Varios - Claves Para Un Matrimonio Feliz

Los 4 idiomas del amor I Por: Gabriela Casavantes ¿Quisieras cambiar algo en él? Conoce su tipo de carácter y el tuyo,

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Los 4 idiomas del amor I Por: Gabriela Casavantes

¿Quisieras cambiar algo en él? Conoce su tipo de carácter y el tuyo, y hagan la diferencia entre una vida insatisfactoria o feliz ¿En tu relación amorosa has pasado mucho tiempo tratando de cambiar algunas cosas de tu pareja, y mientras tanto te sientes frustrada por la situación? Pues tú no eres la única. Lo que sucede es que todos los seres humanos nacemos con un carácter determinado y complejo, pero también cambiante y fascinante. En su libro ‘Los 4 idiomas del amor’, Jenny Nacif, basándose en la psicología contemporánea, asegura que aunque la personalidad no se aprende, sí puedes lograr que en tus actitudes lo positivo sobresalga y lo negativo disminuya. Lo importante es conocer tus fuerzas y debilidades y las de tu pareja, entender qué cosas son difíciles de cambiar y cuáles sí se pueden manejar. Al identificar la personalidad del ser a quien amas, lograrás entenderlo, apreciarás más sus atributos, minimizarás sus facetas menos deseables y te relacionarás mejor con él. En este libro la autora asegura que cada ser humano tiene una de las cuatro personalidades que te presentamos brevemente a continuación. Ninguna es mejor o peor que las demás, simplemente son diferentes. Reconoce la tuya, analizando con cuál te identificas más. Revisa en la segunda parte de este artículo las combinaciones de personalidades en las parejas. 1. Los Dominantes Son directos, impositivos y trabajadores compulsivos. Los mueve el poder, tener la razón y ser el mejor. Su necesidad básica es el control. Su idioma en el amor son los hechos. En su tiempo libre lo que más desean es la actividad. Al caminar lo hacen con seguridad; en una reunión no platican con alguien aburrido; a un seminario llegan con actitud retadora; de niños son hiperactivos; en su vestimenta buscan reflejar status y éxito; en su manera de expresarse son directos; para relajarse se ponen a leer; en la oficina son los más activos; en el amor atacan primero cuando escogen pareja. Sus ventajas como pareja: aman los retos, dan vitalidad y variedad a la relación, y para ellos no hay obstáculos insuperables. Las desventajas: son egocéntricos, explosivos, mandones y a veces manipuladores. Para mejorar tu comunicación con un Dominante, mantente tranquila, espera a que se tranquilice, ve directo al grano, pregunta y no adivines, halágalo. Para mejorar tu comunicación con los demás, si eres una Dominante, concéntrate, no interrumpas, ten cuidado con lo que dices, sé humilde, evita los chantajes y cuida tu tono. 2. Los Sociales Confían en los demás, son entusiastas y hasta confianzudos. Los mueve la diversión, la popularidad y la aceptación. Su necesidad básica es la atención. Su idioma en el amor es la unión. En su tiempo libre lo que más desean es ver gente. Al caminar hablan solos o cantan; en una reunión la gente se aglutina a su alrededor; en un seminario les emociona conocer gente nueva; de niños todo el mundo los adora; en su vestimenta serían felices si el mundo fuera una fiesta de disfraces; al ir de compras son capaces del derroche más irracional; en

su manera de expresarse gesticulan todo el tiempo; en la oficina su fuerte son las relaciones públicas; en el romance están enamorados del amor. Sus ventajas como pareja: son juguetones, divertidos, optimistas, alivianados y efusivos. Las desventajas: son olvidadizos, distraídos, no acaban lo que comienzan, son evasivos y a veces exagerados. Para mejorar tu comunicación con un Social, sé cálida, personal y paciente, ayúdale a aterrizar, muestra aprecio por su idealismo y su optimismo, comparte su entusiasmo, pídele que apunte lo importante y que no divulgue tus secretos. Para mejorar tu comunicación con los demás, si eres una Social, habla menos y escucha más, sé lo más clara posible, observa la comunicación no verbal, evita exagerar y cuida no hacer monólogos. 3. Los Pacientes No saben decir “no”, son inexpresivos, evitan la confrontación, para ellos un poco de cariño es suficiente para ser felices. Los mueve la aprobación, servir a los demás y la gentileza. Su necesidad básica es la paz. Su idioma en el amor es “dímelo”. En su tiempo libre lo que más desean es estar en familia. Al caminar van siempre con calma; en una reunión su presencia es sutil y discreta; en un seminario siempre tienen ganas de aprenderlo todo bien; de niños son cariñosos y tiernos; en su vestimenta son discretos y conservadores; al ir de compras se les dificulta elegir; en su manera de expresarse son calmados y gentiles; para relajarse necesitan estar con su familia; en la oficina nunca se enojan; en el amor son muy dependientes de su pareja. Sus ventajas como pareja: son pacientes, fáciles de llevar y buenos para escuchar. Las desventajas: son inseguros, desmotivados y muchas veces aburridos. Para mejorar tu comunicación con un Paciente, mantén la tranquilidad, usa un tono amable, sé sensible a sus emociones, dale tiempo para decidir, dale seguridad, usa empatía y atención. Para mejorar tu comunicación con los demás, si eres una Paciente, expresa tus emociones y valora tus comentarios, sé segura y aprende a decir “no”, y no tomes las cosas demasiado personales. 4. Los Analíticos Son dedicados, detallistas, confiables y no delegan. Los mueve su propio espacio, la estabilidad, los retos mentales, el reconocimiento y la aprobación. Su necesidad básica es el orden. Su idioma en el amor son los detalles. En su tiempo libre lo que más desean es la privacidad. Al caminar van directo a su destino; en una reunión observan mucho a los demás; en un seminario ponen atención al currículum del ponente; de niños son muy observadores y ordenados; en su vestimenta son sobrios y elegantes; en su manera de expresarse son reservados y no hablan demasiado; para relajarse les gusta estar solos, leyendo o escuchando música; en la oficina no entablan juegos de poder; en el amor lo más importante para ellos es sentirse apreciados. Sus ventajas como pareja: son comprometidos y leales, considerados, profundos y espirituales. Las desventajas: son irreales en sus expectativas, perfeccionistas, aprehensivos, tercos y hasta pesimistas. Para mejorar tu comunicación con un Analítico, sé clara y concreta, sé ordenada y usa las palabras correctas, si no estás de acuerdo pruébaselo, respeta su silencio y dale tiempo para pensar, tómalo en cuenta. Para mejorar tu comunicación con los demás, siendo una Analítica, habla las cosas al momento, no evites el punto y abre tu caparazón, sé menos literal y escucha con interés. Fuente: http://www.esmas.com/mujer/sexoyamor/amor/406611.html

Los 4 idiomas del amor II Por: Gabriela Casavantes

Conoce su personalidad y la tuya, se entenderán sin obstáculos, podrán disminuir sus problemas y su relación dejará de ser desastrosa. COMBINACIONES DE PERSONALIDADES En su libro ‘Los 4 idiomas del amor’, Jenny Nacif afirma que “los Dominantes y los Analíticos son de carácter fuerte, y los Pacientes y los Sociales son de carácter ligero. Si dos personas de carácter fuerte se unen, tienen una relación más intensa pero más difícil. Si dos personas de carácter ligero están juntos, en su relación es más fácil adaptarse. Si se involucra una persona de carácter fuerte con una de carácter ligero, este último es quien aporta más armonía y el equilibrio en la pareja.” RELACIONES ENTRE PERFILES IGUALES Si tú y tu pareja tienen la misma personalidad, las ventajas son que es más fácil conocerse mutuamente, tienen pocas sorpresas desagradables, y los dos saben cómo motivarse y qué es lo que les molesta. Las desventajas son que ambos tienen las mismas debilidades. Estas relaciones son maravillosas o desastrosas, pero si trabajan sus aspectos positivos y negativos, pueden disminuir los problemas y tener una relación muy sana. Dominante con Dominante: Una relación de intenso placer, ambición y disgustos. Son fuertes y pasionales, independientes y autosuficientes, energéticos y ansiosos, arriesgados y ambiciosos, poco románticos y egoístas, agresivos y prepotentes, ambos siempre quieren tener la razón, el dinero es su prioridad. En resumen, mucha dinamita con mucho futuro. Social con Social: Una relación de romance, diversión y sorpresas. Son el enamorados y alegres, optimistas y bromistas, anfitriones y animadores, juguetones e inmaduros, desordenados y olvidadizos, para ellos el dinero es un instrumento para el goce. En resumen, alegría y entusiasmo por la vida. Paciente con Paciente: Una relación de tranquilidad, estabilidad y armonía. Son pacíficos y tranquilos, conformistas y flexibles, pareja y familia, posesivos e inseguros, inhibidos e introvertidos, para ellos el dinero es un elemento secundario. En resumen, mucha armonía y demasiada tranquilidad. Analítico con Analítico: Una relación de seriedad, prudencia y responsabilidad. Son considerados y serenos, respetuosos e independientes, organizados y detallistas, ecuánimes y estables, solitarios y aislados, realistas y pesimistas, para ellos el dinero jamás será problema. En resumen, un proyecto de vida que sin duda será exitoso. RELACIONES ENTRE PERFILES DISTINTOS La mayoría de las parejas son de personalidades opuestas, se atraen porque buscan en el otro lo que no tienen. Las desventajas son que tienen intereses diferentes y el proceso de conocerse mutuamente tarda mucho tiempo. Pero si ambos se empeñan por entenderse y construir una relación sólida, no encontrarán tantos obstáculos.

Dominante con Analítico: Una relación de práctica, lógica y terquedad. Son el líder y el estratega, el independiente y el solitario, el atrevido y el precavido, el rebelde y el conservador, el que nunca se equivoca y el que siempre tiene razón, el egoísta y el considerado, para ellos el dinero es su futuro y su seguridad. En resumen, la fuerza de un impulso con dirección definida. Dominante con Paciente: Una relación de ambición y modestia. Son el líder y el dócil, el independiente y el dependiente, el agresivo y el pasivo, el ambicioso y el adaptable, para ellos el dinero es manejado con toda libertad. En resumen, mucha sabiduría y pasión para ejercerla. Dominante con Social: Una relación de idealismo y practicidad. Son el protector y el protegido, el controlador y el espíritu libre, el independiente y el enamorado, el grave y el despreocupado, para ellos el dinero es un patrimonio o puro placer. En resumen, grandes alas para grandes proyectos. Analítico con Paciente: Una relación de sensibilidad y sinceridad. Son el tranquilo y el pacífico, el comprometido y el que lo ignora, el guía y el seguidor, el independiente y el dependiente, el estable y el adaptable, el ahorrador y el derrochador. En resumen, una dulzura permanente y estable. Analítico con Social: Una relación de diversión y responsabilidad. Son el sobrio y el entusiasta, uno está en la tierra y el otro en la luna, el y el perspicaz, el imperturbable y el emocional, el reservado y el popular, el distante y el cariñoso, el ahorrativo y el malgastador. En resumen, un gran complemento. Social con Paciente: Una relación de sencillez y despreocupación. Son el romántico y el cariñoso, el conformista y el resignado, el activo y el pasivo, el platicador y el reservado, el gastador compulsivo y el no ahorrativo. En resumen, la emoción en el amor sereno. MANTENGAN EL AMOR Si tu pareja es Dominante, dale su lugar, variedad, pasión, independencia y aguante. Si tu pareja es Social, dale romance, demostraciones físicas, paciencia, actividades juntos y socializa con él. Si tu pareja es Paciente, dale ternura, cariño, estabilidad, seguridad, reafirmación, cercanía y no lo presiones. Si tu pareja es Analítica, dale espacio, privacidad, reconocimiento, seguridad, mantenlo informado y pruébale todo con hechos. Fuente: http://www.esmas.com/mujer/sexoyamor/amor/406775.html

Hasta que algo nos separe... Por: Rafael Ayala Como señala el psicólogo Luis Riesgo Ménguez, en los años 60 en Estados Unidos se recomendaba el divorcio como panacea para matrimonios mal avenidos. Treinta años después, el psicólogo Paul Pearson dice que ha llegado la hora de sustituir el lema su matrimonio se ha roto, busque una nueva pareja por otro más sano: su matrimonio se ha roto,

arréglelo.

Constantemente las parejas me solicitan consejo para sacar adelante su casi hundida relación matrimonial. Cierto es que los problemas maritales no son exclusivos de este nuevo siglo o de fines del pasado; sin embargo, es paradójico que las relaciones de pareja se encuentren sumamente frágiles a pesar de la gran cantidad de libros, cursos e incluso pláticas prematrimoniales que la mayoría de las iglesias exigen a los aspirantes a casarse. Esta problemática no es exclusiva de alguna generación determinada, puesto que el deterioro matrimonial se da en parejas con más de cincuenta años de edad como en matrimonios formados por jovencitos de veintitantos. Aunque cada relación debe atenderse con base en sus características específicas, a continuación enlisto una serie de ideas generales y prácticas que le permitirán fortalecer su relación conyugal, así como enfrentar y vencer algunos de los problemas más comunes que las parejas enfrentan.

1. Reconozcan que el amor es una decisión. Muchas parejas se separan porque han creído que el amor es un sentimiento y por lo mismo creen que al no sentir bonito hacia su pareja han perdido el amor, cuando lo único que ha menguado es el sentimiento, no el amor. Al casarnos firmamos un contrato civil ante testigos; ¿le parece romántico? Por supuesto que no, ya que el amor no es sólo emociones, aunque por supuesto que las contiene, pero el amor es ante todo, una decisión. En ese contrato legal nos comprometemos a permanecer unidos en los malos y buenos tiempos porque todos sabemos que en la temporada de las vacas flacas las emociones huyen. Nadie experimenta sensaciones agradables cuando hay diferencias de opinión o cuando falta dinero, trabajo o salud; sin embargo, es allí cuando el compromiso del amor participa para sostener firme la relación y hacer uso de la voluntad para encontrar soluciones y permanecer unidos. El amor es incluso la decisión de mantener viva la emoción; es decir, las parejas deben continuar su actitud de juego y diversión a pesar de ya no ser novios; deben programar tiempos mensuales para convivir como pareja y tener tiempos divertidos que les ayuden a mantener vivas las emociones. ¿Hace cuanto que no sale a solas con su pareja para pasar un buen rato y conversar de algo que no sean las responsabilidades del matrimonio? Hágalo por lo menos una vez al mes.

2. Vean los problemas como algo externo.

-¡Tú tienes la culpa!, “Mira quién lo dice, el burro hablando de orejas”. ¿Le suena familiar? Mientras los miembros de la pareja vean que el problema es su cónyuge están destinados a continuar con esa situación por el tiempo que permanezcan juntos. Si el problema es el otro y éste no cambia, entonces la solución parece ser cambiarlo por otro, suena lógico ¿no? El punto crítico en esta situación es que la parte ofendida se está viendo como ajena a la relación matrimonial, es decir se ve como una víctima y por lo mismo identificará que el problema es su victimario, el cual a la vez es su cónyuge. ¿Qué hacer? Ven como problema al problema en sí y no a la persona que lo ejecuta; es decir, tú y yo tenemos un problema el cuál es que no controlas tu consumo de alcohol; o nuestro matrimonio tiene un problema y básicamente es que experimentas celos muy fuertes y que en mi trabajo desarrollo una vida social constante. Si observamos, aquí el problema se trata como algo que arremete contra la pareja, independientemente de que sea primordialmente uno de ellos quien lo representa; pero al verlo así la pareja se lucha contra el problema que él o ella padece y que está dañando la relación. Aquí a quien debo aniquilar es al problema, no a mi pareja. Por simplista que parezca este cambio de percepción genera más posibilidad de resolver la situación, ya que hace de la pareja un equipo aliado.

3. Capacítense y pidan ayuda. A muchos parece avergonzarles pedir consejo o ayuda para salvar su relación matrimonial. Los humanos somos extraños, no nos apena solicitar ayuda para reparar el automóvil o la computadora, pero rehusamos pedir apoyo para fortalecer o salvar nuestro matrimonio, lo cual, obviamente, es mucho más importante que cualquier bien que poseamos. A las parejas les recomiendo leer buenos libros sobre relación matrimonial, asistir a conferencias y seminarios que ofrecen instituciones sociales, educativas y religiosas y pedir ayuda a consejeros y terapeutas profesionales. Nuestra única capacitación para convivir como pareja es lo que cada uno aprendió inconcientemente en su familia, lo cual no siempre es el modelo ideal de relación conyugal.

4. Sean sinceros al platicar. He encontrado que algunas personas, con tal de mantener la paz o de evitar un conflicto, ocultan a su pareja la verdadera opinión que tienen respecto a cierta cuestión. Sí, muchos temen a los desacuerdos y en aras de mantener la armonía renuncian a expresar sus ideas o defender sus deseos o puntos de vista. Esta actitud es una bomba de tiempo silenciosa. Quien no se atreve a expresar lo que cree y quiere con el fin de no generar una discusión, está destinado o destinada a convertirse en esclavo de alguien que desconoce que es su amo o ama. Además, toda persona tiene un límite y tarde o temprano se cansa de vivir en una relación en la que siempre pierde, o para ser más exactos, en la que ha decidido perder. Cuando llega a ese límite su agotamiento, rencor y coraje es tal que sólo ve como alternativa terminar la relación. La solución descansa en ser valiente y defender y expresar sus deseos y opiniones a pesar de que exista la posibilidad de producir una discusión. Hablar las diferencias es la única alternativa que poseemos para entender al otro y llegar a nuevas

soluciones o a un acuerdo. En palabras populares podemos afirmar, “mas vale una colorada que mil descoloridas”.

5. Oren en pareja. Una gran pérdida de muchas parejas es la ausencia de oración. Tristemente la mayoría de los matrimonios creyentes se limitan a cumplir los ritos religiosos de su comunidad de fe y se olvidan del tremendo poder, emocional y espiritual, que contiene la oración en pareja. Al decir orar me refiero a platicar con Dios, exponerle con palabras sencillas y ordinarias nuestras necesidades y deseos, así como agradecerle por los favores recibidos y los logros alcanzados. Si usted y su cónyuge se toman cinco minutos diarios para, unidos, poner su familia, trabajo, adversidades y cualquier proyecto en manos de Dios, no sólo pone en movimiento los ejércitos celestiales, también acerca más el corazón de su cónyuge al suyo. No se concentre en hacer largos y mecánicos rezos, ore con su corazón y permita que Dios y su pareja conozcan lo que hay en él. Rafael Ayala. Comentarios y consejería gratuita por internet: [email protected] Fuente: El Exito

10 Reglas Para Un Matrimonio Exitoso

Basado en los principios expresados en el libro "Las Puertas de la Felicidad" del Rabino Zelig Pliskin

1. Concentra tu atención en "dar" más que en "recibir". Cuando tu meta sea

2. 3.

4. 5. 6.

7. 8. 9. 10.

brindarle placer a tu pareja, siempre encontrarás oportunidades para alcanzar tu objetivo. Como consecuencia de eso tú también ganarás, pues las personas tienden a corresponder un comportamiento positivo. Sé cuidadoso en mantener silencio cuando tu cónyuge te insulte. Ignorando los desaires y los insultos, evitarás muchas discusiones innecesarias. El momento de disgusto pasará rápidamente. Renuncia a las expectativas irreales. Las personas entran al matrimonio con muchas expectativas que no son conscientemente expresadas. Al renunciar a las expectativas irreales, evitarás frustración y enojo. No esperes que tu cónyuge sea perfecto y no hagas comparaciones. Evita etiquetar aquellas cosas que te disgustan con el nombre de "horrible". Intenta encontrar una perspectiva positiva a las cosas. Piensa de qué manera puedes motivar a tu pareja a que haga lo que tú quieres que ella haga. Si tu primera estrategia no es efectiva, continua probando con otras estrategias. Recuerda que una alabanza sutil es una motivación poderosa. Sé consciente de que la respuesta que realmente obtendrás estará acorde a la intencionalidad de tu mensaje. Clarifica tus metas. Si tu método de comunicación no te ayuda a lograr tu objetivo, cambia tu enfoque. Fijando tu pensamiento en el objetivo principal, el cual es tener un matrimonio feliz, no te desviarás. Ten predisposición a transigir. Ten voluntad para hacer algo que no harías a cambio de un comportamiento similar de tu pareja. No culpes o condenes a tu pareja por los errores que comete. Planea el mejor método para evitar que estos errores vuelvan a ocurrir, sin despertar resentimiento o dañar los sentimientos de tu pareja. Vive el presente. Lo que haya salido mal en el pasado, ya pasó. Enfoca tu pensamiento en mejorar la situación en el presente. Constantemente pregúntate: ¿Qué puedo yo hacer para tener una atmósfera feliz en la casa?

Fuente: http://www.aish.com/espanol/vida_judia/matrimonio.asp

Crisis en el Matrimonio

Entrevista a Nahum de la Vega Morell en Cúpula Empresarial

Buenos días Oscar Mario y auditorio de cúpula empresarial, mi comentario de hoy es sobre algunos consejos para hacerle frente a una situación de crisis dentro del matrimonio Uno de los principales problemas que tenemos hoy en día, es el de no tener tiempo para conocer a nuestra pareja, por tanto, se enfrían las relaciones o cada quien crece en forma distinta, llegando a ser con el tiempo un par de perfectos desconocidos, donde la palabra comunicación no esta dentro del diccionario que normalmente usan. Se antoja fácil utilizar las técnicas que comúnmente usamos en el trabajo, como el de ser claros, objetivos y poner los hechos sobre la mesa en forma de argumentos para resolver una situación que sé esta tornando molesta para todos los miembros de la familia. Ser claros y objetivos puede ser el camino más corto para resolver cualquier malentendido o cualquier situación de nuestra vida familiar o profesional, sin embargo, no-solo de hechos esta conformado el hombre, sino también de una parte afectiva y emocional, misma que muchas veces es totalmente incompatible con los hechos o realidades, que en ocasiones son mencionadas por los cónyuges, con una gran porción de subjetividad, sentimientos y emociones, ya que cada bando puede percibir esa realidad en forma diferente. Sin que tenga que ser la única forma de enfrentar una situación de crisis, o distanciamiento, quisiera comentar algunos puntos que por sencillos no dejan de ser importantes y que si se consideran como parte de los valores de un código familiar para discutir problemas, nos pueden sacar adelante con el menor de los desgastes: 1.- El primero de los consejos, seria: Busca el pensamiento problema, es decir, cual es la idea que nos molesto o que sigue perjudicando nuestra relación. 2.- Decidirse a mostrarle a nuestro cónyuge El sentimiento personal que ha surgido de la situación, como un regalo que le hacemos a nuestra pareja, ya que no hay cosa personal más intima que podamos dar que un sentimiento. 3.- Platicar de corazón a corazón y de sentimiento a sentimiento, por la sencilla razón de que un sentimiento no puede ser rebatible (es mi sentimiento). 4.-

Ver

cada

problema

con

la

realidad

que

tiene,

sin

magnificar

la

situación.

5.- Tener paciencia y escuchar comprendiendo. 6.- Poner el problema en el marco de valores, prioridades y normas éticas compartidas por la familia. 7.- Distinguir, como nos esta afectando el problema. 8.- Hacer de la prudencia y la búsqueda de la verdad, la herramienta de la discusión. 9.-

Hacer

empatía

con

la

posición

de

tu

pareja

(ponte

en

sus

zapatos).

10.- No desacredites a tu pareja, al momento de expresar su posición y sentimientos.

11.- Mantén el respeto en la plática como regla No.1 12.-

Se

positivo

o

encuentra

el

lado

positivo

del

reclamo

de

tu

cónyuge.

13.- Comentar las cosas negativas y resaltar los aspectos positivos o rescatables de la conversación. 14.- Un problema no debe ser causal de dejarse de hablar. 15.- No involucrar a los hijos innecesariamente como parte del problema o solución del mismo. 16.- La ropa sucia se lava en casa. 17.- Estar conscientes de que han decidido hacer crisis y que esta los va a hacer crecer y va a perfeccionar el código familiar. 18.- Los problemas deben de ser tratados en privado y en un lugar tranquilo y neutro. 19.- No dejar terminar el día, sin que se haya hablado del asunto, el tiempo enfría y magnifica el problema. 20.- El primero que percibe el problema, la falla, o la falta al código familiar establecido, tiene la responsabilidad en primer grado de tomar la iniciativa para aclarar la situación. 21.- Enfocar la crisis como un alto en el camino que los preparará para poder manejar conflictos más complejos. 22.- Los acuerdos a que se lleguen, deben ser comunicados positivamente a los hijos o a las personas que la pareja involucro. 23.- La familia entera debe tener muy claro, que no solamente se puede hacer crisis sino que es responsabilidad de cada uno, aportar su punto de vista sobre algo que no este funcionando. 24.- Hacerle saber a cada miembro que son parte importante del equilibrio anímico de la familia. 25.- Finalmente aclarar que están a disgusto, por una serie de circunstancias, y que su dolor se debe al cariño y amor que le tienen a su pareja y a su familia. Oscar Mario, me despido de ti y del Auditorio de Cúpula Empresarial, comentó para Ustedes: Nahum de la Vega Morell, profesor del área de Factor Humano del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa IPADE. Fuente: http://www.ipade.mx/contenidos_home3/cont2_ef.asp

Vida en Pareja

Una Frágil Unión que se Debe Cimentar Día a Día Cada uno de nosotros somos un mundo y trasladamos nuestras peculiaridades al ámbito de la relación de pareja: a unos les gusta mandar pero otros tienen un perfil más sumiso o conformista, unos prefieren decidir y otros que decidan por ellos, a unos les encanta dar y darse al otro mientras que otros parecen haber nacido sólo para recibir de los demás, unos necesitan más cariño y a otros les abruman las emociones a flor de piel... Vamos, que la pareja es un ente peculiar, una institución no por tradicional menos imprevisible, y formada por dos miembros a su vez distintos. Es fácil convenir en que no hay una fórmula que garantiza el éxito de la vida en pareja. Cada unión se rige por unas reglas, normalmente no explicitadas por sus miembros pero que sirven para mantener viva (en el mejor de los casos, armónica) la relación mientras dura. Lo que sigue son sencillas propuestas generales para fomentar la armonía en la vida de pareja, partiendo siempre de dos puntos de partida: la igualdad de derechos de sus miembros y la promoción de una dinámica activa, equilibrada, participativa y sincera en el desarrollo de la relación a lo largo del tiempo. Efigenio Amezua, experto sexólogo y teórico de la vida en pareja, define a ésta como una relación de comunicación que debe organizarse sobre las bases de sentirse con..., comunicarse con... y compartirse con... Expliquemos estos conceptos. Sentir la presencia de la otra persona en ese camino que ambos han decidido compartir, percibir su compañía, su apoyo y su incondicionalidad, lo que no exime a cada uno de la responsabilidad de andar la parte del camino que le corresponde. Comunicarse desde el gesto y la palabra, con una verbalidad abierta y positiva, de quien cree y confía en su interlocutor y con un cuerpo que se expresa desde la receptividad, la amistad y la caricia. Compartirse no significa sólo intercambiar cosas, favores o deberes. Compartirse es darse, mostrarse involucrado, ofrecer abiertamente la vulnerabilidad de cada uno en la seguridad de ser entendido, aceptado y querido. Una rutina de equilibrio y consenso La búsqueda de la armonía de la pareja nos mueve a muchos a intentar identificar todo aquello que conviene evitar y también lo que debemos hacer cuando surgen los desencuentros. Comencemos por crear una rutina en la que queden desterrados los silencios con significados negativos, los enfados soterrados y los rencores acumulados. En su lugar, hablemos. Pongamos un diálogo constante y la negociación: el consenso y los acuerdos. Ante la discrepancia de opiniones, la alternancia en las decisiones es una buena opción: hoy eliges tú la película a ver en el cine, mañana decido yo a qué restaurante vamos. O cada uno va por su lado, por qué no. Lo importante es mantener el buen ambiente y evitar los agravios o las desconsideraciones. No temamos los desencuentros ni las crisis, intentemos utilizarlos para fortalecer la relación. Unas buenas habilidades de comunicación nos sacarán de muchos atolladeros. Puestos a desterrar hábitos perniciosos, empecemos con la culpabilización. Abandonemos esa caza de brujas de quién ha sido el culpable, y pasemos a considerar global y lúcidamente qué parte de responsabilidad nos corresponde a cada uno en los hechos. Y a la más mínima duda, preguntemos. Ceder el paso a los sobreentendidos, los silencios acusatorios y las suposiciones genera posos de desconfianza y distanciamiento que envenenan la relación y resultan difíciles de

disipar. Una pregunta, un comentario a tiempo, frena ansiedades y malestares y permite que fluya la comunicación. Otra cosa es cuando surgen problemas de gran calado (discrepancias profundas en temas esenciales, relaciones sentimentales con personas fuera de la pareja, incompatibilidad de caracteres o costumbres, aburrimiento o cansancio en la pareja...), que requieren medidas a veces drásticas que no son objeto de esta reflexión. De todos modos, estas propuestas son también útiles para encarar situaciones excepcionales o graves que deterioran gravemente la relación. Vivir en pareja no debería significar una actitud de dar sin límites y no esperar nada a cambio. Eso es una falacia y genera desequilibrios que, antes o después, terminan pasando factura. En la pareja, al igual que en toda relación, hay que dar y recibir. Hoy yo, mañana tú. Vasos comunicantes que se ladean en un sentido u otro y cuyo fin es mantener la estabilidad. Las desigualdades pueden dar lugar a situaciones de dominio que a largo plazo generan insatisfacción al menos en una de las dos partes. Hemos de conocer al otro Conviene que nuestra pareja sepa qué nos gusta, qué y cómo lo queremos. Hemos de mantener informada a nuestra pareja del momento que vivimos, porque no siempre sentimos, ni queremos, ni vivimos lo mismo: nuestra vida es una sucesión de etapas, y cada una de ellas tiene sus peculiaridades propias. Somos, afortunadamente muy distintos, pero también compartimos cosas. A todos nos gusta que nos respeten, que nos quieran, que cuenten con nuestra opinión, que nos valoren como personas en toda nuestra dimensión: como trabajadores, como hijos, como padres, como amantes, como amigos, como interlocutores. El cuerpo es un gran comunicador y hemos de dejarle expresarse. Si queremos mantener un diálogo fluido con nuestra pareja, las relaciones corporales (no exclusivamente las sexuales, sino también las caricias, los besos, los abrazos) han de ser cotidianas y satisfactorias para ambos. Adaptémoslas a cada momento, circunstancia y etapa de nuestra vida. Que formen parte de ésta porque ayudan a garantizar que la calidez, la ilusión y la búsqueda del disfrute forman parte de nuestro código. "Se hace camino al andar" decía la canción. La pareja se hace cuando cada día sentimos que vamos juntos en el mismo camino, comunicándonos desde el cuerpo y la palabra y compartiéndonos de forma incondicional. Establezcamos nuestro propio código propio, basado en la comunicación, la confianza, el respeto, la ternura y el placer. Vida en pareja: lo que NO conviene hacer: Esperar a que mi pareja adivine lo que quiero y necesito, a que se adelante a mis deseos antes de formulárselos, a que renuncie a su vida personal y me coloque en el centro de su existencia, a que sea la procuradora de mi felicidad. Responsabilizarle de mis frustraciones, de que lo que obtengo de mi vida de pareja no se corresponde con mis expectativas, de los cambios que he tenido que introducir en mi vida. Competir por quién es más o menos, mejor o peor, quién le debe más o menos al otro, quién es esto, aquello o lo otro, quién es el que más pone para mantener viva la pareja.

Ser infiel al proyecto en común, pero no entendido exclusivamente como las relaciones sentimentales y/o sexuales con otra persona sino en su totalidad. Para no perjudicar a nuestra vida en pareja hemos de mantenernos leales al compromiso adquirido, trabajar día a día para reavivar ese proyecto común, intentar que esa ilusión inicial, ese amor, crezca; o, al menos, se mantenga y la vida resulte gratificante para ambos. Acumular, sin sacarlos a la luz y sin comentarlos de forma relajada, desaires, desacuerdos, enfados, reproches, faltas de respeto y desilusiones. Dudar de la otra persona. Las fisuras por falta de confianza suponen el inicio del resquebrajamiento de la pareja. Es difícil, y muy duro, amar a alguien de quien se duda. Permitir o propiciar los silencios ante situaciones que pueden provocar un desencuentro o bronca. Positivicemos: una circunstancia crítica puede ayudar a aclararnos, a adoptar compromisos y acuerdos. El silencio es el vacío y en éste (aunque en principio pueda resultar apacible y llevadero) no hay nada. Renunciar a formular nuestras quejas, necesidades y querencias de una forma clara, concisa y directa. Hemos de mostrar una clara intención de negociar cambios concretos y de acordar en firme con plazos determinados, todas las cosas que planteamos. La ironía, el sarcasmo, la crítica destructiva, el grito, el insulto, la ridiculización, la descalificación o el desdén al dirigirnos a la otra persona. Las formas cuentan, y mucho. La familiaridad no debe convertirse en ordinariez, falta de respeto o grosería. Hemos de procurar que las discusiones tengan un cierto protocolo, unos límites que no conviene sobrepasar. Todo puede decirse con un mínimo de corrección y respeto al otro. Lo cortés no quita lo valiente. -Culpabilizar al otro de todo cuanto no ha salido como esperábamos. Relegar las relaciones sexuales a un plano secundario. Son imprescindibles para el mantenimiento del compartir, de la confidencialidad y la ilusión en la relación de pareja. La carencia de estas relaciones corporales abonan el desánimo y la apatía en la comunicación de la pareja. La rutina y la inercia que la acompaña nos puede llevar a un callejón sin salida. Gestionar mal las cosas prácticas. Una vida en común tiene muchos aspectos tangibles, prácticos y cotidianos sobre los que hay que llegar a acuerdos. Hemos de hacer frente a tareas domésticas, gastos y otros cometidos familiares. Habrá que hablarlo y ver cómo vamos a organizar los gastos, la distribución de las tareas domésticas, la crianza de los hijos o, incluso, las vacaciones. Lo mejor es una negociación continua que se adapta a cada etapa de la relación. Creer que sólo existo en cuanto que miembro de la pareja. La relación es cosa de dos, pero de dos que suman. Por tanto, empieza por uno mismo y es por ello que me cuido física y anímicamente, me mimo y hago de mi vida una vida rica en situaciones, experiencias nuevas y sensaciones; en esa medida, aporto riqueza a esa relación. Cada uno tiene su propia vida y la pareja es la expresión de dos vidas que se unen para sumar, para aportar la una a la otra. Fuente: http://revista.consumer.es/web/es/20001201/interiormente/

¿Hacemos las paces? Por: Inma Tapia Un mal gesto, un malentendido, el cansancio o tener unas expectativas muy altas sobre lo que debe de ser nuestra relación de pareja, produce insatisfacciones y peleas. Solventar estos pequeños roces de la convivencia entre dos no es sencillo, pero algunas de las disputas las podemos solventar sin que las rencillas creen un poso amargo que deteriore la relación. “¿Hacemos las paces?” es el título del libro con el que la psicóloga Laura García nos ayuda a analizar algunas de las pautas más comunes que se producen en una pareja. Laura García es licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Complutense de Madrid y Master en Terapia de Conducta, sus conocimientos sobre el comportamiento y sobre las actitudes de los individuos le permiten realizar un análisis pormenorizado sobre cómo se generan los conflictos y la mejor forma de solventarlos. Su libro, “¿Hacemos las paces?”, se hace eco de los enfrentamientos más habituales en nuestra vida cotidiana: la disputa en pareja, con la familia, en el trabajo, con los niños, todas se generan porque entran en confrontación dos realidades emocional y cognitivamente distintas. Es muy acertado el dicho del refranero popular: “Dos no discuten si uno no quiere”; según la psicóloga. En ocasiones se entabla una disputa bajo la creencia de que es el otro el que provoca esa actitud defensiva, y se responsabiliza al contrario de las emociones negativas que sentimos, cuando no hay nada más lejos de la realidad. Frases como: “te grito porque tu me gritas a mi” demuestran a la perfección este hecho.

Respuestas insuficientes En la pareja, los conflictos se plantean en diferentes aspectos de la convivencia: por la adopción de roles entre ambos; el establecimiento de reglas; la falta de comunicación; por una dependencia excesiva o bien por querer llevar un control exhaustivo sobre el otro; la desconfianza; la infidelidad o la falta de respeto son otras de las causas que llevan a que los problemas de pareja puedan terminar en ruptura. En la primera etapa de enamoramiento todo nuestro organismo contribuye a crear un estado de excitación provocado por un encadenamiento de procesos químicos. Sin embargo, lo que antes era pasión se torna sosiego, comodidad y cariño una vez que esa fase ha terminado. Según Laura García, la primera semilla del conflicto en una pareja se debe a que existen grandes diferencias en el plano emocional entre hombres y mujeres. “Aunque no somos conscientes de ello y esto provoca que la respuesta que ambos esperan del otro no parecida a la que ellos mismos darían. Cada uno responde como sabe porque ha recibido unas pautas de aprendizaje diferentes por su sexo, y no como espera el otro; y así se generan las frustraciones”.

La premisa fundamental para que una pareja funcione es el respeto mutuo. “Es imposible que nos guste todo lo que hace nuestra pareja. Pero sólo si somos capaces de respetarla de forma incondicional, seremos capaces de amarla, porque le dejaremos su espacio para ser libre, aunque no nos guste todo lo que haga, sienta, diga o piense”.

La experiencia le ha demostrado a través de las visitas que recibe en su consulta que existen modelos de pareja de todo tipo. Hay parejas que se lo cuentan todo, otras que no se cuentan nada. Unas comparten amigos y actividades y otras que deciden llevar por separado su vida social. Hay parejas que viven, trabajan y salen juntas. Y otras que prefieren dejar muy delimitados cada uno de los campos en los que se desarrollan como personas. Dentro de cada pareja, cada uno de los miembros delimita su espacio y se establecen los patrones de funcionamiento.

Mala Comunicación Una mala comunicación es la causa de muchas de las desavenencias conyugales. El diálogo se vicia porque no se utiliza bien la referencia de cómo, cuándo, dónde y qué se hace durante el proceso comunicativo. El lugar y el momento elegidos son fundamentales para que alguien nos preste la atención que requerimos. Hay situaciones especialmente inoportunas que es mejor dejar pasar o corremos el riesgo de no obtener el interés que perseguimos. A través del intercambio de expresiones subyace, a veces, el deseo de ejercer control sobre el comportamiento de la pareja imprimiendo al lenguaje un carácter de obligatoriedad, con el objetivo de provocar un sentimiento del culpa en el otro. La desconfianza es uno de los puntos angulares en el fracaso de una relación. “Para que una relación se mantenga estable y sana, no es necesario mantener una confianza ciega en el otro. Cuando se hace esto, le estamos otorgando un tremendo poder sobre nuestros sentimientos, para luego responsabilizarlo de nuestro malestar por su comportamiento. Es una actitud poco realista, ya que ni siquiera uno mismo es capaz de aventurar lo que va a hacer en determinada situación, cómo podemos pretender que el otro sí lo haga”, comenta Laura García. El culmen de la desconfianza son los celos. Las personas celosas tienden a comparase con los demás, y tras la compasión se sienten aún más inseguros y amenazados. “No es necesario experimentar celos para demostrar a alguien que se le quiere. Tener una adecuada autoestima hace que uno se sienta menos celoso aun cuando haya indicios o una infidelidad real, se percibe que ese comportamiento de la pareja no tiene que ver con uno mismo”, dice la psicóloga. En cada uno de los supuestos que expone Laura García en su libro, el diálogo es la base sobre la que se solventa cualquier tipo de discrepancia, y cómo sugerencias para conseguir una vida feliz en pareja sugiere algunas pautas a tener en cuenta.

1. Preserve su individualidad. Le permitirá seguir desarrollándose como persona y conservará cierto misterio a los ojos de su pareja. 2. Trate de comprender la postura del otro. No generalice de manera injustificada y tenga en cuenta que el otro también tiene su parte de razón. 3. Cuide la comunicación con su pareja, le conviene saber qué piensa y cómo se encuentra. Procure escuchar y no precipitarse en la calificación de lo que hace o dice. 4. Aclare las discrepancias. Si no le gusta cómo se comporta su pareja dígaselo con claridad. 5. Acerque posiciones. Compruebe que las metas que persigue en su vida y más concretamente en su relación van en la misma dirección para ambos. 6. Tenga confianza en su pareja. Junto con el respeto es el pilar básico de las relaciones de pareja. 7. Respete al otro. Permítale ser como desee y no intente cambiarlo. Sé consecuente con lo que ha elegido, pues ya sabía con quién decidió compartir su vida. 8. Evite la dependencia emocional. Nadie ha venido al mundo para complacer sólo a su pareja. Es una situación que a la larga perjudica a ambos. 9. Comuníquele al otro sus preferencias sexuales. Cada sexo posee un erotismo propio cuyas necesidades conviene conocer para satisfacerlo. 10. Negocie con su pareja de las reglas en las que se va a basar su relación. Hable de sus asuntos con franqueza. Fuente: EFE

El difícil arte de negociar Por: Elexito.com ¿Es verdaderamente necesario hacer un sinfín de renuncias para asegurarse que una relación sea duradera? ¿Implica que tengo que posponer indefinidamente mis deseos?. ¿Es cierto que para llevarse bien, hay que dejar pasar una y otra vez todo lo que nos molesta de la pareja o de los hijos? Tal vez, aunque no es demasiado justo. El tema es que si es perfectamente esperable que uno se ocupe de las personas queridas, también sucede que si es uno quien siempre deja de lado sus necesidades o el que siempre se calla la boca para evitar una discusión, a la larga terminará por sentir un inexplicable sabor amargo. Un buen día aquél que asumió el papel familiar de ser el último en importancia, buscará cambiar de status y planteará todo tipo de reproches y discusiones; en una palabra: ¡Explotará! Existe una forma más efectiva para conseguir que todos los vínculos sean más satisfactorios y equitativos: se llama negociación y tiene sus secretos. Negociar es un proceso de conversaciones mediante el cual las partes involucradas intentan lograr acuerdos cuando surgen intereses opuestos y deseos dispares. El amplio abanico de intereses que nos distingue y también nos complementa con nuestros semejantes, genera diferencias que tienen que ser resueltas de algún modo cuando nuestra intención es convivir. Sin embargo, no existe ninguna situación que no pueda remediarse. Es cuestión de animarse y saber plantear lo que uno verdaderamente quiere. Claves para negociar con éxito: • • • •





Ponte a la misma altura del otro. Entiende que eres tan valioso como la otra persona. Defiende tus deseos. Para poder ocuparte de los demás, primero hay que encargarse de uno mismo. Abandona a tiempo la discusión. Saber emprender correctamente la retirada no es un signo de debilidad sino de fortaleza. Visualiza alternativas y sugiérelas. Siempre utiliza un modo amable: ”¿qué pasaría si...?”, ”me gustaría que...” permiten abrir el diálogo y el intercambio de opiniones. Acepta el NO. El hecho de hacer un reclamo no significa que será atendido inmediatamente. Sin embargo, eso no debe ser una excusa para dejar de plantear lo que uno necesita. Poder comunicar lo que uno desea es un paso vital para aprender a negociar. Escucha sin interrumpir. De este modo permitirás al otro expresarse y también podrás exigir el mismo trato hacia él.



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No amenaces ni desacredites a tu interlocutor. No olvides que su objetivo no es destruir al otro, sino ejercer un derecho legítimo. Y no olvides tampoco que las acusaciones cierran las puertas. Evita el chantaje. La extorsión afectiva es la estrategia de los débiles. Establece cuáles son tus derechos y ejércelos. No des nada por sentado. Descarta pensamientos tales como: ”él debería saber que...”; “ya sé lo que va a responder...”; “yo creía que...”. Conversa sobre un tema puntual. Evita irte por las ramas, ya que esto ayuda a generar discusiones y dispersar la atención. No quieras tener siempre la razón. No hay nada más desagradable que tener a una persona testaruda enfrente de uno. No pases facturas. No contabilices cada cosa buena que haces por el otro con el fin de obtener algo a cambio. Recuerda que negociar no significa acumular poder, vencer o aprovecharse del otro. El objetivo es intercambiar opiniones y hacer pactos que redunden en beneficio de todos y de esta manera fortalecer el vínculo que une a las personas.

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¿Cómo te enamoraste? Fuente: YupiMSN Con mayor o menor precisión toda persona recuerda las circunstancias que dieron comienzo a su romance, los síntomas que le llevaron a reconocer que se había enamorado. En general se le suele dar más importancia a la visión del futuro de la relación. ¿Seguiremos amándonos siempre? ¿Nos entenderemos en la convivencia? … sin embargo, los psicólogos acuerdan en subrayar que la forma en que da comienzo una relación sentimental dice mucho sobre el amor que alberga, sobre sus limitaciones y sus potencialidades. No hay una forma ideal de enamorarse. Sucede dentro de un baile mágico al son de una compleja melodía hecha de razón y sentimiento, química y poesía, realidad y ensueño. Pero recordar esos primeros pasos de tan delicado "milagro" puede ayudarnos a aprovechar las ventajas, superar los inconvenientes y en definitiva querernos más y mejor.

Y tú, ¿cómo te enamoraste? ¿Acaso fue un flechazo? Los amores repentinos, entre desconocidos que se cruzan de una forma azarosa, tienen mucho de química sexual y de necesidades psicológicas de los enamorados en esos momentos concretos. Puede decirse que intervienen factores inconscientes que cuentan con la fuerza del instinto y el impulso anímico. La mayor ventaja de este tipo de enamoramiento es la fuerza con que florece y la autosugestión que es capaz de producir en los amantes que consideran haber conocido al hombre o mujer de sus sueños. De cualquier manera, es importante vivir con entrega este tipo de pasión porque esa vivencia aportará a la pareja una certeza profunda de su afinidad. Los inconvenientes y los problemas pueden venir del total desconocimiento de la vida y entorno del que proviene la pareja, Por ello lo más aconsejable es tratar de vivir la relación con pasión pero tratando de abrir los ojos lo más posible. Habrá que hacer un esfuerzo cuanto antes para saber con más profundidad sobre la personalidad, los gustos, los valores y las manías del otro.

Lo de ustedes quizás fue a ritmo lento. Comenzaron a conocerse con cautela hasta que lo que al comienzo fue una chispita de afecto se fue transformando en una verdadera hoguera de mutuos sentimientos. Lo más positivo de esta forma de enamoramiento es que poco a poco se va teniendo la certeza de querer estar junto al otro, y es un tipo de ternura que llega como una lluvia suave pero que cala hondo. Este tipo de amor va echando raíces pero tiene el inconveniente que se va compaginando tan bien con las rutinas habituales de la pareja que por momentos puede vestirse de aburrimiento. Lo más recomendable es recordar a menudo todo lo que aporta la relación, valorarla, y mimarla como algo sólido pero exquisito que merece toda nuestra atención y cuidados.

¿Antes de enamorados eran amigos? Se conocen desde siempre, o casi… hasta que un día comprendieron que en sus miradas había un fuego turbador, eran confidentes, compañeros de aventuras, amigos fieles. Luego, todo tomó otro rumbo y ahora son pareja. La principal ventaja es que su amor ya cuenta con un peldaño muy valioso en toda relación sentimental y que es el de la amistad. La confianza y el cariño que eso aporta es muy positivo, pero ahora se trata de cultivar otros matices entrañables de complicidad en la intimidad, de sorpresa, y de romanticismo. El reto está en fomentar esa nueva forma de atracción que surgió entre ustedes, al calor de la amistad. El peligro se instala en la posibilidad de no querer soltar totalmente ese deseo por miedo a complicar una relación que aportaba tanta comodidad.

¿Empezaron llevándose como el perro y el gato? Quizás además de un encuentro amoroso lo que hubo entre ustedes en un comienzo fue una verdadera confrontación de personalidades. Creyeron que eran incompatibles porque discutían por todo pero se sentían incapaces de cortar la relación hasta que se percataron de que en medio de la guerra de puntos de vista, iba creciendo un jardín de ternura florecido de pasión. Este tipo de relación implica haber batallado con los propios impulsos y haber tenido que someterlos a la fuerza de los sentimientos. Eso quiere decir que ya se ha tenido que trabajar sobre los dilemas de la convivencia y si se ha conseguido seguir adelante significa haber superado pruebas de comunicación y tolerancia. Pero la debilidad de la relación residirá en la posibilidad de nuevas confrontaciones que necesitarán nuevas dosis de paciencia y comprensión. Sin embargo, la fuerza que les une capaz de estar por encima de esos conflictos será una columna sólida en la que apoyarse en los momentos de crisis.

Infieles: ¿Por qué? Fuente: http://www.mujeractual.com/ En la actualidad la infidelidad es la causante de rupturas, separaciones y divorcios. Es tan frecuente como dolorosa porque además de romper el corazón, ataca la autoestima, destruye la confianza y hace aflorar los sentimientos más negativos. Desde ambos lados de la pareja la infidelidad se ve diferente. Sobre todo las mujeres tienden a creer que si estás enamorado no te interesan los devaneos. Sin embargo, las encuestas demuestran que muchos hombres que quieren a sus mujeres nunca rechazarían una oportunidad de sexo fuera del matrimonio. De hecho el 56% de los hombres que han tenido experiencias sexuales extramatrimoniales aseguran que en sus matrimonios son completamente felices, cifra que contrasta con el escaso 34% de las mujeres. Ellas creen que si un hombre tiene una aventura es porque su matrimonio va fatal. Otro de los tópicos entorno a la infidelidad es pensar que una vida sexual satisfactoria es un seguro antiengaño. Pero hay quienes son mucho más pasionales en casa que fuera de ella. Según Shirley Glass, la norteamericana experta en problemas de pareja ´un hombre me explicó que cuando dejaba a su amante y volvía a casa, deseaba a su mujer como nunca´. La mayoría de hombres que son infieles aseguran que no se sienten involucrados emocionalmente. Por el contrario son la minoría de las mujeres las que aseguran tal cosa. Existen por tanto grandes diferencias. Los infieles casados hace mucho tiempo suelen tener un alto concepto de su matrimonio, les parece satisfactorio. Las infieles, sin embargo, echan pestes de su unión oficial. La infidelidad es en si un sentimiento relacionado con la posesión. Los hombres se sienten más traicionados si sus mujeres se van a la cama con otros. Ellas, sin embargo consideran peor que sus maridos se enamoren de otras. La infidelidad hiere tanto porque acaba con el sentimiento de seguridad y confianza que se encuentra en una pareja. Todo lo que creías conocer de tu pareja empieza a esfumarse y empiezas a ser recelosa y a desconfiar de cualquier argumento que él esgrime. Según la doctora Glass, para que exista infidelidad se deben dar tres condiciones: secreto, intimidad emocional y química sexual. De acuerdo con este argumento quien simplemente tiene un devaneo no se puede considerar un traidor. Pero lo malo es que se ha producido una traición y que no se va a solucionar tan rápidamente el restablecimiento de la confianza. Será o no más engaño, pero el daño está ahí. Las diferencias existen incluso en las razones por las que se engaña dependiendo si se es hombre o mujer. En el hombre, un affaire halaga la vanidad e introduce un “plus” de emoción en la vida conyugal del infiel. ´Muchos hombres unidos a mujeres muy competentes tienen devaneos con otras mucho más sencillas: así se sienten más fuertes y necesitados´ argumenta la Dra. Glass. Cuando una mujer no es feliz se lo hace saber a su pareja. Él puede que lo interprete como una crítica. Si entonces conoce a una mujer que le dice lo maravilloso que es, entonces se volcará en ella. Cuando las mujeres se cansan de engaños, empieza a pasar de su compañero y empieza a estar emocionalmente preparada para interesarse por otro. La pareja lo empieza a comprender cuando ella se muestra cada vez más reacia al sexo. Pero quizás ya es demasiado tarde. En definitiva, para las mujeres un affaire suele ser el resultado de una larga relación insatisfactoria. Aunque no todas las parejas con problemas de comunicación tienen una aventura, para las mujeres la principal justificación de una infidelidad es el amor, y la última el sexo. Justamente lo contrario que para ellos.

Aprender a perdonar Por: Jutta Burgraff ¿Perdonaríamos a quien nos ha dejado engañado o difamado? Perdonar es un olvidar una agresión, sino asumir una perdón es incondicional, un don gratuito

completamente en ridículo ante los demás, nos ha reto importante del ser humano. No sólo hay que ofensa y liberar al otro de la culpa. El verdadero del amor, liberador y creativo.

Cuando alguien en un autobús lleno nos da un pisotón y con amabilidad pide perdón, ordinariamente no tenemos grandes dificultades en asentir aunque nos duela el pie. Somos conscientes de que no fue con intención, sino por descuido o movido por la fuerza de la gravedad. No es responsable de su acción. Falta una razón necesaria para que yo pueda ejercer el perdón en sentido propio, que se refiere a un mal que alguien nos ha ocasionado voluntariamente [1] . Al hablar de auténtico perdón, el terreno es mucho más profundo que el de un pisotón accidental, es una herida en el corazón humano causada por la libre actuación de otro. Todos sufrimos injusticias, humillaciones y rechazos; algunos deben soportar torturas, no sólo en la cárcel, sino en el trabajo o, incluso, en la propia familia; «El único dolor que destruye más que el hierro —dicen los árabes— es la injusticia que procede de nuestros familiares». Frente a esas heridas es posible reaccionar de formas diferentes —golpear a quienes nos han golpeado, hablar mal de quienes lo han hecho con nosotros…—, pero es una pena gastar las energías en enfados, recelos, rencores o desesperación y, tal vez, es más triste aún cuando una persona se endurece para no sufrir más. Sólo en el perdón brota nueva vida porque es renunciar a la venganza y querer, a pesar de todo, lo mejor para el otro. La tradición cristiana ofrece varios testimonios de esta actitud, como el caso del monje trapense muerto en Argelia con otros religiosos que habían permanecido en su monasterio, en 1994. En una carta que dejó para su familia agradecía a todos los que había conocido e incluía a sus asesinos: «Y también a ti, amigo de última hora, que no habrás sabido lo que hiciste. Sí, también por ti digo ese gracias y ese adiós cara a cara contigo» [2] . Quizá pensemos que son situaciones límite, reservadas para algunos héroes; ideales bellos, más admirables que imitables. Pero, ¿puede una madre perdonar al asesino de su hijo? ¿Perdonaríamos, por lo menos, a quien nos ha dejado por completo en ridículo ante los demás, a quien nos ha engañado o difamado? ¿QUÉ SIGNIFICA PERDONAR? Cuando digo a alguien «te perdono», no olvido simplemente la injusticia, sino que rechazo la venganza y los rencores, y me dispongo a ver al agresor como una persona digna de compasión. Consideremos estos elementos con detenimiento. 1. Reaccionar ante un mal real y objetivo Si me amputan un brazo infectado sentiré dolor y tristeza, incluso furia contra el cirujano. Pero no habrá nada que perdonar porque era necesario para salvarme. Es claro que el perdón sólo tiene sentido si alguien ha recibido un daño objetivo de otro.

Por otro lado, perdonar no consiste en no querer ver el daño, colorearlo o disimularlo. Algunos pasan de largo las injurias porque intentan eludir cualquier conflicto; buscan la paz a cualquier precio y pretenden vivir siempre en un ambiente armonioso. Parece que todo les da igual. «No importa» si no les dicen la verdad; «no importa» si los utilizan como meros objetos para conseguir unos fines egoístas; «no importan» tampoco el fraude ni el adulterio. Tal actitud es peligrosa porque puede llevar a una completa ceguera ante los valores. La indignación e incluso la ira son reacciones normales y hasta necesarias en ciertos casos. Quien perdona, no cierra los ojos ante el mal; no niega que existe objetivamente una injusticia. Si lo negara, no tendría nada que perdonar [3] . Si uno acostumbra a callarlo todo, tal vez goce por un tiempo de una aparente paz; pero al final pagará un precio muy alto, pues renuncia a la libertad de ser él mismo. Esconde y sepulta sus frustraciones en lo más profundo de su corazón, detrás de una muralla gruesa, que levanta para protegerse. Y ni siquiera se da cuenta de su falta de autenticidad. Es normal que una injusticia duela y hiera, pero para sanarla es necesario verla. Si no, huimos sin cesar de la propia intimidad (es decir, de nosotros mismos); y el dolor nos carcome lenta e irremediablemente. «Aunque nos maten —dicen—, no pueden hacernos ningún daño» [4] . Han logrado un férreo dominio de sí mismos, se sienten superiores a los demás y mantienen interiormente una distancia tan grande hacia ellos que nadie puede tocar su corazón. Como nada les afecta, no reprochan nada a sus opresores. ¿Qué le importa a la luna que un perro le ladre? El problema es que no hay relación interpersonal; para no sufrir se renuncia al amor. Quien ama, siempre se hace pequeño y vulnerable. Cuando a alguien nunca le duele la actuación de otro, el perdón es superfluo. Falta la ofensa y falta el ofendido. Es imposible huir del sufrimiento. Todo dolor negado retorna por la puerta trasera, permanece largo tiempo como un trauma y puede causar heridas perdurables o, a veces, convertir a alguien normal en una persona agria, obsesiva, medrosa, nerviosa o insensible. Al final, muchos se dan cuenta de que tal vez habría sido mejor enfrentar directa y conscientemente la experiencia del dolor: hacerlo es la clave para conseguir la paz interior. 2. Actuar con libertad y sensatez Perdonar es la única reacción que no re-actúa simplemente según el conocido principio «ojo por ojo, diente por diente». El odio provoca la violencia y ella justifica el odio. Al perdonar, corto ese círculo vicioso, libero al otro, que ya no está sujeto al proceso iniciado y, en primer lugar, me libero yo. Estoy dispuesto a desatarme de los enfados y rencores, no «re-acciono» de inmediato, sino que pongo un nuevo comienzo, también en mí. Superar las ofensas es muy importante para la propia vida. Max Scheler afirma que una persona resentida se intoxica a sí misma; el otro le ha herido y ahí se recluye, se instala y encapsula. Queda atrapada en el pasado. Da pábulo a su rencor con repeticiones del mismo acontecimiento. El resentimiento hace que las heridas se infecten en nuestro interior y ejerzan su influjo, creando una especie de malestar e insatisfacción generales. En consecuencia, uno no está a gusto, ni en su propia piel ni en ningún lugar. Los recuerdos amargos encienden de nuevo la cólera y llevan a depresiones. Al respecto, es muy ilustrativo el refrán chino que dice: «El que busca venganza debe cavar dos fosas».

En su libro Mi primera amiga blanca, una periodista negra describe cómo la opresión que su pueblo había sufrido en Estados Unidos le llevó en su juventud a odiar a los blancos, «porque han linchado y mentido, nos han cogido prisioneros, envenenado y eliminado» [5] . Después de algún tiempo reconoció que su odio, por muy comprensible que fuera, estaba destruyendo su identidad y dignidad. Le cegaba, por ejemplo, ante los gestos de amistad que una chica blanca le mostraba en el colegio. Poco a poco descubrió que en vez de esperar el perdón de los blancos debía pedir perdón por su propio odio y por su incapacidad de mirarlos como personas, no como opresores. Encontró al enemigo en su interior, formado de prejuicios y rencores que le impedían ser feliz. Las heridas no curadas pueden reducir enormemente nuestra libertad y originar reacciones desproporcionadas y violentas que nos sorprenden a nosotros mismos. Una persona herida hiere a las demás. Y, muchas veces, oculta su corazón tras una coraza, en apariencia dura, inaccesible e intratable. En realidad, no es así. Sólo necesita defenderse. Parece sólida, pero es insegura; está atormentada por malas experiencias. Ordenar el propio interior es un paso para hacer posible el perdón, pero es muy difícil y, en ocasiones, no conseguimos darlo. Quizá renunciemos a la venganza, no al dolor. Así, es claro cómo el perdón, aunque está estrechamente unido a vivencias afectivas, no es un sentimiento. Es un acto de la voluntad que no se reduce a nuestro estado psíquico. Se puede perdonar llorando. 3. Recordar el pasado para bien Es ley natural que el tiempo «cura» algunas llagas. No las cierra de verdad, pero las hace olvidar. Algunos hablan de la «caducidad de nuestras emociones» [6] . Llegará un momento en que una persona no pueda llorar más ni sentirse ya herida. Pero esto no es señal de que haya perdonado a su agresor, sino de que tiene ciertas «ganas de vivir». Un determinado estado psíquico —por intenso que sea— no suele volverse permanente. A este estado sigue un lento proceso de desprendimiento, pues la vida continúa. No podemos quedarnos siempre ahí, como pegados al pasado, perpetuando en nosotros el daño sufrido. Así sólo bloqueamos el ritmo de la naturaleza. La capacidad de desatarse y olvidar, por tanto, es importante para el ser humano, pero no tiene nada que ver con la actitud de perdonar, que no consiste sólo en «borrón y cuenta nueva». Exige recuperar la verdad de la ofensa y de la justicia, que muchas veces pretende camuflarse. El daño debe reconocerse y, en lo posible, repararse. Hace falta «purificar la memoria» para que sea maestra de vida. Si vivo en paz con mi pasado aprenderé mucho de los acontecimientos que he vivido. 4. Renunciar a la venganza Como el perdón expresa nuestra libertad, también es posible negarlo al otro. El judío Simon Wiesenthal cuenta sus experiencias en los campos de concentración. Un día, una enfermera se acercó y le pidió seguirle. Le llevó a una habitación donde agonizaba un joven oficial de las SS, quien le contó su vida: habló de su familia y de cómo llegó a colaborar con Hitler. Le pesaba sobre todo un crimen en el que había participado: los soldados a su mando habían quemado a 300 judíos encerrados en una casa.

«Sé que es horrible —dijo el oficial—, durante las largas noches, mientras espero mi muerte, siento la gran urgencia de hablar con un judío sobre esto y pedirle perdón de todo corazón». Wiesenthal concluye: «De pronto comprendí y, sin decir una sola palabra, salí de la habitación» [7] . Perdonar significa renunciar a la venganza y al odio. 5. Mirar al agresor en su dignidad personal El perdón comienza cuando, gracias a una fuerza nueva, una persona rechaza todo tipo de venganza. No habla de los demás desde sus experiencias dolorosas, evita juzgarlos y desvalorizarlos, y está dispuesta a escucharles con el corazón abierto. El secreto consiste en no identificar al agresor con su obra. Todo ser humano es más grande que su culpa. Albert Camus da un ejemplo elocuente en una carta pública a los nazis sobre los crímenes cometidos en Francia: «Y a pesar de ustedes, les seguiré llamando hombres… Nos esforzamos en respetar en ustedes lo que ustedes no respetaban en los demás» [8] . El perdón del que hablamos aquí no consiste en saldar un castigo, sino que es, ante todo, una actitud interior. Significa vivir en paz con los recuerdos y no perder el aprecio a ninguna persona. Se puede considerar también a un difunto en su dignidad personal. Nadie está totalmente corrompido; en cada uno brilla una luz. Al perdonar a alguien le decimos: «No, tú no eres así. ¡Sé quien eres! En realidad eres mucho mejor». Queremos todo el bien posible para el otro, su pleno desarrollo, su dicha profunda, y nos esforzamos por quererlo desde el fondo del corazón, con gran sinceridad. ALLANAR EL CAMINO PARA EL PERDÓN Ahora, analicemos algunas actitudes que nos disponen a realizar este acto liberador para nosotros y para los demás. 1. Amor: entregarse hasta el extremo Perdonar es amar intensamente. El verbo latín per-donare lo expresa con claridad: el prefijo per intensifica al verbo donare. Es dar, entregarse, hasta el extremo. El poeta Werner Bergengruen ha dicho que el amor se prueba en la fidelidad y se completa en el perdón. Sin embargo, cuando nos han ofendido gravemente el amor apenas es posible. Primero hay que separarnos de algún modo del agresor, aunque sea sólo en el interior. Mientras el cuchillo está ahí, la herida nunca cerrará. Hace falta tomar distancia del otro; sólo entonces veremos su rostro. Un cierto desprendimiento es condición previa para perdonar de todo corazón y amar al otro. Una persona sólo vive y se desarrolla sanamente cuando es aceptada tal como es, cuando alguien la quiere de verdad y le dice: «Es bueno que existas» [9] . «Estar vivo» no es suficiente, hace falta la confirmación en el ser para sentirse a gusto, posibilitar cierta estimación propia y relacionarse con otros en amistad. Por eso se ha dicho que el amor continúa y perfecciona la obra de la creación [10] . Si no perdono al otro, de alguna manera le quito el espacio para vivir y desarrollarse; le mato, en sentido espiritual: con palabras injustas y duras, con pensamientos malos o, incluso, negando el perdón. Si, en cambio, concedemos el perdón, ayudamos al otro a

volver a la propia identidad, a vivir con una nueva libertad y con una felicidad más honda. 2. Comprensión: todos somos débiles Es preciso entender que cada uno necesita más amor del que «merece»; que cada uno es más vulnerable de lo que aparenta; que todos somos débiles y podemos cansarnos. Perdonar es estar convencido de que en cada uno, detrás de todo el mal, hay un ser humano vulnerable y capaz de cambiar; creer en la transformación y evolución de los demás. Si alguien no perdona, tal vez tome a los demás muy en serio, exige demasiado de ellos. Pero, «tomar a un hombre perfectamente en serio significa destruirle» [11] advierte el filósofo Robert Spaemann. Todos somos débiles y fallamos con frecuencia. Y, muchas veces, no somos conscientes de las consecuencias de nuestros actos: «no sabemos lo que hacemos». Tenemos que creer en las capacidades del otro y dárselo a entender. A veces impresiona ver cuánto puede transformarse una persona si se le da confianza; cómo cambia si se le trata según la idea perfeccionada que se tiene de ella. Hay muchos que saben animar a los otros a ser mejores. Les comunican la seguridad de que hay mucho bueno y bello dentro de ellos, a pesar de todos sus errores y caídas. Actúan según lo que dice la sabiduría popular: «Si quieres que el otro sea bueno, trátale como si ya lo fuese». 3. Generosidad: justicia y misericordia Perdonar exige un corazón misericordioso y generoso. Hay situaciones muy complejas en las que la mera justicia es imposible. Si se ha robado, se devuelve; si se ha roto, se arregla o sustituye. Pero, ¿si alguien pierde un órgano, un familiar o un buen amigo? Es imposible restituirlo con la justicia. Precisamente ahí, donde el castigo nunca cubre la pérdida, es donde tiene espacio el perdón. El perdón no anula el derecho, pero lo excede infinitamente. A veces, no hay soluciones en el mundo exterior. Pero, al menos, se puede mitigar el daño interior, con cariño, aliento y consuelo. «Convenceos —afirma san Josemaría Escrivá— que únicamente con la justicia no resolveréis nunca los grandes problemas de la humanidad (…) La caridad ha de ir dentro y al lado, porque lo dulcifica todo» [12] . Y santo Tomás resume: «La justicia sin la misericordia es crueldad» [13] . El perdón trata de vencer el mal por la abundancia del bien [14]. Es por naturaleza incondicional, ya que es un don gratuito del amor, un don siempre inmerecido. Esto significa que quien perdona no exige nada a su agresor, ni siquiera que le duela el daño. Mucho antes que él, busca la reconciliación: quien ama ya ha perdonado. El arrepentimiento del otro no es una condición necesaria para perdonar, aunque sí es conveniente. En efecto, es mucho más fácil perdonar cuando el otro lo pide, pero a veces hace falta comprender que en quienes obran mal hay bloqueos que les impiden admitir su culpa. Hay un modo «impuro» de perdonar, cuando se hace con cálculos, especulaciones y metas: «Te perdono para que te des cuenta de la barbaridad que has hecho; te perdono para que mejores». Quizá sean fines educativos loables, pero en este caso no se trata del perdón

verdadero que se concede sin ninguna condición, al igual que el amor auténtico: «Te perdono porque te quiero –a pesar de todo». 4. Humildad: «cambiar la silla» Hace falta prudencia y delicadeza para saber perdonar. En ocasiones, no conviene hacerlo enseguida, cuando el otro aún está agitado. Si fuera de inmediato, parecería una venganza sublime para humillar. En efecto, la oferta de la reconciliación tal vez tenga carácter de una acusación, ocultar una actitud farisaica: quiero demostrar que tengo razón y que soy generoso. Lo que impide entonces llegar a la paz no es la obstinación del otro, sino mi propia arrogancia. Por otro lado, perdonar siempre es un riesgo, pues no asegura su recepción y puede molestar al agresor en cualquier momento. «Cuando uno perdona, se abandona al otro, a su poder, se expone a lo que imprevisiblemente puede hacer y se le da libertad de ofender y herir (de nuevo)» [15] . Aquí se ve que hace falta humildad para buscar la reconciliación. Después de un tiempo es bueno conversar con el otro para explicarse, dar el propio punto de vista, y escuchar con atención sus argumentos. Es importante escuchar hasta el final y esforzarse por captar también las palabras que no dice. De vez en vez es necesario «cambiar la silla», al menos mentalmente, y tratar de ver el mundo desde la perspectiva del otro. El perdón es un acto de fuerza interior, pero no de voluntad de poder, no busca dominar ni humillar. Para que sea verdadero y «puro», la víctima debe evitar hasta la menor señal de una «superioridad moral» que, en principio, no existe; al menos no somos nosotros quienes debemos juzgar lo que se esconde en el corazón de los otros. Hay que evitar acusar al agresor; quien demuestra la propia irreprochabilidad, no perdona realmente. Enfurecerse por culpa de otro conduce con facilidad a la represión de la culpa de uno mismo. Todos hacemos daño a los demás, aunque no nos demos cuenta; por eso necesitamos perdonar, para deshacer los nudos del pasado y comenzar de nuevo. Reconocer las propias flaquezas y fallos que, a lo mejor, han llevado al otro a agraviarnos. 5. Abrirse a la gracia de Dios: señas de identidad Es innegable que el perdón llega a veces al límite de nuestras fuerzas. ¿Es posible perdonar si el opresor no se arrepiente en absoluto e incluso insulta a su víctima y cree haber obrado correctamente? Quizá no, al menos si contamos sólo con nuestra propia capacidad. Pero un cristiano nunca está solo. Siempre es Dios quien ama primero y es Él quien perdona primero, quien nos da fuerzas para cumplir con este mandamiento que es, probablemente, el más difícil de todos: amar a los enemigos, perdonarlos. Pero, en el fondo, no se trata tanto de una exigencia moral —como Dios te ha perdonado a ti, tú debes perdonar a los prójimos— cuanto de un imperativo existencial: si comprendes realmente lo que te ha ocurrido a ti, no puedes por menos que perdonar al otro. Si no lo haces, no sabes lo que Dios te ha dado. El perdón forma parte de la identidad de los cristianos que, por eso, han sabido transformar las tragedias en victorias. Debemos encontrar el sentido de las ofensas e injusticias en la propia vida. Ninguna experiencia que adquirimos es en vano; al contrario, siempre podemos

aprender algo que nos ayude a comprender mejor el mundo, a los demás y a nosotros mismos. UN BUEN BAÑO, DORMIR Y HABLAR CON UN AMIGO Aunque se ha dicho que perdonar es un acto liberador que exige cierta fuerza interior, no parece adecuado dictar comportamientos a las víctimas. Es comprensible que a una madre le cueste mucho perdonar al asesino de su hijo. Hay que dar todo el tiempo que sea necesario para llegar al perdón. Si alguien le acusara de rencorosa o vengativa, engrandecería su herida. Santo Tomás de Aquino aconseja a quienes sufren por un daño que no se rompan la cabeza con argumentos, ni lean, ni escriban. Antes que nada, dice, deben tomar un baño, dormir y hablar con un amigo [16] . Generalmente, al principio nos cuesta aceptar un gran dolor. Necesitamos tranquilizarnos; seguir el ritmo de nuestra naturaleza suele ayudar mucho. Sólo una persona de alma muy pequeña se escandalizaría de ello. Perdonar quizá sea una labor interior auténtica y dura, pero con la ayuda de buenos amigos y, sobre todo, con la ayuda de la gracia divina, es posible realizarla. «Con mi Dios, salto los muros», canta el salmista. Podemos referirlo también a los muros que están en nuestro corazón. Si conseguimos crear una cultura del perdón, construiremos juntos un mundo habitable, con más vitalidad y fecundidad; proyectaremos juntos un futuro realmente nuevo. Para terminar, vale recordar unas sabias palabras: «¿Quieres ser feliz un momento? Véngate. ¿Quieres ser feliz siempre? Perdona». http://www.istmoenlinea.com.mx/articulos/27012.html?PHPSESSID=2bbc16cc0d98defcb042826b40dad421 [1]

Cfr. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae II-II, q. 68, a. 4 ad 1.

[2]

Ch. de Chergé. «Testament spirituel» (1994), en B. Chenu. L’invincible espérance. París, 1997. p. 221.

[3]

Se ha destacado que la justicia, junto con la verdad, son los presupuestos del perdón. Cfr. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz Ofrece el

perdón, recibe la paz, 1° de enero de 1997. Se suele atribuir esta frase al filósofo estoico Epicteto, que era un esclavo. Cfr. Epicteto. Handbüchlein der Moral. Edición de H. Schmidt. Stuttgart, 1984. p.

[4]

31. [5]

P. Raybon. My First White Friend. New York, 1996. p.4s.

[6]

A. Kolnai. «Forgiveness» en B. Williams; D. Wiggins (eds.). Ethics, Value and Reality. Selected Papers of Aurel Kolnai. Indianapolis, 1978. p.95.

[7]

Cfr. S. Wiesenthal. The Sunflower. On the Possibilities and Limits of Forgiveness. New York, 1998. Sin embargo, la cuestión del perdón se presenta abierta

para este autor. Cfr. Los límites del perdón. Barcelona, 1998. [8]

Albert Camus. Carta a un amigo alemán. Barcelona, 1995. p. 58.

[9]

Joseph Pieper. Über die Liebe. München, 1972. p. 38s.

[10]

Cfr. Ibid. p. 47.

[11]

Robert Spaemann. Felicidad y benevolencia. Madrid, 1991. p. 273.

[12]

Josemaría Escrivá de Balaguer. Amigos de Dios, n. 172.

[13]

Tomás de Aquino. In Math. 5, 2.

[14]

Cfr. Romanos. 12, 21.

[15]

A. Cencini. Vivir en paz. Bilbao, 1997. p. 96.

[16]

Cfr. Tomás de Aquino. Summa theologiae. I-II, q. 22.

7 Claves Para un Matrimonio Feliz

¡Qué hermoso es ver a una familia feliz! Se dice que alegría compartida es doble alegría y que tristeza compartida, es media tristeza. El amor, es un verdadero bálsamo para el alma, en este tiempo de presiones, desilusiones y chascos. El objetivo del matrimonio debe ser la fusión de caracteres, que lleguen a ser uno y que se ayuden mutuamente. La mujer se sentirá protegida por su esposo y él se sentirá ayudado por su esposa, especialmente en la enfermedad y en los problemas. Pero lamentablemente no siempre es así, pues millones de parejas se ven frustradas en su anhelo de felicidad, y los más afectados suelen ser los hijos. En los EE.UU. se producen cerca de 6500 divorcios por día, esto es más de un millón cien mil por año. De las mujeres entre 30 y 40 años de edad se divorcian 6 de cada 10, por lo menos una vez. El 25% de los menores de 18 años, carecen de padre o madre y se calcula que esto aumentará al 50% el próximo año. Se indica que de las parejas que se casen este año, más de la mitad terminarán en el divorcio; y que más del 60% de los niños que nazcan pasarán parte de su vida en un hogar dividido. En Francia, uno de cada dos matrimonios termina en el divorcio. En Canadá, más del 40% de las parejas unidas en primeras nupcias, se separan. En la Unión Soviética, más del 70% de los divorcios se producen en los primeros 10 años de matrimonio. África, Asia y Latinoamérica, también sufren un creciente deterioro de la unidad familiar. ¡Qué perspectivas tan alarmantes para este mundo! ¡Debemos hacer algo! Dios no desea eso, pues cuando creó al hombre estableció el matrimonio con el sagrado propósito de ayudarse mutuamente, de amarse, de criar hijos en un ambiente estable y sano y de permanecer unidos "hasta que la muerte los separe" (Mateo 19:6) SIETE CAUSAS DE INFELICIDAD Existen más de siete, pero, consideremos las siguientes: 1 - Percepción errónea del matrimonio. Las novelas y películas que tratan temas sentimentales, son responsables de lanzar a los jóvenes a un mundo irreal. Al casarse, esas personas esperan inconscientemente de su cónyuge algo que la vida real no les puede regalar y quedan desilusionados. 2 - Desviación de los principios sanos. El adulterio, el alcoholismo y la pereza son responsables de muchos fracasos.

3 - La incompatibilidad de caracteres. Cuando existe un genio violento, espíritu egoísta, un corazón frío, celos, rencores, etc., se producen a menudo roces que pueden producir un distanciamiento paulatino, si no se busca la solución que Dios nos ofrece para estos casos. 4 - La falta de diálogo y cosas en común. Hay poco tiempo del uno para el otro. Se entra en la rutina conyugal y hay poco diálogo. La TV. y actualmente el chat o Internet roba a muchas familias el tiempo que debieran dedicarse uno al otro. 5 - Problemas económicos. La incomprensión en los planes y deseos mutuos, la falta de confianza en el manejo de la economía del hogar y el distanciamiento prolongado por trabajar en lugares lejanos, suelen ser causantes de problemas, como también cuando se contraen deudas difíciles de pagar. 6 - Interferencia de terceros. "El que se casa, casa quiere". Es mejor que los recién casados vivan independiente. 7 - Cuando el amor se enfrió. Puede haber insatisfacción emocional o sexual. Cuando una de las partes amenaza con el divorcio por alguna crisis pasajera, pueden producirse heridas profundas y una pared entre ambos. Dios desea ayudar a cada familia a ser feliz. Si en tu hogar hay problemas, si existen tensiones y está amenazada la unidad familiar, no pienses en el divorcio, sino en buscar soluciones, considerando los consejos que expondremos. Una señora fue a entrevistar a un médico amigo. - Me quiero divorciar de mi marido -fue la queja de la angustiada mujer. - ¿Por qué? Preguntó el médico. - Porque tiene otra. - Si Ud. se divorcia le hace un favor, pues eso es lo que él quiere. - ¿Qué puedo hacer? - Enamórelo primero y luego se divorcia, aconsejó el médico. - ¿Cómo lo puedo hacer? - Hágale tres elogios por día. ¿Viste bien? ¿Tiene buena presencia? ¿Es cumplidor? Dígaselo La mujer se propuso hacerlo. Al cabo de algunos meses encontró a su médico amigo, quien inmediatamente le preguntó por su esposo. - ¡Lo logré! Está profundamente enamorado de mí. - Entonces, ahora déjelo. - No, ahora no, porque yo también estoy enamorada de él. LA LEY FUNDAMENTAL DE LA FELICIDAD Solemos oír las quejas: "Mi esposo no me hace feliz", "Mi señora debería ser distinta". No pienses sólo en recibir, sino también en dar, pues "HACER FELIZ AL PRÓJIMO, ES HACERSE FELIZ A SÍ MISMO". El apóstol Pablo dice: "Más bienaventurado es dar, que recibir" (Hechos 20:35).

Puedes proponerte hacer feliz a su cónyuge. Busca el momento apropiado para conversar y traten de identificar las cosas que no les gustan de sí mismos. Ambos debieran colocarse blancos, tratando de aplicar las siete claves. No pienses en tu felicidad, sino en la del otro. No trates de cambiar a tu pareja, proponte cambiar tú mismo, y... ¡Verás los resultados! 7 SECRETOS PARA UN HOGAR FELIZ Los investigadores Nick Stinett y John De Fraim estudiaron 3.000 familias estables y felices de diversas nacionalidades para establecer los puntos que tenían en común. Llegaron a la conclusión que habían seis leyes que caracterizan a las familias sólidas. Las consideraremos con una séptima aún más importante. 1- Compromiso con los demás a- Los hogares felices, valoran la familia como unidad, por encima de las necesidades y deseos individuales. b- Aunque cada cual tenga sus metas, debe estar dispuesto a eliminar aquellas que puedan amenazar su existencia como pareja. c- Trátese de comprender los deseos, sueños y sentimientos del otro. d- Ayudarse mutuamente a desarrollar el carácter. Antes de crear a la mujer, Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18). e- Al esposo: Considera que la opinión de la mujer es tan valiosa como la del hombre. El apóstol Pedro escribe: "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente" (1ª Pedro 3:7). Haz que ella crezca en la autoestima y en gratitud, y evitará resentimientos. La intuición de la mujer suele ser más exacta que la lógica del varón. Deja que exprese sus sentimientos. f- Considera las decisiones de tu esposa en las cosas de la vida diaria. Sé sensible en esto, pues no en todo necesitas hacer tu propia voluntad. g- Foméntese un ambiente alegre, y hagan del hogar un nido atrayente. No necesita ser grande ni lujoso, aunque sea una sola habitación, debe respirarse en él un clima de amor. h- Démosle ayuda práctica, especialmente si la mujer trabaja.

LOS 10 MANDAMIENTOS PARA LA MUJER 1. Evita cuidadosamente la primera querella. 2. No olvides que te casaste con un HOMBRE y no con un "dios", que sus imperfecciones no te sorprendan. 3. No lo atormentes continuamente pidiéndole dinero. Arréglate más bien con la suma de cada semana.

4. Si tu marido tiene CORAZÓN, tiene seguramente un estómago; trata de hacerte querer cocinando platos apetitosos que a él le agraden. 5. De tiempo en tiempo, pero no muy a menudo, déjale que tenga razón, eso le causa placer y no te costará nada. 6. En los periódicos, lee otra cosa que los informes de nacimiento, casamientos y defunciones; ponte al corriente de lo que pasa en el extranjero, le será agradable el poder hablar de política en casa, en vez de hacerlo en el club. 7. Sé siempre correcta con tu esposo en la discusión. Acuérdate cómo lo tratabas cuando eran novios. No lo mires nunca de arriba abajo. 8. Déjalo a veces ser más instruido que tú, esto mantendrá el sentimiento de su dignidad y te dará la oportunidad de no ser del todo infalible, si cedes una vez. 9. Respeta la familia de tu marido y sobre todo honra a su madre; él la quiere de mucho antes que a ti. 10. No te presentes desaliñada delante de tu esposo. No descuides tus funciones femeninas. 2- Aprecio Las familias felices se aprecian mutuamente, se aman. ¿Cómo se puede alimentar ese amor? a- Dando y recibiendo pequeñas expresiones de cariño, se pueden alegrar a nuestros seres queridos. b- Veamos los puntos positivos y las virtudes de nuestro cónyuge, y no solamente las flaquezas. En lugar de críticas, destáquense las buenas cualidades recíprocamente, estimularán el amor y la superación. c- Un esposo cambió su forma de pensar, frente a su esposa, cuando ésta tuvo que ausentarse por tres días, dejándolo al cuidado de los niños. He aquí el recuerdo de esa aventura: • Abrir la puerta a los chiquillos que venían de la calle: 63 veces. • Reñirles para que se callasen o estuviesen quietos: 22 veces. • Intervenir para arreglar disputas: 8 veces. • Perder los estribos: 12 veces. • Atar cordones de los zapatos: 15 veces. • Manchas en los pantalones: 3 veces. • Comer mal: los tres días, etc. ¡Nunca he deseado volver a ver a mi esposa, tanto como ahora! d- Evitemos las palabras ásperas y ofensivas. Cuando ambos eran novios se hablaban dulcemente. A medida que convivimos, debemos buscar de fusionar nuestra personalidad y mejorar nuestras relaciones.

e- El consejo de Dios es: "Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas” Colosenses 3:18-19. Mantén puros tus pensamientos y no permitas que la expresión de tu rostro comunique enojo, desprecio o deseos de venganza. Hay diversos grados de silencio que pueden ser más destructivos que las palabras. 3- Comunicación a- Un investigador calculó, que las parejas tienen un promedio de 17 minutos de conversación por semana. ¡La semana tiene 10.080 minutos! b- La televisión roba a menudo a la familia un precioso tiempo que podría utilizarse para conversar. ¡Y qué tremenda pérdida! c- La comunicación es fundamental para la comprensión y para alimentar el amor. Las experiencias vividas en el trabajo, las diarias vivencias con los hijos, nuestras alegrías y preocupaciones, nuestras ideas o desilusiones vividas fuera del hogar, pueden ser temas de conversación. d- Cuando notemos que alguien del hogar no se comunica, veamos por qué. Hablemos y resolvamos la dificultad. Quizás la esposa se sienta acomplejada o frustrada por algo, o piensa que no sabe expresarse con la facilidad con la que lo hace el esposo. Tratemos siempre de comprender lo que piensa el otro, compenetrándonos en él. No pretendamos atemorizar, dominar, culpar, controlar ni ganarle al otro. No se griten mutuamente. e- Al hogar debe llenárselo de risas, amor, entusiasmo y sana alegría. 4- Pasar tiempo juntos a- Se les preguntó a 1.500 escolares: ¿Qué crees que hace más feliz a una familia? La respuesta más frecuente fue: "Hacer cosas juntos". b- Busquemos tiempo para hacer cosas juntos. Asociemos a nuestros hijos en nuestra actividad y recreación. Compartan los problemas y la felicidad. c- Aunque cada uno es bombardeado por actividades que nos absorben, debemos planificar de tal modo nuestro tiempo, que podamos dedicarnos a la familia, o terminaremos dispersos. 5- Unidos en la adversidad a- La familia sólida, se une para hacer frente a los desafíos de una crisis, pues hay un compromiso mutuo. Es necesario desarrollar esa capacidad de hacer frente a la adversidad. ¿Pero cómo? Dios desea tendernos sus manos de amor en medio de la tormenta más violenta. En las Sagradas Escrituras nos comunica sus promesas y ¡qué hermosas son! Conózcalas investigando los temas de las "Guías de Investigación Bíblica". b- Si hay problemas, no busquemos culpables sino soluciones. No cuesta nada decir: "lo lamento" o "te perdono". La pareja no debe acostarse nunca enojada. Apliquemos el consejo divino: "No se ponga el sol sobre vuestro enojo" Efesios 4:26.

6- Estructura moral a- Se ha comprobado que esto es un denominador común en las familias estables. En el cultivo de las virtudes cristianas hay bendición. b- La estructura moral incluye: Integridad, honradez, lealtad, responsabilidad, virtud moral y los principios de la utilidad y del amor. Los principios de los 10 mandamientos debieran estar en cada corazón, pues traen bendición. Las Escrituras Sagradas dicen: "¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre" Deuteronomio 4:29. 7- Dios en el hogar a- En una encuesta realizada en diversos países por "Mensajes de Amistad", se ha comprobado que la mayoría de las personas creen que la fe religiosa es una ayuda para el hogar. Pero cuán lamentable es comprobar, que el materialismo está desplazando las cosas del espíritu y destruyendo la fe. b- El diálogo sobre cosas profundas, une a la pareja maravillosamente. Dios desea bendecir a quienes lo buscan y le aman. Solamente Él puede cambiar nuestro carácter, darnos fortaleza en las horas difíciles y guardar a nuestros hijos de los grandes peligros que enfrentan. c- No descuides tu vida devocional y espiritual. Haz de las Sagradas Escrituras la guía para tu vida y tu hogar. Ella nos aconseja, nos orienta, ilumina la senda de nuestra vida y nos llena de esperanza. A través de sus 2300 profecías, nos revela el pasado, presente y futuro con exactitud matemática. Estúdiala y recibirás grandes beneficios. Si has fracasado en tu vida conyugal, busca a Dios, pues nadie mejor que Él para cambiar el rumbo de nuestra vida. Si eres feliz dale gracias y cuida esa dicha. Pero haz tu parte, practicando los principios del amor. "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser" "Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" 1ª Corintios 13:4-8 pp., 13. ¡No pienses jamás en el divorcio! ¡Piensa en tus hijos! Fuente: http://granavenida.com/biblia/general/matrimonio.htm

La comunicación en la pareja y en la familia La familia es una escuela personal y social. El niño aprende de jóvenes y de adultos. De ahí que sean tan interesantes y formativas las familias numerosas en las que todos aprenden de todos. "YO NO CAMBIARÍA A MIS 8 HERMANOS Y HERMANAS POR NADA DE ESTE MUNDO. DE MIS PADRES Y DE ELLOS HE APRENDIDO CASI TODO LO QUE SE ACERCA DEL HOMBRE EN SOCIEDAD". Esto lo afirma el filósofo ALEJANDRO LLANO, uno de los pensadores actuales con mayor proyección de futuro, como lo ha demostrado en las tesis apuntadas en su último libro EL HUMANISMO CIVICO. Contiene ideas tan geniales, que, como acierte a divulgarlas, está llamado a convertirse en uno de los pensadores hispánicos más importantes de los próximos años. Yo pensaba que el genial filósofo casi todo se lo debía a las muchas horas de biblioteca..., y, como resulta que no es así y que, como el confiesa, ha sido, su familia la causante de casi todo el borbotón de su filosofía, y, que solo el otro poquito que falta lo ha puesto él con su esfuerzo, uno no puede por menos que exclamar la tan típica frase "VIVA LA MADRE QUE TE PARIÓ". Y eso por justicia y por representar en esa mujer, madre de 9 hijos. Los méritos de toda la familia de Los Llano, que tan bien le enseñó al filósofo Claro, que se podía pensar que tal reconocimiento a la familia queda muy poco "filosófico" y, desde luego, poco moderno. Y es que algunos se empeñan en hacernos creer que la familia es de “derechas”; naturalmente, la familia de un señor con una señora abiertos a la vida y hasta que la muerte los separe. Porque para estos mismos, todos los demás arrejuntamientos son "TIPOS ESPETABLES DE FAMILIAS" -le dicen siempre en plural-, tales como UNO CON UNO, O UNA CON UNA, O UNO CON SU PERRITA DE PELUCHE, O UNA CON SU OSO WINNI POOH, y así... hasta el infinito de posibilidades combinatorias. . Nadie está obligado a contraer matrimonio, pero una vez contraído, todos están obligados a cumplir sus leyes. Quien contrae el matrimonio, NO CREA, NO INVENTA el matrimonio, del mismo modo que el nadador no inventa la naturaleza o las leyes del agua o de la gravedad. Por consiguiente, no es el matrimonio el que debe plegarse a su arbitrio, sino SU ARBITRIO AL MATRIMONIO. Lo que debe decidir si un matrimonio está muerto o no, es la esencia de la cosa, los datos de hecho y no los deseos de las partes litigantes. Antes de dar a conocer al autor de esta cita, quiero manifestar que dicho personaje y su doctrina me interesaron en un principio de mi vida universitaria aproximadamente en 1969, cuando muchos de mis compañeros eran marxistas, algunos hoy felizmente ya reconvertidos en engranajes de poder o de fama (Piqué, Bubianes, Llach...)... "PERO POR MÁS QUE DIGAN, A CADA UNO LO SUYO Y POR ESO LA FAMILIA NATURAL NO ES NI DE DERECHAS NI DE IZQUIERDAS... LO MISMO QUE EL DIVORCIO, QUE TAN POCO ES NI DE UN LADO NI DE OTRO Y NI SIQUIERA ES CENTROREFORMISTA, POR MÁS QUE ESTE VERTEDERO IDEOLÓGICO AGUANTE TODO LO QUE SE LE ECHE... LA FAMILIA ES SENCILLAMENTE HUMANA Y TODO LO QUE LE ATAQUE O COMBATA ES INHUMANO...”. Perdón, que se me olvidaba: la cita es de CARLOS MARX. Publicó estas líneas en LA GACETA RENANA, el 19 de diciembre de 1832. Con esta idea que asumo totalmente y que quienes me conocen saben que comparto totalmente, mi defensa de la familia ha hecho que durante tantos años de mi estancia en México me haya dedicado muy en serio a defender a la familia, al matrimonio, a ayudar a la

gente a comprender sus sentimientos y a intentar construir relaciones de amor auténtico, algo sé, sin duda de cómo estructurar una vida en pareja. Por eso quiero hablar de ello. Yo creo en el amor. Pero estoy convencido de que la mayoría de las personas tienen problemas de amor consigo mismas y con los demás. Cuando ustedes se casan, se sienten felices, llenos de seguridad, de esperanza. De disponibilidad, no por superficialidad, o porque no se dan cuenta de las dificultades que van a encontrar o de las respectivas y diversas personalidades; sino porque están convencidos de que LA FUERZA DE SU AMOR, LO SUPERARÁ TODO. Y sin embargo, en buena parte de los casos no es así. Una profunda soledad separa hoy a la mayoría de los cónyuges, incluso a aquellos que se quieren. Estas palabras quieren dar una esperanza a todos aquellos que creen en el matrimonio, pero no quiere que sea como un manual con reglas para hacer revivir simplemente una relación de pareja. Este tipo de métodos y recetas no obtiene ningún resultado; La gente necesita algo que le haga entender QUIEN ES Y COMPRENDER AL OTRO EN SU INTEGRIDAD. Al principio, en la fase de enamoramiento y después, cuando en general, todo marcha bien, los cónyuges se intercambian sentimientos de ternura, delicadeza, pasión y erotismo. Pero cuando empiezan las dificultades (y todas las relaciones, sin exceptuar una SOLA, se encuentra tarde o temprano momentos difíciles), se olvidan los momentos bellos, felices y serenos. Se olvidan de amarse. En estos casos, en general, se piensa en uno mismo, se ven sólo las propias razones y los errores del otro la atmósfera conyugal se enrarece y se convierte en lugar de ulteriores enfrentamientos. A menudo, por otra parte, para reducir la tensión, llegan a conciliarse, pero sólo superficialmente, procurando no tocar o no analizar los motivos que constituyen la causa desencadenante. Hay que tener valor y afrontar las cuestiones que siguen abiertas, sin resolver, tratando de profundizar de reencontrar juntos una solución. Por desgracia, muchas parejas, tratan de olvidar el problema por miedo a empeorar la situación o descubrir una verdad incómoda. No quieren ver al otro tal como es. Prefieren idealizarlo, mantener una imagen de la pareja que no les haga pensar, que no les ponga el crisis, en discusión. O bien, no quieren verse a sí mismos tal como son. Yo estoy convencido, en cambio, de que hay que identificar, aceptar y resolver los problemas. En caso contrario, antes o después, los problemas sin resolver reaparecerán y, con el paso del tiempo, serán cada vez más difíciles de resolver. Por otro lado, las situaciones OBVIADAS, OCULTAS, LATENTES envenenan la relación: De un modo u otro, falsean el matrimonio, lo vacían de sentido. Por eso, lo primero que hay que hacer es AUMENTAR LA CONSCIENCIA PERSONAL SI SE QUIERE VIVIR EN PAREJA TODA LA VIDA. Sólo así con una tasa reducida de neurosis, se podrán comprender los problemas, se tendrá la capacidad de aclararlos, se encontrará la fuerza para superarlos. No existen recetas preconfeccionadas para construir una relación feliz. Cada caso es particular. Nadie puede

ayudar a una persona si no quiere ser ayudada. EL MATRIMONIO ES UN PUNTO DE PARTIDA, NO DE LLEGADA. Una cosa es cierta en todo caso: LA FELICIDAD Y LA SERENIDAD CONYUGAL NUNCA VIENEN DADAS O REGALADAS, SINO CONSTRUIDAS. Quien cree qué el amor entre dos personas puede existir sin consciencia o responsabilidad individuales es un iluso. El amor no puede reducirse a un evento milagroso. Es una capacidad personal, una cuestión de trabajo PSÍQUICO Y ESPIRITUAL entre personas. El resto, la atracción física, el encontrarse bien juntos, etc. Aunque importante, si no es desarrollado o inscrito en un proyecto de crecimiento no pertenece a esta dimensión. Si los componentes no colaboran, comparten, comunican ni crecen juntos, a mi entender, no pueden considerarse casados. No nos hagamos ilusiones: EL MATRIMONIO, SI SE ABANDONA ASI MISMO SE MUERE. NO VIVE. La comunicación constructiva. Creo que las psicologías femeninas y masculinas son muy diversas entre sí y que esta profunda diferencia de vivir consigo mismo, con el otro Y con el mundo circundante es la verdadera razón de la inmensa mayoría de los conflictos conyugales. . Vivir juntos, día tras día, con psicologías diversas, agudiza inevitablemente el SUFRIMIENTO, la INTOLERANCIA, la INCOMUNICABIUDAD, la INCOMPRENSIÓN entre los cónyuges. La primera cosa que no ha de olvidarse, es que el matrimonio conlleva siempre dificultades, crisis, conflictos, problemáticas entre el uno y la otra. Comenzar a vivir juntos con la certeza de que se deberá afrontar la comunicación con una persona del otro sexo, con mentalidad, expectativas, esperanzas, sueños, deseos completamente diversos de los propios, es el modo más inteligente para adentrarse en la vida matrimonial. . . No hay duda de que LA COMUNICACIÓN ES EL ÚNICO MEDIO QUE DOS CÓNYUGES PUEDEN USAR PARA CREAR Y MANTENER ENTRE SÍ PROXIMIDAD, COMPLICIDAD Y COMPRENSIÓN. Y para mantener en pie el matrimonio. Por comunicación no entiende solamente la verbal, aunque en general sea predominante, sino también la de los gestos, de la mímica del rostro, de la postura del cuerpo, del comportamiento, de las actitudes, el tono de voz....Muchas veces se usan palabras dulces o formalmente irreprensibles, pero algo, -una señal, un matiz, una inflexión de voz, una mirada- nos delata Y hace comprender el verdadero mensaje, aquello que se experimenta en verdad. . La comunicación entre personas de diferente sexo debe ser constructiva, dado que, a mi entender, las respectivas naturalezas conducirían a la INCOMUNICABILIDAD, A LA INCOMPRENSIÓN. Para ser CONSTRUCTIVA, la comunicación conyugal: • •

No debe acusar No debe exigir.

• • • •

No No No No

debe debe debe debe

burlarse. dominar. guardar rencor. ser pedante, repetitiva.

Debe estar abierta, disponible, dispuesta a cambiar de opinión; debe convertirse en lugar y medio para comprender mejor el universo del otro, tan diverso y lejano del propio. Por tanto, la comunicación debe ser siempre NUEVA, nunca REPETITIVA o REDUNDANTE. No debe contener LAMENTACIONES o VICTIMISMOS, sino permitir al uno conocer la profunda intimidad del otro. Debe hacer asumir sus propias responsabilidades a quien ofrece soluciones y también al que no las ofrece sino más bien las sufre pasivamente, salva siempre la disposición a la crítica. No debe lanzar nunca acusaciones contra el otro, no ha de estar nunca a la defensiva, sino arriesgarnos a aparecer tal como somos, expuestos a ser CRITICADOS, CASTIGADOS, MOFADOS, ULTRAJADOS. Nunca ha de inducir a venganzas o castigos, sino TRANQUILIZAR, IMPULSAR A LA RECIPROCA ACEPTACIÓN Y AL CAMBIO, A LA TRANSFORMACIÓN en un camino de mutuo crecimiento psicológico y espiritual. No debe ser nunca DESLEAL o FALSA, sino VALEROSA y siempre ACTIVA, capaz de permitir una conciencia personal por parte de ambos cónyuges, Los peligros del silencio Poder comunicar al otro nuestras emociones, sentimientos, preocupaciones, miedos o problemas, forma parte integrante del matrimonio. ES ESENCIAL. En una relación de amor se debe tener la posibilidad de decir al otro quién somos. No se debe tener miedo de descubrirse. En el matrimonio podéis ser vosotros mismos sin ser rechazados por ello. Los cónyuges inseguros, con poca estima de sí mismos, temerosos de ser rechazados, en general encuentran siempre coartadas, justificaciones para no hablar, para no comunicar lo que sienten. Ya que hemos visto que el creer que el otro os comprende sin que habléis, pertenece al reino de las ilusiones. El silencio, en general, NO ES BIEN VIVIDO EN EL MATRIMONIO. El hecho de que un cónyuge no hable o este constantemente en silencio, provoca en el otro un sentimiento de culpa. Puede ser vivido incluso como castigo. Muchas personas se desesperan porque el cónyuge responde, sólo con monosílabos a su deseo de comunicación, de coparticipación de los problemas conyugales. El insistir en preguntar al otro que siente, qué le ocurre, no hace más que darle a éste último un gran poder, precisamente el de no responder. Un poder negativo de chantaje que, a la larga, acaba por frustrar gravemente al cónyuge que pretende desesperadamente hablar, COMUNICARSE. Al final cae sobre la relación un alto grado de incomunicabilidad recíproca que la asfixia. Muchas veces el silencio es una MÁSCARA: oculta la incapacidad de comunicarse, de admitir que uno se ha equivocado, esconde las debilidades, el miedo de la realidad matrimonial, la irresponsabilidad..., etc. En ciertos matrimonios se llega a tener miedo de decir "TE QUIERO" porque no se quiere oír respondes CON UN SILENCIO ABSOLUTO. En cualquier caso conviene evitar el uso de palabras vacías o de frases sin sentido, dichas simplemente, por decir algo. No seáis superficiales. He conocido a parejas que estaban

convencidas de que se comunicaban pero hablaban sólo de argumentos insignificantes o neutros dirigidos al mundo externo. QUERER TENER SIEMPRE LA RAZÓN, NO ES COMUNICARSE. TAMPOCO ES COMUNICARSE, DAR ÓRDENES. Comunicarse significa; ACEPTACIÓN, PARIDAD DE DERECHOS Y DEBERES IGUALDAD COMPRENSIÓN, LEALTAD, VERDAD. Me gustaría hablar ahora un poco de la NO COMUNICACIÓN, especialmente de los motivos psicológicos y los prácticos, pero dada la longitud de esta plática, prefiero pasar directamente a hablar de Condiciones para una buena comunicación. Una comunicación auténtica, verdadera, sólo puede brotar si los cónyuges recorren un camino de crecimiento psicológico y espiritual. Difícilmente se comunicarán si no se aporta el matrimonio como cambio resignación .o conversión de la propia vida. No existirá comunicación mientras uno se SIENTA VICTIMA. No habrá comunicación mientras SE QUIERA HACER SIEMPRE Y SOLO JUSTICIA. No habrá comunicación mientras se quiere cambiar AL CÓNYUGE SIN REPARAR EN UNO MISMO. .En las parejas casadas desde hace muchos años es difícil reavivar el sentido de COMPLICIDAD. Estos cónyuges no se viven como cómplices y sus discursos se ocupan siempre DE LOS HIJOS O DE LOS NIETOS, NUNCA DE ELLOS MISMOS. En general, estos cónyuges se sienten a disgusto cuando se encuentran solos el uno con el otro mucho tiempo. Es como si no supieran hablar Pero se puede, pero es necesario que admitan consigo mismos que quieren empezar de nuevo. En lugar de entregarse a su pesimismo a ultranza, al victimismo, al llanto, o a un gélido mutismo, deben adecuarse a la realidad y aceptar o admitir su fracaso para poder afrontar con éxito el próximo futuro. Por otra parte, es mejor hablar de CAUSAS o PROBLEMAS que de CULPAS. Los cónyuges que deciden asumir la responsabilidad del cambio, de la conversión, se admiran de descubrir diversos, nuevos y por fin, cómplices. El pasado debe servir sólo para no repetir los mismos errores, después HAY QUE ABANDONARLO. Si se tiene delante, puede paralizar toda actividad. Por consiguiente, se deben inventar cosas nuevas, nuevos intereses, viajar, participar en cursos y conferencias, visitar exposiciones, trabar nuevas amistades... de modo que se estimules viejos deseos, antiguos sueños abandonados o frustrados. Pero para hacer esto hay que renunciar a los resentimientos, rencores y venganzas. No digo que HAYA QUE OLVIDARLOS, sino DESPRENDERSE DE ELL05, ABANDONARLOS. Recordar litigios, conflictos y recíprocas mezquindades favorece sólo una ulterior tentativa de dominio, de querer imponerse al otro. ¡En cambio ha de saberse renunciar IMPRORROGABLEMENTE!! Por otra parte, cuando se sale de una larga relación de incomprensiones o malentendidos, ya no se tiene confianza en sí mismos ni en el cónyuge. En estos casos aconsejo, más bien, que hacer las acostumbradas promesas o buscar obsesivamente la causa de ciertos comportamientos, PASAR A LA ACCIÓN, ACTUAR, HACER ALGO. Los cónyuges lograrán acercarse de nuevo SÓLO SI CAMBIAN SUS RESPECTIVOS COMPORTAMIENTOS, NO SI

CAMBIAN SÓLO LAS PALABRAS. Acciones y comportamientos positivos, leales, abiertos crearán un clima de auténtica comunicación. Los modos de vivir la complicidad son muchos y diversos para cada individuo. El verdadero amor por el cónyuge consiste EN NO OBLIGARLO A VIVIR LA COMPLICIDAD O LA COMUNICACIÓN INTERPERSONAL DESDE NUESTRO PUNTO DE VISTA, sino en aceptar y apreciar AQUELLO QUE LE GUSTA AL CÓNYUGE. El intercambio interpersonal no es un evento pasivo, sino fruto de un camino, de una serie de comunicaciones, de actividades. No se realiza si se espera que sea algún otro el que lo solicite. La buena comunicación es ACCIÓN. Es una OPCIÓN. Es decidirse A DAR EL PRIMER PASO. Es acercarse al cónyuge y ENTRAR EN SU ESFERA DE INTERESES. La buena comunicación NO ES. EGOÍSMO. No se hace para uno mismo, sino que tiene en cuenta al otro. Nos ayuda a sentirnos comprendidos, aceptados, importantes, útiles. Es pues necesario buscar lo QUE UNE, no lo QUE SEPARA. Hay que recordar cuáles fueron al principio, los elementos, las características del cónyuge que nos atrajeron, LOS LIBROS QUE SE LEÍAN JUNTOS, LAS PEÚCULAS, LAS CONVERSACIONES, LOS INTERESES COMPARTIDOS ANTES DE NACER LOS HIJOS, y hacer que vuelvan a convertirse en un PUENTE DE COMUNICACIÓN INTERPERSONAL. . Obviamente, esto no sirve de casi nada si ambos no están en un camino de CONSCIENCIA PSICOLÓGICA y ESPIRITUAL. Como y qué comunicarse No hay recetas en tal sentido. Aconsejo SER ESPONTÁNEOS, SER AUTÉNTICOS y DECIR LA VERDAD DE MODO SENCILLO, LIMPIO. "SIENTAN" su corazón mientras se comunican con el cónyuge. Creo que es más que suficiente. Sean francos, no den vueltas en torno al problema, exprésense de modo honrado, humilde. TRATEN DE NO HABLAR CONDICIONADOS POR EL OTRO. DIGAN AQUELLO QUE PIENSAN, CUESTE LO QUE CUESTE. Y después ESPEREN. El otro puede responder o comunicarse de formas distintas de la palabra CON GESTOS, con LA MÍMICA FACIAL, CON LA POSTURA DEL CUERPO, CON UNA MIRADA, UNA SONRISA, UN ABRAZO... Acéptenlo TODO con naturalidad. No se detengan a analizar escrupulosamente las reacciones del otro. ARRUINARÁN la COMUNICACIÓN!! Limítense a EXPRESARSE A SI MISMOS. Cuándo comunicarse SIEMPRE !!!. No hay un momento privilegiado para hacerlo. Puede suceder que durante una conversación difícil, mientras se dicen cosas negativas, se siente dentro también algo positivo. Bien. NO LO GUABDEN EN SU INTERIOR!!, EXPRÉSENLO!!. NO hay mejor prueba de afecto o amor que una palabra dulce, una valoración, una expresión de respeto, mientras se está discutiendo. Es la mejor prueba de que en la relación existen todavía posibilidades de recuperación.. Si se comparte todo, los aspectos negativos se disipan cada vez más y entre ambos cónyuges viven un gran sentido de complicidad, ya no tienen miedo de descubrirse mutuamente, se sienten por fin y verdaderamente libres. Hay tantas y tantas formas de comunicare!!! HAY OUE ESFORZARSE Y CONFIAR EN USTEDES MISMOS Y EN EL OTRO. Bien merece la pena!!

A modo de últimos consejos. Una de la de las formas de comunicación que siempre es buena cuando los cónyuges no consiguen expresar sus sentimientos es exponerlos en una carta. Todo lo que se piensa del otro debe ser reflexionado y dicho después, ADEMÁS DE COMPARTIDO. Cada vez estoy más convencido de que sI en un matrimonio no se logran compartir DOLOR, SUFRIMIENTOS DUDAS, DECEPCIONES y PERPLEJIDADES..., tampoco se pueden compartir el amor la serenidad y la intimidad. A este propósito en un pacto de lealtad, desaconsejo usar tonos polémicos violencias o agresividad verbal o de comportamiento. Traten de decir TODO SIEMPRE pero con calma y paciencia. Su mensaje llegará mejor al otro y servirá más adecuadamente a tal fin. Es triste ver algunas parejas decirse la verdad usando tal agresividad y espíritu polémico, que acaban litigando por sentirse heridos, no por el contenido de las palabras, sino por el tono usado. (Es decir, las cosas se tienen que decir con CLARIDAD, pero también con CARIDAD). No hay que jugar en el matrimonio, las palabras en una relación de amor tienen su peso, pueden tanto EXALTAR y HERIR, como DESTRUIR. Procure nunca interrumpir al otro mientras está hablando o desahogándose. Esperen pacientemente su turno y después con calma digan todo lo que piensan CUESTE LO QUE CUESTE. Si no entienden un concepto pidan que se lo repita. Sean humildes en la relación; en caso contrario corren el peligro de crear un clima de PODER, COMPETICIÓN, de DESIGUALDAD y, por tanto de INCOMUNICABILIDAD Deben saber claramente que desean del cónyuge que es lo que el otro a su vez desea de ustedes; cuales son sus valores y cuales los de su pareja. No crean que aclarar todo esto reste “poesía” al matrimonio. Al contrario, les dará SEGURIDAD y SENTIDO DE ESTABILIDAD. Las zonas de sombras, los misterios, las desilusiones, las idealizaciones, la falta de realismo... déjenlo para la fase del enamoramiento (por naturaleza fugaz y engañosa, aunque también útil...) pero ¿ahora? No olviden que están CASADOS – NO CAZADOS – y no se trata de estar enamorados, sino de AMARSE en plenitud. Fuente: http://www.ecimqro.org/conf2205.htm

Los ajustes iniciales y algunos problemas comunes

Ajustes. Problemas. ¿Qué te parece el tema? ¿ Negativo? ¿Realista? Para el soltero que aún no conoce el amor, el tema resulta muy lógico y realista pues de estas cosas se trata la vida. En cambio, la persona enamorada muchas veces queda cegada a tales cosas y reacciona con, "Estoy seguro que otras parejas tienen que pasar por problemas y ajustes difíciles una vez que se casan. ¡Pero nosotros no!" Y el individuo ya casado fácilmente pudiera comentar, "¿Cómo pude ser tan ingenuo? ¡Y nadie me lo advirtió...o no le creí! Ahora, ¿qué haremos?" Cuando un hombre y una mujer entran en una relación tan íntima como el matrimonio, descubren 50 ajustes y problemas. Las razones son variadas. El mero hecho que son del sexo opuesto les da reacciones, ideas, emociones, valores, ambiciones, deseos y puntos de vista que no solamente se distinguen, sino que a veces también se oponen. Añadimos el hecho que vienen de dos distintas familias, y aumentan las diferencias. Luego existen las diferencias que resultan de distinciones económicas, escolares, religiosas y ambientales. ¡Y ya llegamos a los "sin cuenta" ajustes y problemas que mencioné! Diferencias. O destruirán el matrimonio o lo enriquecerán. Lo interesante es que el resultado depende en gran manera de la pareja. El propósito de este capítulo no es solucionar todo problema ni ayudar en hacer todo ajuste. Sí quiero mostrarte algunas soluciones a algunos problemas y darte ciertas claves para lograr ciertos ajustes. Ajustes Iniciales ¡QUE DIFERENTE! Ayer era novio; hoy soy esposo. Ayer dormí solo; hoy comparto mi cama con una mujer. Ayer aún existía la posibilidad de perderla a otro hombre; hoy se acabó la conquista. Ayer viví con el punto de vista masculino; hoy necesito vivir con el punto de vista femenino también. Ayer no me era lícito tocarla íntimamente; hoy aun el sexo se nos permite. Ayer era responsable por mí mismo; hoy soy responsable por nosotros. Ayer la vi a su mejor; hoy la veo como es normal. Ayer pude ocultar mis malos hábitos; hoy será más difícil. Ayer viví en sueños; hoy empezó la realidad. Ayer era soltero; hoy me casé. ¡QUE DIFERENTE! No existe otra relación social que demande de los participantes ajustes tan repentinos y extraordinarios. Con razón tantos matrimonios fracasan de una manera u otra. Y a ti te digo que tu propio matrimonio será, o seguirá siendo, un desastre si tú y tu cónyuge no logran hacer estos ajustes en una manera madura y sana. Cada matrimonio exitoso logra ese estado cuando cada persona se esfuerza por ser comunicativo, paciente, amoroso, humilde y generoso. Los ajustes bien logrados ayudan a formar un matrimonio sólido y satisfactorio. Veamos sólo cinco ajustes esenciales. Nosotros Todos acostumbramos pensar en términos personales: yo, mi, me. Todos planeamos nuestras vidas alrededor de nosotros mismos. Todos naturalmente somos egocéntricos. Pero en el matrimonio, eso tiene que cambiar. De repente, ya no soy yo, soy nosotros. Qué raro. ¡Y qué difícil!

Ayer, si me daba la gana, salía a jugar al béisbol o me recostaba a leer un libro. Ayer, si yo quería, cambiaba de trabajo o no me rasuraba. Ayer, según mi antojo, compraba una Pénsil o me pasaba todo el día con mis amigos. Ayer, conforme a mis emociones, tocaba himnos en la grabadora o me iba solo al monte. Ayer. Pero, ya no soy yo, soy nosotros. Qué raro. ¡Y qué difícil! Creo que éste es el ajuste principal. Si lo logramos, los demás ajustes serán tanto menos complicados. Mi mentalidad tiene que cambiar de lo que yo quiera a lo que ella quiera. La mentalidad de ella tiene que cambiar de lo que ella quiera a lo que yo quiera. Y juntos debemos considerar lo que nos es bueno y provechoso a ambos. La Biblia dice sin equivocación que Dios toma a dos y los une en uno. Esto significa que ya no debo vivir para mi bien, sino para nuestro bien. Significa que mi vida y su desarrollo quedan inseparablemente enredados con la vida de mi esposa (se llama Rubí). Nuestras vidas son para compartir entre nosotros. Debe existir entre nosotros un nivel de comunicación que no existe en ninguna relación que podamos tener con cualquier otra persona. Todo esto impacta en nuestras vidas en maneras tremendamente prácticas. Ya no juego al béisbol o al ajedrez con la frecuencia de antes. Ya no paso largas horas en compañía de mis amigos o de mis libros. Ya no salgo a pasearme solo con la frecuencia de antes. ¿ Porque no me gustan esas cosas ya? ¡Claro que no! La cosa es que ahora tienen una importancia secundaria a mi relación con Rubí. Aún me entretengo con algún juego o con mis amigos o solito, pero menos que antes. Igualmente con Rubí; ella me ha puesto a mí y a nuestra relación en una posición semejante. ¿Y qué de los libros y la grabadora? El mismo principio rige. Hay ocasiones cuando quiero leer pero Rubí necesita alguien con quien platicar o alguien que le ayude tender la ropa. Entonces no leo; eso lo podré hacer en otra ocasión. De vez en cuando se me antoja escuchar música en la grabadora. Pero ¿qué haré si Rubí quiere escuchar un mensaje o quiere que vaya a comprar un kilo de harina o no más quiere silencio en ese momento? Por amor a ella e interés en nosotros, no escucharé música en esa ocasión. "¿Para dónde vas?" "¿Qué estás pensando?" "¿De dónde vienes?" "¿Por qué hiciste esto?" "¿Con quién platicaste?" "¿Qué hiciste hoy?" "¿Cuándo vas a volver?" "¿Qué piensas hacer hoy?" " ¿Qué te dijo fulano?" Me imagino que fueron preguntas como éstas que impulsaron esta pregunta de un amigo mayor: ¿Por qué son las esposas tan entremetidas en los negocios de sus esposos?" Francamente, las preguntas al principio de este párrafo no deben ser necesarias. Los cónyuges deben compartir sus vidas el uno con el otro. Nuestros planes, nuestros pensamientos, nuestras experiencias son para confiarse con nuestros cónyuges. Si Rubí tiene que hacerme este tipo de preguntas o si yo tengo que hacérselas a ella, entonces hemos fallado en funcionar como nosotros. El individuo que opina que su esposa se entremete en sus negocios aún no comprende que ya no es yo. Siendo que ahora son uno, ambos tienen derecho a todo lo del otro. Un ajuste de esta magnitud requiere tanto un cambio de punto de vista como un cambio de vida. No es fácil, pero sí es posible. Te sugiero tres cosas que ayudan en esto grandemente: 1) el apoyo y la ayuda de Dios 2) un noviazgo bien fundamentado 3) el amor. Cualquier matrimonio puede ser feliz, exitoso y lleno de nosotros. Aun el matrimonio pagano. Pero la abundancia matrimonial en todos sus aspectos es la bendición exclusiva de

aquellos cónyuges que conocen a Dios. Para transitar este ajuste de nosotros (y cualquier otro ajuste), busca el apoyo y la ayuda de Dios. El puede hacer los cambios fundamentales en el corazón para cambiarnos de yo a nosotros. El especializa en cambiar puntos de vista y propósitos de vida. Si tú aún no te has casado, entonces hay algo que puedes hacer antes de casarte. Dale a tu noviazgo un fundamento bueno y sólido. El ajuste al nosotros matrimonial les es cosa natural a aquellos que han practicado el concepto de nosotros en el noviazgo. Muchas parejas limitan sus matrimonios aun antes de casarse. Eso suena raro, ¿verdad? Sucede más o menos de esta manera. Se enamoran en un sentido físico. Su atracción es física. Se conocen físicamente nada más. Se conocen poco o nada en el aspecto espiritual. Se casan. ¡Púm! A las pocas semanas (o días, quizás) descubren que se casaron con un desconocido. Los ajustes les son difíciles si no imposibles. El amor. Tal vez te parezca extraño que lo mencione en conexión a los ajustes. ¿Sabes que muchos se casan sin conocer el amor? ¡Es cierto! Cada uno está tan ocupado con yo que no puede preocuparse en la otra persona. Toda relación entre ellos se basa en lo que pueden conseguir personalmente. Aun lo que hacen a favor del otro es con el propósito de conseguir algo para sí mismos. El amor genuino se interesa solamente en el bien para el otro sin interés alguno en provecho o recompensa personal. Medita en estos pasajes bíblicos que pintan un paisaje del amor genuino. "Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos" (Cantares 8.7). "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Juan 15.13). "El amor sea sin fingimiento" (Romanos 12.9). "El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor" (Romanos 13.10). "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser" (1 Corintios 13.48). "Todas vuestras cosas sean hechas con amor" (1 Corintios 16.14). "...Servíos por amor los unos a los otros" (Gálatas 5.13). "Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor" (Efesios 4.2). "El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor" (1 Juan 4.8). El Sexo Después de esos versículos sobre el amor verdadero y su énfasis acompañante en nosotros, cabe muy bien tratar en breve el ajuste sexual. Este ajuste no es ni natural ni ligero ni sencillo como la mayoría imagina. La cultura mundial decadente nos ha colmado de

información y observación sexual, pero aún así, este ajuste matrimonial es algo delicado que requiere bastante amor y nosotros. [Para encontrar ayuda más detallada sobre esto, consulta con alguna librería evangélica o con Lámpara y Luz.] El amor y la resultante consideración deben marcar nuestras relaciones sexuales con nuestros cónyuges. Cada cónyuge se dedicará a darle al otro el placer y la satisfacción sexual que anhela y necesita. No se preocupará tanto por sus propias necesidades y sus propios anhelos. El amor del esposo ha de mostrarse a través de la paciencia. El fuego sexual de tu esposa es más lento y prolongado que el tuyo. Aunque tú puedes estar ardiendo en pocos minutos, ella ocupa más tiempo. La inclinación normal del marido es conseguir su propia satisfacción sexual lo más pronto posible. No quiere esperar hasta que su esposa esté lista. Pero tu amor y paciencia te darán el control personal para esperar y ayudar a tu esposa llegar al mismo nivel de excitación sexual. Usa palabras dulces y amorosas y caricias tiernas y sabias en este tiempo de espera y preparación. El amor del marido también debe mostrarse a través del respeto y la cortesía. Si ella está turbada por algún problema, interésate más en ayudarle a ella encontrar la solución o la paz que en satisfacer tus propios deseos sexuales del momento. Si ella está tremendamente agotada o levemente enferma, ni siquiera le insinúes tus necesidades sexuales; ocúpate más por su bienestar. Si ella no más no tiene ganas sexuales, no te portes como un monstruo sexual que tiene que ser satisfecho o no estará de buen humor. O si ella por palabra o acción te expresa deseos sexuales, haz todo en tu poder por satisfacerla, aunque estés cansado o no tengas ganas o estés preocupado por algo. El amor de la esposa se mostrará en una manera compasiva y comprensiva. Recuerda que la pasión sexual de tu esposo se enciende fácil y rápidamente. Reconoce que en este mundo hay todo tipo de incitación sexual que afectan al varón más fuertemente que a la mujer. No le condenes por ello sino está gozosamente disponible para satisfacerle. Di con la esposa de Salomón, "Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento" (Cantares 7.10). Esto significa que habrá bastantes ocasiones cuando participarás en las relaciones sexuales sin tener necesidad personal. Pero lo harás por amor a tu esposo. Y hazlo de buena gana; no eres usada por tu marido... eres necesitada por él. Aunque no arda en ti la pasión sexual en esa ocasión, esfuérzate por ser una amante activa, imaginativa y emocionante para él. En Cantares 7.12, la esposa invita a su esposo con unas palabras muy atractivas y románticas: "Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si brotan las vides, si están en cierne, si han florecido los granados; allí te daré mis amores." Los Gustos Ella prefiere tortillas de harina; él, de maíz. A él le gustan los blanquillos estrellados; a ella le caen mejor revueltos. Ella es una de esas personas que les encanta salir a visitar; el es de aquellos que están más satisfechos quedándose en casa. El está acostumbrado a acostarse temprano; ella nunca se acostaba antes de las once. A ella le gusta el té; a él le encanta el café. El quiere las relaciones sexuales con la lámpara prendida; ella quiere todo oscuro. Estas ilustraciones son pocas y sencillas pero te dan buena idea a lo que me refiero; tú podrás añadir tus propios gustos que son diferentes u opuestos a los de tu cónyuge. Los dos acostumbraban dormir en el lado izquierdo de la cama. Ambos siempre se sentaban en una silla mecedora, pero ahora nada más tienen una. El siempre llevaba una grabadora al trabajo y ella siempre tenía una tocando mientras hacía sus negocios en casa, pero no tienen dos grabadoras. En sus respectivas familias, ellos eran los únicos que se comían el

hígado cuando comían pollo. Sin duda alguna, tú y tu cónyuge han descubierto cosas de esta índole: tienen gustos iguales pero sólo uno puede gozar de ellos a la vez. Hay una manera fácil y muy común para solucionar estos problemitas. Siendo que el esposo es el jefe del hogar, él insistirá en tortillas de maíz, huevos estrellados y café...y a él le tocarán los hígados de pollo. El dirá que no quiere visitas en casa y que se acostarán tempranito con él ocupando el lado izquierdo de la cama. Y por supuesto que el sexo ocurrirá con la luz prendida. La silla mecedora y la grabadora serán para su uso exclusivo. Quiero retarte a considerar otra solución. Una solución bíblica. No es una solución fácil, por lo tanto, tampoco es común. ¿Cómo te impactan los siguientes versículos? "...Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:39). "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros" (Romanos 12:10). "...Servíos por amor los unos a los otros" (Gálatas 5:13). "...Sed benignos unos con otros" (Efesios 4:2). "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo" (Filipenses 2:3). "En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos" (1 Juan 3:16). Consideración mutua. Preferencia al cónyuge. Sacrificio de los deseos personales. Esa es la solución bíblica. Esa es la solución que traerá paz, armonía, satisfacción y gozo a toda relación matrimonial y familiar. En bastantes áreas, simplemente podrán tomar turnos. En cuestiones sexuales, es importantísimo que el marido dé preferencia a su esposa. Y en cuanto a qué lado de la cama cada uno usará...tal vez se tratará de quien renuncie sus deseos primero o de echar suertes. Ahora bien, una vez que estas cosas se solucionen en una manera general, ¡entonces llega el tiempo para las sorpresas! Por ejemplo, el próximo hígado le toca a él. Cuando ella se levanta y le da la espalda para traer el té, él rápidamente pone el hígado en el plato de ella. ¿Otro ejemplo? En la oscuridad del cuarto hay caricias y besos en cantidad cuando ella se escapa del abrazo de él y levantándose repentinamente, prende la lamparita. Lo que quiero decir es que, después de establecer ciertos patrones de vida y comportamiento, todavía existen oportunidades en abundancia de mostrar amor, estima y preferencia. ¡Qué Dios inspire tu imaginación y creatividad! Los Hábitos ¿Cómo oprimes el tubo de pasta dental? ¿Qué haces con la ropa sucia al terminar el día? ¿Cuántas cucharas usas en cada alimento? ¿Masticas la comida con la boca abierta o cerrada? ¿Dónde pones la toalla después de bañarte? ¿Cómo te suenas la nariz? ¿Qué tan olvidadizo eres? ¿Qué tan pronto contestas las preguntas que te hace tu cónyuge? ¿Qué haces con las manos cuando platicas? ¿Interrumpes al que está hablando? ¿Cómo estornudas? ¿Guardas las cosas cuando terminas de usarlas? ¿Das siempre las gracias cuando es propio? ¿Recuerdas decir "por favor"? ¿A qué hora despiertas en la mañana?

Todos tenemos hábitos y costumbres que a nuestro parecer son muy normales. Y todos tenemos hábitos y costumbres de los cuales no estamos enterados, pues los hacemos de una manera automática y subconsciente. Algunos hábitos son buenos, otros malos; la mayoría son inofensivos en sí. Entre todas estas cosas habrán algunos hábitos que podrán causar conflicto con el cónyuge: le caen mal o le parecen innecesarios o no puede comprender cómo podemos hacer tales cosas. Cómo reaccionamos a todo esto afecta nuestro gozo matrimonial. Un hábito desagradable pronto puede llegar a ser muy enfadoso. La situación puede llegar al grado que ya no puedes aguantar estar en presencia de tu cónyuge. Es importante encontrar la solución a este dilema lo más pronto posible o empezarás a reaccionar mal. Te presento dos pasos que tomar. En primer lugar, reconoce que no es tu negocio cambiar y mejorar a tu cónyuge. Tú eres responsable por ti mismo. Recuerda que tú también tienes hábitos y costumbres que le puedan caer mal a tu cónyuge. Así que, cuando observes algo en él que no te guste, investígate a ti mismo para ver si acaso hay algo en ti que le pueda caer mal a él. Y esfuérzate por cambiarte a ti mismo. Ah, ¿no observaste nada cuando te investigaste? Bueno, pregúntale a tu cónyuge, "Querida, ¿acaso tengo algún hábito que te enfada? Dime, por favor, y trataré de cambiar." (¡No te enojes ni te sientas ni hagas excusas cuando te diga algo!) Si tomas esta ruta, posiblemente no tengas que tomar el segundo paso. ¿Por qué? Porque es casi natural que después que tú le hagas esa pregunta, ella te haga la misma y entonces tendrás la oportunidad de comentarle sobre lo que te es tan molesto. Pero cuídate por decir las cosas en una manera que no sea acusatoria. El segundo paso es muy delicado y ha de tomarse solamente si tu cónyuge no te pregunta si hay algo en él que te molesta. Pídele a Dios que les dé una buena oportunidad de hablar francamente. También pídele sabiduría para decir las cosas mansamente con toda calma. Y entonces espera el momento oportuno para decirle, "¿Sabes algo, querido? Me fastidia tanto cuando dejas las toallas tiradas en un rincón. Yo sé que tienes mucha prisa y que es mi negocio encargarme de tales cosas. Pero me sería de tanta ayuda si pudieras poner tu toalla en la espalda de esta silla. Así se secará más rápidamente y no se ensuciará y yo la podré encontrar más fácilmente." Rehúsa usar palabras como nunca y siempre. La moderación traerá mejores resultados que la exageración. También te hago recordar que este tipo de franqueza no es para cualquier momento. Si está cansado o de mal humor, no se lo digas. Si ya tienen un desacuerdo y hay tensión entre ustedes, no se lo digas. Si se acaba de quejar contigo sobre algo, no se lo digas. Si tienen visitas o si los niños están presentes, no se lo digas. Mejor espera...hasta que estén solos...hasta que haya paz entre ustedes...hasta que estén de buen humor. Si estos dos pasos no solucionan el problema, entonces tienes que pedirle al Señor paciencia para vencer tu impaciencia. Aprende a soportar ese hábito con todo el amor que le tienes a tu cónyuge. Y deja de enfocar en eso pues no vale la pena irritarte por tales cosas. Con la ayuda del Señor, goza de la vida, y que los hábitos desagradables de tu cónyuge no te quiten la paz y el contentamiento. Se Acabó la Conquista "Cuando todavía estábamos noviando, José siempre quería tener su brazos alrededor de mis hombros o de mi cintura. Ya que nos casamos...no me abraza. En aquel entonces, platicábamos más; ahora casi nada. Me gustaba más nuestra relación cuando éramos novios nada más."

¿Te suena conocido ese refrán? Es un problema común y normal. El título de esta sección da la suma de la explicación. Cuando ya no hay temor de perder al objeto de nuestro afecto, nuestra relación con esa persona puede perder su lustre. Antes temías que te dejará tu novia, así que te esforzabas por comportarte en la mejor manera posible. Pero ahora que es tu esposa, tu buen comportamiento salió volando. Antes temías que tu novio perdiera su interés en ti a favor de otra señorita, así que siempre te presentabas en tu mejor aspecto. Pero ahora que es tu marido, esas cosas disminuyeron en importancia. Encuentra un equilibrio sano en esto. Tienes que reconocer que el noviazgo no es un tiempo de relaciones normales...cada individuo trata de mostrar solamente lo bueno que hay en sí. Después de la boda la vida se vuelve más normal y rutinaria...y entonces es imposible seguir ocultando las cosas negativas. También tienes que reconocer que el amor, el afecto y el romance del noviazgo sólo marcan el principio y deben mejorarse después de la boda y al avanzar los años. Ernesto y Mireya noviaron un año. En ese período, él le llevaba una rosa cada sábado. En una ocasión cuando ella le dejó caer una maceta en el pie, Ernesto se rió y le dijo que no fue gran cosa. A Ernesto le encantaba salir a pasear con Mireya. Cuando Ernesto llegaba a visitarla, Mireya siempre le ofrecía café o agua fresca. No había favor que él le pidiese que ella no estuviera dispuesta a cumplirle. Y una vez cuando él por descuido le manchó el vestido favorito, ella le dijo que olvidase el asunto. Ambos se esforzaban por agradar al otro. Ahora tienen dos años de casados. Hace como 23 meses que Ernesto le llevó la última rosa a Mireya. Y son raras las veces que caminan juntos, aun para asistir a los cultos. Ayer cuando ella accidentalmente le tocó la mano con el sartén caliente, él explotó con coraje y palabras abusivas y acusatorias. Cuando Ernesto llega del trabajo, Mireya no sale a recibirle. Ya no se le ocurre tenerle listo el café. Si él le pide algún favor, ella reacciona acusándole de ser flojo y mandón. Y todavía ella no le deja olvidarse que hace quince días él le quebró el florero favorito. Buscan agradarse el uno al otro sólo cuando les conviene personalmente. ¿QUE PASO? Se acabó la conquista. ¿Y no habrá solución? Claro que sí. Es tiempo de volver a tú y nosotros. Es tiempo de olvidar a yo. Es tiempo de reconocer que el amor, el romance y el respeto no es para el gozo exclusivo de los solteros. Es tiempo de comprender que el reto de retener el amor, la estima y la pasión del cónyuge requiere más esfuerzo que la tarea de ganarse un cónyuge en primer lugar. Se requiere diligencia y bastante trabajo hacer arder una gran fogata, pero una vez que esté ardiendo, ¿ya se acabó el trabajo? ¡ NO! Ahora se requiere mucho más esfuerzo para mantener el fuego, si no, se apagará. Igualmente en el matrimonio. Ernesto y Mireya pueden dejar que su fogata se apague por completo. O pueden reconocer el peligro que enfrentan y empezar su noviazgo de vuelta y nunca dejar que se acabe. "¿Cómo puedo conquistar a mi cónyuge hoy?" Cada persona casada tiene que hacerse esa pregunta. Si enfrentas cada día con esa mentalidad, descubrirás bastantes oportunidades para ser de bendición, ánimo y alegría a aquel individuo con quien te casaste. Y también disfrutarás de lo mismo para ti. Problemas Comunes La sección anterior trata los ajustes que típicamente son la tarea de cada pareja recién casada. Vimos como los ajustes mal o no hechos conducen a problemas serios. En esta sección cambiamos el título pero a la verdad, continuamos hablando de ajustes que cada individuo tiene que hacer si quiere realizar el éxito en su matrimonio y en su vida personal.

Dejando Padre y Madre ("¡Dónde está mi mamá!") Esta es una de las instrucciones primarias para cada individuo casado o listo para casarse. La Biblia enfatiza su importancia, mencionándola cuatro veces: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Génesis 2:24; ve también Mateo 19:5, Marcos 10:7 y Efesios 5:3). ¿Qué querrá decir Dios con tal instrucción? Ningún humano puede pretender conocer la respuesta en su totalidad, pero quiero sugerirte que aquí Dios describe el inicio de una nueva relación entre hijos y padres. Esta relación se suma con algunas palabras-independencia, separación, dejar. Enfocaremos en cuatro aspectos. Dejar Físico. La pareja de recién casados establece su propio hogar en su propia casa o habitación. Viven separados de sus padres. La distancia geográfica entre la pareja y sus padres no es muy crítica. Lo importante es que vivan aparte. Independencia Económica. El nuevo esposo se vuelve el único sostén de su esposa. Los padres ya no se ven obligados a suplir para las necesidades económicas y materiales de la pareja. En algunos casos, posiblemente sin intencionarlo, los padres llegan a usar el dinero y las cosas materiales para influir y controlar a sus hijos ya casados. La pareja recién casada debe tratar de impedir que surja este problema. La mejor manera es dejar. Separación Emocional. Tanto el marido como la mujer debe comprender que su matrimonio importa más que los lazos emocionales que les unen a sus padres. Si el matrimonio de ustedes se efectuó con la aprobación y el apoyo de sus padres, esta nueva relación se hace menos difícil. Cuando haya conflictos en tu matrimonio, ¡no corras a casa a quejarte con tu mamá! Te aseguro que si tu cónyuge se entera de tus "llantos" con ella, tus problemas matrimoniales sólo aumentarán. Sin embargo, este dejar emocional no quiere decir que ahora pasarás por alto a tus padres ni que te olvidarás de ellos. Tú y tu cónyuge tienen que vivir su propia vida pero aún deben disfrutar de la amistad y de los consejos de sus padres. Por esto es bueno visitarles regularmente, juntos o individualmente. Dejar Público. El dejar el hogar de los padres debe ser un acto atestiguado por la comunidad y las autoridades. El hombre y la mujer públicamente toman votos de fidelidad y lealtad. Prometen serse fieles el uno al otro durante toda su vida. La pareja se comprometen para una tarea de toda una vida y así inician y mantienen la nueva familia. Si uno o ambos fallan en obedecer el mandato de Dios de dejar padre y madre, descubrirán una gran fuente de problemas, desacuerdos, tristezas y desdichas. Tal vez esta amonestación te llega demasiado tarde. Tus suegros controlan a tu marido porque ustedes dependen de ellos en una manera económica. Hoy en la mañana le dijiste a tu esposa que no limpia la casa tan bien como lo hace tu mamá.

Ayer le dijiste a tu esposo que él no es tan trabajador y considerado como tu papá. Tu esposo se pasa la hora de la siesta dormido en un catre en el patio de sus padres. Tu esposa corre a llorarle a su mamá cuando tú y ella tienen desacuerdos. Ayer tuviste un desacuerdo con tu suegra y tu esposo apoyó a su mamá. Te pasas la mayoría de tus días en casa con tu mamá y no estás en casa cuando llega tu marido del trabajo. Sin duda alguna, el descuido de tú y tu cónyuge en estas áreas les ha traído bastantes desacuerdos, tensión emocional e infelicidad. ¿Ahora qué hacer? Reconozcan que no han obedecido fielmente el mandato de Dios de dejar padre y madre. Confiesen sus errores los unos a los otros, pidiendo perdón. Explíquenles a sus padres que estarán esforzándose por hacer las cosas en una manera más bíblica. Pídanles su apoyo en esto. Dejen a sus padres en las maneras detalladas en esta sección. Suegros Difíciles Eres varón. Tu suegro te critica porque no le provees a tu esposa suficientes cosas materiales. Tu suegra te mira mal porque no le llevas a su hija para que la visite cada semana. Eres mujer. Tu suegra no aprueba de cómo cuidas tu casa. Tu suegro piensa que malgastas el dinero que tu esposo gana a duras penas. Platica (con calma y sin acusación) con tu cónyuge sobre lo que te dicen sus padres. Averigua si tu cónyuge piensa igual que ellos. En lo que seas culpable en estas o semejantes cosas, reconoce tus fallas ante tu cónyuge y toma las medidas necesarias para cambiar. También tienes otra tarea. Tus padres son suegros de tu cónyuge y eso quiere decir que tú tendrás que intervenir con tus padres si le causan problemas. En una manera respetuosa, considerada y amorosa, aclárales a tus padres que tu hogar no es responsabilidad de ellos sino de ustedes. Agradéceles por su interés en tu bienestar y felicidad pero muéstrales que atacando a tu cónyuge te roba de esas cosas. Pídeles que por favor dejen de tomar la contra con tu cónyuge. Es posible que uno o ambos de tus padres tengan que pedirle perdón por la manera en que le han tratado. Si ellos se quejan contigo por la manera en que te trata tu cónyuge o cómo se comporta, pídeles que por favor no lo hagan. Tú conoces bien las fallas de tu cónyuge y no necesitas que otras personas hagan tu matrimonio peor con sus observaciones. Siempre debes estar listo con cosas positivas que comentar en cuanto a tu cónyuge. ¡No caigas en la trampa de quejarte con tus padres acerca de tu cónyuge! Si tomas estos pasos, les ayudarás a tus padres comportarse como suegros comprensivos, sabios y simpáticos. Por otro lado, si tus suegros te causan dificultades, platica con tu cónyuge en cuanto a ello. No te irrites ni le acuses. Simplemente abre tu corazón y pídele su ayuda en solucionar la situación.

En todo esto, muéstrate un ejemplo ante la oposición y falta de comprensión de tus suegros. Apóyate en Cristo, en su Palabra y en la oración. El libro de Proverbios contiene magníficos consejos en cuanto a la lengua, los labios y la boca: "La boca del justo producirá sabiduría" (10.31). "Los labios del justo saben hablar lo que agrada; mas la boca de los impíos habla perversidades" (10.32). "...La lengua de los sabios es medicina" (12.18). "La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor" (15.1). "La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu" (15.4). "...De Jehová es la respuesta de la lengua" (16.1). "El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias" (21.23). "...La lengua blanda quebranta los huesos" (25.15). Cristo nos instruye a devolver bien por mal y a orar por los que nos maltratan (Mateo 5.4346; compara estos versículos con Mateo 5.39; Romanos 12.14,17-21; 1 Tesalonicenses 5.15; 1 Pedro 3.9; Proverbios 20.22). Prioridades Diferentes Una prioridad es algo que resulta muy importante y que viene antes que otras cosas. Las prioridades dan dirección y sentido a nuestras vidas. Tal vez haya tantas prioridades como hay personas; el caso es que son muy diversas. He aquí solamente unas poquitas de las que existen hoy en día: El dinero El avance social La familia La política La bebida La salud La ambición El trabajo La satisfacción La baraja

La comida Dios El cónyuge La religión Los amigos El sexo La novia La iglesia El novio El deporte

En el transcurso de la vida, cada individuo desarrolla sus propias prioridades. Cada persona vive su vida y formula sus decisiones de acuerdo con esas prioridades. Eso está bien y es normal. Pero puede causar problemas cuando dos personas con prioridades diferentes viven juntas...como sucede en la mayoría de los matrimonios. Imagina el conflicto que se puede desarrollar entre cónyuges si él opina que un naranjo es más importante que un rosal y ella piensa lo contrario. ¿Qué árbol o mata pondrán en ese

lugar junto a la casa? ¡Y qué problemas enfrentarán si ella desea comprar una tina más grande y él insiste en un guante de béisbol nuevo! ¿Cómo gastarán el aguinaldo? Cuando existe falta de madurez en uno o en ambos cónyuges, aun dificultades pequeñas como éstas resultan difíciles de resolver correctamente. A la verdad, este tipo de conflicto no es gran cosa y fácil se soluciona. El naranjo es útil pues produce algo comestible; el rosal agrada a los ojos y al olfato. Cada cónyuge considera estas cosas en una manera objetiva, añade una dosis grande de amor y determina agradar al otro. O por otro lado, pueden decidirse a plantar un naranjo y también un rosal. Ahora el problema de la tina y el guante. Que se sienten juntos a determinar cual cosa necesitan más. Es posible que ni la tina ni el guante sea necesario; de seguro que la tina es más útil que el guante. Tal vez sería mejor ahorrar el aguinaldo. Lo que no deben hacer es rebajarse a atacar y menospreciar la persona, los intereses y las prioridades del otro. Pero ¿qué debes hacer cuando tus prioridades no concuerdan con las de tu cónyuge en áreas críticas de la vida? ¿Qué debes hacer cuando tu cónyuge le da más importancia a sus padres que a ti? ¿Qué debes hacer cuando tu cónyuge le da más importancia a su trabajo que a la iglesia? ¿Qué debes hacer cuando tu cónyuge le da más importancia a sus hijos que a la iglesia? ¿Qué debes hacer cuando tu cónyuge le da más importancia al juego de fútbol que a la lectura bíblica? ¿Qué debes hacer cuando tu cónyuge piensa que es más importante diezmar que comprar una manguera nueva? ¿Qué debes hacer cuando tu cónyuge piensa que es más importante no tener zapatos nuevos que comprarlos a crédito? Sería bueno si ustedes dos tomaran tiempo para marcar sus prioridades en orden de importancia. DIOS CONYUGE TRABAJO IGLESIA HIJOS PADRES VECINOS PARIENTES CARNE FRIJOLES SODAS CAFÉ AGUA PAPAS VERDURAS DULCES ROPA AGUA POTABLE

DIEZMO DEPORTE ALIMENTO SEXO NECESIDADES MATERIALES NINGUNA DEUDA ALBERGUE ORACION Y LECTURA BIBLICA ROSAL NARANJO HORTALIZA CAMA SILLA MECEDORA JABON PRIVADO REGADERA ELECTRICIDAD ESTUFA

Fuente: http://www.anabaptists.org/spanish/esposos.html