sentido de familia en la familia vulnerable

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INSTITUTO DE CIENCIAS DE LA FAMILIA UNIVERSIDAD GALILEO FACULTAD DE EDUCACIÓN

Monografía:

“LA VULNERABILIDAD EN LA FAMILIA DE ESCASOS RECURSOS Y LA POSIBILIDAD DE DESARROLLAR SENTIDO DE FAMILIA”

MARÍA ISABEL DEL PILAR REYES MORALES

Guatemala de la Asunción, enero 2015

INSTITUTO DE CIENCIAS DE LA FAMILIA UNIVERSIDAD GALILEO FACULTAD DE EDUCACIÓN

MAESTRÍA EN PSICOTERAPIA FAMILIAR Y CONYUGAL

Monografía:

“LA VULNERABILIDAD EN LA FAMILIA DE ESCASOS RECURSOS Y LA POSIBILIDAD DE DESARROLLAR SENTIDO DE FAMILIA”

MARÍA ISABEL DEL PILAR REYES MORALES CARNET 13000419

Asesor: Dr. César Augusto Montenegro Rangel

Guatemala de la Asunción, enero 2015

Guatemala, 5 de enero de 2015.

Autoridades Académicas Instituto de Ciencias de la Familia Presente.

Estimadas Autoridades: Reciban mi más cordial saludo. Por medio de la presente, tengo el agrado de presentar el trabajo de monografía realizado por MARÍA ISABEL DEL PILAR REYES MORALES. Luego de un trabajo de seguimiento y asesoría a la monografía titulada: “LA VULNERABILIDAD EN LA FAMILIA DE ESCASOS RECURSOS Y LA POSIBILIDAD DE DESARROLLAR SENTIDO DE FAMILIA”, de la alumna MARÍA ISABEL DEL PILAR REYES MORALES con carné 13000419, doy fe de que el trabajo realizado cumple con los requisitos establecidos de investigación, dedicación e informe final para que pueda someterse a la evaluación respectiva y optar al título de Maestría en Psicoterapia Familiar y Conyugal que le correspondiese.

Atentamente,

Dr. Augusto César Montenegro Rangel ASESOR

AUTORIDADES ACADÉMICAS

Dr. Eduardo Suger Cofiño RECTOR DE UNIVERSIDAD GALILEO

Licda. María de los Ángeles de Mollinedo DIRECTORA GENERAL Y ACADÉMICA DE INSTITUTO DE CIENCIAS DE LA FAMILIA

Lic. Jorge Retolaza SECRETARIO GENERAL DE UNIVERSIDAD GALILEO

Dr. Bernardo Morales DECANO DE LA FACULTAD DE EDUCACIÓN DE UNIVERSIDAD GALILEO

ÍNDICE Pág. INTRODUCCIÓN

4

1. SENTIDO DE FAMILIA 1.1 Definiciones de familia

8

1.2 Teorías de la familia

10

1.2.1 Teoría Evolutiva

10

1.2.2 Teoría Sistémica de la Familia

13

1.3 Funciones de la Familia

17

1.4 Diversidad Familiar

20

1.5 Indicadores de Salud Familiar

22

1.6 Sentido de Familia

25

1.6.1 ¿Qué es ser familia?

25

1.6.2 ¿Por qué los seres humanos forman familias?

29

1.6.3 Proyecto familiar de vida

29

1.6.4 La felicidad como proyecto

31

1.6.5 ¿Cuál es el sentido de la familia?

32

2. LA VULNERABILIDAD EN LA FAMILIA

34

2.1 La vulnerabilidad Social

36

2.1.1 La conceptualización de la pobreza

37

2.1.2 La familia de escasos recursos y la vulnerabilidad social

40

2.1.3 La incertidumbre en la familia de escasos recursos

40

2.1.4 La incertidumbre como posibilidad de sentido

42

2.2 La vulnerabilidad cognitiva

43

2.3 La vulnerabilidad afectiva

47

2.3.1 Madurez Psicológica

48

2.3.2 Madurez Afectiva

50

2.4 La vulnerabilidad y la Psicología

51

2.4.1 La vulnerabilidad y el estrés

53

2.4.2 La vulnerabilidad y la desesperanza

55

3. APORTES PSICOTERAPÉUTICOS PARA DESARROLLAR SENTIDO DE FAMILIA, EN LA FAMILIA DE ESCASOS RECURSOS.

57

3.1 Estrategias cognitivas para desarrollar sentido de familia

57

3.1.1 Fortalecer la autoestima

57

3.1.2 Reconocer al autoeficiencia

61

3.1.3 Favorecer el autocontrol y la autorregulación emocional

63

3.1.4 Estrategias cognitivas para mejorar la convivencia familiar y posibilitar el sentido de familia

65

3.1.4.1 Educación emocional

65

3.1.4.2 Restructuración cognitiva

67

3.1.4.3 Resolución de conflictos

68

3.2 Estrategias logoterapéuticas para desarrollar sentido de familia

69

3.2.1 Mantener la esperanza en la desesperanza.

69

3.2.2 Descubriendo el sentido de familia

70

3.2.2.1 La apertura

70

3.2.2.2 La resiliencia

72

3.2.3 Construyendo el sentido de familia

74

3.2.3.1 Responsabilidad

74

3.2.3.2 La Voluntad

75

3.2.4 Técnicas logoterapéuticas que posibilitan el sentido

77

3.2.4.1 Autotrascendencia

77

3.2.4.2 Autodistanciamiento

77

3.2.4.3 Modificación de actitudes

78

3.2.4.4 Otras técnicas logoterapéuticas.

79

3.3. El sentido de la comunicación

80

CONCLUSIONES

83

BIBLIOGRAFÍA

85

INTRODUCCIÓN

La familia es el pilar de toda sociedad y parte constituyente de toda persona y sin embargo en la actualidad la familia guatemalteca se observa desquebrajada, sin rumbo, frágil por la relativización de valores, la búsqueda obsesiva del poder y de dinero, la primacía de placer sobre el sentido, el inmediatismo (Martínez, 2009), la falta de compromiso y la dificultad de establecer relaciones genuinas y perdurables; lo que ha provocado que la familia no sea más el refugio ni contención de las personas, orillándolas a buscar formas patológicas, como las adicciones y la violencia, para paliar el sin sentido. La familia es un organismo vivo en donde se dan relaciones humanas tanto internas

como

externas

que

deben

desarrollarse

y

evolucionar.

Consecuentemente, como todo organismo vivo, la familia también es vulnerable. Es vulnerable cuando se encuentra por debajo de lo que la mayoría considera condiciones dignas de vida; estas condiciones están relacionadas con la satisfacción de las necesidades básicas o la disponibilidad de un monto de ingresos suficientes para satisfacer esas necesidades (Kaztman, 2001). Todas las familias son vulnerables frente a las crisis pero simultáneamente, se constituyen en la institución más socorrida de protección y soporte frente a ellas. (Arriagada, 2001). Tanto las tensiones externas (como la violencia y la pobreza) como las relaciones al interior de la familia (como la disfuncionalidad familiar, adicciones o la violencia intrafamiliar), pueden detonar fuentes importantes de vulnerabilidad familiar, provocando cambios en el estado civil (separación y divorcio), migraciones o lo que es peor, la renuencia de los jóvenes a formar nuevas familias. Pero, ¿Qué hace realmente vulnerable a la familia? ¿Será la interrelación de múltiples factores –sociales, económicos, ambientales, históricos, emocionales, etc.- los que la vulneran y provocan su desintegración y desvalorización?

En Guatemala, la pobreza es uno de los factores que hace más vulnerable a la familia, pues las carencias que sobrellevan las familias “pobres” o de escasos recursos son de todo tipo como la falta de alimento, de salud, de educación, de vivienda, de agua, de aceptación social, entre otros. Estas carencias provocan que la familia de escasos recursos viva en incertidumbre, desarrolle la percepción distorsionada de que “no puede” o “no sabe” cómo controlar y enfrentar su ambiente, y que depende de “algo más” y no de ella misma para mejorar. Vemos entonces, que los seres humanos tratan de controlar de una u otra manera el futuro; por lo que están siempre inmersos en la condición existencial de la incertidumbre (Centty, 2010). La familia vulnerable, principalmente la familia guatemalteca de escasos recursos, vive anegada en incertidumbre: No puede tener control respecto a que si el día de mañana habrá trabajo, tendrá que comer o podrá pagar la renta. Este temor la obliga a planificar cada paso de su existencia, cada decisión que debe tomar en la vida, siguiendo normas y reglas enseñadas, proponiéndose metas para cumplir. Al valorar la incertidumbre como “oportunidad de”, abre la posibilidad de encontrar sentido de vida “a pesar de” las condiciones existenciales en las que se encuentre. Independientemente del “cómo” está la familia, si tiene un “para qué”, se puede llegar a desarrollar sentido de familia. La falta de sentido en la familia, es otro de los factores que vulnera a la familia. Si bien es cierto que la carencia y la incertidumbre provocan desesperanza, también llevan a la familia al “sin sentido”. Generalmente, la familia de escasos se enfoca en satisfacer al mínimo sus necesidades básicas y lucha a diario solo para sobrevivir, dejando a un lado, todas las posibilidades de sentido que la familia en sí ofrece como la oportunidad de encuentro y la apertura con el otro, el sentido de la comunicación y la capacidad de autotrascender. Por lo anterior se entiende, que la familia es por sí misma fuente de sentido: la familia de escasos recursos debe ser capaz de encontrar el sentido de familia en

la precariedad e incertidumbre, a través de actitudes positivas, de valores y al hacer uso de la capacidad de resiliencia. O puede construirlo a través de la voluntad y la responsabilidad que condiciones existenciales exclusivamente humanas. El vacío existencial, la pérdida de sentido, la educación para el exitismo, el derrumbe de instituciones y tradiciones, el fraccionamiento de la familia, el cambio de modelos de rol significativos y en general, la restricción de la libertad y la responsabilidad humana, dejan un panorama que requiere en urgencia educar en el sentido, formar en valores, retomar la verdadera libertad y asumir la responsabilidad del mundo que creamos, principalmente de la vida familiar a la que se pertenece (Martinez). La presente investigación persigue determinar cuáles son los factores que hacen vulnerable a la familia y la desvían del sentido: Serán los factores sociales como la pobreza, la violencia o la desvalorización que sobrelleva actualmente. Serán los factores cognitivos, como el sistema de creencias de la familia, o los esquemas cognitivos de sus miembros, los que la vulnerabilizan. Será la inmadurez de sus miembros o la incapacidad de éstos en establecer relaciones saludables y duraderas. O será la interrelación de cada uno de estos factores (sociales, cognitivos, afectivos), los que provocan la fragilidad en la familia y la vulneran. Es importante reconocer que dentro de los alcances y límites de la presente monografía, el abordaje del “sentido de familia” parte desde una perspectiva psicológica y logoterapéutica, que no pretende un reduccionismo psicológico del sentido de familia; se sabe y se tiene en cuenta que en la construcción del sentido influyen

múltiples

factores

sociales,

religiosos,

culturales,

históricos

y

antropológicos; en los cuales la familia puede apoyarse. Consecuentemente, se reconoce la necesidad de un abordaje interdisciplinario para posibilitar el sentido de familia.

A sí mismo, el trabajo monográfico propone una aproximación teórica que necesita ser contrastada con la realidad social guatemalteca, sobre cómo las familias

de

escasos

recursos

pueden

desarrollar

sentido

de

familia,

independientemente de la situación social en la que se encuentren, tomando en cuenta que la posibilidad de sentido es una condición humana que debe encontrarse o construirse a pesar de. Se realizó una investigación descriptiva sobre los temas de la familia y el sentido de familia; vulnerabilidad social, cognitiva y afectiva; y por último se desarrolló una propuesta terapéutica para descubrir y/o construir el sentido de familia en las familias de escasos recursos. Esta propuesta, se apoya en las teorías psicológicas cognitivas y logoterapéuticas, haciendo uso de su fundamentación teórica y sus técnicas. Se debe tomar en cuenta que ambas teorías pueden utilizarse de manera simultánea y no son excluyentes una de otra. Por último, es importante aclarar, que la propuesta terapéutica puede ser aplicada a cualquier tipo de familia menesterosa de sentido de familia y no exclusivamente a las familias de escasos recursos.

1. SENTIDO DE FAMILIA 1.1 Definiciones de familia La familia forma parte de la experiencia vital de todas las personas porque permite el desarrollo, el crecimiento y el aprendizaje de sus miembros, pero al mismo tiempo puede bloquear y obstaculizar estas capacidades. Todos tenemos una familia, haya o no lazos consanguíneos o legales, por lo que es considerada la célula social cuya membrana protege en el interior a sus individuos y los relaciona al exterior con otros organismos semejantes (López y Escudero, 2003). La OMS la define como "los miembros del hogar emparentados entre sí, hasta un grado determinado por sangre, adopción y matrimonio”. Si bien es cierto que la familia es un grupo de personas relacionadas por la herencia: como padres, hijos y sus descendientes, se da también por el vínculo y las relaciones de parentesco, así como los roles que en esta se desempeñan. Para Burges (1926, citado por López y Escudero), la familia es una unidad de personalidades en interacción, es decir, cambiante y en constante crecimiento y evolución, por lo que la unidad de vida familiar basa su existencia, no en ningún contrato legal, sino en la interacción y convivencia entre sus miembros. Se debe tener en cuenta que ninguna familia depende de la relación armoniosa entre sus miembros para su supervivencia, ni se desintegra como resultado del conflicto entre ellos. Vemos entonces que la familia vive mientras se produzcan interacciones y en la familia de escasos recursos existen interacciones, independientemente del tipo de relación o parentesco que se establezca entre sus miembros. Según Rodrigo y Palacios (1998, citado por López y Escudero), familia es la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común hacia el futuro, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia a dicho grupo, en donde existe un compromiso personal entre sus miembros para realizarlo y se establecen intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia.

Es por eso que como matriz de intercambio, la familia se constituye en uno de los pilares principales de la vida psíquica de las personas porque construye la base de la constitución de un modelo relacional que permite crear otras relaciones, desde laborales, de amistad, de pareja, hasta la construcción de una nueva familia (Estrada, 2012). Es así que puede conceptualizarse a la familia como una unidad de personalidades interactuantes que

forman

un

sistema

de

emociones y

necesidades engarzadas entre sí, de la más profunda naturaleza por lo que sus integrantes suelen vincularse por lasos intensos y duraderos derivados de expectativas pasadas, roles sociales y apoyo (Ritvo y Glick, 2013). Sin embargo, las familias se diferencian de otros grupos humanos en muchas formas ya sea por su duración, intensidad y función de sus interacciones. Para los seres humanos, la familia constituye el grupo más importante en relación con el desarrollo psicológico individual, la interacción emocional y el mantenimiento de la autoestima (Ritvo y Glick). Podemos hablar de familia como grupo o sistema natural y como institución. Una institución es un sistema de normas sociales que regulan un sector de la vida social y pretende satisfacer ciertas necesidades sociales, sin embargo la familia es algo más que una institución por su carácter social, humano, antropológico y psicológico. Empero, autores como López y Escudero (2003), la definen como institución porque: 1. Trae nuevos miembros al mundo y asegura la supervivencia, de esta manera tiene una gran carga sociocultural puesto que debe transmitir la cultura de generación en generación. 2. La supervivencia humana no es sólo física, sino también social y depende de que se adquieran destrezas sociales fundamentales que permitan al individuo ser autónomo (transmiten el aprendizaje observacional o instrumental)

3. Por último, el cumplimiento de las funciones tiene que ver con el favorecimiento del desarrollo de capacidades dependientes del grupo cultural, y están relacionadas con normas y necesidades sociales.

Existen muchas definiciones para el concepto de familia, sin embargo, todas las definiciones tienen en común el vínculo que establecen sus miembros, la interacción e interdependencia mutua y el sentido de pertenencia. Se puede concluir que la familia es un organismo social que evoluciona y se trasforma al mismo tiempo que lo hacen sus miembros.

1.2 Teorías de la Familia 1.2.1 Teoría Evolutiva: Toda familia pasa por un ciclo donde despliega sus funciones de nacer, crecer, reproducirse y morir, la familia de escasos recursos no es la excepción. En la teoría evolutiva se estudian los cambios sistemáticos que la familia experimenta como consecuencia de las demandas de sus miembros y de la sociedad en la que está inmersa (Mattessich y Hill, 1987; Citado por López y Escudero). Hay diversas clasificaciones de las fases del ciclo evolutivo familiar, algunas varían por el nombre, otras por la temporalidad, por lo que debe tomarse en cuenta que dependiendo de las particularidades de cada familia, las fases pueden variar en duración y combinarse de acuerdo a las situaciones o necesidades que experimenta cada familia. A continuación se describen las etapas del ciclo evolutivo familiar según los autores Estrada y Minuchin (1983):



Primera fase: El desprendimiento

Esta fase da origen a una nueva familia, inicia con la elección de pareja o noviazgo y finaliza con el matrimonio. En esta etapa aparece el subsistema conyugal. Se negocia la separación de las familias de origen, por lo que es llamada “fase de formación”. Se establecen reglas dentro de la pareja que marcan la interrelación a futuro y se pretende construir una relación que permita la formación de una nueva familia, ambos miembros de la pareja deben acostumbrase al otro, por lo que se denomina “fase de acomodación”.



Segunda fase: Los hijos pequeños

Inicia con el nacimiento del primer hijo hasta el comienzo de la escolaridad. En esta etapa aparece el subsistema parental y surge también el subsistema fraternal con el nacimiento de otros hijos. La pareja debe reorganizarse para enfrentar la paternidad y maternidad, por lo que es indispensable la elaboración de nuevas reglas y acuerdos mutuos entre los padres en relación a la crianza (Minuchin, 1983) y acomodarse a la nueva vida de pareja/padres. Al nacimiento del segundo hijo y subsiguientes, la familia debe reorganizarse, negociando métodos para mantener el control, establecer límites y permitir el crecimiento y la independencia.



Tercera fase: Hijos en edad escolar y la adolescencia

La familia se relaciona como un sistema nuevo ya que es el primer desprendimiento del niño del seno familiar. Toda la familia debe elaborar nuevas pautas como por ejemplo: ayudar en las tareas escolares, determinar quién debe hacerlo, cuáles son las nuevas reglas en relación con el tiempo de estudio y ocio. La adolescencia es una etapa de aceptación del crecimiento y desarrollo de los hijos. Con la adolescencia, el grupo de los pares cobra mucho poder (Minuchin) y el adolescente demanda reacomodamiento de sus padres y los temas de la

autonomía y control se tienen que negociar en todos los niveles estableciendo reglas y límites claros sin caer en el autoritarismo.



Cuarta fase: Los hijos adultos, el nido vacío y el reencuentro

Los hijos ahora adultos, han creado sus propios compromisos con un estilo de vida, una carrera, amigos y un cónyuge. La familia de origen vuelve a ser de dos miembros. La expresión “nido vacío” se utiliza para asociar la depresión que una madre experimenta cuando se queda sin ocupación -cuidar a los hijos- por la partida de los hijos (Minuchin). Es una etapa de pérdidas, tanto por la salida de los hijos del hogar, como por el cese de funciones productivas o la jubilación. También es llamada la etapa del “reencuentro” porque con la salida de los hijos, los esposos aprenden a vivir nuevamente independientes y asumiendo de nuevo el rol de pareja, una pareja más madura.



Quinta fase: La vejez

En esta fase el matrimonio se diluye por la muerte de uno de los cónyuges. La pareja enfrenta múltiples pérdidas (salud, juventud, trabajo, personas), y sufre cambios a nivel corporal, emocional, orgánico y funcional. Se establecen relaciones de ayuda mutua entre los abuelos y los padres en donde se asume el nuevo rol de abuelos. En esta etapa, generalmente quienes proporcionan los cuidados físicos, emocionales o económicos son los hijos. Sin embargo, una de las situaciones críticas en esta fase es el enfrentamiento a la soledad por parte del cónyuge vivo.

1.2.2 Teoría Sistémica de la Familia Los

teóricos

de

sistemas

defienden

que

todos

los

objetos

están

interrelacionados unos con otros, propician la diferenciación y tienden al orden. La familia es un sistema natural y evolutivo que se caracteriza por ser “un conjunto de personas que interactúan en la vida cotidiana para preservar su supervivencia” (Pillcorema, 2013). La familia como sistema mantiene relaciones sociales y espaciales dentro de la familia, entre la familia y el contexto. Un sistema menor que el familiar se constituye como un subsistema (el de padres, el de hermanos), y un sistema mayor a la familia, se denominan suprasistema (el grupo racial, cultural, la familia extensa) (Broderick, 1993. Citado por López y Escudero, 2003). Si bien es cierto que la familia como sistema se ve influida por valores sociales, tradiciones y religión, también es influida por la forma de relacionarse e interactuar de los padres y las costumbres que les trasmiten a los hijos como la forma de vestir, el lenguaje, los rituales (matrimonio, nacimientos, entierro) y rutinas, la forma de pensar, etc. (Hernández, 1998). A la familia como sistema se le considera parte interdependiente de una totalidad por lo que la conducta de cada miembro afecta a los demás. Es también un sistema porque para adaptarse necesita incorporar información, tomar decisiones, trata de responder y obtener feedback (retroalimentación) a cerca de su éxito y modificar la conducta si es necesario. En síntesis, es un sistema en la medida que está constituida por una red de relaciones; es natural, porque responde a necesidades biológicas y psicológicas inherentes a la supervivencia humana; y tiene características propias, en cuanto a que no hay ninguna otra instancia social que hasta ahora la remplace como fuente de satisfacción de las necesidades psicoafectivas tempranas de todo ser humano (Hernández).

En la teoría familiar de sistemas existen ciertos componentes que le brindan una estructura y determinan su funcionamiento. Dentro de estos componentes tenemos: 

Subsistemas:

Son reagrupamientos de los miembros de la familia, según los vínculos que se establecen en determinadas relaciones. A través de los subsistemas, la familia se diferencia y desempeña funciones específicas. La familia incluye tres subsistemas principales: el subsistema conyugal (diada esposo-esposa), el subsistema parental (diada padres-hijos, madre-hijos) y el subsistema fraternal (diada hermanoshermanas).



Jerarquía:

Hace referencia a la percepción de “capas” de sistemas de complejidad creciente entre subsistemas, sistemas y suprasistemas, en donde pueden existir diferencias de poder. Por ejemplo, los padres tienen una jerarquía superior a los hijos, es asimétrica porque que ejercen mayor autoridad sobre ellos. Por otro lado, la jerarquía entre subsistemas como en el conyugal es simétrica, porque ambos comporten la misma cuota de poder.



Límites:

El límite define al sistema y supone un punto de contacto entre éste y otros. Un límite es la barrera entre el sistema y su entorno, que afecta el flujo de información y energía entre el medio y el sistema. Los límites son los que nos permiten definir en donde termina un derecho y comienza el del otro.



Reglas de transformación:

Representan la relación entre dos elementos del sistema y cómo lo inputs se convierten en outputs dentro del sistema o entre el sistema y otros subsistemas. Por ejemplo, los sistemas familiares toman inputs como la comida o información y producen outputs como comportamientos de sus miembros o trabajo fuera del hogar.



La homeostasis:

Finch (1976) refiere que la homeostasis familiar alude al concepto de que la familia es un sistema diseñado para mantener un estado relativamente equilibrado. La homeóstasis, está relacionada con los momentos de transición del ciclo vital de la familia o de un trauma (por ejemplo: un accidente inesperado), por lo que la familia debe reorganizarse para lograr un nuevo equilibrio. Es importante mencionar que en las familias de escasos recursos, esta homeostasis está frecuentemente alterada por los factores externos o carencias materiales que desestabilizan el hogar, por lo que deben encontrar los medios o recursos para lograr esta homeostasis. De esta manera, cuando haya alguna dificultad o problema la familia encontrará cómo lograr de nuevo este equilibrio.



Roles:

Son las funciones específicas que cumplen los miembros para satisfacer las necesidades de la familia y mantener la homeostasis. La aparición de roles en la familia, determina que marchen bien las cosas o que el sistema se enferme. La ausencia de una función clásica como la del padre o la madre, o bien el que un miembro tome el papel del otro, determinará que todos sufran las consecuencias. Para Finch, algunos de los roles que se manifiestan generalmente en las familias de escasos recursos son:

-Sobreprotector: generalmente es la madre (puede aplicarse también al padre) que desde el nacimiento de su hijo exhibe excesiva preocupación por la salud y bienestar del hijo. Vive constantemente en el temor de que su hijo no madure satisfactoriamente o le suceda algo malo. Este rol se da, porque la mayoría de familias de escasos recursos, las madres son madres solteras y por lo general tienden a ser más aprensivas con sus hijos. -Repulsivo: Es aquel padre/madre que no es capaz de ofrecer amor a su hijo ni de proveer el calor emocional necesario para su maduración, lo que provoca rechazo principalmente emotivo, pero a veces, puede llegar al abandono total. Este rol, es común entre las familias de escasos recursos, pues los patrones de crianza (como el machismo) son muy arraigados y muchas veces los hijos son “educados” con golpes para hacerlos “machos” (más hombres), lo que no permite la expresión emocional hacia sus hijos o cónyuge o viceversa. -Alcoholista: Es el padre incapaz de establecer una relación estable y cálida con su hijo debido a su consumo crónico de alcohol, por lo que los hijos son sometidos al impredecible e inconstante comportamiento instintivo del adulto. El alcoholista no es exclusivo en las familias de escasos recursos, sin embargo, en ellas es común el abuso de sustancias como vía de escape a los problemas, lo que aumenta la posibilidad de sufrir violencia intrafamiliar. -Inmaduro: La madurez emocional no es prerrequisito para el matrimonio o la procreación, pero sucede que el padre inmaduro ha llegado a la paternidad más como consecuencia de su impulso sexual que por cualquier intención o deseo de tener un hijo. El hombre inmaduro que llega a ser padre tiende a abandonar a la madre y al hijo, porque ambos, representan una carga mayor de la que está dispuesto a asumir. La inmadurez, es otra de las características comunes en las familias de escasos recursos, pues en su mayoría, las mujeres no han cumplido la mayoría de edad cuando inician la maternidad y muchas son abandonadas por el cónyuge masculino.

Finalmente, dentro de la teoría sistémica de la familia es importante mencionar el “marco ecológico” al que pertenece la familia. Este hace referencia a la “ecología humana” en donde tanto los humanos (como individuos, grupos o sociedades) y su ambiente son partes inseparables de un todo mayor que se relacionan y son interdependientes (López y Escudero). Para la ecología humana, la familia es una organización social imbricada en una red de parentesco mayor (suprasistema), en donde ocupa un lugar en todos los sistemas sociales al proporcionar el sustento y el cuidado de los miembros y al aportar a la sociedad la reproducción de la organización social y económica. Esto quiere decir que la familia construye interacciones dentro de la propia familia, con otros familias y con el ambiente que le circuncida; se relaciona tanto con el ambiente sociocultural como con el ambiente físicobiológico para garantizar su supervivencia y beneficio; y que propicia un bien común. Todo esto desarrolla en la familia una “conciencia social” en donde las interacciones con el entorno deben promover el desarrollo humano común, la preservación y estabilidad del ambiente, y finalmente considerar los valores que se comparten con el medio social.

1.3 Funciones de la familia Como todas las familia, la familia de escasos recursos también regula su funcionamiento a través de dos mecanismos principales: El primero es un control homeostático y el segundo, una red de comunicaciones. Ambos mecanismos dan lugar a la formación de funciones: la del padre, de la madre, de los hermanos, etc. independientemente de su estructura organizacional. Para entender el proceso homeostático es conveniente pensar en él como en un sistema de fuerzas organizadas entre sí, de tal manera que le confieren al “organismo familiar” una estructura temporo-espacial sui generis, es decir, que cada uno de sus miembros estará colocado en una posición especial respecto a

los otros, la cual nadie puede abandonar, puesto que de hacerlo, entrarían en juego reacciones de todos los miembros de la familia de tal forma que obligarían necesariamente a la conservación de dichas posiciones (Estrada, 2012). En cuanto a la red de comunicación, una familia formula su propio código de mensajes, y a fin de evitar o sufrir las consecuencias de rechazo o abandono, será necesario que cada miembro siga dicho código para ser aceptado plenamente en el sistema familia. La comunicación en todos sus niveles, ya sea verbal o no, activa o ausente en apariencia, tendrá siempre un efecto de fenómeno generalizado donde no importando cómo ni a quién sea dirigido el mensaje, producirá en todos una respuesta y retroalimentará respectivamente a quien lo manda (Estrada). Una de las principales funciones de la familia es la provisión de necesidades físicas básicas, como alimento, vivienda y vestido. En Guatemala, muchas de familias de escasos recursos no son capaces de cubrir al mínimo estas necesidades, lo que no permite que se cubran otras funciones complejas de la familia como el sentido de pertenencia, favorecer la autoestima, elaborar proyecto de familia, etc. Otra función medular en la familia de escasos recursos es crear vínculos emocionales y apego sano para satisfacer las necesidades afectivas de los miembros, tanto en el subsistema conyugal, parental como fraternal. Esto permitirá el desarrollo psicológico individual, la interacción emocional y el mantenimiento de la autoestima. A partir de estos vínculos emocionales, la familia de escasos recursos creará su propio clima emocional. Todo miembro de la familia contribuye al clima emocional, pero principalmente los padres y su ajuste emocional entre sí son los principales factores determinantes del aura familiar. Por otro lado, la familia como microsistema dentro del sistema social, ha sufrido los cambios de la sociedad en forma paralela, lo que ha provocado que sus funciones posean dos metas diferentes: por un lado, la protección psicosocial de

sus miembros, y por el otro, la acomodación a una cultura y a su transmisión (Minuchin, 1982). Es necesario preparar a los hijos para la vida adulta, por lo que el sistema debe asegurar que los integrantes dominen varias tareas psicosociales relacionadas con fases específicas en cada etapa del ciclo de vida de la familia (Ritvo y Glick). De esta manera, la crianza de los hijos debe ser un trabajo compartido, ambos padres deben tener claro que actúan como equipo y necesitan establecer pautas comunes y congruentes. Es importante que tomen en cuenta las capacidades de cada hijo dependiendo de la edad. En las familias de escasos recursos, generalmente es la madre la que asuma la crianza de los hijos, y el padre se vuelve el proveedor, cuando éste está presente en el sistema familiar. Lamentablemente, la crianza positiva es otra de las funciones entorpecidas de las familias de escasos recursos, ya que muchas veces son reproducidos los patrones de crianza negativos como corregir con golpes, gritos, desvalorizar a los niños, no establecer límites o reglas, negligencia por parte de los padres, etc. En su trabajo Elizabeth Lukas (citada por Fabry, 2001) define como una familia sana a aquella en la cual todos los miembros tiene una función con sentido, es decir una familia sin vacíos ni colisiones funcionales, una familia en la que cada miembro es consciente de su función, aun cuando ésta se modifique con el tiempo. Esto provoca conciencia de las propias funciones especialmente en épocas difíciles de desempleo, enfermedad, un nuevo hijo, la vejez o la muerte. En donde es necesario que algunos de los integrantes asuman responsabilidades adicionales o renuncien a ciertos beneficios para lograr nuevamente la homeostasis. Cuando los miembros de una familia mantienen relaciones saludables cada uno es consciente de su papel y está dispuesto a asumir todas aquellas responsabilidades que van surgiendo según las situaciones cambiantes de la vida

de la propia familia. Para asegurar esta consciencia, cada miembro debe movilizar dos capacidades humanas: el auto-distanciamiento y la auto-trascendencia (Fabry). Debe desarrollar el auto-distanciamiento porque brinda la capacidad necesaria para desprenderse de sí mismo (en su mente) y ver en dónde hay vacíos y colisiones. Sin el distanciamiento, es probable que se ponga atención solamente a las propias necesidades, y difícilmente se percibirán las de los demás. Y la auto-trascendencia, porque nos habilita a través del cuidado que tenemos por los otros en la familia, a asumir funciones que en realidad no quisiéramos tomar, o a renunciar a otras que desearíamos conservar. Para las familias de escasos recursos, es sumamente difícil poder cumplir sus funciones si no tienen cubiertas las necesidades básicas para sobrevivir. Es difícil que un padre sea afectivo con su hijo, o no se muestre ansioso, si no tiene dinero para comprar la cena o pagar el alquiler de la vivienda. Es difícil que la relación conyugal no se deteriore si la esposa reclama al esposo por que no participar en la crianza de los niños o porque el dinero no es suficiente para las múltiples necesidades. Con estas carencias tan esenciales para la supervivencia, es sumamente difícil, mas no imposible, que la persona desarrolle las capacidades de autodistanciamiento y auto-trascendencia que son el camino para encontrar o construir sentido de familia: a pesar de… cualquier situación o condición humana.

1.4 Diversidad Familiar Cada familia posee sus propias características, se constituye de forma particular y en la actualidad pueden observarse una diversidad cada vez mayor, en cuanto a las configuraciones de familia, grupo de residencia y formas de vida. Esto hace imposible establecer categorías para todos y cada uno de los tipos de

familias. Finch (1976), realizó algunas clasificaciones de las familias que interesan a la presente investigación. 

Familia Normal o Nuclear:

En este tipo de familia, el padre es un individuo maduro y masculino que acepta el papel de padre y se siente cómodo con él. Ama y respeta a su esposa y funda un hogar adecuado en el cual forma una familia. Por otro lado, la madre es una persona femenina que acepta y satisface sus funciones como esposa y madre. Cada uno de ellos depende del otro, pero cada cual conserva cierto grado de independencia. Es la familia más común de todas independientemente de la condición social y está constituida por padre, madre e hijos.



Familia Invertida:

La madre aborrece su femineidad y el padre, acepta a medias, su papel masculino. La familia es una especie de matriarcado donde la madre es casi la autoridad absoluta en el hogar y al padre se le critica y empequeñece constantemente. En las familias de escasos recursos, se da generalmente en las madres solteras que aún tienen relación (económica o afectiva) con el padre de sus hijos, lo que provoca el fenómeno conocido como “Alienación parental”.1



Familia Agotada:

Ambos padres viven intensamente ocupados en actividades de afuera que a menudo

son

financieramente

remunerativas

pero

que

dejan

el

hogar

emocionalmente estéril. Este tipo de familia es más frecuente en los sectores de menores ingresos. Esto provoca que los padres tengan poco tiempo o energías 1

El término “Síndrome de Alienación Parental” fue acuñado por el psiquiatra Richard Gardner en 1985, y se define como un Desorden psicopatológico en el cual un niño, de forma permanente denigra e insulta, sin justificación alguna a uno de sus progenitores, generalmente, pero no exclusivamente, el padre.

para relacionarse con sus hijos ya que los bienes materiales, raras veces contribuyen a favorecer el desarrollo emocional de los hijos.



Familia Ignorante:

Es aquella en donde ambos padres, por uno u otro motivo, carecen de conocimientos generales sobre el mundo que los rodea. Los adultos están cargados de prejuicios, tienen puntos de vista limitados y exponen a sus hijos a su concepto cerrado e inhibido del mundo y de la gente que los rodea. Muchas de las familias en condiciones de pobreza, no tienen acceso a la educación, por lo que privan a sus hijos de una educación sistematizada y sumergiéndolos muchas veces en un sistema de creencias mágico.

1.5 Indicadores de Salud Familiar La capacidad de las parejas para comunicarse con claridad, resolver problemas y mantener una relación razonablemente libre de proyecciones y programas incompatibles se basa en las necesidades intrapsíquicas de los individuos por los comportamientos reflexivos que traen consigo de su familia de origen, por la evolución de la dinámica conyugal y el estado de desarrollo marital (Ritvo y Glick). Generalmente,

las

parejas

que

armonizan

en

variables

como

nivel

socioeconómico, antecedentes religiosos, étnicos y raciales, y actitudes y valores políticos y sociales suelen ser más afortunadas que las parejas que no tienen una buena correspondencia en estas variables. Walsh (1993, citado por Ritvo y Glick) en sus estudios sobre familia, describe 10 procesos que caracterizan a las familias funcionales. Estos son: 1. Conexión y compromiso de los integrantes como unidad que se cuida y apoya mutuamente.

2. Respeto por las diferencias y la autonomía individuales que promueven el desarrollo y bienestar de los integrantes de cada generación, de los más jóvenes a los más viejos. 3. En lo que tiene que ver con las parejas, la relación caracterizada por el respeto mutuo, el apoyo y la participación equitativa del poder y las responsabilidades. 4. En lo referente a la crianza, la protección y socialización de los hijos, y liderazgo y autoridad paterna/ejecutiva eficaz para el cuidado de otros miembros vulnerables de la familia. 5. Estabilidad organizacional, caracterizada por la claridad, la congruencia y las pautas de interacción predecibles. 6. Adaptabilidad, que es la flexibilidad para satisfacer las exigencias de cambio internas o externas, para afrontar debidamente el estrés y los problemas, y para dominar los desafíos normativos y no normativos y las transiciones durante el ciclo de vida. 7. Comunicación abierta caracterizada por la claridad en las reglas y expectativas,

interacción

placentera

y

diversidad

de

expresiones

emocionales y respuestas que manifiestan empatía. 8. Procesos eficaces de resolución de problemas y conflictos. 9. Sistema de creencias compartidas que permite la confianza mutua, el dominio de los problemas, la conexión con generaciones pasadas y futuras, valores éticos e interés por la comunidad humana en general. 10. Recursos adecuados para la seguridad económica básica y el apoyo psicosocial en las redes de familiares y amistades y los sistemas comunitarios y sociales generales. Vemos entonces que algunos indicadores de salud familiar en las familias de escasos recursos son la comunicación asertiva, capacidad de resolver conflictos, compatibilidad de personalidades, expectativas realistas y acuerdos sobre creencias y valores religiosos. Frecuentemente, los matrimonios parecen más estables en el tiempo cuando cada uno de los miembros de la pareja está dispuesto a que el otro influya sobre si y a compartir el poder.

Según Lewis (1998; citado por Ritvo y Glick, 2013), son cinco las dimensiones que determinan la calidad de una relación: 1. Poder: ¿Quién está al mando? Éste es un ámbito complejo pues hay muchas clases de poder, que van de la experiencia, pasando por la coerción física a la costumbre. Si bien el poder puede compartirse de muchas maneras, hay un acuerdo general en casi todas las parejas sobre quién manda, si es imposible llegar a una decisión conjunta, y de quién y cuáles son las necesidades prioritarias en la familia. A partir de esto, en la familia de escasos recursos es importante que el poder sea compartido entre los cónyuges, y simétrico entre los hermanos. 2. Cercanía o distancia: La pareja negocia qué tipo de distancia emocional siente cercana e íntima y cuál demasiado distante. Este acercamiento emocional debe desarrollar en la familia de escasos el sentido de pertenencia, favorecer el clima familia, y la expresión emotiva. 3. Separación e intimidad; es decir, inclusión y exclusión: ¿A quién más se considera parte del sistema conyugal? Este aspecto relacionado con los límites se aplica no sólo a los parientes reales y otras personas, sino también al tiempo asignado a los intereses profesionales y recreativos. La familia de escasos recursos necesita establecer límites claros, ser una familia unida pero en donde al mismo tiempo se promueva la individualidad y la autonomía. 4. Compromiso

conyugal:

Ambas

partes

necesitan

sentir

que

están

comprometidas con la relación y que ésta constituye un aspecto primordial en la vida de pareja. Se entiende de esta manera que la relación conyugal es medular para la funcionabilidad de la familia y que los cónyuges de las familias de escasos recursos debe crear fuertes lazos y compromiso genuino para que la familia no se desintegre. 5. Intimidad, es decir, participación recíproca de las vulnerabilidades: Los miembros de la pareja suelen ser diferentes en cuanto a la necesidad que tienen de compartir las cosas verbalmente, pero para la mayoría de los cónyuges ésta es una parte importante o esencial de su vínculo emocional.

Por tal motivo, en la familia de escasos recursos los cónyuges deben desarrollar mutuo apoyo emocional, ser capaces de expresar emociones y respetar las ajenas y por último, desarrollar un sentido de seguridad que brinda el otro cónyuge.

Es importante reconocer que no todas las familias de escasos recursos son disfuncionales, hay muchísimas familias que permiten el desarrollo sano de la vida familiar y de sus miembros porque educan y conviven con valores, comparten sistemas de creencias, la comunicación es clara, favorecen la escucha y permiten la trascendencia. Teniendo en cuenta lo manifestado en este inciso, se puede inferir que la familia funcional tiene mayor posibilidad de construir sentido de familia.

1.6 Sentido de Familia 1.6.1 ¿Qué es ser familia? Desde el punto de vista sociológico, se ha señalado a la familia de ser “la célula de la sociedad”. Autores como Domínguez (2007), aluden que esto no es del todo cierto porque esta definición reduce a la familia a una mera estructura social que da origen a aldeas o polis, y percibe a la familia como mera convivencia entre individuos. Este autor propone un estudio filosófico y antropológico sobre la familia y parte del hecho patente de su estructura comunitaria. Como tal, la familia consiste en una constelación de dones, tiene sentido existencial, crece hacia la plenitud y está intencionalmente abierta. A continuación, se realiza una síntesis de cada una de las características que debe poseer una familia para encaminarse hacia el sentido según Domíguez.



La familia como comunidad:

Comunidad es el modo de ser persona, existiendo y obrando recíprocamente (como cónyuges, padres, hermanos). Lo communio es lo de todos, es lo común. De esta manera, comunidad se entiende como el conjunto de personas que se descubren como deudoras de todos los demás y como don para los otros. Es por eso que en la familia, esta comunidad se da en la disponibilidad de donarse a otros. “El hombre […] posee la capacidad de la comunidad entendida como communio. Esta capacidad es algo aún más profundo que la misma característica social de la naturaleza humana. La communio indica en gran medida lo personal e interpersonal de todas las relaciones sociales. Está claro que debemos afrontar el análisis […] de la familia a partir de la realidad de comunión, de la categoría de communio, y no solamente de la categoría de la sociedad o como se dice frecuentemente, de la más pequeña célula de la sociedad”.

(Wojtyla, (s.f). Citado por Domínguez, pp. 204).

En esta comunidad cada uno es tomado como persona, cada uno se interesa por los otros, cada uno aprende del yo desde el nosotros, afirmándose a sí mismo en la donación y apertura a los otros. 

La familia como constelación de dones:

La familia se constituye de esta manera en una estructura de encuentro continuo, en donde el encuentro se produce por un reconocimiento mutuo y se da a través del diálogo. De esta manera la persona sale al encuentro en una acogida y donación mutua. 

El sentido existencial de la familia:

Domínguez refiere que la familia es el lugar privilegiado de la primera y más honda experiencia de sentido, porque es en familia donde, de modo explícito o implícito, se hace propuesta y experiencia de sentido existencial. Esta es la herencia que dejan los padres a los hijos: la capacidad de actualizar todas sus

potencialidades, de crecer como personas, de resolver sus crisis de modo positivo, de afrontar conflictos y de asumir su dolor en la vida. 

La plenitud familiar:

La plenitud de la comunidad es su plena realización en función de sus integrantes y del bien común de todos ellos. Decir plenitud es hacer referencia a la felicidad que se da en la medida de abrirse a la realidad, descubrir un sentido y superar las dificultades. Se sabe que la felicidad está en el camino y no tanto en la meta porque en una situación de esfuerzo y de vencer dificultades, es en el camino que se logra el propio crecimiento, se enriquece a la persona y la lleva a más. Consecuentemente, crecer hacia la plenitud es querer siempre ir a más. Es por eso que la familia tiende a su propia perfección como comunidad y es en esta perfección donde resuelve todas las situaciones de la vida familiar, para llegar a la propia felicidad y plenitud (Domínguez). Una vida familiar plena significa, primero, que la familia tiende hacia una mayor autoposesión porque depende más de factores internos como la voluntad y la donación, que de factores externos, como el ambiente o la cultura. Segundo, cuando la familia es fuente de sentido, el sentido existencial está orientado al bien integral de sus miembros y de esta manera la familia es una comunidad plena de sentido. Por último, cuando las relaciones matrimoniales, la paternidad y maternidad, la filiación y fraternidad tienden a su plenitud, es decir, ir más allá, ser siempre mejores. 

Apertura de la familia:

La familia para ser lo que está llamada a ser, necesita salir de sí, abrirse a otras personas, a otras familias para impeler a sus miembros a otras relaciones y a otros compromisos. La familia es una comunidad abierta: abierta unos a otros, y a los de fuera. Ante todo, porque es en la familia donde la persona aprende a gestionar su propia apertura ontológica, es decir, la persona se encuentra al entregarse mediante el aprendizaje de la comunidad.

Por ello, la familia es también un medio de apertura a otras personas y a otras familias. Esto abarca desde la acogida de otros familiares, hasta las familias con las que se conviven en la comunidad social, cultural y religiosa. Así, la salida de la familia al encuentro con otras familias constituye un elemento clave para su crecimiento. El proyectarse hacia afuera y encontrarse con otras familias, el poder compartir con ellos vida, experiencias, acontecimientos, etc., produce formas de progresiva unión, de comunidad de comunidades, dirección natural para el crecimiento personal y comunitario (Domínguez). Dentro de este contexto, la apertura de la familia hacia otras familias suscita la exigencia social. Este concepto se refiere al derecho humano de las condiciones básicas para asegurar la reproducción de la vida misma y la obligación inmediata del Estado para reconocerlas, respetarlas, protegerlas y realizarlas con igualdad para todos los ciudadanos (Malo, 2003). El núcleo de la exigencia social se basa en la idea de la dignidad humana inviolable, de la libertad y la solidaridad, así como del principio de igualdad entre personas, quienes por lo mismo deben ser tratadas por igual y consideras en igualdad de condiciones (Malo). La familia de escasos recursos promueve la exigencia social al ejercer su derecho de manifestar contra la sociedad y el Estado su inconformidad ante las condiciones indignas en las que vive. Estas protestas se empeñan en transformar las condiciones sociales que anulan la dignidad humana y a la familia. Pero para esto, la familia de escasos recursos debe comprometerse y trabajar con convicción para un cambio desde su realidad, y no solo basta con manifestar, es necesario también la acción y compromiso. Para concluir, a diferencia de la consideración sociológica o cultural, en donde se analiza a la familia desde sus funciones o utilidades; la perspectiva antropológica descubre a la familia como un fin en sí, que tiene en sí su propio sentido, por ser el lugar natural de desarrollo de la persona. Por ello, la familia es un autós: se produce por sí, tiene su sentido en sí, aunque no existe solo para sí.

Mediante las primeras relaciones en la familia se aprende en qué consiste la vida comunitaria, se lleva a cabo el conocimiento de la persona y de sí mismo como persona, es el lugar de ensayo de la libertad y la responsabilidad.

1.6.2 ¿Por qué los seres humanos forman familias? Se pueden mencionar posibles explicaciones sobre la necesidad del ser humano de pertenecer a una familia y de la importancia de la permanencia de la familia como estructura antropológica. Estas explicaciones, sin embargo, pueden ser paupérrimas y simplistas si solamente resaltan un aspecto fundante ya sea lo social, biológico, afectivo, por la legislación política, la función económica, cultural o sexual, y no son constituyentes si no abarcan a la familia como una comunidad conformada por cada uno de estos aspectos. Una frecuente explicación, ha sido la de aducir su fundamento biológico: dado que los recién nacidos son débiles y necesitan ser mantenidos y cuidados durante mucho tiempo por adultos (Domínguez, 2007). Otra explicación caracteriza a la familia por su residencia comunitaria, cooperación económica y reproducción (Murdock, 1965. Citado por Domínguez) Por otro lado, el ser humano es un ser social; busca a los de su misma especie. Desde el nacimiento, el impulso primario va hacia el mantenimiento del contacto y comunicación interpersonal, y por tanto se encuentra en constante interacción consigo mismo y con los otros.

1.6.3 Proyecto familiar de vida: El proyecto de vida familiar es el esbozo racional y voluntario del modo en que se quiere vivir, un sistema de coordenadas por el que se opta para orientar la

experiencia comunitaria y que propone un modelo de vida que responde al ideal de vida que se tiene (Domínguez). El proyecto de vida es: 

Constitutivo, porque toda familia está constituida por un proyecto por el que realiza lo que es.



Continuativo, pues se trasmiten de generación en generación, las formas de estar personal y comunitariamente en la realidad.



Por último es prospectivo, puesto que busca nuevas formas de estar en la realidad en la medida que ésta cambia y las mismas personas cambian (Zuburi, 1986; Citado por Domínguez).

Al elaborar el proyecto de vida, la familia debe abarcar aspectos distintos como el estilo de vida, creencias, actitudes ante las dificultades y conflictos, formas de educar, modo de ocupar el tiempo libre, formas de promoción de los hijos, etc. Grondin (2005) describe 3 condiciones que son necesarias para la construcción del proyecto de vida: 

El orden: Es jerarquía, disciplina, saber que unas cosas son prioritarias a otras y que es necesaria una cierta programación, y produce paz y serenidad. Esta condición permite a la familia de escasos recursos, organizarse y tener un plan para avanzar hacia lo que desea construir.



La constancia: Es empeño, incidencia, no ceder terreno, no darse por vencido, perseverar… Así los propósitos se van haciendo férreos, firmes, sólidos, pétreos. La constancia es una característica con la que la familia de escasos recursos debe luchar día a día por lo adverso de es su situación de pobreza.



La voluntad: Es la capacidad psicológica que llega a ser algo anticipando consecuencias. Es decir, que la voluntad se educa a base de ejercicios repetidos de entrenamiento, a través de los cuales uno busca lo mejor, aunque le cueste. El hombre con voluntad suele llegar más lejos que el

inteligente porque es dueño de sí mismo, pero no hay que olvidar que tener una voluntad constante no es fácil, requiere aprender a negarse ante lo inmediato, buscando lo que está por llegar. La voluntad en la familia de escasos recursos, tiene un rasgo de determinación, es decir, tiene que hacerse cargo de su situación y elegir cómo resolverá determinada situación.

1.6.4 La felicidad como proyecto: La felicidad es la vocación esencial del hombre, hacia donde se inclina y apuntan todos sus esfuerzos, aún en las situaciones más difíciles y complejas en que pueda verse el hombre (Rojas, 2000). La felicidad es la experiencia subjetiva de encontrarse bien consigo mismo y consiste sobre todo en ilusión, porque se vive la vida con anticipación a través de los planes y las metas, consecuentemente es la máxima aspiración del hombre, pero debe construirla. La felicidad no supone un hallazgo al final de la existencia, sino a través de su recorrido; es más una forma de viajar que un estado definitivo. Como se mencionó anteriormente, es en el camino y no en la meta, en donde se encuentra la felicidad. Para Rojas, la “Tetralogía de la felicidad” hace referencia a encontrarse a sí mismo, vivir de amor, trabajar con sentido y poseer cultura como apoyo. Si la felicidad es un resultado, la vida es un medio para conseguir exteriorizar lo mejor, lo más humano que llevamos dentro, sin olvidar que para alcanzar esa paz interior son inevitables las contradicciones, los reveses y los sufrimientos en sus formas más diversas. En efecto, si la persona sabe cuáles son sus objetivos y hacia donde quiere dirigirse para ser más feliz, necesita combatir dos peligros según el autor: 

El peligro interno: Para el que es clave no darse por vencido en esa lucha personal y a la vez mantener un esfuerzo por ser coherentes.

En las

familias de escasos recursos, esta motivación intrínseca se ve muy deteriorada por la baja autoestima o por la indefensión aprendida (creer que no puede hacer nada). 

El enemigo está afuera: los avatares de la vida, las mil formas que la desordenan y convierten su rumbo en zigzagueante. Este es el mayor peligro que debe combatir la familia de escasos recurso: debe ser consciente que estos peligros existen pero no lo determinan en construir día a día su felicidad. El camino de la felicidad debe construirse y hacerse de pequeñas ilusiones, hilvanadas por un argumento que le dé solidez.

Se sabe que los seres humanos son seres de encuentro, porque vive como persona, se desarrolla y perfecciona como tal, creando diversas formas de relación y no aislándose. Al percatarse de que está bloqueada por la falta de apertura generosa a los demás, la persona no se orienta hacia la plenitud personal y siente angustia, amargura y soledad. Vemos entonces que el egoísmo nos aleja de la felicidad porque encierra a la persona en sí misma e impide crear formas auténticas de encuentro (Rojas). En conclusión, cuando una conducta es ordenada, se halla centrada y se orienta hacia una meta noble, no provoca miedo, no se muestra extraña o anormal. Lo que desborda sentido suscita confianza, estima, afán de colaboración y encuentro; produce por tanto felicidad.

1.6.5 ¿Cuál es el sentido de familia? La familia permite el desarrollo y mantenimiento social, psicológico y biológico de sus integrantes, en donde se llevan a cabo tareas vitales como la satisfacción de las necesidades físicas básicas (alimentación, refugio y vestido), el desarrollo de una coalición familiar y la socialización de los hijos, y la resolución de crisis que pueden surgir en relación con la enfermedad y otros cambios de vida.

Por otro lado, la familia necesita construir un sentido direccional investido de una significación susceptible de ser llevada a la conciencia. Debe ser un sentido apegado a la vida y a la orientación que ésta ya tiene; como en cierto modo la dirección a la que se dirige. Para Grondin, la vida tiene uno o varios sentidos, o bien no tiene ninguno en absoluto. Pero si no tiene ninguno, si la vida es “absurda” es porque presupone que debe tener un sentido. La vida puede ser sentida o experimentada, a menudo muy justamente como un “sinsentido”, pero sólo con la condición de que la acompañe una espera de sentido (Grondin). El amor como sentido de la comunidad familiar realiza la unidad familiar, permite que cada una de las personas se perciba como perteneciente a esta comunidad familiar. De hecho, el amor es ante todo bienquerencia: querer al otro por sí mismo, querer el bien para el otro y realizar el bien al otro por él mismo (Domínguez). La propia comunidad instituida por amor es fuente de sentido, se entiende de esta manera que el fin de la familia está en la construcción de la propia vida familiar, la identidad familiar y es un don preciado de por vida para cada uno de sus miembros. La vida familiar es un continuo acontecimiento de descubrimiento de valores personales y de su realización en forma de virtudes. De esta manera, todas las familias, especialmente la familia de escasos recursos, están posibilitadas de sentido en sí mismas. Sólo si tiene un para qué, van a saber sobrevivir el cómo de las situaciones adversas. Finalmente, tomando en cuenta lo manifestado en este capítulo, se puede establecer que el sentido de familia debe ser buscado en situaciones cotidianas de la vida, en relación con la familia misma y la comunidad, por lo que debe ser construido más allá de estratos sociales o sistemas de creencias. La familia de escasos recursos tiene la capacidad de desarrollar sentido de familia si presta un poco de atención y mantiene la esperanza con la convicción que está en ella la responsabilidad de construir su propia felicidad.

2. LA VULNERABILIDAD EN LA FAMILIA

La familia en la actualidad se encuentra en una situación alarmante de vulnerabilidad debido múltiples factores como la renuencia de los jóvenes a formar nuevas familias, la inmadurez de parte de los cónyuges que provocan la desarticulación de la familia, el divorcio y la violencia que la ponen riesgo y la debilitan El ser humano desde que nace es una persona vulnerable que necesita de otro ser humano para aprender a sobrevivir, desarrollarse y defenderse, y en esto radica la importancia de la sostenibilidad de la familia como agente social. La vulnerabilidad es una condición de todo organismo vivo, por ejemplo, el planeta tierra es un organismo vivo que se encuentra vulnerable a fenómenos naturales y a la actividad de la población humana; las personas también son vulnerables a factores endógenos (como la herencia) y exógenos (como el ambiente sociocultural en el que vive). Sin embargo, algunas personas son más vulnerables que otras, principalmente aquellas que han sufrido traumas, carencias afectivas, han sido aisladas o se sienten indefensas ante un peligro. La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja define la vulnerabilidad como la capacidad disminuida de un individuo o un grupo de individuos, para enfrentar o anticipar una conducta de defensa o protección ante un evento que es potencialmente peligroso o causa daño; y para recuperarse del mismo. Vemos entonces que la vulnerabilidad puede ser conceptualizada de dos maneras. La primera, la define como un atributo vinculado a situaciones de fragilidad, precariedad, indefensión o incertidumbre, que se configuran como condicionantes dinámicas que afectan las posibilidades de integración, movilidad o desarrollo de las personas. La familia es frágil, debido a que está conformada por personas, entre las cuales se producen interacciones que muchas veces son inapropiadas, inmaduras y agresivas, y se vuelve indefensa cuando no cuenta con

una base sólida construida en la vida en común, el amor y un sistema de valores que promueven el desarrollo de sus miembros. La segunda concepción, se caracteriza por la noción de riesgo. La exposición a riesgos de las personas varía en función del grupo social, sexo, origen étnico y la edad. Estos riesgos son consecuencia de procesos de toma de decisiones y se definen de esta manera al ser confrontados con la representación social construida de seguridad (Moreno, 2008). La familia está en constante riesgo por los factores externos (consumismo, la pobreza, crimen, falta de valores, etc.) e internos (el vacío existencial, falta de voluntad y responsabilidad, etc.) que la desarticulan fácilmente con divorcios o separaciones, y la laceran dejándola desvinculada y frágil. La capacidad para hacer frente a los factores externos potencialmente peligrosos, dependen en gran medida, del grado de vulnerabilidad de la persona debido a factores físicos, emocionales, económicos, sociales y políticos. De esta manera, se pone en evidencia que la pobreza contribuye y determina de manera importante la vulnerabilidad en las familias de escasos recursos. Tomando en cuenta estas dos perspectivas, la vulnerabilidad es un factor interno y dinámico, que influye cómo una persona puede adaptarse a su ambiente. Es decir, la persona no está determinada por esa vulnerabilidad y puede hacer uso de los recursos personales que posee (volitivos, cognitivos, físicos, materiales, etc.), para afrontar, minimizar y tener la capacidad para recuperarse de los factores externos que la vulneran como la pobreza, la violencia, los desastres naturales, etc. Según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, para contrarrestar la vulnerabilidad es necesario: 

Reducir en la medida de lo posible los efectos del propio peligro (mediante la mitigación, predicción y alerta, y preparación).



Fortalecer la capacidad para resistir y hacer frente a los peligros, y



Abordar las causas subyacentes a la vulnerabilidad, como la pobreza, el mal gobierno, la discriminación, la desigualdad y el acceso insuficiente a recursos y medios de subsistencia. De hecho, la condición de pobreza en las familias aumenta el riesgo de criminalidad joven, por lo que la familia es la más efectiva unidad preventiva del delito con que cuenta una sociedad.

2.1 La vulnerabilidad social: Kaztman (2001) define la vulnerabilidad social como “la incapacidad de una persona o de un hogar para aprovechar las oportunidades, disponibles en distintos ámbitos socioeconómicos, para mejorar su situación de bienestar o impedir su deterioro”. Según el autor, las fuentes más importantes de vulnerabilidad social tienen que ver con los fenómenos de precariedad, falta de educación e inestabilidad laboral, así como el debilitamiento de las instituciones como la familia y la comunidad. En Guatemala, los factores que predisponen una mayor vulnerabilidad social son la violencia, la falta de educación y la pobreza, lo que dificulta la capacidad de las personas para satisfacer las necesidades básicas de alimento, salud, vestido y vivienda, así como disponibilidad de un ingreso económico fijo para satisfacer éstas necesidades y las de su familia. Provocando que las condiciones de vida de las familias de escasos recursos, no sean dignas. Sin embargo, la vulnerabilidad social no debe visualizarse solamente desde el fenómeno de la pobreza, sino que abarca una amplia gama de situaciones psicosociales, educacionales, laborales, políticas y familiares. Como por ejemplo, las pandillas, la exclusión escolar, la escasez de trabajo, las migraciones, la falta de políticas que promuevan la vida digna, el abandono familiar, los divorcios, la corrupción, etc.

Es por esto que las situaciones de vulnerabilidad social entrañan a corto, mediano o largo plazo, consecuencias negativas sobre el desempeño de los individuos y las poblaciones, como: 

Migraciones, lo que provoca desintegración familiar.



Actividades bélicas, como las guerras y desapariciones.



Desempleo o subempleo, lo que bloquea el desarrollo de un país.



Altos índices de mortalidad debido a la inaccesibilidad a los servicios básicos y de salud.



Criminalidad y violencia, entre otros.

2.2.1 La conceptualización de la pobreza: Hablar de pobreza es hablar de exclusión social. La pobreza no es sólo la carencia de ingresos económicos o la falta de alimentos, es también la falta de justicia, la falta de equidad, el alto riesgo de enfermedades, la mortalidad infantil, la discriminación y racismo, la vulnerabilidad ante desastres naturales, la negación a la cultura, la recreación y el descanso (Romero, 2011). “La pobreza puede definirse como una condición humana que se caracteriza por la privación continua o crónica de los recursos, la capacidad, las opciones, la seguridad y el poder necesarios para disfrutar de un nivel de vida adecuado y de otros derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales” (Comité DESC, 2001. Pp. 1).

En efecto, la pobreza hace referencia a la necesidad o carencia de bienes o servicios materiales que son indispensables para que un individuo pueda desempeñarse como un miembro productivo de una sociedad. Por lo tanto, un individuo será pobre cuando no satisfaga el consumo de bienes o servicios que le permitan vivir y desenvolverse dignamente en su contexto social (Kaztman). Para Kliksberg (2011), la razón principal por la que en el continente americano un tercio de su población esté por debajo de la línea de la pobreza se debe a la desigualdad en ingresos, acceso a tierra, a salud, a educación, al crédito y en la actualidad, a nuevas tecnologías.

Cuando hablamos de vulnerabilidad social, hablamos de desigualdad. Esta desigualdad puede desarrollar en las personas, desde el ámbito de la psicología, falta de confianza e inseguridad, baja autoestima, trastornos psicológico como ansiedad y depresión; una disminución de la dignidad y aprecio del ser humano hacia sí mismo (Bueno, E. y Valle, G., 2008). De hecho, la desigualdad genera “las trampas de pobreza”: Según Kliksberg, si un joven nace en una zona rural pobre o en un caserío indígena, tendrá problemas nutricionales, trabajará desde pequeño, no finalizará la primaria por lo que no podrá conseguir trabajo en la economía formal. Vemos entonces que reproduce el llamado “círculo de la pobreza”, que Plan Internacional 2 esquematiza de la siguiente manera:

Fuente: http://plan-espana.org/prensa-y-publicaciones/noticias-ong/plan-circulo-pobreza/

2

Plan Internacional es una organización internacional de protección de los derechos de la infancia, fue fundada en 1937 en España y en la actualidad está presente en 69 países. Ayuda directamente a 78 millones de niños y niñas a través de los cerca de 9.000 proyectos que desarrolla en 50 países de África, América y Asia.

Entonces, es frecuente que la familia guatemalteca de escasos recursos reproduzca fehacientemente el círculo de la pobreza debido a los altos índices de desnutrición, la inaccesibilidad de los servicios básico (agua potable, luz, salud etc.), el aumento de la maternidad en adolescentes y niñas que generalmente se vuelven madres solteras con baja o nula escolaridad, lo que provoca que no tengan la oportunidad de un trabajo formal. Por otro lado, la desacreditación del pobre como persona crea el terreno para “demonizarlo”, es decir, se tiene la creencia cultural de que los pobres carecen de ambiciones, no se esfuerzan, no estudian, no actúan de forma racional por lo que incitan a la intolerancia (son despreciados o vistos con compasión y lástima). Esta desacreditación promueve la violencia: un pobre es siempre “un sospechoso en potencia” refiere Kliksberg. “La “mirada de desprecio” [ ] reduce al pobre a “descartable”, lo discrimina, lo cambia de categoría a víctima de malas políticas, a culpable personal; de excluido a “perdedor” por propia decisión; lo ve como un sospechoso en potencia y toma distancia. Llegando finalmente a invisibilizarlo” (Kliksberg, 2011. Pp. 63).

Según este autor, las principales características de los pobres son: la carencia de agua, falta de instalaciones sanitarias, el hambre, el riesgo de ser madre pobre, el déficit en educación y viviendas precarias, entre otras. Pero detrás de todo esto está la necesidad de sobrevivir, familias “quebradas” y la exclusión e inequidad social. Sin embargo, la contraparte de la pobreza es la calidad de vida digna. Padilla y col. (1992; citado por Torres y Sanhueza, 2006), señalaron 4 cualidades principales de la calidad de vida: Primero, bienestar psicológico (satisfacción, significado de vida, logro de la meta y felicidad); segundo, bienestar físico (actividades de la vida, del apetito y del sueño diario); tercero, bienestar social e interpersonal (identidad, pertenencia a una familia y una comunidad); y cuarto, el bienestar financiero y material (permite la solvencia económica y un ingreso económico fijo).

2.1.2 La familia de escasos recursos y la vulnerabilidad social: La familia es una víctima silenciosa de la pobreza porque fácilmente provoca conflictos que llevan a la desarticulación de la familia, ya sea por la imposibilidad de obtener un trabajo formal, la incapacidad de satisfacer las necesidades básicas, el hacinamiento, o inclusive por el trabajo infantil. El sobre-trabajo también debilita la vida familiar, pues los padres llegan agotados y lo que menos quieren es relacionarse íntimamente con su familia, y prefieren realizar las faenas domésticas que no realizaron durante el día o solamente descansar. Una de las dificultades con las que se encuentra la familia de escasos recursos es la deserción y el abandono de los cónyuges masculinos en la familia. Es frecuente que la baja educación de éstos no les permita encontrar un trabajo en la economía formal y al no ganar lo suficiente para sostenerla, deciden abandonarla. “Un buen matrimonio” y “una sólida familia con hijos felices”, son más importantes que “una buena casa y que la seguridad financiera. (Kliksberg). Pero sucede también que la estigmatización social de pobre, es otra dificultad que afronta la familia de escasos recursos. Muchas organizaciones sociales ayudan a los pobres en forma de caridad, como consecuencia de ello, estas familias se acostumbran a que les den y ponen poco esfuerzo en mejorar y salir adelante por sí mismas y se acomodan a su situación. En tal caso, como dice un proverbio chino: "Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida". La familia de escasos recursos debe aprender que está en ella, la facultad de cambiar su estilo de vida y a no compadecerse de su situación, se compromete y tiende a ir más allá.

2.1.3 La incertidumbre en la familia de escasos recursos: Para Centty (2010), la incertidumbre no es más que el hecho concreto de no saber si lo que esperamos de nuestras vidas se concretizará, no saber que nos depara el mañana. Es lo inesperado, lo que cambia constantemente en nuestra

vida como la familia, el amor, el trabajo, y sobre todo, la vida en sí. La familia de escasos recursos vive en constante incertidumbre al no saber si mañana habrá trabajo, si habrá comida, si tendrán el dinero necesario para pagar del alquiler de la vivienda o para el pasaje del autobús para ir a trabajar. Asimismo, la incertidumbre se define como la falta de información acerca de un evento que va a suceder (se proyecta hacia el futuro) y se caracteriza como una condición aversiva que las personas tienden a reducir cuando obtienen cierta información del evento o suceso, de esta manera las personas aprenden a predecir y controlar su entorno (Bar-Anan y col., 2009). Sin embargo, a la familia de escasos recursos se le dificulta proyectarse hacia el futuro porque deben vivir el día a día: satisfaciendo, con dificultad, las necesidades básicas de supervivencia. Para Mishel (1998, citado por Torres y Sanhueza, 2006) vivir en incertidumbre es la incapacidad de determinar el significado de los eventos (el por qué) y donde la persona que toma la decisión es incapaz de dar valores definidos (el para qué) a los hechos o no es capaz de predecir qué resultados se obtendrán. Es por esto que la familia de escasos recursos muchas veces recrimina su situación y no se da cuenta de la posibilidad que se le abre ante la incertidumbre. Por otro lado, Isla (1996, citado por Torres y Sanhueza) propone un modelo de incertidumbre basado en los siguientes supuestos: Primero, la incertidumbre es un estado cognitivo cuya función es ayudar a la interpretación de los hechos surgidos. Para la familia de escasos recursos la incertidumbre, como proceso cognitivo, le da una sensación de control, pues abre la brecha de posibilidades e ideas, que le permite disponer de distintas soluciones ante una misma dificultad. Las estrategias de afrontamiento de las familias de escasos recursos ante la incertidumbre, dependerá en gran medida de sus valores y sistemas de creencias, así como el contexto cultural e historia personal. Segundo, la incertidumbre es una experiencia intrínseca, que no se desea ni se desprecia hasta que se valora de una u otra forma. En las familias de escasos

recursos, el “no saber qué va a pasar mañana”, brinda la oportunidad de que algo sea percibido como “malo” pero al mismo tiempo, abre la posibilidad de ser “bueno”. Ya que la incertidumbre es subjetiva y depende de la interpretación de cada individuo. Tercero, la incertidumbre puede conceptualizarse como peligro o como oportunidad; de los esfuerzos de afrontamiento dependerá la continuidad de la conducta normal del individuo, es decir, su adaptación. La mayoría de familias de escasos recursos, concibe la incertidumbre como algo aversivo, que les causará daño, pero depende de la capacidad de las familias, percibir la incertidumbre como oportunidad de crecimiento, de cambio, de desarrollo y para mejorar. Isla refiere que la dificultad de la adaptación dependerá de la habilidad de las estrategias recopiladas para manipular la incertidumbre en la dirección deseada, ya sea para mantenerla, si se valora como oportunidad, o para reducirla, si se valora como un peligro.

2.1.4 La incertidumbre como posibilidad de sentido La incertidumbre debe entenderse, no como un obstáculo en la vida, sino como una fuente de grandes potencialidades y sentido, que le permiten a la persona reconstruirse y reinventarse así mismo de manera constante (Centty). Todos los seres humanos de una u otra manera tratan de controlar el futuro. El motivo de esta obsesión, es que en este futuro se encuentra contenida la incertidumbre, lo inesperado, lo desconocido. Es sabido que la incertidumbre genera temor, este temor crea la necesidad de defenderse, de construir planes (estrategias de afrontamiento) que permitan minimizar los efectos adversos. Muchos de los planes no se cumplen y otros fracasan, pero siempre mantienen la idea de que se hace algo y que se es capaz de afrontar nuevamente la incertidumbre.

“El no saber nos hace más humanos… Estas experiencias que la vida nos depara, inciertas por cierto, son precisamente lo que nos hacen más humanos, lo que le da sazón a la vida, el riesgo que asumimos, segundo a segundo, cuando tomamos una decisión y no somos capaces de predecir qué es lo que pasará después, esa incertidumbre, es precisamente la esencia de la existencia” (Centty, 2010. Pp. 16).

La condición humana es limitada por lo que es imposible poder controlar la vida y los acontecimientos que suceden. La vida es espontánea e incierta, esto permite ser mejores seres humanos pues se aprende a vivir con incertidumbre y no a temerle. La incertidumbre brinda a la persona la posibilidad de reinventarse a cada instante, reconocer que la vida puede cambiar en cualquier momento y que se debe construir el sentido “a pesar de”, aprender a avanzar de manera espontánea y responsabilizarse por su propia felicidad.

2.2 La vulnerabilidad cognitiva La vulnerabilidad cognitiva enfatiza el desarrollo de trastornos psicológicos debido a los pensamientos desadaptativos relacionados a los eventos o situaciones que suceden a su alrededor y cómo emplea estos pensamientos para evaluar la forma en que percibe y construye su mundo. Es decir, una persona se vuelve vulnerable, desde la perspectiva cognitiva, por los pensamientos negativos relacionados con inseguridad, rechazo, privaciones, peligros, riesgos, fracasos e inadecuación personal. Estos tipos de pensamientos crean en la familia de escasos recursos, un sistema de creencias complejo: piensan que por no tener recursos económicos son rechazadas o incomprendidas; creen que por ser pobres van a seguir siendo pobres siempre, tienen una visión de vida empobrecida de la vida, no se creen capaces de cambiar, etc. Para Beck (1983), uno de los componentes de la vulnerabilidad cognitiva consiste en la percepción que tiene la persona de no poseer o no ser suficiente el control interno o externo sobre los peligros; aunque la vulnerabilidad afecta todo el

sistema cognitivo, lo convierte en una forma de percibir y valorar el mundo. La persona no es capaz de darse cuenta de los recursos personales o familiares con los que puede enfrentar y construir una vida digna (Londoño-Arredondo, 2011). La teoría cognitiva se ocupa del estudio de los procesos y estructuras mentales y se fundamenta en la estrecha relación entre ambiente, cognición, afecto, conducta y biología. Dentro de los conceptos cognitivos relacionados con la vulnerabilidad se encuentran los estilos cognitivos, los esquemas, los procesos, las creencias centrales y las estrategias de afrontamiento. Para Beck, los estilos cognitivos determinan la forma en que las personas piensan acerca de sí mismas, sobre sus relaciones con las demás personas y su visión del mundo. Estos estilos generalmente son adquiridos en la familia debido a las experiencias tempranas de interacción con los padres y madres, y son reproducidos en todos los ámbitos con los que se relaciona la persona. Los esquemas cognitivos o supuestos personales son patrones estables de pensamiento que guían la interpretación y regulan las situaciones al clasificar, interpretar, evaluar y asignar significados a determinados eventos. Brindan la organización de nuestra experiencia en forma de significados personales, que guían la conducta, emociones, deseos y metas personales (Ruiz e Imbernon, 2002). En las familias de escasos recursos es indispensable cambiar los pensamientos de “estigmatización”, de lástima o inutilidad, también se debe cambiar la idea de que como son pobres no valen o no pueden. Cuando

los

esquemas

contienen

información

desadaptativa

ante

circunstancias ambientales particulares, aparece el trastorno psicológico. Los esquemas mal adaptativos tempranos son unidades de información desarrollados durante la infancia y elaborados a lo largo de la vida. Beck también destaca las creencias centrales, desarrolladas en la infancia, acerca de uno mismo, los demás y el mundo, las cuales son globales y rígidas (Beck, J., 2000). Se pueden observar desde esta perspectiva, que son los padres los responsables de modelar

pensamientos positivos, para que los nuevos miembros sean capaces de percibir y adaptarse al mundo de una manera más asertiva. Los procesos propician la adaptación y la respuesta del individuo en la vida cotidiana, aunque son susceptibles de perder información, convirtiéndose en desadaptativos. Dentro de éstos se encuentran las distorsiones cognitivas o errores de procesamiento (Beck). A continuación se mencionan algunas distorsiones cognitivas que pueden presentarse en la familia de escasos recursos:

Distorsión Cognitiva

Pensamiento en las familias de escasos recursos

-Sobregeneralización

------------------

“Todos mis problemas son porque no tengo dinero”

-Interpretación del pensamiento

------------------

“Me discriminan por ser pobre”

-Falacia de control

------------------

“Yo soy el responsable de todo”

-Falacia de cambio

------------------

“Si tuviera dinero, sería diferente”

-Etiquetas globales

------------------

“Como tiene dinero, tiene la vida fácil”

-Culpabilización

------------------

“Es culpa de…. Porque no me ayuda”

-Falacia de recompensa -----------------divina

“Si me sale esto… todo va a Cambiar”

Es sumamente importante, trabajar en las distorsiones cognitivas que manifiestan las familias de escasos recursos, porque muchas veces son éstas creencias las que no permiten que la familia se desarrolle y encuentre el sentido.

También debe tomarse en cuenta que éstas son sumamente difíciles de cambiar, principalmente cuando hay factores externos que refuerzan estas creencias. Por último, las estrategias de afrontamiento se refieren a los pensamientos y acciones que permiten manejar situaciones difíciles; las estrategias de afrontamiento son procesos cognitivos y conductuales dirigidos a manejar las demandas internas y externas (Lazarus y Folkman, 1986). Dentro de estas estrategias tenemos, según Ruiz e Imbernon: 

El entrenamiento en relajación progresiva, que se basa en dos métodos básicos: una respiración adecuada y el recorrido corporal progresivo, tensando y soltando los principales músculos del cuerpo.



La resolución de problemas, esta estrategia desarrolla una estrategia general encaminada a buscar soluciones que ayuda a reducir o eliminar pensamientos negativos que llevan a la persona a creerse incapaz de manejar una situación.3



La inoculación al estrés, enseña a las personas a prepararse para enfrentar una amplia variedad de situaciones que pueden producir malestar emocional. Su utilidad se relaciona con identificar situaciones ante las que la persona puede prepararse para afrontarlas.4



El entrenamiento asertivo puede ser reducido a cuatro patrones específicos: la capacidad de decir no, la capacidad de pedir favores y hacer requerimientos, la capacidad de expresar sentimientos positivos y negativos,

y

la

capacidad

de

iniciar,

continuar

y

terminar

conversaciones. (Lazarus, 1983, citado por Ruiz e Imbernon). En síntesis, el estudio de la vulnerabilidad cognitiva ayuda a diseñar y desarrollar estrategias preventivas con programas que potencien estilos cognitivos adecuados. Dichos programas incluirían algunas de las técnicas como la

3 4

En el capítulo tres de detallará los pasos para la resolución de conflictos. Ver inciso 2.4.1 La vulnerabilidad y el estrés, para descripción de la técnica

educación emocional, reestructuración cognitiva y resolución de problemas (Calvete, 2005).5

2.3 La vulnerabilidad afectiva El ser humano desde su nacimiento es un ser menesteroso, depende del cuidado de otro ser humano (generalmente la madre, fuente de afecto y protección), para su supervivencia. Según Erik Erikson, a través de esta relación/dependencia, el niño satisface sus necesidades fisiológicas, de seguridad, de confianza, de autonomía, entre otras. (Morris y Maisto, 2001) Si las necesidades son satisfechas adecuadamente, la persona desarrollará seguridad y confianza en sí mismo, lo que le permitirá ser independiente, tener buenas habilidades sociales y alta autoestima; será una persona emocional y psicológicamente madura, de lo contrario, será una persona vulnerable a peligros e inmadura. Maslow, en su teoría formulada en 1954, sobre la jerarquía de las necesidades; establece que hay que satisfacer las necesidades más básicas para que se presenten los motivos superiores. Es decir si las necesidades fisiológicas, de seguridad y pertenencia, se encuentran satisfechas, dan origen a las necesidades superiores de estima y autorrealización (Morris y Maisto). De hecho, hablar de vulnerabilidad afectiva es hablar de baja autoestima. Esto implica que una persona afectivamente vulnerable siente que no merece un trato especial y digno, espera constantemente de la aprobación de los otros y no es capaz de reconocerse y valorarse a sí misma, busca constantemente la atención de las personas de una forma negativa (ya sea con enfermedades psicosomáticas o conductas inadaptadas como consumo de sustacias o intentos de suicidio), y generalmente necesita sentirse admirada por sus logros. También tiene la sensación que debe cuidar a los que le rodean y tiene la constante necesidad de 5

Se describirán en el capítulo III.

ser perfecta, por lo que su tolerancia a la frustración es muy baja (Vasconcelos, 2012). La vulnerabilidad afectiva se da en mayor proporción en las mujeres porque culturalmente se percibe el género femenino como inferior y al que se le debe someter (Kliksberg, 2001). Por consiguiente, la vulnerabilidad afectiva se acentúa más en una sociedad patriarcal que desvaloriza a la mujer, a los niños y los ancianos. La importancia del estudio de la vulnerabilidad afectiva en las familias de escasos recursos radican en que, si una persona no es capaz de valorarse a sí misma muy difícilmente reconocerá las facultades que posee para cambiar la situación en la que está inmersa. Los padres principalmente son los responsables en desarrollar una autoestima y autoconcepto positivos en los hijos, para que ellos posteriormente tengan las capacidades para enfrentar el mundo y alcanzar metas valiosas.

2.3.1 Madurez psicológica: La madurez está constituida por un estado de plenitud alcanzado al término de un proceso de desarrollo. Se refiere a la capacidad de gozar de un conocimiento y de un juicio objetivo sobre la realidad personal y de una aceptación realista de uno mismo, evitando ciertas visiones unilaterales de la existencia humana (Goya, 2001). Se sabe que la maduración es un proceso continuo y por ello es resultado de una dinámica interior constante, de la búsqueda de un equilibrio que nunca está completamente logrado, es continuamente puesto a prueba y alcanzado a base de una superación constante de situaciones conflictivas. La madurez psicológica, consiste en la capacidad para someter todos nuestros impulsos, deseos y emociones a la ordenación de la razón, o, si se prefiere, a la luz de nuestro entendimiento y a la decisión de nuestra voluntad; la inmadurez es

todo lo contrario: la persona inmadura es impulsiva y emotiva, se muestra vinculada y dependiente únicamente de la circunstancia, del instante (Polaino, 2006). Según

Rojas

(s.f),

una

personalidad

madura

tiene

las

siguientes

características: tiene un modelo de identidad, se conoce a sí mismo, tener cierto nivel de equilibrio psicológico entre afectividad y vida intelectual; tiene un proyecto personal con el cual se compromete; tiene una filosofía de vida que practica; es genuino y natural, es decir, no trata de aparentar lo que no es; posee autocontrol; es consciente de su temporalidad por lo que vive en el presente, tiene asumido el pasado y puede proyectarse hacia el futuro; es responsable y responde con hechos a ciertas obligaciones contraídas; asume su sexualidad; tiene la capacidad de convivir; posee sentido del humor; y por último, goza de cierta salud física. Por otro lado, Uriarte (2005) propone las siguientes características de connotan a las personas maduras: a) La capacidad de percibirse correctamente a sí mismo, con sus posibilidades y limitaciones. La madurez reclama una gran aproximación entre el «yo ideal» y el «yo real». b) La persona madura tiene un proyecto vital en torno al cual gira. Este proyecto engloba su vida afectiva y su vida laboral. El sujeto invierte en él un gran «capital afectivo»; pero es consciente del alcance limitado de su realización («las personas y las cosas son como son»). c) La madurez comporta una unidad interior. Las diversas instancias de su persona (la razón, el deseo, las pulsiones, los ideales) no forman en ella un conjunto caótico, sino un todo relativamente unificado. Sin embargo, no debe confundirse este estado con la ausencia de conflictos. d) La persona madura es capaz de amar con un amor que ha traspasa el narcisismo y llega a la capacidad oblativa.

f) Ser maduro entraña asimismo la adhesión estable a unos valores que trascienden la propia persona y el pequeño grupo (valores sociales, morales, fe religiosa). Vemos entonces, que la persona madura se da cuenta de la realidad social en la que está inserta, de sus estructuras, de sus instituciones, de sus fines, de sus normas y tradiciones; sabe comportarse con flexibilidad, adaptando sus exigencias a las del entorno cuando es conveniente (Walsh, 1991. Citado por Goya). La persona madura se esfuerza en la solución de los problemas y considera que vale la pena hacer algo objetivo por mejorar el mundo.

2.3.2 Madurez afectiva: Consiste en la actitud de equilibrio y de estabilidad afectiva, en donde la persona madura controla sus estados emocionales y domina en ella la razón. Logra equilibrar adecuadamente el ámbito de la emotividad y el ámbito de la racionalidad y de la interioridad, porque en la medida que la persona crece, va asumiendo más responsabilidades y es más capaz de afrontar los riesgos y posibilidades de fracaso (Goya, 2001). Generalmente, el individuo inmaduro ante el peligro, pierde la cabeza, se desorganiza emocionalmente y reacciona de manera aparentemente paradójica e imprevisible, adoptando un comportamiento psíquico infantil, dominado por los sentimientos, y refugiándose excesivamente en los mecanismos de defensa (Goya). Esta inmadurez provoca serios conflictos que pueden llevar a la familia hasta la separación o el abandono por uno de los cónyuges. Desde esta perspectiva, existen tres criterios para medir la madurez afectiva: la tolerancia ante la frustración, la capacidad de expresar sentimientos y la autoestima. El individuo inmaduro es más o menos incapaz de esperar, y cualquier retraso lo siente como amenaza o pérdida definitiva, reacciona ante la frustración con

rabia, cólera e ira, encerrándose en la autocompasión. El maduro, en cambio, reconoce la frustración, admite su responsabilidad y afronta de manera realista los problemas (Goya). La persona madura también es capaz de expresar en público sus convicciones y sentimientos sin sentirse excesivamente amenazada por tales expresiones emotivas, como lo hace la persona inmadura. Puede tomar decisiones y responsabilizarse por ellas; tiene la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones, soportando la ansiedad que éstas provocan; al inmaduro se le dificulta de sobremanera adaptarse a nuevas situaciones y a manejar la ansiedad. Por los que sus reacciones son desmedidas e impredecibles. Por último, en la persona madura, la autoestima está relacionada con ser uno mismo, la satisfacción consigo mismo, el autocontrol y con la inteligencia emocional. Es segura de sí misma, tiene buenas habilidades de socialización y cree en ella. Una persona inmadura difícilmente logra comprometerse y establecer una familia funcional. Su inmadurez le dificulta relacionarse sanamente, por lo que las relaciones que establece son conflictivas y en muchas ocasiones, termina abandonando el hogar.

En conclusión, tanto la inmadurez afectiva como

psicológica, son factores que predisponen a la familia de escasos recursos a su desintegración y disfuncionalidad.

2.4 La vulnerabilidad y la psicología La relación entre vulnerabilidad y psicología, sienta sus bases en el modelo psicológico de diátesis-estrés formulado por Rosenthal en 1970 (Lemos, 2003), en el cual la vulnerabilidad genética o predisposición (diátesis) interactúa con el ambiente y con los sucesos vitales (estresantes) para desencadenar conductas o trastornos psicológicos.

Cuanto mayor sea la vulnerabilidad subyacente, menos estrés se necesita para desencadenar la conducta/trastorno. Y a la inversa, cuanto menor sea la contribución genética será necesario mayor estrés para producir un resultado particular. Tanto la diátesis como el estrés son necesarios para que esto suceda. Según Padierma (2013), la vulnerabilidad psicológica se relaciona con las características de la personalidad, el apego inseguro en la infancia, sesgos cognitivos (nivel atencional, interpretación de información ambigua), la percepción de escaso control sobre los acontecimientos amenazantes y la intolerancia a la incertidumbre y activación emocional. En efecto, el estudio de la vulnerabilidad (Echeburua, 1992), en relación con la psicología toma en cuenta los siguientes aspectos: 

Factores predisponentes: el ambiente, la cultura, la influencia familiar, los valores familiares y la exposición a factores de riesgo.



Estudia los rasgos de personalidad que predisponen al desarrollo de un trastorno mental o predisponen a una mayor vulnerabilidad afectiva o cognitiva.



El condicionamiento y el aprendizaje que transmiten los padres a los hijos, que se relaciona con las respuestas del individuo ante determinada situación, a fin de obtener una recompensa o evitar un castigo.



Y por último, el estilo cognitivo de la persona, que percibe la realidad de una manera distorsionada, de forma supersticiosa y con sistemas de creencias arraigados. También se relaciona con la baja autoestima y limitadas habilidades de afrontamiento

Para Borvokec (s.f., citado por Padierma, 2013) la relación entre vulnerabilidad y psicología subyace en la percepción de una amenaza o la visión del mundo como peligroso (cognición) y sentirse incapaz de afrontar los eventos amenazantes (afectividad).

2.4.1 La vulnerabilidad y el estrés El estrés es la reacción o respuesta psicobiológica del organismo ante un estímulo potencialmente peligroso y el proceso de interacción entre las características del estímulo y los recursos del individuo para hacerle frente (Hernández, y Díaz, 2012). El modelo de Vulnerabilidad-Estrés concibe la conducta como el resultado de la acción conjunta de estresores ambientales y de la vulnerabilidad personal. Son indicadores de vulnerabilidad ante el estrés, el déficit en el procesamiento de la información o incertidumbre, factores bioquímicos, déficit en habilidades sociales y en el procesamiento de señales afectivas (Lemos, (s.f)). Zubin y Spring (1977) postularon el Modelo de vulnerabilidad y enfermedad mental (específicamente para la esquizofrenia) en el que describen cómo las circunstancias vitales externas y/o internas pueden producir un grado de estrés tal, que supera el umbral de tolerancia al estrés de un individuo, predisponiéndolo a desarrollar una enfermedad mental. De hecho, el modelo considera un umbral de vulnerabilidad específico para cada sujeto, toma en cuenta los acontecimientos vitales estresantes que pueden incidir o frustrar la vulnerabilidad y reconoce la importancia de las variables moderadoras (como las redes sociales de apoyo) para reducir el grado de vulnerabilidad del individuo ante el potencial desarrollo de una enfermedad mental. Vemos entonces, que el estrés está relacionado a factores exógenos (sociales y ambientales) que están relacionados con el aumento de la probabilidad de que se exprese un trastorno mental. Por otro lado, la vulnerabilidad se refiere a las características endógenas del individuo, que actúan como mecanismos causales en la aparición del trastorno. Típicamente incluyen características que residen dentro del individuo, y que puede tener una base tanto genética (incluyendo tanto procesos neurobiológicos como dimensiones del temperamento) o biológica (determinada por alteraciones tempranas o daño en el SNC) (Lemos).

La exposición continua a factores estresantes aumenta la vulnerabilidad de la persona en relación a la efectividad de la respuesta ante el estímulo que se está dando, por lo que puede desarrollar un estrés crónico. La persona manifiesta impotencia, agresividad, angustia, irritabilidad, hasta tener manifestaciones psicosomáticas por el estrés, como hipertensión, gastritis, psoriasis, etc. Muchas de las familias de escasos recursos enfrentan a diario crisis de estrés, originadas principalmente por las múltiples carencias que afrontan: el no tener qué comer o como pagar la renta de la vivienda; exponerse a trabajos forzosos o peligrosos, la inmadurez del cónyuge que provoca conflictos o violencia familiar, la violencia y crimen etc. Para reducir el estrés, podemos hacer uso de la técnica de inoculación del estrés, que consiste en aprender cuatro pasos fundamentales: 1. Aprender a relajarse, como se mencionó anteriormente, a través de respiraciones controladas y tensión y distensión muscular. 2. Construir una jerarquía de situaciones de malestar emocional: elaborando una lista de situaciones que produzcan malestar emocional, ordenándolas en función de grado o intensidad emocional que nos produzcan, ponderándolas con una valor de 0 a 100. 3. Seleccionar pensamientos de afrontamiento: consiste en aprender una serie de pensamientos o charla interna que ayudan a contrarrestar los posibles pensamientos negativos que aparecen en determinadas situaciones. Por ejemplo: “Voy a mantener el control”, “puedo controlar mis sentimientos paso a paso”, “es normal estar algo alterado, puedo dominarlo”, “lo estoy consiguiendo, ¡bien por mí!”, entre otros. 4. Afrontar la situación real, haciendo uso de las estrategias mencionadas arriba.

2.4.2 La vulnerabilidad y la desesperanza La desesperanza se caracteriza por la predisposición del individuo a explicar los sucesos negativos a partir de causas internas, estables y globales, así como a presentir consecuencias negativas y concluir que, si dichos sucesos negativos han tenido lugar, eso significa que algo falla en sí mismo (Calvete et al, 2007). Desde la perspectiva cognitiva, la persona hace uso de las denominadas distorsiones cognitivas para alimentar su desesperanza. Tiene una interpretación fatalista de los problemas que le ocurren, pensando que no tienen solución, que no hay nada que puedan hacer para mejorar la situación y que las consecuencias son inevitables, permanentes y que afectarán a todos los ámbitos de la vida. Además, se echa la culpa de lo que le sucede y piensa que le seguirá pasando en el futuro (Ruiz y Imbernon, 2002). De esta manera, la Teoría de la Desesperanza6 hace reflexionar sobre el papel de los pensamientos como elemento que matiza el impacto de los acontecimientos negativos en el bienestar emocional, y sobre la necesidad de educar y fomentar el desarrollo de estilos cognitivos saludables. Es importante señalar la diferencia entre desesperanza, decepción y desesperación. La decepción es la percepción de una expectativa defraudada de algo que falló. Por otro lado, la desesperación es la pérdida de la paciencia y de la paz, es un estado ansioso y angustiante, que hace al futuro una posibilidad atemorizante, podría decirse que conlleva cierto grado de intolerancia a determinada situación. La desesperanza, por su parte, es la percepción de una imposibilidad de lograr cualquier cosa, la idea de que no hay nada que hacer, ni ahora ni nunca, lo que plantea una resignación forzada y el abandono de la ambición y del sueño (Gonzalez, 2012).

6

La teoría de la desesperanza se relaciona principalmente con estudios de la depresión (Abramsom et al. 1997) y consiste en un modelo cognitivo de vulnerabilidad-estrés, en el cual las personas que poseen estilos inferenciales negativos (es decir, la vulnerabilidad) poseen mayor riesgo que las personas que no exhiben dichos estilos para desarrollar síntomas depresivos, cuando experimentan sucesos vitales negativos (es decir, el estrés).

Uno de los conceptos psicológicos desarrollado en los últimos años es el de desesperanza aprendida que es un estado en el que el individuo no emite ningún tipo de respuestas para evitar la estimulación aversiva, ya sea porque no encuentra ningún reforzador ante la conducta de escape, o bien porque le es imposible escapar (generalmente se encuentra asociada a la depresión). Psicológicamente, tal estimulación puede llevar a los individuos a perder la motivación, la esperanza de alcanzar metas, una renuncia a toda posibilidad de que las cosas salgan bien, se resuelvan o mejoren (González). Paradójicamente, esta desesperanza aprendida se relaciona con la familia de escasos recursos, en cuanto que son incapaces de sobrellevar las dificultades o de sobreponerse a la situación y luchar para que su condición mejore, llegando inclusive al suicidio. Por otro lado, la persona que experimente desesperanza es porque de una u otra manera ha vivido la esperanza. La esperanza puede ser vista como actitud, como sentimiento, como virtud o valor porque es algo constitutivo de la naturaleza humana. Es esa cualidad que alimenta el futuro no acontecido. Finalmente, vemos que la esperanza también es acompañada por la fe: “La fuerza de la esperanza cristiana es tan fuerte que nos hace superar, sin colapsos, las naturales decepciones de la vida, los temores, tan humanos, de la muerte... Solo con esto ya podríamos gritar gozosamente: ¡vale la pena! Vale mil veces la pena sentirse poseído por una fe que, ya aquí en la tierra, comienza a hacernos sentir el calor de los brazos amorosos de nuestro Padre Dios” (Llano, (s.f.) pp. 38).

Teniendo en cuenta lo manifestado en este capítulo, se puede establecer que la relación entre la vulnerabilidad y la psicología, se encuentra arraiga tanto a nivel cognitivo, conductual como afectivo. Sin embargo, no puede dejarse a un lado, todo el bagaje social, ambiental y biológico que vulnera a la persona y por lo tanto la vulnerabilidad no puede ser abordado solamente por la psicología, por lo que es necesario un estudio y abordaje interdisciplinario de la vulnerabilidad, para afrontarla, reducirla y recuperarse de sus efectos.

3. LA VULNERABILIDAD EN LA FAMILIA

La familia en la actualidad se encuentra en una situación alarmante de vulnerabilidad debido múltiples factores como la renuencia de los jóvenes a formar nuevas familias, la inmadurez de parte de los cónyuges que provocan la desarticulación de la familia, el divorcio y la violencia que la ponen riesgo y la debilitan El ser humano desde que nace es una persona vulnerable que necesita de otro ser humano para aprender a sobrevivir, desarrollarse y defenderse, y en esto radica la importancia de la sostenibilidad de la familia como agente social. La vulnerabilidad es una condición de todo organismo vivo, por ejemplo, el planeta tierra es un organismo vivo que se encuentra vulnerable a fenómenos naturales y a la actividad de la población humana; las personas también son vulnerables a factores endógenos (como la herencia) y exógenos (como el ambiente sociocultural en el que vive). Sin embargo, algunas personas son más vulnerables que otras, principalmente aquellas que han sufrido traumas, carencias afectivas, han sido aisladas o se sienten indefensas ante un peligro. La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja define la vulnerabilidad como la capacidad disminuida de un individuo o un grupo de individuos, para enfrentar o anticipar una conducta de defensa o protección ante un evento que es potencialmente peligroso o causa daño; y para recuperarse del mismo. Vemos entonces que la vulnerabilidad puede ser conceptualizada de dos maneras. La primera, la define como un atributo vinculado a situaciones de fragilidad, precariedad, indefensión o incertidumbre, que se configuran como condicionantes dinámicas que afectan las posibilidades de integración, movilidad o desarrollo de las personas. La familia es frágil, debido a que está conformada por personas, entre las cuales se producen interacciones que muchas veces son inapropiadas, inmaduras y agresivas, y se vuelve indefensa cuando no cuenta con

una base sólida construida en la vida en común, el amor y un sistema de valores que promueven el desarrollo de sus miembros. La segunda concepción, se caracteriza por la noción de riesgo. La exposición a riesgos de las personas varía en función del grupo social, sexo, origen étnico y la edad. Estos riesgos son consecuencia de procesos de toma de decisiones y se definen de esta manera al ser confrontados con la representación social construida de seguridad (Moreno, 2008). La familia está en constante riesgo por los factores externos (consumismo, la pobreza, crimen, falta de valores, etc.) e internos (el vacío existencial, falta de voluntad y responsabilidad, etc.) que la desarticulan fácilmente con divorcios o separaciones, y la laceran dejándola desvinculada y frágil. La capacidad para hacer frente a los factores externos potencialmente peligrosos, dependen en gran medida, del grado de vulnerabilidad de la persona debido a factores físicos, emocionales, económicos, sociales y políticos. De esta manera, se pone en evidencia que la pobreza contribuye y determina de manera importante la vulnerabilidad en las familias de escasos recursos. Tomando en cuenta estas dos perspectivas, la vulnerabilidad es un factor interno y dinámico, que influye cómo una persona puede adaptarse a su ambiente. Es decir, la persona no está determinada por esa vulnerabilidad y puede hacer uso de los recursos personales que posee (volitivos, cognitivos, físicos, materiales, etc.), para afrontar, minimizar y tener la capacidad para recuperarse de los factores externos que la vulneran como la pobreza, la violencia, los desastres naturales, etc. Según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, para contrarrestar la vulnerabilidad es necesario: 

Reducir en la medida de lo posible los efectos del propio peligro (mediante la mitigación, predicción y alerta, y preparación).



Fortalecer la capacidad para resistir y hacer frente a los peligros, y



Abordar las causas subyacentes a la vulnerabilidad, como la pobreza, el mal gobierno, la discriminación, la desigualdad y el acceso insuficiente a recursos y medios de subsistencia. De hecho, la condición de pobreza en las familias aumenta el riesgo de criminalidad joven, por lo que la familia es la más efectiva unidad preventiva del delito con que cuenta una sociedad.

2.1 La vulnerabilidad social: Kaztman (2001) define la vulnerabilidad social como “la incapacidad de una persona o de un hogar para aprovechar las oportunidades, disponibles en distintos ámbitos socioeconómicos, para mejorar su situación de bienestar o impedir su deterioro”. Según el autor, las fuentes más importantes de vulnerabilidad social tienen que ver con los fenómenos de precariedad, falta de educación e inestabilidad laboral, así como el debilitamiento de las instituciones como la familia y la comunidad. En Guatemala, los factores que predisponen una mayor vulnerabilidad social son la violencia, la falta de educación y la pobreza, lo que dificulta la capacidad de las personas para satisfacer las necesidades básicas de alimento, salud, vestido y vivienda, así como disponibilidad de un ingreso económico fijo para satisfacer éstas necesidades y las de su familia. Provocando que las condiciones de vida de las familias de escasos recursos, no sean dignas. Sin embargo, la vulnerabilidad social no debe visualizarse solamente desde el fenómeno de la pobreza, sino que abarca una amplia gama de situaciones psicosociales, educacionales, laborales, políticas y familiares. Como por ejemplo, las pandillas, la exclusión escolar, la escasez de trabajo, las migraciones, la falta de políticas que promuevan la vida digna, el abandono familiar, los divorcios, la corrupción, etc.

Es por esto que las situaciones de vulnerabilidad social entrañan a corto, mediano o largo plazo, consecuencias negativas sobre el desempeño de los individuos y las poblaciones, como: 

Migraciones, lo que provoca desintegración familiar.



Actividades bélicas, como las guerras y desapariciones.



Desempleo o subempleo, lo que bloquea el desarrollo de un país.



Altos índices de mortalidad debido a la inaccesibilidad a los servicios básicos y de salud.



Criminalidad y violencia, entre otros.

2.2.1 La conceptualización de la pobreza: Hablar de pobreza es hablar de exclusión social. La pobreza no es sólo la carencia de ingresos económicos o la falta de alimentos, es también la falta de justicia, la falta de equidad, el alto riesgo de enfermedades, la mortalidad infantil, la discriminación y racismo, la vulnerabilidad ante desastres naturales, la negación a la cultura, la recreación y el descanso (Romero, 2011). “La pobreza puede definirse como una condición humana que se caracteriza por la privación continua o crónica de los recursos, la capacidad, las opciones, la seguridad y el poder necesarios para disfrutar de un nivel de vida adecuado y de otros derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales” (Comité DESC, 2001. Pp. 1).

En efecto, la pobreza hace referencia a la necesidad o carencia de bienes o servicios materiales que son indispensables para que un individuo pueda desempeñarse como un miembro productivo de una sociedad. Por lo tanto, un individuo será pobre cuando no satisfaga el consumo de bienes o servicios que le permitan vivir y desenvolverse dignamente en su contexto social (Kaztman). Para Kliksberg (2011), la razón principal por la que en el continente americano un tercio de su población esté por debajo de la línea de la pobreza se debe a la desigualdad en ingresos, acceso a tierra, a salud, a educación, al crédito y en la actualidad, a nuevas tecnologías.

Cuando hablamos de vulnerabilidad social, hablamos de desigualdad. Esta desigualdad puede desarrollar en las personas, desde el ámbito de la psicología, falta de confianza e inseguridad, baja autoestima, trastornos psicológico como ansiedad y depresión; una disminución de la dignidad y aprecio del ser humano hacia sí mismo (Bueno, E. y Valle, G., 2008). De hecho, la desigualdad genera “las trampas de pobreza”: Según Kliksberg, si un joven nace en una zona rural pobre o en un caserío indígena, tendrá problemas nutricionales, trabajará desde pequeño, no finalizará la primaria por lo que no podrá conseguir trabajo en la economía formal. Vemos entonces que reproduce el llamado “círculo de la pobreza”, que Plan Internacional 7 esquematiza de la siguiente manera:

Fuente: http://plan-espana.org/prensa-y-publicaciones/noticias-ong/plan-circulo-pobreza/

7

Plan Internacional es una organización internacional de protección de los derechos de la infancia, fue fundada en 1937 en España y en la actualidad está presente en 69 países. Ayuda directamente a 78 millones de niños y niñas a través de los cerca de 9.000 proyectos que desarrolla en 50 países de África, América y Asia.

Entonces, es frecuente que la familia guatemalteca de escasos recursos reproduzca fehacientemente el círculo de la pobreza debido a los altos índices de desnutrición, la inaccesibilidad de los servicios básico (agua potable, luz, salud etc.), el aumento de la maternidad en adolescentes y niñas que generalmente se vuelven madres solteras con baja o nula escolaridad, lo que provoca que no tengan la oportunidad de un trabajo formal. Por otro lado, la desacreditación del pobre como persona crea el terreno para “demonizarlo”, es decir, se tiene la creencia cultural de que los pobres carecen de ambiciones, no se esfuerzan, no estudian, no actúan de forma racional por lo que incitan a la intolerancia (son despreciados o vistos con compasión y lástima). Esta desacreditación promueve la violencia: un pobre es siempre “un sospechoso en potencia” refiere Kliksberg. “La “mirada de desprecio” [ ] reduce al pobre a “descartable”, lo discrimina, lo cambia de categoría a víctima de malas políticas, a culpable personal; de excluido a “perdedor” por propia decisión; lo ve como un sospechoso en potencia y toma distancia. Llegando finalmente a invisibilizarlo” (Kliksberg, 2011. Pp. 63).

Según este autor, las principales características de los pobres son: la carencia de agua, falta de instalaciones sanitarias, el hambre, el riesgo de ser madre pobre, el déficit en educación y viviendas precarias, entre otras. Pero detrás de todo esto está la necesidad de sobrevivir, familias “quebradas” y la exclusión e inequidad social. Sin embargo, la contraparte de la pobreza es la calidad de vida digna. Padilla y col. (1992; citado por Torres y Sanhueza, 2006), señalaron 4 cualidades principales de la calidad de vida: Primero, bienestar psicológico (satisfacción, significado de vida, logro de la meta y felicidad); segundo, bienestar físico (actividades de la vida, del apetito y del sueño diario); tercero, bienestar social e interpersonal (identidad, pertenencia a una familia y una comunidad); y cuarto, el bienestar financiero y material (permite la solvencia económica y un ingreso económico fijo).

2.1.2 La familia de escasos recursos y la vulnerabilidad social: La familia es una víctima silenciosa de la pobreza porque fácilmente provoca conflictos que llevan a la desarticulación de la familia, ya sea por la imposibilidad de obtener un trabajo formal, la incapacidad de satisfacer las necesidades básicas, el hacinamiento, o inclusive por el trabajo infantil. El sobre-trabajo también debilita la vida familiar, pues los padres llegan agotados y lo que menos quieren es relacionarse íntimamente con su familia, y prefieren realizar las faenas domésticas que no realizaron durante el día o solamente descansar. Una de las dificultades con las que se encuentra la familia de escasos recursos es la deserción y el abandono de los cónyuges masculinos en la familia. Es frecuente que la baja educación de éstos no les permita encontrar un trabajo en la economía formal y al no ganar lo suficiente para sostenerla, deciden abandonarla. “Un buen matrimonio” y “una sólida familia con hijos felices”, son más importantes que “una buena casa y que la seguridad financiera. (Kliksberg). Pero sucede también que la estigmatización social de pobre, es otra dificultad que afronta la familia de escasos recursos. Muchas organizaciones sociales ayudan a los pobres en forma de caridad, como consecuencia de ello, estas familias se acostumbran a que les den y ponen poco esfuerzo en mejorar y salir adelante por sí mismas y se acomodan a su situación. En tal caso, como dice un proverbio chino: "Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida". La familia de escasos recursos debe aprender que está en ella, la facultad de cambiar su estilo de vida y a no compadecerse de su situación, se compromete y tiende a ir más allá.

2.1.3 La incertidumbre en la familia de escasos recursos: Para Centty (2010), la incertidumbre no es más que el hecho concreto de no saber si lo que esperamos de nuestras vidas se concretizará, no saber que nos depara el mañana. Es lo inesperado, lo que cambia constantemente en nuestra

vida como la familia, el amor, el trabajo, y sobre todo, la vida en sí. La familia de escasos recursos vive en constante incertidumbre al no saber si mañana habrá trabajo, si habrá comida, si tendrán el dinero necesario para pagar del alquiler de la vivienda o para el pasaje del autobús para ir a trabajar. Asimismo, la incertidumbre se define como la falta de información acerca de un evento que va a suceder (se proyecta hacia el futuro) y se caracteriza como una condición aversiva que las personas tienden a reducir cuando obtienen cierta información del evento o suceso, de esta manera las personas aprenden a predecir y controlar su entorno (Bar-Anan y col., 2009). Sin embargo, a la familia de escasos recursos se le dificulta proyectarse hacia el futuro porque deben vivir el día a día: satisfaciendo, con dificultad, las necesidades básicas de supervivencia. Para Mishel (1998, citado por Torres y Sanhueza, 2006) vivir en incertidumbre es la incapacidad de determinar el significado de los eventos (el por qué) y donde la persona que toma la decisión es incapaz de dar valores definidos (el para qué) a los hechos o no es capaz de predecir qué resultados se obtendrán. Es por esto que la familia de escasos recursos muchas veces recrimina su situación y no se da cuenta de la posibilidad que se le abre ante la incertidumbre. Por otro lado, Isla (1996, citado por Torres y Sanhueza) propone un modelo de incertidumbre basado en los siguientes supuestos: Primero, la incertidumbre es un estado cognitivo cuya función es ayudar a la interpretación de los hechos surgidos. Para la familia de escasos recursos la incertidumbre, como proceso cognitivo, le da una sensación de control, pues abre la brecha de posibilidades e ideas, que le permite disponer de distintas soluciones ante una misma dificultad. Las estrategias de afrontamiento de las familias de escasos recursos ante la incertidumbre, dependerá en gran medida de sus valores y sistemas de creencias, así como el contexto cultural e historia personal. Segundo, la incertidumbre es una experiencia intrínseca, que no se desea ni se desprecia hasta que se valora de una u otra forma. En las familias de escasos

recursos, el “no saber qué va a pasar mañana”, brinda la oportunidad de que algo sea percibido como “malo” pero al mismo tiempo, abre la posibilidad de ser “bueno”. Ya que la incertidumbre es subjetiva y depende de la interpretación de cada individuo. Tercero, la incertidumbre puede conceptualizarse como peligro o como oportunidad; de los esfuerzos de afrontamiento dependerá la continuidad de la conducta normal del individuo, es decir, su adaptación. La mayoría de familias de escasos recursos, concibe la incertidumbre como algo aversivo, que les causará daño, pero depende de la capacidad de las familias, percibir la incertidumbre como oportunidad de crecimiento, de cambio, de desarrollo y para mejorar. Isla refiere que la dificultad de la adaptación dependerá de la habilidad de las estrategias recopiladas para manipular la incertidumbre en la dirección deseada, ya sea para mantenerla, si se valora como oportunidad, o para reducirla, si se valora como un peligro.

2.1.4 La incertidumbre como posibilidad de sentido La incertidumbre debe entenderse, no como un obstáculo en la vida, sino como una fuente de grandes potencialidades y sentido, que le permiten a la persona reconstruirse y reinventarse así mismo de manera constante (Centty). Todos los seres humanos de una u otra manera tratan de controlar el futuro. El motivo de esta obsesión, es que en este futuro se encuentra contenida la incertidumbre, lo inesperado, lo desconocido. Es sabido que la incertidumbre genera temor, este temor crea la necesidad de defenderse, de construir planes (estrategias de afrontamiento) que permitan minimizar los efectos adversos. Muchos de los planes no se cumplen y otros fracasan, pero siempre mantienen la idea de que se hace algo y que se es capaz de afrontar nuevamente la incertidumbre.

“El no saber nos hace más humanos… Estas experiencias que la vida nos depara, inciertas por cierto, son precisamente lo que nos hacen más humanos, lo que le da sazón a la vida, el riesgo que asumimos, segundo a segundo, cuando tomamos una decisión y no somos capaces de predecir qué es lo que pasará después, esa incertidumbre, es precisamente la esencia de la existencia” (Centty, 2010. Pp. 16).

La condición humana es limitada por lo que es imposible poder controlar la vida y los acontecimientos que suceden. La vida es espontánea e incierta, esto permite ser mejores seres humanos pues se aprende a vivir con incertidumbre y no a temerle. La incertidumbre brinda a la persona la posibilidad de reinventarse a cada instante, reconocer que la vida puede cambiar en cualquier momento y que se debe construir el sentido “a pesar de”, aprender a avanzar de manera espontánea y responsabilizarse por su propia felicidad.

2.2 La vulnerabilidad cognitiva La vulnerabilidad cognitiva enfatiza el desarrollo de trastornos psicológicos debido a los pensamientos desadaptativos relacionados a los eventos o situaciones que suceden a su alrededor y cómo emplea estos pensamientos para evaluar la forma en que percibe y construye su mundo. Es decir, una persona se vuelve vulnerable, desde la perspectiva cognitiva, por los pensamientos negativos relacionados con inseguridad, rechazo, privaciones, peligros, riesgos, fracasos e inadecuación personal. Estos tipos de pensamientos crean en la familia de escasos recursos, un sistema de creencias complejo: piensan que por no tener recursos económicos son rechazadas o incomprendidas; creen que por ser pobres van a seguir siendo pobres siempre, tienen una visión de vida empobrecida de la vida, no se creen capaces de cambiar, etc. Para Beck (1983), uno de los componentes de la vulnerabilidad cognitiva consiste en la percepción que tiene la persona de no poseer o no ser suficiente el control interno o externo sobre los peligros; aunque la vulnerabilidad afecta todo el

sistema cognitivo, lo convierte en una forma de percibir y valorar el mundo. La persona no es capaz de darse cuenta de los recursos personales o familiares con los que puede enfrentar y construir una vida digna (Londoño-Arredondo, 2011). La teoría cognitiva se ocupa del estudio de los procesos y estructuras mentales y se fundamenta en la estrecha relación entre ambiente, cognición, afecto, conducta y biología. Dentro de los conceptos cognitivos relacionados con la vulnerabilidad se encuentran los estilos cognitivos, los esquemas, los procesos, las creencias centrales y las estrategias de afrontamiento. Para Beck, los estilos cognitivos determinan la forma en que las personas piensan acerca de sí mismas, sobre sus relaciones con las demás personas y su visión del mundo. Estos estilos generalmente son adquiridos en la familia debido a las experiencias tempranas de interacción con los padres y madres, y son reproducidos en todos los ámbitos con los que se relaciona la persona. Los esquemas cognitivos o supuestos personales son patrones estables de pensamiento que guían la interpretación y regulan las situaciones al clasificar, interpretar, evaluar y asignar significados a determinados eventos. Brindan la organización de nuestra experiencia en forma de significados personales, que guían la conducta, emociones, deseos y metas personales (Ruiz e Imbernon, 2002). En las familias de escasos recursos es indispensable cambiar los pensamientos de “estigmatización”, de lástima o inutilidad, también se debe cambiar la idea de que como son pobres no valen o no pueden. Cuando

los

esquemas

contienen

información

desadaptativa

ante

circunstancias ambientales particulares, aparece el trastorno psicológico. Los esquemas mal adaptativos tempranos son unidades de información desarrollados durante la infancia y elaborados a lo largo de la vida. Beck también destaca las creencias centrales, desarrolladas en la infancia, acerca de uno mismo, los demás y el mundo, las cuales son globales y rígidas (Beck, J., 2000). Se pueden observar desde esta perspectiva, que son los padres los responsables de modelar

pensamientos positivos, para que los nuevos miembros sean capaces de percibir y adaptarse al mundo de una manera más asertiva. Los procesos propician la adaptación y la respuesta del individuo en la vida cotidiana, aunque son susceptibles de perder información, convirtiéndose en desadaptativos. Dentro de éstos se encuentran las distorsiones cognitivas o errores de procesamiento (Beck). A continuación se mencionan algunas distorsiones cognitivas que pueden presentarse en la familia de escasos recursos:

Distorsión Cognitiva

Pensamiento en las familias de escasos recursos

-Sobregeneralización

------------------

“Todos mis problemas son porque no tengo dinero”

-Interpretación del pensamiento

------------------

“Me discriminan por ser pobre”

-Falacia de control

------------------

“Yo soy el responsable de todo”

-Falacia de cambio

------------------

“Si tuviera dinero, sería diferente”

-Etiquetas globales

------------------

“Como tiene dinero, tiene la vida fácil”

-Culpabilización

------------------

“Es culpa de…. Porque no me ayuda”

-Falacia de recompensa -----------------divina

“Si me sale esto… todo va a Cambiar”

Es sumamente importante, trabajar en las distorsiones cognitivas que manifiestan las familias de escasos recursos, porque muchas veces son éstas creencias las que no permiten que la familia se desarrolle y encuentre el sentido.

También debe tomarse en cuenta que éstas son sumamente difíciles de cambiar, principalmente cuando hay factores externos que refuerzan estas creencias. Por último, las estrategias de afrontamiento se refieren a los pensamientos y acciones que permiten manejar situaciones difíciles; las estrategias de afrontamiento son procesos cognitivos y conductuales dirigidos a manejar las demandas internas y externas (Lazarus y Folkman, 1986). Dentro de estas estrategias tenemos, según Ruiz e Imbernon: 

El entrenamiento en relajación progresiva, que se basa en dos métodos básicos: una respiración adecuada y el recorrido corporal progresivo, tensando y soltando los principales músculos del cuerpo.



La resolución de problemas, esta estrategia desarrolla una estrategia general encaminada a buscar soluciones que ayuda a reducir o eliminar pensamientos negativos que llevan a la persona a creerse incapaz de manejar una situación.8



La inoculación al estrés, enseña a las personas a prepararse para enfrentar una amplia variedad de situaciones que pueden producir malestar emocional. Su utilidad se relaciona con identificar situaciones ante las que la persona puede prepararse para afrontarlas.9



El entrenamiento asertivo puede ser reducido a cuatro patrones específicos: la capacidad de decir no, la capacidad de pedir favores y hacer requerimientos, la capacidad de expresar sentimientos positivos y negativos,

y

la

capacidad

de

iniciar,

continuar

y

terminar

conversaciones. (Lazarus, 1983, citado por Ruiz e Imbernon). En síntesis, el estudio de la vulnerabilidad cognitiva ayuda a diseñar y desarrollar estrategias preventivas con programas que potencien estilos cognitivos adecuados. Dichos programas incluirían algunas de las técnicas como la

8 9

En el capítulo tres de detallará los pasos para la resolución de conflictos. Ver inciso 2.4.1 La vulnerabilidad y el estrés, para descripción de la técnica

educación emocional, reestructuración cognitiva y resolución de problemas (Calvete, 2005).10

2.3 La vulnerabilidad afectiva El ser humano desde su nacimiento es un ser menesteroso, depende del cuidado de otro ser humano (generalmente la madre, fuente de afecto y protección), para su supervivencia. Según Erik Erikson, a través de esta relación/dependencia, el niño satisface sus necesidades fisiológicas, de seguridad, de confianza, de autonomía, entre otras. (Morris y Maisto, 2001) Si las necesidades son satisfechas adecuadamente, la persona desarrollará seguridad y confianza en sí mismo, lo que le permitirá ser independiente, tener buenas habilidades sociales y alta autoestima; será una persona emocional y psicológicamente madura, de lo contrario, será una persona vulnerable a peligros e inmadura. Maslow, en su teoría formulada en 1954, sobre la jerarquía de las necesidades; establece que hay que satisfacer las necesidades más básicas para que se presenten los motivos superiores. Es decir si las necesidades fisiológicas, de seguridad y pertenencia, se encuentran satisfechas, dan origen a las necesidades superiores de estima y autorrealización (Morris y Maisto). De hecho, hablar de vulnerabilidad afectiva es hablar de baja autoestima. Esto implica que una persona afectivamente vulnerable siente que no merece un trato especial y digno, espera constantemente de la aprobación de los otros y no es capaz de reconocerse y valorarse a sí misma, busca constantemente la atención de las personas de una forma negativa (ya sea con enfermedades psicosomáticas o conductas inadaptadas como consumo de sustacias o intentos de suicidio), y generalmente necesita sentirse admirada por sus logros. También tiene la sensación que debe cuidar a los que le rodean y tiene la constante necesidad de 10

Se describirán en el capítulo III.

ser perfecta, por lo que su tolerancia a la frustración es muy baja (Vasconcelos, 2012). La vulnerabilidad afectiva se da en mayor proporción en las mujeres porque culturalmente se percibe el género femenino como inferior y al que se le debe someter (Kliksberg, 2001). Por consiguiente, la vulnerabilidad afectiva se acentúa más en una sociedad patriarcal que desvaloriza a la mujer, a los niños y los ancianos. La importancia del estudio de la vulnerabilidad afectiva en las familias de escasos recursos radican en que, si una persona no es capaz de valorarse a sí misma muy difícilmente reconocerá las facultades que posee para cambiar la situación en la que está inmersa. Los padres principalmente son los responsables en desarrollar una autoestima y autoconcepto positivos en los hijos, para que ellos posteriormente tengan las capacidades para enfrentar el mundo y alcanzar metas valiosas.

2.3.1 Madurez psicológica: La madurez está constituida por un estado de plenitud alcanzado al término de un proceso de desarrollo. Se refiere a la capacidad de gozar de un conocimiento y de un juicio objetivo sobre la realidad personal y de una aceptación realista de uno mismo, evitando ciertas visiones unilaterales de la existencia humana (Goya, 2001). Se sabe que la maduración es un proceso continuo y por ello es resultado de una dinámica interior constante, de la búsqueda de un equilibrio que nunca está completamente logrado, es continuamente puesto a prueba y alcanzado a base de una superación constante de situaciones conflictivas. La madurez psicológica, consiste en la capacidad para someter todos nuestros impulsos, deseos y emociones a la ordenación de la razón, o, si se prefiere, a la luz de nuestro entendimiento y a la decisión de nuestra voluntad; la inmadurez es

todo lo contrario: la persona inmadura es impulsiva y emotiva, se muestra vinculada y dependiente únicamente de la circunstancia, del instante (Polaino, 2006). Según

Rojas

(s.f),

una

personalidad

madura

tiene

las

siguientes

características: tiene un modelo de identidad, se conoce a sí mismo, tener cierto nivel de equilibrio psicológico entre afectividad y vida intelectual; tiene un proyecto personal con el cual se compromete; tiene una filosofía de vida que practica; es genuino y natural, es decir, no trata de aparentar lo que no es; posee autocontrol; es consciente de su temporalidad por lo que vive en el presente, tiene asumido el pasado y puede proyectarse hacia el futuro; es responsable y responde con hechos a ciertas obligaciones contraídas; asume su sexualidad; tiene la capacidad de convivir; posee sentido del humor; y por último, goza de cierta salud física. Por otro lado, Uriarte (2005) propone las siguientes características de connotan a las personas maduras: a) La capacidad de percibirse correctamente a sí mismo, con sus posibilidades y limitaciones. La madurez reclama una gran aproximación entre el «yo ideal» y el «yo real». b) La persona madura tiene un proyecto vital en torno al cual gira. Este proyecto engloba su vida afectiva y su vida laboral. El sujeto invierte en él un gran «capital afectivo»; pero es consciente del alcance limitado de su realización («las personas y las cosas son como son»). c) La madurez comporta una unidad interior. Las diversas instancias de su persona (la razón, el deseo, las pulsiones, los ideales) no forman en ella un conjunto caótico, sino un todo relativamente unificado. Sin embargo, no debe confundirse este estado con la ausencia de conflictos. d) La persona madura es capaz de amar con un amor que ha traspasa el narcisismo y llega a la capacidad oblativa.

f) Ser maduro entraña asimismo la adhesión estable a unos valores que trascienden la propia persona y el pequeño grupo (valores sociales, morales, fe religiosa). Vemos entonces, que la persona madura se da cuenta de la realidad social en la que está inserta, de sus estructuras, de sus instituciones, de sus fines, de sus normas y tradiciones; sabe comportarse con flexibilidad, adaptando sus exigencias a las del entorno cuando es conveniente (Walsh, 1991. Citado por Goya). La persona madura se esfuerza en la solución de los problemas y considera que vale la pena hacer algo objetivo por mejorar el mundo.

2.3.2 Madurez afectiva: Consiste en la actitud de equilibrio y de estabilidad afectiva, en donde la persona madura controla sus estados emocionales y domina en ella la razón. Logra equilibrar adecuadamente el ámbito de la emotividad y el ámbito de la racionalidad y de la interioridad, porque en la medida que la persona crece, va asumiendo más responsabilidades y es más capaz de afrontar los riesgos y posibilidades de fracaso (Goya, 2001). Generalmente, el individuo inmaduro ante el peligro, pierde la cabeza, se desorganiza emocionalmente y reacciona de manera aparentemente paradójica e imprevisible, adoptando un comportamiento psíquico infantil, dominado por los sentimientos, y refugiándose excesivamente en los mecanismos de defensa (Goya). Esta inmadurez provoca serios conflictos que pueden llevar a la familia hasta la separación o el abandono por uno de los cónyuges. Desde esta perspectiva, existen tres criterios para medir la madurez afectiva: la tolerancia ante la frustración, la capacidad de expresar sentimientos y la autoestima. El individuo inmaduro es más o menos incapaz de esperar, y cualquier retraso lo siente como amenaza o pérdida definitiva, reacciona ante la frustración con

rabia, cólera e ira, encerrándose en la autocompasión. El maduro, en cambio, reconoce la frustración, admite su responsabilidad y afronta de manera realista los problemas (Goya). La persona madura también es capaz de expresar en público sus convicciones y sentimientos sin sentirse excesivamente amenazada por tales expresiones emotivas, como lo hace la persona inmadura. Puede tomar decisiones y responsabilizarse por ellas; tiene la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones, soportando la ansiedad que éstas provocan; al inmaduro se le dificulta de sobremanera adaptarse a nuevas situaciones y a manejar la ansiedad. Por los que sus reacciones son desmedidas e impredecibles. Por último, en la persona madura, la autoestima está relacionada con ser uno mismo, la satisfacción consigo mismo, el autocontrol y con la inteligencia emocional. Es segura de sí misma, tiene buenas habilidades de socialización y cree en ella. Una persona inmadura difícilmente logra comprometerse y establecer una familia funcional. Su inmadurez le dificulta relacionarse sanamente, por lo que las relaciones que establece son conflictivas y en muchas ocasiones, termina abandonando el hogar.

En conclusión, tanto la inmadurez afectiva como

psicológica, son factores que predisponen a la familia de escasos recursos a su desintegración y disfuncionalidad.

2.4 La vulnerabilidad y la psicología La relación entre vulnerabilidad y psicología, sienta sus bases en el modelo psicológico de diátesis-estrés formulado por Rosenthal en 1970 (Lemos, 2003), en el cual la vulnerabilidad genética o predisposición (diátesis) interactúa con el ambiente y con los sucesos vitales (estresantes) para desencadenar conductas o trastornos psicológicos.

Cuanto mayor sea la vulnerabilidad subyacente, menos estrés se necesita para desencadenar la conducta/trastorno. Y a la inversa, cuanto menor sea la contribución genética será necesario mayor estrés para producir un resultado particular. Tanto la diátesis como el estrés son necesarios para que esto suceda. Según Padierma (2013), la vulnerabilidad psicológica se relaciona con las características de la personalidad, el apego inseguro en la infancia, sesgos cognitivos (nivel atencional, interpretación de información ambigua), la percepción de escaso control sobre los acontecimientos amenazantes y la intolerancia a la incertidumbre y activación emocional. En efecto, el estudio de la vulnerabilidad (Echeburua, 1992), en relación con la psicología toma en cuenta los siguientes aspectos: 

Factores predisponentes: el ambiente, la cultura, la influencia familiar, los valores familiares y la exposición a factores de riesgo.



Estudia los rasgos de personalidad que predisponen al desarrollo de un trastorno mental o predisponen a una mayor vulnerabilidad afectiva o cognitiva.



El condicionamiento y el aprendizaje que transmiten los padres a los hijos, que se relaciona con las respuestas del individuo ante determinada situación, a fin de obtener una recompensa o evitar un castigo.



Y por último, el estilo cognitivo de la persona, que percibe la realidad de una manera distorsionada, de forma supersticiosa y con sistemas de creencias arraigados. También se relaciona con la baja autoestima y limitadas habilidades de afrontamiento

Para Borvokec (s.f., citado por Padierma, 2013) la relación entre vulnerabilidad y psicología subyace en la percepción de una amenaza o la visión del mundo como peligroso (cognición) y sentirse incapaz de afrontar los eventos amenazantes (afectividad).

2.4.1 La vulnerabilidad y el estrés El estrés es la reacción o respuesta psicobiológica del organismo ante un estímulo potencialmente peligroso y el proceso de interacción entre las características del estímulo y los recursos del individuo para hacerle frente (Hernández, y Díaz, 2012). El modelo de Vulnerabilidad-Estrés concibe la conducta como el resultado de la acción conjunta de estresores ambientales y de la vulnerabilidad personal. Son indicadores de vulnerabilidad ante el estrés, el déficit en el procesamiento de la información o incertidumbre, factores bioquímicos, déficit en habilidades sociales y en el procesamiento de señales afectivas (Lemos, (s.f)). Zubin y Spring (1977) postularon el Modelo de vulnerabilidad y enfermedad mental (específicamente para la esquizofrenia) en el que describen cómo las circunstancias vitales externas y/o internas pueden producir un grado de estrés tal, que supera el umbral de tolerancia al estrés de un individuo, predisponiéndolo a desarrollar una enfermedad mental. De hecho, el modelo considera un umbral de vulnerabilidad específico para cada sujeto, toma en cuenta los acontecimientos vitales estresantes que pueden incidir o frustrar la vulnerabilidad y reconoce la importancia de las variables moderadoras (como las redes sociales de apoyo) para reducir el grado de vulnerabilidad del individuo ante el potencial desarrollo de una enfermedad mental. Vemos entonces, que el estrés está relacionado a factores exógenos (sociales y ambientales) que están relacionados con el aumento de la probabilidad de que se exprese un trastorno mental. Por otro lado, la vulnerabilidad se refiere a las características endógenas del individuo, que actúan como mecanismos causales en la aparición del trastorno. Típicamente incluyen características que residen dentro del individuo, y que puede tener una base tanto genética (incluyendo tanto procesos neurobiológicos como dimensiones del temperamento) o biológica (determinada por alteraciones tempranas o daño en el SNC) (Lemos).

La exposición continua a factores estresantes aumenta la vulnerabilidad de la persona en relación a la efectividad de la respuesta ante el estímulo que se está dando, por lo que puede desarrollar un estrés crónico. La persona manifiesta impotencia, agresividad, angustia, irritabilidad, hasta tener manifestaciones psicosomáticas por el estrés, como hipertensión, gastritis, psoriasis, etc. Muchas de las familias de escasos recursos enfrentan a diario crisis de estrés, originadas principalmente por las múltiples carencias que afrontan: el no tener qué comer o como pagar la renta de la vivienda; exponerse a trabajos forzosos o peligrosos, la inmadurez del cónyuge que provoca conflictos o violencia familiar, la violencia y crimen etc. Para reducir el estrés, podemos hacer uso de la técnica de inoculación del estrés, que consiste en aprender cuatro pasos fundamentales: 5. Aprender a relajarse, como se mencionó anteriormente, a través de respiraciones controladas y tensión y distensión muscular. 6. Construir una jerarquía de situaciones de malestar emocional: elaborando una lista de situaciones que produzcan malestar emocional, ordenándolas en función de grado o intensidad emocional que nos produzcan, ponderándolas con una valor de 0 a 100. 7. Seleccionar pensamientos de afrontamiento: consiste en aprender una serie de pensamientos o charla interna que ayudan a contrarrestar los posibles pensamientos negativos que aparecen en determinadas situaciones. Por ejemplo: “Voy a mantener el control”, “puedo controlar mis sentimientos paso a paso”, “es normal estar algo alterado, puedo dominarlo”, “lo estoy consiguiendo, ¡bien por mí!”, entre otros. 8. Afrontar la situación real, haciendo uso de las estrategias mencionadas arriba.

2.4.2 La vulnerabilidad y la desesperanza La desesperanza se caracteriza por la predisposición del individuo a explicar los sucesos negativos a partir de causas internas, estables y globales, así como a presentir consecuencias negativas y concluir que, si dichos sucesos negativos han tenido lugar, eso significa que algo falla en sí mismo (Calvete et al, 2007). Desde la perspectiva cognitiva, la persona hace uso de las denominadas distorsiones cognitivas para alimentar su desesperanza. Tiene una interpretación fatalista de los problemas que le ocurren, pensando que no tienen solución, que no hay nada que puedan hacer para mejorar la situación y que las consecuencias son inevitables, permanentes y que afectarán a todos los ámbitos de la vida. Además, se echa la culpa de lo que le sucede y piensa que le seguirá pasando en el futuro (Ruiz y Imbernon, 2002). De esta manera, la Teoría de la Desesperanza11 hace reflexionar sobre el papel de los pensamientos como elemento que matiza el impacto de los acontecimientos negativos en el bienestar emocional, y sobre la necesidad de educar y fomentar el desarrollo de estilos cognitivos saludables. Es importante señalar la diferencia entre desesperanza, decepción y desesperación. La decepción es la percepción de una expectativa defraudada de algo que falló. Por otro lado, la desesperación es la pérdida de la paciencia y de la paz, es un estado ansioso y angustiante, que hace al futuro una posibilidad atemorizante, podría decirse que conlleva cierto grado de intolerancia a determinada situación. La desesperanza, por su parte, es la percepción de una imposibilidad de lograr cualquier cosa, la idea de que no hay nada que hacer, ni ahora ni nunca, lo que plantea una resignación forzada y el abandono de la ambición y del sueño (Gonzalez, 2012).

11

La teoría de la desesperanza se relaciona principalmente con estudios de la depresión (Abramsom et al. 1997) y consiste en un modelo cognitivo de vulnerabilidad-estrés, en el cual las personas que poseen estilos inferenciales negativos (es decir, la vulnerabilidad) poseen mayor riesgo que las personas que no exhiben dichos estilos para desarrollar síntomas depresivos, cuando experimentan sucesos vitales negativos (es decir, el estrés).

Uno de los conceptos psicológicos desarrollado en los últimos años es el de desesperanza aprendida que es un estado en el que el individuo no emite ningún tipo de respuestas para evitar la estimulación aversiva, ya sea porque no encuentra ningún reforzador ante la conducta de escape, o bien porque le es imposible escapar (generalmente se encuentra asociada a la depresión). Psicológicamente, tal estimulación puede llevar a los individuos a perder la motivación, la esperanza de alcanzar metas, una renuncia a toda posibilidad de que las cosas salgan bien, se resuelvan o mejoren (González). Paradójicamente, esta desesperanza aprendida se relaciona con la familia de escasos recursos, en cuanto que son incapaces de sobrellevar las dificultades o de sobreponerse a la situación y luchar para que su condición mejore, llegando inclusive al suicidio. Por otro lado, la persona que experimente desesperanza es porque de una u otra manera ha vivido la esperanza. La esperanza puede ser vista como actitud, como sentimiento, como virtud o valor porque es algo constitutivo de la naturaleza humana. Es esa cualidad que alimenta el futuro no acontecido. Finalmente, vemos que la esperanza también es acompañada por la fe: “La fuerza de la esperanza cristiana es tan fuerte que nos hace superar, sin colapsos, las naturales decepciones de la vida, los temores, tan humanos, de la muerte... Solo con esto ya podríamos gritar gozosamente: ¡vale la pena! Vale mil veces la pena sentirse poseído por una fe que, ya aquí en la tierra, comienza a hacernos sentir el calor de los brazos amorosos de nuestro Padre Dios” (Llano, (s.f.) pp. 38).

Teniendo en cuenta lo manifestado en este capítulo, se puede establecer que la relación entre la vulnerabilidad y la psicología, se encuentra arraiga tanto a nivel cognitivo, conductual como afectivo. Sin embargo, no puede dejarse a un lado, todo el bagaje social, ambiental y biológico que vulnera a la persona y por lo tanto la vulnerabilidad no puede ser abordado solamente por la psicología, por lo que es necesario un estudio y abordaje interdisciplinario de la vulnerabilidad, para afrontarla, reducirla y recuperarse de sus efectos.

3. APORTES PSICOTERAPÉUTICOS PARA DESARROLLAR SENTIDO DE FAMILIA, EN LAS FAMILIAS DE ESCASOS RECURSOS. La siguiente exposición es una recopilación de estrategias y recursos que puede hacer uso una familia para posibilitar el sentido de familia. Brinda una aproximación teórica que puede ser aplicada a cualquier familia y no exclusivamente a la familia de escasos recursos. Como se mencionó en el capítulo anterior, la vulnerabilidad de las familias de escasos recursos está relacionada con los componentes afectivos y cognitivos de sus miembros, por lo que se realiza un abordaje terapéutico desde las teorías Cognitivas y Logoterapéuticas de la familia. Estos abordajes se esquematizan individualmente, con fines puramente didácticos, sin embargo, la familia puede hacer usos de todas y cada una las estrategias simultáneamente.

3.1 Estrategias Cognitivas para desarrollar sentido de familia. En las familias de escasos recursos es determinante fortalecer los esquemas cognitivos de autoestima para reconocer que vale por su condición de persona; de autoeficacia lo que le permitirá reconocer que es capaz de cambiar si así lo desea; y de autocontrol porque de esta manera puede regular sus emociones al modificar sus pensamientos distorsionados. Esto se logra través de técnicas cognitivas como la educación emocional, la reestructuración cognitiva y estrategias de resolución de conflictos, que se explicarán más adelante.

3.1.1 Fortalecer la autoestima: Es importante fortalecer la autoestima en las familias de escasos recursos, para que sus miembros sean capaces de reconocer su valor como persona, reconozcan su dignidad humana independientemente de su situación económica y social, de la edad, del sexo, de la raza o de la religión.

La autoestima está relacionada con las representaciones mentales y los elementos de que se disponen en el mapa cognitivo, es decir, los valores (Polaino, 2004). Si un padre o madre, en su representación mental tiene un concepto pobre de sí mismo, no se acepta ni se respeta, difícilmente lo hará con otras personas, inclusive con los miembros de su núcleo familiar. La autoestima es el andamiaje en el cual se sostiene toda la estructura de la persona, consecuentemente, es la familia la responsable del establecimiento de una alta autoestima de la persona; ésta se forma a partir de la relación con los otros: al reconocer al otro, amarlo, respetarlo, aceptarlo y darle la seguridad y confianza que necesita. En efecto, el valor que cada uno tiene de sí mismo, su auto-estima, no se trasmite por genes, sino que se aprende a través de la convivencia con la familia y los valores de respeto, amor, tolerancia y aceptación que en ella se practican. Son precisamente esos valores los que se toman como criterio para la propia evaluación. Si esta valoración es errónea, puede ser dolorosa y nociva para quien así se evalúa, puesto que su propio yo queda comprometido en el juicio que realiza de sí mismo (Polaino). Muchos de los miembros de las familias de escasos recursos tienen baja autoestima por lo que se les dificulta ver, escuchar, actuar o pensar con claridad. Las personas con baja autoestima son temerosas e inseguras de sí mismas por lo que son fácilmente blancos de maltratos y abusos de todo tipo. La autoestima en la familia es una salida de sí, una apertura del ser humano, un encuentro con los otros. Polaino refiere que existen tres enemigos de la autoestima en el contexto familiar: 1. El ensimismamiento: Estimarse a sí mismo consiste en salir de sí para trascender de quién se es y encontrarse con el otro. El autoestima en la familia de escasos recursos debe ser interdependiente, dialógica y relacional. Esto permitirá el encuentro con los otros, por lo que es imprescindible, primero, salir de sí; segundo, encontrarse con el otro; y, por

último, que el propio «Yo» y el “otro” se acepten y asuman como propia esa relación de interdependencia simultánea. Uno se estima a sí mismo no en el aislamiento y la soledad, sino en el encuentro y las relaciones con los demás. Estar ensimismado es no percatarse de quienes nos rodean y condenar a la indiferencia a los otros que son diferentes. 2. El individualismo: La individualidad encierra en sí misma a la persona y en parte le abre a los otros: es absoluta y relativa (Polaino). Si la individualidad fuese absoluta, la persona no podría conocer ni querer porque estaría clausurada en sí misma de una forma hermética. El individualismo en la familia de escasos recursos no es compatible con la autoestima ni con la estimación de nadie, porque imposibilita a la persona, tender y atender a los otros, encontrarse y apreciarse en las relaciones con ellos, atender y entenderse a sí mismo. Otra cosa muy distinta del individualismo es la independencia, sobre todo la independencia de los hijos que se quiere fomentar en la propia familia. 3. El narcisismo: El tercer enemigo de la autoestima en el contexto familiar es el narcisismo. La persona narcisista sólo está pendiente de su propio yo, de su autoimportancia, de sus posibles éxitos. La persona narcisista carece de empatía, es incapaz de ponerse en la situación del otro y hacerse cargo de sus sentimientos; por lo que no puede abrirse hacia nadie. Este es el caso, de una persona que se desentiende por completo cada día de cuáles son las circunstancias y el estado de los sentimientos de las personas con las convive.

Para favorecer la autoestima en la familia es necesario que la familia sea un lugar en donde nadie se compara con nadie, a la persona no se la estime por lo que hace, lo que tiene o lo que sabe, sino por ser quien es. La familia es por eso el ámbito idóneo para que todos sus miembros crezcan más y mejoren la autoestima. Allí nadie es más que nadie y cada «Tú» es estimado por sí mismo, con completa independencia de cuál sea el «Yo» que estima o resulta estimado por otro (Polaino).

Polaino, describe algunas actitudes para el desarrollo de la autoestima en la familia, de las que puede hacer uso la familia de escasos recursos: 

Aceptación incondicional, total y permanente de los hijos y del cónyuge, con independencia de sus cualidades y formas de ser.



Afecto constante, realista y estable, sin altibajos o cambios bruscos como consecuencia de las variaciones del estado de ánimo, de la impaciencia o del cansancio de los miembros.



Implicación respecto a las necesidades, circunstancias y posibles dificultades de cada cónyuge e hijos.



Coherencia personal entre los padres hacia el estilo educativo, crianza y disciplina.

Valoración

objetiva

del

comportamiento

de

cada

hijo,

motivándoles a que sean ellos mismos, elogiando sus esfuerzos y logros, y censurándoles sus yerros y defectos. 

Proveer a los integrantes seguridad y confianza, que reafirme lo que vale como persona y les permita sentirse seguros de ellos mismos.

Finalmente, hablar de autoestima es hablar de dignidad humana. Ésta se refiere a la condición humana de hacerse valer por ser persona. La Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, afirma que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Como consecuencia de ello las diferencias físicas, raciales y culturales no son razones para excluir a nadie ni de tener un trato diferente. La dignidad humana es la razón por la que no podemos tratar a las personas como cosas o animales (Michellini, 2010). Una familia que forma en valores, favorece la autoestima y reconoce la dignidad humana de todos sus miembros, abre la brecha para que sean capaces de valorarse, de amarse y respetarse a sí mismos y a los otros y creerse capaces de ser mejores. Si la familia de escasos recursos fomenta la autoestima, será capaz de defender su dignidad humana y protestar ante la sociedad la marginación y privaciones que padecen, será capaz de promover a su comunidad a una vida digna y mejorará sus condiciones de vida.

3.1.2 Reconocer la autoeficacia: Es frecuente que una persona con alta autoestima se evalúe cotidianamente y exprese actitudes de aprobación o desaprobación hacia sus acciones y logros, esto le permitirá conocer la medida en que es capaz, exitoso y valioso desarrollando de esta manera la autoeficacia (Coopersmith, 1967; citado por Polaino). Bandura (1977; citado por Canto y Rodríguez, 1998), define a la autoeficacia como "las creencias en la propia capacidad para organizar y ejecutar las acciones requeridas para manejar las situaciones futuras", y considera que los individuos poseen un sistema interno propio que les permite ejercer control sobre sus pensamientos, sentimientos, motivaciones y conductas. Según el autor, la autopercepción de la eficacia personal determina, en cierto modo, los patrones de pensamiento, las acciones y las reacciones emocionales del ser humano; esto afectará la elección de las actividades, el esfuerzo que se requiere para realizarlas y la persistencia del individuo para su ejecución. En la familia se promueve esta cualidad cuando se forman individuos autónomos e independientes, en donde se les reconoces sus virtudes y se les motiva a esforzarse un poco más. La persona al ser estimulada en la familia, va creando en sí misma pensamientos y sentimientos de logro y de responsabilidad. Vemos entonces que las creencias de autoeficacia representan un mecanismo cognitivo que media entre el conocimiento y la acción, por lo que determina el éxito y el esfuerzo que la persona emplea para realizar una tarea específica, así como la perseverancia y resistencia ante situaciones difíciles. La familia de escasos recursos tiene generalmente una autopercepción ineficaz respecto a las acciones que le permitirían mejorar su calidad de vida: Muchas veces, las personas de estas familias continúan en las mismas actividades: el trabajo, la casa, las relaciones; porque no se creen capaces de cambiar, proyectarse hacia el futuro y realizar algo mejor para ellos, se sienten acomodados

y “seguros” en la situación que se encuentran. Algunas, tienen un compromiso mínimo con el cambio y se esfuerzan poco para conseguir sus metas. Otras, no son persistentes ni perseverantes, por lo que el primer obstáculo es sentido como un fracaso, se frustran con facilidad y abandonan la tarea, no tienden a comprometerse auténticamente. Es imperante que las familias de escasos recursos crean y desarrollen autopercepciones positivas de sus capacidades y eficacia. No basta con conocer con claridad aquello que desea lograr, ni tampoco el mejor medio para poder conseguirlo. No basta con “ser capaz de”; es preciso juzgarse capaz de utilizar las capacidades y habilidades personales ante circunstancias muy diversas (Canto y Rodríguez). La familia promueve la autoeficacia de sus miembros al influir en las elecciones tomadas, motivando a sus miembros para realizar actividades en las se sienten confiados y competentes; apoya identificando cuánto esfuerzo y tiempo necesita para la realización de sus metas; y acompaña para recuperarse de las situaciones adversas (Navarro,2003). La familia de escasos recursos debe tener la creencia que puede mejorar y que es capaz de mejorar por su propio bienestar. Debe ejercer control sobre su pensamiento (“Podemos hacerlo”), en sus sentimientos (tolerar la frustración, manejar el enojo y el miedo); hacer uso de la motivación intrínseca (“Quiero hacerlo,

me

esforzaré”);

y

por

último

actuar

y

hacerse

responsable

(acción/conducta). De lo anterior, la familia de escasos recursos puede hacer uso de dos estrategias para fomentar la autoeficacia: Primero, en la crianza, es necesario que los padres establezcan a los niños una rutina. La rutina establecerá cierto control y organización del ambiente por lo que el niño sabrá puntualmente qué le corresponde hacer y fomentará la responsabilidad. Al cumplir con sus responsabilidades el niño desarrollará

sentimientos de logros y satisfacción personal, favoreciendo de esta manera la autoeficacia. Segundo, en la vida personal, una estrategia para fomentar la autoeficacia (Velásquez et al. 2004) se logra a través de: 1) Focalizar la tarea: Escoger ¿Qué es lo primero que quiero lograr? 2) Fijar metas claras y reales: ¿Qué quiero lograr?, ¿Hacia dónde me dirijo?, ¿Realmente lo puedo logra ahora? 3) Crear planes concretos: ¿Qué voy a hacer para lograr lo que me he propuesto? ¿Cómo lo voy a hacer? ¿Con qué cuento para lograrlo? ¿Cuánto tiempo voy a invertir en esta meta? 4) Tomar en cuenta las dificultades: evaluar qué dificultades pueden surgir y cómo se pueden vencer o neutralizar. 5) Obtener resultados positivos: Finalmente evaluar todo el proceso, y reconocer los logros.

3.1.3 Favorecer el autocontrol y la autorregulación emocional El autocontrol se refiere a la habilidad de adaptarse a situaciones emocionalmente desafiantes para inhibir comportamientos percibidos como inapropiados

en

determinada

situación,

es

por

eso

que

promueve

comportamientos socialmente aceptables. Al tener control de sí, la persona puede tomar las riendas de su vida y toma decisiones. No está determinada por sus pulsiones o necesidades, sino que es capaz de integrarla en proyectos, optando por realizar o no una de ellas. El autocontrol es la capacidad de decir “no” desde un sentido previo, desde un para qué. (Domínguez, 2007). Las personas con autocontrol son capaces de mantener bajo dominio las emociones y los impulsos perjudiciales, manejan los sentimientos impulsivos y las emociones perturbadoras, se mantienen positivas e imperturbables aun en

momentos difíciles, y piensan con claridad y no pierden la concentración cuando son sometidas a presión. Es importante que la familia de escasos recursos reconozca la capacidad interna de autocontrol principalmente para no desesperar ante las dificultades. Principalmente los adultos de la familia deben aprender a reconocer y controlar sus emociones para que las relaciones dentro de la familia no se deterioren. Independientemente que puedan o no controlar su ambiente, toda persona sí puede controlar su interior. Pero sucede que el autocontrol emocional llega a ser excesivo, al punto de sofocar todos los sentimientos y la espontaneidad. De hecho, ese exceso de control tiene un costo físico y mental: se presentan dolores de cabeza, irritación, insomnio, autocríticas, etc. Sin embargo, autocontrol emocional no significa negar o reprimir los sentimientos. Muchas veces en las familias los sentimientos “negativos” como el enojo, la tristeza y el miedo son percibidos como malos y tienden a evitarse. De hecho, estos sentimientos también pueden ser fuente de motivación para mejorar el clima familiar. Por ejemplo, la tristeza compartida puede unirlos, el enojo puede favorecer que los miembros propongan soluciones, el miedo puede acercarlos con el propósito de acompañar a la persona. Es necesario diferenciar el autocontrol de la autorregulación. El primero hace referencia al dominio interno, mientras la autorregulación hace alusión a la capacidad de modular las expresiones emocionales, también se refiere a la habilidad de adaptarse a situaciones emocionalmente desafiantes, inhibir comportamientos percibidos como inapropiados en un contexto dado y privilegiar comportamientos que son percibidos como socialmente esperados, incluso cuando no corresponden con la primera respuesta del individuo o pueden resultar desagradables de llevar a cabo (Whitebread, 2012). Vemos entonces la importancia de la autorregulación para el buen funcionamiento de la familia en el contexto social. De hecho, es necesario que la

familia de escasos recursos reconozca que la regulación afectiva solo puede tener lugar en el contexto de una relación con otro ser humano a través del contacto físico y emocional (acunar, hablar, abrazar, tranquilizar), lo que le permitirá al niño establecer la calma en situaciones de necesidad, aprender a regular por sí mismo sus emociones y posteriormente manifestar conductas socialmente adaptadas (Armus et al., 2012). Finalmente, Barbero (2012) propone algunas estrategias que las familias de escasos recursos pueden hacer uso para el desarrollo y buen manejo de las emociones: 

Ser consciente de la respiración: la respiración es un catalizador de emociones.



Cuando la emoción sea intensa, se debe reconocer que la desencadenó para poder estar atento una posible próxima vez, para que no vuelva a suceder



Si hay algo que no le gusta a la persona, puede expresarlo, hablarlo, no debe entrar en suposiciones, porque la suposición hace que las emociones crezcan de manera descontrolada.



Hablar de los miedos, no guardarlos, reconocerlos y aceptarlos.

3.1.4 Otras estrategias cognitivas para mejorar la convivencia familia y posibilitar el sentido de familia. 3.1.4.1 Educación emocional: La teoría de las inteligencias múltiples de Gardner (1993; citado por Collell y Escude, 2003), describe la inteligencia intrapersonal, que permite comprenderse y trabajar con uno mismo; y la interpersonal, que permite comprender a y trabajar con los demás. Ambas configuran la inteligencia emocional que es la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los demás y utilizarlos como guía de pensamiento y de acción (Collell y Escude).

La educación emocional consiste en ayudar a la persona a identificar sus emociones y reconocerlas en los otros, ayudar a gestionar y modular las diferentes emociones que surjan, promover una visión positiva del mundo, una actitud proactiva y tolerancia a la frustración, y aprender a manejar los conflictos interpersonales y a prevenirlos (D´Ornano, s.f.). Esta estrategia consiste en explicar a la persona cómo los pensamientos pueden crear sus sentimientos o pueden aumentar o disminuir un sentimiento. Al modificar su interpretación, se puede experimentar sentimientos muy diferentes (Mollina y Silberman, 2004). No debe confundirse educación emocional con represión. La represión anula el sentimiento, la educación emocional hace consciente el sentimiento y la persona aprende a disminuirlo y manejarlo, a través de pensamientos positivos y realistas de la situación. Por lo tanto, el primer escalón para crecer y llevar una vida con sentido es aprender a regular lo emocional y para esto es necesario: 

Saber reconocer la emoción. ¿Qué tipo de emoción es? Ponerle un nombre: alegría, tristeza, enojo, miedo, etc.



Saber clasificarla en positivo o negativa: Si es o no agradable para la persona dicha emoción.



Aprender a expresarla de manera adecuada: es decir poder darle una forma de expresión adecuada



Por último, si la emoción es negativa, la persona debe reconocer que necesita actuar para resolver la causa o problema que la ha producido. (Comas et al. 2002).

3.1.4.2 Reestructuración cognitiva: Se trata de aprender una nueva forma de pensar y analizar el mundo y los acontecimientos que vivimos, y por lo tanto, de manejar más adecuadamente nuestras dificultades emocionales. Es importante reconocer que para hacer uso de éstas técnicas, la persona debe tener un adiestramiento guiado por un profesional, y que por el carácter de la presente monografía, solamente se hará una breve descripción de dichas técnicas. Algunas de las estrategias cognitivas para la modificación de supuestos o creencias personales y manejo de pensamientos automáticos (Ruiz e Imbernon, 2002) son: 

Distinguir el pensamiento de la realidad:

Esta estrategia permite que se tome conciencia de que la realidad de las situaciones vividas puede ser interpretada de múltiples formas y que dependiendo de esas interpretaciones se va a sentir y actuar de distintas maneras, cada una con una emoción distinta. 

Identificar las distorsiones cognitivas y sus alternativas:

Esta estrategia permite identificar qué tipo de distorsión cognitiva se está utilizando, al anotar los pensamientos automáticos12 en autorregistros, y para que la persona pueda modificarla hacia otra forma de valorar los acontecimientos de una manera menos distorsionada. En esta estrategia la persona aprende a cambiar su forma de pensar y darle una valoración más objetiva y menos emotiva a determinada situación. 

Las pruebas de realidad:

Consisten en una serie de preguntas que la persona se puede realizar dirigidas a sí mismo con el fin de comprobar el grado de validez que tiene sus pensamientos automáticos. Consiste en buscar pruebas para mantener la seguridad en la creencia de un pensamiento automático. 12

Los pensamientos automáticos son nuestra charla interna o autodiálogo interno con nosotros mismos, a nivel mental, expresados como pensamientos o imágenes y que se relacionan con estados emocionales intenos como la ansiedad, la depresión, la ira o la euforia. Son involuntarios (Ruiz e Imbernon, 2002).

3.1.4.3 Resolución de conflictos: Esta estrategia se encamina a buscar soluciones. La resolución de conflictos ayuda a reducir o eliminar los pensamientos negativos (hiperreflexión) que llevan a la persona a creerse incapaz de manejar una situación. El método de resolución de conflictos desarrollado por D´Zurilla y Goldfried en 1971 (citados por Ruiz e Imbernon) consiste en una estrategia de cinco pasos: 1. Concretar el problema (uno por cada vez a emplear el método) 2. Concretar cómo solemos responder por costumbre a ese problema (lucha o huida). 3. Hacer una lista de soluciones alternativas 4. Valorar las consecuencias de cada alternativa. 5. Valorar los resultados.

Para resolver los conflictos en la familia, los miembros del sistema deben respetar los límites existentes: los conflictos entre hermanos deberán ser resueltos por los hermanos sin la intervención de los padres a menos que ésta se necesaria y los conflictos conyugales por los cónyuges, por lo que no deben involucrar a los hijos para evitar alianzas o triangulaciones. Es necesario tener un buen grado de empatía, así como una adecuada capacidad de escucha y de control de impulsos. Es importante que la familia de escasos recursos resuelva los conflictos por la vía pacífica, mediante el uso del diálogo y la empatía con la disposición de superar la situación (Escallón, 2011). Según Escallón (2011) en la resolución de conflictos es necesario disponer de tiempo para evaluar las crisis; revisar constantemente el tipo de comunicación que posee la familia; cuando surja la crisis permitir que los sentimientos afloren; respetar las emociones de los demás miembros del sistema, recordar que cada miembro vive de manera diferente la crisis; no jugar a que no ocurre nada; tratar de buscar la causa del estrés para eliminarla; solicitar ayuda en caso de una crisis

notoria; cuando surjan conflictos se deben resolver cuanto antes pues con el paso del tiempo se agravan; ponerse en el lugar del otro ante un conflicto (empatía); aprender a escuchar; darse cuenta de por qué se pelea; cuando se intente resolver un conflicto no se debe tratar de buscar vencedores o vencidos; y finalmente, trabajar intencionadamente para mantener una relación sana,

3.2 Estrategias Logoterapéuticas para desarrollar sentido de familia. La búsqueda de sentido es más que un derecho inalienable del ser humano; es la esencia misma de su humanidad (De Barbieri, 2010). Desde la perspectiva de la logoterapia, podemos encontrar sentido incondicional a toda nuestra existencia: en la familia, en el trabajo, en la vida misma. A continuación se describen algunas concepciones logoterapéuticas que favorecen el sentido de familia.

3.2.1 Mantener la esperanza en la desesperanza No hay sentido de vida sin esperanza. La esperanza es inmanente a la vida misma; la vida es crecimiento, es una aspiración a ser-mejor, a ser-más. La esperanza es un afecto fundamental que alimenta los deseos con un futuro no aún-no-acontecido (Sánchez, 2009). El trabajo de reflexión del sentido de la vida se puede hacer de dos maneras: primero, preguntándonos sobre el fin (cómo he vivida mi vida, reflexionar sobre la propia finitud); y segundo, inclinándonos hacia la esperanza, hacia el esperar. De hecho, la esperanza de sentido descansa en la espera, en una expectativa, un a priori que me permite vivir, vivir con otro y actuar. Pero la espera proviene a su vez de la esperanza en el preciso sentido en que ésta jamás será algo adquirido, sino solamente una dirección, un proyecto, una proyección. (Grondin, 2005). La familia de escasos recursos vive estancada en esa espera: espera que

algo pase, algún milagro, alguna ayuda; pero no debe quedarse allí, debe actuar, decidirse a hacer algo. No podemos predecir el futuro pero sí está en nuestras manos cambiarlo si trabajamos por nuestras metas y anhelos. Por lo tanto, la esperanza en la vida de las familias de escasos recursos permite hacer proyectos y emprender cosas, ir más allá, pensar en el porvenir y reconocerse en ideales. Aun cuando su situación es precaria, deben mantener la esperanza de que nada es permanente y que todo pasa: ese momento de dificultad también va a pasar, inclusive la prosperidad en algún momento llega a su fin, si no se trabaja por ella diariamente. La desesperación es la conciencia amarga de haberse cerrado todas las puertas hacia la plenitud personal. Muchas de las familias de escasos recursos viven es esta desesperación: desesperan ante la carencia, ante la muerte, ante la soledad. No son capaces muchas veces de apreciar esa chispa de esperanza, ese sentido. Toda persona debe reflexionar en que siempre puede “haber algo peor” y el no estar en esa situación nos abre a la posibilidad de “estar mejor”.

3.2.2 Descubriendo el sentido de familia Toda persona está posibilitada de sentido, éste puede descubrirse o construirse. La familia descubre el sentido a través de las interacciones con los otros, en el diario convivir de sus miembros y de los sucesos que entre ellos acontecen y tiene que superar. Vemos entonces que la comunidad familiar dirigida hacia el sentido debe tener dos capacidades que posibilitan el sentido: la apertura y la resiliencia.

3.2.2.1 Apertura: La apertura suscita cuando la persona se abre hacia el otro como otro-yo y para el encuentro del yo con el otro distinto que yo, de esta manera surge el

nosotros (Polaino, 2006). El matrimonio es, por su propia naturaleza, apertura a la trascendencia y negación del egoísmo, porque es el amor la llave que abre la puerta a la trascendencia, puesto que para amar hay que salir de sí y encontrar al otro. Esta condición humana de apertura nos permite trascender. Descubrir el sentido de familia es darse cuenta de la riqueza de sentido que nos dan los otros, contemplarlos en silencio, salir a su encuentro, ser parte de algo más grande que nosotros, ser amado por alguien. De hecho, es la relación con los otros lo que nos hace humanos y nos da sentido. En efecto, la apertura en la familia de escasos recursos brinda la oportunidad de encontrar sentido en el encuentro dialógico con el otro, este encuentro es auténtico cuando la persona se siente realmente parte del grupo familia. Por lo que el hogar constituye un lugar en el cual se encuentran sujetos únicos, orientados a un fin, animados por la voluntad del sentido y el sentido de pertenencia y estima. El hombre es un ser de encuentro, ser que vive como persona, se desarrolla y perfecciona estableciendo relaciones de encuentro. En la familia de escasos recursos el encuentro se produce cuando se entrelazan dos realidades (cónyuges, padres, hijos) y exige apertura de espíritu, disponibilidad, sencillez, humildad, voluntad de colaboración, generosidad y veracidad. Dentro de este contexto, para favorecer el encuentro, la familia de escasos recursos debe hacer uso del lenguaje auténtico, es decir con una presencia total. Este lenguaje se complementa con el silencio: El silencio no implica soledad, sino recogimiento y sobrecogimiento (López, 2003). Si bien es cierto que la contemplación personal permite sentir al otro en su esencia, por ser persona, por su compañía. Es a través de este silencio que acompañamos al otro; no es un silencio de indiferencia, es un silencio de presencia y acogida respetuosa, porque a través de la atención silenciosa se favorece la contemplación personal (López).

3.2.2.2 Resiliencia: Es la cualidad psicológica y espiritual de adaptación en situaciones adversas, es la capacidad de resistir. Tiene como punto de partida la inteligencia emocional y necesita de una actitud abierta hacia el sentido en circunstancias difíciles. La resiliencia presupone que los problemas, el sufrimiento y el dolor no deben ser reprimidos, sino deben ser percibidos con atención, ser aceptados, asimilados e integrados en nuestro mundo personal de vivencias y experiencias. Como cualquier familia, la familia de escasos recursos, enfrenta muchas dificultades y problemas. La resiliencia permite darle la bienvenida a la existencia humana con todo y sus dificultades; reconocer nuestras propias capacidades y resistir. Esta resistencia fortalece, esta resistencia enseña a vivir de manera diferente, siempre y cuando tengamos una actitud de aceptación. De esta manera, la resiliencia permite estar preparado ante futuras dificultades y activa el potencial personal para el cambio y la perpetua evolución personal. En cualquier situación existencial se puede buscar el sentido, aún las condiciones más hostiles pueden transformarse en una oportunidad, una ocasión de crecimiento personal y madurez interior (Bruzzone, 2008) De hecho, la familia de escasos recursos tiene esta oportunidad: encontrar sentido aún en las necesidades; muchas veces la sobreabundancia, nubla nuestra visión de la vida, nos desvía y aleja de vivir una vida con sentido. La escasez nos permite contemplar la vida más allá de las pertenencias materiales: La belleza en la sencillez, la bondad en la carencia. Según Gruhl (2009), las personas resilientes se caracterizan por una eficiente combinación de atributos que se apoyan en tres actitudes fundamentales: 

El optimismo: El optimismo de las persona resilientes brota de una positiva visión del mundo, pero también de un concepto positivo de sí mismas. Los optimistas resilientes creen firmemente que poseen o pueden adquirir las capacidades

que necesitaría para hacer frente a los inevitables obstáculos. Prestan atención a los aspectos positivos del entorno, sin ignorar los problemas, los peligros y riesgos. La familia de escasos recursos puede hacer uso de la esperanza para desarrollar este optimismo. 

La aceptación: Las personas resilientes saben y aceptan que la desgracia, la decepción y las contrariedades forma parte de la vida y que no pueden evitarse ni eliminarse sin que dejen rastro. “Aceptación” no significa resignarse a todo de manera fatalista, “aceptación” significa abrirse a la realidad paso a paso, con objeto de comprenderla y aceptarla. La familia de escasos recursos debe aceptar todas aquellas cosas que son inevitables, pero no aceptar una condición que ella misma puede cambiar.



La orientación a la búsqueda de soluciones: Las personas resilientes buscan soluciones, concentran su energía en imaginar los resultados deseados, en activar recursos, en obtener mejoras y avances. Las personas resilientes piensan de manera creativa, original y flexible. El pensamiento creativo es requerido en las crisis, cuando aparecen obstáculos hay que encontrar nuevos caminos y modificar continuamente las estrategias. La familia de escasos recursos debe transformar sistemáticamente los “problemas” en posibilidades, ofertas y oportunidades, orientándose a la búsqueda de soluciones.

Lo decisivo para todo desarrollo personal y para una vida exitosa es la manera en que la persona afronta las dificultades. Que la persona se “quiebre” ante una crisis o contrariedad o que salga más maduro y fortalecido, depende de la capacidad de resiliencia que posea. La resiliencia se desarrolla según Quinto y col. (2010), a través de: 

Empatía: Consiste en la adecuada comprensión de los puntos de vista de los otros. La empatía se puede desarrollar a través de actos de caridad con los demás (realizar favores, sonreír), de escucha activa y al validar los sentimientos del otro.



Enfoque en fortalezas propias: Buscar las cualidades que pueden ser fortaleza en el manejo de la adversidad. Pueden ser relaciones interpersonales de afecto, situaciones cotidianas de competencia, eventos pasados que se afrontaron y circunstancias de agrado o satisfacción personal actual.



El perdón: Es un acto de voluntad o una actitud sana ante una ofensa recibida, en la cual se decide libremente no vivir en hiperreflexión el daño y determinar la vida sin el deseo de venganza o el sentimiento de rencor.



Balance de la vida: Se realiza un recuento de las bendiciones, se fomentan valores, se cuida el cuerpo, se agradece a las personas significativas y se aprende a tomar conciencia de la belleza de la vida.

3.2.3 Construyendo el sentido de familia Construir el sentido, es ponernos a trabajar, responder a lo que la vida nos exige. El sentido de familia no solo se descubre, debe ser construido. Se construye a través de decisiones y acciones, se construye renunciando a lo viejo y dándole la bienvenida a lo nuevo. Construimos sentido con nuestra presencia, con acciones y decisiones. 3.2.3.1 Responsabilidad: La responsabilidad es la capacidad de responder, de hacerse cargo consciente y voluntariamente de algo. Ser responsable es sinónimo de ser consciente de lo que hago, porque la vida plantea situaciones y la persona debe responder, cuando responde a la vida y a las consecuencias de sus decisiones, el sentido de la vida surge. Para construir el sentido la persona debe ser responsable hacia sí misma y hacia su familia y los otros. La libertad y responsabilidad son indisolubles: precisamente porque la persona es responsables de todo lo que hace, son tan importantes sus decisiones. “Existir auténticamente” es ejercer conscientemente con responsabilidad nuestra libertad de elegir. (Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia).

Las personas que asumen voluntariamente y a largo plazo el papel de víctimas no suelen ser conscientes de hasta qué punto contribuyen ellas mismas a crearse dependencia o perseverar en ella. En la medida en que se decide el papel de víctima, se otorga el poder a otro sobre sí mismo y sobre su vida. ¿Cómo asumir responsabilidad? Gruhl (2009) menciona 4 estrategias que las familias de escasos recursos pueden utilizar para asumir la responsabilidad: 

Eludir la trampa de la culpa: Discurrir interminablemente acerca de quién tiene la culpa, lejos de ayudar a avanzar, priva de la fuerza necesaria para reaccionar de manera constructiva. La familia podrá acceder a otras soluciones o perspectivas si deja la autocompasión y el papel de víctima.



Abandonar el papel de víctima: Sólo la persona decide cómo reaccionar ante lo que le acontece. La cantidad de sufrimiento o de ira que se está dispuesto a tolerar es siempre decisión propia. No puede entregarle el control de su vida a otros, debe hacerse responsable.



Desarrollar una cultura del error productiva: Los errores son oportunidades para aprender y mejorar. No es motivo de desánimo. Es adecuado hablar del error y evaluar lo positivo de cada situación.



Configurar su propia vida: Asumir la responsabilidad de sí mismo. Es abandonar una y otra vez la zona confortable de la conducta habitual, para ejercitar la capacidad de aprender y abordar lo nuevo. Es importante animar a la familia de escasos recursos, para que salga de su monotonía, y se encamine a su propia transformación.

3.2.3.2 Voluntad: Para construir el sentido de familia se necesita voluntad. La voluntad es un acto intencional de inclinarse o dirigirse hacia algo, en el que interviene un factor importante: la decisión. La voluntad es el medio donde se afirman los objetivos, los propósitos y las mejores esperanzas. Para ponerla en acción son importantes la motivación y la ilusión. La primera arrastra con su fuerza hacia el porvenir; la

segunda es la alegría de llevar los argumentos de la existencia hasta el final (Rojas, 1994) El acto del querer, supone tres aspectos: las tendencias (impulsos y motivaciones), un acto de decisión (deliberar a partir de lo que se estima como bueno o malo) y un acto de ejecución de lo decidido (Domínguez, 2007). En relación con esta enunciación, si la familia de escasos tiene la motivación de ser mejor, toma la decisión de ir más allá, se compromete con ese cambio y logra transformarse. Se debe tener claro que no basta con querer, hay que hacerlo posible. La libertad de la voluntad subraya la esencia del hombre en su capacidad de tomar una actitud frente a lo que le sucede (De Barbieri, 2010). La libertad que da el hecho de tener pocas posesiones materiales permite centrarse en sí mismo y en sus capacidades personales. La sobreabundancia material, limita la capacidad de apreciar la propia conciencia espiritual, así como la belleza y el sentido inherente a la vida. (Pattakos, 2009). Dentro de este contexto, para entrenar la voluntad en la familia de escasos recursos, Assagioli (1989) supone de seis pasos: 1. La consciencia de la meta anhelada 2. Sopesar la meta con otras opciones significativas, es decir evaluar honestamente qué es lo que se desea. 3. Tomar una decisión, elegir. Elegir es renunciar a todo lo demás y centrarnos en algo específico. 4. La afirmación: la segura convicción de arriesgarse. 5. Planear y organizar la forma de conseguir la meta. 6. Finalmente, ejecutar lo que se ha planeado.

La voluntad de sentido procede del interior, solo la persona puede encontrarlo, controlarlo y satisfacerlo. Es la más poderosa motivación para vivir y actuar.

3.2.4. Técnicas logoterapéuticas que posibilitan el sentido: 3.2.4.1. Autotrascendencia: Fabry (2001) describe la autotrascendencia como la facultad de llegar más allá de uno mismo, hacia amar a otros individuos y a las causas que pueda convertir en propias. Es la capacidad específicamente humana de salir de sí mismo, descentrarse de sí mismo, percibir valores y sentidos, conocer la realidad ontológica, reconocer la mente del otro como mente independiente a la propia, “estar junto a” de manera atemporal y aespacial, desarrollar la actividad justa y pasividad correcta, conocer las opciones más significativas, resonancia afectiva, y disminuir la hiperreflexión (Martínez, 2007). Consecuentemente, la autotrascendencia es un camino al sentido que está a disposición de todos, en todas las circunstancias y edades. La autotrascendencia, bajo el nombre más simple de amistad o buena voluntad, se alcanza al permanecer junto un familiar, llevar a un amigo al hospital, visitar a un enfermo, invitar al vecino nuevo a un café, o al realizar cualquier acto amable que surge de manera espontánea (Fabry). La autotrascendencia invita a las familias de escasos recursos salirse de sí mismas y proyectarse a otras familias y a la comunidad a la que pertenece. De esta manera promueve la exigencia social y favorece el sentido en comunión con otras familias.

3.2.4.2 Autodistanciamiento: Es la habilidad de salir de uno y contemplarse así mismo “desde fuera”. Con el autodistanciamiento, el “yo” espiritual, se aleja del “yo” material y con frecuencia éste constituye el primer paso para lograr la curación. Es la capacidad específicamente humana de verse a sí mismo en su situación, monitorear los propios procesos emotivos y cognitivos, regular los propios

procesos emotivos y cognitivos, dialogar consigo mismo y sus circunstancias, tomar distancia de los mandatos psicofísicos (temperamento, carácter), oponerse al organismo psicofísico, facilitar la percepción de opciones, ampliar el campo de la realidad, ejercer la autoconciencia reflexiva, desarrollar la actividad justa y pasividad correcta, y manifestar el poder de oposición del espíritu (Martínez). En las familias de escasos recursos, el autodistanciamiento les permite observar en dónde están y hacia dónde van. Ver otras posibilidades de sentido, no solamente con cambiar su condición económica, sino al reconocer su valor por los valores que fomenta, las relaciones que estable, la intimidad y cercanía que promueve en su propia familia.

3.2.4.3 Modificación de Actitudes: La primera tarea es dejar de quejarnos. Cuando convertimos la queja en un hábito, nuestra carencia de sentido se convierte en algo crónico: perpetuamos un estilo de vida victimista que nos convierte en seres indefensos (Pattakos). La familia de escasos recursos debe dejar de quejarse y autocompadecerse, debe cambiar su manera de pensar, cambiar sus actitudes y tomar acción de. Esta técnica plantea el cambio de una postura existencial ante un hecho de la vida. La actitud en logoterapia se refiere a la condición existencial que elijo y tengo ante determinadas circunstancias de la vida. Frankl (citado por Pattakos) llamaba “la última de las libertades humanas” a la libertad de escoger su actitud en respuesta a circunstancias vitales. Existen dos tipos de modificación de actitudes: 1. Modificar una actitud no sana a sana: De hiperreflexión a derreflexión, concentrarse en las fortalezas que se tiene para afrontar las vicisitudes de la vida, evaluar la temporalidad o permanencia de las circunstancias, enfocar a la persona en el sitio de control interno o lo que depende de ella ante los problemas. Tener cierta nota de positivismo y esperanza.

2. La actitud que se desarrolla en la denominada triada trágica: culpa verdadera, sufrimiento inevitable y la muerte. (Quinto y col., 2010) 

Culpa verdadera: Culpa verdadera: es aquella en la cual la persona estuvo consciente de que el acto que realizó era malo y toma deliberadamente la decisión de hacerlo. Actitud: Reparar de alguna manera el daño realizado.



El sufrimiento inevitable es aquel en el cual no se puede hacer nada humano para aliviarlo, como la muerte de un ser querido o un accidente trágico. Actitud: ver la crisis como oportunidad, dividir el conflicto entre lo que depende de mí y lo que no depende de mí; por último, encontrar sentido al sufrimiento. La persona es libre de escoger su respuesta a todo lo que nos sucede, incluidas aquellas cosas que no puede cambiar.



La muerte: Enfrentar nuestra propia muerte. Actitud: de hiperreflexión13 o enfocarnos en lo valioso de nuestra vida y en lo que hemos hecho, asumir una actitud de reconciliación (con Dios, con la familia, con los amigos).

Cuando se escoge la actitud basándose en lo que Pattakos llama optimismo auténtico, se puede llevar a cabo tres elecciones: 1) Escoger una actitud positiva frente a la situación; 2) Escoger una actitud que permite una visualización creativa de las posibilidades que hay; 3) Escoger una actitud que genera pasión por la acción.

3.2.4.4. Otras técnicas logoterapéuticas: 

Derreflexión: La derreflexión ayuda a descubrir el sentido en situaciones en las que se siente uno atrapado en sus propias preocupaciones acerca de un problema. Significa ignorar algo que puede ser ignorado, y que empeora si se reflexiona en ello. Es dejar de pensar de manera negativa en el mismo problema (Fabry).

13

La hiperreflexión se refiere a poner énfasis cognitivo en lo negativo, es decir, pensar una y otra vez en las situaciones negativas.



Sentido del humor: El humor es una forma práctica de autodistanciamiento, observando lo chistoso que resulta a veces nuestro comportamiento. La risa sin afectación, sarcasmo ni burla; la risa franca y cordial es un remedio inigualable: reírnos de nosotros mismos (Lukas, 2004).



La intención paradójica: Es desear que suceda lo que tememos. Lo que deseamos que suceda, no puede ser temido, he allí la paradoja. Todo miedo tiene como cura el humor (Quinto).

3.3 El sentido de la comunicación La comunicación es la capacidad de diálogo sincero y constituye una nota distintiva de madurez personal. La persona madura es capaz de suscitar el encuentro dialógico con el otro. Hay encuentros y despedidas, donaciones y posesiones, lejanías y acercamientos, silencios y atenciones. (Polaino y Martínez, 2002). Sin comunicación no puede haber unión porque comunicar es sinónimo de compartir: se comparte con el otro lo que el otro nos traslada a través de la comunicación. La comunicación entre los cónyuges supone el encuentro sujetosujeto; un salir de sí para encontrar al otro, a la vez que uno se experimenta compartiendo su vida con el otro y coexistiendo con él. E. Lukas, menciona cinco defectos de la comunicación que promueven los conflictos en el hogar: 1. El discurso de apaciguamiento: Pretende conservar una fachada ante los demás “todo anda bien, no se preocupen”. 2. El discurso sabihondo: Las personas pretenden haber sabido de antemano que sucederían desgracias, saben con exactitud quiénes son los culpables y habrían hecho las cosas diferentes y mejor “te lo dije, yo tenía razón”.

3. El diálogo de sordos: Las personas narcisistas y egoístas entablan este tipo de diálogo: lo que no es de su directa incumbencia carece de importancia y no merece que le preste atención. 4. El discurso de evasión: cumple el propósito de eludir la respuesta a la pregunta. El que lo pone en práctica simula no entender lo que le dice el interlocutor “se lavan las manos”, de esta manera elude responsabilidades, no se involucra y culpa a otros. 5. El double bind (el doble mensaje): término acuñado por Bateson, significa “enlace doble a informaciones contradictorias, que provoca confusión y desorientación”. Las personas que utilizan este diálogo, son personas inconformes que siempre encuentran un “pero”. Propicia una comunicación desconcertante, nunca se sabe que quiere realmente el otro. (Fairlie y Frisancho, 1998). Para que una comunicación sea efectiva es necesario que exista una interrelación: estar en presencia del otro. Una de las razones más comunes por las que las familias se desintegran es la mala comunicación. La cultura guatemalteca es una cultura que enseña a callar y reprimir. Por lo que la persona no sabe hacerse cargo de sus sentimientos y mucho menos de los sentimientos de los otros, por el simple hecho que no reconoce sus propios sentimientos. Si bien es cierto que la comunicación es el pilar de la familia, existen ciertas reglas que son necesarias para que la comunicación sea efectiva y bidireccional. Estas son: 

Reglas del interlocutor: hablar desde mi perspectiva, sobre mis sentimientos y pensamientos. Usando la palabra yo, no haciendo referencia al otro. Evitar juicios de valor sobre la otra persona o insultar. Responder a las preguntas y retroalimentación.



Reglas del oyente: No interrumpir, no emitir juicios de valor o insultos. Preguntar exclusivamente para obtener información sobre el otro (sus sentimientos y pensamientos). Retroalimentar: repetir al interlocutor lo que

se entendió, para ver si fue comprendido de manera adecuada (Quinto, 2007). Todas las estrategias anteriormente descritas persiguen un fin en común: el sentido de familia y su felicidad. Pero lo más importante es evidenciar que cualquier persona, en cualquier situación, en cualquier momento; puede tomar la decisión y actuar para encontrar ese sentido una y otra vez. En síntesis, se debe tener claro que el sentido en la familia de escasos recursos no implica cambiar la situación económica, ésta es solo una posibilidad de sentido de muchas otras, como el sentido en sí misma, el sentido en la convivencia, el sentido por su proyecto de vida en común, etc. Para concluir, la familia de escasos recursos también puede construir el sentido al promover a sus miembros a ir más allá, pero al mismo tiempo construye su sentido cundo trasciende hacia otras familia u otra comunidad, al desarrollar sentido social que permite la transformación sociocultural de su contexto. La riqueza del sentido se encuentra precisamente en eso, en que si se presta atención, vemos a la vida posibilitada de sentido.

CONCLUSIONES 1. La vulnerabilidad en la familia no solo se debe a situaciones de insatisfacción socioeconómicas, sino que también por percepciones cognitivas distorsionadas por los sistemas de creencias y por las erróneas escalas de autoevaluación de la persona, debido a la baja autoestima, sentimientos de ineficacia y pobre control emocional, por lo que todas estas atribuciones la desvían del sentido de vida familiar.

2. La incertidumbre en las familias de escasos recursos puede percibirse como posibilidad de sentido. El “no saber” ofrece a la persona la oportunidad de reinventarse y reconstruirse; de tomar riesgos y asumir responsabilidades. En esta perspectiva, la incertidumbre invita a actuar a la persona, la obliga a tomar decisiones y a comprometerse con ellas. 3. Toda persona independientemente de la situación o condición en la que se encuentre, está posibilitada por el sentido. El sentido es una condición humana que va más allá de lo social, lo cultural, lo emocional. Por lo que aún en su precariedad, la familia de escasos recursos, puede encontrar y construir, sentido de familia y no necesariamente debe cambiar su condición económica para encontrar el sentido. 4. El sentido de familia se encuentra en la comunidad familiar per se. En el deleite del encuentro auténtico con los otros, con la presencia y convivencia de sus miembros; porque la comunidad familiar está orientada al bien integral de las personas que la constituyen, y porque promueve la plenitud personal y la trascendencia. 5. La comunicación es un medio para construir el sentido de familia, porque favorece el encuentro dialógico, posibilita la apertura con los otros. Así mismo promueve la escucha activa y la presencia con el otro a través del silencio.

6. La precariedad en la familia de escasos recursos es real y tangible, y muchas veces una necesidad crea más necesidad. Esto evidencia una visión trágica de la familia de escasos recursos: el no contar con el mínimo de satisfacción en las necesidades básicas, dificulta encontrar el sentido. La esperanza es un recurso del cual la familia puede agenciarse para no desfallecer: todo pasa, nada es permanente, nada me determina. Siempre hay algo que se puede hacer, solamente necesito de la voluntad para hacerlo. 7. Se pone en evidencia que para desarrollar el sentido de familia en las familias

de

escasos

recursos,

es

necesario

un

abordaje

multidisciplinario, por la complejidad del fenómeno de estudio. Desde la psicología, se evidencia que la familia brinda la posibilidad de sentido a la persona, pero la persona en sí, también posibilita a la familia de sentido. La familia es medio y fin de sentido.

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