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TEMA 63. LA LÍRICA EN EL GRUPO POÉTICO DEL 27 PEDRO SALINAS “Anoche se me ha perdido…” Anoche se me ha perdido en la ar

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TEMA 63. LA LÍRICA EN EL GRUPO POÉTICO DEL 27

PEDRO SALINAS “Anoche se me ha perdido…” Anoche se me ha perdido en la arena de la playa un recuerdo dorado, viejo y menudo como un granito de arena. ¡Paciencia! La noche es corta. Iré a buscarlo mañana… Pero tengo miedo de esos remolinos nocherniegos que se llevan en su grupa —¡Dios sabe adónde!— la arena menudita de la playa. Pedro Salinas De: “Presagios” – 1923

JORGE GUILLÉN Queda curvo el firmamento, Compacto azul, sobre el día. Es el redondeamiento Del esplendor: mediodía. Todo es cúpula. Reposa, Central sin querer, la rosa, A un sol en cenit sujeta. Y tanto se da el presente Que el pie caminante siente La integridad del planeta. Jorge Guillén. “Perfección". Cántico.

GERARDO DIEGO. Vanguardismo y fidelidad a los temas tradicionales. Lluvia Puente arriba puente abajo la lluvia está paseando Del río nacen mis alas y la luz es de los pájaros Nosotros estamos tristes Vosotros lo estáis también Cuándo vendrá la primavera a patinar sobre el andén El invierno pasa y pasa río abajo río arriba Le ha visto la molinera cruzar con la cabeza pensativa El árbol cierra su paraguas y de mi mano nace el frío Pájaros viejos y estrellas se equivocan de nido Cruza la lluvia a la otra orilla No he de maltratarla yo Ella acelera el molino y regula el reloj El sol saldrá al revés mañana y la lluvia vacía volará a refugiarse en la campana Manual de Espumas. Versos humanos. Madrid. Editorial Cátedra, 1995.

Colección Letras Hispánicas, núm. 245, p. 118.

FEDERICO GARCÍA LORCA. POETA EN NUEVA YORK ASESINATO (DOS VOCES DE MADRUGADA EN RIVER SIDE DRIVE)

¿Cómo fue? -Una grieta en la mejilla. ¡Eso es todo! Una uña que aprieta el tallo. Un alfiler que bucea hasta encontrar las raicillas del grito. Y el mar deja de moverse. - ¿Cómo, cómo fue? -Así. - ¡Déjame! ¿De esa manera? -Sí. El corazón salió solo. - ¡Ay, ay de mí!

VICENTE ALEIXANDRE. HISTORIA DEL CORAZÓN El niño raro Aquel niño tenía extrañas manías. Siempre jugábamos a que él era un general que fusilaba a todos sus prisioneros.

Recuerdo aquella vez que me echó al estanque porque jugábamos a que yo era un pez colorado.

Qué viva fantasía la de sus juegos.

Él era el lobo, el padre que pega, el león, el hombre de largo cuchillo.

Inventó el juego de los tranvías, y yo era el niño a quien pasaban por encima las ruedas.

Mucho tiempo después supimos que, detrás de unas tapias lejanas, miraba a todos con ojos extraños.

DÁMASO ALONSO. POEMAS PUROS. POEMILLAS DE LA CIUDAD. LOS CONTADORES DE ESTRELLAS Yo estoy cansado. Miro esta ciudad -una ciudad cualquieradonde ha veinte años vivo. Todo está igual. Un niño inútilmente cuenta las estrellas en el balcón vecino. Yo me pongo también… Pero él va más deprisa: no consigo alcanzarle: Una, dos, tres, cuatro, cinco… No consigo alcanzarle: Una, dos … tres … cuatro… cinco…

EMILIO PRADOS SUEÑO

Te llamé. Me llamaste. Brotamos como ríos. Alzáronse en el cielo los nombres confundidos. Te llamé. Me llamaste. Brotamos como ríos. Nuestros cuerpos quedaron frente a frente, vacíos. Te llamé. Me llamaste. Brotamos como ríos. Entre nuestros dos cuerpos, ¡qué inolvidable abismo!

LUIS CERNUDA. LA REALIDAD Y EL DESEO. VI ¿Dónde huir? Tibio vacío, ingrávida somnolencia retiene aquí mi presencia, todo moroso albedrío, en este salón tan frío, reino del tiempo tirano. ¿De qué nos sirvió el verano, oh ruiseñor en la nieve, si sólo un orbe tan breve ciñe al soñador en vano?

RAFAEL ALBERTI

SOBRE LOS ÁNGELES. RAFAEL ALBERTI El ángel de arena Seriamente, en tus ojos era la mar dos niños que me espiaban, temerosos de lazos y palabras duras. Dos niños de la noche, terribles, expulsados del cielo, cuya infancia era un robo de barcos y un crimen de soles y de lunas. Duérmete. Ciérralos. Vi que el mar verdadero era un muchacho que saltaba desnudo, invitándome a un plato de estrellas y a un reposo de algas. ¡Sí, sí! Ya mi vida iba a ser, ya lo era, litoral desprendido. Pero tú, despertando, me hundiste en tus ojos.

MANUEL ALTOLAGUIRRE

Islas invitadas Mi soledad llevo dentro, torre de ciegas ventanas. Cuando mis brazos extiendo, abro sus puertas de entrada y doy camino alfombrado al que quiera visitarla. Pintó el recuerdo los cuadros que decoran sus estancias. Allí mis pasadas dichas con mi pena de hoy contrastan. ¡Qué juntos los dos estábamos! ¿Quién el cuerpo? ¿Quién el alma? Nuestra separación última, ¡qué muerte fue tan amarga! Ahora dentro de mí llevo mi alta soledad delgada.