Resumen de Los Vecinos Mueren en Las Novelas

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 resumen de los vecinos mueren en las novelas El escritor cordobés Sergio Aguirre logra demostrar que el género está lejos de agotarse y que las virtudes de estas novelas son ideales para poner en juego un tema tan literario como la verosimilitud: la verdad literaria, el pacto ficcional, la esencia misma de la ficción. La historia transcurre en la campiña inglesa, un lugar amigable para las ficciones de Aguirre, a juzgar por la aparición de esta geografía en algunos relatos incluidos en su novela anterior, La venganza de la vaca (Bogotá, Grupo Editorial Norma, 199 . Sin duda es también un lugar literario propicio para homenajear toda una tradición de historias de misterio. John Bland, un escritor mediocre de novelas policiales recién mudado junto a su mujer a la campiña, decide hacer una visita de cortesía a su única vecina, una anciana, aprovechando el viaje sorpresivo de su esposa a Londres. La anciana, al enterarse de su oficio, le ofrece un relato de una experiencia que dice haber vivido en su juventud. Se trata de una misteriosa historia que le tocó escuchar en un viaje en tren: una joven dice haber sido testigo de un posible crimen, cree que el supuesto asesino la ha descubierto y está aterrorizada porque se siente perseguida. La historia está llena de vericuetos e intrigas que atrapan a John Bland, quien sin embargo, no admite que está admirado por la buena trama, quizás para no asumir su falta de ideas literarias. Entonces, decide entrar en un juego peligroso. Aunque había confesado no tener ninguna idea para una novela, comienza a relatar una historia que tiene a él y a su interlocutora como protagonistas: se trata del plan para asesinar a su anciana vecina. Lo que ni él ni el lector imaginan es, que a partir de allí, lejos de amedrentarse, la mujer responderá con armas similares a las utilizadas por el escritor: con historias donde la verdad y la ficción comienzan a cruzarse hasta llegar a extremos francamente peligrosos. La verdad, la duda, los cruces de miradas y los límites entre ficción y realidad son tematizados en esta obra, convirtiéndose en el corazón de la trama. Los efectos de los relatos de ambos protagonistas son tan fuertes para el destino de la historia que se cuenta, que el lector no sabe si desear, junto al protagonista, que todo sea sólo una novela. La suspensión de la incredulidad a la que aludía Coleridge explicando así el pacto que entabla un lector literario con la obra que lee, se vuelve torturante en este texto, ya que todo el tiempo se está invitando al lector a poner en duda la veracidad de las historias que se cuentan. Dice Umberto Eco en Seis paseos por los bosques narrativos (Madrid, Lumen): El lector tiene que saber que lo que se le cuenta es una historia imaginaria, sin por ello pensar que el autor está diciendo una mentira. Sencillamente, como ha dicho Searle, el autor finge que hace una afirmación verdadera. Nosotros aceptamos el pacto ficcional y fingimos que lo que nos cuenta ha acaecido de verdad. Estas cuestiones que parecen subyacer en el planteo de este libro, lejos de tranquilizar al lector (al fin de cuentas sólo se trata de una historia), hacen temblar gozosamente todas las seguridades. La duda surge victoriosa, como sucede con la literatura que abre caminos, que inaugura un territorio lleno de preguntas.

Recomendado a partir de la adolescencia.

http://ar.answers.yahoo.com/question...8190307AAFYk7e «Liriçous» Citar  19/05/2007 13:37 #4 Oscar Javier

Registrado Fecha de ingreso 10 oct, 02 Ubicación Colombia Mensajes 9,494

Re: resumen de los vecinos mueren en las novelas Reseña sobre "Los vecinos mueren en las novelas". Este es un tétrico relato lleno de suspense e intriga que marcó la carrera de Sergio Aguirre, siendo recién su segunda obra publicada. "Porque todo comenzará así: un hombre que tiene por costumbre visitar a sus nuevos vecinos llega a la casa de una anciana absolutamente desconocida. Él mismo no sabe, hasta que llama a la puerta, que ha decidido matarla". Así dice la frase preámbulo de la contracubierta de la edición, publicada por editorial Norma, del segundo de los libros del escritor cordobés Sergio Aguirre. En este libro sobresale nuevamente la característica que predominó en su obra anterior: la capacidad de contar historias escalofriantes y aterradoras unidas por un delgado hilo que las conecta entre sí, en un mismo ambiente cargado de suspense y sospechas en el cual se lleva a cabo toda la obra. Particularmente considero a Sergio Aguirre uno de los mejores escritores que he leído jamás. Sus obras están llenas de todo lo que uno espera encontrar en un buen libro, especialmente para los amantes de los cuentos policiales, fantásticos, de terror, etcétera. Porque la ciencia que caracteriza sus relatos es exquisita, y abunda en descripciones y retratos alucinantes. En "Los vecinos mueren en las novelas", el autor juega con una sorprendente y bien seleccionada colección de pequeños relatos que abordan un misterio en común, pero

indefinido, que sólo se aclara completamente, y acaba de unir a cada historia entre sí, en la última página: se trata de la historia de una mujer que, viajando en tren, escucha el aterrador relato de una joven que se encuentra desesperada. La trama nos lleva hasta el momento de la terrorífica historia de la joven, y luego de vuelta al tren. Y lo más curioso es que esta mujer que escuchó cada palabra de la joven es la misma anciana que años adelante le contará la historia a su nuevo vecino. Pero no termina ahí: otra serie de historias, todas ellas relacionadas, empiezan a relatarse en la casa de la anciana. Muchas de ellas presentan otros puntos de vista de la historia de la joven -como por ejemplo el del siniestro vecino de al lado- y el lector empieza a dudar sobre la autenticidad de estas historias, porque en la casa de la anciana señora Greenwold se está desencadenando una batalla entre las historias de esta mujer y su vecino, que casualmente es escritor, por ver quién relata una historia, una anécdota, que atemorice más al otro. Finalmente, la tensión se agrava hasta el punto en que las historias empiezan a venir con amenazas de muerte, como por ejemplo la historia en que el hombre que tenía por costumbre visitar a sus nuevos vecinos, decide visitar a su nueva vecina. Y en una serie de historias aterradoras de tiempos pasados... decide matarla.

El autor Sergio Aguirre nació en la provincia de Córdoba (Argentina) en el año 1961. Es escritor y psicólogo. Su primer libro, “La venganza de la vaca”, ganó el Accésit del Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura 1998. “Los vecinos mueren en las novelas” (2000) es su segunda obra, y “El misterio de Crantock” la última hasta el momento. Sinopsis “Los vecinos mueren en las novelas” comienza con un escritor de novelas policiales que se muda con su esposa a una tranquila casa lejos de la ciudad, en un páramo prácticamente deshabitado. Este hombre sospecha algo de su esposa, quién siempre debe "salir corriendo" a ver a su padre. Entonces, en una de sus salidas, este hombre se dirige a visitar a su nueva vecina (prácticamente la única por los alrededores) dónde ella lo invita a tomar té y hablar un rato. Y entonces empieza el horror: comienzan a contarse historias verdaderamente perversas, y este escritor poco a poco libera todos sus sentimientos y preocupaciones, narrando historias supuestamente reales de acontecimientos que cuenta sin mencionar nombres ni fechas, y poco a poco, a medida que avanza la historia, que nos mantiene permanentemente pegados al libro desde el principio hasta el final, vamos armando este increíble rompecabezas y descubriendo los mensajes subliminales...

Comentario final

Si bien son muchos los vecinos y son muchas las historias, y todo pasa en una sola novela, cuyo título acaba sorprendiéndonos al final, al igual que el de su primera obra, "La venganza de la vaca", Sergio Aguirre ha sabido narrar una historia que a pesar de sus increíbles hechos no se despega de la línea de suspense que comprende cada página, y todas las preguntas sólo abarcan interpretaciones y suposiciones, hasta la última palabra del libro, y recién ahí entenderemos completamente la historia. (Obtenido de http://www.ociojoven.com/article/articleprint/961420/)

Carrera Desde su niñez se sintió atraído por la lectura, y se considera escritor desde los 12 años.1 El libro Intimidades de un psiquiatra, de David Viscott lo llevó a interesarse por esto: me identifiqué con el personaje me gustó la profesión, que era sentarse y escuchar historias extrañas, ayudar a la gente, curar... Estudié psicología, luego me interesé por el psicoanálisis, por Lacan.1 Como psicólogo, estuvo a cargo de la coordinación del Taller Literario del Hospital Neuropsiquiátrico de Córdoba.2 Una de sus obras más reconocidas, Los vecinos mueren en las novelas, fue adaptada para teatro. En los planes de estudio de colegios de varios países latinoamericanos figuran sus libros como parte del material de lectura obligatoria.2 Entre sus principales influencias cita la novela de Robert Louis Stevenson: El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde y admira a escritores como Patricia Highsmith, Raymond Carver y Arthur Machen.1

[editar] Obras Se considera un escritor de genero policial y fantástico, según relata: Trabajar sobre esa tensión es lo que más me gusta, y me organiza, partir de alguna incertidumbre, o un enigma, para construir una historia. Naturalmente se me ocurren historias de misterio, mi cabeza ya está hecha así. Este tipo de narraciones también invitan a trabajar la relación con el género mismo.2    

1999 La venganza de la vaca.3 2000 Los vecinos mueren en las novelas.4 2004 El misterio de Crantock.5 El hormiguero.6

“Los vecinos mueren en las novelas”, de Sergio Aguirre

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Por Javier Munguía | Reseñas | 6.02.10

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Los vecinos mueren en las novelas. Sergio Aguirre Norma (México, 2008) Con su novela La venganza de la vaca, ganadora del accésit del Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura 1998 y publicada ese mismo año en la colección Zona Libre, el narrador argentino Sergio Aguirre mostró sus dotes no sólo para seducir y retener al lector con una historia extraña e inquietante, sino también para sorprenderlo, para obligarlo a que, casi al final de la lectura, corrija muchos de los juicios que había hecho sobre el mundo narrado mientras leía. Esta vuelta del tuerca no resulta de ningún modo forzada en esta primera novela de Aguirre, sino más bien da la impresión de haber estado ahí siempre, pero bien agazapada para no levantar la más mínima sospecha. Los vecinos mueren en las novelas, segunda novela del autor, publicada por primera vez en el año 2000 y reeditada en 2008, si bien tiene una trama muy distinta de la primera, recurre al mismo procedimiento, pero utilizado de forma más radical. Esta vez la historia se sitúa en Inglaterra y comienza cuando John Brand, escritor de novelas policiales sin éxito, se muda junto a su mujer a una casa de campo en las afueras de una pequeña población llamada Chipping Campdem. Apenas instalados en el nuevo hogar, la mujer recibe una llamada de su padre enfermo, que requiere de su atención, de modo que se ve obligada a volver a Londres. Solo, sin nada mejor que hacer, fiel a su costumbre de ir a presentarse a sus vecinos cada vez que se muda de casa, John le hace una visita a la anciana que habita una vetusta vivienda más o menos próxima. El centro del libro está conformando por las historias que John y la vecina, Emma Greenwold, se narran durante este encuentro. ¿Qué tanto de verdad y qué tanto de mentira hay en ellas? ¿Tras el aparente candor de la vieja se esconde, como sospecha John, una colega suya, una brillante autora de novelas policiacas? ¿Volcará John, en un arrebato, todas sus frustraciones en su vecina, amedrentándola o convirtiéndola en víctima? Ante esta novela, el lector deberá estar preparado para afrontar el hecho de que la verdad es esquiva y escurridiza. Tendrá que aguzar bien su atención porque, en el momento menos pensado, giros insospechados lo harán corregir sus expectativas,







pero sin darle nunca la certeza de que va por el buen camino. Hasta la última línea de la última página se verá enfrentado a la ambigüedad como principio rector de la narración. Los guiños metaficticios, presentes desde el título del libro, vienen a redondear esta sensación de incertidumbre. Como en Las mil y unas noches, los personajes principales de esta obra cuentan historias en las que, a su vez, los personajes cuentan historias. Con estas cajas chinas se crean diversos niveles de realidad diferenciados de manera clara que, sin embargo, en cierto momento se confunden. La ficción toma aspecto de verdad, y la verdad, de ficción. ¿Cómo saldrá el lector de ese laberinto? Una buena razón para leer Los vecinos mueren en las novelas: es un libro donde el suspenso y la tensión están sabiamente dosificados para darle al lector raciones altas de emoción, uñas mordidas y sabrosos sobresaltos. Una razón más: ella nos pone en guardia ante los chanchullos de la realidad, que gusta de jugar a las escondidas. Javier Munguía http://javiermunguia.blogspot.com

Tres portugueses bajo un paraguas, de Rodolfo Walsh

1 El primero portugués era alto y flaco. El segundo portugués era bajo y gordo. El tercer portugués era mediano. El cuarto portugués estaba muerto.

2 - ¿Quién fue?- preguntó el comisario Jiménez. - Yo no - dijo el primer portugués. - Yo tampoco - dijo el segundo portugués. - Yo menos - dijo el tercer portugués. 3 Daniel Hernández puso los cuatro sombreros sobre el escritorio.

El sombrero del primer portugués estaba mojado adelante. El sombrero del segundo portugués estaba seco en el medio. El sombrero del tercer portugués estaba mojado adelante. El sombrero del cuarto portugués estaba todo mojado. 4 - ¿Qué hacían en esa esquina? - preguntó el comisario Jiménez. - Esperábamos un taxi - dijo el primer portugués. - Llovía muchísimo - dijo el segundo portugués. - ¡Cómo llovía! - dijo el tercer portugués. El cuarto portugués dormía la muerte dentro de su grueso sobretodo. 5 - ¿Quién vio lo que pasó? - preguntó Daniel Hernández. - Yo miraba hacia el norte - dijo el primer portugués. - Yo miraba hacia el este - dijo el segundo portugués. - Yo miraba hacia el sur - dijo el tercer portugués. El cuarto portugués estaba muerto. Murió mirando hacia el oeste. 6 - ¿Quién tenía el paraguas? - preguntó el comisario Jiménez. - Yo tampoco - dijo el primer portugués. - Yo soy bajo y gordo - dijo el segundo portugués. - El paraguas era chico - dijo el tercer portugués. El cuarto portugués no dijo nada. Tenía una bala en la nuca. 7 - ¿Quién oyó el tiro? - preguntó Daniel Hernández. - Yo soy corto de vista - dijo el primer portugués. - La noche era oscura - dijo el segundo portugués. - Tronaba y tronaba - dijo el tercer portugués. El cuarto portugués estaba borracho de muerte. 8 - ¿Cuándo vieron al muerto? - preguntó el comisario Jiménez. - Cuando acabó de llover - dijo el primer portugués. - Cuando acabó de tronar - dijo el segundo portugués. - Cuando acabó de morir - dijo el tercer portugués. Cuando acabó de morir. 9 - ¿Qué hicieron entonces? - preguntó Daniel Hernández.

- Yo me saqué el sombrero - dijo el primer portugués. - Yo me descubrí - dijo el segundo portugués. - Mis homenajes al muerto - dijo el tercer portugués. Los cuatro sombreros sobre la mesa. 10 - Entonces, ¿qué hicieron? - preguntó el comisario Jiménez. - Uno maldijo la suerte - dijo el primer portugués. - Uno cerró el paraguas - dijo el segundo portugués. - Uno nos trajo corriendo - dijo el tercer portugués. El muerto estaba muerto. 11 - Usted lo mató - dijo Daniel Hernández. - ¿Yo, señor? - preguntó el primer portugués. - No, señor - dijo Daniel Hernández. - ¿Yo, señor? - preguntó el segundo portugués. - Sí, señor - dijo Daniel Hernández. 12 - Uno mató, uno murió, los otros dos no vieron nada - dijo Daniel Hernández. - Uno miraba al norte, otro al este, otro al sur, el muerto al oeste. Habían convenido en vigilar cada uno una bocacalle distinta, para tener más posibilidades de descubrir un taxímetro en una noche tormentosa. "El paraguas era chico y ustedes eran cuatro. Mientras esperaban, la lluvia les mojó la parte delantera del sombrero. "El que miraba al norte y el que miraba al sur no tenían que darse vuelta para matar al que miraba al oeste. Les bastaba mover el brazo izquierdo o derecho a un costado. El que miraba al este, en cambio, tenía que darse vuelta del todo, porque estaba de espaldas a la víctima. Pero al darse vuelta se le mojó la parte de atrás del sombrero. Su sombrero está seco en el medio; es decir, mojado adelante y atrás. Los otros dos sombreros se mojaron solamente adelante, porque cuando sus dueños se dieron vuelta para mirar el cadáver, había dejado de llover. Y el sombrero del muerto se mojó por completo por el pavimento húmedo. "El asesino utilizó un arma de muy reducido calibre, un matagatos de esos con que juegan los chicos o que llevan algunas mujeres en sus carteras. La detonación se confundió con los truenos (esta noche hubo tormenta eléctrica particularmente intensa). Pero el segundo portugués tuvo que localizar en la oscuridad el único punto realmente vulnerable a un arma tan pequeña: la nuca de su víctima, entre el grueso sobretodo y el engañoso sombrero. En esos pocos segundos, el fuerte chaparrón le empapó la parte posterior del sombrero. El suyo es el único que presenta esa particularidad. Por lo tanto es el culpable."

El primero portugués se fue a su casa. Al segundo no lo dejaron. El tercero se llevó el paraguas. El cuarto portugués estaba muerto. Muerto. Publicado por Miriam Cañete en 13:38 Etiquetas: Walsh