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La "Racialización" de las Relaciones de Clase Mario Margulis

La discriminación en Buenos Aires Este capitulo tiene como objetivo principal iniciar la descripción y profundizar en el análisis de algunos de los procesos de discriminación, racismo y exclusión que operan en esta metrópoli. Como se trata de procesos poco estudiados, parte de nuestros objetivos consiste en dar cuenta de su existencia e importancia. La pobreza supone exclusión, y no sólo de bienes económicos. también de bienes simbólicos valorados. Muchas de las formas de exclusión social están relacionadas con la pobreza y contribuyen a consolidarla. Por ejemplo, formas cie discriminación social que afectan a los más pobres. Ser "villero" implica no solamente tener que soportar la carencia de servicios, vivienda precaria, incomodidades y peligros, también supone ser objeto de sospecha, ocupar un bajo lugar en la escala de prestigio social, ser discriminado y segregado. La ciudad habla, expresa la trama social que la constituye y pone de manifiesto sus contradicciones. Es posible apreciar con facilidad los fenómenos discriminatorios que en ella anidan. El más notorio -y también más silenciado- es la discriminación y descalificación hacia los habitantes de origen mestizo (estigmatizados con motes como "cabecitas", "negros" o "bolitas"). La Capital Federal es mayoritariamente europea, pero diariamente cobija a millones de personas, cuyos rasgos y color de piel revelan su ascendencia mestiza, y que habitan sobre todo en vastas zonas del Gran Buenos Aires. En la Capital son más visibles en horas de trabajo o en las estaciones de ferrocarril o de ómnibus, que son zonas de intercambio. En muchos aspectos se aprecia la separación espacial que se suma a la diferenciación económica y social. Pese a que la población del área metropolitana incluye a millones de personas con rasgos étnicos diferentes. diversas zonas de la Capital Federal evocan, por el origen europeo de su población, a ciudades de Europa.

Los "otros" son rechazados explicitamente en algunos lugares de moda, como es el caso de discotecas o locales elegantes de diversión nocturna que transforman su capacidad de discriminación en valor. Pero también existen muchas formas de rechazo menos evidente que van organizando los itinerarios urbanos, delimitando territorios, estableciendo formas sutiles de permisividad o de exclusión. Los espacios urbanos emiten mensajes, contienen prescripciones, prohibiciones y posibilidades de orden interactivo que son inteligibles para sus concurrentes. La discriminación es auxiliar de la pobreza, desalienta, descalifica, reduce la voluntad de utilizar canales de ascenso económico y social.

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Estas formas de discriminación social que se pueden apreciar en el área metropolitana de Buenos Aires -o sea, en la metrópoli constituida por la ciudad y el conurbano- reconoce antecedentes históricos, tanto en el plano social como en el cultural y politico, que han configurado las estructuras de sentido en las cuales estos procesos se articulan. Por lo tanto, para analizar los procesos discriminatorios actuales debemos remontarnos a la historia y descubrir algunos antecedentes lejanos que son comunes a diversos países de América latina. También a las peculiaridades de la historia de nuestro pais, sobre todo su política de población a mediados del siglo pasado. cuya más notoria manifestación es el impulso otorgado a las migraciones extracontinentales ocurridas entre 1880 y 1926, y que son seguidas por las migraciones internas y de los países limítrofes, a partir de 1930. Estos fenómenos migratorios se instalan, como toda política, en un marco de ideas y valoraciones, de luchas por el poder y pujas por la instalación social del sentido. En ese marco, que está inserto en el proceso histórico local de constitución de clases y articulación ele hegemonias, se fueron construyendo clasificaciones sociales en las que se inscriben los modelos culturales que atribuyen superioridad o inferioridad. valor o dísvalor, y que han ido privilegiando y legitimando atributos vinculados con un sector de la población y cargando con rasgos negativos a otros sectores. UNTREF VIRTUAL

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En otros artículos presentaremos en forma más detallada las manifestaciones discriminatorias que recaen en la vida cotidiana de Buenos Aires sobre parte de la población: la más pobre, con menos oportunidades, vinculada con las migraciones del interior y de los países limítrofes. en cuya presencia, rasgos corporales y vestimenta se advierten. en combinaciones variadas. el mestizaje, la pobreza y formas culturales dominadas. También procuraremos presentar, con mayor detalle, aspectos vinculados con la constitución histórica de esta dinámica de la desigualdad. que consideramos adecuado denominar racializacíón de las relaciones de clase, para con ello afianzar la siguiente hipótesis: que los fenómenos de discriminación, descalificación, estigma y exclusión que en nuestro pais (y en América latina) afectan a grandes sectores de su población -la más pobre, la que tiene menos oportunidades, la más marginada: la población de origen mestizo cuya distribución se acerca bastante al mapa de la pobreza- tienen su origen en el proceso histórico de constitución de las diferenciaciones sociales que se organiza, desde un início, sobre bases raciales. Este proceso persevera a lo largo de siglos y hoy se sigue manifestando de modo vergonzante en las clasificaciones sociales presentes en nuestra cultura. Entendemos que el ingrediente clasista. impregnado por la modalidad histórica que presidió la constitución de las clases en nuestro país y sobre todo de las cargas de sentido atribuidas a la apariencia física, ha sido determinante en los modos como se ha gestado y ha perseverado la discriminación que afecta a los sectores de la población a los que nos estamos refiriendo. Desde luego que esta afirmación genérica apunta a grandes procesos, y no pretende explicar la multiplicidad de matices referidos a diferencias locales, a peculiaridades culturales y a variantes que derivan de la confictividad en el plano de la política, la religión o las etnias. Además, es conveniente rescatar que en América latina, en los comienzos de la sociedad colonial, el color de la piel -lo indio, lo negro o lo mestizo- no constituyeron la única fuente de otredad socialmente significativa. En la base de la constitución de las clases -que en una primera época asumian la forma de castasferian importancia, en el interior del sector europeo de la pobla-

ción, otras formas de otredad que, aunque de origen religioso, fueron derivando ideológicamente hacia lo corporal. Me refiero a las fuertes contradicciones que operaban en España (que fueron también trasladadas a América) donde un denso subsuelo cultural y religioso -árabe y judio- comprometia la hegemonia reciente de los reinos cristianos de Castilla y Aragon. En una España en la que la unidad nacional aparece como inseparable de la unidad religiosa, los Reyes Católicos se manifiestan claramente por el trascendentalismo religioso; el año del descubrimiento de América. 1492, fue también el de la expulsión de los judíos y los moros. seguida por expulsiones de los llamados "moriscos. La pureza religiosa se fue transformando en una cuestión del cuerpo, pureza de sangre que diferenciaba a "cristianos nuevos" de "cristianos viejos" y trasladaba a un contexto racial lo que en su origen era una cuestión de religión y de cultura. Ser "cristiano viejo" pasó a estar vinculado con la herencia, el linaje: una expresión resumia el parentesco ideológico con lo que modernamente se ha llamado racismo: "limpieza de sangre"1. El poseer limpieza de sangre envanecía a las clases inferiores. sobre todo si pensamos que no todos los miembros de las clases superiores la poseían. Por eso no serian pocos los que exclamarían como Peribañez: -Yo soy un hombre -aunque de villana casta- limpio de sangre \'jamás de hebrea o mora manchada, o proclamarian como Sancho Panza que tenían cuatro dedos de enjundia de cristiano viejo".2

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1. "La limpieza de sangre no consistía en tener una ascendencia noble. Limpieza y nobleza conceptos muy distintos. La sangre limpia se concedia a quienes tenían antepasados cristianos: quienes tuvieran un antepasado judio o musulmán, por lejano que fuese, quedaban motejados de conversos. confesos, marranos o cristianos nuevos. nombres todos que se aplicaban a los que tenían sangre infecta. Ningún estigma social era más terrible que éste" (Jorge Belinsky. La distancia justa: una aproximación a la historia del antisemitismo desde la perspectiva freudiana, en Punto de Vista 59, 1997, p. 47. El texto citado, tomado de ese articulo, es de Antonio Domínguez Castro, Losjudeoconversos en España y América. Madrid. Istmo. 1988. 2. A. Domínguez Ortiz. Sociedad y Estado en el siglo XVIII español Barcelona. Ariel. 1976.

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El Marco Conceptual Son muchas las palabras que se emplean en la literatura universal, para dar cuenta del fenómeno que queremos aprehender: entre ellas racismo y etnocentrismo que aluden, muchas veces de modo metafórico, a sus contenidos de negatividad y rechazo; algunas, como genocidio o etnocidio, a su alcance y virulencia: otros vocablos se agregan a la lista: exclusión. estigma, apartheid distinción, que son indicadores de épocas, lugares ó preocupaciones ele la investigación. El problema se vuelve complejo: 1) por la variedad de sujetos que en el curso de la história han sido víctimas de los procesos discriminatorios; 2) por la ambigüedad y variado alcance que suele manifestarse en el plano del lenguaje alusivo a estos fenómenos; 3) por los distintos aspectos de lo social que intervienen en su gestación y desarrollo histórico: aspectos de índole cultural, politica, económica y social, que habitualmente evolucionan en forma interrelacionada y difícil de separar. Claude Grignon distingue entre "racismo ordinario y racismo de clase"; según el autor ambos descansan en el mismo principio: "una combinación de segregación social y de exclusión simbólica"3. Cabe destacar, en primer lugar, el uso ampliado de la noción de raza: está claro que racismo es usado hoy habitualmente en forma eufemistica. despojado de su pretensión biológica; ya no se defiende la idea de la existencia de razas, o sea, de genealogias corporales inmaculadas y de otras impuras que influirían en la psicologia, la cultura y. en general, en los comportamientos de ciertos grupos humanos.4 El concepto de raza perdió su pretensión de objetividad hace ya varias décadas. No sólo ha sido demostrada su carencia de base histórica, social, biológica ó psicológica, también ha sido abandonada como estrategia politica por los propios grupos racistas, que intentan ahora apoyar sus acciones en vocablos y con argumentos menos descalificados. Muchas publicaciones pusieron de manifiesto el empeñó investigativo desarrollado al difundirse, después de la Segunda Guerra Mundial. los horrores del nazismo. Podria decirse que a par-

tir de entonces se estableció un consenso generalizado acerca de que no puede alegarse correlación alguna entre, por una parte, rasgos psicológicos, capacidades intelectuales ó virtudes éticas, con, por la otra, algún aspecto fisico visible (por ejemplo, el color de la piel) ó con la identidad nacional, religiosa o cultural. Más recientemente. desde las ciencias llamadas duras, en este caso la antropologia fisica, se negó toda relevancia a la noción de razas humanas, indicando que carece -en el campo cientifico actual- de entidad alguna en tanto instrumento clasifìcatorio. Con ello se puso punto final a una polémica que tuvo particular auge en el siglo pasado, referida a la pretensión de cientificidad atribuida a las categorizaciones racistas, que eran habitualmente utilizadas para legitimar desigualdades entre diferentes grupos humanos.

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En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el afán principal consistia en negar cualquier relación entre la raza -concepto impugnado por algunos pero aún no refutado plenamente en esa época- y características sociales o psicológicas de los grupos humanos. La famosa "Declaración sobre la raza y las diferencias raciales" (unesco, 1951) muestra estas vacilaciones: "... nos hemos esforzado en encontrar una nueva palabra para expresar la noción de grupo caracterizado biológicamente. Nó lo hemos conseguido, pero consideramos que la palabra raza debe ser utilizada solamente para la clasificación antropológica de los grupos que presenten un conjunto bien definido de rasgos físicos (incluyendo rasgos fisiológicos) combinados en proporciones características". La idea de raza se mantenía aún vigente cuando esta declaración fue emitida, aunque se trataba de restringir su uso para designar a grupos nacionales, culturales o religiosos. El uso de la palabra raza para designar a uno de estos grupos puede constituir un grave error, y éste es, sin embargo, frecuentemente cometido.

3. Claude Grignon. Racismo y etnocentrismo de clase en Archipiélago, 12, 1993. 4. Pierre Bourdieu utiliza de esta manera eufemistica el concepto de rala en su articulo "El racismo de la inteligencia". Sociologia y cultura, México, Grijalbo-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 1990, pp. 277 y ss.

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La posición que actualmente predomina se evidencia en el siguiente enunciado: En el seno de la humanidad las razas nó existen", sostenido categoricamente por el hemotipologista Jacques Ruffie en su lección inaugural en el Collège de France de diciembre de 1972.5 Se consagra en esa época un acuerdo, creciente entre los científicos, destinado a eliminar toda pretensión de cientificidad en el concepto de raza en cuanto criterio clasificatorio para los grupos humanos. -La raza no es un hecho, pero es un concepto", agrega con precisión el antropólogo fisico Jean Hernaux,6 poniendo de manifesto el plano de lo social en el cual la noción de raza cobró vigencia. fa raza no existe en el plano biológico, pero sí en el del lenguaje: es un concepto desarrollado históricamente para dar cuenta de la tendencia social, económica y política dirigida a inferiorizar y estigmatizar a determinados grupos. empleando para ello clasificaciones que encuentran su origen, más que en la intimidad de la ciencia, en los vericuetos de la ideología. Nada más afín a las prácticas ideológicas tradicionalmente descriptas que la apelación a la naturaleza justificar en el plano de la herencia, los genes o en las leyes de la biologia la implantación de diferencias y desigualdades producto de los hombres y de su história. La naturaleza es la justificación más antigua y más fácil: la coartada ideológica consiste en hacer desaparecer ó bien tergiversar la história.7 Si el tema de la raza atañe a la biologia y a la antropologia fisica. y estas disciplinas se han pronunciado por su irrelevancia en el plano humano, el racismo atañe a la sociologia, a la antropologia y a la ciencia política y se refiere a procesos sociales que tienen existencia histórica. La raza y todo lo que se invoca respecto de ella puede corresponder a mitos y productos Ideológicos, a predicados imaginarios e irreales. pero cl racismo es y ha sido un hecho real que conlleva importantes consecuencias.8 Cuando se habla de raza se pretende avalar una clasificación de grupos humanos, basada en presuntas diferencias, que establece desigualdades que implican relaciones de inferioridad y de superioridad. La apelación a raza indica diferencias y cualidades. que pueden ser imaginarias -pero no por ello carentes de eficacia-, centradas en el cuerpo o a cuyo conocimiento se accede a partir de lo corporal. El cuerpo es el principal portador

de los rasgos pretendida-ente raciales, y tales rasgos aluden a cualidades, defectos o virtudes que se atribuyen al plano de lo natural Se pretende que la inferioridad o la superioridad que emana de tales rasgos físicos, es natural-arraiga en la naturaleza- y que anda tendría que ver con procesos sociales históricamente construidos. Con independencia de su validez científica. el concepto de raza alude a un mecanismo -no es el único- dirigido a construir la otredad. a poner en evidencia e identificar al otro9. El tema que se despliega consiste. por una parte, en la disposición a recha-

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5. Esta cita ha sido tomada del articulo de Colette Guillaumin. "Ya lo sé pero... o los avatares de la noción de raza", en Archipiélago, 12. 1993, pp. 52-60. 6. Idem, p. 54. 7. Roland Barthes en su obra Mitologías (México, Siglo Veintiuno. 1980, pp. 247-248) desarrolla la figura retórica "desaparición de la historia", a la que considera como una de las manifestaciones reiteradas que delatan las formas ideológicas presentes en los discursos de la derecha. 8. "Razas Imaginarias y razas reales desempeñan el mismo papel en el proceso social y, por lo tanto, desde el punto de vista de ese funcionamiento, son identicas: ahi reside precisamente el problema sociológico". (Colette Guillaumin. L'idéologie raciste, citada por Michel Wieviorka, El espacio del racismo, Buenos Aires, Paidós, 1991, p. 26). 9. "EI racismo europeo se fragua, con anterioridad a la teoria por un lado, a partir del encuentro con el otro, al que generalmente ha dominado (colonialismo), y, por otro, al inventar, sobre el trasfondo del auge de los nacionalismos, el antisemitismo moderno -el nombre lo propuso en 1893 Guillaume Marr, siendo desde entonces considerable el número de pensadores que se han relacionado con él-. En todo caso, las expresiones del mismo que más han sacudido la conciencia europea, e incluso mundial, no han tenido que ver con los pueblos colonizados, que desde luego con frecuencia han sido masacrados o esclavizados, sino con los judios, víctimas del nazismo. Tal vez por ese motivo, en Europa hubo que esperar a la ascensión ciel nazismo y sobre todo el final de la Segunda Guerra Guerra Mundial y el descubrimiento de Auschwitz. para que las ciencias sociales -y no sólo ellashiciesen efectivo el giro que convirtió al racismo en objeto de análisis" (M. Wieviorka, ob. cit., pp. 34-35).

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zar y segregar al otro y, además. incluye los mecanismos a partir de los cuales se lo construye. identifica y torna visible. El otro puede ser inmediatamente identificable (negro) o no inmedia-tamente visible (judio), y ello tiene que ver con construcciones ideológicas. en este caso racistas, que han ido constituyendo e instalando en las modalidades hegemónicas formas de estigmatización basadas en imaginarios vinculados al cuerpo, aunque de hecho se apoyen también en rasgos que se originan en la cultura, la religión u otras manifestaciones de lo social. Que se haya dilucidado por fin el carácter no cientifico la idea de raza puede ayudar, tal vez. a quitarle argumentos al racismo, aunque en general su práctica no ha requerido de veracidad y de evidencia empírica para sostener su eficacia. Lo que se pone de manifiesto es que el fenómeno racismo no está anclado en la idea de raza: se refiere -y también lo ha hecho históricamente- a grupos humanos a los que por diferentes razones se ha descalificado, inferiorizado, maltratado o excluido. Los factores empíricos en los que se sustenta ese trato diferencial o las imaginarias razones invocadas no siempre están basadas en lo corporal, en aspectos ligados al cuerpo en los que, históricamente, arraiga la idea de raza: los genes o el color de la piel, rasgos apreciables por la mirada o presumiblemente ocultos tras el linaje o los comportamientos. No solamente aspectos ligados con el cuerpo han constituido la base para la construcción de diferencias, para clasificar, inferiorizar y estigmatizar: es evidente que los procesos de discriminación, estigma y exclusión, incluyendo el racismo, se refieren también a grupos caracterizados por otras variables: los procesos discriminatorios han tomado como eje, además y principalmente, la cultura, la nacionalidad y la posición en los procesos productivos. Sin embargo, es común apelar a imaginarios vinculados con la naturaleza -la sangre, la herenciar el linaje- para legitimar posiciones de superioridad que ya no pueden justificarse en datos físicos visibles (color de la piel, rasgos faciales, estatura, etc.) relacionados con elementos culturales o con el lugar de nacimiento, rasgos asociados generalmente con posiciones de clase. Los procesos de discriminación han sido clasificados de distinta forma. Como hemos señalado, los elementos que se asumen

como eje de tales procesos de discriminación. rechazo o estigmatización se han basado en características -presentadas en forma individual o combinadas- ligadas a veces al cuerpo o la herencia física, otras arraigadas en la cultura, la etnia, la clase social o la nacionalidad. Desde comienzos del siglo pasado, la expansión del mundo europeo, el desarrollo de la navegación y la constitución de un mundo colonial han sido factores importantes en la institución de justificaciones de tipo etnocéntrico, de tipo etnocéntrico, que tendían a legitimar la dominación europea. El dominio de los paises colonizados y la explotación de su economia se apoyaban en las teorias evolucionistas en vigor. La sujeción política y la explotación económica de las naciones de diversos continentes sometidas al dominio colonial se basaban y justificaban en discursos paternalistas que proclamaban la buena fe y los principios morales que imperaban entre los dominadores, al par que tendían a constatar su superioridad intelectual y biológica.

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Un breve inventario de los procesos históricos más notorios en relación con el tema del racismo y la discriminación durante este siglo deberia incluir, sin duda, temas ligados al colonialismo y la descolonización, el antisemitismo de Estado durante la Alema-nia nazi, las distintas manifestaciones del prejuicio y la discriminación hacia los negros en Estados Unidos y el apartheid en Sudáfrica. Tales procesos históricos son sin duda los más mencionados y estudiados, pero se vuelve evidente que su enumeración deja afuera importantes formas de exclusión, discriminación y desigualdad. Baste mencionar -sin pretender de ninguna manera ser exhaustivo en esta ejemplificación- el genocidio que tuvo por victimas a los armenios en los comienzos del siglo, los distintos focos de prejuicio, discriminación y exclusión vinculados a los procesos migratorios internos e internacionales, la inequidad de orden etnocéntrico y racista que impregna el trato hacia indigenas y poblaciones mestizas en América latina, los recientes conflictos en la ex Yugoslavia, el caso de los hispanos en Estados Unidos. de musulmanes y negros en Europa y las formas de desigualdad y segregación puestas de manifiesto por los diversos movimientos sociales que plantean reivindicaciones en el plano cie los géneros y de las minorias sexuales.10 UNTREF VIRTUAL

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El Procesamiento Ideologico De La Otredad Toda cultura supone un "nosotros" que constituye fa base de las identidades sociales. Éstas se fundan en los códigos compartidos, en fas formas simbólicas que permiten apreciar, reconocer, clasificar, categorizar, nominar y diferenciar. La identidad social opera por diferencia: todo "nosotros" supone un "otros". en función de rasgos. percepciones, códigos y sensibilidades compartidas y una memoria colectiva común. Estas características se tornan más evidentes al encontrarse o coexistir con grupos diferentes. con los cuales la comunicación encuentra obstáculos. En toda sociedad conviven grupos diferenciados. cuyas identidades sociales se constituyen en torno de diversas variables vinculadas con su cultura, su historia o bien sus características étnicas, generacionales, de clase e, incluso, de género o de costumbres. La otredad es una condición común. aunque la distancia social y simbólica que nos separa de un 'otro" puede ser mayor o menor y variar en su carga afectiva y valorativa. Por ende, la otredad es condición normal de fa convivencia social y la base de toda identidad colectiva (que es, sobre todo, relacional), pero el grado de otredad que se adjudica, de extrañeza, y, principalmente, la carga afectiva y la actitud apreciativa con que nos relacionamos con la "otredad social" en general y con determinados "otros- en particular varía la distancia que nos separa del otro. Aceptar que existen diferencias. reconocerlas, señalarlas y describirlas no implica necesariamente discriminar. Se le ha reprochado a Claude Lévi-Strauss11 el señalamiento y la valoración positiva de diferencias en lo étnico, cultural o genético. 12 El racismo no consiste en el señalamiento de fas diferencias sino en adjudicarles (generalmente a priori) una carga negativa, en asociar características grupales de tipo corporal, cultural, nacional o de clases con valoraciones negativas que se suelen acompañar con actitudes de desprecio o rechazo, agresiones físicas o limitación de derechos.13 El racismo y la discriminación no residen en el señalamiento o en la clasificación de las dife-

rencias sino en la negación del derecho a ser diferente y, además, en colocar la diversidad, que se observa en los grupos humanos, dentro de escalas sociales jerarquizadas que se estructuran sobre lo legitimo/ilegitimo, bueno/malo, igualdad/desigualdad. Volvamos a nuestras consideraciones iniciales. Los fenómenos de orden discriminatorio y racista varían en su modalidad de expresión histórica y, además, se manifiestan con distinto grado de intensidad y conflicto. Por otra parte. las palabras con las que estos procesos son designados han variado históricamente y

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10. Es importante señalar los ingredientes racistas y discriminatorios que afloraron con la atroz represión perpetrada en la Argentina durante el "Proceso". No es de extrañar pues, como lo señalamos reiteradamente en este artículo, hay solidaridades íntimas entre los autoritarismos de todo tipo y Ias estructuras de pensamiento que caracterizan a los sectores racistas y etnocéntricos. 11. Véase, sobre todo, Raza y cultura, Madrid, Cátedra, 1993. 12. Véase Dolores Juliano, "Universal/particular. Un falso dilema", en Rubens Bayardo y Mónica Lacarrieu (comps.). Globalización e identidad cultural, Buenos Aires, ciccus, 1997. Contestando a las críticas a Lévi-Strauss formuladas por el francés Gabriel Gosselin, Juliano señala: "Cuando se habla contra las diferenciaciones raciales no se está negando ni imposibilitando la supervivencia física de la diferencia racial. Simplemente se está postulando que, a efectos de las interpretaciones sociales. Las diferencias biológicas no son significativas. Negar la relevancia para el análisis de las conductas de la diferencia fisica no elimina ésta como tal. Es decir, los seres humanos seguimos siendo tan diversos fisicamente como podemos, independientemente de nuestros discursos, y la naturaleza misma actúa en términos de aumentarla variedad fenotipica generando constantemente nuevas diferencias. Gracias a eso, hoy podemos disfrutar del espectáculo de una persona de piel negra y ojos celestes. por ejemplo, que es una combinación que no se daba al principio pero que ahora se está haciendo frecuente" 13."En si mismo, como lo ha afirmado Lévi-Strauss en su célebre conferencia de 1971, el reconocimiento de la diversidad de las culturas no entraña ningún peligro: el racismo surge cuando dicho reconocimiento deja paso a la afirmación de la desigualdad de esas culturas. porque el racismo es indisociable del sentimiento de una superioridad basada en las relaciones de dominación" (Michel Wieviorka. ob. cit).

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tampoco en la actualidad hay acuerdos generalizados respecto de su uso. Si bien se trata de fenómenos que presentan dificultades para ser aprehendidos en un mismo marco conceptual, la lucha por los significantes puede ser remitida a un orden menos urgente e importante. Es conveniente alcanzar acuerdos para confluir en un lenguaje que designe los procesos de descalificación, prejuicio, discriminación o segregación. dirigidos a determinados grupos humanos, en virtud de características de tipo corporal, social, económico, religioso, cultural y étnico o vinculadas con el género o el comportamiento sexual. Tales características pueden ser reales o imaginarias, visibles o no manifiestas, pero se trata siempre de calificaciones aplicables a personas en tanto integrantes de determinados colectivos identificados de alguna manera. y tales características grupales dan lugar a un presunto saber a priori asumido como inapelable- acerca del grupo en cuestión. Una ver identificado un individuo como miembro de un grupo descalificado o estigmatizado, los caracteres adjudicados a éste son aplicados a cada individuo quien poco o nada podrá hacer en el marco de su desempeño personal para mejorar esta calificación arraigada en estereotipos. (atribuidos a un sector religioso, nacional, étnico. etc.) que no se ponen en cuestión. Por ello tienen en común el hecho de favorecer los procesos de dominación y opresión de minor as y su articulación politico-cultural en la constitución ele modalidades hegemónicas. Hemos destacado que algunas veces las calificaciones estigmatizantes se relacionan con aspectos vinculados con el cuerpo o derivados de este, otras con la nacionalidad o la etnia, o bien con rasgos relativos a la cultura o a la condición económica o social. Es preciso destacar que cuando alguno de estos planos discriminatorios se instala en la vida de una sociedad está -con alta probabilidad- vinculado social, cultural, histórica e ideológicamente a la estructura social y de clases imperante, e influye en os procesos de gestación y reproducción de las hegemonias. Generalmente os procesos discriminatorios combinan varios elementos entre os enumerados: por ejemplo. los discriminados portan corporalmente aspectos que son descalificados (color de la piel, mestizaje), están ubicados en condiciones des-

favorables en las relaciones económicas (trabajos penosos, menos estables y poco remunerados): y la combinación histórica de estos rasgos, sumado a su ubicación espacial (periférica, barrios marginados) y social (pobreza, desempleo) producto de las mismas condiciones económicas y sociales, conlleva desventajas en cuanto a sus posibilidades de ogros en el plano de la educación y de otros valores sociales apreciados. Reiteramos esta enumeración de os temas en os que se apoyan os fenómenos racistas o discriminatorios, porque tendemos, en esta introducción conceptual. a concebir el racismo como un proceso social identificable y con rasgos comunes, más allá de sus distintas áreas de apoyo y formas de presentación y, además, porque pretendemos superar discusiones -muchas veces poco prácticas- en el plano de os significantes utilizados para designar sus manifestaciones visibles. La descripción que precede responde, en rasgos generales, a múltiples situaciones históricas. Reiteramos que carece de sentido embarcarse en arduas disputas por la nominación, pues ello contribuye a diluir la puesta en evidencia de la arbitrariedad social que se pretende demostrar y combatir. En consecuencia, si bien casi todas las palabras habitualmente utilizadas -racismo, discriminación. etnocentrismo, xenofobia- sólo describen imperfectamente el complejo objeto de estudio, entendemos que están avaladas por el uso y tienen a su favor no sólo la rápida comprensión sino también una carga valorativa ya instalada en la cultura, que es favorable a los propósitos enunciados. En este libro utilizaremos entonces, con un sentido amplo y extendido, racismo, etnocentrismo y discriminación, y a veces, xenofobia, asumiendo que la palabra 'racismo' no apela ya exclusivamente al concepto de raza sino que se refiere a la gama de rasgos y manifestaciones discriminatorias, antes aludidas, centradas real o imaginariamente en el cuerpo, en el lugar de origen, en la cultura o en otra variable social, y que 'etnocentrismo' supera, en el uso que le daremos. el plano de la etnia; que la xenofobia no se dirige, por lo general. a todos los extranjeros sino y principalmente a os inmigrantes pobres, que portan rasgos corporales y culturales aludidos en os significantes ya mencionados y que, cualquiera sea el significante general que utilicemos para señalar estos fenómenos. éstos pueden desple-

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garse en manifestaciones de diferente carácter e intensidad, desde la mera apelación discursiva basta acciones y agresiones virulentas. Postulamos, entonces, una suerte de heteroglosia presente en las manifestaciones racistas, y este concepto sirve para intentar aproximarse a la complejidad con la que, en diferentes lugares y tiempos, se presenta con lamentable frecuencia e intensidad esta clase de procesos. El concepto de heterogosia, extraída de la lingüística, tiende a dar cuenta de la yuxtaposición de lenguajes, de actitudes, de culturas y subculturas sin que se excluyan unos a otros sino que, más bien, operan solidariamente bajo formas complejas de intersección.14 Con lo dicho lejos estamos de pretender simplificar la variedad de manifestaciones discriminatorias y excluyentes o reducir la importancia de su diversidad y de la necesidad de examinar, en cada caso, en profundidad, las condiciones históricas, sociales, económicas y culturales de su aparición y desarrollo. Consideramos que existe una cierta solidaridad entre las formas de discriminación, racismo y exclusión, que debe enfatizarse y, sin que las luchas por los significantes conduzcan a disputas laterales e ineficaces valorizar también el papel de la palabra para profundizar en cada caso, acuñando o empleando, según la situación. los conceptos más apropiados para dar cuenta de sus particularidades. Desde esa perspectiva, para analizar os procesos de discriminación que estamos investigando acuñamos el concepto complejo que ya hemos mencionado: racialización de las relaciones de clase, luego de comprobar que las manifestaciones de exclusión, discriminación y rechazo están dirigidas, al menos en el área metropolitana de Buenos Aires (el espacio de nuestro estudio). a grupos o integrantes de esos grupos que poseen las siguientes características: rasgos corporales (propios del mestizaje en América latina). origen mi-gratorio (de países limítrofes o de provincias del interior). ubicación desventajosa en Ias posiciones de clase (pobreza, marginación., menores oportunidades), formas culturales (vinculadas con su origen migratorio y también con la pobreza y la marginación urbana). Se asocian

así varias características que se acercan a la heteroglosia: discriminación sustentada en cl cuerpo, en la clase, en la cultura y en la extranjeridad (a muchos inmigrantes del interior se les aplica, metonimicamente. el mismo rechazo xenofóbico que a os migrantes de poises limítrofes). Entendemos que las relaciones de clase se han ido conformando históricamentea en América latina y en nuestro pais, relegando a posiciones de inferioridad y subordinación a la población nativa y, más tarde. con el mestizaje y la incorporación Tonada de mano de obra de origen africano. también a la compleja mezcla integrada por las combinaciones entre estos grupos, cuya principal condición de identidad se basaba en no ser blancos. Particulares configuraciones de sentido, que incluyen valores, jerarquías, imaginarios y clasificaciones de todo tipo, se gestaron durante el largo periodo colonial y se prolongan hasta nuestros días, incorporando durante su ya larga trayectoria la influencia de formas homólogas de calificar y racializar la otredad iniciadas en la Europa imperial del sigo pasado y continuadas en este siglo, con dolorosas consecuencias en ese continente.

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Al intentar deconstruir esa articulación racializada de las relaciones de clase, se vislumbra la compleja relación que se instala desde un principio, en América latina, entre procesos económicos, politicos y culturales. Las relaciones de producción se completan con la política religiosa, el sistema de castas y las configuraciones de sentido que se instalan profundamente en los valores, las formas de percibir, de apreciar y de comunicar y las pautas estéticas. Las relaciones de clase entablan una dialéctica particular con las formas culturales e instalan códigos que reproducen y naturalizan las jerarquías, legitiman el lugar central del hombre blanco y proclaman, con una fuerza y eficacia que han desafiado los siglos, el lugar subordinado del otro indio, mestizo o mulato-, cuya inferioridad se constata en la vida

14. Sobre este concepto, véase Valentin Voloshinov. Marxismo y filosofìa del lenguaje. Buenos Aires. Nueva Visión. 1976, caps. 1 y 3. También James Clifford. "Sobre la autoridad etnográfica", en C. Geerz. J. Clifford et al, El surgimiento de la antropologia posmoderna, Buenos Aires. Gedisa. 1992, p. 142.

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cotidiana a partir de pautas estéticas y morales convertidas en naturaleza y sólidamente implantadas en la cultura. Para distinguir entre dos de los significados contenidos en la palabra 'racismo'. a saber, las actitudes de odio y menosprecio destinadas a grupos humanos que poseen caracteristicas corporales bien definidas y diferentes de las nuestras y la racionalización de esas actitudes consistente en la formulación de teorizaciones ideológicas acerca de las razas humanas. Tzvean Todorov15 ha propuesto la distinción entre racismo, reducido a designar los comportamientos, y racialismo. destinado al plano de las doctrinas. En las doctrinas racialistas se pueden encontrar. según este autor, los siguientes aspectos que constituyen el eje de sus propuestas: 1. La afirmación de la existencia de las razas y de su utilidad para clasificar a grupos humanos que poseen características físicas comunes. Los rasgos físicos que diferencian a las razas -que en cierto aspecto son asimiladas a las especies animalespermiten la fecundación mutua y, en relación con esto, los teóricos racialistas se oponen, con energía, a todo cruzamiento entre razas. Las propiedades físicas que permitirían agrupamientos son las inmediatamente visibles: el color de la piel, el sistema piloso, la configuración de la cara-.16 2. La correspondencia entre los aspectos físicos y los morales, o sea. "a la división del inundo en razas corresponde una division por culturas, igual de tajante". También se afirma la preeminencia de las características físicas sobre las culturales, en otras palabras, lo fisico determina lo cultural. Se sostiene que "hay una transmisión hereditaria de lo mental- y ello torna totalmente ineficaz la educación como instrumento de superación. 3. La prioridad absoluta del grupo sobre el individuo. El pensamiento racialista y los comportamientos racistas se orientan hacia los grupos a los que son aplicados los estereotipos. Este aspecto es importante porque tematiza rasgos centrales de los procesos de discriminación y exclusión. Se puede advertir en diversos autores el énfasis en las siguientes modalidades del pensamiento racista:

3.1. No predica acerca de individuos sino que se interesa prioritariamente por colectivos: los individuos son considerados en tanto miembros de tales colectivos (judios, negros, indios. mestizos, o bolivianos, paraguayos, chilenos. u homosexuales. mujeres, viejos, etcétera). 3.2. Desde la perspectiva racista, la atribución a priori de una identidad, resultante de la pertenencia a un colectivo, es definitiva y no susceptible a cambios. Ninguna experiencia modifica el estereotipo, pues éste se refiere a una caracteristica que está en la naturaleza del individuo en tanto integrante del colectivo discriminado. La densidad es para siempre, responde a formas rígidas y cosificadas de identidad.

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4. El racialista ubica a las razas en sistemas jerarquizados articulados en escalas de superioridad e inferioridad: "Dispone de una jerarquía única de valores, de un cuadro evaluativo conforme al cual puede emitir juicios universales". Estas jerarquías se organizan con criterios etnocéntricos y suelen tomar la forma de apreciaciones morales, psicológicas, estéticas e intelectuales atribuidas a las razas y sus integrantes. 5. El racialismo confluye con el racismo en las conclusiones que se extraen de las proposiciones anteriores: el impulso hacia la afirmación de políticas o modalidades de acción. El racialista arriba a un ideal politico que tiende a modificar el orden vigente: en ese plano se inscriben acciones y conflictos que. cuando las circunstancias históricas, políticas y sociales soplan a favor, pueden dar lugar a violencias inusitadas y. como ya ha ocurrido, a procesos genocidas.

15. Véase Tzvetan Todorov, Nosotros y los otros: reflexión sobre la diversidad humana. México. Siglo Veintiuno. 1991. Dice Todorov que el racismo "es un comportamiento que viene de antiguo y cuya extensión, probablemente, sea universal: el racialismo es un movimiento de ideas nacido en Europa occidental, y cuyo periodo más importante va desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX" (pp. 115-316). 16. T. Todorov, ob. cit., p. 117. Los entrecomillados en los párrafos 1 a 5 corresponden también a la obra citada.

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Retornando a nuestro planteamiento acerca de la racialización de las relaciones de clase se advierte que. para caracterizar los fenómenos discriminatorios que se abordan en nuestro estudio. podemos afirmar que en su genealogia intervienen tanto los comportamientos racistas que estructuran la sociedad colonial y perduran en las épocas posteriores. como las ideologías racialistas, tempranamente instaladas en América. Estas ideas fueron fortalecidas y renovadas con el auge de las teorías racialistas del siglo xix que propiciaban el eurocentrismo, la primacía del hombre blanco y cie la cultura europea y, correlativamente. sostenían el carácter decadente y negativo de toda mezcla racial. Tales posturas estuvieron presentes, de modo explicito, en los discursos de figuras que ocuparon un lugar prominente en nuestro pais durante los procesos de organización nacional, y cuyo pensamiento que en algunos casos y en otros aspectos es considerado hoy progresistase hacía eco de Ias ideas en boga entre los intelectuales orgánicos de la hegemonia europea.17 Ayuda a comprender la discriminación en Buenos Aires, en especial la que pesa sobre los habitantes que provienen de las migraciones internas y de países limítrofes, su caracterización como racialización de las relaciones de clase. Rasgos de índole corporal (mestizaje), étnico y nacional, en los que arraigan fenómenos culturales (dialectos, costumbres, comportamientos), han intervenido históricamente en la constitución y reproducción de las relaciones de clase en América latina. Las referencias vinculadas con el cuerpo: color de la piel, mestizaje. etc., se remontan a la colonia y a las teorías y prácticas instaladas durante el siglo pasado, constituidas en síntoma de inferioridad.18 La dinámica histórico-cultural ha ido ubicando a mestizos o mulatos en una condición de distanciamiento respecto del cuerpo legítimo y en lugares de menor prestigio y jerarquía en sociales. Estas clasificaciones, que en el pasado fueron explícitas. hoy no se nombran pero funcionan en escalas jerárquicas implícitas en la cultura y en las valorizaciones sociales. Para los individuos portadores de rasgos corporales poco valorizados la vida es más dificil, aun en las épocas en las que el ascenso económico fue accesible. Las vías de ascenso se obturan -casi siempre por medio de prácticas culturales y diversos disuasores que funcionan activamente, y no sólo en el plano de lo simbólico-, la

pobreza se suma a la discriminación y a la ubicación periférica en la vida social, y se van estableciendo formas de vida que tienden a conservar y reproducir las condiciones existentes, desestimulando a través de mecanismos a veces poco perceptibles el acceso a la educación o a otros medios sociales que podrían contribuir a la reducción de la desigualdad.19

17. "Sarmiento se sentia enormemente angustiado por el proceso de mezcla racial que se habla verificado en la Argentina: en uno de sus libros citaba a Agassiz, el más distinguido teórico norteamericano de la degeneración de los mulatos, acerca de los deletereos efectos de tal mezcla. Admirador de Estados Unidos, Sarmiento atribula el progreso de ese pais al hecho de que sus colonizadores blancos no hubiesen permitido que las razas serviles (o razas secundarias, como también las denominaba), se unieran a ellos convirtiéndose en parte de la sociedad. En cambio, los norteamericanos habían segregado a los indios y marginado a los negros, no permitiéndoles participar genéticamente, socialmente ni políticamente en la formación del país. y eso era lo que había hecho grande a Estados Unidos. Los españoles de América latina habían seguido un diferente camino de desarrollo, mezclándose con los indios, una raza prehistórica servil, para producir una población irremediablemente inferior. La única esperanza para la Argentina y para la región en su conjunto, prescribía Sarmiento, era "la inmigración europea, así, corrigiendo la sangre indígena con las ideas modernas, acabando con la edad media en que el país estaba enfangado" (George Reid Andrews, Los afroargentinos de Buenos Aires: Buenos Aires. De la Flor, 1989. p. 123. Las citas textuales de Sarmiento son de Conflicto y armonía de las razas en América: 2 Vols. (se incluyen en itálica). Véase también Juan Bautista Alberdi, Bases y puntos de partida para la organización de la República Argentina (Buenos Aires, CEAL. 1979) y José Ingenieros, Sociologia argentina (Madrid. Daniel Jorro, 1913).

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18. "La dialéctica de la negación contiene muchos pliegues. Desde el lado del descubridor, el conquistador, el evangelizador, el colonizador, el criollo y finalmente el blanco la negación parte de un doble movimiento: de una parte se diferencia al otro respecto de sí mismo, y en seguida se lo desvaloriza y se lo sitúa jerárquicamente del lado del pecado, el error o la ignorancia" (Fernando Calderón. Martín Hopenhayn y Ernesto Ottone, Esa esquiva modernidad. Desarrollo, ciudadanía y cultura en América latina y el Caribe. Caracas, UNESCO-Nueva Sociedad. p. 64). 19. "Desde el lado del negado (indio, negro, esclavo, mujer, mestizo, campesino, marginal, pobre), el proceso de negación del otro también se vive con más de una cara. Por un lado se introyecta como autonegación, es

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El Estudio Del Racismo Y La Discriminación En El Contexto Sociohistórico Entre los más importantes acontecimientos sociales acaecidos en el siglo xx mencionaremos, en razón de su enorme significación e importantes consecuencias, las dos grandes guerras mundiales, el ciclo iniciado con la Revolución Rusa y su crisis (simbolizada con la caída del Muro de Berlin) y la compleja gama de sucesos vinculados al fin de los imperios coloniales. En los actuales años de fin de siglo, con indicios del comienzo de una época nueva, hay que destacar que, lamentablemente, subsisten la discriminación, la xenofobia, el racismo y la exclusión, y ni siquiera puede afirmarse que disminuyeron significativamente, aunque es importante apreciar que se fueron transformando de manera notoria los mensajes sociales y los recursos retóricos con los que tales fenómenos se expresan. -Casi cincuenta años después de terminada la guerra mundial y cuarenta años después de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aún nos encontramos con violaciones masivas de los derechos humanos en distintas partes del mundo.20 Podemos agregar que los actos discriminatorios y excluyentes se envuelven en una retórica que se ha vuelto cautelosa, y que el desprestigio otorgado a las actitudes racistas no ha debilitado sus manifestaciones: ha contribuido. sin embargo, a generar nuevas astucias y estrategias de ocultación y de disimulo. Correlativamente, el estudio de los fenómenos discriminatorios por parte de las ciencias sociales ha evolucionado, sometiendo a crítica algunos planteos conceptuales. En los discursos que predominaban en la Europa de fin del siglo pasado es posible apreciar el grado de naturalización que habían alcanzado las categorías etnocéntricas y racistas y, además, comprobar la aceptación generalizada de teorias racialistas de las que derivaban discursos y conceptos etnocéntricos, que eran corrientes en la cultura de Occidente. Formaban parte del contexto ideológico que legitimaba los acuerdos hegemónicos y en particular el colonialismo. Los siguientes fragmentos, extraídos de mensajes emitidos a finales del siglo pasado y comienzos del actual por ministros de

las principales potencias coloniales, permiten apreciar las fórmulas que se adoptaban para legiti mar la ocupación, la explotación económica y la dominación politica y cultural de otras naciones, con apoyo en las teorias en boga acerca de la superioridad del europeo y la inferioridad de los pueblos dominados. Se observa la apelación a un paternalismo benefactor que pretende ocultar y racionalizar la cruda violencia y la interesada intromisión. Los indígenas son muy ignorantes, hay que enseñarles. Son muy perezosos, hay que hacerlos trabajar. Son muy sucios, hay que asearlos. Están aquejados de toda clase de enfermedades, hay que curarlos. Son salvajes, crueles y supersticiosos: hay que ilustrarlos y dulcificarlos. (Ministro alemán de colonias, c. 1910)

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No es natural ni justo que los pueblos civilizados occidentales vivan en espacios restringidos donde acumulan las maravillas de la ciencia, el arte y la civilización, dejando el resto del mundo a pequeños grupos de hombres incapaces e ignorantes, o bien a poblaciones decrépitas, sin energias ni direcciones, incapaces de todo esfuerzo. Por lo tanto la intervención de los pueblos ci-

decir, como cercenamiento de la Identidad propia frente a si misma. Despojado del asidero que podia dispensarle su propia identidad cultural, y del horizonte de sentido que dicha identidad le conferia a su vida, navega por una orfandad interminable en medio de un mundo en el que no logra reconocerse. Por otro lado se vive esta negación como una asimilación siempre deseada y siempre frustrada al mundo de lo blanco, al progreso, en fin, a la modernidad". (F. Calderón et al.. ob. cit.. p. 66). 20. Rodolfo Stavenhagen, "Racismo y xenofobia en tiempos de la globalización", en Estudios Sociológicos. 34. 1994. p. 9. Este autor agrega: "El desmembramiento de los Estados multinacionales de Europa Oriental desencadenó una serie de conflictos, algunos de los cuales han desembocado en actos de extrema violencia y atrocidades genocidas, no vistas en el continente europeo desde el Tercer Reich.... Quinientos años después del llamado Descubrimiento de América (ahora denominado Encuentro de Dos Mundos), que inauguró la era del colonialismo moderno, los pueblos indígenas de las Américas denuncian la opresión y discriminación de las cuales siguen siendo objeto. así como su persistente pobreza en medio de la abundancia".

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vilizados en los asuntos de esos pueblos se justifica como educación y como tutela. (Ministro francés, c. 1897) La convicción de nuestra superioridad, no tanto industrial, económica y militar, sino nuestra superioridad moral, es donde reside nuestra dignidad y donde se funda nuestro derecho a la dirección del resto de la humanidad. Es necesario aceptar como principio que existe una jerarquía de las razas y de las civilizaciones. y que nosotros pertenecemos a la raza y a la civilización superior. (Ministro inglés. c. 1905) Queda claro, a partir de los grandes acontecimientos de este siglo y de la descalificación del racismo favorecida por los horrores del Holocausto, el contenido ideológico de textos como los citados y de la politica desplegada hacia las naciones dominadas -que hoy resulta transparente-, articulada estrechamente con las modalidades de reproducción de la hegemonia en el contexto de la politica colonial. La fuerte desigualdad entre dominadores y dominados no se sostenía solamente en la fuerza, también se procuraba su naturalización y reproducción a partir de políticas en el plano de lo cultural. Los múltiples esfuerzos desplegados en ese sentido tenían como objetivo facilitar la dominación -y la consiguiente economia de represión- mediante la incorporación por parte de los dominados de los argumentos esgrimidos por los dominadores. abarcando un proceso resocíalízador que incluía el trasplante de valores, gustos y costumbres que se expresaban y operaban en la vida cotidiana. La historia local se reescribía et post y a medida, y todo este despliegue ideológico servia, también, para legitimar en el plano politico y ético a los europeos imperiales, manteniendo inalterable su confianza, moral. orgullo y buena fe. sea en los territorios coloniales o en el corazón de las metrópolis.21 A principios de siglo, discursos como los citados no causaban escándalo. El racismo estaba naturalizado, incorporado a toda clase de textos. incluyendo los que se proclamaban cíentíficos. Fue un progreso que la antropología incorporase, en las décadas siguientes, la noción de relativismo cultural,22 que hoy, explorada en todas sus consecuencias lógicas, 23 no siempre se sostiene. Sin embargo, en la época de su incorporación fue

importante para contribuir al respeto a las culturas -generalmente distantes y exóticas- que estudiaban los etnógrafos europeos y norteamericanos, proclamando su dignidad y derechos e ini-

21. Un ensayo de enorme interés sobre las adecuaciones ideológicas y los problemas de identidades generadas por la situación colonial en dominadores y dominados es el famoso libro de Alfred Memmi, Retrato del colonizado, Buenos tires, De la Flor, 1969, con prólogo de Jean-Paul Sartre. 22. "La doctrina del relativismo cultural y el concepto afin del pluralismo de la cultura derivanse en gran parte de la fuerte reacción de Boas y otros como él contra el evolucionismo del siglo XIX, cuya proposición era monista y en cierto grado etnocéntrica. En tanto los evolucionistas consideraban las culturas individuales como ilustrativas de etapas particulares de una sucesión evolucionista mundial, muchos eruditos del siglo xx consideran cada cultura como un todo distinto que unido a otros dentro de la misma área limitada, es producto de diversos pero locales factores históricos. Por qué el etnocentrismo de los evolucionistas el cual se demuestra por su creencia de que la civilización (y en particular la europea) representa una cima, aunque no necesariamente la última etapa de la evolución humana, muchos antropólogos modernos lo sustituyen por la doctrina de que cada cultura puede ser evaluada sólo de acuerdo con sus propias expresiones y que es objetivamente imposible distinguir niveles mundiales de progreso cultural". (Ralph Seals y Larry Hoijer, Introducción a la antropologia, Madrid, Aguilar. 1969, pp. 714 y 715). 23. Marvin Harris (EI desarrollo de la teoria antropológica. Una historia de las teorias de la cultura México, Siglo Veintiuno, 1985, pp. 140-141) se encuentra también entre quienes señalan las buenas intenciones de los relativistas culturales asi como la carencia de consecuencia lógica en sus planteos. "Y si es asi, el relativismo cultural representa, en el mejor de los casosun estado de confusión mental y ética caracterizado por juicios de valor camuflados- endebles, e inconscientes". Néstor Garcia Canclini (Las culturas populares en el capitalismo, México, Nueva Imagen. 1982. pp. 37-41) formula también fuertes criticas al relativismo cultural al ubicarlo, en el mejor de los casos. en una posición ingenua ante la desigualdad y la distribución nacional e internacional asimétrica del poder material y simbólico: "El relativismo cultural naufraga, finalmente, por apoyarse en una concepción atomizada y cándida del poder: imagina a cada cultura existiendo sin saber nada de las otras como si el mundo fuera un vasto museo de economias de autosubsistencia, cada una en su vitrina imperturbable ante la proximidad de las demás, repitiendo invariablemente sus códigos sus relaciones internas. La escasa utilidad del relativismo cultural se evidencia en que suscitó una nueva actitud hacia las culturas remotas, pero no influye cuando los primitivos son los sectores atrasados de la propia sociedad. Ias costumbres y creencias que sentimos extrañas en los suburbios de nuestra ciudad".

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ciando la oposición a un evolucionismo trivial24 que tenía como premisa incuestionable la superioridad del hombre blanco y de la cultura occidental.25 Se considera que William G. Summer formuló la primera definición de etnocentrismo en su obra Folkways publicada en Nueva York en 1906. "Una visión de las cosas según la cual el propio grupo es el centro de todo, y todos los otros son ponderados con referencia a el... Cada grupo alimenta su propia soberbia y vanidad, clama su superioridad, exalta sus propias divinidades y mira con desprecio a los profanos".26 Esta definición se encuadra en una postura reactiva, precursora del "relativismo cultural" que ya hemos comentado, frente a las posiciones características de parte de la antropologia del siglo XIX, vinculadas -aunque por lo general de modo no explicito- con la ideologia y la administración colonial. El término 'etnocentrismo' fue exitoso y se acompaño con múltiples ejemplos acerca del orgullo y la autoafirmación de las culturas lejanas, estudiadas por los antropólogos. que manifestaban la superioridad del endogrupo frente a todos los extraños: son numerosas las descripciones etnográficas en las que se observa que el pueblo estudiado se denomina a si mismo con una palabra que equivale a "seres humanos" o "los hombres", empleando términos despectivos para significar a los extraños al grupo. En la perspectiva que estamos describiendo no faltaron planteos que. hasta cierto punto, justificaron y naturalizaron las posturas etnocéntricas, consideradas como cierto orgullo infantil e ingenuo. necesario para la autoafirmación de pueblos primitivos y útil para la consolidación de su identidad. Sin embarga, desde la compleja problemática de las sociedades urbanas modernas, el tema del etnocentrismo no puede ya ser encarado con esa perspectiva anecdótica y un tanto superficial. La problemas vinculados con la complejidad cultural, la multiculturalidad urbana y las dificultades y contradicciones que de ella derivan se manifiestan ahora con creciente intensidad. La indignación suscitada por los horrores del nazismo -que está expresada en múltiples discursos, en investigaciones de gran enver-

gadura como La personalidad autorizar a dirigida por Theodor Adorno,27 y en gestos politicos fundamentales como la Declaración Universal de los Derechos del Hombre- ha contribuido a que se tome conciencia de la virulencia que pueden alcanzar, en los países civilizados- y en nuestro tiempo, el racismo, la

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24. Véase Claude Lévi-Strauss, ob. cit.

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25. Eduardo Colombo, en su artículo 'Valores universales y relativismo cultural' (en El Rodaballo, 5, segunda época. 1997) actualiza la discusión sobre el tema tratado, planteando las contradicciones inherentes a la posición relativista y señalando que actualmente las coartadas ideológicas de la derecha pueden incorporar un relativismo ingenuo: "La aristocracia -hoy en dia la derecha- ha sabido mantener juntos el relativismo del nomos (lo arbitrario de la ley) y el universalismo de la diferencia elitista y jerárquica. negación de la igualdad politica". Agrega Colombo que el nudo del relativismo cultural- formulado por antropólogos como Herskowis, Benedici o Boas- era el respeto a las diferencias. el respeto mutuo. rechazando la pretendida superioridad de una sociedad sobre otras: 'La noción de tolerancia está, entonces, en el centro de las preocupaciones éticas de los relativistas'. Pero advierte que "un relativista consecuente deberla dar cuenta de las consecuencias de su propia lógica: si un miembro de una cultura diferente juzga de acuerdo con las normas de su cultura, continúa expresando un juicio relativo a si mismo y su cultura relativista. Ergo, todo relativismo cultural radical no puede ser otra cosa que etnocentrista y, en consecuencia, no relativista". Concluye el autor que, "en tanto ha perdido toda garantia metafisica, momento en el que acepta la autorreferencia generalizada de lo sociohistórico, el pensamiento está obligado a trabajar con la tensión constante que se establece entre la unidad y la diversidad. [...] La única forma de respetar a los otros, de combatir el etnocentrismo, es pensar en los valores comunes a todos los hombres, en la unidad de la especie humana. El relativismo cultural es una buena cosa mirada como un valor universal. La libertad y la igualdad constituyen el único espacio politico en el que la diversidad puede existir". Véase también, respecto de la discusión acerca del relativismo. Clifford Geertz. Los usos de la diversidad (Barcelona. Paidós. 1996). En el capítulo "Anti-antirrelativismo" (pp. 95-127) analiza y cuestiona las posiciones de los antirrelativistas. También, acerca del mismo tema, T. Todorov, ob. cit., pp. 67-114. 26. Dominique Perrot y Roy Preisverk, Etnocentrismo e historia, México. Nueva Imagen. 1979, p. 54. 27. Buenos Aires. Proyección. 1965 (primera edición en inglés: The authoritarian personality, Nueva York. Harper. 1950).

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xenofobia y los estereotipos estigmatizadores, sobre todo cuando las circunstancias políticas y "las razones de Estado" contribuyen a su despliegue.28 La palabra "etnia", que está en la base de "etnocentrismo", ha sido objeto también de criticas por su ambigüedad y fácil deslizamiento hacia nociones contradictorias. Muchos consideran la etnicidad como característica de un grupo social que se diferencia de otros por caracteres culturales significativos. Sus significados derivan de la relación con otras formaciones discursivas -particularmente aquellas de la cultura y la naturaleza-y como un accidente de la historia y la contingencia. Puede ser contrastado con el término raza. pero a veces es confundido con él o usado eufemisticamente para reemplazarlo.29 Sin embargo, el término ha renovado su vigencia con los recientes estallidos de intolerancia y violencia en Europa. particularmente en la ex Yugoslavia, donde nuevas Cormas de barbarie se ejercieron bajo el emblema de la limpieza étnica, y también a partir de los conflictos derivados de la actividad de los nacionalismos étnicos en la Europa del Este.30 Si bien las formas en las que se presenta el racismo y la discriminación ostentan semejanzas, muestran patrones comunes siempre repudiables- en sus manifestaciones (estereotipos, formas de estructurar el pensamiento, prejuicios) en diferentes lugares y ámbitos, por ello cada una de estas formas debe ser examinada en su particularidad y como parte de procesos sociales más complejos. Con esto queremos indicar que, si bien adjudicamos enorme importancia a los fenómenos que estarnos estudiando, no consideramos que el análisis debe detenerse en ellos, sino que es también adecuado entenderlos como sintomas que dan cuenta de fuertes desequilibrios y contradicciones en la dinámica social, politica y cultural. Ello obliga a tener presente la necesidad de indagar en tales desequilibrios y contradicciones. Desde esta perspectiva, hay diversas contribuciones que analizan las relaciones entre los procesos de discriminación, racismo y exclusión y la estructura de clases; las mismas han señalado, en diferentes ocasiones, que la explicación exclusivamen-

te en términos de clase es muchas veces insuficiente para dar cuenta en su complejidad de situaciones muy conflictivas que perduran en el interior de las sociedades.31 Conflictos de orden

28. Uno de los aspectos que tornan más aberrante la matanza organizada y ejecutada desde un Estado moderno en una de las naciones más evolucionadas de Europa, que se habla destacado por sus aportes en la filosofia, el arte, la ciencia, la literatura y la música, radica en el empleo de la planificación, la racionalidad instrumental burocrática, la aplicación de modernas técnicas de organización, transporte, contabilidad y manejo de la información, la utilización eficaz de tales técnicas y recursos para la implantación de la muerte sistemática de millones personas reducidas a la indefensión totala Ias que se despojaba de todo para luego recoger beneficios económicos de la industrialización de sus cuerpos (dientes, huesos, pelo, piel). En esta monstruosa articulación entre planificación moderna e inteligente a partir del enorme poder del Estado y el asesinato cruel y sistemático, se ponen de manifiesto la extrema alienación de toda noción de humanidad, el alejamiento de los valores éticos afirmados en la civilización occidental y los abismos de irracionalidad y horror que pueden llegar a instalarse en los intersticios de la llamada modernidad.

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29. Stuart Hall, Rethinking Etnicities: Three Blind Mice (One Black, One White, One Hybrid) (1993), citado por Marie Gillespie, "Televisión, etnicidad y cambio cultural", en Causas y Azares, 5, 1997, p. 41. Hall agrega: 'Es un término que no podemos abandonar, pero que necesita ser deconstruido, para poder extraer temas que permanecen abiertos sobre diferencia cultural, histórica y politica, y para cuestionar las definiciones biológicas de raza y las suposiciones cerca de la homogeneidad étnica de las naciones'. 30. "Los discursos de etnicidad en las ciencias sociales han servido tipicamente para combinar los conceptos de raza y nación con cultura y, luego, a su turno, con naturaleza el término se presta, asimismo, para un fácil deslizamiento a través de estos conceptos. El discurso biológico de raza, adonde tal deslizamiento llega invariablemente, ha probado, sin embargo, ser engañoso y espurio como herramienta conceptual que aspira a ser una forma cientifica de diferenciación entre las personas" (J. Donald y A. Rattansi (eds.). Race culture and difference, Londres. Sage-Open University. 1992). Pero los rasgos raciales son vistos popularmente como dados por la naturaleza, como fijos e invariables, en un discurso que hace ligazones semánticas de sentido común entre naturaleza, biologia, genética y parentesco. Esto da origen a varias formas de esencialismo. reduccionismo, absolutismo y determinismo racial: a la idea de que la gente se comporta como lo hace porque lo lleva en la sangre: o en formas más recientes de racismo cultural, porque está en su cultura (tomado de M. Gillespie, ob. cit., p. 42).

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étnico, racial o cultural no se explican con simples evocaciones a la lucha de clases. Hay modalidades de la diversidad, cargadas con virulentas manifestaciones de encono, que hunden sus raices en la historia y la cultura. En estas posturas suele influir una simplificación en la definición de clase, que apunta a una ilusoria homogenización de los integrantes de la fuerza de trabajo y deshistoriza los procesos sociales y culturales que permiten pensar en colectivos efectivamente operantes. En ese sentido, y siguiendo los aportes de Antonio Granisci referidos a las características nacionales y a las desigualdades regionales. Stuart Hall32 destaca que ese autor no comete el error de confundir la tendencia derivada de la teoria del valor- hacia la homogeneización general de la fuerza de trabajo con la efectiva y concreta supresión de las diversidades de todo tipo, en cualquier sociedad y región. Estas consideraciones apoyan nuestra hipótesis que caracteriza las manifestaciones de prejuicio, discriminación y exclusión observadas en Buenos Aires y su conurbano como formas de racialización de las relaciones de clase, constituidas en el proceso de articulación de la sociedad y la economía colonial en toda América latina y que hoy perseveran. arraigadas en los códigos culturales y en las formas actuales de reproducción económica y social.

Reconocer En El Otro A Un Semejante ...si la colonización destruye al colonizado, por otro lado pudre al colonizador. Albert Memmi, Retrato del colonizado Desarrollando y adaptando libremente algunas reflexiones de Fernando Savater33 -referidas a la ética y expresadas en lenguaje filosófico-, podríamos intentar la caracterización de lo opuesto a la actitud etnocéntrica. El etnocentrismo tiende a reducir al otro a una categoria. a transformar al otro en cosa, a reificar al otro. El otro no es considerado como una totalidad compleja . sino que se lo reduce a ser de acuerdo con los rasgos que le son atribuidos. Se lo empobrece mediante las opera-

ciones ideológicas implícitas en el racismo, y a partir de allí es posible incluirlo en una categoria despreciada. Esto facilita el rechazo. Pero, por lo contrario, tendria dificultad en odiar o matar al otro si lo considero con una condición de humanidad semejante a la mia: si me identifico de alguna manera con el otro. Para despreciarlo, estigmatizarlo, rechazarlo, maltratarlo, debo primero poder incluir al otro -reducido en su complejidad- en alguna categoria en la que prevalecen rasgos rechazados, descalificados, estigmatizados. Y eso está instaurado en las categorias culturales con las que un grupo social encara sus relaciones con determinados otros. Lo opuesto seria el reconocimiento: reconocer en el otro a un semejante.

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31. Véase al respecto Etienne Balibar e Immanuel Wallerstein, Raza, nación y clase (Santander, IEPALA, 1991). Héctor Diaz Polanco, "Indigenismo, populismo y marxismo" y Stefano Varese "Defender lo múltiple. Notas al indigenismo" (ambos en Nueva Antropologia 9. octubre de 1978). 32. Véase Stuart Hall, "La relevancia de Gramsci para el estudio de la raza y la etnicidad. en Causas y Azares. 5. 1997, pp. 54-58. Este autor enfatiza que "...el abordaje no reduccionista de cuestiones vinculadas a la interrelación entre la clase y la raza [...] ha resultarlo ser uno de los problemas teóricos más complejos y difíciles de tratar, y ha llevado frecuentemente a adoptar una u otra postura extrema. Por un lado, se privilegian las relaciones de clase subyacentes, enfatizando que todas las fuerzas de trabajo, étnica y racialmente diferenciadas, están sujetas a las mismas relaciones de explotación dentro del capital. En el otro extremo se enfatiza la centralidad de las categorias y divisiones étnicas y raciales a expensas de la estructuración fundamental de clases en la sociedad. A pesar de que estas dos posiciones extremas parecen opuestas, de hecho son como imágenes invertidas de un espejo ya que ambas producen un único y exclusivo principio de articulación determinante -clase o raza- aun cuando difieran en cuál de estos dos principios debe ser privilegiado. Creo que el hecho de que Gramsci adopte una postura no reduccionista a las cuestiones de clase, unido a su comprensión del profundo condicionamiento histórico que se da en cualquier formación social especifica, apunta a señalar el camino hacia un abordaje no reduccionista de la cuestión de la raza/clase".(p. 55). 33. Véase Invitación a la ética, Barcelona, Anagrama, 1982, caps. 2 y 3.

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No es que esto signifique que todos soros iguales en un sentido de monotonia. en un sentido de total igualdad,. en un sentido de no diferenciación, sino que apreciando las diferencias, aceptando y reconociendo lo que nos separa y distingue del otro, es también posible reconocer en él al semejante. Se reconoce ante todo su condición de humanidad, su situación de ser y estar en el mundo, sus posibilidades particulares de comunicación y de encuentro. Una persona solamente puede crecer, puede desarrollarse, si amplia su campo de reconocimiento de los otros, aceptando como legitimas sus diferencias. permitiendo que sigan caminos diversos y propiciando, de este modo. que puedan expresarse y desplegarse las diferencias, y se torne posible y legitimo avanzar hacia un amplio mundo de posibilidades. Porque si alguien esta abierto hacia lo distinto y considera legitimo que los otros sean diferentes, que puedan evolucionar hacia el mundo de lo posible. también podrá él mismo permitirse cambiar. habrá un camino licito y abierto para su propio crecimiento, para que su identidad se aventure hacia lo que actualmente no es pero que puede llegar a ser. La posición contraria, la intolerancia hacia lo diferente, el rechazo de las formas de diversidad que los otros pueden presentar, significa para el sujeto la condena a quedar él mismo limitado a categorias estrechas de su ser, y habrá territorios que son posibles pero a los que su identidad no podrá lanzarse porque están vedados por la intolerancia y el rechazo infringido a los otros. En esas condiciones se impone el no cambio. el individuo será lo que "deba ser según las categorías más o menos estrechas que su cultura le impone. Pero si el individuo en vez de dejarse encerrar en esas categorias quiere ser más. aventurarse hacia los caminos de lo posible, debe interactuar con otros a los que también permite ser distintos, acepta como diferentes, y ello configura una trama que lo distancia de la cosificacion y lo impulsa hacia el crecimiento. El camino estrecho del etnocentrismo, del racismo y la intolerancia constriñe a sus agentes a desenvolver su ser dentro de márgenes muy estrechos. Savater habla de ética. Pero no se plantea las preguntas clásicas "¿qué debo ser?" o "¿qué puedo ser?" sino que dice "¿qué

quiero ser?". En un sentido ético, ¿cuál es el querer? La ética que propone se basa en el querer, en el querer del ser: el ser que quiere expandirse, que quiere no ser más cosa, que no quiere quedarse en la cosificación que las circunstancias de su medio, de su cultura o de su grupo social imponen a su identidad. El desarrollo de la identidad requiere un no conformarse, una disposición y potencialidad cultural y social para desarrollar las posibilidades de lo que no se es pero que se puede llegar a ser: los caminos abiertos al ser.

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Se trata de ética porque están implícitas propuestas que vislumbran sociedades mejores y más apropiadas para el desarrollo del ser. Formas sociales que permitan ser, que permitan crecer, que acepten y legitimen la diversidad y que posibiliten diferenciarse. Para ser yo, tengo que tener otros para interactuar porque yo no puedo ser en soledad: tengo que reconocer al otro y tengo que reconocerme en el otro (no sólo lo reconozco sino que yo me reconozco en él). En la interacción me reconozco en el otro y si el lugar social y cultural para la identidad del otro es estrecho, porque no le permito crecer, modificarse, dejar de ser cosa, yo también carezco de interlocutores que me reconozcan y eso me impide crecer. Entonces, reconocer en el otro a un semejante es lo opuesto, lo antagónico de la actitud etnocéntrica. El racismo y los estereotipos etnocéntricos apuntan a condiciones sociales en las que el otro no es un semejante sino algo degradado, una cosa. a la que el individuo rechaza -en cualquier sentido- considerar como su igual. Si yo me permito ver al otro (y el medio social en el que habito lo hace posible), si cultivo una manera de relacionarme con el mundo que me permite ver al otro y reconocer al otro en su variedad. en su diversidad, en su diferencia conmigo, con mi medio, con mis costumbres, con mis pensamientos y estoy abierto a reconocerlo (no lo menosprecio, no lo simplifico, no lo reduzco) y lo acepto como diferente pero con iguales derechos: no lo reconozco benévolamente, condescendientemente sino que lo reconozco como un semejante con igual dignidad que la miga, y aspiro a una sociedad donde esas diferencias se puedan desarrollar y legitimar, en ese caso contribuyo a generar las posibilidades para mi propio desarrollo.

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Esto se inserta en un tema muy profundo, el de la identidad: los caminos abiertos al desarrollo de mi identidad apuntan hacia lo que no soy. La identidad es un perpetuo cambio, un no quedarse. Si yo me quedo en lo que soy y me conformo, me cosifico. Pero también puede ser que esté dispuesto a aventurarme hacia lo que no soy, pero puedo ser, porque están en mi las potencialidades que puedo reconocer a partir de la interacción con los otros, en un medio social que permita la diversidad. Un medio social que permite legitima la otredad también hace posible el desarrollo del otro que hay en mi. De estos argumentos se puede deducir el empobrecimiento al que conducen las prácticas etnocentricas y racistas. Los limites estrechos que constriñen la personalidad, las paredes que bloquean el desarrollo de la propia identidad, los límites al ser y al conocer que derivan de formas de pensamiento que anteponen el estereotipo y sus prejuicios a la experiencia, que rechazan toda mensaje que pueda informar que el otro es también un semejante.34 La interacción con el otro se opone a los estereotipos y prejuicios, el conocimiento y el reconocimiento dificultan el odio racista, la decisión de rechazar, agredir o ignorar al otro flaquea cuando hay apertura hacia la experiencia de mirar, apreciar, escuchar. El pensamiento racista debe pagar un costo en términos de restricciones al propio desarrollo: mi identidad alienada en cosa es consecuencia necesaria de la cosificación que impongo al otro y de mi negativa a la posibilidad de reconocerlo. El ataque al conocimiento y la rigidez y las limitaciones que se imponen a los instrumentos que una sociedad elabora para conocer y relacionarse con los otros y el mundo revierte sobre sus miembros, reduce el ámbito en el que se pueden desenvolver sus conciencias, los reifica y empobrece.

Interrogantes En El Fin Del Siglo Las reflexiones que anteceden apelan a la racionalidad, se refieren a una sociedad que intentara aplicar sus recursos técnicos, cognitivos, culturales y politicos en procura de la mejor ca-

lidad de vida de sus habitantes. Pero en vísperas de finalizar el milenio. hay marcas simbólicas que invitan a preguntarse acerca del mundo que se avecina; poco es lo que inclina al optimismo. Como nunca antes, en esta última década se puso en evidencia la falta de solución a viejos males y la aparición de nuevas contradicciones que empañan las ilusiones que subsisten. La crisis de las utopias, que constituye uno de los rasgos de la época y ayuda a disminuir la adhesión a proyectos esperanzados que podrían movilizar la acción política en procura de mundos mejores, no ocurre por un puro azar de la historia. Cunde una racionalidad técnica y mercantil que logra éxitos asombrosos en cuanto al aumento de la productividad. y con ello la gestación más barata y en mayor cantidad de bienes que podrían abastecer las necesidades de las poblaciones. pero simultáneamente se observa la tendencia al retroceso en todas las esferas en las que durante muchos años de lucha los trabajadores fueron conquistando mejores condiciones de vida. seguridad en el empleo. convenios colectivos de trabajo, salud, vivienda, vejez digna. Los notables progresos en el conocimiento, las nuevas aplicaciones técnicas y la extraordinaria revolución tecnológica ya no prometen el reino de la libertad. Al contrario. el reino de la necesidad se vuelve progresivamente más severo e incorpora un número creciente de personas sin empleo, sin dinero y sin esperanzas.

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El progreso técnico, los nuevos conocimientos, la mayor productividad, no son otra cosa que un producto social, el resultado del trabajo colectivo acumulado durante muchos años. Sin embargo, no se presenta públicamente como tal: en los discursos ideológicos en boga. aparece como la progresiva independencia del capital respecto del trabajo, el triunfo de los valores individuales, la justificación definitiva del mercado en tanto regulador supremo

34. Véase el concepto de "conciencia posible" en Luden Goldmann, "La importancia del concepto de conciencia posible para la comunicación", en La creación cultural en la sociedad moderna, Barcelona. Fontamara. 1980. Del mismo autor, también, Investigaciones dialécticas, Caracas, Facultad de Humanidades, 1962. Puede consultarse además Joseph Gabel, La jausse conscience, Paris, Minuit, 1962.

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de la vida social, el apogeo del absolutismo -a escala mundialde la razón mercantil. Este individualismo a ultranza es opuesto a la solidaridad. La solidaridad es considerada antieconómica, un gasto inútil. Así, se advierte la progresiva crisis en el empleo y la falta ele preocupación por aquellos que son excluidos. En sociedades que han duplicado en pocos años su producto bruto y su ingreso per cápita (conveniente concepto de estadistica-ficción, que presupone un reparto que sólo existe en los índices elaborados por aplicados burócratas), se reducen las partidas destinadas al gasto social, a la salud, las jubilaciones, la protección a los sectores desamparados. El "Estado de bienestar' que podía ser financiado hace veinte o treinta años en los paises centrales, cuando eran menos ricos que hoy y debían además afrontar ingentes gastos militares, no logra ahora obtener los recursos necesarios, pese al indudable progreso económico y la creciente posibilidad de producir más bienes con menor esfuerzo humano. Los logros técnicos de la humanidad acarrean mayor sufrimiento de millones de personas, mayor desempleo, trabajo inestable y con jornadas más largas, depredación del medio ambiente, aumento alarmante de los excluidos. El avance desmedido del apetito de ganancias, la hiperconcentración del poder y la riqueza, la fabulosa burbuja financiera que simboliza en forma creciente, de moda cada vez más abstracto y menos comprensible, el triunfante fetichismo del dinero, generan nuevas y gigantescas contradicciones que comienzan también a ser advertidas. En las vísperas del siglo XXI han recrudecido la formas de discriminación y racismo que acompañaron la historia reciente. Las grandes preguntas que ahora surgen sobre este tema se refieren a su próxima evolución. Avances en la igualdad, en la legitimación de los derechos a la diversidad, en la construcción de condiciones sociales, políticas y culturales que propicien el reconocimiento en el otro de un semejante, en suma, un avance en la racionalidad social en este plano, no pueden ser imaginados con optimismo ante la progresiva exclusión que impulsa a millones de personas -a lo largo y lo ancho del globo- hacia la desesperación, la violencia y la intolerancia.

Hemos señalado en este articulo la existencia de cierta homologia entre las diferentes manifestaciones de racismo y discriminación,35 una afinidad, una intimidad ideológica que las atraviesa y que permite apreciar que de ellas deriva un mecanismo erosivo en los modos de ser, en las posibilidades de conocer y Ias lógicas que presiden las formas de pensar.36 También hay homologias entre la lógica discriminadora y racista con las formas ideológicas y culturales que abonan la construcción actual de las formas de hegemonía en la escala mundial,37 puede advertirse la perseverancia en las contradicciones, la crisis ética, la ceguera ante los desastres del pasado e. incluso, ante las evidencias que surgen de las teorias económicas que profesan. De su análisis surge la necesidad -para la reproducción del sistema. en el plano de la seguridad pero también en el de las ganancias (y en primer lugar las del capital financiero)- de propiciar una demanda efectiva creciente (más personas con poder de compra, lo que sólo puede ocurrir con más empleo y mejor reparto) para mantener el equilibrio en las empresas. en la banca y en

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35. "...y conviene subrayar, asimismo que si McCarthy no es antisemita, todos los antisemitas son prácticamente maccarthystas" (Joseph Gabel, "Significación del maccartysmo", en Formas de alienación, Editorial Universitaria de Córdoba, 1967, p. 115). 36. "La imposible deshumanización del oprimido se invierte y deviene alienación del opresor: es él, él mismo, quien resucita con su menor gesto la humanidad que quiere destruir y, como la niega en los otros, la vuelve a encontrar en todas partes cono una fuerza enemiga. Para escapar de ella es necesario que él se mineralice, que adquiera la consistencia opaca y la impermeabilidad de la roca: en una palabra que se deshumanice a su vez (JeanPaul Sartre, prólogo a A. Memmi, Retrato del colonizado, p. 26). 37. "Precisamente por ser una doctrina antiuniversalista, el racismo ayuda a mantener el capitalismo como sistema, pues justifica que a un sector importante de la fuerza de trabajo se le asigne una remuneración muy inferior a la que podría justificar el criterio meritocrático (E. Balibar e I. Wallerstein. ob. cit., pp. 57 y 58). "Desde un punto de vista operativo, el racismo ha adoptado la forma de lo que podríamos denominar etnifìcación de la fuerza de trabajo" (p. 56). "El capitalismo como sistema engendra el racismo, pero ¿es necesario que engendre también el sexismo? Si, porque de hecho ambos están estrechamente unidos"(p. 58). UNTREF VIRTUAL

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los flujos financieros, que ante las crisis sociales ineludibles a que conduciría la perseverancia en las modalidades actuales serian fuertemente perjudicados por el pánico en los mercados. Parece evidente que el análisis de los temas que estamos estudiando requiere incorporar la relación con la dinámica estructural de las formaciones sociales, y los breves ejemplos que enunciamos a continuación apuntalan esta tesis. Hemos visto que las teorias racialistas se constituyen y expanden en la Europa del siglo XIX. que estaba atravesada por la expansión colonial del capitalismo. El régimen nazi prospera y alcanza su siniestra plenitud en un contexto internacional relacionado con la Primera Guerra Mundial y con la reactividad de los paises capitalistas de Occidente ante los temores que suscitaba el régimen soviético y la expansión de las ideas socialistas. Las grandes migraciones actuales (fuente importante de procesos de discriminación racial, étnica y de clase), que tienden a dirigirse desde los paises menos desarrollados hacia los más ricos, son en la mayoría de los casos migraciones laborales. Se puede apreciar que la llamada "globalización" propicia la libre circulación de cosas (bienes y servicios) fomentando la apertura, el libre comercio y los bajos aranceles, pero no incluye la libre circulación de personas en tanto puedan influir en los mercados de fuerza de trabajo. La constitución de grandes bloques comerciales, como el Nafta y el Mercosur. fueron contemporáneos a un fuerte endurecimiento en las barreras migratorias hacia los paises limítrofes y, sobre todo en el primer caso. a una legislación que aumentaba las desventajas y la marginación de los trabajadores ilegales. Reiteramos que, de mantenerse la dinámica sustentada en la última década, las condiciones no se presentan promisorias para una mejoría en el plano del racismo y la discriminación social. Así lo ha evidenciado la virulencia creciente en este terreno que se manifiesta en diversos lugares del globo. Pero también es evidente que tales manifestaciones de intolerancia, de agresión racista, de auge del prejuicio y el estereotipo, están estrechamente ligadas a las lógicas que sustentan la dinámica estructural de las formaciones sociales actuales en los planos productivo, político-administrativo y simbólico, y que su superación se vincula con un aumento en las formas de solidaridad y

con el avance de una racionalidad que abarque todas las esferas de la vida social, lo que es dificil que se logre sin que los grandes sectores populares, que en esta década están en retirada, adquieran una renovada identidad social que les permita aumentar su poder de resistencia y acción -en las múltiples pujas que constituyen la diaria recreación del mundo- ante las modalidades hegemónicas vigentes y los sectores que las encarnan.

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Pereyra, Marcelo R. (diciembre 2005). Dispositivos de exclusión simbólica en las noticias : La criminalización mediática. En: Encrucijadas, no. 35. Universidad de Buenos Aires. Disponible en el Repositorio Digital Institucional de la Universidad de Buenos Aires:

DISPOSITIVOS DE EXCLUSION SIMBOLICA EN LAS NOTICIAS La criminalización mediática Los discursos informativos pueden ser entendidos como relatos de control social en la medida en que naturalizan el accionar represivo de las agencias policiales y judiciales. Sin embargo, es posible pensar también que la narración de las agendas informativas se ha transformado en un dispositivo de exclusión simbólica de los sectores sociales marginados. Por lo general, estos sectores son criminalizados tanto en la información sobre el delito como en la de las expresiones públicas de protesta. Los cambios operados en los últimos años en la construcción de la noticia permiten desentrañar el significado político de esa criminalización mediática.

MARCELO R. PEREYRA Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Auxiliar docente, cátedra Teorías sobre el periodismo, Facultad Ciencias Sociales, UBA. Auxiliar docente, seminario "La vida cotidiana en las narrativas institucionales y sociales sobre la violencia" (a cargo de la profesora Stella Martini). Investigador de apoyo en el proyecto UBACYT S109 (2004-2007): “La comunicación del delito y la violencia en la vida cotidiana: estudio de prácticas, discursos y representaciones de instituciones gubernamentales, sociedad civil y medios masivos”. Director de la revista electrónica Contracultural (http://www.contracultural.com.ar). Miembro del Consejo Editorial de la revista electrónica Perspectivas regionales. El Norte de la comunicación. [email protected] Otro aluvión zoológico Bajo el capitalismo reconvertido y resemantizado como neoliberalismo, se exponenciaron las magnitudes del desempleo, la pobreza y la indigencia y, concentración del ingreso mediante, se extremaron las distancias sociales. Se conformaron de esta manera dos sectores sociales nunca tan netamente diferenciados: los incluidos y los excluidos. La antigua sociedad integradora –la sociedad del trabajo– se transformó en una sociedad atomizada, fragmentada, cuya agenda estalló en infinitas demandas sectoriales que superan la sola reivindicación por un mejor pasar económico (Feijoó, 2003). Pero desde mediados de los '90 no solamente son pobres los desocupados sino muchos de los que trabajan. En este proceso de su empobrecimiento, los sectores medios y bajos comenzaron a entender que el mundo había cambiado de maneras no previstas en su imaginario, e iniciaron un proceso de culpabilización de los que están por debajo de ellos en la escala social. Desmembrado el movimiento gremial gracias a las políticas de desindustrialización y de privatización, los desocupados-piqueteros pasaron a ser los protagonistas más públicos del conflicto social. Hace diez años el término “piqueteros” gozaba de cierta simpatía en tanto ejemplo de lucha contra lo peor del neoliberalismo, pero conforme la crisis se fue expandiendo a otras clases, adquirió una connotación fuertemente negativa asociada al delito. La utilización de pañuelos en la cara por parte de muchos de sus militantes, para evitar ser identificados en las filmaciones policiales, fue una de las excusas para su criminalización.

Las muchedumbres de manifestantes, provenientes de los suburbios pobres, que llegan semana tras semana hasta el “corazón de la city porteña” son presentadas por los medios como una horda peligrosa que sitia la ciudad. El imaginario de un “aluvión zoológico” que invade un territorio que no le pertenece continúa tan vigente como lo estuvo el 17 de octubre de 1945, cuando los obreros peronistas arribaron a la Plaza de Mayo para reclamar la libertad de su líder. De esta forma en los medios masivos el acontecimiento de la protesta se construye a partir de sus efectos y no de sus causas. Los desocupados-piqueteros son incluidos en las agendas periodísticas sólo como provocadores del caos en el tránsito urbano –y no como actores políticos–, con lo cual se despolitiza el conflicto. La figura del caos reviste aquí una doble significación: demoniza al manifestante y sobredimensiona el supuesto perjuicio provocado por la protesta (Iglesias, 2005). Se hace evidente entonces que a la hora de representar la protesta de los desocupados los medios se ponen del lado de los perjudicados por sus efectos. Refuerzan así el contrato de lectura con sus públicos porque se ocupan de sus problemas representando una de las zonas conflictivas de su mundo. Las distintas agencias del Poder también sancionan la protesta. El Poder Judicial –que debería ser el más sensible frente a la marginalidad– en vez de proteger a los manifestantes es el primero en hostigarlos. También son cuestionados por políticos y funcionarios gubernamentales. Aun cuando durante la protesta la violencia se suele desatar a partir de la represión, jueces, funcionarios y medios asignan únicamente el carácter de violentos a los piqueteros. Esta estigmatización basada en una estereotipación de la violencia deslegitima su metodología de lucha, y al excluírselos del ámbito ciudadano se les niega la vida pública y se los recluye en su privacidad excluida. Los nuevos delincuentes Actualmente se percibe al delito como un constituyente habitual de la vida cotidiana (Pegoraro, 2003). En las clases más privilegiadas, esta percepción obedece en parte a sus propias experiencias victimizantes, pero en realidad se debe fundamentalmente al estado de alarma generado por los discursos periodísticos. Se asocia al delito no con la peligrosidad de los individuos sino con la de ciertos grupos sociales (Daroqui, 2003). Son especialmente los pobres los señalados directa o indirectamente como principales responsables del aumento de la inseguridad urbana. En los medios es común que el hábitat de la pobreza sea presentado como el del delito. Los barrios del sur de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano son los escenarios del crimen más jerarquizados en la información. La prensa gráfica utiliza dos modalidades para ello: los diarios de lectorado popular pueden agrupar en la tapa del día una serie de hechos delictivos que ocurren en dichos escenarios, pero que no guardan otra relación entre sí. Consideradas individualmente, esas noticias suelen tener baja noticiabilidad, pero su selección y agrupación arbitraria y circunstancial, y su presentación en la tapa acompañadas de una retórica sensacionalista con imágenes de impacto dramático, interpelan las emociones del lector; el miedo se internaliza y esas zonas geográficas pauperizadas pasan a ser entendidas como peligrosas. Por su parte, los diarios "serios” apelan a una explicación supuestamente más racional sobre la geografía del delito. Consiste en la publicación de estadísticas, mapas e

infografías que ilustran los informes que difunden las agencias policiales y judiciales sobre las zonas de la ciudad y su periferia donde se denuncian y/o cometen más delitos. Pero además, para el caso particular de la zona norte del Gran Buenos Aires, estos diarios subrayan el riesgo que representa el hecho de que los countries y barrios cerrados tengan en sus cercanías barrios pobres, dando a entender que la zona entera ha devenido peligrosa porque en ella hay pobres, y sobre todo porque hay pobres viviendo cerca de los ricos (Pereyra, 2004, b). Las infografías y los "mapas del delito", modalidades enunciativas de reciente implementación, funcionan como énfasis de los textos y, a la vez, por la cantidad de información que ofrecen adquieren un estatuto propio tan importante como el textual. Si la gran ciudad y sus suburbios son en sí mismos espacios de representación de las desigualdades sociales, la segregación se reproduce en las agendas de los medios donde los pobres son los victimarios por excelencia. La singularidad de la situación presente es que esta representación ya no es propia de la nota roja de los diarios amarillistas: ahora se ha extendido a todo el espectro mediático y atraviesa sus distintas agendas. Es por ello que la acción de los medios es factor fundamental en la sensación de amenaza que los pobres les generan a vastos sectores de la sociedad urbana. Sincronizando sensaciones A menudo, delitos de entidad similar que se producen dentro de un rango relativamente estrecho de tiempo son presentados por los medios como “ola de inseguridad”. En realidad, la inseguridad no es el problema sino el efecto que genera en la población la sobrerrepresentación mediática del delito. En las noticias policiales, las retóricas sensacionalistas coadyuvan a generar una campaña de alarma social que dificulta una visión contextualizada de las problemáticas del delito y la pobreza. Éstas no son entendidas como del orden de lo político-económico, sino de naturaleza microsocial o individual, ya que se las termina reduciendo a un crecimiento de la crueldad de los grupos vulnerables, siempre los otros-ilegales en las representaciones del delito presentes en los discursos mediáticos y oficiales. Pero además, son los grupos que desde siempre han sido etiquetados como delincuentes por las instituciones penales, de manera tal que se ha conformado un estereotipo histórico delincuencial. También en el discurso noticioso hay estereotipación. Se asiste en los últimos quince años a un progresivo deterioro de la calidad de la información, conformada ahora más por imaginarios que por datos puros y útiles para la constitución de ciudadanía. Por lo tanto, los estereotipos son cada vez más frecuentes en los discursos mediáticos, precisamente porque son la materia prima que utilizan clases, subclases y grupos sociales para imaginar su identidad. Pero un exceso de estereotipación lleva a su vez a estigmatizaciones que refuerzan el discurso de la exclusión, ampliando de esta manera asimetrías identitarias y sociales. De esta forma, los medios masivos, sobre todo en épocas de crisis, reactivan imaginarios reaccionarios y xenófobos en los que los otros, en este caso los excluidos del sistema económico-laboral, personifican la amenaza y generan miedos; son por lo tanto los portadores del germen de la inestabilidad y el desorden social. En consecuencia, esas estigmatizaciones se vuelven una herramienta de control social, porque aún cuando la otredad es una condición común, la distancia social y simbólica que nos separa de los otros puede ser mayor o menor, y se ensancha o se acorta según la carga afectivoatributiva que porta (Margulis, 1998).

Para las expresiones públicas de la protesta también rige un imaginario de miedo donde el que se manifiesta es el otro-peligroso que “sitia” la ciudad. En la información periodística el debate de fondo queda oculto o es desviado. Se puede pensar que ello ocurre porque para entender el conflicto en términos macrosociales los medios deberían recurrir a categorías –vinculadas a los conceptos de clase y lucha de clases– que los comprometerían a ellos mismos como sujetos involucrados en ese conflicto. En suma, el discurso mediático viene aquí también a excluir a los excluidos en tanto ciudadanosactores políticos que ejercen su derecho a peticionar frente a las autoridades. No son nuevos los imaginarios que señalan a los pobres como responsables de la violencia y la inseguridad pública; lo nuevo es que actualmente se ven fortalecidos “por la presencia ubicua de unos medios que establecen para cada acontecimiento una sola verdad, un solo ángulo de interpretación, deshistorizando los procesos que propician el inmediatismo y la lectura simplista de acontecimientos que requerirían marcos de intelección profundos y reflexivos” (Reguillo, 1998). Si los medios y sus públicos se recortan como un nosotros, ese universo debe necesariamente incluir a los poderes del estado y a sus funcionarios, pues en tanto éstos son fuentes hiperrepresentadas en la información, puede afirmarse que es en definitiva el sentido del mundo que tiene el Poder el que se constituye como representación hegemónica. De simbolismos y funciones políticas Marginar, excluir, discriminar: dispositivos que expresan la crisis actual de la posmodernidad occidental, en la que las aspiraciones de los sectores sociales medios y altos por mantener a los excluidos en las márgenes de la estructura societal se encarnan en el discurso mediático. Se trata de una nueva faceta de la lucha de clases que ahora se libra en el campo de la producción simbólica. Aunque la real influencia que tienen los medios sobre la agenda social está en discusión, es incuestionable su calidad de intermediarios simbólicos, lo cual les confiere un poder que es necesario descubrir “allí donde menos se ofrece a la vista” (Bourdieu, 1999). Como sea, los grandes medios tienen la capacidad de imponer una agenda de atributos cuando señalan, identifican y clasifican temas, grupos sociales e individuos. Su función política fundamental es la de legitimar y reproducir las dominaciones de clase (violencia simbólica) “aportando el refuerzo de su propia fuerza a las relaciones de fuerza que las fundan, y contribuyendo así, según la expresión de Weber, a la ‘domesticación de los dominados’” (Bourdieu, op. Cit.). El delito y la protesta pública ponen en cuestión al sistema de dominación instituido; debe ocultarse que son su consecuencia porque de lo contrario se revelaría la esencia de la dominación misma. Ejerciendo su poder simbólico, los medios contribuyen a ese ocultamiento cuando excluyen a los dominados de la agenda política y los llaman invariablemente como otros-peligrosos. El poder, dice Humpty Dumpty, el personaje de Lewis Carroll, consiste en llamar a las cosas como uno quiere, y que los otros las llamen de la misma manera. Bibliografía –Bonilla Vélez, Jorge I. (1997), “Crisis de lo público y medios de comunicación: información, paz y democracia en Colombia”. En Entel, A. (comp.), Periodistas: entre el protagonismo y el riesgo. Buenos Aires, Paidós. –Bourdieu, Pierre (1999), “Sobre el poder simbólico”. En Intelectuales, política y poder. Buenos Aires, Eudeba. –Briceño-León, Roberto (2002), “Introducción. La nueva violencia en América Latina”. En Briceño-León, R. (comp.), Violencia, Sociedad y Justicia en América Latina. Buenos Aires,

CLACSO. –Daroqui, Alcira (2003), “Las seguridades perdidas”, en Argumentos 1 (2), mayo de 2003. –Feijoó, María del Carmen (2003), Nuevo país, nueva pobreza. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001. –Hernández García, Sonia: “Un acercamiento a la nota roja: la inclusión y exclusión de las clases vulnerables”. En www.saladeprensa.org, 45, julio 2002, año IV, Vol. 2. –Iglesias, Martín E. (2005): “Mediados. Sentidos sociales y sociedad a partir de los medios masivos de comunicación”. En Cuaderno de Trabajo Nº 57, Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Buenos Aires. –Margulis, Mario; Urresti, Marcelo y otros (1998), La segregación negada. Cultura y discriminación social. Biblos, Buenos Aires, 1998. –Pegoraro, Juan (2003), “Una reflexión sobre la inseguridad”. En Argumentos 1 (2), mayo 2003. –Pereyra, Marcelo (2002), “Crisis, protesta social y medios masivos”, en www.contracultural.com.ar, septiembre, 2002. –Pereyra, Marcelo (2004, a), “Migraciones y pobreza: dos problemáticas en busca de una agenda en los medios de comunicación”. Ponencia en el VII Congreso Latinoamericano de Investigadores de la Comunicación, Universidad de La Plata, octubre 2004. –Pereyra, Marcelo (2004, b), “Geografías y mapas del delito. Textos y contextos en la prensa gráfica”. Ponencia en las VIII Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación, mímeo. –Reguillo, Rossana (1998): “Un malestar invisible: derechos humanos y comunicación”. En Chasqui, 64, diciembre, 1998.

Alcira Daroqui

Las seguridades perdidas Alcira Daroqui "Después de haberse olvidado una serie de sujetos vulnerables provenientes de grupos marginales o 'peligrosos' cuando estaba en juego la seguridad de sus derechos, la política criminal los reencuentra como objetos de política social". Baratta (1997)

En la última década el aspecto más convocante sobre “la seguridad” ha remitido casi exclusivamente a aquel que la vincula y circunscribe a la cuestión de la criminalidad. Política criminal ha sido casi sinónimo de política de seguridad (Baratta, 1997; Sozzo, 2000; Pegoraro, 2001). La cuestión “seguridad” en estos términos ha recorrido al mundo globalizado, "globalizando" por tanto diagnósticos, respuestas, estrategias y fundamentalmente la construcción de un discurso hegemonizante que si no excluye, al menos deposita en los márgenes otras lecturas conceptuales y fácticas de la cuestión “seguridad” en sentido más amplio. Esta mirada reduccionista no es producto ingenuo de una miopía analítica, sino que es un recorte que procura darle sentido al tratamiento de la seguridad solo en términos de poner delante de ella a su "oponente", la inseguridad. "Lo correcto" es pensar y producir discursos en términos de ‘inseguridad’ y ésta, a su vez, y mecánicamente asimilada- en términos de criminalidad. El par ‘seguridad-inseguridad’ se circunscribe al campo de las políticas penales que en los últimos años han pretendido no solamente actuar en términos de la represión del delito sino que han avanzado sobre nuevas estrategias en la prevención (Baratta,1997) Esta suerte de problematización (Castel, 1995) de lo delictual ha puesto su acento en la "seguridad ciudadana”, concibiendo a ésta “siempre y solamente en relación con los lugares públicos y de visibilidad pública o con relación a un pequeño número de delitos que entran en la así llamada criminalidad tradicional (sobre todo agresiones con violencia física a la persona y al patrimonio), que están en el sentido común y son dominantes en la alarma social y en el miedo a la criminalidad" 1. Esta afirmación de Baratta (1997), remite a reconocer cómo se fue abandonando una concepción de la seguridad que tenga en cuenta la provisión de garantías de derechos y de reaseguros sociales a la población, a toda persona que viva en un territorio, cualquiera sea, y por supuesto también de la posibilidad de transitar sin riesgos de ser víctimas de diferentes expresiones de la violencia en los espacios urbanos. Esta reducción de la concepción de seguridad "habilitó" a asimilar la ‘seguridad ciudadana’ y la ‘seguridad urbana’, convirtiéndolos casi en 1

Baratta, Alessandro, "Política criminal: entre política de seguridad y política social", en Delito y Seguridad de los habitantes. Elias Carranza(coord). México: Siglo XXI, 1997

Argumentos 1 (2), mayo de 2003

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sinónimos (aunque la abundante bibliografía existente pretenda diferenciarlos). A la hora de diseñar estrategias de acción en el marco conceptual de ‘seguridad-inseguridad’, ‘seguridad ciudadana’ y ‘seguridad urbana’ aparecen como intercambiables. Los formadores de opinión, los juristas, los políticos y otros tantos, construyen discursos y prácticas que circulan alimentando y realimentándose en el pensamiento del sentido común del común de la gente, de "los ciudadanos" y aún de los "no ciudadanos", proponiendo visualizar la cuestión de la criminalidad como el problema a resolver ya no solo por el Estado sino también por parte de los que son considerados ciudadanospotenciales víctimas. La "participación ciudadana" ha sido convocada para gestionar en los barrios, en las calles, la ‘cuestión seguridad’ en términos de resguardo de actos delictuales y de las incivilidades2 de aquellos representantes de la "mala vida" (que condensan todas las representaciones de ‘grupos amenazantes’ o ‘grupos de riesgo’ que ponen en riesgo a "los otros", a los "buenos vecinos"). La cuestión ‘seguridad-inseguridad’ se plantea en términos una vez más de defensa social3. Esta defensa social asume principalmente dos carriles: por un lado aumento y consolidación del sistema penal conforme a su capacidad represiva, y por otro incorporación de estrategias vinculadas a la prevención del delito, ya no en cuanto a la reacción penal posterior a la infracción (prevención especial y prevención general) sino en formas de la prevención anteriores a la infracción, por lo tanto no penales (Nueva Prevención, Crawford (1998). En el marco de las formas tradicionales de la defensa social, Alessandro Baratta, enuncia una serie de principios que destaca como sus fundamentos. Surgida en el ámbito específico del sector penal en el nacimiento del sistema jurídico burgués, permite reconocer cómo los mismos se mantienen vigentes a la hora de legitimar al sistema penal en su conjunto como herramienta fundamental para garantizar un orden social (este orden social). Sí decimos vigentes es porque tanto en las producciones teóricas y en el diseño mismo de políticas penales se reconoce la indiscutida avanzada de la Derecha Criminológica que como expresa Pegoraro (2001) "con su idea de orden social-estado-política penal, ha desarrollado una 'afinidad electiva' con la ideología de la defensa social" 4 En todos y en cada uno de ellos, el principio de legitimidad, el principio del bien y del mal, el principio de culpabilidad, el principio del fin o de la prevención, el principio de igualdad y el principio del interés social y del delito natural, encontramos una referencia sistemática a una sociedad que detenta valores, normas e intereses comunes a todos los ciudadanos, una ley penal igual para todos y un Estado como expresión de esa 2

Se las suele denominar como "incivilités", utilizando la terminología francesa y se las define como conductas y situaciones no formalmente delictivas(conductas incivilizadas) 3 Baratta Alessandro,"Criminología Crítica y Crítica del Derecho Penal", Siglo XXI Editores. México,1986. 4

Pegoraro Juan, "Derecha criminológica,neoliberalismo y política penal" en Revista de Ciencias Sociales, "Delito y Sociedad" Nº15-16. Buenos Aires,2001

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sociedad- con instancias de control social que legitiman su accionar represivo hacia la criminalidad o la desviación criminal entendidas como el mal, como amenaza, reafirmando entonces, esos valores, normas e intereses. Una sociedad que delega en el Estado su resguardo, y en este sentido "otorga el consenso" necesario para legitimar las acciones represivas para combatir a la criminalidad y con ello, claro está, a los delincuentes. Estos a su vez, desde la ideología de la Defensa social son visualizados como "individuos peligrosos", como "el delincuente", y aún más desde la individualidad se afirma "... la criminalidad de la cual son responsables determinados individuos" (principio de legitimidad). La ideología de la Defensa Social operacionalizada a través de sus distintas personificaciones (operadores políticos, judiciales, juristas, criminólogos, periodistas, formadores de opinión etc.), se ha instalado en las sensibilidades de las "mayorías" produciendo discursos y prácticas que han posibilitado, hace ya más de dos siglos, que el sistema penal se haya constituido en operador fundamental e instrumento de la reproducción de la desigualdad social, no obstante se ampare y se legitime en el principio de igualdad. Esta contradicción no es considerada siquiera como una cuestión a resolver. Delincuente, individuo peligroso, desviado no será aquel que cometa delitos será solo aquel que el sistema de justicia penal encierre en la cárcel, o señale con algún gesto de ejemplaridad sancionatoria. Suele "confundirse" delincuente con detenido5 y ello brinda, en una suerte de profecía autocumplida, el resultado previsto, ¿quienes son los encarcelados?, ¿quiénes son los que el sistema penal, en primera instancia a través de la “cacería policial” y posteriormente a través de las prácticas de la justicia penal, serán etiquetados6 de delincuentes? ¿Quiénes en este presente como hace un siglo nutren día a día la población carcelaria? Los pobres "malvivientes". El encierro de la peligrosidad, sea individual o social, ha sido una constante (hace dos siglos, hace un siglo y por supuesto en el presente) que construye una suerte de ‘estereotipo del delincuente’ históricamente identificable. Mas aún, ya no sólo serán los pobres sino que además en una ajustada selectividad se "preferirá" significar al delincuente también como joven y varón. Seguramente los autores de delitos tipificados en la criminalidad tradicional reúnen estos atributos. Seguramente, los autores de hechos que implican agresiones con violencia física hacia las personas y al patrimonio y como sostiene Baratta(1997), "en la opinión pública y en los medios de comunicación de masa, estos delitos son caracterizados por una regular repartición de papeles de la víctima y del agresor, respectivamente: en los grupos sociales garantizados y 'respetables' y en aquellos marginales y 'peligrosos', extranjeros, jóvenes, toxico-dependientes, pobres, sin familia, sin trabajo o sin una calificación profesional"7. 5

Pavarini Massimo,"Control y Dominación.Teorías criminológicas burguesas y proyecto hegemónico", México. Siglo XXI,1983. 6 Matza David, “El proceso de desviación”,(Editorial TAURUS, Madrid, 1969 7 este colectivo se encuentra ciertamente privilegiado cuando nos referimos a "productores de inseguridad" y por ello los jóvenes y adolescentes se hacen portadores de todos los atributos negativos imaginables: "peligrosos-violentos-enfermos-drogadictos-incurables e

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En este marco, no es difícil imaginar una sociedad dividida entre bandos, "los unos y los otros", en la cual la ideología de la Defensa Social aparece, obviamente, como hegemónica aunque con algunas particularidades. Sería una gruesa omisión de nuestra parte, dejar de mencionar que todo este proceso de cambio se gesta en los últimos 20 años, simultáneo al anclaje contundente del neoliberalismo y de la globalización de la economía en el mundo occidental liderado por gobiernos conservadores, o neoconservadores. El impacto y los efectos fueron irreversibles en términos de polarización social, concentración de la riqueza, ampliación de la pobreza, destrucción de los aparatos productivos y las protecciones sociales, derrumbe de la sociedad salarial (Castel, R. 1997), desregulación del trabajo y reformulación del rol de Estado, abandonando paulatina y sostenidamente, el diseño de políticas sociales que garanticen la preservación de derechos universales básicos. Escenario: Diagnóstico y pronóstico Desde los gobiernos de turno se reconoce y se alimenta la cuestión del incremento de la violencia y dentro de ésta de aquella vinculada al aumento de la actividad delictiva, se hace especial referencia ya no tanto a la peligrosidad de algunos sujetos sino a grupos y zonas de alto riesgo por habitar en ellas potenciales ofensores8 , se responsabiliza en términos de eficiencia al sistema penal (policía y justicia) y se diseñan propuestas de ley y orden que se plantean más en términos de gobernabilidad de la nueva cuestión social entendida esta como el proceso de exclusión y desafiliación(Castel,1995) de incorregibles" (al respecto, Daroqui-Guemureman: La droga en los jóvenes: un viaje de «ida»:desde una política social de neutralización hasta una política criminal de exclusión sin retorno, 2001). Se dice que cómo aumentó la cantidad de delitos cometidos por jóvenes, y bajó la edad de los autores de acciones delictivas, hay que bajar la edad de imputabilidad, aumentar las penas, construir más instituciones de encierro, o formular programas que ayuden a los otros (a los buenos “vecinos”)a protegerse de ellos, más que a ellos mismos. El aumento de la participación de adolescentes y jóvenes en hechos presuntamente delictuosos explica también la reactivación de la persecución policial que a su vez se traduce en una mayor cantidad de detenciones (al respecto Guemureman-Daroqui, La niñez ajusticiada, 2001). 8 Estos conceptos son desarrollados en el articulo " La nueva penología. Notas acerca de las estrategias emergentes en el sistema penal y sus implicaciones"; publicado en la Revista de Ciencias Sociales "Delito y Sociedad" Nº 6-7 en el año 1995 cuyos autores Feeley, M y Simon, J.Asimismo es importante destacar al menos otros aspectos que definen a la Nueva Penología, me refiero en particular cuando los autores expresan que 'un rasgo central del nuevo discurso es el reemplazo de la descripción moral o clínica del individuo por un lenguaje actuarias de cálculos probabilísticos y distribuciones estadísticas aolicadas a la población'.....'Estas nuevas doctrinas descansan sobre como la seguridad pública y emplean el lenguaje del y la ultilidad social y no aquel de la responsabilidad individual'....'La Nueva Penología no tiene como referencia al castigo ni a la rehabilitación. Se refiere a la identificación de grupos díficiles de controlar'.

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amplios sectores poblacionales, que de descenso de las tasas de delitos, respondiendo de esta forma a las demandas de seguridad ciudadana. En este contexto se apelará a estrategias y políticas respaldadas en las tradicionales demandas de Defensa Social fortaleciendo y expandiendo el sistema penal, se crearán nuevos cuerpos policiales, se aumentará el número de efectivos, se ampliarán las facultades policiales, se elevarán los presupuestos de las distintas fuerzas de seguridad interna, se crearán nuevos juzgados, se aumentará el personal judicial, se votarán leyes incrementando las penas, se promoverá mediante fallos judiciales el mayor tiempo de permanencia de presos y presas en las cárceles, no se otorgarán excarcelaciones y se construirán más cárceles con modernos sistemas de máxima seguridad. Al mismo tiempo y con esta direccionalidad se expandirán a través de los discursos del sector político y particularmente a través y desde los medios de comunicación la idea de una única ‘seguridad’ amenazada, aquella vinculada al delito y en particular al delito urbano. "Las situaciones de riesgo a menudo gravísimas que sufren mujeres y niños en el ámbito doméstico, las limitaciones de los derechos económicos de las cuales son víctimas sujetos pertenecientes a los grupos marginales y "peligrosos", no inciden en el cálculo de la seguridad ciudadana; delitos económicos, ecológicos, de corrupción y de concusión, desviaciones criminales al interior de órganos civiles y militares del Estado, así como convivencias delictuosas por parte de los detentadores del poder político y económico con la mafia, hacen parte de la cuestión moral, pero no tanto de la seguridad ciudadana". Baratta (1997) En este escenario, si hablamos sólo de delito, hacemos cargo de su combate únicamente al sistema penal (policía y justicia), pero si avanzamos y hablamos de ‘seguridad’ o mejor aún, de ‘inseguridad’ este recorte ya no es posible: que una "sociedad del bien", tenga una actitud sólo expectante hacia los que deberán hacer esa instituciones, es poco menos que inconcebible. Por ello convocada y autoconvocada la sociedad desde una perspectiva "comunitaria" en términos territoriales-locales ha cobrado protagonismo cuando se debate qué hacer con la ‘inseguridad’ y entonces qué hacer con la ‘seguridad’ y justamente no solamente en términos de delito sino también de incivilidades, de conductas relacionadas a infracciones que alteran la convivencia social en un territorio determinado. Nueva prevención y comunidad En la propuesta de la Nueva Prevención es la "comunidad" quien se hace cargo de definir, identificar y trazar estrategias para combatir y resguardarse de los actos delictivos y de las incivilidades que afectan la convivencia social. Sus acciones están orientadas al mejoramiento de los espacios públicos con el fin de reducir las oportunidades de realización de delitos. Pero además de este modelo de intervención, que podríamos llamar situacional tanto sí el liderazgo lo ejerce la policía (modelo anglosajón como escandinavo) o el liderazgo lo

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ejercen las comunidades locales (modelo francés), también prospera el modelo social que propone modificar las causas estructurales de la criminalidad a través de diversas formas de desarrollo social. Sus acciones están orientadas a grupos de riesgo de cometer hechos delictivos y a sectores sociales excluidos. La política social se transforma así, según conceptos de la Nueva Prevención, en prevención social de la criminalidad. Si bien algunos de sus mentores desde otras latitudes sostienen que podríamos estar frente al objetivo logrado tendiente a la socialización de la política criminal, desde una perspectiva local, parecería que estamos más cerca –como dice L. Wacquant, (2000)- de una tendencia, también lograda de criminalización de la política social. Nueva penología, Nueva prevención, paradigma de la ‘seguridadinseguridad’, estrategias y producciones teóricas se han materializado en verdaderos programas y planes de acción política para países de horizontes culturales diferentes a los de estas latitudes a partir de la década de 1980. La disparidad de contextos no ha eliminado –ni siquiera limitado- la tentación en las producciones teóricas locales, (y también desde el diseño de programas de seguridad desde el ámbito estatal), de pensar y producir discursos en clave de aquellos modelos diseñados en los Países Escandinavos, Inglaterra y Francia. Reflexiones finales En la Argentina hemos presenciado a partir de la década de 1990 una fuerte irrupción de esta temática, desde la producción académica-científica, desde el discurso político y en particular desde aquellos formadores de opinión, periodistas y/o comunicólogos. Justamente esta década que se inaugura con el gobierno menemista que pone en marcha la Ley de Emergencia Económica y la Ley de Reforma del Estado, y tuvo carta franca para imponer y consolidar un modelo de ajuste económico que lejos de incidir en la baja del gasto público, achicar la deuda externa (a través de las privatizaciones y el desmantelamiento del estado), y fortalecer el crecimiento del país, sumió a este en una aguda crisis recesiva con una deuda externa tres veces mayor que diez años atrás, con una pobreza mucho más distribuida y una riqueza mucho más concentrada. Como correlato, la sensación de “inseguridad” comenzó a aflorar en todos los habitantes, en los unos asimilada a pedido de severidad de castigo y medidas represivas para aquellos que atentan a la tranquilidad pública mediante lo delictual, en otros como medidas de protección contra los despidos masivos, la flexibilización laboral y la baja en las prestaciones públicas; en otros mediante el repliegue privado en countries o zonas pacificadas en forma artificial mediante el pago sustancioso como moneda de cambio; en otros mediante la búsqueda de paraísos religiosos, o químicos, y en otros sencillamente el padecimiento con resignación... de que siempre puede ser peor. En este contexto, el tema de la “seguridad” como tema agendado por el Estado se instaló como cuestión social, es decir, como problema acerca del

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cual hay consenso que se debe hacer algo. La seguridad que se instaló en agenda es la “seguridad ciudadana” recortada a la prevención y represión del delito; es decir que del amplio espectro de las demandas de aquello que pedía la gente, se eligió escuchar las demandas de seguridad ante la violencia y el delito. Estas demandas no sólo estaban vinculadas a un aumento evidente del delito plasmado en las estadísticas que elaboraba la Dirección Nacional de Estadística y Reincidencia Criminal que indicaba a modo de ejemplo en el año 1991, un total de 489.290 delitos y en el año 1997, un total de 816.340 en todos el país, sino a la sensación subjetiva de inseguridad que tenía un fuerte anclaje en el discurso de los medios de comunicación acerca de una suerte de "estado de guerra" en el cual cualquiera debía considerarse potencialmente víctima. El delito aumentaba, la sensación de inseguridad también y desde el Estado se diseñaba propuestas que dejaban claro cual era la orientación de la política penal: producción legislativa aumentando las penas, expansión de los organismos de la justicia penal, construcción de nuevas cárceles, proyectos legislativos para la baja de edad de imputabilidad de los menores, aumento de población privada de libertad, legislación para ampliar las facultades de la policía etc. Por supuesto el delito no disminuyó y la sensación de inseguridad aumentó. La política penal adquirió ciertos criterios vinculados a la Nueva Penología y en cuanto a aquellos definidos en la Nueva prevención y sin ser por ello copia de sus principios pero tomando algunos de sus campos de acción se diseñaron Planes de Prevención del Delito como el de la Ciudad Autónoma de Buenas Aires que en 1997 se denominó Programa de Seguridad Ciudadana que incluía Consejos de Prevención del Delito barriales establecidos en cada Centro de gestión y Participación ciudadana(CGP) y sus objetivos fueron disminuir el nivel de delitos y construir un mapa del delito de la ciudad, con participación de vecinos y de la policía de cada comisaría barrial. En el año 2000 se transforma en Plan de Prevención del Delito ratificado por el Gobierno Nacional a partir de la creación del "Plan Nacional de Prevención del Delito". Aquí ya se incorpora un ítem que refiere a "aplicar políticas de prevención ambiental y social". Este trabajo no pretende realizar un análisis de sus contenidos ni tampoco evaluar su desarrollo pero si indicar que si bien en la letra escrita se apela tanto al modelo situacional, como al de la prevención social, es el primero el que ha marcado presencia en cuanto al desarrollo de acciones y discursos convocantes a la participación ciudadana para tratar el problema del delito y la inseguridad. El segundo, no es posible siquiera considerarlo, es decir, no hay riesgos de "criminalizar la política social" porque esta no integra en forma de programa de gobierno la agenda de asistencia y protección de derechos de las mayorías excluidas por las políticas de ajuste neoliberal.

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En definitiva, en países como la Argentina la problemática de la seguridad no se dirime mas que en las formas tradicionales de la Defensa Social con el agravante de que parece ser que nos estamos ocupando de otra cosa, de algo que va mas allá de la represión descarnada de una minoría de ofensores que serán signados como los sospechosos de siempre, serán judicializados y seguramente encarcelados. Esta estrategia ha permitido desde hace mas de una década ocultar el verdadero avasallamiento por parte de las políticas neoliberales sobre las "otras seguridades". Si no salimos de esta trampa es probable que en breve ya no les llamemos "las otras seguridades", sino que corramos el riesgo de naturalizar la extinción de las mismas, creyéndonos que solo seremos víctimas o potenciales víctimas de algún delito callejero.

BIBLIOGRAFIA Baratta, Alessandro (1986) Criminología Crítica y Crítica del Derecho Penal, México: Siglo XXI. Baratta, Alessandro (1997) Política criminal: entre política de seguridad y política social, en Delito y Seguridad de los habitantes. Elias Carranza(coord). México: Siglo XXI Crawford, Adam (1998) Crime Prevention and Community Safety. London & New York: Longman. Daroqui, Alcira y Guemureman, Silvia (2001) La droga en los jóvenes: un viaje de ida. Desde una política de neutralización hasta una política criminal de exclusión sin retorno, en Jóvenes: ¿en busca de una identidad perdida. Publicación del Centro de Estudios en Juventud CEJU. Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez, Santiago de Chile. Guemureman, Silvia y Daroqui, Alcira (2002) La niñez ajusticiada. Buenos Aires: Editores del Puerto. Matza, David,( 1969) El proceso de desviación. Madrid, Taurus. Pavarini, Massimo (1983) Control y Dominación.Teorías criminológica burguesa proyecto hegemónico. México: Siglo XXI. Pegoraro, Juan (2001) Derecha criminológica, neoliberalismo y política penal, en Delito y Sociedad, 15/16, 141-160. Sozzo, Máximo (2000) ¿Hacia la Superación de la Táctica de la Sospecha? Notas sobre Prevención del Delito e Institución Policial, en: CELS/CET: Detenciones, Facultades y Prácticas Policiales en la Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires. Wacquant, Loiq (2000) Las cárceles de la miseria. Buenos Aires: Manantial.

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