Texto La Literatura en La Era Victoriana & Lewis Carroll

LA LITERATURA EN LA ERA VICTORIANA & LEWIS CARROLL La “era victoriana” en el terreno literario consiste en una reacción

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LA LITERATURA EN LA ERA VICTORIANA & LEWIS CARROLL La “era victoriana” en el terreno literario consiste en una reacción frente al movimiento romántico inglés del primer cuarto de siglo. Los nuevos escritores rechazan la fantasía romántica de Byron o Shelley y buscan un nuevo realismo. Incluso un libro tan aparentemente fantasioso como pudiera parecer Alicia, en el fondo no lo es. Alicia nos describe su mundo (el País de las Maravillas) con toda suerte de detalles y de la manera más lógica, coherente y realista. ¿Cuáles son los ideales de esta nueva era? El primero, quizás el más perceptible, es el ideal de progreso. Progreso científico (Darwin), progreso económico (Stuart Mill y librecambistas de Manchester), progreso social (a pesar de las lacras de miseria de la nueva sociedad industrial), progreso tecnológico (ferrocarril, industria textil del norte de Inglaterra), etc. La segunda característica que se advierte en la literatura de la época victoriana es un cierto espíritu didáctico y moralista. Hay tener en cuenta que, junto a la revolución industrial, se está produciendo en Inglaterra una revolución social que hacía que millares de personas, hasta entonces analfabetas, accedieran a la cultura de la letra impresa. El escritor se sentía “educador” de estas masas obreras y de clase media. Se explica así el auge del melodrama y las novelas por entregas para satisfacer las exiguas necesidades culturales de estas clases sociales. Otro de los ideales de la era victoriana era, sin duda, el espíritu de descubrimiento y aventura. Los viajes de Livingstone y Stanley apasionaban al lector inglés, que seguía sus aventuras por el corazón de África con entusiasmo. En ese contexto hay que entender los libros de Lewis Carroll. También Alicia emprende un apasionante viaje a un país ignoto, y Lewis Carroll se cuida muy mucho de informar lectores de todas y cada una de las características de la fauna y la flora de su desconocido, y recién descubierto, país. También es propio de la era victoriana un cierto espíritu religioso, incluso místico, que trataba de hermanar los grandes descubrimientos científicos y técnicos con una nueva fe en Dios, unido a un sentido práctico en la realización personal y colectiva. Esta nueva sociedad inglesa tan aparentemente abocada al trabajo, a la moral y a las buenas costumbres, practica el juego, en todos los sentidos y direcciones que este término abarca. Desde el backgammon y los juegos de casino, las charadas y juegos de salón, hasta los deportes de campo, como el rugby, el tenis, el cricket y el fútbol. Naturalmente, algunos de estos juegos eran ya conocidos antes de la era victoriana, pero es sin duda esta sociedad la que los practica y pone de moda, difundiéndolos por todo las soiedades civilizadas. Hay que hacer hincapié en este aspecto por lo que representa en la obra de Lewis Carroll, ya que este apuesta por el juego, el divertimiento y el descanso. La voz de Carroll es de las primeras que se alzan en Europa en contra del trabajo alienante. «Solamente cuando el trabajo es una experiencia creadora, es decir, sólo cuando el trabajo se convierte en juego, es admisible el trabajo», decía Carroll. Y la mejor prueba de sus teorías está en sus propias obras. Sus mejores obras no son los pesados tomos de

matemática y de lógica, sino aquellos libros que escribía como juego. ¿Qué es Alicia sino un juego? Un juego de naipes en la primera parte y un juego de ajedrez en la segunda. Pero, por encima de todo, Alicia es un juego de palabras, una gigantesca (y a veces pesada) broma que Carroll le juega a la lengua inglesa. «Una lengua -nos dice Kathleen Blake- no es más que un juego social, con unas reglas arbitrarias que se establecen por convenio social.» Pues bien, lo que Carroll hizo fue alterar estas reglas, cambiar el sentido convencional de las palabras y darles un nuevo sentido, distorsionar e invertir los significados, mezclar confusión e incongruencia,… En la primera obra de Carroll hay que destacar su apuesta por una forma distinta de hacer literatura iniciada por Edward Lear en 1830, con una colección de rimas para niños publicadas bajo el título A book of NONSENSE. El “nonsense”, (que podríamos traducir como “sin sentido” o “disparate”), es un tipo de literatura genuinamente británica que utiliza diversos recursos humorísticos: la distorsión, la inversión o exageración de algunos aspectos del mundo real, las asociaciones fortuitas de sonidos y rimas, los malentendidos, los juegos de homonimia, las perversas confusiones entre los sentidos figurados y literales de las palabras, etc. Pero el nonsense no resulta tan sencillo como pudiera parecer. No es tan fácil como tomar palabras, conceptos, letras y revolverlo todo para ver qué es lo que resulta. No es mezclar géneros, aunque suceda. Curiosamente, el nonsense, siempre tiene un sentido y muchos más, aunque estos no sean muchas veces explícitos a primera vista. La obra de Carroll está pletórica de referencias y confusiones entre el significado textual y figurado de las palabras. En este universo de pequeños enigmas es que Carroll nos sumerge cuando entramos a su obra. En el caso de Alicia…guiados por la mano de una niña irreverente y que, en el nuevo mundo descubierto, desconociéndolo, pregunta todo. El vanguardismo dadaísta, fundado por Tristán Tzara, está hermanado con el Carroll del nonsense, en la utilización del absurdo, del sinsentido. En una estrofa del poema de Carroll Poeta fit, non nascitur, un viejo poeta ofrece una lección a un muchacho que le ha preguntado que tiene que hacer para convertirse en poeta. En la estrofa Carroll, dice lo siguiente: “Para empezar un párrafo escriba, córtelo luego en trozos pequeños; mézclelos bien y algunos escoja como al azar cayeron al suelo -porque si en orden quedaron las frases es lo de menos.” En el manifiesto Para hacer un poema dadaísta Tristan Tzara dice:

Coja un periódico. Coja unas tijeras. Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema. Recorte el artículo. Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa. Agítela suavemente. Ahora saque cada recorte uno tras otro. Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa. El poema se parecerá a usted. Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo.

Vemos aquí el paralelismo entre la literatura de Carroll y el movimiento dadaísta lo cual no hace sino ratificar la idea de que Carroll es un precursor de las vanguardias artísticas de finales del siglo XIX.