Tomo II

Tomo II Amor Escondido El presente fic, es un proyecto multiautor, en el cual el galán es el mismísimo NEIL LEEGAN. Le

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Tomo II

Amor Escondido El presente fic, es un proyecto multiautor, en el cual el galán es el mismísimo NEIL LEEGAN. Les ruego a todas las chicas que se apunten para llevarle seguimiento que sean respetuosas con este personaje, la mayoría lo odia, pero creo que la base de toda convivencia es el respeto. Todos tenemos la oportunidad de cambiar, o bien de dejarnos transformar por el amor, aunque sea sólo hacía una persona. Comprobemos que tan lejos nos lleva la imaginación en el trazo de esta historia de amor, que de seguro será muy polémica. Decidí darle comienzo la noche del estreno de ROMEO Y JULIETA... me pareció un buen momento para marcar el inicio de una nueva relación para Candy, alejada de su familia y seres queridos y muy susceptible después el rompimiento con Terry.

Laurie

Escritoras del fic: Laurie, Noemí, Raelana, Mirna, Soly, Alondrita, Perlita, Scarleth, Anabel Diseño editorial: Anamá

Amor Escondido CAPÍTULO XVI. POR RAELANA..................................................................................................................................................................................4

UNA NUEVA OPORTUNIDAD

4

CAPÍTULO XVII. POR SCARLETH................................................................................................................................................................................7

PRIMERO ERES TÚ

7

CAPÍTULO XVIII. POR LAURIE.................................................................................................................................................................................12

MOMENTO DE CAMBIOS

12

CAPÍTULO XIX. POR ALONDRITA..............................................................................................................................................................................20

TOTAL ENTREGA

20

CAPÍTULO XX. POR ANABEL...................................................................................................................................................................................27

RENUNCIA

27

CAPÍTULO XXI. POR NOEMÍ....................................................................................................................................................................................31

COMPLEMENTANDO EL SUEÑO

31

EPILOGO. TRATAR DE SER MEJOR.............................................................................................................................................................................42

EL AMOR ESCONDIDO DE ELISA

42

........................................................................................................................................................................................................................42

Capítulo XVI. Por Raelana

Una nueva oportunidad Buscarla... Eso tenía que hacer, no dejarla sentir que había más hombres en el mundo. Ofrecerle seguridad y constancia. Eso era lo que ella quería. ¿Realmente? Neil recordó todos los momentos pasados junto a ella. Los besos, las caricias, la pasión. El fuego que lo consumía por dentro estaba muy lejos de ser seguro. Confiaba en ella, claro que sí. En quién no confiaba era en sí mismo. Tantas dudas, tantas noches pasadas en vela pensando en ella, en que no era digno de su amor. No temía que ella dejara de amarle. Lo que temía era que ella abriera los ojos y viera un hombre que fuera mejor que él, que pudiera ofrecerle más cosas, más sensaciones, más amor del que él podía darle. Albert. Albert era un rival. Un rival digno. No era Archie, patán enfurruñado y prometido a una amiga de Candy. Archie no era un rival. Y Terry, un sueño de adolescencia, una tormenta pasada, Terry tampoco era ya un rival, no después de los últimos sucesos. Con Albert era distinto. Albert había sido su amigo, su confidente, casi un hermano. ¿Sería posible que ella lo viera como un hermano y no como a uno de sus pretendientes? ¿Podía soñar con esa posibilidad y que fuera realidad? Albert amaba a Candy. Neil podía verlo en sus ojos, en la caricia leve de sus manos revolviendo el cabello de la huérfana que había adoptado. Ella se comportaba con él como una hija. No se había dado cuenta de que los sentimientos del hombre hacia ella habían cambiado conforme se iba haciendo mujer. Aún no se había dado cuenta. ¿Qué ocurrirá cuando se de cuenta? -pensaba Neil-. ¿Me abandonará, entonces? ¿Lo amará y correrá a sus brazos? El es un príncipe maravilloso. Yo... Yo soy solo el cobarde de Neil Leegan. Neil pasó tres días encerrado en casa, compadeciéndose a sí mismo y a su desgracia, llorando por ese amor que era capaz de sentir pero que no sabía como dar. Lamentándose por las dudas que llenaban su alma y de las que Candy no tenía culpa, pero se veía obligada a soportar. Al final, después de toda esa espiral de autocompasión, Neil se dio cuenta de una cosa. Albert amaba a Candy, por lo tanto, nunca le permitiría casarse con ella.

 Durante esos tres días, Candy se sintió sola. La pelea con Neil la había dejado triste y enfadada pero no había esperado que el joven desapareciera de su vida de la noche a la mañana. No sabía dónde estaba ni tampoco quería preguntar por él. Quería que fuera él quien viniera a ella. ¿Lo haría, de nuevo? No había motivos para pensar que no terminaría volviendo, le había dicho muchas veces que la amaba. No podía rendirse a las primeras de cambio. Hazlo sufrir. Sí, lo estaba haciendo sufrir. ¿Tanto como para que se alejara de ella definitivamente?

Albert fue a verla cada día durante ese tiempo, comieron juntos y pasearon por las tardes apacibles. Cada vez que se veían Candy estaba tentada de contárselo todo, de explicarle la tormenta que sacudía su interior y que la hacía estremecer pero por algún motivo no terminaba de hacerlo. Al mismo tiempo, Albert estaba extrañamente callado y distante, como si también quisiera contarle algo y no encontrara el momento oportuno para hacerlo. Se conocían demasiado bien para no saber que ambos guardaban secretos que temían confesar. Y precisamente por eso temían el contenido de esos secretos. Al tercer día Neil la esperaba en la puerta del hospital, a la salida. Un enorme ramo de rosas ocultaba sus ojos castaños, brillantes, ansiosos. Un ramo de rosas en el que Candy enterró su rostro para que él no pudiera ver su sonrisa al recibirlo. -Lo siento, Candy. Confío en ti. Siempre confiaré en ti. -Neil habló con los ojos bajos, temeroso de lo que estaba a punto de decir-. ¿Me das otra oportunidad? -¿Otra oportunidad, Neil? ¿Cuántas van ya? -Demasiadas -Neil levantó la vista, ella no había rechazado las flores y eso le daba esperanzas-. Dime que sí y esta misma tarde hablaré con Albert y le pediré tu mano. Candy dudó, de repente. Había sido una relación emocionante y secreta, llena de pasión y fuego. No tenía claro que quisiera que dejara de ser secreta. No tenía claro que quisiera contarle a Albert sus sentimientos por Neil. -No tengamos tanta prisa, Neil. No voy a aceptar tu palabra cuando me has fallado ya tantas veces. Si me amas, debes demostrarlo. Neil se quedó mudo. Aquella era su Candy, hermosa y terrible. Pero ¿qué podía hacer él? -¿Qué quieres que haga? -Quiero que me demuestres que realmente confías en mi, que no volverá a haber otro ataque de celos. -¿Y cómo puedo hacer eso? -Neil estaba completamente desconcertado. Los ojos de Candy brillaron, divertidos. Efectivamente, no era algo que se pudiera hacer de una vez, no era comprarle un anillo o un ramo de flores. Requería constancia, confianza y amor, mucho amor. Le agradó la confusión en los ojos de su enamorado y la sonrisa de la joven emergió de entre las rosas. -Seguro que encuentras la forma de hacerlo -concluyó, guiñando un ojo y tendiéndole la mano para que la acompañara.

 ¿Neil? ¿Y Candy? Albert estaba completamente confundido. Había acudido al hospital con el firme propósito de hablar con ella, había salido una hora antes del trabajo, se había apresurado para encontrarla a la salida y se había encontrado con que alguien se había adelanto a sus propósitos. Había permanecido en las sombras, esperando que el joven se marchara y acercarse él. Pero Candy parecía contenta de ver a Neil y se habían marchado juntos. En verdad su sobrino estaba madurando mucho más de prisa de lo que él nunca hubiera pensado. Absorto en sus pensamientos, no se dio cuenta de que una figura se acercaba por su espalda hasta que le cogió del brazo. Albert dio un respingo y se volvió, sorprendido. -¡Annie! ¡Qué susto me has dado!

-¡Hola Albert! Venía a ver a Candy, creo que hemos tenido la misma idea. Se la veía muy triste ayer y pensaba animarla invitándola a merendar. -Creo que más de uno ha tenido la misma idea -comentó Albert, mirando en la dirección en la que Candy ya había desaparecido-. Candy ya se ha marchado. ¿Puedo invitarte yo a merendar? Annie enrojeció ante la invitación. Albert iba a ser su tío político, pero también era el soltero más deseado de la ciudad y ser invitada por él era todo un honor. Asintió con la cabeza y lo acompañó al elegante salón de té donde había pensado llevar a Candy. Candy y Neil no estaban allí. Albert los buscó con la mirada, deseando un encuentro fortuito pero no tenia ni idea de a dónde habían podido ir. La dirección que habían tomado los hubieran llevado directamente a ese local, pero evidentemente sus planes habían sido otros. -Así que Candy se había marchado ya. Si siempre se retrasa en el cambio de turno. Debe haber ido a recogerla su enamorado. ¿Su enamorado? ¿Neil? No, ni en su peor pesadilla Albert hubiera imaginado eso. Annie estaba hablando de otra cosa. Y si Candy tenía un enamorado sería mejor que prestara atención. -¿Un enamorado? Candy no me ha contado nada. Las manos de Annie eran blancas y suaves, y jugueteaban nerviosa con la cuchara. Archie tenía suerte de tener una novia tan dulce y que lo quisiera tanto, en vez de suspirar por una salvaje pecosa que tenía enamorados en las ramas de los árboles. -A mi tampoco -respondió la chica-. Pero se le nota. Cuando sonríe, cuando está triste. Supongo que dentro de poco nos dará la sorpresa. No sé por qué todavía no nos ha contado nada. -Tal vez no está segura. -Tal vez la familia del chico no la aprueba y está esperando a que él los convenza. -¿Qué familia no querría a Candy? -Albert la miró a los ojos, asombrado-.Es una Andley, le he dado un apellido y respetabilidad, nadie podría pedir nada mejor -Cierto, pero también tiene enemigos. Los Leegan por ejemplo no han dejado de menospreciarla y ponerla en evidencia desde que fue adoptada. Algunas familias lo tienen en cuenta. Aunque no digo que este sea el caso. Sí, claro. ¿Cómo no lo había pensado? ¿Y si era una nueva estrategia de los Leegan para despreciar a Candy? Daba por hecho que las intenciones de Neil eran buenas pero ¿y si no lo eran? ¿No estaba Candy en un serio peligro? ¿No debería hacer algo? Recordó de pronto todas las insinuaciones de Archie, su mal humor, sus advertencias sobre Neil y todo estuvo de pronto claro en su mente. Annie seguía parloteando pero Albert ya no la escuchaba, absorto en sus propias preocupaciones. No dejaría que nadie le hiciera daño a Candy.

Capítulo XVII. Por Scarleth

Primero eres tú Iban rumbo a Lakewood. Albert no podía pensar nada más que lo que daba vueltas en su cabeza desde hacía algunas horas. Annie continuaba hablando al aire porque ninguna de sus palabras se registraban en la cabeza del rubio. -¿Me escuchaste Albert? – interrogó al verlo con la mirada perdida. -¿Eh? … Sí claro – contestó saliendo bruscamente de sus pensamientos – llegamos Annie y parece que Archie ya está aquí también – comentó al ver el automóvil de su sobrino estacionado en la entrada de la mansión. -Terminó temprano – murmuró cuando Albert abrió su puerta y la ayudó a descender. -Eso parece

 Una pareja entraba a un edificio. Él iba elegantemente vestido y llevaba un enorme ramo de rosas. La muchacha usaba un conjunto sencillo pero de excelente gusto que resaltaba de manera absoluta su belleza. -Candy … comenzaré de nuevo – dijo cuando ella introducía la llave intentaré otra vez.

para entrar – Lo

La joven volteó a verlo con recelo. -¿Me dejarías pasar un momento? – suplicó el hombre. -Creí que no tenías gran cosa que decirme. A penas pronunciaste palabra durante el trayecto – contestó mientras le quitaba el arreglo de las manos. -Bueno, lo que pasa es que venía pensando en la manera de comenzarte a demostrar lo que me pediste. No aceptas mi palabra porque he fallado infinidad de veces y estoy completamente de acuerdo – aceptó entrando a ese acogedor lugar que tan buenos recuerdos le traía. Sus pasos se alejaron repentinamente de la enfermera poniendo bastante distancia de por medio en lo que se decidía a hablar. -El problema no eres tú Candy, el problema soy yo – afirmó acercándose a la ventana. Ella volteó a verlo con verdadero interés dejando las flores sobre la mesa del comedor. -Neil … -No lo entenderías Candy. Tendrías que estar en mi lugar para poder comprender o vislumbrar un poco todo el remolino de sentimientos que tengo mezclados dentro de mi. Avanzó hacia él. Sabía que era arrebatado, impulsivo, acostumbrado a tener todo lo que deseaba con sólo chistar los dedos. Y también sabía que era un hombre enamorado que le había demostrado

cosas hermosas y cosas "horribles" que eran precisamente por lo que estaban en esa situación, ciertamente nacida por lo que sentía hacia ella. Colocó una mano sobre su hombro y él giró para verla un instante y grabarse esa linda cara en su memoria. -He tomado una decisión Candy. Soy un tonto y no puedo evitar pensar que no te merezco. He ahí por qué me da tanto miedo el saber que puede venir alguien mucho mejor que yo y arrebatarte de mi lado. Me vuelvo loco sólo de pensar que pueda suceder. - Neil … -Hay miles que me superan – interrumpió él – lo sé perfectamente y cuando alguien así aparezca yo quiero que tú puedas verme con más cualidades, como alguien superior y digno de admirar. La chica estaba conmovida muy a su pesar. Comprendía perfectamente lo que eran los celos y el sentirse menos. Ella los vivió en carne propia cuando apareció Susana Marlow y la vio por primera vez en aquel Hotel cuando fue a buscar a Terry. Si alguien podía entenderlo era ella y su corazón se apretaba de saber que ahora provocaba ese sentir en el hombre que amaba. -"Hazlo sufrir" – volvió a aparecer en su mente – pero … ¿hasta qué punto debía detenerse? ¿Cómo dejarlo con tanto sufrimiento si también su corazón se hacía pedazos al saberlo así? – su mano viajó conciliadora hasta su mejilla y comenzó a acariciarlo lentamente. -Soy un estúpido Candy – dijo mientras tomaba esa delicada mano y la besaba - pero ahora quiero tomar el reto que me impusiste. No te llenaré el departamento de rosas ni te suplicaré que estés conmigo – continuó hablando sobre esa blanca palma y recorriéndola con sus ardorosos labios - Pienso ganarte de manera definitiva o morir en el intento. La mujer estaba algo arrepentida de haber pedido algo así. Bastaba verlo como en ese momento para que ella pretendiera olvidar todo lo malo y quedarse con los momentos tan excitantes que pasaban cuando estaban solos. Quiso abrazarlo y besarlo. Necesitaba repentinamente un beso de esa boca que la arrastraba hasta el límite de la pasión. -Soy un hombre de honor – añadió de manera lenta y vehemente - Verás como te demostraré que puedo lograr desterrar la inseguridad que tengo… no en ti… sino en mi. Y cuando eso pase me tendrás parado frente a tu puerta para decirte: "Aquí estoy, lo conseguí. Vengo para pedirte que seas mía por toda le eternidad. Sin miedos y sin celos de por medio". - Y yo te recibiré con los brazos abiertos para acompañarte hasta el fin del mundo – contestó con voz emocionada pensando que eso podría realmente suceder. -Ahora es tiempo de irme y comenzar a luchar por mi objetivo. -¿Tan temprano?- exclamó muy a su pesar arrepintiéndose de inmediato por la traición de su subconsciente – Quiero decir … a penas son las 9.00 pm. Quédate a cenar conmigo. -¿Las nueve? – exclamó horrorizado y recordando la cena que tenía con Albert en la mansión. – ¡Dios! ¡Lo olvidé por completo! -¿Qué pasa? ¿Qué olvidaste? – preguntó también asustada por el semblante que tenía el muchacho. -¡Le dije a Albert que hablaría con él hoy en la noche y no llegaré a tiempo! -¿Hablar con Albert? ¿Para qué?- el asombro era bastante notorio en su voz. -Bueno, verás …. El día que te vi con el tío abuelo y me porté como un loco pues iba a hablar por la noche con él respecto a nosotros -¿Qué? – exclamó más que sorprendida y con los ojos como platos. -Tranquila … - dijo tomándola por los hombros y dando un ligero apretón sobre ellos. -Pero ¿cómo se te ocurrió eso? – preguntó algo exaltada a pesar del tono de voz que estaba usando Neil.

-Quería hacer las cosas bien … eso es todo. No quería esconderme y necesitaba su aprobación. -¿No hablaste nada con él? - No después de nuestro pleito … -¿Y entonces hoy? – su voz era insegura y a pesar de que confiaba que tendrían una relación formal, todavía faltaba que arreglaran algunos detalles de su "noviazgo" para poder decir al mundo su final decisión. -Pues verás … inventé el arreglar con él algunos negocios que teníamos en puerta en Boston. Esos negocios son reales pero no tenía intención de sacarlos a colación tan pronto, sólo que no tuve una mejor excusa que usar y pues … como ya era tarde ... pospusimos la entrevista para el día de hoy. -¡Entonces vete!, no pierdas tiempo- gritó mientras lo empujaba hacia la salida con rapidez. -Calma … si quieres que me vaya … de verdad que lo haré, pero no es necesaria tanta amabilidad de tu parte – dijo con sorna al ver la preocupación de la rubia. -¡Neil! ¡Basta! Si queremos el apoyo de Albert tienen que verte como alguien sumamente responsable y de confianza. -Creo que lo he sido .. aún contra todos los pronósticos – le aclaró recordando sin poderlo evitar a Archie. -Entonces tienes que ratificarlo – añadió empujándolo con más fuerza. -¡Claro! … que no te quepa duda. Ya estaban en la puerta y Neil se acercó a depositar un suave beso en la mejilla de la dama en lugar de en sus labios. -No será de otra manera hasta que estés convencida de que te puedo merecer – dicho lo anterior se dio media vuelta y corrió a la calle lo más rápido que pudo para subir de un salto a su auto y emprender el camino hacia Lakewood.

 -Lamento el retraso – comentó Neil entrando al despacho donde le dijeron lo esperaría el Tío abuelo. -Por lo visto la responsabilidad y puntualidad no están siendo nuevamente tus prioridades – le dijo con desdén al verlo entrar. Estaba siendo rudo, quería desquitar el coraje que tenía pero también tenía que ser inteligente. Él era la cabeza de los Andley … su palabra era ley y ahora lo probaría. -Siéntate – le ordenó sin más al moreno. Quedaron frente a frente. Los ojos azules brillaban con triunfo adelantado. -Sabes Neil … he pensado mucho lo que voy a decirte y estoy seguro que es la mejor decisión. Supo que algo no andaba bien, su corazón le decía que un cambio fuerte estaba por venir y no sabía si para bien o para mal, sólo esperaba que ayudara para su reivindicación con la mujer que amaba. -He visto las opciones que me comentaste en Boston y he llegado a la conclusión que nadie mejor para hacerse cargo de ellos que tú Neil … -¿En verdad? – interrumpió entusiasmado por la oportunidad que veía frente a sus ojos para consolidad su carrera empresarial – Para mí sería un honor.

-Lo sé Neil, por lo tanto he decidido que te establezcas permanentemente a Boston. El color le desapareció completamente del rostro. -¿Qué? – fue la palabra que salió de su boca al entender lo que significaba el asenso. -Nada más saludable para los negocios que alguien capaz atendiéndolos en el lugar donde se necesita. -Pero tío – interrumpió con el corazón acelerado. Eso significaba separarse de ella … ¿Por cuánto tiempo? .. quizá meses .. a lo mejor años … -No hay alternativas Neil … es la única opción que te estoy dando y quisiera que partieras mañana a primera hora. -¿Mañana? -Exacto, tendrás cosas que hacer desde mañana mismo. -Pero tío, no tengo nada empacado … mis cosas … - murmuraba desconcertado viendo la fría mirada de William Andley. -Se te enviaran .. por eso no te preocupes .. yo me haré cargo. -Pero … -Ningún pero Neil .. confío en ti y se que sacarás esto adelante – concluyó poniéndose en pie y saliendo del despacho – Que descanses. El joven de ojos oscuros estaba helado. La dejaría de ver, no podía negarse, pero tampoco se marcharía sin avisarle .. no por tercera vez.

 -Mmmmmm – murmuraba la pecosa al despertar por la mañana – espero este día tenga cosas positivas – pensaba imaginando qué haría Neil para reconquistarla y ganarse su confianza. Se levantó, preparó el desayuno ya que era su día libre y a media mañana se dispuso a salir. Fue entonces que vio una nota en el suelo. La tomó y descubrió la fina caligrafía de Neil Leegan. Rasgó el sobre de inmediato pensando en una carta de amor o algún bello poema dedicado a ella. Pasó un minuto y lanzó un grito de desesperación y corrió hacia la salida dejando la carta tirada en el suelo. Mi hermosa Candy, Sin yo así desearlo el destino ha puesto la ocasión para intentar reivindicarme ante tus ojos. Esto implica una separación que hará que añore cada parte de tu cuerpo y de tu risa todos los segundos del día, pero si a cambio puedo ganarte como mi mujer me veré recompensado. He sido asignado como el director general de la Banca de Boston y debo partir a primera hora. No me marcharía sin decirte que forjaré mi futuro para que te sientas segura y protegida siempre. Quiero tu admiración tanto como tu amor y la plena seguridad de que podré lograr desterrar los celos y temores de mi vida y hacerme un hombre de bien para ti. Te conquistaré de nuevo amor, no importa el tiempo que me tome. Espérame. Te amo Neil Leegan.

Estaba desesperada, quería alcanzarlo, quería verlo, pero sabía que era inútil. Él se había marchado y ella no quería una separación así. Lo amaba y deseaba poder estar siempre con él. Se marchaba para luchar por ella y ganarse su admiración, para ser un mejor hombre, sólo que ella quería estar a su lado durante ese proceso. ¿Por qué la dejó entonces? … Quizá porque no se lo dijiste expresamente Candy …

Capítulo XVIII. Por Laurie

Momento de cambios La chica siguió con sus actividades en el hospital después de la partida de Neil. Lejos estaba aun de su mente que el que estaba detrás de todo aquello, era Albert, honestamente jamás se hubiera esperado algo así de él y por tal, ni siquiera pasaba por su mente semejante idea. Procuraba involucrarse tanto como fuera posible en sus tareas de la clínica, aún cuando el recordar el paso de Neil por aquel lugar la llenara de añoranza. Buscaba la forma de realizar el mayor numero de funciones, desencadenando aquello en que terminara agotada noche tras noche y fueran ya varias, las invitaciones de Albert que despreciaba. Había recibido ya la primera carta de Neil desde Boston y en ella ambos comprobaban que el tiempo en el cual pudieran verse con la frecuencia deseada estaba aun lejano. No le quedaba más por el momento que resignarse y dejar espacio para que Neil dejara claro ante toda la familia que el era el mejor prospecto, no solo por el apellido, sino por meritos propios. Sobre todo lo que más importaba era convencer a Albert, puesto que no le gustaría hacer algo que a el le desagradara. Ella sabía muy bien por experiencias previas que el amor dolía y necesariamente requería algo de sacrificio. Aun en el fondo se recriminaba el haber sido tan fría con Neil las últimas veces que se vieron. Si tan solo la última noche en su departamento hubiera cedido a todo lo que sentía, se hubiera perdido una vez mas en los brazos del hombre que estremecía todo su ser... Le hubiera reiterado todo su amor y borrado cualquier duda respecto a su cariño... ¿De donde se le ocurría a Neil que Albert la pretendía?... Inevitablemente una risilla nerviosa se dibujo en su rostro al imaginarse a Neil celoso... ¡Gran tonto!... ¿Cómo se ponía así, si sabia bien que era el único?... Obviamente la risa se le borraba cuando recordaba en medio de sus arranques... sin embargo ella sabia en el fondo que no seria mas así... -Es bueno verte feliz Candy - la voz de Albert le llego a los oídos a media calle... -¡Albert!, no te había visto - dijo sonrojada por ir distraída, perdida en sus pensamientos ¿Llevas mucho siguiéndome?... - Desde las afueras del hospital. Vine por ti, porque me resisto a que no aceptes ninguna de mis invitaciones... - Albert, lo siento... pero estoy cansada... ha habido mucho trabajo en la clínica... -Me imagino... - ¿Es en verdad eso, o es solo que no deseas verme... ¿Cómo pudo enredarte en sus patrañas?...- Por lo mismo, no es justo que llegues ahora mismo a tu casa a preparar de cenar, iremos a la mansión, a cenar en familia, debemos aprovechar que ninguno de los Leegan esta cerca por el momento... - dijo casi inocentemente y se arrepintió al acto viendo la expresión desdibujada de Candy...



-Buenas noches... ¿Por qué no me extraña que me excluyan?... - menciono Eliza al llegar quitándose el sombrero y sentarse en la mesa exigiendo con la mirada su servicio... - ¡Hola Candy!... te ves triste...- exclamo con mofa... - Nos da gusto verte Eliza... - dijo Albert tratando de sonar conciliador, quizás la presencia de Eliza, por una vez resultara favorable... - ¿Por que no creo eso?- respondió ella de inmediato, pero haciendo más atención en su plato que a las palabras de Albert. -¿Te ha escrito Neil...? - pregunto Albert y aunque Candy hizo un esfuerzo inmenso por permanecer impasible, al brillo de ansiedad en su mirada la delataba... - Si, esta muy bien aunque extraña Chicago... ya sabes, amistades, relaciones...- clavo la mirada en Candy, gozando inmensamente su cara de preocupación por que Albert descubriera su relación. - Es solo cuestión de tiempo... Neil es muy social... en el periódico aun hablan de todas sus relaciones. Sobre todo la que tiene con Daisy... -Eso es solo un ardid - espeto Eliza de inmediato, dándose cuenta que las intenciones de Albert, eran perjudicar a su hermano- Neil nunca ha dado motivo... él esta interesado en otras cosas... - Por ahora los negocios, pero estoy seguro que no faltaran chicas en Boston que llamen su atención... Candy se negó a si misma a seguir escuchando... Era como si de pronto Albert se empeñara en mostrar el peor rostro de Neil e inevitablemente su corazón padeció todas aquellas palabras... ¿Y si él no volvía?... ¿Y si decidía quedarse junto a alguna de esas señoritas distinguidas?... Una heredera hermosa, refinada... y virtuosa... De pronto le parecieron entendibles las reacciones celosas de Neil... con distancia de por medio y competencia alrededor, hasta ella se sentía insegura... Sin saber a bien como, pronto estaba compartiendo el coche con Albert, rumbo a su hogar... Este último hablaba con entusiasmo... mismo que sin darse cuenta como fue virando en intimidad. Quizás ella se dio cuenta hasta que sintió los firmes y elegantes dedos de Albert acariciando el torso de su mano recargado en la pierna... sintió que quemaba, pero creyó que había sido un toque accidental... Retiro su mano de inmediato y la señal del chofer le robó a Albert la intención de seguir... Candy sin embargo comenzó a sentirse un tanto incomoda... justo como al encenderse las señales internas. Llegaron al departamento y por primera vez el quedarse a solas con Albert no le agrado. Él pasó, y entre nervioso y animado busco insistentemente su mirada y su cercanía; primero al sentarse junto a ella, justo de la misma forma en que lo hacían cuando vivían juntos. Sin embargo el gusto se le termino cuando ella se levanto de subito al intentar de nuevo tomar su mano... Candy se coloco frente a la sencilla chimenea y cerro los ojos con fuerza... Por mas ingenua que pretendiera ser, se dio plena cuenta de lo que pasaba y se sintió incomoda, sucia... ofendida... y sobre todo ingrata... ¡Neil tenia razón!... ¡Tenia razón y ella lo había ignorado!... -Candy... creo que desde que me fui de aquí las cosas entre tu y yo inevitablemente han cambiado - la voz profunda de Albert le llego a los oídos-En mi todo sigue igual Albert... tu eres mi mejor amigo... -Hay algo que no puedo seguir ocultando... - sonaba ansioso y las ultimas palabras de ella, no hicieron mas que alertarlo. No. Él no deseaba ser solo su amigo...- Coloco sus manos rápidamente sobre los hombros de Candy intentando acercarla a él... solo encontró resistencia y poco después la chica sin voltear hacia él, se retiro... Albert suspiro profundo y apretó los puños... sin embargo, sabía desde el primer momento que no seria algo fácil... así que insistió y se acerco de nuevo. Enredo una mano en su cintura y sin mas la volvió hacia él...

Candy definitivamente no estaba preparada para aquello. Su experiencia sensual se resumía a sus encuentros con Neil, sus besos profundos, sus miradas dominantes, acompañadas de toda la ilusión que el amor le despertaba. El ver sentimientos similares en la mirada de otro hombre, que para colmo siempre había visto siempre como un hermano, le lleno el corazón de dolor y los ojos de lágrimas... -Desde hace mucho yo...- Albert siguió hablando... la pasión de tener por fin la oportunidad de declararse le entrecortaba la voz...- yo he querido decirte que... - Nunca serás para mi mas que un hermano Albert... un gran amigo - agrego ella en voz firme, sin ni siquiera dejar que terminara de hablar... -Pero Candy yo puedo hacerte muy feliz... porque yo... yo te a... -Me haces muy feliz tal como has sido hasta ahora, mi protector, mi hermano, un ser que me brinda cariño puro y desinteresado... Sin entender razón, Albert la tomo con más fuerza acercándose peligrosamente a sus labios... ella sin hacer demasiada resistencia desvió el rostro, dejando la boca de Albert a punto de caer en su pelo... El hombre sintió que sus intentos serian inútiles... ni la ausencia de Neil, ni todos sus comentarios sobre sus supuestas relaciones con otras personas habían sido suficientes para que Candy se desengañara... ... Aunque, bueno, eso no era aun definitivo... tal vez con un poco más de tiempo de por medio y cuando eso sucediera, como siempre él estaría ahí para cuando ella lo necesitara... - Hay alguien mas ¿verdad?- añadió buscando la forma de mantener su imagen de total comprensión... Ella no respondió, simplemente con delicadeza se alejo de él y asintió con la cabeza sin verlo a los ojos... - Espero que seas muy feliz Candy... y que esta vez, no te equivoques... Aunque si te soy sincero, creo que no puedes esperar nada bueno… Apenas lo vio salir, Candy se echo a llorar entendiendo todo... Albert estaba al tanto de todo y había largado lejos a Neil con el único fin de alejarlo de ella... y ella ¡Gran tonta!... no había hecho nada, le había dicho a Neil de forma confiada y descarada, que estaba equivocado, se había enfurecido con él y había puesto fin a sus “dudas sin motivo”...

 Candy estaba frenética haciendo su maleta. Recién se había decidido a ir en busca de su amor. Ya otras veces lo había perdido por estar en espera de el y lo que fuera correcto, en espera del tiempo adecuado y las condiciones idóneas... Detuvo su labor de guardar una de las blusas y exhalo profundo pensando con anhelo en Neil… En esta ocasión cualquier situación alrededor pasaba a segundo término... Él era ya parte de su vida, de hecho la que por el momento le interesaba más y no estaba dispuesta a perderlo. Se había propuesto a sí misma no decirle nada a Neil por el momento. Se dio cuenta de lo tonto de su actuar, puesto que de seguro se daría cuenta de que había un motivo lo suficientemente grande, como para que ella corriera a su lado. De igual forma, no podía estar segura de la acción que tomaría al corroborar por boca de ella sus temores… ¿Y si decidía enfrentar a Albert?... ¡No!, la sola idea la estremecía…

Sin embargo, tal vez haría bien en decirle todo lo que pasaba… Cuando Albert descubriría que no estaba en su departamento, ni en la clínica… ni en el Hogar de Pony, con toda seguridad, sabría que había ido en búsqueda de Neil y a estas alturas no sabía que reacción esperar de Albert… No podía de ninguna forma poner en riesgo el desarrollo de Neil dentro de las empresas Andley, no esperaba algo tan bajo de Albert y de alguna forma esperaba que su condición en las empresas no dependiera de los designios de Albert, por tal necesitaba más tiempo para demostrar sus capacidades y ganar terreno de forma limpia. -Pero quiero verte Neil… te extraño mucho… te necesito… - y regreso a sus labores de terminar su maleta.

 Salio de la estación con el corazón amenazando estallar en su pecho. Boston... era la primera vez que estaba ahí... Annie le hablaba siempre de que en ese lugar la eLeegancia se respiraba en el ambiente y la sofisticación era parte del entorno y a primera impresión no tuvo más que darle la razón. Acomodo su abrigo, puesto que aun en plena primavera, se sentía un clima húmedo y algo frió. Abordo un carruaje con destino a la Banca Andley... - Buenas tardes - saludo amablemente a la afanada secretaria perdida en un mundo de papeles, cuantas, contratos, requisiciones... - Buenas tardes- le lanzo una mirada descarada recorriendo su figura. Eso basto para saber a que iba. - Busco a... - El Sr. esta muy ocupado... dudo que pueda atenderla el día de hoy... -¡Mary! - un llamado se escucho desde el otro lado de la puerta y el corazón de Candy se disparo a más... era él... Sin darle tiempo a reaccionar la mujer desapareció del otro lado de la puerta dejando a Candy con mirada de boba enamorada y un par de secretarias detrás de ella mirándola con curiosidad e intercambiando risillas... - Esta es otra que va a intentar...- alcanzo a escuchar los cuchicheos. - ¡Es tan apuesto!... es lógico que tantas muchachas vengan a buscarlo... - Y es muy justo que él, les de su merecido y no las reciba - mas risillas se escucharon entre las dos- A algunas si las deja entrar a su oficina... - Para despacharlas en menos de cinco minutos... Ya veremos como le va a esta... Candy escucho todos los cuchicheos detrás de ella y sintió una rabia enorme al imaginarse todo ese desfile de descaradas y también por ser parte irremediablemente ser parte de los cotilleos de las empleadas... Antes de que pensara cualquier reclamo, la secretaria salio del despacho de Neil... - ¿Sigue aquí?- dijo sin expresión...- Señorita, en verdad dudo mucho que el Sr. Leegan acceda a atenderla... - Por favor dígale que lo busca Candy, Candice White Andley, vengo de Chicago... - dijo sin presunciones y agradeciendo internamente que la secretaria de Neil, fuera una mujer casada, como lo representaba su alianza, y tan segura como un custodio... La mujer palideció al escuchar el nombre de la muchacha y se puso rápido de pie mientras las chismosas de atrás, decidieron hundirse ahora ellas en los papeles...

- Srita. por favor disculpe... no sabia que usted vendría... Puede pasar... Sin dar ninguna explicación mas, ni oponer resistencia, Candy entro a la oficina... Era sobria, en madera toda y colores sobrios... una planta de Dulce Candy estaba cerca de una ventana... libros ordenados, una pequeña salita... un enorme escritorio presidido por el hombre que deseaba ver... Elegante y sobrio... con su expresión altiva y superior... se veía tan seductor con los ojos bajos y las sedosas pestañas haciéndoles sombra a los parpados... Todo olía a maderas finas obviamente, pero entre ellas, notas ambarinas resaltaban... - Neil... - no pudo decir mas, la voz pareció traicionarla Él levanto la mirada incrédulo y se quedo pasmado al verla en la entrada a su oficina... era ella... ¡Santo Dios era ella!... la mujer que amaba y por la que no dormía bien desde hacia mas de un mes, la que llenaba sus sueños igual que de glorias mientras se le entregaba, que de pesadillas, cuando lo dejaba por otro... Completamente dichoso corrió hacia ella encerrándola en sus brazos y comprobando que era real... -Candy... mi amor... ¿Que haces aquí?... - Vine a buscarte... has sido muy malo al no despedirte de mi... - la voz de ella salía llena de gozo, pero quebrada al mismo tiempo por la emoción... - Perdóname... no fue mi culpa, tuve que salir de pronto... - acaricio su rostro y su cabello, hundiendo su mirada en la de ella para comenzar a esparcir besos en su rostro...- Albert necesitaba que saliera de inmediato... Esas palabras fueron el detonante final del llanto que intentaba contener... el verlo, estar con a su lado, sentirlo después de tanto anhelo y que el sacara el nombre de Albert a la platica, todo la conmovió impidiendo seguir apacible. - Neil, mi amor... - se arrojo por completo a sus brazos, encerrándose en su pecho... - Candy, ya sé que me amas, pero no veo porque lloras... - Perdóname Neil, he sido una tonta, tu tenias razón... -¿De que hablas? - aun sin que le contara nada, sabia de que hablaba y sintió que echaban aceite caliente sobre él... -De nada… quiero decir- dijo tomando compostura y secando sus lágrimas. Neil, acerco su nariz a la de ella y siguió sonriendo feliz de verla ahí… en el fondo sospechaba el motivo de su presencia. Era solo cuestión de tiempo… tarde o temprano sucedería…- quiero decir que te extrañe mucho… -¿Y has venido solo por eso?...- pregunto pícaramente- me encanta la idea…- dijo cediendo a su natural deseo de besarla… Ambos se perdieron en ese beso… tan anhelado y deseado. Neil la invadió con toda la pasión de la que era capaz, deseando reclamar cada parte de su cuerpo como suyo… anhelaba que ella sintiera lo mismo que identificara todo el amor que él le regalaba, lo mucho que la necesitaba y lo enamorada que estaba de él… Se sintió en la gloria al reconocer su sabor, la tremulidad con la que le respondía y lo aceptaba sin reservas… Atrapo sus labios jalando del inferior y deleitándose con la humedad que despedía…Estrecho todo su delicado cuerpo con mayor fuerza y busco su cuello… ¡Era tan enloquecedor tenerla así!... debía detenerse o no estaría satisfecho hasta llevar aquello al final. Hundió el rostro en su cabello, sintiendo que su cuerpo despertaba por completo a la cercanía de la chica… -Me encanta tenerte cerca por fin… pero no te creo… -Neil…

-Fue Albert ¿Verdad?... ¿Qué paso con él?... ¿Estás bien?... dijo conciliador, tomándola de la mano y llevándola hacía el sillón. Cuando estuvieron ahí la sentó en sus piernas como a una chiquilla... ¿Qué pasa?... habla o me obligaras a preguntarle a él… - Albert no me ve mas como una hermana o una amiga... Por eso te ha mandado lejos... - y levanto la mirada hacia él, quien sintió el corazón estrujado al ver las lágrimas correr- pero yo te amo a ti... ¡Solo a ti!... - Y yo a ti... con toda mi alma... - respondió de forma sincera y tierna cerca de su oído... No encontró nada mejor que decir para consolarla...- ¿Sabe que estas aquí?... - No le avise a nadie de mi viaje... - ¡Candy!... pensara que te he secuestrado... -He venido por libre voluntad... como he hecho todo lo relacionado contigo... - Mi amor... ya no llores, estaremos bien, te lo aseguro... No dejare que te aparten de mi lado... Tarde o temprano tendría que hablar con Albert… Lo que me preocupa ahora, es saber si estás dispuesta a hacer algo que enfade… o lastime a Albert… -Yo… lo aprecio mucho… pero nunca podría corresponder sus sentimientos como él desea… -¿Estas segura Candy?... – su voz sonaba algo insegura y si mirada estaba expectante. Candy supo que se sentía inseguro de su tío- ¿En verdad me amas a mi y no a él?…¿No te arrepentirás algún día de… -Claro que te amo – respondió ella tomando su rostro entre sus manos y colocándose casi de frente y apoyándose sobre él. No pudo decir más... Candy atrapo sus labios con toda pasión y desesperación, mismas que el correspondió en el justo grado... se dejo llevar por la textura suave de todo el cuerpo de la chica envuelta en aquel traje pálido y oliendo a rosas como siempre. Fue dominando poco a poco el beso, deseoso a mas de desahogar todo el deseo contenido a las ultimas fechas... ejercio fuerza sobre la cintura de la chica apretándola más hacía él y regocijándose al escuchar su exclamación de sorpresa y placer... Paso sus manos por todo su torso por encima de la ropa y se separo de sus labios para seguir en su cuello... -¿Tienes idea de todo lo que quiero hacerte ahora mismo?- dijo completamente desinhibido y apasionado… Se retiro para ver el sonrojo de Candy… ella se acerco más a sus labios y sonrió tímidamente antes de besarlo fugazmente… -¿Tienes idea de lo dispuesta que estoy?... Se entregaron ya a un beso apasionado… Él le devolvió la mira llena de deseo y después la hizo a un lado para levantarse. Candy no sabía que iba a suceder a continuación, sólo vio que cerraba la carpeta sobre su escritorio, tomaba su saco, portafolio y sombrero. Luego se acerco a ella de nueva cuenta tomándola de la mano. -¿A dónde vamos? – pregunto disponiéndose también a salir... -¿A mi departamento?... ¿Dónde piensas quedarte?...sí me dices que en un Hotel, no lo voy a aceptar... Son muy... incómodos... -...Pero...- Candy comenzó a sentir que todas las entrañas se le hacían de gelatina y la sangre se agolpaba en su rostro... -Cuando Albert llegue, quiero que vea que soy capaz de cuidarte... Salieron de la oficina y las secretarias no tuvieron más que entender la causa de los desprecios a todas las demás chicas... La señorita Andley era deslumbrante y además, con su unión beneficiaban enormemente a ambas familias.

-¿Muy dispuesta?...- pregunto Neil aprisionándola en el elevador que llevaba a su departamento. La completa aceptación de un beso fue la respuesta... - Quiero bañarme... – dijo y él entendió que estaba incomoda del viaje... - Pediré que te preparen al baño, por mientras checaré mi correspondencia – dijo para calmarla, pero estuvo convencido de que no podría hacer menos que pensar solo en ella. Después de dos horas, los sirvientes se hubieron retirado. Neil salió de su estudio, para dirigirse a la habitación donde estaba Candy, misma que lo esperaba con un sencillo vestido que delineaba de forma muy tentadora su figura... Tomo la cintura entre sus dos manos y se inclino para besar su cuello de manera breve. La chica correspondió su abrazo y lo invito a besarla... en poco rato medio vestido estaba fuera del cuerpo de Candy... ¿Qué hacer?... ¿Tomarla o no tomarla?... de ninguna manera quería que nadie de la familia fuera a reclamarle, solo a ella, por alguna consecuencia, ¿Pero cómo superar las inmensas ganas que tenía de hacerla su mujer de nueva cuenta?... Toda la tarde estuvo pensando en la salida que tomaría para la oposición de Albert, la mejor salida, en la que ella no fuera perjudicada y sólo se le ocurría una, pero necesitaba la plena convicción de ella para llevarla a cabo... De esa forma, Albert no podría alejarla de su lado y aunque toda la familia se pondría pies de cabeza con aquella noticia, finalmente no les quedaría más que aceptarla... Sus manos acariciaron la suave y tibia piel de su pecho, encendiéndolo aún más... se separo para echar fuera con mayor facilidad las prendas y se rindió. Opto al igual que Candy en dejar de pensar... solo sentir... Al poco rato estaba sobre ella, diciéndole al oído que la amaba, mientras sus manos besaban cada parte de su cuerpo. Candy se le entregaba sin reservas y en su mirada oscurecida él identificaba la íntima petición, misma que hubo de satisfacer con pasión y amor... Cuando creyó perder la cordura por todas las sensaciones vividas y la supo dichosa, se retiro, dejándose liberar por fin. Cansados y embriagados de amor regresaron a los temas que debieron aclarar desde el principio... - ¿En verdad crees que Albert venga?... - En más tardar una semana estará aquí, ya verás... - Neil, yo no quiero que salgas perjudicado ahora que has comenzado tu vida ejecutiva... - Nada va a pasar Candy, Albert es el líder de la familia, pero no la autoridad plena, mi familia posee una buena parte del capital Andley, no puede echarme así como así... además no creo que se atreva a tanto... - ¿Y si quiere llevarme a mí?- pregunto Candy desde su pecho, la risa alegre de Neil le irrito los oídos... - Sabes defenderte muy bien... tus mordidas son memorables...- dijo estremeciéndose por las risillas... - ¡¡Neil Leegan!!... estoy hablando en serio- dijo ella medio levantándose teniendo cuidado de cubrirse con la sábana y dándole de golpes con la mano... - Yo también - siguió riendo y jalando la sábana para quitársela... Cuando lo hubo hecho se lanzo sobre ella tendiéndola de nuevo en el colchón... y atendiendo con sus besos la parte descubierta. Candy quería reclamar, pero sus deseos la dominaban...- Sí Albert quiere llevarte... dile que tu no quieres – menciono antes de perder una de sus manos en el cuerpo de la chica...- Sí te dice que debes obedecerlo porque es tu tutor...- la beso en la boca con toda pasión, succionando, invadiendo...- le dirás... que yo soy tu esposo... ¿ok?... – término viéndola directo a los ojos con una sonrisa dibujada con toda la cordura que la pasión permitía... - ¿Esposo?... pero eso sería mentir... - No, claro que no... Casémonos aquí mañana mismo ¿Qué dices?...

Capítulo XIX. Por Alondrita

Total entrega Candy lo miraba temerosa, no podía creer lo que sucedía, no hubiera esperado tal cosa. Miraba a aquel hombre algo desorientada y sin poder decir mucho. Era todo tan obvio que las palabras sobraban, sin embargo no se dijo mucho y ella manejó la situación como acostumbraba hacer cuando algo se salía de su control… fingió no tener idea de lo que podría estarse pensado de sus acciones y se portó lo más natural posible, sin embargo habría algo para lo que no estaría preparada. -¿Candy?- indagaba -Si- fue su respuesta cuya brevedad tenía por fin evitar otorgar alguna razón o despertar alguna sospecha que le delatara aún más. -No esperaba, lo siento, espero no interrumpir. -Pues lo haces- dijo Neil antes al tiempo que Candy decía: -Pero qué ocurrencia- para después mirara a Neil, sin evitar sentirse delatada y expresar en su cara tal sentimiento. Albert pareció comprenderlo pues de inmediato giró la mirada, como evitando verla, no por prejuicios, sino por el dolor que aquello le causara. -Creo que es mejor que me vaya- señaló -No es necesario- dijo Candy procurando en seguida cubrir el hueco de la desabotonada camisa de la pijama de Neil que portara en aquel momento, al tiempo que miraba a Neil de forma tal que le trasmitía sin palabras sus deseos. -No, no lo es- respondió de mala actuación Neil –Puedes quedarte, esta es tu casa, hay varias habitaciones como sabrás, puedes ocupar una de ellas, Candy la otra y yo la que me corresponde- señaló casi incrédulo de sus propias palabras y sintiendo como subía el ardor de la rabia que la frustración le provocaba en ese momento. -Será mejor que no- dijo Albert apesadumbrado dándose media vuelta para salir por la puerta que aún estaba abierta a sus espaldas –buenas noches. Candy miró a Neil, mil pensamientos pasaron por su cabeza y un sentimiento de dolor invadió su alma. Si bien no había posibilidad de que viera a aquel hombre de otra forma que no fuera como su tutor, amigo o hermano, era por esa misma razón que igualmente el corazón se le resquebrajaba de verle marchar desconsolado y en desilusión. Titubeó un instante y después salió del apartamento, justo cuando Neil se acercara a abrazarla, no sin antes girar y lanzar una mirada de súplica a Neil, quien la miraba y algo aturdido vio como desaparecía de su vista. -¡Albert, Albert!- gritaba Candy, quien diera alcance al hombre ya a las puertas del elevador. -¿Qué sucede?- dijo Albert casi sin fuerza y con el corazón amenazando por salírsele por la boca, se atoraba en su garganta, pero a la vez con una mínima de esperanza de que ella viniera a expresar lo equivocada que estaba… y que le amaba. Candy no dijo nada, pero en su mirada se reflejaban las respuestas opuestas a las deseadas por el joven magnate. Ella lo abrazó con fuerza y se hundió en su pecho. Él se resistió a aquel abrazo, pero finalmente su nobleza apareció, no podía negarse, la amaba demasiado. Finalmente le abrazó y se dejó consolar.

Era embriagante, se había percatado de pronto que los senos de la chica estaban libremente bajo aquella camisa de dormir y que los pantalones le quedaban maravillosamente enormes. Era seductor aquel cuerpo y sus reacciones no se dejaron esperar, escalofríos recorrían su alma mientras se resistía a dejarse llevar por todo aquello. Era tan poco lo que le separaba de la gloria, era tan poco lo que le separaba, qué maravilla le representaría asirla con él al elevador y poseerla. Maravillas de la mente humana, toda su mente era un revuelo… pero no sería él de hacer tal barbaridad, y sobre todo estaba el echo de que ella no le amaba. La apartó de él y la miró, entonces rió un poco y sujetó su barbilla. -Candy- dijo sereno y mirándola a los ojos. -Perdona, no sabía de tus sentimientos y yo… bueno -Puedo ver hasta lo más íntimo de tu ser a través de esa pijama, y más aún con ese desabotonado camisón- señaló él algo conciliador e interrumpiendo a la chica para evitar se hablara más del asunto, mientras al instante Candy se tornaba de todos colores y se apresurada cruzaba los brazos sobre su pecho. -¿Puedo verte mañana?- preguntó ya apartada de él y apenada en sobre manera. -Sería un placer. Pero ahora debo ir a dormir. -Acepta quedarte, por favor- suplicó ella. -No puedo, realmente no podría.- dijo firme y nostálgicamente –solo una cosa más- regresó un tanto sobre sus pasos ya con el elevador listo para su abordaje –cuídate Candy-Si- respondió ella recibiendo finalmente el más tierno beso que jamás le hubiese dado Albert, para después verlo desaparecer entre el cerrar de aquellas dos puertas corredizas. Candy volvió al departamento de Neil y cerró tras suyo la puerta, él no estaba donde ella hubiera esperado. Se sentó en el sofá de la sala y pensó por un rato, estaba realmente triste, Albert le dolía demasiado, pero sabía igualmente que enfrentaría esto tarde o temprano; además estaba Neil, él lo valía todo, más aún, el amor y la felicidad que sabía tendría al lado del hombre que amaba era suficiente para poder con aquello. Finalmente sintió cabecear, estaba más que exhausta. El viaje había sido cansado, la pasión de hacía unas horas le acrecentaba todo aquello y la llegada inesperada de Albert, aquel estrés en su alma, a esas horas de la noche le fatigaron tanto que no podía más. Al sentir relajado su cuerpo el cansancio se apoderó de ella. Decidió ir a dormir, al día siguiente debería aclarar todo con Albert y era mejor estar descansada. En el camino al dormitorio pensaba en qué diría y qué haría. Miró hacia el lugar donde sabía estaría Neil y su alma se trasportó a aquel sitio, pero su cuerpo y voluntad permanecieron en la puerta del propio. Finalmente entró y decidió no encender luz alguna, suspiró y tomó asiento en la cama, para después arroparse y conciliarse con Morfeo. -Al fin llegas- escuchó decir desde el sofá a los pies de la cama que estaba en la oscuridad. -¡Neil!- dijo ella en sobresalto e incorporándose –me has asustado Entonces vio salir de las sombras al chico y un brillo singular le trajo una duda en la cabeza, la cual desaparecería al acercarse a ella el joven y confirmar no se equivocaba, Neil estaba desnudo. -¿Qué haces aquí?- preguntó cuBriando su cuerpo con las sábanas. -Te esperaba- dijo tomando la mano de ella y colocándola sobre su pecho, para después besarla y acercarla a su cuerpo en llamas. Candy estaba exhausta, pero al sentir aquel beso y el calor en el cuerpo de Neil su alma despertó nuevamente y las fuerzas regresaban. Ya no importaba cómo era que Albert había llegado tan pronto a Boston, no importaba ya que se hubiera indagado si éste la mantuvo vigilada de alguna manera o cuan casual habían sido su llegada, todo pasó a una página en blanco, ahora solo sentía como Neil comenzaba a tirar de la camisa para sacársela sin desabotonarla.

Sentía aquel calor en sus senos, ella aún en cama y él en pie terminando de sacarle la prenda, pero totalmente pegado a ella. Era extrañamente excitante. Regresó a ella y tiró de los pantalones, jalando al mismo tiempo con desespero la prenda íntima de la chica, como para no perder un instante más. Lanzó aquellas ropas lejos y giró a ella de nuevo, le ayudó a ponerse en pie sobre la cama y la levantó en peso para recargarla en la pared de inmediato y aprisionarla con su cuerpo. -Te esperaba- repitió, pero ahora en un tono más profundo y algo arrebatado, como intentando borrar sus celos, mientras lenta y profundamente la hacía suya, a lo que Candy solo podía responder con un gemido que él difícilmente distinguía si era placer, dolor o angustia, pero no rechazo, de eso estaba seguro, pues se aferraba a él con todas sus fuerzas. -Te amo Candy. Neil la tenía para él y con aquella posesión había decidido reafirmar su lugar en el mundo de Candy; era suya, nadie más podía tenerla, lo era. Pensaba en ello y hacía sentía reafirmarlo fundiéndose con ella en aquel encuentro de almas, rompiendo incluso las propias barreras que en la intimidad se habían establecido. Candy, tomada por sorpresa del todo y aunado a su amor profundo por aquel hombre, no fue capaz de hacer nada más que entregarse totalmente, sintiendo como había mil formas distintas de intimar con aquel a quién ahora indudablemente pertenecía y el cual igualmente le era propio. Un sordo sonido les interrumpió en medio del éxtasis más profundo, se hacía más grande… -¡La puerta!- alcanzó ella a decir –Neil- susurró casi comiéndose aquel nombre por la agitación y éxtasis en que estaba. -¿Cuál puerta?- preguntó él de igual forma mientras su paso en ella se hacía mayor y como respondiendo sin pensar. -Detente- dijo entre cortadamente, pero él no podía y no lo haría… Entonces el ritmo del llamado se intensificó de tal suerte que Neil no pudo ignorar. Con enfado aminoró su amar, pero retornó a él como decidiendo no escuchar. -Puede ser importante- señaló Candy en contra de sus deseos de proseguir con todo aquello. -Está bien- dijo él profundamente irritado depositándola en la cama –pero no te salvarás, esta noche serás mías y de ahora en adelante –señaló con una expresión que a Candy ya no asustaba, sabía de su temperamento y mal humor, así que solo le sonrió. –Ni esa sonrisa te salva- aseveró ante aquello colocándose la ropa- espérame justo como te estoy dejando o me las pagarás- le ordenó y amenazó sin poder contener una sonrisa que a Candy le revelara había vencido. Candy esperaba en su habitación indagándose en lo correcto de su actuar y permitir, pero al transcurrir unos minutos y percatarse que Neil no volvía decidió escuchar. Se acercó a la puerta, pero nada escuchaba, así que decidió ponerse su bata para salir, pero entonces escuchó pasos y voces y de inmediato detuvo su incursión. -No es molestia- refunfuñaba Neil contenidamente. -Disculpa Neil, pero reconsideré quedarme cuando en el hotel me dijeron que no había vacantes por un evento especial. –señalaba la voz que reconociera pertenecía a Albert. Supo entonces que los planes de su amado no se llevarían a cabo, sintió algo de pesadez por ello y desilusión, aunque a la vez le divertía un poco aquella situación.

Finalmente volvió a la cama tratando de conciliar el sueño, pero al paso de una hora se percató no sería así. Salió del cuarto a la cocina, donde unos brazos le atraparon. Neil escuchó la puerta de la chica abrirse, tampoco podía dormir, y decidió cuidar de su posesión, no fuera que cierto magnate tuviese intensiones erróneas… aunque a la vez, en el fondo, sabía no sería así. -Neil, por favor- suplicó la chica al sentir su aliento tras ella en la oreja y después una de sus manos entrar bajo su bata y disfrutar lo terso de su piel –Neil, detente- insistió. Pero él no se detendría, ella lo sabía, era indomable, algo que había aprendido en sus diversos encuentros donde de forma fallida intentara detenerle. Así pues reunió la poca voluntad que para él tenía y detuvo aquel andar por su cuerpo. Para dulce pero firmemente acabar con aquello. -Te amo Neil- señaló –pero no podemos, no debemos- y al ver la duda en la mirada de él siguió –falta poco, nos casaremos en poco, tú lo has dicho, esperemos Neil. Pero él no escuchó razones, aquel rechazo le hería el orgullo, aunque ya Candy le había acostumbrado a doblegarse ante sus desplantes, sin embargo Albert estaba ahí y él tenía la imperiosa necesidad de reclamar lo que sentía suyo, pero que sentía aún pudiese arrebatársele por lo escondido de aquel amor. El que ella recordara de pronto el incumplimiento moral le pateaba en lo más profundo de su ser, era un golpe al hígado. Se marchó molesto y azotó la puerta de su habitación al pasar por el marco de la misma. Candy tomó asiento para beber un vaso con agua y reponerse de sus deseos que seguían encendidos, incluso había cambiado de opinión “Albert estaba dormido, por qué no pasar esa noche en brazos de su amado”. Se descubrió en tales pensamientos y metió la mano en el vaso para después chispear su cara y su pecho tratando de despabilar aquellos pensamientos. Sintió una presencia tras ella y se alegró, Neil había vuelto por ella y esta vez sedería, estaba segura de no ser capaz de oponer resistencia. No dijo nada, extendió tras de sí la mano a obscuras para alcanzar la del joven, sintió su calor y como se aproximaba a ella. Temía, pero a la vez deseaba aquella excitación de lo prohibido. Él no habló, solo la abrazó por detrás y sintió como se derretía a su tacto, como se estremecía, lo que interpretó en una lucha entre proseguir y detenerse. Cerró sus verdes ojos y buscó los labios de aquel que en pie tras ella se inclinaba para recibir sus labios. -¿Me amas?- preguntó él después del primer contacto y ella respondió afirmativamente con la cabeza sin pensar recibiendo un nuevo beso, mientras una duda en la oscuridad atravesaba por su mente. Abrió los ojos y distinguió algo diferente. Estaba ya en pie entre aquellos brazos, recibiendo un beso más del que se desprendiera inmediatamente. -¡Albert!- dijo en conmoción. -Te amo- susurró él tomándola con fuerza por la cintura y acallando las palabras de la chica, ahogándola en el amor que él sentía por ella. -No- se escapó de sus labios mientras se apartaba de los de él –lo siento, esto es un errorseñaló atemorizada y horrorizada de haber besado a alguien más que no fuese Neil. Albert no dijo más, comprendió de súbito todo aquello. Una rabia se apoderaría de su ser, haber ido al cielo y caído de vuelta al infierno le rompería el corazón en pedazos. Se aproximó a ella y la miró con severidad ya a la luz de la luna que entraba por la ventanilla.

-¿Esto es lo que sucede entre ustedes? ¿Has permitido tanto Candy?- preguntó mordaz mientras ella apenada y asustada se encogía de hombros, como descubierta. Albert la sujetó y acercó a él por la fuerza. Había furia en su mirada, dolor emanando de sí. Pero ella solo cerró los ojos y sintió como su ser se sumía en dolor. Él no tuvo corazón para dañarla. Tomó su mentón y le habló. -Vendrás conmigo, no estarás… más con él a menos que… - titubeó por el dolor que las siguientes palabras le causaran –la formalidad de su unión se haya concretado- señaló con firmeza mientras la soltaba -¿Sabes? Te habría dado mi alma, mi vida… - dijo apesadumbrado mirándola fijamente -y ahora te las entrego en pos de tu felicidad.- reflexionó -Vamos, empaca, saldremos inmediatamente. -No- dijo ella finalmente recobrando su fortaleza, para sorpresa de Albert –eres mi tutor y el mejor de mis amigos, sin embargo decido quedarme- hizo una pausa reflexiva –por lo menos hasta hablar con Neil, después te acompañaré y cumpliré tus deseos por la gratitud que te debo y siento. El joven no esperaba tal reacción, pero sabía respetar los deseos de la chica. Se sintió mal por tratar de imponerle su voluntad. Después de despedirse volvió a su cuarto y reflexionó, sintiendo como aquel contacto con los labios de su amada le quemaba aún en los propios, tratando de contener el ardor en su ser por el calor emanado de aquella chica, por el contacto de un cuerpo desnudo de ataduras y asido al suyo, limitado solo por una tela sumamente delgada.

 El despertar se dio sumamente temprano para Neil. Candy hacía gala de su costumbre de madrugar, mientras Neil malhumorado giraba y renegaba por la hora. -Neil- decía ella –Neil -Déjame dormir- refunfuñaba -Neil- insistía -¿Qué es lo que… quieres?- dijo entreabriendo los ojos y percatándose que recién despuntaba el sol e iluminaba la piel en las piernas desnudas de su amada. El ver esa desnudez le dio una razón para olvidar su acostumbrado mal humor de las mañanas. La tomó por la cintura y tiró de ella hacia la cama, buscando sus glúteos para percatarse de su desnudez total. Sólo llevaba el camisón y eso era algo que él aprovecharía, sin indagarse la razón de aquella actitud de arrojo de ella. La depositó sobre él mientras iniciaba con un encuentro maravillosamente pasional y disfrutaba notoriamente aquel nuevo reencuentro de cuerpos. Candy había sido vencida una vez más, no podía negarse, ya no… incluso lo había buscado. Olvidó la razón para llamarlo y simplemente cedió a aquella fusión de cuerpos, dejándose caer con suavidad para amarse. -¿Me amas?- preguntaba él agitando el cuerpo de ella en medio de un movimiento fabulosamente excitante –dilo, di que me perteneces- ordenaba muy acorde a su carácter. -Te pertenezco, soy…- trataba ella de hablar, pero era inevitablemente entrecortado su diálogo por la sensación fascinante de estar cercana al éxtasis –tuya ¡tuya! ¡tuya! ¡tuya!- dijo con desesperación, para en seguida morder el labio de su amado, mientras este oprimía fuertemente sus senos y se deslizaba a morder de forma voraz el cuello de la chica, sin reparo alguno, simplemente dejándose llevar.

-¿Qué haces aquí?- preguntó él- no es que me sienta infeliz por tan bella sorpresa- señaló deteniéndose un poco y venías con toda la intención de obtener mis favores por lo que veopresumió al tiempo que retomaba aquel cuerpo. Candy le sonrió… pero entonces Neil recordó algo de la noche anterior… -Albert está aquí- se detuvo en medio de todo aquello y la miró en son de pregunta -¿cómo es que tú te has atrevido…? ¿Será que mi pequeña traviesa está tomando malos ejemplos de mí? Candy volvía a sonreír y respondía –Se ha ido hace unos minutos. Quedé en reunirme con él más tarde –comentó. -No comprendo- dijo él desconcertado, pero ante las caricias de ella y la posición tan seductora en que la tenía no pudo más que relajarse y dejarse llevar, como tratando de recuperar lo que la noche anterior le hubiesen arrebatado tan amargamente. Se desprenderían dolorosamente sabiendo que la hora de partir llegaría pronto, eran ya dos horas de amarse y de, en desmedida forma, entregarse uno al otro, por lo que aún en medio de mil ansias de continuarse amando, se separaron. Neil la llevó a empujones y en juegos eróticos al baño, pensando que sería prudente apresurarse antes de la llegada de los sirvientes, donde tomarían un delicioso y sensual baño que terminaría en una nueva incursión de intimar de cuerpos. Eran un par de jóvenes enamorados, que realmente necesitaban contraer matrimonio según expresó Neil a carcajadas mientras ella se cubría algo nerviosa para que no la viera más desnuda, como si no la hubiese reconocido ya bastante. Candy llevaría entonces un anillo de compromiso en su mano, era hora de hacer lo que deseaban, no dilatarían más, se amaban y no esperarían, como ya no habían podido más hacerlo para entregarse el uno al otro. -Aprovecharemos que Albert está aquí- señalaba Neil mientras salían del apartamento. No había querido desayunar en casa, era tarde para ello, además comprendieron que sería difícil estar a solas sin buscar entablar sus juegos amorosos una y otra vez.

 -Hola Albert. Buen día- Saludó Candy lLeegando a la cita algo retrazada. -Buen día Candy- respondió, para después pasar su mirada sobre el hombro de la chica –veo que no has venido sola- aseveró observando como Neil se había quedado atrás en atención a la privacidad que Candy le había solicitado. -No- respondió ella sonriendo –pero no estará aquí por mucho tiempo, es solo que tiene algo que hablar contigo. Neil entonces se reunía con ellos y tomaba por la espalda amable, pero a la vez, familiarmente a Candy para hacerla tomar asiento. Ambos hombres se saludaron y Neil comenzó sin rodeos su charla. -Quiero decirte- reflexionó un poco –bueno, supongo que más bien- miró a Candy –ratificarte lo que ya has de tener por conocido. Candy y yo nos amamos –declaró firmemente tomando la mano de ella por debajo de la mesa y poniéndola a la vista de Albert –le he pedido que sea mi esposa.

El joven los miró sintiendo un dolor intenso en su corazón, sabía que podía suceder, de echo le dolía pensar que Terry hiciera exactamente lo mismo años atrás, sin embargo con Neil esperaba más un robo, que desafiaran el todo y simplemente sin tomar en cuenta a nadie, menos a él, contrajeran matrimonio… si esto era lo que habían planeado. -Tu aprobación es importante para Candy- prosiguió Neil e hizo una pausa –al igual que lo es para mí- confesó con profundo respeto para sorpresa de Albert. Albert miró entonces algo que no estaba ahí una noche atrás, una hermosa sortija adornando la mano de su amada, una que no le entregara él. No podía hablar de súbito, pero decidió hacerlo. -No la necesitan, pero créeme Candy que te apoyo en todas las decisiones que tomescomentó para girar su mirada a Neil y volverla algo severa –y las tuyas. No hubo más charla, Neil se despidió para atender los negocios, dejando a Candy y Albert a solas para charlar. Acordarían entonces en aquella charla que Candy estaría bajo su protección por el tiempo necesario para los preparativos a la boda, así como el enfrentar juntos todo lo que conllevara esto para con sus amigos y familia. La relación de Candy y Neil parecía tener un rayo de luz esperanzador, como lLeegando al final de un camino sinuoso, difícil y oscuro.

Capítulo XX. Por Anabel

Renuncia Los gemidos y jadeos de los amantes perturbaban el plácido silencio de la noche y se clavaban en su alma cual filosas dagas impregnadas de celos y de impotencia. Hacía varias noches que el ritual se repetía con rigurosa exactitud. La tirante situación en la cena en la que todo lo llenaba un tenso silencio roto de vez en cuando por algún comentario sobre los planes para la boda, después las despedidas respetuosas, la expresión de los deseos de pasar una noche agradable y descansar; luego cada uno se retiraba a sus habitaciones y era ahí cuando comenzaba la tortura. Treinta minutos después de que las puertas se cerraban, cuando era de suponerse que todos los habitantes de la casa dormían, se escuchaba el casi imperceptible ruido las bisagras de una puerta abriéndose, seguido de sigilosos pasos recorriendo el pasillo hasta que se oía de nueva cuenta el leve rechinido de otra puerta, en esta ocasión dos veces, al abrir y al cerrarse. El silencio imperaba entonces por algunos minutos para desvanecerse luego y dejar paso a los intensos ruidos que delataban la puesta en práctica de un acto amatorio urgente, desesperado. Era entonces cuando su propio cuerpo despertaba llenándose de deseo, de ese mismo deseo que envolvía a los amantes en su loca carrera por encontrar el éxtasis, era una especie de contagio que flotaba en el aire y que le alcanzaba inmisericorde estrellándole en la cara su propia soledad. Él se dejaba llevar por el placer ajeno ocultando bajo él su profundo dolor. Desde su baño podía escuchar cada palabra, cada suspiro entrecortado por la excitación, así que se sentaba en un taburete que servía para sostener la bata de felpa que ocupaba al salir de la ducha, y se sumergía en la fantasía de ser él quien poseía a la mujer que se retorcía de placer entre los brazos de otro hombre. Ya antes había soñado una y mil veces que rozaba su piel desnuda, esa piel que debía ser blanquísima y suave como la seda, que enredaba sus dedos en los rubios rizos, que bebía su aliento y mordía cada espacio de su cuerpo delicado y fino, y algo de ese paraíso pudo probar la noche en que ella misma lo besara al confundirlo con Neil entre las sombras. Pero ahora que la escuchaba gemir, que podía sentirla vibrar a la distancia, la fantasía cobraba una dimensión casi perfecta, lo único que faltaba era que fuera él y no su sobrino el que disfrutara de aquellas caricias prodigadas con tanto deseo como amor. Sus ojos habían sido testigos en más de una ocasión de la intensidad de las miradas que ellos compartían, de la complicidad en cada uno de sus actos. Emanaban una energía sexual que podía ser percibida por cualquiera y para él, que era un observador atento, no había pasado desapercibida esa situación. Había sido una bofetada encontrarla en casa de Neil cuando vino desesperado desde Chicago tras ella, aun cuando lo intuía, verla enfundada en ese pijama que le venía holgadísimo, sin más prendas cubriendo su desnudez fue la confirmación de la más terrible de sus pesadillas. Ella amaba una vez más a otro en cuerpo y alma, había entregado la totalidad de su ser al hombre al que había elegido y eso le desarmaba por completo, le quitaba la más mínima posibilidad de colarse en su corazón. Había corrido tras una estúpida quimera y ahora pagaba las consecuencias en ese doloroso acto de autosatisfacción que debía realizar cada noche para calmar la necesidad de su cuerpo y de su alma, acompañado únicamente de los restos de la candente entrega que se llevaba a cabo tras la pared de su frío cuarto de baño.

¿Cuándo se había convertido en un ser carroñero de amor, que se conformaba con las migajas del atestiguamiento del placer ajeno? Esa interrogante llegó a su mente al sentir la tibieza del líquido que se derramaba en sus manos, y se sintió el hombre más miserable y absurdo del planeta entero. Había cedido ante las súplicas de Candy de quedarse unos días más en Boston para buscar junto con su prometido el hogar en que vivirían una vez casados. Él les ofreció la casa que ahora habitaban, pero la ilusión de ambos de buscar un lugar propio desde el principio pudo más que la comodidad de permanecer en ese palacete que había pertenecido a la familia por generaciones. Candy, libre como era, deseaba tener un espacio independiente, en el que no tuviera restricción alguna en cuanto al estilo y la decoración, un hogar propio en el que encontrar finalmente la sensación de pertenencia de la que tantos años careció. Vivirían en Boston dada la ratificación que el mismo Albert le había dado a Neil en su cargo de Director General de la institución bancaria propiedad de la familia. Los resultados financieros y operativos que su sobrino había logrado desde su llegada eran notables, la empresa iba mejor que nunca, así que no había motivos para que fuera destituido de su cargo. Además, los tres consideraban prudente que el matrimonio se mantuviera alejado del resto de la familia, que seguramente no vería con buenos ojos la unión entre los “primos”, especialmente la Tía Abuela. El mismo Albert sentía que lo mejor sería poner distancia de por medio para que su corazón sanara, si la tenía cerca le sería imposible olvidarla. Ahora se recriminaba ferozmente el haber cedido ante los deseos de Candy, pero aún más ante los propios deseos de continuar viviendo clandestinamente parte de la intimidad de la pareja. Hacía cinco días que Candy y Neil le dieran la noticia de que habían encontrado el lugar perfecto para vivir, sin embargo Albert había desarrollado ya una especie de adicción a ser testigo, aunque indirecto y distante, de los encuentros sexuales entre ellos, y había argumentado la necesidad de permanecer en Boston unos días más para dejar completamente ultimados los detalles de la ratificación de Neil como cabeza del banco. Sin duda había sido un grave error y ahora lo comprendía. No podía seguir dando rienda suelta a sus bajas pasiones, debía recuperar las riendas de su vida y tratar de dejar atrás el doloroso capítulo que significaba el desamor de Candy. Sacudió su mano con un gesto de asco, comprendiendo al fin que debía poner fin a esa situación que lo rebajaba y lo hacía indigno ante sí mismo. Se dio un baño y se metió a la cama decidido a exorcizar sus demonios y a partir al día siguiente hacia Chicago en compañía de Candy.

 La más absoluta felicidad le envolvía el corazón, su amada dormía a su lado, bellísima, casi etérea. Le gustaba contemplarla por horas después de que el sueño la vencía tras la agitada batalla amorosa librada una y otra vez cada noche. Le parecía imposible que esa mujer en apariencia indefensa y vulnerable pudiera ser tan desinhibida y complaciente a la hora de hacer el amor. Sin duda había aprendido muy rápido y él se regodeaba ante la certeza de haber sido su único maestro. El alba comenzaba a despuntar y supo entonces que era el momento de regresar a su habitación ya que debían seguir guardando las apariencias ante Albert, a pesar de que estaba seguro de que el rubio sabía perfectamente lo que sucedía noche tras noche en aquel cuarto. Cuidadosamente se deslizó de la habitación de Candy y comenzó a caminar por el oscuro pasillo.

- Necesito hablar contigo Neil – escuchó la voz grave de Albert decir en las tinieblas. Su corazón dio un vuelco al sentirse sorprendido por su tío. - Tío... yo... – titubeó pensando en la posible reacción negativa del patriarca ante la evidencia de su incursión nocturna a la cama de Candy y las repercusiones que esto podría traer en los acuerdos de matrimonio que ya habían realizado. - Hoy mismo regresaré con Candy a Chicago – dijo Albert con voz impasible. Neil recordó entonces que el mismo Albert había pospuesto el viaje días atrás y le resultó muy inquietante que ahora tuviera tanta prisa. - ¿Has terminado tus pendientes en Boston? – preguntó tratando de averiguar los verdaderos motivos del rubio ante tal precipitación. - Así es, de ahora en adelante todo quedará en tus manos – respondió Albert sin permitir que sus sentimientos se filtraran en sus palabras. - ¿Puedo saber el por qué de la premura? – inquirió de nuevo suspicazmente. - Es simple. Debo retomar mis asuntos allá y los preparativos para la boda no pueden seguir esperando – espetó lacónico – Supongo que tú serás el primer interesado en que así sea todo esté listo lo más pronto posible. - Si, lo que más deseo es que Candy se convierta en mi legítima esposa cuanto antes. - Entonces supongo que no tendrás inconveniente en que partamos hoy al medio día. - No, ninguno. - Muy bien, entonces prepararé mi maleta – dijo Albert dando la media vuelta y entrando de nuevo a su habitación. - Tío – murmuró Neil para llamar de nuevo su atención. Necesitaba saber hasta qué punto Albert había hecho sus renuncias y no se trataba de una jugarreta más para separarlos – Sé que no soy el hombre que hubieras escogido para Candy, pero quiero que sepas que estoy dispuesto a hacerla feliz contra todo y contra todos. Albert percibió las veladas intenciones tras el comentario de su sobrino. - No te preocupes Neil, conozco la decisión de Candy y la respetaré contra viento y marea. Puedes estar tranquilo... no haré nada que pueda lastimarla, soy el primero en desear su felicidad – dijo comprendiendo que debía reconocer ante Neil su decisión de dejar a un lado sus sentimientos en pos de la felicidad de la mujer a la que amaba. - Gracias. - No tienes nada que agradecer. Y si acaso hubiera algo que ameritara tu agradecimiento hazlo entonces dándole a ella toda la paz y felicidad que merece – finalizó para inmediatamente después extender su mano hacia Neil, misma que éste estrechó aliviado – Nos veremos en Chicago.

 La despedida fue dolorosa aun cuando ambos sabían que era necesaria para poder realizar su sueño de pasar el resto de la vida juntos. - Te amo tanto – decía ella entre lágrimas y besos – Te extrañaré como una loca. - No más que yo, mi amor. Contaré cada segundo que pase antes de volver y entonces ya nada nos separará – murmuraba él conteniendo las inmensas ganas de llorar que le invadían. - Se hace tarde – carraspeó Albert quien ya esperaba en el pescante del vagón – debes subir Candy.

- Si – respondió la chica limpiando sus lágrimas antes de dar un último y profundo beso al hombre que amaba.

Capítulo XXI. Por Noemí

Complementando el sueño Los gritos que se escuchaban en la estancia de la solariega mansión, estremecían los muros haciendo que los sirvientes huyeran asustados para no atravesarse en medio de aquella acalorada discusión. Todo aquel alboroto obedecía a un motivo muy sencillo: Sarah Leegan seguía reprochando a su vástago las decisiones que había tomado, sin haberle consultado. − −

Vamos madre no soy un chiquillo al que puedes seguir manejando a tu antojo – gritaba el joven mirando desafiantemente a su madre. ¡Lo siento!- respondió con ironía y algo de prepotencia- No puedo permitir que te cases con ella, no ahora que tu padre esta haciendo negocios con el Sr. Frederick Wellington y quiere que conozcas a su hija Audrey, ¿Sabes la importancia que llegaríamos a tener si tu te llegaras a casar con ella? – espeto la mujer con calculada frialdad.

Neil no pudo evitar mirar con rabia a su madre, percatándose lo egoísta y materialista que era y que una parte de ese mismo egoísmo había sido trasladado a su forma de educarlos; claro ejemplo había sido su propia hermana y hasta él mismo, si no hubiera sido por su rubia pecosa y lo que había ayudado a cambiar su vida, quizás aceptaría con gusto lo que su madre le estaba sugiriendo. Frunció el entrecejo furioso dispuesto a defender su amor aun por encima de su arrogante madre. −

No me interesa madre, además no estoy solicitando tu permiso, solo te estoy avisando que me casare con Candy.

El bello rostro de la dama se contrajo de furia al escuchar el reto pronunciado en labios de su hijo y el mero nombre de aquella huérfana que la había puesto en evidencia ante la sociedad puso en manifiesto todo el rechazo que sentía en contra de Candy. −

Ella te rechazo… ¿Qué te hace pensar que ahora si se casara contigo?- alego con los ojos brillando por el enojo que sentía.

Neil esbozo una media sonrisa reflejando un poco la tristeza que la actitud de su madre le ocasionaba, pero estaba decidido y no había vuelta de hoja. −

Es una pena madre que ni siquiera estés enterada de lo que tus hijos hacen por el día y por la noche, que tu mundo se limite solo a tus frivolidades, sin percatarte que lo mucho que mi hermana te necesita y lo que yo alguna vez llegue a necesitarte.

Las palabras de reproche de Neil calaron en el fondo de su alma y sin más soltó una bofetada a su vástago, descargando un poco el enojo que la embargaba, el joven levanto su cara con un rictus amargo dibujado en su atractivo rostro, pero Sarah no se inmuto. −

Eres un malagradecido, todo te lo di y ¿con que me pagas?

Neil apretó los puños para detener el torrencial de sentimientos que invadieron su alma, y no despotricar en contra de aquella que para bien o para mal era su madre, sin embargo una voz respondió antes que él. −

Tienes razón madre nos diste todo – respondió la voz arrogante de su melliza, instintivamente Neil se preparo para otra discusión al ver entrar a su hermana con la gracia y la arrogancia que la caracterizaba, mientras Sarah sonrió con satisfacción al encontrar apoyo en su hija – nos diste lujos, buenos colegios, doncellas, inclusive mi padre trajo a una huérfana para que nos hiciera compañía – una amarga sonrisa apareció en el rostro de la joven y Neil frunció el ceño - éramos tan incapaces de encontrar amigos que tuvieron que conseguir a una niña que jugara con nosotros … ¿no es eso mediocre madre? Y aun peor, resulta risible que ahora esa misma huérfana sea la causante de la felicidad de tu hijo - la mirada escandalizada que Sarah dirigió a la joven hicieron que Eliza continuara con una sonrisa sardónica, expresiva de su amargura – ¿Habrá respuesta madre si te pregunto las veces que acudiste en mi auxilio cuando yo me asustaba por las noches?...mmm o ¿Cuántas veces me consolaste cuando Anthony murió?...y ¿las veces que pasaste una toalla para limpiar mi sudor cuando yo tenia fiebre? Ahh y por supuesto y quizás lo más importante… ¿Cuándo me diste un sabio consejo o una palabra de amor?

Todas las respuestas exigidas por Eliza se quedaron atoradas en la garganta de Sarah que incrédula miraba como los ojos de sus dos hijos le reprochaban por que la única respuesta verdadera y valida era un sencillo nunca, la cual cayo como un balde agua fría calando en los mas profundo de su ser totalmente desconcertándola. −

¿No me contestas madre? – continuo la joven implacable al ver el mutismo en el que se había sumido su madre – te voy a decir quien fue el único que compartió todas esas pequeñeces que tu te negaste a compartir con nosotros – la joven hizo una pausa deliberada mirando a Neil que le respondió con una sonrisa de cariño, la que siempre utilizaba solo para ella - fue mi propio hermano que se convirtió en mi amigo, mi cómplice y en mi eterno compañero… y eso es lo único que te puedo agradecer a parte de la cantidad de cosas materiales que me proporcionaste a cambio de tu compañía … por que procuraste darnos lo único necesario materialmente pero lo único que necesitábamos era tener una madre cosa que negaste a cumplirnos.

Eliza miro a su madre con amargura, mientras Sarah en su necedad levanto su miraba con arrogancia, recuperando el aplomo. − − −

¿Y ahora pretendes vendernos al mejor postor? – pregunto la joven con ironía. Eliza… no puedes estar de acuerdo en que tu hermano se case con esa advenediza alego la mujer escandalizada – ¡Tu la odias!. La odiaba madre – corrigió la chica con rapidez – pero al ver la mirada de felicidad que los ojos de Neil reflejan, es suficiente para comprender que Candy White la huérfana del hogar de Ponny no es tan mala como siempre creí.

Los ojos de Neil reflejaron todo el amor fraterno que sentía por su melliza, siempre había sido más que una hermana y ahora con sus acciones confirmaba que siempre contaría con ella y él siempre estaría para ella. − −

Hablare con William él no lo permitirá – respondió la dama recuperada del impacto inicial y se enfrento a su dos hijos. Estoy de acuerdo con ese enlace Sarah – la profunda voz de Albert se dejo escuchar por la estancia que los tres se giraron para ver parado al patriarca en la puerta.

Albert había ido a visitar a su hermana para que iniciara los preparativos de la boda de Candy y Neil cuando escucho toda la conversación entre Sarah y sus hijos… aun se encontraba sorprendido que fuera Eliza quien defendiera esa relación… pero sospechaba que ella había sido enterada desde el principio. – Candy y Neil tienen mi consentimiento para casarse. − −

Pero William – suplico la mujer Lo siento Sarah … si Neil y Candy si quieren casar yo no seré impedimento para que esto suceda… al contrario haré todo lo que en mano este, para que esa boda se realicé

Neil miro a su tío y se percato finalmente por que Candy le tenía tanto amor y respeto. Sin embargo Sarah que extrañamente se había quedado callada meditaba su siguiente movimiento.

 Eliza miraba con un poco de interés el jardín que aun conservaban las hermosas rosas de Anthony y un suspiro de tristeza escapo de su labios al recordar al jovencito que llego a amar y que la rechazo por la huérfana del hogar de Pony. La vida le había dado dos reveses; Anthony había sido el primero de ellos cuando la rechazo. En ese instante ella también deseo morir con él y su odio hacia la rubia pecosa se acrecentó. El segundo fue cuando creyó que el recuerdo de Anthony quedaría en el olvido gracias a un joven arrogante que se coló por sus pensamientos e imagino que él seria el complemento perfecto para ella… nuevamente se equivoco por que no solo ella había sucumbido con el encanto del chico si no también su odiada enemiga. El golpe definitivo fue cuando la humillo públicamente enfrente de sus amigas escupiéndole la cara… quizás su único consuelo es que ella tampoco se quedo ni con Anthony ni con Terry… Ahora quizás debería odiarla mas por que se llevaba lo único bueno que tenia en su solitaria vida, el único compañero que le había dado su apoyo incondicional, que la había aceptado con sus defectos y virtudes y que la quería a pesar de saberla un ser egoísta… Sin embargo al ver los ojos felices de su hermano, se percato que Neil era absolutamente feliz y que la culpable de ello era la joven que mas había odiado en su corta vida… ahora lo único que esperaba era encontrar algún día ese amor que Neil y Candy compartían y que, debía reconocer, tanta envidia le ocasionaba… Se acerco lentamente hasta las rosas blancas… un gesto de dolor se reflejo en las delicadas facciones. “Al menos Candy tiene con que recordarlo de por vida “ − −

¿Son hermosas verdad?- la suave voz del patriarca entro como brisa por la mañana a su cerebro y ella lentamente se giro. Si – respondió lacónicamente mirando fijamente los ojos azules de Albert y se sorprendió al ver el enorme parecido que tenía con los de Anthony – Anthony tenia un gran don para cultivar rosas y esta es bellísima.

Las tristes palabras de Eliza sorprendieron a Albert quien puso mayor atención a su sobrina, era muy hermosa, su delicada figura enfundada en un vestido azul marino enfatizaba la belleza de su rostro y la blancura de piel, sus bellos ojos siempre opacados por la dureza de su alma se encontraban en este momento tranquilos revelando su belleza y la soledad a la que estaba sometida. − −

Anthony fue un ser especial y esta rosa lo demuestra, aun a pesar de que lleva el nombre de ella – comento la joven con un suspiro. Si es hermosa y más lo que significa, pero no es hora de hablar del pasado, supongo que tu visita es mas por otra causa.

Albert tomo con delicadeza la mano de la chica y la condujo hasta una banca, Eliza aun sorprendida por el temblor que recorrió su ser solo atino a decir. −

Es por mi madre, se niega aceptar que mi hermano se case con Candy y me preocupa la visita que la Tía abuela le hizo ayer en la tarde.

Albert dio un suspiro de frustración, la tía abuela tampoco había estado de acuerdo con el enlace de los jóvenes y aun no lograba comprender sus motivos, ya que en un principio había apoyado a Sara en su necedad de obligar a Candy a casarse con Neil y ahora que su inicial propósito estaba por cumplirse, se oponían de manera determinante para que se realizara el matrimonio. − −

¿Y tu que opinas al respecto? – pregunto Albert clavando sus ojos en los cafés de Eliza que sostuvo su mirada a pesar del nerviosismo que estos le ocasionaban. Supongo que están buscando la manera de sabotear la boda y como solo se me ocurre una manera de evitarlo – respondió la joven con un dejo de diversión – creo que me veré en la necesidad de buscar trabajo por que a mi casa no creo que me vuelvan a permitir la entrada.

Albert sonrió un poco divertido por que ya imaginaba lo que la chica estaba planeando, y sin embargo aquella faceta que la pelirroja le estaba demostrando, la hacia verla con nuevos ojos, instintivamente tomo su mano y le dijo. −

Hagas lo que hagas serás bienvenida en esta casa.

Las dulces palabras de Albert calaron en los mas profundo del ser de Eliza, que se incorporo con el rostro ruborizado ignorando lo encantadora que se veía, sorprendiendo al patriarca. −

Gracias - respondió apenas sin poder enfrentar la dulce mirada de Albert.

El joven patriarca también se incorporo, tomo la barbilla de la chica para levantar su mirada que aun seguía escondida en algún punto del piso. −

Todo estará bien Eliza…no sé por que pero confió en que harás lo correcto.

Las palabras de Albert la reconfortaron, que solo asintió con la cabeza sin poder articular mas palabra que un simple gracias.

 La hermosa sonrisa de Candy reflejaba la felicidad que sentía y la emoción de los preparativos de la boda hacían que su rostro brillara por si mismo reflejando la belleza de su alma. Archie miraba con cierto fastidio la escena entre su prometida y la rubia que escogían las telas para los vestidos de Annie, Patty y Eliza que serian sus damas de honor. Su molestia inicial era mas por lo vano de sus intentos para evitar que esa relación siguiera. Ahora era demasiado tarde, se daba cuenta por que el rostro de la pecosa que juro proteger junto con Stear y Anthony reflejaba el amor que sentía por su primo Neil…golpeo la mesa frustrado y se incorporo para entrar a la mansión ante la mirada sorprendida de su prometida y de Candy.

Albert se encontraba tomando una copa de coñac para aliviar un poco el dolor que le ocasionaba la felicidad de su pupila cuando Archie irrumpió en la habitación molesto. −

Me he preguntado un sinfín de veces en estos últimos minutos que ¿fue lo que le vio?

Albert soltó una risita forzada comprendiendo de golpe la molestia del chico. − − − − −

Tranquilo Archie él la ama y ella también… ese es motivo suficiente para comprender … no busques mas … no encontraras mas que objetivos reales basados en su amor. Pero Albert … - insistió el chico dejándose caer pesadamente en el sillón – ni siquiera me creo que Eliza este de acuerdo a menos de que ella saque una tajada de todo esto. Tranquilo… Eliza quiere a su hermano no haría nada que lo dañara. Pero… Eliza es un ser solitario que siempre ha contado con la ayuda de su hermano, él ha sido su apoyo… por lo tanto ella no haría algo para dañarlo…cree cuando te digo que Eliza jamás volverá a dañar a Candy, no cuando este de por medio Neil. Además Archie, jamás hemos intentado acercarnos a ella, ve a Candy si ella se enamoró de Neil es por que algo bueno vislumbro en su alma y supongo que Eliza también tiene escondido algo así… solo que jamás le hemos dado la oportunidad de mostrárnoslo…dejemos que el tiempo nos demuestre mi teoría.

Archie miro incrédulo a su tío al ver la convicción con la que hablaba de la siempre egoísta Eliza Leegan, sin saber que en un futuro no muy lejano el mismo aceptaría ayudar a su prima para alcanzar su felicidad al lado del hombre que estaba a su lado. − −

Si tu lo dices – respondió el joven alzándose de hombros mirando a su prima lanzarse en brazos de Neil. – pero si lLeegan a lastimarle yo seré el primero en responder. No será necesario Archie ellos se aman – alego el rubio con el dolor carcomiéndole las entrañas, al mirar la misma escena y sintiendo como su pupila se le escapaba de las manos.

 Annie miraba con cierta envidia y a la vez con sorpresa como su amiga se lanzaba a los brazos de su prometido y como la mirada siempre arrogante cambiaba por una llena de amor que Neil no podía disimular. Los jóvenes se besaron tiernamente, Neil dirigió una mirada a la trigueña que dando un poco de espacio a la amante pareja seguía mirando las telas. −

Buenas tardes Annie. – saludo el joven galantemente y besando el dorso de la delicada mano.

Annie miro asombrada el gesto sin embargo se recupero de su sorpresa inicial. − −

Bien Neil, supongo que querrás estar a solas con Candy, así que me retiro No por favor – la atajo el joven – mi visita es breve solo vine a decirle a Candy que mi madre no estará presente en la boda y que Eliza y mi padre serán las únicas personas que me acompañen.

Aquella noticia entristeció a la joven al mirar la melancolía en los ojos de su prometido. −

¿Estas bien? – pregunto con preocupación.



Claro que si preciosa – respondió el joven depositando un beso en la tersa frente de la chica. – mientras tu estés conmigo… todo estará bien.

Annie comprendió que el amor que se profesaban los dos jóvenes era suficiente para el éxito total de aquel matrimonio que en un principio le pareció descabellado, pero al ver el par de esmeraldas brillar de felicidad no pudo dejar de pensar que formaban una hermosa pareja. − − −

− −

Bien Candy tengo que retirarme… tengo un par de pendientes con mi padre y creo que tu tienes mucho trabajo por delante. – dijo mientras besaba la mano de la chica que hizo un gracioso mohín. Neil seguro que estarás bien – pregunto nuevamente la chica. Estaré bien cariño…y estaré mucho mejor si tu te apresuras con esos preparativos y nos casas mas rápido – bromeo el joven con una sonrisa picara revelando lo que quería decir y la rubia no pudo evitar ruborizarse al recordar aquellas noches de pasión que hubo vivido en días pasados. Yo también así lo espero – susurro ella acariciando la mejilla Neil – por cierto quería saber si Eliza vendrá a hacerse las pruebas de su vestido. No te preocupes ella prometió estar aquí, muy puntual.

La chica soltó un suspiro. − −

Calma Candy ella ya no es mas tu enemiga.- comento al ver cruzar una sombra de angustia por el rostro de la rubia. Sabes que yo haré lo que sea por ganarme aunque sea solo el respeto de Eliza, si para ti es importante.

El joven la miro agradecido. −

Gracias no sabes lo importante que es tenerlas junto a mi.

El joven se retiro con rapidez dejando nuevamente solas. − −

No estés triste Candy, si vino avisarte es para que estés enterada de la situación y no te tome desprevenida – comento Annie mirando la angustia que reflejaban los ojos de la rubia. Es que me preocupa mucho, Neil adora a su madre – expreso la joven sin saber que la situación ya no era la misma – y también la reacción de Eliza, tu sabes el odio que siente por mi.

Annie tomo la mano de la joven para consolarla. − − −

Tranquila, mira entre tu y Neil también había mucho odio y resentimiento que se ha quedado en el olvido, y ve ahora se aman tanto que envidia me dan – comento la joven con una sonrisa. Tienes razón Annie pero no deja de preocuparme la actitud de la madre de Neil así como la actitud de la Tía abuela ha tomado en contra de este matrimonio. Es raro que ahora estén en contra cuando en un principio intentaron obligarte. – comento Annie pensando seriamente que tendría que hablar con Archie y con Albert para proteger a Candy por si había represalias por parte de aquel par de damas que no se quedarían con las manos cruzadas, ignorando que cierta joven ya estaba trabajando en el asunto.

 Eliza miro a las dos damas que seguían conversando en la salita privada de su madre, sus ojos se abrieron con sorpresa al escuchar las dos ultimas palabras, secuestro y Candy. Sus ojos se oscurecieron por la rabia que la embargo al pensar lo egoísta y desalmadas que eran su madre y su querida tía, de pronto se pregunto si ella estaba recorriendo el mismo camino y la respuesta le llego como el rayo. “¿Eso es lo que quiero? … una vida llena de frivolidades y prejuicios tontos… ¿que pasara el día que tenga a mis hijos? … no quiero que ellos sufran la ausencia de una madre… no lo mismo que yo sufrí” Su mirada se torno tormentosa y triste al sentir como el anhelo comenzaba a llenar su corazón. “Yo quiero lo que mi hermano ha logrado… con Candy… un amor sin reservas que me amen tal y como soy… por ser Eliza Leegan y no como la heredera de una cuantiosa fortuna” Un sollozo escapo de su garganta y salio con lentitud para hablar con Albert.

 Los minutos pasaron con rapidez convirtiéndose en horas, días y semanas para dar paso a la esperada ceremonia la cual se llevaría acabo en la mansión de Lakewood, para ser precisos en el portal de las rosas. La mansión era un hervidero de gente que iba y venia por todo el jardín llevando y trayendo gente, mientras en la privacidad de su habitación una joven rubia era ataviada con un precioso vestido estilo imperial al que sus madres terminaban de darle los últimos arreglos ante la mirada nerviosa de Annie que no hacia más que dar ordenes a diestra y siniestra. −

¡¡Oh Candy te ves preciosa!! – exclamaba la señorita Pony y la hermana Maria al ver a la hermosa jovencita que tenían ante si y todos los sueños que alguna vez compartieron juntas se vieron realizados al ver a Candy, su querida hija, vestida con aquel bello vestido de novia.

Ambas mujeres no pudieron evitar derramar lágrimas de felicidad que Annie compartió con ellas. − − −

Por favor tranquilas hermana Maria y Señorita Pony o echaremos a perder el momento. No te preocupes Annie – comento la hermana Maria – todo será perfecto para nuestra querida niña. Así es Hermana todo saldrá bien el día de hoy.

Albert y Archie no eran la excepción pues Dorothy también los apresuraba para que se arreglaran o su sorpresa no estaría lista a tiempo. En un páramo no muy lejos de ahí Eliza Leegan hacia un trato extraño. −

Solo será por un par de horas cuando sea el momento indicado las dejaran libres y en la dirección que les acabo de señalar… no les hagan daño o no recibirán su paga – puntualizo la joven con acritud al par de rufianes.



Esta bien señorita – acepto el mas temible de los dos, ¿pero usted me asegura que la policía no estará al tanto?

Eliza miro con arrogancia al hombre. − −

No mientras no hagan su trabajo inicial – señalo la joven - todo estará bien para ustedes si hacen lo que les estoy pidiendo. Muy bien señorita cuente con ello.

Eliza miro con satisfacción como los dos hombres se retiraban. “Será una excelente lección” Rió un tanto divertida sacando un poco de su parte perversa que aun conservaba, mientras se dirigía a la mansión Leegan a vestirse para la ocasión.

 La música nupcial dio inicio y un nervioso Neil esperaba que la novia apareciera, no espero demasiado al ver el objeto de su amor caminar del brazo de su protector y siempre amigo Albert William Andley y detrás de ellos las tres damas de honor ataviadas con un hermoso vestido palo de rosa que resaltaba la belleza de cada una. Albert descubrió el rostro de la joven que lo miraba con todo el amor fraternal que ella poseía para el, por un momento el patriarca se atrevió a fantasear, pero de inmediato recupero la cordura y la beso en la frente mientras susurraba entre triste y melancólico. −

Se feliz pequeña que te mereces serlo – luego se dirigió hacia el novio – Neil, te entrego mi tesoro mas preciado. Cuídala.

La boda fue mas que emotiva y los novios no tenían mas ojos que para si mismos mientras tres corazones se despedían mentalmente de la mujer que una vez habían llegado amar y que ahora se desposaba con el que menos hubieran esperado, sin embargo la nobleza de su alma les deseaban toda la felicidad que ellos mismos esperaban alcanzar con la persona adecuada y fue precisamente por ese motivo que tres gaitas se dejaron escuchar cuando el padre dijo finalmente: “Los declaro marido y mujer” Mientras Neil tomaba el rostro de su amada y lo besaba con toda la pasión. El sonido de las gaitas invadió a los novios, Candy levanto su mirada sorprendida y agradecida se acerco al trío de jóvenes que de alguna manera se despedían, ella dejo derramar las lagrimas al escuchar los que sus corazones le cantaban y finalmente ella también decidió cerrar aquel pasaje de su vida. Primero lo hizo con aquel a quien le debía tanto y al cual amaba como un hermano, se acerco y deposito un beso en la mejilla de Albert que dejo escapar una lagrima en respuesta, después se acerco al único de sus tres caballeros, los otros dos la vigilaban desde el cielo . −

Este beso vale por tres y es para Anthony, Stear y por supuesto para ti Archie- susurro la joven besando su mejilla.

Archie dibujo una débil sonrisa intentando ocultar la tristeza que lo embargaba, su gatita se había casado.

Y por ultimo lo dejo aquel joven de arrogante mirada que le ayudo a enfrentarse al dolor de una peculiar manera y que siempre tendría un espacio en su corazón, sus caminos se habían separado debido a las circunstancias, pero estarían los recuerdos del amor que alguna vez compartieron, se acerco a él y beso su mejilla sin poder evitar susurrarle en el oído. − −

No sabía que tocaras también la gaita. Por ti… hasta una trompeta – respondió el pícaro joven haciendo reír a la novia – se feliz pecosa.

Ella asintió con la cabeza dedico una ultima mirada aquel trío y luego se acerco a su marido para continuar con su camino. Y las tres gaitas continuaron despidiéndose a su manera de la joven.

 La fiesta estaba a punto de terminarse Candy y Neil junto con Terry, Patty, Archie y Annie bailaban mientras en una esquina Albert y Eliza conversaban con complicidad. − −



¿No tardarán en llegar verdad? – pregunto Albert al mirar su reloj. No mira ahí vienen – señalo la joven al ver a Sarah Leegan y a la Tía abuela acercarse con paso decidido hacia ellos, era obvio su enojo y Albert y Eliza se prepararon para lo peor Albert sintió el estremecimiento que recorrió a la pelirroja y sujeto su mano con firmeza. Tranquila todo estará bien.

Eliza le dirigió una mirada de agradecimiento, cuando una mano le volteo la cara ante la incredulidad de los pocos invitados que aun quedaban. −

No pensé que tu mi propia hija me hubiera echo esto – gritaba Sara fuera de control.

Albert miro con dureza a su hermana y la tomo de la mano cuando intento golpear nuevamente a la joven. −

Ni siquiera lo intentes… ¿Quieres que llamemos a la policía? y les demos una larga explicación del comportamiento de las dos.

La tía Elroy que había permanecido callada levanto su mirada y mejor se alejo antes las miradas curiosas. − −

Es inconcebible que ustedes se aliaran en contra nuestra. Es mas inconcebible lo que las dos planeaban – reclamo Albert protegiendo con su cuerpo a Eliza que se sujetaba la mejilla - ¿Pensaban que no íbamos a tomar cartas en el asunto?, da gracias Sarah que Eliza pudo detener tu plan o bien en este momento estarías rindiéndole cuentas a la policía. Decide en este instante si le das explicaciones a Neil o bien prefieres que este tema se quede entre nosotros.

Sarah levanto orgullosa su barbilla pero se contuvo al ver a su hijo y a su marido acercarse no le quedo mas remedio que salir nuevamente de la mansión no si antes advertirle a su hija.



No se te ocurra regresar a la casa.

Eliza también levanto su barbilla. −

No te preocupes mis cosas ya no se encuentran ahí.

La escena paso a segundo plano cuando Albert tomando la mano de Eliza se dispuso a dar un ultimo brindis en honor a los novios. Neil y Candy se despidieron de cada uno de los presentes, la ilusión de una vida en común evitaba que miraran mas allá de sus propios corazones y Albert y Eliza se encargaron de encubrir aquel feo episodio.

 Los susurros y las dulces palabras invadían la habitación mientras una joven pareja de amantes consumaban su unión. − − − − − − −

¿Eres feliz? – preguntaba el joven mordisqueando con pasión el cuello de su mujer. Sabes que si – respondió ella apenas aguantando la respiración al sentir como la mano de su marido acariciaba su entre pierna. Eres mía – comento el joven con fiereza – en tu corazón solo estaré yo. Solo tu – respondió Candy alzando las caderas para permitir la dulce invasión que Neil inicio con delicadeza como si fuera la primera vez. Te amo Neil – susurro la rubia apenas conteniendo el aliento cuando su marido la asalto llenándola de gozo. Y yo a ti para siempre y por lo días que nos queden por vivir. Así será – respondió la joven antes de abandonarse a la pasión que desbordaba su marido.

La pasión continuo por toda la noche para aquel par de jóvenes que tuvieron que recorrer todo un camino para encontrar el amor que se encontraba oculto entre el odio y resentimiento que alguna vez habían compartido. Ahora serian largas noches de amor las que los bendecirían por siempre complementando finalmente aquel sueño que ambos tenían pendiente.

Fin…

Epilogo. Tratar de ser mejor

El Amor Escondido De Elisa

Abro mis ojos y comienzo a girar no existe el tiempo ni tampoco un lugar existen ganas de querer cambiar un mundo nuevo, alguien en quien pensar Sigo esperando que vuelvas y duermas junto a mi que ya no pienses en la actuación esto no es mentira te lo digo yo Dame una razón porque no me creas yo siempre te doy lo que sea y no puede ser que no creas que esto es cierto quiero que lo digas que me ames de verdad una y otra vez te lo pido No te distraigas en querer mostrar que si no vale no te vas a entregar sólo te pido que me dejes ver que hay dentro tuyo que te pueda mover (Diego Torres) Fijó sus ojos castaños en la regia figura de Alberth Andley, no dejaba de pensar que su protector era un hombre muy especial en todos los sentidos dibujó una mueca de desden al verlo saludar a la servidumbre con su habitual amabilidad como si fueran sus iguales, de pronto una delgada figura también salio del coche y frunció el ceño, pues le era particularmente familiar. “¿Quien diablos es?” pensó desdeñosa al ver las sencillas ropas de la joven. Salio con paso arrogante para conocer a la extraña y en el pasillo se encontró con su mucama. -Señorita Elisa ¿no se va a cambiar de ropa? Ella ignoro a la mujer y salio disparada hasta el recibidor para encontrarse con Alberth y la joven, no pudo evitar mirarla con petulancia al ver la sencillez de la misma, era de cabello negro que llevaba recogido en una coleta, Elisa pudo comprobar que era bonita pero nada del otro mundo, sus ojos eran de un color chocolate cubiertos por unos lentes, de figura alta y delgada, pero lo que mas llamo su atención fue el brazo de la chica que tenia en un cabestrillo. -Hola Elisa - saludo Alberth acercándose a la chica - ¿Como estas? -Bien Alberth - respondió ella con elegancia.

-Mira Elisa te presento a Flamy Hamilton pasara una temporada con nosotros. Elisa miro a la joven y finalmente la recordó. -¿Eres amiga de Candy? Flammy sostuvo la fría mirada de la pelirroja y recordó de pronto la joven caprichosa que daba ordenes a diestra y siniestra en el hospital y su mirada también se enfrió al recordar aquella ocasión. -Así es señorita Leegan - respondió la joven. Elisa asintió con la cabeza en toda respuesta. -¿Cuándo regresas a Chicago? - pregunto la pelirroja dirigiéndose a Alberth. -No muy pronto Elisa, esta señorita esta a mi cuidado, por ordenes especiales de Candy así que llevare mis negocios desde aquí. -Bien, me alegro, también por usted señorita Hamilton. -Gracias - respondió escuetamente la joven enfermera.

Pronto una rutina se estableció y para el fastidio de la pelirroja también estaba incluida la enfermera, Alberth pasaba bastante tiempo con ella y eso le desagradaba pues aun no encontraba como encajar aun en el rompecabezas de su propia existencia y la distancia entre Neal y ella cada día se acrecentaba a pesar de las constantes llamadas que su hermano realizaba, pero no era lo mismo , su cómplice , su confidente cada días mas parecía mas compenetrado con su rubia pecosa olvidándose de su pequeña hermana que a diario añoraba aquellas travesuras que tanto les divirtió a ambos, soltó un suspiro lleno de melancolía pues a pesar del tiempo ella aun no encontraba el amor que tanto anhelaba para ella y que tanta envidia le ocasionaba cada vez que escuchaba la voz feliz de Neal. Azuzó mas a la bonita yegua que montaba para calmar un poco el desasosiego de su corazón y comenzó una loca carrera atravesando los campos de Lakewood dejando que un par de lagrimas resbalaran por su rostro en esta ocasión no estaba su hermano para limpiarlas para reconfórtala y ayudarla a sentirse mejor, tal como hacia en cada momento difícil de su vida, como había hecho cuando Anthony, Stear y Archie le mostraban su franco rechazo o cuando Terry la humillo, y también cuando sentía miedo a mitad de la noche; solo Neal la había consolado pero ahora… no estaba cerca , tendría que arreglárselas sola. Decidió despejarse de ese sentimiento lleno de añoranza, ella misma había cedido a que su hermano y Candy estuvieran juntos y hasta los había ayudado, pero tenía que reconocer que el imaginarse a Neal entregado completamente a otra mujer le era extraño, mucho más teniéndolo tan lejos. Nuevamente azuzó a la yegua y se dirigió hacia los obstáculos, iba a gran velocidad justo como le gustaba desde pequeña, comenzó a saltar temerariamente sin percatarse de la mirada preocupada de un joven que la observaba a distancia. -Se va a matar si sigue saltando de esa manera - dijo mientras maniobraba las riendas de su caballo. Comenzó a seguir a distancia a la chica que continuaba con su loca carrera a punto de reventar su caballo y el joven apretó los labios, furioso por el trato al animal y por la vida misma de la chica, no lo pensó más y fue tras ella. Su visión estaba nublada por el centenar de lágrimas mientras pensaba una y otra vez.

“ No voy a llorar … no mas…” Tan sumida estaba en su soledad que no se percató cuando otro jinete se le emparejo y tomo las riendas de sus caballo, reacciono furiosa e intento golpearlo con el fuste, pero el la sujeto con fuerza para pasarla a su caballo sabia que la maniobra era arriesgada pero no podía hacerlo de otra manera para que ella no se lastimara, la sujeto con firmeza por la cintura y la coloco enfrente de su grupa. -¿Qué diablos haces?- pregunto ella cuando el detuvo su caballo él se bajo buscando con la mirada - responde, ¿no sabes quien soy yo? - Una loca desconsiderada – contesto el sin el menor recato, hombre acostumbrado al trato duro y a las palabras sinceras. - ¿Cómo se atreve?... – comenzó a forcejear para librarse de él… nunca había estado tan cerca de un hombre y menos de un vaquero hosco… Yo soy…- espeto apunto de revelar su nombre envuelto en todo el orgullo que eso le generaba y la rabia que ahora mismo sentía… - Sinceramente no y no me interesa saberlo - contesto el joven fijando un par de penetrantes ojos cafés en el rostro de ella sosteniendo una lucha de voluntades -Voy a ir a la policía e informare de esto - dijo ella con aire petulante ocultando con ello la turbación que le ocasiono sentirse observada por él. -Como guste señorita, salude al comisario de mi parte - respondió apenas él dirigiéndose a la yegua blanca que respiraba agitada, la reviso con rapidez, frunció el entrecejo furioso pero se contuvo - tiene suerte su yegua se encuentra bien. -Esa una yegua especialmente entrenada para pruebas rudas… y yo soy una buena amazona… -Debería tener más cuidado estuvo a punto de lastimarla – siguió diciendo como si no hubiera escuchado la última frase. -¡Eso a ti no te importa!- respondió hosca y mirando furiosa como él continuaba con su escrutinio al animal olvidándose de ella. -Me importa por que es un animal que no tiene la culpa de sus frustraciones, pudo haberla lastimado. Elisa abrió los ojos totalmente furiosa, como se atrevía ese hombre a tratarla de esa manera. Y ¿¿Cómo diablos se atrevía ella a pensar aunque de forma fugáz que ese tipo era atractivo??... se preguntó casi inconcientemente, pero siguió admirándolo… demasiado atractivo diría ella, a pesar de la sencillez de su ropa. Era mucho más alto que ella de hombros anchos y dueño de un cuerpo atlético que se marcaba con el pantalón de mezclilla que portaba. El joven levantó su rostro y ella perdió el aliento al ver las facciones, una barbilla cuadrada y firme que denotaba autoridad, una nariz recta y perfilada en conjunto de un par de ojos profundos y enigmáticos con el color del chocolate fundido. Facciones recias y gallardas, la joven no pudo evitar sentirse atraída por el apuesto vaquero y eso la desconcertó al punto de no reaccionar cuando el poso sus manos en la frágil cintura para ayudarla a bajar. -¿Cómo te atreves? - grito con el rostro ruborizado debido al cosquilleo que recorrió su vientre. -Me atrevo por que es mi caballo, a tu yegua dale unos minutos de descanso y podrá llevarte a casa - dijo esto montando nuevamente al alazán. -Pero… -Hasta luego - el caballo dio media vuelta y comenzó a trotar. -¡Avisare a la policía vaquero!, esto no se quedara así – siguió iracunda sin entender que le molestara la forma del vaquero de comportarse por demás grosero e indiferente con ella, sus reacciones de jovencita tonta e ilusa o en verdad que hubiera detenido a la yegua. -Como guste, salude al comisario de mi parte…- respondió subiéndose al caballo- Tom Stenves, para que le diga quien le salvo la vida - respondió con un dejo de burla y dirigió una ultima mirada a la joven y se lanzo a galope dejando una Elisa totalmente furiosa -Idiota- le grito pisoteando el piso. Los días siguieron su marcha y para Elisa el encuentro con aquel joven la había marcado, muy a su pesar y no dejaba pensar en aquella miraba penetrante.

-Era un bruto sin modales - refunfuño por enésima vez en el día. -¿Pasa algo Elisa?- pregunto Alberth con curiosidad al ver a la joven con un gesto arrogante. -Nada solo estoy pensando en boberías- respondió ella apenas. -Como digas solo quería avisarte que en la tarde llega la cuadra de caballos, quiero que los examines. -Pero yo no soy una experta - alego ella sorprendida por la petición del patriarca. -Pues me extraña, eres muy buen jinete - razono el de pronto - es mejor que comienzas a recordar todas aquellas clases de equitación, espero no las hayas tomada a la ligera. La joven no pudo evitar ruborizarse al recordar que el tiempo que estuvo en clases había sobresalido por su elegancia y su porte, pero había sido un fracaso en relación al cuidado de los animales ya que consideraba esa actividad como trabajo para sirvientes. Ahí estaba su mente cuando de nueva cuenta y sin permiso aquel par de ojos color chocolate se introdujeron en ella, quien furiosa dio un golpe en el piso sorprendiendo a Alberth. -¿Qué pasa Elisa?… ¿te sientes bien? -Yo… esta bien Alberth me encargare de examinar , pero no soy tan buena. -Vamos Elisa hemos hablado al respecto necesitas ocuparte en otras actividades. -Lo sé Alberth… pero no puedo cambiar de un día para otro las costumbres que mi madre me inculco desde pequeña y no me gustaría hacer una mala elección para tu cuadra. -Elisa… eres una chica inteligente y sé que en parte has comprendido que dedicarte solo a la compra de zapatos y vestidos es un verdadero insulto a tu inteligencia… Eres capaz de bastantes cosas, revise los libros de contabilidad y veo que llevas perfectamente la administración de la mansión, así que tendré que pagarte el sueldo que generalmente recibiría un administrador. -Oye espera - lo detuvo ella con cierto enojo - yo solo lo hice cómo un favor especial hasta que encontraras quien sustituyera a Collins pero no lo quiero de trabajo permanente, no quiero ser una asalariada, no soy Candy – agrego firmemente al final. Alberth levanto una ceja ante la explosión de la joven, dio un largo suspiro, había logrado avanzar mucho con Elisa al menos ya no era tan grosera con la servidumbre como un principio, pero aun faltaba mucho camino por recorrer, y rezaba por que la joven encontrara el amor en manos de un buen hombre que no buscara solo su apellido si no su espíritu. -No lo tomes como un insulto, Candy no tenia la necesidad de trabajar Elisa, lo hacia por que siempre ha sido un ser generoso y agradezco tu ayuda, y la verdad por hoy si necesito que te encargues de la cuadra. Ella bajo la mirada avergonzada, un gesto que ya comenzaba hacerse costumbre entre los dos, pues el tiempo que llevaban conviviendo Alberth había penetrado en la corraza de superficialidad con la que Elisa se cubría demostrando que tenía un corazón deseoso de amor que no se atrevía a exponer por miedo a ser rechazada. Ella por su parte había terminado rindiéndose a la alma generosa del patriarca que tanto le recordaba a Anthony, por lo que siempre lo tomaba en cuenta, pero aun así no dejaba de extrañar a Neal. -Lo siento… yo - intento disculparse, Alberht le dedico una sonrisa tranquilizadora. -Tranquila, todo esta bien, tienes razón hay costumbres que no se olvidan con facilidad, solo te pido que aceptes el dinero que te doy en pago por los servicios de administración. -Pero yo vivo bajo tu techo seria una manera de pagar lo que me has dado. -Olvídalo Elisa es tu dinero y gástalo en zapatos si quieres- alego el rubio acariciando la mejilla de la chica que ya no parecía tan renuente ante la idea - y por favor piensa lo de la cuadra por favor. Ella respondió con un asentimiento de cabeza, en ese momento Flammy se reunió con ellos para avisarles que el desayuno estaba listo, Elisa frunció el entrecejo y Alberth intuyendo le dijo. -Tranquila Elisa, Flammy es una buena persona.

La joven respingo. -¡Dios!, creo que me pides mucho - respondió con tristeza imaginando el grito que pondría su madre si supiera que compartía la mesa con una simple enfermera. -No esta tu madre a la vista para que te critique. Ella en toda respuesta dio un suspiro de resignación, en esos últimos días entre la enfermera, el zorrillo que llamaban pupétt y Alberth - que siempre vestía como su fuera un vagabundo- su mundo estaba mas al revés. Aunque no negaba que disfrutaba mas en la compañía de ellos que estar vestida elegantemente, rodeada de gente que solo veía la calidad de sus zapatos.

Miraba con distracción como sus hombres dirigían los caballos que pondría a la venta, cada uno había sido criado y domado con especial cuidado, sabia de antemano que muchos correrían la buena suerte de quedarse con los Andly que eran amantes de estos animales, pero otros no tendrían la misma oportunidad quedándose en manos de gente tan egoísta como la joven que le toco rescatar días antes, su ceño frunció nuevamente era la tercera ocasión que recordaba a la bella pero arrogante chica. -Hola Tom - la voz afable de Alberth lo saco de sus cavilaciones. -Hola Alberth - respondió el joven - mientras observaba como el patriarca desmontaba su caballo y se dirigía a él con paso firme, pero lo que mas llamo su atención fue la joven pelirroja que lo acompañaba. Ataviada con un par de pantalones ajustados, botas altas y una camisa de seda blanca Elisa era la elegancia en persona, su presencia iba mucho mas allá de ropa, su claro aire de superioridad que destilaba en cada uno de sus gestos y movimientos, dejaban clara su burguesa posición. El joven vaquero no pudo evitar admirar la belleza de la chica, sin embargo frunció el ceño debido a ciertas sensaciones que se clavaron en su ingle. Elisa desmonto su caballo con lentitud ocultando su incredulidad al toparse con aquel par de ojos que la miraban con insolencia. -Elisa, quiero presentarte a Tom Stevens, del rancho Stevens, ¿Lo recuerdas?, fue muy amigo de Anthony y hermano de Candy. Elisa abrió los ojos sorprendida por la información. -Un placer conocerla señorita - le tendió una mano a la chica que ella rechazo con un gesto de molestia, Tom alzo una ceja pero retiro la mano ante la grosería de la chica. -Elisa - la regaño Alberth con enojo. -No te preocupes Alberth - dijo Tom conciliatorio sin despegar su mirada en el rostro altivo de Elisa la señorita Leegan y yo ya no hemos visto con anterioridad, la primera vez fue cuando conocí a Anthony gracias a que asusto a mis caballos y tiraron la leche que tenia que ser repartida y la segunda ocasión apenas hace un par de días. Elisa se cruzo de brazos e hizo un mohín despectivo ganándose otra mirada de enojo de Alberth y una de diversión por parte de Tom, ocultando con ello su turbación. -Bien Alberth aquí están los caballos - comento Tom olvidándose de la soberbia chica.

Alberth y Elisa miraron en dirección a la que el vaquero señalaba y la belleza y majestuosidad de los animales les quitaron el aliento, en especial una bella yegua pinta que sin saberlo Elisa, era la preferida de Tom. -Esa es preciosa - señalo la chica - es soberbia. -Se llama Casandra - comento Tom - tiene dos años y es muy buena para el trote y salto de obstáculos, como los que saltaba hace unos días señorita - señalo el vaquero mirando el rostro de la joven que no pudo evitar ruborizarse ante el solo recuerdo de aquellas masculinas manos en su cintura, la intensidad de ese recuerdo le provoco el deseo de agredirlo con algún comentario pero la presencia de Alberth no le permitía ir mas allá. -Bueno Elisa tu serás la que escoja, por cierto Tom no tendrás algún chico de estos mas tranquilo, para una joven que no sabe aun montar muy bien. Elisa frunció el ceño con molestia al intuir de quien se trataba, pero se detuvo antes de meterse en más problemas con el patriarca. -Sí, mira aquel es Azul es un chico muy tranquilo, ideal para el trote, creo que le gusta más que galopar - señalo el joven mientras sus ojos orgullosos se perdían ante la hermosura de sus caballos, Elisa no pudo dejar de admirarlo y sintió envidia por la calidez que mostraba el vaquero ante ellos. -Perfecto, inclúyelo en la lista que Elisa te dará, bien los dejo chicos nos vemos en la noche. -¿Tu no te quedas? - pregunto la chica con aprensión. -No Elisa, voy al pueblo para que revisen a Flammy del brazo. -Pero… Alberth - estaba aterrada de quedarse sola con ese ranchero creído y arrogante, y adema con la responsabilidad de escoger la cuadra “ayudada” por él… decidió alegar calladamente a Albert ante la mirada socarrona de Tom. -Claro que si - manifestó Alberth - ya has hecho tu primera elección y muy buena por cierto, además Tom te asesorara. - No se preocupe señorita, yo no permitiré que se lleve ningún caballo mal seleccionado, si o confía en su conocimiento pongo el mío a su servicio…- con evidente saña y burla Tom dijo eso y al juzgar por la mirada chispeante de la chica alcanzó su objetivo… Albert pensó que esos dos traían algo entre manos cada uno… ¿Qué sería lo que había pasado entre ellos?... bueno, eso lo averiguaría después, por el momento se estaba divirtiendo bastante y tal vez no sería tan malo dejar a la elegante señorita Leegan con un poco del mas sincero, llano y humilde trato… - Albert… - Eliza se acerco a su tío, hablando en murmullos… - ¿No vas a dejarme con ese tipo o sí? - Tom es un excelente ganadero Eliza y su conocimiento sobre caballos es invaluable… ya veras que te será de grana ayuda…- ¿Podía creer que su tío le respondiera eso?... ella no habalaba ya de la tonta cuadra… ¡Hablaba de ella misma!... de su aversión por ese… ese… - Yo cuidare de la calidad de tu cuadra y de tu sobrina Albert, no te preocupes nos vemos después… - Es justo lo que le decía Tom… - menciono el rubio ya a alejándose… ¿Acaso me tiene miedo señorita Leegan? - susurro el joven para que solo la chica lo escuchara y aquello sonó como un reto para la joven que apretó los labios furiosa y dejo marchar a Alberth. Ambos vieron como si fuera de sumo interés la partida de Alberth hasta que se perdió y Elisa no pudo contenerse más. -¡Eres un patán igualado!... pero no me extraña, si eres hermanito de la huérfana de Candy y por lo tanto has de venir del hogar de Pony. Tom entrecerró los ojos ocultando su enojo.

-No veo por que tenga que hablar de mis orígenes, de los cuales por cierto estoy muy orgulloso, su presencia aquí es meramente de negocios y no le permitiré intromisiones a mi vida personal, si tanto es de su molestia, esperare a que Alberth regrese él solo y elija los caballos que le interesan respondió el joven categóricamente y Elisa abrió la boca para responder pero él nuevamente la acallo - le sugiero señorita Leegan se retire si no es de su agrado mi presencia. -Eres un patán - lo insulto - y no me voy a ir sin esos caballos. -Lo siento mucho si mis modales no son de su agrado, aunque déjame decirte que los tuyos dejan mucho que desear, fuiste tú la primera en no responder mi saludo. Elisa abrió y cerró la boca y mayor fue su enojo cuando el joven se giro y la dejo parada mientras gritaba. -Jhon, asesora a la señorita Leegan - y se alejo sin mirar atrás. Elisa sintió que ese era el peor insulto que había recibido en su vida, olvidándose por completo el sufrido a manos de cierto duque. “Me las vas a pagar hospiciano”… ?? -¿Pasa algo Tom? - la voz ruda de su padre lo saco de sus pensamientos. -¿Por qué lo preguntas padre? - pregunto el a su vez. El sr. Stenves dirigió su mirada al punto en el que su hijo miraba con evidente interés. -¡Vaya que es hermosa!, ¿Quién es? - pregunto el hombre con un silbido de admiración. -Elisa Leegan - respondió el joven sin poder ocultar su irritación. -¡¡Leegan!! - exclamo el hombre con sorpresa - ellos nunca vienen personalmente, adquirir caballos es un actividad que les viene prosaica- se detuvo un momento al ver el destello que vislumbro en las profundidades de los ojos de su vástago y frunció el ceño al intuir - Ella no es para ti Tom, tu eres demasiado especial para una jovencita tan superficial. Tom sonrió medio de lado, sorprendido de las afirmaciones de su padre y lo abrazo, asustado de las palabras de aquel hombrunazo de otros tiempos ahora ligeramente más pequeño que él, en todo el tiempo juntos lo conocía mejor que nadie, casi con una visión futurista de lo que haría su hijo. -¿Qué cosas dices padre? -Te conozco chico - respondió el hombre afable y Tom soltó un suspiro - sé que te he estado molestando con que me des un nieto Tom, pero no te precipites hijo. El joven soltó una carcajada ante las ocurrencias de su padre sin percatarse de la mirada profunda que Elisa le lanzo por enésima vez durante esa tarde.

Alberth se encontraba en un extraño estado de paz, excitación y expectante casi inconcientemente de algún cambio en su vida. No tenia claro de que se trataba pero intuía que la huésped de su casa de campo fuera la causa. Flammy Hamilton había entrado a su vida para darle un poco de aire a su soledad y de alguna manera se sentía agradecido que fuera Candy quien le hubiera solicitado su ayuda para proteger a la joven que había regresado herida de Francia. Alberth miraba que a pesar de

las constantes manifestaciones orgullosas de la chica había comenzado a bajar la guardia y parecía ya disfrutar un poco mas de su presencia. -Es muy hermoso - comento la chica al ver al caballo que había elegido para ella. -Se llama Azul - respondió - es muy tranquilo, además así aprenderás a montar con mayor facilidad. -Pensé que todas las chicas aprendían a montar a edad muy temprana - una voz maliciosa se dejo escuchar en la caballerizas y Alberth frunció el ceño por la mirada de burla que Elisa le dirigió a Flammy que sin dejarse intimidar levanto la barbilla. -No todas las chicas gozamos de ciertos privilegios como los suyos, a la mayoría el obtener lo que queremos nos cuesta mucho más que mover un dedo, muchas tenemos que trabajar jornadas completas para poder comprar un par de zapatos nuevos pues nuestra sonrisa no es suficiente. Flammy se giro y se retiro con los ojos echando chispas. -¿Qué te pasa Elisa?- pregunto Alberth furioso por la actitud de la pelirroja. Elisa volvió a soltar un suspiro, ¿Por qué le era tan difícil cambiar?, ¿Por qué se dejaba llevar por los moralismos sociales y de etiqueta?... estaban tan arraigados que le daba miedo enfrentarse, no era tan fuerte, nunca lo había sido y por eso necesitaba a su hermano para no sentirse desprotegida. Alberth vio en aquellas profundidades la lucha constante que la joven libraba día a día entre la vieja Elisa y la actual aunque había modificado algunas costumbres aun había mucho de su hermana Sara en ella, el patriarca soltó un suspiro. -Elisa, debes pedirle una disculpa a Flammy, ella ha sufrido mucho y no es justo que nosotros también la importunemos. -Lo siento Alberth - respondió ella jalándose nerviosamente un rizo que se había escapado de su peinado. -Deja de sentirlo no puedes seguir disculpándote de tus acciones, yo no soy un ogro y aunque no sea Neal sabes que cuentas conmigo, Flammy es una gran chica dale la oportunidad de conocerte y de conocerla. Elisa soltó otro suspiro pues había mucha razón en el patriarca las pocas veces que había estado en presencia de la enfermera había vislumbrado en sus ojos negros una tristeza y una desolación que parecía carcomer el alma de Flammy. Sin embargo intento alejarse, no quería decir o hacer algo que la hiciera sentir peor, pero al verla junto a Alberth y la manera que brillaban sus ojos sintió de nuevo como la envidiosa Elisa resurgía y no pudo detener sus comentarios a tiempo, ahora se sentía mal por haber sido grosera. -Esta bien - acepto ella de mala gana y haciendo un mohín que arranco un risa de su protector. -No tienes remedio - comento el rubio abrazándola por los hombros y encaminándose hacia el jardín en donde Flammy pasaba bastantes horas arreglando el jardín de Anthony otra cosa que internamente le agradecía la pelirroja. Alberth las dejo solas y Elisa con paso titubeante se acerco a ella, su orgullo comenzó a protestar diciendo que lo que había dicho era lo justo, pero por otro lado la conciencia que comenzaba a renacer le indicaba que no era lo correcto, ¿Y desde cuando Elisa Leegan hacia lo correcto?… desde que su hermano demostró ser capaz de cambiar a base de esfuerzo para demostrarle su amor a la mujer de su vidas aun cuando tenia todo un pasado en su contra, dio un largo suspiro que ya se estaba convirtiendo en una costumbre y se acerco a la morena. -Yo lo siento… - ¡Dios no fue tan difícil!... tendré que contenerme o podría hacérseme un mal vicio esto de las disculpas a todo mundo - No debí haber dicho eso. -¿Por qué no? - la cuestiono Flammy aun sorprendida - es lo que piensas ¿no?, que estoy en un lugar que no me corresponde. -Te corresponde mientras Alberth así lo decida y no soy yo quien debe decir lo contrario.

-Estoy aquí solo por petición de Candy… soy solamente la amiga de Candy - alego ella con amargura que sorprendió a la pelirroja y dejo la ultima frase con un dejo de duda. -Yo no tengo muy buenas relaciones con Candy así que me da igual - confeso Elisa ganándose una mirada de comprensión -pero si comprendo que no debí mostrarme grosera. -Yo tampoco era muy amiga de Candy - revelo Flammy para consternación de Elisa - de echo la odie por ser tan atolondrada y entrometida y por mas intentos que hice por no dejarme llevar por su encanto no pude dejar lamentarme por no haber aceptado su amistad en aquel entonces, ahora gracias a ella que me encontró en un hospital de mala muerte, en donde presta sus servicios voluntariamente es que estoy aquí. -¿Por qué estabas herida? - pregunto Elisa con curiosidad, tomando asiento a lado de la morena. -Estaba prestando mis servicio en la guerra, cayo una bomba en el hospital ambulatorio en donde me encontraba, murió mucha gente yo fui muy afortunada en solo presentar fracturas múltiples y por lo tanto me regresaron de Francia hasta un hospital en Boston en donde Candy me encontró de casualidad. Elisa guardo un momento silencio recordando a Stear que también había muerto en aquella terrible guerra aun siendo muy joven en aquel entonces solo se presento al funeral como pura formalidad pero después comprendió que jamás volvería a ver a su locuaz primo que había muerto injustamente, también recordó a Michel el joven doctor que aun se encontraba en el frente y que esperaba regresara con bien. -No prometo ser tu amiga señorita Hamilton pero sí haré el intento - Elisa extendió su mano y Flammy hizo un amago de una sonrisa. -Prometo lo mismo señorita Leegan.

La invitación del Rancho Stenvens llego muy temprano aquel sábado por la mañana y Alberth les informo a ambas jovencitas su deseo de ir juntos. Elisa hizo una mueca de desagrado diferente a la de entusiasmo por parte de Flammy. -No es de caballeros participar en un rodeo Alberth - alego la pelirroja ocultando un poco la turbación de volver a mirar aquel par de ojos insolentes. -Eso es de hombre capaces – acepto Albert en una de las pocas frases aventureras que en el resto de su vida recordaría Elisa, los ojos de su tío brillaban con entusiasmo, - Elisa, recuerda que Anthony lo hizo y puso muy en alto el nombre de los Andley. -Pero fue por culpa de Candy, ella lo instigó hasta convencerlo… - Lamento tanto que mi pupila no este aquí… - siguó Albert añorante de algo de diversión aventureraVamos Elisa será divertido -insistió el patriarca- ve con tu vestido mas sencillo y bonito y divirtámonos - le pidió Albert con animosidad. -Mi madre terminara de desheredarme en cuanto se entere- bromeo la chica ante el entusiasmo de Alberth y sobre todo agradecida de que èl la incluyera - así que espero tu resuelvas eso no olvidándote de mi… Alberth y Flammy no pudieron evitar las risas ante el comentario de la pelirroja que hizo un mohín de fastidio y se alejo directo a su recamara para cambiarse.

Tom se encontraba distraído mirando sin aparente interés la gente que se encontraba alrededor en donde un cocinero preparaba la barbacoa en honor al cumpleaños de su padre, había mucha gente de la región incluidas la madre Maria y la señorita Pony que junto con los niños disfrutaban de la charla amistosa que se esparcía por el lugar, levanto su profunda mirada cuando vio un elegante

carruaje apearse en frente de la casa y para sus sorpresa salían dos bellas jovencitas y la figura regia de Alberth que vestía en esta ocasión vaqueros y una sencilla camisa a cuadros. -Alberth pensé que no llegarías - saludo el joven con un fuerte apretón de manos. -Claro que si Tom, no me perdería ver al campeón de rodeo en acción. -Pues creo que tengo competencia si hablamos de ti. -Si tú lo dices - respondió el rubio con diversión - mira te presento a la señorita Flammy Hamilton amiga de Candy y bueno a Elisa ya la conoces. Tom miro brevemente a Elisa que se veía hermosa con aquel vestido de manta blanco pero se dirigió a la hermosa morena de ojos penetrantes. -Un placer señorita Hamilton - saludo el chico depositando un beso en el dorso de la delicada mano. Elisa lo ignoro olímpicamente fingiendo interés en el ambiente que realmente era muy fuera de lo común para ella, que siempre se vio rodeada de gente elegante y finos modales y susurros como modo de conversación muy diferente al ambiente festivo que ahí se respiraba, franco y amistoso tal como pudo apreciar. Y de paso se arrepintió de llevar esas botas blancas de tacones franceses, eran cómodas, pero en medio de toda esa tierra acabarían hechas un desastre, además de resultar un peligro inmenso de caídas… -¡Vaya! nunca imagine tener el honor de su presencia - el suave aliento en su oído, ocasiono que un calorcillo subiera hasta su vientre y se giro con el rostro ruborizado. -No fue idea mía - se defendió la chica mirando a Alberth que se acercaba a saludar a dos mujeres a una la recordó como la monja que una vez estuvo de visita en su casa. -Ah eso quiere decir que estas en contra de tu voluntad- se burlo él con una media sonrisa que le robo el aliento. -A mi nadie me obliga - alego ella dando un paso hacia atrás sin acordarse por el arrebato del inconveniente de los zapatos… pensó por una milésima de segundo en caer, cuando sin más él la sujeto por la cintura pegándola a su pecho en su intento por sostenerla. Elisa se quedo muda, no sabia si la estaba elevando o algo así, pero no sentía el piso bajo sus pies, estando así quieta, atrapada entre esos fuertes brazos ella pudo aspirar el fresco olor a jabón combinado con el olor natural de la piel del vaquero y por primera vez pudo comprobar que no era necesario tanto perfume francés para que un hombre le fuera tan atractivo como le era Tom. Sorprendida por sus pensamientos miro con altivez al joven que mantenía fija su mirada en las delicadas facciones de ella y la voz se le esfumo… pero a él no. -Eres una mujer hermosa señorita Leegan, pero es una pena que mires por encima de tu hombro, jamás encontraras lo que tus ojos buscan. Ella parpadeo por el comentario, él la soltó con brusquedad y se alejó de ella a grandes zancadas como si algo le persiguiera. -Idiota - refunfuño la joven haciendo una pataleta que Alberth alcanzo a ver junto con un par de ojos mas viejos y sabios. El festejado sacudió la cabeza al mirar lo que para otros no era tan evidente. El transcurso de la tarde paso con rapidez y para su consternación Alberth participaría en la doma de caballo y ella intento disuadirlo a como diera lugar pero todo fue inútil y cuando le vio subir al caballo que se sacudía ferozmente un nudo se formo en su garganta. -Lo hubieras detenido Flammy - reclamo la pelirroja con enojo. -¿Yo’, pero si es tu tío - respondió la otra ocultando su diversión al ver a la distinguida señorita totalmente asustada – vamos, no le pasara nada.

-Anthony era un buen jinete y se mato - comento ella con melancolía entremezclada por la preocupación sincera del bienestar de Alberth. -No pasara nada Elisa además Alberth parece disfrutarlo. Ella soltó un suspiro mientras veía a Alberth maniobrar al salvaje caballo para luego salir volando por los aires mientras el padre de Tom gritaba el tiempo que había durado en lomos, todos aplaudieron por la hazaña lograda y Alberth se acerco a las dos jovencitas, Flammy lo recibió con una gran sonrisa mientras Elisa pataleaba el piso ocultando su miedo. -Ya ves no paso nada - comento Alberth aun sacudiéndose el polvo, ella lo ignoro. El siguiente al turno fue Tom y de la boca de Elisa escapo un gemido. El joven miro sobre su hombro localizando el par de ojos castaños que se estaban convirtiendo en una obsesión, los cuales no se encontraban cubiertos por su acostumbrada arrogancia ahora reflejaban un miedo que le cimbro el alma, grito que se encontraba listo y se concentro para hacer el mejor tiempo. Elisa miraba con un nudo en la garganta los enormes esfuerzos del caballo de Tom por desprenderse de su carga indeseada y temió lo peor para él, sus manos se crisparon cuando lo vio volar sobre el caballo, se quedo quieta como si mirara una escena ajena a ella y el corazón pareció detenerse cuando el quedo boca abajo. Al poco rato lo vio incorporarse con el ruido de los aplausos a su espalda, cruzaron sus miradas, fue entonces cuando una bella jovencita se acerco a él y limpio la sangre que corría en un hilillo sobre su labio inferior. Desde su lugar la joven rompió el contacto con aquella mirada y se alejo rumbo a las caballerizas ofuscada y molesta sin saber como detener el torbellino de emociones que se desataban cada vez que miraba a Tom. Eran una extraña y compleja mezcla de atracción y desaprobación. No podía de ninguna forma negar que la extraordinaria presencia física del vaquero robaba sin el menor reparo sus pensamientos y despertaba sensaciones poco elegantes… Él en si, no tenia nada de elegante, su presencia era fuerte, veraz, como un aire de fortaleza que no había visto antes… su voz era tan pero tan penetrante, que en las noches antes de dormir, le parecía escucharla burlándose… y ahora, en medio de la excitación de ver su dominio sobre el quino, de pronto la enfrentaba a un temor que jamás se imagino sentir… y menos por él… Respiro profundo… si era un hombre muy atractivo, fuerte, deslumbrante… pero era un hijo de Pony… Se detuvo hasta una cerca en donde se hallaba una yegua y su potrillo, descanso su mirada en la maternal escena, cuando escucho el crujir de unos pasos fuertes y decididos cada vez más cercanos, no era necesario que le dijeran quien era, el olor masculino ya comenzaba a serle familiar… No se dejaría llevar, no se dejaría engañar por los deseos… pondría un alto a esos sentimientos tontos y sin rumbo… -Anthony se mato de esta manera, ¿Por que insisten en ponerse en peligro?... Me parece lo más salvaje que existe… -Anthony…¿Aun lo recuerdas?- pregunto el joven mirando la espalda de la chica que se encontraba rígida. -¿Quién no lo recuerda?... si no hubiera sido por Candy, él quizás estuviera vivo - el tono de reproche y amargura no paso desapercibido por Tom. -Candy no tuvo nada que ver, fue un lamentable accidente - alego el joven y Elisa se giro enfrentando a Tom. -Maldita Candy, por que todo el mundo la defiende, ¿Qué tiene ella? Tom miro sorprendido el arranque de rabia de la joven y respondió desviando sus ojos hacia le yegua y el potrillo.

-Un corazón señorita Leegan, un gran corazón que reparte a la gente que tiene la suerte de conocerla, y una mentalidad que le impide catalogar personas por su simple apariencia… y ejemplo de ello es su hermano que tuvo la fortuna de casarse con ella. El tono cariñoso de Tom no paso desapercibido por la pelirroja que sintió como la sangre le hervía por los celos, unos celos que le estaban amargando de nueva cuenta el alma. -Bien entonces sigan disfrutando del corazón de Candy - respondió despectiva ocultando con ello el dolor. -Tu no entiendes. Ella lo enfrento y con suma tristeza que le llego a Tom respondió. -Tu tampoco comprendes Tom. La joven se giro pero el vaquero la tomo por la mano. -No me pidas lo que no sabrás cuidar Elisa. Elisa miro sorprendida los ojos del vaquero que la miraban con sinceridad y un brillo que aun no supo definir. -Tu no sabes - respondió ella soltándose y alejándose con rapidez.

Elisa comenzó a participar mas en las actividades de la cuadra entre vigilar la dieta de los animales hasta la limpieza de los mismos, todo ello con el fin de caer rendida por las noches y olvidarse de un vaquero que se había colado entre sus sueños, librando una lucha entre lo que para ella seria conocer al apuesto joven y lo que su madre opinaría del mismo ya no digamos su madre si no toda la sociedad que conocía a la muy refinada Elisa Leegan. Aun era de madrugada cuando con ayuda del mozo alisto a Casandra, el sueño parecía haberla abandonado por lo que considero oportuno un poco de ejercicio para despejar un poco su mente. Durante un buen rato estuvo saltando cada obstáculo con limpieza y técnica, hasta que se dio cuenta que la yegua ya estaba un poco cansada y decidió descansar; busco un lugar con la mirada hasta que se topo con una figura que ya le era tan familiar y quiso darse la vuelta e irse, sin embargo, como si fuera aquel hombre un imán ella se fue acercando poco a poco hasta llegar en donde el vaquero se encontraba recargado con los brazos cruzados. -Hola - saludo el primero y aquella voz hizo que Elisa se estremeciera. -Hola - respondió ella. -Eres muy buena ¿has pensado en competir? -No creo - respondió la joven recordando las miles de ocasiones que quiso pedirle permiso a su madre para hacerlo, pero al pensar en la respuesta lo dejo en el olvido - ¿Y que haces tan temprano vaquero? El joven le dedico una media sonrisa por el tono afable de Elisa. -Digamos que últimamente el insomnio se ha convertido en un compañero asiduo… ¿Y tu princesa? - Digamos que tenemos la misma compañía - respondió la joven con una sonrisa al escuchar el tono jocoso de Tom. -Entiendo.

Ambos guardaron silencio sin saber que mas decir, Elisa decidió romperlo preguntado lo primero que se le vino a la cabeza. -¿Cómo fue tu vida en el hogar de Pony? Tom entrecerró sus ojos con desconfianza, pero al ver la mirada sincera de Elisa respondió. -Muy feliz, siempre fui libre y jugaba con el resto de los niños y al lado de mis dos hermanas. -¿Hermanas? - indago ella con incredulidad. -Si…Annie y Candy, eran un peligro juntas - respondió él soltando un suspiro de añoranza combinada con la nostalgia de aquel ayer. -¿Las querías como hermanas? -Aun las quiero - recalco él mientras se acomodaba el sombrero -aun intercambiamos correspondencia y a pesar de que Annie se fue mas tiempo que Candy, continuamos compartiendo el amor fraterno que siempre nos tuvimos. Elisa no pregunto mas guardándose aquella información sin poder contener la secreta y profunda alegría que le ocasiono escuchar aquello… -¿Y que hay de Elisa Leegan? Ahora fue el turno de la joven mirar con desconfianza al apuesto vaquero… Tom la miro esperando la respuesta y se dio cuenta de cómo las cosas cambiaban… -Creo que ya sabes de mí, creo que la mitad del pueblo siempre cotillea sobre la arrogancia de mi familia. -Pero siempre hay algo más detrás de la fachada. Elisa soltó un suspiro pensando que podía contarle al joven vaquero, pero ninguna de aquellas cosas eran de interés, ni siquiera para ella pensó sorprendida, porque antes hubiera respondido sin pensar dos veces lo fascinante que era enterarse de la vida de la gran sociedad, sus estiradas fiestas y sus insípidas existencias y sintió vergüenza por aquel estilo de vida tan frívolo, ¿desde cuando había comenzando a pesar de manera diferente? Se cuestiono de pronto. -No lo sé vaquero, nadie antes ha apostado por conocer detrás de la envoltura y no sé que rumbo esta tomando mi vida por que no tengo respuesta, antes solo era vivir una parodia que mi madre se encargo de inculcarme desde pequeña… pero ahora - respondió con cierta renuencia sin saber hasta donde confiar en el joven vaquero pero al mirar el interés sincero en sus ojos color chocolate, Elisa no pudo menos que dejarse llevar por los dictados de su corazón que ya comenzaban a tener voz propia y confiar se convirtió para ella en un segundo paso - parece que las cosas sencillas que nunca tome en cuenta toman mayor validez que las aprendidas por mi familia. -¿Alberth en que parte encaja?...- eran familia, pero por la forma en que Elisa siempre estaba pendiente de él, más valía despejar esa duda… y debía aprovechar que al parecer por ese día los insultos y la rabia se le estaban escapando a la Srita Leegan. Ella dedico una sonrisa de ternura a su protector. -Él ha sido de mucha ayuda… digamos que me salvo de ser repudiada por mi madre, y con su peculiar manera de ser me ha hecho comprender cosas que jamás en la vida le hubiera tomado interés… creo que sabes a lo que me refiero. -Si él es muy especial a pesar de ser rico no es un déspota - comento el joven sin percatarse de la mirada herida de la chica. -Yo si también entro en la categoría de déspota ¿Verdad? - Pregunto ella con enojo y Tom la miro un poco apenado.

-Solo por que tu así lo has querido - respondió Tom después de cortar una florerilla silvestre y ofrecérsela a ella - me disculpo si te ofendí. Ella tomo aquella oferta de paz y sus dedos se rozaron brevemente haciéndola temblar. -Ser Elisa Leegan es un estigma - comento la joven ocultando su ofuscación. -No importan los apellidos, ni el lugar de donde provienes o la riqueza o pobreza con la que cuentas si no lo que tu quieres ser. -Eso mismo me dijo Alberth - sonrió la chica - pero llevo mucho viviendo con las ideas supuestamente claras de mi madre. -Toda una vida - contesto él - pero no es para siempre si ya has empezado a romper cadenas, sé que no es nada fácil de pronto ver todo con ojos distintos… y creo que no debes hacerlo, solo debes abrir los ojos al resto del mundo… la “alta sociedad” es una minoría - comento el fijando sus ojos en los rasgos de ella percatándose que cada parte del cuerpo de la chica delataba su elegancia, sus finas maneras y por ende la altivez de su actitud, pero se dijo que había mas de ella de lo que realmente quería demostrar y así lo confirmo cuando obtuvo su respuesta. -Es constante mi lucha, no se a donde vaya a terminar- respondió ella soltando un suspiro. -Terminara hasta que estés satisfecha contigo misma. -Antes pensaba que así era. -No lo es cuando la envidia y el dolor representan más un aliado que la gente que te rodea. -¿Tu que sabes? -Quizás no mucho pero si comprendo que aun cuando estés rodeado de gente que dice estimarte solo por los hermosos vestidos que portas o por el último par de zapatos que calzas este par de compañeros se vuelven parte de ti. Tom tomo su mano y comenzó a guiarla a través del bosque hasta llevarla a un pequeño riachuelo la vegetación era mas notable y la combinación de la vida animal con la silvestre hicieron que la chica perdiera el aliento ante semejante belleza, aquel suspiro fue mas que suficiente para el vaquero que sonrió satisfecho cuando ella se dejo caer en el pasto disfrutando de su caricia, él sentó a su lado. -¿Esto es mejor a lo que tenias? - pregunto Tom y Elisa clavo sus ojos en los de él. -Si antes me hubieras traído, me hubiera burlado terriblemente- añadió una risa que a Tom le pareció el alicientre perfecto para ese día que tantos problemas le había traído con las reces, su padre y algunos empleados… - Es distinto… ahora esto parece darme una paz que no puedo lograr explicar y prefiero mil veces esta sensación a tener que seguir ocultando mis verdaderos sentimiento entre gente que solo esta al pendiente de si misma. El asintió con la cabeza y se recostó en el pasto. -Yo siempre vengo aquí para conseguir un poco de soledad. Elisa observo el indolente cuerpo del vaquero tendido en la alfombra verde y con juegos luz y sombra efecto de las copas de los árboles caer sobre su rostro, un cosquilleo calido subió hasta su vientre y no pudo dejar de admirar sus masculinos rasgos, el cabello castaño y la firme línea de su boca… comprendió que no solo era su físico si no también su modo de ser rudo y tierno a la vez lo que lo mantenía tan peligrosamente cerca de su mente… amenazando con pasar pronto a su sentir… Ambos se quedaron callados hasta que finalmente Elisa a regañadientes decidió regresar a la mansión Andly. ?? -¿En donde te escondes chico?

Tom se quedo parado a medio camino del establo, se giro y enfrento la mirada sabia de su padre. -Fui a revisar unos cercos que se habían roto - respondió el joven. -Tom, sabes que jamás me he metido en tu vida salvo en aquella ocasión en la que te comprometí con aquella dulce niña - comenzó a decir el hombre, recordando con una sonrisa pícara lo que ahora veía como una travesura; Tom se detuvo en su intento por quitarle la silla al caballo. -Padre si tienes algo que decirme hazlo de una buena vez - pidió el chico endureciendo un poco su expresión al intuir de que se trataba el asunto. -Esta bien chico, sé que no debo meterme pero si no lo hago saldrás lastimado. -Habla de una buena vez - pido el joven soltando un suspiro ante la mirada preocupada de su padre. -Esa chica Leegan no es buena para ti… son de mundos diferentes, ella es fina, elegante y caprichosa y tu eres un buen hombre trabajador y noble. -Padre por favor… -No, escucha Tom, eres mi hijo y te quiero, no quiero que te lastimen. -No lo hará - aseguro el joven mirando a su padre a los ojos. -Claro que la hará, a propósito o no terminara haciéndolo… y quizá ella resulte herida… No creas que no he visto como te brillan los ojos cuando ella viene o como te levantas al alba para ir en su encuentro en la pista de entrenamiento de los Andly- alego el hombre con preocupación. -Padre, ya soy un hombre, confía en lo que hago por favor. -Confió en ti Tom tu sabes que tienes toda mi confianza es solo que no confió en ella y no quiero verte sufrir, no la veas mas por favor. Tom miro con amor a su padre, le debía tanto aquel fuerte hombre, pero por primera vez no obedecería y así se lo hizo saber. -Lo siento padre no me pidas eso, si he de sufrir por ella que así sea. -Pero hijo… -Por favor - pidió Tom y el hombre mayor bajo su mirada derrotado al ver la determinación en los ojos del joven.

-No sé por que insistes en ocultar lo que es evidente - la voz de Elisa era como un látigo para Flammy que ocultaba su orgullosa mirada a la pelirroja. -¿Tú que sabes?. -Quizás no más que tu, pero no te quedes como muda en espera que él adivine lo que piensas. - Estas dando un consejo que tu no tomas Elisa… ¿No crees que ese termino aplica no solo para mi? - pregunto Flammy con burla y Elisa la miro con enojo, sin embargo al toparse con la mirada serena y firme de Flammy cedió poco a poco a su temor… ¡Cielos! Estaba perdida, hasta esa enfermera que tan poco la conocía había adivinado ya sus dudas… ¿Acaso por eso Alberth había solicitado la presencia de su amgi para revisar una cuadra que estaba perfecta?... -Hay muchas cosas que me separan – cedió en el enfrentamiento de miradas, bajándola y hablando en un tono bajo que sonaba a resignación… -Solo por que tu lo crees así - comento a quemarropa la enfermera - vamos Elisa tu mirada brilla cada vez que el viene con el pretexto de revisar los caballos. -¡No es pretexto! - alego ella ruborizada tratando d convencerse a si misma de la idea muy retorcida de Albert haciéndola de celestino -… además no estábamos hablando de mi. -No es lo que tú piensas. -Si lo es Flammy Hamilton, pensé que eras más valiente y que a diferencia mía… tu no pensabas en las diferencias… -No lo soy. -Si lo eres cuando aceptaste ser amiga de la frívola señorita Leegan. -No continúes por favor Elisa, no es lo que piensas.

-Como quieras, solo tu te engañas por que es evidente lo que tu corazón quiere ocultar. -Doctora corazón cuando necesite de sus servicios usted será la primera que tomare en cuenta. -Eres una tonta - alego la pelirroja con frustración. Alberth que acababa de regresar de Chicago se quedo parado viendo a las dos bellas chicas que nuevamente discutían, aunque eran pacificas sus discusiones a pesar de los temperamentos de ambas no dejaba de preocuparse. -Vaya me voy y están discutiendo, regreso y continúan discutiendo. Las dos jóvenes se giraron para encontrarse con la atractiva figura del patriarca de los Andly, Elisa dibujo una sonrisa maliciosa que Flammy alcanzo a vislumbrar. -Ni se te ocurra Leegan - murmuro la joven para que solo Elisa la escuchara - no querrás que yo aplique la misma medicina en Tom. -Eres mala Flammy… peor que yo - manifestó la pelirroja que se acerco a su Tío depositando un beso en la mejilla masculina - Hola tío es un gusto verte de nuevo. -A mi también me da gusto verte Elisa- respondió el rubio con una sonrisa al mirar a su sobrina. -¿A ti no te da gusto verlo de nuevo Flammy? - Pregunto con malicia la pelirroja y la enfermera le lanzo una mirada de advertencia - vamos Hamilton demuestra de que estas hecha. -¿De que hablan niñas? - pregunto el patriarca confundido por la situación que se estaba desarrollando ante una Elisa maliciosa y una Flammy que miraba a su sobrina con ojos asesinos. Elisa levanto una elegante ceja hacia la enfermera y salio con una sonrisa del jardín no sin antes decir. -Creo tío que Flammy tampoco es adivina y tú tampoco lo eres, que situación tan difícil para dos corazones mudos. Alberth y Flammy se miraron a los ojos mientras una joven pelirroja se escapaba dejando una situación algo embarazosa.

Elisa salio como ya era su costumbre al amanecer, sus largas platicas con Tom aligeraban un poco su soledad y aunque terminaban siempre en largas discusiones la chica no dejaba de agradecer la compañía del vaquero, pero también había algo mas que no deseaba profundizar pero estaba constante cada vez que se encontraba en su compañía. Como siempre recorrió la pista de obstáculos para terminar y reunirse con el joven que se encontraba recargado observando su desempeño. Seguían ambos con cientos de dudas, pero de manera interna y sin hablarlo entre ambos ni con nadie más, decidieron por serpeado regalarse esa etapa… Era la primera vez que Elisa experimentaba una emoción así y haciendo a un lado perjuicios y prudencia decidió continuar con ella por un tiempo más. Después de todo algún día se iría de ahí y dejaría atrás esos recuerdos… aunque siendo sinceros esa intención cada día quedaba más pequeña y lejana… -Buenos días vaquero -saludo la joven con una sonrisa que se amplio al ver el rostro apuesto del joven recibirla con igual similitud. -Buenos días a ti también princesa - respondió el joven acercándose a ella y ayudarla a bajar, sus manos se posaron en la cintura de la chica. La joven como siempre sintió mil descargas con el breve contacto pero ya era una costumbre que le agradaba demasiado muy a su pesar. Era casi el inicio de un mágico ritual que precedía a un platica

tranquila, unas cuantas bromas… galopeo o trote en el caballo… y que ese día según Tom acabaría en una sorpresa… -Casandra se esta convirtiendo en una experta- comento la joven ruborizada. -Será por el jinete- respondió con caballerosidad. -Tom no me halagues que ya tengo el ego muy grande - bromeo la chica y Tom soltó una risa. -Lo se, pero honor a quien honor merece . -No lo pongo en discusión. -¿A dónde iremos esta vez? - pregunto Elisa como niña pequeña. -Es una sorpresa, ya te lo había - respondió él tomando su mano. La llevo hasta donde un manantial abastecía al rió y ella sonrió complacida por la belleza del lugar, una pequeña cabaña se encontraba construida en medio de la vegetación dando un toque muy pintoresco al lugar, Elisa se soltó de la mano del joven y comenzó ella sola a inspeccionar, lo que vio le resulto bastante hermoso. -¿A quien le pertenece esta parte? - Pregunto preocupada - ¿no se molestaran si nos ven merodeando? -No, por que hace mucho tiempo se la compre a mi padre y solo la utilizo cuando necesito un poco de paz. Elisa abrió los ojos sorprendida por aquella revelación. -Es bellísimo - comento la chica. -Vamos te muestro la cabaña - sugirió tomándola de la mano nuevamente. La cabaña era pintoresca muy lejana a lo que Elisa tenia por concepto de cabaña, pero pudo percibir que la falta de lujos era compensada por la calidez que emanaba el lugar cada esquina, cada mueble revelaba el vaquero indolente que era Tom y la joven no pudo menos que comentar. -Me gusta mucho Tom- le dijo con una sonrisa. -Me alegro por que aquí desayunaremos - revelo mientras se dirigía a una pequeña cocinita. -En serio ¿y quien va a preparar la comida? - Pregunto y Tom alzo una ceja divertido - te advierto vaquero no se guisar. -Créeme princesa que aprecio mucho mi salud como para arriesgarme a probar algo de esas manitas delicadas. -¡Tom Stevens! - grito la chica haciendo un mohín y el joven desapareció detrás de la puerta soltando un par de carcajadas… - Puedes ayudarme a poner los platos…- pero por favor no vayas a romperlos… Elisa deseo grítale de nuevo, pero cedió a su tono de burla que finalmente la hizo sonreír, le gustaba tanto la voz profunda de su vaquero… de pronto se detuvo… dijo “su vaquero”… se quedo pensativa un momento analizando aquella situación… sí respondió un poco mas tarde si era su vaquero por que en estos momentos no lo compartía con nadie, solo era de ella y de nadie mas. El desayuno preparado por Tom fue jugo de naranja, huevos con jamón unos panecillos recién hechos por la cocinera de Tom y mermelada de frutas, Elisa saboreo como si fuera comida francesa y se pregunto si también tenia que ver con la presencia de Tom. -¿Qué piensas?- pregunto el joven mirando directo a los ojos de la chica y ella sonrió pensando que con èl no había secretos ni mascaras, todo era tan sencillo, no había motivos para fingir y tampoco tenia deseos de hacerlo, quería por primera vez ser ella misma y dejar que Tom vislumbrara aquella Elisa que nadie conocía… sin embargo aún no sabia como expresarlo, como fluir por completo ante el joven que tenia enfrente. -En nada, la tranquilidad del lugar me agrada mucho - mintió ella bajando su mirada al plato.

Tom intuyo la lucha interna que libraba Elisa, había cambiado era cierto pero aun conservaba algunas cosas que el no cambiaria después de todo era parte de su misma esencia. -No cambies todo de ti - le dijo tomando su barbilla y levantando su rostro para que lo mirara. - Ya me has dicho eso y no veo como podría mantenerme así toda la vida… - pregunto con vulnerabilidad, no sabia como expresar lo que sentía o quería su corazón, pues nunca le dieron la oportunidad de hablar por que su madre así se lo enseño – aqupi es fácil vivir de la forma libre y sin ataduras de la que siempre hablas… pero… cuando deje esta casa y regrese a Chicago… - Sencillo… ¡No regreses nunca! – agrego él tratando de hacer más ligero el momento para la muchacha… ambos rieron con la nostalgia que les dejo el saber que tal cosa no sería fácil… -Eres especial Elisa, siempre lo has sido… ya veras que encontraras el justo lugar que te mereces… -¿Por mi apellido, por mi dinero? - Pregunto ella con ironía, pero se arrepintió al ver cruzar una sombra en los ojos de Tom – No es lo que quiero ahora… -No lo sientas- le pidió el fijando su mirada en el rostro de ella - alguna vez te has preguntado ¿a parte de tu dinero y tu apellido que has entregado a cambio? -No entiendo - respondió ella -Dime Elisa a parte de Alberth y de Flammy ¿quien más te aprecia y ha estado contigo en tu exilio voluntario? Los ojos de Elisa brillaron con rabia -Tengo muchas amigas Tom y de familias muy prestigiadas. -Sí - se burlo el vaquero - ¿Cuantas te han visitado? -No te burles Tom - se incorporo de un salto furiosa con él - tu solo tienes al hogar de Pony. -¿Qué te ha hecho el hogar de Pony para que hables de esa forma?-le pregunto ante el tono despectivo que uso. -¿Sabes que me hizo?, pues te lo voy a decir , me mando a una niña que me quito lo que mas amaba, que se interpuso entre mis sueños y a las personas que me gustaban y que finalmente se caso con mi hermano. -Candy no es culpable de lo que ha sucedido, tu también has intervenido en esa lucha que insistes en ganar, pero al final solo seguirás odiándola sin sentido y terminaras vencida. -Te odio a ti y ella - grito con ojos fríos que el joven también se incorporo para enfrentarla. -Pues continua sola Elisa, por que mientras odies a Candy, al hogar de Pony y por ende a mi, jamás encontraras la paz que tanto buscas. Ella le lanzo una mirada llena de rencor y salio furiosa de la cabaña dejando a un Tom pensativo. -Si al menos pudieras dejar de luchar en contra de tu corazón te dejaría ver lo que hay en el mió. ?? En Boston una pareja salía de la habitación con rumbo al mundo que los esperaba durante el día. Candy atendía a su marido antes de que este saliera hacía su trabajo en la banca Ardly, disfrutando cada momento a su lado. Neal siempre revisaba algunas cosas antes de salir de su casa y cada semana en especial recibía unos informes desde Chicago con suma importancia y que lo dejaban pensativo. En esta ocasión más que concentración Candy vio un dejo de preocupación en la cara de su esposo… -¿Qué pasa querido?... Es una mala noticia… -El preámbulo de una… - Cada semana recibo informes del albacea de mi padre, yo no pude seguir con el manejo de la banca leegan por venir hacía acá y ahora me entero que mi padre a toma de decisiones erradas… - ¿Es muy grave?... -Creo que mamá deberá olvidarse por mucho tiempo de si cambio de guardarropa cada temporada… y quizá de la casa en Chicago… probablemente de la de Lakewood y de muchas otras cosas más…

-Eso será terrible para ella Neal… ¿hay algo que puedas hacer?... - Mi padre no desea que intervenga en el manejo de la banca, se ofendió bastante cuando cedí al empeño de Albert de hacerme cargo de esta sucursal…, si no es por Stewart no me hubiera enterado de nada… Mis padres desean dejar esto fuera de mi conocimiento… y… - Te preocupa Eliza… - Mucho… sé que Albert esta al pendiente de ella y que la cuida, pero… tengo miedo de que mi mamá la vea como un anzuelo… Según el albacea mi padre se ha endeudado con un hombre al que ví muy pocas veces y que tenía muy mala reputación… - Creo que esto debe ser muy difícil también para ella Neal, no puedes dejar que tu mamá decida su vida…creo que deberías ir ahora mismo a enterarte a bien de lo que pasa… Siguieron hablando sobre eso. No podía dejar de momento la empresa, pero si podría ir buscando alguien de su confianza a quien dejar al frente por un tiempo… Además una visita a Chicago no les caería nada mal… habían pasado cerca de ocho meses desde su matrimonio… -

Podré visitar el Hogar de Pony… - dijo Candy con añoranza… Podrás hacer lo que gustes…

Ambos se vieron a los ojos recordando la plática que muy seguido tenían… era extraño que después de 8 meses de intensa vida marital aun no hubieran encargado su primer hijo…

Elisa entro con paso firme a la estancia de la mansión Andley, su enojo era tal que no se percato de la elegante dama que se encontraba sentada en espera de su llegada. -Es un idiota, un hospiciano sin educación - murmuraba furiosa. -Elisa no son maneras de una señorita - la voz de su madre le taladro el cerebro y la chica se detuvo abruptamente “Genial, lo que me faltaba” -Hola a ti también madre… yo estoy bien gracias por preguntar. - respondió la chica mirando a su madre con un gesto despectivo que era el mismo que su madre tenia en ese momento. -No me vengas con tus desplantes Elisa, si sabes quien te educo ¿verdad? -Si madre, todo te lo debo a ti. -¿Qué quieres decir? - pregunto su madre levantando una elegante ceja. -Madre mejor dime ¿A que has venido? - pregunto la chica cruzándose de brazos. Sarah Leegan miro de arriba para abajo a su hija como si estuviera sopesando una mercancía y aquel frió recorrido de los ojos castaños de su progenitora ocasiono que Elisa se estremeciera. -Que injusta eres Elisa después de lo que me hiciste - respondió la mujer dramatizando pero la joven sonrió con sarcasmo. -Vamos madre no me vengas con eso por favor, recuerda que me has cortado con la misma tijera con la que fuiste cortada tu. -Elisa soy tu madre y no te importo que nos secuestraran en lugar de Candy… -Madre te dije cual era mi posición y no iba a permitir que interfirieras en la felicidad de mi hermano solo por mero capricho tuyo - respondió Elisa sin poder ocultar su enojo. -Bueno olvídalo, solo vengo por tu padre que te necesita. -¡¡Mi padre!! -Sí tenemos una reunión con unos hombres de negocios muy importante y bueno necesita que lo acompañemos ya que Neal se encuentra en Boston son su esposa. -Madre ¿Qué tramas? - pregunto la chica entrecerrando los ojos.

-¡¡Elisa!! no me hables de esa manera - la mujer se enfrento a la mirada dura de Elisa - Hazlo por tu padre, necesita de nuestra compañía - alego la mujer sin poder ocultar su satisfacción al ver un titubeo en los ojos de su hija - es esta noche, aquí en Lakewood, abra un vestido esperándote. Elisa miro como su madre se alejaba y fue entonces que vio a Flammy en el jardín y fue en su búsqueda. Flammy miraba distraídamente las rosas que había dejado Anthony como legado aun se encontraba sorprendida por que las más hermosa de las especies que había conocido llevara el nombre de su condiscípula. -Cuanta gente te ama Candy, a pesar de todos los sufrimientos que padeciste siempre hubo gente que se preocupo por ti - murmuro pensando en un rubio. -¿Y no te da coraje pensar que todo mundo la ama? - la áspera voz de Elisa la saco de sus cavilaciones. -No, por que es un ser generoso que merece ser amada - respondió la enfermera con total convicción que Elisa parpadeo sorprendida - ¿Por qué la odias Elisa?. La pelirroja soltó un suspiro, pensando en eso ¿Por qué la odiaba realmente?... por Anthony… no fue por eso… fue desde que la conocí… desde que mi hermano a pesar de intentar ocultarme sus sentimientos nunca lo logro, no me pasaron desapercibidos sus celos por Anthony cada vez que veía que Candy suspiraba por él, ella marco la primer barrera entre mi hermano y yo, seguíamos siendo cómplices, apoyándonos, pero había cosas que Neal que ya no me compartía más… y yo estaba segura que tenían que ver son ella… o fue quizás la libertad que la rubia gozaba o bien su dulce carácter. -Realmente no sé por que la odio - respondió en un susurro dejándose caer en una banca, Flammy dio un suspiro y se sentó a su lado. -Será por que te sentiste invadida por su manera de ser, por que a pesar de todo siempre esta riendo y siempre quiere ver lo bueno de las personas o por que ella disfruta de una libertad que tu y yo no nos podemos permitir. Los ojos de Elisa se agrandaron incrédulos y Flammy continuo. -Sí Elisa, yo sentí el mismo rechazo por ella, pero no me permití darle mayor importancia a pesar del enojo que me ocasionaba ver que las maestras, los pacientes y los doctores la querían por su carácter tan singular, además en aquel tiempo ella tenia el amor de un chico atractivo, estaba rodeada de cariño mientras yo solo contaba con mi amargura, sin embargo, debajo de toda esa feliz apariencia Candy ha padecido y sin embargo sigue conservando su esencia, ¿Por qué no liberamos el corazón Elisa?, quizás sea menos dolorosa la vida. Elisa guardo silencio recordando la voz profunda de su vaquero. “Candy no es culpable de lo que ha sucedido, tu también has intervenido en esa lucha que insistes en ganar, pero al final solo se seguirás odiándola y terminaras vencida” ?? La fiesta se encontraba en pleno apogeo cuando ella arribo del brazo de Alberth, la gente se giro cuando vio al atractivo trío llegar. Alberth y Elisa habían convencido a Flammy para que fuera. En un principio la morena se había negado y Elisa le había dicho que había ciertas jóvenes casaderas detrás de su flamante tío, así que muy a su pesar la morena pesco el anzuelo de la pelirroja. -Esto es demasiado lujoso - susurro Flammy.

-Pues acostúmbrate mi tío tiene que asistir a muchos eventos de estos - respondió Elisa con malicia mientras Alberth y Flammy se quedaban atónitos ante la implicación de aquellas palabras. - ¡Oh! lo siento, ya sé que no debo hablar de mas - y se retiro soltando una alegre carcajada. -Voy a matarte Leegan - dijo Flammy, pero se quedo callada al ver como un par de ojos azules tranquilos como el cielo la miraban enigmáticamente. -Creo que tu y yo tenemos una larga charla - comento el rubio mirando con intensidad el delicado rostro de la morena - pero será mas tarde - tomo su mano y entraron a la mansión Leegan. Elisa de inmediato se vio rodeada por sus viejas amistades y por primera vez pudo observar detrás del cristal el mundo que una vez fue su propia convicción. -Elisa, queridita ¿Cómo has estado? - pregunto Daisy con evidente hipocresía. -Amiga la verdad te extrañábamos - dijo otro besando su mejilla y Elisa no pudo dejar de pensar en el beso de Judas. -Sí querida tu ausencia ha pesado en todas esta temporada, si vieras la cantidad de cosas que te has perdido - comentaba Alicia -Es verdad- reafirmo otra- como la fuga de Maggie con su sirviente. -No lo recuerdes por aquí anda su madre - revelaba otra con una sonrisa burlona. La pelirroja miro con evidente desagrado como entre ellas se mordían unas a otras y aquella farsa se le antojo lo más despreciable que había visto y de nueva cuenta se percato lo ciega que había estado, siempre al pendiente de las vidas de otras en especial de Candy, sin poder disfrutar la suya. En ese instante de una de las chicas que repartía bebidas al grupo de sus amigas tropezó debido a su nerviosidad y mancho el vestido de una de las respetables señoritas que eran sus amigas. -Estupida - grito Daisy arrojando lumbre por los ojos al ver una ligera manchita en su vestido y comenzó a insultar a la mucama que bajo su mirada ante la agresión a pesar de haber perdido disculpas, Elisa frunció el entrecejo molesta y tomo a la chica. -Yo lo siento señorita Leegan- se disculpo nuevamente la mucama al ver el ceño fruncido de la pelirroja - Ve a la cocina Allis yo arreglo esto- le pidió con amabilidad Elisa que la mucama abrió los ojos desmesuradamente era bien sabido que Elisa Leegan era una chica déspota y no perdonaba con facilidad este tipo de situaciones - anda ve y pide quien venga a limpiar. -Si señorita - respondió la sorprendida muchacha. -Vamos Daisy no hagas tanto escándalo o vamos a pensar que no tienes mas dinero para comprarte otro. Las palabras frías de Elisa dejaron mudas a sus amigas y a Daysi se le colorearon sus mejillas al recodar que Elisa era una de las pocas personas que sabían de su situación económica. Sarah Leegan se acerco en ese momento al grupo de señoritas. -Hola hija - saludo la mujer besando las mejillas de Elisa - veo que ya te has integrado, en cambio Willians, deberías hacerle compañía Alicia recuerda que mi hermano aun sigue soltero. -Mi tío no esta solo madre déjalo en paz - respondió la chica ante el tono despectivo usado - no necesita que le busques novia por si no te has dado cuenta. Sarah miro furiosa a su hija. -Que tonterías dices, esa chica es amiga de Candy. -Sí madre, de la esposa de tu hijo. -No vamos a discutir, estas imposible - dijo la mujer abanicando mas deprisa - pero que tiradero déjame ir a la cocina para pedir que limpien esto.

Sarah llego hasta la cocina sus ojos se mostraban enojados debido al cambio notable que había en Elisa y supo que en parte era culpa suya por exagerar el asunto de Candy pero en este momento la necesitaba mas que nunca, ya que era el único eslabón para poder salir de aquel problema que tenia, se detuvo de pronto al escuchar el cotilleo que había entre los sirvientes. -No me lo creo Allis, dices que la señorita Leegan te trato con amabilidad y que no te corrió cuando le vaciaste el refresco a la Señorita Daysi - comentaba Fred el cocinero. -Si en serio a mi me sorprendió me dijo que me retirara y que pidiera alguien que limpiara, pero sin gritarme y sin ofenderme como era su costumbre. -Entonces los rumores son ciertos.- dijo Meg otra mucama. -Sobre ella y el dueño del Rancho Stenves - respondió Allis soltando un suspiro. -Si dicen que todos lo días salen a pasear y que ella lo trata como si fuera su igual a pesar de sus diferencias. -Pues que bien realmente le ha hecho cambiar. -Es una pena pues Tom Stevens es un chico muy guapo - comento otra y las demás respondieron con una sonrisita. Sarah no llego hasta la cocina su tez se encontraba pálida por escuchar aquel chisme, su hija con un vulgar vaquero, ella que le inculco sobre la diferencia y la importancia de cuidar el buen nombre de la familia, ella que anteponía hasta el propio bienestar por cuidar la nobleza de su apellido. Después de todo con Neal había sido diferente, ahora que la unión era ya un hecho, no tenía más que resignarse… y dada la situación de su familia, aquello había sido lo mejor, llego incluso hasta celebrar que Albert hubiera realizado tal locura… su hija adoptada era tan legítima para el como si fuera de sangre y no corrían el riesgo de una descendencia tarada… en cambio en ess situación Candy era la siguiente en la línea después de William tarde o temprano aquel matrimonio de su hijo mayor tendría los frutos necesarios. Pero Elisa con un vaquero antes muerta…

Elisa pudo comprobar que su padre se veía un poco desmejorado y se preocupo por él, sobre todo cuando lo vio junto con un elegante hombre alto y delgado cuyos ojos eran de un penetrante color gris, atractivo no había duda, pero había algo en èl que le pareció repulsivo y que la hizo sentirse sumamente incomoda cuando él recorrió su figura con una mirada llena de lascivia. -Hola hija - saludo Aaron Leegan - estas bellísima -Hola padre - respondió con un beso en la mejilla del hombre. -¿Cómo has estado cariño?, ¿Alberth te trata bien? -Sí padre, el Tío William es un buen hombre. -Me alegro cariño, te presento a Gerald Hannover. Elisa miro de reojo al hombre y extendió su mano a pesar del estremeciendo repulsivo que recorrió su cuerpo al sentir la mirada grisácea sobre ella, sobre todo ahora que había menos distancia entre ellos y el revelador vestido que le regalara su madre la ocasión la hiciera sentir como un una exhibición. -Es un placer conocerla señorita Leegan. -Para mi es un honor Sr. Hannover - se obligo a responder la chica. -Que bien, hija ya conoces a Gerald - la voz de su madre hizo que la joven aprovechara para retirar su mano. -Si madre mi padre me acaba de presentar. -Me alegro cariño pues tendremos mucho contacto con èl ahora que esta haciendo negocios con tu padre, así como con Neal y Archie.

Elisa hizo un amago de sonrisa y se mantuvo quieta unos momentos mientras su padre y Gerald continuaban hablando, para su tranquilidad en ese momento también Archie y Annie se acercaban, la pareja de recién casados acababa de llegar de su luna de miel. -Hola tío - saludo el joven -Elisa ¿Cómo estas? -Bien gracias y ¿Ustedes? - pregunto la chica con cortesía. -Que bien que ya regresaron así William no se sentirá solo y Elisa podrá regresar a casa ¿verdad cariño?- comento Sarah y Elisa frunció el ceño. -Lo siento madre pero si Alberth no me pide que me marche me temo que no regresara a la mansión Leegan. -Pero hija Archie y Annie acaban de regresar - dijo la mujer con satisfacción - no necesitaran de tu presencia. -Yo también lamento desilusionarte Sarah, la presencia de Elisa es muy importante para mi y cuando ella no quiera estar bajo mi protección será por decisión propia, no te preocupes por la llegada de Archie y Annie la casa es demasiado grande. -Así es tía, no te preocupes seguiremos cuidando de Elisa - lo secundo Archie. Elisa miro agradecida al par de jóvenes que la rescataron. El resto de la velada fue un tira y saque de su madre insistiendo que se quedara en la mansión, lo que mas llamo su atención fue la insistencia de Sarah para que atendiera personalmente a Gerald Hannover, ese hombre le daba muy mala espina inclusive Archie le dijo que se mantuviera alejada de él, ¿Por que? No se lo dijo muy tarde comprendería aquella petición.

Era el quinto día que acudía muy temprano a la pista pero no había señales de Tom, sus ojos se pusieron tristes nuevamente y su corazón se fue a estrellar al piso. -Yo soy la culpable - se dijo a si misma mientras azuzaba a la yegua para iniciar una carrera pero en esta ocasión sin lastimar al animal, cabalgaba tranquila pero con un aire de ausencia y así llegó sin percatarse hasta los linderos marcados por el Rancho Stevens. Desmonto con agilidad y comenzó a inspeccionar el campo, camino por un momento hasta que a lo lejos alcanzo a ver a un grupo de jinetes que guiaban el ganado, se recargo en una cerca con la esperanza de divisar a cierto vaquero de cabello castaño. Tom guiaba el grupo de hombres que llevarían las reses a pastar hasta un prado más amplio, tenia toda su concentración en los pendientes del rancho utilizando ese ultimo recurso para no estar recordado cierto par de ojos castaños. Ahora estaba pendiente de que los pies de cría no fueran a lastimarse entre las cercas, de pronto Jhon el capataz se acerco a él. -Jefe mire - le señalo el joven muchacho y el vaquero entrecerró los ojos para visualizar apenas una silueta femenina que se encontraba recargada en el cerco. “Elisa ¿Que demonios haces aquí? Pensó irritado intentando acallar los latidos de su corazón. -Apresúrense tenemos que llevarlas antes del atardecer - grito apenas reprimiendo sus ganas de ir hasta ella. -Jefe ella se dirige hasta aquí. Tom giro con brusquedad el caballo y se topo con la figura decidida de Elisa que se acercaba hasta él, frunció el entrecejo y le dijo a Jhon que era el único que se había percatado de la presencia de la pelirroja

-Esto se queda entre tú y yo Jhon, nadie debe saber - dijo el vaquero con voz amenazadora. -Lo que digas jefe me llevo rápido a los chicos, pero apresúrate no tardaran en reconocerla. Y lanzo su caballo a galope para detenerla y evitar las habladurías de la gente, llego hasta ella y se paro de golpe sin poder ocultar su enojo le pregunto. -¿Qué diablos haces aquí? Elisa abrió los ojos sorprendida, por que el tiempo que habían convivido jamás la había tratado con tal rudeza, su orgullo se activo para esconder el dolor que sintió, giro con brusquedad a Casandra y salio disparada a campo traviesa Tom maldijo para sus adentros y fue tras ella. Iniciaron una lucha de voluntades Elisa sentía la presencia del vaquero a su espalda y azuzo más a su yegua queriendo escapar de sí misma. “Para que”…”¿Qué caso tiene”… “Siempre seré Elisa Leegan… ni siquiera Tom se atreve a ver mas allá”...”¿Para que vine maldición?...”Te odio Tom”. El joven se emparejo. -Detente. Elisa no se molesto en obedecer y continuo con su loca carrera demostrando, ¿Qué cosa? Ni ella misma sabia, Tom alcanzo a mirar los ojos de la chica que reflejaban su rencor y al mismo tiempo pedían ayuda, sujeto bien su montura y tomo de la cintura a la chica haciendo la misma maniobra para cambiarla de caballo, Elisa quiso aferrarse pero comprendió que no solo su vida corría peligro si no la de él y no se resistió mas, Tom sujeto con firmeza su cintura disminuyo la carrera de su caballo y comenzó un paso mas ligero. Elisa soltó un bufido al sentir la calidez del cuerpo del vaquero en directo contacto con él de ella, el movimiento del equino haciéndolos chocar constantemente, su corazón se desbocaba en rabia e incertidumbre por estar en tan cercano contacto con él. La respiración de ambos estaba desbocada y al siguiente instante ella se encontró sus brazos rodeando el portentoso talle del muchacho, aferrándose a él con desespero… El caballo fue disminuyendo su velocidad y la calma les fue llegando a ambos en medio de la sensación de por fin estar justo como tantas veces habían deseado. Él soltó un suspiro al aspirar el olor a flores que el cabello de la chica desprendía. -Estas loca - murmuro a su oído. -No me regañes- respondió ella recargando su cabeza en el pecho del joven, él recargo su barbilla. -¿A que has venido?- pregunto el chico muy a su pesar. -A verte - fue la sencilla declaración de Elisa y el corazón de Tom se acelero. -Yo también tenía muchas ganas de verte - declaro el chico y Elisa soltó un suspiro olvidándose por completo de los motivos que los habían separado. Durante un rato estuvieron cabalgando en silencio sin impórtales el lugar ni el tiempo, solo su simple cercanía. -¿Ya comiste algo? - pregunto el vaquero al ver la hora que el sol indicaba por sus sombras. -No, Salí muy temprano - respondió apenas. -¿Quieres desayunar conmigo? -¿Es una cita vaquero? - pregunto la chica con un dejo malicioso y Tom rió por lo bajo. -Sí es una cita - le confirmo él. -Vamos entonces. - No deberías buscarme más Eliza… - dijo Tom y ella sintió eso como una puñalada… - Cualquier día de estos no te dejare regresar a tu casa… -Correré el riesgo…- respondió ella… - eres muy impulsivo y no tolerarías a esta niña consentida… lanzó finalmente con una mirada pícara…

Ambos aceptaron lo que deseaban, velándolo tras la cortina de la broma, escondiendo detrás de ella el implícito deseo de que fuera posible… Regreso muy tarde a la mansión Andly en su mirada se reflejaba la ilusión de nueva cuenta por lo que no se percato que un par de ojos fríos fueron los primeros en verla llegar. -¿Qué hora de llegar es esta, Elisa? La joven se detuvo abruptamente pero el solo recuerdo de su vaquero impidió que su madre le arruinara el día. -Hola a ti también madre. -No seas insolente Elisa, al parecer Alberth no te ha marcado limites, espero que no haga de ti otra Candy. Aquel comentario la lastimo profundamente, por que no buscaba ser la copia de alguien más si no ser ella… simplemente Elisa, mantuvo la calma y enfrento a su madre. -Alberth es un ser muy especial madre es una pena que no llegaras a conocer a tu propio hermano. -Es un excéntrico - respondió la mujer mayor despectivamente -Un alma pura que jamás llegaras a comprender - contraatacó la chica con vehemencia. Sarah miro con ojos furiosos el cambio bastante claro en su hija y se percato que cada vez más la chica se alejaba de ella, debía detener eso antes de que fuera demasiado tarde. -Bueno no discutamos más, tu padre necesita que estés presente en la mansión Leegan este fin de semana es importante para nosotros tu presencia. Elisa frunció el ceño, algo estaba mal, conocía de sobra a su madre y algo planeaba, algo muy malo al ver la malicia reflejada en aquellas pupilas arrogantes. -Esta bien madre, Alberth y Archie ya saben ¿Verdad? -Ellos no están incluidos hija, solo tu es una cena familiar para alegrar a tu padre - replico Sarah apenas parpadeando y para la pelirroja fue suficiente para saber que su madre si tramaba algo. -Como quieras - se limito a responder - te veo entonces el viernes. -Muy bien cariño- respondió la mujer satisfecha -despídeme de Willians y de Archie, te veo después. Y la mujer se retiro con paso triunfante mientras Elisa entrecerraba los ojos con cierta preocupación. “¿Que planeas madre?”

Archie y Alberth miraban la escena entre Ellisa y su madre y Archie frunció el entrecejo al ver el rostro preocupado de su prima, a pesar de no haber sido una de sus personas favoritas Elisa había echo notables cambios en su conducta a parte de que Alberth le tenia un cariño especial. Se dio cuenta que él tampoco había hecho un solo intento por acercarse a ella. Tal véz ya era tiempo de resolver aquello y quizá se llevaría otra sorpresa equiparable con haber encontrado que la enfermera amiga de Candy y la pelirroja habían llegado a llevarse bastante bien a pesar de su diferencias y de sus temperamentos. Alberht parecía disfrutar de aquellas discusiones acaloradas, además de que había visto ya un brillo muy especial en los ojos de su tío y que aparecía solo con la presencia de Flammy.

-No es bueno que Gerald Hannover visite la mansión Leegan- comento Alberth. -Lo sé pero hasta ahora no he podido ver los estados financieros de las empresas Leegan. -Neal ¿Qué dice a todo esto? - Creo que ya esta enterado y me parece que vendrá pronto, pero si lo sabe fue bajo engaños, su madre lo culpa por haberlos abandonado por la banca Andley -¿Entonces? -Tienen problemas y no lo quieren decir, no sé como Neal se ha enterado, solo sé lo que Candy escribió en una carta a Annie, ella me pregunto esperando yo supiera algo… -¿Por qué Sarah siempre hace las cosas tan difícil? -Es su manera de ser - respondió Archie con una sonrisa al ver como Elisa hacia rabiar a Flammyserá mejor que bajes, ya se están poniendo los guantes de box. Alberth soltó una risa mas cuando vio a Annie intervenir pero las dos chicas la callaron dejándola en medio de la acalorada discusión. -Mejor baja tú, Annie te necesita o saldrá muy mal parada. Archie no lo pensó dos veces pues Annie se encontraba en medio de las dos temperamentales chicas.

Elisa miraba como el sol comenzaba a despuntar y soltó un suspiro, era viernes y tenia un compromiso que le preocupaba a sobremanera, sobre todo por que la ultima llamada que le hizo su hermano la dejo con una zozobra en el alma. -Habla con mi padre Elisa, Gerald Hannover es un prestamista que se hace llamar Conde, pero realmente ha hecho su fortuna a través de la gente necesitada que le pide dinero prestado a cambio de grandes intereses, mi padre por orgullo no me ha dejado revisar su contabilidad ni siquiera a Archie , por lo que te pido intervengas por que mi madre ha estado haciendo un lió de todo este asunto, por otro lado cuídate no estés mucho en contacto con ese tipo tiene muy mala reputación, ¿sabes a lo que me refiero?. Esa ultima frase la dejo con una gran angustia. -¿A que te referías hermano?- murmuro la joven. -¿Te preocupa algo Princesa?- la voz de Tom la saco de sus cavilaciones y ella ladeo su rostro para mirarlo. -Pensaba en mi padres - respondió la joven aceptando una florerilla de las manos del vaquero - creo que tienen problemas económicos y lo peor del caso es que por orgullo no han aceptado ayuda por parte de mi hermano y de mi tío. -¿Has hablado con tu padre?- pregunto el joven de antemano sabia que el Sr. Leegan no era tan… especial, como lo era la señora Leegan. -No, esta noche lo haré en la reunión que hará mi madre. -¿Tienes fiesta? - pregunto Tom sin poder ocultar sus celos. -¿Celoso vaquero?- cuestiono la pelirroja con una sonrisa encantadora. -Solo si tú lo quieres - respondió el otro incorporándose y extendiéndole una mano para ayudarla y dejar zanjado el tema- Vamos a desayunar. -Que bien me muero de hambre. -Sí, el caso es que te mueres de hambre a diario pero no haces nada por cocinar… dime…- comento con ironía. -Tom Stevens… puesdo ayudarte esta vez -Olvídalo no quiero una indigestión. -Tom Stevens. -Calla Elisa vamos a desayunar.

Elisa soltó una carcajada llena de felicidad y Tom solo movió su cabeza de un lado a otro mientras una mirada de un brillo indescifrable calaba en el corazón de la pelirroja. Cerca del medio día llego a la mansión y un mal presentimiento se incrusto en su corazón cuando en lugar de sus padres se vio recibida por Gerald Hannover, ella frunció el entrecejo, mientras el miedo se colaba en su alma al ver la mirada lasciva que el hombre le dirigió. Quiso darse media vuelta y correr pero se obligo a si misma continuar no le daría la satisfacción de verla con el temor que estremecía su cuerpo. -¡Buenas noches Elisa es un placer verte de nuevo!- saludo el caballero depositando un beso en el dorso de ella. -¿Cómo esta?- las buenas costumbres hablaron en ella- ¿Mis padres? -No se preocupe en un momento bajan yo quise tener el honor de recibir a tan hermosa dama. La chica no respondió al cumplido y se siguió de largo escoltada por él. La mesa ya estaba dispuesta para cuatro personas como pudo observar y aquello se le hizo aun mas extraño, la voz de su madre se dejo escuchar por la estancia y ella se puso alerta. -¡Cariño que bella estas!, ¿No es así Gerald?- comento la mujer besando su mejilla con frialdad. -¿Cómo estas madre y papá? - pregunto la joven. -En un momento baja cariño ¿Quieren algo de beber? Elisa apenas asintió mientras dejaba que su madre se comportará como la anfitriona perfecta, después pediría explicaciones y su instinto le dijo que no le iba a gustar nada lo que le dijera su madre, su padre bajo con un aspecto bastante desmejorado y la chica se le fue el alma a los pies al ver las grandes ojeras y el cansancio que se vislumbraba en el cuerpo ahora mas envejecido de su padre, mientras Gerald y su madre parecían ser los únicos que disfrutaban de aquella reunión, intercambiando miradas llenas de complicidad. Por fin la parodia termino cuando su madre le pidió que la siguiera hasta el despacho de su padre para platicar de una noticia que le alegraría, pero al ver que también Gerald las seguía, la chica sintió que nada estaba bien. -Querida -comenzó Sarah- el motivo de esta reunión es para hacerte saber que el Sr. Hannover ha solicitado tu mano en matrimonio, lo cual tanto tu padre y yo hemos aceptado. La noticia no pudo haber llegado de manera mas brutal para la joven que comenzó a temblar, mientras su rostro adquiría un tono pálido y sus ojos se llenaban de lágrimas, sin embargo se obligo a enfrentar la situación y levanto su barbilla. -¿Padre tu estas de acuerdo?- pregunto la chica. -Yo Elisa - no pudo terminar el hombre pues una sombra de culpabilidad cruzo por sus ojos y la joven pudo comprender de que se trababa. -Sr. Hannover le pediría que por favor me dejara hablar este asunto entre mis padres y yo- la joven enfrento con su característica frialdad al hombre que la miraba cual objeto acaba de adquirir. -Con gusto Elisa, solo debo agregar que tiene muchas ventajas sobre este matrimonio más de lo que yo ganare. Elisa se contuvo de agraviar al hombre y fingió una sonrisa y respondió. -No se preocupe Sr. Hannover se realmente cuanto es mi valor. Aquella respuesta dejo satisfecho al hombre que salio con una gran sonrisa.

Cuando la puerta se hubo cerrado Elisa enfrento a su madre. -Me hubieras dicho desde un principio de que se trataba todo esto madre, después de todo yo seré la mercancía que vas a intercambiar. -Elisa no digas tonterías, hija es lo que siempre soñaste, él hombre es muy rico y esta enamorado de ti, te hará feliz para el resto de tus días. - no sé como pudo hacerlo si me ha visto dos veces, y tu que opinas padre. -Elisa, querida yo - no pudo continuar el hombre bajando la vista avergonzado. -¿Por cuánto es el cambio?- pregunto ella con acritud -Las empresas Leegan están en riego, necesitamos capital y yo, yo… - respondió su madre -¿Por qué no pidieron ayuda padre?- pregunto la chica. -Por que tu padre no tiene nada que ver en este asunto. Elisa agrando sus ojos con incredulidad al recordar el gusto de su madre por el juego de canasta. -Perdiste las empresas Leegan a manos de este tipo en un juego de cartas- dijo la joven dejándose caer al sillón. -Fue un error, pero ese no es el caso los accionistas están presionando a tu padre y nosotros ya no somos dueños de la empresa para saldar esa deuda. -¿Y para ti fue mas fácil venderme verdad?- pregunto la chica con rencor. -Es por tu padre Elisa - grito la mujer al ver el odio reflejado en las pupilas de la chica - lo están presionando los accionistas, además lograras mas ventajas con este acuerdo que con el vulgar vaquero con el que sales. Elisa se detuvo de pronto. -No sabes lo que dices madre es una pena que no te educaras junto con Alberth. La chica se giro para salir pero su madre la tomo de la mano. -Él es poca cosa para una Leegan - dijo Sarah con acidez. -¿Tu que sabes?, si nunca has amado, nunca has sentido cariño ni siquiera a tus propios hijos. La bofetada que su madre le dio hizo que trastabillará pero Elisa se incorporo y la enfrento mientras su padre miraba todo con el rostro horrorizado lleno de vergüenza y al mismo tiempo de una fragilidad que hizo que la joven se detuviera. -Solo por mi padre - dijo y salio con el corazón hecho trizas. Salio sin rumbo fijo mientras corría gruesas lagrimas resbalaban por su rostro, sin percatarse el camino que tomaba y que unas nubes negras se vislumbraban ya por el horizonte. Mientras sus pensamientos se dirigían aquel chico que la había sacado de su soledad, a su vaquero que a pesar de su rudeza le había demostrado una ternura que nadie antes tuvieron con ella, como decir adiós a aquella ilusión, si su corazón se negaba con firmeza a continuar con la decisión que acaba de tomar. -Tom - grito con fuerza - Tom Y continuo con su loca carrera sin sentir como la lluvia comenzaba a mojar su rostro quizás, por que ya se encontraba empapado de lagrimas, corrió y corrió hasta que fatigada se dejo caer al piso mientras un rayo estremecía su alma y por instinto grito el nombre de su hermano -Neal, no me dejes sola… quisiera que estuvieras aquí… tengo miedo…- de pronto recordó a Candy, ¿sentiría lo mismo en aquella ocasión en que intentaron obligarla?... ella había terminado

enamorándose de su hermano, ahora estaban casados y eran felices… ¿Podría ella hacer lo mismo?, podría pensar igual ahora que estaba plenamente segura de quien tenían entero su corazón entre sus manos…

Tom se encontraba mirando como la lluvia comenzaba a calar termino de arreglar el cerco y se incorporo mientras pensaba que seria mas fácil ir a la cabaña, muy pronto una fuerte tormenta se desataría. Sin proponérselo recordó la imagen altiva de su princesa que a pesar de todo su presencia parecía encajar con el austera cabañita, sus rostro siempre indignado debido a las constantes bromas y su manera tan encantadora de fruncir su nariz cada vez que algo no era de su gusto, rió por lo bajo por que cada vez aquella niña caprichosa se colaba mas y cada vez mas en su corazón, no había habido manera de detener el avance si desde que la vio no pudo resistirse a ella. “Elisa” Monto su caballo y se lanzo a galope la lluvia era mas fuerte cada vez mas, se detuvo abruptamente cuando a lo lejos distinguió una figura tirada en el piso y salio en su auxilio. Bajo del caballo de un salto y vio con preocupación que era una dama, pero lo que mas llamo su atención era que el cuerpo de la mujer se convulsionaba y entendió que lloraba, se acerco mas y su sorpresa fue mayúscula cuando la reconoció. -Elisa - susurro el chico. Ella apenas si lo miro y se lanzo a sus brazos buscando su protección. -Princesa ¿Qué pasa? Ella no paraba de llorar solo entre suspiros le dijo. -Llévame lejos de aquí, no quiero volver más a mi casa… Aquella suplica hizo temblar al joven que la tomo en brazos, la subió al caballo mientras ella se acurrucaba en el pecho del chico, sintiéndose segura por primera vez.

Desnude mi alma entendí quien soy me llene de calma conocí el amor tuve una esperanza pude ser mejor se de donde vengo y hacia donde voy viéndome al espejo vi mi corazón y al sentirte lejos me acerque a Dios se que donde estoy viviendo no es el paraíso se que yo no soy un ángel pero se quien soy he vivido dando vueltas en un laberinto pero se me abrió la puerta, pero se me abrió la puerta para' mirar el sol

y para' saber quien soy para mirar el sol para saber quien soy Y no me arrepiento de lo que paso digo lo que pienso y se pedir perdón tengo mil defectos por q humano soy todo tiene un tiempo hago lo que hago por amor se que donde estoy viviendo no es el paraíso se que yo no soy un ángel pero se quien soy he vivido dando vueltas en un laberinto pero se me abrió la puerta, pero se me abrió la puerta para' mirar el sol y para' saber quien soy para mirar el sol Para' saber quien soy... se repite varias veces para mirar el sol para saber quien soy desnude mi alma entendí quien soy.....(Reyli) Ella miro su torso desnudo y atlético sin un solo gramo de mas sus músculos se marcaban en sincronía con sus movimientos mientras acomodaba mas leños para darle calor a la pequeña cabaña. Elisa se sintió de repente muy femenina y delicada en comparación de la poderosa masculinidad que el cuerpo de Tom le trasmitía y por vez primera se pregunto si le parecía lo suficientemente hermosa para que el se detuviera para mirarla, las lagrimas se agolparon en sus ojos al comprender finalmente que estaría dispuesta a mas a que solo gustarle físicamente, un gemido salio de su boca lo que tanto intento ocultar amenazaba con escapar de sus propios labios y que su madre se había encargado de enterrar. El joven pareció intuir la confusión de la chica y se giro para mirarla profundamente mientras su mirada viajaba por la delicada silueta envuelta en una sencilla colcha, su cuerpo reacciono al recordar que debajo de aquella sencilla manta el cuerpo femenino se encontraba desnudo y las ansias se clavaron con profundo dolor en su ingle, jamás había deseado tanto algo como la deseaba a ella, la fragilidad de su mirada penetro con profundidad clavándose en su corazón , con lentitud se incorporo sin despegar su mirada en los ojos de ella, se detuvo un momento solo para admirar un hombro que había quedado al descubierto con descuido revelando la piel mas perfecta que Tom había visto, con un dedo la acaricio ocasionando que el cuerpo de la chica gimiera de placer ante el simple contacto. -Elisa - pronuncio su nombre con voz ronca evidenciando con ello el tumulto de emociones que parecían escapársele de las manos. Ella poso sus ojos en los labios de él olvidándose por completo de las amenazas de su madre, si iba ser castigada de por vida por haberse enamorado del hombre que su madre consideraba poca cosa para una Leegan al menos se llevaría con ella el recuerdo de sentirse deseada y amada, sin importarle las consecuencias que tuviera el día de mañana, además Gerald había comprado a la Señorita Leegan y no la princesa de Tom Stenves. Con esta idea en la mente se abandono a por esa noche ser solo la princesa del vaquero y nada mas, quizás mañana tendría que enfrentar el verse vendida con aquel despreciable hombre pero ahora solo le robaría uno momentos al destino y si dios tendría que juzgarla y condenarla por amar, que así fuera. -Ámame - susurro ella y Tom parpadeo - por favor. -No necesitas pedírmelo sabes que ya lo hago. -Enséñame a amarte - ahora su tono fue de suplica y Tom acarició la suave mejilla, ella tomo su mano en el camino y deposito un beso en la áspera mano haciendo temblar el cuerpo del vaquero. -Elisa - susurro apasionadamente- no me pidas lo que mi corazón desea.

-¿Si lo deseas que te detiene? -Tu -Yo -Si, tu que me miras con tus grandes ojos suplicando, pero no quiero tu suplica quiero tu amor. Aquellas palabras hicieron gritar de felicidad a Elisa y que de inmediato respondió. -Siempre ha sido tuyo desde aquella tarde en que te volví a ver. Tom no pidió mas, su corazón finalmente se rindió a lo que con tanto esfuerzo había luchado negándose a enamorarse de la caprichosa señorita Leegan pero no hubo poder humano que evitara rendirse ante aquella confesión que desnudaba el corazón y el alma de su princesa, olvidándose de su arrogancia y su altivez. -Te amo Tom - susurro la pelirroja mientras se despojaba de la colcha revelando ante los ojos de Tom su belleza. El vaquero soltó un suspiro tomando al mismo tiempo los delicados labios de Elisa. Aquella noche fue perfecta para dos corazones que se unían a pesar de las muchas diferencias que había en medio pero solo eran un hombre y una mujer amándose y entregándose. Elisa conoció el placer de sentirse amada y adorada en manos de Tom, mientras el vaquero conocía el placer despojar de toda mascara a la mujer que se entregaba a él sin inhibiciones. Despuntaba el Alba cuando Elisa termino de escribir su sentencia, se acerco al lecho en donde el cuerpo indolente de su amado reposaba, depósito en el buro un papel doblado, para luego mirar con lágrimas en los ojos el rostro apuesto de su vaquero, dio un suspiro mientras acomodaba un mechón rebelde que caía sobre su frente. -Te amo Tom , mi corazón, mi alma y mi ser se quedan contigo. Y salio con paso lento y derrotado tal como prisionero a la horca.

Había pasado una semana desde que Elisa había abandonado la mansión Andley y Alberth había tenido que mandar a llamara a Neal y a Candy, temiendo lo peor para la chica. La pareja llego poco tiempo después, el viaje lo habían planeado. Neal entendió todo y se preocupo cuando no encontró a su hermana, ni en la residencia Ardley, ni con los Leegan, sus padres tampoco estaban. En la mansión Archie y Annie, junto con Albert, Candy y Neal recibían también a Terry como invitado de Albert por una temporada. -Alberth tenemos que hacer algo -la desesperación de Neal se vislumbra en su voz. -Tranquilo Neal. -No puedo pensando en que mi hermana puede estar pasándola mal a lado de ese cerdo. -Cariño - intervino Candy- ya tu padre esta haciendo las investigaciones pertinentes junto con Archie. -No puedo estar tranquilo Candy, Elisa significa mucho para mi es mi cómplice, mi hermana pequeña, la niña asustada y caprichosa - soltó un golpe en el escritorio con frustración. -Y la mujer que amo… Todos voltearon a mirar en la dirección en donde aquella profunda voz procedía.

-Tom - susurro Candy acercándose al vaquero con el rostro preocupado - ¿Sabes en donde esta? El joven negó con la cabeza y Candy vio la desesperación en sus ojos, él le entrego un papel, solo en ella confiaba, Annie también se acerco y lo abrazo al ver la tristeza reflejada en su faz. Candy leyó la carta y un nudo se formo en su garganta, jamás pensó que su hermano y su cuñada… Archie entro en ese instante con los pagares que el padre de Elisa había firmado. -Ya los tengo - dijo el joven triunfante. -De que sirve Archie no sabemos en donde se encuentra Elisa.- respondió Neal desde su lugar mirando a Tom con desconfianza. Candy leyó nuevamente la carta y de pronto algo se vislumbro en su mente. -Dime Alberth dentro de cada castillo ingles cuenta con una capilla ¿Verdad? - pregunto con entusiasmo la rubia. -Así es Candy ¿A dónde quieres llegar? -Sencillo - respondió una voz de acento ingles que la rubia reconoció con placer, pues había sido invitado por Alberth para hacer un anuncio de suma importancia el cual quedo relegado debido a la situación de Elisa. El continuo con la explicación que continuara la pecosa -Si Gerald quiere casarse con Elisa lo hará dentro de una de sus propiedades y la única que se que tiene vicaria es la que se encuentra afueras de Chicago. -Es verdad - concordó Neal - el hablo de ella, de su elefante blanco. -Vamos entonces que esperamos- dijo Tom. -Espera pero abra problemas Gerald no es un tonto tendrá vigiladas las entradas.- comento Archie. -Por supuesto - dijo Terry con ironía - pero si algo me sirvió ser hijo de un duque es que siempre se me permitió explorar y creo saber por donde podemos entrar, así que quien se apunta.

Sus ojos se encontraban llenos de rabia y frustración al verse ataviada con un virginal vestido blanco, más sin embargo no de se quejaría de forma directa, tal parecía que todas las burlas que había hecho sobre el tono del vestido exasperaban más a su madre que una negativa por su parte; con esa actitud se dio la ultima vista en el espejo, burlandose de nueva cuenta, y esto hizo que su madre frunciera el ceño con molestia. -Vamos Elisa es lo que siempre esperaste casarte con un buen partido. Elisa miro con tristeza a su madre , si siempre lo quiso por que en ese entonces estaba cegada con las apariencias y ser llevada al altar con el mejor postor era para que la gente comentara sobre lo hermosa que estaba la novia y del buen partido que era el marido, olvidándose de todas aquellas cosas importante como el amor… el amor que solo tendría con Tom, por que con otro hombre jamás, ella ya había entregado el corazón y no había vuelta de hoja, cerro los ojos recordando las palabras y caricias de su vaquero. -Tom - susurro ella con un gran dolor, pero no era el momento para dejarse caer su padre también la necesitaba, levanto la barbilla con altivez y enfrió sus ojos. -Tu me condenaste, será como tu quieras madre - dijo la joven saliendo de su habitación para enfrentarse con el destino que su madre le había vendido a Gerald.

Cinco silenciosas figuras se deslizaban por las afueras de aquel grandioso castillo, un joven ingles era su guía. -Vamos por aquí -Será que nos apresuremos acaban de sonar las campanas por segunda ocasión y eso quiere decir que la ceremonia acaba de empezar. -No seas desesperado Neal - respondió Archie . -Silencio - pidió Tom al escuchar pisadas, su corazón latía a mil por hora debido a la adrenalina que corría por sus venas y por la desesperación de no llegar a tiempo. Las cinco figuras se detuvieron Alberth saco la cabeza cuando ya se escucharon más ruidos. -Vamos - les ordeno Las cinco figuras siguieron deslizándose.

-Si hay algún impedimento para que esta boda no se realice hable ahora o calle para siempre. Elisa quería salir corriendo o al menos alguien respondiera y dijera que había todo en contra de aquel matrimonio, bajo su mirada con tristeza, finalmente derrotada, su destino ya estaba marcado sin su vaquero. -Esa mujer es mía. Aquel reclamo en la profunda voz de Tom se escucho por todo el recinto y Elisa se giro con lentitud para encontrarse con aquel par de ojos color chocolate que eran su delirio , su madre de inmediato la tomo de la mano al ver la indecisión en lo ojos de la chica. -Elisa - la amenazo su madre. -No tengas miedo Elisa - la voz profunda de Alberth también se escucho y la joven miro a los cinco hombres que se encontraban escoltando a Tom. El vaquero estiro su mano y ella como pudo se soltó de su madre y se lanzo en brazos de su vaquero que la esperaba con los brazos abiertos. -Estas aquí - lloraba la joven. -En donde mas, si no en donde tu estés. -Tom perdóname te amo. -Y yo a ti princesa… y yo a ti - respondió el joven con un suspiro. Alberth, Archie y Neal tramitaban la terminación de aquel contrato que firmara días atrás la madre de Elisa, Gerald amenazaba con demandarlos pero Alberth con voz firme lo reto a que lo hiciera y la Familia Andley se encargaría de que la noticia de su fallido matrimonio se publicara y el arrogante hombre desistió de su idea. Mientras una sarcástica sonrisa se dibuja en la faz de un atractivo ingles. “Quien me hubiera dicho que yo salvaría a Elisa Leegan, le hubiera propinado un buen golpe, pero al verla en brazos de aquel vaquero creo que ha valido la pena”

Soltó una risita recordando que también el había encontrado nuevamente el amor en manos de una maestra de escuela. Aquella sencilla ceremonia en donde solo estaban la gente que mas la conocía entre ellos, Alberth, Flammy que apenas habían anunciado su compromiso, junto con su hermano Neal, Candy, Terry , Paty , Archie y Annie, incluido su padre se encontraban mirándola recorriendo el pasillo en manos de su ahora esposo Tom Stenves, su sonrisa era radiante por que a partir de ese momento ya no volvería a cargar con esa loza de ser Elisa Leegan. La pareja salio hasta las puertas de la sencilla capilla y un centenar de voces infantiles gritaron mientras lanzaban pétalos de rosas. -No te arrepientes princesa, ellos son mi pasado, mi presente y mi futuro jamás renegare de mis orígenes - señalo el vaquero apretando la mano de ella. Ella miro a los niños del hogar de Pony y sonrió al mirar cada una de las caritas, como renegar si gracias a ellos y al par de mujeres que miraban con alegría a su hijo, habían sido responsables de educar a un ser maravilloso como lo era Tom y con voz firme y segura respondió. -No Tom por que amo todo lo que tu significas, incluyendo el hogar de Pony. Tom no pudo menos que tomar los labios de su esposa y posar una mano en su vientre aun plano, acariciando la vida que ya se gestaba gracias al amor que habían compartido aquella noche en la cabaña. Candy y Neal veían aquella escena contentos cada uno por su respectivo hermano, las risas de los niños del hogar invadían el ambiente y de forma muda Neal entendió la petición de Candy… aunque para gusto de ambos siguieron empeñándose por dos años más sin resultado cual ninguno. La paternidad no venía a su encuentro y ellos optaron por salirle al camino… después de todo el hogar estaba lleno de niños deseosos del privilegio de una pareja de padres felices y enamorados… F

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