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• Laura Sarmiento

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Este cuento trata de un hombre loco que vivía con un anciano, al cual apreciaba, pero tenía un ojo velado por una tela y de color azul que le perturbaba. Este está decidido a asesinar al anciano para acabar con su tormento. Durante una semana estuvo observando al anciano mientras dormía, pero en la octava noche el picaporte de la puerta de la habitación del anciano resbaló, por lo que el anciano despertó. Tras estar un rato sentado en la cama mirando para todos lados a ver si veía algo, se volvió a acostar aunque por el miedo que tenía, no pudo dormirse. El hombre abrió un poco la lamparilla y un hilo de luz apuntó al ojo del anciano. Al ver el ojo abierto se puso nervioso y decidió asesinarlo. Por lo que lo tiró al suelo y le puso el colchón encima sujetándolo con su propio cuerpo. Cuando dejó de oír los latidos del corazón del anciano, levantó el colchón y vio el cadáver. Decidió descuartizarlo y meterlo debajo de unas tablas que formaban el suelo de la habitación del anciano. Un vecino escuchó un grito y llamó a la policía. Los policías tocaron en la puerta y el hombre les abrió. Echaron un vistazo por la casa y no vieron nada raro. Los policías se disponían a irse, pero el hombre tan orgulloso de haberles engañado, les dijo que tomaran asiento. Les dispuso una silla en la habitación donde se encontraba el cadáver, situando la suya encima de la tarima que escondía el cadáver. Tras un rato conversando, el hombre comenzó a escuchar unos ruidos que parecían los latidos del corazón del anciano. Cada vez era más fuerte hasta que llegó a ser insoportable. Finalmente, el hombre se delató el mismo, por miedo a que los policías lo hubieran escuchado y recibió su merecido castigo.