Sigmud Freud - Psicoterapia Psicoanalitica

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Psicoanálisis - Psicoterapia psicoanalítica www.edupsi.com/psaterapia [email protected] A cargo de Dr. Manfredo Teicher Clase 1 A modo de introducción A) Sigmund Freud Sigmund Freud nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia, entonces perteneciente al Imperio Austrohúngaro; hoy Pribor, República Checa. A los 3 años su familia se traslada a Viena, donde vive hasta 1938. Por el Anschluss (anexión) de la Alemania nazi, se traslada a Londres donde muere el 23 de septiembre de 1939 vencido por un cáncer en la mandíbula, del que fue operado por primera vez en 1923 y por el que sufrió luego 33 intervenciones. Su padre Jacob Freud (1815 1896) tuvo dos hijos de un primer matrimonio: Emmanuel (1832) y Philipp (1836). En 1855 Jacob se casa nuevamente con Amalía Nathanson (1835 1930). Sigmund era el primogénito de Jacob (41) y Amalia (21). Luego nacen 7 más. Emmanuel ya era padre al nacer Sigmund, por lo tanto, Sigmund nació tío. Sigmund se casó en 1886 con Martha Bernays (1861 1951) Tuvieron 6 hijos (3 varones y 3 niñas), la última era Anna (1895 1982) que nunca se casó, no tuvo descendencia, pero fue la heredera espiritual de su padre y competidora de Melanie Klein en el análisis infantil. Recomiendo especialmente leer las biografías de los maestros (Freud, Melanie Klein, Anna Freud, Lacan) que ilustran la lucha por el poder y el narcisismo (la competencia narcisista), elementos de los que ningún ser humano puede quedar al margen. De las obras psicoanalíticas de Sigmund Freud, se destacan: 1898 Sobre el mecanismo psíquico de la desmemoria 1899 Sobre los recuerdos encubridores 1900 La interpretación de los sueños 1901 Psicopatología de la vida cotidiana 1905 El chiste y su relación con el Inconsciente 1905 Tres ensayos de teoría sexual 1911 Formulaciones sobre los dos principios del funcionamiento mental 1911 La dinámica de la transferencia 1914 Introducción del narcisismo 1915 Trabajos sobre metapsicología 1915 El Inconsciente 1915 De guerra y muerte. Temas de actualidad. 1916 Conferencias introductorias del psicoanálisis 1917 Teoría general de las neurosis 1917 Duelo y melancolía 1920 Más allá del principio de placer 1921 Psicología de las masas y análisis del Yo 1923 El yo y el ello

1923 Neurosis y psicosis 1924 La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis 1925 La negación 1925 Inhibición, síntoma y angustia 1927 El porvenir de una ilusión 1929 El malestar en la cultura 1927 El humor 1931 Sobre la sexualidad femenina 1932 Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis 1932 ¿Porqué la guerra? (Einstein Freud) 1937 Análisis terminable e interminable 1938 Construcciones en el análisis 1938 Esquema del psicoanálisis B) Freud Y Sus Hombres (del libro "Cuéntame tu vida", de Jorge Balán, sociólogo) Una reproducción de La lección clínica del doctor Charcot, la pintura de André Brouillet, colgaba entre otras preciadas obras de arte en el consultorio de Freud en Viena desde que se mudó a Berggasse 19, en 1891. La pintura describe a Charcot en una de sus demostraciones teatrales de tratamiento de una histérica, frente a una audiencia absorta, en la clínica de la Salpetriére. Recuerdo de la experiencia profesional más impactante de la vida de Freud esos pocos meses en la clínica de Charcot, la imagen era también una caracterización ajustada de la práctica psiquiátrica establecida durante el último tercio del siglo diecinueve. El núcleo social paradigmático era el triángulo compuesto por el maestro, sus colegas y alumnos, y la paciente. Ese núcleo estaba afianzado en la medicina iría cambiando lentamente durante este siglo, y alcanzaba su perfección en la práctica psiquiátrica que tanto contribuyó a desarrollar Charcot: la paciente era siempre una mujer; el médico, sus colegas y aprendices, hombres. Dentro de ese cuadro, Freud cometió la imprudencia de sugerir que el paciente histérico también podía ser un hombre. Esta afirmación iba en contra del sentido común que se había nutrido no sólo de la etimología (histeria=útero) sino también de una realidad construida por la sociedad finisecular, la realidad de una epidemia de histeria sin precedentes que afectaba primordialmente a las mujeres. Histerias primero, neurastenias después: el campo de la psiquiatría estaba sembrado de demi fous que escaparían a la internación, reservada para 1os locos de verdad. Esta imprudencia de Freud no ofreció grandes resistencias, ya que la mejor psiquiatría de la época comenzaba a aceptarla y, una vez bien fundamentada, no hizo sino enriquecer ese campo profesional. Mucho más imprudente fue Freud al proponer que la misma persona, fuese hombre o mujer, pudiera rotar de papel con el tiempo. A partir de Freud, algunos pacientes sometidos a la terapéutica psicoanalítica pudieron pasar al papel de aprendices y, subsecuentemente, al de colegas. Ese sí que era un cuadro muy alterado y bastante más inquietante. Doblemente inquietante. Que el paciente fuera aprendiz, o que la condición sine qua non para ser aprendiz fuese haber ocupado el lugar del paciente, ya era grave en sí. Lo peor era que, el psicoanálisis inventado por Freud ofreció un camino privilegiado para las mujeres desde el lugar del paciente hacia el del terapeuta; los pacientes eran a menudo mujeres y los cambios sociales en el estatus asociado al sexo llevaron cada vez a más mujeres a buscar destinos profesionales en el campo de la psicoterapia. Freud mismo se cuidó mucho tiempo de las consecuencias de tan alocada y peligrosa traslación de lugares en la escena teatral de Charcot. Se aferró a colegas y discípulos varones casi hasta el final de su vida. El caso fundacional del psicoanálisis el tratamiento catártico de Anna O. se desarrolló dentro de esa escena virtual a lo largo de muchos años: desde que Josef Breuer la tomó como paciente en 1880, hasta que describió el caso con Freud en los Estudios sobre la histeria, publicados entre 1893 y 1895. El motivo central del acercamiento entre los dos hombres y también de su posterior alejamiento, fue esa joven paciente, amiga de Martha Bernays, la esposa de Freud. Breuer vaciló en enfrentar las fantasías sexuales de Anna O., joven histérica y atractiva quien imaginaba estar embarazada por obra suya, mientras que Freud, por su parte, aunque luego quiso compartir laureles con su antiguo maestro, sintió que la actitud entre cautelosa y hostil de Breucr hacia la sexualidad era un obstáculo para el desarrollo de sus ideas innovadoras sobre la etiología de las neurosis. La vida profesional de Freud estuvo marcada, durante los años que siguieron, por la relación afectiva con su amigo Wilhelm Fliess, quien, por insistencia de Breuer, había asistido por primera vez en 1887 a las clases de neurología que dictaba Freud. Fliess un especialista berlinés en oído, nariz y garganta se convirtió en el principal interlocutor de Freud cuando éste se alejó de Breuer, a pesar de sus fantasiosas teorías sobre la periodicidad en la vida humana y la bisexualidad. Tales teorías, vistas retrospectivamente, debieron haber despertado sospechas en Freud mucho antes de pedirle, en 1895, que interviniera en el caso de Emma Eckstein.

Esta difícil paciente de Freud sufría de dolores y hemorragias frecuentes de la nariz, razón del pedido a Fliess para que la interviniera quirúrgicamente. Fliess no sólo la operó quizás inútilmente, sino que también olvidó retirar medio metro de gasa de la cavidad nasal de la paciente. Pese a la imprudencia de su amigo, y como explicación del infortunado episodio, Freud prefirió culparse a sí mismo o en todo caso a la neurosis de Emma Eckstein por las consecuencias de esa cirugía. Esa amistad masculina idealizada, como muchas otras a lo largo de la vida de Freud, terminó mal. Durante más de diez años Freud envió cartas a Fliess en las que le confiaba todos sus descubrimientos, y Fliess quien a su vez le correspondía de igual manera. Un confuso episodio en el que Fliess acusó a Freud de divulgar sus ideas sobre la bisexualidad, dejando que otros se las robaran acabó con esa amistad. En cambio, las amistades femeninas tuvieron un mejor destino, en particular las que mantuvo con algunas de sus discípulas, como Lou AndreasSalomé y Marie Bonaparte, ya en su vejez. A Freud, como señaló Paul Roazen, las mujeres le parecían menos difíciles en su trato profesional y menos dadas a competir, lo que le permitió aceptar de modo mucho más generoso la asistencia que ellas le ofrecieron en su momento, tan sustancial en el caso de la princesa Marie Bonaparte al socorrerlos a él y a su familia frente a la amenaza del nazismo en Viena. Ya distanciado de Fliess, Freud siguió rodeándose de colegas hombres. Así, entre 1902 y 1906, se reunió en su casa una vez por semana con la Sociedad Psicológica de los miércoles para discutir temas de psicoanálisis. Este grupo fue precursor de la primera sociedad psicoanalítica, fundada en Viena en 1907. Desde el primer día estuvo allí, por cierto, Alfred Adler, luego el primer presidente de la sociedad vienesa y también el primero en desarrollar una vertiente propia del psicoanálisis y formar una asociación paralela e incompatible con la de Freud. Wilhelm Stekel quien había sido paciente de Freud le sugirió la idea de invitar a un grupo de amigos para discutir temas de psicología una vez por semana; Freud lo hizo mediante una amable tarjeta postal dirigida a cada uno de ellos. Stekel dimitió de la sociedad vienesa un año y medio después de la salida de Adler. Todavía pasarían algunos años antes de que la sociedad vienesa admitiera por primera vez una mujer. Por entonces, la presencia femenina en medio del denso humo de los cigarros los miércoles a la noche, era la de Martha Bernays; Martha se limitaba a servir el café con alguna deliciosa torta. Los jóvenes médicos todos judíos vieneses se reunían para discutir sus casos, sus sueños y los sucesos políticos en un debate cuidadosamente registrado por el joven Otto Rank. Freud "adoptó" a Rank como hijo durante muchos años, hasta que los separó la controversia sobre el papel de la madre en el desarrollo temprano del niño, que éste plasmó en su libro sobre el trauma del nacimiento. A ninguno de los participantes de las reuniones de los miércoles le resultaba extraño que las mujeres entraran sólo como pacientes o para servir el café, puesto que la escena era igual en clínicas y hospitales. El triángulo clásico encuentra la primera derivación peligrosa de la imprudencia freudiana el pasaje femenino del diván al sillón en la tormentosa relación entre Sigmund Freud, Carl Jung y su paciente aprendiz amante más destacada, Sabina Spielrein. Spielrein entró en la vida de Jung antes de que éste conociera a Freud, en 1904. Ella era entonces una joven alterada, cuyos padres, judíos rusos de buen pasar económico, la internaron al cuidado de Jung en la famosa clínica de Burghölzli, en Suiza. Jung experimentó con ella la técnica de asociación de ideas; esta técnica lo acercó a Freud, quien a su vez vio en Jung no sólo un interlocutor estimulante sino también una pieza fundamental en el desarrollo institucional del psicoanálisis. Médico joven y brillante, instalado en lo que era quizá la más prestigiosa clínica psiquiátrica de la región, Jung tuvo un acercamiento al psicoanálisis que permitió ampliar el círculo de seguidores y aprendices de Freud, integrado hasta entonces sólo por médicos judíos. Antes de su primera visita a Berggasse 19, en 1909, Jung le confesó a Freud que aquella joven rusa ex paciente y ahora asistente estaba enamorada de él y Jung, a su pesar, le correspondía. En el tránsito de paciente a terapeuta, Sabina Spielrein se había convertido en amante y ambicionaba tener un hijo de Jung. Spielrein admiraba a los dos hombres uno cristiano, otro judío como ella y deseaba conciliar sus respectivas teorías. A pesar de los esfuerzos de Freud por hacerlo su príncipe heredero, forzando su elección como primer presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API) frente a la oposición de sus colegas vieneses, Jung se había separado y enfrentado a él. Spielrein insistió una y otra vez en sus propósitos, pero no logró hacerse escuchar por Freud y terminó perdiendo a Jung. No tuvo un hijo con él, no logró conciliación alguna entre ambos hombres, ni siquiera mereció el reconocimiento de sus contribuciones al desarrollo del psicoanálisis, contribuciones que según el psiquiatra italiano Aldo Carotenuto fueron fundamentales. Los aportes originales de la joven psicoanalista, que incluyeron su anticipación de la teoría freudiana del instinto de muerte, se perdieron con el resto de su biografía a su regreso a Rusia, en 1923, después de algunos años en Ginebra, donde entre otros pacientes psicoanalizó a Jean Piaget. Carotenuto encontró hace poco, por casualidad, muchos de sus escritos y las cartas intercambiadas con Jung y con Freud. Sabina Spielrein fue asesinada por soldados nazis en 1941. Esta derivación peligrosa entraba, al menos en parte, en la teoría de la transferencia: enamorarse del analista e idealizarlo, era y sigue siendo no sólo

predictible sino hasta un instrumento de curación. También los pacientes hombres desarrollan mecanismos de transferencia, por supuesto con un componente mayor de competencia y rivalidad con el analistapadre. Y si el paciente va en camino de ser aprendiz, esa rivalidad mal digerida será causa potencial de conflictos con el maestro. Stekel fue el primero en cursar el itinerario de paciente, aprendiz, luego a colega y finalmente a enemigo. Pero ni Adler ni Jung fueron pacientes de Freud. Tampoco lo fueron algunos de los miembros del comité secreto, compuesto por sus más leales seguidores, formado a instancias de Ernest Jones cuando Adler ya se había escindido del movimiento y Jung se alejaba de Freud. Pero eran todos hombres: el mismo Jones, Ferenczi, Rank, Abraham, Sachs. El comité funcionó muy bien durante unos años, haciéndose cargo de los problemas fundamentales que enfrentaban al movimiento psicoanalítico y que formalmente debía resolver la Asociación Psicoanalítica Internacional. Freud dejó de rodearse de modo exclusivo por hombres sólo cuando se vio enfrentado a la enfermedad y la muerte. Su preocupación por la trascendencia del psicoanálisis se remontaba a la época de la Sociedad Psicológica de los miércoles, y su desesperación por encontrar príncipe heredero estaba ligada a la sensación, prematura sin duda, de su vejez y muerte; sin embargo, sólo cuando le diagnosticaron el cáncer de mandíbula en 1923 pasó a confiar más en las mujeres. O en una de ellas en especial: su hija Anna. Anna desplazó a Martha Bernays, su madre quien hasta entonces cuidaba la salud y la casa de Freud, y también a Minna, su tía, una interlocutora inteligente y amable de Freud durante muchos años. Anna fue haciéndose cargo de la salud de su padre, preparándole sus vacaciones y cuidándolo de las visitas indeseables. También pasó a velar por la salud del psicoanálisis; reemplazó cada vez más al comité, que ya sufría bajas considerables, y asumió un papel crucial en la relación entre Freud y el movimiento. Con el tiempo, Anna Freud la "vestal del psicoanálisis", como la bautizó Marie Bonaparte por su dedicación a la nueva ciencia, pero también por su soltería pretendió asumir el cargo de princesa heredera. Ese cargo fue disputado agriamente con otra mujer: Melanie Klein. El conflicto entre estas dos mujeres, en efecto, constituye el nódulo básico de la crisis de institucionalización del psicoanálisis, que se prolonga durante dos décadas. El núcleo paradigmático de La lección clínica del doctor Charcot el médico, rodeado por sus colegas y discípulos varones, curando a la paciente mujer con su división sexual de roles dentro del psicoanálisis, termina por quebrarse para siempre cuando la herencia freudiana deja de ser disputada por los hombres que se van (Adler, Jung, Stekel, Rank) para ser el motivo del conflicto entre las mujeres que se quedan (Anna Freud y Melanie Klein). El Sillon Disputado Por (Entre) Las Mujeres Las mujeres entran en el psicoanálisis por la vía de los niños, lo que también ocurre en otras áreas profesionales, como la docencia. Freud mismo se lleva la gloria de haber escrito el primer análisis de un niño, el caso del pequeño Hans, a quien psicoanalizó a través del padre el analista Max Graf,quien le contaba sus observaciones. Ferenczi también analizó a un niño de cinco años por la vía de una ex paciente suya y publicó sus resultados en 1913; luego estimuló a comenzar el análisis infantil a algunas de sus pacientes como Melanie Klein, o a jóvenes colegas como Ada Schott y Anna Freud. Otra mujer, Hetmine von HugHellmuth, introdujo en 1918 técnicas de juego para comunicarse con pacientes infantiles, mientras se analizaba con Freud. Melanie Klein ya había publicado en 1919 un análisis infantil, pero presentó su primer trabajo teórico original en una reunión psicoanalítica en Viena en 1924, poco después de haber sido admitida como miembro titular de la asociación berlinesa. El medio vienés la recibió con frialdad; por ese entonces, Anna Freud trece años menor que ella comenzaba a trabajar allí en el análisis de niños. La recepción en Berlín tampoco fue entusiasta. Melanie Klein se sintió cada vez más aislada a partir de la muerte de su analista y maestro, Karl Abraham, quien la había protegido desde que llegara a Berlín al finalizar la guerra. En Londres, en cambio, Klein contó con una recepción mucho más calurosa por parte de Ernest Jones, quien no sólo la invitó a radicarse allí sino que también le entregó sus hijos como pacientes. Jones publicó en 1927, en la revista que dirigía, los trabajos del grupo kleiniano presentados en un simposio londinense. Esa publicación fue una especie de acta fundadora de la escuela inglesa de psicoanálisis, cuya jefatura ejerció Melanie Klein y que encontró abundantes y fieles seguidores en Inglaterra y en la Argentina. En estos trabajos había no sólo una elaboración teórica y técnica más detallada que en los estudios iniciales de Melanie Klein, sino también una fuerte crítica a las lecciones recién publicadas de Anna Freud sobre psicoanálisis de niños. Esos textos estaban basados en el seminario que dictaba desde 1925 en el Instituto vienés; Anna Freud solía leer estas conferencias a su padre y, sin duda, gozaban de su aprobación. La confrontación se hizo pública durante el Congreso de Innsbruck en 1927. La crítica kleiniana resultó particularmente agria para Freud ya que apareció poco después del conflicto con Otto Rank sobre el trauma de nacimiento, conflicto que le dejó muchas heridas abiertas. Con todo, no era Melanie Klein quien parecía preocuparle: apenas la conocía y podría decirse que la ignoró hasta su muerte. Lo que le resultaba más doloroso era que Ernest Jones la defendiera mientras a la vez

atacaba a su hija Anna en una imprudente carta enviada poco después de la publicación del libro que contenía las lecciones sobre psicoanálisis de niños. La carta de Jones incurría en un pecado muchas veces cometido por psicoanalistas de las más variadas especies: atacar puntos de vista de un rival atribuyendo sus aparentes debilidades a los problemas personales del autor no corregidos durante su análisis. Jones escribió a su maestro sobre el dolor que le provocaba no compartir algunos puntos de vista expuestos por Anna en su libro, atribuyendo esas fallas, al menos en parte, a algunas resistencias de la autora imperfectamente analizadas. El argumento no sólo era falaz sino también imprudente: la carta estaba dirigida al padre y también analista de la autora, tema del cual se hablaba poco pero que Jones conocía a la perfección. Ya existía un consenso entre psicoanalistas sobre las dificultades de analizar a familiares cercanos. En el debate entre kleinianos y annafreudianos que se abrió en 1927 y que continuó veinte años más,los kleinianos utilizaron este argumento con frecuencia, si no en sus ataques públicos, al menos como forma de descalificar dentro del propio grupo al grupo opuesto. La descalificación que, por su parte, practicaron los annafreudianos contra los kleinianos comprobada sólo en investigaciones recientes tenia como fundamento un dato mucho más feroz: Melanie Klein desarrolló sus teorías iniciales sobre la base del análisis que le hizo a su propio hijo, Erich. En efecto, Klein había comenzado a observarlo sistemáticamente cuando él tenía tres años y de allí nació su primer trabajo en 1919. El famoso y conflictivo articulo de 1924 fue producto de una revisión del mismo caso; esta vez, el análisis del hijo era más formal: ¡una hora todas las noches, antes de irse a dormir! Melanie Klein había acordado con su analista y supervisor, Sándor Ferenczi, el ocultamiento de la identidad de su analizado después de la primera publicación de 1919. En 1927 afloró otra fuente crónica de tensiones en cl movimiento psicoanalítico: el análisis en manos de no médicos, o sea, el análisis profano. Aunque con orígenes y sentidos diferentes, los dos debates se cruzaron indirectamente ese año. Uno de los conflictos mayores de aquel momento surgió de la popularidad creciente del análisis de niños, en su mayor parte en manos no médicas y, por si eso fuera poco, femeninas; esto irritaba a los pediatras, sobre todo en los Estados Unidos. En 1926 Freud publicó su defensa más ardorosa del análisis profano en respuesta al juicio que se le hacia en Viena a Theodor Reik por ejercicio ilegal de la medicina enfrentándose a las demandas de las asociaciones psicoanalíticas norteamericanas que amenazaban con el cisma. Estas asociaciones estaban presionadas por la comunidad médica para admitir sólo a profesionales de la medicina. Freud, quien manifestaba abiertamente su falta de aprecio por todo lo relacionado con la cultura norteamericana desde su única visita a ese país en 1909, estaba dispuesto a aceptar la ruptura. Entre los miembros del comité cercano a Freud, el único que adoptó una postura contemporarizadora con los norteamericanos fue Ernest Jones, quien quedó así más distanciado del maestro. La postura de Freud fue calificada por el mismo Jones como "interesada": Freud estaba haciendo una defensa del caso de su propia hija, que no era médica. El psicoanálisis infantil se fue desarrollando bajo la influencia personal de sus mentoras, una en Londres, la otra en Viena, en paralelo y sin mayores contactos una con la otra. Ambas tenían en común la carencia de un titulo médico. Melanie Klein se volvió rápidamente la figura estelar de la escuela inglesa, aunque sin adoptar ninguna posición institucional, monopolizada en ese entonces por Jones. Los conflictos de Jones con Freud y su circulo inmediato le hicieron perder a aquél la presidencia de la asociación internacional en el Congreso de Innsbruck; Eitingon fue electo presidente y Anna Freud, secretaria. Durante algunos años, las asociaciones y las revistas de habla alemana reflejaron los puntos de vista del grupo influido por Anna Freud, mientras que en Inglaterra Jones seguía apoyando la corriente kleiniana. Esta separación artificial y relativamente pacífica cayó por tierra con el avance nazi en Europa. A partir de 1935 la corriente kleiniana en Londres comenzó a sufrir ataques crecientes y violentos. En el lado opuesto se ubicaron Edward Glover y su discípula Melitta Schmideberg, la hija de Melanie Klein. Para la mayoría de los analistas europeos en Londres, refugiados del nazismo, la postura kleiniana sobre el desarrollo temprano del superyó era casi anatema. Los recién llegados debieron guardar silencio sobre las diferencias teóricas y sobre el manejo de la asociación a la que se incorporaban, sea por gentileza frente a los dueños de casa, sea por la prudencia que exigía una situación económica y profesional, sumamente frágil: la crisis económica de los años 30 dificultaba mucho la sobrevivencia de los numerosos refugiados que llegaban a Londres pendientes del apoyo prestado por la comunidad profesional local. Edward Glover, en cambio, atacó de modo abierto a los kleinianos, argumentando que controlaban las posiciones de poder; los kleinianos lo acusaron de discriminarlos desde cl comité de admisiones. El debate teórico quedó desplazado por conflictos relativos al control de las posiciones claves en la asociación. En un momento de gran inestabilidad mundial, de temor por el futuro del movimiento y de las carreras individuales, la disputa institucional y casi personal pasó a ocupar el centro de la escena. En 1938 Sigmund Freud y su hija se instalaron en Londres, invitados por Jones, con la oposición velada de Melanie Klein. Esta mudanza reforzó la posición de los expatriados. Glover dio a conocer en 1940 los resultados de una encuesta sobre las técnicas utilizadas por los analistas, realizada entre los

miembros de la asociación londinense. El libro contenía, de modo inequívoco, un ataque frontal y personal contra Melanie Klein. De allí en adelante, el conflicto fue tan abierto que adquirió la forma de un duelo institucionalizado. Entre marzo de 1943 y mayo de 1944 tuvieron lugar las famosas "controversias" entre los seguidores de Melanie Klein y los de Anna Freud, sobre quiénes eran los verdaderos freudianos. Mientras Londres se encontraba amenazada por los bombardeos nazis, los analistas libraron una guerra en el campo de la teoría, guerra que repercutía directamente en la práctica analítica y que tendría claras implicaciones en el futuro del movimiento psicoanalítico internacional. El grupo kleiniano arremetió con el tema de las fantasías inconscientes infantiles, demostrando un desarrollo del superyó mucho más temprano del que había supuesto Freud, y una mayor continuidad del superyó infantil en cl superyó adulto. Los seguidores de Anna Freud, en cambio, defendieron un interjuego de factores innatos y ambientales que, si bien reconocía el autoerotismo y el narcisismo primario infantil, ponía igual énfasis en el papel de la madre durante el proceso de formación temprana del niño. Estas diferencias teóricas tuvieron consecuencias prácticas inmediatas. Así, por ejemplo, como los kleinianos minimizaban las diferencias entre el análisis de niños y el de adultos; trabajaron con interpretaciones profundas de las fantasías inconscientes en ambos casos, desechando de esta manera las precauciones de Anna Freud para establecer una relación con el niño y con su madre. Las diferencias teóricas y clínicas se cruzaron con la formación de candidatos, y, por lo tanto, con los criterios de admisión. Para los kleinianos un buen analista de niños también debía tener experiencia en el análisis de adultos y su entrenamiento no podía ser segregado de aquel que recibían los otros. De esta forma, el debate intelectual y científico determinó por un lado el prestigio y la influencia de las escuelas respectivas, y, por otro, el control de las asociaciones psicoanalíticas y del entrenamiento de las nuevas generaciones. Las "controversias" se prolongaron durante meses de reuniones de trabajo y de pronto encontraron a las dos facciones en un relativo acercamiento desde posiciones antes irreconciliables. La lucha liderada por las damas daba lugar paradójicamente a lo que suele denominarse en inglés como "un arreglo entre caballeros" para admitir tres corrientes institucionalizadas dentro de la asociación. La moderación no impidió que la asociación londinense siguiera dividida en tres campos formalizados kleinianos, annafreudianos e intermedios, con reglas de juego explícitas, pero al menos impidió un cisma del movimiento. Tras la muerte de Freud y a diferencia de lo que había ocurrido con los grandes disensos de la primera generación de psicoanalistas como Adler, Stekel o Jung las dos herederas de la segunda generación no podían enfrentarse hasta el extremo de crear un campo propio y diferenciado, porque esto implicaba el riesgo de dejar de lado las ventajas de la institución internacional, ya arraigada en muchos países del mundo. Ni Anna Freud, ni Melanie Klein, ni sus respectivos seguidores se podían plantear seriamente formar una asociación propia, ya que eso significaba abandonar la internacional. Quizá la misma inseguridad de las mujeres por su condición de mujeres y de no médicas explique en éste y otros casos su conservadorismo institucional, mientras que los hombres resolvieron sus conflictos por el camino de las escisiones. La cuestión es que cuando algunos como Glover dejaron de ser miembros de la asociación londinense, o como Melanie Klein especularon con la posibilidad de hacerlo, se aseguraron la pertenencia a otras asociaciones, como la suiza, para no apartarse del movimiento internacional. Habría que esperar algunos años para que fuera posible declararse freudiano desde fuera de la organización internacional del psicoanálisis fundada por Frcud; habría que esperar a la renuncia de Jacques Lacan en 1953 y la creación de la "escuela freudiana" por un miembro, como Lacan, de la generación siguiente ya alejada de la influencia personal de Freud que pertenecía a una de las asociaciones más frágiles dentro de aquella organización. La verdadera lucha por la herencia y el futuro del psicoanálisis, en la teoría, la práctica y la política institucional, se trabó por la vía del psicoanálisis infantil. Que esa lucha fuera liderada por dos mujeres que no eran médicas una, la hija del maestro, descalificada por sus opositores por fallas en el análisis que pretendió hacerle su mismo padre; la otra, ignorada por el maestro y descalificada por basar sus teorías en la observación de sus propios hijos demuestra cuán lejos había llegado el psicoanálisis hacia finales de la primera mitad de siglo. Es largo el camino recorrido en relación con el marco original de la práctica psiquiátrica finisecular a la Charcot, donde las mujeres, con sus histerias, ponían de manifiesto el papel de las emociones en la conducta humana sin moverse jamás del lugar del paciente. Sabina Spielrein ocupó un lugar intermedio en ese camino: en su pase a la condición de analista hizo depender sus aportes teóricos de una relación personal muy cargada de afecto por sus maestros. Anna Freud y Melanie Klein cuya disputa no careció de un fuerte toque personal llegaron a un acuerdo de coincidencias mínimas dentro de un debate científico profesionalizado, seguras en sus respectivos papeles de analistas especializadas en niños. SEXO Y POLÍTICA Wilhelm Reich fue atraído por el psicoanálisis cuando era apenas un estudiante de primer año de Medicina, en 1919. En Viena la socialdemocracia había llegado al poder e intentaba un vasto plan de reformas sociales

mientras atendía las necesidades urgentes de un país devastado por la guerra. Los estudiantes universitarios participaban en el movimiento social, político y cultural de reforma. Con un grupo de compañeros, entre los que estaban Otto Fenichel, Edward Bibring y Grete Lehner quien adoptaría de casada el nombre de Grete Bibring, Reich organizó un seminario extracurricular sobre tópicos nuevos, fuera del programa de estudios. Entre ellos figuraba el sexo. (En La Facultad de Medicina) La libertad sexual era un tema candente para todos. Los estudiantes invitaron a un psicoanalista a dar una de las charlas. Aunque la presentación del tema les pareció poco atractiva, Reich y sus colegas se orientaron hacia el psicoanálisis. En esos días era posible avanzar con mucha rapidez en Viena: si uno contaba con la aprobación de Freud, se podía comenzar la práctica psicoanalítica casi sin entrenamiento. La carrera de Reich fue meteórica, aun dentro de esos estándares; a los 23 años presentó un trabajo y fue admitido como miembro de la Sociedad vienesa. El clima social de la Sociedad Psicoanalftica vienesa cambió con rapidez después de la guerra. Hubo una avalancha de gente joven, como Reich, que aún no había salido de la universidad. También aparecieron de golpe las mujeres. Las primeras dos fueron Helen Deutsch y Hermine von HugHellmuth, ambas médicas analizadas por Freud. El vuelco de Deutsch al psicoanálisis fue muy bienvenido por su maestro, ya que ella era ayudante personal de Wagner Jauregg en su clínica psiquiátrica, la más prestigiosa de Viena. Deutsch fue una de las primeras psicoanalistas que escribieron sobre psicología femenina. También comenzó a ser común la presencia de parejas, una verdadera invasión de vínculos matrimoniales. Helen Deutsch organizó su propio grupo de discusión entre parejas jóvenes, incluyendo a ella y su marido Félix, así como a Edward y Grete Bibring y a los Hoffer, Hartmann y Waelder. También por iniciativa de Helen Deutsch se creó en 1925 el Instituto de Psicoanálisis para entrenar a los candidatos a la asociación . A diferencia de la Policlínica Psicoanalítica, supervisada por las autoridades sanitarias, el Instituto no se limitó a admitir médicos; ello posibilitó la entrada de muchas mujeres. A los 30 años de edad, Wilhelm Reich interrumpió por unos meses su práctica como psicoanalista en Viena, para internarse a causa de una tuberculosis. Su enfermedad había aflorado poco después de que surgieran grandes dificultades con Freud, quien no sólo mostraba frialdad frente a su teoría del orgasmo sino que también se negaba tomarlo como paciente. La internación en un sanatorio especializada fuera de Viena, a mediados de 1926, le sirvió a Reich para descansar y recuperarse de sus heridas físicas y emocionales. De regreso en Viena retomó las tareas de la Policlínica Psicoanalítica y de su consultorio donde Freud le derivaba muchos pacientes norteamericanos que buscaban aprender la disciplina. Todo parecía andar bien una vez más: poco tiempo después fue electo a un cargo en el comité ejecutivo de la Sociedad Psicoanalítica vienesa. El 15 de julio de 1927 uno de sus pacientes, un joven médico, le contó que ese día había una huelga de protesta por el resultado de un juicio, donde se absolvió a un grupo de extrema derecha acusado de disparar contra manifestantes socialdemócratas meses antes. Su paciente le informó que la policía armada había atacado a los huelguistas en el centro de la ciudad. Reich interrumpió la sesión para unirse a la multitud en la calle. Su relato de los sucesos, volcado en un libro sobre ese período de su vida, pone de manifiesto que era un observador ingenuo, con poco entrenamiento en política, horrorizado por la violencia mecánica de los policías que actuaban como autómatas frente a otros seres humanos. Los sucesos de ese día cambiaron la vida de Wilhelm Reich. Reich se dedicó con pasión al "Sexpol". Era un movirniento para acercar el psicoanálisis a la vida cotidiana de la gente, buscando la libertad sexual. Si bien el sexo ocupaba un lugar central en la teoría psicoanalítica, Reich pensaba que el psicoanálisis de diván tenía efectos demasiado limitados para cambiar la sociedad en ese aspecto. "Sexpol" se convirtió desde entonces en un código para designar a la política practicada desde el psicoanálisis. Cuando Reich se mudó a Berlín en 1930, encontró un clima muy propicio para introducir también al marxismo en esa ecuación. Otros psicoanalistas, como Otto Fenichel, Erich Fromm, Edith Jacobson y Karen Horney, coincidían con su posición política, salvo que Reich se afilió al Partido Comunista y se fue alejando pronto de la institución psicoanalítica. Cuando Reich se refugió del nazismo, primero en Noruega y en 1940 en los Estados Unidos, ya estaba apartado del partido y del psicoanálisis institucionalizado, pero aún pretendía llevar a cabo innovaciones psicológicas que dieran lugar a cambios revolucionarios en la sociedad. DEL OTRO LADO DEL ATLÁNTICO Freud visitó los Estados Unidos por primera y única vez en 1909, invitado a dar un ciclo de conferencias en Clark University, en la ciudad de Boston. En esa ciudad existía la escuela de psicoterapia más sofisticada del mundo de habla inglesa en ese momento. Algunos conceptos en boga como subconsciente, trauma, complejo, memorias olvidadas tenían amplia circulación sin referencia a la obra freudiana. Existían diversas formas de psicoterapia, pero no había escuelas ni una organización profesional.

Dos de los líderes de la psicoterapia médica eran Morton Prince y James Jackson Putnam, quienes luego impulsarían a sus colegas a fundar las primeras asociaciones psicoanalíticas en ese país. El psicoanálisis había encontrado un terreno fértil para su desarrollo, pero era un terreno con nutrientes propios que darían un fruto original, diferente de la versión europea. En los Estados Unidos, los neurólogos fueron los primeros en apropiarse del "malestar de los nervios"; un paso inicial fue la publicación del libro de George M. Beard, American Nervousness, en 1881. Morton Prince fue uno de los primeros neurólogos que promovió el uso de la psicoterapia. Su interés tenia un origen personal; nacido en una familia prestigiosa y rica de Nueva Inglaterra, poco después de recibirse de médico llevó a su madre que sufría una enfermedad nerviosa aguda a tratarse con Charcot en París, en 1880. En las décadas siguientes incorporó a su práctica neurológica las técnicas psicoterapéuticas que se desarrollaban en Francia, Inglaterra y Alema nia. Cuando Freud llegó a Boston, Prince estaba preparado para confrontar al psicoanálisis desde una posición segura. A partir de 1900 los psiquiatras convergieron en el campo que ya venían experimentando los neurólogos norteamericanos. Sin abandonar los asilos y hospitales mentales, donde el tratamiento de enfermos crónicos rara vez daba resultado, argumentaron que era necesario asistir a los pacientes antes de que se requiriera internarlos con cuadros irreversibles. Las neurosis podían ser encaradas mediante la psicoterapia, entonces en boga, antes de transformarse en psicosis, como ellos pensaban que solía acontecer. Bajo la bandera preventiva, se asociaron con los neurólogos en el tratamiento conjunto de las "enfermedades nerviosas y mentales", expresión legitimada por la Asociación Médica norteamericana. Las visitas de Janet en 1905 y de Freud en 1909 fueron promovidas por estos especialistas. El amparo de la medicina fue el sello de garantía que protegió al desarrollo del psicoanálisis norteamericano. La psiquiatría era una especialización muy poco prestigiada dentro de la medicina hasta que logró hacerse de un área propia de problemas; la especialidad se hizo cargo de las enfermedades psicogenéticas, de las enfermedades con síntomas psicológicos sin una patología orgánica y de 1a psicoterapia médica como tratamiento de unas y otras. Esto fue posible merced a la incorporación del psicoanálisis como teoría hegemónica dentro de la psiquiatría norteamericana. La psiquiatría norteamericana, desde entonces, tuvo una fuerte influencia del psicoanálisis, que en ese país se desarrolló como especialidad médica. Durante los años 20 y 30 la difusión del psicoanálisis médico en los Estados Unidos estuvo sobre todo a cargo de especialistas que fueron a entrenarse en Viena o en Berlín. El mismo Freud atendió a un gran número de pacientes norteamericanos después de la guerra. Otros eran derivados a sus discípulos. A su regreso a los Estados Unidos estos especialistas se integraban con rapidez en hospitales y universidades, además de mantener consultorios privados. Cuando el avance nazi empujó a muchos psicoanalistas europeos a los Estados Unidos, ellos se encontraron con un escenario profesional muy diferente del que conocían. Las asociaciones psicoanalíticas norteamericanas eran organizaciones prestigiosas. Sus institutos entrenaban sólo a médicos psiquiatras, profesión que tenia una posición de dominio sobre otras, auxiliares de la salud mental: los asistentes sociales y los psicólogos clínicos trabajaban bajo su supervisión. La psicología, como disciplina académica, se localizaba en departamentos universitarios segregados de la medicina. Algunos conceptos e ideas freudianas habían logrado gran aceptación en la cultura norteamericana, en una versión simplificada del psicoanálisis que silenciaba tanto la sexualidad como la agresión y enfatizaba la conformidad social. Los escritos de los psicoanalistas norteamericanos alcanzaban gran éxito de ventas. Eran a menudo versiones moralistas y populares de las enseñanzas de Freud, con un toque optimista y volcado a responsabilizar al medio ambiente por los desajustes personales. Algunos psicoanalistas europeos instalados en Estados Unidos tales como Erich Fromm y Karen Horney también produjeron una versión moderada de gran circulación de la crítica cultural freudiana. Durante la Segunda Guerra Mundial, la psicología ganó poder y prestigio. Las fuerzas armadas solicitaron sus servicios para elevar la moral de la tropa, reclutar a oficiales en tareas riesgosas y orientar la guerra psicológica. Las neurosis de guerra, diagnosticadas durante la Primera Guerra Mundial, ahora podían ser prevenidas. Los psicoanalistas orientaron muchas de estas tareas y fueron solicitados para analizar la personalidad de Hitler y ayudar a predecir sus movimientos y reacciones. La guerra propulsó a las mujeres adentro del mercado de trabajo profesional en los Estados Unidos. Asistentes sociales y psicólogas, entre otras, fueron promovidas a posiciones con mayor prestigio y autonomía profesional. También entraron muchas más mujeres que antes a la universidad. En 1945 Alfred Hitchcock estrenaba una nueva película de suspenso con gran éxito de taquilla: Cuéntame tu vida. Ingrid Bergman descollaba en el papel de psiquiatra en un sanatorio para enfermos mentales. Su paciente, interpretado por Gregory Peck, había perdido la memoria y adoptado una identidad nueva. El filme desarrollaba una trama de suspenso con sueños, símbolos freudianos y palabras en jerga psicoanalítica tales como complejo de culpa,

subconsciente, trauma, mientras la psicoanalista ponía en descubierto la experiencia infantil reprimida por su paciente. El psicoanálisis, que ya había hecho todo un ciclo de apariciones en Broadway, ahora triunfaba en Hollywood popularizando una figura nueva: la analista mujer. ___________________________________________________________ C) Manfredo Teicher (a modo de presentación) Narciso, Edipo, Hamlet, Ofelia, Layo, Yocasta y tantos otros, son productos fantásticos de una mente humana que enfrenta un eterno conflicto heredado de la filogenia: el deseo de usar al otro, convertido en objeto significativo, cómo, cuándo y dónde se le antoja al sujeto; y la necesidad de convivir con él (que desea lo mismo). Como transacción dialéctica surgieron las normas culturales donde la prohibición del incesto y del homicidio pusieron las bases de una legislación que incluye en su motivación altos ideales utópicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad. La historia de la humanidad obliga a pensar que nuestros ideales pretenden modificar una naturaleza que insiste en oponerse a que la utopía se concrete. En los momentos que nos detenemos a reflexionar sobre ellos, nos quedamos fascinados con la belleza de estos ideales. Pero del choque con una realidad que los desmiente surge un amargo despertar. A pesar de ello, el ingenio del ser humano seguirá proyectándolos en un hermoso futuro mientras felices fantasías nos permiten disfrutarlos soñando con mundos, quizás imposibles; mientras compiten con otras fantasías, no tan felices, de un cercano Apocalipsis. El psicoanálisis estudia y desmitifica al ser humano que con su poder los ha creado. Contribuye a su comprensión y quizás, también a que la utopía lo sea menos. Edipo concretó el deseo incestuoso de la criatura humana y eliminó al molesto rival. Todo varón tiene la opción de elegir entre emular a Edipo o identificarse con Hamlet que venga al padre, asesinado por la madre en complicidad con su amante, tío de aquél y hermano de la víctima. Historias que ilustran un dato universalmente conocido: que esa institución imprescindible que constituye el crisol familiar, no carece de riesgos. Quizás también esté la posibilidad de identificarse en algún momento con Narciso, el que, abusando del poder que le otorga su juventud y su belleza, desprecia sus conquistas, se autosugestiona, convenciéndose que su imagen reflejada, es aquél otro significativo, tan necesitado. Así puede prescindir del otro, real. La fantasía es un arriesgado terreno muy útil como defensa pero resulta muy peligroso cuando atrapa al sujeto fascinado y encandilado con la magia que es capaz de realizar. La fantasía compite con la realidad, tan imprescindible como aquella para conservar una frágil y delicada salud mental. El psicoanálisis es un escalón avanzado en la cultura. Debería ser considerado el otro extremo del animismo primitivo que aún muestra la profundidad de sus raíces en toda manifestación humana. Y dando su sentido particular aparece en el centro de la escena social la competencia narcisista, que también atrapó en sus redes, incluso al padre del psicoanálisis. El hecho de que la soledad, el desprecio o la pérdida del cariño del objeto significativo haya evolucionado hasta convertirse en el complejo de castración, indica que el desarrollo cultural ha seguido determinado camino. Castración, significa ablación de los ovarios o de los testículos, lo que equipara a los dos sexos frente al problema. Pero en psicoanálisis se entiende "castración" por la pérdida del pene, lo que señala una diferencia. Y obliga a pensar que la lucha de los sexos reflejada en la cultura es un conflicto que tampoco el psicoanálisis puede superar. Entiendo que los temas que ocupan estas páginas son temas que pertenecen a la historia de la naturaleza humana y que en mi caso particular han sido coloreados por pautas culturales que incluyen el judaísmo, el nazismo, determinada constelación familiar, emigranteinmigrante a los 9 años, además de una formación profesional anclada en la medicina, el psicoanálisis y la psicología social. Causas a las que responsabilizo de los prejuicios que motivan mis opiniones. _____________________________________________________ D) Reflexiones sobre el factor social de la enfermedad mental. La vida social no es fácil. Todos quieren vivir "bien", tener éxito, ser respetados, ser importantes. No hay límites para estas metas. El fracaso, la frustración, genera bronca, rabia, odio, defusión instintiva (o como quieran llamarla) lo que impulsa a "actuar" más y a reflexionar menos. Corriendo el riesgo de caer en un círculo vicioso de más frustración y más odio. Acompañado de miedo (al fracaso, a la propia bronca) cerrando otro círculo vicioso paralelo al anterior. Evitar caer en esta trampa o salir de ella, es el arte de convivir en sociedad. ¿Cuál es el camino correcto para alcanzar el éxito, el respeto y la valoración de aquellos a quien uno valora? ¿Cuáles son los valores adecuados para convivir con los otros, de los que no podemos prescindir por nuestra condición gregaria? El odio a veces es justificado por injustos maltratos no merecidos. ¿Quién define lo que es justo y lo que no lo es? Los ejemplos del éxito económico de la corrupción en los altos niveles de la administración humana está en flagrante contradicción con los

discursos que deben formular los políticos democráticos prometiendo la justicia social para todos. Y las enormes masas humanas son cómplices de un juego imposible de modificar. Todo cubierto de un manto de silenciosa y elegante hipocresía que hasta resulta peligrosa de denunciar. La salud mental consiste en vivir en sociedad y practicar sin cuestionarse demasiado con mas o menos elegancia la misma hipocresía y ser cómplice del pacto de silencio. La enfermedad mental denuncia que algunos sujetos (que no son pocos) no pueden soportar este "deporte" y su aparato mental entra en cortocircuito intoxicados con la angustia y el odio. En determinadas situaciones, esto puede ocurrírle a cualquiera. Dependerá de sus series complementarias que alguno tenga un poco más de tolerancia que otro. LA CONVIVENCIA. La necesidad de convivir plantea serias dificultades. El problema (las dificultades en la convivencia) surge de una naturaleza humana que se inclina a apoyar las pretensiones del narcisismo arrogante y prepotente infantil en su conflicto con otros semejantes que tienen la misma aspiración. La necesidad de ser aceptado para convivir en la sociedad humana, obliga a todos al control de ese aspecto del narcisismo, a sublimarlo para convertirlo en un narcisismo socialmente adaptado, dispuesto a tolerar la frustración, respetar al otro, a colaborar con él y a ser solidario. Pero al mismo tiempo, en la sociedad todos compiten constantemente para obtener suficiente poder que permita relajar los controles e imponer a los otros sus caprichos, sometiéndolos. La elaboración del Complejo de Edipo equivale a la internalización de pautas culturales, en una educación intermediada por la familia. Las pautas culturales conforman una Ley que intenta normatizar los vínculos de los miembros de una comunidad. Una Ley que contiene "licencias" por las que, en determinadas circunstancias y frente a determinados semejantes, no rige la ética que la Ley y la cultura dicen defender. Nuestro discurso cultural generalmente oculta con elegante hipocresía lo que nuestra actitud cultural señala. La competencia narcisista que lucha por el poder de una arrogancia ilimitada y por la sumisión incondicional de los objetos significativos que componen el grupo de pertenencia (por ejemplo, en una familia) puede convertir la cotidianidad del ser humano en una guerra sin cuartel. Lo que llegaría a convertir al intento esquizofrénico de salir del campo y evitar esta competencia, como una defensa válida si no fuese que la naturaleza humana tampoco tolera quedar al margen de este "deporte", o sea, de la competencia narcisista. A pesar de que en algunos momentos es necesaria y por lo tanto buscada y anhelada (para descansar y reponer fuerzas para la próxima "batalla") la soledad es en general muy temida, resultando intolerable por mucho tiempo. Haber logrado desarrollar una comunicación digital (el lenguaje con el que nos comunicamos) sumamente sofisticada, es un motivo de orgullo para la inteligencia humana ya que hizo posible el desarrollo de una asombrosa tecnología. Pero también introduce la mentira y otros ingredientes perversos en el vínculo humano. La DEPENDENCIA. La necesidad de recibir el reconocimiento positivo de un objeto significativo convierte al animal humano en un ser eminentemente social. Esto resulta indiscutible en los primeros años de vida por el largo período de indefensión en que nacemos. La adolescencia trae el incremento del llamado de la naturaleza a la reproducción, acentuando el deseo de ser deseado (como objeto sexual) por aquél que logra despertar ese deseo. La necesidad de ser valorado por algún semejante que se ha convertido en un objeto significativo para el sujeto, o sea, ser importante para alguien que es importante para uno, podrá tomar distintas significaciones a lo largo de la vida de acuerdo a los cambios que las diversas circunstancias van imponiendo pero crean una fuerte dependencia entre los miembros de una comunidad. Lo molesto de la dependencia es el abuso que se tiende a hacer del poder que otorga. Narciso obtuvo ese poder por sus atributos naturales: juventud y belleza. Y se dió el lujo de rechazar (reconocimiento negativo) a todo aquél que lo convirtió (a Narciso) por sus atributos naturales, en objeto altamente significativo del que se esperaba el reconocimiento positivo: ser deseado o, por lo menos, ser valorado. La tendencia al abuso de poder es universal. Mantener el control de la conducta (respetar al otro, en lugar de despreciarlo) para una mejor convivencia es un gasto de energía que resulta, si no recibe pronta y adecuada respuesta, frustrante para nuestra parte infantil prepotente (oculta en el Inconciente) lo que puede elevar la tensión a niveles difíciles de soportar. Con suficiente poder se podría contar con el reconocimiento positivo garantizado de aquellos a quienes se pudo someter. Cuanto mas poder, mayor es el campo que abarca el reconocimiento que se puede imponer. Todo poder es tan frágil como un castillo de naipes al paso del tiempo (sea un minuto o un siglo) pero mientras dura es una temible tentación de disfrutar del placer que produce su abuso, ya que libera al sujeto de la exigencia social de controlar su conducta para con los demás. El Superyo (si pretende defender los intereses de los otros) poco puede hacer frente a la presión de un Ello maníaco, debiendo colaborar mediante sutiles racionalizaciones a rechazar el juicio de perversión que el abuso de poder merece. La COMPETENCIA. La criatura humana se siente motivada por su naturaleza narcisista a competir para ganar. ¿Qué? La admiración, la valoración, el deseo de aquellos que han conquistado el deseo del sujeto

convirtiéndose en objetos significativos (importantes) para él. Esperando este resultado, competimos en cualquier terreno que podamos. Llamar la atención, ser valorado y ser deseado por el objeto significativo (a su vez deseado) es el momento que traducimos como felicidad. Ganar, implica alegría y mayor status; perder, significa el rechazo y la marginación seguida de una inevitable depresión. El deseo es ganar siempre, lo que resulta imposible. Perder en la competencia, sea la que fuere, suele ser una herida narcisista muy dolorosa capaz de provocar estallidos de furia, si la tolerancia a la frustración es mínima por cualquier circunstancia. Normalmente se aprende a tolerar esta frustración, o sea, a controlar al Ello (al Inconsciente). Los riesgos de la competencia son varios. Perder, puede generar la furia, la melancolía, la marginación o aún la muerte. Si hay tolerancia a la frustración, ésta puede resultar un buen motivo para aprender a competir mejor o a cambiar el terreno de la competencia, evaluando mejor la predisposición y la habilidad, sea la ya adquirida o la residual (en el caso de la vejez) del sujeto. La competencia puede ser agradable y productiva (sublimada) respetando el narcisismo ajeno, o perversa, despreciándolo. La meta es lograr un lugar digno en la sociedad (status) y/o despertar el deseo del objeto significativo. Ambas metas pueden coincidir o entrar en conflicto. Para el adolescente, suele ser primario lo segundo, pudiendo ser despreciado el resto. El Deseo del adolescente se dirige a un objeto significativo idealizado. El Deber suele ser causa y consecuencia de convertir al grupo de pertenencia en objeto significativo y es éste el que define cuál es el deber a cumplir. A través del tiempo se ha convertido en un símbolo de la valoración social el dinero y la valoración social es el reconocimiento positivo donde la sociedad es el objeto significativo altamente privilegiado. Por lo tanto una meta fundamental de la competencia social es el dinero que permite disfrutar de la exuberante tecnología desarrollada, adquiriendo los infinitos objetos que otorgan su categoría al status, una vez que se han logrado cubrir las necesidades primarias de supervivencia, como la salud y el hambre. Con la movilidad social que posibilita la democracia (valioso avance) y la sofisticada tecnología que el ingenio humano ha desarrollado, la competencia no tiene límite y, lejos de liberar, mas bien aumenta la alienación con sus pretensiones sin fin. El dinero que se obtiene por el trabajo personal es el reconocimiento que la comunidad, convertido en objeto significativo, otorga. Para una amplia mayoría, bien notorio en los países en desarrollo, este reconocimiento resulta significativamente negativo. El poder adquisitivo de los magros importes que se logra juntar, es una frustración que se convierte en puerta de entrada a la patología donde la actitud perversa quizás resulta el menor de los males. El desprecio que encierra esta respuesta de la sociedad, la hostilidad que genera, comienza un proceso donde la locura social, la guerra y el genocidio están en el extremo de un camino de corrupción social que a nivel individual puede traducirse en alcohol, droga, prostitución, estafa, robo, locura o suicidio. El narcisismo tiene dos terrenos privilegiados: la valoración social del grupo de pares y el deseo (reconocimiento positivo) del objeto a su vez deseado. El rechazo social es una frustración que, como toda frustración, produce una violenta reacción del narcisismo infantil que no tolera la frustración. El Yo (nuestra parte consciente) intentará mantenerse en la Ley defendida por el Superyo y reprimir los impulsos antisociales (elaborando un narcisismo socialmente adaptado y valorado) para lo cual, si es posible, usa como defensa la sublimación: convertir la energía de la rabia en un esfuerzo para una mejor adaptación. Su tolerancia a la frustración depende del poder de estas fuerzas. Si logra controlar a la criatura rebelde (el narcisismo infantil encerrado en el Inconsciente) o no. Pero si la realidad insiste en situaciones frustrantes, por ejemplo, que la familia reclame a través de sus necesidades un apoyo económico que su trabajo no logra, será cada vez mas difícil frenar los impulsos hostiles, pudiendo aún recurrir al alcohol, a la droga, para aturdirse y no pensar en esa realidad. La hostilidad terminará por romper los diques morales y aparecer en escena de diversas maneras. La hostilidad vuelta contra el sujeto producirá la enfermedad psicosomática, la locura (que es una de sus facetas) o el suicidio. Contra los otros aparece la conducta antisocial que, fácilmente, puede encontrar en la solidaridad de un grupo de pertenencia socialmente marginado (de los que abundan) el apoyo necesario para diluir los frenos morales, lo que el alcohol y la droga realizan por otros medios. Dentro del ámbito familiar, la descarga de odio suele producir un infierno mas o menos encubierto por sutiles "pulseadas" que se mantienen a nivel gestual y verbal (una lucha por el poder todavía soportable) o manifiestas y crueles batallas campales. El desprecio al otro semejante es la contraseña para justificar la conducta hostil hacia él, en muchas formas, siendo la lucha de clases (el desprecio a las clases inferiores) la mas habitual. De esta forma, la situación social justifica actitudes que producen esa situación social, cerrando un círculo vicioso que la criatura humana no está en condiciones de romper. Toda la sintomatología mencionada puede ser producida por razones que nada tienen que ver con la situación social (no todas las frustraciones se originan en el campo económico), pero la situación social puede justificar la hostilidad que produce por las injustas (una valoración que puede ser mantenida por el consenso) frustraciones que impone. Reclamamos a la familia la responsabilidad de criar a los nuevos miembros de la comunidad.

Pero si el ambiente social no es capaz de asumir la responsabilidad de imponer una justicia social en su medio, éste será el caldo de cultivo donde la perversión y la locura estarán a sus anchas. A nivel individual, la responsabilidad principal en cuanto al control de la hostilidad se refiere, recae sobre la tolerancia o la intolerancia a la frustración, siendo las series de experiencias históricas individuales las que dictaminan el resultado. Y decidir entre la justificación o la condena de una actitud hostil no siempre es una tarea fácil. La furia, la enfermedad psicosomática, la melancolía, así como un muy molesto sentimiento de envidia, resultan precios muy altos que la competencia obliga al sujeto, a pagar. Estos son argumentos que conducen a la renuncia de toda competencia, a la automarginación, buscando la ayuda en el alcohol, la droga, la locura o aún en el suicidio. La naturaleza humana tiende a la competencia en todo nivel resultando una dolorosa frustración no poder intervenir. Sin embargo, el miedo producido por continuos fracasos ya sean vividos por el sujeto o vistos en otros, alientan a buscar la forma de evadirse, debiendo aceptar para ello caminos que el consenso también rechaza. Compartir, es una actitud socialmente valorada. En cambio, la competencia, como conducta natural, es aceptada con determinadas reservas. Y fácilmente criticada por la moral. El deseo de competir y ganar siempre, es tan intenso en el ser humano, que se puede definir al ser humano como un empedernido jugador. Como es imposible ganar siempre, la frustración por el hecho de perder en la competencia se presenta continuamente y causa un profundo dolor contra el cual surge el odio como justificada respuesta. Pero justificada solamente para el sujeto y, en el caso de un adulto, las normas internalizadas y defendidas por su Superyo, tienden a reprimir este odio que suele manifestarse en forma de envidia, aspecto del odio que corroe las entrañas (mundo interno) al no poder expresarse en el mundo externo. En determinadas circunstancias, el hecho de competir, es aceptado y hasta valorizado. Ser importante es, a veces, mas valioso que ser querible. O, se es querible, si se es importante. Y se es importante, si se gana. En el deporte se acepta la competencia y se intenta controlar la envidia forzando convertir a ésta en admiración: el buen deportista, si pierde, debe rendir sincero homenaje al ganador. Y el ganador no debe hacer alarde de su triunfo. La guerra es un ejemplo mas dramático. Se exige competir y ganar al enemigo, matándolo. Aquí es el miedo el que debe ser negado. Hay pautas culturales universales que imponen el respeto hacia el otro semejante. Lo que quiere decir que se debe dar un reconocimiento positivo a todos los otros. También hay pautas culturales que introducen ciertas "licencias": en determinadas situaciones y a determinados "otros", el reconocimiento positivo puede tener algún ingrediente despectivo.

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El Inconsciente ¿qué es eso? Hace más de 100 años, Freud infligió la 3ª herida al Narcisismo de la especie, con el descubrimiento del Inconsciente. ¿Qué es El Inconsciente? Algo o alguien que nos habita, al cual no conocemos. No sabemos que estamos habitados por ese algo o por alguien. Y posiblemente ni queremos saberlo. Desde entonces, la visión del ser humano, de la enfermedad mental, tanto individual como colectiva, hay que verla, o se puede verla, desde un ángulo muy distinto a lo acostumbrado hasta ese momento. ¿Qué es El Inconsciente? ¿Porqué es inconsciente? ¿Porqué no lo conocemos? ¿Cómo funciona el psiquismo humano? ¿Cómo funciona el ser humano? A partir del descubrimiento de ese Inconsciente, ha cambiado la visión que teníamos de nosotros. En una sencilla experiencia muy ilustrativa, podemos darnos una idea del Inconsciente, observando criaturas de entre uno y tres años de edad. Hagamos la prueba. Observemos un buen rato, cómo funcionan los infantes de esa edad. Cómo funciona una criatura sola, con otras criaturas de la misma edad, con otras mayores o menores, o con los adultos. Tengamos paciencia y tratemos de ser objetivos. Investiguemos cómo se conducen, cómo se relacionan, con los objetos, con los otros. Esta sería la primera parte de este ejercicio. La segunda parte consiste en tratar de observarse a si mismo. Tomemos nota sobre la conducta, las tendencias, los deseos, los impulsos, que cualquiera de nosotros, adultos, tiene. Aunque no lleguemos a actuarlos. Sin embargo, a veces, en determinadas circunstancias, algunos impulsos o deseos, sí se convierten en acción. Cuando “perdemos el control”. Decimos o hacemos algo, de lo que después nos arrepentimos. Reconocer esto significa “hacer insight”, nada fácil y generalmente, desagradable.

¿Qué encontramos si intentamos ser sinceros con nosotros mismos, lo cual no es sencillo? Quizás podemos encontrar que en el fondo, nuestros deseos, nuestros impulsos, no están lejos de las conductas infantiles. La hipótesis es que nosotros, si pudiésemos, seguiríamos actuando de esa forma toda la vida. En la infancia, la criatura humana está tranquila y contenta, si sus deseos están satisfechos. Sin embargo el “berrinche” aparece inevitablemente como reacción a la frustración. Podemos observar entonces un aspecto temido de la condición humana. Caprichosos, prepotentes, egoístas, intolerantes, furiosos, violentos. En esos momentos, el mundo continúa su existencia porque no hay fuerza suficiente para acabar con él. Pero el deseo de destruirlo aparece dramáticamente. La furia surje cuando la realidad no es, como se pretende que sea. El mundo no está incondicionalmente a nuestra disposición. Freud había dicho que la vía regia al Inconsciente son los sueños. Pues bien, yo creo que hay un acceso al conocimiento del Inconsciente más sencillo y más objetivo, que es la observación de una criatura en sus primeros años de vida. Si podemos hacer un “insight”, una visión interior y encontrar dentro de nosotros esos impulsos, esas “ganas” de actuar en una forma casi idéntica a la de una criatura de entre uno y tres años, podemos conocer al aspecto más temido del Inconsciente. Que, en el mejor de los casos, desarrolla su poder en el ilimitado e inofensivo campo de la fantasía. Otra vía, tan importante e ilustrativa como ésta, es la conducta perversa (o psicótica) de una masa humana, de una multitud, de un pueblo, de los miembros de una institución, de un club de futbol, por ejemplo. ¿Cómo actúan con respecto a los otros clubes, cómo actúa un pueblo con respecto a otros pueblos? Los adeptos a una religión con respecto a otras religiones. Cómo se relacionan entre sí, los miembros de un grupo y cómo, con los miembros de otros grupos. Separando la conducta socialmente aceptada y valorada, que también se presenta, nos queda “El Inconsciente” al descubierto. Así encontramos otra vía regia al Inconsciente. La impunidad o la ilusión de impunidad, es una justificación aparentemente muy importante para liberar lo que el individuo sólo, aislado, se esfuerza en reprimir. “Normalmente” las tendencias prohibidas para un adulto, quedan reprimidas en el Inconsciente. Donde volvemos a encontrar los deseos e impulsos caprichosos, prepotentes, egoístas, intolerantes, furiosos, violentos. En la conducta del grupo humano, al satisfacer deseos perversos, convirtiendo en acción impulsos egoístas que todos tenemos, vamos conociendo el contenido del Inconsciente humano. Generalmente no actuamos como las criaturas mencionadas, o, cuando actuamos en forma parecida, la acción es mucho más controlada para no ser calificada de psicótica. A los dulces angelitos, cuando actúan espontáneamente, lo que es típico de la edad, solemos respetarles sus caprichos o aún quererlos más, porque no pueden actuar de otra forma. Los adultos, para convivir en sociedad, por lo menos en el grupo de pertenencia, intentamos encerrar y ocultar en el Inconsciente impulsos y deseos perversos, prohibidos por el consenso. Tratamos de controlarlos. Gastamos mucha energía en mantener el control sobre ellos, o sea, en reprimirlos. Estoy hablando del miedo a la locura. Porque el descontrol individual, muy tolerado en una criatura, en un adulto es sinónimo de locura. ¿El descontrol de un grupo humano, sea de una patota de adolescentes iracundos o de un pueblo que comete un genocidio, no habría que tildarlo de psicótico?

El Aparato Psíquico Humano Metapsicologia

¿Para qué tenemos un aparato psíquico? La función del aparato psíquico es la de intentar encontrar la forma de satisfacer las necesidades del cuerpo. El aparato psíquico sería el gerente general administrativo, del sujeto. Freud llamó metapsicología al intento de describir los aspectos tópicos, dinámicos y económicos del aparato psíquico, desarrollando dos modelos del mismo. Los dos modelos contemplan la división del aparato psíquico en dos sistemas. Lo que significa que hay dos formas de tratar de satisfacer esas necesidades. Y esas dos formas (los dos sistemas) están en constante conflicto.1 Por ser una ciencia de la conducta, el psicoanálisis se maneja con definiciones donde es inevitable un grado de ambigüedad imposible de definir. Es necesario tolerar el uso de unidades tan subjetivas, variables y ambiguas como el bien y el mal. En las ciencias de la conducta este problema puede convertir toda aseveración con pretensiones científicas en una opinión personal del autor, que, buscando el consenso, deberá para ello lograr seducir al auditorio. El límite del genio invade silenciosamente el campo de la locura de donde lo podrá rescatar, o no, el consenso buscado. "Cuando pensamos en abstracto nos exponemos al peligro de descuidar los vínculos de las palabras con las representaciones-cosa inconscientes, y es innegable que entonces nuestro filosofar cobra una indeseada semejanza, en su expresión y en su contenido, con la modalidad de trabajo de los esquizofrénicos."2 Con la lógica como instrumento auxiliar, comparamos constantemente nuestra conducta y la de los demás con el bien y el mal como unidades de medida. Esto enriquece, al mismo tiempo que complica su comprensión y comunicación, generando la polisemia de los conceptos psicoanalíticos. Para bien y para mal. Los tres principios aristotélicos de la lógica: de identidad a=a de contradicción a‡b del tercio excluso entre a y b no hay término medio posible fueron enriquecidos con las leyes de la dialéctica de Hegel que las llamó también leyes del cambio: Ley De La Transformación De La Cantidad En Calidad (Ley Del Salto Cualitativo) : tras una continua acumulación de cantidad, hace su aparición brusca un cambio cualitativo. Por ejemplo, el agua que por debajo de 0 grados se convierte en hielo y por encima de 100, en vapor. La vida humana comienza con la unión de dos células que crecen cuantitativa y cualitativamente. Los cambios cualitativos no pueden reducirse a los cambios cuantitativos subyacentes. Se ha intentado explicar los procesos mentales por los procesos fisiológicos subyacentes, pero los intentos mas ambiciosos en este sentido no han dado resultado. 1

Una, despreciando al otro semejante necesitado; otra, respetándolo Freud 1915 Lo Inconsciente. AE T XIV Pág 200

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El ‘Proyecto de una psicología para neurólogos’ fue la tentativa de Freud de aproximarse a una descripción de los fenómenos psíquicos en términos fisiológicos. Comenzado en 1895, quedó inconcluso y recién descubierto en 1950. Ley De La Unidad De Los Contrarios: Hegel afirma que toda cosa es una unidad inestable de factores opuestos en un proceso de cambio, de contradicción y lucha. Algunos de estos factores tienden a conservar al objeto en la forma que tiene y otros tienden a transformarlo en algo nuevo. Las cosas son esencialmente procesos de llegar a ser y pasar a formas nuevas de existencia. Por ejemplo, la vida corresponde a dos tipos de procesos opuestos: anabólicos y catabólicos. El movimiento implica una oposición entre músculos flexores y tensores Ley De La Negación De La Negación: Del desarrollo de la lucha se llega a una síntesis en la que surgirán nuevas contradicciones que dan lugar a nuevos desarrollos. Proceso que va generando una espiral dialéctica: en determinado momento a una fuerza (tesis) se le opone otra fuerza (antitesis), de esta lucha surge una transacción (síntesis). Con el paso del tiempo, esta síntesis se convierte en una tesis por la aparición de una antitesis, lucha que produce una nueva síntesis transaccional; continuando el desarrollo sin fin de la espiral.

La aparición de la antitesis es una condición de la ciencia que alienta el cuestionamiento crítico de sus conclusiones, distinto del dogma que prohíbe la discusión de sus verdades. Pero en la práctica, al aparecer la antitesis, aparecen los defensores conservadores de la tesis, intentando convertir la ciencia en dogma. Así procedió el ambiente científico al marginar a Freud por su teoría de la sexualidad infantil. A pesar de desconocer a Hegel y su dialéctica 3 Freud señaló el conflicto psíquico y la transacción resultante, aceptando intuitivamente las leyes de la dialéctica. Casi todos los psicoanalistas aceptan que los postulados básicos de la teoría psicoanalítica son: - la existencia de un Inconsciente Eficaz - que produce el Conflicto Psíquico El descubrimiento del Inconsciente fue la tercera herida narcisista (afrenta psicológica) que la ciencia infligió al ser humano.4 Stefan Zweig en una biografía de Freud ‘La curación por el espíritu’, comparó al psiquismo humano con un iceberg, donde nuestra parte consciente es apenas la parte visible del mismo, siendo el Inconsciente la masa mucho mayor y mas importante, debajo de la línea de flotación. La experiencia de la hipnosis demuestra la existencia del Inconsciente eficaz: Si a un sujeto que ejecuta una orden posthipnótica, se le pregunta porqué lo hizo (por ejemplo, tomar un vaso de agua, cinco minutos después de salir del trance) dará cualquier respuesta (que tenía sed, que hacía calor) cuando la realidad es que lo hizo porque había una orden, reprimida en su Inconsciente y desconocida para su parte consciente, que motivó esa conducta. El conflicto surge porque hay una fuerza, la represión, que se opone a la manifesta ción de ese Inconsciente. PRIMER MODELO: El esbozo del primer modelo aparece en el capítulo 7 de "La interpretación de los sueños" (1900) y su desarrollo culmina con los trabajos sobre metapsicología de 1915 y las "Conferencias Introductorias al Psico-

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Freud 1933 - 35a Conferencia. En torno de una cosmovisión. AE TXXII pág 163 La primera herida fue provocada por Copérnico al demostrar que la Tierra es un pequeño planeta que gira alrededor del Sol. (afrenta cosmológica) La segunda la realizó Darwin con su teoría de la evolución de las especies, emparentándonos con el mono. (afrenta biológica) 4

análisis" de 1915/16/17. En este modelo describe Freud sus descubrimientos de las profundidades del alma humana, ilustrando su extraordinaria capacidad de investigación. El aparato psíquico está compuesto aquí por dos sistemas (Figura 1-): el Sistema Preconsciente-Consciente (Sistema Prec-Cc) y el Sistema Inconsciente (Sistema Inc) Ambos Sistemas están separados por una barrera formada por una censura defendida por las fuerzas de la represión (línea A en la figura 1-). Lo consciente, podemos equipararlo con la atención. A lo que prestamos atención en un momento dado, eso es consciente. Lo demás, es Inconsciente, debiendo diferenciar dos tipos de Inconsciente. Si nos preguntamos qué comimos hoy, "vamos" al archivo de la memoria atravesando con un acto de la voluntad una censura secundaria, (entre Consciente y Preconsciente; línea B en la figura 1) y es casi seguro que encontramos la respuesta haciéndola consciente al prestarle atención. En cambio, hay preguntas que, por mas que nos esforcemos, no encontraremos la respuesta aunque está en algún lugar de nuestra memoria. Estas respuestas están reprimidas (en el Sistema Inconsciente) y no pueden hacerse conscientes simplemente con un acto de la voluntad. En ambos casos son inconscientes, formando el Inconsciente Dinámico (figura 1). Dentro de éste, lo que está reprimido, forma el Sistema de lo Inconsciente. O sea, que lo que funciona como Inconsciente Dinámico (fuera de la Conciencia) es tanto el Preconsciente como el Sistema Inconsciente. Ambos Sistemas tienen sus distintas leyes de funcionamiento, con las que pretenden satisfacer las necesidades. El Sistema Inconsciente quiere manifestarse, pero el Sistema Preconsciente-Consciente le impone sus condiciones, por medio de la censura y la represión.

Sistema Inconsciente Principio de Placer Proceso Primario Representación de Cosa Identidad de Percepción

Sistema Preconsciente - consciente Principio de Realidad Proceso Secundario Representación de Palabra Identidad de Pensamiento

Principio de Placer. Este principio pretende la satisfacción inmediata y total de toda necesidad. En última instancia, esto llevaría a la anulación de cualquier necesidad logrando una supuesta completud, imposible. En estas condiciones, la vida no sería posible. Por lo que tuvo que imponerse un Principio de Realidad. Que impone la espera, proponiendo renunciar a algo y postergar la satisfacción del deseo. No hay una renuncia al placer; algo se puede y aún se debe satisfacer. La promesa, ilusión o esperanza, es obtener un placer mas seguro y duradero. Es fácil de aceptar que la vigencia del Principio de Placer es imposible, pero el tener que aceptar un Principio de Realidad trajo serios problemas. Hay dos campos conflictivos en la conducta humana: la sexualidad y la hostilidad. La cultura 5 limita la expresión de ambas. Satisfacer perentoriamente todo deseo en esos campos llevaría al caos haciendo imposible lo imprescindible: la convivencia social. ¿Porqué y a qué, renunciar? ¿Porqué postergar? ¿Hasta cuándo? ¿Quién es quién para imponer eso? ¿Quién es el dueño de la Verdad y posee la clave del Bien? Este es el problema de la sociedad, que las distintas culturas intentan resolver. No es difícil reconocer aquí nuevamente el conflicto entre el Bien y el Mal. Fácilmente aparecen entonces los justificativos para la descarga de más o menos violenta hostilidad. 5

La universalidad de la prohibición del incesto basta para justificar la hipótesis de que todas las culturas normatizan a la sexualidad. Respecto a la agresividad, ningún grupo social puede sobrevivir si no se controla la hostilidad, dentro del grupo.

Las demás leyes están al servicio del Principio del Placer o al de Realidad. Proceso primario. Es el proceso que conduce al pensamiento mágico. A través de los mecanismos de desplazamiento y de condensación se convierten en idénticos dos o mas objetos, situaciones o ideas, con tal que tengan algún elemento en común. Por la condensación puede aparecer en un sueño un personaje que tiene el aspecto de A, se viste como B, hace algo que nos recuerda a C, con el nombre de D; también puede crear una palabra con varios sentidos, en la que se unen varias ideas. Por el desplazamiento algo es reemplazado por su semejante; o se transfiere un acento importante a otro elemento que lo es menos. A esto se opone el Proceso Secundario que comprende las leyes del pensamiento lógico. Dos objetos serán idénticos si tienen todos sus elementos iguales, sino podrán ser semejantes. Representación de cosa. En el Sistema Inconsciente "la cosa" (un objeto, un tipo de vínculo) está representada por sí misma, no por su símbolo, lo que la relaciona mas con lo visual. En cambio la representación de palabra, mas relacionada con lo acústico, es una adquisición del Sistema Prec.-Cc. y reemplaza al objeto por su símbolo convencional. Lo que permite y es una consecuencia de poder contar como cualidad humana la comunicación digital. La representación de cosa corresponde a los elementos de la comunicación analógica. Identidad de Percepción. Si vuelve a aparecer una necesidad después de haber tenido su experiencia de satisfacción, se puede dar sensación de realidad (cargando intensamente con energía psíquica) al recuerdo y alucinar que se está satisfaciendo ese deseo. Por ejemplo, al sonar el despertador y tener que levantarme para ir al trabajo, al estudio o a cumplir otros deberes, sueño que estoy en el trabajo, en el estudio o cumpliendo con los deberes ...y sigo durmiendo6. En cambio, la Identidad de Pensamiento induce a pensar como modificar el mundo externo para satisfacer la necesidad. En el Sistema Inconsciente no existe el "no", el tiempo es siempre presente y los valores éticos corresponden a una ética primordial; está Bien, lo que satisface los caprichos del sujeto. Placer, es toda descarga de tensión. El displacer implica un incremento de tensión, que el aparato psíquico intentará evitar. El Sistema Prec.-Cc. también busca el placer, pero en forma más segura y duradera. Por otra parte, una tensión mínima también es agradable ya que la total ausencia de tensión equivale a la muerte. Son las series complementarias las que determinan una mayor o menor tolerancia a estas variaciones. Nuestra conducta es una síntesis transaccional del conflicto entre los dos sistemas. La ontogenia repite la filogenia. La humanidad primero intentaba funcionar con un aparato psíquico bajo el reinado del Principio de Placer y la magia, poco a poco se va imponiendo un Principio de Realidad con la razón de la lógica. El bebé vuelve al mundo de la magia y del puro placer; poco a poco logra ser “razonable”. Hay un campo que Freud comparó con los parques que oxigenan las ciudades. Es el campo de la fantasía, que, liberándose del yugo de la razón y de la lógica, convoca a la magia para oxigenar el espíritu. Es el imperio donde el Principio de Placer se siente a sus anchas.

SEGUNDO MODELO (ESTRUCTURAL): Modelo que culmina su desarrollo en 1923, en “El Yo y el Ello”. 6

Licencia del Yo, al privilegiar al deseo de seguir durmiendo (que satisface) postergando el deber de levantarse.

El acento está puesto aquí principalmente en la parte represora. Freud se había preguntado si los distintos Sistemas correspondían más a una distinta forma de funcionar o, si cada Sistema ocupaba otro lugar; me inclino más por la primera opción. En este modelo algunas cosas cambian de nombre. El Sistema Prec.-Cc. se llama Yo. Y el Sistema Inc. se llama Ello (Figura 3-) . Una parte del Yo asume una función especial: la de observar al Yo y comparar su conducta con el Ideal del Yo que es una imagen virtual en la que cristalizan las normas de convivencia internalizadas durante el proceso de socialización de la criatura humana. Es el Super-yo (Figura 3) el encargado de este trabajo y, pudiendo llegar a ser muy severo, actúa con premios y castigos para dominar al Yo. El premio, cuando el Yo se ajusta a las normas, es el aumento de la autoestima (la sensación de agra dable plenitud que da la satisfacción del deber cumplido). Cuando el Yo desobedece a la Ley contenida en el Ideal, el castigo será el muy desagradable sentimiento de culpa junto a la disminución de la autoestima (el complejo de inferioridad). Es el Super-yo el que indica al Yo qué es lo que debe reprimir (censurando los impulsos que vienen del Ello) ajustándose a la Ley contenida en el Ideal. El Yo resulta subordinado a tres "amos": al Ello, con sus caprichos; al Super-yo con sus normas y a la realidad con sus limitaciones, sus tentaciones y sus peligros. En el primer modelo la represión trataba de evitar el displacer, el peligro. En este segundo modelo, aparecen normas que, supuestamente, van a evitar lo peligroso. Estas normas son las pautas culturales internalizadas durante la resolución del Complejo de Edipo. Y son el resultado de una de las tantas sistematizaciones posibles, del Principio de Realidad (a qué renunciar, hasta cuándo postergar, etc). La ética contenida en el Ideal, será el modelo con que el Super-yo intentará controlar la respuesta al impacto estético (al deseo); orientar la necesidad que depende de los objetos externos para su satisfacción; imponer el tiempo adecuado de espera. Cambiar el deseo por el deber, alentar el Bien y reprimir el Mal.

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A cargo de Dr. Manfredo Teicher Clase 3 Comunicación humana7

Es necesario señalar ciertas reservas con respecto a los axiomas en general. Tienen carácter tentativo, definidos de modo bastante informal, son más preliminares que exhaustivos. Tienen su origen en observaciones muy variadas de los fenómenos de la comunicación. Su unidad surge de su importancia pragmática que a su vez depende de su referencia tanto interpersonal como intrapersonal (monádica). Toda conducta es comunicación. Hay una propiedad de la conducta que no podría ser más básica, por lo que suele pasársela por alto: no hay nada que sea lo contrario de conducta: es imposible no comportarse. Por mucho que uno lo intente, no puede dejar de comunicar. Actividad o inactividad, palabras o silencio, tienen siempre valor de mensaje: influyen sobre los demás, quienes a su vez no pueden dejar de responder a tales comunicaciones y, por ende, también comunican. La imposibilidad de no comunicarse hace que todas las situaciones en las que participan dos o más personas sean interpersonales y comunicacionales. Es inevitable la ambigüedad que tanto el emisor como el receptor enfrentan al tener que traducir de una modalidad a la otra, el modo de comunicación analógico al digital. O sea, es difícil hablar de los mensajes que se refieren a la relación en sí, traducción que la condición humana suele requerir y que es imposible para el resto de los animales. El paradigma lucha-aceptación (la competencia narcisista) es quizás lo que más se acerca al concepto matemático de función, siendo las posiciones de los individuos meras variables con una infinidad de valores posibles, cuyo significado no es absoluto sino que surge sólo en la relación recíproca. Y suele modificarse a medida que interviene la variable temporal. La TVN (Teoría Vincular del Narcisismo) agrega una motivación esencial a la comunicación: la necesidad de recibir el reconocimiento positivo de los objetos significativos. Necesidad que compartimos con el resto de la escala zoológica (por lo menos con los otros mamíferos) ya que se transmite a través de la comunicación analógica exclusivamente. Comunica Inconsciente con Inconsciente, pudiendo hacerse consciente.

Elementos inherentes a la naturaleza humana que señalan otra manera de pensar la salud y la enfermedad. 7

Este capítulo es una síntesis de los capítulos 2 y 3 de la “Teoría de la Comunicación Humana” de Paul Watzlawick, Janet Helmick Beavin y Don D. Jackson, de la edición castellana de 1971 hecha por la Editorial Tiempo Contemporáneo. Si bien varios conceptos han sido reformulados a la luz de la Teoría Vincular del Narcisismo, de no haber tenido este antecedente dicha teoría dudo que hubiese podido existir. Lamentando que los afiliados al enfoque sistémico tienden a despreciar apreciaciones del psicoanálisis y que la mayoría de los psicoanalistas tratan de esta manera la T. de la Com. Hum., base teórica del enfoque sistémico, he tomado el Narcisismo (también reformulado) como concepto vinculante entre ambos cuerpos teóricos. Convencido de que de esta manera se enriquecen ambas y damos un paso importante en comprender nuestra conducta.

Comunicación analógica y comunicación digital Cuanto más espontánea y ‘sana’ es una relación, más desapercibida, para la conciencia, resulta la comunicación analógica. A través de la comunicación analógica los humanos intentamos definir la naturaleza de la relación. Definir la naturaleza de la relación significa definir qué valor tiene uno visto por el otro, definir quién tiene más derechos; los demás tendrán los deberes. En términos de la TVN: definir el reconocimiento que un sujeto da a un objeto. Las relaciones humanas se caracterizan por una constante lucha por la naturaleza de la relación (una lucha por el poder, una competencia narcisista) salvo que los miembros de un vínculo acepten de entrada y durante el transcurso de la relación el lugar que cada uno ocupe durante la misma (superior o inferior) lo que difícilmente se mantiene en el tiempo. Las relaciones ‘enfermas’ se caracterizan por una constante lucha por la naturaleza de la relación, o sea, que la competencia narcisista que es la que se juega a través de la comunicación analógica, ocupa el centro del escenario, perdiendo importancia el objetivo de la comunicación digital, que es la que se ocupa de los objetos externos de la relación (del contenido de la comunicación). Ésta (la comunicación digital) se convierte en un instrumento al servicio de la competencia narcisista. Los objetos externos de la relación, a los que se refiere la comunicación digital, pasan a segundo plano, pudiendo perder todo valor. Con tal de ganar una posición superior se comienza a inventar, a mentir, a luchar de cualquier manera para ganar. En cambio, si se desea conquistar (o apaciguar) al interlocutor, el sujeto acepta una posición inferior, cediendo; aparentemente ”se deja ganar”. ¿Qué es la comunicación analógica?

Todo lo que sea comunicación pre y para- verbal. Y los indicadores comunicacionales del contexto. Los gestos, la postura, los silencios, el tono de voz, etc. Si bien los mensajes analógicos tienen esa cualidad ambigua que recuerda al Gegensinn der Urworte (sentido antitético de las palabras primitivas) los miembros de una especie animal (no olvidemos que somos animales humanos) parecen estar en condiciones de interpretar fielmente las intenciones y los deseos en relación a la competencia narcisista. Podemos afirmar que es el inconsciente humano, los niños, los tontos, las personas muy perturbadas y muchos otros animales, los que son capaces de transmitir e interpretar con precisión asombrosa las intenciones de lo que se envía y se recibe a través de la comunicación analógica. Si bien hay gestos que son traducidos por tradiciones particulares en distintas culturas, fuera de algunas raras excepciones, el lenguaje de los signos analógicos es más bien heredado. Por ejemplo, en determinadas zonas de la India, el movimiento vertical con la cabeza corresponde al ‘no’ y el movimiento horizontal al ‘sí’. Al contrario de lo que conocemos en el resto del planeta. Luego, tras la transmisión o interpretación de un mensaje analógico, pueden surgir las defensas yoicas, la negación, la proyección, la racionalización, la represión capaces de tergiversar por completo ese mensaje. Lo que se hace posible gracias a la autosugestión. El insight consiste en atravesar la barrera de estas defensas y enfrentarse con ‘la verdad’. La comunicación digital puede seguir uno u otro de estos caminos. Si esta hipótesis es correcta, el corolario sería que la comunicación analógica, que compartimos con nuestros primos de la escala zoológica, es fundamental para el estado de la autoestima, que depende de la respuesta de los objetos significativos. O sea, para la salud mental, ya que ésta se relaciona con aquella.

El ser humano es el único animal que utiliza tanto el modo de comunicación analógico como el digital. El resto de la escala zoológica, al no disponer de la capacidad de hablar, se ve obligado a comunicarse con la comunicación analógica exclusivamente. Nosotros, los animales humanos, al disponer de la comunicación digital ¿qué es lo que agregamos a esa comunicación? La comunicación analógica permite comunicar determinados mensajes pero no, otros. ¿Cuáles? El respeto, el desprecio, el galanteo, la competencia narcisista, el apaciguamiento, someter y someterse, y muchos otros rituales de la vida social. El reconocimiento que un sujeto otorga a un objeto, no necesitan de la comunicación digital para tener lugar. Aunque la capacidad de digitalizar, o sea, de pensar y razonar, colorea de particular manera a la vida social humana. ¿Qué es la comunicación digital?

El lenguaje verbal, convencional, aprendido. Aprendemos a reconocer los símbolos verbales ya que, por ejemplo, la palabra gato no tiene nada que ver (fuera de ser el símbolo convencional del objeto ‘gato’, en la lengua castellana) con el objeto ‘gato’. Como posee una sintaxis lógica, permite una abstracción imposible para el resto de los animales. Esta abstracción exclusiva es tanto posible en el terreno racional, concreto, real, como en el campo de la fantasía, donde el poder de la magia aparece como ‘los parques que oxigenan el espíritu’. La ciencia, la tecnología y el arte le deben su existencia. La falta del negativo simple ‘no’ hace muy difícil mentir en el lenguaje analógico, algo sumamente sencillo en el lenguaje digital. He aquí algo imposible para los otros animales: mentir; lo que será el preámbulo de la represión, de la formación del Inconsciente. La capacidad de simbolizar en abstracciones lógicamente encadenadas, permitió y permite el desarrollo de la asombrosa y exuberante tecnología humana, de la cual, el lenguaje digital es una muestra. En la comunicación humana privilegiamos la comunicación digital. Pero al pretender usarla para referirnos a la relación que se lleva a cabo, nos encontramos con serias dificultades. Y la digitalización de lo analógico puede producir malentendidos conscientes o no. No hay duda que la comunicación digital es un elemento determinante de nuestra evolución gregaria. Así se crearon los ‘dobles mensajes’, contradictorios y/o conflictivos entre sí. Podemos comunicar un reconocimiento positivo con las palabras mientras comunicamos el desprecio (reconocimiento negativo) con el lenguaje analógico. Hemos llegado a despreciar la comunicación analógica y su manifestación psíquica, los afectos. Idealizamos, en cambio, nuestra capacidad de pensar y de razonar, sin darnos cuenta que ésta está supeditada a la producción previa de los afectos. Son los afectos que señalan el camino para ser transitado por el pensar, que es la comunicación digital interna. Y el pensar puede encaminarse en el campo de la fantasía y/o de la realidad, englobando generalmente a ambos. Los ‘dobles mensajes’ son habituales en la cultura humana y pueden pasar desapercibidos para la consciencia, comunicando inconsciente con inconsciente. Se dan y se reciben espontáneamente. El buen actor aprende a manejar, a tomar consciencia de su comunicación analógica, requisito indispensable para su profesión. De lo que podemos deducir que generalmente somos muy buenos actores en forma intuitiva, sin saberlo. Como solemos decir algo (lenguaje digital) que desmiente o contradice lo que expresamos en el lenguaje analógico y éste expresa sentimientos, nos encontramos con lo que entendemos por ‘hipocresía’. Un concepto con serias denotaciones negativas.

En una relación, o hay una lucha por el lugar de cada cual, o hay una aceptación tácita del lugar que les toca en ese momento y en esas circunstancias. Los momentos de lucha y los de aceptación pueden variar o permanecer en el tiempo. Es más común que predominen los de lucha. Al aceptar la posición de cada cual, un proceso de aprendizaje puede desenvolverse; lo cual puede ser muy difícil al acentuarse la competencia narcisista. Pero ésta aparece indefectiblemente en una relación duradera, saboteando el proceso. En el enamoramiento o en el comienzo de una amistad, ambos están dispuestos a gratificar el narcisismo del otro, para lo cual ‘saben’ cómo comunicar esto en el lenguaje analógico. Comunicación que surge espontáneamente demostrando nuestra brillante disposición actoral. Gracias a la comunicación digital hemos desarrollado hermosos ideales de Libertad, Igualdad, Fraternidad, de justicia social, de amor al prójimo, que enriquecen y enorgullecen nuestra cultura, imposible para el resto de la escala zoológica. Pero nuestro origen animal, que predomina en el mapa genético humano, es el que nos impone la competencia narcisista, fácil de negar y ocultar. Por lo que la condición humana no puede evitar instrumentar al desarrollo tecnológico para descargar la agresividad en esa competencia. Freud, al final de El Malestar en la Cultura (1930) dice:

“A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si -y hasta qué punto- el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas del instinto de agresión y de autodestrucción. En este sentido, la época actual quizá merezca nuestro particular interés. Nuestros contemporáneos han llegado a tal extremo en el dominio de las fuerzas elementales que con su ayuda les sería fácil exterminarse mutuamente hasta el último hombre. Bien lo saben, y de ahí buena parte de su presente agitación, de su infelicidad y su angustia.” La situación hoy, 70 años después, es más dramática. Y la tecnología continúa su avance incontenible. Una utopía ecológica está reemplazando a la utopía socialista. Nadie cree que sea posible algún día un gobierno mundial capaz de imponer la justicia social a la especie. El conflicto intrapsíquico entre un narcisismo perverso intolerante y un narcisismo sublimado, únicamente en núcleos reducidos logra favorecer a éste último, a pesar que la razón se inclina en su dirección. ¿Logrará la evolución de la cultura humana encontrar el modo de imponer un poder universal, justo, para la especie? Esto significaría el triunfo de la razón sobre el Narcisismo perverso, significa que el ideal de un Narcisismo sublimado supeditado a una ética que contemple los intereses de toda la especie, pudo imponerse. Por ahora este planteo es ingenuo y utópico. Relación simétrica - Relación complementaria. inferior

Lucha por el dominio o aceptación de la posición

La simetría y la complementariedad en la comunicación, no son en sí mismas ´buenas´ o ´malas´, ´normales´ o ´anormales´, etc. Son dos categorías básicas en que se pueden dividir a todos los intercambios comunicacionales. En, lo que podemos considerar relaciones sanas, es conveniente que ambas estén presentes, aunque en alternancia mutua o actuando en distintas áreas; lo que permite la colaboración entre los miembros de un vínculo. A pesar que la competencia nunca esté ausente. Pero también es posible que los dos tipos de vínculo estén siempre presentes, aunque esto no resulte fácil de percibir. Por lo que es preferible hacer el diagnóstico de patología en las relaciones humanas por la presencia de la hostilidad, que puede tomar diversa

intensidad, desde el odio expresado en palabras, hasta la violencia en los hechos, que puede llegar al homicidio, la guerra, etc. Es notoria la relación complementaria entre padres e hijos, mientras se observa la relación simétrica tanto entre los padres como entre los hijos. O, la relación complementaria entre los profesores y sus alumnos, dándose la relación simétrica entre los alumnos, igual que entre los profesores, entre sí. Otro ejemplo sería el de una pareja que mantiene una relación complementaria en unas situaciones y una relación simétrica en otras, o, ante distintas decisiones que deben tomar. Es el superyo de un sujeto el que puede lograr la aceptación de la posición inferior, por más que el Ello, o sea el narcisismo infantil, perverso, siempre pretenda ocupar la posición superior. Y el Superyo puede tener argumentos muy sólidos y razonables para frenar los caprichos del Ello. Pero el Superyo también puede exigir la rebelión contra la posición inferior que se le quiere imponer a un sujeto. Y esto también puede ser razonable. Como puede observarse tanto entre los individuos como entre los grupos, familias, instituciones, naciones, la tendencia ´natural´ es la lucha por el poder, que se obtiene al ocupar la posición superior. Como mal menor, es posible aceptar la igualdad tratando de ser un poco ´más igual´ que los otros, usando la famosa frase de Orwell. Lo que, en la TVN se traduce en que: es necesario recibir el reconocimiento del otro, lo que colocaría a uno, una vez recibido ese reconocimiento, en una posición superior. Pero es más difícil darlo, o sea colocar al otro en una posición superior. Salvo que la actitud de colocar al otro en una posición superior, obtenga algún beneficio que justifique esta ´renuncia´, convirtiendo la simetría en complementariedad. Y aceptándola. La relación simétrica puede desembocar en una relación complementaria, si el que debe ocupar la posición inferior, la acepta. O en una escalada simétrica, donde hay una lucha constante para obtener el lugar superior. Aparentemente esta escalada es justa, porque se lucha para defender los mismos derechos para todos. Pero desgasta un vínculo y puede sabotear la tarea para la cual es necesaria la complementariedad. Esto requiere una aclaración: Uno busca el reconocimiento positivo de un objeto significativo. Al buscar el reconocimiento de ese objeto, uno ya hizo el reconocimiento positivo de ese objeto al convertirlo en un objeto significativo. El objeto significativo tiene el poder de decidir si a su vez da, o no, ese reconocimiento. Evidentemente, el objeto significativo ocupa una posición superior, por el hecho de tener ese poder. Buscando el reconocimiento uno quiere ser un poco ´más igual´, o sea, que el reconocimiento positivo puede convertir a uno, en objeto significativo para ese otro. Es decir, invertir la posición de cada cual. Que es lo que se pretende. La comunicación analógica es el instrumento ideal para la competencia narcisista, la lucha para dirimir quién es ´más igual´. Quién tiene más derechos. No cabe duda que la competencia puede ser ´entretenida´, productiva, pero también cruel y destructiva. La competencia narcisista no es el problema, ya que es inevitable. El problema es la intensidad de la hostilidad que la puede contaminar y dominar. Esto demuestra que, en realidad, nunca se acepta la igualdad sino que, cuando en la competencia narcisista todos los que intervienen tienen el mismo derecho a tratar de ser ´más iguales´, podemos hablar de simetría. En el vínculo humano la competencia narcisista siempre está presente. En la relación simétrica los miembros de un vínculo pueden ocupar la misma posición, tienen el mismo derecho a luchar por una posición superior. Es una relación más justa. Aunque el alumno y el hijo deban esperar años para lograrla. Para ´pasar al otro lado del mostrador´.

El reconocimiento que se otorga a otro, puede ser conveniente y merecido, fingido o forzado.

En la relación complementaria, las posiciones aceptadas por los miembros, difiere: se distingue una posición superior, de otra inferior. Esto puede darse con o sin lucha por el status dentro de la relación. Hay una confirmación recíproca. La posición superior tiene derechos, la posición inferior, deberes; que pueden ser justos, necesarios, o no. El ocupar distintas posiciones, puede ser natural, conveniente y necesario, por ejemplo entre una madre y su hijo, entre maestro y alumno, entre jefe y subordinado, entre médico y paciente, entre un guía y los guiados. Ésta sería la relación complementaria normal. Pero también puede ser arbitraria, injusta, forzada, resistida y perjudicial; por ejemplo entre amo y esclavo, entre un dictador y sus súbditos, entre una autoridad despótica y los que se someten a ella por diversas razones. El dramático ejemplo de la relación complementaria es la división en clases que toda sociedad humana exhibe. Igual que la división en naciones ricas y naciones pobres, que es la división en clases de la especie humana. En la sociedad humana, el derecho a luchar por obtener una posición superior, las oportunidades para subir en el status social, no es igual para todos. Al contrario, los ´de arriba´ intentan evitar que los ´de abajo´ los alcancen y hacen todo lo posible para mantener su posición, lo cual puede ser sumamente complicado. La ´lucha de clases´ que no es más que una variante de la competencia narcisista, produce los fenómenos más dramáticos de la convivencia humana: la xenofobia, la guerra y los genocidios. Lo que debería ser considerado patológico. ¿Cuál es la patología en la relación complementaria? La presencia de la hostilidad, con mayor o menor intensidad. Indudablemente ésta se presenta cuando no se acepta la posición inferior. O, al abusar del poder que una posición superior puede permitir.

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TRANSFERENCIA - CONTRATRANSFERENCIA

"Los gestos y la expresión de los afectos obedecían más a lo Inconsciente que a lo consciente y lo dejaba traslucir."8 "Cuando me propuse la tarea de traer a la luz lo que los hombres esconden, y no mediante la compulsión de la hipnosis, sino a partir de lo que ellos dicen y muestran, lo creí más difícil de lo que realmente es. El que tenga ojos para ver y oídos para oír se convencerá de que los mortales no pueden guardar ningún secreto. Aquel cuyos labios callan, se delata con las puntas de los dedos; el secreto quiere salírsele por todos los poros. Y por eso es muy posible dar cima a la tarea de hacer consciente lo anímico más oculto."9 Curiosa técnica, la del psicoanálisis, si pretende recurrir a algo tan ambiguo y delicado como los sentimientos para usarlos como instrumentos terapéuticos. Mientras el avance tecnológico nos asombra con sofisticadas computadoras electrónicas, nos encandila con revolucionarios proyectos pretendiendo y logrando domesticar energías inagotables, dando innumerables muestras de ingenio, las ciencias humanas, en cambio, como empecinados Quijotes, permanecen fieles a su status de ser más arte que ciencia. Intentan recuperar el valor de lo que acentúa la superioridad del hombre sobre la máquina: el sentir y el pensar que, al unirse en la intuición, pretenden justificar el lugar único y privilegiado que la naturaleza nos ha otorgado. Mucho antes de adquirir el poder racional, los "ataques histéricos universales típicos e innatos" como llamó Freud a los afectos, permiten al reino animal y posiblemente a cualquier ser vivo, interpretar la realidad y responder en consecuencia. En 1910 Freud llama la atención: "Otras innovaciones de la técnica se refieren a la persona misma del médico. Se nos ha hecho visible la 'contratransferencia' que surge en el médico bajo el influjo del enfermo sobre su sentir Inconsciente, y nos hallamos muy inclinados a exigir, como norma general, el reconocimiento de esta 'contratransferencia' por el médico mismo y su vencimiento. Desde que la práctica psicoanalítica viene siendo ejercida ya por un número considerable de personas, las cuales cambian entre sí sus impresiones, hemos observado que ningún psicoanalítico llega más allá de cuanto se lo permiten sus propios complejos y resistencias, razón por la cual exigimos que todo principiante inicie su actividad con un autoanálisis y vaya haciéndolo cada vez más profundo, según vaya ampliando su experiencia en el tratamiento de enfermos. Aquel que no consiga llevar a cabo semejante autoanálisis, puede estar seguro de no poseer tampoco la capacidad de tratar analíticamente a un enfermo." 10 En 1950, Paula Heimann presenta su tesis: "que la respuesta emocional del analista a su paciente dentro de la situación analítica representa una de las herramientas más importantes para su trabajo. La contratransferencia del analista es un instrumento de investigación dirigido hacia el Inconsciente del paciente."11 H. Racker (1952) coincide con este aspecto y toma "la contratranferencia como instrumento para la comprensión de las situaciones psicológicas, especialmente transferenciales, del analizado."12 8

Freud. 1905. Fragmento de análisis de un caso de histeria. AE T VII pág 52 Freud 1905 Fragmento de análisis de un caso de histeria. AE T VII pág 68 10 Freud 1910: Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica. AE T XI Pág 136. 11 P. Heimann Acerca de la contratransferencia. en The international Journal of psychoanalisis. Tomo XXI-1 1950 12 E. Racker Estudios sobre técnica psicoanalítica. Paidós 1960 pág 155 9

A este aspecto del trabajo terapéutico, es decir, a los afectos despertados en el analista durante la sesión (la contratransferencia) voy a referirme, aunque considero la transferencia-contratransferencia un fenómeno universal de la comunicación, y lo que sucede en la sesión, nada más que un ejemplo.13

La Contratransferencia El niño, orientado por sus emociones (por su contratransferencia), responde automáticamente al Principio de Placer. Evitando el displacer, pretende la gratificación incondicional a su narcisismo, que choca contra las limitaciones de la realidad. Así comienza un conflicto universal e inevitable, donde el Principio de Realidad intentará dominar el narcisismo regido por el Principio de Placer, para evitar quedar encerrado en un círculo vicioso de ansiedad y odio. En la disolución del Complejo de Edipo, determinadas normas culturales éticas forman el carácter del sujeto, sistematizan el Principio de Realidad, logran modular el narcisismo, modificar la respuesta programando al sujeto, sometiéndolo a una cultura que la familia como intermediaria logró imponer. La adquisición filogénica del poder racional del proceso secundario es un instrumento eficaz para justificar la necesidad y conveniencia de esta socialización del narcisismo. Hay que someterse a algunas normas culturales de convivencia. Formada la "coraza caracterológica" 14, superada la "neurosis infantil" inevitable en el proceso evolutivo, el sujeto aprendió una forma de integrarse a su medio. “Sabe” cómo responder, bien o mal, frente a tal o cual situación. Anticipando el displacer con la "angustia señal", responde ahora automáticamente según las normas internalizadas. Buscando un placer más seguro y duradero, surgirá una respuesta caracterológica automática que se exteriorizará en la transferencia. El sujeto, convertido en un "robot" responde a su "programa". Este proceso (la formación del carácter) puede haber servido y ayudado a un niño a enfrentarse con una sociedad, a la que necesita y adaptarse así a ella. También su carácter puede haber sido un valioso instrumento para importantes logros posteriores. Pero también puede conducirlo a desagradables frustraciones traumáticas; el sujeto se siente entonces una víctima injustificada, al no poder reconocer su propia responsabilidad. Esto significa que el Yo, sometido sin saberlo a su coraza caracterológica, puede facilitar el camino al dolor, que es lo que quiere evitar. El proceso analítico intenta modificar esta alienación haciendo consciente lo Inconsciente. Trata de lograr que la interpretación afectiva de la realidad realizada por el arcaico poder ingenuo del Ello (la contratransferencia), respetada y complementada por el poder racional del proceso secundario, analice el programa que lo maneja como un títere: decidir si es conveniente o no, posibilitar un cambio en esa estructura caracterológica. Si los valores (el “bien” y el “mal”) internalizados en el pasado, deben regir aún la conducta.

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Enfocando la economía psíquica desde el vínculo con los otros semejantes, lo que complementa y estructura al sujeto como ente social. W. Reich Análisis del carácter. Paidós pág 62

La Interpretación Afectiva De La Realidad "Un afecto incluye, en primer lugar, determinadas inervaciones motrices o descargas; en segundo lugar, ciertas sensaciones que son, además, de dos clases: las percepciones de las acciones motrices ocurridas y las sensaciones directas de placer-displacer que prestan al afecto, como se dice, su tono dominante. creemos ver más hondo y advertir que el núcleo que mantiene unido a ese ensemble es la repetición de determinada vivencia significativa. Esta sólo podría ser una impresión muy temprana de naturaleza muy general, que ha de situarse en la prehistoria, no del individuo, sino de la especie. Para que se me comprenda mejor: el estado afectivo tendría la misma construcción que un ataque histérico y sería, como éste, la decantación de una reminiscencia. Por tanto, el ataque histérico es comparable a un afecto individual neoformado, y el afecto normal, a la expresión de una histeria general que se ha hecho hereditaria."15 Superando serios problemas epistemológicos y epistemofílicos16 vamos a aceptar que en un sujeto adulto toda percepción (objeto, vínculo o situación) comienza por ser analizada por la pulsión narcisista modulada en el carácter. Este análisis inconsciente y automático produce los afectos, que son los estímulos que motivan la respuesta del Yo. El Yo debe decidir su respuesta eligiendo entre actuar, lo que sería una respuesta caracterológica, y/o pensar (razonar o fantasear) primero. Esta respuesta (la actuación o la idea pensada) será analizada por el Super-yo según las normas internalizadas, pudiendo ser censurada, en cuyo caso el Yo debe decidir si la reprime, sometiéndose al veredicto del Super-yo, o se rebela contra él, exponiéndose al castigo super-yoico: la culpa y la disminución de la autoestima. Si el Yo decide reprimir (sometiéndose al Super-yo) deberá poner en marcha los mecanismos que ayudan y mantienen a la represión: la negación, la proyección, la disociación, la racionalización, la idealización. Mecanismos eficaces gracias a la capacidad humana de autosugestión. Si bien Freud sostiene que "en lo que llamamos angustia el apronte angustiado me parece lo más adecuado al fin, y el de sarrollo de angustia lo más inadecuado" ya que "mientras más se limita el desarrollo de angustia a un mero amago, a una señal, tanto menores son las perturbaciones en el paso del apronte angustiado a la acción, y tanto más adecuada la forma que adopta todo el proceso"17 Sin embargo, la acción automática que sigue a la señal de angustia es una respuesta caracterológica y que no forzosamente sería la respuesta más adecuada. Al aumentar la tolerancia a la frustración, permitiendo el desarrollo del afecto, el sujeto podría pensar, antes de actuar: "insertar esas mociones de sentimiento en la trama del tratamiento y en la de su biografía, subordinarlas al abordaje cognitivo y discernirlas, por su valor psíquico."18 Las "inervaciones motrices o descargas" (los afectos) producen y alteran, modulando, la comunicación analógica (el lenguaje pre y para-verbal) que es la exteriorización del afecto, aspecto fundamental de la transferencia. Esta comunicación analógica, intra e intersubjetiva puede o no, hacerse consciente. Más primitiva, utiliza un medio de comunicación que la criatura humana heredó de sus antecesores de la escala

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Freud. 1917 25ª Conferencia. La angustia. AE Tomo XVI p 360 Epistemológicos= dificultades que surgen de la teoría. Epistemofílicos= dificultades que surgen del sujeto que se enfrenta con la teoría. 17 Freud. 1917. 25a Conferencia. La angustia. AE Tomo XVI pág 359-360 18 Freud. 1912. Sobre la dinámica de la transferencia. AE T XII pág 105 16

zoológica y comparte con ellos (la comunicación analógica); la especie humana adquirió luego otro lenguaje más evolucionado: el lenguaje digital. La censura de las barreras de la represión dificulta la colaboración fluida de ambos sistemas, generando el conflicto entre el Ello, motivado por la necesidad instintiva (el narcisismo perverso) y el Yo, motivado por la necesidad cultural, (el narcisismo sublimado) obteniendo como transacción dialéctica la conducta del sujeto. Para entender y responder a un estímulo-mensaje y seleccionar entre las diversas respuestas posibles, debemos interpretar estos estímulos-mensajes cerrando un circuito básico de comunicación: Estímulo-Interpretación-Respuesta El ser humano posee dos sistemas para interpretar la realidad, sea externa o interna: el sistema afectivo (analógico) y el sistema racional (digital). Lamentablemente, muchas veces su poder racional, en lugar de permitir y alentar el desarrollo de ambos, privilegia a uno a expensas del otro. Para hacer posible un cambio en la coraza caracterológica, es necesario aumentar la tolerancia a la frustración, soportar el dolor psíquico de la angustia. Al tolerar el dolor psíquico, se puede evitar la reacción caracterológica automática que responde a la angustia señal, que es señal de displacer. Es posible pensar, razonar, evaluar profundamente, esa interpretación afectiva. "Los estados afectivos están incorporados en la vida anímica como unas sedimentaciones de antiquísimas vivencias traumáticas y, en situaciones parecidas despiertan como símbolos mnémicos." 19

Disponiendo de la riqueza acumulada en su herencia filogénica, nuestro aspecto animal interpreta la realidad (real o fantaseada) reduciéndola y comparándola con situaciones primarias y fundamentales para la criatura humana. Quizás con lo que Freud llamó las fantasías primordiales (escena primaria, seducción y castración) 20 que la historia moduló en sus cadenas de significantes. El Ello intentará comunicar este análisis "de campo": a la conciencia, al Yo, a través de los afectos, mediante la comunicación analógica intrasubjetiva: la contratransferencia. a los demás, a través del lenguaje pre y para-verbal, mediante la comunicación analógica intersubjetiva: la transferencia.21 19

Freud. 1926. Inhibición, síntoma y angustia. AE T XX pág 89 Freud 1917 23a Conferencia. Los caminos de la formación de síntomas. AE T XVI pág 338 21 Siendo la transferencia el resultado transaccional del conflicto interno que un sujeto soporta en el vínculo con otro, entendemos como transferencia positiva cuando la conducta resultante es amable, predominando el respeto hacia el otro. Modalidad imprescindible para cualquier aprendizaje. En cambio, si por cualquier razón, el conflicto interno se resuelve a favor del narcisismo prepotente, predomina entonces la hostilidad, el desprecio a las necesidades del otro (la transferencia negativa). En cualquier vínculo, terapéutico o no, la transferencia negativa pone en peligro de ruptura a la relación. El proceso terapéutico intenta convertir la transferencia negativa en positiva, estableciendo una “alianza de trabajo”. Cuando se presenta la transferencia negativa, el vínculo terapéutico (como cualquier otro vínculo) entra en arenas movedizas. Haga lo que haga, diga lo que diga, el analizando busca y encuentra el motivo para descalificar al terapeuta. Justificando el odio, cuya expresión puede ser la ruptura del vínculo, una forma de “matar” al terapeuta. Muchas veces, es imposible predecir el resultado, que la relación terapéutica se interrumpa o que la transferencia negativa se disuelva, volviéndose positiva. Muchos son los elementos que influyen en la relación terapéutica, tanto los que se relacionan directamente con la relación, como elementos externos a ella. Puede ser responsabilidad del terapeuta (una mala praxis), que aparezca la transferencia negativa, pero también puede ser consecuencia de una resistencia incoercible, imposible de dominar. O, como venganza, por haberse desilusionado de los poderes mágicos que se pensaba adquirir a través del psicoanálisis. Así como hay personas que forman y deshacen parejas, como por “deporte”, también hay pacientes que comienzan idealizando terapeutas y tras un tiempo, descalificarlo y empezar con otro. Varias son las interpretaciones que se pueden realizar. Que es una forma de elaborar la envidia que el terapeuta despierta en el analizando por conocer más de él que él mismo. Si bien, en este caso, la función continente puede disolverla o convertirla en admiración, puede no ser suficiente para aplacar el odio que la envidia implica. Tampoco es forzoso, pero la transferencia negativa suele ser una actuación inconsciente. Interpretar esto puede, como toda interpretación, diluir esta secuencia, o incrementar la resistencia y romper la relación. La intuición del terapeuta indica el “timing” de la interpretación, 20

Si es capaz de tolerar el displacer, el Yo puede ahora realizar el análisis "fino" con el recurso de su reciente adquisición filogénica: el poder racional del proceso secundario que, con la ayuda de los signos del idioma y de la lógica permite una abstracción y una comunicación imposible para el resto del reino animal: pensar, en vez de actuar: si la interpretación "afectiva" es correcta y adecuada seleccionar la respuesta más adecuada

Este trabajo, pensar sobre los afectos que le surgen en el encuentro con algún otro, o sea, pensar sobre su contratransferencia, es un requisito necesario y conveniente, para que un terapeuta pueda comprender al sujeto que pretende analizar. Modificando o no, la respuesta caracterológica. Si bien es imposible garantizar que se encontrará la respuesta más "adecuada", únicamente así comienza esa posibilidad. Recuperando la capacidad de usar ese valioso instrumento, colocándolo al servicio del poder racional, aspecto humano exclusivo. La interpretación afectiva, integrada en la personalidad gracias al proceso secundario, ayudará a encontrar la acción específica que lleve al sujeto a su realización (o, al terapeuta a la interpretación). ¿ Acaso esto no significa “donde era Ello, ha de ser Yo”? En síntesis: en cualquier encuentro se presenta tanto la transferencia como la contratransferencia. Mientras la transferencia es una comunicación al otro, la contratransferencia es una comunicación interna del sujeto que responde a la transferencia del otro. Por lo que se convierte (la contratransferencia) en un eficaz instrumento para el proceso terapéutico. Los Afectos Intento de clasificación Antes de desarrollar el lenguaje verbal, los afectos básicos (el displacer y el placer) fueron y siguen siendo modulados por la experiencia de la especie y la historia del sujeto, dando los diferentes eslabones a su cadena de significantes, que no son otra cosa que interpretaciones (decodificaciones) de la realidad pero que deben ser transformadas (codificadas) en un lenguaje verbal, digital, para que nos podamos referir a ellos. El displacer se separa en tres categorías distintas, con sus respectivas tonalidades: tristeza, ansiedad, odio. No es fácil traducir los afectos (lenguaje analógico) al lenguaje convencional (digital). Dificultad que crea serios problemas en el vínculo humano. * la tristeza puede interpretarse como duelo, como la pérdida de un objeto significativo, de una ilusión. Reaccionando al recuerdo. * la ansiedad, como miedo al ataque y a la pérdida. Anticipando una situación peligrosa. * el odio, al impulso de despreciar, humillar, castigar, matar.

El incremento de la tensión, sea que se presente como tristeza, ansiedad u odio, produce un salto cualitativo: la angustia, moneda común del afecto intensificado. Pero puede haber también un salto hacia lo placentero: en lugar de incrementarse el displacer puede haber una disminución brusca de la tensión. pero puede fallar, o ser inútil. Aún debemos aprender mucho sobre la psicología humana y de la interrelación, el que una relación terapéutica se establece y se rompe, podemos pensar que es fruto del azar. O sea, imposible, por ahora, conocer la intensidad y la cualidad de las fuerzas que intervienen. Otro aspecto es la transferencia erótica. Cuando alguien “se enamora” del otro. En la relación terapéutica ésta aparece como una seria resistencia al proceso terapéutico. Sería conveniente que terapeuta y paciente elijan entre continuar el proceso terapéutico o comenzar otro vínculo. Si deciden mezclar los dos, el resultado puede ser catastrófico.

Sea porque el estímulo cambió o se modificó la interpretación del mismo. Sentimos entonces "que una intensa emoción nos invade", que puede arrancar lágrimas de amor y de alegría. Lo que habíamos interpretado como ataque despiadado se ha convertido en una muestra de cariño. Reconocemos el miedo, la vergüenza, la culpa, el pudor, el asco, el pánico, etc. como tonalidades de la ansiedad; y la rabia, los celos, la envidia y el desprecio como tonalidades del odio. El incremento leve de tensión es agradable y necesario para estimular el poder creador, la intuición y la empatía, el nivel de la confianza y la seguridad. La ausencia total de tensión, significa la muerte. Un buen desarrollo implica frustraciones y gratificaciones en un equilibrio difícil de precisar. El sistema afectivo y el sistema racional corresponden a lo que Watzlawick, Beavin y Jackson (Teoría de la comunicación humana) basándose en los trabajos de Bateson, llaman comunicación analógica y digital respectivamente. Y señalan: "En su necesidad de combinar estos dos lenguajes, el hombre, sea como emisor o como receptor, debe traducir constantemente de uno al otro y al hacerlo, debe enfrentar curiosos dilemas." pág 67

El Arte Del Psicoanálisis- La intuición Hay algo que parecería estar en el límite del proceso primario y del secundario, abarcando a ambos. Un afecto, pero también una idea, o sea una "idea sentida". Intentaremos analizar este instrumento privilegiado que es la intuición. Pretendemos incluir en el campo científico lo que era (o es) dominio del arte. Camino que señaló Bion: "El desarrollo de la capacidad intuitiva, como una manera de captar y tomar contacto con la realidad psíquica del paciente...". Esto no sería otra cosa que colocar bajo la lupa racional del proceso secundario lo que de otro modo es la magia caótica del proceso primario. La hipótesis es que llamamos intuición a aquella idea que surge cuando, sin esfuerzo psíquico, aparece en la conciencia una idea como respuesta a un problema que, al plantearlo, elevó levemente la tensión, lo que significó displacer: una respuesta que no obtiene el aval de verdad de la conciencia pero tampoco su negativa, una simple posibilidad. "el interés consciente por un determinado enlace de pensamientos impulsa a lo Inconsciente a buscar las más convenientes entre las innumerables representaciones posibles"22 La intuición es el mecanismo psíquico capaz de recorrer el camino inverso al de la elaboración onírica. El trabajo del sueño consiste en deformar la realización del deseo narcisista prohibido o imposible para poder comunicarlo a la conciencia, desplegando la sutil ingeniosidad del proceso primario. En su comunicación, la intuición demuestra una increíble capacidad de sintetizar, resolver, interpretar y elaborar los enigmas que la realidad ofrece. La elaboración onírica crea enigmas partiendo de una realidad interna (el deseo); la intuición puede ayudar a resolver los enigmas que plantea la realidad externa e interna. No es muy difícil sospechar, intuir, los meritorios resultados de una productiva colaboración dialéctica entre este instrumento, quizás regido por el proceso primario, y la original adquisición filogénica de la criatura humana, su capacidad de simbolizar en un proceso secundario. Podemos encontrar los lamentables resultados extremos del conflicto entre ambos: delirio y alucinación, al triunfar aquél; "persona como si" o "falso self" en el otro extremo. El problema consiste en permitir, encontrar y desarrollar un adecuado equilibrio entre ambos. Al poner este instrumento al servicio del proceso secundario o en colaboración con él, posibilitamos acercarnos a un grado mayor de libertad. Sacudirnos del yugo del pasado, lo que no significa alcanzar una 22

Freud Nota de 1914. La interpretación de los sueños. AE T V Pág 522.

utópica libertad imposible y perjudicial y mucho menos renunciar a la experiencia, sino poner a ésta al servicio del presente. Por lo que la intuición sería: - una defensa , que aparece como respuesta a un displacer - una idea que puede convertir ese displacer en placer - un producto psíquico que surge, como el sueño, tanto del proceso primario como del proceso secundario. La atención lo coloca a disposición del Yo, cuando se dan las condiciones internas adecuadas de tranquilidad y confianza. - un producto psíquico que la conciencia puede aceptar o rechazar - como producto elaborado principalmente por el proceso primario, su relación con la verdad es problemática, pero no despreciable Si aceptamos que el sistema Inconsciente, bajo el proceso primario, es por lo menos tan rico en recursos como el sistema preconciente bajo el imperio de la lógica en busca de verdad, no es difícil aceptar que la colaboración de ambos sistemas daría resultados mucho más precisos que el sistema preconsciente solo, despreciando lo que le presenta el sistema Inconsciente, más primitivo pero con toda la experiencia humana acumulada en él. Por otro lado, esa pretensión del sistema preconsciente es harto insólita, y el resultado de esto es el desconocimiento que el Yo tiene de sí. El primer paso de una posible colaboración de ambos sistemas es la intuición y la empatía. Ahí puede comenzar un trabajo de alcances promisorios ...y arriesgados. Lo que comienza como intuición puede convertirse en creación genial pero también en delirio inútil y perjudicial. La desconfianza sabotea esta posibilidad de lograr un insight conveniente para enfrentar a la realidad. Si la intuición es un instrumento, como el sistema afectivo y el pensamiento racional o la fantasía, cuyos límites generalmente se borran, es posible y conveniente desarrollar su uso a través de un aprendizaje, ya que todo esto es parte de la realidad del sujeto. Esto sugiere la conveniencia de obtener lo que M. Klein llamó "porosidad de la mente"23, concepto opuesto al de "falso self", la persona "como si", que está incapacitada para el uso de esta herramienta de trabajo. Enfocando ahora el proceso terapéutico del psicoanálisis, de todo esto se deduce que es fundamental permitir, alentar y ayudar el desarrollo tanto del sistema afectivo, lo que significa otorgar a la contratransferencia el lugar y el valor que le corresponde dentro de la técnica psicoanalítica; y de la intuición, que es la digitalización del afecto contratransferencial, como nos preocupamos por ayudar a pensar, desarrollando el sistema racional. Si el análisis didáctico es el proceso y el crisol donde se forma el terapeuta, el logro de esto es indispensable. El Proceso Terapéutico Normalmente, son los sentimientos los que manejan a la criatura humana, aunque ésta prefiera creer que es su orgullosa adquisición filogénica, su raciocinio, lo que cumple esa tarea. Freud nos enseñó que la angustia señal es la que moviliza las defensas, y que una de esas defensas es la racionalización. Entiendo que el proceso terapéutico puede (debe?) convertir una saludable aspiración en realidad: lograr que alguien, el analizado, integre en su personalidad la potencialidad que le pertenece. Que el jinete y el caballo se pongan de acuerdo en el camino que siguen, ya que de cualquier manera, deberán seguir juntos. ¿Por qué se resiste esa integración? La resistencia ha adquirido el status de pauta cultural: no es "elegante" sentir envidia, miedo, rabia, o esa "intensa emoción" que arranca lágrimas de alegría y de amor. Supongo que por las mismas razones de todas las resistencias: por miedo y por una supuesta comodidad.

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M. Klein La vida emocional del bebé. En "Desarrollos en psicoanálisis". Hormé pág 201

Miedo: a lo desconocido, al rechazo, a todos los significantes del complejo de castración, uno de los cuales forma la "roca de base"24 La supuesta comodidad: al no crecer, aferrándose al rol de indefensa e injusta víctima, otorgándose el derecho de exigir comprensión y protección como respuesta a una "justa protesta" inmadura. Al justificar a ultranza las defensas maníacas, exigiendo que el otro haga de continente incondicional. Un beneficio secundario a la dificultad de alcanzar el ideal kleiniano de compartir y colaborar con el otro en una dependencia madura que transforma la necesidad de "tomar" en la posibilidad de "dar". Con la misma rabia y con el mismo dolor con que se formó el carácter del sujeto, es como éste va a ser defendido, y provocará luego (por ejemplo, en el proceso analítico) un modo habitual, estereotipado, de conducta-respuesta (la transferencia). La angustia señal desencadena la conducta y el sistema racional la justifica creando las supuestas verdades. Una vez formada su personalidad, cualquier sujeto intentará transmitir su forma de valorar el sentir y el pensar, su cosmovisión, y convertirá esta ideología en dogma, pudiendo llegar por consenso general del grupo social, a adquirir el status de pauta cultural. Esta sería la función de Yo auxiliar que realiza el terapeuta: integrar el sentir con el pensar alentando la intuición, maravilloso ejemplo del poder creador del proceso primario. Sin despreciar la delicada y riesgosa tarea de convertirse en Super-yo auxiliar, el terapeuta intenta analizar la cultura internalizada, para ayudar a una "adaptación activa" 25 Todo esto significa hacer consciente lo Inconsciente. Resumiendo, en el proceso analítico hay tres delicadas funciones que cumple el terapeuta: Función Continente: haciendo de adecuado continente afectivo (no por exigencia del analizado sino por necesidad real de éste, en el momento adecuado del proceso), devolviendo al paciente su rabia en una forma más tolerable para él, ayuda al sujeto a aumentar su tolerancia a la frustración, que no es otra cosa que aumentar la tolerancia al dolor psíquico. Aunque estemos de acuerdo, los que lo estamos, en la necesidad de que el sujeto entre en la posición depresiva asumiendo su responsabilidad en lo que le sucede, no es lo mismo obligar a alguien persiguiéndolo que acompañarlo haciéndole el dolor soportable. De nada servirá que el terapeuta intelectualmente, en su comunicación verbal, comunique esto así, si afectivamente comunica lo contrario con sus gestos, tono de voz, etc.. También el paciente tiene su sistema interpretativo afectivo, su sentir contratransferencial, en el cual se conectan Inconsciente con Inconsciente, que se intentará hacer consciente. La meta es lograr un estado de tranquilidad y confianza. Función Integradora: de las distintas potencialidades creadoras, permitiendo y alentando el desarrollo del sistema afectivo, su sentir; del sistema racional, su pensar; unidos en la intuición. Si esto no se logra, tendremos una personalidad "como si", mutilada en su capacidad creadora. Función Adaptativa: delicada, pero inevitable. Adaptarlo a una comunidad de la cual no puede prescindir. El riesgo es someterlo, si el poder que da la función del rol de terapeuta rompe el dique que frena la tentación narcisista patológica del que la ejerce. Pero ayudar a una adaptación activa haciendo consciente las motivaciones inconscientes instintivas, ideológicas, culturales que motivan la conducta, es la tarea de hacer consciente lo Inconsciente. La unión de estas tres funciones convierten el proceso analítico en una experiencia única que puede enriquecer la personalidad tanto del analizado como del analista. La meta es fortalecer el Yo reintroyectando lo proyectado, integrando lo escindido y convirtiendo al Super-yo en guía protector para que este Yo adquiera la suficiente seguridad y confianza para enfrentar, en vez de evitar, la frustración. DE UNA SESION: 24 25

Freud 1937 Análisis terminable e interminable. AE T XXIII pág 253 E. Pichon-Riviere Del psicoanálisis a la psicología social. Galerna. T II pág 68

Un terapeuta siente rabia, que intuye ser una respuesta contratransferencial a la actitud transferencial del analizado, que está en silencio. Si el terapeuta pregunta "¿Qué siente?", puede recibir como respuesta "¿Qué siento? ¡Nada!" con cierto fastidio. Lo que solemos interpretar como una negación del analizado, que no se atreve a enfrentar el problema. O, al tomar conciencia de sus afectos, como si la pregunta del analista le hubiese dado permiso para hacerlo, responde "¡Rabia, eso es lo que siento!".Esta respuesta implica que hay insight, que ya es positivo. Podemos conseguir que reconozca esa rabia, interpretación afectiva de un impulso interior, como una defensa contra otro afecto: la ansiedad, interpretación afectiva de una situación frustrante, interna o externa. La hipótesis que planteamos es que la rabia fue la respuesta caracterológica Inconsciente a la ansiedad, convertida en angustia señal. Si la función continente consiguió incrementar la tolerancia al dolor psíquico como para permitir que la angustia señal se amplíe, en lugar de defenderse con la rabia para evitar el dolor, o sea, para evitar la frustración, considerando el ataque como una muy buena defensa, puede entonces pensar en la ansiedad, que ha originado la rabia como defensa. Si todo esto se hace conciente, el sujeto puede pensar: 1) La interpretación afectiva de esta situación, la ansiedad ¿está justificada? 2) Ansiedad, miedo inespecífico ¿a qué? ¿Cuál es el problema? ¿Cuál es la situación que se presenta difícil, frustrante? 3) La respuesta más adecuada ¿es la rabia? 4) ¿Cuál sería la mejor solución? Romper el círculo vicioso ansiedad-hostilidad sería un logro terapéutico ampliamente justificado.

Seminario Psicoanálisis Terapia Psicoanalítica http://wwww.edupsi.com/psaterapia [email protected] Organizado por : PsicoMundo Dictado por : Manfredo Teicher Clase 5 http://edupsi.com/psaterapia/doc/clase5.dochttp://edupsi.com/psaterapia/doc/clase5.doc Transferir clase en archivo .doc de Word para Windows UNA TEORIA VINCULAR DEL NARCISISMO El estudio de las gratificaciones y las heridas u ofensas narcisistas prod ucidas por un objeto a un sujeto en un vínculo dado, en la cotidianeidad de toda criatura humana me llevaron a desarrollar este esquema teórico. En él relacionaré algunas hipótesis taxativas que implican determinada interpretación de conceptos psicoanalíticos inevitablemente polisémicos. Intentaré ilustrar aspectos diversos que componen, modifican y surgen de una forma de plantear la estructura narcisista, tratando de aprehender lo que insiste en resistirse obstinadamente a su comprensión: nuestra necesidad y dificultad de convivir en sociedad con los otros semejantes. El mito de Narciso "El mito de Narciso ha llegado hasta nosotros con algunas variantes. Según una leyenda beocia, era un hermoso joven que vivía cerca del monte Helicón y del cual se había enamorado otro muchacho, Aminias. Narciso despreciaba el amor y, disgustado con los deseos de Aminias, le envió de regalo una espada, con la orden implícita de que se diera muerte. El amante obedeció, pero antes de morir maldijo al amado; y, en efecto, al pasar junto a una fuente y ver su propia imagen reflejada sobre las aguas, Narciso se enamoró de sí mismo tan perdidamente que acabó por suicidarse ante la imposibilidad de satisfacer su pasión. La versión de Pausanias es una clara racionalización del mito tradicional. Supone que Narciso habría tenido una hermana gemela con la que iba siempre de caza y de la que estaba enamorado. Cuando ella murió, fue tanta su pena que se pasaba los días contemplándose en las aguas de un arroyo, pues la imagen borrosa de su propio rostro le recordaba el de su hermana muerta; ésta habría sido, en definitiva la causa de que la gente creyera que estaba enamorado de sí mismo. Por su parte, Ovidio complica más la historia. Narciso, hijo del diosrío Cefiso y de la ninfa Leiríope, fue un muchacho de extraordinaria belleza, de quien el famoso adivino Tiresias habría vaticinado un triste fin, al revelar a su madre que viviría una larga vida si no llegaba nunca a conocerse a sí mismo. Narciso despertó el amor de muchos hombres y mujeres, pero no correspondió a nadie. Una de sus enamoradas fue la ninfa Eco, quien, debido al castigo que le había impuesto Hera, no podía comunicar a Narciso sus sentimientos, ya que era incapaz de hablar la primera, y sólo le estaba permitido repetir los últimos sonidos de lo que oía. Cuando al fin consiguió dar a entender sus sentimientos al amado, fue rechazada. La conducta de Narciso acabó por atraer el castigo divino: el joven se enamoró de sí mismo al contemplar su imagen reflejada en las aguas y, desesperado al no poder alcanzar el objeto de su amor ni satisfacer su pasión, permaneció junto al arroyo hasta consumirse. Se decía que el cuerpo de Narciso había sido transformado en el río que llevaba su nombre y también que había dado lugar al nacimiento de la flor así llamada." 1

La interpretación del mito "Los mitos pueden ser interpretados psicoanalíticamente como remanentes deformados de fantasías optativas filogenéticas de la especie" "el contenido manifiesto de ellos es producto del trabajo del mito, mediante la deformación que ha ido imprimiendo al contenido latente a través de los tiempos, condensándolo, desplazándolo, cuidando de su representabilidad y efectuando elaboraciones secundarias múltiples que serían las responsables directas de las diferentes versiones" 2 Para que un mito tenga aún hoy vigencia, despertando nuestro interés epistemofílico, debe guardar alguna relación con aspectos de nuestra naturaleza que no han variado en los miles de años que el mito existe. Siendo válido el mismo "socio capitalista, aquél deseo infantil jamás dominado", el "resto diurno, socio industrial" 3, debe ser relativamente habitual en la cotidianeidad de todos. Al proponer una interpretación tengamos en cuenta que ésta es una hipótesis de trabajo. Como en la interpretación de un sueño, el camino lo indica la ideología, que selecciona uno de los tantos posibles. Vamos a introducirnos en uno de los caminos. Encontramos en Narciso, igual que en Edipo, no sólo la satisfacción del deseo prohibido, sino también el castigo por haberlo concretado: un crimen y su castigo. Esto permite pensar que el mito intenta difundir, fortalecer o imponer una ley. Si esta ley se puede imponer con ayuda de fuerzas irracionales, más poder tendrá: son dioses inmortales y omnipotentes, los que imponen el castigo. El sueño convierte en satisfacción el deseo frustrado durante el "resto diurno". En ese sentido, algunos elementos del mito de Narciso, resultan semejantes a los sueños optativos de los niños, con muy poca deformación. Narciso, hermoso y joven, seduce fácilmente y con su sola presencia, a muchos hombres y mujeres, dándose el lujo de rechazarlos. Esta es la fantasía optativa, concretada: Juventud, belleza, fácil poder de convocatoria. Anhelado poder obtenido sin mayor esfuerzo. El deseo de ser deseado, se proyecta en los otros. El resto diurno: la envidia de estos atributos, vista en otros. No confiar en los propios; o simplemente anhelados, sufriendo su falta. Vivencias cercanas a la soledad y a la marginación. El castigo es la soledad temida, a la que Narciso es condenado. Aún el castigo encierra una satisfacción narcisista: el castigo es el fruto de la conducta de Narciso, el soñante; o sea, activamente provocado. En cambio, en la realidad, el resto diurno tuvo que ser soportado pasivamente, por no haber obtenido, o haber perdido, el poder de seducción. La revelación de Tiresias, agrega un elemento difícil para su análisis: Si no llega nunca a conocerse ¿Qué es lo que no debe conocer? ¿El poder que otorga la juventud y la belleza? ¿Su propia naturaleza, que tiende a abusar de ese poder, lo que le impide disfrutar de los vínculos en la comunidad? El consenso tiende a confirmar el error de creer que lo que no se conoce, o se niega, deja de ser un problema. Como corolario, si el sueño es el guardián del dormir, el mito sería un guardián de la convivencia social: no se debe abusar del poder. La Estructura Narcisista Una Lectura Del Vinculo El sujeto y los otros semejantes forman los dos pilares en que se sustenta el narcisismo, estructurando al sujeto como ser social.

La criatura humana tiene la necesidad de ser reconocida como tal por otro semejante. Necesidad que surge de la historia filogenética inscrita en el cuerpo biológico. La gratificación narcisista, el reconocimiento positivo por el otro, calma la ansiedad a la que la condena su propia existencia: el miedo de ser un objeto inútil, desestimable. 4 La necesidad de ayuda, protección y reproducción, condujo a la necesidad de convivir en sociedad, tener un grupo de referencia y de pertenencia. Y de ser reconocido por los miembros del grupo convertidos en objetos significativos. Llamaré a esto Necesidad Narcisista Primordial (NNP). Esto significa que la estructura narcisista, tal como aquí la planteamos, impone determinada relación objetal, un vínculo que tiene al sujeto como centro y que incluye a los otros, pero sólo para satisfacer sus deseos y necesidades. Esta estructura, que tiene la característica de ser innata y universal, no desaparece nunca, pero sufre ciertas vicisitudes que pueden ser consideradas algunas como normales, otras como patológicas. Incluso la relación objetal altruista, concepto opuesto a la relación narcisista, donde el interés del sujeto es aparentemente satisfacer las necesidades del otro renunciando a las propias, encubre siempre algún interés narcisista del sujeto. Esto fundamenta la hipótesis de que toda relación objetal es narcisista. El narcisismo, como "complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación" 5 impone la dependencia del sujeto a otro/s significativo/s para que confirmen la identidad de aquél como ser. Dependencia que motiva los procesos de socialización: la identificación, la formación reactiva, la sublimación. "Yo soy alguien gracias a tí. Sin tí, nada soy. Unicamente tú puedes confirmarme como ser humano." Esta es la raíz del vínculo social y de todas sus manifestaciones ulteriores. A su vez, motiva que consciente o inconscientemente, en la realidad o en la fantasía, la criatura humana posea siempre en su psiquismo el modelo de un vínculo objetal. "En la vida anímica individual aparece integrado siempre efectivamente 'el otro' como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo la psicología individual es al mismo tiempo y desde el principio, psicología social." 6 Pero rápidamente aprendemos que esta necesidad no se satisface siempre ni totalmente, el reconocimiento puede ser negativo: se puede ser despreciado; y que para colmo de males los demás pretenden lo mismo que uno. Frustración que provoca ansiedad y odio. El sujeto se siente despreciado. Proceso que puede seguir dos caminos: el de la sublimación. Consiste básicamente en "portarse bien", respetar y observar las expectativas del otro, esperar y aprender a buscar la gratificación narcisista a través del respeto y la preocupación por el otro. el del odio perverso, la impaciencia, la violencia y la prepotencia. Satisfacer la Necesidad Narcisista Primordial (NNP) implica, en última in stancia, que el otro que me ama a mí está pendiente de mis necesidades y deseos para satisfacerlos. Es feliz si lo logra, y sufre si no. Su amor hacia mí es un altruismo incondicional que llega a la desesperación al intentar adivinar mis caprichos. Ese otro es tan omnipotente que no sólo logra adivinar todo esto sino que además llega a satisfacerlo, sea lo que fuere. Lo podríamos comparar con el genio de la lámpara de Aladino: un poderoso esclavo cuya felicidad consiste en servir a su amo.

En el adulto, un importante elemento diferencia al objeto significativo, del que se espera un amor incondicional, del genio de la lámpara. El objeto significativo deseado adquiere, por el poder mágico de la fantasía y por la omnipotencia que lo puede todo, los atributos estéticos que seducen en forma sostenida a la naturaleza humana. Satisfacción inmediata y total, la plena vigencia del principio de placer. Un amor en forma de un reconocimiento positivo incondicional, es la pretensión de la estructura narcisista sin control. ¿De dónde proviene esta pretensión desmesurada? Un bebé "vive" al otro que lo mima, protege y alimenta de esa forma, por lo menos, en algunos momentos significativos para el bebé, reviviendo la vida intrauterina. Para el desarrollo normal de un bebé, el vínculo con algún otro debe incluir estos momentos, confirmando así una pretensión heredada que comienza a estructurar al sujeto como tal. La ausencia de esta experiencia deja un vacío peligroso en la personalidad del nuevo ser: la sensación de ser "un algo", es decir, un objeto que no merece atención. Este tipo de gratificaciones en los vínculos objetales, imprescindible para la salud mental del sujeto en formación, dan la fuerza y su sello al narcisismo. Luego, excepcionales y ocasionales momentos del encuentro humano reavivan este mito de completud imposible, haciendo posible la negación de la carencia. El nacimiento interrumpe un vínculo donde la respuesta automática del organismo materno atiende las necesidades del nuevo ser. A partir de ese instante el otro necesitado deberá ser convocado por un ser cuya indefensión es extrema, lo que implica una dependencia máxima. El mito de la expulsión del paraíso ilustra el aspecto negativo, resignificando de este modo la experiencia de frustración que no tarda en presentarse: el hambre, la espera o cualquier otra incomodidad. Mientras el poder de convocatoria es instrumentado por una conducta mas o menos cercana al odio, la ausencia o el maltrato del otro (no interpretar adecuadamente las necesidades del bebé) reaviva en el bebé el temor de ser un objeto inútil. En ese momento, para el bebé, el nacimiento es resignificado como rechazo. 7 La socialización consiste en educar, imponer el control de las pretensiones narcisistas para resignarse a compartir, a ser solidario. En Psicoanálisis conocemos las vicisitudes de esta educación como la elaboración del Complejo de Edipo. La pretensión de la raíz narcisista debe ser modificada, modulada, para permitir una convivencia social. El bebé es para la madre el objeto significativo dispuesto a reconocerla incondicionalmente durante el resto de su existencia y así retribuir todo el sacrificio materno. Lamentablemente, excepcionales situaciones, que las hay, permiten un equilibrio tan armónico y conve niente para ambos miembros de un vínculo: una pareja de enamorados, socios que emprenden un proyecto común, una amistad que se inicia. Ambos se preocupan de gratificar el narcisismo del otro, por un tiempo. La frustración de la NNP puede originar un círculo vicioso de ansiedad y rabia. Convertirse en deseo de dominar o someter al otro, incluso de aniquilarlo. La Autoestima El Sentimiento De Sí La autoestima es la medida en que la estructura narcisista se siente gratificada, y es un importante parámetro en el camino de la salud mental. Esta medida, modulada por las series complementarias, se convierte en el patrón de la confianza y la seguridad del sujeto en sí mismo y en los demás. Para un buen equilibrio psíquico, para la salud mental, la autoestima debe tener determinada magnitud. Esto significa que es imprescindible obtener determinada cantidad

de gratificaciones narcisistas, reconocimientos positivos del objeto significativo y del grupo de pares, anticipados por su representante internalizado, el Superyo. Salud mental implica también cierta dosis de cautela dentro de un criterio de realidad compartido por el grupo comunitario, que es lo que intenta imponer el principio de realidad. El aumento de la autoestima es la meta de las sublimaciones. "...otra (parte de la autoestima) procede de la omnipotencia confi rmada por la experiencia (del cumplimiento del ideal)". 8 El Yo se somete al Ideal del Yo reprimiendo lo que éste considere inconv eniente, perverso o malo. Así se forma un Ideal reprimido, prohibido. Podríamos llamarlo Ideal del Ello. Puede tomar el mando de la conducta, esto puede ser momentáneo o estructurar un Ideal del Yo perverso. El narcisismo perverso está normalmente reprimido en el Inconsciente. La autoestima se eleva con el cumplimiento de cualquiera de los dos ideales. La diferencia está en sus consecuencias, internas y externas. Y las licencias culturales contenidas en el Ideal del Yo pueden borrar límites, ya de por sí bastante imprecisos entre el bien y el mal. Por presiones internas y externas, el Superyo se ve obligado a incluir en las normas del Ideal del Yo ciertas "licencias" culturales. La experiencia indicará el lugar, el momento y el destinatario para estas "actuaciones" impunes, fácilme nte negadas, desmentidas y proyectadas. Al disminuir la autoestima disminuye también la confianza, se genera ansiedad y odio. Si el odio supera la barrera del miedo, suele presentarse la violencia destructiva. En cambio, si el miedo inhibe moderadamente la hostilidad, puede impulsar cambios positivos. Es así como acentuando la importancia de la respuesta del otro semejante se resalta la dependencia del sujeto para mantener un saludable nivel de autoestima. Aclarada la importancia terapéutica de la gratificación narcisista, debemos sin embargo recalcar que es la herida narcisista y la ansiedad que ésta produce lo que estructura una instancia tan imprescindible como el Superyo. Esto sign ifica que es el complejo de castración el motor de la elaboración del Complejo de Edipo. Idea cercana a la afirmación de la escuela kleiniana, donde la culpa es el motor de la reparación. El Complejo De Edipo La indefensión y el desamparo con que la criatura humana comienza su vida es suficiente motivación para que ésta necesite experimentar un vínculo que confirme un modelo de gratificación narcisista omnipotente con algún otro semejante. Este otro debe ser capaz de brindarle ayuda y protección incondicional en algunos momentos, calmando así la ansiedad a que la criatura está condenada por su indefensión. Esta experiencia gratificante va creando en el sujeto una confianza básica. Fortaleciendo la raíz narcisista, favorece un desarrollo que podemos entender como sano, ya que su falta (si la criatura sobrevive) alienta una lamentable desconfianza frente a la vida, es decir, una debilidad yoica difícil de superar. Una vez que el narcisismo se afirma por medio de estas experiencias vinculares, se impone el aprendizaje de su control. Esto implica frenar la pretensión de obtener el amor incondicional de los otros. El narcisismo ávido de poder sobre los otros, debe convertirse en uno que respete además el narcisismo ajeno, aprendiendo a sublimar, a obtener el cariño y el respeto del otro mediante el cariño y el respeto otorgado a éste. De tal manera es posible una convivencia imprescindible. La idea es imponer un aprendizaje, para evitar así el círculo vicioso de ansiedad y odio que derivan de la frustración inevitable del principio de placer. Aprender a tolerar y a enfrentar a la frustración.

Para lograr este paso no hay más remedio que sujetarse a una sistematización del principio de realidad cristalizado en las normas culturales. Lograr un control de los impulsos narcisistas antisociales. Las normas de convivencia son necesarias y pretenden y buscan una convivencia armónica, pero aún así no pueden evitar que generalmente se encuentren distintas excusas para jugar de determinada manera la dialéctica del amo y del esclavo. El proceso de socialización de la criatura humana es la elaboración del complejo de Edipo: reprimir impulsos hostiles antisociales prohibidos (incesto, homicidio y canibalismo, con sus series de significantes) y someterse a las normas. Todo esto significa ni más ni menos que modular la estructura narcisista, y adaptar la exigencia del principio de placer a alguna sistematización del principio de realidad, aprendiendo a hacerse querer y valorar a través de la sublimación. Aprender a buscar la satisfacción de la NNP en el camino del respeto mutuo, proceso que requiere esfuerzo y paciencia. También implica lograr una socialización en la cual se tiende a colaborar y compartir con el otro en una interdependencia. En este proceso aparece el Ideal del Yo como cristalización interna de las normas que supuestamente van a garantizar la gratificación de la NNP de todos los miembros de la comunidad dentro de los límites posibles. De esta manera va formando la identidad. Los impulsos pregenitales (impulsos edípicos prohibidos y antisociales) se reforzarán con la frustración en un conflicto que nunca terminará de elaborarse. Éstos podrán intentar satisfacer una patológica necesidad narcisista: someter, usar o destruir al otro. En el sujeto ¿cómo se presentan los distintos aspectos de la estructura narcisista? bajo alguna sistematización del principio de realidad, en el camino del respeto mutuo o bien intentando la vigencia de un principio de placer imposible en el desprecio y el sometimiento del otro Dos metas de un conflicto que dan como resultado dialéctico nuestra conducta cotidiana. 9 Si el principio de realidad pierde su dominio, (lo que traduce el fracaso del Ideal del Yo) la autoestima puede convertirse en megalomanía, bajo el proceso primario. Esta significa delirio de grandeza y es un ejemplo de cómo, aún en el delirio, el objeto es conservado. Grandeza implica una comparación con otro más pequeño, e ilustra la necesidad de ser valorado socialmente. La salud mental necesita un intercambio constante con la realidad externa que confirme o rectifique el Ideal que representa el principio de realidad. El proceso de socialización implica la elaboración del complejo de Edipo. Esto significa la internalización de la cultura mediante las identificaciones que forman el Ideal del Yo y que señalarán al Yo cuáles son los impulsos que deberán ser reprimidos. La instauración de la represión, lejos de lograr la anulación de esos impulsos, impide solamente a través de un constante gasto de energía su acceso a la conciencia. Intenta evitar así su acceso a la motilidad, lo que normalmente logra. Pero esta normalidad, la frágil genitalidad, la adultez normal alcanzada, no está exenta de sufrir procesos regresivos, que fortalecen esos impulsos y debilitan la capacidad yoica de frenarlo s.

Si el proceso de elaboración del complejo de Edipo ha sido lo que entendemos como normal, quiere decir que la estructura narcisista ha sido modulada con el respeto y la preocupación por el otro, que son valores éticos internalizados en el Ideal del Yo. La necesidad de convivencia ha creado normas de fines coartados (sociales) y de una sexualidad permitida y aún exigida, con la esperanza de un placer más seguro y duradero: lograr la valoración social y ser elegido objeto de amor en forma más segura y duradera. Aún normalmente, en la socialización del sujeto se internalizan ciertas "licencias" en el Ideal del Yo que permite actitudes perversas con algunos otros. Conductas cuya autopercepción puede resultar dolorosa, se ocultan bajo groseras o sutiles defensas que la inteligencia humana pone a su disposición: la negación, la desmentida, la proyección y la racionalización. Estos mecanismos, posibles gracias a la autosugestión, disminuyen la ansiedad. 10 El grado de fortaleza yoica que el sujeto pueda lograr dependerá de las series complementarias. Este grado de fortaleza posibilita la sublimación mientras espera de los otros el mismo tipo de respuesta. Aún así, no hay identidad lo suficientemente fuerte como para resistir indefinidamente esa espera. Si la respuesta social positiva no llega, sea del grupo de pares o del objeto significativo, la frustración, tarde o temprano, va a fortalecer los impulsos prohibidos. También las series complementarias determinarán la medida subjetiva, ya que es imposible objetivarlo, de la respuesta positiva que se espera y el límite que la separa de la sensación de rechazo, o sea, de la respuesta negativa. La frustración, inevitable en la práctica, irá modulando la estructura narcisista también en el Ello bajo el proceso primario, exigiendo continuamente el reinado del principio de placer y burlándose cínicamente del sometimiento al principio de realidad del Ideal del Yo. Tratará de sabotear toda sublimación que por presión del complejo de castración ha ido desarrollando un Yo social consciente. De esta lucha, constante e inevitable, depende la salud y la enfermedad. El anhelo es lograr una genitalidad sólida y duradera y evitar el retorno a una perversa pregenitalidad. El miedo al rechazo, la marginación y la soledad son los aspectos más temidos del complejo de castración. Si el sujeto percibe que lo temido ha sucedido, si se siente rechazado o despreciado, lo reprimido fuerza su retorno con todo su poder destructivo. Esquematizando, en la vida anímica encontramos: Una criatura ingenua que no tiene ningún interés en dejar de serlo. Es antisocial, caprichosa y prepotente y entiende que los demás deben estar a su disposición siempre. Es la estructura

narcisista sin control, las fuerzas ocultas de la perversión bajo el mando de un Ideal prohi bido y reprimido. Y un sujeto maduro, adaptado socialmente, comprensivo, toleran te y humilde. Dispuesto a

respetar y preocuparse por el otro para hacerse querer y respetar. Es la estructura narcisista bajo el control de normas sociales contenidas en el Ideal del Yo entendido como normal. La lucha dialéctica de estas fuerzas contrarias da como resultado la personalidad del sujeto, en el cual un Ello antisocial alberga el caballo que deja c abalgar el Yo social consciente, empecinándose en llevar a éste por los caminos elegidos por aquél. En el mejor de los casos, ambas fuerzas unidas producen un sujeto creativo, productivo, capaz de hacerse querer y respetar por aquéllos que respeta y quiere, instrumentando la potencialidad creadora del ingenio humano. La Sublimación

El respeto mutuo, adoptando algún intento cultural de sistematización del principio de realidad, intentará modular el narcisismo mediante el respeto por el otro, convirtiendo una estructura narcisista prepotente en otra socialmente valorada. ¿Cómo se logra esta transformación? En primer lugar, se debe internalizar lo que esa cultura entiende por "portarse bien" (sublimar) y por "portarse mal" (perversión). Ambos conceptos son tomados en sentido amplio, ya que de esa manera la sublimación comprende la formación reactiva y la perversión la perversidad. La sublimación, su respuesta positiva, la valoración social consecuente y el incremento de la autoestima que esta respuesta produce, son tres factores que componen una escala privilegiada en el trayecto vital de la criatura humana. Para ser reconocido positivamente debe acomodarse a las expectativas de los otros, y para eso debe modular su estructura narcisista y formar su Ideal del Yo. Sublimar, es quitar la carga hostil a las pulsiones pregenitales, convirtiéndolas en pulsiones de adaptación activa y productiva. El sujeto podrá recibir por ellas la respuesta gratificante de la valoración social que, al elevar la autoestima, crea una agradable sensación de confianza y seguridad. El Superyo (los otros internalizados) dará las primeras respuestas favorables, o no, en su función autocrítica hasta que la respuesta de los pares la confirme. Ya vimos que el sujeto necesita el reconocimiento positivo de los otros significativos. Para eso realiza el esfuerzo de sublimar. La demora de la respuesta será tanto más soportable cuanto más sólida es la confianza y la autoestima; en otras palabras, si las series complementarias han permitido aprender a esperar y disfrutar de una respuesta cariñosa posible del otro y ha desvanecido ilusiones imposibles. En esto consiste la fuerza del Yo. La fortaleza yoica enfrenta un serio examen: realizar el esfuerzo, esperar el resultado y disfrutar de una realidad posible, renunciando a sueños imposibles. Aprobar este examen es un logro que implica un equilibrio integrado por el Superyo, el Ideal del Yo y un ambiente social que permite y favorece ese equilibrio. Evitar el retorno de lo reprimido no es fácil. La hostilidad destructiva siempre se encuentra agazapada, esperando la debilidad de las contracargas yoicas para actuar. La frustración puede fácilmente tomar un incremento tra umático y virar una frágil genitalidad, regresivamente, hacia la patología. El esfuerzo que implica modular la estructura narcisista con la preocupación y el respeto hacia el otro, espera su respuesta. Como si el sujeto supiera que esa adaptación es bastante frágil y precaria, necesita la respuesta positiva y constante que alimente un circuito benigno que le permita seguir controlando los impulsos hostiles con seguridad y confianza, evitando así un círculo vicioso de ansiedad y rabia. No es posible adquirir una identidad yoica que pueda prescindir de la respuesta social positiva y gratificante. El Principio de Placer no contempla esfuerzo alguno. La criatura humana tampoco se somete fácilmente al Principio de Realidad, por más que su vigencia es una exigencia de la pulsión de autoconservación. Así, la necesidad de convivir en sociedad con otros semejantes, impuso la sublimación que creó a la cultura sistematizando al Principio de Realidad.

Notas

1 C. Falcón Martínez, E. FernándezGaliano y R. López Melero Diccionario de la mitología clásica. Alianza Editorial. Madrid 1980 Tomo 2 pág 445 2 A. Hagelin. Narcisismo mito y teoría en la obra de Freud. Ediciones Kargieman p 24 El Dr. Hagelin ofrece otra interesante interpretación del mito 3 Freud 1916 Lección XIV Realizaciones de deseos BN T VI pág 2263 4 "En la sociedad humana, en todos sus niveles, las personas se confirman unas a otras de modo práctico, en mayor o menor medida, en sus cualidades y capacidades personales; y una sociedad puede considerarse humana en la medida en que sus miembros se confirman entre sí... La base de la vida del hombre con el hombre es doble y es una sola: el deseo de todo hombre de ser confirmado por los hombres por lo que es, e incluso por lo que puede llegar a ser y la capacidad innata del hombre para confirmar a sus semejantes de esta manera. El hecho de que tal capacidad esté tan inconmensurablemente descuidada constituye la verdadera debilidad y cuestionabilidad de la raza humana: la humanidad real sólo existe cuando esa capacidad se desarrolla." M. Buber en Teoría de la Comunicación Humana pág 86 "Pensamos que lo que los existencialistas llaman el encuentro corresponde a esta esfera.." Teoría de la Comunicación Humana pág 86 5 Freud, 1914 Introducción del narcisismo AE T XIV pág 71 6 Freud, 1921 Psicología de las masas y análisis del Yo BN T VII pág 2563 7 Interesante comunicación personal de Susana Ochoa 8 Freud 1914 Introducción del narcisismo BN T VI pág 2032 9 Es tan notoria la similitud entre la ideología socialista y la ideología fascista, con los extremos del narcisismo , que se puede afirmar que el conflicto de estas ideologías, reflejan en la sociedad el eterno conflicto interior del ser humano. Lamentablemente, el Deseo Inconsciente es más poderoso que el Deber de los nobles Ideales, lo que justifica el actual retroceso del Socialismo. ¿Qué entiendo por fascismo? El gobierno de una minoría selecta (que, en última instancia, queda reducida al sujeto) cuyos privilegios abusan de la mayoría. En cambio, el socialismo sería la forma de gobierno donde la justicia social otorga la misma oportunidad a todos. 10 Sin la autosugestión ningún proceso defensivo sería posible. Su naturaleza es tal que habría que considerarla condición necesaria para que los mecanismos defensivos tengan lugar.

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Psicoanálisis - Psicoterapia psicoanalítica www.edupsi.com/psaterapia [email protected] A cargo de Dr. Manfredo Teicher Clase 6 Aquél Deseo Infantil Jamás Abandonado "No podría idearse un castigo más monstruoso, aún cuando ello fuera físicamente posible, que soltar a un individuo en una sociedad y hacer que pasara totalmente desapercibido para sus miembros." William James El terror al rechazo, presente en toda criatura humana, crea la ilusión de encontrar una garantía contra esa posibilidad: poder conquistar a los otros cuando, dónde y como uno quiera. Lograr ese poder. Adquirir todos los atributos que fascine a los otros y vencer a los posibles competidores. Entonces poder elegir, poder aceptar o rechazar. Proyectar la dependencia: son ellos los que necesitan al sujeto. La indefensión de la criatura frente a la realidad y su dependencia de los otros son frustraciones que así como impulsan el desarrollo, alimentan impulsos destructivos o ilusiones que tergiversan la posibilidad de una convivencia armónica. Como no se puede prescindir del otro pero es difícil convivir con él, se hace presente la ilusión de la autosuficiencia omnipotente e imposible. También se genera una susceptibilidad paranoide que lleva a una competencia despiadada: ¿quién es más valioso? ¿quién tiene más poder? ¿quién es el único que merece el reconocimiento incondicional de los objetos significativos? La defensa maníaca es la lucha por el poder que se desencadena en el encuentro humano. Quién merece más derechos y quién tiene más deberes. En lo manifiesto, disposición amable de preocupación y respeto por el otro; en lo latente, oculto y disfrazado, el deseo de dominio, de ser el único, el mejor, el más grande, etc, etc, etc. Ambas facetas son aspectos de la estructura narcisista: lo manifiesto, la estructura modulada por el Yo social consciente; lo latente, el producto del Ello prepotente. El enamorado confía en que el objeto de su amor dará la respuesta positiva esperada y no tomará las muestras de sumisión, respeto y cariño como señales de debilidad, para aprovecharse de ellas, sometiéndolo. Sospecha que fácilmente invade a las parejas tras un tiempo. Justificada entonces la lucha por el poder, la competencia narcisista puede dar rienda suelta al genio creador del sadismo de los participantes. Mientras que la descarga de hostilidad es placentera, la sublimación es un esfuerzo. La convivencia es difícil porque la presión del narcisismo arrogante y soberbio tiende a aprovecharse del otro en cuanto las circunstancias lo permiten, colocando en inferioridad de condiciones al que se entrega confiado. Lo que convierte a la desconfianza en una actitud lógica y conveniente 26. 26

"En las relaciones humanas, toda predicción está relacionada de una u otra manera con el fenómeno de la confianza.[] No hay en la naturaleza de la comunicación humana ninguna manera de hacer que otra persona participe en la información o en las percepciones que están exclusivamente al alcance de uno. En el mejor de los casos, el otro puede confiar o no, pero jamás puede saber. Por otro lado, la

En el lenguaje analógico, se manifiesta con mayor o menor intensidad el deseo infantil narcisista nunca abandonado, permitiendo así por esta vía el acceso al Inconsciente. El deseo edípico infantil, el mismo socio capitalista del sueño, es la pretensión de que el otro debe estar a mi disposición en forma incondicional. Este deseo presiona desde el Ello burlando, cuando puede, el control de la conciencia. A través del lenguaje analógico transmitimos el deseo al receptor (interlocutor) que desempeñe tal o cual rol en el vínculo, reconociéndolo como amigo, enemigo, amante, hermano, padre, amo, esclavo, etc. El otro lo puede aceptar o rechazar. Al mismo tiempo, el receptor también actúa de emisor proponiendo su deseo, produciéndose una "lucha por el poder": quién consigue imponer al otro su definición de sí y del otro, de cómo el sujeto pretende que el otro gratifique su estructura narcisista en ese momento. Cuando la ansiedad que ese juego despierta eleva un poco la eutimia, lo convierte en un agradable deporte, pero en determinadas circunstancias el miedo al rechazo y a la marginación (significantes privilegiados del complejo de castración) pueden aumentar la intensidad del juego convirtiendo la lucha por el poder27 en un campo de batalla, fértil terreno de la patología. El círculo vicioso de hostilidad-ansiedad conduce a sus víctimas a un agotador infierno del cual difícilmente conocen las causas, mientras vanos intentos racionalizadores hunden más profundamente el problema. Narcisismo perverso - Narcisismo sublimado Una estructura narcisista sublimada (normal?) se preocupa y respeta al otro, produce pulsiones genitales de un amor compartido y tolera el esfuerzo de aprender a hacerse querer a través de la sublimación. Un anhelado logro. La estructura perversa es la que pretende usar al otro, despreciarlo, someterlo o aniquilarlo. La gratificación narcisista de hacerse querer se ha convertido en la necesidad de hacerse temer. Durante la elaboración del complejo de Edipo, durante la elaboración del carácter del sujeto, no podemos llamar patología a lo que no puede ser de otro modo. En el adulto en cambio, entendemos como normal aquella estructura que ha sido modulada con el respeto a la necesidad del otro; estructura que tiende a una convivencia social armónica y busca satisfacer su NNP a través de la sublimación. Un postulado cultural, que tiende al ideal kleiniano de compartir y colaborar con el otro. Los pilares de la estructura narcisista se apoyan en el sujeto y en los otros. La dinámica de esa estructura oscila entre la normalidad y la patología en un tiempo variable. Como tal, puede ser normal en un momento y patológico en otro. El sometimiento del otro, su aniquilamiento en la guerra, son pautas culturales valoradas por el consenso social, lo que demuestra la alienación de la cultura. Pero al mismo tiempo cuestiona lo que aquí entendemos como normal. Quizás sea sólo una simple utopía teórica, un disfraz elegante de una naturaleza humana que no justifica su arrogante orgullo. La Estructura Narcisista En La Neurosis Y En La Psicosis "...al fin y al cabo, hemos de comenzar a amar para no enfermar y enfermamos en cuanto una frustración nos impide amar."28 "La etiología común a la explosión de una psiconeurosis o una psicosis es siempre la privación, el incumplimiento de uno de aquellos deseos infantiles jamás dominados29, que tan hondamente arraigan en nuestra organización, determinadas por la filogenia."[]"El efecto patógeno depende de actividad humana quedaría virtualmente paralizada si la gente actuara únicamente basándose en información de primera mano sobre las percepciones. La gran mayoría de todas las decisiones están basadas en la confianza de un tipo u otro. Así, la confianza siempre está relacionada con resultados futuros y, más específicamente, con la posibilidad de predecirlos.[ ] Ahora bien, en cualquier interacción del tipo del "Dilema de los prisioneros" ninguna de las personas cuenta con información de primera mano. Ambas deben basarse en su confianza mutua, en una evaluación tentativa de su propia confiabilidad ante los ojos del otro y en sus intentos de predecir el procedimiento de decisión del otro que según saben, depende en gran medida de las predicciones de éste con respecto a las propias.[] estas predicciones invariablemente se vuelven paradójicas." Teoría de la Comunicación Humana. página 207 27 En una pareja se compite para definir quién tiene mas derechos a recibir gratificaciones narcisistas (el reconocimiento positivo en forma de sumisas muestras de cariño) y quién tiene el deber de otorgarlas. 28 Freud 1914 Introducción del narcisismo BN T VI pág 2024

que el Yo permanezca fiel en este conflicto a su dependencia del mundo exterior, e intente amordazar al Ello, o que, por el contrario, se deje dominar por el Ello, y arrancar así de la realidad." 30 Es inevitable en las ciencias humanas tolerar un grado relativamente alto de ambigüedad, imposible de precisar. El metro patrón con el que medimos la veracidad de los conceptos, como cualquier conducta nuestra o ajena, es un derivado o significante del bien o del mal, símbolos, causas y consecuencias de lo que en otro nivel entendemos por amor y odio. Estos conceptos, que intentan señalar lo útil y lo conveniente, muchas veces ocultan las supuestamente prohibidas intenciones de una estructura narcisista que pretende, con desagradable insistencia, un amor incondicional imposible por parte de sus semejantes. Ese es el deseo infantil jamás dominado del que nos habla Freud, cuya privación puede abrir el camino de la patología a menos que aprendamos a realizar esa modificación aloplástica que nos permite superar la privación. Obtener la gratificación narcisista, el respeto y la valoración del otro semejante a través de la sublimación y dentro de lo posible. ¿Qué significa esto metapsicológicamente hablando? La herida narcisista incrementa regresivamente los impulsos edípicos prohibidos antisociales, perversos, que presionan constantemente desde el Ello. El Yo obedece los mandatos del Super-yo, pero no puede evitar el incremento del viejo conflicto pregenital, entre el narcisismo que no quiere renunciar al principio del placer y la necesidad de someterlo a alguna sistematización del principio de realidad, ya que las contracargas yoicas, los recursos yoicos para mantener la represión, también se hallan debilitadas por la privación. "Las neurosis de transferencia nacen a consecuencia de la negativa del Yo a acoger una poderosa tendencia instintiva dominante en el Ello y procurar su descarga motora, o a dar por bueno el objeto hacia el cual aparece orientada tal tendencia. El Yo se defiende entonces de la misma por medio del mecanismo de la represión; pero lo reprimido se rebela contra ese destino y se procura, por caminos sobre los cuales no ejerce el Yo poder alguno, una satisfacción sustitutiva -el síntoma- que se impone al Yo como una transacción; el Yo encuentra alterada y amenazada su unidad por tal intrusión y continúa luchando contra el síntoma, como antes contra la tendencia instintiva reprimida, y de todo esto resulta el cuadro patológico de la neurosis. No puede objetarse que al proceder el Yo a la represión obedece en el fondo los mandatos del Super-yo, los cuales proceden a su vez de aquellas influencias del mundo exterior que se han creado una representación en el Super-yo. Siempre resultará que el Yo se ha puesto al lado de estos poderes, cuyas exigencias tienen más fuerza para él que las exigencias instintivas del Ello, siendo él mismo el poder que impone la represión en contra de aquellos elementos del Ello, y la afirma por medio de la contracarga de la resistencia. Así pues, el Yo ha entrado en conflicto con el Ello en servicio del Super-yo y de la realidad. Tal es la situación en todas las neurosis de transferencia."31

El Yo intenta defenderse por medio de la represión. Lo que se reprime pasa a formar parte del Ello en el Inconsciente. La presión que ejerce este material reprimido por salir, puede obligar al Yo a efectuar una transacción, una satisfacción sustitutiva: el síntoma. Aún así, el Yo seguirá luchando contra lo reprimido por medio de la proyección, la racionalización, la negación, etc. De este conflicto surgen los distintos cuadros patológicos. "Llamamos normal o 'sana' una conducta que reúne determinados caracteres de ambas reacciones (la neurótica y la psicótica); esto es, que no niega la realidad, al igual que la neurosis, pero se esfuerza en transformarla, como en las psicosis. Esta conducta normal y adecuada conduce

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para convivir en un grupo, en muchos de sus miembros la represión tiende y logra de alguna manera dominar el deseo de someter a los otros, por lo que podemos pensar que ese deseo nunca es abandonado, pero puede ser dominado. 30 Freud 1924 Neurosis y Psicosis BN T VII pág 2743 31 Freud 1924 Neurosis y Psicosis BN T VII pág 2742

naturalmente a una labor manifiesta sobre el mundo exterior y no se contenta, como en la psicosis, con la producción de manifestaciones internas; no es autoplástica sino aloplástica." 32 Si la conducta normal es la que, intentando someterse a las normas internalizadas, reprime los impulsos con los que un narcisismo perverso intenta seguir el camino del odio antisocial, será la herida narcisista, al fortalecer los impulsos reprimidos, la que intentará la expresión fáctica de los impulsos prohibidos a través de la transacción dialéctica del síntoma. En la psicosis: la revolución que Freud provocó en la psiquiatría de su tiempo señaló que entre salud y enfermedad hay sólo una diferencia de grado y que el aparato psíquico es el mismo. Idénticos mecanismos producen los saltos cualitativos que separan una discutida normalidad de lo que llamamos caracteropatías, perversiones, neurosis y psicosis. Los límites entre estos cuadros clínicos que permitirían una clara distinción entre uno y otro, son altamente imprecisos. Para estudiar la psicosis deberíamos diferenciar un momento psicótico, paradojalmente normal, momento de alienación inevitable en la cotidianeidad de todo sujeto, de lo que solemos llamar estructura psicótica.33 "En ambas afecciones, la neurosis y la psicosis, se desarrolla no sólo una pérdida de la realidad sino también una sustitución de la realidad."34 Podemos plantearnos ciertos interrogantes: El factor temporal, ¿compite con una variable cualitativa para diferenciar la neurosis de la psicosis? ¿Podemos hablar de un salto cualitativo? Es evidente que cualquier síntoma altera la comunicación con los pares y la lectura de la realidad. En proporción inversa al beneficio secundario que un síntoma logre instrumentar, se va a incrementar el círculo vicioso de ansiedad-hostilidad. ¿Es la psicosis un salto cualitativo de un equilibrio adaptativo social frágil e inestable, único posible (la neurosis) a un angustiante y rabioso baluarte de protesta? Bion sostiene: "No creo que el Yo se retire nunca totalmente de la realidad. Diría que su contacto con la realidad está encubierto, por la predominancia en la mente y en la conducta de una fantasía omnipotente encaminada a destruir, tanto la realidad como la conciencia de la misma. Y así, entonces, alcanzar un estado que no es ni la vida ni la muerte."35 ¿Podemos agregar que en el fondo de toda criatura humana está la necesidad de ser respetada y valorada? Una gratificación narcisista cuya necesidad ni la psicosis puede eliminar; pero que ninguna actitud psicótica pareciera señalar.

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Freud 1924 La Pérdida de la Realidad en la Neurosis y en la Psicosis BN T VII pág 2746 Tema que será desarrollado más ampliamente en el capítulo sobre psicosis. 34 Freud 1924 La Pérdida de la Realidad en la Neurosis y en la Psicosis. BN T VII pág 2747 35 W. R. Bion Volviendo a pensar Hormé pág 68 33

1914. La presentación del Narcisismo. Según Jones (1979, T II pág 322), Freud completó el primer borrador de la “Introducción del Narcisismo ” durante unas vacaciones en Roma en la tercera semana de setiembre de 1913 y el artículo quedó terminado en marzo de 1914. En 1914 las tensiones internacionales habían alcanzado un grado tal de intensidad que desembocó en lo que hoy conocemos como Primera Guerra Mundial. Austria era aliada de la política alemana y Alemania se había convertido en la potencia imperial que estaba a la cabeza de la cultura occidental. Admirada, temida y envidiada por el resto de las potencias, el imperialismo alemán, integrante paradigmático del moderno imperialismo, se convirtió en un nacionalismo megalómano al que la prosperidad había hecho agresivo 36. Era bastante lógico que esta peligrosa megalomanía de la clase dirigente arrastre a la población, como lo han señalado siglos de historia de una asombrosa especie humana, cuya cultura oculta pero alberga, una morbosa inclinación al catastrófico deporte de la guerra. El 28 de Julio Austria declara la guerra a Servia. El 1º de agosto Alemania declara la guerra a Rusia. El 4 de agosto Alemania invade Bélgica. Esa noche Inglaterra declara la guerra a Alemania. Quizás sea difícil de recordar, por el genocidio de los judíos en época del nazismo, que en la época del Imperio, tanto en Alemania como en Austria y a pesar que el antisemitismo nunca dejaba de estar presente, los judíos eran, por lo menos oficialmente, ampliamente tolerados. Iban en camino a la total asimilación. En cambio, era la Rusia de los Zares la única nación europea que en esa época tenía una legislación discriminatoria contra los judíos. Por lo que no es de extrañar la simpatía y admiración que Freud sentía entonces por Alemania y su inclinación por las Potencias Centrales (Alemania y Austria-Hungría) en el momento que éstas iban a conquistar el mundo. En el movimiento psicoanalítico, la ruptura con Jung, concretada en octubre de 1913, había sido un golpe duro para Freud, mientras la renuncia de Adler era en cierto sentido un alivio. Y es posible que Freud se sintiese culpable frente a Abraham por haber defendido a Jung cuando aquél le recriminaba los favores que dispensaba a la escuela de Zurich. Freud consideraba especialmente a Jung por su condición de no judío. Es imposible saber en qué medida las circunstancias mencionadas influyeron en el ánimo y los pensamientos de Freud pero algo motivó los obstáculos epistemológicos que la “Introducción del Narcisismo” plantea. “Estaba muy insatisfecho del resultado. Escribió a Abraham: “El narcisismo fue un parto difícil y lleva todas las huellas correspondientes de deformación” (18-3-1914). Y le contesta nuevamente el 6 de abril: “El hecho de que Usted acepte lo que he escrito sobre narcisismo me conmueve profundamente y nos une aún más íntimamente que antes. Su imperfección me produce un sentimiento muy intenso de contrariedad””. 37 Con este trabajo Freud acopla el concepto al edificio teórico del Psicoanálisis que estaba construyendo desde 1885. Tarea fácil de cuestionar pero es conveniente remarcar el extraordinario esfuerzo que implica conceptualizar una naturaleza humana que se resiste a su análisis. Gracias a que Freud escribiese su obra, hoy podemos leerla, admirarla y cuestionarla. A diferencia del dogma, la ciencia demanda el cuestionamiento constante de las síntesis halladas para continuar la espiral dialéctica que la aprehensión de la realidad plantea a la inteligencia humana. La teoría psicoanalítica ya de por sí no puede dejar de plantear serios obstáculos epistemológicos y epistemofílicos por tomar la conducta humana como objeto de estudio lo que involucra al narcisismo del investigador. Mal se pretende defenderla si se convierte la obra de Freud en sagradas escrituras donde cualquier cuestionamiento es un sacrilegio cuya ofensa merece el rótulo de maldad o locura. Si bien el concepto narcisismo ya había sido usado en varias oportunidades es en éste artículo donde Freud “Resume sus elucidaciones anteriores sobre el tema del narcisismo y examina el lugar que corresponde a este último en el desarrollo sexual. Pero va mucho más allá porque incursiona en el problema más profundo de las relaciones entre el Yo y los objetos externos y traza la nueva distinción entre “libido yoica” y “libido de objeto”. [...] Y [...] en dos puntos [...] el artículo aborda las controversias con Adler y Jung [...] No cabe duda de 36 37

H G Wells, Esquema de la Historia Universal. Anaconda 1952 Tomo III pág 212 Ernest Jones Vida y obra de Sigmund Freud Hormé T II pág 322

que uno de los motivos de Freud al redactar este artículo fue mostrar que el concepto de narcisismo constituye una alternativa frente a la “líbido” no sexual de Jung y a la “protesta masculina” de Adler.” 38 Según W. Baranger “El concepto de narcisismo viene a ser uno de los más problemáticos y oscuros de toda la teoría psicoanalítica.”39 Es uno de los conceptos cuya polisemia queda acentuada por las distintas posturas que diversos autores han tomado frente a las dificultades que el narcisismo plantea tanto en la teoría como en la clínica. En dicho artículo, Freud escribe: “Un motivo acuciante para considerar la imagen de un narcisismo primario y normal surgió a raíz del intento de incluir bajo la premisa de la líbido el cuadro de la dementia praecox (Kraepelin) o esquizofrenia (Bleuler). Los enfermos que he propuesto designar “parafrénicos” muestran dos rasgos fundamentales de carácter: el delirio de grandeza y el extrañamiento de su interés respecto del mundo exterior (personas y cosas). Esta última alteración los hace inmunes al psicoanálisis, los vuelve incurables para nuestros empeños. Ahora bien, el extrañamiento del parafrénico respecto del mundo exterior reclama una caracterización más precisa. También el histérico y el neurótico obsesivo han resignado (hasta donde los afecta su enfermedad) el vínculo con la realidad. Pero el análisis muestra que en modo alguno han cancelado el vínculo erótico con personas y cosas. Aún lo conservan en la fantasía; vale decir: han sustituído los objetos reales por objetos imaginarios de su recuerdo o los han mezclado con estos, por un lado; y por el otro, han renunciado a emprender las acciones motrices que les permitirían conseguir sus fines en esos objetos. A este lado de la líbido debería aplicarse con exclusividad la expresión que Jung usa indiscriminadamente: introversión de la libido. Otro es el caso de los parafrénicos. Parecen haber retirado realmente su libido de las personas y cosas del mundo exterior pero sin sustituirlas por otras en su fantasía. Y cuando esto ocurre, parece ser algo secundario y corresponder a un intento de curación que quiere reconducir la libido al objeto. Surge esta pregunta: ¿Cuál es el destino de la libido sustraída de los objetos en la esquizofrenia? El delirio de grandeza propio de estos estados nos indica aquí el camino. Sin duda, nació a expensas de la libido de objeto. La libido sustraída del mundo exterior fue conducida al Yo y así surgió una conducta que podemos llamar narcisismo. Ahora bien, el delirio de grandeza no es por su parte una creación nueva,(*) sino, como sabemos, la amplificación y el despliegue de un estado que ya antes había existido. Así, nos vemos llevados a concebir el narcisismo que nace por replegamiento de las investiduras de objeto como un narcisismo secundario que se edifica sobre la base de otro, primario, oscurecido por múltiples influencias.” 40 Singular planteo. O nos hallamos ante la megalomanía o ante el extrañamiento del mundo exterior (personas y cosas). Delirio de grandeza significa que alguien se considera mas grande que otro, al que considera más chico. Ese sujeto (“alguien”) que se considera mas grande, conserva en su fantasía a todos los otros que considera más chicos. Si no los conservase en su fantasía ¿cómo podría considerarse más grande? El delirio de grandeza, (*), que Freud atribuye también al narcisismo primario, no podría sostenerse en un recién nacido si no fuese alimentado y fortalecido por un ambiente real compuesto general y principalmente por los padres, dispuestos a gratificar casi incondicionalmente a “his majesty the Baby”. El hospitalismo lo confirma. Una Teoría vincular del narcisismo plantea una lectura distinta del Narcisismo (una de las tantas lecturas posibles) según la cual la megalomanía satisface en forma delirante la necesidad que impone la Pulsión Narcisista: la necesidad de ser reconocido importante, valioso, por un objeto significativo (no, por cualquiera). En el delirio de grandeza un sujeto se siente (o espera ser) tan reconocido por la comunidad (convertida en objeto significativo) como lo es el personaje en que,

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comentario de James Strachey AE T XIV pág 68 W. Baranger y otros. “Aportaciones al concepto de objeto en psicoanálisis” AE T XIV pág 72

mágicamente, se convierte: Dios, Jesús, Súperman, Perón, Al Capone, Juana de Arco, etc, etc. Satisface mágicamente el deseo (de ser importante) que cualquier sujeto normal tiene. E intenta imponer esa identidad alucinada, a todos los otros. En esta lectura el narcisismo sería una pulsión (no, una etapa del desarrollo) que acompaña toda la vida del sujeto. Como “el complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación, de la que justificadamente se atribuye una dosis a todo ser vivo.”41 En el apartado III de “Introducción del narcisismo”

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Freud critica el concepto de la “protesta masculina” de Adler y

agrega: “Juzgo totalmente imposible colocar la génesis de la neurosis sobre la estrecha base del complejo de castración [...] conozco también casos de neurosis en los cuales la “protesta masculina” (o bien, en nuestra doctrina, el complejo de castración) no desempeña papel patógeno alguno o ni siquiera aparece.” Pero al pie de la página 90 (tomo XIV-Amorrortu editores) Strachey agrega una respuesta de Freud (el 30 de setiembre de 1926) a una pregunta del doctor Edoardo Weiss: “Su pregunta referente a lo que yo digo en “Introducción del narcisismo” acerca de si existen neurosis en que el complejo de castración no desempeñe papel alguno, me deja perplejo. Ya no sé en qué pensaba yo en esa época. Hoy no sabría indicar neurosis alguna en que no se encontrara este complejo y por cierto no escribiría así esa oración.” Aquí Freud reconoce que el artículo cuestionado reclama otro desarrollo.

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S Freud Introducción del Narcisismo AE Tomo XIV, página 71/72 S Freud Introducción del Narcisismo AE Tomo XIV, página 89

Resumen: La naturaleza humana impone una Necesidad Narcisista Primordial, que es la necesidad de encontrar la respuesta a las preguntas: ¿Qué soy Yo? ¿Qué valor tengo? Preguntas que surgen de una fantasía innata ambivalente, que acompaña toda la vida del sujeto. Únicamente algún otro significativo, reconociendo al sujeto, puede dar la respuesta; lo que señala la dependencia del sujeto. Según la respuesta del otro, el sujeto oscila entre un polo maníaco: “Soy maravilloso. Merezco el reconocimiento incondicional de los otros.” Y un polo melancólico: “Soy despreciable, descartable. No merezco la atención de los otros.” Por un breve instante, la respuesta del otro interrumpe la oscilación; pero al poco tiempo, la duda resurge. En el aparato psíquico de un sujeto adulto hay dos aspectos del narcisismo que entran en juego para la satisfacción de la Necesidad del reconocimiento del otro significativo: -Un Narcisismo perverso, intolerante a la frustración; arrogante, prepotente, que desprecia las necesidades narcisistas del otro. El Deseo es someter al objeto significativo para satisfacer la necesidad del sujeto. Normalmente, reprimido en el Inconsciente. -Un Narcisismo sublimado, socialmente adaptado; dispuesto a tolerar la frustración. Dispuesto a compartir, a colaborar, a ser solidario. A ‘dar’ para recibir. Sometido a las normas de convivencia del Ideal del Yo, custodiadas por el Superyo. Sometido al Deber de respetar al otro significativo para satisfacer la necesidad. Nuestra conducta es el resultado transaccional del conflicto entre estos dos aspectos del narcisismo. En la vida social se manifiesta en la pareja, en la familia, en el grupo de pertenencia y entre grupos (en determinadas circunstancias el narcisismo individual se disuelve en el grupo de pertenencia) una Competencia Narcisista en pos de un poder que aumentaría los Derechos del sujeto a expensas del otro y/o de los otros. Competencia que puede ser sublimada, respetando al otro y/o a los otros. Se presenta en el deporte, el arte, la ciencia, como en cualquier encuentro humano (a veces). O perversa, que Freud llamó Narcisismo de las Diferencias, despreciando al otro y/o a los otros; ilustrada por la lucha de clases, la xenofobia, el racismo, la guerra y los genocidios. El ser humano enfrenta un eterno conflicto heredado de la filogenia: el deseo de usar al otro, convertido en objeto significativo, cómo, cuándo y dónde se le antoja al sujeto; y la necesidad de convivir con él (que desea lo mismo). Como transacción dialéctica surgieron las normas culturales donde la prohibición del incesto y del homicidio pusieron las bases de una legislación que incluye en su motivación altos ideales utópicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

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Psicoanálisis - Psicoterapia psicoanalítica www.edupsi.com/psaterapia [email protected] A cargo de Dr. Manfredo Teicher Clase 7 UNA LECTURA DEL COMPLEJO DE EDIPO

Edipo - el mito "Edipo es hijo de Layo y de Yocasta y, por tanto, nieto de Lábdaco. Su ascendencia se remonta hasta el propio Cadmo, fundador de Tebas. [] Ya en el canto XI de la Odisea aparece Epicaste (así llama Homero a Yocasta) entre las heroínas entrevistadas por Odiseo en su bajada a las mansiones subterráneas. [] En la versión más difundida, Edipo aparece amenazado por un vaticinio desfavorable, incluso antes de nacer. En efecto, el oráculo de Apolo en Delfos había anunciado a Layo que el hijo nacido de su esposa estaba destinado a matar a su padre. En consecuencia, tan pronto como nació el niño, Layo, tras traspasarle con un clavo los talones y unírselos con una correa (se creía que el nombre de Edipo significaba en griego pies hinchados) lo entregó a uno de sus pastores con la orden de exponerlo en el monte Citerón. Los pastos de este monte eran frecuentados tanto por los pastores de Tebas como de Corinto. Uno de éstos, Melibeo de nombre, encontró al niño y lo entregó a los reyes de su país, Pólibo y Mérope, quienes lo criaron como si fuese su propio hijo. Al llegar a la edad viril, Edipo visitó el oráculo de Apolo en Delfos para informarse de su destino. El oráculo le respondió que estaba destinado a matar a su padre y casarse con su madre. Horrorizado ante tal respuesta, decidió Edipo evitar esta suerte alejándose de los que creía sus verdaderos padres. En su huida se encontró con Layo en una encrucijada de caminos y, al no querer ceder el paso se produjo un altercado en el que perdieron la vida el rey y todos sus servidores, excepto uno. Empezaba así a cumplirse el oráculo. Más tarde llegó Edipo a Tebas, donde la esfinge (monstruo con cabeza de mujer, cuerpo de león y alas) tenía aterrorizada a la población proponiendo enigmas y devorando a los que eran incapaces de resolverlos. El enigma que solía proponer era el siguiente: "¿Cuál es el ser que tiene cuatro pies por la mañana, dos al mediodía y tres por la noche, pero que, contrariamente a la generalidad de los seres existentes, es tanto menos rápido cuantos más pies utiliza al caminar?" Edipo respondió que se refería al hombre, que utilizaba cuatro pies mientras andaba a gatas y tres en la vejez al usar bastón. La esfinge, entonces se suicidó arrojándose desde la alta roca en que solía asentarse. Hay una versión de la leyenda en la que era el propio Edipo quien daba muerte al monstruo.

Como reconocimiento al favor que había dispensado a la ciudad, los tebanos lo elevaron al trono y le entregaron en matrimonio a la reina viuda, Yocasta. Se cumplía así totalmente el oráculo que Edipo trataba de evitar. Al abatirse durante su reinado una peste sobre Tebas, Edipo envía a consultar al oráculo de Apolo en Delfos a su cuñado Creonte, quien regresa con la respuesta de que aquélla no cesará hasta que haya sido desterrado de la ciudad el asesino de Layo. Edipo, al oírla, maldice al culpable sin sospechar que es él mismo y hace llamar al adivino Tiresias quien, conocedor de la tragedia, trata de ocultar la respuesta que, finalmente, habrá de dar presionado por el monarca. Edipo no puede creer lo que oye y piensa en una conjura preparada por Creonte. Yocasta trata de ayudarle descubriendo aquél antiguo oráculo que aseguraba que Layo moriría a manos de su hijo. Pero Layo había sido muerto por unos bandidos en una encrucijada de caminos, según había asegurado uno de los servidores del rey que había conseguido salvar la vida. Edipo se turba. Decidido a averiguar la verdad hace venir del campo al servidor que acompañaba a Layo en aquella ocasión. Los acontecimientos se precipitan. De Corinto llega un emisario para notificarle que ha muerto Pólibo y que por tanto debe ir a ocupar el trono. Edipo dice que no quiere acercarse a su madre por temor a que se cumpla parte del oráculo. El emisario, pretendiendo tranquilizarlo, le asegura que no hay nada que temer porque Mérope no es su verdadera madre, ya que él mismo lo había recogido en un monte. La angustia se abate sobre Edipo. Ya sólo falta que llegue el servidor que ha sido avisado para acabar de confirmar la terrible sospecha. Yocasta, al comprender que ha cometido incesto con Edipo, entra silenciosa en el palacio para suicidarse. Edipo, abatido, perfora sus ojos con unos alfileres y parte para el destierro de la mano de la más pequeña de sus hijas, Antígona. Ella le guiará hasta Colono, en el Atica, donde es acogido hospitalariamente por Teseo. Aquí muere Edipo, no sin antes haber maldecido a sus hijos Eteocles y Polinices."43

El Complejo de Edipo El mito relata el parricidio y el incesto de Edipo, hechos vaticinados por el oráculo y cometidos a pesar de los esfuerzos para evitarlos. Según el psicoanálisis, toda criatura desea cometer incesto con el padre del sexo opuesto y eliminar al padre rival, del mismo sexo. En estas condiciones, es imposible la supervivencia de un grupo, por lo cual ha sido indispensable la imposición de una ley, de normas que regulen las relaciones para la convivencia dentro del grupo. El homicidio y el incesto podrán conformar el núcleo de lo prohibido, pero en toda cultura lo perverso, lo ‘malo’, no se reduce a esa conducta, sino que abarca muchos aspectos de las relaciones sociales. "..ha de estar en juego un proceso de desarrollo, y sin duda supondrá que éste consiste en lo siguiente: las malas inclinaciones del hombre le son desarraigadas y, bajo la influencia de la educación y del medio cultural, son sustituidas por inclinaciones a hacer el bien.[ ] En realidad no hay 'desarraigo' alguno de la maldad. [ ]...la esencia más profunda del hombre consiste en mociones pulsionales de naturaleza elemental, ellas son del mismo tipo en todos los hombres y tienen por meta la satisfacción de ciertas necesidades originarias. En sí, estas mociones pulsionales no son ni buenas ni malas.[ ] Ha de concederse que todas las mociones que la sociedad proscribe por malas -escojamos como representativas las mociones egoístas y las crueles- se cuentan entre estas primitivas.[ ] Estas mociones primitivas tienen que andar un largo camino de desarrollo antes que se les permita ponerse en práctica en el adulto. Son inhibidas, guiadas hacia otras metas y otros ámbitos, se fusionan unas con otras, cambian sus objetos, se vuelven en parte sobre la persona propia.[ ] Sólo después de superados tales 'destinos de pulsión' se perfila lo que se llama el carácter de un hombre, que, según es notorio, únicamente de manera harto defectuosa puede clasificarse como 'bueno' o 'malo'. El hombre rara vez es 43

C. Falcón Martínez, E. Fernández-Galiano y R. López Melero "Diccionario de la mitología clásica. Alianza Editorial. Madrid 1980 Tomo 1 pág 195

íntegramente bueno o malo; casi siempre es 'bueno' en esta relación, 'malo' en aquella otra, o 'bueno' bajo ciertas condiciones exteriores, y bajo otras, decididamente 'malo'."44 Debido a la larga indefensión del ser humano, el sujeto, cumpliendo con la pulsión de autoconservación, 45 empieza a relacionarse con los objetos de su ambiente, de los que depende para su protección, abrigo, alimentación e higiene. En relación a esa indefensión, esos objetos, ilusoriamente idealizados por el proceso primario, son vistos como seres omnipotentes. La idealización, quitando lo que sobra y agregando lo que falta, convierte cualquier objeto en perfecto. La necesidad y el temor crean lo perfectamente bueno y lo perfectamente malo, a Dios y al Diablo, el objeto protector y el objeto persecutorio. Al cumplir con la pulsión de conservación de la especie (sexual) privilegia determinado objeto de ese ambiente creando la rivalidad y hostilidad hacia y desde los otros (amor y odio). Así se van distinguiendo los objetos significativos, del resto. El sujeto aprende a relacionarse con esos objetos, sea para la conquista, sumisión, seducción o competencia a través de los modelos idealizados, identificándose con ellos. De esta forma adquiere una identidad por la que quiere ser respetado y valorado. La elección de los objetos significativos y las identificaciones realizadas, resultado transaccional del conflicto entre principio de placer y principio de realidad, serán las contracargas contra el deseo de poseer a todos y el de ser como un dios, es decir, omnipotente en el manejo de los otros. La elección de las personas significativas de ese ambiente que serán catectizadas, dependerá de las series complementarias, igual que para la formación del síntoma y del sueño. Estas series incluyen: a) un factor constitucional: que incluye un mapa genético que, dentro de ciertos límites que impone la condición humana, inhibe o resalta determinada característica de la misma. b) de los sucesos infantiles: de cómo será la interacción con esos objetos: padres, hermanos, maestros, etc. A esta altura, debemos considerar el peso que tiene en el desarrollo del sujeto lo que llamamos ‘complejo de castración’. Un complejo es un conjunto de ideas relacionadas entre sí. La castración es el símbolo del miedo básico, fundamental y primario. El desamparo, la marginación, el desprecio de los objetos significativos hacia uno, la violencia destructiva de un semejante, forman la cadena de significantes que traducen al lenguaje digital lo que la escuela kleiniana denomina miedo al ataque (ansiedad paranoide) y miedo a la pérdida (ansiedad depresiva). El temor a la castración es uno más de esta serie, que incluye la amenaza de la pérdida del cariño 46 de los objetos significativos, ya que la vida del bebé humano depende del cuidado y protección que pueda recibir de ellos. Bajo la presión del complejo de castración se van modulando las relaciones del infante, orientando la conducta del sujeto e intentando adaptarlo a su ambiente cultural, de socializarlo, integrarlo al grupo en el que intentará satisfacer la necesidad de una elección de objeto. También intentará ser elegido objeto de amor. Ser el objeto del deseo del otro deseado, necesidad cuyo logro estará influido cualitativamente por las identificaciones que pueda realizar. De esta manera se ha ido estructurando y resolviendo el Complejo de Edipo, que implica: -la necesidad de determinada elección de objeto -querer tenerlo/la discriminando los objetos significativos -la necesidad de ser elegido objeto de amor -que lo/la quieran tener 44

Freud. 1915. De guerra y muerte. AE T XIV Pág 282/283 "...nuestra diferenciación corresponde en primer lugar a la división corriente de los instintos en dos categorías fundamentales: hambre y amor..." Freud 1914 Introducción del narcisismo. BN T VI pág 2020 46 El cariño y el amor que se brinda a alguien (o que se está dispuesto a brindarlo) señala que ese alguien se ha convertido en objeto significativo al que se desea seducir para conquistarlo. El adulto que protege, mima y alimenta a un bebé con cariño, espera como respuesta la sonrisa como reconocimiento positivo. Y si el bebé aún no puede, la valoración super-yoica del deber cumplido, el reconocimiento de la comunidad, mas la ilusión de recibir luego el reconocimiento esperado, motivan y facilitan la actitud del adulto. 45

recibir el reconocimiento positivo del objeto significativo -la necesidad de adquirir una identidad -querer ser como él/ella adquirir conductas que provoquen el reconocimiento positivo Necesidades que evolucionan bajo la presión del complejo de castración.

Al realizar la elección de objeto, el sujeto convierte automáticamente en rivales (o molestas tentaciones) a los otros objetos y buscará un modelo para relacionarse con ellos. En ese desarrollo irá oscilando entre dos significantes: en un extremo se encuentra con su impotencia, el desamparo, al que teme (el complejo de castración); en el otro extremo, sueña con ser omnipotente: tenerlo al otro cómo, cuando y dónde se le antoja, resignificando el vínculo de la vida intrauterina, deseo al que deberá renunciar, dentro de su grupo de pertenencia. Este proceso implica convertir un narcisismo antisocial, perverso, en otro, socialmente adaptado, sublimado. Disolución Del Complejo De Edipo "Todo ser humano tiene impuesta la tarea de dominar el Complejo de Edipo"47 "Es el descubrimiento de la posibilidad de la castración [] el que impone la transformación del Complejo de Edipo, el que lleva a la creación del Super-yo y el que inicia así todos los procesos que convergen hacia la inclusión del individuo en la comunidad cultural".48 La resolución del Complejo de Edipo da como resultado la socialización del sujeto, su adaptación al grupo socio-cultural. Es decir, la introyección de los modelos vinculares permitidos y de los prohibidos. Como toda educación, la adaptación se impone con premios y castigos. El premio será la elevación de la autoestima; el castigo, la culpa y el complejo de inferioridad, o sea la baja de la autoestima. A la par que adquiere las pautas culturales de convivencia entre padres-hijos-hermanos, el sujeto puede desarrollar su capacidad de respetar y de reparar, sublimando sus impulsos pregenitales y convirtiendo los deseos perversos en otros socialmente aceptados y valorados. De esta manera el sujeto va modificando su relación con el entorno. De la disolución del Complejo de Edipo queda un heredero: el Super-yo que va a juzgar, comparar el Yo de acuerdo con una escala de valores éticos cristalizados en el Ideal del Yo. El Ideal del Yo se forma y es internalizado por la presión del Complejo de castración, o sea, por miedo. Sin miedo a determinadas consecuencias, no sería posible educar a nadie. El complejo de castración, instrumentado como una amenaza de castigo por el Super-yo, limita la pregenitalidad perversa, intenta controlar el narcisismo y alienta a sublimar estos impulsos asumiendo la responsabilidad del sujeto, a preocuparse por el otro en una dependencia madura.49 Aprendiendo a compartir y colaborar. Para concretar, modular y desarrollar su necesidad de ser aceptado, respetado, valorado y querido, es decir, integrar un grupo de pertenencia. La frustración, la desconfianza y el miedo, fortalecen al narcisismo descontrolado, exigiendo el reconocimiento incondicional, como una defensa extrema contra la soledad, el desprecio, la marginación.

Elección De Objeto – Identificación - Cultura En lo que se refiere a las necesidades básicas, podemos reunirlas bajo un común denominador: la necesidad de satisfacer una vida sana y agradable. Quizás la felicidad que buscamos consiste en eso, aunque el concepto de "lo sano" necesite un postulado ideológico, modulado forzosamente por la cultura. 47 48

Freud. Adición de 1920 a Tres ensayos para una teoría sexual BN TIV pág 1227 Freud. 1931.Sobre la sexualidad femenina. BN T VIII pág 3080 49 W.R.D.Fairbairn. Estudio psicoanalítico de la personalidad. Hormé pág 47

Para arribar al fin de una vida sana y agradable, la necesidad recurre a los objetos erotizados (objetos significativos) del mundo que rodea al sujeto. Las normas culturales que intentan regular la convivencia se internalizan, como ya vimos, en el Ideal del Yo, en lo que llamamos escala de valores éticos. Así, se indica lo que deberá ser reprimido, lo que está mal, lo perverso, y por otro lado lo que debería ser la "acción específica" en el mundo exterior: lo bueno, lo sublimado. En todo este proceso, la pulsión de autoconservación está profundamente enlazada con la pulsión sexual. Ambas se apoyan primero (anaclisis) para fundirse entre sí conformando el narcisismo, expresado en las diferentes conductas que mantienen un eterno juego dialéctico con el ambiente. La necesidad de una vida sana y agradable en juego dialéctico con las necesidades de los otros, privilegiando también la necesidad de ser elegido como objeto de amor: -gratificación narcisista que se espera como premio al simple hecho de haber nacido y de existir, teniendo la certeza de que el otro debe ser usado para ese fin. Dependencia infantil. -gratificación narcisista que se espera como premio a la sublimación, habiendo aprendido a querer, respetar, valorar y aceptar al otro. Desarrollo hacia una dependencia madura con el narcisismo socialmente adaptado. Ser elegido objeto de amor significa haber sido convertido en objeto significativo, muy positivo, para algún otro. Si ese otro es también un objeto significativo positivo, estamos en un momento anhelado de un vínculo. Amar y ser amado. El sujeto y el objeto se preocuparán de seducir al otro, de gratificar mutuamente su narcisismo en una demagógica pero muy apreciada actitud altruista. Momentos que uno desea vivirlos, no analizarlos. Ser elegido objeto de amor, eleva la autoestima y da cierto poder sobre aquél que hizo esa elección, con la posible tentación de abusar de ese poder, respondiendo con el desprecio maníaco (el mito de Narciso) En la disolución del Complejo de Edipo, en el Ideal del Yo se internalizan pautas culturales (normas) que intentarán resolver los problemas de: 1) la elección de objeto, al definir... de quién debo (no debo) ser aceptado, respetado y querido a quién debo (no debo) aceptar, respetar y querer 2) la identificación, define qué identidad... debo (no debo) tener para ser aceptado, respetado, valorado y querido debe (no debe) tener el objeto para ser aceptado, respetado, valorado y querido y cómo... debo (no debo) responder en tal o cual situación debe (no debe) ser el vínculo con tal o cual objeto La hostilidad por la frustración, que la realidad no tardará en presentar, revitaliza una meta nunca abandonada pero sí ocultada, prohibida y difícilmente confesada: que los demás sean felices esclavos a disposición incondicional del sujeto. Imponiendo al sujeto un desgaste constante de energía: reprimir el deseo de disponer del otro cómo, cuándo y dónde el sujeto quiera. Eterno conflicto de resultado variable. En la transferencia observamos la dramatización de los vínculos internalizados durante el desarrollo del Complejo de Edipo, cristalizado en el carácter del sujeto.

Conflicto Super-yo/Cultura. Al nacer nos encontramos ya con una cultura que nos penetra por todos los poros; estamos sumergidos en ella y ella va a modular nuestros deseos y nuestros deberes. Esta cultura, con sus normas sociales y su determinada forma de ver el bien y el mal, está presente en los guantes del partero y en la luz que alumbra antes de que el recién nacido se encuentre con lo que va a ser su primer objeto de gratificación: el pecho de su madre. Podemos pensar que el ser humano ha sido capaz de modificar la naturaleza tratando de domesticarla. Y ha intentado modificar la cultura que adquirió de los animales. La ha modificado y desarrollado. ¿Para qué? Hemos aprendido que el hombre se rige, en última instancia, por la búsqueda del placer igual que cualquier ser vivo. Podemos entonces plantear que la cultura ha sido creada para evitar el dolor intentando sistematizar lo útil y lo conveniente. Los valores éticos, de la misma forma, han sido creados para tratar de disminuir el dolor que produce la frustración. Esta se origina en las dificultades que encontramos para dominar la naturaleza, para poder tener los elementos que necesitamos o que nos sirven para subsistir. Para una vida cómoda y feliz. Dentro de los elementos de la naturaleza está "el otro", otro ser humano del que necesitamos para vivir, para evitar el dolor y la indefensión de la soledad. En última instancia, ésa es la amenaza del complejo de castración: el miedo a quedar impotente, o desamparado. Para eso formamos grupos de pertenencia con distintas ideologías, productos culturales que ayudan a la cohesión del grupo. Así como el sueño, que es el guardián del dormir, a veces nos obliga a despertarnos por una pesadilla, a veces la cultura y su guardián interno, el Super-yo, no cumple su cometido sino que en vez de acercarnos a la felicidad, nos aleja de ella, con la promesa de volver a encontrarla en una forma más segura y duradera. La cultura puede ser alienante. Cuando en lugar de ser un medio para lograr la felicidad esa ideología se convierte en un fin en sí misma. Los valores éticos, en lugar de ayudarnos, en lugar de ser un instrumento útil para alcanzar la felicidad, se convierten en fines a los que hay que defender a costa de la propia existencia. Somos capaces de dar la vida por defender nuestros valores. En ese momento, el deseo alienado del sujeto se convierte en un defensor de intereses culturales a los que el sujeto se somete. Son los valores éticos celosamente custodiados por el Super-yo. Encontramos en la cultura, en el Ideal del Yo, el riesgo de la alienación, o sea, que el producto del esfuerzo humano en la disolución del Complejo de Edipo y en la formación del Super-yo, se vuelque en contra del ser humano. Si bien, para defendernos de ese complejo de castración del que ya hablamos, la cultura es un medio que promete la felicidad, en el fondo está la necesidad de ser aceptado, respetado, valorado y querido, por algún otro significativo. Existe, aún así, el riesgo de la alienación y quizás sea inevitable algún grado de alienación debido a la necesidad del otro y de integrar grupos con otros. No podemos vivir sin el instrumento que es la cultura y sus valores, es decir, sin el conjunto Super-yo - Ideal del Yo. ¿Acaso no hay un sometimiento a la cultura implícito en toda identificación? En el fondo está el deseo de otro, pero mi deseo es el deseo de ese otro. El objetivo es convertirme en objeto significativo, despertar el deseo de posesión, en aquél que ha despertado en mí el deseo de poseerlo. "Ella desea que él la desee él desea que ella lo desee Para lograr que él la desee ella finge que lo desea Para lograr que ella lo desee él finge que la desea

Juan desea el deseo que Juana tiene de Juan por lo tanto Juan le dice a Juana que Juan desea a Juana

Juana desea el deseo que Juan tiene de Juana por lo tanto Juana le dice a Juan que Juana desea a Juan

un contrato perfecto" 50 El deseo del sujeto es el reconocimiento incondicional de un otro significativo. Para eso quiere seducirlo, conquistarlo, dominarlo o someterlo. En un momento el sujeto puede desear que el otro sea su padre para que lo proteja y lo guíe. En otro momento, que el otro sea su amante, en otro que sea su hijo. Y en otro momento, que sea al mismo tiempo padre, madre, amante e hijo. Si se logra despertar el deseo del otro todo esto será posible; ésa es la ilusión. Hermosa fantasía, porque nuestra identidad no se modifica tanto como un sujeto quisiera. Ni el sujeto ni el objeto pueden cambiar de sexo o de edad por más que quisieran. Cuando al nacer estábamos indefensos frente a la realidad y nuestro incipiente juicio de realidad era dominado por el proceso primario, tuvimos un objeto que estaba como, cuando y donde lo necesitábamos. Satisfacía nuestra necesidad de hambre y de amor. Un solo objeto, la madre o su sustituto, cumplía ese deseo51. Y aunque nuestra necesidad de hambre y de amor haya evolucionado tomando mil formas derivadas, la frustración, mediante la regresión, intentará nuevamente alcanzar ese modelo de satisfacción, a recatectizar el deseo de un objeto amoroso, sumiso, omnipotente y siempre dispuesto52.

Modelo al que deberíamos renunciar para poder llegar a una adaptación compartida, aceptar una limitada interdependencia. A la reparación a través de la sublimación. La frustración alimentará el odio destructivo que rebelándose contra el principio de realidad vuelve a exigir el reinado del principio de placer. Renunciar al deseo narcisista descontrolado es la imposición de la realidad para compartir y colaborar con el otro. Aprender a amar, a respetar, a dar para recibir. El principio de realidad impuesto por el miedo a la muerte y a la soledad. La impotencia del complejo de castración nos conduce a renunciar a la fantasía, a renunciar al deseo narcisista del genio de la lámpara de Aladino que nos permitiría disponer del otro a nuestra voluntad. Esto significa tener que aceptar la cultura internalizada en el Ideal del Yo, sin olvidar que la misma es un medio que puede y debe ser perfeccionado como cualquier técnica para que la "vana resistencia del hombre amenazado por la desgracia" triunfe sobre "la poderosa voluntad de los dioses" 53 Para que el deseo de felicidad sea más accesible, a pesar de la indefensión del ser humano frente a la realidad.

Con el Super-yo se internaliza la cultura, (en el Ideal del Yo) que puede ser alienante. En lugar de facilitar la satisfacción de la necesidad de ser aceptado, valorado y querido, al frustrarla, moviliza regresivamente el deseo narcisista descontrolado, de usar y abusar de los otros. Y, por la resistencia de los otros, cierra un círculo vicioso de frustración y rabia. El narcisismo implica un modelo de vínculo objetal que incluye a) la gratificación narcisista de ser elegido objeto de amor, necesidad inalienable. b) el deseo narcisista de usar y disponer del otro.

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R.D. Laing Nudos. Sudamericana pág 48 Por lo menos, en algunos instantes que bastaron para confirmar una eterna aspiración de anhelo: que es posible satisfacer ese deseo. 52 El amor que ofrecemos, en la seducción, espera la rendición incondicional del otro para someterlo a gusto y antojo. Para bien y para mal. El amor que pretendemos es un amor incondicional, sumiso, solícito y omnipotente. 53 Freud 1900 Interpretación de los sueños. BN T II pág 507 51

La angustia de castración es la sensación de impotencia que da el sentimiento de desamparo y de soledad. Planteamos ciertos conflictos inevitables en la convivencia: a) el deseo narcisista (de poder hacer uso y abuso) al que no se quiere renunciar, descontrolado. b) impulsos destructivos surgidos por las frustraciones, que deben ser controlados. Esto, a la vez que frustrante, cierra otro círculo vicioso de frustración y odio, ya que el odio, al sabotear las posibilidades de una convivencia armónica, conduce inevitablemente a la frustración. A estos dos conflictos a veces se agrega la actuación de una cultura superyoica represora, no muy adecuada a la situación. Conflictos comunes, aunque no iguales, en ambos sexos. Los atributos que la naturaleza ha distribuido al crear la diferencia sexual despiertan la envidia del sexo opuesto y el lógico deseo de poseerlo con la ilusión de lograr la anhelada completud. Pero los atributos femeninos llevan a la maternidad y a la lactancia mientras los masculinos (la fuerza física) no encuentran un destino muy claro en el mundo tecnológico de hoy. Buscando respuestas en las vicisitudes del vínculo bajo la lupa de la ética, encuentro un camino que va de la fantasía de completud a una frágil y anhelada identidad de hermano solidario.

El mito de la fantasía de completud. Ser todo y ser uno.

La historia del mito de la fantasía de completud remite a una resignificación de vivencias probables acaecidas en el útero materno. Momentos en que la necesidad, al surgir, estimula una respuesta inmediata, automática, de ese otro semejante maravilloso que es el organismo materno en sus instantes de cercanía máxima a la perfección. En la resignificación de una vivencia aparentemente imposible del Principio de Placer que reclama una satisfacción perentoria y total de la necesidad, impidiendo el surgimiento del deseo, recorta un heurístico Nirvana de todo aquello que, partiendo de la ansiedad materna transmite su impacto al ser que surge. La ansiedad materna, en cambio, probablemente lo acerca a la vivencia de un infierno no grato para ésta, ni ninguna otra, resignificación. Mito que admite la significación del poder en sus elementos constitutivos configurando una omnipotencia autosuficiente ofrecida al análisis. Momentos idílicos de la relación madre-hijo, como instantes privilegiados de una pareja de enamorados, son investiduras de anhelo que contribuyen con sus huellas mnémicas a fortalecer el mito. La gratificación narcisista que eleva la autoestima a niveles envidiables justifica la idealización que lo categoriza. Pero entonces el mito ya es deseo, de un narcisismo primordial. Con esta historia mítica, donde los hechos, igual que en el resto de la naturaleza, simplemente suceden sin pretender contaminarlos con nuestros caros valores éticos, comienza una senda transitada por la cotidianidad de todo sujeto humano: La Competencia, aspecto lúdico de la lucha por el poder, problemática social encerrada en la dialéctica del amo y del esclavo. Reclamando, a partir de aquí, la intervención de la ética cultural para encauzar los riesgos del poder. Poder que llega a dibujar en el horizonte el fantasma de un holocausto final en una orgía autodestructiva donde la criatura demostraría a quien aún tuviera dudas, sobre la fragilidad de lo que considera racional. Pero un fugaz final podría también ahorrar el esfuerzo de pensarlo. El camino de la competencia cotidiana se recorre a través de vínculos objetales imprescindibles. Desmentidos fácilmente, se modulan según determinada cultura, que la familia, como célula social básica, se encarga de transmitir.

La Necesidad Del Reconocimiento De La Identidad.

El desprendimiento del nacimiento impone la frustración a la pretensión de satisfacción perentoria de la necesidad. Acentúa con la experiencia la indefensión, el desamparo, al que la naturaleza nos condenó. La ayuda y protección de algún otro semejante resulta tan imprescindible como antes, con el agravante de agregar la molesta necesidad de poder convocarlo para esa tarea. Operación frustrante que se convierte en paradigma, si no recibe respuesta. Símbolo ejemplar del dolor, el rechazo o la ausencia del otro significativo, es la experiencia temida, significante que resalta del Complejo de Castración, resignificando al temor de ser un objeto inútil, descartable. A partir de las experiencias estructurantes, positivas y negativas, se va modulando el narcisismo formando el carácter y la identidad de la persona. Etimológicamente máscara, el sujeto se adapta a la necesidad del vínculo. Demoliendo la fantasía de completud omnipotente, la vivencia de frustración es una herida narcisista cuya anticipación cristaliza afectivamente en ansiedad. El miedo a la castración y a la muerte son resignificados en el vínculo como miedo a la soledad y a la marginación, elementos constitutivos del complejo instinto gregario. Este busca en la ética un orden para el caos. La ansiedad que acompaña a la necesidad, movilizará las defensas. Si el juicio de realidad pierde su dominio, sea por falta de desarrollo, por debilidad o destrucción, tiene vía libre el poderoso genio creador del proceso primario con la fascinación del delirio o la alucinación. Esto complica el problema pero no siempre los resultados resultan adversos para la satisfacción del deseo. La ética Superyoica se preocupa del grupo pero es indiferente al deseo individual. La actividad motriz intentará modificar el mundo interno y externo, para la acción específica. Renunciando a la completud omnipotente aprenderá a tolerar el tiempo de espera, con la esperanza que tal esfuerzo brindará un placer mas seguro y duradero. O a resignarse a un mal menor en una escala de valores que la experiencia irá definiendo. Las expectativas del resultado conforman un problema relativo pero crucial: mientras en algún momento determinado sujeto buscará el premio de la completud imposible, otro se conformará con el cariño (protección y ayuda) del otro; mientras un tercero evitando mayores castigos, simplemente tratará de sobrevivir. Así formará una identidad, elaborando el Complejo de Edipo, internalizando alguna sistematización del Principio de Realidad (Ley ética que no carece de licencias). Esa identidad necesitará el constante reconocimiento del otro semejante significativo. Identidad que en el vínculo y bajo la lupa de los ideales éticos podemos agrupar en las categorías de Dios - Amo, Hermano Solidario, Enemigo o Esclavo, con infinidad de mezclas transaccionales. Identidad limitada y centrada por la cultura y por los modelos que la familia particularice, del poder de convocatoria. La renuncia a la completud omnipotente, alienta a formar una identidad que la ética consensual intenta dictaminar. Pero el esfuerzo que reclama este proceso, que no deja de ser una herida narcisista, conserva en el fondo la ilusión de recuperarla, convirtiendo la renuncia en postergación. En otro nivel, acepta un mal menor: la protección y ayuda, como finalidad del vínculo con el otro, en el mejor de los casos, interdependiente. La oferta de amor compartido, es una virtud que la convivencia social reclama tanto como la ética, a todo nivel. Pero virtud es contrario a común. La fragilidad de una de las funciones yoicas estructurantes del ser humano como tal, su juicio de realidad, sea por la fascinación de momentos idílicos de la amistad o el enamoramiento, sea por el odio destructivo tras el fracaso, despreciando a la ética y su ley, logra renovar fácilmente el deseo de lo imposible: regresar al Yo Ideal regido por el Principio de Placer. Eterno conflicto: la renuncia se impone, pero el deseo es indestructible.

La naturaleza impuso la necesidad de trabajar y de saber. A través de un narcisismo sublimado se desarrolla el poder en la habilidad y en la inteligencia, que acentúa la condición humana frente al resto de la naturaleza. El rol de Hermano Solidario, al igual que el resto de las sublimaciones que la ética insiste en reclamar, son ya difíciles logros dentro de un grupo más o menos pequeño, compensando el esfuerzo con las descargas hostiles contra el resto, licencia cultural que la ética prefiere no percibir. El potencial humano es asombroso en el sentido positivo tanto como en el negativo. Si no hay mas remedio que tolerar el equilibrio en lo general, el mal menor es la ilusión de que ese equilibrio no se rompa, esforzándose por ubicarse del lado mas agradable...si esto no resultara otra pretensión utópica.

Superyo - Ideal del Yo La ilusión de un narcisismo omnipotente, resabio de una fantasía infantil que idealizando al padre protector intenta identificarse con esa imagen magnífica y fascinante, crea el Ideal con la vana esperanza de lograr lo imposible. Freud sitúa, en el origen de la formación de las instancias ideales de la personalidad, el proceso de idealización, en virtud del cual el sujeto se propone como fin reconquistar el estado llamado de omnipotencia del narcisismo infantil.

El Ideal que nos guía tiene como meta concretar lo posible y conveniente intentando evitar el dolor, pretendiendo a veces alcanzar una ilusión, tratando de conseguir lo difícil, prohibiendo quizás lo inconveniente. La cultura internalizada, intentando lo eficaz, debe conformarse con los ambiguos parámetros del bien y del mal; si hay un Ideal del Yo donde el "bien" es la norma, habrá también un Ideal prohibido, reprimido, donde la norma es el "mal". Detrás, esperando la respuesta, está el narcisismo, que no siempre implica algo patológico o negativo; también hay aspectos positivos, necesarios y convenientes en él, como por ejemplo, la necesidad de ser elegido objeto de amor, lo que da un sello positivo a la dependencia. Estamos en el complicado terreno de la metapsicología, que de poco nos sirve si nos olvidamos de la clínica o de nuestra experiencia cotidiana.

El Ideal, un Modelo El Ideal introyectado, producto de identificaciones con modelos idealizados, es un modelo para la conducta que guía la acción específica que va a satisfacer la necesidad. En la resolución del Complejo de Edipo, al internalizar normas culturales que intentan satisfacer esa necesidad según una ética, el sujeto divide su Ideal en un Ideal permitido, al cual debe ceñir su conducta (el Ideal del Yo) y reprime lo prohibido, formando lo que llamaré Ideal del Ello. Así, el Ideal del Yo será la ley que señala no sólo la sexualidad permitida, sino también qué significa sublimar en esa cultura. Normas que serán celosamente custodiadas por el Super-yo, instancia que vigila que la ley se cumpla mediante premios y castigos, como toda educación. El Ideal del Ello, reprimido, será el modelo de lo prohibido, de lo perverso, derivados del incesto, del homicidio, del canibalismo, deseos que formarán el núcleo de lo Inconsciente. 54 Si bien las normas internalizadas en el Ideal pueden ayudar al sujeto a adaptarse a un ambiente imprescindible, también pueden provocar serios fracasos al no adecuarse a nuevas situaciones. O, al reprimir conductas tales que limiten la capacidad creadora, pueden obligar a una existencia más limitada de lo necesario. 54

El Yo Ideal es un modelo de la omnipotencia infantil; el Yo de Placer Purificado, de la introyección de lo placentero y la proyección de lo displacentero; el Ideal del Yo, de las normas éticas permitidas y exigidas; el Ideal del Ello sería el modelo cristalizado de las normas prohibidas, de lo que la cultura de ese sujeto entiende por "malo".

Otro problema es el análisis de la cultura del ambiente. En él, la criatura hará las identificaciones que formarán el Ideal. Las normas del Ideal surgen de un ambiente que el azar, y no, la criatura, ha elegido. E. Pichón-Rivière nos habla de adaptación activa, concepto opuesto a sometimiento. Una gratificación narcisista es la satisfacción de la necesidad a través del modelo que señala el Ideal, para lo cual el sujeto se ha sometido a él. Hemos hablado de dos Ideales: el del Yo, que supone haber encontrado el camino del bien eficaz, y el del Ello, que no teme al odio que contamina todo lo reprimido pero que puede tomar el mando de la conducta del Yo. La conducta podrá ser: a) perversa, prohibida. Según el modelo de un ideal antisocial. Aspecto del narcisismo que no quiere aceptar limitaciones al pretender el reinado del Principio del Placer. b) neurótica o sublimada. Según el modelo de un ideal kleiniano que respeta al otro semejante, buscando compartir y colaborar con él. Aspecto del narcisismo resignado a la colaboración con el otro modulado por un Principio de Realidad limitado por la cultura. El fracaso del Ideal del Yo señala la conveniencia de su revisión. El fracaso del Ideal del Ello debería fortalecer el Ideal del Yo, ya que justificaría el sometimiento a las normas culturales represoras, aunque la frustración siempre fortalece la hostilidad que debería ser reprimida. La sensación de tener el derecho de recibir el amor altruista incondicional de los otros significativos, es la ilusión del narcisismo infantil a la que se vuelve a caer tras rápidos y fáciles logros. Ya no harían falta controles que repriman lo prohibido, por lo tanto cualquier modelo servirá entonces de Ideal. Los momentos idílicos del enamoramiento y de la amistad renuevan y refuerzan una riesgosa fantasía de completud omnipotente, pero son hermosos momentos de descanso de una dura realidad inevitable. O la presión de la rabia tras serios y prolongados fracasos rompe las barreras de un Yo debilitado, exigiendo la gratificación incondicional con la amenaza de 'romper todo'. El Ideal del Yo al cual debe ajustarse el sujeto, renuncia a la omnipotencia y acepta el respeto, la tolerancia y la colaboración con el otro, por lo menos en sus grupos de pertenencia. Un narcisismo socialmente adaptado que se somete a alguna sistematización del Principio de Realidad, reprimiendo las pretensiones de un narcisismo antisocial que presiona, alimentado por las frustraciones que la realidad impone, y que puede recurrir en su desesperación al odio destructivo y tomar el mando del Yo. Aunque, un chivo emisario puede ser creado por el grupo y permitir descargar en él, el producto de las frustraciones inevitables. Para una convivencia social imprescindible, deberíamos renunciar a las exigencias de omnipotencia y a la ilusión de una completud imposible del narcisismo infantil (al Yo Ideal). Pero sea porque las frustraciones a las que el Ideal nos conduce son inevitables, sea porque aún la humanidad no ha encontrado un Ideal, una ley satisfactoria, sea porque la idiosincrasia del ser humano no renunciará nunca a la búsqueda de la omnipotencia, por ahora tenemos que reconocer que no podemos concretar un deseo narcisista de omnipotencia y tampoco podemos renunciar a intentarlo cada vez que la ocasión se ofrece. Esto es parte del drama nuestro de cada día (que sería el deseo de permanecer en lo que Freud llamó Yo de Placer Purificado en "Las pulsiones y sus destinos"-1915). Vicisitudes Del Ideal

Según la situación, según el momento de la experiencia a.En lo que podemos tomar como momento normal, la ansiedad es de una magnitud tal que las normas superyoicas permiten a determinados derivados55 del Inconsciente acceder a la conciencia en, por ejemplo, las ensoñaciones diurnas, lo que señala una muy conveniente ‘permeabilidad de la conciencia’. 55

¿Qué es un derivado del Inconsciente? Se considera tal, a lo que deriva del incesto, del homicidio y del canibalismo. De éste núcleo derivan nuestras actitudes, que oscilan entre el deseo y el deber, entre el Bien y el Mal, entre lo Justo y lo Injusto.,

b. En una situación de mayor tranquilidad y seguridad, la represión es aún menor, como por ejemplo en el sueño, donde acceden a la conciencia más derivados del Inconsciente. En estas situaciones el insight permite hacer consciente lo inconsciente. La función continente del vínculo terapéutico es la necesaria para producir estas condiciones. El Ideal del Ello, reprimido, puede incluir atributos y propiedades del pensamiento mágico del proceso primario, que en colaboración con el proceso secundario son imprescindibles para la creación artística y científica. La ensoñación diurna, la capacidad de crear un mundo de fantasía donde todo deseo infantil se puede concretar, es la única libertad que posee la criatura humana, si es que dispone de alguna. Lamentablemente, existen pautas culturales que reprimen esta conducta, quizás temiendo el animismo primitivo que creía en la omnipotencia de los pensamientos y de las palabras; por lo tanto: "No debo pensar o sentir eso". Pero también existen pautas culturales que intentan aferrarse a ese animismo negando el fracaso de la fase alucinatoria del deseo. Idealizando al sentimiento, elevándolo al nivel de certeza: "¡yo lo siento así!". c. En el extremo opuesto, en una situación de intranquilidad y desconfianza, la capacidad de pensar se reduce considerablemente. Por ejemplo, en el encuentro con personas significativas suficientemente idealizadas. El Ideal del Yo está rígido, limitado. Sus normas pretenden no sentir, no pensar, aunque su cumplimiento sea imposible y fuerce una actuación compulsiva. El Super-yo toma un aspecto cruel al intentar el cumplimiento de una ley sumamente exigente y restringida.

Según la historia del sujeto: formación del Ideal "Los rasgos permanentes de carácter son, o bien perpetuaciones intercambiables de impulsos originales, o bien sublimaciones de éstos o formaciones reactivas contra los mismos." 56 "...carácter, modo habitual de respuesta, representa la manera habitual de hacer armonizar las tareas impuestas por las exigencias instintivas con las que impone el mundo exterior.[] Los modos habituales de adaptación del Yo al mundo exterior, al Ello y al Super-yo y los tipos característicos de combinación de estos modos, es lo que constituye el carácter.[] En la formación del carácter tienen también importancia, junto a la estructuración del Super-yo, la formación ulterior de Ideales y su modificación."57 El carácter es el primer equilibrio adquirido en la experiencia ontológica, entre un narcisismo imposible bajo el Principio del Placer y una realidad social inevitable. Este equilibrio impone alguna sistematización del Principio de Realidad, internalizando normas culturales en una imagen virtual (el Ideal), modelo de comportamiento custodiado por el Super-yo. Este proceso de adaptación social cristaliza con la resolución del Complejo de Edipo, formando los rasgos neuróticos, sublimados y perversos, estructura caracterológica del comportamiento según el modelo de un Ideal. La represión prohíbe el acceso a la conciencia de los rasgos perversos, que siguen el modelo del Ideal del Ello, pero disfrazados bajo una racionalización coherente o proyectados en otro objeto, o simplemente negados pueden ser impuestos al Yo, que se encargará de usar el mismo disfraz frente a cualquier intento de revelar su origen, conducta perversa que intenta regresar al Yo de Placer Purificado. Si el modelo sugerido por el Ideal prohibido es resistido por el Super-yo pero fortalecido por circunstancias regresivas, tendremos los síntomas como transacciones dialécticas. Los rasgos neuróticos y sublimados, represores unos y sin conflicto los otros, siguen las normas que forman la Ley del Ideal del Yo. Los modelos del Ideal, las normas que lo constituyen, dependen de las identificaciones que la criatura pueda hacer, o sea, del ambiente socio-cultural en que se forma, el que marcará los límites de sus fluctuaciones posibles. 56 57

Freud, 1908 El carácter y el erotismo anal AE T IX pág 158 O. Fenichel, Teoría psicoanalítica de las neurosis pág 522/23/25

La familia, intermediaria de la cultura, va a transmitir ésta a su nuevo miembro en un continente determinado. Acentúo la importancia de estos dos factores: el continente familiar y la cultura en que se va a insertar el sujeto. Las variaciones particulares que se encuentren en un Ideal no pueden salir de los límites que esa cultura tenga. Así se ha cumplido la primera y la más importante etapa en el desarrollo de la extraordinaria capacidad de adaptación de la criatura humana. Inscripto en moldes filogenéticamente preparados, su modificación posterior será difícil, dolorosa y lenta, pero a veces conveniente y necesaria. Hacer consciente lo Inconsciente, significa revisar la Ley inscripta en los Ideales, si el bien y el mal que se han tomado como parámetros en su estructuración aún son los adecuados. Y conocer los deseos que la ley intenta controlar.

Confirmación y rechazo del Ideal, de la Identidad. Vicisitudes de la competencia narcisista. Una vez internalizado el modelo de la conducta supuestamente adecuada para satisfacer la necesidad, el sujeto se conduce de acuerdo con él, automáticamente, respondiendo a la angustia señal. Esta es una señal de peligro que funciona inconscientemente desencadenando los mecanismos de defensa (la represión y sus “lugartenientes”) cuando la censura, anticipando la realización de un deseo (pretender satisfacer una necesidad o un capricho), encuentra el displacer como resultado. Displacer que implica recibir una respuesta negativa, una herida narcisista, cometida por un objeto significativo al que se desea conquistar (o sea, ser valorado por ese objeto), someter (o sea, que ese objeto se deje manipular incondicionalmente) , o aniquilar. El carácter es la respuesta automática al estímulo, expresión del interjuego entre el deseo y el Ideal internalizado (entre el Ello y el Superyo). Orgulloso de su Ideal del Yo, igual que de la expresión caracterológica de los rasgos sublimados, espera la respuesta positiva (satisfacer su deseo, sea el que fuere, en la competencia narcisista en que esté involucrado) que confirme su identidad, justificando a ese Ideal. En cambio, oculta y disfraza los rasgos perversos y su modelo el Ideal del Ello, aunque le resulten muy útiles en la competencia narcisista. El rechazo, la respuesta negativa, la herida narcisista, (la frustración del deseo) cuestiona la identidad y en consecuencia, al Ideal que le sirve como modelo. El Super-yo, ciego defensor de la Ley, intentará hacerla cumplir sea la que fuere, de acuerdo con las normas que constituyen en ese momento al Ideal del Yo. Lo que en un momento es un Ideal prohibido, puede convertirse en otro momento en normas del Ideal del Yo, por ejemplo al estructurarse la homosexualidad o al aceptar una ideología nefasta (nazi) para ser aceptado por el grupo. La herida narcisista que implica el rechazo de una identidad sugiere la conveniencia de su revisión y quizás de su cambio, pero esto provocará el mismo odio y el mismo dolor con que fue impuesta. El problema que plantea un Ideal formado en una cultura, pero despreciado en otra, dramático conflicto del inmigrante, amplifica el problema del niño que forma su Ideal en un ambiente y se empeña en usarlo cuando su realidad como adulto le señala la necesidad de un cambio

En el proceso terapéutico Si el Ideal es el que señala la conducta y es ésta la que deberá efectuar la acción específica para satisfacer la necesidad, convendrá que sea eficaz. Pero, en una sociedad cuyos cambios tienen un ritmo vertiginoso, los resultados del modelo internalizado pueden dejar mucho que desear. El proceso terapéutico analiza el Ideal, ayudando a su desarrollo o cambio, intentando vencer las resistencias que se oponen, negando, ocultando y disfrazando lo desconocido inconsciente.

Es una lucha ideológica donde se enfrentan el Ideal del terapeuta, convertido en Super-yo auxiliar, con el del analizado. La transacción entre la ideología del paciente y la del terapeuta puede enriquecer a ambos miembros en un juego dialéctico. Hacer consciente lo inconsciente incluye también, hacer consciente el Ideal que sirve de modelo a la conducta que expresa el carácter.

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El malestar en la ética I El malestar en la ética58 El Psicoanálisis nos habla de un sujeto escindido. De un Inconsciente y de un conflicto psíquico. En ese conflicto encontramos la raíz de lo que la sociedad humana y su historia ilustran. Una ética individual primordial (cuyo supremo bien es la satisfacción caprichosa y antojadiza de su dueño) que lucha contra una ética grupal (cuyo supremo bien es el bienestar grupal) que la quiere someter. Y las distintas culturas (cada una sistematiza la ética grupal a su modo) que luchan entre si, para imponer su escala de valores. Un ‘deporte’ que podemos ubicar en distintos niveles: La lucha por SER aceptado en el grupo. La infancia es un paradigma. La lucha por el liderazgo dentro del grupo. ¿Quién es mas importante? La lucha por el liderazgo entre los grupos. ¿Cuál es mas importante? Nacemos con una ética individual que entiende que es bueno y justo que todo y todos estén a disposición del sujeto en formación. Sistematización que millones de siglos de evolución se encargaron de realizar. Etica que respeta únicamente las necesidades narcisistas de su dueño (que podemos llamar Etica Primordial). Poco a poco esta ética se cubre con un "barniz social" que contiene otra ética: la que respeta las necesidades de los otros, según normas consensuadas. Incluye determinadas "licencias", a quienes, dentro del grupo, se puede despreciar. En toda cultura, la criatura humana aprende por experiencia propia y en sus primeros años de vida, que existen clases sociales, de las que hay que respetar alguna, pero que se puede despreciar (usar) a otra. Nuestra conducta cotidiana (del sujeto adulto) es una transacción dialéctica del eterno conflicto entre las dos "éticas", la primordial y la grupal (que podemos llamar Etica Superyoica). 58

ética: sistematización del Bien y del Mal, de lo Justo y lo Injusto.

La ética primordial, de "His Majesty the Baby", es inevitable. El nuevo sujeto se encuentra en un mundo hostil donde pretende sobrevivir. Entonces es lógico que trate de "usar" los objetos que encuentra en ese mundo para su único beneficio. No se pretende que respete a esos objetos. Respetar a los otros, significa tener en cuenta las necesidades narcisistas de los otros. Todavía no está en condiciones de ello. Y hasta parece necesario que se fortalezca ese egoísmo, el narcisismo, para que el desarrollo del sujeto sea "sano". Otro problema será: ¿cual es la ética grupal superyoica que deberá limitar a la ética individual primordial? La ética primordial es natural, genéticamente dada, universal e igual en toda la especie. En cambio la ética grupal es un producto de la inteligencia humana que ha desarrollado infinitas culturas. Culturas que se han ido desarrollando a partir de las relaciones entre los seres humanos entre si y entre ellos y su contexto. Cada cultura contiene determinadas normas éticas a las que considera las más adecuadas. Son distintas transacciones dialécticas entre la ética primordial, que desea someter a su gusto a todo y a todos; y la necesidad de convivir con los otros, que desean lo mismo. Surgió entonces una legislación, una ética grupal superyoica, normas de convivencia, para que el grupo humano, imprescindible para la salud mental del sujeto humano, pueda subsistir. Había que prohibir el incesto, el homicidio y el canibalismo, dentro del grupo de pertenencia. Normalmente, la ética primordial, el deseo de usar a los demás a gusto y según el antojo del sujeto, queda reprimida en el Inconciente. Pero no desaparece, sino, por el contrario, presiona constantemente, saboteando la convivencia grupal. Stefan Zweig, escritor vienés nacido en 1881 en "La curación por el espíritu" incluye una biografía de Freud donde aquél describe a la vida psíquica como un iceberg "del que sólo una pequeña parte alcanza la superficie iluminada de la conciencia". La ilustración del iceberg coincide dramáticamente con el poder del Inconciente que seria la parte sumergida, la que marca el rumbo. Es la ética primordial, tan actuada como negada, racionalizada y proyectada en los otros, la que marca el rumbo de las relaciones humanas; la competencia narcisista en el grupo le debe su origen. ¿Quién es el más poderoso, el más importante, el más bueno, el más lindo, el más inteligente? La síntesis de la manifestación de la ética individual en el grupo es: ¿quien tiene más poder? Por lo tanto, ¿quien tiene más derechos? Los demás tendrán los deberes. Si entramos a desmenuzar el ovillo de la ética grupal, nos encontramos con una intrincada selva. Un discurso, donde predomina la solidaridad y la justicia (que podemos llamar Ética Grupal Superyoica Sublimada). Una hermosa fachada, producto del barniz social adquirido e internalizado con amarga resignación en la lejana infancia. Cubriendo una actitud individual y grupal que compite para obtener suficiente poder y dar rienda suelta a aquella criatura que escondimos en el Inconsciente, la que tanto en un sujeto adulto como en un grupo humano, exige la denominación de Ética Perversa, o, simplemente Perversión. Mientras no se obtiene tal poder, ocultando los deseos perversos, los seres humanos solemos mostrar una emocionante capacidad de compartir con los vecinos, respetarlos y ser solidarios. Es el poder que anula al miedo, el que intoxica en forma maníaca al ser humano. El miedo pone freno a sus deseos ilimitados. Pero también el miedo obliga a someterse al poder grupal que puede llegar a ser mucho mas cruel y dañino que el individual. Si la ética pretende defender los intereses del grupo humano frente al egoísmo individual, entra en contradicción con sigo misma si defiende los intereses de algún grupo en particular porque de este modo lesiona los intereses de otros grupos. Entramos en el campo de la hipocresía. En este caso ¿no debería llamarse ética perversa? ¿Es posible una ética que contemple los intereses de la especie humana? En teoría, es posible. En la práctica haría falta un poder que imponga esta "Ley" (dejando de lado el problema que plantean los obstáculos que se oponen a encontrar una ley semejante) a la especie humana. Lo que implicaría un muy serio

riesgo. La historia demuestra que la lucha por el poder es inherente a lo humano y por eso mismo tiende a un cruel abuso del poder, si lo logra. Sin embargo, la administración racional del extraordinario potencial humano, es posible. Gracias a la tecnología producida por la inteligencia y la habilidad de la criatura humana, estamos en condiciones teóricas de disfrutar de una era de bienestar increíble. Pero la inteligencia humana es un instrumento que no se destina a ese fin. La teoría suele dejar de lado algunos elementos por los cuales la práctica -que no puede dejarlos de ladoconvierte a esa teoría, lamentablemente en utopía. El discurso cultural incluye la Justicia Social en sus ideales éticos como virtud fundamental. La actitud cultural incluye en su cinismo la conveniencia de negar que ésta no es posible. “Desde tres lados amenaza el sufrimiento; desde el cuerpo propio, que, destinado a la ruina y a la disolución, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma; desde el mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas hiperpotentes, despiadadas, destructoras; por fin, desde los vínculos con otros seres humanos. Al padecer que viene de esta fuente lo sentimos tal vez mas doloroso que a cualquier otro; nos inclinamos a verlo como un suplemento en cierto modo superfluo, aunque acaso no sea menos inevitable ni obra de un destino menos fatal que el padecer de otro origen.” Freud “El Malestar en la Cultura”

En los años 45, tras la segunda guerra mundial, estaba de moda soñar con un gobierno mundial. Sin fronteras nacionales. No habiendo fronteras ni soberanías nacionales para defender, la guerra y la industria bélica perderían todo sentido. Una sola moneda universal. Imaginen un mundo sin imperialismo ni guerras. Aquél sueño era algo muy distinto a la globalización, donde el poder de los menos somete y desprecia al resto que es la mayoría. No adhiero a los profetas del Apocalipsis, que auguran el cercano fin de la especie como producto del desastroso avance de la cultura humana. Pero el avance tecnológico que es espectacular, no está acompañado de una ética que otorgue sus beneficios a la especie. A pesar de todos los discursos demagógicos que lo prometen. Es la conducta de la especie y no, los discursos de sus líderes, la que señala nuestras intenciones. El desarrollo tecnológico permite una mayor longevidad, mayor velocidad en el movimiento y en las comunicaciones, al mismo tiempo que profundiza la injusticia social. El extraordinario poder alcanzado podría, si la humanidad se lo propusiera, brindar una era de bienestar a toda la especie. El fracaso de la utopía comunista alimenta la idea de un supuesto fracaso de la ideología socialista frente a las ventajas de la libre empresa capitalista. De ser cierto, significaría que la inteligencia humana no es capaz de encontrar e imponer normas de convivencia racionales, o sea justas, para la especie humana. Triunfa el capitalismo. La cultura transmite su mensaje: La habilidad y la inteligencia humanas ofrecen, a través de una tecnología que enorgullece a la especie, salud, educación, diversión y felicidad, a todo aquél que sea suficientemente "bueno" para pagarlo. Y las oportunidades de conseguir el dinero para ese fin son muchísimas. Demuestre que tiene coraje y habilidad. Demuestre que es omnipotente. Y, ¿si no? pues ¡consiga un pañuelo y llore! ¿Que las oportunidades no son las mismas para todos? ¿Quién habló de justicia? No somos todos iguales, ni queremos serlo. El: ¡Sálvese quién pueda y cómo pueda! triunfa por amplio margen. Un tratado de Ginebra pretendía reglamentar lo absurdo de la guerra. Hay armas prohibidas, por lo tanto hay otras permitidas. No se deben matar civiles, ancianos, mujeres, ni niños. Sí, se deben matar soldados, lógicamente, enemigos. Y no parece haber remedio conocido para esta patología social.

Ingenuamente, la ilusión de muchos intelectuales (yo, entre ellos) era llegar al siglo XXI habiendo erradicado el militarismo, los nacionalismos y la religión. Pues deberemos agregar: la droga, el hacinamiento de las grandes ciudades, los desastres ecológicos y un posible desastroso empleo de la ingeniería genética, paradigmática ilustración del poder de la inteligencia humana. El justificado clamor de justicia que rodea a las víctimas de la violencia terrorista convierte en triste venganza la impotencia para prevenir y evitar esta patología social que el avance tecnológico fortalece peligrosamente. La sociedad humana cada vez mas sofisticada es un caldo de cultivo donde ya no es posible prevenir la expresión de violencia. Esto no quiere decir que el ser humano es esencialmente violento. Pero no cabe duda que puede serlo. II Reflexiones sobre el Poder A tiene poder sobre B, si consigue que B haga algo que, de otra manera no haría o, no haga algo que, de otra manera, haría; a favor de sus intereses o, en contra de sus intereses. Quiero pero no puedo; impone la realidad (al nacer) puedo pero no debo; intenta la educación puedo y debo, pero no quiero; clama la revancha Los distintos niveles, intrincados entre sí, en los que podemos describir la problemática del poder, se relacionan con: *la educación, adquisición de información, imposición de valores. *las normas de convivencia, la ley. *los valores éticos, el respeto a los demás. *la política, la administración de intereses. *la ideología, los valores sociales. *la libertad, actuar sin control. *la naturaleza humana. Un conflicto intrapsíquico, donde luchan para obtener el control de la conducta del sujeto un narcisismo prepotente e intolerante que desprecia al narcisismo ajeno y un narcisismo respetuoso del narcisismo ajeno. *sus raíces: la inteligencia y la habilidad del ser humano. *su uso o abuso. Que serán los elementos de estas reflexiones. Capaz de crear, construir y usar herramientas que no pertenecen a su anatomía, desde el martillo al robot, pasando por el avión y la máquina de escribir. Capaz de usar el lenguaje, la escritura, los libros y la computadora. Capaz de pensarse a sí mismo como objeto de estudio. Aspectos que no comparte con sus antecesores del reino animal, pero que señalan el inmenso poder que la naturaleza le dio. Para regular ese poder la inteligencia humana ha creado conceptos como responsabilidad moral y justicia social, llegando a la utopía de pretender sus beneficios para toda la especie. Ninguna otra especie animal ofrece un ejemplo similar. El ser humano es el depredador mas temible de la naturaleza y los enemigos naturales mas peligrosos que tiene, son sus propios semejantes. Por estas características: su inteligencia y su habilidad. Las mismas características que lo convierten en una criatura admirable y maravillosa.

No está muy claro si el lugar de “temible depredador” lo comparte con los parásitos, las bacterias y los virus. El desarrollo de la cultura humana pretende encontrar una ética que haga la convivencia agradable para todos. Pero quizás el obstáculo insalvable esté, a nivel individual, en el poder que puede adquirir un narcisismo recalcitrante que quiere a los demás, padres, hijos, hermanos, parejas o amigos, siempre y cuando estos estén dispuestos a satisfacer sus arbitrarios deseos. Un narcisismo al que no le interesa demasiado, ni el futuro, ni el resto de la especie. El instinto de conservación de la especie motiva a la reproducción, no, a la preocupación por los vecinos. Este aspecto del narcisismo, individual y grupal, está en constante conflicto con otro aspecto del narcisismo, que podemos llamar sublimado, preocupado por aquella ética universal, dispuesta a compartir con los demás, a ser solidaria. Pero su poder, según lo señala la historia, logra imponerse en la teoría, mientras el narcisismo perverso reina en la práctica concreta. La transacción dialéctica, producto de ese eterno conflicto, nos ofrece abundantes y hermosos discursos demagógicos, acompañados por aisladas y raras, pero emotivas, muestras de solidaridad. La naturaleza humana impone una seria dificultad en respetar al narcisismo ajeno y una fuerte tendencia a pretender el respeto incondicional al propio. El extraordinario poder que la naturaleza nos otorgó, propone un formidable desafío: ¿podrá la inteligencia humana evitar las funestas consecuencias del uso indiscriminado del poder humano? ¿Seremos capaces de administrar en forma racional ese poder? Aunque no nos guste, la definición de lo Humano se completa con el ingrediente del mal como del bien, por lo que entendemos como algo deshumanizado aquello que carece del poder humano, constructivo o destructivo. La guerra nuclear y el fenómeno nazi, tanto como los viajes a la Luna, la ingeniería genética, la fábrica automática, la música de Schubert y el psicoanálisis, son productos exclusivamente humanos. La organización social de la especie es una intrincada selva donde la ley del mas poderoso impone su capricho a los más débiles, a su vez, ávidos de poder. La socialización del sujeto equivale a la resolución del Complejo de Edipo, la inclusión del individuo en la comunidad cultural, que implica la internalización de alguna sistematización del Principio de Realidad (a qué renunciar, hasta cuándo postergar) por medio de normas culturales de convivencia que se cristalizan en el Ideal del Yo y que son custodiadas por el Superyo. Las normas de convivencia indican al Yo cuál es la conducta sublimada y cuál la perversa, según los valores del consenso social que la familia, como intermediaria, se encarga de transmitir. Proceso que se desarrolla bajo la presión del Complejo de Castración, cuyo significante privilegiado es el desprecio del objeto significativo; ingrediente del complejo instinto gregario. Para ser humano, necesito que otro ser humano significativo me reconozca como tal, merecedor de vivir en la comunidad. Así surgió la necesidad del grupo de pertenencia, en el que el control de los impulsos hostiles es imprescindible para que éste pueda subsistir. Cuando la criatura prepotente e intolerante, normalmente reprimida en el Inconsciente, triunfa en su eterno conflicto dialéctico con un Ideal del Yo tolerante y dispuesto a respetar al otro, se puede crear un chivo emisario dentro del grupo, para el que la cultura permite canalizar impulsos que transgreden su ética, triste destino que se otorga a los más débiles. En la familia ese lugar lo ocupará la mujer y los hijos mientras que el narcisismo arcaico antisocial individual, disuelto en el grupo de pertenencia, produce la lucha de clases, el racismo, la xenofobia, la guerra, el genocidio, que son formas sociales de la perversión. Las poderosas contracargas que mantienen la represión, alientan y favorecen la proyección de lo reprimido, intentando evitar el dolor del castigo superyoico por deseos perversos que toda criatura humana no

puede dejar de tener. Fantasías prohibidas que pueden, gracias al proceso primario y siempre en el terreno de la fantasía, pertenecer a otros. Reclamando un Yo de Placer por derecho y como mal menor para mi grupo de pertenencia, canalizo todas las formas de hostilidad contra los otros. El juego de la guerra es la licencia cultural para matar. Lo llamo juego porque así pretende entenderlo la irresponsabilidad, el entusiasmo y la alegría con que lo emprende la mayoría de los que intervienen en él. Fácilmente encontramos las fantásticas e irracionales creaciones intelectuales que justifican este juego y satisfacen así la necesidad de matar (?!), razonamiento que lastima a nuestra conciencia pero que la historia insiste en señalar. Que la manifestación patológica de la hostil agresividad se limite en su exteriorización contra los miembros de otro grupo y a duras penas se mantenga controlado dentro del grupo de pertenencia es un esforzado logro no muy habitual ni duradero. Esto eleva a la categoría de utopía la pretensión de una justicia social para la especie humana. Pese a nuestra extraordinaria capacidad de adaptación, la convivencia se muestra como un problema sumamente complicado, que necesitamos resolver, siendo la cultura, concepto demasiado amplio quizás, el único campo posible para realizar esta tarea. Son muchos los seres humanos que están convencidos de lo absurdo de la guerra, de que es absurda la promesa de una vida mejor después de la muerte, de lo irracional del sacrificio humano en la guerra y de que no hay nada mas sagrado que la dignidad de la vida humana en convivencia armónica con sus semejantes. Los movimientos por la paz y por la defensa de la ecología del planeta tienden a llamar la atención de la humanidad. Pero hasta ahora no se ha logrado ni frenar ni disminuir la carrera de armamentos. Las personas que forman parte de los cuerpos represivos, no han dado signos de desaliento ante su función, y no son marcianos. De los dos aspectos de la cultura que señala Freud, a saber, el dominio de la naturaleza y las normas sociales de convivencia, es el segundo el que ha quedado sensiblemente rezagado comparado con los logros alcanzados por el primero. La evolución de los ideales culturales encuentra en la teoría una aspiración de alcanzar el Ideal universal de Libertad, Igualdad Y Fraternidad. Pero en la práctica, ideales mezquinos o perversos denuncian nuestra naturaleza humana que usa la inteligencia de la criatura más evolucionada para una lucha territorial y de jerarquías, resignificados por la evolución de los valores culturales. La Dialéctica del Amo y del Esclavo divide a la humanidad en los que mandan y los que obedecen, dentro de un grupo. Mientras que la competencia entre los grupos humanos, dado el poder tecnológico alcanzado, coloca a la especie al borde de un abismo, convirtiendo en estupidez, la limitación de esa supuesta inteligencia superior. La cultura es el crisol donde se aquilatan los ideales que, creados como sublimaciones, disfrazan bajo un manto de orgullosa soberbia nuestros mezquinos intereses narcisistas. La cultura resulta entonces un producto elaborado por el narcisismo de los hombres (y de las mujeres) y no es otra cosa que la síntesis transaccional de un conflicto inevitable: un narcisismo recalcitrante que intenta recuperar el poder omnipotente infantil para su grupo de pertenencia (o para sí mismo, si logra suficiente poder dentro del grupo) en conflicto dialéctico con un narcisismo socialmente adaptado, sublimado, que respeta el narcisismo ajeno tanto como el propio. Pero "ver" dentro de sí la ilustración fáctica de esta pretensión omnipotente narcisista no puede menos que provocar intenso dolor. Entonces, el significante primordial del complejo de castración, el miedo a la marginación y al rechazo social, moviliza las defensas yoicas impidiendo su toma de conciencia. Nuestra estructura psíquica nos crea la ilusión de la bondad interior, y nos muestra como injustas víctimas de cualquier delirio paranoide que encuentra fácilmente su anclaje en la realidad. La inteligencia fabrica hábilmente argumentos a favor o en contra de todo, lo que hace sumamente complejo distinguir una justa protesta de una hábil calumnia.

Freud señala que quizás haya obstáculos insalvables que ningún cambio cultural pueda superar. El universo continuará inmutable su eterno camino, mudo testigo de la oportunidad que el azar nos brindó. Nos hemos ido familiarizando con la idea de tener que convivir con un grado de violencia social inevitable que hoy cuenta con instrumentos cada vez mas sofisticados capaces de destruir en pocos instantes lo que llevó millones de años construir: todo vestigio de vida en este planeta. Cabe entonces la pregunta ¿cuál es ese grado inevitable? ¿Se limitará a la violencia individual, donde un sujeto da rienda suelta a su narcisismo omnipotente herido, con el impulso de muerte defusionado y liberado, descargando su poder destructivo en otros indefensos, o tendremos que aceptar también que es un mal inevitable la violencia institucionalizada, sea de un grupo marginal (la maffia, el Ku Klux Klan), un gobierno despótico (Hitler, Stalin, Pinochet) una nación abusando de su poder sobre otras débiles (la moderna colonización del mundo) o, según denuncia N. Chomsky, un gobierno mundial de facto, imponiendo la globalización y con ella, la flexibilización laboral que reedita una esclavitud mucho más sofisticada? Podríamos pensar entonces que la guerra y los genocidios son inevitables, experiencia que enseña la historia y, dado que cada vez se usan armas más destructivas, deberíamos intentar aprovechar los momentos que algunos privilegiados de la humanidad tenemos, pudiendo darnos el lujo de negar que esto sea real, evitando la ansiedad lógica que despierta esta posibilidad, disociarnos y disfrutar de lo posible. Lo que en realidad, hacemos. Podemos construir una curva graficando la ética del poder: La rama ascendente conforma el grado de poder que un sujeto debe lograr para un estado de salud física y mental que le permita un mínimo de adaptación e integración a su medio. Elementos de poder que la educación, la familia y la sociedad deberían fomentar y ayudar a obtener. Algo a lo que todo sujeto tiene derecho. El punto de inflexión de la curva sería el límite donde ese poder individual comienza a perjudicar las legítimas necesidades de los otros. La vertiente descendente comprende los abusos del poder en detrimento del derecho de los otros, según valores consensuados de una ética que contempla las necesidades legítimas de toda la especie, o sea, de una justicia social únicamente posible en el plano de la utopía. Abusos que la educación, la familia y la sociedad deberían evitar. El punto mas bajo de la curva descendente sería el poder que llega al genocidio de los chivos emisarios, de aquellos que no deben considerarse como humanos: indios, negros, judíos, etc, etc, etc.

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III

Reflexiones acerca de la violencia. 1 - Freud señaló como la 3a herida al narcisismo humano el descubrimiento del Inconsciente, un poderoso desconocido que nos acompaña toda la vida y que nos condena a un constante conflicto. Ya no tiene sentido seguir discutiendo la existencia de ese Inconsciente. Casi todas las manifestaciones de la cultura aceptan al convidado de piedra. Pero seguimos y seguiremos discutiendo el contenido de la parte sumergida del Iceberg, o sea, del Inconsciente. Todos ocultamos en ese Inconsciente a una criatura soberbia, prepotente y caprichosa que entiende que, como se considera lo mas maravilloso del Universo, merece que los demás (todo y todos) estén a su disposición incondicional. Con derecho a despreciar las necesidades narcisistas de los otros. No tolera la frustración. Y cuando esta se produce, lo que es inevitable, toda su energía vital se concentra en furia destructiva. En algún momento, lo ilustra cualquier criatura normal al poco tiempo de haber nacido. Cuando su aparato psíquico aún no está dividido y no hay un Superyo formado que reprima a esa criatura. El Inconsciente tiene también aspectos muy positivos. Por ejemplo, la capacidad creadora del pensamiento mágico tiene allí sus raíces. Para sobrevivir en sociedad, lo que es una necesidad narcisista inalienable, esa criatura debe ser domada y controlada para que aparezca un sujeto amable, dispuesto a compartir, a colaborar, a ser solidario. Por lo menos, en algunos momentos. Y con algunos semejantes. Es lo que intenta realizar el proceso que los psicoanalistas llamamos “elaboración del Complejo de Edipo” que, de muy mala gana para su dueño, va internalizando una Ley que impone el respeto al vecino (con algunas licencias) que el Superyo intentará imponer para controlar a esa criatura. Nos socializamos, sometiéndonos a alguno de los tantos intentos de convivencia, códigos sociales que conforman las variadas culturas humanas. Un proceso violento para cualquier criatura. Pero a nadie se le ocurre que pueda ser de otro modo. En el mejor de los casos, el deseo de venganza de la criatura quedará oculta en el Inconciente esperando su oportunidad que sería de desear que no llegue nunca.

Es el miedo el que permite y convence a la criatura humana que se someta a la Ley social. Y es el Poder (definido por los valores del consenso) el que rompe los controles que una convivencia amable requiere. Podemos definir a los seres humanos como empedernidos deportistas cuyo deporte favorito es la competencia narcisista que, cuando las circunstancias lo permiten, nos sumerge en la lucha por un poder, nunca suficiente. Entre todos y contra todos. Somos buenas personas que denunciamos el abuso de los que detentan el poder... cuando no lo tenemos. Es el lugar del poder el que ilustra nuevamente la vitalidad de la criatura que fue. Competimos para ganar (someter) y poder desprendernos del molesto barniz social que cubre nuestras intenciones. La división del sujeto consiste entonces en un Inconsciente eficaz que alberga a la criatura indómita, cubierto por una parte socializada de nuestra personalidad que llega hasta a negar la existencia del Inconsciente, que no se puede eliminar. Las dos partes también luchan por el poder, que consiste, en términos psicológicos, lograr el control de la conducta. Al deseo de reaccionar con violencia ante la frustración, responde el miedo a la soledad. Un conflicto que recién termina con la muerte del sujeto. Ovidio, poeta romano que nació unos cuarenta años antes de comenzar la era cristiana, nos cuenta que Narciso fue un muchacho de extraordinaria belleza, que despertó el amor de muchos hombres y mujeres sin corresponder a ninguno. La conducta de Narciso acabó por atraer el castigo divino: el joven se enamoró de sí mismo al contemplar su imagen reflejada en las aguas y, desesperado al no poder alcanzar el objeto de su amor ni satisfacer su pasión, permaneció junto al arroyo hasta consumirse.

El mito relata un castigo impuesto a quien transgredió una ley no escrita que se opone a la satisfacción de un deseo. ¿Quién no quisiera tener el poder de Narciso? La juventud y la belleza son dos armas poderosas para conquistar a cualquiera y lograr su rendición incondicional. Someter caprichosamente a los demás es un deseo infantil imposible de eliminar, pero hemos aprendido a negar su existencia. ¿Quién no tuvo que tragarse la rabia muchísimas veces, 59 esperando infructuosamente la llamada de alguna persona significativa? Que la persona importante para un sujeto demuestre la necesidad de estar con él (o con ella) es una confirmación de que la vida vale la pena. Y demuestra que uno es importante para aquel que es tan importante para uno. Sería deseable que eso suceda espontáneamente. Y a veces sucede, pero muchas veces la espera es en vano. Si podemos vengarnos, logrando que los demás estén más pendientes de nosotros que nosotros de ellos; si logramos invertir la dependencia y podemos llevarlos a la desesperación deseando que nos dignemos siquiera a prestarles un poco de atención, entonces el desprecio de Narciso (que en eso consiste la transgresión de la ley) cobra sentido.

2 - Defino al Narcisismo como una necesidad que pertenece a nuestra esencia. Creo que es innata, incluida en el bagaje genético que la naturaleza otorgó al animal humano, igual que al resto de los mamíferos. Es la necesidad que tiene todo sujeto de que otro miembro de la especie lo reconozca como algo valioso, querible, merecedor de vivir en sociedad. Ser considerado importante por otro, que es importante para el sujeto. Nuestra conducta apunta a buscar la satisfacción de esa necesidad impuesta por el Narcisismo. 59

Esto implica tolerar el displacer. La descarga brusca de tensión es placer y dejar que la tensión interior aumente es displacentero; hay un umbral de tolerancia a esa tensión que un sujeto puede aguantar. Por encima de ese umbral, la descarga se impone en forma perentoria, brusca, violenta.

A pesar de nuestros discursos, que claman fervientes deseos de amor al prójimo, en el mejor de los casos ocultamos en el fondo del inconsciente nuestros deseos de ser dioses inmortales que merecen el reconocimiento incondicional de los otros. Narciso era un hermoso muchacho, que, por esos dones naturales, conquistaba el amor de todos. Y se daba el lujo de rechazarlos. No correspondía a nadie. Juventud y belleza. Fácil poder de convocatoria y de seducción. Obtener el poder de Narciso sería la venganza por todas las frustraciones: ¿cuáles? El no ser reconocido como uno quisiera y en el momento que uno quisiera y por aquél que uno quisiera. ¿Una historia de amor? Sí. Si podemos aceptar que el amor es el deseo de esclavizar al objeto amado. Para que cumpla con el deber de reconocer incondicionalmente al que se digna en amarlo. Lo insólito es que cuando dos se aman están sinceramente convencidos de estar dispuestos a cumplir esa promesa por toda la eternidad. Lástima que esta enfermedad, la del enamoramiento, se cura sola. Y cuando aparece la convalecencia de tan dichosa patología, cada cual está convencido de tener el derecho a que el otro debe cumplir esa promesa. Luchamos por el poder para acaparar más derechos y someter con más deberes a los demás. Hay dos formas de intentar satisfacer la necesidad narcisista (la de ser importante para los que son importantes para nosotros). Respetando al otro, lo que conforma un narcisismo socialmente adaptado, sublimado; o, despreciando al otro, lo que conforma al narcisismo perverso. Esta forma de plantear el Narcisismo ilustra nuestra dependencia. No de cualquiera, sino de algunos objetos significativos, importantes, para nosotros. Que conforman los miembros de nuestros grupos de pertenencia. En el enamoramiento, el objeto significativo del que se anhela ese reconocimiento, es uno sólo. Hegel plantea que, en el caso ideal, uno espera ese reconocimiento de todos los otros. Sin embargo alcanzan los miembros del grupo de pertenencia para satisfacer la necesidad del reconocimiento positivo. Y generalmente somos miembros de varios grupos. La presión del narcisismo perverso, sea para someter a los otros, que no se dejan, o para destruir al mundo por las frustraciones que impone al sujeto, es de tal intensidad que se impone alguna vía para descargar la tensión; descargas que pueden ser bruscas, violentas. La neurosis es el mal menor que pagamos de mala gana esperando lograr una convivencia más amable. Pero, sea porque la presión de la hostilidad es demasiado intensa, sea porque las vías de descarga “saludables” son difíciles y escasas, es la descarga violenta el gran problema, tanto para el sujeto como para la convivencia de la especie. 3 - Por su necesidad narcisista, el sujeto forma o es miembro de diversos grupos de pertenencia. Compite para llamar la atención dentro del grupo. Para ser considerado importante. Para obtener todo el poder, todo reconocimiento posible. Pero, dentro del grupo, para que éste sobreviva y para ser aceptado, se debe mantener el control sobre los caprichos y buscar la satisfacción de las apetencias narcisistas “por las buenas”. Se compite entonces para lograr suficiente poder que permita someter al grupo e imponer los caprichos de uno. A un sujeto con suficiente poder, el grupo le tolera la transgresión a la ética que se impone al resto del grupo. En todo grupo humano el que tiene poder, abusa de él. Depende de los elementos que constituyen la identidad del grupo, del poder y de su función y ubicación social, o sea del contexto, la repercusión positiva o negativa que ese abuso de poder obtenga. El grupo de pertenencia tendrá su identidad con raíces en la biología: la familia, la raza, el sexo, el color de la piel, la edad; o en las instituciones que se exponen como orgullosas

adquisiciones culturales: la nación, la religión, la institución política, deportiva o profesional. Dentro del grupo siempre se puede elegir a un miembro y convertirlo en un chivo emisario contra quién descargar la hostilidad. Pero un curioso mecanismo psicológico grupal pone un dramático acento en la convivencia social: Debo reprimir mis caprichos dentro del grupo. Para ser aceptado y para que el grupo pueda sobrevivir. Bien. Pero, como mal menor, vamos a recuperar el poder y los derechos para el grupo de pertenencia. Esa será la revancha. Y el beneficio secundario es el poder grupal que intimida mas que el sujeto aislado. El narcisismo individual queda disuelto en el grupo de pertenencia. Entonces, habrá solidaridad entre nosotros (los Señores) y ellos, los otros, los desgraciados de turno serán los que no merecen la menor consideración. Los argumentos que la inteligencia humana se enorgullece en producir serán los justificativos para que la violencia descargada contra ellos sea absolutamente racional. Este es el fenómeno social que Freud llamó “el narcisismo de las diferencias”. La guerra, sucia o “limpia”, los genocidios, el racismo, la xenofobia, la lucha de clases, son sus manifestaciones. Los mismos argumentos (las diferencias) también justifican la importancia del otro. Uno se enamora de un otro diferente. Y lo admira (o envidia). Por lo que “el narcisismo de las diferencias” puede ser sublimado. La competencia no tiene que ser siempre destructiva. También puede ser productiva. La encontramos en el deporte, en la ciencia y en las artes, como en cualquier encuentro humano (a veces). 4 - Una de las definiciones de enfermedad dice que ésta es un estado caracterizado como la ruptura del equilibrio bio-psico-social que un sujeto puede lograr. Esta definición acentúa la valoración diferencial que merecen los tres niveles: biológico (cuerpo), psicológico (mente) y social (vínculos) y el grado de subjetividad y ambigüedad que tal definición encierra. Debemos reconocer además que la unidad con la cual medimos ese equilibrio está lejos de poseer un grado elevado de exactitud. Pero la intención no es profundizar en el problema de la ambigüedad, aunque ésta contamine inevitablemente el resultado. La intención es agregar o subrayar aspectos de la enfermedad que afecta a la criatura humana. La hostilidad, emparentada con el odio, es la causa necesaria, aunque no suficiente, de la enfermedad y el dolor que ésta produce. La manifestación de la hostilidad a nivel biológico es la enfermedad psicosomática. A nivel psicológico la vemos en la neurosis y en la psicosis, mientras que en el nivel social comprende las manifestaciones patológicas de la lucha de clases que, comenzando con la competencia sado-masoquista que se encuentra en la pareja, llega a la guerra y sus sustitutos: genocidio, guerrilla, represión despiadada, etc. Es evidente que cierto monto de agresividad es necesario para emprender cualquier tarea, por más inocente que ésta sea. La pregunta que se desprende entonces es en qué momento o en qué nivel esta agresividad se convierte en hostilidad. Podemos contestar que el límite se encuentra en el momento en que aparece la intención de dañar, destruir, romper. Y una vez que la agresividad se vuelve hostil entramos en el campo afectivo del odio y de la conducta sádica. Dicho de otro modo: la agresividad puede estar al servicio del amor o del odio, ser constructiva o destructiva, sintónica o distónica con una ética consensual que es la que determina cuál es el límite. En el terreno del odio encontramos la rabia, la furia, la violencia, sentimientos caracterizados por su matiz destructivo. El desprecio al otro semejante es la excusa que justifica el pasaje del amor al odio, ya que el desprecio hace que ese otro semejante aparezca como no merecedor de respeto, razón por la cual puede ser

atacado sin que eso ocasione culpa alguna 1. El otro, en este caso, no es considerado como sujeto sino como objeto. Del desprecio se puede pasar al abuso de poder hasta llegar a la completa aniquilación del otro, convertido en objeto despreciable. Es cierto que existe una frecuencia relativamente grande de matices que colorea tanto el amor como el odio. Convengamos en que todo límite conceptual comprende un monto sutil de ambigüedad insalvable. Así, el respeto puede estar teñido tanto de amor como de odio, pero es evidente que el desprecio, la marginación y el sometimiento sólo pueden ser agrupados del lado del odio. 5 - Los agentes patógenos sociales, las heridas narcisistas, son frustraciones cotidianas inevitables que en mayor o menor medida afectan al Yo, poniendo a prueba su fortaleza para frenar la hostilidad que como consecuencia de la frustración proviene de capas más profundas, del Ello. Es decir, toda frustración, toda herida narcisista, provoca una carga de hostilidad en el Ello. Pero es el Yo el que debe poder frenar de alguna forma esta carga hostil, y en ese poder - no-poder, se manifiesta su grado de fortaleza. El cuerpo humano puede ser defendido en forma más eficaz si el equilibrio entre los conflictos internos logra una adecuada adaptación a un ambiente socio-cultural donde el sujeto se inserta como miembro de un grupo de pertenencia. Si la transacción de los conflictos psíquicos que resultan de las frustraciones cotidianas se resuelve en una conducta hostil que convierte los vínculos sociales del sujeto en relaciones difíciles y distantes, se entra en un círculo vicioso: el sujeto que como resultado de una frustración adopta una conducta hostil sólo provocará dificultades en sus vínculos sociales, y esto a su vez le producirá más frustraciones 60. Normalmente, el Yo combate tanto la hostilidad externa como la interna. La externa proviene de cataclismos de la naturaleza en general (por ejemplo terremotos, maremotos, inundaciones, etc.) y de los otros semejantes en particular. La interna proviene del Ello que demanda incansablemente y no tolera la frustración, y del Super-yo que vigila y censura sus actos. Decimos así que el Yo es un esclavo de tres amos: el Ello, el Super-yo y la realidad externa. Tarea nada fácil si se toma en cuenta que muchas veces estos tres amos dan órdenes contradictorias entre sí. Dependerá de las circunstancias que alguno de ellos adquiera momentáneamente más poder que los otros sobre el Yo. Es así como éste debe repartir la energía disponible, y puede resultar debilitado en uno o varios de estos frentes. Si el Yo fracasa en el control de los impulsos hostiles que surgen en el Ello, éstos atacan a los que deberían ser aliados del Yo: su cuerpo, su mente, su ambiente social. La hostilidad se descargará con alguno de ellos o contra todos. Así, el cuerpo y la mente pueden ser atacados tanto desde adentro como desde afuera. 6 - En 1911, Adler se separa de su maestro, abriendo otros caminos a diversos problemas teóricos del Psicoanálisis. Tras la ruptura, obtiene gran apoyo en los Estados Unidos, lo que provoca un amargo comentario por parte de Freud: "El objeto de esto es presumiblemente salvar al mundo de la sexualidad y asentarlo sobre la agresión". 61 Encandilado por sus propios descubrimientos relacionados con la sexualidad, Freud no otorgaba demasiado valor a los planteos de Adler acerca de la importancia de la agresión. Tras la Primera Guerra Mundial, vencidas las potencias centrales que gozaban de su simpatía y habiendo perdido una hija, Freud escribe en 1920 "Más allá del principio de placer". En este texto otorga un status especial a la agresividad con la introducción del concepto de pulsión de muerte que despierta resistencias entre sus discípulos. Se puede entender la pulsión de muerte como la raíz del impulso de destrucción del ser humano. Es una fuerza que 1

La escuela kleiniana llama a esto "defensa maníaca". Conducta que concreta la "Profecía autocumplidora" Teoría de la Comunicación Humana. pág 96 61 E. Jones Vida y obra de Sigmund Freud. T II pág 147

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tiende a que lo animado vuelva a un estado anterior de inanimación. En definitiva, un intento de Freud por explicar la hostilidad en el individuo y en la sociedad. Vimos cómo la frustración (no lograr satisfacer un capricho, razonable o no) coloca la agresividad bajo el mando del odio en el Ello. Veamos cómo se da este proceso a través de la evolución. El desarrollo individual pasa por una primera etapa donde predomina la intolerancia a la frustración. En esta etapa el sujeto debe aprender a tolerar la frustración, lo que lograría definitivamente en lo que se denomina etapa genital. Así, se considera que la etapa genital es aquélla en la cual tiene lugar la fusión pulsional, es decir, donde el amor ha vencido al odio. De cualquier modo, la agresividad cruza el límite de la hostilidad empujada por la frustración. Ese es su origen: la frustración. Aunque las vicisitudes de su destino pueden ser diversas, el aumento de tensión que se produce al pasar de la agresividad a la hostilidad implica siempre un displacer. Este sólo puede ser tolerado hasta un cierto monto. La "intoxicación" que este aumento de tensión provoca equivale a un dolor del que el sujeto tratará de deshacerse. La tolerancia a la frustración tiene un umbral por encima del cual la descarga de la tensión se hace perentoria. La disminución de esta tensión es el placer buscado. 7 - Ya vimos cómo el monto de tensión que un sujeto puede soportar tiene un límite, pero ¿de qué depende ese límite? ¿Porqué ciertos sujetos pueden tolerar más que otros? Podemos encontrar una respuesta en la conjunción de diversos factores, como el bagaje genético de cada sujeto y su historia personal. Esta interacción de factores determina hasta cierto punto cuál va a ser el monto de tensión (displacer) que el sujeto pueda soportar. La ausencia total de tensión equivale a la muerte, donde tampoco hay placer. El exceso de tensión implica siempre un displacer y una necesidad perentoria de descarga. La forma más saludable de descarga es el acto sexual en una relación compartida. También la sublimación es un camino posible de descarga, ya que convierte la tensión en impulsos socialmente aceptados, como el trabajo, la creación artística y científica, etc. Pero aún así, miles de años de historia parecen demostrar que las frustraciones alimentan tal monto de hostilidad, que en la práctica las experiencias sexuales y las sublimaciones no alcanzan como vías de descarga. El exceso de hostilidad puede dirigirse: contra el propio cuerpo (enfermedad psicosomática) contra el juicio de realidad (refugiándose en la fantasía) contra otros (objetos inanimados o semejantes a uno) La descarga contra el propio cuerpo o contra el juicio de realidad obtiene resultados fugaces y desalentadores. Aclaremos que la elección del camino de descarga también depende de las series complementarias (bagaje genético- historia personal) y que escapa fácilmente al control voluntario. La actitud hostil contra el propio cuerpo puede ser interpretada como un deseo de autocastigo, sea por pretender demasiado o por no conseguir lo que se pretende. Pero un cuerpo enfermo es ya una frustración. El refugio en la fantasía es una defensa útil por un tiempo, pero en definitiva la realidad termina imponiéndose, por lo que la adaptación a ella puede evitar algunas frustraciones. En la fantasía el sujeto puede manejar a los otros semejantes a gusto y antojo, y la capacidad de autosugestión puede convencerlo de que se puede prescindir de los otros en la realidad. No poder satisfacer siempre esta necesidad de reconocimiento positivo por parte de los otros demuestra el fracaso de la fase alucinatoria del deseo. El ataque al juicio de realidad que lo quiere enfrentar con una realidad dolorosa, en vez de ayudar, posterga y complica el problema. La descarga contra otros provoca un notorio placer en el instante en que se efectúa esta descarga. El placer aparece en el momento en que se rompe algún objeto o se insulta, golpea o mata a alguien. Pero después, la culpa por lo hecho puede convertirse en una frustración mayor que la que provocó la conducta hostil. Es evidente que la hostilidad es un serio problema para la convivencia social y predispone el terreno somático para que la enfermedad se asiente. Pero habitualmente, el monto de hostilidad que se produce en un

individuo ¿excede la capacidad yoica de su control? Se puede pensar que el control de la hostilidad depende del interés yoico para efectuarla, pero este planteo nos lleva a algunas cuestiones: * ¿Es una elección posible para el Yo, o se produce un desborde automático superado determinado umbral? * ¿Se resolvería el problema educando al Yo para que éste canalice y regule la descarga por los caminos "saludables"? * ¿Acaso no resulta conveniente y eficaz en determinadas situaciones instrumentar la hostilidad para la conquista y/o defensa de un lugar digno en la sociedad? * ¿Es posible hablar de libertad de elección? * ¿De qué depende la limitación de esa libertad? * ¿Cómo intervienen las circunstancias ambientales? Ser deseado por el objeto significativo, recibir el premio esperado a la sublimación y ser capaz de sublimar para merecer esa respuesta exige la conjunción de diversos elementos que pocas veces se produce. 8 - El ambiente social alienta el uso de la violencia, sea para protestar contra el abuso de poder (huelgas, revoluciones), sea por ofrecer un modelo donde los dividendos del uso de la violencia (corrupción) resultan sumamente tentadores. La unión en una masa humana agrega una sofisticada tecnología a la suma de las fuerzas individuales. Además crea un consenso que diluyendo las conciencias éticas, fortalece la ilusión del abuso impune del poder en contra de los enemigos de turno. ¿Educar a la humanidad? Esta parece ser una tarea que las circunstancias, sometidas al azar, están realizando sin la posibilidad de intervención racional voluntaria. Cabría preguntarse si el curso de la historia y la ideología de los grupos de poder dependen del carisma de sus dirigentes. ¿O será que un dirigente podrá imponer su carisma si interpreta "adecuadamente" las circunstancias históricas de su entorno? Lo que incluye las pretensiones del narcisismo arcaico de sus dirigidos. Creo que las respuestas no están al alcance de nuestra capacidad de reflexión. ¿O son tantas las respuestas posibles que otra vez se impone la ambigüedad? En cuanto a la descarga de violencia, sería interesante comprobar si produce un placer mayor que las otras vías (sublimación, pensamiento). Si la disminución de tensión fuera igual, no debería experimentarse un placer mayor en el orgasmo que en la descarga de furia destructiva. Pero este último camino es más fácil y simple. En efecto, mientras que cualquier objeto puede ser útil para ser destruído en cualquier momento, un/a compañero/a para el acto sexual pocas veces está disponible en el momento deseado.Así, la convivencia como necesidad imprescindible se convierte en un problema de difícil solución a causa de la hostilidad. 9 - La cultura y las distintas sistematizaciones del Principio de Realidad son normas, elaboraciones intelectuales con que la humanidad intenta resolver el problema de la convivencia. La introducción en forma consciente o no, de determinadas licencias en estas sistematizaciones ha permitido una vía de descarga valiosa y eficaz. La necesidad de convivir es un hecho indiscutible, y la dificultad de convivir, también. Parecería que el mal menor consiste en satisfacer la necesidad dentro del grupo y que la dificultad se canalice fuera de él, hacia otros grupos. Otra licencia, empíricamente válida, es la elección tácita de un chivo expiatorio, aún dentro del grupo de pertenencia. Además, la descarga de la hostilidad puede convertirse en un deber (por la presión del consenso social) hacia determinados chivos expiatorios o hacia los desgraciados enemigos de turno. Es como si el discurso fuera: "Esos seres no merecen considerarse humanos, por lo que deben estar a disposición de los Señores, que somos nosotros." Son situaciones cotidianas de la vida social, difíciles de reconocer por la contradicción ética que encierran. La historia y la experiencia cotidiana insiste en señalar la tendencia al abuso de poder, de aquél que lo obtiene. Y todos, cuando pueden, compiten para lograrlo

10 - El análisis de la hostilidad como elemento privilegiado de la patogenia debería sentar las bases en una adecuada terapéutica. Esta debería plantearse ciertas metas, como fortalecer al Yo para que éste pueda cumplir en óptimas condiciones su función de defensa contra la hostilidad, tanto interna como externa, evitando su canalización hacia el cuerpo y convertir la energía disponible en conductas sexuales y sociales, sublimadas. Lograr una adaptación a su ambiente geográfico socio-cultural facilitando lo que podemos entender como una realización constructiva y productiva que satisfaga las necesidades vitales del sujeto. En las series complementarias, tal como las postula Freud, están los elementos a tener en cuenta para esta tarea: - en cuanto al factor constitucional: trabajar sobre el mapa genético es una posibilidad peligrosa que la ingeniería genética comienza a desarrollar. El riesgo es fabricar monstruosidades al capricho de intereses poco éticos. ¿Quién dictamina cuándo lo son? La naturaleza realiza este trabajo a su capricho. ¿Está en condiciones el ser humano de hacerlo mejor? - las experiencias infantiles se refieren a la educación, incluyendo la familia, la escuela y el ambiente socio-económico-cultural. En la historia encontramos dos ejemplos extremos. Exagerada represión, exagerada permisividad. El arte pedagógico todavía no puede ponerse de acuerdo en el sentido de dónde ubicar el equilibrio deseable, ya que los elementos en juego son demasiado sutiles. - las experiencias traumáticas de la vida adulta: ¿hasta qué punto puede ser diseñado desde la teoría el caldo de cultivo que resulta cualquier ambiente social? El azar es un conjunto imposible de aprehender en sus infinitos elementos. Hay una semejanza evidente con las dificultades de la educación. Las series complementarias ya vistas, serían una fórmula de una exactitud asombrosa si sus componentes se pudieran colocar bajo el análisis. En la práctica, el grado de ambigüedad insalvable obliga a modestas reflexiones. Para terminar, diremos que la hostilidad es un enemigo digno del mayor respeto. Y el respeto es una forma sublimada del miedo. El baluarte yoico demuestra a través de la historia las limitaciones de su humilde poder. Las fuerzas enemigas están tanto adentro como afuera del sujeto. No es extraño que la especie humana haya recurrido a la fantasía de uno o varios Dioses omnipotentes para estar en mejores condiciones al enfrentar tales enemigos.

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Nosotros, los Humanos I El Narcisismo en la Naturaleza Humana. La lucha de clases y la guerra son dos fenómenos que siempre han acompañado el desarrollo de la historia humana. No son exclusivos exponentes de nuestra cultura ya que en el resto de la escala zoológica abundan ejemplos que ilustran su dramático rigor. Polos opuestos a los ideales éticos que la inteligencia humana proclama con orgullo, pretenden, con su realidad fáctica señalar los lejanos confines utópicos de la teoría que encuentra la bondad y la solidaridad en el fondo del alma humana y achaca la razón de los hechos que lastiman a nuestra conciencia, a la sociedad y a la cultura. ¿Acaso la realidad social y la cultura no son productos de la especie humana, ingrediente principal de su origen? Si pretendemos acercarnos a conocer las profundidades del alma humana, debemos buscar el común denominador de todos los elementos que componen las expresiones de la humanidad, las comunes con otras criaturas vivientes y las exclusivas del homo sapiens. Ahí podemos encontrar la esencia de lo que nos define. ¿Existe una naturaleza humana, un común denominador de todas las culturas, inmutable en toda su historia? ¿Qué es lo que tienen en común el esquimal con el habitante de New York, con el africano de alguna aldea del Congo, con el paria hindú, con el musulmán de la ex Yugoslavia, con el agente de bolsa de Tokio, con el Papa, con Pinochet, con Pasarella, con Sigmund Freud, con Maria Callas, con Eva Perón, con el niño Mapuche, con el vigilante

de la esquina, con cualquier linyera, con un esquizofrénico, con Billy Gates, con cualquiera de nosotros, etc, etc, etc? Si buscamos la conducta cultural común, debemos dejar de lado las conductas motivadas simplemente por los rasgos característicos biológicos: la posición erecta, la formación de la pinza manual, la comunicación digital, etc (no está muy claro cuál es el límite entre lo biológico y lo cultural ya que la comunicación digital es tanto un producto biológico -las cuerdas vocales y determinado desarrollo cerebral- como cultural -los distintos idiomas-). Quizás el común denominador que buscamos no es una característica exclusiva humana, sino algo heredado que compartimos con nuestros antecesores y con nuestros primos en la escala zoológica. Pero de ese modo, esos ejemplares humanos mencionados serían iguales a los leones, los lobos, los monos, etc, lo que es absurdo. ¿Entonces? Más bien parece que lo que caracteriza al ser humano es un fondo común con los otros mamíferos, cubierto por un manto cultural, producto de una capacidad biológica que no poseen los otros mamíferos. La biología otorga al animal humano una inteligencia y una habilidad muy distinta al resto, lo que ha permitido, o más bien obligado a un desarrollo tecnológico que supera al conjunto de las habilidades que muchas especies exhiben en forma aislada y limitada a su anatomía. Completamos al común denominador buscado con ambos ingredientes: El fondo común con otras especies y la cubierta cultural producida por su exclusivo potencial biológico. Es la comunicación digital y el uso de artefactos diversos (armas, jarros, cuchillos, picos, palas) lo que caracteriza a la capa cultural. O sea, su exclusiva inteligencia y habilidad modulando a una base común con otras especies, caracteriza al animal humano. ¿Cuál es el fondo común? ¿Cómo lo descubrimos? ¿Cómo se manifiesta? Tratemos de ver el común denominador entre los mamíferos, intentemos de quitar el aditamento que depende de la inteligencia y de la habilidad humanas exclusivas. Dentro de la condición gregaria, la lucha por el poder, por el status y por el territorio, caracteriza el vínculo social, el narcisismo, de estas especies. Es posible que ni siquiera estemos ante algo exclusivo de los mamíferos, sino que esto también esté en otras especies “inferiores”. Quizás la lucha por el poder equivale a la lucha por la vida y el grado de desarrollo de la inteligencia y de la habilidad, características de cada especie, modulan a aquella, determinando la “esencia”, la “naturaleza de la especie”. En el ser humano también se presenta el narcisismo, definido por:  la necesidad del reconocimiento de algún semejante significativo [Hegel] Esto significa: la necesidad de ser importante para aquél que es importante para uno. Lo que confirma una definición del narcisismo (complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación) pero invalida otra (que el narcisismo sea una etapa anobjetal, y que la megalomanía pueda presentarse junto al extrañamiento del mundo exterior 62)  una competencia narcisista (para lograr un poder, que nunca será suficiente)  la necesidad de algún, o algunos, grupos de pertenencia El grupo de pertenencia es un producto que el ser humano aprendió a copiar de la familia, el grupo natural de pertenencia del que no se puede prescindir. Los demás, los otros grupos de pertenencia, son ampliaciones de algún aspecto de la familia, elaborados con la ilusión de concretar esos aspectos idealizados del crisol familiar. Las religiones, los nacionalismos, los clubes deportivos, las instituciones profesionales, los de mi sexo, los de mi color de piel, son algunas justificaciones “racionales”. 62

Que Freud plantea como característica de la psicosis, en 1914.

Así como una familia puede unirse contra “los otros”, no deja de haber una competencia narcisista en su seno. Igual que todo grupo de pertenencia, que puede unirse contra otros, sin que sus miembros dejen de luchar por el poder, entre ellos. Llamémosla lucha por el poder, lucha de clases o competencia narcisista, está siempre presente en la vida social.  Un extraño mecanismo de la psicología social humana ofrece la posibilidad de diluir en el grupo de pertenencia al narcisismo individual; buscando la revancha de las ofensas narcisistas que un sujeto debe tolerar a nivel individual. Lo que agrega otro nivel de conflictos: el intergrupal. Unas palabras de Freud acerca del desarrollo de la civilización: “La satisfacción que el ideal cultural procura a los partícipes de una civilización es de naturaleza narcisista y reposa en el orgullo del rendimiento obtenido. Para ser completa precisa de la comparación con otras civilizaciones que han tendido hacia resultados distintos y han desarrollado ideales diferentes. De este modo, los ideales culturales se convierten en motivo de discordia y hostilidad entre los distintos sectores civilizados, como se hace patente entre las naciones. La satisfacción narcisista, extraída del ideal cultural, es uno de los poderes que con mayor éxito actúan en contra de la hostilidad adversa a la civilización, dentro de cada sector civilizado. No sólo las clases favorecidas que gozan de los beneficios de la civilización correspondiente, sino también las oprimidas participan de tal satisfacción, en cuanto el derecho a despreciar a los que no pertenecen a su civilización les compensa de las limitaciones que la misma se impone a ellos. Cayo es un mísero plebeyo agobiado por los tributos y las prestaciones militares, pero es también un romano, y participa como tal en la magna empresa de dominar a otras naciones e imponerles leyes.” S Freud (1927) El Porvenir de una Ilusión Hasta aquí, los aspectos narcisistas que la especie humana comparte con otras especies. La capa cultural modulada por su exclusiva inteligencia y habilidad sería:  su habilidad e inteligencia lo convirtieron en el animal más poderoso de la escala zoológica. La tecnología ha superado cualquier habilidad de otra especie envidiada por el ser humano: la vista del lince fue superada por el microscopio electrónico y el telescopio espacial; la velocidad del chita queda muy atrás del tren bala; la altura que alcanza en su vuelo el águila es insignificante frente a la que alcanzan los satélites espaciales; la fuerza del elefante y proporcionalmente la de la hormiga no se compara con muchas maquinarias manejadas por computadoras. La medicina, la cirugía, la ingeniería electrónica, genética, civil, son otras muestras concretadas por nuestra inteligencia y nuestra habilidad, que con merecido orgullo nos permite competir con el poder de la naturaleza, aunque aún estamos lejos de alcanzarla. En el campo intelectual, nuestra inteligencia ha desarrollado un campo científico, base del desarrollo tecnológico y de una ética que pretende regular los vínculos humanos y mejorar la convivencia de la especie. Igualmente disfrutamos en el arte del orden impuesto al caótico poder creador del proceso primario. No debería ser motivo de orgullo lo que la tecnología ha producido en el campo militar. Poderosas armas destructivas quizás ya están en condiciones de destruir no solamente al ser supuestamente mas hábil e inteligente, sino a todo vestigio de vida en el planeta.  la división del aparato psíquico, cuya función es administrar las necesidades del cuerpo,

en: - una parte Inconsciente (el Ello) donde intenta su reinado el Principio de Placer, con su intolerancia a la frustración. - y una parte Consciente (el Yo) regido por el Principio de Realidad cuya normatización produjo las distintas culturas, contradictorias en su contenido pero intentando todas controlar los caprichos del Ello. Dos niveles intrapsíquicos del conflicto psíquico: intersistémico (entre el Yo y el Ello) e intrasistémico (entre las distintas normatizaciones internalizadas en el Ideal del Yo). La conducta del ser humano es una resultante transaccional de los conflictos anteriores. La historia señala que la ética del iceberg es contundente: es el Ello el que marca el rumbo. Lo que puede resultar lógico si tenemos en cuenta que en el mapa genético hay apenas un pequeño porcentaje de lo humano exclusivo, mientras que el resto lo compartimos.  la posibilidad de negar la existencia del Inconsciente por medio de la mentira y de la autosugestión; de proyectar para externalizar el conflicto intrapsíquico; y de racionalizar produciendo argumentos de todo tipo. La política del avestruz (lo que no veo, no existe) que instrumenta el Yo para evitar la angustia. La cultura cubre con un barniz social de elegante hipocresía a la pulsión narcisista, protegiéndola y ocultándola como la ropa al cuerpo.  la posibilidad de conocer al Inconsciente; como el control del Ello es imprescindible para una convivencia amable, resulta inevitable el conflicto intrapsíquico. En síntesis, en la especie humana, el conflicto entre los distintos aspectos del narcisismo, se da en cuatro niveles. En el aparato psíquico: - intersistémico: entre un narcisismo infantil y un narcisismo adulto (con mayor peso para el primero). - intrasistémico: entre los ideales normativos del Superyo En la vida social: - el intragrupal: dentro del grupo ¿quién es más importante? ¿quién tiene más derechos? ¿quién detenta la autoridad? - el intergrupal: en la sociedad humana ¿cuál grupo es más importante? ¿cuál tiene más derechos? El desarrollo de la inteligencia y de la habilidad produjo las diversas culturas del hombre, en las que sobresale el inaudito e incontenible avance de la tecnología, tanto como ideales utópicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Junto a infinitos argumentos que permiten ocultar la propia naturaleza; y conceptos producidos por la cultura como Dios (las religiones) y la Patria (los nacionalismos). El psicoanálisis es también una teoría psicológica. Sus postulados básicos nos hablan de un Inconsciente eficaz y de su consecuencia: el conflicto psíquico. Freud ha sido un brillante investigador; señaló que dentro de cada uno de nosotros hay algo desconocido de cuya eficacia da cuenta lo mas insólito y desagradable de nuestra conducta. Su descripción del Sistema Inconsciente donde rige el Principio del Placer, el Proceso Primario y la Identidad de Percepción, es producto de una mente genial. Por mucho tiempo seguiremos discutiendo el alcance de estos descubrimientos. Hallazgos que acentúan una esencia humana que desmitifica a nuestro ser.

"...el ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación pulsional una buena cuota de agresividad. En consecuencia, el prójimo no es solamente un posible auxiliar y objeto sexual, sino una tentación para satisfacer en él la agresión, explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo, usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su patrimonio, humillarlo, infligirle dolores, martirizarlo y asesinarlo. "Homo homini lupus": ¿quién, en vista de las experiencias de la vida y de la historia, osaría poner en entredicho tal apotegma? Esa agresión aguarda por lo general una provocación, o sirve a un propósito diverso cuya meta también hubiese podido alcanzarse con métodos mas benignos. Bajo circunstancias propicias, cuando están ausentes las fuerzas anímicas contrarias que suelen inhibirla, se exterioriza también espontáneamente, desenmascara a los seres humanos como bestias salvajes que ni siquiera respetan a los miembros de su propia especie.[]...de ahí, también, el mandamiento ideal de amar al prójimo como a sí mismo, que en la realidad efectiva sólo se justifica por el hecho de que nada contraría más a la naturaleza humana originaria. Pero con todos sus empeños, este afán cultural no ha conseguido gran cosa por ahora. La cultura espera prevenir los excesos más groseros de la fuerza bruta arrogándose el derecho de ejercer ella misma una violencia sobre los criminales, pero la ley no alcanza a las exteriorizaciones más cautelosas y refinadas de la agresión humana." 63 ¿Porqué un Sistema Inconsciente? Sin el control que impone el Sistema Preconsciente, su manifestación sería el caos. Eso justifica al Sistema Preconsciente ¿Qué justifica al Sistema Inconsciente y su desconocimiento? ¿Cuál es la razón de la represión? ¿Cuál es el peligro temido que origina al dolor psíquico expresado en la angustia? ¿Equivale esto a preguntar cuál es el sinónimo de castración? Asumir la responsabilidad de nuestra conducta, si ésta no es bien vista por los que nos rodean, no es agradable. Si uno no se porta bien, no lo quieren. Y el ser querido, es una necesidad primordial. Es tentador transgredir la Ley si se pueden evitar las consecuencias. En muchas ocasiones hay ganas de portarse muy mal. No es fácil soportar la presión de lo reprimido. Cuando se impone un impulso destructivo por frustraciones que no se quiere o no se puede tolerar entonces ya no importa el rechazo del otro. El problema se reduce a hacerse temer, si no puede hacerse querer. Cuando el Proceso Primario desarrolla su genialidad creadora en el campo de la fantasía, convirtiendo en gratificación a las inevitables frustraciones, abren el camino a la sublimación en la ciencia y en el arte. En estas ocasiones el Sistema Inconsciente puede superar los controles racionales que el Principio de Realidad pretende imponer, sea para destruir los diques que imponen un control ético a la conducta, como para posibilitar una productiva colaboración entre ambos sistemas a costa de una riesgosa despreocupación del juicio de realidad. Necesitamos que nos tengan en cuenta, que nos respeten y que nos deseen. Por lo que debemos portarnos bien. Si logramos vernos buenos y no tener que tomar conciencia de las ganas de portarnos mal, nos sentimos mejor. Hay más confianza y más seguridad de que nos van a respetar. Ver, reconocer las tendencias perversas simplemente duele. Más aun, reconocer una conducta inadecuadamente abusiva con algún chivo emisario. Y es ese dolor el que se intenta evitar. Dolor que anticipa lo temido: el rechazo del otro necesitado. Lo que acentúa la dependencia. Lo que justifica el ocultamiento es el miedo al rechazo, a la marginación, a la soledad y al desamparo.

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Freud 1930 El malestar en la cultura AE T XXI pág 109

Resultado: se rechaza de la conciencia lo que no es soportable. Ya que no se puede desprender de esos deseos. Si en algún momento se los actúa, en el instante siguiente se proyectan, se niegan, se racionalizan, se esconden. No soy malo, no tengo envidia, no deseo mal a nadie. Tampoco miento. Por lo tanto soy querible. Si tengo una actitud reprochable, no es culpa mía. Es mi Inconsciente al que no puedo dominar, del que no tengo control. Y el Inconsciente da muestras de su vitalidad. II La ilusión; un paliativo válido. Fieles servidores del Principio del Placer y favorecidos por una brillante inteligencia, el destino humano ha consentido el encumbramiento de la ilusión. Que la fuerza de la razón es su estandarte, no puede ser menos que una ilusión más, cuya existencia, la trampa de la lógica nos ofrece como paradigma de tal argumento. Al imponer la ilusión de un supuesto orden, a la criatura cuyos privilegios y poderes llegaron a competir con el omnipotente azar, alcanzando el nivel cada vez mas cercano a todos los dioses, que su asombrosa imaginación, a su imagen y semejanza ha creado, persiguiendo la excelencia a la que pretende unir su existencia. Surgida del mismo enjambre que los primeros balbuceos pensantes que orgullosamente bautizamos con el nombre un tanto pomposo de ciencia, la filosofía insiste en condenar al descrédito a la única tabla de salvación, que con todas sus falencias, nos acerca, siquiera por instantes fugaces, al deseo de vivir, al reino de la felicidad. Los avatares del reino de la realidad, con profundo desprecio al desesperado intento intelectual que realizan sin descanso los curiosos habitantes de un minúsculo rincón del Universo, bastante lastimados ya en sus esfuerzos por mantener a flote un maltrecho oasis de megalomanía, niegan sarcásticamente el valor de toda escala de valores, indiferentes al dolor intolerable que una afirmación semejante puede provocar en las enormes masas humanas cuyo destino es ser los parias, las víctimas, de esos valores. La apenas conocida e inconmensurable realidad, supera todo intento de ser medida por cualquiera de las escalas de valor que nos empeñamos en producir ávidos de mostrar los hijos dilectos de una capacidad de discurrir en un nivel de abstracción fácilmente convertible en un juego intelectual que, en los raptos de delirio consensuado sugiere la ilusión de dominarla. Tal ilusión de dominio, reconocemos como imprescindible e inevitable. El narcisismo, la ilusión humana de Ser valioso, importante, querible, legítimo paradigma, categoría de valor que otorgamos caprichosamente a tal afirmación no por ello menos ilusoria, con el que adornamos el vacío de nuestra existencia, impone esta norma como necesidad inalienable a nuestro psiquismo. Toda escala de valor, que en algún nivel sugerimos denominar ideología, no deja de ser una frágil ilusión por mas beneficio o daño que pueda sembrar en las mismas criaturas que la generan, fortalecen, apoyan o combaten. A través del tamiz que los delgados hilos de las innumerables escalas de valor construyen e imponen a nuestra percepción, la realidad toma para nosotros, status de existencia. No, no nos atrevemos a desmitificar la ilusión. Pretendemos, por lo contrario, rendirle sincero y merecido homenaje a un ingrediente vital, imprescindible para que un sujeto humano se avenga a transitar por un jardín de rosas defendido por infinitas y peligrosas espinas. ¿Acaso podemos encontrar en la cultura de la especie algún elemento significativo no contaminado por nuestra heroína? ¿Acaso no usamos constantemente en cualquier conducta, en el más amplio sentido que podamos dar a ese término, esas supuestas sutiles defensas que son las escalas de valor? Pero aquí nos encontramos con un problema que colocaremos en una escala vertical, dictaminando que, hasta ahora, nos hemos movido en una supuesta escala horizontal, ilustrando, de paso, lo complejo y arbitrario, lo ilusoria, que es toda escala de valor. Podemos defendernos de todo aquello que molesta, simplemente, negando su existencia o alterando su valor. La ilusión, en su juego dialéctico con la razón y la lógica, demuestra su poder. Y

la inteligencia humana coloca su inaudita capacidad de producir argumentos de toda índole, a su disposición. La realidad no es una ilusión. Sí lo es toda escala de valor, que oculta el deseo narcisista del que tiene el poder de imponer tal escala de valor. La posibilidad de satisfacer ese deseo narcisista no deja de ser una efímera esperanza por lo que sería mejor denominarla también ilusión. Más allá de toda escala de valores hay una realidad. Pero si esta realidad, alguno de los millones de elementos que la componen, roza el narcisismo humano, automáticamente es modulada por la ilusión, cualquiera de las escalas de valor o ideologías que el narcisismo sostiene. Únicamente tamizada por una escala de valor producida por el narcisismo, podemos relacionarnos con la realidad. Es imposible ser imparcial, objetivo, frente a cualquier elemento de la realidad. En segundo lugar está la incógnita sobre cuál narcisismo, a qué individuo o grupo pertenece, el que determina la escala de valor en juego. ¿Qué intereses defiende? o sea: ¿a quién perjudica? III La Hipocresía; una forma elegante de negar la realidad. Es asombroso como mentimos convencidos de que somos sinceros. Totalmente persuadidos que decimos la verdad, nos invade una sensación de plenitud, de seguridad; fácilmente convertible en hostilidad, si alguien se atreve a poner en duda, con o sin fundamento, nuestra sinceridad. Si aún hay alguien que duda de la existencia del Inconsciente, ésta debería ser una prueba concluyente de su eficaz existencia. El Inconsciente se enoja si alguien se atreve a mostrar lo que se empeña en ocultar. Si la denuncia se produce por un observador externo, se confirma que “es mas fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio”. En el que se había producido el ocultamiento, la disociación entre el Inconsciente que se quiere ocultar y el resto de la persona que no puede dejar de someterse a su autoridad, es un serio contratiempo darse cuenta de lo que sucede en su interior. Si hace un instante creyó ser sincero, lo que significa ser honesto, bueno, querible; tener que cuestionar esto significa tener que aceptar lo contrario. O, por lo menos, que hay aspectos de uno .... De merecer un justificado premio por portarse bien, se pasa a merecer el desprecio y castigo por mentiroso. Esto que primero suena injusto, lógicamente para la víctima inocente de su propio Inconsciente que sería el único culpable, al tener que reconocer que después de todo el Inconsciente es parte de uno, justifica el corto-circuito que se produce en su aparato psíquico. El dueño de casa se siente estafado, engañado y, de yapa, un tonto por no ser capaz de conocer lo que pasa en su propia casa. Lo que acá estamos describiendo, es parte habitual de la realidad que conforman las relaciones humanas, que parecen deslizarse en un nivel dominado ampliamente por el Inconsciente, por lo tanto desconocido para los actores que intervienen en el juego. En ese nivel de la realidad, se comunican Inconsciente con Inconsciente existiendo un acuerdo tácito universal de negar que se esté jugando este juego. ¿En qué consiste el juego? Una competencia narcisista de todos contra todos. Popularmente llamada lucha por el poder, por el territorio y por el status. El pacto, por ser tácito, es también Inconsciente. Pero es entonces un arma para moverle el piso a cualquiera con sólo denunciar todo esto. O sea, la denuncia rompe un pacto de caballeros. Ocultar lo que uno piensa y decir otra cosa para quedar bien, suele llamarse hipocresía, un concepto que pone las cartas sobre la mesa. Hipocresía denota un acto perverso, malo. Denunciar la hipocresía, que equivale a denunciar un pacto de caballeros, también. No creemos que sea posible eliminar la hipocresía. No podemos imaginarnos la comunicación humana sin ella. El lenguaje analógico (pre y para-verbal) comunica Inconsciente con Inconsciente. Aclaremos que puede hacerse consciente. Con el riesgo, o el poder, de romper en cualquier momento el pacto de caballeros, de mantenerlo a un nivel Inconsciente o, por lo menos, callado. El Psicoanálisis rompe el pacto de caballeros. Pretende que el sujeto conozca su Inconsciente. Que haga Insight. Que asuma la responsabilidad de sus actos.

Realmente ¿uno quiere conocerse? Andar por el mundo sabiendo que uno, en el fondo, es un ser perverso y despreciable y que todos lo son, mejor dicho, lo somos, no es fácil de tolerar. Y como hay un consenso que niega todo esto, con tal insight uno puede sentirse muy sólo. En el Inconsciente, en el mejor de los casos, seguimos siendo toda la vida criaturas caprichosas, arrogantes, prepotentes, intolerantes a la frustración. Ese fondo está cubierto por una delgada capa de barniz social que permite, al introducir una imprescindible hipocresía, una convivencia mas o menos, cada vez menos que más, aceptable, por lo menos, para algunos. Someterse a un análisis, donde otro tiene el derecho de denunciar el “derecho privilegiado” al reconocimiento incondicional que uno pretende de los otros, aunque sea sin saberlo, es una actitud audaz. Lo que coloca en el proceso terapéutico, en primer plano, a la función continente. IV El Narcisismo de las diferencias. Si el Psicoanálisis nos revela las profundidades del alma debe poder aportar alguna explicación a los productos sociales tanto positivos como negativos siendo la vida social la interacción de la especie humana. Debe aportar algún elemento para la comprensión de los dos fenómenos mencionados: la lucha de clases y la guerra. Debe ser posible un encuentro articulado entre Psicoanálisis y las ciencias sociales. Camino que Freud recorrió con sus escritos sociales: El Porqué de la Guerra. Psicología de las Masas. El Porvenir de una Ilusión. El Malestar en la Cultura. Etc. La Teoría Vincular del Narcisismo presentada, sosteniendo que toda relación objetal es narcisista y que nunca se supera al narcisismo, no coincide con la descripción del Narcisismo hecha por Freud en 1914 que opone una libido objetal a una libido narcisista y presenta al Narcisismo como una etapa del desarrollo. Sin embargo, subrayo el concepto de "Narcisismo de las diferencias" que Freud expone en las siguientes citas: 1918. El Tabú de la Virginidad: "Con expresiones que difieren poco de la terminología empleada por el Psicoanálisis Crawley señala que cada individuo se separa de los demás mediante un "taboo of personal isolation" (tabú de aislamiento personal) y que justamente en sus pequeñas diferencias no obstante su semejanza en todo el resto se fundamentan los sentimientos de ajenidad y hostilidad entre ellos. Sería seductor ceder a esta idea y derivar de ese "narcisismo de las pequeñas diferencias" la hostilidad que en todos los vínculos humanos vemos batallar con éxito contra los sentimientos solidarios y yugular al mandamiento de amar al prójimo. 64 1921. Psicología de las Masas y Análisis del Yo : "Consideremos el modo en que los seres humanos en general se comportan afectivamente entre sí. Según el famoso símil de Schopenhauer sobre los puercoespines que se congelaban, ninguno soporta una aproximación demasiado íntima de los otros. "Un helado día de invierno los miembros de la sociedad de puerco-espines se apretujaron para prestarse calor y no morir de frío. Pero pronto sintieron las púas de los otros y debieron tomar distancias. Cuando la necesidad de calentarse los hizo volver a arrimarse se repitió aquél segundo mal y así se vieron llevados y traídos entre ambas desgracias hasta que encontraron un distanciamiento moderado que les permitía pasarlo lo mejor posible." "De acuerdo con el testimonio del Psicoanálisis casi toda relación afectiva íntima y prolongada entre dos personas -matrimonio amistad, relaciones entre padres e hijoscontiene un sedimento de sentimientos de desautorización y de hostilidad que sólo en virtud de la represión no es percibido. Está menos encubierto en las cofradías donde cada miembro disputa con los otros y cada subordinado murmura de su superior. Y esto mismo acontece 64

Freud 1918 El tabú de la virginidad. AE T XI pág 195

cuando los hombres se reúnen en unidades mayores. Toda vez que dos familias se alían por matrimonio cada una se juzga la mejor o la mas aristocrática a expensas de la otra. Dos ciudades vecinas tratarán de perjudicarse en la competencia; todo pequeño cantón desprecia a los demás. Pueblos emparentados se repelen, los alemanes del Sur no soportan a los del Norte, los ingleses abominan de los escoceses, los españoles desdeñan a los portugueses. Y cuando las diferencias son mayores no nos asombra que el resultado sea una aversión difícil de superar: los galos contra los germanos, los arios contra los semitas, los blancos contra los pueblos de color...[]"En las aversiones y repulsas a extraños con quienes se tiene trato podemos discernir la expresión de un amor de sí, de un narcisismo, que aspira a su autoconservación y se comporta como si toda divergencia respecto de sus plasmaciones individuales implicase una crítica a ellas y una exhortación a remodelarlas. No sabemos porqué habría de tenerse tan gran sensibilidad frente a estas particularidades de la diferenciación; pero es innegable que en estas conductas de los seres humanos se da a conocer una predisposición al odio, una agresividad cuyo origen es desconocido y que se querría atribuir a un carácter elemental."65

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Freud 1921 Psicología de las masas AE T XVIII pág 96

1930. El Malestar en la Cultura: "No es fácil para los seres humanos evidentemente renunciar a satisfacer ésta su inclinación agresiva; no se sienten bien en esa renuncia. No debe menospreciarse la ventaja que brinda un círculo cultural mas pequeño: ofrecer un escape a la pulsión en la hostilizacion a los extraños. Siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos con tal que otros queden fuera para manifestarles la agresión. En una ocasión me ocupé del fenómeno de que justamente comunidades vecinas y aun muy próximas en todos los aspectos se hostilizan y escarnecen: así españoles y portugueses, alemanes del Norte y del Sur, ingleses y escoceses, etc. Le di el nombre de "narcisismo de las pequeñas diferencias" que no aclara mucho las cosas. 66 Las diferencias identifican al destinatario de los impulsos hostiles o del deseo de posesión. Los impulsos hostiles son productos de las frustraciones y el deseo de posesión pretende la completud. Mientras uno busca lo imposible, los otros surgen de lo inevitable. El deseo de posesión sublimado lleva a respetar al objeto deseado y a mantener un vínculo amable con él, encontrando también en las diferencias los motivos para ello. A través de las diferencias se canaliza la necesidad de amar y de odiar: la necesidad de mantener un vínculo con algún otro semejante. Nuevamente se acentúa la dependencia de los otros, lo que justifica incluir dentro de la esencia humana al espíritu gregario. Aunque sean contadas las ocasiones en que el "narcisismo de las diferencias" provoque relaciones amables, comparado con la gran variedad de ejemplos que violan los principios éticos. El mandato de la naturaleza se cumple en una relación con uno sólo de los otros. La retribución de la naturaleza al trabajo de la reproducción es un placer cuya búsqueda es suficiente motivo para su realización. En cambio, la solidaridad con los otros no recibe la misma recompensa y el placer que obtiene, cuando lo obtiene, es llamativamente menor que un ataque de furia destructiva. Porque la descarga brusca produce una sensación de placer, en el momento de la descarga, tan intensa que compite con la sensación subjetiva del orgasmo sexual. El miedo a la soledad se supera en la relación con muy pocos de los semejantes, que abundan. Y como la ilusión de omnipotencia en la masa permite diluir los controles sociales para descargar las tensiones acumuladas, se justifica la guerra, pudiendo servir para el mismo propósito la competencia deportiva. Si bien hay deportes que compiten seriamente en sus demostraciones de crueldad con la guerra, el resultado desastroso es incomparablemente mayor en la guerra. La competencia deportiva es un camino muy serio para reemplazar la guerra. Las ventajas serían inmensas. Si esto no se hizo es porque la guerra debe tener alguna ventaja. Posiblemente “la ventaja” sea la mayor destrucción y crueldad que permite. De ser ésta la "necesidad" que satisface, no podemos estar muy orgullosos de nuestra esencia.

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Freud 1930 El malestar en la cultura AE T XXI pág 111

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V La Identificación. Según Freud, en la masa se tolera la especificidad del otro y no se siente repulsión alguna hacia él por una ligazón libidinosa entre sus miembros. En Psicología de las Masas y Análisis del Yo, Freud sostiene: "El amor por sí mismo no encuentra mas barrera que el amor por lo ajeno, el amor por objetos. En este punto se preguntará si la comunidad de intereses no tiene que llevar en sí y por sí y sin contribución libidinosa alguna a la tolerancia del otro y la consideración por él. Responderemos a esta objeción diciendo que de ese modo ni siquiera se produce una restricción duradera del narcisismo pues aquella tolerancia no dura mas tiempo que la ventaja inmediata que se extrae de la colaboración del otro.67 Comoquiera que fuese el valor practico de esta disputa disminuye si se repara en que según lo ha mostrado la experiencia en la cooperación se establecen por regla general lazos libidinosos entre los compañeros lazos que prolongan y fijan la relación entre ellos mucho mas allá de lo meramente ventajoso.... "Y en el de la humanidad toda al igual que en el individuo solamente el amor ha actuado como factor de cultura en el sentido de una vuelta del egoísmo en altruismo.... "Por tanto si en la masa aparecen restricciones del amor propio narcisista que no tienen efecto fuera de ella he ahí un indicio concluyente de que la esencia de la formación de masa consiste en ligazones libidinosas recíprocas de nuevo tipo entre sus miembros.... 68 Para Freud la índole de esas ligazones existentes en el interior de las masas serían las identificaciones. Mi opinión es, que igual que la necesidad de un grupo de pertenencia y de referencia, el instinto gregario es una consecuencia directa de la necesidad narcisista primordial que la origina: la necesidad que tenemos de que otro ser humano nos reconozca como tal. Lo que en un momento significa ser deseado como objeto sexual, en otro momento será ser valorado y respetado como miembro de la comunidad. Y es el miedo a la soledad, al desprecio, a la marginación y al 67

En desacuerdo con Freud creo que así sucede, en efecto. Entiendo que es justamente la comunidad de intereses la que provoca la ligazón libidinosa entre los miembros, convirtíéndolos en objetos significativos entre sí. Dejan de serlo automáticamente cuando desaparecen los intereses comunes. 68 Freud 1921 Psicología de las masas AE T XVIII pág 97/98

desamparo el que nos lleva a elaborar el Complejo de Edipo y a someternos a la ley. El miedo nos lleva a aprender a sublimar, a respetar el narcisismo del otro, a compartir y a colaborar con él, a ser solidarios. El miedo es suficiente motivo y es un ingrediente imprescindible para toda educación. El interés que motiva la formación del grupo y de la masa es obtener la satisfacción de la necesidad narcisista primordial y evitar lo temido. En este sentido el grupo y la masa no son más que objetos contrafóbicos. El grupo y la masa se mantienen unidos mientras el interés de contar con el reconocimiento positivo de los otros miembros exista. Formado el grupo o la masa, los otros miembros se convierten en objetos significativos de los que se espera el reconocimiento necesario para una adecuada autoestima. El narcisismo nunca se convierte en altruismo. Nunca se renuncia a la satisfacción de la necesidad narcisista primordial. Pero la vida social impone ocultar (ya que no se puede eliminar) la pretensión de que los demás sean esclavos de uno y felices de serlo. El barniz social cubre esto presentando una fachada de elegante hipocresía, mostrando una disposición altruista que la autosugestión perfecciona, convirtiéndola en sincera convicción. Y hay que reconocer que la vida social sin esa cuota de hipocresía, sería mucho más difícil. En la masa el reconocimiento de los otros junto al poder de su número genera tal confianza que generalmente se dejan de lado controles éticos en la relación con los "despreciables" de turno. 69 En cuanto a la identificación el motivo es el mismo: el miedo. La criatura pretende identificarse (ser como...) con el adulto idealizado. En la fantasía este adulto lo puede todo. Es evidente el desamparo y la indefensión de la criatura y que el adulto "puede" mucho más. La idealización completa la perfección del modelo, que el azar y no la criatura, ha elegido. En el grupo o en la masa la identificación entre los miembros también ayuda a superar el miedo a los mismos elementos. Se crean hábitos, adornos o uniformes que resaltan esta identificación eliminando las diferencias, elevando a los miembros a la categoría de "Señores" con derechos exclusivos, que merecen el deber de sumisión de los otros. Así se intenta recuperar para el grupo el narcisismo prepotente y arrogante al que se tuvo que renunciar a escala individual. Encontrando el Narcisismo en la esencia del ser humano tratamos de entender a partir de él las manifestaciones patológicas de la vida social humana. A diferencia de la enfermedad mental individual que quizás en determinadas ocasiones podemos curar, no parece haber remedio contra esa lamentable carga que es la injusticia social de la división en clases sociales y la guerra. Sería necesario modificar la esencia humana. Quizás un ser más evolucionado pueda superar lo que se ha dado en llamar el núcleo reptílico o la defensa del territorio y la lucha por el status. Quizás entonces fenómenos sociales como la cooperación y la solidaridad dejen de ser raras excepciones convirtiéndose en una tendencia concreta y habitual. En la "Teoría de la Comunicación Humana" se insiste en remarcar que aquél que no coincide con la forma personal de ver la realidad, obtiene uno de los dos juicios posibles: o es un delincuente o es un loco. Según la Teoría Vincular del Narcisismo, estos juicios son adjudicados (lo que puede ser Inconsciente) al que se niega a satisfacer los caprichos del sujeto, por lo que debe ser castigado y aún aniquilado. En todo grupo humano algún miembro se hace cargo (cual chivo emisario) del caos que lleva a la enfermedad mental grave. La sociedad humana descarga muchas tensiones con la guerra o en algún genocidio, en algún lugar pero a todo lo largo de la historia. Que la manifestación patológica de la agresividad se limite en su exteriorización contra los miembros de otro grupo y a duras penas se mantenga controlado dentro del grupo de pertenencia, es un esforzado logro no muy habitual ni duradero. Esto eleva a la categoría de utopía la pretensión de 69

En la conducta de la masa podemos encontrar la aspiración del narcisismo arcaico. Una especie de Yo Ideal colectivo que, normalmente, está reprimido. Por lo tanto, la conducta de la masa, también es un camino para conocer al Inconsciente.

una justicia social para la especie humana. A pesar de ello, sería mucho mas agradable para todos y el avance tecnológico, merecido orgullo de la cultura humana, permite fácilmente su instrumentación. Si habría voluntad, en los dueños del poder, de hacerlo. Así la humanidad se divide en a) la mayoría que quisiera la justicia social, pero no tiene ninguna posibilidad de imponerla b) una minoría que podría imponerla pero no le interesa y c) otra minoría que, si ayer quería pero no podía, si hoy podría, ya no quiere. VI Un Enfoque De La Problemática De La Sublimación Portarse “Bien” ¿Qué significa esto? ¿Porqué y para qué? "La sublimación de las pulsiones es un rasgo particularmente destacado del desarrollo cultural; posibilita que actividades psíquicas superiores-científicas, artísticas, ideológicasdesempeñen un papel tan sustantivo en la vida cultural."70 El estudio de la sublimación merece un lugar privilegiado en la teoría psicoanalítica, ya que es el proceso que posibilita la entrada del sujeto en la comunidad cultural. O sea, para convivir con los semejantes es preciso haber aprendido a “portarse bien”. Es conveniente algunas reflexiones sobre ese lugar privilegiado partiendo de determinadas hipótesis que articulan los conceptos de narcisismo, cultura y sociedad. Definimos la sublimación como el proceso por el cual ciertos impulsos perversos, antisociales, “malos”, son convertidos en impulsos socialmente aceptados y valorados, que va desde el "portarse bien" cotidiano a formas de lo mismo más refinadas como la creación científica y artística, pasando por el trabajo y el deporte. "El hombre -decía Hegel71- para ser, en efecto, verdaderamente hombre y saberse tal, debe pues imponer a otros la idea que se forja de él mismo: debe hacerse reconocer por otros (en el caso límite ideal: por todos los otros.") 72 La necesidad de ser reconocido positivamente en su identidad, equivale a ser aceptado, respetado, valorado y querido, por los padres, por sus pares, por el objeto amado, por los hijos y por la comunidad. Veamos cuáles son los caminos que conducen a la satisfacción de esa necesidad: 1) su narcisismo descontrolado pretende un reconocimiento incondicional por todos los otros sin dar nada a cambio. ¡Porque sí! La frustración inevitable ya que todos pretenden lo mismo podrá convertir la necesidad de ser querido en la necesidad de ser temido, por la hostilidad que genera la frustración, favoreciendo el acceso a la patología. 2) adoptando algún intento cultural de sistematización del principio de realidad (renunciar y postergar) que intente modular su narcisismo con la preocupación y el respeto

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Freud 1930 El malestar en la cultura AE T XXI pág 95 En A. Kojeve La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel. Editorial La Pléyade. 1975 pág 19 72 La idea que se forja de sí mismo es también uno de los ideales, causa y consecuencia del proceso cultural El proceso cultural es una adaptación al medio geográfico y social. Para convivir en sociedad la cultura ha creado normas de convivencia ideales para el desarrollo armónico de la sociedad humana. El proceso de idealización es un producto del proceso primario, o sea, del pensamiento mágico. Por lo que todo ideal, incluída la idea que un sujeto se forja de sí mismo, es una ilusión. Sin embargo, es esa ilusión que el ser humano adquiere o elabora de sí, la que debe ser reconocida por el grupo de pares, concordando con Hegel. Resulta curioso que esto se logre y sea condición necesaria para la existencia del grupo humano. El proceso secundario es una adquisición reciente en la filogenia y su poder sobre la conducta humana, débil, aunque no despreciable. 71

del otro semejante: aprendiendo a dar para recibir, y a sublimar para ser reconocido positivamente. Al elaborar el Complejo de Edipo la criatura internaliza normas culturales éticas que, cristalizadas en el Ideal del Yo y custodiadas celosamente por el Super-yo, señalan la sistematización del principio de realidad que la cultura del ambiente donde nació ha realizado. Indicando cuál es la conducta social permitida y cuál la prohibida. En definitiva, qué entiende esa cultura por "portarse bien" y "portarse mal" (derivados de la prohibición del incesto, del homicidio y del canibalismo). Cada cultura define a su modo el bien y el mal intentando encontrar normas eficaces para la convivencia armónica de sus miembros, aunque generalmente descubre buenos pretextos para jugar de determinada manera la dialéctica del amo y del esclavo. De cualquier manera, así queda definido por la cultura lo que es sublimación y lo que es perversión. Hasta aquí la sublimación engloba la formación reactiva, ya que ambas se someten a la cultura y la perversión incluye la perversidad, por la rebelión contra las normas. Pero puesto que el deseo siempre supera en alguna medida la posibilidad de su satisfacción, la frustración inevitable, favorece y fortalece los impulsos prohibidos (la hostilidad) cuya represión será necesaria ya que la hostilidad sabotea la convivencia que es imprescindible. La represión se efectuará bajo la presión del complejo de castración -temido- y de otro complejo -anheladoformado por los significantes de una ilusión de convivencia armónica universal (ser reconocido por todos los otros) que alimenta la sensación de seguridad y confianza. Son los premios y castigos de toda educación. Estos complejos (el temido y el anhelado) impulsarán la formación de contracargas para frenar la exteriorización de los impulsos prohibidos internalizando la cultura. La sublimación, su respuesta (la valoración social, el reconocimiento positivo por el grupo de pertenencia y especialmente por el objeto significativo) y el incremento de la autoestima que esta respuesta produce forman una escala fundamental del trayecto vital del sujeto humano. Un esforzado aprendizaje que el sujeto realiza esperando el reconocimiento positivo de los demás. Al elaborar el Complejo de Edipo, en la socialización de la criatura, el sujeto formará su Ideal del Yo con la esperanza de ser elegido objeto de amor tras el trabajo productivo, acomodándose a las expectativas de los otros. Los primeros otros (los padres o sus representantes) son los intermediarios de la cultura en la que nació esa criatura. Cultura que dará una base sólida, aunque no necesariamente la más conveniente, a su carácter y a su identidad. La frustración puede llevar al sujeto a un camino regresivo o a la búsqueda de una autosuficiencia omnipotente. En este contexto, las sublimaciones serían pulsiones pregenitales (hostiles) a las que se les ha quitado su carga de hostilidad, convirtiéndolas en pulsiones de adaptación social activa y creativa. El proceso de socialización implica una frustración; no es posible evitar que sea una tarea dolorosa, ya que es evidente que una sociedad no puede prescindir de normas. Ninguna criatura resuelve su Complejo de Edipo alegremente. Es inevitable el dolor y la rabia, tanto como una desagradable tensión que impone el complejo de castración al tener que frenar impulsos prohibidos. Esto significa que para cualquier sujeto, la meta primaria es imponerse y someter a los demás a su capricho y antojo. Si se quiere vivir en sociedad, esta pretensión debe ser controlada. Vivir en sociedad es algo de lo que ningún sujeto humano puede prescindir si aspira a una relativa "normalidad" psíquica. En ese proceso, primero el sujeto se somete, se "porta bien", pero con dolor y rabia (formación reactiva). Podrá recibir un premio: ser valorado y querido por los otros significativos; su identidad es reconocida positivamente. Esta respuesta gratificante, donde comienza el desarrollo de la capacidad sublimatoria, crea una agradable sensación de confianza y seguridad: la "satisfacción del deber cumplido", generando la

esperanza ilusoria de una convivencia armónica que intentará, junto al complejo de castración, frenar los impulsos hostiles prohibidos. El sometimiento se ha convertido en adaptación. El sujeto se portará bien disfrutando de ello, sintiéndose alentado a desarrollar su capacidad sublimatoria. De ser posible, paralelamente al desarrollo de la capacidad creadora del proceso primario. Las descalificaciones habituales obtenidas como respuestas de un medio social patógeno, producirá a veces criaturas sometidas. La criatura se portará bien pero para sobrevivir, sin esperar otros premios. Esa es la diferencia: en el sometimiento, el portarse bien sirve para evitar el castigo de los significantes del complejo de castración (la formación reactiva); en la adaptación, portarse bien sirve para recibir el premio de ser valorado y querido (la sublimación). Sublimando, la esperanza y la confianza en la respuesta favorable, controlan fácilmente los impulsos prohibidos, lo cual da lugar a una agradable sensación de tensión que no implica displacer. En la formación reactiva, en cambio, el temor al castigo es la barrera de impulsos hostiles que presionan con mayor intensidad. El proceso de sublimación puede empezar como formación reactiva, y posiblemente sea siempre así. Su evolución depende de la respuesta que obtenga. Las primeras las dará el Super-yo (los otros internalizados en función crítica) y pueden ser favorables o no. Finalmente, la respuesta de los otros significativos en la realidad material las confirmará o no. La adaptación del ser humano, que depende de su capacidad sublimatoria, requiere el aprendizaje de un código de comunicación, instrumento imprescindible para adquirir una identidad en un ambiente social. Competir en un ambiente de pares, ser elegido objeto de amor entre sus pares, lograr que su identidad sea reconocida y valorada por ellos y hacer su elección de objeto, es la meta. Los elementos creados y fabricados que son el producto de esas sublimaciones, representan el orgullo con que la cultura humana pretende demostrar su superioridad. La Respuesta Social El proceso de sublimación tiene una meta, hecho un tanto descuidado pero fundamental para la vida social. Esta meta es el reconocimiento positivo por el grupo y, especialmente, por el objeto significativo para el sujeto, lo cual acentúa su dependencia de los otros semejantes. Por el esfuerzo de sublimar, el sujeto espera un premio. Premio como respuesta al hecho de haber podido dominar y controlar la criatura impulsiva y caprichosa, convirtiéndose así en un miembro adaptado a una sociedad que le resulta imprescindible. Pero el sujeto intuye que esa adaptación es precaria y frágil, que en la competencia con sus pares nadie es imprescindible, por lo cual necesita una respuesta positiva y constante que alimente un circuito benigno que le permita seguir controlando los impulsos hostiles con seguridad y confianza, evitando un círculo vicioso de frustración y odio. ¿En qué consiste el premio? En ser elegido objeto de amor, paradigma del reconocimiento positivo. Así se confirma su identidad, y a través de ella, el Ideal del Yo que la estructura. El sentimiento de marginación y rechazo pertenecen a la cadena del complejo de castración. Aunque momentos de automarginación son tan imprescindibles como la presencia del otro y de los otros, la dificultad de satisfacer la necesidad de relacionarse y comunicarse con sus pares es la privación que conduce a la enfermedad. Si hay suficiente autoestima y confianza, la expectativa será tolerable; si no, presionará el miedo al rechazo y la desconfianza. La expectativa de una respuesta favorable se une a la cadena del complejo de castración produciendo las contracargas que funcionan como diques oponiéndose a la presión de los impulsos reprimidos y prohibidos. La esperanza de la gratificación narcisista de la valoración social, a pesar de que en su anticipación exagere las posibilidades de lo que la realidad pueda concretar, diferencia

la sublimación de la formación reactiva. En ésta predomina el miedo al fracaso; en la sublimación, la esperanza de éxito. Pero por más sólida que la confianza sea, si la respuesta del medio tarda demasiado en concretarse no habrá confianza y autoestima que resistan, y se hace inevitable el debilitamiento de las contracargas y el fortalecimiento regresivo de los impulsos reprimidos. La identidad ha entrado en crisis. Son factores de influencia recíproca: a mayor confianza inicial, mayor capacidad de espera con mejor desarrollo de la capacidad sublimatoria, lo que daría mayores posibilidades de éxito. Pero nunca hay seguridad en esto. ¿Qué pasa si la respuesta es negativa? El trabajo es desvalorizado, la obra de arte es rechazada, el trabajo científico descalificado, el intento de seducir al objeto amado, despreciado. Es un momento crítico para la identidad, que se siente cuestionada por esta herida narcisista. Se puede resolver en un momento depresivo con la toma de conciencia de las limitaciones del sujeto y de la realidad, o en un momento melancólico donde siente que nada sirve, o que la envidia a los otros idealizados se hace intolerable. Lo depresivo indica fortaleza yoica, capaz de seguir desarrollando la capacidad de sublimar y esperar, tolerando la frustración. Lo melancólico señala la debilidad yoica, incapaz de tolerar la frustración. Esta situación regresiva reclama un continente afectivo adecuado, por su necesidad perentoria de ser valorado y querido. También la riqueza de las fantasías puede crear falsas expectativas que facilitan el camino de la frustración. La dificultad de disfrutar de lo posible, aumentará las expectativas imposibles haciendo la frustración inevitable. Las series complementarias señalarán el porqué de la fortaleza o debilidad yoica. El Vinculo Sublimado. La sublimación convierte los impulsos pregenitales, hostiles y antisociales, en impulsos socialmente adaptados y valorados. He señalado que esta es la meta de las sublimaciones: lograr la aceptación y valoración social, lo que Hegel llamó el reconocimiento del otro semejante. Con esto enfatiza una pretensión que se eleva a la categoría de necesidad: un "para qué", un sentido de la acción, del esfuerzo. Todo acto humano tiene una finalidad, encuadrada, sea en la pulsión de autoconservación o en la sexual, de conservación de la especie. 73 Ambas pulsiones, intrincadas entre sí, forman los distintos matices de la conducta. Si el otro es tan imprescindible (por lo menos, alguno que desempeñe el rol de objeto significativo) es conveniente analizar la relación que mantenemos con él: el vínculo. Con suficiente poder, gustosos lo someteríamos obligándolo a satisfacer nuestros caprichos. Y no hay duda que, si la oportunidad se presenta, así sucedería. Pero, como todos desean lo mismo y 73

En cuanto a la pulsión sexual en sí, la podemos definir en un sentido amplio como aquélla que tiende al otro y/o a los otros. Pero en muchas circunstancias la conducta hacia el otro está mas relacionada con la autoconservación. Por ejemplo, un bebé que llora por hambre convoca a algún otro para que lo alimente. Es una conducta que tiende al otro, pero ¿es una conducta sexual? Sería absurdo considerarla tal. Entonces ¿en qué momento la conducta hacia el otro se torna, o es, sexual? La respuesta reclama el elemento de la reproducción como ingrediente necesario, si se trata de conservar la especie. La cultura ha aislado el placer del proceso de la reproducción, prescindiendo de él, lo que dificulta más la definición del concepto. Los elementos que se deben tener en cuenta son: -la conducta hacia el otro -la finalidad de la reproducción -el placer, aislado o no, del proceso de reproducción -la presencia de secuencias relacionadas con el proceso de la fecundación. Los límites del proceso -en cuanto a conductas- que lleva a la reproducción es sumamente amplio ¿podemos aceptar que finaliza en el orgasmo privilegiando el proceso de la fecundación? ¿O en el nacimiento -lo que conserva a la especie-? Esta elucubración ilustra la dificultad para separar la conducta sexual de la de autoconservación. El otro es tan necesario para la reproducción como para la autoconservación. No se concibe al ser humano aislado, sino como animal social. La sexualidad también incluye la fantasía (en la fantasía que acompaña al onanismo el otro es un amante sumiso e incondicional) y el placer que brinda el cuerpo propio. En síntesis, cabe preguntar cuál es la conducta que no incluye algún elemento sexual en sus ingredientes. Surgen situaciones límites: extremos peligros de muerte (ahogándose o quemándose) o el caso de Karen Quinlan, descerebrada pero viva.

teniendo en cuenta que no todos pueden ganar en esta competencia, que, desenfrenada dentro del grupo, lo destruye) la cultura ha creado normas éticas de convivencia que el sujeto internaliza en el Ideal del Yo. En nuestra cultura la actitud perversa sería el abuso de poder cuando éste se logra, sometiendo al otro y despreciando sus derechos. Sublimación sería conquistarlo amablemente, respetando su narcisismo tanto como el propio, seduciéndolo. La Seducción La seducción es asociada fácilmente a la sexualidad. La definimos como el intento de estimular el deseo sexual en el objeto al que se desea seducir. Pero surgen dos formas de seducción: 1).-halagando el narcisismo del otro, haciendo lo adecuado para que se sienta importante. Enalteciendo su identidad, que incluye al producto de la cultura adquirida, su Ideal del Yo. 2).-despertando, excitando el deseo narcisista de posesión, que incluye la ilusión de lograr la completud (la ausencia de necesidad) con tal posesión. En tal caso, el objeto tiene una alta significación para el sujeto. La primera variante alimenta, en el objeto seducido, la fantasía de ser un objeto cercano a la omnipotente completud anhelada, lo que permite soportar y postergar la molesta necesidad. El hecho de necesitar la confirmación por intermedio del reconocimiento positivo del otro semejante señala que tras la ilusión de completud omnipotente se encuentra otra fantasía temida: la de ser un objeto no necesitado, prescindible. Nos preguntamos porqué no podemos mantenernos en un punto de equilibrio entre esos dos extremos. La confianza surgida de esta situación y mantenida, haría innecesario el reconocimiento ajeno. A veces se logra tal equilibrio. Pero un péndulo oscila a mayor o menor velocidad llevándonos de la depresión a la manía. La frustración lo atrae al polo depresivo, el reconocimiento positivo, al polo maníaco. Esto justifica la necesidad del reconocimiento que intuyó Hegel, para vencer el temor melancólico: ser equiparado a la piedra, un objeto inanimado, innecesario, fácil de reemplazar, descartable. El halago al narcisismo aumenta la autoestima y la confianza, facilitando la espera, manteniendo vigente la ilusión de lograr los objetivos. La segunda variante estimula un narcisismo mas arcaico. Aquí una estética universal demuestra su eficacia: la juventud y la armonía de las formas del cuerpo humano. No cabe duda que este deseo de posesión incluye la fantasía de completud. La primera variante puede entenderse como apaciguamiento (emparentada con la seducción en cuanto intenta controlar la conducta del otro) pero generalmente es parte del cortejo sexual. La juventud y la belleza pueden ser suficientes para conquistar, pero el halago narcisista bien puede completar el juego de la seducción. De cualquier manera, son dos armas sumamente poderosas, capaces de desarmar defensas tan frágiles como la moral. La seducción se propone convocar al objeto que se pretende seducir, con algún fin. Por alguna razón, éste se había convertido en un objeto altamente significativo para el sujeto, por lo que se desea conquistar su interés. El sujeto desea llegar a ser el objeto del deseo, de ese objeto a su vez tan deseado que, a su vez, quiera seducir al sujeto, halagando el narcisismo de éste. Si ambos deseos coinciden y deciden seducirse mutuamente, se producen los momentos mas agradables del vínculo humano. Puede presentarse en una sociedad que se inicia, sea de una pareja de enamorados, una amistad, un proyecto entre colegas, una madre y su bebé, etc. Los que intervienen disfrutan al compartir la misma fantasía de completud. Es la sublimación del deseo de someter, usar y abusar de ese objeto. La meta es conquistar y someter a aquél de quien uno se siente atraído, fascinado, seducido, o, simplemente desarmar el poder de ese objeto, al que se teme. Puede que el otro se preste con gusto y disfrute este juego, aunque la intención final es poder disponer del otro a discreción.

Los elementos de seducción pueden ser pasivos. Juventud, estética arcaica, eficaz y universal. Cada cultura agrega además adornos que la subrayan. Los elementos de poder, como la riqueza material, compiten seriamente con esa estética, hecho que posibilitó un ritual social muy antiguo: la prostitución. Allí se intercambian una cosa por otra. Por más que la ética cultural intenta oponerse a veces, el culto al poder, emparentado tanto con la pulsión de autoconservación como con la sexual (el que puede, puede todo) es un ritual social muy antiguo, tan arraigado en la naturaleza social humana como lo es la fascinación por la belleza y la juventud. Agregando la pulsión de conservación de la especie, podemos justificar en forma pragmática la atracción de los sexos. La seducción activa reclama simpatía, firmeza o debilidad, hablar o callar. Todo depende de las pretensiones narcisistas del objeto a quien se pretende seducir; de cómo quiere ser reconocido, lo que está determinado por las series complementarias, es decir, por la historia del objeto. Puede que el esfuerzo activo no resulte eficaz, pero puede resultar imposible resistir la seducción de la juventud con las formas en movimiento. Llamamos fascinación a la entrega incondicional a esa seducción. Tanto la seducción como el apaciguamiento intentan gratificar el narcisismo del objeto significativo. Pero mientras la seducción intenta conquistarlo, el apaciguamiento intenta solamente disminuir la hostilidad del objeto. Relacionado con la hostilidad, el apaciguamiento se acerca a la formación reactiva: mientras el apaciguamiento se propone disminuir la hostilidad del otro, la formación reactiva disminuye la propia. La seducción, que es una muestra de sublimación, espera una respuesta, como premio al esfuerzo que esta actitud implica. En última instancia, la respuesta esperada es un reconocimiento positivo en forma de rendición incondicional. El reconocimiento positivo del otro semejante significativo es una necesidad que surge del carácter narcisista del sujeto. La tendencia primaria es exigir esto porque sí, imponiéndose por cualquier medio tratando de poseer el cuerpo, no ya el deseo, del otro significativo. Por ejemplo, en la violación, ya dentro de la patología. La elaboración del Complejo de Edipo impone su control. Aprender a sublimar es el deber social que una imprescindible convivencia reclama. La seducción y el apaciguamiento observan las necesidades narcisistas del otro, actitud opuesta al desprecio por las expectativas ajenas. La seducción propone un vínculo donde las pretensiones narcisistas del objeto (el otro) serán ampliamente satisfechas por el sujeto: se promete un amor incondicional. Demagógica propuesta que el narcisismo encerrado en el Inconsciente no está dispuesto a cumplir. Sin embargo, al desear el deseo del otro, lo que se persigue, es despertar el deseo de seducir y así compartir la ilusión y disfrutar de un vínculo en estas condiciones, mientras dura. El apaciguamiento respeta y gratifica, aunque sólo sea en parte, las expectativas narcisistas ajenas esperando frenar, diluir o evitar la hostilidad del otro surgidas en él por algunas frustraciones narcisistas. Invirtiendo la polaridad, respetamos las expectativas narcisistas de alguien si las circunstancias convirtieron a ese alguien en un objeto significativo para nosotros. El miedo nos impulsa a apaciguarlo. El respeto (hermano menor del miedo) tiende a conquistarlo con la seducción. Caso contrario, surge lo que es primario como intención de conquista: la hostilidad por la frustración que traduce la resistencia del objeto a ofrecerse incondicionalmente a los caprichos narcisistas del sujeto. Tras el esfuerzo de seducción, lograda la conquista, la promesa altruista de gratificar el narcisismo de ese otro se diluye rápidamente en la exigencia de gratificar el propio. Confirmando que la seducción es un meritorio esfuerzo aunque oculta las intenciones primarias del sujeto: la constante necesidad de recibir un reconocimiento incondicional por alguna persona significativa. La

seducción amable es un esfuerzo y un logro que la convivencia reclama, pero no es lo habitual en los vínculos humanos. La educación puede enseñar el respeto al prójimo. No es difícil ocultar el desprecio tras el aparente respeto, convirtiéndolo en una formación reactiva. Si bien un mal menor es siempre un mal, quizás habría que conformarse y no pretender más que eso: un respeto aunque sea aparente, justificando la hipocresía social. Lo habitual en la vida social es el desprecio a las necesidades narcisistas ajenas. Realidad cotidiana que una lectura ingenua oculta proclamando lo contrario. Una vez conquistado, sea con el apaciguamiento o la seducción, surge rápidamente la exigencia del amor incondicional: que el objeto significativo sea un feliz esclavo al servicio del sujeto. La confianza en la respuesta amable del otro no hace mas que aumentar el abuso de su poder. ¿Acaso los derechos y el origen divino del sujeto no lo justifican? Por lo que no deja de ser conveniente una buena dosis de cautela en la entrega amorosa: hacerse desear. Experiencia cotidiana en la pareja, la amistad, la institución, etc. Al abuso de poder lo frena el miedo, eficaz contracarga. Miedo a la soledad, al desprecio, al ataque físico. Las relaciones humanas son eternas competencias por el poder: quién merece y tiene el derecho al reconocimiento incondicional y quién tiene el deber de reconocer al otro. Se compite por el derecho al sometimiento del otro. Por miedo (el complejo de castración) esa competencia puede ser más amable. Complicando aun más el problema, el miedo puede incentivar la hostilidad como defensa, restando importancia al miedo y otorgándosela al binomio ansiedad-hostilidad. El miedo es una respuesta del Yo, la hostilidad, del Ello; expresiones ambas del conflicto entre estas instancias. Cuando el Yo vence y logra controlar a la criatura caprichosa encerrada en el Ello, el miedo produce los efectos señalados. De lo contrario, será la hostilidad la que domina el cuadro. Otra transacción dialéctica de este conflicto es la absurda seguridad en la autosuficiencia que también desprecia todo esfuerzo de seducción amable. El esfuerzo de la seducción es fácilmente mantenido mientras la respuesta positiva del otro alimenta la ilusión de completud como contracarga. En cuanto esta ilusión se diluye, el choque con la realidad (donde cada uno desea el dominio del otro y ninguno quiere ser el sometido) alimenta impulsos hostiles en un círculo vicioso de frustración, odio y angustia. La hostilidad busca su descarga: contra el objeto o contra el sujeto. Freud señaló la ventaja de un círculo social reducido: se puede dejar afuera a otros contra quienes descargar la agresión. La ventaja del grupo de pertenencia llega, ya en el campo de la patología social, a la lucha de clases y hasta la guerra; aunque también en el grupo puede aparecer el chivo emisario. Sublimado, todo esto es notorio en la competencia deportiva. El Ideal del Yo es la cristalización de la ley que la experiencia de la lucha pregenital ha inscrito en el sujeto. Impone, en nuestra cultura, respetar las pretensiones narcisistas ajenas y señala qué entiende el ambiente cultural por perversión y cuál es la conducta sublimada. Pero todo Ideal incluye licencias que permiten descargar impunemente la hostilidad en determinadas situaciones o contra determinados objetivos, sean éstos otros miembros u otros grupos. El conflicto está entre un narcisismo prepotente, arrogante y soberbio y un narcisismo socialmente controlado, solidario y humilde. Debiendo renunciar al narcisismo con pretensiones desmedidas, a nivel individual, para convivir en un grupo, se intentará recuperarlo para el grupo de pertenencia. Seducir con la juventud y la armonía de las formas no requiere esfuerzo alguno, una vez que éstas se han adquirido como don natural. En cambio, para agregar gestos amables hay que controlar la naturaleza prepotente del narcisismo. Esfuerzo difícil de sostener en el tiempo, espera los premios que gratifiquen al narcisismo propio. Por miedo se aprende a respetar al otro y a ser solidario, pero se busca poder para liberarse del miedo que somete.

Vivir en sociedad es una necesidad y ser solidario puede resultar ventajoso si el que recibe esa solidaridad tiene su narcisismo suficientemente controlado. Pero las frustraciones de la realidad superan inevitablemente las gratificaciones esperadas por las ilusiones creadas en la fantasía lo que provoca mas bien desconfianza en los otros, que pertenecen al mundo real. El psicoanálisis es un importante desarrollo argumental que lo justifica. Y la presión del narcisismo ávido de poder, fácilmente destroza los diques que se le quieren oponer. No se puede vivir sin los otros, pero convivir con ellos, por esa razón, es muy difícil. La inteligencia ayuda a fabricar los argumentos más adecuados para que todo cambie permaneciendo igual. ¿Resultado? La criatura más evolucionada de la tierra muestra a quien quiera verlo, su crueldad y su tontería. Fácilmente cae en el abuso de poder cuando lo obtiene, despreciando al vecino que le es útil, niega su dependencia y oculta su realidad interna. Su hostilidad no es más que un producto defensivo 74 contra su miedo, su desamparo y su impotencia (contra la angustia). Tampoco es posible afirmar que siempre es inútil y perjudicial. En determinadas situaciones es un instrumento necesario y a veces no es fácil decidir cuándo ni cuánto. Sin embargo es fácil confundir (o de acusar) una actitud hostil como reacción ante una injusticia, con el deseo de descargar un exceso de hostilidad acumulada. La inteligencia humana, instrumento capaz de fabricar argumentos infinitos, contribuye brillantemente a esa confusión. De cualquier manera, es la naturaleza humana, la que rápidamente cae en el abuso de poder cuando lo obtiene, la que elige ese camino en lugar de colaborar y compartir en una interdependencia narcisista que, la razón lo admite, es más agradable. Esto pone en duda la afirmación de que la Naturaleza es sabia, por haber creado a una criatura con tales características. Después de todo, sabio o tonto, son valores creados por el ser humano que necesita juzgar y entender. No se debería echarle la culpa a la Naturaleza, que simplemente es y no juzga, de las tonterías humanas. El miedo a la soledad impuso elaborar el complejo de Edipo aprendiendo a sublimar. Miedo que continúa frente al Super-yo. La aprobación del Super-yo (la elevación de la autoestima como premio) es un anticipo de la aprobación del otro significativo. Respuesta anhelada tanto por el destino como por la masa desconocida del grupo de pares en los que se ha proyectado al Super-yo. Es relativamente fácil negar la realidad interna negando la dependencia de los otros semejantes. Por ejemplo, al negar la importancia del "¿qué dirán?". Más fácil aún es dividir la sociedad en los buenos (un pequeño grupo de pertenencia) y los malos (todos los demás). La Capacidad Sublimatoria Evitar el retorno de lo hostil no es tarea fácil. La violencia destructiva siempre se encuentra esperando la debilidad de las contracargas yoicas para actuar. Es más fácil destruir que construir. Desarrollar la capacidad de sublimar implica una disciplina y un esfuerzo que demandan un monto determinado de tolerancia a la frustración. Todo sujeto tiene capacidad sublimatoria, aún en el nivel de la creación, sea científica o artística. Lo único que necesita es poder (o querer) desarrollar esa capacidad: colocar bajo la disciplina del proceso secundario la capacidad creadora del proceso primario. Hay gente que nace con la capacidad de un genio, pero difícilmente esa capacidad se desarrolle sola. Creo que el genio se hace con tiempo y esfuerzo, en un ambiente adecuado para encontrar la técnica y luego la respuesta adecuada como estímulo.

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La crueldad es una defensa pero, tras el placer de la descarga, la angustia invade al Yo, generalmente en forma de culpa. La hipótesis es que la hostilidad es una defensa muy arcaica filogenéticamente determinada e instrumentada automáticamente por el Ello cuando el Yo, dominado y debilitado por la angustia, pierde el control. Para el Ello cualquier frustración es un ataque inmerecido que justifica la venganza. Como defensa, la furia consigue frenar la angustia durante la descarga, pero el Yo deberá enfrentarse con ella luego, al retomar el control. El miedo toma entonces la forma de culpa. O las licencias culturales contenidas en el Ideal del Yo justifican esa conducta, que afloja las riendas del Ello. Muchas veces puede resultar difícil juzgar o decidir si el Yo está justificado en su actitud, encontrando nuevamente el dilema del bien y del mal.

Si se busca la valoración social, la sublimación será tal sólo dentro de los valores culturales del ambiente (problema que cualquier inmigrante conoce). La capacidad de sublimar es universal, pero el desarrollo de esa capacidad no lo es. Posiblemente crear algo totalmente original sea imposible. Lo único posible es otra combinación de elementos preexistentes, tanto en el campo del arte como en el de la ciencia, cuyos límites son altamente imprecisos. Sublimación y Creación. No es difícil descubrir los mecanismos del proceso primario en la creación: el desplazamiento y la condensación. Desplazamiento es el mecanismo por el cual se le da la misma identidad a dos objetos a través de algún elemento que tengan en común. Condensación es el mecanismo por el cual se sintetizan en una sola figura varios objetos distintos, pero con algún rasgo común. El sueño es una creación, igual que todo delirio. La técnica de las leyes del pensamiento lógico le permitirá a lo creado aspirar a la aceptación y valoración social. Adquirir la técnica de expresión de esos productos, sea musical, plástica o científica, necesita de cierta dosis de controles obsesivos, imprescindibles para cualquier aprendizaje. Durante el proceso de sublimación, la formación reactiva también será necesaria en algunos momentos para no destruir lo realizado en un acceso de hostilidad o impaciencia a causa de alguna frustración. Sublimaciones Tanáticas. Al Servicio De La Destrucción. Sublimar significa acomodarse a las expectativas de los otros para recibir la aceptación y valoración social, siendo la creación artística y científica la mejor manera de hacerlo. En algunos ambientes culturales, quizás en todos, hay una censura referente al arte que pretende establecer valores estéticos absolutos. Pero mayor problema es el aliento a un trabajo científico, técnico o artístico al servicio de impulsos destructivos que normalmente deberían estar reprimidos. Desarrollar una ciencia y una tecnología que permita a determinado grupo humano la destrucción o el sometimiento de otros semejantes será considerado una sublimación por el grupo dominante. El patriota que se ofrece como voluntario para ir al frente de batalla a matar a los enemigos de turno está sublimando, según el consenso de su grupo de pertenencia. Los valores éticos custodiados por el Super-yo pueden entrar en conflicto con la necesidad que tiene el sujeto de que el ambiente confirme su identidad a través de sus sublimaciones. ¿Hasta dónde se le puede reclamar a un sujeto que se oponga a la demanda externa de tal trabajo, si esto significa la pérdida de la posición social adquirida tras años de nobles y dolorosos esfuerzos? O que se convierta en héroe para la historia, si el sujeto tiene una sola oportunidad de estar en este mundo, y no dos. A alguien le resultará muy difícil realizar ciertos trabajos, creativos o no, por más honores que se le prometan. Su Super-yo se opondrá con tal fuerza que dará su vida reprimiendo su instinto de autoconservación antes que acceder a transgredir principios éticos que rigieron su conducta. Loable sacrificio en pos de una identidad universal, o de cualquier ideal, quizás. Pero esa fortaleza, tarde o temprano, irá doblegándose frente a las presiones del ambiente. La identidad que podemos adquirir depende del ambiente social para subsistir. No hay identidad, no es posible adquirir una identidad que pueda resistir la presión social. La oposición del Super-yo podrá llevarlo a la marginación y a la soledad, donde encontrará el suicidio o la locura como defensas extremas. O se someterá, orientando sus sublimaciones a los valores culturales del ambiente, aunque esto signifique someterse a una locura colectiva El Fetiche Del Dinero. Desde tiempos muy remotos, el dinero ha sido el símbolo privilegiado de la respuesta social. No es extraño pues esperar como premio de la sublimación el dinero, como

medio que permita y ayude a continuar el proceso vital. La patología comienza cuando se lo convierte en fin en sí mismo. Por otra parte, las dificultades que el ser humano encuentra en la satisfacción de sus necesidades sociales primordiales favorece la sobrevaloración del dinero, y lo eleva así a la categoría de objeto sustituto fetiche, lo cual ya se ha convertido en una pauta cultural. Si consideramos que la cultura es la cristalización de los valores éticos internalizados, si esa cultura alienta la meta del dinero como un fin, resulta claro que la sublimación sometida a esa cultura, enajenando su finalidad, puede incrementar la alienación del sujeto. Algunas Conclusiones. La capacidad sublimatoria del ser humano lo diferencia del resto de los animales: la capacidad de crear lo ha llevado a producir obras de arte en la plástica, en la música y en la literatura. Lo ha llevado además a desarrollar teorías científicas que instrumentadas por una técnica (a su vez producto de esa capacidad) le permitieron construir colosales obras con las que ha dominado algunos aspectos de la naturaleza, y producir sofisticados elementos para su confort. El desarrollo de la ciencia médica ha permitido prolongar la vida humana, disminuir la mortalidad infantil y reparar el cuerpo humano accidentado. Pero esa capacidad lleva la competencia a niveles peligrosos y cada vez más difíciles: la creación de poderosos elementos de destrucción nos coloca ante la posibilidad de autodestrucción de la especie humana. El hombre de ciencia o el artista que accede a la fama tras un largo camino sembrado de frustraciones debe entonces elaborar su resentimiento que clama venganza para poder disfrutar del fruto de su esfuerzo. Es muy importante ayudar y alentar la capacidad sublimatoria. Todos la tienen. Pero en una sociedad cada vez más sofisticada no es fácil frenar las ambiciones del Super-yo impulsadas por la competetividad natural del ser humano que lo alienta y exige competir en la producción creativa. En este punto, la sublimación, ya no como capacidad creadora sino como exigencia superyoica, en lugar de permitir disfrutar mejor de la vida, sumerge al sujeto en un camino de alienación. Lo que debería ser un medio se ha convertido en un fin en sí mismo; error común del intelecto humano. La capacidad creadora del ser humano, que lo diferencia del resto de las criaturas vivientes, es el producto más preciado de la sublimación. Como todo ser vivo, el ser humano hubiese preferido el Principio de Placer, que no admite ese esfuerzo. Pero la sublimación se impuso por la necesidad de convivir en sociedad, sometiéndolo al Principio de Realidad cuya sistematización, la cultura, es el producto de la capacidad sublimatoria.

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ACERCA DE LAS PSICOSIS La espiral dialéctica del conocimiento humano se desarrolla en un proceso jalonado por momentos de aparente aprehensión de la realidad en los cuales las síntesis halladas encandilan, creando la ilusión que llamamos verdad. El transcurso del tiempo convierte esos prejuicios en fieles testigos de nuestra impotencia. A pesar de eso, resultan imprescindibles como hipótesis de trabajo y como instrumento de comunicación, ya que intentan nombrar nuestra carencia, desamparo, y por lo tanto, nuestra necesidad. Si pudiéramos aceptar nuestras limitaciones, podríamos valorar las síntesis halladas en su modesta dimensión, observando con cariñosa benevolencia los hijos dilectos del orgulloso raciocinio humano. Sobre esta base ideológica voy a hacer algunas reflexiones sobre la locura, que técnicamente llamamos psicosis o estados psicóticos. Las psicosis Encarar el tema de las psicosis, enigmáticas y fascinantes, implica el riesgo de quedar atrapado en las redes de sus apasionantes delirios, que cuestionando lo más profundo y básico de nuestras verdades cotidianas, recrean preguntas fundamentales sobre el ser y la existencia. Los delirios intentan responder a ¿quién soy yo? ¿quién eres tú? ¿para qué vivo? ¿qué sentido tiene todo esto? de un modo muy curioso, superando otra pregunta con filosófico desdén, que implica estar más allá de las nimiedades. Indiferentes a la cuestión "¿de dónde venimos?" el delirio compensa

con creces ese interés en la cuestión trascendental "¿qué somos?" cuestionando el sentido a la existencia misma. Por una doble vía atrapa al más cauteloso: sea por la fascinante estética del poder creador del proceso primario, sea por la movilización angustiante con que las preguntas que plantea derrumban la frágil estructura de nuestra identidad. Si bien las psicosis plantean serias dificultades a nuestros conocimientos científicos, es el gran desafío que, gracias a la apertura al mundo mental del ser humano realizado por Freud y sus continuadores, encuentra en las teorías psicoanalíticas un digno adversario. La genial obra del maestro nos permite hoy comunicarnos y acercarnos a comprender el fenómeno psicótico. Hoy podemos escuchar a osados terapeutas afirmar que la esquizofrenia se cura. Reflexiones teóricas Al intentar definir el concepto de psicosis surge la necesidad de diferenciar un momento psicótico, paradójicamente "normal", momento de alienación inevitable en la cotidianeidad de todo sujeto humano, de lo que podemos y solemos llamar estructura psicótica. Aquí es donde cobra importancia el factor tiempo: la duración de los otros factores en juego. Los distintos factores serían: 1) el factor temporal 2) lo fenomenológico, objetivo, manifiesto: el deterioro social. En la comunicación con sus pares, en la lectura de la realidad. 3) lo subjetivo, afectivo. Por la presencia o por las consecuencias de un doloroso círculo vicioso de ansiedad-hostilidad. El incremento de la ansiedad puede manifestarse en un ataque de pánico (parálisis o huida). El de la hostilidad, en un ataque de violenta furia destructiva. Únicamente el interjuego de estos tres factores en un juego combinado, nos dan el derecho de juzgar clínicamente de "psicótico" a un determinado sujeto. Podemos preguntarnos si el factor temporal compite con una variable cualitativa para diferenciar la neurosis de la psicosis. ¿Podemos hablar de un salto cualitativo? Todo síntoma altera por una parte la lectura de la realidad y por otra la comunicación con los pares. El círculo vicioso de ansiedad-hostilidad puede incrementarse, independientemente de que el síntoma sea neurótico o psicótico. Dependerá del beneficio secundario que se logre instrumentar. Inconscientemente (aunque puede ser consciente), observamos, comparamos y juzgamos constantemente nuestra conducta y la de los otros. Mi juicio sobre el otro y mi conducta para con él, está motivada por mis intereses narcisistas. Mi juicio sobre su conducta depende de las expectativas estimuladas no sólo por su conducta sino, en primer lugar, de su apariencia física. Es el impacto estético (deseo de posesión o de rechazo) el que va a modular mi juicio. La ética internalizada durante la resolución del Complejo de Edipo, durante la socialización, intentará controlar ese impacto estético y poder juzgar entonces "imparcialmente" a uno mismo y a los otros. Este juicio imparcial debería ser logrado para un diagnóstico clínico. En el encuentro cotidiano humano, los parámetros anteriores nos guían en la comunicación, efectuando un diagnóstico más simple. De ello depende que alguien nos resulte agradable o no, y este juicio diagnóstico es fundamental en la relación interpersonal. El síntoma es el resultado transaccional del conflicto entre una pulsión prohibida y una fuerza que prohíbe. La pulsión prohibida, frenada en lo Inconsciente, recibió la ayuda del proceso primario, la condensación y el desplazamiento dieron su sello creador a la rebelión contra las normas. Mágicamente, un narcisismo autosuficiente pretende una satisfacción aparentemente absurda, por lo tanto, desconcertante. Del otro lado, las normas "razonablemente lógicas" de una frágil adaptación inevitable y necesaria, pretenden imponer un principio de realidad sistematizado en el Ideal del Yo.

Este conflicto, de por sí, aliena la personalidad: ¿cuál es el sujeto auténtico? ¿cuál, el enajenado? ¿de cuál de los dos lados está quién?. ¿Cuál es la diferencia entre neurosis y psicosis? ¿Una estructura genéticamente determinada? ¿Un desarrollo que no se completó por falta de una madre "continente con reverie"? ¿Privaciones traumáticas que incrementaron el círculo vicioso de ansiedad-hostilidad llegando a atacar el juicio de realidad fortaleciendo el impulso prohibido? ¿Libido narcisista que abandona el objeto retrotrayéndose al Yo? ¿Por qué? ¿Por un factor constitucional... degenerativo? ¿Decisión irresponsable de un Yo "perverso" que prefiere el mundo de los sueños y de la fantasía al de los difíciles vínculos objetales? ¿Vicio que comienza con sueños idílicos (maníacos?) y que termina en dolorosas pesadillas? 75 ¿Salto cualitativo, de un equilibrio adaptativo social frágil e inestable, único posible, a un angustiante sentimiento de protesta? Sin la conciencia, la forma de funcionar refleja, automática, espontánea y fisiológicamente "normal" del aparato psíquico es lo que clínicamente llamamos psicótica. Sus productos psíquicos son las alucinaciones y los delirios, imprescindibles para el genial proceso creador de la orgullosa cultura humana. Lo que llamamos conciencia es un débil intento de controlar ese proceso, adaptándolo a un medio socio cultural imprescindible, sometiendo el principio de placer al más evolucionado principio de realidad, único modo de satisfacer, en una convivencia aceptable, ciertas necesidades del sujeto.76 El barniz social que cubre nuestra irracionalidad con la intención de adaptarla a la necesidad de vivir en sociedad con nuestros semejantes produce un conflicto que dura toda la vida. Su mejor resultado transaccional es la sublimación, "portarse bien" (según el consenso) someterse a ese principio de realidad, aprender, producir y esperar los resultados favorables: la valoración social y el sentirse querido por los seres queridos por uno. El síntoma neurótico, en el cual gana con bastante esfuerzo la instancia represora, denuncia la presión de la protesta reprimida. El síntoma psicótico es el fracaso de los controles. La rabia por las frustraciones se descarga contra el juicio de realidad, provocando serias dificultades en la comunicación. La perversión denuncia las dificultades del intento de someter impulsos que quieren satisfacer de cualquier modo la necesidad de sentirse valorado y querido. La transacción favorece aquí a la rebelión; se diferencia de la psicosis porque lo que fracasa aquí son las normas internalizadas según la cultura oficial, manteniéndose la comunicación con las normas de una cultura marginal. 75

Considerar la conducta psicótica como una adicción (vicio) aprendida por el sujeto, agrega otro elemento a un posible enfoque terapéutico. El "vicio" sería la conducta psicótica, sea la que fuere que se considere tal. Todo hábito vicioso tiene en común: -comienza con un acto voluntario. -produce placer en el momento y culpa después, lo que traduce un conflicto con el Super-yo; en cambio, la conducta sublimada deja un residuo de satisfacción por el deber cumplido, con el aumento de la autoestima. -una vez adquirido el hábito, se independiza y se opone a la voluntad conciente. El sujeto se siente dominado. por impulsos a los que teme. -La terapéutica de toda adicción demanda un período de dolorosa abstinencia. -Una vez instalado el hábito, una parte del sujeto defiende el hábito vicioso y se opone a cualquier cambio. Aunque difícil, es conveniente que el sujeto reconozca la división interna; que haga "insight". En el instante en que aparece dentro del sujeto el deseo, tiene que optar entre el deseo y su prohibición ( éste es el punto débil: ¿puede, o, no puede, optar? no existe seguridad ni de lo uno ni de lo otro). Si el sujeto está dispuesto, puede reeducar su conducta para imponer su voluntad conciente reprimiendo la conducta viciosa. Motivarlo para que esté dispuesto a colaborar es un elemento difícil, pero fundamental. Adquirir el "vicio" depende indudablemente de las series complementarias: de un factor constitucional, imposible de aislar y de la historia personal (donde intervienen los estímulos y las respuestas del ambiente). En esa historia, algunos privilegian la primera infancia, otros, la adolescencia, otros (entre los que me incluyo) aceptan la importancia relativa de cualquier momento de la vida. 76 Si sostenemos que una psicosis puede ser compensada para una relativa adaptación social, pero nunca "curada", podemos pensar que, en el mejor de los casos, nuestra neurosis, ¿no es una psicosis compensada? Sospecha que es alimentada por la lectura de cualquier diario de cualquier lugar del planeta.

Resumiendo: el conflicto entre principio de placer, la criatura rebelde y caprichosa que representa al Ello, y el principio de realidad, la parte madura, adaptada y razonable que representa al Yo, se resuelve en transacciones: a favor de la instancia represora: se presenta la sublimación y la neurosis a favor de la rebelión: surge la perversión y la psicosis El grado de adaptación Cada etapa del desarrollo enfrenta al sujeto con una "crisis frente al cambio" inevitable, fisiológica. Sea por los cambios corporales, o por los cambios en el rol social o familiar, todos enlazados entre sí. En estas crisis la identidad se modifica, adaptándose a las nuevas necesidades, poniendo a prueba la flexibilidad yoica, buscando nuevas identificaciones en su historia. "Fortaleza yoica" significa un Yo lo suficientemente flexible para instrumentar las conductas adecuadas a tal o cual situación. A su vez, cambios en el medio socio-económico provocan otras "crisis del cambio", igual que un accidente o enfermedad. Si bien éstas pueden dejar sus huellas en el cuerpo. Es inevitable el uso, en un intento de definición, de adjetivos calificativos cuyas definiciones, a su vez, remiten al dilema del bien y del mal. ¿Quién decide, y por qué, que tal o cual defensa es la adecuada, es decir, está bien? No avanzamos mucho al intentar buscar lo "eficiente" en lugar de lo ético. Estamos considerando un problema que se relaciona con la adaptación al medio social donde la eficacia ha sido sistematizada por la cultura en la ética, en normas que se acatan o se transgreden, pero que todo grupo humano posee. El concepto de útil y conveniente se sustenta en una estructura ideológica que no puede dejar de incluir los conceptos éticos del bien y del mal. Intentaré, sin embargo, vencer cierta tentación melancólica y resolver esta aporía. Partimos de la premisa de que el ser humano, así como necesita hacer una elección de objeto de amor, necesita ser elegido objeto de amor. Concepto a su vez ambiguo, en cuya cadena de significantes se encuentra tanto la necesidad de ser deseado como objeto sexual, de ser protegido como la de proteger, así como la necesidad de compartir y colaborar pero también la de poder usar al otro, como un hijo usa a una madre incondicional. Aquí se articula el narcisismo con la dialéctica del amo y del esclavo. La ambivalencia de amor y odio llevó a Freud a la elaboración de la pulsión de muerte, y a Melanie Klein a construir todo su esquema teórico sobre esta base. En última instancia, el sujeto se adapta a las "crisis de cambio" para satisfacer la necesidad de vivir en sociedad. En otro nivel, esto significa que la identidad del sujeto sea reconocida por algún otro que a su vez es reconocido por él. Para eso se ha identificado con sus modelos idealizados, introyectándolos en la cristalización del Ideal del Yo, imagen virtual que guarda la religión individual de origen histórico. Pautas culturales, celosamente custodiadas por el Super-yo, se mantienen gracias al incremento de la autoestima, la culpa y el complejo de inferioridad. Son los premios y castigos de toda educación. El sujeto interpreta que su experiencia le enseñó que esa religión individual es la que le permitirá satisfacer su necesidad. Por eso defiende su identidad, que es el producto sagrado. Son las pautas culturales que componen una identidad las que deciden que tal o cual defensa sea la adecuada o no. Esto visto desde el sujeto, sin olvidar que el Super-yo emerge en el Inconsciente. Visto desde el exterior, son las pautas culturales del ambiente socio-cultural las que decidirán si la elección fue adecuada o no, el consenso general. Este está representado por alguien que esa situación convierte en amo de la "verdad". O varias personas significativas. El sujeto que se

muestra, que va al encuentro del mundo, y no puede dejar de hacerlo porque su necesidad lo impulsa a eso, se arriesga a que su identidad sea rechazada o valorada. Ser reconocido, respetado, valorado, querido, es la esperanza; el temor, ser rechazado, descalificado, despreciado. El rechazo debilita al Yo; el sentirse querido lo fortalece. Fuerte, ¿para qué? Para jugar con el deseo en la fantasía sin que el Super-yo, temiendo el paso a la acción, impida pensar e imponga una represión rígida. Las respuestas del mundo real externo son imprescindibles para mantener una personalidad en equilibrio. La ausencia de estas respuestas pueden ser suplidas por algún otro en la fantasía, lo que incluye al Super-yo, pero sólo por un lapso más o menos breve. Si no llegan, la fantasía puede reemplazar un juicio de realidad que necesita de eso, de la realidad para subsistir. O bien la desesperación por la frustración convertirá la presión del impulso, en rabia destructiva, destruyendo una conciencia que se resiste, obstinadamente, a renunciar a un mundo por más cruel que éste se muestre. Reflexiones sobre el factor social de la enfermedad mental. La vida social no es fácil. Todos quieren vivir “bien”, tener éxito, ser respetados, ser importantes. No hay límites para estas metas. El fracaso, la frustración, genera bronca, rabia, odio, defusión instintiva (o como quieran llamarla) lo que impulsa a “actuar” más y a reflexionar menos. Corriendo el riesgo de caer en un círculo vicioso de más frustración y más odio. Acompañado de miedo (al fracaso, a la propia bronca) cerrando otro círculo vicioso paralelo al anterior. Evitar caer en esta trampa, salir de ella, o simplemente tolerarla, es el arte de convivir en sociedad. ¿Cuál es el camino correcto para alcanzar el éxito, el respeto y la valoración de aquellos a quien uno valora? ¿Cuáles son los valores adecuados para convivir con los otros, de los que no podemos prescindir por nuestra condición gregaria? El odio a veces es justificado por injustos maltratos no merecidos. ¿Quién define lo que es justo y lo que no lo es? Los ejemplos del éxito económico de la corrupción en los altos niveles de la administración humana está en flagrante contradicción con los discursos que deben formular los políticos democráticos prometiendo la justicia social para todos. Y las enormes masas humanas son tanto víctimas como cómplices de un juego imposible de modificar. Todo cubierto de un manto de silenciosa y elegante hipocresía que hasta resulta peligroso denunciar. La salud mental consiste en vivir en sociedad y practicar sin cuestionarse demasiado con mas o menos elegancia la misma hipocresía y ser cómplice del pacto de silencio. La enfermedad mental denuncia que algunos sujetos (que no son pocos) no pueden soportar este “juego” y su aparato mental entra en cortocircuito intoxicados con la angustia y el odio. En determinadas situaciones, esto puede ocurrirle a cualquiera. Dependerá de sus series complementarias que alguno tenga un poco más de tolerancia que otro. La necesidad de convivir plantea serias dificultades. El problema (las dificultades en la convivencia) surge de una naturaleza humana que se inclina a apoyar las pretensiones del narcisismo arrogante y prepotente infantil en su conflicto con otros semejantes que tienen la misma aspiración. La necesidad de ser aceptado para convivir en la sociedad humana, obliga a todos al control de ese aspecto del narcisismo, a sublimarlo para convertirlo en un narcisismo socialmente adaptado, dispuesto a tolerar la frustración, respetar al otro, a colaborar con él y a ser solidario. Pero al mismo tiempo, en la sociedad todos compiten constantemente para obtener suficiente poder que permita relajar los controles e imponer a los otros sus caprichos, sometiéndolos. La elaboración del Complejo de Edipo equivale a la internalización de pautas culturales, en una educación intermediada por la familia. Las pautas culturales conforman una Ley que intenta normatizar los vínculos de los miembros de una comunidad. Una Ley que contiene “licencias” por las que, en determinadas circunstancias y frente a determinados semejantes, no rige la ética que la

Ley y la cultura dicen defender. Nuestro discurso cultural generalmente oculta con elegante hipocresía lo que nuestra actitud cultural señala. La competencia narcisista que lucha por el poder de una arrogancia ilimitada y por la sumisión incondicional de los objetos significativos que componen el grupo de pertenencia (por ejemplo, en una familia) puede convertir la cotidianidad del ser humano en una guerra sin cuartel. Lo que llegaría a convertir al intento esquizofrénico de salir del campo y evitar esta competencia, como una defensa válida si no fuese que la naturaleza humana tampoco tolera quedar al margen de este “deporte”, o sea, de la competencia narcisista. A pesar de que en algunos momentos es necesaria y por lo tanto buscada y anhelada, para descansar y reponer fuerzas para la próxima “batalla”, la soledad es en general muy temida, resultando intolerable si durase mucho tiempo. Haber logrado desarrollar una comunicación digital (las palabras) sumamente sofisticada, es un motivo de orgullo para la inteligencia humana ya que hizo posible el desarrollo de una asombrosa tecnología. Pero también introduce la mentira y otros ingredientes perversos en el vínculo humano. La necesidad de recibir el reconocimiento positivo de un objeto significativo convierte al animal humano en un ser eminentemente social. Esto resulta indiscutible en los primeros años de vida por el largo período de indefensión en que nacemos. La adolescencia trae el incremento del llamado de la naturaleza a la reproducción, acentuando el deseo de ser deseado, como objeto sexual, por aquél que logra despertar ese deseo. La necesidad de ser valorado por algún semejante que se ha convertido en un objeto significativo para el sujeto, o sea, ser importante para alguien que es importante para uno. Esto podrá tomar distintas significaciones a lo largo de la vida de acuerdo a los cambios que las diversas circunstancias van imponiendo pero crean una fuerte dependencia entre los miembros de una comunidad. Lo molesto de la dependencia es el abuso que se tiende a hacer del poder que otorga. Narciso obtuvo ese poder por sus atributos naturales: juventud y belleza. Y se dió el lujo de rechazar (reconocimiento negativo) a todo aquél que lo convirtió (a Narciso) por sus atributos naturales, en objeto altamente significativo del que se esperaba el reconocimiento positivo: ser deseado o, por lo menos, ser valorado. La tendencia al abuso de poder es universal. Mantener el control de la conducta, respetar al otro en lugar de despreciarlo, para obtener una mejor convivencia, es un gasto de energía que resulta, si no recibe pronta y adecuada respuesta, frustrante para nuestra parte infantil prepotente (oculta en el Inconsciente) lo que puede elevar la tensión a niveles difíciles de soportar. Con suficiente poder se podría contar con el reconocimiento positivo garantizado de aquellos a quienes se pudo someter. Cuanto más poder, mayor es el campo que abarca el reconocimiento que se puede imponer. Todo poder es tan frágil como un castillo de naipes al paso del tiempo (sea un minuto o un siglo) pero mientras dura es una temible tentación de disfrutar del placer que produce su abuso, ya que libera al sujeto de la exigencia social de controlar su conducta para con los demás. El Superyo, si pretende defender los intereses de los otros, poco puede hacer frente a la presión de un Ello maníaco, debiendo colaborar mediante sutiles racionalizaciones a rechazar el juicio de perversión que el abuso de poder merece. La criatura humana se siente motivada por su naturaleza narcisista a competir para ganar. ¿Qué? La admiración, la valoración, el deseo de aquellos que han conquistado el deseo del sujeto, convirtiéndose en objetos significativos (importantes) para él. Esperando este resultado, competimos en cualquier terreno que intervengamos. Llamar la atención, ser valorado y ser deseado por el objeto significativo (a su vez deseado) es el momento que traducimos como felicidad. Ganar, implica alegría y mayor status; perder, significa el rechazo y la marginación seguida de una inevitable depresión. El deseo es ganar siempre, lo que resulta imposible. Perder en la competencia, sea la que fuese, suele ser una herida narcisista muy dolorosa capaz de provocar estallidos de furia, si la tolerancia a

la frustración es mínima por cualquier circunstancia. Normalmente se aprende a tolerar esta frustración, o sea, a controlar al Ello (al Inconsciente). Los riesgos de la competencia son varios. Perder, puede generar la furia, la melancolía, la marginación o aún la muerte. Si hay tolerancia a la frustración, ésta puede resultar un buen motivo para aprender a competir mejor o a cambiar el terreno de la competencia, evaluando mejor la predisposición y la habilidad, sea la ya adquirida o la residual, en el caso de la vejez del sujeto. La competencia puede ser agradable y productiva (sublimada) respetando el narcisismo ajeno, o perversa, despreciándolo. La meta es lograr un lugar digno en la sociedad (status) y/o despertar el deseo del objeto significativo. Ambas metas pueden coincidir o entrar en conflicto. Para el adolescente, suele ser primario lo segundo, pudiendo ser despreciado el resto. El Deseo del adolescente se dirige a un objeto significativo idealizado. El Deber suele ser causa y consecuencia de convertir al grupo de pertenencia en objeto significativo y es éste el que define cuál es el deber a cumplir. A través del tiempo se ha convertido al dinero en un símbolo de la valoración social y la valoración social es el reconocimiento positivo donde la sociedad es el objeto significativo altamente privilegiado. Por lo tanto una meta fundamental de la competencia social es la obtención del dinero que permite disfrutar de la exuberante tecnología desarrollada, adquiriendo los infinitos objetos que otorgan su categoría al status, una vez que se han logrado cubrir las necesidades primarias de supervivencia, como la salud y el hambre. Con la movilidad social que posibilita la democracia (valioso avance) y la sofisticada tecnología que el ingenio humano ha desarrollado, la competencia no tiene límite y, lejos de liberar, mas bien aumenta la alienación con sus pretensiones sin fin. El dinero que se obtiene por el trabajo personal es el reconocimiento que la comunidad, convertido en objeto significativo, otorga. Para una amplia mayoría, bien notorio en los países en desarrollo, este reconocimiento resulta significativamente negativo. El poder adquisitivo de los magros importes que se logran juntar, es una frustración que se convierte en puerta de entrada a la patología donde la actitud perversa quizás resulta el menor de los males. El desprecio que encierra esta respuesta de la sociedad, la hostilidad que genera, comienza un proceso donde la locura social, la guerra y el genocidio están en el extremo de un camino de corrupción social que a nivel individual puede traducirse en alcohol, droga, prostitución, estafa, robo, locura o suicidio. El narcisismo tiene dos terrenos privilegiados: la valoración social del grupo de pares y el deseo (reconocimiento positivo) del objeto a su vez deseado. El rechazo social es una frustración que, como toda frustración, produce una violenta reacción del narcisismo infantil que no la tolera. El Yo (nuestra parte consciente) intentará mantenerse en la Ley defendida por el Superyo y reprimir los impulsos antisociales, elaborando un narcisismo socialmente adaptado y valorado, para lo cual, si es posible, usa como defensa la sublimación: convertir la energía de la rabia en un esfuerzo para una mejor adaptación. Su tolerancia a la frustración depende del poder de estas fuerzas. Si logra controlar a la criatura rebelde (el narcisismo infantil encerrado en el Inconciente) o no. Pero si la realidad insiste en situaciones frustrantes, por ejemplo, que la familia reclame para satisfacer sus necesidades básicas, un apoyo económico que su trabajo no logra, será cada vez mas difícil frenar los impulsos hostiles, pudiendo aún recurrir al alcohol, a la droga, para aturdirse y no pensar en esa realidad. La hostilidad terminará por romper los diques morales y aparecer en escena de diversas maneras. La hostilidad vuelta contra el sujeto producirá la enfermedad psicosomática, la locura (que es una de sus facetas) o el suicidio. Contra los otros aparece la conducta antisocial que fácilmente puede encontrar el apoyo de un grupo de pertenencia socialmente marginado (de los que abundan) para diluir los frenos morales, lo que el alcohol y la droga realizan por otros medios.

Dentro del ámbito familiar, la descarga de odio suele producir un infierno más o menos encubierto por sutiles “pulseadas” que se mantienen a nivel gestual y verbal, una lucha por el poder todavía soportable, o manifiestas y crueles batallas campales. El desprecio al otro semejante es la contraseña para justificar la conducta hostil hacia él, en muchas formas, siendo la lucha de clases (el desprecio a las clases inferiores) la mas habitual. De esta forma, la situación social justifica actitudes que producen esa situación social, cerrando un círculo vicioso que la criatura humana no está en condiciones de romper. Toda la sintomatología mencionada puede ser producida por razones que nada tienen que ver con la situación social. No todas las frustraciones se originan en el campo económico. Pero la situación social puede justificar la hostilidad que produce por las injustas frustraciones que impone. Reclamamos a la familia la responsabilidad de criar a los nuevos miembros de la comunidad. Pero si el ambiente social no es capaz de asumir la responsabilidad de imponer una justicia social en su medio, éste será el caldo de cultivo donde la perversión y la locura estarán a sus anchas. A nivel individual, la responsabilidad principal en cuanto al control de la hostilidad se refiere, recae sobre la tolerancia o la intolerancia a la frustración, siendo las series de experiencias históricas individuales las que dictaminen el resultado. Y decidir entre la justificación o la condena de una actitud hostil no siempre es una tarea fácil. La furia, la enfermedad psicosomática, la melancolía, así como un muy molesto sentimiento de envidia, resultan precios muy altos que la competencia obliga al sujeto, a pagar. Estos son argumentos que conducen a la renuncia de toda competencia, a la automarginación, buscando la ayuda en alguna situación escapista como el alcohol, la droga, la locura o aún en el suicidio. La naturaleza humana tiende a la competencia en todo nivel resultando una dolorosa frustración no poder intervenir. Sin embargo, el miedo producido por continuos fracasos ya sean vividos por el sujeto o vistos en otros, alientan a buscar la forma de evadirse, debiendo aceptar para ello caminos que el consenso también rechaza. Compartir, es una actitud socialmente valorada. En cambio, la competencia, como conducta natural, es aceptada con determinadas reservas. Y fácilmente criticada por la moral. El deseo de competir y ganar siempre, es tan intenso en el ser humano, que se puede definir al ser humano como un empedernido jugador. Como es imposible ganar siempre, la frustración por el hecho de perder en la competencia se presenta continuamente y causa un profundo dolor contra el cual surge el odio como justificada respuesta. Pero justificada solamente para el sujeto y, en el caso de un adulto, las normas internalizadas y defendidas por su Superyo, tienden a reprimir este odio que suele manifestarse en forma de envidia, aspecto del odio que corroe las entrañas (mundo interno) al no poder expresarse en el mundo externo. En determinadas circunstancias, el hecho de competir, es aceptado y hasta valorizado. Ser importante es, a veces, mas valioso que ser querible. O, se es querible, si se es importante. Y se es importante, si se gana. En el deporte se acepta la competencia y se intenta controlar la envidia forzando convertir a ésta en admiración: el buen deportista, si pierde, debe rendir sincero homenaje al ganador. Y el ganador no debe hacer alarde de su triunfo. La guerra es un ejemplo mas dramático. Se exige competir y ganar al enemigo, matándolo. Aquí es el miedo el que debe ser negado. Hay pautas culturales universales que imponen el respeto hacia el otro semejante. Lo que quiere decir que se debe dar un reconocimiento positivo a todos los otros. También hay pautas culturales que introducen ciertas “licencias”: en determinadas situaciones y a determinados “otros”, el reconocimiento positivo puede tener algún ingrediente despectivo. La Depresión Y La Melancolía El terreno de la fantasía es un parque imprescindible que produce el oxígeno necesario para desintoxicar el espíritu. En la fantasía, la ilusión del amor incondicional de los otros, merecido y justificado porque el sujeto tendría una capacidad omnipotente para sublimar, es una defensa contra las frustraciones de la realidad cotidiana. Las frustraciones, las heridas narcisistas, alimentan

impulsos hostiles que deben ser reprimidos si se pretende vivir en sociedad, necesidad de la que el sujeto humano no puede prescindir. Esto convierte el refugio en la fantasía, en una defensa válida y necesaria. Enfrentarse con la realidad, conocer y aceptar sus limitaciones también es conveniente para disminuir pretensiones imposibles, lo que no resulta muy agradable. Compararse con lo que a uno le “gustaría” ser y comparar la realidad con lo que le “gustaría” que fuese, produce un dolor que no es fácil de soportar. Por otro lado, la realidad se encarga de que sea imposible evitarla. Renunciar al paraíso perdido que nunca se tuvo pero que sí existió en la fantasía, produce molestas consecuencias. Aceptar las limitaciones, enfrentar la frustración intentando superar las limitaciones dentro de lo posible, lleva al esfuerzo de cambiar lo que me “gusta” ser, por un cuidadoso juicio de realidad respecto a lo que me “conviene” hacer. Al enfrentar las limitaciones de la realidad, el dolor, el miedo y la rabia pueden cerrar un círculo vicioso de desconfianza y de inseguridad, intoxicando al sujeto con más dolor, miedo y rabia. Confianza y seguridad ayudan a obtener las gratificaciones narcisistas a través de sublimaciones que el sujeto puede lograr desarrollando su capacidad humana de sublimar, dentro de las limitaciones individuales y observando las expectativas del objeto y del grupo de pertenencia. La desconfianza y la inseguridad sabotean la capacidad de adaptación necesaria para lograr las gratificaciones narcisistas que podrían elevar la autoestima generando entonces confianza y seguridad. La identidad que logramos obtener necesita del constante reconocimiento positivo de los otros semejantes significativos; la falta de estos aportes narcisistas debilita al Yo. La caída de la autoestima por no obtener los aportes narcisistas cierra el círculo vicioso por la sensación de rechazo o marginación social, justificando el miedo de ser un objeto impotente e insignificante que no merece vivir. El miedo que paraliza y la hostilidad que destruye, generan dolor, desconfianza e inseguridad:  si triunfa el odio, tendremos la paranoia.  si triunfa el miedo que paraliza, tendremos la melancolía  otro camino es la ilusión de autosuficiencia de la esquizofrenia, que es un intento de evitar la dependencia de los otros.  el adecuado equilibrio entre miedo y odio es la depresión (en sentido kleiniano)  la paranoia exige el reconocimiento positivo de los otros.  la melancolía no cree poder conseguir ese reconocimiento.  la esquizofrenia se convence de que no los necesita. Lo normal -si es que podemos hablar de normalidad- sería luchar a través del esfuerzo de la sublimación adaptándose a la expectativa de los otros para recibir los aportes narcisistas positivos. Esta normalidad implica pasar por lo que la escuela kleiniana entiende por “posición depresiva”. La depresión y la melancolía tienen un común denominador: ambas son producto de la frustración, por lo tanto desagradables, ambas están en el camino del principio de realidad y son respuestas a las exigencias que éste impone. La espera y el esfuerzo de la sublimación son necesarios para una adaptación activa que no equivale a sometimiento. La depresión tolera las limitaciones y conduce al esfuerzo por superarlas dentro de lo posible, asumiendo la responsabilidad frente a sí mismo y con los demás. La melancolía implica la negativa a la lucha, lucha que fue gastando las fuerzas del sujeto mal encaminadas. Nada sirve, entonces nada vale la pena. Lo que queda de rabia se orienta a sí mismo y contra los demás, dando ciertas conductas paranoides y maníacas. La depresión es sana, necesaria y conveniente. Implica poner los pies en la tierra, bajar de las nubes, trabajar y estudiar, observando las expectativas de los otros en lugar de pretender someterlos a sus caprichos. Esfuerzo y reflexión, camino de la reparación y de adaptación a la comunidad.

La melancolía es enfermedad, inconveniente y perjudicial, camino de la envidia, de la destrucción y de la muerte, pero más fácil y cómodo que la depresión, ya que si nada sirve, ningún esfuerzo vale la pena ni es necesario aunque todo esto resulte más doloroso. Mientras la depresión tolera y enfrenta la frustración intentando modificarla, la melancolía intenta evitarla. El esfuerzo se encamina para abandonar la lucha, que es sinónimo de vida. Pero como la vida continúa, la energía vital se canaliza hacia la destrucción; lo que queda de vida debe ser atacado y -si es posible- destruido. El círculo vicioso ansiedad-hostilidad incrementado por la envidia, impide cualquier intento de salida. Esto aumenta las limitaciones (frustraciones) que a su vez incrementan la rabia. La parálisis de un posible esfuerzo productivo se resiste al cambio. El beneficio secundario es manejar cierto ambiente con la pena o la culpa. Se defiende la comodidad del menor esfuerzo con argumentos que justifican ese “nada vale la pena”, y esto puede ser contagioso. “¿Para qué? ¿Acaso vale la pena?” Son preguntas que pueden debilitar al incauto. Que la realidad es difícil es indiscutible, pero difícil no es sinónimo de imposible. La vida es un milagro que conviene defender. Vida significa lucha, y sociedad significa competencia. En el juego de la vida social se puede ganar y perder. Pero perder no es igual a morir. La melancolía desprecia todo esto en su aspecto maníaco. Porque no puede o no quiere soportar las pérdidas supuestamente fundamentales, y el vicio de dejarse estar, del menor esfuerzo y de la actuación de impulsos hostiles justificados por el desprecio a lo que no se puede conseguir, da ciertas gratificaciones narcisistas que compensan el dolor por heridas que no se pueden evitar. El círculo vicioso que conduce a la melancolía comienza con el triunfo del miedo que paraliza. La inteligencia humana es un instrumento que fabrica argumentos, y esa inteligencia fabricará los argumentos que justifiquen que nada vale la pena, demostrando su habilidad para encontrar en la realidad los aspectos que lo confirmen. Enfrentar las frustraciones, reflexionar y buscar un camino de superación es una responsabilidad del sujeto con sí mismo en primer lugar, y con los demás en segundo lugar. La melancolía intentará contagiar su odio a la vida, su desprecio al esfuerzo constructivo y saboteará todo intento de cambio. El goce de la melancolía está en la supuesta comodidad y en el manejo de los objetos significativos que pueda lograr a través de la conmiseración, el temor o la culpa. El dolor es el precio que debe pagar: marginados de la competencia social, aislados con fantasías angustiantes de muerte y desolación, soportando y defendiéndose de los celos, la envidia y el odio. Si hablamos de responsabilidad entramos en el terreno de la ética, que no es tan aceptado en el terreno del Psicoanálisis. Sin embargo, en la resolución del Complejo de Edipo se internalizan normas culturales de convivencia que corresponden a la ética, por lo que entiendo que es totalmente lícito plantear problemas de la misma en Psicoanálisis. No creo que se ponga en duda la responsabilidad ética del terapeuta hacia sus pacientes. Igualmente el Psicoanálisis tiene su responsabilidad hacia el medio social. Si hablamos de la responsabilidad del sujeto estamos en la ética, pero ¿tenemos derecho a exigirla? Aunque tengamos ese derecho, no tiene sentido ejercerlo porque no se obtiene el resultado esperado. El Psicoanálisis intenta cambios, pero no los puede exigir. Entonces el problema de la ética, de la responsabilidad del sujeto, es un problema filosófico, un problema que atañe a la voluntad y a la libertad del sujeto. Hasta donde sea posible, la depresión (kleiniana) con su tendencia al esfuerzo, puede incrementar esa libertad del sujeto, mientras que la supuesta comodidad del pozo melancólico encierra al sujeto, lo aliena y lo esclaviza más, convirtiéndolo en un discapacitado social. La diferencia entre depresión y melancolía depende de la tolerancia o no a la frustración. El problema consiste en la decisión de enfrentarla o evitarla. Esta decisión que orienta el camino hacia una mayor libertad o hacia una mayor esclavitud, ¿depende de la voluntad del sujeto? Podemos plantear que aunque sea imposible exigirla, la responsabilidad del sujeto con sí mismo es luchar por su libertad enfrentando la frustración y buscar la forma de superarla, de ser posible.

¿Es responsabilidad del Psicoanálisis ayudar a un sujeto a elegir la libertad, a aprender a tolerar la frustración? ¿Es posible aprender a tolerar la frustración? Las respuestas conforman determinada ideología, de la que no podemos prescindir. La tarea no es sencilla. La melancolía se opone a la vida, y convencer a alguien de que la vida merece otro trato es sumamente complejo, pero no imposible. Al melancólico hay que convencerlo de que la vida merece ser vivida, que por más pérdidas que haya tenido, la vida aún continúa. No hay dos oportunidades para vivirla, en algún momento va a terminar, aunque no quiera. Después se encontrará con la eternidad y es una tontería acelerar ese encuentro. 77 Es posible y conveniente valorizar lo poco o mucho que queda, crear confianza en alguna capacidad que pueda desarrollar para sublimar; que los caminos para conquistar el cariño y el respeto de otros, no están agotados. Pero todo esto es más fácil decirlo que hacerlo. La sensación de futilidad de la vida y de toda lucha, es un baluarte que el melancólico defiende con tenacidad y logra contagiar esa ideología sin mucho esfuerzo, no sólo con hábiles argumentos sino con sus gestos y con toda actitud. El melancólico insiste en que estos son problemas que no le atañen. Mantenerse firme al intentar atacar esa fortaleza requiere habilidad, paciencia y coraje. La lucha es desigual. Lo paradójico que plantea el melancólico es que por un lado insiste en que la vida no merece ser vivida y que si tuviese suficiente coraje se mataría, mientras que al mismo tiempo desafía a cualquiera a que le dé ganas de vivir, esperando que lo convenzan para sacarlo de su dolor. Es un desafío que no cualquiera puede enfrentar. Las buenas intenciones pueden llevar al incauto a una trampa y quedar atrapado. El arsenal terapéutico cuenta con valioso instrumental a su favor: terapia familiar, vincular, grupal, comunidades terapéuticas, medicación. El miedo al fracaso paraliza, y la rabia por el fracaso destruye. La vida, que tardó millones de años en aparecer, se defiende, pero la inteligencia humana a veces prefiere la muerte. El problema consiste en cómo vencer la resistencia de un ser vivo, inteligente, a vivir.

Luisa, una mujer de 52 años. Su madre murió, psicótica, en un hospicio. Luisa trabajó desde los 13 años no por necesidad sino por ayudar a su padre (que tenía que cumplir la función de padre y madre) y siguió trabajando aún casada, ayudando abnegadamente al marido. Tenía dos hermanos mayores; se casa y tiene tres hijos, dos varones y una mujer. Su vida sexual era sumamente controlada. No creo que haya conocido el orgasmo. El marido fue siempre comparado con el padre y los hermanos idealizados, a los cuales, lógicamente, nunca igualó. Era continuamente descalificado por Luisa, al igual que sus propios hijos. El marido tiene un hermano seductor, psicópata y estafador, que debió ser auxiliado económicamente varias veces por aquél. El marido, además, tuvo un episodio psicótico a los veinte años de casados, cuando Luisa tenía 40. A los 42, se le diagnostica al hijo mayor de Luisa, un linfoma. El muchacho, de 22 años, sale bien tras un drástico tratamiento quimioterapéutico sumamente dramático para toda la familia. Tras este episodio, el joven decide separarse de su mujer -después de dos años de matrimonio- al enterarse de la infidelidad de ésta. Dos años después se junta con una mujer, ex prostituta, con la cual tiene dos hijos. Esta mujer lo abandona (y a los hijos) bruscamente para irse con otro. 77

Feliz argumento de Alfredo Marranti Liendo. Comunicación personal.

La hija de Luisa, a los 19 años reacciona contra la política misógina de la familia y se dedica a la prostitución, casi como deporte. Entra en un período de crisis de identidad que podía conformar un diagnóstico de esquizofrenia. Conozco a esta familia desde el episodio psicótico del padre, al que atendí durante varios años. Aquí traigo como ejemplo de melancolía a la madre, a Luisa, quien, según entiendo, lucha tenazmente a favor de la muerte. Tras llorar dramáticamente por años, “decide” canalizar todos sus problemas, en la caída del pelo, en el miedo a “quedar pelada”. Con esta idea fija fastidia a todos sin cesar. Ha visitado, con la paciencia y la complicidad del marido, a centenares de médicos de distintas especialidades, psicólogos, psiquiatras, cosmetólogos, astrólogos y cuanta persona se haya interesado en su caída de cabello. Pero Luisa los abandonaba en cuanto intentaban abordar algún otro problema. Logré que se hiciera un psicodiagnóstico, donde figura: “La inteligencia es de nivel superior a la media, pero participa poco en la dinámica psíquica de Luisa. Ella prefiere valerse de un restringido repertorio de ideas estereotipadas en las que no participa la creatividad sino la lógica más elemental del realismo ingenuo: habla de lo que ve, de lo que toca, de lo que es evidente. La atención es pobre, no puede concentrarla porque está solicitada por su monotema de la caída del cabello y sólo se concentra cuando se trata este asunto. Se trata de una personalidad infantil y sobreadaptada que no pudo elaborar las etapas de su crecimiento. Ella ha ubicado en su cabello, mediante una proyección (ya que no puede simbolizar) el sentimiento de pérdida de la juventud, de la fertilidad, de la vida misma. Los afectos, la instintividad, la agresividad aparecen reprimidos, y se da en ella una deslibidinización de los objetos a favor de una libidinización melancólica de su pelo.” De la historia de sus series complementarias surgen las justificaciones que convencen fácil y peligrosamente. Encontrar los argumentos y evitar que se estrellen contra el baluarte melancólico no es simple. Pero los hay: siempre habrá otro que tuvo menos oportunidades y que aprovechó, en peores condiciones, las posibilidades que la vida ofrece. Se pierde la batalla al intentar polemizar con el melancólico, lo que gratifica al narcisismo soberbio y arrogante de éste, con la desesperación de su narcisismo socialmente adaptado que se encuentra a merced de su amo: la patología melancólica. Su habilidad para desarmar al atrevido es brillante. La actitud del melancólico es un vicio de conducta, difícil de combatir, como todo vicio. Convencer al melancólico de abandonar el vicio del razonar melancólico y cambiarlo por una acción de adaptación activa para enfrentar las frustraciones de la vida, es el arte que la terapéutica reclama. En un continente adecuado que brinde confianza y límites para resistir los embates melancólicos.

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SEMINARIO Psicoanálisis - Psicoterapia psicoanalítica www.edupsi.com/psaterapia [email protected] A cargo de Dr. Manfredo Teicher Clase 13

Migraciones Según el diccionario, una migración es un desplazamiento individual o colectivo a distancias considerables, definición que ampliamos al diferenciar ‘migración’ de ‘turismo’. Mientras la primera está acompañada por un sentimiento de angustia, el segundo está caracterizado por el placer y la distracción. También hay que diferenciar el aspecto emigratorio del inmigratorio, dos caras de una misma moneda pero que presentan problemas distintos. El primer problema es poder salir, luego vendrá el problema de la adaptación. En la naturaleza encontramos las migraciones de pájaros por causas climáticas, en la búsqueda de temperaturas más benignas. En lo que hace a lo humano, lo ‘cálido’ es metafórico, los climas más benignos se refieren al campo económico, político, étnico y/o religioso. La sociología ha llamado la atención sobre un tipo especial de migración, la del campo a la ciudad, delicado producto de la era industrial. Pero en países como el nuestro, el análisis del desplazamientos a tierras lejanas tiene importancia fundamental, ya que la población se formó en gran parte por las migraciones. Obviamente, no todos los que padecen penurias económicas se encuentran en condiciones de emigrar para buscar mejores perspectivas. En Etiopía, por ejemplo, muchos hubieran emigrado de buena gana si hubieran podido hacerlo. Algunos deben invertir los ahorros de toda la vida, o recibir ayuda de parientes, amigos y/o instituciones. Si bien de vez en cuando una buena política inmigratoria ayuda mucho, en otras ocasiones la humanidad ha permanecido impasible ante hechos de estas características, como sucedió con los laosianos: muchos de ellos morían en el mar porque nadie quería recibirlos. Las migraciones son fenómenos sociales que despiertan eternas ilusiones, como la de ganar o perder el paraíso. El lugar al que se llega o el lugar que se abandona es idealizado con signo positivo o negativo. A partir de esta significación, o bien se sueña con llegar al paraíso perdido luego de dejar atrás el infierno, o bien se sueña con haber sido echado del paraíso para siempre. Veamos algunos de los problemas que surgen en los procesos migratorios. En Israel por ejemplo, los choques culturales producidos por las migraciones de Oriente y Occidente son una causa importante de enfermedad mental. En la Argentina, una llamativa estadística señala la importancia de este factor: en 1910, centenario de la Revolución de Mayo, la población estaba formada en sus dos terceras partes por nativos, mientras que en los establecimientos psiquiátricos las dos terceras partes de los internos eran inmigrantes recién llegados 78. ¿Cuál era la razón? 78

Berman. La salud mental en la Argentina

Evidentemente, el choque entre dos culturas puede tener resultados enriquecedores, como lo demuestra el jazz, un producto de ese conflicto. Pero la inevitable crisis que impone la dificultad de la adaptación a la nueva cultura resalta las manifestaciones patológicas. Cuando alguien decide (o se convence de) abandonar su entorno social y ‘probar suerte’ en otro, se convierte en representante obligado de su cultura de origen y debe enfrentarse con el examen y el cuestionamiento de su identidad. El proceso de adaptación exige cambiar o abandonar ideologías y normas que la educación en su ambiente de origen le había impuesto. Modificar esas normas, modificar los ideales internalizados en la infancia es una tarea difícil que pone en crisis la identidad misma del sujeto. Y esto es así porque esas normas internalizadas sirvieron en su momento y en su ambiente para luchar por un lugar digno en la competencia social. Para el inmigrante en cambio, pueden convertirse en un serio escollo en su nuevo entorno cultural. La identidad se adquiere para recibir el reconocimiento positivo de los otros semejantes, pero cuando se cosecha el rechazo y la marginación, el camino que queda abierto es el de la patología. Si los inmigrantes tienen suficiente poder y número, solucionan este problema imponiendo su cultura a sangre y fuego. Los llamamos entonces conquistadores y el poder de la fuerza otorga el derecho al saqueo, al desprecio y al aniquilamiento del vencido. En la Conquista del Desierto la ‘cultura superior’ impuso el desprecio a la identidad del indio. Con la misma ideología, los nazis aniquilaron a los judíos. La historia humana está llena de genocidios de ese tipo. Sin duda siempre habrá gente rica y gente pobre y los conflictos ideológicos que llegan a genocidios y guerras. ¿Por qué? Los grupos sociales Los seres humanos somos eminentemente sociales. Tenemos la tendencia a formar grupos de pertenencia. Nos agrupamos en distintos conjuntos que se diferencian entre sí. Dentro del grupo y entre los distintos grupos no dejamos de competir, intentamos destacarnos y llamar la atención. La humanidad se ha ido dividiendo en grupos diferenciados donde se compite y que compiten entre sí. Cada uno de nosotros, en su proceso de socialización adquiere una identidad que le otorga una pertenencia a tal o cual grupo (generalmente uno pertenece a varios a la vez) y que da cierta individualidad que diferencia cada miembro del resto. Por la identidad adquirida el sujeto es reconocido como miembro de un grupo dentro del cual puede ser individualizado. Los grupos humanos se diferencian biológicamente según el color de piel, color del cabello, sexo, edad. Pero es el desarrollo cultural el que ha ido creando otra enorme cantidad de grupos de pertenencia según la profesión, el nivel económico, el idioma, la religión, el país, etc. La competencia en el grupo y entre grupos, ingredientes inevitables de la vida social humana, puede ser productiva (competencias artísticas, deportivas, científicas) o destructiva (genocidio y guerra) colocando en el medio de estos extremos lo que parece ser un fenómeno universal de las sociedades de mamíferos, no sólo humanos: la división de la sociedad en clases. Una vez más se impone la separación entre el bien y el mal, ideológicamente motivada. Intentando superar el narcisismo individual, se pretende recuperar desmedidos privilegios para el grupo de pertenencia, a los que hubo que renunciar para sí. Esta renuncia implica una seria herida narcisista alimentando la hostilidad de la criatura prepotente que albergamos en el Ello. La hostilidad del Ello es una energía que puede ser canalizada hacia la competencia, positiva o negativa. La competencia destructiva, como toda hostilidad del ser humano hacia su semejante, produce serias dificultades en la convivencia. Freud le puso el nombre de ‘narcisismo de las diferencias’ a este fenómeno social (la hostilidad entre miembros y entre grupos) que eleva a un plano de utopía los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad que la cultura proclama con exagerado orgullo.

Entre los seres humanos, se producen distintos agrupamientos económicos y políticos, grupos de poder que someten a los que pueden. Las migraciones son intentos de evitar el sometimiento a esos grupos de poder. La vida en sociedad La convivencia social sería imposible si diéramos rienda suelta a los deseos que surgen naturalmente en cualquier sujeto humano. En efecto, cada uno de nosotros alberga en el fondo de su alma una criatura soberbia, arrogante, prepotente y caprichosa que entiende que es lo más maravilloso del Universo, por lo que le corresponde el derecho, de origen divino, de que los demás estén a su disposición incondicionalmente, sea como objeto sexual o sumiso trabajador. Considera que la felicidad de los otros consiste en atender a sus caprichos y merecen ser aniquilados si se niegan a estas demandas. Lógicamente, la prohibición del incesto y del homicidio, no son freno para sus pretensiones. Pero como la vida en sociedad, ya lo hemos dicho, es una necesidad vital y todos pretenden lo mismo, se hizo imprescindible controlar y limitar las pretensiones de esta criatura. El ser humano aprendió a compartir y a colaborar con sus vecinos, es decir, a ser solidario. Par eso hemos adquirido una capa de barniz social (una identidad) al elaborar el Complejo de Edipo internalizando la cultural celosamente custodiada por el Super-yo. La educación forma una parte adulta de nuestra personalidad que está dispuesta a respetar al otro, reprimir esa criatura caprichosa y hacer todo el esfuerzo necesario para ganarse a través del cariño, el estudio y el trabajo, el respeto y el cariño del otro semejante. Ambas partes de nuestra personalidad – la criatura caprichosa y la que la reprime – mantienen una lucha constante y sin fin. El problema que la sociedad enfrenta sin resultados demasiado alentadores es la necesidad de frenar la hostilidad que la criatura va acumulando por las inevitables frustraciones que debe soportar. ¿Cómo hace la parte adulta para mantener a raya las pretensiones desmedidas de la criatura? Prometiéndole un placer más seguro y duradero si se esfuerza en contemplar las necesidades de los otros. A pesar de ello, lejos de confiar en estas promesas (a las que considera demagógicas) la criatura espera la oportunidad para descargar con más furia cualquier señal de fracaso, cualquier frustración. El desprecio a los débiles, al no considerar a un semejante merecedor de una actitud solidaria que sí se brinda a los que se considera iguales, es una simple manifestación de hostilidad al semejante. Esta hostilidad evoluciona formando en todas las sociedades humanas, clases sociales: los que mandan y los que obedecen, los que tienen derechos y los que tienen deberes. Culmina su crueldad en los genocidios y en la guerra. Esa misma energía socializada, nos permite disfrutar de la competencia en el deporte, la ciencia y el arte. Volvamos a mencionar que la agresividad humana puede ser tanto maravillosamente productiva como tremendamente destructiva. El hecho de que la humanidad haya desarrollada tantas culturas, dando el manto particular a la identidad de sus miembros, sirve de excusa para descargar, en aquellos que no comparten la misma, el sobrante de hostilidad acumulado por las frustraciones cotidianas inevitables. Esto es tan válido para explicar los genocidios y la guerra como el racismo, la lucha de clases y el desprecio a los extraños. Diferencias culturales como la religión, la ideología o el status social son las válvulas de escape a la tensión que surge por intentar frenar, dentro del grupo de pertenencia, la hostilidad que brota por una difícil y delicada pero imprescindible convivencia. Los extranjeros deben prescindir de los privilegios que logran los nativos, las clases inferiores viven en condiciones deplorables y deben servir a los señores. Son realidades constantes y universales, licencias culturales que contradicen una ética que la orgullosa inteligencia humana pretende defender. Migración e identidad. Las migraciones ilustran las consecuencias concretas de las crisis de identidad, ya que imponen a lo que llamamos fortaleza yoica un muy serio examen. Veamos cómo.

Tras duras y dolorosas batallas, todos hemos adquirido una identidad: una forma de ser, de estar, de comportarse, de mostrarse, de relacionarse, de comunicarse, de querer y de odiar, de valorar a los objetos y a las personas, de pensar y de hacer, una forma de dormir y de comer, una forma de hacer el amor, una forma de llamar la atención, una forma de juzgar la conducta humana. Esta identidad nos permite ocupar determinado lugar en la sociedad, en el grupo de pertenencia. Por esa identidad, el grupo humano, del cual el sujeto no puede prescindir si quiere mantener su salud mental, le reconoce un valor y un lugar como miembro del grupo que, a su vez, ocupa determinado lugar en la sociedad. El grupo humano de pertenencia recorta, de un fondo cultural más amplio, a través de las normas que rigen el comportamiento cotidiano del sujeto, la fisonomía de la identidad que el sujeto puede y debe adquirir, dentro de determinada gama de posibilidades. Su expresión práctica son las pautas de comportamiento individual y grupal: cómo comer, vestir, hablar, vincularse. En síntesis: reglamentan dos aspectos de la cultura: la relación con los objetos ambientales que rodean al sujeto y la relación con los otros semejantes, las normas de convivencia. Esta cultura es internalizada tras duras y dolorosas batallas que libra toda criatura humana en el difícil aprendizaje de su proceso de socialización. Si bien ésta trata, en un primer momento, de imponer su narcisismo, al final, en resignada rendición, se somete a la necesidad de los otros (o por lo menos, de algunos). Así se adquiere una identidad. Durante la vida, esa identidad no puede evitar momentos o períodos de crisis. Estas crisis son conocidas e inevitables para todo adolescente; una vez que ha aprendido a relacionarse y ocupar determinado lugar en la familia los cambios fisiológicos y físicos que se producen en su cuerpo provocan cambios importantes en sus pretensiones e intereses. Estos lo presionan para cuestionar y/o cambiar su forma de pensar, de relacionarse con el mundo que lo rodea y de reaccionar frente a él. Esta nueva adaptación al grupo de pares es la que lo coloca ante una inevitable crisis de identidad, cuyo resultado dependerá de la fortaleza yoica que haya podido adquirir, pero también de las pautas culturales que rigen los grupos de pertenencia que logre establecer. Este proceso es similar al del inmigrante que debe cambiar su grupo de pertenencia e intentar adaptarse a las nuevas normas de convivencia que rigen en el lugar de adopción, lo que puede incluir cambios de idioma y de hábitos cotidianos. El inmigrante adulto ha adquirido y desarrollado en su lugar de origen, una identidad que le permitió obtener un lugar en su comunidad cultural, recibiendo un reconocimiento acorde del resto de la comunidad. Su identidad se apoyaba en grupos de pertenencia familiar, laboral, cultural, político, étnico y religioso. El apoyo era imprescindible para desempeñar las tareas económicas y culturales que la competencia y el desarrollo de la sociedad ha ido institucionalizando de determinada manera en ese ambiente cultural. Aunque algunos profesionales recibieron un decidido apoyo en su nuevo hogar, los extranjeros son vistos generalmente como molestos intrusos y serios rivales en la competencia social. A semejanza del adolescente, cuando el Yo del inmigrante se encuentra debilitado por una historia personal en la cual los fracasos sociales superaron ampliamente los éxitos, puede desarrollar, como consecuencia de esta crisis de identidad de la que ya hablamos, el triste camino de las culturas marginales: delincuencia, droga, perversión o locura. Cuanto más joven es el sujeto al emigrar, más fácil es la adaptación, ya que la crisis que produce la migración será más delicada después de la adolescencia, después de que esta etapa termina de formar la identidad y el sujeto defiende la cultura internalizada como una sagrada religión.

Algunos ejemplos Una familia japonesa emigra en el año 1940 a la Argentina. El padre se aferró desesperadamente a las normas tradicionales de una sociedad de neto corte feudal en la que se había forjado su identidad y despreciaba la liberalidad de las costumbres que seducían fácilmente a su esposa y a su hijo. El hijo vivió la crisis adolescente en las escuelas estatales porteñas. En su rebelión contra el padre, cada vez más despótico, se encontró ampliamente respaldado por un ambiente que cuestionaba esas normas paternas. Contaba además con la tácita aprobación y complicidad de la madre. La marginación social, levemente compensada con el apoyo de una pequeña colectividad también marginada, sumada a la marginación familiar que iba cosechando, llevó al padre a un cuadro melancólico. El hijo se adaptó al ambiente porteño. Se convirtió en un profesional y formó una familia con una japonesa. Recuerda con amargura la tozudez del padre y con culpa el hecho de haber abusado del poder que logró frente a él. La crisis provocó en el padre una regresión por la cual se aferró defensivamente con mayor intensidad a las normas del ambiente originario, mientras que el hijo pudo elaborar positivamente la crisis de identidad en su adaptación al nuevo entorno cultural. Cuando la historia personal lleva al sujeto a buscar desesperadamente el éxito, podemos hablar, tanto en el adolescente como en el inmigrante, de sobreadaptación. Problema que es independiente de la inmigración pero puede fácilmente ser exacerbado por las mayores posibilidades que ofrece el nuevo ambiente. Adaptarse significa intervenir en forma más o menos adecuada y equilibrada en el juego de la competencia social. Sobreadaptarse es la autoexigencia de ganar siempre los primeros puestos y obtener los últimos productos que la tecnología pone al alcance para el confort y el placer de la sociedad de consumo, siempre y cuando se obtenga el dinero suficiente para adquirirlos. Debiendo soportar fuertes tensiones sin permitirse descanso alguno, es una sobreexigencia del Super-yo que puede superar las posibilidades del sujeto. El desarrollo de los medios de propaganda encandilando al sujeto y al grupo, anula la capacidad de decisión racional convirtiendo esta competencia por el status social en una pauta cultural de integración al grupo. El que decide a toda costa triunfar en esta competencia despiadada de una sociedad cada vez más sofisticada, se expone79 a que, tarde o temprano, presente algún accidente cardiovascular, una úlcera o un accidente de tránsito donde el azar recibe la ayuda de un inconsciente intento de suicidio. ¿Es la sobreadaptación o la falta de premios al esfuerzo de la sobreadaptación o una voracidad nunca satisfecha (la rabia que estas frustraciones provoca) lo que causa el daño? Un Yo fuerte logra un equilibrio adaptando el deseo y el deber a las posibilidades que las circunstancias permiten, llevando al sujeto a lo que podemos llamar su realización personal dentro de un grupo social al que respeta y valora. Por el contrario, un yo débil fracasa en este intento y deja abierto el camino de la patología. De una manera u otra, todos intervenimos en la competencia social. No es tarea sencilla decidir dónde se encuentra el punto medio. La patología espera tanto al que intenta quedarse fuera de la competencia, marginándose, como al que compite desesperadamente para alcanzar quizás la soledad de las cumbres.

79 Esto depende también de la constitución del sujeto. Sobreadaptación no deja de ser un término relativo. Algunos sucumben donde otros resisten niveles muy altos de competencia. Pero le exigimos más de lo conveniente a nuestro cuerpo, despreciando sus limitaciones. Reflexionamos sobre esto cuando suele ser demasiado tarde.

Veamos un ejemplo de sobreadaptación. Se trata de un hombre, judío, nacido en Polonia en el año 1920. En 1939, Hitler y Stalin se reparten Polonia. El hombre vive en la zona ocupada por los rusos. En 1941 los alemanes rompen el pacto con Moscú e invaden Rusia. El hombre, de 21 años, se va con los rusos en retirada y llega a Siberia. Sus familiares habían decidido quedarse en Polonia, donde poco tiempo después fueron fusilados por los alemanes. Nuestro hombre se casa en Siberia. Vive en un bosque, a la intemperie y allí nace su primer hijo. La esposa no podía olvidar el desagradable espectáculo que daban miles de piojos cayendo de los árboles a pesar del intenso frío. En 1945, terminada la segunda guerra mundial, las organizaciones judías consiguen sacar muchos judíos de Rusia para ubicarlos en Occidente. El hombre, que había enfermado de tifus y sobrevivido de milagro, llega primero a Alemania, donde nace su segundo hijo, quien morirá poco tiempo después. Su sobreadaptación lo lleva a trabajar sin descanso en su oficio de sastre, para las fuerzas de ocupación. En 1948 es enviado a París y desde allí la familia se traslada a la Argentina. Acostumbrados al trabajo duro (sobreadaptado) llegan a conocer un esplendor económico jamás soñado. Llegaron a viajar todos los años para visitar parientes y amigos en Estados Unidos e Israel. En 1972, a los 52 años, tiene su primer accidente cerebrovascular que lo deja hemipléjico. A pesar que al principio se recupera bastante bien, su deterioro físico se acentúa paulatinamente a lo largo de 15 años, hasta que muere en un estado lamentable. Triste final de una vida sobreexigida. La migración impone una integración a otro entorno cultural, en muchos aspectos distinto al originario. Este proceso constituye un examen muy difícil para la extraordinaria capacidad de adaptación del ser humano. Las condiciones de este proceso tendrán que ver con la historia personal y las variables del nuevo entorno cultural.

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LA IDENTIFICACION Y SUS VICISITUDES EN RELACION CON EL FENÓMENO NAZI

Estas reflexiones son producto de una serie de preguntas de difícil o ignorada respuesta en relación con las manifestaciones de la locura social, de la cual el nazismo es un lamentable paradigma. "La comprensión de la naturaleza fundamental del problema de la identidad puede arrojar alguna luz sobre el hecho de que cientos de miles de alemanes hayan participado en la 'solución alemana del problema judío' y millones la hayan aceptado. Estos métodos desafían la comprensión en tal medida que mas allá de algunos accesos abortivos de rechazo, nadie, sea norteamericano, judío o alemán, puede por el momento mantener frente a ellos una reacción emocional congruente. Este, pues, fue el logro culminante del perverso genio mitológico del nazismo: crear un infierno en la Tierra que parece imposible incluso para aquellos que saben que ha sido realidad."80 A estas conclusiones llega Erik H. Erikson en "La leyenda de la infancia de Hitler", interesante análisis de la biblia nazi "Mein Kampf" (Mi lucha). Hitler la dictó en 1923, a los 34 años, a su entonces lugarteniente Rudolf Hess en la cárcel de Landsberg. En ese momento, parecía que el nazismo había abortado antes de comenzar. Pero resultó un mágico acento para una masa ansiosa y desesperada, sombría mítica de la versión nazi del ideal perverso; nadie podía imaginar entonces el poder funesto que alcanzaría.

80

Erik. H. ERIKSON. en Infancia y sociedad. Hormé pág 324

Noche y Niebla.81 Rollos de fieltro realizados con cabellos humanos, montañas de calaveras a las que les han quitado los dientes de oro, veladores con pantallas de piel humana, jabón fabricado con cebo humano, personas reducidas literalmente a piel y huesos si por milagro sobrevivían al crimen de pertenecer a una raza inferior. Las paredes de las cámaras de gas guardan aún las huellas de la desesperación de millares para quienes la "ducha higiénica" resultó una "solución final". Bastaría evocar nombres como Auschwitz, Buchenwald, Bergen-Belsen, Dachau y Treblinka para que surja el horror. Evocar al ser humano, orgulloso de su cultura, convertido en algo que la imaginación no acepta fácilmente: el kapo, el jefe de barraca de los campos de concentración reclutado entre los mismos prisioneros, ilustrando lo siniestro que puede llegar a ser un ser humano con su semejante, empujado por la desesperación. Bastaría evocar 55 millones de víctimas de un nuevo orden. ¿Podemos despejar el horror que provocó esa locura social y acercarnos al ser humano que oculta? En definitiva, el criminal y el verdugo, ambos son seres humanos... Rápidamente nos defendemos de una desagradable idea. Fueron los nazis, nada tenemos que ver nosotros con esto. Identificarse con las víctimas ya produce suficiente dolor. Sería demasiado pensar que yo podría hacer algo así. Insisto: hacer. No se trata de soñar, de contar un cuento o una tragedia. ¿Como se pudo crear un caldo de cultivo en el que decenas de millones de enloquecidos herederos de una cultura milenaria se entregaron con pasión a una frenética y macabra orgía? El fenómeno nazi otorga plena vigencia a la difícil problemática de "El malestar en la cultura", donde Freud plantea: "A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si -y hasta que punto- el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas del instinto de agresión y de autodestrucción" En la sesión inaugural del Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional de 1985, el alcalde de Hamburgo, en su discurso inaugural preguntó: "En Alemania, ¿que sucedió? ¿como pudo ocurrir? Es el humanismo de Sigmund Freud y de su profesión aquello que suscita en nosotros un inmenso respeto y una profunda estima. Pero ¿pueden ustedes ayudarnos no solo a comprendernos mejor a nosotros mismos, sino también a ser mejores y a actuar mejor?" El fenómeno nazi es una de las manifestaciones humanas que lastiman nuestra conciencia cuando debemos reconocer que tanto los buenos como los malos son criaturas humanas. El nazismo es una manifestación de la crueldad humana. ¿Que podemos decir frente a estos fenómenos? Probablemente los ubicamos en las limitaciones de la inteligencia humana frente al formidable desafío que le propone el desarrollo del poder que adquiere la criatura mas evolucionada del planeta. ¿Seremos capaces los seres humanos de administrar en forma racional el inmenso poder que la naturaleza nos dio? ¿Seremos capaces de evitar las funestas consecuencias del uso indiscriminado de ese poder? ¿Lograremos encontrar las normas de convivencia que contemplen una justicia social para todos los miembros de la especie? ¿Podremos evitar las expresiones de la locura social? 81

Título de la película de Alain Resnais.

El fenómeno nazi, es una contingencia social, consecuencia del particular modo en que la criatura humana se comunica y convive con sus semejantes y su medio ambiente. Debemos aceptar, aunque no nos guste, que es la inyección del mal lo que completa la definición de "lo humano", por lo que deberíamos entender como algo "deshumanizado" aquello que carece del poder humano, sea constructivo o destructivo. Por lo tanto, el fenómeno nazi, como la amenaza nuclear,-sea por el peligro potencial de su uso pacifico en las usinas atómicas o por el invierno nuclear en caso de guerra- y el desastre ecológico que el desarrollo tecnológico siembra a su paso, son experiencias exclusivamente humanas, capítulos privilegiados de nuestra cultura que obligan a observar con cierta desconfianza a la orgullosa superioridad del ser humano. Poder Reflexionemos un momento sobre el poder en la especie humana. Este poder tiene ciertas características singulares. Hemos demostrado poseer la capacidad para crear herramientas e instrumentos que no pertenecen a nuestra anatomía. Del martillo al robot, pasando por el avión, la máquina de escribir y la computadora. Somos capaces de pensarnos a nosotros mismos como objeto de estudio. Usamos el lenguaje digital codificado, la escritura y el asombroso avance tecnológico que es su consecuencia; nos asombra la televisión, los satélites, y los robots de las fabricas automáticas. Hoy es posible la difusión de cualquier descubrimiento científico a cualquier lugar del planeta en el mismo momento de su producción. El desarrollo de la cibernética llegó a los robots, a los que alguien llamó "los trabajadores de cuello de acero" para diferenciarlos de los de cuello blanco (los empleados) y los de cuello azul (los obreros). Los robots trabajan 24 horas seguidas sin cansarse. No se enferman, no hacen huelgas, funcionan en climas insalubres para el ser humano y no se quejan por hacer tareas que lastiman la dignidad humana. Aristóteles dijo: "Mientras los arados no aren por su cuenta, harán falta esclavos." Estos trabajadores de cuello de acero ya pueden remplazar sin nostalgia a los esclavos. Y si la computadora, en su competencia con nuestra mente logra superar algunos obstáculos, lo que no es imposible, tendremos una inteligencia artificial, la cual, hablando, nos ayudara a pensar, a crear, y a resolver problemas ante los que el narcisismo humano encuentra serias limitaciones. Simplemente podrá ser imparcial, cosa imposible para cualquiera de nosotros. La medicina, en espectacular avance, libra quizás las últimas batallas contra el cáncer, prolonga la vida, disminuye la mortandad infantil, reemplaza órganos, y con ayuda de la tecnología electrónica consigue que los parapléjicos caminen, que los ciegos vean y que manos y pies artificiales funcionen como tales. La ingeniería genética, al mejorar los productos de la agricultura y la ganadería, posibilitaría (si su administración fuese mas racional y justa) alimentar a varias veces la población mundial. Y se han creado bacterias que limpian de petróleo aguas contaminadas, y dentro de poco habrá bacterias que limpien la polución ambiental. El petróleo y el uranio, aparte del peligro potencial de este último, pertenecen a las fuentes de energía no renovables que posee la Tierra, y tendríamos que pagar muy caro su despilfarro sino fuese porque el avance tecnológico permitirá aprovechar energías inagotables como la solar, la eólica y la biomasa. He mencionado el avance tecnológico, pero las ciencias sociales aun presentan un serio atraso en lo que la humanidad necesita. La organización social de la especie es una intrincada selva donde la ley del mas poderoso, que nada tiene que ver con el mas apto, intenta imponer su capricho despótico a su grupo de influencia. La libertad y el poder que la naturaleza nos otorgó carecen de los frenos morales que, según Konrad Lorenz, se desarrollan en otras especies. En éstas, sus

instrumentos de defensa y de ataque se limitan a su anatomía, dando tiempo al desarrollo de una inhibición psicológica automática, necesaria para la convivencia. Y la responsabilidad moral puede ser despojada de su eficacia gracias a la comunicación digital (una orden verbal): A puede ordenar a B que mate a C (situación que plantea la "obediencia debida"). Ningún otro animal puede dar esta orden. Es exagerado afirmar que carecemos de frenos morales, pero la moral es una virtud con singulares matices y relativamente fácil de educar. En la Segunda Guerra Mundial los comandos eran entrenados para vencer estos controles con ejercicios contundentes: tomar pichones en la mano y saltarles la cabeza con el pulgar. La inteligencia humana ha creado conceptos como responsabilidad moral y justicia social, llegando a la utopía de pretender sus beneficios para la sociedad humana. Al mismo tiempo que descubre argumentos y condiciones para transgredirlos. Ninguna otra especie ofrece un ejemplo similar. El ser humano es el depredador mas temible y los enemigos naturales más peligrosos son sus propios semejantes82, por estas características: su inteligencia y su habilidad. Las mismas características que lo convierten en una criatura admirable y maravillosa. El desarrollo de la cultura se empeña en encontrar una ética que haga la convivencia agradable para todos. Pero quizás el obstáculo insalvable esté en el poder que puede adquirir un narcisismo infantil que quiere a los demás -padres, hijos, hermanos- siempre y cuando éstos estén dispuestos a satisfacer sus arbitrarios deseos. Y el poder que puede instrumentar el "narcisismo de las diferencias" donde un grupo, proyectando sus propios aspectos desvalidos, desprecia a otros, otorgándose supuestos derechos correspondientes al retorno de un Yo Ideal (origen y derechos divinos) disuelto en el grupo de pertenencia. La maravillosa capacidad creadora del proceso primario nos preparó una cruel trampa, de la que la humanidad parece no poder salir. Siguiendo el principio del placer, el campo de la fantasía ha sido un excelente refugio para escapar de las limitaciones de la realidad creando instituciones, situaciones y objetos ideales totalmente maravillosos, totalmente monstruosos, omnipotentes e inmortales. El proceso primario creó los tropos (sinécdoque, metonimia y metáfora) haciendo idéntica la semejanza, institucionalizando la poesía y el delirio, pero posibilitando también la separación, la proyección, la disociación. Su magia es fascinante, y no sería posible la vida social sin recurrir a su poder. Los rituales de la vida social le deben su existencia. Con su poder hemos separado "los unos" de "los otros", el bien, del mal. Lo lindo, lo bueno, es valioso, es respetable, es querible, y esto es justo. Lo feo es malo, despreciable, insignificante, odioso, y esto también es justo. Para ser humano, necesito que otro ser humano significativo me reconozca como tal. Para sentirme valioso, respetable, querible, merecedor de vivir en la comunidad. En el caso ideal, espero ese reconocimiento de todos los otros, y como mal menor, de unos pocos, por lo menos de alguien. Así surgió la necesidad del grupo de pertenencia, en el que el control de los impulsos hostiles es imprescindible para que éste pueda subsistir. El "narcisismo de las diferencias" pone nombre a un fenómeno social: la lucha de clases, el racismo, el nacionalismo, los genocidios, el chauvinismo cultural, etc. Proyectamos en el grupo de pertenencia las ilusiones narcisistas de omnipotencia y de inmortalidad que conforman el Yo ideal, cuya frustración cierra un circulo vicioso acumulando más rabia a la que se forma por las frustraciones cotidianas inevitables, fomentando a su vez el desprecio o el impulso de matar al chivo emisario para el que la cultura permite canalizar impulsos prohibidos dentro del grupo. Al vil ser en que se ha convertido el desgraciado de turno ya no podemos considerarlo semejante, y así empiezan a resaltar las diferencias: sexo, credo religioso o político, color de piel, cultura, status 82

Es difícil dilucidar si este lugar no lo compartimos con los virus y

las bacterias.

social, origen geográfico, etc, etc. Sutiles argumentos de los que la inteligencia humana demuestra una capacidad de producción admirable, liberan a los miembros de la comunidad de la responsabilidad del control del poder destructivo contra sus semejantes que cometieron el crimen de poseer esas diferencias. Las poderosas contracargas que mantienen la represión, alientan y favorecen la proyección de lo reprimido, intentando evitar el dolor del castigo superyoico por deseos perversos que toda criatura humana no puede dejar de tener. Fantasías prohibidas que pueden, gracias al proceso primario y siempre en el terreno de la fantasía, pertenecer a otros. Proyección que se da en toda pareja en algún momento de su existencia. Pero la proyección a otro grupo, junto al poder que alcanzó la instrumentación de la hostilidad por los grupos de poder en las armas nucleares, está en condiciones de destruir a la especie humana. Reclamando un "Yo de Placer" por derecho y como mal menor para mi grupo de pertenencia, canalizo todas las formas de hostilidad contra los otros. El juego de la guerra es la licencia cultural para matar. Lo llamo juego porque así pretende entenderlo la irresponsabilidad, el entusiasmo y la alegría con que lo emprende la mayoría de los que intervienen en él. Fácilmente encontramos las fantásticas e irracionales creaciones intelectuales que justifican este juego y satisfacen así la necesidad de matar (?!), razonamiento que lastima a nuestra conciencia pero que la historia insiste en señalar. El desarrollo de la ingeniería genética será una bendición y una maldición, de acuerdo al aspecto del narcisismo que la instrumente. La evolución del potencial humano nos ubica en una encrucijada que muestra distintos caminos posibles: Una dirección conduce a la humanidad hacia una civilización de un desarrollo tecnológico inaudito con su potencial creativo racionalmente administrado con una ética que contempla los ideales culturales de la especie. Otro camino conduce a la autodestrucción de los seres supuestamente mas inteligentes del planeta. Quizás a la eliminación de todo vestigio de vida. En esta ruta, millones de semejantes viven en condiciones justificadas solamente por la vergüenza de la conciencia del resto. El planeta que nos alberga es un peligroso reservorio de desechos cada vez mas dañinos para sus privilegiados habitantes. Nuestra costumbre de disociar el bien del mal nos lleva a ver en la encrucijada distintas rutas separadas entre sí. Sin embargo, la historia muestra un conjunto muy heterogéneo donde todas las épocas mezclan situaciones creativas, productivas y felices con otras dramática y cruelmente destructivas. Lo que motiva pensar que esa es la regla: mientras algunos pueden disfrutar de lo positivo, otros deben sufrir lo negativo, en el mismo momento histórico y hasta en el mismo lugar geográfico. Generalmente es el azar el que marca el rumbo. El azar ha dictaminado un desarrollo para la criatura humana que le otorga un poder que pretende y a veces logra, competir con el azar en los resultados. La sublimación y la perversión en la cultura La moral, la ética de una justicia social adquieren en el ser humano un desarrollo que no se encuentra en el resto de la naturaleza. Esta es una de las privilegiadas contradicciones de la cultura humana, que ha desarrollado ideales sublimados de paz, democracia y justicia social a través de la historia, fiel reflejo del conflicto interno de la criatura humana. Pero al descubrir el trabajo para construir su vivienda, al trabajar el campo, en la caza y en la pesca, el hombre también descubrió la utilidad del esclavo. Así, la cultura creó ideales perversos: la esclavitud, la guerra y el sometimiento del otro semejante, al igual que los argumentos que justifiquen, oculten o disfracen esas intenciones, licencias que la cultura debe tolerar.

Si, teniendo los medios la humanidad no ha logrado una convivencia armónica, una distribución mas justa de las riquezas y una oportunidad igual para todos (y ni siquiera se vislumbra la posibilidad de que las consiga), debemos pensar que las motivaciones del ser humano están lejos de pretender esto. Es una apreciación muy ligera si tomamos en cuenta un núcleo reducido de criaturas humanas en las cuales encontramos fácilmente la convivencia armónica, la distribución justa de los bienes y de oportunidades (sin profundizar demasiado). Pero la realidad se muestra al observar la lucha de clases y la distribución internacional del trabajo, y es una realidad muy lejana de los ideales que la humanidad culta dice defender. Es decir, el interés de la humanidad es otro. Tras el ideal oficial de libertad, igualdad y fraternidad se esconde sutilmente y la mayoría de las veces el ideal perverso de poder para someter al desgraciado de turno. Estos dobles mensajes culturales son recibidos por todas las criaturas durante el proceso de identificación al formar su Ideal del Yo y la familia es un intermediario de la cultura que impone el status de sublimación a los actos que lo obedecen. En el crisol familiar comienzan las dificultades para distinguir el bien del mal. Reclamando en el discurso lo que contradice la acción. Con el nazismo, un Ideal perverso toma el poder en Alemania. El sueño de la gratificación narcisista bajo el principio del placer (satisfacción inmediata y total del deseo) se impone a millones de criaturas que se encandilan con pasión. El fenómeno del nazismo no fue ni el primero de su clase ni el ultimo. Pero esto sucedía en el centro de la cultura occidental y cristiana, que había desarrollado un magnifico ideal de amor universal.

Los extremos de la oscilación Después de la Guerra del 14, la ideología comunista había logrado un auge peligroso, como lo mostraban la rebelión de Bela Kuhn en 1919 en Hungría, el movimiento espartaquista agrario andaluz en España y el espartaquismo en Alemania, en donde llegó a haber cuatro repúblicas soviéticas83. La dictadura del proletariado era el sueño de muchos intelectuales europeos. Esperaban que la Revolución Rusa del 17, que ellos habían esperado en Alemania o Inglaterra, fuera el paraíso que se extendería sobre la Tierra. Por fin, dejaría de existir la explotación del hombre por el hombre. La "verdadera conciencia" impondría su reinado sacando al ser humano de su alienación. Alfred Adler, Wilhelm Reich, Marie Langer y otras importantes figuras del psicoanálisis, adhirieron a ese ideal con entusiasmo. A esta versión de un ideal de trabajo e intercambio racional del hombre universal, los "cuerpos libres" (precursores del nazismo) apoyados por los dueños de la industria opusieron el ideal romántico de la raza superior germana, desprecio maníaco hacia los vecinos que debían servir incondicionalmente a los señores. Rescatando un antisemitismo tradicional, los no arios, los judíos, fueron convertidos en el chivo expiatorio del desastre económico en que terminó la guerra del 14. Lo que permitía descargar impunemente contra ellos la rabia por las frustraciones de la vida. El ideal nazi señalaba lo que había que reprimir: la compasión, el ideal de justicia, el amor compartido para todo aquel que no perteneciera a la raza superior aria. La valoración social estaba garantizada para los señores, que dispondrían de esclavos reclutados en los países dominados. El respeto se impone por el terror. El ario puro, por el simple hecho de existir y de haber nacido, merece el respeto y la adoración incondicional del resto de la Tierra. Así quedaba definido el concepto de sublimación y de justicia. ¿Hasta dónde es original esta ideología? ¿No recuerda acaso la colonización del África, del continente americano, la campaña al desierto en la Argentina, el Ku Klux Klan y cualquier genocidio, de los tantos que ensucian la historia? La ideología nazi es el punto de articulación entre el racismo blanco en Africa y cualquier patota de adolescentes iracundos. Son ideologías que tienen por meta satisfacer el deseo del narcisismo infantil omnipotente trasladado al grupo de pertenencia, quizás como revancha por tener que renunciar al Yo de Placer. Todo el poder a la elite, por derecho divino. Es así que seria un grave error separar el fenómeno nazi del resto de la serie ya que, mas que un problema alemán, judío o europeo, es un problema de la especie humana. La comunidad judía había demostrado su incapacidad de reacción frente a los continuos "progroms" desatados contra ella. Antecedentes que garantizaban el resultado. La falta de respuesta a la brutal agresión confirma el derecho que asiste a los Señores. Elemental lógica del narcisismo ingenuo. Lógica semejante guió la conquista de América y de África. Pero a los judíos había que eliminarlos, mientras los indios y los negros salvaban su vida con el sometimiento y la esclavitud. 84

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Repúblicas soviéticas fueron llamados los consejos de obreros comunistas que tomaron el poder en varios puntos de Alemania. Soviets, voz rusa que equivale a consejo o asamblea política. 84 Es llamativa una diferencia en el genocidio cometido por los nazis y el que cometieron las fuerzas de la represión en la época del "Proceso" en la República Argentina. Los nazis despreciaron a todo ser "contaminado con sangre judía" por lo que debía ser aniquilado (lo que es la regla en los genocidios) mientras que en la Argentina los hijos de los perseguidos fueron adoptados por sus verdugos y luego defendidos y valorados como hijos propios. Esto indica, a mi entender, una inconsciente idealización de los "terroristas" reprimidos y una necesidad de reparar, que no es lo común en estos episodios.

La evolución de los ideales culturales tuvo su particular expresión dramática en los últimos siglos. El ideal socialista, que intenta una sofisticada elaboración del Principio de Realidad, presenta a su vez un difícil análisis imparcial de sus expresiones concretas en la practica. El nazismo en Alemania fue la reacción de una masa desesperada e incrédula que prefirió la defensa maníaca del poder que desprecia y somete. El caldo de cultivo fue integrado por las consecuencias especiales que tuvo la Primera Guerra Mundial en Alemania, consecuencia directa de los ideales nacionalistas e imperialistas como evolución de la cultura humana, expresión de la lucha dialéctica entre la necesidad de encontrar normas de convivencia armónica universal (que no es mas que otro ideal cultural) y el deseo de poder por derecho divino, para el grupo de pertenencia, como mal menor. La reacción surgió también espectacularmente en Hungría, en España y en Italia. Pero no todos adhirieron al nazismo, a Franco o a Mussolini. No hay sociedad que no tenga sus grupos marginales donde rige el ideal perverso como modelo de identificación para sus miembros. En la Alemania nazi, los grupos marginales eran los que se identificaban con un ideal que se resistía al chauvinismo etnocrático de la raza superior impuesto por el terror. Resistencia que era considerada perversa para el grupo que ostentaba el poder. Por qué obtuvo tanto poder en Alemania? Sabemos que una privación traumática debilita las contracargas impuestas bajo la presión del complejo de castración, fortaleciendo de esta forma los impulsos hostiles reprimidos. En este caso, ¿cual fue la privación traumática? "Tenemos en Alemania la mas completa demostración del terrible peligro de la juventud frustrada, y sin duda el ejemplo es suficiente. El estado mental de un joven alemán en los días siguientes a la guerra lo hallamos en un libro: "¿Y ahora qué, hombrecito?" Uno de esos libros en que el novelista sobrepasa al historiador en su presentación de una atmósfera en la cual, y por la cual, las cosas ocurren. Su hombrecito está sin trabajo, humillado, exasperado, llevado inevitablemente a la rebelión. Ama, y su paternidad es vergonzante, y las perspectivas para cualquier niño que él engendre son la desnutrición y la servidumbre. No hay salida para él, Ningún mundo a través de los mares, en el cual un hombre pueda rehacer su vida. ¿Qué es lo que ha traído todo esto? No hay nadie que le explique el arrogante desatino de 1914, y todo lo que lee y oye está saturado con la sugerencia de que el Tratado de Versalles fue absolutamente injusto. Y no sería humano si no aceptara la agradable sugerencia de que los ejércitos alemanes no fueron vencidos en 1918, como desde luego lo fueron, sino que fueron traicionados por la insidiosa propaganda británica y por la defección interna. Y ahora toda esta pobreza es debida al inicuo bloqueo, al monstruoso fardo de las indemnizaciones, a las maquinaciones de las finanzas cosmopolitas y principalmente judías y al predominio de los judíos. Muchos de los patrones a quienes acude tan sin esperanzas encuentra que son judíos o parecen serlo. Judíos emboscados en la pobreza y floreciendo en la prosperidad. Algunos pueden haber prosperado un poco demasiado de prisa en los años siguientes a la guerra. El 'hombrecito' que era un niño en 1918, que no oyó hablar más que de victorias gloriosas hasta el derrumbamiento y el hambre, atisba los restoranes, estudia los escaparates de las tiendas. ¿Se volverá bolchevique? ¡Pero los socialdemócratas y los comunistas estaban en la conspiración que hizo caer el frente interno! Los socialdemócratas hicieron toda clase de concesiones a los franceses e ingleses, pero no consiguieron nada en cambio; nada que permita una salida. Tal era el estado mental de una nueva generación entera de alemanes, de millones de jóvenes defraudados, acorralados. Acumularon fuerza explosiva durante los días del colapso monetario que precipitó a toda la burguesía joven en el emponzoñoso estrato de la miseria. La forma particular que tomó la explosión fue un mero accidente individual, aunque tomó la

forma de la mas desastrosa convulsión guerrera que la humanidad haya experimentado hasta ahora." Esta es una respuesta que encuentro en el "Esquema de la Historia Universal" de H.G. Wells citando a Hans Fallada, autor de la novela "¿Y ahora qué, hombrecito?". El "hombrecito" ha aprendido a sublimar, ha formado o quiere formar una familia y quiere trabajar para su sustento. La valoración social que ha aprendido a esperar con derecho es, por lo menos, vivienda y sustento dignos para él y su familia. En las identificaciones que formaron su Ideal del Yo éste era el premio prometido y esperado. La herida narcisista del rechazo y la marginación social a la que se siente condenado debilitan el Ideal del Yo y fortalecen impulsos hostiles normalmente reprimidos. Se siente solo, pero no tanto. Los marginados, que son millones y que comparten su suerte realimentan el odio y la desesperación. Solo esperan que alguien les señale el camino, y no pueden esperar mucho en encontrarlo. Quieren comprender, y todos se debaten en un conflicto interno que cuestiona el Ideal que los ha llevado al desastre. Dos ideologías excitan su mente, intentando seducirlo. Primero el socialismo radicalizado obtiene importantes victorias, pero pronto aparece la violenta reacción que dará el poder al ideal nazi. Hitler era también el producto de una maquinaria industrial que mostraba con merecido orgullo el avance tecnológico que la habilidad y la inteligencia del ser humano había alcanzado. No había ninguna razón para renunciar a sus beneficios ni compartirlos con aquellos que la producían. Dos polos hicieron posible lo que Alemania mostró al mundo: la miseria consecuente a un tratado de Versalles que obligaba a una deuda de guerra que no tenía ni monto, ni fin 85. Lo que trajo el peligro del comunismo. Pero éste encontró en la mística mágica de la raza superior un adversario imbatible. Y el instrumento de poder que otorgaba el desarrollo industrial de Alemania. "...la conciencia es una deshonra y ambas son judías." "Hoy Alemania es nuestra, mañana, el mundo entero."86 Un hombre llamado Adolfo Hitler. Hitler fue el líder carismático que dió su sello personal a la situación ordenando a su manera los elementos dispersos en juego. El ambiente especial de Alemania en un interjuego con la personalidad de Hitler produjo el resultado conocido. Nacido el 20 de abril de 1889, su origen dibuja los contornos de una cultura: El padre tenía 52 años, la madre 29. El padre era un hijo ilegítimo, reconocido tardíamente. Adolfo es el cuarto hijo de la última mujer (prima cercana) del padre. Los tres anteriores murieron antes de nacer Adolfo. Quedaban, un hermanastro mayor, ilegítimo y una hermanastra. A los 5 años, nace un hermano que sólo vive 6 años. A los 7 años nace una hermana que vive hasta la década de 1950. En la infancia se destaca una cultura luchando por una identidad nacional. En la adolescencia muere el padre dejando cinco años de libertad riesgosa con suficiente confianza en su identidad como para satisfacer la demanda de una madre incondicional y postergar lo que sería impulso natural hacia la pareja exogámica. A los 18 años muere la madre y el rechazo social, fracasa tres veces en el ingreso a la Academia de arte de Viena87, ponen a la identidad en crisis, con años de miseria económica y moral en Viena. La esperanza que controla la rabia por la frustración se apoya en dos pilares: una habilidad como dibujante y una capacidad de líder y orador apasionado de esa ideología nacional. Si bien la personalidad flaquea, los impulsos hostiles aún se controlan. 85

Error que fue ampliamente corregido con el Plan Marshall, tras la segunda guerra mundial. A. Hitler. 1923 Mein Kampf. (Mi lucha) 87 En la misma época fue reprobado en sus exámenes de ingreso a la academia de arte de San Petersburgo, Marc Chagall. 86

Circunstancialmente decide cambiar de ambiente, dirigiéndose a Munich, quizás para acelerar una salida, sea la que fuese, de la desesperación melancólica. Encuentra la manía en la guerra del 14 a la que adhiere con entusiasmo. Dos fuerzas negativas comienzan a potenciarse. La camaradería de las trincheras fortalece la identidad inestable pero en seguida se derrumba: tras un ataque con gas mostaza88 se encuentra cegado y al borde del colapso. Una sensación general de fracaso y de traición acelera la desesperación inclinando la balanza que nunca mas volverá a un equilibrio. Tiene 29 años. Su habilidad como orador de la ideología nacional, si bien evita una desestructuración peor, estructura una frenética paranoia realimentada por un ambiente ávido de venganza y deseoso de escapar de la desesperación general, evitando caer en una temida ideología universal. Los seis años que transcurren desde el ataque con gas hasta la prisión de Landsberg son los que ponen el sello a un delirio sistematizado dentro de una comunidad alienada. La identidad del nazismo. El flautista pardo, como Erikson llamó a Adolfo Hitler, sedujo fácilmente a una masa sedienta de poder. Una vez en el poder, la institucionalización del ideal nazi impuso su sello especial al proceso de identificación: un sentimiento de autoestima elevado a la megalomanía si pertenecía a la raza privilegiada y un desprecio profundo al resto, hasta negar el derecho a la existencia, al judío inmundo. Discurso que primero se concretó en la eliminación de los comunistas y toda oposición al régimen. Los elementos que componían este ideal no eran mas que una particular acomodación de los mismos: las guerras para fortalecer identidades nacionales que buscan la hegemonía del poder sometiendo al vecino, el antisemitismo y el desprecio a la razón. Pero el resultado fue una experiencia que conmovió las raíces de la civilización. Esto sucedía en un ambiente donde la cultura, a la vez que fabricó esa ideología, también desarrolló una ciencia y una técnica que permitió armar la máquina arrolladora de la Blitzkrieg (guerra relámpago). La identidad nacional. Si aceptamos que el problema se origina en la juventud frustrada, intentemos analizar esto. A la necesidad de un grupo de pertenencia, la cultura ha respondido con la identidad nacional como una de las "ambiciones culturales", fruto de muchas guerras, y que conduce inevitablemente a otras guerras. Los millones que componían la juventud frustrada en Alemania y en el mundo eran consecuencia de ese juego. Mientras un ideal de justicia social para el hombre universal se abría paso en la cultura, la lucha por una irracional identidad nacional permitió una distinta acomodación del poder. Adhiriendo al ideal nazi, lejos de renunciar al ideal nacionalista, estaban dispuestos a cualquier esfuerzo para la revancha. El ser humano no está dispuesto a renunciar fácilmente al juego de la guerra. El grupo de pertenencia será la familia, el pueblo, la nación, pero parecería que la cultura humana aun no puede imponer o pensar en un ideal donde el grupo de pertenencia sea la especie humana. Este ideal es de muy antigua data, pero su vigencia es débil y fugaz. Es una desagradable tentación pensar que existe una necesidad de convertir en enemigo a otro semejante, un poco distinto, en quien poder proyectar los aspectos perversos que todos tenemos. Un enemigo así creado seria una poderosa contracarga de los impulsos prohibidos dentro del grupo de 88

El gas mostaza (venenoso) fue usado tanto por los alemanes como por los ingleses en la última época de la primera guerra mundial. En la guerra todo vale. O se elimina la guerra o hay que atenerse a sus consecuencias. Es muy ingenuo pretender el respeto de reglas "humanitarias" cuando la guerra misma es la principal violación de las mismas. Equivale a regalarle una bufanda a un soldado para que no se resfríe en el frente.

pertenencia, a la vez que permite descargar los mismos contra el/ellos. Una excelente transacción para la economía psíquica. La necesidad de poder descargar los impulsos hostiles en otro grupo tiende a cohesionar, permitiendo un juego mas fácil de los impulsos amorosos dentro del grupo. Esta es la razón de la etnocracia: el poder al grupo de pertenencia. Los impulsos hostiles antisociales, alimentados por las inevitables frustraciones de la vida, sea porque motivan y alientan las perversiones en lugar de las sublimaciones, sea por la defusión instintiva que provocan, pueden descargarse impunemente con la ilusión del respaldo omnipotente que da el poder de un grupo de pertenencia. Este poder puede ser ilusorio o no, pero no cabe duda del daño que efectúa hasta que la realidad demuestra sus limitaciones. Y si el poder conduce a la victoria, la euforia maníaca que generalmente produce es tanto o mas dañina. La fascinación por la ilusión de la omnipotencia del poder comunitario convierte en manía el miedo que inspira la acción individual. Algunas comunidades han desarrollado en la historia poderosos instrumentos que aventajaron al resto de su época, poder que ningún individuo aislado hubiese podido lograr. La pertenencia a un grupo tiene enormes ventajas, además de satisfacer necesidades que pertenecen a la esencia del animal humano, aunque un grupo puede bastarse con un número pequeño de integrantes. "El hecho de que los individuos rectores de la humanidad, los pueblos y los Estados abandonaran las restricciones éticas en sus relaciones recíprocas fue una natural incitación a sustraerse de la presión continua de la cultura y a permitirse transitoriamente la satisfacción de sus pulsiones refrenadas." 89 Los millones de alemanes que adhirieron al ideal nazi con pasión, sublimaron para su grupo de pertenencia produciendo como ejemplo la asombrosa Blitzkrieg lo que indica que la sublimación puede también estar al servicio de lo perverso. Todo depende de la "valoración social" que se tome como medida. No es nada original afirmar que el bien para unos muchas veces es el mal para otros. La cultura ha creado absurdos dilemas: ¿porqué no se deben matar civiles pero sí se deben matar soldados? ¿En qué se diferencia la "solución final" de cualquier genocidio que continúan acompañando a la orgullosa cultura humana? Los límites de una sociedad alienada que sirvió de caldo de cultivo al ideal nazi y al desastre que éste produjo, lejos de ceñirse a Alemania son tan amplios que cuestionan seriamente las bondades de nuestra civilización. "Cuando, con razón, objetamos al estado actual de nuestra cultura lo poco que satisface nuestras demandas de un régimen de vida que propicie la dicha; cuando, mediante una crítica despiadada, nos empeñamos en descubrir las raíces de su imperfección, ejercemos nuestro legítimo derecho y no por ello nos mostramos enemigos de la cultura. Nos es lícito esperar que poco a poco le introduciremos variantes que satisfagan mejor nuestras necesidades y tomen en cuenta aquella crítica. Pero acaso llegaremos a familiarizarnos con la idea de que hay dificultades inherentes a la esencia de la cultura y que ningún ensayo de reforma podrá salvar."90

89 90

Freud. 1915. De guerra y muerte. Temas de actualidad. AE T XIV Pág 286 Freud. 1930. El malestar en la cultura. AE T XXI Pág 112

Pese a nuestra extraordinaria capacidad de adaptación, la convivencia se muestra como un problema sumamente complicado, que necesitamos resolver, siendo la cultura, concepto demasiado amplio quizás, el único campo posible para realizar esta tarea. Planteamos dificultades que corresponden a la naturaleza humana cuando reflejamos en nuestra conducta cultural y no en el discurso cultural que proclamamos, nuestras intenciones. Sin embargo, la tarea es de integración y ayudar a otros a adaptarse activamente a la sociedad humana de la que no se puede prescindir.

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SEMINARIO Psicoanálisis - Psicoterapia psicoanalítica www.edupsi.com/psaterapia [email protected] A cargo de Dr. Manfredo Teicher Clase 15 MEJICO CHIAPAS Méjico. Hagamos un poco de asociación libre (técnica psicoanalítica para llegar al Inconciente): Maximiliano. Napoleon III. Carlota. La doctrina Monroe. “Juárez”. Paul Muni. Bette Davis. John Garfield (espero que el Inconsciente no me haga jugarretas extrañas) La Legión Extranjera. América para los americanos. América para la humanidad. Hipólito Yrigoyen. Frondizi. La Semana Trágica. Texas. Petróleo. Al Sur del Río Grande. El Nafta y el Mercosur. Marlon Brando. Zapata. Siqueiros. La Iglesia. La Reforma. El Apra. Haya de la Torre. El Perú. Alan García. Sendero Luminoso. Fujimori. El MNR. Bolivia. Paz Estensoro. Lechín. El Estaño. 1948. Perón. Evita. Patiño. Londres. La Refinería del estaño. La Guerra de la Triple Alianza. La Guerra del Chaco. El Mariscal López. El Dictador Francia. “Llora, llora, Urutaú, en las ramas del Yatay” cantaba Rubén Darío. El Yatay no tiene ramas. Gabriel García Márquez. “100 Años de Soledad”. Fidel. Bolívar. El Che. Jacobo Arbenz. Guatemala. La CIA. Castillo Armas. La United Fruit Company. Allende. Chile. Pinochet.

Bolívar. San Martín. Guayaquil. 1918.

La

Revolución.

El

triunfo

del

Proletariado.

La

Unión

De

Repúblicas Socialistas Soviéticas. Lenín. Trotsky. Volvemos a Méjico. Eisenstein. “Viva Méjico”. “El Acorazado Potemkin”: “Hermanos, no tiren” Stalin. Mussolini. Franco. Hitler. 1914. 1939. Dos Guerras Mundiales. ¿Cuántos muertos? Tecnología y Poder. La Era Atómica. Hiroshima. Nagasaki. Vietnam. Otra vez Marlon Brando. “Apocalipsis Now”. Martí. Sandino. Vargas. Goulart. Collor de Mello. Corrupción. Narcotráfico. Medellín. Calí. El Gueviare. Chiapas. La Guerrilla. Indios. Colón. La raza superior. Jeromy Iron. Robert de Niro. “La Misión”. Europa conquista el Universo. La Conquista del Desierto. La Conquista del Oeste. Mapuches. Pactos que no se cumplen. El Hombre “Común” Ilustrado: Orwell: “1984”. “Como agua para Chocolate”. “El Padrino”. Marlon Brando y Al Pacino. “Nosotros, los Monos”. Edmund Valladares. El hombre en la Luna. El Transbordador Espacial. Hambre en Etiopía y en Ruanda. Guerra en la ex Yugoslavia. Musulmanes. Fundamentalismo. Guerra Santa. Terrorismo. Kamikazes. Terroristas suicidas. Catástrofes Culturales. Religión. India. Los Parias. Musulmanes ex-parias. Un Deporte siniestro, la Guerra. Kirk Douglas. “La Patrulla Infernal”. Jack Palance. “Ataque”. Tom Cruise. “Nacido el 4 de Julio”. El Discurso de La Cultura. Libertad, Igualdad, Fraternidad. El Discurso en la Política. La Actitud Cultural del Ser Humano. Tecnología. Poder. Lucha por el Poder. Lucha de Clases. “A cada uno, según sus necesidades; de cada uno, según sus posibilidades.” Una Distribución Racional, Justa, del Potencial Humano. Justicia Social. Gorbachov. Perestroika. Glasnost. Cae el Muro de Berlín. Leningrado. No, ¡San Petersburgo!. Resurge el Nacionalismo. Recuperan sus fuerzas las Religiones.

“Siempre es posible unir en el amor a una multitud mayor de seres humanos con tal que queden otros fuera contra quiénes descargar la agresión” Freud, “El Malestar en la Cultura” Barbarie: Época en que la gente se mataba... De a Uno. ¿Y ahora qué, hombrecito? ¿La Utopía Ecológica reemplaza a la Utopía Socialista? Eco 92. Desarrollo Sostenido. Desocupación. Pobreza. Las Favelas de Río. El Comando Rojo. Narcotráfico. Latinoamérica. Asia. Africa. Fukuyama. “El Fin de la Historia”. Toffler. “La Tercera Ola”. David Ricardo. Distribución Internacional del Trabajo. Los Términos del Intercambio. El Primer Mundo. El Tercer Mundo.

“Su Padre era un Hombre Su Madre, una Mujer Ud. vino al mundo qué vamos a hacer Los dos le juramos, que fué sin querer” Pobreza. Estallidos Sociales. Capitalismo Salvaje. Ecología. Tecnología. Desocupación. Superpoblación. Mano de obra semi-esclava (de China Comunista y de “los Dragones de Oriente”) exporta desocupación a Occidente. El Capital tiene Poder. Los Pobres son demasiados. Criaturas humanas. Justicia Social. Algunos quieren (los buenos), pero no pueden; otros pueden pero no quieren (los malos). “La Naturaleza Humana enfrenta un eterno conflicto heredado de los trasfondos de la Historia: el Deseo de usar al Otro Semejante, cómo, cuándo y dónde se le antoja; y la necesidad de convivir con él (que desea lo mismo).”

Teicher “Teoría Vincular del Narcisismo”

¿Qué tiene que ver todo este guiso con Méjico, con Chiapas? En que los seres humanos, empedernidos deportistas, jugamos la Lucha por el Poder de varias formas. Latinoamérica ilustra una de ellas. ¿La Moraleja? “No se preocupe, tenga miedo” Aconseja Gabriel García Márquez.

ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA Ha muerto la ilusión. La revolución ha muerto. “La división en clases se hará tan profunda que llegará el momento que los desposeídos tendrán que tomar por la fuerza los medios de subsistencia.” India. La religión. Los parias. La zanahoria de la reencarnación. ¿Cuántos siglos tiene? El sometimiento de la mujer. ¿Cuántos siglos lleva? Sin embargo, la quema de los primogénitos está tan lejana en el tiempo que podemos dudar que haya existido. Y la esclavitud; el derecho de vida y muerte sobre los esclavos está abolido. ¿O ha tomado distinta forma? Mas sutil, mas encubierta. Los intelectuales, los revolucionarios, recibirán aplausos y veneración (no siempre, pero sí, muchas veces) por denunciar las injusticias clamando por una justicia social. Pero serán tan dañinos como aquellos a quienes critican si llegan al poder. El binomio ser humano-poder es una combinación dramáticamente peligrosa. Únicamente el miedo detiene al ser humano. La naturaleza no conoce a la ética. Sus productos, los mamíferos, la crearon. Y los humanos pretenden perfeccionarla. Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Stalin. La plusvalía y los medios de producción. La propiedad privada. La alienación. La dictadura del proletariado. La Revolución permanente y universal. La Revolución en un sólo país. El miedo frena y el miedo moviliza. Frena los caprichos y desarrolla los ideales. Frena y encarrila un poder, que desarrolla gracias al poder que la naturaleza le dio para hacerlo posible: habilidad e inteligencia. Transforma a la inteligencia, que es un instrumento y que recibió de regalo, en una fábrica de argumentos. Los Ideales son ejemplos de esa producción, igual que los valores y las justificaciones. Los argumentos alimentan ilusiones, justifican hechos, científicos, artísticos, cotidianos. Enlazados en cadenas cuyos eslabones siguen un orden que dictamina la lógica, otro producto inteligente, los arrastra escalando las alturas del dogma y de la ciencia. Mientras uno se apoya en la fé, la otra enarbola la razón. Explicando, justificando, proyectando y desarrollando lo que la naturaleza creó. Habilidad. Inteligencia. Poder. Miedo. El miedo frena el poder. El poder supera el miedo. ¿Y quién administra ese poder? El narcisismo del ser humano. Con miedo comparte, colabora, es solidario. Crea ideales. Sin miedo, usa y abusa, a su capricho, a quien puede. Gorbachov presenta la Perestroika y la Glasnost. El castillo de naipes se derrumba. Cae el Muro de Berlín. Las repúblicas bálticas se independizan. Surge el nacionalismo. La URSS se desintegra. Se prohibe el Partido Comunista. ¡En Rusia! Ya no es mas la URSS, surge la UES (o la CEI). Y sin sacrificios humanos. Esta es una revolución (o contrarevolución) que termina con la dictadura del proletariado. ¿Para imponer qué? La libertad de mercado, la libre empresa, la propiedad privada. ¿Es esto la

negación de la negación? ¿Cómo sigue la espiral dialéctica? ¿No es una vuelta atrás? Leningrado vuelve a llamarse San Petersburgo. ¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando? Se comentaba que el Kibutz resultaba un fracaso. Surgido del ideal socialista, evolucionó con la mano de obra árabe (plusvalía capitalista) y la propiedad privada. La juventud desertaba porque no toleraba la falta de iniciativa individual. Todo debe ser discutido entre todos. Debía serlo... El deber no es el deseo. La seguridad y el crecimiento del grupo a expensas de la libertad y el triunfo individual. La juventud no tolera eso. La competencia individual abre mas horizontes. Hay posibilidad de destacarse del resto. Hay mas riesgos. entonces es mas excitante. Bien venido sea. Gana la competencia del sistema capitalista. Fue un antecedente. De cada uno según sus posibilidades; a cada uno según sus necesidades. El comunismo utópico ya había sido descartado hacía tiempo. El fin justifica los medios. El fin en el medio mismo. Triunfa el capitalismo. La cultura transmite su mensaje:

La habilidad y la inteligencia humanas ofrecen, a través de una tecnología que enorgullece a la especie, salud, educación, diversión y felicidad, a todo aquél que sea suficientemente “bueno” para pagarlo. Y las oportunidades de conseguir el dinero para ese fin son muchísimas. Demuestre que tiene coraje y habilidad. Demuestre que es omnipotente. Y, ¿si no? pues ¡consiga un pañuelo y llore! ¿Que las oportunidades no son las mismas para todos? ¿Quién habló de justicia? No somos todos iguales, ni queremos serlo. La ética es un ingrediente de postre, pero todavía estamos en la sopa. El: ¡Sálvese quién pueda y cómo pueda! triunfa por amplio margen. Es la aucacia, la astucia y un poco de buena suerte, el camino al paraíso. La Libertad, Igualdad y Fraternidad son hermosos emblemas del Arte y de la Ilusión. Aunque, Libertad sí, de hacer lo que se te antoja, si sos lo suficientemente avivado y no te pescan. Mensaje que se irradia a todos los confines de la Tierra. En realidad todos ya lo conocían. Sabían que es, fue y será siempre así. Y, sin embargo estaba la ilusión. La Justicia Social. Jesús. Espartaco. La Comuna de París. Los anarquistas. La Revolución Rusa. Los profetas del Apocalipsis anticiparon el Invierno Nuclear y el fin de la especie. De repente, el Desarme. Un cambio que deja estupefacto. Antes que esto empezase, nadie imaginaba que podía suceder, por lo que la experiencia confirma una vez más que el futuro es azaroso, o sea, imprevisible. En la década del 80 se podía pensar que, si en 60 años, las ¾ partes de la humanidad llegaron a estar bajo algún régimen socialista, era posible que de a poco, todo el mundo estaría bajo esa ideología. Pero también, que se podría llegar a decir: “¿El socialismo? Sí, estuvo de moda en el Siglo XX”. Pero un cambio de esta naturaleza ¿pacífico?.

Que el capitalismo lleva en sí el germen de su destrucción. Esto se puede decir ahora también del socialismo. El Deseo y el Deber. El Deseo tiene su raíz firmemente arraigado en el narcisismo: ser adorado por los otros como un Dios, con Derecho Divino sobre todos. El Deber tiene la máscara de los Ideales. Utópicos. Elegantes. Y ¡qué hermosos que son! Lograr compartir, colaborar, ser solidario. Oasis en el Desierto, se multiplican en espejismos que atraen. El narcisismo socialmente controlado. En un pequeño grupo. Durante poco tiempo. Principio de Realidad, renunciar y postergar. Mas bien, resignarse, conformarse. Adaptación activa. Grupo de Pertenencia. Luchar por un lugar y buscar otro cuando ya no sirva. Capacidad y Suerte. La capacidad incluye coraje y visión para captar y aprovechar la oportunidad. Ser lo suficientemente agresivo sin ser violento. Jugarse. Arriesgarse. Sin garantías. Si se gana, la Gloria. Si se pierde, probar otra vez. ¿Hay “otra vez”? ¿Cuántas veces se puede probar? Pues entonces ¡los hombres no lloran! Hay que ser buen deportista y saber perder. Miedo. Miedo a tener miedo. Miedo a equivocarse. Miedo a perder. Juventud. Poder de Seducción. Aprovechar eso. Lo demás, no importa. No interesa. Después vendrá lo desagradable. Despertar de un hermoso sueño. Pero eso vendrá recién mañana, que todavía está lejos. La familia, los hijos. Te hacen sentir que sos Dios, al principio, cuando les sos imprescindible. Tenés una pareja. Y querés a todos/as. Luego, los hijos crecen. Ya no te necesitan. Y duele. Entonces se reclama justicia. Porque no es justo. Sin embargo, uno también fue hijo. Por fin se piensa y se comprende a los padres. ¿Y ahora? El Sistema, la justicia social. Galtieri. El tercer mundo. Malvinas. Imperio, colonia. El desatino matizado con el alcohol produjo un desastre. En su momento, muy pocos se atrevieron a cuestionarlo. Había que defender los colores locales. Patriota, sí. Traidor, jamás. El riesgo era la marginación, que duele. Por lo tanto: a la pileta, aunque no sepas nadar y el agua esté helada. El deporte de la guerra tiene su público y entusiastas jugadores, por lo menos, al principio. Luego, la lógica impone su veredicto. Pero la lógica también señala que el exabrupto de Galtieri fué la protesta del Tercer Mundo contra el Imperialismo y la injusticia de la división del mundo. ¿Que no era muy elegante? ¿Que todo el espectáculo resultó un drama muy absurdo y grotesco? De acuerdo, pero así es el Tercer Mundo al desnudo. Los pobres viven en casas feas y no tienen demasiada cultura. Actos como éste justifican que el Tercer Mundo lo siga siendo. ¿Todo esto es discutible? De acuerdo. Lo que le da una posibilidad de verdad. Menem. ¿Un iluminado? Primero era Facundo Quiroga, el Tigre de los LLanos. Luego, un muchacho de los barrios porteños que se conquista a los jóvenes apareciendo en todos los deportes. Pero, ¿un estadista? Dicen que Perón reemplazó a Mercante por Alóe porque aquél le hizo sombra. Pues Menem trae a Cavallo que le hace sombra. Menem espera. Cosecha los frutos. La estabilidad. Pone orden al caos. Entonces, ¿el tercer mundo puede dejar de serlo? De un estado de quiebra surge la posibilidad del cambio. ¿Que unos cuantos jubilados se quedan en el camino? ¿Que la desocupación es un fantasma inquietante? ¿Que la salud y la educación son problemas serios? Bueno, después se verá. Por ahora, éstas son las reglas del juego. Primero el Capital, después los detalles. El Capital es un enemigo demasiado poderoso. Pues entonces, deberá hacerse alianza con él.

En Bolivia, Paz Estensoro, el mismo que en 1948 hace la revolución nacionalizando las minas de estaño, a la vuelta del ciclo, invierte las reglas del juego. ¿Qué consiguió en 1948? Que Patiño, con la única refinería del estaño boliviano en Londres, fuese mas dueño de Bolivia que antes. Mientras, Lechín soñaba y chocaba con la realidad. No, el Capital es un enemigo demasiado poderoso. Hombre y Poder. Peligroso y despiadado. El Capital impone las reglas. Gobierna al mundo. Mejor no irritar a la fiera. ¿Que las cosas se pueden hacer de otra manera? Sí, pero parece que sólo en teoría. Es la naturaleza humana que produce la cultura y la sociedad con sus reglas. Dios no existe. Las utopías, sí. ¿Es Menem un milagro, o un producto de las reglas del juego? El socialismo quedó fuera del juego. ¿Qué enseñanza deja? Salud, educación, comida y trabajo. Cuatro pilares sumamente importantes de una sociedad. China, la Rusia de los Zares, Cuba. Fidel, el Che, Alejo Carpentier. Pero una vez que eso se consigue, la gente quiere competir y ganar. Si otro puede, ¿porqué yo no? Porque no todos pueden ganar. Yo les voy a mostrar que puedo. Y si no puedo ser el mejor, pues seré el peor. ¿Y en el paraíso socialista? La lucha por el poder. En vez de Wall Street, las arenas están en las células del partido. Poder, honores, veneración, gloria. La diferencia está en que desprecia la tecnología y deposita toda la esperanza en la “verdadera conciencia” como el núcleo del Inconciente Humano que estaría cubierto con la alienante ideología de la clase dominante. Son los políticos que claman: ¡Haz lo que digo; no, lo que hago! Sadaam Hussein. Kuwayt. El petróleo. ¿Recuerdan a Galtieri, las Malvinas, el Imperio Británico? Pues Sadaam Hussein reclamó a Kuwayt para Iraq. Se creía que había aprendido del fracaso de Galtieri, pero esta supuesta revancha del tercer mundo no terminó muy distinta, aunque parecía que estaba mejor preparado. El poder sigue del lado del primer mundo que sabe jugar mucho mejor a la guerra. A pesar de Vietnam. ¿Y ahora qué, hombrecito? El socialismo tiró la toalla. El campeón de todos los pesos es el Sistema Capitalista, sus lugartenientes: la libre empresa y la competencia despiadada. Bueno, así el deporte es más excitante. Y ¿si alguien se queda en el camino o algunos no pueden participar? ¡Vamos! Que para ir a la guerra no hace falta capital. ¿Dónde va a ir a parar el espíritu deportivo? Entrenamiento y equipo, gratis. No, perdón: entrenamiento pagado. Y el armamento es una excelente industria y mejor comercio. Y además, ¿qué quieren? ¿la inmortalidad? Algún pesimista podría exclamar: ¡Cuidado! El juego aún no terminó. Las bombas atómicas ya no son tan secretas. Cualquier loco con un poco de poder puede apretar un botón. Y el socialismo también puede aprender de la experiencia. El péndulo continúa oscilando. Entre el miedo y la esperanza. La historia es imprevisible. Buenos Aires, 1995

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SEMINARIO Psicoanálisis - Psicoterapia psicoanalítica www.edupsi.com/psaterapia [email protected] A cargo de Dr. Manfredo Teicher Clase 16 LA IDENTIDAD Podemos clasificar los distintos elementos que componen una identidad en: *elementos naturales, biológicos, genéticos, (aparecen desde la concepción): sexo, raza, linaje, estéticos, malformaciones. *elementos culturales, artificiales, productos de la evolución cultural, adornos de la imagen tanto corporal como social y / o en: *elementos concientes: a).-Adornos Corporales: cirugía estética vestimenta peinado, maquillaje joyas, fantasías b).-Adornos Sociales: status social, linaje (posiblemente una resignificación de la lucha por el territorio que presentan otros mamíferos) siendo éste el lugar que señala el valor del sujeto en la sociedad. La meta de la competencia narcisista es lograr el escalón mas alto, SER el más importante. religión, nacionalidad (adquiridos después de nacer, no elegidos) profesión, habilidad deportiva, artística (generalmente adquiridos por elección propia)

*elementos inconscientes: elementos caracterológicos de la personalidad, cómo el sujeto interviene en la competencia narcisista, cómo intenta establecer sus vínculos. Adquiridos por imitación, por identificación, (de este proceso se ocupa el psicoanálisis) modesto, soberbio, arrogante, respetuoso, despreciativo, mezquino, dadivoso El conjunto de estos elementos identifica a los miembros de un grupo, a la vez que señala la tendencia de agruparse tanto para integrarse en algunos como para distinguirse de otros. La identidad realza una pertenencia como subraya unas diferencias. El camino que conduce a la identidad, está fuertemente coloreado por la necesidad que tiene un ser humano de obtener el reconocimiento positivo de sus objetos significativos. Para ello debe mostrarse, ofrecerse al juicio valorativo de tales objetos. Y tomar en cuenta las expectativas de estos objetos: lo que ellos (el consenso que conforman) entienden por valioso, importante. En primer lugar, se juzga la estética, la imagen, o sea, los elementos naturales. La imagen también implica el status social que un sujeto puede exhibir. No importa mucho cómo, cuándo y dónde se adquirió ese status. Aunque en algunos casos, la ética pasada (cómo se llegó a adquirir el status) se tiene en cuenta, como el status elevado es sinónimo de poder, la misma ética puede disolverse en sutiles racionalizaciones. Y en segundo lugar, lo que se refiere a la conducta social, lo que ese grupo entiende por sublimación (valorado) y por perversión (prohibido). Motivado por la duda paranoide inherente a la condición humana, respecto al propio valor. Duda innata que necesita la respuesta de otro semejante significativo para obtener, siquiera por un instante, la certeza de su Ser. Y que oscila, según la respuesta obtenida, entre la manía (soy maravilloso, divino) si la respuesta es positiva, y la melancolía (no valgo nada, soy descartable) si es negativa. Muchos están convencidos que no necesitan, no dependen del juicio de los otros ya que tienen suficiente criterio para una conveniente autocrítica y, por lo tanto no les interesa el juicio de los otros. Se olvidan que esa autocrítica la realiza el Superyo, formado por la elaboración del Complejo de Edipo (durante la socialización del sujeto) y que, por lo tanto, es el representante de aquellos otros que en esa época eran los objetos mas significativos para el sujeto, posiblemente los padres. O sea, que siguen dependiendo del juicio de los padres, esa es su supuesta independencia del juicio de los otros. El Superyo observa y compara al sujeto con el Ideal del Yo, cristalización de las normas socio-culturales de convivencia, (adquiridas por identificación, durante la socialización, la educación, lo que entendemos en Psicoanálisis como elaboración del Complejo de Edipo) que intentarán convertir un narcisismo infantil, arrogante y prepotente, intolerante a la frustración, en otro narcisismo socialmente adaptado, dispuesto a respetar al otro, a compartir con él, a ser solidario; a tolerar la frustración. Por otro lado, el Superyo puede sostener una autoestima solamente por un tiempo limitado, que dependerá de las series complementarias del sujeto, pero, para mantener la salud mental será imprescindible, mas tarde o mas temprano, la respuesta positiva de un objeto significativo real externo.

El Psicoanálisis se ocupa preferentemente de la identificación que conduce a la formación del carácter y, si sigue a Freud, interpreta muy mal la diferencia sexual anatómica.91 Descuida la importancia de los elementos culturales de la identidad que se adquieren por nacer en determinada familia y en determinado ambiente socio-cultural.92 La profesión adquirida quizás por propia decisión, merece mas interés que se le da al englobarla dentro del proceso de sublimación93, que tampoco obtiene la importancia que tiene dentro de un proceso de adaptación activa. En la competencia narcisista, que ninguna criatura humana puede dejar de jugar, y en la que pretende obtener como premio el reconocimiento positivo incondicional de sus objetos significativos, intervienen estos elementos dando al sujeto su filiación a tales o cuales grupos de pertenencia, que dan lugar al importante concepto de “narcisismo de las diferencias” que Freud solamente mencionó “sin aclarar mucho las cosas”.

IDENTIDAD. 1. f. Calidad de idéntico. 2.

Filiación, señas personales de un individuo.

3.

Der. Hecho de ser una persona o cosa la misma que se supone o se busca.

Elementos inquietantes: la hipocresía-la verdad-el porqué del Inconcienteel conflicto (narcisista) que la naturaleza humana nos imponela autosujestión-el consenso91

Si bien Freud revolucionó los conceptos existentes en su época sobre

la sexualidad al señalar la sexualidad infantil, se somete al misoginismo general con su visión sobre el Superyo femenino y el rol del clítoris. 92

Elemento que está incluído en las Series Complementarias, de las que

se tiende a privilegiar alguno en forma conciente o inconciente. Lo que debería ser explicitado. 93

La sublimación es un proceso por el cual el sujeto convierte impulsos

antisociales

en

otros,

socialmente

aceptados

y

valorados.

Hasta

aquí

coincide con Freud. Pero al sostener que no hay ninguna desexualización y sí, en cambio, impone una severa represión, sin la cual sería imposible, presento una visión muy distinta del poceso. Y agrego que este proceso de la sublimación termina con la respuesta social que el sujeto espera como premio

al

esfuerzo

reconocimiento

realizado.

positivo

que

Respuesta gratifica

que al

puede

ser

positiva

(el

narcisismo,

elevando

la

autoestima) o negativa (desprecio al esfuerzo realizado, frustrando al narcisismo y disminuyendo a la autoestima).

sin poder: necesidad de conquistar amablemente con poder: imponiendo y exigiendo el reconocimiento según el capricho del sujetoFENOTIPO. 1. m. Biol. Realización visible en un individuo del genotipo, o fondo hereditario, frente a un determinado ambiente. GENOTIPO. 1. m. Conjunto de los genes existentes en cada uno de los núcleos celulares de los individuos pertenecientes a una especie vegetal o animal.

Identidad judía. Ser judío. ¿Qué significa esto? Fundamentos. El nazismo, apoyado por algunos ‘científicos’ del momento creó las bases ‘científicas’ del judaísmo, poniendo las excusas teóricas del holocausto. No existe ninguna razón biológica para fundamentar una raza judía. Sí se acepta la existencia de una raza semita. Ésta engloba igualmente a los árabes, que se han conservado más ‘puros’, si es que se puede aplicar esta idea a los herederos de esta raza. En cambio, los judíos se han mezclado tanto en la diáspora que es casi imposible reconocer su origen semita. No existe una definición biológica del concepto ‘pueblo’. Éste tiene un origen cultural. Sí, existe una religión judía, llamémosla hebrea, israelita o mosaica. También la religión puede ser definida únicamente desde la cultura, no de la biología. Pero muchos se sienten tales, judíos, sin considerarse creyentes, o sea, que no respetan los preceptos de la religión aunque puedan circuncidar a sus hijos varones, asistir al templo para determinados días significativos para la religión (día del perdón, año nuevo) elegir para formar su familia a alguien de esa comunidad y sentirse más cómodo y seguro con amistades de la misma. Aquí ya estamos hablando de una ‘comunidad’ judía. Muchos que se consideran judíos no creen que exista un Dios que creó al Universo y al ser humano. Sino que aceptan que es el hombre el que creó a todos los dioses habidos y por haber. Sin embargo se consideran judíos y defienden esa identidad. ¿Qué significa todo esto? Como psicoanalista ¿qué podemos descubrir tras estos fenómenos sociales manifiestos? II El ser humano es un ser eminentemente social. Su condición gregaria lo lleva a producir y a formar parte de variados grupos de pertenencia. Nuestra indefensión al nacer impone como imprescindible la necesidad de una familia que ayude al desarrollo y maduración del bebé humano hasta que éste logre cierta autonomía. La familia puede limitarse a un sólo semejante que se ocupe y que esté en condiciones de satisfacer las necesidades del recién nacido. Aunque estamos acostumbrados a pensar en la familia compuesta por una madre, un padre y los hijos. Solemos tomar a éste núcleo familiar como célula social primaria. Todos los grupos de pertenencia conocidos intentan concretar una ilusión: satisfacer algunos roles idealizados del grupo primario. Un padre ideal: capaz de guiar, juzgar, proteger, premiar y castigar a los miembros de su familia. Fuente de la Verdad y de la Justicia. Una madre ideal: capar de querer y apoyar incondicionalmente a sus hijos por igual. Capaz de comprender y perdonar los errores y a interceder para lograr otra oportunidad.

Hermanos ideales: capaces de compartir, de colaborar y de ser solidarios entre sí. Fantasías que mantienen la cohesión de un estado-nación, de una religión, de las instituciones profesionales y/o deportivas, los operarios y empleados de una empresa etc, etc, etc. Roles que son proyectados sobre determinados elementos que concentran cada uno de ellos. De un modo concreto o simbólico. Hay un curioso mecanismo psicológico que alienta y mantiene esta idealización generalmente a nivel inconsciente. Por determinadas circunstancias diluimos en el grupo de pertenencia nuestro narcisismo individual arcaico e infantil que pretende un reconocimiento incondicional positivo de los semejantes significativos por considerarse con derecho a ello. Entonces ya no soy yo el que tiene ese derecho sino mi grupo de pertenencia: mi familia, mi patria, mi religión, mi club de fútbol. Nosotros, los Señores, tendremos el Derecho de recibir ese reconocimiento de los otros grupos. Ellos tienen el Deber de someterse a nuestros caprichos. Aunque seguimos luchando por el poder dentro del grupo de pertenencia para lograr más Derechos dentro de él a expensas del resto, que tendrán los deberes. Freud fundamenta este fenómeno social, al que llama ‘Narcisismo de las Diferencias’ de este modo: Evidentemente, al hombre no le resulta fácil renunciar a la satisfacción de estas tendencias agresivas suyas; no se siente nada a gusto sin esa satisfacción. Por otra parte, un núcleo cultural más restringido ofrece la muy apreciable ventaja de permitir la satisfacción de este instinto mediante la hostilidad frente a los seres que han quedado excluidos de aquél. Siempre se podrá vincular amorosamente entre sí a mayor número de hombres, con la condición de que sobren otros en quienes descargar los golpes. En cierta ocasión me ocupé en el fenómeno de que las comunidades vecinas, y aun emparentadas, son precisamente las que más se combaten y desdeñan entre sí, como, por ejemplo, españoles y portugueses, alemanes del Norte y del Sur, ingleses y escoceses, etc. Denominé a este fenómeno narcisismo de las pequeñas diferencias, aunque tal término escasamente contribuye a explicarlo. Podemos considerarlo como un medio para satisfacer, cómoda y más o menos inofensivamente, las tendencias agresivas, facilitándose así la cohesión entre los miembros de la comunidad. El Malestar en la Cultura He aquí la razón de ser de los grupos de pertenencia. Ofrecer la racionalización necesaria para descargar la agresividad contra otros. Agresividad que va desde un sutil y velado desprecio hasta el genocidio. Los grupos étnicos afines se repelen recíprocamente; el alemán del Sur no puede aguantar al del Norte; el inglés habla despectivamente del escocés, y el español desprecia al portugués. La aversión se hace más difícil de dominar cuanto mayores son las diferencias, y, de este modo, hemos cesado ya de extrañar la que los galos experimentan por los germanos, los arios por los semitas y los blancos por los hombres de color. Psicología de las Masas y Análisis del Yo. III ¿Qué es un pueblo? ¿Podemos hablar de un pueblo judío? No sé si podemos definir hoy al judaísmo como una comunidad, un pueblo, una nación. Indudablemente no es sólo una religión y hoy hablar de pueblo casi se limita a los pueblos más atrasados y primitivos.

Debemos entonces aceptar que judío es aquél que se declara serlo. Pero no todo aquél que declara que no es judío, no lo es. No tienen un idioma común, el hebreo es hablado por los que habitan hoy en el Estado de Israel. El idish es originario de Europa y desconocido por muchos judíos. Si pensamos en una historia común, ésta es tan compleja que es muy difícil aceptar lo de ‘común’. Muchos judíos conversos se desesperaron para integrarse en las comunidades donde vivían y se avergonzaban de su origen que trataban de ocultar. En un mundo humano cuya cultura está lejos de basarse en fundamentos racionales, donde la religión y los nacionalismos están profundamente arraigados, se puede entender que también los ‘judíos’ defenderán esta ‘condición’ cultural como baluarte de una identidad que ahora se fortalece por la existencia del Estado judío, por las victoria en el campo militar y por la brillante contribución a la cultura humana de Einstein, Freud y Marx. También la fantasía de ser el Pueblo Elegido por un Dios todopoderoso contribuye como gratificación narcisista por más que la razón de los judíos laicos no podrá admitir este motivo. Y si muchos prefieren dejar de lado el nacionalismo y la religión, por un universalismo utópico, ya no serán vistos como despreciables desertores sino que se deberían considerar como valientes e ingenuos defensores de una causa perdida. IV Freud y el judaísmo. Freud enfatizó su oposición a toda religión y nacionalismo. No acepta la fe irracional que impone una religión. Pero, con argumentos irracionales defiende una ‘identidad judía’ que pertenece entonces a un nacionalismo más, que por otra parte critica. Nacemos como seres humanos y como tales hemos agregado elementos ‘culturales’ a los elementos biológicos (sexo, color de la piel) con que nacemos: la nacionalidad, una religión, una clase social. Elementos que no son elegidos por el sujeto pero que determinan su futuro. Nadie elige ni la familia, ni la cultura, ni el lugar geográfico ni el momento histórico en que nace. El nazismo, el misticismo, el miedo, la fascinación. La noche de los cristales rotos. El Barco. Argentina. La pobreza. Odio, Envidia. El holocausto. El templo. El jeider. 1948 El Estado judío. La guerra de los 6 días. El orgullo narcisista. V Los que se consideran judíos no religiosos defienden su condición de judíos por aceptar inconscientemente la idea de un pueblo elegido, lo que equivale a aceptar inconscientemente la idea de un Dios protector, justo y omnipotente? Es imposible demostrar esto como es imposible demostrar que no es así. Una interpretación del Inconsciente no puede ser más que una hipótesis especulativa.

Lo que apoya esta hipótesis es la gratificación narcisista que realiza. Buscar el reconocimiento de ese Dios en los momentos de angustia no es para despreciarlo. En este sentido pertenece a todos los rituales obsesivos que dan cierto apoyo a la indefensión y soledad en que se encuentra cualquier sujeto en determinados momentos. A esta defensa puede recurrir igualmente aquél que se ha alejado de la religión judía por conversión a otra. Si bien tiene a su disposición un Dios semejante, pero el otorgar al Dios elejido en esos instantes como el Dios judío puede al mismo tiempo rendir culto al respeto a sus padres y aquellos maestros que le presentaron a tal Dios en su infancia. Lo que a su vez permite una regresión a esa época en que confesar que era una criatura asustada no era una vergüenza. Sin duda que este proceso puede corresponder a cualquiera de las religiones conocidas. Esto confirma una vez más que la existencia de un Dios (no importa si es real o no) es un elemento contrafóbico de suma utilidad. Y el desarrollo de la idea de un Dios único, omnipotente, omnisciente, justo, debe ser visto como uno de los grandes logros de la cultura humana. Acaso no lo es el cine, que moviliza intensos afectos a partir de situaciones que sabemos fabricadas para ese fin? Y la idea de un paraíso ¿no ayuda a soportar la injusticia en este mundo si existe la esperanza de ser recompensado en la eternidad? Freud advierte que el Principio de Realidad sugiere postergar el placer inmediato para encontrar un placer más seguro y duradero. Y advierte que no se trata de postergarlo tanto para recién encontrarlo en el otro mundo. Quizás este otro mundo no exista. No, ese placer más seguro y duradero debe buscarse en esta vida, la única que tenemos. La religión hindú es más cruel aún: los parias deben ocuparse de las tareas más despreciables de la sociedad, simplemente por su origen, o sea por haber nacido parias. Si cumplen bien su recompensa será la reencarnación en una casta superior, de lo contrario, se reencarnarán en algo inferior, por ejemplo, en un insecto. VI A ningún ser humano se le pregunta cuál es la religión que está dispuesto a adoptar. O, si está dispuesto a aceptar alguna. Ese derecho se lo apropia la familia. Igualmente es la sociedad la que se otorga el derecho de dar la ciudadanía, la nacionalidad. Que nadie pretende que la elija el recién nacido. Aunque la pertenencia a tal o cual nacionalidad se rodea muchas veces de complicados requisitos. Por haber nacido en tal lugar, o por la nacionalidad de los padres, por la emigración, son algunos ejemplos. También es posible cambiar la religión luego, o renunciar a ella. Pero las primeras imposiciones indudablemente son las que más arraigadas quedan, por lo menos en el Inconsciente, donde se ligan a experiencias que marcan la historia del sujeto. En esa época, es el proceso primario, el pensamiento mágico el que domina al sujeto. Junto a los objetos significativos reales que la experiencia presenta y que se ligan a la escala de valores genéticamente determinados (bien, mal, útil, inútil) la fantasía, el proceso primario, va creando otros en base a esas mismas experiencias. Algo semejante a Dios y al Diablo deben aparecer en toda criatura.

Queda por analizar el porqué se insiste en que un hijo adopte tal Dios y no a otro, lo que implicaría una seria ofensa al narcisismo de los padres y del resto de la familia. Debe ‘pertenecer’ a tal religión y no, a otra. ¿Porqué tanto empeño? ¿Una especie de marca que señala la afiliación y su pertenencia al grupo, como se marca al ganado? En esa marca los padres ven un reconocimiento positivo de parte del hijo/a o sea, una gratificación narcisista. Es un sometimiento forzado del que se espera la sumisa aceptación y agradecimiento posterior. O sea, se espera que el hijo/a luego también estará orgulloso y agradecido por ese linaje. El que ese hijo/a luego reniegue de tal linaje puede implicar tal herida narcisista que el castigo puede llegar a desheredarlo/a o aún a darlo por muerto/a. El ritual puede consistir en la circuncisión, un acto que está bien lejos en su crueldad, de la quema de los primogénitos de algunas religiones primitivas (de la que la circuncisión se considera un adelanto espectacular) o de la clitoridectomía que aún hoy se practica en algunas religiones. No hay duda que la religión al estar ligada al pensamiento mágico es imposible de erradicar. Lo que implicaría erradicar el miedo o el deseo de contar con un elemento contrafóbico como defensa. Siendo el judaísmo un grupo de pertenencia más de los tantos, por ese sólo hecho ocupa su lugar en la cultura. Lugar que toma mayor importancia al contar con un ritual tan significativo como la circuncisión, al ser el heredero de una religión que a su vez ocupó un lugar sumamente importante en la cultura, predecesora del cristianismo, su hermano o primo con el que compite desde los comienzos de éste, por el pacto que ese Dios hizo con los judíos a quienes denominó su pueblo elegido. Cuanto más irracional es todo esto, más fuerza adquiere en el Inconsciente. Erradicar esta fantasía, suponiendo que ello fuese conveniente, es tan difícil como eliminar los rituales mágicos que todos conservan de algún modo. Por más que la razón se opone, lo irracional es patrimonio inalienable del psiquismo humano. Siendo una trinchera defensiva para superar el miedo, no puede evitar ser en gran medida la fuente que lo produce. Un círculo vicioso del que la criatura humana no puede salir. Y en realidad, es posible que tampoco quiere. Renunciar o desprenderse de la religión judía es difícil. Está ligada a temores arcaicos por poseer símbolos de pertenencia irracionales y concretos (circuncisión, kipá, etc) junto al orgullo narcisista logrado por el Estado judío en las guerras por su independencia y los productos producidos por su desarrollo tecnológico. Lo que equivale a la gratificación narcisista que implica el triunfo de su cuadro deportivo favorito, para todos los simpatizantes del mismo, o el triunfo en el campo de batalla de los que simpatizan con los ganadores.

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SEMINARIO Psicoanálisis - Psicoterapia psicoanalítica www.edupsi.com/psaterapia [email protected] A cargo de Dr. Manfredo Teicher

Clase 17 Freud y su tiempo. Reflexiones acerca del Judaísmo y del nazismo 1)-Acerca de la identidad judía Freud era judío. Intentar analizar el significado de esta frase obliga a desmenuzar una idea que, en nuestra cultura occidental, produce hoy un impacto afectivo de tal naturaleza que dificulta seriamente un análisis objetivo e imparcial. La palabra, el apellido Freud, fácilmente evoca al fundador del psicoanálisis; mas aún, teniendo en cuenta que este es un ensayo de psicoanálisis aplicado, escrito por un psicoanalista. En realidad encierra también ciertos elementos que determinan y circunscriben la identidad del fundador del psicoanálisis. Difícilmente se hubiese llamado Freud si hubiese nacido en Mongolia, Japón, o en Mozambique. Ya este apellido nos remite al centro de Europa. Presumiblemente en los últimos siglos. La frase que nos ocupa señala lo obvio de muchos elementos de la identidad de Freud que no vendrían al caso, para realzar otro: el hecho de ser judío. ¿Qué significa esto? Nacido en la Alemania donde al poco tiempo el nazismo lograba el poder (Breslau, 1929) circuncidado según el ritual judío y agregado a mi identidad personal la profesión de psicoanalista, coloca en el plano de la utopía cualquier ilusión de imparcialidad en los temas que encaro en este ensayo. Argumento que toma mas fuerza al recordar la pobreza familiar del inmigrante que era a los 9 años. La lucha económica, el judaísmo y el nazismo son recuerdos personales que surgen con inusitada fuerza al pensar en el efecto que estas experiencias marcaron en la vida y el pensamiento del fundador del Psicoanálisis. Freud el hombre, a través de su obra y de sus seguidores, me permitió plantear determinadas hipótesis con los que intento comprender estos fenómenos, descifrar el enigma del “Narcisismo de las Diferencias”. Los humanos nacemos como tales. Animales mamíferos, bípedos, con el pulgar que puede formar una pinza con el resto de los dedos, etc, etc, etc. Y con un largo período de indefensión (algunos años) durante el cual estamos a la merced de algunos adultos que se dispongan a ocuparse de nosotros. La vida del nuevo miembro de la sociedad depende de la buena voluntad de estas personas. Nuestra inteligencia y habilidad se las han ingeniado en crear culturas. Normas y objetos con los que nos relacionamos entre nosotros y con nuestro entorno. También nuestra fantasía ha creado la ilusión del “reinado del Hombre sobre la naturaleza”. Quizás para defenderse del dolor que provoca la indefensión, la dependencia y nuestra insignificancia frente a la inmensa majestuosidad de la naturaleza. Basta observar alguna de las siete u ocho maravillas del mundo (hechas por el hombre) para darse cuenta que esa criatura no está dispuesta a

aceptar un destino tan mezquino. Al ser humano, cuando puede, no le basta con vivir solamente. Quiere vivir BIEN. Lograr, por lo menos metafóricamente, concretar la ilusión de inmortalidad y de omnipotencia que cree merecer. En pos de esta meta, la inteligencia humana produce adornos totalmente irracionales que va agregando a su identidad. Dominar, es la meta. Adquirir el poder para dominar todo, será el sueño eterno de la criatura humana. Resarcirse del dolor que provoca la gran frustración: su indefensión, su desamparo, su dependencia. Que, juntos, señalan la realidad de su impotencia. “La fantasía es el parque que oxigena el espíritu”, es una frase de Freud. Poder, para dominar y consolarse de la amarga realidad. Dominar a la naturaleza y a todo lo que ésta ha creado. Un camino fundamental en este sentido es el saber. El impulso epistemofílico tiene su origen en esa ilusión narcisista. Y es innegable las maravillas que el hombre ha creado con tal energía. Para bien y para mal. Para el dominio de la naturaleza se la divide en diversos campos, facilitando de este modo su conquista por sectores. Se especializan algunas personas en tal campo y otras en otros, aceptando que la inteligencia humana es limitada y, al encarar problemas acotados, se logra mayor eficiencia. Dentro de los objetos de la naturaleza que se pretende dominar están los otros semejantes. Sin ellos no se podría sobrevivir. Y al recibir de algunos de ellos un reconocimiento significativamente positivo, por lo menos en algún instante, la ilusión imposible se concreta: surge la sensación de ser omnipotente e inmortal. A otros se los puede convertir en chivos emisarios para descargar en ellos las tensiones acumuladas por frustraciones cotidianas inevitables. Otros pueden servir para el trabajo, un mal ineludible. Serán útiles, por lo tanto, los esclavos. Como hay suficientes seres humanos, se los puede agrupar según su utilidad. De algunos, se intentará recibir el reconocimiento que dé esa sensación de felicidad, otros serán sometidos para trabajar, otros serán totalmente superfluos. Todos quieren dominar. Nadie quiere ser descartado ni estar sometido a los caprichos de otros. Como la humanidad se dividió en grupos, la lucha por el poder, para lograr por lo menos algún dominio, se desarrolla tanto en el grupo como entre grupos. “No es fácil para los seres humanos evidentemente renunciar a satisfacer ésta su inclinación agresiva; no se sienten bien en esa renun-cia. No debe menospreciarse la ventaja que brinda un círculo cultural mas pequeño: ofrecer un escape a la pul-sión en la hostilización a los extraños. Siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos con tal que otros queden fuera para manifestar-les la agresión.” (Freud - El Malestar en la Cultura) El párrafo destacado es la llave para penetrar en lo latente, que lo manifiesto de la historia, oculta. En el grupo, determinados elementos serán los distintivos del clan. Darán la contraseña de pertenencia grupal. Pertenecer a tal grupo otorga automáticamente el derecho, nada fácil de reconocer, de merecer el reconocimiento incondicional de los otros grupos, para bien y para mal. Por lo tanto, de poder hacer con ellos lo que le plazca al grupo de pertenencia. Si se es miembro de varios grupos, se puede soportar mejor el tener que someterse en alguno, ya que se podría dominar en otros. Los elementos distintivos de los grupos humanos fueron primero biológicos. Hombres, mujeres, niños. Raza blanca, negra, amarilla. Luego surgió la familia. Pero el ingenio humano produjo otros elementos, que podríamos llamar culturales. Elementos artificiales que distinguen los grupos humanos en la lucha por el poder. Las Clases sociales, dividen y clasifican a todo medio social. Las religiones y las naciones, cumplen una función semejante. Igual que las diferencias biológicas. Pero, las diferencias culturales gratifican especialmente al narcisismo humano. Una especie de derecho de autor. En realidad, cualquier excusa viene bien para el juego del poder. Y el emblema del grupo facilita su reconocimiento. El grupo es necesario porque la pertenencia grupal disminuye el miedo que el desamparo natural provoca, logrando una ilusión de omnipotencia que, en el nivel terrenal se traduce en una ilusión de impunidad. ¿Cuántos miembros necesita un grupo para cumplir su función? Durante un tiempo, alcanza con una pareja. Muchas veces, lo alcanza una familia. Una patota de adolescentes. O puede alcanzar a los ciudadanos de un imperio como a los correligionarios de alguna de las grandes religiones institucionalizadas. En toda organización social se presentan estas pirámides formadas por grandes agrupaciones que se dividen en subgrupos de distinto status social. Cual derivados de ese inconsciente grupal, la pirámide posee niveles sublimados (socialmente aceptados y universalmente valorados): Las agrupaciones científicas, artísticas y deportivas. Se es “de Boca”, una “ estrella de cine”, un escritor, un médico o un pintor surrealista. La religión es un elemento singular. La realidad de sus propias limitaciones alentó al ser humano a crear, a su imagen y semejanza, seres omnipotentes, omniscientes e inmortales. Como es un producto de su fantasía, no le resulta muy difícil dominar a este ser, (o seres) logrando, de este modo, superarlo. Al interpretar el deseo de

los dioses omnipotentes se supera su omnisciencia. Aunque no haya lógica que permita semejante salto que la exuberante fantasía humana realiza con inaudita facilidad. La religión y la nacionalidad, son dos elementos que, hoy día, son indispensables para completar la identidad de todo ser humano. La nacionalidad, al afirmarse en zonas geográficas bien definidas, presentan una fachada racional, coherente. No es necesario reflexionar sobre el hecho de que toda frontera nacional surge de alguna guerra (¿hecho racional?) y parece que, tarde o temprano, conduce a otra. Sin embargo, no es fácil de denunciar la irracionalidad de la industria bélica y de las instituciones militares. Las variedades que ha adquirido en la época actual la identidad judía abarcan un espectro que en un extremo se articula con la religión judía y en el otro con una identidad nacional judía, atea. Algunos religiosos no aceptan el Estado de Israel, esperando al Mesías que confirme el pacto de Dios con el Pueblo Elegido; en Israel hablan en Yidish, prohibiéndose el hebreo que consideran sagrado. En el extremo donde la identidad judía se asemeja mas a una identidad nacional, algunos continúan circuncidando a sus hijos varones. Algunas citas que ilustran la relación de Freud con su identidad judía: “Mis padres eran judíos y yo lo he seguido siendo. [] La Universidad, a la que ingresé en 1873, me deparó al principio algunos sensibles desengaños. Sobre todo me dolió la insinuación de que debería sentirme inferior y extranjero por ser judío. Desautoricé lo primero con total decisión. Nunca he concebido que debiera avergonzarme por mi linaje, o, como se empezaba a decir, por mi raza; y renuncié sin lamentarlo mucho a la nacionalidad que se me rehusaba. Creía que aún sin esa afiliación habría en el marco de la humanidad un lugarcito para un celoso trabajador científico. Ahora bien, estas primeras impresiones que recibí en la universidad tuvieron una consecuencia importante para mi tarea posterior y fue la de familiarizarme desde temprano con el destino de encontrarme en la oposición y ser proscrito por la “compacta mayoría”. Así se preparaba en mí cierta independencia de juicio.” (Freud- Autobiografía -1925) “...no bien sentí la inclinación hacia un sentimiento de exaltación nacional, me empeñé en sofocarlo por funesto e injusto, asustado por los ejemplos, que nos sirven de advertencia, de los pueblos bajo los cuales vivimos los judíos. Pero restaban sobradas cosas que volvían irresistible la atracción del judaísmo y de los judíos, muchos poderes de oscuro sentimiento, tanto mas imperiosos cuanto menos admitían ser capturados con palabras, así como la clara conciencia de la identidad íntima, de la familiaridad en una misma construcción anímica” (Freud- Alocución ante los miembros de la B’nai B’rith -1926) Compárese esta argumentación con aquélla otra sobre el ‘Ideal de Cultura’ desarrollado en “El Porvenir de una Ilusión” “La Sociedad B’nai B’rith (hijos del pacto) es una entidad con fines culturales, intelectuales y de beneficencia, representativa de los intereses de los judíos. Fundada en EEUU a mediados de siglo XIX, tiene filiales en muchos lugares del mundo. Freud se unió al grupo de Viena en 1895 y durante muchos años acostumbró asistir regularmente a sus reuniones de los martes cada 15 días. En diversas ocasiones pronunció allí conferencias.” (Comentario de J. Strachey) “La primera ventura de Freud es haber tenido por padre a un judío que no estaba dotado para el comercio -aunque fuera su oficio- pero que, autodidacta y quizás incrédulo, hacía en cambio profesión de liberalismo y de modernidad. [..] Sigmund, al acceder a la cultura universal, al llegar a ser un científico, realizará el tipo de éxito que su padre habría anhelado tener, deseo que depositó en este hijo: un éxito en el orden de la inteligencia.” (Didier Anzieu. -El Autoanálisis de Freud y el Descubrimiento del Psicoanálisis-) “Fue circuncidado, aunque sus biógrafos y él mismo -al menos en la porción publicada de sus escritos y cartas- se abstienen de mencionarlo. [ ] recibió como nombre judío el de Schlomo, en memoria de su abuelo paterno. [ ] Su padre, Jakob Kelemen Freud (1815-1896) vendedor de paños y quizás también de granos, abandonó en 1844 su ciudad natal, Tysmenitz, en Galitzia oriental, cerca de Lemberg (Lvov) justo entre la frontera de Polonia y Ucrania, para encargarse en Freiberg de un comercio que su abuelo materno había abierto con él y para él. Poseía un pasaporte del gobierno de Lemberg, capital de Galitzia.[ ] Galitzia, por entonces provincia austrohúngara, disputada durante mucho tiempo por Austria, Polonia y Rusia. En ella los judíos eran numerosos y fueron de los primeros en querer y poder vivir fuera de los guetos y en disponer para su comercio de una autorización permanente, mientras que en la vecina provincia de Moravia, por ejemplo, donde se encontraba Freiberg, una autorización semejante debía ser renovada cada seis meses.[..] Leopold Ritter von Sacher-Masoch (1836-1895) nacido en Lvov y profesor de historia antes de convertirse en escritor y célebre autor de “La Venus de las Pieles”, describió notablemente en sus “Crónicas de Galitzia” (1876) las luchas de clases y de nacionalidades entre polacos, rutenos y judíos en esa Galitzia en que nacieron el padre y la madre de Freud.[..] Muchas de las familias judías que, en Viena, a fines del siglo XIX cuentan en su seno con comerciantes ricos o intelectuales reputados, son oriundos de la provincia de Galitzia.

[ ] Jakob Freud perteneció a esa generación ascendente de los judíos de la Europa central y oriental que sabían leer y escribir en hebreo pero que aspiraban a un buen conocimiento de la lengua alemana y de la cultura europea, que ya no creían gran cosa en Dios ni en la religión, pero conservando el mayor respeto por la educación y por el rabino, que habían sabido sacar provecho de las querellas internas (en las cuales se formaron) entre judíos ortodoxos de espíritu ritualista, liberales que se orientaban hacia la asimilación social, judíos hasídicos apasionados por los juegos lógicos, verbales y numerológicos y adeptos de la interpretación cifrada del Talmud.” (Didier Anzieu- Obra citada). “A los siete años, en todo caso, Jakob hizo leer y contemplar a Sigismund (que entonces leía de corrido y mostraba un gusto muy vivo por el estudio) la Biblia en la edición ilustrada y bilingue (hebreo y alemán) de Philippson. Por el doble canal de la imagen visual y del texto escrito, significó para el niño el descubrimiento de realidades desconocidas: los dioses egipcios con cabeza de pájaro, la historia originaria de los judíos, pueblo elegido de Dios, las Tablas de la Ley de Moisés, las interpretaciones de los sueños y un despliegue de conductas cuya existencia real es probable que descubriera en esa ocasión y cuyo relato debía de hacerlo vibrar fuertemente: fratricidios, parricidios, filicidios; alianzas, rivalidades y traiciones; raptos, violaciones, concubinatos, incestos.” (Didier Anzieu- Obra citada). “Freud entró en 1866, a la edad de diez años en el Leopoldstädter Kommunal Gymnasium (liceo) de gran reputación en virtud del nivel elevado de la enseñanza.[..] El reciente acceso de los judíos a la vida política y a las responsabilidades sociales lo entusiasmó, tuvo deseos de participar activamente en esa evolución.” (Didier Anzieu- Obra citada). “Las cartas a su prometida permiten aportar algunas precisiones sobre el judaísmo de Freud. Para entonces no observaba los ritos e indujo a su novia a abandonar toda práctica religiosa. Supo hacer frente con firmeza y dignidad a las afrentas antisemitas corrientes en la época (por ejemplo, en un viaje en tren abrió de noche, la ventana del vagón y por eso fue tratado de ‘sucio judío’) Pero en esas cartas afirmó -y nunca se desmentirásu pertenencia al judaísmo en tanto que espíritu: “En lo que nos concierne, he aquí lo que pienso: aunque en las formas en las cuales los viejos judíos se sentían cómodos ya no nos ofrecen abrigo, algo esencial, la sustancia misma de ese judaísmo lleno de sentido y alegría de vivir, no abandonará nuestro hogar.” En la misma carta evoca al rabino Isaac Bernays (1792-1849) abuelo de Martha, antiguo jefe de la comunidad judía de Hamburgo, espíritu cultivado y liberal, de sus tres hijos, Michael (1834-1897) profesor de lenguas vivas de la Universidad, puesto entonces inaccesible para un judío y que obtuvo pagando el precio de una abjuración religiosa dolorosa para los suyos. [ ] En 1895 su mas vivo deseo en el dominio profesional fue llegar a ser, como tantos otros espíritus que admira en los dominios mas diversos, profesor de la Universidad de Viena. Pero, aunque incrédulo, en modo alguno está dispuesto a abjurar de su judaísmo para obtener ese nominación como lo hizo el tío de Martha. Por otra parte, en el imperio austro-húngaro, rico y en pleno auge intelectual, en Prusia y luego en Alemania, recientemente unificada, el siglo XIX vió salir a los judíos de sus oficios mercantiles y de su mundo espiritual cerrado para acceder a la vida política (Lasker, uno de los dirigentes del partido nacional liberal alemán, y Lasalle, uno de los fundadores del partido socialista alemán, serán evocados en el sueño “Autodidasker”) a las profesiones liberales, a un patrimonio científico, literario y artístico, a la vez laico y común.” (Didier Anzieu- Obra citada). “Cuando cumplió 35 años (1891) Jakob le regaló un ejemplar del segundo volumen de la Biblia de Philippson con una dedicatoria en hebreo.” (Didier Anzieu- Obra citada). “A comienzos del siglo XIX los judíos controlaban el comercio de textiles y el de granos. Estos judíos, itinerantes en razón de sus negocios, salieron de los guetos y adoptaron un pensamiento liberal: tal fué el caso de Jakob Freud. Sus hijos continuaban en el comercio o se convertían en científicos, profesores, hombres políticos, miembros de las profesiones liberales. En la Universidad de Viena, para limitarnos a aquellos con los que trabajó Freud, los profesores Benedikt, Kassowitz, Stricker, Zuckerkandl, el asistente Fleischel y el agregado al hospital Breuer fueron judíos, prueba de que el antisemitismo, seguramente real en Viena, estaba lejos de ser poderoso. En 1867 los judíos adquirieron en Austria los derechos políticos. Poseían ya los derechos civiles (de ahí la obligación de la doble inscripción y del nombre doble, uno judío y otro cristiano). Afluyeron entonces a Viena. En 1880 llegaron a ser 72000, en 1890, 118000 y en 1900, 147000 sobre un millón de habitantes. Esa rápida expansión fue una de las causas del recrudecimiento del antisemitismo.[ ] Si el antisemitismo existía en Viena a fin de siglo, tal cosa sucedía sobre todo en las clases medias. La aristocracia y la inteligencia prácticamente no eran antisemitas y con muy poca frecuencia los universitarios. El racismo no debe encabezar la lista de los motivos que retardaron la carrera de Freud, sino el carácter chocante y revolucionario de sus teorías.” (Didier Anzieu- Obra citada). “...mientras que Viena estaba gobernada por el burgomaestre antisemita Lueger, el liberalismo y dinamismo que reinan en Berlín bajo Guillermo II acabaron de rodear a Fliess, a los ojos de Freud, con un halo

envidiable. El intercambio con él se convirtió gradualmente para Freud en un sustituto de la correspondencia amorosa con su prometida.” (Didier Anzieu- Obra citada). “Debía de tener diez o doce años cuando mi padre comenzó a llevarme en sus paseos y participarme sus opiniones de las cosas de este mundo, Así, a fin de mostrarme que yo había nacido [en una época] mucho mejor que la suya, me contó una vez: “Cuando era joven, un sábado salí a pasearme por la calle, en el lugar donde tú naciste, iba bien vestido, con una nueva gorra de piel en la cabeza. Entonces un cristiano vino hacia mí, de un golpe me despojó de mi gorra y la arrojó al lodo, gritando: “¡Judío! ¡Baja de la acera!” “Y tú ¿qué hiciste?”, le pregunté. Y mi padre me dio esta respuesta: “Bajé al arroyo y recogí mi gorra”. Eso no me pareció heroico de parte del hombre alto y fuerte que me llevaba a mí, pequeño, de la mano. A esa situación que no me satisfacía oponía otras mas adecuada a mis sentimientos: la escena en la que el padre de Aníbal, Asdrúbal (en realidad era Amílcar Barca), ante el altar doméstico, hizo jurar a su hijo que se vengaría de los romanos. Desde entonces tenía Aníbal un lugar en mis recuerdos.” [..] Triple es el tema subyacente en ese recuerdo: identificación con el judío y el padre humillados; protesta contra la humillación, conducente a una cierta desaprobación del padre débil y sumiso; por último, libertad para seguir su propio camino.” (Didier Anzieu- Obra citada). “Apenas si necesitó vivir la amarga experiencia del antisemitismo para suscitar en él preguntas como éstas: ¿Cómo llegué a ser judío? ¿Qué es exactamente un judío? ¿Cómo llegaron los judíos a ser lo que son?” (Ernest Jones - Vida y Obra de S.Fr.) “Consideraba a los ritos y observancias de la religión judía, una cosa fastidiosa y anticuada. En cuanto a sus enseñanzas morales, tenía de ellas una opinión muy elevada.” (Ernest Jones - Vida y Obra de S.Fr.) “Es dudoso de que sin ciertos rasgos heredados de sus antepasados judíos Freud hubiera podido realizar la obra que nos dejó. Me refiero en esto a cierta peculiar naturaleza innata, a su actitud escéptica frente a la ilusión y el engaño y a ese decidido coraje que le hizo mostrarse imperturbable frente a la hostilidad de la opinión pública y a las injuria de sus colegas de profesión.” (Ernest Jones - Vida y Obra de S.Fr.) “Cartas de Freud a Abraham: (Por un enfrentamiento que se produjo entre Abraham y Jung) “Sea tolerante y no olvide que a Ud. le resulta realmente mas fácil acompañarme en mis ideas que a Jung, En primer lugar porque Ud. es completamente independiente y por otra parte porque nuestra afinidad racial lo coloca a Ud. mucho mas cerca de mi conformación intelectual, mientras que a él, siendo cristiano e hijo de un pastor, sólo le es dado acercarse a mí a costa de grandes resistencias internas. Su adhesión (la de él) es tanto mas valiosa en consecuencia. Estaba a punto de decir que fué su aparición en la escena lo que libró al psicoanálisis del peligro de convertirse en un simple asunto nacional de los judíos.” (abril/mayo de 1908) (Ernest Jones - Vida y Obra de S.Fr.) “Supongo que el reprimido antisemitismo de Jung, que no puede expresarse contra mí, ha sido dirigido, en forma mas intensa aún, contra Ud. Pero mi opinión es que los judíos, si queremos cooperar con otra gente tenemos que preparar una pequeña dosis de masoquismo y estar dispuesto a soportar cierto grado de injusticia. No existe otra manera posible de trabajar en común. Puede usted estar seguro de que si yo me llamara Oberhuber mis nuevas ideas, a pesar de todos los otros factores, habrían chocado con una resistencia mucho menor.”(23-7-1908) El 8-4-1933 le escribe a Marie Bonaparte: “Me alegra enterarme y el oírlo despierta mi orgullo, toda la simpatía y ayuda que Ud. está demostrando hacia las víctimas de la persecución en Alemania. Y Francia, en general, está comportándose bien y comprobando cuán justificados eran sus insultos, en tiempo de guerra, a los “boches”. El movimiento llegará tambien, y tal vez demasiado pronto, a este país pero no creemos que conduzca a tamaños excesos. Nuestro pue blo1 no es tan enteramente brutal; las leyes sobre minorías están prohibidas por el tratado de paz y las grandes potencias no permitirán nunca una unión con Alemania.” (Ernest Jones - Vida y Obra de S.Fr.) En 1933 la ola de emigración de los judíos de Alemania estaba en su apogeo. El 7-4-1933 escribe a Jones: “Las persecuciones legales a los judíos aquí conducirían inmediatamente a que la Liga de las Naciones tomara medidas. En cuanto a una unión de Austria con Alemania, caso en el cual los judíos perderían inmediatamente todos sus derechos- es cosa que Francia y sus aliados no permitirían nunca. Austria, además, no es proclive a asumir la brutalidad de los alemanes.” 2 (Ernest Jones - Vida y Obra de S.Fr.) “En 1934 se produjo la fuga de los analistas judíos y la “liquidación” del psicoanálisis en Alemania. A fines de mayo fué la quema en público de las obras de Freud y de otros autores. La Sociedad Alemana de Psicoterapia fué reajustada a los principios de la “Revolución Nacional Alemana”. Jung fué su Director hasta 1940, en que renunció.” (Ernest Jones - Vida y Obra de S.Fr.) “El 11 de marzo de 1938, Alemania invadió Austria. El 13 de marzo la Comisión de la Sociedad de Viena decidió que se fueran todos los analistas que tuvieran la posibilidad de hacerlo y que la sede del Psicoanálisis

estaría allí donde se establecería Freud. Este comentó: “Después que Tito destruyó el templo de Jerusalén, el rabí Johanan ben Saccai pidió permiso para abrir una escuela en Jabneh para estudiar la Torah. Nosotros vamos a hacer lo mismo. De todos modos, estamos acostumbrados a la persecución por nuestra historia, por la tradición y algunos de nosotros por la experiencia personal.” (Ernest Jones - Vida y Obra de S.Fr.) “A su llegada a Londres, aclaró al Yiddish Scientific Institute que “yo reconozco con gusto y orgullo mi judaísmo, aunque mi actitud con respecto a cualquier religión, inclusive la nuestra, es críticamente negativa.” (Ernest Jones - Vida y Obra de S.Fr.) “De fuentes judías se le sugirió que no publicara sus puntos de vista sobre Moisés y el monoteísmo. Fué cremado 3 el 26 de septiembre de 1939.” (Ernest Jones - Vida y Obra de S.Fr.). Cuando recuerdo mi infancia en Breslau, donde a los 6 años (1935) tuve que ir a una escuela judía ya que los judíos no podían entrar en las escuelas del estado y recuerdo la intensa ambivalencia que sentía aquél niño: envidiando el uniforme de la juventud hitlerista y el misticismo religioso que me convertía en un héroe, capaz de enfrentar a la Gestapo para rescatar unos rollos de la Torah tras la quema de los templos que siguió a la Kristallnacht, pienso que también Freud debe haber sentido alguna ambivalencia semejante. La envidia al uniforme nazi, no es muy elegante confesarla. Tampoco es tarea sencilla ver al hombre que está detrás del pedestal que el fundador del Psicoanálisis merece. En la película “Europa, Europa” encontré por primera vez expuesto en público, el deseo de un muchacho judío que se desesperaba por integrarse en la juventud nazi. También recuerdo que en aquellos años yo era miembro (¡a los 8 años!) de la organización Betar, que había solicitado permiso para desfilar por las calles de Alemania con uniforme judío. ¿Cómo había evolucionado la identidad judía en la época de Freud? El 31 de julio de 1817 Benjamín Disraeli fue bautizado a los 12 años en la iglesia anglicana. Como los judíos no fueron aceptados legalmente en el Parlamento hasta 1858, esto le permitió llegar a primer ministro. El 26 de agosto de 1824, en la ciudad alemana de Treveris un niño de 6 años fue rebautizado con el nombre de Karl Heinrich Marx. En Prusia los judíos habían sido emancipados (obteniendo derechos civiles y políticos) por el edicto napoleónico del 11 de marzo de 1812. Pero se esquivaba cumplir este edicto tras la derrota de Napoleon. El bautismo permitió a Marx llegar a ser decano del foro de Treveris. Tradicionalmente el bautismo había sido un modo de escapar de la persecución y la emancipación hubiera debido de convertirlo en un paso innecesario. Sin embargo era mas usual a partir de fines del siglo XVIII. Ya no era un acto de traición por el menor papel que la religión representaba en la sociedad. Heinrich Heine (1797-1856) fue bautizado en 1825. Un hombre sentía la necesidad de convertirse en cristiano en el siglo XIX del mismo modo que sentía necesidad de aprender inglés en el siglo XX. Esto se aplicaba no sólo a los judíos. Conservar la condición de judío representaba un sacrificio material que podía ser abordado de diferente modo: Un judío no se resignaba y decide recibir el bautismo, otro no se decide pero en el fondo de su corazón considera que su judaísmo es una desgracia y llega a odiarlo. Un tercero, precisamente porque su sacrificio ha sido tan duro comienza a acercarse mas a su judaísmo. Las recompensas del bautismo podían ser considerables, como el convertirse en miembro del Parlamento como le permitió a David Ricardo. Había impuestos especiales para los judíos y otras limitaciones (poseer tierras o ejercer un oficio o una profesión). En Austria la emancipación legal plena no llegó hasta 1867. Lo que faltaba al judío era un proyecto. Mientras los pueblos oprimidos (o sea, todos) iban tras el nacionalismo y la ‘independencia’, los judíos eran rebeldes sin causa. Mas bien conocían la causa: la intolerancia, la marginalidad del judaísmo del gueto; pero carecían de un objetivo común. En 1800 el intelectual judío abandonó las sagradas escrituras y abrazó la vida secular. El judío alemán era un fenómeno nuevo en la cultura europea. Heinrich Heine (1797-1856) fue un arquetipo. A los 16 años su lugar de nacimiento, Düsseldorf, tuvo 6 cambios de nacionalidad. Detestaba ser judío. “el enemigo nato de todo lo que sea una religión positiva jamás defenderá esa religión que fue la primera en promover en los seres humanos esa conciencia culpable que ahora nos provoca tantos sufrimientos.” Aunque criticó en otros el bautismo, tras recibirlo afirmaba que era el billete de admisión en la cultura europea. En los apóstatas sería usual un sentimiento de odio de sí mismo (como lo fue siempre la renegación de cualquier ideal cultural, nacional, religioso o político). Metternich había prohibido a Heine no como judío sino como subversivo. Desde la emancipación se acusó a los judíos tanto de intentar congraciarse con el régimen como de querer destruirlo, lo que era también una verdad a medias. El Capital de Karl Marx se convirtió para muchos judíos en la nueva Torah. En el siglo XIX había centenares de periódicos judíos y prácticamente todos los judíos sabían leer. Casi todos se embarcaron en el fervor socialista de una u otra manera. Al surgir luego el nacionalismo judío quitó la universalidad a su práctica concreta, concentrándola en el sionismo.

El 5 de enero de 1895 fue degradado públicamente el capitán Alfred Dreyfus, el único judío del Estado Mayor francés, acusado de haber entregado secretos militares a los alemanes. Theodor Herzl (1860-1904) era corresponsal en París del periódico liberal vienés Neue Freie Presse 4. El asunto Dreyfus dividió a Francia. Marcel Proust, Anatole France, Emile Zola, George Clemenceau, apoyaron a Dreyfus pero estallaron disturbios antisemitas en muchas ciudades. En 1906 Dreyfus fué rehabilitado y ascendido a general. Herzl nació en Budapest en 1860. Nunca supo hebreo o Yiddisch y ansiaba la asimilación local. Los judíos vieneses se especializaban en el humor negro y los chistes antisemitas. Pero cuando Karl Lueger organizó un importante movimiento antisemita y se convirtió en 1895 en alcalde de Viena, Herzl fué modificando su idea de la asimilación de los judíos. Publicó Der Judenstaat (El Estado Judío) con lo que consiguió la oposición de los ortodoxos y tambien de los reformados, por abandonar la idea de la asimilación. Los intelectuales se burlaban: “Hemos esperado 2000 años el estado judío ¡y tenía que sucederme a mí!” Los pobres Ostjuden (judíos del este) fueron el principal apoyo de Herzl, “su ejército de schnorrers (ladronzuelos)”, con gran desaliento de su elegante esposa que llegó a detestar la misma palabra sionismo. Herzl se relacionó con los grandes de Turquía, Austria, Alemania y Rusia. Pero los alemanes y los turcos abandonaron pronto la idea del asentamiento judío en Palestina. En cambio, en Gran Bretaña, Rothschild se convirtió en partidario de la idea que ganó apoyo en la cumbre política, aunque no estaba definido dónde iba a ubicarse ese Hogar Nacional. Herzl falleció a los 44 años en 1904. Pero, gracias a su impulso, el sionismo se había convertido en un poderoso movimiento con Gran Bretaña de aliada. Aunque tenía la oposición de los judíos ortodoxos ya que los fundadores del sionismo eran ateos. En Rusia continuaron las persecuciones por lo que el sionismo ganó mas adeptos. En cambio para los judíos de la Europa culta, la asimilación iba ganando terreno al ceder los ataques antisemitas con la reivindicación de Dreyfus. En Alemania los judíos se sentían muy cómodos al comienzo de la Gran Guerra. Los judíos querían ayudar a los alemanes de muchos modos a conquistar la dirección del mundo. Para reivindicar al judío frente al antisemitismo y ganar el derecho a un lugar en la sociedad, los judíos se vieron forzados a desarrollar lo que la naturaleza brinda a todo ser humano: inteligencia y habilidad. Demostrando que el tesón logra excelentes resultados, si uno se lo propone. El problema del antisemitismo es un problema del mundo de las ideas. Allí los judíos demostraron que los límites pueden ser superados, con sostenido esfuerzo. Cualquiera puede lograr este resultado. Ellos estaban motivados. El enemigo mortal de los judíos había sido Rusia, al que Alemania quería destruir, por lo que los judíos se resistían a pelear contra Alemania, firmando una petición que apoyaba los objetivos de guerra de Alemania. (Einstein se negó a firmarla). Cuando los alemanes derrotaron al ejército ruso y entraron en la Polonia rusa, los judíos los recibieron como libertadores. Muchos colonos en Palestina querían al alemán en las escuelas judías. Reclamaban un protectorado alemán sobre los judíos y sobre el Islam. Muchos creían que la gran comunidad judía de Salónica había influido para que Turquía entrase en la guerra del lado de Alemania 5. Durante la Gran Guerra los aliados firmaron un montón de cheques adelantados a muchas nacionalidades cuyo apoyo buscaban. Al llegar la paz la mayoría descubrió que estos cheques no tenían valor. En lugar del gran estado árabe, éstos se encontraron con protectorados franceses en Siria y Líbano, y protectorados británicos en Palestina, Transjordania e Iraq. El único clan árabe que salió airoso era el de los saudíes en Arabia. La mayoría de los socialistas judíos tenían una orientación marxista-internacionalista, convencidos que la condición judía era una consecuencia superada de una religión moribunda y una sociedad burguesa capitalista y que desaparecería al mismo tiempo que ellas. En 1939 había 500.000 judíos en Palestina pero muchos mas árabes que se unieron a sus vecinos en contra del sionismo. Mientras, en Europa, al antisemitismo tradicional se agregó la identificación judía con el bolchevismo. En la 2ª mitad del siglo XIX apareció en la política extremista el judío antijudío, socialistas que influyeron en la historia europea y judía. Quizás la persona mas representativa era Rosa Luxemburgo (18711919) nacida en la Polonia rusa descendiente de rabinos, con un padre que era un rico comerciante de maderas. Era indiferente a la cultura judía (negaba la existencia de un problema judío) y apasionada por la justicia social. “Siento la misma compasión por las desdichadas víctimas indias del Putumayo, los negros africanos...no puedo hallar en mi corazón un rincón especial para el gueto”. La revolución proletaria entendía que el judío no existe, salvo como una fantasía fomentada por un sistema socioeconómico deformado. Si se destruía ese sistema, el caricaturesco judío desaparecería como una ingrata pesadilla convertido en un hombre común. Creían que la lucha revolucionaria traería tanto la liberación personal de la carga judía como la liberación humana de la autocracia.

La identificación de los judíos con el bolchevismo hizo pagar el correspondiente precio a los judíos apolíticos, tradicionales y religiosos de Ucrania, Hungría, Polonia y Rumania, donde los judíos antijudíos habían creado o dirigido los partidos comunistas locales. Unos 70.000 fueron asesinados. Fuera de Rusia era difícil separar a los judíos religiosos, asimilacionistas o sionistas, de los judíos antijudíos bolcheviques. Algunos creían que las diferencias eran pura fachada que ocultaba la cooperación subyacente para la conspiración judía general, idea que fue promocionada con los ‘Protocolos de los sabios de Sión’, libro que conquistó mucha popularidad hasta en Inglaterra donde The Times llegó a preguntar el 8 de mayo de 1920: ¿Acaso Gran Bretaña había evitado una Pax Germánica para caer en una Pax Judaica? Pero el antisemitismo inglés cedió tan rápido como apareció. El mismo Times demostró en 1921 que los Protocolos eran una falsificación. Walter Lippmann (1889-1974) el influyente periodista, hijo de acaudalados padres originarios de Alemania, se avergonzaba de los inmigrantes Ostjuden y evitaba ser incluído en la categoría de judío, que lamentaba. Su odio judío a sí mismo se acentuaba al no poder conquistar los lugares mas exclusivos de la sociedad. En Alemania se produjo uno de los acontecimientos mas crueles e irracionales de la historia humana, a pesar que Alemania y los judíos se ayudaron mutuamente hasta la llegada del nazismo. Los judíos contribuyeron a la grandeza de Alemania hasta 1933. 2)-El Nacionalsocialismo. Rollos de fieltro realizados con cabellos humanos, montañas de calaveras a las que les han quitado los dientes de oro, veladores con pantallas de piel humana, jabón fabricado con cebo humano, personas reducidas literalmente a piel y huesos si por milagro sobrevivían al crimen de pertenecer a una raza inferior. Las paredes de las cámaras de gas guardan aún las huellas de la desesperación de millares para quienes la ‘ducha higiénica’ resultó una ‘solución final’. Bastaría evocar nombres como Auschwitz, Buchenwald, Bergen-Belsen, Dachau y Treblinka para que surja el horror. Evocar al ser humano, orgulloso de su cultura, convertido en algo que la imaginación no acepta fácilmente: el kapo, el jefe de barraca de los campos de concentración reclutado entre los mismos prisioneros, ilustrando lo siniestro que puede llegar a ser un ser humano con su semejante, empujado por la desesperación. El fenómeno nazi, es una contingencia social, consecuencia del particular modo en que la criatura humana se comunica y convive con sus semejantes y su medio ambiente. Debemos aceptar, aunque no nos guste, que es la inyección del mal lo que completa la definición de ‘lo humano’ , por lo que deberíamos entender como algo ‘deshumanizado’ aquello que carece del poder humano, sea constructivo o destructivo. Por lo tanto, el fenómeno nazi es una experiencia exclusivamente humana, capítulo privilegiado de nuestra cultura que obliga a observar con cierta desconfianza a la orgullosa superioridad del ser humano. La inteligencia humana ha creado conceptos como responsabilidad moral y justicia social, llegando a la utopía de pretender sus beneficios para la sociedad humana. Al mismo tiempo que descubre argumentos y condiciones para transgredirlos. Ninguna otra especie ofrece un ejemplo similar. El ser humano es el depredador mas temible y los enemigos naturales mas peligrosos son sus propios semejantes, por estas características: su inteligencia y su habilidad. Las mismas características que lo convierten en una criatura admirable y maravillosa. El desarrollo de la cultura se empeña en encontrar una ética que haga la convivencia agradable para todos. Pero quizás el obstáculo insalvable esté en el poder que puede adquirir un narcisismo infantil que quiere a los demás -padres, hijos, hermanos- siempre y cuando éstos estén dispuestos a satisfacer sus arbitrarios deseos. Y el poder que puede instrumentar el ‘narcisismo de las diferencias’ donde un grupo, proyectando sus propios aspectos desvalidos, desprecia a otros, otorgándose supuestos derechos correspondientes al retorno de un Yo Ideal (origen y derechos divinos) disuelto en el grupo de pertenencia. La maravillosa capacidad creadora del proceso primario nos preparó una cruel trampa, de la que la humanidad parece no poder salir. Siguiendo el principio del placer, el campo de la fantasía ha sido un excelente refugio para escapar de las limitaciones de la realidad creando instituciones, situaciones y objetos ideales totalmente maravillosos, totalmente monstruosos, omnipotentes e inmortales. El proceso primario creó los tropos (sinécdoque, metonimia y metáfora) haciendo idéntica la semejanza, institucionalizando la poesía y el delirio, pero posibilitando también la separación, la proyección, la disociación. Su magia es fascinante, y no sería posible la vida social sin recurrir a su poder. Los rituales de la vida social le deben su existencia. Con su poder hemos separado ‘los unos’ de ‘los otros’, el bien, del mal. Lo lindo, lo bueno, es valioso, es respetable, es querible, y esto es justo. Lo feo es malo, despreciable, insignificante, odioso, y esto también es justo. Para ser humano, necesito que otro ser humano significativo me reconozca como tal. Para sentirme valioso, respetable, querible, merecedor de vivir en la comunidad. En el caso ideal, espero ese reconocimiento de

todos los otros, y como mal menor, de unos pocos, por lo menos de alguien. Así surgió la necesidad del grupo de pertenencia, en el que el control de los impulsos hostiles es imprescindible para que éste pueda subsistir. El ‘narcisismo de las diferencias’ pone nombre a un fenómeno social: el racismo, el nacionalismo, los genocidios, el chauvinismo cultural, etc. Proyectamos en el grupo de pertenencia las ilusiones narcisistas de omnipotencia y de inmortalidad que conforman el Yo ideal, cuya frustración cierra un circulo vicioso acumulando mas rabia a la que se forma por las frustraciones cotidianas inevitables, fomentando a su vez el desprecio o el impulso de matar al chivo emisario para el que la cultura permite canalizar impulsos prohibidos dentro del grupo. Al vil ser en que se ha convertido el desgraciado de turno ya no podemos considerarlo semejante, y así empiezan a resaltar las diferencias: sexo, credo religioso o político, color de piel, cultura, status social, origen geográfico, etc, etc. Sutiles argumentos de los que la inteligencia humana demuestra una capacidad de producción admirable, componen las licencias culturales que liberan a los miembros de la comunidad de la responsabilidad del control del poder destructivo contra sus semejantes que cometieron el crimen de poseer esas diferencias. Las poderosas contracargas que mantienen la represión, alientan y favorecen la proyección de lo reprimido, intentando evitar el dolor del castigo superyoico por deseos perversos que toda criatura humana no puede dejar de tener. Fantasías prohibidas que pueden, gracias al proceso primario y siempre en el terreno de la fantasía, pertenecer a otros. Proyección que se da en toda pareja en algún momento de su existencia. Pero la proyección a otro grupo, junto al poder que alcanzó la instrumentación de la hostilidad por los grupos de poder en las armas nucleares, está en condiciones de destruir a la especie humana. La evolución del potencial humano nos ubica en una encrucijada que muestra distintos caminos posibles: Una dirección conduce a la humanidad hacia una civilización de un desarrollo tecnológico inaudito con su potencial creativo racionalmente administrado con una ética que contempla los ideales culturales de la especie. Otro camino conduce a la autodestrucción de los seres supuestamente mas inteligentes del planeta. Quizás a la eliminación de todo vestigio de vida. En esta ruta, millones de semejantes viven en condiciones justificadas solamente por la hipocresía del resto. El planeta que nos alberga es un peligroso reservorio de desechos cada vez mas dañinos para sus privilegiados habitantes. Nuestra costumbre de disociar el bien del mal nos lleva a ver en la encrucijada distintas rutas separadas entre sí. Sin embargo, la historia muestra un conjunto muy heterogéneo donde todas las épocas mezclan situaciones creativas, productivas y felices con otras dramática y cruelmente destructivas. Lo que motiva pensar que esa es la regla: mientras algunos pueden disfrutar de lo positivo, otros deben sufrir lo negativo, en el mismo momento histórico y hasta en el mismo lugar geográfico. Generalmente es el azar el que marca el rumbo. El azar ha dictaminado un desarrollo para la criatura humana que le otorga un poder que pretende y a veces logra, competir con el azar en los resultados. Si, teniendo los medios la humanidad no ha logrado una convivencia armónica, una distribución mas justa de las riquezas y una oportunidad igual para todos (y ni siquiera se vislumbra la posibilidad de que las consiga), debemos pensar que las motivaciones del ser humano están lejos de pretender esto. Es una apreciación muy ligera si tomamos en cuenta un núcleo reducido de criaturas humanas en las cuales encontramos fácilmente la convivencia armónica, la distribución justa de los bienes y de oportunidades (sin profundizar demasiado). Pero la realidad se muestra al observar la lucha de clases y la distribución internacional del trabajo, y es una realidad muy lejana de los ideales que la humanidad culta dice defender. Es decir, el interés de la humanidad es otro. Tras el ideal oficial de libertad, igualdad y fraternidad se esconde sutilmente y la mayoría de las veces, el ideal perverso de poder para someter al desgraciado de turno. Estos dobles mensajes culturales son recibidos por todas las criaturas durante el proceso de identificación al formar su Ideal del Yo y la familia es un intermediario de la cultura que impone el status de sublimación a los actos que lo obedecen. En el crisol familiar comienzan las dificultades para distinguir el bien del mal. Reclamando en el discurso lo que contradice la acción. Con el nazismo, un Ideal perverso toma el poder en Alemania. El sueño de la gratificación narcisista bajo el principio del placer (satisfacción inmediata y total del deseo) se impone a millones de criaturas que se encandilan con pasión. El fenómeno del nazismo no fue ni el primero de su clase ni el último. Pero esto sucedía en el centro de la cultura occidental y cristiana, que había desarrollado un magnifico ideal de amor universal. Rescatando un antisemitismo tradicional, los no arios, los judíos, fueron convertidos en el chivo expiatorio del desastre militar y económico en que terminó la guerra del 14. Lo que permitía descargar impunemente contra ellos la rabia por las frustraciones de la vida. El ideal nazi señalaba lo que había que reprimir: la compasión, el ideal de justicia, el amor compartido para todo aquel que no perteneciera a la raza superior aria. La valoración social estaba garantizada para los

señores, que dispondrían de esclavos reclutados en los países dominados. El respeto se impone por el terror. El ario puro, por el simple hecho de existir y de haber nacido, merece el respeto y la adoración incondicional del resto de la Tierra. Así quedaba definido el concepto de sublimación y de justicia. ¿Hasta donde es original esta ideología? ¿No recuerda acaso la colonización del Africa, del continente americano, la campaña al desierto en la Argentina, el Ku Klux Klan y cualquier genocidio, de los tantos que ensucian la historia? La ideología nazi es el punto de articulación entre el racismo blanco en Africa y cualquier patota de adolescentes iracundos. Son ideologías que tienen por meta satisfacer el deseo del narcisismo infantil omnipotente trasladado al grupo de pertenencia, quizás como revancha por tener que renunciar al Yo de Placer. Todo el poder a la elite, por derecho divino. Es así que seria un grave error separar el fenómeno nazi del resto de la serie ya que, mas que un problema alemán, judío o europeo, es un problema de la especie humana. La comunidad judía había demostrado su incapacidad de reacción frente a los continuos ‘progroms ’ 6 desatados contra ella. Antecedentes que garantizaban el resultado. La falta de respuesta a la brutal agresión confirma el derecho que asiste a los Señores. Elemental lógica del narcisismo ingenuo. Lógica semejante guió la conquista de América y de Africa. Pero a los judíos había que eliminarlos, mientras los indios (a veces) y los negros, salvaban su vida con el sometimiento y la esclavitud. El nazismo en Alemania fue la reacción de una masa desesperada e incrédula que prefirió la defensa maníaca del poder que desprecia y somete. El caldo de cultivo fue integrado por las consecuencias especiales que tuvo la Primera Guerra Mundial en Alemania, lo que, a su vez, fue la consecuencia directa de los ideales nacionalistas e imperialistas como evolución de la cultura humana, expresión de la lucha dialéctica entre la necesidad de encontrar normas de convivencia armónica universal (que no es mas que otro ideal cultural) y el deseo de PODER por derecho divino, para el grupo de pertenencia, como mal menor. Un hombre llamado Adolfo Hitler. “...la conciencia es una deshonra y ambas son judías. Hoy Alemania es nuestra; mañana, el mundo entero.” (A. Hitler- 1923- Mein Kampf; Mi lucha) Hitler fue el líder carismático que dio su sello personal a la situación ordenando a su manera los elementos dispersos en juego. El ambiente especial de Alemania en un interjuego con la personalidad de Hitler produjo el resultado conocido. La pérdida de la guerra del 14 introdujo la violencia y la desesperación que buscaba una víctima a quien culpar del desastre. La izquierda y la derecha descargaron el odio que la frustración alimentaba. En Rusia triunfó la izquierda, en el resto de Europa se impuso la derecha. Entre 1919 y 1922 hubo 376 asesinatos políticos en Alemania, casi todos eran figuras de la izquierda, muchos de ellos judíos. La ideología hitleriana subrayaba la relación entre judíos y bolcheviques, mezclada con el antisemitismo adquirido durante la estadía de Hitler en la Viena de Karl Lueger, que temía la contaminación de la sangre germana por los Ostjuden, ‘una raza morena, inferior’. La amenaza judía era política y militar procedente del bolchevismo judío, pero también biológica, por el contacto sexual con miembros de la ‘raza’ judía. El antisemitismo tuvo su faceta pornográfica en Alemania y Austria. Der Stürmer, un semanario dirigido por Julius Streicher, difundió el concepto de que los judíos no son parte de la humanidad. El judío era ‘una especie de bacilo, una peligrosa alimaña’. Lo que agrupaba a todos los judíos por igual, sea catedrático, bolchevique o rabino. En 1933 se expulsó de la administración pública alemana a toda persona de ascendencia no aria. En una conferencia médica se decidió que los que eran un cuarto judíos eran considerados alemanes, pero que los medio judíos eran judíos ya que en ellos los genes judíos eran visiblemente dominantes. Estas tonterías fueron inculcadas a una comunidad educada que las absorbió casi sin resistencia. Hitler obtuvo fácilmente respaldo intelectual en los científicos. La inteligencia humana demostró que la producción de argumentos científicos sólo necesita del consenso para ser considerado tal y éste (el consenso) puede contagiarse como una epidemia. La razón y la cordura (que, en realidad, nunca estuvo del todo presente) cansa a la gente que está impaciente por los resultados. El poder maníaco del grupo de pertenencia es la meta. No importa el medio para lograrlo. Los académicos alemanes apoyaron gustosos la salvación nacional que pretendía Hitler. Y el apoyo estudiantil precedió al apoyo electoral general. Si bien la fantasía de una dictadura cultural judía estaba en la campaña de Hitler, la gran crisis de 1932 le preparó el camino al poder. Vinieron el Anschluss (anexión, de Austria a Alemania) en marzo de 1938, los campos de concentración y la Kristallnacht (noche de cristal) 7 el 9 de noviembre de 1938 cuando Herschel Grynspan asesinó a un diplomático alemán en París. La escalada llegó a la ‘solución final’ del holocausto que ilustró espectacularmente el macabro complemento destructivo del poder humano, para vergüenza de la especie.

La identidad del nazismo. El flautista pardo, como Erikson llamó a Adolfo Hitler, sedujo fácilmente a una masa sedienta de poder. Una vez en el poder, la institucionalización del ideal nazi impuso su sello especial al proceso de identificación: un sentimiento de autoestima elevado a la megalomanía si pertenecía a la raza privilegiada y un desprecio profundo al resto, hasta negar el derecho a la existencia, al ‘judío inmundo’. Discurso que primero se concretó en la eliminación de los comunistas y toda oposición al régimen. Los elementos que componían este ideal no eran mas que una particular acomodación de los mismos: las guerras para fortalecer identidades nacionales que buscan la hegemonía del poder sometiendo al vecino, el desprecio a la razón. Pero el resultado fue una experiencia que conmovió las raíces de la civilización. Esto sucedía en un ambiente donde la cultura, a la vez que fabricó esa ideología, también desarrolló una ciencia y una técnica que permitió armar la máquina arrolladora de la Blitzkrieg (guerra relámpago). La identidad nacional. A la necesidad de un grupo de pertenencia, la cultura ha respondido con la identidad nacional como una de las ‘ambiciones culturales’, fruto de muchas guerras, y que conduce inevitablemente a otras guerras. Los millones que componían la juventud frustrada en Alemania y en el mundo, eran consecuencia de ese juego. “La satisfacción que el Ideal dispensa a los miembros de la cultura es de naturaleza narcisista, descansa en el orgullo por el logro ya conseguido. Para ser completa, esa satisfacción necesita de la comparación con otras culturas que se han lanzado a logros diferentes y han desarrollado otros ideales. En virtud de estas diferencias, cada cultura se arroga el derecho a menospreciar a las otras. De esta manera, los ideales culturales pasan a ser ocasión de discordia y enemistad entre diversos círculos de cultura, como se lo advierte clarísimo entre las naciones. “La satisfacción narcisista proveniente del ideal de cultura es, además, uno de los poderes que contrarrestan con éxito la hostilidad a la cultura dentro de cada uno de sus círculos. No sólo las clases privilegiadas, que gozan de sus beneficios; también los oprimidos pueden participar de ella, en la medida en que el derecho a despreciar a los extranjeros los resarce de los prejuicios que sufren dentro de su propio círculo. Se es, sí, un plebeyo miserable, agobiado por las deudas y las prestaciones militares; pero a cambio, se es un romano que participa en la tarea de sojuzgar a otras naciones y dictarles sus leyes.” (Freud. 1927. El porvenir de una ilusión.) La lucha por una irracional identidad nacional permitió una distinta acomodación del poder. Adhiriendo al ideal nazi, lejos de renunciar al ideal nacionalista, estaban dispuestos a cualquier esfuerzo para la revancha. El ser humano no está dispuesto a renunciar fácilmente al juego de la guerra. El grupo de pertenencia será la familia, el pueblo, la nación, pero parecería que la cultura humana aun no puede imponer ni aceptar un ideal donde el grupo de pertenencia sea la especie humana. Los millones de alemanes que adhirieron al ideal nazi con pasión sublimaron para su grupo de pertenencia, produciendo como ejemplo la asombrosa Blitzkrieg lo que indica que la sublimación puede también estar al servicio de lo perverso. Todo depende de la ‘valoración social’ que se tome como medida. No es nada original afirmar que el bien para unos, muchas veces es el mal para otros. Bibliografía: Didier Anzieu -El Autoanálisis de Freud y el Descubrimiento del Psicoanálisis E. H. Erikson -Infancia y Sociedad S. Freud

-Obras Completas

Paul Johnson -La Historia de los Judíos Ernest Jones -Vida y Obra de Sigmund Freud M. Teicher -Teoría Vincular del Narcisismo John Toland -Adolf Hitler H. G. Wells -Esquema de la Historia Universal

Moisés y la religión monoteísta. “Es muy probable que al lector de Moisés y la religión monoteísta lo impresione en primer lugar una cierta heterodoxia y aun excentricidad en su construcción: tres ensayos de muy distinta extensión, dos “advertencias” a comienzos del tercero y un “resumen” situado en la mitad de ese mismo ensayo,

recapitulaciones y repeticiones continuas: esta clase de irregularidades son desconocidas en otros escritos de Freud y él mismo lo señala y se disculpa por ello más de una vez. ¿A qué atribuirlo? Sin duda, a las circunstancias en que fue redactada la obra: el largo período (cuatro años o más) durante el cual se la sometió a una constante revisión y las agudas dificultades externas de la fase final, cuando Austria vivió una serie de perturbaciones políticas que culminaron con la ocupación de Viena por los nazis y la forzada migración de Freud a Inglaterra. Que todas estas influencias sólo dejarían huella en el ámbito limitado y temporario de este único trabajo lo demuestra, de manera muy concluyente, la obra que le siguió de inmediato, Esquema del Psicoanálisis, la cual se halla entre las más concisas y mejor organizadas de Freud.” Introducción de James Strachey- AE T XXIII pág 4/5. ¿Porqué Freud escribió “el Moisés” en esa época y en esa forma? ¿Cuál es el mensaje latente? Indudablemente, muchas son las interpretaciones posibles. Muchas son conocidas. “La interpretación deduce, a partir de la narración que efectúa el sujeto (contenido manifiesto) el sentido […] tal como se formula en el contenido latente, al cual conducen las asociaciones libres. El objetivo último de la interpretación es el deseo inconsciente y el fantasma que lo encarna. Se aplica […] a todo aquello que, dentro de las manifestaciones verbales y el comportamiento del sujeto, lleva el sello del conflicto defensivo.” Diccionario de Psicoanálisis Laplanche y Pontalis. Pág 209 “en la vida anímica hay mucho menos libertad y libre albedrío de lo que nos inclinamos a suponer; acaso ni siquiera los haya.” El delirio y los sueños en la “Gradiva” de W. Jensen AE T IX pág 9 Siguiendo el camino de la interpretación de los sueños, los elementos a tener en cuenta para el encuentro con lo latente, son: La realización de Deseos. Un deseo infantil jamás abandonado (el socio capitalista). La deformación por la censura: El proceso primario, el Desplazamiento y la Condensación. La búsqueda de la representabilidad. El resto diurno (el socio industrial). Un hecho conocido por todos, fue inexplicablemente omitido de los elementos fundamentales de la realidad que estaban presentes durante la elaboración de “Moisés y la religión monoteísta”. Además del judaísmo, el nazismo y el antisemitismo, elementos que, sin duda, marcaron profundamente la vida de Freud, algo distinto había invadido su intimidad y, en muchos momentos, ocupaba dramáticamente el centro de su interés. Freud estaba enfermo de cáncer. La primera intervención quirúrgica en 1923 (de un total de 33) consistió en operar una leucoplasia proliferativa papilar en el arco palatino derecho anterior. Cuatro meses después todavía escribía que no había tenido una sola hora sin dolor desde la finalización de este tratamiento. “Una comprensible indiferencia hacia la mayor parte de las trivialidades de la vida me demuestra que la elaboración del duelo (el mismo año muere un nieto por el que tenía un gran cariño) se está realizando en lo profundo. Entre estas trivialidades se encuentra la ciencia misma.” (Jones T III pág 104). Se le colocó una gigantesca prótesis -una especie de enorme dentadura u obturador- destinada a separar la boca de la cavidad nasal, que era un horror. Se le denominó “el monstruo”. Era muy difícil de sacar o volver a colocar ya que le era imposible a Freud abrir la boca a tal extremo. Así, por ejemplo, en una ocasión, los esfuerzos combinados de Freud y de su hija fueron insuficientes para colocarla en su lugar a pesar de media hora de lucha y fue necesario traer al cirujano. (pág 108) En 1936 el diagnóstico ya no presentaba dudas. Estaba condenado. La agonía por cáncer es una dramática herida narcisista incrementada intensamente por un círculo vicioso de dolor y angustia en cualquier ser humano. Tal frustración produce lógicamente el retorno de ideas desagradables y hace tiempo condenadas (reprimidas) intensificando nuevamente el conflicto con una conciencia que se niega a aceptarlas. Las soluciones transaccionales se imponen en diversos niveles presionados por la continuidad de esas frustraciones. “Moisés...” debe incluir, por pura lógica, la protesta del narcisismo de un hombre que se siente condenado a morir de cáncer. La conciencia de Freud no podía aceptar tal protesta. Era absurda. Pero la valoración de ‘absurdo’ no rige en el Inconsciente.

El dolor era tal que debía contaminar todos los pensamientos de Freud. Las huellas de ese dolor deben estar en todos sus trabajos posteriores. No sólo en el “Moisés y la religión...” pero el tema que trata es una pantalla particularmente adecuada para que el mecanismo del desplazamiento, vasallo del proceso primario que caracteriza al reino del Inconsciente, encuentre el adecuado caldo de cultivo para su oculta labor. Los problemas relacionados con el judaísmo y el antisemitismo influyeron seriamente en la vida de Freud. Que el tema del parricidio inquietó a Freud no cabe ninguna duda, lo ilustra su autoanálisis y el desarrollo del concepto en “Tótem y Tabú”. Su interés en la figura de Moisés, líder de ese grupo nacional, también era parte de los elementos conocidos. Los “restos diurnos” fueron, entre otros: 1910 en adelante- El Psicoanálisis es reconocido como un importante legado de Freud, un judío, a la cultura humana. 1913- Tótem y Tabú.- El parricidio. La rebelión de la escuela de Zurich 1923- Primera intervención quirúrgica. ¿Lesión precancerosa? 1933- El nazismo llega al poder en Alemania. Queman sus libros. 1934- Freud produce el manuscrito de Moisés, que no publica. 1936- En la última intervención, el diagnóstico es cáncer, sin duda. 1938- ‘Anschluss’, la anexión de Austria a la Alemania nazi. Freud es convencido y ayudado a dejar Viena, tras 79 años. 1938- Yahuda visita a Freud a su llegada a Londres y le comenta que Ernst Sellin había sugerido en 1922 que Moisés fue asesinado. “El profesor Yahuda, versado historiador judío, (en esa visita) rogó a Freud que no publicara su libro sobre Moisés”. E.J. T III pág 254 “Fue esa sugerencia de Sellin la que había decidido a Freud a escribir el libro; encajaba muy bien en sus ideas sobre la importancia del parricidio”. E.J. T III pág 392 A partir de 1923 Freud era “asesinado” por el cáncer. El había conducido a la humanidad al conocimiento del Inconsciente. El parricidio es el que va a cometer la humanidad al dejarlo morir de cáncer. Estas ideas absurdas seguían la lógica del pensamiento mágico (el proceso primario) que la conciencia de Freud (el pensamiento lógico) no podía admitir. Pero expresan la desesperación de alguien injustamente condenado por una naturaleza que considera absurda la idea de justicia acuñada por la cultura humana. Detrás de lo absurdo podemos encontrar que: El dramático mensaje de Freud, nunca confesado, era el de un ser humano que no quería morir.

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UN ANHELADO EQUILIBRIO ENTRE LA ÉTICA Y LA ESTÉTICA

1-

En el siglo IV A.C. vivía en Grecia una hermosa cortesana llamada Friné. Friné era

amante de Praxíteles, a quien sirvió de modelo para la estatua de Afrodita, diosa griega del amor. Según la historia, Friné fue acusada y llevada a juicio. Agotados todos los argumentos que dejaban imperturbables a los jueces, su abogado defensor la hizo desnudar. Impactados y encandilados por su belleza, los jueces la absolvieron. El juicio de Friné ilustra las consecuencias del impacto estético, que es el estímulo que surge de un objeto significativo por poseer determinados atributos que producen, despiertan o fortalecen el deseo de poseerlo. Surgido de las profundidades del tiempo, cuando la vida, en su evolución, creó las diferencias de los sexos e impuso nuevos conflictos a las criaturas que creaba a su paso: la necesidad de ser el objeto deseado del otro, a su vez deseado, poseído en exclusividad. La unión con ese otro concretaría la ilusión de completud. Del poder de un impacto estético surge el deseo de posesión exclusiva. Pero no es fácil poseer ese objeto tan deseado. Y no es sólo el cuerpo joven y hermoso al que se desea

poseer. Están todos los objetos, sean naturales o producidos por una sofisticada tecnología, de la que sólo el animal humano puede hacer un orgulloso alarde, los que también despiertan el deseo de posesión. Objetos presentados con ingeniosos, sutiles y originales atributos estéticos, siguiendo pautas que la cultura logra desarrollar según una caprichosa moda defendida por el consenso social. Cuanto mas difíciles de adquirir, mas importancia obtienen para fascinar, encandilando con su belleza. Estos objetos aumentarían los atributos estéticos de su feliz poseedor. Cuanto más raros y difíciles, más poder de seducción. Adquirir los adornos del poder de seducción, es un deporte que apasiona al sujeto social, alentando una competencia que logra fácilmente ser despiadada, en lo que hemos llamado la sociedad de consumo, valioso logro del desarrollo de la cultura humana. Todos deseamos competir para ganar y tomar posesión. 2-

El psicoanálisis me enseñó que hay, dentro de cada uno de nosotros, una criatura

caprichosa que entiende que así debe ser: lo que le gusta debe ser suyo, le pertenece por su origen divino, lo que le otorga un derecho divino. (No es muy difícil reconocer aquí la ideología fascista: los privilegios de una minoría, en última instancia reducida al sujeto, a expensas del resto. Normalmente, la ética se esfuerza en mantenerla encerrada en el Inconsciente) Y su deseo se orienta hacia lo que el consenso dictamina valioso, importante. Una criatura en la que cristaliza un narcisismo a ultranza, arcaico y eficaz, que no cesa de presionar, reclamando la satisfacción de sus pretensiones, ingenuas e imposibles. Su frustración condensa la energía vital del sujeto en odio destructivo, peligroso producto de ilusiones que demandan su satisfacción. Albergamos una criatura insaciable que haría imposible la convivencia social, a su vez imprescindible. Solo en el grupo humano están los objetos que despiertan el deseo de poseerlos. El reconocimiento positivo del grupo de pares y el reconocimiento como objeto deseado del objeto significativo, se traduce como felicidad. La criatura arrogante e insaciable pretende poseer a todos los objetos que despiertan su deseo. Tanto los rivales como los que se niegan a satisfacer sus caprichos no merecen ninguna consideración. Por temor al rechazo, al desprecio y a la soledad, aprendimos a controlar las pretensiones desmedidas de esa criatura. Así inventamos la ética, que intenta ponerle límites. En la ética

buscamos una convivencia racional y justa para la sociedad humana. Elaboramos lo que en psicoanálisis se denomina Complejo de Edipo. Queda como heredero el Superyo que pretende imponer al sujeto la Ley (lo ético) derivada de la prohibición del incesto, del homicidio y del canibalismo, normas culturales para una supuesta convivencia armónica de la sociedad humana (Lo que ubica en el Yo, o sea en nuestra parte conciente, alguna versión de la ideología socialista, origen de nuestros ideales éticos. Suele llegar al altruismo, otro extremo ingenuo de nuestro psiquismo) que la familia, como intermediaria y representante de la cultura se encarga de transmitir al nuevo miembro de la comunidad. El miedo al rechazo también alienta una dramática competencia en la cual la criatura insaciable lucha por adquirir suficiente poder para imponer la sumisión del objeto deseado y defender la conquista frente a los rivales. Dominio y sometimiento que desprecia el dudoso esfuerzo de tener que seducirlo. El poder convence con el miedo al poder. Etica sutil, pero convincente. La violencia de la lucha por el poder debe ser controlada si se pretende la supervivencia del grupo social. Pero si bien las ansias de poder a veces se disuelven en el grupo de pertenencia, la violencia destructiva de la lucha por el poder entre grupos nos puede llevar al invierno nuclear de la Tercera Guerra Mundial mientras el desprecio al semejante convierte al planeta en un peligroso reservorio de desechos, insalubre para sus privilegiados habitantes. La humanidad, con la evolución de la cultura, ha llegado a elaborar curiosos ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, ideales éticos que honran la inteligencia humana. La aparición esporádica de eternas ilusiones como la comuna de los anarquistas, o un gobierno mundial, o el socialismo utópico y otros, no hacen más que acentuar, justamente por ser utópicos, lo perverso (lo anti-ético) que se destaca de la naturaleza humana. La humanidad se encuentra en una encrucijada que apunta melancólicamente a un callejón sin salida. Aunque la extraordinaria inteligencia humana ha desarrollado una asombrosa tecnología, continúa vigente lo que enfatizó el celebre pensador griego: mientras haya arados los esclavos serán imprescindibles, lo cual, hoy no parece demasiado ético. Los llamados trabajadores de cuello de acero -los robots- podrían deparar a la especie humana una época de bienestar asombrosa si ese poder estuviera supeditado a una ética que contemple una justicia social para toda la especie humana. En cambio, estamos en

condiciones de lograr lo inaudito del poder humano: la autodestrucción de la especie y quizás de toda vida orgánica en este planeta. La lucha de clases y la guerra son fenómenos de patología social, transacciones dialécticas de la cultura que inquietan nuestra conciencia si nos vemos obligados a reflexionar sobre ella, transgresiones de una ética que encierra las nobles intenciones de una orgullosa cultura humana. 3-

La frustración del deseo, al alimentar una agresividad peligrosamente destructiva,

pone en peligro la convivencia social imprescindible para satisfacer ese deseo. El objeto deseado no está siempre dispuesto a satisfacer mi capricho. Tampoco es fácil adquirir esos adornos tan codiciados para una honrosa competencia. Recurrimos entonces a la ética de una Ley, intentando controlar la hostilidad antisocial, reglamentando el deseo y la hostilidad surgida y fortalecida por la frustración del deseo. Alienante frustración inevitable y necesaria. El desarrollo que ilustra la historia de la hija dilecta del raciocinio humano es el intento cultural de encontrar las normas de convivencia para todos los miembros de la sociedad. Los resultados transaccionales dialécticos son las momentáneas síntesis del eterno conflicto entre la necesidad de convivir en sociedad con otros semejantes y el deseo de imponerse a esos otros para usarlos a su antojo, derecho de posesión que es un deseo compartido por todos, pero imposible de ser satisfecho por todos. Su producto: la lucha de clases. De los que pueden y de los que deben, de los que mandan y de los que obedecen. Todos queremos a los demás, siempre y cuando sean nuestros esclavos, y estén felices de servir nuestro capricho, sea como objeto sexual o como sumiso trabajador. La criatura caprichosa, mas o menos oculta en el fondo del alma humana, pretende poseer todo lo que se le antoja, y en exclusividad. Gracias a la educación, o sea, a lo que llamamos en Psicoanálisis, la elaboración del Complejo de Edipo, formamos en nuestra personalidad un aspecto adulto, maduro, que orgullosamente exhibimos a los demás y que intenta controlar y poner frenos a los caprichos de aquella criatura insaciable y soberbia, al aspecto infantil de nuestra personalidad. La parte adulta de nuestra naturaleza humana está dispuesta a hacer los esfuerzos necesarios, dentro de la ley, sometiéndose a una ética que valora y respeta para disfrutar de

lo que sus posibilidades y las del otro, le permiten. Se adapta, pretende hacerlo, a la necesidad de compartir y colaborar con los otros, a los que respeta y teme, reconociendo su dependencia. 4-

Los seres humanos somos seres divididos, en un aspecto infantil, oculto pero eficaz,

y un aspecto adulto, oficialmente presente. Una vez satisfechas las necesidades básicas de autoconservación, es la estética, la belleza de las formas la que hace tambalear el edificio que la ética intenta construir, dando energía y un peligroso poder a la criatura caprichosa. El impacto estético despierta el deseo de posesión del sujeto. Su aspecto infantil clama por sus derechos divinos de posesión caprichosa y exclusiva que la parte adulta intenta someter a la ética de la Ley. La frustración al deseo produce tal dolor, que el furioso estallido de rabia es, para la criatura, su defensa ampliamente justificada. La historia de la humanidad, que ilustra las vicisitudes de la naturaleza humana, insiste en señalar las limitaciones de la ética que pretende controlar a esa criatura. La humanidad civilizada debe tolerar, a pesar de numerosas manifestaciones en contra, licencias culturales que cuestionan severamente sus ideales éticos. Lo estético, lo hermoso de aquellos objetos que logramos poseer componen momentos muy felices de la existencia humana, la vida sin ellos sería demasiado gris. Saboteando y destruyendo todo intento de adaptación, la frustración del deseo fortalece a la criatura rebelde que no confía en promesas demagógicas -como sería postergar el placer hasta recibir un supuesto premio tras el trabajo personal- insistiendo en su afán de imponerse porque sí, tomando lo que entiende que le pertenece, simplemente porque le apetece. Son contadas las personas que pueden darse el lujo de recibir el premio de la valoración social (acceder a la fama) con su habilidad y su inteligencia, debiendo conformarse con su símbolo, el dinero, que la mayoría ya quisiera. El impacto estético de la juventud recién se valora al perderlo. Las ilusiones superan ampliamente las posibilidades reales. Por lo que es la frustración la que ocupa principalmente el escenario, lo que complica seriamente el control conveniente de la criatura caprichosa e impaciente que presiona sin cesar dentro nuestro. La envidia, exponente molesto del odio, da fuerza al deseo de venganza, dispuesto a destruir aquello que no posee, descargas de una poderosa fuerza destructiva que denuncia las dificultades de la criatura humana para convivir con sus semejantes. Por otro lado, la

cultura se esfuerza por perfeccionar y embellecer, erotizando, las formas de todos los instrumentos útiles en el quehacer cotidiano, haciéndolos cada vez mas apetecibles, aumentando las tentaciones que excitan el deseo de posesión. Cualidad y habilidad de la tecnología humana que es digna del mejor aplauso. Al aumentar el atractivo de los felices poseedores, embellecen su vida. El triunfo de la estética. La cultura también inventó la propiedad privada y una ley que la reglamenta. La propiedad privada es un premio al trabajo productivo, lo que es ético, y por lo tanto, justo. Pero también es un premio para aquél que logra imponer su posesión de cualquier modo, dejando de lado lo molesto de la ética. Los atentados contra la propiedad son severamente castigados cuando el criminal es débil y ha tenido la mala suerte de irritar fuerzas poderosas que casualmente han encendido las llamas de la justicia clamando por la ética. El mas poderoso impone la ley, pero no es su víctima. La ética se refiere a la justicia, lo que es justo, lo que está bien y lo que está mal, normas éticas de convivencia social. Que todos tengan por lo menos la misma oportunidad para ser desiguales por su propio esfuerzo. Pero la naturaleza no conoce la ética, un invento de la cultura. Hay leyes que regulan las relaciones humanas. Es justo, está bien todo aquello que contribuye a una mejor convivencia, ésa es la finalidad. Esa debería ser la finalidad. La ley se impone por la fuerza. El poder de la ley reside en el poder del que tenga la fuerza para imponerla. El poder impone la ley. ¿Quién impone la ley al poder? El juego consiste en adquirir suficiente poder para transgredir la ley que se impone a los mas débiles. No hay duda de que la ley ayuda a una mejor convivencia dentro del grupo social. ¿Cuál grupo? ¿La sociedad humana? ¿Toda la sociedad humana? ¿Significaría eso evitar la lucha de clases? Una hermosa utopía imposible. Así lo señala la historia. Cualquier guerra, y la guerra es una cruel burla a la ética, comienza con más voluntarios que desertores. ¿Eliminar la guerra? La naturaleza humana no está dispuesta a renunciar a su deporte favorito. Debo renunciar a mis caprichos, respetar, compartir y colaborar con los semejantes dentro del grupo, pues entonces “No debe menospreciarse la ventaja que brinda un círculo cultural mas pequeño: ofrecer un escape a la pulsión en la hostilizacion de los extraños. Siempre es posible ligar en el amor a

una multitud mayor de seres humanos, con tal que otros queden fuera para manifestarles la agresión” Freud 1930 El malestar en la cultura Ese seria el mal menor: aceptar la transacción entre el individuo que pretende imponerse a todos y la sociedad, que pretende igualar a todos: Acepto la igualdad y la justicia entre nosotros, pero ellos, los otros, serán los objetos despreciados que quedan para el uso y abuso de los señores, que somos nosotros. Renunciando al abuso de poder dentro del grupo, cosa que a veces logramos, compensamos la renuncia a nuestros caprichos y recuperamos el poder (el derecho divino) para el grupo de pertenencia a expensas de otros, lo que es una de las licencias culturales. Las excusas que justifican ese derecho serán pequeñas o grandes diferencias entre los miembros de cada grupo. El color de la piel, distintos hábitos culturales, religión, raza, situación económica, nacionalidad, región geográfica, sexo, serán suficiente excusa para despreciarlos, porque no coinciden con lo mío. En realidad, porque sí. Parecería que esas diferencias cuestionan seriamente lo que es propio, ofensa imperdonable que convierte a los otros en molestos y despreciables objetos, criminales que no merecen otra cosa que su uso y abuso por parte de los señores (nosotros). Freud llamó a este fenómeno el narcisismo de las diferencias. Es la excusa que pretende justificar la lucha de clases, la guerra y todos los genocidios que ensucian la historia. En los grupos humanos, los conflictos de intereses, canalizando la hostilidad fortalecida y convertida en poder destructivo por las frustraciones cotidianas inevitables, supera en forma abrumadora los intentos éticos de suavizar la convivencia. Los argumentos más absurdos, ilustrando la fuerza irracional que los domina, justifican una patología social imposible de superar. ¿Dónde quedó la ética en la lucha de clases, dentro de las comunidades humanas? ¿Dónde quedó la ética en la lucha de clases entre las naciones? El conflicto norte-sur produjo naciones ricas y naciones pobres. Una realidad lamentable obliga a la inanición de algunos mientras otros gastan fortunas en sofisticadas dietas para adelgazar. El rotundo fracaso del experimento socialista alimenta la idea de un supuesto fracaso de la ideología socialista frente a las ventajas de la libre empresa capitalista. De ser cierto, esto significaría que, lamentablemente, la inteligencia humana no es capaz de encontrar e imponer normas de convivencia racionales, o sea, justas para la especie humana.

Un tratado de Ginebra pretende reglamentar lo absurdo de la guerra. Hay armas prohibidas, por lo tanto hay otras permitidas. No se deben matar civiles, ancianos, mujeres, ni niños. Sí, se deben matar soldados, lógicamente, enemigos. Y no parece haber remedio conocido para esta patología social. Ingenuamente, la ilusión de muchos intelectuales (yo, entre ellos) era llegar al siglo XXI habiendo erradicado el militarismo, los nacionalismos y la religión. Pues deberemos agregar: la droga, el hacinamiento de las grandes ciudades, los desastres ecológicos y un posible desastroso empleo de la ingeniería genética, paradigmática ilustración del poder de la inteligencia humana. Dentro del grupo, como ya vimos, intentaremos obtener el mayor poder posible para satisfacer los caprichos de la criatura que no cede en sus pretensiones desmedidas, absurdas, imposibles, pero cálidamente observadas con simpatía que no es agradable confesar. Una vez que obtenemos suficiente poder, permitimos que esa criatura disfrute a sus anchas del uso y abuso del resto, sometido. Otra licencia cultural consensualmente compartida. Entre los grupos, amparados en el poder grupal, lo irracional (la pretensión de que, por derecho divino, los demás deberían ser esclavos “nuestros” y muy felices por ello) surge con tanta o mas fuerza. Denunciamos esa patología, nos oponemos a su abuso cuando no tenemos suficiente poder. Noam Chomsky dijo que el hecho de que EEUU esté involucrado en muchos mas actos de agresión internacional que, por ejemplo, Luxemburgo, no significa que los habitantes de Luxemburgo tengan una moral mas elevada, sino que, simplemente, los habitantes de Luxemburgo tienen menos poder. 5-

Pero mencionar estos aspectos de la naturaleza humana, dolorosos y desagradables

por mas reales que sean, no es muy amable. Armando Chulak, en el diccionario del disidente, sostenía que la verdad es un obstáculo con el que se tropieza a veces, pero generalmente uno se levanta y sigue su camino. En una simpática propaganda, una niña reflexiona: “¿Quién entiende a los adultos? Te insisten en que hay que decir la verdad y de repente te salen con que ¡esas cosas no se dicen!” No es de buen gusto reflexionar sobre determinados aspectos humanos. La dulce mentira es mucho mas cálida y agradable que la amarga verdad. Surge entonces la elegancia.

Según el diccionario, lo elegante se refiere al buen gusto, lo agradable, lo armonioso, sin afectación, distinguido en el porte y modales, bien proporcionado, gracioso, airoso de movimientos. Dícese de la persona que se ajusta a la moda y también de los trajes y cosas relacionadas con ella. ¿Qué es entonces lo elegante? Lo que permite ocultar lo feo y lo prohibido realzando lo lindo, insinuando lo permitido, un adecuado equilibrio entre:-los atributos que estimulan el deseo de ser poseído (una estética eficaz)-y el control de ese estimulo, una ética que no molesta, despierta admiración, evitando la envidia; no lastima, no ofende. Mostrar, decir y hacer lo adecuado para seducir amablemente. Es de buen gusto (elegante) callar determinadas cosas en determinados momentos. No es elegante señalar las contradicciones del sistema social cuando en las mismas páginas de un diario vemos la miseria humana resignada alrededor de una olla popular, niños con el vientre hinchado por el hambre, al lado de una hermosa doncella que nos invita a un viaje de placer por el oriente, previo pago de unos miles de dolares. Sí, es elegante, en cambio, recortar espacios de la realidad para hacer posibles felices momentos de armónica convivencia social, familiar, institucional, comunitaria, y mantener alejados de los sentidos todo aquello que incomode esa felicidad. La función social de nuestro quehacer cotidiano está determinada por el sistema socioeconómico en cuyo ambiente el sujeto intenta conquistar un respetable espacio para sí. Como sujeto humano, no podrá dejar de competir buscando una adaptación activa que modifique la transacción entre el propio deseo narcisista y el de los otros, intentando recortar elegantes espacios que eviten pensar en la amarga inevitabilidad de la lucha de clases. Amarga si se pierde, pero muy dulce si se gana. Adquirir el mérito de la elegancia es suficiente logro. La dificultad de alcanzarla desplaza convenientemente la exigencia de una ética universal, absoluta, descalificándola por imposible. Frente a las carencias éticas que se acompañan del dolor amargo de la verdad, resulta cálidamente terapéutico la elegancia, que incluye la dulce mentira en una ilusión imposible.