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TEMA 29: LA MÚSICA COMO PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO CULTURAL. LA RELACIÓN DE LA MÚSICA CON LAS CORRIENTES ESTÉTICAS

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TEMA 29:

LA MÚSICA COMO PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO

CULTURAL. LA RELACIÓN DE LA MÚSICA CON LAS CORRIENTES ESTÉTICAS Y CON LAS DEMÁS ARTES. RESPONSABILIDAD DEL DOCENTE EN SU VALORACIÓN, PRESERVACIÓN Y TRANSMISIÓN A LAS ACTUALES Y A LAS FUTURAS GENERACIONES. Como todo ítem, para tener una consciencia de lo que es algo necesitamos saber su pasado para entender su presente y dar una dirección al futuro. La música desde sus orígenes transformó la humanidad y se hizo partícipe coetáneamente de su existencia, de forma que el ser humano ha dejado su huella en ella y a través de ella ha trascendido. Como una de las artes la música es un registro de la actividad humana y por ello es importante el patrimonio musical, porque es humanidad. ÍNDICE: 1. Orígenes de la música. 2. La música como patrimonio histórico-artístico cultural. 3. El patrimonio musical español. 4. La relación de la música con las corrientes estéticas y con las demás artes. 5. Responsabilidad del docente en su valoración, preservación y transmisión a las actuales y a las futuras generaciones.

1. Orígenes de la música. Una pregunta de imposible respuesta es dónde y cuando nació la música. Solamente caben especulaciones para imaginar qué motivos llevaron al hombre a iniciar y desarrollar una actividad musical. Cabe suponer que comenzaría en distintos frentes: 1

Por una partes, el arrullo de las madres a sus bebés proporcionaría a estos últimos un estado de sosiego, favorable a su crecimiento en un medio generalmente hostil. Por otra parte, melodías y ritmos declamados por un grupo social proporcionarían cohesión y unidad, siendo probablemente un estímulo para el coraje, la caza o la lucha. Las melodías y, sobre todo los ritmos debieron propiciar las danzas, tal vez más de carácter ceremonial que lúdico, en busca de un tipo de trance. Es igualmente difícil evaluar qué valor pudo tener una actividad aparentemente indiferente en su significado biológico y evolutivo. Contrariamente al lenguaje hablado o a los ruidos del entorno, los sonidos musicales no parecen transmitir información relevante. Hay que buscar su valor en su capacidad de compartir estados afectivos y emociones. Por ejemplo, podemos suponer que los simples sonidos de una madre a su bebé producen una reacción emocional de recompensa en el sistema límbico. En su libro Acústica y Psicoacústica de la música, el autor Juan G. Roeder nos dice a este respecto: “La música transmite información sobre estados afectivos. Puede contribuir a igualar los estados emocionales de un grupo de oyentes. […]Pero el rol de la música en ritos supersticiosos y sexuales, en la religión, en el proselitismo ideológico, en la incitación familiar, e incluso en la conducta antisocial, demuestra claramente el valor de la música para lograr coherencia en masas humanas. En el pasado remoto, esto pudo efectivamente haber tenido un valor importante para la supervivencia, a medida que el cada vez más complejo entorno humano demandó acciones coherentes y colectivas por parte de grandes grupos de personas”. Con sus precedentes, perdidos en el mundo de las culturas antiguas, la música aparece vinculada al mundo espiritual y ritual, pero igualmente al terreno militar”. En efecto, el carácter inmaterial del fenómeno sonoro le ha llevado a integrarse en la espiritualidad de los pueblos desde sus propios orígenes, presente en todas las 2

manifestaciones de tipo religioso. Al mismo tiempo, su vertiente social la ha asociado a lo épico y guerrero, como elemento unificador y exaltador del valor. La música es una de las experiencias más placenteras para el ser humano. El Dr. Facundo Manes, neurólogo y profesor en varias universidades afirma en un magnífico artículo (72): Emoción, expresión, habilidades sociales, teoría de la mente, habilidades lingüísticas y matemáticas, habilidades visoespaciales y motoras, atención, memoria, funciones ejecutivas, toma de decisiones, autonomía, creatividad, flexibilidad emocional y cognitiva, todo confluye en forma simultánea en la experiencia musical compartida.

Encontramos en el mundo prehistórico tantos restos de instrumentos musicales como representaciones de escenas de danza. Mas si podemos disfrutar de la visión de las artes plásticas prehistóricas y de las diversas culturas de la Antigüedad, lamentablemente nunca podremos acceder a la escucha de la palabra o de la música de esas mismas culturas. Solo con la llegada de la representación escrita de ambas empezamos a conocer sus realidades. Aún así, ni la música escrita nos garantiza su reproducción fiable. Ni siguiera con las aportaciones inestimables de la iconografía es posible determinar con total garantía cómo hacer sonar esas músicas. Hay que esperar al Renacimiento, en el que, de la mano de la imprenta, empiezan a publicarse tratados teóricos e instrumentales. Actualmente son la principal guía para el intérprete, que además cuenta con la recuperación y reproducción de instrumentos musicales. De cualquier modo, la música pasa a integrarse en la cultura en todos los pueblos, al mismo título que las demás artes y, muy a menudo interaccionando con ellas. En particular es compañera inseparable de la danza y del teatro y, ya en el siglo XX, integrada en el cine o combinada con espectáculos audiovisuales de la más diversa índole, cuyo límite está en la imaginación de los creadores e intérpretes. 2. La música como patrimonio histórico-artístico cultural.

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Fácil es comprender que la música ha entrado a formar parte del acervo cultural propio de una cultura, civilización o país, tanto en sus facetas familiar, social y religiosa. El patrimonio cultural es la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, con la que esta vive en la actualidad y que transmite a las generaciones presentes y futuras. En el concepto de patrimonio cultural subyace un carácter subjetivo y dinámico. Depende en buena medida del valor que la sociedad les atribuye en cada momento de la historia. La clasificación de los bienes culturales atendiendo a criterios de calidad ha estado sometida a múltiples factores como las modas, costumbre, así como criterios ideológicos políticos y religiosos. Estos últimos han causado importantes pérdidas a menudo irreparables, cuya historia corre pareja a la de la humanidad. Las frecuentes destrucciones de monumentos, templos, bibliotecas y ciudades durante la Antigüedad se han perpetuado por desgracia y llegan hasta la actualidad. Los siempre discutibles factores ideológicos han sido a menudo una criba irracional que ha provocado no pocas pérdidas de obras de arte, especialmente en el terreno de la arquitectura. Parece inconcebible que compositores como Hindemith, Schostakovich, Ligeti, Martina, Schönberg, entre otros muchos, hayan sido marginados, cuando no perseguidos, por regímenes totalitarios nazis o comunistas, sometiendo su producción musical al criterio de dudosos comités. De un modo general, se ha considerado que las artes constituyen una manifestación cultural cuyo valor aparece asociado a una civilización y, en última instancia, a la humanidad. La música no podía escapar a esa consideración y, como tal, forma parte de ese conjunto de bienes que integran el patrimonio, como un tesoro a mantener y proteger.

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La música se ha diversificado desde sus comienzos constituyendo paulatinamente los muy diversos géneros y estilos que conocemos. Resulta impresionante comprobar la multitud de estéticas que existen en la actualidad sin contar con las que se han ido perdiendo. Han florecido en las culturas más dispares, con instrumentos, tipos de escalas, ritmos, letras y coreografías de una riqueza tan grande como variada. Con frecuencia, la parcelación, la especialización, la incomunicación y a veces la intolerancia han aislado a los géneros entre sí. No faltan ni los adeptos ni los detractores de géneros como la ópera, el folklore, el jazz, la música militar, la música electrónica, el rock, el canato gregoriano, etc. Pero todos ellos forman parte del patrimonio musical de la humanidad. La música se ha desarrollado a lo largo de su historia y a lo ancho de nuestro planeta ofreciendo en ambos parámetros un sinfín de manifestaciones. El nacimiento de la notación musical supuso un paso transcendental para la propagación, reproducción y conservación de la música. Si se piensa que nos han llegado instrumentos con unos 80.000 años de antigüedad, y considerando lo relativamente reciente de la documentación gráfica, podemos valorar el inmenso repertorio que jamás nadie podrá volver a cantar, tañer o escuchar. Como se ha anticipado, y se verá en el apartado correspondiente, la música está íntimamente interrelacionada con la historia y con las demás artes. El nacimiento de una obra musical es indisociable de las circunstancias que la rodean (encargos, destinatarios, motivaciones, contexto artístico, etc.). La toma de conciencia de que las artes forman parte de ese capital intelectual y humano que llamamos “patrimonio” es de vital importancia para preservar su valor. En 1954 y a raíz de las destrucciones de bienes culturales provocados por la Segunda Guerra Mundial, la UNESCO aprobó la Convención de La Haya para la Protección de Bienes Culturales en caso de conflicto armado.

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En la Conferencia Mundial de 1982, celebrada en México, se acordó la siguiente definición: El patrimonio cultural de un pueblo incluye las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las obras de artistas anónimos, expresiones del alma popular, y el conjunto de valores que dan sentido a la vida. Incluye tanto las obras materiales como las inmateriales a través de las que se expresa la creatividad de ese pueblo: lenguas, ritos, creencias, lugares y monumentos históricos, literatura, obras de arte, archivos y bibliotecas. De nuevo, la UNESCO, esta vez en el año 2003, aprobó en París la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. La musicóloga María Gembero Urtárroz aporta dos ideas prácticas (74): -El Patrimonio cultural es percibido como un conjunto de bienes, como algo valioso y, por lo tanto, susceptible de ser protegido, conservado y difundido […]. -El Patrimonio cultural se considera la expresión de una sociedad, a la que contribuye a identificar y diferenciar respecto de otros colectivos […]. 2.1. El patrimonio musical español Entre las riquezas del país, no cabe duda que el patrimonio musical constituye un capítulo variado y abundante. La existencia de 17 comunidades Autónomas es un exponente de su diversidad. El folklore regional con sus instrumentos, danzas y atuendos, habla por sí mismo. Por su parte, los distintos gobiernos autonómicos se afanan con razón en destacar las cualidades de sus propias culturas y manifestaciones musicales. Los archivos de toda índole, tradicionalmente abandonados, cuando no expoliados, conocen una nueva época, bajo la supervisión de personal formado para ello. Se han creado museos, bibliotecas, centros de documentación, etc. con unas crecientes facilidades

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de acceso, de las que destacaremos internet como útil indispensable. Los poderes públicos y privados se implican cada vez más en su financiación y sostenimiento. La complejidad del marco legal que enmarca a nuestro patrimonio musical se establece a cinco niveles: -Organismos internacionales (ONU Y UNESCO). -Unión Europea -Gobierno central español -Comunidades Autónomas -Diputaciones -Ayuntamientos Las principales entidades encargadas del patrimonio musical español son: -Biblioteca Nacional de España. -Centro de Documentación de Música y Danza, dependiente del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música, a su vez dependiente del Ministerio de Cultura. -Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU). -Asociación Española de Documentación Musical (AEDOM). -Centro de Documentación y Archivo de la SGAE (CEDOA). Hay que añadir diversas iniciativas privadas, tales como la Biblioteca de Música Española Contemporánea de la Fundación Juan March, la Fundación Isaac Albéniz, el Archivo Joaquín Turina, Archivo Manuel de Falla, etc. así como entidades de ámbito autonómico, como:

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-Sección de Música de la Institución “Fernando el Católico” (Comunidad Autónoma de Aragón) -Centro de Documentación Musical de Andalucía. -Archivo de Música de Asturias. -Archivo de Música del Museo Canario. -Centro de Documentación Musical de Cantabria. -Fundación Las Edades del Hombre (Castilla y León). -Institución “Milá i Fontanals” (Comunidad Autónoma Catalana), dependiente del CSIC. -Instituto de Musicología “Josep Ricart i Matas” (Comunidad Autónoma Catalana). -Biblioteca de Catalunya -Instituto de Música Religiosa de la Diputación de Cuenca. -ERESBIL (Comunidad Autónoma Vasca). -Fundación Xavier de Salas. -Instituto Galego das Artes Escénicas e Musicais (IGAEM) -Centro de Recerca i Documentació Histórico-Musical de Mallorca -Instituto Valenciano de Artes Escénicas, Cinematografía y Música -Instituto Valenciano de la Música (IVAM) -Instituto Etnográfico Joaquín Díaz (Valladolid)

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Capítulo aparate merece la riqueza musical de la Iglesia Católica, cuya labor de mecenazgo y custodia ha permitido la transmisión de un singular legado. Las distintas políticas de conservación de este patrimonio le han concedido una atención especial. Así, el Instituto del Patrimonio Histórico Español (IPHE) ha desarrollado el Plan Nacional de Catedrales (1997). Una falange de ilustres musicólogos eclesiásticos ha trabajado con entusiasmo en el estudio del repertorio religioso, publicando numerosos trabajos. El patrimonio musical español nos ha llegado a través de varias fuentes: a) Fuentes escritas: -Archivos civiles, municipales, regionales, generales, privados, etc. -Archivos religiosos, conservados en catedrales, colegiatas, monasterios y parroquias b) Fuentes orales: Se suelen estudiar a través del rico folklore español. Básicamente es un trabajo “de campo” que se refleja en la confección de cancioneros, con especial énfasis en los bailes y atuendos regionales. c) Fuentes iconográficas: son de muy diverso origen y datación histórica, desde representaciones plásticas, códices, tratados, hasta fotografías. d) Grabaciones de audio y vídeo: en sus diferentes soportes. e) Instrumentos: tanto “cultos” como populares y folklóricos. Se conservan principalmente en museos. En el caso del órgano, de gran raigambre en toda España, se encuentran casi siempre “in situ”. Por desgracia han sido a menudo víctimas de importantes degradaciones. 4. La relación de la música con las corrientes estéticas y con las demás artes. No es fácil dar una definición del arte pues admite distintos enfoques según la época, cultura y sociedad consideradas. El arte en sus diversas facetas podría definirse como 9

las distintas manifestaciones realizadas por el ser humano con una finalidad estética para comunicar emociones a través de recursos plásticos, lingüísticos, sonoros y/o mixtos. En sus orígenes, debió desempeñar una función ritual, mágica y religiosa a la que paulatinamente se unieron funciones ornamentales y, ya en el siglo XX, sociales, pedagógicas, etc. Durante la prehistoria aparecen las primeras manifestaciones actualmente consideradas como artísticas, unidas posiblemente a conceptos de tipo espiritual y ritual. De la existencia de la música hablan los restos óseos de instrumentos conservados, que dejan suponer la existencia de muchos otros sin registros arqueológicos por haber sido construidos en materiales más perecederos. Lógicamente, el canto debió ser anterior a los instrumentos y no es aventurado pensar que nació con el lenguaje. Con toda probabilidad la música estaba asociada a la danza. No hay unanimidad acerca de la función de la pintura rupestre en todas sus variedades (grabados, petroglifos, esculturas, etc.) y a lo largo de unos 400.000 años. Tampoco se pueden establecer generalizaciones sobre su significado ya que abarcan una gran extensión geográfica y cronológica. La presencia de representaciones de figuras danzantes testimonia una asociación entre la danza y la música, además de la propia pintura. En todos los casos, y tal como sucederá en las culturas antiguas del Medio Oriente, los objetos que actualmente calificamos como obras de arte no tenían tal significado. Los objetos domésticos tenían un valor únicamente utilitario, en tanto que los bajo-relieves, pinturas, estatuas y monumentos cumplían una función política y religiosa. Los testimonios de la música en estas culturas nos han sido transmitidos a través de la iconografía y de los textos, que demuestran la consideración de que gozaban los músicos. Nos han llegado muy pocos datos de tipo práctico sobre la música en la Antigüedad. El concepto de música admite igualmente multitud de definiciones, con frecuencia vinculadas a las diferentes estéticas y culturas. Así encontramos desde la que propuso Jacques Rousseau: “La música es la ciencia de los sonidos, en tanto que son capaces de

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afectar agradablemente al oído”; hasta la consabida “La música es el arte del bien combinar los sonidos en el tiempo”, pasando por la de Debussy: Un total de fuerzas dispersas expresadas en un proceso sonoro que incluye: el instrumento, el instrumentista, el creador y su obra, un medio propagador y un sistema receptor”. En la cultura clásica griega, la música alcanzó gran importancia. Muestra de ello es la competición musical que se celebraba todos los años en Atenas, las canciones que acompañaban a las representaciones teatrales y los frecuentes festivales en honor al dios Dionisos. Los dramas, tragedias y comedias combinan la literatura, la danza, la música y la poesía. Por su parte Roma, heredera de la cultura helénica, cultivó la música, por sí sola o vinculada al teatro. En ambas culturas, florecieron especialmente la escultura y la arquitectura, aparte de la literatura y el teatro. La Edad Media en Europa se extiende a lo largo de un milenio, entre los siglos V y XV. En una primera fase encontramos el arte paleocristiano, heredado de Roma; el arte bizantino, con centro en Constantinopla; el arte islámico (Oriente próximo, África del Norte y España); el arte prerrománico. En una segunda fase se desarrollan el románico y el gótico. La música medieval transmite la teoría con el sistema modal del mundo clásico. En el ámbito sacro se desarrolla principalmente el canto gregoriano (promovido por el papa Gregorio I el Magno en el siglo VII), aparte de diversas liturgias más focalizadas, como el canto mozárabe hispano, la liturgia milanesa, la galicana, la céltica, la bizantina, etc. Este patrimonio se recoge en códices. Mención especial merecen las Cantigas de Alfonso X el Sabio, cuya música notada se acompaña de miniaturas de gran interés iconográfico.

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Es de lamentar que la música profana se haya perdido en su mayoría, por haber sido de compositores poetas, intérpretes de sus propias obras. Los textos estaban en lenguas y dialectos autóctonos y versan sobre el amor, la guerra y la naturaleza. Los juglares eran músicos ambulantes—pero también titiriteros, equilibristas, lanzadores de cuchillos, etc.- cuya temática tendía hacia lo obsceno. A partir del siglo IX se inicia una incipiente polifonía que, a través del Ars Antiqua y el Ars Nova, culminará posteriormente en el renacimiento y barroco. El Renacimiento fue un importante movimiento cultural y social que se dio en Europa occidental a partir de Italia. Basado en las ideas humanistas, retomó (de ahí su nombre) conceptos de las culturas clásicas griega y romana. Estableciendo una ruptura con la tradición medieval, considerada bárbara, se extendió a través de las artes, la ciencia, la filosofía y la política. La invención de la imprenta dio un impulso decisivo a la transmisión de la cultura. Florecieron extraordinariamente la arquitectura, la pintura, la escultura y la música. No parece oportuno extenderse aquí en enumeraciones de nombres, monumentos y obras de sobra conocidos. En la música renacentista, se acercan las estéticas profana y religiosa en un lenguaje esencialmente polifónico, con especial énfasis en el contrapunto. La música sacra sigue siendo impulsada por la iglesia católica, su principal mecenas, y por la liturgia de las iglesias protestantes, nacidas de la Reforma. El músico adquiere una mayor importancia social y se proliferan los puestos de maestro de capilla de catedrales e iglesias. A su vez la nobleza se convierte en mecenas de músicos, pintores y escultores. Una estética nueva surge con el barroco, que produjo importantes obras den todos los campos artísticos de la Europa Occidental, a la vez que se extendió a las colonias de las potencias europeas. Es un periodo de profunda crisis económica, con un comercio estancado, plagas, epidemias de peste y numerosas guerras, a menudo de carácter religioso entre católicos y protestantes. Las ideas de la Ilustración imprimen nuevos

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conceptos filosóficos con importantes repercusiones políticas, la principal de las cuales fue la Revolución Francesa. No resulta fácil establecer correspondencias entre la música y las demás artes. El Dictionnaire de Trévoux (1771) define el barroco “en pintura, un cuadro o una figura de gusto barroco, donde las reglas y las proporciones no son respetadas y todo está representado siguiendo el capricho del artista”. A su vez, Francesco Milizia en su Dizionario delle belle arti del disegno (1797), nos dice que “barroco es el superlativo de bizarro, el exceso del ridículo”. Por su parte, en su Dictionnaire d´Architecture (1792), Antonie Chrysostome Quatremère de Quincy define lo barroco como “un matiz de lo extravagante”. Nos parece inadecuado hacer estéticamente extensivos estos conceptos al ámbito musical. Nuevamente no entraremos en enumeraciones de nombres y de obras de sobra conocidos. Señalaremos que, como ya sucedía en el Renacimiento, los músicos llevaban a cabo su actividad tanto al servicio del culto religioso como en las capillas y orquesta palaciegas de toda Europa. La ópera también conoce un periodo de esplendor, iniciado igualmente en el renacimiento. Los instrumentos se transforman al servicio de las formas musicales: sonata o sol, triosonata, concierto (para uno o más solistas), sinfonías (en su forma inicial), cantatas, motetes, oratorios, etc. El bajo continuo como instrumento de acompañamiento sin especificación de instrumento es una constante en ese periodo. La música aparece unida con la danza y la literatura (a través de los distintos libretos). A su vez la representación de instrumentos musicales y de músicos es habitual en la pintura y escultura. A finales del siglo XVIII aparece en Alemania y Reino Unido un movimiento que reacciona al racionalismo de los filósofos enciclopedistas, otorgando la prioridad a la expresión de los sentimientos y a la libertad, a la vez que se exaltan los valores de la naturaleza. El liberalismo, la conciencia de Yo, los valores nacionalistas y la búsqueda del subjetivismo son características típicamente románticas, plasmadas en la literatura, pintura y escultura. 13

La música no queda ajena a esta estética y ofrece a través de las obras un paralelismo que se plasma en obras que reflejan sentimientos, emociones y pasiones a través de la música de cámara, sinfónica, vocal y ópera. Se desarrolla la música “de programa” y los nacionalismos adquieren especial interés como fuente de inspiración. El mundo lírico asocia texto, música y escena, ensalzando figuras heroicas, y ofreciendo a su vez abundante y variada temática para las fantasías instrumentales. El interés por la arqueología trae consigo una fuente más de inspiración. La orquesta sinfónica se amplía considerablemente permitiendo una mayor riqueza de instrumentación, otorgando un cierto protagonismo a los instrumentos de viento. El fenómeno del concierto público, iniciada en el barroco, alcanza poco a poco a clases más populares. La construcción instrumental propicia la figura del virtuoso del que Paganini o Liszt serán ejemplos elocuentes. Con la progresiva aceleración del tiempo, el siglo XX ha acogido una enorme diversidad de corrientes estéticas en todos los ámbitos. Se inicia en Francia con el impresionismo, de la mano de la pintura. El abandono de la tonalidad y de las formas anteriores abre las puertas a nuevos lenguajes, coincidiendo con procesos similares en las demás ramas las puertas a nuevos lenguajes, coincidiendo con procesos similares en las demás ramas del arte. Florecen el dodecafonismo, el primitivismo, el futurismo, el microtonalismo, el neoclasicismo, la música concreta, la música aleatoria, el minimalismo y muchas otras tendencias. La electrónica se asocial a la música. El jazz brilla con luz propia. Surge un arte nuevo con una vigencia constantemente reafirmada: el cine, con sus implicaciones teatrales, y como no, musicales. La grabación sobre soportes tales como el disco de pizarra, de vinilo, cassette, minidisc, mp3 y CD ha permitido una “democratización” de las artes, en particular de la música y del cine. Finalmente, la irrupción de internet ha supuesto un antes y un después en la disponibilidad de la información y en la difusión del fenómeno artístico. En la actualidad, y por vez primera en la historia, cualquiera que tenga un ordenador puede acceder con la misma facilidad a una obra plástica, teatral, musical o literaria con la misma facilidad.

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Podemos a modo de conclusión decir que, de un modo general, se puede considerar que el arte obedece a una necesidad estética; y que, como arte que es, la música no ha evolucionado nunca deslindada de los demás. 5. Responsabilidad del docente en su valoración, preservación y transmisión a las actuales y a las futuras generaciones. El legado constituido por el patrimonio de una nación es único e irrepetible por su propia esencia. De ahí que se hayan creado organismos encargados de su conservación. Las entidades que identifican y clasifican determinados bienes como relevantes para la cultura de un pueblo, de una región o de toda la humanidad, velan también por la salvaguarda y la protección de esos bienes, de forma tal que sean preservados debidamente para las generaciones futuras y que puedan ser objeto de estudio y fuente de experiencias emocionales para todos aquellos que los usen, disfruten o visiten. La toma de conciencia de la importancia de estos extremos no solo es competencia de las autoridades, sino que debe ser transmitida a la ciudadanía que es en definitiva la propietaria del patrimonio de la nación y del mundo. La transmisión debe llevarse a cabo a través de la educación en todos sus ámbitos y niveles. Sobran por desgracia los ejemplos en que la desidia y el desprecio hacia los bienes culturales han llevado a degradaciones y/o pérdidas irreparables. Nuestro patrimonio ha sufrido expolios, incendios, guerras, etc., cuando no destrucciones sistemáticas sin otra motivación que el desprecio de la cultura. Por todo lo expuesto, el sistema educativo deberá fomentar a través de sus docentes la sensibilidad hacia nuestro patrimonio, enseñando a valorarlo, a respetarlo y a amarlo. El patrimonio cultural es de todos, pero también lo es de las generaciones venideras. En consecuencia, lo obligación de respetarlo y preservarlo va más allá de las aulas para constituir una obligación cívica personal y colectiva. El docente puede trabajar en diversas maneras para despertar y desarrollar esta actitud en sus alumnos:

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-Visita a museos y monumentos. -Visita a bibliotecas o charlas en la clase a cargo de los bibliotecarios. -Redacción de trabajos que valoricen el patrimonio de su ciudad, provincia, comunidad autónoma, nación española y de la humanidad. El instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE), a través de su web, es una valiosa fuente de información que también proporciona ideas motivadoras. A un nivel personal y familiar, se le pueden sugerir varias ideas, tales como: -Iniciación a la catalogación con la biblioteca personal del alumno. -Digitalización y catalogación de documentos familiares suyos o de lo que pueda recopilar de sus padres, abuelos, etc., (fotos, grabaciones, recuerdos gráficos y sonoros.) La instauración del Máster universitario en patrimonio musical es una prueba palpable de la importancia que reviste esta disciplina. Puede ser una opción profesional para cualquier músico. Se recogen sus detalles en el BOE de 22 de febrero de 2013: Resolución de 4 de febrero de 2013, de la Universidad Internacional de Andalucía, por la que se publica el plan de estudios de Máster de Patrimonio Musical (Máster conjunto de las Universidades de Granada e Internacional de Andalucía). CONCLUSIONES: Una nación sin cultura nunca será rica; la música es cultura y raíz humana de identidad cultural, por lo que queda demostrado que es imprescindible para el entendimiento de nuestro pasado y sobretodo para nuestra riqueza patrimonial. BIBLIOGRAFÍA:

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