SOBRIEDAD Vs AUSTERIDAD

Página 1 de 8 Austeridad, ciencia y virtud Vida de san Francisco de Asís Enemigo de la vanagloria Verano, 1221)Después

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Página 1 de 8 Austeridad, ciencia y virtud Vida de san Francisco de Asís

Enemigo de la vanagloria Verano, 1221)Después del capítulo general, repuesto un poco de su enfermedad,  Francisco emprendió una gira apostólica por el centro de Italia. Fue tal vez en esta ocasión cuando, un día, después de predicar delante de la catedral de Terni, el obispo despidió al pueblo diciendo: "Desde que el Señor plantó y edificó su Iglesia, no ha dejado de adornarla con hombres santos que la hacen crecer con sus palabras y su ejemplo. Ahora, en nuestros días, la ha enriquecido con un hombre sencillo, humilde e iletrado. Por eso debéis honrar y amar al Señor, evitando todo pecado, ya que 'con ninguna nación obró así". Tanto agradaron a Francisco estas palabras, que se echó a sus pies, exclamando con satisfacción: "¡Messer, nadie en el mundo me ha honrado tanto como tú ahora. Los demás dicen que soy un santo y alaban a la criatura, no al Creador. Tú, en cambio, has sido discreto, sabiendo distinguir lo que es precioso de lo que nada vale. Todo el esfuerzo de Francisco iba dirigido a edificarse a sí mismo sobre la humildad aprendida de Cristo, por eso sólo miraba a sus fallos y su mayor ilusión era crecer en la virtud. Humilde en el vestir, en los sentimientos y en la valoración de sí mismo, aparecía ante los demás como el menor de los menores. No había arrogancia en sus palabras, ni afectación en sus gestos, ni ostentación en sus obras. De buena gana se sometía a los demás, dejándose guiar mejor por el consejo de un compañero que por el suyo propio; y prefería la crítica a la alabanza, porque aquella le obligaba a corregirse, mientras el elogio lo ponía en peligro de caer. Austeridad en el comer (Otoño, 1221).>Del 1 de noviembre al 25 de diciembre Francisco hizo la cuaresma de San Martín en Poggio Bustone, cerca de Rieti y, por su enfermedad, los hermanos le condimentaron algunos platos con tocino. Mas, cercana ya la Navidad, mientras predicaba a un grupo de comarcanos, les dijo: "Sé que venís a verme con gran devoción, porque me consideráis un santo; pero yo confieso ante Dios y ante vosotros que durante la cuaresma he tomado alimentos con tocino". Más tarde, diría también a sus compañeros: "En los eremitorios, como en cualquier otro lugar, quiero ser ante Dios tal como la gente me ve, pues si ellos me consideran santo y no vivo como tal, sería un hipócrita". Porque le parecía imposible satisfacer al cuerpo sin condescender con el placer, las pocas veces que tomaba alimentos cocidos los volvía insípidos echando agua fría o ceniza. Fray Bonaparte, que cocinó para él en un eremitorio, se quejaba diciendo: "yo me fatigo con tanto interés por prepararte algo bueno que te alivie, y tú me lo estropeas todo. Y yo sufro por eso". A lo que replicaba el santo: "Tú haces bien lo que haces, pero yo también hago con buena intención lo que creo es mi deber".

Austeridad en el vestir Después de Navidad estuvo en la ermita de San Eleuterio, cerca de Contigliano, entre Rieti y Greccio. Como hacía un frío intenso, él y su compañero reforzaron sus túnicas por dentro con unos remiendos, mas él no quedó satisfecho: "He pensado -decía al compañero-  que tengo

Página 2 de 8 que ser un modelo para todos. Aunque mi cuerpo no lo necesite, no puedo olvidar que mis hermanos pasan la misma necesidad que yo y no pueden remendar sus túnicas. Creo que tengo que ponerme en su lugar y sufrir sus mismas privaciones. Así las sufrirán mejor". Un día, juzgando que sus hermanos se excedían en el comer y en otras cosas, exclamó: "¿Acaso creen que mi cuerpo no necesita un régimen especial? Sin embargo, debo ser modelo y ejemplo para todos y quiero usar alimentos y ropas pobres y vulgares, y estar contento con eso". La Regla permitía el uso de una segunda túnica sin capucha, en caso de necesidad, y los enfermos podían tener un hábito más suave, a condición de que fuese por fuera áspero y vulgar, porque Francisco recordaba que Cristo alabó al Bautista por la aspereza de su vestimenta, y añadía: "Sé por experiencia que los demonios sienten horror por la aspereza y tientan con más fuerza a quienes viven entre placeres". A quienes no soportaban la asperaza en el vestir los reprendía duramente, en público. Y para avergonzarlos con el ejemplo, en la parte delantera de su túnica llevaba cosida una pieza muy basta de saco. Como solía regalar el hábito a quien se lo pedía por amor de Dios, a veces le resultaba muy difícil encontrar otro, porque lo quería muy pobre y remendado. Jamás quiso uno nuevo; prefería cambiarlo por la túnica vieja y remendada de otro hermano. Un día le preguntaron cómo podía soportar el frío con ropa tan escasa y él respondió: "No es tan difícil, si estamos inflamados por dentro con el deseo del reino". El clérigo Tomás de Split, que lo conoció en Bolonia, dará testimonio de la sucia vestimenta de Francisco. Sucia porque sólo tenía una túnica y, según un breviario del 1254, la usaba de día para vestir y de noche para dormir sobre ella, de ahí que, tuviese que sacudirla frecuentemente con un bastón, para librarla de la polilla Austeridad en el dormir San Francisco solía dormir sobre una estera de junco o sobre la túnica extendida en el suelo. Por almohada colocaba un tronco, una piedra o un trozo de paño. Muchas veces dormía sentado, apoyado contra una pared. Si hacía frío, se cubría con su propia ropa. Cuando se acostaba, procuraba hacer ruido, para que sus compañeros percataran. En cambio, cuando se levantaba a medianoche para rezar maitines, lo hacía con mucho sigilo. A pesar de ser tan riguroso, a sus hermanos recomendaba siempre prudencia y les aconsejaba: "El comer, el dormir y otras necesidades del cuerpo deben ser atendidas discretamente, para que el hermano cuerpo no se queje, diciendo: 'Si no me das lo necesario, no puedo tenerme en pie, ni darme a la oración, ni alegrarme en las pruebas, ni hacer otras buenas obras". Pero añadía enseguida: "Si eres moderado con tu cuerpo y lo cuidas de manera honesta y conveniente y, no obstante, el hermano cuerpo resulta perezoso, negligente o somnoliento en la oración, vigilias y otras obras buenas, debes castigarlo como a una bestia de carga". Esta fue su filosofía, que le permitió alcanzar un perfecto dominio de sí mismo.

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MISTICA DE LA AUSTERIDAD

Las miradas profundas son escasas hoy día. No abundan las personas que ven a los ojos, escuchan sin interrumpir o dicen justo aquello que más enriquece y edifique. Claro, si son escasas, entonces urge abrir los ojos, con audacia y ternura. Y esparcir ese aroma y fuego por donde nuestros pasos desplieguen su ritmo. Si vemos con profundidad nos daremos cuenta de que tenemos asiento en el frenético tren del consumo, la superficialidad de la imagen y la exuberancia del poseer. Máscaras van y vienen: seres plásticos, líquidos y efímeros. Sí, asistimos a la emergencia de nuevas versiones de lo humano: ciborgs plastificados, inflados por siliconas, con pieles estiradas por la toxina botulínica, vestidos con telas costosísimas y expertos en “perfumar” la realidad. Se hace legítimo que el socialmente aceptado es el que más superficial sea, desinteresado, desencarnado, apático, soberbio, codicioso, falso, arribista, lobista. Desfilan cuerpos desteñidos de tanto maquillaje, y muchos son esclavos del laberinto sin salida de las marcas. Solo son si tienen el sello de la Alta Costura. Pareciera que las sensibilidades están cautivas, viciadas, adormiladas por el bombardeo sórdido de estos “productores de felicidad”. Entonces, ¿qué hacemos? Jesús es nuestro horizonte, inspiración e inquietante modelo de relación con las cosas, las personas y con nosotros mismos. Sí, Jesús, el humilde, gracioso, manso de corazón y desprendido de toda cascara pues su fuerza está arraigada en lo más profundo de sí mismo. Claro, cuando uno contempla los Evangelios y se deja transfigurar por su fuerza fresca y siempre vital, no podemos menos que ir a contracorriente de esta cultura de codicia, despilfarro, egoísmo, frialdad y lujos. Así, el camino siempre se abrirá cuando nos callemos con valentía y seamos capaces de dejarnos “moldear” por la alegre presencia del más despojado de los humanos. Claro está, dicho movimiento hacia al interior siempre será movimiento en constante salida y comunión con los grupos humanos más empobrecidos y vulnerables, excluidos económicos y culturales. Ellos nos evangelizan con su testimonio y tenor de vida; y lo más fascinante y emocionante es que siempre nos llevarán al “Hijo del Hombre que no tiene dónde recostar la cabeza” (Mt 8, 20). Será este Jesús el que nos salve de hundirnos en las basuras de tanta acumulación, será este Jesús el que nos aliente a vivir alegremente austeros. Sí, este Jesús que sigue Resucitando en nuestra piel, un Dios que no ahorró energías en amar cara a cara, tocando la piel herida, cansada o enferma. No seamos exitosos, seamos fecundos, porque nuestros frutos de amor permanecen ¡Su cariño sanador nos curará y nos hará nacer a la alegre sencillez de vivir compartiendo lo que hemos recibido gratuitamente! Esteban Morales Herrer

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SOBRIEDAD Vs AUSTERIDAD Publicado el 20 mayo, 2014 por mariavilelaferro

Llevamos bastante tiempo escuchando la palabra “Austeridad” y debido a las medidas que el Gobierno ha tomado bajo la excusa de esta palabra, se relaciona con recortes sociales, desempleo, aumento de la pobreza. Austeridad “se utiliza para referirse a lo modesto, es decir rehusar de lo innecesario cuando ésto no tiene ningún sentido. Aunque también hace referencia a tiempos severos”. El presidente Mujica de Uruguay, también cansado de tanta austeridad, prefiere hablar de sobriedad. Entendida como aquello que carencia de lo superfluo, de lo innecesario. También se refiere a una persona con carácter templado y tranquilo, que actúa con coherencia. Presidente, hasta ahora poco conocido, ha saltado a los medios de comunicación por algunas medidas adoptadas en su país y sobre todo por su discurso político alejado del tradicional y repetitivo discurso vacío y carente de sentido de la mayoría de políticos. Un hombre que ha dejado numerosos titulares en su entrevista con Jordi Évole del programa Salvados. Un hombre que habla en clave de humanidad y no de intereses partidistas, nacionalistas. Un hombre que vive de acuerdo a su forma de pensar y no piensa cómo vivir. Vive con lo necesario, sin lujos ni acumulación material propia del consumismo en el que estamos inmersos. Es posible vivir de acuerdo a nuestros valores, aunque en ocasiones tengamos que jugar según las reglas de los mercados. Debemos “revisar nuestra forma de vivir“. Sobriedad significa vivir en la pobreza? No. Sobriedad significa que no malgastemos el tiempo en pensar cómo podríamos vivir si tuviéramos más dinero, más riquezas, más bienes.  Sobriedad es disfrutar de lo que tenemos, disfrutar de lo que nos rodea. Es tener la capacidad de elegir cómo quieres vivir. Disfrutar con lo que haces.

Ideas para pensar y repensar Austeridad es un término que indica la cualidad de austero. Alguien austero, por su parte, es sobrio, morigerado, penitente y severo, que no hace ninguna clase de alardes y que se ajusta con rigurosidad a las normas de la moral. Es posible asociarse la austeridad a la frugalidad (el consumo mesurado de bienes y servicios) o al ascetismo (la negación de los placeres

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materiales). Por eso puede entenderse a la austeridad como la mortificación de las pasiones o de los sentidos. No hay que vincular, en cambio, la austeridad con la carencia.

Evangelio comentado por el Papa Francisco: Lucas 21:1-4 1 Alzando la mirada, vió a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; 2 vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, 3 y dijo: «De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. 4 Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir.» (Austeridad) Homilía El Papa Francisco advirtió, durante la Misa celebrada en Casa Santa Marta este lunes 26 de noviembre, evitar “la enfermedad del consumismo”, una “enfermedad contra la generosidad”. “Es una enfermedad grande la del consumismo de hoy. El consumismo, gastar más de lo que necesito, es una falta de austeridad de vida: este es un enemigo de la generosidad. Y la generosidad material tiene otra consecuencia: agranda el corazón y te lleva a la magnanimidad”. Por ello invitó a revisar la casa y pensar “qué cosas no me sirven a mí, pero les servirían a los demás”. El Santo Padre hizo esta reflexión a partir del Evangelio del día, en el que Jesús observa en el Templo de Jerusalén cómo los ricos entregaban grandes donativos al Tesoro del Templo. Entonces llegó una viuda pobre y echó tan solo dos monedas de escaso valor. Entonces, Jesús explicó que la viuda había entregado mucho más que todos los ricos “porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir”. Francisco explicó que en el antiguo Israel “la viuda, el huérfano y el migrante, el extranjero, estaban considerados como los más pobres del pueblo”. Por ello, el gesto de la viuda tenía un valor aún mayor. En su homilía explicó que “la generosidad es una cosa de todos los días. Es una cosa sobre la que debemos pensar: ¿Cómo puedo ayudar más?”. Una posible respuesta para justificar la ausencia de generosidad sería: “Pero Padre, que yo apenas llego a fin de mes”.

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Sin embargo, la respuesta del Papa es imitar a la viuda del Evangelio: “¿Quizás te alcance con tan solo unas pocas monedas? Piensa: se puede ser generoso con ellas”. “Las pequeñas cosas: echa un vistazo en tu habitación, en tu armario. ¿Cuántos pares de zapatos tienes? Uno, dos, tres, cuatro, quince, veinte… Quizás son demasiados. Yo conocí a un monseñor que tenía 40… Pues si tienes tantos zapatos, dona la mitad. ¿Cuánta ropa tengo que no uso o que uso una vez al año? Un modo de ser generoso es dar aquello que tenemos, compartirlo”. “Podemos hacer el milagro de la generosidad. La generosidad en las pequeñas cosas, en las pocas cosas. Quizás no lo hacemos porque no se nos ocurre. El mensaje del Evangelio nos hace pensar: ¿Cómo puedo ser más generoso? Sólo un poco, no mucho”. El Papa finalizó su homilía invitando a rezar “para que el Señor nos libere de este mal peligroso que es el consumismo”.

Austeridad: ¿Qué es y por qué es tan importante? Este artículo es el primero de una serie que trata el tema del valor de la austeridad. Nuestro objetivo es poder brindarte una guía en la que encuentres respuesta a las preguntas que te pueden surgir a la hora de educar en este valor, pautas sobre cómo cultivarlo y recursos prácticos en los que te puedes apoyar. Si te interesa puedes descargarte la Guía Completa o leer cada uno de los artículos. 1. Austeridad: ¿qué es y por qué es tan importante? (estás aquí) 2. ¿Cómo cultivar y ser ejemplo de austeridad como padre o madre? 3. Austeridad: Propuestas prácticas para menores de 6 años 4. Austeridad: Propuestas prácticas para niños de 6 a 12 años 5. Austeridad: Propuestas prácticas para adolescentes ¿Qué entendemos por austeridad? Aunque con frecuencia se enmarca la austeridad en el ámbito económico, nosotros consideramos que va más allá y que hace referencia al aprovechamiento de los recursos en general (dinero, propiedades, alimentos...) Por tanto, entendemos que una persona es austera y moderada cuando no despilfarra sus recursos, lleva una vida sencilla, sin demasiados lujos, y es capaz de poner límites a sus impulsos (compra, comida,...).

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“Ser disciplinado significa haber asumido una cierta austeridad con uno mismo y los demás. Quiere decir estar emocionalmente educado.” Victoria Camps ¿Por qué es importante practicar la austeridad? Es frecuente escuchar que muchos de los jóvenes de hoy en día no valoran lo que tienen, que son poco agradecidos o que piden y piden sin ser conscientes del esfuerzo que hay detrás del dinero. Quizás en lugar de echar balones fuera, deberíamos preguntarnos: ¿Estamos, los padres y la sociedad, contribuyendo de alguna forma para que los jóvenes sean así? Educar en la austeridad es muy importante por muchas razones. Veamos las principales: Nos ayuda a autorregularnos La austeridad nos enseña a frenar nuestros deseos de tener más, de comer más o de hacer más. Cuando tenemos integrado este valor, conseguimos ser más moderados y menos impulsivos. Nos dejamos llevar menos por nuestras emociones y más por nuestros objetivos. Al practicar la austeridad somos menos caprichosos y más capaces de posponer las gratificaciones inmediatas. Valoramos más las cosas El exceso de cosas nos anestesia y sacia perdiendo la capacidad de disfrute, cuidado y de agradecimiento por lo que tenemos. Lo cotidiano lo dejamos de valorar rápidamente y con lo que es más especial, nos termina por ocurrir lo mismo. Sin embargo, cuando nuestra vida es sencilla podemos ser más conscientes de lo afortunados que somos porque tenemos menos distracciones y gestionamos lo que tenemos de una forma más eficaz. Una casa cálida en invierno, agua potable que sale del grifo, ropa más que de sobra para vestirnos, seguridad en las calles... Toleramos la frustración y los fracasos mucho mejor El día a día de los pequeños es un entrenamiento para llegar preparados a la vida adulta. Decir no de vez en cuando a las demandas de tus hijos, es una forma de ayudarles a tolerar mejor la frustración. Es un momento excelente para educar. Y ¡cuidado! esto no tiene nada que ver con el coste o la cantidad de lo que nos piden. Si hemos decidido que solo hay regalos en determinadas ocasiones, aunque lo que quiera cueste 1 euro, deberíamos decirles que no. O si lo que nos pide es otro dulce y hemos quedado en que sólo se puede comer uno, también tendríamos que decirle que no. Somos más generosos y responsables Cuanto más consumimos, más queremos y más nos cuesta desprendernos de las cosas. Es un círculo en el que nunca dejamos de desear y de “necesitar”. Pero cuando aprendes a vivir con menos y comprendes que son pocas cosas

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las que realmente precisas, estás más abierto a compartir con los demás. Nos desapegamos más fácilmente de esas posesiones y encontramos el verdadero bienestar en disfrutarlas con los demás.Por otro lado, está forma de caminar por la vida nos permite valorar lo realmente importante y nos impulsa a ser más responsables con todo lo que tenemos.