Reglas de Discernimiento

El discernimiento en los Ejercicios Las reglas de discernimiento de san Ignacio de Loyola Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

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El discernimiento en los Ejercicios Las reglas de discernimiento de san Ignacio de Loyola Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

Reglas para en alguna manera sentir y conocer las varias mociones que en el ánima se causan: Las buenas para recibir y las malas para lanzar, y son más propias para la primera semana [313] Sentir y conocer las varias mociones que en el ánima se causan: Para tomar conciencia de las mociones hay que mirar atrás, recordar el camino recorrido personalmente y reconocer las mociones que hemos tenido ante distintas situaciones de nuestra propia vida. Se trata de un ejercicio que combina los elementos afectivos (sentir) con los racionales (conocer). Buenas y malas: Clasificar e interpretar las mociones supone juzgar, desde los criterios del Evangelio, desde la tradición de la Iglesia y desde las orientaciones de la comunidad a la que uno pertenece, de dónde vienen estas mociones y hacia dónde nos llevan. Llegar a saber qué espíritu nos ha ido moviendo en este tiempo. Recibir y lanzar: No es suficiente reconocer las mociones e interpretarlas. Es necesario elegir, decidir, optar. Para eso sirve pensar en los correctivos que se pueden buscar para mejorar lo que hemos vivido (lo que tenemos que lanzar), o en los elementos que habría que potenciar y seguir aprovechando en nuestro camino (lo que tenemos que recibir).

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1. Dos situaciones distintas [314-315]:  La primera regla: Salmo 139, 24:  La segunda regla: Salmo 40, 2:

"(...) de pecado mortal en pecado mortal” [314] “mira si voy por el camino del mal (...)” "(...) de bien en mejor subiendo” [315] “Afirmó mis pies sobre una roca; dio firmeza a mis pisadas”

La persona que está siendo conducida por el Mal Espíritu, y la persona que se está dejando llevar por el Buen Espíritu. La manera de sentir la acción del BE y del ME es contraria. Esta situación inicial del proceso es fundamental tenerla en cuenta a la hora de ayudarle alguien en su proceso de discernimiento. 2. Consolación y desolación [316-317]:  La tercera regla: Salmo 51, 8:  La cuarta regla: Salmo 102, 4:

“Llamo consolación...” [316] “Lléname de gozo y alegría; alégrame de nuevo...” “Llamo desolación todo lo contrario...” [317] “Mi corazón está decaído como la hierba marchita...”

Ignacio nos presenta dos definiciones que es importante tener presentes a la hora de juzgar las mociones que en ánima se causan. Estas definiciones surgieron de su propia experiencia, iluminada por la Palabra de Dios y la tradición de la Iglesia. Es fundamental ayudar a la persona que comienza a caminar en el proceso de discernimiento, de modo que se habitúe a reconocer la acción del BE y del ME en la propia vida. Podríamos presentar el contenido de estas dos reglas en el siguiente cuadro: Desolación Oscuridad Turbación Moción abajo In-quietud In-fidencia Sin esperanza Sin amor Perezosa Tibia Triste Como separada

vs. vs. vs. vs. vs. vs. vs. vs. vs. vs. vs.

Consolación Luz, claridad Serenidad Ascenso arriba Quietud y paz Fe Esperanza Amor Movimiento Inflamada Alegría Comunión

3. ¿Qué hacer en tiempo de desolación? [318-321]  La quinta regla: Salmo 51, 10:  La sexta regla: Salmo 57,7:  La séptima regla: Marcos 14, 34:  La octava regla: Apocalipsis 2, 3:

“En tiempo de desolación nunca hacer mudanza” [318] “¡Dame un espíritu nuevo y fiel!” “(...) mucho aprovecha el intenso mudarse...” [319] “Mi corazón está dispuesto, Dios mío...” "El que está en desolación considere ...” [320] “Siento en mi alma una tristeza de muerte” "El que está en desolación trabaje ...” [321] “Has sido paciente y has sufrido mucho por mi causa (...)”

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Ante la desolación, contrastan las dos actitudes propuestas por Ignacio en el sentido de que nunca se debe hacer mudanza y lo que propone en seguida cuando dice que, ante la desolación, mucho aprovecha el intenso mudarse. Es frecuente que la persona que entra en ejercicios y que está buscando lo que Dios le pide para su vida, experimente los embates del ME, para lo cual debe saber cómo reaccionar y de qué manera debe resistir en esta lucha espiritual. 4. Causas de la desolación [322]  La novena regla: Apocalipsis 3, 16:

“Tres causas (...) son porque nos hallamos desolados” [322] “Pero como eres tibio, y no frío ni caliente...”

Ignacio, recogiendo su propia experiencia y siguiendo lo que la tradición ya había sistematizado, ofrece tres causas por las cuales podemos llegar a estar desolados. Juan Casiano (ca. 360-435) afirma que la desolación puede venir por tres causas: "De nuestro descuido procede, cuando andando nosotros indiferentes, tibios y empleados en pensamientos inútiles y vanos, nos dejamos llevar de la pereza, y con esto somos ocasión de que la tierra de nuestro corazón produzca abrojos y espinas, y creciendo éstas, claro está que habemos de hallarnos estériles, indevotos, sin oración y sin frutos espirituales" (Conlationes IV,3).

Más adelante, presenta las otras dos posibles causas de la desolación: "De que vengan tales distraciones (sic) por ordenación o permisión de Dios, dos causas puede haber. La primera, para que desamparados un poco de la mano del Señor, y viendo con esto la flaqueza de nuestro natural, no nos desvanezcamos con ocasión de la pureza pasada, que liberalmente Su Majestad nos comunicó, y que aunque lloremos y pongamos mucho cuidado e industria en recobrar la antigua alegría y pureza de conciencia, sin poderla hallar, comprendamos que aquello fué don de Dios, y que la quietud, que puestos en esta tribulación le pedimos, únicamente la podemos esperar de su divina gracia, por cuyo medio habíamos alcanzado aquel primer estado de paz, de que ahora nos sentimos privados. La segunda razón de este desamparo es el querer probar Dios la constancia y perseverancia de nuestros buenos deseos e intenciones, y ver el conato y diligencia que ponemos en recobrar lo que experimentamos haber perdido, y tocando así con las manos lo mucho que nos cuesta el recobrar el espíritu de devoción y pureza de alma, que echamos de menos, nos esforcemos en conservarla con sumo cuidado, cuando otra vez nos viéramos enriquecidos de ella. Porque lo que fácilmente se recobra o se vende barato, con escasa diligencia suele guardarse" (Conlationes IV,4).

5. ¿Qué hacer en tiempo de consolación? [323-324]  La décima regla: Juan 12, 35:  La undécima regla: Efesios 6, 13:

“El que está en consolación piense ...” [323] “Anden, pues, mientras tienen esta luz ...” “El que está consolado procure humillarse ...” [324] “... después de haberse preparado bien, mantenerse firmes”

No es raro que las personas que viven momentos de consolación se olviden de quién es el autor de esta experiencia y se llenen de vanidad, sintiéndose fuertes y autosuficientes. Por esto, Ignacio recomienda tener mucho cuidado al vivir las gracias de la consolación. A este propósito, me parece interesante recordar algunas recomendaciones que daba Ignacio a los estudiantes del Colegio de Coimbra, en una carta escrita en 1547:

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“Lo que hasta aquí he dicho para despertar a quien dormiese, y correr más a quien se detuviese y parase en la vía, no ha de ser para que se tome ocasión de dar en el extremo contrario del indiscreto fervor. (...) A no tener esta moderación, el bien se convierte en mal y la virtud en vicio, y síguense muchos inconvenientes contrarios a la intención del que así camina. El primero, que no puede servir a Dios a la larga; como suele no acabar el caballo muy fatigado en las primeras jornadas, antes suele ser menester que otros se ocupen en servirle a él. El 2º., que no suele conservarse lo que así se gana con demasiado apresuramiento, porque [como dice la Escritura]: hacienda que muy aprisa se allega, disminuirse ha. Y no solo se disminuye, pero es causa de caer: quien el paso acelerado lleva, tropezará,; y si cae, tanto con más peligro, cuanto de más alto, no parando hasta el bajo de la escala. El 3º., que no se curan de evitar el peligro de cargar mucho la barca; y es así que, aunque es cosa peligrosa llevarla vacía, porque andará fluctuando con tentaciones, más lo es cargarla tanto, que se hunda. 4º. Acaece que, por crucificar al hombre viejo, se crucifica el nuevo, no pudiendo por la flaqueza ejercitarse las virtudes. (...). Sin éstos, hay aún otros inconvenientes, como es cargarse tanto de armas, que no pueden ayudarse dellas, como David de las de Saúl, y proveer de espuelas y no de freno a caballo de suyo impetuoso: en manera que en esta parte es necesaria la discreción, que modere los ejercicios virtuosos entre los dos extremos. (...) Y si os pareciere rara ave la discreción y difícil de haber, a lo menos suplidla con obediencia, cuyo consejo será cierto” (SAN IGNACIO DE LOYOLA, A los Hermanos estudiantes del Colegio de Coimbra, 1547).

6. Tres estrategias del ME [325-327]  La duodécima regla: 1 Corintios 16, 13:  La terdécima regla: Juan 3, 20:  La cuatuordécima regla: 1 Pedro 5, 8:

“El enemigo se hace como mujer ...” [325] “Tengan mucho valor y firmeza” “Asimismo se hace como vano enamorado ...” [326] “Todos los que hacen lo malo odian la luz ...” “Asimismo se [ha] como un caudillo ...” [327] “... como un león rugiente, anda buscando a quién devorar”

Estas tres reglas son fundamentales para caminar en el proceso de discernimiento y para reconocer la forma de proceder del enemigo de natura humana que se vale de sus astucias y suasiones, para llevar a las personas hacia su dañada intención con tan crecida malicia.

Reglas para el mismo efecto con mayor discreción de espíritus, y conducen más para la segunda semana [328] 1. Lo propio del BE y del ME [329 y 335]  La primera regla: Lucas 10, 21:  La séptima regla:

“Propio es de Dios y de sus ángeles...” [329] “En aquel momento, Jesús, lleno de alegría por el Espíritu ...” “En los que proceden de bien en mejor ...” [335]

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1 Reyes 19,12:

“... después del fuego se oyó un sonido suave y delicado”

Ignacio ofrece, de nuevo, algunas señales de la acción propia del BE y del ME en la persona. Cada uno de ellos tiene algo como más propio y por lo cual puede ser conocido particularmente. Hay que destacar el hecho de que el enemigo, como llama aquí a ME, trae razones aparentes, sotilezas y asiduas falacias. ALMA \ ESPÍRITU DE BIEN EN MEJOR

DE MAL EN PEOR

BUEN ESPÍRITU

MAL ESPÍRITU

“toca a la tal ánima dulce, leve y suavemente, como gota de agua que entra en una esponja”

“toca agudamente y con sonido y inquietud, como quando la gota de agua cae sobre la piedra”

“con estrépito y con sentidos, perceptiblemente”

“con silencio como en propria casa a puerta abierta”

2. La consolación sin causa [330 y 336]  La segunda regla: Romanos 5, 5:  La octava regla: Marcos 13, 33:

“Sólo es de Dios nuestro Señor dar consolación...” [330] “Dios ha llenado con su amor nuestro corazón...” “ Cuando la consolación es sin causa...” [336] “... manténganse ustedes despiertos y vigilantes...”

Ignacio advierte, con mucha vehemencia, sobre la necesidad no confiar fácilmente a las consolaciones sin causa precedente. Si, efectivamente, se llegan a dar, tenemos la seguridad de que vienen de Dios, pero aún en estos casos, es fundamental examinar y discernir el momento siguiente, porque el enemigo puede aprovechar que la persona queda caliente y favorecida con el favor y reliquias de la consolación pasada. 3. La consolación puede ser engañosa [331-334]  La tercera regla: 1 Juan 4, 1:  La cuarta regla: 2 Corintios 11, 14:  La quinta regla: 2 Corintios 2, 11:  La sexta regla: Efesios 4, 14:

"Con causa puede consolar al ánima ...” [331] “... a ver si el espíritu que hay en ellos es de Dios o no” "Propio es del ángel malo ...” [332] “... Satanás mismo se disfraza de ángel de luz” “Debemos mucho advertir el discurso...” [333] “... pues conocemos muy bien sus malas intenciones” “Cuando el enemigo de natura humana ...” [334] “... hasta dejarse engañar por gente astuta...”

La consolación puede venir el ángel bueno como del malo, buscando fines contrarios; por eso es muy importante estar muy atentos, de una manera especial durante los ejercicios de la segunda semana, y percibir la orientación que va teniendo el proceso que lleva el ejercitante. Muchas veces, el ME anima a alguien con una buena intención pero, poco a poco, lo va sacando de su gozo espiritual en que estaba, hasta traerla a su intención depravada. Por esto hay que estar siempre vigilando, examinando y revisando el proceso, con la ayuda de un buen acompañante, que le ayude a reconocer los engaños del ME.

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