Susto o Mancharisqa

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DEL PERÚ Tarea Académica 2 Trabajo que como parte del curso de Psicología Cultural presentan l

Views 152 Downloads 4 File size 308KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DEL PERÚ

Tarea Académica 2

Trabajo que como parte del curso de Psicología Cultural presentan los alumnos

CRUZ ARROYO, Julyana ROMÁN BONILLA, Richard

Lima, 04 de noviembre de 2019

1. Introducción

Los síndromes culturales se definen como “agrupaciones de síntomas y atribuciones que tienden a concurrir en los individuos de los grupos culturales, las comunidades o los contextos específicos, y que se reconocen a nivel local como patrones de experiencia coherentes”. (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014). Dentro de este grupo de síndromes culturales o afectaciones patológicas de la vida andina, se encuentra el susto o mancharisqa, esta es una misteriosa enfermedad muy típica en el mundo andino. Es provocada por una fuerte impresión para la persona, dicho susto puede darse en tierras consideradas como sagradas así como también puede ser cualquier evento que supere las capacidades de afrontamiento del individuo. Luego del suceso, según las creencias, la persona pierde el ánimo o el alma y esta pérdida se manifiesta con sintomatología que va desde náuseas, cefaleas, introversión y otros.

Dentro de los Lineamientos de Política de Promoción de la Salud establecidos por el Ministerio de Salud (2005), se establece un enfoque de Interculturalidad que busca impulsar el desarrollo de valores entorno al respeto por la multiculturalidad propia del país. Sin embargo, a raiz de las investigaciones se llega a la conclusión de que actualmente no existe un adecuado diálogo entre el modelo tradicional y el modelo moderno u occidental.

Por esta razón, la finalidad del presente trabajo es lograr establecer las bases para una intervención inclusiva, en la cual se pueda trabajar con los dos modelos en una adecuada sinergia que genere tener políticas más adecuadas que alcancen la recuperación completa del paciente respetando sus valores, significados, normas de comportamiento y derechos propios de la cultura que rige la comunidad en la que se desenvuelve.

2. Desarrollo

2.1.

Definición del susto o pérdida del alma

El susto adquiere diversos nombres en muchas regiones de habla hispana, tales como pasmo, mancharisqa, jáni, espanto, perdida de sombra o pachashar y es altamente reportada en las regiones andinas de países latinoamericanos. Existen diferentes creencias sobre las causas del susto dependiendo de la procedencia de quien presenta la enfermedad, siendo en un nativo a causa de que el alma fue capturada porque el sujeto perturbo a los espíritus guardianes, y por ende el alma permanecerá cautiva hasta que se expíe la falta. En cambio, cuando se presenta en un no nativo, se le atribuye la enfermedad a un susto provocado por un accidente o encuentro inesperado.

El susto no constituye una enfermedad en sí, sino que refleja la presencia de un complejo de rasgos que adquiere modalidades especificas dependiendo las características culturales del lugar donde se observe. No obstante, existen ciertos elementos que permiten la conceptualización del susto, los cuales consisten en las creencias de que el sujeto está compuesto de cuerpo y una o más almas inmateriales o espíritus que pueden separarse del cuerpo y vagar libremente, esto se puede dar a consecuencia de una experiencia perturbadora, teniendo un origen natural o siendo provocado por otra persona (Rubel, 1964). Además, existen ciertas sintomatologías que son características del susto, como las planteadas a continuación: Valdizán y Maldonado describen la sintomatología del susto en escalofrío, náuseas, astenia, vómitos, diarrea, desnutrición, depresión psíquica, palidez, anemia, cefalea, dolores óseos, palpitaciones violentas, gritos nocturnos y sueños intranquilos. Remorini et al. proporcionan algunas diferencias de la sintomatología del susto de adultos y niños:

a) en adultos, irritabilidad, insomnio, falta de apetito, dolor de cabeza, malestar general, cambio de forma y color de los ojos, ‘suspiración’; b) en niños, insomnio, nerviosismo, falta de apetito, crecimiento lento, diarrea, llanto, desnutrición, ser pequeño y delgado (Huarcaya, 2017, p22).

Así también la Asociación Americana de Psiquiatría (2014) nos habla en el DSM V sobre síntomas que suelen presentar las personas con susto como son: pérdida de apetito, sueño inadecuado o excesivo, sueño turbado, sentimiento de tristeza, baja autoestima, sensibilidad interpersonal y falta de motivación para hacer nada. Además, menciona tres tipos sindromitos de susto: un susto interpersonal, un susto como resultado de un acontecimiento traumático y un susto caracterizado por varios síntomas somáticos recurrentes.

2.2.

Comparación de sintomatología con manuales de clasificación

Como hemos definido anteriormente el susto no es una enfermedad, clínicamente hablando, sino un conjunto de rasgos que definen una creencia dentro de una comunidad determinada. En el ámbito clínico, los manuales de clasificación como el DSM V tienen un apartado para referirse a los síndromes o enfermedades culturales, este capítulo del manual se llama “Formulación Cultural”; en dicho apartado se pone en manifiesto que los trastornos tratado solo son un apoyo en el diagnóstico final, ya que no pueden ser considerados cuando la etiología del “problema” es de origen étnico o incluso cuando su sintomatología es procedente de una creencia cultural arraigada en el paciente. De hecho, el DSM V pone en manifiesto de que el manual podría ser una compilación y categorización de enfermedades que ya existían en el mundo y que solo se juntaron para asegurar una mayor investigación científica. (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014). Por esta razón, encontrar una similitud entre la sintomatología y un manual de clasificación que solo generaliza patologías para una función científica en busca

de evidencia, sería una labor vana. Lo que realizaremos en el presente trabajo es definir la sintomatología desde la cosmovisión andina y entablar un paralelo a los cuadros clínicos estudiados.

Según Sal y Rosas y Gillin (como se citó en Rubel, 1964) el síndrome se manifiesta en agitación del enfermo al dormir, indiferencia, pérdida del apetito, desinterés en su vestimenta y en el cuidado personal, debilidad, introversión y depresión. Como se aprecia, el susto es una enfermedad que repercute tanto en malestares físicas como psíquicos para la persona. De igual forma, a los síntomas indicados se le suma nauseas, vómitos, diarreas, cefaleas, miedos e irritabilidad. (Luna, 2015).

Por otro lado, el DSM V dentro del capítulo “Glosario de conceptos culturales de malestar”, considera que el susto no presenta una sintomatología específica pero que la enfermedad se manifiesta en “alteraciones del apetito, sueño inadecuado o excesivo, sueño turbado o sentimientos de tristeza, baja autoestima o suciedad, sensibilidad interpersonal, y falta de motivación para hacer nada” (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014, p.836).

Considerando ambos diagnósticos sintomáticos de la misma enfermedad se puede hallar que el susto presenta similitudes en relación con los siguientes trastornos especificados en el DSM V: trastorno de depresión mayor, trastorno de estrés postraumático y trastorno de síntomas somáticos. La asociación principal entre el susto y los trastornos mencionados en el párrafo anterior, se ubica en la presencia de un desencadenante significativo para la persona que da inicio a los malestares que disminuyen su calidad de vida.

En la siguiente tabla se establece una comparativa y a la vez una similitud entre la sintomatología manifestada en el síndrome cultural “susto” y las alteraciones psicológicas que guardan relación con él. Como se verifica, el susto presenta una mayor semejanza con el Trastorno de Depresión Mayor que con el TEPT o con el Trastorno de síntomas somáticos, una razón podría estar ligada a la creencia cultural de la pérdida del alma que podría definirse como la pérdida de humanidad. Ahora si bien, es cierto el trastorno de síntomas somáticos, luego de someterse a una evaluación de comparación de criterios con el susto, no aparece una similitud significativa, no obstante es necesario manifestar que el trastorno de síntomas somáticos tiene que ver con la creencia arraigada de estar padeciendo de una enfermedad sin tenerla en realidad. Luego de conocer dicha premisa, se logra comprender la razón por lo que el DSM V le atribuye una semejanza con el susto.

Tabla 1 Comparativa y similitud entre cuadros clínicos y el susto Síndrome Cultural Síntomas

Hecho significativo

Alteraciones de sueño

Pérdida del apetito

Susto Se presenta con un suceso que genera un susto o espanto en la persona, provocando la pérdida del alma. Debido a que el individuo "ha perdido el alma" su cuerpo no encuentra reposo. El individuo ingiere una menor cantidad de alimentos y existe presencia de pérdida de peso.

Alteraciones psicológicas Trastorno de Depresión Mayor

Trastorno de síntomas somáticos

Un suceso con alta carga de significancia que provoca un alto grado de afectación en el individuo.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

Dificultad para conciliar el sueño o continuarlo o sueño inquieto. (Criterio E6)

Insomnio (Criterio A4).

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

Disminución o aumento del apetito (Criterio A3).

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

Trastorno de Estrés Postraumático

Descuido personal

La persona pierde interés en el cuidado personal.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

Debilidad física

No tiene fuerza para iniciar actividades. El individuo no tiene iniciativa para ejecutar tareas propias.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

Fatiga o pérdida de energía (Criterio A6).

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

Disminución del interés por las actividades (Criterio A2).

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

Falta de motivación Introversión

Actitud ensimismada.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

No hay criterios que especifiquen este síntoma.

Depresión o ánimo triste

Debido a que no tiene alma es incapaz de experimentar emociones positivas.

Incapacidad de sentir emociones positivas (Criterio D7).

Estado de ánimo deprimido (Criterio A1).

No hay criterios que especifiquen este síntoma. (Autoría propia)

2.3.

Casos: perspectiva cultural frente a la perspectiva médica

Durante los capítulos anteriores del presente informe se ha establecido que la enfermedad del susto es, desde la cosmovisión andina, la pérdida del “ánimo”, término que cambiaría luego de la llegada de los españoles y pasaría a definirse como “alma”. Para comprender a la enfermedad, es necesario conocer la manera en que la describen los pobladores nativos de las comunidades apartadas en Perú.

Tenemos el testimonio de una mujer de 52 años llamada Rosario, ella fue criada por su abuela de origen ayacuchano, quien le compartió todas sus costumbres y creencias andinas, Rosario nos relata que durante su infancia atravesó un episodio de susto:

“Cuando era muy chiquita, vivía en Mirones bajos, mamá había alquilado una casita de dos pisos. Siempre que estábamos solas, mi hermana y yo, había ruidos extraños en el segundo piso, pero yo nunca subía. Un día, subí al segundo piso y vi en la puerta de entrada a un hombre desnudo y blanco, pero parecía como iluminado, me aterré pero no corrí, solo me quedé viendo esperando y asustada de que ese hombre bajara y la verdad nunca bajó. Yo temblaba mucho, pero bajé y me tapé hasta que llegara mi mamá, lloraba, sentía un frío terrible. Le conté a mi mamá lo que pasó y ella confirmó con su pareja, Don Pablo, que era real porque él también había visto al mismo hombre. Dijo que era el alma del dueño de la casa que había fallecido en el segundo piso y al morir todas sus cosas se quedaron animadas.” (Rosario, comunicación personal, 2 de noviembre de 2019).

La entrevistada nos cuenta también como fue la sintomatología del susto y como procedieron con la curación del mismo:

“Después de haber visto a esta alma, yo tuve una fuerte tembladera, fiebre, sudoración, vómitos, me sentía débil y no comí nada durante esos días. Como mi mamá no tenía dinero para llevarme a un curandero, lo hizo ella sola usando huevo y un trapo negro en forma de cruz, hizo lo que mi abuelita, que era de Ayacucho, le enseñó a hacer en esos casos”. (Rosario, comunicación personal, 2 de noviembre de 2019).

Como podemos apreciar, el susto se manifiesta luego de sufrir un acontecimiento que supera las capacidades de control del sujeto y genera síntomas tanto físicos como psíquicos atentando en la funcionalidad del individuo.

Por otro lado, al presentar síntomas físicos que para el mundo occidental son considerados indicadores de enfermedad y por lo tanto, para la medicina occidental ortodoxa, el susto debería ser tratado con medicación más allá de cualquier intervención cultural o andina. Por esta razón, los médicos afirman tener un problema de gran envergadura y es el de convenir con la gente de la comunidad que lo que están atravesando es un problema médico real y no algo mágico, quedando claro que ambos grupos perciben la misma enfermedad desde premisas fundamentalmente diferentes. (Rubel, 1964).

Con el paso de los años, la medicina convencional ha avanzado de manera vertiginosa en cuanto a tecnologías y metodología, obteniendo procedimientos cada vez más eficaces y efectivos en el tratamiento de enfermedades y los estudiantes que se forman en la medicina académica dejan de la lado, cada vez más, el hecho inequívoco que el hombre no es solo biología sino también, cultura (Huarcaya, 2017) y olvidan que existen problemas de salud que no pueden ser abordados desde la medicina académica o convencional. No obstante, los médicos convencionales continúan realizando tratamientos a las personas que asisten con la sintomatología propia del susto, según Luna (2015), en Lima Metropolitana en el año 2012,

existe un 5.8% de personas que prefieren atenderse por la medicina occidental, un 1.3% son los que optan por la atención de psicología, y aunque ambos datos contrastan frente al 35.5% de los que deciden atender al susto en sus casas y al 20.9% de los que asisten a un curandero, no quita el hecho de que la práctica médica convencional, al tratar a un paciente con susto se topa frente a una dimensión desconocida y con frecuencia atiende solo a los síntomas considerándolos como indicadores de enfermedades ya reconocidas y asociándolos a problemas ya estudiados por los sistemas de salud convencional, provocando un mal diagnóstico o confundiendo patologías. (Santos, 2012) generando iatrogenia en el paciente.

2.4.

Tratamiento 2.4.1.

Modelo étnico andino.

2.4.1.1.

Diagnóstico.

Para llegar a la conclusión de que una persona presenta el susto, los curanderos o también llamados hampiq que en español seria “especialista en llamar el alma ausente” presentan diferentes formas de diagnóstico basándose en el sistema medico andino, con el fin de identificar la enfermedad. A esto también se le llama Ima unquymi hap iwan que en español significa que enfermedad tengo.

Según Cáceres (2014), Portocarrero y Palma (2013) entre los mecanismos más comunes de diagnóstico se encuentran: a) El dialogo entre el especialista y el paciente, donde efectúan las preguntas pertinentes. b) La lectura de las hojas de coca, los cuales le permiten establecer el tipo y formas de tratamiento. c) Con la frotación y pasada de huevo de gallina, el cual se pasa por toda la cabeza

y cuerpo del sujeto. d) Se utiliza un cuy u otro animal como el ratón o la cría de un animal como la de un perro para realizar el jubeo, el cual consiste en pasar el animal en todo el cuerpo. e) Palpar la vena para tomar el pulso a la persona o constatar la temperatura del cuerpo.

2.4.1.2.

Tratamiento.

A través de la información recabada por el especialista se procede al tratamiento, también llamado Imainata Hampikusaq que en español seria “como me voy a curar". Los recursos empleados para el tratamiento son de origen vegetal, animal y mineral. En el primer tipo de recursos tenemos la coca, flores de clavel, hojas de tumbo, etc. En los de origen animal tenemos a los animales en si, como son los cuyes, sapos, roedores, crías de distintos animales, huevos de gallina, etc. En los últimos tenemos el llampu, la plata, la sal. Además de esto tenemos otros recursos como son cigarros y agua.

Según Caceres (2014) la terapia del susto es a través de un ritual y un rito, que induce a la unificación de lo separado, que es el cuerpo con el alma. Adicional a esto Portocarrero y Palma (2013) nos indican que los procedimientos curativos varían según origen de la enfermedad, siendo de origen natural o sobrenatural. En las de origen natural corresponde una terapia igualmente natural, mientras que en las otras se realiza una doble acción, una en un plano mágico-religioso, para restablecer relaciones con las deidades andinas, y otra en un plano natural, que busca aliviar o eliminar síntomas del susto.

Pereyra (2015) nos da un ejemplo de un ritual muy conocido en el departamento de Ayacucho llamado Qayapu en el cual se toma especial importancia el lugar, la hora y los recursos necesarios. Algunos días son propicios para el Qayapu, y a las 12 pm y 6 pm, el espíritu vuelve al cuerpo, además es necesario realizarlo en el lugar donde ocurrió la pérdida del alma. El curandero mastica las hojas de coca y luego coge la cabeza del enfermo, después de esto empieza a entonar el cantico pidiendo que el alma del enfermo retorne a su cuerpo. El cantico es: Kutikamuy, ama manchakuychu, kaypi suyasunki; (Nombre del paciente), ama manchakuychu, kutikamuuuuy…

Este ritual se repite tres veces, luego se enciende un cigarro y se expele el humo sobre la coronilla del enfermo, después de esto se agrega sal al vaso de agua, y con esta agua en la boca, el especialista hace un ademan de succionar por la frente del usuario. A continuación, el reza tres veces el Padre Nuestro encima de la cabeza del paciente. Para finalizar el ritual el curandero coge las hojas de tumbo y con un pañuelo lo amarra a la cabeza del enfermo. Según la gravedad del problema este ritual se puede hacer hasta por cuatro veces.

Así mismo existen otras formas de ritual donde se cubre el cuerpo desnudo del paciente con una mezcla de hojas y flores de diversos tipos, para luego realizar los canticos para el regreso del alma. Después de esto se va con la ropa del paciente donde se produjo la pérdida del alma, para indicarle a esta por donde debe ir. Se observa que los rituales tienen como elemento en común los canticos para regresar el alma al cuerpo del paciente. 2.4.1.3.

Prevención.

Existen diferentes formas para prevenir el susto, entre las cuales se encuentra: a) El tributar a las divinidades como la Tierra y la Montaña Sagrada, y hacer sus actividades en el campo de forma colectiva

b) Una cinta roja en la muñeca, con semillas de Wayruru, c) Uso de elementos metálicos como tijeras, cuchillas y espejos pequeños. d) Llevar como un collar una cresta de gallo.

2.4.2.

Modelo médico.

Recordando, los síndromes culturales no pueden ser comprendidos si estos son desligados de su contexto cultural, sin embargo, el susto, dentro de su sintomatología muestra malestares físicos que aunque derivados de aspectos psicosomáticos, atentan contra la salud física del individuo. No obstante, en relación al susto, según Hinostroza (1988) afirma que “la enfermedad de mancharisqa o susto la medicina moderna la conoce como: trastornos psicológicos por desequilibrios emocionales y su tratamiento, generalmente lo hace un psicólogo o un psiquiatra.” Por esta razón, los médicos tratan a las personas que asisten en busca de su atención con síntomas, como diarreas, cefaleas, ánimo triste y otros. En este capítulo hablaremos solo de como los médicos atienden a esta enfermedad sin involucrarse en las creencias detrás de la misma.

Para muchos, el susto, al ser un síndrome cultural solo puede ser atendido por la medicina tradicional y no con la medicina moderna, sin embargo así como existen enfermedades dentro del vademécum de la medicina occidental ortodoxa que son atendidas con medicina tradicional, también existen practicantes de la medicina moderna que atienden las enfermedades de origen cultural. El doctor Mantilla Holguín (como se citó en Scott, 2011) afirma que “la mayor parte de los Peruanos recurrimos a la medicina moderna. Ya no podemos distinguir un grupo que específicamente se trata con medicina tradicional”, esto nos indica lo que manifestamos al inicio, no hay enfermedades específicas para un tratamiento médico

determinado así como tampoco, existen enfermedades andinas con un tratamiento andino específico sino que pueden ser tratados por los dos respetando sus valores, significados, normas de comportamiento y derechos de las personas que buscan atención mediante la implementación de políticas de interculturalidad que respete el derecho a la identidad cultural todos los ciudadanos.

Tal y como mencionamos en capítulos anteriores, según el estudio de Luna (2015), existe un 5.8% de personas que padeciendo un síndrome folklórico buscan atención de la medicina convencional pues los medicamentos entregados tratan la sintomatología que involucra lo físico, tales como: antidiarreicos, antiinflamatorios, analgésicos y drogas eutimizantes como los estabilizadores de estados de humor o serotoninérgicos, entre otros.

2.4.3.

Abordaje psicológico.

Respetando la cultura de todos los individuos que padecen de alguna enfermedad mental y tratando de ingresar en el campo de los síndromes culturales, el manual de clasificación más usado en el mundo por los profesionales de la salud mental, el DSM V tiene un capítulo dedicado a los síndromes culturales y al modo de abordarlo desde la psicología y la psiquiatría.

Dentro del capítulo Formulación Cultural manifiestan que para “comprender el contexto cultural en el que se experimenta la enfermedad es esencial para una evaluación diagnóstica y un manejo clínico eficaces”. (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014), esto quiere decir que la cultura, no solo el entorno físico de la persona, es esencial para comprender los malestares que padece y la manifestación de la afectacción. Dentro del mismo capítulo,

encontramos definiciones de raza, cultura y otros, así como también una guía para la formulación cultural que nos proporciona la ayuda necesaria para evaluar “la información relacionada con las características culturales del problema de salud mental de un individuo, y como este se relaciona con un contexto y una historia social y cultural.” (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014). Pero lo más importante que nos proporciona el manual es la Entrevista de formulación cultural (EFC), que son un total de 16 preguntas a modo de entrevista semiestructurada que los clínicos pueden usar durante la entrevista para conocer la intensidad del impacto de la cultura en la manifestación del malestar del paciente, enfocándose en cuatro dominios de evaluación: definición cultural del problema, percepciones culturales de la causa, el contexto y el apoyo, factores culturales que afectan al afrontamiento personal y la búsqueda de ayuda en el pasado, y por último, factores culturales que afectan a la búsqueda de ayuda en la actualidad.

Si bien es cierto, toda la entrevista está orientada a determinar la influencia de la cultura en el individuo que padece un síndrome cultural; el psicólogo que trabaja con comunidades andinas con creencias diferentes, se enfrenta a la tarea de abordar un problema de índole psicológico sin insultar, denigrar, desdeñar o discriminar al paciente por sus creencias.

Acorde a los Lineamientos para la Acción en Salud Mental del Ministerio de Salud (2004), se nos otorga como parte de los principios para la acción en salud mental: el principio de la “Equidad” donde se respeta la cultura para generar una atención óptima al individuo. También como parte de los compromisos a futuro, se pone en manifiesto que se debe establecer prioridades de salud mental para los diferentes niveles de intervención según el ciclo de vida y poblaciones especiales, y una de ellas es la de las poblaciones nativas con cultura diferente a las de la metrópolis.

De igual manera existe el Enfoque de Interculturalidad dentro de los Lineamientos de Política de Promoción de la Salud que nos habla de reivindicar el desarrollo de valores como el respeto y solidaridad que permitan enfrentarse “al otro” y aceptarlo sin enjuiciarlo.

No obstante, con todas las políticas creadas y los lineamientos que se establecen, según datos del MINSA (2015), la brecha terapéutica continúa creciendo en Lima, alcanzando actualmente un desbordante 85.9% provocando que personas con alteraciones psicológicas no encuentren la atención necesaria para su enfermedad. Sin embargo, la brecha terapéutica actualmente no considera que la búsqueda tardía de la atención médica es derivada también por la influencia de la cultura del individuo necesitado de atención primaria; su cultura es fundamental dado que ejerce una fuerza que le impulsa a priorizar otro tipo de atenciones sobre la profesional o empírica y opta por soluciones alternativas más apegadas a su contexto. Ahora para estos últimos casos, los avances dentro de las políticas de atención social comunitarias en el tratamiento de las enfermedades de índole mental, nos otorgan la solución de que la brecha cultural “puede afrontarse con estrategias antropológicas y sociológicas recurriendo a expertos en estas disciplinas para asesoría y acompañamiento”. (MINSA, 2018).

2.5.

Intervención inclusiva.

El susto o mancharisqa es una creencia fuerte en el Perú como ya se ha visto en capítulos anteriores, por lo tanto, la intervención que se realice para este conjunto de síntomas tiene que darse desde un enfoque intercultural que reconozca, valore, e incluya las concepciones que presenta la población sobre los procesos de salud y enfermedad.

Portocarrero y Palma (2013) en su investigación identificaron puntos de discrepancia entre los especialistas en la medicina basada en el modelo biomédico y la medicina tradicional los cuales fueron: a) El idioma de los pacientes y los especialistas en el modelo biomédico b) La falta de sensibilización del personal sobre la medicina tradicional c) Problemas de interpretación de emergencias por parte de los especialistas de la medicina tradicional d) La desconfianza en los medicamentos del sistema biomédico e) Brechas culturales en la promoción de salud

En la Ley 29889 que se promulgo el 9 de abril del 2013 podemos ver en el Artículo 3° - Finalidad que nos habla sobre garantizar el acceso equitativo y la cobertura de la atención, vinculando la atención primaria con los enfoques de interculturalidad. Además de esto vemos que en los Lineamientos de Política de Promoción de la Salud en el apartado de Enfoques de Promoción de la Salud que nos habla de la necesidad de rescatar el valor cultural y curativo de la medicina tradicional, con el fin de lograr un nivel de complementariedad, equidad y coexistencia con la medicina occidental, evitando de ese modo el ejercicio paralelo y descoordinado.

El MINSA (2018) en el Plan Nacional de Fortalecimiento de Servicios de Salud Mental Comunitaria que tiene como objetivo incrementar el acceso de la población a la salud mental en todas sus dimensiones, presenta en sus enfoques la integración de la salud mental en la salud general donde nos dice que: Desde este enfoque, se concibe que la persona es un ser indivisible, de carácter multidimensional, que organiza dinámicamente atributos biológicos, psicológicos,

sociales, culturales y espirituales y funciona en todo momento de su historia y la de su entorno social (familiar, comunitario, sociocultural y ecobiológico) construyendo su percepción de la realidad, el sentido de la vida, el malestar, el dolor y el bienestar, así como, enfrentado las continuidades salud - enfermedad, desarrollo - estancamiento, participación - exclusión. A su vez, se reconoce la importancia de la repercusión de los pensamientos, los sentimientos, las emociones, el comportamiento la cultura y espiritualidad sobre la salud y la aparición de enfermedades transmisibles, no trasmisibles o de problemas por lesiones externas, así como de estas, en la existencia de trastornos mentales y los procesos de su tratamiento y recuperación (MINSA, 2018, pp 38).

Con todo lo mencionado anteriormente se ve un claro interés por parte del estado para trabajar en conjunto con las creencias culturales de los individuos, respetando así la diversidad cultural presente en el país, pudiendo observar en el plan de salud mental del MINSA una correcta aplicación de las políticas de interculturalidad que ya vimos en los lineamientos del 2005 y la Ley 29889 promulgada el 2013.

Este proceso de implementación del MINSA todavía sigue su curso ya que presenta una fecha de culminación al 2021, por lo cual a la fecha es muy pronto para ver los resultados de esta iniciativa, pero se espera que para el 2021 se pueda ver la inclusión de la diversidad cultural en la intervención de salud en el Perú. Lo que si podemos decir en base a todo lo expuesto en anteriores capítulos es que todavía hay brechas que impiden una integración de personas con otras creencias, ya sea en la intervención de salud en las provincias del Perú, o la de los migrantes de provincia a Lima, donde se pueda trabajar en conjunto con la medicina tradicional.

3. Estrategias para la intervención

Si bien es cierto que los Lineamientos de Salud Mental toman en cuenta las diferencias culturales de los individuos en sus bases para la planificación de estrategias de acción, también manifiestan la exclusión de las diferentes etnias y la falta de sensibilización de las políticas y acciones de salud respecto a las características culturales que son propias. Por ello se plantearán estrategias basadas en los actuales Lineamientos para la Acción en Salud Mental, así como también tomando en cuenta la Ley 29889 sobre salud mental y los Lineamientos de Política de Promoción de la Salud.

3.1.

Evitar el uso de manuales en el tratamiento de un síndrome cultural Como se mencionó anteriormente, la brecha terapéutica se da debido a múltiples causas,

una de ellas es debido a la falta de concordancia entre el modelo médico en el que se basa el diagnóstico de las patologías y las creencias propias de la cultura del individuo. En caso la persona que adolece buscara tratar su enfermedad con un psicólogo este, usando el manual de clasificación llegaría a un diagnóstico solo en función a los criterios establecidos en él, sin respetar el trasfondo de la enfermedad, incluso, al usar solo el manual de clasificación para el diagnóstico final se podría llegar a conclusiones aceleradas que involucrarían comorbilidades exorbitantes finalizando con una estigmatización del individuo. Por lo tanto, una de las estrategias que implementaríamos sería la de evitar el uso indiscriminado de los manuales de clasificación que buscan categorizar las enfermedades en base a la generalización de patologías con supuesto apoyo empírico y en su lugar optar por respetar la individualidad de los pacientes y respetar su cultura, costumbres y normas propias del entorno físico en el que se desenvuelve.

3.2.

Implementación de la medicina tradicional en los centros de salud. De acuerdo a lo visto en capítulos anteriores podemos observar que existen brechas

entre los especialistas el modelo medico tradicional y el moderno, lo cual afecta la atención del paciente, generando en él desconfianza al modelo medico moderno, prefiriendo el modelo tradicional. Por esto es necesario que los dos modelos puedan trabajar en conjunto, a fin de que se respete en el paciente sus creencias y costumbres, sin apartar de él una intervención terapéutica que le permita una recuperación óptima. Esto se puede lograr implementando en los centros de salud un especialista en la medicina tradicional, que pueda trabajar en paralelo con el psicólogo para un correcto diagnóstico y tratamiento.

3.3.

Sensibilización del profesional desde su base académica Es importante que los especialistas en el modelo moderno de salud tengan un proceso

de sensibilización sobre el modelo tradicional, esto sustentado con lo visto en los capítulos anteriores. Por ello se propone que dentro de la curricula universitaria existan cursos que permitan que el profesional adquiera conocimientos sobre las diferentes culturas y síndromes culturales existentes en su país, pudiendo dar una visión más amplia a los futuros profesionales respecto estos síndromes culturales, y otorgando herramientas que le permitan dar un correcto abordaje al paciente respetando sus creencias y trabajando en conjunto con la medicina tradicional. Se pueden implementar cursos base que les permitan conocer un poco más de las culturas en general y la base de sus creencias, tradiciones y medicina tradicional, y cursos electivos que les permitan profundizar más en una cultura en específico, así como su tipo de medicina y enfermedades características.

3.4.

Implementar la promoción y prevención de salud mental sin transgredir las creencias culturales En los Lineamientos de Salud Mental y el Plan de Fortalecimiento de Servicios de Salud

Mental Comunitaria toman como un punto importante la promoción y prevención de la salud mental, esto con un enfoque comunitario. Por otro lado, se ve en capítulos anteriores que síndromes culturales como el susto tienen formas de prevención, los cuales son aceptados y aplicados por los individuos pertenecientes a la cultura. Por esto se propone trabajar en conjunto con los especialistas en la medicina tradicional, los cuales son respetados en las comunidades, para difundir la promoción y prevención de la salud mental, sin transgredir sus creencias, logrando así que la información, participación social y comunitaria sea bien recibida por los individuos, concluyendo con la implementación de nuevas formas de prevención y una visión más amplia de las enfermedades que pueden presentarse así como su diagnóstico y tratamiento.

4. Conclusiones

En base a lo descrito en el presente trabajo, al análisis realizado de la información recopilada y a las estrategias que se plantearon para la correcta intervención, acortando las brechas culturales sin transgredir las características culturales que le son propias al individuo, se puede decir lo siguiente.

Los síndromes culturales como el susto, se observan no solo en una zona en específico, sino que se dan en diferentes partes del territorio peruano, estando presente incluso en otros países. Si bien todos los síntomas y tratamientos no exactamente iguales, si comparten algunas sintomatologías y características en el tratamiento, como son los síntomas depresivos y los rezos, así como la creencia de que el alma se separó del cuerpo.

En el caso del susto, se puede ver que presenta similitudes sintomatológicas con el trastorno depresivo mayor, trastorno de estrés postraumático y trastorno de síntomas somáticos, disminuyendo si calidad de vida. Entre estos trastornos el más resaltante en similitud es el trastorno depresivo mayor, lo cual puede estar ligado a la pérdida del alma como perdida de humanidad. En el caso mostrado se puede ver la similitud con los trastornos mencionados, y también se evidencia el problema que se tiene al poder explicar a los pacientes que están atravesando un problema médico real y no un problema mágico, por lo cual es necesario generar planes de intervención inclusiva, donde se pueda trabajar respetando las creencias del paciente.

No se debe caer en la infravaloración de un síndrome cultural, o de una creencia, ya que hay toda una estructura en esta, viendo en el susto, no solo sintomatología, sino un modelo de

diagnóstico, prevención y tratamiento, además de existir especialistas que tratan a las personas bajo este modelo.

En la actualidad el DSM V tiene un apartado para algunos síndromes culturales, e incluso una entrevista de formulación cultural, el cual permite ver la intensidad del impacto de la cultura en la manifestación del malestar del paciente, enfocándose en las cuatro dimensiones ya mencionadas en capítulos anteriores, esto sumado al principio de la equidad que nos dan los Lineamientos para la Acción en Salud Mental, permite ir planteando formas de acortar las brechas existentes en entre el modelo medico moderno y el tradicional, y la exclusión que presentan las personas de diferentes culturas. Se observa una iniciativa por parte de las autoridades en incluir en el Plan de Fortalecimiento de Servicios de Salud Mental Comunitaria y en las leyes que promueven el bienestar biopsicosocial del individuo variables como la interculturalidad. Esto es un camino todavía largo y que requiere más iniciativas y sensibilización por parte de los profesionales y autoridades competentes.

Las estrategias de intervención que se plantean en este informe son basadas en las necesidades vistas en capítulos anteriores, teniendo sustento en las fuentes consultadas y la realidad que se vive actualmente con respecto a la interculturalidad y la valoración de las diversas creencias culturales que existen en el Perú. Podemos concluir que la mejor manera hacer llegar los servicios de salud modernos es con la inclusión y el respeto a las diferentes creencias, trabajando de la mano con las comunidades y sus médicos tradicionales, los cuales pueden ser grandes aliados en la prevención, intervención y rehabilitación de las personas con problemas de salud mental.

5. Referencias bibliográficas

Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (5° ed., Text rev.). Madrid, España: Panamericana.

Bernal, E. (2010). Síndromes folklóricos en cuatro ciudades de la sierra del Perú. Anales de Salud Mental, 26(1), 39-48. Recuperado de http://www.insm.gob.pe/ojsinsm/index.php/Revista1/article/view/64

Cáceres, E. (2014). Susto o mancharisqa en el sistema médico o indígena andino. Volveré.

Centro de Escritura Javeriano. (2019). Normas APA, sexta edición. Cali, Colombia: Pontificia Universidad Javeriana, seccional Cali. Hinostroza, L. (1988). Enfermedades del aborigen: signos, síntomas, formas de curación, medidas de prevención. Revista de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 125159.

Huarcaya, J. (2017). Síndromes culturales: aportes de la psiquiatría peruana a la antropología médica. Revista Peruana de Psiquiatría, 7(1), 18-28. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/317340956_Sindromes_culturales_aportes_ de_la_psiquiatria_peruana_a_la_antropologia_medica

Icochea, G., & Pariona, W. (2015). Prevención, diagnóstico y tratamiento del mancharisqa (susto) en Ayacucho. Alteritas, 55-70.

Ley N° 29889. Diario Oficial del Bicentenario El Peruano, Lima, Perú, 09 de abril del 2013.

Luna, Y. (2015). Características del síndrome folklórico en adultos del área urbana y rural

en la región de Lima (Tesis de maestría). Recuperado de http://www.repositorioacademico.usmp.edu.pe/bitstream/usmp/2126/1/LUNA_Y.pdf

Martel, G. I., & Pariona, W. Prevención, diagnóstico y tratamiento del mancharisqa (susto) en Ayacucho. Consejo Editorial, 55.

Ministerio de Salud. (2018). Plan Nacional de Fortalecimiento de Servicios de Salud Mental Comunitaria 2018-2021. Recuperado de http://bvs.minsa.gob.pe/local/MINSA/4422.pdf Ministerio de Salud. (2005). Lineamientos de Política de Promoción de la Salud. (111). Recuperado de ftp://ftp2.minsa.gob.pe/descargas/dgps/compendio/pdf/064.pdf

Ministerio de Salud. (2004). Lineamientos para la acción en Salud Mental. Recuperado de http://bvs.minsa.gob.pe/local/promocion/153_lineamsm.pdf

Portocarrero, J., & Palma, H. (2013). Síndromes Culturales de la Provincia de ChurcampaHuancavelica. Medicusmundi, 1-94.

Rubel, A. J. (1964). El susto en Hispanoamérica. Caribbean Studies, 13(4), 457–76. Recuperado de https://revistas.upr.edu/index.php/rcs/article/download/9106/7504

Santos, J. (2012). El susto un problema de salud, percepción de la población y el personal de salud (Tesis de maestría). Recuperado de https://repositorio.umsa.bo/bitstream/handle/123456789/3973/TE833.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Scott, K. (2011). La Medicina Tradicional y la Medicina Moderna en Cuzco. Independent Study Project (ISP) Collection. Recuperado de

http://digitalcollections.sit.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=2194&context=isp_collect ion