Textos Para Velocidad Lectora

TEXTOS PARA EVALUACIÓN DE VELOCIDAD LECTORA (Un aporte de: COLEGIO PARTICULAR GABRIELA MISTRAL - SOCIEDAD EDUCACIONAL -

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TEXTOS PARA EVALUACIÓN DE VELOCIDAD LECTORA (Un aporte de: COLEGIO PARTICULAR GABRIELA MISTRAL - SOCIEDAD EDUCACIONAL - Quinta Normal)

El siguiente cuadro corresponde a la lista de lecturas estandarizadas para evaluar la velocidad lectora. Es muy importante que los niños no conozcan previamente el texto, porque esto desvirtúa la medición de velocidad que se pretende realizar. CURSO

1° Evaluación

2° Evaluación

3° Evaluación

1° básico

A la Luna

2° básico

La abeja agradecida

La hormiguita cantora

El monito de la rosa

3° básico

Encuentro con los amigos

Los dinosaurios

Aventuras del señor conejo

4° básico

Las plantas tienen vida

Las aves

Nuestro hermoso planeta

5° básico

Los siete cabritos

El perro

El cóndor

6° básico

El anillo del pastor

Lautaro

La patagonia

7° básico

Cuando el suelo nació.

Corfú: el posadero de Belén

Estrellas rojas iluminan al ovejero de Aysén.

8° básico

Los reyes del país blanco

La tierra unida por el espacio.

La nochebuena de los Vagabundos

La casita de caramelo

En las siguientes fichas podrán encontrar los textos anteriormente señalados, en dos versiones. Una de ellas está acompañada por el número de palabras y puntuaciones del texto, de manera de facilitar el conteo para el examinador. La otra corresponde al texto que leerá el alumno.

Textos de abril Primera evaluación

A LA LUNA

Simón es un mono. Tolón es un león. Son unos astutos animales. Salen en su nave a la Luna. La nave se posa en el suelo de la Luna. Pasean y no se asustan. Simón siente pena, Pues está sin sus papás. Tolón le pasa un maní.

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A LA LUNA

Simón es un mono. Tolón es un león. Son unos astutos animales. Salen en su nave a la Luna. La nave se posa en el suelo de la Luna. Pasean y no se asustan. Simón siente pena, Pues está sin sus papás. Tolón le pasa un maní.

La abeja agradecida.

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Una linda paloma blanca había ido a posarse en la rama de un árbol, junto al cual corría un limpio arroyo. De pronto una abejita se acercó a beber, pero resbaló y fue arrastrada por la corriente.

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La paloma, que había visto lo sucedido, voló hacia ella y pudo sacarla con el pico.

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Poco después un cazador, al divisar a la paloma, se dispuso a darle muerte. Rápidamente acudió la abeja y, para salvar a su bienhechora, fue a picar la mano del hombre.

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Por efecto del dolor el cazador sacudió el brazo, fallando así el disparo.

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La linda palomita blanca acababa de recibir una hermosa recompensa por su buena acción.

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La abeja agradecida. Una linda paloma blanca había ido a posarse en la rama de un árbol, junto al cual corría un limpio arroyo. De pronto una abejita se acercó a beber, pero resbaló y fue arrastrada por la corriente. La paloma, que había visto lo sucedido, voló hacia ella y pudo sacarla con el pico. Poco después un cazador, al divisar a la paloma, se dispuso a darle muerte. Rápidamente acudió la abeja y, para salvar a su bienhechora, fue a picar la mano del hombre. Por efecto del dolor el cazador sacudió el brazo, fallando así el disparo. La linda palomita blanca acababa de recibir una hermosa recompensa por su buena acción.

ENCUENTRO CON LOS AMIGOS.

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Pablo caminaba rumbo al colegio.

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Estaba contento, aunque un poco preocupado.

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En el camino iba pensando. ¿Cómo estarán mis compañeros? ¿Quién será mi profesora? ¿Cómo me irá este año?

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Mientras se hacía estas preguntas, casi sin darse cuenta, llegó al colegio.

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Una vez en el patio, sus compañeros lo vieron y corrieron a saludarlo. Al encontrarse entre amigos, olvidó sus preocupaciones.

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Todos hablaban al mismo tiempo, haciendo muchas preguntas y tratando de contar lo que había hecho durante las vacaciones.

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Mientras conversaban alegremente, sonó la campana llamándolos a clase.

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Al entrar a la sala de tercero, tuvieron la agradable sorpresa de ver a la señorita Marcela, su profesora del año anterior, que los esperaba sonriente.

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ENCUENTRO CON LOS AMIGOS. Pablo caminaba rumbo al colegio. Estaba contento, aunque un poco preocupado. En el camino iba pensando. ¿Cómo estarán mis compañeros? ¿Quién será mi profesora? ¿Cómo me irá este año? Mientras se hacía estas preguntas, casi sin darse cuenta, llegó al colegio. Una vez en el patio, sus compañeros lo vieron y corrieron a saludarlo. Al encontrarse entre amigos, olvidó sus preocupaciones. Todos hablaban al mismo tiempo, haciendo muchas preguntas y tratando de contar lo que había hecho durante las vacaciones. Mientras conversaban alegremente, sonó la campana llamándolos a clase. Al entrar a la sala de tercero, tuvieron la agradable sorpresa de ver a la señorita Marcela, su profesora del año anterior, que los esperaba sonriente.

LAS PLANTAS TIENEN VIDA

4

Además de los animales, existen otros seres con vida que viven fijos a la tierra, de la que se alimentan. Son las hierbas, arbustos y árboles, que reciben el nombre de plantas o vegetales. Sin las plantas, no tendríamos alimentos vegetales, no vivirían los animales, no habrían casas, ni barcos, ni aire puro. Sin las plantas no podríamos vivir.

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Existen muchas clases de plantas. Unas se distinguen por su gran tamaño, como el roble, el álamo y el pino. Otras son medianas, como el rosal y el limonero. Algunas son pequeñas, como el musgo de los prados.

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A las plantas les ocurre lo mismo que a los animales, pues como tienen vida, nacen, crecen, se alimentan, respiran, tienen hijos, envejecen y mueren. A diferencia de los animales, que se trasladan de un lugar a otro y tienen órganos de los sentidos, las plantas viven fijas y no tienen sentidos.

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Algunas plantas sólo duran un año o menos, y otras pasan de cien años de vida.

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(fragmento) Elio Arrechea Español

LAS PLANTAS TIENEN VIDA Además de los animales, existen otros seres con vida que viven fijos a la tierra, de la que se alimentan. Son las hierbas, arbustos y árboles, que reciben el nombre de plantas o vegetales. Sin las plantas, no tendríamos alimentos vegetales, no vivirían los animales, no habrían casas, ni barcos, ni aire puro. Sin las plantas no podríamos vivir. Existen muchas clases de plantas. Unas se distinguen por su gran tamaño, como el roble, el álamo y el pino. Otras son medianas, como el rosal y el limonero. Algunas son pequeñas, como el musgo de los prados. A las plantas les ocurre lo mismo que a los animales, pues como tienen vida, nacen, crecen, se alimentan, respiran, tienen hijos, envejecen y mueren. A diferencia de los animales, que se trasladan de un lugar a otro y tienen órganos de los sentidos, las plantas viven fijas y no tienen sentidos. Algunas plantas sólo duran un año o menos, y otras pasan de cien años de vida.

LOS SIETE CABRITOS En los comienzos del mundo, el Sol y la Luna vivían en la Tierra. Y ocurrió que en el momento en que se conocieron se enamoraron profundamente, entonces vivieron felices el uno para el otro. Cuando el Espíritu Creador se enteró de ese amor y que habían olvidado pedir su consentimiento, se enojó de tal manera que obligó al Sol a subir al cielo y dejó a la Luna sola en la Tierra. A pesar de estar tan lejos, el Sol no abandonó ni un solo día a su mujer y siempre alumbraba su camino solitario. Pasado un tiempo la Luna tuvo siete hijos. Cada uno de ellos era en tamaño, la mitad del anterior y así fue que el menor de todos resultó ser siete veces más pequeño que el mayor. Desde el cielo, el Sol iluminaba el nacimiento de sus hijos con los rayos más cálidos. Cuando vio que su hijo menor era tan chiquito, le regaló dones mágicos para protegerlo en su vida por la Tierra. Los niños crecieron sanos y robustos junto a su madre y cuando fueron bastante grandes, el Espíritu Creador que seguía enojado obligó también a la Luna a subir al cielo pero justo en el momento que el Sol se ocultaba en el horizonte. Fragmento Leyenda peruana

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LOS SIETE CABRITOS En los comienzos del mundo, el Sol y la Luna vivían en la Tierra. Y ocurrió que en el momento en que se conocieron se enamoraron profundamente, entonces vivieron felices el uno para el otro. Cuando el Espíritu Creador se enteró de ese amor y que habían olvidado pedir su consentimiento, se enojó de tal manera que obligó al Sol a subir al cielo y dejó a la Luna sola en la Tierra. A pesar de estar tan lejos, el Sol no abandonó ni un solo día a su mujer y siempre alumbraba su camino solitario. Pasado un tiempo la Luna tuvo siete hijos. Cada uno de ellos era en tamaño, la mitad del anterior y así fue que el menor de todos resultó ser siete veces más pequeño que el mayor. Desde el cielo, el Sol iluminaba el nacimiento de sus hijos con los rayos más cálidos. Cuando vio que su hijo menor era tan chiquito, le regaló dones mágicos para protegerlo en su vida por la Tierra. Los niños crecieron sanos y robustos junto a su madre y cuando fueron bastante grandes, el Espíritu Creador que seguía enojado obligó también a la Luna a subir al cielo pero justo en el momento que el Sol se ocultaba en el horizonte.

El anillo del pastor. Había una vez un pastor que apacentaba su rebaño en los campos que rodean a Roma. Por la noche, retiraba las ovejas del redil, comía un poco de pan y queso, se tendía sobre la paja y dormía. De día, siempre fuera con las ovejas y el perro, con sol, agua o viento. Lejos de casa durante meses y meses, siempre solo. Es dura la vida del pastor. Una noche, cuando se iba a acostar , oyó una voz que le llamaba. - ¡Pastor! ¡Pastor! - ¿Quién es? ¿Quién me llama? - Amigos, pastor, amigos. - La verdad es que, aparte de mi perro, no tengo muchos amigos. ¿Quién es usted? - Sólo un caminante, pastor. He andado durante todo el día y tengo que caminar todo el de mañana. Yo no tengo dinero para trenes. Me he quedado sin cena y provisiones. He pensado que a lo mejor tú... - Entre y siéntese. No tengo más que pan y queso. La leche no falta para beber. Si se da por contento, sírvase. - Gracias, eres muy generoso. Buen queso este. ¿Lo has hecho tú? - Con mis propias manos. El pan es un poco viejo, hasta mañana no me lo traerán fresco. Si fuese ya mañana por la noche.

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El anillo del pastor. Había una vez un pastor que apacentaba su rebaño en los campos que rodean a Roma. Por la noche, retiraba las ovejas del redil, comía un poco de pan y queso, se tendía sobre la paja y dormía. De día, siempre fuera con las ovejas y el perro, con sol, agua o viento. Lejos de casa durante meses y meses, siempre solo. Es dura la vida del pastor. Una noche, cuando se iba a acostar , oyó una voz que le llamaba. - ¡Pastor! ¡Pastor! - ¿Quién es? ¿Quién me llama? - Amigos, pastor, amigos. - La verdad es que, aparte de mi perro, no tengo muchos amigos. ¿Quién es usted? - Sólo un caminante, pastor. He andado durante todo el día y tengo que caminar todo el de mañana. Yo no tengo dinero para trenes. Me he quedado sin cena y provisiones. He pensado que a lo mejor tú... - Entre y siéntese. No tengo más que pan y queso. La leche no falta para beber. Si se da por contento, sírvase. - Gracias, eres muy generoso. Buen queso este. ¿Lo has hecho tú? - Con mis propias manos. El pan es un poco viejo, hasta mañana no me lo traerán fresco. Si fuese ya mañana por la noche.

CUANDO EL SUELO NACIÓ Hace muchos millones de años se reunieron ciertos personajes para ofrecer a la Tierra un tratamiento intensivo de belleza con el fin de cambiar su aspecto. Porque entonces era un planeta bien sin gracia, ni parecido a la maravilla que han visto los astronautas al salir al espacio. Estaba formado exteriormente por pura roca pelada y mar y no había ni siquiera un pastito. -Te fabricamos un manto maravilloso –le dijeron y ella, toda coqueta, les contestó que bueno. Llamaron a la Roca y le preguntaron si ella colaboraría, porque su presencia era indispensable. -Si es tratamiento de belleza, cuenten conmigo - contestó. -Tendrás que sacrificarte, porque será violento –le advirtieron. -Ya he soportado tanto –dijo la Roca-. Qué más da. Total, he aguantado cataclismos, erupciones, lavas volcánicas. Entonces habló el Tiempo: -Yo no tengo ningún apuro. Aún no se han inventado los calendarios, así es que demórense todo lo que quieran. Sin embargo el Clima tomó su parte con mucha seriedad y se comprometió diciendo: -Yo trabajaré continuado, sin vacaciones, y van a ver lo que hago.

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CUANDO EL SUELO NACIÓ Hace muchos millones de años se reunieron ciertos personajes para ofrecer a la Tierra un tratamiento intensivo de belleza con el fin de cambiar su aspecto. Porque entonces era un planeta bien sin gracia, ni parecido a la maravilla que han visto los astronautas al salir al espacio. Estaba formado exteriormente por pura roca pelada y mar y no había ni siquiera un pastito. -Te fabricamos un manto maravilloso –le dijeron y ella, toda coqueta, les contestó que bueno. Llamaron a la Roca y le preguntaron si ella colaboraría, porque su presencia era indispensable. -Si es tratamiento de belleza, cuenten conmigo - contestó. -Tendrás que sacrificarte, porque será violento –le advirtieron. -Ya he soportado tanto –dijo la Roca-. Qué más da. Total, he aguantado cataclismos, erupciones, lavas volcánicas. Entonces habló el Tiempo: -Yo no tengo ningún apuro. Aún no se han inventado los calendarios, así es que demórense todo lo que quieran. Sin embargo el Clima tomó su parte con mucha seriedad y se comprometió diciendo: -Yo trabajaré continuado, sin vacaciones, y van a ver lo que hago.

LOS REYES DEL PAÍS BLANCO El pingüino se ha ganado el derecho de ser el símbolo vivo del continente blanco. Por encima de los hielos, los témpanos, los glaciares y la nieve, este pájaro, vestido eternamente de frac, de andar gracioso y mirada perdida, es la más acabada representación de la Antártica. En definitiva, desde hace milenios la convirtió en su hogar: de las dieciocho especies que existen en la Tierra, siete viven exclusivamente en ese paraje de hielos eternos. El origen del pingüino aún es objeto de una ardua discusión científica: por restos fósiles recientemente encontrados, se estima que habría evolucionado a partir de unas aves, similares gaviotas o petreles, que existieron hace cuarenta o cincuenta millones de años. Se supone que en aquella época. tenía tanta habilidad en la natación como en el vuelo. A lo largo de su etapa evolutiva, tuvo que haber ocupado zonas cálidas y fue capaz de sobrevivir a la larga congelación del océano austral. Ese fenómeno geológico significó la muerte o emigración de diferentes especies. El pingüino decidió quedarse. Se adaptó al nuevo modo de vida y desde entonces habita cómodamente la zona más inhóspita y desolada el planeta.

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LOS REYES DEL PAÍS BLANCO El pingüino se ha ganado el derecho de ser el símbolo vivo del continente blanco. Por encima de los hielos, los témpanos, los glaciares y la nieve, este pájaro, vestido eternamente de frac, de andar gracioso y mirada perdida, es la más acabada representación de la Antártica. En definitiva, desde hace milenios la convirtió en su hogar: de las dieciocho especies que existen en la Tierra, siete viven exclusivamente en ese paraje de hielos eternos. El origen del pingüino aún es objeto de una ardua discusión científica: por restos fósiles recientemente encontrados, se estima que habría evolucionado a partir de unas aves, similares gaviotas o petreles, que existieron hace cuarenta o cincuenta millones de años. Se supone que en aquella época. tenía tanta habilidad en la natación como en el vuelo. A lo largo de su etapa evolutiva, tuvo que haber ocupado zonas cálidas y fue capaz de sobrevivir a la larga congelación del océano austral. Ese fenómeno geológico significó la muerte o emigración de diferentes especies. El pingüino decidió quedarse. Se adaptó al nuevo modo de vida y desde entonces habita cómodamente la zona más inhóspita y desolada el planeta.

Textos de agosto Segunda evaluación

LA HORMIGUITA CANTORA. La Hormiguita Cantora decidió enseñar a Polita, su pequeña sobrina, las maravillas y los peligros del mundo. Una mañana salió con ella de la mano por el delgado camino que unía el hormiguero con el hongo del Duende Melodía. El Duende estaba encendiendo un braserillo y soplaba los carbones inflando sus mejillas como dos globos colorados. Se saludaron alegremente. La pequeña hormiga vio el fuego del brasero y preguntó: - ¿Qué es esto colorado que se apaga y que se prende? - ¡Jo, jo, jo! – rió el Duende, pregúntale a tu tía Hormiguita Cantora, ella tiene la obligación de contestarte, lo sepa o no. (fragmento) Al icia Morel

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LA HORMIGUITA CANTORA. La Hormiguita Cantora decidió enseñar a Polita, su pequeña sobrina, las maravillas y los peligros del mundo. Una mañana salió con ella de la mano por el delgado camino que unía el hormiguero con el hongo del Duende Melodía. El Duende estaba encendiendo un braserillo y soplaba los carbones inflando sus mejillas como dos globos colorados. Se saludaron alegremente. La pequeña hormiga vio el fuego del brasero y preguntó: - ¿Qué es esto colorado que se apaga y que se prende? - ¡Jo, jo, jo! – rió el Duende, pregúntale a tu tía Hormiguita Cantora, ella tiene la obligación de contestarte, lo sepa o no.

LOS DINOSAURIOS En la prehistoria, antes de que apareciera el hombre sobre la tierra, había muchos reptiles; pero fueron los dinosaurios los que la dominaron durante un período que se prolongó por varios millones de años. Ningún otro animal, incluido el hombre, ha reinado en la tierra durante tanto tiempo. Algunas personas creen que existía un solo tipo de dinosaurio pero, en realidad, había una gran variedad de ellos. Los primeros eran pequeños y ágiles, sólo medían un metro de largo y corrían rápidamente sobre sus patas traseras. Algunos dinosaurios eran herbívoros. Otros eran carnívoros, sus patas tenían afiladas garras y poseían dientes filudos como cuchillos. Estos animales alcanzaron gran estatura y peso, por lo que debían apoyarse sobre sus cuatro patas. Algunos, como el brontosaurio, llegaron a medir dieciocho metros y a pesar veinte toneladas. Hace muchos millones de años, los dinosaurios desaparecieron repentinamente de la tierra. Se cree que murieron a causa de una epidemia, un cambio climático o, tal vez, porque cada vez era mayor el número de mamíferos que se comía los huevos de estos reptiles, impidiendo así que se reprodujera la especie. Pero, en realidad, no se sabe la causa de su extinción.

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LOS DINOSAURIOS En la prehistoria, antes de que apareciera el hombre sobre la tierra, había muchos reptiles; pero fueron los dinosaurios los que la dominaron durante un período que se prolongó por varios millones de años. Ningún otro animal, incluido el hombre, ha reinado en la tierra durante tanto tiempo. Algunas personas creen que existía un solo tipo de dinosaurio pero, en realidad, había una gran variedad de ellos. Los primeros eran pequeños y ágiles, sólo medían un metro de largo y corrían rápidamente sobre sus patas traseras. Algunos dinosaurios eran herbívoros. Otros eran carnívoros, sus patas tenían afiladas garras y poseían dientes filudos como cuchillos. Estos animales alcanzaron gran estatura y peso, por lo que debían apoyarse sobre sus cuatro patas. Algunos, como el brontosaurio, llegaron a medir dieciocho metros y a pesar veinte toneladas. Hace muchos millones de años, los dinosaurios desaparecieron repentinamente de la tierra. Se cree que murieron a causa de una epidemia, un cambio climático o, tal vez, porque cada vez era mayor el número de mamíferos que se comía los huevos de estos reptiles, impidiendo así que se reprodujera la especie. Pero, en realidad, no se sabe la causa de su extinción.

LAS AVES Si los animales y peces son tan variados, tanto o más son las aves del cielo. Unas son enormes y temibles, como el cóndor de los Andes; otras útiles y valiosas para el hombre, como la gallina; algunas se hacen amigas íntimas del hombre, llegando a imitar y pronunciar algunas palabras; otras nos deleitan con su canto, como el canario. Si nos fijamos, podremos ver que las aves también tiene un esqueleto y son por lo tanto vertebrados. Su sangre es caliente y respiran por los pulmones, como los

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mamíferos, pero el cuerpo lo tienen cubierto de plumas y nacen de huevos puesto por las hembras. El interior de los huesos de las aves, especialmente de las voladoras, es hueco y lleno de aire. Las extremidades anteriores están convertidas en alas y cuando están

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paradas, el cuerpo lo apoyan en las extremidades inferiores que terminan en dedos. Las aves fabrican sus nidos en las formas y lugares más diversos. En ellos empollan sus huevos y cuidan a los pollitos cuando nacen. La formación del pollito dentro del

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huevo varía según las especies. Los de la gallina tardan veintiún

días en nacer. La mayoría de las aves son sedentarias, es decir que viven en una región. Otras, como la cigüeña y la golondrina, cuando llega el invierno, se dirigen a países más cálidos, para regresa r en la primavera. Extraído de: “El mundo en que vivimos”

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LAS AVES Si los animales y peces son tan variados, tanto o más son las aves del cielo. Unas son enormes y temibles, como el cóndor de los Andes; otras útiles y valiosas para el hombre, como la gallina; algunas se hacen amigas íntimas del hombre, llegando a imitar y pronunciar algunas palabras; otras nos deleitan con su canto, como el canario. Si nos fijamos, podremos ver que las aves también tiene un esqueleto y son por lo tanto vertebrados. Su sangre es caliente y respiran por los pulmones, como los mamíferos, pero el cuerpo lo tienen cubierto de plumas y nacen de huevos puesto por las hembras. El interior de los huesos de las aves, especialmente de las voladoras, es hueco y lleno de aire. Las extremidades anteriores están convertidas en alas y cuando están paradas, el cuerpo lo apoyan en las extremidades inferiores que terminan en dedos. Las aves fabrican sus nidos en las formas y lugares más diversos. En ellos empollan sus huevos y cuidan a los pollitos cuando nacen. La formación del pollito dentro del huevo varía según las especies. Los de la gallina tardan veintiún días en nacer. La mayoría de las aves son sedentarias, es decir que viven en una región. Otras, como la cigüeña y la golondrina, cuando Llega el invierno, se dirigen a países más cálidos, para regresar en la primavera.

EL PERRO El perro es el amigo más fiel del hombre. Le ha prestado innumerables servicios, tanto al rico como al pobre, al cazador como al guerrero. Tú mismo te has divertido más de una vez jugando con un perro. El perro tiene el cuerpo cubierto de pelo, cuyo color y largo varía según la raza. Su cabeza es aguda, terminando en la nariz, la cual está siempre húmeda, para favorecer su olfato. Este es sumamente fino y le sirve para localizar la presa y seguir el rastro. Para caminar, el perro se apoya en cuatro dedos, que están protegidos por cojinetes. Las uñas se gastan al caminar, por la cual no son aguzadas. Se dice que las garras del perro son romas. Aunque el perro suele comer de todo, prefiere la carne, estando su hocico especialmente adaptado para desmenuzarla. Los caninos son los dientes encargados de desgarrar la carne, que luego tritura con los molares. Por esto se dice que la dentadura del perro es “dentadura carnívora”. El perro, cuando va de caza, localiza su presa con el olfato, y cuando ésta huye, la persigue hasta que la alcanza, para devorarla o entregarla a su dueño. Cada año la perra suele tener de dos a diez perritos que alimenta con la leche de sus mamas. Extraído de “ El mundo en que vivimos”

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EL PERRO El perro es el amigo más fiel del hombre. Le ha prestado innumerables servicios, tanto al rico como al pobre, al cazador como al guerrero. Tú mismo te has divertido más de una vez jugando con un perro. El perro tiene el cuerpo cubierto de pelo, cuyo color y largo varía según la raza. Su cabeza es aguda, terminando en la nariz, la cual está siempre húmeda, para favorecer su olfato. Este es sumamente fino y le sirve para localizar la presa y seguir el rastro. Para caminar, el perro se apoya en cuatro dedos, que están protegidos por cojinetes. Las uñas se gastan al caminar, por la cual no son aguzadas. Se dice que las garras del perro son romas. Aunque el perro suele comer de todo, prefiere la carne, estando su hocico especialmente adaptado para desmenuzarla. Los caninos son los dientes encargados de desgarrar la carne, que luego tritura con los molares. Por esto se dice que la dentadura del perro es “dentadura carnívora”. El perro, cuando va de caza, localiza su presa con el olfato, y cuando ésta huye, la persigue hasta que la alcanza, para devorarla o entregarla a su dueño. Cada año la perra suele tener de dos a diez perritos que alimenta con la leche de sus mamas. Extraído de “ El mundo en que vivimos”

LAUTARO Una noche estaba Lautaro en las caballerizas del Conquistador Don Pedro de Valdivia cuando una voz en un suave susurro pronunció su nombre. El indio se sobresaltó; no estaba acostumbrado a recibir visitas durante su trabajo, mucho menos a esa hora. El lugar estaba apenas alumbrado por la luz parpadeante de una antorcha; ni un ruido venía de la calle, y de vez en cuando el relincho de un caballo o el choque de los cascos contra la piedra rompían el silencio. Lautaro prestó atención. La voz volvió a oírse y desde un rincón obscuro vio surgir una sombra; Lautaro retrocedió vacilando. - Lautaro, no temas… -dijo la voz, y sonó tan suave, tan familiar, que el indio se detuvo y, tranquilizado, intentó hablar, pero la sombra se adelantó y, apareciendo ante la luz de la antorcha, no le dio tiempo para decir nada. Lautaro estaba ahora tan sorprendido, que tal vez ni siquiera hubiera tenido voz para hacer la pregunta que le bailaba en los labios. Frente a él estaba la figura de una muchacha. No tendría más de dieciséis años; vestía acercándose a él aún más, ella le tomó de la mano, y le dijo: -Esta noche debes venir a casa de Francisco de Villagra; allí en la solera, hay un hombre aguardándote; él me ha dicho que trae un mensaje para ti, un mensaje de Cayumanque, cacique de Arauco. Fernando Alegría (chileno)

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LAUTARO Una noche estaba Lautaro en las caballerizas del Conquistador Don Pedro de Valdivia cuando una voz en un suave susurro pronunció su nombre. El indio se sobresaltó; no estaba acostumbrado a recibir visitas durante su trabajo, mucho menos a esa hora. El lugar estaba apenas alumbrado por la luz parpadeante de una antorcha; ni un ruido venía de la calle, y de vez en cuando el relincho de un caballo o el choque de los cascos contra la piedra rompían el silencio. Lautaro prestó atención. La voz volvió a oírse y desde un rincón obscuro vio surgir una sombra; Lautaro retrocedió vacilando. - Lautaro, no temas… -dijo la voz, y sonó tan suave, tan familiar, que el indio se detuvo y, tranquilizado, intentó hablar, pero la sombra se adelantó y, apareciendo ante la luz de la antorcha, no le dio tiempo para decir nada. Lautaro estaba ahora tan sorprendido, que tal vez ni siquiera hubiera tenido voz para hacer la pregunta que le bailaba en los labios. Frente a él estaba la figura de una muchacha. No tendría más de dieciséis años; vestía acercándose a él aún más, ella le tomó de la mano, y le dijo: -Esta noche debes venir a casa de Francisco de Villagra; allí en la solera, hay un hombre aguardándote; él me ha dicho que trae un mensaje para ti, un mensaje de Cayumanque, cacique de Arauco. Fernando Alegría (chileno)

CORFÚ: EL POSADERO DE BELÉN Hace muchos años, cuando Roma era el centro del mundo y los hombres creían que la Tierra era plana y adoraban a muchos dioses, vivía en Belén un hombre tosco y terrible llamado Corfú. Era el dueño de la posada más grande de Belén y su única fe era la del dinero. -¡Quiero ser rico y poderoso! –decía Corfú todas las noches mientras contaba las monedas. Y de tanto contar oro se había vuelto frío como el metal y su ambición lo había transformado en egoísta y solitario. No amaba a nadie y por eso mismo nadie lo quería. Sólo escuchaba el tintineo de las monedas, y la música que compone el desierto cuando el viento azota las dunas y los arbustos no tenía significado para él, porque había desterrado la belleza del fondo de su corazón. La fortuna de Corfú aumentaba día a día, pero, a pesar de su riqueza, no encontraba la felicidad. Una gran amargura habitaba en su garganta y en su pecho, y la leche se le agriaba en la boca, la miel perdía su dulzor al contacto con su lengua, y el vino le sabía amargo como los remordimientos. Una tarde, cuando aguardaba a un grupo de ricos mercaderes, vio llegar ante su puerta un pobre cortejo de viajeros rendidos por la fatiga y la sed. Un hombre cubierto de polvo y arena tiraba un maltrecho burro sobre el cual iba instalada una joven de hermoso aspecto, a punto de desfallecer por el rigor del desierto y por el niño que lleva en su vientre y que y a pugnaba por nacer. Manuel Vega Olivares (chileno)

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CORFÚ: EL POSADERO DE BELÉN Hace muchos años, cuando Roma era el centro del mundo y los hombres creían que la Tierra era plana y adoraban a muchos dioses, vivía en Belén un hombre tosco y terrible llamado Corfú. Era el dueño de la posada más grande de Belén y su única fe era la del dinero. -¡Quiero ser rico y poderoso! –decía Corfú todas las noches mientras contaba las monedas. Y de tanto contar oro se había vuelto frío como el metal y su ambición lo había transformado en egoísta y solitario. No amaba a nadie y por eso mismo nadie lo quería. Sólo escuchaba el tintineo de las monedas, y la música que compone el desierto cuando el viento azota las dunas y los arbustos no tenía significado para él, porque había desterrado la belleza del fondo de su corazón. La fortuna de Corfú aumentaba día a día, pero, a pesar de su riqueza, no encontraba la felicidad. Una gran amargura habitaba en su garganta y en su pecho, y la leche se le agriaba en la boca, la miel perdía su dulzor al contacto con su lengua, y el vino le sabía amargo como los remordimientos. Una tarde, cuando aguardaba a un grupo de ricos mercaderes, vio llegar ante su puerta un pobre cortejo de viajeros rendidos por la fatiga y la sed. Un hombre cubierto de polvo y arena tiraba un maltrecho burro sobre el cual iba instalada una joven de hermoso aspecto, a punto de desfallecer por el rigor del desierto y por el niño que lleva en su vientre y que y a pugnaba por nacer. Manuel Vega Olivares (chileno)

LA TIERRA UNIDA POR EL ESPACIO Hace poco más de veinte años no era posible transmitir imágenes directas de televisión de un continente a otro. En tanto, los llamados telefónicos internacionales, por lo general, eran de mala calidad técnica y requerían largas esperas para obtener las comunicaciones. En la actualidad, la imagen y el sonido llegan instantáneamente -y con absoluta claridad- a cualquier punto de la Tierra. Los satélites de comunicaciones representan uno de los principales beneficios de la era espacial para toda la humanidad. Hoy día podemos comunicarnos por teléfono –sin demora y nítidamente - con Nueva York, París, Tokio, Sydney, Nairobi o con cualquier ciudad del mundo, recibimos diariamente por televisión las imágenes de los principales acontecimientos que ocurren en los diferentes puntos de la Tierra, es posible enviar al instante télex, telegramas y fax, cualquiera sea el destino, o bien en pocos segundos no ponemos en contacto con un banco de datos computarizado en Japón, Norteamérica o Europa. Miles de personas usan estos servicios a cada minuto, en todos los continentes. Sin embargo, hasta hace sólo veinte años, habría sido imposible obtener tal cantidad de comunicaciones, con tanta eficiencia. En la actualidad, en cambio, todo esto es factible gracias a un conjunto de satélites que se encuentran a treinta y seis mil kilómetros de altura. Estos aparatos se mueven en el espacio a la misma velocidad de la Tierra y, por esos, siempre están en el mismo punto con respecto a nuestro planeta: sobre los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, en la línea Ecuatorial. Hernán Olguín (chileno)

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LA TIERRA UNIDA POR EL ESPACIO Hace poco más de veinte años no era posible transmitir imágenes directas de televisión de un continente a otro. En tanto, los llamados telefónicos internacionales, por lo general, eran de mala calidad técnica y requerían largas esperas para obtener las comunicaciones. En la actualidad, la imagen y el sonido llegan instantáneamente -y con absoluta claridad- a cualquier punto de la Tierra. Los satélites de comunicaciones representan uno de los principales beneficios de la era espacial para toda la humanidad. Hoy día podemos comunicarnos por teléfono –sin demora y nítidamente - con Nueva York, París, Tokio, Sydney, Nairobi o con cualquier ciudad del mundo, recibimos diariamente por televisión las imágenes de los principales acontecimientos que ocurren en los diferentes puntos de la Tierra, es posible enviar al instante télex, telegramas y fax, cualquiera sea el destino, o bien en pocos segundos no ponemos en contacto con un banco de datos computarizado en Japón, Norteamérica o Europa. Miles de personas usan estos servicios a cada minuto, en todos los continentes. Sin embargo, hasta hace sólo veinte años, habría sido imposible obtener tal cantidad de comunicaciones, con tanta eficiencia. En la actualidad, en cambio, todo esto es factible gracias a un conjunto de satélites que se encuentran a treinta y seis mil kilómetros de altura. Estos aparatos se mueven en el espacio a la misma velocidad de la Tierra y, por esos, siempre están en el mismo punto con respecto a nuestro planeta: sobre los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, en la línea Ecuatorial. Hernán Olguín (chileno)

Textos de diciembre Tercera evaluación

La casita de caramelo. Había una casita de caramelo. Tenía las paredes de turrón. El techo era de chocolate. Las puertas y las ventanas de caramelo de menta. Los muebles eran de caramelo de fresa. Menos el colchón de la cama que era de chicle. Un día llovió. Y la casa se deshizo dulcemente, poquito a poco.

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La casita de caramelo. Había una casita de caramelo. Tenía las paredes de turrón. El techo era de chocolate. Las puertas y las ventanas de caramelo de menta. Los muebles eran de caramelo de fresa. Menos el colchón de la cama que era de chicle. Un día llovió. Y la casa se deshizo dulcemente, poquito a poco.

EL MONITO ROSA Este era un monito muy gracioso. Lo llamaban Monito Rosa por su pelo claro y delicado. Vivía con su familia sobre las ramas de un gran árbol, en el corazón de la selva. Era alegre como un niño y solamente pensaba en saltar de rama en rama y en correr tras las mariposas. Pero lo que más le gustaba era imitar lo que hacían los hombres. Lo mismo que hacen algunos niños chicos cuando quieren parecerse a los mayores. Un día, Monito Rosa llegó, persiguiendo una mariposa, hasta el límite del bosque. A poca distancia, vio a un joven que descansaba tranquilamente sentado al pie de un gran árbol. Carlos Collodi (extracto)

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EL MONITO ROSA Este era un monito muy gracioso. Lo llamaban Monito Rosa por su pelo claro y delicado. Vivía con su familia sobre las ramas de un gran árbol, en el corazón de la selva. Era alegre como un niño y solamente pensaba en saltar de rama en rama y en correr tras las mariposas. Pero lo que más le gustaba era imitar lo que hacían los hombres. Lo mismo que hacen algunos niños chicos cuando quieren parecerse a los mayores. Un día, Monito Rosa llegó, persiguiendo una mariposa, hasta el límite del bosque. A poca distancia, vio a un joven que descansaba tranquilamente sentado al pie de un gran árbol.

AVENTURAS DEL SEÑOR CONEJO Estaba el señor conejo escondido entre las matas del bosque, cuando vio pasar al señor zorro con un saco muy pesado al hombro. Al conejo le pareció que dentro del saco chillaba algún animal; tal vez sería la señora tortuga, muy amiga suya, y quiso librarla del poder del zorro, aunque le costara mucho trabajo. Echó a correr con todas sus fuerzas hacia la casa del astuto animal y llegó antes que él. Entró en el jardín que tenía el zorro y arrancó unas plantas y algunas flores. Después se escondió debajo de un rosal y esperó la llegada del ladrón de gallinas. Al poco rato llegó y dejó el saco dentro de la casa. Entonces el conejo se puso a gritar: ¡Señor zorro, que le están robando las flores! Salió corriendo al jardín para perseguir a los ladrones, pero sólo encontró una porción de flores en el suelo. Entretanto, el señor conejo entró en la casa del zorro; sacó ligerito a la señora tortuga del saco; tomó después un panal de abejas, lo metió dentro del saco, lo ató bien con una cuerda y lo sacudió para que se despertaran las abejas. Inmediatamente salieron de allí el conejo y la tortuga y se fueron al bosque corriendo. Amanda Labarca Chilena

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AVENTURAS DEL SEÑOR CONEJO Estaba el señor conejo escondido entre las matas del bosque, cuando vio pasar al señor zorro con un saco muy pesado al hombro. Al conejo le pareció que dentro del saco chillaba algún animal; tal vez sería la señora tortuga, muy amiga suya, y quiso librarla del poder del zorro, aunque le costara mucho trabajo. Echó a correr con todas sus fuerzas hacia la casa del astuto animal y llegó antes que él. Entró en el jardín que tenía el zorro y arrancó unas plantas y algunas flores. Después se escondió debajo de un rosal y esperó la llegada del ladrón de gallinas. Al poco rato llegó y dejó el saco dentro de la casa. Entonces el conejo se puso a gritar: ¡Señor zorro, que le están robando las flores! Salió corriendo al jardín para perseguir a los ladrones, pero sólo encontró una porción de flores en el suelo. Entretanto, el señor conejo entró en la casa del zorro; sacó ligerito a la señora tortuga del saco; tomó después un panal de abejas, lo metió dentro del saco, lo ató bien con una cuerda y lo sacudió para que se despertaran las abejas. Inmediatamente salieron de allí el conejo y la tortuga y se fueron al bosque corriendo.

Nuestro hermoso planeta La Tierra es nuestro planeta. Por cierto, tú ya lo sabías. Pero ¿has mirado el punto que ocupa en el espacio? En ese minúsculo punto viven millones de seres humanos, y entre ellos estamos nosotros. Nuestra estrella es el Sol. El nos envía sus cálidos rayos para que entibiemos nuestro cuerpo, germinen las semillas, aumente el caudal de los ríos al derretir la nieve de las montañas, y todo ello para darnos vida. La Luna es un astro satélite de la Tierra y el más cercano a ella. Ha sido visitada por el hombre, que ha iniciado su conquista. Y la continúan estudiando intrépidos cosmonautas y otros científicos. Chile ocupa un pedacito muy pequeño de nuestro planeta. Allí se encuentra en un rincón, entre la cordillera y el mar. Nuestro planeta es muy bello. En él hay diversos climas. Desde los más helados a los más cálidos y desde los más lluviosos a los más secos. La vegetación es abundante y variada: árboles, arbustos, hierbas y miles de flores lo adornan por todas partes, purifican el aire y perfuman el ambiente. Arturo Devia Jorquera Extracto

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Nuestro hermoso planeta La Tierra es nuestro planeta. Por cierto, tú ya lo sabías. Pero ¿has mirado el punto que ocupa en el espacio? En ese minúsculo punto viven millones de seres humanos, y entre ellos estamos nosotros. Nuestra estrella es el Sol. El nos envía sus cálidos rayos para que entibiemos nuestro cuerpo, germinen las semillas, aumente el caudal de los ríos al derretir la nieve de las montañas, y todo ello para darnos vida. La Luna es un astro satélite de la Tierra y el más cercano a ella. Ha sido visitada por el hombre, que ha iniciado su conquista. Y la continúan estudiando intrépidos cosmonautas y otros científicos. Chile ocupa un pedacito muy pequeño de nuestro planeta. Allí se encuentra en un rincón, entre la cordillera y el mar. Nuestro planeta es muy bello. En él hay diversos climas. Desde los más helados a los más cálidos y desde los más lluviosos a los más secos. La vegetación es abundante y variada: árboles, arbustos, hierbas y miles de flores lo adornan por todas partes, purifican el aire y perfuman el ambiente.

EL CÓNDOR El Cóndor, que figura en nuestro escudo nacional, es una de las aves más grandes. Vive en la cordillera de los Andes y sus alas desplegadas, de extremo a extremo, alcanzan hasta tres metros. Su cuello es corto, sin plumas, aunque el macho tiene un collar blanco. La cabeza es pequeña y tiene ojos vivaces que poseen una vista extraordinaria. Su pico es fuerte y ganchudo. Las patas son cortas y provistas de poderosas garras, ya que es carnívoro, como todas las aves rapaces. Se alimenta de cadáveres de mamíferos y crías de vacuno y corderos. A veces come tanto, que no puede levantar el vuelo. Es muy desconfiado al atacar a una presa y cuando está herido se defiende rabiosamente de sus enemigos. El nido lo hace en los riscos más elevados y difíciles de alcanzar, poniendo los huevos en un hueco de la roca. Los polluelos nacen cubiertos de un plumón blanquecino, debiendo ser alimentados por sus padres. Su vuelo es imponente y sereno y apenas mueve las alas de vez en cuando. Vuela a la altura increíble de siete mil metros. Extraído de “ El mundo en que vivimos”

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EL CÓNDOR El Cóndor, que figura en nuestro escudo nacional, es una de las aves más grandes. Vive en la cordillera de los Andes y sus alas desplegadas, de extremo a extremo, alcanzan hasta tres metros. Su cuello es corto, sin plumas, aunque el macho tiene un collar blanco. La cabeza es pequeña y tiene ojos vivaces que poseen una vista extraordinaria. Su pico es fuerte y ganchudo. Las patas son cortas y provistas de poderosas garras, ya que es carnívoro, como todas las aves rapaces. Se alimenta de cadáveres de mamíferos y crías de vacuno y corderos. A veces come tanto, que no puede levantar el vuelo. Es muy desconfiado al atacar a una presa y cuando está herido se defiende rabiosamente de sus enemigos. El nido lo hace en los riscos más elevados y difíciles de alcanzar, poniendo los huevos en un hueco de la roca. Los polluelos nacen cubiertos de un plumón blanquecino, debiendo ser alimentados por sus padres. Su vuelo es imponente y sereno y apenas mueve las alas de vez en cuando. Vuela a la altura increíble de siete mil metros.

LA PATAGONIA Hoy, la Patagonia austral se divide físicamente en tres regiones de características muy dispares. Una es la región de la pampa, que abarca entre la costa del océano Atlántico hasta el límite de la región boscosa de la cordillera de los Andes. Esta región boscosa comprende la extensión que llega hasta dentro de la cordillera, donde terminan los bosques a una altura de mil campos de hielo aún inexplorados, nieves perpetuas y ventisqueros que desgrana n sus témpanos en los enrevesados canales magallánicos del Pacífico. El Estrecho de Magallanes corta la cola de América y de la Patagonia, dejando al sur la gran isla de Tierra del Fuego y numerosos archipiélagos. Más al norte, el seno de Última Esperanza es otro estrecho frustrado, pues ese brazo de mar del Pacífico avanza por entre altas cordilleras casi hasta la misma pampa, donde tiene una prolongación lacustre en el lago Toro, de ciento setenta y cinco kilómetros de superficie y sólo a veintiún metros de su nivel. El río Serrano se encarga de unirlos, y por cuyo curso ha subido más de una foca a bufar junto a los prados de paramelas que circundan el este del lago. Francisco Coloane Extracto

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LA PATAGONIA Hoy, la Patagonia austral se divide físicamente en tres regiones de características muy dispares. Una es la región de la pampa, que abarca entre la costa del océano Atlántico hasta el límite de la región boscosa de la cordillera de los Andes. Esta región boscosa comprende la extensión que llega hasta dentro de la cordillera, donde terminan los bosques a una altura de mil campos de hielo aún inexplorados, nieves perpetuas y ventisqueros que desgranan sus témpanos en los enrevesados canales magallánicos del Pacífico. El Estrecho de Magallanes corta la cola de América y de la Patagonia, dejando al sur la gran isla de Tierra del Fuego y numerosos archipiélagos. Más al norte, el seno de Última Esperanza es otro estrecho frustrado, pues ese brazo de mar del Pacífico avanza por entre altas cordilleras casi hasta la misma pampa, donde tiene una prolongación lacustre en el lago Toro, de ciento setenta y cinco kilómetros de superficie y sólo a veintiún metros de su nivel. El río Serrano se encarga de unirlos, y por cuyo curso ha subido más de una foca a bufar junto a los prados de paramelas que circundan el este del lago.

ESTRELLAS ROJAS ILUMINA AL OVEJERO DE AYSÉN Una noche, de regreso a Puerto Aysén, vi encenderse a lo lejos, y en distintos lugares, decenas de fogatas. -¿Incendio en los cerros? - pregunté a Benjamín. -No – contestó éste - Son los ovejeros. Más tarde comprendí mejor su respuesta. El camino estaba atestado de animales. Las ovejas, iluminadas por los albores del día nuevo, parecían grandes copos de nieve, que se recortaban entre los coigües y los huahuanes. - Los piños son llevados a Puerto Aysén para embarcarlos – explicó Benjamín. Y luego agregó: -Transitar por el camino, en esta época, se hace difícil. -Sería cuestión de control para solucionar el problema - dije yo. - Por ahora, imposible. Chile tiene sólo un camino: éste, el internacional. Los animales son traídos de Cisnes y del Baker. Salen de la estancia, pasan a la Argentina, recorren centenares de kilómetros por ese país, y entran a Aysén por Balmaceda. Son dos o tres meses de trayecto. A la partida, ya sea en el norteo en el sur, son ríos, selvas y montañas. Luego se extiende, angustiosa, la vastedad de la pampa. Única compañía del hombre son el cabello y el perro. Todo es silencio. El mismo ovejero no habla, silba. Silba para olvidar la soledad y silba para dirigir al perro en sus faenas. El paso del caballo es ágil, armonioso, y su lenguaje tal vez por respeto al mutismo del ovejero, no se expresa en relinchos, sino en nerviosos movimientos de cabeza. El perro conoce al amo y sus silbidos. Oscar Vila (chileno)

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ESTRELLAS ROJAS ILUMINA AL OVEJERO DE AYSÉN Una noche, de regreso a Puerto Aysén, vi encenderse a lo lejos, y en distintos lugares, decenas de fogatas. -¿Incendio en los cerros? - pregunté a Benjamín. -No – contestó éste - Son los ovejeros. Más tarde comprendí mejor su respuesta. El camino estaba atestado de animales. Las ovejas, iluminadas por los albores del día nuevo, parecían grandes copos de nieve, que se recortaban entre los coigües y los huahuanes. - Los piños son llevados a Puerto Aysén para embarcarlos – explicó Benjamín. Y luego agregó: -Transitar por el camino, en esta época, se hace difícil. -Sería cuestión de control para solucionar el problema - dije yo. - Por ahora, imposible. Chile tiene sólo un camino: éste, el internacional. Los animales son traídos de Cisnes y del Baker. Salen de la estancia, pasan a la Argentina, recorren centenares de kilómetros por ese país, y entran a Aysén por Balmaceda. Son dos o tres meses de trayecto. A la partida, ya sea en el norteo en el sur, son ríos, selvas y montañas. Luego se extiende, angustiosa, la vastedad de la pampa. Única compañía del hombre son el cabello y el perro. Todo es silencio. El mismo ovejero no habla, silba. Silba para olvidar la soledad y silba para dirigir al perro en sus faenas. El paso del caballo es ágil, armonioso, y su lenguaje tal vez por respeto al mutismo del ovejero, no se expresa en relinchos, sino en nerviosos movimientos de cabeza. El perro conoce al amo y sus silbidos.

LA NOCHEBUENA DE LOS VAGABUNDOS Vestía un frac rojo de larguísimos faldones. El constante movimiento de su cabeza apenas le permitía equilibrar el sombrero adornado con plumas, bajo el cual asomaban las peludas y delicadas orejas. Con esta indumentaria danzaba sobre el organillo. Un observador atento habría podido distinguir caracteres muy distintos en su baile, según fuera el compás de un aire sentimental o al ritmo de una canción alegre. Su rostro era de una movilidad extraordinaria. No había producido la naturaleza un ser más sabio en viajes y en gestos extravagantes. Con ellos provocaba la risa de grandes y chicos, de odos los que, en torno al organillo, se agrupaban para verlo bailar. Vivía al parecer dichoso, pues su espíritu, tan travieso como su isonomía, gozaba en el constante desfile de paisajes y seres diversos. No se inquietaba porque el sol de los caminos hubiera desteñido el color rojo de su frac ni porque, de tarde en tarde, un muchacho le diera un tirón en el rabo. Vivía feliz, se llamaba Bibí y era –como lo habréis comprendido un mono. En el agua oscura, de su espíritu se hundía a veces un amalazo de nostalgia. Oía cantar las selvas de su infancia, pobladas de papagayos y caimanes; aspiraba el perfume enervante de las monstruosas flores abiertas en el calor eterno; agitaba sus largos brazos evocando las acrobáticas carreras sobre las copas de los árboles y los descensos gimnásticos a lo largo de los troncos milenarios y de las lianas tejidas como un encaje entre los estupendos dedos de la selva. Salvador reyes

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LA NOCHEBUENA DE LOS VAGABUNDOS Vestía un frac rojo de larguísimos faldones. El constante movimiento de su cabeza apenas le permitía equilibrar el sombrero adornado con plumas, bajo el cual asomaban las peludas y delicadas orejas. Con esta indumentaria danzaba sobre el organillo. Un observador atento habría podido distinguir caracteres muy distintos en su baile, según fuera el compás de un aire sentimental o al ritmo de una canción alegre. Su rostro era de una movilidad extraordinaria. No había producido la naturaleza un ser más sabio en viajes y en gestos extravagantes. Con ellos provocaba la risa de grandes y chicos, de todos los que, en torno al organillo, se agrupaban para verlo bailar. Vivía al parecer dichoso, pues su espíritu, tan travieso como su fisonomía, gozaba en el constante desfile de paisajes y seres diversos. No se inquietaba porque el sol de los caminos hubiera desteñido el color rojo de su frac ni porque, de tarde en tarde, un muchacho le diera un tirón en el rabo. Vivía feliz, se llamaba Bibí y era –como lo habréis comprendido - un mono. En el agua oscura, de su espíritu se hundía a veces un ramalazo de nostalgia. Oía cantar las selvas de su infancia, pobladas de papagayos y caimanes; aspiraba el perfume enervante de las monstruosas flores abiertas en el calor eterno; agitaba sus largos brazos evocando las acrobáticas carreras sobre las copas de los árboles y los descensos gimnásticos a lo largo de los troncos milenarios y de las lianas tejidas como un encaje entre los estupendos dedos de la selva.