Rosario Se Hizo Asi

Rosario se hizo así Un recorrido por los principales jalones de la evolución histórica de la ciudad Por Miguel A. De Mar

Views 200 Downloads 0 File size 2MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Rosario se hizo así Un recorrido por los principales jalones de la evolución histórica de la ciudad Por Miguel A. De Marco (h)*

Los comienzos Rosario no fue planificada. Surgió simplemente como un caserío alrededor de la capilla. No existió una política de poblar la zona, no hubo una determinación oficial que la fundara. Rosario se fue gestando paulatinamente y creció aprendiendo de su propia experiencia, superando errores, logrando aciertos y construyendo su historia hasta lograr convertirse en una ciudad avasallante, referente de progreso, superadora. Sus inicios fueron a la sombra de Buenos Aires y Santa Fe, ciudades que imponían sus reglas al pequeño poblado y condicionaban su crecimiento. Fue así que comprendió que su progreso se daría de la mano de tres líneas de acción: integrarse con el exterior; ganarse su propio sustento y conservar su iniciativa en materia de producción económica, desarrollo cultural y vida social. Asimismo el tiempo enfrentó a Rosario con la necesidad de alcanzar el control político y administrativo para lograr el desarrollo esperado. En el siglo XVIII se tejió la trama de nuestra evolución histórica posterior, y allí se forjó con nitidez una identidad, consolidada en el siglo XIX, que nos distinguió desde entonces por sobre las demás ciudades argentinas. La figura emblemática de Manuel Belgrano Rosario no se gestó a partir de un plan trazado en la conquista española, y por lo tanto no tuvo en sus orígenes el nombre de un fundador que inspirara a sus habitantes. Sin embargo hay lugares que no deben quedar vacíos y así como la ciudad de Santa Fe tiene ángeles tutelares en personalidades como el brigadier Estanislao López; la Rioja a Facundo Quiroga; Entre Ríos a Pancho Ramírez, Rosario encontró en la figura de Manuel Belgrano a su guía, a su referente de identidad, a su padre protector, aunque esto mismo no sea compartido o aceptado por todos. Al mismo tiempo, hechos como los vividos el último 20 de Junio con la celebración de los 50 años del Monumento Nacional a la Bandera, confirman la adhesión de los rosarinos por la figura de Belgrano, un prócer cercano. Entendiéndolo así Calixto Lassaga propuso que el día de Rosario fuera fijado el 27 de febrero, en homenaje a Belgrano, aunque luego cambió de opinión. Los factores geográficos

A diferencia de otras ciudades que surgieron en la conquista y colonización española, el nacimiento de Rosario no se debió a una intención expresa de la autoridad. Al no existir una fecha de fundación, diferentes tesis son presentadas por historiadores al respecto: en 1725 (aludiendo al nombramiento del Alcalde de Santa Hermandad), 1730 (fijando como fecha el establecimiento del Curato de los Arroyos) ,1757 (en que Santiago Montenegro donó tierras para levantar la nueva capilla y trazar la plaza). Todos coinciden en que nuestra ciudad es el producto de una sumatoria de hechos y que en las postrimerías del siglo XVIII la capilla presentaba una fisonomía de aldea o pueblo. A su vez, distintos factores geográficos posibilitaron el nacimiento del Pago de los Arroyos: Su condición ribereña del río Paraná; la fertilidad del territorio; encontrarse en el camino de las dos ciudades más importantes del litoral y su lejanía con la región en manos de los aborígenes del norte. El Día de Rosario Sobre Rosario surge nítidamente un hecho irrefutable. La devoción por la Virgen del Rosario, convocó y agrupó a los pobladores del Pago de los Arroyos en un caserío en torno a la modesta capilla donde se veneraba su imagen. Por eso la Iglesia y la legislatura provincial de Santa Fe dieron a la Virgen el título de "Fundadora”. Desde 1731 los rosarinos festejaron como su día el de la Virgen, todos los primeros domingos de octubre. Tal festividad y la de Pascua, fueron los dos acontecimientos anuales que vincularon a la población del caserío con el de la campaña. El porqué del 7 de Octubre A mediados del presente siglo se fijó como feriado el día 7 de octubre, fecha de la victoria conseguida por los cristianos sobre los musulmanes en el combate naval de Lepanto, en el año 1571, y que el Papa instituyó como el de la Virgen del Rosario por considerarla protectora de la fe en tan decisivo encuentro de armas. El senador provincial Francisco N. Casiello presentó el 23 de mayo de 1940 un proyecto designando el 4 de octubre como fecha oficial del aniversario de nuestra ciudad, pero luego creyó más preciso fijarlo el día internacional de la Virgen del Rosario. Las argumentaciones presentadas fueron apoyadas por uno de los historiadores de mayor prestigio por aquel entonces, el doctor Calixto Lassaga. En definitiva, el 28 de junio de 1940, la legislatura provincial sancionó la ley declarando al día 7 de octubre como feriado del Municipio de Rosario. El gobernador de Santa Fe, Manuel María de Iriondo promulgó la ley el 10 de julio de ese año. Haciendo una ligera reseña en mi opinión hay hechos que en sí pueden ser considerados fundacionales y al mismo tiempo son como jalones del crecimiento: 1689- De Romero de Pineda al Pago de los Arroyos Luis Romero de Pineda recibió en donación del rey, un terreno de 27 leguas comprendido por el río Paraná al este; el arroyo Saladillo (actual Ludueña), al norte; y el

lugar denominado Matanzas al sur (hoy Arroyo Frías o Arroyo Seco), y todo lo que no tuviese dueño, al oeste. Así fue el origen del Pago de los Arroyos. En esas tierras formó la estancia de la Inmaculada Concepción y sus descendientes levantaron un humilde oratorio en 1702. A diferencia de los indígenas del norte, los que habitaban en la zona de lo que luego sería el Pago de los Arroyos, a excepción de los Timbúes, eran nómades y no se dedicaron al cultivo de la tierra. Los chanás, primitivos vecinos de Rosario, habitaban las islas del Paraná, al sur del río Carcarañá. Vestían pieles de animales, y fueron habilidosos canoeros y pescadores. Con la llegada del europeo en el siglo XVI se incorporó a la fauna de la región el caballo y la vaca. Hacia fines del siglo XVII erraban por decenas de miles los ganados sin dueños conocidos dispersos en el Pago de los Arroyos. Las tierras de Romero de Pineda estaban bajo la jurisdicción del Cabildo de Santa Fe, que a su vez integraba la gobernación del Río de la Plata, creada en 1617, que luego cambió su nombre por gobernación de Buenos Aires. Esta provincia dependió del Virreinato del Perú, hasta 1776, fecha en que se creó el Virreinato del Río de la Plata. El culto a la Virgen María fue uno de los rasgos más característicos en la personalidad de los españoles y americanos de aquellos tiempos. El nieto del primer poblador, Romero de Pineda, a fines del siglo XVII, edificó una pequeña capilla para que sirviera de oratorio en su estancia, donde se veneraba a la Virgen de la Concepción. Años más tarde la reducción del Pago del Salado, en el norte de Santa Fe, atendida por los franciscanos, fue destruida por indios hostiles, que motivaron la dispersión de los que allí estaban reducidos, y que comenzaron su éxodo hacia el sur, uniéndose en esta marcha habitantes de la región del Pago de Coronda, también hostilizados por los indios, y luego de cruzar el Carcarañá se establecieron cerca del sitio en que Domingo Gómez Recio había levantado el oratorio. La influencia de los pobladores del norte santafesino resultó enorme para el desarrollo regional. También produjo el cambio de advocación de la Virgen de la Concepción por la del Rosario, imagen que los indios veneraban en la reducción calchaquí del Salado. El Pago de los Arroyos implicaba un amplio distrito rural regado por numerosos cursos de agua, cuya ubicación era excepcional con respecto a los territorios circundantes. Esto permitió el asentamiento de una población rural dispersa. 1725- Primera autoridad Don Francisco de Frías fue nombrado Alcalde de la Santa Hermandad de la vasta jurisdicción del Pago de los Arroyos. 1730- Creación de la parroquia El 23 de octubre de ese año el Cabildo de Buenos Aires, por insistencia del gobernador de Buenos Aires y Río de la Plata, don Bruno Mauricio Zabala creó la parroquia del Pago de los Arroyos, dándole por asiento la capilla de la Concepción. El 7 de mayo de 1731, el maestro Ambrosio Alzugaray tomó posesión como cura párroco, y ese mismo día se efectuó el primer bautismo.

La creación del Curato del Pago de los Arroyos fue un reconocimiento a la nueva importancia de esta zona, que tenía como función otorgar una regular asistencia espiritual de sus habitantes. El centro de dicha división fue la capilla del Rosario, elevada a parroquia. Por lo tanto dentro de la jurisdicción se hallaban el oratorio de la reducción indígena del Carcarañá, la capilla del Rosario, el oratorio de Francisco Frías (hoy Arroyo Saladillo) y la capilla del Rosario de los Arroyos en la estancia de Miguel Montiel, hoy ciudad de San Nicolás. Por la resolución que creó el curato, se remitió al párroco de los Arroyos los objetos de culto de la capilla abandonada en el Pago del Salado, y entre ellos se encontraba la imagen de la Virgen del Rosario. Por lo tanto, desde el momento mismo de la creación de la parroquia, se comenzó a conocer a la villa como "la capilla del Rosario". 1740- Donación de Santiago Montenegro La venta de la estancia de la Concepción permitió al capitán Santiago Montenegro comprar la franja de terreno comprendida entre los arroyos Saladillo y Ludueña. Asimismo donó un lote para construir un templo a la santísima Virgen del Rosario, en las actuales manzanas delimitadas por Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y el río Paraná. 1757- "Capilla del Rosario" A casi diez años de inaugurarse el templo comienza a usarse el título de parroquia y capilla del Rosario, y se encarga a España una nueva imagen de la Virgen del Rosario, la que actualmente se venera, que llegó a estas tierras en 1773. Desde 1744 hay constancias documentales de que se festejó el día del poblado todos los 4 de octubre. El desarrollo económico, demográfico y social que experimentó a fines del siglo XVIII el litoral Argentino, como consecuencia de las reformas administrativas y la estrategia de los monarcas Borbones para con estas tierras, influyeron en el crecimiento del Pago de los Arroyos. Mientras se iniciaba en Inglaterra la revolución industrial, Estados Unidos declaraba su independencia, tenía lugar la Revolución Francesa y Buenos Aires daba sus primeros pasos como capital virreinal, la aldea "del Rosario", era un modesto caserío, de unas 300 almas. Su capilla era una pieza con techo de paja, que amenazaba continuamente en derrumbarse. El resto de las edificaciones se habían levantado "sin regla alguna, y haciendo menosprecio de todos los vientos". El Pago de los Arroyos estaba formado por una población rural dispersa en un vasto distrito rural, incomunicada entre sí, y abandonada a su propia suerte, a merced de los malones, los cuatreros, la peste y la langosta. Sólo se "llegaba en familia" hasta la capilla, los domingos, en Pascua y en la festividad de la Virgen del Rosario. La vida familiar era sencilla y austera. La capilla fue el primer y único centro de enseñanza de las primeras letras, que funcionaba en un rancho anexo a la misma. El primer historiador de Rosario, don Pedro Tuella estimó en 1802, que el poblado estaba integrado por 80 familias, es decir, unos 400 habitantes, mientras que la población del Pago era de 5.879, de los cuales un 84% eran blancos, y el resto indios, pardos y morenos, libres y esclavos.

Rosario nació huérfana, abandonada en su atención por los poderes públicos de entonces. Su autoridad política y administrativa, el Alcalde de Santa Hermandad, era nombrado por el Cabildo de la ciudad de Santa Fe, y no se les reconocía a los vecinos de la capilla el derecho a elegirlos libremente, o enviar representantes al Cabildo; mientras que su jefe militar, encargado de la seguridad del Pago, dependía del gobierno central de Buenos Aires. En materia económica, la receptoría de la Real Hacienda, y la administración de las Rentas de Tabaco y Naipes, dependían directamente de la Oficina de la Real Hacienda de la ciudad fundada por Garay. 1812- Cuna de la Bandera El 27 de febrero don Manuel Belgrano hizo flamear por primera vez la enseña patria en la batería "Libertad", la que fue jurada por la población. Los milicianos de la Capilla participaron el 3 de febrero de 1813 en el Combate de San Lorenzo, luchando junto al Libertador José de San Martín. Los pobladores de la capilla del Rosario adhirieron a la Revolución de Mayo de 1810, e influenciados por el comandante Gregorio Cardozo, que revistaba en las milicias de Pedro Moreno, y el cura párroco Julián Navarro, en representación de los vecinos, felicitó calurosamente al presidente de la Junta, Cornelio Saavedra. Producida la revolución de Mayo, y luego de marzo de 1811, cuando la escuadrilla argentina fue derrotada por las realistas frente a San Nicolás, los españoles quedaron dueños del río, y buscaron en las poblaciones aledañas las provisiones para sostener el gobierno de Montevideo. Por lo tanto, el desembarco en la villa, era inminente. Una revalorización estratégica de la costa de la Capilla, paso obligado de las tropas patrias destinadas a luchar en la Banda Oriental, y que debían cruzar el río a la altura de Paraná, convenció a la Junta de la necesidad de construir una batería. A fin de acelerar las construcciones y guarnición de las baterías fue enviado a nuestra ciudad Manuel Belgrado al frente del Regimiento Patricios y del Batallón de Castas. En este escenario se creó nuestra bandera patria. A principios de 1813, una escuadrilla española intentó desembarcar frente al Convento de San Lorenzo. El capitán Celedonio Escalada, por su iniciativa movilizó a 52 jinetes del Rosario para impedirlo, y tuvo éxito, lo que dio tiempos a que el general San Martín llegara desde Buenos Aires a ese sitio, al mando de los Granaderos a caballo. Antes de iniciarse el primer combate de San Martín en suelo americano, Escalada, el cura Navarro y los milicianos le pidieron que los aceptara para luchar, y así fue. Desde la Revolución de Mayo de 1810 los gobernadores de Santa Fe se designaron directamente desde Buenos Aires, sin participación alguna del pueblo, por lo que la provincia pasó a ser terreno fecundo para la bandera federalista levantada por José Gervasio Artigas, el Protector de los Pueblos Libres. La Junta de Representantes de Buenos Aires y el artiguismo alternaron el control del Ejecutivo santafesino. Bajo unos y otros la capilla del Rosario, paso obligado de las tropas, sufrió reiterados y crueles atropellos. En 1816, el alcalde de Hermandad, Bernardino Moreno levantó un padrón general del partido, el que arrojó que en la capilla del Rosario vivían 763 personas, 327 varones y 436 mujeres, y que en todo el Pago de los Arroyos, había 5.115, es decir 764 habitantes menos que catorce años antes, lo que demuestra a las claras la sangría humana que significó

para Rosario, las guerras por la independencia, y las luchas intestinas. Según este relevamiento de 1816, la Capilla tenía 15 manzanas, habitadas cada una por un promedio de media docena de familias, lo que también refleja la dispersan urbana que caracterizaba al poblado. En el mes de julio de 1816, mientras en la ciudad de Tucumán el Congreso Nacional declaraba la independencia de las Provincias Unidas del Sur, los rosarinos que hasta meses atrás soportaban la expoliación de los indios de Artigas, ahora debía inmigrar hacia el norte, temeroso del ejército porteño. Esta situación de continua zozobra continuó durante años. En noviembre de 1818, el ejército directorial del general Juan Ramón Balcarce, con claras instrucciones de aniquilar la resistencia del caudillo Estanislao López. Al no poder cumplir su cometido, decidió esperarlo en la Capilla donde mandó a cavar trincheras, y luego resolvió retroceder a Buenos Aires, e incendiar Rosario, destruyendo la mayor parte de las edificaciones de paja, incluida la iglesia. En abril de 1819, el general Belgrano llegó a la capilla para lograr un acuerdo de paz entre los bandos en pugna. Se encontraba desierta. El armisticio de Rosario fue ratificado en San Lorenzo, aunque no se cumplió. En esos días el Congreso de las Provincias Unidas reunidas en Buenos Aires sancionó la Constitución unitaria de 1919, que encendió nuevamente la contienda, y provocó la invasión de las tropas de Ramírez y López a Buenos Aires, situación que motivó, en enero de 1820, la caída de las autoridades nacionales. 1823- "Ilustre y Fiel Villa" El 2 de diciembre la legislatura de la provincia de Santa Fe dio a la Capilla del Rosario, que por entonces reunía a unos mil habitantes, el título de "Ilustre y Fiel Villa", y le autorizó adoptar a la Virgen del Rosario como patrona. A partir de 1818 el poblado de la capilla pasó a depender del gobierno exclusivo de Estanislao López. En 1823 se reunieron en la casa del cura Pascual Silva Braga un calificado grupo de vecinos para peticionar al gobierno provincial que el poblado de Rosario fuera elevado al rango de villa o ciudad y el reconocimiento como Patrona a la Virgen del Rosario. Entre los méritos aludidos por los rosarinos se encontraban los contraídos en defensa de la causa de Mayo y la independencia. El gobernador López reconoció por decreto la justicia de este pedido. Pero a los diputados de la provincia le pareció demasiado el título de ciudad, y le concedió el título de "Ilustre y Fiel Villa". En 1826 se designa el primer Alcalde Mayor, función que es sustituida en 1833 por la del Juez de Paz, que pasó a ser la autoridad civil máxima de Rosario. Estos jueces de Paz, entre los que se destaca Marcelino Bayo que se mostraron preocupado por el progreso de la villa, y dictaron normas sobre la edificación, la higiene y la seguridad urbana. La lucha entre unitarios y federales puso de nuevo a la Villa entre dos fuegos, acampando en ella tanto las huestes de Lavalle como la de López. En mayo de 1829 la escuadrilla porteña descargó su artillería sobre Rosario, ocasionándole pérdidas materiales de importancia.

Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, como encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, Rosario se benefició de la paz impuesta desde Buenos Aires. En la Villa, el signo federal era el prevalente y el obligatorio. Por entonces la villa había avanzado muy poco en su crecimiento. Siendo un punto estratégico de primer orden, no contaba con servicios de comunicación y transportes que rompiera con el aislamiento en el que estaba sometida. Muy pocas cuadras gozaban de alumbrado, y continuaba teniendo una sola escuela pública. Su puerto comenzaba a ser una promesa de grandes emprendimiento, aunque exportaba sólo cenizas, a cambio de la cual obtenía mercancías de uso cotidiano. La ley de Aduanas dictada por Rosas en 1836 no afectó a Rosario. El control portuario nacional seguía en manos de Buenos Aires. En la década del 40 la villa se benefició en el contrabando con Montevideo, ocupada por los unitarios. Por él se embarcaron cueros, lanas y frutos de las provincias, y a través de él se introducían las mercancías inglesas y francesas de Montevideo hacia el interior. Ante esta situación Rosas determinó en 1847 el cierre de su puerto, único que estaba en contacto directo con la Banda Oriental. Al decir de Juan Álvarez, "Junto con la soberanía nacional, Buenos Aires estaba defendiendo su vieja política de monopolizar el comercio exterior" 1852- Ciudad del Rosario El 3 de agosto se le asignó a la Villa el título de ciudad. La Junta de Representantes de Santa Fe se expidió luego de tratar las solicitudes presentadas por Crespo y el general Justo José de Urquiza, vencedor de Caseros: "La honorable corporación tiene la complacencia de contestar que antes de ahora ha tenido en vista que la villa del Rosario, por su posición local, que la pone en contacto directo con el interior y exterior, por su crecido número de habitantes, por su comercio activo con todos los pueblos de la República y por otras circunstancias que no le son desconocidas a usted ha merecido elevarse al rango de ciudad". En adelante la villa del Rosario se denominó ciudad del Rosario de Santa Fe. Tres meses después el general Urquiza, en carácter de Director Provisorio de la Confederación dictó su célebre decreto de libre navegación de los ríos y declaró puertos habilitados a los de las ciudades de Santa Fe y Rosario. Puede considerarse a este acontecimiento como causa del posterior crecimiento de Rosario y su puerto: "A río cerrado, miseria y atraso, con río abierto, libertad y progreso", escribió Juan Álvarez. A partir de agosto de ese año, el general Urquiza designado Director Provisorio de la Confederación, dictó el Reglamento de Aduana que abrió los ríos interiores a la navegación, y que fue una de las llaves del desarrollo rosarino. La norma establecía que la de Rosario era una de las aduanas exteriores a las que podrían llegar "buques mercantes de ultramar". A causa de la secesión de la provincia de Buenos Aires, el 11 de septiembre de 1852, el gobierno de la Confederación Argentina tuvo en Paraná su sede política, pero en Rosario, su baluarte económico. El congreso nacional legisló en ese sentido. En 1855 autorizó al norteamericano Eduardo A. Hopkins para construir un muelle, el que contó con el respaldo económico del comercio rosarino, que en poco tiempo experimentó un crecimiento notable. El embarcadero estuvo situado en el bajo, entre las calles Buenos Aires y Aduana. El congreso

también sancionó en julio de 1856 la llamada Ley de Derechos Diferenciales, por la cual se resolvió que todos los productos que llegasen a Rosario sin tocar Buenos Aires o Montevideo pagarían aranceles ordinarios, en caso contrario, abonarían un 30% más. A esta se agregó en 1858 la ley de derechos diferenciales para la exportación que contribuyó a la inserción de Rosario en el mercado mundial. La ciudad necesitó pronto de modernos medios de transporte, y el circuito fluvial a través de la línea de vapores se agregó en 1854 el terrestre, con la empresa de las Mensajerías Nacionales, que unió a Rosario con distintos puntos del interior del país. En abril de 1856 se formó la primera comisión para recibir a los futuros inmigrantes. El desarrollo cultural no quedó a la saga, y el 25 de Mayo de 1854 la ciudad tuvo su primer periódico, La Confederación, de Federico de la Barra, al que le siguieron muchos otros. Institutos de enseñanza particular surgieron para cubrir el vacío de la enseñanza oficial, y se creó el servicio de serenos, para la vigilancia nocturna. Hasta no faltó el intento de unificar la hora del vecindario con la construcción del primer reloj público, que comenzó a funcionar en la torre sur de la iglesia de la Virgen del Rosario. Al primer Banco de La Confederación lo sucedió en 1857 el Banco Mauá y Cía., propiedad del financista y empresario, Barón de Maúa. En 1854 se funda la Sociedad de Beneficencia de Rosario, empeñadas en construir el Hospital de Caridad, que fue el único centro de salud pública existente en ese entonces y que bien puede considerarse la piedra basal del sistema de salud pública rosarino. Pronto también se radicaron en la ciudad representantes consulares extranjeros, prueba de la nueva importancia que adquiría la ciudad. 1860- La Municipalidad El 12 de febrero quedó instalada la Municipalidad, con amplias atribuciones y una jurisdicción asignada. A partir de entonces la ciudad pasó a estar gobernada por el jefe político, cargo creado en 1854, como presidente de un cuerpo municipal integrado por diez titulares. Como coronación de esa década fundadora, el 12 de febrero de 1860 quedó formalmente instalada la municipalidad de Rosario. Dos años antes la legislatura provincial había sancionado su ley orgánica, en la que se fijaban los límites del municipio: "Por el este y el norte el Paraná, y por el sur y el oeste, los arroyos Saladillo y Ludueña". Fueron nombrados autoridades titulares del flamante municipio, Juan María Gutiérrez, Marcelino Freyre, Luis Lamas, y Aarón Castellanos, entre otros, y la administración de Rosario inició una etapa de concreciones. Meses más tarde, Eudoro Carrasco impulsó con éxito la creación del escudo de Rosario, definitorios de una identidad ya distintiva: Un ancla, que simbolizaba el comercio marítimo del puerto, estaba flanqueada por un arado del país, una gavilla de trigo, frutos e instrumentos de labranza, y emblemas de la industria agrícola; y una barranca, coronada por una batería, desde donde asomaba un brazo portando la bandera nacional recordaba la creación de la misma por Manuel Belgrano. Sin embargo, sobre esta ciudad cosmopolita que tenía su mirada puesta hacia el atlántico, se cernía la amenaza del desierto que estaba aún bajo el control de los ranqueles y pampas.

El 16 de octubre de 1862 asumió como Jefe Político de Rosario, y por lo tanto como presidente de la Municipalidad, don Nicasio Oroño. Durante su gestión se estableció en Rosario el primer Juzgado federal de la provincia de Santa Fe, y luego como gobernador, fue un baluarte del proyecto nacional del presidente de la República, don Bartolomé Mitre. En 1864 se levantó el edificio de la Jefatura Política, en la esquina de Córdoba y Buenos Aires, con dos pisos con balcón de hierro, y el piso superior remataba en un frontis. Gracias a su red de mensajerías, al aumento de la navegación fluvial, y a la combinación entre ambos servicios, Rosario se convirtió en el centro de las comunicaciones entre Buenos Aires, los países limítrofes y las flotas de ultramar, con el interior del país. En 1870 se estableció un servicio regular directo desde Génova y Nápoles a Rosario, con escalas en los principales puertos del atlántico. Un año antes, Rosario y Buenos Aires ya estaban unidas por el telégrafo. En abril de 1863 se inauguraron las obras iniciales del ferrocarril que uniría Rosario con Córdoba, con la presencia de Mitre. El empresario que realizó la obra fue Guillermo Wheellwrigth, y el trayecto completo quedó habilitado siete años más tarde. Sobre la estructura docente y material del Colegio Santa Rosa se creó, en 1874, el Colegio Nacional. En 1863 se inauguró la capilla de la Corte de María, de San Martín y Cochabamba, un medio del descampado; un año después la de Santa Rosa de Lima, en Mendoza y Corriente; en 1872 la de San Francisco de las Llagas, en el actual barrio de San Francisquito; y en 1877, la capilla del Pueblo Alberdi. La primera iglesia metodista de habla inglesa ocurrió en 1865, que estaba ubicada en Salta y Mitre; y casi diez años más tarde se concluyó el templo de Urquiza y Paraguay. En 1872 abre sus puertas la Biblioteca Popular de Rosario, y un año después hizo lo propio la Sociedad Pedagógica, convertida más tarde en Biblioteca Pedagógica e Infantil. Luego del infausto incendio del teatro La Esperanza, en 1868, se impulsó la construcción de un nuevo teatro, el Olimpo, que se destacó por su quehacer lírico. Ya para ese entonces, gracias a su extraordinario movimiento mercantil, Rosario se convirtió en una potencia económica en el concierto nacional. En 1864 inició sus operaciones el Banco Carlos Casado, que fue vendido luego al Banco de Londres y Río de la Plata; el Banco de Rosario, el Banco Comercial de Santa Fe, la sucursal del Banco Nacional entre otros. Algunos de estos establecimientos llegaron a emitir billetes, y el Banco Mauá pudo abrir su Caja de Ahorros. Rosario durante los años de la guerra del Paraguay se convirtió en un centro de embarque de los contingentes, y un lugar de aprovisionamiento de la escuadra aliada. Ese intenso movimiento benefició al comercio local. Sin embargo la sangría humana en jóvenes rosarinos que dejaron su vida en esa contienda fue enorme. La ciudad, que estrenaba sus primeras calles empedradas, sufrió durante 1867 una gran epidemia de cólera que tuvo un efecto desolador, y que fue una de las causas por lo que se resolvió iniciar los trabajos de desagüe de la laguna de Sánchez. Este espejo de agua situada en lo que hoy es la plaza Sarmiento, era considerado un foco infeccioso que atentaba contra la salud de la ciudad. La peste colérica demostró las severas falencias que contaba Rosario para proveerse de agua potable: la que se extraía en los aljibes domiciliarios y públicos no eran aptas para el consumo. También la peste puso a prueba las flamantes instituciones sociales y benéficas que surgieron en la década del 60 en la ciudad: las Damas de Caridad, la Sociedad Española de

Socorros Mutuos, la Sociedad Italiana de Unión e Benevolenza, y la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos, entre otras. A la inauguración del servicio de alumbrado a gas hidrógeno, en 1870, en el radio céntrico, se sumó en 1871 la puesta en marcha de un servicio de volantas, y en 1872, el servicio de Tranways, tirados por caballos. Para recibir a los inmigrantes se organizó en 1870, el Asilo, en la intersección de calle Urquiza y del Puerto, que al igual que la Oficina de Trabajo, dependía de la comisión de inmigración. 1868- Capital de la República Argentina El Congreso de la Nación declaró a Rosario sede de las autoridades del país, pero la ley fue vetada por el presidente Bartolomé Mitre, y luego por el presidente Domingo F. Sarmiento en 1869 y 1870. En menos de dos década de crecimiento ininterrumpido Rosario pasó a ser la ciudad más importante del interior del país, por eso en 1867, se presentó en el Congreso de la Nación un nuevo proyecto para declararla capital de la República. A tal fin el gobernador Oroño obtuvo la cesión, por parte de la legislatura de Santa Fe, del territorio comprendido entre los arroyos Saladillo y Ludueña, con una legua de fondo al oeste. En los debates, en que no estuvo ajena la puja por la futura sucesión presidencial, el proyecto fue vetado por la diferencia de un voto. La opinión pública local perseveró en este intento, y el 15 de noviembre de 1867 surgió el diario La Capital, de don Ovidio Lagos, con el apoyo de Urquiza. Meses después, el Congreso de la Nación aprobó la ley que consagró a Rosario capital de la República, y el alborozo se adueñó de los habitantes de esta ciudad. Sólo dieciséis años separaban a la flamante capital de la nación, de su ignoto pasado de villa. Sin embargo, el presidente Mitre vetó esta ley, derecho que le reservaba la Constitución Nacional, y frustró así el traslado de las autoridades nacionales que debería haberse hecho en 1870. Por su parte Domingo Faustino Sarmiento, que había asumido recientemente la presidencia de la nación, vetó por segunda vez la ley aprobada en Congreso, argumentando que el traslado no era oportuno. 1870- Inauguración del Ferrocarril Central Argentino Quedaron inauguradas totalmente las vías férreas del Ferrocarril Central Argentino que unió a Rosario con Córdoba. Este emprendimiento, al igual que el desarrollo de la navegación a vapor y la actividad portuaria, constituyó un pilar de su rápido crecimiento. 1874- Banco Provincial El 1 de septiembre abrió sus puertas el Banco Provincial de Santa Fe, llamado a convertirse en la palanca del crédito productivo para la región. El Banco Provincial de Santa Fe abrió sus puertas el 1ro de septiembre de 1874, gracias a comerciantes y capitalistas de Rosario, y consiguió constituirse en la principal

casa crediticia de la provincia. En 1876 se construye un nuevo edificio para la aduana, de imponente factura para la época, tenía bastiones y torres almenadas. El movimiento portuario, que había crecido sin detenerse, así lo demandaba. La primera exportación de cereales Argentinos a Europa partió desde Rosario en 1878, partidas provenientes de Colonia Candelaria, de Carlos Casado. 1883- Ferrocarril Oeste Santafesino Hacia 1889 Rosario y su zona de influencia estuvo entre las diez regiones del mundo que más habían crecido en la década del 80, superando cuatro ubicadas dentro de los Estados Unidos, incluida Chicago. El crecimiento portuario, la construcción de un vasto sistema ferroviario y los nuevos servicios la colocaron a la vanguardia del progreso argentino. En noviembre de 1883 se inauguró el Ferrocarril Oeste Santafesino que unió a nuestra ciudad con una rica región cerealera. La línea llegó primero a Colonia Candelaria, hoy Casilda, y luego continuó hasta el sur cordobés. Construido por Carlos Casado del Alisal, la estación local estaba situada en el actual Parque Urquiza, terreno privilegiado para descargar los cereales. Tres años más tarde Buenos Aires y Rosario quedaron unidas por rieles, y separadas por apenas cuatro horas de viaje; y en 1891 el Ferrocarril Francés estableció la línea Santa Fe Rosario. Para 1910 Rosario contaba con múltiples estaciones, que la vinculaban a los principales centros de producción y consumo de la Argentina, y en la que entraban y salían unos 100 trenes por día: Central Argentino, Oeste Santafesino, Buenos Aires-Rosario (Sunchales), Compañía Fives Lille, Central Córdoba, la Compañía General de Ferrocarriles en la Provincia de Buenos Aires, y el Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano. Este sistema ferroviario significó la casi desaparición de las líneas de vaporcitos que unían a Rosario con las poblaciones del litoral, y obligó a esas empresas a ofrecer mejores servicios. 1890- La centralización política provincial y división departamental La resolución definitiva de la cuestión capital se logró recién en 1880, y en el terreno de las armas. La federalización de Buenos Aires consolidó el proyecto nacional de los constituyentes de 1853, y juntamente con la conquista del desierto, y la llegada a la presidencia del general Julio A. Roca, marcan el inicio de una etapa transformadora para la Argentina, bajo el clima "paz y administración". Los ciudadanos de Rosario pudieron elegir por primera vez a su intendente en 1883, cuando se reformó la constitución provincial que sustituyó los ejecutivos colegiados por un intendente electivo. Así fue designado don Octavio Grandoli. Por entonces, dos leyes dispusieron que el departamento de Rosario quedara dividido en tres: Rosario, San Lorenzo y General López. El sistema de intendente electivo no duró mucho porque el centralismo del gobierno santafesino, en procura del control de la ciudad más importante de la provincia no cumplió las prescripciones constitucionales y en 1890 la reformó, pasándose a designar los

intendentes directamente desde Santa Fe. El régimen político conservador santafesino motivó que la oposición se uniera en la Unión Cívica, que se constituyó oficialmente en 1890. 1902- Un puerto moderno en una ciudad que se transforma En 1885 la ciudad estaba unida con las principales ciudades europeas a través de 10 líneas directas de buques de ultramar, con salidas mensuales. El ferrocarril también contribuyó al centralismo cada vez más creciente de Buenos Aires, y los servicios directos de ultramar comenzaron a zarpar desde Puerto Madero. Hacia mediados de la década del 80, la rivera del Paraná, entre las calles España y el bulevar Argentino, hoy avenida Pellegrini ya se había conformado un complejo portuario, gracias a los muelles particulares, que utilizaban un barato sistema de canaletas que volcaban las bolsas en las bodegas de los transatlánticos. El 26 de octubre de 1902 se puso la piedra basal de las obras de modernización del puerto de Rosario, que técnica y operativamente pasó a funcionar como uno de los más importantes del mundo. La ciudad carecía de un puerto acorde a las nuevas necesidades, y recién en 1902 se firmó el contrato entre el Gobierno Nacional y la empresa Hersent et Fils Scheineder et Cie. Las obras se inauguraron en octubre de ese año, con la presencia del presidente Roca, pero los nuevos muelles del puerto comenzaron a funcionar en 1905. La pujanza de aquellos tiempos permitió que a pesar de la falta de dragado del río Paraná, y las elevadas tarifas portuarias y ferrocarrileras, la producción superara la capacidad operativa del puerto. Al ritmo de este crecimiento se produjo una expansión demográfica nunca vista. La llegada del aluvión inmigratorio y la colonización provocó el nacimiento de centenares de nuevos pueblos y ciudades, y el aumento de la producción agrícola. En Rosario existía un Asilo de Inmigrantes que daba un hospedaje de ocho días, pésimamente instalados. Fue desbordado durante la afluencia de la corriente más fuerte de la inmigración que se dio a partir de 1886. En los dos años de la mayor crisis financiera de la historia Argentina, 1889-1890, llegaron a la provincia 36.000 personas, el equivalente al doble de la población de la ciudad de Santa Fe. Los extranjeros tuvieron un rol predominante en la vida económica y social de Rosario. En 1902, el 63% de los comerciantes minoristas y mayoristas eran extranjeros, al igual que el 70% de sus empleados. En 1900, Rosario contaba con 2000 negocios, de los cuales 814, eran almacenes. En 1858, la ciudad tenía 9.785 habitantes; y veinte años después, 50.914. A partir de 1887 su incremento poblacional la convierte en un caso único en Sudamérica, porque en ocho años casi duplicó su cantidad de habitantes: 94.000 personas, de las cuales un 46% eran extranjeros. En 1907 pasó a tener 150.000 y en 1914, 221.500. La ciudad no estaba preparada para brindar a una amplia franja de sus nuevos habitantes servicios básicos indispensables para la vida, y el hacinamiento en los conventillos fue una muestra de ello. Esta ciudad comenzó adquirir severos contrastes. Sin agua potable, en 1883 comenzó a comunicarse telefónicamente con Buenos Aires, y en 1885 con Santa Fe, gracias a la Compañía Siemens. El intendente Grandoli firmó el contrato para la instalación de aguas corrientes,

servicio que fue librado al público en 1887. El agua que se distribuía por la Compañía de Aguas Corrientes fue turbia y sucia hasta principios del siglo XX, evolucionando lentamente en su potabilidad. En 1891 se inauguró el alumbrado eléctrico, coexistiendo con el sistema a gas. El intendente Santiago Pinasco presentó en 1905 un proyecto de instalación de tranvías eléctricos, y un año después una empresa belga comenzó el servicio público, que cubría la ciudad y sus alrededores. El adoquinado de piedra de las calles de la ciudad cobró especial impulso hacia 1888, y a partir de 1896 se utilizó también el adoquinado de madera. En la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad de abastecía de verduras y hortalizas en el Mercado Sud, creado en 1857 en la manzana de San Martín, San Luis, San Juan y Barón de Mauá, donde luego funcionó a partir de 1904 el Mercado Central. A fines del siglo XIX la ciudad contaba con una prospera industria que fabricaba los más variados productos, entre las que se destacaban por su infraestructura, cuatro de aceites, dos de cervezas, y una refinería de azúcar. Esta última, ocupaba en 1889 a 700 obreros. Por entonces surgieron el Club Industrial, el Centro Comercial, la Bolsa de Comercio, y la Sociedad Rural de Rosario. Entre 1880 y 1910 se construyeron importantes edificios públicos y privados como el Hotel Italia, el Hotel Savoy, la Bola de Nieve, el que ocupa hoy el Obispado de Rosario, la Bolsa de Comercio, el Palacio de los Tribunales Provinciales, el Teatro Colón y el de la Opera; y notables residencias sobre los bulevares. En 1897 quedó inaugurado el Palacio Municipal, sobre la Plaza 25 de Mayo. El sistema cloacal, que entró en servicio en 1899 dejó mucho que desear, y estaba a conectado a un 30% de las casas existentes, por lo que se habilitaron numerosos baños públicos. La situación higiénica de la ciudad, a principios del siglo XX era lamentable, y fue el caldo de cultivo de enfermedades contagiosas. Entre las instituciones y hospitales que surgieron para dar respuesta a estos requerimientos podemos mencionar: la Casa de Aislamiento, luego Hospital Carrasco; el Hospital Rosario (Clemente Álvarez), la Asistencia Pública, Hospital Italiano, Enfermería Anglo Alemana, Asilo de Huérfanos, Asilo del Buen Pastor y el de Mendigos. El cementerio San Salvador, se inauguró en 1856, y en 1886, el Enterratorio Municipal, conocido más tarde como cementerio La Piedad. Para 1910 había 18 sociedades de beneficencia y 26 sociedades de socorros mutuos. En aquel entonces la masonería rosarina en auge también cumplió tareas asistenciales. Entre 1898 y 1904, Rosario contó con la continuidad de intendente hacedores, de feliz memoria para el progreso de la ciudad: Luis Lamas, Isidro Quiroga y Daniel Infante. Una conquista urbanística la constituyó el Parque Independencia, con 60 hectáreas de extensión, habilitado al servicio público en 1902, que albergó desde entonces al Jardín Zoológico, al Hipódromo del Jockey Club y la pista ciclística del Veloz Club Rosario. Ya en ese entonces Rosario contaba con las siguientes entidades deportivas, por orden de antigüedad, Rosario Cricket Club, Rosario Athletic Club, Plaza Jewell, Club Alemán, el Polo Club, Rosario Rowing Club, Rosario Central, Gimnasia y Esgrima y Newells Old Boys. En 1890 la provincia se hizo cargo de las escuelas municipales, y la reiterada crisis del presupuesto estatal santafesino hizo que la enseñanza oficial sufriera hasta 1910 un notorio deterioro, al punto de que todas las escuelas funcionaron en edificios que no le eran

propios. Esta situación y la demanda educativa de la población inmigrante ayudaron a la proliferación de institutos privados y la llegada de congregaciones religiosas, que vinieron a cubrir el vacío existente. Dentro de los establecimientos de enseñanza media oficial, de principios de siglo XX, merecen destacarse la labor del Colegio Nacional, la Escuela Normal de Maestras, la Escuela de Comercio, la Escuela Industrial de la Nación, y la Escuela Normal Nacional N2. Rosario se destacó por una pléyade de destacados docentes: Isidro Aliau, Eudoro Díaz, y Juana Blanco, entre otros, y por personalidades de la cultura y la política que transcendieron la patria chica y se destacaron en el concierto nacional: Federico Valdés, Estanislao Zeballos, José Olegario Machado, David Peña, Manuel Carlés, Rodolfo Rivarola, David Peña, entre otros. A la intensa actividad lírica del Teatro Olimpo se agregó en 1894, el teatro La Comedia, que en 1902 estrenó Canillita, de Florencio Sánchez. En 1895 abrió sus puertas el Nuevo Politeama, en 1904 el Teatro Colón, un mes más tarde La Opera, y en 1917, el teatro Odeón. La ciudad también contó por entonces con la primera sala cinematográfica de Sudamérica, a tres años de darse a conocer ese invento en París, y que se denominó Cinematógrafo Lumiére. En 1916 se inauguró el nuevo edificio de la Jefatura Política, frente a la plaza San Martín, reemplazando al antiguo de Córdoba y Buenos Aires. El vigoroso crecimiento que comenzó a adquirir la cultura rosarina en ese entonces estuvo reflejado por la creación de un gran nosocomio para solemnizar el centenario de la revolución de Mayo, el Hospital Escuela del Centenario. En 1912, se inauguró la Biblioteca Argentina, y se organizó la asociación El Círculo. Nuevos grupos políticos vinieron a romper el exclusivismo del oficialista Partido Nacional y la opositora Unión Cívica Radical. En noviembre de 1908, se concretó la constitución definitiva de la Liga del Sur como partido, en las instalaciones del Teatro de la Opera. La flamante fuerza, sustento del Partido Demócrata Progresista que nació en 1914, estuvo liderada por don Lisandro de la Torre, y una de sus banderas fue el traslado de la capital provincial a Rosario, y la reforma del régimen municipal. Dos años después se dictó la Ley Sáenz Peña, que garantizaba el sufragio universal, secreto y obligatorio, y la provincia de Santa Fe fue el lugar donde se aplicó por primera vez la nueva experiencia electoral, que llevó al radicalismo a la gobernación, y a destacados dirigentes de ese partido y de la Liga del Sur al Congreso de la Nación. En el campo el malestar que atravesaban los colonos por los altos arrendamientos, los desalojos arbitrarios y la baja cotización del cereal hicieron eclosión con lo que se conoció como "el Grito de Alcorta", que desde ese pueblo se extendió a las provincias vecinas. Para dar un cause institucional al movimiento rural quedó constituida en ese mismo año, en agosto de 1912 la Federación Agraria Argentina. El descontento de los obreros y empleados por los bajos salarios hicieron eclosión en reiteradas huelgas y manifestaciones callejeros. La de los empleados de tranvías de 1913 motivó que por sus dimensiones el gobierno provincial solicitará al nacional la presencia de regimientos del Ejército, quién ocupó la ciudad. Una situación similar se originó en 1917, durante la huelga de ferroviarios, marítimos y tranviarios. El estallido de la Primera Guerra Mundial conmovió a la ciudad formada por inmigrantes italianos, ingleses, franceses o alemanes, y la mantuvo en vilo hasta 1918. La prensa seguía cotidianamente el desarrollo de la contienda y con suscripciones populares,

las colectividades giraron donativos hacia los países en guerra. La revolución rusa de 1917 y la expansión del comunismo estimuló aún más el clima de agitación en Rosario, y la reacción de la Liga Patriótica Argentina, nacionalista. La sanción de la Constitución Provincial de 1921, impregnada por el ideario demócrata progresista introdujo reformas radicales para la modernización de Santa Fe y el municipio de Rosario, pero fue vetada por el gobernador Enrique Mosca. En octubre de 1925 Rosario celebró su "segundo centenario", convencida de la autenticidad del relato de Pedro Tuella sobre los orígenes de la ciudad. Los actos contaron con la presencia del presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de Alvear, y arribaron al puerto las naves de guerra Almirante Brown, Jujuy, Paraná y La Plata. Los imponentes festejos que se extendieron por todos los barrios, y la colocación de una docena de piedras fundamentales promesa de futuros emprendimientos, reflejaban el orgullo de una ciudad progresista que ya contaba con 400.0000 habitantes. Entre 1914 y 1926, apenas 12 años, "había duplicado su población". Por entonces los habitantes comenzaron a establecer lazos a través de las primeras boadcasting. En marzo de 1924 inició su transmisión la primera radio del interior del país, LT3; en 1927, la radio Colón, hoy LT8; y en 1932 Radio del Litoral, hoy Radio Nacional. El movimiento artístico que vivieron sus principales salas teatrales la convirtieron en el primer centro cultural del interior, con espectáculos de calidad. José Gómez, Camila Quiroga, Blanca Podestá, Lola Membrives, Beniamino Gigli, Ana Pavlowa, fueron sólo alguna de las estrellas que pasaron por los escenarios de Rosario en la tres primeras décadas de este siglo. En 1925 Ernesto de Larrechea creó el Teatro Infantil Municipal después Escuela Municipal de Arte Escénico Infantil, con una fecunda trayectoria como cantera de vocaciones artísticas. Para 1912 existían quince salas cinematógrafas, con servicio de bar, y en las década del 10 y el 20 se habilitaron salas construidas especialmente para la exhibición de películas: Palace Theatre, El Pampero, Smart, Astral, Casino, Eden Park, Moderno, Sol de Mayo, Alvear, Mundial, Marconi, Nacional, Gran Rex, Astor, Real, Rivadavia, Urquiza, Empire, entre otros. El puerto de Rosario continuaba batiendo récord de exportación, y a partir de l a década del 20 y hasta la del cuarenta, salió por el la mitad de la producción nacional de lino. Sin embargo la ciudad no fue inmune a la depresión económica internacional de 1929. El país estaba vinculado directamente al mercado mundial como uno de los principales proveedores de cereal, y sujeto a las variables del mismo. La depresión influyó en la caída de la cotización de los cereales, y en la restricción del crédito agropecuario. Un censo relevado en esos meses destacó que en Rosario existían más de 14.000 desocupados, un 7% de la población, cifra considerada una afrenta para el sueño argentino. La depresión económica mundial también ejerció su efecto sobre una ciudad que aún seguía sin resolver el problema habitacional de miles de habitantes hacinados en conventillos y en casa de inquilinato, tendencia que comenzó a revertirse a comienzos de la década del 40. El mundo marginal cobró dimensiones nunca vista. Prostitución, rufianismo, y grupos mafiosos tuvieron a maltraer a la policía. Unido el malestar económico con el político aceleraron en 1930 el derrocamiento del presidente de la Nación, don Hipólito Yrigoyen. Por primera vez desde la sanción de la

Constitución de 1853 se produjo la ruptura del orden constitucional a través de un golpe de Estado, sentando un nefasto precedente. Rosario se mantuvo ajena al movimiento, y según Juan Álvarez, testigo de los hechos, recibió la noticia sin agitarse, admitiendo en seguida y con sensación de alivio al nuevo orden de cosas, que también implicaba la caída del gobierno local. El presidente de facto, José F. Uriburu para congraciarse con la ciudad designó dos personas de reconocida honestidad en la intendencia, Fermín Lejarza y Alejandro Carrasco. 1910- La segunda ciudad de la República En conmemoración del primer centenario de la Revolución de Mayo de 1810 la ciudad -que a partir del censo de 1895 ya detentaba el segundo lugar en importancia y población de la República- con sus doscientos mil habitantes, construyó por suscripción popular el Hospital del Centenario y la Biblioteca Argentina. 1925- Los grandes festejos de Rosario Se celebró pomposamente lo que se argumentó era su segundo centenario, con la presencia del presidente Marcelo T. de Alvear. Los actos se iniciaron con la bendición del santuario Camarín de la Virgen del Rosario en la parroquia principal. En los comicios de 1934, resultó electo intendente de Rosario don Hugo Roselli. La "Ciudad del Rosario de Santa Fe", pasó a denominarse Rosario, sin otros aditamentos. A pocos días del asesinato de legislador santafesino Enzo Bordabehere en el senado de la Nación, mientras se discutía el debate sobre el comercio de carnes, y que conmovió a los rosarinos, el presidente Agustín P. Justo intervino la provincia y reimplantó la constitución de 1907 por la cual los intendentes volvieron a ser designado por el intendente de la provincia, situación que continuó hasta la Constitución Provincial de 1962, que restableció le elección directa por el vecindario. Los testimonios orales concuerdan que en la década de 1930 el edificio de la Bola de Nieves aún conservaba su preeminencia entre las construcciones de mayores alturas. En 1938 se inauguró el edificio de la Aduana y el Palacio de Correos. La concentración urbana era cada vez mayor. En la década del 30 se inició el proceso de la pavimentación de los caminos carreteros, y Rosario quedó unida por este medio a Santa Fe en 1933, a Buenos Aires, vía Pergamino-Arrecife en 1935, y a Córdoba en 1936. Al servicio de transporte urbano de Tranvías Eléctricos se sumó en 1923 el de ómnibus, con colectivos y microómnibus que pronto cubrieron los distintos sectores de la ciudad. Otros servicios, como el de aguas corrientes y el de cloacas llegaron a cada vez más domicilios, sin que esto implicara la extensión de la red alejados del radio céntrico. El intendente más notable del período fue Miguel Culaciati, un nuevo Luis Lamas, que realizó una gestión dinámica. En 1937 se inauguró el edificio del Museo Municipal de Bellas Artes, en memoria de Juan B. Castagnino, según el proyecto arquitectónico de Hernández Larguía y Newton. Dos años más tarde se habilitó el Museo Histórico Provincial de Rosario, en el Parque Independencia. El hecho religioso más destacado del período, coincidente con la realización en

Buenos Aires del imponente Congreso Eucarístico Internacional de 1934, fue la creación del obispado de Rosario. El primer prelado de la diócesis fue monseñor Antonio Caggiano. Luego del 17 de octubre de 1945, el flamante Partido Peronista pasó a tener en Rosario un baluarte político, tal como lo reflejaron los comicios de 1946, 1948, y en la de 1949, por la cual el peronismo llegó al poder provincial, desde donde se seguían designando los intendentes de Rosario. En las elecciones generales de 1951, en la que por primera vez votaron obligatoriamente las mujeres, se consagró al peronismo como la agrupación política más popular. Para estimular la urbanización de los flamantes barrios de la ciudad, el peronismo lanzó el plan denominado Aglomerado Gran Rosario, para la construcción de un sistema de agua corriente, que se detuvo a los dos años. En 1948 se procedió a la nacionalización de las Compañías de Aguas Corrientes y Obras de Salubridad de Rosario, que no había cumplido con las expectativas previstas, de 17.173 hectáreas del municipio, sólo 4.400 disponían agua potable. En 1946, fue municipalizada la Sociedad de Electricidad de Rosario (SER), y esta situación no mejoró el servicio. Para ese entonces el transporte urbano de pasajero dejaba mucho que desear. La Empresa Municipal de Transporte, tenía 250 tranvías, 25 colectivos y 18 ómnibus, y por falta de repuesto y mantenimientos tenía en los galpones 175 coches, y para 1949 se habían adquiridos 145 ómnibus Mack. Su continuo déficit motivó reiteradas intervenciones municipales y provinciales. En lo que se refiere al transporte aéreo, en 1948 comenzó a funcionar un servicio de hidroaviones diario regular que unía a Rosario con Buenos Aires, proyecto que sucumbió al primer accidente ocurrido a los pocos meses. Rosario seguía excluida de todas las líneas que cruzaban el cielo nacional. El cierre de la estación de pasajeros del Ferrocarril Provincial de Santa Fe permitió la adaptación del edificio, construido en los ferrocarriles franceses en 1928, para atender las necesidades del servicio urbano de ómnibus. Se habilitó así la Estación "Coronel Perón" de Cafferata y Santa Fe, eliminando las dos pequeñas estaciones situadas en 3 de Febrero y Entre Ríos y otra frente a plaza Sarmiento. En 1950 se habilitó la Estación Fluvial de Pasajeros, con la presencia del ministro de Obras Pública de la Nación, general Juan Pistarini; y en 1952 la sucursal Rosario del Banco Provincial de Santa Fe. Si desde el punto de vista comercial el puerto se hallaba paralizado por la disminución de las actividades vinculadas con la importación y exportación; Rosario creció en su desarrollo fabril e industrial, y gracias a ella el tráfico mercantil mantuvo su ritmo. En 1954 Rosario recibió calurosamente al primer contingente de inmigrantes arribados al país gracias a los convenios firmados por Perón con Italia y otras naciones, y que procuraba completar la radicación de familias italianas. La popularización y extensión de la enseñanza oficial, en especial la secundaria, y la cultura en Rosario fue una nota destacada de la etapa peronista. En 1953 inicia sus cursos la Universidad Tecnológica Regional, y en la Escuela Normal 1, el Instituto Superior del Profesorado Secundario. Proliferaron numerosos grupos teatrales independientes, como Teatro Nuevo XX, El Faro, Teatro Experimental, Centro Dramático del Litoral, Meridiano 61, La Ribera, entre tantos otros, al igual que los grupos literarios. Las bibliotecas populares tuvieron un importante papel en los barrios de la ciudad. En 1945 se había creado la Escuela Municipal

de Artes Plásticas para Artesanos y Obreros "Manuel Musto", y en 1947 la Academia Superior de Bellas Artes de orientación social para Rosario. Ese período marcó el auge de los creativos plásticos egresados de las academias rosarinas: Emilia Bertolé, Augusto Schiavone, Ambrosio Gatti y Carlos Uriarte, entre otros. Hacia 1950 también nació el denominado grupo "Litoral", integrado por Leónidas Gambartes, Juan Grela, y Santiago Minturn Zerva, entre otros. Descollaban en el escenario nacional Gustavo Cochet, Julio Vanzo y Antonio Berni. Esa década brillante también consolidó a los conservatorios musicales, como los de Pedro Vidal, Alfredo Serafino, Luis Milici, Héctor Rivera, José y Humberto de Nito, Domingo Scarafía, Juan B. Caggero, entre tantos otros. En 1946 surge el Coro Estable de Rosario, bajo la dirección del maestro Cristián Hernández Larguía; en 1949, la Asociación de Guitarrista de Rosario, y Artistas Rosarinos de Arte Lírico. Rosario también lucía su jerarquía deportiva. El pugilismo rosarinos tuvo en el Estadio Norte, el Luna Park local inaugurado en 1950, su templo, donde desfilaron campeones de la talle de Amelio Piceda, Oscar Pita y Alfredo Brunetta. En turf el rosarino Ángel Oscar Barattucci lideró desde 1951 la estadística en forma continua y en 1957 conquistó el récord mundial al conducir a 8 caballos ganadores en el Parque Independencia. Desde 1947 la ciudad fue escenario de pruebas internacionales de automovilismo contando con la presencia de los afamados Villoresi, Varzi, Farina, Parnel, y los consagrados exponentes nacionales Oscar y Juan Gálvez, y Froilán González. La Asociación de Automovilistas fundada en 1949 se dedicó a la organización de carreras en el Parque Independencia Cuando en 1955 estalló la llamada Revolución Libertadora que derrocó a Perón, en Rosario se registraron incidentes que reflejaron hasta que punto habían llegado la rivalidad entre oficialistas y opositores. En 1956 la visita del presidente provisional general Pedro Eugenio Aramburu congregó a miles de adherentes en la Plaza San Martín, mientras que días después la resistencia peronista inició una revolución que fue frustrada, y culminó con el fusilamiento de su líder, el general Valle. En Rosario, un grupo de civiles y peronistas intentaron en vano tomar los cuarteles del entonces Regimiento 11 de Infantería, y una emisora local 1957- El Monumento Nacional a la Bandera El 20 de junio de ese año se inauguró el Monumento Nacional a la Bandera, proyecto de Ángel Guido, Alejandro Bustillo, José Fioravanti y Alfredo Bigatti. Un año más tarde, un 20 de junio, se inauguró el Monumento a la Bandera, con la presencia de las principales autoridades nacionales encabezadas por el entonces presidente de la República, Aramburu, y el vicepresidente, vicealmirante Isaac F. Rojas. La imponente obra fue adjudicado en 1940 al arquitecto Ángel Guido, quién también tuvo a su cargo la dirección artística del propileo, y de la Galería de Honor de las Banderas de América. Con la llegada del doctor Arturo Frondizi a la presidencia de la República en 1958, llegó al gobierno de la provincia el doctor Carlos Sylvestre Begnis, quién designó a Luis Cándido Carballo en la intendencia. Su llegada al ejecutivo municipal puso fin a 16 años de inacción y paralización en los progresos de la ciudad, limitada por el centralismo porteño y santafesino. La gestión innovadora y realizada puso en marcha un plan de modernización de las

obras y los servicios públicos, y para ello se recurrió al capital privado. Rosario contaba ahora con 593.810 habitantes, y uno de los problemas más afligentes fue el número de familias indigentes, que llegaban a 50.000. Carballo también promovió la construcción de avenidas como la Rondeau y Circunvalación, el Observatorio astronómico y del Planetario. Para contribuir al esparcimiento de los rosarinos se adquirió el barco Ciudad del Rosario. En 1960 se crea la Orquesta Sinfónica Provincial, y en 1961, el Ballet Estable Municipal. El cable coaxil inaugurado para los servicios telefónicos en 1960, permitió la retransmisión de programas del canal estatal desde Buenos Aires. A la estación repetidora de esa estación, se sumaron los dos canales rosarinos, en 1964, Canal 5, y en 1965, el 3. Por la sanción de la Constitución Provincial de 1962, el intendente de Rosario volvió a ser elegido directamente de sus habitantes, llegando así al poder Rodolfo Bercovichi. Por entonces se produjo la ubicación definitiva de la ciudad universitaria en el terreno comprendido por avenida Belgrano y Pellegrini, Esmeralda, y 27 de febrero. Poco tiempo después, presionado por la armada, el presidente José María Guido decretó la proscripción del peronismo, cuando sólo faltaban unos meses para las elecciones generales de julio de 1963. En Rosario los comicios favorecieron al radicalismo del pueblo, el mismo que llevó a la más alta magistratura a don Arturo Illía. En 1967 se inaugura el Observatorio Astronómico Municipal en el Parque Urquiza, y un año después el museo El Paraná y sus Islas, de Raúl Domínguez, y el Museo Municipal de Arte Decorativo "Firma y Odilo Estevez". 1968- Universidad Nacional de Rosario Concretando un esfuerzo de medio siglo el gobierno nacional creó el 29 de noviembre de 1968, sobre la base de las sietes facultades y demás instituciones y organismos dependientes de la Universidad Nacional del Litoral, la de Rosario, y se designó como su primer rector al doctor José Luis Cantini. La ola de violencia colectiva se desencadenó vertiginosamente, y tuvo su origen en el sector universitario, como reacción a la política del gobierno de facto del presidente Onganía. El 18 de mayo de 1969 la represión policial a una manifestación estudiantil en el centro de la ciudad motivó los enfrentamientos que se conocieron como "El rosariazo", y que motivó que el gobierno nacional declaró a Rosario "zona de emergencia", y la ocupó militarmente. El puerto de Rosario fue entre 1967 y 1971 el primer exportador de maíz, sino del conjunto total de granos exportados, y superó en exportación al puerto de Buenos Aires. En diciembre de 1976 se inauguró el Canal Ingeniero Emilio Mitre, que facilitó el acceso de buques de gran calado, de 28 a 30 pies. Un intendente de destacada actuación en este período fue Luis Beltramo, que inició el entubamiento de los arroyos que atravesaban la ciudad, y el Viaducto Avellaneda. En la década del 60, la ciudad se expande y desborda, atrayendo hacia sí las localidades cercanas, que también experimentan un crecimiento asombroso, a causa de las migraciones internas, como Villa Gobernador Gálvez, Pérez, Granadero Baigorria, San Lorenzo. Rosario, siguiendo la tendencia de la Capital Federal, entre 1960 y 1980 no creció

poblacionalmente, pero si su conglomerado demográfico, es decir el Gran Rosario, que pasó a representar el 40% de la población de Santa Fe. Un 63% se dedicaba al comercio, servicios y transportes, y un 36% a la industria y la construcción. Las villas miserias comenzaron a formar parte del paisaje urbano, a pocas cuadras del centro de la ciudad. Una serie de establecimientos industriales se establecieron por la acción del capital internacional, en especial el norteamericano, atraído por las franquicias especiales, en especial corporaciones monopólicas que se orientaron a la petroquímica, a la industria automotriz, la siderurgia y la electrónica; pero también se expandieron rubros como los frigoríficos, productos lácteos, molinos, aceite, cerveza, metalurgia y el papel. La ciudad se transformó su paisaje urbano por el desarrollo edilicio, y el auge del régimen de propiedad horizontal, efectuado bajo código urbano permisivo y no tenido en cuenta. La concentración de estas construcciones en el micro centro, sustituyen las casas más antiguas, y en este proceso el patrimonio cultural llevó las mayores pérdidas. En marzo de 1973 se produjo el retorno del peronismo al poder, y la intendencia y el Concejo Municipal quedó en manos del Frente Justicialista de Liberación (Frejuli), y Rodolfo Ruggeri, el primer intendente electo del peronismo. 1983- Recuperación de la democracia El retorno a la democracia, y la campaña electoral de 1983 con el retorno al Estado de derecho y a la plena vigencia de las garantías constitucionales, estuvo signada por la masiva participación de la ciudadanía en los actos partidarios. La fórmula radical, Raúl Alfonsín y Víctor Martínez cerró su gira en Rosario, con un acto que reunió una imponente concentración al pie del Monumento a la Bandera, y que fue el preludio del triunfo electoral. La Unión Cívica Radical también triunfó en Rosario, y asumió la intendencia el doctor Horacio Daniel Usandizaga, de fecunda administración, en especial en lo que respecta a las obras públicas, como la remodelación de la Biblioteca Argentina, la construcción del Centro de convenciones y Exposiciones del Patio de la Madera, la remodelación de la peatonal Córdoba, la renovación del alumbrado público, la activación de la construcción de la avenida Circunvalación, la ampliación de la red de gas natural, y la construcción de pequeñas plazas en terrenos baldíos. Esta gestión le posibilitó, en 1987, la reelección con cerca del 50% de los votos. Aludiendo una ingobernabilidad por la oposición del Concejo Municipal, y a serias divergencias con el gobierno de la provincia y la nación, decidió renunciar a su cargo. En las elecciones de 1989 triunfó Héctor Cavallero, del Partido Socialista, quién había desempeñado una tenaz defensa de los intereses comunales desde su banca de concejal. En su gestión, que se inició conmovida por un proceso hiperinflacionario priorizó la salud pública y la asistencia alimentaria, realidad hasta entonces descuidada a la luz del estallido social de mayo de ese año, con el saqueos de almacenes, minimercados y supermercados. Entre las obras públicas de la gestión Cavallero merecen destacarse la remodelación de la Plaza Sarmiento y de la Costanera Norte, la ejecución del Parque Sur y del Complejo Polideportivo del Mercado, construcción de los ramales secundarios de los emisarios pluvio cloacales, continuación del plan de pavimentación, y la actualización del Plan Director de Rosario.

El programa de ajuste de las finanzas públicas y el Plan de Convertibilidad llevada adelante por el gobierno nacional del presidente Carlos Menem, profundizó la difícil situación económica que las Municipalidades atravesaban por entonces. Con el crecimiento de las villas de emergencia, habitada por un 10% de la población Rosario testimonió el aumento de la mendicidad, la delincuencia, y el déficit sanitario. A esta situación se sumo la elevada tasa de accidentes de tránsito, los conflictos en el servicio de transporte urbano de colectivos, el aumento de la demanda de los servicios públicos elementales, y el incremento de la desocupación. En 1991, la población del aglomerado Rosario, en 629 kilómetros cuadrados, llegó al 1.108.565 habitantes, es decir, casi el 40% de la población de la provincia de Santa Fe. En las elecciones de octubre de 1995, el triunfó en las elecciones municipales de la Alianza Santafesina, llevó a la intendencia al doctor Hermes Binner, del Partido Socialista Popular, quien fue reelecto por cuatro años más. La población avaló su gestión y votó como sucesor suyo a otro hombre de su partido, Miguel Lifschitz, recientemente reelecto. 1991- Puente Rosario-Victoria El siglo XX comenzó y terminó con la realización de dos obras públicas de magnitud. Las dos fueron tomadas como banderas de la esperanza, como señal de reactivación. La de 1902 fue el puerto, y la pasada década del 90, el Puente RosarioVictoria. Los gobiernos de las provincias de Entre Ríos y Santa Fe, y la Secretaría de Obras y Servicios Públicos de la Nación firmaron ese año un convenio para poner en marcha los estudios de factibilidad del Puente Rosario-Victoria. El 5 de noviembre de 1992, el presidente de la República declaró a la obra de interés nacional y se comprometió a llamar a la licitación para la materialización de tan trascendente conexión vial, tal como ocurrió años más tarde. Desde entonces su construcción pasó a ser una bandera de defensa y promoción de los intereses regionales. A partir de 1994 también se comenzó a repensar al Puerto como factor de desarrollo y crecimiento, a partir de la constitución del Enapro. El Congreso de la Lengua Pocos acontecimientos culturales repercutieron tanto en la revitalización de una identidad urbana como el III Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado en noviembre del 2004. Colofón La ciudad se hizo a sí misma, a imagen y semejanza de otras experiencias que les acercó su esencia cosmopolita.... La elite dirigente que la hizo grande perdió poder desde que se circunscribió a los intereses propios de cada sector... Sin embargo, una nueva conciencia de Rosario como gran región resurgió remozada en los últimos años. Por otra parte, la continuidad de gestiones municipales con metas claras de transformación también llevó a la ciudad en un primer plano nacional e internacional. Rosario creció además en su capacidad de generar ámbitos de consenso e integración, y en la actualidad evidencia un

nuevo posicionamiento que la conduce a una posición de liderazgo nacional y regional, tal como ocurrió en tiempos de la Confederación, cuando la ciudad representó un modelo alternativo de desarrollo regional, fomentando un nuevo criterio de solidaridad federal.

* Adaptación de la conferencia dada por el autor en el marco del Foro de Preservación del Patrimonio Histórico, Semana de Rosario. Museo Histórico Provincial “Julio Marc”, octubre 2001