SM - Resumen Economía y Sociedad - Max Weber

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ECONOMÍA Y SOCIEDAD, MAX WEBER RESUMEN “PARTE I”, PÁG. 1047-1094 ORIGEN DEL ESTADO RACIONAL • Sólo se da en Occidente • En China el Estado es agrícola (reino). El poder reposa sobre familias campesinas y gremios. Los funcionarios (mandarín, literato de formación humanista) no gobiernan, sino que sólo interviene en los caso de agitación y en los incidentes desagradables. • El Estado racional, el único en el que puede prosperar el capitalismo moderno, se funda en la burocracia profesional y en el derecho racional. (En el Oriente, motivos esencialmente rituales, al lado de la constitución en castas y familias, han impedido el desarrollo de una política económica planeada). • El derecho racional del moderno Estado occidental proviene en su aspecto formal del derecho romano (producto de la ciudad-estado romana). • Con la decadencia del Imperio Romano de Occidente, el derecho fue a parar a manos de los notarios italianos y a las universidades. Lo decisivo en este desarrollo estuvo en la racionalización del proceso. • Contribuyó inicialmente a dicho resultado la monarquía francesa mediante la creación del Instituto de los defensores (abogados), cuya misión consistía ante todo en pronunciar las formulas judiciales correctamente; pero luego también el derecho canónico (la grandiosa organización de la Iglesia necesitaba formas fijas, con fines disciplinarios). • Así, existió una doble racionalización del derecho, por parte laica y eclesial, extendida por todo el mundo occidental. • La recepción del derecho romano solamente influyó en cuanto creó el pensamiento jurídico-formal. En verdad, todas las instituciones del capitalismo moderno (carta de renta, pagaré, acción, letra de cambio, etc.) provienen de orígenes distintos del derecho romano. • La burocracia se ha orientado siempre en sentido jurídico-formal. • En el capitalismo los puntos de vista religiosos-rituales y mágicos no han de jugar en él papel alguno. • La creación del derecho formal se consiguió al aliarse el Estado moderno con los juristas, para imponer sus ambiciones de poder. • El Occidente disponía de un derecho formalmente estructurado, producto del genio romano, y los funcionarios formados a base de dicho derecho se revelaron, en cuanto técnicos de la administración, como superiores a todos los demás. • La alianza entre el Estado y la jurisprudencia formal había de favorecer el capitalismo. El primer sistema que produce esta alianza es el mercantilismo (primera política económica estatal). El desarrollo del mercantilismo fue posible en Occidente sólo en la medida en que para ello entraban en consideración las ciudades. (la desaparición de la libertad de las ciudades en la Antigüedad en favor de un imperio universal, así como la pérdida de autonomía administrativa de las ciudades en los tiempos modernos, no podía dar a un capitalismo político.

• Mercantilismo: paso de la empresa capitalista de utilidades a la política. El Estado es tratado como si constara únicamente de empresas capitalistas; la política económica exterior descansa en el principio dirigido a ganar la mayor ventaja posible al adversario. • Mercantilismo: formación moderna del poder estatal, directamente mediante aumento de ingresos del príncipe, e indirectamente mediante el aumento de la fuerza impositiva de la población (un punto programático del mercantilismo es el aumento de la población). • Teóricamente, el sistema se apoya en la teoría de la balanza comercial (un país de empobrece si el valor de sus exportaciones es menor que el de sus importaciones). • El mercantilismo como alianza del Estado con intereses capitalistas aparece bajo un doble aspecto: 1) mercantilismo monopolístico estamental: articulación estamental de toda la población en sentido cristiano-social, estabilización de los estamentos, para volver a introducir el sistema social de la caridad cristiana. 2) mercantilismo nacional: proteger las industrias nacionales realmente existentes, pero no creadas por monopolios.

EL ESTADO RACIONAL COMO ASOCIACIÓN DE DOMINIO INSTITUCIONAL CON EL MONOPOLIO DEL PODER LEGÍTIMO

• El Estado moderno no puede ser definido por ningún contenido específico ni por sus tareas, sino solamente como medio de coacción física. • Actualmente decimos que el Estado es aquella comunidad humana que en el interior de un determinado territorio reclama para sí (con éxito) el monopolio de la violencia legítima. A las demás asociaciones o personas individuales sólo se les concede el derecho de la coacción física en la medida en que el Estado lo permite. Así el Estado se constituye como fuente única del derecho de coacción. • Así, la política queda definida como la aspiración a la participación en el poder o a la influencia sobre la distribución del poder. Lo político queda definido por el poder. • El Estado se configura como relación de dominio de hombres sobre hombres basado en la coacción legítima. La legitimidad del dominio se justifica en 3 principios: 1) autoridad del pasado o costumbre (dominación tradicional de monarcas) 2) autoridad carismática o don de gracia (casos de caudillismo) y 3) legalidad (competencia de estatuto legal). Bajo el principio de legalidad es que se rige el Estado moderno. • Síntesis: El Estado moderno es una asociación de dominio de tipo institucional, que en el interior de un territorio ha tratado con éxito de monopolizar la coacción física legítima como instrumento de dominio, y reúne a dicho objeto los medios materiales de explotación en manos de sus directores pero habiendo expropiado para ello a todos los funcionarios de clase autónomos, que anteriormente disponían de aquellos por derecho propio, y colocándose a sí mismo, en lugar de ellos, en la cima suprema. LA EMPRESA ESTATAL DE DOMINIO COMO ADMINISTRACIÓN. DIRECCIÓN POLÍTICA Y BUROCRACIA • En el Estado moderno el verdadero dominio se encuentra necesariamente en manos de la burocracia, tanto militar como civil. • El Estado moderno no se constituye como un pequeño cantón de administración por turno, sino en un gran Estado de masas.

• Para la sociología el Estado moderno es un “empresa”, en cuanto los medios materiales (de producción, administración, bélicos, etc.) han sido separados del aparato burocrático (ya no son de su propiedad) y son utilizados por el poder al que el aparato obedece. La posibilidad de replicar esta separación como método formal de organización explica la burocratización de la sociedad. • El progreso hacia lo burocrático en cuando Estado moderno racionalmente estatuido esta íntimamente ligado al desarrollo capitalista moderno. • El capitalismo moderno se asienta en la posibilidad de calcular lo más exactamente posible la funcionalidad y la administración, con miras al rendimiento. De modo que la organización estrictamente racional del capitalismo moderno no podía originarse en el marco de aquellos organismos estatales de construcción irracional, porque dada la hipersensibilidad de la empresa capitalista moderna, ésta no podía tolerar las irracionalidades del derecho y la administración. • En el Estado moderno ocurre la diferenciación entre el político profesional (que se constituye como servidor de un señor político) y el “estamento”, definido como poseedor por derecho propio de medios materiales de cualquier tipo. • Con respecto al hecho de hacer de la política una profesión Weber plantea que: la dirección de un Estado o de un partido por personas que viven (en el sentido económico de la palabra) exclusivamente para la política y no de ella implica necesariamente un reclutamiento “plutocrático” de las capas políticas dominantes. • Los funcionarios “políticos” en el sentido propio del vocablo se distinguen por lo regular externamente por el hecho de que se les puede transferir y despedir, o por lo menos “poner a disposición”, en cualquier momento (son sustituibles). • En contraste con el funcionario, el jefe político, es decir, el estadista dirigente, encuentra su honor precisamente en asumir con carácter exclusivo suyo la responsabilidad de todo lo que hace, responsabilidad que no puede ni debe declinar o descargar en otros. LOS PARTIDOS Y SU ORGANIZACIÓN • Los partidos representan la voluntad política de los elementos dominados por la burocracia, o sea de los “ciudadanos”. No se constituyen primariamente por la ley, sino como organizaciones de creación libre que se sirven de propaganda libre. Su objeto consiste siempre en la adquisición de votos en las elecciones de los cargos políticos. • Weber plantea que aunque la existencia de los partidos (y su consiguiente lucha) pueda ser lamentada desde el punto de vista moral, la ley sólo puede regularnos, puesto que acabar con ellos significa también necesariamente suprimir toda posibilidad de representación popular activa. • Los partidos políticos pueden apoyarse, en los Estados Moderno, ante todo en dos principios internos básicos. 1) O son esencialmente organizaciones patrocinadoras de cargos, en cuyo caso su objetivo consiste sencillamente en llevar a sus jefes por medio de elecciones al lugar director, para que éstos distribuyan luego los cargos estatales entre su séquito, o sea entre el aparato burocrático y de propaganda del partido (en este caso carecen de programa propio de modo que inscriben aquellos postulados que suponen deber ejercer mayor fuerza de atracción en los votantes). 2) O bien los partidos son principalmente partidos de ideologías que se proponen, por consiguiente, la implantación de ideales de contenido político. Por lo regular, sin embargo, los partidos suelen tener

ambas cosas a la vez, o sea que se proponen fines políticos objetivos transmitidos por tradición y que en consideración de ésta sólo se van modificando lentamente, pero persiguen además el patrocinio de los cargos.

ECONOMÍA Y SOCIEDAD, MAX WEBER RESUMEN “PARTE II”, PÁG. 1095-1117 EL PARLAMENTO COMO ÓRGANO ESTATAL Y EL PROBLEMA DE LA PUBLICIDAD ADMINISTRTITIVA. LA TAREA DE SELECCIÓN DEL JEFE. • Los Parlamentos moderno son representaciones de los elementos dominados por los medios de la burocracia. La duración de la organización que subtienden los Parlamentos supone cierta aprobación interna mínima de los dominados, al menos de las clases sociales más importantes. • Se habla de una participación parlamentaria negativa cuando las funciones parlamentarias quedan reducidas exclusivamente a desaprobar los dineros (presupuesto) y los proyectos de ley como modo de apoyar las quejas de la población. Así el Parlamento se constituye como enemigo político de la administración (entiéndase oficialismo) y de la burocracia. • Difiere de esta participación negativa la situación en que el Parlamento ha logrado que los directores de la administración hayan logrado salir directamente de su seno (sistema parlamentario bien entendido). A esta situación son colindantes tanto la selección parlamentaria de los jefes (permanencia en el cargo depende de la confianza del Parlamento), la responsabilidad parlamentaria de los jefes (obligación de los dirigentes administrativos de responder ante el Parlamento) y control parlamentario de la administración (administración conforme a las normas aprobadas por el Parlamento). • De lo anterior se desprende la noción del Parlamento como factor de política positiva en cuanto copartícipe positivo del poder del Estado. • Toda lucha parlamentaria no sólo es una lucha de oposiciones objetivas, sino también de poder personal. Allí donde la posición fuerte del Parlamento, lleva aparejado que el monarca confíe efectivamente la dirección de la política al hombre de confianza de la franja mayoría, la lucha de los partidos por el poder se encamina a la consecución de dicha posición suprema. La esencia de toda política es lucha, conquista de aliados y de un séquito voluntario (la carrera administrativa del burócrata en el Estado autoritario no ofrece esta posibilidad de cultivarse como jefe político). • Dentro del partido político también se da una estructura burocrática de la administración, donde los individuos son utilizados –por ejemplo- como oradores representativos. No obstante, cabe destacar que en gran medida “quien realiza el trabajo, tiene la influencia“(algo así como marketing político). • Sólo un Parlamento activo puede constituir un terreno adecuado para que crezcan y asciendan en él, por vía de selección, cualidades no sólo demagógicas, sino cualidades auténticamente políticas del jefe. Y un Parlamento activo es aquél que, colaborando, controla de modo ininterrumpido la administración. • El funcionarismo es la enfermedad de la burocracia en cuanto funcionarismo como relacionado con tareas burocráticas perfectamente delimitadas de carácter especializado, y competencia en materia de problemas de organización. La burocracia fracasa allí donde se le han confiado funciones políticas.

• En cambio, la dirección de la burocracia, que le asigna sus tareas, ha de resolver continuamente problemas políticos: problemas de poder y culturales. Y el controlarla en esa función constituye la tarea primera y fundamental del Parlamento. • La posibilidad de controlar el funcionarismo está sujeto a la condición no autosuficiente del funcionario, a pesar de su posición dominante en cuanto su saber profesional “técnico”. El saber profesional no fundamenta por sí sólo la burocracia. La fuerza del funcionarismo consiste, a su vez, en el secreto profesional, para asegurar en última instancia a la administración contra controles (se contrapone al derecho “parlamentario” de encuesta). • La formación especializada es, en las condiciones modernas, el supuesto indispensable del conocimiento de los medios técnicos para la consecución de objetivos políticos. Pero el fijar los objetivos políticos no es asunto de especialización alguna, y la política no ha de decidirla el funcionario profesional exclusivamente como tal. • El control y la cooperación permanentes, asegurados por medio del derecho de encuesta, de los comités parlamentarios con la administración y con respecto a ella constituyen la condición fundamental previa de un incremento de las realizaciones positivas del Parlamento como órgano estatal. Constituye al mismo tiempo la condición indispensable para que el Parlamento se convierta en el lugar de selección de los jefes políticos. • Sólo esta clase de cooperación entre los funcionarios profesionales y los políticos de profesión garantiza el control de la administración y, con él, la educación y la formación de conductores y conducidos. La publicidad de la administración impuesta por el control efectivo por parte del Parlamento es lo que hay que postular como condición previa de toda labor parlamentaria fructífera y de toda educación política. • La estructura completa del Parlamento alemán (hasta 1918) estaba adaptada a una política meramente negativa. Weber plantea que para convertir a un Parlamento en apto para el poder se requiere ante todo, la creación de un parlamentarismo profesional adecuado. PARLAMENTARISMO Y DEMOCRACIA • La parlamentarización y la democratización no están en modo alguno en una relación de reciprocidad necesaria, sino que a menudo están en oposición. • El verdadero parlamentarismo sólo es posible en un sistema de dos partidos y exclusivamente en el caso del poder aristocrático de los honoratiores (portadores de honor social específico) dentro de los partidos. • El parlamentarismo histórico inglés, lejos de ser democrático, supeditaba el derecho electoral a ciertas rigurosas condiciones censitarias. No obstante, la subsistencia y el poder formal de los Parlamentos no resultan amenazados por la democracia del derecho electoral en sí. • En los Estados industriales, el sistema de dos partidos es imposible simplemente por la división de las capas económicas modernas en burguesía y proletariado, y por la importancia del socialismo como evangelio de masas. Por ello el parlamentarismo encuentra su auténtica amenaza en la industrialización. • El poder de los honoratiores no es posible fuera de regiones agrarias, porque la propaganda moderna de masas convierte la racionalización de la empresa del partido en fundamento de los éxitos electorales. • La burocratización y la economía financiara son fenómenos concomitantes a la democratización, y esto exige una labor de captación de votos continua y muy intensa.

• En cuanto a la democratización de los medios y las organizaciones de lucha política, ya sean parlamentarios o extraparlamentarios, estos claman por la figura del político profesional: persona que por lo menos a titulo idealista, pero en la mayoría de los casos por interés material, hace de su actividad política dentro del partido, el contenido de su existencia. Esta figura es un producto inevitable de la racionalización y la especialización de la labor política. • Además del político profesional, en todos los Parlamentos y partidos democratizados, el abogado desempeña un rol fundamental tanto en el reclutamiento parlamentario como por la facilidad que posee para pasar de su profesión a la actividad política profesional, aportando materialmente con su despecho al entorno de trabajo de la actividad política. • Hablando en términos generales, la selección no es ciertamente la más adecuada para llevar a los puestos a los jefes natos. La importancia de la democratización activa de las masas está en que el jefe político ya no es proclamado candidato en virtud del reconocimiento de sus méritos en el círculo de una capa de honoeatiores, para convertirse luego en jefe, por el hecho de destacar en el Parlamento, sino que consigue la confianza y la fe de las mismas masas, y su poder, en consecuencia, con medios de la demagogia de masas (cambio cesarístico en la elección del jefe). Así, Weber señala que democracia y demagogia van juntas. No es la masa “pasiva” la que engendra de su seno al jefe, sino que es el jefe político el que gana sus adeptos y conquista a la masa por medio de la demagogia. El peligro político de la democracia de masas para el Estado reside en primer término en la posibilidad del fuerte predominio en la política de los elementos emocionales. La política eficaz se hace con la cabeza, dice Weber, y en ella dominan las decisiones responsables tanto más cuando 1) es menor el número de los que participan en el exámen y 2) es más clara la responsabilidad para cada uno de ellos y para los que ellos conducen. • Frente al hombre de confianza cesarístico, no obstante, el Parlamento no pierde su valor. Al contrario garantiza (como en Inglaterra durante la guerra): 1) la continuidad, 2) el control de su posición en el poder, 3) el mantenimiento frente a él de las garantías jurídicas burguesas, 4) una forma ordenada de los méritos políticos de los políticos que aspiran a la confianza de las masas en el marco del trabajo parlamentario, y 5) una forma pacífica de eliminación del dictador cesarístico una vez que ha perdido la confianza de las masas. • La eliminación verdaderamente completa de los Parlamentos no la ha postulado todavía seriamente ningún demócrata. En cuanto instancia para la consecución del carácter público de la administración, para la fijación del presupuesto y, finalmente, para la discusión y la aprobación de los proyectos de ley, los Parlamentos aparecen como insustituibles. Más bien lo que se busca son dos cosas: a) que no sean decisivos para la creación de leyes los acuerdos Parlamentarios, sino la votación popular forzosa y b) que no subsista el sistema parlamentario, esto es, que los Parlamentos no sean lugares de selección de los políticos directivos, ni su confianza o desconfianza decisivos para su permanencia en los cargos. • En cuanto a la elección popular, si se la piensa generalizada, dice Weber, no sólo elimina aquello que distingue técnicamente a la máquina burocrática, esto es, la disciplina oficial, sino que, en el caso de su aplicación masiva en un gran Estado moderno, tampoco ofrece garantía alguna de la calidad de los funcionarios. La votación popular tiene límites internos, tanto como medio de elección como de legislación, que resultan de su peculiaridad técnica. En efecto, sólo responde con “si” o “no”. Además, en la elección

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popular de los funcionarios profesionales es sumamente grande el peligro no sólo de embotamiento, sino también de la desorientación en cuanto a la persona verdaderamente culpable de una eventual mala administración, y con ello en contraste con el sistema parlamentario, en que el elector se atiene a los jefes de partido responsables del nombramiento de los funcionarios. En los Estados de masas no le está atribuida en parte alguna la función más importante del Parlamento: la fijación del presupuesto. También representa una dificultad la elaboración de leyes que se fundan en una compensación de intereses antagónicos. Cuanto más se acrecienta la administración económica por cuenta propia de la burocracia estatal, mayor es el riesgo de sentir la falta de un órgano autónomo de control que pudiera, pudiera, como los hacen los Parlamentos, pedir públicamente explicaciones a los funcionarios todopoderosos y tuviera el poder de exigirles rendimiento de cuentas. El Parlamento es también en las democracias electivas imprescindible. La probabilidad de que lleguen al frente temperamentos con cualidades de jefes es función, precisamente, de las oportunidades de poder de los partidos. En todo caso, ni el carácter cesarístico y la demagogia de masas, ni la burocratización y la estereotipación de los partidos, constituyen en sí mismos un obstáculo insuperable al asenso de jefes. La “masa” es más poderosa en aquellos países de Parlamento impotente o desacreditado, lo que significa, ante todo, falto de partidos racionalmente organizados.