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TEMA 44: EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE AMÉRICA LATINA 1. ORÍGENES, PRINCIPALES ETAPAS Y CARACTERÍSTICAS En opinión del

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TEMA 44: EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE AMÉRICA LATINA

1. ORÍGENES, PRINCIPALES ETAPAS Y CARACTERÍSTICAS En opinión del historiador de origen argentino y profesor de la UNED Carlos Malamud en su obra Historia de América (2010), son muchas las causas que explican el proceso independentista de las colonias españolas de América, destacando como más importantes las siguientes: un descontento creciente en el siglo XVIII ante las reformas borbónicas que se expresan en movimientos de rebeldía; el descontento de los criollos ante la ocupación de los mejores cargos de la administración por los peninsulares, a lo que se suma la expulsión de los jesuitas (casi todos eran criollos); el ejemplo de las colonias de América del Norte; la invasión napoleónica y los disturbios políticos de principios del siglo XIX en España; las ideas de los ilustrados españoles como Feijoo, Campomanes y Jovellanos, que influyeron notablemente en el padre de la revolución venezolana, Francisco Miranda; el papel ejercido por las rebeliones indígenas y mestizas debido al aumento del mestizaje y su reclamación social, así como la recuperación india. EL REFORMISMO BORBÓNICO EN AMÉRICA Durante el XVIII —y especialmente durante el reinado de Carlos III— se llevó a cabo el denominado reformismo borbónico. Su aplicación en América tenía como objetivo recuperar el control perdido de las colonias, y para ello se pusieron en marcha una serie de reformas territoriales, político-administrativas y económicas. Reformas territoriales. En el siglo XVI se crearon dos virreinatos: el de Nueva España y el de Perú. En el siglo XVIII se crearon dos más partiendo de los territorios del virreinato de Perú, que fueron el virreinato de Nueva Granada reinstaurado en 1739, con capital en Santa Fe de Bogotá que incluía a las actuales Colombia, Panamá y Venezuela, y el virreinato del Río de la Plata creado en 1776, con capital en Buenos Aires, que además incluía las actuales Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Estas medidas provocaron un descontento generalizado en el virreinato del Perú. Reformas político-administrativas. Las principales instituciones políticoadministrativas en América se mantuvieron. La Casa de Contratación fue trasladada en 1718 a Cádiz, pero desapareció en 1790 tras la publicación del Decreto de Libre Comercio. El Consejo de Indias fue perdiendo atribuciones en beneficio de las secretarías. Para la administración provincial fueron creadas las Intendencias y con ellas la figura del Intendente. Otros hechos de relevancia fueron la aplicación de una política regalista por la que los privilegios de la Iglesia fueron desapareciendo, y la expulsión de los jesuitas tras los problemas ocurridos en Sacramento (1750), además se intentó crear un ejército formado por tropas fijas en fortificaciones y tropas variables que se alternaban entre España y América, sin embargo, la realidad fue bien distinta, ya que la defensa siguió en manos de los ciudadanos americanos mediante la creación de milicias. Reformas económicas. El objetivo de las reformas económicas era conseguir mayores ingresos para la Corona, para lo que se tomaron las siguientes medidas: fomentar la productividad; una reforma fiscal con recaudación eficaz de los impuestos (alcabala, estancos de pólvora, naipes, tabaco, etc.) y creación de nuevos impuestos (los estancos); reformas comerciales por las que la Corona favoreció la creación de Compañías Comerciales con el fin de garantizar el monopolio con el comercio americano; formación de navíos de registro y persecución del contrabando. Los Decretos de Libertad de Comercio con América de 1765 y 1778 acabaron con el monopolio de la Casa de Contratación en beneficio de varios puertos peninsulares. El Decreto de Neutrales de 1797 abrió el comercio americano a otros países europeos.

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UN EJEMPLO DE MOVIMIENTO ANTICOLONIAL: TUPAC AMARU A lo largo del siglo XVIII América vivió una serie de levantamientos tanto en la ciudad como en el campo, de corta duración y sin conexiones entre ellos. Aunque muy populosos, no eran revolucionarios; el lema de estos levantamientos era “¡Viva el Rey, Muera el Mal Gobierno!”. El movimiento de Tupac Amaru —cuyo verdadero nombre fue José Gabriel Condorcanqui— fue el más importante de estos levantamientos, y tuvo lugar entre 1780-1782 en Cuzco. Las causas hay que buscarlas en el descontento generalizado del virreinato de Perú donde no había sido impuesto el sistema de Intendencias; allí la población autóctona estaba molesta con el Corregidor, además los indígenas de Cuzco estaban gravados con muchos impuestos (diezmos, mita y tributos indígenas). La familia Condorcanqui eran caciques, y Tupac Amaru pertenecía a ella; se declaraba descendiente directo de Tupac Amaru —el último Inca— y reclamó sin éxito sus derechos en la Audiencia de Lima, lo que le llevó a apresar en 1780 al Corregidor y ahorcarlo un mes más tarde como venganza por sus nulas gestiones en la Audiencia. En pocos días reclutó un ejército de entre 40.000 y 60.000 personas y liberó a todos los esclavos negros de la región. Las reacciones españolas no se hicieron esperar: el virrey Jáuregui buscó el apoyo de la población indígena y para ello abolió el sistema de repartos y creó un Tribunal de Desagravios. Mientras que el ejército de Lima se preparaba para ir a Cuzco, el Obispo Moscoso excomulgó a Tupac Amaru y a sus seguidores. Tupac intentó tomar Cuzco en 1781 pero fracasó, fue apresado, decapitado y descuartizado. Su sobrino continuó la lucha hasta 1782, pero terminó rindiéndose. Las consecuencias de este movimiento fueron numerosas: el sistema de reparto fue abolido, se introdujo el sistema de Intendencias en Perú, fueron suprimidos los títulos de nobleza para los indígenas, y Cuzco se convirtió en un bastión realista por el temor criollo a otra rebelión indígena, retrasando así su proceso de independencia. AMÉRICA TRAS LA REVOLUCIÓN FRANCESA E INVASIÓN NAPOLEÓNICA En España el estallido de la Revolución francesa en 1789 ejerció en la corte un impacto fortísimo, de hecho, gobernantes ilustrados como Floridablanca se sintieron presa de un grave desconcierto. A partir de 1793 España estuvo envuelta en guerras europeas, quedando el comercio trasatlántico dislocado desde esta fecha. Todos los esfuerzos españoles del siglo XVIII para aumentar el comercio americano se vinieron abajo en pocos años, por lo que la corte permitió el comercio entre los puertos de Ultramar y las colonias extranjeras en América mediante el Decreto de Neutrales de 1797, siendo el beneficiario del mismo los Estados Unidos —que se apoderaron de casi todo el comercio exterior de las Indias españolas—. En América, entre 1793 y 1808, las provincias de ultramar sufrieron inquietantes pérdidas territoriales y hubieron de defenderse por sí mismas: en 1795 se confirmó la pérdida de Santo Domingo cedida a Francia en la paz de Basilea, en 1797 Trinidad fue conquistada por los ingleses, en 1806 la armada británica tomó por tierra Buenos Aires, en 1800 se cedió la Luisiana a Napoleón, y más tarde, en 1819 el gobierno español vendería Florida a los Estados Unidos. A América fueron llegando las noticias preocupantes de la rebelión popular del 2 de mayo contra los franceses, del cautiverio del Rey en Bayona, y del nombramiento por Napoleón de un monarca ilegítimo, José Bonaparte. Las élites criollas vieron la oportunidad de añadir al poder económico y social que ya tenían un poder político. Como las Cortes de Bayona no fueron reconocidas por el pueblo, este decidió recoger la soberanía, lo que supone un acto revolucionario; pronto se formaron Juntas para ejercer el gobierno —siguiendo el modelo de la Junta de Sevilla—, que estaban integradas exclusivamente por criollos. En estas Juntas se perfilaron dos posiciones diferentes: la autonomista, que consideraba que a las Juntas les correspondía asumir la plena soberanía independiente; la fidelista, por la cual el poder se ejercería por delegación de la Junta Central o del Consejo de Regencia en España, siendo esta

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última la que triunfó. En 1808 en Montevideo apareció la primera Junta en donde se enfrentaron el gobernador y el virrey Santiago de Liniers, acusado de afrancesado. En la de Bolivia sus representantes se oponían al delegado de la junta de Sevilla, José Manuel de Goyeneche. En Nueva España no se reconoció al virrey, por lo que la Junta de Sevilla actuó rápido y mediante un golpe de Estado se hizo con el poder. En La Paz se atrevieron a incluir a representantes indígenas, pero pese a su adhesión a Fernando VII sus dirigentes fueron ejecutados por las autoridades. Más pacífica fue la de Quito, integrada por criollos miembros de la oligarquía local. La reacción realista fue desmedida y se expresó mediante encarcelamientos y ejecuciones, lo que llevó a parte de la población a situarse a favor de las Juntas —aunque en 1809 ninguna quedaba ya en pie—. Mientras tanto se gestaba el movimiento masónico al que pertenecían San Martín, Bolívar y Miranda. En lo esencial, la crisis no se desencadena en América hasta 1810, y su detonante serían las noticias sobre una conquista francesa de toda la España peninsular, con el consecuente temor de acabar convertidas en colonias francesas enfrentadas a las inglesas. Como reacción ante estas noticias aparecieron nuevas Juntas en Buenos Aires, Santiago de Chile, Caracas, Cartagena de Indias y Santa Fe de Bogotá, y también los primeros brotes serios de violencia en forma de guerra civil entre los dos sectores antes mencionados. ETAPAS Y CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO DE EMANCIPACIÓN La emancipación fue un fenómeno esencialmente urbano caracterizado por el enfrentamiento contra las tropas imperiales y entre las oligarquías locales por hacerse con el poder. Ni Portugal ni España tenían fuerza para contener a las gentes sublevadas; sin duda fue la madurez de la sociedad americana el determinante para su emancipación. El proceso de emancipación de América Latina se extendió entre los años 1808-1825 y en él encontramos las siguientes etapas: América durante la Invasión Napoleónica (1808-1814), momento en el cual se inician los primeros conflictos entre los americanos que pelean sobre su fidelidad a la corona española o su autonomía respecto a ella. En general la crisis no se desencadenó hasta 1810, cuando la lucha entre los fidelistas y los autonomistas se recrudece; América durante el regreso de Fernando VII (1814-1820), a partir de entonces Fernando intenta recuperar por las armas el territorio perdido —la guerra parece entonces el conflicto entre una metrópoli y sus colonias— ; América durante el Trienio Liberal (1820-1823), durante estos años se suceden las victorias para el bando americano; Los últimos conflictos (1823-1826), se realizaron entre las tropas realistas de Fernando VII y los independentistas del Perú. 2. LA INDEPENDENCIA DE SURAMÉRICA ARGENTINA Y URUGUAY Una vez que Buenos Aires dio su primer paso para separarse de España, con la creación de la Junta Patriótica el 25 de mayo de 1810, los próximos movimientos consistieron en consolidar su posición en todo el Virreinato del Río de la Plata. Sus intentos de exportar la revolución a todo el virreinato tuvieron resultados contradictorios. Por un lado, Montevideo permaneció bajo el control de la marina española, y Paraguay (dirigida por el Doctor Francia) se separó muy pronto de Buenos Aires. Por el otro, la vital misión enviada al Norte impuso el orden porteño en Córdoba y Tucumán, y luego ocupó casi sin resistencia el Alto Perú. Muy pronto comenzaron las divisiones en el seno del equipo gobernante. La junta se escindió en dos tendencias: una moderada encabezada por su presidente, el jefe de milicias Cornelio Saavedra, y la otra más radical, liderada por el secretario de la junta, el abogado Mariano Moreno. Si se buscaba ampliar la legitimidad del nuevo gobierno y extender su dominio al conjunto del virreinato era necesario incorporar a sus filas a un cierto número de representantes del interior, lo que se produjo a fines de 1810. La ampliación de la junta permitió la incorporación de destacados políticos de las provincias y también colocó al partido radical

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en minoría. En julio de 1811 un ejército peruano, al mando de Goyeneche, derrotó a las tropas revolucionarias en Huaqui y privó para siempre a Buenos Aires del control del dominio del Alto Perú, que retornó a la dependencia de Lima. Montevideo, gracias a la presión de los mandos navales, se convirtió en un permanente polo de oposición a Buenos Aires. Las acciones militares emprendidas desde Buenos Aires se suspendieron en 1811 ante la presencia de fuerzas portuguesas. De forma simultánea, la campaña de la Banda Oriental se alzó bajo el liderazgo de José Artigas, siendo la respuesta de Artigas a la ocupación de la Banda Oriental por los portugueses el éxodo del pueblo uruguayo a la vecina provincia de Entre Ríos, bajo control porteño. Cuando Buenos Aires reinició las hostilidades contra Montevideo, estableció con Artigas una nueva e inestable alianza que se rompería en 1813. En 1813 se reunió en Buenos Aires una Asamblea legislativa, soberana y con plenos poderes, que pese a no declarar la independencia de España tomó decisiones trascendentales, que incluyeron la supresión del mayorazgo, de los títulos nobiliarios y de la Inquisición y la libertad para los hijos de las esclavas. La restauración de Fernando VII en 1814 supuso un momento difícil para el proceso de emancipación, agravado por las dificultades políticas que llevaron a concentrar el poder todavía más. En lugar del Triunvirato surgió la figura del Director Supremo, el primer gobierno unipersonal de Buenos Aires. Con grandes esfuerzos la revolución sobrevivió en Buenos Aires, si bien es cierto que España nunca lanzó una ofensiva directa contra el Río de la Plata. En 1816 se reunió en Tucumán un congreso que declaró la independencia de España bajo la presión del Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón. En 1819 se sancionó una constitución centralista; el rechazo de las provincias del interior y la oposición del artiguismo acabaron con el gobierno de Pueyrredón, políticamente agotado y económicamente arruinado por los colosales sacrificios realizados para financiar al ejército de San Martín. A partir de entonces poco tiempo le quedaba al Estado centralizado que Buenos Aires había intentado construir. CHILE En Chile, las tensiones entre los principales líderes de la emancipación (el más radical José Miguel Carrera y sus hermanos, el moderado Bernardo O'Higgins) habían impedido consolidar el movimiento fundacional de la Patria Vieja. La junta establecida en septiembre de 1810 convocó un congreso nacional cuyos representantes estaban divididos en reformistas y revolucionarios. Los primeros querían terminar con la opresión colonial mediante un sistema autonómico en el marco de la nación española y para ello querían una constitución. Los revolucionarios planteaban que la lealtad a Fernando VII era sólo una máscara y que la cuestión de fondo era la independencia, pero estaban en clara minoría. En 1813 desembarcó un cuerpo expedicionario peruano pro-monárquico en el sur de Chile, que rápidamente conquistó la mayor parte del país. Después de la derrota de O'Higgins en Rancagua en 1814, el general Osorio entró en Santiago. Los líderes independentistas se refugiaron en Mendoza, al otro lado de los Andes, donde se unieron a San Martín. A comienzos de 1817, al mando de un ejército de 3.000 hombres, San Martín inició el cruce de los Andes; en febrero obtuvo en Chacabuco una importante victoria que le abrió las puertas de Santiago, y O'Higgins fue designado Director Supremo de la República de Chile. La derrota de Cancha Rayada en marzo estuvo a punto de terminar con el experimento libertador, pero la victoria de Maipú, en abril, permitió mantener su gobierno. Sin embargo, no se pudo acabar con la resistencia española, que consolidada en el sur del país resistiría durante largos años.

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3. CENTROAMÉRICA Y MÉXICO En México, el proceso emancipador siguió por derroteros totalmente distintos a los de América del Sur; allí los primeros acontecimientos fueron impulsados por la protesta india y mestiza. Después de los acontecimientos de 1808, Miguel Hidalgo, cura de Dolores, proclamó su célebre grito en septiembre de 1810: por la independencia, por el rey, por la religión, por la virgen india de Guadalupe y contra los peninsulares. Peones de las haciendas y de las minas se unieron a los revolucionarios, que tomaron la ciudad de Guanajuato, donde se produjo una terrible matanza en la alhóndiga —allí se habían refugiado no sólo los soldados sino también los notables de la ciudad—. Este hecho restaría contenido al movimiento emancipador, y durante una década le quitaría todo respaldo oligárquico. El avance de los rebeldes (una masa mal armada de indios y mestizos) se llevó por delante a Querétaro, San Luis Potosí y Guadalajara. A las puertas de México, los 80.000 hombres de Hidalgo fueron derrotados por los 7.000 que componían el ejército del general Trujillo, que sufrió serias pérdidas. Trujillo y los sobrevivientes se retiraron a la capital, que estuvo a un paso de ser conquistada, pero Hidalgo prefirió retroceder para reorganizarse, lo que fue fatal para sus planes. La retirada terminaría convirtiéndose en fuga. Hidalgo fue capturado en Chihuahua y posteriormente ejecutado. Otro cura, José María Morelos, seguiría los pasos de Hidalgo, pero esta vez en el sur de la Nueva España. Al contar con un contingente más disciplinado que Hidalgo en 1812 había logrado controlar todo el sur del país. Su programa incluía la abolición de las diferencias de castas y la subdivisión de los grandes latifundios cañeros en manos de los contrarrevolucionarios. A fin de institucionalizar la revolución convocó un congreso en Chilpancingo, donde se manifestaron las mismas tendencias antagónicas que Morelos había logrado superar en el plano militar. En un exceso de legalismo, Morelos aceptó las resoluciones contradictorias emanadas del congreso, que terminarían acabando con la revolución y con el propio Morelos, que sería ejecutado en 1815. El radicalismo de Morelos fortificó los lazos de unidad entre criollos y gachupines (peninsulares), partidarios ambos de la defensa de la legalidad vigente. La jerarquía eclesiástica, que había visto amenazadas sus propiedades y sus posiciones por los alzados, se unió también a la coalición oligárquica. El triunfo liberal en España y la vuelta al orden constitucional en 1820 trastocaron la situación existente en México. Ante el temor de los cambios que los liberales podían impulsar desde la metrópoli, los antiguos partidarios de la monarquía apostaron por la emancipación. Agustín Iturbide —un militar de origen criollo— se pronunció por la independencia. En unión con Vicente Guerrero, un viejo resistente de la época de Morelos, trazó el Plan de Iguala, que proclamaba la independencia de México (que sería gobernado por un infante español designado por Fernando VII). El plan garantizaba la independencia, la unidad en el catolicismo y la igualdad entre peninsulares y criollos. Sin embargo, Fernando VII no se avino a este arreglo e Iturbide, que recibió adhesiones de todo el país, entró triunfador en la capital, desde donde sentaría las bases de un nuevo Imperio mexicano. Una de las primeras medidas de Iturbide fue proponer a las autoridades centroamericanas que se adhirieran al Plan de Iguala. En 1821 en la ciudad de Guatemala votó por la independencia y la anexión al Imperio mexicano. Se trató de una verdadera "revolución desde arriba", que prácticamente ni siquiera cambió la mayor parte de las viejas autoridades coloniales. En América Central, que se movía en un delicado equilibrio entre regiones y ciudades, el dominio de Guatemala era claro, y dentro de ella se distinguía el peso de la familia Aycinena. Sin embargo, la anexión a México duró muy poco. En 1823, tras el fracaso del imperio de Iturbide, un nuevo congreso se reunió en Guatemala, que proclamó la independencia absoluta de América Central. Surgía así una República Federal, que bajo el lema de "Dios, unión y libertad" nucleaba a todos los territorios centroamericanos.

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4. PERÚ, NUEVA GRANADA Y VENEZUELA PERÚ Una vez liberado Chile, la empresa sanmartiniana debía continuar con la marcha hacia Lima, pero para ello era necesario contar con una poderosa flota de guerra. En Gran Bretaña y los Estados Unidos se consiguieron barcos y tripulaciones y el mando de la escuadra se encomendó a lord Cochrane, que no sólo se dedicó a esa gran tarea, sino que también ejerció el corso en las costas del Pacífico. En 1820, San Martín se embarcó hacia Perú con cerca de 4.500 soldados, un número escaso para enfrentarse con éxito a los más de 20.000 que había en el virreinato. La aventura comenzó bajo signos de éxito. De este modo, todo el norte giró hacia la causa republicana gracias a que el marqués de Torre Tagle, el intendente de la región cambió sus preferencias políticas —probablemente afectado por los vientos liberales que soplaban en la Península—. En el sur, la campaña de la sierra tuvo rápidos efectos sobre la retaguardia limeña. A principios de 1821 el jefe de las tropas realistas, el general José de La Serna, iniciaba negociaciones con San Martín, a raíz de lo cual se decidió la creación de un Perú independiente y monárquico. Si bien el acuerdo fue rechazado por el ejército español, que se había hecho fuerte en el puerto de El Callao, este se encontraba muy debilitado y no pudo impedir la entrada de San Martín en Lima en julio de 1821. San Martín fue nombrado Protector del nuevo Perú independiente. El conservadurismo del nuevo gobierno fue el mayor de todos los surgidos en América a partir de 1815, lo que se explica por la reacción frente al constitucionalismo español y por la intención de ganarse a la oligarquía peruana, asustada por el giro que había tomado la política liberal en la Península. La campaña en la sierra continuaba, pero era sumamente desgastante para unos y para otros. En 1822 la situación era de un estancamiento total, y solo se podría salir del "impasse" con ayuda extranjera. San Martín finalmente se la pidió a Bolívar y en julio de 1822 los dos libertadores se encontraron en el puerto de Guayaquil; como consecuencia de la entrevista secreta mantenida entre ambos jefes, San Martín anunció su retirada del Perú y dejó que la lucha continuara al mando de Bolívar. Bolívar pasó a Perú a mediados de 1823. En esos momentos había dos presidentes en el país: José de la Riva Agüero, que después de ser derrocado por el congreso se refugió en Trujillo, y el marqués de Torre Tagle, nombrado por el congreso e instalado en Lima. Riva Agüero fue detenido y deportado. Torre Tagle fue el encargado por Bolívar para negociar con los españoles. A comienzos de 1824, después de que un motín del destacamento argentino de El Callao entregara la guarnición a los realistas, Torre Tagle, junto a la mayor parte de su gobierno, se pasaron a la causa monárquica, que esperaban más favorable a sus posturas que el militarismo bolivariano y colombiano. Para entonces el régimen liberal español se había derrumbado y se podía confiar nuevamente en la Corona. El potencial militar de Bolívar le permitió dar un nuevo vuelco a la situación. La victoria de Junín, en 1824, posibilitó su acceso a la sierra. Por último, en diciembre de 1824 el general Antonio José de Sucre, al mando de un ejército de colombianos, chilenos, argentinos y peruanos, derrotó y capturó al virrey La Serna en Ayacucho, que se convertiría en el símbolo del final de la epopeya emancipadora. La resistencia realista en el Perú se había acabado, con la excepción de la guarnición de El Callao, que resistiría hasta 1826. La lucha continuó un tiempo más en el Alto Perú, que se encontraba al mando de Olañeta. En 1825 Sucre acababa con las últimas resistencias, y a petición de las elites de Charcas y Potosí creaba una nueva república que adoptaría el nombre del Libertador: Bolivia.

NUEVA GRANADA Y VENEZUELA En Venezuela, Francisco de Miranda fue puesto a la cabeza de una junta surgida en 1810, pero la oligarquía cacaotera —los mantuanos— que tenía un gran peso en el movimiento independentista lo recibió sin demasiada alegría. Miranda radicalizó la revolución, y en 1811 logró la declaración de la independencia. Sus partidarios controlaban el litoral cacaotero, mientras que el Oeste y el interior permanecían fieles a la corona. La base naval de Caracas seguía leal a España bajo el mando del capitán Domingo de Monteverde. El terremoto que asoló Caracas y fue visto como castigo divino por los realistas dio un giro importante a los acontecimientos. En un oscuro episodio, Miranda fue capturado por los realistas, y posteriormente Bolívar se refugiaría en Nueva Granada. Mientras los hacendados caraqueños cesaban en su lucha, la rebelión continuó en la costa de Cumaná y en la isla Margarita, impulsada por los negros y mulatos. La lucha se hizo más violenta y los rebeldes se dedicaron a matar a los colonos canarios, muy numerosos en la región. A su vez, estos comenzaron a organizarse para defenderse de los ataques a los que eran sometidos, y su respuesta no fue menos brutal. Se iniciaba la guerra a muerte que a partir de 1813 sería institucionalizada por Bolívar. Santiago Mariño, el líder rebelde de Cumaná, avanzó desde el este, mientras Bolívar convergía sobre Caracas, donde entró en 1813. Los realistas iban a encontrar en José Tomás Boves un nuevo y eficiente jefe gracias a la entrada en la guerra de los Llanos ganaderos. Los llaneros siguieron a Boves contra los revolucionarios en una campaña exitosa que derrotó a los rebeldes. Bolívar huiría nuevamente a Nueva Granada, para luego buscar refugio en Jamaica. De este modo, Venezuela se convirtió en una poderosa fortaleza española, reforzada en 1815 por el envío de 10.000 hombres al mando del general Pablo Morillo, que intentaría acabar con la revolución neogranadina. En Nueva Granada, como en Chile, los conflictos entre los líderes independentistas fueron la peor amenaza para la revolución. El radical Antonio Nariño se impuso al moderado Lozano, pero en 1814 los realistas peruanos avanzaron y tomaron prisionero a Nariño; fue entonces cuando la confederación de Nueva Granada, con el apoyo de Bolívar, conquistó Bogotá, pero a causa de su debilidad fue incapaz de imponer su control sobre la totalidad de su jurisdicción. Morillo, luego de conquistar Cartagena, entró en Bogotá. Bolívar, desde Haití, reinició el proceso emancipador en Venezuela. Para impulsar la independencia fue necesario cortar los lazos que seguían vinculando a los mantuanos con la revolución; de este modo y pese a su autoritarismo, la revolución bolivariana iba a tener un fuerte componente popular cuya fuerza le permitiría extender su república de Colombia a Guayaquil, e inclusive proyectar su influencia hasta el Alto Perú. Si en 1816 Bolívar dio un fuerte impulso a la revolución al prometer la liberación de los esclavos —a los que quería atraer a sus filas— en 1817 forjó una importante alianza con José Antonio Páez, un jefe guerrillero partidario de la independencia surgido de los Llanos. En un primer momento el libertador intentó ocupar Caracas, pero como Morillo le cerró el paso, cambió su rumbo y se dirigió a Colombia con un ejército de 3.000 hombres. La victoria de Boyacá daría a Bolívar el control de Bogotá y del centro y norte de Nueva Granada, salvo Panamá. Se daban los primeros pasos para la creación de la república de Colombia, y en 1819 el Congreso de Angostura formalizó su estructura política. Se creó una especie de república federal presidida por Bolívar e integrado por Nueva Granada y Venezuela. La liberación de Venezuela se convirtió en prioritaria. Las noticias del triunfo liberal en España tuvieron consecuencias nefastas para el bando realista, que veía cómo sus fuerzas se debilitaban. La victoria de Carabobo, en 1821, le permitió a Bolívar entrar en Caracas. Ese mismo año Sucre conquistó Quito. En 1821 se celebró un nuevo congreso que dio a Colombia una organización más centralizada que la de Angostura. Los tres pilares de la nación

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(Venezuela, Nueva Granada y Quito) perdían su autonomía y todo el territorio nacional, dividido en departamentos, sería gobernado desde Bogotá. La tarea se encomendó al vicepresidente Francisco de Paula Santander y fue de una gran dificultad. La autoridad de Bogotá sobre Venezuela era bastante relativa, ya que allí Páez, dueño del poder militar, era el árbitro absoluto de la vida política, de modo que el futuro, inestable y autoritario, no tenía buenas perspectivas para Colombia. 5. EL CARIBE En la zona del mar Caribe los principales dominios españoles eran Puerto Rico y Cuba, ya que la Capitanía General de Santo Domingo había pasado por la Paz de Basilea a manos francesas. Los síntomas de deseos independentistas no se manifestaron hasta la segunda mitad del siglo XIX, si no habían aparecido antes se debió a que era una sociedad esclavista y el miedo a que una revolución se volviera contra los criollos detuvo el movimiento. Los deseos independentistas fueron en aumento con la exclusión de los criollos de los altos cargos públicos en Cuba, además por la incapacidad de la economía española para absorber su producción de tabaco y azúcar. La primera Guerra de Cuba se inició en 1868 con el grito de Yara, de Céspedes, se le sumó Máximo Gómez y Antonio Maceo. El primer conflicto duró 10 años y terminó con la derrota cubana ante el cansancio y las diferencias entre los líderes independentistas. Con la firma en 1878 de la Paz del Zanjón, entre los rebeldes y el general Martínez Campos, se concedía a Cuba los mismos privilegios que Puerto Rico, además de amnistía. Desde la Paz de Zanjón al estallido de la guerra del 95, la isla de Cuba pasó por una de las etapas más fecundas de su historia colonial. Se asistió a una transformación social y económica, unida a un creciente desarrollo de su clase intelectual y a la reactivación de la vida política. Sin embargo, el creciente peso de los Estados Unidos en la vida económica cubana, unido a la incapacidad de las Cortes españolas para aceptar reformas en las relaciones entre la isla y la metrópoli, terminaron llevando a un divorcio cada vez mayor y finalmente al desastre. El inspirador del movimiento emancipador cubano fue José Martí. Su partido político, el Partido Revolucionario proporcionó la base ideológica al movimiento y Antonio Maceo se convirtió en el cabecilla militar de un movimiento que tuvo su base principal entre el campesinado de la parte oriental de la isla. El 24 de febrero de 1895, el grito de Baire, marcó el inicio de la segunda y definitiva guerra de la independencia cubana. El misterioso asunto de la voladura del buque de guerra norteamericano Maine en el puerto de La Habana en febrero de 1898, hizo inevitable la intervención de los Estados Unidos. La guerra hispanonorteamericana tuvo un rápido desenlace (batallas de Cabite y Santiago de Cuba) debido a la desigualdad de las fuerzas en conflicto. Por la Paz de París, firmada el 10 de diciembre de 1898, Cuba lograba la independencia, Puerto Rico, Filipinas y Guam pasaban a los Estados Unidos y las islas Marianas son vendidas a Alemania. 6. BRASIL Arranca de la invasión francesa de Portugal. Juan VI huye con ayuda de los ingleses a Brasil. Esto supone un cambio en el estatus de la colonia al convertir a Brasil en sede del imperio. A su vez se abren las puertas al comercio con todas las naciones poniendo fin al comercio portugués. Tras el fin de la ocupación francesa Juan VI regresa dejando a su hijo Pedro como regente de Brasil. Esto supuso un retroceso en el estatus de Brasil, encauzándose en una demanda independentista que tuvo su punto de partida en el grito de Ipiringa el 7 de septiembre de 1822, que declaraba la independencia de Brasil y nombraba emperador al príncipe Pedro.

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7. CONSECUENCIAS DEL PROCESO DE INDEPENDENCIA RELACIONES DE LOS NUEVOS PAÍSES AMERICANOS CON ESPAÑA El historiador americanista Guillermo Céspedes del Castillo consideraba que la primera consecuencia de la independencia latinoamericana fue la aparición de un rechazo generalizado hacia los españoles en América. Por su parte, España no reconoció la independencia de las nuevas repúblicas hasta pasados unos años. Las relaciones diplomáticas entre los países se rehicieron, generalmente, a iniciativa de los nuevos países americanos, no de España. El reconocimiento formal por parte de España de los distintos países americanos se inició con México en 1836 y terminó con Honduras en 1889. Debido a las malas relaciones existentes debemos destacar la pequeña Guerra del Pacífico entre España y la coalición de Perú, Chile y Ecuador entre 1864-71. CONSECUENCIAS POLÍTICAS Siempre se ha dicho que la América latina consiguió su independencia al precio de su unidad política. Al desaparecer la estructura territorial española, América tendió a fragmentarse, formando nuevos países hasta entonces inexistentes que se organizaron en base a las antiguas divisiones administrativas, en especial las Audiencias. El mejor ejemplo es Centroamérica: hasta 1823 este territorio formó parte del Imperio Mexicano, pero ese mismo año se creó una Confederación Centroamericana de 5 países y en 1838 se hizo una nueva división (Nicaragua, Honduras y Costa Rica en 1838, Guatemala y el Salvador en 1839), configurándose como lo conocemos actualmente, excepto Panamá, que originariamente era territorio colombiano hasta la intervención estadounidense por su independencia en 1903. Igualmente pasó en Uruguay, que necesitó de la mediación británica y la aceptación de Brasil y Argentina para la formación en 1829 de la República Oriental de Uruguay. Esta fragmentación política tiene una explicación lógica si vemos en ella la mano de Gran Bretaña, que prefería negociar con unidades más pequeñas que con una Gran América unida. En cuanto a las formas de estado, todos los nuevos países se erigieron como repúblicas, excepto Brasil hasta 1889 y México hasta 1823, que fueron monarquías. Las nuevas Repúblicas tuvieron la costumbre de redactar sus Constituciones tomando lo mejor de las Constituciones de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia; el resultado fueron unos textos muy bien elaborados, pero que no se ajustan para nada con la realidad social, económica y política de cada país. De lo anterior se deduce una profunda inestabilidad política en la mayoría de los recién nacidos estados americanos. En algunos de ellos hubo terribles luchas por el poder que otorgaron una gran importancia al ejército en estas sociedades y dieron lugar al caudillismo. CONSECUENCIAS SOCIALES La nueva sociedad resultante del conflicto se caracterizó por su gran estratificación social, aunque podemos decir que en este aspecto los cambios no fueron muy significativos. América india: durante el proceso de independencia se abolió el tributo indígena para atraer a los indios a la causa autonomista, pero una vez conseguida la independencia se restauró nuevamente —aunque bajo el nombre de contribución indígena—. No fue hasta la década de los 50 del siglo XIX cuando accedieron al poder en la mayoría de los países americanos gobiernos liberales, cuando desaparezca la contribución indígena. América negra: ocurrió algo muy semejante que con los indios; la esclavitud fue abolida para conseguir el apoyo de los esclavos negros a la causa independentista, y una vez conseguida la independencia se restauró, para terminar, siendo suprimida definitivamente en la década de los cincuenta. América blanca: los grandes beneficiarios de la independencia fueron los criollos, pues las oligarquías

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urbanas no pudieron mantenerse en el poder durante mucho tiempo y fueron sustituidos por la oligarquía rural, dando lugar al fenómeno del caciquismo mediante los caudillos. El fenómeno del mestizaje: a lo largo de todo el siglo XIX los mestizos lucharon por conseguir la igualdad con la población blanca. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Las consecuencias económicas de la guerra fueron nefastas, dando lugar a una crisis generalizada bajo el signo del liberalismo económico. Las balanzas comerciales fueron claramente negativas, y los sectores económicos que más cayeron fueron la minería y la ganadería. El endeudamiento comenzó a forjarse en estos años a través de empréstitos con bancos extranjeros, apareciendo los primeros síntomas de inversiones europeas en sectores claves que terminarán dominando sus economías. CONCLUSIÓN Pese a su contexto cronológico muchos historiadores se niegan a incluir la emancipación de América Latina dentro del ciclo de las revoluciones atlánticas sin más matizaciones. Por un lado, las bases sociales y la organización política sobre las que se basaron los nuevos países emergentes tuvieron poco o nada que ver con las características propias de un Estado liberal contemporáneo, por otro lado, los presupuestos ideológicos, una vez pasadas las iniciales proclamas liberales, no ocultan su talante socialmente conservador. La independencia americana hunde sus raíces en las reformas borbónicas y aprovechó la coyuntura de inestabilidad política peninsular para su desarrollo entre 1808-1825, manteniéndose bajo dominio español solo las colonias de la zona del Caribe hasta 1898. El precio que pagó la América Española por su emancipación fue muy alto, como es la fragmentación política en un amplio conjunto de estados de diferentes tamaños y una importante dependencia económica del exterior. BIBLIOGRAFÍA

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