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Universidad de Chile Facultad de Filosofía y Humanidades Departamento de Filosofía Cátedra-Seminario;”Fenomenología Hermenéutica; La posición metódica del joven Heidegger” Profesor: Gonzalo Díaz Letelier

Heidegger y el Tao

Alumno: Robinson Rojas Serqueira E-mail: [email protected] Fecha: 27-07-2008

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Índice

2-Índice 3-Introducción 5-Heidegger y el Tao 10-Conclusión 11-Bibliografía

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Introducción Necesariamente, nos dice el joven Heidegger, “La vida fáctica se mueve en todo momento en un determinado estado de interpretación heredado, revisado o elaborado de nuevo.”1 La cuestión es, entonces, como captamos, recogemos o tomamos todo lo transmitido hacia nosotros por las generaciones precedentes, puesto que esta tradición es la que primaria y pre-teoréticamente brinda el sentido a la vida que se mueve en ella, habiendo tres formas de recibir el legado que nos deja la tradición, según nuestro pensador, a saber, a) de forma a-crítica y sujeccionante, o sea de forma alienante, de manera que todo lo transmitido nos domina sin saber siquiera si eso que nos determina sea cierto, falso, bueno o no, b) se puede recibir también, de manera someramente crítica y juiciosa, o sea, se cuestiona algo de ella, pero no se logra ver más allá de lo que se le muestra al cuestionante a primera vista como real, y así, se rige la vida que actúa de esta forma por una confusa maraña de conceptos, revisiones y ofuscaciones que no permiten dar con la ansiada existencia o dasein auténtico, según la terminología de nuestro autor, y por lo mismo, esta la forma c) o sea, la recepción crítica y expresamente revolucionaria, que es la manera filosófica y adecuada para poder comprender el sentido y real significado de todo lo que nos determina primariamente en la vida, ya que mediante este tipo de recepción, se puede comprender el estado en que se encuentra uno mismo situado(la denominada facticidad por nuestro autor) en aquella determinada realidad y circunstancia que nos acontece vivir, sin oscurantismos ni confusiones de ningún sentido que no permiten ver el qué y el cómo de nuestra vida. Por lo mismo, para la pregunta ¿Cómo superamos el estado de interpretación( o de ya-interpretado) heredado, que nos da sentido y nos define primigeniamente en nuestro carácter concreto de la vida fáctica, con el fin de lograr una existencia o vida auténtica?, que surge cuando nos cuestionamos de manera realmente crítica a la heredad establecida para nosotros por toda la tradición histórica que pesa sobre nuestros hombros, pueden haber múltiples y hasta infinitas respuestas, pero no todas tienen la suerte de ser acertadas con su cometido, ya que, como nos dice el germano, la vida en todo momento corre el peligro de no lograr alcanzar la autenticidad, en su intento de conseguirla, pero, no obstante, igual siempre estará el esfuerzo de aquellos que sepan recibir y captar el carácter ficticio de lo que en principio nos determina, cuando aún no somos capaces de superar y ni siquiera sospechar que todo el cúmulo cultural-social-político-espiritual-en suma- todo lo que nos determina, es el producto de toda una historia de tergiversaciones, mentiras, hermetismos, sectarismos y que, en suma, no dan como producto más que un acervo putrefacto y obsoleto, que no puede dar cuenta ni determinar correctamente el sentido de quien lo busca por todo momento. La respuesta a esta primera pregunta se resolverá a lo largo del ensayo, cuando postulemos una posible respuesta en base a las consideraciones del viejo o también llamado segundo Heidegger, que se encuentran en su escrito Serenidad. Entonces, volviendo al tema: ¿Cómo acontece la vida cuando no asume críticamente su tradición? Cuando la vida discurre entre los estadios de recepción a) a-crítica y b) someramente crítica, ella acontece, tal como ya lo decía San Agustín en sus Confesiones, en un estado de Dispersio, que culmina en una escisión de la vida consigo misma, puesto que el Defluere-fluir o repartirse entre las muchas cosas del mundo-(la acción que lleva a la Dispersio) es lo que caracteriza a las vidas inconscientes de su participación real con la unidad(con Dios, para Agustín), y que, desde la perspectiva heideggeriana, no logran comprender y asumir críticamente toda la tradición que los gobierna en principio, y que, en ultima instancia, el tal defluir culmina en una fragmentación de la vida en lo diverso de lo fenoménico, 2 ya que, el constante desmoronarse de la vida en el mundo que nos cuenta le acontece al santo de Hipona(que bien puede asumirse a la concepción de la caída del hombre al imperio de lo uno del alemán, gracias a la dispersión del humano bajo su dominio en muchas cosas), es el movimiento que caracteriza a casi todas las vida que acontecen en un determinado momento, y, por el contrario, el fin es, que revertamos este movimiento y “…volvamos a juntarnos y congregarnos en la unidad de la que nos habíamos derramado hacia muchas cosas…”3 Por lo mismo, “La inclinación hacia la caída en lo uno es la responsable de que la vida fáctica, que en verdad es siempre la vida del individuo, no pueda generalmente ser vivida como tal. Antes bien, la vida fáctica se mueve en un cierto termino medio característico del cuidado, del trato, de la circunspección y de la aprehensión del mundo…De hecho, el “uno”, o el “se” es quien fácticamente vive la vida del individuo…Por así decirlo, la vida siempre está de algún modo presa de tradiciones y costumbres inauténticas…En el mundo 1

Heidegger, Martin; Interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles, Editorial Trotta, España, Trad. De. Jesús Adrián Escudero; P.37. 2 Cfr; Heidegger, Martin; Estudios sobre mística medieval, Ediciones Siruela, Trad. De .Jacobo Muñoz; P.82. 3 San Agustín; Confesiones, Alianza Editorial, Trad. De. Pedro Rodríguez; P.289.

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al que la vida se abandona y en el término medio por el que circula, la vida se oculta, se esconde de sí misma. La tendencia hacia la caída conduce a la vida al desencuentro consigo misma.”4 Claramente, se puede asimilar, entonces, el concepto de la Dispersio agustiniana en el mundo entre las muchas cosas que hay, con el de la caída del hombre al imperio del uno, ya que en ambos casos, se da la situación del desencuentro de la vida consigo misma, difuminada en múltiples direcciones y sajada en muchas partes, que no permiten, en su modo, por llamarlo heideggerianamente, vivir de forma auténtica la facticidad que nos acontece, por lo que es necesario un movimiento que revierta esta situación, y que permita, en ultima instancia, acceder al ser de la vida misma. “El ser de la vida en cuanto tal, accesible en la facticidad misma, es de tal modo que sólo deviene visible y aprehensible indirectamente a través de un contramovimiento que se opone a la tendencia hacia la caída del cuidado. Este contramovimiento, que es propio de la inquietud de la vida por no caer en el olvido, determina el modo según el cual se temporiza la posible aprehensión auténtica de la vida.”5 De manera que, lo fundamental para lograr alcanzar el estado de auténtico en la vida, es comenzar por generar el contramovimiento que lucha contra la inclinación casi natural de la vida por caer en el uno y la inautenticidad, debido a su dispersión inconsciente en las muchas cosas que lo rodean y determinan, contramovimiento que culminaría con la integración plena de la vida en la unidad que a todo subyace, y que ha sido comprendida a lo largo de la historia de muchas y variadas maneras, tales como “lo Uno”, “devenir”, “Dios” “pantheos”, o “Ser”, por lo que incitar este movimiento es el primer paso en nuestro camino hacia la autenticidad. No toda la gente es capaz de realizar este movimiento, y, más aún, siquiera se dan cuenta de su situación de dispersos entre las cosas del mundo, por lo que esta tarea, es misión del filósofo para Heidegger, y del sabio, para la cultura Taoísta, y por lo mismo, no es un cometido vulgar ni fácilmente realizable. De manera que, para finalizar esta breve introducción, así como San Agustín, Heidegger apela a que debemos congregarnos de nuevo con la unidad, entendida claro está como el Ser que dona y permite a lo ente de todo tipo acontecer. Entonces, ¿Cómo nos congregamos nuevamente con la unidad?, si estamos transidos por el movimiento de dispersión o caída en todo momento que no tomamos real conciencia de nuestra condición, es el intento de investigación del presente ensayo, que se basara, para la respuesta, en algunas consideraciones del viejo Heidegger, y la ayuda del Tao.

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Heidegger, Martin; Interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles, (Op.Cit.); P. 41. Ibíd. P. 43.

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Heidegger y el Tao Visto ya como acontece la vida-al modo de la Dispersio recientemente citada- que no entiende y asume acríticamente lo que la determina, de antemano a toda posible teoretización, o sea, comprendida en el marco de la inautenticidad que se mueve toda existencia sujeta al dominio del uno(Das Man), nos surge la cuestión de ¿cómo superamos la situación de ya-interpretado en que nos encontramos, bajo la dotación de sentido otorgada por lo uno, demarcada por la inautenticidad que brinda a toda vida que se cobija a su amparo, en pos de la tan ansiada situación de autenticidad en la vida de cada cual, siguiendo el consejo que el mismo Heidegger nos da?, es algo un poco difícil de explicar de buenas a primeras, ya que para él, la mencionada autenticidad es un estado que pocos logran alcanzar, y que, la mayoría de las veces, no se puede concretar por la dificultad que conlleva el lograr llegar a semejante estado de conciencia superior al común, por decirlo así, que requiere la modalidad de auténtico, pero que, nos recuerda, es tarea al menos del filósofo intentar acometer esta empresa añorando buen éxito, ya que de él es que depende que los demás mortales compartan y aprendan las enseñanzas difícilmente obtenidas desde los más recoditos y misteriosos lugares(físicos y espirituales a la vez) y por él generosamente departidas entre los otros que no se conectan, a diferencia de la correspondencia entre el filósofo, atinado y veraz, acaecida, y la unidad total. Por lo mismo, intentare esbozar una analogía entre el pensamiento del viejo Heidegger, sobre todo basado en su escrito Serenidad, y el antiquísimo libro sapiencial chino Tao Te King, escrito por el sabio de la misma tierra llamado Lao Tse("Viejo Maestro"), de quien se dice fuera un archivista de la Corte Imperial durante la dinastía Zhou en la antigua China, libro en el cual se reúne lo esencial de toda la sabiduría de los llamados “santos soberanos(chinos claro está) de la antigüedad”, texto que podría traducirse a nuestra lengua por algo así como “el libro del camino(que es y da sentido a cuanto hay) y de la virtud”, o como “el camino (auténtico) de la virtud”, o por “el sentido del acontecer que a todo determina subrepticiamente, el que una vez comprendido-recibido, otorga/dona la virtud”, bien parafraseada claro está la traducción, para poder así comprender cual es el sentido y finalidad de éste libro, el cual se escribe justamente para lograr otorgar a la gente de su tiempo, y de todo tiempo, una “ciencia del sentido” real y acertada con el devenir y el continuo movimiento de la unidad(entendida heráclita y panteísticamente), semejándose este escrito, por lo mismo, a los propósitos del pensador alemán, el cual durante toda su obra investiga infatigablemente sobre el sentido y la pregunta que rige por el sentido del Ser, y en suma, de todo cuanto acontece en la realidad espacio-temporal que nos tocó vivir en esta vida, decantándose en Heidegger de sus investigaciones, por ejemplo, el pensamiento del Das Ereignis, por lo que la atingencia de ambas filosofías, es más que una mera y superflua coincidencia, de manera que cotejaré ciertos pasajes de cada obra para lograr de esta manera extraer las similitudes que abundan entre ambas formas de pensar, que por caminos tan diversos y distanciadas temporalmente por milenios, llegaron a conclusiones tan semejantes que sorprende en exceso el darse cuenta de aquello. Para que comencemos a acercarnos al Tao, expondremos un pasaje de la introducción al mismo, obtenida de una edición chilena, el cual, explica concretamente que pretende el sabio chino al exponer su doctrina en forma de poesía aforística: “El Tao de Lao Tse es el sentido del mundo presente en toda cosa y en todo acontecimiento. El hombre primitivo capta ese sentido por intuición en una experiencia directa del entorno y de sí mismo. Tal es su única posibilidad de vida. Pero el sentido del mundo se capta en el movimiento, en las mutaciones de todo acontecer. Este movimiento que en la naturaleza es de una variedad infinita, tiene sin embargo, una estructura, una ley interna, captada la cual, puede ser discernido, entendido en su dirección y desarrollo y asumido…Pero este Tao no es sólo el sentido del mundo, sino también el principio único, el Uno, que se sitúa antes del mundo manifestado y su dinámica bipolar (la gran unidad de Confucio), el ser puro e inmutable, premisa de todo. De este Uno emana la vida, a modo de una virtud o poder, en chino Te, que forma y sostiene a todos los seres, de manera que todo cuanto existe es lo que es y cumple en el conjunto la función que cumple por la acción de la virtud formadora del principio único. Y justamente el Tao, como sentido del mundo, se hace perceptible en la operación de Te, su virtud.”6 Comenzando a comprender que Tao se entiende como Ser puro y Sentido, o más exactamente aún, como sentido del acontecer (de toda manifestación), resalta la extrema similitud que tiene esta palabra con el concepto de Ser heideggeriano, el cual se alza como la suprema fuente donante de sentido y de toda posible manifestación acaeciente (o aconteciente), que permite a todo lo real expresarse ónticamente, ya que el ser es 6

Tse, Lao; Tao Te King, Cuatro Vientos Editorial, Versión Castellana y comentarios de Gastón Soublette, Santiago de Chile, 1990; PP.9-10. (Introducción al texto) Las cursivas son mías.

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en los entes mismos mediante la presencia de él(pero no por esto, debe entenderse como un ente más, sino como su condición de posibilidad) que se da a través de los entes, es lo que posibilita a toda manifestación acaecer, de manera que el ser es la casa desde donde y en donde todo se muestra, dicho de manera más poética”El ser es como una especie de luz…el ser es así el horizonte luminoso en el cual todos los entes están en su verdad. El ser es una especie de gracia; la importancia del hombre radica no en despejar el camino para alcanzar esta gracia, sino en dejarla ser y dejarse llevar por ella a un tiempo… Pero el ser no es el conjunto de los entes ni un ente especial; el ser es el habitar de los entes.”7 ¿Entonces, cómo nos fundimos y conectamos con este Tao, con el Ser, la Unidad primigenia, de forma auténtica, pretendiéndose confluir (y no, defluir) con el movimiento en su unidad perpetua, desmarcándonos del dominio del uno, o de lo que es lo mismo, del estado de ya-interpretado heredado, superándolo en nuestra vida, continuando la línea de enseñanza taoísta-heideggeriana que se pretende asemejar? Para concretar el mentado fin, pareciera que deberíamos esforzarnos mucho, tanto metal como corporalmente, en exceso diríase, mas la sobre utilización de una de las facultades del pensamiento, como lo es la representación, y, por sobre todo, la voluntariedad de lograr conectarnos con la unidad no son la vía, al menos para el viejo Heidegger, efectiva de concretar nuestra asunción a la unidad deviniente que nos enfrenta y a la que nos enfrentamos en todo momento. Con el fin de poder responder a nuestra pregunta, comenzare refiriéndome a su concepción que del no-querer nos da en su escrito ya dicho Serenidad, obra que comienza como una búsqueda por la esencia del hombre, y que, una vez asumido que es el pensamiento la tal esencia, se inquiere por la esencia del pensar, la cual, para ser aprehendida, o más bien vívida, requiere por parte del hombre, según Heidegger, que se aparte la mirada del pensar, concebido tradicionalmente, ya que quien intenta comprender la esencia del pensar debe poseer un estado, que se podría llamar “mental”, diferente al resto, puesto que, para lograr conectarse con ella, se precisa liberarse de las usuales cadenas que rigen la forma normal de pensar(y por lo mismo, debemos apartarnos del pensar tradicional), y que no permiten divisar la esencia real del pensar, la cual es la conexión misma con el todo deviniente que nos enfrenta, y del cual somos parte(la denominada “contrada” por Heidegger, en este texto al menos), estado mental que se caracterizaría por lograr un nivel del pensar demarcado por el no-querer, el que, junto con la consecución de la liberación de la representación(ambos símbolos y herramientas, que demarcan el sentido del pensar tradicional), -comprendido que ellos son un medio antiguo y no apto para asumir la necesaria conexión con la unidad que brinda el alcanzar entender en que consiste la esencia del pensar, la cual conexión es un acto, y no solamente una imagen o idea representada en el pensar, -serían los requisitos en Heidegger para captar y asumirse en la esencia del pensar, la cual, captada y comenzada a ser vivenciada, da la capacidad en la vida de emprender-se en la espera que espera(ya no-esperando, realmente) lograr la denominada Serenidad, el cual es el estado del sabio que se comprende y entiende perteneciente en la unidad-todo cuanto acontece-, ya que él, en su expresión máxima de libertad, lisa y llanamente a todo lo ente lo deja ser, y en su dejar ser a todo lo comprende y se asume en ello “serenamente”, de manera que para lograr este nivel mental, se precisa alcanzar el real estado del no-querer, dejando de lado absolutamente la fe y estima en la voluntad que caracteriza nuestra forma de pensar, junto con el desencajamiento mental de la representación, ambas otrora consideradas como herramientas eficaces en nuestra integración con la unidad, en pos de la práctica dinámica y real del pensamiento, que aprehende el sentido del acontecer, liberado de las antiguas ataduras impuestas por el “pensar tradicional”. Ahora, se pretende asimilar el concepto del no-querer heideggeriano, con el de no-obrar taoísta, conceptos fundamentales a la hora de pensar en que consistiría, al menos teóricamente, el denominado estado de sereno, necesario para concretar(o mejor dicho, para que nos “llegue, para que recibamos”) la conexión y asimilación en la Unidad-Ser-Tao que nos cobija y alberga en todo momento, aunque no seamos concientes de esto, no obstante, la teoría es ya inadecuada para lograr nuestro propósito de conectarnos y asumirnos en la unidad que brinda la donación y el sentido de todo cuanto acontece. “No querer sigue significando aún un querer, pero de modo que impera en él un no, incluso aunque sea el sentido de un no que se dirige al querer mismo y abdica de él. No querer significa, según eso, abdicar voluntariamente del querer. La expresión no-querer significa además aquello que permanece absolutamente fuera de todo tipo de voluntad.”8 Vista ambas acepciones que surgen de la palabra no-querer para Heidegger, remarco que me intereso sobre todo por la segunda, por asimilarse totalmente, desde mi perspectiva, con el concepto de no-obrar taoísta, 7

Ferrater Mora, José; Diccionario de Filosofía, V.II., Artículo; Heidegger, Ariel Filosofía Editorial, Barcelona, 1999; PP. 1595-1596. 8 Heidegger, Martin; Serenidad, Ediciones del Serbal, Trad. De. Yves Zimmermann, Barcelona, 1989; P. 36.

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pero, en manera alguna se desecha sin más la primera, ya que, según nuestro pensador, hay una relación entre uno y otro no-querer, a la manera de que hay una abdicación del querer(o sea, se quiere no-querer), para que luego, a través del mismo, “atravesándolo” quizás se podría decir, llegando al estado del no-querer, que permanece absolutamente fuera de todo tipo de voluntad, podamos comprometernos en la ansiada, para él, esencia del pensar, la cual, no se involucra con el querer, y que está en conexión(más bien dicho asimilación) con la Serenidad añorada, la cual se considera como el estado de conciencia necesario para poder asumirse, en lo que Heidegger denominará, al menos en esta edición, como la “contrada”, la cual es la “comarca”, en tono poético heideggeriano, aquello que primeramente y a todo cuanto acontece concede alojamiento, o sea, lo recibe y le permite que sea dentro de sí, es lo que nos viene al encuentro en todo momento y lugar, la comarca- Die Gegend -“lo reúne todo, lo uno con lo otro y todo con cada uno, llevándolo a demorar en el reposo en sí mismo. - Gegnen-“Venir a la contra” (la raíz etimológica germana de la palabra comarca), es el reunidor tornar a cobijar con vistas al amplio reposar en la Morada. Así, la comarca es ella misma, a la vez, amplitud (Weite) y Morada (Weile). Demora a la amplitud del reposar. Se amplía en la Morada de lo que libremente ha tornado-a-sí. En vista del destacado empleo que hacemos de esta palabra podemos, por tanto, decir Gegnet, contrada, en lugar del nombre corriente Gegend, comarca. La contrada es la amplitud que hace demorar, la que reuniéndolo todo, se abre, de modo que en ella lo abierto es mantenido y sostenido para hacer eclosionar toda cosa en su reposar.”9 Resalta la dificultad para la interpretación de este texto, de marcado tono poético-críptico, pero que, sin embargo, se puede entender muy bien que Heidegger se refiere, con su concepto de contrada, a la fuente donante de todo, en suma al Ser puro, a la Unidad que da el sentido del acontecer, a aquello abierto que reúne todo manteniéndolo en su demorar, para permitir la eclosión de todo desde su más remota posibilidad, que es el Tao mismo para Lao Tse, ya que la contrada sería lo mismo que el Tao que a todo gobierna, o que el concepto de Ser del primer Heidegger, que ya a estas alturas prefiere la expresión más bien lírica que prosaica, por lo que proseguiré con la exposición de un pasaje del Tao, para asemejarlo con el de contrada heideggeriano. XXXIV “El Tao es omnipresente puede hallarse a la derecha o a la izquierda. Todos los seres deben a él su existencia y él no los rechaza. Una vez cumplida su obra él no se la atribuye. Viste y alimenta a todos los seres y no señorea sobre ellos. Porque siempre permanece sin deseos podría calificársele de pequeño. Porque todos los seres dependen de él sin reconocerlo como su soberano se lo puede llamar grande. Por su parte el sabio porque nunca asume su grandeza adquiere la verdadera grandeza.”10 Resalta entonces la semejanza entre la definición de contrada, que a todo lo mantiene y sostiene, heideggeriana, con la del Tao omnipresente, mas, para acceder al Tao, a la contrada, es preciso el estado mental del no-querer, el cual se asimila muy bien a la concepción del no-obrar taoísta, el cual (el Tao) sólo se entiende y asume si se cumplen los requisitos mencionados recientemente por Heidegger(liberarse de la representación y la voluntad), para acceder(o que nos acceda) a la conciencia (la llamada por él esencia del pensar) de la pertenencia a la contrada, al Tao, por lo que la atingencia del siguiente texto resaltará por sí misma: 9

Ibíd. PP. 46-47. Tse, Lao; Tao Te King, (Op. Cit.); P. 116.

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XLVIII “Quien se entrega al estudio día a día acrecienta su saber. Quien se entrega al Tao día a día se deshace de su saber. Disminuyendo y disminuyendo alcanza finalmente el estado de no-obrar. En el no-obrar nada queda inacabado. El imperio se ganó siempre sin acción. Con la acción nunca fue posible ganar el imperio.”11 El acrecentamiento del conocimiento teórico(el saber), que va de la mano con la representatividad y la voluntad, no ayuda en nuestra entrega al Tao, sino que, al contrario, la disminución progresiva, o la destrucción o decontrucción paulatina de todo lo que nos gobierna como enseñanza, modelo o conocimiento, viéndolo desde la óptica de Heidegger, junto con el estado mental de no-obrar,- que puede comprenderse como un estado en que el agente conciente del Tao (del sentido del acontecer), -liberado de sus antiguas ataduras del falso conocimiento(la tradición)- no actúa en pos de sí y de su beneficio, sino que hace todo por la integración de sí mismo en la unidad total de la que se sabe parte, de forma que el sabio, el conciente, se mueve como el movimiento se mueva, vuela adonde se dirige el viento, de manera que lo primordial en él es el abandono del yo, como referencia y dotación de sentido, en pos de una postura más libre, que permite captar y recibir, mediante la espera serena, la totalidad que se le muestra y que solamente al espíritu atento ilumina, -son los niveles que hemos de conquistar, y que permiten mediante ellos lograr la Serenidad que deja ser a todo, la que permite se pueda perpetrar la acción-recepción de la unidad del viviente con la contradaTao-Ser. Sólo una vez que ya se ha logrado liberarse del pensar tradicional, se puede decir que ingresamos a la espera de la esencia del pensar, la cual es una espera comprometida-dirigida en/a lo abierto, respecto de lo cual (lo abierto = la contrada) no podemos sino que esperar se nos revele, confiados única y exclusivamente a ella (la contrada), de forma que, desprendidos de toda voluntad y representatividad, debemos saber permanecer y esperar a que se nos muestre u otorgue la esencia del pensar a nuestras mentes, siendo esta espera, la introducción a la Serenidad o al estado de sereno, la cual, es el camino y el movimiento que, eventualmente, permite la ansiada concreción-recepción de la unidad del hombre con el todo-Tao-contrada-Ser.12 Entonces, ¿qué es este esperar?, para nuestro alemán, contestándonos que, aquel esperar es una relación determinada para con la contrada, ya que la espera se refiere a lo abierto, y lo abierto es la contrada, siendo la espera, incluso, la relación para con la contrada, en la medida en que el esperar se introduce y deja ir en la contrada, y en este dejarse ir a su interior, hace que la contrada impere puramente como contrada, rodeándonos, abarcándonos y sosteniéndonos. En suma, esta espera sería el primer momento de la serenidad, el momento introductorio a ella, el cual, ni con mucho, agota la esencia de la misma. 13 De todas maneras, la Serenidad debe ser una relación del hombre que reposa en la contrada, y que recibe de la contrada misma el movimiento (el llamado, podríamos decir) originario para ir hacia ella (la Serenidad a la contrada). Más aún, “La Serenidad proviene de la contrada, porque consiste en que el hombre permanece dejado a la contrada y, además, por obra de ella misma. El hombre está en su esencia dejado a la contrada en la medida en que pertenece originariamente a ella. Le pertenece a ella en la medida en que desde el inicio es a-propiado a ella, y además por obra de la contrada misma.”14 De manera que, siendo la espera el primer paso introductorio en el camino a la esencia del pensar o de la Serenidad, el segundo momento, en el que ya somos transidos por la Serenidad, es cuando alcanzamos a comprender, gracias a la paciencia que otorgamos en nuestra espera, en que consiste la esencia del pensar, la cual no es otra que la Serenidad para con la contrada, de manera que la esencia (del pensar, y por ende, de la Serenidad) viene determinada desde lo Otro, o sea, desde la contrada, desde lo abierto que a todo sostiene y permite eclosionar, que “esencia”, o dona esencia, en la medida en que “transcontra”, o sea, dona la Serenidad, que es el estado del hombre se sabe pertenece a la contrada, ya que ella(la Serenidad) es parte

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Ibíd. P. 152. Cfr; Heidegger, Martin; Serenidad, (Op.Cit); PP.49-51. 13 Cfr; Ibíd. PP. 56-57. 14 Ibíd. P. 58. 12

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originaria de la contrada misma, y ella es otorgada(o recibida) al(por el) viviente que se deja traspasar por la contrada(o sea, trancontrar), asumiéndose en ella, adquiriendo el estado de sereno, de difícil obtención. 15 Asumida la esencia del pensar como la Serenidad para con y en la contrada, exhibiré un verso del Tao, con el fin de recalcar la profunda similitud que hay en ambas filosofías, ya que la serenidad, el no-obrar, y el deshacerse del modo tradicional de pensar y saber, son los requisitos en estas sendas formas del pensamiento para lograr concretar la fusión-entrega de la vida con la unidad, que se puede entender como Tao, como contrada, o, lisa y sencillamente, como Ser. XVI Aquel que alcanza el vacío perfecto Mantiene su plena serenidad. De los diez mil seres que se mueven Puede entonces contemplar su evolución. De cualquier modo que las cosas florezcan vuelvan a la raíz de la cual crecieron. Volver a la raíz significa quietud quietud significa volver a la condición original Volver a la condición original esa es la Ley Eterna. Conocer la Ley Eterna es estar esclarecido no conocer la Ley Eterna es atraerse la desgracia. El que conoce la Ley Eterna es comprensivo siendo comprensivo es justo siendo justo es regio siendo regio se iguala al cielo igualándose al cielo se conduce conforme al Tao conduciéndose conforme al Tao es eterno. Durante toda su vida estará a salvo del peligro.16 Mas, para finalizar el tratamiento que Heidegger da de la Serenidad, se debe decir que ella “es, en efecto, el soltarse del representar trascendental y de este modo un prescindir del querer del horizonte. Este prescindir no proviene ya de un querer, a menos que la ocasión de un introducir-se a la pertenencia a la contrada requiera de una última huella del querer, huella que, sin embargo, desaparece en el introducir-se y queda del todo extinguida en la Serenidad.”17 Notable, es, en efecto el estado de sereno, que propicia la conciencia de la esencia del pensar y, por ende, de la pertenencia a la unidad, de manera que la respuesta a la pregunta que planteamos para dirigir éstas disquisiciones, que decía algo así ; ¿cómo nos fundimos y conectamos con este Tao, con el Ser, la Unidad primigenia, de forma auténtica, pretendiéndose confluir (y no, defluir) con el movimiento en su unidad perpetua, desmarcándonos del dominio del uno, o de lo que es lo mismo, del estado de ya-interpretado heredado, superándolo en nuestra vida, continuando la línea de enseñanza taoísta-heideggeriana que se pretende asemejar?, se puede responder a continuación.

Conclusión 15

Cfr; Ibíd. PP. 59-60. Tse, Lao; Tao Te King, (Op. Cit.); P. 69. 17 Heidegger, Martin; Serenidad, (Op.Cit); 67. 16

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La pretendida fusión, asunción, entrega o recepción de la donación, la contrada, el movimiento sin fin, o como quiera llamársele a la fuente que a todo lo contiene y le permite su manifestación, es posible de concretar o recibir, superando por este hecho a la tradición que envuelve al hombre que intenta esta misión, siguiendo los consejos de Heidegger, en relación con la consecución de los objetivos antes descritos, finalidades que se asemejan excesivamente a lo propuesto por el Tao, de forma que, para lograr confluir con la unidad, reuniéndonos en sí y no defluir perdidamente entre las cosas del mundo, superando nuestro estado de ya-interpretado, es preciso, como una vía correcta de integración en el devenir, seguir lo propuesto por ambas filosofías sucintamente expuestas, con el fin de trascender toda la multiplicidad de manifestaciones que nos confunden y engañan, con el fin de superar el Samsara, o la ilusión de la existencia que se encuentra atada a los ciclos irrefutables de la vida y la muerte, o sea, que se encuentra entregada al ciclo de las reencarnaciones, el Saṃsāra, es visto en la filosofías hinduistas como mera ignorancia de la verdadera naturaleza del ser: no hay diferencia entre el alma (el yo) y Brahman (lo divino). Debido a avidya ('ignorancia', lo contrario de vidya) el alma cree en la realidad del mundo temporal y fenoménico, lo que lleva a la confusión de creer que el cuerpo es el yo. Ese estado de ilusión es conocido como māyā. Esta semejanza con otros manantiales de sabiduría oriental, del pensamiento heideggeriano, no debe sorprendernos, ya que el observar las profundas consecuencias que logró el alemán captar, se puede echar a ver que ella coincide, por no decir calza perfectamente, con varias de las filosofías más atávicas del mundo, puesto que las finalidades de todo prensador, una vez que asume su tarea auténticamente y sin prejuicios, son inteligir y asumirse en el acontecer que lo rodea y sostiene en todo momento, con el fin de comunicar sus descubrimientos a todos aquellos que no son capaces de ver lo mismo que el filósofo, por lo que para terminar, citaré un ultimo verso del Tao, en el que se resume toda la doctrina taoísta, para cerrar de forma armónica(y ojala circular) mi escrito. LXXXI Las palabras verdaderas no son bellas. Las bellas palabras no son verdaderas. El hombre bueno no discute. El que discute no es hombre bueno. El hombre sabio no es erudito. El erudito no es sabio. El sabio no acumula bienes y cuanto más hace por los otros tanto más gana para sí. Cuanto más da a los otros Tanto más para sí recibe. El camino del Cielo beneficia sin dañar El camino del Sabio realiza sin esfuerzo.18

Bibliografía 18

Tse, Lao; Tao Te King, (Op. Cit.); P. 245.

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Ferrater Mora, José; Diccionario de Filosofía, V.II., Artículo; Heidegger, Ariel Filosofía Editorial, Barcelona, 1999

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Heidegger, Martin; Estudios sobre mística medieval, Ediciones Siruela, Trad. De. Jacobo Muñoz.

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Heidegger, Martin; Interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles, Editorial Trotta, España, Trad. De. Jesús Adrián Escudero.

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Heidegger, Martin; Serenidad, Ediciones del Serbal, Trad. De. Yves Zimmermann, Barcelona, 1989.

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San Agustín; Confesiones, Alianza Editorial, Trad. De. Pedro Rodríguez.

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Tse, Lao; Tao Te King, Cuatro Vientos Editorial, Versión Castellana y comentarios de Gastón Soublette, Santiago de Chile, 1990.

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