido enteramente descifrado, terrenos inexplorados todos que a algunos les hacen reír, pero la realidad es que son muy pocos los profanos que han logrado presenciar íntegramente estos ceremoniales secretos —como las auténticas misas negras— donde sangre, muerte y espanto rodean la leyenda de estos cultos, muchos de ellos ¡todavía hoy! son de raigambre africana que trajeron los esclavos... Terrible herencia y que en verdad no es ninguna broma. Pero sea cual sea la exactitud de estas diversas opiniones, no hay duda de que existen entre el cielo y la tierra cosas que en conjunto sobrepasan los límites de un conocimiento ordinario, y que debemos aceptar para estudiarlos, analizarlos y conociéndolos los que no interesen destruirlos sea como sea, pues algunos son un peligro. Pero hay también hechos maravillosos, que se han mantenido ocultos por muchísimas razones, algunas hasta infantiles. Uno de éstos es precisamente el viaje o proyección astral, y para mi forma de pensar, y por muchas razones, el más importante. Que lo comprendamos o no, que sepamos cómo proceder, que nos llegue a dominar el miedo, o que nos lo prohíba nuestra ética (?) ésta es ya otra cuestión; pero que existen maravillas que sobrepasan nuestro entendimiento, hoy nadie puede ponerlo en duda. Ahora bien, y como decía Laplace: estamos tan lejos de conocer todas las fuerzas de la Naturaleza, todo su poder y sus múltiples modalidades de acción, que sería poco filosófico negar la existencia de ciertos fenómenos, y de ciertos poderes, tan sólo porque

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no pueden ser explicados en el estado actual de nuestros conocimientos. Pero añadamos que hay una supina ignorancia sobre estos temas. En la Argentina, en el año 1951, el doctor Orlando Canavesio, adelantándose a sus colegas norteamericanos, empezó a utilizar los electroencefalogramas (EEG) en la medición y control de «ciertas» facultades, en sujetos que decían efectuar el viaje astral, o como mínimo la clarividencia viajera, el mismo desdoblamiento, etcétera. Sobre la base de varios casos comprobados, elaboró una tesis que, según mis noticias, llegó a presentar al Congreso de Utrecht en 1954, fecha que marca para la parapsicología el comienzo de la era moderna en los estudios de los fenómenos paranormales en general. En Estados Unidos, el estudio científico de dotados mediante EEG comenzó en 1952 y en forma totalmente aislada. Lamentablemente el trabajo de Canavesio se vio interrumpido por su fallecimiento al año siguiente de haber estado en Utrecht. En la actualidad, las mediciones fisiológicas en Estados Unidos se efectúan en varias Universidades, especialmente en individuos que tienen frecuentes experiencias extracorporales; existen varias teorías, por lo cual remito al lector interesado a la bibliografía indicada al final de este libro, especialmente a lo publicado por el doctor Charles T. Tart, profesor de Psicología de la Universidad Davis, de California. Obtuvo el doctorado en 1963. J. Rock MUNTAÑOLA

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no pueden ser explicados en el estado actual de nuestros conocimientos. Pero añadamos que hay una supina ignorancia sobre estos temas. En la Argentina, en el año 1951, el doctor Orlando Canavesio, adelantándose a sus colegas norteamericanos, empezó a utilizar los electroencefalogramas (EEG) en la medición y control de «ciertas» facultades, en sujetos que decían efectuar el viaje astral, o como mínimo la clarividencia viajera, el mismo desdoblamiento, etcétera. Sobre la base de varios casos comprobados, elaboró una tesis que, según mis noticias, llegó a presentar al Congreso de Utrecht en 1954, fecha que marca para la parapsicología el comienzo de la era moderna en los estudios de los fenómenos paranormales en general. En Estados Unidos, el estudio científico de dotados mediante EEG comenzó en 1952 y en forma totalmente aislada. Lamentablemente el trabajo de Canavesio se vio interrumpido por su fallecimiento al año siguiente de haber estado en Utrecht. En la actualidad, las mediciones fisiológicas en Estados Unidos se efectúan en varias Universidades, especialmente en individuos que tienen frecuentes experiencias extracorporales; existen varias teorías, por lo cual remito al lector interesado a la bibliografía indicada al final de este libro, especialmente a lo publicado por el doctor Charles T. Tart, profesor de Psicología de la Universidad Davis, de California. Obtuvo el doctorado en 1963.

CAPÍTULO

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LOS PRINCIPIOS Y LAS TECNICAS INDISPENSABLES. LOS PRIMEROS CONCEPTOS

J. Rock MUNTAÑOLA

2- VXAJB

Regreso del Más Allá! ¿Por qué regreso? ¿Es que acaso al hacer el viaje, salimos y regresamos? ¿No hay otros mundos y están en éste; no hay otras dimensiones, otros estadios, y están en éste...? ¿Dónde está, arriba o abajo? ¿Dónde estás, dónde te encuentras, cuándo consigues salir de tu cuerpo y vagar por el espacio sin fin? El anhelo de paz, la búsqueda de la inmortalidad, el conocimiento de otras vidas, el ansia de ir hacia las estrellas..., todo esto es algo que nos impulsa inconteniblemente, desde los tiempos más remotos, hacia su realización: i salir, ver y regresar! ¿Es natural este apremio tan profundamente arraigado en muchos pensadores? ¿Se trata, en realidad, sólo de un deseo humano? ¿O acaso hay algo más profundo detrás de cada esfuerzo por conseguir la salida en cuerpo etéreo, quizás una nostalgia de un ayer remoto, nostalgia de auténticos viajes «hacia las estrellas»... hacia el más allá? Para mí no cabe duda de que nuestras ansias de ir hacia otra dimensión la mantiene viva alguna herencia legada por los «dioses». En nosotros actúan al mismo tiempo recuerdos de nuestros antepasados terrenales y de nuestros maestros cósmicos. Pero todo concepto nuevo produce un impacto en nuestra mente en el primer momento, mayor o menor, según sea la formación cultural y espiritual; agradable o desagradable, según los gustos y tendencias, y los conceptos que previamente hayan entrado a formar parte de la conciencia como humano, hasta de nuestros moldes

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de pensamiento, ya que el individuo hace poco uso de su conciencia superior donde radica la sabiduría; de aceptación o rechazo, según la mayor libertad mental o las trabas de los convencionalismos, así como la capacidad analítica y conceptual. Una mente presionada por los convencionalismos, por ejemplo, no es libre para razonar, por lo que arrastrará al individuo a la incomprensión. Un individuo con miedo, con temor, sea éste de la clase que sea, le sucederá exactamente igual. Para poder efectuar las primeras pruebas se precisa ante todo una mente libre y muy clara, y que pueda en todo momento razonar. Sólo una mente libre de presiones «externas» puede ejercitar toda su capacidad de lógica. No hay que salir «porque sí». Hay que salir con un propósito determinado, con una finalidad, con deseos de hacer algo necesario, y bueno. Tener presente que cuando frente a nosotros se abren horizontes que antes desconocíamos, y con nuevas ideas, son caminos alados que nos conducirán hacia la verdad. No permitamos, pues, que nos cieguen nuestras convicciones anteriores, y no nos aferremos, como el crustáceo a la roca, a la rutina sin sentido de la vida material en el plano terrestre. Examinemos desde el principio y con todo detenimiento los nuevos horizontes, los magníficos horizontes que se nos presentan «en otro plano», y analicemos con amor y también con toda sinceridad, las nuevas ideas y los nuevos conceptos, antes de querer avanzar más, de querer seguir adelante, hacia «otros estadios»... Los diferentes conceptos de verdad mantenidos hoy por los diversos conglomerados humanos en sus experimentaciones, sean orientales o bien occidentales, han desplazado a otros conceptos muy esotéricos, oscuros, del pasado. Pero tengamos presente también, que muchos conceptos considerados hoy como verdades infalibles, mañana nos serán reemplazados por otros conceptos más amplios, más reales, y quizá más espirituales desde su concepción. En todas las cosas nuestro mundo de hoy ofrece la característica de una evolución en las ideas más perennes, y una revolución en los conceptos. Los dogmas, tanto en las ciencias como en las religiones, cambian con las épocas, cediendo ante el empuje de nue-

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vos descubrimientos y conceptos más amplios y más lógicos, que son «nuevos» aspectos de la verdad, de «aquella» verdad de un ayer para nosotros, físicamente hablando, que ya existían, y que habíamos vivido, en otras existencias, pero que no recordamos, afortunadamente. Y así lo refleja la historia de la humanidad. Muchas de estas grandes verdades, como son el viaje astral, y la realidad de la reencarnación, son verdades que ignorábamos, pero no por ello cambian. Lo que realmente cambia es la capacidad humana para comprenderlo. A medida que el individuo evoluciona, su capacidad intelectual va desarrollándose, a la vez que su capacidad conceptual se amplía, y le capacita para ver más en lo profundo de las cosas y comprender, paso a paso, nuevas verdades, por lo cual aconsejo al neófito, al principiante, que debe empezar primeramente por el yoga, por el auténtico yoga, y más tarde por ciertas técnicas de relajación dirigidas por uno mismo, que lo harán dueño de una voluntad de acero, capaz de cualquier proeza; para esa evolución bio-psico-espiritual del hombre, para ese contacto espiritual con el mundo invisible, empezad siempre por practicar profundamente el yoga.

Yoga Muchas de las técnicas del yoga hoy las estudia hasta la misma sofrología médica —hipnotismo—, ya que estas técnicas interesan para el tratamiento de enfermedades psicosomáticas que son las más comunes de la humanidad actual, especialmente en el hombre moderno, por la rapidez en que vive y que es víctima de tensiones que dificultan las normales relaciones entre todos los humanos. Toda enfermedad tiene a veces una causa mental, como la pesadumbre, el miedo, el dolor, el pánico, los celos, el pesimismo y el abatimiento, etc., que minan la salud y destrozan el sistema nervioso, disminuyendo la resistencia de todo el organismo. Todo estado negativo de ánimo crea en el organismo elementos nocivos y

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hasta tóxicos, cosa ya sumamente conocida de la medicina, mientras que una sensación de bienestar, de satisfacción, como el amor, el placer, el buen humor, y los pensamientos agradables, estimulan la curación de cualquier enfermedad del organismo. Ello está totalmente comprobado en todo el mundo; por lo tanto es importantísimo tener siempre —y más aquel que intenta hacer el viaje astral— un perfecto equilibrio mental, y ello se consigue practicando las técnicas psicosomáticas orientales, el yoga, desde el desarrollo de la voluntad, al dominio de la mente, ya que todas las perturbaciones físicas, incluso las enfermedades de carácter contagioso, tienen su origen en causas psíquicas. Como es sabido las verdaderas técnicas del yoga, al dominarlas, se consigue un verdadero dominio de la materia, y algunos maestros, los conocidos «gurús» alcanzan edades medias de cien años, y pueden vivir en cuevas o en sótanos con temperaturas de hasta 20 ó más grados bajo cero, y sin usar apenas ropas de abrigo. Según los «Hatha-Yoguis» hay una causa en las enfermedades de toda clase y que son las miríadas de minúsculos e invisibles seres, que considerados en conjunto, no son más que la encarnación del espíritu del mal y que solamente atacan al hombre (al decir hombre me refiero al ser humano) que les abre las puertas de su alma... O sea; que en un estado que el ser humano, su espíritu, sea noble, constituye la perfecta protección del cuerpo. Adiestrando nuestro espíritu, puede conseguirse la inmunidad del cuerpo. Hay que ejercer la voluntad continuamente, siempre; ello supone ciertas privaciones, y un vivir más de acuerdo con la madre naturaleza. El yogui tiene que ser totalmente integral. El verdadero yoga va ahondando en su interior, un poco más cada día, abriendo, deshaciendo, entregando, ¡no apretando!; el yoga va en busca, siempre, de Dios; evita lo superficial, pues lo destierra. Nos dice que debemos amar más y exigir menos; el yoga es expansión, es irradiación, y sin miedos nos obliga a darlo todo interiormente, pues nos dice que «cuanto más des, más lleno quedarás por dentro». El verdadero yoga conoce todas las filosofías, tanto orientales como occidentales.

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Pero, ¿qué es, realmente, el yoga para nosotros los occidentales...? La palabra sánscrita yoga sabemos que significa unión, bien sea con algún ser o con algún objeto. Desde el punto de vista de la práctica la palabra significa también el medio de realizar dicha unión. En el caso presente, y generalmente en Teosofía, el yoga determina la unión del hombre personal con la parte más elevada de su ser; lo físico con lo psíquico; el cuerpo con el espíritu, porque conviven, cohabitan y se influyen mutuamente, a través del alma. La materia es imperfecta, estigmatizada por el pecado... pero el hombre es un conjunto de materia y espíritu... Cuando al fin la ascensión se limita con los planos conexos de la conciencia ordinaria, el método que afecta a la personalidad del alumno es llamado Hatha-Yoga, y cuando se refiere a la superior, es llamado Raja-Yoga, y de este modo puede seguirse indefinidamente. Este es el significado de la palabra, pero nosotros sabemos que lo realmente importante es el Raja-Yoga, pero antes, hay que empezar por el Hatha-Yoga, y bien conducido por el profesor —cada edad, requiere un tipo especial de yoga— poco a poco se podrá llegar al Raja-Yoga, y con ciertas técnicas de relajación, meditación trascendental y... El yoga es una ciencia de una psicología perfecta, que considera al hombre bajo todos los aspectos, que lo comprende perfectamente, así como a su conciencia y sus vehículos. No es solamente una ciencia de la conciencia abstracta, sino también una ciencia de la inteligencia que funciona en todo nuestro ser. Ante todo, insisto en afirmar que el yoga es una ciencia y no una práctica religiosa; no es una plegaria, ni tampoco la abnegación o el altruismo, ni tampoco una nueva gimnasia como algunos dicen, dado su natural desconocimiento, que así es. Ahora bien: el yogui puede utilizar la plegaria y el altruísmo, y la misma abnegación, pero solamente como un medio, porque el yoga es una

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ciencia, y aquel que no se interese por la ciencia, no debe interesarse por el yoga. El yoga tampoco es para el devoto, sino para el hombre de ciencia, para todo aquel que tenga un espíritu inquieto, hasta rebelde o inconformista, y desea tener un día el perfecto conocimiento de las cosas; para aquel que jamás marcha con los ojos cerrados por un camino, sino que quiere siempre comprender, ¡saber!, siempre ver por sí mismo, sin miedos y sin que le engañen. El yoga es conveniente, casi diría necesario, para conseguir después ciertas «técnicas» muy convenientes, casi imprescindibles. La finalidad del Hatha-Yoga, con sus tres disciplinas de la respiración, los ejercicios físicos (llamados asanas) y la relajación principalmente, representa en primer lugar la desintoxicación de nuestro cuerpo; por lo tanto el Hatha-Yoga ha de ser para nosotros, ante todo, una higiene. Se aspira también a conseguir la salud en su forma más apetecible: rejuvenecimiento visible, perceptible y comprobado. Ahora bien, para conseguir más tarde poder efectuar a voluntad, sin drogas, la clarividencia viajera —también sin hipnosis— o el mismo desdoblamiento, lo considero indispensable, aparte, como es natural, de otras técnicas de los verdaderamente inicia-

dos.

Igualmente es indispensable no fumar, no tomar alcohol, y algunas otras renuncias «casi» indispensables. Como base de salud y rejuvenecimiento, el yoga, en sus dos vertientes de Hatha y Raja, debería ser suficientemente comprendido, hasta para ser impuesto como una asignatura más en todos los colegios, como se está imponiendo en Estados Unidos de América y en la Unión Soviética. Pero para muchos lectores este rejuvenecimiento no es precisamente lo que habían estado esperando del yoga. Así sucede en especial con las personas jóvenes, para las que el rejuvenecimiento no tiene ningún atractivo. Por su parte, algunos lectores maduros temerán, tal vez, que al practicar el Hatha-Yoga penetrarán tan sólo en una doctrina oriental de simple cultura física, que sólo predica la higiene, sin prometerles —por sí sola— el tan esperado consuelo de una ampliación de sus conocimientos. En



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primer lugar esperan del yoga (unos y otros) poder conseguir una profundización de la vida, hasta una concentración del «yo». Al ceder el primer plano a las necesidades espirituales, esperan también lograr una valiosa ayuda para las llamadas «disciplinas puramente mentales» del Raja-Yoga. Pues bien, efectivamente es así: hasta se consigue rápidamente una espiritualización fantástica, y lo que es más importante todavía: se pasa a «comprender», a «asimilar» inteligentemente el porqué y el cómo de muchas vivencias que antes no se comprendían y más bien asustaban, o bien despreciábamos olímpicamente, de forma totalmente inconsciente. Pero la práctica de la sinceridad, y también de la humildad, exigen al mismo tiempo una aclaración. Aún cuando es justo y loable considerar la espiritualización como la finalidad más importante, no esperen que el camino para conseguirlo sea fácil. La espiritualización se halla al final y no al principio de todos los esfuerzos. Colocarla al principio de todos los esfuerzos, sería una falta de lógica derivada de un curioso desprecio de lo físico, a lo cual el oriental es completamente ajeno. Principalmente al hindú, le parece de la peor soberbia observar la forma irracional en que los occidentales procedemos con nuestro cuerpo, cómo lo maltratamos, cómo abusamos de él y cómo lo explotamos con tan indescriptible falta de consideración y mínimo aprecio. El occidental se ha acostumbrado a considerar su cuerpo como si fuese una especie de caballo —un animal de carga— que en todo momento debe marchar al galope. Cuando se cansa, se le espolea y se le golpea con el látigo. Traducida esta comparación a la vida moderna de la estupenda «sociedad de consumo», el látigo se ha convertido en las toxinas estimulantes, y la espuela, en el aguijón de la concentración para aumentar el rendimiento. Con ayuda del tabaco, el alcohol y otros estimulantes, el occidental procede con su cuerpo con mayor crueldad que con cualquier caballo. Es una cosa natural para un oriental, que en el estudio y práctica del yoga, antes ha de aprender a tratar fraternalmente el propio cuerpo, o sea, por lo más sencillo, aumentando poco a poco su contenido, hasta llegar a ser digno de penetrar en las más elevadas

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esferas del yoga. El conjunto total del yoga semeja un rascacielos. Las tres primeras plantas corresponden a las tres disciplinas del Hatha-Yoga: respiración, ejercicios (Asanas) y relajación. Lo que se levanta encima de éstas, pertenece al Raja-Yoga. (También hay otros estados que deben ser alcanzados, pero no son del caso ahora.) Un monje hindú, o un Lama, consideraría como una presunción que alguien intentara, de repente, alcanzar la cumbre con una especie de «ascensor rápido». Es una cosa natural para el mismo novicio —y también para cualquier hindú— que se conquiste la cima, planta por planta, con el propio esfuerzo. No se aviene a su mentalidad el concepto de una especulación intelectual que desprecie los grados del Hatha puramente físicos, y pretenda llegar inmediatamente a los pisos superiores, y penetrar en los últimos secretos. La honradez del fin propuesto hace precisa una absoluta claridad, tanto para lo asequible como también para lo que no se puede anhelar. No deben alimentarse vagas esperanzas, ni deseos místicos, pues el más mínimo fracaso sería mortal para la pequeña llamita de los buenos propósitos. Si deseas conseguir «una salida del cuerpo» inteligente y totalmente dirigida por ti mismo y siempre dueño de ti, empieza por renunciar a todo vicio y a todo lo superfluo; sigue con el yoga, empezando por el Hatha, continúa después con el Raja, profundiza y mentaliza todas las técnicas de relajación y relax que se explican a continuación. Si lo haces así, sin renuncias posteriores, conseguirás lo que te propongas y será tal tu poder, que tú mismo te asustarás en más de una ocasión, pero piensa bien antes a lo que debes renunciar. Técnica de relajación dirigida por sí mismo (1) Siempre es factible relajarse, en todo momento; aún en estado de auténtica actividad puede realizarse un relax parcial sumamente (1) La indicada técnica de relajación ha sido publicada, en síntesis, en algunas revistas de carácter espiritualista, de yoga, teosóficas, etc., de América. Se dice que de parte de ella es autor el ex Lama Swami-Dawa Sanidup, del Monasterio de la

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conveniente. No obstante, más fácil y eficaz resultará en estado de inercia completa del cuerpo, al punto de dejar de sentirlo. Ésta es la relajación dirigida por uno mismo. Es posible sacar un provecho terapéutico y hasta de reposo de relax mientras estamos andando, trabajando, comiendo, divirtiéndonos. Para ello es preciso entrenarse a mantener en estado de laxitud relativa las partes del cuerpo que no están implicadas en la tarea del momento. Por ejemplo, y sucede a menudo: estamos leyendo el periódico y muchas veces inconscientemente, estamos zapateando el suelo con el talón o la punta del pie. Al mismo tiempo, según sean las noticias que estamos leyendo, contraemos el semblante, o bien seguimos moviendo los dedos sin motivo alguno. Cuando uno está inactivo o puede dejar de lado sus ocupaciones, debe gozar de unos instantes de auténtico reposo, eliminando tensiones y asimilando al mismo tiempo fuerza vital, fuerza energética —prana— calma, y búsqueda de salud psicosomática de la que tan necesitados estamos en esta época de tensiones, sobresaltos y un vivir «contra reloj»... Existen varias posturas para lograr el relax auténtico. Quizás unas son más propicias que otras, pero sólo trataré en este libro del relax que en nuestro idioma conocemos por «postura de cadáver» o sea el auténtico «shavasana». Veamos tal como se practica en algunas lamaserías o conventos (monasterios) de Sikkim, Bhutan, Tibet, etc., para los novicios. Método a seguir Acuéstese sobre la espalda, los miembros apoyados sobre el suelo, como si estuvieran muertos. Es conveniente que en el suelo, a no ser de madera, tenga una buena alfombra, hule o cualquier cosa que evite de verdad el paso de la humedad, cosa que es muy importante. Cierre los ojos con naturalidad, como si fuera a dormirse. Los Penitencia de Tak-Sang, en el Reino de Bhutan, y últimamente en el de Wat Phra. Keo al servicio del Buda Esmeralda, en Bangkok. - (Nota del autor.)

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brazos deben formar con el cuerpo un ángulo de 45 grados aproximadamente. Las manos flojas, las palmas hacia arriba, sin forzar, totalmente naturales. Los dedos, igual; las piernas sueltas, mientras que los pies, distante uno del otro, tendrán sus puntas caídas hacia afuera. El semblante diáfano, sin contracción alguna. La cabeza en posición que no implique el menor esfuerzo del cuello. Por razón anatómica, o fisiológica, se aconseja a ciertas personas el uso de un pequeño almohadón. La mandíbula suavemente abierta, los labios apenas deben tocarse y la lengua tocará levemente, y suavemente, la parte posterior de los incisivos. Ésta es la primera fase. Conseguido esto, que como se verá practicándolo no tiene nada de difícil en ningún concepto, la inmovilidad será total. Pero no ceda ahora al deseo de rascarse que generalmente se produce entonces, como el de tragar saliva, mover los dedos, o los tobillos; también los dedos de los pies. Si uno no se mantiene totalmente inmóvil, no sabrá lo que es la relajación auténtica, como la practican allí, pues es precisamente la tensión del ajetreo continuo de la vida moderna lo que determina que- nos movamos. Es un reflejo condicionado. Ahora cuide con sumo cuidado su actitud psicológica. Toda esta parte del método la escribo dirigiéndome a usted, como si se tratara realmente de una clase, de una lección. Precisa que mentalice cuanto estoy diciendo, y precisa que se aleje totalmente de sus problemas, aflicciones e incomodidades de la vida, cuando practique el método principalmente. Abandónese totalmente confiado —o confiada— en las manos de Dios. Deje todo de su cuenta; deje desde ahora que su respiración actúe sola, sin fuerza, y no interfiera en lo más mínimo, y sobre todo no fuerce su normal ir y venir, ¿me comprende? Sobre todo quédese como un observador neutro. Póngase al margen, deje a su «yo» egocéntrico tranquilo, y que sea un testigo silencioso, pues notará (no la primera vez) que poco a poco se vuelve calma.., calma.., y descansa y es cada vez más discreto, hasta que parece que desaparece del todo, lo que en realidad no acontece, aunque lo parezca. En estos instantes que preceden al

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auténtico relax, el pulso es menor. Pues bien, y recuerde que llegará un momento en que sentirá como si estuviera extinguiéndose, pero si agudiza la mente, se sorprenderá con una tenue y armoniosa respiración que parece interna. Se trata, como usted comprobará, de una sensación agradabilísima, y que sólo por ello ya vale la pena de haberlo intentado. Conseguido esto, a partir de ahora se debe enfocar la atención en las varias partes del cuerpo comenzando primero por las piernas. Busque ante todo sentirlas mentalmente, pero no mueva ni un músculo, como si tomara conciencia de ellas únicamente, tratando de verificar si quedan aún áreas tensas. Aproveche el ritmo de espiración para principiar a ordenar mentalmente que se deben relajar, aflojar —repítaselo varias veces, con insistencia— y quedarse muy pesadas. Hay que repetirse muchas veces estas órdenes, así como que los pies deben ablandarse, quedarse sueltos, desligados... Cumplido esto con las piernas, cuando lo haya conseguido, proceda en la misma forma con las demás partes anatómicas, especialmente y con mucho cariño y empeño (hay que tener mucha imaginación y voluntad) en los puntos siguientes: el epigastro, o sea la boca del estómago, hacia el plexo solar, corazón, pulmones, brazos, cuello, quijadas, interior de la boca, labios, nariz, ojos, cabeza, cuero cabelludo y estructuras cerebrales especialmente la de la zona más central de la cabeza, buscando relajar el tálamo, el hipotálamo y la hipófisis. Luego de haber aflojado el cuerpo para profundizar aún más el estado de auténtico relax, usen el método conocido en el yoga por Sri-Mishra, llegando al estado de letargia de los tejidos de las piernas, el tronco, los brazos y la cabeza. Para ello imagine que está logrando agotar la energía nerviosa de las piernas, a la par que se está sugestionando: - No puedo mover las piernas! ¡ Están pesadísimas y no me obedecen! ¡ No siento para nada las piernas! ... etc., etc. Cuando de verdad deje de sentir el cuerpo, pero totalmente, habrá realizado el reposo más profundo y habrá permitido en pocos minutos el descanso, que precisaría de horas en un lecho cualquiera.

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Gozarán entonces de la paz de un niño que sin problemas, temores o conflictos, se entrega amorosamente a los brazos protectores de la madre. En este estado se hallan igualmente mecidos en los brazos cósmicos de la Madre Divina de los que nadie sale con tristezas en el alma, heridas en las carnes, ni lágrimas de amargura en los ojos. No hay experiencia mejor, pues no hay palabras para describir esta experiencia bienaventurada en el reino de la Paz Omnipotente. Al llegar a este estado, les sucederá que la ausencia del fardo del cuerpo les permitirá ahora asistir al cinemascope de la mente, o sea los de la propia «sustancia» mental que los Lamas llaman Chitta. Ello es posible, porque las sensaciones externas se calmaron. Por ello el relax debe anteceder a la práctica de la limpieza mental. El método de relajamiento es igual para las demás posiciones, con excepción de la de pie, complicada, y que no es del caso ahora, ya que por otra parte son poquísimas las personas que lo usan. Pero para una posición de sentado, en lugar de estar acostado, se debe usar un sillón confortable, pero no uno de esos que obligan a la persona a estar casi acostada, con el cuerpo doblado como un paquete. (A esto se le llama confort o superconfort en las casas de muebles.) ¡ Nada de sillones cómodos, nada de sillones que se hunden! Deséchenlos, rehúsen estos artilugios, pues es necesario conservar una postura que nos recuerde la de un egipcio. Los pies apoyados en el suelo, con naturalidad; la espalda vertical, totalmente vertical, pero sin esforzarse, natural. La cabeza en la prolongación de la espalda, recta, pero sin forzada rigidez, normal. Las manos abiertas naturalmente y las palmas siempre hacia arriba. Los ojos cerrados, dulcemente. En lo demás, todo exactamente igual a lo indicado anteriormente. Esta es la postura normal para los ejercicios espirituales y psíquicos. Este método representa asimismo la mejor posición para quien desea aprovechar unos minutos en su propio despacho, habitación de trabajo, o durante un viaje en avión, tren, etc.

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Efectos psicosomáticos comprobados Son infinitos, pero indicaré los principales, a saber: Recuperación rápida y completa de la fatiga de cualquier índole. Sana trastornos funcionales producidos por el exceso de trabajo y por la tensión, o el «stress» de hoy en día. Armoniza los procesos mentales. Limpia las trabas psíquicas de origen emocional. Deshace rápidamente los obstáculos derivados de las contracciones musculares permanentes. Armoniza la economía energética del cuerpo y de la mente. Enriquece y profundiza la vida afectiva. Posibilita la vivencia de la paz, y el ahondamiento de la conciencia.

Algunas observaciones a tener en cuenta No se preocupen si al principio les acontece de pronto una u otra sacudida de algunos de los miembros, ni por ciertas imágenes, como rostros, figuras, escenas, paisajes, hasta voces que parecen «externas». No tomen esto como algo misterioso o religioso, no. Sigan y tales manifestaciones les dejarán en paz a los pocos segundos. Y ahora atención: al alcanzar cierta profundidad de relajación, ciertas personas sienten de pronto la fuga del cuerpo, aunque no es muy frecuente que suceda. Es lo que solemos llamar «falsa fuga» del cuerpo etérico (astral) especie de doble, que es proyectado por el cuerpo físico espontáneamente, o bien también puede serlo experimentalmente, pero nunca está desprovisto de efectos físicos, ya que no es auténticamente un cuerpo no físico astral. Pero repito: raras veces ocurre con las personas comunes, que no anduvieron antes de forma errónea desenvolviendo ciertos poderes como diríamos festivamente...

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Si en alguna ocasión, a pesar de todo, sintieran que se han ido demasiado lejos y no desean hacerlo -¡atención a ello! - sólo deben respirar más fuerte, más hondo, y acentuando la respiración, les será muy sencillo moverse y suspender el proceso iniciado contra su voluntad. Pero de todas maneras no teman: no hay peligro alguno, por el motivo de que nada han hecho que sea especial: todo es natural. Nadie en este caso concreto debe temer el riesgo mayor de «salir» y... no volver. Quien se entrega a Dios Padre jamás será traicionado, y nadie o nada le podrá perjudicar. Quien no quiere salir del cuerpo, no saldrá; esto es seguro. Ahora bien; a los que se han entregado mal aconsejados en sospechosas prácticas de un desfasado esoterismo dudoso, o en ciertas prácticas «orientales», guiados por «fraternales» maestros, que se autodenominan «gurús», generalmente de gran verbosidad, disfrazados con místicos «ropajes», mitad budistas y mitad católicos, que se anden con mucho cuidado, pues sus falsas y peligrosas enseñanzas, como mínimo, les conducirá a una segura neurosis. Déjense de prácticas espúreas de «aprendiz de hechicero oriental». Hace tiempo que se les va a la caza, y si bien quieren «distraerse» en sus ratos de ocio, que se dediquen a practicar el Yoga, la Meditación Trascendental, o bien a auténticas prácticas espirituales, y no harán mal a nadie, al contrario. Las enseñanzas de verdaderas salidas del cuerpo somático, la verdadera proyección astral, es terriblemente peligroso intentarlo en la ciudad, en cualquier ciudad, y también lo es intentarlo en grupo, sin poseer unas cualidades y una técnica que no se alcanzan así como así. La proyección astral es muy difícil a pesar de ser, como decía un Lama, «la ciencia más exacta y natural, tan exacta y natural como pueden ser la física y la química». Se puede realizar, se puede conseguir, si somos sabiamente conducidos por un ser de una espiritualidad elevada, conocedor de todas las técnicas, y nosotros ante todo muy seguros de nuestra salud, pero principalmente de nuestro corazón, y riego sanguíneo. Pero tened presente que estos estudios, y por lo tanto las prácticas, nunca se efectúan dentro de una ciudad, cosa muy fácil de comprender si se tiene en

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33 cuenta la falta de quietud, de silencio, que hay en ellas. En estos estudios, asisten como máximo dos alumnos, y éstos, por lo genenal, son personas que antes renunciaron a todo lo material, y efectúan dichos estudios solamente, únicamente, para cumplir un fin concreto, para hacer un bien, y jamás con malsana curiosidad, como les apetece a muchos «snobs» en las que abundan las féminas... Y por último. Es importante saber que cuando se desea el relax en estado de vigilia, o sea sin «apagar», sin perder la conciencia, sin dormir, sin ninguna clase de efecto narcótico, o sea en la situación de la meditación y de otros ejercicios espirituales puros, en que debemos quedarnos totalmente despiertos, como es el relax de la mañana antes de empezar el trabajo, el comando del relax debe hacerse desde la cabeza hasta los pies. A la inversa, cuando se desea vencer el insomnio, antes de dormir, por lo cual se procederá en la forma indicada al principio (de los pies a la cabeza). Ahora bien: las personas que por lo que sea, temen el «desligamiento» o sea el «desdoblamiento», la salida del cuerpo físico, pueden también preferir el comando desde arriba hacia los pies, y nunca al revés. Haciéndolo así, tranquilos. Si su personalidad es fuerte, hasta violenta, y lleva una vida agitada, procure siempre relajarse como mínimo una vez al día. Deje las decisiones más importantes para después de un buen relax, y si antes ha podido hacer un cuarto de hora de yoga, mejor todavía. Si alguna vez se siente nervioso, irritado (con, o sin causa real), la cabeza hirviendo amenazada por una ola de ira, cosa tan frecuente por desgracia en nuestra actual forma de «mal» vivir, enciérrese en un lugar tranquilo y bien ventilado, y sentado, únicamente sentado, como se ha indicado anteriormente, ordene su relajamiento. Piense en todo momento que es «usted» quien manda, no su cuerpo, y... el cerebro también es su cuerpo. Si lo hace así, poco a poco será otra persona. Usted y otros lo notarán.

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La meditación «Al meditar es como si regáramos el árbol de la persona», según dijo una vez Maharishi Mahesh Yogi, el gran maestro de la Meditación Trascendental. Esta clase de meditación procede de los vedas, consiguiéndose un mayor descanso e inteligencia. La mente experimenta estados de pensamiento más elevados, al tiempo que se producen una serie de cambios metabólicos muy importantes. Cuando se medita, disminuye el consumo de oxígeno, así como la normal eliminación de dióxido de carbono, el rendimiento cardíaco, el ritmo de la respiración y del corazón, y en definitiva, el total ritmo metabólico del cuerpo se reduce en un veinte por ciento como mínimo. Es entonces cuando el organismo alcanza un profundo estado de descanso, mientras que la mente está completamente despierta y capaz para responder a los estímulos que le lleguen. Esto, que los grandes meditadores llaman el «cuarto estado», es el momento cumbre de la técnica de la meditación. Gracias a este estado maravilloso, y bucólico al mismo tiempo, se logra un mayor placer y plenitud en la vida afectiva. Las tensiones y fatigas desaparecen, y la persona se «libera» pudiendo afrontar situaciones complejas con un aumento de claridad de percepción e inteligencia creativa únicas. El yoga, como he dicho anteriormente, significa unión, unión de cuerpo y mente, y supone una dedicación completa. En cambio, la Meditación Trascendental es una técnica muy simple. También busca la armonía cuerpo-mente, pero no a base de ejercicio físico alguno, excepto el mental. Es una técnica mental que empleada durante unos minutos diarios se consigue un cambio total y se trasciende al pensar, conduciendo la mente al subconsciente. También proporciona un descanso más profundo que el dormir, eliminando ciertas tensiones que no eliminaría el sueño más reparador. Por ello se clasifica la percepción y uno actúa a partir del relajamiento por lo que la capacidad de creación, actuación e imaginación, queda sensiblemente intensificada.

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La Meditación Trascendental en parte está influida por la misma autosugestión controlada, y en parte es auténtica ciencia. Estados Unidos, siempre tan amante de las novedades y de las técnicas que realmente tengan una utilidad, se ocupa de experimentar con ella en cuarenta y tantas universidades del país. La han considerado auténticamente benefactora, y parece mentira que otros países que se las dan de adelantados en todos los conceptos, no se hayan dado cuenta de algo muy primordial y que deberían tener en cuenta, pues sirve especialmente para reformar a drogadictos, alcohólicos y fumadores. La Meditación Trascendental puede servir asimismo como terapéutica para determinados individuos que tienen «otras» taras, principalmente psíquicas, y también posee la virtud de eliminar tensiones siempre molestas, especialmente aquellas tensiones que experimentan a veces ciertos hombres en la llamada segunda edad. Realmente bastan sólo unos pocos minutos cada mañana, y otros pocos al acostarse, para conseguir un mejor bienestar. Profundizando un poco en ella se pueden eliminar totalmente vicios que de momento sólo estaban «in mente», pero a no dudar, peligrosos. Combate todos los falsos delirios de la civilización moderna, el tan conocido «stress», tensiones vulgares, nervios, prisas sin lógica, la prisa de vivir.., de algunos alocados, los deseos morbosos inconfesables, el mal carácter, el odio sin una causa «lógica» (la causa «lógica» desaparecerá con la espiritualidad), enconos, resentimientos, xenofobia, propensión excesiva, anormal, a los placeres de los sentidos, al falso hedonismo, a la voluptuosidad desmesurada... Pero hay otras clases de meditación. Por ejemplo, la Zen (el meditar con todo el cuerpo). Si hiciéramos esta pregunta a un profesor de Zen, nos diría ante todo, que la meditación, la que sea, es indispensable si realmente queremos progresar. Hace años visité a uno mientras permanecía en una de sus magnas sesiones —ellos les llaman zazen's— que efectúan en una gran sala de meditación únicamente, a la que llaman «dojo»... «Levantad la cabeza como si quisierais empujar el cielo. Apoyad

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las rodillas en el suelo como para clavarlas. La vista debe estar fija un metro delante de vosotros. La respiración sólo para respirar muy a fondo, como presionando los intestinos, y fijando la atención en el bajo vientre. La meditación "Zen" consiste en parar el flujo de los pensamientos puramente mentales, desordenados, y ¡fijarlos! Entonces, es cuando realmente empezaréis a meditar con todo el cuerpo», etc. También esta clase de meditación oriental, para muchos hombres y mujeres de este siglo es un refugio y una esperanza. Actualmente se hacen demostraciones de zen en las venerables abadías benedictinas francesas. En todas partes fijaos que, ante todo, paz, silencio, inmovilidad y concentración. Vestidos con kimonos o túnicas —prendas, prácticas— una veintena de hombres y mujeres están como «ausentes»... las piernas están cruzadas, en la antiquísima postura del lotus, las columnas vertebrales tensas, los brazos cruzados, las manos... La meditación, lector, sea la que sea, es necesaria. La meditación sea Trascendental como otra cualquiera, es como el rezar; necesaria para conseguir otros estados más superiores. En Barcelona hay Centros, como en otras ciudades de nuestra patria, especialmente de la «Meditación Trascendental», legalmente constituidos. Hay también «otros» Centros de meditación, y cada cual debe escoger la técnica, o escuela, que mejor le vaya. Esto es algo muy personal, muy íntimo: y repito, es como el rezar, es algo tuyo, de tu ego... de tu propio «yo». Pero desde luego «no se puede intentar cambiar el mundo sin empezar con cambiarse a sí mismo», decía el padre Bernard en un famoso librito que tenía por título: Yo. Y es que la verdadera aventura del Hombre es la espiritualidad. Ante todo ruego humildemente se me perdone a partir de ahora mi forma de proceder, pues en este libro, modesto ensayo, sólo doy ideas y digo algunas cosas sin profundizar de verdad en ellas. Quizás algunos comprendan el porqué procedo así; y tam-

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bién resulta que inconscientemente, temo desde el primer momento que empecé a escribir, que algunos no me lo perdonarán, pero unos y otros, escépticos y no escépticos, materialistas, agnósticos y pragmáticos de una parte, y espiritualistas por otra, recuerden lo que nos decía San Ignacio de Loyola, recordándonoslo en el nombre de Aquel que siempre está en nosotros: ¿... de qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde su alma?... «Aprende a meditar, siempre, i digan lo que digan! No te apenará jamás, y tú mismo lo comprobarás. No te puedo decir más.» Y es curioso: éste fue un consejo doble que me dieron un día; por una parte lo hizo un bondadoso monje de Montserrat que me honra con su constante consejo y entrañable amistad; por otra lo hizo un oriental, el ex Lama del Monasterio de Tak-Sang, de Bhutan, cuando estuvo de paso por nuestra ciudad. ¿Crees en la casualidad?...

CAPÍTULO

II

EL CONCEPTO DEL ALMA

La Humanidad progresa lentamente, al modo de un río que sigue su propio curso. Y como una gota de agua no puede remontarse hacia la fuente, así el hombre no es capaz de oponerse a la corriente que lo arrastra. El río corre hacia el mar. La Humanidad se dirige hacia algo más grande que ella. TILIIARD bE CIIARDIN

«El espíritu está oculto en el seno de la materia viviente, completamente descuidado por los fisiólogos y casi ignorado por los médicos.» Y sin embargo, es el más formidable poder de este mundo, como decía Alexis Carrel. Antes de proseguir, creo necesario, y conveniente, detenernos en un capítulo y tratar de algo, que es muy necesario especificar claramente. ¿Qué es el alma? El filósofo nos dirá que el alma es libre y que no está sujeta a la muerte, porque no tiene nacimiento. Pero las almas no tienen forma propia. Las entidades adquieren aspectos sucesivos a medida que alcanzan regiones más y más elevadas, sea después de lo que llamamos «muerte», o en el «viaje astral». Pero si queremos definirlo de una forma material, diremos ç'.ie son puros fantasmas, vapor nebuloso algunas veces, luz brillante, otras; o bien cabeza clara con cola luminosa de corneta; llama en hierro de lanza, ovoide radiante, gema coloreada, o sólo un punto de luz...: frases. El «Alma» es algo positivo, pero inmaterial. El conocimiento del alma realmente pertenece a una de las ciencias más sublimes y desde luego más remotas. Pero veamos antes cómo opinan los teósofos y ocultistas sobre el alma, ese algo inmaterial que nosotros, en nuestras prácticas, logramos hacer viajar «a voluntad». Tanto ocultistas como teósofos formulan una hipótesis compleja que muchos ignoran. En el Universo existen como mínimo siete zonas, o planos, que se penetran mutuamente. Por orden de densidad decreciente tendríamos: Primero: El plano físico que es

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nuestro mundo habitual. Segundo: El plano astral o emocional, que es aquel al que nos trasladamos cada noche, durante el sueño, o en nuestras salidas en cuerpo astral, y también después de lo que llamamos «la muerte». Tercero: El plano mental, que es el del pensamiento. Cuarto: otros cuatro planos, en ellos están el búdico y el nirvánico. Según esta hipótesis, el hombre posee diversos cuerpos o vehículos correspondientes a esos diferentes planos. Primero tenemos el cuerpo físico, denso y visible, dotado de un doble etéreo que absorbe la vitalidad solar y cósmica. Segundo, el cuerpo astral o emocional, que es el instrumento de las emociones, deseos y pasiones, y el que elabora la sensación que el cuerpo físico siente a continuación. Tercero, el cuerpo mental que produce el pensamiento expresado por el cerebro. Cuarto, el cuerpo causal o «individualidad», llamado también alma o ego. Siempre, según esta hipótesis, mientras que el cuerpo físico es mortal y los astral y mental igualmente perecederos, y no duran más que una encarnación, el cuerpo causal es inmortal y persiste a través de todas las encarnaciones, transmitiendo a las personalidades sucesivas todas las capacidades y cualidades adquiridas en las encarnaciones precedentes (1). Por lo que respecta a los demás atributos del hombre, en nuestra fase evolutiva actual sólo existen en estado de gérmenes. «Claro es que si, con la mayoría de los ocultistas —dice textualmente Robert Tocquet, profesor en la Escuela de Antropología de París— se consideran esos cuerpos astral, mental y causal, como mediadores plásticos, la hipótesis es difícilmente defendible desde el punto de vista científico. En cambio, se hace plausible si se asimilan a centros de fuerzas.» El plano astral que nos interesa particularmente aquí, es, según la citada hipótesis, el lugar en que evolucionan no sólo los que llamamos «muertos», todavía no liberados de sus ilusiones terrestres, sino también todas las cáscaras. todos los vestidos psíquicos abandonados por los espíritus que pasan a los planos superiores. Estos residuos de almas —si es posible (1) «Les Frontires de la Science» (1902), París, de Auguste-Albert de Rochas, conde de Rochas.

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expresarse así—, a la larga pasan a diluirse y refundirse en el Todo Universal, pero luchan generalmente contra su aniquilación final provocando, en un último esfuerzo, aquellos fenómenos incoherentes que se observan en las casas frecuentadas por los «duendes» y que muchas veces confundimos los parapsicólogos con casos de poltergeist. El plano astral realmente posee individualidades autónomas llamadas «elementales», los cuales se les denomina también con otro nombre, como «Devas», «Pretas» o bien «Daimonesx., etc., que son seres cósmicos, pero también pensamientos, más o menos maléficos de origen humano. Esta extraña población consciente, maliciosa o maléfica, según la naturaleza de las entidades, es la causa de sustos y bromas —a veces muy pesadas— a los principiantes, neófitos, en sus desplazamientos en el astral. Según los espiritistas y neo-espiristas modernos, el hombre se compone únicamente de tres elementos: el cuerpo físico, somático, que después de la muerte se disgrega y vuelve al mundo material; el espíritu, que es la fuente de la conciencia, la inteligencia y la voluntad, y que es inmortal, y el perispíritu o cuerpo espiritual que parece ser un organismo fluido formado de una especie de materia quintaesenciada, intermedia, entre la materia propiamente dicha, y el espíritu. Este perispíritu, al parecer sobrevive más o menos tiempo a la muerte corporal, y sirve de envuelta e instrumento al espíritu, y gracias a él, puede el fallecido, en especiales circunstancias, manifestarse físicamente, pero en vida es el que efectúa la salida del cuerpo y se traslada a otros niveles, o estadios, en busca de aquello que nos interesa, bien sea en el sueño, o a voluntad (desdoblamiento) o bien por hipnosis, en viaje telepático, como vulgarmente se conoce esta modalidad. He aquí, en concepto de documento, el relato casi íntegro de un experimento relativamente reciente efectuado por el magnetizador Théo Matthys, comerciante bien situado de Gante. Dice la parapsicología que dicha personalidad tiene notables facultades de magnetizador curandero pero, dada su buena situación financie-

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ra, nunca ha sacado sistemáticamente partido de sus dotes. Y precisamente es por ello que lo hago constar aquí. Escribe M. Théo Matthys: «Mi intención, aquella noche, era visitar a la familia De K., a la que me unía gran amistad. Había curado yo por medio de un tratamiento "magnético" a ambos esposos: al marido de pulmonía y a la esposa de un tumor. »Me propuse, pues, visitar a estos amigos en su habitación, cuya topografía conocía bien. Elegí para mi experimento un martes por la noche hacia las 10, sabiendo que mis amigos estaban en la cama. »Hice preceder mi tentativa de un ejercicio prolongado de respiración profunda (yoga) y unas técnicas de relajación especiales, durante unos veinte minutos. »Sintiéndome suficientemente preparado, me transporté mentalmente a la mansión de mis amigos, distante aproximadamente 150 metros de la mía. Entré... por la ventana del primer piso en su alcoba, que da a la calle. No se me ocurrió nada mejor que sentarme en la silla que sabía estaba delante de la ventana. A continuación me dirigí al espejo, frente a la cama; y volviéndome, me encontré al pie de la cama, frente a los esposos. »Los examiné curiosamente, pues los veía perfectamente. Estaban conversando entre sí y pude entender el nombre de una calle que no era la suya. »M. de K. paró en seco de hablar y pareció mirar temerosamente a la redonda. La alcoba estaba bastante bien iluminada por el farol que había frente a la casa. La mujer se incorporó de repente y la vi en su cama, con toda la parte superior del cuerpo inclinada hacia delante y el temor pintado en los ojos. El marido se incorporó a su vez y le oí pronunciar en voz alta: »—¿Eres tú, Théo? »Intenté responder afirmativamente, y me extrañó mucho no oír nada. »A la mañana siguiente mi amigo De K. vino a yerme. He aquí su relato: »Mi esposa y yo hemos pasado la primera parte de la noche

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de una manera muy extraña. Figúrese usted que, hasta las diez de la noche, o diez y media, estábamos hablando todavía de nuestra próxima mudanza cuando, de repente, una impresión indefinible se apoderó de mí. Mis miradas fueron atraídas de modo irresistible hacia la ventana. Al principio no quería creer lo que veían mis ojos pero, poco a poco, vi, con verdadera emoción, una forma curiosa llena de innumerables puntitos brillantes que se movían en vertiginosa carrera, sin salir del contorno de la forma. Ésta estaba como sentada en la silla que hay cerca de la ventana, y recordaba vagamente el cuerpo imperfecto de un hombre. En nuestra alcoba reinó un gran frío, a pesar de la estación (julio). Aunque mi esposa y yo no cambiamos ni una palabra, ella sentía la misma impresión que yo y notaba continuos escalofríos. Se inclinó hacia delante y vimos muy bien cómo la forma se ponía delante del espejo, que reflejaba débilmente los contornos de la misma. Tuvimos miedo. La aparición (pues cada vez estábamos más persuadidos de lo que era) se volvió y permaneció, durante un tiempo que no puedo determinar, al pie de nuestra cama. Jamás olvidaré aquellas miradas curiosas, que parecen salir de dos sombras en vez de dos órbitas. Queriendo romper el silencio, intenté articular: »Eres tú, Théo?, pero ni un solo sonido salió de mi garganta. Confieso que entonces hube de cortar por la fuerza el encantamiento y encendí la luz, desvaneciéndose la aparición. Mi esposa me aseguró que desde el principio había tenido conciencia de que se trataba de usted, pero que le era imposible articular palabra... » (1). Es de notar que la frase «¿Eres tú, Théo?» no fue pronunciada: fue únicamente pensada. Théo la percibió con la misma facilidad que los trozos de una conversación sostenida en voz alta por sus amigos, y no encontró la menor diferencia en el modo de percepción. Pero antes de continuar, pasemos como decía al principio, a (1) Este caso está debidamente relatado en «Inventario de lo sobrenatural», de Robert Tocquet, Enciclopedia Horizonte, de Plaza y Janés, S. A. También en «Médiums y fantasmas», del mismo autor, y en otros varios libros de Parapsicología.

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hablar un poco del alma; te es muy conveniente, si de verdad piensas tener este contacto espiritual con el mundo invisible. * * *

El conocimiento del alma —decía anteriormente— pertenece a una de las ciencias más sublimes y más remotas. En la antigüedad tomó cierto auge como creencia, pero más se trató desde el punto de vista científico únicamente; pero decayó hasta que en estos últimos tiempos renacía al amparo de la psicología moderna y de un profundo estudio. Pero la realidad, la amarga realidad, es que la investigación sobre la existencia del alma no ha alcanzado el rápido avance experimentado en otros campos, corno la astronomía, química, física o biología. Se supo más acerca de lo que sucedía en el cosmos que del propio yo. Había mayor preocupación por cuanto le rodeaba por e] ancho mundo exterior, que por el mundo interno mucho más importante que aquel, aunque se me diga que soy un hereje científico. Sólo pocos sabios, muy pocos en relación con los que se dedicaban a otros campos de la ciencia, se interesaban de verdad por la vida del alma, sus funciones, y sus afectos. Hasta los últimos siglos, esta ciencia que había renacido, no reclamó un lugar honorable entre las diversas facultades de antiguo reconocidas, y aún así, todavía hoy es muy poco lo que ha conseguido y lo que realmente interesa a la humanidad. Primitivamente los hombres tuvieron la impresión de que en el mundo todo «tenía alma'> pero este concepto se fue perdiendo paulatinamente. Las nuevas ciencias naturales que adelantaban a pasos agigantados, apenas dejaban tiempo para ocuparse de lo «espiritual». El estudio del alma no podía intercalarse en el fuerte realismo de los hechos naturales investigados. Se pensaba demasiado mecánica y materialmente con excesivo realismo del momento científico. Sin embargo, se llegó a un momento del más alto desarrollo técnico que hizo empezar a reflexionar sobre lo que durante tanto

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tiempo había sido descuidado y que en otro orden de cosas empezamos hoy a tocar las consecuencias. Las ciencias exactas, matemáticas y físicas, no podían seguir manteniendo cerradas sus puertas ante los grandes misterios que científicamente estudia la parapsicología, sobre todo cuando gran número de los descubrimientos llevados a cabo indicaban claramente que el organismo viviente es algo más que una máquina que funciona de acuerdo con ciertas leyes físico-químicas. Hasta aquel célebre biólogo que veía en la creación de seres vivos artificiales la gran tarea de su vida, se dio cuenta de pronto que existían límites infranqueables. La máquina «hombre» había de ser reconocida como un organismo «provisto de alma». Aunque a algunos les resulte incomprensible, debe señalarse que los médicos, aunque con titubeos, se mostraron al fin de acuerdo con este pensamiento. Pero a la larga no pudieron sustraerse al hecho de que el alma ejerce una influencia esencial en el cuerpo donde habita. Hasta entonces el alma no había sido para ellos más que un factor accesorio a veces molesto. Hoy no ignora el más lego que las excitaciones del espíritu, o dicho sea en otros términos, las agitaciones del alma, afectan en gran medida al bienestar corporal. Una persona que tenga cálculos biliares, puede sufrir un fuerte cólico de resultas de un disgusto. La angustia afecta el estómago, a las glándulas sudoríparas, al corazón, es decir: a todo el organismo. La aflicción, el mismo cariño, o bien tan sólo la compasión, obran sobre las glándulas lagrimales. La disposición alegre de ánimo hace no pocas veces que se sienta cierto bienestar corporal; una noticia grata puede influir en la más rápida curación de un enfermo. Hasta la visita amiga del médico tiene un gran poder psicológico, y también de sugestión en el enfermo, porque éste confía en su médico. También la ciencia ha descubierto, al fin, el «aura», y descubriendo el aura, descubre el alma. Las investigaciones proxémicas (1) nos muestran científicamente que los límites de una persona no comienzan ni terminan en su piel. Los seres humanos están (1) Vocablo formado por una raíz latina que significa «cercano» y una raíz griega que viene a significar «huésped», «extraño», «extranjero», etc.

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rodeados de «un ambiente inmaterial análogo al espacio o límite territorial» perfectamente delimitado que establecen entre sí ciertos mamíferos y aves. Y la ciencia, por varios caminos, está realmente comenzando a decir algo concreto. Por extraño que parezca, tienen la palabra los científicos soviéticos, que en los últimos diez años profundizaron con seriedad, la investigación sobre los fenómenos del espíritu humano. Claro que la terminología es otra y está llena de connotaciones materiales, pero no obstante, son sorprendentemente lúcidas las observaciones, cuando consideramos el contexto ideológico en que se mueven estos investigadores. Las investigaciones comenzaron en un grupo de científicos ubicados cerca del centro espacial soviético de Kazakastan, en Alma-Ata. Se reunieron biólogos, bioquímicos y biofísicos, para estudiar el espectacular descubrimiento del matrimonio Kirlian: una cámara de alta frecuencia que, sobrepasando la barrera de la materia densa, logró mostrar la contraparte inmaterial de los seres vivos. Con equipos ópticos, combinados con la cámara de Kirlian, los científicos tuvieron un día la visión maravillosa que hasta entonces estaba reservada con exclusividad a los videntes: «el cuerpo espiritual de un ser vivo». ¿Cómo se podría definir la realidad que tenían ante sí? «Una especie de constelación elemental semejante al plasma —dijeron los científicos— compuesta de electrones ionizados y excitados, de protones, y posiblemente de otras partículas». Y proseguían de manera muy significativa: «Pero al mismo tiempo este cuerpo de energía, no es sólo partículas. No es un sistema caótico. Es un organismo totalmente unificado en sí mismo. Actúa como una unidad, y el cuerpo energético produce su propio campo electromagnético y constituye la base de los campos biológicos». Para cualquier espiritualista tal texto es sensacional, teniendo en cuenta que proviene de las rígidas murallas de un materialismo que se ha traducido en expresiones prácticas en todos los campos de la actividad humana. En 1968 fue nombrada una comisión de alto nivel para estudiar el fenómeno y emitir una opinión concluyente. El grupo se com-



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ponía de los doctores Inyushin, Grischchenko, Borobevv, Shouiski, Fedorova y Gibadulin. La conclusión que presentaron no podía haber sido más objetiva, concluyente y audaz: «Todos los seres vivos —plantas, animales y seres humanos— no sólo tienen un cuerpo físico, formado de átomos y moléculas, sino, también como contraparte, un cuerpo de energía, al que dieron el nombre de "Cuerpo de plasma biológico"». Ahí está, pues, el nuevo rótulo asignado al cuerpo espiritual del apóstol Pablo. Es realmente curioso que a lo largo de los milenios los hombres han discutido apasionadamente siempre el problema del alma y han especulado acerca de su naturaleza. Todavía hoy encuentro personas que se preguntan si es posible que los seres humanos tengan un alma y si la tienen se preguntan angustiados si ésta es independiente del cuerpo físico. Y entonces cabe siempre aquella pregunta con garra: ¿existía antes del cuerpo? ¿Continuará existiendo después de la desaparición de éste? Si existe, ¿qué substancia la compone? ¿Partículas «materiales» como creía Lucrecio? ¿O es totalmente inmaterial como pensaban Platón y Descartes? Si fuese material como el cuerpo ¿se disgregaría, como él, por la muerte? Si fuese inmaterial, ¿cómo podría comandar el organismo físico, durante las muchas décadas que el hombre vive sobre la tierra? Así, quienes sustentaban la materialidad del alma, lógicamente no admitían su supervivencia, mientras quienes la concebían inmaterial, enfrentaban la dificultad de demostrar la inmortalidad del ser. No sin razón decía Aristóteles que el conocimiento preciso acerca del alma, es una de las cosas más difíciles del mundo. Y ni siquiera imaginaba el mar de palabras que los hombres usarían en los siglos siguientes en todas las lenguas conocidas, vivas y muertas, para exponer sus ideas sobre tan espinoso asunto. Pero la proyección astral, el viaje astral, terminó por aclarar la cuestión. Porque en el viaje astral, se puede tener «contacto» con un ser desencarnado, y de ello hay pruebas. Se habla también en estos días acerca de la psicología y el 4- vi=

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conocimiento del alma, insuficiente por cierto —para expresarnos suavemente— pues lo que en ellas se aclara y aconseja, no aclara ni ayuda: antes al contrario, induce a confusión y error. Multitud de psicólogos, psicoanalistas, psicoterapeutas, hasta orientalistas con su carga de hermetismo a Cuestas, parecen estar todos versados en la salvación del alma, a base de cursillos y conferencias, llenando columnas en periódicos y revistas, mezclando sus conocimientos con sexo y erotismo, conocimientos generalmente mediocres, utilizados únicamente con fines comerciales bastante a la ligera con escaso provecho para pacientes y lectores. Casi siempre, ante una fraseología esotérica, con ribetes más o menos científicos, se olvidan unos y otros de lo principal: la propia alma al lado de tanto charlatanismo incompetente. Es una lástima que no haya un verdadero interés para hallar la solución a un problema de importancia tan extraordinaria, ya que no es posible seguir caminos equivocados, pues sólo hay uno: el término alma utilizado en múltiples acepciones, todas deberían poseer en común una idea básica, a saber: el alma es una sustancia incorpórea que sustenta la vida en el cuerpo, pero sobreviviendo después de la muerte. Pero hay otro concepto del alma que ha resistido al análisis de científicos y filósofos: la noción de una fuerza vital integrante que otorga al hombre el sentido de la propia identidad, y dirige su mente en una forma de interacción con el organismo que Platón comparó a la cooperación esencial entre el piloto de un buque, y la tripulación. Y es que sería realmente un error, imaginar que esos conceptos tuvieron su origen en los escritos de los filósofos, ya que la creencia en el alma ha existido y persistido en todas las civilizaciones. El hombre primitivo debió observar los cambios que tenían lugar entre sus semejantes cuando dormían, cuando enfermaban y cuando morían, explicando tales estados en términos de la ausencia del cuerpo de un elemento vital: el alma. El hombre sólo puede referirse a la «otra vida» que espera tras la muerte más que postulando otro «yo»: el alma. Sea cual fuere la explicación, el estudio de



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las primitivas civilizaciones, revela una creencia general en la existencia del alma a la que van asociados gran cantidad de ritos. Incluso podría afirmarse que muchos dogmas de las religiones actuales se fundan en conceptos primitivos del alma, y que los escritos de los filósofos sobre este tema, no son más que racionalizaciones de aquéllos. Una creencia común entre ellas supone que el alma puede ausentarse temporalmente del organismo durante el sueño, natural o provocado, en una enfermedad, o por poderes especiales... Varios ritos de la medicina primitiva ya se fundaban en la creencia de que el alma podía ausentarse de su cuerpo. En ciertas zonas del Congo, el brujo busca el alma perdida y la envía a la rama de un árbol. Entonces se reúne toda la tribu para desgajar la rama y llevarla a la cabaña del inválido donde el brujo celebra una ceremonia para devolverle el alma a su poseedor. También algunas tribus malayas piensan por ello que es peligroso ausentarse el alma del cuerpo, pues cabe que un individuo, cuando duerme, si tiene algún enemigo, le pinte el rostro y así su alma al regresar no reconocerá su cuerpo. El Corán asimismo afirma que Dios se apodera de noche de las almas de los que duermen, devolviéndolas al despertar. Varios ritos de la medicina primitiva se fundaban en la creencia de que el alma podía ausentarse de su cuerpo, lo que realmente es una gran verdad. Pero bien es verdad que si buscamos en un diccionario la definición exacta y clara al mismo tiempo de lo que se conoce por «alma», es probable que cerremos el grueso libro totalmente desengañados o como mínimo, confusos: «sabemos tanto como antes...». En uno de ellos la definición es la siguiente: Alma (griego, psique, psi; latín: anima). «Como concepto psicológico muy discutido, considerada a menudo como base (substrato) de los procesos espirituales». Otras: «Elemento espiritual e inmortal que informa el cuerpo humano y con él constituye la esencia del hombre». «Principio sensitivo de los animales y plantas». Otra más: «Vocablo con que generalmente se designa el principio vital que distin-

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gue en la naturaleza a los animales de las cosas inanimadas. Una ulterior distinción entre el hombre y los animales plantea el problema de una definición más precisa del alma humana, una definición que explique con la presencia del alma la espiritualidad (razón, sensibilidad, moral, etc.) que diferencia el ser humano de las bestias. Este problema se ha planteado a la filosofía y a la religión desde siempre». He ahí tres definiciones y tres diccionarios. A la primera definición y otras por el estilo que encontrará el lector en diccionarios quizá más modernos, no debemos tomarle a mal al lexicógrafo su intento de retorcida aclaración. La definición del concepto del alma es muy difícil, pero creo que todavía es más difícil si uno no está predispuesto en buscar, estudiar y analizar y también... meditar. No obstante, aunque no se explique sus efectos son evidentes a cada momento: alegría, bondad, tristeza, orgullo, humildad, amor, odio, miedo, fe, sorpresa, anhelo, horror... El hombre vivo y el alma no pueden separarse uno de otra así como así; el alma no se «desprende» definitivamente hasta que sobreviene la muerte, o como decía Zohar, «hasta que la muerte no libere el alma, porque la muerte, es el beso de Dios». Pero ¿a dónde va?, éste es uno de los más grandes misterios. Y uno se pregunta: ¿hacia la nada? Es inimaginable pues la propia «nada» lo es también. ¿Hacia el infinito? Inimaginable también, ya que el infinito es inimaginable. ¿Entonces?... El doctor Werner von Braun, uno de los gigantes de la ciencia en esta era de los proyectiles dirigidos, afirmó en cierta ocasión al final de un banquete científico, las siguientes palabras publicadas por toda la prensa: «La inmortalidad del alma debe existir. Yo como científico sé que nada se pierde jamás, sólo se transforma. Después de la muerte, la vida, el alma... denle el nombre que gusten... debe estar o ir a alguna parte; debe transformarse en cualquier otra cosa, quizás encarna en un cuerpo, quizá pasa a otro estadio, a otro nivel que quizá tampoco sabríamos explicar, pero tengan la seguridad de que jamás se desintegra nada: sólo se transforma. Esto sí que me consta.» (Sic)

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El doctor William Darrach de la Universidad de Columbia publicó lo siguiente en un «Selecciones» del Reader's Digest: «La continua influencia que sobre mí ejercen aquellos que se han ido de esta vida, y la sensación real de que sus personalidades siguen existiendo, han sido lo suficientemente fuertes para quitarme toda duda acerca de la existencia de alguna forma de vida después de la muerte. ¿Qué forma de vida? Eso no importa ahora. Yo creo que siguen viviendo y creo que estamos sujetos a su influencia». (Aquí cabría añadir que muy posiblemente «algo» de lo que fue el alma del difunto se comunica a aquellos que le querían). Pero sigamos: Arthur Compton, Premio Nobel de Física, se le hizo cierta vez la pregunta de si creía en el alma espiritual, pues opinaba su oponente que cuanto más pensamos, tanto más nos vemos reducidos al simple concepto de la fe en el alma, pues la fe no hace preguntas, está sencillamente ahí, como el alma puramente «está ahí»... y nada más. Pero Compton muy seriamente le replicó: «Amigo mío, es menester toda una vida, y usted lo sabe bien, para conseguir algo muy difícil: construir el carácter de un hombre ilustre. Las aventuras y las disciplinas de la juventud, las luchas, los fracasos y los éxitos; los dolores y los placeres de la edad madura, la soledad y la tranquilidad de la vejez.., con todo esto se alimenta el fuego que debe acrisolar el oro puro de su alma. Perfeccionado el hombre de esta manera, ¿qué hará después la Naturaleza con él? ¿Aniquilarlo? ¡ Qué desperdicio tan infinito serfa...!» Y terminaba Compton: «Yo particularmente, y no me avergüenza decirlo, prefiero creer que seguirá viviendo más allá de la muerte, para continuar en una esfera más elevada, con la ayuda del Creador, el trabajo empezado desde la cuna». Y por último Horneil Hart, ex profesor de Sociología de la Universidad de Duke, publicó entre otras afirmaciones tajantes las siguientes palabras: «Las investigaciones psíquicas han fortalecido inmensamente mi creencia en la inmortalidad. Las que se han venido llevando a cabo hace más de 75 años han disipado la duda que me mortificó

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por largo tiempo. El "yo" espíritu, alma, ego, ¿sobrevive a la muerte? Más de tres millones de pruebas tales como las realizadas en la misma Universidad de Duke bajo la dirección del doctor J. B. Rhine, y en otras partes, han demostrado que la mente humana es capaz de funcionar independientemente del espacio y del tiempo, tales como nosotros los concebimos. El que nuestra conciencia sea capaz de observar y de obrar separadamente de la materia, estimula mi creencia de que el alma prevalece sobre el cuerpo. La teoría materialista de la existencia está a la defensiva. La versión espiritualista del mundo es la que hoy está sostenida por el peso de la experiencia. Nuestra existencia real está más allá del tiempo y del espacio, y el accidente que llamamos "muerte" en nuestra vida terrenal puede ser apenas un episodio de una aventura mucho más vasta. La religión nos lo había enseñado así durante siglos, y es una gran verdad.» Pero lo realmente curioso es que los materialistas han intentado probar con mil argumentos la «inexistencia» del alma. Con todos sus sofismas han sufrido un gran fracaso, pues para ellos, como para el investigador de la vida, han existido escollos en los que habían de embarrancar si no se volvían atrás e iban en busca de nuevos caminos. Es extraordinario que muchos filósofos intentaron probar por todos los medios del alma, en todas las épocas, que era imposible la existencia del «alma» Curioso, y muy significativo si se medita! ***

El verdadero testimonio de la humanidad es que el hombre ha creído siempre en la inmortalidad del alma. No hay para qué insistir en la prueba. La creencia, la fe en la inmortalidad, son parte esencial de toda religión. La humanidad ha creído en la inmortalidad del alma como ha creído en Dios. Dios es un hecho. ¿Qué importa como le llamen unos y otros? Ser Supremo, Dios, o como queráis llamarle. Mirad atrás: los egipcios construyeron sus pirámides, sus «mastabas» y necrópo-



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lis como heraldos suntuosos y eternos de su fe en ultratumba; por su misma fe embalsamaban los cadáveres; su mitología sobre la vida futura de las almas llena el más famoso, el único de sus grandes libros: «El Libro de los Muertos». Como ellos eran todos los demás, los persas y los medos, los hindúes y los chinos, los aztecas y los incas, lo mismo que los celtas, los griegos y los romanos. La antigua filosofía representada por Platón, Cicerón y Séneca escribió páginas inmortales sobre ella. ¿Para qué insistir más? Ahora, aclaremos algunos puntos, y veamos el testimonio de algunos hechos. Se acude frecuentemente para negar la existencia de toda vida más allá del sepulcro, al dicho de que nadie ha venido del otro mundo para testificamos de él. ¿Es ello cierto? No. Y como muy bien dice el P. Jesús Simón, S.J. en sus estudios científicos apologéticos sobre el origen, antigüedad, naturaleza y destino de «El Hombre» (Editorial Lumen, 1962) al contrario de lo que afirman, por una parte el P. Oscar G. Quevedo, parapsicólogo, también S.J.; y por otra F. M. Palmés, S.J. que en su célebre y polémica «Metapsíquica y Espiritismo», dice: «Tenemos testigos irrecusables, testigos del otro Mundo, que han venido de él para ratificamos su existencia. Los casos son numerosos, dice el padre Jesús Simón en su libro "El Hombre", página 213, y podríamos aducir un catálogo de muchas páginas; no citaremos sin embargo más que algunos casos en gracias a la brevedad» (Sic). En síntesis lo siguiente: «En las Sagradas Escrituras, capítulo 28 del primer Libro de los Reyes: "El alma de Samuel"». Un segundo hecho tuvo por escenario un pueblo de Nápoles y como protagonista un gran santo y misionero de la Compañía de Jesús: San Francisco de Jerónimo. Otro caso en Rusia, y fue en Moscú, poco antes de la horrorosa campaña de 1812: el Conde Orloff. El cuarto caso constatado como los anteriores, fue el amigo de San Juan Bosco, hecho que ya relaté íntegro en cierto artículo publicado en la «Revista Algo» de Barcelona. Es un caso interesante y casi de nuestros días, por lo cual voy a copiarlo, pero condensándolo, pues

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creo que es interesante que lo conozca el lector si en realidad no ha leído la obra indicada. «Le acaeció al gran Santo de los tiempos modernos, San Juan Bosco, y nos lo cuenta él mismo. No hay que decir que basta el testimonio de este tan esclarecido varón para ponerlo a cubierto de toda sospecha y hacerlo históricamente cierto. »Eran los años de su vida de Seminario. Conjuntamente con él vivía otro joven, compañero de estudios, singularmente bueno y virtuoso, por lo que entre ambos se había establecido la más estrecha amistad. Un día trataron en sus pláticas familiares acerca de la vida futura y de la suerte que podría caberles a ellos, e impresionados ante tan graves pensamientos se prometieron mutuamente que el primero de los dos que muriese volvería a anunciar al otro si se había salvado o no. »Habían pasado unos meses nada más cuando inesperadamente cae enfermo el seminarista y muere... Unas noches después, sucedía el hecho. »Hacía ya un rato que se habían acostado los alumnos. De repente empezó a iluminarse el dormitorio con una luz rojiza y misteriosa jamás vista. Luego se desvaneció por completo y quedó a oscuras toda la sala. Entonces —nos dice el mismo Santo— se oyó un ruido espantoso, inusitado.., pasó el ruido de nuevo y se dejó oír clara y distintamente, en medio del más impresionante pánico y confusión de los alumnos, una voz fuerte que exclamaba: "Bosco, Bosco, Bosco, ¡me he salvado!". »El caso que acabo de referir tiene todas las garantías que pueden desearse, es auténtico como el que más de la historia humana, y está avalado por innumerables testigos de aquel entonces, muchos de ellos de la mayor excepción y en quienes no cabe en absoluto sospecha ni engaño.» (Sic)

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Un momento, por favor En muchas facetas del mal llamado «ocultismo» se debe tener en cuenta que algunos poderes que se consiguen estudiando y practicando, a veces son una arma de dos filos, y los que juegan con ciertas cosas por ociosa curiosidad, como el «viaje», son muchas veces castigados con trastornos mentales o nerviosos, de lo cual saben mucho los neurólogos, psiquiatras, y las casas de salud. Los parapsicólogos, metapsíquicos, o mejor tendríamos que decir ya, los psico-biofísicos, intentamos investigar en cosas que nos quedan muy lejos y, sin embargo, somos reticentes a la hora de entrar en las interioridades de nuestro entorno próximo. Investigamos por qué las plantas gritan, así como el motivo de sus aureolas; descubrimos que una planta produce sonidos diferentes ante situaciones o efectos distintos, y podríamos incluso atribuirles un comportamiento de seres inteligentes. Por cierto que el ingeniero brasileño Enrique Rodríguez lleva veinticuatro años investigando sobre estos fenómenos paranormales, pero son actualmente varios los parapsicólogos que están estudiando esto, así como otras muchas experiencias con vegetales, pues hasta existen plantas que recuerdan a un agresor, o un tipo de agresión determinada, lo que todavía es más difícil de comprender. El tema de estudio es amplísimo y variado. También el caso de las aureolas, pues todos los seres vivos tenemos un límite luminoso (aura) que define y analiza, entre otras cosas, estados de ánimo, enfermedades, y hasta en los alumnos, su psiquismo y grado de espiritualidad. Se trata del efecto Kirlian, inventado por los esposos Kirlian de la Unión Soviética. Al fotografiar con ayuda de emisiones radioeléctricas de alta frecuencia cualquier ser vivo, aparece alrededor de él una aureola luminosa que marca el contorno de sus formas, y es muy significativo ver cómo varían los colores de dicha aureola en infinidad de casos o motivaciones. Hasta las mismas tonalidades nos indican la existencia del miedo, alegría, cansancio e incluso como detector de enfermedades

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mentales y físicas, antes de su manifestación, cuando sólo existen en el cuerpo etérico, o sea en su «doble»... También el parapsicólogo experimenta científicamente y muy seriamente, sobre las psicofonías, las voces del más allá. El mismo Papa Pablo VI condecoró a Jungerson, el técnico que consiguió grabar miles de voces del más allá con su equipo de trabajo; hasta se dice, y no se ha desmentido, según contaba el ingeniero brasileño Enrique Rodríguez, que el Vaticano ayudaba financieramente esas investigaciones. Por un lado —y según mi opinión— dichos trabajos contribuyen a probar la permanencia del espíritu tras la muerte, pero recordemos que durante muchos años, la Iglesia negó que se pudiera hablar con los muertos. De todas formas, científicamente, seriamente y sin publicidad, es útil que se continúe con esas experiencias hasta que un día, y con otra mentalidad, se puedan decir y tratar. Se investiga asimismo muy tenazmente en el célebre proyecto Theta de los Estados Unidos, encabezado por los profesores doctor Stevenson, norteamericano, y doctor Bernargee de la Universidad de Jaipur (India) en los casos comprobados científicamente de reencarnación. El proyecto dice en casos de memoria extracerebral, pues así no hay connotaciones espiritualistas que puedan molestar a ciertas personas... (1). Y no digamos, pues, en la investigación de laboratorio sobre experiencias extracorporales, como el desdoblamiento, el mismo viaje telepático o, mejor diríamos, la «clarividencia viajera», de acuerdo con la tesis del padre Oscar G. Quevedo, S. J. de la Universidad de Anchieta, de So Paulo (Brasil). Es por todo esto que quisiera decir al amigo lector que gracias a ciertas técnicas, a ciertos estudios, podemos experimentar el gran placer de ayudar a los demás, y también conocer cosas que a simple (1) Proyecto THETA que empezó la Universidad Duke, de Durham, Carolina del Norte; actualmente se encarga el doctor Stevenson (lan), de la Universidad de Virginia (Rector del Departamento de Neurología y Psiquiatría de dicha Universidad). Conjuntamente con el doctor Jan Stevenson y un grupo de científicos están en conexión con la «Indian Institute of Parapsychology, de Jaipur (India), cuyo director es el doctor Hamendras Nat Banerjee, catedrático en dicha Universidad.



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vista nos parecen imposibles, y que no se olvidan jamás, pero ¡cuidado! nada de ociosa curiosidad, o maldad, pues el resultado es totalmente imprevisto y muy posiblemente negativo, como mínimo; pero también peligroso. Ahora bien: a los escépticos y materialistas de seguro que algunas cosas les parecerán fantásticas; tan fantásticas, que les concedo desde este momento el derecho a dudar de su veracidad. También el «aura» era un mito, y ahora científicamente se ha descubierto; también era un mito la reencarnación, y hay más de cien casos registrados, y científicamente comprobados. Y así podríamos seguir enumerando «descubrimientos » o diremos ¿ redescubrimientos? Pues nada se inventa, ya se conocía, ya estaba en el «Todo»... Y pregunto: ¿acaso el límite, la frontera entre lo natural y lo quimérico, o lo que realmente está más allá de lo natural, es una línea rígida, clara, y perfectamente definida...? Precisamente a los escépticos y materialistas, a los que niegan sin investigar, les dedico algunos de los capítulos de este libro. También a esa gran parte de la Humanidad que vive atribulada, inclinada en buscar solución a todos sus males únicamente en lo material, esperando que tal vez logre recordarle a más de uno, que si bien lo material es necesario, también hay un mundo espiritual, aquel otro universo que está esperando que lo conquistemos, y que lo hagamos nuestro, con amor. Tú, lector, serás parte y juez. i O juez y parte, como quieras! A partir de ahora tendrás tema para juzgar. Pero, piensa por favor, que algunos poderes son como arma de dos filos. ¡Cuidado!

CAPITULO

III

CONTACTO ESPIRITUAL DEL HOMBRE CON EL MUNDO INVISIBLE

Toda nuestra vida pasa a través del cuerpo, pero nosotros no estamos en nuestro cuerpo. OLIVER QÜEANT

—No, no era yo quien yacía en el lecho, sino mi cuerpo. Pero, ¿qué es el cuerpo? Mi «yo» estaba allá, en la altiplanicie de Yemvi. UGEMA UZAGO

Es difícil de creer que a voluntad se pueda ser capaz de abandonar el cuerpo físico para retornar a él pasados unos minutos, unas horas o a veces, días. Es difícil también poder estudiar sobre la práctica las diferencias que pueden existir entre el abandono normal que hacemos durmiendo, y la real disociación entre el cuerpo físico, somático, y el cuerpo «etérico» o mejor deberíamos decir «cuerpo de luz», a voluntad. Para efectuarlo a voluntad se necesita ante todo de un ambiente de gran quietud, de absoluto silencio, penumbra e íntimo recogimiento, aparte de una serie de técnicas y preparación psíquica indispensables. Sobre ciertas «técnicas» no puedo ni debo explicarlas, como debe comprender el lector. Solamente puedo decir que el cuerpo se debe abandonar en el lecho, sofá, suelo, etc., pero hay personas muy entrenadas que pueden hacerlo también dejando el cuerpo en un sillón, tal como se indica en las técnicas de relajación. Es muy conocida la forma de operar de algunos, hasta curiosa. Por ejemplo he visto que algunas personas tienen dos puntos de referencia situados en la habitación destinada para tal experiencia: uno sobre la misma cama, en el techo (digamos en los pies), y que suele ser, generalmente, una bola pequeña de cristal de roca, tallada, como si se tratara de un brillante, bañada por un fino haz de luz de una diminuta lámpara; otra igual, mismo tamaño, en otro lugar y separada de la primera, pero en línea recta y con la misma

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particularidad de luz que la hace brillar en mil destellos. La persona que va a efectuar la salida observa cualquiera de ambas bolas, con preferencia la más cercana, la que tiene más cerca, fijándose en ella con la máxima intensidad, con total fijeza, concentrando en ella toda su atención y fuerza anímica, hasta grabar en la memoria sus más insignificantes detalles, hasta las facetas de su talla, a las que mira atentamente. La misma operación efectúa después con la segunda. Esto lo repite muchísimas veces al principio. Ya fijados en la memoria todos estos detalles, sin otra clase de pensamiento, y después de una buena preparación psicofísica, más o menos parecida a la descrita en el primer capítulo, y actuando siempre —es muy importante— con la mente limpia de otro posible pensamiento, se torna de nuevo al primer punto de referencia, recorriendo los ojos el mismo trayecto o camino entre los dos objetos. Varias veces se visualizan y memorizan los puntos de referencia. Se deja después la tarea a la mente, y con los ojos cerrados se sigue el mismo proceso. Cuando en este recorrido mental el sensitivo ve las imágenes, o puntos de referencia exactamente iguales a como se veían con los ojos, pero al mismo tiempo superpuestos, es decir, cuando apenas exista diferencia entre las dos formas, o bolas de cristal, y se vean igual sin necesidad de los ojos físicos, la concentración, el firme deseo, y la fatiga somática habrán hecho entrar el organismo en la fase propicia para la auténtica disociación. El cuerpo físico quedará dormido, y el cuerpo etérico se separará totalmente flotando en el espacio, y de esta manera el sujeto se contemplará a sí mismo pudiendo empezar a hacer prácticas de «entrar y salir'> del cuerpo, lo que es muy conveniente, sin sustos, como la cosa más natural, ya que es lo más difícil según los orientales, y está en los principios, en el aprendizaje de entrar y salir a voluntad por el plexo solar. Téngase presente de todas maneras que el camino puede ser difícil y casi doloroso para según qué personas. Mas para otras, dada su elevación espiritual y gran preparación psicofísica, hasta puede ser como la cosa más natural. Pero tengamos siempre pre-

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sente, y no me cansaré de repetirlo, que querer forzar ciertas facultades cuesta, o puede costar grandes sufrimientos, pues «viajar» por los planos astrales requiere ante todo nervios inalterables y una voluntad tan dura como el acero. De no ser así, es terriblemente peligroso, y más vale no intentarlo. Para que el lector pueda comprender un poco el «quid» de la cuestión, le diré lo siguiente: Durante el tiempo que estamos despiertos nuestro «yo» se encuentra preso en el cuerpo físico, y no siempre a gusto sea dicho de paso, y como es natural se necesita mucho entrenamiento y poder, para poderlos separar a voluntad, y esto no está en nosotros así como así. Cuando dormimos sólo reposa el cuerpo físico, inclusive esa masa impresionante de diez billones de células que nunca duermen, la brillante y arrugada masa gelatinosa que es el cerebro humano, la más complicada y también eficaz que cualquier otra obra de la madre Naturaleza. Tanto si estamos despiertos o dormidos, su red electroquímica de diez billones de células nerviosas mantienen una actividad incesante, y dirigen la enorme cantidad de funciones de nuestro cuerpo, analizando los datos del mundo exterior que transmiten continuamente los sentidos. Pero los informes que pueden interferir con la concentración o el sueño, son eliminados sin nuestra intervención, por lo cual en «algún lugar», quizás en aquella parte del cerebro más confusa y menos conocida, como es la glándula pineal (diminuta piña de células nerviosas situada por encima del tallo cerebral y en la que el filósofo René Descartes creía que se asentaba el alma) sea realmente así, y algunos filósofos crean que es donde está realmente situado nuestro misterioso «tercer ojo» parte del cerebro que jamás descansa, y que jamás sueña. Mientras, el espíritu se libera de toda traba y suele marcharse a otros planos de la realidad, o estadios, niveles, etc. (Los Lamas dicen «al reino de los espíritus», pero esto es sólo una frase más.) Ahora bien; el Yo y el cuerpo físico mantienen contacto por medio de un finísimo hilo (es un símil) al que llamamos «cordón de plata» porque en realidad, el sensitivo, lo ve de este color. Es algo totalmente inmaterial, pero totalmente energético, que puede

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estirarse ilimitadamente. El cuerpo permanece con vida, mientras ese hilo o cordón no se rompa, como sucede con la muerte física del cuerpo, y repito «física» ya que el alma jamás muere, porque es inmortal. Con la muerte, es posible que al nacer el alma, o sea al pasar «a una nueva vida», se rompa el cordón, como se parte el cordón umbilical para separarnos de nuestra madre. Para el alma, para el espíritu, la muerte expresa un nuevo nacimiento a un mundo espiritual más libre, pues la muerte en la Tierra significa únicamente nacimiento en la Vida Superior, en la verdadera vida, en la Gran Realidad, como diría un Lama, Bonzo, o Monje, y en cualquier religión. No. No hay muerte, pues éste es sólo el mundo de la ilusión, y la vida auténtica es la venidera, cuando un día abandonemos este escenario de pesadilla en que nos movemos, mundo éste que es como una gran escuela adonde hemos venido a aprender nuestras lecciones. La muerte es, pues, sólo un traspaso. Dejamos aquí la materia, el vestido, a veces viejo y muy deteriorado, que es nuestro cuerpo. Nada más. Para cualquiera que haya efectuado viajes por otros planos de esta realidad, de la Gran Realidad, la muerte no podrá causarle ya espanto alguno, pues comprenderá que no hay necesidad alguna de temer el paso de esta vida a la auténtica, o sea, la Vida Superior, la gran incógnita... Volviendo al viaje astral, mientras la conexión permanezca intacta, el ego, el alma, el yo, podrá vagar libremente durante el sueño, y en el caso de los que se han entrenado especialmente, o ya poseen de innato estos poderes, lo harán de un modo totalmente consciente. El vagar del espíritu produce como ensueños, que son algunas veces las impresiones transmitidas a lo largo del cordón de plata o conexión, y que si sufrimos un brusco despertar tenemos una clara noción de nuestra estancia en otro lugar. Cuando la mente física (cerebro), las recibe, va racionalizándolas, para adaptarlas a la visión del mundo que tiene el ser humano, pues muchas veces sólo tenemos noción de pequeños retazos de «sueños», o ensueños, incongruentes —así lo decimos— por culpa de nuestra computadora, que a pesar de lo que digan los

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neurólogos, es perfecta, pero no tanto como a veces quisiéramos. En el mundo espiritual no existe el «tiempo». «Tiempo» es un concepto puramente físico, material, y por eso hay ensueños, verdaderas historias, larguísimas y muy complicadas, que en realidad sólo ocurren en fracción de segundos de nuestro tiempo material. En el curso de los años todos hemos tenido algún sueño en que hemos hablado con alguna persona que se halla muy lejos, quizá más allá del mar. Otras veces se nos ha dado algún mensaje, y al despertar tenemos la fuerte impresión de que debemos recordar algo. Con frecuencia recordamos haber encontrado en sueños algún amigo o pariente distante, y nada tiene de particular que al poco tiempo recibamos noticias directas, o indirectas, de tal persona. Tanto para la misma Metapsíquica de antaño, como para la moderna y científica Parapsicología de hoy, ello podría ser únicamente telepatía, o en segun qué casos muy concretos, simulcognición, clarividencia; pero realmente, ¿es siempre así? También hay otros casos que nos llaman mucho la atención y que muchas veces nos han consultado en el transcurso de los años: hay personas que al llegar a un cierto lugar, un pueblo, una ciudad, etc., nos dicen con anterioridad lo que van a encontrar allí, porque en su subconsciente «ya conocen el lugar'> y generalmente quedamos maravillados, porque no nos defraudan, y hasta algunos lo consideran como posibles casos de reencarnación. Cabe pues, que todo ello sea a veces de una realidad muy simple: un sencillo viaje astral que hemos efectuado inconscientemente pero que inopinadamente, nuestro consciente recuerda algo, porque realmente nosotros ya estuvimos allí, y no en cuerpo físico. No por ello quiero negar «otras» posibilidades, porque dogmáticamente, se diga lo que se diga, científicamente necesitamos de otros parámetros, de nuevos métodos, de nuevas coordenadas de medida y estudio, pues en concreto estos casos no se investigan, lo que es una gran lástima. Hay muchos falsos prejuicios, y muchos « tabús» todavía... Lo realmente importante, hasta impresionante cuando podemos comprobarlo posteriormente, es que hay personas que por

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medio de la proyección astral pueden viajar, desplazarse, controlando a voluntad estos desplazamientos. En esas salidas estas personas hacen que el «yo» abandone el cuerpo físico, aunque siga unido a él gracias al cordón. Pueden viajar por donde quieran con la misma velocidad del pensamiento. Ahora bien, las personas que no están entrenadas, les puede resultar peligroso, como indicaba anteriormente, pues la proyección astral, el viaje astral, no es un juego. Probablemente todos hemos conocido la desagradable sensación de dormimos y luego sin razón aparente, despertamos violentamente, como por una fuerte sacudida, o más bien caída. Esto se debe a una exteriorización del «yo» excesivamente rápida; una separación brusca de los cuerpos físico y astral. Esto es un fallo, y puede ser peligroso. * * *

El viaje o proyección astral perfectamente controlado y sin perder la conciencia, puede ser realizado casi por todos, pero se necesita práctica, y sobre todo al principio requiere un absoluto aislamiento para que nadie pueda interrumpirnos el proceso, que a veces es largo según nuestro estado psíquico. Ahora bien, no se pueden dar ciertas explicaciones más claras, pues ante todo se requiere de un buen instructor; el neófito precisa siempre de un maestro, pues de no estar bien dirigido desde el principio, se pueden producir graves trastornos psíquicos, y ser hasta peligroso, o como mínimo causarnos serios trastornos emotivos, si dejamos que el etérico abandone al físico o regrese a él inoportunamente. Además téngase presente que las personas que padecen del corazón, o solamente lo tienen débil, nunca —entiéndase bien— nunca deben practicar la proyección astral, ni tan sólo el desdoblamiento como pasatiempo, y no me cansaré de repetirlo, pues algunas personas, por no decir la mayoría, ignora realmente cuál es su verdadero estado físico en este aspecto. El contacto espiritual del hombre con el mundo invisible no es un juego. La mente ha de liberarse de todo lo conocido para entrar



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en lo que para ella es desconocido, aunque algunas personas lo intuyan. Pero hay otro peligro, también: el de no querer regresar (1). Esto ha sucedido a veces, y es natural en ciertas personas muy sensibles, y espiritualmente débiles y amargadas. En la historia hay casos registrados, y que no dejan de ser un suicidio. Y para terminar este capítulo, digamos también que son conocidas ya científicamente, las investigaciones de desdoblamiento cuando el cuerpo del hombre queda insensible, y el alma se desplaza, «ve», y actúa en el mundo llamado astral, y vuelve a su cuerpo trayendo la memoria de la experiencia vivida. Pero por lo general, esta memoria no es captada por la conciencia del ser en el estado de vigilia. Los sensitivos, los llamados clarividentes, «ven» con su otra vista, o vista psíquica, o anímica, tanto a las almas desencadenadas (como se verá en un capítulo especial), como a las almas que temporalmente abandonan sus cuerpos vivos. Aquí tendría ocasión de exponer teorías acerca de los famosos cirujanos psíquicos de Filipinas y Brasil, etc., en aquellas célebres operaciones de que tanto se ha hablado en revistas científicas de todo el mundo, con testimonios médicos, películas especiales, y sobre todo la opinión del doctor Ramos, de Manila, que indicó a la comisión de estudios que fue a visitarle —en ella había dos médicos barceloneses— que estaba convencido que operaban en el astral del enfermo. Sobre este particular me permito recordar al lector lo que se ha publicado en la revista italiana Tempo (9 de julio de 1972), por Giorgio Moser en la que nos dice, entre otras muchas cosas, por ejemplo, que ha visto de la «sanadora» Josefina Escandor, extraer a veces de los cuerpos enfermos, hojas secas, «chicchi» de arroz, grumos extraños, etc. El profesor Granone intentó tocar las vísceras en un vientre abierto por la «sanadora» (curandera) pero sus dedos tocaron «una cuerda» que Josefina extrajo posteriormente de la misma abertura efectuada en aquel vientre; (1) Son casos raros, efectivamente, pero se tiene conocimiento de uno de «esos sueños hipnóticos;>, como consta en el informe «oficial», que al prolongarse más de dos o tres días, puede ya producirse el fenómeno de que el cuadro clínico se mantenga así durante meses y hasta años inclusive. No reconoce procedimiento alguno para hacer recuperar a los pacientes el uso de sus funciones.

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sin embargo, insistía, que todo el tiempo vio que las manos de la curandera estaban vacías antes de la «operación». No por ello el doctor Granone se dio por vencido, y procedió a recoger muestras en unas botellitas y frascos que tenía llenos de formalina, así como sangre de la pierna de su propia esposa, también operada de varices, pero una vez en Italia descubrió que la sangre, no era sangre, y todo lo que analizaron no era lo que se figuraban. Pero de una cosa sí que estaban seguros todos ellos: Tanto Josefina como todos los restantes sanadores, curanderos, médiums, etc. —el nombre es lo de menos— que estuvieron entrevistando, y filmando películas y tomando toda clase de fotografías (de Juanito, Rosita y José Mercado entre otros), asombraban por los resultados prácticos que supieron obtener, según comprobaciones efectuadas con posterioridad. Podría muy bien ser que la «operación» en lo somático fuera realmente ficticia, aunque nosotros, y hasta las mismas máquinas, «ven» la operación y la misma queda retratada, filmada. Lógicamente, pues, no tiene explicación. Tampoco tiene explicación la desmaterialización y posterior materialización de los algodones sobre el cuerpo del paciente, o de los célebres «aportes» que ya fueron tan discutidos en tiempos de la metapsíquica... y que desde luego, difícilmente podrá aceptar nunca la parapsicología científica. Pero estos son temas muy serios, que deben ser tratados científicamente por los mismos doctores que en diferentes ocasiones han estado allí, estudiando estas maravillosas operaciones. Es muy posible que cuando este libro salga a la luz, los mismos doctores que estuvieron por aquellas tierras, así como otros científicos, entre ellos el profesor don Germán de Armugosa, de Madrid, hayan sido «lo suficientemente explícitos» para poder aclarar conceptos, y dar un poco de luz a unos temas que hasta la fecha, parecían terriblemente herméticos...

CAPÍTULO

IV

VIAJES TELEPÁTICOS, Y DESDOBLAMIENTOS. EXPERIENCIAS PERSONALES

LOS QUE SE ENCUENTRAN A Sí MISMOS La distinción entre mente y cuerpo es una dicotomía artificial, una discriminación que se basa, indudablemente, mucho más en las peculiaridades del intelecto humano, que en la naturaleza de las cosas. JUNG

El pensamiento puede franquear cualquier obstáculo erigido por el cuerpo. ROGER GODEL

Es difícil determinar por dónde discurre la línea fronteriza que debería separar la imaginación de lo que se cree sea la realidad. ¿Acaso no existe? WELLESLEY TUDOR POLE

Toda profundización en sí mismo y toda mirada hacia el interior implica, al mismo tiempo, ascenso, expansión, y contemplación hacia la verdadera realidad exterior. NOVALIS

•. .Oh, sin duda los psiquiatras hablarán de sugestión. G. BARNANOS

René Warcollier (1881-1962) fue director del Instituto Metapsíquico Internacional de París, y se dedicó durante casi medio siglo a experiencias de alto interés en el campo de los fenómenos paranormales, llamados intelectuales y muy especialmente de la telepatía en particular, en toda su gama fenomenológica. Parapsicólogo bien conocido, procede del Instituto Químico, y fue dirigido en sus estudios por el ilustre Moissan; la obra científica y metapsíquica de R. Warcollier es importante y rica, ade-

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más de muy numerosos y sustanciales artículos siempre originales, aparecidos en los «Annales des Sciences Psychiques», «Psychica», la «Revue Metapsychique» y en las revistas extranjeras especializadas. Desde 1950 y hasta 1962, R. Warcollier fue presidente del Instituto Metapsí quico Internacional. En su juventud experimentó una fortísima emoción por una causa que algunos dirían trivial, casi sin importancia, por la cual estuvo a punto de desvanecerse, pero, según contaba —y así consta en su bibliografía— no se desvaneció, pues en lugar de perder la conciencia, penetró como por azar en una dimensión nueva del ser que ignoraba, y he aquí algunas de sus expresiones sinceras que él utilizó para describirlas: «No me había desmayado, como se entiende el desmayo somáticamente. Por el contrario, diría que, en un instante, mi conciencia alcanzó un nivel de profundidad y perfección totalmente inimaginables. Todos mis sentidos habían dejado de funcionar, y ni siquiera tenía percepción de forma» ( ... ) «Sin embargo, poseía una conciencia total, no diré sólo de mí, más bien de todo. No tenía la percepción de la luz que dan los ojos, sino que yo mismo me había convertido en luz.» Y añade: «Si trato de describir la experiencia que he vivido, no encuentro otras palabras fuera de esas expresiones oscuras y penosamente inadecuadas, utilizadas por los místicos cuando nos describen sus éxtasis.» «Se cae necesariamente en la paradoja de una conciencia que alcanza su nivel más elevado a la vez que desecha el "yo". Todo esto duró un tiempo que a mí me pareció una eternidad, pero que, en efecto, no sobrepasó algunos minutos» ( ... ) "Y yo..., no habiendo olvidado nada de mi maravillosa experiencia, me encontré igual a mí mismo, si bien enriquecido por una experiencia indecible que, de hecho, nunca he conseguido en este medio siglo, describir a nadie."» «Ignoro cuál será la visión beatífica prometida a los santos, pero de lo que estoy seguro, es de haber alcanzado, en aquella ocasión, una especie de felicidad gratuita, de conciencia total, maravillosa, trascendente, que bastaría de sobra para mi beatitud personal. »

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(Esta experiencia verídica está relatada, entre otros varios libros de parapsicología, en el de Leo Talamonti, el «Universo Prohibido», en, la página 207.) He querido relatarla porque dicha experiencia fue vivida por un hombre de ciencia, como fue Warcollier, que había negado siempre sistemáticamente estas vivencias. También porque la misma nos viene a indicar claramente que, cualquier motivo capaz de hacer bajar el nivel de vigilancia consciente del ser humano, puede determinar la manifestación de un tipo latente de conciencia totalmente distinta, y más plena, una conciencia total de sí mismo, como la llamaba Warcollier, y que nos hará comprender otra clase de experiencias posteriores, cuando nuestra alma traspasa los límites de lo que llamamos «la frontera». También creo interesante consignar lo que se realizó experimentalmente por otros investigadores que consiguieron la demostración de estas vivencias. Uno de tales experimentos —totalmente satisfactorios— lo conocemos por la carta dirigida por el profesor Blank, perteneciente a la Universidad americana de Harvard al profesor William James. Veamos su contenido según consta en los archivos de dicha Universidad: «Yo había estado hablando con un conocido, digamos el señor A. sobre un libro aparecido entonces que trataba esta cuestión del cuerpo astral o etérico, o mejor diríamos espiritual. Pero ninguno de nosotros había insinuado, hasta el momento, la realización de un experimento, aunque posteriormente hicimos varios. »Una noche, sobre las diez menos cuarto, o quizá casi a punto de dar las diez, decidí, hallándome solo en mi habitación, hacer por vez primera un experimento de lo que, sin un verdadero conocimiento de causa, se decía "viaje astral". »Quizá lograra hacerme visible a A. No sabía en qué forma tenía que proceder, pero tuve una intuición: abrí la ventana de mi cuarto que estaba en dirección de la casa de A. situada aproximadamente a un kilómetro y medio de distancia, al otro lado de una pequeña colina, pero no visible desde mi ventana. Después acerqué una silla a la ventana; me senté y, concentrándome con toda la

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intensidad que me era posible, intenté trasladarme fluídicamente al sitio donde se encontraba A. No había luz alguna en mi habitación, desconecté el teléfono, y nadie podía molestarme, pues estaba solo en la casa. »Sabía cuanto hay que hacer, teóricamente, para estos casos, o sea desde el relax más profundo, hasta conseguir un estado de duermevela, y permanecí sentado como se indica en los tratados, cerca de quince minutos frente a la ventana, concentrándome de nuevo cuantas veces volvía a tener conciencia de lo que hacía, y siempre sin la menor distracción en esta idea, o sea conseguir "el viaje". »Desde luego en mi casa el silencio era absoluto, hasta mortificante, pero francamente he de confesar que no noté nada especial durante ese tiempo de profunda concentración, excepto como una modorra muy dulce, y una ausencia total de mi soma.» Lo curioso del caso es que ambos amigos se encontraron al día siguiente, pero el profesor guardó silencio sobre lo que él llamaba su experimento y que, por otra parte, inconscientemente creía fallido. Fue A. quien comenzó a hablar del asunto de una forma normal y hasta lógica: —«Qué sería lo de anoche? Alrededor de las diez, minuto más o menos, estaba con el amigo B. en el comedor, cenando, cuando de repente creí verle a usted en la ventana del cuarto. Y dije a B.: —»Mire: Blanck está ahí, en la puerta. Pero B. que estaba sentado de espaldas a la misma me dijo: —»Bien, ¿por qué no entra?... »Entonces me levanté, abrí la puerta y miré en todas direcciones, pero realmente no vi a nadie. ¡Qué cosa más extraña! Pero dígame una cosa ya que tengo mucha curiosidad en ello. ¿Qué estuvo haciendo usted, en esos momentos, o sea, entre las diez y las diez y cuarto concretamente?... »Estas fueron sus palabras —concluye el profesor en su relato— y entonces sí que no tuve inconveniente en explicarle lo que había hecho. »Inconscientemente había efectuado el viaje, y por lo tanto,

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hasta entonces había ignorado que era factible hacerlo, pero lo difícil era tener "conciencia" de lo que se había realizado. De todas formas, ¿se puede objetar algo a este caso tan sencillo y satisfactorio?»... ***

Warcollier clasificó posteriormente este caso verídico, como el de un viaje telepático, aunque su intención, como hemos visto fue otra; tener conciencia de cuanto hacía, o sea un viaje astral. La opinión de otros científicos posteriores lo vienen clasificando, erróneamente, como de te/eh ulia (sugestión telepática) pero también nos encontramos en el caso de que en su traslación fluídica, o proyección, no existió la auténtica «sugestión'>, pues sólo fue «intentar efectuar» una experiencia científica, de la que no hubiese tenido conocimiento de la misma si A. no se la comunica, pues él la ignoraba totalmente. De todas formas, sí que tenemos la seguridad de algo muy importante a tener en cuenta siempre: que el pensamiento puede, consciente o inconscientemente, franquear cualquier obstáculo y cualquier distancia. Ahora bien, lo difícil, pero interesante, es tener auténtico conocimiento de ello al realizarlo. En muchos libros de parapsicología, no escritos en plan «comercial» pero sí por científicos que no les importa «el qué dirán», hay infinidad de ejemplos demostrativos de que historias así, relatadas en diferentes partes de nuestro planeta y en todas las épocas, no todas pueden entrar dentro del campo de la fantasía como nos quieren demostrar, todavía hoy, ciertas privilegiadas mentes. Algunas como las que se relatan en este libro, son reales, y puedo demostrarlas, pues hay personas que hacen el «viaje», la auténtica proyección astral, diariamente, de lo que tenemos comprobaciones fehacientes, cuando nos interesa, y con testigos, y lo que es muy interesante; estas personas no tienen nada de misteriosas, ni son «orientales» y carecen de «poderes especiales, para más señas. Desde luego son personas que poseen este don natural, aunque extraño, anormal, pero lo tienen y lo practican. Comprendo de to-

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das maneras que a algunos les puede costar creerlo, especialmente a los que no están familiarizados en estas cuestiones que, dicho de paso, no tienen nada de diabólicas como afirman algunos timoratos, y que por otra parte, lo efectúan para hacer un bien, muchas veces para ayudar a personas necesitadas de verdad, personas a veces con terribles traumas. Y lo hacen sin cobrar, sin esperar nada, y sólo por amor a sus semejantes, por amor a Dios, aunque esto, a algunos, les cueste creerlo en la triste época en que nos ha tocado vivir, agnóstica y materialista. Muchos son los acontecimientos que están profundamente grabados en el alma humana, y se ha mantenido hasta hoy la creencia de que el ser humano es de naturaleza «doble»; pero todavía hay una ciencia que sin negar el fenómeno en sí —cosa que realmente no puede— lo quiere explicar «científicamente» como producto de una alucinación de nuestro cerebro, como una figuración de la misma mente enferma. Pero sea cual sea la explicación que la ciencia «oficial» nos dé, siempre veremos que la existencia del doble es auténtica, lo que para mi forma de pensar, sea cual sea la opinión de los grandes neuro-psiquíatras, y con la experiencia personal que tuve a los veintiséis años de edad, es la prueba más concluyente para mi forma de pensar, de esta existencia del «doble», y de la supervivencia del hombre a su muerte, o sea una prueba concluyente, muy personal, de la supervivencia del alma, una vez muere el cuerpo. En 1938, cuando nuestra guerra civil, caí gravemente herido en el sector de Serós (Lérida). Estábamos en la posición cuarta, de primerísima línea de asalto, que fue totalmente barrida. Durante una parte de la muy delicada operación a que fui sometido, dadas las 33 heridas de metralla que recibí de una bomba de mano en el asalto de una trinchera, mientras me estaban operando, totalmente inconsciente, y también «ciego» a resultas de unas heridas en la cabeza, de pronto, y como una cosa totalmente natural, me vi «yo mismo», con la conciencia de ser «yo», de pie y al lado de la mesa de operaciones, mesa que lo era una de comedor, bastante dete-

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riorada, donde estaba tendido mi cuerpo al que vi desagradablemente bañado en sangre. Vi, y lo interesante fue que pude contarlo horas más tarde con todo detalle, los infinitos objetos de aquella pobre habitación de pueblo, convertida por las circunstancias del momento, en quirófano de campaña oyendo y entendiendo perfectamente lo que estaban hablando los allí reunidos que eran dos médicos, cuatro sanitarios, dos camilleros, uno de ellos ligeramente herido, y dos guardias «de asalto» (policías) donantes voluntarios de sangre. Vi también a un soldado de mi compañía, tendido a mi lado y en una improvisada mesa, como preparándose para que se pudiera efectuar una transfusión, como sucedió pocos segundos más tarde. Lo curioso fue también que me quedó grabada en la mente gran parte de la conversación que habían estado hablando las personas allí reunidas, detalles de cosas que podrían parecer a simple vista insignificantes, pero cosa extraña!, que yo conocía bien y pude repetirlas como testimonio de aquella realidad. Pero lo realmente fantástico fue que en mi deambular por allí quise coger unas largas tijeras —parecer de un profano— y no fui capaz de ello, ni tan sólo mover una mano, o hacer movimientos para Conseguirlo, lo que en aquel entonces me extrañó, pues no supe comprenderlo. De pronto a una orden del cirujano —un médico alemán perteneciente a las llamadas «brigadas internacionales» que estaba extrayendo metralla de mi espalda— hubo gran revuelo en la habitación y empezaron rápidamente con masajes en el pecho, de una forma atroz... y comprendí que mi corazón había dejado de funcionar. Cuando abrí los ojos, y conscientemente me di cuenta de mi estado, y de lo mal que me encontraba, estaba tendido en una auténtica cama de hospital, con muchas más camas, y muchos heridos: estaba en la Universidad de Cervera, convertida en hospital de sangre. Siempre he ignorado cuánto duró aquella experiencia de salida del cuerpo (desdoblamiento). Por versión posterior referida años más tarde, supe por el mismo doctor que me había operado,

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y que «por casualidad'> conocí de nuevo en Barcelona en el año 1943, que efectivamentes yo estuve clínicamente muerto en aquella ocasión, durante unos 5 ó 6 minutos, y que gracias a aquellos masajes e inyecciones y desde luego, ¡ a la Providencia! se me pudo salvar, aunque siempre me he preguntado, si realmente fue en aquellos críticos momentos, minutos, cuando me vi de pie al lado de mi cuerpo, o sea cuando estaba «clínicamente muerto» o bien aquello sucedió unos segundos antes. De todas formas, fuera antes o después, ello ya demuestra sin la menor posibilidad de duda, que realmente hay algo más que materia, y tiene su «otra» vida, y... ¡ no muere! Otro caso de desdoblamiento procede precisamente de los archivos o actas de la «Sociedad de Investigaciones Psíquicas», de Inglaterra. Una señorita llamada Anna Moser, de veinte años de edad, se había quedado dormida durante la tarde en una butaca de su habitación, sintiendo al mismo tiempo un fuerte dolor de cabeza. Despertó de pronto notándose en perfecto estado y sin dolores neurálgicos a los que era muy propensa desde jovencita. Sin pensarlo, se puso en pie (ésta es la sensación que tiene uno en los casos de desdoblamiento) y pasó a la sala de estar de la casa, apartada de su habitación. Su madre estaba cosiendo, y su padre leía un libro que había adquirido horas antes al regresar de su trabajo. Nadie pareció darse cuenta de la presencia de la muchacha, que por otra parte, y lo intentó, no podía dar señales de vida. En aquellos instantes ambos esposos estaban conversando y una de las veces, como inquieta, la madre se puso en pie indicando a su marido que iba a la habitación a ver a la muchacha. Ésta siguió a la madre intrigada.., aunque era muy divertido, pues su madre pasó a través de ella misma, y segundos después se contempló a sí misma en la butaca, pálida como una muerta y con los ojos cerrados. Pero en aquel preciso instante todo desapareció de su vista, y vio a su querida madre inclinada sobre ella, cuando en realidad abrió los ojos... Sabemos, pues, que éste es otro caso de desdoblamiento, no es una alucinación, ni un sueño, ya que también la muchacha



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pudo repetir, con toda exactitud, lo que habían estado hablando sus padres, parte de la conversación pronunciada en voz queda para no despertarla, y pudo también decirles especialmente a su padre, el título del libro que estaba leyendo cuando ella les visitó un rato antes. Ante casos así, comprobados, ¿es posible la duda? Pero estos casos también suceden aquí, en nuestra patria. Me consta de un matrimonio joven, él decorador de gran fama en Barcelona, cuya esposa, joven y muy agraciada, algunas veces se ha visto a sí misma en otro lugar de la casa, e intentando hacer otros trabajos propios del hogar. Ella por temor de comunicarlo y ser mal interpretada, calla estas vivencias que, por otra parte, encuentra sumamente divertidas, ya que no le causan ningún trastorno. También otras veces ha visitado en cuerpo etéreo a alguna vecina, enterándose de cosas... desde luego, sin que lo sepan dichas vecinas, sea dicho de paso. Existen infinidad de hipótesis, algunas bastante curiosas, hasta la de atribuir algunas de estas manifestaciones, a una acción psíquica voluntaria realizada con el fin de hacer daño por un sujeto entrenado en esta clase de influencia mental. Esta hipótesis se apoya en experimentos llamados de «desdoblamiento» voluntario en cualquier momento y circunstancia, por lo demás muy discutibles por insuficiente autenticidad. Algunos de estos casos han sido descritos sobre todo por magnetizadores como el famoso A. de Rochas, y también por Hector Durville, Lancerin, Lafleche. También se cuentan algunas historias, no comprobadas, del célebre profesor Fassman. Reconozcamos que en este terreno se presta mucho la fantasía. Después de quince años de experimentaciones en este campo, debo decir que no siempre estoy de acuerdo con todos los sensitivos, y que muchos de ellos «creen» que hacen tal o cual cosa, y la realidad, es otra. Pero sí que estoy totalmente de acuerdo con la sabia opinión de Sylvan Mu1dion, de Hereward Carrington, del teósofo C W. Leadbeater, y de Arturo E. Powell, entre otros varios estudiados. 6- VIAJE

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Debo reconocer que tanto Sylvan Muldóon como Hereward Carrington son auténticos dotados; Muldóon por ejemplo había experimentado en múltiples oportunidades la proyección del cuerpo astral. En todas sus obras ofrece una vívida descripción, con un aporte de datos y referencias muy sugestivo, así como unas técnicas o modus operanti de la proyección del cuerpo etéreo, aunque nunca fue su intención demostrar al escéptico la verdad de sus aseveraciones. En sus obras, algunas prácticamente agotadas, sólo trata de exponer hechos y circunstancias en que tales desdoblamientos pueden producirse, sin peligro para la salud física y espiritual, siempre y cuando antes se hayan seguido unas técnicas de las que he hablado en este libro, aunque someramente, pero creo que suficientes para el lector avispado. Y recuérdese, que sin estas técnicas, y sin los consejos dados, es inútil intentarlo tan sólo. Lo único que se consigue es vencer el insomnio, y dormir felizmente, plácidamente, lo que resulta un éxito, sin la necesidad de «pastihitas». ***

El fenómeno en virtud del cual una persona auténticamente sensitiva puede desdoblarse, dejando en casa su propio cuerpo y llegar fluídicamente a localidades lejanas, y a veces desconocidas, se llama también, quizás equivocadamente, bilocación o ubicuidad. Bien es verdad que sobre este particular hay mucha literatura extranjera con mucha fantasía, pero entre tanta paja, hay auténticos casos reales, hay grano, pues hemos podido constatar verdaderos casos sucedidos, con sus correspondientes certificaciones, y que por lo general son desconocidos de la mayoría de las personas amantes de estos temas, aunque a decir verdad todavía hoy, parecen que tenemos; pero lo realmente curioso fue algo que vi que me hizo comprender que no todo fueron extraños «sueños», pues dos días después pude explicar, de forma convincente a los cirujanos, algunos detalles que les hizo pensar y también preocupar, pues fueron el motivo de otra posterior y muy delicada operación. También algo parecido me sucedió cuando nuestra guerra de Liberación, caso que ya se explica en el capítulo cuarto. Volviendo al cordón de plata, como decimos vulgarmente, téngase en cuenta que el mismo no es más que una corriente de energía radiante, capaz de adquirir una extensión realmente infinita. No es una cuerda «material», como un músculo, una arteria o un pedazo de bramante, sino la vida misma, la espiritual, o sea la au-

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téntica, la verdadera vida, energía que conecta el cuerpo físico con el cuerpo astral, nuestro cuerpo etérico, nuestro maravilloso cuerpo etérico y sus extraordinarios colores áuricos... El hombre tiene muchos cuerpos. Por lo pronto nos preocupamos sólo del físico, y, en la etapa siguiente, del astral. Somos capaces una vez alcanzado un estado diferente, de andar a través de las paredes o de sumergirnos en el suelo. Podemos hacerlo, qué duda cabe, pero entonces los muros o los suelos han de tener una densidad diferente. En el estado astral las cosas de este mundo cotidiano nuestro, no son un obstáculo para nuestro avance. Las puertas de una casa no podrán impedirnos entrar o salir. Pero ¡cuidado! en el mundo astral también hay puertas y muros que serán para nosotros tan sólidos, y tan prohibitivos en lo astral, como lo son las puertas y los muros de este mundo físico. Durante siglos, muchos siglos, los pueblos de Oriente han conocido la infinidad de fuerzas y leyes ocultas, y han sabido que todas ellas, se basan en la utilización de energías naturales. En vez de prescindir de estas fuerzas bajo el ridículo pretexto, de que no pueden ser pesadas ni probadas con reacciones químicas, los hombres de ciencia orientales han procurado siempre dominar esas leyes de la madre Naturaleza. Por ejemplo: yo soy parapsicólogo, y a decir verdad, no me interesa para nada la mecánica de la clarividencia, sino los resultados positivos de esta maravillosa facultad. Hay personas que ponen en duda que se pueda ser clarividente; son como los que han nacido ciegos, y opinan que es imposible ver porque ellos no lo han experimentado, porque ellos no pueden comprender cómo es posible ver un objeto que se encuentra a cierta distancia, si no hay un contacto inmediato entre ese objeto y los ojos; y tampoco pueden comprender que algunas personas con un péndulo, o una baqueta puedan encontrar cualquier cosa que se propongan localizar, y totalmente perdida o ignorada del resto de la gente. Ahora yo me atrevería a preguntar al lector: ¿ha visto usted, en alguna ocasión, un fantasma? En caso afirmativo, tenga presente que se trataba probablemente de una entidad astral, quizá la pro-

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yección astral de alguien que le visitaba a usted procedente de otra parte del mundo... o de la misma ciudad. En alguna ocasión puede usted haber tenido algún sueño especialmente vivido. Quizás ha soñado usted que flota como un globo en el cielo azul, pero sujeto a la tierra por una cuerda. Y al mirar desde allá arriba, es probable que haya visto usted abajo su propio cuerpo rígido, pálido, cadavérico, inamovible y ridículo; fantásticamente ridículo. Si ha conservado la calma (tan difícil en los principios) en estos preciosos momentos se habrá sentido flotando en el aire, deslizándose como un milano impulsado por una tenue brisa. Poco después, quizá se haya encontrado en un país remoto, o en una tierra muy lejana, pero que usted conoce. Al pensar en ello a la mañana siguiente, seguramente lo habrá considerado como un sueño. Pues bien, amigo: es un viaje astral. Haga una prueba: cuando vaya a dormirse esta noche, piense con toda su intensidad, con toda su «fuerza» que va a visitar a alguien muy conocido suyo. Piense en cómo va a realizar esta visita, Posiblemente se trate de alguien que vive en la misma ciudad que usted. Pues bien, mientras piense en ello, mientras piense en todo esto, permanezca inmóvil, pero relajado, tal como le indicamos en otro capítulo, y apartando de usted, de su mente, toda posible inquietud. Cierre los ojos, e imagínese que empieza a flotar por encima de su lecho, que sale por la ventana (o balcón), y que se desliza por el aire por encima de las calles, sabiendo que nadie, y nada, puede dañarle, y seguro de que no se puede caer. En su imaginación, siga el camino o el mismo recorrido que va a realizar calle por calle, hasta que llegue a la casa que desea. Luego, piense en cómo entrará en la casa. (Esto es muy importante). Recuerde en todo momento que las puertas no serán obstáculo para usted y que, desde luego, no tendrá que llamar. Podrá ver a su amigo, o a sus amigos, o a la persona que se propone visitar. Es decir, podrá usted conseguirlo, si sus motivos son puros: no hay dificultad alguna, peligro ni inconvenientes de ninguna clase. Para la proyección astral, para el «viaje», sólo hay una ley: los motivos han de ser siempre puros.

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Y recuerde esto: libere del cuerpo su mente, y después libere de su mente al alma para que opere libremente, pues así se logra una mayor libertad espiritual. Y ahora volviendo a lo anterior, creo es preferible una repetición desde otros puntos de vista como quien dice, para que se convenza el lector de lo relativamente fácil que es conseguir la salida, aun sin técnicas. Cuando se encuentra uno tendido en la cama, sin nadie que pueda molestarle, cerrada la puerta de su dormitorio para que nadie pueda distraerlo, procúrese encontrarse realmente en un estado de gran calma en todos conceptos. Imagínese el lector que se va desprendiendo lentamente de su envoltura corporal. No hay peligro alguno. Figúrese que se producen varios pequeños crujidos, y sacudidas, a medida que su fuerza espiritual va abandonando su cuerpo y solidificándose arriba... Imagínese que está logrando formar un cuerpo (un molde) que es exacta contrapartida de su cuerpo físico, y que ese nuevo cuerpo, sin peso alguno, flota sobre lo físico. Bien. Ahora, seguramente experimentará usted, si lo ha conseguido, un pequeño balanceo, con leves movimientos de elevación y descenso... Todo ello es muy natural, y así sucede siempre, pero no se asuste. No tiene que asustarse ni preocuparse. Entonces verá usted que sus cuerpos, físico y astral, están unidos por un reluciente cordón de plata. Una plata más bien azulada, que vibra con vida, con energía, con los pensamientos que van de lo físico a lo astral, y de lo astral a lo físico. Y piense por último, que usted no puede sufrir daño alguno; primero, porque físicamente está sano, especialmente la circulación sanguínea, el corazón, y también, si sus pensamientos son puros, y el «viaje» tiene una finalidad, no un capricho tonto, o una experiencia sin una finalidad verdadera, algo totalmente positivo... Pero recuerde una cosa: las personas que padecen del corazón nunca deben practicar el viaje astral. Para ellos podría ser muy peligroso. Pero no hay peligro alguno para los de corazón sano, ya que, mientras sus motivos sean puros, mientras no intenten practicar «el mal, u obtener ventajas materiales sobre los demás», nada malo podrá sucederles.

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Recuerde siempre, si quiere viajar astralmente, una de las primeras leyes de la psicología: en toda batalla entre la voluntad y la imaginación, es siempre la imaginación la que gana. Así, el que quiera hacer algo que se aparte de lo vulgar y corriente, que se lo imagine con la suficiente intensidad para sobreponerse a la misma voluntad. Si se lo proponen, podrán hacerlo todo. Todo aquello que su imaginación considere imposible, será en efecto imposible para usted, por mucho que su voluntad se esfuerce en conseguirlo. Es lamentable tener que llamar a eso «imaginación» porque sobre todo entre nosotros, este término indica algo de fantasioso, algo de inverosímil; y, sin embargo, la imaginación puede hacer que una persona se crea enamorada, sin estarlo realmente, y así se convierte el amor en la segunda de las fuerzas del mundo, pues la imaginación es la mayor fuerza del universo. Lo podremos llamar imaginación controlada, lo podremos llamar como queramos, pero siempre debemos recordar que en cualquier batalla, entre la voluntad y la imaginación, ésta siempre gana. La fuerza de voluntad, cuando existe realmente, es una trampa que generalmente encadena a los hombres a la tierra. Hay que confiar plenamente en la imaginación bien controlada y junto con la voluntad en segundo término, obtendremos excelentes resultados. Veamos un ejemplo que sucede a diario. Tenemos necesidad de ir al dentista para una extracción, y sucede, generalmente, que usted se imagina los peores horrores que le esperan allí, el martirio a que será sometido, y como es natural se imaginará paso a paso, minuto a minuto, la misma extracción; quizá llegue usted a imaginarse la misma introducción de la aguja, y del líquido anestésico, y también los esfuerzos del dentista para extraerle aquel diente, o aquella muela.. y hay personas que hasta llegan a imaginarse que no lo podrán resistir, y que quizá se desmayarán, o que tendrán que gritar desesperadamente; también podrán llegar a imaginarse que se desangra por la noche, mientras está durmiendo... Desde luego todo esto es una tontería, pero constituye para usted una absoluta realidad dentro de su mente, y tenga la seguridad, que si su voluntad ha vencido, cuando se siente en el sillón

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del dentista, sufrirá mucho dolor, por completo innecesario, totalmente ilógico. Este es un ejemplo de la imaginación mal usada, incontrolada, desbocada. Si usted, cualquiera, domina la imaginación, hubiera hecho en dicho caso todo lo contrario, y posiblemente, la palabra dolor y sus efectos, ni siquiera los habría conocido. Si se ha detenido en pensar alguna vez cómo se desarrolla el proceso de sentir un dolor cualquiera, habrá comprendido perfectamente lo indicado anteriormente, y el valor que tiene la imaginación en todos los conceptos de la vida. Pero si nunca ha pensado en ello, le sugiero que pruebe de comprobarlo físicamente clavándose un alfiler en un dedo. Veamos: Coja un alfiler y piense, mentalice, imagínese, lo que va a hacer. En cuanto ponga la aguja, o sea la punta del alfiler, sobre la superficie de la carne esperará con ansiedad el momento en que la punta atravesará la piel y hará brotar sangre. Y lo fantástico, es que usted está concentrando inconscientemente todas sus energías en examinar, y localizar el sitio preciso donde se va a producir dentro de un instante la perforación. ¿Verdad? Pero si en aquel preciso momento le clavaran un alfiler en otra parte cualquiera, o le hicieran otra clase de daño ---daño del que se diera cuenta— olvidaría totalmente todo aquel proceso tan bien elaborado en su mente segundos antes. Esto ha sido ya perfectamente verificado. ¿Cómo hay que actuar? Pues bien, de forma muy sencilla, y muy natural. Si usted se entrena para soportar en cualquier momento el dolor —sea el que sea, todo es cuestión de entreno— cuando éste se presente, reaccionará de forma muy diferente. En el momento que el alfiler va a perforar la carne, reparta la imaginación —imaginación controlada— por todo el cuerpo, de modo que el dolor efectivo en el dedo, se distribuya por el cuerpo entero, y algo tan insignificante como es un pinchazo, no tendrá por qué sentirlo en absoluto, si emplea en todo momento este sencillo procedimiento, natural y lógico. Medite en ello, y mejor haga la prueba. En este apartado podríamos detenernos mucho tiempo con ejemplos, hasta hablar del autohipnotismo, que es otro buen ejemplo de imaginación, pero nos apartaríamos de otros temas más

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principales, y para el lector más importantes. Sólo añadiremos para terminar la importancia que tiene la imaginación controlada: La persona imagina que puede hacer esto, y lo otro y, efectivamente es así, pues realmente puede hacerlo. Mientras que la imaginación le dice que puede, la voluntad «quiere» realmente que lo haga. Esto significa un gran triunfo. Y como dice un ex lama, el humilde S. Dawa Samdup, que en la actualidad convive entre nosotros, los occidentales: «Si deseas que tu camino por la vida sea fácil y agradable, en lo que cabe, olvida un poco lo de la "fuerza de la voluntad" —tan importante para ustedes— que no es más que una trampa, y a veces un engaño. Pero sí, y conviene, que recuerdes en todo momento lo de la imaginación controlada que enseñamos a nuestros discípulos. Lo que imagines intensamente, eso podrás hacer. La voluntad al servicio de la imaginación, no al revés. La imaginación y la fe, pueden hacer auténticos milagros. No lo olvides jamás.'> Y gracias «a la voluntad al servicio de la imaginación» pude dejar de fumar cuando me lo propuse. Se ha dicho con mucha razón que todo fumador empedernido, de más de dos paquetes diarios, es realmente un vencido, con la voluntad anulada y la tensión dispersa, no pudiendo luchar contra el vicio, que lo tiene maniatado y dominado, tratando de buscar siempre atenuantes o paliativos. Es cierto, y fácil de comprobar. Y un día comprendí que el tabaco y el alcohol, son los dos más grandes enemigos del intelecto, embotando a la larga el cerebro, aparte de que son responsables de gran número de enfermedades, especialmente de hígado, corazón, arterias, bronquios, sistema nervioso y a la larga... cáncer, pues así como la polilla carcome la ropa, el tabaco destruye y carcome el organismo del fumador; así como el fumador consume el cigarrillo en la boca y lo convierte en cenizas, asimismo poco a poco consume su salud y convierte en cenizas sus energías vitales. En fin: que ese veneno lento, pero seguro, era contrario a las experiencias extracorporales, y fue sumamente fácil dejar de fumar, después de haberlo hecho de forma continuada durante muchos años. Y puse en práctica lo que antes he escrito. No me fue difícil

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conseguirlo, y lo más importante: dejé de fumar como la cosa más natural del mundo. Ahí radica principalmente el valor de la imaginación, el yogá y el relax, pues lo pude comprobar personalmente... Aparición de z.tn encarnado (viaje astral) Este relato, al parecer auténtico, de un viaje astral, fue publicado por la misma prensa japonesa, con el indicado título. Dicho hecho fue relatado en una revista médica por el doctor H. Miyamoto, de Tokio, donde habita en la actualidad, pero que en aquella fecha residía en la población de Tendo-Spa. Relato sucintamente el caso insólito, que en enero de 1970 fue publicado en el n.° 385/86 con igual título, en la revista Conocimiento, de Buenos Aires; también en «Fenomenología Parapsicológica», separatas que se publicaban por aquel entonces en la revista Algo, de Barcelona; asimismo lo fue en Hechos Mundiales, de Santiago de Chile, en Selecciones del Reader's Digest, de 1971, etc., etc. Por tratarse de un caso muy curioso, lo reproducimos íntegro, pero descrito en su forma original. (Nota del Autor). «Hakurei era por su historia un pintor pobre, pero de un gran talento, que despreciaba la fama y oropel que otros hubieran deseado. »Era un ser profundamente religioso, aunque también muy dado a los temas budistas, lo que pintaba incansablemente visitando todos los templos del país, pero estaba particularmente atraído por el grandioso templo de "Wakamatsu-Kannon", de cuyo sacerdote era íntimo amigo y donde acostumbraba pasar los días santos y hacer un "retiro espiritual" en la época del año nuevo. »En el verano de 1958, Hakurei enfermó gravemente, y fue rápidamente internado en un hospital local. En el último día del año, el doctor Miyamoto, que habitaba en Tendo-Spa y conocía muy bien a Hakurei por su fama de gran pintor de temas religiosos, fue llamado especialmente para que le visitara. Al llegar a su habita-

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ción le encontró junto a la ventana provisto de un catalejo antiguo, a través del cual enfocaba el templo de Wakamatsu-Kannon. Intuyéndolo, o quizá sabiéndolo, el médico, que le conocía muy bien, le dijo para consolarle: »—Hakurei, amigo mío: no se preocupe. El año próximo podrá ir allí. »Mirándole con extraña expresión, Hakurei le contestó: »—Amigo mío, tengo que estar allí esta misma noche, y usted lo sabe. »—Pero usted está enfermo --le repuso el médico—, ¿puede ir, acaso, en sueños? »Hakurei no le respondió nada, pero esbozó una enigmática sonrisa y se puso a mirar otra vez con el catalejo. »Aquella noche, diez minutos antes de las doce, la sobrina de Hakurei, la señora Shin-Ichiro, oyó como unos tenues pasos provenientes del cuarto vecino, donde quedaba el santuario budista de la familia. Luego oyó el ruido de la puerta que se abría, o sólo se lo pareció. Al principio pensó que era su hijo que seguramente se había despertado y tratado de encender la luz de la habitación, pero de repente tuvo una intuición, y dijo: "No, ya sé quién es, ¡ es mi tío Hakurei!" »El pintor había vivido muchos años en casa de su sobrina. También había entre ellos una gran afinidad espiritual. »Un poco más tarde, faltando escasamente cinco minutos para la medianoche, un amigo suyo llamado Daijiro Takeda, que vivía en la población de Tendo-Spa, a un kilómetro y medio de la casa de la señora Shin-Ichiro, oyó, o le pareció oír pasos en el jardín. Miró por la ventana y se asustó al ver al pintor vestido de forma habitual paseando por el jardín. »Poco antes de poder hablarle, Hakurei "misteriosamente" desapareció de su vista, cosa que le intrigó bastante, pues le sabía en el hospital local. »A las 0.20 horas, en el templo Wakamatsu-Kannon, el sacerdote Satomi, su gran amigo y hermano espiritual, fatigado por las largas celebraciones de vísperas de año nuevo y también por la larga vigi-

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ha, dormitaba al lado del "Kotatsu" (chimenea japonesa clásica). De repente fue despertado por Hakurei, que parado frente a él, con su característica pose y con la pipa en la mano, se estaba arreglando detenidamente una túnica sobre sus vestidos de costumbre. »-¡Hola, Satomi, amigo! —le dijo calmosamente. »El sacerdote se restregó los ojos, no creyendo lo que veía, y murmuró: »- Hola, Hakurei, hermano! —y siguió un largo diálogo entre los dos amigos respecto al hijo de Satomi, que dormía en el cuarto contiguo y acerca de otras muchas cosas del templo por las que siempre se había mostrado muy interesado, pero ahora le parecía a Satomi que lo estaba mucho más todavía. »Lo que pasó después es igualmente cosa fuera de lo común. Cuando la señora Shin-Ichiro llegó al hospital, al día siguiente, su tío le preguntó alegremente: »—¿Sabes tú, sobrina mía, que la noche pasada os visité, como también lo hice a Takeda y luego fui al templo Wakamatsu-Kannon? Yo, estoy muy contento de haberlo realizado, no sólo en cuerpo etérico, sino pudiendo materializarme, que es lo más difícil, a voluntad, lo que fue para mí una excelente experiencia que vosotros debéis confirmar y atestiguar ante el doctor Miyamoto. »Dos días después, visitando Satomi, sacerdote e inseparable amigo, a Hakurei, éste le recibió con las siguientes palabras y delante de todos: »—Estuve en el templo para prestar mi homenaje a los dioses en el año nuevo, como ha sido siempre mi costumbre. Tú estabas durmiendo junto a la chimenea. Parecías tener un sueño muy profundo; Hitosti, tu hijo, dormía en el cuarto contiguo. ¿Es, o no es verdad?... creo que estuviste allí; es decir, reconozco que te vi y oí perfectamente tu voz, nítidamente, pero hasta el presente momento no tenía la seguridad respecto a si era sueño o realidad. Veo ahora que ha sido una realidad objetiva muy interesante que debería conocerla y estudiarla la ciencia médica, pues no fue ni sueño ni alucinación.

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»El doctor Miyamoto, testigo del hecho, y su posterior narrador, concluyó diciendo: »—Todo esto es extraordinariamente fantástico. Nunca había oído hablar antes de semejantes casos. En verdad que es algo maravilloso. Daré cuenta de esta gran verdad a las autoridades médicas. »Y esta sencilla historia verídica, aconteció 44 días antes de la muerte del pintor Hakurei.»

La opinión de la ciencia Si la teoría de la fuerza vital, o impregnación, en muchos casos es susceptible de explicar muchos de los fenómenos llamados de «acatamiento», hay casos según la escuela idealista o espiritualista de la parapsicología, en la que nos dice, que son insuficientes y es necesario hacer intervenir la teoría —hipótesis para algunos— del cuerpo astral, llamado cuerpo fluídico, como hemos visto en más de un caso tratado, con lo cual queremos designar un cuerpo inmaterial, o semiinmaterial, que en circunstancias normales de la vida coincide con el cuerpo material. En líneas muy generales, el cuerpo astral es el mismo que los egipcios designaban con el nombre de Ka, o doble. Este cuerpo fluido a veces llega a manifestarse y se le puede ver, en forma de resplandores paranormales, localizados preferentemente alrededor de la cabeza; otras veces en puntos luminosos, como agujas. Las personas sensibles o con ciertas facultades psíquicas y espirituales, pueden llegar a ver este cuerpo, o doble, tan perfectamente como si se tratara de un cuerpo físico. La ciencia más o menos oficial, y hasta la misma parapsicología, nos dice lo siguiente en libros considerados de texto: «...este cuerpo astral podría en ciertas circunstancias fortuitas, como la producida por una gran emoción o por la voluntad de individuos dotados, desprenderse y efectuar desplazamientos en el espacio; pero, en este caso, el doble permanecería ligado al cuerpo material

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por una especie de prolongación fluida que se ha querido comparar al cordón umbilical'>. Este fenómeno de desdoblamiento puede manifestarse en diferentes aspectos; veamos: cuando el desdoblamiento lo podemos considerar sólo subjetivo, el individuo explora por una especie de fenómeno de videncia el lugar que se ha, o le han asignado, pero sin que el verdadero «cuerpo astral» abandone su cuerpo físico, como les sucede a algunos sensitivos que dicen efectuar el viaje astral. Este modo de desdoblamiento podría manifestarse espontánea, voluntariamente, o bien ser provocado por hipnosis. Si estudiamos los casos que cita Sudre a este respecto, veremos la serie de experimentos hipnóticos que efectuó el doctor Backman de Kalmar (Suecia) sobre el particular. (Hay auténticos tratados). Pero resumiendo: la mayoría de las veces, se trata de un desdoblamiento psíquico. Pero lo que llamamos viaje astral, proyección astral, etc., es el propio cuerpo astral el que se desplaza, voluntaria o involuntariamente. Es el fenómeno —nos dice Jacques A. Mauduit— que las tradiciones religiosas designan con el nombre de bilocación. Tal es el caso, entre otros muchos, de Alfonso de Ligorio, que, en el siglo xviii, hallándose recluido en su celda de monje, en Arezzo, para un período de ayuno, fue visto en Roma, junto al Papa Clemente XIV. Este es el fenómeno que normalmente lo provocan los yoguis auténticos, ascetas, faquires, bonzos, lamas, etc. este, espontáneamente, sin preparación alguna, puede en casos especiales, por ejemplo en crisis emocionales muy profundas, manifestarse espontáneamente, como por ejemplo ha sucedido muchas veces en la proximidad de la muerte. El cuerpo astral, proyectado fuera de su soporte corporal, aparecería, entonces, como los fantasmas provocados por la impregnación psíquica. Horneli Hart, de la Universidad de Duke, que trató de llevar estos problemas de al terreno experimental, acabó admitiendo la realidad del fenómeno, aunque al principio dudaba. Éste se manifiesta generalmente mediante una gran concentración del sujeto. El fenómeno de desdoblamiento, su característica

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principal, es que el cuerpo proyectado tiene la gran facultad de pasar a través de cualquier cuerpo sólido. Pero, sean cuales sean las explicaciones que las diferentes escuelas nos hagan, veremos siempre que existe una «fuerza», una energía paranormal para darle una definición, imposible por ahora de asimilar a las otras fuerzas conocidas, y que más o menos provisionalmente designamos con el nombre de «fuerza vital». Científicamente las experiencias extracorporales, como el desdoblamiento, el viaje telepático, o la clarividencia viajera, según otros autores, nos vienen a indicar que seguramente el concepto del alma nació en tiempos remotos de la experiencia directa de algunas personas. Una vieja denominación de tales experiencias extracorporales es la que todos conocemos por «proyección astral)). Realmente una experiencia de esta clase viene definida por los siguientes rasgos según un trabajo científico publicado en nuestra patria por el profesor doctor Charles T. Tart, profesor de Psicología de la Universidad de Davis de California, publicada en España por la revista Tribuna Médica, página 12, de fecha 7 de enero de 1972; dice así: «Definición de experiencias extracorporales en nuestra Universidad: »Primero. Es interesante saber que el individuo se percibe a sí mismo ocupando un lugar físico diferente del de su cuerpo físico. »Segundo. Observa claramente que en este momento su estado mental es racional y totalmente normal. Sabe, le consta, que no está soñando, ni es víctima de alucinaciones, total convicción que dura cuando realmente la experiencia ha pasado. »Tercero. A veces puede percibir su cuerpo físico desde un punto de vista exterior. »Cuarto. Se ve a sí mismo con un segundo cuerpo, "no físico", parecido a su cuerpo ordinario. »Quinto. Advierte que durante toda la experimentación (experiencia extracorporal) puede trasladarse a distintos sitios con sólo quererlo, atravesando la materia sin dificultad alguna.» Hasta hace poco se había estudiado al ser humano tan sólo en

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su aspecto físico y mental, ya que se ignoraban los vastos y sombríos territorios de su psiquismo inconsciente. Al proyectar en esta zona misteriosa una luz nueva, el hombre surge como una entidad diferente a la que acostumbramos ver, pues surge el hombre realmente desconocido y sorprendente, dotado de extrañas facultades y dueño de una inexplicable naturaleza que hasta le permite asirse de algún modo al pasado, y prolongarse en el tiempo, más allá de las fronteras corporales. La realidad es que toda nuestra vida pasa a través del cuerpo, pero nosotros, «a veces», no estamos en nuestro cuerpo, y esta experiencia la tienen muchas personas, aunque no lo mencionen así como así, y por muchos motivos. Tened la seguridad que en determinados casos, ciertas personas pueden extender las antenas de su alma, más allá de los límites corpóreos, y tener conocimiento, o una visión real del futuro inmediato, aunque no hay futuro, ni presente, ni pasado, porque el tiempo, esa cuarta coordenada, en realidad no existe fuera de nuestra envoltura corpórea. Ahora bien, y veamos lo más importante. La enorme importancia de las experiencias extracorporales, al influir en la conducta y en las mismas creencias de las personas que las tienen, ya sean provocadas, inconscientes, o bien por culpa de ciertas drogas, o sólo estados alterados de conciencia, sucede que casi invariablemente les dirán algo como lo que sigue: «Ya no creo en la supervivencia después de la muerte: sé que ello es verdad, porque me consta, porque he experimentado estar vivo, sin que mi cuerpo físico interviniera en ello.» De todas formas las experiencias extracorporales, son raras. Dice el doctor Tart que probablemente se dan en menos del uno por ciento de la mayor parte de las poblaciones, pero la persona que sabe a ciencia cierta por experimentación, que puede sobrevivir, es capaz de influir en los sistemas de creencias de otras personas. «Por otra parte —dice el doctor Tart— es posible que estas experiencias se estén extendiendo; por una parte el hombre o la mujer consciente, busca e indaga y no le basta lo que se le diga y enseña en su juventud.» Por otra, en una encuesta realizada oficialmente en Estados Unidos por el citado profesor Tart, entre fumado8 . \'L'JE

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res experimentados de marihuana en el año 1971, resultó que el 44 % indicaron que habían tenido experiencias extracorporales, pero había un dato elocuente en dicho informe, y que debemos tener en cuenta, y era que las experiencias «por drogas» habían sido siempre muy desagradables, penosas, hasta sufrientes aparte de alucinantes, como si la parte «no física>) rechazara indignada esta clase de experiencias no naturales contrarias a la vida. Sobre esta clase de experiencias extracorporales, dirán los escépticos: «el hecho que una experiencia dé la impresión de ser real, no la hace real». Y esto es cierto. Sin embargo, lo que obliga al científico a considerar seriamente la realidad y las implicaciones de las experiencias extracorporales, es la misma realidad de los hechos con los sujetos con los que se experimenta —en infinidad de Universidades y en todo el mundo— ya que refieren que «han viajado» a algún lugar distante, y que la descripción de los hechos sucedidos en ese lugar, es exacta y demasiado concreta como para poder ser atribuida a coincidencia. Téngase presente que en algunas operaciones quirúrgicas, refiere el mismo doctor Tart, bajo anestesia general, los pacientes dieron cuenta de experiencias extracorporales que incluían detalles específicos muy concretos de lo que sus parientes y amigos estaban haciendo en sitios distintos y a veces apartados, distantes. También a observaciones acerca de manchas o de números, y marcas, en la parte posterior de las batas de los cirujanos, y que los mismos ignoraban, como se pudo comprobar posteriormente, pues habían sido tomadas todas las precauciones pertinentes.

CAPÍTULO VIII

La terminación del conocimiento es el comienzo de la sabiduría. KRISNHAMURTI

Los yoguis, como decía en el primer capítulo, persiguen este camino tan buscado hacia Dios a través de meditaciones acompañadas de respiraciones rítmicas que probablemente al llevar más oxígeno a las células y al aumentar poderosamente el flujo sanguíneo hacia el cerebro, deben producir profundos cambios en el ser humano que se dedica a tales experimentaciones. Desde luego creo, que puede ser extraordinariamente perjudicial para cualquier persona que trate de emplear técnicas de este tipo, sin un aleccionamiento por parte de una persona que realmente las domine, o sea un profesor. En el yoga, el yoga hindú auténtico, la ciencia de la respiración, los procedimientos de meditación tienden a la adquisición directa de la perfección. Pero todos estos medios son vanos, difíciles y sólo dan escasos resultados si quien los emplea no ha aprendido antes a adquirir la energía de la perfección, de la cual trataremos en este capítulo tal como lo enseñan en los monasterios budistas. Todos los métodos prescritos demandan, como primera condición, hacer el silencio mental, es decir, la interrupción de todo pensamiento para dejar aparecer la flor de la sabiduría profunda. Pero este silencio de lo mental es muy difícil de obtener. Los recuerdos se precipitan en masa en el momento que queremos expulsarlos y si llegamos a un principio de silencio, hay con frecuencia aparición de imágenes raras o grotescas que nada tienen que ver con la sabiduría profunda.

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En cuanto a los ejercicios de respiración, se debe tener en cuenta que dan resultado a algunos, pero pueden ser perjudiciales para otros si no están dirigidos por un auténtico profesor, pues pueden liberar fuerzas desconocidas provocando molestias físicas y hasta posibles desarreglos mentales. No es exagerado decir que hasta podrían ser incalculables los daños producidos en personas sensitivas a través de prácticas no controladas, o llevadas bajo la dirección de charlatanes que desgraciadamente abundan. Nuestro mundo está lleno de personas neurasténicas o de individuos que pueden haber recibido shocks que influencian toda su vida y no podemos permitir que la legión de personas desquiciadas por vidas desgraciadas o por enfermedades psíquicas, sea aumentada por aquéllas que a base de lecturas se lancen a la aventura de tratar de obtener poderes que mal asimilados o mal interpretados, no sólo podrán dañar a los que con ellos experimentan, sino que también perjudican a sus familias. Indudablemente hay un camino que cada cual deberá buscar a la medida de su propia capacidad y sin querer engañarse. Y será un camino largo y muy difícil antes de que la persona que lo trata de recorrer note alguna diferencia favorable, pero siempre he recomendado y lo hago nuevamente ir bien aconsejado y de la mano de un buen profesor. Nunca se debe intentar nada solo, ni las prácticas yoguis: conviene ir dirigido al principio por un buen profesor. Hay para los hombres corrientes —siempre es sabio colocarse en esta vasta categoría— métodos más simples para adquirir energía de perfección. Pero su extrema sencillez los hará ser rechazados, equivocadamente, por los orgullosos. Y, sin embargo, son los que permiten mejor obtener el presentimiento de los mundos superiores. El primer método es escuchar los ruidos que surgen de un jardín o de un bosque. Hay que elegir, dentro de lo posible, un lugar que no esté turbado por el ruido de los coches, trenes, etc. Se requiere y precisa un lugar silencioso, un lugar de paz. Estos gritos discordantes son precisamente la expresión de la fuerza retrógrada del mundo, esa que va únicamente hacia el goce material

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de las cosas, en lugar de elevarse en el orden espiritual. Son el polo opuesto de la armonía natural, y la paralizan como la introducción de un gran tambor de feria en la ejecución de una sinfonía. También hay que elegir un jardín o bosque donde estén reunidos árboles de diferentes especies, porque cuanto más diversas sean las especies, mayor será el número de almas vegetales que se expresarán. El viento al pasar entre las hojas tiende a resolver en armonía las meditaciones de las plantas. Las almas de las plantas son menos conscientes que las nuestras, pero no están tan sumergidas como las almas humanas en la materialización por la complicación de los órganos y el apetito de separación egoísta. Sufren la ley del descenso, pero están más cerca de la vida espiritual, de la causa. Su voz programa no el regreso inmediato al espíritu, sino la con formación a las leyes del mundo. Porque el alma vegetal se ha desarrollado en el sentido de la sabiduría. Hay que intentar comprender su voz, hay que abandonarse a las corrientes vegetales que hacen subir a través del espacio un himno de sabiduría. Pues bien, si hemos sabido escuchar los ruidos procedentes del silencio, si hemos intentado comprender su voz, hay que abandonarse a las corrientes vegetales, escuchar y comprender; hay momentos en que tenemos el sentimiento de mezclarnos a esas corrientes y de ser llevados por ellas. Eso no se produce nunca de inmediato y la cualidad de los árboles tiene mucha importancia. Por puro que sea el canto que se eleva de la madre naturaleza, de las esencias vegetales diversas para penetrar su sentido, diferenciarlas de las otras voces de la naturaleza, como por ejemplo de la voz áspera del mar, o la cantarina de un riachuelo o la grave de un gran río, es necesario una disposición de alma especial, y la calidad del canto está relacionada con la calidad de quien lo escucha. Este método tibetano lo practican con los novicios en los conventos y lo denominan los yoguis «syltrim» (viveza) pero también ellos tuvieron que aprenderlo en su día. Este método tiene una gran virtud: aprender a oír donde normalmente para los demás mortales parece que no hay ruidos. Aprender a comprender a la

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naturaleza; vivir acordes con la naturaleza; amar a la naturaleza. Este es el principio de todo: es entenderla, comprenderla en todo, sentirla dentro de uno, amarla.., amarla... Otro método consiste en la contemplación atenta del cielo nocturno, cuando las estrellas son claramente visibles. Nadie o casi nadie por desgracia mira al cielo. Si lo hiciéramos veríamos muchas cosas que nos sorprenderían y que no comprenderíamos de golpe. Y sin embargo, apartamos así de la vista una enseñanza útil al esfuerzo de perfección, una fuerza del corazón que se infiltra secretamente, sin que el pensamiento racional cuente para nada. Hay que mirar el cielo cuando no hay nubes, y en ausencia de la luna. La claridad de la luna vuelve a traernos a los sueños terrestres, a las imágenes relacionadas con la generación, a la voluptuosidad de los sentidos. La energía de perfección viene del color de la inmensidad, de las figuras trazadas por las estrellas y de su desorden geométrico. Es vano para aquel que desea elevar su alma, calcular distancias, reflexionar sobre la relatividad del espacio, u otros problemas de este orden. El examen de dichos problemas es fecundo en sí mismo, pero es de otro orden. Conduce a un precioso engrandecimiento de la inteligencia. Pero no sirve para adquirir la energía de la perfección. Y cuando la recibimos, como sucede con toda la riqueza verdaderamente preciosa, no sabemos que la recibimos. Los principios de la «iniciación» son fáciles y difíciles al mismo tiempo. Si esperas conseguir algo positivo en la vida, si esperas poder conseguir «salir» de tu cuerpo y efectuar el «viaje», tienes que empezar por técnicas que te parecerán muy sencillas, como las indicadas ahora, pero no lo son tanto y verás tú mismo lo que cuesta. Ahora bien; cuando lo hayas conseguido te maravillarás, porque ¿hay realmente «silencio»? Pues verás que donde hay vida vegetal, sólo vida vegetal, no existe el silencio, porque en realidad hay vida. ¡Meditar, escuchar el silencio, poner la mente en blanco...! ¿Te parece fácil? En las Lamaserías y en los refugios conventuales del Tibet, y de otros lugares de Oriente es lo que más enseñan,

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porque si lo meditas detenidamente comprenderás, que es el principio de la sabiduría, y por lo tanto es muy difícil. Domina la mente, y lo dominarás todo. Conócete a ti mismo Conócete a ti mismo, dice la sabiduría de los antiguos griegos. «Cuando un peregrino en espera de conocer la verdad llegaba a Delfos y se presentaba en el umbral del templo, era llevado ante el más anciano de los sacerdotes de Apolo. Éste lo miraba fijamente a la cara; si reconocía en él un buscador de la verdad, le pedía ofrendas, lo hacía prosternarse ante las estatuas o respirar las exhalaciones de las hierbas sagradas. Pero si veía en la mirada del peregrino la luz de la inteligencia, se contentaba con mostrarle la inscripción grabada en el frontispicio del templo: "Conócete a ti mismo." Si el peregrino comprendía y, tomando su cayado, se preparaba a alejarse en busca del camino, entonces el viejo sacerdote se postraba ante él y besaba sus sandalias.» Pero nosotros, yo mismo, hubiéramos partido de nuestra ciudad hacia Delfos para aprender la sabiduría; incluso si hubiese recibido la iluminación ante la fórmula «Conócete a ti mismo», no me hubiera alejado silenciosamente. Hubiera querido ver el templo, cuyo esplendor era grande, contemplar las puras formas de las estatuas, gutar la embriaguez de las hierbas sagradas, e incluso, de haber podido, hubiera hecho una pregunta a la pitonisa, una pregunta cuya respuesta yo hubiera sabido, para asegurarme por medio de una treta, de su carácter verídico. Sólo más tarde, sentado solitario en la campiña, hubiera meditado sobre la palabra esencial. Y es que realmente se debe obrar así. Hay que mirar las estatuas e incluso tocarlas, para saber si son de mármol macizo o de estuco, huecas en el interior. Hay que embriagarse con las hierbas, hay que interrogar al oráculo, porque en todo hay una enseñanza, ya sea en su mentira, ya sea en su verdad. Después, hay que mirar dentro de uno mismo. Y al final juzgar.

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El primer gesto de quien quiere aprender a conocerse, es mirarse en un espejo. Es una gran lección. Hay que mirar con la intención decidida de verse y mirar largo rato. Cuando he realizado esta experiencia he visto un hombre con los cabellos mucho más grises de lo que yo suponía. Estos cabellos, y no quedan muchos ya, caían blandamente, como lamentándose de la vitalidad perdida. Era ya una cabellera pobre, sea dicho de paso. He visto también unos ojos curiosamente fijos, en los cuales ya empieza a faltar tiene su razón.

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res experimentados de marihuana en el año 1971, resultó que el 44 % indicaron que habían tenido experiencias extracorporales, pero había un dato elocuente en dicho informe, y que debemos tener en cuenta, y era que las experiencias «por drogas» habían sido siempre muy desagradables, penosas, hasta sufrientes aparte de alucinantes, como si la parte «no física>) rechazara indignada esta clase de experiencias no naturales contrarias a la vida. Sobre esta clase de experiencias extracorporales, dirán los escépticos: «el hecho que una experiencia dé la impresión de ser real, no la hace real». Y esto es cierto. Sin embargo, lo que obliga al científico a considerar seriamente la realidad y las implicaciones de las experiencias extracorporales, es la misma realidad de los hechos con los sujetos con los que se experimenta —en infinidad de Universidades y en todo el mundo— ya que refieren que «han viajado» a algún lugar distante, y que la descripción de los hechos sucedidos en ese lugar, es exacta y demasiado concreta como para poder ser atribuida a coincidencia. Téngase presente que en algunas operaciones quirúrgicas, refiere el mismo doctor Tart, bajo anestesia general, los pacientes dieron cuenta de experiencias extracorporales que incluían detalles específicos muy concretos de lo que sus parientes y amigos estaban haciendo en sitios distintos y a veces apartados, distantes. También a observaciones acerca de manchas o de números, y marcas, en la parte posterior de las batas de los cirujanos, y que los mismos ignoraban, como se pudo comprobar posteriormente, pues habían sido tomadas todas las precauciones pertinentes.

CAPÍTULO

VI

UN AUTFNTICO VIAJE ASTRAL

« i Oh, cielos, es misterioso, es terrible considerar que no sólo llevamos en nuestro interior a un futuro fantasma, sino que somos en realidad fantasmas! » THOMAS CARLYLE

Al lector: Puede que usted no crea en lo sobrenatural; puede que tampoco crea en lo paranormal... Si realmente es un escéptico lea los siguientes relatos verdaderos y catalóguelos como alucinaciones, trucos, o como producto de sueños. Particularmente me tiene sin cuidado; no es para el escéptico para quien he escrito este libro. Pero si es usted uno de los muchos que han experimentado acontecimientos inexplicables, que mantienen su cerebro abierto y buscan el conocimiento, entonces estas historias le proporcionarán valiosos datos adicionales. J.R.M.

Emil Mattiesen habla en una de sus obras, de lo que en opinión de S. L. Muldóon constituye un fenómeno extraordinario en el campo de las excursiones psíquicas (1). Revela entre otras cosas que Muld6on concede gran importancia en estas «excursiones» a la voluntad extrínseca del yo. Y así, si el cuerpo físico se opone, la voluntad subconsciente suscitada por medio de la autosugestión, puede poner en movimiento al cuerpo astral. Mul&ion enumera una serie de factores que favorecen el fenómeno: sueños, fuertes deseos inhibidos, también el hambre y la sed. Incluso ha llegado a provocar deliberadamente una salida del cuerpo astral. Con tal propósito hace girar, con los párpados cerrados, los ojos hacia lo (1) EMIL MArrrEs: «Das Personliche Ubetieben des Todes», Berlín, 1936-1939, y «Der geistige Mensch», Berlín, 1925.

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alto y hacia dentro, concentrándose con toda sus fuerzas en querer fijarse sobre el punto de su convergencia. Observaciones sobre este género son sin duda muy preciosas. Muldion, según lo que refiere Mattiesen, escribe lo siguiente: «Si lo pienso se me hace difícil creer que una separación del cuerpo astral, deliberadamente querida, no sea algo generalmente observado. No puedo imaginarme por qué experiencias reales como ésta son puestas en duda, por qué no se las quiere reconocer, pues al mismo tiempo se debería negar también la realidad de la vida física. Pero sin duda no lo pensaría así, si no lo hubiese experimentado tantas veces personalmente. Cuando la "salida" es deliberada, no se puede tener ninguna duda, se sabe. »Lo sé con la misma certeza, como ahora sé, que estoy sentado aquí para escribir una carta a Mr. Carrington, Pero, ¿cómo se lo puedo demostrar a los demás? Se podría objetar que yo estoy soñando, y no podría demostrar lo contrario, es natural)> (Sic). Aquí, en España y también podríamos decir en gran parte de Occidente hay sin duda, hoy por hoy, pocas personas que, gracias a la prueba de estos mismos hechos, se convenzan de la realidad de semejantes fenómenos. Muy diferente se presenta la situación en Oriente, donde existe a propósito una antigua tradición. Mattiesen es de la opinión, de que es un testimonio significativo de semejantes experiencias el hecho de que muchos individuos ven primeramente su cuerpo abandonado como un cadáver de otro, pues su conciencia evidentemente tiene su propia sede en la parte que se separa, o sea «en el verdadero yo». La más extraordinaria experiencia que jamás haya sucedido con un doble, la tuvo la señora Mts. Osborne Leonard, en 1923. Las cosas sucedieron de la forma que se explicará a continuación, al que yo llamo el caso más concreto que he conocido hasta el día de hoy. El mismo, fue publicado en marzo de 1924 en la The International Psychic Gazette, de la que transcribiré dicha historia verídica usando la misma forma de expresión, hasta la misma literatura, que en 1925 fue publicado nuevamente en el periódico barce-



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lonés El Diluvio, ya desaparecido, en la página «Siempre el Misterio». Dice así: «Acostumbro, por lo general, reposar en mi habitación, por la tarde cuando he dado una sesión por la mañana, y espero dar otra más tarde en el mismo día. Una tarde reposaba en mi cama con la habitación medio a oscuras, cuando tuve la extraña sensación de ser levantada arriba de la cama, hacia el techo. No podía sentir con mi cuerpo la sensación de la cama. Pensé que estaba saliendo de mi cuerpo físico, por lo que alerté todos mis sentidos a la vez que me sentía interesada, y debo decir, que al mismo tiempo de interesada, bastante excitada, pero de inmediato la sensación de flotar en el aire, me abandonó. Ahora yo me doy cuenta que debí continuar en estado plácido, y desde luego tranquilo, y no pensar en lo que podía pasarme después, pero como se trataba de mi primera experiencia de esta clase comencé a especular si podría ir a alguna parte con mi cuerpo astral, bien fuere en el plano terrestre, o en el espiritual. »Por culpa de mi excitación, volví a mi estado normal, tendida sobre la cama. Pensé: "No sentí la cama hace dos minutos, y no creo que lo imaginara. Me pregunto si esto se presentará de nuevo." »Pasaron algunas semanas, durante las cuales permanecí con los sentidos alerta en espera de la repetición de la experiencia, pero a decir verdad, desilusionada. Al fin abandoné toda esperanza pues el caso no se repetía, pero una tarde... »Aquel día, es decir, aquella misma tarde, estaba esperando a un matrimonio que solían visitarme con regularidad una vez por semana, para unas clases de metapsíquica teórica, de rabdomancia, y mediumnidad, para que pudieran comunicarse con su hijo —desaparecido en la guerra— que ya había dado pruebas sobre su identidad, por el conocimiento con los asuntos más íntimos de su familia. Nada sabía yo de la madre y el padre, salvo el hecho de que venían una vez por semana a comunicarse con su hijo, y siempre venían solos desde su domicilio situado a muchas millas de Londres. »Para prepararme para la sesión, me acosté sobre el lecho apoyada en mi lado derecho, tal como decía Myers. Al poco de estar

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acostada me sentí algo somnolienta, pero esta extraña sensación anormal en mí, pronto desapareció dando lugar a una calma sin asomo de sueño. Al poco sentí una especie de estremecimiento, como si una cantidad muy pequeña de electricidad estuviera pasando por mi cuerpo, y de nuevo vino la sensación de no estar en la cama. Lo realmente curioso es que podía pensar con claridad, pero recordando mi anterior desengaño, mantuve mi mente quieta, diciéndome que notaría bien lo que me acontecía, pero que no hacía especulaciones sobre lo que podía ocurrir. «Lo que me sucedió, a pesar de considerarme una de las mejores "mediums" inglesas puras, no mercantilizadas, y conocedora de la metapsíquica tanto espiritualista, como científica, jamás lo olvidaré. »Aquella vivencia fue admirable. No me movía en forma consciente. Estaban inmóviles mis miembros y los músculos, y los ojos permanecían cerrados. Me preguntaba cuándo me habría levantado sobre el cuerpo que quedaba en la cama, cuerpo que reconocía como mío, pero que no me preocupaba para nada, cosa curiosa en mí. Con un pequeño esfuerzo, abrí los ojos. Vi entonces el cuerpo tendido, y yo, en ese otro cuerpo, el astral, encima del mismo. Como para demostrar mi claridad de pensamiento en dicha circunstancia, haré notar que percibí mi cabeza física apoyada sobre una pequeña almohada de pluma, con un primoroso bordado en un ángulo. Por cierto que no recordaba aquella almohada; no sabía ahora que la hubiese cambiado por la que estaba usando. »También encontraba extraña la forma de apoyar la cabeza que tenía ahora, pues no era común. Pero todo aquello me resultaba muy satisfactorio, pues me estaba dando cuenta de todo. »En seguida empecé a percibir que mi cuerpo astral se alejaba poco a poco de mi cuerpo físico, y me pareció estar suspendida sobre la misma orilla de la cama por algunos segundos, mientras algo nerviosa, pensé: ¿me será posible volver atrás con facilidad? Esta pregunta me produjo un ligero temor e hizo que me acercara de nuevo al cuerpo físico, pero mi curiosidad se sobrepuso y pensé: suceda lo que suceda, seguiré hasta el final.



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»Tan pronto como tuve esta decisión me di cuenta que mi marido abría, haciendo un ligero ruido, la puerta del piso y hablaba a una persona que estaba en el vestíbulo. Como hablaba en voz baja, con la idea de no molestar mi reposo, se me ocurrió saber con quién hablaba mi marido y de inmediato, instantáneamente, me encontré a su lado, junto a la puerta. Esto, como es natural, pasó sin que me diera cuenta de que había atravesado la puerta cerrada del dormitorio. Miré a través de la puerta y noté que mi esposo hablaba con un empleado de la compañía del gas. »No pude oír lo que decían, porque cuando me acerqué (en cuerpo astral) vi pasar delante una muchacha de servicio que bajaba de los pisos superiores, y me pareció que era una nueva sirvienta del tercero derecha que hacía pocos meses que prestaba sus servicios en la casa. Como sea que a su paso mi marido le diera unas monedas, se presentaron a mi mente estos dos pensamientos: Es extraño, ¿por qué le ha dado dinero a la muchacha? Tengo que recordarlo y preguntárselo. Arreglé mi pensamiento para recordarlo: primero, el hombre del gas; segundo, la sirvienta y el dinero. »Entonces me volví a encontrar de nuevo cerca de mi cuerpo sin saber cómo, y a la vez me resultaba menos claro, y como haciéndose todo menos consciente, imaginé que estaba por volver a mi punto de partida. Me abandoné entonces, sin pensar cómo hacer para facilitar el retorno, pero encontré que de nuevo mi mente estaba activa y que no estaba en la cama, ni en el dormitorio, sino en otra pieza que desconocía. Lo que más me interesó fue ver al matrimonio que debía recibir aquella misma tarde, conversando con un señor que no recordaba yo haber visto jamás. »Oí —o entendí— (esto es muy difícil de precisar), que la señora mencionaba mi nombre, y en realidad estaban hablando de mi, y siguió una conversación que no pude captar por entero, pero me di perfecta cuenta de que se invitaba a] desconocido a que les hiciera compañía en la sesión que tendría lugar esa tarde. Creí entonces que estaba soñando, por cuanto consideraba imposible que el matrimonio invitara a un tercero a participar en lo que tenían por sagrado y privado.

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»Mirando al desconocido, observé su personalidad en todos los conceptos a través de su "aura", clara y bien definida. No era, por cierto, una figura corriente, ordinaria, y me propuse conservar con mucho cuidado su recuerdo en mi mente, para llevarlo a mi mente física. Mi pensamiento era en aquella circunstancia: "Volveré de inmediato para comunicarlo a mi marido, porque será una buena prueba si esta persona viene acompañando a los que esperábamos." «Creí que estaría rápidamente de vuelta, pero en cambio me encontré a mitad de camino en unas escaleras, que supuse las de mi propia casa, pero antes de que ordenara mis pensamientos oí música acompañada de canto que parecía venir de mi dormitorio. Me sorprendió mucho, pues en verdad en mi casa no hay piano, y esto me hizo comprender que no se trataba de mi casa, y que las escaleras que había visto tan detenidamente, no eran las de mi casa, aunque parecidas. Pero entonces vi al hijo del matrimonio que me esperaba al pie del rellano de su piso, al final de aquella magnífica escalinata, y lo reconocí al pronto, por cuanto en las sesiones, había tenido ocasión de observarlo por clarividencia y describirlo con todo detalle a sus padres. »Lo miré algo asustada y también conmovida, pero él me estaba sonriendo y supuse me conocía bien, por lo que le dije: »-i Hola, Felipe! ¿Quién toca y canta en mi casa? —porque a decir verdad todavía no estaba segura de que aquella no fuera realmente mi casa. »—No es su casa, señora Leonard —me dijo. «Y yo le contesté: »—Bien, ¿y entonces, quién toca? «—Es Gertrudis. >'—Quién es Gertrudis? —porque yo sabía que Felipe no tenía hermanas. '>Pero su contestación fue casi instantánea, como si ya hubiera adivinado mi pensamiento antes de formularlo en palabras: «—Cuando yo estaba en el plano terrestre (cuando yo vivía en la tierra..,) ella, Gertrudis, solía visitarnos una vez por semana y

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tocaba y cantaba para nosotros. Ahora hace lo mismo, pero sólo toca para mí. «Durante unos instantes quedé como anonadada i era aquello tan extraordinario! pero reaccioné y subí entonces, pasando al lado de Felipe y por la puerta entreabierta del piso vi que no estaba en mi casa, que el salón era diferente, así como el dormitorio y el resto de la casa. «En mitad del salón observé un gran piano de color muy oscuro delante del cual, se sentaba una joven cuya figura traté de fijar intensamente en mi memoria, como lo hiciera poco antes con el desconocido, pero sentía, más que veía, que ambos, Felipe y Gertrudis, eran diferentes de todos los que había visto antes, y que sabía que estaban en el plano terrestre, o sea personas vivas. Pero no parecían, por otra parte, menos concretos Felipe y Gertrudis. Parecían reales en toda su apariencia y sin embargo, instintivamente, me daba cuenta que se trataba de seres que efectivamente pertenecían al mundo del espíritu únicamente. La joven, por ignoradas causas, no dio señales de haberme visto, por lo que pregunté a Felipe: »—¿Es ésta Gertrudis? «-sí. »Su contestación había sido lacónica, y comprendí sin palabras, que no debía preguntar nada más sobre ella. Ya lo comprendería más tarde. Con la libertad que está en el espíritu cuando se libera de su cárcel, me adelanté por el interior de la pieza, un gran salón, y observé a través de una ancha ventana un espacioso jardín, y en su césped, varias sillas y una mesa primorosa. Mirando todo aquello me preguntaba el por qué me encontraba allí realmente, y por qué había precisado estar en mi casa, y en mi dormitorio, porque en verdad, no tenía muchos deseos en volver al plano terrestre... »A continuación parecióme que de nuevo perdía la facultad de pensar en forma consecuente y consciente, y esto duró por un tiempo cuya duración no podría precisar, pero a juzgar por lo que duró la experiencia entera, debieron ser pocos minutos. Muy pocos.

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»Cuando volví a sentirme plenamente consciente, me encontré de vuelta en mi dormitorio, suspendida como antes, encima de mi cuerpo físico, y me hizo comprender, si por acaso quedaba alguna duda, que no había soñado. "Aquello" había pasado, y lo fantástico, que yo había estado en dos planos, uno terrestre; otro espiritual. »Pero la realidad era que no sabía cómo había vuelto y empecé a temer que no fuera posible reentrar en mi cuerpo. "Debe de haber dificultades" —pensé--- "pero no las habrá", me dije, y sobreponiéndome al temor me mantuve en calma, pensando "que debía" deslizarme de nuevo a mi cuerpo. »Y en efecto, sentí corno si realmente resbalara hacia abajo, sin pensar en forma consciente, pero sí tenía una gran fe en lo que estaba haciendo, y una gran firmeza en todas mis creencias. Y de pronto me encontré nuevamente en mi cama y abrí los ojos. »Apoyé el codo en la cama y la encontré sólida, por lo que me cercioré de mi absorción en lo físico y, encontréme bien despierta y viva, de cuerpo y de mente, recordando lo ocurrido con todos sus detalles. »Salté de la cama y fui abajo encontrando a mi marido que se había preparado café, pues eran ya las cuatro de la tarde, hora en la que acostumbraba levantarme. De inmediato comencé a referir el desarrollo de mi experiencia. »Cuando le dije que lo había oído hablar con alguien que estaba en la puerta, dijo: »—Sí, por cierto, pero debes de haber estado semidormida por cuanto había bajado mucho mi voz. (Esto es así, porque tratamos de ser cuidadosos y precisos, para controlar cada experiencia, para poder distinguir lo que es imaginario, de lo que no lo es.) »Le contesté: »—Sí, eso también lo pensé, pero debo agregar que tú hablabas con el empleado del gas, pues le vi su uniforme. »Después vino el tema de la sirvienta, a la que había dado unas monedas. Se las había dado, y tuvo que admitirlo, porque "yo lo había visto", lo que él no podía hacer conmigo, yerme. Aquí no podía existir un caso de telepatía o de clarividencia.

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»Tuvo que reconocer al fin, que efectivamente estuvo hablando con el empleado del gas y que había dado una buena propina a la muchacha, por cierto servicio que le había hecho dos o tres días antes, cuando no pudo hacerlo en su día por no tener cambio. No me había dicho nada, y aún más, lo había olvidado, pues hasta que no la vio, no se acordó de ello. Entonces le hablé del desconocido personaje, que había oído que era invitado para asistir a la sesión de esa tarde, a lo que dijo mi esposo: »—En esto tienes que tener un error, pues tú sabes bien que nunca permitieron que otras personas estuvieran presentes en sus sesiones, pues les molestaba hasta la idea de que alguien pudiera tener noticias de ello. »Aquello era verdad, y también yo suponía que había un error, cosa muy posible, que yo misma estuviera confundiendo una realidad astral con un sueño. Di a continuación una detallada descripción del desconocido, y le relaté todo lo que se refería a mi experiencia única en el encuentro en otra dimensión —realmente la dimensión recóndita— con Felipe, con quien tuve conversación, y con la joven Gertrudis, a la que vi y oí interpretar una pieza, pero lo realmente curioso, es que ella a mí no me vio, o... ¿no pudo yerme? o quizá ¿no debía yerme?... »Así comentando, y hablando, dieron las cuatro treinta, y un toque de campanilla anunció a los esperados visitantes. Subió mi marido para franquearles la entrada como de costumbre. Al poco rato, sólo unos minutos, regresó para decirme con vivacidad: »—Por cierto que tenías razón, querida; viene con ellos el desconocido que tú tan bien me has descrito. »Quedé muy sorprendida, sea dicho de paso, y recuerdo que le dije: »—¿Han traído una persona con ellos? —aquello parecía irreal. »—Sí, tal y como me la describiste. »Por vez primera en muchos años, tuve auténtico miedo. "Aquello", aquella experiencia, había sido una realidad, pero ¿toda? Pronto lo sabría, es decir, aquella misma tarde. Y el corazón empezó a latirme con fuerza.

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»Cuando diez minutos más tarde acudía al salón donde me estaban esperando, vi al desconocido que era idéntico al que había visto con mi cuerpo astral, y confieso que necesité de toda mi serenidad para tomar una aptitud natural delante de mis visitantes, y no sabía cómo decidirme a relatarles mi reciente experiencia. »La señora entonces explicó que se trataba de su hermano, que habían hablado de mí esa tarde y que habían decidido que los acompañara. Como todo había sucedido en pocas horas, no les había sido posible hacerme saber que los iba a acompañar. Tuvo lugar la sesión, y a su término, el hermano se despidió de inmediato, pues tenía poco tiempo para alcanzar el tren. »A continuación informé al matrimonio sobre todas mis experiencias, y al mencionar a Gertrudis, me dijeron: »—Su vivencia es admirable en todos conceptos. Felipe tenía una prima llamada Gertrudis que acostumbraba visitarnos para hacer música y también cantar, una vez por semana. Usted la ha descrito perfectamente, como si realmente estuviera aquí ahora, pero Gertrudis hace ya seis años que falleció y Felipe siete. »Y fue ésta la prueba más convincente para mí de que la experiencia había sido real en todas sus partes, y no un sueño, porque yo nunca había conocido la existencia de aquella prima llamada Gertrudis, pero sí en mis vivencias, la de Felipe, de la cual hasta habría podido tener conocimiento a través de la telepatía entre sus padres y yo, de una forma totalmente inconsciente. »Al describir la habitación donde había visto en mi "viaje" a los dos jóvenes, la señora declaró emocionada que era exactamente la salita de recibimiento de su domicilio, ubicado a sesenta millas de distancia. Esa sala tenía efectivamente una ventana muy ancha que miraba a un prado donde acostumbraba a tomar el té cuando les visitaba Gertrudis. »También había sillas y una mesa de fino trabajo artesano, como la había descrito, y tal como la pude ver unos meses más tarde para que yo misma tuviera una confirmación de aquella gran realidad. »Pero lo que me dejó perpleja y no por poco tiempo, fue el



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pensamiento: Indudablemente, no dudaba ya, había visto a Gertrudis y Felipe, "en espíritu", pero ¿cómo podía ser que los hubiera visto en una habitación que pertenecía al plano terrestre únicamente? Si era así, todo tenía que ser un sueño, un fantástico sueño, que en algunas cosas hasta era una precognición al ver al hermano de mis visitantes. »Pero esta gran duda, esta penosa duda, me fue aclarada por Felipe en una sesión posterior, cuando me dijo, contestando a mi propio pensamiento, que su "hogar" en el más allá, en aquel otro plano, era un duplicado del que había dejado en la Tierra, y con el que estaba tan encariñado. Que por lo tanto era únicamente "una construcción astral", y que Gertrudis no sólo lo visitaba, y cantaba para él las viejas melodías, sino también había cantos nuevos, cuyas melodías superaban a todo lo oído hasta entonces. »Pasaron siete semanas y tuve una tarde la gran experiencia de abandonar nuevamente mi cuerpo físico y vi a Felipe al lado de mi cama, como si estuviera esperándome para conducirme a alguna parte. Perdí a medias la conciencia al penetrar de golpe en otro estadio, o plano, el espiritual, aunque conducida, cuando de pronto me vi en el más hermoso jardín, en los límites de un bosquecillo de ensueño. Caminé acompañada por Felipe, quien me señaló varios hermosos lugares y en particular, una ancha cinta de agua que corría bajo un puente rústico, construido con troncos de pino. Me dijo entonces: »—Así es mi casa en el plano terrestre. (Esto fue antes de que yo la visitara para confirmarlo). "Ésta, como ve, es mi casa en este plano, y es donde espero a mis padres —primero a mi madre, y después a mi padre—, sólo que aquí las cosas se presentan en mayor escala, y son mucho más hermosas, sin posible comparación..." »Es todo lo que vi entonces —(fue una bendita lección que jamás se repitió; nunca volvió a hablar de ello)— pues unos pocos días después les pregunté a los padres de Felipe si era exacto lo que había visto y dibujado en unas cuartillas. Me confirmaron que así era y de una perfección asombrosa, que maravilló a los pocos científicos que tuvieron conocimiento de aquella gran experiencia.

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Meses después pude visitar detenidamente la casa y terrenos, así como aquel puente rústico, del cual era un duplicado el que había visto en el mundo astral, con la única diferencia, que el arroyuelo que pasaba debajo, no parecía tan ancho, ni sus aguas tan inmaculadas. » * * *

Éste es el caso, muy extractado, de uno de los viajes astrales, o viajes clarividentes como les llamaba ella, que publicó la prensa de aquellos años, tanto inglesa como de otros países, entre ellos España. La videncia fue comprobada en todas sus partes por varios científicos entre ellos el metapsíquico inglés, Reverendo C. Drayton Thomas, que en una aportación valiosísima para la divulgación clara de todos los problemas que inquietaban al ser humano, fue una brillante pluma en aquellas fechas tan ansiosas de cultura material y espiritual. Entonces gustaban los casos concretos, y los metapsíquicos y científicos, no se asustaban en tratar crudamente ciertas materias, como las comunicaciones desde «el más allá» de aquellos que habían dejado su cuerpo material visible y estudiaban al mismo tiempo temas como la sensibilidad humana, la sensibilidad espiritual, la telepatía, la clarividencia, la escritura subliminal, el trance mediumnímico, etc., y recomendaban siempre en sus escritos la «necesidad de ser discretos en estos temas>'. Sobre estos casos, sobre esta clase de vivencias, son temas para arduas discusiones que algunos creen son provechosas siempre. Si estudiamos estos casos desapasionadamente, muy fríamente, hasta impersonalmente, notaremos que mientras la clarividencia, y el mismo desdoblamiento de la señora Leonard, podían hacerle saber en cualquier momento lo que se hacía, y decía en otras partes de su casa, y también en una localidad distante, hacía falta algo más para poder explicar lo correcto siempre de una información que recibía cuando estaba, como ella decía, en conversación con Felipe, que llegó a ser su guía espiritual.

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Pero esto que ella no había buscado en el espiritismo, ya le demostraba que siempre nos hace falta más de una facultad «psíquica» la cual en según qué circunstancias, tendrá que actuar a la vez, y si por conveniencia pensamos un día en ella, como si estuvieran separadas las facultades, nos vendrán a recordar, que a la práctica, actúan siempre simultáneamente unidas, tanto aquellas facultades conocidas, como muy posiblemente otras que desconocemos totalmente. Por lo tanto, resulta difícil verificar hasta qué punto el poder propio de percepción de un sensitivo, de un médium, puede pasar al poder receptor psíquico total, de modo que permita la auténtica relación con inteligencias que no pertenecen a nuestro plano o estadio, o sea, a «inteligencias desencarnadas». Es algo que sin prejuicios, sin tabús por parte de nadie, sin miedos, con amor y deseo de progresar, debemos investigar y estudiar. La ciencia de lo psíquico es muy joven aún, como para haber descubierto algo más que la existencia de esas facultades, dirán algunos. No se conoce cuándo, cómo y de qué manera debe hacerse para desarrollarlas bien, para conseguir que actúen con uniformidad. Desde que se conoce un poco la personalidad humana, ¿cómo puede aclararse el ulterior misterio que ofrecen estas facultades escondidas, y poco conocidas? Sin embargo, puede animarnos la idea de que en todas las regiones civilizadas, hay grupos de estudiosos de esta ciencia psíquica, así como hay grupos que pueden presentar pruebas de sus relaciones con amigos que se han ido. Sobre el río de la muerte, desde milenios, se está tendiendo un delgado puente. Aún es muy frágil —dicen— y también inútil muchas veces, por las condiciones de nuestra orilla tan llena siempre de arenas movedizas, de barro e inmundicias.., y tan frágil... Pero si lo fuéramos reforzando espiritualmente, continuamente, aunque sin prisas, es muy posible que desde la otra orilla nos ayudarían en nuestro trabajo, pues no nos olvidan aquellos que a veces nos salen al paso, en contadas ocasiones, para ayudarnos, para aconsejarnos... Decía Jacob, y así nos lo cuenta aquella antigua historia, que

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soñaba y veía naves y mensajeros, ascender y descender, entre la tierra y el mundo del «más allá». Para nosotros, ese sueño se hace realidad, cuando sucede la auténtica videncia en un viaje astral, como le sucedió una vez a la señora Leonard... En verdad, ¿podrías, tú, pedir algo más hermoso?..

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soñaba y veía naves y mensajeros, ascender y descender, entre la tierra y el mundo del «más allá». Para nosotros, ese sueño se hace realidad, cuando sucede la auténtica videncia en un viaje astral, como le sucedió una vez a la señora Leonard... En verdad, ¿podrías, tú, pedir algo más hermoso?..

CAPÍTULO

VII

¿SOMOS REALMENTE LIBRES DURANTE EL VIAJE?

Decíamos La realidad es que estamos aquí, pero no podemos decir que estemos aquí y ahora simplemente, sino que estamos aquí y ahora para algo y en comunicación con algo desconocido. El Hombre es un desconocido y camina hacia lo desconocido. Precisamente la Parapsicología es como un intento de arribar a las otras orillas, sin necesidad de arribar con otros procedimientos que tendrían una expresión oscura o complicada, que podrían confundir al lector, o hacer del libro un inalcanzable manual para iniciados. El lector sabe que no lo he dado todo, pero tiene ahora una idea de lo que es la verdadera proyección astral del «YO»... Lo que falta en mi libro tendrá que buscarlo él mismo. Pero de todo corazón desearía que al terminar el libro, el lector hubiese comprendido alguna de las grandes verdades que hacen más soportable la vida, y menos temible la muerte. No aspiro a más. J.R.M. * * *

Quisiera hacérsenos creer, a veces, que sólo por medio de la inteligencia podemos conocer la verdad... Nos hablan también de la lógica, de lo racional, de... ...Pero más allá de los sentidos y de los procesos racionales de la vida mental, existe una región llena de riqueza, de significado y de verdad, pero sólo accesible por la vía del espíritu. EDMUND W. SINNOTT

«Tenía una conciencia diáfana, clarísima, de ser únicamente un alma, ser inmaterial, fantástica multiplicidad de luz. No tenía forma alguna, sólo una conciencia absoluta de ser realmente un alma. Estaba al mismo tiempo formado por un cuerpo astral, por un cuerpo mental, y entre los dos la unión con el cuerpo causal

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—el alma, el "ego", ¡yo! -. Vi también, tenuemente, un filamento brillante, energético y al final, a lo lejos, como una luz, mi propio cuerpo físico tendido en el sofá. Y era curioso: si miraba en una dirección veía a mi esposa y mi casa; si miraba en otra, a mi hijo, a mi nuera y mis nietos... Y siempre ese hilo o filamento plateado brillante que nos une al cuerpo físico, que como muerto, sigue inconsciente en el sofá.» Sí, aquel fue el gran día de la prueba. Días antes, probando, había conseguido, sin miedo, salir de mi cuerpo. Después me acostumbré a ver mi cuerpo que parecía muerto, y poco a poco empecé a aprender. Ahora, y me ha costado mucho comprenderlo, sé que este fino hilo une entre sí los cuatro cuerpos o vehículos: el físico, el doble etérico, el astral y el mental con el causal, y es curioso que me haya costado tanto verlos uno a uno, por separado, pues están plasmados, unidos al causal. Pero mi alma es libre y no está unida o sujeta a los demás por la cuerda de plata, hilo, filamento, etc. El causal, cuerpo inmaterial, sí, pero la esencia, el «yo», no. No sé si me explico con claridad: soy libre, así lo parece, pero en realidad no lo soy. Nadie lo es. Nadie es libre del todo. Jamás se es libre, pues tenemos conciencia de todo. A veces estoy perplejo pues escucho a otras almas que me dicen que podría hacer y conseguir que se rompiera de una vez esta unión, este fino filamento que une mi alma con los restantes cuerpos, y entonces mi cuerpo físico, mi doble etérico, el astral y el mental desaparecerían: moriría el físico, fallaría el corazón y el doble etérico, el astral y el mental se refundirían con el Todo... Pero ello sería un suicidio que va contra la Ley de la Vida, contra la Ley de Dios, y no debo ni puedo hacerlo. Desde entonces muchas veces he visto mi propio cordón de plata; una vez me lo enseñaron cuando me encontraba fuera de mi cuerpo, y en un estadio en el que existían prohibiciones para mí y vi que mi cordón se volvía azul, luego gris y era cada vez más y más delgado... y me asusté. Entonces el guía que me acompañaba —siempre hay un guíame empujó hacia abajo para volver en mí, ser yo, y que el contacto no se rompiera. En el fondo no hay peligro alguno, pues no

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hay libertad, y te obligan a regresar. Si la muerte no tiene que suceder, no es su hora, nadie absolutamente puede cortar el contacto. Pueden suceder muchas cosas terribles, psicosomáticas, hasta enfermedades incurables. Los que mueren así es porque ha llegado su momento. No creo que un alma pueda decidir el momento en que ha de realizar esto, el traspaso, pues nunca estamos solos. Hay unos Conductores: llegado el instante, ellos disponen. Así me lo han enseñado, ¿pero es así realmente? Con los años he llegado a comprender una cosa, de la que sin embargo no estoy totalmente convencido, o sea que todavía no puedo afirmarla. Veamos: siempre había tenido la plena seguridad de que el momento en que dicha cuerda dejaba de unir el alma con el cuerpo, o digamos mejor, con los cuatro cuerpos de que he hablado antes, el ser humano se moriría. Pero no es así, parece que no es así. Precisamos del cordón, pues es la conexión del mundo físico (cuerpo) con el mundo espiritual (causal). Lo que relaciona el alma con sus cuatro cuerpos, en realidad no es la famosa cuerda o cordón de plata, sino algo que vemos con toda claridad cuando estamos en otro estadio más elevado, de auténtica pureza, y son como unos rayos de sol, unos rayos de oro que brotan del alma y luego interpenetran los cuatro cuerpos, como el «chacra» de los hindúes. Esto, desgraciadamente, sólo he podido verlo una vez, y entonces he comprendido que el cordón es eso, un hilo conductor, una unión entre todos los cuerpos, pero la auténtica energía, la fuerza ¡la vida! está en el espíritu inmaculado que es el soplo divino. Dicen los Bonzos que así tenemos explicado por qué el cuerpo etérico, este cuerpo inmaterial, es el aura que los sensitivos pueden ver y que ahora gracias a unos científicos soviéticos, los esposos Kirlian, se puede fotografiar. Este cuerpo que recibe toda la energía exterior —el doble etéreo (o etérico) absorbe la vitalidad solar— tiene al mismo tiempo las energías interiores, como son el astral o emocional, que es el instrumento de las emociones, deseos y pasiones y el que elabora la sensación que el cuerpo físico siente a continuación; el cuerpo mental que produce el pensamiento expre-

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sado por el cerebro, y el causal, o individualidad llamado también alma o ego. El aura tiene, pues, unas tonalidades diferentes correspondientes a cada uno de estos cuerpos, y según sea su color, el sensitivo juzga, porque conoce y sabe lo que está viendo su tercer ojo espiritual a través de sus ojos físicos. Generalmente, el sensitivo ve tres auras. Según esta hipótesis para unos o realidad para otros, mientras que el cuerpo físico es mortal y los astral y mental igualmente perecederos y no duran más que una encarnación, el cuerpo causal es inmortal y persiste a través de todas las encarnaciones, transmitiendo a las personalidades sucesivas, todas las capacidades y cualidades adquiridas en las encarnaciones precedentes. Por lo que respecta a los demás atributos del hombre, en nuestra fase evolutiva actual, sólo existen en estado de gérmenes. Científicamente la parapsicología nos dice que si queremos considerar esos cuerpos «astral», «mental» y «causal» conjuntamente con el doble etéreo (1), como mediadores plásticos, la hipótesis es difícilmente defendible desde el punto de vista científico de nuestra ciencia ortodoxa. En cambio se hace plausible si se asimilan a centros de fuerzas. Según la Teosofía y el Ocultismo ya nos dicen que en el plano astral que nos interesa particularmente aquí, es según la citada hipótesis, el lugar en que evolucionan no sólo los que llamamos (1) «El llamado doble etérico está constituido por cuatro grados de materia física más sutiles que la gaseosa, pero mucho más densa que la astral, y por lo tanto es la parte más sutil del cuerpo físico, aunque invisible a la vista ordinaria. Si examinamos con las facultades psíquicas el cuerpo de un recién nacido, lo hallaremos permeabilizado o interpenetrado no sólo por materia astral de diversos grados de densidad, sino también por los varios grados de materia etérea; es decir, que observaremos el cuerpo astral y el doble etéreo o parte etérea del físico; y si proseguimos la indagación veremos que este doble etéreo está formado por los agentes de los conductores del Karma, y es el molde a que ha de ajustarse la formación de la parte densa, en el claustro materno. Pero el cuerpo astral es de formación automática del «yo» al descender a la reencarnación y atravesar el plano astral. En la constitución del doble etéreo intervienen los cuatro grados de materia física etérea; pero la proporción en que intervienen es muy variable y depende de varios factores, tales como la raza, subraza, karma individual y carácter del hombre.» C. W. Leadbeater: El Plano Astral y el Plano Mental, Editorial Kier, S. A., Buenos Aires (Argentina). - «La materia del Universo es materia mental.» (Eddington).

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«muertos» —la muerte no existe: sólo es un traspaso— todavía no liberados de sus ilusiones terrestres, sino también todas las «cáscaras», todos los «vestidos» psíquicos abandonados por los espíritus que pasan a los planos superiores, cuando el cordón o filamento se ha roto definitivamente, cuando ha sido «la hora». Todos estos residuos, sean de la clase que sean, acaban a la larga por diluirse y refundirse en el «TODO» Universal, aunque muchas veces luchan contra su aniquilamiento final provocando por un último esfuerzo, esos fenómenos incoherentes que se observan en las casas frecuentadas unas veces por los duendes —no el clásico «poltergeist»— y otras en que actúan aprovechando la energía telérgica de los seres vivientes más cercanos y afines, para efectuar especiales ideoplastias y teleplastias fantásticas, como las manifestadas en aquella casa de Belmez de la Moraleda y que tanta polvareda armó por no saberlo comprender desde el principio. *** Decía al empezar este capítulo, que tenía una conciencia diáfana, clarísima, de ser únicamente un alma. El viaje astral perfectamente controlado y sin perder la conciencia, puede ser realizado casi por todos y a cualquier edad. Ahora bien, se precisa de mucha práctica y al principio principalmente requiere un absoluto aislamiento para no ser interrumpidos, lo que no deja de ser peligroso. Este no es un texto de «metafísica», por lo cual no intento dar instrucciones sobre la manera de viajar astralmente; pero insisto nuevamente en que estos experimentos producen trastornos si no se cuenta con un buen maestro, pues hay muchos peligros, desde el choque psíquico y trastornos emotivos, como el encontrar seres astrales no muy buenos, como los pretas, especie de fantasmas vegetativos inferiores al animal y una enorme cantidad de elementales que son una auténtica perturbación y pueden ser hasta un peligro y a otras muchas entidades que también se han liberado del cuerpo, pero que todavía siguen perturbadas e inquietas. A pesar de tener un buen maestro, la primera vez no lo pasé

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muy bien. Lo que me sucedió posteriormente aún no está muy claro para mí. Fue como si de pronto me hubieran suministrado una dosis de un anestésico de acción lenta, ya que todos mis músculos comenzaron a ponerse tiesos y en seguida una paralización letárgica comenzó a extenderse sobre mis miembros. Mi cuerpo entero se puso rígido y me sentía terriblemente pesado. Primero se pusieron fríos, helados los pies. Lentamente este frío glacial se repartió hacia arriba, a las piernas, a las rodillas y seguía ascendiendo. Era como si durante una ascensión a una montaña hubiese caído dentro de la nieve hasta el pecho. Toda sensación de vida empezaba a desaparecer lentamente. Aparentemente caí en un semiletargo no provocado: impuesto, y tuve la impresión de que la muerte se estaba acercando. No me impresionó, ya que desde hacía mucho tiempo me había librado de ese temor a la muerte que tanto preocupa a los humanos, llegando a una filosófica aceptación de lo inevitable. Mientras esta extraña sensación de frío seguía posesionándose de mí, reptando por mi temblorosa espalda y avanzando por todo mi cuerpo, me sentía retraerme hacia el centro de mi espíritu, mientras mi respiración se hacía más y más débil. Cuando el frío alcanzó mi corazón y todo el cuerpo se encontraba desfallecido, vino como una especie de espasmo del mismo corazón y sentí que la última crisis se aproximaba. Si hubiera podido mover mis rígidos maxilares tal vez habría reído al pensar que a la mañana siguiente, sólo a pocas horas, iban a encontrar mi cadáver allí. Por fin la conciencia estaba solamente concentrada en el cerebro, quizás en la misma glándula pineal, esa parte del cerebro tan confusa y poco conocida, diminuta piña de células nerviosas situadas por encima del tallo cerebral, y en la que el filósofo René Descartes creía que se asentaba el alma. ¿El tercer ojo? Quizá, pues la glándula pineal contribuye a sincronizar los cambios rítmicos del organismo —el llamado reloj biológico— con los ciclos naturales del día y la noche. Y entonces un último torbellino pasó dentro de mí; fue en aquel instante que tuve la sensación de desgarro, de crujimiento de cuero viejo, algo que estallaba y fue el instante de salir fuera

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del cuerpo. Pero esta sensación de crujimiento era dentro del cráneo, y me encontré de golpe absorbido por una tromba tropical y de ser elevado hacia arriba como una pluma y a través de un estrecho agujero sin fin que tenía todos los maravillosos colores del más fantástico arco iris que pueda uno imaginarse. Después, la sensación de ser lanzado de golpe hacia el infinito... y de espaldas salté hacia lo desconocido y al fin me encontré libre, totalmente libre y todo en un tiempo sin tiempo, pues igual podían haber pasado segundos, que horas o días... Y sucedió, y me sucede todavía hoy, que no hay palabras para poder expresar esa maravillosa sensación de liberación que sentí en aquel instante. No había temor, ni dudas. Miré abajo y sólo vi oscuridad. Pero en aquella oscuridad vi brillar una Luz. Una luz viva. ¿Qué era aquella luz en la oscuridad? ¿Soy, acaso, yo mismo en mi certidumbre? Pero esa certidumbre del «yo», no penetraba dentro de mi existencia terrenal. En aquellos instantes sólo era una imagen de ella, pues notaba que una especie de claridad plateada, bastante viva y en la parte en que yo estaba flotando en el espacio, iba directo al ser que se hallaba durmiendo sobre aquel sofá, cosido de electrodos y atentamente vigilado. Y era realmente el cordón de plata, esa especie de fino cordón umbilical que nos une al cuerpo físico. Ahora era sólo un fantasma, un ser sin cuerpo, que flotaba en el espacio, en el gran vacío, pero con una conciencia diáfana, clarísima, como nunca la había observado. Sí. Me daba cuenta que había ascendido a lo inconmensurable, separándome en dos mitades, abandonando aquel mundo que tan bien había conocido, liberando mi alma del cuerpo en auténtico desprendimiento. ¿Dónde estaba? Lo ignoraba y no sabía lo que esperaba, pero algo esperaba. Cuando estaba poniendo en limpio estas notas —y permitidme el inciso—, notas que ya tienen algunos años, me acuerdo de cuando empecé a practicar en un Centro que había en la calle de San Pablo, ya desaparecido. Pues bien, nos hacían trabajar en horas favorables para ello.

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Por ejemplo entre las dos y las cuatro de la madrugada, en días de trabajo, cuando en realidad la calle está silenciosa, nadie llama y el silencio en todo el edificio es absoluto. Después, con los años y con práctica, se pueden modificar las horas y hay quien puede hacerlo hasta de día, aunque son los menos. La sensación que uno tiene de estas experiencias es muy agradable. Pero bien es verdad y está constatado, que si uno las recuerda, ello quiere decir que lo ha hecho docenas de veces, pero que de las primeras salidas, generalmente no se ha conservado ningún recuerdo, o sólo fugaces atisbos. La conciencia de estas vivencias se adquiere únicamente con el ejercicio continuado, aunque sucede que al principio se hace perfectamente en compañía del profesor, pero cuando te encuentras solo en tu casa, generalmente no te atreves porque tienes miedo y ésa es una gran verdad. Y volviendo a la narración anterior: tenía la impresión de estar formado de éter, de ser liviano, sumamente liviano, ese segundo cuerpo del cual tenemos noción. Al mirar abajo, viendo mi cuerpo físico tendido y con la faz cadavérica, un solo pensamiento me embargaba, pues así consta en mi libreta de vivencias: «Este es el estado de la muerte. Ahora soy una alma que puede existir fuera de su cuerpo. Entonces soy inmortal». Y por lo visto fue en aquel instante cuando seguramente me di cuenta que ya no estaba solo, pues una voz dulce me dijo: «Mira a tu derecha y verás que ya no estás solo. A partir de ahora vendrás con nosotros. Deseas enseñanza, no contemplación; pues bien, escucha: No pidas nunca misericordia, ni favores; sólo justicia. El hombre podría mostrarse misericordioso con su prójimo, pero rara vez lo hace. El Ser Supremo sí y al mismo tiempo es justo. No olvides nunca que eres un alma inmortal, que estás de paso en el mundo y que todos somos almas inmortales, por lo cual la muerte realmente no existe, sólo es "un medio para el traspaso". Morir no es más que el acto de nacer en otro plano de la existencia. El Hombre o el espíritu del Hombre es eterno. Cada cuerpo es temporal y corresponde a una clase de cuerpo según la encarnación que uno ha pedido y la misión a desarrollar en la tierra. La apa-

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riencia externa del cuerpo carece de importancia. Aquí todos somos iguales. A partir de ahora recibirás muchas enseñanzas, algunas de las cuales pueden ser útiles a otras almas en la tierra. Ahora adiós: pronto volveremos a vernos.» Fue entonces cuando me di cuenta por vez primera que me encontraba dentro de una gran cámara que más bien parecía un sepulcro, pues carecía de muebles, cortinajes y adornos. También ignoraba el tiempo que pasé allí, hasta que sentí de nuevo una presencia amistosa, amable, dentro de la sala. Con la aparición, cambió totalmente la atmósfera, haciéndose favorable. Con ella había llegado algo puro, algo que consideraba totalmente espiritual. Aquella presencia se acercó cada vez más y me di cuenta que otra figura le seguía. Ambas al poco estaban a mi lado mirándome con ojos proféticos y bondadosos. Comprendí que al fin aquélla era la hora más importante de mi vida. La aparición, desde otro plano, de ambas figuras a mis ojos presentaba un aspecto inolvidable. Sus vestidos blancos como túnicas, sus pies calzados con sandalias, su expresión de sabiduría, su alta estatura, todo ello se hacía realidad instantánea a mi ojo espiritual. También me fijé que había un halo de luz que se desprendía de ellos y que iluminaba débilmente gran parte de la cámara astral. En realidad eran seres sobrehumanos; tenían los rasgos luminosos de semidioses y sus rostros denotaban sosiego y paz conventual. Estaban erguidos como estatuas y me miraban silenciosamente... ¿Había entrado yo en otra dimensión despertando en otra época muy lejana? ¿Había retrocedido mi espíritu a los tiempos primitivos de otra humanidad? No. Ello era imposible. Pero realmente entonces tuve la seguridad de escuchar palabras, no con oídos humanos, pues ninguna vibración tonal podía existir en aquella maravillosa paz del plano astral, pero sí que me pareció escuchar una voz dulce, en forma análoga a la que oye el sordo que escucha a través de un audífono eléctrico. La voz que había escuchado y que nuevamente escuché momentos después, bien podía llamarse voz espiritual, ya que la escuché en mi interior. Reconozco, y he meditado mucho en ello, que esto podría pro-

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ducir la impresión errónea de que la misma hubiese sido únicamente fruto del pensamiento subconsciente, o como máximo, un caso de telepatía. Pero nada más falso: realmente fue una voz. Y dijo la voz: «El camino del sueño te va a alejar ahora de esta realidad y tú mismo dudarás de ello, pues una parte no la recordarás jamás, y así tiene que ser. Regresa y vuelve a mezclarte con los que tienen el corazón tembloroso y los pies mortales. Pero hoy mismo te será dada una confirmación que te hará pensar. Ahora descansa y deja la mente en blanco: no pienses, pues vas a regresar. Pero antes quisiera darte un consejo, pues como tú son muchos los que lo necesitan: no creas que el Hombre es la forma más elevada y más noble de la evolución. En otros mundos y hay millones, encontrarías formas de vida mucho más perfeccionadas y desde luego incapaces de robar y matar. Hay otros mundos, hay otras moradas... Adiós.» Un inciso: Hay una parte muy importante de la iniciación astral, de ese conocimiento profundo que nos permite hablar con seres de otra dimensión, que intentar explicarlo tan sólo sobrepasaría los límites de un libro escrito a vuelapluma; el que desee profundizar que lea el «Libro Tibetano de los Muertos» en el cual encontrará con gran precisión —entre otras cosas— las plegarias y los ritos destinados a separar el cuerpo etéreo, el doble etérico, de un cuerpo muerto para que el alma pueda desprenderse y seguir libremente su destino. Veamos un ejemplo y esto no es una quimera. La persona que tiene cierta facultad, si visita un cementerio ve muchas veces como una tenue nube envuelve una tumba —es un símil— y no es buena cosa, pues demuestra que el alma está todavía en la peor oscuridad. La misión del que sabe preparar a los muertos, como se explica detalladamente en el citado libro, sabrá cómo hacerlo con aquellas personas que mueren en un accidente o bien del corazón, y que se encuentran en el mundo del más allá, sin posibilidad de comprender nada. Por otra parte, al principio no soportan las vibraciones de ese otro mundo, ya que las ignoraban y son inca-

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paces de ver a su alrededor, desesperándose pues se encuentran como perdidos. (Estos son temas secretos, muy profundos, en parte peligrosos para ser publicados así como así.) Como decía, todos los mensajes quedaron como grabados en mi propio consciente, aunque algunos médicos y parapsicólogos de nuestro «Instituto de Estudios Psíquicos» dijeron que no era posible, ya que se cree científicamente que sólo pueden quedar «archivados» en el subconsciente o cerebro profundo. No lo discutí entonces ni lo discuto hoy, pues para mí no tiene importancia, pero sí lo que vi y lo que oí de una u otra forma, pues la experiencia a partir de entonces fue cada día más fascinante. Durante el regreso vi jardines, casas y gente, mucha gente. Pero era curioso: yo podía ver, pero no ellos a mí; quise dirigirme a varias personas y pasaba a través de ellas, como sucede aquí en nuestro plano y muchas y extrañas impresiones se fueron acumulando en aquel mi primer campo de percepción astral, pues «aquello» ya no era tan real como antes, y más bien parecía un vulgar sueño, pero en realidad ¿dónde estaba?... Una terrible vibración, un sonido molesto y una luz cegadora se estaban acercando cada vez más, materializándose, hasta que por fin pareció que todo aquello estallaba dentro de mi cerebro. Millones de puntos de luz, de colores y ráfagas de matices fantásticos, pero totalmente desconocidos para mí me envolvieron. Al compás de un fuerte y seco golpe de gong, todo se oscureció, desapareciendo los fantasmas de la mente. Gradualmente perdí aquella «conciencia» astral tan maravillosa de antes y abrí los ojos al tiempo que era cariñosamente saludado por todos mis colegas, ayudantes y médicos del laboratorio. La experiencia había durado «sólo» una hora, escasamente una hora... ***

Verdaderamente estábamos algo cansados y era ya tarde cuan-

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do abandonaba la clínica en compañía del doctor M. S. T., de Oviedo. Una vez en el paseo aún estuvimos unos minutos disfrutando de una magnífica noche y conversando alegremente sobre temas baladís. Nos disponíamos finalmente a entrar en el coche, aparcado casi frente a la clínica, cuando dos monjes se acercaron y muy amablemente nos solicitaron una dirección que realmente era cerca, sólo a dos manzanas de allí. Se trataba del Colegio La Salle. Al levantar la cabeza para poderles indicar la dirección que debían seguir y mirarles instintivamente quedé petrificado. Ambos monjes tenían para mí, sin la menor duda, los mismos rostros, las mismas fisonomías, de los que antes en otro espacio de tiempo indeterminado, en otro estadio —quizá sin tiempo— en mi «viaje astral», o en mi extraño sueño, había tenido ante mí, muy cerca y con los que también había podido conversar detenidamente... Mentiría si no afirmara que por vez primera tuve pánico a lo desconocido. ¿Había sido todo aquello una fantástica audacia de un poder desconocido, situando realidades desconocidas para los humanos en una imaginaria perspectiva de una hiperbiología o de una hiperfísica totalmente futurista?... ¿Precognitivamente había visto aquellos monjes y lo restante fue todo «un sueño»? ¿O fue realidad entonces, y ahora sólo era un sueño?... A partir de aquel día jamás me he atrevido a dudar ya de la posibilidad de cualquier fenómeno por extraño, imposible o maravilloso que resulte a la razón, y en este terreno no acepté ni acepto las fáciles, y al parecer convincentes explicaciones científicas —o paracientíficas— que «a posteriori» me han querido dar unos y otros, aunque a decir verdad, tampoco ellos «a veces» se han mostrado muy convencidos y de lo cual saqué una conclusión: a algunas personas la alergia inconsciente a todo lo desconocido es tan fuerte, como en otras la alergia a un futuro de la humanidad que no se presenta muy esperanzador que digamos, pues lo que se vislumbra no gusta. Realmente la comprensión de estos hechos se halla aún en un estadio pre-copernicano.

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Silos hechos expuestos en los dos capítulos anteriores inspiran incredulidad y una cierta repulsión intelectual, es porque parecen contradecirse con lo que la mayor parte cree que son las inmutables leyes de la física... y otras. El rechazo es siempre un ejemplo de la intolerancia dogmática de las inmutables ortodoxias científicas y de otras cosas. Y me pregunto con cierta amargura si realmente conseguiremos algún día —unos y otros— que la mente no se detenga precisamente en las fronteras de su rutinaria y estúpida razón, convirtiendo muchas veces su cacareada «conciencia» en una auténtica inconsciencia de predator... En los años recientes he recogido una vasta cosecha de hipótesis explicativas acerca de la proyección astral «científicamente explicada» por los físicos jugueteando con la idea de los universos paralelos, con el espacio curvo de Einstein, con el tiempo bidimensional, y los «túneles» del hiperespacio, que será el motivo de otro libro que antes de terminar éste ya empecé a escribir. i Aquí sí que las inmutables leyes de la física saltan por los aires! Espero vivir para contarlo. Pero ¿podrá editarse? Creo que para entonces encontraré un editor lo suficientemente inteligente para que se arriesgue.

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APÉNDICE Al llegar al final reconozco que este libro no es más que un ensayo escrito a vuela pluma, y como quien dice sobre la marcha y contra reloj muchas veces. Espero que pronto, en algún lugar solitario pueda escribir con calma un verdadero libro, pues tengo el suficiente material y algo de experiencia viva en el campo de la variada fenomenología paranormal. Por ello y también por falta de material y de espacio, no he tenido siquiera oportunidad de hablar de algunos temas importantes como son las ignoradas fuentes del conocimiento, los caminos insondables de la evolución, y especialmente, de ciertas excursiones «más allá de la frontera prohibida». Una ciencia, la que sea, según la idea más generalmente admitida, es un conjunto de conocimientos que poseen el carácter de la certidumbre y unidos entre sí, forman un todo homogéneo. Tales son por ejemplo las ciencias físicas, químicas, biológicas y, sobre todo, las matemáticas. La ciencia así comprendida, se opone, no solamente a la ignorancia, sino también a la opinión, más o menos probable de la simple creencia. Tiene la estabilidad de un dogma, y se transmite por la enseñanza. Pero es claro que si admitimos esta definición de lo que realmente consideramos ciencia, muy difícil por no decir imposible, será hablar de desdoblamientos, de clarividencia viajera, de proyección astral y menos todavía, de ciertos encuentros en el plano astral con entes procedentes de otra dimensión, de desencarnados, de reencarnación —o digamos memoria extracerebral— y... etc., etc.

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Pero como sea que no soy un científico, aunque antes auténticos científicos como Steiger, Carrington, Powell, Muldion, Pratt, etc., han hablado de todo esto «muy científicamente», yo he podido hacerlo sin perder un ápice de la línea trazada por ellos, y al mismo tiempo, sin problemas, con visión totalmente espiritualista, en defensa siempre del hombre integral, del hombre nuevo que se relaciona armónicamente con todo, el hombre-amor que no cree que el pensamiento —por ejemplo— sea un producto tardío, o lo último, en el proceso de transformación de la materia viva, como ahora parece está de moda entre los espiritualistas. Para ellos la chispa divina, o lo que nosotros llamamos, Dios o Creador del Universo, son especulaciones desfasadas. También es posible que algunos no den crédito a los últimos capítulos de mi obra. Ya estoy acostumbrado, y en parte, me tiene sin cuidado. No he escrito este libro para los agnósticos materialistas que quieren imponernos «a su aire» una sociedad cada vez más deprimente. Tengo la esperanza y lucho a mi manera, para que mis nietos vean otra clase de sociedad un poco más perfecta, no tan egoísta, y un poco más humana y más espiritual. Una sociedad en la que cada tres segundos no muera, un niño, sea de la raza que sea y sea cual sea su color, por falta de lo más indispensable*, cuando en tantos lugares, con lo que se tira o malgasta, podrían sobrevivir millones de personas. Pero dejemos ese punto que duele a unos, y es muy molesto para otros, y confiemos que, entre unos y otros, lleguemos a conseguir una mayor evolución del hombre bio-psico-espiritual, y lo que hoy parece tan difícil de arreglar, entonces lo conseguiremos de una forma fácil, y lógica. Decía Myers, y así opino contra viento y marea, que los hechos que he descrito como un botón de muestra, nos demuestran sin discusión, que normalmente, habitualmente, «vivimos en la superficie de nuestro ser>' o, como decía Osty con mayor precisión todavía: «vivimos en la superficie de una inteligencia inmensa», lo que significa que nuestra conciencia normal es sólo una ínfima fracción de nuestro ser psíquico total que se ríe del tiempo y del espacio, y

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que los fenómenos, objetivos u subjetivos —psikappa o psigammanos demuestran especialmente en lo tratado en este libro, que el mundo visible y tangible al que tanta importancia concedemos, no es más que un reflejo debilitado del verdadero mundo viviente, pues la energía todopoderosa, la vida, como la inteligencia profunda de los seres, reside en lo invisible. Allí es donde laten los ritmos que dan a la materia sus diferentes aspectos que deferencian las producciones de las mismas. En lo Invisible es donde actúan las fuerzas que mantienen dichos ritmos. De todo corazón quisiera que algunos comprendieran como mínimo, que mientras estemos deslumbrados por las falsas ilusiones, o vivamos sumidos en la ignorancia, jamás gozaremos del sumo deleite de vernos libres de ciertos sufrimientos, ya que la ignorancia trae consigo apego a cosas y objetos que producen sensación, pero son llama oculta que enciende los más bajos deseos, y éstos sólo nos originan luchas, envidias, frustraciones, desencantos y, a veces, algo mucho peor todavía. Y al hablar de «ignorancia» no me refiero al analfabetismo. Hubo sabios en el mundo, como Jacobo Boheme, o Ramakrishna, pongamos por caso, que jamás traspasaron los umbrales de un centro docente. Pero yo me refiero a una muy principal ignorancia: la que tiene el hombre en sí mismo, desgraciadamente, de su propio ser, todavía hoy. Me refiero a la ignorancia de su propio linaje divino. De lo que fue, es, y será, hasta la consumación de los siglos. Sí, amigos: en el hombre existen poderes maravillosos que son realmente una manifestación del Amor Divino. Esto es lo que se debe buscar y encontrar para uno mismo. El hombre debe, ante todo, conocerse interiormente, y saber de cuánto es capaz de hacer, de obrar, para bien, siempre para el bien, aunque a algunos esto precisamente es lo que más les molesta..., y no deja de ser curioso.

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EL CAMINO DE LA PAZ... EL CONOCIMIENTO DE UNO MISMO Por J.

KRISHNAMURTI

Extracto del folleto publicado por la Fundación Krishnamurti, de Puerto Rico, con motivo de la presentación en diversos países de América Latina y España, de varias conferencias pronunciadas en las Universidades de California por el profundo pensador y educador Jiddu Krishnamurti, que versaron sobre los problemas fundamentales del mundo actual, con un lúcido y acuciante enfoque, en una dimensión por completo diferente. Dichas conferencias fueron filmadas y grabadas por la «National Educational Television», de los Estados Unidos, y traducidas al español para los países de habla hispana. * * *

Sólo el amor puede transformar el mundo. Ningún otro sistema, ya sea de la derecha o de la izquierda, por astuta y convincente que se haya planeado, puede traer paz y felicidad al mundo. El amor no es un ideal, sino que nace con el respeto y la piedad que todos podemos sentir y en efecto sentimos. Debemos demostrar ese respeto y esa piedad por todos. Tal es la naturaleza de nuestro ser, la cual adviene con la riqueza de la comprensión. Donde existe la codicia y la envidia, la creencia y el dogma, no puede haber amor. Y sin embargo, solamente el amor puede resolver todas nuestras dificultades humanas. Sin amor la vida es cruda, cruel y vacía. Mas para ver la verdad del amor, cada uno debe liberarse de estos procesos que le aprisionan y que están destruyendo al individuo y desintegrando al mundo. La paz y la felicidad se alcanzan cuando la mente y el corazón no llevan el peso de esos modos de vida que constantemente nos separan.

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El Amor y la Verdad. Ambos surgen con el propio conocimiento. El conocimiento de uno mismo es un proceso arduo, pero no difícil. Se hace difícil sólo cuando tratamos de alcanzar un resultado. Pero con sólo darnos cuenta constantemente de las formas de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, sin censura o justificación alguna, se logra una liberación, donde únicamente puede darse la suprema dicha de la Verdad. Es esta Verdad la que traerá Paz en el mundo. Es esta Verdad la que hará de cada uno de nosotros una bendición en nuestras relaciones, una fuente de felicidad. El camino de la Paz es sencillo. Es el camino de la Verdad y del Amor. Empieza con el individuo mismo. Donde el individuo acepta su responsabilidad en la guerra y en la violencia, ahí la paz encuentra un asidero. Para ir lejos hemos de empezar cerca y las primeras acciones son internas. Las fuentes de la paz no están fuera de nosotros y el corazón del hombre está bajo su propia custodia. Para que haya paz, debemos ser pacíficos. Para terminar con la violencia de hoy, cada uno tiene que liberarse voluntariamente de las causas de la violencia. Cada uno debe dedicarse diligente a la tarea de su propia transformación. Nuestras mentes y nuestros corazones deben ser sencillos y estar creadoramente vacíos y vigilantes. Sólo entonces puede nacer el amor. Solamente el amor puede traer la paz del mundo y sólo entonces podrá el mundo conocer la suprema dicha de lo Real. (Del Boletín del Club de Amigos de la UNESCO)

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VOCABULARIO MÁS USADO Y FUENTES BIBLIOGRÁFICAS Para mayor facilidad para el lector, se incluye un vocabulario detallado de los conceptos científicos, filosóficos, metapsíquicos o metafísicos más usados. El glosario es con claras definiciones de los conceptos y sus autores. El presente libro no pretende en ningún momento tener carácter científico. En opinión del autor, es la obra de un profano para otros profanos, y si algunos conocimientos demuestra, es porque realmente se trata de un auténtico autodidacta. De todas formas el autor renuncia a indicar una bibliografía extensa y muy especializada, pero sí incluye también una lo suficiente amplia y bien documentada donde el lector pueda informarse más en este campo, citando las obras, autores y editoriales más factibles de ser encontradas en la mayoría de bibliotecas, o en las principales librerías. Nota del Editor.

VOCABULARIO MAS USADO EN ESTE LIBRO ESP. - La ESP es la forma abreviada de la expresión inglesa «extrasensory perception». Este término fue utilizado por el profesor J. B. Rhine y su esposa en la Universidad Duke, de Durham. Designa toda percepción o todo conocimiento paranormales. La ESP comprende, esencialmente, la telepatía y la clarividencia. ESPIRITISMO. - Brevemente se puede decir que el espiritismo es la doctrina que atribuye ciertos fenómenos metapsíquicos a la acción de un espíritu, es decir, un alma desencarnada. Según el espiritismo, la inteligencia humana no desaparece después de la muerte, sigue evolucionando en un medio que no está condicionado por el espacio ni el tiempo, y puede manifestarse a los vivos a través de médiums. El auténtico codificador del espiritismo fue H. Rivail (1803-1869) más conocido por el seudónimo de Allan Kardec. El espiritismo se ha constituido en una doctrina homogénea, basada en un considerable número de hechos. Charles Richet dijo del espiritismo lo siguiente: «La doctrina espiritista de Allan Kardec es muy simple. No hay muerte para el alma. Después de la muerte, el alma se transforma en un espíritu, que trata de manifestarse a través de ciertos seres privilegiados, que son los médiums, capaces de recibir las órdenes, sugerencias, pensamientos e impulsos de los espíritus. El espíritu, según los casos, trata de reencarnarse, es decir, volver a vivir bajo la forma de un ser humano. Los espíritus conocen el pasado, el presente y el porvenir. A veces se materializan, y tienen el poder de actuar sobre la materia. Estamos rodeados de espíritus, pero también de toda clase de cáscaras, de todos los vestidos "psíquicos" abandonados por los espíritus que pasan a los planos superiores. Estos "residuos" de almas, si es posible expresarse así, acaban a la larga por diluirse y refundirse en el "Todo" Universal, pero luchan

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contra su aniquilación final provocando, por un último esfuerzo, esos fenómenos incoherentes que se observan en las casas frecuentadas por los duendes. (No confundir con el "poltergeist".) »Desde el punto de vista moral, se debe uno dejar guiar por los buenos espíritus, que nos dirigen hacia el bien, y no escuchar a los malos espíritus, que nos inducen a error.» De hecho, la doctrina espiritista es más compleja. Según su principio fundamental, el Universo es, a la vez materia y espíritu, elementos que evolucionan paralelamente. En lo que concierne más particularmente al hombre, éste no sería, como afirman los materialistas, una personalidad efímera, que saldría de la nada, sólo para volver a entrar en ella al poco tiempo, sino que se trataría de una individualidad indestructible que proseguiría por su propio esfuerzo, «en una inmensa serie de reencarnaciones y desencarnaciones, la progresiva evolución que debe liberarla de las sujeciones materiales y darle conciencia, libertad, amor, dicha...» (Doctor Gustave Geley.) Además, y según el espiritismo, el hombre estaría constituido por tres partes esenciales: el cuerpo, sobre el cual es inútil insistir; el periespíritu y el alma. El periespíritu (del griego peri, alrededor, y espíritu) seria un principio intermedio entre la materia y el espíritu; es un cuerpo espiritual que parece ser un organismo fluido formado de una especie de materia quintaesenciada entre la materia propiamente dicha, y el espíritu. Este periespíritu, al parecer, sobrevive más o menos tiempo a la muerte corporal y sirve de envoltura e instrumento al espíritu y que gracias a él, puede el fallecido manifestarse físicamente. (Doctor Robert Tocquet de la Escuela de Antropología de París.) Según otros, el periespíritu evoluciona y progresa al mismo tiempo que el alma, asegurando la conservación de la individualidad, fijando los hechos acaecidos en el curso de una encarnación, sirviendo de algún modo, como sustrato orgánico para toda nueva encarnación. El periespíritu —siempre según los espiritistas— es el que desempeña un importante papel en los fenómenos llamados «materializaciones». «En cuanto al alma (del latín anima, soplo, vida) sería un principio espiritual, consciente y libre. Comprendería —como indican los datos de la Psicología clásica— una parte consciente y otra subconsciente, y sería posible poner de relieve esta última en ciertos estados hipnóticos, mediúmnicos, o simplemente, patológicos. Además, según el espiritismo, el alma estaría formada por unos elementos adquiridos en las encarnaciones anteriores y por otros conseguidos en el curso de la encarnación actual.» (De Robert Tocquet en «Médiums y Fantasmas».) El espiritismo presenta algunos puntos comunes con la teosofía.

VIAJE AL ANTIUNIVERSO INSTITUTO METAPSÍQUICO INTERNACIONAL (1. M.

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1.) - El «Institut Métapsychique International» fue fundado en 1919 por una serie de personalidades científicas agrupadas en torno al gran fisiólogo Charles Richet y gracias a la ayuda financiera de M. Jean Meyer. Su primer Comité de dirección y administración comprendía a las siguientes personalidades: Profesor Charles Richet, del Instituto de Francia, Presidente de Honor. Profesor Rocco Santoliquido, Consejero de Estado de Italia, Consejero técnico de Santé publique Internationale, Presidente; Conde A. de Gramont, del Instituto de Francia, Vicepresidente; doctor Gustave Geley, Director; Saurel, Tesorero, etc. Por decreto del 23 de abril de 1919 el 1. M. 1. fue reconocido de utilidad pública. Su sede, que se halla en París, estaba situada, desde su fundación hasta 1955, en un magnífico inmueble del n.° 89 de la avenida Niel (XVII) y se halla, desde esta última fecha, en un local más moderno, pero modesto, en el número 1 de la Plaza Wagram (XVII). El I.M.I. posee un laboratorio provisto de toda clase de instrumentos para experimentos y aparatos inscriptores, biblioteca, sala de lectura y sala de conferencias. Publica la Revue Metapsychique, que da cuenta de las investigaciones de la entidad, así como la actividad metapsíquica y parapsicológíca mundial. Los fines del 1. M. I. son absolutamente desinteresados. No solamente no puede esperarse de sus trabajos beneficio material alguno, sino que sus trabajos necesitan de la ayuda financiera de las personas u organizaciones que deseen interesarse por ellos. Trece comisiones de trabajo se proponen estudiar los diferentes aspectos de la metapsíquica, y fueron creadas principalmente por el doctor Martiny, ayudado por los miembros del Comité de Dirección y Administración del 1. M. 1.; pero constituidas como están por personalidades la mayoría de las cuales no pertenecen al I. M. 1. poseen por ello cierta autonomía respecto al mismo. Esta información se debe a don Robert Tocquet, profesor de la Escuela de Antropología y de las clases preparatorias para las grandes escuelas científicas, y al doctor M. Martiny, Presidente actual del I. M. 1. INCONSCIENTE. -Genio desconocido ¿espíritu? es mucho más inteligente que el consciente; entre otras muchas características a tener siempre en cuenta, no posee las de la conciencia. (Padre Óscar G. Quevedo S. J., Doctor Amadou, y otros.) MÉDIUM. - En Parapsicología, persona que manifiesta algún fenómeno físico. Se trata de persona sensitiva, que puede manifestar a voluntad cierta clase de fenómenos psíquicos. Sujeto que en estado de trance el subconsciente está separado completamente del yo consciente, según Pierre Janet. Además, este subconsciente disgregado tiene una viva imaginación. Grasset, A. S. P., 1903.

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En la doctrina y lenguaje espiritista, el médium es una persona dotada de poderes paranormales, que le permiten comunicarse con el más allá, o sea recibir los mensajes de los espíritus. Este término a menudo impropio, en metapsíquica y en parapsicología tiende a reemplazarse por el de "sujeto" o "sensitivo". Los médiums suelen dividirse en dos grandes categorías: los de efectos intelectuales y los de efectos físicos o materiales. Los primeros poseen, o parecen poseer en un alto grado, el don de la videncia, es decir, la posibilidad de llegar a conocer, de un modo no sensorial, ya pensamientos normales, totalmente inaccesibles al espíritu, ya cosas sensibles, ya acontecimientos futuros. (Precogniciones.) Los segundos tienen esencialmente según la escuela metapsíquica, la facultad de producir telecinesias, es decir, movimientos de objetos a distancia y sin contacto alguno, así como ectoplasmias (materialización de figura de órganos aislados, de animales, de seres humanos, humano¡des y a veces incluso objetos). En la historia de la Metapsíquica han existido médiums fabulosos y totalmente reconocidos por la ciencia. Fueron los principales Daniel Douglas Home (1833-1886) y entre otros, Ludwig Kahn (estudiado en 1908), Franek Kluski (1874-1944) y Eusapia Paladino (1854-1918), etc. OCULTISMO. - El ocultismo (de] latín occultus, escondido, secreto) es el conocimiento y la práctica de las llamadas «ciencias ocultas» tales como la alquimia, la astrología, la magia en general, la nigromancia (en realidad todas las mancias), etc. Según dice Robert Amadou «en ocultismo el paso fundamental parece ser el que sustituye la noción de causalidad por la de analogía, y la de leyes expresables matemáticamente en términos de espacio y de tiempo, por la de correspondencias simbólicas». Se puede hablar —según Robert Tocquet— de una «lógica ocultista, donde la analogía y la intuición aparecen como instrumentos más importantes del conocimiento. Además, el ocultismo es una visión particular del mundo, una concepción especial del Universo, en una palabra, una filosofía original, o más bien una metafísica». No obstante, parece que el ocultismo presenta puntos comunes con las llamadas ciencias exactas o clásicas. En primer lugar, como en las Ciencias, una proposición cualquiera «sólo puede considerarse cierta si es evidente». «En segundo lugar el ocultismo examina hechos, es decir, fenómenos. Sin pretender adherirse a las teorías totales del ocultismo, conviene reconocer que ciertas intuiciones de los ocultistas, constituyen realidades científicas. De este modo la noción de la realidad de la unidad de la materia, afirmada por los alquimistas, se ha convertido en un dogma

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de la Física y la QuÍmica modernas; la transmutación de los metales, es hoy una posibilidad experimental; «Ja misma influencia astral, postulada por la astrología —entre otras— es innegable en algunos casos. La Parapsicología, disciplina parecida a las otras ciencias, pone de relieve y, en cierto modo, explica fenómenos cuya existencia afirmaba la magia, aunque sin poder probarlos ni justificarlos». (De Robert Tocquet en «Médiums y Fantasmas», página 264.) «Pero el ocultismo es un arma de dos filos y los que juegan a él por ociosa curiosidad son a veces castigados con trastornos mentales, de lo cual saben mucho los neurólogos y psiquíatras, como también las casas de Salud, o manicomios.» (1. R. M.) PARANORMAL. - La palabra «paranormal» no significa anormal en el sentido peyorativo de la palabra. (P. Oscar G. Quevedo, S. J.) El término Paranormal fue ideado por Whately Carrington, para reemplazar el de «supranormal» que se usaba corrientemente en metapsíquica. Literalmente lo que está al lado o paralelo de lo normal, o lo que se agrega a lo normal (Robert Amadou) y según el profesor Richet «fenómenos extraños, psicológicos o físicos inclusive, debidos a fuerzas que parecen inteligentes o a facultades desconocidas del espíritu». PARAPSICOLOGÍA. -Según Rhine, rama de la psicología que se ocupa y estudia hechos psíquicos que parecen escapar del dominio de las que hasta el presente se reconocen como leyes normales. Ciencia que estudia toda clase de fenómenos extraños e inexplicables a primera vista. De hecho, la parapsicología corresponde actualmente, grosso modo, a la metapsíquica subjetiva de Charles Richet, pues estudia también la psicocinesia. Actualmente la Parapsicología se estudia en más de 250 Universidades en todo el mundo. STRESS. - Estado de tensión excesiva como resultado de una acción brusca o continuada, que resulta nociva para el organismo. SENSTTIVa -Dotado o dotada. Persona que manifiesta fenómenos psíquicos. SunTo.—La persona con la cual se experimenta. En los «tests» de ESP, por lo común el percibiente, aunque también el «agente» en clarividencia y telepatía. En los «tests» de PK, cualquier individuo cuya tarea sea influir mentalmente en el movimiento de un objeto. (3. B. Rhine.) SUGESTIÓN. - Provocación por un impulso, en lugar de una realización pensada (Pierre Janet.) En otros términos, la sugestión es una técnica de presentar los estímulos que constituyen las aptitudes y elaboran las respuestas, con el mínimo de reflexión en el sujeto sobre el cual se ejerce la sugestión. (F. Allport, 1921) SUPERVIVENCIA. -La supervivencia debe ser distinguida de inmortalidad del

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alma. Más allá de la muerte, la vida, la auténtica vida. (J. R. M.) latín, transiTe, ir más allá. Es, como decía Robert Amadou, un estado de disociación, caracterizado por la total ausencia de movimientos voluntarios y a menudo por el automatismo de la actividad del pensamiento. Estado «mediúmnico» estado hipnótico (Sin.). En Parapsicología y Metapsíquica se entiende el «generalmente en trance», o por trance únicamente, el estado de inconsciencia más o menos profunda, en el transcurso de la cual se manifiesta una actividad paranormal. En espiritismo, el trance es el estado de un médium que cede su envoltura material al espíritu de tiria persona muerta. TEOSOFÍA - TEosorIsMo. -Doctrina de diversas sectas que se ufanaban de ser iluminadas por la divinidad, y estrechamente unidas a ella. La Teosofía, del griego theos, (dios) y sophia (sabiduría), es la doctrina que tiene por objeto la unión con la divinidad. Intenta demostrar que la justicia y el amor guían la evolución del mundo, y ve la muerte como un incidente periódico en una existencia sin fin. Los teósofos recurren a intuiciones que son en realidad paranormales. La Sociedad Teosófica fue fundada en 1875 por Madame H. P. Blavatski que estableció la Sociedad con una afiliación de quince miembros. (En la actualidad hay unas cientos cincuenta ramas por todo el mundo.) La fundadora declaró que había sido guiada en la formación de la Sociedad por un espíritu, al que llamaba conductor y no se atribuyó sus poderes psíquicos —reconocidos científicamente— a sí misma, sino a un grupo invisible de monjes tibetanos que eran «maestros de sabiduría». Aparte de los elementos de creencias espirituales, el concepto de una Hermandad Universal es también punto central del movimiento. Conjuntamente con Madame Bravatski se debe recordar al coronel H. S. Olcott que establecieron la Sociedad en Nueva York. Pronto se convirtió la teosofía en un movimiento internacional. En 1907 la célebre Annie Besant sucedió al Coronel Olcott como presidente en activo de la Sociedad e ingresó entonces como discípulo predilecto de Annie Besant un joven indio entrenado para que trabajara en favor de la paz y del amor universal: Krishnamurti, sobradamente conocido por sus enseñanzas en todo el mundo. La Teosofía hoy cuenta con centros en cuarenta y tres países. La Orden provee a los teósofos de enfoque, en su deseo de servir a otros, en causas tales como relaciones entre razas, problemas de exceso de población y semejantes. Al mismo tiempo la Sociedad continúa apoyando los estudios en religión comparativa, y especialmente, la investigación científica de fenómenos inexplicables, tales como la percepción extransensorial (ESP). La Antroposofía y la Teosofía parece que se han unido. La Antroposofía significa «la ciencia del hombre» (su estudio en todos conceptos) organi-

TRANCE. -Del

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zación muy semejante en sus estatutos con la Teosofía. Su fundador fue Rudolph Steiner, el filósofo y ocultista alemán que en 1913 presentó su dimisión como presidente de la Sociedad Teosófica Alemana para fundar la Antroposofía. Si realmente se han unido el número de adeptos en todo el mundo sobrepasan los 50 millones. La Antroposofía y la Teosofía pueden ser agrupadas conjuntamente como sistemas más o menos fraternales para la investigación y la educación ocultista, aunque esta palabra hoy está totalmente desfasada, pues dichas sociedades no son ocultas. Sus principales puntos son los siguientes: 1 . Formar un núcleo de fraternidad universal en la Humanidad, sin distinción de sexo, raza, clase social, o religión. 2.° Estimular el estudio comparado de las religiones, de los filósofos y sus filosofías, su alcance para el bien, y de las ciencias en general. Profundo respeto siempre por todas las religiones. 3.° Estudiar las leyes inexplicables de la Naturaleza, así como de los poderes latentes del hombre. 4.° Apolíticos totalmente. No inmiscuirse jamás en la política de un país. 5." Hay núcleos especiales que estudian la posibilidad de vida extraterrestre en nuestro planeta, cuales sus enseñanzas, y quienes son los llamados «conductores» (o maestros) que ya tuvieron tratos con los prohombres de civilizaciones desaparecidas, pero que dejaron constancia, pues todavía quedan algunas de sus monumentales obras. Se rumorea con cierta insistencia que algunos teósofos de primera línea tienen contacto periódicamente con seres «no terrestres» recibiendo de ellos enseñanzas y estudios muy avanzados. Uno de los nombres que más se citaron hace algunos años, fue el del ex presidente de los Estados Unidos, asesinado, Kennedy.

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BIBLIOGRAFTA SUMARIA Nuestras Facultades Desconocidas, JACQUES BERGIER y PIERRE DUVAL, Editorial Plaza & Janés, Barcelona. La Estructura de la Mente, REINHARDT GROSSMANN, Editorial Labor, S. A., Barcelona. En el umbral de ¡o invisible, W. BARRET, Editorial M. Aguilar, Madrid. Realidad del Alma, C. G. JUNG, Editorial Losada (1940), Buenos Aires. La Parapsicología, OSCAR G. QUEVEDO, S. J., Editorial ((Sal Terrae», Santander. Más allá de lo Natural, DOUGLAS Hu-PATT VILLIAMS, Editorial Luis de Caralt, Barcelona. En los límites de la Psicología (Desde el Espiritismo a la Parapsicología), J. R. Musso, Editorial Paidos, Buenos Aires. El Universo Prohibido, Lao TALAMONTI, Editorial Plaza & Janés, Barcelona. El Hombres Visible e Invisible, C. W. LEADBEATER, Editorial Kier, Buenos Aires. La Proyección del Cuerpo Astral, SYLVAN MULDtiON y H. CARRINGTON, Editorial Kier, Buenos Aires. El Doble Etérico. El Cuerpo Mental. El Cuerpo Astral. El Cuerpo Causal, ARTURO E. POWELL, Editorial Kier, Buenos Aires. Siete años en el Tibet, HEINRICH HARRER, Editorial Kier, Buenos Aires. Tibet im Wandel Asiens, AMAURY DE RIENCOURT, Berlín. Death, it's Causes and Phenomena, H. CARRINGTON, Londres, 1913. Psykiska Fenomen, T. WEREIDE, Estocolmo, 1921. Het Spiritisme, W. H. C. TENHAEFF, La Haya, 1951/52. The Dissociation oí a Personality, M. PRINCE, Nueva York, 1908. Las Maravillas del Metapsiquismo, C. VILLAR DE LA TETERA, Antonio Roch, Editor, Barcelona. El Inventario de lo Sobrenatural, ROBERT TOCOUET, Editorial Plaza & Janés, Barcelona. Fenomenología Parapsicológica, J. ROCA MUNTAÑOLA, Editorial Revista Algo, Barcelona. Das Pers6nliche Uberleben des Todes (tres volúmenes), E. MATTIESEN, Berlín, 1936-1939. Los Fenómenos Mentales en el Espiritismo, Rey. DRAYTON THOMAS, Ediciones Voz Informativa, México. El Mundo de lo Ultrasensorial, HANS HERLIN, Editorial Plaza & Janés, Barcelona. El Plano Astral y el Plano Mental, C. W. LEADBEATER, Editorial Kier, S. A. Buenos Aires (Argentina).

INDICE LIMINAR ......... PROLOGO .........

Pág. 7 9

CAPÍTULO PRIMERO ................ 17 Algunas nociones sobre el mal llamado «viaje». -Qué es el Yoga. - El «Hatha» y el «Raja». - Técnicas de relajación dirigidas por uno mismo. - Efectos psicosomáticos comprobados. CAPÍTULO SEGUNDO ................ 41 Teilhard de Chardin. - Espíritu. - Alma, estudio e hipótesis. -Los cuerpos o vehículos: qué es el doble etéreo. -Los ocultistas, teósofos y espiritistas. - El experimento de Théo Matthys.—El conocimiento del alma según el punto de vista científico. El alma y la psicología. - El efecto Kirlian. - Las ausencias del alma... - Las definiciones. - Opiniones de científicos. - El verdadero testimonio de la Humanidad. CAPÍTULO TERCERO ................ 61 Contacto espiritual del hombre con el mundo invisible. Una técnica y forma de operar. - No hay muerte. - La auténtica vida Superior. - La gran incógnita. - El Tiempo. - Científicamente la Humanidad necesita de otros parámetros de medida y estudio. - La realidad de la Proyección Astral. Teorías.—La psicohigiene de Filipinas y Brasil, etc. CAPÍTULO CUARTO ................ 71 Los que se encuentran a sí mismos.—Viajes telepáticos.— Viajes clarividentes. - Clarividencia viajera. -Desdoblamientos. Experimentación personal. - El «modus operanti» de la proyección. - Bilocaciones. -Qué es el «vardogr» o «yardager». - El «vardogr» en la Antigüedad— La La meditación. Desdoblamiento involuntario. -La ubicuidad.

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BIBLIOGRAFTA SUMARIA Nuestras Facultades Desconocidas, JACQUES BERGIER y PIERRE DUVAL, Editorial Plaza & Janés, Barcelona. La Estructura de la Mente, REINHARDT GROSSMANN, Editorial Labor, S. A., Barcelona. En el umbral de ¡o invisible, W. BARRET, Editorial M. Aguilar, Madrid. Realidad del Alma, C. G. JUNG, Editorial Losada (1940), Buenos Aires. La Parapsicología, OSCAR G. QUEVEDO, S. J., Editorial ((Sal Terrae», Santander. Más allá de lo Natural, DOUGLAS Hu-PATT VILLIAMS, Editorial Luis de Caralt, Barcelona. En los límites de la Psicología (Desde el Espiritismo a la Parapsicología), J. R. Musso, Editorial Paidos, Buenos Aires. El Universo Prohibido, Lao TALAMONTI, Editorial Plaza & Janés, Barcelona. El Hombres Visible e Invisible, C. W. LEADBEATER, Editorial Kier, Buenos Aires. La Proyección del Cuerpo Astral, SYLVAN MULDtiON y H. CARRINGTON, Editorial Kier, Buenos Aires. El Doble Etérico. El Cuerpo Mental. El Cuerpo Astral. El Cuerpo Causal, ARTURO E. POWELL, Editorial Kier, Buenos Aires. Siete años en el Tibet, HEINRICH HARRER, Editorial Kier, Buenos Aires. Tibet im Wandel Asiens, AMAURY DE RIENCOURT, Berlín. Death, it's Causes and Phenomena, H. CARRINGTON, Londres, 1913. Psykiska Fenomen, T. WEREIDE, Estocolmo, 1921. Het Spiritisme, W. H. C. TENHAEFF, La Haya, 1951/52. The Dissociation oí a Personality, M. PRINCE, Nueva York, 1908. Las Maravillas del Metapsiquismo, C. VILLAR DE LA TETERA, Antonio Roch, Editor, Barcelona. El Inventario de lo Sobrenatural, ROBERT TOCOUET, Editorial Plaza & Janés, Barcelona. Fenomenología Parapsicológica, J. ROCA MUNTAÑOLA, Editorial Revista Algo, Barcelona. Das Pers6nliche Uberleben des Todes (tres volúmenes), E. MATTIESEN, Berlín, 1936-1939. Los Fenómenos Mentales en el Espiritismo, Rey. DRAYTON THOMAS, Ediciones Voz Informativa, México. El Mundo de lo Ultrasensorial, HANS HERLIN, Editorial Plaza & Janés, Barcelona. El Plano Astral y el Plano Mental, C. W. LEADBEATER, Editorial Kier, S. A. Buenos Aires (Argentina).

INDICE LIMINAR ......... PROLOGO .........

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CAPÍTULO PRIMERO ................ 17 Algunas nociones sobre el mal llamado «viaje». -Qué es el Yoga. - El «Hatha» y el «Raja». - Técnicas de relajación dirigidas por uno mismo. - Efectos psicosomáticos comprobados. CAPÍTULO SEGUNDO ................ 41 Teilhard de Chardin. - Espíritu. - Alma, estudio e hipótesis. -Los cuerpos o vehículos: qué es el doble etéreo. -Los ocultistas, teósofos y espiritistas. - El experimento de Théo Matthys.—El conocimiento del alma según el punto de vista científico. El alma y la psicología. - El efecto Kirlian. - Las ausencias del alma... - Las definiciones. - Opiniones de científicos. - El verdadero testimonio de la Humanidad. CAPÍTULO TERCERO ................ 61 Contacto espiritual del hombre con el mundo invisible. Una técnica y forma de operar. - No hay muerte. - La auténtica vida Superior. - La gran incógnita. - El Tiempo. - Científicamente la Humanidad necesita de otros parámetros de medida y estudio. - La realidad de la Proyección Astral. Teorías.—La psicohigiene de Filipinas y Brasil, etc. CAPÍTULO CUARTO ................ 71 Los que se encuentran a sí mismos.—Viajes telepáticos.— Viajes clarividentes. - Clarividencia viajera. -Desdoblamientos. Experimentación personal. - El «modus operanti» de la proyección. - Bilocaciones. -Qué es el «vardogr» o «yardager». - El «vardogr» en la Antigüedad— La La meditación. Desdoblamiento involuntario. -La ubicuidad.

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CAPÍTULO QUINTO ................ 95 La salida en cuerpo astral. - El cordón de plata. - Cómo se debe actuar. - Enseñanzas. - El Cordón es auténtica energía. - Consejos. - Las primeras experiencias. - La imaginación controlada y la voluntad. - Cómo dejar de fumar, entre otros vicios. - Aparición de un encarnado (relato japonés). - Desdoblamientos psíquicos. - Experiencias extracorporales en la Universidad Davis de California. 115 CAPÍTULO SEXTO Mattiesen y Muldion: sus opiniones sobre el «viaje astral». Un auténtico viaje astral y encuentro con seres desencarnados. - ¿Otro Universo? -Aquellas Inteligencias que no pertenecen a nuestro plano... CAPÍTULO SÉPTIMO ................ 131 ¿Somos realmente libres durante el viaje? - Los Conductores. - Los cuerpos: Astral, Mental, Causal y el doble Etérico. Una experiencia personal. - La certidumbre del «Yo». - El estado de la muerte. - El camino del sueño. - El regreso. - Los monjes. CAPÍTULO OCTAVO ................ 147 Los Yoguis. - El alma vegetal y las voces de las plantas. Los métodos de iniciación. - Conócete a ti mismo. - Paralelismo entre Ocultismo y Parapsicología. 155 OCULTISMO, MAGIA, PARAPSICOLOGÍA 159 APÉNDICE 162 EL CAMINO DE LA PAZ ............... VOCABULARIO MÁS USADO. Su EXPLICACIÓN TÉCNICA ........ 166 172 FUENTES BIBLIOGRÁFICAS Y BIBLIOGRAFÍA SUMARIA ........

EN PREPARACION EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGIA Las Psicofonfas. El aura La cámara de Kirlian La cirugía psíquica (Filipinas, Brasil, etc.). Un volumen muy completo y altamente interesante por J. ROCA MUNTAÑOLA