Tema 44

TEMA 44. LA PROSA MEDIEVAL. LA ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO. ALFONSO X EL SABIO Y DON JUAN MANUEL 1. Introducción 2

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TEMA 44. LA PROSA MEDIEVAL. LA ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO. ALFONSO X EL SABIO Y DON JUAN MANUEL

1. Introducción 2. LA PROSA EN LOS SIGLOS XIII, XIV Y XV 2.1. Obras didácticas 2.2. Traducciones 2.3. Las crónicas 2.4. Biografía 2.5. Libros de viajes 2.6. Libros de aventuras. Las primeras novelas. 3. ALFONSO X 3.1. Primeras traducciones del árabe. 3.2 Pensamiento político y literatura sapiencial 3.3 La formación de un modelo jurídico 3.4 Las “escuelas” alfonsíes: la transmisión del saber 3.5. La corte como sede imperial. 3.5. La corte como espacio de la ciencia: las compilaciones astrológicas. 3.6. La producción historiográfica 3.7 Juegos y caza en la corte 4. DON JUAN MANUEL 5. Conclusión 6. Bibliografía

1. Introducción Resulta necesario, entes de desarrollar el tema, hacer una breve mención a la consideración del concepto de prosa en la E.M. pues la evolución que sufre el concepto “prosa” a lo largo del siglo XIII está determinadas por los contextos culturales a cuyo servicio contribuye. La realidad textual depende de un contexto de producción y de recepción, las obras se escriben cuando alguien muy especial y poderoso la encarga, atendiendo a unas expectativas, propias o colectivas, que deben ser satisfechas. Un texto es, en el siglo XIII, un vehículo de ideas y contenidos que pueden dejar de resultar necesarios en un momento dado, por lo que deja de existir sin más, de ahí el ingente conjunto de obras literarias que se han perdido, cuando no han merecido ser vertidas a 1

la escritura. La historia de la prosa medieval comienza indudablemente con la Escuela de traductores de Toledo, continúa con Alfonso X y la cantidad ingente de obras que mandó compilar y finaliza en el último periodo medieval con Don Juan Manuel. Este período ha sido brillantemente estudiado, entre otros por Deyermon o Aurora Egido.

2. LA PROSA EN LOS SIGLOS XIII, XIV Y XV Aunque existía una gran tradición de prosa medieval hispano-latina desde Séneca hasta San Isidoro, incluyendo el Beato de Liébana, dentro de nuestras fronteras y hasta la Segunda mitad del siglo XIII España sobresale en el terreno de las traducciones del árabe y del hebreo. El fenómeno de las traducciones empieza en el siglo X, en el monasterio catalán de Ripoll, que forma junto a San Millán, Silos y Sahagún un centro cultural monástico de gran importancia, aunque las traducciones se vertían al latín, porque no parecía necesario hacerlo al romance. La reconquista de Toledo en el año 1085 aumenta esta actividad en el centro de la península, eclipsando a Cataluña. En este proceso resulta clave la figura de Raimundo, arzobispo de Toledo que organiza toda una escuela de traductores y convierte Toledo en uno de los puntos culturales más importantes en la Europa medieval, cuya función era incorporar al mundo cristiano occidental todo lo que los hebreos y musulmanes habían asimilado en Oriente y creado en España. De sus incansables plumas se traduce a se traduce a filósofos griegos como Aristóteles, que son las base del álgebra moderna, como Ptolomeo, por ejemplo. Dejando a un lado las traducciones, la opinión de que las obras en prosa romance de ciertas dimensiones no aparecieron antes del siglo XIII ha sido sometida a prueba por el descubrimiento de un texto supuestamente anterior, la Fazienda de Ultra Mar, una especie de guía de peregrinos a Tierra Santa que combina descripciones geográficas con traducciones parciales de relatos históricos del Antiguo Testamento y algunos materiales procedentes de la antigüedad clásica. Algunos datos lingüísticos e históricos parecen avalar que es la obra más antigua existente en prosa castellana. Sin embargo, el Fuero general de Navarra, compuesto hacia 1186 y aunque no tiene estructura de prosa narrativa, sino de anales, parece ser en realidad la obra más antigua. Y posee interés porque encontramos las primeras referencias al rey Artús, a Carlomagno y al héroe épico García. No obstante, la primera crónica general de importancia que se produce en Castilla es la Crónica Najerense, modelo para crónicas latinas posteriores y para los historiadores alfonsíes, y que abarca la historia universal en los tiempos bíblicos y clásicos de la península ibérica en el periodo visigótico. Junto con el Chronicon mundi del Tudense y la De rebus Hispaniae del Toledano, se traducen pronto al romance y se convierten en obras clave para la Estoria de España en castellano de Alfonso X. 2

El siglo XIII, por el contrario, conoce un amplio desarrollo de las traducciones de la Biblia, las colecciones de exempla y literatura gnómica, todas ellas parte de un movimiento general para ofrecer la educación cristiana al pueblo en su propia lengua: Las colecciones de exempla son de una gran importancia dentro del sermón popular. El uso de este tipo de leyendas de ilustración se remonta a las parábolas del Nuevo Testamento y a las figuras de la retórica clásica. Las sentientiae o dichos de hombres famosos, que comportaban sabiduría en forma condensada, fueron, a su vez, utilizadas a menudo en los sermones. Con estos dos instrumentos, los predicadores podían entretener a su auditorio mientras que lo edificaban, y también escudarse de la crítica mediante la apelación a la autoridad del pasado. Destaca entre estas obras la Disciplina clericalis. Sin embargo, las primeras colecciones castellanas de este carácter, entre las que cabe citar el Libro de los engaños e los asayamientos de la mugeres y el Calila e Digna, poseen muchos rasgos en común, porque constituyen traducciones al castellano de textos árabes que actuaban a su vez como intermediarios de originales provenientes de la India o Persia. Presentan estructurales y didácticos característicos en las colecciones de cuentos orientales y su objetivo es enseñar a los hombres a vivir virtuosamente, con prudencia, en el mundo que se le ofrece. En Fechas más tardías, dentro del mismo siglo nos encontramos con los Castigos e documentos para bien vivir ordenados por el rey don Sancho IV, con un argumento más tenue y que mezcla ejemplos de origen oriental con otros de la tradición medieval europeay El Libro de la vida de Barlaam y del rey Josapha de India, versión cristiana de la leyenda de Buda. También cabe destacar en esta época por su importancia las obras sapienciales. La mayoría de las obras gnómicas derivan directa o indirectamente del árabe y los textos hispánicos de esta índole suelen guardar estrechas relaciones unos con otros por las fuentes comunes o mediante influjo directo. El Libro de los buenos proverbios o el Libro de los doce sabios, el Bocados de oro, son una buena muestra de esta literatura. Dos obras se quedan en los umbrales mismos de estas clases de literatura ejemplar: la Historia de la donzella Teodor y el Lucidario. La primera demuestra una gran capacidad de adaptación a todo tipo de contextos y atraviesa siglos y fronteras hasta poder escucharse en el Brasil del siglo XX, a pesar de que deriva directamente o a través del latín de un cuento de Las mil y una noches que utiliza el método de impartir enseñanza mediante preguntas y respuestas; método empleado también en el Lucidario, donde un díscipulo inquiere acerca de asuntos teológicos y fenómenos naturales y recibe detalladas respuestas de su maestro. Pasado el siglo, los textos en prosa de los siglos XIV y XV nos han llegado en número mucho mayor que el de las obras consideradas anteriormente, circunstancia que obedece a una demanda más fuerte por parte del público que leía en un mayor número y gracias también a la 3

difusión del uso del papel y la construcción de las lentes. Estos factores se conjugaron con el entusiasmo de Alfonso X por la lengua romance, y la consecuencia fue que el estilo, la estructura y los géneros literarios se vieron afectados; por ello, la prosa literaria de los siglos XIV-XV presenta un propósito fuertemente literario, sobre todo dentro de las categorías de composiciones didácticas, crónicas y ficciones. Categorías que suelen solaparse y dentro de las cuales se dan importantes grupos subsidiarios, como la biografía, los libros de viajes y los tratados políticos.

2.1. Obras didácticas Si bien en este grupo incluiríamos la obra de Don Juan Manuel, la dejamos para el estudio final y mencionaremos otras de diversa temática. El siglo XV nos ha legado un buen número de obras didácticas en latín y en romance. Unas ofrecen una pauta espiritual, otras reflexionan sobre la mujer y otras enseñan a vivir con prudencia en el mundo y otras reflexionan sobre el lenguaje. Dentro de las obras que reflexionan sobre la mujer destacamos el Corbacho que Alfonso Martínez compuso en 1438, aunque con forma de sermón, estaban concebidas para la lectura privada. Su obra constituye un tratado contra el pecado de la lujuria y se sirve de recursos técnicos del sermón popular para lograr su objetivo. Es un ataque no sólo dirigido a las mujeres lascivas, sino contra los hombres lujuriosos. Dentro de esta temática podemos incluir también la Repetición de amores que Luis de Lucena escribió hacia 1497, pues, aunque la amargura misógina que se echa en falta en el Corbacho se da con frecuencia en esta obra. Incluimos también en este grupo Tractado cómo al omne es nescesario amar, de Alfonso de Madrigal, que versa sobre lo inevitable del amor sexual y de sus desastrosos. A finales de la década de los treinta, Alfonso de la Torre compuso su Visión deleitable, especie de compendio del saber enciclopédico medieval dentro de un encuadramiento alegórico, que revisa las siete artes liberales y los estudios más elevados de la filosofía natural, ética y teología. El más interesante grupo de obras misceláneas en prosa lo constituyen las que tratan del lenguaje. En la última década del siglo se publican dos obras de excepcional importancia, el Universal vocabulario en latín y romance de Alfonso de Palencia (1490) y la Gramática de la lengua castellana de Antonio de Nebrija, en 1492. La influencia humanística italiana domina en Nebrija, cosa nada extraña si tenemos en cuenta que numerosos humanistas italianos desplegaban su actividad en España desde que a mediados de siglo la corte napolitana de Alfonso V el Magnánimo de Aragón atrajo a las principales figuras del movimiento en Italia.

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2.2. Traducciones En cuanto a las traducciones, el público español tuvo a su alcance durante los siglos XIV y XV un creciente número. Esta categoría es meramente artificial porque muchos de los libros consisten en resúmenes, ampliaciones o adaptaciones de obras extranjeras, o bien incorporan traducciones parciales a su propia estructura, aunque es cierto que sí existen obras que de dar cuenta exacta de un original, como sucede con los productos de la escuela de Toledo.

2.3. Las crónicas Si en el siglo XIV existe una tendencia más conservadora a reproducir y casi copiar en el siglo XV, en cambio, se dan ya textos más detallados y enérgicos que las obras que quedan dentro de la tradición alfonsí. El factor decisivo parece haberlo constituido la utilización por parte de los historiadores de las técnicas de representación al vivo, que se habían gestado en las obras de ficción y en aquellas que se basaban en los sermones. Así, por ejemplo, la Crónica sarracina de Pedro del Corral, no es sino un libro de aventuras seudohistórico enmarcado dentro de una crónica. Los reinados de Enrique IV y los RR.CC. cuentan con abundantes crónicas, de estilo brillante y gran habilidad histórica. El mayor historiador peninsular es el portugués Fernao Lopes, que sobresale por su técnica narrativa y su método histórico.

2.4. Biografía Dentro del género biográfico se dan tres tipos principales: la biografía de un solo personaje, la colección de retratos agrupados y, mucho más raramente, la memoria autobiográfica. En el primer caso cabe citar la Historia Roderici, acerca de la vida del Cid. También Victorial o Crónica de don Pero Niño, conde de Buelna, a cargo de su protegido, Gutierre Díez de Games, que valora positivamente al personaje, pero sin caer en la adulación. Entre las colecciones de bosquejos biográficos destacan las Generaciones y semblanzas de Fernán Pérez de Guzmán con una interesante discusión de índole teórica acerca de la historia y los deberes del historiador.

2.5. Libros de viajes Los libros de viajes, por su parte, son un grupo de obras narradas en primera persona y que se basan generalmente en la experiencia personal. El más antiguo en España es el Libro del conoscimiento de todos los reinos e tierras e señoríos que son por el mundo. Además, la Embajada a Tamorlán de Ruy González de Clavijo, obra muy diferente. Cabe señalar que el público reclamaba este tipo de obras y de ahí las traducciones de Marco Polo de su viaje a la China y el libro curioso y lleno de fantasía que se atribuye a sir John Mandeville. 5

2.6. Libros de aventuras. Las primeras novelas. En los siglos XIV y XV aparecen también los primeros libros de aventuras. Los libros del ciclo artúrico fueron leídos o escuchados en toda Europa durante los siglos que cierran la Edad Media; se tradujeron, ampliaron y abreviaron, también se combinaron unos con otros, dándoles nuevas orientaciones y asimilando personajes y motivos que originariamente nada tenían que ver con la leyenda del rey Artús y de sus caballeros. Tales narraciones llegaron a España gracias al ciclo llamado la Post-Vulgata, que hoy es conocido con la designación de Roman du Graal, que tienes aspectos en común con la Vulgata, pero también rasgos sustancialmente distintos. En general, los libros artúricos hispánicos pertenecen, al parecer, a un periodo de muy a comienzos del siglo XIV, o aun anterior. Por el mismo tiempo tuvo lugar la creación de la primera narración autóctona española de este tipo. Se trata del Libro del cavallero Zifar, compuesto hacia 1300, obra probablemente de Ferrán Martínez, clérigo de Toledo y que bebe de la tradición árabe y épica. A causa de infortunios inmerecidos, Zifar debe abandona su país nativo para viajar con su mujer e hijos. Otras desdichas posteriores causan la separación familiar, pero al final, la virtud, la piedad y el sentido común los vuelven a unir en gran prosperidad, pues Zifar llega a ser rey de Mentón. La obra incluye elementos como los exempla y episodios sobrenaturales, también presenta una unidad estructural trabada, por tanto, se sueldan en la ficción, por lo tanto, la función de entretener propia del libro de aventuras con el objetivo didáctico de la literatura sapiencial y los exempla. El Amadís de Gaula, sin embargo, será el más famoso de los libros de aventuras caballerescas; se imprimió en 1508. Se trata de una refundición llevada a cabo por Garci Rodríguez de Montalvo, pero ya encontramos referencias al Amadís desde mediados del XIV. Además de la trama amorosa, el libro contiene episodios bélicos, mágicos, un relato de la vida miserable del personaje en la Peña Pobre cuando pierde el amor de Oriana, el episodio maravilloso en la Ínsula Firme y un desenlace feliz. En cuanto a la estructura, cabe decir que los episodios carecen a menudo de nexo explícito y los personajes menores tienden a aparecer y desaparecer. Hay una cierta tendencia a la geminación de episodios y personajes, y la estructura se refuerza con un sistema de referencias a episodios pasados y futuros, debido posiblemente a la tradición historiográfica, de la cual provienen algunos rasgos estilísticos, mientras que otros son de origen épico. Contiene muchos fragmentos moralizadores, la mayoría de ellos debido a Montalvo, que inculca la religión, la moralidad sexual y la teoría política en los lectores por medio de comentarios sobre los episodios. En sus rasgos esenciales constituye, pues, la obra, una leyenda artúrica transpuesta a un nuevo entorno: la geografía, muchos de los nombres de personajes, muchos de los motivos y de las secuencias de episodios revelan reminiscencias tan

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fuertes de los libros de aventuras artúricas, constituyendo la contribución más original que España hiciera a este tipo de literatura. Los libros de aventuras sentimentales son mucho más cortos que los de caballería; conceden poca amplitud a la acción externa, pero concentran toda su fuerza en el análisis emocional; al igual que otros libros de aventuras, abstraen sus personajes del mundo real y los ubican en un entorno refinado convencional. El desenlace de estas obras es desdichado, ya que se da una frustración desesperante o la consumación de un amor que desencadena la catástrofe. Algunas de estas ficciones se sirven del debate (Grisel y Mirabella), la alegoría (Cárcel de amor) y el intercambio de cartas (Arnalte y Lucenda). Cárcel de amor (1492) de Diego de San Pedro destaca frente a las obras obras porque el autor es personaje, ya no sólo testigo a quien se le cuenta la historia., además presenta un mayor dominio de la estructura y una mayor concentración de elementos esenciales.

3. ALFONSO X Tras un panorama general, nos centramos más detenidamente en los dos autores de referencia.

3.1. Primeras traducciones del árabe. Aunque empieza a reinar el 1 de junio de 1252, a los 30 años, manifestó tempranamente un criterio propio que quedo manifestado en la prosa. Esto es, los orígenes de la ficción en prosa deben ligarse a la construcción de las líneas de comportamiento que convienen a unos determinados marcos sociales, pues la Castilla de mediados del XIII requiere traducciones de obras como el Calila o Sendebar para asimilar dos ideas claves en la formación del pensamiento cortesano. El Calila es la primera colección de cuentos orientales traducida al castellano, en un momento clave para la formación del pensamiento literario peninsular y para la construcción del discurso prosístico. Alfonso aspira a convertir en adecuado medio de transmisión del saber para organizar el espacio político e ideológico de la corte, pero también la obra, que puede concebirse también como un “regimiento de príncipes”, se organiza dialógicamente, según un esquema pregunta/respuesta entre un rey y un filósofo, que permite el despliegue de unidades narrativas, los “exemplos”. Hay que tener presente que el rey nunca expone problemas surgidos en su gobierno, sino que se limita a plantear cuestiones de orden abstracto, de las que habrán de desprenderse unas enseñanzas generales, aplicables ya a situaciones concretas. Cabe decir, por último, que se trata de una obra que se traduce para ser oída, lo que implica un feliz aprovechamiento de los recursos de oralidad.

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En cuanto al Sendebar, también hace uso de una serie de relatos para defender códigos ideológicos y demostrar pautas de comportamiento, aunque existen dos ramas diferentes de transmisión del texto, una rama occidental, más arcaica, que utiliza a un solo sabio instructor, ese Sendebar, y la rama occidental, de fuerte impronta hebrea, donde aparecen siete sabios instruyendo al infante.

3.2 Pensamiento político y literatura sapiencial Por otro lado, las primeras líneas de política internacional que promueve Alfonso X resultan desastrosas, pues no consigue el Algarve portugués, se empeña en reclamar Gascuña y fracasa en su intento de anexionar Navarra, por lo que muy pronto el rey tiene que hacer frente al descontento interno que causan sus empresas y que se materializa en una sublevación nobiliaria, motivo por el cual el monarca promueve una obra propagandística y se interesa por unos tratados sapienciales que le ayuden a afirmar su posición en el entramado cortesano que está construyendo. Entre ellos se encuentra el Libro de los doze sabios, una producción de compleja estructura, muy poco estudiada por la crítica, que se alza como una obra fundamental de propaganda política, promovida por Alfonso, en un intento de reforzar su poder tras los sucesos de 1255. Flores de filosofía, en cambio, es la obra clave de la literatura sapiencial, la pieza maestra que permite comprender las relaciones que mantienen entre sí un conjunto de textos de la misma naturaleza (Bocados de oro, Libro de los treinta y cuatro sabios,Castigos del rey de Mentón...) y uno de los más antiguos libros de sabiduría, mitad del siglo XIII. Desde el prólogo se potencia la visión generalizadora de su aplicación, puede aprovecharse de sus consejos quien así lo quiera, pues es un libro sapiencial concebido para un público amplio, no estrictamente regio. Tan importante es el saber que es el único dominio desde el que se puede juzgar el comportamiento de los reyes, porque la sabiduría lleva implícita la búsqueda de Dios, lo que constituiría el segundo núcleo ideológico de la obra.

3.3 La formación de un modelo jurídico El paso de los breves fueros a las grandes compilaciones de leyes refleja el afianzamiento de la corte como institución política, dotada de un pensamiento propio del que emergerán complicadas estructuras jurídicas, con la pretensión de difundir la imagen del monarca y la nobleza de su saber. Alfonso X mandó construir un entramado legislativo que le permitiera gobernar con autoridad y mantener el control la nobleza. Alfonso es el primer monarca en construir, conscientemente, un pensamiento jurídico para posibilitar el desarrollo de esa ideología cultural de la que ha de depender la significación política de su modelo de corte. 8

El Fuero Real es la mejor demostración de esas intenciones. Un rey asume la función de legislar, de crear un código unitario que acabara con el laberinto de fueros y de promulgaciones que entorpecían la labor tanto de impartir justicia como de recabar el apoyo del derecho para la correcta organización y definición de los organismos del reino. Con todo, en el Fuero Real se encuentra ya la estructura de los proyectos legislativos posteriores, y consta de cuatro libros, donde se definen los órganos legislativos y curiales, se ofrecen nociones de derecho procesal, de derecho matrimonial y testamental, así como también de derecho penal. En suma, este Fuero articula la primera muestra de regalismo legislativo de la literatura jurídica medieval. El Setenario, por su parte, dibuja una de las vías más seguras de acercamiento a la plural y contradictoria obra prosística que suele acogerse bajo el nombre de Alfonso X. Su importancia reside en que es un proyecto de organización social que se explica por medio de una sostenida explicación estilística que demuestre lo que han venido repitiendo los tratados sapienciales de mediados de la centuria: la palabra del rey es portadora de la verdad, de la justicia y del poder.

3.4 Las “escuelas” alfonsíes: la transmisión del saber Alfonso alienta el centro traductor que existía en Toledo desde la época de don Raimundo, aprovechando el conjunto de textos de astrología que en esta ciudad se había producido ya y en este ambiente ordena la composición del Lapidario que es, sobre todo, un tratado de astrología, una obra que pretende describir las virtudes y propiedades de las piedras en función de las influencias que signos, conjunciones y planetas ejercen sobre ellas. Se trata de una obra concebida como una orientación didáctica que exige reflexiones sobre la organización textual, a fin de encauzarse en una serie de consejos generales que se formulan para poder utilizar el libro. Otra de ellas es Libro de los judizios de las estrellas. Una obra de filosofía natural que refleja el empeño del rey por definir un orden de conocimiento que fuera, a la vez, ámbito de realización humana y soporte de ideas que permitiera contemplar la labor de Dios y que se organiza bajo la preocupación por asentar un nuevo orden basado en los saberes del cuadrivium.

3.5. La corte como sede imperial. Las profundas transformaciones que sufren los libros de leyes sólo pueden entenderse desde el cambio de perspectiva pues Alfonso trata de ofrecer una imagen de rey diplomático. En este contexto surgen las Siete Partidas, un corpus de leyes jalonado de desilusiones e inconvenientes, que Alfonso debe enfrentar para cumplir su proyecto imperial. Aunque no obtuvo el resultado esperado, si consiguió darle una perfección final de la que pudieron aprovecharse sus sucesores y buena parte de la producción literaria que esos monarcas 9

inspiraron, pues las tres primeras Partidas se formulan para reivindicar los derechos de la Iglesia y la aristocracia, que recuperan los privilegios de los que antes disfrutaban, mientras el resto de la obra se consagra a la parte meramente jurídica, con tratados de todo tipo (matrimoniales, vasallásticas, de amistad) siempre desde una intencionalidad religiosa, no hay que olvidarlo.

3.5.1. La corte como espacio de la ciencia: las compilaciones astrológicas. La década de 1270 es la más fértil en la producción de tratados astrológicos, sin embargo, de las recopilaciones científicas que Alfonso X ordena, el Libro de las formas e imágenes, el Picatriz las Tablas alfonsíes y el Libro del saber de astrología, este último es el único que ha sobrevivido y que ha podido transmitir íntegramente su contenido original. En el se manifiesta la preocupación del rey por trasmitir los saberes de la antigüedad y salvar del olvido todo el material científico por ello de los 16 tratados técnicos, solo el primero posee una dimensión descriptiva, mientras que los otros se dedican a reunir instrucciones para construir aparatos de observación estelar y favorecer la medición y los cálculos astronómicos.

3.6. La producción historiográfica En cuanto a la producción historiográfica destacar que su obra responde a la obsesión por buscar en el pasado las razones que justifiquen sus decisiones políticas del presente. En esta pretensión elabora la Estoria de España, en la que trabajarán varios equipos de “auctores” para crear dos compilaciones: la particular de los hechos relativos a los pueblos peninsulares y la general del mundo. No obstante, nunca se terminó, en buena medida por la especial importancia que el rey concedía a la historia y al papel que el monarca debía desempeñar dentro de ella. La General estoria, sin embargo, es la gran obra de Alfonso X pues no hay obra en toda la Edad Media que pueda comparársele, ni texto que refleje mejor el proyecto político y cultural de Alfonso X. Se trata de una historia universal que desciende directamente de los Cánones de Eusebio de Cesarea y de su amplificación por san Jerónimo. Se proponía abarcar desde los orígenes del mundo hasta el momento de su reinado, utilizando la Biblia como soporte historiográfico; sin embargo, trasvasa el contenido religioso a normas de tipo social o didáctico, a través de razones, sentencias, castigos, exemplos, que se alternan con relatos de la gentilidad, de ahí que aparezcan autores como Ovidio, Lucano o Estacio o, incluso, un cierto número de pasajes que en su conjunto son versiones hispánicas de leyendas clásicas, como el sitio de Troya, la vida de Alejandro y la trágica rencilla familiar de Tebas, demostrando, una vez más el interés por la cultura clásica y profana.

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3.7 Juegos y caza en la corte La ingente producción de Alfonso X se completa con los libros de juegos y de corte como los Libros de acedrex, dados e tablas, el Libro de acedrex, el Libro de las animalias que caçan o El Libro de fecho de los cavallos marcados, como era de esperar por el fuerte carácter doctrinal.

4. DON JUAN MANUEL Este carácter se manifiesta obviamente en otra de las figuras clave de la prosa medieval. Don Juan Manuel. De hecho, las distintas formas con que el discurso de la prosa se desarrolla a lo largo del XIII encuentran un último destinatario en don Juan Manuel, nieto de Fernando III, hijo del infante don Manuel, sobrino de Alfonso X, primo de Sancho IV, tutor de Alfonso XI y padre de la que pudo ser reina de Castilla. Toda su producción literaria es consecuencia directa de sus relaciones familiares y debe encuadrarse en los ambientes culturales que la propician, es decir, en los contextos cortesanos y guiado por sus obligaciones estamentales. Así, convirtió su vida en materia literaria para poder conseguir todo aquello que se le negó y poder ser lo que su linaje le exigía, pues su vida se vio envuelta en casi todos los conflictos que se abaten sobre el reino. Don Juan Manuel discurre, en principio, por los cauces genéricos que su tío había dispuesto en la conformación de la prosa literaria. Primero, la historia, verdadero ámbito de enseñanzas, políticas y estéticas. Después, las disposiciones jurídicas, aunque sean sólo las relativas al grupo social del que él se siente cabeza visible y pensante: la caballería. Por último, la actividad de la caza, regulada en uno de los más personales tratados escritos en la Edad Media. De hecho, se sabe continuador de un proyecto de organización social, configurado por su abuelo y su tío, proponiendo un modelo de enseñanza caballeresca en su perdido Libro de la caballería y también en el Libro del cavallero et del escudero. Sin embargo, tanto uno como otro se han perdido y solo se conservan en parte. El segundo se parte de un tópico en la enseñanza de la materia caballeresca y debió tomarla prestada del Libre del ordre de cavalyeria de R. Llull. Un buen rey ha convocado cortes y es tanto el bien que causa a propios y extraños y tal su mantenimiento de la tierra que todos desean acudir a su lado, sin que nadie se atreva a alzarse contra él. La alegoría que refleja la débil trama argumental parece clara: en una primera etapa, el hombre ha de asumir las ideas necesarias para conocer el mundo y adquirir en él su identidad estamental; después, deberá aprender las verdades necesarias que le permitan mantener ese estado y asegurar la perfección humana, accediendo de ese modo a la salvación de su alma. Una obra en la que ya se aprecian rasgos de la que será su obra fundamental El libro del conde Lucanor, que junto con el Libro de los estados son las obras que mejor absorben su pensamiento y su existencia.

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En cuanto al Libro de los estados, este refleja de forma muy directa los desórdenes morales y políticos en que el autor se ve envuelto, por eso, no resulta descabellado pensar que el Libro de los estados, más que perdido, pudiera quedar inacabado, a causa de los comprometidos acontecimientos que se le vinieron encima. Se compuso entre 1327 y 1332 y en él vertió don Juan sus peores amarguras y aislados consuelos. Recrea la situación que le hubiera gustado vivir a él, protector y guía de otro infante que le engañó y lo deshonró como rey. La carrera que conduce al hombre a Dios requiere el cumplimiento de los deberes de cada estado o grupo social en el que se ha nacido y que no se puede modificar. Determinar el modelo estructural de esta obra implica enfrentarse a dos problemas prácticamente irresolubles: la heterogeneidad de materiales compositivos y el asunto de la capitulación legada por la transmisión manuscrita del libro, totalmente arbitraria, tal vez llevada a cabo por un copista que no entendía bien el contenido de la obra y que capituló a su libre albedrío. Lo único que parece cierto es que el autor dividió su obra en dos libros, sobre la marcha, parecen ser los mismos personajes los que determinan el sistema organizativo más adecuado. El libro sugiere, pues, la imagen estructural que necesita para existir y este cometido lo cumplen los personajes. La misma ideología se desprende del Libro del conde Lucanor, compuesto hacia las mismas fechas, en 1335. Es su obra más conocida y la que mejor cifra su pensamiento social y sus habilidades como escritor. Durante el proceso de composición del texto vuelve a hallarse envuelto en diversas intrigas políticas. Son años de tensión que se vierten en los personajes del libro, no para recrearse en la circunstancialidad biográfica, sino para justificarla y superarla. La última significación que se ha de desprender es nuevamente religiosa: la referida al negocio de la salvación del alma. Debió de gozar la obra de un gran éxito, pues nos han llegado cinco manuscritos, de los siglos XV y XVI, bastante divergentes entre sí. Si en su anterior producción escrita don Juan solía improvisar la estructura de sus obras, involucrándose en el universo propio de la ficción y analizando sus necesidades, con el tiempo va perfeccionando este sistema compositivo. En el Libro del conde Lucanor logra distanciarse de la ficción que protagoniza, a la vez que entrega todo su pensamiento y su realidad. Ya no hay referencias autobiográficas explícitas, pero sí una presencia constante en las circunstancias de que da cuenta la obra. La realidad política y social de autor se transmuta en un hecho literario con autonomía artística. Seguramente, fue el primer libro que compuso don Juan con plena conciencia artística: de ahí las reflexiones vertidas en los prólogos sobre las necesidades de que el estilo del autor permanezca inalterable.

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La obra combina tres estructuras, la primera es la general de la obra, que transmite el pensamiento religioso del autor; la segunda es la de cada libro, donde don Juan vuelca sus preocupaciones sociales (Libro de los exemplos), filosófico-morales (Libro de los proverbios) y religiosas (último tratado); la tercera es la de cada “exemplo” que, como estructura narrativa, tendrá la función de convertir en esquemas argumentales las tensiones políticas, padecidas por el autor. Todo ello sin olvidar que la obra constituye una sola unidad y que los tres planos citados deben alcanzar su verdadera significación en el libro V o epílogo que es la culminación de todo el sistema de aprendizaje y conocimiento expuesto en las secciones anteriores. Se verifican en una sola unidad los planos del mundo y de Dios, cuya contradicción ha sido explorada en los “exemplos” y superada en los “proverbios” y se entremezcla en este epílogo un tratado doctrinal sobre las condiciones en que se debe guardar el alma, seguido de un discurso que desprecia los bienes materiales. También se enumeran una serie de razones o conclusiones que concentran las ideas básicas del pensamiento del autor. Al término del libro, este alcanza su verdadero propósito: mostrar al hombre cómo debe trascender los límites del mundo para llegar a la divinidad, no sin antes afirmar, de modo excepcional, las líneas maestras del aristocratismo que debe propiciar tal tránsito.

5. Conclusión La prosa medieval española, aunque con limitaciones propias de la incipiente lengua y las dificultades de sus autores, fue copiosa y variada. Marcada por un fuerte didactismo, comienzan a apreciarse rasgos fundamentales que marcarán las épocas inmediatamente posteriores y demuestras el profundo trabajo llevado a cabo por algunos de sus grandes hombres, como fue el caso de Alfonso X o Don Juan Manuel.

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