The Dead List

Capítulo 13 Prólogo Capítulo 14 Capítulo 1 Capítulo 15 Capítulo 2 Capítulo 16 Capítulo 3 Capítulo 17 Capítulo 4

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Capítulo 13

Prólogo

Capítulo 14

Capítulo 1

Capítulo 15

Capítulo 2

Capítulo 16

Capítulo 3

Capítulo 17

Capítulo 4

Capítulo 18

Capítulo 5

Antes

Antes

Capítulo 19

Capítulo 6

Capítulo 20

Capítulo 7

Capítulo 21

Capítulo 8

Capítulo 22

Capítulo 9

Capítulo 23

Capítulo 10

Antes

Capítulo 11

Capítulo 24

Antes

Sobre el Autor

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Palabras de Jennifer

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

Capítulo 12

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane “Amo a mis lectores. De verdad lo hago. Sin ustedes chicos, no sería posible vivir mi sueño de escribir y usar esos ingresos para pagar las cuentas. Ustedes gastan dinero en mi trabajo. Me gustaría de alguna manera devolverles el favor en lugar de darles a todos un incómodo abrazo. Así que, ¿recuerdan cuando creé una cuenta en Wattpad el otoño pasado y empecé a subir material extra de vez en cuando? Bueno, había un plan detrás de aquello. Necesitaba establecer una cuenta allí. Porque a partir de hoy, pueden empezar a leer The Dead List gratis. Sip. Pueden leer una novela aún no publicada y nunca antes vista. The Dead List es una novela completamente independiente que viene en aproximadamente 93,000 palabras. Es un romance de suspenso YA.

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Algo así como Don't Look Back, pero con una revisión de películas como Scream y del tipo graciosas de campamento. Piensen que "I know what you did last summer" se mezcla con "Scream". Pero con más romance. Eso es todo lo que les diré del libro. Creo que una lectura ciega es algo diferente. Algo de diversión.

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Oh sí, mucho romance.

No hay planes aún para venderla o publicarla. Probablemente lo haga algún día, pero el punto de esto es que sea gratis para ustedes chicos. The Dead List es una novela cruda, sin pulir. Aún no ha pasado por copia de edición. Van a encontrarse con errores de tipografía y cosas extrañas. De

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane hecho van a ver cómo luce un libro mío antes de llegar a manos de los editores. Esperemos que no haya algunos "shits" en lugar de "shirts". Voy a estar subiendo un capítulo, o un par de capítulos por vez, como la gente hace siempre en Wattpad. Los capítulos se publicarán cada miércoles, viernes y domingo, siempre y cuando no esté viajando. Si ustedes disfrutan del romance con elementos de suspenso/thriller, chequen mi libro "Don't Look Back” (¡Cuidado! No mires atrás). Y si desean leer más de mi trabajo, busquen todos mis libros publicados, que van desde contemporáneos juveniles hasta aliens en preparatoria, hasta Dioses Griegos y gárgolas, hasta contemporáneos de adultos, y más.

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¡Espero que disfruten chicos!''

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

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enn Deaton se veía tres años más joven que un chico de trece. Con sus brazos y piernas tan cortos, era el más pequeño de nosotros cuatro, y siempre era elegido hasta el último, si es que lo elegían en absoluto, en clase de deportes. Le gustaba más observar aves con el telescopio que su abuelo le había obsequiado en Navidad dos años atrás, que estar persiguiendo un balón por todas partes.

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Había otras cosas que podía estar haciendo en lugar de sentarme aquí esperando a que Penn viera lo que sea quve quisiera ver antes de que nos dirigiéramos a la casa de Gavin. Correr, por ejemplo. Amaba hacer eso. La sensación de mis músculos tensandose y relajándose, mis pulmones ardiendo mientras mis tennis, golpeando el piso, tomaban velocidad. Cuando entrara a la preparatoria, me uniría al equipo de atletismo.

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Yo realmente no entendía todo eso de los pájaros y no podría distinguir un ruiseñor norteño ni aunque mi vida dependiera de ello, pero me sentaba con él en la casa del árbol situada profundamente en la zona boscosa detrás de su casa. Mis piernas colgaban en el borde. Una de mis sandalias se había caído al suelo. La otra colgaba de mis pies peligrosamente. La caída era pronunciada, terroríficamente alta. Las consecuencias de caerse de allí serían probablemente más grandes que unos simples huesos rotos. Siempre me sorprendía el hecho de que Penn subiera aquí, puesto que le daban miedo las alturas, pero suponía que le gustaban las aves más de lo que le aterraban las alturas.

Me podría haber ido ya a la casa de Gavin. No le permitían salir después de clases, porque los cohetes de botella que habían encontrado en la cochera de sus padres y echado a andar el pasado fin de semana significaban que aún estaba castigado por otro billón de años. Pero acababa de recibir este nuevo vídeo-juego que no le habían confiscado y aún estábamos permitidos a visitarlo. Jensen seguramente ya estaba ahí,

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane esperándonos a Penn y a mí. El no tenía la paciencia necesaria para sentarse callado en una casa del árbol a observar aves. Jensen siempre era el primero en ser elegido en clase de deportes y si no tenía un control remoto en sus manos, prefería estar persiguiendo un balón. Ninguno de nuestros padres intentó jamás separar a alguno de los 4, incluso si estábamos metidos en algún lío. Desde la escuela primaria, siempre hemos encontrado algún modo de estar juntos. Éramos los guisantes de nuestras vainas, como diría mi abuela, y yo pensaba que ese era un dicho medio raro, pero éramos nuestro propio pequeño grupo y los mejores amigos. Sin embargo, las cosas... las cosas estaban comenzando a cambiar, y yo en verdad no entendía por qué. A Gavin ya no le gustaba pasar tiempo en la casa del árbol y algunas veces se ruborizaba y actuaba extraño. Todo el mundo deseaba estar cerca de Jensen en la escuela y fuera de ella, sobre todo las chicas. Mordí mi labio mientras mi estómago se derrumbaba de la misma manera que mi sandalia. Mi madre dijo que Jensen estaba creciendo como una mala hierba, y lo estaba haciendo sobre nosotros. Yo no estaba crecimiento en lo absoluto. Mirando mi playera, suspiré. Estaba igual que el otro año, y que el año anterior, y el anterior a ese. Todavía increíblemente plana. Estaba convencida de que nunca me crecerían pechos tan grandes como los de las otras chicas, lo que significaba que Jensen probablemente jamás pensaría en mi como algo más que la chica que a menudo era confundida por ''uno de los chicos'' con los que siempre estaba.

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Ni siquiera sé por qué me importaba si se despertaba mañana dándose cuenta de que yo era una chica. Era estúpido, decidí mientras me raspaba las uñas en lugar de morderlas, cosa que mi mamá estaba tratando que dejara de hacer. No importaba si nunca cambiaba porque tampoco Penn lo había hecho, incluso cuando con cada mes que pasaba la escuela se volvía más y más dura para él. Seguía siendo el mismo Penn, y yo como que lo amaba más por eso.

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Ugh.

—¡Ahí! –murmuró emocionado. Volteando hacia arriba, fruncí el ceño y entrecerré los ojos hacia el árbol al que el apuntaba. Me llevó unos segundos darme cuenta que había ubicado un pájaro con alas blancas y negras, color rojo salpicado en su pecho.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Me estremecí cuando el ave saltó a la rama que estaba debajo de ella, haciendo sus hojas temblar. —No me gustan esos. Penn me miró, sosteniendo el eje plateado cerca del lente. Sus ojos marrón oscuro brillaban de emoción. —¿Por qué? Son hermosos. —No lo sé –subí mi pie mientras el pájaro tomaba vuelo, desapareciendo más allá del árbol, donde encontró un frondoso agujero para esconderse. Me deshice de mi única y solitaria sandalia–. Parece que su cuello estuviera partido en dos y que sangrara encima de él mismo. Su boca se abrió. —Eso... eso es enfermo. —Lo sé –me reí. —Nunca lo había visto así. Huh –sumergió su cabeza en el ocular, y yo me tragué un suspiro. No estaríamos en casa de Gavin pronto–. Son mi especie de aves favorita.

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No me había olvidado de eso. Los cardenales eran los favoritos de Penn.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Ahora

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as estrellas cubrían el cielo como antorchas emitiendo puntos de luz en el campo oscuro, que se esparcían hasta el extremo de un patio obsesivamente cuidado. Arañé la etiqueta de la botella que sostenía y levanté mi barbilla, cerrando mis ojos mientras la cálida brisa de final de verano invadía mi cara. La hierba seca y dura rasguñaba mis piernas desnudas y probablemente me estaba sentando sobre o cerca de una colina de hormigas de fuego que estaban a punto de comerme viva, pero no me importaba. En menos de cuarenta y ocho horas, estaría empezando mi último año y para estas alturas del próximo año, en lugar de estar mirando estrellas, estaría contemplando las destellantes luces urbanas afuera de la Universidad de Maryland. —¡Ella! ¿Qué demonios estás haciendo? Salté al sonido de la voz de Lindsay Roach y giré hacia ella. Estaba de pie detrás de mí, sosteniendo dos botellas de cerveza en sus manos.

—Ahhh, no. No voy a ser una de esas chicas que se emborrachan en las fiestas de Brock, se quitan la ropa y saltan en su piscina, por no decir más.

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Se rió, dejándose caer a mi lado, doblando sus largas y oscuras piernas debajo de ella. Entregándome una de las botellas, arrugó su nariz.

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—Doble trago, ¿eh? –Pregunté, levantando las cejas–. Extremo, Linds.

Abrí la boca. Linds levantó una mano, silenciándome.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Ya sabes a lo que se va a reducir. Sucede cada año. Una de esas tontas y risueñas tipas de atrás va a desnudarse y a mostrarle a Dios, al mundo y al bebé Jesús todas sus delicias. Mis labios temblaron. Linds y yo habíamos sido mejores amigas desde primer año, cuando nos habían asignado juntas a trabajar en un proyecto para la Feria de Ciencias Sociales. Siempre había sido muchísimo más obstinada y elocuente que yo. No podía ser llamada bonita, realmente. No con su cabello negro y rizado que lucía perfecto ya sea si estaba atado hacia atrás o si caía como una cascada por su espalda. Bonita no era una palabra que yo usaría para su casi perfecta piel color cacao, o sus labios hechos para anunciar maquillaje, y sus ojos endrino rasgados. Nop. Linds era el tipo de belleza que te hacía querer patearla en sus partes femeninas cuando usaba un bikini de dos piezas. Era preciosa. —¿Recuerdas el año pasado? –Linds tomó un trago y recargó la botella en la punta de su short de mezclilla– ¿Vee Bartol quitándose la ropa y bailando en el trampolín? ¡¿Dejándose caer en él y bailando con su trasero?! Hice una mueca, recordando fácilmente ese incidente. No porque Vee se subió a hacer eso, sino por las repercusiones que tuvo después. Pero pasaba cada año desde segundo grado. Las fiestas que daba Brock Cochran el fin de semana de inicio de clases se habían convertido en una religión para el cuerpo estudiantil. Eran escandalosas. Sus padres siempre estaban ausentes los sábados por la noche, y su hermano mayor conseguía el alcohol de diversas maneras. Y alguien siempre hacía algo de lo que se arrepentiría inmensamente durante todo el ciclo escolar. Mi sonrisa se desvaneció como los últimos días de verano mientras estiraba mis piernas. Eché un vistazo a Linds, y bajo la luz de la luna, pude ver que ya no estaba sonriendo.

Meneando mis pies, desplace mi mirada nuevamente hacia el cielo. Todo el mundo quería creer que Vee se había fugado. Yo incluida. Las otras opciones eran horribles y espeluznantes, pero cuando se reportó perdida hacía dos semanas, su familia había aparecido en los canales locales de la televisión, suplicando entre lágrimas su regreso. Era bien sabido, al igual que todas las cosas lo eran en pueblos pequeños, que ninguna de sus pertenencias personales había desaparecido.

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—Escuché que la policía sigue creyendo que se fugó –dijo.

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Mordisqueó su carnoso labio inferior.

¿Quién se escapaba sin dinero, identificaciones o ropa extra?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane ¿O incluso su celular? Linds inclinó su cerveza hacia atrás y forcé mis pensamientos a alejarse de Vee. Nunca había sido cercana a ella, pero su situación, cualquiera que ésta fuera, aún era difícil de comprender. El silencio entre nosotras estaba lleno de los leves sonidos de un ejército de grillos que probablemente estaba por llegar a nosotras. Odiaba a los insectos. Toda clase de insectos. A excepción de las catarinas. Esas eran la parte kosher de mi biblia. Seguramente había una chinche en mi cabello. Había escuchado una hacía unos segundos y no había nada que me hiciera salir corriendo más rápido que uno de esos monstruos arcaicos, y estaban en todos lados, habían invadido Virginia Occidental como si fuéramos su propia versión del día D y habían hecho de nuestro pueblo sus esclavos de insectos. Eran inútiles. No me importaba la polinización. Podían ir a polinizar mi trasero y... —¿Puedes creerlo? –dijo Lindsay, interrumpiendo mi obsesión con los insectos antes de que saltara de la hierba y corriera gritando al refugio más cercano–. Vamos a comenzar nuestro último año. Por fin, maldita sea. Mi sonrisa volvió y un ridículo aleteo se dio paso en el fondo de mi estómago. El último año no era cualquier cosa. Además del hecho de que aquí solo podía pasearme entre clases, estaba totalmente lista para salir de este pueblo. La Universidad de Maryland no era lo más lejos que podía ir, pero era algo. Por ahora. Pero mi estomago se retorció con la cerveza. Parte de mi estaba feliz y la otra se sentía como un globo al que habían dejado ir y que de repente se encontraba volando hacia el cielo inesperadamente. Hice una cara hacia ese pensamiento mientras miraba las dos cervezas que estaba sosteniendo. Dios, necesitaba beber más. O menos. Tal vez menos.

—¿Entrenar a tu boca más de lo que ya lo haces? –Me reí mientras ella se apartaba de mi boquiabierta, fingiendo estar en shock–. Estarás bien. Y nos vamos a visitar cada tantos fines de semana, ¿recuerdas? Y hay vacaciones en los que ambas estaremos en casa.

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—Pero tú apestas. Tú no vas a ir a WVU1. ¿Qué voy a hacer sin ti?

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Linds recargó su mejilla en mi hombro y yo me incliné hacia ella. Su fría botella terminó descansando en mi pierna.

—Lo sé. ¿Y sabes que otra cosa sé? Vas a encontrar algún otro sujeto y ni siquiera vas a recordar el nombre de Gavin. Estarás como ‘‘¿Gavin qué? ¿Quién es ese lamentable pedazo de popó en un pobre plato de caca?'' 1

Universidad de Virginia Occidental

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Pobre plato de caca? –una risita salió de mi– ¿Estás borracha? —Nop –golpeó mi hombro con el suyo–. Sabes, me sorprende que no esté aquí. —Aún sigue en la playa con sus padres. No regresa hasta mañana. —¿Aún sigues hablando con él? –preguntó mientras torcía las comisuras de sus labios. Al contrario de lo que pensaba Linds, cuando Gavin y yo terminamos a finales de Mayo, fue un acuerdo mutuo... en su mayoría. El había querido llevar nuestra relación más lejos de lo que yo quería ir con él. No había sido un idiota al respecto. Francamente, parecía algo aliviado de que a mí no me gustara tanto como yo me decía a mi misma que me gustaba. Nos habíamos conocido desde la escuela primaria y habíamos sido mejores amigos desde siempre. Habíamos salido durante casi dos años, y había sido divertido... y fácil. Pero llegó al punto en que hacer cualquier cosa de la clase sucia y divertida se empezaba a sentir como si lo hiciera con mi hermano y eso era simplemente repugnante. Y ni siquiera tenía un hermano. —Gavin y yo aún somos amigos, Linds. Ya lo sabes –tomé un sorbo de mi vieja botella y casi vomité cuando la cerveza caliente se derramó por mi garganta–. Y realmente no quiero salir con nadie. ¿Cuál es el punto? Me iré pronto a la UM2. Linds levantó su vista hacia las estrellas, arrugando la cara. —¿Sabes quién mas escuché que iría a la Universidad de Maryland?

—Jensen Carver. Aparentemente irá a la UM. Totalmente podrías lanzártele. Mirándola fijamente, parpadeé un par de veces.

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—¿Quién?

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Levanté una ceja y esperé. Todo el mundo junto con sus hermanos, hermanas y María, la madre de Dios, iría a la WVU o a Shepherd. Cuando no respondió, le di un codazo, suspirando.

—¿Jensen? No creo que le haya dirigido una oración completa en, como, cuatro años, Linds. Así que no veo como él yendo a la misma universidad que yo es siquiera relevante. 2

Universidad de Maryland

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —No hay un momento mejor que ahora para convertir esa oración en dos y transformarlas en algún bow-chick-a-yum-yum –se rió mientras la miraba boquiabierta-. ¿Qué? —¿Qué? Es un maldito idiota. —Shhhh –dijo, riendo mientras echaba un vistazo por encima de su hombro. Hablar mal de chicos sexys (y Jensen era sexy con una Y extra y un poco de la salsa de delicias de Linds) era, aparentemente, la única cosa sobre la que no estaba dispuesta a hablar en voz alta. Estábamos lo suficientemente lejos de la piscina de cualquier modo–. Sigo sin entender tu problema con él. —Uh, si, si lo entiendes –dije, ladeando mi cabeza y lanzándole una mirada de muerte. —Eso fue, como, hace un millón de años, Ella –volteó los ojos–. Aún así, no creo que sea tan cabrón. —No le habla a nadie que no pertenezca a su grupo exclusivo de chicos o a quien sea con quien esté saliendo éste mes. Ni siquiera sé cómo es tan popular –eso era una mentira. Si lo sabía. Incluso aunque Jensen no venía de una familia súper rica como Brock y había pasado casi su primer año completo en otro estado, era atractivo y era un atleta (primer mariscal de campo). Agrégale ''imbécil'' y tenías las tres reglas de popularidad. Atractivo. Atleta. E imbécil. Políticas de preparatoria en todo su esplendor. Tomé un enorme trago de la cerveza más nueva.

—¿Por qué estamos hablando de esto otra vez? –dije, sacudiendo la cabeza y metiendo unos mechones de cabello detrás de mi oreja. —Como sea, entonces las dos estaremos solteras durante todo el último año. Probablemente sea mejor así –sonriendo de una manera en la que yo sabía que hacía que sus ojos negros se encendieran, levantó su botella entre nosotras–. ¡Por nuestro último año! ¡Salud, nena!

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La verdad era que Jensen siempre había sido un poco del tipo callado. Había, siendo la palabra clave. No tenía idea que como era Jensen ahora.

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—¿Tal vez simplemente es callado? –protestó.

Sin saber de qué botella beber ahora que ya era yo la que tomaba de dos, levanté la que estaba medio vacía y la choqué contra la suya.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Este será un gran año. —Sí que lo será. Y será aún más genial si dejáramos de sentarnos aquí solas como completas locas. —De acuerdo –me reí–, déjame, uh... –no queriendo dejar una botella en el campo, me encogí de hombros–. Olvídalo. Poniéndome de pie, sacudí mis caderas hasta que mi vestido se acomodó solo. —¿Tengo sucio el trasero? ¿O lleno de insectos? ¿Hay algún insecto encima de mí? No dejarías que... Su bufido me interrumpió. —No tienes ningún insecto, loca. A ver... –me dio un manotazo con la fuerza suficiente para moverme unos centímetros–. Si tenías alguno, ya no está. —Gracias –me giré, mirándola–. Siento como si me hubieran violado, por cierto. —Cierra la boca –enganchando su brazo con el mío, sonrió–. Te gustó. A todos les gustan las caricias en el trasero al estilo de Lindsay. —Eso he oído. —Perra –dijo, aspirando un agudo jadeo. —Ho. Una risa cruzo el aire mientras su brazo apretaba el mío.

Una luz brillante se extendía sobre el enorme patio y la piscina llena de gente. Pequeños puntos revoloteaban a lo largo de la luz, casi como purpurina... Si la purpurina no estuviera en forma de insectos que muy probablemente morderían toda la mierda dentro de ti.

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—Te quiero más –repliqué, sonriendo mientras subíamos por la pequeña colina y la fiesta aparecía a nuestra vista nuevamente. Aparentemente me había estado escondiendo durante más tiempo del que pensé–. Wow.

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—Te quiero.

En serio necesitaba dejar de pensar en insectos. El estruendo de la música se interrumpía con los gritos y las risas. El agua salpicaba en el aire, mojando a un grupo de chicas en tacones que se

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane encontraban cerca mientras un chico que según yo era parte del equipo de fútbol caía como una bomba dentro de la piscina, causando un salpicadero lo suficientemente grande para empapar a la mitad de nuestra clase. Mis ojos escanearon la multitud en busca de caras amigables y terminaron posándose en un exceso de piel masculina. El grupo de chicos sin camiseta que estaban parados cerca de la parilla en el césped, ahora fría, eran los que tenían la etiqueta de los chicos más buenos en la preparatoria MHS. Todos ellos practicaban algún deporte: fútbol, baloncesto, béisbol, etc. Todos ellos se tomaban los deportes muy en serio. Gracias a Dios y al bebe Jesús de Linds por aquello. Su dedicación a los diferentes pasatiempos americanos se veía en sus bíceps y trazaba esos estómagos en pequeños panecillos ajustados que hacían que una chica pensara en hacer cosas estúpidas. Muchas cosas estúpidas. Quien quiera que haya dicho que solo los hombres eran criaturas visuales no estaba mirando en el lugar correcto, porque había de todo tipo de delicias para los ojos justo frente a nosotras.

Junto a él estaba Mason Broome, un jugador de fútbol alias drogadicto. Su rubia cabellera estaba suelta y le llegaba hasta los hombros. Justo ahora, movía sus caderas... hacia el aire. Interesante. Linds se había enredado con Mason durante el verano. No había llegado a nada, pero creo que ella aún seguía interesada a juzgar por cómo miraba aquellos movimientos de cadera.

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Puede que en primer grado hubiera tenido un ligero enamoramiento de segundo nivel con él, pero él había estado saliendo con Mónica Graham (una de las chicas en tacones y ahora mojadas que estaban cerca de la piscina), terminando y volviendo con ella una y otra vez. Nunca había estado libre como para que realmente me interesara en serio, pero según su estatus de relación en Facebook actualizado hacía dos semanas, estaba soltero. Y cuando Brock estaba soltero, le gustaba jugar. Todos en la escuela lo sabían.

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Brock era el que estaba más cerca de la parrilla, vistiendo un traje de baño oscuro. Su extremadamente corto cabello negro lo delató, así como la forma en que echó su cabeza hacia atrás soltando una sonora risa, y mi boca respondió a aquello. Siempre era divertido estar con él.... cuando el así lo quería.

Frente a ellos, mirando a la piscina como si deseara estar en cualquier lugar menos en donde se encontraba en aquellos momentos, estaba nada más y nada menos que el mismísimo Jensen Carven.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Definitivamente era lo suficientemente mujer como para admitir que lo suyo era del nivel sexy de "hacer que te cayera la ropa interior". Dejando de lado su mala actitud y nuestro negativo pasado... él era el chico más atractivo que había visto en la vida real. Jensen tenía cabello marrón claro que casi pasaba por rubio sucio cuando estaba bajo el sol. Era rizado y tenía la mala costumbre de taparle la frente. Cuando era pequeño, lo había tenido lo suficientemente largo para cubrirle los ojos. Tenía pómulos altos y anchos, mandíbula de corte fuerte y labios que eran... bueno, el tipo de carnosos labios en los hombres que medio convertían tus rodillas en gelatina cuando la idea de besarlos se asomaba en tu cabeza. El ligero gancho en su nariz, un accidente en un partido de hace años, cuando aún jugaba en otro estado, de alguna manera le beneficiaba. Sus ojos eran de un azul muy claro, a veces gris. No es que le prestara tanta atención a sus ojos. ¿Y su cuerpo? El chico lo había trabajado. Muy duro. De todos los que se encontraban allí parados, el era probablemente el mejor formado y el más alto. Brock y el resto de ellos eran del estilo ancho, él les sacaba una buena cabeza a todos y tenía el tipo de abdominales que quería pinchar con mi dedo para comprobar que eran reales. —Me pregunto si esa tipa sabe que puedo ver perfectamente su sostén rosita a pesar de su blusa –comentó Linds–. Lindo. Ahora, no tenía idea de a quién se refería, pero agradecía la distracción. No necesitaba quedármele viendo a Jensen. Linds gritó algo y los chicos se voltearon. Uno de ellos alzó un celular.

—Te ves ardiente. Como siempre. Definitivamente no esperaba esa respuesta. Mis mejillas continuaron ardiendo mientras bajaba las botellas de manera que no pareciera una pequeña muppet borracha. Miré a Linds. Sus ojos se paseaban de Brock a mí y de regreso.

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Brock ladeo su cabeza, evaluándome. Esa mirada... bueno, hizo que mis mejillas se encendieran.

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—¡Hey! –alcé ambas botellas y saqué la cadera, posando para la cámara junto con Linds. El flash se activó como una explosión del sol–. ¿Qué tan estúpida me vi?

—Ummm, gracias. —No hay problema –sonrió–. ¿Estás bebiendo por dos esta noche?

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane En lugar de decir que no y explicar que no tenía idea de cómo había acabado con dos botellas de cerveza como un completo fracaso, me encogí de hombros. —Claro, ¿por qué no? —Genial –Brock miró detrás de su hombro por algo que Charlie López había dicho. Era un tipo enorme con una gigantesca sonrisa. No tenía idea de lo que dijo, pero Brock asintió. —¿Se están divirtiendo, chicas? –preguntó Mason, devolviendo la mirada que Linds le había echado, excepto que él lo hizo parecer como si ella no tuviera puesta ropa alguna. —Sí –asintió Linds–, estamos listas para comenzar esta fiesta. Le lancé una mirada del tipo "¿Ah sí?", pero los chicos se abrieron en medio circulo y de algún modo terminé lográndome deshacer de la cerveza caliente y tuve el suficiente sentido común para negarme a los shots de gelatina. Ya era un peso ligero, y cómo había conducido yo sola a la fiesta, no quería terminar con alguna estadística trágica de las que tanto hablaban en clase de salud. La conversación se desarrolló con fluidez, de un lado a otro, a excepción de Jensen. El estaba mirando ahora hacia el campo del que yo había venido, su mandíbula tensa. Qué lindo. —No irás a la WVU, ¿cierto? –preguntó Brock, inclinando su cuerpo hacia mí, sorprendiéndome. ¿Cómo rayos lo sabía? El sonrió y me di cuenta que había hecho la pregunta en voz alta. GE-NIAL–. Linds debió haberle dicho a Mason. El me estaba diciendo hace unas semanas. Tenía sentido, supongo.

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—Cierto. Entiendo eso. De no ser por el fútbol yo haría lo mismo –me dirigió una perfecta sonrisa, llena de perfectos dientes blancos. Y ahora estaba más cerca, sus brazos tocando los míos cada vez que llevaba su botella a su boca–. Te vamos a extrañar. Sé que yo lo haré.

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—Sí, quiero salir de la ciudad y ver caras nuevas, ¿sabes?

Las comisuras de mis labios se torcieron ante tal inesperada afirmación, aunque dudaba de la sinceridad de ésta. —Gracias –fruncí el ceño, preguntándome por qué rayos le estaba agradeciendo. Su sonrisa se amplió–. Quiero decir, extrañaré a todos, incluyéndote, cuando termine el año.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Pero aún tenemos todo este año por delante. Tenemos que hacerlo digno de ser recordado –capturó un mechón de mi rubio cabello y lo colocó detrás de mi oreja, y juro que la conversación a nuestro alrededor se detuvo por unos momentos–, ¿cierto? Me encontré a mi misma asintiendo mientras mi mirada se deslizaba de la de Brock y se encontraba con la de Jensen. Me estaba mirando, estaba demasiado oscuro como para distinguir su color de ojos, y ahora yo también lo miraba. Por mi propia vida, no podía dejar de mirar. Un musculo temblaba en su mandíbula cuando llevó una botella a su boca, mirándome por encima de ella mientras daba un trago. Y.... si. Yo seguía mirándolo. Aparté la mirada rápidamente, parpadeando varias veces. Mónica se encontraba parada al margen de nuestro pequeño grupo. Era preciosa, al igual que Shawna y Wendy, sus mejores amigas desde que usaban pañales. Jensen y Wendy habían estado saliendo durante dos semanas completas el año pasado, después de que él regresara a la ciudad. La sonriente pequeña rubia había estado sobre él durante ese lapso de tiempo, convirtiendo los pasillos y la cafetería en un escenario de dulce porno. Y ahora se encontraba junto a él, inclinándose tan cerca que sus senos estaban prácticamente alineados con su pecho. Era un pecho maravilloso con el que alinearse.

¿Qué rayos estaba pasando aquí? Se acercó más, hasta que su hombro presionaba el mío.

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La repentina risilla salvaje de Linds hizo que volteara de golpe. La cara de Mason estaba enterrada en su cuello. Estaba ya sea susurrándole algo o lamiéndola. Una de esas dos. Cualquiera era posible. Todos se estaban yendo al mundo de las parejas, y de alguna forma yo estaba parada con Brock.

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Mónica me sonrió mientras sacudía su brillante y oscura cabellera atrás de su hombro, y yo meneé mis dedos alrededor de mi botella como respuesta, pensando que la mujer debería estar en un anuncio de Pantene.

—¿Quieres hablar un rato? ¿En otro lado, lejos de estos idiotas? Mi boca estaba seca. Nadie engañaba a mamá. "Hablar" era una palabra clave para cualquier cosa menos hablar. Por más guapo que me pareciera Brock, no estaba nada dispuesta para convertirme en su amiguita con beneficios hasta que decidiera que ya no podía vivir sin Mónica.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Comencé a apartarme justo mientras Jensen se volvía, arrojando su botella en el bote de basura más cercano. Mi mirada viajó por su cara y mi corazón dio un vuelco. Su tez se veía más oscura, como si se hubiera ruborizado, y sus labios estaban apretados en una fina línea. —Me voy –anunció, sacando un juego de llaves del bolsillo de su traje de baño. —¿Qué? –gritó Charlie, preparado para seguir a Jensen, arrastrando a Shawna detrás– ¡No te puedes ir! Jensen siguió caminando. —¡Déjalo en paz! –Soltó Brock mientras deslizaba un brazo alrededor de mi cintura– Algo se le ha metido al culo. Déjalo ir y lidiar a solas con eso. Mientras Jensen avanzaba por el lado de la piscina, alzó su brazo y nos sacó el dedo. Brock echó la cabeza hacia atrás, riendo fuertemente. Con Charlie persiguiendo a Jensen, y Linds a solo un paso de estar haciendo bebés con Mason, me había quedado sola con Brock. Cuya mano había bajado por la curva de mi espalda y más allá. Apretó, y yo solté un chillido. —¿Nerviosa? –preguntó, dejando caer su cara hacia mi cuello. Me hice a un lado antes de que pudiera terminar lo que sea que trataba de hacer. Levantó la mirada, ceñudo– ¿Qué? ¿No quieres hablar? —Ahh... Su mirada casi somnolienta me recorrió de nuevo. —Me gusta el vestido. ¿Es nuevo?

—Se ve bien. Te hace ver sexy. —Gracias –murmuré, rebotando en la pared plana de la casa.

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—Lo es –dije, dando un paso atrás.

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De hecho, lo era. Había conseguido aquél vestido sin tirantes amarillo específicamente para la fiesta. Mi madre dijo que el amarillo era el mejor para mi cabello claro y mi piel blanca. Por una vez, tenía razón. Forcé una sonrisa.

Brock avanzó, la botella de cerveza colgando en sus dedos. —Estás tan caliente.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mis ojos se ampliaron mientras él plantaba una mano en la pared, al lado de mi cabeza. Me precipite fuera de su brazo. Se dio la vuelta, frunciendo el ceño de nuevo, confundido. —¿A dónde vas? –preguntó. —Tengo que irme a casa. Tengo toque de queda y eso –mentí. Hacía mucho tiempo que no tenía que preocuparme por un toque de queda, pero si le oía decir caliente una vez más, iba a vomitar–. Pero ha sido divertido. Debo irme. ¡Adiós! Brock comenzó a avanzar hacia mí, pero su mirada se deslizó a la derecha y sus cejas cayeron de golpe. —¡Hey! –Gritó– ¿Quién rayos los dejó entrar aquí? Me volví, consiguiendo ver a tres muchachitos flacuchos que parecían no tener idea de que hacían allí tampoco. Los tres chicos se apretujaron, echándose miradas de pánico. Algo en ellos hizo que sintiera como si me hubieran atravesado el pecho, recordándome a... Sacudí mi cabeza, aclarando mi mente. Brock arrojó su botella, donde rebotó en un arbusto y se estrelló contra el pavimento. —¡Charlie! –gritó, sonriendo de una manera que hizo que mi estómago se hundiera. Se veía como un león a punto de saltar sobre una gacela con tres patas– ¡Mira que tenemos aquí!

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Decidiendo que ya era tiempo para hacer mi salida, para que no me quedara pasando el rato y haciendo algo estúpido, me apresuré adentro y recogí mis llaves de donde las había dejado, cerca de una caja de pan. Imaginaba que cuando llegara a casa, podría retomar el último libro de "The Black Dagger Brotherhood" que esperaba pacientemente por mí en mi almohada. No sé qué me atraía tanto de vampiros gangsters, pero así era. Los únicos libros para leer por ahora, eran los que le robaba a mi mama cuando no prestaba atención. Los romances de Kristen Ashley.

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No tenía idea de dónde estaba Charlie, pero me aproveché por completo de aquella distracción y me di la vuelta, apresurándome hacia la multitud de gente bailando, tirando mi cerveza casi llena en la basura. Mis ojos buscaron a Linds, pero ni ella y Mason se veían por ningún lado.

Me hacían querer mudarme a Colorado. A Linds le gustaba molestarme con eso de que me la pasaba con la cara metida entre las páginas, pero algunas veces necesitaba sacar mi cabeza de la vida real, y leer era la mejor manera de hacerlo, y la más rápida.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Ya afuera, me dirigí hacia la puerta principal. Mientras cruzaba el pasto, los sonidos de la fiesta se iban escuchando menos. Necesitaba enviarle un mensaje a Linds, para decirle que me había ido, pero mi teléfono estaba en el carro. Prometiéndome a mí misma no olvidarlo, pasé de largo los grandes setos que cubrían la pared de la oscura carretera frente a la casa de Brock. Su casa era la única en al menos una milla alrededor en la solitaria carretera, pero esta noche, ambos lados de las calles estaban repletos de carros, y había tenido que estacionarme en lo que se sentía un millón de kilómetros lejos de la casa. Abrazando mi cintura con mis brazos, aceleré el paso. Mis sandalias daban golpes sordos contra el asfalto roto, haciendo eco a mí alrededor. Tan oscuro como estaba, sin lámparas y solo unos ligeros rayos de la luna esparcidos por la carretera, fue un paseo demasiado largo y espeluznante. Seguía esperando que Pie Grande saliera de entre los árboles que llenaban la calle. Y si no, el Hombre Polilla. Después de todo, estábamos en Virginia Occidental. Un temblor me recorrió al imaginarme una criatura alada gigante volando desde los árboles, y luego maldije mi imaginación. Eso no era en lo que necesitaba estar pensando cuando estaba completamente sola. Cuando divisé mi auto, una amplia sonrisa se extendió por mi cara. Ya casi llegaba. Mis dedos apretaron las llaves mientras me detenía frente a la puerta del conductor, presionando mi dedo en el botón para quitar el seguro. El carro pitó, saludándome.

Con los pelos de punta, me di la vuelta, escaneando rápidamente la oscuridad a mi alrededor. El aire se atoró en mi garganta mientras entrecerraba los ojos hacia las sombras de entre los autos.

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No. Un minuto. Otro escalofrío se abrió paso por mi columna. Yo no estaba caminando, así que esos pasos... no eran míos.

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Mis sandalias aún resonaban contra el piso.

No vi nada. Los segundos pasaron y yo no me atrevía a moverme o a respirar muy fuerte. Mis oídos se agudizaron, tratando de escuchar los pasos, pero no había nada a excepción del zumbido de los insectos nocturnos. ¿Qué tal si de verdad estaba Pie Grande por allí? ¿O el chupa cabras?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane ¿O un insecto gigante hambriento de carne humana? Ahora simplemente estaba siendo estúpida. No había nadie aquí afuera. Era tan solo otro caso de "la paranoica imaginación de Ella". En lugar de planear ingresar a la Universidad a estudiar mi carrera, debería irme a Escritura Creativa. Por la manera en la que podía espantarme tanto por algo tan simple, podría ser la versión barata de Stephen King o algo por el estilo. Con una risa suave, me volví hacia el carro y tomé la manija de la puerta. Las puntas de mis dedos tocaron el metal justo cuando una oleada de aire caliente sacudió los cabellos junto a mi sien. Ese fue el único aviso. Cada instinto de mi cuerpo cobró vida, gritándome una advertencia, pero era demasiado tarde. Una mano cubrió mi boca. Llevada hacia atrás, las llaves cayeron de mis manos, estrellándose contra el piso. Mi cerebro dejó de pensar, incapaz de procesar lo que ocurría. Un segundo después, mis pies se alzaron del suelo, y el espacio entre mi carro y yo iba en aumento. Estaba siendo llevada lejos, cargada hacia atrás. El terror se llevó lo último de oxigeno con lo que mis pulmones intentaban desesperadamente sobrevivir.

Un calambre recorrió mi cuerpo entero, causando que me sacudiera contra la calle. Esto... esto sería la última cosa que vería, me di cuenta lentamente mientras trataba de golpear de nuevo, pero mis brazos no estaban cooperando conmigo. Músculos inútiles. Caían a mis lados, reposando en lo que parecía un ángulo antinatural.

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Aterrorizada, intenté agarrar la máscara, pero la cosa que me sostenía se sacudió fuera de mi camino. La sudadera se deslizó más abajo, revelando una peluca azul llena de rizos.

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Lo que estaba pasando era algo completamente salido de una película de terror. La cara del atacante estaba cubierta con una máscara de payaso (del tipo de plástico grueso). Piel blanca fantasmal con pequeño rubor rojo en las mejillas recibieron mi mirada horrorizada. Los ojos estaban ampliamente abiertos, con tres pestañas negras pintadas. La pequeña y alegre punta de la nariz estaba pintada de rojo y sus labios estaban tallados en una obscena y enorme sonrisa, dejando ver dientes falsos.

La máscara de payaso se hizo más grande, mientras se acercaba unas pulgadas más cerca de mi rostro. El golpeteo en mi pecho se alentó

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane mientras inclinaba la cabeza a un lado, observándome desde algún punto bajo los oscuros agujeros. Mis labios formaron una palabra que no pudo salir de mi boca. Por favor. La repetía una y otra vez, sin pensar. Por favor. Un leve chasquido salió de detrás de la máscara, y negó con su cabeza lentamente. Lagrimas empaparon mis ojos, deslizándose por mis mejillas, y la imagen de esa cosa se empañó mientras la oscuridad llenaba mi visión una vez más. Luego sus manos me habían liberado y mis pulmones tomaron aire frenéticamente. No entendía nada, ¡pero podía respirar! Me levantó tomándome por los hombros, alzándome como un peso muerto, y luego... Luces brillantes iluminaron la carretera y la cosa se congeló sobre mí. Se quedó quieto un segundo y luego me dejó caer. Mi nuca se estrelló contra el suelo, cegándome mientras la oscuridad se extendía por todos lados. Unos brazos me rodearon de nuevo. Había voces; voces que reconocía y que debían significar alguna clase de seguridad. Alguien gritaba. Se oían pisadas por todos lados. No podía levantar la cabeza, pero podía ver, nuevamente, y todo lo que veía eran estrellas. Poniéndose borrosas, aún lucían como pequeñas antorchas. Los brazos me apretaron, acercándome a ellos mientras una voz áspera susurraba en mi oreja.

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—Te tengo.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane U

n intento de asesinato era suficiente razón para que los policías de todos lados vinieran.

Intenté incorporarme en la cama del hospital, ignorando el ligero tirón en mis rodillas y el dolor sordo de mi nuca. Mi madre se encontraba a mi lado, indicándome gentilmente que me recostara. Su rubio cabello, normalmente peinado, era un desastre de chinos que llegaban hasta sus hombros, y sus ojos color avellano, más verde que cafés, transmitían una inmensa preocupación. —Cariño, solo recuéstate y relájate –dijo, acariciando la cobija azul sobre mi cintura–. No te muevas tanto. —Escucha a tu madre –se escuchó una voz desde la orilla de la cama. Mi mirada revoloteó hasta donde estaba sentado mi padre. El hecho de que ambos estuvieran juntos en la misma habitación, y aún más, que no pusieran una exagerada distancia el uno del otro, comprobaba la seriedad del asunto. Obviamente, el casi ser estrangulada a muerte era un asunto serio para la mayoría de la gente, y generalmente lograba traer a padres divorciados a una misma habitación de nuevo.

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—Mamá –suspiré, mirando hacia donde los dos oficiales de la policía estatal se encontraban detrás de ella. Había más en el corredor (y en la ciudad, en el país y en el estado). Desde el momento en que desperté en la ambulancia, personas y policías me hacían preguntas con un ritmo tremendo–, estoy bien, de verdad.

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Mi cerebro dolía.

Negó con la cabeza mientras tomaba asiento junto a mis caderas. —Casi te... –dejó salir una temblorosa respiración–. Podrías haber....

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mi estómago se contrajo dolorosamente. Incluso aunque no pudiera completar la oración, sabía perfectamente que quería decir. Mi padre se estiró, posando su mano en donde mi pie sobresalía de la cobija. Podría haber muerto, pero él se había detenido, me había levantado... como si hubiera planeado llevarme lejos de la carretera y me hubiera querido fuera de ella, no muerta. Y eso era más aterrador que todo lo demás. Bilis subió por mi lastimada garganta y entonces sí me acosté de vuelta en las almohadas apiladas detrás de mi cabeza. Un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras dejaba salir aire lentamente, aire que ni siquiera me había dado cuenta de haber retenido. El oficial Ritter cambió de posición detrás de mamá. —Lamento seguir haciendo preguntas cuando sé que está tan cansada... —Está bien –levanté las manos y comencé a pasarlas por mi rostro, pero me detuve. Mi piel estaba arañada y en carne viva en donde el pavimento la había raspado. Bajé mis brazos a los lados–. Esto es importante, lo sé. —Usted seguía refiriéndose al atacante como "el", pero ¿cómo puede estar tan segura de que era un hombre? –Preguntó, sosteniendo su sombrero bajo el brazo–. Dijo que el atacante llevaba una máscara y una peluca. —¿Una máscara de payaso? –murmuró papá, pasando una mano sobre su recortado cabello café– ¿En qué se está convirtiendo este pueblo?

—Cariño –dijo suavemente mi padre, mirándome–, creo que ya entendió. El oficial asintió.

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—Me levantó como si no pesara nada, y estoy tan segura como el infierno de que peso al menos unos...

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¿Pueblo? ¿En que se estaba convirtiendo el mundo, mejor dicho? Tragué saliva, haciendo después una mueca de dolor. Los payasos nunca me habían dado miedo pero ahora no sería capaz de ver uno de la misma manera, definitivamente.

—Pero hay muchas mujeres grandes ahí afuera, Ella. Estoy señalando esto porque deseamos estar seguros de contar con todos los detalles para encontrar a esta persona. Mi mirada se dirigió a mis manos rasgadas. En un instante, las pude ver tratando de alcanzar la manija de la puerta del carro. Había estado tan

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane cerca de llegar a mi auto, de estar a salvo. El recuerdo de ser jalada lejos y levantada estaba muy fresco todavía. Aspiré un tembloroso respiro. —Ella –susurró mi madre, reposando una temblorosa mano en mi brazo, mientras mi padre le daba un apretón a mi pie–, ¿estás bien? Asentí, levantando la mirada hacia el oficial. —Cuando me tomó por primera vez, me sostuvo contra él –mordí mi labio inferior mientras mi padre dejaba mi pie y se apartaba. Había tensión saliendo por todo su cuerpo, traspasándose a la mal ventilada habitación–. No sentí nada de... tu sabes... Pechos. Bubis. Tetas. Senos. No podía articular ninguna de esas palabras frente a papá, especialmente cuando parecía estar a punto de estallar y sumergirse bajo la cama. Por fortuna, el oficial asintió en comprensión y no me vi forzada a intentar. Hizo un par de preguntas más y luego llegó a una que me tomó completamente de sorpresa. —Ha estado viendo al Dr. Oliver, ¿correcto? —Si –miré a mis padres, pero la pregunta no parecía preocuparles. —¿Puedo preguntar por qué estás viendo a un terapeuta? Mis mejillas ardieron. Parecía tonto estar avergonzada sobre algo así, considerando que había estado a punto de morir en una carretera, pero no me gustaba la mirada que se arrastraba por su cara. Como si estuviera preguntando qué estaba tan mal conmigo para que tuviera que ir con un psicólogo.

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—De acuerdo –el oficial Ritter echó un vistazo a uno de sus compañeros. Su uniforme verde se estiraba en sus anchos hombros–. Solo tengo una pregunta más para ti, ¿de acuerdo? –cuando asentí cautelosamente, me mostró lo que supuse era una sonrisa que intentaba inspirar confianza, pero solo me puso incómoda– ¿Eras cercana a Vee Bartol?

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—Nosotros insistimos en que fuera con uno después del divorcio – respondió mamá, y bueno, eso era casi la verdad. Casi–. Solamente es algo en lo que está atascada.

Mi padre se congeló al pie de la cama. Se volvió al oficial, con la cara pálida. —¿No es esa la chica que se perdió?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Hace dos semanas –susurré, estirándome para tocar suavemente mi cuello con las puntas de mis dedos–. No la conocía muy bien. Digo, de alguna manera crecimos juntas, pero nunca llegamos más allá de intercambiar saludos. Mamá arrugó la frente mientras se enderezaba, distraídamente mi cabello hacia atrás, apartándolo de mi cara.

cepillando

—Escuché en las noticias que las autoridades creen que ella se escapó. Así que, ¿qué tiene ella que ver con esto? —Sí creemos que ella huyó –respondió con calma–, pero en este tipo de situaciones necesitamos contemplar cualquier posibilidad. Su desaparición y el ataque, si bien no tienen conexión, necesitan ser revisados. —Comprensible –dijo papá, sacudiendo la cabeza–. Mi hija está a salvo, ¿verdad? Mi cuerpo pareció congelarse mientras él respondía la pregunta, y mis pensamientos giraron en torno a Vee Bartol. ¿Sospechaba la policía que le había pasado algo más, y no estaban siendo del todo sinceros con lo que decían públicamente? No lo sabía y tampoco podía ver como algo en relación a Vee podría estar conectado con lo que me pasó a mí. —Aún hay algunas personas con las que necesitamos hablar.... Aquellos que estaban en la fiesta y se estaban yendo al mismo tiempo que usted – continuó el oficial Ritter.

Se me cortó la respiración mientras cerraba fuertemente los ojos. No necesitaba que me dijera eso. Ya lo sabía. Era oficialmente parte del pequeño porcentaje de aquellos que escapan con suerte de su atacante.

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—Si recuerda algo más, por favor no dude en llamarnos –el oficial le entregó a mi madre una pequeña tarjeta blanca. Se giró y luego se detuvo en la puerta, volteándome a ver–. Usted es una joven con mucha suerte.

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Un tipo de inmovilidad diferente se apoderó de mí al recordar la voz.... su voz. Te tengo. Mi pecho se contrajo. Imaginaba que ya habían hablado con él. Miré a la puerta, por alguna razón esperando verlo parado en el pasillo también, pero no fue así.

Tenía suerte.

***

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Has visto las noticias? –la voz de Linds se escuchó desde mi habitación–. Estás por todas partes. Incluso se hicieron con la foto escolar del año pasado. ¿Esa en la que pensaste que sería buena idea llevar dos colitas? Pareces de doce. Mi reflexión me hizo una mueca y solté un gemido. La piel de mi mejilla derecha lucía como si le hubiera echado un bote entero de rubor encima. Aun peor, si se miraba muy de cerca, mi cachete parecía una frambuesa. Me alejé, cogiendo un tubo de rímel. Incluso sin la gigantesca marca roja, mi cara no estaba para aguantar mucho maquillaje. Algo más que un poco de brillo labial y rímel me harían parecer una paya.... No pude terminar el pensamiento. En su mayoría, todo en mi cara era muy grande. Mis ojos. Mis mejillas. Mi boca. Pero por la gracia de Dios o del ADN de mis padres, tenía una nariz pequeña. Sin ánimos de hacer algo especial con mi cabello esa mañana, lo dejé caer en rubias curvas alrededor de mi cara. Dejando el brillo labial en su lugar, fruncí el ceño al ver que mi mano temblaba. Me había dicho con severidad a mí misma que estaba lista para ir a la escuela, que no necesitaba un tiempo fuera, y mientras le echaba un vistazo a mi pálida cara, me dije a mi misma que estaba bien. Estaba bien. Estaba viva.

Un miedo helado se instaló en el fondo de mi estómago. Lo que más me mortificaba era el hecho de que no había sido capaz de defenderme. Había luchado contra el atacante igual que un animal acorralado a punto de ser masacrado. No me había podido defender y si la suerte no hubiera estado de mi lado el sábado en la noche...

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Que no quería dejar la casa.

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Me recorrió un escalofrío cuando dos oscuros y profundos hoyos que ocultaban un par de ojos aparecían como un fantasma en mis pensamientos. Me dolió la garganta al pasar saliva. Voltee a la puerta abierta del baño, me llegó el sonido de la voz de Linds. Seguía hablando de las noticias. La noche anterior apenas pude dormir. Me dolía el cuerpo, me dolía en lugares que ni siquiera sabía que podía doler. Y allí en el fondo... había una pequeñísima parte de mí que no quería ir a la escuela.

Necesitaba dejar de pensar en eso. Tomando una profunda respiración, me aparté del fregadero y me apresuré a salir del baño que conectaba con mi habitación. Nuestra casa

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane en la Avenida Rosemont era antigua (seguramente ya estaba de pie durante la guerra civil), pero antes del divorcio y antes de que el mercado de vivienda colapsara y antes... bueno, antes de que todo cambiara, mamá y papá habían reconstruido la casa, lo que convirtió al pequeño e inútil cuarto que estaba junto al mío en un baño. Linds estaba sentada en mi cama con sus piernas dobladas debajo de ella mientras sostenía una vieja cerveza cara que yo nunca había tenido el corazón de tirar. —Oh, Ella –sonrió levemente. —¿Qué? Se ve mal, ¿cierto? ¿Mi cara? –suspiré, tirando del borde de mi camisa hacia abajo. Linds llevaba un lindo vestido, pero yo estaba en jeans y una playera. Me hacía sentir como que necesitaba poner más esfuerzo en la vestimenta del primer día de clases. —No es tu cara –mordió su labio inferior, bajando la mirada. A mi cuello. Había hecho todo lo posible por no mirarlo o pensar en ello, porque la primera vez que lo vi en la sala del hospital, había hecho que mis rodillas se debilitaran. Ambos lados del cuello estaban cubiertos por moretones, moteados en un profundo rojo púrpura, un doloroso recordatorio de esas manos apretándome duro y cortándome el aire. Sacudiendo la cabeza, dejé caer mi cabello hacia delante. Las puntas llegando más allá de mi pecho. —¿Cómo se ve así? Hace mucho calor como para una bufanda.

Los rizos de Linds rebotaron contra ella cuando se lanzó sobre mí, envolviendo mis hombros con sus brazos, con cuidado de evitar mis costillas incluso aunque ya no dolían.

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—Además está el hecho de que todos en el país saben que me estrangularon, ¿no es así? –forcé un casual encogimiento de hombros–. No hay razón para siquiera intentar esconderlo.

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—Mejor –dejando la cerveza a un lado, desplegó las piernas y se puso de pie–. No importa, realmente. Te ves genial.

—¡Dios, Ella! Me alegro tanto de que estés bien –me dio un apretón mientras su voz se espesaba–. No habría sabido que hacer yo misma. Todo esto es simplemente tan loco y aterrador. Envolví mis brazos a su alrededor.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Sí que lo es –dije, y esa era la pura verdad. El oficial Ritter había pasado el domingo en la noche, a ver cómo iba todo. El joven oficial creía que quien sea que hubiera sido responsable por el ataque, seguramente se había ido del pueblo, que no tenía nada de qué preocuparme, pero en el noticiero la noche anterior, otro oficial (un delegado) había hecho hincapié en que la gente, especialmente las muchachas necesitaban cuidarse y vigilar los alrededores. Según las estadísticas, estaba a salvo. ¿Quién terminaba siendo atacada dos veces por el mismo maniaco? Pero la fría bola de error aún descansaba como una piedra en mi estómago. —¿Estás llevándolo bien? –susurró, colgándose a mí como una envoltura. —Si –estaría llevándolo bien mientras no pensara en lo que habría podido pasar si esas luces no se hubieran encendido. Sin embargo, la noche anterior había sido dura. Mientras yacía acostada mirando al techo, todo lo que podía pensar era en esos eternos momentos en que no había podido respirar, en que no me había podido defender. Un temblor me recorrió y me aparté antes de que Linds lo pudiera sentir. —Hay algo en lo que he estado pensando –dije, respirando hondo. —¿Qué? –preguntó mientras recogía su bolso y yo tomaba el mío del suelo.

Por lo demás, los saludos y encuentros matinales eran una tradición desde que papá se había ido.

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Mi madre estaba en la cocina, vertiendo café en su taza. Vestida en pantalones negros y una blusa blanca, la mujer agotada de aquella noche se había ido. Giró hacia mí. Ser la gerente de sucursal del banco local significaba que establecía siempre su propio horario, y siempre estaba en casa antes de que me fuera a la escuela. Los miércoles eran duros, sin embargo. Tenía que estar temprano en Huntington cada jueves, así que se iba los miércoles después del trabajo y regresaba a casa los jueves hasta tarde.

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—Te diré en el camino. Llegaremos tarde si no nos vamos ya.

Se estiró detrás de ella para tomar y entregarnos una pop-tart3 tostada. Una para mí. Y una para Linds.

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Son unas tartas planas rectangulares y pre-horneadas hechas por la compañía Kellogg’s.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Estás lista para todo? –preguntó. —Para cualquier cosa –respondí, agradecida por aquella bondad azucarada–, gracias. Linds se inclinó, besando a mi madre en la mejilla. —Es la mejor. Pop-tarts tostadas. Mi madre solo me da una taza de café. Mamá se rio. —Ah, sostente al café tanto como puedas –recargó su cintura en la encimera, volviéndose hacia mí–. ¿Estás segura de querer ir hoy? Sé que la escuela entendería si no quisieras ir, y yo puedo hablar al trabajo. También entenderían. Había estado sobre mí todo el día de ayer igual que una mamá oso. Por mucho que apreciara ser atendida de pies y manos y todo, de ninguna manera me perdería el primer día de clases. —Estoy bien. De verdad. Quiero ir a la escuela. Linds pasó de largo, haciendo una cara. —Mira, tenemos que irnos –le dije, retrocediendo–. Te amo. —También te amo –su pechó subió en una pesada respiración mientras cogía su chaqueta de la parte trasera de la silla–, envíame un mensaje al llegar a la escuela y cuando te vayas, ¿de acuerdo?

Apreté mi agarre en el bolso. Pese a la fuerza del sol, de repente me sentí encerrada en hielo. El aire que respiraba se estancó en mi cansada garganta.

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Fuera, en el cálido sol de la mañana, me coloqué mis lentes de sol y bajé los escalones de dos en dos. Cuando mis pies estuvieron en la acera, una extraña sensación se enroscó alrededor de mi columna. Los diminutos pelos de mis brazos se pararon. La sensación...

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Asentí, imaginando que iba a tener que hacer eso bastante en los meses siguientes.

Linds se detuvo junto a mí, ceñuda. —¿Qué pasa? Girándome, esperaba ver a mamá en el umbral de la puerta, observándome, pero estaba vacío. También el garaje. El viejo columpio de madera se movía en el extremo del garaje con la ligera brisa del aire.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mirando al frente, escaneé el patio frente a la casa. Podía ver el capo de mi jetta desde aquí. La fría sensación permaneció, pero me forcé a mí misma a respirar y a dar un paso adelante, echándole la culpa a la paranoia. La cual estaba segura de que era justificable. Hace menos de cuarenta y ocho horas, había vivido algo que nunca pensé que viviría. Por supuesto que estaría un poco paranoica. Sonreí cuando Linds comenzó a moverse nerviosamente. —Nada. Observándome, vaciló un momento antes de avanzar. Sacudiendo la extraña sensación, inhalé el aroma de paso recién cortado mientras cruzaba el patio delantero y llegaba a la acera. Me detuve en seco, parada en donde estaba estacionado mi auto a lo largo de la acera. Hijo-de-puta. Había una demoniaca chinche café en mi parabrisas. Chillando como una niña pequeña, me precipité hacia el frente del jetta y abrí la puerta. Me tambaleé al subirme y cerré la puerta de golpe en caso de que la chinche tuviera el sigilo de un ninja, cosa muy probable. Encendí el auto y di un golpe al parabrisas, sonriendo como el sombrerero loco mientras los limpiaparabrisas lanzaban al bicho hasta el otro extremo del país. Linds, que me esperaba en la acera, arqueó una ceja. —¡Perdón! –grité, quitando los seguros.

—No son inofensivos –le dije, alejándonos de la acera–. Son la plaga de la destrucción en el planeta. En realidad, podía caminar hasta la escuela si me sentía, no sé, activa... con ganas, cosa que no había sentido desde hace mucho. Hace mucho tiempo, en una galaxia.... lo que sea, amaba correr. Era algo que me motivaba cada mañana o después de la escuela, y tenía planeado unirme al equipo de atletismo, pero hacía casi cuatro años que no corría.

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—Solamente era un pequeño e inofensivo insecto.

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Se subió echándome una larga mirada.

Mientras conducía por la calle, hice algo que siempre hacía. Tres cuadras adelante, volteé a la izquierda, a la casa de ladrillo que tanto se

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane parecía a la mía. Fue un vistazo rápido, pero el impacto que tuvo en mi fue muy largo. Apreté el volante, acelerando. Las estrechas calles de Martinsburg estaban llenas de autos. El pueblo era pequeño con una plaza principal que era literalmente solo una explanada con flores, pero la población crecía cada mes al parecer, haciendo que salir fuera el equivalente a que te arrancaran las pestañas. —Todos se me quedarán viendo –dejé salir mientras una luz roja nos hacía detenernos frente a la biblioteca–, ¿no es así? No respondió inmediatamente. —¿Quieres que te mienta? Pequeños nudos se formaron en mi vientre. —No. De acuerdo, tal vez. Sí por favor. —Nadie se te va a quedar viendo –dijo solemnemente–, y si lo hacen, les voy a dar una paliza. ¿Qué tal? Las comisuras de mis labios se alzaron. —Eso está genial. Gracias –me detuve, envolviendo mis dedos alrededor de un mechón de cabello, manteniendo mi otra mano al volante–. Yo... —¿Qué? –preguntó, y sentí sus ojos clavados en mí. Pensé en decirle lo que había estado pensando la noche anterior acostada en mi cama, pero el deseo de hablar sobre ello (o de si quiera pensar en la noche del sábado) desapareció. Negué con la cabeza, más inquieta de lo que iba a admitir.

Terminamos llegando a la escuela con menos de dos minutos para ir al salón principal. Llevaba tanta prisa por llegar a clase que ni siquiera tuve la oportunidad de preocuparme en si la gente me miraba.

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—No será así.

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—Solo... espero que este día no apeste.

Mientras subía las escaleras al segundo piso, casi chocaba con la espalda de Wendy, la joven con pechos que deberían ser ilegales en una chica de preparatoria. Por fin me habían crecido unos a mí, pero si me comparaba con ella, era como tener trece de nuevo y sentirles envidia a los suyos.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Ella y sus amigas (Mónica y Shawna) estaban literalmente paradas a mitad del pasillo como si no fuera un lugar por el que la gente pasara, y también estaban hablando lo suficientemente alto como que para que cualquiera dentro de esta escuela y de la primaria de al lado pudiera escucharlas. —No importa que fuera el último hombre en la tierra y repoblarla estuviera en mis manos. Nunca andaría con el– anunció Wendy, echando una brillante y rubia capa de cabello detrás de su hombro–. Digo, no hay suficientes shots de gelatina como para eso. Mónica se rió, clavando su vista en la pared, donde estaban alineados los casilleros. —No seas tan mala, Wendy. Yo creo que es, ya sabes, especial. Luego me di cuenta de que el chico del que hablaban, Luis Clayton, se encontraba de pie frente al casillero. La parte de atrás de su cuello estaba roja y sus hombros se encontraban inusualmente tensos. Perras. El resto de la conversación apestaba a un centenar de escenarios similares que había presenciado, recordándome cosas que azotaron demasiado cerca de casa. Rodeándolas, me apresuré por el pasillo para no entrar tarde a clases, pero tan pronto entré a nuestro salón principal, fui devuelta con una nota para que yo y mi feliz trasero lleváramos a la oficina de la señorita Reed, consejera extraordinaria y profesora de artes de aquel año.

Ugh. Mis sandalias se deslizaron sobre la recién pulida cara de bulldog, y luego giré bruscamente a la izquierda, bajando el ritmo al llegar a la rotonda. Las oficinas de la derecha estaban abarrotadas de personal, pero antes de que pudiera fijarme en quienes se encontraban allí, me encontré con mi reflejo.

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Deslizándome de nuevo al primer piso, gemí cuando sonó la campana, marcando el inicio de nuestro periodo en el salón principal. Si la Srta. Reed se apoderaba de mi tiempo, llegaría tarde a la primera clase, lo que significaba que entonces sí, todos se me quedarían viendo al entrar.

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¡Santo Jesucristo en una galleta! Esto era lo último que quería hacer.

Incluso en el cristal, podía ver la mancha roja en mi mejilla. Inclinando mi barbilla, dejé caer mi cabello hacia adelante, cubriendo la marca. Dejé

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane la rotonda y la puerta de la oficina de la Srta. Reed se abrió de golpe mientras una oscura figura salía de ella. No había forma de detener la colisión mientras la puerta se cerraba. Me estrellé contra un pecho... un pecho duro y masculino. Tropecé y casi caía en la rotonda, pero un brazo salió disparado y su mano atrapó mi brazo, estabilizándome. —Whoa, ¿estás bien? Todo mi cuerpo se tensó ante el sonido de su voz, y mi mirada recorrió desde las bronceadas botas de montaña, siguiendo hacia arriba por sus músculos vestidos en mezclilla, hasta una desgastada playera que se aferraba a sus abdominales y unos hombros y pecho anchos. Me forcé a levantar la vista y mis ojos se encontraron con un par azul pálido. Jensen. Liberándome de su agarre, mi boca se secó y mi cerebro, muy convenientemente, se quedó en blanco. Arqueó una ceja mientras me miraba, y todo lo que podía pensar era que esto era lo más cerca que habíamos estado en cuatro años. Cuatro años. La puerta se abrió, llamando mi atención. Las regordetas mejillas de la señorita Reed se alzaron en una sonrisa tan pronto me vio.

Como una completa idiota, me giré hacia la Srta. Reed. —Espera –Jensen se echó hacia adelante, bloqueándome el paso–, tienes una de esas malditas chinches en el cabello.

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Miré de nuevo a Jensen, sabiendo que necesitaba decirle algo, lo que fuera, pero ninguna palabra vino a mi mente. Me pregunté si habría sufrido algún daño cerebral cuando mi cabeza se golpeó en el pavimento el sábado en la noche.

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—Ah, ahí estas Ella. Vamos, entra –haciéndose a un lado, abrió más la puerta mientras se ajustaba sus gafas cuadradas–. Solo tomará unos minutos.

—¿Qué? –jadeé, mi corazón deteniéndose bruscamente de forma desgarradora. —Una chinche –repitió, en esa profunda y dulce voz–. En tu cabello. Alcé las manos, tragándome un chillido de estilo banshee.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¡Quítamela! ¡Quítamela! ¡Quítamela! —Oh, cielos –murmuró la Srta. Reed desde el umbral. Su umbral libre de insectos. Los labios de Jensen se torcieron en una sonrisa mientras se acercaba. —Es solo un bicho, Ella. —No me importa, no me importa –cerré mis ojos fuertemente, lanzando mis manos–. Por favor sácala. Por favor. Con mis ojos cerrados, no podía ver una mierda, pero supe el momento exacto en que se acercó. El ligero aroma de colonia mezclada con aire libre llenó mis siguientes respiros, y luego sentí su cálido aliento en mi frente. En un instante me olvidé de la chinche mientras un temblor de conciencia patinaba sobre mi piel. ¿Era necesario que se acercara tanto? El aire se atascó en mi garganta. —Lo tengo –se apartó y abrí los ojos para verlo aplastando a la chinche a lo que esperaba fuera el "más allá"–. Se ha ido. No me moví. Todavía estaba muy cerca. La punta de sus botas tocaba mis pies. Su brazo estaba muy cerca del mío y sabía que si daba una respiración muy profunda, mi pecho rozaría el suyo. Ese lado de su boca se curvó de nuevo, forzando una torcida sonrisa. —Ya estás del todo bien y has entrado a la zona libre de insectos. Seguí allí parada.

Parpadeé una vez. Y luego otra. Y sentí arder a mi cuerpo de nuevo. Jensen ladeó su cabeza y sus ojos recorrieron mi cara, deteniéndose en mi mejilla raspada. Hizo ademan de levantar su mano pero con una pequeña sacudida de cabeza, se dio la vuelta agraciadamente y se alejó.

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—Así es. Estoy segura de que la crisis del insecto ha sido resuelta. Todo en el mundo está bien de nuevo.

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La señorita Reed se aclaró sonoramente la garganta.

—¡Jensen! –le llamé. Se detuvo, y luego, mientras mi corazón golpeaba contra mis costillas, me encaró lentamente. Su expresión estaba vacía, pero sus pálidos ojos azules estaban fijos en los míos con la intensidad que siempre tenían.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Gracias –dije, dando un paso al frente. Un musculo saltó en su mandíbula mientras me observaba con una mirada que decía que no estaba seguro de por qué le estaba agradeciendo, pero las palabras "Te tengo" circulaban repetidamente en mi cabeza.

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—Gracias –repetí, sosteniendo su mirada–, por ayudarme el sábado en la noche.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane J

ensen no respondió. Todo lo que había hecho fue asentir y darse la vuelta. Probablemente me hubiera quedado ahí parada eternamente observando su partida de no haber sido por que la señorita Reed me seguía indicando que entrara a su despacho. A un día y medio después de que todo hubiera pasado, seguía sin poder creer que había sido Jensen, de toda la gente, el que había llegado en el momento en que lo hizo, ahuyentando al atacante. Una cosa que no entendía, y no había sido capaz de comprender, era el por qué seguía Jensen ahí afuera en la carretera. Se había ido unos 5 o 10 minutos antes que yo. O al menos eso creía. —¿Por qué estaba Jensen aquí? –la pregunta brotó de mi antes de que pudiera detenerme. Me ruboricé, sentándome–. Eso muy probablemente no sea de mi incumbencia.

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La Srta. Reed no era mucho más grande que nosotros, y hasta donde sabía, a todo mundo le caía bien. Era respetable de una manera en la que la mayoría del personal no lo era. Había disfrutado el tiempo con ella el año pasado cuando tuve que elegir mis clases para el último grado y ella había entregado los formularios para la ayuda financiera y las solicitudes universitarias, pero eso no significaba que quería compartir mi vida entera con ella.

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—Tienes razón. No sería de tu incumbencia –tomó asiento detrás de su escritorio, cruzando las manos encima de un archivo cerrado. Un mechón de cabello oscuro cayó a su frente–. Normalmente. Pero quería verlo esta mañana por la misma razón por la que quería verte a ti. Quería asegurarme de que se encontrara bien después de todo lo que paso, siendo que fue él quien... te encontró.

—Realmente no quiero hablar sobre la noche del sábado –dije, sentándome rígidamente quieta. —¿Muy pronto? –preguntó con una sonrisa comprensiva.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Se podría decir –extendí la mano, tomando un mechón de cabello y enredándolo alrededor de mi dedo, una costumbre nerviosa que nunca había podido romper–. Antes de que pregunte, estoy perfectamente bien. —¿Y lo estás? Levanté la vista, encontrándome con su mirada. —Sé que no puedes estar cien por ciento bien, Ella. Lo que pasó el sábado por la noche tuvo que ser espantoso para ti. ¿En serio capitán obvio? La silla chirrió cuando la Srta. Reed cambió de posición, recargándose. —Ese tipo de evento impactaría a cualquiera, especialmente a alguien que... —Lo sé –la interrumpí, sintiendo a mi estómago encogerse. Cerrando mis ojos, apreté los puños hasta que mis desgastadas palmas dolieron. La máscara... el payaso, que parecía de porcelana.... apareció ante mí, forzándome a abrir los ojos–. Pero no quiero hablar sobre eso o sobre ninguna otra cosa. La Srta. Reed sostuvo mi mirada por un momento antes de asentir. —¿Hay alguna cosa en la que pueda ayudarte? Comencé a decirle que no, pero lo que salió de mi boca fue otra cosa. —¿Puede ayudarme a poder defenderme?

Hubo un momento de silencio.

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—No pude luchar con el –dije, mi voz salió con un inesperado graznido y batallé para respirar–. No supe cómo. No pude luchar contra él y la única razón por la que salí de ahí fue que tuve suerte... eso es todo. Suerte. Estaba indefensa –mi voz se rompió–. Y no me quiero volver a sentir así de nuevo. Así que, al menos que pudiera ayudarme a convertirme en ninja, no hay ninguna razón para que yo siga aquí.

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—¿Disculpa? –parpadeó lentamente.

—Bueno, no sé si pudiera ayudarte a convertirte en ninja. —Por supuesto que no –murmuré. Pero ella sonrió ampliamente, sorprendiéndome.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Sin embargo, sí se algo sobre clases de defensa personal... más bien como alguien que ayudó a dar unas en las que estuve en el verano. Las clases terminaron, pero estoy segura de que él hará una excepción por ti. Definitivamente no esperaba eso. —¿En serio? —Sí –se veía contenta de ayudar–, y siendo sincera, pienso que es una brillante idea. Creo que toda mujer debería aprender defensa personal. Ojalá viviéramos en un mundo donde no fuera necesario y no tuviéramos que preocuparnos por nuestra seguridad, pero hasta que la sociedad abra los ojos y reconozca que tenemos un misógino problema en nuestras manos, prefiero estar preparada para poder defenderme. Asentí tan rápido que me dolió la garganta. Estaba bastante aliviada de que la Srta. Reed no se hubiera reído en mi cara. —Exacto. —También es muy enriquecedor, y me enorgullece que quieras dar un paso para tomar el control de la situación en lugar de no hacer nada. Vuelque aquí al final del día y ya tendré información para ti. Me le quede viendo y se rió suavemente. —Mira, como dije, creo que es una idea genial que las chicas aprendan a defenderse solas. Además del hecho de que tristemente muchos chicos piensan que las mujeres han sido puestas en la tierra solo para ellos...

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—…nunca puedes estar demasiado segura. Y creo que te ayudará a sentirte... mejor, sobre lo que pasó –continuó, quitándose las gafas–. Todos dicen que las chicas necesitan tener ese "poder femenino", como si eso fuera algo con lo que naciéramos. Es decir, ¿qué es realmente poder femenino? ¿Una pastilla o bebida que nos podemos tomar? ¿Tener millones de amigas? ¿Practicar deportes? ¿Ser increíblemente inteligente o una listilla general? –Resopló mientras yo la miraba boquiabierta– ¿Exactamente que les estamos enseñando a nuestras niñas? ¿Qué tener el poder es solo sobre esas cosas? ¿Qué hay de la autoestima como un medio para obtener poder? ¿Y que "actuar como una chica" o "golpear como una chica" en lugar de ser algo de lo que avergonzarse, sea algo de lo cual sentirse orgullosa? Porque déjame decirte, yo golpeo como una chica y puedo noquear a alguien hasta por una semana.

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Mis cejas se alzaron hasta mi frente.

—Ummm... –miré alrededor de la oficina con los ojos como platos.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —En mi opinión, tener el control no es tanto el acto o lo que hagas; sino la fuerza motriz detrás de jugar deportes, tener amigos, saber cómo pelear, etcétera, etcétera. Es saber cuándo necesitas ayuda y la decisión consciente de buscarla en lugar de no hacer nada. Ser proactiva y tomar de vuelta cualquier control que sé que tu sentiste que perdiste incluso si no quieres decirme. —Yo... sí sentí como que perdí el control –admití, y me gustaba la idea de que estaba ganando poder haciendo esto. No iba a simplemente esconderme en mi habitación o continuar con mi vida como si nada hubiera pasado. Estaba haciendo algo por lo menos. —Lo sé, Ella. Esto ayudará. Traerá solo cosas buenas, y en la improbable situación de que algo ocurriese de nuevo, incluso dentro de mucho tiempo, estarías mejor preparada. Eso es ganar poder de verdad. Elegir, no importa qué pase, no ser una estadística. Si bien me gustaba todo lo que predicaba (poder femenino, ¡roar!), mi cerebro se quedó estancado en una parte. —¿De nuevo? –susurré, pensando en mi creencia de la improbabilidad estadística de que eso pasara. La sonrisa de la señorita Reed desapareció mientras se deslizaba sus gafas nuevamente.

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Bajé la mirada hacia el papelito que la Srta. Reed me había entregado mientras salía por la puerta trasera de la escuela, siguiendo al flujo constante de estudiantes que caminaban al estacionamiento. Me había pasado por su oficina después de clases, obtenido otro discurso sobre el poder femenino y ahora seguía mi camino. Había una dirección de un almacén por la carretera del aeropuerto y un número celular que no reconocía para que utilizara en caso de perderme.

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—Más vale prevenir que lamentar, Ella.

Sentí la garganta seca mientras miraba el papel que revoloteaba entre mis dedos. ¿En serio iba a hacer esto? La Srta. me había dicho que mi instructor estaría esperándome después de clases y que había estado extremadamente dispuesto a ayudar.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Clases de defensa personal. Casi me reía porque el único tipo de ejercicio que hacía últimamente era caminar de la puerta de mi casa hasta mi auto. E imaginaba que las lecciones de defensa personal iban a ser un infierno de entrenamiento. Un zumbido de emoción casi familiar corrió por mis venas. Reconocí la sensación antes de que desapareciera. Era la misma que tenía al atar mis agujetas para ir a correr. Un repentino chillido atrajo mi atención hacia el gimnasio y el vestuario. Nuestro equipo de fútbol salió disparado por la puerta, dirigiéndose a la cancha a practicar. Algunos llevaban las hombreras ya puestas sobre sus playeras blancas, otros las cargaban en las manos. Brock estaba entre ellos.... era el que gritaba y hacía alboroto. Iba empujando a un muchacho flacucho, riendo mientras una de las toallas que cargaba flotaba en el aire y caía en el suelo sucio. Negando con la cabeza, aceleré el paso y tropecé al ver mi jetta. Una pequeña sonrisa tiró de mi cara. Gavin Grimes se recargaba sobre mi auto, con las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones cortos. Hacía al menos dos meses que no lo veía. Incluso aunque vivía en la misma calle que yo, no había estado por aquí en el verano.

Gavin me sacaba una buena cabeza y media, no era tan alto como Jensen, pero tenía extremidades más largas y anchas, algo con lo que había tenido problemas para lidiar en la secundaria. Solían llamarlo niño araña. Bueno, a decir verdad habían sido Brock y Mason, pero de nuevo, Gavin se había acostumbrado. Era muy guapo. Mientras me apretaba, mi rostro estaba aplastado contra su pecho.

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Me tomó un poco por sorpresa. Nuestra ruptura había sido completamente amistosa, pero ni siquiera nuestros brazos se habían rozado desde entonces. Pero el abrazo se sintió bien... genial, incluso. Era cálido y familiar.

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Al verme, sacó una mano del bolsillo y me sonrió mientras se la pasaba por su cabello cobrizo. Un hoyuelo apareció en su mejilla izquierda y se apartó de mi auto. Abrí la boca, pero sus brazos me envolvieron en un gigantesco abrazo de oso.

—Dios mío Ella, supe lo que pasó –dijo, y al inclinarme hacia atrás pude ver a las demás personas observándonos mientras entraban a sus carros–. ¿Estás bien? –luego su mirada se trasladó a mi mejilla y hacia abajo, a mi cuello–. Mierda. No puedes estar bien.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Estoy completamente bien –le dije, que era lo que le había dicho a todos los que me preguntaron lo mismo el día de hoy, siendo compañeros, profesores y el oficial de la escuela. —Pero te... —Gavin, estoy bien. Solo un poco raspada y moreteada. No es nada –la máscara de payaso apareció en el fondo de mis pensamientos, y la aparte de golpe–. No estuviste hoy en la escuela. Dijeron tu nombre en la clase de inglés. Sus brazos seguían alrededor de mí. —Sí, no regresamos de la playa hasta tarde y decidí saltarme las clases de hoy. Iba a llamarte más tarde, pero necesitaba ver si estabas bien. Me imaginé que habías ido a la escuela cuando no vi tu auto estacionado en tu casa –hizo una pausa, escaneando mi cara y deteniéndose en la gran marca roja–. Demonios, Ella... Tomé una respiración, pero se quedó estancada en mi garganta. Se extendió el calor por toda mi piel y de repente estaba demasiado caliente. Saliéndome de su abrazo, di un paso atrás, necesitando espacio. Enredando un mechón de cabello alrededor de mi dedo, fijé mi mirada en un viejo Mustang que se encontraba unos espacios más allá. El motor seguía sin arrancar. —Entonces... tenemos la materia de ingles juntos, pero yo estoy en el primer desayuno. ¿Tu? Arrugó la cara, un hábito que tenía al concentrarse.

Alzó las cejas y sus ojos verdes se abrieron como platos. —¿Tu qué?

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—Eso apesta –forcé una sonrisa mientras mi mirada regresaba a él–. Quiero charlar... ponernos al día; pero tengo que irme –alcé el pedazo de papel–. Voy a tomar clases de defensa personal.

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—Creo que tengo el segundo.

Hice una mueca. —Ya sé que tengo la coordinación de una llama de dos patas, pero no me vengas con que es tonto, porque creo que es lo más inteligente que puedo hacer. Tomado en cuenta lo que ocurrió, ¿sabes? Tosió una carcajada mientras empujaba sus manos en los bolsillos.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Sí, podría decirse que es verdad eso de la llama pero no creo que sea tonto. —¿En serio? –una ola de alivio inundó mi pecho. —Sí, ¿por qué no? –Cambió su postura– ¿Dónde van a ser? Me encogí de hombros. —Realmente no tengo idea. Algunas lecciones privadas que tomó la Srta. Reed o algo así. —Genial. Vas a tener que contarme que tal sale todo –dijo, rascándose la mandíbula distraídamente–. Tengo que irme. Mi padre quiere que le ayude esta noche. Creo que se está cobrando el que me haya saltado las clases de hoy. Sonreí. Los padres de Gavin eran propietarios de un exitoso negocio de limpieza, siendo que era prácticamente el único de todo el pueblo. Cada cierto tiempo, su padre lo hacía ayudar. Algo sobre aprender a tener responsabilidades. Gavin lo odiaba... el olor de limpiador y desinfectante, pero recibía una paga al ayudar, así que lidiaba con ello. —¿Me hablas más tarde? –pregunté, entrecerrando los ojos por el sol.

Y cuando el pueblo entero había estado patas arriba en séptimo año, había estado justo allí a mi lado. Nunca jamás olvidaría eso. —Tendré cuidado –dije, abrazándolo de vuelta igual de fuerte–. Lo prometo.

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Cerré fuertemente mis ojos. La sangre subió a mi cara. Antes de que Gavin y yo intentáramos todo eso de la relación, habíamos sido mejores amigos. Cuando teníamos ocho años, me había ayudado a rescatar una tortuga con el caparazón roto que habíamos encontrado en Back Creek. Un Halloween, nos disfrazamos de Jack y Jill. Y cuando mi abuela falleció en primer grado, me había traído un plato lleno de panqueques de terciopelo rojos y no salió corriendo cuando empecé a llorar.

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—Por supuesto –dio un paso adelante, abrazándome de nuevo, y esta vez me relajé en el abrazo–. No sabría qué hacer si algo te pasara. Por favor ten cuidado.

Después de eso nos separamos, prometiendo llamarnos más tarde, y cuando entré a mi auto, volteé a la ventana para ver que seguía allí parado. Dije adiós con la mano. Gavin hizo lo mismo.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Por centésima vez desde que terminamos, deseé con todas mis fuerzas que las cosas no hubieran sido tan fáciles con él, que hubiera sentido más, porque era un buen chico.... un gran chico. Y mientras salía del estacionamiento, anhelé poder verlo aquella noche, acurrucado conmigo en el sillón y viendo estúpidas películas. Realmente podría usarlo en aquellos momentos y si se lo pidiera, allí estaría, pero eso no era justo. La última cosa que quería hacer era hacerle creer otra cosa si aún tenía sentimientos del tipo "más-que-amigos". Nuestra amistad no había sido la misma desde que terminamos, y daría lo que fuera por volver a como era antes de que comenzáramos a salir. De vuelta a la primaria, de hecho, donde habíamos sido ese pequeño y perfecto grupo de amigos. Pero nadie podía volver en el tiempo. Y ya no era tan increíblemente inocente. Mis amigos de la infancia.... los cuatro de nosotros. No habíamos sido perfectos. Todo lo contrario.

Tal vez también necesitaba clases de conducir. Mirando al número de calle de la dirección que me habían dado, fruncí el ceño mientras reducía la velocidad a paso de tortuga, siguiendo la carretera.

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Cuando por fin pude girar en la carretera al aeropuerto, casi me la pasaba, teniendo que girar bruscamente a la derecha por un estrecho camino de dos carriles concurrido por casas de rancho de una sola familia, que lucían todas casi iguales. Hice una mueca cuando mis neumáticos chirriaron y un anciano que regaba el césped alzó la cabeza de golpe lanzándome una dura mirada.

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El tráfico se detuvo por completo en la Ruta 11. Estancada detrás de una flota de autobuses anaranjados, tenía ganas de golpear mi cabeza contra el volante. La Srta. Reed no me había dado una hora exacta para llegar, pero tampoco quería que esta persona estuviera esperándome una eternidad.

Más adelante, las casas desaparecieron por completo, siendo remplazadas por un restaurante que aparentaba encontrarse en un viejo hangar de aviones. El único otro edificio era un gigantesco almacén gris situado a la izquierda, rodeado por campos llenos de amarillas cañas.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mi estómago dio un vuelco mientras estacionaba mi jetta cerca de una camioneta azul oscuro que lucía vagamente familiar. Muy nerviosa como para prestarle atención, me quité los lentes de sol puesto que éste había desaparecido del todo, y tomé el desbaratado pedazo de papel, junto con mi celular, sosteniendo ambos en mis manos fuertemente mientras salía. El viento azotó en el estacionamiento, revolviendo mi cabello suelto. Podían verse algunos carros estacionados en el lugar, pero mientras miraba a las oscuras puertas que llevaban al almacén, mis pies parecieron estar clavados al piso. El lugar parecía premonitorio y vacío, un lugar perfecto para hacer una casa embrujada en Halloween y, básicamente el último lugar al que jamás querría entrar. Escalofríos irradiaron de mi espalda y una extraña sensación de placer se instaló en mi pecho, apretando mis pulmones hasta que el aire se quedó estancado, casi como el sábado en la noche cuando aquellas manos habían rodeado mí... —Basta –jadeé, tragando duro–. Detente ahora mismo. Hablar en voz alta conmigo misma era seguramente un signo definitivo de que me estaba yendo a la tierra de los locos, pero forcé a mi corazón a bajar el ritmo y a mis pies a moverse. Apretando el libro mi pecho, crucé el estacionamiento.

—Hey –me llamó. Mi corazón se desplomó mientras una ola de terror caía sobre mí. La reacción me quitó el aliento. Nunca había sido tan asustadiza antes, ¿pero ahora? Sentía que iba a arrastrarme fuera de mi piel.

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Mientras pasaban, me sonrieron, y forcé a mis labios a hacer lo mismo pero la sonrisa se sintió falsa y débil, demasiado forzada. El más cerca de mí llevaba unas oscuras gafas de sol incluso aunque el cielo estaba lleno de nubes cargadas de lluvia. Caminó unos pasos más lejos de mí y se detuvo.

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Las oscuras puertas de vidrio se abrieron antes de que yo llegara y dos hombres salieron de allí, con bolsas de gimnasio tras de ellos. Tenía que estar en el lugar correcto, pero aquí afuera no había señal alguna de que hicieras eso.

—¿Ella Mansfield? –dijo, y giré en torno a él al escuchar mi nombre. Las cejas de su compañero se alzaron en reconocimiento mientras me quedaba ahí parada, completamente confundida. El que me había llamado dio un paso adelante, quitándose las gafas. Ojos café oscuro encontraron los

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane míos. No era tan grande... tal vez llegando al final de sus veinte, o iniciando los treinta. Algo sobre su rostro me era vagamente familiar. Di un paso atrás. —¿Hola? —¿No me reconoces? –su sonrisa no flaqueó– Totalmente comprensible. Fui uno de los oficiales que... um, estuvieron el sábado por la noche. Soy un delegado... Shaw Jordan. Este idiota de aquí al lado también es un delegado: Neil Bryant. —Yo no estuve ahí –dijo Neil, pasando una mano por su cabeza rapada– , pero me alegra ver que estés bien. —¡Oh! –calor se extendió por mis mejillas. Por alguna razón, entre más miraba al delegado Shaw Jordan, más familiar se veía. No de este último fin de semana, sino como que debería haber recordado su nombre–. Hola. Shaw miró por encima de mi hombro, entrecerrando los ojos. —Nunca te había visto antes por aquí... Dejó abierto aquel comentario, dándome la oportunidad de explicar mi presencia. —Es la primera vez que vengo, yo... uh, vine aquí porque deseo tomar una clase de defensa personal –el calor comenzó a hervir en mi–. Pensé que era buena idea y alguien en el personal de la escuela conocía a alguien que enseñaba aquí. —Esa es una brillante idea –aprobó Neil.

—Te veo después –asintió Neil.

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—Así es. Esa debe ser la razón de que las luces estuvieran encendidas en la sala 4. Puedo mostrarte el camino –Shaw se volvió hacia su amigo–. No tardaré.

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—Gracias –miré por detrás del hombro–, entonces ¿estoy en el lugar correcto?

Me despedí con la mano y luego me volví hacia Shaw. —No tienes que hacer esto. El ya iba en la puerta, sosteniéndola abierta. —No es ningún problema. Tan solo tomará unos segundos.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mordiendo el interior de mi mejilla, me arrastré hacia adelante y me encontré en un corredor tenuemente iluminado que olía a... manzanas. Murmuré "gracias" y, mientras echaba un vistazo al delegado fuera del trabajo, tuve el presentimiento de que no estaba haciendo eso porque era el Delegado Yo-Siempre-Ayudo-A-La-Gente, si no porque me tenía lastima. Y eso me hizo querer ir a esconderme en un rincón. —Entonces, ¿cómo lo estas llevando? –preguntó, cerrando la puerta detrás de nosotros. —Bien. Me miró por un segundo con expresión dudosa mientras pasábamos por una vacía vitrina de cristal. —Muchos oficiales entrenan aquí. Si sigues derecho llegarás a un gimnasio. Algunos venimos aquí a jugar –cuando asentí, señaló a unas puertas dobles que estaban cerradas a su derecha. Su húmeda y blanca camisa de algodón se estiró por sus hombros–. Ahí es donde enseñan Krav Maga... eso te enseñaría defensa personal en un abrir y cerrar de ojos, pero esas clases no son para principiantes. En otras palabras, no era lo ideal para lo que yo quería. —Tú quieres ir allí –Shaw apuntó hacia el pasillo izquierdo–. Las segundas puertas dobles de tu izquierda son el Salón 4. Es donde normalmente imparten las clases de defensa personal. —Gracias –me detuve frente a las puertas azules. Habían cubierto las ventanas con papel negro, bloqueando la vista hacia adentro, y resistí la urgencia de arrancar el papel y echar un vistazo.

Tal vez si así fuera, hubiera sido capaz de quitarme a aquél bicho de encima sin tener que depender del golpe de suerte.

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—Como mi compañero dijo allá afuera, esta es una buena idea. Demonios, creo que debería ser obligatorio en las escuelas.

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Shaw titubeó un momento.

Comencé a alcanzar la puerta cuando se me ocurrió... cómo lo conocía. —Un segundo, ¿eres familiar de Gavin...? —Sí, soy su primo. Nuestros padres son hermanos –ladeó la cabeza–. Ustedes dos salieron por un tiempo, ¿cierto? ¿Pero terminaron?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Asintiendo distraídamente, ahora recordaba a Gavin mencionando tener un primo mayor llamado Jordan que era policía, pero que no eran cercanos debido a la diferencia de edades. Nunca en mi vida había visto a Gavin y a Jordan juntos, pero había algo más flotando al margen de mi memoria. —Bueno... –dio un paso atrás–, si necesitas algo, no dudes en llamar. Sé que tu caso lo tiene el estado, pero todo lo que tienes que hacer es llamar a la estación de policías y preguntar por Shaw Jordan. Te contactarán conmigo. —Gracias –dije, puesto que era lo único que parecía capaz de decir, y me despedí con una incómoda seña de mano. Shaw se volteó y luego se detuvo, encarándome. Frunció sus oscuras cejas, del color de su cabello. —Nos conocimos antes... antes del sábado en la noche. Fruncí el ceño mientras buscaba en mis recuerdos.... no había nada. —Lo siento. Mi cerebro ha sido revuelto últimamente. ¿Fue en alguna reunión familiar de Gavin? —Comprensible –me dio una rápida sonrisa–. No fue ninguna reunión familiar. Fue hace un par de años. Creo que tenías como doce o trece, al igual que Gavin. Fui quien respondió a un llamado en el bosque. Una helada descarga de cosquilleos explotó en mi nuca y se expandió a la parte trasera de mi cuello. Seguía sin recordarlo, pero sabía de lo que estaba hablando e hizo que se formaran nudos en mi estómago. —Tenía trece.

El suelo pareció hincharse bajo mis pies. Cada musculo de mi cuerpo se tensó, y estaba a solo unos segundos de ser lanzada hacia el pasado, hacia algo tan horroroso que me había tomado años borrar esas imágenes de mi mente.

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—Algunas llamadas... bueno, algunas son más difíciles de olvidar que otras, y esa fue una de ellas. Ese niño...

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Asintió, encontrando mi mirada.

—De todas maneras –dijo Shaw, sacudiendo la cabeza–, no olvides lo que dije. Si necesitas cualquier cosa, no lo dudes.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Asentí lentamente mientras el caminaba hacia el vestíbulo, desapareciendo en la esquina. Cerrando los ojos, maldije por lo bajo. La buena noticia era que esas horribles imágenes de hace ya casi cuatro años no regresaron, pero la bola de emociones ácidas sí se enredo alrededor de esos nudos. Eso era lo último en lo que necesitaba pensar. Girando alrededor, inhalé profundamente y empujé la puerta... lista para hacer lo que sea que sacara mi cabeza del pasado.... y del presente. Me detuve de golpe, exhalando el aire lentamente mientras la puerta se cerraba detrás de mí. Sagradas carreteras en las montañas llévenme a casa. Había un tipo semidesnudo frente a mí. Estaba de espaldas a la puerta y el intricado juego de músculos que ondulaba y flexionaba sus hombros y su espalda eran fascinantes mientras bajaba un saco de boxeo al piso, a un lado de donde yacía una playera gris echa bolas. Su pantalones de nylon azul oscuros colgaban muy bajos en sus caderas, enseñando la ligera línea de músculos inferiores de su espalda. Pero no era solo cualquier tipo semidesnudo, y de repente la camioneta azul de afuera adquirió sentido. Oh bendito Dios, no era él. Mientras se volteaba de lado, mirando hacia donde yo estaba parada, sentí que necesitaba ir a sentarme en una de las sillas de metal. Tuve una clara imagen de abdominales tan duros como rocas, un poco de pezones masculinos marrón oscuro, y después estaba inclinándose, recogiendo la playera del suelo. Torció un lado de su boca en una sonrisa.

—Estoy en el cuarto equivocado.

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Una saludable dosis de inteligencia salió de mí mientras me le quedaba viendo.

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—Estaba preguntándome a qué hora llegarías.

Se rió entre dientes, estirándose y encarándome del todo. Preciosos ojos, del color del cielo por las mañanas, se encontraron con los míos. —Estás en la habitación correcta, Ella.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mi corazón pateó contra mis costillas y mi cerebro se apresuró a tratar de encontrar una alternativa diferente sobre qué (o quién) estaba mirándome justo a la cara, pero no hubo ninguna otra respuesta.

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Está extremadamente dispuesto a ayudar, había afirmado la Señorita Reed, pero debió haber estado tomando de una pipa de crack o algo, porque me había mandado a encontrarme con Jensen Carver.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

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o tenía idea de cómo estaba parada frente a él. —¿Enseñas defensa personal?

Jensen se acercó a mí, dando pasos largos y decididos y querido Dios, en verdad necesitaba ponerse esa playera porque estaba batallando mucho para mantener mis ojos en su cara. —Le he ayudado al instructor una o dos veces en sus clases, así que sé lo que hago. Mi mirada bajó a esas grietas a cada lado de sus caderas. Oh, definitivamente sabía lo que hacía. —No entiendo. ¿No deberías estar en la práctica de fútbol? Jensen se detuvo a unos pasos de mí, arreglando casualmente su playera para que no estuviera al revés.

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—¿Por qué? –Demandé como si... como si tuviera derecho a saber–. Quiero decir, escuché que ibas a empezar de mariscal. Intentaste entrar al equipo en primavera. Y lo lograste –mis mejillas ardieron cuando alzó una ceja, y me di cuenta que podía ser un poco extraño que supiera eso puesto que no le había dirigido la palabra desde que regresó a mitad de tercer grado–. Es decir, todo el mundo hablaba de eso.

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—No jugaré futbol este año.

Me miró directamente a través de sus gruesas pestañas mientras sacaba las mangas de la playera. La intensidad de esas pestañas debería ser ilegal. —Estoy tratando de obtener una beca para la UM. El futbol no me llevará allí, así que decidí que enfocarme en mis clases era un camino más seguro.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane ¿Cómo no había escuchado que no jugaría futbol este año? Pero entonces, desde que había vuelto no nos juntábamos con la misma gente, ya no. Simplemente asumí que había cambiado. Que era como Brock y Mason, un típico cabeza dura. De acuerdo, eso era prejuicioso. Jensen era lo contrario a cabeza dura. El chico era muy inteligente. Simplemente yo ya no lo conocía. Mientras lo veía ponerse la playera ya no sabía si debía estar feliz o decepcionada de que estuviera cubriendo el tipo de cuerpo del que estaban hechas las fantasías. —Entonces –dijo, dejando caer la camisa por su estómago–, ¿quieres aprender defensa personal? Me quedé estupefacta. —¿Sabías que era yo cuando la Srta. Reed te lo pidió? —Sí. —¿Y aceptaste hacerlo? Se rio entre dientes, como si hubiera dicho algo gracioso. —Sí. —No lo entiendo. Jensen se pasó la mano por el cabello, ladeando la cabeza y observándome con una mirada de exasperación apenas contenida. —De acuerdo. ¿Le pediste a la Srta. Reed que te ayudara a encontrar a alguien que pudiera enseñarte defensa personal?

Entrecerré los ojos.

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—Y eso es lo que hizo. Me encontró antes del almuerzo y preguntó si podía enseñarte algunas cosas. Dije que si –bajó su mano–. Y aquí estamos. No es difícil de entender.

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—Sí, pero...

—No soy estúpida. Puedo seguir perfectamente con una línea de eventos. —Sé que no lo eres. Estás lejos de ser estúpida. —Pero no sé porque aceptarías ayudarme. Yo no te...

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Ahora estrechaba los ojos mientras daba un paso adelante, sus brazos colgando a los lados. —¿Tu no me, qué? Cada instinto de mi cuerpo demandaba que retrocediera un paso, pero me mantuve firme. —Yo no te agrado. La sonrisa torcida reapareció. —Yo nunca, en toda mi vida, jamás, he dicho que no me agradaras, Ella. La manera en que dijo mi nombre trajo una oleada de calor a mis mejillas. El nunca antes había dicho así mi nombre. De repente estaba justo frente a mí, parado tan cerca que sus tenis rozaban mis dedos, justo como habían hecho esta mañana. Antes de hoy y del sábado, la última vez que habíamos estado así de cerca fue cuando... Jensen fue mi primer beso. Mi corazón dio un brinco cuando el recuerdo tiró de el. Éramos niños, y ninguno de los dos había tenido idea alguna de lo que estábamos haciendo, pero ese beso había sido mejor que cualquier beso que hubiera venido después. Un revoloteo comenzó en mis costillas, como un colibrí que trataba de salir volando. Y nunca me había sentido así con Gavin ni con nadie más. —Creo que es obvio –me las arreglé para decir. —¿Y cómo es eso? –dijo, levantando una ceja. —No me has hablado en cuatro años.

—Um, la última vez que revisé había un ingenioso invento llamado teléfono e internet.

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Sentí rabia correr por todo mi cuerpo, tan brillante como el sol.

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—Ella, me mudé.

—Sí, creo que he oído hablar de ellos, pero... había mierda con la que tenía que lidiar, sabes. Más de lo que crees, pero ¿sabes qué más? Estoy seguro de que todo eso de la comunicación funciona por ambas partes. Nunca intentaste contactarme –añadió antes de que pudiera cuestionar ese comentario de "más de lo que crees". Cambió ligeramente de posición, manteniendo sus ojos en los míos con la intensidad que siempre habían tenido–. Y si recuerdo bien, sí traté de hablar contigo cuando regresé a

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Martinsburg. El primer día de escuela, y me dijiste que me mantuviera alejado de ti. Esa fue la segunda vez que me habías dicho eso. Oh, tenía un muy buen punto ahí y quería ignorarlo. —Creo que esto ha sido... Jensen se movió tan rápido que no tuve oportunidad de hacer nada. Me tomó por los brazos y me dio la vuelta. Reforcé mi agarre en las llaves y el celular, pero ambos me eran inútiles mientras sus brazos me envolvían, sujetando mis brazos a los lados. El aire salió por completo de mis pulmones mientras me empujaba contra su pecho. Momentáneamente estupefacta, estaba dividida entre estar completamente consciente de la sensación de Jensen presionado contra mí, y el recuerdo de la última vez que estuve atrapada en un apretón así. —¿Qué estás haciendo? –chillé. Su barbilla rozó mi mejilla cuando bajo la cabeza. —Iniciando con tu primera lección. Probablemente la más importante. Sentí que mis ojos se saldrían de mi cabeza. Esta era una mala idea, era como el montón de todas mis malas ideas unidas en una gigantesca idea estúpida. —¿Mi primera lección? —Ya sabes, ¿sobre defensa personal y eso? –dijo con tono divertido. —P…p…pero ni siquiera estoy usando ropa deportiva –balbuceé, irritada conmigo misma, y con él, y con el mundo entero y la reina de Inglaterra.

—Apuesto a que vas a decirme.

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Fruncí el ceño mientras trataba de lanzarme hacia adelante, pero no podía romper su agarre.

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—Y eso es bueno. ¿Sabes por qué?

—La ropa normal restringe tus movimientos, y la probabilidad de que seas atacada saliendo del gimnasio, con ropa deportiva, suena... poco posible, ¿no? Por un segundo, me imaginé liberándome de su agarre como un ninja y dándole un golpe de karate en la cabeza. Eso también era tan poco probable como el ser atacada justo saliendo del gimnasio.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —No tienes que actuar como un sabelotodo al respecto. Su profunda risilla retumbó sobre mí, provocándome un ligero temblor. Su risa murió y un instante pasó entre nosotros. El calor de su cuerpo me recorrió, relajando un poco los nudos que se habían creado en mi estómago. Su agarre no se aflojó, pero su cuerpo se tensó detrás del mío. En ese pequeño espacio de tiempo, se sintió como si algo hubiera cambiado entre nosotros, algo potente que consumía todo. Y luego abrió la boca. —¿Cómo te agarró? –cuando no respondí, lo intentó de nuevo– ¿Cómo te agarró, Ella? ¿Así? ¿Desde atrás? Parpadeé un par de veces, y mi corazón saltó hasta mi garganta. En una fracción de segundo, se me helaron las venas. –Sí. –¿Y qué hiciste? ¿Qué hice? Los recuerdos se precipitaron sobre mí como un perturbador álbum de fotos. Mientras miraba las puertas cerradas cubiertas por ventanales, ya no me encontraba en esta habitación. Estaba de vuelta en la estrecha y eterna oscuridad de la carretera, justo al lado de mi carro, tan cerca y sin embargo tan lejos. —Suéltame. Los músculos de sus brazos se crisparon.

—Se resbaló –dije jadeando–-. Cuando eche mi peso hacia atrás, se tropezó y cayó, pero no llegué muy lejos -tomé una profunda respiración, forzándome a abrir los ojos–. Él... –me horroricé, y de nuevo, me di cuenta de la estupidez de lo que estaba haciendo–. Es muy pronto. No quiero hacer esto.

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Por supuesto que no había funcionado. Cerré fuertemente mis ojos, de repente sintiendo mis pies en el aire el horror de ser un peso muerto arrastrado lejos de mi auto, en dirección al bosque. Mi pecho subió y bajó rápidamente.

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—¿Así es como te liberaste? No creo que haya funcionado mucho.

Jensen no se movió. —Ella...

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Déjame ir –me tiré hacia adelante, pero no me soltó. Sentí el pánico subir por mi garganta-. No estoy lista para esto. Por favor. No quiero... —Está bien. Estas a salvo. No voy a lastimarte –dijo en voz baja–. Lo sabes, Ella. Probablemente sigues siendo quien me conoce mejor que nadie. No. Yo ya no lo conocía. Dejé de conocerlo desde hace años, pero me calmé, dándome cuenta apenas de lo mucho que estaba forcejeando con él. Su mejilla estaba presionada en mi sien. —Estás a salvo aquí. Mi pecho subió bruscamente de nuevo y susurre: —lo sé. —Solo estoy aquí para ayudarte y eso haré. ¿De acuerdo? Eso quieres, ¿verdad? Asentí, mientras digería sus palabras, y me forcé a alentar mi respiración. Había venido aquí por una razón. Enloquecer no me estaba ayudando en lo absoluto. Mientras mi corazón bajaba el ritmo, mi cara comenzó a arder de nuevo. —¿Qué tal estas aguantando allí? —¿Justo ahora o...? –me mordí el labio inferior. Cambió su posición y sentí en mí su cálido aliento. —Ahorita estas bien. Puedo notarlo.

Lo demás... Mis dedos se enroscaron alrededor de mi celular y mis llaves.

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—Tu respiración cambió –explicó, y oh Dios, así de cerca estábamos. El podía sentir los patrones en mi respiración. Benditos snickers–. ¿Qué hay sobre lo demás?

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—¿Cómo?

—¿Sabes cuantas veces me han preguntado eso hoy? —Bueno, te acaban de preguntar una vez más.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Las comisuras de mis labios de alzaron y empecé a decirle lo mismo que le había dicho a todo el mundo. Tal vez incluso cambiarlo por un "perfectamente", pero eso no fue lo que salió de mi boca. —No muy bien. —Puedo imaginarlo –flexionó de nuevo los músculos de sus brazos–. Tal vez esto ayude. —Tal vez. Su pecho se infló contra mi espalda. —Muy bien, empecemos con lo primero. Siempre puedes engañar al asaltante. Fingir ser débil. Fingir desmayarte. —¿Qué? –eso no tenía sentido. —Si te agarran y tu atacante piensa que eres débil y no lo eres, llevas la ventaja... el elemento sorpresa, sobre todo si llevas un arma en mano. Probablemente la llevabas el sábado en la noche, ¿sabías? Tus llaves. ¿Mis llaves? —Las tiré. —No quieres hacer eso. Míralas. Tienes... mierda, ¿Cuántas llaves tienes en esa cosa? Jesús, ¿Cómo veinte? Volteé los ojos, ruborizándome.

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—Creo que tienes una llave de cada casa de la avenida Rosemont –dijo, riendo, y me ruborice aún más. Era algo en lo que trataba de no pensar... en que solo vivía a tres cuadras de mi casa, que se había mudado de vuelta a la casa en la que había crecido... en la que yo había crecido. Cuando se fue, sus padres la rentaron, pero yo seguía volteando a ver si estaba cada vez que pasaba por allí–. De cualquier modo, acomoda las llaves de manera que la parte dentada sobresalga de entre tus dedos – cuando lo hice, pude escuchar la sonrisa en su voz al hablar–. Ves, ya te hiciste con un infierno de arma. Estréllale esas llaves y tal vez tomes la delantera, pero tienes que lograr liberarte primero.

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—No tantas, por Dios.

Observando las puntas dentadas de las llaves, intenté imaginarme estrellándoselas a alguien en la cara. Antes del sábado en la noche, nunca hubiera pensado que sería capaz de hacer algo como eso. La única cosa a

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane la que fácilmente podía lastimar era a los insectos. Con una sensación de repulsivo hundimiento, me di cuenta que ahora lo podría hacer fácilmente. La noche del sábado me había cambiado irrevocablemente. —Hay varias formas de romper este tipo de agarre que no implican arrojar tu peso por todos lados. Eso no siempre funciona. La primera va a ser la más fácil y es una que a la gente nunca se le ocurre –explicó–. Todo lo que tienes que hacer es estampar tu pie. —¿Estampar el pie? –alcé las cejas. —Sip. Sube tu pierna... eres diestra, ¿cierto? Usa tu pierna derecha y planta tu pie en el mío lo más fuerte que puedas. Jensen me ayudó con ello y luego cambió a una táctica diferente. Hablando suavemente, me indicó las diferentes maneras de romper un abrazo de oso. Una consistía en inclinarse a un lado y doblar el cuerpo. Extendiendo de vuelta mi brazo, podía conseguir dar un buen golpe en la entrepierna. Pivotear mi espalda contra esa parte suya era de lo más incómodo del mundo. —Vamos –me persuadió–. Sé que ha habido muchas veces en que me has querido golpear en las bolas, así que sé que puedes hacerlo mejor que eso. Sonreí a pesar de todo. —Ahora que lo mencionas... –balanceé mi brazo hacia atrás, deteniéndome en el último momento posible. Cuando sentí su pecho alzarse bruscamente, una satisfacción perturbarte se apoderó de mí– ¿Cómo estuvo eso?

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Dejé caer mi teléfono en la alfombrilla, pero me quedé con las llaves para la siguiente ronda. Otra consistió en levantar mi rodilla y tirarla hacia atrás, a la rodilla del asaltante. Hizo que repitiéramos eso hasta que le agarrara el truco y unas más usando el mismo tipo de técnica.

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—Uh, seh, mucho mejor.

—Quiero que hagas esto... el tiro en la entrepierna. No me golpees –dijo– . Solo quiero señalarlo. Cuando te suelte, tendrás dos opciones. Correr como el infierno. —Suena como una buena opción.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Me ignoró. —O pelear. ¿De acuerdo? Vamos a empezar desde el inicio –soltó su agarré y cuando comencé a mirarlo de nuevo, se echó adelante, envolviendo sus brazos a mi alrededor y jalándome hacia atrás. Hice como me había dicho. Primero, levanté mi pierna derecha y estampé mi pie en el suyo. Jensen gruñó y relajó su agarre lo suficiente como para darme algo de espacio. Sosteniendo mis llaves, giré hacia la izquierda, doblándome por la cintura. Extendiendo mi brazo derecho, lo eché hacia atrás, mi mano golpeando su muslo. Lo suficientemente cerca como para que soltara una respiración inestable. Me soltó y me lancé hacia adelante. Dos opciones. Pelear. Pegar vuelo. No pensé en ello mientras giraba, encarándolo. Jensen había empezado a echarse adelante, pero se detuvo en seco cuando alcé mi mano con las llaves. Sus cejas, más oscuras que su cabello arenoso, se alzaron. —¿Vas a pelear? Respirando entrecortadamente, lo observé. ¿Pelearía? Me había liberado el sábado en la noche y había corrido. No había llegado muy lejos. —Parece que la opción más inteligente sería herir a la persona y luego correr. —Así sería, pero preferiría que huyeras. Fruncí el ceño, pensando que al elegir pelear había hecho lo correcto.

Como una completa perdedora.

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Volteó hacia otro lado por un momento y luego se lanzó hacia adelante, envolviendo su larga mano alrededor de mi muñeca. Me tiró contra él, pecho con pecho. El contacto congeló mis sentidos y solté mis llaves.

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—¿Por qué?

Jensen inclinó la cabeza, quedando tan cerca que su boca estaba a solo unos centímetros de la mía. —Tal vez no debiste haber soltado esas llaves. —No me jodas.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Por otra parte, no hay mucho que puedas hacer con las llaves cuando estoy agarrando así tus muñecas. —Doblemente no jodas. -¿Cuándo te hiciste con esa boquita? —Cuando no estabas –lancé sin pensar realmente en ello. —Buen punto –bajó su mirada por un momento antes de levantarla nuevamente, el color de sus ojos profundizándose a un azul magnético–. ¿Ves que fácil fue eso? Por eso preferiría que corrieras. Sin mencionar que ni siquiera tienes idea de en donde encajar esas llaves. —¿Qué hay de tu cara? —Todo lo que tengo que hacer es inclinarme –no se inclinó, sin embargo. Si acaso, se sintió como que se acercó más. Un calor dulce y ligero, como a fuego lento, lavó mi cuello–. Si vas a pelear, necesitas saber de verdad cómo pelear, Ella. Si no, necesitas escapar. Esa es la manera inteligente de hacerlo. Eso es lo que enseñamos en defensa personal. Cómo usar estos movimientos para escapar. No como girar e involucrarte más. —Pero si me escapé -susurré, bajando las pestañas. Casi podía sentir mis pies deslizándose por la hierba y la tierra–. Pero me atrapó de nuevo. —¿Así fue como pasó esto? –preguntó, y cuando seguramente lo miré con cara de "¿qué?", giró su mano, apenas rozando su pulgar con los raspones de mi palma. Dolían de lo fuerte que había estado apretando mis llaves– ¿Y esto? –con su otra mano, recorrió con sus dedos la marca de mi mejilla.

Sus dedos se desplazaron de mi mejilla.

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—Sí, pero... pero tú puedes enseñarme en donde golpear. Puedes enseñarme a pelear.

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El suave murmullo de su toque me sacudió. Mi pecho subía y bajaba un poco demasiado rápido.

—Así es. —Entonces hazlo. Sacudió la cabeza. —Necesitas saber cómo escapar...

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Ya te dije que sí me escapé, pero me atrapó. No quiero saber cómo correr. Quiero saber qué hacer si me atrapan. ¿De acuerdo? –Me trague la repentina quemadura de lágrimas–. No necesito saber cómo correr. —Ya sé que sabes cómo correr. Si recuerdo bien, podías correr rápido – sus ojos buscaron los míos–. ¿Por qué no estás en atletismo como tenías planeado? La pregunta me agarró desprevenida. —Ya no corro. Parpadeó. —¿Qué? Amabas... —Simplemente deje de hacerlo, me... me aburrí de ello –la frustración salió de mí–. Quiero aprender a pelear, Jensen. Por eso estoy aquí. Frunció levemente el ceño mientras me miraba. No me respondió por un largo momento y luego dijo: —Lo entiendo. De verdad, Ella. —Gracias –dejé salir una temblorosa respiración. Los labios de Jensen se partieron en una verdadera sonrisa, que alcanzaba sus ojos, y me sobrecogió un poco. Había pasado un largo tiempo desde que recibí una sonrisa de Jensen Carver. —Contra mi buen juicio, puedo enseñarte a pelear, pero no hoy. Se está haciendo tarde.

Jensen no se había movido. Yo tampoco. Y nuestros pechos aún estaban conociéndose, y si me estiraba un poco con las puntas de mis pies, mis labios encontrarían los suyos, pero eso estaría mal. Completamente mal.

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Simplemente ya no podía recordar porqué exactamente sería una mala idea.

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Ni siquiera había pensado en la hora.

—Me alegra que estés bien –dijo, rompiendo el silencio. —Me alegra que estuvieras ahí –dije, enroscando mis dedos. Su mirada se encontró con la mía y luego revoloteó hacia otro lado. —Sí, a mí también.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Jensen me soltó y retrocedió. Jalando su cabello con su mano. —Fue suficiente por esta noche. El cambio repentino fue como entrar a un congelador. Me giré, recogiendo mi celular y mis neuronas inútiles. —Entonces, ¿Cuánto te debo por esto? Sacudió la cabeza mientras caminaba de largo. —No me debes nada. —Pero necesito pagarte por esto. No tengo mucho, pero... —No voy a tomar tu dinero –me interrumpió, alcanzando la puerta. Manteniéndola abierta, me apresuró a seguirlo–. Vamos, tengo que apagar las luces. No me gustaba la idea de no pagarle, pero me daba cuenta que no podría ganar la discusión justo ahora. Lo dejé llevarme afuera, y mientras cerraba la puerta, me di cuenta de sus intenciones. —No necesitas acompañarme al auto. Caminó a mi lado, reduciendo sus pasos largos. —¿Pero qué tal que aparezca un escarabajo e intente molestarte escarabajosamente de nuevo? Su tono bromista tiró de las comisuras de mis labios. hábito

de

rescatar

damiselas

en

peligro

de

—Solo si son chinches –dijo, manteniéndose a mi lado mientras llegábamos al pequeño pasillo que daba al estacionamiento–. Y solo a chicas lindas. Tropecé, mirándolo agudamente. —No digas eso.

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el

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—¿Qué, tienes escarabajos?

—¿Por qué? –frunció el ceño. Por una multitud de razones. —Solo no hagas.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Se quedó callado mientras cruzábamos el pasillo apenas iluminado. Se escuchaba el eco de los gruñidos provenientes de las puertas cerradas que nos rodeaban. —¿Debería no hacerte cumplidos? ¿Preferirías que te insulte? Una risa escapó de mí. Su tono era ligero, aun bromeando. —¿Qué tal si solo te mantienes... no sé, real, conmigo. —Está bien, puedo hacer eso –abrió la puerta para mí–. Puedo mantenerlo real. Parecía haber un mensaje escondido ahí que yo no estaba recibiendo. —Podemos hablar de cuando quieres que nos veamos. Estas en el desayuno A, ¿verdad? Me detuve frente a mi auto, quitando de mi cara las hebras de cabello que el viento había soltado. —Sí, ¿también tú? No te vi hoy. —Yo te vi –encogió un hombro–. Entonces, hablaremos mañana – comenzó a girarse y se detuvo, nuestras miradas se encontraron desde el espacio de estacionamiento que nos separaba–. Esperaré a que entres al auto. Era ridículo, pero el revoloteo estaba de vuelta en mi pecho, golpeando mis costillas. Alce una mano para despedirme tan incómodamente como un guardia de transito con un brazo roto.

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Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, solo una pequeña punta en las comisuras mientras asentía. Detrás de su hombro, el sol comenzaba a esconderse bajo el horizonte, pintando el cielo de las montañas de un rosa y azul vibrantes. Esperó hasta que estuve dentro del auto y lo encendí, solo hasta que lo eché a andar se dio la vuelta y trotó hasta su auto. No me di cuenta que estaba sonriendo como idiota hasta que mis mejillas dolieron.

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—Nos vemos mañana... Jensen.

La sonrisa se quedó en mi cara durante todo el camino. Prácticamente corrí dentro de la casa, dilatándome solo en lo que abría la puerta. Lanzándome a la cocina, tomé una botella de agua y me dirigí arriba.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane La televisión encendida del cuarto de mamá se escuchaba hasta el pasillo. Pensé en entrar allí y dejar caer mi trasero en su cama para robarle helado (el litro de helado que sabía que tenía con ella), pero decidí dirigirme primero a mi habitación para cambiarme. Prendiendo la luz con mi codo, me saqué los zapatos y comencé a sacar mi playera, haciendo una mueca cuando la piel de mis costillas dio un tirón al levantar mis brazos. De pie a mitad de mi habitación, me congelé cuando una cálida ráfaga de aire sopló sobre mi expuesto estómago. Extraño. Me quité la playera mientras me giraba en dirección de mi ventana. En un instante, todo menos mi corazón se alentó, como si alguien hubiera usado un control remoto en la vida y hubiera presionado el botón para que todo ocurriera lento. Las finas cortinas blancas se elevaban fuera de ondulándose en suaves ondas mientras volvían a su lugar.

mi

ventana,

Mis pies se hundieron en la alfombra mientras caminaba hacia la ventana. Alzando el brazo, curvé mis dedos alrededor de los suaves bordes, haciendo lentamente la cortina hacia atrás. La ventana estaba abierta. Sin pantalla. Nada más que el aire de la noche llenaba el vacío. Mi corazón se detuvo mientras me enderezaba y me giraba hacia la cama. Mi mirada se arrastró rápidamente por mi habitación, saltando erráticamente cuando algo (la puerta del baño) crujió. Me lancé hacia el baño, pero me detuve en seco cuando mi mirada aterrizó en la cama.

En mi cama, acurrucada entre las dos almohadas king size, acomodada encima de mi osito azul favorito, había una máscara... la misma mascara que veía cada vez que cerraba los ojos. Y ahí estaba, mirándome de vuelta con esos ojos huecos y vacíos, y la exageradamente amplia y perturbadora sonrisa.

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—Oh Dios mío...

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Me tropecé un paso hacia atrás, mi playera cayéndose de mis dedos flácidos hasta la alfombra.

La máscara de payaso estaba en mi cama con una nota de post-it pegada en ella, justo arriba de los hoyos donde deberían estar los ojos. El mensaje tan crudamente escrito me gritaba.

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Es tu culpa.

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E

staba aquí... él estaba aquí.

Me hice hacia atrás, tropezando con la silla de la computadora mientras un grito salía de mí. Sentí mis venas congelarse mientras me daba la vuelta y pegaba vuelo. Abriendo de un golpe la puerta de mi habitación, me apresuré por el pasillo. —¡Mamá! –Grité– ¡mamá! Oh Dios mío, ¿Qué tal si le había ocurrido algo? Sentí un tirón en el estómago mientras llegaba a la puerta cerrada al final del pasillo, pero se abrió de golpe antes de que pudiera alcanzarla. Mi madre salió corriendo, su cara pálida mientras me observaba. —Ella, ¿qué está pasando? ¿Por qué no...? —¡Está aquí! –tomé su brazo y tire de el– ¡La ventana se encontraba abierta y la máscara estaba en mi cama con una nota! ¡Está en mi cuarto!

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—¡Mamá! –grité, mirando por encima del hombro mientras mi corazón latía tan rápido que me temía que me fuera a dar un infarto. ¿Acaso estaba agarrando su helado?– ¡Necesitamos salir de aquí! ¿Qué estás haciendo?

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Su rostro adoptó una expresión confundida y luego giró, lanzándose de nuevo hacia el dormitorio.

Regresó, con su celular en la mano, y me aventó una playera. Solo entonces me di cuenta que estaba parada en el vestíbulo en solo mi sujetador y pantalones. Mi estomago se hundió con horror a un nuevo nivel cuando caí en la cuenta de que había estado en mi habitación medio desnuda con esa... esa cosa.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mi madre me tomó del brazo, jalándome hacia las escaleras mientras hablaba en el teléfono. Ya sin aliento, le dio a la operadora su nombre y dirección. —Sí, estamos saliendo de la casa ahora mismo. Nos precipitamos afuera y a través del patio delantero, la hierba cálida y húmeda bajo mis pies. Me detuve en los espesos setos y di media vuelta, levantando la mirada. Mi habitación estaba en la parte de atrás de la casa, viendo al patio trasero, y no había nada que pudiera ver desde aquí. Temblé, mi pecho doliendo. —Tuvo que haber entrado por la ventana. La puerta principal estaba cerrada. Tuvo que haberse trepado al árbol y abrir la ventana. Mi madre me envolvió en sus brazos, sin decir nada. En cuestión de segundos, escuche las sirenas a todo volumen y su continuo acercamiento me calmó los nervios un poco, pero todo lo que podía pensar era en esa cosa estando dentro de la casa con mamá y por Dios sabe cuánto tiempo. Llegaron tres patrullas municipales de policía, una detrás de la otra. Un oficial nos empujo a la acera mientras dos de ellos se dirigían adentro, arma en mano. Me senté en el bordillo mientras mamá le repetía al policía lo que le había dicho, mirando las luces rojas y azules dar vueltas en la calle. Aparentemente no era necesaria una explicación de quién era yo, pues el oficial pregunto inmediatamente si era la misma mascara que había usado mi atacante el sábado en la noche.

Se quedó conmigo hasta que un oficial la llamo hacia donde estaba parado, cerca de la entrada.

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—No lo sé, cariño –dijo, envolviendo sus brazos alrededor de mis hombros.

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—Sí, –asentí– era la misma. Estoy cien por ciento segura de eso. Y había una nota pegada a ella. Ya la verá. Decía que era mi culpa –miré a mi mamá–. No entendí que quería decir eso.

Empujé el cabello lejos de mi cara y recargué la frente en mis rodillas. ¿Qué estaba haciendo el monstruo de regreso? El oficial Ritter había insistido en que el atacante había huido lo mas seguramente no solo de la ciudad, sino del estado. Así que, ¿por qué iba a estar aquí? Por alguna horrible razón, pensé en cómo había preguntado el oficial por Vee y la peor de las ideas se abrió paso en mi mente. ¿Qué tal si no se

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane había fugado? ¿Qué tal si se la habían llevado, justo como casi me habían llevado a mí, y el tipo estaba de regreso...? No importaba. La policía estaba aquí y tuvieron que haberlo encontrado. Lo que sea que esto fuera, iba a acabar, y mi vida volvería a la normalidad. —¿Ella? –me llamó mi madre suavemente. Me enderecé, espiando a los otros dos policías, y me levanté de un salto. Miré detrás de ellos, buscando por algún bastardo esposado, pero no había nadie. Un malestar floreció en mi vientre. —¿Lo encontraron? Uno de los oficiales (mayor, con canas saliendo de sus sienes) echó un vistazo al otro policía. Se aclaró la garganta. —Revisamos toda la casa, de arriba abajo, y no había nadie en su hogar. —No –apreté los puños, queriendo golpear algo–. Debió haber salido por la ventana –miré en dirección de mi mamá y el apuro en su expresión me confundió–. ¿Consiguieron al menos la máscara de mi cama? ¿La nota? Porque de ninguna manera iba a regresar a mi habitación con esa cosa allí. Pensándolo bien, no quería regresar nunca allí y tocar cualquier cosa que haya estado en sus manos. —No había ninguna mascara en la cama, nada, y la ventana estaba cerrada –dijo, cambiando de postura–. No hay evidencia alguna de que alguien hubiera estado en la casa. Me llevó unos momentos asimilar lo que estaba diciendo, y luego entendí la mirada de mi madre y la razón por la que los oficiales lucían tan incómodos.

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—Estas cosas son comunes después de eventos traumáticos –el policía que había permanecido afuera se volvió hacia mamá, hablado en voz baja– , el estrés puede hacer cosas extrañas, hacerle creer a la gente que has visto algo que no está ahí.

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—No –y lo dije otra vez–, no.

Los bloqueé de mi cabeza, girando hacia la casa. No había modo de que hubiera estado tan estresada como para imaginar todo eso. No estaba loca. Ira al rojo vivo comenzó a burbujear dentro de mí, y estaba caminando dentro de la casa antes de que supiera lo que hacía.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¡Ella! –llamó mi mamá. La ignoré y subí los escalones de la entrada de dos en dos. Tire de la contrapuerta y me apresuré por las escaleras. No me detuve hasta que llegué a mi cuarto y me encontré de pie en la puerta, respirando agitadamente. La ventana estaba cerrada. La puerta del baño estaba abierta, al igual que las del closet. Mi mirada se dirigió a la cama y otra ola de ira estalló en mí como un petardo, una mezcla de humillación y frustración. Mi oso de peluche estaba sentado en la almohada, sin la espeluznante mascara de payaso y la nota. Los policías seguramente pensaban que estaba loca. Y mi mamá. Pero no había ninguna manera de que hubiera imaginado todo eso. Crucé la habitación, echando las cortinas para atrás. La ventana estaba hasta abajo. No estaba asegurada, así que era perfectamente posible que se hubiera fugado cuando grité y salí corriendo de la habitación, llevándose la máscara y cerrando la ventana detrás. Subir o bajar no era difícil. El árbol estaba justo arriba del techo y yo sabía que era posible. Se había hecho antes una y otra vez. Pero, ¿por qué? ¿Había planeado agarrarme o... o solo asustarme? Y, asustarme, ¿para qué? Ya estaba asustada.

si quería

Estaba aterrorizada.

—¿Cómo pude haber imaginado eso? Yo vi la mascara en la cama. Y leí la nota. Sentí la brisa de la ventana abierta. Escuché la puerta del baño moverse. ¿Cómo puedes alucinar todo eso?

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Girándome al sonido de su voz, inhalé ligeramente. Entró a la habitación y se sentó en el borde de la cama.

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—Corazón.

—No creo que hayas alucinado nada. —Entonces me crees –dije, envolviendo mis brazos a mi alrededor. Bajó la mirada mientras daba unos golpecitos en el lugar junto a ella. De mala gana, me dirigí allí y me senté a su lado.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Creo que tú crees haber visto algo. Escuché el miedo en tu voz, pero... Escaneé la habitación. No había nada que estuviera fuera de lugar. —Pero sí creo que sería una buena idea que llamara al Dr. Oliver mañana –continuó, sonriendo gentilmente ante mi aguda mirada–. Creo que necesitas hablar con él. —No necesito hablar con él. Todo lo que estoy diciendo –dijo, pasando su mano por mi cabello–, es que no haría mal que fueras a verlo. No has ido en mucho tiempo. Mis labios formaron una delgada línea. —Ella, cariño, pasaste por algo terrible –se agachó, alejando mi brazo de mi cuerpo. Enroscó sus dedos con los míos–. Y vas a tener algunos... asuntos pendientes al respecto. Míralo de este modo. Estas tomando defensa personal, ¿verdad? Considera hablar con el Dr. Oliver como otra simple lección. Mas como una lección en sentirme como una adolescente inadaptada. El Dr. Oliver no era malo ni nada, pero siempre salía de su oficina sintiéndome como que necesitaba un Valium o algo. —De acuerdo –susurré, no agradándome la idea pero sabiendo que no había cómo escapar de ello. Mamá asintió, dándole un apretón a mi mano. —¿Cómo estuvo la clase de hoy? ¿Aprendiste algo? Agradecí el cambio de tema mientras le echaba un vistazo a mi habitación, esperando que algún demente saliera de la nada.

—Jensen Carver. Parpadeó lentamente. Por supuesto que lo conocía. Mi mamá había sido como... como una segunda madre para Jensen mientras crecíamos. Justo como la madre de Jensen había ayudado a criarme a mí.

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—¿Quién?

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—Sí. No vas a creer quien la estará impartiendo.

—¿En serio? –dijo finalmente, como si eso fuera la única respuesta que fuera capaz de dar.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Sí –al menos eso trajo una irónica sonrisa a mi rostro–. Me sorprendió que hubiera aceptado, pero dijo que iba a enseñarme, así que... —Creo que eso será bueno –alcanzó mi mano, alejándola de mi cabello–. Ya sabes, para que ambos se vuelvan a conectar. Mi estomago dio un extraño vuelco ante el pensamiento de volvernos a conectar. —¿Pero no juega fútbol? –dijo, con arrugas apareciendo en sus cejas. —Ya no. —Humm –murmuró–. ¿Y qué tal está Jensen? Me encogí de hombros. Mama sabía que ya no hablábamos. No desde el séptimo grado, por el tiempo en que Jensen creció en sus largas extremidades y esos hermosos labios. De la noche a la mañana, se había vuelto popular y yo había permanecido... dolorosamente promedio. Y eso era antes de que se mudara. Muchas cosas habían pasado antes de que se mudara. Sacudió la cabeza. —Cada vez que pienso en él, pienso en su hermano. ¿Cómo se llamaba? Un dolor atravesó mi pecho a la mención del hermano mayor de Jensen, alguien en quien no había pensando durante un largo tiempo. —Su nombre era Jonathan.

Abrí los ojos como platos al darme cuenta del por qué quería asistir Jensen a la Universidad de Maryland. O al menos eso creía. Ahí era a donde Jonathan había estado yendo. ¿Estaba Jensen siguiendo los pasos de su hermano como para de alguna manera honrar su memoria? Si así era... Dios, ni siquiera sabía y no tenía idea de qué hacer con esa información.

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Asentí, apretando los labios. Jonathan había sido cinco años mayor que Jensen. Habían sido cercanos. Al menos lo habían sido cuando éramos... amigos. Hace una vida. Había escuchado que Jonathan había estado en casa, de regreso de la universidad, cuando había muerto mientras...

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—Una tragedia –mamá suspiró tristemente–, para un joven hombre como él, solo morir a mitad del sueño. Me siento tan mal por él y sus padres.

—Este pueblo ha visto suficientes tragedias –dijo.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Me congele de nuevo. ¿Iba a hablar sobre eso? Nadie ni siquiera hablaba ya de eso, ya no, pero antes de que pudiera continuar, el timbre de la puerta resonó por toda la casa, sobresaltándome. Mi madre se levantó, frunciendo el ceño. —Probablemente algún vecino entrometido. Cuando dejó la habitación, me encontré sola y aún bastante aturdida como para seguir sentada aquí. Me puse de pie en un salto y había llegado a la puerta cuando escuché a mamá llamarme. Me detuve en las escaleras. Se encontraba al pie de ellas con una pequeña y extraña sonrisa en el rostro. —¿Qué? –pregunté. —Es para ti –y eso fue todo lo que dijo. Sin ninguna idea de quien pudiera ser, bajé las escaleras. Si fuera Linds, simplemente la hubiera mandado arriba. Incluso a Gavin. Mientras me apresuraba, prácticamente brincando de los escalones, podía sentir el revoloteo de regreso en mi pecho. Pasé por mi madre, disparándole una mirada cuando pegó carrera lejos de la sala. Tomando una profunda respiración, abrí la puerta y mis sospechas (o esperanzas... pero, como sea) fueron confirmadas. Jensen estaba parado en la entrada, vestido con la ropa que tenía más temprano (pantalones de nylon y camisa de algodón). Nuestros ojos se encontraron, y juré que alguna clase de tensión invisible se borró de su mirada. —Estás bien.

Jensen me miró como si estuviera intentando ver algo difícilmente visible.

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—Estoy bien.

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Echando un vistazo hacia atrás, vi la coronilla de la cabeza de mamá asomándose por la sala. Di un paso afuera, cerrando la puerta tras de mi.

—Acababa de llegar a casa, y mi padre dijo que había patrullas de policía por aquí. —¿Y viniste a revisar? —Um –arqueó una ceja–, sí. Aquí estoy.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Me ruboricé porque aquella era una pregunta estúpida. —Todo está bien. Solo estaban... um, revisando la casa. —¿Pero estás bien? –una mirada dudosa atravesó su cara. Antes, cuando mencioné la cantidad de veces me habían hecho esa pregunta, no creía poder soportar que me la preguntaran una vez más, pero por alguna razón, no era irritante que me la hiciera ahora. —Estoy bien, de verdad. Sus ojos encontraron los míos nuevamente, y mientras estábamos ahí parados pude recordar claramente la última vez que Jensen había estado allí. Fue la noche en que (por primera vez) le había dicho que no quería volver a hablarle de nuevo. Lagrimas corrían por mi rostro, y había estado muy enojada y avergonzada. Y con el corazón completamente roto. Jensen abrió la boca como si estuviera a punto de decir algo, y luego inclinó la cabeza a un lado, haciendo que una ondulada hebra de cabello cayera a su frente. —¿Recuerdas el número que te dio la Srta. Reed? Asentí. —Ese es mi número celular –dijo–. Hazme un favor y guárdalo en tu teléfono. Si necesitas algo, llámame. ¿De acuerdo? La tarjeta estaba quemando un hoyo en el bolsillo trasero de mi pantalón en aquellos momentos.

—Jensen.

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Sostuvo mi mirada por un momento más, luego asintió y se dio la vuelta, echándose a andar con la gracia que yo no tendría ni en un millón de años. Llegó a la vía antes de que lo detuviera.

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—Claro.

Se volteó, la cabeza inclinada de nuevo. De pie en la oscuridad, con la pura luna rebanando sus anchos pómulos y su barbilla cortada, parecía alguna clase de príncipe de un cuento de hadas traído a la vida. Oh Dios, no tenía idea de por qué lo estaba comparando con un príncipe de Disney o deteniéndolo. Necesitaba dejar de leer tanto. Pero quería

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane invitarlo a entrar, y quería sentarme junto a el. Y quería recuperar de alguna manera los años perdidos entre nosotros. Y él sería un príncipe de Disney muy sexy, también. Pero no podía decir nada de eso, así que me lancé con la primer cosa que me vino a la cabeza. —La razón por la que quieres entrar a la Universidad de Maryland... ¿es por tu hermano? —Wow –Jensen frotó su mano sobre su pecho–. Pregunta muy al azar. —Sí, medio lo fue –alcé las manos y me encogí de hombros–. También, seguramente no es de mi incumbencia así que no tienes... —Sí lo es –bajó su mano, y una sonrisa apretada se dibujo en un lado de su cara–. No pudo terminar la escuela, así que pensé en hacerlo por él. —Eso... eso es genial –deseaba tener algo mejor que decir–. Lo digo en serio, Jensen. Es una muy buena forma de... honrar su recuerdo. —Sí –asintió lentamente–. Tengo que regresar, pero te veo mañana. De nuevo, me encontré despidiéndome con la mano incómodamente. Lo observé desaparecer detrás de los grandes setos, doblando a la derecha hacia su casa. —Interesante –dijo mi madre en el momento en que pise la casa–. ¿Y puedo agregar que Jensen se ha convertido en un joven hombre verdaderamente bien parecido? —Ew. ¡Mamá!

Ignoré eso mientras subía las escaleras, y no fue hasta mucho después, cuando estaba acostada en mi cama, aferrando el estúpido oso cerca de mi pecho mientras miraba la ventana cerrada, que el pensamiento que tuve antes (el de el árbol y el techo), volvió a mi cabeza.

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—Podré ser mayor, pero no estoy ciega.

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Se encogió de hombros.

Había una razón por la que sabía que cualquiera podía trepar ese árbol y dar el salto al techo. Después de todo, había ocurrido tantas veces en el pasado que había perdido la cuenta. Cuando era más chica, y era mucho más tarde de la hora en la que debíamos irnos a dormir pero queríamos seguir pasando el rato, Jensen se

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane escabulliría de su casa y escalaría el árbol como un pequeño chango. Aterrizaría en el techo y se arrastraría hasta mi ventana. Me había enseñado cómo hacerlo. También le había enseñado a Gavin.

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Y le había enseñado a Penn.

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o estoy seguro de esto –gritó Penn, sus delgados brazos estaban prácticamente pegados al tronco del árbol que era por lo menos cinco veces más grande que él–. No creo que esa rama sea lo suficientemente fuerte. Gavin gimió desde donde estaba parado en la ventana de mi habitación. —Hombre, tanto Jensen como yo ya pasamos por allí y somos más grandes que tú. —Todo el mundo es más grande que yo –gritó de regreso–, pero eso no significa que no se vaya a romper. Asomé la cabeza por la ventana. —El árbol ha estado allí desde antes que la casa, no se va a romper. —¿Cómo sabes que ha estado aquí desde antes que la casa? –me retó– ¿Contaste sus espirales? —¿Sus qué? –replicó Gavin, arrugando la frente.

—¿Quién sabe eso? –replicó–. Y luego que porqué te toman tanto el pelo, amigo. En serio. Golpeé el brazo de Gavin, incluso aunque Penn parecía del todo inmutado por el comentario. Detrás de nosotros, mi cama crujió. Miré por encima del hombro. Jensen estaba de pie.

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—Son los espirales en el tronco del árbol.

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Penn negó con la cabeza.

—Yo sabía lo que eran los espirales –dijo Jensen, cruzando la habitación y uniéndose a Gavin del otro lado. Le hizo una seña a Penn–. Has exactamente lo que te enseñé. Funcionó con Gavin.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Penn miró abajo. —No hagas eso –ordenó Jensen–. No mires al suelo. Míranos a nosotros – cuando Penn levantó la mirada, Jensen asintió–. Solo imagina... no lo sé, que estas yendo hacia tu telescopio o algo así. —Yo nunca pondría mi telescopio en una rama o en el techo. Sonreí. Gavin suspiró. —Mira, yo subiré al techo –se alzó, agarrando la parte superior de la ventana mientras ponía una rodilla en el alféizar de ésta. En el momento en que su cabeza golpeó el sol, su cabello se volvió de un tono rojizo quemado–. ¿Así te sientes mejor? —¡No! ¡No confío en ti! Gavin se congeló. —Quiero decir, si me caigo no vas a poder atraparme –añadió Penn–. No eres demasiado más grande que yo. —Vaya, gracias –Gavin miró de nuevo hacia nosotros. Sus ojos muy abiertos y el centro de sus mejillas rosado–. ¿Escucharon eso? Aplasté mi mano en mi boca para no reírme. Jensen me sonrío antes de quitar a Gavin de donde estaba. Posó una mano en el alfeizar de la ventana y saltó hacia fuera, tan ágil como el gato del vecino. Se sumergió por la ventana y se enderezó una vez estando en el tejado.

—Vas a estar en muchos problemas –asintió Gavin.

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—Dios, en serio espero que mi mamá no llegue pronto a casa. Si mira arriba y ve a Jensen y a Penn, se muere.

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Mordiéndome el labio, observé a Jensen acercarse cuidadosamente al borde del tejado, adonde llegaban las ramas más delgadas.

—Todo es culpa de Jensen –razoné–. El inició todo. Jensen miró por encima del hombro. —Puedo escucharlos a ambos, ¿saben? Rodé los ojos y le saqué la lengua.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Se rió mientras daba la vuelta hacia donde Penn seguía aferrándose al árbol. Extendiendo un brazo, meneó sus dedos. —Vamos, Penn. Puedes hacerlo, yo sé que sí. El tiempo pareció detenerse mientras Jensen y Penn se observaban mutuamente, y yo realmente no creía que Penn fuera a hacerlo, y comencé a entrar en pánico. Porque no había manera que fuera a bajar trepando de ese árbol. Íbamos a tener que llamar al 911 e iban a traer el camión de bomberos. En lugar de salvar gatitos, iban a rescatar a Penn. Me iba a meter en tantos problemas. —De acuerdo –anunció Penn, y se soltó del tronco del árbol. Contuve la respiración mientras se acercaba y agarraba la rama encima de él. Dio un paso al frente, con su mirada fija en Jensen–. Confío en ti.

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Jensen sonrió.

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L

inds me encontró dentro de la escuela e inmediatamente enroscó su brazo en el mío, arrastrándome a un lado del pasillo, fuera del camino de los estudiantes. —Te vez horrible.

—Así me siento. —¿No dormiste? –preguntó con expresión preocupada. Negué con la cabeza. No le había contado lo que vi la noche anterior, o al menos lo que creía haber visto. Tal vez mi madre y la policía estaban en lo correcto y había sido el estrés. Tal vez había sido el asaltante. Intentando ocultar un escalofrío (y no lográndolo), dejé que Linds me condujera por el pasillo, hacia las escaleras. Le dije sobre mis clases de defensa personal y cuando llegué a la parte de quien era el que las iba a impartir, por poco y se caía de cara en la escalera.

—No, va a estar ayudándome, supongo –la noche anterior, alrededor de las dos a.m., había agregado su número a mis contactos. Se sintió como dar un paso gigante– Sí, entonces...

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Le sonreí como disculpa a un chico que casi se chocaba contra la espalda de Linds.

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—¿Jensen? –Susurró con los ojos abiertos como platos mientras nos hacía detenernos– ¿Estás bromeando?

—¿Entonces? ¡¿Entonces?! –Tiró de mi mano y sus apretados rizos rebotaron ligeramente– ¡Wow! No esperaba en lo absoluto que fueras a informarme de algo así. —Realmente no es la gran cosa –liberé mi mano.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Linds se precipitó a mí alrededor, casi mandando a una pequeña chica a rodar por las escaleras, y me bloqueó el paso. —Esto es grande –dijo, su voz apenas audible por encima de las conversaciones que nos rodeaban–. Esto es enorme. Los dos se van a reconciliar. Como, después de todo este tiempo, van a... —¿Disculpa? Me di la vuelta, encontrándome con Shawna y Wendy detrás de mí, obviamente esperando a que Linds y yo nos quitáramos del camino. Además del hecho de que fácilmente podían pasar si nos rodeaban, era jodidamente irónico, considerando que ellas habían bloqueado todo el pasillo el día anterior. —Estoy segura de que hay suficiente espacio para que pases –Linds señaló el área vacía a un lado nuestro–, así que adelante. —O podrías moverte y ya –espetó Wendy. Linds bajó un escalón, cruzando los brazos —O no... Sabiendo que esto iba a escalar tan rápido como un cohete, me hice a un lado. —Vamos Linds, llegaremos tarde. No se movió. La brillante mirada azul de Wendy se dirigió bruscamente hacia mí. —En verdad deberías cubrir tu cara.

Mientras me le quedaba viendo, medio me pregunté qué rayos se había fumado Jensen cuando salía con ella.

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—Tu cara –apuntó a mi rostro mientras movía su dedo en un circulo–. Es repugnante. Parece que te hubieras pasado una manguera de vacío por la mejilla.

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—¿Discúlpame? –mis cejas se alzaron.

—Wow –dije, porque enserio, ¿que podía responder a eso? Linds sí tenía algo que añadir.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Eso es gracioso, porque al menos la fealdad va a desaparecer de la cara de Ella. Esa mierda en la tuya es para siempre. —¡Oh! –gritó alguien desde abajo. Las mejillas de Wendy se volvieron rosadas, pero antes de que pudiera responder, Linds se inclinó, le sacó el dedo medio justo en su cara y se dio la vuelta. Agarrando mi brazo, prácticamente me arrastró por las escaleras. —Dios, no tengo idea de que se le metió al trasero, pero definitivamente no voy a ponerme a aguantarla –dijo cuando las puertas se cerraron tras nosotras. Miré por encima del hombro, pero no vi ni a Wendy ni a Shawna. Era extraña... su actitud hacia nosotras. Sin Mónica a su lado, ellas eran casi siempre como conejitos esponjosos, sobre todo Wendy. No tuve la opción de seguir pensando en ello. Gavin estaba allí, esperándome junto a mi casillero. Prácticamente se abalanzó sobre nosotras. —Mi mamá dijo que había patrullas de policía en tu casa ayer por la noche. Te llamé, pero... —Lo sé. Es solo que se me olvidó devolver la llamada, lo siento –abrí el casillero y saqué mi libro de Inglés–. Estaban allí... um, solo para revisar la casa. Nada grave. Su expresión se tornó dudosa. —Me dijo que había como tres autos allí.

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—¡Dios! –Linds exhaló profundamente, chocando su cabeza ligeramente con el casillero más cercano. Dos círculos rojos florecían en sus mejillas – ¡Es una perra!

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—¿Son prevenidos? –dije, encogiéndome de hombros. ¿Cuántas personas en nuestra cuadra se dieron cuenta? Gavin vivía más lejos que Jensen–. En serio, todo estaba bien. Solo fueron a revisar la casa.

Gavin la miró, confundido. —¿Uh? —Wendy –le dije, cerrando mi casillero–, está hablando de Wendy Brewer.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Oh –no parecía sorprendido de escuchar aquél nombre mientras enderezaba el dobladillo de su oscura camisa tipo polo– ¿Qué hizo? Linds se apartó del casillero que estaba a mi lado. —¿Respirar su mala leche en mí? Deslizando la correa de mi mochila por mi hombro, solté una risa. —Tengo que irme a clase. ¿Los veo al rato? —Sí –Linds había comenzado a dirigirse hacia el lado opuesto del pasillo cuando volvió a girar–. ¡Oh! Antes de que se me olvide, vas a estar ayudando con la casa embrujada este año. —¡¿Qué?! –Me le quedé viendo mientras una ligera sonrisa aparecía en la cara de Gavin– ¡No estamos ni en Septiembre! ¿Por qué estamos siquiera hablando de esto? —Porque ayer tuve mi reunión de los "líderes del mañana", y ya están planeando toda la mierda para Halloween –ni siquiera tuvo la decencia de fingir estar avergonzada mientras caminaba hacia atrás–. Y necesitan voluntarios. Así que gracias por ser voluntaria. La miré boquiabierta. —Nuestra primera reunión es el sábado en la tarde –sosteniendo su libreta a su pecho, sonrío justo como un gato que se hubiera tragado una jaula llena de canarios y luego tuviera en la mira a una pobre familia de ratones–. Por supuesto, después te daré más detalles. ¡Adiós! —¿Qué demonios? –dije, echando la cabeza hacia atrás y soltando un gemido.

Le deslicé una mirada seca. —El año pasado terminé siendo...

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—Bueno, eso suena divertido.

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Gavin soltó una risita mientras dejaba caer su brazo en mis hombros.

—La chica disecada en la mesa –terminó el, sonriéndome–. Lo recuerdo. Estabas encantada de estar cubierta de jarabe de maíz y colorante. Apretando fuertemente los ojos, gemí de nuevo. —Me niego a ser la tipa media muerta este año.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Demasiado cerca como para ser un tema de comodidad? –dijo, tras una larga pausa. Golpeé su brazo y una mirada avergonzada cruzó su cara. —Sí, eso. –repliqué.

Espiando a la pelirroja que buscaba, me apresuré a donde Heidi Madison se encontraba sentada al final de la mesa, con su bolso en la silla de al lado. La levanté, echándola a otro asiento, y coloqué mi bandeja en el lugar. Heidi levantó la barbilla mientras se sacaba de las orejas sus audífonos blancos. Los dejó caer en su regazo, sobre su floreado vestido que era una multitud de rosas y púrpuras. Una diadema empujaba todo su cabello rojo hacia atrás. Con su cara de bebé llena de pecas, parecía una chica de primer grado en lugar de alguien a punto de graduarse, cosa que le molestaba muchísimo. Yo le decía todo el tiempo que cuando cumpliera los cuarenta, iba a apreciar el hecho de que siempre había lucido más joven. Linds y Heidi no podían ser más diferentes. Una no podía callarse mientras que la otra solo hablaba cuando tenía algo que decir. Linds amaba las afueras y odiaba a los animales. Heidi prefería los libros antes que las personas e iba a ser una veterinaria. Linds amaba la carne y Heidi vivía santamente a base de granola. Yo era algo a medias de ellas, así como el pegamento que une a dos opuestos.

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Por encima de la botella de agua que había agarrado, miré en dirección a la mesa donde se sentaban los deportistas al oír la risa de Brock, y luego se escuchó una charla golpeando el piso. Me di la vuelta justo a tiempo para ver a un estudiante más chico agachándose y persiguiendo chicharros por el suelo. ¿Por qué tenían que ser tan odiosos? ¿Y cómo es que llegué a pensar por dos segundos que Brock era lindo? Me inundó una sensación de traición, porque Brock y su grupo de hombres siempre habían actuado así, desde que tengo memoria. Esto no era nada nuevo, así que era más como que se me había olvidado.

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—Llegas tarde –dijo, cerrando el libro que estaba leyendo. Su comida estaba intacta.

Forzándome a olvidar muchas cosas, de hecho.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —No podía abrir mi maldito casillero –dije, girándome de nuevo hacia Heidi. —No sé porqué tienes tantos problemas con el –acercó su charla y cogió un tenedor. Sus ojos verde claro, casi avellano, brillaron con interés–. Es como cada año, la épica batalla con tu casillero. —Lo sé –suspiré, sintiéndome lamentable–. Hey, ¿te acorraló Linds para la mierda con la estúpida casa embrujada? —Ella sabe mejor que eso –se rió suavemente–. Te engatusó de nuevo, ¿no es así? —¡Sí! –tomé una rebanada de pepperoni, y luego otra, resistiendo el impulso de golpear mi cabeza contra la mesa–. Ni siquiera es Septiembre todavía y ya tengo que pensar en esto. Soltó una risita. —Y ya sabes que van a empezar a hacer la utilería en tan solo unas semanas. —Ugh. No me lo recuerdes. –escaneé la cafetería por encima del hombro. No es que estuviera buscando a alguien en particular, pero mis entrañas se retorcieron de una manera graciosa cuando mis ojos llegaron a la mesa de Brock.

Un lado de sus labios se curvó hacia arriba. Mis mejillas se encendieron mientras me giraba, encontrándome con la mirada de Heidi.

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En ese preciso momento volteó la mirada hacia donde yo estaba, y juro que aunque había bastantes mesas separándonos y muchas cabezas en medio, nuestros ojos se encontraron.

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Wendy estaba sentada al lado de Mónica, destellando sus súper blancos y súper derechos dientes al chico que se encontraba a un lado, quien casualmente resultaba ser Jensen. Si no fuera por el hecho de que estaba recargado hacia atrás con los brazos cruzados, hubiera estado mucho menos...

—Entonces –dijo, arrastrando la palabra–, ¿acaso estabas follándote a Jensen Carver con la mirada justo ahora? —¡¿Qué?! No –tomé mi pizza–. ¿Por qué iba a hacer eso? —Puedo pensar en un par de buenas razones –dijo secamente.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Tosí una carcajada. Heidi no sabía sobre mi historial con Jensen y, por mucho que amara a la chica, ni de chiste iba a entrar en ese tema. —Como sea. Digo, sí es atractivo.... de acuerdo, es más que atractivo y ya sabes, extremadamente pocos chicos y chicas lo echarían de sus camas, pero ¿follarlo con la mirada? Su mirada voló por encima de mi hombro. —Uh, Ella... —Si fuera a follarme a alguien con la mirada, no sería en la cafetería. Eso parece antihigiénico. —Ahh... —Lo haría en clase –decidí, agitando mi pizza–. Como, en biología. Mientras disecamos ranas, lo follaría por completo con la mirada entonces, pero él no está en esa clase y eso también parece antihigiénico, así que supongo que no estaba follando... —¿A mí? Me tragué el bocado de pizza, apretando fuertemente los ojos. El no estaba parado ahí. De ningún modo estaba él parado allí. Oh no, no, no, no. La risita que vino después me era muy familiar, y me forcé a abrir los ojos. Se dejó caer en el asiento de un lado, inclinando su cuerpo hacia Heidi y hacia mí mientras recargaba su barbilla en la mano. —Yo tengo biología después del almuerzo, pero dime cuando es tu clase y haré toda clase de cosas terribles para cambiarme de horario.

Heidi le dio un fuerte trago a su té de raíz completamente natural o cualquier asquerosa mezcla que tuviera en su botella.

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—Bueno, ahora sabemos que Jensen es un gran fan de follar con la mirada.

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Oh, Dios mío, hasta las puntas de mis orejas estaban ardiendo.

Sus ojos se oscurecieron a un azul en un brillante día soleado. —Eso soy, definitivamente. Quería arrastrarme debajo de la mesa y morir.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Así que, escuché que tuviste un pequeño encuentro con Wendy esta mañana. –dijo, estirando su pierna y chocando su rodilla contra la mía. —¿En serio? –Heidi dejó su botella en la mesa, frunciendo el ceño. Suspiré. —No pensé que fuera lo suficientemente importante como para que alguien escuchara al respecto —Estaba deleitando a la mesa entera con historias sobre tu perversidad –añadió con ojos brillantes. —¿Mía? –olvidándome de todo mi asunto de follar con los ojos, me giré hacia él, lo que causó que su rodilla se deslizara por el interior de mi muslo. Mi respiración se estancó en la garganta, y nuestras miradas se cruzaron. Esperé a que se apartara pero no lo hizo. Tampoco yo. La sonrisa en su rostro se hizo mayor. —Tuya –sus pestañas bajaron. Por un momento, no tuve la menor idea de lo que estaba hablando. Algo que ver con... ah, sí. Ser una perra. —Wendy dijo que necesitaba cubrir mi cara. Las comisuras de sus labios bajaron de inmediato. —¿Dijo qué? —Dijo que le daba nauseas –señalé al cardinal de mi cara. —Pues que grosero –Heidi sacó su labio inferior–. No es como si pudieras evitarlo.

Se acomodó en el asiento, arrastrando su pierna al lado de la mía, y le agradecí a Dios y a Buda que Heidi no pudiera verlo porque estaba muy segura de que estaba "follándome con la pierna".

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—Y tu salías con ella –sonreí cuando Jensen apretó los labios–. Solo digo.

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—Es encantadora –murmuró Jensen.

—Yo no diría que salí con ella. Mi piel se erizo. No eran celos Para nada. —Qué lindo.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Encogió un hombro, mirando a Heidi, que nos observaba como si necesitara palomitas de maíz. —Entonces, ¿Ella estaba follándome con la mirada? —¡Oh, Dios mío! –le lancé una mirada de muerte cuando comenzó a responderle–. No estaba follando a nadie con nada. ¿Qué estás haciendo aquí de todos modos? Esta no es tu mesa. —¿Tenemos lugares asignados? –preguntó. —No lo creo –dijo Heidi, frunciendo los labios. —Siempre te has sentado con ellos desde que regresaste –dije, rodando los ojos. —¿Y? –sus ojos habían recuperado el timbre juguetón y perezoso. —¡¿Y?! –le di un tragó a mi botella–. Estás aquí. —Así es –golpeó su rodilla contra la mía nuevamente–. Quería visitarte. —Aww, que tierno –dijo Heidi, haciendo un sonidito. Curvando mis dedos en el borde de la mesa, le disparé otra mirada. —¿Qué? Sí es tierno. Cruzó el brutal océano de la cafetería para visitarte. —Yo también creo que es increíblemente dulce –dijo Jensen, mordiendo su labio inferior. Las comisuras de mi boca se dispararon hacia arriba mientras trataba de contener una sonrisa.

El chillido sonó de nuevo, venía de la mesa de Brock. Sin pensarlo, me eché hacia delante, pero de repente Jensen se encontraba allí. Envolvió su mano en la mía mientras me llevaba hacia atrás.

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Un chillido agudo y fuerte me interrumpió. El sonido era tan alto y tan claro que azotó por la ruidosa cafetería, silenciando a todo mundo. Me levanté de un salto y Jensen hizo lo mismo.

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—Saben, ustedes dos...

En la mesa de Brock, Wendy estaba de pie, con las manos presionadas contra sus pálidas mejillas. Seguía gritando... no había dejado de gritar. Y todos en la mesa se habían dispersado, retrocediendo con expresiones idénticas de asco y horror. Alguien... Mónica, se había doblado por la

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane cintura, su largo cabello negro cubriendo su cara mientras comenzaba a vomitar. —¿Qué rayos..? –Me callé de golpe al ver lo que se encontraba en la mesa, a un lado del bolso de Wendy–. Oh, Dios.

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Retirando mi mano de la de Jensen, cubrí mi boca con ambas. Yaciendo en la mesa se encontraba un pájaro rojo... un cardenal, el ave del estado. Sus alas estaban bien metidas tras su espalda, y al centro de su pequeño pecho había un puño de diminutas estacas. Docenas de ellas, atravesándolo.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane U

na horrible broma.

Era eso lo que el personal de la escuela había dicho una vez que decidieron revisar porque gritaba Wendy. Eso era lo que los profesores habían dicho en las clases de la tarde, en donde cada uno de ellos nos dio una reprimenda sobre las virtudes de madurar. Yo nunca había sabido de alguien que apuñalara a un pájaro y lo echara al bolso de otra persona como una broma. Era enfermo, y perturbador y ni remotamente cerca de ser gracioso. Sin mencionar, ¿cuando había ocurrido? Wendy debió haber tenido el bolso con ella toda la mañana. ¿No se habría, no lo sé, dado cuenta de que había un pájaro muerto allí antes del almuerzo?

Sin embargo, aún así estaba sola hasta que llegara. Intentando concentrarme, tener un poco de normalidad en mi vida, me había dejado caer en el sillón, abierto mi libro de historia y comenzado a hacer la tarea. No fue hasta que había leído las mismas dos páginas cuatro veces que dejé mi marca textos en el pliegue del libro.

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Cuando llegué a casa aquella tarde, el lugar estaba solo y en silencio. En circunstancias normales, mi madre estaría en camino a Huntington por la noche, pero después de lo que había pasado el fin de semana, había cancelado el viaje.

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La imagen del ave muerta permaneció conmigo todo el día, e imaginaba que fue igual para todo el mundo. Bueno, todo el mundo excepto Linds, quien, durante la clase de artes, había expresado su decepción por no haber visto enloquecer a Wendy. Pero era más que solo la imagen grotesca. El pájaro... el tipo de pájaro, me hacía pensar en el pasado, un lugar sobre el que no necesitaba pensar.

Presioné las puntas de mis dedos contra mis sienes, tratando de quitar el leve dolor que tenía con un masaje. El cansancio tiraba de mí, urgiéndome a acurrucarme y tomar una siesta, pero la idea de quedarme

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane dormida mientras estaba sola en la casa realmente no encabezaba mi lista de tareas. Quizá ver al Doctor Oliver no era una mala idea después de todo. Abriendo los ojos, puse mi atención en el arco que daba hacia el pasillo y a las escaleras. El frío se apodero de mis entrañas. Me le quedé viendo al pasillo, sin estar segura de si había oído algo o si solo había sido mi imaginación, pero las puntas de mis orejas se estremecieron. Se había oído un sonido, un ruido sordo en el piso de arriba... El timbre de la puerta sonó, lanzando mi corazón contra las costillas. —Jesús –jadeé, poniéndome de pié. Me apresuré hacia la puerta y me estiré, tratando de ver por la rendija–. Wow –murmuré, espiando el magnífico y esculpido perfil de Jensen. ¿Dos visitas en menos de cuarenta y ocho horas? Eh, bueno, tres si considerábamos el almuerzo como una visita. Quizás cuatro si agregábamos la clase de defensa personal. Más que curiosa, quité el seguro y abrí la puerta. Cuando se volvió, el sol del atardecer besó su mejilla. —Hey. –dije pobremente. —¿Puedo pasar? –preguntó, con una sonrisa torcida apareciendo en su rostro.

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Nuestras miradas se encontraron, y el momento se extendió a lo que se sintió como una eternidad. Me sentí consciente de todo, un sentimiento que envolvió mi piel como una manta cálida. Nos separaban varios metros, pero mientras la intensidad de su mirada me dejaba plantada en mi lugar, se sentía como si estuviera justo frente a mí. ¿Qué hacía aquí? ¿Simplemente había querido verme? Hace muchos años se presentaba de la nada muy seguido, y yo siempre esperaba con ansias esas visitas, pero eso era antes. Ya no éramos las mismas personas.

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Asintiendo, me hice a un lado, tomada de sorpresa por su presencia. Habían pasado años desde que había estado dentro de mi casa. Metiendo las manos a los bolsillos de sus pantalones, caminó hacia la sala, pero se detuvo, girándose hacia mí.

En verdad necesitaba decir algo. —Um, ¿gustas sentarte?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Claro. –respondió, inclinando la cabeza. Sintiendo arder la parte trasera de mi cuello, guíe a Jensen hacia la sala. Fue directo al sillón, recogió mi libro de historia y lo cerró con cuidado, dejando dentro el separador para que no perdiera en dónde iba. Se dejó caer en el sillón, recargándose y extendiendo su brazo izquierdo por la longitud de atrás. —No tuvimos oportunidad de hablar sobre cuándo ibas a querer tomar las lecciones. —¡Oh! –quería darme una bofetada. Claro que tenía una razón válida para estar aquí que no involucraba su repentina necesidad de estar cerca de mí. Forzándome a actuar como si en verdad tuviera algo de sentido común, me senté junto a él–. Sí, todo lo del... pájaro como que distrajo a todo mundo. —Sí, no estaba esperando ver eso durante el almuerzo. –hizo una pausa, y su mandíbula se tensó cuando su mirada llegó por debajo de mi rostro. Maldijo en voz baja. Me puse rígida, sin entender nada al inicio, y luego fui consciente de qué era lo que estaba mirando. Con mi cabello hacia atrás, mi cuello era visible. No había estado esperando a nadie. Consciente de los feos moretones que estaban en su mayoría escondidos cuando traía suelto el cabello, me estiré para soltar mi cabello, pero como una notable serpiente, se movió antes de que lo viera. —No tienes que hacer eso –dijo, atrapando mi muñeca y bajando mi mano.

—No realmente. –negué con la cabeza. La verdad era que mi garganta, al igual que mis costillas y mejilla, dolía de vez en cuando. Nada grave. Del tipo podría-ser-peor.

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—¿Duele? –preguntó.

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Mis mejillas ardieron y el calor pasó a mis venas cuando su mano recorrió mi brazo, sus largos dedos alcanzando la sensible piel del interior de mi codo. Sentí la boca seca mientras un escalofrío bailaba por mi piel.

—Luce doloroso –su pulgar se movió en un lento y pequeño círculo en el interior de mi codo–. Estuviste... –su voz se apagó, y soltó mi brazo, sus dedos arrastrándose por él mientras se echaba atrás– ¿Sabes qué estaba pensando hoy?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Tragando saliva, negué con la cabeza nuevamente. El contacto me había agotado un poco. —¿Qué? —¿Cuando vi el pájaro en la mesa de la cafetería? –Desvió la mirada, un musculo palpitando en su mandíbula–. Pensé en... Pensé en Penn. Me sacudí hacia atrás como si me hubiera abofeteado. No sabía que decir. Mi lengua se enredo en un nudo, justo como los que se estaban formando en mi estomago. Su mirada se deslizó de nuevo a la mía. —¿Recuerdas como amaba a las aves? Mi pulso se aceleró y me llevo unos momentos encontrar mi voz. —Sí. Lo recuerdo. —Los cardenales eran sus favoritos –dijo en voz baja, observándome fijamente–. También los azulejos, pero los cardenales... Un dolor atravesó mi pecho, como ocurría siempre que pensaba en Penn, cosa que trataba de no hacer muy a menudo. Pero lo extrañaba ferozmente. —Le gustaban sus mohicanos y la máscara negra. Pensaba que los hacían ver rudos. —Sí –sus labios se curvaron ligeramente–. De todas formas, fue algo raro que pensar, ¿cierto?

—No quiero hablar de él –le interrumpí, sin poder evitarlo–. Lo siento. Pero simplemente no quiero. Jensen se quedo callado durante un momento mientras me estudiaba.

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—Solía...

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—No lo creo. Pensé en ello también. –admití, jugando nerviosamente con el borde de mi camisa. Si acaso, eso me perseguía aun más.

—De acuerdo. Entonces, ¿qué hay sobre las clases? ¿Sigues con ello? —¿Y tú? —No estaría aquí de otro modo –bajó su mano, retirando sus dedos de mi brazo.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Por qué? –solté, antes de poder detenerme. Ladeó la cabeza. —¿Por qué, qué? —¿Por qué me quieres ayudar? –En el momento en que dejé escapar la pregunta, un culo enorme cargado de cosas que no debía decir, salió con ella–. Quiero decir, no lo entiendo. Sé que ayer dijiste que no me odiabas, pero no hemos hablado en años, y ninguno de los dos ha tomado la oportunidad de hacerlo, pero ahora estás aquí y yo... simplemente no entiendo por qué ahora, después de todo este tiempo, estás aquí de nuevo. Frotó su mano contra su suave mandíbula. —¿Quieres saber la verdad? —¿Qué? ¿La señorita Reed te está pagando por ayudarme? Jensen me dio una larga mirada. —Uh, no. No es eso. —Pues qué bien –murmuré, recargándome en los cojines. —De acuerdo. Voy a ser sincero contigo –Jensen se inclinó hacia adelante y la distancia entre nosotros se evaporó como agua en un día caliente de verano. Estaba justo ahí, nuestros ojos al mismo nivel, y mi corazón dio una voltereta–. Ha habido muchas veces en que he querido hablarte. En que pensé en tomar el teléfono y llamarte. O ver si tu correo electrónico seguía siendo el mismo. ¿Y cuando regresé? Cada vez que conducía y pasaba por tu casa, quería llegar y hablar contigo. Cada. Una. De. Esas. Veces.

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—Pero nunca lo hice. No sé por qué –sus ojos se profundizaron a ese azul oscuro, casi cobalto–. Tal vez es porque nunca supe que decir, realmente. O tal vez tenía que ver con el hecho de que sabía que estabas con Gavin, porque sí, entraba a tu Facebook.

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Ahora mi corazón salto hacia atrás... voltereta perfecta.

Mis ojos se abrieron como platos.... yo sí que acosaba su Facebook. O al menos lo intentaba. Su perfil era privado, y sus tweets estaban protegidos. —Y estabas con él cuando regresé. No significaba que no podíamos ser amigos. Estoy consciente de eso. Pero no lo sé. Desearía poder decirte el por qué, pero no puedo. Y lo siento, y sé que eso no cambia nada, pero después del sábado... –Jensen cerró sus ojos brevemente, y yo me quedé

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane tan rígida que la única cosa en movimiento era mi corazón acelerado – Después de lo que pasó el sábado, parecía estúpido seguir como estábamos, porque, ¿qué tal si esas luces no se hubieran prendido? ¿Que si yo no hubiera caminado a mi camioneta en ese mismo momento? Temblé, sabiendo la respuesta. —Y cuando la Srta. Reed me llamó a su oficina, prácticamente me entregó una manera de infiltrarme de nuevo en tu vida en bandeja de plata. La tomé y por eso estoy aquí. Porque éramos... ¡Dios! –se rió tristemente–. Éramos mejores amigos Ella, y lo arruiné. Sé que lo hice, pero éramos amigos y quiero que seamos amigos de nuevo –Jensen hundió la barbilla, mirándome a través de pestañas imposiblemente largas–. Y después de haber estado contigo ayer durante una hora, me di cuenta de lo mucho que te extrañaba. Amigos... quería que fuéramos amigos de nuevo, y si bien no estaba segura de cómo iba a arreglármelas para ser solo su amiga, mi respiración se detuvo. Y cómo él había puesto las cartas en la mesa, también yo lo haría. Era lo justo. —Yo... y también te he extrañado. Mucho. Se quedó rígido por un momento, ni siquiera estaba segura de que estuviera respirando, pero luego sonrió... una sonrisa verdadera, que alcanzó sus ojos, transformando su cara tranquila y guapa en algo capaz de quitarte el aliento. —Eso es bueno –dijo en voz muy baja–. Es un inicio.

—Entonces –murmuró–, ¿amigos?

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Pero la pregunta se esfumó cuando se inclinó, presionando su frente contra la mía, y ese era un movimiento tan para nada de amigos, que me quedé sin habla. Mis ojos se cerraron mientras su cálido aliento bailaba sobre mis labios, e incluso aunque sabía que no me iba a besar (porque, ¿quién besa a una chica después de pedirle ser su amigo?), mi imaginación se dirigió allí. Casi podía sentir sus labios, y casi podía saborear la menta en su aliento. Los músculos de mi cuerpo se tensaron.

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¿Un inicio de qué?

Tomé una bocanada de aire cuando inclinó ligeramente su rostro. —Amigos. —Bien –hizo una pausa–. ¿Sobre las clases de defensa...?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Qué hay sobre ellas? –quería que me tocara... que me envolviera con sus brazos. Los amigos hacían eso, ¿cierto? Quiero decir, los amigos cercanos sí que lo hacían. Sí, completamente. Como si supiera lo que estaba pensando, lo que quería, cambió de posición, arrastrando su pierna hasta que estaba presionada contra la mía. Seguía sin echarse para atrás. —Puedo cuando sea. —Yo también. —Entonces, ¿mañana? –las puras puntas de sus dedos rozaron la curva de mi mandíbula, y eso decididamente no era amistoso, pero no me importaba. —¿Después de la escuela? —Sí –dijo, y nuestras bocas estaban tan cerca que estábamos compartiendo el mismo aliento–. ¿Te parece? Asentí, causando que nuestras narices se rozaran, y Jensen siguió en necesitar una bocanada de aire. Sus dedos se deslizaron por mi mandíbula, alcanzando las hebras de cabello que se habían salido de mi cola de caballo. Algo estaba a punto de pasar. Pude sentir el cambio en él, el profundo cambio, y una chispa de nervios creció dentro de mí, pero era más que eso. Un anhelo... una anticipación dulce y feroz que opacaba al sentido común, e incluso a nuestro pasado. No quería nada... El timbre de la puerta sonó, separándonos de golpe. Abrí los ojos, respirando agitadamente. Jensen me estaba mirando, con las pupilas dilatadas. ¿Había estado a segundos de besarme?

—Sí, si –repetí, poniéndome de pie. Me moví por la sala, aturdida; pensando que más valía que fuera Santa al otro lado de la maldita puerta.

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—¿Vas a responder eso? –dijo, las comisuras de su boca alzándose.

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El timbre volvió a sonar, sacudiendo el silencio.

No era Santa. Ni sus elfos. O su reno. Era Gavin.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Hey –dije, demostrando que era la reina de los saludos. El sonrió. —¿Puedo pasar? –antes de que pudiera decir algo, pasó de prisa hacia adentro–. Pensé en hacerte compañía mientras tu mamá llegaba a casa. Me imaginé que tú probablemente no querrías estar solo sentada.... Se cortó de golpe al entrar a la sala y darse cuenta de que no estaba sola. Se detuvo justo frente a mí y choqué con su espalda. Desde el sillón, Jensen alzó la cabeza en forma de saludo. —¿Qué hay? La atmósfera cambió en el mero instante en que Gavin entró y vio a Jensen, quien se hallaba extendido, arrogante y perezosamente, en el sillón, y de repente aquello se sintió engañoso, como si pudiera aparecer de pie en cualquier momento y sin advertencia. —Hola –dijo Gavin muy lentamente, y después dirigió su mirada hacia mí. Su cara vaciló en confusión–. No sabía que él estaba aquí. —Sí –lo rodeé, mirando de un chico a otro–. Llego hace rato. —Oh –dijo Gavin. Y eso fue todo lo que dijo. Me removí en mi lugar, dirigiendo mi atención a Jensen, esperando que dijera o hiciera algo, pero solo levantó las cejas.

Pero cuando éramos chicos... bueno, nos tomábamos el pelo sin piedad alguna y reíamos juntos todo el tiempo. Nosotros tres (Jensen, Gavin y yo) habíamos sido inseparables desde la primaría hasta el octavo grado. Jensen había sido quien trajo la caja para la tortuga que rescatamos con el caparazón roto. Se había vestido de colina cuando Gavin y yo nos disfrazamos de Jack y Jill. Y Jensen y yo habíamos compartido la vergonzosa culpa del fin de semana anterior a que todo cambiara. Así que si, nosotros tres.

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Lo que hacía esto realmente incomodo.

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Dios, era tan extraño, estar los tres en mi sala de estar. Era como regresar en el tiempo, excepto que... bueno, Gavin y Jensen no hubieran estado viendo al otro de la manera en que lo hacían ahora.

No.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane No los tres. Nosotros cuatro. La media sonrisa estaba de vuelta en el rostro de Jensen, pero no había humor alguno en la engreída curva de sus labios. —Y.... ¿Que ha sido de ti, Gav? Gav. Hice una mueca, recordando lo mucho que Gavin odiaba ese apodo. Demonios, cuando me fastidiaba, yo lo llamaba así. —No mucho –dijo, con los hombros muy tensos–. Solo ir a la escuela y ayudarles a mamá y a papá. —Ah, sí. El negocio de limpieza –no había arrogancia alguna con el modo en que lo dijo, pero Gavin se sonrojo. —¿Quieres algo de beber? –pregunté, tratando de calmar la situación. Los labios de Gavin estaban muy apretados cuando asintió. —Claro. —¿Y tú? –le pregunté a Jensen. Deslizando su brazo fuera del sillón, dejó caer las manos a su regazo mientras dirigía sus pálidos ojos hacia mí. —Gracias, pero me voy a ir yendo de aquí. -—No tienes que irte. –dije rápidamente.

—Ya vuelvo –dije, yendo tras Jensen–. En serio no te tienes que ir, sabes.

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Su tono no era nada acogedor y le disparé una mirada que ignoró completamente. Jensen se rió entre dientes, poniéndose de pie. Pasó por el lado de nuestro amigo más bajito, sin prestarle ninguna atención.

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—Sí, no te tienes que ir. –dijo Gavin cruzando los brazos.

—No, solo estaba de paso –Jensen se detuvo en la puerta, sin siquiera mirar a Gavin–. ¿Mañana después de clases? Mismo lugar. —Allí estaré –asentí. —Bien –solo entonces su mirada revoloteó hacia detrás de mi–. Lo espero con ansias.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Cuando regresé, Gavin estaba de pie en la sala, con los brazos cruzados. —¿Qué hacía aquí? —Um, como dijo él, solo estaba de paso –me alejé, determinada a no irritarme con él. Los chicos no eran amigos desde hace mucho, pero tenía que pensar que extrañaban esa amistad también–. Y ya te había dicho que me está ayudando con lo de defensa personal. —¿Las clases son en casa? –me siguió a la cocina. —No –suspiré, abriendo la nevera y dándole una coca–. Pero estábamos quedando en una hora para vernos de nuevo. Tomando la bebida, se quedó callado mientras me subía a la encimera de la cocina, balanceando mis pies en el aire. —¿Sabes lo que no entiendo? —No. —¿Donde aprendió Jensen defensa personal? –arrugó la frente. Abrí la boca, pero en realidad no tenía una respuesta para eso. Buena pregunta. —Quiero decir, eso no es algo que sabes hacer porque sí; así que ¿no deberías estar tomando clases de alguien que sepa lo que está haciendo? – preguntó, abriendo su refresco de lata. El líquido burbujeó– ¿En lugar de aprender de alguien que solo dice que sabe lo que hace? —El si sabe lo que hace.

—Ajá. Olvida el "tratar de no irritarme". Comencé a sentir un cosquilleo en mi cuero cabelludo.

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—Sí. De verdad.

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—¿En serio? –tomó un trago largo.

—¿Cuál es tu problema? —De acuerdo –dejó el refresco en la mesa y caminó hacia donde yo me sentaba. Colocando una mano en cada lado de mis piernas, se inclinó–. Acabas de pasar por cosas bastante traumáticas.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Envolví mis brazos a mí alrededor, entrecerrando los ojos. —¿Que tiene que ver eso? —Solo estoy diciendo que estas en un lugar.... algo vulnerable. Hey –alzó los brazos–, no me des esa mirada. Si lo estás. Y es completamente normal. Pero, ¿de verdad crees que este es un buen momento para si quiera considerar la idea de algo con Jensen? Sentí algo amargo en el estomago mientras mis mejillas ardían. —Que me esté enseñando defensa personal y que volvamos a hablar no es considerar nada con él. –dije, y Oh Dios, ¿no era esa una gran mentira? Porque yo sí que había contemplado la idea de estarlo besando. —¿No recuerdas lo que pasó la última vez? –dijo Gavin, alzando las cejas. Tome una respiración entrecortada, enroscando mis dedos en el borde del mostrador. —Mira, solamente estoy señalándolo. El tiene un historial de empeorar las cosas –se alejó del mostrador–. Y no quiero verte lastimada, y él te lastimó la última vez, en el peor momento posible de tu vida. No había manera de negar aquel comentario por más que deseara hacerlo. Bajé la mirada, negando con la cabeza. —No es así. Digo, no es la misma situación. —¿Estás segura de eso? –preguntó en voz baja.

—Sé que Jensen está actuando como si tuviera alguna clase de decencia ahora mismo, pero ten cuidado con el –dijo, apretándome–. Ha cambiado. Todos lo hemos hecho, pero él en especial. Solo no te olvides de lo que te hizo.

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Gavin se inclinó hacia adelante, envolviendo mis hombros con sus brazos. Me llevo hacia él, fuera del mostrador y hasta su pecho mientras me abrazaba, y se sintió bien, tal vez un poco más tiempo de lo que yo estaba esperando, pero absorbí el calor. Tan mal que estaba, tomé de él lo que tanto deseaba de Jensen. Cerré los ojos e inhalé el aroma de lavandería.

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Asentí.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Gavin se fue poco después de que mi madre llegara a casa, y yo me la pasé en la cocina mientras ella cocinaba unas hamburguesas de engordar, con queso, y después de eso, para limpiar. —Hablé con el Doctor Oliver hoy. –dijo, mientras cargaba el lavavajillas. Me llevó unos segundos saber de qué estaba hablando, porque mi mente seguía envuelta sobre lo que había dicho Gavin. Cerrando el agua de fregar, me di la vuelta con un suspiro. —¿Y? ¿Cuando tengo cita? —El próximo viernes, después de clases –paso una pequeña toalla por la mesa, frente a donde yo me había sentado. Siendo sincera, comía muy desordenadamente–. Puedo ir contigo si quieres. Y esa era la última cosa que quería. —No, gracias. Me arrugó la nariz mientras arrojaba la toalla al lavabo. —No tienes que hacerlo sonar como si fuera la peor de las ideas. —Bueno, tampoco es la más brillante –me reí. Mi madre entrecerró los ojos, pero luego ladeó la cabeza, estudiándome.

Dando unos pasos hacia mí, colocó sus frías manos sobre mis mejillas. —¿Has estado durmiendo? —Sí.

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—Wow –me reí de nuevo–. Muchas gracias.

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—Cariño, luces terrible.

Chasqueó la lengua. —Eres una terrible mentirosa. Sí que lo era. Suspirando, me aparté.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Ha sido un poco difícil dormir. –Tal vez puedo ver si se puede hacer una cita antes. O puedo hacer que te mande una receta de pastillas para dormir –se ofreció, girándose hacia donde había dejado la toalla–. Funcionaron la última vez. La última vez. Respiré profundamente. —No las necesito, mamá. Pero más tarde esa noche, mucho después de que mi madre se hubiera acostado, yo yacía en mi cama, observando las sombras de las ramas de afuera bailando contra el techo. La televisión parpadeaba con colores brillantes, con el volumen lo suficientemente fuerte para ahogar los sonidos y crujidos que hacía la casa. Tal vez las pastillas para dormir no serían tan mala idea. Ya pasaba de la media noche, mis parpados se sentían pesados, pero el sueño era alusivo. Me moví y me giré, muy caliente, y la almohada se sentía muy dura. Mi cerebro giro sobre la conversación con Gavin y la de Jensen, al pájaro y más allá, a lo que pasó el sábado en la noche. No estaba segura de la hora que era cuando arrojé a un lado las cobijas y me salí de la cama. La ligera luz azul de la tele lanzando brillo a mi habitación. Cansada hasta el último de mis huesos, arrastré los pies hasta el baño.

El agua caía en el lavabo, pero ¡ahí! Lo sentí de nuevo, en la base de mi cuello, una oleada de aire frío removió mis mechones de cabello. Y luego lo escuché.... un paso pesado, como una bota conectándose con el piso, seguido de otro más.

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Al levantar la cabeza, dejando el agua escaparse entre mis dedos, una brisa helada pasó por detrás de mi cuello. Me congelé y sentí mi corazón golpear contra mis costillas.

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Encendiendo la luz, crucé la habitación, mis pies descalzos en silencio contra la fría baldosa. Me detuve frente al lavabo, bostezando mientras abría la llave. Ahuecando mis manos bajó el chorro de agua, me doblé, echándola a mi cara. No hizo casi nada, pero metí las manos de nuevo y eché agua a mis ojos.

Con los ojos cerrados y mi piel cosquilleando, me enderecé lentamente. No hay nada detrás de mí. Tenía que ser el aire entrando a la habitación y mi oído gastándome una broma. No hay nada detrás de mí.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Inhalando un fuerte respiro que no llegó a mis pulmones, abrí los ojos. Oh Dios, estaba equivocada, muy equivocada. Un gritó subió por mi garganta. Eso estaba parado detrás de mí, la cara cubierta en la cruda mascara de payaso, y los hoyos negros y vacíos donde los ojos deberían de ir. Lentamente, ladeó la cabeza a la derecha y chasqueó la lengua gravemente. Me hice a un lado, tropezando atrás con el lavabo. Se lanzó hacia mí, con sus manos envueltas en los guantes alcanzando mí.... Sacudiéndome en la cama, jadeé, tratando de tomar aire, mi corazón golpeando en mi pecho. Pesadilla, solo era una pesadilla. —Oh Dios mío –presioné mi mano en mi pecho. No había nadie aquí. Estaba a salvo, pero mi pobre corazón aún no registraba eso. Presionando mi otra mano en mi pecho, tomé un par de respiraciones profundas. Sin embargo, algo sobre la habitación no estaba bien. Mientras mis ojos se ajustaban a la oscuridad, bajé las manos a mi cobija, jalándola de donde estaba en mis rodillas. Lo dirigí hasta mi barbilla, mirando hacia la ventana. Las cortinas estaban cerradas, quietas. No era eso... La TV.

No volví a dormir.

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Me recosté de nuevo, acurrucándome de lado mientras el sudor que empapaba mi piel se enfriaba. Mi corazón redujo la velocidad eventualmente, pero yo no cerré los ojos ni por un segundo.

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Sentí un nudo construirse bajo mis costillas. La televisión estaba apagada. Yo no la había apagado antes de dormirme y no había puesto ningún temporizador para dormir en ella. Demonios, ni siquiera estaba segura de como activar eso. Mamá lo hizo, me dije a mí misma. Tuvo que haber venido y apagar la tele.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

L

legaba tarde a la mañana siguiente, agarré mi Pop Tart, besé a mamá, y luego corrí hacia la puerta. Me detuve antes de salir afuera, giré a donde ella estaba, y serví el café en su taza.

—¿Has venido a mi dormitorio anoche? –le pregunté–. ¿Y apagaste la televisión? Pelo rubio brillante cayó sobre su hombro mientras miraba, sus cejas se arrugaron juntas. —No, ¿por qué? El nudo bajo mis costillas creció el doble de su tamaño. —Supongo que debo haber puesto el temporizador de apagado o algo así.

Wendy se veía como un lío caliente.

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Por algún giro enfermo del destino, terminé en el aparcamiento junto a la fantasía de Wendy, relativamente su nuevo auto. Que parecía ser un Lexus, pero me negué a investigar la marca del auto muy de cerca, porque era probable que me cayera en mi cara si ella estaba conduciendo en serio ese tipo de coche. Pero mientras escalé fuera, unos segundos antes que ella, ya no estaba pensando en su bonito auto que no tenía una abolladura en el capó o una luz frontal agrietada, como el mío.

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La única manera de que puse el tiempo fue por accidente y yo ni siquiera podía imaginar la posibilidad de que podría haber algo más. Mi cerebro era incapaz de hacer frente a la extraña, mierda de estrés hoy. Dije adiós, y me dirigí afuera bajo el cielo nublado.

Su cabello rubio peinado hacia atrás en una cola de caballo baja y hebras cortas se habían deslizado libres, colgando sin fuerzas contra las mejillas sonrosadas. Era como si hubiera olvidado su polvo y corrector de esta mañana. Sombras oscuras florecieron bajo sus ojos. Llevaba una camiseta holgada y chándales, algo que me pondría, pero nunca esperaba verla salir en público así, especialmente en los pantalones de chándal de

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane color rosa. Se veía tan mal como me sentía. En realidad, no podía recordar haberla visto tan mal y yo había conocido a la chica desde la escuela primaria. Se dio la vuelta y mientras cerraba la puerta, su mirada preocupada se encontró con la mía. —Oye. –dijo ella. La miré fijamente. —Hola. –Y esperé por algún mordaz, arrogante comentario, pero cuando ella simplemente caminó hacia el edificio, me quedé parada ahí como una idiota. Bueno, eso fue... inesperado y un poco extraño, como que un extraterrestre menos-irritable o algo así la invadió. La escuela transcurrió sin incidentes, distintos de Linds diciéndome que la reunión "voluntaria" del sábado sería en la antigua casa de campo que realizaba la gira embrujada cada año y fue colocado de nuevo en la tarde. No hubo cardenales muertos y Jensen no me visitó durante el almuerzo, y yo traté de no estar decepcionada por eso. No tenía ninguna razón para esperar que lo hiciera, y probablemente fuera mejor que no lo hubiera hecho. Ser amiga de él era lo suficientemente estúpido. Pero no pude dejar de notar que Wendy sentó a su pequeño trasero hacia abajo justo al lado de él. También me di cuenta de que Mónica estaba ausente de la mesa. Pensándolo bien, yo no la había visto en todo el día. —Probablemente deberías dejar de mirar por encima a su mesa.

—Yo no estoy mirándolo. —¿Estas mirando a Brock o Mason?

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Con el cabello separado en coletas, se veía adorable. Con la cara de bebé y las pecas, podría lograrlo. Cuando me puse mi pelo así, parecía que me escapé de un asilo. Recogí una barra de granola, ella sonrió. —Tú sigues mirando ahí. Si quieres que crea que no estás interesada en Jensen, vas a tener que esforzarte mejor que eso.

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—¿Eh? –Volví mi atención hacia Heidi.

—¿Qué? No. Su sonrisa se volvió traviesa. —Así que, como he dicho... Le saque la lengua, y ella se rió. Para el resto del almuerzo me resistí a la tentación de revisar su mesa. Fue sólo cuando estaba terminando mi

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane bandeja y la comida a medio comer que di un vistazo allí de nuevo. En lugar de encontrar mi penetrante mirada con la Jensen, fue con Brock con quien terminé conectando. No sonreía, y la expresión de su rostro era indescifrable. El nudo bajo mis costillas se expandió, y rápidamente desvié la mirada. —¿Estás bien? –Heidi chocó su hombro contra el mío. —Sí. –Le dije, forzando una sonrisa que se sentía extraña en mi cara. Necesitaba dormir un poco esta noche porque mi paranoia estaba en su punto máximo. Al salir de la cafetería, miré el amplio pasillo que conduce a la entrada principal de la escuela. Entrecerré los ojos. —¿Policías? –Heidi dijo, balanceando su bolso púrpura. Negué con la cabeza. Definitivamente policías, pero no la clase de la escuela. Eran los delegados, y a partir de esta distancia, no podía decir quiénes eran, pero uno de ellos parecía el delegado Jordan de donde Jensen me estaba dando las lecciones. —Me pregunto ¿por qué están aquí? Las delicadas cejas de Heidi se fruncieron. —No lo sé, pero dudo que sea por el arco iris y las colas de cachorro. Arrugando la nariz, presioné mis labios. —Sí, lo dudo.

Al menos eso es lo que me decía a mí misma. Con la necesidad de dejar mis libros y agarrar mi texto de inglés para hacer la tarea, me dirigí a mi casillero con Linds, cruzándome en el camino con Gavin, quien terminó siguiéndome. La camisa de color negro que llevaba tenía más arrugas que un hogar de ancianos.

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No tenía nada que ver con mi inminente lección de autodefensa.

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Curiosa sobre su presencia, le di vueltas en toda la clase de trigonometría. Heidi tenía razón en su pequeña propia extraña manera. Delegados en la escuela no son un buen augurio, pero podría haber un millón de razones de por qué estaban allí. Durante la clase de arte, mi último periodo del día, no podía quedarme quieta en la clase, en la cual se estudió un grupo de pinturas de jarrones con flores en ellos y comenzamos nuestras propias versiones de las pinturas. La energía nerviosa construida en mi sistema, como si hubiera tomado tres Red Bulls.

—Tú debes ser voluntario para ayudar con la granja embrujada de este año. Linds miró a Gavin como si era necesario tener una razón para estar donde estaba.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Eh? –Frunció el ceño, pareciendo distraído. —La granja embrujada –Linds repitió, suspirando mientras me detuve frente a mi casillero–, ya sabes. La cosa que hacemos todos los años, esa que tu nunca echas una mano. —También lo cosa que Linds me obliga para que haga todos los años. – añadí, escondiendo mi sonrisa cuando ella me lanzó una mirada asesina. —Oh, sí. Eso. –Gavin se apoyó en el casillero al lado mío–. Sabes, no me interesa. Linds frunció el ceño, pero al igual que un pitbull tenaz, que no estaba dispuesto a dejarlo caer todavía. —Sabes, deberías estar interesado. El voluntariado crea buen karma. Y tú quieres un buen karma, ¿verdad? —Estoy bastante seguro que el voluntariado para Habitat for Humanity4 trae buen Karma –razonó, mirando hacia mí con una leve sonrisa en su rostro–. No el voluntariado para una estúpida atracción embrujada. —Vas a ir al infierno por eso. –respondió Linds. —No estoy seguro de ayudar en tu caso. –riendo, abrí la puerta de mi casillero y me encontré cara a cara con una amplia sonrisa y ojos negros y vacíos. Un grito salió de mí cuando salté hacia atrás, dejando caer mi bolso en el suelo. —¿Qué demonios? –Gavin me apartó del casillero, girando alrededor de él afrontándome–. Jesús.

Era la misma ancha sonrisa roja y ojos grandes y vacíos pintados en una máscara de plástico. Mi corazón dio una patada en el pecho cuando apreté los ojos cerrados. Brazos fueron alrededor de mí, girándome lejos del casillero. Era sólo una estúpida máscara, pero buen Dios, al verla de nuevo congeló la sangre en mis venas. Todo lo que podía ver era la máscara a pulgadas de mí cara y sentir las manos alrededor de mi cuello, exprimiendo la vida directamente de mí. 4

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Colgando de una cuerda fuera del pequeño gancho en la parte posterior de mi casillero estaba una réplica casi idéntica de la máscara que el atacante había usado, el mismo tipo de máscara que había encontrado en mi cama, pero que había que desaparecido como si nunca hubiera estado allí.

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Linds colocó sus dos manos sobre su boca.

Hábitat para la humanidad

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Alguien ahogó una risa detrás de mí. O intentado. Otra persona emitió una maldición áspera. Apreté mi rostro contra el pecho de Gavin, con ganas de quitar la imagen de la máscara. Temblando al borde del pánico se apoderó de mí. —¿Qué está pasando? –disparó una voz profunda. El Sr. Holden, nuestro profesor de inglés–. Oye, ¿qué es...? Gavin dio un paso atrás, tirando de mí con él, y yo sabía el momento en que el profesor había llegado. Abrí los ojos cuando el señor Holden caminó delante de nosotros. —¡Esto es ridículo! –gritó el señor Holden, arrebatando la máscara de mi casillero–. ¿Máscaras? ¿Las aves muertas? Esto no es gracioso, gente. Tengan un poco de sentido común. Como el señor Holden siguió furioso sobre el "serio nivel decepcionante de madurez" en la escuela, Gavin y Linds me hicieron pasar fuera rápidamente. Llegamos a la escalera en el momento en que me di cuenta de que mi cara todavía estaba plantada en el pecho de Gavin y su brazo a mí alrededor. Había algo muy íntimo en el abrazo, así que me alejé, deslizándome fuera de sus brazos. Yo estaba un poco avergonzada, porque me sentía... se sentía débil, pero tal vez estaba siendo demasiado dura conmigo misma. Yo casi muero en manos de alguien que llevaba la máscara. —¿Estás bien? –Linds atrapó mi mano, sus ojos oscuros parpadeando. —Sí, es sólo, vi eso y todo lo que pude pensar fue en lo que sucedió. Yo no estaba preparada para eso –a medida que el shock inicial de ver la máscara en mi casillero se desvaneció, la ira se levantó como un dragón que escupe fuego–. ¿Quién haría algo así?

—No sería difícil de hacer –Linds metió un rizo apretado detrás de su oreja–. Quiero decir, tú golpeas los casilleros en el lugar correcto, y ellos se abren.

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Me temblaban las manos mientras bajaba las escaleras de cemento. — No estaba allí antes del almuerzo. Alguien tenía que haber llegado a mi casillero y lo puso allí después.

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—No lo sé –Gavin llegó a la puerta, abriéndola–. Alguien con un sentido del humor extremadamente enfermo.

Eso era cierto, pero yo no entiendo por qué alguien haría eso. Al igual que el cardenal muerto, que era el tipo de broma anormalmente cruel y nada graciosa.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Ellos no deberían haber dado la descripción de la máscara en las noticias –Linds comentó–. Entiendo por qué lo hicieron, pero cada idiota sabe qué aspecto tiene ahora y están haciendo mierda como esta. Algo así como la vieja película de los noventa, donde el asesino llevaba la máscara y entonces todo el mundo en la escuela comenzó a usar una. ¿Qué persona sabía en la vida real que eso sería tan estúpido? Gavin resopló. —Me apostaría que habría sido tan estúpido. —No lo entiendo, sin embargo –dije cuando entramos en el aire caliente de afuera, mi corazón seguía latiendo demasiado rápido–, no fue divertido. Sabiendo lo que me pasó a mí, ¿por qué alguien haría eso? Linds miró hacia otro lado, mordisqueando su labio inferior. Me cortó la respiración como la ira y el penetrante miedo combatió dentro de mí. —¿Y si no era una broma? Ella se detuvo, cruzando los brazos alrededor de su cintura. —¿Qué más podría ser? —¿Tal vez una advertencia? –me estremecí, a pesar del aire caliente. —¿Una advertencia de qué? –Gavin encontró mi mano, apretando suavemente cuando no respondí, porque no había nada–. No lo sé, pero era una broma, evidentemente, una muy mala, pero eso es todo lo que era. Apreté su mano hacia atrás, pero el nudo debajo de mis costillas había brotado un montón, más cuando miré por encima del hombro, de vuelta a la escuela. En el fondo, lo llaman instinto o bien la vieja paranoia, pero sabía que la máscara no era sólo una broma.

—¿Hay que probar algo diferente?

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Y tal vez tampoco lo fue el cardenal.

Asentí con la cabeza cuando los brazos de Jensen se deslizaron alrededor de mí, y dio un paso atrás mientras lo enfrenté. Habíamos estado practicando toda la cosa de abrazo de oso de nuevo, y yo estaba bastante segura de que lo tenía, pero de acuerdo con Jensen la práctica lo hace perfecto. —¿Qué?

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Usando chándales de nylon azules y una camiseta blanca que habrán mirado un promedio que nadie más, se veía como una joven celebridad saliendo del gimnasio. Él apartó un mechón de pelo castaño claro de la frente y sonrió. Inmediatamente, era sospechosa. —¿Quieres golpearme? –preguntó. Una risa sorprendida se me escapó. –¿Qué? —Pégame –se acercó a donde yo estaba y luego se echó a reír cuando lo miré boquiabierta–. Cada atacante no va a venir detrás de ti. Algunos van a venir a tú derecha y dijiste que querías saber cómo luchar, tú tienes que saber dónde golpear. —Oh –abrí mis manos en mis caderas–. Así que ¿dar patadas a un hombre en las bolas y correr no es el mejor método? Jensen hizo una mueca. —Eso funcionaria, también, pero estoy seguro de que te gustaría un poco más en tu bolsa de trucos. Sonreí, sorprendida por lo relajado que estaba. Uno pensaría que este tipo de clase sería estresante, pero desde que habíamos empezado, yo no había pensado en lo que pasó con mi casillero o la pesadilla que había tenido la noche anterior. Eso realmente era hacer algo en la toma de una decisión consciente para protegerme. —Quiero ver qué tipo de puñetazo das —continuó–. Y no te preocupes por lastimarme. Yo puedo soportarlo. Cargando mi brazo hacia atrás, le di un puñetazo en el estómago. Dolor sordo lanzó sobre mis nudillos cuando saqué mi mano hacia atrás, moviendo mis dedos, y maldita sea si su duro estómago no le di ni un centímetro, pero la sorpresa hizo ensanchar sus ojos.

Le fruncí el ceño. —Bueno, soy una chica por si se te ha olvidado. Bajando la barbilla, su mirada se inició en la punta de mis pies descalzos y poco a poco se abrió camino hasta mis labios. —Oh, no lo he olvidado. Confía en mí.

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Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. —Pegas como una chica.

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—¿Como fue eso? –le pregunté, masajeando la punzada en mi hombro.

Mi ceño fruncido se deslizó lejos, y no tenía ni idea de qué decir a eso, porque me sentía como el tipo de chica que se rompería en un ataque de risa en algún momento dado a su alrededor.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —No, en realidad lo hiciste bastante bien y honestamente solo estoy pretendiendo que no me dolía, porque si lo hizo, pero estás lanzando el puñetazo mal –se movió de modo que él estaba detrás de mí–. Tienes que tirar desde tu estómago, no del brazo. Hacerlo de la manera incorrecta es una forma segura de lesionarse. ¿Ves? –Él puso sus dedos en mi hombro derecho, en los músculos tensos–. Duele, ¿no es así? Empecé a decirle que no era tan malo, porque en realidad no lo era, pero la punta de sus dedos presionó en mi hombro. Santo Cracker Jack5, dio en el punto correcto. Al igual que el tipo de punto que ni siquiera sabía que existía. Mi espalda se arqueó mientras movía su pulgar en un círculo cerrado. Se acercó más, hasta que el frente de su pierna rozó la parte posterior de la mía. Cálido aliento bailó junto a mi cuello, enviando escalofríos saltar a través de mi piel. —Me enteré de la máscara en tu casillero. –dijo después de unos momentos. Me tensé. —¿Cómo... cómo te enteraste de eso? –él no estuvo presente cuando sucedió. —Brock me envió un mensaje –su otra mano subió a mi hombro opuesto, y me mordí el labio inferior para detener un sonido que me ha estado mortificando–. Él dijo que alguien lo había colgado arriba. Mantuve mis ojos bien abiertos, negándome a ver que la máscara vacía. Continuó moviendo sus pulgares, aflojando los músculos que se habían tensado. —Siento que eso te haya pasado. El que lo hizo es un idiota. Un latido pasó. —¿Tú... tú piensas que era una broma? Sus dedos se detuvieron sólo por un momento. —¿Qué más podría ser?

—Nada –dije, volviendo la cabeza ligeramente–. Sólo estaba... pensando en voz alta. Jensen quedó en silencio después de eso, y mis músculos se habían aflojado desde hace mucho tiempo, pero sus dedos mágicos siguieron haciendo lo suyo. No estaba segura de cuánto tiempo se mantuvo en ello, pero mi piel se sentía calentita.

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—¿Ella?

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No contesté, porque expresar mis sospechas en alto le dio voz a lo absurdo que sonaba.

Forma de expresión

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Mejor? –preguntó, con voz ronca mientras su mano se deslizó por mi lado. Gelatina había reemplazado a mis músculos. —Sí. Se aclaró la garganta mientras se movía detrás de mí, poniendo un poco de espacio entre nuestros cuerpos mientras descansaba una mano en el centro de mi estómago. Salté del contacto. —Fácil –murmuró, moviendo los hilos suaves de pelo en mi sien–. Mueve el brazo hacia atrás, el derecho, como si estuvieras a punto de lanzar un golpe. Hice lo que me pidió, y sus dedos se extendieron a través de mi estómago. —Ahora mueve el brazo como si estuvieras golpeando a alguien, pero usa tu estómago a su vez para poner el poder detrás del lanzamiento. Mordiendo mi labio y obligándome a concentrarme, hice lo que me dijo, lo cual resultó ser incorrecto. Jensen tomó mi mano izquierda y la colocó donde su mano había estado en mi estómago y entonces él agarró mis caderas. Oh querido. Un temblor recorrió por mis piernas. Cuando lancé mi próximo golpe, él inclinó mis caderas, y finalmente conseguí lo que él estaba diciendo. Y conseguí un montón de otras cosas que no tenían nada que ver con su entrenamiento.

—¿Quieres ir a comer algo? –preguntó. La pregunta me tomó por sorpresa, dibujé mi amplia mirada a la suya. Una sonrisa apareció desigual. —En base a la forma en que estás mirándome, voy a ir con que no me oíste o que es un no rotundo.

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Sus ojos eran de un brillante tono de azul, a la sombra de gruesas y oscuras pestañas, y evité mi mirada antes de que hiciera algo estúpido, como decirle que tenía ojos hermosos.

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Pasamos por el movimiento un par de veces más, tomando más tiempo del necesario, probablemente porque yo no estaba totalmente centrada. Cuando finalmente nos separamos y me volví hacia él, mi cara se sentía como si hubiera tomado el sol durante una tormenta solar.

—Es sólo que no me has mostrado donde debería estar golpeando a alguien. —Lo sé.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Cuando él no dio más detalles, yo jugaba con el borde de mi cola de caballo. —Está bien. Pensé que haríamos eso hoy. Todavía es muy pronto. —Y por eso te pregunté si querías algo de comer –se pavoneó delante de mí, y yo contuve la respiración. Extendió la mano, cogió mis dedos y suavemente apartó de mi pelo–. No comiste mucho en el almuerzo de hoy –su mirada se desvió lejos cuando mis cejas se levantaron–. Fuiste a dejar tu bandeja. La mitad de tu comida todavía estaba allí. —¿Te diste cuenta de eso? Su mirada rebotó de vuelta a la mía. —Siempre me doy cuenta de ti. Una vez más, me dejó absolutamente sin palabras. —Y en realidad estoy tratando de retrasar mis sesiones de entrenamiento contigo. Tú sabes, la sucesión de ellos afuera, así tener una razón para monopolizar tú tiempo libre. –dejando caer mi cabello, sonrió al ver mi expresión atónita–. Estás sorprendida. Ni siquiera intentes decir que no lo estás. Nunca has sido capaz de mantener lo que piensas fuera de tu cara. Jensen me tocó la mejilla herida que fue casi completamente curada con la punta de sus dedos calientes. —Siempre me ha gustado eso de ti. Levanté la mirada y nuestros ojos se encontraron. Tantas cosas subieron a la punta de mi lengua. Un montón de preguntas. Él había dicho que quería ser amigos, pero él era muy delicado para considerar eso, y había más que eso, en la manera que él me tocaba, cómo me miraba, incluso la forma en que hablaba.

Sus labios se curvaron en una sonrisa sexy. —Bien. Sintiéndome un poco fuera de eso debido al cambio de planes, me deslicé en mis zapatos y agarré el bolso que había traído conmigo. El murmullo nervioso de la energía estaba de vuelta, zumbando a través de mí como un súper colibrí.

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Mi corazón no tenía control sobre mí, sin embargo. No era como que tomar algo de comer era una declaración de amor eterno o que iba a pensar demasiado en ello. —Bueno.

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Pero la advertencia de Gavin del día anterior nunca fue demasiado lejos de mis pensamientos. Jensen había roto mi corazón una vez antes, y por eso era tan peligroso para mí, porque eso era lo último que quería experimentar de nuevo.

Jensen cerró bajo llave y entramos en el pasillo, él pasó el brazo por encima de mi hombro. El ligero aroma cítrico de su colonia me envolvió.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Apreté la correa de mi bolso, diciéndome a mí misma que esto era completamente un comportamiento normal. Gavin lo hacía todo el tiempo. —Relájate –murmuró directamente en mi oído–. No voy a morderte o algo así. Al parecer, no estaba actuando como si esto era un comportamiento normal. —A menos que estés de acuerdo en eso. –añadió en voz baja. Mi cabeza fue repentinamente hacia él, y contuve el aliento ante lo cerca que nuestras bocas estaban. Su punta fue a dar en una sonrisa pícara. —Eso fue muy cursi, ¿no? –su pulgar se movió a lo largo de mi brazo. Mis labios temblaban. —Fue bastante cursi. También un poco escalofriante. Me hace pensar en un zombi. —Así que, si yo estoy tratando de conseguir que una hermosa chica se relaje a mí alrededor, ofreciendo tomar un pequeño bocado de ellos no me va a ganar ningún punto. —Probablemente no. –dije, y empecé a sonreír, pero su cabeza se inclinó de manera que bordeaba la boca hacia arriba. Si sólo bajara la cabeza unas cuantas pulgadas, así, sin duda estaríamos haciendo un montón de cosas que los amigos no hacen. Como él siguió mirando hacia mí, algo cambió en Jensen, como la que tenía cuando nos sentamos en el sofá. La alegría estaba todavía allí, pero los músculos en su brazo se tensaron, y con un poco de persuasión, tiró de mí más cerca. Tal vez una o dos pulgadas separaban nuestros cuerpos. Me sentí un poco mareada mirando fijamente a sus ojos. —Bueno, voy a tener que llegar a algo más. –murmuró perezosamente.

Yo reí. —¿Un batido? —Sí. ¿El restaurante al otro lado impresionantes. Y sándwiches de queso.

de

aquí?

Tienen

batidos

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—Hmm... –su barbilla cayó otra pulgada. Tan cerca–. Tal vez un batido.

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—¿Como qué?

Mi estómago gruñó. —Amo algunos sándwiches de queso a la parrilla. —Lo sé. Eso fue dulce. —Creo que me gusta en ese…

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Una garganta se aclaró. Retrocedí, mirando hacia la entrada del edificio. El delegado Jordan se quedó allí, su forma cubriendo la corriente de luz desde las puertas detrás de él. La inquietud floreció en la boca de mi estómago. La expresión de su rostro era dura. No como la expresión amigable que Shaw había usado ayer. El estaba trabajando. El brazo de Jensen se deslizó fuera de mi espalda, pero él se acercó más, ligeramente por delante de mí. —¿Qué está pasando, Shaw? La manera más informal que habló con el delegado me dijo que tenía algún tipo de relación con el chico. Entonces se me ocurrió. Shaw me había recordado desde... desde antes, lo que probablemente significaba que había recordado a Jensen. ¿Ellos han estado en contacto durante todos estos años? ¿O Jensen recuerda que Shaw era el primo mayor de Gavin? Shaw se adelantó. —Tengo que hablar con Ella. —¿Por qué? –preguntó, moviéndose así él totalmente bloqueó mi cuerpo del policía. Al no tener idea de lo que estaba causando esta respuesta, y no queriendo que él consiga problemas, me hice a un lado, encontrándome con la mirada oscura del delegado. —¿Que está pasando? Shaw se detuvo frente a nosotros. —Tengo algunas preguntas que necesito hacerte por el acontecimiento más reciente. —¿Más reciente? –eché un vistazo a Jensen y luego al delegado, confundida–. ¿De qué estás hablando? Sorpresa se dibujó en su rostro. —¿No has oído?

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Shaw se rascó la mandíbula. —Bueno, infiernos, pensé que habrías escuchado por ahora. Mónica Graham está desaparecida.

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—¿Oír qué? –preguntó Jensen, endureciéndose.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

A

turdida, seguí al delegado Jordan en una especie de sala de reuniones fuera de la sala principal del almacén que olía a café quemado. Por la fina capa de polvo en la mesa de café, la habitación no había estado en uso durante un tiempo. Jensen se sentó a mi lado en una silla plegable de metal incómodo. —Ella fue vista por última vez ayer por la tarde, visitando la casa de un amigo después de la práctica de porristas –explicó el delegado Shaw– . Había dejado la casa de su amigo en su auto, pero ella no regresó a casa anoche, y nadie ha sabido nada de ella desde entonces. Normalmente, los informes de personas desaparecidas no se presentan dentro de las veinticuatro horas, pero en vista de los acontecimientos recientes, no quieren que esperar. Pensé en Vee Bartol, que estaría desaparecida tres semanas este sábado, y luego pensé en la forma andrajosa que Wendy lució esta mañana, lo cual podría haber explicado su apariencia. Los padres de Mónica probablemente habían contactado a Wendy anoche, y ella había estado más preocupada por su amiga que por su aspecto.

Shaw negó con la cabeza mientras se inclinaba hacia atrás, el chaleco debajo de la camisa crujió. Situado en el borde de la mesa, cruzó las manos en su regazo mientras miraba hacia abajo a nosotros. —No es imposible.

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—Dios –dije, porque no sabía qué decir–. ¿De verdad crees que está desaparecida? ¿Que ella sólo no se iría a algún lado? –Después de que dije eso, me di cuenta de lo estúpido que sonaba. ¿Cuál de diecisiete o dieciocho años de edad, solo se marcharía?

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Ahora me sentí mal por la forma en que pensé de ella esta mañana.

—Pero, poco probable. Dios, esto es terrible.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane La mano de Jensen encontró la mía debajo de la mesa. Después de enroscar los dedos alrededor de los míos, él apretó suavemente. —Es terrible, y no lo digo para sonar como un idiota total. Una sonrisa irónica se formó en los conociéndote, estás yendo de todos modos.

labios

de

Shaw. —Pero

Así que realmente, realmente se conocían entre sí. —¿Qué tiene esto que ver con Ella? –preguntó, con una mirada de muerte sobre Shaw. Mi corazón dio un vuelco cuando me encontré con la firme mirada de Shaw. —¿Es a causa del ataque de la noche del sábado? ¿La policía cree que está relacionado con la desaparición de Mónica? —Tenemos al Estado, Condado y departamentos de la ciudad involucrados en esto –respondió Shaw–. Estamos persiguiendo cualquier posible ventaja que podríamos tener, lo cual me lleva a ti. Dibujando una respiración profunda, asentí. —Bueno. —Es poco probable que lo que te ha pasado tenga algo que ver con la desaparición de Mónica, pero creo que es inteligente revisar todas las vías posibles. —Eso tiene sentido. –le susurré. —Así que estamos tomando todo en consideración, y sé que ya has dado tu declaración a la policía del estado, pero si podrías pasearme a través de lo que pasó, es posible que brille algo de luz sobre lo que está pasando ahora. Puede darnos algunas respuestas. Y tal vez, si esto tiene algo que ver con lo que te pasó, podría ayudar a Mónica.

Jensen parecía que quería discutir, pero él no me detuvo cuando empecé a contar mi historia. No fue fácil, porque era demasiado real, demasiado fresca, y yo no estaba segura de si iba a llegar el día que no se sintiera de esa manera. Saqué mi mano libre de su agarre y envolví mis brazos alrededor de mi estómago, deteniendo el frío que siguió corriendo arriba y abajo de mi espina dorsal. Cuando llegué a la parte en la que había sido capaz de liberarme, Shaw estaba escuchando con gran

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Era lo último que quería hacer, pero si hablar del sábado podría ayudar a Mónica, entonces yo podría tratar con ello. —Está bien –le dije, respirando profundamente, preparándome–. Puedo hacer esto.

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El agarre de Jensen en mi mano se tensó mientras se inclinaba hacia adelante. —¿Es realmente necesario para ella pasar por eso otra vez?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane atención, sin perder un solo detalle, y Jensen llegó bajo la mesa, colocando una mano en mi rodilla. El contacto conectándome a la realidad, en el ahora mismo. —Y entonces... –miré a Jensen, que me observaba de cerca–. Y entonces recuerdo a Jensen recogiéndome y... y eso es todo. Shaw asintió lentamente. —¿Y no hubo absolutamente ninguna manera que vieras la cara o algunas características distintivas? Negué con la cabeza con mis hombros caídos. —La máscara y peluca se quedaron en su lugar. Para ser honesta, como el oficial Ritter señaló, que podría haber sido una chica por lo que sé –cansada, extendí la mano, frotando los talones de mis manos contra mis ojos–. Sé que eso no ayuda en absoluto. —No, es ayuda –dijo, y me dio una sonrisa tranquilizadora cuando bajé mis manos–. Ahora, hace unas noches, una llamada entró en el despacho acerca de un posible intruso en tu casa. El informe presentado dijo que no hubo ninguna señal de robo, pero tú dijiste que el mismo tipo de máscara que el atacante llevaba estaba en tu cama y había una nota, diciendo algo en las líneas de que "¿es tu culpa?" Jensen se quedó mirándome. —¿Qué? ¿Por qué no me dijiste eso?

—¿Qué tan cercana eras de Mónica? –preguntó Shaw. —No lo era en absoluto.

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Shaw no contestó de inmediato, y cuando lo hizo, fue totalmente vago. La inquietud crecía, brillando a través de mí. ¿Y si esa cosa había estado en mi casa? Sabía que era posible, pero yo había sido capaz de convencerme de lo contrario en el último par de días. Un estremecimiento se abrió camino a través de mi cuerpo, y la mano de Jensen se movió, sus dedos se cerraron alrededor de mi rodilla.

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Mierda. —Yo... la policía no encontró nada, así que pensé que era sólo mi imaginación. La ventana no estaba abierta y no había máscara en la cama cuando la policía llegó allí –mi mirada se volvió de nuevo a Shaw– . Me dije que era mi imaginación, pero también creo que es un poco difícil de imaginar todo eso.

Su frente se arrugó. —Pero ustedes fueron juntas a la escuela desde primaria, ¿correcto? —Sí –era un poco raro darse cuenta de que Shaw había hecho sus deberes. Por otra parte, en una ciudad de este tamaño, no era difícil hacer la suposición de que habíamos crecido juntas–. Pero nunca fuimos

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane cercanas. Nosotras estuvimos en diferentes multitudes y ella no siempre era... –me callé, pensando que haría el trabajo al terminar la frase. —¿Ella no era qué? –engatusó suavemente. Apreté los labios. Mónica, como Wendy y Shawna, nunca habían sido particularmente amables con la gente. Hasta esta semana, nunca había tenido un problema con ninguna de ellas, pero.... —Mónica es muy popular, pero no es la chica más agradable –Jensen respondió con sinceridad, ahorrándome de tener que ser la que hable mal de ella–. Ella tenía una tendencia... desde la escuela media, a meterse con otros chicos. —¿Como Penn Deaton? –preguntó Shaw. Presioné la espalda contra la silla al sonido de su nombre. Oyéndolo rodar sobre la lengua del delegado me derribó. —Sí, como Penn. –murmuró Jensen, fijando su mirada en la pared sobre la decisión de Shaw. La pregunta podría haber parecido anormal a cualquier otra persona, pero había sido de conocimiento común después... después de todo, que Penn había sido intimidado sin descanso. Hasta el día de hoy, podría enumerar aquellos que, por cualquier razón, habían hecho la vida de Penn un infierno. Monica Graham. Brock Cochran. Mason Brown.

Vee estaba desaparecida. Así estaba Mónica.

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Mis ojos se abrieron mientras mi estómago cayó a mis pies. Hubo una más, y su nombre... su nombre era Vee Bartol. Hasta que cualquier estúpida cosa que se había interpuesto entre Vee y Mónica durante nuestro primer año, esas dos habían sido uña y carne.

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Wendy Brewer.

Pero había dos nombres más que podía añadir a esa lista. Y aunque esos dos nombres, -esas dos personas- no habían intimidado a Penn, lo habían defraudarlo. Le habían fallado. —¿Cree que... crees que tiene algo que ver con Mónica? –le pregunté, incapaz de decir su nombre en voz alta.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —En realidad no –respondió Shaw–. Pero sabiendo cómo resultó todo con Penn Deaton, me da un mejor entendimiento de qué tipo de persona es Mónica Graham. Su respuesta debería haberme relajado, pero yo estaba dándole vueltas en mi cabeza, perdida en mis propios pensamientos hasta que Shaw volvió a hablar. —¿Y tú, Jensen? –preguntó–. Por lo que entiendo, has sido amigo de Mónica, y cuando hablamos con Wendy hoy en la escuela, ella te enumeró como uno de sus amigos. ¿Tiene una idea de por qué Mónica podría querer salir de casa, o si ella estaba teniendo problemas con alguien? Jensen apartó la mano mientras se mecía en la silla, cruzando los brazos. —Mónica y yo no éramos tan cercanos, y honestamente, cuando Wendy mencionó que ella no llegó a casa ayer por la noche, mientras estábamos en el almuerzo, yo no creí que mucho de ello. ¿Sabía él que Mónica estaba desaparecida en el almuerzo y no había dicho nada? Él se encogió de hombros. —Ella y Brock han estado saliendo de forma intermitente durante un tiempo. Si alguien sabe por qué Mónica podría querer salir de la ciudad, sería él. Shaw asintió de nuevo. —Hemos hablado con él y todavía hay otras personas que necesitamos para cumplir con... –él me miró, sonriendo ligeramente–. Yo no quiero que estés demasiado preocupada. Como dije, hay una pequeña posibilidad de que esto tiene algo que ver con lo que te pasó.

Víctima. Odiaba esa etiqueta, pero lo que más odiaba era la idea de que Vee no se había escapado y que Mónica no se habría ido sin decírselo a alguien. Que lo que me pasó la noche del sábado estaba conectado a Vee, y ahora a Mónica, y eso significaba que el atacante estaba por ahí alrededor, y visiones de los asesinos en serie y similares bailaron en mi cabeza.

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—Incluso si estas cosas están relacionadas, la probabilidad de que él va a volver después por ti es rara –continuó–. En cualquier caso, se me ocurre, el atacante nunca ha ido por una víctima que se escapó.

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Pero sin embargo nada pudo detener el próximo. El tipo no se las había arreglado para agarrarme, pero había llegado a Mónica. Revolvió mi estómago. Me sentí como lanzando.

Esto no puede ser real.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Yo vivía en una ciudad donde prácticamente no pasaba nada. Vacas se escaparon de las granjas y terminaron en la carretera interestatal. Gente fue arrestada porque conducían vehículos todo terreno en las carreteras principales. Claro, tuvimos un problema de drogas, tuvimos la delincuencia, y los disparos al azar aquí y allá ocurrieron, pero estábamos en una comunidad segura en comparación con otras ciudades. —Había una máscara en mi casillero hoy –me acordé de repente–. No tengo ni idea de cómo eso se deslizó mi mente, pero cuando abrí mi casillero antes de irme de la escuela había una allí. La aguda mirada del delegado. —¿Qué? Le dije de nuevo sobre la máscara en mi casillero. —Uno de los maestros la tomó. El señor Holden. Él dijo que era una broma, al igual que el cardenal en Wendy. —Sabemos acerca del cardenal por la administración de la escuela, pero hasta donde yo sé, nadie sabe acerca de la máscara –dijo–. Esta información es necesaria. Gracias. Shaw no tenía más preguntas, y nosotros tres salimos juntos. Shaw llamó Jensen a ir hacia él por lo que obviamente era privado. —¿Esperas por mi? –Jensen pidió. —Seguro –me dirigí hacia donde mi auto estaba aparcado, y pasó sólo un minuto antes de Jensen unirse a mí. —¿Qué fue eso? –le pregunté, mirando la patrulla retirarse del estacionamiento. Era tarde, el sol tiñendo el cielo de un rojo oro, ya puesto detrás de las montañas. Jensen frunció el ceño mientras observaba la patrulla desaparecer. —Probablemente no te va a gustar. Me crucé de brazos. —Pruébame.

—Te lo dije. –él suspiró–. Él sólo quería asegurarse de que no estuvieras corriendo mucho alrededor por ti misma. No disparen al mensajero. Molestaba que el oficial no hubiera sentido la necesidad de decirme a mí sobre no ir fuera a través de la ciudad, sabía que no era culpa de Jensen. Cambié mi peso. —Así que, él no está siendo totalmente honesto en ello. Él piensa que lo que me pasó a mí está relacionado a Mónica y Vee.

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Mi boca se abrió. —¿Vendrá de nuevo?

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—Quería asegurarse de que yo mantuviera un ojo en ti.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —En este momento, no creo que ninguno de ellos sabe lo que realmente está pasando –apoyado en mi auto, Jensen se frotó las manos a lo largo de su mandíbula mientras estiraba el cuello de lado a lado–. Maldita sea, este día ha pasado de ser extraño a lo bizarro absoluto. Ese era el eufemismo del siglo. Abriendo la puerta del conductor, tiré mi bolso en el asiento del pasajero. —¿Por qué no me dices lo que realmente sucedió la noche que la policía estuvo en tu casa? –preguntó, inclinando su cuerpo hacia el mío. Agarré la puerta. —¿Por qué no dijiste nada acerca de Mónica? —No creí nada de eso. Pensé que simplemente salió corriendo o algo así. Y no quería preocuparte, sobre todo después de lo que pasó contigo la noche del sábado –dijo, y eso sonaba muy razonable–. Entonces, ¿por qué no me lo dijiste? —¿Por qué debería? –Me mordí el labio–. Los policías no encontraron evidencia de lo que vi y me hace sonar loca. Tal vez estoy un poco loca. Se apartó del auto. —No estás loca –aproximándose al borde de la puerta, puso la mano junto a la mía y bajó la cabeza–. Ella, una cosa bastante loca te sucedió. Si tu imaginación salió de ti, nadie te va a culpar por eso. Mis ojos se encontraron con los suyos. —¿Y si no era mi imaginación? Sus labios se adelgazaron. —Dios, no quiero ni pensar en eso. —Yo tampoco –empecé a mirar hacia otro lado, pero él ahuecó mi mejilla. El toque me impactó, como tocar un cable de alta tensión lo haría. Con la guardia baja, la siguiente pregunta se escapó–. ¿Crees que lo que me pasó a mí está relacionado con la desaparición de Mónica?

—Shaw no va a decir que sí, porque eso podría poner en peligro la investigación. Podría también innecesariamente asustarte, pero piensa en ello. En su mayor parte, Martinsburg es un pueblo bastante tranquilo, ¿cierto? ¿Cuál es la probabilidad de una chica estando perdida, otra atacada y apenas escapa? –Cuando me estremecí ante eso, alisó su pulgar por mi mejilla, patinando bajo la piel rosada, ligeramente arañada–. ¿Y luego otra chica desaparece? ¿Cómo pueden no estar relacionados?

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—La verdad. –le susurré.

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Sus ojos sostuvieron los míos. —¿La verdad?

Y eso ers una muy buena pregunta, pero no fue la única pregunta que me vino a la mente. Mis pensamientos volvieron a la sala, a la lista de los

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane que habían aterrorizado a Penn hace tantos años. ¿Tenía algo que ver con lo que... con lo que pasó con él? Pero, ¿por qué y cómo? Había otras conexiones entre todos nosotros. Después de todo, habíamos crecido todos juntos, pero la inocente pregunta de Shaw había plantado una semilla muy fea en mi cerebro. Incómoda con donde mis pensamientos se dirigían, me aparté, presionando la espalda contra mi cauto. —Voy a ir a casa. Jensen dejó caer la mano a su lado. —¿Pero igual pasas agarrando algo de comer luego? Asentí. —Nos vemos en la escuela mañana. Dio un paso atrás, cerrando la puerta para mí después de conseguir entrar detrás del volante. Enviando una última mirada, salí fuera del lugar de estacionamiento, y cuando miré por el espejo retrovisor, Jensen estaba parado donde lo había dejado. Sus manos en los bolsillos. Mirándome.

—Esto es tan aterrador –Linds se paseaba delante del sofá–. Es como algo parecido en una película. O en uno de esos programas forenses. Heidi se sentó a mi lado, una ceja roja arqueada. —¿Al igual que Forensic Files6?

Ella sacudió su cabeza. —No. Como Criminal Minds7 o algo que la gente ve realmente. Las dos chicas habían aparecido en mi casa unos minutos después de que había llegado a casa. Me sorprendió cuando yo había oído que Linds recogió a Heidi y condujo aquí, y que no se había salido de la carretera,

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—Un programa de televisión. –suspiró Heidi.

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—¿Qué? –Linds se detuvo, con la cabeza inclinada hacia un lado–. ¿Qué es eso?

En español Crímenes imperfectos, es una serie estadounidense de estilo documental. En español mentes criminales, es una serie estadounidense de drama criminológico.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane distraída discutiendo con los otros. Linds había visto mi expresión de sorpresa, y lo había leído con claridad. —No voy a ninguna parte por mí misma –dijo, dando un paso, y la puerta hubiera golpeado a Heidi en la cara si no la hubiera cogido–. No voy a ser secuestrada. —Como si alguien la secuestraria. –Heidi murmuró bajo el aliento. Ahora Linds se dejó caer en el viejo, desgastado sillón reclinable. —Esto es realmente aterrador –repitió–. ¿Por qué alguien haría esto? —La pregunta de la semana –giré una sección de mi cabello alrededor de mi dedo–. Después de hablar con el delegado, la verdad es que no creo que tengan una idea. —La cosa es. No hay evidencia –Heidi sacó una bolsa de plástico de su bolso y lo abrió, recogiendo trozos de granola. Echando un vistazo a Linds, la vi arrugar la nariz cuando Heidi metió una en su boca. Sonreí. Ella ofreció la bolsa para mí–. ¿Quieres un poco? Negué con la cabeza. —No, gracias. Heidi se encogió de hombros. —De todos modos, no hay evidencia ¿cierto? Y si hay algo, podría ser que ellos la mantienen reservada, porque la persona responsable por todo esto es el único quien sabe. Linds enganchó una rodilla sobre la otra. —¿Aprendiste eso en Forensic Files? —Sí –Heidi sonrió–. Y al ver el canal ID8.

—Yo no quiero que te involucre a ti. –Heidi corrigió, sus ojos color avellana más verde que marrón mientras miraba hacia mí, un pedazo gigante de granola entre sus dedos. —Yo secundo eso –Linds tiró fuera allí.

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A pesar de la gravedad de todo, me reí. —Bueno, espero que eso es lo que está pasando. Es sólo que no quiero que sea lo que tememos.

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—O Mónica podría haber huido con su paisajista –Linds sugirió–. Quiero decir, ¿has visto al paisajista de sus padres? Él es como caliente.

—Gracias chicas.

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Canal ID (Investigation Discovery): Canal que ofrece programaciones con respecto a investigaciones criminales.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Pero sabes lo que no entiendo? –Heidi reventó la granola en su boca y la masticó pensativamente mientras esperábamos a que continuara– . Digamos que estas cosas están conectadas. Lo sé, ese es un pensamiento terrible a considerar, pero ¿qué tienes en común con Vee y Heidi? Yo no la he conocido toda mi vida, pero no creía que ustedes eran cada vez amigas, ¿verdad? —Ella nunca ha sido amiga de Vee o Mónica. –respondió Linds. Heidi frunció el ceño mientras enrollaba su bolsita. —Así que eso es lo que no entiendo. Si está conectado, tiene que ser totalmente al azar entonces, ¿cierto? Tiene que ser completamente al azar. Mi mirada se posó en la mesa de café mientras yo asentía con aire ausente. Sí, total y completamente al azar. Excepto que tendría más sentido si una máscara de payaso no hubiera terminado en mi casillero y luego en mi cama antes de desaparecer. Y tendría sentido si yo no tuviera nada en común con Mónica y Vee. Pero en cierto modo, lo tengo.

Todo el mundo en la escuela el viernes estaba rumoreando sobre Mónica Graham, sobre todo cuando la policía llegó en la tarde para hablar con algunos estudiantes más. Nadie había oído hablar de ella, y no podía imaginar lo que su familia y las personas cercanas a ella estaban pasando.

Ella era el tema de conversación, junto con Mónica.

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Lo que era triste de todo fue que en realidad nadie había mencionado a Vee en toda la semana de clases. Después de sus discusiones con la multitud tranquila del año pasado, a nadie parecía importarle lo que pasaba con ella, pero ¿ahora?

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Era lo mismo que los padres de Vee deben estar experimentando.

Yo estaba agotada para el final del día, saltando fuera por un batido del viernes con Linds y Heidi, un ritual que habíamos empezado a principios de nuestro tercer año de secundaria, pero cuando llegué a casa, subí las escaleras y me encontré de pie delante de mi armario después de dejar mi bolso en la cama.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Abrí la puerta y caí de rodillas, empujando los montones de vaqueros fuera del camino hasta que encontré la caja de zapatos sin abrir. Los pedazos de papel de regalo de Navidad todavía se aferraban a los lados. Mamá había pegado la caja cerrada, como si fuera a estallar abierto, rasgar el envoltorio y arruinar la sorpresa. Pero no era ninguna sorpresa lo que había en la caja. Mamá me consiguió el mismo regalo todos los años y vendría cada vez al armario de mi habitación a tirar la caja sin abrir desde el año anterior. No tenía ni idea de por qué estaba haciendo lo que estaba haciendo, pero me sacudió de nuevo en mis pantorrillas. Dibujando una respiración profunda, exhalé lentamente y luego deslicé mi dedo debajo de la cinta, rompiéndola. Una vez que la tapa estaba fuera, yo estaba mirando un par de zapatillas de deporte negras y rosadas de lona. Zapatos para correr. Y de buena clase con soporte para el arco, también. Tuvieron que costar un ojo de la cara, y estos eran como el cuarto par nuevo que nunca había llevado, pero mamá... ella sigue comprándolos. El deseo de deslizar esos zapatos y atarlos, encendió con vida dentro de mi pecho. Sólo la idea de partir fuera y salir a correr, correr en cualquier lugar y dejarme perder en esa quemadura era difícil de resistir. Pero no me los puse. Cerré la tapa y los coloqué en el armario, posicionándolos con cuidado, casi con reverencia. Correr no iba a suceder de todos modos. Al menos no con un posible psicópata por ahí, dando vueltas. Además de eso, no había dormido más de tres horas la noche anterior y lo único que quería hacer era quedarme.

Acabé quedándome dormida sobre el sofá en las primeras horas de la mañana y luego despertando con músculos acalambrados. Echando un vistazo al reloj de las paredes de color beige, tenía alrededor de dos horas antes de que debiera encontrarme con papá.

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Acurrucada en la esquina del sofá, vi un maratón de Ghost Adventurers9 con mamá, quien tenía que haber oído hablar de la desaparición de Mónica, pero ella no tocó el tema y por eso me alegré mucho. Yo no quería pensar en nada de eso. Mi cerebro necesitaba un descanso.

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Y eso es lo que terminé haciendo.

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En español Buscadores de Fantasmas, es un docurreality estadounidense, que trata sobre parapsicólogos que investigan fenómenos paranormales.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Arrojando la colcha, levanté mis pies del sofá, de pie, y luego extendí la tensión en mis músculos. Podía oír a mamá moviéndose arriba y sonriendo. Los sábados, que recientemente había llegado a tejer como un hobby, encerrándose en su habitación con sus agujas e hilo. Agarré una clase de OJ10 y luego subí las escaleras. Deteniéndome en la puerta de mi madre, llamé en voz baja. —Entra. –llamó. Empujando la puerta con mi cadera, me asomé. Mamá se sentó en su cama, con las piernas cruzadas. Sosteniendo dos agujas en una mano, ella estaba tratando de desenredar los hilos de estambre de color rosa brillante. —Buenos días. –dije. Ella sonrió brillantemente. —¿Preparándote para reunirte con tu padre? —Síp. —Bien –ella levantó una franja de material rosa y verde brillante–. ¿Qué piensas de esto? Yo eduqué mi expresión en blanco. No tenía idea de qué era lo que ella tenía en la mano. Un extremo era irregular y se trataba de un pie de ancho. —Es muy colorido... —¿No es así? –Bajó las manos, los ojos entrecerrados a sus agujas– . Estoy haciendo bufandas para las chicas del banco. Creo que va a ser un gran regalo de Navidad.

Dudé en mi puerta por un segundo, y luego me obligué a girar la perilla. La habitación estaba cómo la dejé ayer, cuando volví a casa de la escuela, había mirado fijamente mis zapatos para correr y luego transformado en perezosa, ropa para descansar.

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Tomando una bebida, me di la vuelta y cerré la puerta detrás de mí antes de que yo admitiera que un niño de cinco años de edad, podría probablemente coser algo mejor que eso.

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Uff.

Estaba ligeramente más fresco que el resto de la casa. Colocando mi bebida en la mesa de al lado de mi portátil, me acerqué a la ventana y abrí las cortinas, dejando que el sol de la mañana entrara.

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Orange Juice: Jugo de Naranja

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Tomé una ducha rápida y regresé a mi habitación, era extraño, porque me movía alrededor como si estaba visitando la casa de un extraño. Con tiempo para matar, me encontré de pie en frente de mi estantería estrecha, el vaso de OJ casi olvidado en mi escritorio. No sé lo que me hizo agarrar lo que hice del estante, pero mis dedos rozaron los lomos gruesos, aterrizando en uno suave delgado. Deslizándolo hacia fuera, yo no miré lo que sostuve hasta que me senté en el borde de la cama. Entonces cambié mi mirada al azul y blanco de mi anuario de la escuela media. Mis dedos temblaban mientras crujía abierta. Sin rozar, lo abrí justo hasta esa sección. No la parte en la que parecía un poco tonta. Mis ojos exploraron la lista de nombres. Penn Deaton. Un dolor atravesó mi pecho, formando una bola de remordimiento, tristeza, vergüenza y culpa. Casi se cierra mi garganta, pero exhalé aire con dureza desde mí cuando mi mirada se desvió hacia abajo a la fila de fotos de colores, deteniendo sobre el cuarenta y uno desde la izquierda. Lágrimas pincharon mis ojos y parpadeé lejos mientras miraba al chico joven sonriente hacia mí.

Respirando fuerte, cerré de golpe el anuario. Se deslizó de mis manos, golpeando el suelo. Empujé a mis pies, caminando alrededor de él mientras me apresuraba hacia el baño. Con manos temblorosas, agarré una toalla de maquillaje y apresuradamente limpié bajo mis ojos.

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Alisé mi pulgar por encima de su imagen, sollozando. Me hubiera gustado volver atrás en el tiempo, prestar atención a las señales que habían estado allí. Desearía poder volver y hacer lo no hicimos.

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Penn... Dios, él tenía las mejores sonrisas. Grande. Con dientes. Él no se había preocupado de que su diente delantero estuviera agrietado. No fue sino hasta la escuela media. Tenía los más bonitos ojos marrones, enmarcados por espesas pestañas y el pelo del color de las alas de cuervo. Siempre había sido pequeño, e incluso en un cuadro que mostraba nada más que el pecho y hasta, sus hombros eran escasos. Frágil. No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado, pero mis mejillas estaban húmedas y probablemente me arruiné la máscara que me puse.

No pensar en eso. No pensar en eso. Arreglando mi cara, así no me veía como si estuviera saliendo de retiradas, tiré la toalla en el pequeño cubo y luego volví al dormitorio. Cogí

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane el anuario con dos dedos, como si fuera una serpiente venenosa. Lo metí de nuevo en su lugar. Era casi la hora de encontrarme con papá. Antes de irme, recogí el pequeño joyero de mi cómoda. Sentada en el borde de mi cama, la chasqueé abierta, hurgando por el brazalete que papá me había comprado para mi decimoséptimo cumpleaños. Era un brazalete de diamantes de tenis, realmente muy bonita y elegante para llevar, pero siempre la deslicé antes de verlo. Parecía la cosa justa que hacer. Empujando un par de pendientes de aro fuera del camino, el ceño fruncido tiró de mis labios. ¿Dónde estaba el maldito brazalete? No podía encontrarlo, me levanté y comprobé la parte superior de la cómoda, pensando que tal vez habían caído allí después de la última vez que lo había llevado, pero aparte de algunos anillos de traje y recibos desvanecidos, no estaba allí . —¿Qué demonios? –murmuré, sacudiendo la caja. Traté de encontrarlo de nuevo, pero no sólo eso estaba perdido, también estaba el anillo que Gavin me había comprado hace dos navidades, un anillo de promesa de oro blanco con una pequeña mancha de un zafiro. Le había costado ahorrar hasta tres meses y terminar los trabajos que su padre le tenía para poder conseguir el anillo. Yo había querido dárselo de nuevo cuando nos separamos, porque no me parecía bien que yo lo mantuviera, pero él había insistido. Tanto el brazalete de tenis como el anillo se habían ido.

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Me puse de nuevo en la cómoda, persistiendo sólo un momento más, y luego salí de la habitación, deteniéndome para cerrar la puerta detrás de mí.

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¿Los había extraviado? Rápidamente recorrí todas las superficies visibles de mi habitación, pero la encontré vacía. Era extraño, porque yo siempre tenía cuidado con ellos. Una inquietud de malestar me atormentaba mientras cerraba la tapa.

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L

os almuerzos de los sábados con papá eran una tradición cada dos semanas desde el divorcio. Siempre nos encontramos en el mismo centro de la cafetería, nos sentamos en la misma cabina, y comemos la misma comida.

Papá siempre ordenaba ensalada de pollo a la parrilla –sin crotones o aderezo para ensaladas– y yo siempre pedía un sándwich de queso a la parrilla. Compartíamos nuestras papas fritas, y habíamos venido aquí durante tanto tiempo que la camarera trajo las papas juntas en un plato aparte, colocándolo entre nosotros. Ninguno de mis padres había sido viejo cuando se casaron y salieron con un bebé Ella. Papá había tenido veintiún años y mamá veinte. Se habían conocido en la universidad, se enamoraron y luego se separaron hace cuatro años. —¿Cómo está resultando el año escolar? –preguntó mientras nuestra comida llegó, rozando los dedos por el pelo marrón en su sien. Resultando ser el séptimo círculo del infierno considerando todas las cosas. —Está viéndose realmente bien.

—Y estás tomando esas lecciones en serio, ¿verdad? –Él bajó la barbilla, sujetándome con su mejor mirada severa, y mi sonrisa se volvió real– . Todavía no parece que tengo una onza de autoridad, ¿verdad?

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—Lo hice. Y eso va bien, también. –pelé la corteza del sándwich.

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—Tu madre dijo que comenzaste a tomar clases de ¿defensa personal?

—Nop. —Realmente voy a tener que trabajar en eso –Él clavó un trozo de pollo–. Por lo tanto, me encontré con el Sr. Carver en el correo el otro día. Podía sentir el calor extendiéndose por mis mejillas.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —No sabía que Jensen estaba enseñándote defensa personal –papá continuó, y mi cerebro empezó a retroceder pasando de esta conversación– . El Sr. Carver parecía muy feliz por eso. Así estaba yo. Es hora de que los dos empiecen a hablar de nuevo. Mis ojos se abrieron un poco mientras miraba las fichas. Papá masticó pensativo. —Sabes –dijo, señalando con el tenedor a mí– . No estaría de más que tú puedas empezar a hacer otras cosas. Mis ojos se estrecharon, y si yo fuera un gato, el cabello a lo largo de mi espina dorsal estaría permanentemente recto hacia arriba. Yo había estado silbando en este punto, también. —¿Qué otras cosas? Cambió sabiamente el tema, pero yo sabía que no iba a durar mucho. — La marca en tu cara casi ha desaparecido. ¿Cómo has estado con todo? —He estado bien. –Estallé una papa en mi boca. —Tu madre dijo que vas a estar viendo al Dr. Oliver la próxima semana. Otra papa lanzó su camino en mi boca. —Síp. —Creo que eso también es una buena idea –hizo una pausa, persiguiendo a otro trozo de pollo–. Yo también creo que ir para la universidad en este momento no podría ser. Suspiré. —Papá, por favor, no empieces. No quiero estar viviendo aquí por el resto de mi vida. —Martinsburg no es un mal lugar, cariño. que

Papá empujó su tenedor lejos. —Una parte de mí puede entender por qué te gustaría ir a otro lado, con lo que pasó hace tantos años, pero eso está en el pasado. Me puse rígida. —De todos modos. Me miró y luego negó con la cabeza. —¿Cómo está tu madre? —Bien. Aún soltera.

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tenía

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—Lo sé. –Martinsburg era estupendo, pero escapar. Demasiados recuerdos se aferraron a esta ciudad.

Su mirada se volvió aburrida. —Ella. —¿Qué? –dije inocentemente–. Ella no ha salido en una sola cita, y mamá es caliente. Estás perdiendo la ventana de oportunidad que hay.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Cariño, no hay ventana de nada allí. Rose y yo todavía estamos juntos –sacó un trozo de rábano–. Y las cosas son serias entre nosotros. Ya lo sabes. Rose. Quien no podía ser nombrada. Alrededor de seis meses después de que mis padres se separaron legalmente, papá comenzó a ver a Rose. Él jura hasta este día, junto con mamá, que no había nada sucediendo entre él y su co-agente de la firma de bienes raíces. Rose era unos diez años más joven que papá y en serio podría pasar como una estudiante universitaria. La camarera volvió a nuestra mesa, reponiendo mi Coca-Cola. Tomé un gran trago fuerte de eso con papá viéndome. —¿Es de dieta? –preguntó. —No –le di una amplia sonrisa descarada–. Es cien por ciento refresco real con montones y montones de calorías vacías. Sus cejas unidas. —¿Sabes cuántas calorías desperdiciadas hay en eso? Me encogí de hombros, pero yo lo sabía. Ciento cuarenta para ser exactos. ¿Cómo sabía yo esta información innecesaria? Papá me había dicho ya. Al igual que alrededor de ciento cuarenta veces. Papá no era un fanático de la salud. Para la gente de afuera, tomaría una mirada a su físico esbelto y la TO11 que puso en el gimnasio, y piensan que él era todo acerca de la salud y el fitness. Pero, oh no, papá era una tuerca de grasa. En otras palabras, estaba petrificado de conseguir la bolsa de la mediana edad.

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Yyyyy solo entré en el octavo círculo del infierno.

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—Ojalá no hubieras renunciado a la carrera. Es tan bueno para ti – comenzó–. Sabes, yo puedo añadirte a mi membrecía de gimnasio. Puedes incluso ir conmigo después...

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Terapia ocupacional

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Cada año, los líderes del grupo Blah Blah se asociaban con los futuros granjeros del grupo Blah Blah para montar juntos el paseo anual encantado de halloween y atracción de la granja, donde todas las ganancias eran donadas a diversas organizaciones benéficas. Y todos los años desde que era una estudiante de primer año y me convertí en amiga de Linds, era obligada en el voluntariado. La antigua granja a tope hasta los huertos y durante el otoño, todo el lugar adquirió una transformación espeluznante cuando las hojas comenzaron a marchitarse y los días se acortaban. Estacionando mi Jetta en un terreno que era más mala hierba que grava, salí, deseando haberme puesto algo más grueso que la blusa delgada de cachemira y capris. El primer fin de semana de septiembre se había precipitado en temperaturas frescas a pesar de las nubes y el cielo soleado. Me moví dentro y fuera de las docenas de autos y me dirigí a la casa de campo junto a un perdido granero pareciendo que había visto días mejores. La risa y la conversación flotaban fuera de la puerta y las ventanas de la planta baja. Madera crujió bajo mis pies mientras caminaba por las escaleras y cruzaba el porche. Mirando a escondidas por dentro, me di cuenta de varias caras. Brock y Mason estaban de pie delante de un montón de calabazas falsas y otras decoraciones de otoño con expresiones confusas idénticas. Linds fue con la Srta. Reed, tirando varias cosas asquerosas de enormes cajas. Piscinas brillantes falsas de sangre. Intestinos desagradables. Ratas y murciélagos gigantes.

—Hmm... –Linds frunció el ceño en una de las cajas–. En este momento sólo estamos pasando por lo que tenemos, lo que podemos utilizar este año, y lo que tenemos que comprar. Oh, ¿qué tal esto? –metiendo atrás unos rizos sueltos, se inclinó por la cintura, metió la mano en una caja, y sacó algo que parecía baloncesto enredado.

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—Lo siento. El almuerzo con Papá corrió un poco tarde –sonreí a la Srta. Reed, quien se encontraba en el proceso de hacer garabatos en un cuaderno grueso–. Así que, ¿qué quieres que haga?

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Linds me miró, sosteniendo un cerebro en una mano y un corazón en la otra. —¡Hey! Lo hiciste. Me preguntaba si ibas a aparecer o no.

Ella lo dejó caer en mis brazos. —¿Qué es esto? –le pregunté, mirando el lío con nudos.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Telarañas. Hay probablemente más de un conjunto de allí, pero todos están enredados juntos –Ella se mordió el labio inferior regordete cuando me miró–. ¿Puedes tomarlos aparte y ver cuántos hay? —Eso sería muy útil –la Srta. Reed intervino, y presioné mis labios juntos. Mirando hacia mí, el bolígrafo que todavía sostenía por encima de la libreta–. Oh, y ¿cómo están tus lecciones de defensa personal yendo con Jensen? La mitad de la sala se quedó en silencio, es decir, Brock y Mason. Oh querido. Mis mejillas calentándose. —Es... um, va bien. Gracias por eso. Ella guiñó un ojo, y mis ojos se abrieron. —Yo pensaba que lo sería. Linds arqueó una ceja, y me volví, dejándome caer en un taburete viejo cerca de la ventana con mi montón de telaraña falsa que olía ligeramente a maquillaje de Halloween. Un olor que no podía nombrar completamente, pero era distintivo, recordándome lo que era como disfrazarse e ir de puerta en puerta. Echaba de menos esos días. Apenas escuché la conversación a mí alrededor, pero de vez en cuando oía susurrar el nombre de Mónica, y revolvió las cosas que estaba haciendo más duro no pensar acerca de eso. Prefiero centrarme en el intento sin fin de mi papá de hacerme perder quince libras. Yo como que quería aferrarme a esas libras. Conociendo mi suerte, si he perdido peso, sería de mis tetas. Una sombra cayó sobre mí. Brock se quedó allí, la cabeza inclinada hacia un lado. —Oye.

Fue raro. Desde su fiesta, él no había hablado conmigo, con lo cual yo estaba totalmente bien. Así que ahora no tenía ni idea de qué decirle. Finalmente encontré el borde de la telaraña.

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—No mucho. Sólo ayudando –Brock se arrodilló a mi lado–. Así que..?

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—¿Qué pasa? –Tiré un lío de telarañas falsas. El material fibroso se hizo una bola en un nudo gigante. Ugh.

—¿Jensen y tu pasando el rato? –preguntó. —Él está enseñándome defensa personal. –le corregí, tirando de la cuerda blanca. Brock se rió entre dientes. —Esa es una manera diferente de llamarlo.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Con el ceño fruncido, miré hacia arriba. —¿Eh? Se encontró con mis ojos con una mirada que decía que sabía exactamente lo que estaba diciendo, pero estaba lejos de mi cabeza. —Yo puedo ayudar con eso, ya sabes. —¿La telaraña? Brock volvió a reír. —No. Con la cosa de defensa personal. Estoy seguro de que puedo trabajar en una o dos... prácticas a la semana contigo. De repente, lo que decía tenía sentido y quería envolver la red alrededor de su cuello. No sólo estaba sugiriendo que Jensen y yo estábamos haciendo más de un entrenamiento horizontal, pero pensaba que iba a pasar el rato con él ¿también? La ira se movió en un fuego lento por mis venas. Bajé la telaraña a mi regazo. —Es realmente triste por Mónica. Supongo que tú no has oído nada ¿nuevo? Su rostro palideció y la sangre corrió en sus mejillas. —No, yo no. Pero Mónica y yo no estábamos saliendo. —Eso es correcto. Ustedes chicos rompieron hace un par de semanas. Me miró un momento, el color de sus mejillas agudizándose, y luego murmuró algo en voz baja. Enderezándose, se alejó y regresó al lado de Mason. —¿Qué fue eso? –susurró Linds, viniendo hacia mí con una serpiente de peluche, de ojos rojos resplandeciente. Me encogí de hombros, arrugando la nariz. —No quiero ni saber. —Déjame adivinar. ¿Él estaba impactando sobre ti?

—Exactamente –murmuré, mirando a los chicos. Una chica de un año menor se unió a ellos, envolviendo sus brazos alrededor de Mason–. ¿Qué pasa contigo y Mason?

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Su labio curvado. —No me sorprende. Autentico con clase considerando que nadie sabe dónde está su ex novia.

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Síp.

Los hombros de Linds cayeron y ella suspiró, mirando fijamente a la serpiente falsa. —No lo sé. Él estaba todo caliente y pesado en la fiesta de Brock y él me llamó hace un par de días, pero ahora... bueno, ¿quién sabe?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Recuerdas? Se supone que debemos ser solteras y frescas este año. – le recordé. Ella sonrió. —¿Y cómo está eso funcionando para ti? —Aún soltera. –pero mi estómago dio un pequeño fracaso porque sabía que ella estaba hablando de Jensen. —Uh-huh. Pero ¿por cuánto tiempo? –girando sobre sus talones al sonido de su nombre siendo llamado, ella salió airadamente. Tirando de mi cabello recogido en un moño desordenado, me puse a trabajar, concentrándome únicamente en desenredar el lío. Había algo relajante sobre la tarea de adormecer la mente. Pasó el tiempo, mi cerebro vacío, mientras trabajaba todos los nudos, descubriendo que tenía diez telas de araña. Cubierta de una fina capa de polvo, me puse de pie, rozando mis manos a través de mi trasero. Mi mirada se conectó accidentalmente con la de Brock y me dio una mirada que me hizo caer mis manos de mi trasero. Si, él estaba sin duda preocupado por Mónica. Apartándome de él con disgusto, me encontré cara a cara con la Srta. Reed y su sonrisa perpetúa. —Tenemos diez telas de araña –le dije. —¡Excelente! –ella inmediatamente lo garabateó abajo, luego se detuvo y me miró–. ¿Estás haciendo cualquier otra cosa en este momento? Sabía que debería haber dicho que sí. —No.

Linds hizo una mueca detrás de ella, y me resistí -apenas- lanzando la cinta métrica la Srta. Reed me dio en mis manos las partes femeninas de Linds. —Claro –me quejé.

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Maldita sea.

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—¿Puedes ir arriba y medir la mesa de trabajo allá arriba? –La Srta. Reed sacó una cinta métrica de su bolsillo trasero–. Tenemos que asegurarnos de que se ajuste a nuestro apoyo puntal. Está en la última habitación, creo.

—Lo siento –Linds susurró mientras yo acechaba más allá de ella. Le lancé una mirada de muerte. —Tú culpa.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Pasando a Mason, quien ahora estaba ocupado arreglando las calabazas falsas y calabazas en algo realmente repulsivo, me acerqué a la estrecha escalera, sin tener idea donde Brock desapareció. Sólo Dios sabía lo que estaba arriba en esta vieja casa. Probablemente un miembro perdido de la familia de la masacre de Texas. Agarrando el pasamano polvoriento, subí los escalones sorprendentemente resistentes. La tenue luz de la ventana en la parte superior del rellano muestra un débil resplandor por el largo pasillo. El polvo era pesado en el aire, bailando en los rayos procedentes de la ventana de cristal sucia. Papel floreado despegado de las paredes y desaparecido en algunos lugares. Todas las puertas –seis de ellas– fueron cerradas, y había dos al final del pasillo. —Genial. –murmuré. La Srta. Reed no había especificado dormitorio y yo realmente no quería abrir las puertas al azar.

cual

Sería tipo como girar sobre rocas que Dios había puesto ahí por una razón. Mientras caminaba aún más por el pasillo, lejos de la única fuente de luz, un escalofrío de inquietud corrió a través de mi piel. Había algo espeluznante sobre casas antiguas prácticamente vacías. Lo ignoré, tratando la primera puerta a la derecha. Empujándola abierta, salté hacia atrás, tragando un grito. —Mierda. –apreté la cinta métrica.

Bisagras crujieron mientras me acerqué a la puerta abierta, el sonido haciendo eco de una manera anormal. Muy poca luz entró en la habitación y en las sombras espesas, yo podía distinguir formas que vagamente se asemejaban a un banco. Había otras formas, cosas apoyadas contra la pared, otros cubiertos de tela. Lo más probable puntales sobrantes.

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Maldiciendo de nuevo, escaneaba la habitación por la dicha mesa de trabajo, pero no tuve suerte. Cerré la puerta, dando vueltas, cansada de lo que me iba a encontrar detrás de la puerta número dos.

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A seis pies y medio una momia estaba apoyada contra la pared justo enfrente de la puerta. La mitad de la cara de papel maché se desmoronó, se derrumbó, y yo no estaba segura de si se supone que se vea así. El polvo se aferró a sus envolturas blancas, dando un aspecto espantosamente real.

Sintiendo a lo largo de la pared por un interruptor de la luz, mi mano cortó una telaraña real. Chillando, dentro de dos segundos, me convertí en

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane un ninja mientras yo arrojaba el material mano. Finalmente encontré el interruptor y lo pulse.

pegajoso

de

mi

La luz del techo estalló en brillantes, y por unos momentos todo en la sala se convirtió en ataúdes falsos-visibles con sus párpados cerrados apoyados contra la pared, un vampiro muy mal hecho, más momias, maniquíes cubiertos en sábanas sucias, y la mesa de trabajo, que tenía otro puntal tirado sobre ella. Un destello blanco en la esquina de mis ojos captó mi atención. Aire congeló mis pulmones mientras di la vuelta a los maniquíes o lo que demonios estaba bajo las sábanas. Uno de ellos se ¿movió? Mi corazón dio una patada contra mis costillas mientras miraba las sabanas fijas. Sólo tu imaginación, me dije. Forzando el aire en mi pecho, me di la vuelta y me dirigí hacia el banco, apretando el medidor hasta que mis nudillos dolían mientras echaba un vistazo alrededor de la habitación nerviosamente. La luz del techo parpadeó de repente, de manera irregular, y entonces la luz atenuó a un resplandor amarillo, la bombilla probablemente se queme en minutos. Sólo mi suerte.

Jadeando, me di la vuelta, haciendo que las sabanas revolotearan a mí alrededor. Polvo voló por los aires, obstruyéndolo. Di un paso atrás, chocando con la mesa de trabajo. La sangre latía a través de mí mientras me quedé mirando las sabanas, viéndolas establecerse nuevamente en su lugar.

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Pelos sueltos en la nuca de mi cuello se agitaron mientras dedos helados se arrastraron a través de mi piel.

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Queriendo acabar con esto, me arrastré por las cubiertas de sabanas apiñadas junto a la mesa de trabajo, mi labio se encrespó con disgusto. No tenía ni idea de lo que estaba en el banco. La luz lamentable no llegaba a este lado de la habitación, y tan gruesas como las sombras estaban a mi alrededor, me sorprendería si podía incluso leer las mediciones. Tiré el medidor.

Extendí la mano y puse dedos temblorosos contra la base de mi cuello. Telarañas. Tenían que ser telarañas. Con la garganta seca, me di la vuelta a la mesa de trabajo y me concentré en mi tarea. No tenía ni idea de lo que estaba en el

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane banco. Envuelto en una manta de color oscuro, esbeltos, relleno ocupado por piernas estaban atados con una cuerda gruesa, al igual que sus brazos. Mi mirada se desvió sobre la longitud del puntal. No era casi tan alto como la momia, tal vez un poco más de cinco pies y medio, en torno a mi altura. Un olor extraño mezclado con una fragancia almizclada irradiaba desde el puntal mientras me inclinaba sobre el banco, tratando de medir su anchura, pero las piernas se encontraban en el camino. —Cristo. Colocando la cinta métrica bajo los brazos, agarré las piernas, totalmente planeando rodar la cosa entera justo fuera del banco, pero... las piernas estaban pesadas. Sólido. Las levanté con un gruñido, y el olor, el enfermizo olor dulce aumentó. Aprehensión creció en la boca de mi estómago, subiendo a través de mí como el humo. A la vez, me pareció difícil respirar mientras mi mirada lentamente viajó a la figura de nuevo. Mi garganta se secó. La manta se había aflojado en la parte superior, apenas doblada junta. Entrecerré los ojos mientras miraba en el hueco. Algo... algo así como pelo oscuro rizado alrededor de los bordes de la manta. Oh Dios... Había algo más, algo de color rojo sangre y con plumas en el centro de la abertura.

Ojos verdes apagados estaban fijos en el techo. Piel de un matiz espantoso de gris blanquecino, todo excepto la mancha marrón oscuro estropeando la esquina de sus labios azules y la....

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Un grito corrió a mi garganta, cerrando de golpe mientras el horror se apoderó de mí con garras heladas. Saltando atrás, abrí mi boca, pero no había sonido. No podía respirar y no podía apartar la mirada de lo que estaba inmóvil en el banco.

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Me incliné hacia delante, mis cejas uniéndose mientras extendí una mano temblorosa. Es sólo un puntal. Es falso. Totalmente falso. Mis dedos cogieron el borde de la manta, y con el corazón en la garganta, saqué el material grueso a un lado.

Oh Dios...

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Una cabeza de un cardenal clavado en sus labios, pequeño, un cuerpo con plumas desapareciendo dentro de su boca grotescamente estirada. No era un maniquí. El grito finalmente se liberó, rompiendo el silencio, y yo no paraba de gritar. No podía.

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La había encontrado, había encontrado a Vee Bartol.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

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a policía rodeó la antigua casa de campo y el granero. Yo no estaba segura de cuánto tiempo había pasado, pero la furgoneta del forense había estado estacionada allí por un tiempo y me pareció como hacen siempre los oficiales que me apartaron de Linds y la Srta. Reed, escondiéndome en la parte de atrás de una patrulla. Las personas fueron interrogadas y luego ordenaron salir de la propiedad. La cinta amarilla estaba arriba. Le había dado mi declaración a un policía que parecía vagamente familiar y luego a un delegado, quien también parecía ser alguien que sentí como que debía conocer. Había oído lo suficiente para saber que esto estaba siendo tratado como un... como un homicidio, el cual se hizo evidente desde el momento en que yo la había visto.

Vee estaba muerta. Yo no había sido cercana a ella, pero eso no había disminuido la conmoción o el horror agarrando mis entrañas con fuerza, apretones helados. Ella había sido asesinada, porque no había ninguna duda en mi mente de que era eso lo que había sucedido, y luego dejada allí en la granja a ser encontrada.

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Yo me quedé en la parte posterior de la patrulla, y no importa cuántas respiraciones profundas tomé, no pude conseguir el olor a muerte fuera de mi cabeza. Apreté mis manos en mi cara. De vez en cuando, un temblor me sacudió.

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Más o menos cada diez minutos, un oficial me comprobaba. Alguien me había dado una botella sin abrir de agua. Después de tomar un trago, el resto estaba junto a mí, sin tocar.

—¿Cómo estás esperando ahí?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Levanté la vista hacia el sonido de la voz masculina. Vagamente, mi cerebro pateándome. —Te conozco. —Sí –se arrodilló en la puerta abierta, mirándome con firmes, serios ojos oscuros–. Tú me conoces. —Eres el delegado Shaw –parpadeé. Al igual que él no sabía quién era– . Lo siento. Mi cerebro no está funcionando. —Es entendible –él llegó dentro del auto, apretando mi hombro–. Sólo espera aquí. Hemos llamado a tu mamá para que venga por ti. Ella estará aquí pronto. —Gracias –le susurré mientras me inclinaba hacia atrás contra el asiento, pasando mis manos sobre mis rodillas dobladas. Por encima de su hombro, mi mirada se encontró la camioneta del forense, todavía sentado allí–. ¿Es que todavía...? —No podemos mover el... a ella hasta que hayamos recopilado toda la evidencia –él me apretó el hombro de nuevo–. Eso probablemente no es algo que necesitas pensar en este momento. Asentí con la cabeza lentamente. Una imagen seguía repitiéndose una y otra vez en mi cabeza, más veces que las otras. —Había un pájaro, un cardenal, empujado en ella. —Ahora eso es algo que tu realmente no quieres pensar, Ella –su mano se deslizó mientras se levantaba. Sujetándose a si mismo contra la puerta, él bajó la cabeza–. Sé que es duro. Casi me reí, pero me detuve. Si empezaba, yo no estaba segura de que pararía, y sería el tipo de risa loca. Miré hacia él, y fue como una memoria desbloqueada en sí desde el fondo de mi mente. Una sensación amarga de déjà vu se estrelló contra mí.

—Me tenias en la parte trasera de la patrulla la última vez –yo sabía el momento en que consiguió lo que yo estaba diciendo, porque sus ojos se abrieron con comprensión–. Esperaste conmigo hasta que mis padres se presentaron.

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Él inclinó la cabeza hacia un lado. —¿Recuerdas qué?

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—Recuerdo –le susurré, la garganta seca.

Un momento pasó. —Lo hice. Esperemos que no tengamos una tercera vez. No dijo nada más, pero se silencioso. ¿Cómo se me había

quedó allí como un olvidado que era el

centinela delegado

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Shaw? Sacudida por la realización, me hundí en el asiento. Yo había seriamente bloqueado fuera la mayor parte de los detalles que rodearon esa noche. Eso es lo que el Dr. Oliver había dicho, y realmente debió ser. Mi estómago se retorció con el agua que había bebido, y cerré los ojos, contando hasta que la náusea pasó. No fue mucho tiempo después que mi mamá se presentó. Aparcó su auto cerca del mío y luego corrió hacia la patrulla. Shaw se hizo a un lado mientras yo salía afuera. Mis piernas temblaban mientras daba un paso hacia ella. Mamá me envolvió en uno de sus enormes abrazos. —Oh, bebé... Apreté mis ojos cerrados, inhalando su familiar perfume rosas. Lágrimas atascaron mi garganta mientras me aferraba a ella.

de

—Usted puede ir hacia adelante y sacarla de aquí –dijo Shaw, cerrando la puerta del auto detrás de nosotras–. Si necesitamos algo más, sabemos dónde encontrarla —Gracias –dijo mamá. Dio la vuelta, manteniendo su brazo apretado a alrededor de mí–. Larguémonos de aquí. Aturdida, dejé que mamá me llevara dentro de su Toyota. Se detuvo en mi auto, agarró mi bolsa, y luego lo cerró antes de unirse a mí. Apretando mis manos en puños, me centré en ellos mientras mamá dio la vuelta y salió del estacionamiento improvisado. —Ella..?

Poco a poco, desabroché el cinturón de seguridad y abrí la puerta. Mamá se unió a mí, caminando hacia la puerta, abriéndola. Yo tenía una visión clara del porche delantero.

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No hablamos durante el corto viaje a casa, y cuando ella se detuvo delante de la casa, terminó aparcando donde normalmente yo debía porque su lugar fue tomado.

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Dibujé un suspiro tembloroso. No había mucho que decir, pero no había suficientes palabras en el mundo para describir la conmoción y el horror de encontrar un cuerpo como ese, pero lo peor de todo, no había sido mi primera vez, cara a cara con un cuerpo.

Jensen estaba sentado en los escalones, las manos apoyadas en las rodillas dobladas, y se puso de pie mientras caminábamos por la acera. No dijo una palabra mientras caminaba hacia nosotros, su paso de piernas

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane largas devorando la distancia entre nosotros, y sus ojos de color azul pálido, casi gris, se fijaron únicamente en mí. Había algo dolorosamente familiar acerca de todo esto. Pero eso no me detuvo. Mi labio inferior temblaba mientras él caminó más allá de mamá y envolvió sus brazos alrededor de mí, sosteniéndome contra su pecho. —Lo siento mucho –dijo. Una mano subió por mi columna vertebral, empuñando alrededor de mi cabello en la parte de atrás de mi cuello– . Siento mucho que hayas tenido que pasar por esto. La cosa era, me encontré con un cuerpo. De nuevo. Y eso fue horrible, pero nada comparado con lo que Vee había pasado, lo que su familia seguramente experimentará. Un estremecimiento sacudió a través de mí mientras yo clavé los dedos a sus lados. No sé cuánto tiempo nos quedamos allí, pero oí que la puerta se cerró en silencio detrás de mamá. Estábamos solos, tan solos como podríamos estar de pie en el medio de nuestra acera. Jensen me guió los pasos, pero cuando fui a sentarme a su lado, él me tiró suavemente hacia abajo en su regazo, plegándome en su abrazo. Hubo un breve momento en el que pensé que debía protestar por esta intimidad, pero yo quería estar cerca de él en este momento. Quería sentir el calor y la estabilidad. La inhalación de su colonia cítrica y un olor que era únicamente suyo, lo dejé filtrarse en cada uno de mis sentidos. Arrastró su mano hacia arriba y abajo de mi espina dorsal en un continuo deslizamiento tranquilizante, permaneciendo en silencio hasta que encontré mi voz.

Volví la cabeza, apoyando la mejilla en su hombro. —¿Quién haría eso a alguien? —Un monstruo.

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—Shh –murmuró Jensen, su mano calmándome mientras él me sostenía cerca, con más fuerza–. No había manera de que lo hubieras sabido.

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—La toque –le susurré–. La toque y yo ni siquiera me di cuenta de que era real, que era ella.

Tomando varias respiraciones profundas, aflojé mi agarre en su camisa. —No creo que... ella estuviera muerta mucho tiempo. Su barbilla rozó mi frente. —¿Qué quieres decir?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Tragué saliva. —Ella no se veía como si hubiera estado muerta mucho tiempo. Quiero decir, ella estaba perdida por tres semanas, pero ella no se veía de esa manera o... o olía como eso –me corté con una inhalación aguda–. Yo no soy una experta, pero sé que no estuvo muerta por tres semanas. Él no respondió de inmediato. —Dios, no quiero ni pensar en eso – admitió, con voz áspera–. Que ella podría haber sido... retenida por ese período de tiempo y luego asesinada. Yo no quiero pensar en ninguna de las dos, ya que llevaba todo esto a un nuevo nivel completamente aterrador. No sería una muerte al azar ni nada de eso. No cuando alguien estaba retenida por semanas y luego asesinada. Lo que podría haber sido acabado para ella durante ese ¿tiempo...? Revolvió mi estómago. —Y ahora Mónica está perdida –le dije, un temblor corriendo a través de mí–. No me importa lo que digan. Con Vee... muerta y Mónica desaparecida, tiene que estar relacionado. Jensen no respondió de inmediato, pero con una mano, inclinó mi cabeza hacia atrás para que mis ojos se encontraran con los suyos. —Y tú. Mi corazón dio un vuelco. —Quienquiera que esté detrás de esto trató de agarrarte hace una semana, pero te escapaste –presionó su frente contra la mía, su pecho subiendo bruscamente–. Dios, te escapaste.

Temblando, cerré los ojos cuando los labios de Jensen rozaron mi frente. —Todo esto es tan terrible. —Lo es.

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Y ella más probablemente todavía tuvo que haber estado viva.

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No quería pensar en ello, pero no sirvió de nada, porque era la realidad. Las tres de nosotras estábamos relacionados con esto de Vee. Mónica y yo. Había tratado de agarrarme y muy probablemente había puesto las manos sobre Mónica mientras él todavía tenía a Vee.

—Ella solo no estaba muerta –le dije, porque yo tenía que decirlo en voz alta–. Había un cardenal en su boca, Jensen. Dio una pequeña sacudida de su cabeza. —Maldita sea...

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Al igual que el tipo de cardenal que estaba en la bolsa de Wendy –me mordí el labio, pensando en los cardenales, las máscaras de payaso, y... y Penn–. Eso es demasiada coincidencia ¿no? Hubo un momento de silencio. —Quiero que me hagas un favor. Abrí mis ojos. —¿Qué? Su pulgar alisó sobre mi mejilla mientras su mirada buscó la mía. — Déjame llevarte a la escuela y traerte a casa. Retrocediendo, sacudí la cabeza. —Pero. —O deja a Gavin o alguien. Yo no estoy tratando de ser insistente. Es sólo que no quiero que estés sola –explicó–. Y no es porque no crea que puedas cuidar de ti misma, pero esto es serio. Esto es real. Algo terrible está pasando y quiero que... –él tomó una respiración profunda–. Yo quiero que estés segura mientras sea posible. ¿Cómo podía decir que no a eso? Yo tampoco era estúpida. Esto iba en serio, y la idea de ir a ninguna parte por sí sola no era una buena idea y tampoco algo que quería ni siquiera hacer. —De acuerdo. Una sonrisa torcida apareció. —Está bien para mí llevarte o ¿alguien– nadie más que yo? —Tú –me sonrojé, agachando mi barbilla–. Quiero decir, si es lo que quieres. Tú no tienes que hacerlo. Estoy segura con Gavin. —No, yo quiero. Gavin no –la mano de Jensen se movió, sus dedos se cerraron alrededor de mi cabello. Su mano se quedó allí un momento, y luego se agachó, envolviendo sus manos alrededor de la mía. Las frotó entre las suyas–. ¿Está tu auto todavía en la granja?

—No quiero volver allí en absoluto –admití–. No quiero ni ver esas construcciones mañana.

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—Si quieres, podemos ir a buscarlo mañana. No creo que ir allá esta noche sería inteligente.

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Asentí.

—Entonces yo me encargo de ello. Nop no discutas conmigo. Voy a traer tu auto aquí. Sólo necesito las llaves. Cuando asentí, él metió mi cabeza debajo de su barbilla. Nos sentamos allí, escuchando los chirridos de los grillos y el viento moviéndose entre las

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane ramas. Yo estaba bien con él estando aquí, más que bien, y en ese mismo momento nuestro pasado juntos, no importaba. Jensen estaba aquí cuando importaba, pero ¿cómo él había sabido? Dudaba que hubiera alcanzado las noticias tan rápidamente o que fuera yo quien había encontrado el cuerpo. Malestar apretó mis músculos. —¿Cómo te enteraste de lo que pasó? –pregunté. —Brock me envió un mensaje –respondió, su pecho retumbando contra el mío–. Él dijo que encontraste el cuerpo de Vee. Me pregunté si él también le había dicho Jensen sobre cómo de histérica había sido. Cómo grité hasta que mi voz se había agotado en mí. Lo extraño era, Brock no había estado presente cuando fui arriba y, yo no recuerdo haberlo visto después tampoco.

Jensen me recogió de la escuela el lunes por la mañana como ofreció. No tenía idea de cómo él había traído mi auto de nuevo a mí el domingo, pero estaba allí antes de que yo me levantara. No hablamos sobre Vee o Mónica en el camino. En cambio, fue una conversación normal. Bueno, tan normal como hacer planes para ir al almacén después de la escuela por mas defensa personal.

—Probablemente va a ser un poco difícil –alargó la mano, metiéndola en mi pierna–. No es que no podrías manejarlo. Una irónica, sonrisa cansada retorció mis labios. —Lo sé. Estoy lista mientras pueda llegar a serlo.

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Asentí.

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Cuando nos detuvimos en el estacionamiento de la escuela, apagó el motor y me miró. Con una gorra de béisbol baja apretada, la fuerte línea de su mandíbula se destacó. —¿Estás lista para el día de hoy?

—De acuerdo –sacó sus llaves, se echó hacia atrás y agarró nuestros bolsos, entregándome el mío–. Hagámoslo. Jensen y yo caminamos dentro del edificio juntos, y así como cualquier otro día, esto hubiera sido la comidilla de la escuela.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Hoy no. Todo el mundo estaba hablando de Vee. A medida que avanzaba el día, no había un par de labios donde su nombre no había pasado. Consejeros de duelo fueron llamados, y durante todo el día, miradas largas fueron enviadas a mi dirección, y yo sabía que la gente estaba hablando. Muy pocos se me acercaron. Mason fue uno de ellos. En el almuerzo, se dejó caer en el asiento junto a mí. —Hey. –dijo. —Hola –miré a Heidi, quien parecía tan sorprendida sentía. Recogí mi tenedor de plástico–. ¿Qué pasa?

como

me

Se humedeció los labios. —¿Tienes un segundo? —Seguro. Mason bajó la cabeza y bajó la voz. —La policía hizo al resto de nosotros irnos el sábado antes, bueno, antes de que pudiéramos ver nada. —Jesús –murmuró Heidi, dejando caer las manos sobre la mesa. Él la ignoró mientras me tensaba. —Hombre, ¿cómo lucía ella? Quiero decir, sé que es una pregunta tremenda, pero yo quería… —¿Es en serio? Mason se volvió al oír la voz de Jensen. Una mirada a su cara, y era evidente que estaba enojado. Sus pálidos ojos brillaron a un oscuro, estruendoso color mientras miraba hacia él. —¿Qué? Sólo estoy… —¡Fuera de mi asiento!

—Lo que sea. Mason dudó un momento y luego se separó, corriendo de nuevo a su mesa.

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De pie, Mason levantó las manos mientras miraba a Jensen y luego a mí. Sus mejillas palidecieron. —Mira, hombre, yo no quise decir nada de eso.

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Los nudillos de Jensen teñidos de blanco alrededor de la bandeja que sostenía. —Antes de que te saque del maldito asiento.

—¿Tu asiento? –le pregunté, con las cejas levantadas. Tomó el lugar de Mason, poniendo la bandeja delante de él. —Síp.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Apreté mis labios juntos, robando un vistazo a Heidi. Sus ojos estaban rebotando entre nosotros como si fuéramos su propio partido de tenis personal. —Gracias –le dije–. Pero podría haberlo hecho callar. Un hombro se levantó mientras él miraba lo que yo estaba adivinando era bistec Salisbury12. —Sé que puedes, pero en serio, ¿qué se supone que debo hacer cuando estoy caminando solo, pensando mis propios asuntos, a punto de tener un asiento y que la polla este sentado aquí, haciendo una pregunta como esa? —¿Esperar para ver lo que yo iba a hacer? Heidi resopló. —Por mi parte, me alegro que Jensen dijo algo. No puedo creer que iba a hacerte esa clase de pregunta –ella sacudió su cabeza– . ¿No había Linds salido con él? —Sí –murmuré. Asqueada por la grosería de preguntas de Mason, había perdido el apetito. Y, mientras el día avanzaba, había otros como Mason, quienes no daban dos mierdas sobre Vee, pero fueron obligados por un sentimiento de fascinación mórbida. El martes, la policía llegó a la escuela y, al comienzo de cada clase, un puñado de chicos fue retirado y enviado a la oficina, lo cual tenía mis nervios tensos. La falta de sueño y todo lo demás estaba molestándome.

Sonreí mientras agarraba mi texto arte. —La lluvia no me hará daño. —El azúcar se derrite –respondió, sonriendo ligeramente.

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—Si sigue lloviendo después de la escuela, voy a sacar la camioneta hasta la parte de atrás.

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Lluvia tronó fuera de las ventanas y el techo mientras me detuve en mi casillero después del almuerzo. Jensen lo comprobó antes de que yo echara un vistazo dentro, inspeccionando el interior por algo que podía probablemente asegurar una vida de terapia. Cuando no había máscaras u otras cosas espeluznantes, se apoyó al lado de mi, su gorra de béisbol al revés. Mechones rubios oscuros acurrucados alrededor del borde de la gorra.

Rodando mis ojos, me reí en voz baja. —¿Me hiciste un cumplido?

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Salisbury steak es una carne de vacuno o cerdo, con forma de hamburguesa y que se suele freír o hacer a la parrilla. También se denomina hamburguer steak o en España filete ruso.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Oh, es cierto, yo no tengo que hacer eso. Se supone que debo mantenerlo real –esos labios suyos fruncidos pensativamente–. Necesito llegar con un buen insulto. Va a tomarme un tiempo. Sonriendo, sacudí mi cabeza. —¿Está tu mama todavía yendo fuera de la ciudad mañana por la noche? –preguntó, cambiando de tema. Yo no estaba esperando con ilusión mañana por la noche. —Sí, ella tiene que ir desde que se quedó en casa la semana pasada. Ella quiere que me quede con papá, pero eso no es algo que quiero hacer. —Eso sería inteligente –alzó la mano, ajustando la visera de su gorra– . No deberías estar quedándote sola. —Lo sé, pero... Pero quedarse con papá significaba quedarse con Rose y comer verduras crudas y siendo sermoneada sobre como necesito hacer por lo menos treinta minutos de cardio al día y… —¡Oye! Nos dimos la vuelta al oír el grito emocionado de Linds. Ella estaba caminando rápido por el pasillo, esquivando los estudiantes. El dobladillo de su falda revoloteaba alrededor de sus delgadas piernas. —Oye –cerré mi puerta mientras guardaba mi libro en mi bolso–. ¿No se supone que debes estar en clase? —Estoy usando el baño –se deslizó hasta detenerse entre Jensen y yo– . Pero yo necesitaba venir a encontrarte. No podía esperar hasta… oh, hey, Jensen. Whoa... –ella dio un paso atrás, mirándolo de arriba hacia abajo– . Me gusta la gorra de béisbol. Es una buena...

—El domingo –se había detenido a ver cómo estaba yo, afirmando que habría llegado el sábado por la noche, pero que había visto la camioneta de Jensen en el frente–. Realmente no tuvimos la oportunidad de hablar ayer.

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Mirando a Jensen hasta que él le sonrió, las mejillas de Linds se sonrojaron antes de que ella volviera a la pista. —¿Has hablado con Gavin?

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—Linds –interrumpí, golpeando su hombro–. ¿Qué no podía esperar?

—¿Qué hay de ti? –le preguntó a Jensen. Él se encogió de hombros. —Nada más que unos pocos segundos desde el domingo. En realidad salió conmigo para conseguir el auto de Ella.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Parpadeé. Una vez. A continuación, dos veces. —¿Gavin fue contigo a conseguir mi auto? —Sí –respondió lentamente–. ¿Por qué no? ¿Por qué? Siempre que Gavin y Jensen estaban en la misma habitación, era como un concurso de quien podría mirar fijamente al otro más tiempo. —Bueno... —Eso no es importante –Linds golpeó el suelo con el pie–. La policía me sacó del último período para interrogarme otra vez sobre el sábado. Probablemente van a llegar a ti otra vez –dijo ella, y me hizo una mueca, sin ganas de hablar de lo que encontré, de nuevo–. De todos modos, me preguntaron si yo había sabido que Vee estuvo viendo a Gavin. La miré boquiabierta. Al principio no pensé que la oí correctamente. — ¿De nuevo? —¿Sabías que Gavin y Vee estaban saliendo? Me tomó un momento. —¿Qué? —¡Exactamente! –ella gritó-susurró–. No tenía ni idea y estoy asumiendo que tú no tenías idea tampoco. —No –deslice mi bolso por mi brazo–. Ellos deben haber estado equivocados. Gavin no estaba viendo a nadie desde que nos separamos – miré a Jensen, pero él estaba mirando a Linds, su mandíbula bloqueada–. Gavin no estaba saliendo con Vee.

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Mirándome directamente a los ojos, Linds agarró mi brazo. —Sí, lo estaban. Supuestamente todo el verano. Y los oí hablando entre ellos mientras yo estaba siendo sacada hacia fuera. Él estaba con ella la noche en que supuestamente desapareció.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

N

os sentamos en un círculo en el piso de la casa del árbol, piernas cruzadas con las rodillas apretadas el uno contra el otro. El sol se estaba poniendo, salpicaduras profundas azules y violetas a través del cielo. No teníamos mucho más tiempo antes de que nos tuviéramos que marchar. Penn no podía bajar las tablas de madera clavadas en el árbol por la noche y aunque era verano, sus padres querían que vuelva antes de que oscurezca. El aire húmedo, los mechones delgados de cabello que habían escapado de mi cola de caballo, pegados a mi cuello húmedo. Yo quería mojar mi cabeza en una tina de agua fría mientras nerviosamente frotaba las palmas de mis manos a lo largo de mis piernas. Odiaba jugar verdad o reto, porque inevitablemente, uno de los chicos, normalmente Jensen o Gavin, hacia una pregunta embarazosa o sugería un reto que yo iba a terminar siendo llamada una chica por no hacerlo. Gavin movió sus cejas hacia mí, y suspiró. Otra razón por la que odiaba este juego era el hecho de que no podía llegar a una buena pregunta o reto. —¿Verdad o reto? –dije.

Gavin se inclinó hacia adelante, esperando. —¿Sueñas con un oso de peluche borroso? –terminé.

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Mi cerebro zumbó mientras buscaba algo que preguntar y yo solté lo primero que me vino a la mente. —¿Es cierto... que tú...?

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—¡Verdad! –él dijo con valentía.

—¿Qué? –se sentó recto, mirando a Jensen, quien sonrió–. ¿En serio? Me encogí de hombros. —Sí. —No –suspiró–. Eso no es cierto. Y eso era también pobre, Ella.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Yo dormía con un oso azul, un oso del cuidado, lo que sea. Arrugué mi nariz a él, y sonrió antes de mirar a Jensen. —Tu turno. Tensándome, contuve la respiración. Lo que significaba que también era mi turno. Moviendo mi mano a la punta de mis zapatos de deporte, miré a Penn y mordí mi labio para dejar de sonreír. Ni siquiera estaba prestando atención, mirando fuera a los árboles. —¿Verdad o reto, Ella? –dijo Jensen. Mi corazón hizo algo extraño en mi pecho, y yo no entendía el movimiento de aleteo mientras me volví hacia él. No sé por qué dije lo que dije. —Reto. Oh, Dios mío, yo quería devolver eso de inmediato. Sabía que no debía escoger reto, pero era demasiado tarde. Los labios de Jensen se separaron en una amplia sonrisa, y mi corazón hizo ese extraño aleteo de nuevo. —Te reto a... besarme. Mi boca se abrió. —Ew. –dijo Penn, y entonces rió, demostrando que estaba prestando atención. Jensen se inclinó hacia mí, sus ojos de un azul oscuro en la luz desvanecida. —Ese es el reto. Me quedé mirándolo. ¿Besarme? ¿Besarlo? ¿Como poner nuestros labios?

Jensen parpadeó sus gruesas pestañas mientras se sorprendió, y oí un extraño, sonido casi ahogado venir de Gavin. Penn se rió de nuevo, y calor pinchó a través de mi cara. ¿Debería haber ido con la verdad? Oh, Dios mío, yo totalmente debía.

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Mi mirada rompió la de él. ¿Por qué piensa que no lo haría? porque ¿yo era una niña? Yo era cobarde. Mis dedos clavados en la punta de mi zapato mientras determinación enderezó mi espalda. Miré a Jensen. —Está bien. Acepto el reto.

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—Amiiigo –Gavin murmuró bajo–. Ella no va a hacerlo.

—De acuerdo. –Jensen se movió, colocando una mano detrás de mí en la antigua tabla detrás de mí, y antes de que pudiera decir otra palabra, él borró la distancia entre nosotros y presionó su boca contra la mía. Jensen me besó.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Nuestras bocas estaban totalmente tocándose. Mis ojos estaban muy abiertos y los suyos cerrados, y estaba otra vez en un latido del corazón. Jensen se retiró, abriendo los ojos. Él me sonrió, y me sentí como si acabara de correr la longitud de la avenida Rosemont, doce veces. —Oki doki –dijo Gavin–. Eso fue raro. Mis labios hormigueando y las mejillas encendidas con el calor, me obligué a dirigirme hacia Penn lentamente mientras Gavin habló de nuevo. —Verdad o reto, Penn. La mirada de Penn se precipitó alrededor de nuestro grupo antes de decidirse por Gavin. Todos sabíamos que diría la verdad, pero yo estaba apenas prestando atención. Mi concentración se centró en como la rodilla de Jensen estaba presionando contra la mía. Nos besamos. Oh, Dios mío, Jensen y yo sólo pusimos nuestras bocas en… —¡Reto! –exclamó Penn. Santa mierda, mi cabeza se volvió hacia él y mis ojos se abrieron hasta que se sintieron como si fueran a estallar fuera de mi cabeza. Ninguno de los otros chicos hablaron, y yo sabía sin mirarlos que compartieron expresiones idénticas. Oh, esto va a ir mal, porque Jensen y Gavin daban horribles retos. Al igual que comer tierra y ponerse en el medio de la carretera y correr desnudo por el patio de la vieja señora Towery. Y cuando miré a Gavin, pude ver su cerebro trabajando, llegando con algo tortuoso. No podía permitir que esto suceda.

—Ya he terminado de jugar este juego. Penn esta acompañándome a casa. Penn frunció el ceño, pensativo. —¿Estoy?

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—Oye –dijo Gavin, estirando el cuello hacia atrás–. ¿Que estás haciendo?

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Agarrando la mano de Penn, salté a mis pies y tire de él arriba conmigo, rompiendo nuestro círculo.

—Síp. —Oh, ustedes apestan –Gavin negó con la cabeza–. Todavía es temprano. Lo ignoré y saludé con la mano libre. —¡Adiós!

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Caminando alrededor de Jensen, empecé a bajar las escaleras en el árbol primero así Penn podía seguirme, y por suerte, lo hizo. Él no saltó abajo desde el segundo peldaño como lo hice yo. Ni siquiera era tan lejos de la tierra, pero Penn siempre fue muy cuidadoso a la hora de alturas. Diablos, él no iba a poner un pie en la casa del árbol sin uno de nosotros con él. Todavía no podía creer que él nunca iría a esa casa del árbol, incluso con nosotros en ella. Vaciló, estirando su pierna hasta que la punta de sus zapatos de deporte negras rozó el suelo y entonces finalmente soltó el árbol. Esperé hasta que estaba a mi lado. —Amiiigo –oí a Gavin decir a Jensen de nuevo, pero cualquier otra cosa que dijo se perdió en Penn y yo arrastrando a lo largo del follaje frondoso mientras empezamos a caminar de regreso. Empujando las manos en los bolsillos, él no dijo nada mientras veía las extremidades gruesas encima de nosotros. —Nosotros no tenemos que salir, ya sabes. —Se está haciendo tarde. —Todavía teníamos un montón de tiempo. Salté sobre una maraña masiva de raíces expuestas. —Yo no quiero jugar el juego estúpido de nuevo. Penn miró hacia mí. —Besaste a Jensen. Mi corazón se sentía como si también saltó por encima de esas raíces. — Fue sólo un reto. No fue nada.

Penn golpeó su hombro con el mío. —Mentirosa. —Nah-uh.

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—Lo sé –levanté mis amplios brazos mientras continuamos el camino, haciendo mi mejor esfuerzo para no pensar en ese reto, el beso. —No es por eso que quería irme.

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—Cualquier cosa –corrigió en voz baja, y me sonrió–. Yo podría haber hecho el reto, ya sabes, lo que sea Gavin se le ocurriera, yo lo habría hecho.

—Sabes –dijo, caminando alrededor de una gran roca–. El verano está casi terminado. Tenemos que regresar a la escuela en dos semanas –la pequeña sonrisa en su rostro se desvaneció cuando miré hacia él–. Creo que este año va a ser diferente.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Yo no entendía por qué, pero un escalofrío de aprensión se movió por mi espina dorsal. —¿Cómo? Penn sacó las manos de los bolsillos, dejando que sus delgados brazos cuelguen a los costados. —Es así. Yo no... no creo que nosotros estemos jugando este juego de nuevo el próximo verano. Me detuve, mirándolo fijamente. Caminó unos pasos adelante y luego me miró. —¿Puedo preguntarte algo, Ella? Crucé los brazos a lo largo de mi cintura y asentí. —¿De verdad crees que todavía estemos siendo amigos? —¿Qué? –sorprendida, me quedé mirándolo. —Quiero decir, ¿todavía estemos siendo amigos en un año? ¿En dos? ¿Cuando estemos en la escuela secundaria? –alzó la mano, corriéndola por su desordenado cabello, en necesidad de un ajuste–. No importa. Es una pregunta estúpida.

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—Lo era –le dije mientras empujaba hacia adelante, uniéndome a él– . Siempre vamos a ser los mejores amigos. No importa lo que pase.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

L

inds había tenido razón. La policía me sacó de la clase de gimnasia en la tarde del miércoles, y me llevó a una pequeña sala de conferencias en la oficina del director. Primero fueron sobre todo lo que había sucedido cuando encontré el cuerpo de Vee, y luego ellos me hablaron sobre Gavin. Según el oficial Ritter, Gavin había estado saliendo con Vee durante el verano. ¿Tú Sabías? Preguntaron. ¿Habría alguna razón por la cual Gavin no me lo habría dicho? No podía pensar en una razón. ¿Y por qué habíamos roto Gavin y yo? Hablando con ellos acerca de la decadencia de nuestra relación era más incómodo que tener que hablar de sexo con mamá. Lo cual había involucrado cómo abrir un envoltorio de condones y todo eso.

Asentí con la cabeza, sintiéndome incómoda con todo este tipo de preguntas. —Fue mutuo. —Ahora, estoy un poco confundido –el otro oficial declaró. Apoyó el codo en la mesa mientras hablaba–. Si se trata de una ruptura mutua, ¿por qué Gavin no te dijo que él estaba saliendo con Vee?

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—¿Así que rompiste con él? –preguntó el oficial Ritter.

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—Hemos sido amigos desde que éramos pequeños –le dije, mirando hacia atrás y adelante entre los dos oficiales. Deseé Shaw estuviera aquí. Por lo menos yo estaba a gusto con él, pero con Shaw estando relacionado con Gavin, supuse que no podía ser el único para interrogarme–. Quiero decir, estábamos mejor como amigos que como novio y novia.

Nudos se formaron en mi estómago. Esa fue una muy buena pregunta. Yo no tenía una respuesta para esa. —No sé. Yo realmente no tenía ni idea de que estaban... que estaban viéndose el uno al otro.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Y cómo te hace sentir eso? –preguntó. Eché un vistazo al oficial Ritter, golpeada, desorientada por la pregunta. —¿Cómo me siento acerca de ellos saliendo? Yo... yo no lo sé – En realidad, ni siquiera había empezado a envolver mi cabeza alrededor de eso. Yo nunca ni una vez había oído a Gavin incluso hablar con ella y mucho menos estar cerca de ella–. No nos estábamos viendo el uno al otro más, así que... –o al menos yo asumí que empezaron a salir después de que nosotros rompimos, pero ¿quién sabía? Yo no sabía nada. —¿Es... es él un sospechoso? –pregunté después que pidieron algunas preguntas más acerca de él. El oficial Ritter sonrió con fuerza, haciendo la piel alrededor de sus ojos arrugarse. —En este momento, todo el mundo es un sospechoso potencial. Esa declaración no sentó bien conmigo. Sintiendo un poco mal mi estómago, cuando me disculpé, me puse de pie lentamente. Dudé en la puerta, volviendo hacia donde estaban sentados, inclinados juntos, ambos hablando en voz baja. —¿Cómo... cómo murió Vee? Ritter levantó la mirada, sus labios curvados hacia abajo en las esquinas. —Eso no es algo que estamos en libertad de discutir en este momento. Bajé la mirada. —¿Fue rápido para ella, sin embargo? Él pareció llegar a lo que yo estaba preguntando, y cuando levanté la vista, su manzana de Adam se balanceaba. Encontrando mi mirada, él no dijo una palabra, pero estaba todo en sus ojos y lo que él no pudo decir me dio mi respuesta.

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Vee no se fue rápidamente.

Yo no estaba muy sorprendida cuando Gavin se presentó en mi casa después que Jensen me dejó. Él parecía agotado, como si no hubiera dormido en varios días.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Sin decir una palabra, me hice a un lado y él arrastró los pies en el vestíbulo. Sus mejillas pálidas florecieron rojo mientras miraba hacia mí, nuestros ojos encontrándose por un segundo antes de salir disparado. Gavin suspiró, sus hombros tensándose. —Supongo que has oído. Lo estudié de cerca, tratando de pensar en volver a una época donde no había secretos entre nosotros. No siempre había sido así. Hasta el octavo grado, él tuvo miedo de poner los contactos en sus ojos. Él nunca había estado lejos fuera del estado de Virginia o Maryland. Este verano fue la primera vez que había ido a la playa. Quería ser un diseñador gráfico cuando se graduara de la universidad. Yo sabía que los lados de su estómago eran cosquillas y entre los tres de nosotros, Jensen él y yo, que era el único que había dicho que Penn no entendería lo que Jensen y yo habíamos planeado hacer. No habíamos escuchado. Mi pecho se levantó con una respiración profunda mientras empujaba esos pensamientos a un lado. —¿Por qué no me lo dijiste? Volviendo para que me enfrentara, él metió la mano por su cabello. —No pensé que era importante. Lo miré boquiabierta. —¿Tu no pensaste que era importante hacerme saber que estabas saliendo Vee? ¿Sobre todo después de su desaparición? —Su desaparición no tuvo nada que ver conmigo –dijo, sus ojos oscuros parpadeando. —Yo no he dicho que lo hizo, pero es raro que no has dicho nada.

Cerrando los ojos, asintió. —Sólo un par de veces, realmente, durante el verano. No era nada grave. Guau. Yo no sabía qué pensar. No sé por qué, pero nunca pensé Gavin que estaba en la cosa "sólo conectando". Lo cual yo ni siquiera sé por qué pensé que no lo estaba. Ni siquiera sé lo que yo sabía más. Caminando alrededor de él, fui al sofá y me senté.

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Miré hacia él mientras sus palabras hundieron dentro. —Así que... ustedes estaban simplemente conectando?

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Se pasó la mano por la cara. —Lo sé, pero no fue algo que pensé que te gustaría oír hablar. ¿Sabes? No era como Vee y yo estábamos saliendo.

Gavin me siguió. No se sentó, sin embargo. Se puso de pie por el sillón desgastado que había pertenecido a papá, pero que no había tomado con él cuando se mudó. ¿Por qué? Debido a que él y Rose habían comprado

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane todas las cosas nuevas para su hogar. —Nos encontramos el uno con el otro en una tienda. Fue después de que rompimos. Te juro que lo era. Nunca hice el tonto con ella. —Está bien –le susurré. Yo le creí, pero eso no importaba. No era ni aquí ni allá en este punto. —Yo estaba... Te estaba perdiendo y ella estaba allí. Una cosa llevó a la otra y nos enganchamos. Como he dicho, no fue nada grave. —¿Pero tú seguiste conectando con ella? Mientras se dejó caer en el sillón reclinable, mantuvo su mirada pegada a los anillos de agua en la mesa de café. —Sí, lo hicimos. Una vez más, no tenía ni idea de qué decir. Él había estado con ella la noche en que desapareció y ¿ni una vez pensó que podría haber algo que quería compartir con la gente? ¿La policía? ¿Su familia? Podría haber hablado con su primo al respecto. —Todo el tiempo que tu y yo salimos, nunca fuimos tan lejos –dijo en voz baja, y me puse rígida hacia donde esta conversación se dirigía–. Pensé que tal vez había algo malo en mí. Que yo era, como, universalmente poco atractivo. —No fue eso –yo fui rápida para corregirlo–. Es sólo que tú y yo... —Estamos mejor como amigos. Sí, confía en mí, no me olvidé de lo que tu dijiste –sus hombros se levantaron y cayeron pesadamente–. Pero Vee estaba interesada en mí y... –se rió con voz ronca–. No fue una gran cosa. Nunca pensé que terminaría así. Dudaba que muchas personas lo hicieran.

—Más como Jensen –él lo tomó allí, justo allí–. Yo no dije nada a causa de eso. No quería que lo supieras, porque, sí, tan estúpido como esto suena, hay una parte de mí que todavía piensa que hay esperanza para nosotros.

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—No es eso. Es sólo que nunca parecías el tipo de chico quien se engancha al azar. Eso es más... –yo no pude terminar ese choque de trenes en una oración.

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Me miró entonces, con sus rasgos tensos. —Estás mirándome como si no tienes idea de quién soy.

Oh Dios.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Apreté los ojos cerrados. De alguna manera esta conversación dolorosamente torpe simplemente pasó de sincera repulsiva para oh, mierda, sácame de aquí. —Gavin... —Mira, no tienes que responder a eso, o siquiera pensar en ello, sobre todo en este momento –golpeó las manos sobre las rodillas–. Pero te digo que yo no tenía idea de por qué Vee desapareció, y seguro como el infierno que no tengo nada que ver con eso. Me crees ¿verdad? Forzando los ojos abiertos, mi mirada se pegó a la suya y esos nudos estaban de vuelta en mi estómago, pesándome hacia abajo. En el fondo, sabía que Gavin no podía tener nada que ver con la desaparición de Vee. Lo había conocido toda mi vida, y el muchacho no tenía algo de... de mal dentro de él. Pero yo estaba decepcionada. No es que él estuviera enganchado con Vee, sino porque no había dicho a nadie y tal vez esa información no sería de gran ayuda, pero no lo sabremos ahora. —Sí –dije– . Claro. La tensión se filtró fuera de su cuerpo y él casi se desplomó. —Gracias a Dios. No me importa lo que piensen los demás –se frotó la mandíbula de nuevo–. Mi primo, ya sabes ¿Jordan Shaw? ¿Uno de los delegados? —Sí. —Él me dijo, quiero decir, yo no sé si él suponía que debía hacer esto o no, pero ellos estaban mirándome muy seriamente, sobre todo después de que me entrevistaron. Tomé una almohada, metiéndola contra mi pecho. —¿Por qué?

Abrió la boca, la cerró, y luego negó con la cabeza. —Ella fue apuñalada varias veces. Algunas de las heridas no eran profundas. Como si alguien estaba torturándola. Me mostraron fotos. Fue entonces cuando me perdí. —Oh Dios. –No debería haber preguntado. Podría haber vivido el resto de mi vida sin saber eso.

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—¿Qué... qué sucedió con ella? –pregunté.

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—Ellos... hombre, me dijeron lo que pasó con ella. Supongo que para ver cómo reaccionaba o algo así –la sangre se drenó de su rostro, y mis dedos apretaron alrededor de los bordes de la almohada–. Dios, me enfermé. –se interrumpió, riendo con dureza–. Realmente, me enfermé.

—¿Lo peor? Ella había estado viva todo ese tiempo. –echó la cabeza hacia atrás, su garganta trabajando. Cuando habló, su voz era ronca–. Ella había sido asesinada dentro de las veinticuatro horas desde que tú la encontraste. Ella había sido mantenida con vida.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Abracé la almohada contra mi pecho, incapaz de comprender cómo alguien podía hacerle eso a otro ser humano. Yo no conocía a nadie de esa manera y tampoco quería. Gavin se quedó un rato más, y luego dijo algo acerca de llegar a casa, hablando sobre todo con sus padres. —¿Te estás quedando aquí sola? –preguntó en a la puerta–. Tu mamá está fuera de la ciudad, ¿verdad? Yo estaba tratando de no pensar en eso. —Yo podría ir con papá. —Creo que sería una buena idea –Él respiró hondo–. O si quieres, puedo quedarme contigo. —Gracias, pero probablemente voy a dirigirme a su casa –forcé una sonrisa–. Pero, en serio, gracias por la oferta. —Sí –su mirada buscó la mía y luego miró hacia otro lado–. Te veo mañana. —Adiós. Cerré la puerta detrás de él, bloqueándola y colocando el cerrojo. Dándome la vuelta, me apoyé en ella, los hombros caídos. Yo creía en Gavin, pero todavía estaba sorprendida de que él mantuvo su relación o lo que sea con Vee, en secreto. Al parecer, no lo conocía tan bien como pensaba que lo hacía. ¿Y Vee? Ella había sido mantenida viva como yo sospechaba, apuñalada y muy probablemente torturada.

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Mamá se asustaría, y probablemente no conseguiría casi nada de sueño. Yo estaba a salvo aquí, pero, por si acaso, había planeado dormir con un bate de béisbol a mi lado. Pero tan pronto como el sol se puso, empecé a reconsiderar realmente toda esta cosa quedándome por mí misma. Cada ruido dentro y fuera de la casa extendía mis nervios hasta el punto que cuando mi teléfono sonó cerca de las nueve de la noche, sobre salté de mi piel al oír el mensaje de texto.

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Empujando la puerta, me dirigí a la cocina y cogí una pizza congelada del congelador. Mientras se cuece en el horno, yo envié una llamada preocupada a papá y luego a Linds, utilizando este último como una razón de por qué no me iba a quedar en su casa.

¿Qué estás haciendo? Un aleteo comenzó en mi pecho mientras miraba el texto de Jensen. Esta fue la primera vez. Habíamos intercambiado números, pero no me había enviado mensajes de texto antes. Envié uno rápido: Nada.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Fuiste con tu papá? Suspiré, preparándome para un sermón de texto. No. Pasó un momento. ¿Quieres compañía? Celebrando con mi celular en mi mano, yo negué con la cabeza como una idiota. Siendo que estaba cerca de las nueve, era un poco demasiado tarde para pasar el rato. Si mamá estuviera en casa, ella hubiera tenido toda la cara fruncida, pero al igual que Gavin había ofrecido antes, no era tanto pasando el rato, mientras estaba la paz de la mente. El aleteo puso loco en mi pecho como si un nido de abejas estaba tratando de encontrar la manera de salir. Había rechazado a Gavin, e incluso con la situación de Vee, él habría sido la apuesta más inteligente. Jensen era cualquier cosa menos la opción más segura. Mis dedos temblaban mientras escribí de vuelta una sola palabra que no debería.

Pero era demasiado tarde. Mientras me apresuré hacia la puerta principal, admití que no quería decirle que no viniera. Y siendo realmente honesta conmigo misma, quería a Jensen aquí.

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Debería de haberme cambiado a otra cosa antes de que Jensen llamara a mi puerta principal. Los pantalones cortos para dormir apenas cubrían mi trasero, y yo no llevaba nada bajo mi top y el cardigán. Infierno, el cardigán era más largo que mis pantalones cortos, pero me había pasado esos preciosos minutos enloqueciendo y sosteniendo mi teléfono en mi pecho, diciéndome que le enviara un texto y decir no.

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Sí.

Dios, yo realmente lo quería aquí. Sentir el calor de mi mejillas, abrí la puerta y me paré a un lado. El se acercó dentro, una bolsa de papel colgando de sus dedos y una gorra de béisbol WVU torcida al revés.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Estaba vestido para dormir, también, y yo no podía dejar de sonreír sabiendo que había caminado las tres cuadras hacia mi casa vistiendo pantalones de pijama de algodón a cuadros, una vieja camisa de Beastie Boys, y chancletas Nike. De alguna manera se las arregló para hacer que se vea bastante sexy. Jensen levantó la bolsa cuando miré hacia arriba. —He traído algo que te va a encantar. Mi corazón dio un salto estúpidamente, y lo ignoré, jugueteando con las mangas de mi cárdigan. —¿De verdad? Sonriendo levemente, asintió mientras retrocedía hacia las escaleras. — Sí. —¿Puedo ver? —No –guiñó un ojo cuando yo fruncí el ceño–. ¿Vamos arriba? Mi mirada se lanzó tras él. Realmente no había pensado en eso. Sería inteligente solo relajarse en la planta baja, pero como yo estaba haciendo un montón de estupideces, ¿por qué iba a hacer algo inteligente ahora? —Seguro. –me dirigí a su alrededor, pero de alguna manera él terminó en frente de mí. Yo estaba sorprendida mientras él caminaba por el pasillo, dirigiéndose directamente hacia mi dormitorio. No sabía por qué, pero me imaginé que olvidó el camino.

Mirando alrededor de la habitación, él parecía empapándose en los cambios, y sonrió cuando volvió su sorprendente mirada azul a mi cama. Un rubor dulce viajó por mi garganta.

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Jensen contoneándose derecho en mi habitación como si fuera las cien veces antes, cuando éramos más jóvenes, excepto entonces, él no hacía que la habitación se sienta tan pequeña con su cuerpo de seis pies y dos pulgadas.

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Él no lo había hecho.

—Todavía lo tienes. ¿Lo caliente por él? Porque lo hice, realmente muy mal, y mientras lo miré, me preguntaba si era tan obvio. —El oso care –añadió–. Dios, ¿has tenido esa cosa por cuánto tiempo?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Me mordí el labio. —Lo conseguí para mi séptimo cumpleaños. Así que diez años. —Diez años... –sacudió la cabeza mientras se dio la vuelta, espiando el televisor en el soporte–. Perfecto. Curiosa por lo que estaba haciendo, me acerqué a la cama y me senté en el borde, metiendo mis piernas contra mi pecho en un intento para no enloquecer completamente sobre él. Sacó un estuche delgado de su bolso, sujetándolo entre dos dedos largos. —Supernatural, la primera temporada –anunció. Mis labios irrumpieron en una amplia sonrisa mientras aplaudí. — Lindo. —Pensé que lo aprobarías –rápidamente apareció el DVD y agarró el control remoto. Uniéndose a mí en la cama, su sonrisa envió a las abejas en mi pecho al vuelo una vez más–. Ahora aquí viene la mejor parte. –dijo mientras el título aparecía sobre la pantalla. Jensen sacó dos botellas de refresco de naranja, una bolsa de patatas fritas de eneldo, y una bolsa pequeña de combos-horneados tipo queso. Mis ojos se abrieron mientras miraba los artículos. Yo no lo podía creer. Levantando la mirada, sentí un nudo formado en la parte posterior de la garganta. Su media sonrisa se extendió. —¿Qué? —Recuerdas –le susurré.

—Lo sé. –sus pestañas se levantaron. El nudo comenzó a arder. —Gracias. Lo digo en serio. Gracias por... por todo esto.

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—Estos son mis cosas favoritas, como mi absoluta comida chatarra favorita. –Ni siquiera Gavin recordaba mi amor por el refresco de naranja y las patatas fritas con sabor a eneldo.

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Entregando un refresco, se encogió de hombros. —Sí.

Sus ojos sostuvieron los míos por un momento, y luego recogió los combos. —No dejemos que la épica noche de festival de comida chatarra se vaya a perder. Quería saltar sobre él, tirar mis brazos alrededor de su cuello, y aferrarlo tan apretado, como una lapa.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Pero eso probablemente sería torpe. Así que me di el gusto en los alimentos grasos mientras veíamos los dos primeros episodios de Supernatural. En el momento en que era las once, me esperaba que el saliera disparado, pero no lo hizo, y yo no quería señalar el tiempo para él. No estaba preparada para que se fuera. Cuando me levanté para ir al baño, casi me tropecé cuando volví. Oh dulce bebe Jesús... Jensen había cambiado posiciones, haciéndose toda clase de en casa. La gorra de béisbol se había ido. ¿Donde? No tenía ni idea. No me importaba. Tendido con los brazos cruzados detrás de la cabeza, tenía su parte inferior del cuerpo escondido bajo las sábanas, mis sábanas. Él me lanzó una mirada de soslayo. —Quería conseguir algo cómodo. Y lo tenía. Y también parecía que pertenecía allí. Esa media sonrisa estaba de vuelta, esta vez poseía un malvado, borde misterioso en ella. —¿Quieres ponerte cómoda conmigo? La invitación sonaba tan inofensiva, y sin embargo le hizo cosas locas a mis entrañas. Mientras yo avanzaba poco a poco, me dije que esto no era un gran problema. Habíamos compartido una cama muchas veces antes. Pero eso fue antes de que yo tuviera pechos crecidos. Manteniendo mis ojos pegados a la hermosura que eran los hermanos Winchester, me subí a mi cama, empujando mis piernas debajo de las sábanas. No me acosté. Yo estaba congelada.

—Sólo te gusta porque es un listillo. Asentí con la cabeza de nuevo. Una mano se posó en mi espalda, haciéndome saltar. —Whoa – murmuró Jensen–. Relájate

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Asentí.

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—¿Dean todavía es tu favorito? –preguntó.

—Estoy relajada –miré por encima de mi hombro hacia él, y él alzó una ceja–. Lo estoy.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Él retiró su mano, mirándome de cerca. —¿Quieres que me vaya? Si es así, estoy bien con eso. Sólo dime cuando y yo… —No –le dije rápidamente, y luego me sonrojé, porque lo dije un poco demasiado rápido y en voz alta... y con entusiasmo. Él se rió entre dientes. —Bien. Volviendo a la televisión, encadené una obra de bombas f13. No era como si él estuviera aquí por el sexo ni nada de eso, así que yo necesitaba relajarme. Alcanzando, rápidamente desabroché los dos botones de mi cárdigan y deslicé mis brazos. Lo tiré al suelo y luego me eché hacia atrás, tirando de las mantas, sin llegar a doblarlo debajo de mi barbilla. Ninguno de los dos habló durante un par de minutos. Vimos a Sam y Dean por muy poco escapar un espíritu que estaba ahogando personas en un lago, en las bañeras... y lavabos. Entonces Jensen se volteó sobre su lado, frente a mí. Diez segundos pasaron antes de que cediera a la tentación de mirarlo. Volviendo la cabeza hacia él, aspiré en una respiración suave. Tumbados así, estábamos tan cerca. Su mano se posó en el espacio minúsculo entre nosotros. —No has estado consiguiendo mucho sueño. Me concentré en el escote de su camiseta. —Todo el mundo sigue diciéndome eso. ¿Me veo tan mal? —No. No te ves mal. Sólo te ves cansada. Una sonrisa irónica tiró de mis labios cuando coloqué mis manos en mi estómago. —Esa es una buena manera de decir que me veo mal.

—No es patético. Es comprensible. Levantando mis pestañas, era nada como compartir totalmente íntimo acerca de colonia, más ese, ese aroma cada aliento que tomé. 13

mi mirada conectó con la suya. Bien. Esto no camas cuando éramos niños. Había algo él tumbado a mi lado, el aroma cítrico de su masculino que se aferraba a las mantas y a

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Me mordí el labio. —No he estado durmiendo. Con todo, es difícil relajarse y sigo teniendo pesadillas. Sé que suena patético, pero no he conseguido más que un par de horas de sueño por noche. Si acaso.

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—Lo que sea.

Es una palabra alternativa para reemplazar la palabra fuck (palabra obscena)

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Te estás quedando? –pregunté. —Me quedaré todo el tiempo que me quieras aquí. Algo parecido a la presión rodeó mi pecho, pero no era doloroso. Era agradable y cálido y la sensación zumbó a través de mis venas. —¿No te vas a meter en problemas? Se rió mientras la sonrisa torcida se curvó. —Mamá sabe dónde estoy. Ella está bien con que yo esté aquí. Ella sabe lo que está pasando. Yo arqueé una ceja. Esa sonrisa se volvió francamente mala. —Pero ella no sabe que estoy durmiendo en tu cama. Mis mejillas se calentaron mientras me atraganté con mi risa. —Sí, no creo que ella estaría feliz con eso. Jensen volvió a reír mientras él se acercó con la mano. Sus espesas pestañas bajaron mientras tomaba mi mano, moviendo sus dedos con los míos. Esa fue la única parte de nosotros que se tocó, pero lo sentía en cada fibra de mí ser. —Te estás perdiendo el inicio del siguiente episodio. –murmuró.

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Yo había estado mirando fijamente durante Dios sabe cuánto tiempo. Obediente, yo lancé mi atención a la televisión, y una sonrisa se formó en mis labios. No pasó mucho tiempo antes de que mi mirada vagara desde el televisor, cayendo a donde la mano de Jensen estaba envuelta con fuerza alrededor de la mía.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

Y

o no estaba segura de que cuando me quedé dormida o cuando me desperté, pero yo estaba envuelta en un capullo calentito. Tampoco podía mover las piernas y algo pesado y caliente me mantenía en su lugar. Parpadeando los ojos abiertos, mi visión estaba lenta para adaptarse a la oscuridad de mi habitación. Ese fue el primer indicio de que algo estaba pasando. Había pasado más de una semana desde que me había quedado dormida sin la televisión encendida. Entonces mi capullo cómodo y calentito se movió detrás de mí y un cálido aliento bailó lo largo de la parte de atrás de mi cuello. Mis ojos se abrieron de par en par. Oh, Dios mío, mi capullo calentito apretó un poco, así que no era un montón de mantas.

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Sin atrever a moverme, podía sentir su corazón latiendo de manera constante contra mi espalda, y su mano descansaba contra la curva de mi vientre, bajo mi camiseta. La carne contra carne tenía mis dedos de los pies enroscándose. Cerré los ojos, arrastrando una respiración superficial mientras el calor tan dulce rodó sobre mí. No había ni una sola parte de mí que no era consciente de Jensen. Cómo me sostuvo en su sueño. Cómo su pierna estuvo enredada entre las mías, presionando contra mí.

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Jensen estaba acurrucado detrás de mí, con su brazo doblado alrededor de mi cintura y su pierna arrojada sobre la mía. Me metí en contra de su frente. Su cercanía me quemó.

Mi ritmo cardíaco se elevó. Había un fuego en mi sangre, y nunca había sentido algo como esto con Gavin o cualquier otro chico. Esta era la chispa que había estado perdida, la sensación de no estar recibiendo suficiente

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane aire, de mi corazón acelerándose sólo porque nuestros cuerpos estaban enredados juntos, y me recordó a la ráfaga que acompañaba corriendo. Tumbados aún, era la tortura más sublime. Pero en esos momentos siguientes, cuando mi imaginación corrió salvaje, me di cuenta de algo más. Jensen también estaba muy quieto. Su pecho apenas se movía contra mí, pero su corazón latía más rápido y su mano... el pulgar se movió en perezosos, círculos lentos justo debajo de mi ombligo. Luego trasladó su pierna entre las mías, sólo una fracción de una pulgada hacia arriba, y tomé una respiración como si fuera la última. Santo tamal caliente... —No estás dormida. –La voz de Jensen era profunda, gruesa. Un apretado escalofrío recorrió por mi columna vertebral. —No. Él no respondió por un momento, y yo esperaba que pusiera un poco de espacio entre nosotros, pero no lo hizo. Y casi me hubiera gustado que lo hiciera, porque ahora que mis sentidos estaban híper-conscientes, podía sentir todo. Su pecho se levantó contra mi espalda. Un latido pasó entre nosotros y luego se movió. De repente, yo estaba en mi espalda, mirando hacia Jensen. Su mano se deslizó fuera de mi estómago, a mi lado, para aterrizar en la almohada al lado de mi cabeza. Sus brazos me enjaularon, y él bajó su cuerpo, deteniéndose cuando nuestros pechos casi se tocaban.

No tenía idea de qué hora era. No me importaba. Nada fuera de este pequeño espacio que habíamos creado importaba en este momento.

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—Es demasiado temprano para estar levantada. –dijo, inclinando la cabeza hacia un lado, alineando nuestras bocas.

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Nuestras miradas se encontraron. Algo potente, tangible e infinito pasó entre nosotros. Los músculos de sus brazos flexionados mientras su parte superior del cuerpo vino abajo una muesca. Él estaba todo alrededor de mí.

—Tenía la esperanza que permaneciendo contigo podía ayudarte a dormir mejor. —Estaba durmiendo perfectamente. –poco a poco, levanté mis manos. Mis dedos temblaban mientras los coloqué contra él. Su estómago estaba caliente y duro bajo la fina camisa que llevaba.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Él se sacudió, y empecé a tirar mis manos hacia atrás. —No lo hagas. – dijo. Con una mano, se agachó entre nosotros, colocando su mano sobre una de las mías. La parte de atrás de sus nudillos rozó donde mi camiseta se había subido. —¿No? No podría significar un montón de cosas. Sus pestañas bajaron, protegiéndose los ojos. —No te detengas. Oh. Cuando él quitó su mano de la mía, no puse mis manos lejos. No sé lo que me hizo hacer lo que hice a continuación. Tal vez era el hecho de que las horas tempranas de la mañana y la oscuridad de la habitación hace que todo parezca surrealista. O tal vez fue porque debajo de todo, yo estaba a gusto con Jensen. Deslicé mis manos hacia abajo, donde la camiseta se espació lejos de su cuerpo, deslizando mis manos por debajo de ella. Su piel estaba abrasadora, casi como si él sufrió de una fiebre, y pareció estremecerse cuando mis dedos rozaron sus abdominales. Un sonido profundo retumbó fuera de su pecho, como un gruñido, y algo muy dentro de mí respondió. Propiné mi cabeza hacia atrás. Nuestras narices se rozaron y nuestros labios se deslizaron en un casi beso. Tantas emociones en ascenso y revueltas juntos -impresionante, esperanza, lujuria, y algo más profundo-, algo que siempre había estado allí. —Ella –sopló mi nombre como si fuera un cruce entre una oración y una maldición. Apoyando su peso sobre un brazo, él tomó mi mejilla con la otra mano. Alisó su pulgar por mi labio inferior–. Nunca dejé de pensar en ti, sobre nosotros. Ni un día.

Un fuerte golpe contra la ventana de mi dormitorio envió una sacudida inoportuna de sorpresa a través de mí.

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—No –presionó sus labios en mi frente y luego en la punta de mi nariz– . Y sé que no voy a dejar de pensar en nosotros –una dulce, breve sensación de sus labios contra la esquina del mío, mientras su parte inferior cayó, retorció un jadeo de mí–. Quiero…

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Mi ritmo cardíaco se aceleró. —¿Ni un día?

Jensen estaba fuera de mí y de pie tan rápido que me preguntaba si tenía alas o era una especie de superhombre. Sentándome, agarré los bordes de las mantas. —¿Qué fue eso?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —No lo sé. –Él rondaba alrededor de la cama, haciendo un camino infalible directamente a la ventana. Me puse de rodillas, mi corazón latiendo por una razón diferente. — ¡Jensen! ¿Qué estás haciendo? —Chequeando lo que causó el ruido –miró por encima del hombro hacia mí, sus rasgos perdidos en la oscuridad de mi habitación–. Quédate allí. La calidez embriagadora toda evaporada mientras empujaba las amplias cortinas. Miedo helado se construyó en mi estómago, pero dejé ir la manta mientras él miraba por la ventana. —¿Qué demonios? –murmuró, inmediatamente bajando para deslizar la ventana hacia arriba. No podía quedarme quieta, me bajé de la cama y me arrastré hacia él. El aire fresco de la noche se apoderó de mis piernas. Envolví mis brazos alrededor de mi cintura. —¿Qué? Jensen no respondió de inmediato, casi como si no me hubiera oído. Extendí la mano, tocando su hombro y sus ojos se balancearon a los míos. —Creo que deberías volver a la cama, Ella. Sostuve su mirada por un momento, temor volviendo mi interior en nudos. —¿Qué es? Bajo la luz plateada de la luna, las características de Jensen se habían marcado mientras él extendió la mano, pasando un brazo alrededor de mis hombros. Él me apretó contra su costado. —Podría ser una... una coincidencia. –dijo, y no había ni una pizca de convicción en su voz.

Presioné mi mano contra mi boca mientras di un paso atrás. Incluso en la débil luz me di cuenta de qué tipo de pájaro era. Era un cardenal.

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Era un pájaro.

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Estirando el cuello hasta que podía ver lo que sea que era, mi respiración empezó a venir en cortos jadeos. Mi mirada se posó en la forma todavía acostada en el techo, meras pulgadas de la ventana abierta.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Ninguno de nosotros pudo dormir después de eso. Jensen había dispuesto cuidadosamente de la pobre ave mientras el sol comenzó a subir. Se quedó en mi casa mientras me duché y me preparé para la escuela rápidamente. Entonces él me hizo tomar el rápido paseo a su casa. —No te voy a dejar sola –había dicho. Yo no había argumentado. Sus padres ya habían ido a trabajar cuando cruzamos el camino de entrada a su casa. Al igual que la mía, la casa era una de ladrillo antigua de dos pisos renovada cuando éramos tan altos como la rodilla de un saltamontes. Flores brillantes desbordaron las cajas de flores unidas a la barandilla del porche, un grupo de rojas, azules y blancas. Rosas subieron los extremos del pórtico, olfateando el aire. Me quedé en el amplio porche delantero por un momento, sorprendida por cuántos años habían pasado desde que había caminado a través de estas puertas. —¿Estás bien? –preguntó, manteniendo la puerta abierta. —Sí. –me obligué a seguir. Mi primera impresión fue que muy poco había cambiado desde la última vez que había estado aquí. Su casa todavía olía a manzanas y canela. Cestas tejidas estaban por todas partes. Algunas vacías. Otras sostenían arreglos florales o cachivaches. Su madre estaba dentro del pueblo, todo de madera y pareciendo antiguo. —Voy a tomar una ducha rápida –Jensen se detuvo en las escaleras– . Siéntete como en casa.

—Voy a estar de vuelta. –dijo.

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Jensen comenzó a girar y luego se detuvo. Caminando hacia donde yo estaba, él agarró mis mejillas con manos cálidas y firmes. Me cortó la respiración mientras inclinó mi cabeza hacia atrás. Descendiendo suavemente su barbilla, presionó un rápido beso en mi frente.

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—Bien. –Puse mi bolso cerca de la puerta principal.

Y él me dejó de pie allí mientras me había olvidado de cómo respirar o caminar. Levantando mi mano, toqué el centro de mi frente mientras mi corazón pateaba alrededor de mis costillas. ¿Qué estábamos haciendo?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Yo no sabía, pero esta mañana habíamos cruzado la línea de la amistad, y Jensen no había parecido como si había planeado volver. No podía pensar en eso ahora. Avanzando más lejos dentro de la casa era como un paseo por el pasado. Todo parecía como lo tenía antes de mudarse. Por supuesto, algunas cosas estaban en diferentes lugares, pero era básicamente lo mismo. Podía recordar fácilmente las carreras a través de la sala de grabación, dejándome caer sobre las bolsas de frijoles que solían estar en frente de la TV, y el acaparamiento del control del juego. Siempre pateé el culo de Jensen en Mario Go Cart. El comedor era utilizado solamente para ocasiones especiales, cumpleaños y fiestas. Fui por el corto pasillo que conducía a la cocina, donde había pasado muchas tardes comiendo pizza y sloppy joes14. Fotos enmarcadas en fila en el pasillo, la mayoría de ellos del hermano mayor de Jensen, Jonathan. Me detuve, mi mirada viajando sobre las fotos del chico guapo mayor en imágenes de la secundaria y fotos familiares aleatorias. Dios, Jensen se parecía tanto a él, como la fuerte mandíbula y labios carnosos y expresivos.

—¿Recuerdas esa navidad? Gavin y Penn tuvieron un concurso de comer salsa de arándanos. Ambos terminaron comiendo tanto que cuando empezaron a lanzarlo marcha atrás, pensamos que estaban muriendo. Tragando el nudo en mi garganta, me giré al oír el sonido de la voz de Jensen. Mis labios se separaron. Se quedó allí, tirando de las mangas de una camisa.

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Gavin con sus gafas, vagamente parecido a Harry Potter, sonrió hacia la cámara. Jensen, más alto que el resto de nosotros, tenía sus largos brazos envueltos alrededor de mis hombros. Yo no estaba mirando hacia la cámara. Nop. Yo había estado mirando arriba hacia Jensen. Y a mi lado estaba Penn. Tenía una corona de flores alrededor de su cuello, asomando su cabeza por entre las bayas de acebo y ramitas.

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Miré por encima del resto de las fotos, una en particular capturando mi atención. Un dolor atravesó mi pecho mientras mi mirada viajó sobre la imagen. Era Navidad, tomada hace varios años, cuando apenas habíamos empezado la escuela media.

Tipo de Sandwich

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Jeans colgados bajo en sus caderas, revelando esos fascinantes guiones y ese increíble estómago suyo. Su cabello aun estaba húmedo, y los rizos pegados a su frente. Aparté la vista rápidamente, sintiendo mis mejillas arder. —Eso fue rápido. —Soy rápido como eso –sonriendo, se paseó por delante de mí– . ¿Quieres comer algo? Creo que tenemos frosted flakes15. ¿Aún comes eso? —Sí. –Lo seguí a la cocina espaciosa que estaba diferente de cuando éramos niños. Había sido completamente renovada, estilo rústico, con muebles blancos y suelos oscuros. Salté arriba sobre el taburete en la isla. Tiró de la camisa por su cabeza y luego se dedicó a preparar el desayuno. En cuestión de minutos, un tazón de cereal azucarado se encontró en frente de mí. —Creo que necesitamos dejar que la policía sepa sobre el pájaro. Los cereales se deslizaron por mi garganta. —¿Así que no piensas que fue una coincidencia? –esa era una pregunta estúpida, pero supongo que estaba sosteniendo la esperanza que lo fuera. Él apoyó la cadera contra la isla, acunando su plato de cereal. —No lo sé, pero ¿por qué correr algún riesgo? —De acuerdo –murmuré, mirando los cereales flotando en la leche–. Voy a llamar al oficial Ritter en el camino a la escuela. Él me dejó su número – mirando hacia arriba, no me sorprendí al ver que él ya había terminado su cereal–. Yo solo no entiendo por qué.

Palabras volaron a la punta de mi lengua, y yo quería tragarlas de nuevo, pero no pude. —No creo que esto es algo al azar. Como si Martinsburg de repente atrajo el interés de un asesino en serie –dije, mirando los músculos tensos bajo la espalda de su camisa–. Y sé que tú no crees que sea eso. —No –se dio la vuelta, recostándose simplemente no quiero asustarte. 15

contra

el

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Jensen estaba tranquilo mientras se lavaba su plato y lo colocaba en el lavaplatos. —¿La gente siempre tienen una razón para hacer cosas como esto?

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O tal vez yo no quiero entender por qué.

mostrador–. Yo

Hojuelas de maíz azucaradas

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Yo ya tengo miedo. –admití en un susurro. Su sorprendente cara se tensó. —Lo sé. Y odio eso. —Pero eso no cambia nada. Todo esto está relacionado. Yo sé que lo está. Él negó con la cabeza mientras su mandíbula trabajaba. —Pero, ¿qué? Tú no eras amiga de Vee y Mónica. Otra que vive en la misma ciudad y va a la misma escuela, todas ustedes no tienen nada en común. Pensé en la lista de nombres que había improvisado en mi cabeza, y mientras me quedé mirándolo, una sensación de malestar se instaló en la boca de mi estómago. —Pero nosotros lo hacemos. Jensen frunció el ceño. —¿Cómo? Tomó mucho decir el nombre. —Penn. Él miró fijamente hacia mí, ojos muy abiertos ligeramente. —¿Qué? Un escalofrío se apoderó. —Penn amaba cardenales. Incluso tú señalaste eso afuera. Vee y Mónica acostumbraban meterse con Penn, ¿recuerdas? En la escuela media, lo aterrorizaban. Así lo hizo Wendy. Y Brock y Mason… —Ella. –Jensen se apartó del mostrador, hundiendo una mano a través de su cabello húmedo. —¿Y ese día? –continué, ignorando la advertencia–. Nosotros fuimos tan malos como ellos. Sabes que lo fuimos. Tú y yo…

—¿Quién sabe? Pero no puede ser sobre él –sus manos se deslizaron sobre mis hombros mientras él dio un paso atrás–. Penn está muerto, Ella.

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Me encontré con su mirada pálida. —Explica los cardenales ¿entonces? ¿Por qué ellos?

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—Detente –Jensen cruzó la habitación, agarrando mis hombros. Un músculo marcado a lo largo de su mandíbula–. No sé lo que está pasando, pero no tiene nada que ver con el pasado, y Penn está en el pasado. Esto no tiene nada que ver con él. No puede, Ella.

Disparé a mis pies, de repente deseando no haber dicho nada. Di la vuelta, dirigiéndome hacia el vestíbulo. —Deberíamos irnos. —No –Jensen me alcanzó, bloqueando la puerta hacia la sala–. Sé que has dejado a la culpa comer encima de tu vida los últimos cuatro años. Sé que es por lo que comenzaste viendo ese psiquiatra.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mi estómago cayó. ¿Cómo había sabido sobre el Dr. Oliver? Él todavía había vivido aquí en Martinsburg y nosotros aun hablábamos en ese punto, pero yo no le había dicho a él. Gavin sólo se enteró una vez que estuvimos en la secundaria y empezamos a salir. —Y ahora esta culpa se ha retorcido en algo más. ¿Cómo podría ser sobre Penn? Él murió hace cuatro años. —Sé cuánto tiempo lleva muerto. –le espeté, la ira corriendo hacia la superficie. Sus pálidos ojos brillaron a un azul profundo. —Entonces, ¿cómo en el mundo puede ser esto sobre él? —¡No lo sé! –grité, arrastrando dentro una respiración profunda–. Tal vez alguien está haciéndonos pagar por lo que hicieron, por lo que ¡hicimos! Jensen se echó hacia atrás como si lo hubiera abofeteado. Miró fijamente hacia mí. —Nosotros no hicimos nada. Una corta carcajada se me escapó. —¿Cómo puedes decir que no lo hicimos? Porque lo hicimos, Jensen. Gavin nos dijo que no, que Penn no estaría bien con ello, pero no escuchamos a Gavin en absoluto. —Oh, Dios mío... –Él negó con la cabeza mientras miraba hacia mí. Varios grados de horror e incredulidad cruzaron su rostro–. ¿Tú piensas...? Él no tenía que terminar la frase, porque sabía a dónde estaba dirigiéndose, y él hizo lo mismo. No miré lejos mientras luchaba con mi próximo aliento.

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Aspiré el aire. —¿No lo hicimos?

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Jensen rompió hacia delante, apretando mis mejillas. Su amplia mirada buscó la mía mientras me mantuvo en el lugar. —Nosotros no matamos a Penn, Ella.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

M

encionar a Penn fue un asesino de conversación.

Jensen estuvo estoico mientras me llevó a la escuela, y terminamos teniendo que aparcar en la parte posterior del aparcamiento. Rayos de sol estaban empezando a romper a través de las gruesas nubes grises, levantando algo del frío en el aire. Caminé por delante de Jensen, enojada con él y conmigo misma. Sabía que sonaba loca, que nada de lo que sucedió hoy tendría algo que ver con Penn, pero Jensen no había necesitado mirarme con tanta lástima tampoco. Como si estuviera perdiendo la cabeza al insistir en tal cosa. No debería haber dicho nada. Y no debería haberlo dejado quedarse la noche anterior, dormir en mi cama, y casi besarme tampoco.

Sus ojos se estrecharon. —Sólo estoy haciéndote saber que hay un montón de cosas que todavía necesitamos hablar. —No quiero hablar de Penn.

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—¿Qué? –le pregunté, tratando de tirar de mi brazo libre.

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Jensen me alcanzó cuando llegué a la puerta. Capturando mi brazo, me tiró fuera del camino de los demás. Varios estudiantes miraron en nuestra dirección.

—No de él. No es nada de eso –su mano se deslizó hasta mi codo mientras bajó su cabeza a la mía–. Estoy hablando de nosotros. —¿Nosotros? –chillé.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Sí, tenemos que hablar de lo que pasó entre nosotros esta mañana – dijo–. No creo que me haya olvidado de eso. Molesta por el giro en la conversación y, desafortunadamente, encendida por él, cavé profundo, enganchando la irritación de lleno en mis venas. — Bueno, yo sí. —Oh –Jensen se rió–. Eso es dudoso. Apreté los dientes hasta que mi mandíbula dolía. —No hay nada de qué hablar. —Hay mucho de qué hablar –corrigió, y luego sonrió–. Y vamos a hablar. —No vamos a ser… Jensen me arrastró contra su pecho y bajó la cabeza hasta que sus labios no estaban ni siquiera a una pulgada de los míos. Aire filtró fuera de mis pulmones. Estaba tan cerca que podía sentir el calor de su aliento, casi saborear su beso. Mis ojos se cerraron mientras un disturbio de sensación se disparó a través de mí. Cuando habló, sus labios rozaron los míos. —Exactamente. Mis ojos se abrieron. Jensen me dejó ir y guiñó un ojo. Él cogió el borde de la puerta, manteniéndola abierta. —Será mejor que entres o vas a llegar tarde.

—Tuvo que ser él –dijo una chica–. Él estaba saliendo con ella y ¿nadie sabía? Mi columna se puso rígida.

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Se echó a reír, y si bien el sonido era todos los tipos de encantador, quería soltarle una patada en la parte posterior de la cabeza. En su lugar, le disparé una mirada oscura antes de girar en torno a un grupo de personas cerca de la entrada al gimnasio. Mientras más cerca estaba de ellos, podía oír retazos de su conversación.

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Por un momento, lo único que podía hacer era mirarlo fijamente, y luego salté fuera. —Cretino. –dije, vociferé pasándolo.

Un chico menor se encogió fuerte de hombros. —Sí, pero vamos, ¿Gavin? Yo no lo creo. —Lo que sea. Si estas ocultando una relación, hay una razón –otra chica argumentó–. Tal vez ella estaba embarazada y él la mató.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Oh Dios mío. —Pero ¿qué pasa con Mónica? O... o ella. Pivoteé alrededor, sujetando a cada uno de ellos con una mirada. — Gavin no tiene nada que ver con lo que está ocurriendo. No les di la oportunidad de responder, giré sobre mis talones y cogí mi ritmo. En el momento en que llegué al primer periodo, yo estaba lista para Karate con cualquiera que mirara hacia mí un segundo más de lo que yo sentía era necesario. Toda la escuela tuvo que haber oído hablar de la relación oculta de Gavin con Vee. Dios, eso no se veía bien. Nada de esto lo hacía. Me dejé caer en mi asiento mientras mis pensamientos se desenredaron, vagando de nuevo a la conversación de la mañana con Jensen. Nosotros no matamos a Penn. Tenía razón en el sentido de que no habíamos hecho físicamente una cosa a Penn, pero eso no quería decir que estábamos carentes de responsabilidad cuando se trata de lo que le había sucedido. Deberíamos haber sabido mejor, pero habíamos sido egoístas y tan, tan desleales. Sucedió en el otoño de nuestro séptimo año, justo cuando Jensen había comenzado a crecer en sus largos brazos y piernas, y justo cuando empecé a notar realmente cómo él sonreía, y cómo sus ojos parecían cambiar de color dependiendo de su estado de ánimo.

Yo no lo estaba. Tal vez fue durante esos largos descansos de la tarde, cuando en el fondo sabía que iba a perder a Jensen por las frías y más bonitas amigas. Quizá por eso había sido tan fácil para mí que olvidé a alguien que había sido un amigo para mí desde que podía recordar.

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Las chicas como Wendy y Mónica empezaron a llegar alrededor de nuestra mesa de almuerzo y dando vueltas a nuestro pequeño grupo cuando nos dirigimos afuera. Gavin, Penn, y yo sabíamos que era a causa de Jensen, a pesar de que él parecía estar ajeno a ello.

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Y yo no había sido la única en darse cuenta.

Pero la caída había sucedido después de que habíamos jugado verdad o reto, en la casa del árbol, cuando Jensen me había besado y Penn había preguntado si seríamos amigos para siempre.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Pasaron dos semanas antes de Halloween y para la última semana o así, Penn había sido feliz. Su cumpleaños se acercaba y sus padres estaban planeando una combinación de Halloween con el evento, y a pesar como los niños eran en la escuela, él estaba emocionado. Entonces Brock decidió tener una fiesta en su casa, el mismo día que la de Penn, y Jensen fue invitado. Mirando hacia atrás, me preguntaba si Brock lo había hecho a propósito. Se había enterado de los planes de Penn y lo hizo. Parecía infantil, pero de la forma en que otros habían tratado a Penn, a lo que Jensen y yo habíamos decidido, me había dado cuenta rápidamente de que no importaba cuán jóvenes eran las personas, eran realmente capaces de cualquier cosa. Jensen había querido ir a la fiesta de Brock. Después de todo, su hermano y Brock eran amigos, pero no habían querido ir solo, por lo que, a su vez, él me había invitado. Y yo no había querido dejar ir a Jensen a la fiesta sin mí, no cuando Wendy y Mónica estarían allí. No sé por qué era tan importante ir a la fiesta de Brock, solo nosotros siendo estúpidos y jóvenes. Pero Jensen y yo habíamos planeado hacer ambas, ir a la de Brock y luego a la de Penn. Cuando Gavin se había enterado, él nos había dicho que no lo hiciéramos, que si Penn se enteraba, estaría dolido, pero no lo escuchamos. Así que el día de la fiesta de cumpleaños de Penn, Jensen y yo habíamos ido a la de Brock, totalmente con la intención de salir temprano, pero eso no fue lo que pasó. A pesar de que Jensen había permanecido a mi lado todo el tiempo, sin hacer caso de las otras chicas, no salimos temprano. Ni siquiera podía recordar por qué. Nos habíamos perdido la noción del tiempo.

Penn había parecido bien, sin embargo, y cerca de dos semanas habían pasado. Me había olvidado de eso, y luego después de la escuela, yo hice lo que siempre hacía. Me deslicé en mis zapatos y salí a correr. Yo estaba planeando reunirme con los chicos en la casa del árbol, así que es hacia donde me dirigí, pero había estado temprano. Se suponía que nos encontraríamos a las 4:30 pm, y eran las 4:14 pm cuando chequeé mi reloj mientras la casa del árbol aparecía a la vista.

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Y al día siguiente, durante el almuerzo, Penn había descubierto dónde habíamos estado cuando Brock oh-tan casualmente lo mencionó al pasar nuestra mesa. Para este día, nunca olvidaré lo pálido que él se quedó o cómo seguía diciendo que estaba bien cuando Jensen y yo nos disculpamos repetidamente.

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Nos perdimos la fiesta de Penn.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Recordé desacelerar, sacudiendo la quemadura de mis piernas, y había sido como si el tiempo avanzó lentamente mientras había arrastrado dentro bocanadas profundas del aire otoñal. Yo había empezado a subir las escaleras cuando algo en el suelo, en el otro lado había llamado mi atención, y me acuerdo de dejar ir los tablones de madera, de caminar alrededor del árbol. Me encontré a Penn tumbado en el suelo. Penn había estado tumbado boca arriba, con el cuerpo tendido, una pierna debajo de la otra. Su cuello no había parecido bien. Nunca había visto a una persona muerta antes de eso, pero sabía que él estaba muerto. Lo supe inmediatamente. Al principio, las autoridades lo habían llamado un trágico accidente. Que Penn había entrado en la casa del árbol y se había caído accidentalmente. La cosa era, Penn nunca entraría a esa casa del árbol solo, y no podía entender por qué ese día sería diferente. Pero entonces, como una pesadilla desarrollándose, sus padres encontraron la nota de suicidio de Penn en su habitación, dos días después de que Penn había muerto. Supuestamente sólo una frase había sido escrita. No puedo soportarlo más. Toda una vida resumida y terminada en una frase.

No habíamos matado a Penn con nuestras propias manos, pero habíamos ayudado e instigado. Sabíamos que había estado teniendo problemas, sus padres peleando mucho, los niños en la escuela metiéndose con él. Habíamos sido la gota que colmó el vaso, y no pasaba un día por el cual nos hubiera gustado haber hecho una mejor decisión.

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Ninguna de esas preguntas realmente importaba entonces, porque sabía lo que había hecho con él, que lo había empujado al límite.

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Penn había subido a la casa del árbol y luego saltó de ella. Muchas personas habían hablado después. ¿Por qué nadie había sabido que Penn había sido intimidado tan mal? ¿Por qué nadie había visto los signos de depresión? ¿Por qué estaba una casa del árbol lo suficientemente alta que si alguien caía fuera de él, podrían romperse el cuello?

Habríamos elegido a Penn.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Jensen se unió a Heidi y yo en el almuerzo, y para entonces, la mayor parte de mi actitud enojada se había desvanecido en el cansancio. Durante toda la mañana todo el mundo hablaba de Gavin. Acerca de Vee y sobre Mónica. A los ojos de nuestros compañeros de clase, Gavin era un asesino en serie. —Me gustaría que hubiera algo que pudiéramos hacer. –le dije, mirando hacia abajo a mi lasaña. —¿Acerca de? –preguntó Jensen, y me di cuenta que yo asumí que todo el mundo sabía lo que yo estaba pensando. —Acerca de Gavin –puse mi tenedor en el plato, suspirando–. Todo el mundo está hablando de él. —Lo están –Heidi frunció el ceño–. Y nadie realmente me habla, así que sí he oído de él, lo que realmente quiere decir que todo el mundo está hablando de ello. Me atreví a dar un rápido vistazo a Jensen. Su barbilla inclinada hacia abajo, él estaba tirando de su lasaña aparte capa por capa, como si estuviera buscando algo oculto en ella. —Necesitamos demostrar que Gavin no hizo nada. Jensen miró arriba, sus cejas levantadas. —¿Y cómo íbamos a hacer eso? —Esa es una buena pregunta. –Heidi añadió, torciendo los largos mechones de cabello rojo en una trenza. —No he llegado tan lejos en mi proceso de idea. –me quejé.

—Está podemos podemos que debe

bien. Tal vez un poco, pero vamos a ver esto en serio. ¿Qué hacer realmente? La policía está investigándolo, y no es cómo si lanzar nuestra propia investigación. Ninguno de nosotros sabe lo buscar.

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—¿No lo eres?

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—Bueno, considerando que no eres Nancy Drew, y yo no soy uno de los Hardy Boys, no estoy exactamente seguro de lo que podemos hacer –un lado de sus labios se inclinó cuando miré hacia él–. Mira, no estoy siendo un listillo.

—Otro buen punto –Heidi intervino, y yo estaba empezando a preguntarme si ella iba a ser alguna ayuda–. No puedes ir y echar un vistazo a la granja. Esa es una escena del crimen y la policía ha sacado todo lo que hubiera sido considerado como evidencia.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Y no podemos llegar a esa evidencia –él clavo su lasaña–. A menos que sepas cómo irrumpir dentro de una estación de policía, lo cual si lo hicieras, sería del tipo caliente. Rodé mis ojos. —Esto es la vida real –la mirada de Jensen encontró la mía–. No es un libro o un programa de televisión donde los adolescentes se convierten de repente en los investigadores experimentados. No somos detectives privados, y lo último que quiero hacer es ponerte a ti misma en peligro. Había muy poco que podía decir a eso. Jensen y Heidi estaban en lo cierto. Ninguno de nosotros incluso sabría por dónde empezar. Infierno, me había olvidado de llamar al oficial Ritter sobre el maldito pájaro de esta mañana, así que ya hice de pésima detective. Heidi se inclinó sobre la mesa, apretando mi mano. —La policía va a encontrar algo que demuestre que Gavin no tuvo nada que ver con lo que le pasó a Vee o nada de eso. Ellos probablemente ya lo tienen, y cuando encuentren a la persona detrás de esto, Gavin no tendrá nada de qué preocuparse. —Bien –forcé una sonrisa que no sentía–. Tienes razón. Sus ojos verdes se iluminaron. —Lo sé. —¿Quieres mis melocotones? –Jensen deslizó su bandeja hacia la mía. Mi mirada se desvió de él a la fruta. —Sabes que quieres eso. –convenció.

Mordiendo mi labio, traté de detener la sonrisa formándose. Recogí mi tenedor, sin embargo, y recogí los melocotones. —Gracias. —Uh huh.

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—¿No es así? –Él le lanzó una sonrisa descuidada por encima del hombro, el tipo que dejaba una senda de chicas en el medio– . Deliciosamente sucio.

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Heidi se rió. —Eso suena muy sucio.

Tomé un bocado de la bondad del azúcar y un poco de su jugo goteó, escapando de la esquina de mis labios. Alcancé mi servilleta, pero nunca lo hice.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Lo conseguiré. –Antes de que pudiera reaccionar, Jensen bajó la cabeza, inclinándola así parecía como si él estaba besándome, y pensé que eso era lo que iba a hacer. Me tensé. Nuestro primer beso real estaba a punto de pasar en la cafetería de la escuela. Excepto que no me besó, no realmente, pero el rápido movimiento de su lengua captó el jugo en mi labio inferior. Di un grito ahogado mientras el calor zumbaba de mis labios, rugiendo a través de mi cuerpo. Jensen se apartó, sus ojos de un azul cristal detrás de una gruesa franja de pestañas. —Mmm, rico. —¡Dios mío –susurró Heidi, su mano presionó contra su pecho–. Creo que me quedé embarazada viendo eso. Mis mejillas reventaron con calor y estaba por arrancar trepando bajo la mesa, gritando hacia Jensen, y agarrándolo y fusionar nuestras bocas cuando una sombra apareció. En una especie de aturdida y mi labio hormigueando, miré hacia arriba. Brock se quedó allí, mirando hacia abajo a Jensen. —Oye, ¿tienes un segundo? Él se echó hacia atrás, inclinando la cabeza hacia un lado. —No en realidad no. Sorpresa salpicó a través de su cara y luego miró hacia mí. Los huecos de sus mejillas comenzaron a ponerse rojo. —¿En serio? —¿Me veo como que estoy bromeando?

—Guau –los ojos de Heidi estaban muy abiertos, mirando a Brock retirarse con rigidez a su mesa–. Él no estaba feliz contigo. Jensen se encogió de hombros. —No estoy preocupado por él.

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La expresión de Brock se oscureció mientras su mirada se posó en nosotros, enviando un escalofrío derecho por mi columna vertebral. —Lo que sea, hombre. Nos vemos luego.

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Whoa. Mis ojos se abrieron. ¿Qué pasaba con la actitud?

La cosa era, cuando pensé acerca de la granja y cómo Brock había desaparecido, yo tipo lo estaba.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Fue en la clase de arte, cuando me acordé que tenía una cita con el Dr. Oliver después de la escuela. Jensen se ofreció a llevarme, y mientras yo argumenté que podía llevarme yo misma, él no cedió hasta que a regañadientes le permití que me llevara. Y esperó por mí. Él prometió un batido después, lo que hizo no estar de acuerdo la cosa más difícil de hacer, porque me vendría bien un batido. La oficina del Dr. Oliver estaba en la avenida Foxcroft, en el tercer piso de un edificio de ladrillo, y mientras me bajaba del ascensor, me di cuenta de que el débil olor antiséptico todavía se aferraba a cada respiración que tomaba. Mis sandalias eran silenciosas contra la alfombra marrón desgastada cuando hice mi camino por el pasillo estrecho que era demasiado familiar. El cristal de la puerta de adelante era borroso afuera. El Dr. Oliver tomó muy en serio la privacidad. Sabía que no debía golpear. No había recepcionista en la noche. Pasé las palmeras en maceta y me detuve en la segunda puerta que estaba entreabierta. —¿Hola? —¿Ella? –El Dr. Oliver llamó–. Sigue adelante y entra.

Sabiendo que iba a hacer su cosa de encogerse no importaba la forma que respondiera, me decidí ir con honestidad. —Cansada. —Lo imagino. Tu madre ha dicho que no has estado ¿durmiendo bien? – atornilló la tapa en el frasco y lo dejó a un lado. Volviendo hacia mí, él se quitó las gafas de marco de alambre y sonrió. Él lucía de la misma manera como lo recordaba, oscura barba recortada, ojos marrones, escaso cabello en el cuero cabelludo.

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—¿Cómo estás hoy? –preguntó cortésmente.

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Respirando hondo, abrí la puerta. El buen doctor estaba de espaldas a mí, agitando una lata pequeña sobre su gran acuario. El tipo también estaba obsesionado con su pez. Tomé asiento frente a su escritorio sin ser notada.

Asentí. —No he estado durmiendo bien.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Debido a los ataques y situaciones posteriores, me imagino –se dejó caer en su silla, deslizando sus gafas–. Ya sabes lo de siempre, Ella. Tragando un suspiro, me hundí en la silla. Por supuesto, lo de siempre. Hablar acerca de mis sentimientos. Hablar sobre mi miedo. Blah blah. Pero yo quería conseguir su arriba y abajo. Había un batido de fresa al final de esta nube oscura. Así que le dije cómo me sentía, cómo estaba asustada. Admití que estaba teniendo pesadillas, que cada pequeño sonido me hacía saltar de mi piel. El Dr. Oliver escuchó en silencio, como siempre lo hacía, dedos juntos bajo su barbilla. Cuando terminé, él saltó totalmente justo dentro de lo inesperado. —Así que has estado pasando el rato con Jensen Carver de nuevo. Mis cejas subieron a mi frente. Exactamente cómo él fue desde mi miedo a ser asesinada a como yo estaba pasando el rato con Jensen, estaba más allá de mí. —¿Como sabes? Él sonrió cuando golpeó un dedo en su sien. —Soy psíquico. Me quedé mirándolo. El Dr. Oliver suspiró. —La ventana da al estacionamiento delantero – hizo un gesto a sus espaldas–. Te vi salir de su camioneta. —Oh. —De todos modos –sacó la palabra fuera, y yo esbocé una sonrisa– . ¿Cuándo ustedes chicos empezaron a hablar? ¿Después de la noche del ataque? –Cuando asentí, sus dedos volvieron a su barbilla–. ¿Y cómo es su relación?

Mis labios se fruncieron. Una ceja se levantó. Suspiré de nuevo. —Un poco, supongo. Quiero decir, es algo difícil no pensar en... en él, pero nosotros no hablamos de él.

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—Uh huh –hubo una pausa–. Llegar a ser cercana con Jensen de nuevo, ha estado provocando ¿nada?

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Podía sentir el calor arrastrándose a través de mis mejillas. —Está bien.

—Tal vez ustedes dos deberían.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Me mordí el interior de mi mejilla. Teniendo en cuenta que habíamos hablado de Penn esta mañana, no era algo que quería repetir inmediatamente. —Siempre he dicho que la manera que Jensen ve lo que pasó con Penn sería de valor para ti –El Dr. Oliver bajó las manos–. Él no se siente de la misma manera que tu lo haces. No es que Jensen no sentía ningún remordimiento. Yo sabía que lo hizo, pero él era, como el Dr. Oliver lo puso, pragmático sobre las cosas. Jensen creyó que no importa lo que habíamos hecho o dejado de hacer, Penn eventualmente se habría quitado la vida de cualquier manera. Penn, obviamente, tenía problemas. Acepté parte de eso, y me había tomado mucho tiempo darme cuenta de que nuestro único acto singular, no había conducido a Penn a quitarse la vida, pero que había sido el punto de inflexión. —¿Todavía te sientes responsable de la muerte de Penn? El respiro que exhalé era inestable mientras encontré la mirada del Dr. Oliver. Una parte de mí quería mentir, porque sabía que si le decía que sí, esta cita iba a continuar mucho más tiempo del que yo quería. Pero supongo que el tiempo de honestidad había terminado. —A veces me... me olvido de ello. Quiero decir, realmente no olvido por completo, pero no creo en ello. —Eso es normal, Ella.

Presionando mis labios juntos, crucé los brazos sobre mi pecho.

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—Nadie está diciendo que necesitas olvidarte de él, Ella, pero la vida continúa. Siempre ha sido así y será. Dejando que suceda no es una falta de respeto a la memoria de Penn –dijo pacientemente y luego se echó hacia atrás, enganchando una pierna sobre la otra–.Tienes que aprender a dejar ir esta culpa.

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Hice una mueca. —No parece justo sin embargo –yo no quería continuar, pero el Dr. Oliver me estaba dando esa mirada que decía que estaría sentado allí y miraría hacia mí hasta que lo hiciera–. No me quiero olvidar de él, olvidar a Penn. Era... él era mi mejor amigo. Yo crecí con él – mi voz se volvió ronca–. No es correcto solo olvidarse de él.

Su mirada se volvió astuta. —Tú no mataste a ese chico. Tampoco Jensen. Eligiendo ir a una fiesta sobre otra no te hace responsable. Apesta –dijo, levantando las manos a los lados antes de presionarlas juntas bajo su barbilla–. Es una serie de eventos desafortunados, pero nada de lo que ustedes dos hicieron es igual a la propiedad de la culpa.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Quería creer eso tanto. —¿Qué pasa con Mónica? ¿Vee? —¿Qué hay de ellas? —Se metieron con él sin descanso. ¿Son culpables? El Dr. Oliver no respondió durante un largo rato. —Cuando intimidas a alguien, metiéndose con ellos día tras día, quitándole su propia autoestima y confianza, su misma voluntad para vivir, entonces tienes la propiedad de la culpa. Y lo que ellas hicieron con él es muy diferente a lo que tú y Jensen hicieron. Tú sabes eso. Asentí. —Voy a ser franco contigo –dijo, y eduqué mi expresión en blanco–. Lo que estás sintiendo, la ansiedad y el miedo, incluso las pesadillas, después de un ataque violento es normal. Probablemente vas a experimentar eso durante algún tiempo, tal vez incluso hasta que ellos aprehendan a la persona responsable, pero no está afectando tu vida diaria. Así que eso es bueno. Y también creo que es genial que estés reconectando con Jensen. En cierto modo, llegar a conocerlo de nuevo es el paso correcto que estas tomando. —¿Lo es? Él asintió con la cabeza, tirando de un paquete grueso de su escritorio. —Todo es cuestión de finalmente dejar ir el pasado, y ya es hora de que lo hagas. Realmente no había pensado de esa manera. —Pero yo voy a escribirte algo para ayudarte a dormir –él escribió a través del paquete y luego arrancó el trozo de papel fuera–. El sueño es importante.

Mi mirada cayó a su letra apenas legible. —¿Puedo preguntarle algo? Se recostó en su silla, enganchando una pierna sobre la otra. —Puedes.

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—Tan bien como cualquiera de nosotros. –una rápida sonrisa cruzó su rostro.

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Tomé el papel. —Así que ¿estoy bien?

—Usted es un psiquiatra, correcto. Su ceja se arqueó de nuevo. —En algunos días.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Sonreí ante eso. —Lo que quiero decir es, que eres un doctor de cabeza, y con... lo que ha estado sucediendo por aquí, ¿por qué?... ¿Por qué cree usted que alguien está haciendo esto? —Ah... bueno, no creo que haya una respuesta simple a esa pregunta – dijo–. Hay personas que matan por la emoción de eso, asesinos emocionales. No hay rima o razón del por qué. Sus víctimas suelen ser al azar, y tienden a moverse, no quedarse en una ciudad o lugar. —¿Y usted no cree que ese es el caso aquí? —No creo que hay suficiente evidencia para decir eso de cualquier manera, pero me sorprendería si eso es lo que la policía tiene en sus manos. La gente mata por diferentes motivos, la codicia, el amor, el odio – hizo una pausa, su mirada encontrándose con la mía–, la venganza. Así sucesivamente. Y si la policía puede encontrar un motivo vinculando el asesinato con la desaparición y el ataque, entonces encontraran su tipo. Giré eso otra vez en mi cabeza. —¿Pero que si no hay un motivo? El Dr. Oliver se inclinó hacia delante, la silla crujiendo bajo el cambio en su peso. —Asesinos emocionales son raros, Ella. Casi siempre hay un motivo. Y la mayoría de las veces es lo que está mirándonos derecho a la cara. Un escalofrío bajó por mi espina dorsal. —Quiero verte en tres semanas –dijo, reclinando atrás–. Solo en caso de que no estés bien. Ahora sal de mi oficina –sonrió–. Mi esposa está haciendo espaguetis para la cena. No quiero llegar tarde.

Anoche había dormido muy bien. Inclusive despertando tan pronto como lo hice, de todas formas conseguí más sueño que el que tuve en días. Pero no era como si Jensen podría ser mi cama-colega para siempre.

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Dejando la oficina con mi marca azotada por la nueva receta de pastilla para dormir en el bolsillo de mis jeans, me deslicé por la puerta, cerrándola detrás de mí silenciosamente. Me dirigí por el pasillo, leyendo la prescripción. Pastillas para dormir. ¿Debería tomarlas? Tan demacrada como parecía, las necesitaba.

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Le sonreí a pesar de la frialdad que su observación había dejado atrás. —Muy bien. Adiós.

Por supuesto, inmediatamente pensé en lo de esta mañana, de como él se sentía contra mí, y luego en el almuerzo, cuando él.... ardiendo mi cara, palmee mis manos sobre mis mejillas mientras doblé la esquina y caminé directamente a alguien.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Tragando un grito, me tropecé hacia atrás, golpeando la pared detrás de mí. Unas manos fuertes se asentaron sobre mis hombros, estabilizándome. —Whoa, ¿estás bien? –preguntó Gavin. Apreté mis manos, receta y todo, sobre mi pecho. —Oh, Dios mío, me asustaste. —Bueno, caminabas alrededor de la esquina con las manos sobre la cara. Dudo que hubieras visto a nadie –una leve sonrisa apareció–. ¿Estás segura de que estás bien? —Sí, yo sólo no estaba prestando atención –mirando hacia arriba, me fijé en la tez pálida y las profundas sombras bajo sus ojos–. ¿Tú estás bien? Sus cejas se arrugaron juntas. —Por supuesto que lo estoy. —Te ves... —¿Cansado? –suministró, y una risa seca salió de él–. Bueno, como sabes, la escuela ha sido un poco perra esta semana. Hice una mueca. —Lo siento. Realmente siento que estés pasando por esto. No es justo. —Sí, pero creo que Vee consiguió realmente el injusto trato al final. —Cierto. –mi estómago cayó un poco. Las manos de Gavin aún estaban sobre mis hombros. —¿Qué estás haciendo aquí? ¿Estás viendo al Dr. Oliver de nuevo?

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—Ayudando a mis padres. Están limpiando oficinas. Me tengo que quedar con ellos por la noche –sus dedos se cerraron sobre mis hombros, enredando en mi pelo–. En realidad, me alegro de encontrarte. Tal vez podríamos tomar algo para comer. Estoy seguro de que mis padres lo entenderían.

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Asentí. —Sí, después de todo mamá pensó que sería una buena idea – jadeé el bolsillo de mis jeans–. No he estado durmiendo bien y yo... – entonces me di cuenta. Fruncí el ceño–. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Oh, yo... —Me vendría bien un amigo en este momento.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mi corazón doliendo. Envolví mis brazos alrededor de él, apretándolo fuerte mientras la simpatía me ahogaba. —Lo sé, pero no puedo esta noche. ¿Y mañana después de la escuela? Los brazos de Gavin me rodearon, y él bajó la barbilla a la parte superior de mi cabeza. Su pecho se levantó con una respiración profunda. —¿Qué haces esta noche? —Um, voy a conseguir un batido con Jensen –dije, y Gavin inmediatamente se endureció contra mí–. Él me trajo aquí. Él está esperando afuera. —Él está esperando por ti –repitió lentamente. Se echó hacia atrás, dejando caer sus brazos–. Así que ¿son Jensen y tú una cosa? —¿Qué? No –metí mi cabello detrás de mi oreja. Eso desde luego no era cierto. Sin duda nosotros somos algo–. Eso no importa, Gavin. Podemos hacer algo mañana. O tal vez esta noche si… —Olvídalo –Gavin se dio la vuelta–. Te veré más tarde. —Espera –me empujé fuera de la pared, siguiéndolo por el silencioso pasillo–. Gavin, vamos. No… —No, ¿qué? –giró sobre mí, cara moteada–. ¿No cayó el uno por el otro? Porque no es eso lo ¿qué estás haciendo? Tú me caíste a finales del año pasado, y ahora estas ligando con ¿Jensen? Lo miré boquiabierta. —Espera. No es así en absoluto.

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Conseguir una bofetada en la cara se habría sentido mejor. Las lágrimas corrieron arriba de mi garganta mientras negaba con la cabeza. Él me miró un segundo más y dijo: —Ustedes dos son realmente perfectos el uno para el otro. Tienes eso.

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—¿No lo es? Podrías haberme engañado. Después de todo, tienes el hábito de hacer esto, ¿verdad? Tú y Jensen, ambos. Siempre avanzando a algo mejor. ¿No es eso lo que le hiciste a Penn? ¿Y no es eso lo que Jensen hizo a ti?

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

M

ás tarde esa noche, después de compartir una taza de té caliente y hablar a mama de mí cita con el Dr. Oliver, tiré las mantas de fondo de mi cama. Un ligero aroma cítrico se aferró a las sábanas. Tan asqueroso como sonaba, tendría un tiempo difícil cambiando mis sábanas después de eso. La prescripción que el Dr. Oliver me había escrito estaba sobre mi escritorio, y no estaba segura de si yo conseguiría llenarlo. Sí, quería dormir toda la noche, pero esas cosas me golpeaban el infierno fuera y despertar de ellos siempre tomaba una cantidad intempestiva de tiempo. Después de cambiar a mi pijama, me fui al baño, me lavé la cara, me lavé los dientes, e hice mi rutina nocturna. Di un paso atrás en mi habitación y me quedé en la cama. Tomé una respiración profunda y… Un suave golpe en la ventana de mi habitación me hizo saltar al menos un pie en el aire. Pegué mi mano sobre mi boca. ¿Qué demonios? Arraigada a donde estaba, me pregunté si estaba oyendo cosas.

Mi corazón saltó en mi pecho.

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Bueno. La probabilidad de un asesino dando un golpecito en mi ventana para entrar tenía que ser raro. Eso es lo que me dije a mí misma mientras me acercaba a mi ventana. Lentamente, tiré las cortinas atrás.

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El golpecito silencioso vino de nuevo.

En el otro lado de mi ventana, Jensen estaba sentado en mi techo. Sonriendo como si esto no era anormal o nada, señaló el alféizar de la ventana.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Por un momento, todo lo que podía hacer era mirar hacia él y luego miré por encima de mi hombro. La puerta de mi dormitorio estaba cerrada, pero si mamá venia aquí... No sería bonito. Pero no podía dejar a Jensen afuera sobre mi techo. Eso estaría... um, mal. Sacudiendo la cabeza, lentamente abrí la ventana. —¿Que estás haciendo? –susurré. —Mirando las estrellas. –susurró, sus ojos brillando en la oscuridad. Entrecerré los ojos. —¿En mi casa? —¿Por qué no? Todo lo que podía hacer era mirarlo. —¿Qué? –Su sonrisa se volvió maliciosa mientras agarraba los bordes de la ventana–. Tu techo es mejor que el mío. ¿Y sabes qué más? —¿Qué? —La audición de tu madre es mejor que la mía. Así que debes dejarme entrar antes de que ella me atrape en su techo. No tenía ni idea de cómo él estando dentro de mi habitación significaría que mi mamá no le escucharía, pero me encontré dando un paso al costado. En el lapso de cinco segundos, él estaba dentro de mi habitación, poniéndose de pie fluidamente y viniendo en toda su estatura.

—Es por eso que Dios hizo los teléfonos celulares, Jensen. Su barbilla bajó mientras miraba hacia mí a través de espesas pestañas. —Tonto Ella, Dios no hizo los teléfonos celulares. Algún nerd sumamente brillante probablemente lo hizo.

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Llegando alrededor de mí, agarró el control remoto y encendió el televisor. El volumen silenciando nuestra conversación. —Quería hablar contigo.

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La primera cosa que me di cuenta ahora que estaba dentro de mi habitación, en la luz, era que estaba vestido para dormir. —¿Qué estás haciendo aquí? –pregunté.

Rodando mis ojos, le di una palmada en el brazo. —No deberías estar aquí. —¿Dónde debería estar? –dio un paso hacia mí.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Di un paso hacia atrás. —No en mi habitación esta noche. —Hmm... –Avanzó hacia mí, respaldándome hasta que me apreté contra la puerta–. Pero supongo que es mejor que la ¿mía? Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras él colocaba una mano al lado de mi cabeza. Me quedé mirando su brazo, tomando en el músculo ropey que desapareció bajo la manga de su camisa. —¿Qué? Su cabeza cayó, su voz un escalofrío contra mi oído. —Tu cama es mucho mejor que la mía. Me mordí el labio mientras su boca rozó mi oreja. —Estoy segura de que no es el caso. —Lo es –llegó a mi alrededor de nuevo. Un segundo después oí la cerradura de la puerta, y la sangre retumbó a través de mis venas–. ¿Acaso Gavin pasó? Yo le había dicho acerca del encuentro con Gavin, cuando estaba dejando la oficina del Dr. Oliver. —No, yo traté de llamarlo, pero no me respondió. —No estoy sorprendido. –su mano se posó en la curva de mi cadera. —¿No lo estás? –el material de mis pantalones cortos para dormir era delgado, y el calor de su tacto era como una marca en mi piel. —No –sus labios ahora rozaron el punto sensible debajo de mi oído y juro que mis rodillas se debilitaron–. No le gusta que tú y yo estemos juntos. Allí estaba un colibrí en mi pecho. El aleteo regresó con una venganza. —No estamos juntos.

La intensidad de Jensen, bajo la risita viajó a través de mi garganta. — Estamos sin duda juntos. Solo no hemos discutido los detalles de nuestra unión16.

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Mi respiración se cerró mientras su mano se deslizó hacia arriba, dejando un rastro de fuego a su paso. Su mano patinó sobre mis costillas.

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—¿No lo estamos?

—Unión no es una palabra.

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En ingles original Together-ness

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Ahora lo es –su mano se deslizó sobre la puerta y acunó mi mejilla. Él inclinó mi cabeza hacia atrás, y yo pensé que mi corazón iba a estallar desde mi pecho–. Así que vamos a hablar acerca de los detalles. Mis ojos se clavaron en los suyos, y no podía apartar la mirada. —¿No puede esta conversación esperar? —Nop. —Tú vas a conseguirnos tantos problemas. —¿Dónde está la diversión en nada si no hay riesgo? –su cabeza cayó una vez más, y él colocó un rápido beso en contra de mi pulso latiendo salvajemente–. Y no trates de distraerme. Estoy en una misión. Te quiero. Mi estómago dio una voltereta hacia atrás. Sus ojos se encontraron con los míos una vez más cuando su mano cayó de mi mejilla hasta el otro lado de mis costillas. Él me levantó mientras presionó deslizando una pierna entre las mías. Mis manos sujetaron hacia abajo sobre sus hombros hacia la impresión de él. —Y tú me quieres. –murmuró. Mis dedos se cerraron en su camisa. No se podía negar eso. Muy pocas personas en el universo podrían negar eso. —No estoy en ser amigos con beneficios. –le susurré. —Bien. Porque yo tampoco No contigo –añadió, sus pulgares moviéndose en círculos lentos–. Aquí esta otro detalle. No comparto. Es sólo yo. Tú. —¿Crees que normalmente salgo con más de una persona a la vez?

—Pregúntame. –dijo.

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Por la forma en que su cuerpo estaba presionado contra el mío, yo tenía una idea bastante clara de lo que quería. Lo misma cosa que Gavin quería de mí, pero que yo no había estado lista para dar.

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—No –sus labios presionados contra mi mejilla–. Pero yo sólo quiero aclarar eso. ¿Y sabes qué más quiero?

Mi aliento se estremeció. —¿Qué? —Yo quiero ser ese hombre, el único que cuando suene tu teléfono esperes que sea yo. El único que sostiene tu mano en el pasillo y en el almuerzo, y el tipo que llega para sostenerte. Quiero ser el único que consigue tocarte –susurró contra mi mejilla–. Quiero ser tuyo.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Allí estaba una rápida hinchazón en mi pecho, y si él no estuviera aferrándose a mí, yo sabía que flotaría hasta el techo. Sus palabras... eran hermosas. Posiblemente las palabras más como hey, hermoso culo. Dudaba que el Dr. Oliver hubiera querido decir todo esto cuando habló sobre Jensen y yo reconectando, pero sería una mentirosa si dijera que no quería esto, que no quería tomar esas palabras y mantenerlas cerca de mi corazón. Pero yo había querido eso antes –antes de que realmente entendiera nada de lo que estaba sintiendo– y él me había hecho daño. —Jensen, yo... —No me digas lo que estás pensando todavía. Mis ojos buscaron los suyos. —¿Cuándo quieres que te diga? —En un minuto. Una ceja se levantó. —¿En un…? La boca de Jensen estaba sobre la mía antes de que pudiera terminar la frase. Era un susurro de labios, un cepillado de los suyos contra los míos, como si estuviera planificando la sensación, probando mi respuesta. Cuando no me aparté, barrió sus labios con los míos, una vez más, y esta vez me besó. Él realmente me besó, y yo estaba nadando en emociones crudas, arrastrada por una marea hecha de él y yo y todo en nuestro pasado y todo lo que podría ser nuestro futuro. Le devolví el beso, siguiendo su ejemplo, y sus manos se deslizaron a mi cintura, y no había espacio entre nuestros cuerpos.

Mis células cerebrales se habían quemado. —No puedo pensar.

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Jensen se retiró, descansando su frente contra la mía. Su pecho subía y bajaba en respiraciones rápidas y superficiales. —Ahora –su voz era profunda, ronca–. Dime lo que estás pensando ahora mismo.

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Sosteniéndome contra él, exhaló un suave gemido, y sus labios quemaron los míos. Me besó hasta que ambos estábamos sin aliento, hasta que mis dedos se cerraron alrededor del suave cabello en la nuca de su cuello.

Sentí su mejilla levantarse en una media sonrisa mientras se estiró, apagando la luz del dormitorio. Luego él fue por mi mano. Tomándola en la suya, él me apartó de la puerta, hacia la cama. Abajo nos fuimos, nuestras piernas y brazos enredados juntos, y mi corazón latiendo tan rápido. Tumbados frente a frente, su cálido aliento contra la parte superior de mi cabeza, su corazón golpeando sólidamente bajo mis manos.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Puedes pensar ahora? –preguntó. Mi cerebro tardó para volver en línea. La neblina agradable que sus besos dejaron atrás nubló mis pensamientos. Tan cerca como estábamos no ayudaba tampoco. Levanté mis pestañas y mis ojos se encontraron con los suyos. Él estaba mirándome como si yo fuera algo valioso en su vida, para ser apreciada, y era cómo él siempre me había mirado en el pasado. En ese momento, el pasado irrumpió como un viejo amigo que ya no tenía nada en común contigo. Mientras miraba a los ojos de color azul claro, de repente no estaba segura de nada de esto, porque había tanto entre nosotros. Jensen pareció sentir el cambio en mí. —Estas pensando. —Lo estoy –era difícil decir las siguientes palabras, porque durante tanto tiempo yo había hecho nada más que correr y esconderme del pasado y de todo el daño. Yo no podía más–. Hay un montón... entre nosotros, Jensen –Mi voz era baja mientras yo hablaba–. Y dices que me quieres, pero me hiciste año antes. Tú... me avergonzaste. Sé que fue hace mucho tiempo, pero es difícil dejar ir eso. Sostuvo mi mirada por un momento y luego rodó sobre su espalda. Mirando hacia el techo, maldijo en voz baja, el sonido tan auto desaprobación–. Estás pensando acerca de esa noche. La noche. El estúpido baile. No me gustaba pensar en ello, porque después de todo con Penn, después de todos los años Jensen y yo habíamos conocido el uno al otro, él había hecho un idiota absoluto de mí antes de alejarse.

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Jensen no había respondido y en el silencio, mi mente volvió a varios años atrás, cuando me invitó al estúpido baile del día de San Valentín, lo que quería decir que yo le gustaba, también. Por supuesto nosotros teníamos, como trece años, pero el baile había sido una gran ocasión. Él me lo había pedido en el almuerzo, frente a Brock, Mason, las chicas, y Gavin.

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—Sí –murmuré, mirando a su perfil–. Simplemente no lo entiendo. Éramos realmente sólo niños, pero por qué... ¿por qué lo hiciste?

Incluso frente a la señora del almuerzo con el pelo muy rizado. Yo tuve a mi mamá comprándome este ridículo vestido rosa, y yo había conseguido arreglar mi cabello, y luego la noche del baile, papá me había dejado afuera y Jensen... bueno, nunca apareció. Todo el mundo pensó que era una broma. Gavin pensó que me había hecho lo que nosotros

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane hicimos a Penn un año antes, intercambiándome por algo mejor. Y Jensen nunca me había dicho por qué. Por supuesto, yo no le había dado mucha oportunidad. Cuando él vino a mi casa al día siguiente, no lo había dejado entrar, y fue entonces cuando le dije que no quería hablar con él de nuevo. —¿Por qué tiraste ese tipo de broma sobre mí? –susurré. —¿Una broma? –volvió su cabeza hacia la mía bruscamente, los ojos por muy poco–. ¿De verdad crees que yo haría eso a ti? ¿Qué pidiéndote salir era sólo una broma? —¿Que se supone que debo pensar? —Nunca conseguí esa oportunidad de decirte por qué no aparecí esa noche –sacudiendo la cabeza, su mirada se volvió hacia el techo–. Y no estoy diciendo que es tu culpa. Debería haberte dicho mucho antes de ese entonces, luego habrías entendido. Fruncí el ceño. —No entiendo. Su pecho se levantó con una respiración profunda. —Oh Dios, verás... hay algo acerca de mí, acerca de mi familia que nunca supiste. Demonios, nadie sabía realmente. No es que no quería decirte, pero mis padres... Era nuestro pequeño secreto sucio. —Está bien. Estoy realmente en una especie de confundida. ¿Secreto sucio? ¿De qué estás hablando? Abrió la boca y era como si tenía que conseguir su lengua alrededor de las palabras. —Jonathan, él era…

—¿Horrorizados de qué? –pregunté. Levantó las manos, alisando sus palmas por la cara. —Jon tenía un problema de drogas enorme.

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Jensen se movió de nuevo en su lado, frente a mí. –Jon... Tenía problemas, Ella. No mucha gente lo sabía. Sólo nosotros y algunos de sus amigos –sus pestañas bajaron–. Brock lo sabía, porque su hermano era cercano a Jon, pero mamá y papá estaban horrorizados.

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Whoa. Yo no estaba esperando que nada de lo que tenía que decir tuviera que ver con su hermano.

Parpadeé una vez y luego dos veces. —¿Qué? —Heroína –escupió la palabra–. Empezando su segundo año de la escuela secundaria. Durante un tiempo fue capaz de funcionar con él. No teníamos ni idea. Nada en absoluto. No hasta que empezó a engañarnos,

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane robando de ellos, de mí. Una vez él tomó mi dinero de cumpleaños que nuestra abuela me dio. Entonces era obvio. Lo enviaron a rehabilitación, lo consiguieron limpio, y todo el mundo pensaba que... ya sabes, escapó de sus garras. Fue a la universidad, pero él estaba usándolas de nuevo. Santa mierda, no tenía ni idea. Sus labios se volvieron hacia abajo en las esquinas. —Nuestros padres estaban tan avergonzados por ello. Como si ellos hicieron algo mal criándolo y que es por eso que él las usó. Durante mucho tiempo, yo no lo entendía. ¿Por qué? Él no tenía una vida de mierda. Él no estaba sufriendo por nada. Él sólo intentó una vez y supuse que él estaba siempre persiguiendo tan alto. No lo sé. No importa en realidad. ¿La noche que murió mientras dormía? Había una sobredosis. —Oh, Dios mío –le susurré–. Estoy tan… —No digas que lo sientes –me dijo–. La heroína hizo eso a él –hubo una pausa–. Sabes, creo que la gente se sorprendería por cuantas familias están escondiendo secretos como ese. —Probablemente un montón –no tenía ni idea de qué decir. Esto era algo que nunca supe y tantas veces mientras había visto Jonathan, nunca lo habría adivinado. —Tenía muchas ganas de ir a ese baile –dijo en voz baja, como si estuviera hablando consigo mismo–. Me gustabas entonces, ¿sabes? Más que una amiga. Durante un tiempo y bueno, deseo haberte dicho eso. Deseaba contarte acerca de Jon, pero no sabía qué decir acerca de él. Todo el mundo levantaba la vista hacia él, incluso a mí. Pensé que con el tiempo sus... sus problemas simplemente desaparecerían.

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—Sí –su garganta trabajó–. Jon había vuelto a casa esa tarde, todo jodido. Él terminó entrando en una pelea con papá porque él había tomado dinero de la bolsa de mamá de nuevo. La pelea era realmente mala y mamá... hombre, ella estaba casi histérica. Las cosas se salieron de control. La policía fue llamada y antes de darme cuenta, el baile ya había comenzado....

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Una imagen de un pasado que nunca sabía que existía empezó a formarse en mi cabeza. —Algo pasó esa noche.

Caray. Estaba perpleja. Todo este tiempo había creído que Jensen había tirado una broma desagradable hacia mí o lo había olvidado o un número de otras cosas patéticas, pero nunca me había imaginado esto. Nunca tuve ninguna razón para hacerlo. —Quería decirte –me miró de nuevo–. Pero...

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Pero yo no te había dado una oportunidad –apreté los ojos cerrados– . Cuando apareciste ese fin de semana, te dije que me dejaras en paz. Y luego te mudaste más tarde ese mes. Dios, Jensen, lo siento mucho. Acerca de todo eso. —No tienes nada de que disculparte –las puntas de sus dedos tocaron mi mejilla delicadamente–. Podría haberte dicho lo estaba pasando antes de esa noche. Yo podría haber regresado más tarde, pero no lo hice. Nada de eso importa ahora. Pero lo hacía. —Así que por eso no aparecí en el baile y por eso mis padres se mudaron. Querían escapar. De todos modos, como he dicho, desearía haber hecho tantas cosas de manera diferente, pero no puedo volver en el tiempo. Todo lo que tengo es hoy y mañana, y quiero un futuro –dijo, cerrando los ojos–. Quiero un futuro contigo. Algo tiró de mi pecho, y Dios, yo quería ese futuro también. Yo quería a Jensen. Siempre lo había querido y lo había perdido tan mal durante esos años, pero para tenerlo, había que dejar ir el pasado. ¿Estaba dispuesta a hacer eso? Sentándome a mitad de camino, miré abajo hacia él. Jensen había abierto los ojos y estaba mirándome cautelosamente ahora, con un poco de resignación agitando en esos hermosos ojos, parpadeando a través de su rostro. Supe en ese momento que él esperaba que le dijera que no o que no estaba lista. Alguna variación de eso. Y yo sabía que él todavía se quedaría conmigo, él todavía estaría allí para mí, y una parte aún más profunda de mí se dio cuenta que él no iba a darse por vencido. Él esperaría.

—Quiero eso también –le dije, y mi corazón latía en mi pecho–. Quiero estar contigo.

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No quería vivir en un pasado lleno de heridas y dolor, culpa y nada más que malentendidos. Quería el hoy y mañana, especialmente cuando había tal poderoso recordatorio que no todo el mundo tenía un mañana. Yo quería un nuevo comienzo y quería eso con él.

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Pero yo no quería esperar.

Durante un largo momento, Jensen no se movió, y no estaba segura de que él aún respiraba. Luego deslizó dos dedos debajo de mi barbilla, inclinando mi cabeza hacia abajo. —¿De verdad?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —De verdad. –le susurré. —Gracias. –los brazos de Jensen se apretaron a mi alrededor, acurrucándome cerca de él, y así es como nos quedamos.

Al igual que la mañana anterior, me desperté un poco temprano para estar lista, pero sorprendentemente bien descansada y calentita. Realmente calentita. Me había quedado dormida en los brazos de Jensen, con la cabeza metida bajo su barbilla, mi pierna acunada entre las suyas. Mi corazón dio un pequeño salto en mi pecho. Nuestra conversación de la noche anterior estaba reproduciendo en sí misma. Así como ese beso que compartimos. Jensen me había dado las gracias por estar con él, por haberle dado una oportunidad, y yo estaba un poco impresionada por eso. Me tomó un momento para darme cuenta que Jensen no estaba dormido. En algún momento, sus dedos estaban moviéndose arriba y abajo de la curva de mi columna vertebral. Mis manos todavía estaban cruzadas sobre su pecho y pude sentir una patada de su corazón, igualando el mío.

Antes de que pudiera decir nada más, Jensen bajó su cabeza y me besó. Hubo un aleteo de pánico. No me había lavado la cara o cepillado los dientes, y yo sabía que parecía un lío caliente, pero la infinita ternura de su beso barrió lejos esas preocupaciones. El beso fue lento y dulce, una exploración, y me perdí en él.

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—Mmm... –eso parecía ser lo único que era capaz de decir, pero él estaba sin duda lo suficientemente despierto para moverse. Arrastró una mano hasta mi lado, pasando por alto mi brazo desnudo, y luego la punta de sus dedos encontró su camino hacia mi mandíbula. Él inclinó mi cabeza hacia atrás, y mi mirada se encontró la suya adormilada, pesadamente encapuchada–. Buenos días.

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—Buenos días. –murmuré.

Cuando finalmente levantó su boca de la mía, yo había presionado la longitud de mi cuerpo contra el suyo, y él estaba la mitad sobre su

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane espalda. Deslizó sus manos por mi espalda y luego bajó, provocando un grito ahogado de mí. —Necesito salir de esta cama o... Mi corazón se tropezó mientras miraba hacia él. —¿O qué? Pateó su cabeza hacia atrás, su cabello maravillosamente desordenado. —O vamos a cambiar de posición, terminar muy tarde para la escuela, y lo más probable atrapados por tu madre en una manera muy embarazosa –se estiró hacia arriba, besando mis labios entreabiertos–. Oh, y probablemente estaríamos desnudos, así que... Un rubor embriagador viajó por todo mi cuerpo. Ser atrapados por mi madre en ese tipo de situación era mortificante, pero no me moví. Toqué su mejilla, pasando mis dedos por la ligera barba. —Probablemente no –sus labios se curvaron en una sonrisa perezosa– . Nos gustaría definitivamente estar desnudo. Me mordí el labio. Mi estómago vacío ante la idea de nada entre nosotros. Mi voz era baja, apenas un susurro cuando hablé. —Yo nunca he hecho eso antes. —¿Qué? –una mano subió por mi espalda. Tiró suavemente sobre mi cabello–. Desnudarse. Gavin y yo habíamos estado juntos por un tiempo, y habíamos experimentado. Que implicó desnudarse, pero…– No. No eso.

—¿Ni siquiera una vez? —Nop –dije, y él se veía tan desconcertado que uno pensaría que yo había admitido ser el conejo de pascua–. ¿Es realmente tan difícil de creer?

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Negué con la cabeza.

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Una ceja se levantó, y luego su sonrisa perezosa se desvaneció cuando sus ojos se abrieron un poco. La mirada era casi cómica. —Espera. Tú y Gavin no...?

—Demonios, sí –murmuró él, extendiendo la mano a través de mi mejilla–. ¿Cómo demonios se las arregló para mantener sus manos lejos de ti? Le lancé una mirada suave.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Lo siento. Sólo pensé... —El ir tan lejos... bueno, nunca parecía estar bien –me encogí de hombros–. Ni una sola vez. No como... —¿No como qué? –Jensen tragó. Difícil–. ¿Tu y yo? —Sí. Me miró un momento y luego cerró los ojos. —Maldita sea. Eso no ayuda. —¿Ayuda con qué? —No desnudarte. Incapaz de reprimir mi sonrisa, rodé fuera de él, y él gimió–. ¿Lo lamento? —Uh huh –Él pasó un brazo sobre sus ojos–. ¿Te he dicho que eres hermosa por la mañana? Sonreí entonces. —No. —Lo eres –movió su brazo, abriendo un ojo–. La mejor cosa siempre para ver a primera hora de la mañana –luego se sentó. Inclinándose, besó mi frente–. Mejor que me vaya.

—¡Oh, no! –golpeé su pecho–. No necesito ese tipo de ayuda. Se enderezó, poniendo sus manos en mis caderas. —Creo que mientes. Creo que quieres ese tipo de ayuda.

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Jensen se levanto fluidamente y lo seguí hasta la ventana. Se detuvo allí, volviéndose hacia mí. Su voz era baja, una sonrisa maliciosa. –Sabes, estoy seguro de poder pasar el rato por unos minutos más. Al igual que si vas a la ducha, te puedo ayudar.

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—Sí. –le susurré, atrapada en la cosa hinchazón del pecho. Yo sabía que el sentimiento tenía un nombre. Una palabra de cuatro letras. Algo que había sentido por Jensen durante mucho tiempo, incluso cuando quería odiarlo.

Mis mejillas ardían, porque, sí, en cierto modo lo hacía. —Será mejor que te vayas. Jensen se rió entre dientes antes de que él bajara su cabeza, besándome. Besándome como si fuera la primera y la última vez. Mi

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane corazón se estaba volviendo loco en mi pecho cuando él se separó y volvió a subir por mi ventana. Y no tomó las cosas con calma. No cuando se presentó para llevarme a la escuela o cuando dobló su mano alrededor de la mía, mientras caminamos dentro. Parecía ajeno a las miradas inquisitivas. Algunos estaban confundidos, como si ellos no podían entender lo que estaba haciendo conmigo. Otros solo miraban abiertamente boquiabiertas. Linds me estaba esperando en el casillero, inclinando la cabeza hacia un lado mientras nos acercábamos. Su mirada cayó desde mi cara a nuestras manos y luego de vuelta a mi cara de nuevo. —¿Me he perdido algo? –ella preguntó. Jensen sonrió. —¿Perder qué? —Tenía que haber un boletín de noticias que no he aceptado –ella me cubrió con una mirada–. Debido a que ustedes dos están tomados de la mano. ¿Quién sabía que la mano era una gran cosa? Al otro lado de Linds, Wendy y Brock estaban de pie juntos. Cualquiera que sea la conversación que estaban teniendo con el otro la habían detenido. Me moví, incómoda con la atención adicional. Empecé a tirar de mi mano libre, pero Jensen no estaba teniendo eso. —Eso estamos –dijo Jensen.

Sus nudillos rozaron bajo mi barbilla, inclinando mi cabeza hacia atrás para encontrar sus labios. El beso no fue rápido o casto, y realmente no apropiado de la escuela. No cuando mis labios se abrieron, y él tomó ese beso a un nivel completamente nuevo.

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Mis mejillas acaloradas, y mi lengua atada alrededor de las simples palabras que explicaban que éramos Jensen y yo, pero al parecer él era más el tipo de chico de mostrar en vez de decir.

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Los ojos de Linds se abrieron al tamaño de mini naves espaciales. Más allá de ella, Wendy clavó el codo en el costado de Brock, quien ahora estaba acompañado por Mason. Estábamos preparando una audiencia.

La inhalación de Wendy era como un trueno, y yo sabía que debía alejarme de Jensen. Besando como esto no era algo que deberíamos estar haciendo en este momento, pero el sabor y la sensación de él, tenía esta

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane maravillosa capacidad de hacer que el mundo desaparezca a nuestro alrededor. —Santa mierda. –Linds dijo, su voz un susurro emocionado. Mi cara estaba ardiendo mientras Jensen se retiró. —¿Eso responde tu pregunta? –él dijo. —Eso y algo más. –respondió ella, sonriéndome. Tuve la salvaje idea de reír, y no sabía por qué, pero mis labios se acurrucaron mientras me giré, mi mirada chocando con un par de ojos oscuros. Gavin. Él estaba mirando hacia Jensen y yo –hacia mí– como si uno o ambos de nosotros se había acercado a él y dado un puñetazo en los testículos. Su rostro estaba pálido, las sombras bajo sus ojos oscuros. Su expresión se endureció, y luego se dio la vuelta, siguiendo en la dirección opuesta.

Su mirada se posó sobre Wendy. —Tú y Mason pueden ir a tomar los cuadros, por favor.

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La Sra. Reed, nuestra extraordinaria profesora de arte, estaba haciendo una línea recta de abeja para nuestro lado del salón de clase, sus manos alisando sobre su cuadro cubierto. Traté de hacerme lo más pequeña posible. Al comienzo de cada clase, ella enviaba a dos estudiantes a las salas de almacenamiento para agarrar los cuadros que estábamos trabajando, y me sentía increíblemente perezosa.

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Linds me persiguió por los detalles sobre Jensen y yo al momento en que caminé dentro en la clase de arte. Ella estaba convencida de que habíamos estado teniendo esta tórrida, historia de amor en secreto, y eso sonaba más interesante que la verdad.

El aliento de Wendy resopló fuera. —No estoy sintiéndome bien. ¿Puede alguien más hacerlo? Por favor. –ella se quejó. Rodé los ojos.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Ella? ¿Mason? –ella dijo, plantando sus manos en las caderas–. Tu turno. Ya sabes lo de siempre. Maldita sea. Linds arrugó la nariz. —Afortunada tú. No había nada de "afortunada" acerca de la forma en que dijo eso, y Mason la cortó con una mirada. —Escuché eso. Ella sonrió dulcemente. —Y no me importa. Con los ojos muy abiertos y los labios fruncidos, me puse de pie y me dirigí a la puerta antes de quedarme envuelta en su estruendo real. Mason terminó en frente de mí, golpeando la puerta abierta y dejándola balancearse hacia atrás. La atrapé antes de que me golpeara en mi trasero. —Gracias. –le dije. Echó un vistazo por encima del hombro, tirando de su cabello rubio. — Lo siento. –se quejó, y pensé que podría haber parecido con un poco de pena. Nos dirigimos de nuevo hacia la clase de teatro, donde estaba la entrada a las salas de almacenamiento y el entre bastidores del teatro. Conociendo mi suerte, la mitad de los cuadros podrían aun estar mojados. —¿Así que tu y Jensen están ligando o algo así? –preguntó, dando un puñetazo a la puerta abierta. Fruncí el ceño a su espalda. Ligando en la jerga de chico podría significar un montón de cosas. —Estamos saliendo.

Se encogió de hombros mientras hundía una mano a través de su cabello. —No lo sé. Él simplemente no sale con chicas, ya sabes. Él liga con ellas. Eso es todo.

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Mis cejas se fruncieron mientras caminaba detrás de él, en dirección al final del pasillo estrecho. Olía como a moho y trementina aquí. —¿Por qué es eso interesante?

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—¿Saliendo? –Él en realidad sostuvo la puerta para mí esta vez–. Es interesante.

Me resistí a la tentación de decirle a Mason que no era el caso con nosotros, pero la larga explicación estaría perdida en las células cerebrales que él habría fumado después más tarde.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Él se dirigió dentro de la sala de almacenamiento, pasando por delante de los caballetes y pilas de cuadros marcados con períodos de clases anteriores. —Creo que simplemente tomó a todos por sorpresa. ¿Porque él no te había invitado al baile de octavo grado o alguna mierda así y entonces te dejó plantada? —Wow –le dije, mirándolo mientras llegaba a una parada completa–. Qué manera para simplemente tirar eso fuera. —Lo lamento –Esta vez no sonaba lo siento. Sonaba petulante–. Quiero decir, es sólo extraño. Fue raro. Tengo eso. También fue probablemente la razón por la que Gavin estaba tan sorprendido de que yo era incluso amiga de Jensen después de eso, pero yo sabía la verdad ahora. Suspirando mientras esos feos recuerdos se las arreglaron para resurgir, yo metí mi cabello detrás de mi oreja. Eso fue en el pasado, y Jensen era diferente ahora. Yo era diferente. Excepto, no importa lo mucho que lo decía a mí misma, mi pecho se sentía pesado. No pasó mucho para recordar cómo me sentía, cómo había estado con el corazón roto. Yo siempre pensé que era una buena, pesada dosis del karma. El sonido de pisadas entrometidas, lo cual era raro, porque Mason había parado y yo no estaba caminando. Miré por encima del hombro, con el ceño fruncido mientras escaneaba la habitación. Tubos y latas de pintura estaban apilados a la cintura entre los cuadros, los apoyos de las obras de teatro, y el vestuario.

—Aquí vamos –Mason anunció, encontrando las pilas de cuadros de nuestra clase. Me volví, encontrándolo mirando hacia mí como si yo necesitaba dar palmaditas sobre mi cabeza. Por supuesto, alguien me estaba observando. Mason. Tonta–. Probablemente pueda conseguir la mayoría de ellos. Yo sólo... ¡Santa mierda!

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Escalofríos patinó por mis brazos mientras miraba los trajes colgando de los bastidores de alambre, medio esperándolo para saltar sobre mí. Nada estaba fuera de lugar. No pasó nada, pero la sensación de ser observada me dio malas vibraciones.

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Un perverso sentido del deja vu me golpeó en la cabeza. Mi piel arrastrada como si cien hormigas habían descendido sobre mí, sus pequeñas piernas clavándose en mi carne. Era la misma sensación que tuve en la granja, justo antes de haber encontrado el cuerpo de Vee.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Me quedé boquiabierta mientras él saltó detrás de los cuadros, sus manos levantándose como si tuviera una flota de policías apuntando armas hacia él. —¿Qué? Él negó con la cabeza, señalando. Seguí su mirada y sentí que el suelo bajo mis pies se movió un poco. Los cuadros... Oh, Dios mío, todos ellos fueron destruidos, los lienzos recortados abiertos con algo irregular y agudo. Pintura roja había sido salpicada a través de ellos, al igual que una horripilante escena del crimen. Pero eso no era la cosa más desordenada. Oh, no. De ningún modo. Di un paso atrás, mis ojos siguiendo la fila de cuadros. Situado al lado del otro, ellos explicaban dos palabras.

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Tú eres el siguiente.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

N

adie sabía quién o cómo los cuadros fueron destruidos, sólo que sacudió a un cuerpo estudiantil ya nervioso.

El personal afirmaba que era una estúpida broma una vez más, una broma equivocada de alguien que no tenía absolutamente ninguna clase. Eso podría ser posible. Después de todo, ¿cómo podía ser algo – alguien más– con intenciones verdaderamente infames? Porque si la misma persona responsable de los ataques lo hizo, ¿cómo iban a saber quién iba a ir a buscar a los cuadros? Cualquiera podría haberlos recogido, leyendo el mensaje 'Eres el siguiente' tendido a través de ellos con pintura roja, así que no podría haber sido dejado allí para una sola persona.

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Al igual que la máscara de payaso en mi casillero, y el pájaro muerto en el bolso de Wendy, era algo frío y sin explicación, pero la policía estaba en la escuela casi todos los días. Los veíamos a veces cuando estábamos en los pasillos, encabezando dentro de las oficinas administrativas y, a veces atrapamos vistazos de sus patrullas en el estacionamiento.

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La cosa era que nadie podía entrar en la sala de almacenamiento. Infierno, ellos realmente ni siquiera necesitaban ser un estudiante. La puerta estaba rara vez bloqueada, y las puertas que dan al exterior estaban únicamente bloqueadas cuando las actividades escolares terminaban. Broma o no, era dudoso que el personal jamás pudiera encontrar quien era el responsable por la demostración inquietante.

Pero no eran sólo los chicos locales o estatales que se presentaron esporádicamente. Había algunos en trajes que me imaginaba estaban en el nivel federal, y mis sospechas se confirmaron cuando fui sacada de la clase una tarde y entrevistada de nuevo. F.B.I

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Wow. Pero esas no eran las únicas personas a invadir sobre nuestro pequeño tiempo. Lo mismo hizo los medios de comunicación. Estaciones de noticias de las ciudades de los alrededores y las estatales entraban un momento, y yo miraba el noticiero de la noche cada vez que podía, pero no dijeron nada nuevo. En el transcurso de la siguiente semana o así, en la noche Jensen subía a través de la ventana de mi habitación se reflejaba y repetía. Él subiría el árbol y a través de la ventana, siempre me besaba mientras cerraba la puerta y apagaba las luces antes de tirarme en la cama. Todos excepto los miércoles. Jensen utiliza la puerta de entrada entonces. Con él, no necesito usar la prescripción de las píldoras para dormir. La receta estaba todavía en mi escritorio sin llenar. Y algunas noches, él se marchaba cuando mamá asomaba su cabeza en la sala, y luego regresaba unos treinta minutos más tarde. Jensen y yo éramos novio y novia, algo que había dejado de fantasear hace siglos, pero lo éramos. No todo el mundo estaba contento con nuestra unión. Gavin no me había hablado desde la noche que tuve la cita con el Dr. Oliver. Se sentó claro en frente de mí en inglés y no devolvió ninguna de mis llamadas o textos. Y eso duele algo fuerte.

Quería negarlo, pero a medida que pasaba el tiempo, y Gavin hizo ningún intento de hablar conmigo, era bastante obvio y una mierda.

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—Es bastante obvio –dijo ella, pateando sus piernas hacia un lado, extendiéndolas–. No enloqueciste porque lo ves como un amigo, y cariño, él no te ve de esa manera. Es por eso que esta enloqueciendo.

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No lo entendía. Él había estado saliendo con Vee y yo no había enloquecido sobre él cuando me enteré. Cuando le expliqué esto a Linds cuando estaba en mi casa una noche, ella me miró como si fuera media estúpida.

Y luego estaba las cosas, hice mi mejor esfuerzo en no darle vueltas. Estaba encabezando la segunda semana desde que Mónica desapareció, y no había ninguna pista de su desaparición o de quién mató a Vee. Obviamente Gavin no era un sospechoso. No es que nadie en la escuela había determinado eso por su propia cuenta, pero el sentido

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane común decía que la policía lo hubiera arrestado por ahora si hubieran tenido alguna evidencia apuntando en su dirección. Las cosas no volvieron a la normalidad, sin embargo. No es que lo esperara. Vigilias con velas se celebraron en memoria de Vee y Mónica. Pasillos estaban tenues mientras el mes de septiembre se arrastró lentamente. ¿El asesino jamás podría ser encontrado? ¿Él o ella había salido de la ciudad? ¿Podría Mónica jamás reaparecer, viva o muerta? Nadie tenía esas respuestas y parecía como que sin noticias era solo aterrador. Pero el viernes por la mañana ocurrió algo que demostró que la noticia era peor que sin noticias. Comenzó como susurros en el segundo periodo, como un virus que tardó en propagarse. Al final del tercer periodo, Jensen me estaba esperando en el pasillo. Supe inmediatamente que algo estaba pasando. Su clase estaba en el piso de abajo. —¿Que está pasando? –pregunté. Jensen tomó mi mano, mirando a su alrededor mientras él me llevó al hueco con vista al campo de fútbol. —¿No has escuchado? Los nudos se formaron en mi estómago. —¿Escuchar qué? Un músculo vibró a lo largo de su mandíbula. —La gente está diciendo que Wendy no regresó a casa desde la escuela ayer. —Oh no –le susurré, apretando los ojos cerrados–. ¿No es sólo un rumor?

Jensen me tiró hacia su pecho, y envolví mis brazos alrededor de él. Esto no era más, no es que realmente lo creyera por un segundo, pero esto era un golpe brutal en la cara para todo el mundo.

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—Y así está Mónica, al igual que Vee. –me estremecí.

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—No, el Sr. Vicks confirmó en la última clase, pidiendo que si alguien podría tener información sobre su paradero, que por favor venga hacia adelante –Él me apretó la mano–. Ella está desaparecida y...

La campana de alerta nos llevó aparte y me fui a mi siguiente clase aturdida. Al final del día, la noticia había roto completamente abierta. Otra chica desaparecida. Otra chica que se había metido con Penn.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Apreté los ojos cerrados mientras estaba frente a mi casillero. Esto no tenía nada que ver con Penn. No podía. —¿Estás bien? –Jensen me tocó el brazo. —Sí –abrí mi casillero–. ¿Podemos visitar el almacén? Me gustaría que… —¡Ella! –Linds gritó desde el pasillo, causando varias cabezas volverse. Se apresuró a mi lado, colocando sus manos debajo de su barbilla–. ¿Puedo pedirte un gran favor? —Seguro –metí la mayoría de mis libros en mi casillero, manteniendo sólo mi texto de inglés para hacer la tarea–. Pero es mejor que tenga absolutamente nada que ver con nada embrujado. Su cara cayó. —En realidad, eso está en espera hasta que encontremos una nueva ubicación. Obviamente, nadie quiere ir a una casa embrujada falsa que en realidad podría ser... –se interrumpió, sacudiendo la cabeza– . De todos modos, no. No estoy preguntando sobre eso. Mamá y papá están fuera de la ciudad, mi tía tuvo que someterse a una operación de emergencia. Ellos no querían ir, ya sabes, con todo lo que sucede, pero tenían que hacerlo. ¿Puedes quedarte conmigo? Mis padres no regresarán hasta mañana por la noche ¿por favor? ¿Bastante por favor? Jensen se puso tenso a mi lado, y me miró fijamente. Una mirada me dijo que no estaba contento en absoluto con la idea de mí pasando una noche a solas con Linds. El pensamiento sólo se me hizo un poco incómodo, pero el sentido común me dijo que había seguridad en números. Todo el mundo que había sido atacado había estado solo.

—De todos modos, podemos conseguir una tonelada de comida chatarra. Voy a ir a la tienda y conseguir lo que quieras. Incluso podemos invitar a Heidi –añadió, y eso era un gran problema–. Por favor.

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—Estoy tratando de no estar demasiado ofendido. –dijo muy serio y sonrió.

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—Vamos –suplicó–. No hemos pasado el rato en mucho tiempo. Y podemos alquilar comedias estúpidas. Unas con Ryan Reynolds en ellas. Lo siento –Ella miró a Jensen, sonriendo–. Él está caliente. Así estás tú, pero él es Theo James caliente.

Ella estaba en lo cierto. No habíamos pasado el rato en mucho tiempo. Cerrando la puerta de mi casillero, colgué mi bolso sobre mi hombro. —Sí, ya sabes, creo que sería una buena idea. —¡Oh! –chilló, lanzando sus brazos alrededor de mí–. ¡Gracias!

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Tengo un par de cosas que hacer en primer lugar –le dije, una vez que dejó de estrangularme–. Pero puedo llegar a eso de las siete más o menos. —Eso es perfecto. Me da tiempo suficiente para ir de compras después de la práctica –Ella corrió hacia adelante, abrazándome de nuevo– . ¡Gracias! Después que Linds se dirigió en la dirección opuesta, me volví a Jensen. No parecía muy emocionado. —Vamos a estar bien. –le dije. Él asintió con la cabeza. —Tal vez pueda… —Noche de chicas. –le dije a pesar de que el pensamiento de él viniendo a la casa de Linds no parecía tan mala idea. —Sí, sí –tomó mi mano, apretando suavemente–. Yo en realidad voy a trabajar tu culo durante el entrenamiento de hoy. Eso sonaba un poco sucio. Él bajó la mirada hacia mí, con las cejas levantadas. —Y no en la manera que te gusta. —Buu –murmuré. Riendo entre dientes, él tomó su tiempo caminando a mi lado mientras nos abrimos paso afuera. Como no tenía que estar donde Linds hasta las siete, tuvimos tiempo de sobra. El clima era fresco y el olor de la caída estaba en el aire a medida que caminamos la pequeña colina que conduce al estacionamiento. Parecía que las hojas habían comenzado a cambiar hacia el oro y rojo, mientras yo estaba en clase o era sólo poco observadora.

Estábamos a pocos pies de distancia del auto de Gavin. No era algo de lujo –un viejo Honda– pero Gavin amaba a ese bebé, prácticamente lo bañaba más veces de lo que hizo a su perro. Pintura en spray sobre el capó, el parabrisas, y el tronco estaba una palabra en pintura roja sangre.

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Más adelante, unos cuantos chicos estaban pasando el rato, tomando fotos de un auto Mi mandíbula cayó al suelo cuando vi lo que estaban fotografiando con las cámaras de los teléfonos, y la ira me recorrió como el ácido amargo.

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—Jesús. –Jensen gruñó, dejando caer mi mano mientras se acercó a un punto muerto.

Asesino.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mis músculos del estómago me estaban matando. Jensen no había estado bromeando cuando dijo que iba a trabajar mi culo hoy. Había perdido la cuenta de las patadas y golpes que me obligó a hacer, trabajando con el saco de boxeo. En este momento, yo no estaba haciendo mucho más que viéndolo cerrar de golpe sus puños envueltos en la bolsa. La camiseta estaba fuera. Estaba oficialmente distraída. Los músculos fibrosos de la espalda tensados y ondeados mientras se balanceaba. Su piel brillaba con una fina capa de sudor, y bajo el borde de su gorra de béisbol vuelta hacia atrás, tenía el pelo húmedo. Mi boca se secó. Las pendientes. Los golpes de rodilla. Los golpes. Él era absolutamente impresionante mientras se movía alrededor de la bolsa, trabajando como yo imaginé que un boxeador profesional lo haría.

Traje mi rodilla, pero Jensen fácilmente evitó el impacto directo. Sus brazos fueron alrededor de los míos, sujetándolos a mis lados, y yo golpeé el talón de mi pie bajo el suyo, un poco más difícil de lo que yo atendí, pero él cambió en el último segundo, y mi pie golpeó la alfombra.

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Le pateé hacia atrás una pierna, preparándome y levanté mis manos, imaginando los puntos "puñetazo y correr" que Jensen había doblado. Garganta, ojo, plexo solar, ingle. Otras partes ouchie. Yo iba a ir a por el plexo solar con mi rodilla ya que tenía más fuerza en mis piernas.

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Jensen dio marcha atrás, bajando sus brazos mientras miraba por encima del hombro a donde yo estaba. Sus pálidos ojos azules brillaban, y esa fue la única advertencia que conseguí. Se giró y corrió a la derecha en donde yo me encontraba en el centro de las alfombrillas. Sabía en la parte de atrás de mi cabeza que esta era una prueba de clase–practicando movimientos de defensa personal cuando un atacante estaba viniendo hacia mí desde el frente, pero había algo acerca de tener uno de seis pies y luego un tipo corriendo tu culo que te toma un momento para reaccionar.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Maldiciendo en voz baja, fui por la ingle. Obviamente previendo mi próximo movimiento, rodó su peso, y perdiendo el equilibrio fui abajo, maldiciendo como un marinero agrietado. Jensen cambió, tomando la peor parte de la caída, pero el aire aún jadeaba de mis pulmones cuando aterricé encima de él. Riendo, me rodó sobre la espalda y salió por encima de mí, con las manos plantadas en la alfombrilla a cada lado de mi cabeza. Estaba sudoroso y asqueroso, y no me importaba. —¿Besas a tu madre con esa boca? –preguntó. —Te beso con ella. —Cierto –Él bajó la cabeza, rozando sus labios sobre los míos mientras hablaba–. Y me gusta cuando hablas así. —¿Por qué no hace que me sorprenda? —Nada sobre mí debería sorprenderte –Él cambió su peso a un brazo, recogiendo un mechón de pelo que se había escapado de mi cola de caballo. Lo cepilló hacia atrás–. Casi me tienes. Arrugué la nariz. —Casi no acaba de contar. —No es así –Jensen instaló sus caderas entre mis piernas mientras su mano se distrajo, deslizándose por mi rostro, el cuello, y luego a la curva de mi hombro–. Pero está cerca. He tenido años de práctica. Has tenido unas cuantas al mes. —¿Cómo conseguiste tantos años de experiencia haciendo esto? –le pregunté, mordiendo mi labio mientras sus dedos trazaban la curva de mi clavícula.

—Empecé a finales del octavo grado, durante el verano –su mirada se desvió de la mía, a lo que él estaba haciendo con el dedo–. Yo tenía un montón de... ira en mí.

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—No. –Mi aliento se atrapó mientras él abandonó mi clavícula y se fue para el cuello-v de mi camisa.

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—¿No te lo dije?

—¿Lo hacías? Su dedo se sumergió bajo el dobladillo, provocando que los músculos dentro de mí se apretaran. —Sí. Ya sabes, con todo lo que pasó con Penn. Nunca pensé que era nuestra culpa –sus pestañas se levantaron y la claridad de sus ojos me sujetaron–. Pero eso no quiere decir que no

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane sintiera nada. Yo estaba enojado con él, conmigo mismo, con un montón de cosas que no tenían nada que ver con él. Me imaginé el 'montón de cosas' tenía que ver con su hermano. Nunca supe nada de esto, así que lo observé en silencio mientras su mirada se volvió a su mano. Se quedó en silencio durante un largo rato. —Una noche me encontré con Shaw. Yo estaba fanfarroneando, y en vez de golpearme hasta la próxima semana, él consiguió involucrarme en Krav Maga y aquí estoy. —Dios, eso es una especie de mierda para Shaw-el todo, Gavin viendo a Vee y la gente pensando lo peor –alisé mi mano por la mandíbula–. Así que ¿has conocido a Shaw tanto tiempo? Volvió la cabeza, besando el centro de la palma de mi mano. —Sí, él venía alrededor un par de veces después de... Penn. Yo creo que es porque no es cercano a Gavin, así que estaba ayudándome cuando probablemente quería ayudar a Gavin. Y ayudó. Sonreí. —Estoy contenta de escuchar eso. No sabía que estabas teniendo problemas.

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Dibujé una respiración profunda, provocando que mi pecho se presionara contra el suyo. Penn tenía problemas, episodios de felicidad híper extrema y luego largos tramos de humor antipático. La basura en la escuela y sus padres peleando no habían sido el catalizador para los interruptores de comportamiento. A veces pasaba cuando estaba con nosotros y nada había salido mal. El Dr. Oliver me dijo una vez que él creía que Penn podría haber sufrido de depresión –un trastorno agravado por influencias externas– y que si él hubiera conseguido ayuda, las cosas probablemente habrían sido diferentes. Yo nunca realmente tomé esas palabras para herir, pensando que alguien tan joven no podía sufrir de esa manera, pero eso era tonto. La depresión puede atacar a cualquier edad realmente, pero Penn siempre parecía recuperarse de lo que sea que estaba molestándolo. No pasaba un día sin él sonriendo.

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—Sé qué piensas que no sentía nada solo porque no pienso sobre eso de la forma que tu lo haces, pero esa mierda con Penn me rompió por un tiempo –su mirada estaba de vuelta a la mía–. Sé que no te gusta hablar de Penn, pero tienes que entender, que no le hicimos eso a él –Él atrapó mi barbilla cuando empecé a mirar a otro lado, forzando mis ojos en los suyos–. No estoy diciendo que estábamos completamente desprovistos de responsabilidad. No lo estábamos. Pero éramos solo niños. Hemos tomado una decisión estúpida y Penn... Dios, por mucho que lo extraño, él tenía problemas. Sabes que él lo hacía, Ella. Iba más allá de lo que estaba sucediendo en la escuela.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Lo sé. –le susurré. —Fuimos la guinda del pastel. ¿Sabes? Eso es todo lo que fuimos. No estoy diciendo que si hubiera recibido ayuda o si hubiéramos visto las señales, no habría sido diferente, pero no pusimos el cinturón alrededor de su cuello –dijo en un tranquilo, tono serio–. Nosotros no lo intimidamos. Hicimos una estúpida llamada. Y odio que fuimos la guinda, pero nosotros no fuimos la causa de lo que él hizo. Pensé en lo que dijo Jensen, me puse a pensar en ello. Que él y yo fuimos la guinda de un jodido pastel, nada más y nada menos. La decisión que habíamos tomado había sido equivocada, pero Jensen estaba en lo correcto –también lo estaba el Dr. Oliver y mi mamá y papá. No pusimos ese cinturón en él. Y por alguna razón pensé en el psicópata-monstruo, lo que sea-que estaba acechando nuestra ciudad. Quienquiera que estaba detrás de eso también era el único responsable por sus propias acciones. No yo, cuando él trató de agarrarme. No Vee. Y no Mónica o Wendy. Las lágrimas se deslizaron por mi garganta. —¿Ella? Parpadeé lejos la humedad. —No sé si alguna vez no voy a sentir culpa, pero tienes razón. Nosotros no lo hicimos. Hemos hecho una elección de mierda, pero no hicimos eso. —No lo hicimos. –repitió en voz baja. No era como el ángel apareció de repente, evocando y brillante y lo que sea que ellos hicieran. No había gran realización. Sólo un poco de la presión que llevaba conmigo desde la muerte de Penn, calmándose. No mucho, pero algo. Supongo que era un comienzo.

Antes de Jensen demandándome fuera del saco de boxeo, practicamos técnicas evasivas, pero la verdad, mi cabeza no había estado en eso. — Estaba pensando en Wendy.

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—Estabas distraída antes. –dijo, arrastrando un dedo sobre el puente de mi nariz.

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Era algo.

Jensen no respondió de inmediato. —He estado pensando en ella, también. No éramos cercanos, al igual que no hacíamos um... —¿Hablar? –suministré.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Sí, eso –Santa mierda en un chip, los centros de sus mejillas realmente se sonrojaron– No hablábamos mucho y sé que ella podría ser un terror cuando quería serlo, pero ella es una buena chica bajo todo eso. Espero que la encuentren y espero que esté bien. —Yo también –obviamente yo no era cercana a ella, pero eso no cambia el hecho de que oraba para que ella apareciera mañana o algo así–. Yo también estaba pensando en Gavin, acerca de su auto y lo que hicieron. —Está en mal estado. —Realmente lo está –le dije, una vez más, deseando que hubiera algo que yo pudiera hacer. —Tal vez después de que te deje donde Linds, voy a pasarme por donde Gavin –sugirió–. Hablar con él. Sorprendida, miré hacia él. Eso iba a ser un momento difícil, pero el hecho de que Jensen estaba dispuesto a ir donde él estaba no queriendo, para asegurarse de que Gavin estaba bien me calentó de una manera que muy pocas cosas podían. Esa hinchazón estaba de vuelta, junto con esa fascinante palabra de cuatro letras. —Gracias. –estiré mi cuello, besando la comisura de sus labios.

Un sonido profundo retumbó desde su pecho. —Dios, no tienes ni idea de lo que me haces.

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Los besos cambiaron y profundizaron en una caricia lenta-quemando, enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Cuando salió de mi boca y dejó caer besitos calientes por mi garganta, mis entrañas se sofocaron. Su mano viajó a mi cadera y mis dedos se movieron por su cabello, dejando los mechones sedosos tamizar a través de mis dedos.

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Los ojos de Jensen sostuvieron los míos por un momento y luego se trasladó a mi cuerpo, con la cabeza inclinada así nuestros labios estaban alineados. Me besó suavemente, y un estremecimiento rodó a través de mí. Había algo infinitamente tierno en la forma en que persuadió mis labios abiertos. Mis brazos envueltos alrededor de su cuello como el aire atrapado en mi garganta.

—No creo que lo sepas tampoco. –dije en voz baja, mis labios sintiéndose hinchados y calientes. —Podemos mostrarlo el uno al otro –La tomadura de pelo volvió a su voz–. Ahora.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —No creo que estas habitaciones sean para eso. –obligué a mi corazón a reducir la velocidad antes de que tuviera un ataque. —Podemos ser los primeros. Me reí en voz baja, sintiendo la luz. —No lo creo. —Maldita sea –besó la punta de mi nariz y luego se levantó fuera de mi. Rodando hacia sus pies, tomó mis manos y me arrastró mientras se puso de pie–. Vamos. Nos enderezamos, apagamos las luces, y esperé sola afuera de las puertas mientras él cerraba. Jensen agarró mi mano, tirando de mí hacia su pecho. Por encima de su hombro, pude ver que un par de puertas de las otras habitaciones estaban abiertas. Mi mirada se desvió de nuevo a la suya. La expresión en su rostro era seria. —¿Qué? –pregunté. Sus brazos se envolvieron alrededor de mí. —No me gusta lo que está pasando esta noche. —¿Yo quedándome con Linds? —Sí –dejó caer su frente a la mía–. Nadie está ahí, solo tú y ella. Con todo lo que sucede, eso me preocupa. —Estaré bien –di un golpecito en su mejilla con mis dedos–. Ella tiene un sistema de alarma. Va a estar encendido. Además, todas –incluida yo– estaban solos cuando... bueno, cuando sucedió.

—Yo no estaba hablando de eso –Él movió las cejas, y en nadie más, parecía ridículo, pero se las arregló para hacer que se vea extrañamente caliente–. Aunque… —Ni siquiera termines esa frase.

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Me reí, tirando de mi mano libre. —Oh, Dios mío, eres un pervertido. No.

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—Lo sé, pero tal vez debería ir, también –cogió mi mano, presionando sus labios en la punta de mis dedos. Los diminutos besos inocentes provocaron a mi corazón saltarse un latido–. Podría ser una muy interesante fiesta de pijamas.

Riendo suavemente, dejó caer su brazo alrededor de mi hombro, metiéndome contra su lado mientras nos dirigimos hacia la entrada. — Pero en serio, me sentiría mejor si estuviera allí.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Lo sé, pero desde todo lo que ha sucedido, Linds y yo no hemos pasado ningún tiempo juntas. E incluso creo que Heidi va a venir. Necesitamos esto –abrí la puerta, mirando hacia el cielo nublado–. Una noche de chicas. Jensen todavía no estaba feliz, pero cedió cuando le prometí mantenerme en contacto, cerrar puertas y ventanas, poner la alarma, esconder los pequeños, y todos los objetos afilados. Nos giramos por mi casa para agarrar algo de ropa y chequearme con mamá. Cuando me dejó en la urbanización de Linds, se inclinó, dándome un no tan rápido beso que me dejó replanteando toda la invitación. Se echó hacia atrás, sus dedos demorándose en mi mejilla. —Escríbeme más tarde ¿de acuerdo? —Lo haré –empecé a alejarme, pero luego lo besé en la mejilla–. Déjame saber cómo van las cosas con Gavin. —Lo haré. Salí, agarrando mi bolso lleno de ropa y esas cosas. Dando a Jensen un pequeño saludo, me dirigí hasta la calzada de Linds. Su barrio era más nuevo y mejor que el mío, cada casa construida en la última década, y tenía toda la cosa de Stepford Wives17 pasando. Sin mirar detrás de mí, sabía que Jensen todavía estaba en la parte inferior de la entrada, esperando a que yo entrara. Mientras cruzaba el jardín muy cuidado, la puerta principal se abrió. —Justo a tiempo –dijo Linds, haciéndose a un lado y manteniendo la puerta abierta–. Acabo de pedir pizza. Champiñones extra. —Eres la mejor.

Ella se encogió de hombros mientras cerraba la puerta. —Sí, ¿qué pasó con todo lo de estando soltera nuestro último año? Al parecer, soy la única siguiendo eso.

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—Lo sé, pero no hemos pasado mucho tiempo juntas. Así que los chicos no se permiten.

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La mirada de Linds se desvió por encima del hombro. —Sabes, él está permitido entrar.

Mi sonrisa se volvió tímida. —Lo siento pero yo...

17

Película estadounidense de 1975

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Yo no podría rechazar eso tampoco –sacando una liga de cabello de su muñeca, tiró de sus fuertes rizos arriba en una cola de caballo–. Él podía comer galletas y comida china en mi cama, y yo estaría bien con eso. Me reí. —¿Al mismo tiempo? —Síp. –se sentó en el brazo del sofá seccional. Los padres Linds tenían gustos muy minimalistas. A diferencia de la casa de Jensen o la mía, no había nada desordenado. Todo tenía un lugar, y era negro, blanco o beige. Siempre tuve miedo de arruinar los muebles. —Así que ¿ustedes chicos hablaron todo hacia fuera? –preguntó. Dejando caer mi bolso en el suelo de madera brillante, puse al corriente a Linds sobre todo, parando cuando la pizza llegó, y continué mientras demolimos el gran pepperoni y la bondad de champiñones extra. —No sabía nada de su hermano –dijo ella, frunciendo el ceño–. ¿Cómo era que ninguno de nosotros sabía de su hermano? —No lo sé –me froté la barriga llena–. Dios, desearía hacerlo. Me siento tan mal por Jensen y su familia, teniendo que pasar por eso en su mayoría solo. —Sí, pero él podría haberte dicho lo que estaba pasando. Ustedes eran los mejores amigos durante mucho tiempo. Así que no se siente demasiado culpable por eso –se puso de pie, dejando caer una almohada a cuadros blanco y negro en el sofá–. Quiero decir, entiendo por qué no es algo que uno quiere transmitir al mundo, pero él podría haberte dicho. Hubiera ahorrado un montón de dolor.

Ella se encogió de hombros. —No tengo ni idea. Ella no respondió a mi texto. Ya sabes, yo soy demasiado 'tensa' para ella. Rodé mis ojos mientras me levantaba. —Ella nunca dijo eso.

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—Oye, ¿dónde está Heidi? –pregunté, cambiando de tema.

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Es cierto, pero yo realmente no le había dado la oportunidad tampoco, cuando más importaba. No había nada que pudiera hacer al respecto ahora, y mi decisión de dejar de vivir en el pasado significaba que tenía que dejar de pensar en eso.

Linds se cruzó de brazos. —De acuerdo, ella podría haber dicho algo así –echando un vistazo al tiempo, suspiré. Ya eran pasadas las ocho, y yo dudaba que Heidi viniera–

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane . Voy a enviarle un mensaje, pero ¿te importa si me tomo una ducha rápida? Jensen y yo… —¿Trabajaron sudando? –sus ojos se abrieron–. ¿Ustedes tuvieron relaciones sexuales antes de venir aquí? —Oh, Dios mío, no –reí–. Estábamos en el almacén. Todo la cosa de defensa personal. —Uh–huh. Estoy empezando a pensar que toda la cosa de lección de defensa personal es la palabra clave para el sexo. —Lo que sea. –lancé una almohada hacia ella. Ella la cogió, sonriendo. –Sí. Usa la de mis padres, sin embargo. Mi cuarto de baño es un lío caliente. —No es ninguna sorpresa –agarré mi bolso en el piso, sonriendo a la mirada asesina que envió a mi camino–. Me gusta el baño de tus padres de todos modos. La ducha podría encajar como cinco personas. —Es dulce, ¿cierto? –Dejó caer la almohada en el sofá–. Voy a ir a hacernos palomitas de maíz, y salsa, salsa de queso. Y tú comerás. Un montón. Siempre había espacio para la salsa de queso. Corriendo por la amplia escalera, me dirigí por el pasillo hacia el dormitorio principal de sus padres. Las puertas blancas dobles estaban abiertas y la habitación olía a ropa limpia. Entré en el cuarto de baño contiguo, suspirando.

Quitándome la ropa, les di la vuelta en una bola sucia y las metí en mi bolso. Llegué al espacio entre la pared y las puertas de cristal borrosas, encendiendo el agua. Di un paso bajo los múltiples chorros, apenas capaz de contener un gemido de placer envidioso. Yo podría vivir en esta ducha; esto era impresionante.

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Senté mi bolsa en la repisa de baldosas alrededor de la bañera de hidromasaje y saqué mis cosas para la ducha, ropa limpia, y una vieja bata de toalla que llegaba a mis muslos. Desde que era normalmente demasiado perezosa para dejar mi toalla fuera, más o menos disfrutaba empapar seca.

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La ducha tenía tres regaderas separadas. Cielo.

Me tomé mi tiempo, como siempre lo hacía cuando usaba la ducha de sus padres. Perezosamente lavando el champú y el cuerpo, dejando el acondicionador penetrar más de lo necesario.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Pero había salsa de queso esperándome. Inclinando la cabeza hacia atrás bajo la regadera, cerré los ojos mientras el agua hacia su cosa. Me quedé quieta, mis dedos en mi pelo y mis ojos abiertos. Bajo el flujo constante de agua, no estaba segura de lo que escuché en un primer momento, pero había algo enganchando mi atención. Bajando la barbilla y los brazos, me asomé por la puerta de vidrio mientras el agua caía sobre mí. La habitación estaba borrosa, distorsionada a través del cristal. Las puertas del baño estaban abiertas, agrietadas, desigual y dejando un pequeño espacio en el medio de ellas. Golpes diminutos se repartieron a través de mi carne. Juraría que las cerré detrás de mí, pero era posible que no se hubiera enganchado a su lugar... Alejándome de las puertas, rápidamente comencé a enjuagar el resto del acondicionador de mi cabello, odiando cómo fácilmente me sacudí. No es que dudaba que nadie me culpara. El sonido se repitió y mis ojos estallaron anchos mientras mi corazón dio un vuelco en mi pecho. La luz del baño se apagó, y me volví hacia las puertas justo cuando vi que una mancha oscura pasó a través de ellas. Las puertas se cerraron fácilmente. El clic del enganche en su lugar era como un trueno. Mi corazón se detuvo en mi pecho. —¿Linds? –llamé y esperé.

Goteando sobre la alfombrilla, cogí mi bata y me deslicé ella, ajustándola en la cintura. Me arrastré hacia adelante, la baldosa fría y resbaladiza bajo mis pies. Me quedé en la puerta, tratando de oír algo, cualquier cosa, pero no había nada más que silencio. Cada músculo en mi espalda se tensó cuando agarré el pomo de la puerta y la abrí de golpe, encontrándome cara a cara con la espantosa máscara blanca, agujeros en los ojos negros vacíos, y la abierta, grotesca sonrisa roja.

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Mi mano temblaba mientras me acerqué, apagando el agua. Mi cabello estaba pegado a mi espalda cuando abrí la puerta de la ducha. Conteniendo la respiración, rápidamente examiné el baño. — ¿Linds? –llamé de nuevo, pero ¿ella había hecho esto? ¿Apagó la luz sobre mí? No lo creo.

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No hubo respuesta.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

M

e sacudí fuera de la impresión, mi mano cayendo de la puerta. Él estaba ¡aquí! Horror vertió en mi sangre como una tormenta de hielo.

La máscara se inclinó hacia un lado mientras levantó una mano, agitando su dedo hacia atrás y adelante. Un ronco sonido de chasqueo salió detrás de la máscara. Luego se tambaleó hacia delante. Di marcha atrás, mis pies deslizándose sobre la baldosa húmeda mientras un grito escapó de mi garganta. Una mano cubierta con guante se cerró sobre mi brazo. Tiré hacia atrás, casi desgarrando mi brazo de su cavidad.

Di un golpe en la cama, mi cadera golpeando el poste de la cama. Una hoja de cabello empapado oscureció mi visión mientras el dolor golpeó el aire fuera de mis pulmones, pero el instinto estaba gritando a través de mí, desempolvando todo el tiempo que pasé en el almacén con Jensen.

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Salí del baño, agarrando la puerta y cerrándola de golpe. Mientras azotaba alrededor, las puertas explotaron abiertas detrás de mí. Mierda. Di otro paso y brazos se cerraron sobre mi cintura, y antes de que pudiera reaccionar, yo estaba en el aire.

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Él rugió dentro del baño, una bota golpeando uno de los charcos mientras me torcía, rasgando mi brazo libre. La pérdida de contacto le hizo perder el equilibrio, y su pie resbaló en la baldosa mojada. Él cayó sobre una rodilla.

Él estaba sobre mí, sus manos rodeando mi garganta y presionando hacia abajo su peso. Me hundí una buena pulgada más o menos en el colchón, y todo lo que podía ver era la sonrisa aterradora, los ojos vacíos, y

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane detrás de la capucha, el falso cabello rizado. Mi boca estaba abierta, pero no pude conseguir ningún aire dentro de mis pulmones. El pánico intentó cavar sus garras en mí, pero no podía con la cueva del terror. Antes de que él pudiera atrapar mis piernas, rodé mis caderas, tirando de mi pierna arriba. Con todo lo que tenía en mí, empujé mi rodilla en su ingle. Gruño mientras sus dedos se aflojaron. El aire entró en mi garganta, y esta vez, tiré de ambas piernas arriba, golpeando los talones de mis pies en sus piernas. Su peso se movió, y yo era capaz de rodar hacia fuera debajo de él. Me empujé fuera de la cama, resoplando en el aire mientras corría a través de la habitación. Abrí la puerta y mis pies golpearon fuera los pisos de madera del pasillo. —¡Linds! –grité su nombre una y otra vez, el miedo amplificándose cuando no hubo respuesta. ¿Él le había hecho algo a ella? ¿Estaba herida? Llegué a las escaleras justo cuando oí sus botas conectar detrás de mí. Los pelos de mis brazos se levantaron mientras corría por las escaleras, de dos en dos a la vez. Dos pasos desde la última, mi pie resbaló y me fui hacia abajo. Me agarré a mí misma en la barandilla antes de romper mi cuello, ignoré el dolor gritando mientras el rasguño y el músculo hicieron pedazos mi piel. Enderezándome, gané mi equilibrio al llegar al vestíbulo.

Él me dejó ir, y me lancé a mis pies. Sobre los suyos, él fue a mí alrededor, bloqueando la puerta principal. Su pecho se movía arriba y abajo, la capucha cayendo sobre los anchos hombros, la peluca ligeramente torcida. Yo casi cargué sobre él –casi fue con un puñetazo en la garganta, pero alcanzó detrás de él, agitando algo que brillaba en la luz del vestíbulo.

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fui abajo, mis rodillas y se enterró en mi pelo, dedos se clavaron en el atrás, y le di una patada

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Peso se estrelló contra mí por detrás y me manos hundiéndose en el suelo. Una mano brutalmente tratando de darme la vuelta. Mis suelo mientras torcía la cintura, traje mi rodilla en el pecho.

Un cuchillo. Un largo, grueso y malvado afilado cuchillo, del tipo codiciado de asesinos en serie.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Al diablo con eso. Azotando alrededor, me lancé a la salida más cercana, a través del garaje. Grité por Linds, y yo sólo grité. Cada paso que tomé prácticamente podía sentir el cuchillo cortando mi espalda, rasgando a través de tela y carne. Me deslicé por el suelo de la cocina, golpeando contra la puerta que daba al garaje. Tirando de ella, me di cuenta de que estaba cerrada. Impulsando en la zona de golpe, me agaché, girando el pequeño candado. Cuando abrí la puerta, miré por encima de mi hombro. Cara de payaso no estaba allí. Sin perder tiempo, entré en el garaje oscuro, dejando la puerta cerrar detrás de mí. Arrastré una respiración, e inmediatamente empecé a toser. Al principio no podía dar sentido al olor a gas, el sonido, o por qué no podía respirar. El auto en el garaje –un sedán Lincoln que pertenecía a la madre de Linds– estaba en marcha. Tirando del cuello suelto de mi bata, tosí en el material mientras empecé a girar la espalda, buscando el botón para abrir la puerta, cuando me di cuenta de que el auto no estaba vacío. Había una forma en el asiento del conductor. Mis ojos empezaron a arder, corrí a un lado, al otro lado del cemento frío, y luego grité con horror. Desplomada tras el volante estaba Linds.

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De alguna manera había una parte de mi cerebro que seguía funcionando, que sabía que estos humos acumulados en el garaje, era mortal, que había sido a propósito, y que necesitaba sacar a Linds fuera del auto, al aire fresco. Llegué a la puerta. Estaba cerrada, así estaba la del pasajero y las puertas traseras. Un nuevo tipo de miedo se apoderó, estableciéndose en mis entrañas, añadiendo al peso ya presionando mi pecho. El instinto me dio la vuelta y corrí de nuevo a la pared, golpeando la palma hacia abajo sobre el botón.

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Oh Dios mío...

No pasó nada. Golpeé de nuevo, y de nuevo, y otra vez, y aún así, la puerta no se podía abrir.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Acuchillando ahora, la tos sacudiendo mi cuerpo profundamente, me di la vuelta, en busca de cualquier cosa. Viendo una pala en el rincón oscuro, la agarré y volví al auto. Mis brazos temblando, los pulmones agarrotando, me balanceé de nuevo, empujando el pesado borde afilado en el asiento trasero. El cristal se hizo añicos. Lanzando la pala en el interior del auto para nada más que tener un arma cerca, me arrastré por la ventana. Pequeñas piezas de vidrio enganchó mi bata, arañando mi piel me moví de un lado a otro. Una vez dentro, agarré a Linds por los hombros, y me pareció una eternidad antes de ser capaz de sacarla del asiento, empujándola en el asiento del pasajero. Escalando sobre el centro múltiple, agarré el volante. El interior del auto estaba empezando a girar, mis brazos casi demasiado débiles para sostener para que yo pudiera llegar a la palanca de cambios. Apretando mis ojos cerrados punzantes, deslicé la marcha en reversa y golpeé mi pie en el acelerador. El auto rugió a la vida, tirando hacia atrás, y luego los neumáticos chillaron en la oscuridad. Se tambaleó y salió rápido, golpeando la puerta del garaje de metal. Crujió, pero no cedió. Dios, esto no puede estar pasando, esto no puede estar pasando.

Ella estaba medio en su asiento, medio contra el suelo, su cabeza apartada de mí, y ella no estaba moviéndose, y yo no sabía si estaba viva o...

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Empujando la bolsa de aire hacia abajo, arrastré unas bocanadas profundas del aire limpio de la noche fresca. Aturdida, mareada por la falta de oxígeno, me recosté en el asiento, y volví a mirar a Linds.

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Con mi mano hormigueando, deslicé la palanca en conducir, se fue hacia adelante, y luego se estrelló de nuevo en sentido inverso. El auto rugió de nuevo, y esta vez el metal y plástico cedió. El auto voló en el camino de entrada cuando la bolsa de aire se desplegó, apareciendo en mi cara y empujando el cuerpo Linds atrás. El polvo blanco nubló todo y, por un momento, no podía ver. Uno de los lados del auto subió sobre una caja de flores de ladrillo y luego hacia abajo antes de que el auto se deslizara a una parada, medio sobre el camino de entrada y medio en la hierba.

Llegué a ella, mis dedos rozando su piel fría y húmeda. —Linds –con voz ronca–. Linds, despierta. No pasó nada, y en mis pensamientos nublados, yo sabía que debía sacarla fuera del auto, meterla en aún más aire. Yo tenía…

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Hubo un golpe en la ventana del conductor. Gritando con voz ronca, torcí la cintura, mi estómago revolviéndose mientras un rostro familiar miró dentro del auto hacia mí. Brock se me quedó mirando. —¿Qué demonios estás haciendo? Mis manos temblando, golpeé el botón de desbloqueo y abrí la puerta. Yo casi caí, y podría haber comido hierba y cemento si él no me hubiera atrapado. ¿Qué estaba haciendo aquí? Traté de pensar más allá del dolor en el pecho y la cabeza mientras él me tranquilizó. —¿Ella? Jesucristo, ¿es esa Linds dentro? –su voz lanzó–. ¿Que está pasando? —¿Qué estás haciendo aquí? –le pregunté, tropezando libre. —Vivo a dos casas –echó un vistazo a la puerta del garaje destrozada– . Estaba llegando a casa. Escuché los gritos. Oyó los gritos, pero como nadie más vino corriendo a ayudarnos, ¿nadie más oyó? No importaba en este momento. Tropezando alrededor de la parte delantera del auto, apenas me sostuve a mí misma. —Necesitas llamar a la policía. Él estaba aquí. Creo que Linds está herida. —¿Qué? –Él comenzó a inclinarse en el auto. —¡Llama a la policía! –grité hasta que mi voz se rindió. —¡Está bien, está bien! –retrocedió, tirando de un teléfono delgado de su bolsillo trasero.

La inhalación de los humos me había debilitado, y yo no podía levantarla. Levantando mi cabeza, me sequé las lágrimas. —Por favor, ayúdame.

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Cogí a Linds. —Por favor, que estés bien –le susurré, colocando mis manos bajo sus brazos–. Por favor, por favor, que estés bien.

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Dejé de prestar atención hacia él mientras llegué a la puerta del pasajero. Por suerte, había golpeado el desbloqueo de todo el botón, y la puerta del pasajero saltó abierta.

Brock estaba a mi lado en un instante, deslizando el teléfono en el bolsillo de atrás. —Quítate del camino. Yo no quería, pero lo hice.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —La policía está en camino –dijo, llegando dentro y fácilmente sacando a Linds arriba. Su cabeza cayó sobre su pecho como si no había huesos o músculos en su cuello o en todo–. No sabía qué decirles. Cuando él la colocó en la hierba, caí de rodillas a su lado, mirando hacia la casa. Entonces puse mis manos en su cuello, en realidad no estoy segura si estaba golpeando el sitio correcto, pero cuando encontré un pulso, casi me desmayé. —Él estuvo aquí –le dije, mi voz arañando fuera de mi garganta–. Él estaba dentro de la casa. Él hizo esto. —El... ¿el tipo que te atacó antes? –Brock miró detrás de mí, y yo podía distinguir el zumbido distintivo de voces–. ¿Él estaba aquí? Asentí con la cabeza, doblando mis manos alrededor de las de Linds. Volviendo mi atención hacia ella, esperé por su preciada vida. —Por favor, que estés bien. Por favor, por favor. No pasó mucho tiempo antes que los sonidos de sirenas se incrementaran, y luego hubo policías cubriendo el césped, manos tirándome lejos de Linds mientras los paramédicos se apresuraron hacia adelante. —Ella estaba en el auto, en el garaje con el auto en marcha –les dije, mi boca seca. Esas manos me dieron la vuelta, y yo estaba de repente mirando hacia Shaw. —Ella, ¿qué pasó? –preguntó.

Cavé mis pies dentro, tosiendo. —¿Ella está bien? Por favor, dime que está bien. —Están haciendo todo lo que pueden –Él pasó un brazo alrededor de mi cintura, dándome la vuelta–. Necesitamos conseguir que te miren.

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—Eso fue bueno. Eso fue inteligente. –comenzó llevándome lejos de donde los paramédicos estaban trabajando en Linds. Otra ambulancia estaba acercándose en la calle. Una multitud se estaba reuniendo en la acera, sus formas oscuras desdibujadas juntas.

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—Él estaba aquí, estaba dentro de la casa, mientras yo estaba tomando una ducha –la historia se derramó fuera de mí mientras las lágrimas salieron, cegándome–. No podía conseguir que la puerta del garaje se abriera, así que conduje el auto a través de la puerta.

—Estoy bien. –yo jadeaba. —Lo dudo. Estabas en ese garaje, también. Y estás sangrando. ¿Lo estaba?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Shaw me entregó hacia un paramédico, y después de las bruscas instrucciones, una máscara de oxígeno se metió en mi cara. El paramédico, que había pasado una cantidad intempestiva de tiempo brillando una luz radiante en mi ojo, me ayudó a apretar el cinturón alrededor de mi cintura. Sólo Dios sabe cuántas personas habían conseguido un vistazo a mis golosinas, pero no podía traer a mi misma la atención. Mientras el médico inspeccionó los rasguños en las rodillas y las manos, Shaw había acorralado a Brock por un árbol de arce japonés. Otros oficiales estaban allí, acurrucados. Ellos exigían saber lo que él estaba haciendo aquí. Brock les dio la misma respuesta, pero mi estómago se revolvió sin descanso. Podría ser su respuesta conveniente. Podría ser lo que pasó. Pero luego ellos estaban revoloteando fuera de Linds, y bajo la lámpara de la calle, su piel normalmente de color moca, estaba de un horrible gris profundo. —¿Ella está bien? –pregunté, moviendo la máscara. —Ella está viva. –El médico colocó la máscara de nuevo en mi cara. Comencé a levantarla de nuevo. —Quiero ir con… —Tú vas a quedarte ahí –la cabeza de Shaw giró bruscamente como el exorcista–. Siéntate ahí, cállate, y aspira el oxígeno. Maldita sea. Me senté, me callé, y aspiré el oxígeno hasta que el paramédico comprobó el pulso y luego sacó la máscara.

—Whoa –el médico me agarró del brazo–. Quiero que te sientes todavía por un poco más de tiempo.

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No necesitaba esa llamada de atención. —Yo quiero ver… –me apagué cuando uno de los oficiales salió a la puerta principal, llevando la máscara de payaso. Me subí a la parte trasera de la ambulancia, mis piernas temblando.

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—Tienes suerte –dijo el paramédico, de pie–. Sólo unos rasguños y algunos moretones. Podrías estar muerta.

El oficial llevando la máscara se detuvo en la calzada. —Oh, mira, los chicos estatales están finalmente aquí.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane En cuestión de segundos, uniformes verdes invadieron el patio delantero. Reconocí al oficial Ritter. Tomó una larga mirada hacia mí antes de dirigirse hacia Shaw que estaba de pie con Brock. Mi estómago se encogió mientras los nuevos oficiales estaban alrededor de Brock, y luego Shaw se desintegró, caminando hacia mí. —¿Cómo te sientes? –preguntó. Envolviendo mis brazos alrededor de mí, quise que mis dientes pararan de castañear. —Estoy bien, pero Linds… —La llevaron al hospital, y serás capaz de ir a verla pronto, pero necesito que te centres en mí en este momento. ¿De acuerdo? –Cuando asentí, él cambió su postura–. ¿Cuándo apareció Brock? Mi mirada se precipitó hacia él. —Después de que conduje a través de la puerta del garaje. Llamó... llamó a la ventana del auto. —¿Te dijo por qué estaba aquí? Lamí mis labios. Se sentían increíblemente secos. —Él dijo que él vive a pocas casas más abajo. Que oyó gritos.... Espera –tomé en su mirada astuta–. ¿Cree usted que Brock...? —Quiero que te quedes aquí –Él puso una mano sobre mi hombro y siguió sin responder a mi pregunta–. Voy a llamar a tu… —No llame a mi mamá –le supliqué–. Por favor. No quiero que me vea así, ver el garaje y toda la policía. Se movió de nuevo, la dura mandíbula bloqueada. —De acuerdo.

—En el baño. —Voy a enviar a alguien. Mientras tanto, sígueme. Lo seguí hasta donde estaba aparcado su auto patrulla. Abriendo el maletero, sacó una manta oscura.

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Shaw me miró un momento y luego asintió. —Sí, puedo llamarlo –Él comenzó a girar y luego se detuvo–. ¿Tienes algo de ropa allí dentro?

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—¿Puedes... puedes llamar a Jensen?

—Está limpio –dijo, sacudiéndola–. Lo prometo. En este momento no me importaba si eso hubiera estado en una casa de crack. Me quedé quieta mientras dejaba caer la manta sobre mis

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane hombros. Cubrió más que la bata. Aliviada, me metí en los bordes de la estrecha manta. No quería estar aquí por los destellos de las luces de los autos de policía, demasiado cerca de las miradas indiscretas de los vecinos. Vi a Shaw en su teléfono, y esperaba que él estuviera llamando a Jensen. Habló brevemente a otro oficial que volvió y se dirigió hasta la puerta principal abierta. Me estremecí. ¿Habían llamado a los padres de Linds ya? Apreté mis ojos cerrados, balanceándome ligeramente en mis pies entumecidos. Yo debería estar allí con ella así cuando despertara ella no tuviera miedo. Y ella despertaría. Tenía que hacerlo. No podía permitirme pensar otra cosa. Unos minutos más tarde, un oficial se paró conmigo. No lo reconocí. Era un oficial por el aspecto de su uniforme. Yo estaba aprendiendo que todos ellos tenían diferentes colores y extraños sombreros. No habló, y me di cuenta de que estaba en silencio, probablemente bajo vigilancia. —¡Santa mierda! –gritó una voz desde el interior del garaje. Me volví justo cuando un oficial salió a trompicones, se dobló por la cintura, y agarró sus rodillas. Él se atragantó. Alguien gritó algo. El oficial que estaba conmigo frunció el ceño. —Quédate aquí. –ordenó.

—¿Que está pasando? –Brock exigió desde donde él estaba parado en el árbol, pero su voz sonaba tan lejos–. Vamos, que alguien me diga qué demonios está pasando. Mis piernas temblando, me arrastré hacia adelante, señaló a lo que fuera que tenían los policías enloqueciendo. Un oficial se hizo a un lado, volviendo la cabeza para hablar en un micrófono conectado a su hombro. —Recibimos una señal de 18 aquí. Necesito el médico forense inmediatamente.

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No. Linds estaba viva. Shaw dijo lo mismo.

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Él corrió, uniéndose a los policías que estaban de pie en la parte trasera del auto de la mamá de Linds. Los oficiales corrieron hacia atrás y adelante en el camino de entrada, y todo lo que decían se perdió en el rugido de la sangre en mis oídos. Tropecé hacia adelante, los brazos y las piernas temblando. Nadie se fijó en mí cuando me acerqué al grupo acurrucado alrededor de la parte posterior del auto de Linds, el mismo auto en que ella había estado atrapada, podría haber muerto dentro.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Pude ver a su alrededor, ver el interior del tronco; ver lo que dobló allí, esperando a ser descubierto. —Oh, Dios mío –susurré, mis manos llegando a mi boca. —Mierda. –Shaw dio la vuelta y de repente estaba delante de mí, bloqueando la vista del tronco, pero ya era demasiado tarde. Él me dio la espalda, pero ya había visto.

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Vi a Mónica doblada en el tronco, con las manos metidas bajo la barbilla como si estuviera durmiendo, y así es como se veía. Pacífica. Dormida. Todo excepto por el cardenal metido en su boca.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

U

n relámpago destelló a través del cielo, astillando la oscuridad. Un trueno siguió después, tan fuerte y tan cerca, las ventanas de mi habitación se estremecieron.

—Ella. Envolví mis brazos alrededor de mi cintura mientras me giraba. Jensen estaba en la puerta, y yo sabía que él había estado allí más tiempo del que me di cuenta, de pie en silencio y aún como un centinela. Él había estado allí, una constante presencia desde que llegó a la casa de Linds. Di un paso hacia él, mis piernas temblando. No hablé ni lo hice cuando él cruzó la distancia entre nosotros. Tomándome en sus brazos, él me abrazó contra su pecho, aliviando algo de la frialdad que había invadido mis huesos y tejidos. Esta noche había sido una de las peores noches de mi vida. Los labios de Jensen rozaron mi frente. —Todo el mundo está abajo.

Retrocedí cuando otro relámpago rasgó el cielo. —Ella va a despertar, ¿cierto?

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—Gavin apareció –continuó, alisando una mano por mi espalda–. Heidi está aquí, también. Tu mamá hace el chocolate caliente.

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Era tarde, más bien temprano por la mañana, y en circunstancias normales, mamá estaría flipando, pero esta noche estaba lejos de ser normal. El viento aumentó y el árbol afuera se sacudió como huesos secos.

—Sí –convicción fortaleció su voz. Él besó mi frente–. Ella lo hará. Un coma. Eso fue lo que dijeron los médicos. Linds había inhalado demasiados humos y su cuerpo se había cerrado. Sus padres estaban con ella en el hospital, y, actualmente, con su estado en cuidados intensivos, nadie fuera de su familia estaba permitido en el cuarto de hospital.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Todavía no lo puedo creer. Él estaba en esa casa. Él estaba en el baño cuando yo... –no pude terminar la frase sin querer lanzar algo. Los músculos de Jensen se balancearon mientras colocaba cuidadosamente sus manos en mis mejillas y luego besó mi frente. Momentos pasaron antes de que él dijera una palabra. —Odio esto. Odio que estés en peligro y lo estás. Allí no están diciendo el uno al otro, nada diferente que eso –su voz se volvió más profunda, más áspera–. Esto es dos veces ahora que él... él casi te tiene. Esa era la realidad de la situación. No había más fingimiento o mirando hacia esto estadísticamente. Dos veces ahora la... cosa había venido tras de mí. Tomé una respiración profunda. — Deberíamos ir abajo. Él asintió con la cabeza, y yo empecé alrededor de él, pero cogió mi mano, deteniéndome. —¿Estás bien? Una débil sonrisa tiró de mis labios. —Sólo estoy un poco dolorida. Voy a estar bien. —Eso no es lo que quiero decir. Claro. La pobre excusa de una sonrisa se desvaneció. —Realmente no sé qué pensar o sentir. Quiero decir, ¿cómo se supone que voy a sentir? —¿Asustada? ¿Confundida? –Su mano se deslizó hasta mi codo– . ¿Enfadada?

En la sala de estar, Gavin y Heidi estaban sentados en el sofá. Ambos levantaron la vista cuando entramos, la mirada de Gavin persistente en nuestras manos unidas. Empecé a tirarla libre, pero Jensen no estaba teniendo eso.

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Su mirada buscó mi cara con atención por un momento y luego asintió una vez más. Tomando mi mano en la suya, nos dirigimos abajo. Mamá estaba en el comedor, que rara vez se utiliza, en el teléfono con mi padre. Su voz era fuerte y se dio la vuelta mientras yo caminaba pasando, bajando la voz aún más.

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—Siento todas esas cosas. –y las había sentido antes, después de encontrar a Penn, pero también había sido una gran cantidad de culpa unida a eso.

Jensen se sentó en la silla reclinable y me tiró hacia abajo en su regazo. Agarró una taza de cacao sin tocar y me lo entregó.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Te ves bien –Gavin dijo, y luego hizo una mueca–. Quiero decir, no te ves como si solo fuiste cara a cara con Mike Myers. Mis cejas se levantaron. —Está bien. Nada de eso salió bien –se pasó la mano por el cabello– . ¿Puedo empezar de nuevo? —Eso podría ser una buena idea –murmuró Heidi. —Está bien –le sonreí–. Estoy bien. Sólo un poco magullada, pero Linds... ella no está bien. Heidi puso su taza en la mesa de café. —¿Y los policías en serio no tienen un sospechoso? —En realidad no había ninguna evidencia dejada atrás –la mano de Jensen alisó hacia arriba y abajo de mi espina dorsal mientras hablaba– . Excepto... bueno, los cuerpos. —¿Cómo sabes que era un chico? –preguntó Heidi. La miré bruscamente y, por alguna razón, un escalofrío irradiaba sobre mi piel. Negué con la cabeza. —Era un chico. Quiero decir, yo no conozco a ninguna chica que pueda recogerme y tirarme como una pelota de béisbol. Jensen se puso rígido detrás de mí. —Definitivamente es un hombre. –dijo Gavin, casi distraído mientras miraba a las persianas cerradas. —Sí, la mayoría de los asesinos psicópatas son hombres –ella retorció el final de su trenza entre los dedos–. Por lo menos lo son en la televisión y en las películas.

—¿Qué? –Gavin frunció el ceño. —Había un patrón –Heidi se enderezó cuando todos nos fijamos en ella– . ¿Qué? No puedo ser la única persona que vio esto.

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—Algo está pasando, sin embargo –dijo ella, dejando caer los bordes de su cabello–. Él está totalmente saltando fuera de su patrón.

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Abrí una sonrisa ante eso, y luego di un sorbo a mi cacao.

—Al parecer, lo eres. –dijo Jensen.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Es muy obvio. O, al menos creo que lo es –dijo–. ¿La mayoría de los asesinos en serie no siguen un patrón? Lo hacen en las películas y en los libros. Bueno, eso fue una prueba de extremo allí mismo. —Mira. Vee estuvo desaparecida durante dos semanas, ¿cierto? La noche que marcó dos semanas, fuiste atacada. La noche de la fiesta de Brock. Entonces el cuerpo de Vee fue encontrado una semana después, unos días después que Mónica desapareció. Y luego, dos semanas después, Wendy desaparece y... bueno, Mónica fue encontrada. —Santa mierda –Jensen se enderezó un poco–. Tienes razón. La línea de tiempo. Ella asintió. —Pero, esta noche tiró el patrón completo. Él fue después por Ella, y trató de matar a Linds. Hice una mueca. —Lo siento –dijo ella en voz baja–. Pero, bloqueando a alguien dentro de un auto en un garaje con dicho auto en marcha es un corte bastante claro. —Lo sé –tomé otro trago, pero se agrió en mi estómago. Lo puse a un lado–. Está bien. Diciendo que hay un patrón, ¿por qué él iba a ir fuera de ello? Ella se encogió de hombros. —No soy una persona loca, así que realmente no lo sé. —Tal vez él estaba acabando con eso. –dijo Gavin, cambiando su mirada hacia donde yo estaba sentada.

Jensen se inclinó alrededor de mí, frunciendo el ceño. Gavin miró por un momento, y algo pareció pasar entre ellos. No tenía ni idea de lo que era, pero Gavin miró hacia otro lado con un encogimiento de hombros. — ¿El patrón realmente importa? –preguntó–. Para mí, es el por qué detrás de todo.

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—Yo no creo que sea eso –argumentó–. Tal vez él tenía este gran plan, pero decidió acelerarlo. Acabemos con eso de una vez, o tal vez... tal vez él piensa que la policía está cerca de descubrir quién es.

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—O se está poniendo descuidado. –comentó Jensen.

El por qué. Eso era una gran cosa. Algo que Heidi dijo me molestaba. Dos semanas. Se siguió repitiendo una y otra vez en mi cabeza. Dos semanas.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Tal vez a él no le gustan las chicas –dijo Heidi, sus delicadas cejas tejiendo juntas–. Quiero decir, él ha ido detrás de sólo chicas. Eso era bastante espeluznante, pero no creo que era precisamente eso. Miré hacia arriba, mis ojos encontrándose con los de Gavin, e hizo clic. Me puse de pie repentinamente, incapaz de sentarme. —¿Qué? –dijo, mirándome. Caminé hasta el centro de la habitación. —Dos semanas, ¿verdad? ¿Sabes qué más tardó dos semanas? –mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras giré hacia Jensen, y él negó con la cabeza. Yo sabía que él tenía una idea de a dónde iba con esto–. Penn. —¿Qué? –dijo Gavin. Heidi parecía confundida. Había sabido sobre Penn, pero no había vivido aquí cuando todo eso se fue abajo. —No, Ella. Esto no tiene nada que ver con él. –dijo Jensen, inclinándose hacia adelante con las manos sobre las rodillas. —¿Por qué podría tener que ver con él? –preguntó Heidi. Tomando una respiración rápida, la llené sobre lo que había pasado, sobre Brock y sus amigos, y entonces lo qué... lo qué Jensen y yo habíamos hecho. —Dos semanas después de la fiesta, Penn se suicidó. Era exactamente dos semanas. —Pero eso podría ser una coincidencia. –Heidi envolvió sus brazos alrededor de ella, mirando más perturbada de lo que ella sonaba. —¿Podría? Quiero decir, Penn amaba cardenales.

—Penn está muerto –dijo Gavin, y juro por Dios, quería golpear a alguien–. Sé que lo sabes, así que ¿por qué crees que tendría nada que ver con él? Sacudiendo la cabeza, crucé la habitación y me asomé fuera de las persianas. No podía ver nada, por la barandilla del porche delantero y los setos, pero sabía de una patrulla sentada en la calle. La policía dijo que tendrían una presencia. Por si acaso.

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—¿Qué? –Corté a Jensen–. No es imposible.

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—Ella…

Sólo en caso de que él intentara por tercera vez.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Tal vez alguien quiere venganza –dije, dándome la vuelta para enfrentarme a ellos–. Mira a todos los que han sido atacados o han desaparecido. Vee y Mónica se burlaban de él en la escuela. Sé que yo lo hice –mi corazón latía con fuerza mientras miré hacia Jensen. Él miró hacia otro lado, un músculo tamborileando a lo largo de su mandíbula– . Linds no lo hizo, pero ella estaba conmigo. —Pero, ¿quién querría venganza? Su familia no vive por aquí nunca más –dijo Gavin–. Y para ser honesto, creo que es espantosamente conveniente que Brock acababa de pasar fuera anoche y solo apareció. Crucé los brazos sobre mi pecho, temblando. —La policía realmente lo interrogó. Estaban sospechando, pero lo dejaron ir. —Eso no quiere decir que no es un sospechoso. –Gavin insistió. Jensen balanceó sus hombros, como si estuviera tratando de encontrar una torcedura. —Pero si esto tiene que ver con Penn… —¿Crees eso ahora? –no estaba escondiendo la burla en mi voz. Él levantó las manos. —No estoy diciendo que hago o no lo hago, pero ¿por qué sería Brock? Él era un idiota total con Penn. —Y sin embargo, todavía eres amigo de él. –comentó Gavin. Jensen le miró con suavidad, pero no respondió. —Lo que sea. –Gavin murmuró. Ignoré a los dos. —Tal vez lo está haciendo porque se siente culpable por lo que había hecho.

Él asintió con la cabeza lentamente. —Estaría en peligro, también. —¿Acaso importa por qué? –Heidi preguntó de repente. Ella miró sus manos mientras hablaba–. Para mí, no es así. Porque no importa cuál sea la razón que sea, no justifica lo que está sucediendo. No siempre va a cambiar lo que esta persona está haciendo y creo que, en cierto modo, sabiendo por qué, degrada los recuerdos de esos afectados. Como si estampar una razón de por qué alguien es asesinado de alguna manera cambia el hecho de que están muertos. No lo hace.

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—Mason. –murmuró Jensen.

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—Bueno, si esto tiene que ver con Penn, eso solamente te deja a ti, Jensen, Brock... ¿y quién más? –Gavin frunció el ceño–. Hay alguien más.

Heidi tenía un punto.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Mamá apareció después de eso. Ya era hora de que todo el mundo golpeara a la carretera. Realmente no me gusta la idea de cualquiera de ellos marchándose. Abracé Heidi en un adiós. Gavin se detuvo en la puerta y se volvió hacia mí. Podía sentir los ojos de Jensen en nosotros. —Sé que esto no suena como antes, pero creo que estás en lo cierto. —¿Sobre Penn? –bajé la voz. Él asintió con la cabeza, mirando por encima de mi hombro. —Yo no sé cómo ni por qué, pero yo... te creo. Cerré los ojos de alivio. Por lo menos alguien no creía que yo estaba completamente loca. —Gracias. Gavin empezó a alejarse, pero se detuvo y me miró. —Lo siento por la forma en que reaccioné, sobre Jensen y tú. El cambio de tema me tomó por sorpresa. —Está bien. —No, no lo está. Fue un movimiento idiota de mi parte. Así que lo siento –dijo de nuevo–. No voy a mentir. Apesta pensar en ustedes dos juntos, pero estoy feliz por ti. Extendió la mano para apretar la mía, pero salté hacia adelante y envolví los brazos alrededor de sus hombros. Lo abracé fuerte, el lo regresó. Cuando me retiré, me tragué el nudo en la garganta. —Ten cuidado. —Igualmente.

—En la planta baja –la voz de mamá viajó desde el pasillo de arriba– . Puede quedarse aquí, pero en la planta baja. —Lo tengo –al cerrar la puerta, me volví a Jensen. Estaba apoyado en el arco que conducía a la sala de estar, con las manos en los bolsillos. Bajé la voz mientras me acerqué a él–. ¿Crees que estoy loca, ¿no?

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—Tu mamá me dijo que podía quedarme.

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Viéndolo caminar en el porche y por la acera, se unió a Heidi por la entrada. Iba a llevarla a su casa para que ella no estuviera sola. No sé cuánto tiempo me quedé allí, pero cuando finalmente me di la vuelta, Jensen estaba esperando.

—Siempre he pensado que estabas un poco loca. Mis ojos se estrecharon.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Él esbozó una media sonrisa. —No creo que estés loca, Ella. No sé qué pensar de todo esto. Quiero decir, ¿Penn? –Él se rió entre dientes, pero no había ningún humor en la misma–. Es como que estamos tratando con algo que no es de carne y hueso. —A veces me pregunto si lo somos –admití en silencio–. Hay algo casi inhumano acerca de él. Al igual que no hay humanidad allí, detrás de esa máscara. Quiero decir, sé que es un ser vivo, una persona respirando y todo, pero ¿cómo puede hacer lo que alguien lo que está haciendo? —No lo sé. Y me pregunté si nunca nos gustaría saberlo, o si nos gustaría tener la oportunidad de encontrarlo antes de que nos recogiera afuera, uno por uno. Me estremecí, sabiendo que era una manera terrible de ver esto. —Te traeré unas mantas y esas cosas. —Estaré esperando. Girando, corrí por las escaleras, no sorprendió encontrar a mi mamá esperando afuera de su dormitorio. En sus brazos estaban mantas y una almohada. Ella había sido increíble a través de todo esto, pero yo la conocía. Sabía que nada de esto podría ser fácil. Infiernos, ¿cómo podía ser fácil para alguien? Bajé la velocidad cuando me acerqué a ella. —Estoy bien con él estando aquí –dijo, sujetándome con la mirada "padre", papá nunca pudo ser perfecto–. Francamente, estoy permitiéndolo sólo porque confío en los dos, y sé que te hace sentir mejor sabiendo que está aquí, pero es en serio. Él se queda abajo y tú te quedas arriba.

Ella dio unas palmaditas en el hombro. —Toma esto para él y luego trae tu culo de vuelta aquí. Y, mañana necesitamos hablar acerca de otros arreglos.

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—Está bien. Vamos a comportarnos –tomé la pila de ella–. Gracias.

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Si mamá supiera...

—¿Otros arreglos? —Mañana.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Oculté mi gemido. Sabía lo que serían otros arreglos. Enviarme a quedarme con mi papá. No había nada que yo pudiera hacer acerca de eso ahora mismo. Yo llevaba una almohada extra y mantas a donde Jensen esperaba en el sofá. Colocándolos en su brazo, sonreí levemente. —Aquí tienes. Él inclinó la cabeza hacia atrás. —Puedo subir a escondidas una vez que tu mama vaya a la cama. —No creo que es una gran idea, ya que sabe que estás aquí. –señalé. —Buu –él tomo mi mano, enroscando sus dedos con los míos–. ¿Un beso antes de decir buenas noches? Lo deje tirarme hacia abajo, y cuando sus labios presionaron contra los míos, la presión de la hinchazón en mi pecho regresó. El beso fue dulce y lento, pero mientras sus manos se posaron en mis caderas y se deslizaron hacia arriba, deteniéndose en mi pecho, se hizo más fuerte, más profundo. Cuando él me besaba, era fácil olvidar las cosas malas, fingir. Esos besos tenían el poder de construir nuestro propio pequeño mundo, bloqueando todo lo demás, pero no estábamos en nuestra propia burbuja. Sabía que mamá probablemente estaba esperando arriba. —Ese es un tipo perfecto de buenas noches. –murmuré contra sus labios cuando me retiré. —No dan ganas de decir buenas noches, ¿verdad? –él besó la comisura de mis labios, y su aliento era cálido, tentándome–. Mejor te diriges arriba antes de que tu mama me eche.

Quería a Jensen aquí, y no sólo porque me sentía más segura sabiendo que él estaba cerca, pero esperaba que él estuviera más seguro. Si estábamos en lo cierto acerca de quién estaba detrás de esto, saliendo de su propio patrón, y si yo estaba en lo correcto y tenía que ver con Penn, entonces Jensen estaba en tanto peligro como yo.

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Pero no estaba dispuesta a correr ese riesgo.

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Mamá tendría un infarto si ella venia a la planta baja en la mañana y nos viera acurrucados juntos. Por otra parte, teniendo en cuenta todo lo que había pasado, no estaba segura de si ella estaría tan preocupada acerca de eso.

—Buenas noches –dije, besando su mejilla, pero mientras trataba de ponerme de pie, él me agarró. —¿Qué? —¿Te puedo pedir un favor y no te enojaras conmigo?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Depende. Se recostó contra el sofá. —Quiero que te mantengas alejada de Gavin. Mis cejas se arquearon. —¿Qué? —No es por celos o alguna mierda como esa. Me quedé mirándolo. —Si no es celos, entonces ¿qué es? Espera. No crees que él es responsable de nada de esto –retrocedí, mirándolo–. Hemos conocido a Gavin desde que éramos niños, Jensen. —Lo sé, pero... Bueno, confías en mí, ¿verdad? —Claro.

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—Y confío en ti –dijo, sosteniendo mi mano y colocándola contra su pecho–. Pero, yo no confío en nadie en este momento, porque en serio podría ser cualquiera en este punto. Y eso asusta a la mierda fuera mí, por ti. Porque podría ser alguien de tu confianza.

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enn cuadró los hombros y sonrió –sonrió ampliamente–. El aspecto vítreo de sus ojos se desvaneció y dejé escapar el aliento que estaba conteniendo. —Realmente no es una gran cosa, Ella.

Él estaba mintiendo. Si no fuera una gran cosa, sus ojos no estarían tan brillantes. La culpa era como un charco de batido de ácido en mi estómago. Realmente nunca había experimentado esa sensación antes, no a este extremo. No me gustaba. —¿Pueden Jensen y tu simplemente olvidarse de eso? –Él se levantó de donde estaba sentado en su cama y cogió un grande, colorido libro sobre aves–.Porque él se disculpó como diez veces desde el lunes. Me mordí el labio, resistiendo el impulso de retorcerme. —Es porque nos sentimos mal. Y realmente teníamos intención de venir, pero…

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Penn sostuvo el libro contra su pecho y cerró los ojos. —Lo sé. Ustedes chicos lo sienten. Eso es todo lo que importa. Y no es una gran cosa. No es como si alguien murió porque no vinieron a mi fiesta –Él se rió mientras abría los ojos. El brillo había desaparecido por completo. Él sonrió mientras daba un encogimiento de hombros torcido–. Todo está bien.

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odría ser cualquiera.

Esas palabras me perseguían durante el fin de semana, a pesar de que pasé la mayor parte de ella tratando de hacer las cosas normales después de hablar con los padres Linds. Ella todavía no había despertado y no ha habido ningún cambio en su situación. No sé lo que haría si Linds no despertaba. Duele, y daba demasiado miedo incluso considerar eso. Todo lo que podía hacer era decir a mi misma que no sería el caso. Ella despertaría, y ella sería como Linds. Por suerte, mamá no había discutido otros “arreglos” todavía. No es que yo estaba totalmente en contra de quedarme con mi padre, pero no quería que mamá estuviera sola. Después de hablar con sus padres el sábado por la mañana, y luego otra vez el domingo, Jensen había vuelto, y habíamos pasado la mayor parte del día se acurrucados en el sofá viendo los DVDs de Supernatural que había traído con él. Pero, incluso los hermanos Winchester no podían distraerme de la dirección de mis pensamientos.

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Jensen estaba en lo cierto. A lo largo del día, mentalmente fui sobre la lista de sospechosos. Descarté cualquiera de las hembras, a pesar de que la Srta. Reed había sido la que me envió al almacén y a la planta alta de la casa de campo. Había sentido al atacante. Era un hombre o una mujer muy masculina con absolutamente ningún pecho para hablar.

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Podría ser cualquiera.

Seriamente improbable. Sabía que no podía ser Gavin. Eso sería como pensar que era Jensen. No había manera de que pudieras crecer con alguien y no saber que estaban ocultando el hecho de que era un asesino en serie.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Al menos eso esperaba. Entonces, ¿a quién deja? ¿Brock? Simplemente no tiene sentido que sea él a menos que no tenga nada que ver con Penn o que algún tipo de culpa lo estaba conduciendo, pero tuve una fuerte sensación de que todo esto de alguna manera está ligado de nuevo a Penn. Cuando estábamos a mitad de la tercera temporada de Supernatural, mamá salió corriendo a la tienda a recoger algo para la cena y Jensen se movió. De alguna manera terminé debajo de él. —¿Que estás haciendo? –doblé mis manos debajo de mi pecho, tratando de comportarme. Apoyando su peso sobre el brazo al lado de mi cabeza, arqueó una ceja hacia mí. —No has estado prestando atención a la televisión en absoluto. Él era malditamente demasiado atento a veces. —Sí, lo estoy. —Uh-huh. Tu cuerpo, literalmente, había estado apretado como un arco todo este tiempo. Me temo que vas a romperte por la mitad. Habla conmigo. Mis ojos encontraron los suyos y suspiré. —¿Por qué tienes que ser tan atento? —Solo estoy preparado. Una sonrisa tiró de mis labios y luego desapareció. —Creo que tenemos que advertir a Mason. Jensen no respondió.

Quitando el cabello de mi cara, yo asentí. —Lo estaría. —De acuerdo –Él golpeó sus manos sobre sus rodillas–. Está bien. Podemos hacerlo mañana en la escuela. Puedo conseguir a Mason a…

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Se sentó, tirando de mí en una posición sentada junto a él. —Y te haría sentir mejor... ¿advertirles?

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—Sé que no crees que tiene algo que ver con Penn. Tal vez no –dije– . Pero me sentiría mejor si advertimos a Mason. Tal vez incluso a Brock.

Salté al repentino tono estridente del teléfono de la casa viajando desde la cocina. Jensen gimió. —Es probablemente alguien de una de las estaciones de noticias.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Habían estado llamando todo el fin de semana, y sabía que era sólo cuestión de tiempo antes de que se acamparan en frente de mi casa. Adolescentes siendo atacados y asesinados era una gran noticia. Tengo que, incluso comprender la atención, pero no entendía lo que los periodistas pensaban que podría decirles. La policía me había informado sin rodeos de mantener la boca cerrada y no hablar con ellos. No es que yo tenía ningún deseo de saltar arriba para la cámara. Con el ceño fruncido, me levanté y corrí a la cocina, esperando que sea todavía otro reportero que había conseguido nuestro número de teléfono de casa. La maldita cosa que nunca sonó antes de que todo esto sucediera. Recogiendo el auricular, me aclaré la garganta. —¿Hola? El silencio me saludó. —¿Hola? –me volví, espiando Jensen de pie en la puerta. Me encogí de hombros cuando levanté mis cejas–. ¿Hay alguien ahí? Mira, si esto es un periodista, no tengo nada que decir. Nada en absoluto. Jensen frunció el ceño. —Simplemente cuelga. Sonaba como un buen plan. Empecé a mover el teléfono lejos de mi oído cuando lo escuché, un susurro grave, apenas audible sobre la repentina prisa de estática que levantó los diminutos pelos de mis brazos. —Asesina... Hielo empapó mis venas mientras me quedé helada. —¿Qué? El clic de desconexión de llamada fue como un disparo en mi oído. Me quedé allí, con los ojos muy abiertos mientras Jensen cruzó la distancia entre nosotros. Tomó el teléfono de mis dedos repentinamente flojos.

Una máscara fría de enojo cayó sobre el rostro de Jensen mientras miraba hacia abajo en el teléfono. Golpeó un botón. —Dice teléfono desconocido. El número probablemente está bloqueado.

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—No lo sé –envolví mis brazos alrededor de mí–. Me pareció oír a alguien decir ‘asesina’.

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—¿Hola? –Frunció el ceño mientras bajaba el teléfono–. Nadie está ahí. ¿Alguien dijo algo?

—No sé si incluso escuche correctamente. –salí de la cocina, pasando junto a Jensen. Deteniéndome en la ventana, separé las persianas. Al igual que antes, no podía ver la calle, pero me preguntaba si la policía estaba por ahí.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Asesina. Me estremecí cuando Jensen se puso detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura. —No eres… –comenzó. —Lo sé –Y realmente lo hacía. Todos esos años de llevar tanta culpa pesada ahora parecía sin sentido, y yo no iba a dejar a alguien más verter eso sobre mí otra vez.

La escuela el lunes en la mañana apestaba más de lo que normalmente lo hacía. Había llovido todo el camino a la escuela, y los pasillos del edificio se sentían extrañamente fríos, inoportunos. Inoportunos, excepto por la fuente de crisis que parecía estar permanentemente estacionada en la escuela, lo que significaba que pasé la mayor parte del tercer periodo reuniéndome con los consejeros de duelo. Un montón de incomodidad abundó. Los policías se arrastraban sobre la escuela, tanto local como federal, y no hubo más que destellos rápidos de ellos. No había equivocación de su presencia. Los medios estaban acampados afuera, entrevistando a cualquier estudiante que estuviera dentro de la distancia de ellos. La atención, todo el ambiente era surrealista.

¿O había desaparecido? Me apoyé en la pared junto a la vitrina de trofeos, preguntándome en qué momento de mi vida iba a preocuparme si un chico no se presentó para la clase, si eso significaba que ¿algo les había pasado?

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¿Estaba saltando la escuela?

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Después de comer un almuerzo rápido con Jensen y Heidi, esperé en el pasillo mientras Jensen sacó a Mason lejos de la mesa disminuyendo que alguna vez el se sentó. Brock estaba notablemente ausente, algo que tenía mi estómago torciendo.

Jensen dobló la esquina, caminando junto a un Mason luciendo sorprendentemente apacible. Su cabello rubio estaba recogido en una corta cola de caballo, con las manos metidas en sus rasgados vaqueros. Me vio y frunció el ceño. —¿Qué pasa?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Me enderecé, mirando hacia Jensen, quien metió una mano por su cabello. Empecé a sólo sacarlo fuera ahí, pero fue Jensen quien habló. —¿Dónde está Brock? –preguntó. Mason se encogió de hombros. —No sé. No he sabido nada de él desde el sábado. Estaba preocupado por la mierda que pasó con Linds y lo que la policía pensaba. Probablemente está escondiéndose en casa. En serio lo esperaba. —Lo que pasó con Linds... creo que tienes que tener cuidado. Me miró, y luego su mirada se volcó a Jensen. —¿Tengo que ser cuidadoso? —Sí –asentí solo en caso de que no entendiera una sola palabra o algo así. Tomando una respiración profunda, me decidí a acabar de una vez–. ¿Recuerdas a Penn? Las cejas de Mason volaron. —¿Ese niño nerd que se suicidó hace unos años? Mis manos se cerraron en puños. —Su nombre era Penn… —Sí, me acuerdo –Mason miró hacia atrás rápidamente, dentro de la cafetería–. ¿Qué hay de él? —No sé si te has dado cuenta de esto o no, pero todo el mundo que ha sido atacado, con la excepción de Linds, tenía algo que ver con Penn. Sacó las manos de los bolsillos, quitando un mechón de cabello de su cara. —Sí, ¿cómo quién?

Mis cejas se levantaron. ¿Cuántas células cerebrales quemaba este chico en forma regular? —¿Y qué? Lo que estamos tratando de decir es que pensamos que el asesino va tras las personas que se metieron con Penn. Quiero decir que tú y Brock… donde quiera que esté... podría estar en peligro.

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Una sonrisa confusa apareció en el rostro de Mason mientras miraba hacia atrás y adelante de nosotros. —¿Y qué?

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—Como Vee, Wendy, y Mónica todos se metieron con Penn –Jensen se cruzó de brazos–. Así lo hizo Brock, y así lo hiciste tú.

Mason abrió la boca, miró a Jensen, que arqueó una ceja, y luego me miró. Él rió. —¿Estás jodidamente loca?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Jensen giró tan rápido que fue un borrón. Golpeando sus manos en los hombros de Mason, lo empujó contra la pared. —Es posible que quieras reconsiderar esa declaración. Mis ojos se abrieron. —¡Jensen! —¿Qué? –Mason levantó las manos–. Eso es completamente… Sus manos se cerraron en la parte delantera de la camisa de Mason. — Lo digo en serio. Piensa cuidadosamente acerca de lo que dices. —Todo lo que estoy diciendo es que ¿quién piensa en ese chico Penn? – La sangre drenó del rostro de Mason–. Nadie más lo hace. ¿Nadie más piensa en Penn? Dios, el pozo de tristeza que se abrió en mi pecho era casi demasiado. Agarré el brazo de Jensen porque realmente parecía que estaba a punto de golpear a Mason. —Vamos. –dije, sacudiendo la cabeza, listo con esto. Jensen dejó ir lentamente a Mason, y mientras se giró, dejando caer su brazo alrededor de mis hombros, sus ojos brillaban. Mason se apartó de la pared y se echó atrás. —Mira, no estoy tratando de ser maleducado. ¿Sólo Penn? Es una locura. —Cállate, Mason –entonces, para mí, Jensen preguntó– ¿Estás bien?

—No me arrepiento de decir algo. –le dije mientras manejaba abajo por la calle.

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Después del intento un tanto desastroso y algo vergonzoso de advertencia a Mason, el día de escuela terminó sin más visitas llama drama, y Jensen me llevó a mi casa.

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Asentí. Hice lo que sentí que tenía que hacer, y no me importaba si él pensaba que yo era una lunática. Advertí a Mason, y ahora le tocaba a él tomarlo en serio. Realmente esperaba que él no tenga que hacerlo.

Él me miró. —Bueno, me arrepiento de no darle un puñetazo en la cara. Mis labios temblaban. —Lo siento. No podía dejar que eso suceda.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Estoy seguro de que voy a tener otra oportunidad. –murmuró, entrecerrando los ojos en el parabrisas. Dejé escapar un suspiro bajo mientras llegamos a la parada en frente de mi casa, detrás de mi Jetta solitario. Mamá no estaba en casa todavía, no estaría por varias horas. Cuando apagó el motor, no me moví. Al menos no había periodistas escondidos en los arbustos. —¿Crees que tiene a Brock o...? –me interrumpí, incapaz de terminar la frase. Jensen se sentó de nuevo, apretando las llaves en su mano. —O Brock hizo una carrera por ello, porque ¿la policía está sobre él? Asentí. —No lo sé, pero ¿si es él? –Jensen negó con la cabeza–. Además del hecho de que está tan echado a perder de muchas maneras diferentes que ni siquiera puedo pensar en eso ahora, podría ser una buena cosa. Porque si es él, y está alcanzando la carretera, entonces tú estás segura. —Así lo estás tú. Él inclinó la cabeza hacia un lado. —No estoy preocupado por mí. Fruncí el ceño. —Debes estarlo. Todos deberíamos estar preocupados. —Estoy muy preocupado por ti para realmente darle un pensamiento. —Si bien eso es dulce y todo, quiero darte un puñetazo en la cara.

Se rió de nuevo. —Está bien. ¿Estás lista para ir dentro? —Sí –llegué atrás y cogí mi bolso–. ¿Tienes hambre? —Siempre.

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—No quiero que hagas algo descuidado y te pongas en peligro –me estiré y besé su mejilla–. Y realmente no quiero darte un puñetazo en la cara, pero si haces algo tonto y te lastima, yo voy a, y me enseñaste como dar un puñetazo. Así que haré daño. ¿De acuerdo?

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Jensen se rió. —Guau.

Saltando fuera, esperé a que se uniera a mí, y luego nos apresuramos por el camino. La oscuridad, las nubes gordas parecían a punto de estallar en cualquier momento dado. —Creo que tenemos un poco de pizza de sobra de la noche anterior.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Perfecto. Di otro paso, y una gota gorda de lluvia fría aterrizó en mi nariz. — Mierda. A mitad de camino hacia el porche, nos echamos a correr, pero no fuimos lo suficientemente rápido. Las nubes rasgadas abiertas y la fría lluvia se vertieron sobre nosotros, empapando mi camisa en el momento en que llegamos a la casa. —Oh, Dios mío –di un grito ahogado, derramando mi pelo mojado fuera de mi cara–. Eso está frío. —¿Frío? –Su mirada fue a mi cuello–. Realmente no siento frío en absoluto. Mi mirada siguió la suya y mis mejillas se acaloraron. Golpeé su pecho. —Eres como un perro. Empujando el pelo de la frente, sonrió. —Tú me amas. El aire se atrapó en mi garganta mientras mi mirada se cruzó con la suya. Tú me amas. La rectitud de esas tres palabras estaban rompiendo, la verdad innegable. Yo amaba a Jensen. Había querido a Jensen durante años. Eso no era una gran sorpresa, pero yo estaba enamorada de él. Su sonrisa comenzó a desvanecerse. —¿Qué estás mirando? ¿Puedes ver mis pezones a través de mi camisa? Dudo que los míos sean como… —No –me sonrojé, alejándome mientras saqué las llaves de mi bolso. — No estoy mirando nada. —Sí, estabas.

—No estaba pensando nada. Su aliento era cálido contra mi cuello. —Eres una mentirosa terrible.

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Jensen dio un paso a la derecha detrás de mí, presionando sus dedos suavemente sobre mis caderas. —Entonces, ¿qué estabas pensando?

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Rodé los ojos mientras empujaba la llave dentro.

Abriendo la puerta, me escapé dentro, poniendo espacio entre nosotros. —Eres terriblemente molesto. Jensen se rió mientras dejé caer mi bolso en el interior. —¿Dónde vas?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Me detuve en la base de la escalera. —Voy a ir a cambiarme. –Y recordar mis dispersos, pensamientos excesivamente emocionales. Sabía que Jensen se preocupaba por mí. Profundamente. Pero ¿amor? Él no había dicho eso y no habíamos estado saliendo por mucho tiempo. Pero nos habíamos conocido desde siempre. Sus pestañas bajaron, dando a sus ojos una mirada pesada. — ¿Necesitas ayuda? Empecé a decirle que no, pero mi corazón saltó y partes de mi cuerpo se enrollaron fuertemente. Me mojé los labios repentinamente secos. Realmente necesitaba decir que no. —Seguro. Oh Dios... Jensen parpadeó una vez y luego dos veces. —Maldito calor. Riendo en voz alta, me di la vuelta y me dirigí hacia las escaleras. La risa... Dios, se había sentido bien. Ese momento de sentirse libre; me aferré a eso, pero cuando llegué al rellano y giré para ver a Jensen un paso por debajo de mí, tragué saliva. —Ya sabes –su voz era más profunda de lo normal–. La camisa se va a tener que ir primero. Está empapada. Mis manos se abrían y cerraban a mis costados. —Lo está —Me alegro de que estemos en la misma página con eso –sus ojos estaban fijos en los míos mientras daba el último paso, deteniéndose frente a mí–. ¿Necesitas ayuda?

Mi garganta se secó y negué con la cabeza. Jensen no hizo un seguimiento de esa declaración mientras él deslizó sus manos bajo el dobladillo de mi camisa mojada. Cuando él la levantó por encima de mi cabeza, mi corazón se sentía como si paró de latir en mi pecho. Hizo un sonido profundo en la parte posterior de su garganta mientras cubrió mi camisa sobre la barandilla.

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Dudó por un momento. —Gracias –dijo en voz baja, y yo no entendía lo que me estaba agradeciendo. Pero, entonces él me rozó el cabello mojado detrás de mis hombros–. ¿Tienes alguna idea de cuánto tiempo he pensado en esto?

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Era como si alguien más estaba en control de mi cuerpo. Asentí.

Cerré los ojos y me obligué a respirar con normalidad, así que no terminaría desmayándome o algo así, porque eso seguramente sería

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane aguafiestas. Pero era difícil. Yo estaba de pie delante de él en mis vaqueros y sujetador, y sabía que este último, estando tan húmeda como estaba, mostraba más de lo que probablemente cubría. —Eres preciosa. Mis ojos se abrieron, y su mirada se pegó a mi cara, no donde yo había pensado que sería. Mi garganta se cerró, y yo me quedé quieta cuando la punta de sus dedos rozaron los lados de mi estómago, corriendo todo el camino hasta mi garganta y luego mis mejillas. ¿Quién sabía que un ligero toque podría causar mis rodillas temblar? Él inclinó mi cabeza hacia atrás y rozó sus labios con los míos. Fue rápido y suave, pero sacudió todo el camino hasta los dedos de mis pies. Rozó la parte posterior de sus dedos por mis mejillas, barriendo cualquier gota persistente de lluvia, y luego sus labios encontraron los míos de nuevo, tomándolos profundo y más tiempo. Sus labios no dejaron los míos mientras sus manos patinaban hacia abajo, enviando una serie de temblores a través de mí. Mis dedos encontraron los extremos húmedos de su cabello, y luego sus manos se posaron en mis caderas. Sin romper el contacto, él me levantó. Sus labios atraparon un jadeo sorprendido cuando envolví mis piernas alrededor de su cintura. Me incliné hacia él, deslizando mis dedos por su cabello. La sensación de su camisa húmeda contra mi piel ruborizada envió un derroche de sensaciones a través de mí. Jensen nos llevó a mi habitación, y yo no sabía lo que iba a suceder una vez que estuviéramos dentro, pero estaba curiosa, más allá de curiosidad. Quería saber. Quería experimentar esto con él.

—Dios, Ella –dijo, sus labios rozando los míos, y luego empezó a levantar la cabeza–. Tienes… Cristo.

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La puerta de mi dormitorio estaba abierta, y cuando mi espalda se metió en ella, vagó el resto del camino. Besándome profundamente, él bajó mis piernas fuera de su cintura y mis pies hacia el suelo.

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Quería sentirme viva.

La impresión de la palabra me hizo girar fuera de la neblina. Jensen no me miraba, su atención se centró detrás de mí. Comencé a girar, y sus brazos se cruzaron alrededor de mí, presionándome contra su pecho con tanta fuerza que apenas podía moverme. —No –dijo–, no.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Qué? –mi pulso aumentó mientras un malestar se arraigó en la boca de mi estómago. Traté de dar vuelta de nuevo, pero era imposible romper su agarre. Jensen comenzó a dar marcha atrás, y me las arreglé para deslizar mis manos en medio de nosotros. Empujé con fuerza contra su pecho. —¡Ella! Fui capaz de girar alrededor lo suficiente para ver mi dormitorio. Mi mirada se lanzó sobre mi escritorio y luego al centro de la sala, a los pies de mi cama. Mi mirada horrorizada subió al ventilador de techo. Un cuerpo colgaba del ventilador, brazos y piernas flácidos a los lados. La espantosa máscara blanca estaba asegurada en su lugar, una peluca rizada roja cubría su cabeza.

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Mi boca se movió sin hacer ruido mientras presionaba la espalda contra Jensen. Lo vi colgado sobre su cuello, como colgó la cabeza en un ángulo antinatural, y la cosa alrededor de su cuello.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

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ensen me sacó de mi dormitorio y bajo el pasillo. La sangre zumbaba en mis oídos, mi corazón latía demasiado rápido. No conseguí una buena mirada hacia el cuerpo, pero yo sabía que era

un tipo.

Había un tipo colgando en mi dormitorio. —Él ha estado aquí –le dije, y era estúpido, porque era obvio, pero no podía dejar de decirlo–. Él ha estado aquí de nuevo. Él agarró mi camisa de la barandilla, empujándola en mis manos. — Ponte esto. Mis manos temblaban mientras la arrastraba sobre mi cabeza, haciendo una mueca mientras la tela fría y húmeda se aferró a mi piel. Había una buena probabilidad de que estaba dentro, pero no me importaba. Empezamos a bajar, pero me detuve, girándome hacia donde el teléfono de la casa, sentado en una pequeña mesa en el pasillo fuera del baño principal.

El otro receptor, el único de abajo, tenía que estar descolgado. —No importa. Mi celular está en mi camioneta. O podemos tomar el tuyo de tu bolso.

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Mi estómago cayó.

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—Espera –cogí el teléfono inalámbrico, golpeando el botón. Una señal de ocupado me saludó–. Pero qué..?

Dejé caer el teléfono inalámbrico y corrí escaleras abajo, sintiendo como si en un momento dado, un gigante mitad araña, mitad humano trataría de agarrarme por detrás. Antes de que llegáramos al vestíbulo, Jensen se detuvo y miró alrededor de la barandilla, hacia la sala de estar, y luego hizo lo mismo en el otro

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane lado, mirando hacia el comedor. Agarró mi bolso, y luego me tomó la mano de nuevo. Mientras nos apresuramos fuera de la casa, él sacó el teléfono y llamó a la policía. Habló con ellos mientras me guardaba en la camioneta, y luego saltó dentro en el otro lado. —Nos quedaremos en el frente. Está bien – desconectó la llamada y me pasó el teléfono otra vez–. Ellos están en camino. Dejé mi teléfono en mi regazo, mirando por la ventana. La lluvia había parado. —Oh, Dios mío... –apreté las manos hacia mi cara, doblándome– . ¿Quién crees que era? Él me apretó el hombro. —No lo sé, pero Brock... Brock estaba desaparecido, lo que significa que podría simplemente haber pasado de sospechoso a víctima en un nanosegundo. Mis dedos se cerraron en mi cabello mientras mi estómago se estrechó con náuseas. —Va a estar bien. –dijo Jensen, y lo dijo una y otra vez. Miré hacia arriba, bajando mis manos, y mi mirada se encontró con la de él. —Alguien está colgando en mi dormitorio. Esta cosa no es una coincidencia. —Lo sé –quitó su mano mientras inclinaba la cabeza contra el reposacabezas, mirando por la ventana. La policía apareció después, aparcando la patrulla frente a la camioneta de Jensen, bloqueándolo. Un oficial se apareció detrás de nosotros. Me di la vuelta, reconociendo a Shaw. Jensen y yo nos miramos el uno al otro y saltamos fuera.

Shaw nos miró como si quisiera encerrarnos en una de esas burbujas de oxígeno antes de asentir. Desaparecieron dentro de la casa. Envolviendo sus brazos alrededor de mí, Jensen me atrajo contra su pecho. Fui, cerrando los ojos. —Voy a tener que llamar a mamá.

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—Quédate aquí –el rostro del oficial era estoico mientras giró hacia Shaw–. Prepárate.

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El oficial de la ciudad nos llegó primero. —Hay un... un cuerpo colgando en mi habitación –dije–. No sé quién es.

—Puedo hacerlo por ti. Cerré los ojos. —Lo necesito. No quiero que ella oiga tu voz y piense que algo sucedió.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Jensen bajó la barbilla hasta la parte superior de mi cabeza y se quedó callado mientras me sostenía. Abrí los ojos, tratando de ver el cuerpo en la habitación, pero los detalles eran demasiado difusos. —Shaw está saliendo. –dijo. Me giré en sus brazos, mi pecho cerrado. La mirada en su rostro me hizo no querer preguntar, pero tenía que hacerlo. —¿Quién es? Él se puso delante de nosotros y se quitó el sombrero. Corriendo su mano sobre la cabeza, frunció el ceño. —No es... no es nadie. —¿Qué quieres decir? Shaw bajó el brazo. —Era falso, un maniquí. Probablemente un puntal sobrante de la cosa de Halloween que ustedes estaban trabajando. —¿Falso? –susurré. Mi cerebro no comprendía la palabra. Jensen echó la cabeza profunda. —Gracias a Dios.

hacia

atrás,

soplando

una

respiración

—Obviamente alguien estaba tratando de asustarte –continuó, bajando el volumen de su radio–. Y funcionó. Deben de haber llegado a través de tu ventana. El oficial Brandis está ahí arriba. Vamos a tener una unidad de crimen aquí para quitar el polvo para las impresiones, y luego tomaremos la maldita cosa. Me alejé de Jensen, dejando las palabras hundirse dentro mientras tiré mi cabello todavía húmedo de mi cara. Falso. Alguien había irrumpido en mi casa para colgar una persona falsa. Yo ni siquiera sabía qué hacer con eso.

Shaw asintió. —Creo que sería una gran idea. ¿Él vive en la ciudad? —Por otro lado, cerca de Shepherdstown. En el desarrollo cerca de... – mientras Jensen explicaba, mi atención se desvió hacia la casa.

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—Creo que es una buena idea –Jensen puso su brazo sobre mis hombros–. Puedes quedarte con tu papá.

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—Podría ser una broma, pero con los recientes acontecimientos, creo que debes encontrar a alguien más con quien quedarte. –sugirió.

El cuerpo había sido falso. Pero la advertencia había sido clara.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Pero mamá. Mamá puso las manos en las caderas. —No quiero que te quedes una noche más en esta casa. Te quiero con tu padre. Cambié mi peso. —¿Pero qué hay de ti? —Voy a volver a la oficina, me voy a traer a alguien aquí mañana con una alarma, y luego me voy a quedar con mi hermana –hizo una pausa, frunciendo el ceño–. Y creo que voy a solicitar un permiso de arma de fuego. Mis labios fruncidos. —Pero… —Cariño, no puedo quedarme con tu padre y no te quiero en una habitación de hotel. No más discusiones. Consigue tus cosas. Estaba a segundos de pisotear mis pies. Quería quedarme con mi mamá. La quería a ella, pero eso no estaba sucediendo. Así que recurrí a hacer pucheros. Ella ignoro eso. —Tu padre no va a llegar a casa hasta las ocho –Mamá miró a Jensen, que estaba sentado tranquilamente en el sillón, pensando en sus propias cosas. Era como si mamá había decidido que él sería mi niñera–. Alguno subirá. —Me quedaré con ella.

No tenía idea de cómo iba a dormir en esta habitación de nuevo. O esta casa.

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Suspiré. Jensen se dirigió arriba conmigo. Un oficial todavía estaba en mi habitación, jugando con la ventana. Gracias a Dios el muñeco había sido derribado y removido. Yo todavía vacilaba en la puerta.

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—Bien. –Ella me lanzó una mirada que decía ponerse en marcha.

—Vamos a hacer esto. –dijo Jensen, mirando al oficial. Sintiéndome fuera de eso, agarré un bolso de mi armario y empecé a empujar la ropa en el bolso. De vez en cuando, un temblor me sacudía. Me

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane sentí un poco entumecida, y sentí demasiado enfado, miedo, confusión, más enfado. Quería que esto terminara. Agarrando un par de suéteres, giré hacia otra parte del armario y las perchas se mecieron hacia atrás y adelante. Yo quería saber quién estaba haciendo esto. Inclinándome, cogí unos calcetines, y luego escondí ropa interior en mi bolsa. Quería saber por qué esto estaba ocurriendo. Salvo que no había respuestas, y la policía no tenía idea de quién o por qué estaban haciendo esto o cuando habría terminado. Nadie sabía siquiera si Brock estaba huyendo o muerto. Nadie sabía nada. —Estoy lista. –dije, empujando la ropa en la bolsa. Él arqueó una ceja. —¿Estás segura? ¿Alguna otra ropa que quieras para dar un puñetazo? —Quizás. Un lado de sus labios se curvó. —Bueno, no dejes que te detenga. Cogí mi bolso de la cama, arrojándolo por encima de mi hombro. Al salir de la habitación, miré hacia el ventilador y luego la ventana. No importa cómo nada de esto resultaba, las cosas nunca, nunca a serian las mismas.

—Podemos ir a mi casa por un rato. Mamá y papá no estarán en casa hasta tarde. Ambos están en la oficina. –dijo mientras nos dirigimos por las escaleras.

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Salí de mi habitación y traté de no patear una pared mientras lo hacía. El teléfono inalámbrico todavía estaba fuera del cargador en el pasillo. Lo recogí, y lo coloqué de nuevo en su soporte. Quién sabía por qué el teléfono en la cocina había sido retirado del receptor. Sólo alguna otra manera de meterse con nuestras cabezas.

260

Y mi sangre hervía por eso.

—Está bien –aspiré–. Eso va a estar bien. Me miró cuando llegamos al vestíbulo y luego asintió. Girando, entré en la cocina y le dije adiós a mamá. Ella prometió no pasar el rato en la casa demasiado tiempo y salir a la carretera. La abracé dos veces antes de irme.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Se sentía patético conducir las tres cuadras hacia la casa de Jensen, pero él manejó su camioneta hasta el camino de entrada. Las nubes cubiertas parecían dispuestas a llover de nuevo mientras dejaba mi bolso en su camión y me deslizaba fuera del asiento, cerrando la puerta detrás de mí. Miré por encima del patio, mordiéndome el labio. Setos gruesos bloqueaban la calle, pero no podía evitar la sensación de ser observada. Podría ser algo. Podría ser la paranoia. Pasamos bajo el viejo árbol de nogal negro, viendo que no pisamos alguna de las conchas. Jensen sacó sus llaves. —Pégate cerca de mí. Quiero echar un vistazo a la casa. Mi estómago dio un vuelco. —¿Crees que podría estar aquí? —No lo creo, pero quiero tener cuidado. Eso era inteligente. Ahora que lo pienso, deberíamos haber tenido uno de los oficiales al alcance fuera del lugar. Un poco tarde para eso. Me quedé cerca de Jensen mientras revisaba por todos lados dentro de la casa, las puertas y las ventanas. En el momento en que subimos a la última habitación, su habitación, había alrededor de una hora hasta que mi papá llegara a casa.

Mi aliento se atascó. Jensen estaba pateando un par de zapatillas dentro del armario cuando me di la vuelta. El centro de sus mejillas era de color rosa cuando se enderezó y se acercó a su cama. Dejándose caer, dio unas palmaditas en el lugar junto a él.

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Las paredes estaban desnudas de carteles de cualquier deporte, pero una bandera WVU estaba fijada a la pared por encima de su cabecera. Mientras Jensen pasó junto a mí, recogiendo los calcetines y Dios sabe qué más, giré hacia su escritorio. Papeles cubrían la parte superior. Reconocí una asignación de inglés. Sobresaliendo de la parte inferior de los cuadernos estaba un manual de la Universidad de Maryland.

261

Había pasado tanto tiempo desde que había estado en su dormitorio que me tomé el tiempo de revisar su habitación para resolver mis pensamientos.

Apreté los labios, pensando en el manual. —¿Crees que llegaremos allá? Sus cejas se juntaron. —¿Llegar donde? ¿La casa de tu padre?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —No –desearía que fuera así de simple–. A la Universidad de Maryland. —¿Qué? Oh, bebé... –se incorporó–. Te prometo que llegaremos allá. —Eso es... –eso fue dulce, pero la cosa era, él no podía prometer eso. Nadie podía. Y graduarse e ir a la universidad parecía tan lejano. Infierno, vacaciones de Acción de Gracias no parecía posible. No pude evitar la sensación de que nos estábamos quedando sin tiempo. Que el maniquí falso era algo más que una advertencia, más como un preludio. Dios, no quería pensar en nada, y lo único que quería era sentir ese calor loco que había sentido antes en la tarde, ya quien sabía si conseguiríamos una oportunidad para sentirlo de nuevo. No sé lo que me hizo hacer lo que hice después, pero cuando me encontré la mirada interrogativa de Jensen, sólo dejé de pensar todo a la vez. De pie delante de él, tomé una respiración que no necesitaba y me agaché, tirando de mi camisa sobre mi cabeza antes de que pudiera pensar dos veces. —Ella –Jensen se agarró a los bordes de la cama mientras su mirada cayó de mi cara–. ¿Que estás haciendo? —Nada. –le susurré. Su mirada cayó de nuevo. —Eso seguro no parece nada.

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Abrió la boca, pero antes de que pudiera decir algo que seguramente introduciría la lógica en lo que estaba haciendo, lo besé. Haciendo un sonido profundo, sus manos se aplastaron contra mi espalda baja. Nuestros labios se separaron, profundizando el beso. Y ya no estaba pensando. Todo lo que estaba haciendo era sintiendo.

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Mis piernas se sentían como gelatina mientras caminaba hacia adelante y colocaba mis manos sobre sus hombros. Él inclinó su cabeza hacia atrás, la garganta trabajando mientras subía a su regazo, poniendo una rodilla a cada lado de sus caderas. Sus manos se posaron en mis caderas mientras me bajaba.

Rompiendo el contacto el tiempo suficiente para tirar hacia atrás, agarré su camisa, y él levantó los brazos, para ayudarme a sacarla. Mi mirada recorrió la piel de oro de sus hombros, sobre el pecho, y las crestas de su estómago. Guau. Me gustaba.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Cuando arrastré mis ojos de nuevo arriba, él me sonrió. Presioné contra él, prácticamente escalando dentro de él. Su piel estaba demasiado más caliente que la mía, más apretada. Llevé una mano arriba, enredando mis dedos por su cabello. El calor se extendió por mis venas, y si yo pudiera quedarme aquí con él, como esto, casi podía creer que éramos dos adolescentes normales enfrentando cosas todos los días y eso era todo. Este beso se profundizó, sus labios se abrieron, y yo lo podía saborear. Un sonido profundo, sexy retumbó de su pecho y su otra mano se envolvió alrededor de la parte posterior de mi cabeza. —Ella –su voz era suave contra mis labios. —No lo hagas. –le susurré mientras moví mis caderas más cerca de la suya. Su mano se apretó en la parte posterior de mi cabeza y luego rodó. Yo estaba en mi espalda en un segundo, y la sensación de su cuerpo presionando contra el mío era un shock para mi sistema.

Él atrapó mi muñeca. —Ella... —¿Qué? –lo intenté de nuevo, pero él sacó mi mano. Rodando su peso sobre un brazo que temblaba, presionó mi mano contra el centro de su pecho. Su corazón latía con fuerza bajo mi palma–. ¿Jensen?

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Nuestros ojos se encontraron. Sus ojos eran como el océano en la mañana, brillando bajo la luz del sol. Un aliento se atrapó en mi garganta. La intensidad de su mirada... casi me deshizo. La boca de Jensen se estrelló contra la mía, su beso barriéndome en ese lugar que yo quería estar, donde estábamos solo nosotros. Nuestras piernas se enredaron juntas. Sus manos rozaron mi cuerpo y nos besamos como nunca lo habíamos hecho antes, besándonos como si podría ser el último, y mi aliento se atrapó de nuevo. Arrastré mi mano bajo su pecho, las puntas de mis dedos viajaron sobre las pendientes y planos de su estómago. Llegué al botón de sus vaqueros y me fui por ello.

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Mi estómago se sumergió en una manera agradable, pero luego él empezó a retroceder. Un borde casi desesperado me rodeaba. Agarré sus brazos, sosteniéndolo cerca, queriendo perderme en las sensaciones.

—No así –dijo, levantándose. Él estaba hablando un idioma diferente. —¿Qué? Jensen cerró los ojos. —No podemos hacer esto.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Maldita sea si no podía. —¿Por qué? Él gimió. —Voy a estar preguntándome a mí mismo eso una y otra vez, estoy seguro. No pude evitar sonreír. —¿Así qué? —Así que... –Él hizo otro sonido profundo mientras dejó ir mi mano. Seguí allí porque me gustaba la sensación del palpitar constante. Alisó su pulgar a lo largo de mi mandíbula. —Es muy simple. —No parece sencillo. Yo quiero esto, pero tú… —Oh, totalmente quiero esto. He querido esto por un tiempo. Y lo quiero más que a nada. Dios, no puedo creer que esté diciendo esto –sacudió la cabeza–. Pero esto no está bien. No así, porque eres la primera chica de la que alguna vez he caído enamorado, Ella, y serás la última chica que ame. Traté de tomar un respiro, pero quedó atrapado en la bola de emoción que de repente se formó en mi garganta. Mi mano se acurrucó contra su pecho mientras miraba sus ojos. —Tú... ¿me amas? Apoyó la frente contra la mía, arrastrando una respiración profunda. — Sí, y algo más. Las lágrimas corrieron a mis ojos, e incliné la cabeza, besándolo con todo lo que había en mí. —Te amo, también. No creo que nunca deje de hacerlo. Estoy enamorada de ti. Jensen se estremeció. —Escuchando eso... –su voz era ronca, cruda– . No hay palabras, oye, ¿por qué lloras?

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Él atrapó las lágrimas con sus labios, y luego rodó sobre su costado, reuniéndose cerca de mí. Me acurruqué arriba, cerrando los ojos. Mis mejillas se sentían calientes, así lo estaba el resto de mí. Sonreí mientras él dejaba caer besitos a través de mis mejillas y el puente de la nariz. Nos quedamos así por un rato, hablando de la universidad, sobre qué clases queríamos, y cómo él planificó para asegurarse de que compartiéramos suficiente.

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—Lo siento –me reí, sintiéndome estúpida–. No son lágrimas infelices. Te lo prometo.

Nosotros planeamos. Nos besamos. Nos exploramos el uno al otro lentamente. Trazó la curva de mi estómago, el tirante de mi sujetador, y el guión de mi ombligo. Yo hice lo

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane mismo, fascinada por cómo su piel podría ser tan suave y dura al mismo tiempo. Nosotros no fuimos más lejos que eso y era exactamente lo que yo –lo que nosotros– necesitábamos. La promesa del mañana, la creencia de que estaría allí, y nos gustaría tener tiempo para ir más lejos. —Tenemos que dirigirnos hacia tu papá. –dijo finalmente. Sentándome, le entregué su camisa, y él me ayudó con la mía, lo que curiosamente tomó más tiempo que si solo poniéndola sola. Pero, no estaba quejándome. Caminamos a la planta baja, mano y mano, parando en la puerta de entrada para un rápido beso que me tomó por sorpresa. Cuando él se apartó, quería aferrarme a él. La idea de que regresara aquí, donde yo no podía saber si estaba bien o no, me iba a volver loca. Entre preocuparme por él, sobre Heidi y mi mamá, y Gavin y Linds, estaba por desarrollar una úlcera de estómago sobre esteroides. Jensen encendió la luz del porche, y dimos un paso fuera. La noche se había vuelto fría y la brisa cortó a través de mi camisa delgada. Bajé las escaleras del porche, y la sensación salió de la nada una vez más. Los pelos de mi nuca se levantaron. Miré a mi alrededor, aspirando un jadeo cuando mi mirada se posó en el árbol de nogal negro. Una maldición rápida detrás me alertó sobre el hecho de que Jensen había visto lo que vi. Colgando del árbol estaba otro maldito muñeco maniquí –mascara de payaso y peluca. Estaba demasiado oscuro para decir el color de la peluca.

La ira se levantó en mí, caliente y brillante. Hinchada junto con el miedo y la confusión. Y estaba cansada de tener miedo. No me importaba si estaba escondido en algún lugar, mirando, y saliendo sobre esto. Empujé pasando a Jensen y salí hasta el maniquí.

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Jensen se acercó a mí alrededor, bajando un escalón. —No estaba allí cuando llegamos.

265

—Esto es... –negué con la cabeza. Toda la felicidad de los momentos pasados se desvaneció como una bofetada en la cara.

—¡Ella! El viento azotaba el cabello alrededor de mi cara cuando llegué arriba, agarrando el borde de la máscara de payaso. El plástico estaba fresco bajo mis dedos. Deslizando mis dedos en el hueco de la amplia sonrisa, la tiré

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane tan fuerte como pude. La máscara no cedió por un momento, y luego la correa manteniéndolo en su lugar se rompió. —¡Santa mierda! –gritó Jensen mientras tropecé hacia atrás. De repente él estaba detrás de mí, sus manos en mis hombros, tirando hacia atrás. La máscara se deslizó de mis dedos. —Oh Dios. –le susurré. Lo que colgaba del árbol no era un puntal o un maniquí. No era falso. eran

reales. La

familiar

mandíbula

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Los oscuros ojos vidriosos descuidada. Era Brock.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

E

l cuerpo de Brock se tambaleó hacia atrás y adelante, y no quería creer lo que estaba viendo, que estaba verdaderamente colgando allí, y la máscara de payaso en el suelo, entre la hierba húmeda y la suciedad. Presioné la palma de mi mano contra mi boca, tragando saliva. Me dije a misma que mirara hacia otro lado, pero no pude. —Tenemos que llamar a la policía. –dijo Jensen, y su voz sonaba tan lejos. Murmuré algo en la línea de acuerdo, pero ambos de nuestros teléfonos estaban en su camioneta. Mis pies estaban clavados en el suelo. —Ven conmigo. –Jensen instó, y cuando no me moví, me tomó la mano. Él no preguntó si yo estaba bien, porque quien lo estaría después de ver eso.

Eso era posible, especialmente si él era el único detrás de eso. No sabía qué pensar mientras miraba hacia los setos, mis dedos retorciéndose.

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A menos que Brock había caminado solo dentro del jardín y se lo había hecho a sí mismo.

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Mi cuerpo se sentía entumecido mientras nos apresuramos hacia su camioneta. Jensen agarró su celular fuera de la guantera. Me giré hacia su jardín. Con los setos y árboles gruesos, no se podía ver... el cuerpo de Brock desde la acera o la calle, pero ¿cómo alguien se había metido allí sin ser visto? Estaba oscuro afuera, pero ¿no tendría que haber sido obvio?

—Vamos adentro –dijo, mirando alrededor de la calle, su mirada aguda adicional. Mientras nos dirigimos de nuevo al jardín, Jensen me maniobró, así no estaba caminando más cerca del árbol. Me obligué a no mirar.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Jensen llamó al 911 mientras abría la puerta de nuevo. Apenas escuché lo que él le dijo a ellos mientras me quedé en la sala de estar. Unos momentos pasaron, y Jensen me siguió. —Estarán aquí pronto. Dijo que nos quedemos en el interior. Cerrar las puertas. Pasando mis manos sobre mi cara, yo asentí. —Oh Dios, yo... Jensen puso sus manos sobre mis hombros. —Va a estar bien. Esto es… En algún lugar de la casa, una tabla del suelo crujió. No es el sonido normal de una casa calmada, sino una medida deliberada de pasos lentos. El aire se detuvo en mi garganta. —Jensen. –susurré. Puso un dedo sobre sus labios mientras permanecía tan quieto que me pregunté si estaba respirando. Me esforcé por no moverme, para escuchar. El sonido se repitió. Madera gimiendo. —No sé de dónde viene –susurró, su mirada cayendo a la mía mientras mis ojos se elevaron hacia el techo–. Quiero que te vayas afuera. ¿De acuerdo? Quiero que te vayas derecho a mi camioneta y… —No –le susurré, agarrando su brazo–. No te voy a dejar aquí. Si voy fuera, vas a venir conmigo. Es tan simple como eso. No estás… Los pasos vinieron de nuevo, enviando esferas de hielo a través de mi estómago.

Hizo ese Dios, horrible sonido de chasqueo. El siguiente par de momentos fueron un borrón aterrador. Jensen se retorció hacia la cintura y me empujó con tanta fuerza que me tropecé atrás varios pasos y perdí el equilibrio. Caí sobre mis rodillas e inmediatamente levanté mi cabeza mirando a través de una hoja de cabello.

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Jensen se detuvo en seco y me estrellé contra su espalda. Maldijo, y lo vi, vi la cosa de pie delante de la mesa de la cocina, la máscara de payaso en su lugar, la cabeza inclinada hacia un lado. La crespa peluca roja en su lugar.

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Jensen envolvió su mano alrededor de la mía. Él me tiró detrás de él, rodeando el sofá. Nos movimos sigilosamente por el pasillo estrecho, girando hacia la entrada de la cocina…

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Jensen estaba en la cocina con el asesino. Él fue derecho detrás de él, dándolo todo. Sin miedo. Pero el terror se hinchó dentro de mí mientras el asesino giró hacia él, y pudo evitar fácilmente un golpe que lo hubiera noqueado hasta la próxima semana. Demasiado fácil. Empujé a mis pies, gritando mientras Jensen aterrizó un puñetazo en el estómago. El atacante se dobló mientras se tambaleaba un paso hacia a un lado y luego se enderezó. Se rodearon el uno al otro en una especie de danza macabra. Girando alrededor, buscaba un arma. Recordando el candelabro de hierro pesado en la sala de estar, concedí una última mirada a Jensen. Estaba de espaldas a la puerta de la cocina. —No vas a salir de esta casa. –Jensen advirtió. La cosa hizo un sonido, algo inhumano, pero al igual que una risa. Era profundo y bajo y animal. Envió una frialdad derecho a mi médula. Corrí a la sala, en dirección a la cabina cerca de la entrada del vestíbulo. Desmontando el candelabro blanco, agarré el soporte pesado. Vagamente, podía escuchar el sonido de gruñidos, de carne conectando con la carne, y en la distancia, el sonido de las sirenas creció constantemente más cerca. Me lancé por el pasillo. Jensen se torció hacia un lado, liberándose de las garras alrededor de su cuello. El rápido movimiento le hizo perder el equilibrio, y la cosa en la máscara golpeó las manos en su pecho, empujándolo hacia atrás.

Él cayó al suelo.

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Jensen agarró el respaldo de la silla para atraparse a sí mismo, pero la cosa giró su brazo. Algo estaba en su mano, un pesado sartén de hierro forjado, y capaz de una gran cantidad de daños. Lo balanceó fuerte, y lo estrelló conectando con un lado de la cabeza de Jensen provocando al grito explotar de mí. Horror se apoderó de mí cuando Jensen se derrumbó como un saco de papel.

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Un grito se construyó en mi garganta.

Y no se movió. No, no, no, no. Yo no estaba pensando mientras corría hacia el lugar donde Jensen estaba tumbado en el piso de la cocina. Caí de rodillas, agarrando el candelabro mientras gritaba. Mi mirada se precipitó hasta donde el

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane atacante había estado de pie. El lugar estaba vacío. La puerta trasera estaba abierta. El candelabro se deslizó de mis dedos mientras agarraba el hombro de Jensen. —¿Jensen? Oh Dios, por favor abre los ojos. ¡Por favor! Sus ojos estaban cerrados. Un hilo de sangre corría desde su sien, sobre la oreja. Toqué con cuidado la cabeza, y mi mano volvió húmeda y roja. —Oh, Dios mío, no –lágrimas nublaron mis ojos. Me estremecí–. No, no, no. Pasos resonaban por el pasillo detrás de mí, cerca, muy cerca. Agarré el candelabro y giré la cintura, lista para noquear a cualquiera que viniera cerca de Jensen. Gavin estaba de pie en el pasillo, con los ojos muy abiertos. Su pecho subía y bajaba con fuerza. —¿Que está pasando? Mis pensamientos corrían. ¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Por qué estaba aquí? ¿Dónde estaba el asesino? Me puse de pie, respirando pesado. Él entró en la cocina. —¿Qué…? —No te acerques más. –levanté el candelero.

¿Gavin? Algo en mi pecho se rompió. El candelabro se deslizó de mis dedos, resonando en el suelo. Girando, caí junto a Jensen. A través de las lágrimas, pude ver que el remache de la sangre a lo largo del lado de su cabeza había aumentado.

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Horror explotó en mi estómago mientras miraba a Gavin. Demasiadas coincidencias. Mi cerebro se apagó, y el instinto rugió a la vida para proteger a Jensen, para protegerme. Empezó a dar un paso más hacia nosotros y me balanceé. La base del candelabro lo atrapó en un lado de la cabeza. Una mirada de sorpresa cruzó su rostro cuando se derrumbó en el lado de la nevera. Fuera de combate.

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Su mirada se lanzó detrás de mí, y él comenzó a girar hacia el sonido de las sirenas de tono alto llegando en el frente. Mi mirada se movió rápidamente sobre su rostro. A lo largo de la esquina izquierda de la boca, la piel era de color rosa, un tono enojado de rosa, como si hubiera estado en una pelea reciente. Demasiado reciente.

No sabía qué hacer, cómo ayudarlo.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Alisé mi mano por su mejilla, susurrando su nombre, diciéndole que lo amaba, una y otra vez. La puerta principal se abrió de golpe, y los oficiales se amontonaron en la cocina en cuestión de segundos. Miré hacia arriba, con las manos temblando. —Ayúdelo. Por favor. —Cristo –un oficial más joven se arrodilló en el otro lado de Jensen mientras miraba hacia donde Gavin estaba tumbado. Golpeó un botón en su radio en el hombro mientras revisaba el pulso. Yo no me atreví a hacer eso. —¿Cuál es el estado sobre el autobús? –preguntó. La respuesta estática no tenía sentido para mí. —¿Está vivo? —Tengo un pulso –miró por encima del hombro–. ¿Qué pasa con el otro? —Recibí un pulso por aquí. –respondió otro oficial. Me aferré a la camisa de Jensen. Estaba vivo, pero un golpe en la cabeza puede ser grave, podría llegar a ser fatal. —¿Qué pasó? – exigió el oficial. Un temblor sacudió mi cuerpo. —Salimos a la calle. Él estaba llevándome hacia mi papá, pero vimos... vimos el cuerpo de Brock, así que llamé a la policía. Ellos nos dijeron que esperemos en el interior y lo hicimos. Pero... –no miré a Gavin. No podía permitirme pensar en eso ahora–. Pero él estaba aquí. Jensen trató de luchar contra él. —Está bien. ¿Sabes con que fue golpeado? Asentí con la cabeza hacia donde el sartén descansaba a unos pasos de la puerta. —Yo ni siquiera lo vi agarrarla. Todo sucedió tan rápido.

Una camilla fue traída. Las palabras fueron dichas a un ritmo rápido. Jensen fue cargado y atado. Una máscara de oxígeno se colocó sobre su rostro pálido.

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Los paramédicos se presentaron después de eso. Uno de ellos agarró mis hombros, moviéndome físicamente fuera del camino y poniéndome en la silla. No podía quedarme sentada, así que me puse de pie, pero me mantuve fuera del camino, mientras comprobaban a Jensen. Otro grupo trabajó sobre Gavin.

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Todo había sucedido demasiado rápido.

—¿Va a estar bien? –pregunté. Nadie respondió.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Empezaron a empujarlo fuera de la habitación, y seguí tras ellos. Cuando llegué a la puerta principal, Shaw la bloqueaba. —¿Va a estar bien? –exigí. —Ellos van a cuidar bien de él. Eso no era lo suficientemente bueno para mí. —Tengo que estar con él. —Te necesitamos aquí, sólo por un pequeño rato. —No –empecé a sacar el pelo de mi cara, pero vi que mis dedos estaban cubiertos de sangre –de la sangre de Jensen–. Oh Dios –me limpié las manos a través de mis jeans, arrastrando respiraciones profundas–. Tengo que ir a verlo. Shaw me tomó del brazo, tirándome hacia afuera cuando los paramédicos vinieron con Gavin. La mirada del oficial siguió su recorrido, con el rostro pálido. —Lo siento. Era él –susurré, sintiéndome enferma de solo decirlo. Todo este tiempo yo nunca, nunca pensé que era él, ni siquiera podía envolver mi cabeza alrededor de eso siendo Gavin. No tenía sentido para mí, pero Dios, eso dolía, cortó tan profundo–. Él apareció justo después que pensé que el atacante desapareció. Fingió como si él no sabía nada, pero vi... parecía que acababa de estar en una pelea y Jensen estuvo peleando... – me callé, viendo el cuerpo de Brock en el árbol. No lo habían cortado todavía. Me giré, apretando los ojos cerrados. Él me miró, y me di cuenta que luchó por mantener su rostro en blanco. Gavin había sido el mejor amigo por siempre y habíamos sido cercanos, pero él era también la familia de Shaw. Ellos no eran cercanos pero esto tenía que ser duro para él. —¿Es posible que Gavin se encontrara con el atacante? –Preguntó Shaw–. ¿Y luchó contra él?

—¿Si? –me estremecí, sacudiendo la cabeza–. Pero...

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—Esa es una posibilidad –cortó–. Gavin podría haber estado tratando de protegerte. Dios –se pasó la mano por el cabello–. Esto va a matar a su padre, la familia entera si era él.

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—¿Qué? –abrí mis ojos.

Sin embargo, podría ser posible que no fuera él. Gavin vivía justo bajo la calle, al igual que Brock vivía al lado de Linds. Él podría haber aparecido al azar. No era imposible y yo... yo lo había golpeado muy duro. Y eso también significaría que el asesino aún podría estar por ahí.

Jennifer L. Armentrout

THE DEAD LIST La Estanteria de Vane No sé cuánto tiempo pasó cuando fui a través de otra ronda de preguntas. Los padres de Jensen fueron notificados, así que nunca se presentaron en la casa. Habían ido a donde querían estar. Finalmente, Shaw estaba acompañándome fuera, hacia su patrulla después de hablar con un par de otros oficiales. Llegamos a su patrulla. Dibujé una respiración profunda. —Quiero ir al hospital. Shaw negó con la cabeza. —Tenemos que llevarte a salvo en algún lugar. —¡El hospital estará seguro! –Cavé en mis talones–. Quiero estar con Jensen. Abrió la puerta, sujetándome con una mirada. Pasó un momento. —Está bien. Sólo entra en el auto. —Gracias. –Podría haberlo abrazado. Besarlo. Me subí en el asiento trasero, limpiando mis manos contra mis jeans de nuevo. Se sentía como si no pudiera sacar la sangre. Shaw no dijo nada mientras él se apartó de la acera y se dirigió hacia la calle King. Cuando él fue hacia la izquierda, fruncí el ceño. —Pensé que íbamos al hospital. Él no contestó. Me senté hacia delante. Respirando pesado, me agarré de la jaula mientras miraba por la ventana. Mis pensamientos giraban mientras me centré en Shaw en el asiento delantero. Se detuvo en una luz roja, se sentó allí, agarrando el volante hasta que sus nudillos se volvieron blancos, y luego poco a poco, dedo a dedo, soltó.

—¿Qué? –susurré. —Me sorprende que vivieras en esa calle después de todo. ¿No era difícil? –preguntó, su voz baja.

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—No voy a llevarte al hospital.

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Mis dedos se cerraron alrededor del acero. —Quiero ir al hospital. Ahí es donde vamos, ¿cierto?

Fruncí el ceño ante la extrañeza de su tono de voz, la plenitud absoluta. La patrulla comenzó a avanzar de nuevo, viajando bajo el paso subterráneo. Podríamos llegar al hospital desde aquí, pero... — Considerando como quieres mudarte lejos de aquí, alejarte de todos los

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane recuerdos de lo que sucedió hace cuatro años, me sorprende que sólo no te mudaras con tu padre cuando él se fue. Mi ceño empezó. —¿Cómo ... ¿cómo sabes que quiero mudarme? —Todo el mundo lo sabe, Ella. No has hecho que sea un secreto. —Es curioso cómo las personas lidian con las cosas, las cosas que trajeron sobre sí mismos. Algunos piensan que no tienen la culpa, ¿sabes? Ninguno en absoluto. Ellos sólo siguen haciendo lo que hacen, felizmente ignorantes. Otros se enojan. El próximo aliento que tomé se congeló en mis pulmones. Mis dedos soltaron el acero. —Y hay gente como tú –en otro semáforo, se dio la vuelta para enfrentarme. La rareza de su mirada detuvo mi corazón. Había tanto dolor allí–. Así llena de culpa que ni siquiera puedes decir su nombre sin una mueca de dolor. —¿Su nombre? –mi pulso se aceleró. Su mirada se encontró con la mía. —Penn. Me aparté de la jaula de acero mientras lo miraba fijamente. Parte de mi cerebro estaba procesando lo que estaba pasando, sabía lo que estaba diciendo, la precaria posición en la que yo que estaba, pero la otra parte de plano lo rechazó. No podría incluso enrollarse alrededor de la idea. Una triste, pequeña sonrisa apareció en su rostro, y luego él hizo el bajo sonido gutural que me había perseguido desde la primera vez que lo había oído. —No quiero tener que hacer esto, Ella, pero no me dejas otra opción.

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—Mierda. –susurré.

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O

h Dios mío... Era el oficial Shaw Jordan.

Una parte de mí se rebeló ante la idea, pero era él. Él era el monstruo. El asesino entre nosotros. Mientras lo miraba fijamente, piezas comenzaron a hacer clic junto a una cadena horrorosa de conexiones. Shaw había sido uno de los funcionarios que respondió a la casa de Penn. Él vivía en esta ciudad, la conocía por dentro y por fuera. Había estado en la escuela cuando el pájaro había sido colocado en el bolso de Wendy. Había estado en el almacén cuando Jensen y yo hablamos sobre mí quedándome con Linds. Y había estado en la escuela cuando la máscara fue colocada en mi casillero, pero ¿cómo supo subir a mi ventana? A menos que él hubiera estado observando y viendo a Jensen ¿hacerlo? ¿Y él siendo un policía? Él sabía cómo salirse con lo que estaba haciendo, podía ocultar pruebas si había alguna, pero yo no entendía. ¿Por qué? ¿Por qué él haría eso? Él era primo de Gavin, pero ¿por qué haría esto a nosotros? No podía pensar en una razón.

Shaw suspiró, sonando cansado. —No vas a escapar esta vez. Esta vez. Los pelos se levantaron por todo mi cuerpo mientras mi cabeza se volvió hacia él bruscamente. Frialdad minó lo profundo de mi estómago. Estaba atrapada.

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Una y otra vez, esa palabra se repetía en mi cabeza mientras alcancé la puerta y me di cuenta que no había manilla, no hay salida.

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Mierda. Mierda. Mierda.

—Dios, tú caminaste derecho dentro –Él negó con la cabeza lentamente y luego se echó hacia atrás, golpeando el volante–. ¡Yo no quería que esto sucediera!

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Tragué contra las náuseas construidas rápidamente. Levantando su mano, él movió sus dedos mientras su atención regresó de nuevo a la casa, de vuelta a donde estaba Gavin. Oh Dios. Gavin. Estaba herido, herido gravemente, podría estar muerto, y yo... yo había ayudado a Shaw salir fuera. Él me miró. —Pensando en Gavin, ¿eh? Ya sabes, él era el único de ustedes pequeñas mierdas que realmente se preocupaba por ese chico. Quién nunca la jodió sobre él. Mi corazón latía rápido ahora, tratando de saltar fuera de mi pecho. — Nos preocupábamos por Penn. —Seguro eso parecía. —¿Por qué? –pregunté–. ¿Por qué estás haciendo esto? —¿Por qué? –imitó, y luego se volvió hacia el volante. Shaw no respondió. La patrulla se tambaleó en movimiento, alejándose de la acera. Tenia que salir de aquí. Eso era lo único en lo que podía enfocarme, pero al mirar alrededor del interior oscuro, no había nada aquí que podría utilizar para romper la ventana. Nada más que mis pies. Recostándome contra el asiento, saqué mis rodillas hacia atrás y golpeé mis pies contra la ventana. El golpe envió una sacudida por mis piernas, pero la ventana no cedió. Lo hice de nuevo, totalmente preparada para saltar de un auto en movimiento.

—Ya basta –advirtió, mirando hacia atrás a mí mientras las casas aceleraron por fuera de la patrulla–. No quieres que detenga este auto.

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Cambié posiciones, empujando contra la parte posterior del asiento. Tirando de las rodillas hacia atrás, pateé la jaula. El acero tembló, pero al igual que con el vidrio, nada dio. Le di una patada de nuevo, y luego otra vez.

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Shaw rió sin humor. —Ese vidrio está reforzado, Ella. No vas a ninguna parte.

Haciendo a un lado la patrulla me daría la oportunidad de escapar. Esa era mi única oportunidad, así que pateé la jaula una y otra vez, hasta que mis pies y rodillas dolieron. En la luz roja, se agachó a su lado, desenganchó algo, y un segundo después, un punto rojo apareció en mi pecho. Aspiré el aire, inmóvil.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Este es un taser18 –dijo entre dientes–. No te va a matar, pero va a doler como el infierno. Y si lo hace a través de la jaula, vas a desear haberme escuchado. Así que detente. Temblando sobre todo, decidí que empujarlo no sería sabio. Yo nunca había sido electrocutada antes, pero había visto videos, y no parecía divertido. Sin mencionar que, no tenía ni idea de cuánto tiempo los efectos de un taser durarían. No podía arriesgarme a estar fuera de sí cuando él abriera la puerta del auto. Él tenía que abrir la puerta del auto en algún momento. Me calmé, conservando mi energía. No podía dejarme a mi misma pensar sobre Gavin o Jensen. —Eso es inteligente, muy inteligente. –murmuró. El deseo de patear su cabeza era casi demasiado. Tomando varias respiraciones profundas, volví mi atención a la ventana. Las calles estaban prácticamente vacías, iluminada por las farolas. Reconocí donde estábamos. En el centro de la ciudad. Irónicamente, pasamos la estación de policía. No pasó mucho tiempo antes de llegar a la avenida Rosemont. Confundida, me giré hacia Shaw. ¿Estaba llevándome de regreso a mi calle? Sí.

—¿Por qué aquí? –pregunté.

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Shaw sacó la patrulla fuera del callejón, los neumáticos crujiendo sobre la grava. El auto se deslizó bajo el cobertizo que aún estaba de pie y casi oculto por arbustos y árboles crecidos. Nadie podría ver el auto, y mientras más tarde fuera, yo dudaba que nadie podría incluso estar arriba, y mucho menos, mirando por la ventana de atrás, viendo a través de la selva de ramas cubiertas de vegetación y malas hierbas.

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Manejamos abajo en mi calle, pasando mi casa por una cuadra, y luego él giró en un estrecho callejón al que yo no había ido en años. Absolutamente negada a ir allí, porque conducía a la entrada trasera de la casa de Penn. Hielo empapó mis venas.

18

Arma de electrochoque o pistola eléctrica que dispara agujas que administran una descarga eléctrica a través de un cable.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Shaw apagó el motor. —Es el lugar donde todo comenzó. Parece apropiado que sea donde todo debe terminar. Cuando esté listo contigo... bueno, eso sólo deja dos más. Masón. Jensen. No tenía ni idea de dónde estaba Mason, pero oh Dios, Jensen podría estar en el hospital, prácticamente sin protección. Nadie detendría a Shaw de caminar ahí dentro, pero habría testigos. —No vas a salirte con la tuya. —Esa es probablemente la cosa más cliché que la gente puede decir. —¡Otros vieron que me llevaste! —Voy a decir que te dejé con tu padre. Luego voy a hacerles una pequeña visita –se rió de nuevo, el sonido frío y plano–. Por supuesto, voy a salirme con la mía. ¿Crees que no sé cómo cubrir mis huellas? ¿Hacer que una muerte parezca accidental o por alguna razón médica? ¿Que no sé cómo hacer eso? Mi corazón se detuvo de nuevo. Estaba hablando de mi padre y Rose y Jensen. —Y hasta hace diez minutos o así, no tenías idea de que era yo –una sonrisa curvó a través de su rostro–. Voy a salirme con la mía, y no es porque soy inteligente o un policía. Es porque estoy haciendo lo correcto. —¿Hacer lo correcto? ¡Estás matando gente! —Estoy limpiando este maldito desastre. ¿Limpiando este desastre? No estaba siguiéndolo.

Rodé sobre mi espalda mientras él la abrió, pateando con mis dos pies. Mis zapatos lo atraparon en el abdomen. No sé si fue el impacto, o simplemente la sorpresa que podría intentar algo, el tropezó varios pasos hacia atrás, y yo no perdí el tiempo.

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Mi corazón estaba de nuevo palpitando tan rápido que estaba preocupada acerca de tener un ataque al corazón. Yo estaba planeando todo un montón de estupideces. Sólo tenía una oportunidad de liberarme. Mis manos estaban temblando mientras él rodeaba el auto, su forma de voluminosa y pesada en las sombras. Llegó a la puerta.

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—Es la cosa correcta para hacer –sus cejas se levantaron y luego se giró, abriendo la puerta del auto–. Haces algo estúpido, te vas a arrepentir.

La supervivencia era la única cosa en la que podía enfocarme. Me retorcí fuera del asiento trasero, y el momento en que mis pies tocaron la grava,

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Shaw estaba justo en frente de mí. No pensé. Giré desde la cintura, golpeando mi puño en la misma zona que lo había pateado, el plexo solar. Shaw se dobló y yo giré, abriendo mi boca para soltar un grito desgarrador de oído. El sonido atravesó la noche, pero una mano se cerró sobre mis labios, ahogando el grito antes de que pudiera ganar cualquier tracción. Una rodilla se estrelló contra mi espalda, llevándome hacia abajo. Golpeé la dura grava, mis palmas patinaron a través de las piedras pequeñas y afiladas, desgarrando mi piel. Una presión repentina aplastó mi cara hacia abajo. Dolor encajó a través de mi mejilla. —Debería matarte ahora –rabió en mi oído. Alcanzándolo arriba, él me agarró del brazo–. Te dije que te comportaras. Dudo que fuera tan difícil de entender. Traté de resistir, pero él me dominó con la fuerza bruta. Arrancó mi brazo hacia atrás, metiéndolo bajo su rodilla contra mi espalda baja. Sus dedos se clavaron en mi otra muñeca y luego ambos brazos fueron puestos detrás de mi espalda. La palmada del acero frío alrededor de mis muñecas provocó a mi estómago agitarse con pánico. Él me tiró sobre mis pies, más o menos dándome la vuelta. El dolor explotó a lo largo de mi mandíbula, golpeándome la espalda. Mis rodillas cedieron bajo el shock. La sangre se acumuló en la boca. Vagamente, me di cuenta de que él me había golpeado.

Mis ojos se movían alrededor de la cocina. Con la excepción de una mesa y dos sillas, estaba vacío. —No. –Mi mandíbula dolió alrededor de la palabra. —Sí, porque una familia solía vivir aquí –me condujo hacia adelante, su mano envolviendo fuertemente alrededor de mi antebrazo–. Una madre y un padre y un hijo. Ellos eran felices en su mayor parte.

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Cerrando y bloqueando de la puerta detrás de él, sus botas golpeaban el piso mientras se aproximaba a mí. Él agarró un puñado de cabello, arrastrándome sobre mis pies. —¿Se ve como recuerdas?

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Shaw me levantó, arrastrándome hacia la escalera de atrás con su mano sobre mi boca. Sacó una llave. Las bisagras gimieron mientras él abría la puerta y luego me empujó dentro. Con mis manos aseguradas detrás de mí, perdí el equilibrio y me fui abajo en la baldosa de la cocina.

—No, no lo eran. –susurré.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Su agarre se apretó hasta que lancé grito ahogado. —Dije “en su mayor parte”, ¿no? –Él me llevó dentro de la sala oscura. Mis ojos apenas se habían acostumbrado a la luz mínima que entraba por las ventanas de la fachada–. ¿Alguna vez te preguntaste por qué esta casa nunca se vendió? Me sentí enferma, cerca de vomitar. —Sí. —Malas vibras, siempre pensé. Cuatro años, está sentado en el mercado. Se rumorea que van a estar demoliéndola a finales de año. ¿Cómo te sientes al respecto? —Yo... no lo sé. —Parece como si toda la ciudad solo prefiere olvidarse acerca del chico. Dios sabe que me encantaría –giró hacia la escalera, y me resistí. Empujó con fuerza, y caí hacia adelante, crujiendo mis rodillas al segundo paso. Capturó mi brazo antes de comer el paso anterior. —¿Qué? ¿No quieres ir arriba? Lástima. Yo tenía poca elección. Él casi me llevó hasta allí, al final del pasillo y más allá de la barandilla de madera que parecía inclinarse hacia fuera sobre el vestíbulo. La puerta del viejo dormitorio de Penn estaba cerrada. —¿Recuerdas cuando nos conocimos? Apretando los ojos cerrados no hizo nada para cambiar el pasado, así que me obligué a abrirlos. Había estado demasiado disgustada para prestar realmente atención a la corriente de oficiales que se habían derramado dentro del bosque, que habían desaparecido entre los árboles, y parecían nunca volver nunca fuera. —Yo era el primer oficial en la escena. –Él me dio la vuelta, frente a él. La mitad de su expresión se perdió en la oscuridad. Abajo, algo chilló y corrió a través del suelo, sus uñas haciendo sonidos de rápidos golpeteos.

Di un tirón atrás en la pared, removiendo el polvo. —Tú y el resto de ellos –dijo, inclinándose hasta que su respiración agitó el cabello alrededor de mi sien–. Brock, Mónica, Wendy, Mason, Jensen, Tu.

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—Tú ayudaste a ponerlo allí.

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Mi labio inferior temblaba. —Y yo... yo lo encontré.

Mi respiración tembló fuera de mí. Durante mucho tiempo, me llevé esa culpa. Yo siempre lo haría, pero había disminuido porque por fin empecé a dejarlo ir. —Jensen y yo, no hicimos lo que hicieron Brock y ellos. Fuimos a una fiesta. Eso es todo…

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —¿Eso es todo? ¿En serio? –Shaw chasqueó la lengua, y el sonido me heló la sangre–. ¿Tú no te culpas más? –Cuando no respondí de inmediato, él agarró mi barbilla hasta que grité–. ¿Todavía te culpas? Mis piernas temblaban mientras sostenía su mirada. —Yo siempre... me sentiré responsable. —¿Pero? –se burló. —Pero amaba a Penn, y nunca tuve la intención de hacerle daño. Su cabeza se inclinó hacia un lado, sus dedos clavándose en mi carne. —Pero lo hiciste. —Solo era una fiesta. Eso fue todo. ¡No fuimos a su fiesta! –Grité, y por primera vez, de verdad, creía lo que estaba saliendo de mi boca–. Siempre me sentiré mal, y siempre desearé poder volver atrás y tomar una decisión diferente, pero Jensen y yo no lo matamos. —La cosa es que no se puede volver atrás. –él sonaba casi triste por eso. Mi pecho subía y bajaba con fuerza, mi barbilla apuntó arriba. —Lo sé. Shaw abrió la puerta y me empujó con fuerza, y de nuevo, una vez que estábamos dentro de la habitación. Algo me capturó en los muslos, y me volcó sobre un colchón duro, elástico que olía a sudor y otras cosas que no quería pensar. Me di la vuelta hacia arriba, usando mis pies para empujarme en la cama. Caminando en frente de la cama, él se inclinó por la cintura, y un segundo más tarde, un suave halo de luz iluminó la habitación. Una linterna con pilas había sido encendida.

Vee. Brock.

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La única ventana estaba cubierta con una tabla. Todo, excepto esta cama podrida estaba rayado en la habitación. Aerosol pintado sobre la pared en rojo era algo más que grafiti. Nombres se repetían mil veces o más.

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El dormitorio de Penn... no era como solía ser.

Masón. Wendy. Mónica.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Jensen. Ella. Una y otra vez, nuestros nombres tomaron cada pulgada cuadrada de la habitación, incluso el techo. Era obvio que Shaw había hecho esto y no se había preocupado de nadie tropezando en la habitación. Él realmente estaba loco. Como si eso no debería ser una sorpresa. Mi mirada se posó de nuevo a él. Él me miraba desde el pie de la cama. Una palabra salió. —¿Por qué? —¿Eso importa? –Sostenía una bolsa de lona negra en la mano–. ¿Tal vez ver muerto a un chico joven me echo a perder? Miré alrededor de la habitación, pero él estaba de pie donde pudiera llegar a la puerta rápidamente. —Algunas escenas se pegan contigo –hizo una pausa, sacando algo de la bolsa de lona–. Como parte de una investigación por cualquier muerte desatendida, tenemos que hablar. Ya sabes, hablé contigo. Hablé con Jensen. Hablé con mi primo. He hablado con los padres de Penn y los tuyos y la escuela. Yo escuché lo que fue hecho hacia Penn. —Tenía que ser duro. Sé que fue difícil, pero lo que estás haciendo… Me miró fijamente, sus dedos apretando los bordes de la bolsa de lona. —No tienes ni idea. Nada en absoluto. ¿Crees que quiero hacer esto? ¿Que así es como me imaginaba mi vida?

Mi mirada se precipitó hacia la puerta y luego de nuevo a él. No había suficiente espacio entre ellos. —El último par de años, me las había arreglado para hacer mi mejor esfuerzo para olvidar eso. Al igual que tu –su mano bajó mientras sacaba algo de la bolsa. La máscara. Mi estómago se desplomó. Su cara de plástico blanco brilló de manera inquietante a la luz tenue–. En realidad, tú y yo somos muy parecidos.

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—Sí –se pasó la otra mano por la cabeza, frotando la parte posterior de su cuello–. ¿No tengo que hacerlo? Eso estaría bien. No puedes volver atrás y cambiar algo. Si pudieras, yo no habría... bueno, no habría hecho lo que hice.

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—La... entonces no tienes que hacerlo. –razoné.

—No soy nada como tú. –me quedé mirando la máscara.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Eso es lo que todo el mundo dice. Te escondiste de lo que hiciste. Así lo hice yo. Hasta que llamé esa tarde. No podía ocultarlo más. Me estremecí mientras él llegó arriba, tirando la máscara sobre su cabeza, protegiendo su rostro. Cada respiración viviendo la pesadilla rugió a la vida delante de mí. Cara blanca, oscuros ojos vacíos, grotesca sonrisa roja y ancha. Allí estaba él, el monstruo que era muy real, de carne y hueso, la peor clase de monstruo. —Todos ustedes fueron sobre sus vidas –dijo, su voz diferente detrás de la máscara. Más profunda, más aterradora–. Casi todos ustedes. —No entiendo –mis manos estaban empezando a ir entumecidas– . Esperaste cuatro años para hacer ¿qué? ¿Tomar venganza por Penn? Ni siquiera lo conociste. —No es por Penn –Él vino por el lado de la puerta de frente, cada vez más cerca. Mis músculos se tensaron mientras retrocedí. —Nunca ha sido por él. —¿Qué? –No podía quitar mis ojos de la máscara. Su cabeza se inclinó hacia un lado, de modo inquietantemente familiar. —Tengo que limpiar este desastre. Esto es mi culpa. Lo dejé llegar a este punto. Ahora tengo que tratar con ello. —Oh, Dios mío –susurré, sin tener idea de lo que él estaba hablando. Él estaba más que simplemente loco. Al igual que tomó un viaje a tierra locura y no había regresado–. ¿Cómo pasaste los exámenes de psicología para convertirse en un oficial?

La sangre goteaba de mi boca mientras apreté los ojos cerrados. Mi cabeza daba vueltas como si me hubiera sumergido bajo el agua. —Es realmente una vergüenza –su mano alisó bajo mi brazo, forzando mis ojos muy abiertos. Se echó hacia atrás, deslizando los guantes–. Yo no quería esto.

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—¿Eso responde tu pregunta? –preguntó, enderezándose.

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Él reaccionó tan rápido que apenas lo vi moverse. Su puño crujió, capturándome a lo largo de la sien, golpeándome otra vez. Aterricé en mi mejilla primero contra las sábanas sucias, dolor irradiando a través de mi cara y bajo mi garganta.

¿No quería? —Tú quieres a todos nosotros... muertos. —Algo así –agarró mi brazo, arrastrándome sobre la cama–. Es necesario en este punto.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Le di una patada, pero él agarró mi pierna con la otra mano. Tiró con fuerza, arrastrándome justo fuera de la cama. Mi espalda golpeó el suelo, golpeando el aire fuera de mí. Aturdida, miré hacia él mientras se alzaba sobre mí, la horrible máscara de payaso, tomando el mundo. Sabía que yo estaba cubierta de moretones, pero no era como que eso iba a importar para el final de la noche. Mirando hacia arriba a su cara, supe que iba a matarme. No habría semanas de mi estando perdida y experimentar Dios sabe que en sus manos. Pero a través del dolor y el miedo, sabía que tenía que mantenerlo hablando si tenía alguna esperanza de averiguar una manera de salir de esto, porque no quería morir, no así, en una casa que una vez tuvo buenos recuerdos, pero había sido pervertida dentro de la locura. Él me colocó sobre mis pies, manteniendo una mano sobre mí mientras se giró hacia la puerta del armario. Los doloridos músculos en mi espalda se tensaron cuando la abrió. Mi mirada rastreó hasta la barra que había sido reajustada alta, muy alta para alguien alcanzarla por su cuenta, y parar sobre el cinturón colgando de ella. Oh Dios, mis piernas temblaban. Mi memoria se remontó al árbol exterior de la casa de Jensen, a las dos piernas balanceandose adelante y atrás. ¿Él iba a hacerme colgar a mi misma? Shaw me guió hacia adelante, y yo no podía entrar ahí. No había manera en el infierno. —¿Por qué Linds? –pregunté, tratando de ganar tiempo. —Ella se interpuso en el camino –la presión sobre mi espalda aumentó, inclinándome hacia adelante–. Así que, en cierto modo, eso es tu culpa.

—¿Por qué... por qué la máscara? Por un momento, me imaginé que él sonrió detrás de la máscara. — Tenía miedo a los payasos como un niño.

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Se detuvo.

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Eso no dolía como él pretendió o lo que yo imaginaba. Lo que pasó con Linds no fue mi culpa. Era de Shaw. Pero el pánico estaba arañando hacia mí. Cada parte de mi cuerpo se estremeció. Él cogió el cinturón. —¡Espera! –grité.

Guau. Eso solo llevó esto a un nuevo nivel de locura. Y él no vio nada malo con eso o sus razones detrás de tomar tantas vidas. —Eres un asesino. —Yo no los maté. No soy un asesino.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Lo miré boquiabierta. —Ellos pusieron la soga alrededor de sus cuellos. No yo –explicó, y una nueva clase de horror apareció–. Ellos hicieron esa elección. Al igual que tu lo harás. Mi mirada saltó al cinturón grueso. —Ellos... ¿tú los hiciste colgar a sí mismos? —Después de un rato, ellos rogaban por eso. El vacío en su voz hizo mi piel de gallina. Por lo que sabía, los cuerpos habían tenido marcas de tortura, y aunque había conocido cómo Brock murió, ahora sabía cómo el resto estaba. Las cosas que él tenía que haberles hecho a ellos para hacerlos ceder, me perseguirían. Otro empujón bien colocado me hizo tropezar hacia adelante. Yo estaba casi en el armario cuando me volví hacia Shaw. De repente, pensé en todas esas tardes que pasé con Jensen. Yo había tomado esas clases para defenderme y, maldita sea, no me iba a ir sin una pelea. Y seguro como el infierno que no estaba dejando que el cinturón fuera alrededor de mi cuello. Al igual que Jensen había ordenado la primera vez que practicamos juntos, yo pretendí ser débil. Me tambaleé sobre mis pies, y la mano en mi espalda se movió para agarrar mi brazo, pero en esos pequeños segundos, traje mi pie arriba y lo golpeé sobre su pie. Sabía que no era dolor que lo provocó dar un tirón hacia atrás. Fue sorpresa y eso era suficiente. Utilizando todo en mí, llevé mi rodilla arriba, conectando con su ingle. No era la primera vez que lo golpeaba allí, pero, con suerte, era la última.

—Mierda. El sonido de su voz estaba demasiado cerca, y un segundo más tarde, su cuerpo conectó con el mío. Golpeé la barandilla en la cintura, doblándome. La barandilla se estremeció bajo mi peso. La madera crujió y gimió, y mi corazón cayó en mi estómago. Iba a ceder, y la caída en el vestíbulo más abajo, Dios, mataría a alguien.

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Me di la vuelta, prácticamente saltando hacia adelante. Empujando la puerta con el codo, me abrí paso y golpeé el pasillo corriendo.

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Shaw se dobló, respirando con dificultad.

Shaw me cogió fuerte del brazo y me retorcí violentamente, golpeando mi hombro hacia él. Se balanceó en la barandilla, y en ese momento la

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane madera se astilló. El agrietamiento resonó por toda la casa. La mitad de la barandilla se rompió, cayendo al vestíbulo abajo. Aterrizó con un roto golpe pesado. Su mano agarró mi brazo, pero yo seguí tirando hasta que su agarre se resbaló, y me giré hacia él. Él se tambaleó en el borde, sus anchos brazos fuera y la maldita máscara... la cara de payaso sonriendo. Él llegó por mí mientras empezó a inclinarse hacia atrás. Sus dedos rozaron mi brazo. Un latido pasó y mis ojos se encontraron con los agujeros oscuros. —¿Crees que esto terminó? –preguntó. Di un paso atrás, fuera de su alcance. —Sí. Y él... él fue derecho abajo, desapareciendo en la oscuridad que parecía llegar arriba, envolver sus brazos alrededor de él, y tirándolo hacia abajo. Un golpe húmedo grueso hizo eco en la casa de otro modo silencioso. Respirando pesado, me arrastré hacia el borde, retorciendo mis muñecas en las esposas, y miré abajo. En la franja de luz de la luna a través del suelo, vi a Shaw. Se quedó con una pierna torcida debajo de él, y su cuello descansaba en un ángulo antinatural. La máscara de payaso todavía estaba asegurada en su rostro, sonriendo hacia mí.

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Shaw no se movió de nuevo.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane

T

odo estaba borroso mientras bajaba por las escaleras polvorientas, con cuidado de no dar un paso en falso y perder el equilibrio. Sin mis manos para romper mi caída, yo estaría en ese piso como

Shaw.

No quería mirarlo, pero tenía que llegar al rellano. Moviéndome lentamente a su lado, me paré y esperé, mirando su pecho. Minutos tenían que haber pasado, y cuando no lo vi moverse, deje salir una respiración entrecortada de alivio. Mientras retrocedía, mantuve un ojo en él de todos modos. Todo lo que podía pensar era en todas esas películas de terror que el malo de la película aún estaba vivo. Pero Shaw no vino corriendo detrás de mí. Con la excepción de mis pasos y los ratones escabulléndose, la casa estaba en silencio una vez más.

Me acurruqué por debajo de la manta que había cubierto sobre mis hombros. —No... No, gracias. Las cosas fueron un desastre embriagador después de eso. La policía se presentó. Le di mi declaración mientras hallaban llaves para abrir las esposas. Mis muñecas estaban sangrando y en carne viva. Ni siquiera me había dado cuenta. Les hablé de Shaw y algunos oficiales desaparecieron por la puerta principal. El oficial Ritter apareció, y había paramédicos. Cuando uno de ellos ayudó a ponerme de pie, mis piernas cedieron sobre mí, y el mundo, se volvió borroso.

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—¿Quieres algo de beber? –preguntó la mujer mayor.

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Salí de la casa hacia la de un vecino que había reventado con todas mis fuerzas. La adrenalina se desvaneció una vez que los convencí de que no era una criminal escapada. Mientras esperaba la policía, sentada en el sofá en el interior de la casa de una pareja más vieja, todos los dolores y molestias comenzaron a florecer a través de mi cuerpo. La única parte de mí que no dolía era mis manos, pero no podía sentirlas de todos modos.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Lo siguiente que recordaba cuando abrí los ojos de nuevo, estaba mirando un techo blanco liso. No es el tipo de casa de las parejas mayores. Mi mirada fue lento a la deriva hacia abajo, sobre las cortinas verde guisante, la mesita a mi derecha. Había una jarra de cerámica y vasos de plástico vacíos boca abajo. Estaba en una habitación de hospital. ¿Eh, cuando sucedió eso? Sintiendo otra presencia en la habitación, me dolía al girar la cabeza hacia la izquierda, pero lo hice y fue recompensado con una hermosa vista. Jensen sentado en el borde de la cama, con los brazos cruzados sobre su regazo. Mi corazón dio un vuelco en gran medida. Él estaba vivo y estaba despierto, moviéndose alrededor. La emoción atascó mi garganta mientras lo miraba fijamente. Su barbilla estaba metida hacia abajo, y varios mechones rubios oscuros caían sobre su frente. Los suyos eran más oscuros a lo largo de uno de los lados de su cabeza, enmarañado con la sangre seca no sabía si estaba dormido, pero sabía que tenía que estar incómodo. No hablé, pero él pareció volverse consciente de mí. Levantando su barbilla, ojos del color del alba encontraron los míos. Alivio salpicó a través de su rostro. —Oye –susurró, un lado de sus labios curvándose–. Ahí está mi hermosa chica.

—¿Qué hay de malo en mi boca? —Tu labio estaba partido. Hay un par de puntos de sutura –una mirada oscura se deslizó a través de su sorprendente cara cuando su mirada cayó a mi muñeca. Estaba fuertemente vendada, pero un poco de rojo había manchado la tela-. Dios, Ella... –se ahogó, cerrando los ojos mientras inclinaba la cabeza, presionando un beso en el centro de la palma– . Cuando me dijeron que te habían traído, me temí lo peor.

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Jensen atrapó mis dedos. —No, nena, no hagas eso.

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—Oye tú. –grazné Y empecé a sonreír, pero mis labios se sentían tan apretados y heridos. Levanté mi otra mano, tratando de alcanzar mis labios.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Estoy bien –presioné mi mano contra su mejilla–. ¿Tú lo estás? Estaba tan asustada. Pensé… –mi voz se quebró–. Pensé que nunca volvería a verte. —Mi cabeza es más fuerte de lo que parece –sus ojos se abrieron, el azul un sorprendente color del océano–. ¿Tú lo estás? Porque me dijeron lo que pasó, me dijeron quién era y lo que él te admitió. —Él está... él todavía está muerto ¿cierto? Jensen frunció el ceño ante esa pregunta, y conseguí que eso sonara raro, pero lo que sea. —Está muerto, muerto. Di una respiración profunda y una mueca de dolor. —Eso dolió. Él se acercó más, sus movimientos lentos. —Estás muy golpeada, Ella. Labio reventado y el ojo. La mitad de tu cara está hinchada. La enfermera dijo que tus costillas están magulladas. —¿Qué hay de ti? Una suave sonrisa, cansada apareció. —Los moretones. Una contusión. Te están teniendo aquí para observación, a ambos. —Apuesto a que me veo terrible. —Te ves malditamente hermosa. Solté un bufido. —Así que tienes una conmoción cerebral entonces. —No –se inclinó, besando la corona de mi cabeza. Cuando se enderezó un poco, tragó saliva–. Sé que él te hirió, pero él…

¿Lo he estado? Se sentía como minutos.

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—Está bien. Me dijeron. No tienes que pasar por eso otra vez –sonriendo de nuevo, miró por encima del hombro. La herida a lo largo de su sien aún estaba mala y fea–. Tus padres han estado aquí, pero se fueron a tomar algo de comida con los padres Linds. Has estado dormida por un tiempo.

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—No –yo sabía donde la pregunta se dirigía–. No se trataba de eso. Era solo que él estaba... estaba simplemente loco, Jensen. Las cosas que él dijo, yo...

Me miró fijamente. —Si él no estuviera muerto, lo hubiera matado por lo que te hizo. —No –dije en voz baja, un dolor desgarrando mi pecho–. No quieres que eso en tus manos.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane La expresión de su rostro, dijo que no estaba de acuerdo con eso. — ¿Puedes rodar sobre tu lado? —Sí, supongo que sí. ¿Por qué? —Tengo que abrazarte ahora mismo y voy a hacer este trabajo –echó un vistazo a la estrecha cama y frunció el ceño–. De algún modo. Mi corazón dio un vuelco felizmente. —No estoy segura de que las enfermeras y el personal apreciarán eso. Espera. ¿Se supone incluso que estés fuera de tu habitación? Sus ojos brillaban. —No, pero todavía estoy en el hospital y eso cuenta para algo, ¿cierto? Me reí, ignorando el dolor golpeando sobre mis costillas. —No estoy segura de que vayan a pensar eso. —No me importa –De pie como un hombre cuatro o cinco veces su edad, hizo su camino hacia el otro lado de la cama–. Hagámoslo. Me tomó un tiempo para mí llegar sobre mi lado sin matar mis costillas, y luego aún más tiempo para que Jensen se tumbara. —Ay –nos quejamos, al mismo tiempo, y Jensen rió entre dientes mientras se reajustaba a sí mismo, así yo no estaba descansando contra sus costillas. Obviamente deben haber sido golpeadas cuando peleó con Shaw–. Los dos somos una especie de patético, ¿no? —Sí –sonreí a pesar de los puntos de sutura. Fue bueno estar casi en sus brazos. Él realmente no me podía sostener, pero nos hizo trabajarlo, acostándose lo más cerca posible. Su calidez, presencia, ahuyentó un poco de la oscuridad de la noche–. Pero te amo.

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Sus labios rozaron lo largo de mi nuca, provocando un escalofrío en mí. —Pero yo amo nosotros.

Las enfermeras persiguieron a Jensen fuera, de vuelta a su habitación con adulación al igual que las expresiones en sus rostros. Creo que rodé mis ojos tan atrás que casi rodaron fuera de mi cabeza. También

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane persiguieron fuera a mis padres después de una hora más o menos de mi mamá, mi papá, y Rose cacareando sobre mí como gallinas preocupadas. Después que se fueron, eran unas horas tímidas de la mañana. Yo estaba cerniendo hacia atrás y adelante entre el sueño cuando oí el crujido de la puerta. Pensando que era una de las enfermeras inspeccionándome, abrí los ojos en rendijas finas. Las cortinas verdes guisante ondeaban. No fue una enfermera que entró. Empecé a sentarme, pero mi cuerpo gritaba en protesta. —¿Gavin? —No te sientes –llegó al lado de la cama, sentándose al igual que Jensen lo hizo. Su mirada se desvió por encima de mí. —Tienes un aspecto terrible, Ella. No se veía mucho mejor. Su frente parecía un poco hinchada, y era de color púrpura desde donde yo le había golpeado en la cabeza. Oh querido. —Gavin, lo siento mucho. Pensé… —Pensaste que yo era el asesino –sonrió mientras alcanzó a través de la cama, envolviendo su mano alrededor de la mía–. Sucede. Mis cejas se levantaron. —No creo que alguien confunda a su amigo como un asesino a menudo. —Bueno, con todo sucediendo, es fácil de imaginar –su camisa se extendía sobre sus hombros mientras se movía, el material arrancado sobre su brazo–. No hablemos de eso ahora.

Antes, había sentido una oleada de vergüenza e incomodidad, pero después de todo, no podía reunir el sentimiento. —Las enfermeras lo corrieron de regreso a su habitación. Él debería irse mañana. Yo también.

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—Sí, pero tenía que verte –hizo una pausa, tirando de su mano libre– . Traté de venir antes, pero estabas con Jensen.

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Él estaba tomando esto muy bien, o tal vez sólo consiguió una buena mirada hacia mí y se sentía demasiado mal para realmente hacerme sentir culpable. —Está bien –dije, apretando su mano–. ¿Tuviste que... colar a través de las enfermeras?

Gavin levantó la mano, frotando su mano cuidadosamente por el pelo despeinado. —Dios, Ella, no puedo creer... las cosas han terminado aquí. Cerré los ojos un instante. —Yo tampoco, pero me alegro de que estés bien.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Sus pestañas se cerraron. —Creo que estás confundiendo lo que estoy diciendo. Confundida, incliné mi cabeza hacia él. —¿Cómo? Se inclinó, colocando una mano junto al hombro más alejado desde él. La cercanía me espelucó un poco, pero él era mi amigo, y yo lo había golpeado en la cabeza no hace mucho tiempo. —Tengo un secreto que admitir. –susurró. Algo en la forma en que dijo eso provocó nudos diminutos formarse en mi estómago. —¿Qué? —Shaw lo jodió –dijo, y mis ojos se abrieron–. No se suponía iba a morir esta noche. Mi cuerpo se sacudió y empecé a sentarme, pero Gavin se movió increíblemente rápido, golpeando una mano sobre mi boca mientras él subió a la cama, forzando su peso sobre mis piernas. Una lenta sonrisa curvó sus labios, girando a una cara familiar en algo nunca antes visto. Mi corazón dio una patada contra mi pecho frenéticamente mientras respiraba fuertemente por mi nariz. —Oh, te ves tan, tan sorprendida. Vamos, no puedes ser tan tonta. ¿Por qué iba Shaw hacer esto, si no fuera por mí? –Bajó la cabeza hasta que nuestros rostros estaban a una pulgada de distancia–. Shaw, hombre, no quería nada de esto, pero tenía que hacerlo. No tenía otra opción. Saqué mis dedos de su mano, tratando de desplazarlo, pero no estaba moviéndose. Todo lo que podía pensar era en lo que Shaw había dicho justo antes de caer a su muerte.

Gavin rió bajo en su garganta. —Ah, ya veo que estás poniéndolo junto. Tú siempre has sido un ser inteligente. Fue lindo cómo me defendiste justo hasta que giraste una sartén en mi cabeza. Pero todo salió de una forma. Shaw te consiguió, pero no terminó como yo quería. Shaw se suponía era el que te llevara fuera –dijo, sus ojos oscuros se clavaron en los míos– . Porque yo pensaba que sería demasiado difícil para mí hacerlo, pero, ¿sabes qué? En realidad no es tan difícil.

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Había sido una advertencia, una advertencia que incluso no había notado. Y tenía sentido ahora, la máscara en mi casillero, mi dormitorio, la ventana, cosas que Shaw no podría haber conocido o hecho. Los pasos que habíamos oído arriba en la casa de Jensen. Había sido Gavin.

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¿Crees que esto terminó?

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Oh Dios... —Empecé planeando a principios de verano. Lo intenté con Vee, y cuando eso funcionó perfectamente, traté de agarrarte. Pero, maldita sea, Ella, tienes siete vidas o algo así –se echó hacia atrás cuando levanté mis brazos hacia él. Capturando uno, él lo sujetó al lado de mi cadera–. Y, era muy divertido jugar contigo. ¿La noche con la máscara en tu dormitorio? Ese era yo. ¿El maniquí colgando en tu casa? Todo yo, nena. La suficiencia en su voz, que era tan diferente que la resignación de Shaw, heló mi esencia, pero yo luche de regreso, tratando de atraparlo, pero se mantuvo fuera de mi alcance. Los golpes que aterricé rebotaban en su brazo y el pecho en vano. —Y todo este tiempo, nunca viste lo que estaba justo en frente de tu cara –continuó–. Creo que Jensen estaba empezando a verlo, pero no tu. Por todos esos años después de Penn, yo odiaba todo de ellos, incluso a ti a veces. Pero todavía te amaba. Mis ojos se abrieron aún más. —Pero tengo que hacer esto. Tenía que hacer todo esto. Es la única manera para mí para hacer las paces –su mano se movió de mi boca y luego rodeó mi cuello, cortando mi aire y la capacidad de gritar. Pánico rugió a través de mí, surgiendo como una tormenta de control. Yo no podía respirar. —No te preocupes. Cuando termine contigo, me encargaré de él. O tal vez no lo haré. Parece adecuado que él viva el resto de su vida sin ti. –un hombro se levantó como si estuviera discutiendo la diferencia entre la sal y la pimienta.

Todo se detuvo.

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—¿Quieres saber por qué? –preguntó, sus labios rozando mi mejilla amoratada, sorprendiéndome–. ¿Por qué ahora? ¿Por qué cuatro años más tarde? –luego se inclinó de nuevo, sus dedos aflojando alrededor de mi cuello, permitiendo un poco de aire. Su boca luego rozó mi oreja mientras susurró–. Penn no se suicidó.

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Mis ojos se movían alrededor de la sala frenéticamente, aterrizando en la jarra de agua de cerámica pesada. ¿Podría alcanzarlo?

Esperó hasta que mi amplia mirada encontró la suya. —Penn quería ir a ver pájaros y él no quería esperar hasta que tú y Jensen llegaran. Así que fui con él, y yo todavía estaba cabreado acerca de ti y Jensen saltando su fiesta por la de Brock. Infierno, estaba más cabreado porque Penn lo dejó pasar. Él nunca se puso de pie por sí mismo. Nunca. Y yo estaba tan harto

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane de él siendo pisoteado por todos. Yo le dije eso. Le dije que ustedes dos no podrían realmente ser sus amigos por dejarlo tirado y empezó a llorar. A llorar, Ella –sus ojos adquirieron una vidriosa mirada desenfocada–. Yo ni siquiera sé cómo sucedió. Le dije que dejara de llorar. Pero entonces él dijo, él dijo que confiaba en ustedes dos. Que él sabía que ustedes dos realmente lo sentían y que yo era el mal amigo, incluso por llevarlo para arriba. Yo… Oh Dios mío... —Lo empujé –dijo Gavin, cerrando los ojos–. Lo empujé, no duro, pero perdió el equilibrio. Cayó, Ella. Cayó, y me entró el pánico. No quise hacerle daño. Sólo quería que él se levantara por sí mismo. Quería que él viera que yo era el mejor amigo. Fue un accidente. No sabía qué hacer. Corrí a casa y yo... llamé Shaw. Él vino enseguida. Él sabía que yo estaba en problemas. Que nadie podría creer que fue un accidente. Me ayudó a cubrirlo, plantó la nota en el dormitorio de Penn. Y Shaw, él me ayudó ahora. Él sabía que no era mi culpa. Limpiando el desastre. Shaw había dicho eso. —No fue mi culpa –los dedos de Gavin apretaron en mi garganta–. Nada de esto habría pasado si ellos no hubieran intimidado a Penn. Si tú y Jensen no los hubieran elegido sobre Penn. Todos ustedes me obligaron a hacer esto, porque tenía que de alguna manera hacer lo correcto, porque no era mi culpa. Todos ustedes me hicieron hacer esto. Así que he creado una lista, una lista de muertos. Shaw lo resolvió bastante rápido. Y él tenía que ayudarme. ¿Lo ves? Porque si me atrapaban, eso significaba que él sería arrestado por cubrir la muerte de Penn. Él no tenía otra opción, pero ¿quieres saber un secreto? –Sus ojos brillaban de manera extraña–. Creo que a él le gustaba.

Extendí mi brazo mientras trataba de conseguir que él dejara ir el otro, esperando que eso lo distrajera. Las puntas de mis dedos rozaron el mango de la jarra mientras los bordes de mi visión comenzaron a volverse negro. La sangre corrió a mis oídos, ahogando cualquiera mierda loca que Gavin estuviera vomitando. Mis dedos se cerraron alrededor del mango.

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El instinto de conservación me consumía.

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Mis pensamientos giraban con la revelación. Penn no se suicidó. Había sido Gavin, Penn había sido su primera víctima. Toda esa culpa... nada de eso importaba ahora.

Balanceando la jarra hacia su cabeza, el impacto rompió la cerámica. Trozos de arcilla afilada volaron en mi cara y al otro lado de la

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane habitación. Sus manos se aflojaron inmediatamente, y yo arrastré el aire dentro, mientras él rodaba fuera de la cama, golpeando el suelo. Trepando desde la cama, golpeé el botón de llamada mientras me apoyaba. La intravenosa atrapaba mi mano y luego la rasgué libre, pero apenas sentí el dolor. Gavin se puso de pie mientras me alejaba, a través de las cortinas, y él se adelantó, la sangre corriendo en remaches por su cara. —Esa es la segunda vez que me golpeas en la cabeza, Ella. Eso no es muy amable. —Estás tratando de matarme. –di un grito ahogado. Sus ojos se estrecharon. —Buen punto. Y entonces él cargó contra mí. No pensé cuando levanté la parte de la jarra que había permanecido intacta, el mango y sus harapientos bordes, perversamente afilados. Gavin chocó contra mí, en el mango roto. Rojo salpicó por todas partes. Gavin se tambaleó un paso, sus brazos subiendo a la garganta cortada. Él me miró con los ojos muy abiertos, como si no pudiera creer lo que yo había hecho. Luego sonrió mientras sus piernas se doblaron y cayó al suelo.

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Retrocedí hasta que llegué a la pared detrás de mí. Mis rodillas cedieron y me deslicé por la pared, agarrando la pieza dentada de cerámica en mi mano temblorosa, sacudiendo todo cuando vi el charco de sangre oscura bajo Gavin que se extendió aún más.

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os cuatro de nosotros yacíamos al lado del otro en el piso de la casa del árbol, mirando hacia las brillantes y rociadas hojas verdes. Yo estaba apretujada entre Penn y Jensen, y Gavin estaba al otro lado de Penn. Realmente no tenía idea de lo que cualquiera de nosotros estaba haciendo, pero yo estaba feliz y estaba sonriendo. —¿Qué es lo que ustedes chicos quieren hacer cuando sean grande? – preguntó Penn, tamborileando los dedos en su panza. Gavin hizo un sonido de risa ahogada. —Limpiar oficinas no, eso es seguro. Yo no creía que la limpieza de oficinas y casas era mala. Sus padres parecían disfrutar haciéndolo. —¿Entonces qué? –Penn persistió. —No lo sé –se quejó–. Es una pregunta estúpida.

—¿Qué? –Jensen inclinó la cabeza, y podría decir que estaba sonriendo– . Consigues veranos libres. Me reí, pensando que me gustó la forma en que pensaba.

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—¡Oh hombre!, eso realmente es patético. ¿Un profesor? –Gavin volvió a reír–. Vas a estar atascado en la escuela para siempre.

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Jensen me dio un codazo en el costado cuando dijo: —No es una pregunta estúpida. Quiero ser un entrenador o tal vez un profesor. Podría ser ambos.

—¿Qué hay de ti? –Jensen me dio un codazo. Moviendo mis dedos de los pies, pensaba muy duro en eso. La escuela secundaria estaba tan lejos, la universidad aún más. Era como por siempre

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane a partir de ahora, pero arranqué fuera de mi cabeza la primera cosa que me vino a la mente. —Me gustaría ser veterinaria. —¿Y salvar todas las tortugas en el mundo? –Jensen bromeó. Gavin se rió. —Podríamos ayudarte. Está bien. Supongo... supongo que me gustaría ser médico. Hacen un montón de dinero. Mis labios se derramaron en una sonrisa más amplia y luego volví la cabeza hacia Penn. —¿Qué hay de ti?

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Penn se quedó mirando la imagen borrosa de las hojas de los árboles y la luz deslumbrante mirando a través de ellos. Él negó con la cabeza un poco y luego dijo: —Quiero ser un maestro y un veterinario y un médico. Quiero ser todo.

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as hojas rojas cobrizas y doradas deslumbraron bajo la brillante luz del sol mientras una brisa fresca circulaba a través del patio delantero, revolviendo el pelo alrededor de mis hombros. Detrás de mí, la puerta se abrió, y tuve la voluntad de no saltar. En los últimos cuatro días, cada pequeño ruido me tenía casi saliendo de mi piel. Una profunda parte infantil de mí esperaba que otro asesino reapareciera, incluso sabiendo que no había nadie más. Wendy se encontraba en la antigua casa de Penn. Ella estaba en otra habitación, y todavía estaba sorprendentemente viva. No entendía cómo ni por qué. Nadie sabía y probablemente nunca sabremos por qué Gavin o Shaw no la habían matado como los demás, pero ella estaba viva y en el hospital, y supuse que era un rayo de luz en la oscuridad. Y la atención de los medios comenzaba a desvanecerse, volviéndose hacia alguna otra situación trágica en alguna otra pequeña ciudad. Las cosas estaban empezando a volver a la normalidad.

Me reí en voz baja. —Mamá está enamorada de ti.

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—Tu mamá está planeando hacer chile para la cena –sus labios se inclinaron hacia la esquina–. Por supuesto, ella me preguntó cuál era mi sopa favorita. Fui con chile.

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Jensen se sentó a mi lado en los escalones del porche, y cuando miré hacia él, no podía dejar de ver el profundo hematoma morado junto a su sien. Parecía que nunca quería desaparecer. Por otra parte, mi cara todavía se veía un poco como carne de hamburguesa.

—Al igual que su hija, ¿eh? —Algo así.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Jensen se inclinó, rozando sus labios con los míos. Me besó suavemente y con cuidado, consciente de la esquina sensible de mi boca. Cuando se rompió el contacto, él presionó su frente contra la mía. —Entonces, ¿qué quieres hacer hoy? Tenemos todo el domingo para nosotros mismos. Jensen y yo no habíamos regresado a la escuela desde que todo había pasado. El lunes sería nuestro primer día de regreso. Una parte de mí estaba deseando el regreso a la normalidad, pero sabía que habría un montón de miradas, un montón de preguntas. Un montón de recuerdos. —¿Qué estás pensando? –preguntó mientras se movía hacia mí. Mi mirada vagaba por su cara y luego sobre el patio. Las hojas se agitaron hacia la hierba. Fue la primera vez desde aquella noche que hice la pregunta. No me atrevía realmente a hablar sobre eso antes de entonces. —¿Por qué crees que lo hizo? Hubo un momento de silencio. —¿Gavin? Tragando contra la quemadura de las lágrimas, asentí. —¿Por qué crees que él solo no dijo la verdad cuando se trataba de lo que pasó con Penn? Él no podría haber estado en mucho problema. —Dios, odio decir esto, pero no estaba bien de la cabeza. Ninguno de nosotros vio eso y nosotros...

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—Nosotros nunca lo sabremos. –tirando suavemente sobre mi brazo hasta que me puse de pie y me senté entre sus piernas, él envolvió sus brazos alrededor de mí desde atrás. Ambos de nuestros cuerpos estaban en camino a la curación, pero de vez en cuando, un movimiento en falso podría tenernos arrastrándonos alrededor como si estuviéramos destinados para la casa de retiro. Mis labios aún estaban doloridos, así como mi mejilla. Jensen seguía recibiendo un dolor de cabeza promedio una vez al día.

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Nosotros nos llevamos la culpa, pensando que habíamos conducido a Penn suicidarse. Peor aún, eso era lo que su familia se había creído durante cuatro años. Ahora todos sabíamos la verdad, pero aún había muchas preguntas.

Apoyé la cabeza contra su barbilla. —Él dijo que tú estabas empezando a verlo, a verlo a él.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane —Fue sólo algunas de las cosas que dijo, pero no creo que realmente lo creyera –un suspiro se transportó a través de él–. A pesar de que Gavin y yo no habíamos estado cerca en años, nunca hubiera pensado que iba a hacer esto, que él había planeado... matar gente. La cosa es que nunca vamos a saber por qué. No realmente. Y tenemos que dejar atrás eso. Las lágrimas pinchaban la parte de atrás de mis ojos. Gavin se había llevado todas esas respuestas a la tumba. Eso era algo más que traté de no pensar, como Gavin y Shaw habían muerto, porque apestaba saber que fue por mi mano, pero no había ninguna culpa. Yo me protegí, me salvé a mí misma. Tan loco como suena, yo... Dios, me encontraba extrañando a Gavin y luego recordaba todo lo que hizo. Había matado a Penn, accidente o no, y luego ayudó a matar a Vee, Mónica, y Brock. Era una mezcla confusa de sentimientos que supuse que resolvería un día. —Lo sé. –dije finalmente. —Va a ser difícil –dijo, cuando incliné mi cabeza hacia atrás y nuestros ojos se encontraron–. Sus padres... Eso duele, también. No tenían idea de la oscuridad que su hijo estaba escondiendo. Por lo que pude ver, ellos no habían sido conscientes de nada de eso. Habían estado completamente en la oscuridad como el resto de nosotros, y que habían sido dañados mucho peor. —Tú no crees…

Había estado tan emocionada acerca de mi próximo año y el conocimiento de que estaría marchándome, ir a la universidad pronto. Yo quería esa noche de vuelta.

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Los brazos de Jensen apretaron y no respondió, pero yo sabía que estaba aliviado al escuchar eso. No estaba diciendo un montón de mierda, tampoco. Durante el último par de días, había hecho un montón de pensamiento. Tenía que hacerlo. Mi mirada se volvió hacia el cielo, y pensé en la noche que empezó todo para mí, mirando a las estrellas pensando que parecían pequeñas antorchas.

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—No –le dije, ya sabiendo lo que iba a preguntar–. No me culpo a mí misma por... nada de esto. Shaw y Gavin hicieron lo que hicieron. –cerré los ojos mientras sus dedos enroscaron a través de mi cabello.

Yo sabía que podía tenerla de vuelta. Solo tomaría un poco de tiempo.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Y, probablemente, un poco de terapia. La puerta se abrió detrás de nosotros y nos giramos. Mamá estaba de pie, agarrando su teléfono celular en la mano. —Los padres de Linds acaban de llamar.

Mi corazón se aceleró todo el camino al hospital y de arriba hacia el suelo, Jensen sosteniendo firmemente mi mano mientras corríamos por el amplio pasillo. La puerta de su habitación estaba entreabierta. Me detuve, casi con demasiado miedo de ir a través de ella. Mirando a Jensen, sonrió y asintió con la cabeza. Dejando ir su mano, abrí la puerta y el abastecimiento de agua comenzó casi de inmediato. Las lágrimas rodaron por mi cara y ni siquiera me importó. Linds estaba sentada en la cama. Estaba despierta. Ella estaba viva. Nuestros ojos se encontraron y corrí hacia delante, casi golpeando a su papá fuera del camino para llegar a ella. Casi me uní a ella sobre la cama, así de fuerte la abracé, y nada, nada se sintió mejor que ella abrazándome de vuelta. Hablé con ella, amortiguando las palabras que no tenían ningún sentido en absoluto, y ella hizo lo mismo. No estaba segura de cuánto tiempo pasó antes de que Jensen colocara una mano en mi espalda.

—Yo también. –Linds sorbió. Jensen hizo un sonido mientras se sentaba detrás de mí. —Si ustedes dos son tan felices, ¿por qué están llorando tanto?

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De mala gana, me senté en el borde de la cama, limpiando mis manos bajo mis ojos. —Lo siento. Solo estoy tan feliz.

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—Vamos –diversión coloreó su tono–. Probablemente necesita respirar.

—Eres un chico –me quejé, mirando a su alrededor. Los padres Linds se habían marchado–. No lo entenderías. —Supongo que no –enlazó sus brazos alrededor de mi cintura y miró por encima de mi hombro–. Estoy feliz de verte despierta, Linds. Te ves bien.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Una sonrisa temblorosa apareció en su rostro más pálido de lo normal. —Si solo supiera que estar en coma conseguiría que me digas que me veía bien, lo habría hecho mucho antes. Me reí, tan malditamente aliviada, porque esta era Linds, ella estaba bien y era normal. Me limpié bajo mis ojos de nuevo. —Dios, estoy tan feliz. —Yo también –Ella se apoyó en su montaña de almohadas–. Y voy a ser aún más feliz cuando me digan que puedo comer algo. —Probablemente será una taza de gelatina. –dijo Jensen. Linds frunció el ceño. —Oh, Dios, yo quiero una whooper19. Él apoyó la barbilla en mi hombro. —Dudo que eso vaya a suceder. —Eres un desploma sueño –ella suspiró mientras miraba a mí–. Te debo unas enormes gracias. Fruncí el ceño. —¿Por qué? —¿Por qué? –sus ojos se abrieron–. Mamá y papá me dijeron lo que hiciste, tú manejaste el auto a través de la puerta del garaje para sacarme. Hombre, desearía que estuviera despierta para ver esa parte. Mis mejillas se sonrojaron. —No lo hice sola. Brock ayudó a sacarte del auto, pero él esta... –-Me callé, sin saber cuánto Linds sabía. Ella se movió en la cama. —Papá me dijo sobre él y sobre ese policía –su labio inferior temblaba–. Me habló de Gavin.

Mientras Linds respondía a su pregunta, tuvimos otro visitante. Heidi. No me sorprendió verla desde que le envié un mensaje en el camino al hospital, pero estaba un poquito sorprendida cuando ella se acercó a la cama y, en realidad abrazó Linds en lugar de tirar la granola en su cara.

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La mano de Jensen se aplastó contra mi estómago, y él movió su pulgar alrededor en un círculo lento, constante. —¿Cómo te sientes? –preguntó, cambiando de tema.

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—Sí. –susurré, porque no tenía ni idea de qué decir sobre eso.

—Me alegro de que estés, como, no muerta ni nada. –dijo Heidi. Linds miró hacia nosotros y luego de nuevo a ella. —Um, ¿gracias? 19

Tipo de Hamburguesa de Burger King.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane Me reí, y algo de la oscuridad del último par de meses se calmó. El abrazo de Jensen se apretó, y yo sonreí. A pesar de que dolía por razones que trascienden más allá de lo físico, la sonrisa se extendió hasta que mi cara entera dolía. Mis ojos se encontraron con los de Linds y guiñó un ojo mientras Jensen rozaba sus labios por mi mejilla. Apoyándome con cuidado de nuevo en sus brazos, miré a Heidi. Pelo trenzado en coletas, parecía como la chica de Wendy’s20 mientras ella miraba hacia abajo a Linds, y, por una vez, parecía que quería estar cerca de ella, y no correr en la dirección opuesta. Eso fue un cambio importante. Infierno, todos cambiamos, especialmente yo. No daría crédito a Shaw o Gavin por eso. El peso que llevaba conmigo era más ligero, y, en cierto modo, tenía el recuerdo de Penn para dar las gracias por eso. Tuve a mis amigos para dar gracias. Y, todos estábamos vivos, nuestro futuro esperando por nosotros.

De los cuatro, sólo dos de nosotros se quedaron. Jensen y yo. Me preguntaba a veces si cualquiera de nosotros pasó algún tiempo en esa casa del árbol pensando que solo seríamos dos de nosotros. Que en algún punto de nuestras jóvenes vidas pensamos que así era como las cosas resultarían.

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Pero no podía volver atrás.

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Después de quedarme con Linds en el hospital, volví a casa. Al igual que la última vez que había hecho esto, no estaba segura de lo que me llevó a la puerta de mi armario o que me hizo abrirlos, pero me caí de rodillas y empujé las pilas de vaqueros fuera del camino. Encontré la caja de zapatos. De pie, los llevé a la cama conmigo y me senté. Cuando abría la tapa y los saqué, pensé en Penn. La punzada de dolor profundo en mi pecho todavía estaba allí y aunque sabía ahora que nunca se quitó la vida, no disminuyó el dolor de perderlo. En todo caso, la aumentó.

Cadena de restaurantes de comida rápida.

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane No. Sabía que nunca pensamos eso. O tal vez Gavin lo hizo, mucho antes de aquella fatídica tarde en la casa del árbol con Penn, pero eso es algo que yo jamás sabré. Quiero ser todo. Tomando una respiración profunda, deslicé mis zapatos de deporte y até los cordones. Yo podría hacer eso por Penn. Tal vez no convertirme en una maestra, veterinaria, y un médico, pero podría hacer esto por él. Empujé a mis pies, moviendo mis dedos de los pies en los zapatos de deporte, y luego salí de mi habitación, bajé las escaleras y salí por la puerta principal. Me quedé en el porche por un momento y miré hacia el cielo azul sin nubes. Sonreí hasta que sentí eso, hasta que era real. Entonces me bajé del porche y fui corriendo.

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-Fin-

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THE DEAD LIST La Estanteria de Vane –Jennifer L. Armentrout –

La autora #1 del New York Times y USA Today Bestselling, Jennifer L. Armentrout vive en Virginia Occidental. Todos los rumores que han oído sobre su estado no son verdad. Bueno, la mayoría. Cuando no se encuentra escribiendo, pasa su tiempo leyendo, haciendo ejercicio, viendo películas sobre zombis y pretendiendo escribir.

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Es la autora de la saga Covenant, la saga Lux, Don´t Look Back y otras novelas sin título y una nueva saga YA paranormal con Harlequin Teen. Jennifer también escribe New Adult y romance Adulto bajo el nombre de J. Lynn. La serie The Gamble Brothers y Wait For You.

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