Romper Las Cadenas

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Romper las Cadenas… De las benditas animas del purgatorio, haciendo esta novena. Primer Día Acto de contrición Señor mi Jesucristo, dios y hombre verdadero sólo por ser quien sois, y por que os amo sobre todas las cosas, conociendo lo mucho que he pecado, por mi culpa, una y mil veces digo, que he de haberos ofendido me pesa: Misericordia dios mío, misericordia que propongo firmemente la enmienda de vida y ayudado de vuestra divina gracia. Amén. Oración para todos los días Dios y señor mío, amorosísimo padre y redentor de las almas que para sacarlas de la dura prisión de las culpas y tirana esclavitud del demonio, y restituirlas al feliz y dichoso estado de vuestra amistad y gracia; tomando la forma de esclavo quisisteis tan afrentosamente morir clavado en la cruz, en medio de dos ladrones y entre el insumible hedor de tantos cadáveres infelices sepultados en el monte calvario. Atended compasivo los clamores y suspiros que desde la penosa cárcel del purgatorio dan las santas almas por la terribilidad de tantos tormentos que padecen; y os ruego en esta novena la saquéis por vuestra infinita bondad y misericordia, de la infelicidad de tan duro calabozo, y las llevéis al descanso y delicias de la gloria, por todas, Señor, os pido, pero en especial, por las mas desamparadas y olvidadas de estos mortales, por las de aquellos cuyos cuerpos fueron enterrados en el cementerio del hospital de la santa cruz. Y os suplico, Señor, humildemente, saquéis de la tirana esclavitud del demonio a los que viven en el infeliz estado de pecado mortal, y me concedáis lo eficaz de vuestra gracia para que nunca me aparte de vuestra divina voluntad. Amen. Se rezará cinco veces el padre nuestro y Ave María en reverencia de las cinco llagas de Cristo crucificado. Oración para este día Dulcísimo salvador de las almas que para facilitarles lo áspero y dificultoso de la subida a la gloria, con tantas ansias y fatigas quisiste subir con el imponderable peso de la cruz, desde de la calle de la amargura, a lo alto del monte calvario; heced misericordia diosisimo señor, por aquel mar inmenso de lágrimas que derramó vuestra Santa Madre al veros así tan sumamente cansado y fatigado, que suban las santas almas, desde lo amargo de las penas que en el purgatorio padecen, a lo dulce y suave del Monte Santo de la gloria; y que con ansias y fatigas miserablemente andan por el valle de este mundo, cargados con el peso de la culpa, suban con el verdadero dolor y lagrimas al monte de la penitencia y merezca yo, Señor, conseguir el raudal inmenso de vuestra misericordia, lo que os pido en esta novena, siendo a la mayor honra y gloria vuestra y salvación de mi alma. Amen. Aquí esforzando cada día su devoción, pedirá interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por fruto de esta novena y de nuevo el alivio de las Santas almas. Todos los días de esta novena, al fin de la oración que se pone para cada uno de ellos, se hará esto: y acabárase esta novena todos los días con la siguiente oración y los gozos. Oración para concluir Amorsísimo redentor de las almas, por el mérito infinito de vuestra sagrada pasión y muerte, por el de vuestra madre Santísima, por el de todos los santos y con especialidad por el mérito de la gloriosa Santa Elena en hallazgo de la santa cruz, compadeseos Señor, de los dolores, tormentos y penas de las Santas Almas del Purgatorio. Con especialidad de aquellas por quienes hago esta novena, de los que viven en pecado mortal, y de mi, para que hallando por medio de un verdadero arrepentimiento, el infinito tesoro de vuestra divina gracia, que tantas veces he perdido

por la culpa, merezca bendeciros y alabaros en su compañía por toda la eternidad de la gloria. Amén. Lamentos De las Santas Almas del Purgatorio Oid mortales piadosos, Y ayudadnos a alcanzar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar. Oh vosotros caminantes! Suspended, oid, penad, Bastara solo él oírnos A mover nuestra ´piedad: Hoy pide nuestra aflicción Que queraís cooperar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar. No hay dolor tormento y pena, Martirio, cruz, ni aflicción. Que aunque lleguen a ser pintura De nuestra menor pasión, Solo alivia nuestros males De vuestra amor esperar. Que dios nos saque de las penas Y nos lleve a descansar. Aquí estoy en purgatorio, De fuego en cama tendido, Siendo mi mayor tormento La ausencia de un dios querido, Padezco sin merecer Por mi no basto a alcanzar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar. Ay de mí! Ay dios severo! Ay llama varaz activa! Ay bien merecido fuego1 Ay conciencia siempre viva! Ay justicia que no cesa! Ay cuando se ha de acabar Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar. Ay culpa lo que nos cuestas! No imagine tu fieresa, Pues con tal tormento pago Lo que juzgue ligereza. Cielos, piedad, baste cielos, Cuando el día ha de llegar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar.

Todo lo que aquí padezco, Es justo, santo y debido; Pues nos sepa purgar con menos, Haber a un dios ofendido, Ay que puede no ofenderle! Ay que no hay mas que esperar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar. Padres, hermanos, amigos, Donde está la claridad? Favorecéis a un extraño Y para mi no hay piedad! Ea venga una limosna, Siquiera solo el rogar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar. Hijo ingrato que paseas Tan ricamente vestido; Y a causa de mis sudores Descansas en tanto olvido: Mira a tu padre quemando, Y lo puedes remediar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar. Quizá en ti no será arbitrio, Si obligación de justicia. Pues no cumples testamentos Aquí estoy por tu malicia: Abre los ojos despierta, Paga haciendo acelerar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar. Hermanos en Jesucristo, Los que ios estos supiros, Si queréis podéis sacarnos De estos lóbregos retiros: A la Virgen y loa Santos Pedidles quieran remediar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar. De Gestsemalí en el campo Sangre suda el redentor, Contemplando de estas penas Su gran tormento y rigor, El padre eterno le ofrece, No cesando allí de orar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar.

A vista de tal piedad, No te olvides, oh mortal, De este pío camposanto, Cementerio de hospital; Sigue, pues, la cofradía Que tierna te insta clamar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar: Atiende y mira Cristiano, Que en aqueste cementerio Tal vez tus padres y deudos Esperan de ti el remedio; Te suplican sin cesar. Que dios nos saque de penas Y nos lleve a descansar. Alabado, sea el Santísimo Sacramento del altar, la Purísima Concepción en gracia de su madre y señora nuestra. María Dolorosísima. Amén. Día segundo. Oración Piadosísimo señor, tan liberal y benigno para con las almas que para tener siempre abiertas vuestras divinas manos para el socorro de sus necesidades, a costa de tantos dolores quisiste ser clavado de manos y pies en el leño sagrado de la cruz, por aquel dolor que experimentó el corazón de vuestra santísima Madre, al oír los golpes con la inhumanidad de los verdugos con los más esquinados clavos, y a fuerza de martilladas traspasó las sagradas palmas de vuestros pies y manos, rompiendo venas y nervios, os suplico señor, alarguéis compasivo el infinito tesoro de la sangre de vuestras divinas manos para alivio y socorro de la suma necesidad que por falta de sufragios padecen las santas almas del purgatorio, y a los que de pies y manos están clavados en los yerros de la culpa, dadle señor la mano para que con la ayuda y socorro de vuestra gracia rompa a dureza de esos clavos con voz en la cruz por la penitencia: concedién dome a mí de pura gracia, lo que os pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra y salvación de mí alma. Amén. Día tercero. Oración Misericordiosísimo señor, tan inclinado al perdón de las almas que exaltado en la cruz, medianero entre dios y el hombre, para alcanzarles la absolución de las ofensas contra voz cometidas, la primera palabra que pronunció lo sagrado de vuestros labios fue rogar a vuestro eterno padre por el perdón de los que os crucificaron; por el dolor grande que padeció vuestra soberana madre puesta al pie de la cruz, al oír los escarnios, mofas y blasfemias que contra vuestra divina persona proferían las malditas lenguas de los judíos, os suplico, señor, absolváis a las santas almas del resto de la pena, que por sus pecados justamente deben pagar en el purgatorio; y los que mortalmente han ultrajado a vuestra divina persona con sus culpas, haced, señor, que con verdadero dolor y lágrimas, la primera palabra que pronuncien sus labios, sea pedir a voz el perdón de sus pecados: y para lograr lo que deseo conseguir en esta novena, acierte yo, señor, a pediros sólo lo que sea de mayor honra y gloria vuestra y provecho de mí alma. Amén.

Día cuarto. Oración Rey, supremo señor de los cielos y la tierra, tan compasivo de los tormentos, dolores y penas de las almas, que al ver desde el majestuoso trono de vuestra cruz, las penas dolores y tormentos, que con tanta resignación y sufrimiento padecía por sus pecados el buen ladrón en el patíbulo de su cruz; la segunda palabra que pronunciaste, fue prometerle la suma dicha y felicidad de vuestra compañía en el paraíso: por el sentimiento grande que tenia vuestra madre al pie de la cruz al ver teñido sus sagrado manto con el carmín de vuestra divina sangre: Os pido, señor, os acordéis de las santas almas del purgatorio para que avista de la suma paciencia y resignación con que sufren aquellos aservisimos dolores, tormentos y penas, las llevéis a gozar las delicias de vuestra compañía en la gloria; y a los que por sus pecados merecen padecer las penas eternas de un infierno, dadles, señor, como a dimas, contrición y lagrimas de verdadera penitencia; y a mi lo que os pido en esta novena si ha de ser apara ver y gozar de vuestra compañía por toda la eternidad en el paraíso de la gloria. Amen. Día Quinto. Oración Divino consolador de las almas, que al contemplar desde el patíbulo de la cruz la suma tristeza; aflicción y pena que padecería vuestra amabilísima Madre, faltándole vos, único consuelo, gozo, descanso y alivio de sus penas, antes que apartaros de su vista por la muerte, la tercera palabra que prefirió vuestra sagrada lengua, fue encomendarla a la custodia de vuestro amado discípulo Juan, para que le sirviese de alivio en sus penas y consuelo en sus aflicciones: por el acervisimo dolor que sintió el corazón de esta señora, al ver que se le trocaba al maestro en el discípulo, el creador en la criatura, el hombre de dios en el puro hombre sustituyéndole a Juan en vuestro puro lugar; os suplico piadosísimo señor, que a vista de la mas intensa de las penas, de la aflicción mas sensible y desconsuelo sin semejanza, que por verse ausente de vos padecen en el purgatorio vuestras queridas esposas las santas almas, las consoléis con el mismo gozo, contento y alegría de gozar de vuestra vida por eternidades en el cielo: y a los que para gozar de las delicias de las criaturas, voluntariamente se han apartado de vos por la culpa, haced que con verdadero dolor, aflicción y pena, lloren amargamente vuestra ausencia; Dejandome a mí la protección y amparo de vuestra soberana madre para lograr lo que os pido en esta novena, si ha de ser para veros por toda la eternidad de la gloria. Amen. Día Sexto. Oración Divino asilo y amparo de las almas que pendiente del leño de la cruz, combatido de acerbísimos dolores, tormentos y penas, por espacio de tres horas, al veros tan olvidado y desamparado, sin consuelo, alivio ni socorro de la tierra ni del cielo, en medio de tanta aflicción y pena, amorosamente os quejaste a vuestro eterno padre en la cuarta palabra diciéndole: Dios: mi, dios mío, por qué me has desamparado?: por el acerbísimo dolor que sintió vuestra amabilísima Madre al ver que aunque tan cerca de vos no podía aliviar vuestras penas, ni serviros de consuelo en vuestras atlidciones; consolad, socorred y amparad , piadosisimo señor, a las santas almas, ya que por verse tan olvidadas y desamparadas de los mortales en tan grande aflicción y pena, justamente se quejan de que sin amparo, alivio ni consuelo padecen los cruelisimos dolores, tormentos y penas del purgatorio, a los que por sus culpas merecen ser olvidados y desamparados de vos, asistidles, señor, y amparadles, para que con ayuda y socorro de vuestra gracia, lloren amargamente sus pecados; Merezca yo, señor, el asilo y amparo de vuestra divina misericordia, para lograr lo que os pido en esta novena si ha de ser a mayor gloria vuestra y salvación de mi alma. Amen.

Día Séptimo. Oración Omnipotente y soberano señor, tan ansioso del bien y salud de las almas, que al ver desde la cuna de vuestra cruz el desprecio que habían de hacer los mortales de la eficaz medicina de vuestra divina sangre para el recobro de la salud perdida; aunque con ansias y agonías de muerte, con vos clara e inteligible, manifestáis al mundo en la quinta palabra que preferido vuestra sagrada lengua, la ardiente sed de su salvación que os afligía; por el gran dolor que sintió vuestra soberana Madre al ver que la crueldad de los verdugos en vez de refrigerio os dio a beber hiel vinagre apara aumentar mas y mas los ardolores de vuestra sed, os suplico, señor, apaguéis con el refrigerio de vuestra divina sangre la sed grande que padecen las santas almas por los ardores de las voraces llamas del purgatorio y a los que enfermos por la culpa menos preciando, han alcanzado el remedio eficaz para el recobro de su salud, haced, señor que verdaderamente arrepentidos, gusten de lo amargo de la penitencia, para que se les enciendan mas y mas la sed de su salvación, y merezca yo conseguir de vuestra misericordia lo que os pido en esta novena, si ha de ser para beber las saludables aguas de la Vida eterna. Amen.

Día Octavo. Oración Benignisimo padre y redentor de las almas que habiendo satisfecho de todo rigor de justicia a vuestro eterno padre, con el precio infinito de vuestra divina sangre, derramada en el árbol de la cruz, la deuda que por su culpa contrajo y no pudo satisfacer el hombre, exclamasteis diciendo en la sexta palabra: que todo estaba acabado porque ni había mas que satisfacer ni tenía mas que padecer; por el dolor grande que sintió vuestra soberana Madre al veros de pies a cabeza llagado y en las últimas agonías de la muerte, haced, misericordiosisimo señor que satisfecha ya vuestra divina justicia, con el valor de los sufragios y sacrificios que os ofreced la piedad cristiana, digan las santas almas que han acabado ya de padecer los dolores, tormentos y penas del purgatorio, y a los que se hallan mortalmente grabados con la deuda de la culpa, haced, piadosisimo señor, que con el vale de vuestra gracia satisfagan la deuda en la tabla de la penitencia, y logre yo, señor, de vuestra divina misericordia, lo que os pido en esta novena, si han de ser a mayor gloria vuestra y satisfacción de mi culpas. Amen. Día Noveno. Oración Divino glorificador de las almas; que concluidos los dolores, tormentos y penas de la cruz, estando ya para expirar y en las últimas agonías de la muerte, esforzando la voz dijiste a vuestro eterno padre en la séptima y última palabra: en tus manos señor encomiendo mi espíritu: e inclinando la cabeza espiraste y os manifestaste, después en el seno de Abraham, para glorificar con vuestra divina presencia las santas almas: por el dolor de los dolores que penetro en el corazón de vuestra soberana Madre al ver apagada la luz de vuestros ojos con la muerte, os encomendamos, señor, las santas almas, para que concluidos y acabados ya los dolores, tormentos y penas del purgatorio las recibáis en vuestras manos, para glorificarlas con vuestra divina presencia en el cielo: y a los que tantas veces han intentado quitaros la vida con sus culpas, haced, piadosisimo señor, que verdaderamente arrepentidos, digan en la hora de la muerte: en tus manos, señor, encomiendo mi espíritu; y logre yo, señor, lo que os pido en esta novena, si ha de ser ha mayor honra vuestra y glorificación de mi alma. Amen.

Los Cien Requiems Modo de practicar esta devoción Puede servirse de un rosario común de cinco decenas, recorriendo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Requiems. Se empieza rezando el acto de contrición, un padre nuestro y una decenas de Requiems en esta forma: • Por la señal, etc. señor mío Jesucristo, etc. • Padre nuestro, etc. • V. Dadles, señor, el descanso eterno. • R. Y brille para ella la luz perpetua. Terminada la decena, se dice en cuenta grande la jaculatoria y la ofrenda siguiente: *Jaculatoria: Almas santas, almas pacientes, rogad a dios por nosotros que nosotros rogaremos por vosotros para que él os de su gloria. *Ofrenda: Padre eterno, os ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del purgatorio y la conversación de los pecadores. Amen. En seguida se reza la segunda decena de Requiems sobre la cuentas pequeñas se repite la Jaculatoria y la Ofrenda, y así sucesivamente, terminadas las diez decenas o sea la centena de Requiems se reza el: Salmo de Profundis Del fondo del abismo os he llamado, señor, señor escuchad mi voz. Que vuestros oídos estén atentos a la voz de mi plegaria. Si lleváis señor, una cuenta severa de nuestras iniquidades¿ quién podrá presentarse ante voz, dios mío? Pero si queréis perdonar apoyado en vuestra ley, espero señor, vuestra ayuda. Mi alma espera esa ayuda, sostenida en vuestras promesas y mí alma confía en el señor. Desde la mañana hasta la noche, que Israel espera en el señor.

ORACIONES Oración propia de la novena Padre Misericordioso, en unión con la Iglesia Triunfante del Cielo, te suplico tengas piedad de las almas del Purgatorio. Recuerda tu eterno amor por ellas y muéstrales los infinitos méritos de tu amado Hijo. Dígnate librarles de penas y dolores para que gocen de paz y felicidad. Dios, Padre celestial, te doy gracias por el don de perseverancia que has concedido a las almas de los fieles difuntos. Amable Salvador, Jesucristo. Eres el Rey de reyes en el país de la dicha. Te pido que por tu misericordia oigas mi oración y liberes las almas del Purgatorio, en particular, N……..Llévalas de la prisión de las tinieblas a la luz y libertad de los hijos de Dios en el reino de tu gloria. Amable salvador, te doy gracias por haber redimido las pobres almas con tu preciosísima Sangre, salvándolas de la muerte eterna. Dios Espíritu Santo, enciende en mi el fuego de tu divino amor. Aviva mi fe y confianza, acepta benignamente las oraciones que te ofrezco por las almas que sufren en el Purgatorio. Quiero aplicar los méritos de esta devoción en favor de toda la Iglesia Sufriente y en especial por mis difuntos padres, hermanos, hermanas, bienhechores, parientes y amigos. Atiende mi plegaria para que podamos reunirnos en el Reino de tu gloria. Dios Espíritu Santo, te doy gracias por todos los beneficios con que has santificado, fortalecido y aliviado a estas benditas almas y en especial por consolarlas en los actuales sufrimientos con la certeza de la felicidad eterna. Que pronto se unan contigo y oigan aquellas benditas palabras que las llaman al hogar del Cielo: "¡Vengan, los Bendecidos por mi Padre! Tomen posesión del Reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo" (Mt 25,34). Por los padres difuntos ¡Oh Dios! Nos mandaste honrar padre y madre. Por tu misericordia, ten piedad de mi padre (madre) y no recuerdes sus pecados. Que yo pueda verlo (la) de nuevo en el gozo de eterno fulgor. Te lo pido por Cristo nuestro Señor. Amén. Por la familia ¡Oh buen Jesús! El dolor y sufrimiento de los demás conmovía siempre tu corazón. Mira con piedad las almas de mis queridos familiares del Purgatorio. Oye mi clamor de compasión por ellos y haz que aquellos a quienes separaste de nuestros hogares y corazones disfruten pronto del descanso eterno en el hogar de tu amor en el Cielo. Oración ¡Oh Dios! Nuestro Creador y Redentor, con tu poder Cristo conquistó la muerte y volvió a Ti glorioso. Que todos tus hijos que nos han precedido en la fe (especialmente N…..) participen de su victoria y disfruten para siempre de la visión de tu gloria donde Cristo vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén. María, Madre de Dios, y Madre de misericordia, ruega por nosotros y por todos los que han muerto en el regazo del Señor. Amén. POR UN DIFUNTO Haced, oh Dios omnipotente, que el alma de vuestro siervo (o sierva) N. que ha pasado de este siglo al otro, purificada con estos sacrificios y libre de pecados, consiga el perdón y el descanso eterno. Amén.

POR TODOS LOS DIFUNTOS Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, conceded a las almas de vuestros siervos y siervas la remisión de todos sus pecados, para que por las humildes súplicas de la Iglesia, alcancen el perdón que siempre desearon; por nuestro Señor Jesucristo. Amén. POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén. ORACIÓN PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiadaos de las benditas almas del Purgatorio y ayudad a mis queridos padres y antepasados. A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia! Ayudad a mis hermanos y parientes. Ayudad a todos mis bienhechores espirituales y temporales. Ayudad a los que han sido mis amigos y súbditos. Ayudad a cuantos debo amor y oración. Ayudad a cuantos he perjudicado y dañado. Ayudad a los que han faltado contra mí. Ayudad a aquellos a quienes profesáis predilección. Ayudad a los que están más próximos a la unión con Vos. Ayudad a los que os desean más ardientemente. Ayudad a los que sufren más. Ayudad a los que están más lejos de su liberación. Ayudad a los que menos auxilio reciben. Ayudad a los que más méritos tienen por la Iglesia. Ayudad a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres. Ayudad a los poderosos, que ahora son como viles siervos. Ayudad a los ciegos que ahora reconocen su ceguera. Ayudad a los vanidosos que malgastaron su tiempo. Ayudad a los pobres que no buscaron las riquezas divinas. Ayudad a los tibios que muy poca oración han hecho. Ayudad a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas. Ayudad a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos. Ayudad a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado. Ayudad a los padres que no vigilaron bien a sus hijos. Ayudad a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos. Ayudad a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer. Ayudad a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el cielo. Ayudad a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia muerte.

Ayudad a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente desprevenidos para el viaje más importante. Ayudad a los que juzgaréis tanto más severamente, cuánto más les fue confiado. Ayudad a los pontífices, reyes y príncipes. Ayudad a los obispos y sus consejeros. Ayudad a mis maestros y pastores de almas. Ayudad a los finados sacerdotes de esta diócesis. Ayudad a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica. Ayudad a los defensores de la santa fe. Ayudad a los caídos en los campos de batalla. Ayudad a los sepultados en los mares. Ayudad a los muertos repentinamente. Ayudad a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos. V. Dadles, Señor, a todas las almas el descanso eterno.R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.V. Que en paz descansen.R. Amén. NOVENA A LAS ALMAS DEL PURGATORIO Rezar la oración del día que corresponda: ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hilo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Padrenuestro. V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas. V. Descansen eh paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén. V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén. DÍA PRIMERO Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, que quieres que tengamos suma delicadeza de conciencia y santidad perfecta: te rogamos nos la concedas a nosotros; y a los que por no haberla tenido se están purificando en el purgatorio, te dignes aplicar nuestros sufragios y

llevarlos pronto de aquellas penas al cielo. Te lo pedimos por la intercesión de tu Madre Purísima y de San José. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hilo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Padrenuestro. V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas. V. Descansen eh paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén. V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén. DÍA SEGUNDO Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, que eres cabeza de todos tus fieles cristianos que en ti nos unimos como miembros de un mismo cuerpo que es la Iglesia: te suplicamos nos unas más y más contigo y que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras aprovechen a las ánimas de nuestros hermanos del purgatorio, para que lleguen pronto a unirse a sus hermanos del cielo. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hilo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Padrenuestro.

V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas. V. Descansen eh paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén. V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén. DÍA TERCERO Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, que a los que pecan castigas con justicia en esta vida o en la otra: concédenos la gracia de nunca pecar y ten misericordia de los que, habiendo pecado, no pudieron, por falta de tiempo, o no quisieron, por falta de voluntad y por amor del regalo, satisfacer en esta vida y están padeciendo ahora sus penas en el purgatorio; y a ellos y a todos llévalos pronto a su descanso. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hilo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Padrenuestro. V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas. V. Descansen eh paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén. V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén.

DÍA CUARTO Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, que exiges la penitencia aun de los pecados veniales en este mundo o en el otro: danos temor santo de los pecados veniales y en misericordia de los que, por haberlos cometido, están ahora purificándose en el purgatorio y líbralos a ellos y a todos los pecadores de sus penas, llevándoles a la gloria eterna. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hilo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Padrenuestro. V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas. V. Descansen eh paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén. V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén. DÍA QUINTO Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, que a los regalados en esta vida, que no pagaron por su culpa o no tuvieron bastante caridad con el pobre, castigas en la otra con la penitencia que aquí no hicieron: concédenos las virtudes de la mortificación y de la caridad y acepta misericordioso nuestra caridad y sufragios, para que por ellos lleguen pronto a su descanso eterno. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hilo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Padrenuestro. V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas. V. Descansen eh paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén. V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén. DÍA SEXTO Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, que quisiste que honrásemos a nuestros padres y parientes y distinguiésemos a nuestros amigos: te rogamos por todas las ánimas del purgatorio, pero especialmente por los padres, parientes y amigos de cuantos hacemos está novena, para que logren el descanso eterno. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hilo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Padrenuestro. V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas. V. Descansen eh paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén. DÍA SÉPTIMO Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, que a los que no se preparan a tiempo para la muerte, recibiendo bien los últimos sacramentos y purificándose de los residuos de la mala vida pasada, los purificas en el purgatorio con terribles tormentos: te suplicamos, Señor, por los que murieron sin prepararse y por todos los demás, rogándote que les concedas a todos ellos la gloria y a nosotros recibir bien los últimos sacramentos. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hilo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Padrenuestro. V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas. V. Descansen eh paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén. V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén. DÍA OCTAVO Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, que a los que vivieron en este mundo demasiado aficionados a los bienes terrenales y olvidados de la gloria, los retienes apartados del premio, para que se purifiquen de su negligencia en desearlo: calma, Señor misericordioso, sus ansias y colma sus deseos, para que gocen pronto de tu presencia, y a nosotros concédenos amar de tal manera los bienes celestiales, que no deseemos desordenadamente los terrenos.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hilo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Padrenuestro. V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas. V. Descansen eh paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén. V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén. DÍA NOVENO Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, cuyos méritos son infinitos y cuya bondad es inmensa: mira propicio a tus hijos que gimen en el purgatorio anhelando la hora de ver tu faz, de recibir tu abrazo, de descansar a tu lado y; mirándolos, compadécete de sus penas y perdona lo que les falta para pagar por sus culpas. Nosotros te ofrecemos nuestras obras y sufragios, los de tus Santos y Santas; los de tu Madre y tus méritos; haz que pronto salgan de su cárcel y reciban de tus manos su libertad y la gloria eterna. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hilo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna. R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. Padrenuestro. V. De la puerta del infierno R. Saca, Señor, sus almas.

V. Descansen eh paz. R. Amén. V. Señor, oye mi oración. R. Y llegue a ti mi clamor. Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén. V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua. V. Descansen en paz. R. Amén. CIEN RÉQUIEM MODO DE PRACTICAR ESTA PIADOSA DEVOCIÓN Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse de un rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem. Se empieza rezando un Padrenuestro y después una decena de Réquiem en esta forma: "Dadles, Señor, el eterno descanso y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz." En cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda siguientes: JACULATORIA "Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por vosotros para que El os dé la gloria del paraíso." OFRENDA "Padre eterno, os ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores." En seguida se rezan la segunda y demás decenas de Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande. Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará la siguiente oración: DE PROFUNDIS Salmo CXXIX de David Desde el profundo abismo de mis penas a Ti clamo, Señor, de noche y día; oye, mi Dios, los incesantes ruegos de un corazón contrito que se humilla. Estén gratos y atentos tus oídos a mi voz lamentable y dolorida: a Ti mis ayes y gemidos lleguen pues a escucharlos tu piedad se inclina. ¿Si siempre airado tus divinos ojos sobre las culpas de los hombres fijas, quién estará confiado en tu presencia, confundiéndonos sólo ante tu vista? Más la eterna palabra de tu seno que aplaque espero tus terribles iras; porque son inefables tus promesas y con tus gracias al pecador invitas. Así aunque mi alma acongojada gime contemplando el rigor de tu justicia, por tu palabra la indulgencia espera, de que la hacen culpas tan indigna. ¡Oh pueblo electo! De mañana y noche, en todos tus peligros y fatigas, acógete al Señor con la confianza que en su ley soberana nos intima. Porque es inagotable su clemencia; se muestra con los flacos compasiva; de todas sus miserias los redime, y siempre que le claman los auxilia. Este Dios abrevie el tiempo en que logre Israel su eterna dicha cuando de tus pecados la liberte, que con tanto rigor la tiranizan. Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:

¡Almas benditas! Nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre. ¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio! NOVENA EN SUFRAGIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO (Para rezar por los difuntos en cualquier época del año y en especial del 24 de Octubre al 1 de Noviembre) PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA Por la señal de la santa cruz, etc. Acto de contrición Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí. Pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido. Y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén. Oración al Padre Eterno Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio. Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén. MEDITACIÓN PROPIA DEL DÍA MEDITACIÓN DÍA PRIMERO Existencia del Purgatorio Punto Primero. - Es un artículo de fe que las almas de los que mueren con alguna culpa venial, o sin haber satisfecho plenamente a la Justicia divina por los pecados ya perdonados, están detenidas en un lugar de expiación que llamamos Purgatorio. Así lo enseña la santa Madre Iglesia, columna infalible de la verdad: así lo confirma la más antigua y constante tradición de todos los siglos; así lo aseguran unánimemente los santos Padres griegos y latinos, Tertuliano, San Cirilo, San Cipriano, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Agustín, y tantos otros; así lo han definido los sagrados Concilios de Roma, de Cartago, de Florencia, de Letrán y de Trento, dirigidos por el Espíritu Santo. Y aunque la Iglesia no lo enseñase así ¿no lo dice bastante la razón natural? Supongamos que sale de este mundo un alma con algún pecado venial; ¿qué hará Dios de ella? ¿La arrojará al infierno, y siendo su hija y esposa amadísima la confundirá con los réprobos y espíritus infernales? Eso repugna a la Justicia y Bondad divinas. ¿La introducirá en el cielo? Eso se opone igualmente a la santidad y pureza infinita del Creador; pues sólo aquel cuyas manos son inocentes, y cuyo corazón está limpio, subirá al monte del Señor. Nada manchado puede entrar en aquel reino purísimo. ¿Qué hará, pues, Dios de aquella alma? Ya nos lo dice por Malaquías: La pondré como en un crisol, esto es, en un lugar de penas y tormentos, de donde no saldrá hasta que haya plenamente satisfecho a la Justicia divina. ¿Crees tú esto, cristiano? Creas o no creas, te burles o no te burles de ello, la cosa es, y será así. Negar el Purgatorio, sólo poner en duda

deliberadamente su existencia, es ya pecado grave. ¿Crees tú esta verdad, y con esa indiferencia miras tan horribles penas? ¿Crees en el Purgatorio, y con tus culpas sigues amontonando leña para arder en el más terrible fuego? Medita un poco sobre lo dicho. Punto Segundo. - Es también un artículo de fe que nosotros podemos aliviar a aquellas almas afligidísimas. Sí; en virtud de la Comunión de los Santos, hay plena comunicación de bienes espirituales entre los Bienaventurados que triunfan en el cielo, los cristianos que militamos en la tierra, y las almas que sufren en el Purgatorio. En virtud de esta comunicación de bienes, podemos con mucha facilidad, y mérito nuestro, bajar al Purgatorio con nuestros sufragios, y a imitación de Jesucristo, después de su muerte, librar a aquellas almas, y alegrar al cielo con un nuevo grado de gloria accidental, procurando nuevos príncipes y moradores a aquella patria felicísima. !Oh admirable disposición de la Sabiduría divina! ¡Oh, que dicha y felicidad la nuestra! Viéndose Dios obligado a castigar a aquellas sus hijas muy amadas, busca medianeros que intercedan por ellas, a fin de conciliar así el rigor de la Justicia con la ternura de Misericordia infinita. Y nosotros somos estos dichosos medianeros y corredentores; de nosotros depende la suerte de aquellas pobres almas. Haz, pues, cristiano, con fervor este santo novenario. No faltes a él ningún día; ¿quién sabe si abrirás el cielo a alguno de tus parientes y amigos ya difuntos? ¿Y serás tan duro e insensible que le niegues este pequeño sacrificio, pudiéndoles hacer ese gran favor a tan poca costa? Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA SEGUNDO Sobre la pena de sentido en general Punto Primero. - Ven, mortal; tú, que vives como si después de esta vida no te quedase nada que temer, ni que esperar: ven; penetra con el espíritu en aquellos horrendos calabozos donde la Justicia divina acrisola las almas de los que mueren con algún pecado venial; mira si, fuera del infierno, pueden darse penas mayores, ni aun semejantes a las que allí se padecen. Considera todos los dolores que han sufrido los enfermos en todos los hospitales y lugares del mundo; ¿igualarían todos ellos a los dolores que padece un alma en el Purgatorio? No, dice San Agustín; pues éstos exceden a todo cuanto se puede sentir, ver o imaginar en este mundo. Añadamos a todos estos males los suplicios y tormentos que la crueldad de los Nerones, Dioclecianos, Decios y demás perseguidores de la Iglesia inventó contra los cristianos, ¿igualarían al Purgatorio? Tampoco, dice San Anselmo, pues la menor pena de aquel lugar de expiación es más terrible que el mayor tormento que se pueda imaginar en este mundo. Entonces, ¿qué penas serán aquéllas? Son tales, dice San Cirilo de Jerusalén, que cualquiera de aquellas almas querría más ser atormentada hasta el día del juicio con cuantos dolores y penas han padecido los hombres desde Adán hasta la hora presente, que no estar un solo día en el Purgatorio sufriendo lo que allí se padece. Pues todos los tormentos y penas que se han sufrido en este mundo, comparados con los que sufre un alma en el Purgatorio, pueden tenerse por consuelo y alivio. Medita un poco sobre lo dicho. Punto Segundo - ¿Y quiénes son esas Almas tan horriblemente atormentadas en el Purgatorio? Este es un tema profundo para hacernos reflexionar. Son obra maestra de la mano del Omnipotente, y vivas imágenes de su divinidad; son amigas, hijas y esposas del Señor; ¡y no obstante, son severamente purificadas! Dios las amó desde toda la eternidad, las redimió con la sangre de sus venas, ahora las ama con un amor infinito, como que están en su gracia y amistad divina: ¡y no obstante sufren penas imponderables! El Purgatorio. ¡Qué claramente nos manifiesta la justicia y santidad de

Dios! ¡Cuánto horror debe inspirarnos al pecado! Porque si con tanto rigor trata Dios a sus almas amadas por faltas ligeras, ¿cómo seremos tratados nosotros, pecadores; nosotros, que vivimos tantas veces abandonados al arbitrio de las pasiones? Si con el árbol verde hacen esto, con el seco ¿qué harán? Si el hijo y heredero del cielo es castigado por faltas que a muchos parecen virtudes, ¿cómo seremos castigado nosotros, pecadores y enemigos de Dios, por nuestros vicios y pecados tan horrendos y abominables? Pensémoslo bien, y enmendemos nuestras vidas. Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA TERCERO Sobre el fuego del Purgatorio Punto Primero. - Considera, amado cristiano, el tormento que causa a las almas el fuego abrasador del Purgatorio. Si el fuego de este mundo, creado para servicio del hombre, y efecto de la bondad divina, es ya el más terrible de todos los elementos; si es ya tal su virtud, que consume bosques, abrasa edificios, calcina mármoles durísimos, hace saltar piedras y murallas, derrite metales y ocasiona terribles estragos, ¿qué será el fuego del Purgatorio, encendido por un Dios santísimo y justísimo, para con él demostrar el odio infinito que tiene al pecado? Es tal, dice San Agustín, que el fuego de este mundo, comparado con él, no es más que pintado. Ahora bien; si tener el dedo en la llama de una vela sería para nosotros insoportable dolor, ¿qué tormento será para aquellas almas sepultadas en un fuego que es, dicen Santo Tomás y San Gregorio, igual en todo, menos en la duración, al del infierno? Sí; escuchémoslo bien, almas tibias, y estremezcámonos: Con el mismo fuego se purifica el elegido y arde el condenado; con la única diferencia, que aquél saldrá cuando haya satisfecho por sus culpas, y éste arderá allí eternamente. ¿Y continuamos nosotros en nuestra tibieza? Medita un poco sobre lo dicho. Punto Segundo. - Consideremos cuáles son las faltas por las que Dios, infinitamente bueno y misericordioso, castiga a sus amadísimas Esposas con tanto rigor, y veremos que son faltas leves, y a veces un solo pecado venial. Qué mal tan grave debe ser éste delante de Dios, cuando es tan severamente castigado en el Purgatorio! En efecto; el pecado venial es leve, si se lo compara con el mortal, pero en sí es un mal mayor que la ruina de todos los imperios y que la destrucción del universo: es un mal tan espantoso, que excede en malicia a todas las desgracias y calamidades del mundo: es un mal tan grande, que si cometiéndolo pudiésemos convertir a todos los pecadores, sacar a todos los condenados del infierno, librar a todas las almas del Purgatorio, aun entonces no deberíamos cometerlo, pues todos estos bienes no igualarían la malicia del pecado más leve: porque aquellos son males de la criatura, y éste es un mal y una ofensa hecha al mismo Creador. ¿Podemos oír esto sin horrorizarnos y sin cambiar de conducta? Pero ¿qué es nuestra vida, sino una serie ininterrumpida de pecados? ¡Pecados cometidos con los ojos, con los oídos, con la lengua, con las manos, con todos los sentidos! !Cuántas culpas por la ignorancia crasa y olvido voluntario de nuestras obligaciones! ¡Cuántas indiscreciones por la distracción de nuestro espíritu; por la violencia de nuestro genio; por la temeridad de nuestros juicios; por la malicia de nuestras sospechas! ¡Cuántas faltas por no querer mortificarnos, ni sujetarnos a otro, por nuestra ligereza en el hablar! Lloremos, nuestra ceguera; y a la claridad del fuego espantoso del Purgatorio, comprendamos por último qué gran mal es cometer un pecado venial. Si, es un mal tan grande; ¡y nosotros, lejos de llorarlo, lo cometemos sin escrúpulo a manera de juego, pasatiempo y diversión! Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

MEDITACIÓN DIA CUARTO Sobre la pena de daño Punto Primero. - Por horrorosos que sean los tormentos que padecen las Animas en el Purgatorio, por espantosas que sean las llamas en que se abrasan, no igualarán jamás la pena vivísima que sienten al verse privadas de la vista clara de Dios. En efecto; aquéllas constituyen la pena de sentido; ésta, la de daño; aquéllas son limitadas; ésta, infinita; aquéllas privan a las Almas de un bien accidental, cual es el deleite; por ésta, carecen de un bien esencial a la bienaventuranza, en el cual consiste la felicidad del hombre, y es la posesión beatífica de Dios. Ahora no comprenderemos esta pena; pero ella es atroz, incomprensible, infinita. ¡Pobres Animas! Ustedes conocen a Dios, no con un conocimiento oscuro, como nosotros, sino con una luz clara y perfectísima; ven que es el centro de vuestra felicidad, que contiene todas las perfecciones posibles, y en grado infinito; saben que si cayera en el infierno una sola gota de aquel océano infinito de delicias que en sí encierra, bastaría para extinguir aquellas llamas y hacer del infierno el paraíso más delicioso. Comprenden todo esto perfectísimamente, y así se lanzan ustedes hacia aquel Bien infinito con más fuerza que una enorme piedra separada de la montaña se precipita a lo profundo del valle; ¡y no obstante, no lo pueden abrazar ni poseer? ¡Qué pena! ¡Qué gran tormento! Medita un poco sobre lo dicho. Punto Segundo. - Si tan horrible pena sienten las Animas, viéndose privadas del hermosísimo rostro de Dios, ¿cuál debería ser nuestro desconsuelo como pecadores, si vivimos privados de su gracia y amistad? Las almas benditas del Purgatorio no poseen aún a Dios, es verdad; pero están seguras de poseerlo un día, porque son amigas, hijas y esposas suyas muy queridas. Pero hay mucho que saben que viviendo como viven, no poseerán jamás a Dios. Saben que, desde el momento que se rebelaron contra El perdieron su gracia, y con ella la rica herencia de la gloria. ¿Cómo dicen: Padre nuestro, que estás en los cielos? ¡Cuántos se engañan! Dios ya no es su padre, ni su señor ni su rey. Ojalá no nos encontremos nosotros en tal situación. Y si así fuera, deberíamos hacer una buena confesión para recuperar la amistad divina, y poder estar en paz, sabiendo que el Señor será nuestro deleite para siempre. Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA QUINTO Remordimiento de un Anima en el Purgatorio Imaginemos hoy una persona que haya llevado en este mundo una vida semejante a la nuestra: que haya vivido tibia, inmortificada, distraída en los ejercicios de piedad como nosotros, sin tener horror más que al pecado mortal y al infierno, en el mejor de los casos. Supongamos, no obstante, que haya tenido la dicha de hacer una buena confesión, morir en gracia e ir al Purgatorio. ¿Qué pensará en medio de aquellas penas y tormentos? Seguramente dos pensamientos la afligirán enormemente. Primer Pensamiento. - Pude librarme de estas penas, y no quise. ¡Yo mismo he encendido estas llamas! ¡Yo soy la causa de estas penas! Dios no hace más que ejecutar la sentencia que yo en el mundo pronuncié contra mí mismo. ¡Cuántos medios me proporcionó Dios para evitarme esto! Caricias, amenazas, beneficios, todo lo había agotado; gracias singularísimas de inspiraciones, buenos ejemplos, libros piadosos, padres vigilantes, confesores celosos, maestros y predicadores fervorosos, remordimientos continuos, todo lo había empleado. Pero, ¡qué locura tan grande la mía! ¡Por no privarme de un frívolo pasatiempo, por ir a bailes, por divertirme o jugar con tal compañía, por no abstenerme de una mirada, de un vil gusto, de una vana complacencia, por hablar de los defectos del prójimo, me sujeté voluntariamente a tantas penas y tormentos! Me lo decían todos los años, me lo predicaban y repetían: ¡pero yo no hacía caso!... ¡Dichoso San Pablo, primer ermitaño;

dichosas Gertrudis, Escolástica, y tantos otros Santos que, habiendo satisfecho a la Justicia divina en el mundo, subieron al cielo sin pasar por el Purgatorio! ¡Yo podía hacer lo que ellos hicieron, pero no quise! ¡Locuras mundanas, conversaciones frívolas, pasatiempos, vanidad, qué caro me cuestan ahora! Podría fácilmente haber evitado todo eso y no lo hice. Y sólo porque no quise. Medita un poco sobre lo dicho. El Segundo Pensamiento que aflige al alma tibia que vivió como nosotros vivimos, es este: Yo querría librarme ahora del Purgatorio, y no puedo. ¡Si pudiera yo ahora volver al mundo!, dirá cada una de aquellas Almas, ¡con qué gusto me sepultaría en los desiertos con los Hilariones y Arsenios! Haría penitencias más espantosas que las de un Ignacio en la cueva de Manresa, que las de un Simeón Estilita y de un San Pedro de Alcántara; pasaría noches enteras en oración, como los Antonios, Basilios y Jerónimos; me arrojaría en estanques helados y me revolcaría entre espinas, como los Benitos y los Franciscos; etc. Pero, en realidad no era necesario nada de esto; con mucho menos podrían haber evitado esas llamas. Sin hacer más que lo que debían hacer cada día, pero haciéndolo con perfección, evitaban todo esto. Sí; los mismos Sacramentos, pero recibidos con mejores disposiciones; las mismas misas, pero oídas con más recogimiento y atención; las mismas devociones, pero practicadas con más fervor; las mismas mortificaciones, ayunos y obras de misericordia, pero hechas con menos ostentación, únicamente por agradar á Dios, no sólo les hubieran librado de todas esas penas, sino también asegurado a ellas y a muchas otras almas la posesión del reino de los cielos. Pero ahora sus deseos son inútiles: ya no es tiempo de merecer: ha llegado para ellas aquella noche intimada por San Juan, en la que nadie puede hacer obra alguna meritoria: ahora es necesario padecer, y sufrir penas inexplicables, y sufrirlas sin mérito alguno. ¡Y yo lo he querido! ¡Pude fácilmente evitar estos tormentos, y no quise! ¡Quisiera poder evitarlos ahora, y no puedo! ¡Dichosos nosotros que oímos esto! Tenemos tiempo todavía: aún no llegó para nosotros aquella noche tenebrosa. ¿Y seguiremos perdiendo el tiempo, y los días tan preciosos? ¿No tomaremos la seria resolución de confesarnos bien y de enmendar nuestra vida? Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA SEXTO Paciencia y resignación de las benditas Almas del purgatorio Punto Primero. - Es Verdad que las almas del Purgatorio padecen imponderables penas, y sin mérito: pero las padecen con una paciencia y resignación admirables. Conocen a Dios con luz perfectísima, lo aman con amor purísimo, y desean ardentísimamente poseerlo: pero al ver sus faltas, bendicen y adoran la mano justa y amorosa que las castiga. ¡Y con cuánta más resignación que los hermanos de José, exclaman: Merito haec patimur! Con mucha razón padecemos, Señor; pues cuando pecamos no temimos tu poder y tu justicia, frustramos los designios de tu amor y de tu sabiduría, despreciamos tu majestad y tu grandeza, y ofendimos tus perfecciones infinitas. Justo es que padezcamos. Hombres sin conocimiento de la verdadera religión fueron agradecidos a sus bienhechores; Faraón hizo a José virrey de Egipto porque le interpretó un sueño misterioso. Asuero elevó a Mardoqueo a los primeros empleos de Persia porque le descubrió una conspiración; hasta los osos y los leones y otras fieras salvajes agradecidas defendieron a sus bienhechores; y nosotros, creados a tu imagen, redimidas con tu Sangre, honradas y exaltadas con tantos dones de la gracia, ingratos te abandonamos en vida. Sí; purifícanos en este fuego; ¡por ásperas que sean nuestras penas, bendeciremos y ensalzaremos tu justicia y misericordia infinitas. “Justo eres, Señor, y son rectos todos tus juicios”. Todavía más: es tanta la fealdad del pecado, por leve que sea, que si Dios abriera a esas almas las puertas del cielo, no se atreverían a entrar en él, manchadas como están; sino que suplicarían al Señor las dejara purificarse primero en aquellas llamas. Igual que una joven escogida por

esposa de un gran monarca si el día de las bodas apareciese una llaga horrible en su rostro, no se atrevería a presentarse en la Corte, y suplicaría al Rey que difiriese las bodas hasta que estuviera perfectamente curada. ¿Oh pecado, por leve que parezcas, qué tan grave mal eres que las mismas almas preferirían los horrores del Purgatorio antes que entrar en el cielo con la menor sombra de tu mancha! Medita un poco sobre lo dicho. Punto Segundo. – Miremos ahora en nosotros si puede darse incoherencia mayor que la nuestra... Nos reconocemos merecedores de horribles penas por parte de la Justicia divina, debido a los enormes pecados que cometimos en la vida pasada, y debido a las innumerables faltas en que al presente caemos todos los días; reconocemos, además, que no basta confesarse, ya que la absolución borra sí la culpa, pero no quita toda la pena, y por esto sabemos que es preciso satisfacer a la Justicia divina o en éste, o en el otro mundo; y sin embargo, jamás nos preocupamos por hacer penitencia. Ahora podríamos expiar nuestras culpas fácilmente, y con gran mérito nuestro: una confesión bien hecha, una misa bien oída, un trabajo sufrido con paciencia, una ligera mortificación, una limosna, una indulgencia, un Vía Crucis hecho con devoción, podría evitarnos espantosos suplicios: y nosotros todo lo descuidamos, todo lo dejamos para la otra vida. ¿Acaso Hemos olvidado lo horribles que son y cuánto tiempo duran aquellos tormentos? ¿No sabemos que, según afirman ciertos autores, fundados en revelaciones muy respetables, varias de aquellas almas han estado siglos enteros en el Purgatorio, y otras estarán allí hasta el día del juicio final? ¡Qué gran insensatez la nuestra! Las Almas, dice San Cirilo de Jerusalén, querrían mejor sufrir hasta el fin del mundo todos los tormentos de esta vida, que pasar una sola hora en el Purgatorio; y nosotros queremos más arder siglos enteros en el Purgatorio, que mortificarnos en esta vida un solo momento. ¡Qué gran absurdo! Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA SÉPTIMO Descuido de los mortales en aliviar a las Almas del Purgatorio Punto Primero. - ¡Pobres almas! ¡Están padeciendo tormentos y penas inexplicables: no pueden merecer, ni esperar alivio sino de los vivos; y éstos, nosotros, ingratos, no cuidamos de ellas! Tienen ellas en el mundo tantos hermanos, parientes y amigos, y no hallan, como José, un Rubén piadoso que las saque de aquella profunda cisterna. Sus tinieblas son más dolorosas que la ceguedad de Tobías, y no encuentran un Rafael que les dé la vista deseada, para contemplar el rostro hermosísimo de Dios. Se abrasan en más ardiente sed que el criado de Abraham, y no hallan una solícita Rebeca que se la alivie. Son infinitamente más desgraciadas que el caminante de Jericó y el paralítico del Evangelio. Pero no encuentran un samaritano u otra persona compasiva que las consuele. ¡Pobres almas! ¡Qué gran tormento es para ustedes este olvido de los mortales! ¡Podrían tan fácilmente aliviarlas y libertarlas del Purgatorio; bastaría una misa, una Comunión y un Vía Crucis, una indulgencia que aplicasen; y nadie se preocupa de ofrecerlas por ustedes! ¿Y quiénes son esos ingratos? ¡Son sus mismos parientes y amigos, sus mismos hijos!. Ellos se alimentan y recrean con los bienes o posibilidades que ustedes les dejaron, y ahora, como desconocidos, no se acuerdan ya de ustedes. ¡Pobres almas! Con mucha más razón que David pueden ustedes decir: si alguien que no hubiese nunca recibido ningún favor de mi parte, si un enemigo me tratara así por doloroso que me fuera, podría soportarlo con paciencia: ¡pero tú, hijo mío, hermano, pariente, amigo, que me debes tantos beneficios; tú, hijo mío, por quien pasé tantos dolores y noches tan malas; tú, esposo; tú, esposa mía, que tantas pruebas recibiste de mi amor, siendo objeto de mis desvelos y blanco de mis incesantes favores: que tú me trates así; que, descuidando los sufragios que tanto te encargué me dejes en este fuego, sin querer socorrerme! ¡Ésta sí que es una

ingratitud y crueldad superior a todo lo que podemos pensar! Medita un poco sobre lo dicho. Punto Segundo. - ¡Pobres almas! Pero más pobres e infelices seremos nosotros, si no las socorremos. Acuérdate, nos gritan los difuntos a nosotros, de cómo he sido yo juzgado: porque así mismo lo serás tú: A mí ayer; a ti hoy. Tú también serás del número de los difuntos, y tal vez muy pronto. Y por rico y poderoso que seas, ¿qué sacarás de este mundo? Lo que nosotros sacamos, y nada más: las obras. Si son buenas, ¡qué consuelo! Si malas, ¡qué desesperación! Como tú hayas hecho con nosotros, harán contigo. ¿Lo oyes? Si ahora eres duro e insensible con las benditas Almas del Purgatorio, duros e insensibles serán contigo los mortales, cuando tú hayas dejado de existir. Y no es éste el parecer de un sabio; es el oráculo de la Sabiduría infinita, que nos dice en San Mateo: Con la misma medida con que midiereis, seréis medidos. Sí; del mismo modo que nos hubiésemos portado con las almas de nuestros prójimos, se portarán los mortales también con nosotros. ¡Ay de aquel que no hubiese practicado misericordia, porque le espera, dice el apóstol Santiago, un juicio sin misericordia. ¿Y no tiemblas tú, insensible para con los difuntos? Si lleno de indignación, el Juez supremo arroja al infierno al que niega la limosna a un pobre, que tal vez era enemigo de Dios por el pecado, ¿con cuánta justicia y rigor condenará al que niegue a sus amadísimas esposas los sufragios de los bienes que les pertenecían? Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA OCTAVO Cómo recompensará el Señor a los devotos de las benditas Ánimas Punto Primero. - Supongamos que, movidos por estas meditaciones, hacemos una sincera y completa confesión, y ganando la indulgencia plenaria de este santo novenario, sacamos un alma del Purgatorio. ¡Qué grande será nuestra dicha! Si perseveramos, ¡qué gran retribución recibiremos en el cielo! Si los reyes de la tierra, siendo miserables mortales, recompensan con tanta generosidad al que libra a uno de sus súbditos de un gran peligro, o expone su vida sirviendo generosamente a los apestados, ¿cómo será el premio que dará el Señor al que libre a una o más almas de las llamas del Purgatorio? Hagamos esta comparación: Padres y madres, si un hijo de ustedes cayese en un río o en un fuego, y alguien lo rescatara y se los devolviese vivo, ¿cómo lo agradecerían? Si ustedes fueran ricos y potentados, y esa persona fuera pobre, ¿cómo lo premiarían? Ahora bien: ¿qué comparación puede haber entre el cariño del padre más amoroso con el amor que Dios profesa a aquellas almas, que son sus hijas amadas? ¿Qué son todos los peligros y males de este mundo, comparados con las penas del Purgatorio? ¿Y qué comparación puede haber entre el poder y la generosidad de un miserable mortal y el poder y la generosidad infinitos de Dios, que promete un inmenso premio de gloria por la visita hecha a un preso, a un enfermo, o por un vaso de agua dado a un pobre por su amor? ¡Cristianos! No dudemos decir que se ve como asegurada nuestra salvación, si logramos sacar una sola alma del Purgatorio. Sabiendo esto, ¿no haremos lo posible para lograrlo? Medita un poco sobre lo dicho. Punto Segundo. - No pensemos que estas sean sólo unas reflexiones piadosas; es una promesa formal de Jesucristo, Verdad Eterna, que no puede faltar a su palabra. ¿No nos dice en el sagrado Evangelio: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia? Fundado en estas palabras infalibles, dice San Gregorio: "Yo no sé que se haya condenado ninguno que haya usado de misericordia con el prójimo". Dios quiere mucho a las almas; todo cuanto se hace por ellas, lo mira, agradece y premia como si a El mismo se le hiciera; En verdad os digo que todo cuanto habéis hecho con uno de esos pequeños hermanos míos, lo

habéis hecho conmigo. Qué dichosos somos los cristianos; si socorremos a las pobres Ánimas del Purgatorio, un día nos dirá nuestro generosísimo Juez: “venid, benditos de mi Padre. Aquellas pobres almas tenían hambre, y vosotros comulgando las habéis alimentado con el pan de vida de mi sacratísimo Cuerpo; morían de sed, y asistiendo o haciendo celebrar misas, les habéis dado a beber mi Sangre preciosísima; estaban desnudas, y con vuestras oraciones y sufragios las habéis vestido con una estola de inmortalidad; gemían en la más triste prisión, y con vuestros méritos e indulgencias las habéis sacado de ella”. "Y no es precisamente a las Ánimas a quienes habéis hecho estos favores; a Mí me los habéis hecho: Conmigo lo hicisteis: pues todo cuanto hicisteis por ellas, Yo lo miro por tan propio como si lo hubieseis hecho por Mí mismo. Por tanto, venid, benditos de mi Padre, a recibir la corona de gloria que os está preparada en el cielo". ¿No quisiéramos, cristianos, lograr semejante dicha? Está en nuestras manos. Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA NOVENO Agradecimiento de las benditas Ánimas para con sus devotos Punto Primero. – Llegamos hoy al día feliz; hoy, con las Comuniones y sufragios que los fieles han ofrecido al Señor, no sólo en ésta, sino en tantas otras iglesias, muchas de aquellas almas, ayer tan afligidas y desgraciadas, han pasado a ser dichosos habitantes y príncipes felices de la Corte celestial. Ya ven cara a cara la Hermosura y Majestad infinita; ya poseen a Dios, que contiene en sí cuanto hay de amable, de grande, delicioso y perfecto. Su entendimiento ya no puede experimentar ni más alegría, ni más suavidad, ni más dicha. Si pudiésemos entrar hoy en aquella dichosa patria y contemplar el paso de aquellos Bienaventurados! ¡Qué alegría, qué abrazos se dan tan afectuosos! ¡Qué cánticos entonan en acción de gracias al Dios de las misericordias y a los generosos cristianos que las han sacado del Purgatorio! ¡Cómo dan por bien empleadas las penas que en este mundo padecieron! ¡Con qué alegría está diciendo cada una de ellas: Dichosas confesiones y comuniones; dichosas las misas que oía, las limosnas, oraciones, penitencias y obras buenas que yo practicaba; dichosas las burlas y escarnios que yo sufría por ser practicante! !Y con qué generosidad pagas, Señor, hasta los sacrificios más pequeños e insignificantes que hice por tu amor! ¿No quisiéramos nosotros tener nosotros la misma suerte? Entonces luchemos contra las pasiones; que sin luchar no se alcanza la victoria; sin pena, no hay felicidad. Medita un poco sobre lo dicho. Punto Segundo. - !Y qué dicha, cristiano, la tuya, si has logrado librar del Purgatorio a alguna de aquellas almas! El cielo debe a tus sufragios el nuevo regocijo y la nueva gloria accidental que ahora experimenta. Y aquellas almas dichosas te deben la libertad, y con ella la posesión de una felicidad infinita. ¿Cómo no suplicarán fervorosamente a Dios por ti? ¿Cómo no van a socorrerte en cualquier necesidad que te encuentres? ¿Qué empeño pondrán en conseguirte las gracias necesarias para vencer las tentaciones, adquirir las virtudes y triunfar de los vicios? Y si alguna vez te vieres en peligro de pecar y de caer en el infierno, ¡con cuánto celo esas almas dirán al Señor: ¿Vas a permitir, oh Dios, que se pierda eternamente un cristiano que me ha librado a mí de tan horribles penas? ¿No prometiste que alcanzarían misericordia los que la tuvieran con el prójimo? ¿Consentirías ahora que cayese en el infierno aquel que con sufragios me abrió las puertas del cielo? ¡Dichoso cristiano, cuántos envidian tu dicha! Persevera, y tienes segura la palma de la gloria. Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

ORACIÓN FINAL Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén. Dales, Señor el descanso eterno y brille para ellas la Luz que no tiene fin. Que descansen en paz. Amén. Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. San José, ruega por nosotros. Misterios del Rosario MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábado) 1- La Anunciación a Nuestra Señora. La humildad 2- La Visitación a Sta. Isabel. La virtud de la Caridad 3- El Nacimiento de Nuestro Señor. El desapego a lo material 4- La Presentación del Niño. El ofrecimiento de nuestro ser al Padre 5- La pérdida en el Templo. El Celo Apostólico MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes) 1- La Oración en el Huerto. La Opción al sacrificio 2- La Flagelación del Señor. El dominio corporal 3- La Coronación de Espinas. La rectitud mental 4- Jesús cargado con la Cruz. La Paciencia 5- La Muerte de Nuestro Señor. La aceptación de la Voluntad Divina MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo) 1- La Resurrección de Jesús. La virtud de la Fé 2- La Ascensión del Señor. La virtud de la Esperanza 3- El envió del Espíritu Santo. El Amor Divino 4- El Tránsito de María Santísima. La Buena Muerte 5- La Coronación de Ntra. Señora. La intercesión de Nuestra Madre MISTERIOS LUMINOSOS (jueves) 1. El Bautismo en el Jordán. 2. La autorrevelación en las bodas de Caná. 3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. 4. La Transfiguración. 5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual. Como rezar el Rosario Para recitar el Rosario con verdadero provecho se debe estar en estado de gracia o por lo menos tener la firme resolución de renunciar al pecado mortal. 1. Mientras se sostiene el Crucifijo hacer la Señal de la Cruz y luego recitar el Credo. 2. En la primera cuenta grande recitar un Padre Nuestro. 3. En cada una de las tres siguientes cuentas pequeñas recitar un Ave María. 4. Recitar un Gloria antes de la siguiente cuenta grande. 5. Anunciar el primer Misterio del Rosario de ese día y recitar un Padre Nuestro en la siguiente cuenta grande. 6. En cada una de las diez siguientes cuentas pequeñas (una decena) recitar un Ave María mientras se reflexiona en el misterio. 7. Recitar un Gloria luego de las diez Ave Marías. También se puede rezar la oración de Fátima. 8. Cada una de las siguientes decenas es recitada de la misma manera: anunciando el correspondiente misterio, recitando un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria mientras se medita en el misterio. 9. Cuando se ha concluído el quinto misterio el Rosario suele terminarse con el rezo

del Salve Reina. Oraciones del Rosario La Señal de la Cruz En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. El Credo Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del Cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén. El Padre Nuestro Padre Nuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén. Ave María Dios te salve, María. Llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Gloria Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salve Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra: vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Luego de cada decena puede recitarse la siguiente oración como lo indicara la Santísima Virgen María en Fátima: "Oh mi Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las mas necesitadas de tu misericordia". SANTO ROSARIO 1. MODO DE REZARLO MODO DE REZARLO InicioInicio 1. Hacer el signo de la cruz y rezar el símbolo de los apóstoles o el acto de contrición 2. Rezar el Padrenuestro 3. Rezar 3 Avemarías y Gloria. 4. Anunciar el primer misterio. Rezar el Padrenuestro. 5. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria. 6. Anunciar el segundo misterio. Rezar el Padrenuestro. 7. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria. 8. Anunciar el tercer misterio. Rezar el Padrenuestro. 9. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria. 10. Anunciar el cuarto misterio. Rezar el Padrenuestro.

11. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria. 12. Anunciar el quinto misterio. Rezar el Padrenuestro. 13. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria. 14. Rezar la Salve.

ORACIONES DEL ROSARIO InicioInicio SEÑAL DE LA CRUZ +Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. +En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. [Volver] SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. [Volver] ACTO DE CONTRICIÓN Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca mas pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén. [Volver] PADRENUESTRO Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén. [Volver] AVEMARÍA Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. [Volver] GLORIA Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. [Volver] JACULATORIAS Puede usarse una de estas dos: • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defíéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima). [Volver] SALVE Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

TRADICIONALES MISTERIOS GOZOSOS (lunes y jueves) 1. La Encarnación del Hijo de Dios. 2. La Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel. 3. El Nacimiento del Hijo de Dios. 4. La Purificación de la Virgen Santísima. 5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo. [Volver] MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes) 1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto. 2. La Flagelación del Señor. 3. La Coronación de espinas. 4. El Camino del Monte Calvario. 5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor. [Volver] MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles, sábado y domingo) 1. La Resurrección del Señor. 2. La Ascensión del Señor. 3. La Venida del Espíritu Santo. 4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos. 5. La Coronación de la Santísima Virgen. [Volver]

NUEVOS [1] MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábado) 1. La Encarnación del Hijo de Dios. 2. La Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel. 3. El Nacimiento del Hijo de Dios. 4. La Purificación de la Virgen Santísima. 5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo. [Volver] MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes) 1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto. 2. La Flagelación del Señor. 3. La Coronación de espinas. 4. El Camino del Monte Calvario. 5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor. [Volver] MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo) 1. La Resurrección del Señor. 2. La Ascensión del Señor. 3. La Venida del Espíritu Santo. 4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos. 5. La Coronación de la Santísima Virgen. [Volver] MISTERIOS LUMINOSOS (jueves) 1. El Bautismo de Jesús en el Jordán. 2. La autorevelación de Jesús en las bodas de Caná. 3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. 4. La Transfiguración. 5. La institución de la Eucaristía. [Volver]