SANTORAL ECUATORIANO

EL MARTIROLOGIO O SANTORAL ECUATORIANO No cabe duda, Ecuador es un pueblo mimado por la bondad de Dios, favorecido con m

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EL MARTIROLOGIO O SANTORAL ECUATORIANO No cabe duda, Ecuador es un pueblo mimado por la bondad de Dios, favorecido con muchos privilegios, rico en su suelo, hermoso en sus paisajes, maravilloso en su geografía, pero sobre todo, extraordinario por el número de hombres grandes, de sus hijos santos. Ecuador tiene un martirologio (santoral) propio. En el martirologio ecuatoriano figuran los fundadores, los Mártires, los Confesores, las Vírgenes, los Pontífices, etc. Pero estos días el Ecuador se ha estremecido de emoción al conocer las últimas noticias de Roma. Primero, nos dicen las noticias del Vaticano, el Papa Juan Pablo II ha aprobado el último milagro del Hermano Miguel Febres Cordero de los Hermanos Cristianos, y ello quiere decir que Ecuador tiene un santo más, pues ya el mismo Santo Padre ha fijado el 21 de octubre para su canonización. Días más tarde, el 9 de junio, el santo padre volvía a recordar al Ecuador, cuando en la reunión con los Cardenales y Obispos, aprobó el milagro de Sor Mercedes de Jesús Molina, con lo que se ha terminado todo el proceso previo a su beatificación. Y como si esto fuera poco, todavía nos han llegado noticias de que también la causa de Narcisa de Jesús está muy adelantada, que es muy posible que cuando sea beatificada Mercedes de Jesús Molina, sea declarada Venerable Narcisa de Jesús. Con estas novedades, estamos seguros, debe estar centrándose en el Ecuador la mirada del mundo porque es ciertamente algo muy bello que tengamos tantos santos que, uno tras otro, van recibiendo la glorificación por parte del Papa. Y sin embargo no es esto todo, pues el Ecuador tiene incoadas varias causas, algunas de las cuales están muy adelantadas. Nos referimos especialmente a las causas del Ilmo. y Revmo. Obispo Yerovi, nos referimos al Revdo. Padre Julio María Matovelle, fundador de la Congregación de los Oblatos, el Ilmo. Juan María Riera, obispo de Guayaquil, y podemos incluir en esta larga lista también el nombre de Gabriel García Moreno quien, para muchos católicos ecuatorianos fue un verdadero Mártir. Todo ello ciertamente, nos da fundamento para que nos llamemos un pueblo privilegiado. Y sin embargo, los nombres que acabamos de mencionar no agotan el elenco de los hombres grandes que han pasado a la historia con la aureola de la santidad. De ellos no se ha introducido oficialmente la causa de beatificación, algunos nombres hasta se han borrado de las páginas de la historia, pero es innegable que, solamente recordando los personajes cuyos nombres ha recogido la historia en sus páginas, el elenco de los santos crece en forma interminable. Solamente en el tiempo en que brilló esa constelación de santos en que figura Mercedes de Jesús Molina, Narcisa de Jesùs, etc., la historia nos recuerda muchos nombres de sacerdotes que fueron justamente los modeladores de estas almas privilegiadas, nos recuerda los nombres de religiosas, nos recuerda el nombre de muchos seglares, de muchos misioneros que si no forman parte de la galería de los ecuatorianos ilustres que han merecido el reconocimiento oficial de la Iglesia, brillan con luz propia en el cielo de la patria y constituyen la base de su grandeza y la razón de sus glorias. En este momento pasa delante de nosotros las figuras de aquellas innumerables mujeres, de las auténticas madres cristianas, que en forma silenciosa pero efectiva, han sido las forjadoras del alma cristiana de nuestro pueblo; muchos de nosotros evocamos el nombre de nuestras propias madres a quienes en el santuario de nuestra conciencia veneramos como santas. En todo caso, es un hecho innegable que muy pronto el Ecuador tendrá en los altares dos santos canonizados, Mariana de Jesús y el Hermano Miguel y que muy pronto tendremos también en los altares, exaltados por la voz infalible del Papa, como modelo de santidad heroica y como ejemplos de santidad cristiana. Y ello nos debe obligar a reflexionar en la gran responsabilidad que tenemos como cristianos, pues debemos recordar que somos hijos de santos y que es nuestra obligación seguir por la luminosa trayectoria que ellos trazaron y debemos recordar también esa reflexión que decidió al Santo de Loyola a entrar definitivamente en el camino de la santidad. Si estos y estas, decía Ignacio de Loyola, en los momentos de su conversión, si estos y estas han logrado llegar a las cumbres de la santidad, por qué no podemos también nosotros?. Este es el gran reto de la historia a nuestro pueblo, esta es la herencia que hemos recibido del pasado, que si por una parte nos honra, por otra nos obliga. Mons. Bernardino Echeverría Ruiz Arzobispo de Guayaquil Tomado de la Editorial de la página 7 de la revista católica LEVANTATE, Año XII, Junio de 1984, Nº 137