Valorar y Perdonar

VALORAR Y PERDONAR Padre Angel Espinoza de los Monteros Valorar, defender y crecer en el amor: tres grandes secretos pa

Views 106 Downloads 13 File size 446KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

VALORAR Y PERDONAR Padre Angel Espinoza de los Monteros

Valorar, defender y crecer en el amor: tres grandes secretos para perseverar aún en medio de todas las dificultades que se te puedan presentar. 1. VALORAR. Uno de los principales motivos de divorcio o de pérdida del amor, aunque sea muy sutil, es el no valorar lo que tienes. Se habla de otros motivos más escandalosos: adulterio, violencia, abandono, pero piensen ustedes cuan grave es el no valorar, quizás hasta podríamos decir, está en el fondo de toda deserción, de todo adulterio, de toda violencia, de todo gran problema matrimonial, el no valorar lo que tienes. ¿Me falta algo en mi matrimonio, en mi familia? ¿O hay algo que creo que me falta? Te aseguro que no te falta nada, si has hecho las cosas más o menos bien. Si te falta algo, te aseguro que la respuesta no está buscando fuera absolutamente nada, si no volviendo dentro del mismo matrimonio, dentro de la misma familia a ver cómo se puede solucionar. ¿Qué es lo que hay que valorar? El matrimonio, una mujer, un marido, unos hijos que te aman. Cuando se dice “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, muchas veces se le aplica a la salud, al trabajo, cuando en realidad se debería aplicar primero a tu esposa, a tu esposo, a tus hijos, a la infancia de tus hijos, no los viste crecer trabajando, no los viste divertirse consiguiendo mucho dinero para darle lo máximo. Lo único que tienes es el amor que te mantiene en la felicidad, en la alegría, lo que te permite darle a tus hijos lo que les estás dando, lo único que tienes. El trabajo puede cambiar, se recupera, va, viene; la salud se puede ir y puede volver, lo único que realmente tienes es eso y hay que valorarlo. No es lo mismo un matrimonio que dos, no es igual una sola historia que dos, que impresionante la superficialidad e ignorancia cuando veo a gente que se acerca al matrimonio y dice: si se da bien, si no se da, no se dio. Eso es no valorar, no valorar desde el inicio. Quien encuentra un tesoro, dice el evangelio, va, vende todo lo que tiene y lo compra, porque es un tesoro. Hoy, ve cuál es tu tesoro, valora lo que tienes, tu marido, tu mujer, tus hijos, tu familia. Vende todo lo que tienes, es decir un afectillo que nadie conoce, un pequeño afecto hacia una persona, unas citas medio clandestinas que nadie ha visto y que solamente tú sabes, son tesoritos, por eso los tienes, son perlitas, son interesantes, sino no los tendrías. Lo interesante del evangelio es que dice: el que encuentra un tesoro valiosísimo lo esconde y va a vender otros tesoros, no dice: va, vende toda la mugre que tenía, si fuera mugre quién te la compra, son otras perlas, de otro tamaño, otras amistades que pueden pasar de ser amistades buenas a afectos. Tengo una amiga, tengo una secretaria, mi ex novio me llamó la semana pasada, vende todo, si no eres capaz de vender las pequeñas perlitas, es porque no has valorado lo que tienes, que por ningún motivo lo puedes perder, ni arriesgar, un tesoro. “Llevamos en nuestras manos, un tesoro en vasijas de barro”, ustedes llevan en sus manos un tesoro enorme. Pregúntenle a sus hijos, cuán grande, cuán importante es el amor férreo, estrecho de ustedes, un tesoro, pero desgraciadamente en vasijas de barro. ¿Cuáles son esas vasijas de barro? Tus sentimientos, tus debilidades, tus gustos, tus caprichos. Tener el tesoro del

amor conyugal en las manos, y fijarte en uno más guapo, una más guapa, con más dinero, con menos dinero y no podemos decir, qué sinvergüenza, no, vasijas de barro. Cuando uno valora, todos los problemas se hacen pequeñísimos. ¿Cuáles son tus problemas? Súbete a la fe, la esperanza y la caridad y me los platicas. ¿No hay problemas grandes? Si hay problemas grandes, no más grandes que la fe, la esperanza y el amor. Nos hemos habituado a querer solucionar tantas cosas en esta vida a un nivel solo racional, sin recurrir a qué me dice la fe, la esperanza y el amor, que vemos los problemas inmensos. Cuando se valora y cuando uno ve las cosas desde la fe, la esperanza y la caridad, qué diverso. 2. DEFENDER. Blindarte a tú única realidad que vale la pena. Blindarte, y te soy fiel no por temor, por amor. Pasamos por unas pruebas tremendas todos y todas. Defender es comprender que hombres y mujeres somos diferentes, cuantos líos te vas a ahorrar el día que entiendas: piensa y actúa y vive como mujer, piensa, actúa y vive como hombre. Defender es cuida a tu pareja, a tu marido, a tu mujer. ¿Qué significa cuidar? Por lo general cuidamos lo que tenemos más seguro que lo que tenemos inseguro, cuida a tu familia, si, pero sobre todo, cuida a tu esposo, cuida a tu esposa, más que a tus hijos, que a tus padres, que a todos. Quién de ustedes a oído decir: ese que va ahí es mi ex hijo, esa señora que va allá fue mi madre durante 35 años, ahí va mi ex hermana. Saben cuántas veces he oído decir: esa es mi ex esposa, mi ex marido. Cuida a tu marido, cuida a tu mujer, son como una flor, la tienes que regar todos los días porque si no se seca, si te pasas de agua la ahogas, tienes que ser un artista en el amor conyugal. Con los hijos, con los hermanos, con lo papás, no, ahí están, y están seguros. Entre marido y mujer no hay nada, por eso hay que ponerlo todo. Tú marido, tú mujer es tu amor discapacitado, no le puedes quitar el corazón de encima. El amor a tú marido, a tú mujer, es dependiente; el de tu madre, tus hijos y tus hermanos es independiente. Independientemente de que les hables, independientemente de que los veas, independientemente de que se te olvido el cumpleaños, ahí están. Olvida frecuentemente las fechas de tu mujer, de tu marido, tenle algún detalle de desprecio, de olvido, de lo que sea, y como tu amor es dependiente de una cantidad de cosas, se comienza a ir para abajo. Cuida a tu marido, cuida a tu mujer, esto es defender. Cuidar a tu marido y a tu mujer tiene mucho que ver con el carácter, cuántos roces, cuántos problemas, cuánta pérdida de cariño y del amor no por cosas especiales, por lo que es el trato diario. Amar es una decisión, no es un sentimiento. Amar es dedicación y entrega. Amar es un verbo y el fruto de esa acción es el amor. El amor es un ejercicio de jardinería: arranque lo que hace daño, prepare el terreno, siembre, sea paciente, riegue y cuide, esté preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvia, más no por eso abandone su jardín. Ame a su marido, a su mujer, es decir acéptela, valórela, respétela, dele afecto y ternura, admírela y compréndala. El amor no es solo pasión, energía y sentimientos, “Amar a un ser, es amarlo tal cual es, es amarlo hasta el punto de cultivar en sí el antídoto de sus debilidades o defectos, el amor

es un desafío” – Juan Pablo II. Esto es defender el matrimonio, lo que ya valoras, ahora defiéndelo. Defender es afianzar, echar raíces, como un árbol. Profundizar, agarrar, poner todo lo que está de su parte para que nada ni nadie los pueda arrancar, que sea más fácil cortarlos, lo único que te puede arrancar es la muerte misma, nadie te arranca. Una muchacha más guapa, un tío con más dinero, una persona más interesante, una situación más cómoda, que nada te pueda arrancar, agárrate de todo, usa sentimientos, pasión, intimidad, diálogo, responsabilidad, compromiso, todos estos valores y virtudes para agarrarte. Proteger tu matrimonio, tu amor, de la tentación, de los sentimientos. Los sentimientos no son todo en la vida conyugal, ni lo más importante. ¿Qué pasa cuando la mujer se da cuenta que su príncipe azul ni era azul ni era príncipe? Donde están las virtudes y valores que le dan más peso al matrimonio: responsabilidad, amor, diálogo, capacidad de perdón. Defender es cerrarte a la posibilidad de romper todo por el físico, por la belleza y sobre todo por las pasioncillas, defectillos personales que todos tenemos. Defender es protegerte de los vicios más fuertes, alcohol, jugadas, cosas que se van poniendo de moda como por ejemplo salidas de puras mujeres, de puras amigas a bares en dónde vas bien arregladita, a lo mejor a coquetear, son cosas que antes no existían. De cosas que se repiten todos los días: el imponerse, el tomar demasiado, el dar órdenes, el ser áspero. Deja de tomar, deja de arremedar, deja de imponerte, deja de recordarle el pasado, deja de ofender, deja de ofender en público, deja de hacerte el gracioso o la graciosa minusvalorando a tu mujer a tu marido en público, deja de humillar, de despreciar, deja de imponer tus gustos. Defender es no posponer, el amor no se deja para mañana, el amor no se improvisa, ahora no tengo tiempo para amarte, ahora lo importante es hacer dinero, es trabajar, perdóname que no nos veamos todo lo que debemos, perdóname que no esté con los niños, perdóname que me ausente, un día nos vamos a amar muchísimo. El amor no se pospone, mañana tendrás que amar más, mejor, con mayor intensidad. Qué pasa si un día quieres amar más y ya no encuentras al ser amado, es decir, ya no encuentras su actitud de acogida, cuánto tiempo miserablemente perdido por otros motivos, por otras cosas, además ¿tendrás salud para amar en el futuro, tendrás memoria, imaginación, capacidades, tiempo, dinero? Denle a su marido, a su mujer lo mejor de ustedes mismos ahora, defender es no posponer. Defender es no exponer: modas que no ayudan, vestidos que no ayudan, salidas que no ayudan, amistades que no ayudan. Impresionante la cultura del beso que se ha creado por estos días, todo el mundo se saluda de beso, no voy a hablar mal del beso, tú sabes a quien puedes saludar de beso y a quien no, qué beso puede ser peligroso y qué no, ¿está bien saludar de beso todos los días a la secretaria, a una persona que me llama la atención? Cuidado con exponer, cultura del beso y de tantas otras cosas, cuidado. Defender es procurar fomentar la mayor compañía, cercanía posible. El famoso diálogo, no entra una tercera persona si no hay un hueco entre ustedes dos, cuando ustedes dos están enamorados no es lógico, no es normal, no es factible, no se verifica que entre una persona. Cuando hay un hueco, échale la culpa a él a ella, comenzamos con que me

abandonó, me descuidó, etc., Compañía, cercanía, diálogo, escaparse solos, escaparse juntos, día del noviazgo, llámenlo como quieran, lo más que se pueda, para que no haya huecos. El hombre necesita su espacio, la mujer también; que se escape con sus amigos, que se escape con sus amigas, que conozcamos quiénes son esos amigos y amigas, que tenga un rato para salir a respirar, muy bien, un rato, un momento que no sea más que lo que ustedes. Defender es perdonar, defenderte de la soberbia que no permite la reconciliación. El perdón es donar, prodigar, regalar de forma plena y en grado máximo. Actitudes: reconocer y pedir perdón, reparación, perdonar, olvidar. Tips para el perdón auténtico: 1. Apoyar emocionalmente al otro, para que pida perdón y se acerque, es más fácil perdonar que pedir perdón cuando las cosas son graves. 2. Abandonar la propia postura, no hacerte igual que el ofensor: se aleja, me alejo; me ofende, lo ofendo; no me habla, no le hablo; no me busca, no lo busco; si los dos nos comportamos igual, qué capacidad de reconciliación, qué posibilidad. 3. Dejar a un lado los propios sentimientos, cuando se trata de una cosa tan grande como es el perdón, deja tus sentimientos a un lado, estamos hablando del amor, es más grande tu matrimonio que el peor de los sentimientos que estés atravesando. Perdona muchas veces, por decir siempre, al otro, deja de perdonarte a ti, en qué sentido: Yo soy así, te estás perdonando; siempre llego tarde, te estás perdonando; yo total ya pa qué me arreglo, pa qué me visto bonita, te estás perdonando; para qué llego temprano, te estás perdonando. Deja de perdonarte, a ti te perdonas veinte mil veces al día de cosas pequeñas o grandes, a ella, a él, perdónala siempre y deja de perdonarte a ti. 4. Acercarse al otro, valorar el esfuerzo de quien pide perdón, adelantarse al cónyuge para ofrecer el perdón, como Cristo que busca y provoca la mirada y el encuentro de Pedro. Quien no perdona a los demás destruye el puente sobre el que tendrá que pasar. Un día vas a tener que pedir perdón tú, cómo te van a perdonar si destruiste el puente del perdón. Cinco pasos breves para perdonar: 1. Analiza detenidamente la ofensa. Analizar si la ofensa fue intencional o accidental, objetivamente detectar la gravedad de la ofensa, no exagerar, no adivinar, preguntar, si en el momento hay mucho enojo, espérate a que las cosas se enfríen, espérate a que tú tengas mayor objetividad antes de juzgar. 2. Aclarar en caso de duda. No basarse en situaciones similares, siempre me hace lo mismo, nunca llega temprano. El siempre y el nunca cuando se habla de ofensas no existen, cada

vez que te ofenden, es una circunstancia particular, se puede parecer a otras pero nunca serán igual. 3. Comprensión. Hay que partir de la base de que todos somos humanos y podemos cometer errores. Si lo comprendes todo, lo perdonas todo, y solo existe el perdón cuando te das cuenta de que en realidad no tienes nada que perdonar. El único que tiene que perdonar es Dios, el único ofendido es Dios, todos los demás somos ofendidos ofensores, qué tienes que perdonar si somos todos iguales. 4. Aceptación. Perdonar implica aceptarlo y hacerlo incondicionalmente, acepto perdonarte y acepto perdonarte significa que no te voy a decir: te perdono si... Lo voy a perdonar pero primero lo tengo que hacer sufrir un poquito. Perdonar implica olvidar, es no guardar rencor, un perdón verdadero y sincero es aquel que no recuerda; es aquel que cuando recuerda no alimenta resentimiento, no es válido constantemente recordarle su error al otro, no olvidar es ser esclavo del resentimiento, perdonar nos libera y limpia, perdonar es tirar la basura, el resentimiento es como la basura que desechamos, si la guardamos para recordar que alguna vez estuvo presente en nuestra vida, tarde o temprano acabará apestando nuestra vida. ¿Para qué guardas las ofensas? Hay que tirar la basura y no dejar rastro de ella, solo así seremos libres y cada vez tendremos un corazón más grande y dispuesto a perdonar y desechar todo aquello que nos limita. Darle vueltas a un asunto puede plasmarlo en la memoria, el optar por una vida llena de resentimientos de ninguna manera conduce a la felicidad, por tanto, perdonar, olvidar. 5. Cuando Cristo está presente no hay ni vencedores ni vencidos, sino hombre reconciliados. Tienes algo fuerte que perdonar, mete alguien fuerte en tu corazón para perdonar, tienes algo que te cuesta horrores, solamente con Cristo. 3. PROMOVER. Promueve el diálogo, que te conviertas como una amalgama con tu marido, hablar y hablar y hablar, que baste un guiñar de ojo para que los dos se entiendan perfectamente. Promover es hablar la misma lengua, es decir, comunión de criterios, comunión de ideales, pensamos las cosas más o menos igual, no puede ser idéntico, tenemos a lo mejor un director espiritual, tenemos los dos un apostolado, cuanto ayuda un apostolado familiar. El mismo idioma: yo voy a misa, él o ella no; yo hago apostolado, a él no le interesa; yo soy el o la de los cursos de formación, él – ella no me siguen; aunque hablen todos los días, son dos idiomas diversos y es importantísimo hablar el mismo idioma. Promover significa cultivar, todo el mundo los detalles. Promover significa examinar, hacerte continuamente la pregunta más importante, creo yo que se puede hacer un matrimonio. Y que te la debes hacer tres veces al año mínimo: ¿Te estoy haciendo feliz? ¿Qué puedo hacer para hacerte más feliz? El amor tiene poco de sentimental y mucho de compromiso, es fácil decir todo lo que he dicho hasta ahora, pero cómo es difícil, valorar, defender y crecer en el amor.

Busquen a Dios con todo su corazón, para valorar, defender y crecer en el amor hay que acudir a la fuente del amor, solo quien reza, quien está unido a los sacramentos sabrá realmente qué es el amor y podrá darlo. San Agustín lo decía en una frase “Mi amor es mi peso”, ¿Cuánto pesas? Es lo que amas. Al final de nuestras vidas nos van a poner en una balanza, pesas lo que amas, cuántos actos de amor hiciste, no pesas cuánto ganaste, las casas que construiste, lo que trabajaste, si fue por amor si, todo lo que no fue por amor, será interesante y fue bueno, lo que pesa es el amor, mi amor es mi peso. Desde ahora pésate, cómprate la báscula, examina cuántos actos de amor haces al día, con tu marido, con tu mujer, con tus hijos, eso irá incrementando, eso es valorar, defender porque la mejor defensa es el ataque y eso es incrementar. Mi amor es mi peso. Hombres y mujeres, en esto, somos idénticos a las arañas, bajamos por un hilo, dependemos de Dios, mientras no rompas ese hilo todo en tu vida se puede rehacer. He visto adulterios, abandonos, pleitos, insultos, he visto gente que se droga, he visto alcohólicos; mientras no te separes de Dios todo se puede rehacer. He visto problemas conyugales que eran pequeñitos y se desbarataron y no hay nada qué hacer, ¿dónde está Dios? Los que creen no necesitar a Dios o poder prescindir en ciertos momentos de la vida de Dios, que me lo vengan a platicar cuando han perdido ya hasta el sentido de su vida Acércate a Dios y El te enseñará: A valorar, a defender y a crecer en el amor. Los que han cometido errores graves, grábense esta oración: “Señor, el pasado a tu misericordia; El futuro a tu providencia; El presente a tu amor”.