Templo de Montserrat en el centro historico

10620 Templo de Montserrat Al parecer, en 1580 se trajo de Cataluña una imagen de la Virgen de Montserrat. Para 1584, lo

Views 114 Downloads 0 File size 71KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

10620 Templo de Montserrat Al parecer, en 1580 se trajo de Cataluña una imagen de la Virgen de Montserrat. Para 1584, los conquistadores Diego Jiménez y Ricardo/Fernando Moreno fundaron una cofradía dedicada a esta Virgen y edificaron un hospital con templo y un pequeño monasterio en el límite sur de la Ciudad de México. A principios del siglo XVII, los monjes benedictinos tomaron posesión del Templo de Nuestra Señora de Montserrat y convirtieron el Monasterio en Priorato. Se dedicaron al cultivo de la tierra y a copiar manuscritos antiguos de la historia de América. Tenían en su claustro a niños a quienes enseñaban las primeras letras, gramática latina y música y los preparaban también para acólitos.

Los monjes destacaron por poner especial atención en los pobres y desvalidos, repartían gratuitamente ropa, comida y medicinas a los necesitados y a los enfermos. Este Priorato funcionó hasta 1821, año en que, por decreto de las Cortes Españolas, se suprimieron las Ordenes Religiosas. El Hospital prestó sus servicios hasta 1862, fecha en que fue fraccionado y vendido a particulares.

El Templo declarado Monumento Colonial en 1931, fue cerrado al culto un año más tarde por los conflictos religiosos que vivía la ciudad en aquella época. El conjunto religioso fue agresivamente mutilado al ensancharse la actual calle de José María Izazaga en el siglo XX, pudiendo salvarse parte del templo y el claustro. El inmueble ha tenido diversos usos como cuartel de soldados, casa de la Federación Socialista de los Trabajadores y vecindad entre otros. En 1970 pasó a ser parte del Departamento de Turismo. En 1973 fueron cedidos el templo y el claustro a la Federación Nacional de Charros A. C., quien determinó convertirlos en oficinas y en el “Museo de la Charrería”. Actualmente, el inmueble presenta un aspecto descuidado, en el exterior, la presencia de vendedores en vía pública que fijan lonas y plásticos en la fachada del templo ponen en peligro las esculturas ubicadas en los nichos a los lados de la puerta pudiendo provocarse un accidente como el sufrido por la escultura de San Jorge que estaba colocada en la fachada de la Academia de San Carlos y que se perdió al caerse una lona de platico de ambulantes que estaba amarrada a la escultura.

En el claustro, la presencia de un restaurante de muy baja calidad con mesas y sillas de plástico y evidente falta de higiene, proporciona una imagen muy deteriorada e inadecuada para un monumento de esa calidad e importancia. A pesar de contar en su acervo con algunas piezas de valor histórico, la museografía añeja y obsoleta, el abandono de sus instalaciones aunada a la escasa promoción que tiene el museo, y la perceptible falta de mantenimiento y cuidados adecuados al monumento aceleran el

deterioro provocado por la falta de recursos suficientes y del interés mismo de parte de quienes lo utilizan. Por lo anterior, resultaría conveniente que las autoridades competentes revisaran las condiciones en las que fue concedido el inmueble para exigir que se cumplan y, en su caso, rescatarlo, rehabilitarlo y darle un uso más digno que permita su disfrute por parte de los vecinos y visitantes nacionales y extranjeros como lo merece nuestro patrimonio. Antigua Capilla de Monserrat / Museo de la Charrería Gran parte del convento benedictino fue derrumbado para abrir la gran avenida que pasa frente a él. Como consecuencia de las Leyes de Reforma, la Virgen de Monserrat fue trasladada a la Iglesia de San Jerónimo, cuya capilla —luego de estar abandonada y emplearse como escuela y vivienda— fue donada desde 1972 al Museo de la Charrería, el que resguarda la portada con su “ventana coral en forma de octágono, con guardamalletas, remates mixtos y relieves de hojarasca”. El Museo es operado por la Federación Mexicana de Charrería, A.C. Fundado a fines del siglo XVII por la Orden de los Monjes Benedictos, cuyos integrantes pusieron de moda en nuestro país las legumbres y la ciruela; el actual Museo de la Charrería ha sido durante más de tres siglos, convento, cuartel, Museo de la Aeronáutica, y archivo, hasta atesorar uno de los principales símbolos culturales de México, ubicado en la esquina de Izazaga e Isabel la Católica. El principio fue bastante difícil: una epidemia de viruela mejor conocida en esos tiempos como "cocolixtl", convirtió la sede religiosa en un hospital donde se atendieron a miles de indígenas enfermos. Pasada la crisis, vinieron tiempos mejores para el ahora denominado Convento de Nuestra Señora de Monserrat, ocupado por las Monjas Jerónimas, quienes hasta 1821 impartieron educación religiosa a jóvenes y se dieron a la tarea de copiar diversos manoescritos. Consultado el expediente del Centro de Documentación de esta Dirección General del Patrimonio Inmobiliario Federal, así como al señor Arturo Carrera, actual dirigente de la Asociación Nacional de Charros, existe un vacío documental a partir de la fecha citada anteriormente hasta la década de los 30´s, ya en el siglo XX. Sin embargo, hay fotografías en donde se puede observar una tienda de ultramarinos llamada "La Palma", que fue demolida para ampliar la calle de Izazaga. No obstante, al parecer la ampliación se dio del lado del Ex convento de Sor Juana Inés de la Cruz, por lo que probablemente se hubiera construido una iglesia en el lugar. Este templo fue declarado Monumento Colonial en 1931, aunque un año más tarde la Secretaría de Gobernación por los conflictos religiosos de aquella época, decidió cerrarlo al culto público.

Lo que vino después es una incógnita: se encontró un oficio que manifiesta que en 1935 el inmueble fue un cuartel de soldados y luego, casa de la Federación Socialista de los Trabajadores Empero, Arturo Carrera indicó que cuando tomaron posesión del inmueble en 1970, se encontraba abandonado, porque durante más de 30 años a mediados del siglo pasado, fue utilizado como una vecindad, de la cual no se sabe el momento en que fueron desalojados sus inquilinos . Según oficios del expediente oficial, en 1964 el Instituto Nacional de Bellas Artes lo cedió a la Asociación Nacional de Artesanos de la República Mexicana. De acuerdo con labores realizadas por la entonces Secretaría del Patrimonio Nacional, los trabajos de remodelación en los 809 metros cuadrados tendrían un costo de 178 mil pesos. Quizá los recursos económicos fueron un obstáculo para la ocupación, y en 1966 se concesionó el inmueble a la Cámara de la Industria de la Platería y Joyería, que muy probablemente tampoco pudo tomar posesión del bien, debido al mal estado de la propiedad. Ya en 1970 pasó a ser parte del Departamento de Turismo. Un avalúo efectuado por la Dirección General del Catastro de la Propiedad Federal en ese año dice que "el inmueble se encuentra en un estado óptimo y puede ser aprovechado como centro de atracción turística". La suma ascendió a 5 millones 722 mil pesos. Finalmente, la cúpula octagonal; la portada con revestimiento de cantera, al igual que la torre barroca del siglo XVII, fueron cedidos en 1973 por el Regente Octavio Sentíes, a la Federación Nacional de Charros, quien determinó convertirla en un museo. Fundado entre 1587 y 1590 con la imagen de la virgen traída de España. El pequeño templo fue cerrado en varias ocasiones hasta 1614 cuando llegaron los primeros padres benedictinos Diego Sánchez y Juan Victoria. El conjunto fue utilizado como colegio hasta 1821, cuando se ordenó su clausura. Las pinturas que anteriormente se alojaban en la capilla (entre ellas una de Zurbarán) se encuentran en la Academia de San Carlos. El claustro funcionaba como botica, en donde se elaboraban medicinas que eran repartidas de manera gratuita a los enfermos. En 1861, por orden del gobierno, se permitió que la iglesia se reabriera para el culto católico y al año siguiente se dispuso que el edificio conventual fuera dividido en lotes para que se repartieran entre varias familias descendientes de los primeros insurgentes; orden que no llegó a cumplirse, ignorándose la causa. La imagen de la Virgen de Monserrat que aquí se veneraba, fue cambiada después de las leyes de Reforma a la iglesia de San Jerónimo, donde aún hoy se observa. Desafortunadamente, todo el conjunto se vio afectado por la ampliación de la Avenida Izazaga; en 1973 la capilla fue donada a la Federación Nacional de Charros y el ex convento funciona hoy como el Museo de la Charrería.

Museo Nacional de la Charrería en el Ex convento de Montserrat Charreadas Infantiles en el Distrito Federal para celebrar el Día de Reyes Por: ADT - Charrería para Todos – 7 de enero del 2011 México, D.F.- Un patrimonio de nuestro deporte nacional Mexicano es el Museo Nacional de la Charrería que está asentado en lo que fuera el Ex Convento de Montserrat la casa de la charrería federada, hoy en día situado dentro del centro histórico de la ciudad de México, Distrito Federal en la esquina de las calles Isabel la Católica e Izazaga; edificio construido hacia el año de 1580 bajo el patrocinio de los españoles Diego Jiménez y Fernando Moreno. Cuando los benedictos llegaron a la Nueva España en 1602, no tenían un monasterio formal, sino un priorato llamado de Nuestra Señora de Montserrat, con cinco o seis monjes que además del culto, se dedicaban a enseñar latín y canto a los niños, repartir ropa y medicinas a los pobres, cultivar la tierra y copiar manuscritos antiguos de Historia de América. EL Museo Nacional de la Charrería muestra piezas de colección como monturas, sombreros y pinturas cargadas de historia y tradición. Con base en algunos datos, desde 1580 se hizo venir de Cataluña una imagen de la Virgen de Montserrat y que los antiguos conquistadores devotos de ella fundaron una cofradía en 1584 y empezaron edificar un hospital, con templo y pequeño monasterio al lado, también se menciona una ermita de Nuestra Señora de Montserrat. El arzobispo mandó cerrar el templo y recogió la imagen, no fue autorizada la devoción, sino hasta 1593 y devuelta a la iglesia poco antes de la llegada de los benedictinos. Esta joya colonial denominada a partir de 1973 “Palacio de la Charrería”, al concesionarse bajo el apoyo y oficios del entonces Delegado de Cuauhtémoc, Lic. Delfín Sánchez Juárez, comenzó a funcionar como oficinas y Museo del organismo rector de la Charrería, hoy en día denominada Federación Mexicana de Charrería, A.C. El acervo del Museo está formado por trajes, arreos, monturas, pinturas, fotografías y objetos relacionados con la tradición y el presente charro. En su recorrido es posible apreciar una semblanza del origen y evolución del atuendo charro, así como la exposición de piezas únicas y de importancia histórica de las épocas de la conquista, la colonia, la revolución y de la actual. Destaca una silla charra que perteneció a Maximiliano de Habsburgo y otra al General Leonardo Márquez, una pistola y montura del General Revolucionario Francisco Villa; y la cabezada del caballo con el que entro a la capital el General y mártir revolucionario Emiliano Zapata. El Museo posee una excelente muestra de acuarelas con temas campiranos de José Albarran Pliego y una magnífica colección de monturas, trajes charros y de China Poblana donada por el Gral. Gonzalo N. Santos.

Existe una variedad de obsequios representativos de los diferentes países que han visitado los charros. El Palacio de la Charrería exhibe una galería fotográfica de los Presidentes con sus respectivas Mesas Directivas desde la fundación de la Federación (1933 a la fecha). Así como las Reinas Nacionales que han representado a la mujer de este apasionante deporte, decano de la Confederación Deportiva Mexicana. Este viernes se puso en marcha en un Salón de la Federación la Exposición de Monturas y Pinturas del Instituto Cultural Pedro Domecq, donde la guía fue la señora Minerva Stackpole de Coutiño y don Arturo Jiménez Mangas, ella es directora del Museo Charro y él Secretario de Cultura de la misma Federación. Hoy en el Lunes del Recuerdo, nos meteremos en la intimidad cultural del Deporte Mexicano por Excelencia, su museo y su sede, el ex convento de la Virgen de Monserrat. El museo nació a mitad de los 30´s por iniciativa de la Federación Nacional de Charros, A. C., en la llamada "Casa Chata", Delegación de Tlalpan, donde inauguró su primera sede el 16 de diciembre de 1933. La artesanía charra en todo su esplendor. Foto: CASAMA En el museo se exhiben muestras de la indumentaria, accesorios y objetos correspondientes a la actividad y del Más Mexicano de los Deportes. La mayoría son donaciones de charros del país, así como una colección de diversos tipos de sillas de montar, anqueras, fustes, frenos y algunos accesorios que pertenecieron a grandes charrazos, adquiridos por el Instituto Nacional de Bellas Artes. ATRACTIVOS. También se aprecian donaciones procedentes de Argentina, Venezuela y España. Hay gran variedad de monturas que se exhiben y entre las que destacan la del General Francisco Villa, con guarniciones o anqueras y sudaderas piteadas, cabeza y teja de plata con el escudo nacional y las iniciales del propietario; igualmente, otra que es antecedente de la silla texana, con peto de piel cincelada a fines del siglo XVI, una más bordada en pita con decoración de rosas cinceladas en cuero. Entre la indumentaria que se exhibe, destaca una cuera realizada en piel de venado, un sombrero del siglo XVIII procedente del norte del país, un traje de gala bordado con hilos de plata que perteneció al General Gonzalo N. Santos y otro también de gala hecho expresamente para el emperador Maximiliano de Hasburgo, gran admirador de esta forma de vestir y un sombrero zapatista auténtico, galonado en oro. Hay también diversos accesorios, como espuelas, fustes, machetes de puño, pistolas con cachas niqueladas y sombreros galoneados. La exhibición se completa con litografías y acuarelas referentes al tema además una pequeña muestra de muebles y ornamentos domésticos del siglo XVIII. EL SIGNIFICADO. El recinto, el ex convento de Monserrat, es el culto a la Virgen que se venera en Monteserrato, España, fue introducido en Nueva España por los conquistadores aragoneses Diego Jiménez y Fernando Moreno, hombres de Hernán

Cortés, quienes ya ancianos y ricos fundaron la Cofradía de Monserrat, autorizada debidamente por el entonces Papa Gregorio III en 1548. En un principio se intentó edificar en las Lomas de Tacubaya un hospital, un templo y un convento dedicado a la santa patrona de la cofradía, optándose finalmente por hacerlo en la calle Verde (hoy Isabel la Católica), en terrenos que se adquirieron a los religiosos agustinos. El templo se edificó en 1590 y ahí se llevó una réplica de la imagen que se venera en España. LA HISTORIA. El culto se desarrolló cuando en 1614 se dio posesión del templo y del convento a los Padres Benedictinos. El convento fue clausurado por decreto del 20 de enero de 1821, por el cual las Cortes españolas suprimieron las comunidades religiosas. El templo sobrevivió veinte años, posteriormente fue saqueado y abandonado. En la década de los años cincuenta del siglo pasado, al ampliarse las calles de José María Izazaga, el claustro y el cuerpo del templo sufrieron la mutilación de su porción norte. Pero en 1970, dentro del programa de rehabilitación del área del Centro Histórico de la ciudad de México, se atendió la restauración del templo y del convento, reconstruyéndose la fachada del primero, dejándose un "claustro abierto" hacia la calle amplia. Ahí se instaló en 1973 la nueva sede del Museo de la Charrería y las oficinas de la Federación Nacional de Charros, A.C. En 1979, al renovarse las instalaciones museográficas, se retiró el retablo mayor y se le trasladó a la capilla de San José, en la Catedral Metropolitana. La muestra Domecq será itinerante y estará por cuatro semanas en las instalaciones de la Federación Mexicana, en la capital del país. El Museo de la Charrería está situado en el Centro Histórico de la Ciudad de México en la calle Izazaga, ocupa las instalaciones de lo que fue un antiguo monasterio dedicado a la Virgen de Montserrat.[] El monasterio se cerró en 1821 y el edificio se deterioró de manera significativa hasta que se decidió rehabilitarlo para convertirlo en atracción turística. El propósito del museo es preservar y promover el deporte y la tradición de la charrería con la exhibición permanente de arte y artesanías, así como programas de extensión. Monasterio El edificio es lo que queda de un monasterio que fue fundado en el siglo XVI, patrocinado por Diego Jiménez y Fernando Moreno. El monasterio estaba dedicado a la Virgen de Montserrat, cuya imagen fue traída a la Ciudad de México desde Cataluña. Esta imagen de la virgen estaba casi siempre cubierta por tres velos que eran removidos sólo los principales días de fiesta. Por debajo de los velos, la imagen era famosa por su gran variedad de trajes y adornos de piedras preciosas. Originalmente, se trataba de un monasterio benedictino. En sus inicios, una epidemia de viruela causó que fuera convertido en hospital para atender a los miles de indígenas enfermos. Constantemente estuvo involucrado en disputas, y en algún momento, llegó a estar habitado por monjes de San Jerónimo. Estos monjes se dedicaban a la educación religiosa de los jóvenes y a la copia de manuscritos.[] Con el tiempo las disputas obligaron a cerrar el monasterio de en 1821, cuando había solamente seis monjes habitándolo.

De 1821 a 1970 A través de los siglos la construcción fue monasterio, cuartel militar, museo de aeronáutica y archivo, entre otros usos. La documentación sobre el edificio desde 1821 hasta 1930 es escasa, pero las fotografías indican que la fachada que tenía antiguamente fue demolida en su mayor parte para ampliar la calle Izazaga. Fue declarado monumento colonial en 1931, sin embargo, también se decidió cerrarlo al culto debido a los conflictos religiosos prevalecientes en esa década (la Guerra Cristera). Hay indicios de que a mediados de la década de 1930, fue utilizado como cuartel y luego como sede de la Federación Socialista de los Trabajadores. Después de eso fue utilizado como viviendas y se desconoce cauando fueron desalojados los inquilinos. Posteriormente fue cedido a un par de organizaciones sin fines de lucro en la década de 1960, pero no fue ocupado. Cuando la Federación Mexicana de Charrería tomó posesión del edificio en 1970, estaba completamente abandonado. El museo fmch-not-204En 1970 se decidió convertirlo en una atracción turística y fue remodelado a un costo de casi seis millones de pesos. Con el trabajo hecho, el edificio fue cedido a la Federación Mexicana de Charrería, que lo convirtió en el actual museo. Fue inaugurado en 1973 y es el único de su tipo en la Ciudad de México.[] El museo presenta arte y artesanías relacionadas con el deporte y la tradición, tales como sillas de montar, lazos, sombreros, trajes de charro, armas de fuego y mucho más. La mayoría de las piezas han sido donadas por aficionados a este deporte. Algunos de estos elementos pertenecían a personajes como Maximiliano I de México y Francisco Villa. La colección se divide en tres períodos históricos, la época colonial, después de la Independencia de México y de la Revolución Mexicana hasta la actualidad. También hay una colección de acuarelas de José Albarrán Pliego, así como los vestidos usados por la China Poblana. Desde su apertura, la colección ha seguido creciendo a medida que el museo recibe más donaciones. El origen de la charrería data de poco después de la Conquista. Para poder ayudar con la ganadería en las haciendas, los pueblos nativos fueron entrenados para montar a caballo y atender al ganado, dando lugar a una mezcla de las culturas española e indígena. El principal objetivo del museo es conservar esta rica tradición, sobre todo para el pueblo mexicano. La organización también tiene un programa permanente para ayudar a las escuelas y artesanos dedicados a la tradición y la fabricación de elementos asociados con ella.

Nuestra señora de Montserrat Este convento perteneció a la orden de los benedictinos, los cuales eran de las órdenes más poderosas y ricas de Europa, pero en Nueva España no tuvo la misma popularidad. Todo comienza en 1614 cuando llegaron los frailes Diego Sánchez y Juan Vitoria, que les fue entregada una capilla advocada a la Virgen del Monte Serrato, la cual se encontraba cerrada: los religiosos construyeron su monasterio alrededor de esa capilla , la cual también tuvo sus mejoras. Este lugar nunca llegó a tener las dimensiones de los grandes conventos mendicantes, pero lo compensó teniendo una rica biblioteca y pinturas de gran valor, entre ellas, una atribuida a Zurbarán.

El acervo de los benedictinos se fue perdiendo después de la consumación de la Independencia, y esto fue definitivo cuando en 1821 fue clausurado el monasterio. Luego, con la aparición de las leyes de Reforma, el edificio fue fraccionado, acelerando su degradación y a mediados del siglo pasado alojaba una vecindad. Después se decidió ensanchar la calle de Izazaga, que es donde actualmente se encuentra el Museo de la Charrería. Por fortuna parte del monasterio se salvó parcialmente. DETRÁS DEL RETABLO 4. TEMPLO Y CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE MONSERRAT Son, sin duda alguna, varios los ejemplos de construcción que pasan desapercibidas en el vaivén de la rutina; aquellas que solemos ignorar cuando atravesamos las grandes avenidas que rodean nuestro hermoso centro histórico. Esto no es nada nuevo. El correr de la historia ha ignorado el legado artístico de muchas de ellas y las ha exiliado, obligándolas a estar en el olvido lo que provoca que se vaya perdiendo el esplendor que llegaron a tener. También el desinterés por parte de las autoridades civiles ha hecho lo propio, lo que ha propiciado el cambio de uso de suelo en muchos casos. Pues bien, al sur del Centro histórico de la Ciudad de México se encuentra uno de los mejores ejemplos de este olvido casi mortal. La esquina que forman las Avenidas Isabel la Católica e Izazaga resguardan un, ahora, modesto representante del arte novohispano; el templo y convento de Nuestra Señora de Monserrat. En 1580, de origen catalán, llega a la ciudad de México una imagen de la Virgen María, mejor conocida en España por su advocación de Monserrat. Trataron en primera instancia construir un templo, convento y hospital en lo que hoy en día es Lomas de Tacubaya, sin embargo se decidió se construyese el conjunto conventual en la Calle Verde (hoy Isabel la Católica) en terrenos que se adquirieron a los religiosos agustinos. Cuatro años más tarde, Diego Jiménez y Fernando Moreno terminarían la obra en el ala sur de la ciudad. Para inicios del siglo XVII (1614) son los monjes benedictinos (bajo las ordenes de Diego Sánchez y Juan Victoria) quienes se encargan del conjunto y elevan el rango del monasterio a priorato. Una epidemia de viruela, mejor conocida en esos tiempos como "cocolixtl", convirtió la sede religiosa en un hospital donde se atendieron a miles de indígenas enfermos. Tras sortear las primeras décadas de vida del conjunto, este tuvo a bien convertirse en un verdadero faro en cuestión literaria y medica. La orden benedictina se encargo de copiar los antiguos manuscritos de la historia de América, enseñar a los niños gramática latina y música y preparar medicamentos en el claustro que eran repartidas de manera gratuita a los enfermos (bastantes numerosos en la época y por aquella zona de la ciudad que se consideraba el límite de la metrópoli). El conjunto vio comenzar su decadencia en 1821 cuando se suprimieron las órdenes religiosas por decreto de las Cortes Españolas. El hospital tardaría unos años más en servicio hasta que en 1862 fue fraccionado y vendido a particulares. En 1861, por orden del gobierno, se permitió que la iglesia se reabriera para el culto católico y al año siguiente

se dispuso que el edificio conventual fuera dividido en lotes para que se repartieran entre varias familias descendientes de los primeros insurgentes. Por efecto de las leyes de Reforma la imagen de la Santa patrona fue trasladada al templo de San Jerónimo y la capilla fue olvidada y cerrada en varias ocasiones. La documentación sobre el edificio desde 1821 hasta 1930 es escasa, pero las fotografías indican que la fachada que tenía antiguamente fue demolida en su mayor parte. Lo que sobrevivió del conjunto conventual recibió el nombramiento de Monumento colonial en 1931 pero ni esto lo salvo del mal trato pues al año siguiente tras los conflictos religiosos que aun se percibían tras la guerra cristera el templo fue cerrado al culto. El siglo XX le depararía números y variados usos a lo que quedaba de la construcción; cuartel de soldados (1935), casa de la Federación Socialista de los Trabajadores, vecindad, propiedad de la Asociación Nacional de Artesanos de la República Mexicana (1964), propiedad de la Cámara de la Industria de la Platería y Joyería (1966) y propiedad del entonces Departamento de turismo (1970). Finalmente en 1973, la cúpula octagonal; la portada con revestimiento de cantera, al igual que la torre barroca del siglo XVII, fueron cedidos por el Regente Octavio Sentíes, a la Federación Nacional de Charros, quien determinó convertirla en el Museo de Charrería. En la década de los 70´s, dentro del programa de rehabilitación del Centro histórico, se determino la restauración del templo y convento con lo que se logro la reconstrucción de la fachada del primero y la construcción de un claustro abierto con arquería hacia la calle. Para dar paso al conjunto museográfico se retiro el retablo del templo y se trasladó a la capilla de San José en la Catedral Metropolitana donde hoy se puede observar. Las pinturas que anteriormente se alojaban en la capilla (entre ellas una de Zurbarán) se encuentran en la Academia de San Carlos. De la construcción actual sobresalta la portada con su “ventana coral en forma de octágono, con guardamalletas, remates mixtos y relieves de hojarasca. Esta es solo un ejemplo de lo que el desinterés y la negligencia es capaz de ocasionar con el legado histórico y artístico de la nación. El fraccionamiento de lotes y su “regateo” puede ocasionar la perdida de verdaderas joyas de arte. Con el deseo de que nunca más vuelva a ocurrir caso semejante con el patrimonio nacional les hacemos la atenta invitación a visitar el ahora Museo de Charrería y a conocer lo que ahora resta del conjunto de Monserrat.