Resumen de El Arte de La Felicidad

Sobre “El Arte de la Felicidad” del Dalai Lama El arte de la felicidad se formó de las entrevistas que se hizo al Dalai

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Sobre “El Arte de la Felicidad” del Dalai Lama El arte de la felicidad se formó de las entrevistas que se hizo al Dalai Lama, un título que se da al dirigente y líder espiritual en las regiones del Tíbet. Primera parte: El propósito de la vida 1. El derecho a la felicidad: el propósito que las personas buscan, ya sea consciente o inconscientemente, es la felicidad. Esto se logra mediante el entrenamiento de la mente, y al decir mente no se refiere simplemente a lo intelectual y cognitivo, sino también a lo emocional. Se identifica los factores que conducen a la felicidad y los que conducen al sufrimiento, y se elimina gradualmente los que llevan al sufrimiento mediante el cultivo de los que llevan a la felicidad. Ése es el camino. Investigaciones realizadas demuestran que la búsqueda de la felicidad no es algo egoísta, más al contrario las personas que se sienten felices son más propensas a realizar actos buenos con los demás. 2. Las fuentes de la felicidad: la felicidad está determinado más por el estado mental que por los acontecimientos externos. Que uno se saque la lotería o le pase una desgracia, dado un tiempo regresan a su estado de ánimo habitual. Se puede trabajar el “factor mental” para intensificar la sensación de felicidad, ya que nuestra felicidad está determinada en buena medida por nuestra perspectiva. Que uno se sienta feliz o desdichado depende de la forma en que ve la situación, es esencial el estado de ánimo, con lo satisfecho que se pueda sentir con lo que hace o tiene actualmente. También al comparar la mente puede generar estados de satisfacción o insatisfacción. Cuanto mayor sea el nivel de calma de nuestra mente, tanto mayor será nuestra capacidad para disfrutar de una vida feliz. Las personas tenemos deseos buenos y malos, al cumplir un deseo sentimos satisfacción, esta satisfacción por sí sola no define si un deseo o una acción es buena o mala. Para alcanzar una satisfacción interior debemos controlar nuestros deseos que conducen a malas consecuencias, se debe querer y apreciar lo que se tiene. No confundir felicidad con placer, la felicidad es duradera y el placer momentáneo. 3. Entrenar la mente para la felicidad: el primer paso en la búsqueda de la felicidad es aprender. Primero tenemos que aprender cómo las emociones y los comportamientos negativos son nocivos y cómo son útiles las emociones positivas. Tenemos que darnos cuenta de que dichas emociones no sólo son malas para cada uno de nosotros, personalmente, sino también para la sociedad y el futuro del mundo. Así como el cuerpo no sólo necesita de una vitamina, de la misma manera no sólo una emoción positiva necesita nuestra mente. Es realmente posible entrenar la

mente “acondicionándolo positivamente”. Una mente disciplinada conduce a la felicidad y la mente indisciplinada al sufrimiento, me refiero a la autodisciplina. 4. Recuperar nuestro estado innato de felicidad: Nuestra naturaleza original es la bondad y el amor. La cólera la, violencia y la agresividad, en cierto modo brotan cuando nos sentimos frustrados en nuestros esfuerzos por lograr amor y afecto. No forman parte de nuestra naturaleza básica. Durante las dos o tres últimas décadas cientos de estudios científicos indican que la agresividad no es innata y que el comportamiento violento está influido por factores biológicos, sociales, situacionales y ambientales. No nacimos con el propósito de causar problemas, de hacer daño a los demás. Segunda parte: Compasión y calidez humanas. 5. Un nuevo modelo de relación íntima: si uno se acerca a los demás con una actitud compasiva (entendimiento del estado emocional del otro), reducirá sus temores, lo que permitirá una mayor apertura. La gente espera que sean los otros quienes actúen primero de forma positiva, en lugar de tomar la iniciativa de crear esa posibilidad. Todos somos interdependientes de la demás personas, ya sea directa o indirectamente, la ropa que llevamos pasó por un proceso en el cual interactuaron las personas para su elaboración. Nuestra necesidad de los demás es paradójica, ya que a la vez que exaltamos nuestra independencia individual, de alguna manera estamos relacionados y necesitamos de los demás. La definición de intimidad difiere en el mundo, el modelo del Dalai Lama se basa en la voluntad de abrirnos a todos nuestros semejantes, a la familia, los amigos y hasta los extraños, creando así vínculos genuinos y profundos basados en nuestra común humanidad. 6. Ahondar en nuestra conexión con los demás: practicar la acción de dar y recibir con un buen propósito, la empatía (percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir), ver lo común que se tiene con otra persona y hacer a un lado las diferencias, como también conocer algunos antecedentes de la otra persona, pueden ayudar a profundizar nuestras relaciones. No debemos juzgar directamente a una persona por la primera impresión que nos cause, pues en el fondo, como ya se dijo, las personas tenemos esa bondad y esa calidez humana. Si buscamos una satisfacción duradera en una relación, el fundamento de la misma tiene que ser sólido. La atracción sexual, e incluso la intensa sensación de enamoramiento, pueden tener un papel en la creación del vínculo inicial entre dos personas, pero este factor tiene que mezclarse con otros ingredientes para formar una unión duradera. 7. El valor y los beneficios de la compasión: la compasión no es simplemente cultivar la benevolencia para mejorar la relación con los demás, el Dalai Lama dice que “La compasión puede definirse como un estado mental que no es violento, no causa daño y no es agresivo. Se

trata de una actitud mental basada en el deseo de que los demás se liberen de su sufrimiento, y está asociada con un sentido del compromiso, la responsabilidad y el respeto a los demás. Pues uno sabe que el sufrimiento es como una carga pesada, y al ponerse en lugar de otro, puede comprender algo de la otra persona. La compasión constituye la base de la supervivencia humana, el verdadero valor de la vida humana y, que sin ella nos falta una pieza fundamental. Algunas personas quizá digan que nos les hace falta y sin ella son felices, pues de ser así no son realmente felices. Estudios realizados demuestran que el desarrollo de la compasión y el altruismo (preocupación y atención desinteresada por el otro o los otros), mejoran nuestra salud tanto física y mental. Entonces al generar compasión, se empieza a reconocer que no se desea el sufrimiento y que se tiene el derecho a alcanzar la felicidad, entonces también las demás personas, como uno mismo, no quieren sufrir y tienen el derecho a la felicidad. Un ejercicio para desarrollar la compasión es el imaginarnos a alguna persona que está sufriendo, y nosotros deseamos que esa persona que esté libre de su sufrimiento y dejamos que surja un sentimiento natural de compasión. Tercera parte: Transformación del sufrimiento. 8. Afrontar el sufrimiento: El sufrimiento y el dolor son fenómenos humanos universales. No podemos evitar por ejemplo la pérdida de un ser querido, pero podemos afrontarlo, algo así como prepararnos para ese momento, en vez de huir de tal pensamiento sobre “la muerte”, ya que si no se afronta esto y se reflexiona, llegado el momento, el impacto podría ser abrumador. Se debe aceptar por tanto que el sufrimiento y el dolor están latentes en la existencia, pero dijimos que nuestro propósito es la felicidad, entonces nos encargamos de reducir las causas que ocasionan que nosotros suframos y ocasionamos las causas que hacen que nos sintamos felices. No se debe pensar que somos “víctimas”, y vanamente tratar de encontrar algún culpable. Naturalmente, el deseo de librarse del sufrimiento es un objetivo legítimo de todo ser humano. Es por tanto apropiado analizar las causas de nuestra infelicidad y hacer lo que esté a nuestro alcance para aliviar nuestros problemas que busquemos soluciones en todos los planos: global, social, familiar e individual. Pero mientras veamos el sufrimiento como un estado antinatural, como una condición anormal que tememos y rechazamos, nunca lograremos desarraigar sus causas y llevar una vida feliz. 9. Sufrimiento auto-infligido. Como se dijo creemos que sólo nosotros estamos sufriendo, ya que creemos que somos el centro del mundo, y con este tipo de pensamiento, lo que hacemos es aumentar el grado de sufrimiento. Esta actitud lleva a realizar incómoda nuestra relación con los demás, impregnando un ambiente negativo. Los problemas surgen a menudo en nuestra vida. Pero los problemas, por sí solos, no provocan automáticamente el sufrimiento. Si logramos

abordar con decisión nuestros problemas y centrar nuestras energías en encontrar una solución, el problema puede transformarse en un desafío. No obstante, si consideramos «injusto» ese contratiempo, añadimos un ingrediente que puede crear inquietud mental y sufrimiento. Entonces no sólo tenemos dos problemas, en lugar de uno, sino que ese sentimiento de «injusticia» nos distrae, nos consume, nos priva de la energía necesaria para solucionar el problema original. Reconocer nuestros errores nos anima a rectificar tales errores, pero si permitimos que nuestro pesar degenere en una culpabilidad excesiva y nos aferramos a nuestros errores del pasado, lo único que hacemos es una inútil flagelación. Eso de caer en la culpa excesiva es por pensar que el problema es permanente, pero todo cambia, ningún problema es perpetuo. 10. Cambio de perspectiva: cuando tenemos un problema, muchas veces tendemos a verlo negativamente, y esto nos frustra aún más, pero si consideraríamos la situación y vemos desde una perspectiva positiva, vemos que no es tan grave como pensamos, incluso se puede aprender una importante lección de ello. De la misma manera frente a nuestros enemigos, ver desde una perspectiva, tal que, nos ayuden en nuestro crecimiento y superar obstáculos, tener paciencia y tolerancia con ellos. También para la solución de problemas que van más allá de uno mismo, es necesario tener en cuenta la perspectiva de los demás. Cultivar una mente flexible es bueno, a comparación de una mente rígida y de otra que puede ser manipulable. El sistema de creencias del Dalai Lama, puede resumirse de la siguiente manera: 1. Soy un ser humano, 2. Deseo ser feliz y no quiero sufrir, 3. Otros seres humanos como yo también desean ser felices y no quieren sufrir. También debemos cuidarnos de ser extremistas, todo en exceso hace mal ya decían, se quiere decir tener una mente equilibrada. Cuarta parte: Superar los obstáculos 11. Encontrar significado en el sufrimiento: muchas personas concluyeron que el hecho de haber pasado una desdicha, les hizo salir aún más fuertes de esa experiencia y más vulnerables a los sentimientos ajenos, en otros casos fue el sufrimiento quien les impulsó a buscar una mejor vida. Claramente puede percibirse que el hecho de no querer sufrir, lleva a la búsqueda de evitar este sufrimiento y querer ser feliz. Así como en el cuerpo, un dolor físico, como el dolor de muelas, nos informa de que lo tratemos. También se puede decir que la experiencia general del sufrimiento nos conecta a los demás. 12. Producir un cambio: El aprendizaje y la educación son importantes porque nos ayudan a desarrollar el convencimiento de que necesitamos cambiar, y aumentan nuestro compromiso. Y la convicción ha de cultivarse para convertirla en determinación. A continuación, la determinación se transforma en acción; una determinación firme nos permite realizar un esfuerzo continuado para poner en marcha los verdaderos cambios. Este factor es decisivo. Requiere un esfuerzo

constante el cambiar y esto se hace de manera gradual, no hay que frustrarse si fallamos en nuestros primeros intentos, sino seguir ya que cada vez será más fácil. Los estados positivos de la mente se los puede usar como antídotos de los estados negativos de la mente. 13. Cómo afrontar la cólera y el odio: primero reconocemos que la cólera y el odio tienen efectos nocivos. Entonces debe practicar con entusiasmo la paciencia y la tolerancia, si un individuo posee esa capacidad de tolerancia y paciencia, no será perturbada su paz mental aunque esté en un ambiente tenso, frenético y estresante. De ahí que viene la humildad. También, al decir que se debe aprender tolerancia, hacia quienes nos hacen daño, no hay que malinterpretar como que deberíamos aceptar mansamente lo que hayan hecho contra nosotros, pues podrían habituarse a hacer daño y también a los demás. Un ejercicio sobre la cólera indica que imaginemos a uno de nuestros seres cercanos perdiendo el control y entrando en cólera, luego lo analizamos y reflexionamos, y es así que también nosotros entramos en cólera. 14. Cómo afrontar la ansiedad y aumentar la autoestima: Dice el Dalai Lama: “Si la situación o problema puede remediarse, no hay necesidad de preocuparse”, es más sensato dedicar la energía a concentrarse en la solución que preocuparse por el problema. Por otra parte, asegurarse de que uno no tiene intención de causar daño y de que la propia motivación es sincera, contribuye a reducir la ansiedad en situaciones corrientes. En el sistema del Dalai Lama para entrenar la mente y alcanzar la felicidad, mientras más cerca esté uno de sentirse motivado por el altruismo, tanto menor será el temor que experimentará ante circunstancias que provoquen incluso una ansiedad extrema. Una saludable seguridad en uno mismo es un factor esencial para alcanzar nuestros objetivos. Un bajo nivel de confianza en nosotros mismos inhibe nuestros esfuerzos para seguir adelante. La seguridad exagerada de quienes tienen un sentido desmesurado de sus propias capacidades y logros, se hallan sometidos continuamente a la frustración, la desilusión, la rabia...Generalmente este último trae consecuencias negativas, mientras que una sana seguridad en uno mismo trae consecuencias positivas. También ser honrado con uno mismo y con los demás sobre nuestras capacidades, es un buen antídoto. La valoración honrada y sin temor alguno puede ser una poderosa arma contra las dudas o el bajo nivel de honradez. Ahora hablando sobre el odio a sí mismo, puede decirse que no existe como tal, por mucho que nos disgusten algunas de nuestras características, y el hecho de pensar en ello, demuestra que deseamos ser felices; ese es un tipo profundo de amor. Recordar las grandes cualidades que compartimos con todos los seres humanos neutraliza el impulso de pensar que somos malos o indignos. Quinta parte: Reflexiones finales para vivir una vida espiritual:

Al identificar los factores que conducen a una vida plena y satisfactoria, concluimos con un análisis del componente final: la espiritualidad. Hasta ahora, implícitamente, hemos hablado sobre la espiritualidad. Pero hay una tendencia natural de asociar espiritualidad con religión, pero podemos concluir que la espiritualidad abarca de manera general a todas las personas, tanto si pertenecen a una religión o no. Todas las religiones pueden aportar una contribución efectiva al beneficio de la humanidad. Todas han sido diseñadas para que la persona sea más feliz y para que el mundo sea un lugar mejor, siempre y cuando se practique sus enseñanzas con sinceridad. Es cierto que muchas personas no se sienten atraídas por las religiones, ya que perdieron confianza en ellas. Eso ha llevado a algunas figuras como el Dalai Lama a tratar de difundir los elementos de la vida espiritual que pueden ser aplicados universalmente para aumentar la felicidad, independientemente de la confesión o las creencias religiosas. Mientras seamos seres humanos, mientras formemos parte de la familia humana, todos necesitamos aquellos valores espirituales. Sin ellos, la existencia humana resulta dura, muy seca: ninguno de nosotros puede ser una persona feliz, nuestra familia sufrirá y, en último término, toda la sociedad tendrá más problemas. Así pues, queda claro que el cultivo de aquellos valores resulta esencial