Resumen de Derrida

Para entender a Derrida Mientras que la obra de Habermas ha sido casi exclusivamente sobre filosofa social y política, D

Views 116 Downloads 0 File size 259KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Para entender a Derrida Mientras que la obra de Habermas ha sido casi exclusivamente sobre filosofa social y política, Derrida ha estado contribuyendo desde el comienzo a un amplio espectro de ámbitos filosóficos: de la filosofía de la literatura a la lingüística, de la filosofía de la historia a la ética y la política. Sus puntos de vista éticos y políticos están contenidos en diversos tratados que comenzaron a aparecer en la década de 1980. Por esta razón se cree a menudo que Derrida llegó a estos temas tardíamente, quizá como ocurrió con Locke, Kant, Spinoza y Hegel, para quienes las discusiones sobre ética y política sólo se volvieron centrales en la segunda mitad de sus carreras. Pero se trata sólo de una impresión, pues Derrida ha estado sosteniendo implícitamente consideraciones éticas y políticas durante todo el tiempo que ha estado escribiendo. La razón de que haya sido difícil detectar su contribución a estos ámbitos antes de que la presentara de una manera más explícita y sistemática es que, desde muy temprano, Derrida transformó la perspectiva de estas disciplinas en tal grado que a menudo sus lectores ni siquiera las reconocían. «Deconstrucción» es el nombre que Derrida le dio a dicha transformación. La deconstrucción busca desmontar y desmantelar todo discurso que se presente como una «construcción»[i]. Dado que la filosofía es acerca de ideas, creencias y valores construidos dentro de un esquema conceptual[ii], lo que se deconstruye es la forma como ellos se sostienen mutuamente en un esquema dado. A diferencia de lo que sucede con un método general o con un procedimiento analítico, la deconstrucción es un tipo de intervención altamente individualizado, dirigido a desestabilizar las prioridades estructurales de cada construcción particular. La razón para que Derrida busque desestabilizar en lugar de, digamos, consolidar, es que le parece que las construcciones filosóficas dependen irreflexivamente de oposiciones netas y pares conceptuales irreductibles: espiritual y material, universal y particular, eterno y temporal, macho y hembra son sólo algunos ejemplos. Estos pares conceptuales muestran una doble dificultad: por un lado, como resultado de su extrema rigidez, todo lo que no se ajuste perfectamente a sus relaciones de oposición tiende a ser marginalizado e incluso suprimido; por otro lado, estas oposiciones imponen un orden jerárquico. Por ejemplo, en el marco platónico que posteriormente adoptó el pensamiento cristiano, la verdad y la bondad coinciden con el lado espiritual, universal, eterno y masculino de la oposición, a expensas del lado material, particular, temporal y femenino. La deconstrucción empieza por sacar a la luz e identificar la construcción conceptual de un campo teórico dado, trátese de la religión, la metafísica o la teoría ética y política, el cual habitualmente utiliza uno o más pares conceptuales irreductibles. En seguida, resalta la ordenación jerárquica de los pares. Posteriormente, invierte o subvierte su ordenación mostrando que los términos ubicados en el fondo -material particular, temporal y femenino, en nuestro ejemplo- podrían moverse hacia el tope, justificadamente, en lugar de espiritual, universal, eterno y masculino. Mientras que la inversión revela que la ordenación jerárquica refleja determinadas opciones estratégicas e ideológicas, y no una descripción de características intrínsecas de los pares, el cuarto y último movimiento consiste en producir un tercer término para cada par de oposiciones, lo cual complica la sesgada estructura 1

original hasta hacerla irreconocible. Si los dos primeros movimientos asumen la descripción de una construcción conceptual dada, los dos siguientes están dirigidos a deformarla, reformarla y posteriormente transformarla. Dada la manera tan estrecha como el trabajo de deconstrucción está tallado sobre la especificidad de su objeto, a Derrida le gusta referirse a él como una «intervención». Bajo la presión de la deconstrucción, las construcciones filosóficas adquieren la apariencia de fachadas barrocas: lejos de ser lineales, ahora aparecen retorcidas y deformadas, complicadas internamente por la superposición de patrones y un juego de perspectivas sin fin. En definitiva, se transforman hasta quedar irreconocibles, después de que su motivo original ha sido forzado hasta sus límites y de que muy posiblemente se lo ha extendido más allá de éstos. Para Derrida, hacer la experiencia de los límites de la filosofía cambia positivamente la manera como pensamos. El reconocimiento de los límites protege al pensamiento del dogmatismo, lo mismo que de una excesiva confianza en sí mismo, y le inyecta un saludable sentido de incompletitud sistemática y de duda. Sócrates acostumbraba hacer enojar a sus amigos atenienses precisamente exponiéndolos a los límites de su propio pensamiento: súbitamente, en el curso de sus diálogos con él, académicos, retóricos, poetas, generales y hasta autodenominados filósofos se sentían paralizados por dilemas, paradojas y aporías. La distintiva dedicación de Sócrates a la filosofía muestra cuánto apreciaba toparse con estos límites, el sentido de desafío y desorientación, el riesgo y la sorpresa que propagaban tan pronto como se los encontraba. La deconstrucción sigue a Sócrates en esta tradición humana e inhumana de poner a prueba los límites del pensar.

2