Socialismo Del Siglo 21

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA

ALDEA UNIVERSITARIA “JUAN BAUTISTA CASTRO” PROGRAMA DE FORMACION DE GRADO (PFG) GESTION SOCIAL DEL DESARROLLO LOCAL.

El Socialismo, orígenes y tipos, el socialismo del siglo XXI en Venezuela

TUTOR:

AUTORES:

PROFESOR JOSE FRANCISCO ESTABA

TSU: JESUS URBINA. CI: 6.252.746 TSU SIRIA RIVAS. C.I: 8.623.814

Aspirantes al Titulo de Licenciados. Caracas, Junio 2012.

LOS ORÍGENES DEL SOCIALISMO, EL SOCIALISMO SOCIALISMO CLÁSICO. MARX Y SUS POSTULADOS.

CIENTÍFICO,

En este trabajo se hará mención a la Republica Bolivariana de Venezuela en la construcción del Socialismo Bolivariano, así como en la influencia del nuevo modelo económico y social para la américa latina, que esta teniendo influencia en el resto de las naciones, virando hacia la izquierda progresista latinoamericana. Socialismo Científico, socialismo clásico. Karl Marx Karl Heinrich Marx, conocido también en español como Carlos Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818 – Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra, incursionó en los campos de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente al área intelectual, pues además incursionó en el campo del periodismo y la política, proponiendo en su pensamiento la unión de la teoría y la práctica. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno y del marxismo. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El Capital. Aquí el paradigma del conocimiento válido, el modelo de búsqueda de la verdad, está tomado de las ciencias naturales, cuya influencia es casi omnipresente en la vida intelectual europea occidental de la segunda mitad del siglo XIX, y que terminó por tener una poderosa incidencia en la concepción del mundo de Marx. Es el terreno de la búsqueda de la verdad mediante los métodos de indagación empírica y demostración rigurosa que aporta, como modelo, la ciencia natural. El marxismo es la síntesis más acabada tanto de los valores como de las formas de conocer dominantes en occidente en los últimos siglos. No hay en Marx, sin embargo, una clara ni permanente autoconciencia epistemológica con relación a las implicaciones que para su sistema teórico tiene el hecho de que las fuentes de sustentación de sus proposiciones se encuentren ubicadas en terrenos que presentan opciones epistemológicas en muchos sentidos enfrentadas. El comunismo es, para Marx, la sociedad que queremos (terreno de los valores, de las opciones éticas, de la construcción –en gran medida voluntaria– del futuro por parte de los seres humanos). Es además el fin y el sentido de la historia, es la dirección hacia la cual ha venido caminando la humanidad desde siempre, es lo que le da sentido a todo el acontecer anterior, es aquello de lo cual los seres humanos son portadores (lo sepan o no). Por último, para Marx el comunismo es algo que está inscripto en la dinámica de las contradicciones de la sociedad capitalista.

Las contradicciones de clase, las contradicciones entre fuerzas productivas y relaciones de producción, el proceso de constitución del proletariado como clase revolucionaria, la apropiación creciente de las fuerzas productivas del trabajo social por parte de esta clase –todo ello demostrable científicamente– constituyen la constatación irrefutable de que se están gestando, al interior de la sociedad capitalista, las condiciones para su transformación en una sociedad comunista. ¡Maravillosa coincidencia entre los sueños de libertad y felicidad, el sentido profundo e inmanente de la historia, y lo que el análisis científico de las tendencias de la sociedad capitalista nos demuestra! Es esta vertiente epistemológica cientificista, ya presente en Marx, la base de la construcción de todo el inmenso andamiaje del llamado socialismo científico, que incorpora en forma no cuestionada el modelo de producción de conocimiento característico de la ciencia positiva (dualidad razón-sujeto/ objeto; privilegio de un sujeto histórico particular, y construcción de todos “los Otros” como objetos del conocimiento, como incapaces de producir conocimiento válido; perspectiva eurocéntrica de la Historia Universal; etcétera). Sólo el marxismo nos garantiza aproximarnos a la verdad absoluta. Las otras sendas del conocimiento nos garantizan el error, la no-verdad. A partir de estas proposiciones, Lenin saca sus conclusiones políticas. Si la marcha de la historia se da de acuerdo con las leyes objetivas, cuya naturaleza y esencia pueden ser conocidas –y son de hecho conocidas– objetivamente sólo por el marxismo, toda acción política que se fundamente en la verdad del marxismo será una acción política montada sobre la dirección de la historia y estará justificada por ello. Toda acción política que se fundamente en otra concepción de la sociedad y de la historia estará basada necesariamente en el engaño y la patraña; estará contrapuesta y desviada con relación a la dirección del desarrollo objetivo de los acontecimientos históricos. El desentrañamiento del sentido profundo de las leyes de la historia, la verdad absoluta, es posible, pero sólo para aquellos cuya posición en las relaciones de producción capitalista les otorga un particular privilegio epistemológico que les da acceso a dicha verdad; esto es: el proletariado de la sociedad capitalista y, en particular, su vanguardia organizada en partido revolucionario. Estas proposiciones leninistas reproducen (en forma radicalizada), las posturas coloniales eurocéntricas del conocimiento moderno hegemónico en su construcción de una escisión entre objeto y sujeto, y en la creación de la razón como sujeto abstracto del conocimiento objetivo y universal. Hay, sin embargo, una importante diferencia. La ciencia positiva postula la existencia de un sujeto abstracto (la razón), capaz de

un conocimiento objetivo y universal. Se trata en realidad de un dispositivo epistemológico mediante el cual se oculta al sujeto del conocimiento dominante del mundo colonial-moderno; un sujeto europeo, blanco, masculino, de clase alta y, por lo menos en su presentación pública, heterosexual. Todos “los Otros” (mujeres, negros, indios, no europeos) son convertidos, mediante este dispositivo, en objetos de conocimiento, en no-sujetos, en seres incapaces de crear un conocimiento válido. En la radicalización que hace Lenin de esta postura colonial eurocéntrica de negación de todo Otro sujeto capaz de conocer, no aparece este dispositivo de ocultamiento. El sujeto privilegiado del conocimiento objetivo y universal es postulado abiertamente: la vanguardia del proletariado. El verdadero socialismo, el socialismo postulado por Marx, estaría todavía por realizarse. Igualmente limitados resultan los intentos de establecer una ruptura radical entre el marxismo de Marx y el marxismo de Lenin, marxismo que fue codificado posteriormente como marxismo-leninismo. En las últimas décadas, ha sido común a la reflexión crítica en torno a las sociedades socialistas actuales el llegar a la conclusión (inevitable) de que el socialismo realmente existente está íntimamente ligado a las concepciones teóricas y políticas del leninismo, y que la idea de un socialismo democrático implica necesariamente una ruptura con este último. Sin embargo, en el noreconocimiento de que la obra de Lenin constituye la continuación de algunas tendencias medulares inscriptas en el pensamiento de Marx, lo que se repite es el apego religioso a la permanencia de la contribución de Marx, impidiendo por esa vía una reflexión crítica sobre la obra del propio Marx. Ejemplo de esta modalidad de separación radical entre lo bueno atribuido a Marx y lo malo atribuido a Lenin es la ruptura del eurocomunismo con el leninismo. Estas interpretaciones reduccionistas, altamente selectivas (tan frecuentes en la historia del marxismo), han servido tanto para sustentar y legitimar las más diversas posturas políticas ubicadas en el campo del marxismo, como para escamotear la posibilidad misma de una discusión crítica en torno a la relación entre las experiencias de construcción socialista y las proposiciones teóricas y políticas básicas del marxismo. Sólo a partir del reconocimiento del conjunto de problemas, tensiones y contradicciones presentes en la obra de Marx, y de la diversidad de las potenciales orientaciones de su desarrollo posterior, es posible una aproximación crítica fructífera al conjunto de su obra y a los efectos que esta tuvo en la experiencia histórica del socialismo realmente existente. La obra de Marx ha sido leída de distintas formas. En ella se incluyen obras de

teoría y crítica económica, polémicas filosóficas, manifiestos de organizaciones políticas, cuadernos de trabajo y artículos periodísticos sobre la actualidad del siglo XIX. Muchas de sus obras las escribió junto con Engels. Los principales temas sobre los que trabajó Marx fueron la crítica filosófica, la crítica política y la crítica de la economía política. Algunos autores pretendieron integrar la obra de Marx y Engels en un sistema filosófico, el marxismo, articulado en torno a un método filosófico llamado materialismo dialéctico. Los principios del análisis marxista de la realidad también han sido sistematizados en el llamado materialismo histórico y la economía marxista. Del materialismo histórico, que sitúa la lucha de clases en el centro del análisis, se han servido numerosos científicos sociales del siglo XX: historiadores, sociólogos, antropólogos, teóricos del arte, etc. También ha sido muy influyente su teoría de la alienación. Las obras de Marx han inspirado a numerosas organizaciones políticas comprometidas en superar el capitalismo. Por una parte, habría que señalar la interpretación que han realizado los leninistas, partidarios de que una vanguardia del proletariado, organizada en un partido revolucionario, preparado, si es necesario, para trabajar en la clandestinidad, empuje a la clase obrera a hacerse con el poder mediante la fuerza insurreccional de masas, para así derrocar a sus antiguas clases opresoras y dominantes, la burguesía y la aristocracia, expropiándolas de su control sobre el aparato de Estado y los medios de producción, y procediendo a la construcción de un Estado obrero que, además de instituir a aquélla como clase dominante, le permita avanzar hacia el socialismo — sociedad altamente igualitaria y solidaria, sobre la base de la democracia obrera y la propiedad social sobre los medios de producción, y un fuerte desarrollo productivo y cultural, con una economía planificada capaz de suplir holgadamente las principales necesidades mayoritarias— y la desaparición de la división de la sociedad en clases, hasta llegar al comunismo —sociedad sin clases sociales y sin Estado, basada en un altísimo nivel de civilización—. Paralelamente a estas ideas describe al hombre con diversas concepciones: lo considera un ser real de carne y hueso; es únicamente el resultado de la historia económica, un predicado de la producción de la misma historia. Piensa que el hombre se realiza modificando la naturaleza para satisfacer sus necesidades en un proceso dialéctico en que la transformación de agente y paciente es transformación mutua. La autogeneración del hombre es un proceso real, histórico – dialéctico, entendiéndose la dialéctica como proceso y movimiento a través de la superación sintética de las contradicciones. Cuando Marx habla de “realidad” hace referencia al contexto histórico social y al mundo del hombre. Asegura que el hombre es sus relaciones sociales.

Para Marx, lo que el hombre es no puede determinarse a partir del espíritu ni de la idea sino a partir del hombre mismo, de lo que éste es concretamente, el hombre real, corpóreo, en pie sobre la tierra firme. El hombre no es un ser abstracto, fuera del mundo sino que el hombre es en el mundo, esto es el Estado y la sociedad. La libertad, la capacidad de actuar eligiendo, está limitada a las determinaciones históricas, pero es, al mismo tiempo, el motor de aquéllas cuando las relaciones sociales y técnicas entran en crisis. Dios, la Filosofía y el Estado constituyen alienaciones en el pensamiento, alienaciones dependientes de la alienación económica, considerada para Marx única enajenación real. En líneas generales, Marx defiende la idea de que la alienación empobrece al hombre sociohistórico negándole la posibilidad de modificar aspectos de los ámbitos en los que se ve involucrado, provocándole una conciencia falsa de su realidad. Sin embargo, éste es un hecho que puede suprimirse. Políticamente, el pensador alemán aboga por una sociedad comunista. Entre el hombre alienado (aquel que no coincide consigo mismo) y el hombre comunista (aquel que finalmente es igual a hombre) se coloca el proceso transformador. Sólo en la sociedad comunista habrá desaparecido toda alienación. Tomás Moro (1478-1535), Su libro Utopía (1516) o, “lugar inexistente”, es una ciudad ideal. Donde concentra todas sus ideas sobre cómo debería ser un país para el bienestar económico, político y social de sus habitantes. De esta forma critica las instituciones inglesas, sus costumbres e injusticias. Ataca a la monarquía y al sistema económico–político que llevan al empobrecimiento del pueblo por causa de la organización feudal del trabajo y la propiedad privada. Mientras el derecho de propiedad fuese el fundamento del edificio social, los pobres vivirían en el tormento y en el desespero. Por esto, en la ciudad ideal no habría dinero ni propiedad privada, el interés particular se subordinaría al interés general, la igualdad sería total. En ese mundo el comunismo (comunidad de los bienes) es la regla, pero “quien no trabaja no come”. Moro describe minuciosamente los principios de una construcción legislativa y social de esa ciudad ideal. Todo allí es repartido con equidad. Nadie posee nada a su nombre, pero todos son ricos. En este sentido es el primero en concebir una producción organizada en el contexto de un estado nacional. En el mundo utópico que imagina, la ciencia es puesta al servicio de la producción. Su rey se llama Utopos, del griego “no lugar”, como la isla, y toda la isla es vista como una gran familia o casa común.

Los socialistas utópicos surgen a principios del siglo XIX como respuesta a la burguesía que lentamente abría su camino desde el siglo XV para ser la representante de la nueva clase social relacionada con la caída del feudalismo y la revolución industrial. Al mismo tiempo estos socialistas se esfuerzan por crear mecanismos, organizaciones, estructuras sociales, llamadas comunidades, falansterios o cooperativas con el fin de resolver las condiciones sociales deplorables fruto de este nuevo movimiento del poder económico que trae como consecuencias el surgimiento del proletariado. El nombre utópicos estaba relacionado a estas comunidades pre-establecidas basadas en la idea original de Tomás Moro. Los más relevantes son Robert Owen, Saint-Simón, Charles Fourier, entre otros, que aunque tuvieron diferentes procedencias, se pronunciaron contra la explotación y son considerados los precursores del cooperativismo moderno. El manifiesto comunista coloca un pensamiento inédito en la sublevación contra la opresión en las relaciones de producción. Al declarar a la burguesía como la clase de opresores y al proletariado la clase de oprimidos y proclamar que estos se unan y se liberen de las cadenas, están haciendo un llamado a la constitución de otra relación con la producción y con las fuerzas productivas en donde los bienes sean comunes a los trabajadores, acabando con la propiedad privada, con el poder político y finalmente con el Estado. Marx y Engels no sólo dan vuelta el sistema Hegeliano constituyendo al ser social como referente de la conciencia, sino que esto conlleva que ese ser social se reconstruya en una comunidad de seres libres. Pero la eliminación del antagonismo de clases, la presuposición de un acuerdo social, anhelada por los utópicos, es una quimera que impide la toma de conciencia que conduciría del reino de la necesidad al reino de la libertad. El creer en el socialismo burgués es reproducir esta relación y retardar la toma de conciencia. Los socialistas utópicos para Marx, ven al proletariado desde el punto de vista de “la clase que más padece”, y no como una clase social producto de lo dicho anteriormente que puede asumir el poder, no lo ven como posibles sujetos. Y las soluciones que se piensan son “fantásticas”, no habría lugar para la acción social, sino a la mera asistencia social (podríamos hacer un paralelismo con la acción de la iglesia). Por otro lado la preocupación de estos socialistas es resolver la situación de vida de todos los miembros de la sociedad, incluso reverencian a la clase dominante creyendo que de ahí puede salir recursos para el cambio social.

LA VIGENCIA DE LA UTOPÍA EN EL SIGLO XXI. En principio pareciera como si la palabra utopía fuera dual: por un lado tiene una connotación negativa, y Marx a veces lo usa de esa manera. Por otro lado, también se usa en un sentido positivo, como el sueño que motiva y moviliza. En el manifiesto Marx critica a los utópicos, y a cambio, entrega certezas científicas incuestionables.... pero a causa de esas certezas, cae en la contradicción. Es decir, Marx escribe un credo secularizado. La dialéctica histórica entrega una certeza irrefutable: el proletariado enterrará a la burguesía. Para algunos esta certeza es la catástrofe porque nada es tan definitivo, la realidad no es una ciencia exacta. Hay caos, hay complejidad. Los proletarios del mundo no están unidos y la democracia burguesa deja mucho que desear. "Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza". Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano.

VENEZUELA: VISIÓN DEL PAÍS EN LOS ÚLTIMOS 13 AÑOS. EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI.

EL CAMBIO DE PARADIGMA EN AMERICA LATINA. El socialismo del siglo XXI es un concepto que aparece en la escena mundial en 1996, a través de Heinz Dieterich Steffan. El término adquirió difusión mundial desde que fue mencionado en un discurso por el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el 30 de enero de 2005, desde el V Foro Social Mundial. El modelo de Estado socialista del socialismo del siglo XXI es un socialismo revolucionario que bebe directamente de la filosofía y la economía marxista, y que se sustenta en cuatro ejes: el desarrollismo democrático regional, la economía de equivalencias, la democracia participativa y protagónica y las organizaciones de base. Dieterich, en su obra Socialismo del Siglo XXI se funda en la visión de Karl Marx sobre la dinámica social y la lucha de clases. Dieterich profundiza la teoría marxista y la actualiza en el mundo de hoy, incorporando los avances del conocimiento, las experiencias de los intentos socialistas, develando sus limitaciones, entregando propuestas concretas tanto en la economía política como en la participación democrática de la ciudadanía para construir una sociedad libre de explotación. Resumiendo, el socialismo del siglo XXI supone que es necesario un reforzamiento radical del poder estatal democráticamente controlado por la sociedad para avanzar el desarrollo. En el marco de la Revolución Bolivariana, Chávez ha señalado que para llegar a este socialismo habrá una etapa de transición que denomina como Democracia Revolucionaria. Hugo Chávez expresó “Hemos asumido el compromiso de dirigir la Revolución Bolivariana hacia el socialismo y contribuir a la senda del socialismo, un socialismo del siglo XXI que se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad” en un discurso a mediados de 2006. Además, este socialismo no está predefinido. Más bien, dijo Chávez “debemos transformar el modo de capital y avanzar hacia un nuevo socialismo que se debe construir cada día”.

Para contribuir a la búsqueda de dichos criterios, propone releer la historia de la economía política, porque en su opinión algunos de ellos no logran hacerse manifiestos por confusiones conceptuales en esa disciplina: la primera, ocurrida a lo largo de los doscientos últimos años, identificó al capitalismo con el liberalismo; la segunda, ocurrida en este siglo, identificó al socialismo con el estatismo. Su tesis es que el camino más expedito para alcanzar la sociedad más justa a la que todos anhelamos, se consigue con una alianza entre el socialismo y el liberalismo, una vez que el socialismo haya dejado a un lado al estatismo y el liberalismo haya dejado a un lado al capitalismo. Dieterich no establece un modelo único y absoluto para lograr una sociedad democrática, participativa, socialista y sin clases sociales. Más bien establece una metodología para elaborar lo que denomina El Nuevo Proyecto Histórico cuyos pilares estratégicos son el Bloque Regional de Poder (BRP) que sería la integración económica y política de los Estados Progresistas de la región y el Bloque Regional del Poder Popular (BRPP) que correspondería a la coordinación continental de los movimientos sociales que apoyen a la implementación del Socialismo del siglo XXI. A eso, se suma la colaboración igualitaria y solidaria entre los Estados y los movimientos sociales, es decir, entre el BRP y el BRPP. La autogestión y la idea de Comunidades Creativas y Sostenibilidad, ideario de Ezio Manzini y la Red Mundial para el Diseño Sostenible son igualmente prácticas tangibles de este nuevo modelo. Dieterich en el Socialismo del Siglo XXI, propone un modelo económico que no esté basado en el precio del mercado, fundamento de la economía de mercado y del capitalismo, a los que considera fuentes de las asimetrías sociales y de la sobre explotación de recursos naturales. Propone lo que denomina una economía de valores fundado en el valor del trabajo que implica un producto o servicio y no en las leyes de la oferta y la demanda. Para Dieterich, el modelo de mercado ha puesto su atención principalmente en los alcances de la ganancia y la propiedad, desvirtuando completamente el sentido de la economía. En este sentido, el modelo responde a lo que Socialismo del siglo XXI denomina "crematística", una perversión de la economía donde el acento está puesto en la ganancia. Según él, la economía política no debe operar como la forma en que unos pocos se hacen ricos, sino con un criterio de productividad. El modelo del socialismo del siglo XXI debería estar basado en una ecuación donde el valor (precio) del producto, se vinculara la equivalencia sobre los tiempos de producción y a la democracia participativa.

De esta manera, la redistribución y los cambios a nivel de educación deberían recoger los intereses reales de las personas que estructuran y definen los sistemas político-económicos. Para Dieterich, el socialismo del siglo XXI es la ampliación y profundización de la democracia participativa, donde las dimensiones de lo cotidiano, lo estético y lo racional-crítico deben estar incorporadas al cambio social. Heinz Dieterich Steffan, al final de su obra, llama a un debate abierto y constructivo para mejorar el proyecto del Socialismo del Siglo XXI, lo cual indica que dicha ideología sigue reformulándose. Dietrich plantea que "la estatización de los medios de producción no resuelve el problema de la economía socialista del Siglo XXI. El problema económico de la nueva civilización es informático, la sustitución del precio por el valor objetivo del trabajo". En el Socialismo del Siglo XXI se redefine el concepto Soberanía en sus dos vertientes: 1) Soberanía Política: fruto de los representantes elegidos por los ciudadanos en los órganos habilitados para ello: Parlamentos y Partidos Políticos. 2) Soberanía Social: representada por dos ámbitos diferentes del ideológico el socio-económico (sindicatos y el consejo económico social y/o patronal) y el territorial ciudadano (Senado). Frente a las grandes innovaciones se propone una constante reformulación de pequeños cambios que a mediano o largo plazo producen una mejora continua del sistema. Para este rol cobran especial relevancia todos los actores: A. Actores de la Democracia Representativa: representantes de la Soberanía Política (Partidos Políticos) + Representantes de la Soberanía Social (Senado + Cámara Socio-Económica). B. Actores de la Democracia directa: la reformulación ideológica parte de un proceso de mejora continua que parte de la base ciudadana, de alta implicación y de su continua interacción con los agentes de la Democracia Representativa.

La Democracia de Calidad Total constituye una metodología de mejora continua del sistema democrático. Esta metodología es aplicada desde un punto de vista de Democracia representativa más la Democracia participativa. Sus principios: 

Orientación al Ciudadano: El ciudadano es productor de Democracia, constituye el medio y el fin.



# Identificación de Agentes: Comunidad ideológica o política, comunidad territorial, comunidad socio-económica.



Instrumento: Parlamento Tricameral (Senado / Parlamento / Cámara SocioEconómica).



Principio de Autodeterminación: Todos participan en la comunicación / determinación de metas.

La Democracia de Calidad Total, objetivo del Socialismo del Siglo XXI, tiene como metodología activa el Kauzolan. El Kauzolan combina la filosofía o metodología japonesa del Kaizen, aplicada originalmente en el sistema productivo industrial, con las antiquísimas experiencias participativas como el auzolan vasco, la andecha gallega, el coor irlandés o las prácticas comunales andinas denominadas minka. Dos son por tanto las bases de la metodología de una Democracia de Calidad Total: Kaizen + Auzolan, a saber: KAIZEN La puesta en práctica de la metodología Kaizen tendría como efecto: 

Flexibilidad y Adaptación el ciudadano en un contexto socio-político globalizado: Shoyinka.



Fomento de la Participación y de las ideas innovadoras: Soifoku.



Autocontrol o Veto de la ciudadanía ante los defectos políticogubernamentales: Jidoka.

AUZOLAN Es una forma antiquísima de trabajo en común vecinal. Es el ayuntamiento o la simple reunión de vecinos donde se determina cuándo y por quiénes ha de efectuarse la prestación. La institucionalización del auzolan la vemos cristalizada en las cofradías administradoras de montes y tierras comunales.

HUGO CHÁVEZ Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI. Actualmente el gobierno de Hugo Chávez, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, plantea estar avanzando hacia el Socialismo del Siglo XXI". Efectivamente se ha avanzado en el eje del desarrollismo democrático nacional y regional, pero aún falta dar el paso a la implementación efectiva de los otros ejes, instituciones pilares del Socialismo del Siglo XXI. El mandatario Rafael Correa, presidente de la República de Ecuador, y movimientos sociales ecuatorianos ya han manifestado su entendimiento y voluntad de generar e implementar un proceso que conduzca a Ecuador hacia la institucionalidad del Socialismo del Siglo XXI. A comienzos de 2007, el presidente venezolano mostraba sus referencias teóricas, frente a la cúspide eclesiástica de su país expresó «Les recomiendo a los obispos que lean a Marx, a Lenin, que vayan a buscar la Biblia para que vean el Socialismo en sus líneas, en el viejo y nuevo testamento, en el sermón de la montaña.». En el mismo acto, Chávez afirmó compartir ideas trotskistas, como la revolución permanente. Chávez ha afirmado que el Socialismo del Siglo XXI acepta la propiedad privada (a diferencia de la postura marxista-leninista) y debe nutrirse de las corrientes mas auténticas del Cristianismo, dentro de una democracia participativa y protagónica y debe conjugar igualdad con libertad. -- Según lo anterior, el desconocimiento en el extranjero de lo que es el Socialismo del siglo XXI en Venezuela, deja muchos vacíos en relación al conocimiento real de la práctica constructiva y colectiva del proceso Bolivariano. -El socialismo del siglo XXI representa, ante los ojos de la opinión pública nacional y de la opinión pública internacional, la nueva bandera de la segunda administración constitucional del Presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías. Una bandera ideológica que a diferencia de muchas otras utilizadas en la historia de naciones democráticas de Europa y Norteamérica, se va construyendo en la medida en que se van presentando las unidades problemáticas de una administración que difícilmente cuenta en su arsenal político con un programa bien acabado de medios y fines históricos, como sí lo presentaba el marxismo del siglo XIX y el marxismo-leninismo del siglo XX. Al plantearse la alternativa socialista como sostén del cambio estructural que propicia el proceso revolucionario bolivariano en Venezuela, Hugo Chávez desató no pocas especulaciones, análisis, temores y esperanzas de distintos calibres, tanto dentro como fuera del país. Algunos lo enfocan según la óptica del materialismo histórico. Otros, en cambio, pretenden hacerlo prescindiendo por completo de los cánones clásicos de la izquierda revolucionaria.

Entretanto, Chávez ha expuesto -de modo sencillo- que este socialismo "se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad", valores universales todos que resumen un amplio proyecto de emancipación integral al cual se adhieren, mayoritariamente, los sectores populares venezolanos, con una trascendencia continental. Este nuevo socialismo estará, por consiguiente, alejado del individualismo y del egoísmo, estableciendo nuevos valores sociales y humanos que enfrentarán, por igual, a la corrupción moral y a la corrupción material. Sin embargo, existen algunas señales claras de qué se trata este nuevo socialismo. El Presidente Chávez las deja entrever ala firmar que "una revolución política y una revolución social deben estar acompañadas de una revolución económica, si no, estaría condenada a morir, más temprano o más tarde". Más abundantemente lo expresó el 15 de diciembre de 2006: "…no habrá socialismo sin transformación económica, no habrá socialismo sin democracia participativa y protagónica en lo político, no habrá socialismo sin ética socialista, el amor, la solidaridad, la igualdad entre los hombres , las mujeres, entre todos, esos son los elementos fundamentales del socialismo, de nuestro socialismo en construcción". A la par de tales elementos, habrá que añadirle el compromiso integracionista, internacionalista y antiimperialista legado por Simón Bolívar y demás libertadores latino-caribeños. Todo esto, en conjunto, requiere formularse teóricamente a fin de que, partiendo de lo particular venezolano, sirva de base dinámica al proceso revolucionario bolivariano en marcha. Esto, necesariamente, tiene que afectar y trascender las típicamente aceptadas relaciones de producción capitalista, la institucionalidad del Estado, el poder constituido, la integración cívico-militar, el andamiaje cultural, la educación, la ética, la moral, la religiosidad, incluso, y todo aquello que forma parte de la cotidianidad social presente. A grandes rasgos, el socialismo en el siglo XXI representa una luz de esperanza para los pueblos del mundo, amenazados con ser engullidos por una globalización neoliberal militarizada atroz, racista y despótica que, ante la inminencia de su desplome definitivo, no vacila en fomentar el caos y la violencia internos. En este marco de circunstancias, el socialismo en construcción en Venezuela enfrenta el reto de estimular la liberación definitiva de nuestros pueblos y la edificación de una sociedad democrática de nuevo tipo, promovido y sostenido desde abajo, dotado de una clara orientación revolucionaria, a pesar de lo complejo que pueda resultar inicialmente.

BIBLIOGRAFIA: INTERNET http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/campus/marxis/P1C5Lander.pdf http://es.wikipedia.org/w/index.php? title=Especial:Libro&bookcmd=download&collection_id=d53cc15b9eee6ffd&writer= rl&return_to=Karl+Marx http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/30-ix-37.htm http://www.rebelion.org/noticia.php?id=6147 http://arbolsocialdemocrata.blogspot.com/2009/07/el-pensamiento-politico-detrotsky-y.html http://www.monografias.com/trabajos71/razon-visiones-socialismo/razon-visionessocialismo4.shtml http://es.wikipedia.org/w/index.php? title=Especial:Libro&bookcmd=download&collection_id=1397eb071b14cd06&writer =rl&return_to=Socialismo+del+siglo+XXI http://socialismoenelxxi.blogspot.com/search/label/Del%20nuevo%20socialismo %20en%20construcci%C3%B3n