TEXTILERIA DE LA CULTURA LIMA. NUEVOS APORTES

TEXTILERÍA DE LA CULTURA LIMA NUEVOS APORTES Arabel Fernández y Victor Falcón Versión revisada y más ilustrada del tra

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TEXTILERÍA DE LA CULTURA LIMA NUEVOS APORTES

Arabel Fernández y Victor Falcón

Versión revisada y más ilustrada del trabajo presentado en: “1ª JORNADA SOBRE ESTUDIO Y CONSERVACIÓN DE TEXTILES” (2006) San Miguel de Tucumán, Argentina.

TEXTILERÍA DE LA CULTURA LIMA, NUEVOS APORTES Arabel Fernández López Victor Falcón Huayta

Introducción La Cultura Lima de la costa central del Perú (200 d.C. - 650 d.C.) ocupó los valles de Chancay, Chillón, Rímac y Lurín (Fig. 1). Es conocida por su arquitectura monumental, pintura mural y cerámica básicamente tricolor con diseños estilizados y geometrizados. Uno de sus principales iconos es la serpiente bicéfala, frecuentemente representada con cuerpo aserrado y entrelazándose con otras en estructuras definidas por oposición. Aludiendo a esta característica, alguna vez, el estilo se denominó “Interlocking”. También fue conocido como Playa Grande en razón al sitio epónimo ubicado en el distrito de Santa Rosa, entre otras denominaciones.

Fig. 1. Ámbito y sitios de la cultura Lima (Gráfico: Enrique Muñoz).

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A pesar de su temprana definición a comienzos del s. XX (Uhle, 1910) y las diversas investigaciones que se han desarrollado en el área de su influencia se conoce muy poco sobre la textilería Lima. Así, el énfasis puesto en el establecimiento cronologías relativas en base a la seriaciones cerámicas, patrones de asentamiento y arquitectura para proponer esquemas de procesos sociales aunado a la relativa escases de piezas enteras y “espectaculares”, incidieron en que los textiles Lima se presenten en términos de comentarios generales o estén completamente ausentes en las compilaciones sobre textiles andinos precolombinos.

Los primeros estudios puntuales sobre el tema datan de las décadas del 50 y 70 del siglo pasado. En esta oportunidad presentamos nuevos aportes a la caracterización de este aspecto de la cultura Lima a través de los resultados del análisis de materiales textiles procedentes de dos de sus sitios representativos: Cerro Culebra (valle del río Chillón) y Playa Grande (cerca del puerto de Ancón). Los datos obtenidos para ambos sitios son comparados entre si y se enmarcan en lo publicado hasta el momento (Fig. 2, 3).

Fig. 2. Vista actual del sitio Playa Grande, distrito de Santa Rosa. El sitio arqueológico subyace debajo de las casa de playa del balneario. (Foto: V.F.H.).

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Fig. 3. Vista actual de Cerro Culebra, distrito de Ventanilla. (Foto: V.F.H.) Investigaciones previas La primera publicación sobre tejidos Lima analizó las piezas asociadas a entierros registrados por A. Kroeber en la “Huaca 15” del complejo Maranga (Wallace, 1954). Posteriormente, se presentaron los resultados del análisis de 77 ejemplares textiles de la colección que hicieran Thomas Patterson y Edward Lanning durante sus investigaciones en la zona Ancón-Chillón (Harner, 1979). Estos últimos cubren un rango temporal que va desde la fase 1 del estilo Miramar –inmediatamente previa a la cultura Lima– hasta la fase 8 de Lima, de acuerdo a la cronología relativa propuesta por Thomas Patterson (1966). Estos dos trabajos configuran la primera aproximación analítica a la textilería Lima y mostraron que las telas llanas 1/1 son predominantes y se encuentran presentes desde los inicios del estilo Miramar. Comenzando a registrarse ligamentos como el tapiz dentado-excéntrico1, tapiz ranurado, sarga, cara de trama o urdimbre, urdimbres y tramas complementarias. Otras referencias mencionan descripciones generales para piezas de Playa Grande (Stumer, 1953). En este lugar se excavó un cementerio de élite donde se recuperaron 12 contextos funerarios. Entre los objetos que rodeaban a los cuerpos se mencionan redes hechas de hierbas [sic] y textiles. Asimismo, se hace referencia de textiles bordados de lana de llama o vicuña [sic] con cinco o seis colores y tejidos de algodón decorados con la técnica de teñido por reserva haciendo patrones de círculos algunos de los cuales ostentaban bordados de lana en los bordes con diseños interlocking (Stumer, op. cit.: 47). Posteriormente, en un inventario realizado por Arturo Ruiz E. (1967) sobre la colección Stumer, entonces depositada en el Museo de la Cultura Peruana, se 4

menciona la existencia de 64 especímenes textiles; de los cuales se dan más detalles cuando Sergio Barraza publica –en base al hallazgo del catálogo de campo– la relación de especímenes asociados a estos entierros, entre los que señala: textiles que sirvieron para envolver el cuerpo, fragmentos de redes, fragmentos de hondas, bolsas conteniendo ofrendas, fragmentos de tejidos con diseños interlocking e instrumentos relacionados con el hilado y tejido 2 (Barraza, 2000: 48-55). Gayton reporta 3 fragmentos textiles procedentes del Cementerio de Nievería (1927). Dos bandas en tapiz ranurado y un textil elaborado en base a nudos. Posteriormente, O´Neal y Kroeber (1930, Lám. 27b, c y d) incluyeron estos especímenes en su propuesta sobre la cronología textil para el antiguo Perú adjudicándolos al Periodo Lima Temprano. Se sabe que Jijón y Caamaño (1949) recuperó una cantidad considerable de piezas textiles durante sus excavaciones en Huaca Aramburú o San Marcos del Complejo Maranga ubicado en el distrito de San Miguel, sin embargo, éstas fueron descritas de manera muy general3 (Fig. 4).

Fig. 4. Plaza superior de Huaca Aramburú o San Marcos, distrito de San Miguel (Foto: V.F.H.). Por su parte Juan Mogrovejo (1995), motivado por el hallazgo de un fragmento de tapiz con diseños Lima “interlocking” formano parte de una ofrenda, realizó pesquisas con el fin de encontrar piezas similares que le permitieran conocer con más detalle las características técnico-estructurales de los tapices Lima. Concluyó que los tejedores Lima prefirieron el tapiz dentado al ranurado. La pieza fue analizada por Fernández y correspondía a la variedad de tapiz dentado con tramas excéntricas que contenía diseños de serpientes entrelazadas con campos y trazos que contenían hasta seis colores (Fernández, 1995: 71,72).

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La muestra Para este análisis se lograron reunir cuatro colecciones. Una de ellas procede de Playa Grande donde en el año 2000 se realizó –a través del Museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú– una breve temporada de excavaciones. El sitio está actualmente casi cubierto por casas de playa del balneario del distrito de Santa Rosa, sin embargo, conserva zonas con estratos y elementos arqueológicos (Falcón, 2004). En esta intervención se rescató un entierro cuyos textiles asociados suman 8 ejemplares, así como 94 piezas textiles procedentes de contextos de basurales y rellenos. El contexto funerario correspondía a un infante de 2 años 8 meses de edad dental. Un fragmento de mortaja de algodón, de este entierro arrojó un resultado de 1340 ± 50 años C14 B.P. lo cual asignaría al entierro a las fases 5-6 del estilo Lima (Falcón, op.cit.: 34, 35). Patterson asignó estas fases como límite para la ocupación Lima en Playa Grande (Patterson, op.cit.: 107). Los demás textiles de este grupo pueden enmarcarse en un rango que va desde las primeras fases Lima hasta este límite superior. Las otras tres colecciones proceden de Cerro Culebra, aunque fueron registradas por distintos investigadores. Así, contamos con 36 contextos funerarios recuperados por el Proyecto de Rescate Arqueológico Cerro Culebra. Los cuerpos se hallaron en posición extendida de cubito ventral sobre una camilla de palos y/o cañas encima, dispuestos en una fosa cavada directamente en la arena, un patrón establecido para la cultura Lima (Falcón, 1993). Cronológicamente este cementerio se puede asignar a las fases 6-7 de Lima (Falcón y Amador, 1997). Se analizó un grupo de 71 textiles provienen de los envoltorios o mortajas de estos contextos (Fig. 5).

Fig. 5. Quebrada II de Cerro Culebra. De este sector provienen los entierros Lima rescatados en el marco de la construcción de la Central Termoeléctrica de Ventanilla en 1992 (Foto: V.F.H.).

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Otro grupo proviene de excavaciones en el edificio principal o templo de Cerro Culebra, así como del sector de viviendas (Silva et al., 1988; Fernández 1993). Los textiles suman un total de 80 ejemplares. La tercera colección estudiada proviene de las actividades de Juan Paredes, quién prospectó y excavó el lugar en 1991 con el objetivo de estudiar la organización interna del asentamiento (Paredes, 1993; Fernández 1993). Los materiales textiles proceden de las quebradas I y III y contabilizan un total de 61 piezas 4. De esta manera el corpus estudiado para este trabajo suma 312 ejemplares entre piezas completas y fragmentos, además de artefactos textiles, hilos, cordones, soguillas y fibras5.

Descripción del material 1. Los textiles de contextos funerarios Para Cerro Culebra se tiene un total de 71 ejemplares, mientras que para Playa Grande sólo se tienen 8 especímenes. La drástica diferencia entre Cerro Culebra6 y Playa Grande se debe, obviamente, a la cantidad de entierros recuperados por sitio. Entre los entierros que figuran con mayor cantidad de tejidos se encuentran el entierro CC-12 (15 ejemplares), CC-1 (8 ejemplares), CC-42 (5 ejemplares) y 8 especímenes para el entierro de Playa Grande (PG-1). Para el entierro CC-12 se tiene 4 fragmentos, 2 mantos, 4 anillos de tela y 5 cordones de algodón. Para el entierro CC-1 se tiene 5 fragmentos textiles, 2 redes y un manto; el individuo CC-42 tiene 3 fragmentos de textiles, una banda en tapiz y una sarta de hilos unidos a través de un entrelazado; mientras que en el entierro PG-1 se identificó 1 fragmento, 3 redes, 1 manto, 1 anillo de tela y un cordón. Tenemos así que tanto los entierros CC-12 y PG-1 son los que cuentan con mayor variedad de formas. Ambos individuos comparten un artefacto muy particular como es el anillo de tela, de esto deducimos que tanto de Cerro Culebra como Playa Grande están compartiendo ciertos artefactos, tal vez de carácter simbólico, en la conformación de su parafernalia funeraria y que al mismo tiempo estarían denotando cierto estatus. Para el resto de entierros la cantidad de ejemplares textiles varía de 1 a 5 ejemplares por entierro, siendo el manto o mortaja el atuendo de mayor recurrencia. A esto debemos agregar una observación interesante. Existe una relación entre la calidad de los hilos y la función que cumplieron los tejidos. En aquellos tejidos con claras huellas de uso los hilos son de torsión regular ó uniforme; por el contrario tenemos aquellos tejidos con hilos de torsión irregular, de color crema y sin contundentes huellas de uso. A partir de esto se planteó la hipótesis que estos últimos fueron hechos exclusivamente para formar parte del ajuar funerario. Contamos con ciertas evidencias que sustentan en parte esta propuesta, se trata de un tejido cuyas urdimbres quedaron sin tejer, pues debió existir premura para que formara parte del ajuar funerario dejándose sin concluir (Fig. 6).

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Fig. 6. Textil inconcluso. Dimensiones, conformación y formas Estos textiles mortuorios son los que proporcionaron mayor información en cuanto a formas y dimensiones puesto que los tejidos de contextos domésticos, basurales y rellenos arquitectónicos corresponden a fragmentos. Del total de especímenes analizados 37 se encuentran conformados por dos o más tejidos, siendo los tejidos de dos piezas los más frecuentes mientras que los tejidos de 3 y 4 piezas se presentan en menor proporción. Para la urdimbre sólo se identificó una pieza con falso orillo terminal7; corresponde a un manto conformado por 2 piezas, cada una de ellas tiene 158.5 cm de longitud. Para el ancho de las piezas (longitud de la trama) contamos con medidas variadas. Un total de 42 tejidos cuentan con ambos orillos de trama, de lo cual podemos decir lo siguiente: el ancho máximo corresponde a un tejido con 65 cm, y el ancho mínimo corresponde a un tejido con 26.5 cm, el ancho promedio es de 39.87 cm.

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Entre los tejidos que formaron parte del ajuar funerario se identificaron mantos y paños. Para la primera categoría se cuenta con 17 ejemplares. Entre estos destaca uno conformado por 4 piezas, el orillo terminal resalta por el uso de cordones de telar de color azul intenso, que contrasta con los hilos color crema que sirvieron para tejer el resto de la pieza. Otro de los mantos destaca por su singular confección. Se unieron primero dos telas, la pieza así conformada fue rota en dos (a lo largo de sus hilos de trama) para luego unirse, primero doblando los bordes rotos a manera de basta, y luego colocarse uno encima del otro, cosiéndose cuidadosamente con puntadas surjete. Este manto presenta una laguna producto del fuerte uso que fue cubierta por un parche sutilmente cosido. Dentro de esta categoría se identificó un tipo de manto que denominamos “manto capa” debido a la forma que adoptó al doblarse por la mitad. Se cosió sólo uno de los bordes laterales, dejando intencionalmente el orillo opuesto abierto, dando lugar a esta forma tan peculiar. Seis de los mantos presentan esta característica. Estos atuendos presentan además 2 atributos que deben ser considerados, uno de ellos corresponde al tipo de puntada empleada en las uniones, que la hemos denominado tipo corchete, diferente a la puntada de unión empleada para los mantos totalmente extendidos, que corresponde al tipo surjete. En estos tejidos además no se observó ningún tipo de huellas de uso. Esto podría estar indicando que fueron elaborados para ser usados específicamente como mortajas. Sólo dos de los mantos muestran decoración. Un manto tipo “capa” que presenta listas de ancho irregular en dos tonos de color marrón y un manto cuyos cordones de telar son de color azul. Si bien en este último no se creó diseño alguno y los hilos de color contrastante corresponden sólo a los cordones de telar, hubo la intención de crear un efecto visual que podría considerarse como una intención de decorar el textil. Se observó, además, que varias de las piezas estuvieron conformadas a partir de tejidos rotos a lo largo de sus hilos de trama. Lo que permite inferir que se estuvieron tejiendo piezas muy largas para luego romperlas y unirlas tomando sus orillos laterales. En varios de los casos estos bordes quedaron reforzados por puntadas o se realizó una basta que se hizo con la intención de evitar el deshilachado de los hilos. Para la categoría paños contamos con 5 ejemplares. Se trata de tejidos de una sola pieza. Aunque no se tienen longitudes totales para la urdimbre, la pieza más larga tiene 130 cm. En lo que respecta a la longitud de la trama ésta tiene un promedio de 36.8 cm, el ancho máximo es de 39.5 cm. y el ancho mínimo es de 33.5 cm. Así como en los mantos encontramos que uno de los paños lleva cordones de telar en color azul. Finalmente, tenemos una banda (7 x 42 cm). Se trata de un ejemplar único, asociado a uno de los entierros de Cerro Culebra. Es un tejido cuya estructura corresponde al tapiz dentado o dovetailed. Los motivos de esta pieza corresponden al conocido como interlocking o de serpientes entrelazadas que dan la impresión de encontrarse en movimiento gracias al efecto logrado por las tramas excéntricas (Fig. 7). Las urdimbres son de algodón (S), mientras las tramas incluyen sólo el uso de fibra de camélido (Z, 2S) en los colores negro, amarillo, marrón y rojo.

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Fig. 7. Banda en tapiz dentado y excéntrico.

Procedente de Playa Grande se registró una fina banda incompleta (Fig. 8) que corresponde a un tapiz ranurado. Este detalle técnico así como la cualidad que presentan las urdimbres (S, 3S), nos permite plantear que se trataría de un elemento foráneo, tal vez producto de intercambio con pobladores de la costa norte. Los tapices moche son ranurados, además de estar tejidos con urdimbres retorcidas (S, 2S o S, 3Z) que no llegan a agruparse cuando se tejen, lo cual sí sucede en los tapices Lima. En este ejemplar se puede observar que las tramas discontinuas, si bien no crearon un diseño en particular, las ranuras dejadas ex profeso dieron lugar a una decoración calada.

Fig. 8. Banda de tapiz ranurado. Entre los artefactos textiles registrados en los entierros, debemos mencionar la existencia de unos anillos de tela, elaborados a partir de un fragmento de tela llana de algodón, la cual envuelve pequeñas corontas de maíz, excepto el ejemplar CC-12.2 que no envolvía nada. Alrededor del anillo 10

se pasó un cordón de hilos de algodón para sujetar el doblez. Sucedió para los especímenes asociados al entierro CC-12; y un cordón de hilos de cabuya para el anillo asociado al entierro PG-1. En total se registraron 5 anillos de tela. Asimismo, entre las ofrendas se registraron una sarta de hilos de algodón (S), suavemente retorcidos. Y un set de hilos ordenados paralelamente, cada cierto tramo quedaron unidos por tramas entrelazadas. Se empleó hilos de algodón blanco (S, 2Z). Mide 24 cm. de largo. Entre otros artefactos contamos con 5 cordones, que sirvieron para sujetar las mortajas. Estos se encuentran conformados por varios hilos retorcidos suavemente.

Fibra, torsiones y retorsiones Todos los tejidos, excepto la banda en tapiz, fueron elaborados íntegramente en algodón. En el contexto que estamos viendo existe un alto porcentaje de tejidos elaborados con hilos de algodón de torsión en S. En Playa Grande todos los tejidos presentan hilos (urdimbre y trama) con esta característica, mientras en Cerro Culebra un 73.8% de las urdimbres incluyó este tipo de hilos. Sólo un 16.5% de las urdimbres de los tejidos de Cerro Culebra presenta hilos de torsión en Z. Para las tramas tenemos un panorama similar. En el caso de Cerro Culebra un 69.9% de los tejidos presenta tramas de algodón hiladas en S, y un 17.5% fue hilado en Z. Además se pudo registrar que tanto para la urdimbre como para la trama se combinó hilos con torsión en S y Z, siendo los porcentajes de 7.8% y 9.7%, respectivamente.

Estructuras Exceptuando la banda en tapiz dentado-excéntrico, todos los tejidos registrados en los entierros corresponden a ligamentos en tela llana 1/1 balanceada. Con una cuenta promedio por centímetro cuadrado de 11 hilos de urdimbre por 11 hilos de trama.

2. Los tejidos de contextos domésticos Como se mencionó para estos contextos sólo contamos con fragmentos. Razón por la cual pasaremos a describirlos en términos técnico-estructurales. En el gráfico N° 01 se presenta la distribución de estructuras por sitio. Como se observa los ligamentos identificados son 6. Mientras todos están presentes en Playa Grande, sólo dos aparecen en Cerro Culebra.

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Grafico N°01: Distribución de Estructuras de Urdimbre y Trama

255 (99.6%)

300 250 200 150 100

41 (73%)

1 (0.4%)

Playa Grande

Playa Grande Cerro Culebra

o

tarias lemen comp

1 (1.8%)

Trama s

Sarga

na 1/1 Tela ll a

trama Cara de

1(1.8%)

anura d

3 (5.3%)

3 (5.3%)

0

Tapiz r

7 (12.5%)

Doble Tela 1 /1

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Así, en los textiles asociados a los entierros vemos que existe un alto porcentaje de hilos de algodón con torsión en S. Como se podrá observar en el cuadro N° 01 esto ocurre tanto para los elementos de trama y urdimbre. Los hilos con torsión en Z y aquellos retorcidos representan una minoría. En el caso de los hilos de fibra de camélido estos invariablemente son torcidos en Z y retorcidos en S (dos hilos). En ambos sitios la estructura predominante es la tela llana 1/1. Si bien un alto porcentaje corresponde a telas llanas de algodón, se registraron dos especímenes elaborados en fibra de camélido, uno procedente de Playa Grande (basural) y otro de Cerro Culebra (área de vivienda). La cuenta por cm 2 para los elementos de urdimbre y trama es muy similar. Se tiene para la urdimbre una cuenta promedio de 13.23 hilos. Para la trama tenemos un promedio de 11.48 hilos por cm2. Así también contamos con la variante cara de trama (7 ejemplares). Se caracteriza por estar conformada por urdimbres de algodón, de torsión muy fuerte, y tramas de fibra de camélido en color amarillo (Fig. 9). Los hilos de urdimbre se pueden tejer en número de 3 ó 4 lo cual produce un efecto conocido como acanalado. Aunque en muchos de los casos contamos sólo con fragmentos, uno de ellos apareció en asociación a una tela llana 1/1. Probablemente, estas estructuras en cara de trama formaron los bordes decorativos de tejidos de mayor dimensión. Tres fragmentos similares al descrito fueron reportados por Harner, igualmente procedentes de Playa Grande (Harner, 1973: fig. 6, p. 154). 12

Fig. 9. Textil en cara de trama. Por otro lado, se cuenta con ligamentos en tapiz, variante correspondiente al tapiz ranurado en una fina banda incompleta. En este ejemplar se puede observar que las tramas discontinuas –si bien no crearon un diseño en particular– dieron lugar a una decoración calada por las ranuras dejadas ex profeso. Las sargas identificadas corresponden a la variedad espina de pescado o herringbone 2/2 y sarga damasco (Emery, 1969: 101). Dos de los fragmentos fueron elaborados íntegramente en hilos de fibra de camélido y uno en fibra de algodón (Fig. 10).

Fig. 10. Textil sarga “espina de pescado”.

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Entre las estructuras de mayor complejidad tenemos a los tejidos de tramas complementarias. Se cuenta con tres fragmentos. Dos de ellos similares en su elaboración, pues fueron tejidos con urdimbres de algodón (se tejieron en pares) y tramas de fibra de camélido (Z, 2S). El fragmento más grande exhibe claramente la representación de serpientes entrelazadas (Fig. 11). Son tejidos de doble faz ya que el diseño puede observarse por igual en ambos lados del textil. Las tramas complementarias de cada color (se emplearon los colores rosado, amarillo y rojo) forman hileras diagonales dando lugar al diseño.

Fig. 11. Fragmento de tejido en tramas complementarias con diseño de serpientes entrelazadas. Algodón y fibra de camélido. Un tercer fragmento corresponde a una banda decorativa que formó parte de un tejido en tela llana 1/1. A diferencia de los otros dos fragmentos el ligamento en tramas complementarias combina hilos de algodón y fibra de camélido, estos últimos se han desintegrado casi en su totalidad dejando a la vista las urdimbres. Los elementos de algodón son gruesos hilos de torsión en S y retorsión en Z (tres hilos retorcidos). El diseño corresponde al denominado interlocking, en una versión simplificada de la serpiente entrelazada (Fig. 12).

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Fig. 12. Textil elaborado en tramas complementarias con diseños interlocking. Este listado de estructuras incluye un ejemplar único registrado para la cultura Lima que presenta rasgos técnicos e iconográficos que nos permite plantear que se trata de una creación de tejedores de la costa central. Esta doble tela presenta un cruce de hilos 1/1, combinándose los colores crema y marrón. Los diseños creados corresponden a triángulos con un gancho que termina en un rectángulo, que lleva inscrito otro rectángulo más pequeño. El diseño ha sido observado en otros soportes artísticos, tales como cerámica y madera (Fig. 13).

Fig. 13. Fragmento de doble tela 1/1 con diseños geométricos. Algodón.

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Para la categoría de estructuras elaboradas por la progresión de un solo elemento contamos con tres variedades (ver gráfico 2). Así, los fragmentos de red suman en total 39 ejemplares. La estructura predominante corresponde a redes en anudado “cabeza de alondra”, todas ellas elaboradas en fibra de cabuya, sólo una red fue hecha con nudos simples y para su elaboración se empleó cordones de algodón. La fibra vegetal aparece en su color natural, sin embargo, existen especímenes cuyos cordones fueron teñidos de azul 8. Si bien las dimensiones de las mallas o cocos son variadas, un alto porcentaje presenta mallas menores a 1 cm. La malla más pequeña tiene 0.3 x 0.2 mm. y la más grande mide 2.7 x 1.6 cm. Estos artefactos no mostraban una decoración propiamente dicha, sin embargo, una de las redes combina mallas de diferente tamaño (1.2x0.7 cm., 0.7x0.5 cm.) que van formando módulos cuadrados alternándose rítmicamente lo cual dio lugar a un efecto tipo “damero”. Entre otros textiles elaborados por la progresión de un elemento contamos con una shicra que presentan una estructura anillada con torsión.

Costuras Se realizaron diferentes tipos de puntadas para unir los tejidos. Una de las puntadas más comunes es aquella conocida como surjete. Esta se identificó en la mayoría de los tejidos y se caracteriza por estar orientada en dirección a las agujas del reloj (Z, /). Otra de las características de esta puntada es su uniformidad y corta longitud lo cual la hace muy sutil. Por otro lado tenemos las puntadas corchete, que sirvieron para conformar los mantos tipo capa; fueron denominadas así porque la disposición de las puntadas tiene la apariencia de corchetes. Las puntas diagonales son aquellas que sirvieron para unir los parches ó asegurar los bordes rotos. Todos los hilos empleados para cualquier tipo de costura se encuentran retorcidos. Siendo común la torsión inicial en S, retorciéndose en Z. Los hilos que se están empleando son los mismos que los utilizados para tejer la tela. 16

Sobre otros artefactos La cestería se encuentra representada por dos cestos de forma circular y tres petates. Los cestos y uno de los petates proceden de Playa Grande, mientras los petates restantes provienen de Cerro Culebras. En todos los casos la materia prima base fue el junco. El ligamento observado en los cestos y los petates corresponde al entrelazado. Para los cestos los elementos que hacen de urdimbre quedaron dispuestos en forma radial, y los elementos que hacen de tramas pasaron manteniendo esta disposición, y a medida que se tejen aumenta el diámetro. Las tramas se tejen de forma muy apretada, creando un entrelazado en cara de trama. En uno de los especímenes, dos hileras de tramas se entrelazan cada dos urdimbres creando una decoración en alto relieve (Fig. 14).

Fig. 14. Cesto elaborado en junco. La estructura corresponde al entrelazado. Cabe mencionar el registro de fragmentos de hondas (dos ejemplares), elaboradas en fibra de cabuya. La paleta y el brazo de la honda fueron trabajadas en la técnica conocida como “cola de cerdo” o pigtail (Cahalender, 1980: 33; fig. 4-2, 4-3), que da por resultado una trenza plana (Fig. 15). Al parecer este tipo de accesorio formó parte de la indumentaria del poblador de la cultura Lima. Jijón y Caamaño (1949) presenta algunos ejemplares procedentes de sus excavaciones en Huaca San Marcos9. Por otro lado, en el Museo de Sitio de Huaca Pucllana se tiene expuesto un entierro que aún conserva una honda envuelta alrededor del cráneo. Finalmente, entre los entierros exhumados por Stumer se indica que dos de los individuos llevaron como ofrendas hondas (Barraza, op. cit ).

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Fig. 15. Fragmentos de honda elaborada con fibras de cabuya.

Comentarios finales El material estudiado corresponde a las fases 5-6 (Playa Grande) y 6-7 (Cerro Culebra) de la cultura Lima. La muestra de Cerro Culebra nos indica que la parafernalia textil funeraria del grupo de entierros recuperados fue bastante sencilla, donde ciertos elementos como la banda en tapiz y los anillos de tela pueden estar indicando diferencias de estatus entre los individuos enterrados. Llama la atención que en la muestra estudiada no se hayan identificado atuendos como unkus, taparrabos y accesorios tipo faja y bolsas, tan típicos y recurrentes entre las poblaciones precolombinas. Surge la interrogante: ¿Fueron los mantos las únicas prendas que vistieron estas gentes?. Recordemos que en varios de los casos estos atuendos mostraban deterioro evidenciando su uso antemorte. Para los entierros registrados en Maranga tenemos una situación similar e, igualmente, estos tejidos se encontraron remendados y con parches. Con nuestros resultados y los obtenidos por otros investigadores (Harner, 1979; Wallace, 1956) se puede afirmar que los hilanderos Lima solían hilar la fibra de algodón en dirección opuesta a las agujas del reloj (S), salvo algunas excepciones. Dato importante si queremos trazar la historia de la textilería prehispánica en la costa central. Las primeras evidencias textiles para la costa central provienen del área identificada por Moseley como AncónChillón (1975). Si bien el autor no puso énfasis en la característica de los hilos, grosso modo se menciona que las urdimbres fueron hiladas en S y torcidas en Z, mientras las tramas fueron hiladas en Z y retorcidas en S. Entre este periodo y el Intermedio Temprano existe un vacío; al menos no se sabe de textiles correspondientes al Horizonte Temprano (Chavín) y del estilo Blanco/Rojo. Lo que sí queda claro es que para el Intermedio Temprano hubo un cambio radical en la forma de hacer los hilos ya que fueron simples y de torsión en S. Aún no 18

se sabe a ciencia cierta que sucedió en la costa central durante el Horizonte Medio debido, igualmente, a la escasez evidencias. Hacia el Periodo Intermedio Tardío se aprecia nuevas tendencias haciéndose popular el retorcer los hilos. Por otro lado, el hilado en Z y la consecuente retorsión en S observado para el hilo de lana, se encuentra dentro del patrón establecido para este tipo de fibra. Característica que no sólo ha sido observada en los hilos de lana de la costa central sino también en aquellos de la costa norte, especialmente en aquellos tejidos de estilos Lambayeque y Chimú (Rowe, 1980; Fernández, ms; Boytner, 1998). La torsión en Z tipifica al hilo de fibra de camélido, nos lo enseña tanto el registro etnográfico como el arqueológico. Este hecho, sumado a la aparente falta de evidencias de crianza de camélidos en la costa central y norte en tiempos precolombinos ha servido de sustento para que algunos investigadores propongan que estos hilos fueron importados hacia la costa. Tomando en consideración esta hipótesis resulta sugerente la existencia de grupos foráneos en Huancayo Alto, sitio Lima ubicado en el valle medio-alto del Chillón, donde se encontraron abundantes restos de camélidos asociados a arquitectura doméstica típica de la sierra central (Dillehay, 1976). La principal fuente de abastecimiento de este tipo de materia prima podría estar procediendo de esta zona. A nivel estructural el corpus estudiado indica que en Playa Grande existe una mayor variedad de estructuras textiles que la registrada para Cerro Culebra. La mayor variedad textil proviene de los contextos domésticos y rellenos arquitectónicos, donde se registraron hasta 6 ligamentos o estructuras. Todos los tejidos de Cerro Culebra –excepto el tapiz dentado-excéntrico– fueron telas llanas 1/1 balanceadas. Un patrón similar es indicado por Harner (op. cit.) cuando estudió las colecciones de Playa Grande y Cerro Culebra. Comparando el material textil de los entierros de Huaca San Marcos (Wallace, 1954) con el de Cerro Culebra, vemos que en los primeros existe una mayor diversidad de estructuras, aunque sigue siendo imperante la tela llana 1/1. En este sentido podemos concluir que la base de la textilería Lima estuvo regida por esta estructura de simple manufactura, pero no por esto se dejaron de tejer ligamentos complejos y mejor elaborados. Entre estos destaca el ligamento tapiz en dos variedades dentadoexcéntrico y ranurado. El primero adquirió mayor relevancia al servir de soporte para la ejecución de uno de los motivos más representativos de la iconografía Lima: las serpientes entrelazadas. La excelencia alcanzada en la pieza procedente de Cerro Culebra radica no sólo en el hábil manejo de las tramas excéntricas, que no conllevó a una deformación de tipo estructural como usualmente ocurre en este tipo de estructuras, sino también al hábil cambio de los hilos de color (no existen flotantes o cruces en ninguna de las caras) por lo que el tejido finalmente es de doble faz, es decir, el diseño puede observarse por igual en ambas caras. La estructura en sarga ha sido igualmente registrada en Playa Grande por Harner y en Maranga por Wallace. Constituyéndose en una estructura representativa para la textilería Lima. En la costa central, las evidencias más tempranas –de este tipo de estructura– al momento datan del Horizonte Temprano y proceden de Ancón10.

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A estos tejidos con diseño estructural debemos añadir otros dos más. Nos referimos a los tejidos de tramas y urdimbres complementarias, registrados básicamente en Playa Grande y Huaca San Marcos. Aunque no están presentes en la muestra estudiada debemos indicar la existencia de otros textiles que deben considerarse como parte del repertorio textil Lima. Uno de ellos corresponde a los textiles elaborados en base a nudos. En el museo de sitio de Huaca Pucllana existe un fragmento en exposición, los hilos son de lana, destacando los colores rojo y amarillo. La abigarrada decoración muestra peces entrelazados. El otro ejemplar procede de la Hacienda Nievería (Gayton, 1927: Fig. 9), la paleta de colores incluye el amarillo, azul, violeta blanco, amarillo claro, negro y marrón. De igual manera el artista textil no dejó espacios vacíos, se observa un ser de cuerpo antropomorfo con cabeza de pez, circundado por serpientes. Esta técnica habría adquirido importancia hacia las últimas fases de la cultura Lima. Por otro lado, debemos mencionar la técnica decorativa de teñido al negativo registrada en Playa Grande por Stumer. Como observamos la textilería Lima nos ofrece un panorama bastante complejo a nivel técnico-estructural. Vemos que Playa Grande ofrece una mayor gama de ligamentos en relación con Cerro Culebra, pero esto tal vez se deba a que los entierros de este último sitio correspondan a gente de menor estatus social que los enterrados en Playa Grande. Hasta el momento las evidencias indican que los ligamentos que ofrecieron posibilidades de crear diseños tales como el tapiz, los tejidos de tramas y urdimbres complementarias y la sarga se hicieron presentes –al menos– desde la fase Lima 4. La falta de evidencias por el momento no nos permite afirmar que todas estas continuaron ejecutándose hasta las fases finales de la cultura Lima. Hasta el momento tanto los entierros procedentes de Playa Grande y Cerro Culebra como los reportados por Wallace en Maranga indican que los cuerpos fueron envueltos básicamente con mantos o mortajas, algunos con fuertes evidencias de uso. Al parecer las prendas de vestir fueron bastante sencillas y poco diversas.

Nota Los proyectos arqueológicos en Cerro Culebra y Playa Grande fueron ejecutados por el segundo autor cuando se desempeñaba como arqueólogo del Departamento de Investigaciones del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú donde, asimismo, se encuentran depositadas las colecciones.

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Bibliografía

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Ya que estas dos variedades de tapiz se encuentran íntimamente asociadas, en este caso se optó denominarlas “tapiz dentado-excéntrico”. Debemos aclarar que en el cuadro presentado por Juan Mogrovejo (1995, Cuadro 1) los tapices descritos como entrelazados corresponden a la variedad dentada, ya que las tramas de colores adyacentes se enlazan alrededor de una misma urdimbre y no se enlazan entre si mismas, motivo por el cual sí se les denominaría tapiz entrelazado. 2 Aunque en la publicación de Stumer se indica el registro de 12 entierros, Barraza presenta el inventario de sólo 11 entierros. 3 Dibujos de los diseños de algunos de estos textiles han sido publicados por Goldhausen (2001). 4 Tanto el material registrado por Jorge Silva como por Juan Paredes fueron materia de estudio para el Curso Taller de Investigación Arqueológica de la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Fernández, 1993). 5 Para efectos del presente trabajo sólo se presentaran los resultados obtenidos del análisis de los textiles, no se incluye hilos, sogas u otro tipo de artefactos. 6 Los textiles procedentes de Cerro Culebra fueron codificados con las siguientes siglas CC, mientras los textiles asociados a los entierros de Playa Grande fueron codificados con las letras PG. 7 Los denominamos falsos orillos ya que no corresponden a aquellos creados al momento de urdirse los hilos. Estos bordes longitudinales quedaron definidos por una basta muy bien elaborada. 8 Muestras de hilos teñidos en azul fueron analizados por la Noemí Rosario Chirinos, química especialista en tintes prehispánicos. Se tuvo como resultado el uso de indigotina. 9 Una de estas hondas fue ubicada en los depósitos del Departamento Textil del Museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (Fernández, 1993). Como se sabe gran parte de la colección recuperada por Jijón y Caamaño se encuentra depositada en el museo que lleva su nombre (Ecuador). 10 Dato tomado de la ponencia presentada por D. Wallace (1997) titulada “Outile of the Ancón Initial Period and Early Horizon Textile”.

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