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Un singular plural

De René Ka.es en esta biblioteca «El pacto denegativo en los conjuntos tranB-suhjetivos», en A. Misoonard y otros, Lo negatiuo. Figura.a y modalidades

El grupo y el sujeto del grupo. Elementos para una teorie. psicoanalítica del grupo "IntnJducción: el 1:1ujeto de la herencia.. e «Introducción al concepto de trW>miBión psíquica en el pensamiento de Freud", en R. Kaes y otros, Trasmisión de la vida psíquica entre gel'l.€raciones

..Introducción. Dispositivos psicoanalíticos y eme~ncia.s de lo generacione.l», en A. Eiguer y otros, Lo geruJracíon.aL Abordaje en terapia (ami.liar psicoalUlllti.ca -La- palabra, el juego y el trabajo del preconscicnte en el psicodrame. psicoanalítico de grupo~. en R. Ka.es y otros, El psicodrama psú;oanalitU:o ch grupo

La palabTa y el vínculo. Procesos asociativos en los vínculos

Un singular plural El psicoanáUsis an'te la prueba del grupo

RenéKaes Amorrortu edit.ores Buenos Aires - Madrid

Biblioteca. de psicología y psicoanálisis D\redores.: Jorge Cola pinto y David Malduvslcy lln siJ18ulMr.r pluriel. La ?6)'cho.nalytre a l'épreuue du © Dunod, Paris, 2007 TmducciOn: Mirta Segoviano

gro~pe,

Renl!i Ka&

C 'lbdos \BS derechos de la edición en castellano reservadoo por Am

Imprei;o en los Talleres Gráficos Color Efe, Pa:io 192, Avellaneda, pl'o· vincia de Buenas Aires, en abril de 2010. 'Tira.da de esta edición: 2.000 ejemplares.

Índice general

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Prefacio

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Introducción

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Los tres pilares chl psíquismo El aporte de la clínica psicoanalítica del grupo y del sqjeto en el grupo al tratami.ento de sufrimientos psíquicos ~naccesióles de otro modo» El concepto de in~rsubjetividad y la f"orrrnu:itm del sujeto en. el 1J'1&culo, las alia.nzas inconscientes y los espados ps!quicoa comunes y compartidos La superacwn. epist.emowgica. ck la o[JOSicwn entre indiuU:iv.o y grupo

22

25 29

37

l. Cómo se ha planteado la euestión del grupo en el psicoanálisis

39 Los pioneros de la inuenddn psicoanalítica del grupo Pichon-RivUire y el grupo operativo. 40. S. H. Foulkes y la oorriente del gn.ipoanálisis, 43. W. R. Bian y la w.entalidad grupal, 44. J. Bleger y el depósitv del nücleo aglutinado en el gro.. po. 46. Balance y desarrollo de la.a pri=eras investigaciones psicoanalJtice.s sobre los grupos, 4 7

49

La corriente francesa de las in.uestigaciones psicoanaltticas sobre el grupo El interés por el grupo en la Ft-ancie. de posgueJTe., 150. Los enunciados tuncladores de los aftoe sesenta y la primera ruptura epistemológica, 61. El desiUTollo de las investipcioues psicoanall:tieas sobra el grupo, desde comienzos de los a:i\os seten~ ta hasta nuestros días, 57

7

60

2. El problema epistemológico del grupo en el psicoanálisis

60

La especificidad del objeto y cribe su nombre o el nombre de ot;,ro ..sLtno UDa lista o un registro. De CWllquier manera, la f6rm.ula original e.s not.able por 1e. variedad de significaciones que se le pueden atribuir, desde la más evidente, de bonadure. del n.omhni del analista, hasta las otn.s, que el autor señala a lo largo del texto, de afili81'8e a él, tomar su nombre, volverse 611 hijo. f.N_ &e lo. T.)

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[m.éprise] y su dominio [emprise] sobre Solange), de Solange (dividida entre hablar de ella misma, por ella misma y por otros). Hablamos también de nuestras vacaciones, de accidentes ocurridos a personas cercanas, de la dificultad de escribir la clínica de las curas psicoanalíticas, de un filme que planeamos ir a ver esa noche. Después del almuerzo, me retiro para tomar notas y dejarme llevar en soledad a mis asociaciones.

'.Iercera seswn: la enigmática confesi.ón de Marc Al iniciarse la sesión, Marc declara que se siente obligado a confesar ante el oorrjunt.o del grupo un «acontecimiento que lo marcó mucho» y del cual habló a algunos participantes durante la pausa. Obedece así, aclara, a la «regla» de restitución que yo había formulado. El acontecimiento «mareante.. es el impacto traumático que sufrió en un gnipo similar a este. Evoca entonces, de manera confusa, vaga y elíptica, una «intapretación» salvaje que le habria hecho el psicoanalista que conducía ese grupo, un cuarto de lwra ant.es del final. de la última sesión. Esta interpretación habría sido para él como un golpe en la cabe-za que lo dejó atunlido y desorientado, y del que apenas se está reponiendo. Esta «confesión» nos sorprende y deja atónitos a los participantes; quieren (como nosotros) saber más: por qué, cómo, qué se le dijo, etc. Pero Mare se calla, no responde a ninguna de las preguntas que se le formulan y, como es obvio, nosotros no lo interrogamos. Repetirá su «e0nfesión», .insistiendo sobre «la marea recibida», el acontecimiento «mareante», que lo «marcó», el ..cuarto de hora antes del final», Noto la insistencia de los significantes 4'1Dal'Ca» y ..último cuarto de hora», la violencia del afecto transmitido por su voz, la imposibilidad (¿o el rehusamiento?) de comunicar una representación del contenido de la interpretación incriminada. El término ..confesión» supone un sentimiento o un acto por mucho tiempo rese!"vado, sin duda un sentimient.o o un acto culpable, que se debe mantener ocult.o.

106

Marc precisa que eligió a los dos psicoanalistas de este grupo .. porque espera que con ellos va a poder salir de est0». 'Ibdos entendemos que su presencia en este grupo está sostenida por un pedido manifiesto de reparación y que este pedido está particularmente dirigido a mí. Recuerdo que al final de la sesión anterior, al hacer notar que faltaba un cuarto de hora para que terminara, Marc declaró que vino a hacer este grupo «sobre mi nombre», sin más precisión pese a las preguntas que se le plantearon en ese momento. Sabemos que en mi nombre de pila él señala una repetición, la de un renaci.mient.o, y por lo tanto la de una muerte atravesada o negada. Tengo la hipótesis de que su nombre de pila, el mío y mi apellido son para él significantes cruciales de un drama que él revive en la transferencia. Mis asociaciones me conducen a la fórmula que utilizó al presentarse: ..Me llaman Marc... Supongo que una fantasía inconsciente quedó fijada en esta escena traumática y se reactivó en el último cuarto de hora de la última sesión. De esta escena sólo ha quedado activo el afecto violento. Si prestamos atención a lo que Marc está no sólo diciendo sino haciendo . El sueño de Michele confrontó a "Marc con una escena incestuosa en la cual su padre figura como actor. Hemos notado cómo se defiende él de esto. "casando» a algunas parejas. Al hacer de J a.cques su hijo, aclara la posición que ocupa en la fantasía de seducción del hijo por el padre, y la defensa que instala contra esta fantasía. Esta seducción amenazant.e encubre una escena de violencia que va a estallar cuando Jacques proteste contra esa filiación impuesta. Marc agrede a Jacques amenazándolo con interpretarle sus resistencias a escuchar lo que él le dice: ¡que lo ama como a un hijo! Señalo inm.ediatament.e la repetición de la amenaza de interpretación «salvaje» y la reiteración en la transferencia de una configuración vincu1ar padre-hijo en la que es· tamos implicados Jacques, Marc. Boris, el «psicoanalista .salvaje» y yo. Dejo en claro que estas apuestas de deseo, seducción y amena:z.a deben situarse, además, en relación con las resonancias incestuosas (bija-padre) aportadas por el relato del sueño de Mich~le. Amar a un hombre co15

Les CM9eB ~ la, víe, de C. Saute~

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mo a un hijo, ¿es amarlo como un padre ama a su hijo o un hijo a su padre, o como un compañero sexual? ¿Cómo comprender que Michele integre a Marcen su sueño figurando a su padre como objeto del desplazamiento de su deseo incestuoso? Mich~le sueña para ella misma y para una parte desconocida de ella misma, da forma de representación onírica a su propio deseo. Su sueño está fabricado con lo que toma de los contenidos psíquicos que se formaron el día anterior en el grupo. El sueño de Michele es también una interpretación de lo que percibió inconscientemente sobre las fantasías en juego en «el acontecimiento» traumático relatado por Marc y sobre los conflictos psicosexuales inconscientes de este. Estas fantasías le involucran, puesto que se trata de su fantasía de seducción incestuosa por parte del padre. Tendré ocasión de retomar el análisis del sueño de Mi· ch.ele, pero quisiera destacar desde ahora que este suedo se produce en la matriz onírica del grupo y para un conjunto de destinatarios: se dirige a Marc por lo que este representa para ella y para mí, presente-oculto en el sueño. Se dirige a mí por lo que represento para ella y para Marc. Se dirige también a Sophie, por lo que representa para ella y para mí. A partir del sueño de MichMe se produce una transformación en el núcleo de la fantasía organizadora del grupo. A la fantasía de represalias cootra la interpretación «salvaje» que Maro habría recibido se asocian las de seducción, fustigación y escena originaria. Nos acercamos al sentido que el acontecimiento «mareante» adquirió para Marc, pero este sentido sólo podrá develarse progresivamente en la transferencia y en el proceso asociativo del grupo, cuando los síntomas comunes y compartidos se hayan repetido lo suficiente. El trabajo sobre cl significante "'último cuarto de hora»

Durante las sesiones que siguen. el significante «Wtimo cuarto de hora" se va a instalar como "síntoma sosteni113

do desde varios lados», en cada uno y en el grupo. Algunas sesiones se inauguran o concluyen con un silencio de un cuarlo de hora; un cuarto de hora ant.es del final de la última sesión de la terrera jornada se anuncia una futura ausencia. Interpreto la asociación ausencia-silencio-muerte y ..último cuarto de hora» pwitualizando nuevamente la repetición y la relación que tiene, a mi parecer, oon el aoontecimiento ..mareante,. de Marc. Mi intervención relanza el proceso asociativo. Se evoca el fin del mundo. Boris se entrega a un complicado cálculo obsesivo sobre el cuarto de hora de más que tiene la sesión de grupo en relación con la unidad horaria (una hora y cuarto), y el cu.arlo de hora de menos que corresponde a la duración de una sesión de cura (tres cuartos de hora). Michele retoma su sueilo para evocar el ..buen cuarto de hora,. del orgasmo y para preguntar, con falsa ingenuidad. qué son este de más y este de menos, y a quién hacen gozar más: ¿al hombre o a la mujer? Jacques asocia sobre el significante «último cuarto de hora .. y sobre la muerte que introduce tanto en la separación como en la oonfusión. Las sesiones sucesivas estarán centradas en el análisis de las relaciones de sexo y de generación tal como se anudaron en el grupo a través de las transferencias. Marc comprenderá entonces lo que había sido traumático para él en el grupo anterior: confrontado con su fantasía de seducción por el padre, había temido su realización en su transferencia sobre el analista y al mismo tiempo la había oonsumado in. e:xtremis acusándolo de una interpretación salvaje.

Perspectivas de análisis Como lo he anunciado, proseguiré el análisis de este grupo en los próximos capítulos. Sin embargo, quisiera abrir algunas perspectivas acerca de mi concepción de su realidad psíquica.

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La fant:asía organizadora psíq_uica inconsciente delgnLpo La realidad psíquica del grupo y el proceso grupal están estructurados por un esquema organizador inconsciente (figura 4.1) cuya fórmula es aquí la fantasía: «Un progenitor amenaza/repara a un/a hijo/a,,._ Este organizador sostiene las identificaciones y el vínculo entre todos los sujetos del grupo: es la representación actual de un acontecimiento traumático «mareante>-, sin duda originario, fuera del tiempo, fuera del pensamiento y fuera de la palabra, inaccesible a cada uno directamente. P•------~·-'"'-e~-•-"• 0

------büo

,._....... 11as..1o.na., r .....,iadelltan:

Figura 4.1. EstrW!tura genérica ck la fantasía organizadora. del

grupo.

Este organizador fantasmático corresponde a lo que denomino ..grupo interno»: su estructura define posiciones correlativas, complementarias y reversibles del sujeto, del objeto y de la acción. Su fórmula genérica es la de una frase: Sujeto - Wrbo - Complemento . El tratamiento de los pacientes psicóticos impuso a Pichon-Rivi~re (1971) la idea de ..la existencia de objetos internos, de múltiples '"imagos" que se articulan en un mundo construido según un proceso progresivo de interiorización». La inspiración kleiniana que lo alentaba en esa época lo llevó a describir así «las relaciones intrasubjetivas, o estn.icturas de vínculos interiorizados y articulados en un mundo interno». Sin embargo, lo que Pichon-Riviere llama -«mundo interno» o «grupo interno• es la reconstitución intrasist.émica de la trama relacional por interiorización del sistema de relaciones interaubjetivas y sociales de las que surge el sujeto. Para Pichon, este sujeto es sujeto tanto social como psíquico. La concepción del grupo interno formulada por D. Napolitani (1987) se acerea bastante a la de Píchon~Riviere: el grupo int.erno es la red de modalidades relacionales de las que el individuo ha participado, la representación de las relaciones de cada uno con el otro y con el entorno, las significaciones y los códigos ligados a esas relaciones. El grupo interno se form.a por •la internalización, a través de los procesos identificatorios, del conjunto de relaciones en las que el individuo participó desde su nacimiento, principal.mente por la introyección de los objetos y de las imagos constituidas en el grupo familiar y de los valores que priman dentro de la familia». La inspiración kleizúana en Pichon y Napolitaní, la referencia freudiana en mí, nos llevaron a concebir una noción bastante similar. 'Tunemos en común la idea de que los grupos internos son organizaciones de objetos int.ernos interiorizados que orientan la acción hacia los otros en las relaciones intersubjetivas. Pero, más allá de esta semejanza, nuestras concepciones son sólo parcialmente coincidentes. Nuestras fuentes son diferentes, y el concepto no dio lugar a los mism.os desarrollos en cada uno de nosotros. Para Pichon-Riviere y Napolitani, los grupos internos resultan de la interiorización de relaciones psicosocia127

les, pero ellos no toman en cuenta su génesis propiamente endopsíquica y estas relaciones no describen su estructura ni su funcionamiento.

La,

organización grupal, de

/,a

materia psí.quica

Mi concepción de los grupos internos difiere de las de y Napolitani en dos puntos importantes. El primero es que los gn.ipos internos no son sólo reactiva· dos en el proceso grupal; son, más fundamentalmente, sus principios organizadores inconscientes. El segundo es que los grupos internos son una organización de la materia psíquica. 'lbcamos aquí nuestra principal diferencia: los gn.ipos internos no son tan sólo resultado de la internalización de experiencias relacionales, de una interiorización de relaciones de objeto y de una organización de las identificaciones. Responden a una organización inherente a esta propiedad de la materia psíquica que acabo de mencionar: la de asociarse y organizarse en gn.ipo. He llegado a esta idea por tres vías. La primera es anecdótica, pero sólo en parte: al comienzo de la década de 1970, en pleno auge de las tesis de La.can, yo había propuest.o la fórmula de que "'el inconsciente está estructurado como un gn.ipo». Lo que entonces era una especie de chanza se transformó tras una nueva lectura del «Proyecto de psicologían: las especulaciones de Freud sobre los grupos psíquicos escindidos y la organización del inconsciente originario confirmaban mis hipótesis sobre la grupalidad interna La tercera vía, que ya he mencionado, fue abierta por la atención que simultáneamente comencé a prestar a la organización grupal de los sueños y de los procesos a.sociativos en la cura y en los grupos. Estas investigaciones transformaron mi proposición «lacaniarui» lúdica en una hipótesis de trabajo de alcance más genera]: Ja materia psíquica tiende a organizarse estructural y dinámicamente según un modelo de grupo.

Pichon-Rivi~re

128

Formas y procesos de los grupos internos El inconsci.ente como grupo interno originari.o Desde el «Proyecto de psicología,,. (1895a) y los Estu· di,os sobre la histeria (1895b), el grupo aparece primerament.e como un modelo de la organización y el funcionamiento intrapsfquicos: es una forma y un proceso de la psique individual. Un siglo antes de los gn.tpos neuronales de Edelman, Freud denomina «grupo psíquico» {die psychisch.€ Gruppe) a 1,lJl conjunto de elementos (neuronas, representaciones. afectos, pulsiones ... ) ligados entre sí por investiduras mutuas. formando cierta masa y funcionando como atra.ctores de ligazón. El grupo psíquico está dotado de fuerzas y de principios de organización específicos, de 1,lJl sistema de protección y representación-delegación de sí mismo por una parte de sí mismo. El grupo psíquico establece relaciones de tensión con elementos aislados o desligados que, por esta razón, son capaces de modificar ciertos equilibrios intrapsíquicos. El primer esbozo freudiano de la representación del inconsciente es el de 1,lJl grupo psíquico escindido (eiM abgespaltene psychis· ch.€Gruppe). Es probable que el ser viviente sea gn.rpo: movimiento de agrupamiento y desagrupamiento, bajo el efecto de Narciso, de Eros y de Tánatos. Para circunscribirme al dominio de la vida psíquica, reservo la noción de grupo psl· quico originnrio para dar cuenta de la ligazón originaria de los objetos en una estructura y en formas que constituyen el inconsciente. El inconscient.e, estructurado como un grupo, se recombina permanent.ement.e en sus figuras, en su energía, en sus formaciones y en sus efect.os.

La fantasía como paradigma estructural.

del grupo interno originn.rio El ejemplo clínico del capítulo precedente nos mostró de qué modo el abordaje estrud;ural de la fantasía ilustra el concepto de grupo interno originario. Este abordaje ¡xr

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ne de manifiesto su principal propiedad, Últimamente ligada a su estructura distributiva, pennutativa y dramática: la fantasía es un libreto de realización de deseo inconsciente. Este libreto gobierna los ordenam.ientos de lugares y de acciones psíquicas correlativas. Considerada desde est.e punto de vista, la fantasía manifiesta claramente su propiedad de poner en escena diferentes versiones de la relación del sujeto con sus objetos, con su deseo, con un otro y con más de un otro. El análisis estnictural de las fantasías del Hombre de las Ratas (1909) da cuenta de la autorrepresentación del paciente de Fnmd en tres «personalidades,, escindidas y desagregadas: el Hombre de las Ratas sitúa las partes fragmentadas del nía. La polifonía de la cadena asociativa grupal es un efecto de la interdiscursívidad. Tumo la noción de polifonía de los trabajos de Bajtin-Vorochilov sobre la estructura de la obra literaria.3 Bajtin sostiene que la novela polifónica se elabora en el cruce de varias estructuras, así como el vocablo es una polífonfn de varias escrituras: las del escritor, sus personajes, el destinatario, el contexto histórico, ético y cultural. Esta organización polifónica caracteriza a la esfera misma del lenguaje, y Bajtin extiende este principio a toda producción semiótic.a: la lógica que la organiza no es la de la determinación lineal y la identidad, síno la lógica, transgresiva, del sueño o la revolución: alli opera otra ley. S He recw-rido a la noci6n de ¡xiliíonía en mis trabajos sobre el proceso asociativo (1994) y más recientemente a propósito del suefio (2002.n. 2002b); cf. infra, capítulo 9.

188

Bajtin no limita su análisis al estatuto del lenguaje poético en la novela polifónica. Sostiene la idea de Wl auditorio social interno, propio de cada individuo, en «cuya atmósfera se construyen sus deducciones, sus motivaciones, sus apreciaciones ... ~. El análisis de las novelas de Dostoievski muestra cómo funcionan polifonía y dialogismo interno; por ejemplo, en El adol.escente, Bajtin distingue la voz propia del héroe, la de su interlocutor interno y la voz narrativa tercera, y luego señala el fondo común de vocablos que atraviesa y Wle esta estructura a tres voces, producto de los efectos de concordancia y discordancia. Constantemente surge la pregunta: ¿quién habla, quién piensa, quién siente, quién sueña? Y esos momentos de incertidumbre se resuelven por la emergencia de un Yo que, como héroe, asume la polifonía y la supera. Dos conceptoa atraviesan toda la obra de Bajtin: el de alteridad y el de dialogismo. Podemos valemos de ellos aportándoles las transformaciones necesarias. El primero plantea que no somos mónadas psíquicas, sino sujetos cuyos deseos y creencias están en relación con los otros sujetos, inscriptos en una sociedad: «Yo se oculta en el Otro y en los Otros», escribe. El lenguaje, y más rigurosamente el discurso, es el canipo de este encuentro: «El discurso se encuentra con el discurso de otro en todos los caminos que llevan hacia su objeto, y no puede sino entrar en vi va e intensa interacción con él» (1934-1935; trad. fr., 1978, pág. 92). O también: ~l locutor busca orientar su discurso, y hasta el horizonte que lo determina, con relación al horizonte de otro.. übid., págs. 95-6). El concepto de dialogismo designa el hecho de que cada enunciado presenta relaciones con otros enunciados sobre el mismo objeto, mucho más allá de que puede ser una respuesta de W1 locutor al enunciado de su ínterlocutor. Así, incluso el enunciado monológico tiene una dimensión dialógica. Bajtin denomina «pluridiscursividad» a la fuerza dialógica del lenguaje, en lucha contra la reificación monológica del discurso. Este fue el contexto en que utilicé el concepto de polifonía aJ analizar el proceso asociativo, para colocar el acento en las resonancias y la transformación de los enWlciados asociativos mediante su ensamble. 189

Perspectivas sobre el proceso asoci.ativo y el trabajo de.l preconsciente El análisis de los procesos asociativos dio ocasión para poner a prueba el modelo del aparat.o psíquico grupal y las hipótesis que contiene. La cuestión principal residía en t.e-ner acceso, mediante el aparato del lenguaje, a algunas articulaciones entre las formaciones. los procesos y las t.ópicas del inconsciente en el espacio intrapsíquico, en el intersubjetivo y en el grupal. El análisis nos enseñó que los procesos asociativos se organizan en los grupos a partir de una triple fuente de los contenidos inconscientes surgidos de la represión, de la renegación o del rechazo. U na de esas fuentes es propia de cada sujeto considerado en la singularidad de su estructura y de su hist.oria. La otra es producto de las relaciones entre los miembros del grupo para construir los vínculos de grupo. La tercera es importante y no debemos desatenderla: es producida por los analistas en situación de grupo en sus relaciones con el grupo. Cada uno de estos contenidos del inconsciente se enlaza de un modo original y retorna en las manifestaciones del proceso asociativo. Este análisis nos ha permitido conocer los efectos de la represión (o de la renegación) y las modalidades del ret.orno de lo reprimido en el grupo y en los miembros del grupo. Nos ha aportado valiosas informaciones sobre el modo de formación del sujeto del inoonsciente, del sujet.o de la palabra y del sujeto del grupo. Quisiera abrir una perspectiva que podrá interesar al conjunto de los psicoanalistas. Se trata de lo que nos enseña el análisis del proceso asociativo grupal sobre la formación y el trabajo del preconsciente. He destacado que en la fa.se inicial de un grupo, pero también en otros momentos del proceso grupal, la intensidad y las modalidades del encuentro pulsional con el otro, con más-de-un-Qtro, ponen provisoriamente en peligro la actividad del preconsciente a causa de la multiplicidad de solicitaciones con que tiene que enfrentarse el yo de los miembros de un grupo. La capacidad del yo para ligar representaciones y afectos, fantasear y pensar es puesta a

190

•' ~

prueba en la medida en que los protectores entiestímulo internos y externos son insuficientes. Ahora bien, la función antiestímulo es una función capital del preconsciente: este la cumple utilizando las predisposiciones .significantes y las representaciones de palabra que tiene disponibles. El estudio del proceso asociativo, especialmente el de sus modalidades grupales, me llevó a conceder un lugar sustancial a la actividad del preconsciente y a definir su formación y funcionamiento en el contacto con la actividad psíquica preconsciente del otro. Estos estudios nos resultan valiosos porque la clínica, incluida la de la cura individual, nos muestra regularmente que en una cierta cantidad de patologías y de sufrimientos psíquicos la actividad del precansciente del sujeto es deficiente o no ha podido constituirse. Es el caso de lo que llamainos, de un modo global, las «patologías de los estados límite-. Si relacionamos estos impedimentos del trabajo del preconsciente con la actividad del preconsciente del otro o de un conjwito de otros, podernos comprender mejor esas patologías y tratar mejor a esos sujetos. Debemos recordar que las primeras representaciones de palabra nos son provistas inicialmente por la palabra de la madre en el grupo primario, por un/a otro/a, por más de un otro. Para cada uno de nosotros, est.a palabra, su estilo, su entonación, sus efectos, están ligados a esas primeras experiencias que nos han seIVído para nombrar las cosas de nuestras percepciones. Para que la palabra sea dicha y oída son necesarias una sintaxis y una semántica suficientemente comunes, debe funcionar un dispositivo interpretativo compartido. Freud (1913) denominó «aparato de significar-interpret.ar.. (.Apparat zu deuten.) al dispositivo que nos permite dar sentido a las palabras y a las intenciones de otro. El trabajo del preconsciente que un sujeto está en condiciones de efectuar se funda al comienzo en la actividad psíquica de la madre, apuntalada ella misma en su entorno, cuando cumple la función alfa (W. R. Bion), cuando sueña al niño (D. W. Wiruúcott) y cuando se constituye como porta-palabra del niño respecto de las estimulaciones

mt.erna.s y externas con las que se ve confrontado (P. Castoriadis-Aulagnier). En condiciones ulteriores, en la cura o en una situación de gnipo, est.e trabajo del preconsciente garantiza las condiciones de un resurgllniento de la actividad de simbolización en los sujetos que no pudieron acceder a ella. De esta manera, y siguiendo este modelo. articulo por mi parte la formación del preconsciente con la int.ersubjetividad, y más especialmente con la función de la palabra hablada. El análisis. del grupo con Marc y los otros nos ilustró sobre este punto mostrándonos que el gnipo funciona como un aparato de transformación de la experiencia traumática. Podemos observar la forma en que funcionó allí el preconsciente de los participantes, cómo lo sostuvo el proceso asociativo y de qué modo algunas reformulaciones en a.pres-coup con.firmaron este trabajo, un trabajo que por estas razones podemos denominar trabajo de la intersubjetividad.

192

8. Las funciones fóricas Porta-palabra, porta-síntoma, porta-sueoo

El modelo del aparato psíquico grupa1 y la clínica en la que se apoya habrían de conducirme a prestar una atención particular a las formaciones y los procesos psíquicos que cumplen una función articular entre el grupo y el sujeto singular. El análisis de los procesos asociativos nos mostró la existencia de puntos de anudamiento y de formaciones intermediarias entre las cadenas asociativas individuales y la cadena asociativa que se forma en el grupo. Reveló las funciones que cwnplen algunas personas que en est.e encarnan y representan esos puntos de anudamiento: son los porta-palabra, los porta-sfutoma, los porta-sueño. pero t.am.bién otros sujetos portadores de los ideales, de las figuras de la muerte o de la salvación, etcétera. Nos encontrainos con estas personas cuando llegan a la cura individual y analizamos las dimensiones vinculadas a los conflictos intrapsíquicos que estas funciones generan y en las que participan. Freud nos dio un ejemplo oon el análisis de la cura de Dora. La situación psicoanalítica de grnpo nos enseña que las fun.rmas visuales del sueti.o. Es necesario entonces hablar de poli-icorúa del sueño, o incluso de políptjco, si que· nnnos dar cuenta de los D.luchos pliegues del sueao en los cuadros que se enlazgn nnos a otras. Por convención, admitiremos que el término "J)Olifon.ía.. , más euí?Snioo, abarca todas estas dimensiones. 7 Es también lo que se desprende de las investigaciones de E. Gaburri (2003) cuando muestra que la constelación onírica se produce por el sueño re-soñado por el grupo.

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ñante. Los determinantes intrapsíquioos responsables del carácter polifóniro del sueño deben remitirse, en lo esencial, a la gn.ipalidad interna y a los procesos primarios que los rigen: condensación, desplazamiento, difracción, multiplicación de un elemento similar. Son los mismos procesos que rigen el sueño. Dicho de otro modo, este se halla atravesado de lado a lado, mucho antes de que se produzca y después de que ha sido soñado, por discursos heterogéneos que forman su materia misma. El otro nivel es el de la producción polifónica del sueño. Est.a lúpótesis nos remite a una «fábrica de sueños» donde los propios de varios sofiantes están atravesados por los enWlCiados o las percepciones de los otros, se corresponden y se int.erpenetran. donde varios soñantes se dan se· i'iales y se hacen escuchar por otros varios soñantes, por varios oyentes, internos y externos, lo que aumenta proporcionalmente la polisemia y la riqueza de la experiencia orurica. Los ejemplos clínicos nos han mostrado que en cada sueño int.ervienen varias voces, rest.os diurnos y nocturnos de los propios sueños y de los de algunos otros. La mat.eria prima del sueil.o se halla en esta mat.eria polifónica. El trabajo del sueño los transforma, medio borrados y medio legibles, como en un palimpsesto, amalgamados en un texto que sólo se hace descifrable si disponemos de una hipótesis suficientemente precisa para desencriptarlos y restituir la experiencia onírica en sus procedimient.os de creación poética. 8

Paro continuar Si el sueño se forma en las condiciones que he supues-

t.o, y si la experiencia onírica es caract.erizable por las tres 8 Es interesante tomar eo consideración el con~to de polifunía desde otro punto de vista: en literatura, cuestiona la creencia en la unicidad del autor; en el análisis del sueño, cuestiona la singularidad del soiiante. Efectivamente, si los suenos, unos más que otros, están atn.ve·sados por los sueños de deseo de otro, entonces, ¿quién sueña en el soiiante, de qué voces se hace portador, cuál es el sujeto del sueño?

245

dllnensiones que describí, el sueño es. sin duda. esa vía «regia,. de acceso al inconsciente, y la perspectiva que propongo debería sostener más aún esta idea. 'lbdos esos análisis perlllan, en efecto, ese espacio orurico relativamente poroso, conectado a otros tres espacios: el espacio físico y corporal, el espacio intrapsíquko y el espacio ínt.eraubjetivo. El inconsciente se inBcribe de entrada en t.odos esos espacios del sueño desde el comienzo de la vida psíquica. El espacio psíqtrlco y el espacio orúrico están abiertos desde el origen al otro, a más de un otro. Dentro de esta corriente de pensamiento concebimos la hipótesis según la cual el espacio del suei'i.o es un espacio personal, pero atravesado y, por cierto, en parte organizado por la exis~ tencia de un espacio onírico compartido y común. La concepción de un espacio psíquico común y compartido entre varios sujetos, y de tul espacio onírico parcialmente abierto a la presencia del otro en la psique del soñant.e, debe ponerse en tensión, y no en oposición, con las proposiciones que nos aporta el abordaje clásico del sueño en el marco de la cura. Entre estas, son adquisiciones básicas el descubrimiento de que el suefio es el cum.plimiento alucinatorio de un deseo inconsciente reprimido y la necesaria clausura del espacio psíquico para que el sueño se forme.

246

10. Las alianzas inconscientes

Para hacer VÚlculo, desde el origen de la vida psíquica, y más tarde para formar una pareja, vivir en familia, aso-

ciamos en grupo, vivir en comunidad con otros humanos, somos investidos y nos investimos electiva.mente unos a otros, nos identificamos en forma inconsciente entre nosotros y, desde ahí, con un objeto y con un rasgo comunes. Nuestras identificaciones, que se despliegan según diferentes modalidades --especulares, narcisistas, adhesivas, proyectivas e introyectivas-, estarán fundadas en consonancias previas, en las ecopraxias, las ecolalias y los ecomimetismos que acompañan a nuestras primeras experiencias intersubjetivas, más acá o al margen de la palabra; habrán suscitado y encontrado resonancias funtasmáticas, cumplimientos de deseos y frustraciones. Para hacer vfuculo se necesitan estas experiencias y est.os procesos, así como otros; pero ello no basta: debemos además anudar y sellar entre nosotros alianzas, algunas conscientes y otras inconscient.es, cuya función principal es mantener y estrechar (contraer) nuestros vínculos, fijar sus apuestas y sus términos e instalarlos en el tiempo. Cada uno de nosotros, a menos que seamos autistas, necesita del otro para realizar aquellos de sus deseos inconscientes . que son irrealizables sin el otro, y recíprocamente. y las más de las veces el acuerdo resultante permanece inconsciente, por razones que vamos a explicitar. La consumación de una alianza es el acto por el cual dos o más personas se ligan entre sí para realizar un fin preciso, lo que implica de su parle un interés común y un compromiso mutuo. Desde el punto de vista del psicoanálisis, esta entrada del hombre en alianza se apoya en procesos y apuestas específicos, diferentes de los que orga-

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nizan las alianzas en que se int.eresan la antropología social, la religión, la filosoña política o el derecho. He denominado «alianza inconscient.e"' a wia fonnación psíquica intersubjetiva construida por los sujetos de un vínculo para reforzar en c.ada uno de ellos, y establecer en la base de ese vínculo, las investiduras narcisistas y objetales necesarias, los procesos, funciones y estructuras psíquicas que necesitan y que proceden de la represión, o de la renegación [déni), del rechazo y de la desmentida [désaueu]. • La alianza se construye de tal manera que el vínculo adquiere para c.ada uno de sus sujetos un valor psíquico decisivo. El coajunto así ligado (el grupo, la familia, la pareja) obtiene su realidad psíquica de las alianzas, contratos y pactos que sus sujetos estable varias decenas de centímetros de gasa yodoformada en los oom.etes nasales de su paciente. Cuando Freud le describa los males que sufre Emma luego de la operación, renegará hacerle cualquier reproche sobre la conducción de esta (carta del 8 de marzo de 1895), desde el momento en que con este apoyo Fliess se rehúsa a reconocer su error quirúrgico. Su propia negación y el eco que esta halla en Fliess colocarán a Freud en la situación de tener que avalar esta voluntad de desconocimiento si quiere conservar su amistad. 6 He desa:rro119.do este análisis en Le grol4pe et le s~t du groupe, págs. 264-71. "l Los d0C1J.ment.os de referencia son, principalmente, las cartas de Freud a Fliess dsl 4, By 28 de roe.no, 11 y 20 de abril, y 15 de mayo de 1895 (edición alemana, 1986}, y el estudio de M. Schur (1966) sobre ..,)Qs restos diurnas del sueño de la i.nyeccidn de Irma...

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Mas esto no basta. Para conservar ese vínculo, FTeud est.á sacrificando justo aquello que acaba de conseguir ligar por medio del pensamíento: la articulación entre el traumatismo y la fantasía, y termina precisamente de escribirlo a Fliess. Para disculpar a este («no he querido reprocharte nada», carta del 20 de abril de 1895), Freud señalará incluso, de manera ambigua, que retar o reconstruir las apuestas que ahí se juegan para el analista y para el sujeto analizando; pero también hay casos en que una alternativa a la situación psicoanalítica clásica (terapia coajunta de un padre y su hijo, psicoterapia psicoanalítica de la familia mediante el grupo, psicoanálisis en situación de grupo, grupo de psicoterapia psicoanalítica) le permite al sujeto hacer con un psicoanalista la experiencia de lo que lo liga al ot.ro y al conjunto de los otros. En un espacio tránsfero--0., en New Direction in Psyelwan.a.lysis, Londres: Tavistock. pág5. 478-98. Ka~,

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