Seneca. - Cartas Morales [1951]

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BIBLIOTHECA SCRIPTORUM GRAECORUM ET ROMANORUM MEXICANA

LUCIO ANNEO SENECA OBRAS COMPLETAS





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PUBLICACIONES DEL DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES Bibliotheca Sricptorum Graecorum et Romanorum Mexicana VOLUMENES PUBLICADOS PLATÓN: El Banquete. Ion. PLATÓN: Eutifrón. Apología. Critón. PLATÓN: Hipias Mayor. Fedro. SALUSTIO: Conjuración de Catilina. SALUSTIO: Yugurta. Historia. Cartas a César. SÉNECA: Tratados Morales, I. SÉNECA: Tratados Morales, II. SÉNECA: Consolaciones. EUCLIDES: Elementos de Geometría. VARRÓN: De las cosas del campo. HORACIO: XL Odas selectas. NEPOTE: Vidas de los Ilustres Capitanes. JENOFONTE: El Banquete. Memorables. Apología. JENOFONTE: Ciropedia, I. JENOFONTE: Ciropedia, II. CICERÓN: De los Deberes. OVIDIO: Heroidas. SÉNECA: Cartas Morales, I.

J N T R O D UC C l O N

NINGUNO de sus libros ha conquistado a Séneca tanta fama de sabio como estas cartas que dirige a su amigo Lucilio. Un hecho concreto, a veces hasta trivial -un viaje por tierra o por mar, la mención de una enfermedad, un paseo por el campo, una discusión con los amigos-, le da pie a Séneca para exponer de una manera viva y directa preceptos y verdades de su filosofía que, para él, más por propia convicción que por sectarismo estoico, era fundamentalmente la moral. Sus Cartas son, a pesar de la variedad de sus temas y del carácter impersonal que muchas de ellas tienen, como un tratado de dirección espiritual en el que Séneca va utilizando lo que le ha enseñado la filosofía y, más que ella, la vida, para hacer de Lucilio un apasionado amante de la sabiduría. Las escribe en los últimos años de su vida, probablemente del 63 al 65. Séneca ya es viejo. La granja, que él mismo construyó, ya está ruinosa. Los plátanos, plantados por su mano, ya no tienen hojas: sólo ramas nudosas y retorcidas y troncos secos y llenos de cavernas. Los esclavos, que compartieron sus juegos de niño, o han muerto o viven con un pie en la sepultura. Pero en su alma no hay ruinas; al contrario, toda ella reverdece, como si los desengaños de su vida no hubieran hecho más que reavivar el fogoso entusiasmo con que en sus años mozos se entregó a la filosofía. VII

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Ahora, como entonces, siente una profunda piedad por el género humano; ahora, más que entonces, está convencido de que la pobreza, la continencia, la sobriedad, la pureza de alma, son las más poderosas armas con que el hombre puede luchar con la fortuna y conquistar su propia libertad. Cuando escribe estas Cartas, vive retirado ya de la vida activa. El asesinato de Agripina y la muerte de Burro le decidieron a ir apartándose poco a poco de la corte, en la que Nerón había creado un ambiente tan nocivo para su conciencia como para su vida. Ya ha dimitido sus cargos y ha pedido al emperador que acepte sus cuantiosos bienes, no todos adquiridos limpiamente. El que en otro tiempo apenas si pudo soportar el destierro, se aleja voluntariamente de Roma, hace frecuentes viajes por el mediodía de Italia, estudia apasionadamente la naturaleza y vive con sencillez estoica, preparándose para la muerte, que le ronda a todas horas, más que por los achaques de su cuerpo gastado y enfermo, por la crueldad lógica de Nerón, quien después de haber matado a su hermano y a su madre, tenía que inmolar al maestro que se esforzó por educarlo. La proximidad de su muerte, la propia experiencia de la veleidad de la fortuna, que ahora le persigue con tanta saña como en otro tiempo le colmó de favores, y la noble inquietud de su alma, predestinada para una gran misión, le llevan con ímpetu incontenible a refugiarse en la filosofía, entendida a su modo, que no es del todo el estoico. Es bien conocida su máxima: quidquid verum est, meum est. Hace suyo en gran parte el estoicismo, pero desligándolo de sus raíces griegas y adaptándolo a la manera de ser de los romanos. Jamás gustaron éstos de las puras y altas especulaciones de un Platón o de un Aristóteles. A la metafísica preferían la reflexión sobre las costumbres, estimar en su justo valor VIII

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la vida y la muerte, sustraerse a la fatalidad, vencer a la fortuna y afirmar frente a ella la libertad. Se ha dicho con razón que toda la filosofía de Séneca se puede reducir a dos palabras: adorar a Dios, amar a los hombres, guardar la propia. libertad y respetar, extender y fortalecer la de los otros. La filosofía de Séneca tiene un aspecto más marcadamente religioso que el estoicismo antiguo y el medio. Cuando la religión pública apenas si tenía dogmas y no se preocupaba ni de las creencias, ni de las costumbres, Séneca aspira a que sea la filosofía, tal como él la entendía, quien tome en sus manos la dirección espiritual y moral de la sociedad. Esa era la tradición romana. Es verdad que para Cicerón todavía la filosofía no es más que un noble pasatiempo, al que sólo es lícito recurrir cuando las circunstancias impidan la acción, sobre todo la política. Pero ya en tiempos de Augusto y más aún en los de Tiberio, hay en Roma toda una pléyade de filósofos que, como Séneca, se convierten en predicadores de moral y dan a la filosofía un tinte marcada- · mente religioso. Los dos Sextios, Sotión, Fabiano, Attalo, Demetrio, Claranus, Metrónax, maestros directos de Séneca algunos y todos citados elogiosamente por él en sus obras, recomendaron la misma moral que· Séneca, teniéndola por la más alta y verdadera filosofía: la pureza de costumbres, la frugalidad, la independencia interior, la firmeza invicta, el desdén por los dones de ambas fortunas, la buena y la mala, la fortaleza en los sufrimientos y la inviolable dignidad de un alma dueña de sí misma y superior a todo poder de fuera. Esta es la doctrina que también da Séneca a Lucilio. No se sabe cuándo comenzó la tierna y firme amistad que entre ellos hubo. Su tratado De Providentia se lo dedicó a él, y aunque se ignora la fecha exacta en que lo escribió, es muy probable que fuera cuando Séneca perdió el favor de Nerón. La de IX

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Lucilio .es, pues, una amistad que nace o, a lo menos, se cic · mienta y afirma en la desgracia. Bastaría este solo rasgo para conocer a Lucilio, del que por otra parte las Cartas nos dan abundante información. Por ellas sabemos que nació en Campania, probablemente en Pompeya o Nápoles. Por sus propios méritos se hizo caballero romano, desempeñó importantes cargos civiles, y era, cuando Séneca le dirigió estas cartas, procurador en Sicilia. Escribía libros, le interesaban la filosofía y la geografía, conocía íntimamente a personas de alta posición, y parace ser, aunque esto no pase de ser una conjetura, que fué el autor de un poema sobre el Etna, escrito a instigación del mismo Séneca. Tal vez tuviera Lucilio ciertas tendencias epicúreas, pero ellas no fueron óbice para que recibiera con docilidad y complacencia la dirección espiritual de Séneca. En estos últimos años de su vida parece que toda la ambición de Séneca ha quedado reducida a dejar impresa claramente su huella en el alma de Lucilio, como si hacer de él un sabio fuera la más alta finalidad a que podía aspirar en vísperas ya de la muerte. Pero una lectura atenta de las cartas prueba que, aun dirigiéndolas a Lucilio y teniendo muy en cuenta sus caracterís~ ticas personales, Séneca se dirige a un público mucho más numeroso. Es sorprendente la seguridad con que explícitamente afirma en una de estas cartas, la XXI, que está escribiendo para la posteridad, y que el nombre de Lucilio, como el de ldomeneo, como el de Atico, será mucho más célebre que por su propia obra, por haber sido el destinatario de estas cartas. Rara vez aparece en ellas una nota íntima y personal; nunca una alusión, ni aun comedida y velada, a los hechos contemporáneos ni a las personas o personajes que en ellos andaban mezclados. Como si Séneca pensara darlas a la publicidad, no sólo se mantiene siempre fuera de la poX

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lítica contemporánea, sino que alguna vez, como en la carta LXXIII, trata de defender su calculada reserva y de probar que ni es enemigo del poder, ni inútil para la buena marcha de la república. Es que inculcando a Lucílío el amor a la sabiduría, Sé.neca tiene conciencia de que su misión es mucho. más amplía y profunda. El género epistolar se prestaba más que ningún otro para exponer su filosofía, que no era ni argucia brillante, ni investigación desinteresada de la verdad, sino hondo y firme deseo de vivir conforme a la verdad y a la naturaleza. Se le han reprochado a Séneca sus aficiones aristocráticas. El reproche tan sólo es parcialmente exacto. Odia y desprecia al vulgo, es verdad, pero en ese vulgo despreciado y despreciable están emperadores, cónsules y potentados, si no estiman la sabiduría ni hacen lo posible por alcanzarla. Nadie siente tan profundo desdén como Séneca por la riqueza o por el poder; éste como aquélla son dones de la fortuna, que siempre los da de precario y nunca con absoluto dominio. Quien estima al hombre no por lo que es en sí, sino por estos bienes adventicios que se van como vienen y nunca son propiamente humanos, no se acerca ni de lejos a la esencia del hombre,. ni conoce su bien supremo, que es la virtud. Vulgo es, pues, la humanidad sin vigor y sin nervio, el hombre que, cualquiera que sea .su posición o su nacimiento, no se esfuerza por forjarse a sí mismo y deja que la fatalidad o la fortuna le lleve de un lado para otro, sin cultivar su inteligencia ni luchar por su libertad. La sociedad de nuestros días conoce tan bien como la de Séneca a esos hombres fofos, vacíos por dentro, hueros de ideas, incapaces de esfuerzo, que viven de la obra colectiva, repitiendo como un eco palabras o consignas, que a veces ni entienden ni tratan de hacer suyas. Pululan . por todas partes, tratan de imponer su voluntad, parece que ~.

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dirigen a los demás y en realidad no son más que juguetes del destino, que los derriba tan arbitrariamente como los encumbró y deja ver, cuando ya están humillados y hechos polvo, que su pretendida grandeza no era más que vana apariencia sin consistencia y sin realidad. Esa masa caótica de humanidad deshecha tiene para Séneca, por lo menos, una buena cualidad: la de ser como el inmenso vivero del que sale de vez en cuando un verdadero sabio. Pasan a veces cientos de años antes de que aparezca, pero cada día se destacan algunos de ese montón anónimo, como la minoría selecta que, con su enseñanza y sobre todo con su ejemplo, va trazando el camino de los demás. No explica Séneca, a pesar de haberlo experimentado desde la adolescencia, cómo y por qué se despierta en el alma ese amor de la sabiduría que da a la vida su profundidad y su sabor. Andaba como dormida en sus vicios, alegre o triste por su fortuna, dejando que el tiempo se le escapara de entre las manos, como si hubiera de durar siempre; y de pronto siente una inquietud que acibara sus placeres, entra en cuentas consigo misma, y del inventario que hace de sus pretendidos bienes sale con la íntima e inquebrantable convicción de que no hay más bien que la virtud. Empieza entonces a caminar hacia ella por una vía en la que el mismo Séneca distingue tres etapas. En su carta LXXV nos dice, en efecto, que los que aspiran a salir del número de los necios guardan entre ellos grandes distancias y pueden distribuirse en tres clases. En la primera es,tán, según Séneca, "los que aún no tienen la sabiduría, pero ya están en las cercanías''. Y como la sabiduría no es un saber, sino un vivir saboreando el único bien de( hombre, que es lo honesto, Séneca nos explica que esta clase de proficientes ta componen tos que "ya han huído de las XII

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enfermedades del alma, pero no de las pasiones". En otro lugar he expuesto los fundamentos y el alcance de esta sutil distinción, que por fuerza ha de admitir todo médico de almas. Quien ronda ya por las cercanías de la sabiduría, se ha curado de los vicios inveterados y endurecidos, que son como las enfermedades de{. espíritu, pero aún siente en su alma movimientos reprobables, súbitos y vehementes, que son las pasiones. No es lo malo sentirlos, sino consentirlos, y como de este peligro sólo libra la sabiduría, mientras no lleguen a ella todavía corren el peligro, aun estos tan adelantados, de resbalar y caer y, por consentir las pasiones, volver a la enfermedad. Los que forman la segunda clase se han curado, como. los de la primera, las grandes enfermedades del alma, pero no tienen ninguna seguridad en sí mismos. Son como esos convalecientes que, acabados de salir de una grave enfermedad, están siempre expuestos a una recaída, que sería fatal. Están ya curados, pero tan débiles o tan poco habituados a la buena salud, que al menor descuido vuelven atrás y pierden todos los progresos que habían hecho. Todavía no pueden luchar, como los anteriores, con la fortuna, y dejar a los demás el claro y estimulante ejemplo de su virtud. Han de cuidar de sí mismos, retirarse a una grata so(edad, y en ella robustecer con la fectura y la reflexión ese incipiente amor de la sabiduría que en ellos ha germinado. Ya van por el buen camino, y, si no desmayan, pronto ascenderán a la .primera clase. En la tercera están los que ya se han liberado "de muchos y grandes vicios, pero no de todos. Han huído de la avaricia, pero aún sienten la ira; no les inquieta la lujuria, pero sí la ambición; ya no desean, pero todavía temen." Están en los comienzos de la vida moral; empiezan ya a XI!l

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distinguir el bien del mal, aunque todavía no tienen fuerzas para huir siempre de éste y practicar aquél. Ya se les despertó la conciencia, y lo primero que les ha mostrado es la fuerza avasalladora del mal, que los rodea por todas partes. El mal se anticipa a la virtud, nos dice Séneca, dando el hecho por evidente y sin preocuparse de razonar tan anómala situación, a pesar de que explicarla claramente había de ser el .punto de partida de toda sólida dirección de conciencia. Por estos mismos años en que Séneca escribía sus cartas, el cristianismo se planteaba el mismo problema y hacía por San Pablo esta tremenda confesión: "Lo que hago no lo entiendo, porque no hago lo bueno que quiero, mas lo malo que aborrezco, aquello hago; y si lo que yo no quiero, aquello hago, apruebo le ley como buena. De manera que yo ya no obro aquello, sino el pecado que mora en mí. Porque sé que no mora en mí, esto es, en mi carne, lo bueno. Porque el querer lo bueno, está en mí, mas no alcanzo cómo cumplirlo. Porque lo bueno que quiero, esto no lo hago, mas lo malo que quiero, esto hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo obro yo, sino el pecado que mora en mí. Así queriendo yo hacer el bien, hallo ld ley de que el mal reside en mí; porque yo me deleito en la ley de Dios según el hombre interior, mas veo otra ley en mis miembros, que contradice a la ley de mi voluntad y me lleva esclavo a la ley del pecado, que está en mis miembros. ¡Mi~. serable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte?" Son tan claras las analogías que hay entre este y otros pasajes de San Pablo y los paralelos de Séneca, como sus profundas diferencias. Más atentos a aquéllas que a éstas, hubo quienes quisieron explicarlas acudiendo a una comunicación entre ambos,. cuyo lazo de unión hubiera sido el hermano de Séneca, Novato, que aparece en los Hechos de los XIV

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Apóstoles con el nombre de su padre adoptivo, Galión. Ante él, siendo procónsul de Acaya, compareció, en efecto, San Pablo acusado por los judíos. Pero Galión, fiel servidor de la política imperialista romana, se inhibió en absoluto y, apenas empezó a hablar San Pablo, le interrumpió diciendo: "Si fuese algún agravio o enorme crimen, os oiría, oh judíos, según derecho; mas si son cuestiones de palabra y de nombres y de vuestra ley, vedlo allá vosotros, porque yo no quiero ser juez de estas cosas. Y los hizo salir de su tribunal." Sobre este encuentro, tan fortuito y tan superficial, se construyó la leyenda de la amistad o de la comunicación al menos de Séneca con San Pablo, en prueba de la cual se fabricaron catorce cartas, en cuya autenticidad nadie cree. No hay necesidad de ser muy versado en la lengua latina, ni de estar muy familiarizado con el estilo de Séneca, para comprender que jamás escribió las ocho cartas semibárbaras que se le atribuyen. No; Séneca va por su propio camino que toca sólo tangencialmente el de San Pablo. Las diferencias entre ellos nunca aparecen tan profundas como cuando se las ve a través de sus aparentes coincidencias. A Séneca, por ejemplo, se le acusa de ser orgulloso y duro, lo que tan sólo es parcialmente verdad. Después de haber hecho la distribución de los proficientes en las tres clases que acabamos de enumerar, reconocf! Séneca explícitamente que se le hace un honor contándole en· la tercera y última, porque ya es bastante, dice, "no estar entre los peores". No exige, pues, mucho. Aunque sus principios son rígidos y duros, sabe atenuarlos y dosificarlos de manera: que nadie se desanime ni desespere. No podría aspirar a dirigir a los demás, si no tuviera en cuenta sus flaquezas. Sabe que por esta empinada senda de la virtud hay que subir lentamente, que hay a veces que dar un rodeo, que es estéril XV

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la altiva doctrina del "todo o nada", que la propia enmienda, como la de los demás, no se f¡ace de una vez y para siempre, sino por progresos casi insensibles. Pero estas concesiones que hace Séneca a la debilidad del hombre, no ablandan la dureza orgullosa de su doctrina. Le falta para suavizarla la luz de una esperanza y, sobre todo, la promesa de un auxilio, que de algún modo remedie la trágica impotencia en que todo hombre se debate para practicar el bien. En sí mismo, en su vida y en su corazón, tenía Séneca bien patente el trágico dualismo de que hablaba San Pablo. Con razón se ha observado que hay en Séneca dos hombres, que se pasan la vida negándose el uno al otro: el estoico pitagorizante que se exalta con las más austeras lecciones y se impone la más rigurosa sobriedad, y el ambicioso mundano, que busca las riquezas y el favor de los poderosos. ¿Cómo pudo ser el mismo hombre el que escribe estas cartas para ensalzar la pobreza, el desprecio de la muerte y una salvaje independencia que a nadie se rinda, y el autor de la Consolación a Polibio, en que tan bajamente le adula, o del informe al Senado sobre la muerte de Agripina, en que trata de cohonestar el terrible matricidio de Nerón? Tan desorbitadas son las apologías que suelen hacerse de la conducta personal de Séneca, como las diatribas que en todo tiernµo se le han dirigido. La verdad es que, como dice Tácito, de ordinario tan favorable a él, Séneca tenía "un alma noble, pero mal templada: un espíritu más agradable que vigoroso". Como todos nosotros, era él también víctima de su contradicción interior y tan pronto obedecía a la ley de su voluntad como a la de .sus miembros. Superar esa lucha interna con el auxilio de la gracia de Cristo, es la gran aportación que hizo a la humanidad el cristianismo por San Pablo. Su decisiva intervención en la con:K.VI

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ducta del hombre separa radicalmente a la moral cristiana de la senequista. Séneca ignora la verdad divina y jay! a veces también la humana. Su pensamiento es indeciso y vago siempre que toca a uno de los grandes problemas, que no pueden resolverse por la observación personal. No sabe a punto fijo qué pensar sobre la existencia y la naturaleza de_ Dios, o sobre sus relaciones con el mundo, sobre la espiritualidad del alma o su supervivencia más allá de la muerte. Transparenta claramente en sus escritos lo que él desearía creer, pero sus aspiraciones no llegan a ser convicciones firmes y profundas. Ni siquiera acepta con firmeza las tesis del estoicismo. Cierto que se encuentran en todos sus libros. Apenas si hay una sola página en todos ellos que no esté llena de incitaciones a la impasibilidad del alma, de invectivas contra todas las pasiones, de improperios contra la mala fortuna, de elogios al sabio, del que con tanta razón se ha dicho que para ser hombre sólo le falta la humanidad. Pero toda esta doctrina estoica, aunque caldee su imaginación y le dé materia para trozos oratorios, a veces más brillantes que profundos y vivos, no parece que siempre haya descendido de su cabeza a su corazón e informe sus escritos y sus hechos. Sería inútil buscar en sus obras el sistema riguroso y bien ligado en todas sus partes que tuvieron por suyo los antiguos maestros de la Stoa. Lo de menos es que cite y alabe a los pitagóricos, a los epicúreos o a los cínicos. Como también elogia a Platón, aunque arguya contra él. Es que los fundamentos metafísicos de estos sistemas le tienen sin cuidado. En una de estas cartas, la LXV, se cree obligado a justificarse ante Lucilio de haber tratado de investigar la primera causa. Lo que a Séneca le interesa es dar a las almas una disciplina moral, que se prac. tique en la vida ordinaria, sin preocuparse lo más mínimo de justificarla racionalmente. Por eso lo que hay más vivo y

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más sano en sus escritos proviene, mucho más que de la vieja doctrina de Zenón, de su propia experiencia y de sus reflexiones personales. jCon qué vigor, por ejemplo, concibe y expresa lo que hoy diríamos la misión del intelectual! En una época en que ya era mucho que el aspirante a sabio procurara serlo para sí mismo, Séneca tiene clara conciencia de los sutiles, pero estrechísimos lazos que le unen a los demás hombres. Aspira a la filosofía, nos dice en la carta XV J, no para valerse de ella como de un artificio para conquistar al pueblo, ni para lucir su ingenio. La filosofía "no está en las palabras sino en las obras. Ni ha de usarse para pasar el día con algún placer o para quitar su fastidio a la ociosidad. Forma y modela el alma, ordena la vida, rige las acciones, indica lo que ha de hacerse y omitirse, se sienta al tin1ón y dirige el curso de los que van fluctuando por la duda. Sin ella nadie puede vivir sin temor. Sin ella nadie puede vivir con seguridad. Ocurren a cada hora innumerables accidentes que exigen un consejo que a ella ha de pedirse." Tenemos, pues, que de una parte la filosofía no es un lujo, sino una necesidad vital; sin ella no se puede vivir o la vida que se vive, llena de temores y falta de seguridad, no es vida. Necesitan, por consiguiente, de la filosofía todos los que viven. Pero no todos pueden consagrarse a ella. Luego es preciso que los que la profesan se conviertan en guías, n?aestros y guardianes de los demás, comunicando generosamente con ellos sus propias luces. Por eso Epicteto hace de la filosofía como una especie de sacerdocio. Desarrollando el pensamiento de Séneca, enseña, en efecto, que es una función sagrada, pues el filósofo ha de trabajar en esclarecer y mejorar a sus semejantes. Para llevar a cabo esta noble tarea le hace falta una verdadera vocación y una como gracia de lo XVIII

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alto, la firme resolución de desafiar desdenes y ultrajes, de desinteresarse de sí mismo, de renunciar a los goces legítimos de la familia para darse a todos, de hacerse el padre y el hermano de todos sin que ningún interés privado cohiba ni embarace al portador de las palabras saludables y de las santas lecciones. No tan marcadamente religiosa, pero tal vez más firme y vehemente, es la doctrina de Séneca. Se encuentra en todas sus cartas y es fácil entresacarla del resto de su enseñanza. En la carta XLVIII, por ejemplo, después de haberse· mofado donosamente de las pueriles argucias de ciertos filósofos, escribe así: "¿Quieres saber lo que la filosofía promete al género humano? El consejo. La muerte llama a uno, la pobreza quema al otro, las riquezas, o ajenas o propias, atormentan al de más allá. Este tiene horror de la mala fortuna; aquél desea sustraerse a su felicidad. A uno le tratan mal los hombres; a otro, los dioses. ¿Qué tengo yo que ver con estos juegos? No hay lugar para chanzas; los desgraciados te reclaman. Has prometido socorrer a los náufragos, a los presos, a los enfermos, a los necesitados, a los que tendieron su cuello al hacha levantada. ¿Por dónde te escapas? ¿Qué haces? Ese con quien estás jugando, teme. Ayúdale y desata el lazo en que se va a ahorcar. Todos los que perdieron su vida o la han de perder te tienden las manos de todas partes, imploran algún auxilio, ponen en ti su esperanza y su ayuda. Te piden que los saques de tanta inquietud, que muestres la clara luz de la verdad a los que yerran. Diles lo que la naturaleza ha hecho necesario y lo que ha hecho superfluo, las fáciles leyes que ha dado, lo agradable que es la vida y cuán expedita para los que la siguen, y cuán amarga y complicada para los que se fían más de las opiniones que de la naturaleza." XIX

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Difícilmente puede llegarse a una conciencia más depurada y firme de los deberes que tienen los intelectuales para los que no lo son. Nada de la odiosa y repugnante torre de marfil. El retiro del filósofo dista mucho de ser refinado egoísmo; es o ha de ser tumultuosa y dolorosa germinación de ideas y de principios que orienten a los demás. La voluntaria soledad en que se esconda no tiene muros bastante espesos como para que no los penetre el angustioso clamor de la desvalida multitud de los que imploran auxilio, esperanza y ayuda. Yacen en la impotencia, pero en su corazón brilla, mortecina o viva, la luz de una inquietud. Ellos también quieren "ir a los astros". Ya no se trata de la minoría selecta. El hombre vulgar tiene también un alma, afanosa por escapar del cuerpo que la aprisiona y volar a las alturas. No sabe cómo ni por dónde; por eso pide con mudo clamor al sabio, al filósofo, al intelectual, que le ayuden. Si no le muestran el camino, faltan al primero y más fundamental de sus deberes. Porque lo que promete el que profesa la filosofía a los demás mortales es, dice Séneca, "hacerme igual a Dios. A esto se me invitó y para esto vine; cumple lo prometido." La misión del intelectual es, pues, deificar al hombre. En otra ocasión he tratado de puntualizar la trascendencia de esta tarea, cuyo más perfecto y acabado prototipo lo encuentra el cristiano en la encarnación del Verbo. Para el que cree en una providencia divina, es completamente natural y lógico que la superabundancia de dones con que unos han sido dotados se compense con la ineludible obligación de ponerlos al servicio de los demás, de modo que todos se beneficien por igual de las luces que, aunque brillen y resplandezcan en unos, son luz y calor de toda la humanidad. Su vigilante sentido moral lleva a Séneca a la misma conclusión, y, como Hoderlin, cree que la misión de poetas y filósofos es arrancar a los dioses XX

un tayo de su divinidad y darlo como divino regalo al pueblo. Ni el poeta ó el filósofo lo es de verdad si no lucha y se afana por reflejar algún rayó de la divinidad, ni cumple del todo su misión si no se lo regala al pueblo. Es un robo y una deslealtad reservarse para sí lo que es y debe ser patrimonio de toda la humanidad. De él como de herencia propia disfruta o ha de disfrutar todo hombre. Pero el filósofo, como el buen padre de familia, tiene que mejorar y ampliar, nos dice el mismo Séneca, los bienes que le legaron sus padres. ¿Cuántos nos dejó en magnífica herencia el propio Séneca? ¿Cuántas ideas, elevadas y profundas, hizo pasar no tan sólo a la moral de su tiempo, sino a la moral de todo tiempo? En estas mismas cartas que aquí se publican, ¿puede superarse la grandeza, la elevación, la profundidad con que defiende la dignidad de todo hombre por serlo? En vísperas de la promulgación que había de hacer el cristianismo de la igualdad radical de naturaleza y de destino de todo hombre, cobra singular interés la apasionada defensa que hace Séneca de los derechos del esclavo y la valentía con que lo coloca al par o por encima de los que se llaman libres: Se puede discutir la conducta personal de Séneca y mucho más su doctrina. Lo que está fuera de toda discusión es la arrojada decisión con que lucha, más que por sí mimo en nombre y representación de todos los hombres, por conquistar para todos ellos la libertad interior. "¿Me preguntas -escribe en su carta LXXV- en qué consiste ésta? En no temer a los hombres, ni a los dioses; en no querer ni lo vergonzoso, ni lo excesivo; en tener sobre sí mismo el máximo poder." Ese empeño de hacernos hombres de verdad, en que se conXXI

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densa toda la filosofía del insigne filósofo de Córdoba, praestantum genítríx fecunda vírorum, es la gran lección que él nos lega y por la que la humanidad. agradecida le ha dado justicieramente tan gran renombre de sabio.

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TEXTO BILINGUE

L. ANNAEI SENECAE AD LUCILIUM EPISTULAE I

SENECA LVCILIO SVO SALVTEM

[ 1] Ita fac, mi Lucili; uindica te tibi, et tempus, quod adhuc aut aufere)Jatur aut subripiebatur aut excidebat, collige et serua. Persuade tibi hoc sic esse, ut scribo: quaedam tempora eripiuntur nobis. quaedam subducuntur, quaedam effiunt, Turpissima tamen est iactura, quae per neglegentiam fit. Et si uolueris attendere, maxima pars uitae elabitur male agenti' bus, magna nihil a gen ti bus, tota uita aliud agentibus. [2] Quem mihi dabís, qui aliquod pretíum tempori ponat, qui díem aestímet, qui íntellegat se cotídíe morí? In hoc enim fallímur, quod mortem prospícimus; magna pars eius iam praeterit. Quicquid aetatís retro est, mors tenet. Fac ergo, mi Lucili, quod facere te scribis, orones horas conplectere. Sic fiet, ut minus ex crastino pendeas, si hodierno manum ínieceris. Dum differtur, uita transcurrit. [3] Omnia, Lucili. aliena sunt, tempus tantum nostrum est. In huius reí unius fugacis ac lubricae possessionem natura nos misit, ex qua expellit quicumque uult. Et tanta stultitia mortalium est, ut quae mínima et uilissima sunt, certe reparabilia, imputad 2

CARTAS DE L. ANEO SENECA A LUCILIO I

· DEL APRECIO DEL TIEMPO

[ 1] Condúcete de este modo, mi querido Lucilio: res-

cátate para ti mismo, y el tiempo que hasta ahora o se te quitaba o se te escapaba o lo dejabas pasar, recógelo y consérvalo. Persuádete de que esto es así como te escribo: parte del tiempo se nos roba, parte se nos va sin saber cómo, parte se nos escurre. Pero la pérdida más vergonzosa es la debida a la negligencia. Y si quisieras fijarte en ello, encontrarías que la parte más grande de la vida se nos pasa haciendo mal. otra no pequeña sin hacer nada, y toda ella haciendo lo que no ha de hacerse. [2] ¿A quién me citarás que ponga precio al tiempo, que conozca el valor de un día, que se dé cuenta de que cada día muere un poco? Porque nos equivocamos cuando 1niramos la muerte como futura; una gran parte de ella es cosa ya pasada. Lo que de nuestra edad dejamos atrás, está en manos de la muerte. Haz, pues, mi querido Lucilio, lo que me escribes que haces: aprovechar todas las horas. Resultará así que dependerás menos del día de mañana, si el de hoy lo tienes bien asido. Mientras se difiere, transcurre la vida. [3] Nada, Lucilio, es nuestro, excepto el tiempo. La naturaleza nos puso en posesión de una sola cosa, tan fugaz y escurridiza, que de ella nos expulsa todo el que quiere. Y es tanta la necedad de los mortales, que se creen obligados al reconoci2

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sibi, cum. impetrauere, patiantur; nemo se iudicet quicquam debere, qui tempus accepit, cum interim hoc unum est, quod ne gratus quidem potest reddere. [ 4] Interroga bis fortasse, quid ego faciam, qui tibi ista praecipio. Fatebor ingenue: quod apud luxuriosum sed diligentem euenit, ratio mihi constat inpensae. Non possum me dicere 1 nihil perdere, sed quid perdam et quare et quemadmodum, dicam; causas paupertatis meae reddam, sed euenit mihi, quod plerisque non suo uitio ad inopiam redactis: omnes ignoscunt, nemo succurrit. [5] Quid ergo est? Non puto pauperem, cuí quantulumcumque superest, sat est. Tu tamen malo serues tua, et bono tempere incipies. Nam ut uisum est maioribus nostris, sera parsimonia in fundo est. Non enim tantum mínimum in imo, sed pessimum remanet. VALE. II

SENECA LVCILIO SVO SALVTEM

[ 1] Ex iis quae mihi scribis, et ex iis quae audio, bonam spem de te concipio; non discurrís nec locorum mutationibus inquíetaris. Aegri animi ista iactatio est. Primum argumentum conpositae mentís existimo posse consistere et secum morari. [2] Illud autem uide, ne· ista lectio auctorum multorum et omnis generis uoluminum habeat aliquid uagum et instabile. Certis ingeniis inmorari et innutritri oportet, si uelis aliquid trahere, quod in animo fídeliter sedeat. Nusquam est, qui ubique est. Uitam in peregrinatione exigentibus hoc euenit, ut multa hospitia habeant, nullas amicitias. Idem accidat necesse est iis, qui nullius se ingenio familiariter applicant, sed omnia cursim et properantes transmittunt. [3] Non 3

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miento por haber recibido las cosas más pequeñas y más viles, todas ellas reparables sin dificultad alguna, y, en cambio, nadie juzga que deba algo por haber recibido el tiempo, cuando es lo único que ni el agradecido puede devólver. [ 4 J Tal vez me preguntes qué es lo que hago yo, que te doy estos preceptos. Te confesaré ingenuamente que, corno acontece al que a la vez es espléndido y cuidadoso, llevo cuenta de mis gastos. No puedo decir que nada pierda, pero lo que pierdo y por qué y cómo, te lo diré; te explicaré las causas de rnLpobreza; pero me sucede lo que a muchos que sin culpa suya se han quedado pobres; todos los excusan y ninguno los socorre. [5] ¿Pues qué? No c~nsidero pobre a quien, por poco que le quede, esto le basta. Prefiero, sin embargo, que tú conserves lo tuyo, y empezarás a buen tiempo. Pues, corno ya dijeron nuestros mayores, 1 es tarde para economizar cuando no quedan más que los posos. Porque eso que resta no sólo es una pequeñez; es también lo peor. Ten salud. JI

DE LOS VIAJES Y DE LAS LECTURAS

[l] Por lo que me escribes y por lo que oigo, concibo de ti buenas esperanzas; no vas de un sitio a otro, ni te inquietas por cambiar de lugar. Esa agitación es de un ánimo enfermo. Pienso que el primer indicio de una mente serena es que pueda permanecer en un lugar y habitar consigo misma. [2] Cuida también que esa lectura de muchos autores y de libros de toda clase no tenga algo de vago e inestable. Es necesario detenerse en ciertos ingenios y nutrirse de ellos, si quieres sacar algo que se asiente fielmente en el ánimo. Quien está en todas partes, no está en ninguna. A los que se pasan la vida en viajes les sucede que tienen muchos hospedajes, pero ninguna amistad. Necesariamente ha de ocurrirles lo mismo a los que no se familiarizan con ningún ingenio. sino que por todos andan aprisa y atropelladamente. [3] No aprovecha ni se une al cuerpo la comida que, tan 3

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prodest cibus nec corpori accedit, qui statim sumptus emittitur; nihil aeque sanitatem impedit quam remediorum crebra mutatio; non uenit uulnus ad cicatricem, in quo medicamenta temptantur; non conualescít planta, quae saepe transfertur. Nihil tam utile est, ut in transitu prosit. Dístringit librorum multítudo. !taque cum legere non possis, quantum habuerís, satis est habere, quantum legas. [ 4] "Sed modo," inquis, "hunc librum euoluere uolo, modo illum." Fastídíentis stomachi est multa degustare; quae ubi uaria sunt et diuersa, inquinan t. non alunt. Probatos itaque semper lege, et si quando ad a!ios deuertí libuerit, ad priores redí. Alíquíd cotídie aduersus paupertatem, alíquid aduersus mortem auxílii compara, nec minus aduersus ceteras pestes; et cum multa percurreris, unum excerpe, quod íllo die concoquas. [ 5] Hoc ípse quoque fado; ex pluribus, quae legi, alíquíd adprehendo. Hodíernum hoc est, quod apud Epícurum nanctus sum; soleo enim et in aliena castra transire, non tamquam transfuga, sed tamquam explorator. [6] "Honesta," ínquit, "res est !aeta paupertas." lila uero non est paupertas, sí !aeta est. Non qui parum habet, sed qui plus cupit, pauper est. Quid enim refert, quantum illi in arca, quantum in horreis iaceat, quantum pascat aut feneret, si alieno inminet, si non adquisita sed adquirenda computat? Quis sit diuitiarum modus, quaeris? Primus habere quod necesse est, proximus quod sat est. VALE. III SENECA L VCILIO SVO SALVTEM

[ 1] Epistulas ad me perferendas tradidisti, ut scribis, amíco tuo; deinde admones me, ne omnia cum eo ad te per4

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pronto como se toma, se devuelve; nada impide tanto el restablecimiento de la salud como el cambio frecuente de medicinas;· no se cicatriza la herida en la que se ensayan muchos remedios, ni prospera la planta que se trasplanta con frecuencia. Nada es tan útil que aproveche de paso. Disipa el espíritu la multitud de libros. Pues si no puedes leer todos los que tengas, ha de bastarte tener los que puedas leer. [ 4] "Pero -dices- ahora quiero hojear este libro y después aquél otro." Es de un estómago inapetente gustar de muchos manjares, los cuales, si son varios y opuestos, lo ensucian y no lo alimentan. Lee pues siempre autores aprobados, y, si alguna vez deseas distraerte con otros, no dejes de volver a los primeros. Adquiere cada día algún auxilio contra la pobreza, contra la muerte, contra las. demás calamidades; y después que hayas pasado por muchos pensamientos, elige uno que digieras durante todo el día. [ 5] Y o mismo hago esto; de los muchos que leí, retengo uno. El de hoy es éste, que he encontrado en Epicuro, pues acostumbro pasar al campo enemigo no como tránsfuga, sino como explorador: [6] "Cosa honesta es -dice- la pobreza alegre." 2 Pero no es pobreza, si es alegre. Porque es pobre no el que tiene poco, sino el que desea más. ¿Qué importa, en efecto, lo que guarde en el arca o en los graneros, lo que apaciente o lo que preste, si busca lo ajeno, si cuenta no lo ya adquirido, sino lo que ha de adquirir? Primeramente tener lo necesario; después, lo suficiente. Ten salud. III DE LOS AMIGOS

[ 1] Me escribes que has entregado a un amigo cartas para que me las traiga; después me adviertes que no trate con 4

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tinentia communícem, quía non soleas ne ípse quídem id facere; ita in 1 eadem epistula illum et díxisti amícum et negasti. !taque si 2 proprio illo uerbo quasí publico usus es et sic illum amicum uocasti, quomodo obuios, si nomen non succurrit, domines salutamus, hac abierit. [2] Sed si aliquem amicum existimas, cuí non tantundem credís quantum ~ibi, uehementer erras et non satis ností uim uerae amícítiae. Tu uero omnia cum amíco delibera, sed de ipso prius. Post amicítíam credendum est, ante amicitiam iudícandum. Isti uero praepostero offícia permíscent, qui contra praecepta Theophrastí, cum amauerunt, íudícant, et non amant, cum iudícauerunt. Diu cogita, an tibi in amícítiam alíquis recípiendus sit. Cum placuerit fíeri, toto illum pectore admitte; tam audaciter cum illo loquere quam tecum. [3] Tu quídem ita uiue, ut nihil tibí committas, nisi quod committere etiam inímico tuo possis; sed quía interueniunt quaedam, quae consuetudo fecit arcana, cum amíco omnes curas, omnes cogitationes tuas misce. Fidelem si putaueris, facies. Nam quidam fallere docuerunt, dum tíment fallí, et illí ius peccandi suspicando fecerunt. Quid est, quare ego ulla uerba coram amico meo retraham? Quid est, quare me coram illo non putem solum? [ 4] Quidam quae tantum amicis committenda sunt, obuiis narrant et in quaslíbet aures, quicquid íllos urserít, exonerant. Quidam rursus etiam caríssimorum conscientiam reformidant, et si possent, ne sibi quidem credituri ínterius premunt omne secretum. Neutrum faciendum est. Utrumque enim, uitíum est, et omnibus creciere et nulli. Sed alterum honestíus dixerím uitíum, alterum tutius; [5] sic utrosque reprehendas, et eos qui semper inquieti sunt, et eos qui semper quiescunt. Nam illa tumultu gaudens non est industria, sed exagi5

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él todo· 10 que te concierne, porque ni tú mismo acostumbras hacerlo; así, en una misma carta, te dices amigo de él y lo niegas. Pues. si has usado de esta palabra nuestra 3 en su sentido popular, y lo has llamado amigo como decimos de todos los candidatos que son honorables o damos el título de señores a los que nos encontramos y no nos acordamos de su nombre, pase por esta vez. [2] Pero si piensas que es tu amigo alguien en quien no confías tanto como en ti mismo, yerras gravemente y no conoces bien la fuerza de la verdadera amistad. Has de hacer confidente al amigo de todas tus cosas, pero primero de las de él mismo. Hecha la amistad, hay que confiar en ella; antes de hacerla, hay que examinarla. Perturban el orden de los deberes aquellos que, contra los preceptos de Teofrasto, 4 juzgan después de amar Y. no aman después de juzgar. Piensa durante mucho tiempo si has de recibir a alguno en tu amistad. Cuando te agradare hacerlo, admítelo de todo corazón; habla con él tan libremente como contigo mismo. [3] Tú vive de tal suerte que no te reserves nada que no puedas confiar aun a tu enemigo; pero ya que suceden cosas que la costumbre mantiene ocultas, comparte con tu amigo todos tus cuidados y todos tus pensamientos. Lo harás fiel, si lo tienes por tal. Pues algunos enseñaron a engañar por temor a ser engañados y con sus suspicacias dieron a los otros el derecho de engañarlos. ¿Qué razón hay para que yo me reserve palabra alguna delante de mi amigo? ¿Por qué en su presencia no he de considerarme como si estuviera solo? [ 4] Algunos cuentan a todos los que se encuentran lo que ha de confiarse exclusivamente a los amigos, y se descargan de lo que les quema en los oídos de cualquiera. Otros, por el contrario, recelan confiarse aun a los más amigos y, si pudieran, ahogarían en su interior todo secreto sin fiarse ni de ellos mismos. Ni lo uno ni lo otro ha de hacerse. Porque tan equivocado es fiarse de todos, como no fiarse de nadie. Pero yo diría que el primero es un vicio más noble, y el segundo más seguro; [ 5] Así que has de reprender a unos y a otros, a los que siempre están inquietos y a los que siempre están quietos. Porque la que se goza con el tumulto no es industriosa actividad, sino excitación de un alma agitada. Y 5

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tatae mentis concursatio. Et haec non est quíes, quae motum omnem molestíam íudícat, sed díssolutío et languor. [6] Itaque hoc, quod apud Pomponíum legi, animo mandabítur: "quídam adeo in latebras refugerunt, ut putent in turbido esse, quicquid in luce est." In ter se ista miscenda sunt. Cum rerum natura delibera; illa dicet tibi et diem fecisse se et noctem. VALE. IV SENECA LVCILIO SVO SALVTEM

[ 1] Perseuera ut coepisti et quantum potes propera, quo diutius fruí emendato animo et conposito possís. Frueris quídem etíam dum emendas, etiam dum conponis; alía tamen ílla uoluptas est, quae percípítur ex contemplatione mentís ab omni labe purae et splendídae. [2] Tenes utique memoria, quantum senserís gaudium, cum praetexta posita sumpsisti uirilem togam et in forum deductus es; maius expecta, cum puerilem anímum deposueris et te in uiros philosophía transscripserit. Adhuc enim non pueritía sed, quod est grauius, puerilitas remanet. Et hoc quidem peior 1 est, quod auctorítatem habemus senum, uitia puerorum, nec puerorum tantum sed infantum. Illi leuia, hi falsa formidant, nos utraque.

[3] Profice modo; intelleges quaedam ideo minus timenda, quia multum metus adferunt. Nullum malum est 2 magnum, quod extremum est. Mors ad te uenit; timenda erat, si tecum esse posset; sed 2 necesse est aut non perueniat aut transeat. [ 4] "Difficile est," inquis, "anímum perducere ad contemptionen1 anímae." Non uides, quam ex friuolis causis contemnatur? Alíus ante amicae fores laqueo pependít, alius se 6

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no es quietud, sino desfallecimiento y languidez, la que tiene por molestia todo movimiento. [6] Así que encomendarás a tu memoria aquello que leí en Pomponio: 5 "Algunos se metieron tan profundamente en los escondrijos, que piensan que es turbio todo lo que está a la luz." Ha de mezclarse el reposo con el trabajo de modo que trabaje el ocioso y descanse el que trabaja. Consúltalo con la naturaleza; te dirá que ella misma hizo el día y la noche. Ten salud.

IV

SOBRE EL TEMOR DE LA MUERTE

[ 1] Persevera como empezaste y apresúrate cuanto puedas para que goces por más tiempo de un ánimo enmendado y ordenado. Sin duda gozarás también mientras te enmiendas y te ordenas, pero es muy otro ~l deleite que se percibe de la contemplación de una mente limpia de toda mancha y resplandeciente. [2] Te acuerdas seguramente del gozo que tuviste cuando, dejando la pretexta, 6 tomaste la toga viril y fuiste llevado al foro; espera un gozo mayor cuando depongas el ánimo pueril y la filosofía te enrole entre los hombres. Porque aún nos queda no la niñez, sino, lo que es más grave, la puerilidad. Y todavía es peor que tenemos la autoridad de los ancianos y los vicios de los muchachos; ni siquiera de los muchachos, sino de los niños. Los muchachos se espantan de cosas ligeras; los niños, de cosas falsas; nosotros, de unas y otras. [3] Avanza un poco: entenderás que hay cosas que son menos de temer por lo mismo que dan mucho miedo. Ningún mal es grande sí es el último. Viene a tí la muerte: sería de temer sí pudiese quedarse contigo; pero necesariamente o no llega o pasa. [ 4] "Es difícil -dices- llevar el ánimo a que desprecie la vida." ¿Pues no ves cómo se desprecia por causas vanas? El uno se ahorcó a la puerta de su amiga; el otro se arrojó 6

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praecipitauit e tecto, ne dominum stomachantem diutius audiret, alius ne reduceretur e fuga, ferrum adegit in uiscera. Non putas uirt.utem hoc effecturam, quod efficit nimia formido? Nulli potest secura uita contingere, qui de producenda nimis cogitat, qui ínter magna bona multos consules numerat. [5] Hoc cotidie meditare, ut possis aequo animo uitam relinquere, quam multi sic conplectuntur et tenent, quomodo qui aqua torrente rapiuntur spinas et aspera. Plerique ínter mortis metum et uitae tormenta miserí fluctuantur et uiuere nolunt, morí nesciunt. [6] Fac itaque tibi iucundam uitam omnem pro illa sollícitudinem deponendo. Nullum bonum adiuuat habentem, nisi ad cuíus amíssionem praeperatus est animus; nullius autem reí facilior amissio est, quam quae desiderari amissa non potest. Ergo aduersus haec, qua.e incidere possunt etiam potentissimis, adhortare te et indura. [7] De Pompei capite pupillus et spado tulere sententiam, de Crasso crudelis et insolens Parthus; Gaius Caesar iussit Lepidum Dextro tribuno praebere ceruicem, ípse Chaereae praestitit. Neminem eo fortuna prouexit, ut non tantum illi minaretur, quantum permiserat. Noli huic tranquillitati confidere; momento mare euertitur. Eodem die ubi luseri:tnt nauigia, sorbentur. [8] Cogita posse et latronem et hostem admouere iugulo tuo gladium. Ut potestas maior absit, nemo non seruus habet in te uitae necisque arbitrium. Ita dico: quisquis uitam suam contempsit, tuae dominus est. Recognosce exempla eorum, qui dome.sticis insidiis perierunt, aut aperta ui aut dolo; intelleges non pauciores seruorum ira cecidisse quam regum. Quid ad te itaque, quam potens sit quem times, cum id, propter quod times, nemo non possit? [9] At si forte in manus hostium incideris, uictor te duci iubebit; eo nempe, quo duceris. Quid te ipse decipis et hoc nunc pri7

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del techo para no oír por más tiempo al señor que le molestaba; el otro, para que no le hicieran volver de su fuga, se traspasó con un hierro las entrañas. ¿Crees que no ha de hacer la virtud lo que hizo el miedo excesivo? No puede llevar una vida tranquila quien se preocupa excesivamente de alargarla, quien tiene como un gran bien contar muchos cónsules. 7 [ 5] Has de meditar esto todos los días para que puedas dejar con ecuanimidad la vida, a la que muchos se abrazan y agarran como a las zarzas y a las rocas los que son arrastrados por un agua torrencial. Los más fluctúan miserablemente entre el miedo de la muerte y los tormentos de la vida, y ni quieren vivir, ni saben morir. [6] Hazte, pues, agradable la vida dejando en absoluto de preocuparte por ella. Ningún bien sirve al que lo posee, si no tiene el ánimo preparado para perderlo; y ninguna pérdida se soporta tan fácilmente como la de aquello que,. una vez perdido, no puede desearse. Anímate, pues. y endurécete contra todos los incidentes que pueden ocurrir aun a los más poderosos. [7] Un pupilo y un eunuco condenaron a muerte a Pompeyo; 8 a Craso, un parto cruel e insolente; 9 Gayo César mandó a Lépido que entregase la cabeza al tribuno Dextro; 10 él mismo tuvo que entregársela a Quereas. 11 A nadie levantó tanto la fortuna que no le amenazara con tantos males como los que le había permitido hacer. No te confíes a la tranquilidad presente; en un momento se altera el mar. En un mismo día, donde jugaron los navíos, naufragan. [ 8] Piensa que el ladrón y el enemigo pueden poner el puñal en tu garganta. Donde no hay un poder mayor, cualquier esclavo es el árbitro de tu vida y de tu muerte. Digo así: quien desprecia su propia vida, es dueño de la tuya. Recuerda los casos de los que perecieron por asechanzas domésticas, o con violencia abierta o con engaño; comprenderás que no son menos los que cayeron por la ira de los siervos que por la de los reyes. ¿Qué más te da el poder que tenga ese a quien temes, cuando lo que temes lo pueden todos? [9] Si acaso caes en manos de los enemigos, el vencedor mandará que te lleven a la muerte, a la que de todos modos eras llevado. ¿Por qué te engañas a tí mismo y no adviertes 7

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mum, quod olim patiebaris, intellegis? Ita dico: ex quo natus es, duceris. Haec et eiusmodi uersanda in animo sunt, si uolumus ultimam illam horam placidi expectare, cuius metus omnes alias inquietas facit. [ 1O] Sed ut finem epistulae inponam, accipe, quod mihi hodierno die placuit. Et hoc quoque ex alienis hortulis sump· tum est. "Magnae diuitiae sunt lege naturae composita paupertas." Lex autem illa naturae seis quos nobis terminos statuat? Non esurire, non sitire, non algere. Ut famem sitimque depellas, non est necesse superbis adsidere liminibus nec supercilium graue et contumeliosam etiam humanitatem pati, non est necesse maria temptare nec sequi castra; parabile est, quod natura desiderat, et adpositum. [ 11] Ad superuacua sudatur. Illa sunt, quae togam conterunt, quae nos senescere sub tentorio cogunt, quae in aliena litora inpingunt. Ad manum est, quod sat est. Qui cum paupertate bene .conuenit, diues est. V ALE. V

SENECA L VCILIO SVO SALVTEM [ 1] Quod pertinaciter studes et 01nnibus om1ss1s hoc unum agis, ut te meliorem cotidie facias, et probo et gaudeo, nec tantum hortor, ut perseueres, sed etiam rogo. lllud autem te admoneo, ne eorum more, qui non proficere sed conspici cupiunt, facias aliqua, quae in habitu tuo aut genere uitae notabilia sint. [2] Asperum cultum et intonsum caput et neglegentiorem barbam et indictum argento odium et cubile humi positum, et quícquid aliud ambitio nempe peruersa 1 uia sequitur, euita. Satis ipsum nomen philosophiae, etiam si modeste tractetur, inuidiosum est; quid si nos hominum consuetudini coeperimus excerpere? Intus omnia dissimi8

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hasta ahora lo que siempre estabas padeciendo? Te digo que desde que naciste eres llevado a la muerte. Hay que dar vueltas en nuestro espíritu a estas y a otras cosas semejantes, si queremos esperar tranquilamente aquella última hora por miedo a la cual todas las otras se hacen inquietas. [ 1O] Pero, para acabar esta carta, toma esto que es lo que hoy más me agradó. También lo tomé de huertos ajenos: "Gran riqueza es la pobreza ajustada a la ley de la naturaleza." 12 ¿Sabes los términos que nos estableció esta ley de la naturaleza? No pasar hambre, ni sed, ni frío. Para acabar con el hambre y la sed no es necesario asediar los umbrales de los poderosos, ni soportar su grave ceño, ni la cortesía injuriosa; no es necesario aventurarse por las mares, ni hacer guerras. Al alcance de la mano está y ya preparado lo que pide la naturaleza. [ 11] Es lo superfluo lo que nos hace sudar. Esto es lo que desgasta la toga, lo que nos obliga a envejecer en la .tienda de campaña, lo que nos empuja a litorales ajenos. Lo que basta, lo tenemos a la mano. El que se aviene bien con la pobreza, es rico. Ten salud.

V DEL MODO DE FILOSOFAR HONESTAMENTE

[ 1] El tenaz afán con que, omitiendo toda otra cosa, procuras hacerte cada día mejor, lo apruebo y me alegra, y no sólo te exhorto a que perseveres, sino que te lo ruego. U nicamente te advierto que no hagas algo - a la manera de esos que no desean aprovechar sino ser vistos- que en tu comportamiento o en tu género de vida sea chocante. [2] Evita las apariencias rústicas, el cabello sin cortar, la barba descuidada, el odio declarado al dinero, dormir en el suelo, y todas esas cosas que la vanidad busca por mal camino. Y a es bastante odioso el mismo nombre de filosofía, aunque se practique con moderación; ¿pues qué será sí nosotros comenzamos a salirnos de las costumbres de las gentes? Por dentro todo sea desemejante; por fuera, acomodémonos a nuestro 8

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lía sínt, frons populo nostra conueníat. [3] Non splendeat toga, ne sordeat quídem. Non habeamus argentum, in quod solidi auri caelatura descenderit, sed non putemus frugalítatís indicium auro argentoque caruisse. Id agamus, ut meliorem uitam sequamur quam uulgus, non ut contrariam; alioquin quos emendari uolumus, fugamus a nobis et auertimus. Illud quoque efficimus, ut nihil imítari uelínt .nostrí, dum tíment, ne ímitanda sint omnia. [ 4] Hoc prímum philosophía promittit, sensum communem, humanitatem et congregatíonem. A qua professione dissinlilítudo nos separabit. Uideamus, ne ista, per quae admirationem parare uolumus, ridícula et odiosa sint. Nempe proposítum nostrum est secundum naturam uíuere; hoc contra naturam est, torquere corpus suum et faciles odisse mundítias et squalorem adpetere et cíbís non tantum uílíbus uti sed taetrís et horrídis. [ 5] Quemadmodum desiderare delicatas res luxuríae est, ita usitatas et non magno parabiles fugere dementiae. Frugalítatem exigit philosophia, non poenam, potest autem esse non incompta frugalitas. Hic mihi modus placet: temperetur uita in ter bonos mores et publicas; suspiciant omnes uitam nostram,. sed agnoscant. [6] "Quid ergo? Eadem faciemus, quae ceterí? Nihil ínter nos et íllos íntererit?" Plurí1num. Díssímiles esse nos uulgo scíat, qui ínspexerit propíus. Qui domum íntrauerit, nos potíus miretur quam supellectilem nostram. Magnus ille est, qui fictilibus sic utitur quemadmodum argento. Nec ille minor est, qui sic argento utítur quemadmodum fíctilíbus. Infirmi aními est patí non posse díuitías. [7] Sed ut huius quoque dieí lucellum tecum communícem, apud Hecatonem nostrum ínueni cupidítatíum fínem etiam ad tin1oris remedía profícere. "Desínes," ínquit, "timere, si sperare desíneris." Dices: "Quomodo ista tam diuersa 9

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pueblo. [3] Que nuestra toga no sea ni resplandeciente, ni sórdida. No tengamos plata labrada con incrustaciones de oro, pero no pensemos que es un indicio de frugalidad carecer de oro y de plata. Tratemos de llevar mejor vida que el vulgo, pero no la contraria; de otro modo ahuyentamos de nosotros . y repelemos a los que queremos enmendar. Conseguiríamos además que no quisieran imitar nada nuestro, puesto que temen que no todo lo nuestro haya de ser imitado. [ 4] Lo primero que profesa la· filosofía es el sentido común, la cortesía y la sociabilidad. De la cual profesión nos separará la desemejanza. Veamos si esas cosas por las que queremos que nos admiren no son ridículas y odiosas. Porque nuestro propósito 13 es vivir según la naturaleza, y es contra la naturaleza atormentar al cuerpo, odiar el aseo sencillo, apetecer la suciedad, alimentarnos con manjares no sólo viles, sino repugnantes y asquerosos. [S] Del mismo modo que es lujuria desear cosas delicadas, así rechazar las corrientes y fácilmente asequibles es locura. La filosofía exige frugalidad y no penas; y la frugalidad puede ser no trabajosa. La manera que a mí me agrada es ésta: una vida atemperada entre las buenas costumbres y las públicas; que todos admiren nuestra vida, pero que todos se la expliquen. [6] "¿Pues qué? ¿haremos lo mismo que los demás? ¡No habrá ninguna diferencia entre ellos y nosotros?" Mucha. Quien nos vea de cerca sabrá que no somos semejantes al vulgo. Quien entre en nuestra casa, que más nos admire a nosotros que a nuestros muebles. Es grande aquel que usa vajilla de barro como si fuera de plata. Pero no es más pequeño el que usa la de plata como si fuera de barro. Es de ánimo flaco no poder soportar la riqueza. [7] l\llas para compartir también contigo el provecho de este día, en nuestro Hecatón he encontrado que el fin de los deseos sirve también de remedio contra el temor. "Dejarás de temer -dice- si dejas de esperar." 14 Dirás: "¿Cómo pueden ir juntas cosas tan diversas?" Pues así es, mi querido 9

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pariter eunt 2 ?" Ita est, mi Lucili: cum uideantur dissidere, coniuncta sunt. Quemadmodum eadem catena et custodiam et militem copulat, sic ista, quae tam dissimilia sunt, pariter incedunt; spem metus sequitur. [8] Nec miror ista sic ire; utrumque pendentis animi est, utrumque futuri exspectatiÓne solliciti. Maxima autem utriusque causa est, quod non ad praesentia aptamur, sed cogitationes in longinqua praemittimus. Itaque prouidentia, maximum bonum condicionis humanae, in malum uersa est. [9] Ferae pericula, quae uident, fugiunt; cum effugere, securae sunt; nos et uenturo torquemur et praeterito. Multa bona nostra nobis nocent, timoris enim tormentum memoria reducir, prouidentia anticipar. Nemo tantum praesentibus miser est. VALE. VI SENECA LVCILIO SVO SALVTEM [ 1] Intellego, Lucili, non emendari me tantum sed transfigurari. Nec hoc promitto iam aut spero, nihil in me superesse, quod mutandum sit. Quidni multa habeam, quae debeant colligi, quae extenuari, quae attolli? Et hoc ipsum argumentum est in níelius translati animi, quod uitia sua, quae adhuc ignorabat, uidet. Quibusdam aegris gratulatio fit, cum ipsi aegros se esse senserunt. [2] Cuperem itaque tecum communicare tam subitam mutationem mei; tune amicitiae nostrae certiorem fiduciam habere coepissem, illius uerae, quam non spes, non tímor, non utilitatis suae cura díuellit, íllius, cum qua homines moriuntur, pro qua moriuntur. [3 J Multos tibi dabo, qui non amico, sed amicitia caruerunt. Hoc non potest accidere, cum animos in societatem honesta cupiendi par uoluntas trahit. 10

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Lucilío; aunque parecen tan opuestas, van juntas. Así como una misma cadena ata al preso y a su guardián, así estas cosas tan desemejantes caminan juntamente: el miedo sigue a la esperanza. [ 8] Y no me admira que así sea: uno y otra son propios de un espíritu que está en suspenso; uno y otra, de un espíritu preocupado por la espera de lo futuro. La principal causa de ambos es que no nos adaptamos a lo presente, sino que echamos el pensamiento a lo lejos. Y así la previsión, que es el mayor bien de la condición humana, se convierte en un mal. [9] Huyen las fieras de los peligros que ven; cuando han huído, están tranquilas; nosotros nos atonnentamos con el peligro pasado y con el futuro. Nos dañan muchos de nuestros bienes, porque la memoria reproduce el tormento del temor y la previsión lo anticipa. Ninguno es desgraciado solamente por lo presente. Ten salud. VI DE LA VERDADERA AMISTAD

[ 1] Me doy cuenta, Lucilio, de que no solan1ente me

enmiendo, sino que me transformo. No por eso prometo o espero que no quede nada en mí que no haya de ser cambiado. ¿Cómo no he de tener muchas cosas que deban refrenarse, atenuarse o realzarse? Y esto mismo es prueba de que el ánimo ha mejorado: que ve sus vicios y antes los ignoraba. A ciertos enfermos se les felicita cuando ellos mismos se dan cuenta de su enfermedad. [2] Así que deseaba comunicarte tan súbita transformación mía; comenzaría entonces a tener más firme confianza en nuestra amistad, en aquella verdadera amistad que no rompe ni la esperanza, ni el temor, ni el cuidado de la utilidad propia; en aquella amistad en la que mueren los hombres, por la que mueren los hombres. [3] Te darí¡¡ los nombres de muchos que carecieron no de amigos, sino de amistad. No puede acaecer esto cuando una igual voluntad de desear lo honesto junta los ánimos. ¿Y por qué no podría ser? Por10

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Quidni non possit? Sciunt enim ipsos omnia habere communia, et quidem magis aduersa. · Concipere animo non potes, quantum momenti adferre mihi singulos dies uideam. [ 4] "Mítte," ínquis, "et nobis ista, quae tam effícacia expertus es." Ego uero omnia in te cupio transfundere, et in hoc alíquid gaudeo discere, ut doceam. Nec me ulla res delectabit, licet sit eximia et salutaris, quam mihi uni scíturus sum. Si cum hac exceptione detur sapientia, ut illam inclusam teneam nec enuntiem, re1c1am. Nullius boni sine socio iucunda possessio est. [5] Mittam itaque ipsos tibí libros et ne multum operae

ínpendas, dum passim profutura sectaris, inponam notas, ut ad ipsa protinus, quae probo et miror, accedas. Plus tamen tibi et uiua uox et conuictus quam oratio proderít. In rem praesentem uenias oportet, primum, quia homínes amplius oculis quam auribus credunt; deinde, quia longum iter est per praecepta, breue et efficax per exempla. [6] Zenonem Cleanthes non expressisset, si tantum1nodo audisset; uitae eius interfuit, secreta perspexit, obseruauit illum, an ex formula sua uiueret. Platon et Aristoteles et omnis in diuersum ítura sapíentíum turba plus ex moríbus quam ex uerbis Socratis traxit; Metrodorum ·et Hermarchum et Polyaenum magnos uíros non schola Epicuri sed contubernium fecit. Nec in hoc te accerso tantum, ut proficias, sed ut prosis; plurímum enim alter alteri conferemus. [7] Interim quoniam diurnam tíbi mercedulam debeo,

quid me hodíe apud Hecatonem delectauerit dícam. "Quaeris," inquit, "quid profecerim? Amicus esse mihí coepi." Multum profecit; numquam erit solus. Scito hunc amícum omnibus esse. VALE.

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que saben que tienen comunes todas las cosas, especialmente las adversas. No puedes imaginarte cuánto veo que me aprovecha cada día. [ 4] "Danos a conocer --dices- estas cosas cuya eficacia has tú experimentado." Pero yo deseo transfundirte todas estas cosas y me alegro de aprender para enseñar. No me deleita ninguna cosa, por eximia y saludable que sea, si yo solo he de saberla. Si la sabiduría se diese con la condición de tenerla encerrada sin comunicarla, renunciaría a ella. Sin un compañero no es grata la posesión de ningún bien. [5] Te enviaré, pues, los mismos libros, y para que no pierdas mucho tiempo en buscar lo provechoso, pondré notas para que llegues más pronto a lo que apruebo y admiro. Te ayudará más, sin embargo, la viva voz y la convivencia que la palabra escrita. Es preciso que vengas tú en persona; primero, porque los hombres creen más a los ojos que a los oídos; 15 después, porque largo es el camino de los preceptos, y corto y eficaz el de los ejemplos. [ 6] No hubiera interpretado tan bien C!eantes 16 a Zenón si se hubiera limitado a oírlo: se mezcló a su vida, vió sus secretos y observó si vivía de acuerdo con su doctrina. Platón, Aristóteles y toda la legión de sabios que habían de ir por diversos caminos, sacaron mayor provecho de las costumbres que de las palabras de Sócrates; a l'vletrodoro, a Hermarco y a Polierío, los hizo grandes hombres no la escuela de Epicuro, sino su convivencia con él. Pero no te llamo exclusivamente para que tú te aproveches, sino para que me aproveches, porque es mucho el bien que uno a otro nos haremos. [7] Entretanto, puesto que te debo el regalillo diario, te diré lo que hoy más me deleitó leyendo a Hecatón: "¿Me preguntas cuál ha sido mi progreso? Comencé a ser amigo mío." 17 Mucho aprovechó: nunca estará solo. Ten por seguro que éste es amigo de todos. Ten salud.

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VII

SENECA LVCILIO SVO SALVTEM

"

[ 1] Quid tibi uitandum praecipue existimes, quaeris? Turbam. Nondum illi tuto committeris. Ego certe confitebor inbecillitatem meam; numquam mores, quos extuli, refero. Aliquid ex eo, quod conposui, turbatur; aliquid ex iis, quae fugaui, redit. Quod aegris euenit, quos longa inbecillitas us- · que eo adfecit, ut nusquam sine offensa proferantur, hoc accidit nobis, quorum animi ex longo morbo reficiuntur. [2] Inimica est multorum conuersatio; nemo non aliquod nobis uítium aut commendat aut inprimit aut nescientibus adlinit. U tique quo maior est populus, cuí miscemur, hoc periculi plus est. Nihil uero tam damnosum bonis moribus quam in aliquo spectaculo desidere. Tune enim per uoluptatem facilius uitia subrepunt. [3] Quid me existimas dicere? Auarior redeo, ambitiosior, luxuriosior, immo uero crudelior et inhu1nanior, quia ínter homines fui. Casu in meridianum spectaculum incidí lusus expectants et sales et aliquid laxamenti, quo hominum oculi ab humano cruore adquiescant; contra est. Quicquid ante pugnatum est, misericordia fuit. Nunc omissis nugis mera homicidia sunt. Nihil habent quo tegantur, ad ictum totis corporibus expositi numquam frustra manum míttunt. [ 4] Hoc plerique ordinariis paribus et postulaticiis praeferunt. Quidni praeferant? Non galea, non scuto repellitur ferrum. Quo munimenta? Quo artes? Omnia ista mortis morae sunt. Mane leonibus ut ursis homines, meridie spectatoribus suis obiciuntur. lnterfectores interfecturis iubent obici et uictorem in aliam detinent caedem. Exitus pug12

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VII DE QUE HAY QUE EVITAR A LA TURBA .

[ 1] Me preguntas qué es lo que principalmente has de evitar. La turba. Aún no puedes confiarte a ella con seguridad. Te confesaré mi flaqueza: nunca vuelvo de ella con la misma moral que llevé. Se perturba algo de lo que había serenado; vuelve algo de lo que había hecho huir. Lo que sucede a esos enfermos, afectados por una larga debilidad, que nunca salen sin empeorar, esto mismo nos acaece a nosotros, que tenemos . los ánimos convalecientes de una larga enfermedad. [2] Es perjudicial la convivencia con muchos; nadie hay que no nos recomiende algún vicio o no nos lo contagie o, sin saberlo nosotros, no nos manche con su contacto. Y cuanto más grande sea la turba con la que nos mezclemos, mayor es el peligro. Pero nada hay tan dañoso para las buenas costumbres como asistir a algún espectáculo. Porque entonces, por el placer que causan, se insinúan más fácilmente los vicios. [3] ¿Te das cuenta de lo que digo? Vuelvo más avaro, más ambicioso, más sensual, aun más cruel y más inhumano, porque estuve entre los hombres. Por casualidad vine a caer en un espectáculo a mediodía, esperando ver juegos, chistes y cosas de diversión, en las que descansen los ojos de los hombres de la crueldad humana; fué lo contrario. Las luchas de antes eran pura misericordia. Ahora, suprimida toda diversión, no hay más que meros homicidios. 18 Sin estar cubiertos con nada, expuesto todo el cuerpo a las heridas, no dan ningún golpe en vano. [4] Muchos prefieren esto a los combates ordinarios y a los de apuestas. ¿Por qué no preferirlo? No se rechaza el hierro con casco o con escudo. ¿Para qué las defensas? ¿Para qué el arte? Todo esto es una dilación de la muerte. Por la mañana se arrojan hombres a los leones y a los osos; por la tarde, a los espectadores. Maridan que los que han de matar luchen unos con otros, y reservan al vencedor para otra matanza. La única salida de los que lu12

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nantium mors est; ferro et igne res geritur. Haec fiunt, dum uacat harena. [5] "Sed latrocinium fecit aliquis, occidit hominem." Quid ergo? 1 Quia occidit ille, meruit ut hoc pateretur: tu quid meruisti miser, ut hoc spectes? "Occide, uerbera, ure ! Quare tam timide incurrit in· ferrum? Quare parum audacter occidit? Quare parum libenter moritur? Plagis agatur in uulnera, mutuos ictus nudis et obuiis pectoribus excipiant." lntermissum est spectaculum: "interim iugulentur homines, ne nihil agatur.'' Age, ne hoc quidem intellegitis, mala exempla in eos redundare, qui faciunt? Agite dís ínmortalibus gratías. quod eum docetis esse crudelem, qui non potest discere. [6] Subducendus populo est tener animus et parum tenax rectí; facíle transitur ad plures. Socrati et Catoni et Laelio excutere morem suum dissimilis multitudo potuisset; adeo nemo nostrum, qui cum maxime concinnamus ingenium, ferre impetum uitiorum tam magno comitatu uenientium potest. [7] Unum exemplum luxuriae aut auaritiae multum malí facit; conuictor delicatus paulatim eneruat et emollit, uicínus diues cupididatem inritat, malignus comes quamuis candido et simplici rubiginem suam adfricuit. Quid tu accídere his moribus credis, in quo publice factus est ímpetus? Necesse est aut imiteris aut oderis. [8] Utrumque autem deuitandum est; neue similis malis fías, quia multi sunt, neue inimicus multis, quia dissimiles sunt. Recede in te ipsum, quantum potes. Cum his uersare. qui te meliorem facturi sunt. Illos admitte, quos tu potes facere meliores. Mutuo ista fiunt, et homines, dum docent, discunt. [9] Non est quod te gloria publicandi ingenii producat in medium, ut recitare istis uelis aut disputare; quod facere te uellem, si haberes isti populo idoneam mercem; nemo est, qui íntellegere te possit. Aliquis fortasse, unus aut 13

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chan es la muerte; se lleva la cosa a hierro y fuego. Todo esto pasa mientras está suspendido el espectáculo. [5] "Pero es que hizo un robo; es que mató a un hombre." ¿Pues qué? Porque él mató, mereció padecer esto; pero ¿qué hiciste tú, desgraciado, para que tengas que contemplarlo? "Mata, pega, quema. ¿Por qué va con tanto miedo al encuentro de la espada? ¿Por qué mata con tan poca audacia? ¿Por qué muere tan a disgusto? Que de los azotes pasen a las heridas; que ofrezcan a los golpes mutuos los pechos desnudos y abiertos." Se interrumpió el espectáculo: "entre tanto, para no estar sin hacer nada, que se degüellen los hombres". Pero ¿ni siquiera entendéis que los malos ejemplos redundan en daño de quienes los dan? Agradeced a los dioses inmortales que enseñáis a ser cruel a quien no lo püede aprender. [6] Hay que apartar del pueblo al que es de ánimo tierno y poco tenaz en lo recto; fácilmente se pasa a la mayoría. Hasta los mismos Sócrates, Catón y Lelio no hubieran podido dejar de ser desviados de sus costumbres por una muchedumbre desemejante; mucho menos ninguno de nosotros, que apenas si hemos cultivado nuestro carácter, podrá resistir el ímpetu de los vicios cuando vienen en tan gran compañía. [7] Un solo ejemplo de sensualidad y de avaricia hace mucho mal; la convivencia con un voluptuoso poco a poco nos enerva y ablanda; el vecino rico irrita la codicia; el compañero perverso mancha con su herrumbre al más inocente y sencillo. ¿Qué crees tú que ha de suceder a la moral de aquel contra quien arremete, el ímpetu de todo un pueblo? Por fuerza ha de imitarlo u odiarlo. [ 8] Pero una y otra cosa han de evitarse: ni has de hacerte semejante a los malos porque sean muchos, ni has de hacerte enemigo de muchos porque no se te parezcan. Retírate dentro de ti mismo, tanto como te sea posible. Convive con los que han de hacerte mejor. Admite a los que tú puedas mejorar. Estas cosas se hacen recíprocamente, pues los hombres aprenden enseñando. [9] No has de salir al público para ostentar tu ingenio, queriendo recitar o disertar; lo que yo querría que hicieras si tuvieras una mercancía adecuada a este pueblo; pero ninguno de esos te puede comprender. Quizás haya alguno que otro, pero este mismo ha de ser formado 13

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alter incidet, et hic ipse formandus tibi erít instituendusque ad intellectum tui. "Cuí ergo ista didici ?" Non est quod timeas, ne operam perdideris; tibi 2 didicisti. [ 1O] Sed ne solí mihi hodie didicerim, communicabo tecum, CJ.uae occurrerunt mihi egregie dicta circa eundem j.ere sensum tria; ex quibus unum haec epistula in debitum soluet, duo in antecessum accipe. Democritus ait: "Unus mihi pro populo est, et populus pro uno." [ 11] Bene et ille, quisquis fuit, ambigitur enim de auctore, cum quaereretur ah illo, quo tanta diligentia ártis spectaret ad paucissimos peruenturae, "Satis sunt," inquit, "mihi pauci, satis est unus, satis est nullus." Egregie hoc tertium Epicurus, cum uní ex consortibus studiorum suorum scriberet: "Haec," inquit, "ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus." [ 12] Ista, mi Lucili, condenda in animum sunt, ut contemnas uoluptatem ex plurium adsensione uenientem. Multí te laudant. Ecquid 3 habes, cur placeas tibi, si is es, quem íntellegant multi? Introrsus bona tua spectent. VALE. ~

VIII SENECA L VCILIO SVO SALVTEM

[ 1] "Tu me," inquis, "uitare turbam iubes, secedere et conscientia esse contentum? Ubi illa praecepta uestra, quae imperant in actu morí?" Quod ego tibi uideor interim suadere, in hoc me recondidí et fores clusi, ut prodesse pluribus possem. Nullus mihi per otium dies exit. Partem noctium studiis uindico. Non uaco somno sed succumbo, et oculos uigilia fatiga tos cadentesque in opere detineo. [2] Secessi non tantum ah hominibus, sed a rebus, et inprimis a meis rebus; posterorum negotium ago; illís alíqua, quae possint prodes14

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e instruí do por ti para que te entienda. "¿Pues para quién aprendí estas cosas?" No temas haber perdido el tiempo; las aprendiste para tí. [ l O] Mas para que yo hoy no aprenda solamente para mí, te comunicaré tres magníficos dichos que encontré al acaso, casi con el mismo sentido; uno de los cuales pagará la deuda de esta carta, y los otros dos recíbelos por anticipado. Demócrito dice: "Un solo hombre es para mí como todo el pueblo, y todo el pueblo como un solo hombre." 19 [ 11] Bueno es también el dicho de aquel, sea quien fuere, pues se duda del autor, a quien le preguntaron por qué ponía tanta diligencia en un arte que había de llegar a tan pocos, y respondió: "Para mí son bastantes estos pocos; y aun uno solo, y aun ninguno." El tercero, y magnífico, es de Epicuro, quien escribiendo a uno de sus compañeros de estudios dice: "Esto no es para muchos, sino para ti, pues bastante gran teatro es el uno para el otro." 20 [ 12] Estas cosas, L ucilio, has de guardarlas en tu ánimo para que desprecies el placer que viene del asentimiento de muchos. Muchos te alaban. ¿Qué razón tienes para complacerte contigo mismo si te entienden tantos? Que tus grandes bienes brillen por dentro. Ten salud.

VIII DEL RECOGIMIENTO DEL SABIO

[ 1] Me dices que te mando evitar la turba, recluirte y estar contento con tu propia conciencia, "¿Dónde están aquellos preceptos vuestros que mandan morir en la acción?" Si yo me recogí y cerré las puertas, 21 como ves que intento persuadirte que tú hagas, fué para que pudiese aprovechar a muchos. No se me va ningún día en el ocio. Parte de las noches las consagro al estudio. No me entrego al sueño, sino que sucumbo a él, y cuando mis ojos están fatigados por la vigilia, me detengo en la lectura. [2] No sólo me aparté de los hombres, sino también de las cosas, y, en primer lugar, de las propias mías; trabajo para la posteridad y para ella i4



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se, conscribo. Salutares admonitiones, uelut medícamentorum utilium compositiones, litteris mando, esse illas efficaces in meís ulceríbus expertus, quae etiam sí persanata non sunt, serpere desíerunt. [3] Rectum íter, quod sero cognouí et lassus errando, alíis monstro. Clamo: "Uítate, quaecumque uulgo placent. quae casus adtribuit. Ad omne fortuitum bonum suspiciosi pauídique subsistite; et fera et piscis spe aliqua oblectante decipitur. Munera ista fortunae putatis? Insidiae sunt. Quisquis uestrum tutam agere uítam uolet, quantum plurimum potest, ista uiscata beneficia deuitet, in quibus hoc quoque míserrimi fallimur; habere nos putamus, haeremus. [ 4] In praecipítía cursus iste deducit. Huius eminentis uitae exítus cadere est. Deinde ne resistere quidem licet, cum coepit transuersos agere felicitas, aut saltim rectis aut semel ruere; non euertít 1 fortuna, sed cernulat et allidit. [5] Hanc ergo sanam ac salubrem formam uitae tenete, ut corporí tantum índulgeatis, quantum bonae ualitudíni satis est. Durius tractandum est, ne animo male pareat. Cibus famem sedet, potio sítím extinguat, uestís arceat frigus, domus munimentum sit aduersus infesta corporís. Hanc utrum caespes erexerít an uarius lapis gentís alienae, nihil ínterest; scítote tam bene homínem culmo quam auro tegí. Contemnite omnía, quae superuacuus labor uelut ornamentum ac decus ponit. Cogitate nihil praeter anímum esse mirabíle, cuí magno nihil magnum est." [6] Si haec mecum, sí haec cum posterís loquor, non uideor tibi plus prodesse, quam cum ad uadímonium aduocatus descenderem, aut tabulis testamenti anulum ínprimerem, aut in senatu candidato uocem et manum commodarem? Mihi crede, qui nihil agere uidentur, maiora agunt; humana diuínaque símul tractant. 15



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escribo algo que pueda aprovecharle. Pongo por escrito advertencias saludables, como medicamentos útiles cuya eficacia experimenté en mis propias llagas, que, sí no están curadas del todo, dejaron ya de enconarse. [3] El camino recto, que conocí tarde y cansado de errar, enseño a otros. Yo grito: "Evitad lo que agrada al vulgo, lo que concede el azar. Mirad con suspicacia y pavor todo bien fortuito; también las fieras y los peces se dejan coger con un cebo deleitoso. ¿Creéis que son éstos regalos de la fortuna? Son acechanzas. Quien de vosotros quiera llevar una vida tranquila, evite estos beneficios dolorosos con los que miserablemente somos engañados; pensamos que los tenemos y nos enredamos en ellos. [ 4] Esta carrera lleva al precipicio. El final de esta vida encumbrada es caerse. Además, no es lícito ni resistir siquiera cuando la felicidad comenzó a llevarnos de través; o ir derechos, o caer de una vez; 22 no nos derriba la fortuna, sino que nos precipita 23 o nos deshace. [5] "Mantened, pues, esta forma de vida sana y saludable: que condescendáis con el cuerpo en tanto cuanto basta para una buena salud. Ha de tratársele con dureza para que no obedezca mal al espíritu. La comida apacigüe el hambre; la bebida extinga la sed; el vestido aparte al frío; la casa sea defensa contra lo que dañe al cuerpo. Si está construída de tapia o de varias clases de mármol extranjero, no importa; tened por sabido que tan bien se cubre el hombre con un techo de paja como d~ oro. Despreciad todo eso que un trabajo superfluo puso como ornato y belleza. Pensad que nada hay admirable fuera del ánimo, y que si éste es grande, para él nada hay grande." [6] Sí hablo esto conmigo mismo, sí lo digo a la posteridad, ¿no te parece que aprovecho más que sí fuera al foro como abogado o sellara con mi anillo las tablas testamentarias o alquilase a un candidato mi palabra o mí acción en el Senado? Créeme que los que parecen no hacer nada son los que más hacen, pues se ocupan a la vez de lo humano y de lo divino. •

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[7] Sed iam finis faciendus est et aliquid, ut instituí, pro hac epistula dependendum. Id non de meo fiet; adhuc Epicurum complicamus, cuius hanc uocem hodierno die legi: "Philosophiae seruias oportet, ut tibi contingat u era libertas." Non differtur in diem, qui se illi subiecit et tradidit; statim circumagitur. Hoc enim ipsum philosophiae seruire libertas est. [8] Potest fieri, ut me interroges, quare ab Epicuro tam multa bene dicta referam potius quam nostrorum. Quid est tamen, quare tu istas Epicuri uoces putes esse, non publicas? Quam multi poetae dicunt, quae philophis aut dicta sunt aut dicenda! Habent enim hae quoque aliquid seueritatis et sunt ínter comoedias ac tragoedias mediae. Quantum disertissimorum uersuum ínter mimos iacet! Quam multa Publilii non excalceatis, sed coturnatis dicenda sunt! [9] Unum uersum eius, qui ad philosophiam pertinet et ad hanc partero, quae modo fuit in manibus, referam, quo negat fortuita in nostro habenda: Alíenum est omne, quicquid optando euenit.

[ 1O] Hunc sensum 2 a te dici non paulo melius et 3 adstrictius mem1n1: Non est tuum, fortuna quod fecit tuum.

Illud etiamnunc melius dictum a te non praeteribo: Dari bonum quod potuit, auferri potest.

Hoc non inputo in solutum; dedi

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de tuo tibi .

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[7] Pero ya he de acabar y, como es mi propósito, algo he de pagarte por esta carta. No lo haré con lo mío; hojeemos a Epicuro, de quien hoy leí esta sentencia: "Es menester que sirvas a la filosofía para que alcances la verdadera libertad." 24 Quien se somete y entrega a ella, no tiene que esperar; inmediatamente le llega su emancipación. 25 Porque servir a la filosofía es ya la libertad. [8] Puede suceder que me preguntes por qué cito tantas buenas sentencias de Epicuro y no mejor de los nuestros. ¿Cómo es que tú crees que estas sentencias son de Epicuro y no públicas? ¡Cuántas cosas dicen los poetas que los filósofos ya han dicho o han de decir! No acudiré a los trágicos ni a los autores de fábulas togadas. 26 Porque también tienen éstas cierta gravedad y son intermedias entre las comedias y las tragedias. ¡Qué cantidad de versos sagaces hay en los mimos! ¡Cuántas sentencias de Publio habían de recitarse con coturno y no con los pies descalzos! 27 [9] Te citaré un verso suyo, que se refiere a la filosofía y precisamente a esta parte de la que ahora tratamos, en el que niega que las cosas fortuitas sean tenidas como nuestras: Ajeno es todo lo que nos viene de acnerdo con nuestros deseos. 28

[ 1O] Recuerdo que tú dijiste eso mismo mucho mejor y más apretadamente: No es tuyo lo que la fortuna te dió.

.

29

Tampoco pasaré por alto otra sentencia tuya, todavía me-

JOr: El bien que se te pudo dar se te puede quitar. 30

Con esto no pago la deuda; te he dado de lo tuyo. Ten salud.

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IX SENECA LVCILIO SVO SALVTEM

[ 1] An merito reprehendat in quadam epistula Epicurus eos, qui dicunt sapientem se ipso esse contentum et propter hoc amico non indigere, desideras scire. Hoc obicitur Stilboni ab Epicuro et iis quibus summum bonum uisum est animus inpatiens. [2] In ambiguitatem incidendum est, si exprimere 11.?ráO..rrr&.s. M uret; hostilitas, L: stilistas, P; pstillistas, b. e

Epistula Lll l. ah imo, Buecheler; ambo, MSS. 2. intuenti ambo, Buecheler; inueniebo, LPb. 3. fecit alter in aperto est, et alterius, Hense; fecit alterius, LPb. 4. Hunc aut illum lo atribuye Gummere a Lucilio y Hense a Séneca. 5. uita; Muret; uitam, LPb; Hense sugiere uitam uita. 6. decentia, Koch; licentia, LPb; scientia, ouos MSS; diligentia, Gertz.

Epistula L/11 1. possem, Erasmo; possim, MSS. 2. etiam talaría, Hense; ut talaría, MSS. 3. Hense sospecha que es incorrecto dextros y Toup propone sustituirlo por distortos. 4. ut in ullo intellectus sui sit, Schultess; ut in ullo intellectus sui est, V; uti nullo intellectu sui est, pPb. 5. adesse iubet, Haase; adest et iubet, MSS. 6. reiecero, Lipse; re aegero, p; Haase conjetura erogaro.

Epistula LIV l. commeatum, Lipse; comitatum, MSS. 2. faciet, Lipse; facit, MSS. 3. Antes de ego los MSS. leen at, que Gertz tacha.

Epistu/a LV l. derexi, Hense; direxi, MSS. 2. La puntuación de esta sentencia y la de la 252

~igui¡¡nte

es de Summera,

-5133. cuiuis, Lipse; cuius, MSS. 4. de is, Hense; deis o de bis, MSS.

Epistula LVI l. 2. 3. 4.

libari. Cqelius Rhodiginus; biberari, pLVM; liberari, Pb. tubulas, Gruter; tabulas, p~V; tubulos, conjetura Summers. qua, Gemol/: quam, M SS. ínter se, Erasmo; ínter, pLPb; interim, V.

Epistula LVII l. ad trístia, Gruter; ad (a) trístitiam o ad tristíam, MSS. 2. praeteri, Buecheler; preter, p; propter, VLPb; preterí, Haupt.

Epistula LVIII l. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 1 O. 11. 12. 13. 14.

quae, añadido por Hense, siguiendo a Koch y Cemol/. En vez de lucum y iuxta los manuscritos de Virgilio dan tucos fJ circa. dicebant, M entel; dicebantur, M SS. eidem, Haase; fidem, MSS. essentiam, Muret; quid sentiam, MSS. positum, Muret; positam, MSS. quaedam quae, pLVPb; quaedam, los otros manuscritos. H en se conjetura et animantibus. Buecheler propone añadir decrescunt; Hense, arescunt. G. Gemoll prefiere traxit. notione, P; natione, pLb; ratione, V; oratíone, otros manuscritos. remotius, Madvig; remotis. MSS. ínter uana. constitimus, Gertz; ínter ualla constituimus, MSS. Tal vez la lectura correcta sea la que propone Rossbach, a saber: nos nostra quoque prouidentia longiorem prorogare. 15. paratus sis et, Madvig; par taus sit. Buecheler; parat auset, p; parat ausisset, L; paratus esset, O; parat ~uisset, b. 16. Después de utrum Haase quita el ea que tienen los MSS. 17. quam ius, Madvig; quamius, p; quamuis, LVPb.

253

-514Epistula LIX l. 2. 3. 4. 5.

album, R. Agrícola; aluum o alíum, MSS. honesta, Lipse; homíne ísta, MSS; non ínhonesta, O. Rossbach. et in, MSS; et, tachado por Mentel. dum añadido por P9 y omitido por los otros manuscritos. mundus, bVP; mundi, pL; mundi status, Erasmo; facies mundi, Hense. 6. et, Haase; ut, pLV, omitido en Pb. 7. esse, si numquam, Haase; esse et sínum quam, p; esse quia si numquam, LVPbO. /

Epistula LX l. nostrum quoque, Buecheler; quoque nostram, MSS; quandoque nostram, Muret. 2. ita quasi, Haase; quasi ita o ita, MSS.

Epistula LXI l. senex; ea desii uelle, Shultess; senex eadem uelle, pLVPb; senex ne eadem uelle uidear, otros MSS; senex ne eadem uelim, Hense.

Epistula LXII l. ciuili, algunos MSS; Hense prefiere seguir a los que leen ciui.

Epistula LXIII l. sic et, Hense; sic ut, pL V; sic. Pb. 2. Todos los MSS. leen ego menos p, que tiene ergo, quizá acertadamente.

Epistula LXIV 1. 2. 3. 4. 254

potest, pLVPb; potes, los restantes manuscritos. habentium, Bickel; habent tum, p; habent tantum, LVPb. erit, los MSS. menos L que lee ille erit, por el que Haase propone illi. su bita et umor, LVPb; subite timor, p; subita et timor, Cornelisen.

-515Epistula LXV

l. 2. 3. 4.

quod, pLVPb; quid, los restantes manuscritos. id es Deus lo considera Schweihiiuser como una glosa. ut potiora, Hense; peiora o priora, MSS. ex despues de artífices lo borra Haase. 5. precarium, algunos de los MSS. más modernos; praeclarium o prae· clarum, pLVPb. Epistula LXVI

l. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 1 O. · 11. 12. 13.

14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24.

Los manuscritos de Virgilio tienen aquí in. consecrat aliter, Haase; consecraliter, MSS. paria, los MSS. más recientes; tria, pVPb. tum, Haase; cum, MSS. sine modo, Capps; in modo, MSS. y Hense. et magnus, MSS; Haase borra et. par sit, Haase; pars sit, p y los otros manuscritos. ultra quae, H aase; litteraque, M SS. coactum, Haase; aco actum, p; a coa,to, Vb; aco acto, P. alterius in conuiuio iacentis, se lee en B, pero no en tos otros MSS. cum quod, los MSS. más recientes; quod cum o quocum los otros MSS. torreri sed, Ludwig von Jan; terroris et, MSS. i!lituum, VP; illibatum, otro MS, cuya lectura piensa Hense que es la correcta. / aut si hoc, Haase; et si hoc, MSS; at si hoc, Schweighiiuser. Buecheler sugiere que después de crispulum se añada quam caluum et horridulum. uirtuti. Uirtus, añadido por Schweighiiuser. Hilgenfeld piensa que hay que tachar el párrafo Ratio rationi ... recta ratio est. ratio es, M; ratio, MSS. qua, Muret; quia, MSS. qua, Erasmo: quia, MSS. ad quae, Hense; atque, MSS. hoc in omnibus, Muret; hoc contire (contingere, VPb) in omnibus, p; consentire omnibus, Haase. fractos, los MSS. más recientes; fructus (fluctus), pVPb. desinunt, H en se; ueniunt o ueni, M SS. in quod. Haase; in id quod, MSS.

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25. et mol!i uía 1ent, Gertz; emolliuerít, VPb; et mol!i uelerit, p; et mol!i uenerit, Wolters. 26. et después de sanguinolentis, borrado por Schweighiiuser. 27. quidni ínter, los MSS. más recientes; quid ínter, pVPb.

Epistula LXVII l. etiam si. M SS; M advig borra sí.

2. nempe, Haase; neme, MSS. 3. Buecheler sugiere que se tache sed. 4. putans, los MSS. más recientes; putas, pVPb. 5. alte, Hense y Buecheler; ante, Gertz; autem, p; omitido por VPb. 6. malacia (mala tia), p; malitia, VPb. 7. optabile putem, Hense; obtabile autem, p; optabile sit, VPb.

Epistula LXVIII l. facies, Muret; facias, MSS.

2. cui, Buecheler; cum, MSS. 3. quam quom, Hense; quam o quam cum, MSS. 4. conspectum, los MSS. más recientes; conspectu, pVPb. 5. aut quietem, Rossbach; aut qui etiam, p; atqui etiam, VPb. 6. frequenti, los MSS. más recientes; a frequenti, pVPb. 7. audii, Rossbach; audiui, VPb; laudi, p. 8. Puntuación de Haase. Hense considera cui in turba ... gratíae como una interpolación. 9. moremur, Erasmo; moramur, MSS. 10. despumauit, cod. Vat.; disputauit, pVPb. Epistula LXIX l. alíunde alio, Haase: alium de alio, pPb: in alium de alío, V.

2. ei, los MSS. más recientes; et, pVPb. 3. potet potentia, Hense; potentia, VPb; potia, p; potentia potest, los MSS más recientes. 4. tempus interual!is caedimus, Madvig; interual!um discedimus, pVPb. Epistula LXX l. si multa, los MSS. más recientes; si (sit) simulata, pVPb. 2. ideo, C. Brakman; il!o, MSS; illo die, Muret. 256

'-.5173. commodahít, los MSS. más recientes; commendabít, VPb; commendauit, p . .+. stolídí, Torrentius; solídí, MSS . .5. exspectandum esse exitum, los M SS .. más recientes; expectanouum esse exitum, VPb. 6. possimus, Erasmo; possemus, p; possumus, VPb. 7. exigat, los MSS. más recientes; excitat, pVPb. 8. extraxit: uilissimae sortis homines, Hense y Haase: extraxít hutilissimae sortis hominis, p: extraxit cum uilissimae sortis homines, V Pb. 9. euaserunt, Haase; euaserit o euaserint, MSS. 10. cumque e(x) cpmmodo, Müller; cumque cominodo (quomodo) Pb; cumque incommodo, p. 11. interclusis, Hense: inperclusis, V Pb; in perclusi, p. 12. deferret, Hense; deberet, MSS. 13. Schweighiiuser y Hense insertan quemadmodum placet; si munus.

Epistula LXXI l. colliges, M uret: colligis, MSS. 2. Hense atribuye quid ergo •.• componere pacem? a un supuesto objetante. 3. ut, añadido por Haase . .+. exitíi, los MSS. más recientes; exhilii, V; exilii, Pb. 5. repentina, los MSS. más recientes; repentini, VPb. 6. sui, G. Gemol/; si, VPb. 7. si, los MSS. más recientes; sed, VPB. 8. no bis, Chatelain; non, VPb. 9. rígida re, Capps; rigidari, MSS. 1 O. ne quae, Haase; neque, P; nec quae, Vb. 11. ínquis, los MSS. más recientes; inquít, VPb. 12. Aunque la lección del texto sea autorizada, V Pb leen iacere in eculeo bonum est. 13. honeste fit, los MSS. mopa, indiffer~ntia, rés míidíiié. Ckerón, D'e tinibus, 111, 16. 113. La filosofía. } 14. El gran San Bernardo y el pequefio San Bernardo en 1oS. Alpes. } 15. Un monte de Iliria por el que iba la Vía Egnatia. 116. Un peligroso bajío en la costa norte de Africa. 117. La toga praetexta, señal de la posición oficial de Lucilio. 118. Virgilio, Eneid., VIII, 3 64. 119. Aquí no parece el texto latino bien conservado. Hense piensa que hay que suplir expectare; Gummere, que adrogantem. 120. De los estoicos tanto como de los epicúreos. 121, El traje con mangas se consideraba afeminado. En cambio, la túnica sin mangas y ceñida se tenía por un traje vi'ril. CI'. Horado Sat., ¡, V, 5, y Suetonio, Ca/igu/a, 52. 12 2. Los persas usaban túnicas cortas y sin mangas. 123. Los epicúreos. 124. Para la frase ducta et auspiciis, cL Plauto, Amph .. I. J, 41: ut gesserit rem publicam ductu imperio auspicio suo; y Horado, Od., J, VII, 27: Teucro duce et auspice Teucro. Primitivamente la frase se refería al derecho del general en jefe de hacer los ausp1c1os. 125. Ovidio, Metamorph. Xllf, 824'. 126. Cf. Quintiliano, /nstit. Orator .. I. IX, 3. 1 2 7. Para la significación del ocio elf él estoicismo y especialnrerite én Seilecá, cf. el tráfa'do De Otio del mismo Séneca. 128. Aristón de Chíos, Fragm. 388, von Arnim. 2 1 2 9. Siendo un romano y viviendo en una edad en que la filosofía era recomendada y prescrita. 13 O. Séneca piensa en este argumento de Epicuro: "El más temido de los males, la muerte, no es nada para nosotros; porque mientras existimos, la rtiil'ei:te 'no está presente; y cuando la muerte está presente, ya no eXistfrn:os." Luc_reci'ó' emt>lea este mismo argumento y de él saca esta conclusión: Ni/ igitur mors est ad nos neque pertinet hilum (111, 830). 13 J. En la Ep. CXXV/J, por ejemplo. 13 2. Se refiere al famoso ju'ramelito q'úe hacían los gladiadores cuando

et.

se contrataban para los combatéS': rifi, il.incÍté, uerbefari, fetroque

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-533necari patior: cf. Petronio, Sat., 117. Séneca abrevia el juramento; en la Ep. LXXI, 23, lo parafrasea. 133. Cf. Juvenal, JU, 36: Uerso pollice, uu/gus quem jubet, occiáwrr popu/ariter.

134. Virgílio, Eneid .. u, 494. 135. En el lenguaje estoico aµ.aOW. o stultitia es lo contrario de rroc/;fu o sapientia. 1'3'6. Tradi:rzcé,. cfam'itat en vez de clare dat, como Getcgés éonjetura, al parecer acertadamente. 13 7. Ordinariamente se estudiaba la filosofí.a, como se mfier-e de esta carta, le)"e'l\d6 a· lós filósofos. Sineca no quieto que se. s11stituya esta lectú'ra d1recta por resúmenes y compendios qiR en el mejor de !