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R E V I S T A #01 febrero/2013 KUBALA, A MITO PASADO EL BAYERN QUE ENCONTRARÁ GUARDIOLA BIOGRAFÍA TÁCTICA DEL MADRID

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R E V I S T A

#01 febrero/2013

KUBALA, A MITO PASADO

EL BAYERN QUE ENCONTRARÁ GUARDIOLA BIOGRAFÍA TÁCTICA DEL MADRID DE MOURINHO BEKOJI, EL PUEBLO DE LOS CAMPEONES LA ETERNIDAD SOBRE ESQUÍS

Editorial

TIEMPO Y ESPACIO

Tiempo para leer, espacio para escribir y describir. En tiempos de urgencias perennes y librerías que cierran, abrimos un club de lectura con la única pretensión de ser exactamente eso: una revista digna de figurar en los archivos de los libreros. Una publicación que sea como un libro y narre la torrencial actividad deportiva a partir de textos sin limitaciones, capaces de reflejar ese fluir de la realidad poliédrica. Una revista que exija expertos para escribirla, tiempo para ser leída y espacio para reposarla. Enfocamos horizontes lejanos para afianzar una publicación compuesta por textos largos, extensos, oceánicos en algunos casos; sin fotografías rutilantes pero con su ilustración artesanal hecha a mano. Así que planeamos darnos 45 días entre cada revista para un total de ocho en 2013 y necesitaremos sus opiniones a fin de mejorar el rumbo y orientar el caudal. La energía más poderosa siempre es la colectiva. Seremos lo que ustedes quieran que seamos. Podremos ser brillantes o grises, muchos o pocos, alegres o tristes, pero no podemos permitirnos ser mediocres y malos. ¿Significa que no cometeremos errores? No. Consustancial con el ser humano, el error siempre estará ahí, pero la virtud de este oficio es que persigue evitarlo, pretende reducirlo, busca minimizarlo y se exige corregirlo. La nuestra no es una publicación acabada y finita, sino un río que atraviesa la realidad buscando reflejarla del modo más adecuado y correcto, más certero también. Y que genere satisfacción en quien lo lea, en usted. Démonos tiempo y espacio para este viaje. Martí Perarnau

CLUB PERARNAU / REVISTA #01 FEBRERO 2013 Este es el primer número de la revista del Club Perarnau. Se publica en febrero de 2013. Como todos los contenidos del Club, esta revista es exclusiva para los socios y no se encuentra a la venta.

Editorial Primera Impresión.

Índice

El Bayern que encontrará Guardiola

4

Biografía táctica del Real Madrid de José Mourinho

16

“¡Ahora, ahora, ahora Quini, ahora!”

24

Vicente Guaita. Está preparado

33

La revolución francesa

43

¿Qué soy yo realmente: alemán o turco?

49

En África las cosas no suceden por casualidad

53

Pato, el futbolista de las mil lesiones

56

Kubala, a mito pasado

59

El muro

68

Bekoji, el pueblo con más campeones per cápita

75

La eternidad sobre esquís 

80

La irrepetible hazaña de Wilt Chamberlain

95

Barça Regal: Radiografía

107

Cancellara y el Gramond: dos aproximaciones a la belleza

130

Autores

133

El Bayern que encontrará Guardiola Alberto López Frau entrevista a Gaby Ruiz

El Bayern München no posee un modelo de juego definido. Y Pep Guardiola necesitará fichar no uno, sino dos defensas centrales y un centrocampista de pase corto y generador de asociaciones. Estas son dos de las afirmaciones de Gaby Ruiz (especialista de Digital Plus) en su análisis del gran equipo bávaro. Pero hay muchas más en esta radiografía en profundidad en la que advierte que Guardiola nos va a sorprender. O, por lo menos, va a sorprender a quien espere que el Bayern juegue como el Barça, aunque hay una faceta que sí considera que imitará: el juego sin balón, la presión arriba tan característica de su Barça. La que sigue es una disección detallada del Bayern actual y del que llega, que no va a ser un equipo cualquiera sino el fruto de un plan estratégico diseñado por los dirigentes muniqueses para intentar dominar el fútbol europeo como ya hacen, desde décadas, con el alemán.

”Tengo la sensación de que Guardiola nos va a sorprender. Cuando veamos jugar a su Bayern, nos va a sorprender. Estoy seguro. Ahora mismo todo lo que se nos ocurre son cosas que veíamos en su Barça y que pensamos si las podemos ver en su Bayern, pero creo que hay cosas que ninguno sabemos y que vamos a descubrir en su Bayern”.

“Ahora mismo priorizaría dos centrales y un centrocampista estilo Xavi, si es que eso existe, buscar ese perfil de jugador. Un centrocampista de pase corto capaz de asociarse. Además, un delantero con unas características más de movilidad que de referencia”.

“Va a intentar repetir en el Bayern el juego sin balón que hacia su Barça. Justo lo que tanto le cuesta al Bayern históricamente, que es apretar bien arriba, es lo que va a intentar Guardiola con su Bayern”.

“A Guardiola le irá mejor en el Bayern en la medida en que sea capaz de mezclar su propia visión con la tradición y la forma de concebir el fútbol del Bayern München”.

“Sería muy difícil que el equipo practicase el tipo de juego que hacía su Barcelona. La gente no debe esperar ver al Bayern jugar ese fútbol. Tiene que ser un híbrido, otra cosa. Sin Xavi, Iniesta y Messi, principalmente, es muy difícil hacerlo”.

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57 puntos sobre 66 posibles. Tantos puntos conseguidos como goles marcados por tan sólo 7 encajados. 15 puntos de ventaja sobre su inmediato perseguidor al cabo de 22 jornadas. Un auténtico paseo militar. Y más allá de las cifras, la sensación de que, esta temporada, el FC Bayern München posee todos los mimbres necesarios y surfea sobre la dinámica ideal para algo más que simplemente competir por levantar la ensaladera o un trofeo: el triplete Bundesliga-Pokal-Champions es, este año sí, un objetivo real. En efecto, el ogro bávaro vuelve a sembrar el pánico absoluto allí por donde pasa. Pero el camino ha sido largo y obligado a la cúpula a tener que exprimir hasta la última gota de su sabiduría, experiencia y saber hacer. LO QUE SE OLVIDA… SE REPITE

Dos años de decepciones y frustraciones dejaban presagiar algo más que una simple evocación de etapa de vacas flacas o de infortunio extremo. Después de una tercera plaza en la campaña 2010-11, la temporada pasada volvió a dejar una omnipresente sensación de acto fallido a pesar de ser la campaña del perdón. El trágico desenlace europeo ya conocido y la reedición de la superioridad de los irreverentes Schwarzgelben del Borussia Dortmund en la escena nacional coronada con la guinda copera disparaban definitivamente todas las alarmas en la Säbener Strasse. Los tiempos en los que el Bayern honraba su título de realeza germánica de Rekordmeister espigando una media de casi uno de cada dos títulos parecían estar algo más que en discusión. ¿El Bayern y, luego, el resto? El fantasma de los Fohlen del ‘Glabach de los años 60 y 70, del dinosaurio hamburgués de los 80 y del primer Dortmund ganador de los 90 se revigorizaba a presente con una nueva versión del rival de turno. Al poder de seducción y eficiencia del modelo futbolístico se aunaba ahora una coherencia gestora y financiera que le convertía en algo más que mera comparsa en la distribución de méritos nobiliarios. Los míticos Elefanten tenían que, ya no sólo reaccionar, sino ingeniar y aplicar un plan de acción para preservar una hegemonía camino de ser algo más que entredicha. Una intolerable redistribución de roles se dibujaba en el horizonte. Esta vez, el modelo del rival era sostenible en el tiempo. DAME UN MEISTERSCHALE Y TE MOVERÉ EL MUNDO

El plan era claro: conquistar Alemania para reconquistar Europa. Y sin fallos. La temporada 2012-13 no admitía la menor contestación en cuanto a ambiciones para el FC Bayern München. Después de analizar y detectar las lagunas logísticas y técnicas del equipo, se ejecutaron las primeras resoluciones: reforzarse cuantitativamente. Manzdzukic, Pizarro, Dante, Javi Martínez y Shaqiri. El todo para dotarse de un efectivo ahora sí ya pletórico y de plenas garantías para aspirar a cada uno de los títulos en liza sin tener que padecer el agravio cualitativo de las rotaciones ante la obligatoriedad de dosificar el equipo tipo. No obstante, más allá del incremento de efectivos, el equipo requería de cambios ‘afectivos’. Y, para ello, el club fue a buscar a la primera gran pieza para el nuevo futuro esplendoroso proyectado: Matthias Sammer. Una sequía de dos años y un grupo atormentado y martirizado por crueles mazazos, tanto en club como en selección, en los últimos peldaños hacia la gloria conformaban el marco ambiental del vestuario. El equipo necesitaba algo más 5 Índice Revista#01 PerarnauClub

que unas tradicionales vacaciones para airear y regenerar la mente: precisaba, literalmente, de una nueva cabeza. ¿Y qué mejor cabeza que la última mente acerosa y triunfante de la gran Alemania victoriosa? Fiel a su libro de estilo, el Bayern fue a buscar al ángel pelirrojo, tótem federativo y parte fundacional en la concepción del exitoso y renovado modelo teutón de la presente década, para entronizarlo nuevo director deportivo del club en sustitución del hasta entonces oficiante Christian Nerlinger. En tres años en el puesto, dos finales de Champions League, una Bundesliga y una Pokal como currículum de este último: adiós y gracias. La perennidad de la soberanía bávara prevalece al menor atisbo de refutación posible y de derrota recursiva. No más derrotas. No más humillaciones. La Historia sirve para garantizar un solo futuro: reinar. Y Sammer era el hombre de la situación. Determinación y sed insaciable e inquebrantable de victoria. Genética para el éxito y sangre de batalla para acceder al Olimpo. Reclutando a Sammer, el Bayern no sólo se reforzaba y mejoraba. Debilitaba a la competencia con esta incorporación mediática y revolucionaria. Captaba en su organigrama a un activo humano de gran talento y contrastada valía. Reinhard Rauball, presidente de la Liga de Fútbol Profesional alemana (la DFL) -y, a su vez, presidente de honor del Borussia Dortmund- así como Peter Peters, portavoz de la misma institución -y, a su vez, director financiero del Schalke 04trataron de oponerse a la fuga del talento federativo. Sabían que con Sammer el Bayern fichaba algo diferencial. El plan se había puesto en marcha, la tropa estaba en plaza y el mando tan sólo esperaba el salir del alba. Cuchillo entre los dientes, un equipo completísimo, un entrenador emblemático en Alemania y un guerrero con alma de ganador nato, mente preclara y visión lúcida para sellar cualquier grieta y para recordar a todos los jugadores que sólo existe una realidad. La realidad: el Bayern y el resto. Así pues, siete meses de competición han bastado para retornar al Bayern a la cúspide nacional. Y, como hemos visto, lo ha conseguido de forma demoledora: cifras estremecedoras, un ritmo desenfrenado y un balance contable dictatorial sobre sus perseguidores. El Bayern reina de nuevo. No obstante, ¿cómo es el Bayern München como equipo? ¿Qué le define? ¿Cómo se concibe? Y… Muchos entresijos que desmenuzar. Para ello, charlamos largo y tendido con Gaby Ruiz (Digital +), lo cual siempre es un lujo y un ejercicio tremendamente instructivo. Gaby, uno de los mayores conocedores del fútbol germánico que existen hoy en día en España y, más particularmente, del Bayern München, nos brinda su análisis así como sus reflexiones diseccionando el Bayern que dentro de unos meses dirigirá Pep Guardiola. ¿Existe realmente un modelo de juego Bayern actualmente y a lo largo de su historia o no?

Gaby Ruiz.- El Bayern no tiene un modelo, a lo mejor tiene un estilo y mi sensación siempre ha sido que ha estado más cerca de lo físico que de lo técnico. Siempre ha tenido grandísimos jugadores. Ha sido un representante del fútbol alemán de toda la vida. Jugadores muy veloces, muy fuertes, muy técnicos, pero no todos, y no como elemento más importante para mí. Insisto en ello. Creo que

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es el físico lo que más ha imperado en el Bayern München a lo largo de su historia. De hecho, en los muchísimos años que llevo viendo la Bundesliga, he visto al Bayern con muchas dificultades para llevar la iniciativa en cientos de ocasiones. Quizá le ha faltado el perfil de centrocampista necesario para poder hacerlo. Los jugadores que siempre identificamos con el Bayern son gente como Lothar Matthäus, Mario Basler o Stefan Effenberg, que sí era más organizador, porque tenía un gran desplazamiento en largo del balón, pero el Bayern siempre ha estado más cerca de lo físico que de lo técnico. ¿Cómo se define el actual Bayern München con posesión del balón y en fase ofensiva?

G. R.- Con balón le definiría como un equipo no muy capacitado para elaborar. El último Bayern München con la aparición de Toni Kross y la reconversión de Bastian Schweinsteiger, que pasó de ser un interior no muy veloz a un mediocentro técnicamente aceptable, no excelente, pero sí aceptable, es posible que tenga más capacidad para tener la posesión en un partido de lo que ha mostrado a lo largo de su historia, pero no es, ni de lejos, la característica que define su juego. Es un equipo claramente orientado al juego de bandas con extremos puros, gente desequilibrante en el uno contra uno por fuera y por dentro, que cambian mucho de posición. Este actual Bayern tiene capacidad de asociación y desequilibrio en las bandas. Cuenta con mucho poderío arriba, pero le he visto tantas veces en los últimos 15 o 20 años con dificultad para llevar la iniciativa que pienso que no es un equipo esencialmente capacitado para ese tipo de juego, es un conjunto para hacer daño al rival con otro tipo de fútbol. ¿Cómo es el Bayern sin la pelota? ¿Cómo se comporta?

G. R.- En este último ciclo, sin el balón es un equipo que a mí me deja bastantes dudas. Es un equipo que no termina de defender donde yo creo que debe hacerlo un equipo grande, que es en campo rival, muy arriba. Mi forma de ver el fútbol está muy marcada por lo que hace un equipo sin el balón. A un equipo lo analizo primero por lo que hace sin la pelota. Quiero saber dónde recupera el balón y qué grado de compromiso tienen los jugadores para hacer según qué presión y en qué zona del campo recupera la pelota. Este Bayern ha tenido un problema con el dónde recuperaba el balón. No ha sido capaz de ser un equipo que recuperase muy arriba, ha sido un conjunto que aprovechando su fortaleza defendía en campo propio y ahí recuperaba la posesión pero, insisto, no es un equipo con capacidad de presión alta, tiende a defender más atrás. A eso se le une otro problema: la calidad de sus defensas centrales, creo que es uno de los puntos débiles del equipo en la actualidad. El primer fichaje del Bayern de cara a la temporada que viene es el central del Mainz 05, Jan Kirchhoff. No sabemos si va a suponer un gran cambio respecto a lo que ya tiene en la plantilla o qué puede aportar un jugador como él. 7 Índice Revista#01 PerarnauClub

G. R.- A Kirchhoff no le imagino como central del Bayern München, sinceramente. Le he visto jugar en el Mainz, pero es suplente muchas veces. Me extraña su fichaje e incluso le he visto jugar como mediocentro en alguna ocasión. No sé si la idea es tenerle como mediocentro suplente. Es un jugador físico, potente, del estilo Bayern. Aun así, mi sensación, al menos ahora mismo, es que no tiene nivel para un equipo grande. ¿Existe alguna posible comparación entre Kirchhoff y la función que hace Piqué en el Barça?

G. R.- Para mí no tiene nada que ver con Piqué, a no ser que él mismo me desmienta. A lo mejor tiene cosas que yo no le he visto, pero la comparativa con Piqué solo puede residir en la estatura. Piqué es un central descomunal, que anticipa, es muy listo y saca bien el balón; si no es el mejor central del mundo, poco le puede faltar. Jan Kirchhoff es un actor de reparto para tener profundidad de plantilla. El Bayern es un equipo muy peligroso en la transición defensa-ataque, quizá más que en ataque posicional en estos momentos y en los últimos años. ¿Es un aspecto que define su juego o no?

G. R.- Sin duda. El Bayern es un equipo más peligroso en transición que jugando en ataque estático. Es un conjunto veloz, de calidad, y con futbolistas que en transición disfrutan, como son Robben, Ribéry o el propio Müller. El mediocampo del Bayern merece un debate en profundidad y la figura de Toni Kroos especialmente. Puede ser mediocentro o mediapunta, pero ¿se trata de un futbolista diferencial y de un emblema de este equipo o le faltan muchas cosas?

G. R.- Yo le veo más como mediapunta. Hablo de él desde hace mucho, cuando le veía jugar con el propio Heynckes en el Leverkusen, arrancando desde la banda izquierda en aquel sistema 4-2-3-1 que tanto utiliza Heynckes en los últimos años. Creo que aquel es el mejor Toni Kroos que he visto jamás. Y aunque ha mejorado de nuevo de la mano de Heynckes, le sigo viendo un jugador un poquito frío, un poco pusilánime. Subrayo lo de un poquito. No es el clásico futbolista que se desentiende del todo del juego. Quiero puntualizar lo de un poquito. Quizá le falta un poco de implicación, robar más… Como mediocentro le falta capacidad de liderazgo, echarse el equipo un poco más a la espalda. Decir: “Yo soy el jefe, dame el balón”. La posición de mediapunta tiene menos responsabilidad global y gracias a su calidad puede aprovechar su gran disparo con las dos piernas. Uno de los debates en el Bayern es si tiene un mediocentro para llevar la manija o no. Ese puesto es una posición clave en un equipo.

G. R.- Schweinsteiger es un jugador de desplazamiento largo, me recuerda un poco a Effenberg. Sin ser un organizador puro, era capaz de enviar un balón a 50 metros al pie. Schweinsteiger no llega al nivel de Effenberg, ni mucho menos, pero sí es un jugador muy útil para dar salida al equipo con balones en largo. 8 Índice Revista#01 PerarnauClub

Para mí, en el fútbol de hoy en día, alternar el toque corto y la asociación con el juego en largo es muy importante. Hay pocos equipos que lo pueden hacer porque hay pocos jugadores que sean capaces de hacer ese tipo de desplazamientos: Gerrard, Lampard, Xabi Alonso, Pirlo o el propio Schweinsteiger. El Bayern sí tiene esa posibilidad pero le sigue faltando un mediocentro para practicar un fútbol que consista en llevar la iniciativa. Tiene problemas para jugar con pases cortos, tocar e ir al apoyo, no tiene un jugador que remolque la jugada. Schweinsteiger no lo es. En junio hay un cambio de cuerpo técnico, pero merece la pena analizar el actual que comanda Jupp Heynckes, una persona con mayúsculas en el fútbol alemán.

G. R.- Le tengo una estima enorme a Jupp Heynckes. Es un entrenador que ha sabido evolucionar. Fue un gran jugador del Borussia de Monchengladbach en los años 70, después fue entrenador del propio Gladbach e incluso director deportivo del Bayern, antes de su primera etapa como técnico del Athletic. Su trayectoria es magnífica y ha cambiado mucho en su concepción del fútbol, un detalle que a mí me gusta. Del perfil de entrenador que sólo impone sus ideas, independientemente de sus futbolistas, y que no introduce la innovación y la mejora, yo desconfío. Por ejemplo, Zeman juega un 4-3-3 independientemente de la plantilla que tenga; creo que el esquema y la forma de jugar deberían elegirse de acuerdo con la plantilla de la que disponga el técnico. A mí eso me parece que Heynckes lo ha tenido muy claro siempre. Por ejemplo, en su segunda etapa en el Athletic de Bilbao, recuerdo las marcas al hombre que hacía. He tenido la suerte de comentarlo con Rafa Alkorta, que estaba en aquel equipo, y me lo ha confirmado. Heynckes, que fue capaz de manejar las marcas al hombre en defensa y en mediocampo, ha ido virando y se ha sabido adaptar a los nuevos tiempos. En el actual Bayern, con los jugadores que tiene, ha sido capaz de diseñar un sistema 4-2-3-1 que es el que más le conviene a su plantilla. Además es muy dúctil, no obliga a jugadores como Müller, por ejemplo, a estar en la banda fijo: es consciente de que es doblemente peligroso con libertad para entrar en diagonal y desplegar su faceta de llegador. Heynckes ha sabido evolucionar y ha sido capaz de dar sentido común al equipo. Después de un Louis Van Gaal, que entre sus virtudes está sacar gente joven y ser valiente, como vimos en el Barça en su día, dejando un legado importantísimo, y entre sus defectos, cometer varios errores fruto de su cabezonería, llega Jupp Heynckes, y más allá de lo que haya podido innovar en lo táctico, lo que ha hecho es darle normalidad a todo. Es un tipo respetado desde hace mucho tiempo, ha dado normalidad y pese a que ha perdido las dos últimas Bundesligas y la final de la Champions ante el Chelsea la pasada temporada, el Bayern es equipo muy respetado. El Bayern respeta mucho su historia, es un conjunto muy jerarquizado, con una idiosincrasia propia y unas señas de identidad muy marcadas a lo largo de toda su historia. Va a llegar un entrenador con un estilo muy definido y muy asociado a un equipo concreto como es Pep Guardiola. La mezcla merece un análisis. 9 Índice Revista#01 PerarnauClub

G. R.- Yo creo que Guardiola es lo suficientemente listo para darse cuenta del club al que llega. No le conozco personalmente, pero después de haberle visto toda la vida, primero como jugador y después como entrenador, intuyo que es extremadamente listo y sabe perfectamente que llega a un club que tiene una forma determinada de actuar. Él sabe que llega a un club que va tener por encima, no sólo a gente que es leyenda del club, sino a gente de mucho carácter. Gente como Karl-Heinz Rummenigge o Uli Hoeness, que no son sólo exjugadores del club, son gente con un carácter tremendo. Es gente que va a querer seguir manteniendo sus funciones, las que sean en cada momento, y eso Guardiola lo sabe y lo va a respetar. Por poner un ejemplo, durante toda su historia reciente el Bayern se ha reforzado siempre primero en la propia Bundesliga. Es una de las máximas del club: “Yo me refuerzo y de paso debilito a mis rivales”. Eso ha provocado, independientemente de que hayan llegado jugadores de fuera magníficos, que siempre tenga un gran porcentaje de los mejores jugadores de la propia Bundesliga. Cuando ha destacado alguien en el Werder Bremen como fue Borowski, le ficharon. Mario Gómez destacó en el Stuttgart y le terminaron fichando, y así ha sucedido muchas veces a lo largo de su historia. Guardiola va a ser consciente de que la Bundesliga es un gran vivero para reforzarse. No pienso que vaya a intentar nutrirse de jugadores españoles, como hizo Benítez en el Liverpool en su día o el propio Van Gaal con los holandeses en el Barça. Guardiola debería tener la sensibilidad de pensar que el Bayern suele reforzarse en la propia Bundesliga y hacerlo. A Guardiola le irá mejor en el Bayern en la medida en que sea capaz de mezclar su propia visión con la tradición y la forma de concebir el fútbol del Bayern München. El Bayern es un club coherente y que mira mucho el dinero, es probable que no haya tantos fichajes en verano como se habla. Ahora mismo hay gente que se pregunta si puede jugar con el Bayern un estilo parecido al que hacía el Barça que entrenó Guardiola.

G. R.- Yo creo que es difícil jugar el mismo estilo. Tengo una opinión muy concreta sobre el estilo de juego del Barcelona y es que difícilmente se puede importar o imitar. Tú puedes montar un equipo con un estilo de juego de toque, pero no tienes a Xavi ni a Iniesta. Esa forma insultante de dominar los partidos, de jugar probablemente el fútbol más bonito que exista a nivel de asociación y dominio, ese que desespera al rival, sólo lo puedes hacer con jugadores muy, muy, particulares. No todos los jugadores técnicos que saben asociarse son igual de válidos para implantar ese estilo. Por ejemplo, aunque el Bayern fichase jugadores como Scott Parker y Modric, por citar a dos jugadores capaces de asociarse, sería muy difícil que el equipo practicase el tipo de juego que hacía su Barcelona. La gente no debe esperar ver al Bayern jugar ese fútbol. Tiene que ser un híbrido, otra cosa. Sin Xavi, 10 Índice Revista#01 PerarnauClub

Iniesta y Messi, principalmente, es muy difícil hacerlo, aquel Barça fue un equipo histórico. Probablemente ha sido el mejor equipo de la historia, añado el probablemente porque estas cosas siempre son opinables, pero creo que es un error intentar mitarlo. Pensar que su Bayern München va a jugar como su mejor Barcelona es muy complicado de imaginar. La figura del ‘9’ está muy instaurada en el Bayern München, históricamente y en la actualidad. El Barça de Guardiola fue capaz de jugar magníficamente con un ‘9’ y también sin él. Es importante analizar cómo puede afrontar Guardiola lo que rodea al asunto del delantero centro en el Bayern.

G. R.- A mí me dejaría de piedra si Guardiola en su primera rueda de prensa dice que no cuenta con Mandzukic, Mario Gómez y Pizarro. Es cierto que cuando llegó al Barça lo hizo con Ronaldinho, Deco y Eto’o, aunque después Samuel se quedó, pero aquello fue diferente. Ni los tres eran delanteros centro ni fue un tema exclusivamente deportivo y sí tuvo que ver también con aspectos de vestuario. En este caso sería una decisión más futbolística. Mandzukic puede jugar detrás de un ‘9’ con movilidad, aunque en el Bayern lo está haciendo de ‘9’ puro, Pizarro es el más veterano y sí podría salir. Mario Gómez es un ‘9’ puro clásico. Creo que Guardiola podría perfectamente tener en su cabeza jugar con un ‘9’ puro. Le salió bien con Eto’o en su primera temporada en el Barça y en menor medida lo hizo con Ibrahimovic en la segunda. A Guardiola le ha ido muy bien con delantero centro y sin él, así que no hay que descartar ninguna posibilidad. Las bandas como punto fuerte del Bayern y un nombre propio, Arjen Robben.

G. R.- Arjen Robben tiene un cierto parecido, salvando los millones de kilómetros de distancia, en la forma de jugar con Messi. Zurdo, con una gran conducción y mucha velocidad. Le encanta jugar en la derecha, que es donde jugaba Messi antes que Guardiola le colocase con tanto éxito en la posición de falso nueve. Quién sabe si Robben tendrá cabida en la plantilla o en el once de Guardiola, yo no lo descartaría o incluso si en algún momento concreto Robben podría ser el falso nueve del Bayern. No lo creo, pero no tenemos ni idea de lo que Guardiola tiene en su mente. La presión alta como rasgo diferencial.

G. R.- Lo que sí tengo claro que va a intentar repetir en el Bayern es el juego sin balón que hacia su Barça. Justo lo que tanto le cuesta al Bayern históricamente, que es apretar bien arriba, es lo que va a intentar Guardiola con su Bayern. El Bayern actualmente es capaz de hacerlo sólo en algunos tramos de determinados partidos, pero nunca con regularidad. Creo que la presión alta y constante era una seña de identidad de su Barcelona. La presión era buenísima y empezaba desde el momento en que tenía el balón por su forma de atacar en bloque. Avanzar en bloque, suponía que a la hora 11 Índice Revista#01 PerarnauClub

de presionar tras perder el balón, el equipo ya estaba con muchos jugadores instalados en campo contrario. Gracias a eso, el primer jugador que llegaba al balón no encimaba ni marcaba, sino que entraba directamente. Esa es una particularidad muy importante. En la actualidad lo hace parecido el Rayo Vallecano de Paco Jémez, por ejemplo. A mí me gustaba tanto el Barça sin balón como con él, y en mi forma de entender el fútbol lo que hacía sin balón es un aspecto clave. Creo que Guardiola va a algo muy importante: a que su Bayern recupere muy arriba el balón, para facilitar después los ataques. El Barça de Guardiola formaba a menudo triángulos asociativos cerca de las bandas. El Bayern, con matices, suele hacer algo parecido para crear superioridades. ¿Se podría comparar ese aspecto concreto entre ambos, hay esas similitudes entre lo que hacía su Barça y lo que hace el actual Bayern?

G. R.- Puede haber similitudes, podría haberlas. En el Bayern eso lo hemos visto con Ribery a pierna cambiada en la izquierda y como empiezan a llegar jugadores de apoyo que le dan la opción de combinar con ellos por medio de triangulaciones. Pero vuelvo a insistir en una cosa, hablar de fútbol es lo mejor que tiene el juego, pero tengo la sensación de que Guardiola nos va a sorprender. Cuando veamos jugar a su Bayern, quizá no el primer partido, pero cuando su Bayern esté engranado y se vea su trabajo dentro, su equipo nos va a sorprender. Estoy seguro. Ahora mismo todo lo que se nos ocurre son cosas que veíamos en su Barça y que pensamos si las podemos ver en su Bayern, pero creo que hay cosas que ninguno sabemos y que vamos a descubrir en su Bayern. Las posiciones a reforzar en este Bayern para mejorar el equipo es otro aspecto importante.

G. R.- Claramente y hablando de mínimos, sin tener un cheque en blanco me refiero, tengo claro que habría que fichar dos centrales. Si me das una gran cantidad de dinero, quizá también te diría un lateral izquierdo, probablemente. Álaba me gusta, pero hay que verle con más recorrido en esa posición, porque es muy ofensivo. Pero ahora mismo priorizaría dos centrales y un centrocampista estilo Xavi, si es que eso existe, buscar ese perfil de jugador. Un centrocampista de pase corto capaz de asociarse. Además, un delantero con unas características más de movilidad que de referencia. Un estilo Luis Suárez más que un ‘9’ más puro, para entendernos. Mario Gómez es un ‘9’ puro, Pizarro, aunque mucha gente no le pondera lo suficiente, es un jugador ideal para estar en el banquillo y ser un recurso, pero también es un ‘9’ puro. Mandzukic es casi un ‘9’ puro: al Bayern le falta un delantero de más desmarque y movilidad. Ese jugador no lo tiene. Los centrales pueden ser una de las claves en el aspecto defensivo y en el aspecto ofensivo.

G. R.- Incido mucho en los centrales también por la fase ofensiva. Los centrales que tiene el Bayern esta temporada no me convencen para sacar el balón desde atrás. Dante, es un jugador zurdo bueno técnicamente, pero eso no 12 Índice Revista#01 PerarnauClub

significa que saque bien el balón. Su tendencia a cometer errores por falta de concentración es tremenda. Es rápido, técnicamente bueno, capaz incluso de desplazar en largo, pero su tendencia al error por falta de concentración le lastra en exceso. A mí no me valdría como central de un equipo grande como es el Bayern. Badstuber es otro futbolista zurdo, con un gran desplazamiento de balón, similar a lo que hace Amorebieta en el Athletic, y que supone un gran recurso cuando el rival te aprieta muy arriba, pero tampoco me parece un gran defensa, es bastante blando. Actúa como central reconvertido porque antes era lateral izquierdo, es bueno técnicamente, pero no es el tipo de central capaz de ser el primer organizador del equipo. Lo que fue en su día Fernando Hierro y lo que es en la actualidad Gerard Piqué, que tiene la capacidad técnica para sacar el balón jugado con mucho criterio, en conducción, sabiendo batir una línea del rival con un balón para que la jugada fluya y ese tipo de acciones. Ese tipo de futbolista le falta a este Bayern y creo que debería ficharlo. Por otro lado, le hace falta un defensa central de marca, que aporte intensidad máxima, tipo Puyol. Un central de los que mejora a los compañeros con su concentración. Eso es impagable y es muy poco valorado en el fútbol actual. El Bayern no tiene ninguno de los dos perfiles que comentamos. Van Buyten no me convence y además empieza a estar de vuelta, Jerome Boateng a veces me ha decepcionado y a veces me parece que tiene un pase, pero en ningún caso creo que debería ser indiscutible. La portería actual en el Bayern es un amplio tema de debate.

G. R.- Neuer me parece un portero que por sus cualidades, sin hablar de su juego de pies, yo me lo quedaría, aunque efectivamente tiene las famosas “neueradas”, como le pasa a Dante con las famosas “dantadas”, esos fallos de concentración que tan caros le cuestan a su equipo. Le falta el aplomo que han tenido grandísimos porteros, como por ejemplo Schmeichel, pero tiene unas cualidades tan brutales, es tan ágil, tiene tantos reflejos y es tan poderoso de piernas, que me quedaría con él aunque le falte juego de pies. Creo que veremos a Guardiola trabajar mucho con Manuel Neuer. Valdés es todo lo contrario que Neuer, fiable al máximo en momentos de máxima tensión, por su forma de ser como persona y en el campo. Además su gran virtud es el juego de pies. En la personalidad, en la concentración y en el juego de pies, tiene todavía mucho trabajo por delante Manuel Neuer. EL NUEVO DISCURSO REAL

Si con Matthias Sammer el Bayern se dotaba de una figura emblemática y adulada en Alemania como parte inicial de un plan cuyo objetivo inmediato innegociable era el de recuperar el trono nacional, la llegada de Pep Guardiola no puede interpretarse de otra forma que se desmarque de dicha línea de actuación preestablecida e ideada por la institución: la conquista global. 13 Índice Revista#01 PerarnauClub

El board dirigente bávaro habrá y ha conseguido con mucho trabajo, talento y suma brillantez hilvanar un plan perfecto y altamente fructífero a todos los niveles. Para todas y cada una de las partes intervinientes en dicho proceso e, incluso, para uso y beneficio del ámbito nacional. A nivel individual interno, el reconocimiento para Heynckes, sellado por un final exitoso de su etapa al frente del equipo: después de la catástrofe acontecida y sufrida el año anterior, Heynckes habrá devuelto la ilusión a los seguidores reportándoles, como mínimo, una ensaladera y el orgullo nacional. Desde el punto de vista de la propia estructuración técnica interna, el Bayern constituirá un binomio profesional Sammer-Guardiola tremendamente complementario y completo, garante de competitividad pero, sobre todo, reputado, reconocido y admirado por su obra pasada y su capacidad actual. Y, finalmente, en términos mercadotécnicos, internos y externos, creará e impulsará un foco de atención, seguimiento y, por consiguiente, explotación de y hacia el Bayern y, retroactivamente la Bundesliga, abanderado por el efecto Guardiola. Abanderado dado que, a buen seguro, conscientes ya del fenómeno y de la trascendencia e importancia (o utilidad) del mismo, el resto de clubes con capacidad concatenarán otras adquisiciones significantes y significativas en cadena que no harán más que acrecentar lo que ya es una realidad: la Bundesliga es ya, hoy por hoy, presente y futuro conceptuales de la elite deportiva. El centro gravitatorio europeo continúa moviéndose y acercándose a Alemania de forma inexorable. A la revolución emprendida hace diez años en torno a las políticas de formación y dotación de infraestructuras deportivas cuya traducción futbolística ha conllevado el desarrollo y la implantación de un modelo de competición y entretenimiento atractivos y accesibles para el espectador por su idiosincrasia y operatividad, se le une ahora un incremento del interés y del poder de atracción del seguidor o amante de este deporte. Los clubes poseen unos modelos de gestión económica sanos, sostenibles y duraderos que año tras año presentan índices de crecimiento superiores al anterior arrojando cifras de negocio que, por primera vez en 50 años, han rebasado la frontera de los 2.000 millones de euros en primera división y han reportado cerca de 60 M€ de beneficio neto total, tomando en cuenta las actividades económicas de los 18 clubes integrantes de la misma (14 de los 18 acreditan cifras positivas). La Bundesliga vive bien, muy bien incluso, en comparación con el resto de competiciones. El futuro le pertenece. Y ahora, todavía se va a vender mejor. “Comunica bien y vencerás”, debieron concluir los Elefanten. El plan perfecto: el mejor técnico de club y el mejor comunicador para un club en perpetua expansión y con una política económica de crecimiento clara y coherente en un contexto de desarrollo perenne. Al tiempo que los oráculos mediáticos elucubraban, desgranaban y señalaban los presumibles puntos de destino en base a argumentos y razones a cada cual más pertinente y validable, en el sosegado y siempre eficiente silencio bávaro se fraguaban los mecanismos a ejecutar para implementar la siguiente fase del plan. A nadie se le escapa el viejo pero omnipresente sueño de Uli Hoeness: el FC Bayern Deutschland. Un equipo que se instale en el Gotha europeo y que nutra de forma apabullante la selección nacional, consiguiendo así que la misma destile un aroma bávaro incontestable e indisociable. ¿Les suena? Alemania para conquistar Europa. O Europa a través de Alemania. Sammer gestionando 14 Índice Revista#01 PerarnauClub

y desarrollando la formación (ya de por sí puntera y preponderante en la escena teutona), la cúpula velando por la calidad de vida y la salud financiera de la institución y dotándose de recursos económicos (para habilitar un nuevo y ultramoderno centro de formación por ejemplo), y, finalmente, Pep Guardiola dirigiendo el equipo y optimizando todo el trabajo de un club. Pep Guardiola y el FC Bayern München ¿O deberíamos decir el FC Bayern München y Pep Guardiola? No lo duden: ambos saben quiénes son y dónde quieren ir.

Alberto López Frau

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Biografía táctica del Real Madrid de José Mourinho Francisco Ruiz Beltrán

Llegó al Real Madrid para intentar destronar al imbatible rey. Primero construyó un sistema principal de juego que le permitió competir, pero no evitar un 5-0 en el Camp Nou. De allí salió con una propuesta que protegía a sus hombres de las heridas: la “Formación Tortuga”. El Rally de Clásicos le aportó, sobre todo, una identidad: juego rápido y verticalidad. La evolución táctica desembocó en el 3-3-3-1 de otoño de 2011, posiblemente el mejor momento de juego, culminado en el título de Liga y el desbloqueo mental ante el Barça. El tercer año está siendo el de las cuentas pendientes y las dificultades evolutivas, perjudicadas por bajas y carencias, pero aún no ha llegado el día del balance final. La que sigue es la biografía táctica del Real Madrid desde que lo dirige José Mourinho. 

EL CONTEXTO EN LA ELECCIÓN DEL MODELO DE JUEGO INICIAL

Dice José Guilherme Oliveira que el modelo de juego es “como una idea / conjetura de juego constituida por principios, subprincipios (…) representativos de los diferentes momentos / fases de juego, que se articulan entre sí, manifestando una organización funcional propia, o sea, una identidad. Ese Modelo, como Modelo que es, se asume siempre como una conjetura y está permanentemente abierto a factores individuales y colectivos, por eso, en continua construcción, nunca es, ni será, algo adquirido/estático/acabado. El Modelo final es siempre inalcanzable, porque está siempre en reconstrucción, en constante evolución” y cuando un entrenador llega a un club debe diseñarlo según los jugadores con los que cuenta, aquellos a los que puede optar y también a la cultura deportiva de la competición, los objetivos y los equipos rivales. Sin duda, de todo esto, lo más importante era determinar un equipo que pudiera competir con el rey, el Barcelona, un equipo con una organización funcional propia en constante evolución pero dominada por los mismos jugadores y un perfil de semejanzas muy anterior. El propio Mourinho decía que los culés eran “un producto acabado” [por construido]. En estas circunstancias, no se podía crear un clon, una copia del producto original porque ese ya estaba fabricado, desde hacía más tiempo, con más updates y mejores trabajadores (jugadores) que los que había en el mercado para hacer funcionar la máquina (el equipo) de la mejor manera posible. Por tanto, había que crear la antítesis del Barça, un conjunto con otras

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herramientas, que dominara los puntos débiles del conjunto de Guardiola y que pudiera defenderse de las grandes virtudes del equipo enemigo. En esas, era evidente que el Madrid necesitaba crear un modelo de juego que potenciara la transición defensa-ataque, ese momento en el que recuperas el balón ante un equipo desorganizado y en el que tienes que imprimir una velocidad más alta para atacar que la del rival para volver a organizarse y poder defenderte. La transición ofensiva es “el momento” contra el Barça, Mourinho lo sabía y fichó a Di María para contar con dos extremos rápidos, que pueden jugar en la cal, que dominan los espacios y con capacidad para arrancar muy lejos de la portería rival, algo a lo que contra el Barcelona estás obligado por la larga duración de sus posesiones. PRIMER SISTEMA PRINCIPAL: 4-2-3-1

Mourinho confesó en una entrevista que estaba enamorado de Marcelo, pero que cuando llegó tenía una idea preconcebida diferente. Le gustaban los laterales con calidad defensiva y no le generaba demasiada confianza. Pero, por supuesto, era un jugador clave. Su capacidad ofensiva y su calidad para atacar a defensas organizadas lo hacían una de las piezas útiles en un Madrid que sería superior al 90 % de los equipos a los que se enfrentaría durante el año. El doble pivote también tenía razones adaptativas. Primero, a tus jugadores clave, jugadores como Marcelo, indispensable en ataque y que necesitaba posibilidades en la cobertura defensiva sin perder equilibrio; y segundo, a la competición. La Liga española, una liga de calidad técnica, de juego por dentro, de pase y conducción y de muchos extremos jugando a banda cambiada o equipos con más mediapuntas que extremos. Mourinho necesitaba stoppers en el centro, dos jugadores para que uno de ellos pudiera salir a la carrera diagonal de los jugadores rivales sin descuidar así la zona central. Una manera también de activar tu transición de ataque; Marcelo arriba, un pivote dando equilibrio, otro saliendo a la zona de robo, recuperar y lanzar con hasta cinco jugadores por delante de balón y metros para correr. Otra idea clave, al contrario de otros equipos de Mourinho, es que el gol estaba en las bandas y no por dentro. El famoso 4-3-3 de Mourinho en el Chelsea tenía a extremos increíbles con cifras de goles ridículas y, sin embargo, tenía centrocampistas box to box con gran capacidad goleadora como Lampard. No merecía la pena ocupar la zona central de ataque con dos jugadores cuando tus extremos —Cristiano y Di María— iban a estar constantemente pisándola, ya sea desmarcándose o entrando con balón en conducción a toda velocidad. Por eso, mejor mediapunta que dos interiores. Los extremos necesitaban espacios libres para obtener máximo rendimiento. EL 5-0 EN EL CAMP NOU Y EL NACIMIENTO DE LA FORMACIÓN TORTUGA

El 5-0 en el Camp Nou pudo ser un aviso de que el Madrid era un bebé que había empezado a caminar demasiado pronto. Tanto, que era cuestión de tiempo que se cayese. Mourinho no suele saltarse pasos en sus creaciones: nacer, gatear, andar, correr y volar. Ese es el proceso. Así nació aquel Chelsea, 4-4-2 diamante, fuerte por dentro, acumulando posesiones horizontales y escogiendo uno/dos momentos para matarte y sumar tres puntos. Adquirida fortaleza y confianza, abrió las alas, entraron Cole y Robben, menos gente por dentro, más velocidad por fuera y a correr y a volar en un equipo que debió hacer más historia de la que hoy recordamos, porque era uno de los

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mejores equipos del mundo. También en el Inter, aunque amagó un 4-3-3 con Quaresma al llegar, tuvo que evolucionar/regresar al 4-4-2 diamante para no saltarse pasos, encontrar solidez, recursos emocionales relacionados con la convicción y el sentimiento colectivo y, a partir de ahí, progresar a un 4-2-31 que generara más ventajas a sus jugadores clave como Sneijder o Milito. Con el Madrid, muy pronto llegó el buen juego. Velocidad, goles, puntos, una primera fase de grupos en Champions excelente, un par de pinchazos del Barcelona y un equipo que llegaba líder al Camp Nou. La naturaleza futbolística de jugadores como Cristiano o Di María o Marcelo invitaba a esa velocidad, a ese vértigo desde el inicio y su superioridad contra el resto de rivales afianzaba esa idea. Tanto que cuando llegó aquel partido estoy seguro de que Mourinho tácticamente no creía en el 4-2-3-1 a campo abierto. Digo “tácticamente” porque si no optó por renunciar a él fue por cuestiones emocionales. Era un equipo feliz, venía de un largo complejo con el Barcelona que podía estar olvidando tras años de superioridad blaugrana y enviar el mensaje a esos jugadores de precaución, de renunciar al balón, de esperar y lanzar, de saltarse las zonas de creación, podía tener un efecto inverso en sus jugadores. No creo que Mourinho se esperara esa derrota (5-0), pero seguro que la supo aprovechar para mostrar a sus jugadores, para que sus jugadores vieran sin tener él que ser el aguafiestas que los frenara antes de jugar, que el Barcelona era otro tipo de rival y que requería otro tipo de herramientas. Nació entonces la “Formación Tortuga”. Algo habitual durante la carrera de José. Ya en Porto, tras una temporada de total éxito recurrió a ella cuando observó que los jugadores podían estar demasiado confiados de sus cualidades. Redujo espacios en las tareas de entrenamiento para generar desconfianza y cambió el sistema a uno más rígido (una vez más el 4-4-2 diamante) porque era un sistema más desequilibrado a su entender. Una genialidad para controlar el nivel de activación de sus pupilos. A mayor desequilibrio, mayores exigencias para tener éxito. Tras el 5-0 Mourinho afrontó la visita del Valencia con tres centrocampistas de corte defensivo renunciando por primera vez de partida al 4-2-3-1, buscando un equipo más compacto e intentado con solidez corregir los daños emocionales causados por la goleada en el Camp Nou. De eso trata la “Formación Tortuga”, de ponerse un caparazón, ir lento, esperar, protegerte y ganar. Victorias ajustadas, poco fútbol, poco dejar hacer al rival, generar incomodidad, sabedor de que la calidad finalmente resolverá. EL RALLY DE CLÁSICOS

El final de curso nos deparó algo insólito. Cuatro Madrid-Barça en dos semanas. Un momento genial para dos estrategas como Mourinho y Guardiola. En el primero, el portugués, a pesar de tener la Liga perdida, no podía hacer demasiadas rotaciones porque una segunda derrota consecutiva abultada contra el Barcelona tendría daños psíquicos de cara a la final de la Copa del Rey, pero tampoco podía mostrar todas sus cartas, pensando en el partido clave, que era la final tres días después. En el primer partido Pepe jugó en la base con Alonso de interior en un 4-14-1, equipo compacto, replegado y esperando para lanzar contraataques. El partido acabó 1-1 y mientras Pep trataba de adivinar si repetiría con Pepe ahí o volvería al puesto de central, ¡sorpresa de Mourinho! Arrancó en Copa

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con Pepe de interior, Alonso en la base y con una presión más alta. El defensa portugués tenía capacidad para perseguir a Xavi, mientras Khedira se emparejó con Iniesta obligando a los creadores a retrasar muchos metros su posición para entrar en contacto con el balón. Fue la primera gran victoria de Mourinho con el Madrid y había conseguido crear, por fin, la antítesis. Xavi e Iniesta, poca envergadura, mucha calidad, dependientes del balón, se enfrentaban a Pepe y Khedira, altos, fuertes, de contacto, sin miedo a estar muchos minutos sin posesión de balón. En la Copa de Europa una expulsión impidió que el guion se cumpliera, así que Mourinho, casi eliminado, optó por “salir a jugar” en el Camp Nou. Otra vez campo abierto, había menos presión y fue una manera de enviar un mensaje positivo a sus jugadores clave: contra el Barcelona también podéis jugar, no sois inferiores. Además, el técnico portugués había conseguido que esa antítesis fuera total: también a nivel mediático había conseguido generar una división de pensamiento en una España que, por la selección y los éxitos del Barça, solo contemplaba el juego de toque, de posesión, de largos minutos de horizontalidad, etc. El Madrid ya tenía una identidad: era el juego rápido, la verticalidad, la pegada, el relámpago perfecto en contraataque y también fuera estaba “orgulloso de tener la camiseta blanca como el escudo”, readaptó la definición de señorío (el presidente dijo que “Mourinho nos ha enseñado que señorío no es que nos perjudiquen y les aplaudamos por eso”). Pudo salir bien o mal, llevarse al extremo o no, pero la estrategia estaba definida y ya no era oro todo lo que relucía en Barcelona. Vimos un pelotazo de Messi a la grada, palabras bastante obscenas de Guardiola en una rueda de prensa dirigiéndose a Mourinho, artículos de diarios extranjeros hablando del “teatro” del Barcelona… LA SEGUNDA TEMPORADA: LA EVOLUCIÓN TÁCTICA

Rui Faría tuvo la oportunidad de estudiar los métodos de entrenamiento de Van Gaal gracias a Mourinho en su etapa de asistente en el Barcelona. En la tesis del ahora segundo entrenador, José explicaba determinadas pautas metodológicas de aquel Barcelona. Dentro del estilo definido de juego de posesión, conservación de balón y amplitud ofensiva, cada jugador, cuando llegaba al Barça tenía un documento con los patrones determinados según su posición en el campo. Conforme avanzaban los entrenamientos recibían otro documento con más posiciones. La idea inicial era no sobrecargar de información a los jugadores, que primero entendieran su posición y su rol dentro de la misma y a partir de ahí entender mejor las pautas de sus compañeros, de aquellos con los que tendrían que asociarse y las posiciones en las que también durante el juego podrían ocupar. Por eso, en los primeros partidos de pretemporada era un equipo tácticamente más rígido, con los jugadores más estáticos, más dentro de una determinada posición sin demasiada libertad para ocupar otros espacios. Una vez más, el proceso de evolución: nacer, gatear, andar, correr y volar. El Madrid ya tenía una identidad; ahora necesitaba una evolución. El primer año había sido óptimo pero necesitaba un plus, también necesitaba “acobardar” un poco más a sus rivales pequeños tras una Liga perdida en campos como Pamplona o Riazor. Entonces llegaron los mejores meses que yo haya visto en un Real Madrid completísimo.

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La facultad adaptativa del modelo requería dominar muchos factores. Estos eran, la diferencia de nivel entre tu máximo rival y tus rivales diarios, la competición y la acumulación de muchos partidos en muy pocos días con el desgaste que eso genera. Eso implica un dominio casi total de muchos principios diferentes de juego. Además, el Madrid tenía que crear diferentes estrategias que no obstruyesen su gran virtud: la velocidad de su juego en las transiciones. Por eso, más que mejorar su ataque organizado, que podría haber llevado al equipo a jugar más lento y con más rivales por detrás del balón, mejoró el momento de la recuperación en todas las zonas del campo, dominando tres alturas diferentes y haciéndose un equipo imprevisible incluso con la alineación ya publicada. El Madrid ejercía un buen pressing alto buscando al rival en primera línea con jugadores físicamente potentes como Higuaín, Ronaldo, Di María y Khedira. Además, Ramos se consolidó como central, lo que permitió adelantar la defensa. Aun así seguía intacto el doble pivote, aún había principios nuevos en fase de asimilación y la solidez era importantísima. También había otro Madrid, con diez jugadores por detrás del balón, cerrando pasillos centrales, obligando a los creadores a jugar de espaldas a la portería con el riesgo de que una pérdida fuese una ocasión de gol para los blancos. Y por último, un Madrid que “descansaba” cerca de su área, se hacía el muerto para que el rival se desorganizase en busca de ventajas ofensivas y que quedara desprotegido tras la pérdida del balón. Un Madrid más feo, pero que se permitía menor desgaste, seguía recuperando balones gracias a la calidad física y defensiva de jugadores como Ramos o Pepe y que con espacios era imparable. ¿Cómo dominar el juego y tener más el balón sin perder la velocidad? Imprevisibilidad prevista. El culmen llegó con Alonso en la línea de los dos centrales, Marcelo y Arbeloa ya por delante dando amplitud, Khedira con más espacios interiores y Ronaldo más cerca de la portería rival. Alonso lanzaba, mejorando la salida; y la incorporación de Benzema a la causa generó principios de juego imposibles para Higuaín. Intercambiaba posiciones con Ronaldo, caía a banda para activar la diagonal del portugués, se asociaba en pocos metros con Marcelo y Cristiano y su juego de espaldas a portería permitía a Özil intervenir mucho más arriba y jugando de cara a portería contraria. El Madrid empezaba a jugar en fase ofensiva con un 3-3-3-1 con lo que eso conllevaba para la fase defensiva: Arbeloa mucho más cerca de la pérdida con Alonso incrustado, lo que le daba libertad para salir a la zona de balón, achicar y además llevarse al extremo rival con él alejándolo de las zonas de influencia en ataque. Ese modelo era garantía de éxito contra equipos ante los que resultaba fácil llevar la iniciativa, tener el balón, acumular posesiones que dieran tiempo a tus jugadores a posicionarse de forma adecuada para hacer un pressing agresivo tras una pérdida, equipos sin un potencial arriba para superar a Ramos y Pepe desde la individualidad, pero no contra el Barcelona. Así que en la ida de la Copa del Rey, Mourinho apostó por el repliegue intensivo; el Barça remontó y hubo que invertir el proceso. No podías volar, tenías solo que correr porque, de lo contrario, frente a tu máximo rival sería imposible. La vuelta de la Copa 2012 fue clave. Una vez más Mourinho salió a campo abierto, con un once casi idéntico al del 5-0 y, sin embargo, el partido acabó 2-2, el Barça con miedo en el cuerpo y el Madrid a un paso de la calificación. Eran líderes y estuvieron a un gol en Copa, la diferencia futbolística se había

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reducido pero, sobre todo, Mourinho había acabado con el bloqueo mental de sus futbolistas ante el Barcelona. Después de ese partido nunca más se volvió a ver a aquel superMadrid del 3-3-3-1. No había que dar más vueltas a un modelo bonito pero inefectivo en los dos/tres partidos en los que te juegas una temporada. Volar no era una opción, había que correr. Se consolidó el 4-2-3-1, cada vez más fuerte porque cada vez eran más entrenamientos y retroalimentación jugadores/ entrenador. Con esas llegó al Camp Nou para jugarse la Liga. 1-2, Liga sentenciada y Ronaldo héroe. La tendencia había cambiado. No era el fin de un ciclo sino el inicio de una auténtica bipolaridad. El Madrid alternó las tres alturas de presión según el momento del partido, su doble pivote y los centrales crearon una “jaula” histórica contra Messi: no chutó a puerta en todo el partido y el equipo salió cada vez mejor al contraataque. Era una evolución que muchos se perdieron por el camino para criticar al portugués. Una “Formación Tortuga” para generar solidez y sentimiento de fortaleza y colectivo, un equipo que dominara las transiciones. Las ideas iban creciendo en cada Clásico: primero, replegar y lanzar rápido con un equipo más defensivo; luego, replegar y lanzar rápido pero ya con un jugador más en ataque (del 4-1-4-1 al 4-2-3-1); más tarde, replegar en una altura mayor, combinar el lanzamiento en transición con algunas posesiones para “descansar” del ritmo del partido y posesiones para hacer al Barça correr. Y todo eso sabiendo que 90 minutos con un mismo plan contra un equipo tan contextual como el Barcelona era imposible, así que se necesitaba dominar defensivamente todas las alturas del campo. Pressing intensivo, medio y repliegue. No fueron dos años para ganar al Barcelona sino para intentar superarlo, para intentar ser mejor que él y en esa Liga el Madrid acabaría con nueve puntos de ventaja. LA TERCERA TEMPORADA Y LAS CUENTAS PENDIENTES

La Supercopa 2012 demostró que había un punto de inflexión. El Madrid empezó ganando a un partido el primer año, luego en la Liga de la regularidad y quedaba el reto del doble partido (0 de 2 en las primeras dos temporadas). En Barcelona repliegue y contras; en Madrid pressing alto en primera línea. El Madrid fue campeón. En Liga también se enfrentaron, el Madrid se adelantó y consiguió un 2-2 final como visitante que prolongaba el tiempo sin permitir ganar a los culés en partido directo. Sin embargo, el equipo no dejaba de dejarse puntos en Liga, falta de tensión alarmante y fácilmente reseñable en acciones a balón parado y finalizaciones claras ante portería contraria que se resolvían con fallo. Las bajas hicieron que los nuevos principios por adquirir tardaran en ejecutarse y el rendimiento de determinados jugadores lo dificultaba aún más. El reto de Mourinho será demostrar si es capaz de, con un liderazgo tan agresivo, mantener esa tensión competitiva más de dos años y si, aparte de un modelo de calidad, este puede sufrir más updates año a año creando un equipo referencia. Hubo un momento de la temporada donde pensó que no y recurrió a la “Formación Tortuga”, con tres por dentro o incluso con 4-4-2 diamante con Alonso-Khedira-Modric-Özil y con Ronaldo y Benzema arriba. Y dio resultados porque así marca las pautas el entrenador: si no puedes volar,

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corres; si no puedes correr, andas; y si no puedes andar, gateas. Y cuando lo haces, vuelta al proceso de evolución. Y la evolución está ahí. El doble pivote ya es de mentira porque Khedira se ha convertido en un box to box que juega muy por delante, que llega sin marca fija generando ocasiones claras de gol y asistiendo a compañeros. En la ida de la Copa del Rey vimos una última evolución adaptativa del Madrid de Mourinho a su gran rival —y por tanto, gran preocupación a la hora de crear un modelo de juego (¡entendiendo el modelo de juego como un todo, no solo como la dimensión táctica!)—. El equipo, con 4-2-3-1, la famosa “jaula” a Messi con la pareja de centrales y el doble pivote en su espacio vital, defensa adelantada para que uno de esos dos pivotes pueda salir al posible receptor Xavi/Iniesta, pero sobre todo un equipo más adaptado a esa forma de jugar, un equipo más “natural”. Uno de los aspectos más importantes en la Periodización Táctica, metodología empleada por Mourinho, es entrenar en especificidad, pero especificidad no solo tiene que ver con la forma de jugar, ¡sino con las necesidades del equipo y los jugadores! Esto implica entrenar de forma que el equipo esté potencialmente fresco para desarrollar su juego de forma global en los partidos y requiere un entrenamiento en el que los esfuerzos activen el patrón bioenergético del equipo y trabaje también en especificidad energética. Todos sabemos que jugar contra el Barcelona hace que el partido de tus jugadores sea diferente a aquello que entrenas durante el año porque el Barça te descontextualiza. El Madrid pasa de tener un 60 % de posesión a tener un 35 % y pasa de acumular pocos segundos sin balón de forma consecutiva a no tenerlo durante minutos. Esto genera una fatiga en todas las vertientes (¡no solo física!) que explica muchas veces por qué el Madrid arranca tan fuerte ese tipo de partidos y luego la presión va perdiendo altura, el tiempo sin balón va creciendo y el equipo termina sufriendo. Por primera vez, el Madrid en Copa consiguió, independientemente de que el juego fuese de mayor o menor calidad, que el partido fuera partido durante 90 minutos y ¡acabar en el área del Barcelona! Las oportunidades, para los dos equipos, se sucedieron durante todo el encuentro, no en un breve lapso de tiempo; Messi no disparó a puerta y el equipo, por quinta vez en los últimos seis partidos contra el Barça, no perdió. Evidentemente no todo lo bueno es gracias a Mourinho y todo lo malo culpa de los jugadores, pero durante el proceso en España vendieron que sí era al contrario: cuando ganas, ganan los jugadores; cuando pierdes, pierde el entrenador. La evolución es una cuenta pendiente retrasada por una cantidad de bajas tremenda, el bajo rendimiento de jugadores clave que permitieron pasar de andar a correr y de correr a volar como Karim Benzema; y posiblemente un vestuario que, a lo mejor, no aceptó las exigencias necesarias para competir siempre por todo. El fútbol no podrá ser nunca enfocado desde un paradigma únicamente táctico porque hablamos de una ciencia humana donde la convivencia, la gestión de vestuario, el liderazgo, la calidad humana y ambición de los liderados, las bajas, determinados resultados clave, la presión y la motivación tienen una influencia casi total. Las cuentas se harán en junio con la temporada acabada porque de momento todo está abierto, incluso si el 1-1 del Bernabéu ante el Manchester United contenga cláusula de penalización. El equipo ha dado la talla esta temporada contra el Valencia, Barça, Manchester City y Atlético de Madrid, un equipo

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con autoconocimiento e identidad, mientras en la ida de la Copa del Rey ha competido de manera espléndida y en la de Champions con más intensidad que lucidez. Hasta que llegue junio todos habremos disfrutado: los culés, por la rivalidad, salsa y necesidad de evolución tras su llegada; los madridistas, por recuperar la competitividad extrema (salvo esta temporada en Liga). El Madrid ya lucha por todo siempre (dos semifinales de dos en Copa de Europa, campeón de Copa 19 años después, volvió a ganar una Liga…) y los entrenadores que no se dejen llevar por el fanatismo por el proceso, veremos si exitoso o no, de una “máquina ganadora”. Eso sí, como dijo Mourinho, él es “entrenador, no Merlín ni Harry Potter”.

Francisco Ruiz Beltrán

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Ilustración: Xavier Salvador

“¡Ahora, ahora, ahora Quini, ahora!” Sergio Pinto

Había niños en Gijón que se curaban de las pesadillas pensando en Quini. Así de poderosa era la reputación del Pichichi eterno, del goleador de las dos sílabas. Quini era gol, pero sobre todo era certeza y seguridad. Equivalía al bálsamo de las pesadillas, al jarabe para la tos del fútbol, a la miel que dulcificaba cualquier pena o temor. Los niños querían a Quini y a su alrededor cualquier futbolista deseaba ser niño. Aún hoy, evocar a este hombre bondadoso y fiel implica aceptar que en el fondo de sus ojos reside la verdad simple del fútbol, el gol.

“¡Ahora, ahora, ahora Quini, ahora!” Es el bramido con el que la afición del Sporting de Gijón espolea a su ídolo. El 15 de junio de 2008 todo El Molinón al unísono estalla arengando a su ‘9’, que no está en el campo, ni siquiera en el banquillo. Enrique Castro, Quini, se encuentra en el palco, con un suéter rojo, la cabeza afeitada y recientemente recuperado de la extirpación de un cáncer de garganta. El Brujo se levanta de su asiento, saluda al tendido, extiende los brazos intentando abarcar la inmensidad rojiblanca, vuelve a sentarse y llora desconsolado con las manos en su rostro. No sería la primera ni la última vez que Quini se levantaría de su asiento esa tarde, una tarde inolvidable en la que el Sporting de Gijón volvería a Primera División. Con toda la ciudad engalanada en rojiblanco, los bares envueltos en profecías ancestrales, los animales parapetados sin vergüenza con los colores de la tierra y una marabunta roja y blanca invadiendo la ciudad, ese día casi estival se cumplió el deseo que Quini expresaba dos días antes: “Dios quiera y la Virgen que estemos en Primera División”.

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Porque Quini es más que una institución en Gijón. Quini es, sin ningún género de dudas, la persona más querida en la capital de la Costa Verde. Su grandeza, humildad, carisma y compañerismo en el campo fue fácilmente extrapolable a su vida diaria, donde los que en su día le vieron jugar cuentan a los infantes de la casa las leyendas de un delantero volador, de bota de hierro y corazón de oro, cabeceador explosivo y capitán eterno. Enrique Castro, ovetense de nacimiento, se coronó ídolo a 28 kilómetros de distancia, mutando de carbayón a culo moyao al primer contacto con la arena y el salitre de San Lorenzo, la kilométrica playa gijonesa.

SIDERURGIA Y CARBÓN

Nació en Oviedo el 23 de septiembre de 1949, siendo el primero de tres hermanos. De la mano de su madre, acudía junto a Jesús y Rafael a ver jugar a su padre, portero del Vetusta, de quien heredaría nombre, apodo y su pasión bajo los palos. Aunque años más tarde y tras varios partidos, un gol encajado por debajo de las piernas alejó para siempre al joven Quini de la portería y le convirtió en el enemigo número uno de los guardametas, en el némesis de los deportistas de la estirpe de su padre. Jesús, sin embargo, llegaría a ser uno de los mejores porteros del país, conocido más comúnmente como Castro e inseparable compañero de Quini en sus hazañas futbolísticas. Cuando Quini contaba con cinco años, los Castro se mudaron al barrio de Llaranes, en Avilés, para que su padre estuviera más cerca del trabajo. Ensidesa era una empresa siderúrgica recién fundada en Asturias y que ofrecía empleo a miles de personas. Llaranes se creó para dar cobijo a todos estos obreros y funcionaba como un pueblo independiente, con Plaza Mayor, iglesia, servicios médicos, colegios y supermercados. Quini pasaría allí la infancia y parte de su adolescencia. Comenzó a jugar al fútbol en el equipo infantil del colegio de los Salesianos en un campo llamado La Carbonilla, que como su nombre indica era de carbón fino sobre un piso duro, lo cual magullaba a los jóvenes artistas cuyo resquemor no apagaba su entusiasmo. Ya en edad juvenil, Quini engrosó las filas del Bosco Ensidesa y su padre le apuntó a la escuela de aprendices de la fábrica, de modo que pudiera tener un oficio que compaginar con la práctica del fútbol. Los padres de Quini acudieron meses después a hablar con su tutor en la escuela, interesados en las evoluciones de su hijo, y sorprendentemente el profesor juraba y perjuraba que no conocía al alumno del que le estaban hablando. Con el horizonte humeante de las chimeneas de la factoría, Quini comenzó a destacar en los terrenos de juego, siendo convocado por la selección española juvenil por primera vez y ascendiendo en 1967 al equipo de Tercera División del Ensidesa, donde coincidiría con su hermano Castro, Churruca, Megido y José Manuel, leyendas del fútbol asturiano y futuros compañeros en el gran Sporting de los 70. Su proyección se vio lastrada por su posición en el campo, situado de extremo izquierdo, donde no podía sacar partido a su potencia y olfato de gol. A pesar de ello, su nombre comenzaba a estar en boca de los ojeadores de los grandes equipos asturianos, siendo el Oviedo el primero que se interesó por él, ofreciéndole jugar en el Vetusta, su filial. El padre de Quini rechazó la propuesta, al tratarse de un club en la misma división que su actual equipo y así evitaría los desplazamientos continuos a la capital. Fuentes del Oviedo afirman que el futbolista no llegó a pasar la prueba con su equipo. LA REFERENCIA DEL SPORTING

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Con la llegada de un nuevo entrenador, que alineó a Quini como interior, éste recuperó su olfato goleador y su carrera dio un vuelco total. Un partido contra el Deportivo Gijón, filial por entonces del Sporting, se saldó con un 6-1 a favor del Ensidesa y cuatro goles de Quini. Muro de Zaro, presidente del club avilesino por aquel entonces le comentó a Quini que el Sporting buscaba un delantero centro y había presentado una oferta por él. El 9 de noviembre de 1968 firmaba por el conjunto gijonés, con el que debutó en Segunda División un mes después ante el Betis en el Benito Villamarín. Una semana después

anotó su primer gol ante el Racing de Ferrol en El Molinón. Comenzaba así la primera de las 15 temporadas que, en dos intervalos, Quini iba a jugar en el Sporting de Gijón.

Tras un año de aclimatación, la temporada 69-70 encumbró a Quini a las primeras páginas de los diarios deportivos. Después de once temporadas, el Sporting volvía a Primera División, de la mano de un Quini que conseguía el primer Pichichi de su colección con 24 goles. En aquel equipo que quedó campeón militaban entre otros su hermano Castro, José Manuel, Valdés y Churruca. El Sporting, matagigantes años atrás, había sido un ejemplo de irregularidad y mala gestión en la década de los 60. El presidente Carlos Méndez Cuervo quería aprender de los errores y fomentar una política de cantera que estableciera la base de un equipo sólido y estable. Se estaba gestando la creación de la escuela de fútbol de Mareo. Quini comienza su primera temporada en la máxima categoría por todo lo alto, estrenando internacionalidad absoluta ante Grecia en La Romareda y anotando el tanto de la victoria de su equipo (2-1). El Sporting, por su parte, emprende una travesía de supervivencia por los campos de España, aguantando la respiración hasta las últimas jornadas donde, por fin, llegaba a buen puerto. Quini, cada vez más diferencial, se convierte en la referencia absoluta del equipo. Líder en el vestuario, en el terreno de juego evidenciaba una capacidad sobrenatural para convertir las ocasiones de las que disponía. A su excelencia rematadora se le une su buen hacer por el equipo, ayudando en la presión y generando peligro desde atrás, su intuición y su fortaleza. La “Quinidependencia” era una realidad y más cuando, tras un codazo de George Best en un encuentro de la selección ante Irlanda del Norte, se fractura el pómulo y permanece casi un año de baja. Volvía al rescate en una angustiosa última jornada y anotaba ante el Oviedo el gol que certificaba la permanencia de su equipo en la máxima categoría. Era el año 1973.

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La capacidad goleadora de El Brujo, mote que le pusieron sus compañeros al mezclar su brujería en el área con una gran capacidad de adivinar los resultados de los partidos, no pasaba desapercibida a los grandes equipos, que empezaron a mostrar un interés creciente por el jugador. En 1974, tras la obtención del segundo Pichichi (el primero en la máxima categoría), el FC Barcelona intentó lanzar sus redes sobre el asturiano, que se dejaba querer, ávido de progresar en su carrera. La política del Sporting era muy clara al respecto y se basaba en retener a sus figuras para configurar un equipo competitivo con base en la cantera. En aquella época no había cláusulas de rescisión por lo que los clubes hacían valer el derecho de retención por el que si el equipo de origen no quería vender, no había negociación. La frustración se apoderó del delantero, que declaró su deseo de ser traspasado, lo cual caló hondo en la afición gijonesa, que le recibió de uñas en el próximo partido

que disputaba su equipo en casa, casualmente ante el rival doméstico del Barcelona, el RCD Espanyol. La bronca que recibió Quini por parte de las gradas fue espectacular. Los gritos se tornaron pañuelos blancos 90 minutos después, cuando el delantero anotó cuatro goles y se reconcilió con los suyos ipso facto. Se estaba gestando el mejor Sporting de la historia. La llegada de jóvenes promesas de la casa se veía complementada con jugadores como Killer o Ferrero, de sangre argentina, que elevaban la competitividad del equipo al máximo. Pero increíblemente, con un equipo titular formado por Castro, Cundi, Redondo, Landucci, Fanjul, Killer, Ciriaco, Churruca, Quini, Valdés y Ferrero, el Sporting descendió a Segunda División en el año 1976 tras vencer solamente siete partidos de Liga. Pasieguito y luego Sinibaldi fueron incapaces desde el banquillo de enderezar una nave que se iba a la deriva. Ese año nefasto, Quini consiguió su tercer Pichichi con 21 goles. ACUMULANDO PICHICHIS

Al estar una división por debajo, el Sporting se convirtió en presa predilecta para los equipos de Primera, siendo Quini y Churruca sus jugadores más codiciados. El Barcelona llegó a ofrecer 45 millones de pesetas por el delantero y el Athletic de Bilbao 50 millones por la contratación del extremo. Viejo Feliú, presidente del Sporting, no quería desprenderse de ninguna de sus figuras pero necesitaba capital para hacer realidad el proyecto de la ciudad deportiva de Mareo. La decisión quedó en manos de una asamblea de compromisarios que decidió rechazar la oferta del Barcelona y aceptar la del Athletic. Evidentemente, la decepción de Quini era mayúscula y llegó a meditar una retirada prematura del fútbol que por suerte no tuvo lugar. Quini marcaría 27 goles en Segunda División, logrando su cuarto Pichichi y aupando al campeonato a un Sporting que consiguió el ascenso en tierra hostil, tras vencer 1-2 en el Carlos Tartiere, privando a su máximo rival de la gloria, ya que el Oviedo también se jugaba el ascenso. Unos jovencísimos Joaquín, Mesa o Maceda ingresaban en un equipo que alcanzaría su cénit las tres temporadas siguientes, de la mano de Vicente Miera primero y José Manuel Díaz Novoa después. Se inauguró la escuela de fútbol de Mareo, jugaron por primera vez en Europa, donde eliminaron a todo un Torino y en la temporada 78-79 le disputaron el título de Liga al Real Madrid. Con un juego vertiginoso, alegre y directo, los rojiblancos practicaban el mejor fútbol de la categoría.

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A la tremenda clase de los futbolistas integrantes del equipo, se unía una relación estrechísima, de gran amistad, entre todos ellos. Las bromas eran frecuentes, siendo Quini el principal cabecilla a la hora de tomar el pelo a sus compañeros. Cuenta la leyenda que tras una cena en Mareo, Quini se agenció las llaves del coche de Cundi sin que éste se diera cuenta y aparcó el automóvil en el mismo círculo central del campo de entrenamiento del equipo. El lateral sportinguista al salir no encontró el coche y pensó que habría sufrido un robo. Al día siguiente, a la hora del entrenamiento, se escuchaban a kilómetros los exabruptos del director de Mareo, Miguel Montes, pidiéndole a Cundi que, por favor, sacara el coche del terreno de juego. Las bromas de Quini eran infinitas, llegando a esconderse en los armarios de los hoteles de concentración para, una vez entrada la noche, asustar a los compañeros de equipo que se sentían incómodos ante la oscuridad.

Foto UBALDO PUCHE “La Voz de Avilés”

El 15 de abril de 1979 el encuentro entre Sporting y Real Madrid decidiría la Liga. Un gol de Santillana sepultó las opciones asturianas de entrar en la historia. En la temporada 1979-80, ya con Novoa en el banquillo, el Sporting siguió creciendo, quedando tercero en la tabla. Inolvidable es el gol que Quini marcó en Vallecas, un tanto de volea que 9 años más tarde Van Basten ejecutaría con la misma precisión. Fue el mejor gol de la carrera de Quini y el fotógrafo que capturó la instantánea con el rojiblanco en pleno vuelo (Ubaldo Puche, de “La Voz de Avilés”) llegó a admitir que apretó el botón de su cámara por puro instinto ante el miedo a que el futbolista le cayera encima. El Brujo consiguió su quinto trofeo Pichichi y el Sporting quedó tercero en la tabla y llegó a la semifinal de la Copa del Rey, donde quedaría eliminado ante el filial del Real Madrid, el Castilla. Tras vencer en la ida por 2-0, los rojiblancos se confiaron e incluso llegaron a reservar autobuses que pudieran transportar a su afición a la final del Santiago Bernabéu. En el partido de vuelta el Castilla venció por 4-1 y Quini se llevó una de las mayores decepciones de su carrera. Tercera semifinal perdida. Las otras dos, ante Castellón y Las Palmas. EL SECUESTRO

A final de temporada, Quini firmaría por fin con el Barcelona, que había hecho una oferta irrechazable de 80 millones de pesetas. Casi con 31 años, Quini abandonaba el equipo de su vida y se dirigía al club catalán, que anhelaba su llegada desde hacía un lustro. Allí se encontraría con jugadores de la talla de Bernd Schuster, que sería íntimo amigo, Talín Alexanco, Allan Simonsen, Lobo Carrasco o Hansi Krankl. Con Kubala en el banquillo, los culés comenzaron de forma irregular y una derrota 0-4 en casa ante el Colonia supuso el adiós de los blaugrana a la Copa de la UEFA y la llegada de Helenio Herrera al banquillo barcelonista. H.H. le cambió la cara al equipo que, con solamente dos derrotas en 17 partidos, le peleaba el título al Atlético de Madrid.

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Hasta que llegó ese fatídico 1 de marzo de 1981. En una España convulsa que aún se estremecía tras el golpe de estado perpetrado una semana antes por Tejero y compañía, ese domingo se estaba gestando otro ataque a la dignidad y la libertad. Esa tarde, tras marcar dos tantos en el Camp Nou en

el 6-0 que el Barcelona le infligió al Hércules, Quini se dirigía a su domicilio a dejar sus cosas para luego ir al aeropuerto a recoger a su mujer e hijos, que aterrizaban provenientes de Asturias. Quini nunca llegaría a El Prat. Unos hombres enmascarados se lo llevaron a punta de pistola. Mari Nieves, esposa del futbolista, llegó en taxi a una casa vacía, acostó a sus hijos y telefoneó a Alexanco, íntimo amigo de la familia, que ante la gravedad del asunto se personó en su casa. Oscar Segura y Joan Gaspart harían lo propio al día siguiente, el día que apareció el coche de Quini, con las puertas abiertas y las llaves en el contacto. En una furgoneta, dentro de un cajón de madera de reducidísimas dimensiones, se encontraba el futbolista, en dirección a ninguna parte. Más tarde se sabría que ese lugar al que se dirigían era un taller mecánico de Zaragoza en el que, en una minúscula habitación, malvivió Quini durante 25 larguísimos días. La habitación contaba con un colchón, un cubo para hacer las necesidades y un interfono con el que se comunicaba con sus secuestradores, al igual que un altavoz por el que salían ciertas melodías musicales. “La primera canción que escuché fue una de Julio Iglesias (Tiré mi pañuelo al río) y la segunda una de un gran amigo mío, Dani Daniel (Por el amor de una mujer). Esas piezas musicales no las podré olvidar jamás mientras viva”. Los secuestradores se pusieron en contacto con la familia de Quini y pidieron 100 millones de pesetas por el rescate. Una carta manuscrita por el jugador y una cinta magnetofónica con su voz encontrada en el Bowling Pedralbes certificaban que estaba con vida. Su esposa sobre todo y también el FC Barcelona vivían en una angustia permanente provocada por el miedo y el desconocimiento. Los culés se jugaban el título el siguiente domingo en el Vicente Calderón y Pablo Porta, presidente de la Federación, acababa de confirmar que la Liga no se suspendería. Alexanco, Amador, Simonsen y especialmente Bernd Schuster, compañero de habitación de Quini, se muestran vehementes en su negativa a jugar: “No jugaré, además de piernas tengo corazón, sólo quiero que vuelva Quini”. Finalmente el partido tiene lugar y Ramírez, sustituto de Quini en la punta de ataque, vistió el número 14 en la espalda, en homenaje a su compañero. El Barcelona perdió 1-0 y comenzaba a decir adiós a la Liga. Quini preguntó a sus secuestradores por

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el resultado del gran partido de la jornada y éstos le dijeron que su equipo había empatado a cero, para que no se pusiera aún más nervioso y pudiera dormir bien. Los días pasaban y Quini continuaba encerrado. Durante su cautiverio, se alimentó todos los días de bocadillos salvo una excepción en la que los secuestradores le obsequiaron con fabada de lata. Mientras tanto, el FC Barcelona continuaba con su particular calvario, perdiendo en Salamanca y empatando en el Camp Nou ante el Zaragoza el 22 de marzo. La Liga ya estaba perdida, pero el rescate de Quini estaba cerca. El 25 de marzo finalizó la pesadilla. Los secuestradores fueron descubiertos al pedir el ingreso del rescate en una cuenta suiza, de modo que la policía, acompañada de Nicolau Casaus, se dirigió a Suiza y descubrió la identidad de la persona que iba a retirar el dinero. Fernando Martín Pellejero fue capturado y rápidamente confesó el paradero de Quini: un taller mecánico en Zaragoza. Allí se dirigió la policía y rescató a un Quini demacrado, con barba cerrada de muchos días y muy nervioso. Se dirigieron por carretera hacia Barcelona, donde se fundiría en un abrazo histórico con el presidente de la entidad, Josep Lluís Núñez, ambos bañados en lágrimas. Ese mismo día, la selección española conseguía su primer y único triunfo en Wembley ante Inglaterra por 1-2. El futbolista perdonó a sus captores, lo cual fue interpretado por la opinión pública como Síndrome de Estocolmo, pero no, así era Quini, rebosante de calidad humana, sin rencor por quienes le habían privado de su libertad y le hicieron pensar incluso en suicidarse. Tras ser sentenciados sus captores a 10 años de cárcel, el futbolista renunció a la indemnización de 5 millones de pesetas que le correspondía y continuó con su vida, sus goles, su fútbol. Treinta años después, Quini se reuniría con uno de sus secuestradores: “Le he saludado, le he dado la mano, nos hemos sentado… Él no paraba de disculparse, pero, bueno, me gustó estar con él. Le di mi número de teléfono y le dije: ‘Ya sabes que cuando quieras me puedes llamar perfectamente”. Diez días después de su liberación Quini volvió a los terrenos de juego y asistió a Ramírez para que marcara el gol de la victoria ante el Valladolid. En esos cuatro partidos de ausencia, el Barcelona consiguió un punto de ocho posibles y se despidió de la Liga. Su vuelta le sirvió para conseguir un nuevo trofeo Pichichi y llevar a su equipo a ganar la Copa del Rey, tras marcar dos goles ante el Sporting en la final. Goles que, inexplicablemente, sentaron bastante mal en ciertos sectores de su antiguo club. Bajo la dirección del técnico alemán Udo Lattek, en 1982 Quinocho ganó su único gran título internacional, la Recopa de Europa ante el Standard de Lieja, en la que marcaría el gol de la victoria. Anotó el gol 3.000 del Barcelona y ese mismo año ganó su quinto Pichichi en Primera División, quedándose a solo uno de Telmo Zarra, pero superándole en el global (Primera más Segunda División), con 7 trofeos. El 1982 fue también año de Mundial de infausto recuerdo, en el que Quini, tras las Eurocopas de Yugoslavia e Italia y los Mundiales de Argentina y España, no volvería a jugar un gran torneo con el combinado nacional, del que se despidió con 35 internacionalidades y 8 goles. 30 Índice Revista#01 PerarnauClub

VUELTA A CASA

Ya con 33 años y con la llegada de Diego Armando Maradona, con quien trabaría una gran amistad, y la pujanza de jóvenes valores como Carrasco, Muñoz o Marcos Alonso, Quini entraba menos en las alineaciones de César Luis Menotti, por entonces entrenador culé. En esos últimos años consiguió una Copa del Rey, una Copa de la Liga y una Supercopa de España. En junio de 1984, con casi 35 años y un saco de goles a cuestas, Quini anunció su retirada, e incluso se le realizó un caótico y frío partido de homenaje con la vetada presencia de Maradona. Pero el gusanillo del fútbol era muy grande para alguien a quien el gol resultaba ser la hemoglobina de su sangre. Quini decidió retornar a casa, a Gijón, y volver a vestirse de rojiblanco. De nuevo bajo las órdenes de Novoa, Quini coincidió con un joven portero: Juan Carlos Ablanedo. Pichichi versus un futuro Zamora. Ese año el Sporting volvió a clasificarse para la Copa de la UEFA, Quini volvió a ser el máximo goleador de su equipo con 9 tantos y Ablanedo el portero menos goleado por primera vez en su carrera al encajar 23 goles. Con 36 años, Quini dejaba paso a la juventud, aunque tuvo tiempo de marcar varios goles decisivos para su equipo. Eloy Olaya, diminuto y escurridizo delantero, ocupaba la punta de ataque en un equipo que finalizó sexto y acusó la pérdida de importantes futbolistas como Maceda, traspasado al Real Madrid. La temporada 1986-87 sería la última en activo de Quini, cuyas participaciones en el equipo fueron casi testimoniales. Se había instaurado un nuevo modelo de playoff por el título que fracasó estrepitosamente, quedando los rojiblancos cuartos en la clasificación y consiguiendo una victoria histórica e inolvidable en el Camp Nou por 0-4, el único triunfo del Sporting en el coliseo blaugrana hasta nuestros días. Enrique, Quini, Quinocho, se despidió de los suyos en El Molinón el 21 de agosto de 1987. El equipo de su vida, el Sporting, se enfrentaba al Real Madrid. Schuster, gran amigo del delantero, reforzó al Sporting durante un tiempo, que terminó empatando ante el conjunto blanco, con la Quinta del Buitre llamando a las puertas de la leyenda. En el minuto 35 del partido, Quini fue sustituido, abrazando uno por uno a sus compañeros de fatigas, mirando al cielo con los ojos húmedos y besando el césped del estadio que le vio crecer como futbolista y persona. Decía adiós el mejor delantero del fútbol español, que se iba con más de 300 goles anotados en 17 años de profesional.

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Como un presidiario que sale de la cárcel, tras la retirada llega ese momento en el que hay que aprender a vivir de otra manera, a crearse otras rutinas, buscar nuevos retos. El olfato que Quini mostró a lo largo de su vida futbolística no funcionaba en la vida real. Intentó poner en marcha varios negocios, uno de balones de fútbol con Mariano Haro, que no tuvieron éxito y dañaron su economía hasta el punto de pasar relativas dificultades. El fallecimiento de su hermano Jesús al salvar a dos niños de morir ahogados en una playa cántabra fue otro golpe duro de superar. Tan devastador fue el mazazo que tan solo hace un año, Enrique se sintió capaz de volver al lugar de la tragedia. Fue en ese momento bajo de su vida cuando el Sporting apareció al rescate, como Quini hiciera a la inversa en incontables ocasiones. En 1996 fue nombrado delegado del club, empleo que actualmente ostenta.

Como debía ser, Quini se convirtió en el máximo representante del Sporting por los campos de España, siendo la persona más requerida a la hora de firmar autógrafos, por encima de cualquier jugador que haya pasado por el club. En la banda de El Molinón luce orgulloso con su traje, corbata y escudo rojiblanco en la solapa, abrazando a cada futbolista que se retira del campo y arengando a su sustituto. A veces da la impresión de querer saltar al verde gijonés, su medio natural, y se percibe un ligero movimiento de cuello en su anatomía cuando un balón vuela sobre el área rival, vestigio de su implacable golpeo de cabeza. El reconocimiento diario a su persona es lo más importante para él: “He recogido con humildad el cariño de la gente. Ahora deseo poder devolver todo ese afecto a quienes puedan precisar de una ayuda”. El parque Hermanos Castro les homenajea tanto a él como a su hermano, pero da la sensación de que cualquier ofrenda se queda corta. Se planteó la construcción de una estatua en su honor, algo a lo que tajantemente se negó. Le basta con el cariño diario que le profesan tanto en su tierra como en toda España, agradecidos de su enorme corazón y la inmensa talla como persona. Chiquillos que en su vida le han visto jugar se fotografían con él, el mayor de sus ídolos, mito viviente, corazón rojo y blanco. En un equipo en horas bajas, Quini es la figura que evoca el pasado más glorioso del club. Una suave brisa del Cántabrico llega al vetusto El Molinón, plagada de recuerdos, donde 30 años atrás El Brujo hechizaba a los rivales con sus conjuros en el área, hipnotizaba a los niños que hoy propagan su leyenda y destrozaba las mallas adversarias ante el clamor popular, que al unísono presagiaba la tormenta del ‘9’ con su inmortal grito de guerra: “Ahora, ahora, ahora Quini, ahora”.

Sergio Pinto

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Vicente Guaita. Está preparado Rafael León Alemany

El Van der Sar de Torrente. Un guardameta con pies y cabeza, de manos certeras y reflejos relampagueantes. Vicente Guaita. Objeto de bastantes deseos en estos tiempos en que las porterías de varios equipos grandes han perdido su aroma de castillo impenetrable, este chico valenciano es objeto de un análisis concienzudo en el que interviene de manera esencial Óscar Fernández, entrenador importante en la trayectoria del guardameta. Fortalezas y debilidades de Guaita, al milímetro.

INICIOS

Vicente Guaita Panadero, apodado el Van der Sar de Torrente o el Colombaire por su afición a este tipo de aves, nació en Torrente, el municipio de mayor importancia y más población del área metropolitana de Valencia, el 10 de enero de 1987. Tras formarse en el CD Montesión Torrent y la UD Aldaya, llega al Juvenil del Valencia en 2005, club en el cual su trayectoria ha sido enormemente ascendente, a un ritmo elevado y regular. Ya en la temporada 2006-2007, su primera como profesional, disputa ocho encuentros como titular en el Valencia B sin lograr evitar que el equipo descienda de Segunda B a Tercera. Es en esta campaña, la 2007-2008, cuando se asienta como portero titular del Valencia Mestalla bajo la dirección técnica de Óscar Fernández, logrando el retorno a Segunda B en el primer intento. 2008-2009

Sólo un año más tardaría Vicente en empezar a entrar en los planes de Unai Emery, alternando el filial con el primer equipo. Tras pasar por delante de Timo Hildebrand en las convocatorias al poco de comenzar la temporada, dado el mal rendimiento del alemán, tiene su oportunidad frente al Marítimo en la Copa de la UEFA y ante el Portugalete en los dos partidos de la eliminatoria de la Copa del Rey. Sin embargo, el momento decisivo, el de su debut en la Liga, una vez consolidado ya como segundo portero tras la salida de Timo del club, llega con la lesión de Renan, cercano el final de la primera parte del Athletic-Valencia del 18 de enero de 2009. Fue una primera experiencia sumamente negativa ya que, con él en el campo, el Athletic acabó remontando el partido (de 1-2 a 3-2), errando claramente Vicente en el segundo gol de

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los bilbaínos. Tan sólo dos días después contrataría el Valencia a César, quien le privaría de más oportunidades, no sin antes haberse enfrentado también al Sevilla y al Mallorca, frente a quienes tampoco estuvo acertado. Así, sus actuaciones en el primer equipo dejaron el siguiente balance: 500 minutos oficiales disputados a lo largo de seis partidos, con promedio de tres goles encajados por partido en Liga, quedando además sensaciones mayoritariamente negativas. 2009-2010

Pese a que Renan había dejado de entrar en los planes de Emery, saliendo cedido al Xerez, fue Moyà el elegido para disputarle el puesto a César. En esta tesitura, Vicente salió cedido al Recreativo de Huelva en Segunda División en pos de disfrutar de minutos. La experiencia no pudo ser más positiva, pues además de conseguir la añorada continuidad, se alzó con el Trofeo Zamora de la competición merced a encajar tan sólo 24 goles en 30 partidos, con un promedio de 0,80 goles encajados por encuentro. Méritos que fueron más que suficientes para convencer a Emery de su retorno definitivo al Valencia, máxime teniendo en cuenta el irregular rendimiento de Moyà, la edad de César y las lesiones que habían padecido ambos. 2010-2011

Pese a ser el tercer portero, no tardaría en tener su oportunidad en Liga, habiendo dispuesto hasta entonces de únicamente un partido en Copa del Rey para demostrar sus condiciones. Sería a finales de noviembre, ante el Almería, dadas las ausencias de Moyà y César. Mas la prueba que se anunciaba como definitiva llegaría en el siguiente partido, ante el Real Madrid. Eran días aciagos en la capital, pues el equipo venía de encajar el histórico 5-0 con el que Mourinho debutó en un Clásico. Fue un partido competido, en el que una protestadísima expulsión de Albelda decantaría el encuentro a favor de los capitalinos. Sin embargo, pese al 2-0, Guaita salió reforzado, dado que nada pudo hacer para evitar los tantos de Cristiano pero sí otras ocasiones que desbarató con éxito. El titular de la prensa valenciana rezaba: “Guaita se doctora ante el Real Madrid”. Efectivamente, este partido fue un punto de inflexión, pues además avisó de que, para los grandes, sería aún más difícil batirle como comprobó el Manchester United pocos días después, al no poder pasar del empate en Old Trafford gracias a las acciones de Vicente. La portería del Valencia fue suya en exclusiva (Moyà no volvió a jugar con el Valencia) hasta que, cercano el final de la temporada, hubo de repartirse los últimos minutos con César, quien vivía sus últimos días como ché. Pese a ello, Vicente termina la temporada habiendo disputado un total de 29 partidos repartidos en 2.492 minutos, con promedio de 1,23 goles encajados por partido en Liga. En abril de esa temporada sufre el fallecimiento de su padre, circunstancia a la que da la sensación de sobreponerse con enorme entereza. 2011-2012

La temporada que, seguramente, debía haber comenzado como titular indiscutible no se inicia de este modo a causa de la contratación de Diego Alves para suplir la marcha de César. Cabe subrayar que el fichaje del brasileño se cerró, o al menos se gestó, cuando existían dudas acerca del rendimiento de Guaita. La temporada transcurre con una gran alternancia entre ambos, disputando sólo dos partidos menos que Alves, pese a estar parado Vicente durante más de dos meses por una lesión (un edema óseo en

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el tercer metatarsiano de la mano derecha) que generó una gran polémica (es la única lesión de cierta entidad que ha sufrido en los dos últimos años, como he podido comprobar gracias a la información que me ha facilitado Esteban Carrasco). A pesar de lo anterior es, sin lugar a dudas, la temporada de la confirmación de Guaita como portero de élite, sensación que se hace especialmente notoria con sus exhibiciones frente a los grandes. El balance arroja un total de 26 encuentros disputados a lo largo de 2.250 minutos, promediando un gol encajado por partido en Liga. 2012-2013

Pellegrino dijo al comienzo de la temporada que contar con dos porteros de nivel alto era una suerte. Sin embargo, su política de rotaciones fue, cuando menos, extraña. Los partidos disputados en los primeros 39 días de competición fueron para Alves, mientras que Guaita, quien sólo se cayó de la convocatoria en el debut liguero debido a unas molestias musculares, lo jugó todo en los 24 días siguientes. A partir de ahí, Diego jugó el resto de partidos de Liga, mientras Vicente los de Copa y Champions. Ya con Valverde en el cargo, se mantuvo esta tendencia hasta que le dio la titularidad frente al Barça en Liga. Es difícil intuir los motivos exactos de estas decisiones, tanto por razones deportivas (el rendimiento de Guaita, al menos en esta temporada, ha sido superior y, asimismo, es un portero más fiable aunque menos espectacular) como extradeportivas (la naturaleza de club vendedor del Valencia por su situación económica seguramente condicione decisiones deportivas, aunque en este caso sea difícilmente explicable de qué modo). Así, a 8 de febrero, Guaita ha disputado 1.170 minutos en 13 partidos que ha jugado íntegramente (5 de Copa, 4 de Champions y 4 de Liga). En ellos ha encajado 12 goles, promediando 0,92 goles por partido. Estas cifras son especialmente meritorias teniendo en cuenta que sólo uno de los goles se debió a un error suyo y sólo en otro sería debatible si podría haber hecho algo más. Por el contrario, ha evitado con intervenciones meritorias más de una decena de goles que, de haber encajado, no le habrían sido reprochables. ANÁLISIS FUTBOLÍSTICO

1. Seguridad. La autoconfianza que desprende es plena, siendo capaz de rendir a su nivel pese a retornar de un periodo de inactividad competitiva prolongada. Rara vez duda a la hora de ejecutar una acción. Tampoco se hunde tras cometer un error. Es capaz de insuflar ánimos y tranquilidad a su defensa, gracias a las buenas sensaciones que transmite así como a la comunicación con sus compañeros. Al mismo tiempo, actúa en consecuencia con las necesidades del equipo, implicándose en la medida de lo que se le exige en el juego colectivo. Así, cuando el equipo gana, no le tiembla el pulso a la hora de tardar en sacar de puerta mientras que, cuando el resultado es adverso, siempre inicia con velocidad el juego, destacando especialmente a la hora de comenzar el contragolpe cuando puede sacar con la mano. 2. Colocación. Es óptima de acuerdo con lo que se le demanda: cubrir el área (en su totalidad). Sabe dónde ubicarse para interceptar balones laterales, cubrir el primer palo, conceder el menor ángulo de disparo posible al adversario (aunque fallara ante Lavezzi en la ida de Champions)… Podría dar la sensación de que, en ocasiones, se ubica un paso más a la izquierda de lo que mandan los cánones, mas no es sino una estrategia premeditada a sabiendas de que sus estiradas hacia el costado derecho son superiores. Es imposible saber si mantendría el nivel de acierto en un equipo en el que

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debiera jugar en una posición más avanzada por defender más arriba su equipo. En cualquier caso, la buena lectura de la ubicación que le corresponde en la actualidad permite ser optimista de cara a la adaptación a una variación de la misma. 3. Reflejos. Es uno de sus puntos fuertes, pese a que su envergadura (1’90 m, 80 kg) podría hacer pensar lo contrario. Su reacción es óptima a pesar de que las distancias sean cortas, lo que le permite realizar un elevado número de paradas extraordinarias. Esta cualidad influye mucho en su elevado nivel en otras facetas por su interconexión con las mismas. 4. Estiradas. Cabe distinguir en este apartado tres aspectos: a) en balones a media altura su nivel es sobresaliente, pudiendo detener inimaginablemente este tipo de envíos; b) en remates elevados su nivel es alto aunque no hasta tal punto —conceptualmente es correcto y su envergadura le permite llegar lejos, sin alcanzar no obstante un nivel superlativo—; y c) en tiros rasos, sin llegar a destacar negativamente en los mismos, lanzarse a ras de suelo es lo que más le cuesta. Es decir: en ninguno de los tres apartados suele conceder goles que un portero debe evitar en todo caso, mientras que es capaz de evitar lo prácticamente inevitable con frecuencia en los tiros a media altura, en ocasiones en los elevados y raramente en los rasos. 5. Despejes. Son absolutamente impecables. Lo mismo da que deba despejar de puños un balón aéreo que realizar una parada inverosímil, pues siempre orienta el rechazo en la dirección adecuada. Con los puños es capaz de alejar el balón a una distancia prudencial, mientras que con las yemas de los dedos sabe orientar el esférico hacia las zonas en las que no hay atacantes (los costados) por difícil que sea la parada, con contadísimas e inevitables excepciones. 6. Blocaje. Su técnica es buena y atrapa la mayoría de envíos en los que tiene la oportunidad, destacando especialmente cuando se trata de balones aéreos que, apriorísticamente, serían incluso difíciles de despejar. No obstante, tal vez lo más reseñable es que no duda: si ve posibilidad de blocar el balón lo hace con un grado sumo de acierto y, si no, pese a que en alguna ocasión le sería exigible, no lo hace y despeja. 7. Balones a la espalda de la defensa. Es una faceta en la que no se prodiga a causa de que su equipo no suele utilizar una defensa demasiado adelantada y que prioriza el no descubrir su portería. Una vez más, cuando opta por la anticipación lo hace con decisión y un nivel elevado de acierto. Eso sí, tal vez en este apartado cabría exigirle que se prodigara con mayor frecuencia, más aún si cambiara de equipo. 8. Balones aéreos. Es otro de sus puntos fuertes. Consigue descolgar un elevado número de envíos frontales (más aún laterales) y es rara la vez que sale en falso, además de elegir con un alto nivel de acierto los momentos en los que salir (y si despejar de puños o blocar) y los que no. Es un activo decisivo en la defensa del balón parado de su equipo siendo, sin embargo, este punto el único en el que se le podría poner algún reproche. A saber, en ocasiones tiende a dar un paso adelante para prepararse para salir; paso que es capaz de corregir la mayoría de las ocasiones, pues no merma su capacidad de decisión, pero sí, aunque no completamente, su capacidad de reacción a un eventual remate.

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9. Uno contra uno. Si el rival se hace con el esférico, yendo este a ras de suelo, en el área o sus proximidades (lo que sucede en la mayoría de los casos), su nivel es sobresaliente. Sale raudo y veloz a enfrentarse con el adversario, cubriendo con acierto la bisectriz de los dos palos de la portería con el balón, como mandan los cánones. No se vence ante ningún amago ni se agacha lo que, unido a su envergadura, permite que cubra mucha portería reduciendo al máximo las opciones del delantero. Sus buenos reflejos le permiten reaccionar rápido, si es que no ha negado aún al atacante toda opción orientándole hacia posiciones escoradas como suele hacer. Sin embargo, sufre más cuando el contrario recibe lejos de su área, pues su ubicación habitual es cercana a la portería, con lo que tarda más en salir, tanto por distancia como por costarle más decidir. 10. Juego de pies. En largo, le cuesta aunar potencia y colocación. Es capaz de realizar golpeos potentes que vayan hacia una zona aproximada, lo cual es más que suficiente si se dispone de un hombre boya y no genera problemas ni soluciones a quien no lo tiene. Sin embargo, cuando precisa el golpeo, lo cual es capaz de hacer, el balón no adquiere la suficiente velocidad como para que el compañero lejano pueda recibir sin que el rival le haya encimado o incluso anticipado. En corto, su golpeo de interior no destaca ni en uno ni en otro sentido. Asimismo, en cualquier tipo de envío pierde potencia y colocación con el pie izquierdo pero sin llegar en ningún caso al punto de poner en problemas a sus compañeros. Esto último es lo que mejor le define: con los pies jamás representa un problema para su equipo, aunque tampoco sea generoso en cuanto a soluciones. Eso sí, es capaz de elegir relativamente bien al compañero mejor ubicado tanto en corto como en largo (domina algunos conceptos como la devolución al emisor del pase ante la presencia de un rival presionante) y de iniciar la jugada velozmente. Pero, sobre todo, por elevadas que sean las dificultades en que le ponga un compañero al entregarle el balón, él mantiene la calma y evita el problema (salvo en alguna contada ocasión en que esta calma se convierte un problema), no regalando el balón al adversario ni siquiera en saque de banda. FUTURO

- En el Valencia. La presencia de Diego Alves, como se ha explicado, ha provocado que no sea titular indiscutible. Su disconformidad con esta situación ha quedado patente recientemente al manifestarla públicamente su agente. A las mismas y a los rumores que le sitúan en otros clubes salió al paso Llorente afirmando que se quedaría en el Valencia y que era un pilar del equipo. Casualmente (o tal vez no), al siguiente partido fue titular por primera vez en Liga con Valverde. Cabe destacar que Vicente, al ser un valenciano de nivel futbolístico elevado formado en la cantera, es la clase de jugador que Mestalla anhela poseer (y aplaudir), dado su hartazgo con futbolistas cuyo compromiso con la entidad es dudoso. Sin embargo, la necesidad acuciante de vender jugadores por la situación económica hace pensar que las palabras de Llorente (y la curiosamente posterior titularidad de Guaita) no son sino una estrategia para encarecer el precio de un posible traspaso, el cual debería producirse este verano si el Valencia quiere negociar desde una posición relativamente cómoda, pues el contrato del portero expira en 2015. Ello siempre que no se le renovara (lo que tampoco tendría por qué ser definitivo), claro. - En cualquier grande. Futbolísticamente, Guaita está de sobra capacitado

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para estar a la altura en, prácticamente, cualquier equipo del mundo. Su personalidad no hace sino reafirmar esta sensación, y sus 26 años son la edad perfecta para dar el salto. De hecho, a día de hoy mejoraría la portería de varios de los mejores equipos del mundo. Además, su capacidad para ser decisivo en los partidos más trascendentes supone un valor añadido. Sin embargo, el hecho de no haber sumado 35 partidos en ninguna de sus temporadas como profesional permite albergar ciertas dudas. Claro que, visto de otro modo, el hecho de no ser titular indiscutible en Valencia y esta falta de continuidad (unida a su capacidad para competir a un nivel alto pese a ello) puede convertirle en aún más interesante si el club que le pretenda no tiene pensado entregarle la titularidad instantáneamente a su llegada. Ello al margen de cómo aceptaría él este hecho. - En el Barça en concreto. Seguramente sea el equipo cuyo portero necesite de unas cualidades más particulares, especialmente el juego de pies, la capacidad para ubicarse a una altura elevada, la anticipación a los balones a la espalda de la defensa y el uno contra uno. Las cualidades de Vicente son buenas, mas necesitaría modificar irreversiblemente ciertos comportamientos, especialmente situarse más arriba. En cuanto al juego de pies, prácticamente como cualquier otro, necesitaría aprender todos los conceptos del juego de posición culé desde el principio. Su tranquilidad y capacidad de aprendizaje permiten ser optimista al respecto, si bien la calidad de su golpeo nunca podría llegar a ser la del Víctor Valdés. Por ello, el equipo seguramente también tendría que adaptarse en parte a él. En cualquier caso, dicha adaptación no habría de ser tan grande como en el caso de otros guardametas. Por otra parte, mejoraría en otras facetas a Víctor, especialmente en las salidas a balones aéreos, lo cual sería un plus interesantísimo para un equipo que, por pura y simple falta de centímetros, no se encuentra cómodo en la defensa de centros y envíos a balón parado aéreos. - En la Selección. El propio Casillas dijo que tras el Mundial de 2014 muchos jugadores de la actual generación darían un paso a un lado, por lo que no es en absoluto descabellado plantearlo. Es más, de los guardametas españoles que aún están lejos de la treintena, Guaita es ahora mismo el más fiable, el más regular y el más completo. A diferencia de lo que sucede con el Barça, las cualidades futbolísticas de Casillas no son las prototípicas para la Selección. Sin embargo, por ser a quien eventualmente reemplazaría, es a quien se le debe comparar: Guaita mejoraría muchísimo las salidas por arriba y el juego con los pies, mientras que mantendría un nivel muy alto en las paradas de reflejos. Claro que Iker se escapa a cualquier análisis, pues tiene una especie de aura mágica que le permite realizar intervenciones inimaginables en los momentos decisivos. Un buen ejemplo sería la parada a Robben en la final del Mundial. Se había vencido antes de tiempo en aquella situación de uno contra uno, lo que conceptualmente es un error, pero fue capaz de sacar el pie en el último momento y desviar la trayectoria del balón. Tomando esta jugada como paradigma de las diferencias entre ambos, lo más probable es que Guaita hubiera aguantado más pero, en caso de no haberlo hecho, no habría aparecido ningún pie mágico. CHARLA CON ÓSCAR FERNÁNDEZ Óscar Fernández forma parte de la nómina de técnicos jóvenes españoles que actúan profesionalmente en el extranjero. Su trayectoria en el Valencia fue fulgurante. En la temporada 2006-2007, en la que se estrena como

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entrenador del Juvenil A, se alza con la Liga de División de Honor Juvenil. En la siguiente campaña, da el salto al Valencia Mestalla, donde coincide con Guaita y logra el ascenso a Segunda B al primer intento. Tras tres temporadas en el mismo (con paso fugaz por el banquillo del primer equipo incluido) ha pasado por la Primera División Griega y entrena en la actualidad en la Academia Aspire de Qatar, desde donde charlamos con él acerca de Vicente Guaita. Pregunta.- Vamos a hablar sobre Guaita, fundamentalmente, porque es uno de los porteros que más suenan para el Barça y otros grandes clubes y uno de los principales candidatos a ocupar la portería de la Selección cuando los ya veteranos Valdés y Casillas den un paso l costado. Durante la etapa en que le entrenaste, ¿intuías que podía llegar a este nivel? Óscar Fernández.- Vicente ha crecido mucho durante estos últimos años. Durante los casi tres años en los que compartimos vestuario, ya se observaba una mejora continua en sus condiciones. Es un chico cuya capacidad de mejora y ganas de trabajar le hacen que cada día evolucione, pero, sobre todo, tiene una “gran virtud”: entiende el juego y eso en su demarcación es muy importante. Toda la gente que hemos trabajado con Vicente en el fútbol base y en el filial, teníamos la confianza en que por sus características podía alcanzar la elite, siempre teniendo en cuenta que en el fútbol hay tantos factores que no controlamos. P.- Vayamos al principio. Tú llegas al Valencia B en la 2007-08, recién descendido a Tercera División. La campaña anterior, en Segunda B, Guaita había sido suplente. ¿Para ti es el portero titular desde el primer día? ¿Cuáles son las sensaciones que te transmite desde el inicio? OF.- Cuando nosotros llegamos al filial, tenemos clara su condición de jugador “potencial” y desde el primer día nos devuelve esa confianza con su trabajo. Por nuestro “modelo de juego”, Vicente es nuestro prototipo de portero, cumpliendo todas las expectativas que tenemos. A nivel defensivo, transmite la seguridad que necesitamos (como se dice coloquialmente, es un portero que para) y a nivel ofensivo nos da la “continuidad” en el juego, que como filial necesitábamos. P.- Esa misma temporada conseguís regresar a Segunda B. ¿Cuál es el papel de Guaita en la consecución de tan difícil ascenso (más aún por venir de un descenso)? OF.- Su papel es clave; dentro de un gran colectivo como éramos, fue fundamental, tanto dentro como fuera del campo. A nivel deportivo, hubo un momento esencial en esa temporada, que fue la Fase de Ascenso. Vicente transmitía una gran seguridad (grandes intervenciones) y una experiencia impropia de su edad en los momentos decisivos, que contagia a un grupo muy joven en una competición tan dura. P.- En ese equipo, al ser Vicente uno de los jugadores más destacados, es de suponer que fuera uno de los líderes del vestuario. ¿Cómo le sentaba ese papel? OF.- Vicente no era un líder típico, era más bien un líder “oculto”… El respeto que generaba con sus actuaciones cada domingo, y su humildad y compromiso con el equipo, le hacían ser una voz autorizada del vestuario,

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pero huía del “afán” de protagonismo y se convertía en un apoyo importante hacia sus compañeros. P.- Más concretamente, ¿cómo definirías el trato personal tanto contigo como con sus compañeros? OF.- Excelente. Sólo puedo tener palabras de elogio para Vicente. Es un portero excepcional, pero como persona creo que es increíble. P.- La siguiente campaña (2008-09), con el equipo ya asentado en Segunda B, Vicente es convocado reiteradamente por Unai Emery, pese a que disputó escasos partidos. ¿Qué sensaciones te produce ver que uno de tus jugadores da el salto? OF.- Fue una de las mejores noticias de la temporada. Nosotros trabajábamos para eso, y que un chico de “los nuestros” pudiera ir convocado y jugar con el primer equipo era un premio para toda la gente que trabajábamos en la Ciudad Deportiva de Paterna. ¡Qué orgullo, un jugador “criado” en Paterna en el vestuario del Valencia CF! P.- Al mismo tiempo, ¿qué sensaciones te generaron aquellas primeras participaciones de Guaita con el primer equipo, en las que no estuvo muy afortunado? ¿Piensas que aún no estaba preparado mental o técnicamente? OF.- Fue duro, pero como él seguía transmitiendo esa seguridad en sí mismo y esa tranquilidad, los que lo conocíamos estábamos convencidos de que iba a revertir la situación aunque, desde mi opinión, me gustaría recordar que Vicente realizó grandes intervenciones, con un único y “grave” problema: sus errores acabaron siempre en gol, y eso pesa mucho en la opinión de la gente. ¿Preparado? Cualquier futbolista del filial debe estar preparado para poder participar en el primer equipo y Vicente lo estaba. P.- La temporada siguiente (2009-10), con la cesión de Guaita al Recreativo desaparece definitivamente de la plantilla del Valencia B, temporada en la que descendéis a Tercera. ¿Cuán significativa fue su baja en este negativo resultado? OF.- La baja fue dura, porque en los momentos difíciles siempre te acuerdas de los que no están y la figura de Vicente por todo lo que aportaba… hace “daño” al vestuario, pero hubo otros compañeros que participaron de manera destacada. P.- Al mismo tiempo, Vicente se consagra en Segunda División con el Recreativo, logrando el Trofeo Zamora. ¿Hasta dónde fue un punto de inflexión tras sus malas experiencias con el primer equipo del Valencia? OF.- Vicente se consagra en una categoría exigente como es Segunda División y pienso que es clave, dado que juega y no sufre la presión que tenía en Valencia desde el día de su debut. Crece como portero y, sobre todo, demuestra con sus actuaciones que está en disposición de ocupar la plaza de portero en el Valencia. P.- En la 2010-2011, en la que regresó al Valencia, jugó 29 partidos pese a compartir plantilla con César y Moyà, quienes en principio debían repartirse los minutos. Y lo consigue seguramente con justicia, ofreciendo

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un rendimiento diametralmente opuesto al que había mostrado hacía dos años. ¿Qué más factores consideras que pudieron influir en tal diferencia además del paso por Huelva? OF.- Creció muchísimo en el Recre, un equipo con una propuesta atractiva de fútbol, a pesar de sus limitaciones a la hora de confeccionar la plantilla. Esa identidad de juego, necesitaba de la figura del portero como pieza fundamental a nivel defensivo y ofensivo. Era un equipo en el que, por su mentalidad ofensiva, el portero en muchos momentos debía darle continuidad al juego y, a la vez, cuando perdían el balón se generaban muchas situaciones defensivas al quedar expuestos, situaciones en las que aparecía Vicente bajo palos. P.- Ese mismo año, antes de su eclosión definitiva, el Valencia ficha a Diego Alves para la siguiente temporada. En teoría, para ser titular, dado el adiós de César y el mal rendimiento de Moyà. ¿Cómo piensas que afecta a su evolución este fichaje? OF.- Vicente es un chico muy tranquilo y él no se siente afectado fácilmente; él tiene claro que debe seguir trabajando y mejorando para alcanzar el máximo nivel. Como te decía al principio, Vicente es una persona que en el vestuario está muy bien vista por su carácter y su forma de actuar dentro del grupo, y la llegada de un compañero le motiva para mejorar y, sobre todo, la ve como beneficiosa para el colectivo. P.- En el reparto de minutos de esa primera temporada en que comparten equipo, la última de Emery, el técnico vasco reparte equitativamente los minutos jugando más, finalmente, Diego por las lesiones de Vicente. ¿Cuál piensas que habría sido el reparto más adecuado entre ambos? OF.- La portería del Valencia tiene dos grandes porteros y valorar el reparto de minutos no me parece correcto. Unai toma decisiones y creo que en su gran mayoría fueron acertadas, dadas las actuaciones de ambos. P.- Al hilo del tema, Pellegrino dijo en agosto que era una suerte contar con dos porteros de ese nivel. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación o piensas que puede ser perjudicial para uno o ambos? OF.- Como se suele decir, en mi equipo quiero siempre a los mejores… Tener dos grandes porteros es complicado, pero el entrenador debe saber gestionar las situaciones que se presenten durante la temporada. El equipo va a estar tranquilo sabiendo que cualquiera de los dos porteros tiene un nivel excelente y eso se nota en los momentos de partido, donde debe transmitir esa seguridad que genere en el resto del equipo la confianza positiva para afrontar las situaciones que se puedan presentar durante el partido. P.- El técnico argentino optó primero por Diego, luego por Vicente y posteriormente por Diego. Luego, encomendó a Alves la Liga y a Vicente los torneos coperos, es decir, muchos menos minutos. Hasta hace poco, Valverde continuó por el mismo camino. ¿Consideras acertado que sea a Alves a quién se dé más oportunidades? OF.- Jugar a ser entrenador desde fuera es muy fácil. Tanto Pellegrino como Valverde tomaron decisiones en función del beneficio colectivo. En función de tantos parámetros (casa, fuera, equipo que presiona alto, contrario

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juego aéreo, directo, delanteros que ganan la espalda a centrales…) los entrenadores tomamos decisiones y dependiendo de estos parámetros se decidieron a poner a Alves o Vicente. P.- Ante esta situación, el agente de Guaita ha apuntado que, de persistir, la mejor opción sería una salida. ¿Estás de acuerdo? OF.- Creo que los agentes de Vicente valorarán la situación y hablarán con el chico para aconsejarlo y moverse en la dirección correcta. Personalmente creo que Vicente va a permanecer bastante tiempo en la portería del Valencia. P.- Paradójicamente, uno de los destinos que parecen más probables es el FC Barcelona, club que prácticamente podría fichar a cualquier titular indiscutible para ser el titular tanto en Liga como en Champions. ¿Crees que Vicente está preparado para dar semejante salto, teniendo en cuenta que el primer salto que dio al primer equipo del Valencia no fue positivo? OF.- Sí. Recordar el pasado no me gusta, hay que vivir el presente y Vicente demuestra cada día que le van los retos; en caso de un hipotético traspaso seguro que sería un portero excepcional dentro de una identidad de juego tan definida como la del Barcelona. P.- ¿Consideras que tiene el carácter suficiente para enfrentarse a la enorme exigencia de un club en el que cualquier error será magnificado? ¿Para suplir al que seguramente haya sido el mejor portero de la historia del Barça? OF.- Vicente es una persona que destaca por su compromiso, humildad y constancia, pero sobre todo por ser una persona coherente. La exigencia se la va a marcar él mismo porque si algo tiene Vicente es que sabe lo que ha luchado y trabajado para llegar a ser el portero del Valencia, y esas señas de identidad no las va a perder. Disfruta más cuanto mayor es la dificultad del reto. P.- Yendo a aspectos más técnicos, el rendimiento de Guaita dentro del área y sin complicarse con los pies es fantástico. Sin embargo, en el Barça tendría que jugar en una posición mucho más adelantada e iniciar el juego con los pies. ¿Crees que tiene la suficiente capacidad de aprendizaje como para llegar a un nivel alto también en estos aspectos? OF.- Sí, sin lugar a dudas. Entiende el inicio del juego ofensivo de maravilla, dándole continuidad a las acciones atacantes. P.- Tú estuviste con él desde su asentamiento en el filial del Valencia hasta su llegada al primer equipo, y has contemplado cómo se ha convertido en uno de los mejores porteros de España. ¿Dónde crees que puede estar su techo? ¿Le ves algún día como internacional? OF.- Vicente no tiene techo, su capacidad de mejora es grande y su compromiso hacia el trabajo hace que cada día, en cada entreno, mejore. ¿Su futuro? Por su trayectoria y evolución creo que será uno de los grandes porteros de España. Rafael León Alemany 42 Índice Revista#01 PerarnauClub

La revolución francesa Pablo Cervantes

Francia ni siquiera tenía una Liga femenina de fútbol. Hasta que llegó Paul Piemontese con su FC Lyon y se unió a Jean Marie Aulas, factótum del Olympique Lyonnais. Juntos revolucionaron el fútbol femenino francés hasta el punto de construir un equipo poderoso y formidable que aparenta ser imbatible tras sumar seis Ligas consecutivas, tres Copas de Francia, dos Champions League, una Copa Intercontinental y acumular más de 100 partidos consecutivos sin perder. Las excelentes audiencias televisivas y las portadas de periódicos dedicadas a este equipo confirman la pasión francesa por estas mujeres futbolistas. Hablar del Olympique Lyonnais es hacerlo de un club que ha cambiado para siempre el fútbol femenino europeo. Más estable que los antiguos equipos norteamericanos de la WUSA y más ambicioso que los grandes clubes japoneses, ha establecido los estándares de lo que debe ser un club profesional. El laureado modelo lionés nace de la visión de dos hombres y se ha manifestado en el césped como un rodillo con uno de los mejores centros de campo que se pueden ver. Muy probablemente sea un fenómeno imposible de repetir sin la cartera de un club europeo con sección potente de fútbol masculino detrás. UN POCO DE HISTORIA

La historia del mejor equipo del mundo en fútbol femenino tiene sus raíces en un histórico como el FC Lyon, el tercer club de fútbol más antiguo de Francia, fundado en 1893, y que disputó la primera final de Copa en categoría masculina a principios del siglo XX eclipsando al otro equipo de la ciudad, el entonces Lyon Olympique. Mucho después, una iniciativa de Paul Piemontese, importante empresario local del sector automovilístico, fue el soporte económico para que el vetusto FC Lyon creara una sección femenina dentro de su programa polideportivo en 1970. Piemontese y la fundación Berliet se fijaron en unas futbolistas “que se escondían para jugar” y se propuso “darles un espacio donde practicar deporte sin avergonzarse”. 43 Índice Revista#01 PerarnauClub

En lo deportivo, el FC Lyon femenino obtuvo unos resultados discretos en sus primeros años de vida llegando a unas semifinales del campeonato de Francia nueve años tras su fundación, donde cayó ante un intratable Stade de Reims. En junio de 1985 el fútbol femenino de Lyon vivió su primer gran momento cuando estuvo a punto de dar la sorpresa llegando a la final, pero nuevamente perdió ante la potencia del momento, el VGA Saint-Maur. Las mejores páginas en la historia del antiguo FC Lyon llegaron en los 90, transformándose en uno de los equipos fuertes del campeonato francés, apoyado en la estabilidad que ofrecía un constante Piemontese. En junio de 1991 llegó el primer título de Liga, con el que se cobró, además, una dulce revancha al vencer en los penaltis de la final a su verdugo años atrás, el VGA Saint-Maur. Sería el primero de hasta cuatro títulos a lo largo de la década. Fueron unos años dorados en Liga interrumpidos abruptamente por el cambio de siglo, cuando el FC Lyon solo pudo encontrar consuelo en las dos Copas de Francia ganadas entre 2002 y 2004, una competición de reciente creación y con poco prestigio en aquellos años. Piemontese y la fundación Berliet se fijaron en unas futbolistas “que se escondían para jugar” y se propuso “darles un espacio donde practicar deporte sin avergonzarse”. LA APUESTA DE AULAS

Paul Piemontese es actualmente presidente del Olympique Lyonnais femenino y fue uno de los pilares sobre los que se edificó el gran Lyon. El otro, más conocido, fue Jean-Michel Aulas. No queda muy claro si el comienzo de su relación fue más producto de la necesidad de uno o de la iniciativa del otro, pero lo que sí ha quedado suficientemente demostrado es que el mandamás del Olympique Lyonnais tuvo el acierto histórico en 2004 de poner bajo el paraguas del gran club de la ciudad a un estancado FC Lyon y que hoy en día es uno de los mayores benefactores de este deporte. Tal y como lo cuenta el propio Aulas, fue su fervor por el fútbol femenino, la ambición por tener una sección de mujeres tan fuerte como la de hombres y que pudiera competir a nivel continental, lo que le llevó a efectuar aquella operación. Una visión con un objetivo a medio plazo, la Champions.

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La sección de mujeres se ubicó inicialmente dentro de la partida amateur del club, para que pocos años después se integrara en la estructura profesional y llegara al estatus actual de relativa autonomía, gracias a los ingresos que genera la propia sección femenina. En los orígenes de esa escalada meteórica hacia el profesionalismo, el presidente del OL se fijó en los dos equipos referencia de la época para sobrepasarlos con creces años después: el Frankfurt alemán y sobre todo el Umeå, campeón de dos Champions, cuyo equipo estaba conformado por una base de grandes jugadoras locales y un talento extranjero excepcional: la brasileña Marta. A semejanza del campeón sueco, el plan de Aulas fue desde el principio reclutar a las mejores jugadoras de Francia —muchas de las cuales nunca habían llevado una vida estrictamente profesional— y a alguna jugadora de talla mundial que marcara las diferencias.

Sobre el año 2007 se produce el paso más importante en el plan de Aulas con la creación de la columna vertebral del actual campeón de Europa. Fueron llegando primero las Camille Abily, Sonia Bompastor y Shirley Cruz Traña; en una segunda tanda Amandine Henry, Louisa Nécib, Laura Georges y Élodie Thomis; y por último la gran estrella sueca Lotta Schelin, por la que suspiraba media Europa tras su brillante temporada en Göteborg y la consecución de su primera Diamantbollen en 2006. A semejanza del campeón sueco, el plan de Aulas fue desde el principio reclutar a las mejores jugadoras de Francia —muchas de las cuales nunca habían llevado una vida estrictamente profesional— y a alguna jugadora de talla mundial que marcara las diferencias. La intensidad de la fe de Aulas en el fútbol femenino ha quedado probada en numerosas ocasiones durante estos años. Es de hecho uno de los mayores culpables de la modernización de la Liga francesa, casi por accidente. Hasta que su proyecto entró en escena, Francia no tenía una Liga profesional de mujeres, las futbolistas eran a todos los efectos aficionadas y por lo tanto no se les permitía firmar un contrato vinculante, algo que chocaba frontalmente con su idea de sección femenina. En aquella época, los clubes no podían mantener a sus mejores jugadoras, especialmente cuando comenzó a funcionar la —ahora extinta— WPS estadounidense con sus altos sueldos para agentes libres. De hecho, las garras del dólar consiguieron seducir a Sonia Bompastor y Camille Abily, que abandonaron el Olympique Lyonnais en 2010 para recalar en Washington Freedom y Los Angeles Sol, respectivamente. Este hecho enfureció a un Aulas que pensaba que la Federación Francesa estaba boicoteando, por incompetencia, su proyecto. Sus amenazas de tomar acciones legales contra la FFF y la propia WPS precipitaron el marco semiprofesional en el que se desarrolla el fútbol femenino francés en la actualidad. Los recursos invertidos de manera continuada en el equipo solo se pueden calificar de estratosféricos para una sección de fútbol femenino: alrededor de 3,6 millones de euros y salarios básicos medios de 3.500 €, algo a lo que ningún club en Europa se había acercado hasta entonces. Actualmente existen clubes con una economía similar, como el INAC Kobe Leonessa japonés, pero el Olympique parte con la ventaja del trabajo realizado durante años puliendo cada uno de los aspectos de la sección. Instalaciones de entrenamiento de última generación, mejoras en el campo nº 10 del complejo de Gerland donde juega habitualmente los partidos de casa, y un sinfín de progresos más. LOS FRUTOS

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Desde que Aulas y su cartera entraran en la vida del Lyon, el club solo ha sabido coleccionar títulos: seis Ligas consecutivas, tres Copas de Francia, dos Champions League y la primera Intercontinental de la historia (no oficial). Con una media de más de cuatro goles por partido en todas las competiciones, superó hace dos meses la barrera de los 100 encuentros

sin perder. A partir de que en la temporada 2007-2008 el equipo debutara en Champions, todos los años posteriores alcanzó al menos las semifinales. Por no hablar de Francia, donde no ha habido rival para el Lyon, que llegó a ganar la Liga 2010-2011 sin ceder un solo punto y al año siguiente solo concedió tres empates con una brutal diferencia de +116 goles. En estos momentos está inmerso en una racha de 27 victorias consecutivas con pleno de victorias en Liga. Es, en definitiva, una máquina que excede cualquier análisis deportivo. Un factor importante en este período prolongado de éxito abrumador ha sido su actual entrenador. El experimentado Patrice Lair fue responsable de la selección femenina de Montpellier y, a pesar de las numerosas ofertas que ha recibido, su fidelidad con las lionesas parece inquebrantable. Acaba de firmar una extensión de contrato hasta 2015 y es conocido por su falta de autocomplacencia. De un reciente fichaje, la interior estadounidense Megan Rapinoe —campeona olímpica, subcampeona del mundo y recibida como una estrella—, ha dicho hace unos días que le “sorprende su falta de rigor táctico” y que “jugará en el lateral o estará en el banquillo”. Francia no tenía una Liga profesional de mujeres, las futbolistas eran a todos los efectos aficionadas y, por lo tanto, no se les permitía firmar un contrato vinculante. PRIMERO EL ÉXITO DEPORTIVO, LUEGO EL RESPETO

Es interesante comprobar cómo el éxito deportivo del fútbol femenino francés —y del OL en particular— ha transformado a los medios franceses. Comparado con el desolador panorama español, se puede decir que nuestros vecinos gozan de una situación envidiable en cuanto al tratamiento en los medios de este deporte. El periódico deportivo por excelencia, “L’Equipe”, ha dedicado numerosas portadas al balompié de mujeres en los últimos años, pero es significativo que todas ellas se hayan producido tras la consecución de la primera Champions League por parte del Olympique Lyonnais en 2011. Además, la televisión ha jugado obviamente un papel importante. Eurosport permitió que el gran público conociera a las estrellas francesas en Champions, de las que luego se quedarían prendados con los numerosos partidos de la selección ofrecidos por Direct 8. Hoy en día existen varias televisiones que ofrecen los encuentros más importantes de la liga francesa.

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Pero echando la vista atrás la realidad es que no hace tanto, en los primeros años del OL fuerte, era prácticamente imposible seguir la competición doméstica y, sobre todo, era habitual que el tratamiento de las informaciones relacionadas con el fútbol femenino fueran de muy mala calidad: preguntas obsesivamente relacionadas con la vida personal de las jugadoras, repetidos desnudos promocionales o información imprecisa sobre las competiciones, por citar algunos casos. Sea apropiada o no, la imagen de las campeonas de Europa se ha visto potenciada por la belleza física de las propias jugadoras. Sin embargo, parece claro que en estos momentos lo deportivo ha superado totalmente ese acercamiento superficial generalizado gracias, sin duda, a la continuidad de los medios franceses en la emisión de partidos. La gente se

ha acostumbrado a ver jugar a mujeres al fútbol y es, en gran medida, por el éxito del Olympique Lyonnais. (…) gracias, sin duda, a la continuidad de los medios franceses en la emisión de partidos. La gente se ha acostumbrado a ver jugar a mujeres al fútbol y es en gran medida por el éxito del Olympique Lyonnais. EL ENORME RETO DE SEGUIR CRECIENDO

La competición doméstica nunca ha sido un referente a nivel mundial. La propia Lotta Schelin declararía con contundencia poco después de su llegada a Lyon: “La Liga francesa es como la sueca hace diez años”. De hecho, Olympique Lyonnais se ha paseado desde 2006 en competición doméstica, donde hace nada menos que tres años que no conoce la derrota y su potencial solo se puede medir realmente en Champions. La Division 1 es en general poco emocionante y pone en un aprieto a los inversores, pero el listón que ha situado el club de Aulas ha elevado las exigencias de otros clubes con representación masculina, como Montpellier, y últimamente sobre todo Paris Saint-Germain, que ya no se conforman solo con tener una sección femenina sino que poco a poco se van preocupando para que sea lo más profesional posible. De hecho, PSG, a lomos del dinero catarí, ha comenzado a apostar fuerte por el fútbol femenino esta temporada y con un presupuesto excepcional de 4,2 millones de euros parece estar copiando el modelo del Olympique Lyonnais, acaparando el talento local y firmando a estrellas de talla mundial como Tobin Heath o Kosovare Asllani.

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Seguramente, Olympique Lyonnais tendrá a medio plazo quien discuta su liderazgo. En casa, el mencionado PSG todavía está por debajo deportivamente pero será una amenaza en muy poco tiempo. En Europa, el Tyresö FF de Verónica Boquete, Caroline Seger y Marta pretende entrar

en Champions haciendo ruido y ser una alternativa real al reinado lionés a nivel continental para el año 2014. A un peldaño más abajo se acercan sin prisas pero sin pausa Arsenal y Wolfsburg. Los estándares ideados por Aulas empiezan a extenderse entre unos pocos elegidos que amenazan con desbancarle del trono.

Además del éxito deportivo, la imagen del Olympique Lyonnais es uno de sus principales valores. El objetivo económico en estos momentos de zozobra económica es mantener a los quince patrocinadores principales actuales y abrir nuevas posibilidades más allá de las fronteras francesas. En esa línea se sitúan, por ejemplo, los últimos fichajes de la estadounidense Rapinoe y la japonesa Ohno, que según Lair, “provienen de dos países que son grandes potencias del fútbol femenino y grandes mercados. Es un truco de marketing increíble”. Francia se le queda corta a un Lyon con vocación de crecimiento continuo y Europa dejará de ser un paseo a medio plazo en lo deportivo, doble reto a superar para continuar siendo el gran referente de este deporte en el mundo.

Pablo Cervantes

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¿Qué soy yo realmente: alemán o turco? Borja Rodríguez

Jugadores de origen turco pueblan el fútbol alemán, pero pocos de ellos están exentos de las dudas identitarias. Las nuevas generaciones de turcos nacidos en tierra germana identifican Turquía como lugar de ocio y Alemania como su casa y hogar. Elegir una selección u otra tampoco es sencillo: con Alemania resulta más factible pelear por los grandes títulos, pero es más sencillo encontrar hueco en la de Turquía

Jugadores de origen turco pueblan el fútbol alemán, pero pocos de ellos están exentos de las dudas identitarias. Las nuevas generaciones de turcos nacidos en tierra germana identifican Turquía como lugar de ocio y Alemania como su casa y hogar. Elegir una selección u otra tampoco es sencillo: con Alemania resulta más factible pelear por los grandes títulos, pero es más sencillo encontrar hueco en la de Turquía En 1961 se firmó en Bonn un convenio bilateral entre Alemania y Turquía en el cual el exceso de población y trabajadores existentes en el país otomano encontraba una vía de escape a un país con mayores posibilidades de trabajo desde que el Muro de Berlín separó Alemania en dos. Los alemanes les llamaban gastarbeiter (‘trabajador invitado’) ya que creían que sería algo temporal. Los trabajadores turcos también querían volver a Turquía pero diversos factores hicieron que su estancia en el país centroeuropeo fuera permanente. Una frase del gran escritor suizo Max Rudolf Frisch resume a la perfección el impacto de los inmigrantes turcos en Alemania: Wir riefen arbeitskräft und es kamen menschen (‘Buscábamos mano de obra y llegaron personas’). Pero no ha sido una convivencia fácil. Es verdad que ha habido progresos en todas las sociedades pero todas las comunidades, o en este caso etnias, tienen sus particularidades: religión, cultura, tradiciones… El deseo de regresar a Turquía se frenó cuando a partir de 1974 se les permitió traer a sus familias a Alemania. Lo que empezó como una invitación se convirtió en un fenómeno migratorio masivo (más de 710.000 turcos llegaron a Alemania entre el 61 y el 74). Ese deseo de volver a Turquía de las primeras generaciones choca con el deseo de estas segundas y terceras

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generaciones ya nacidas en Alemania, que ven Turquía como un lugar de ocio donde pasar las vacaciones y Alemania como su casa y hogar. Sin embargo, de los más de 2.500.000 turcos que viven en Alemania, solo 700.000 han optado por la neutralización o lo que es lo mismo, la nacionalidad alemana. Según el estudio realizado por “INFO GmbH” titulado Deutsch-Türkischen Lebens-und Wertwelten (‘Entorno vital y de valores alemán-turco’) un 95% de los turcos nacidos en Alemania se sienten más vinculados a la cultura turca que a la alemana y un 62% piensan que solo deberían relacionarse con los de su propia raza. La película alemana Almanya. Willkommen in Deutschland (‘Almanya. Bienvenido a Alemania’) trata el problema de la identidad de los hijos de inmigrantes turcos en Alemania. Cenk Yilmaz es un niño de seis años cuya familia es de ascendencia turca. Su abuelo es un gastarbeiter que llegó a Alemania en los años 60. Un día, en la escuela, toca jugar al fútbol. Se forman dos equipos, los alemanes por una parte y los turcos por otra. El pobre Cenk Yilmaz es rechazado por ambos ya que, para ambos equipos, él no es ni turco ni alemán. Entonces, al volver a casa, le pregunta a su abuelo: “¿Qué soy realmente: alemán o turco?”. Ese deseo de volver a Turquía de las primeras generaciones choca con el deseo de estas segundas y terceras generaciones ya nacidas en Alemania, que ven Turquía como un lugar de ocio donde pasar las vacaciones y Alemania como su casa y hogar. EL DILEMA DE ELEGIR

Esa pregunta sobre la identidad turca o alemana, se la hacen cada año unos cuantos futbolistas que tienen el talento y nivel suficiente para estar en las categorías inferiores de ambas selecciones. Es una elección difícil no solo a nivel deportivo, sino a nivel personal. En cuanto a nivel deportivo, escoger a la mannschaft es una apuesta a caballo ganador. Alemania es la selección más laureada de Europa (tanto en categoría masculina como en femenina) y la exigencia es mayor que en Turquía ya que estás obligado a ganar todas las competiciones que disputas. El mero hecho de defender los colores de la mannschaft te da un reconocimiento a nivel mundial. Escoger a la selección turca es una apuesta más arriesgada de cara a obtener títulos pero una apuesta más segura a la hora de hacerte un hueco en la selección. En cuanto a nivel personal, el asunto se complica. No solo por cómo se siente uno sino también por la influencia de la familia. Como mencioné antes, las primeras generaciones se siguen sintiendo turcos/as, e intentan que su descendencia no pierda las tradiciones de su pueblo. 50 Índice Revista#01 PerarnauClub

EL SER HUMANO, ANIMAL SOCIAL

A pesar de vivir en el extranjero, las peculiaridades de las diferentes etnias hacen que la gente se relacione menos con el extranjero y busque a sus semejantes. Este hecho ocurre en todos los países y provoca la creación de pequeñas comunidades de gente de ideología o tradiciones semejantes como es el caso de Kreuzberg en Berlín, conocida como la “pequeña Turquía”. Estas comunidades son positivas en cuanto a que la gente no pierde su identidad y se siente más segura en un país desconocido. Sin embargo, la creación de dichas comunidades perjudica a la hora de integrarse en la nueva sociedad y provoca ciertos resquemores y prejuicios en la sociedad receptora de la migración. Las zonas de Alemania con más población turca son: Nordrhein-Westphalen, Hessen, Baden-Württemberg, Bayern y Berlín. Todas ellas, a excepción de Berlín, fueron estados federales de la antigua República Federal Alemana y los principales núcleos de la actividad industrial donde recaló la mano de obra turca. Nordrhein-Westphalen es conocida por su sector industrial pero sobre todo por la alta concentración de equipos de fútbol de máximo nivel. Esta temporada 2012/2013, tenemos en la Bundesliga a Bayer 04 Leverkusen, Borussia Dortmund, Borussia Mönchengladbach, Fortuna Düsseldorf y FC Schalke 04; y en la Frauen-Bundesliga a Bayer 04 Leverkusen, FCR 2001 Duisburg, SGS Essen y FSV Gütersloh 2009. ELECCIÓN DIFÍCIL

Al haber tantos equipos y tener una cultura del fútbol tan arraigada, Nordrhein-Westphalen se convirtió en una cantera inagotable de nuevos talentos, como Nuri Sahin, Yildiray Bastürk, Gökhan Töre, Mesut Özil, Ilkay Gündogan, Hamit Altintop o Halil Altintop. Estos cuatro últimos, son de la ciudad de Gelsenkirchen conocida por ser la casa del FC Schalke 04. Pero a pesar de criarse en zonas muy cercanas, solo Özil y Gündogan eligieron defender los colores de la mannschaft. Un 95% de los turcos nacidos en Alemania se sienten más vinculados a la cultura turca que a la alemana y un 62% piensan que solo deberían relacionarse con los de su propia raza. Ilkay Gündogan, nacido en Gelsenkirchen en el año 1990 fruto del matrimonio de una pareja de inmigrantes turcos, dijo sobre su elección: “Ha sido una de las decisiones más difíciles de mi carrera. Crecí en Alemania y estudié ahí. Además, empecé a jugar al fútbol en Alemania”. Por sus palabras se puede observar que, en su decisión, el factor deportivo ha tenido más importancia que la predilección de su familia a que escogiera Turquía. Sin embargo, para Mesut Özil la decisión fue más sencilla: “Llevamos tres generaciones aquí (Alemania), yo nací aquí, jugué con las categorías inferiores y me siento bien aquí. No me puedo imaginar jugar para otra nación”. Özil,

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nacido en Gelsenkirchen, respondió así a las críticas de su amigo y antiguo compañero de equipo Halil Altintop. Halil Altintop, internacional absoluto por Turquía nacido en Gelsenkirchen, criticó a su amigo Özil diciendo que “como internacional alemán, Mesut gana más dinero y su cotización sube. Respeto su decisión pero no la comparto”. Además añadió: “El fútbol es más pasión que negocio”. De la ciudad de Karlsruhe era el genial centrocampista del Bayern München, Mehmet Scholl. Él escogió la mannschaft y esa elección le permitió ganar la Eurocopa de 1996. Otro futbolista de Baden-Württemberg, Serdar Tasci siguió su ejemplo. Sin embargo, Ömer Toprak eligió jugar por Turquía a pesar de haber militado en las categorías inferiores de Alemania. Escoger a la selección turca es una apuesta más arriesgada de cara a obtener títulos, pero una apuesta más segura a la hora de hacerte un hueco en la selección. Pero no es un fenómeno solo masculino; en fútbol femenino también ocurre. La evolución de la sociedad ha hecho que muchas mujeres a las cuales se les prohibía jugar al fútbol accedieran a él gracias a un cambio de mentalidad. Jugadoras como Melahat Eryurt, Feride Bakir, Yesmin Demirel, Arzu Karabulut o Deniz Nadia Özer han elegido jugar en la selección turca a pesar de haber nacido en Alemania. Un caso excepcional es el de Aylin Yaren (SC 07 Bad Neuenahr): jugó en categorías inferiores con Turquía y Alemania, y llegó a ser convocada por la selección turca absoluta. En principio, debutó con el equipo turco absoluto en un partido contra Estonia. A pesar de su debut con dicha selección turca, la jugadora ha declarado que ya no sabe con qué selección jugar, así que ambas naciones la han dejado “apartada” y ya no va convocada ni por Alemania ni por Turquía. Yaren, criada en Wedding (Berlín), es un claro ejemplo de esa “indecisión” a la hora de escoger su “identidad”. El de la inmigración turca en Alemania es un tema difícil de tratar, incluso hasta llegar al punto de ser un tabú en algunas comunidades. Siempre habrá críticos y defensores de la elección escogida. Es una difícil pregunta a la que solo pueden responder aquellos a los que les afecta. Los jóvenes talentos como Robin Yalcin, Samed Yesil, Yunus Malli, Koray Günter, Emre Can (en categoría masculina) o Gülhiye Cengiz y Hasret Kaykaci (en categoría femenina) tendrán que responder tarde o temprano a la pregunta que marcará su carrera y les marcará como persona: ¿Qué soy yo realmente: alemán o turco?

Borja Rodríguez

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En África las cosas no suceden por casualidad Alberto Edjogo-Owono

El alegre juego sin premio de Etiopía, la ligereza de pies de los delanteros caboverdianos y el terco recorrido de la inesperada Burkina Faso hasta la final han sido las notas espumosas de una Copa de África 2013 que no pasará a la historia por su fútbol alegre, pese al triunfo indiscutido de Nigeria. En el Continente Negro todo es posible y nada sucede por casualidad. Quizás somos nosotros quienes debemos cambiar la forma de mirar el fútbol africano…

En la parte más septentrional de la Isla de Bioko se encuentra la capital de Guinea Ecuatorial. Malabo, acostada sobre una frondosa y exuberante vegetación, ya dejó atrás su antiguo nombre colonial (Santa Isabel) y ahora vive cómodamente entre la abundancia de recursos naturales y esperanzas de un porvenir mejor. Para acceder a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Nzalang Nacional, la Selección nacional de fútbol de Guinea Ecuatorial Sub-23, debía pasar varias eliminatorias previas. La segunda de ellas nos enfrentaba a Sudán. Ahí estábamos Dani Evuy, Jacinto Elá, Rubén Epitié y yo, hijos de ecuatoguineanos jugando en equipos de la Liga española, acompañando a los futbolistas de la competición local en esa difícil empresa. El marcador de la ida había sido un 3 a 0 adverso en Jartoum, por lo que necesitábamos apelar a la heroica para voltear la situación.

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En época lluviosa, en ese pequeño rincón al oeste de África, el cielo escupe agua sin tregua. Las horas previas al partido no iban a ser excepción, claro está. Sin embargo, a nadie parecía inquietarle aquella lluvia torrencial. “Tranquilo, Diman. Dejará de llover y avanzaremos en la eliminatoria. Pico Basilé nos protege”, me dijo Camilo Nvo Papa, uno de mis compañeros mientras señalaba en dirección al cielo. Y es que detrás de una de las porterías del Estadio de Malabo se erige, imponente y arrogante, el volcán que protege la ciudad: el Pico Basilé. Súbitamente, como por arte de magia, dejó de caer agua media hora antes de empezar el partido. Jugamos, anoté 2 goles, ganamos 5 a 1 y pasamos la eliminatoria. Ese día me acosté con la certeza de que en África las cosas no suceden por casualidad. Todo tiene un porqué. Basilé fue un espectador de lujo.

EL DESTINO Y LA ADVERSIDAD

El pasado 2012 nos dejó muchas historias, dramáticas algunas, con final feliz. Nos invade la sensación de que hay algo ahí, en el ambiente, que está empeñado en que el destino sortee la adversidad. Zambia se coronó campeona de África contra pronóstico. Futbolistas que, en su amplia mayoría, disputan los campeonatos de RD Congo y Sudáfrica derrotaron a un conjunto plagado de estrellas de las grandes ligas europeas. Lo que parece una hazaña, se convierte en magia cuando sabes que los Chipolopolós se alzaron con el título en Libreville (Gabón), a escasos kilómetros del fatal accidente aéreo que se llevó por delante a la selección zambiana 29 años atrás. Paradójicamente, las cenizas de una generación dorada fueron la semilla del mayor éxito del fútbol zambiano tres décadas después. Kalusha Bwyalia, estrella nacional que no viajaba en aquel pájaro de la muerte por jugar en el PSV Eindhoven, es ahora presidente de la Federación. Cuando Sunzu marcó el penalti que les dio la Copa África, Kalusha sonrió, satisfecho y melancólico, desde el palco y miró al cielo, a sus antiguos compañeros indicándoles que ese triunfo también era de ellos. En esa final el gran derrotado fue Didier Drogba. Erró un penalti en el tiempo reglamentario y fue incapaz de guiar a uno de los equipos más potentes en la historia de las Copas de África hacia el título. Los Elefantes de Costa de Marfil se marchaban cabizbajos. Decepción absoluta. Sin embargo, lejos de hundirse, Didier volvió a Londres y se echó a un débil Chelsea a las espaldas. Fulminó a Napoli, Benfica, Barcelona y Bayern con actuaciones estelares. Cuando iba a lanzar el penalti definitivo de la final, todos sabíamos que iba a ser gol. El Chelsea, campeón de la Champions League gracias a Drogba. El fútbol le debía una. Hace un año en Port Said (Egipto) la sangre escribió una trágica historia: 74 aficionados del Al Ahly, el equipo del pueblo, fueron asesinados a manos de ultras radicales del Al Masry, cuya ideología era afín a la del dictador Mubarak. El fútbol quedó interrumpido en Egipto, pero el Al Ahly debía seguir con sus compromisos internacionales. Sin competición doméstica regular, fue avanzando en el mayor campeonato de clubs del continente. En la final de la Champions League Africana derrotó al actual campeón, ES Tunis, en terreno enemigo. Una victoria con claro recuerdo a los 74 mártires de Port Said. Una hazaña histórica. Mucha gente me pregunta por qué el fútbol es tan especial en África. Yo siempre contesto lo mismo: “El fútbol es el mayor ejercicio de democracia”. Cualquiera puede practicarlo. Sólo necesita algo que patear y los sueños empiezan a tomar forma. Delicias oníricas de una vida mejor. Eto’o, Touré Yaya, Belhanda, Mputu o Katongo: ídolos nacionales, figuras a imitar. No importa la raza, el credo, las posesiones materiales ni los agravios del pasado. El fútbol es el refugio perfecto, el oasis del cual emana felicidad temporal. ESPACIO PARA LA CREATIVIDAD 54 Índice Revista#01 PerarnauClub

Desde Europa, generalmente, se suele mirar al fútbol africano con actitud altiva. Como si habláramos de un deporte menor cuando se cruza el ecuador

en dirección sur. En el Mundial 2010 vimos cómo una mano del uruguayo Luis Suárez evitaba el gol que hubiera clasificado a una selección africana (Ghana) para las semifinales de un Mundial por primera vez en la historia. Los grandes equipos europeos se apoyan en el talento de sus futbolistas africanos para alcanzar sus éxitos. Campeones de liga 2012 con sabor africano. El campeón francés, el Montpellier, se encomendó a la calidad del marroquí Younes Belhanda y el olfato del nigeriano Utaka para lograr la Ligue1. Touré Yayá (Costa de Marfil) fue el motor que hizo bailar a Silva, Nasri y Agüero, empujando al Manchester City a alzarse con la Premier League. Los remates de cabeza poderosos y las definiciones sutiles del congoleño Mbokani tuvieron mucho que ver en el título de Liga que se llevó el Anderlecht en la liga belga.

Foto: Enrique Durán

Los equipos africanos están interiorizando algunas buenas costumbres importadas de Europa. Los hábitos alimenticios de los futbolistas o la organización de eventos. A efectos del juego, la mayor aportación europea ha sido el rigor defensivo. Cada día vemos a más selecciones africanas aplicándose en defensa como mandan los cánones. La fuerza física, la potencia y la calidad técnica son virtudes innatas. Pueden mejorarse, sí, pero la base es fundamental. Los futbolistas africanos han añadido, además, el orden a su juego. De este modo, pueden convivir en armonía la organización y la inspiración individual. Lo académico y lo instintivo van de la mano.

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Ése es precisamente uno de los mayores atractivos del fútbol africano: el espacio para la creatividad. Dentro de un orden establecido, el talento siempre encuentra su lugar para brillar. La esencia del juego, el devenir salvaje de los partidos. Eso es lo que enamora a los seguidores del balompié en el Continente Negro. La capacidad intacta para desmontar favoritismos y desacreditar a los juicios de expertos. Espectáculo en estado puro, donde el respeto por el juego es primordial. Escasean los piscinazos en el área, las protestas al árbitro en jauría y demás polémica artificial en torno a lo realmente importante: el balón. El juez supremo que da y quita razones. Alberto Edjogo-Owono

Pato, el futbolista de las mil lesiones David Ruiz Marull

Llegó como un trueno adolescente y marchó como un suspiro de anciano. Con apenas 23 años, Alexandre Pato ha pasado de promesa descomunal a lesionado perenne en solo cinco temporadas con el AC Milan. Ni los mismos ejercicios preventivos de Messi le permitieron sobrevivir a una sucesión inaudita de roturas musculares, hasta el punto que intentó cambiar la forma de jugar, intento vano que devino en retorno frustrado a su tierra brasileña, quizás en busca de una paz interior que le permitió curar los músculos. Alexandre Pato era un prometedor futbolista adolescente cuando llegó a Europa. Una estrella en ciernes, titular indiscutible, a sus 17 años, en el Internacional de Porto Alegre que sorprendió al Barça en la final del Mundial de Clubes de 2006. Apuntaba a goleador imparable, asistente de lujo, delantero completo pese a su físico liviano. Y el AC Milan no dejó escapar ese tren, previo pago de 24 millones de euros. Cinco años después, el joven se ha marchado a Corinthians por la puerta de atrás, en el mercado de invierno, lastrado por una pléyade de lesiones que no le han permitido desarrollar el talento forjado en las calles de su Pato Branco natal. Alcanzó los 44 goles en Serie A con 21 años y cuatro meses —de todos los que han llegado a las 100 dianas en el campeonato italiano, sólo cuatro lo consiguieron con menos edad— y fue Golden Boy en 2009. Pero su calvario no tardaría en comenzar. En sus dos primeras campañas con el Milan, Pato únicamente se perdió cuatro partidos de Liga. En las tres siguientes no ha bajado de los 13 en cada una de ellas, sin contar las ausencias en la Coppa y en competiciones europeas. Los 15 problemas musculares que sufrió el atacante en sólo dos años, entre 2010 y 2012, dejaron en el olvido todo lo que Pato Maravilha prometía en Brasil y en sus primeros años en Italia. Aquel chico que fue capaz de marcar un gol y dar dos asistencias en su debut profesional con el Inter o convertirse en ídolo rossonero en sólo media campaña, anotando nueve dianas en 18 encuentros, se diluyó con rapidez. En 2010 estuvo 152 días alejado de los terrenos de juego. En la última temporada y media, apenas ha sumado 1.200 minutos en todas las competiciones, dispersados entre baja y baja. “En el fútbol de élite, el 30 %

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de los jugadores recaen por las lesiones musculares”, explica Xavier Reyes, fisioterapeuta de la selección española de hockey patines y de la selección catalana de balonmano. Aquel chico que fue capaz de marcar un gol y dar dos asistencias en su debut profesional con el AC Milan o convertirse en ídolo rossonero en sólo media campaña, anotando nueve dianas en 18 encuentros, se diluyó con rapidez. PREVENIR CON EJERCICIOS EXCÉNTRICOS

En este tipo de percances influyen muchos factores, desde el terreno de juego hasta la vida privada. El técnico del Milan, Massimilliano Allegri, lo explicó en el momento más bajo de la carrera de Pato en Italia: “Cuando se producen estas lesiones en cadena, es difícil que sea por una sola causa. No es normal que un joven de su edad sufra este tipo de problemas”. “Estas lesiones te provocan una cicatriz —relata Xavier Reyes—, lo que se llama una fibrosis. Esta fibrosis tiene que cerrarse bien. Es decir, que las fibras cicatricen de forma paralela. Si lo hacen desordenadamente es cuando puede haber recaída”. Cuidar la alimentación y la hidratación del futbolista y realizar trabajo de prevención es básico. “Los ejercicios excéntricos (estiramientos con contracción del músculo) reducen muchísimo el riesgo de recaídas. Las ecografías han permitido comprobar que este tipo de entrenamiento, para el que se utilizan unos tirantes de color azul que se conocen como cinturón ruso, mejora la calidad de la fibra muscular”, asegura Reyes.

Esta es la fórmula que utilizó el Barça para acabar con las constantes roturas en el bíceps femoral que sufrió Leo Messi nada más ascender al primer equipo. El fisioterapeuta catalán recuerda cómo los médicos, y los preparadores del club azulgrana “acordaron un planning de prevención, le cambiaron la dieta y controlaron su hidratación” para que el argentino no volviera a sufrir esos percances pese a que “juega muchos minutos”. No tenía suficiente tormento Alexandre con sus lesiones, que tuvo que sufrir una relación difícil con la otra gran estrella de su equipo. El atacante tenía problemas graves con su compañero Zlatan Ibrahimovic, con el que no se entendía ni dentro ni fuera del campo. No es de extrañar que las mejores actuaciones del brasileño

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coincidieran con las ausencias del sueco. Todo ello estuvo a punto de llevar a Pato al PSG en enero de 2012, donde se hubiera reencontrado con su extécnico Carlo Ancelotti. “También el factor emocional en jugadores de élite es muy, muy importante. No es lo mismo que estén en una situación cómoda o que al futbolista le haya dejado la mujer, que se sienta solo porque su familia está lejos o que no se considere valorado en el equipo”, apunta Xavi Reyes. ¿CAMBIAR LA FORMA DE JUGAR?

Frustrada su salida del Milan y viendo que los problemas musculares no se solucionaban, el delantero se marchó a Estados Unidos para ser visitado por el profesor de neurología Frederick Carrick. La idea era utilizar una especie de cápsula espacial para evaluar si las órdenes enviadas por las neuronas del delantero a sus músculos eran las correctas. Anteriormente, Pato ya había acudido al profesor Garrett, un ortopedista de California, que afirmó que los problemas del jugador estaban causados por su forma de correr. Su mecánica de carrera, afirmaba el médico, era errónea. Debía descargar el 80 % de su fuerza sobre los músculos posteriores pero sólo dejaba el 50 %, por lo que aumentaba demasiado la exigencia sobre la musculatura anterior, según explicó El Mundo Deportivo. El brasileño viajó acompañado del profesor belga Jean-Pierre Meersseman, el hombre que en 2003 fundó el Milan Lab, el laboratorio de control médico del conjunto rossonero. Este es otro de los factores que apunta el fisioterapeuta Xavier Reyes como causa común de las lesiones musculares. “Se tiene que analizar si hay una descompensación de la estructura corporal. Es importante mirar la biomecánica articular y conocer si existe algún déficit en la pisada”, apunta. Esta teoría coincide con algunas informaciones llegadas desde la capital lombarda en las que se apuntaba que la causa de tantas lesiones era que Alexandre había crecido ocho centímetros desde que llegó al Milan y que pesaba nueve kilos más. Se habría estirado demasiado rápido y su cuerpo no estaría preparado para tanto cambio. Ese desequilibrio habría afectado a su postura, convirtiendo su físico en más vulnerable. Hay además otros dos factores que tienen gran incidencia en las lesiones musculares: el descanso y el alcohol. “Para hacer una buena recuperación tras un entrenamiento o un partido, lo mejor, lo que más recupera, es dormir ocho horas. Si no se recupera bien, la predisposición a la lesión aumenta por diez”, explica Xavier Reyes, quien añade: “El alcohol lo que hace es romper los depósitos de glucosa y el músculo se queda sin energía para trabajar, esto provoca desgaste”. En ocasiones, incluso controlando todas estas variantes, y dado que el fútbol es un deporte tan explosivo, no se pueden evitar las lesiones. “Hay gente que sufre más porque su musculatura no soporta tanto las cargas del entrenamiento, de sprints, de cambios de ritmo”, asegura Xavier Reyes. El único sistema para solucionar estos problemas es cambiar la forma de jugar. “Pasar de un juego explosivo a otro más lineal. Hay deportes en los que se puede hacer, aunque hay otros en los que no”, afirma el fisioterapeuta de la selección española de hockey patines. David Ruiz Marull

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Ilustración: Xavier Salvador

Kubala, a mito pasado Frederic Porta

Kubala fue Picasso en lo suyo. Un revolucionario. Despertó al cariacontecido Barça de la posguerra y se convirtió en punto y aparte del fútbol español: introdujo la excelencia del gesto técnico y aportó la innovadora precisión táctica de los húngaros mágicos. El genial rubio de muslos imponentes simbolizó una evolución histórica: el Barça de Les Corts se convirtió con él en el Barça del Camp Nou. Laszi, entrañable, querido y conmovedor. Un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra. Frederic Porta, autor del extraordinario libro “Kubala!”, nos aproxima a esta figura irrepetible. Transcurridos casi once años desde su fallecimiento, resultaba increíble comprobar que la última y única biografía sobre Ladislao Kubala Stecz había quedado escrita en 1961, con motivo de su retirada del Barcelona. Era un libreto de encargo que no alcanzaba las cien páginas dedicadas a una figura descomunal, capaz de llenar tomos de enciclopedia, tan desmesurada resultó su vida. Desde entonces, en el último medio siglo, apenas un par de livianas reseñas personalizadas con la excusa del centenario de la entidad. Realmente, con sorpresas como ésta, el fútbol español confirma su extrema debilidad en materia de memoria histórica. La dinámica mediática del nuevo milenio juega, por si fuera poco, a la contra. Apenas da para fijar la atención entre el último encuentro, con su marabunta de repercusiones, y el próximo partido a disputar, también caracterizado por un alud de expectativas. Y poco más. No es de extrañar, pues, que los aficionados menores de 40 años apenas sitúen el singular apellido en la percepción del futbolista que obligó a la construcción del Camp Nou. Definición epidérmica, sin nada que profundizar. EL PUNTO Y APARTE

Desde una perspectiva global, tal vez no haya existido jamás un punto y aparte tan importante y especial como el fijado por el húngaro en el repaso a la historia del fútbol español. La generación de Amberes, con Zamora y Samitier a la cabeza, abre las puertas al fenómeno social, al profesionalismo y al enamoramiento popular con el balón. Se crea la Liga en el 29 y, acto seguido, caemos víctimas de la historia. Al reemprenderse la acción tras la trágica contienda, destaca la singularidad del Athletic de Bilbao en un nuevo reparto de poderes y, de repente, en 1948 aparece San Lorenzo de Almagro

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en gira por España para enseñar que no todo es furia y raza, testosterona y deseo, sino que el fútbol es cuestión de técnica y agrupación cuyo fin natural es el espectáculo, el devolver al aficionado no sólo ya el precio pagado por la entrada sino la inversión emocional realizada. En aquel entonces, gracias a Martino y Pontoni, estrellas del Ciclón de Boedo, el aficionado experimenta algo similar a la caída de Saulo camino de Damasco. Así hay que jugar al fútbol. Recuerden la anécdota de San Mamés al comprobar que los once argentinos jugaban como lo hacía el contestado Panizo, quien ya no volvió a sufrir contestación a su estilo personal, elegante y técnico. Y, al fin y al cabo, quien mejor asimila el ejemplo de los maestros argentinos es la gente de Les Corts, que guarda para siempre el recuerdo de aquellas exhibiciones, primera piedra histórica que conduce sesenta años después, tras mil vericuetos y otras tantas aportaciones, a la eclosión del modelo actual, por fin redondeado hasta en sus ínfimos detalles. Aún huérfanos de talento, aparece por Barcelona alguien incomparable, único, para caer en el momento justo en el lugar apropiado. Kubala y su Hungaria han llegado a los campos españoles como una tribu nómada expuesta en escaparate, cuya única pretensión consiste en ganar dinero si consiguen que alguien los fiche. Los trae el Real Madrid, conocedor del talento de Laci, pero es el director técnico del Barça quien acaba sacando tajada: Samitier convence a Kubala para cambiar su destino con una serie de formidables prebendas, económicas o de confianza. Hará entrenador a Ferdinand Daucik, su cuñado, y se compromete a traer a Ana Viola, su esposa, y dos hijos, aún atrapados tras el telón de acero. La lista de aportaciones de Kubala no acaba nunca: es el primero en predicar las bondades del calentamiento entre los compañeros para evitar lesiones. Dispara las faltas con efecto, algo inédito. Protege el balón entre las piernas haciéndose valer de su bajo centro de gravedad. Lanza los penaltis con paradinha, o arte similar, congelando el tiro hasta que el portero se venza hacia un lado para colocársela en el opuesto. Su estampa genera pasiones: rubio, de diminutos ojos azules y un cuerpo cincelado de atleta cuyos muslos, por ejemplo, miden 73 centímetros en circunferencia, vaya exageración. Sólo ha vivido por y para el fútbol, pasión única desde los tiempos infantiles de la pelota tejida de harapos, compartida con un amigo de niñez llamado Ferenc Puskás, en los barrios suburbiales de Budapest, tiempos en que le llamaban “Kuksi”, años de adolescencia que le llevan a saltar de Hungría a Eslovaquia, tierra materna, a jugar en diversas selecciones nacionales y a labrar una obsesión, un objetivo: vivir del fútbol allá donde mejor paguen. EL GRAN RUBIO

Ya conocen las peripecias de Kubala para abandonar su tierra natal, su paso por campos de concentración en Udine, su voluntad inquebrantable. Hungría le pone la cruz ante los organismos internacionales, le tacha de delincuente por abandonar el Vasas aún bajo contrato en vigor y pide su suspensión. Aquí, Pepe Samitier aprovecha su amistad con el general Franco, que le admira desde que le vio jugar con el Real Madrid en los años de la República, para idear una estrategia propagandística. Hay que proteger a ese angelical fugitivo del terror rojo. Se le bautiza en la fe cristiana y logra la nacionalidad española, pasaporte a la regularización, a los pocos meses de su llegada. Debuta por fin en la Copa con el Barcelona y se desata la locura. Con él, los azulgrana se tornan imbatibles, no hay

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recelo en el vestuario aunque cobre siete veces más que la figura César, a partir de entonces eterno fiel escudero, y la pasión popular cristaliza en el recibimiento dispensado tras lograr la Copa Latina en París, la última de las Cinco Copas. Desde la frontera hasta la capital catalana, más de un millón y medio de personas se lanzan a la calle, cifra no fijada desde los tutelados medios de comunicación. Barcelona y Catalunya recuperan la sonrisa, quebrada tras la inacabable y dura postguerra de perdedores, gracias al rubio eslavo. Se empieza a sopesar la necesidad de un nuevo estadio porque la masa social salta de los 22 hasta los 45.000 socios. En el coqueto aunque vetusto Les Corts, quienes no pueden conseguir entrada se quedan en el exterior siguiendo el encuentro por transistor, dando vueltas durante los noventa minutos como si, talmente, anduvieran de peregrinación a La Meca. En tiempos sin grandes distracciones, el mejor pasatiempo, el más barato y comúnmente aceptado, se llama Laci Kubala. Las leyendas urbanas con Kubala de protagonista, ciertas o no, se multiplican. Entre ellas, una frase que queda forjada para siempre jamás en el imaginario culé. En un encuentro de Liga contra el Sevilla, los locales pierden por 0-3 a la media hora. Kubala recoge de la red el balón del tercero y, con parsimonia, se dirige al centro del campo mientras se arremanga la camiseta de manera ostentosa, como si quisiera lanzar un mensaje a los feligreses: ahora me pongo a ello. El Barça acaba ganando por 5-3 y el público destila una ingeniosa frase, “ahora me arremango”, sinónimo de meterse en harina sin otras distracciones y tomar en serio la faena… En Les Corts se salta al campo desde la tribuna y allí, en otra anécdota entonces venerada, Kubala y su íntimo compinche, Gitano Biosca, realizan un ceremonial de afirmación y confianza antes de empezar los partidos, seguido como en misa por quienes tienen la suerte de hallarse cerca. Para los compañeros es El Cabezón o, también, Olegario, alias salido de Samitier cuando aún no las tenía todas con su incorporación y acababa de firmar su primer contrato. Tras recluirle en un piso de la calle Loreto y conseguir que se entrenara con amateurs, le exige que sea mudo y atienda por Olegario para evitar que los compañeros de práctica perciban su condición de extranjero… Se inventan canciones, no se habla más que de Kubala, Kubala y Kubala hasta que contrae una tuberculosis, temible enfermedad que ha retirado a algunos de sus contemporáneos y padece pésima fama. Le tratan en Monistrol de Calders, donde engorda a pie de montaña hasta los 106 kilos en apenas tres meses. Mientras tanto, la directiva anda histérica, ve peligrar la gallina de los huevos de oro y el director técnico, Samitier, pasa de nuevo a la acción. Cubre la baja momentánea con un trotamundos, amigo de Kubala y Daucik, que atiende por Hanke y se lanza por si las moscas a buscarle relevo de postín. Tras ver jugar a Millonarios de Bogotá, el célebre El Ballet Azul, en el cincuentenario del Real Madrid, Samitier cae rendido ante Alfredo Di Stéfano, con el que, pasados ya unos meses, contacta para conocer su disponibilidad. Di Stéfano planta a Millonarios y se presenta en Barcelona, ya con Kubala recuperado. La conexión de ambos astros, y sus familias, es prácticamente instantánea, hasta el punto de que viven tres meses alojados en el precioso chalet de la familia Kubala en el barrio de Sarriá, calle Duquesa de Orleans. No dejarán ya jamás de ser íntimos. Sin ir más lejos, cada vez que Alfredo es dispensado de sus obligaciones en Madrid, corre a Barcelona para cenar con Laci y Ramón Alberto Villaverde, uruguayo ex de Millonarios, ahora delantero del Barça, en tertulias privadas que se prolongan hasta el alba en el reservado de un restaurante de la calle París.

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Ilustración: Xavier Salvador

Kubala ha conseguido, por fin, reunir a su familia. Su esposa, Ana Viola, a la que se conoce por Iby, ha cruzado la frontera como una literal espalda mojada. Mete a su primogénito Branko en una goma de camión y embarazada de su segundo hijo, Laci Jr., se lanza a nado por el Danubio en plena noche y con temperatura gélida. La aventura, de terrible riesgo, es un éxito. Ya en Austria, Samitier consigue que llegue pronto a Barcelona cumpliendo por fin su promesa. Sesenta años después, Laci Jr. rememoraría la peripecia en charla con el autor de esta recreación, boquiabierto ante el relato. LA CACERÍA AL SEMIDIOS

Ya antes del “caso Di Stéfano”, las cañas del fútbol español se vuelven lanzas contra Kubala. Con centro en Bilbao, por razones de identidad, cargan la artillería exigiendo respeto a las sagradas señas de identidad del balompié hispano, el rollo de la furia, la raza y la definición concentrada en aquella mitificada frase de: “A mí, Sabino, el pelotón, que los arrollo”. Eso de la técnica, el efecto y tonterías similares no casan con el espíritu patrio, según sus férreos postulados. Que inventen ellos. Y al inventor, léase Kubala, caña, violencia para frenarle, cualquier medio justifica el fin de hacerle sentir equivocado. Laci sigue fiel a su estilo y le encanta dar espectáculo. Sobre todo en Les Corts, si el marcador sonríe a su causa. Casi por rutina de vedette, cuando quedan un par de minutos, desfila hacia el córner con el balón controlado. Así que la grada le entiende las intenciones, prorrumpe en vítores: acabará el partido con su celebrado show técnico, recital de aguantar el esférico sin que nadie pueda quitárselo por muchas camisetas rivales que se concentren en un palmo de terreno. Tal demostración de confianza, de arrogancia, de calidad, llámenle como deseen, es contestada indefectiblemente por palos a mansalva, entradas terroríficas, malestar de los contrarios nada disimulado,

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pero Kubala aguanta impertérrito todo tipo de coces, la respuesta habitual a este remedo de provocación hoy impensable. Samitier le pide que se queje públicamente ante la cacería desatada, que denuncie el maltrato. A Laci le da igual, por mucho que se lo pida alguien a quien venera como a un segundo padre. Desde el primer día, su agradecimiento a esta tierra de adopción es tal, tan desmesurado, que se conjura a no protestar jamás, ni por nada. Hasta que le cazan en Bilbao a los cinco minutos de una eliminatoria copera, tal vez la peor lesión entre las 17 graves sufridas durante once años como futbolista al servicio del Barcelona. La rodilla, hecha trizas, el menisco, arrancado de su lugar natural. Enyesado y con muletas, decide viajar hasta Berna para seguir la fase final del Mundial’54. Justo antes de la final, visita a los mágicos magiares, a los que no ha visto durante cinco largos años. La escena es emocionante: reencuentra a su viejo amigo Puskas —a quien ha querido fichar para el Barça sin éxito, es un coronel del ejército húngaro—, saluda a Grosics, Boszic, Kocsis, Czibor, Hidegkuti, se abraza con todos ellos y está tan feliz y nervioso que no atina con el idioma de comunicación. Les habla en checo, en húngaro, incluso en español. El recibimiento le impulsa a seguir: comprueba que sus compañeros no sólo no le guardan ningún rencor por la diáspora, sino que le siguen considerando la pieza que falta en el engranaje de una selección que hizo historia mundial a lo largo de los 50. En elipse temporal y con perspectiva histórica, resulta curioso que nadie recuerde a Kubala cuando se habla de aquella fantástica Hungría. Por supuesto, no podía jugar con ellos, repudiado por su federación, pero había de ser el líder natural del conjunto, papel luego asumido por Puskas. Una omisión parecida a la que, también marcada por la fuerza del destino en forma de lesiones y declive físico, le ha impedido figurar en el Olimpo de los semidioses, aquel formado, según acuerdo casi unánime, por Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona y Messi. Cuando Kubala aterriza en la Liga es un goleador de primer nivel, a pesar de que su posición favorita sea la de interior derecha, el encargado de dar el pase de gol a César o lanzar a las balas que ocupan los extremos, Basora a la derecha, Manchón a la izquierda. Como le encanta la estrategia, idea una manera casi infantil, pero sumamente efectiva, de marear a las retaguardias contrarias: alterna la posición con su amigo César. Con apenas una mirada cómplice, uno se retrasa y saca al central marcador de su posición, mientras el otro se centra en el ataque. Ese fue uno de los secretos a voces de sus primeros éxitos. Al fin y al cabo, ya desde temprana edad, siempre le ha encantado la táctica y sabe que su futuro estará ligado a los banquillos, nunca se ha visto en nada que no sea vinculado a su pasión absoluta por el fútbol. LA DESKUBALIZACIÓN

Tras el desastre en San Mamés, Kubala ya no vuelve a ser el mismo. Ha perdido mucha velocidad y opta por retrasar la posición. El público continúa idolatrándole y lo hará hasta el último día, pero ahora Laci es ya un organizador de excelsa técnica que se recrea, tal vez demasiado, en la posesión del esférico, retrasando la llegada al marco contrario. En un club tan ciclotímico como el suyo, la atención se diversifica. En los despachos, Samitier ficha a una pléyade de figuras que no logran el ritmo ni el número adecuado de títulos, pese a conseguir que la década sea prodigiosa en talento, mientras el presidente Miró Sans se entretiene en los planos del nuevo coliseo, obra de

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dimensiones casi faraónicas. Nace un curioso concepto, la deskubalización, o cómo conseguir que el equipo no dependa tanto de su incuestionable estrella, el faro a seguir por los restantes compañeros. Fracasan varios entrenadores hasta que llega Helenio Herrera, hombre que ha triunfado en modestos como el Valladolid, Atlético de Madrid y Sevilla, tal vez el primer entrenador que centra los focos sobre su persona, aplica ciertas dosis de psicología en su trabajo y, dado su arrollador carácter, obtiene beneplácito superior para hacer cuanto le viene en gana. Desde el primer momento, Kubala choca con él. En lo deportivo, H. H. quiere construir el equipo desde la portería defendida por Ramallets y triplica el sueldo de los defensas, hasta ahora comparsas, en su mayoría gente de casa erigida en guardia de corps del controvertido técnico. Laci, con Czibor y Kocsis —dos amigos a los que rescata tras la invasión soviética de Hungría en el 56—, se declara ferviente partidario de aprovechar el talento, lanzarse al intercambio de golpes y goles en ataque y olvidar la pizarra, máxime cuando entiende que Herrera es un conservador a ultranza. No le faltan argumentos: que la mueva Luisito Suárez, tal vez el mejor centrocampista de la historia hasta entonces, y la coloque delante para disfrute de goleadores como Eulogio Martínez o Evaristo, de extremos o interiores de seda tipo Villaverde, Tejada o los propios húngaros. Con esa constelación de estrellas delante, que se preocupe el rival. Subyace en el enfrentamiento otro secreto, aún hoy preservado de análisis y ratificación: digamos que Kubala es un deportista limpio a carta cabal y H.H. de los que cree, a pies juntillas, que todo vale para ganar. Corre la leyenda de ciertos termos con café, cargaditos con estimulantes y anfetaminas, que Laci se niega a beber y que ponen como motos a los incondicionales seguidores del entrenador. En aquellos tiempos, ni se ha declinado aún el término dopaje, no llega siquiera a categoría de neologismo. Herrera, ante el motín organizado en aquel vestuario rebosante de estrellas, opta por las rotaciones en la delantera y por limitar las apariciones de Kubala a los partidos que juegue como local. Lejos de casa, alineará al ilerdense Ribelles, un todoterreno capaz de cubrir el campo que Laci abandona. Paralelamente —el caso es seguir distraídos—, la afición se enzarza en una fenomenal polémica gratuita entre suaristas y kubalistas, controversia absolutamente artificiosa. Desde que lo vio con 17 años, recién debutado en el Depor, Kubala abogó por la contratación de ese sensacional arquitecto que realiza tareas en el equipo casi antitéticas a las suyas. Son, por ponerlo gráfico, un huevo y una castaña en estilo y funciones, aunque la masa social, con ellos, se enzarce en una polémica tan estéril como la del huevo y la gallina. Son amigos y el húngaro le ha hecho de mentor, detalle que el gallego agradecerá eternamente. Luisito le ve como el espejo profesional en el que fijarse, aún cuando Kubala, francamente, apenas se cuide. SUS LEYENDAS…

Volvamos a terreno de leyenda, hoy ya certificado. Kubala es un noctámbulo empedernido y cuando sale de fiesta con sus íntimos no encuentra el momento de poner punto y final a las farras. Años más tarde, ya retirado, el entrañable masajista Ángel Mur revelará sus cuidados para las tremendas resacas de la estrella, cuando llegaba al vestuario antes de cualquier encuentro en pésimas condiciones y al aragonés le tocaba hacerle masajes contrarreloj, meterle en duchas de agua fría, darle café con sal y ponerlo en nivel mínimo para rendir. Conste que la fenomenal carrocería de Laci podía con todo: en

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los amistosos tras juerga, llegaba a un pacto con el entrenador de turno, incapaz de negar sus dictados. Meto dos goles y me vuelvo a la caseta. Dicho y hecho. Cualquier barcelonés de la época guarda su anécdota sobre Kubala y la noche. Algunas, demenciales. Otras, aunque parezcan simple fruto de delirante imaginación, han acabado siendo ciertas y contrastadas pese al aura de secretismo impuesto desde el club, consciente de la exageración en que el crack había convertido su vida. Durante la década de los 50, unos cuantos investigadores privados de la ciudad se ganaron un buen sueldo realizando, por encargo del club, informes y más informes con los pormenores de la disipada vida de la estrella. Pesquisas de detectives que se han conservado hasta hoy, por cierto. Pero cualquiera le pone el cascabel a Laci, el caprichoso e inmensamente desprendido, el protagonista de mil hazañas de proverbial buena fe de quien se aprovecha el primero que pasa, manirroto hasta la caricatura. Desde la llegada de Iby, la economía doméstica parte de un trato: la esposa administrará sueldos y ficha anual mientras el futbolista se llene el bolsillo con primas, dietas y otros ingresos que le permitirán un desaforado ritmo de vida. Kubala es un niño grande, un inmenso trozo de pan del que todo el mundo quiere aprovecharse. Desde los refugiados húngaros que aparecen por su casa hasta pedigüeños, pícaros y todo un repertorio de pillos dignos de la mejor literatura clásica capaces de esquilmarle. El Club de Fútbol Barcelona, según la terminología impuesta en la época, ha acabado gastando 288 millones en su nuevo estadio, presupuestado en 90. El fantasma de la bancarrota se cierne sobre la entidad, que no puede vender el viejo estadio de Les Corts —pendiente durante nueve años de recalificación— y víctima de otros errores estratégicos. Por ejemplo, ignorar la invitación a formar parte del comité organizador de la flamante Copa de Europa, propuesta realizada por el periodista Carlos Pardo, para preferir la pervivencia de la ya caduca Copa Latina. En el Madrid, en cambio, Raimundo Saporta toma ese tren tal como viene, con los resultados ya archisabidos. Desde el 53, con el refuerzo de Di Stéfano, el Real se convierte en el adversario acérrimo, ya global, de raíz política innegable, postergando al eterno rival, ese Espanyol con el que se las ha tenido tiesas durante la primera mitad de siglo. El certificado de defunción a ese antagonismo se expide, en acertada reflexión de Manuel Vázquez Montalbán, tras la final de Copa del 57, celebrada en el Estadio de Montjuïc y decidida con un gol de cabeza firmado por el extremo azulgrana Sampedro. ENFAJADO EN BERNA

Con Herrera llega la deseada reacción, aunque Kubala es ya ídolo tan incontestado como secundario. Tras vanos intentos, el gol en plancha de Evaristo, decisivo en una tremenda eliminatoria cargada de ingredientes y lecturas arbitrarias —según qué colores te tiren—, pone punto y final a la hegemonía continental blanca. El Barça puede tomar el relevo en la final de Berna, año 61. Por supuesto, los propios analistas contemporáneos eran incapaces de saber que aquel castillo de naipes iba a derrumbarse con enorme estrépito. Los azulgranas llegan al partido más decisivo de su historia bajo mínimos. Primero, el club está dirigido por una gestora provisional, periodo de interregno presidencial, que ha cometido la atrocidad de traspasar a Luis Suárez al Inter, reclamado por el huido Herrera, gracias a 25 millones de pesetas. La excusa, paliar las deudas contraídas con el estadio. Lo surrealista, el nuevo presidente, Enric Llaudet, gasta 20 millones de esa cantidad para realizar 15 estériles fichajes que garanticen la renovación de

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la envejecida plantilla, cuando resultaba obvio pensar que Suárez, de apenas 24 años, era el pilar donde edificar la década de los 60. Segundo, Brocic ha sido destituido y su lugar en el banquillo es ocupado, de manera provisional, por Enrique Orizaola, al que, días antes de la final, Kubala convence para que lo alinee de titular. El argumento, su fama europea que hará al Benfica estar pendiente de sus evoluciones, dejando libres a otros compañeros. Kubala padece entonces una hernia discal y juega de extremo derecho, enfajado su torso por completo. Apenas puede moverse, comete una imprudencia enorme que pasa entonces desapercibida y que hoy desvelamos tras contrastarla con sus allegados. El partido resulta pródigo en desdichas, increíble el gafe del Barcelona. Ramallets, otro mito, falla en dos de los tres goles portugueses y opta por la retirada tras la debacle de Berna. Kubala sigue sus pasos de curiosa manera. A los 34 años, el club le pide que se haga cargo de la incipiente escuela de futbolistas del club, la proto-Masia, y acceda a ser técnico puente a partir del segundo año si hay destitución de entrenador. El club, dando bandazos, vulnera el acuerdo a los cuatro días y le exige que tome el equipo. Laci calla, consciente de que entrenar a excompañeros veteranos y jóvenes sin el talento suficiente no resulta panorama en exceso halagüeño. Comienza bien, pero se hunde en la Copa y es cesado del cargo. Como patrimonio de la entidad, comúnmente aceptada por el barcelonismo tal consideración, pide el regreso a la escuela forjadora de talentos, pero Llaudet la ha cerrado por cuestiones presupuestarias. Casi con 36 años y bastante recuperado de su bajón físico, le pide al presidente volver a ser futbolista en activo, regresar al césped. Llaudet se cierra en banda y Kubala se queda en la calle con sensación de haber sido traicionado por sus superiores, no ya una, sino tres veces. EL ADIÓS DE PICASSO

Decide volver a jugar, con una sola condición: evitar que la familia deba abandonar Barcelona, ciudad donde los Kubala han echado hondas raíces. El Espanyol le lanza el cebo y Laci pone una única condición. Aceptará si cambia de bando en calidad de simple amateur. La legislación deportiva niega esa posibilidad, con lo que al final, recibe un emolumento simbólico de 500 pesetas mensuales que piensa dedicar a obras de beneficencia. Vuelve a tropezar en la misma piedra de siempre: no abre la boca, no comenta sus razones por miedo a ser malinterpretado y la reacción de los que antaño le veneraban resulta furibunda, lo consideran la mayor de las traiciones vividas desde Judas o casi. Cuando visita el Camp Nou con un envejecido Espanyol, su amigo César le coloca a Vergés como secante, quizá convencido de que el tiempo no pasa para él. El Barça gana 4-0 y el recibimiento a la estrella es durísimo, de silbatina continua. Aún aguantará otra campaña en Sarriá, ahora como entrenador, y fichará a su amigo Di Stéfano, quien también ha dejado Chamartín tras algunos dimes y diretes. Difícil, eso de lidiar con mitos en declive… Repasados doce años de su vida, aparece la imagen de un afamado actor que ha representado todo tipo de papeles y obras. Kubala en comedia y tragedia, siempre adorado por sus contemporáneos, tal vez demasiado ingenuo en su bonhomía, entregado al club y a su gente, castigado por las fuerzas del destino simbolizado en ese cruel reguero de lesiones que le impidieron rendir a plena satisfacción durante largo recorrido. Laci se mostró aquí en máximo esplendor apenas tres años, los que le duró el físico intacto.

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Kubala, el revolucionario y un buen botón de muestra para denunciar que el Barcelona, y por extensión, el fútbol español, menosprecia las lecciones derivadas de su evolución, ignora esa memoria histórica de la que tanto podría extraer. Pocos saben y reconocen hoy que le corresponde el papel de visionario capaz de abrir nueva época, más tarde compartida con su amigo Alfredo, otro genio que cambió la personalidad y la suerte de su institución. Con Kubala llegaron los tiempos modernos. Fue Picasso en lo suyo. Ambos amigos, ambos revolucionarios aún admiten algunas comparaciones de corte filosófico: si Kubala es pionero en el actual modelo barcelonista, Di Stéfano también merece posición destacada por insuflar ese aire épico, de equipo incapaz de rendirse jamás, a su Real Madrid, algo que aún permanece en las remontadas de última hora cuando se desata la furia en el Bernabéu. Realmente, todo está escrito en la historia. Basta con recurrir a ella cuando convenga extraer lecciones y repartir admiración.

Frederic Porta

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El muro Loles Vives

“Hasta el kilómetro treinta iba a un ritmo aceptable. Incluso pensaba, que si seguía así, llegaría a la meta con un tiempo aceptable. Iba bien de resistencia. No parecía que fuera a tener problemas para recorrer la distancia que quedaba. Pero entonces, justo después del kilómetro treinta, de repente las piernas empezaron a no responderme. Me entraron calambres, que se fueron haciendo progresivamente más intensos, y, finalmente, ya no pude correr nada. Por más estiramientos que hacía, la parte trasera de mis muslos me temblaba, completamente agarrotada; los tenía extrañamente deformados y no me respondían. Sin querer acabé de cuclillas en mitad de la carretera (…) En cuanto creía que el dolor se había hecho tolerable, intentaba correr de nuevo, pero volvía a recaer. Por eso durante los últimos cinco kilómetros no me quedó más remedio que caminar (…) Apreté los dientes y me arrastré hacía la meta mientras los demás corredores me adelantaban uno tras otro. Implacables, los números del cronómetro digital seguían señalando el tiempo (…) A falta de unos dos kilómetros para la meta, por fin desaparecieron los calambres y pude volver a correr. Troté hasta recuperar el ritmo, e incluso conseguí esprintar al final. Pero hice un tiempo lamentable”. Haruki Murakami (“De qué hablo cuando hablo de correr”) Todos los maratonianos saben lo que es “el muro” ya sea porque lo han padecido o porque han oído hablar de él. También los que se están entrenando para correr una maratón por primera vez o quieren correrla algún día saben que lo más duro y temible de correr los 42,195 km llega a partir del kilómetro treinta de carrera, cuando se acaba la energía y apenas quedan fuerzas para cumplir el objetivo. Son sensaciones extrañas y angustiosas, pero una de las grandezas de la maratón es superar y traspasar ‘el muro’. 68 Índice Revista#01 PerarnauClub

Es algo progresivo. Te vas quedando sin fuerza, sientes como tu organismo se va apagando poco a poco…

Todos estamos expuestos a conocerlo. ¡Incluso Haile Gebrselassie! ¡Yo he visto a Haile atravesando “el muro”! Martín Fiz

Pero ¿qué es en realidad “el muro”? ¿Existe de verdad? ¿Qué se siente? ¿Se puede superar? ¿Es un problema solo físico? Son preguntas que únicamente pueden responder con conocimiento de causa especialistas en correr esta distancia. Martín Fiz, Arcadi Alibés, Carles Castillejo, Jaume Leiva, Pablo Villalobos y Tamara Sanfabio, todos ellos con varias maratones en sus piernas, contestan a estas preguntas y nos aportan un poco de luz a este, casi siempre inesperado, aguafiestas de la madre de todas las carreras. ¿QUÉ SE SIENTE CUANDO LLEGA ‘EL MURO’?

Martín Fiz: Es una sensación de agotamiento, sientes cómo tu organismo se va apagando poco a poco, que te vas quedando sin fuerza. Tú le pides a la musculatura que reaccione, pero ésta no atiende a las indicaciones que la mente le transmite. Los cuádriceps pesan como plomos; entonces empiezan los calambres. El estómago ruge, tienes hambre. De repente, te entran tanto ganas de llorar como ganas de reír. Los ojos se hunden y los párpados se van cayendo. Es un cúmulo de despropósitos con el que durante algunos kilómetros hay que saber convivir. Arcadi Alibés: Tienes un sentimiento de absoluta frustración, sobre todo si buscabas una determinada marca y hasta ese instante ibas como un reloj. De repente, te das cuenta de que no lograrás el objetivo y eso supone una gran desilusión. Piensas en todos los entrenamientos realizados y psicológicamente es un momento muy duro. Carles Castillejo: Es una sensación de vacío, de flojera. Las piernas se mueven pero tú no avanzas tan rápido. Cardiovascularmente no vas mal, pero muscularmente es otra historia. Es la consecuencia que se sufre al pasar de usar los hidratos de carbono como fuente de energía —algo que ocurre durante los 90 primeros minutos— a las grasas. Las grasas son muy “caras” y al cuerpo le cuesta mucho transformarlas en energía útil, algo que no ocurre con los hidratos, y entonces cuesta más mantener la intensidad. Ese punto es “el muro”. Jaume Leiva: Es una sensación de vacío, de agotamiento físico por culpa del bajo nivel de azúcar en sangre. La fatiga es tan grande que en un instante pasas de ir relativamente cómodo a no poder desplazar el cuerpo con fuerza, y si consigues hacerlo es gracias a la capacidad mental de sufrimiento. Pablo Villalobos: Pasas de ir bien, con fuerzas, dominando el ritmo, progresando dentro de la fatiga acumulada… a, de repente, sentir que pierdes el control sobre el cuerpo. En cierta medida, sientes tener que luchar lo indecible en cada paso por no perder la cadencia; porque el ritmo no se venga abajo y te encuentres inmerso en una sensación de vacío, de agonía, de fin del mundo. ¿LO HAS SUFRIDO? ¿CUÁNDO?

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Martín Fiz: Sí lo he sufrido, precisamente la última maratón que corrí como atleta de élite. Fue en la Maratón del Millenium en Madrid (28/10/2001). Ese día, Abel Antón y yo nos despedíamos del atletismo profesional. Había un duelo y mucha rivalidad. El esfuerzo que tuve que hacer fue descomunal. Los últimos kilómetros resultaron agónicos. Al llegar a meta tuvieron que asistirme los servicios médicos, pero ésta es una de las grandezas de la maratón: saber reponerse a las adversidades y “el muro” es una de ellas.

NOTA. La carrera la ganó el italiano Stefano Baldini (2:09:59), siendo Fiz undécimo (2:17:51) por delante de Antón, decimoséptimo (2:27:0), quien también sufrió muchas dificultades para llegar a la meta. Los duelos particulares entre ambos atletas quedaron en empate a dos. Arcadi Alibés: Con 114 maratones terminadas, es evidente que me he encontrado con todo tipo de situaciones y “el muro” no es una excepción. A veces llega de golpe y en otras se manifiesta de una forma más progresiva. La maratón en la que peor lo he pasado fue la de París en 1988, pero no fue lo que conocemos como “el muro”. Supongo que llegué pasado de forma y fue una experiencia horrorosa. Empecé yendo mal ya desde el inicio y de querer bajar de las tres horas ¡la hice en más de cinco! Los “muros” más claros los sufrí en las maratones de Barcelona en 1996 y 1997. Salí un pelín más rápido de lo previsto y me estampé las dos veces de lleno contra “la pared”. En ambos casos quería bajar de las tres horas, pero acabé en 3:01. El kilómetro 30 todavía lo pasé en 2:02:38. Empezaba a perder fuerzas, pero, a pesar de la subida a Montjuïc, tenía mucho margen para bajar de las tres horas. Pero pasó lo que tenía que pasar. Empecé a ir cada vez más lento. El parcial del 30 al 35 lo hice a 4:23. Todavía tenía suficiente margen de tiempo (…) Es decir, ¡podía ir a cinco! Intenté meterme esto en la cabeza para recuperar la moral que iba perdiendo poco a poco (…) Era un ritmo muy asequible, muy cómodo… Pero por primera vez, la subida a Montjuïc fue un muro infranqueable para mí. Extracto del libro de Arcadi Alibés: “Les Petjades dels Herois” “La huella de los héroes”)

Carles Castillejo: Hasta la fecha he corrido solo dos maratones y en la primera que hice, en Castellón, fui perfecto (2:10: 09; 11/12/2011), pero lo sufrí en la maratón de los Juegos Olímpicos de Londres (2:16:17; 12/08/2012). Jaume Leiva: Lo padecí en la Maratón de Rotterdam en 2011 (2:17:57; 10/04/2011) (Leiva ostenta una mejor marca de 2:15:28; Berlín, 25/09/2010). Pablo Villalobos: Aún no sé si lo he vivido, quizás porque no he tenido que gatear por ninguna pared en mis escasas cuatro maratones. En las dos que he corrido a por marca no encontré ‘el muro’; pero sí la dificultad en los kilómetros finales de tener que luchar por no romper la inercia, por no rendirme y perder lo que había luchado durante más de treinta kilómetros. Sin embargo, en el Europeo de Barcelona en 2010 (2:19:56; 01/08/2010) y en el Mundial de Daegu en 2011 (2:18:12; 04/09/2011), es posible que sufriera una especie de “muro” aunque pienso que más por las condiciones de calor que por la fatiga: en ambas carreras coincidió en el kilómetro 38 aproximadamente. Tamara Sanfabio: Yo creo que afortunadamente aún no me he encontrado con él. ¿LO VES VENIR O LLEGA DE REPENTE? 70 Índice Revista#01 PerarnauClub

Martín Fiz: Es algo progresivo. Te vas quedando sin fuerza, sientes como tu organismo se va apagando poco a poco…

Arcadi Alibés: A veces es una cosa progresiva. Empiezas a tener problemas y a hacer cada kilómetro más lento. Otras veces es un fenómeno más repentino, como si se terminara la gasolina de golpe. Carles Castillejo: Depende. Hay veces que sí y otras que no. Normalmente el cuerpo envía señales de aviso pero las ignoramos. Jaume Leiva: A mí me llegó de golpe, en el kilómetro 28. ¿UNA VEZ LLEGA SE PUEDE SUPERAR?

Martín Fiz: Complicado. Son diez minutos de bloqueo, de malas sensaciones. Una vez que la falta de glucógeno da paso a un carburante inferior, las grasas, se asumen las dificultades que uno está pasando, se baja el ritmo y se empieza a ir más lento. Arcadi Alibés: Aunque en alguna ocasión he logrado superarlo, normalmente es difícil recuperarse y volver al ritmo inicial. No tanto porque físicamente no sea posible sino porque psicológicamente, al darte cuenta de que has perdido la posibilidad de hacer marca, es muy complicado recuperar la ilusión. Si te has dejado unos cuantos minutos ya no tienes fuerza de voluntad para apretar los dientes y volver a correr al ritmo anterior. Pero curiosamente, logré sobreponerme al “muro” el día que logré mi mejor marca en Sevilla en 1994 (2:53:06). Viendo los parciales se aprecia que se me terminó la gasolina entre el kilómetro 30 y 35, pero a partir de ahí tuve la capacidad de volver al ritmo anterior hasta cruzar la meta. No ocurre siempre, pero es un ejemplo de que el muro se puede superar. Jaume Leiva: Es realmente difícil volver a recuperar el mismo que llevabas antes de sufrirlo. Carles Castillejo: Hay que intentar evitarlo. Una correcta hidratación y alimentación durante la carrera ayuda a retrasarlo, pero una vez ha llegado solo queda ir aflojando el ritmo. Tamara Sanfabio: Más que superarlo, hay que intentar evitar que llegue, ingiriendo sales y geles energéticos. Y si llega, lo mismo: hidratarse, tomar sales, geles o fruta en los avituallamientos para intentar sobreponerse. ¿CÓMO SE PUEDE EVITAR?

Martín Fiz: Una manera de evitarlo es incidiendo, antes y durante la competición, en una buena alimentación e hidratación, y aun así, hay veces que no se puede evitar. También se puede evitar corriendo la primera parte de la carrera a ritmos acordes con la capacidad de cada deportista. Muchas veces se sale a un ritmo elevado y más tarde te encuentras con “el hombre del mazo”; todos estamos expuestos a conocerlo. ¡Incluso Haile Gebrselassie! ¡Yo he visto a Haile atravesando “el muro”!

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Arcadi Alibés: No sobrevalorándose y saliendo muy tranquilo. En el momento actual de mi trayectoria, al no buscar ninguna marca espectacular, siempre procuro llevar un ritmo mucho más lento del que podría y es la mejor manera para que la gasolina me llegue hasta el final. El problema está cuando se busca una marca y se arriesga desde el principio, entonces tenemos muchos números para encontrarnos con nuestro “amigo” a partir del kilómetro treinta.

Jaume Leiva: Llegando muy bien preparado a la prueba y siguiendo una buena alimentación los días previos. Ya en la carrera, hidratándose adecuadamente y, si es posible, ingerir azúcar para retrasar la fatiga muscular. Pero, sobre todo, saliendo a un ritmo acorde con tu nivel. Es básico no pasarse de ritmo en la primera parte de la maratón. Carles Castillejo: Con buenos avituallamientos y con entrenamientos específicos mediante las famosas tiradas largas: rodajes de 1 hora 30 minutos a 2 horas 15 minutos. No es tanto para evitarlo, sino para entrenar el cuerpo a la sensación de usar las grasas, en lugar de los hidratos, como combustible. ¿ES UN PROBLEMA SOLO FÍSICO O TAMBIÉN PSICOLÓGICO?

Martín Fiz: Creo que es meramente fisiológico. Hay deportistas que, en competiciones de larga duración, por mucho que se hidraten durante la competición no asimilan la ingesta de líquidos. Además, en la última fase de la carrera, la falta de glucógeno provoca que el organismo no responda a lo que la mente le está pidiendo. Son sensaciones extrañas y angustiosas pero, insisto, es una de las grandezas de la maratón: superar y traspasar ‘el muro’. Arcadi Alibés: Como explicaba antes, creo que el “coco” tiene mucho que ver, aunque pienso que la principal causa de la aparición del “muro” es el hecho de haber salido a un ritmo por encima de tus posibilidades. Carles Castillejo: Ambas cosas. Como ya hemos visto, hay una explicación fisiológica, pero también existe un factor psicológico porque sabes que existe este punto y no puedes evitar pensar que te lo vas a encontrar. El miedo hace que muchas veces empieces a sufrirlo antes de tiempo. Sin embargo, esta situación se puede transformar en algo positivo ya que por miedo a sufrirlo empiezas más lenta la carrera y quizás eso te impide encontrarte con “el muro”. Jaume Leiva: Es más un problema físico, aunque la cabeza ayuda mucho a saber dosificar bien las fuerzas y evitar esta fatiga. QUÉ ES “EL MURO” DESDE EL PUNTO DE VISTA FISIOLÓGICO

El glucógeno (polisacárido formado por cadenas ramificadas de glucosa) es la principal gasolina de los músculos cuando se realiza un ejercicio aeróbico. Se sintetiza en el hígado y en el músculo a partir de la glucosa (glucogénesis) que se obtiene tras la ingesta de alimentos con hidratos de carbono o carbohidratos. El depósito de glucógeno en los músculos se va agotando a medida que avanza el ejercicio. La tasa de agotamiento depende de la intensidad del ejercicio y de la cantidad almacenada antes de comenzar la actividad. He ahí la importancia de incrementar la ingesta de hidratos de carbono el día anterior y también varios días antes de la competición (sobrecarga de hidratos), a la vez que bajar el volumen de entrenamiento (tapering).

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Para que el glucógeno proporcione energía al músculo necesita descomponerse en glucosa (glucogenolisis), que en presencia de oxígeno se metabolizará proporcionando energía. La glucosa que se utiliza inicialmente es la que procede del glucógeno muscular y, posteriormente, se utiliza la del glucógeno hepático o la que hay en el torrente sanguíneo.

En quince minutos de ejercicio intenso puede agotarse del 60 % al 70 % del glucógeno almacenado en los músculos. El agotamiento total puede producirse a partir de los 90 minutos de ejercicio aunque dependiendo de la intensidad, de la condición física/entrenamiento del atleta y de los avituallamientos durante la carrera. El temido “muro” llega cuando se agotan las reservas de glucógeno y los músculos se quedan sin su principal y más eficiente fuente de energía para seguir ejerciendo la actividad y, en ese instante, la fatiga aparece de forma irremediable. Entonces, para poder seguir corriendo, el organismo se ve obligado a utilizar como combustible los ácidos grasos (grasas) presentes en la sangre y almacenados como triglicéridos en el músculo y sobre todo en el tejido adiposo. Esta nueva situación fisiológica repercute de forma notable en el corredor que, además de sentirse fatigado y con malas sensaciones, se ve incapaz de mantener el ritmo al que iba y obligado a bajar su intensidad para poder finalizar los 42,195 km. Ello se debe a que las grasas, a pesar de proporcionar más energía por gramo que los hidratos de carbono, lo hacen de forma lenta y poco eficiente, lo que imposibilita correr a una alta intensidad. Mediante el entrenamiento y una buena estrategia de alimentación, los maratonianos pueden modificar sus fuentes de energía y acostumbrar a su cuerpo a “tirar” más de los ácidos grasos (grasas) como fuente de energía con el fin de ahorrar glucógeno y retrasar la fatiga muscular o intentar que no se agote y poder disponer de la energía de los carbohidratos en el último tramo de la carrera y aumentar así el ritmo al final. Los grandes especialistas lo consiguen mediante rodajes o tiradas largas a ritmos lentos y baja frecuencia cardiaca y también realizando entrenos en ayunas. Estos entrenamientos también les permiten acostumbrarse a la mayor dificultad y sufrimiento que siempre supone correr utilizando las grasas como combustible. NUESTROS MARATONIANOS

Martín Fiz (Vitoria 03/03/63): Especialista en sus inicios en pruebas de fondo y obstáculos (campeón Iberoamericano en 3.000 m obstáculos en México 1988), se pasó a la maratón en 1993, prueba que revolucionó en España. Campeón del mundo de maratón en Goteborg 1995; campeón de Europa en Helsinki’94, individual y por equipos; subcampeón del Mundo en Atenas’97; 4º clasificado en los JJ. OO. de Atlanta’96; 6º clasificado en los JJ. OO. de Sydney 2000. Ganador de las maratones de Helsinki (1993 y 94); Rotterdam (1995), Seúl (1996 y 1997) y Otsu (1999). Ostenta una mejor marca en la distancia de 2:08:05 (Otsu 02/03/1997). Su mejor marca en Media Maratón: 1:01:08 (RemichGrevenmacher 29/09/1996).

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Carles Castillejo (Barcelona 18/08/78): Realizó su primera maratón en diciembre del 2011, ganando el título de campeón de España y logrando un crono de 2:10:09, que le concedió su tercer pasaporte olímpico: Atenas 2004 (5.000 m); Pekín 2008 (10.000 m) y Londres 2012 (Maratón). Hasta la fecha solo ha disputado 2 maratones. En el Campeonato de Europa de Barcelona 2010 se clasificó 5º en los 10.000 m, distancia en la que ostenta un crono de 27:39:79. Su mejor marca en Media Maratón: 1:01:18 (Granollers 03/02/2013).

Jaume Leiva (Terrassa 30/07/83): Atleta especializado en pruebas de fondo y ruta (10km, media maratón y maratón) debutó en la maratón el 14/02/2010 en Sevilla con un crono de 2:16:27. Siete meses más tarde logró en la Maratón de Berlín su actual mejor marca personal: 2:15:28. En el año 2012 se proclamó campeón de España de media maratón. Su mejor marca en Media: 1:03:35 (Granollers 05/02/2012). Pablo Villalobos (Almendralejo 20/05/78): Tras dedicarse a carreras más cortas, que culminó con un 7º puesto en los 5.000 metros del Europeo de Goteborg (2006), realizó su salto a la maratón en 2010. En 2011 estableció un crono de 2:12:21 que supone su mejor marca personal. Ostenta los títulos nacionales de media maratón (2009) y maratón (2011), además del 5º puesto en maratón en el Campeonato de Europa de Barcelona 2010. Su mejor marca en Media: 1:03:14 (Las Palmas de Gran Canaria 23/01/2011). Arcadi Alibés (L’ Ametlla de Merola 1959): Coleccionista de maratones. Corrió por primera vez los 42,195 km en Nueva York en 1983 (4:22:21) y en el año 2010 en Barcelona corrió la que supuso su maratón número 100 (4:03:10). En el momento de publicar este artículo lleva finalizadas 114 maratones. Su mejor marca en Maratón: 2:53.06 (Sevilla 27/02/1994) y en Media: 1:20:50 (Vilanova i la Geltrú 18/12/1994). Autor del libro “Les Petjades dels Herois” [“La huella de los héroes”] en el que narra su experiencia disputando todas las maratones de las ediciones olímpicas. Tamara Sanfabio (Madrid 14/03/78): Recordwoman de España Absoluta de 2.000 metros obstáculos (6:26.41 Beveren 02/09/2006), realizó su primera maratón en 2010 (Sevilla 14/02/2010) donde logró la que todavía supone su mejor marca personal: 2:36:37. Un año más tarde ganó el título de campeona de España de la distancia (Sevilla 13/02/2011). Su mejor marca en Media: 1:16:13 (Motril 20/09/2009).

Loles Vives

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Bekoji, el pueblo con más campeones per cápita Óscar Fernández Villar

Bekoji es tierra fértil en café, té, especias, caña de azúcar, algodón y cereales, pero su mejor fruto son los corredores de fondo. Con un censo apenas superior a los 16.000 habitantes, la pequeña población etíope suma 8 oros olímpicos, 10 récords del mundo y 32 títulos de campeón mundial. Estamos, por tanto, ante un éxito sin precedentes, frente a una improbabilidad estadística. Estamos en Bekoji, el pueblo con más campeones per cápita del mundo.

Bekoji, con 16.730 habitantes, acumula 8 oros olímpicos, 10 récords del mundo y 32 campeones mundiales.

De los siete JJ. OO. en los que se ha disputado el 10.000 femenino, cuatro han tenido una vencedora de Bekoji. Es decir, un pueblo de 16.000 habitantes tiene más medallas olímpicas en este evento que toda la población mundial.

Bekoji es una pequeña aldea situada a 2.810 metros de altitud en la región de Oromía, en el centro de Etiopía. El último censo señala que la población de este municipio etíope es de 16.730 habitantes, de ellos 7.999 hombres y 8.731 mujeres. Bekoji es un poblado fértil en historias, la más importante fue una breve ocupación italiana, cuando Mussolini conquistó Etiopía entre los años 1935/1936. Dicha ocupación dejó tremendas secuelas, fundamentalmente por la brutalidad del fascismo italiano. Ejemplos de ese genocidio fueron los bombardeos, el uso de gas mostaza, aunque estaba prohibido por las Convenciones de Ginebra, o la orden de matar a diez etíopes por cada italiano muerto en un ataque. En cambio, la historia más reciente de esta pequeña población está marcada por algo más gratificante: los triunfos de sus atletas. Kenenisa Bekele, Tirunesh Dibaba, Derartu Tulu, Fatuma Roba y Tiki Gelana son los cinco atletas, naturales de esta pequeña población, que han sido campeones olímpicos. A estos campeones olímpicos hay que sumar otros ilustres atletas nacidos en Bekoji: Tariku Bekele, Ejegayehu Dibaba, Genzebe Dibaba, Tirfi Tsegaye, Mestewat Tufa, etc. En la lista de nativos de Bekoji no está el más grande de todos, Haile Gebrselassie, aunque su lugar de nacimiento (Asella) está a

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tan sólo 50 kilómetros de Bekoji. Es complicado encontrar una modalidad deportiva que pueda congregar a tanto talento en un espacio geográfico tan reducido. Bekoji, esta pequeña población, acumula 8 oros olímpicos, 10 récords del mundo y 32 campeones del mundo. De los siete JJ. OO. en los que se ha disputado el 10.000 femenino, cuatro han tenido una vencedora de Bekoji. Es decir, un pueblo de 16.000 habitantes tiene más medallas olímpicas en este evento que toda la población mundial. ¿QUÉ TIENE BEKOJI DE ESPECIAL?

Bekoji es un pequeño pueblo agrícola que está situado a 219 kilómetros por carretera (175 en línea recta) al sur de la capital etíope, Adís Abeba. En las carreteras occidentales serían dos horas en coche, pero en las carreteras etíopes se convierte en una pequeña odisea, pues los kilómetros no pasan a la misma velocidad a la que estamos acostumbrados los europeos. Desde los últimos tres años ya hay una carretera que une Adís-Bekoji, que ha sido construida por chinos. Se trata de una tierra que, a diferencia de la imagen tradicional de Etiopía, es fértil. Café, té, especias, caña de azúcar, algodón, cereales son algunos de los productos que se cultivan en esta zona. Además, está llena de animales domésticos, sobre todo burros, caballos, cabras y vacas. Las probabilidades de encontrar un animal por la carretera son muy superiores a las de hallar un coche. De hecho, el censo de coches alcanzaba la cantidad de 25 unidades, menos de los que hay en el parking de cualquier edificio europeo. La cantidad de coches es tan escasa que los propietarios de los mismos se conocen entre ellos. La tecnología y el confort tampoco poseen los estándares occidentales. En Etiopía, el 39% de la población vive por debajo del umbral internacional de pobreza de 1,25 dólares al día, y en 2011 el país ocupó el puesto 174 de 187 países en el Índice de Desarrollo Humano.

ENTRENARSE DURO Y TRABAJAR EN EQUIPO

Casi todos los grandes campeones surgidos en esta ciudad tienen algo en común: fueron entrenados por, Sentayehu Eshetu. El viejo entrenador etíope lleva décadas sacando grandes campeones. “Los atletas deben entrenar duro, respetarse mutuamente, trabajar en equipo y luchar por el honor de su patria”. Este el lema que preside el pequeño despacho en una cabaña donde Eshetu hace su trabajo. Eshetu ha entrenado a grandes campeones, pero siempre con la disciplina como primer mandamiento del atleta.

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El periodista El Shadai Negash se desplazó a Bekoji para contemplar in situ los métodos de entrenamiento de Eshetu. Los atletas estaban citados a las 6:00 a.m. para su entrenamiento matinal. Tienen que madrugar ya que, después del entrenamiento, muchos tienen que ir a la escuela. Una joven atleta de 12 años, Tadesse Birara, se levantaba a las 5:30 a.m. con la intención de llegar a su habitual cita con los entrenamientos a las 6:00 pero ese día se retrasó cinco minutos. Eshetu la castigó por llegar tarde y la hizo entrenar una hora más de lo que tenía previsto. Eshetu es el profesor de educación física de una de las dos escuelas de primaria que hay en el pueblo. Fue un antiguo jugador de fútbol que se retiró por una lesión en la rodilla.

¿POR QUÉ TANTO TALENTO?

Las causas de la proliferación de tanto talento pueden ser varias. La más aludida son las condiciones de entrenamiento: es una ciudad situada a 2.800 metros de altitud, con una temperatura media de 16º C. “Los atletas de esta región y otras de gran altitud en otras partes de Etiopía tienen unos niveles altos de hemoglobina, lo que beneficia la capacidad de transporte de oxígeno”, dice el Dr. Woldemeskel Kostre, seleccionador etíope. Otro elemento fundamental es la dieta y el modo de vida de la zona. No hay segadoras, ni tractores, ni motosierras, ni ninguna maquinaria que pueda facilitar el trabajo agrícola; todos los aperos de labranza son los que en la Europa occidental se utilizaban antes de la Revolución Industrial. “La mayoría de los corredores etíopes seguirán viniendo desde las zonas rurales del país”, añade el Dr. Kostre. “Ellos poseen la dureza que muchos corredores de la ciudad no tienen. El trabajo en el campo es duro y los jóvenes del pueblo han visto como el método más sencillo de salir de la pobreza era entrenar y convertirse en un atleta de éxito. La competencia es muy grande y lleva a que los jóvenes entrenen y se exijan lo máximo para lograr llegar a ser uno de los elegidos. El éxito de Tulu, Bekele, Dibaba, es un ejemplo a seguir por muchos de los jóvenes”.

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La Federación Etíope de Atletismo (EAF) concede una subvención anual al ayuntamiento de Bekoji para que apoye a 25 atletas. El día de la selección aparecen más de 200 atletas que intentan formar parte de ese grupo privilegiado. El lugar habitual de entrenamiento es un bosque con dos colinas en las que se ejercitan los atletas. El día dedicado a subidas suelen hacer unas 40 subidas. Cuando acaba la temporada de lluvias adecentan la pista de tierra que tienen y pasan a realizar el trabajo específico en dicha pista terrosa. El proceso de formación de los atletas finaliza cuando alcanzan un nivel internacional. En esos momentos los atletas se marchan a vivir y entrenar a la capital, donde muchos entran en la policía o a trabajar en prisiones. Los que simplemente fichan por un club tienen que sobrevivir con sueldos muy bajos, ya que un club puede pagar unos 50$ por mes. El proceso de adaptación no siempre es sencillo. Ejegayehu Dibaba es un ejemplo de ello. La mayor de las Dibaba narró en repetidas ocasiones que sus primeros años en la capital no fueron nada gratificantes y que le costó mucho adaptarse a una ciudad que era muy distinta y mucho más cara que su población natal. En su caso contó con la ayuda inestimable de su prima Bekelu Dibaba (aunque ellas se tratan como hermanas). Bekelu fue una atleta de nivel medio que ayudó en todo lo que pudo a sus primas, aunque el referente deportivo más importante de las Dibaba era otra prima, Derartu Tulu. La campeona olímpica en 10.000 en Barcelona y Sídney salió de Bekoji con 16 años escapando de su casamiento, el cual ya tenían apalabrado las familias. La primera campeona olímpica africana es propietaria ahora de un hotel en Asella, pero vive en Adís, aunque a menudo regresa a Bekoji y ayuda al sustento familiar. Después de los Juegos Olímpicos —en 2009 y con 37 años—, Derartu ganó un gran premio en metálico al vencer en la maratón de Nueva York. Esa carrera le reportó un beneficio económico de 130.000 $, el gobierno etíope le concedió tierras y compró ganado: 50 vacas. Tulu adquirió una casa en el pueblo y se la facilitó a su familia. Compró ropa y concedió ayuda económica a mucha gente del pueblo. La gente que lo necesitaba pidió ayuda y ella misma llegó a conceder apoyo económico a gente que no se lo pedía pero se encontraba necesitada. RECOMPENSAS BIEN COMPARTIDAS

Los grandes campeones en Kenia y Etiopía sirven de ejemplo a todo el pueblo. Es normal que hagan inversiones en su tierra natal, ayudando al crecimiento de todo el pueblo. Las hermanas Dibaba y los hermanos Bekele han construido casas para sus padres en Bekoji, los han retirado del trabajo en el campo y contratado a trabajadores del pueblo para que trabajen las tierras. Cuando Mutai se aseguró el triunfo en la Maratón de Berlín, y con ello 500.000 $, gracias a que Kimetto no le disputó el sprint, Ed Caesar dijo una frase que refleja claramente esta política: “Si Kimetto hubiera ganado, todo el mundo en la pequeña villa donde viven Mutai y Kimetto (Kapn’gtuny) hubiera perdido”. Esta política de ayuda a sus paisanos hace que se retroalimente el deseo de los jóvenes de emular a sus ídolos atléticos. Los niños quieren correr para hacer felices a sus padres que llevan a entrenar a sus hijos con la esperanza de que puedan triunfar en el atletismo y así no tener que trabajar la tierra. Para las chicas, las únicas salidas son el matrimonio y el atletismo.

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Una característica física común a muchos de estos corredores de fondo es que, por lo general, son atletas de constitución pequeña, ligeros, fuertes y con una gran capacidad de sacrificio y trabajo. Pero no todos los atletas triunfan: Eshetu siempre menciona a Zegeue Shifarawu Abebe. Todos creíamos que sería un atleta que ganaría medallas olímpicas y entrenando era mejor que Bekele. Por los motivos que sea, Shifarawu nunca llegó a lo más alto. El éxito de los corredores nacidos en Bekoji ha llevado a un realizador inglés, Jerry Rothwell, a realizar un documental sobre este pueblo Town of Runners (Pueblo de los corredores), documental que se puede conseguir con subtítulos en español a través de una ONG española, AFNE (Asociación de Familias de Niños y Niñas de Etiopía). El documental se centra en la historia de dos chicas por llegar a lo más alto en el mundo del atletismo. Tsegaye Alemi y su amiga Hawii Megersa son las atletas protagonistas de este documental que ha recibido críticas excepcionales. • Tráiler de la película GRANDES CORREDORES NACIDOS EN BEKOJI:

• Kenenisa Bekele: Cuatro medallas olímpicas, tres oros y una plata. Seis medallas Campeonato del Mundo al aire libre, cinco de oro. Doce medallas Campeonato del Mundo de Cross, de las cuales once son oros. Recordman mundial de 5.000 y 10.000 metros. • Tirunesh Dibaba: Cinco medallas olímpicas, tres de oro. Cuatro medallas de oro en Mundiales al aire libre. • Tariku Bekele: Bronce en el 10.000 de los JJ. OO. de Londres y campeón mundial de 3.000 en pista cubierta en Valencia 2008. • Ejegayehu Dibaba: Plata en Atenas 2004 y dos medallas de bronce en el Mundial de Helsinki 2005. • Genzebe Dibaba: Campeona mundial de 1.500 en pista cubierta en Estambul 2012. • Tiki Gelana: Campeona olímpica en Maratón en Londres 2012. • Fatuma Roba: Campeona olímpica en Maratón en Atlanta 1996. • Derartu Tulu: Triple medallista olímpica en 10.000, dos de las medallas fueron de oro (Barcelona y Sídney), bronce en Atenas. Dos medallas en Mundiales al aire libre, una de oro (Edmonton). • Mestawet Tufa: Subcampeona del mundo de Cross en la edición de Edimburgo en 2008. • Tirfi Tsegaye: Vencedora de la Maratón de París 2012, segunda en Berlín 2012 y recientemente ganadora de la Maratón de Dubái. El vencedor de la maratón dubaití en hombres, Lelisa Desisa, también es de la región de Oromía.

Óscar Fernández Villar

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La eternidad sobre esquís Gustavo da Silva

Nadie ha ganado (¿ganará?) más carreras en la Copa del Mundo de Esquí. Pocos como él hicieron progresar tanto la técnica del Slalom. Su estilo rayaba la perfección. Vencía por segundos. Apodado por su timidez el “sueco silencioso”, Stenmark es todavía un arcano. Es el momento de desvelar y comprender las claves del éxito eterno de este esquiador cuyo palmarés parece inabordable. Abrigado por un bosque de abetos y alerces, se erige a 1.725 metros de altitud el Canalone Miramonti, una de las pistas con más tradición del esquí alpino. El trazado del Slalom es sumamente técnico, con constantes cambios de pendiente que, al llegar al último tercio del recorrido, alcanza porcentajes del 60 %. Tras medio kilómetro de descenso surge a sus pies la estación invernal de Madonna di Campiglio, en el Valle de Rendena, el umbral de los glaciares de los Dolomitas de Brenta. Madonna irá siempre aparejada al nombre de Jan Ingemar Stenmark (Joesjö, Suecia; 18 de marzo de 1956), el joven que paró en sus dominios a la Valanga azzurra (Avalancha azul), el mejor equipo nacional de esquiadores alpinos, un día de finales de 1974. Fue la primera victoria de un total de 86 (46 en Gigante y 40 en Slalom) durante sus 16 temporadas en activo en el circuito de la Copa del Mundo. El austriaco Hermann Maier (54) es quien más se ha aproximado a este tremendo palmarés. Stenmark llegó a tales cotas de poderío en el circo blanco que, entre marzo de 1977 y febrero de 1981, ganó 31 de 36 gigantes. Una barbaridad. A los ojos actuales, un hito inigualable.

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Nació en la granja de sus abuelos en Joesjö, al noroeste del país, en la Laponia sueca. Cuando cumplió cuatro años, su familia se fue a vivir a la cercana Tärnaby, una población de 700 habitantes que está a apenas 100 kilómetros del Círculo Polar Ártico. Su padre trabajaba con una máquina quitanieves en la carretera que comunicaba con la frontera noruega. Erik Stenmark había pertenecido años atrás a la selección nacional de esquí alpino. En un entorno agreste, el deporte era un esparcimiento para los niños y niñas de Tärnaby. Ingemar practicaba en la escuela hockey hielo, voleibol y brännboll —juego similar al béisbol, propio de Escandinavia—. También le gustaba montar en bicicleta. Como cualquier otro chico de su edad, aprendió muy pronto a esquiar. No sólo era una actividad deportiva; también un medio de transporte en un paraje marcado por la crudeza del invierno polar. ALPINOS EN PAÍS NÓRDICO

Ingresó en el Fjällvinden, el club local de esquí. Tärnaby contaba con una pequeña estación de 180 metros de desnivel, ideal para entrenar el Slalom pero insuficiente para el Descenso. Excepto en unas semanas de diciembre y enero cuando la nieve estaba helada, Stenmark aprendió a esquiar con nieve polvo, rápida y más fácil de dominar. La iluminación artificial le permitía practicar muchas horas por las tardes después de completar su jornada escolar. Lo hacía junto a su padre y su íntimo amigo Stig Strand, quien le acompañaría luego durante muchos años en el circuito de la Copa del Mundo. Stenmark ganó sus primeros concursos a los siete años. En 1965 viajó a Italia para participar en el prestigioso Trofeo Topolino. Acabó 14º el Slalom Gigante, ya que hasta entonces sólo había entrenado el Especial. No alternó ambas pruebas hasta su llegada al equipo nacional júnior, a los 16 años, donde también aprendió a esquiar sobre distintos tipos de nieve. Allí comenzó a entrenarle Ermanno Nogler, un italiano emigrado a Suecia, que había sido técnico de Italia y el principal valedor del juvenil Gustavo Thöni, quien luego sería tetracampeón de la Copa del Mundo. Los métodos de Nogler mejoraron sustancialmente el nivel del esquí alpino sueco. Históricamente, Suecia era un territorio de fondistas. La orografía — carente de cordilleras escarpadas y con los picos más altos situados dentro del Círculo Polar Ártico— era propicia para el esquí de fondo. Este deporte es el que había proporcionado más medallas olímpicas. Así que los esquiadores alpinos eran una rara avis. A principios de los años 70, este reducido grupo de deportistas adolecía de recursos para entrenar. La federación se puso en contacto con varios proveedores de material para que les patrocinasen. Elan fue la única que atendió el reclamo, una modesta firma eslovena creada en 1945. Ingemar Stenmark recibió tres pares de esquís. Comenzaba así una leal y fructífera simbiosis. El sueco no calzaría nunca más esquís de otros fabricantes, aunque recibió ofertas multimillonarias. “Cuando comencé a esquiar nadie se preocupó por mí. Esta marca sí que lo hizo. Además, esquío tan bien con estos esquís… ¿Por qué debo cambiar?”, declaró en su cénit, recién proclamado campeón olímpico. 81 Índice Revista#01 PerarnauClub

La carestía de medios hacía que el equipo sueco tuviera que dedicar casi dos días a viajar en autobús hasta Italia para realizar sus concentraciones en los

Dolomitas. Esta vicisitud no menguó la ambición de triunfo de Stenmark. Se había educado en unas costumbres espartanas. Su etapa junior fue breve y sin resultados relevantes. Decidió dar un salto precoz a la Copa del Mundo en la temporada 1973-74. Debutó con 17 años en el Gigante de Val d’Isère (Francia): puesto 46º, a 13” del ganador. Aquel curso alternó esta competición con la Copa de Europa, una división inferior, en la que se adjudicó el Gigante de Sella Nevea (Italia). El 16 de diciembre de 1973, en Saalbach (Austria), sumó sus primeros puntos en el circuito mundial tras ser noveno en el Gigante. En febrero disputó su primer Campeonato del Mundo en Sankt Moritz (Suiza). Fue noveno en el Gigante que venció Thöni. EL RESORTE MENTAL

“Estoy convencido de que la fuerza mental es decisiva en el éxito del deportista. Lo creo así desde que fui consciente de que podía ganar a los mejores esquiadores del mundo”, explicó años después. Y este resorte quizás se activó un día imprevisible. La promesa sueca fue invitada al Campeonato de Italia. En aquel momento, los transalpinos disfrutaban de su mejor generación de esquiadores: los primos Gustavo y Rolando Thöni, Piero Gros, Fausto Radici… la Valanga azzurra. En la primera manga del Gigante, Stenmark hizo el cuarto mejor crono, a tres décimas del primero. En la segunda bajada, arriesgó, cayó y fue descalificado. “Gané infinitamente más confianza ese día que tras conseguir mis primeros puntos en la Copa del Mundo. En casa de los italianos puse a prueba todas mis capacidades y demostré que podía retarles. Fue un punto de inflexión en mi carrera”, confiesa. Así es. Fue el preludio de su sorprendente irrupción en el podio de la Copa del Mundo. Tres meses después de su estreno en Val d’Isère, Stenmark era segundo y tercero, respectivamente, en el Especial y el Gigante de Voss (Noruega). Antes de concluir la temporada, subió dos veces más al cajón. Terminó duodécimo en la clasificación general, pero el circo blanco albergaba ya en su caravana a una estrella en ciernes. La temporada 1974-75 ratificó las expectativas desde el principio. En el Slalom Especial que inauguraba el circuito (Madonna di Campiglio, 17/12/1974), Stenmark ganó su primera prueba de la Copa del Mundo. Y lo hizo tras una vibrante remontada, desde entonces, un sello personal. En la primera manga acabó 23º a 2”50 del líder. En la segunda, rebajó con creces el tiempo de sus rivales y finalizó por delante de los italianos Paolo Di Chiesa y Fausto Radici.

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Su primera victoria en un Gigante se produjo en Naeba (Japón), el 23 de febrero. Posteriormente, en la penúltima cita del calendario, Stenmark se impuso con una exhibición en el Gigante de Sun Valley (Idaho, EE.UU.), aventajando en ¡tres segundos! a Gros y Thöni —un mundo en la élite del esquí alpino—. Después de 26 pruebas disputadas en tres continentes y a falta de la última, la clasificación absoluta reflejaba un triple empate entre el vigente campeón, Gustavo Thöni; el mejor especialista en Descenso, Franz Klammer, apodado el “astronauta austriaco”; e Ingemar Stenmark, que totalizaba tres triunfos en Gigante y dos en Slalom, y sin esquiar el Descenso. Tanto Klammer como, sobre todo, Thöni habían computado puntos adicionales en la nueva Combinada, que sumaba las actuaciones en tres descensos y otros tantos slalom. Fue una ventaja decisiva para igualar a Stenmark.

El 23 de marzo, la estación italiana de Val Gardena acogía el Slalom Paralelo que encumbraría al campeón. Era ésta una especialidad que se estrenaba aquella temporada, poco apreciada por los esquiadores pero de gran emoción para el público. La competición consistía en carreras de uno contra uno durante cuatro rondas eliminatorias más la final. Klammer, menos dotado para el Slalom, no superó la primera fase. Mientras, Thöni y Stenmark cumplieron los pronósticos y disputarían la gran final, no sin polémica. Los italianos impugnaron en vano un supuesto salto de puerta de Stenmark, mientras que Thöni venció a su compañero Tino Pietrogiovanna tras una “oportuna” salida de pista de éste. El recorrido presentaba unas condiciones dificilísimas: el grueso de nieve era ahora una superficie helada por el desgaste sufrido durante todo el torneo. Thöni y Stenmark fueron a la par hasta el último tercio de carrera. Cuando parecía que Stenmark tomaba un mínimo adelanto, el sueco se desequilibró a la salida de la antepenúltima puerta y perdió la trazada. Thöni cruzaba la meta y conservaba su título de campeón —el cuarto en cinco años— ante el clamor de sus paisanos. Stenmark tuvo que soportar antes y durante la final la hostilidad de los espectadores e, incluso, del director técnico italiano, Mario Cotelli, quien en el portón de salida increpó al sueco. Lejos de perturbarle, Stenmark puso contra las cuerdas al todopoderoso Thöni, se ganó el respeto del circo blanco y salió fortalecido de la Copa del Mundo más disputada hasta ese momento. Acabó segundo en la general y líder de las clasificaciones parciales de Gigante y Slalom, títulos que ostentaría hasta 1981. Muchos ya intuían que se clausuraba un ciclo en el esquí alpino y comenzaba la era Stenmark. DEL GLOBO A LA BURBUJA

En la temporada 1975-76, la regularidad de Stenmark fue apabullante. En las doce primeras pruebas, tanto de Gigante como de Slalom, se apuntó cuatro triunfos y sólo faltó al podio en una cita. Apuntaló su primera Copa del Mundo el 14 de marzo en el Slalom de Aspen (Colorado, EE. UU.), una de las pistas donde reconoce que más disfrutaba. Aquel día fue segundo el esquiador local Phil Mahre, quien en los años 80 pondría fin a la hegemonía de Stenmark en sus dos especialidades. En 1976, el joven de Tärnaby había logrado quebrar la exclusividad de los esquiadores de países alpinos en el palmarés de la Copa del Mundo. El Globo de Cristal volaba a Escandinavia. Poco antes, en el mes de febrero, Stenmark llegó a los Juegos Olímpicos de Innsbruck con la vitola de favorito. Pero un discreto debut en el Gigante lastró sus aspiraciones al oro y casi a las medallas. En un trazado irregular y parcialmente helado, Stenmark se confió en exceso, equivocó la táctica y casi cae en las primeras puertas. Acabó sexto a 2”32 de Thöni. En la segunda manga y sobre una superficie pésima, apuró todo su potencial para atrapar provisionalmente el bronce, ya que aún debía salir Thöni. El italiano hizo una de las peores actuaciones que se le recordaban y terminó cediendo 0”26 a Stenmark, al fin bronce. Los suizos Heini Hemmi y Ernst Good fueron las revelaciones: oro y plata, respectivamente.

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Si el estado de la pista durante la disputa del Gigante había sido precario, el día del Slalom Especial había empeorado más. Tras múltiples descalificaciones en la primera serie, Stenmark, como acostumbraba, hizo una bajada conservadora que le situó a una distancia prudencial de los mejores cronos.

En la segunda manga marcó el mejor registro intermedio. Su ritmo tenía marchamo de medalla. Ya había arañado medio segundo a Gros, a la postre el campeón. Asumió mucho riesgo y en uno de los virajes se enganchó con la puerta. El abandono en el Slalom fue un duro revés para el sueco, cuyo balance en tierras tirolesas no satisfizo las expectativas. Espoleado por la decepción olímpica, Stenmark extendió su dominio en la Copa del Mundo 1976-77. Ganó diez pruebas. En la clasificación absoluta, la diferencia de puntos sobre el segundo —el austriaco Klaus Heidegger— fue la mayor de todas las ediciones celebradas hasta la fecha. Tan sólo le pudo hacer sombra Hemmi, quien empató con Stenmark en el ranking del Gigante. La temporada siguiente su trayectoria fue incontestable: ganó consecutivamente los tres primeros Gigantes y otros tantos Slalom, poniendo ya una distancia sideral para sus rivales. Especialmente intimidador fue su despliegue en el Gigante que abría el circuito (Val d’Isère, 10/12/1977) donde fue 2”08 más rápido que Hemmi, segundo. El 8 de enero, dos meses antes de la conclusión de la Copa del Mundo, consiguió matemáticamente el título absoluto. Fue en Zwiesel (Alemania) ante los ojos de 50.000 espectadores, una afluencia excepcional en las competiciones de esquí alpino. Antes de levantar su tercer Globo de Cristal, el sueco impasible se colgó dos oros en el Campeonato del Mundo de Garmisch-Partenkirchen (Alemania). De nuevo se exhibió en el Gigante. Casi sentenció la carrera en la primera manga, en la que el segundo, Phil Mahre, ya contaba con una demora de 1”14. Al final, Stenmark logró una diferencia de 2”04 sobre el esquiador de Liechtenstein Andreas Wenzel, medalla de plata. Tres días después ataría el doblete en el Slalom Especial. Los 13 grados bajo cero no impidieron que 15.000 personas presenciaran el evento. Tal como relatan las crónicas de la época, la prueba se disputó sobre una de las pistas más complicadas en años. Un desnivel de 160 metros jalonado por frecuentes placas de hielo que desafiaban la estabilidad de los esquiadores. Sólo completaron las dos series 39 de 105 competidores. Thöni, Mahre y Radici abandonaron en la manga inicial, que lideró Gros, vigente campeón olímpico, con 0”27 sobre Stenmark. En la bajada definitiva, el sueco demostró sus mejores artes para acabar adelantando al espléndido italiano por 0”66 en el tiempo agregado.

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LA “EMANCIPACIÓN” DE LAS PIERNAS

¿Dónde radicaba la gran superioridad de Stenmark sobre sus rivales? La técnica del Slalom ha cambiado mucho en el último medio siglo. Limitados por la escasa flexibilidad y ligereza del equipamiento, los esquiadores adoptaban posturas más rígidas, acciones menos dinámicas, basadas en la cercanía y paralelismo entre ambos esquís. En el ritmo intervenía más la fuerza bruta y no tanto el óptimo equilibrio y coordinación entre el tren superior e inferior para aprovechar al máximo el contacto con la nieve. En los años 60, la escuela francesa abrió una nueva etapa mediante el avalement (absorción). Esta técnica consiste en la extensión y flexión de las piernas para amortiguar los cambios de relieve del terreno. Favorece así el deslizamiento y, por tanto, evita la merma de velocidad. El gran glisseur (deslizador) por excelencia fue Jean-Claude Killy, uno de los esquiadores más completos de la historia, vencedor de las dos primeras ediciones de la Copa del Mundo, el primer fenómeno mediático del esquí alpino. Pero el gran salto cualitativo aconteció en los años 70. Esquís, botas y fijaciones más manejables se pusieron al servicio de la rivalidad enconada entre Gustavo Thöni e Ingemar Stenmark. Y el Slalom cambió para siempre. El movimiento de las piernas ya no era simétrico. Ahora cada esquí se empleaba de manera autónoma, en un juego alterno de pesos y contrapesos para negociar el viraje, apurar el paso por las puertas y sostener el ritmo de carrera. Como se aprecia en los fotogramas 1 y 2, Stenmark se presta a trazar la entrada del giro con el esquí interior (el más próximo a la siguiente puerta) elevado, cargando su masa corporal sobre el exterior. El sueco era diestro en usar la gravedad como fuerza motriz para imprimir más velocidad a su despliegue.

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En el tránsito junto a la puerta (fotogramas 3 y 4), una leve basculación de la cadera y el trabajo de rodillas y tobillos generaban ángulos de inclinación nunca vistos hasta entonces, más extremos aún en el Slalom Gigante, un trazado con mayor distancia entre puertas y giros más abiertos. Stenmark parecía desafiar la movilidad natural de las piernas (fotograma A, alusivo a otro giro durante la misma carrera). La presión sobre los cantos de los esquís pretendía atenuar el derrape sobre la nieve, lo que frenaría el ritmo. A la vez, la posición estable del tronco contenía la inercia centrífuga que impele al esquiador fuera de la línea ideal, la ruta más corta hacia la meta

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A la salida del viraje (fotogramas 5 y 6), un nuevo desplazamiento de masas entre esquís actuaba de impulso para acelerar la marcha. Como dijo fascinado un periodista estadounidense: “Stenmark esquía como si fuera por unos raíles”.

El director técnico del equipo de Estados Unidos en los años 70, Hank Tauber, resumía así la excelencia del sueco: “Hay algunos esquiadores tan buenos como Stenmark. Pero él comete muchos menos errores. Su porcentaje de giros perfectos es altísimo. Tiene una tremenda visión para mantenerse en el trazado ideal. Ejecuta extremadamente bien los cambios de ritmo y tiene la habilidad de tomar un impulso imparable en el último cuarto de carrera. Además, conserva siempre la fuerza física y la intensidad mental en todas sus acciones”. ASIMILAR MÁS QUE COPIAR

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Stenmark explica que, en su época de aprendizaje, “miraba más que imitaba” a los esquiadores consagrados. Según relata, pronto tuvo claro que debía esquiar con su propio estilo, aquel que le hacía “sentir la nieve”. No era dócil. Atendía los consejos de sus entrenadores, probaba, pero sólo aplicaba aquellas acciones técnicas que, a su parecer, le daban mejor rédito. El espíritu autodidacta le acompañó toda su carrera. Su perfeccionismo era análogo a su timidez. A diferencia de otros esquiadores de la élite que habían sido fieles a una determinada forma de esquiar, Stenmark siempre estuvo abierto a asimilar los avances de la industria. Es más, cuando la sustitución de los tradicionales postes rígidos de bambú por otros flexibles alteró el Slalom Especial, no dudó en adoptar una nueva técnica: el cross-blocking o bloqueo cruzado de las puertas.

Los esquiadores golpeaban con el hombro los palos de bambú para sortearlos y ceñir su trayectoria lo más posible a la línea ideal. Sin embargo, en la Copa del Mundo de 1980 —justo en la prueba que reanudaba el circuito de Slalom tras los Juegos Olímpicos— se instalaron postes flexibles de plástico duro y articulados en su base. Más adelante se eliminaron los banderines. Estos novedosos obstáculos planteaban otras posibilidades técnicas: si, hasta entonces, el esquiador debía rodear la puerta, desde ahora podía atropellarla (cross-blocking), siempre que los esquís pasaran por el lado reglamentario. Para soportar el impacto, el vestuario del esquiador incorporó diversas protecciones, casco y gafas incluidos. Pero no fue una transición instantánea. El viejo sistema sobrevivió hasta 1985. El pionero del cross-blocking fue el esloveno Rok Petrovic, que aquella temporada fue el campeón de la Copa del Mundo de la especialidad con sólo 20 años de edad. Stenmark (30 años) fue segundo. Podría cuestionarse qué necesidad tenía el sueco de cambiar una técnica que le mantenía entre los mejores en las postrimerías de su carrera. Sin embargo, fue de los primeros en seguir la estela de Petrovic y aprender el cross-blocking. Por el contrario, una de las estrellas de la época, el luxemburgués Marc Girardelli, no lo incorporó hasta principios de los años 90. UNA METAMORFOSIS REVOLUCIONARIA

La evolución técnica y biomecánica del esquí alpino estriba en la sinergia entre el atleta y la industria. Es estimulante conjeturar sobre el fruto entre el talento de Stenmark y la sofisticación de los actuales esquís parabólicos, también llamados carving. “El esquí de hoy día es hermoso, capaz de dibujar curvas perfectas. Es lo que mi generación persiguió en vano. Con los esquís carving disfruto como un loco”, afirma la leyenda sueca. A principios de los años 90, la ingeniería revolucionó la manera de esquiar merced a nuevos diseños y materiales que aumentaban exponencialmente el rendimiento. En la alta competición, esta metamorfosis fue más patente en el Slalom, la especialidad que somete los esquís a mayores tensiones y torsiones mediante constantes giros cerrados. Si en los años 70, Stenmark competía con unos esquís de 205 cm de longitud y una profundidad de cantos de 8 mm, los especialistas contemporáneos han llegado a deslizarse con equipos de sólo 155 cm de largo y un borde de 18 mm, tal como se puede ver en esta ilustración comparativa:

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La morfología de los esquís carving ha simplificado el viraje en torno a las puertas. Como ya se ha comentado, tradicionalmente, esta maniobra crítica —el esquiador ha de compensar la fuerza centrífuga que le aleja del trazado

ideal del descenso— se ejecutaba con una permuta del peso corporal desde el esquí interior al exterior para clavar el canto sobre la nieve y producir el giro. En cambio, la moderna geometría “facilita la continuidad del viraje, sin cambios bruscos de presión, en un apoyo continuo y permanente, gracias al efecto direccional”, tal como explica Justo Uslé, director del Centro de Estudios de Deportes de Invierno (CEDI) de Sierra Nevada. “El esquiador, además de atleta, se convierte en piloto. Todo es precisión y fluidez, logrando inclinaciones increíbles en las curvas”, describe. Ésta es otra de las ventajas del carving: el mayor control lateral implica que, mediante la angulación de su tronco, el esquiador pueda desplazar su centro de gravedad más tangente a la puerta, ganando así centésimas valiosísimas. La combinación de las variables de longitud y profundidad de cantos provoca diferentes radios de giro (ver siguiente dibujo): de mayor a menor si se compite en Descenso, Supergigante, Slalom Gigante o Slalom Especial. Es importante incidir en que un menor radio de giro redunda en la carga que deben soportar las rodillas y los tobillos. Es por ello que, ante el auge de lesiones, la FIS ha incrementado paulatinamente en su reglamento el radio mínimo de los esquís en las competiciones internacionales.

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En los años 70, la estrecha colaboración entre Stenmark y la firma Elan dio como resultado un equipo de 205 cm de longitud y 8 mm de canto para esquiar el Gigante, cuando todos sus rivales calzaban esquís de 210 cm. Estas dimensiones le proporcionaban un radio de giro un 20 % más corto, de 41 metros. El sueco consiguió así una ligera ventaja durante algunas temporadas.

EL ATLETA CAMUFLADO

“Se ha comentado que tengo unos excelentes atributos atléticos. No es así. Por ejemplo, en la toma de oxígeno no me puedo comparar con ningún esquiador de fondo. No creo que mi físico influya decisivamente en mi consistencia en la competición. Si acaso sólo un 10 %”. Es cierto que Stenmark (1’80 m y 73 kg), como apunta en estas declaraciones, destacaba más por sus virtudes técnicas. Pero sería erróneo obviar que su concienzuda preparación física fue clave para exprimir todo su talento y forjar un estilo supremo. De espalda robusta, su tren inferior era potentísimo, primer eslabón de una cadena de atletas musculosos como el italiano Alberto Tomba y Hermann Maier, dominadores de este deporte décadas después. Además del entrenamiento específico en el gimnasio, el sueco solía practicar atletismo (saltos de longitud, altura y pértiga) y en los meses de verano corría y hacía bicicleta unos 25 km diarios por los bosques aledaños a su casa de Tärnaby. En su jardín, también hacía funambulismo. Dedicaba media hora a caminar sobre una cuerda floja y pedalear un monociclo. No es un detalle baladí. Nogler resaltaba de su pupilo la gran capacidad de respuesta neuromuscular, capital en un deporte donde el equilibrio lo es todo y la nieve pone trampas frecuentes al esquiador. LITURGIA DE CAMPEÓN

Los días de competición, Stenmark respetaba metódicamente sus hábitos. Llegaba a la pista una hora antes del inicio de la prueba. Hacía el reconocimiento del trazado en sentido ascendente, memorizando la colocación de las puertas, con especial atención a las combinaciones más difíciles y a las variaciones del terreno. Esquiaba pequeños tramos para sondear el tipo de nieve. Ello influía en el grado de fijación de las botas, el encerado del esquí y el afilado de los cantos. Para estas tareas contaba con su mecánico de cabecera, Juri Vogelnic, siempre a su lado desde que Elan apostara por el chico de Tärnaby. Apuraba la espera entre bastidores hasta que llegaba su turno. El joven Stenmark prefería no ver el concurso de sus rivales, pero el maduro campeón sí que los observaba, escrutando las condiciones de la pista. “Cinco minutos antes de la salida siempre estoy nervioso. Enfadarme me ayuda a superarlo. Me motivo recordando las opiniones negativas de la gente, en especial, las críticas de la prensa. Después ataco mejor la carrera”, proclamaba sin tapujos.

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LA DISCRECIÓN MÁS ELOCUENTE

A su pesar, Stenmark se había convertido en un ídolo de masas. El gorro de lana con que esquiaba se convirtió en un icono. Alternaba las portadas de la prensa con otro sueco legendario: Bjorn Borg. Pero al mejor esquiador alpino le incomodaba su gran popularidad. Era una persona extremadamente introvertida, por momentos solitaria, que ponía sus cinco sentidos en el esquí. Su aversión a hablar con los periodistas alimentó un halo de misterio en torno a su figura. Pronto le comenzaron a llamar el “sueco silencioso”. “De frialdad impenetrable, hasta una leve sonrisa significa en él un arrebato emocional, tanto como le pasa a Borg. Sus rivales suelen acercarse cautelosamente para observar si aún respira”, caricaturizaba una semblanza de Sports Illustrated. Solía responder a la mayoría de cuestiones con monosílabos o en una sola frase y, a veces, de manera crispada cuando interpretaba una pregunta como una crítica. Sin embargo, detrás de este hermetismo había un joven celoso de su intimidad, esquivo con la prensa y los aficionados, pero de relación cordial con esquiadores y técnicos contrarios, y noble con los miembros de su equipo. Tal es así que tras un stage en los Alpes austriacos, el ya campeón prefirió regresar a su país en un viaje eterno en autobús para ceder su billete de avión a un compañero lesionado. Los éxitos de Stenmark desencadenaron un fenómeno sociológico en Suecia. El país se paralizaba. No es una frase hecha. Es real. Los colegios interrumpían las clases para ver sus evoluciones en la televisión. Muchas fábricas detenían unos minutos su actividad. Hasta el Parlamento hacía una pausa en las sesiones para seguirle. En 1978, un estudio calculó que las gestas de Stenmark costaban al país 978 horas anuales de producción industrial. Las audiencias de TV alcanzaban los cuatro millones de espectadores, casi la mitad de la población. ¿DESCENSO AL OSTRACISMO?

La era Stenmark parecía tener una caducidad lejana. Los directivos de la Copa del Mundo, con su fundador a la cabeza —el francés Serge Lang, antiguo periodista—, veían con preocupación que la supremacía del sueco restara interés al circo blanco. En el plano mediático, tampoco les gustaba su actitud huidiza. Buscaban nuevas fórmulas para favorecer la competitividad y que la cuota de protagonismo no fuera monopolizada por Stenmark. Así que decidieron modificar el sistema de puntuación. A partir de la temporada 1978-79, sólo computarían los cuatro mejores resultados en cada especialidad, descartando el resto de actuaciones. El objetivo teórico era incentivar la polivalencia del esquiador en vez de la especialización, aunque, como en el caso de Stenmark, ésta fuera sublime.

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La nueva norma le perjudicaba. Sólo podía sumar puntos en el Gigante y el Slalom ante su negativa reiterada a participar en Descenso. Motivado como nunca, estableció un registro histórico: 13 victorias —incluidos todos los Gigantes (10)—, batiendo así la marca de Killy en 1967 (12). Conquistó hitos impensables, como ganar cuatro Gigantes por más de 2” de diferencia. Antológica fue la prueba de Jasna (Eslovaquia) en la que superó al segundo —el esloveno Bojan Krizaj— en ¡4”06!

Estas proezas le sirvieron para engrandecer aún más su mito pero no para ganar su cuarta Copa del Mundo. Fue a manos del suizo Peter Lüscher, un esquiador de nivel discreto. Sólo ganó tres carreras (un Slalom y dos Combinadas) pero fue recolectando los puntos suficientes para proclamarse campeón. También se vio favorecido por las lesiones de Mahre y de Wenzel, competidores de mayor calidad. Stenmark fue quinto de la general. Una grotesca carambola matemática que no obedecía a la realidad. Tocado en su orgullo y tras cumplir tres meses de servicio militar obligatorio, Stenmark decidió entrenar el Descenso con vistas a anotar puntos extra en la Combinada que le ayudaran a pelear otra vez por la Copa del Mundo. También estuvo persuadido por la presión institucional y mediática —hasta Killy escribió una columna quejándose de que el sueco estaba “arruinando” la competición—. Stenmark no congeniaba con el vértigo de la velocidad y argumentaba que preparar el Descenso afectaba su puesta a punto en el Gigante y el Slalom. Los test celebrados en septiembre en la estación italiana de Val Senales — con periodistas y el propio Lang de testigos— reflejaban una óptima evolución de sus prestaciones en una especialidad que no practicaba desde su etapa junior. Sin embargo, una grave caída truncó su progresión. El impacto le ocasionó una conmoción cerebral y diversas contusiones que le obligaron a permanecer cinco semanas de baja. Finalmente, convencido por su staff técnico, Stenmark volvió a centrar los entrenamientos en sus pruebas predilectas. No podía arriesgarse a otro percance en un año olímpico. En la Copa del Mundo 1979-80, el sueco siguió por sus fueros. Once triunfos, culminando el 1 de marzo en Saint Anne (Quebec, Canadá) una racha soberbia de 16 Gigantes consecutivos. Wenzel tuvo el honor de cortar esta serie y de paso imponerse en la clasificación general con sólo cuatro puntos de ventaja sobre Stenmark. LA CULMINACIÓN OLÍMPICA

El sueco pudo resarcirse de este sinsabor en los Juegos Olímpicos de Lake Placid. La montaña de Whiteface acogía las pruebas de esquí alpino. La mañana del 19 de febrero era muy fría y ventosa. El estado de la pista era ideal: rápida y bien trazada. En la primera manga, Stenmark flirteó con el drama. A tres puertas de la meta estuvo a punto de caer. Hábilmente se apoyó con la mano y elevó su esquí exterior para equilibrarse y salvar la trazada. Era tercero pero acechaba el liderato de Wenzel a sólo 0”32. En la reanudación volvió a dar un recital. Wenzel ya perdía su renta al paso por el intermedio. Finalmente, el sueco se impuso al de Liechtenstein por 0”75 en la suma de tiempos.

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Tres días después, el Slalom Especial se le pondría más cuesta arriba. Bajo una débil nevada y en un recorrido exigente con puertas muy estrechas, Stenmark fue cuarto en la primera manga, a 0”58 de un fenomenal Mahre. Tras completar la segunda serie, el sueco se colocaba líder a la espera de ver el concurso del estadounidense, que tenía una oportunidad única para ser campeón olímpico en su país. Pero le pudo la presión. En una de las primeras puertas se enganchó con el poste y lo arrastró varios metros, perdiendo el ritmo de carrera. Necesitaba hacer un crono de 50”94 pero marcó 51”45. Stenmark entraba en la historia olímpica con sendos oros en Gigante y Slalom en una misma edición. Sólo Killy, en Grenoble’68, y el austriaco Toni Sailer, en

Cortina d’Ampezzo’56, lo habían logrado. En sus casos, hay que añadir otro oro más en Descenso. Entre 1981 y 1983, la Copa del Mundo asistió al duelo particular entre Stenmark y Mahre. La temporada 1980-81 fue vibrante. Mahre se impuso a Stenmark en la general por sólo seis puntos. De nuevo, fueron decisivos los anotados por el estadounidense en la Combinada, que neutralizaron los 10 triunfos parciales y otros 9 podios del sueco. Stenmark superó en enero de 1982 el récord de victorias en la Copa del Mundo que poseía la esquiadora austriaca Annemarie Moser-Pröll (62). Por su parte, Mahre —con un estilo de esquí más explosivo, menos armónico— logró los tres títulos absolutos consecutivos y en 1982 también añadió el Gigante y el Slalom, coto privado de Stenmark desde 1975. No obstante, recibió una lección inolvidable del sueco en el Especial de Kitzbühel (Austria), un 17 de enero de 1982, al ser derrotado por un margen de récord: 3”16. A modo de anécdota, Stenmark esquió su único Descenso en su trayectoria por la Copa del Mundo un año antes en la misma estación, quedando en el puesto 34º de un total de 39 participantes. En los Campeonatos del Mundo de Schladming (Austria) de 1982 fue oro en Slalom y plata en el Gigante, superado por un inesperado Steve Mahre, gemelo de Phil. Tras aquel torneo, Stenmark explicó que lo había conseguido todo y que sólo seguía compitiendo por diversión. Su extraordinaria longevidad en la cúspide del esquí alpino —deporte que castiga una leve pérdida de reflejos y de facultades físicas— contrasta con la retirada prematura de Killy en 1968, seducido por los contratos publicitarios, las carreras automovilísticas, el cine y la TV; y también por la decadencia de Thöni, quien tras ganar su cuarto Globo de Cristal en 1975, tan sólo se adjudicó tres pruebas del circuito hasta su retirada en 1980. LA “CÁTEDRA STENMARK”

Competía gracias a la denominada Licencia B desde 1980. Este status le permitía ingresar directamente el dinero de sus sponsors —una docena—, cuando antes lo hacía por él la Federación sueca. Un filtro de conveniencia porque, en la práctica, era un esquiador profesional como otros más de la Copa del Mundo. Este amateurismo postizo servía de coartada para poder participar en los Juegos Olímpicos. Sin embargo, con la licencia B, el COI vetó la presencia de Stenmark en Sarajevo’84. La derogación de esta normativa le abrió la puerta de sus terceros Juegos. En Calgary’88, rodeado de una talentosa hornada de esquiadores —Alberto Tomba, su heredero natural; Marc Girardelli; el suizo Pirmin Zurbriggen, o el francés Franck Piccard—, el veterano Stenmark obtuvo un meritorio quinto puesto en el Slalom después de una de sus clásicas remontadas en la segunda manga. Marcó el mejor tiempo, casi un segundo por delante de Tomba, el nuevo campeón olímpico.

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La de 1988-89 fue su última temporada como profesional. Quedan en la memoria tres momentos. El primero, en los Campeonatos del Mundo de Vail (Colorado, EE.UU.). Tras llegar a meta con el sexto tiempo del Gigante, el público le homenajeó con una ovación unánime durante cinco minutos. El segundo, un momento histórico. En el Gigante de Aspen (19/2/1989) gana su última carrera, la número 86 en la Copa del Mundo, su podio 155 en un

global de 231 pruebas esquiadas. Remonta 0”21 a Girardelli —campeón absoluto ese año— en la segunda manga. “Creo que he demostrado que todavía puedo esquiar bien. He escuchado los vítores de la multitud durante el descenso”, dijo Stenmark, a un mes de cumplir 33 años. El último instante para el recuerdo es su despedida, en Shiga Kogen (Japón), donde fue descalificado en el Slalom y quedó cuarto en el Gigante. “Es un día soleado; un buen día para el final”, declaró a la televisión nipona a pie de pista. Y añadió con su concisión característica. “Estoy cansado y es hora de parar. Pienso que mi récord permanecerá imbatido. Gracias a todos. Sayonara”.

Gustavo da Silva Fotos: Skiing Imágenes periódico: El Mundo Deportivo

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La irrepetible hazaña de Wilt Chamberlain Emmanuel Ramiro

A Wilt Chamberlain le faltaron títulos y le sobraron récords, probablemente porque no tuvo los acompañantes precisos. Hablamos de un gigante del aro, del hombre que alcanzó los 100 puntos cierta noche en Nueva York, noche mágica con pocos espectadores y ningún periodista para certificar una hazaña que se antoja irrepetible. Chamberlain, plusmarquista del baloncesto, voraz engullidor de récords, cuyo palmarés individual apunta a la eternidad al igual que sus brazos recordaban al infinito.

Los pioneros tienen otros códigos. Responden a patrones distintos. Y no dudan en desafiar las convenciones sociales y deportivas de su época. Algunos se atreven a retar incluso a la suerte y no temen a la hora de portar el número 13, colgarse una camiseta amarilla o enfrentarse al trébol más competitivo de la historia. Hasta para él, el hombre de los récords, aquello fue demasiado. Dio igual porque la leyenda se había construido a base de canastas, rebotes y asistencias y ahí, él ganaba a todos. Fue el primer Dios que bajó al parqué, el primer extraterrestre que transformó la NBA en una liga de otro planeta. Fue, en definitiva, Wilt Chamberlain. Para entender a un hombre adelantado a su tiempo hay que buscar otros referentes. Chamberlain combinaba en el mismo cuerpo la mentalidad competitiva de Jordan, la técnica de Olajuwon y la potencia física de Dwight Howard. Así dominó una era en el baloncesto, en los albores de la NBA, pero podía haber dominado cualquiera. Baste un dato más, a los 17 años este Goliath del basket medía 2,11 metros y la extensión de sus brazos (2,10 metros) ya era superior a la del propio Howard (2,05 metros). Y no pararía de crecer hasta alcanzar una envergadura de 2,16 metros en 1960. Con esas dimensiones su impacto fue inmediato y sus estadísticas crecieron tanto como él. Wilt Chamberlain entró en la leyenda el 2 de marzo de 1962 tras anotar 100 puntos con los Philadelphia Warriors frente a los New York Knicks. Aquella noche mágica batió otras cinco plusmarcas que todavía perduran. Estamos ante el hombre que más rebotes ha cogido en un partido, un total de 55. Lo hizo en noviembre del 60 frente a los Boston Celtics. En la temporada 61-62 consiguió el mayor número de puntos (4.029), el mejor porcentaje de anotación (50,4) y el mayor número de tiros libres encestados

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en una temporada (1.363-60,4 %). Ese mismo año consiguió más de 40 puntos en 63 partidos, mientras que la barrera de los 50 los superó en otros 45. La tiranía de Chamberlain le llevó a liderar la tabla de anotadores durante siete temporadas consecutivas (1959/60 hasta 1965/66). Algo que luego repetiría un tal Michael Jordan. En sus días de esplendor Chamberlain también era un espectáculo cuando los micros le apuntaban: “El día que alguien supere mis récords me podréis empezar a preguntar quién ha sido el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos”. EL INICIO DEL ESTRELLATO

Wilton Norman Chamberlain (Filadelfia, 21 de agosto de 1936) nació en el seno de una familia humilde, rodeado de ocho hermanos que desde muy pequeño le obligaron a desarrollar ese afán por ganar y destacar ante tanta competencia. Ese espíritu competitivo se apreció muy pronto en el pequeño Wilton. Ya en el colegio destacó en atletismo. Apuntaba a decatleta y llegó a saltar 1,98 en salto de altura, a correr los 400 metros en 49 segundos, los 800 metros en 1’58’’3, lanzaba la bola de peso hasta los 16,27 metros y en el salto de longitud se iba hasta los 6,70 metros. Estábamos ante un atleta en potencia, un deportista con mayúsculas. En séptimo grado descubrió el que sería su mejor amigo a partir de entonces, una pelota naranja, y allí arrancó la leyenda. Cuando entró en el Instituto Overbrook de Filadelfia ya medía 2,11 metros y había descubierto el deporte donde mejor se expresaba. Desde su pequeño High School asombró a todo un país. Wilt lideró al Instituto de Overbrook entre 1951-1954 llevándole hasta los Campeonatos Ciudadanos en 1954 y 1955. En esa etapa comenzó a devorar récords. Anotó 90 puntos en un partido contra el Instituto Roxborough, 60 de los cuales los hizo en un cuarto de 10 minutos. Posteriormente, en su año sénior consiguió 800 puntos en los primeros 16 partidos y fue nombrado AllAmerica, premio honorífico con el que se selecciona a los mejores jugadores amateurs. Durante los años de instituto consiguió más de 2.200 puntos, promediando 37,4 por partido. Con 17 años, más de 200 universidades anhelaban ese diamante eterno de 216 centímetros de altura. El premio se lo llevó la Universidad de Kansas, en la que jugaría dos años. La competición se le quedó pequeña casi desde el inicio. En 1956 los freshmen, los estudiantes de primer año, no podían jugar al baloncesto en la NCAA. Al año siguiente, Wilt lideró a los Jayhawks de Kansas hasta la final del campeonato de 1957 y, como si de una señal del futuro se tratara, perdieron aquella final ante North Carolina por 81-80 después de tres prórrogas. El pívot de Kansas no pudo contra el talentoso equipo de la costa este, aunque Wilt fue nombrado jugador más destacado de esa Final. La frustración llegaría en la siguiente temporada cuando Kansas no se clasificaría para el torneo NCAA. Tras esa experiencia, Wilt decidió convertirse en jugador profesional. Era un salto al vacío con red. Los Philadelphia Warriors se habían movido con rapidez y ya en 1955 viendo sus características físicas y su progresión lo escogieron en un draft territorial que ese año creó la NBA. De todos modos, el reglamento prohibía entrar en la liga profesional norteamericana antes de cumplir los cuatro años universitarios. Pero Wilt no se quedó en el banquillo esperando a cumplir con las normas. En esa temporada de espera, el pívot de Filadelfia fichó por los Harlem Globetrotters. Allí Chamberlain se hizo base y desarrolló su fantasía a

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instancias de su entrenador, Abe Saperstein, que utilizó a Meadowlark Lemon como pívot, mientras aprovechaba todos los recursos que Wilt poseía para centralizar el juego de su equipo. Así pudo demostrar su capacidad de tiro, de pase y su ligereza a la hora de penetrar a canasta. Una temporada fue suficiente para que su camiseta con el número 13 fuera retirada. Una nueva era se abriría tras el verano del 59. La NBA con mayúsculas estaba a punto de arrancar. UNA CARRERA MÁS QUE RESPLANDECIENTE

Junto a Baylor, West, Russell o Cunningham edificaron una nueva época en el baloncesto. La primera era dorada de la NBA coincidió con su aterrizaje. Fue un trueno para la competición y para su equipo, los Philadelphia Warriors, que pasaron de ser en un año uno de los peores equipos de su división a poseer la segunda mejor marca de la NBA. Wilt consigue en su primera temporada un rosario de récords, aviso de lo que está por llegar. A Chamberlain no le tiembla el pulso en su año de rookie y se consagra como máximo anotador de la Liga, encestando una media de 37,6 puntos por partido, y máximo reboteador, con 27 por encuentro. En su estreno entre los mejores, escala una cima más y llega a las estrellas. Juega el All-Star y demuestra que él es la que más brilla. Chamberlain es nombrado MVP tras anotar 25 puntos y coger 27 rebotes en la victoria de su equipo (Este) sobre el Oeste. A esas alturas Chamberlain ya es Wilt ‘The Stilt’ (algo así como ‘El Zancudo’), apodo que por cierto odiaba, y su figura sigue creciendo en esa primera temporada tras ser nombrado MVP y Rookie del año en 1960. Sin embargo, la suerte, la mala suerte en forma de trébol, va a cruzarse en su camino por primera vez. La aventura de los Philadelphia Warriors concluiría aquella temporada en las Finales de Conferencia cuando los Boston Celtics de Bill Russell los derrotan en seis partidos. Los números de Chamberlain son estratosféricos, superando a Russell en 81 puntos. Tras esa final nació ‘The Rivalry’ (‘La Rivalidad’), con mayúsculas, tal y como la escenificó en negro sobre blanco el periodista deportivo John Taylor. Una rivalidad que se resume en una frase: “Bill Russell me ayudó a conseguir mi sueño, porque cuando juegas contra los mejores, sabes que tienes que dar el máximo”. Palabra de Chamberlain. Tras esa derrota comenzó una persecución casi obsesiva, una búsqueda del anhelado anillo que hubiera firmado el mismísimo Peter Jackson, y que es la mejor muestra del ansia competitiva del pívot de Filadelfia. Su sueño terminaba siempre en pesadilla por medio de ese trébol que, conjuntado en equipo, derrotaba siempre a este Goliath del baloncesto. Mientras los Boston Celtics se quedaban sin dedos para colocar tanto anillo, ganaron 11 de 13 campeonatos en esa época, Chamberlain ahogaba sus frustraciones en récords. En 1961 consigue 38,4 puntos por partido y 27,2 rebotes. En 1962 se va hasta los 50,4 puntos por partido y 25,7 rebotes. En 1963 su media se sitúa en 44,8 puntos por partido y 24,3 rebotes. En 1964 anota 36,9 puntos por partido y coge 22,3 rebotes. En 1965 termina con 38,9 puntos de media y 23,5 rebotes. Y si sus estadísticas no engordaron más fue porque jugó en una época en la que los tapones y los robos no eran oficialmente registrados. En sus primeros cinco años en la NBA Chamberlain se muestra imparable. Infranqueable bajo su canasta y un auténtico francotirador ante el aro rival.

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En esos años una jugada se repite casi sistemáticamente en su equipo. Aprovechando su altura y envergadura es fácil verle taponar un tiro del contrario o hacerse con el rebote tras un mal lanzamiento del oponente. Inmediatamente la bola le llega al base, cuando no es él mismo quien la sube. La jugada siempre termina con Chamberlain machacando el aro o con un sutil finger rolls (bandeja con la yema de los dedos) o anotando desde el poste bajo para mostrar su repertorio de tiros, ninguno tan plástico como su fadeaway. Inmortalizado luego por Michael Jordan o más recientemente por Dirk Nowitzki. En 1963 los Warriors se mudan a San Francisco (Conferencia Oeste) y en 1964 Chamberlain lleva a su equipo a la primera final de la NBA. Allí vuelven a encontrarse con el trébol verde de Bill Russell que les supera por un claro 4-1. Era el sexto anillo consecutivo para los Celtics. Tras una nueva decepción, Wilt es traspasado a Philadelphia 76ers. De vuelta a casa regresa su tormento. Aunque en esta ocasión está a punto de espantar los fantasmas. La final de Conferencia se alarga hasta un igualadísimo séptimo partido, pero ahí Chamberlain y sus 76ers se ahogan en la orilla. Aquella lección quedó grabada en la mente de Wilt y tuvo cumplida revancha. Un año después, con Chamberlain acompañado de Billy Cunningham, los Sixers consiguieron el mejor balance de la historia de la competición hasta entonces con 68-13. En las Finales de Conferencia derrotaron a los Celtics cortando su racha de ocho anillos consecutivos. En las Finales de la NBA se impusieron a San Francisco Warriors en seis partidos. Ulises había llegado a Ítaca. Allí pretendió quedarse el año siguiente pero la isla estaba muy demandada. En 1968, tras siete partidos los Celtics les expulsaron del paraíso. Como si de un acto de rebeldía se tratara, Chamberlain no solo volvió a ser el mejor jugador de toda la temporada, sino que además consiguió un nuevo hito: convertirse en el primer pívot en liderar la liga en asistencias. Acabó con 702 y un promedio de 8,6 por partido. Wilt comprendió que para ganar necesitaba más recursos, necesitaba un equipo a su altura, necesitaba al archienemigo de los Celtics, necesitaba a Los Angeles Lakers. WILT DENTRO Y FUERA DE LA CANCHA

Allí llegó con 32 años y 130 kilos de peso. Era un jugador distinto, más lento que en sus años de plenitud pero no menos temible. En California se encontró con Elgin Baylor y Jerry West, creando la mayor máquina anotadora conocida hasta entonces. Y, de repente, Chamberlain se convirtió en ‘The Big Dipper’ (‘la Osa Mayor’) un apodo más acorde al glamour de Los Ángeles. Allí vivió lastrado su primera temporada por una lesión de rodilla lo que redujo sus duelos contra el pívot de Milwaukee Bucks que amenazaba su reinado. Un tal Lew Alcindor, que más tarde todos conoceríamos como Abdul-Jabbar. Nadie salvo Chamberlain fue capaz de taponar su mítico “Sky-hook”. Contra lo que no pudo luchar Wilt fue contra “El Día de la Marmota”. Como si de Bill Murray se tratara, el pívot de los Lakers volvió a ver cómo unos Celtics viejos pero peleones le arrebataban un nuevo anillo en su cara. Cuestión de orgullo verde. Su fama fuera de las pistas también se agigantó en Los Ángeles. Un mujeriego como él encontró en California su oasis. En su segunda autobiografía, “A View from Above” (1991) reconocía haber tenido relaciones sexuales con 20.000 mujeres. Wilt siempre se defendió diciendo que hacía “algo natural”

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y que procuraba “no acostarme con mujeres casadas”. El mito se alimentó después de que ninguna de ellas consiguiera hacerle pasar por la vicaría. Además de soltero de oro no tuvo nunca ningún hijo reconocido. Deportista por naturaleza, practicó una gran cantidad de deportes a lo largo de su vida. Participó en pruebas de atletismo en la Universidad, flirteó con el boxeo, el voleibol, el automovilismo e incluso fue ofrecido a los Kansas City Chiefs para jugar al fútbol americano. Tras su retirada tuvo un papel secundario en la película “Conan, el Destructor” y se convirtió en un exitoso hombre de negocios.

Fue precisamente en su primera biografía (“Wilt: Just like any other 7-foot Black Millionaire who lives next door”) escrita por David Shaw en 1973 donde descubrimos algunas de las pocas carencias que se atisbaban en este coloso: “No soy naturalmente competitivo y agresivo. No tengo un instinto asesino”. Fue una de las críticas más repetidas por la prensa en su etapa en Los Ángeles. A buen seguro que Wilt tenía reciente las Finales de la NBA de 1970 frente a los New York Knicks. Los Lakers perdieron el séptimo partido de aquella serie con un desacertado Chamberlain (anotó solo 21 puntos) con el agravante de que el pívot neoyorkino Willis Reed jugó todo el partido lesionado de la rodilla e incluso le ganó el salto inicial al 13 angelino. Tras el fichaje de Bill Sharman como entrenador, las habilidades defensivas de Chamberlain explotaron en 1971. Wilt sería elegido en el quinteto defensivo por primera vez en su carrera y los Lakers batieron el récord de victorias con 69, incluyendo la mítica racha de 33 victorias consecutivas, la más larga de todo el deporte profesional norteamericano a esas alturas. Para Chamberlain no parecía suficiente: “Yo jugué con los Harlem Globetrotters y ganamos 445 partidos seguidos”. En 1972 las victorias vinieron acompañadas de trofeos. Fue el primer y único título de Big Dipper y Jerry West vestidos de púrpura y oro. Aquellos eran los Fabulous Lakers. Al año siguiente, con 37 años Wilt

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Chamberlain se despidió de la NBA sumando nuevos récords a su hoja de servicios. Lideró la Liga nuevamente en rebotes (18,6 por partido) y dejó su porcentaje en tiros de campo en 72,7. Más alto que nadie. EL PERFECTO Y EXCLUSIVO PARTIDO: CIMA DE UNA ESTRELLA

Aunque ninguna de sus gestas, ninguno de sus más de 70 récords, pueden compararse con lo sucedido el 2 de marzo de 1962. Aquello fue una marca de otra época, del futuro. Han pasado 50 años del partido perfecto y nadie ha osado acercarse a los 100 puntos que esa noche anotó Wilt Chamberlain. Los Philadelphia Warriors jugaban contra los New York Knicks ya clasificados para los playoffs, por lo que el partido no despertó gran interés entre sus aficionados. Solo 4.124 (privilegiados) espectadores se acercaron al Hersheypark Arena y el encuentro tampoco tuvo un gran repercusión mediática, no fue televisado y no existen imágenes del mismo. Ni siquiera la prensa envió a sus cronistas allí y confiaron en Harvey Pollack, encargado de tomar las estadísticas de los Warriors, para que contara lo que allí sucediera. Todo eso alimentó aún más la leyenda. Muchos no le creyeron. Al descanso Chamberlain había anotado 41 puntos y compañeros como Guy Rodgers tenían clara la estrategia: “Pasádsela a Wilt, a ver cuántos puntos puede meter”. Tras finalizar el tercer cuarto, sumaba 69 a solo 9 de su propio récord (78). Las defensas de tres y cuatro jugadores no frenaban al hombre convertido en gigante. Una vez superada esa cifra, el speaker Dave Zinkoff cantó todos y cada uno de sus puntos. Entonces, los Knicks cambiaron su táctica defensiva para evitar que el balón llegara a Chamberlain. La orden era hacer falta a los compañeros de Wilt. Dio igual. A falta de 46 segundos para el final, después de haber fallado varias canastas sencillas Chamberlain alcanzó la barrera de los 100. El éxtasis se apoderó del pabellón, el público inundó la cancha, habían asistido a una actuación mastodóntica. Para ello había necesitado 36 de 63 tiros de campo y un total de 28 de 32 tiros libres. Cuando pudo hablar demostró su supremacía también fuera de las canchas: “Si me hubiera dedicado solo al baloncesto y no hubiera salido la noche anterior, habría llegado a los 140”.

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Cuentan que fue asombroso. Como asombroso era verle sobre una pista de baloncesto. Igual de asombroso que resulta repasar las estadísticas de un hombre que fue mucho más que un jugador de basket. Un gigante. Goliath con pelota. Capaz de provocar que la Liga de Baloncesto Americana tuviera que modificar las reglas para lastrar su superioridad. Prohibieron el palmeo del balón sobre el círculo imaginario del aro. Ensancharon las dimensiones del campo para ralentizar su progreso. Afortunadamente no nos privaron de sus finger rolls, de sus fadeaway, de su reguero de marcas irrepetibles, gracias a ellos consiguió sus 31.419 puntos en la mejor liga del mundo. Lo que le valió para que retiraran su camiseta con el número 13 en los 5 equipos en los que jugó, incluida la Universidad de Kansas. Algo solo al alcance de un All-Star, una cita que nunca se perdió en sus trece años en la NBA. Un auténtico ser superior. El Big Dipper que primero alcanzó el firmamento y elevó hasta allí el baloncesto a base de récords. EL CURRÍCULUM INMACULADO DE CHAMBERLAIN

1.

Más puntos en un partido:



100 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. New York Knicks) el 2 de marzo de 1962

2.

Más puntos en una mitad:



59 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. New York Knicks) el 2 de marzo de 1962 (2ª parte)

3.

Más tiros de campo anotados en un partido:



36 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. New York Knicks) el 2 de marzo de 1962

4.

Más tiros de campo intentados en un partido:



63 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. New York Knicks) el 2 de marzo de 1962

5.

Más tiros de campo anotados en una mitad:



22 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. New York Knicks) el 2 de marzo de 1962 (2ª parte)

6.

Más tiros de campo intentados en una mitad:



37 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. New York Knicks) el 2 de marzo de 1962 (2ª parte)

7.

Más tiros de campo anotados en un partido sin fallo:



18 por Wilt Chamberlain, Philadelphia 76ers (vs. Baltimore Bullets) el 24 de febrero de 1967

8.

Más tiros libres anotados en un partido:



28 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. New York Knicks) el 2 de marzo de 1962



28 por Adrian Dantley, Utah Jazz (vs. Houston Rockets) el 4 de enero de 1984

9.

Más rebotes en un partido:



55 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. Boston Celtics) el 24 de noviembre de 1960

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10. Mejor porcentaje de anotación en una temporada:

50,4 por Wilt Chamberlain, 1961-62

11. Mayor número de puntos en una temporada:

4.029 por Wilt Chamberlain, 1961-62

12. Mayor número de partidos anotando 50 o más puntos en una misma temporada:

45 por Wilt Chamberlain, 1961-62

13. Mayor número de partidos anotando 40 o más puntos en una misma temporada:

63 por Wilt Chamberlain, 1961-62

14. Más tiros de campo conseguidos en una temporada:

1.597 por Wilt Chamberlain, 1961-62 (50,6 FG%)

15. Más tiros de campo intentados en una temporada:

3.159 por Wilt Chamberlain, 1961-62

16. Mejor porcentaje de tiros de campo en una temporada: 72,7 % por Wilt Chamberlain, 1972-73 (426 hechos en 586 intentos) 17. Más tiros libres conseguidos en una temporada:

1.363 por Wilt Chamberlain (61,3 FT%), 1961-62

18. Mayor promedio reboteador en una temporada:

27,2 por Wilt Chamberlain, 1960-61

19. Más rebotes en una temporada:

2.149 por Wilt Chamberlain, 1960-61

20. Mayor cantidad de temporadas liderando la liga en anotación, consecutivas:

7 por Wilt Chamberlain (1959/60-1965-66)



7 por Michael Jordan (1986/87-1992/93)

21. Más partidos anotando 60 o más puntos:

32 por Wilt Chamberlain

22. Más partidos anotando 50 o más puntos:

118 por Wilt Chamberlain

23. Más partidos anotando 40 o más puntos:

271 por Wilt Chamberlain

24. Más partidos consecutivos anotando 50 o más puntos:

7 por Wilt Chamberlain, desde el 16 de diciembre de 1961

25. Más partidos consecutivos anotando 40 o más puntos:

14 por Wilt Chamberlain, desde el 8 de diciembre de 1961 al 30 de diciembre de 1961



14 por Wilt Chamberlain, desde el 11 de enero de 1962 al 1 de febrero de 1962

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26. Más partidos consecutivos anotando 30 o más puntos:

65 por Wilt Chamberlain, desde el 4 de noviembre de 1961 al 22 de febrero de 1962

27. Más partidos consecutivos anotando 20 o más puntos:

126 por Wilt Chamberlain, desde el 19 de octubre de 1961 al 19 de enero de 1963

28. Más temporadas liderando la liga en tiros de campo anotados consecutivos:

7 por Wilt Chamberlain (1959/60-1965/66 )



7 por Michael Jordan (1986/87 -1992/93 )

29. Más temporadas liderando la liga en tiros de campo intentados:

7 por Wilt Chamberlain (1959/60-1965/66)

30. Más tiros de campo consecutivos:

35 por Wilt Chamberlain desde el 17 al 25 de febrero de 1967

31. Más temporadas liderando la liga en tiros libres intentados:

9 por Wilt Chamberlain

32. Más rebotes en una temporada:

23.924 por Wilt Chamberlain

33. Mejor porcentaje de rebotes en una temporada:

22,9 por Wilt Chamberlain

34. Más temporadas liderando la liga en rebotes:

11 por Wilt Chamberlain

35. Más triples-dobles consecutivos:

9 por Wilt Chamberlain, desde el 8 al 20 de marzo de 1968

36. Más tiros de campo anotados en un partido playoffs:

24 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. Syracuse Nationals) el 14 de marzo de 1960



24 por John Havlicek, Boston Celtics (vs. the Atlanta Hawks) el 1 de abril de 1973



24 por Michael Jordan, Chicago Bulls (vs. Cleveland Cavaliers) el 1 de mayo de 1988

37. Más tiros de campo intentados en un partido de playoffs:

48 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. Syracuse Nationals) el 22 de marzo de 1962



48 por Rick Barry, San Francisco Warriors (vs. Philadelphia 76ers) el 18 de abril de 1967

38. Más tiros de campo intentados en una mitad de un partido de playoffs:

25 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. Syracuse Nationals) el 22 de marzo de 1962

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25 por Elgin Baylor, Los Angeles Lakers (vs. Boston Celtics) el 14 de abril de 1962



25 por Michael Jordan, Chicago Bulls (vs. Cleveland Cavaliers) el 1 de mayo de 1988 (1a parte)

39. Más rebotes en un partido de playoffs:

41 por Wilt Chamberlain, Philadelphia 76ers (vs. Boston Celtics) el 5 de abril de 1967

40. Más rebotes en una mitad de un partido de playoffs:

26 por Wilt Chamberlain, Philadelphia 76ers (vs. San Francisco Warriors) el 16 de abril de 1967

41. Más tiros de campo intentados en una serie de playoffs a tres partidos:

104 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. Syracuse Nationals), 1960

42. Más rebotes en una serie de playoffs a cinco partidos:

171 por Wilt Chamberlain, Philadelphia 76ers (vs. San Francisco Warriors), 1967 (28,5 rpg)

43. Más tiros de campo anotados en una serie de playoffs a siete partidos:

113 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. St. Louis Hawks), 1964

44. Más rebotes en una serie de playoffs a siete partidos:

220 por Wilt Chamberlain, Philadelphia 76ers (vs. Boston Celtics), 1965 (31,4 rpg)

45. Más rebotes en una mitad de un partido de las Finales:

26 por Wilt Chamberlain, Philadelphia 76ers (vs. San Francisco Warriors) el 16 de abril de 1967

46. Más rebotes en unas series Finales a seis partidos:

171 por Wilt Chamberlain, Philadelphia 76ers (vs. San Francisco Warriors), 1967 (28,5 rpg)

47. Mejor promedio reboteador en las Finales de la NBA (contabilizan al menos 10 partidos en Finales):

24,6 por Wilt Chamberlain (35 partidos)

48. Más puntos por partido para un rookie:

37,6 por Wilt Chamberlain, 1959-60

49. Más rebotes por partido para un rookie:

27,0 por Wilt Chamberlain, 1959-60

50. Más puntos en un partido para un rookie:

58 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. Detroit Pistons) el 25 de enero de 1960



58 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. New York Knicks) el 21 de febrero de 1960

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51. Más rebotes en un partido para un rookie:

45 por Wilt Chamberlain, Philadelphia Warriors (vs. Syracuse Nationals) el 6 de febrero de 1960

52. Único jugador en promediar más de 30 puntos y más de 20 rebotes como rookie:

Wilt Chamberlain

53. Jugador más joven en llegar a los 25.000 puntos:

Wilt Chamberlain (31 años, 186 días) el 23 de febrero de 1968

54. Jugador más joven en llegar a los 30.000 puntos:

Wilt Chamberlain (35 años, 179 días) el 16 de febrero de 1972

55. Menos partidos para llegar a 15.000 puntos:

358 por Wilt Chamberlain

56. Menos partidos para llegar a 20.000 puntos:

499 por Wilt Chamberlain

57. Menos partidos para llegar a 25.000 puntos:

691 por Wilt Chamberlain

58. Menos partidos para llegar a 30.000 puntos:

941 por Wilt Chamberlain

59. Único jugador en obtener un doble triple-doble (20 o más en tres estadísticas):

Wilt Chamberlain, el 4 de febrero de 1968, logró 22 puntos, 25 rebotes, y 21 asistencias

60. Único jugador en tener 40 o más en dos estadísticas en un partido:

Wilt Chamberlain lo consiguió en 8 ocasiones, incluyendo 78 puntos y 43 rebotes el 8 de diciembre de 1961

61. Más temporadas consecutivas con 30 o más puntos por partido:

7 por Wilt Chamberlain



7 por Michael Jordan

62. Único jugador en promediar 30 o más puntos y 20 o más rebotes en una temporada:

Wilt Chamberlain (7 veces)

63. Más temporadas con más de 30 puntos y más de 20 rebotes:

7 por Wilt Chamberlain

64. Más temporadas consecutivas con más de 30 puntos y más de 20 rebotes por partido:

7 por Wilt Chamberlain

65. Único jugador en promediar más de 40 y más de 50 puntos en una temporada:

Wilt Chamberlain

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66. Más temporadas con más de 40 puntos:

2 por Wilt Chamberlain

67. Más temporadas con más de 20 rebotes por partido:

10 Por Bill Russell



10 por Wilt Chamberlain

68. Más temporadas consecutivas con más de 20 rebotes de media

10 por Bill Russell



10 por Wilt Chamberlain

69. Más puntos en un All-Star:

42 por Wilt Chamberlain (1962)

70. Más rebotes en todas sus presencias en el All-Star:

197 por Wilt Chamberlain

71. Más rebotes en una mitad de un All-Star:

16 por Wilt Chamberlain (1960)



16 por Bob Pettit (1962)

72. Más tiros libres intentados en un All-Star:

16 por Wilt Chamberlain (1962)

Emmanuel Ramiro

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Barça Regal: Radiografía Jordi Juste

El que sigue es un exhaustivo análisis del Barça Regal de baloncesto, reciente ganador de la Copa del Rey y pujante competidor en la Euroliga. El de Xavi Pascual es un equipo de palmarés formidable y plantilla excelente, cuya principal -pero no única- seña de identidad reposa en los fundamentos defensivos. En este informe accedemos a un nivel detallado de los principales movimientos en defensa y ataque de un equipo perjudicado por cierta irregularidad, sometido en ocasiones a la crítica exterior a causa de algunas decepcionantes actuaciones, pero casi siempre fiable y competitivo en los partidos importantes. Un club, una sección, un equipo tan grande requiere de una visión alejada de los sentimientos, a favor o en contra, que despierta el equipo azulgrana. Los debates semanales, casi diarios, de los que es objeto este equipo, gane o pierda, son indicadores del gran foco mediático al que está sujeto la sección azulgrana de baloncesto. Reciente campeón, contra pronóstico, de la Copa del Rey, el objeto del siguiente análisis es profundizar en el comportamiento y la evolución del equipo en competición europea, la Euroliga y, concretamente, en la segunda fase del Top 16, en la que el Barça Regal lidera su grupo hasta la fecha (mediados de febrero) con seis victorias y una sola derrota, cosechada en Moscú, frente al Khimki ruso. El Barça Regal ha afrontado cambios importantes en su plantilla esta temporada. Ha incorporado una nueva pareja interior con los fichajes de Tomic y Jawai, en sustitución de Fran Vázquez y N’Dong, y junto a ellos el joven pívot montenegrino Todorovic, con escasa participación en el juego hasta la fecha. Con respecto al juego exterior, la incorporación del prometedor Abrines y la vuelta a casa de un viejo conocido, Jasikevicius, pretende calibrar una apuesta de futuro y de regeneración del equipo, con jugadores expertos que deben ayudar en momentos importantes con su experiencia y conocimiento del juego. Antes de jugarse la Copa del Rey, el Barça realizó el fichaje de Brad Oleson, procedente del Caja Laboral, para equilibrar la plantilla y poder dosificar el esfuerzo de Navarro durante el curso. El hándicap es que Oleson no podrá disputar la Euroliga, esta fase final, por haber disputado dicha competición con

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el equipo de Vitoria. Por tanto, su participación queda limitada a la competición doméstica de la ACB y a la reciente Copa del Rey, en la que el americano rayó a un gran nivel por el poco tiempo que llevaba en el equipo. Aparte de estos fichajes para el primer equipo, hay que mirar abajo, en el segundo equipo, el Barça B, que compite en la Leb Oro (Segunda División del baloncesto español) y que cuenta con una de las plantillas más jóvenes y con más talento del campeonato. Y de entre estos destaca el fichaje de la joven perla croata Mario Hezonja, quien incluso ya ha hecho su debut en la Euroliga con el primer equipo. Veremos cuántos de estos jóvenes jugadores consiguen dar el salto al primer equipo, históricamente empresa difícil de llevar a cabo, pero también es cierto que el Barcelona no había contado con semejante estructura y talento, me atrevería a decir que, en toda su historia, desde que en 1926 se creara la sección de baloncesto. UN EQUIPO DE DEFENSA SÓLIDA Del resto de jugadores, campeones de la última edición de la Liga Endesa ACB, sigue la pareja de bases formada por Huertas y Sada; la estrella del equipo, el jugador franquicia y, probablemente, uno de los mejores jugadores europeos de todos los tiempos, el escolta Juan Carlos Navarro, que junto al alero Pete Mickeal conforman el perímetro más competitivo de la Euroliga. Siguen los jugadores que cubren la segunda rotación exterior, formada por Ingles y Rabaseda junto a los ala-pívots Lorbek (considerando su renovación como el gran fichaje de la temporada) y CJ Wallace, todos ellos bajo la dirección del técnico de Gavá, Xavi Pascual que, con esta, cumple su sexta temporada al frente del equipo, teniendo en cuenta que en la temporada 2007-2008 de entrenador ayudante pasó a ser primer entrenador, después de la destitución de Dusko Ivanovic por los malos resultados y la desconexión entre el técnico y unos jugadores a los que el método de trabajo les sobrepasó, y también un público que se cansó de la rectitud, seriedad y trato que tenía con ellos. El palmarés de Xavi Pascual, contabilizando las cinco temporadas enteras que ha dirigido, es sencillamente extraordinario: tres Ligas ACB, tres Copas del Rey y una Euroliga. Ha dotado al equipo de una gran variedad y riqueza táctica en ataque, ha implantado en el juego del Barça Regal unos conceptos en los que su denominador común es la excelente utilización y ocupación de los espacios a partir de un recurso extendido en el baloncesto moderno, tanto europeo como americano, como es el juego a través del Pick-Roll o bloqueo directo. Pese a la gran calidad individual que ha dispuesto en sus diferentes plantillas y el poder de anotación en algunos de sus jugadores y, sobre todo, en la figura de Juan Carlos Navarro, Xavi Pascual es un entrenador que ha querido dotar a su equipo de una sólida defensa, con unas normas defensivas muy claras y de obligado cumplimiento y que parten de un gran trabajo de todos los jugadores, en todo momento de la posesión, con el balón o sin él, pero cerrando muy bien la zona y dificultando al máximo el objetivo de penetración del balón hacia el aro, vía dribling o pase interior.

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A veces se ha tildado este tipo de defensa y se ha calificado el estilo del Barça como un estilo que prima la destrucción del ataque rival. Pero no es el objetivo de este análisis juzgar qué es lo que está bien y lo que está mal. Al contrario, mi deseo es que a medida que vayan leyendo entiendan todo el proceso defensivo y ofensivo que plantea el técnico con los jugadores de que dispone y que, como aficionados al baloncesto o seguidores del club azulgrana, visualicen y reconozcan mejor al equipo cuando lo vean jugar; o bien, como entrenadores, se queden con detalles tácticos, ideas o conceptos que les sugieran distintos trabajos o nuevas ideas para añadir a su metodología y estilo de juego. GANARLO TODO

En Barcelona no hay temporadas de transición, todos lo saben y aceptan las reglas del juego. Pese a que los propios protagonistas acepten la dificultad de una temporada en la que se han producido cambios en la plantilla, que tendrán consecuencia directa en la estructura y patrones de juego del equipo, nadie elude la responsabilidad que tiene, que no es otra que ganar todos los títulos en juego; sí, una temporada más. Siempre se parte de ahí. El Barça Regal afronta el reto de conquistar la tercera corona europea para el club, tras la última conseguida en la temporada 2009-2010 en París ante el equipo griego del Olympiakos, ya a las órdenes del actual técnico y con una columna vertebral que sigue intacta en la actualidad: el trío de jugadores Navarro-Mickeal-Lorbek. El camino elegido parece el correcto, la superioridad del equipo azulgrana es manifiesta junto con otro equipo español, el Real Madrid. Una única derrota en la fase regular y ya en el último partido contra el CSKA de Moscú, sin nada en juego, y la anteriormente mencionada derrota contra el Khimki en este Top 16. La historia no ha sido benevolente con el FC Barcelona en sus participaciones en la fase final de la Copa de Europa. Antes de conquistar el cetro continental por primera vez en la temporada 2002-2003 ante la Benetton de Ettore Messina, bajo las órdenes del serbio Svetislav Pesic y con un cinco tipo formado por Jasikevicius-Navarro-Bodiroga-FuckaDueñas, hay un equipo marcado a fuego en la entidad, la Jugoplastika de Split, que tumbó los sueños de una generación que bien merecía levantar este trofeo en la década de los 80 y principios de los 90 con jugadores emblemáticos como Solozábal, Epi, Sibilio, incluso Audie Norris y uno de los mejores técnicos que ha dado el baloncesto, Aíto García Reneses. Previamente fue la Roma quien en la temporada 1983-1984 privó del título al Barcelona en su primera final y, posteriormente, en las sucesivas temporadas 1995-1996 y 1996-1997 el título se escapó de las manos ante los conjuntos griegos del Panathinaikos y Olympiakos respectivamente. De todos es recordada la final contra los “verdes” con el tapón ilegal del pívot Vrankovic ante la penetración y dejada en bandeja de Montero, el balón ya había tocado en el tablero, antes de que la sacara Vrankovic. Eso y problemas con los segundos del reloj marcaron un final de partido esperpéntico, de película de terror, donde el Barcelona se vio claramente perjudicado, al corresponderle la que hubiese significado su primera Copa de Europa.

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LOS 15 HOMBRES DE XAVI PASCUAL A continuación vamos a ver las características individuales de cada uno de los jugadores que forman el equipo. Estos son los 15 hombres de Xavi Pascual: BASES •

Marcelinho Huertas. De sangre caliente. Hábil con el balón, abusa de su dribling, pero a la vez es característica de su juego, a veces, un tanto anárquico. Finaliza bien en penetración a canasta a media distancia, con tiros heterodoxos pero efectivos, muchas veces sobre un solo apoyo. Juega muy bien el bloqueo directo y concretamente el concepto de “bloqueo y rebloqueo” para finalizar él. Tiene un buen tiro de 3 puntos desde las esquinas cuando recibe con los pies encarados al aro. En defensa, tiene dificultades para contener el 1x1 al jugador con balón pero, por contra, hace un trabajo extra en defensa, cuando el balón no está en manos de su par.



Víctor Sada. Muy intenso, luchador, nunca se rinde. Su especialidad es la defensa, con un desplazamiento lateral muy rápido y un excelente uso de manos y cuerpo para defender con contacto y no incurrir en falta personal. Tiene un sexto sentido para coger el rebote defensivo y ofensivo. En ataque desde recuperación o rebote defensivo propio siempre sale con rapidez para sacar ventaja o finalizar cerca del aro. Si no, juega fácil en estático y explota su punto fuerte, que es su actividad sin balón, para ganar la espalda de su defensor, especialmente en cortes por la línea de fondo. No tiene un buen tiro exterior y su defensor muchas veces le deja el espacio para precipitar el ataque a través de su tiro.



Sarunas Jasikevicius. Líder. Director de juego, entrenador en la pista y en el banco. Uno de los jugadores que mejor entiende el juego en el panorama europeo. En esta segunda etapa tiene un rol más secundario y combina las tareas de base junto a las de escolta. Destacar su visión de juego y su increíble precisión y capacidad de pase. Juega muy bien el bloqueo directo pero, a diferencia de Huertas, casi siempre acaba sacando una ventaja, doblando el balón al jugador que continúa o al exterior más alejado. Lee y ejecuta el concepto “dentro-fuera-dentro” o “post and repost”. Su especialidad es el tiro en suspensión desde 4-5 metros jugando desde el 1x1 y el tiro de 3 puntos corriendo en contraataque. Su principal laguna es la defensa: nunca ha sido su especialidad y, con los años, su desplazamiento lateral le ha abandonado.

ESCOLTAS •

Juan Carlos Navarro. Capitán, buque insignia del equipo, referencia anotadora. Más que liderazgo, diría responsabilidad, seguridad en sí mismo. Generador del juego del equipo. Influencia. Uno de los mejores jugadores que dará Europa en mucho tiempo. Mermado por las lesiones, no han sido impedimento para mostrar sus habilidades con el balón. Rápido de pies, intenso y veloz en pocos metros, saca ventajas y tiros imposibles. Buen dominio del 1x1, con los años ha contribuido al juego colectivo con sus asistencias al hombre libre. Anotador de

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3 puntos, a larga distancia, también destaca por su tiro que le ha hecho famoso: el tiro por elevación conocido como “La bomba”. Le gusta correr en transición con el balón controlado para finalizar con un tiro exterior rápido. Defensivamente tiene dificultades para seguir a su par, pero tiene la habilidad de “hacer ver que sí defiende”. •

Álex Abrines. De momento su participación ha sido escasa. Tiene desparpajo y confianza, un jugador de toma de decisiones y ejecución rápidas. Tiene un buen tiro de 3 puntos, pero también es capaz de penetrar y finalizar debajo del aro con acierto, gracias a su dribling fuerte y vertical cuando encara a su par. Rápido sin balón, gana la espalda de su defensor con facilidad, con gran capacidad de salto para poder finalizar canastas espectaculares en el aire. Defensivamente debe trabajar su colocación respecto al balón y su par, cuando el balón está lejos, anticipar las acciones del ataque rival y estar en disposición de hacer la siguiente acción.



Brad Oleson. Pese a que no disputará la Euroliga, el americano es un jugador frío y calculador, muy trabajador; en la sombra cuando se trata de defender a un buen jugador rival y protagonista y apareciendo cuando se trata de jugarse los tiros importantes del equipo. Buen tiro de 3 puntos, especialmente en las salidas de bloqueo indirecto, cuyas ventajas lee a la perfección.

ALEROS •

Pete Mickeal. Ganador. Carácter competitivo. Destaca por su juego de fuerza, con un gran uso de su cuerpo y unas buenas piernas para sacar ventaja en situaciones de 1x1, ya sea de cara o de espaldas al aro. No tiene un gran repertorio de acciones técnicas, pero sus dos botes con reverso incluido para ganar espacio para tirar o finalizar cerca del aro son característicos. Buen reboteador, es capaz de salir con bote a toda pista y jugar situaciones de 2x2 con un pívot llegando. Muchos sistemas tácticos son para que finalice el ataque. En defensa sufre en el desplazamiento lateral, no es intenso en el 1x1, pero sí se coloca muy bien lejos del balón y anticipa acciones para cortarlo y salir al contraataque. Tiene un tiro exterior aceptable pese a que no es su especialidad; en cualquier caso, necesita recibir con los pies ya encarados al aro. Sus cortes sin balón son letales y ganadores.



Joe Ingles. El jugador tranquilo, con un ritmo constante en el juego. Buen dominio del balón y bote, pese a su gran estatura. Su principal virtud es el tiro de 3 puntos desde posición estática, para recibir el balón y armar el tiro (lentitud) o bien generándose él mismo el espacio para poder tirar desde bote. Le gusta jugar y saca mucha ventaja en situaciones de contraataque ya que con su físico puede asegurar buenas finalizaciones, aguantando bien los contactos en el aire. Defensivamente es un jugador sacrificado, debido al rol más secundario que desempeña en el equipo.



Xavi Rabaseda. Es corazón y trabajo. Dispone de pocas oportunidades, pero las aprovecha muy bien. Lee el juego a la perfección y tiene el carácter y la determinación de jugarse los tiros que tiene que jugarse, sin miedo ni ansiedad. Dispone de un buen tiro de 3 puntos, pero lo que mejor hace es finalizar agresivo cerca del aro, previos cortes

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fuertes y rápidos dejando atrás a su defensor. Es el primero en correr el contraataque y pedir el balón para finalizar. Tiene un primer paso en el 1x1 muy rápido y definitivo para sacar la primera ventaja a su par. En defensa se sacrifica por el equipo, pese a que por su fuerza y físico debería controlar y asegurar más opciones de rebote, tanto en ataque y defensa, para su equipo. •

Mario Hezonja. Joven jugador, todavía en edad junior, fuerte carácter y díscolo. Ganador, no maneja bien las situaciones de desventaja o contrarias a él. Egoísta, debe madurar y ser un jugador que encaje en el equipo. Con pocas oportunidades en el primer equipo, su sitio es el B. Jugador total que domina todos los registros, desde el 1x1 al tiro de 3 puntos y todas las posiciones que van desde la de base a la de ala-pívot si es necesario.

ALA-PÍVOTS •

Erazem Lorbek. El termómetro del equipo, la referencia interior y la sangre fría para resolver en los momentos donde se decide un partido. Gran dominio del juego de 1x1 cerca del aro, su movimiento de pies junto al uso de fintas de tiro con su defensor pegado es determinante. Buen finalizador. Le gusta recibir un poco alejado del aro, fuera de la zona, para ir reculando y ganar la posición con su defensor. Posee un buen tiro de 3 puntos frontal al aro de situaciones de bloqueo directo y continuaciones abiertas lejos del balón. Domina y usa bien los espacios en ataque. En defensa es muy disciplinado, pero sufre ante jugadores más rápidos que, como él, salen en posiciones lejanas para jugar el 1x1 pero, en este caso, de cara.



CJ Wallace. Luchador, combativo, nunca se rinde. Más allá del aire chulesco y surfero que le proporcionan el chicle y sus peinados, es un jugador que trabaja muchísimo en defensa y ello le permite a Pascual incrementar el ritmo defensivo o incluir variantes defensivas en la defensa del bloqueo directo, como cambiar su par y defender un hombre pequeño, saltar agresivo al balón para luego recuperar y, sobre todo, su compromiso y responsabilidad en ayudar siempre en la continuación del hombre grande que continúa hacia el aro. Su físico le permite parar con contacto al jugador y su velocidad e intensidad le permiten recuperar para defender otra vez a su hombre en 1x1. Buen reboteador tanto en ataque como en defensa, posee un buen tiro de 3 puntos si recibe el balón en una posición encarada al aro, y se mueve muy bien por la línea de fondo o fuera de 6,75 en el juego de triangulación del bloqueo directo. Hombre clave para entender la buena trayectoria del equipo en la Euroliga.



Marko Todorovic. No dispone de minutos apenas, pero el club confía en sus posibilidades de futuro como substituto de Lorbek. Puede jugar tanto de cara como de espaldas al aro, pero en esta faceta debe mejorar su físico para dominar el juego con contacto ante pívots más grandes y fuertes que él. Trabaja muy bien en anticipación para coger rebotes en ataque y en defensa y dispone de una buena movilidad y rapidez de pies para presentar distintas alternativas defensivas al equipo. Su trabajo a medio plazo es mejorar el tiro exterior si quiere tener más opciones en ataque, para potenciar su buen juego de 1x1 con espacios.

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PÍVOTS •

Ante Tomic. Ha encontrado su sitio en Barcelona para explotar todo su potencial ofensivo y convertirse en muy poco tiempo en uno de los pívots dominadores de Europa. Pese a que no es un pívot fuerte, sí es muy alto y dispone de un juego de pies prodigioso junto con un tiro en semigancho, que domina con ambas manos, que le hacen, por lo menos, imparable. Más agresivo en sus finalizaciones al aro, domina muy bien las continuaciones a partir del bloqueo directo para terminar o bien para doblar un pase definitivo al exterior, porque dispone de una gran visión de juego y una capacidad de pase que le hace diferente al resto de pívots. Su fragilidad defensiva en el 1x1 es el único lunar que encontramos en esta temporada, pero Pascual, a través del sistema táctico defensivo, hace para esconder o minimizar esa carencia. Pese a ello, hace cambiar muchos tiros al equipo rival y domina con notoriedad el rebote defensivo. Su agilidad le permite correr bien el contraataque, aunque si hay algún aspecto que debe trabajar es su tiro a larga distancia.



Nate Jawai. Potencia física, un huracán en una cancha de baloncesto. Su fuerza y su gran talla hasta ahora están siendo un problema en su juego ofensivo sobre todo. No domina su cuerpo para no chocar con los defensores que le saltan en ayuda y acaba siempre con muchas faltas personales. Buen reboteador y gran taponador, en ataque si recibe el balón de espaldas al aro, no importa si cerca o más alejado, por fuerza y potencia siempre consigue anotar. Buen pasador, domina el timing de juego y aprovecha muy bien las continuaciones en bloqueo directo para finalizar por arriba, por encima del aro, en acciones realmente espectaculares. Debe mejorar su tiro a media distancia, la fuerza a la hora de armar el brazo y pulir la técnica de ejecución, porque siempre son tiros que salen muy rectos, con poca parábola y que muy a menudo acaban repelidos por el aro, en rebotes largos que a veces condicionan el balance defensivo del equipo.

ESTRUCTURA DE ROTACIÓN CORTA

Ciñéndonos exclusivamente a la Euroliga, teniendo en cuenta que Oleson no podrá participar en la misma y que el papel de Hezonja está limitado a la coincidencia de varias bajas en el puesto de alero, por tanto, cabe pensar que su participación, de ahora en adelante, también será nula. El cinco inicial tipo que presenta Pascual es el siguiente: 1-Sada 2-Navarro 3-Mickeal 4-Lorbek 5-Tomic. En la fase regular el puesto titular de base fue para Huertas, pero con el inicio del Top 16 Sada entró en su lugar, buscando con él mayor solidez defensiva, más presión al base o escolta importante del equipo rival y un mayor control en ataque, que le permita tener el equipo ordenado y con las responsabilidades bien definidas después de un tiro. Tareas como ir a rebote ofensivo o encargarse del balance defensivo con Sada se ejecutan con precisión suiza. Otro cambio que suele producirse en algún partido es la salida de Wallace por Lorbek por los problemas físicos de este último, que a veces suelen reproducirse con mayor intensidad. El resto de jugadores conforman la columna vertebral de esta temporada. Pese a los problemas físicos de

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Navarro, en partidos de Euroliga siempre inicia de titular; si hay molestias o lesión se ha tomado la decisión de que no entre en la convocatoria. Hasta el momento, las rotaciones de jugadores han sido muy cortas; Pascual ha movido un banquillo prácticamente de ocho jugadores con participación escasa, por no decir nula, de Rabaseda, Abrines y Todorovic, sin la participación deseada de Jawai, con muchos problemas con el control de su cuerpo, los espacios y su agresividad en ataque y en defensa en los contactos, que derivan en faltas personales que le impiden jugar más; y por último al papel intermitente de dos hombres, Jasikevicius e Ingles, que si bien en partidos concretos han disfrutado de minutos seguidos, en otros su concurso ha sido breve y fugaz. Pero esta corta rotación no nos debe escandalizar ni preocupar a efectos de las posibilidades reales de conquistar la Euroliga; en la historia de la competición, pasada y reciente, si analizáramos uno por uno a los últimos diez o quince campeones, observaríamos que la estructura de estos equipos está trabajada para disponer una rotación corta, mantener una intensidad y, sobre todo, una concentración alta y establecer unos roles bastante específicos en cada jugador. Podremos estar más o menos de acuerdo con este tipo de planteamiento, que cada uno haga su propia valoración de la situación pero, números y datos en mano, el pasado reciente se escribe “en corto”. Pasamos a ver el trabajo táctico del equipo, empezando por la estructura y conceptos defensivos. CONCEPTOS Y SISTEMAS TÁCTICOS DEFENSIVOS

El Barça de Xavi Pascual está construido desde atrás, a partir de una sólida estructura defensiva, unos conceptos y normas defensivas que año a año son revisados para adaptarlos a las características de los jugadores, pero también hay que resaltar un aspecto importante y diferenciador con el resto de equipos de Euroliga: es uno de los equipos que trabaja y adapta más su trabajo defensivo a partir del scouting o visionado del ataque del equipo rival, junto al análisis del talento y el estilo de juego de los importantes jugadores que va a tener enfrente. El nivel de los jugadores, en cuanto a la comprensión del juego, unido a la exigencia que conlleva formar parte de un equipo obligado a ganarlo todo, año tras año, hacen de esta variable una característica clave para entender por qué es considerado el equipo con la mejor defensa de Europa. Este trabajo de scouting permite al equipo anticipar los movimientos en ataque del contrario, con la finalidad de conseguir reducir y minimizar la iniciativa que se asocia a la ofensiva rival. El Barça que ganó la Euroliga en París es el exponente máximo de esta filosofía y estructura defensiva, encarnada en la figura de Víctor Sada y del antaño capitán Roger Grimau. Un Pete Mickeal sin tantos problemas físicos, con una regularidad en el juego y una motivación muy alta esa temporada, contribuyó también, de manera decisiva, en este apartado. En la actual competición, los números avalan lo que estoy contando y mantienen esa filosofía defensiva como elemento clave del juego del Barça. En la fase regular ha sido el equipo con el menor número de puntos

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encajados, de los cuatro grupos en competición. Y en esta fase de Top 16, de nuevo, encabeza dicho apartado en su grupo. Quizás un detalle nuevo, que incide en el estilo, se ha añadido para mantener esa estructura, pese a no tener los mismos jugadores, ni el físico, ni el hambre, ni la motivación de los que permanecen. El equipo de Pascual compensa una intensidad menor detrás, el juego por encima del aro que tenía con hombres como N’Dong y Vázquez y un perfil de jugadores más ofensivos en la actualidad, elaborando un juego de ataque más largo, también más estructurado, que renuncia a finalizar ataques rápidos en beneficio de la siguiente fase de juego, que es el balance defensivo. El Barça es el equipo que permite menos contraataques de la Euroliga. Estructurar el balance defensivo a partir de la selección de tiro, con unas responsabilidades muy definidas y trabajadas, no permite error alguno. Ese aspecto es clave este año. Otro elemento que ayudaría a frenar la transición ofensiva del equipo rival es cargar el rebote ofensivo, aspecto en el que el equipo presenta un balance muy raquítico (es el 14º equipo en rebotes de ataque) y que hay que descartar. Las segundas opciones de tiro son una excepción en el ataque azulgrana este año. En cambio, el rebote defensivo —segundo equipo con más capturas contabilizando todos y cada uno de los partidos disputados hasta la fecha— sí que forma parte del ideario de Xavi Pascual, no tanto para correr el contraataque, sino para restar opciones, posesiones y tiros al equipo rival. El triángulo de rebote que forman sus dos interiores junto al alero alto que siempre mantiene el entrenador en pista, en jugadores como Mickeal, Ingles o Rabaseda, no es una casualidad y sí una intención. ORIENTAR AL RIVAL

Con este alero alto empieza la organización defensiva del Barça. Un aspecto que quizá pasa inadvertido es: ¿En qué lado quiere que empiece a jugar el equipo rival? Esto lo determina una de las primeras normas defensivas del equipo: presión al base rival a 3/4 de campo para decantar a un lado, siempre que sea posible, acompañado del tipo de defensa en primera línea de pase, con los jugadores exteriores. Si el sistema rival no empieza con bloqueo directo e inician con pase, el Barça tiene la consigna de presionar la línea de pase con su alero alto y dejar el pase más liberado con su escolta. De esta manera, en caso de penetración o juego de bloqueo directo lateral, donde el equipo normalmente manda al jugador hacia el espacio de fondo, la primera ayuda será con su hombre alto y en caso de segunda ayuda esta será efectiva con el alero, Mickeal, por ejemplo, un jugador que suple su falta de desplazamiento lateral y velocidad de reacción con una buena colocación. El alero alto en segunda ayuda permite un último esfuerzo defensivo con contacto frente a un, teóricamente, hombre alto, y asegurarse posibilidades de captura del rebote defensivo.

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En los gráficos se observa que el defensa de 3 (alero alto) defiende la línea de pase y el defensa de 2 la concede. En caso que 2 penetre, el defensa del hombre alto va a la primera ayuda y es el defensa de 3 quien va a la segunda ayuda y queda emparejado con 5.

La segunda norma o concepto defensivo clave es la defensa del bloqueo directo central. Este concepto de ataque es clave y una de las bases de todos los equipos del mal llamado baloncesto moderno. Es un concepto que genera y facilita muchas ventajas para anotar y obliga a la defensa a tomar distintas respuestas en función de las características ofensivas de los jugadores que lo jueguen. No es simplemente la situación de 2x2, sino la ubicación y ocupación de espacios de los otros tres jugadores lo que hace difícil decantarse por una defensa u otra. Como norma general, salvo partidos y/o jugadores determinados, el Barça defiende el bloqueo directo central con presión al balón hasta el momento de recibir el contacto del bloqueo junto al trabajo del defensa del bloqueador, que en el caso de Tomic y Jaway se separan y están pendientes en la zona de 3 segundos, ocupando el espacio de la penetración hasta que el que ha sido bloqueado recupere; y en el caso de Lorbek y Wallace, con mejores desplazamientos muestran un comportamiento más agresivo y saltan hacia el balón con un paso defensivo vertical, también llamado flash defensivo, para obligar a cambiar o parar el avance del jugador que controla la pelota. La defensa de la continuación del hombre que ha puesto el bloqueo en ataque es la clave para entender la norma específica que tiene el equipo. Es con el defensa del otro hombre grande que se para o se obstaculiza esa continuación cercana al aro, y en este trabajo es clave y fundamental para entender la mejora en la defensa de esta situación un jugador: CJ Wallace. Su esfuerzo defensivo, su colocación, su fuerza e intensidad y el uso del cuerpo están dando solución y efectividad en la defensa de un concepto que, en los últimos años, ha sido un quebradero de cabeza para los equipos de Xavi Pascual. A continuación una de las situaciones tipo que con más frecuencia se ve obligado a defender el Barça. 116 Índice Revista#01 PerarnauClub

Vemos que el defensa de 5 (Tomic) espera en la zona la penetración del jugador 1 y es el defensa de 4 (Wallace) quien se encarga de parar la continuación del hombre que ha puesto el bloqueo. Cuando el atacante 4 recibe el balón, es el mismo defensor quien es capaz de recuperar. Este trabajo extra, Wallace lo hace a la perfección.

Y la tercera situación más defendida son las salidas de los jugadores que reciben un bloqueo indirecto. En el partido de 1/4 de final de la Copa del Rey, el R. Madrid disponía una situación de carretón, con dos bloqueos indirectos en cada lado, para que un tirador de 3 puntos como Carroll quedara liberado para un tiro. En ese partido el Barça hizo un trabajo extra con cambios de hombre cuando el alero salía de los bloqueos con lo que, muchas veces, era un hombre alto del Barça, Lorbek o Tomic, el que quedaba emparejado con él, defendiendo la línea de pase y evitando que recibiera el balón. Gran trabajo defensivo por el que optó Pascual al final de ese vibrante partido. Pero esta situación especial que vimos contra el Madrid también tenía un detalle defensivo común en estas situaciones, donde el equipo no realiza el cambio defensivo, sino que se escoge seguir cada defensor con su atacante y pasar los bloqueos; es el siguiente. El defensa que está con el jugador que debe recibir el bloqueo indirecto, por norma general, pasa persiguiendo por detrás a su par, excepto en los casos de Navarro y Mickeal que no pueden mantener largos y continuados esfuerzos en los dos lados de la cancha, y en estas situaciones evitan el contacto y pasan por arriba el bloqueo con lo que, a veces, conceden el tiro de 3 puntos alejado en la esquina o bien se da un cambio defensivo por desajuste y en el último momento se da una respuesta defensiva pese al error. En el caso general, el jugador persigue a su hombre y el defensor del jugador con balón, justo cuando este lo suelta para dar el pase, salta hacia el espacio de recepción y/o posible penetración del nuevo receptor del balón. Este trabajo lo realizan de manera altamente eficaz los dos bases del equipo, Sada y Huertas. En el gráfico, defensa de 1 con gran capacidad de anticipación y de recuperación, de lectura y timing de salto. 117 Índice Revista#01 PerarnauClub

En Euroliga el Barça ha utilizado en un par de ocasiones una alternativa defensiva zonal. Una defensa que empieza en media cancha, en una disposición 1-2-2, con Pete Mickeal como hombre más avanzado, el base y escolta en la segunda línea y los hombres interiores en la parte de abajo. El principal objetivo es retrasar el ataque rival, generarle dudas y dificultar el primer pase de la ofensiva, o bien conseguir que este se produzca lejos de la línea de 6,75. Una vez se ha dado el primer pase (no es una disposición con la cual tomen iniciativas más agresivas, como puede ser saltar al 2x1 al balón), Mickeal se desplaza a la segunda línea formada por los pívots para pasar a formar una defensa en zona 2-3, procurando siempre durante el ajuste de Mickeal abajo que el hombre grande, Tomic o Jawai, quede en el centro de esa línea de 3. Después de que el balón vaya de un lado al otro del ataque, es decir, que se produzca la inversión, esta defensa tiene la norma de que, con el balón en las manos de un alero en la prolongación de la línea de tiros libres, el hombre más cercano a él niega la penetración hacia el centro y le invita a botar en dirección hacia el fondo, donde va a encontrar un compañero abajo. En este tipo de situaciones sí que algunas veces han ido al 2x1, sobre todo si el ataque está muy cerca de consumir la posesión de 24 segundos. Este tipo de disposición inicial en 1-2-2 para pasar a zona 2-3, con la norma defensiva de negar el centro, es una alternativa defensiva utilizada únicamente en competición europea. En ACB alguna vez ha utilizado la zona 2-3 como disposición de inicio, sin ajustes de negar centro y sí de defender los espacios, incluso como arma para parar las situaciones de bloqueo directo que plantee el rival.

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Estos son los principales conceptos y sistemas tácticos que el Barça Regal está utilizando esta temporada para seguir siendo un equipo difícil de batir y, sobre todo, un equipo al que cueste mucho meter una canasta, especialmente en Euroliga, donde está manteniendo una trayectoria y regularidad en su juego mucho más equilibrada que en la competición doméstica, donde sufrió dos meses de auténtica zozobra dentro del equipo y fuera, en la opinión pública, de prensa y aficionados. DEFENSAS ESPECIALES

Otros detalles que hemos podido observar, especialmente, en este Top 16, son las defensas especiales que han recibido buenos bases del equipo rival, como por ejemplo, Spanoulis de Olympiakos o bien Brown de Siena. Contra este tipo de jugadores, Pascual ha ordenado varias cosas durante el mismo partido. Una de ellas, poner distintos hombres para desgastar al jugador con defensas de breve espacio de tiempo pero muy intensas. Otro detalle importante es que solo ante este tipo de jugadores el Barça ha realizado 2x1 en los bloqueos directos, incluso con un hombre más lento como Tomic y especialmente con Wallace, capacitado para hacerlo con mucha agresividad. El objetivo principal con este planteamiento es provocar que el base suelte el balón rápido y el juego empiece en manos de otro jugador y se precipite el juego o se tomen otras situaciones ofensivas que el equipo no tenga establecidas en su sistema de ataque elegido. También uno de los recursos utilizados contra estos jugadores, y en especial en las situaciones de bloqueo directo lateral, es que el Barça toma la defensa de negar que el jugador con balón tome el bloqueo y, a su vez, el defensa del bloqueador espera lejos y delante del balón, ante la invitación a penetrar de manera directa el aro, pero, a la vez, provocando que la toma de decisiones sea contraria a lo que dicta el sistema de juego; otra forma en que consiguen romper la fluidez y el timing de juego en equipos, en los que el base es su jugador más importante y su máxima referencia ofensiva. Una norma de la defensa colectiva es el trabajo de llenar la zona para evitar cortes, cambiar tiros o condicionar las penetraciones al aro. El hombre grande, Tomic y Jawai, se responsabiliza de lo que pase en esa zona de tres segundos; es la primera ayuda defensiva que se activa cuando el defensor del balón es superado. El resto de jugadores del lado más alejado del balón también cierra la zona con uno o ambos pies ahí colocados. No es una defensa de colapso exagerada, pero sí es una prioridad estar preparado para llegar cuando sea necesario. Con ello quieren poder defender dentro, pero también llegar a los tiros exteriores, en posición de equilibrio y preparados para dar respuesta a un 1x1 con dribling. El trabajo de fintas defensivas de los jugadores del lado contrario al balón también es una constante y un signo de identidad del equipo. Fintas a la penetración y fintas cuando el balón llega en el poste bajo, cortos recorridos de ida y vuelta para generar dudas y errores en el bote o el pase del hombre grande, incluso cuando este toma la decisión de botar y jugar 1x1 se le concede la línea de fondo y el exterior deja a su par para perseguirle y tratar de cerrarlo en un 2x1, con el condicionante para el atacante que está de espaldas al resto de jugadores, y la salida con pase o la finalización a canasta es muy complicada hacerla con garantías de éxito.

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Quizá una de las lagunas del equipo en el aspecto defensivo es la debilidad defensiva en situaciones de 1x1 en el juego interior, personificadas en la figura de Ante Tomic, con problemas de desplazamiento y dificultad para anticiparse al jugador que quiere recibir cerca. Casi siempre se queda completamente a la espalda del atacante y este, en 1x1, a menudo encuentra blanco fácil. Otro aspecto de mejora es la defensa del juego que se genera por el espacio que queda entre el tablero y la línea de fondo. Allí los rivales encuentran ventajas, en situaciones de cortes, de puerta atrás, incluso ventajas cuando el 1x1 y la penetración se producen con la intención de atacar ese espacio. La ayuda que debe venir del hombre grande llega tarde, la capacidad de movilidad y orientación no es la misma que ir a buscar el balón de cara; en este caso, los pasos de desplazamiento son unos pasos de caída con giro del cuerpo y la dificultad es máxima para hombres grandes como los del Barça. CONCEPTOS Y SISTEMAS TÁCTICOS OFENSIVOS

Con diferencia, es uno de los equipos con mayor bagaje táctico del continente. Utilizan muchos sistemas en un partido, también variantes de estos, diversas situaciones de estrategia en jugadas de banda y fondo, pero pese a que las malas lenguas hablan de una batería de sistemas que ronda alrededor de los 100 movimientos, en un partido pueden moverse sobre una base de 10-12 movimientos y sus variantes. La característica que observo en su juego es que las jugadas van dirigidas para un jugador, para sacar una ventaja en un espacio concreto o bien asociarse con uno u otro jugador, para generar y terminar jugando un juego por parejas, en situaciones de 2x2, aprovechando la gran calidad individual y la lectura táctica que hacen estos jugadores de las respuestas defensivas que reciben. No cabe decir que el encuentro y ejecución de varias soluciones ofensivas se debe al gran dominio de la técnica individual en unos casos y el talento físico en otros. Claramente, en el apartado ofensivo el Barça Regal ha ido de menos a más en la Euroliga, anotando muchos más puntos en esta fase del Top 16. Como he explicado antes, no se debe el cambio a un incremento de la velocidad en correr el contraataque, no es ni mucho menos su opción principal, ni lo será; la seguridad en la ejecución del posterior balance defensivo, el control y asignación de responsabilidades priman sobre la velocidad y en ofrecer un juego más espectacular de cara a los espectadores. El cambio de mentalidad en el último mes en la competición nacional ha repercutido, si cabe, en ofrecer un mejor nivel en Europa, ya de por sí bueno y regular. Ha aumentado la confianza en el tiro exterior, los porcentajes en tiros de campo han subido y las opciones de ataque se ejecutan con mayor precisión, clave en esta mejora, la lectura táctica de los nuevos interiores, Tomic y Jawai y también los nuevos roles que los bases del equipo han aceptado. La capacidad de pase de estos jugadores citados ha contribuido a una mayor fluidez en el juego ofensivo, una toma de decisiones más rápida y, progresivamente, el equipo ha minimizado sus errores, partiendo de una gran selección de tiro, si bien sorprende en todo lo que llevamos de competición que el equipo azulgrana sea de los peores en tiros convertidos de 3 puntos y con un porcentaje poco acorde al nivel de la plantilla.

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Si hay un concepto clave en el juego del Barça Regal este es el bloqueo directo central. Bloqueos de entrada al sistema para generar juego, de finalización para sacar una ventaja para el portador del balón pero, sobre todo, para las continuaciones de los jugadores que bloquean, los hombres grandes del equipo. Otro concepto es el uso del bloqueo indirecto vertical para iniciar un juego de 2x2 a partir de la ventaja que se genere y en el espacio que se reciba el balón, los bloqueos indirectos en una situación sencilla del juego de carretón, utilizada por muchos equipos, y por último, el bloqueo indirecto stack, para que reciban jugadores que cortan desde una posición alejada del balón a una más cercana al balón y la canasta. ASOCIACIONES DE PAREJAS

Para las situaciones de bloqueo directo se establecen una serie de asociaciones curiosas entre parejas de jugadores, pero a la vez determinantes, y que forman parte del engranaje ofensivo del equipo. Por ejemplo, hay una buena asociación entre Huertas y Jawai, donde el base generalmente finaliza con un tiro en movimiento por elevación sobre un solo apoyo, tan característico en el brasileño. La situación que juegan a partir del bloqueo directo es en una posición un poco más alejada de la línea de 3 puntos, donde el defensor de Huertas no arriesga y pasa por detrás del bloqueo e, inmediatamente, cuando Jawai ve por donde pasa el defensor de Huertas le vuelve a colocar el mismo bloqueo, con cambio de orientación y lado. Este concepto se conoce como bloqueo y rebloqueo o en inglés “pick and repick”. Algunas veces, cuando el hombre que defiende a Jawai se queda con el balón, la jugada termina en una acción espectacular del pívot recogiendo el balón en el aire y colgándose del aro. Otra conexión interesante es la que forman Jasikevicius y Tomic. El lituano con gran dominio del bote, capacidad de pase y visión del juego es uno de los jugadores que mejor domina este concepto, quizá en un selecto grupo donde caben Diamantidis de Panathinaikos, Spanoulis de Olympiakos o Teodosic de CSKA de Moscú. El base, desde la amenaza de tiro de 3 puntos, obliga a que su jugador pase el bloqueo cerca de él, con lo que tiene espacio para iniciar la penetración. Eso obliga al defensor del pívot a estar atento a parar el balón mientras su compañero recupera. Un gran recurso que tiene el lituano es la parada a 4-5 metros, por el equilibrio que guarda y su alto porcentaje de anotación en esa situación. Es aquí cuando tiene fijada la atención de los dos defensores, cede el balón a Tomic, que rápido corre hacia el aro y recibe para hundirla con fuerza. Esta pareja también trabaja una situación que se ve cada vez menos en el baloncesto. A partir de balón interior en el poste bajo, el jugador grande la saca hacia fuera y gana de nuevo la posición más cercana al aro, aprovechando ese segundo de relajación del defensor, para volver a recibir y afrontar el 1x1 de espaldas con más garantías de anotación. Las finalizaciones de Tomic con las dos manos y su brillante juego de pies, giro y orientación, le hacen ser uno de los pívots ofensivos de referencia en Europa. Este concepto vulgarmente se le llama jugar “dentro-fuera-dentro” o también el término inglés “post and repost”.

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Para las situaciones de bloqueo indirecto una pareja destaca por encima de todas, la de Navarro y Lorbek. Se entienden muy bien, dominan los espacios, pero lo más importante son los tiempos de ejecución y las acciones inmediatamente posteriores. Sin encontrar sus miradas, saben la acción que va a ejecutar el compañero. Acciones dobles de bloqueo, de recibir, devolver el balón y tener preparado otro bloqueo para liberar a Navarro. Su gran talento, la velocidad de piernas, el control de balón, el dribling de penetración y la famosa finalización de “La Bomba” atrae las defensas y Lorbek tiene muchas opciones de tiro cercanas o alejadas al aro, a 4-5 metros, liberado para tirar. Mickeal e Ingles también dominan el juego del 2x2 en situaciones de bloqueo directo lateral con cualquier hombre grande porque, generalmente, leen la opción correcta en el momento adecuado, para finalizar en un tiro a media distancia en el caso del americano o bien un triple en el caso del australiano. A continuación veréis los conceptos de juego más utilizados y clave en la gran variedad de sistemas que utiliza el Barça. A) Bloqueo directo + bloqueo indirecto, para jugadores como Navarro o Jasikevicius cuando este juega de escolta.

B) Bloqueos indirectos encadenados + bloqueo directo central, para los mismos jugadores, pero los dos conceptos se centran en obtener una ventaja para resolver o generar una segunda opción con el mismo jugador.

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C) Bloqueo indirecto bajo y diagonal, para la recepción de Mickeal en el tiro libre para un tiro a media distancia o su letal 1x1, uno de los mejores 1x1 de Europa. Este bloqueo se produce si Mickeal no ha recibido previamente en poste bajo y en situación especial de saque de fondo.

D) Bloqueo directo central y triangulación entre pívots. Importante el trabajo de ocupación de espacios, la posición fija que toma 4, Lorbek o Wallace, y el espacio al que corre en la continuación el hombre grande, el 5, Tomic o Jawai. Dos situaciones:

En las dos opciones la distancia entre los jugadores provocará ayudas muy largas que van a dejar liberado a uno de los dos interiores. Lorbek y Wallace con buen tiro de 3 puntos en esas situaciones son clave.

Aparte de estos conceptos, para mí los más importantes y de los que obtienen gran rendimiento, hay una situación de bloqueo directo central que es fundamental plasmar. Es una situación que juegan en finales de periodo, con no más de 15 segundos de posesión, o bien cuando, en ocasiones, no han sabido resolver con el sistema elegido, o cuando el equipo necesita anotar después de dos o tres acciones sin poder hacerlo. No tiene ningún secreto, salvo la gran colocación entre los jugadores, la distancia que mantienen entre ellos y la clave de todo: en qué espacio termina la continuación del hombre grande que bloquea. Es un bloqueo

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que se juega un poco más lejos de lo habitual, buscando esa recepción del jugador que continúa en el poste alto, en la zona central, pasando a ser un poste repetidor (como solemos nombrar en baloncesto) con distintas opciones de pase, desde esa posición privilegiada. Es una posición de recepción que, junto a las distancias que guardan los otros jugadores en espacios exteriores, dificulta mucho la decisión de la defensa, de quién es el jugador que va a parar esa continuación, hasta que su par recupere. Vamos a verla:

1-Jasikevicius 2-Navarro 3-Mickeal 4-Lorbek 5-Tomic

Partiendo de una disposición de cuatro abiertos, con los aleros en las esquinas y el ala-pívot abierto en la prolongación de los tiros libres, se juega un bloqueo directo entre el base y el pívot. 5 continúa en esa posición intermedia donde va a recibir el balón. Mientras el balón viaja de 1 a 5, en ese momento, 3 corta por la línea de fondo. En función del defensor que salga a parar la continuación de 5, abrirá pase a los exteriores 2 y 4 o dará el balón al corte hacia el aro. Si no sale nadie, desde esa posición anota con facilidad. Y para terminar esta serie de conceptos, antes de enseñaros algunos de los sistemas más utilizados, el Barça tiene una norma sencilla en ataque después de pasar el balón dentro, n horma que sería la “A” del abecedario para cualquier equipo de formación a partir de edad infantil o cadete. Y me gusta destacarlo porque a veces tenemos la impresión de que en equipos de élite hay que hacer cosas más complicadas para tener buenos resultados. El Barça tiene la norma de que el jugador que pasa dentro al pívot corta rápidamente a la esquina contraria. Una vez completado el corte, y si el pívot no ha empezado a jugar el 1x1, hay un segundo corte del alero. Este trabajo del segundo corte lo hacen muy bien Sada y Mickeal porque dominan el timing de la acción y leen la situación como pocos. 124 Índice Revista#01 PerarnauClub

Sada (1) pasa el balón a Jawai (5) y corta a la esquina. Navarro (2) reemplaza el espacio que ha dejado Sada. Si Jawai no juega el 1x1, Mickeal (3) realiza el segundo corte, con ventaja para recibir y anotar.

EL JUEGO DE TRANSICIÓN

El Barça pocas veces corre el contraataque. Por el contrario, sí que tiene desarrollado el juego de transición con unos conceptos a usar como son bloqueos directos o indirectos y en función de qué pívot corre por delante, en disposición de ganar la posición interior. Los bases tienen la misión de trasladar lo más rápido posible el balón al otro lado de la cancha hasta la línea de 3 puntos, generalmente, con bote. Sada y Mikeal desde rebote defensivo inician la transición. Huertas prepara muy bien la situación de bloqueo directo llegando, como he mencionado antes, para finalizar en una acción de tiro, en un apoyo nada ortodoxo. Navarro, Ingles y Jasikevicius tienen la capacidad de, si les llega el balón, jugarse una situación de 1x1 de engaño, fintando con el cuerpo y el primer bote, que van a ir para dentro antes de que les llegue la ayuda del bloqueo directo para hacer una acción de parada en retroceso, armando el brazo y sacando un tiro muy rápido. Aparte de estas particularidades, la transición del Barça nos ofrece una serie de situaciones más organizadas. A) Partiendo de la norma de que es el pívot grande quien, preferiblemente, pone el primer bloqueo directo, el ala-pívot, aunque llegue en una situación de ventaja y por delante del pívot, ya permanece abierto fuera de la línea de 3 puntos. Si no hay ventaja para asistir a la continuación, se cambia el balón de lado a través del ala-pívot y se juega otro bloqueo directo, o bien se juega un bloqueo indirecto para que reciba el exterior, en el caso de Navarro por ejemplo. Vamos a ver la situación en la que se invierte el balón a través de 4 y este pone otro bloqueo directo para que penetre 2: 125 Índice Revista#01 PerarnauClub

B) Otra situación más organizada como sistema de ataque, pero sin disminuir la velocidad de llegada y jugando de entrada un concepto tan simple como es el pasar-cortar-reemplazar, es la siguiente: Después de pasar-cortar-reemplazar entre exteriores, se juega un bloqueo directo y continuación a la vez que 4 sube a recibir fuera para buscar su tiro. La clave está en que el defensa de 4 salte a parar la continuación de 5 y 4 quede liberado para tirar de 3 puntos.

C) Una última situación en la que el objetivo es buscar un pase interior, interviniendo los dos pívots es la siguiente: Con 4 llegando por delante, 5 recibe para invertir el balón, pero es Mickeal quien lo va a recoger mano-mano. Una vez entregado el balón se produce un bloqueo indirecto vertical entre pívots, que facilita el pase interior u otra solución en función de la respuesta defensiva, que quizá opte por el cambio defensivo.

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Estas son las principales características del juego en transición del Barça, con algunas opciones que vienen a partir de la iniciativa individual y la capacidad para recibir y jugar 1x1 de espaldas y cerca del aro de jugadores como Lorbek y Mickeal. PRINCIPALES SISTEMAS DE ATAQUE

Os voy a poner una pequeña muestra de los sistemas que más usan y de los que sacan más rendimiento en los partidos. Teniendo la idea clara de los conceptos del juego que se generan en situaciones de 2x2 y 3x3, con los hombres importantes del equipo, podréis observar en un partido cómo la cantidad de sistemas que usan son solo para vestir de otro modo al protagonista, al concepto, del jugador que quieren obtener la ventaja. Aquí van algunos de ellos: A) Sistemas con 2 bloqueos indirectos consecutivos de inicio A 1) Para Mickeal

A 1.1) Variante para Mickeal

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A 1.2) Variante para Navarro

A 2) Para Lorbek

B) Sistemas con 2 pívots arriba B 1) Movimiento con inversión de balón y cortes para acabar con bloqueo directo central

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B 2) Movimiento mano-mano y bloqueo directo central, especial para Navarro

La misma situación de bloqueo directo central la juegan con el base; 1 recoge mano-mano con el 4 que, después de la entrega, recibe un bloqueo ciego de 5 para abrirse a tirar. Al final se juega el bloqueo directo. C) Sistemas con 2 pívots abajo situación de carretón C 1) Movimiento bloqueo directo lateral para triangulación

C 2) Movimiento para que Tomic reciba el balón cerca del aro

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Jordi Juste

Índice Revista#01 PerarnauClub

Cancellara y el Gramond: dos aproximaciones a la belleza Ramón Espinar

El infierno está empedrado y habita en Flandes. Consiste en una cuesta de 473 metros compuesta por adoquines resbaladizos que debe escalarse tras recorrer más de 250 kilómetros sin la menor piedad. Es el Gramond, The Muur, una pica en Flandes, la montaña del infierno para los ciclistas. La misma que Fabian Cancellara escaló con una potencia desorbitada en 2010, protagonizando una de las escenas más bellas del ciclismo contemporáneo. 

Dice una de las teorías más divulgadas de la neurociencia que el cerebro humano se divide en dos hemisferios con diferentes funciones. Según Jerre Levy, el hemisferio derecho tiene la función de sintetizar en el espacio lo que el hemisferio izquierdo analiza en el tiempo. Como siempre que los profanos nos acercamos a cuestiones científicas que no podemos comprender por carecer de competencias y conocimiento desde aquel lejano invierno en que empezamos a subir a clase de Biología con los ojillos rojos y la risa fácil, el rigor ha derivado en mito. Lo que dice el mito pseudoneurocientífico es que el hemisferio izquierdo es analítico, calculador y sintético, relacionándose con lo racional y el pensamiento metódico, mientras que el derecho sintetiza la información de forma relacional y se asocia con la creatividad, la inspiración y algunos otros atributos de los que este texto carece por completo.

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Los aficionados al deporte del pedal —nos referimos estrictamente a los que se plantan ante el televisor en las tórridas tardes de verano mientras su familia duerme la siesta al grito de “el ciclismo y llevar un bar, lo más duro que hay” y no a los aficionados a la ingesta masiva de licores y su resultado posterior— se dividen en dos grandes grupos relacionados con los dos hemisferios del mito: los que adoran la épica, los grandes momentos y los artículos de gentes como Martí Perarnau y Guille Ortiz; y quienes devoran estadísticas, números y datos, crecidos desde que La Sexta retransmite partidos de fútbol en los que ha llegado a medir los kilómetros recorridos por un entrenador en el área técnica. Mientras unos devoran en Youtube vídeos de Jalabert en Mende, Pantani reventando a un Ullrich con los mofletes más rojos que la Pasionaria en el Galibier o a Floyd Landis resucitar con los milagros de la ciencia médica después de un pajarón de campeonato; otros añoran los tiempos del récord de la hora de Induráin, Boardman y Rominger, estudian las altimetrías y libros

de ruta de cada carrera e insisten, contra la evidencia de un culo como una plaza de toros, en que la aerodinámica de Olano en las contrarreloj no ha tenido jamás parangón. LA BESTIA DE LOS 1.450 VATIOS

Si alguien sigue leyendo, le propongo viajar por un momento al 4 de abril de 2010, cuando se celebró el Tour de Flandes, con el hemisferio izquierdo del cerebro a máximo rendimiento. En ese año estuvo muy en boga en la prensa deportiva la cuestión de los vatios que los ciclistas desarrollan en sus pedaladas en relación con su peso. Esa fórmula de vatios partidos por kilogramos es la madre del cordero del ciclismo: cuanto mayor sea el resultado de la división, mayor rendimiento deportivo alcanza el ciclista. Ese año, tras 262 kilómetros recorridos a una media de 40 kilómetros por hora y con un desnivel acumulado de algo más de 2.000 metros, Fabian Cancellara afrontó un repecho de 473 metros de longitud, 93 de desnivel, una pendiente media del 9,3 % y máximas de hasta el 19,8 %, produciendo un pico de rendimiento de 1.450 vatios —para hacerse una idea, algunas vespas generan 1.500—. El destrozo de las leyes de la física y de lo que un cuerpo humano puede en buena lógica hacer es tal que se provocó un bombardeo en toda la prensa deportiva mundial sobre la posibilidad de que hubiera utilizado un pequeño motor, instalado en el cuadro de su bicicleta, para llevar a cabo semejante despliegue. Sus compañeros de pelotón no le llaman ‘La Bestia’ por nada: Cancellara, con un peso de 80 kilos —una barbaridad para un ciclista profesional al lado de los 60 de Contador o de los 70 en los que se ha quedado un Wiggins, que mide 1,91 metros—, mostró un rendimiento deportivo extraordinario en una de las rampas más duras del calendario ciclista. Admirable. Ahora viajemos al mismo lugar, en idéntica fecha, poniendo el énfasis en el hemisferio derecho del cerebro. GRAMOND, EL MURO

Si en España los mitos ciclistas se templan en julio con un carajillo en la mano y el sudor corporal concentrándose en la zona de recepción de la colleja, viendo las curvas de Alpe d´Huez o el Tourmalet, en Bélgica y Holanda se forjan en el mes de abril, en la cuneta de estrechas y bacheadas carreteras secundarias de rampas imposibles. A ser posible, bajo la lluvia. Suele ser posible.

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En mitad de una frondosa planicie de miles de hectáreas Dios, azaroso, decidió colocar unas cuantas cuestas que los flamencos, hideputas según repite Alatriste cada dos o tres páginas, llenaron de adoquines en lugar de asfaltar con unos fondos FEDER. En mitad de todos ellos, coronado por una capilla y adorado por un siglo de gestas ciclistas, se yergue el majestuoso Gramond. Lo que un flamenquito de la piel de toro, con pereza solo de mirarlo, hubiera bautizado como Despeñaperros, Asustabueyes o Escornacabres, lo bautizaron los flamencos rubios como The Muur, ‘el Muro’. El puto muro. Cuando un ciclista del norte de Europa tiene un sueño húmedo, lo ha coronado en cabeza y va a ganar el Tour de Flandes. Cuando Sísifo tiene pesadillas, tiene que subirlo en bicicleta.

Durante generaciones de ciclistas, los mejores clasicómanos se han coronado allí: Merckx, De Vlaeminck, Museeuw, Andrei Tchmil o el mejor ciclista de la última generación e ídolo de cualquiera que no haya crecido con el tormento de la radiodifusión española, Tom Boonen, al que, por poner en perspectiva lo que significa el personaje, diremos que apodan ‘el León de Flandes’ siendo él de Flandes, de Flandes la carrera de la que hablamos y un león el símbolo del lugar. Al Muro se llega en el Tour de Flandes con las piernas completamente destrozadas después de 250 kilómetros de paliza por carreteras en las que las ruedas no deslizan, polvo hecho barro por el sudor y la lluvia en cada recoveco del cuerpo y magulladuras provocadas por las caídas y los codazos para entrar en cabeza. Porque entrar en cabeza en cada repecho es una de las claves para poder ganar la carrera más dura del calendario ciclista. Duele hasta verlo por la tele. Si la palabra épica tuvo sentido alguna vez, fue el 4 de abril de 2010, cuando Fabian Cancellara, Espartaco, llegó al Muro en cabeza con Tom Boonen para dar el mayor recital que ha dado nadie en el ciclismo en los últimos años. Sentado, agarrado a la parte superior del manillar, subió los 493 metros de tortura como quien distraídamente se rasca una oreja, destrozando, uno por uno, a un pelotón de profesionales que recorren entre 25.000 y 35.000 kilómetros al año en bicicleta. En particular, al segundo, un Boonen desencajado que veía cómo un culo de 80 kilos embutido en el maillot de campeón de Suiza se pasaba las leyes de la física por el arco del triunfo para alejarse hacia la capilla que corona el Gramond, congelando el tiempo a 40 kilómetros por hora. No solo desarrolló uno de los rendimientos deportivos más asombrosos que se han registrado jamás en la carrera más dura que existe, sino que lo hizo escribiendo la palabra gloria en el libro de oro de la historia del ciclismo. Ganó al mejor, en la mejor carrera y atacando en el lugar más improbable, en el puto Muro, mientras los hemisferios antagónicos de los cerebros de todos los espectadores se decían unos a otros: qué bonito es el ciclismo. 132 Índice Revista#01 PerarnauClub

Ramón Espinar

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