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Helena Alapin

Rastrojos y algo más Historia de la siembra directa en Argentina

Helena Alapin Rastrojos y algo más : Historia de la siembra directa en Argentina 1a ed. - Buenos Aires : Editorial Teseo, 2008. 132 p. ; 23 x 15 cm. (Estudios agrarios) ISBN 9789871354283 1. Agricultura. 2. Siembra. I. Título CDD 630

© Universidad de Belgrano, 2008

© Editorial Teseo, 2008 Buenos Aires, Argentina ISBN 9789871354283 Editorial Teseo Hecho el depósito que previene la ley 11.723 Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de esta obra, escríbanos a: [email protected] www.editorialteseo.com

A Carmen Sesto y a Alberto, sin cuya invalorable ayuda esta investigación no hubiera sido posible.

Índice

Introducción 1. Consideraciones preliminares 2. Estado de la cuestión Capítulo I. El entorno productivo de la aparición 1960-1980) 1. Desarrollos tecnológicos desde los inicios de los años sesenta: tractorización, híbridos y cultivo de soja 2. Particularidades del cultivo de soja: rentabilidad, cambios agronómicos y empresariales 3. Los protagonistas de los cambios: la empresa familiar y la gran empresa. Proveedores de insumos y maquinarias, institutos públicos 4. Las consecuencias del cambio tecnológico. El problema de la erosión de los suelos

de la siembra directa (años

Capítulo II. Experimentación y pioneros: mediados 1960-1985 1. Los comienzos de las experiencias institucionales, 1964-1974 2. Las experiencias institucionalizadas en Marcos Juárez y Pergamino. Relaciones formales e informales entre productores, investigadores y fabricantes de insumos, 1974-1979 2.1. Los primeros equipos de investigación: Marcos Juárez y Pergamino 2.2. Congresos de Marcos Juárez (septiembre de 1977) y Rosario (1979). El paradigma: rentabilidad y sustentabilidad. Los problemas de primera generación: control de malezas e implantación 3. Balance de las experiencias, 1964-1979 4. Interregno. Fracasos y continuidades, 1980-1985

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Capítulo III. El despegue de la siembra directa. Los actores, la difusión, 1985-1990 1. Monsanto, un actor fundamental. Glifosato y siembra directa 2. El INTA y el Proyecto de Agricultura Conservacionista. Un cambio de enfoque en la difusión e investigación 3. Los productores toman la iniciativa. Los grupos CREA, el nacimiento de AAPRESID, la alianza de los actores 4. El balance de veinte años. Progresos agronómicos, acumulación de experiencias, concreción de un proyecto

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Capítulo IV. La difusión y adopción de la siembra directa 1990. Condicionantes institucionales, actores sociales, red de difusión y desarrollos tecnológicos. La semilla RR (1998) 59 1. El entorno de la adopción masiva de la siembra directa 59 1.1. El lento descenso del precio del herbicida glifosato 59 1.2. Los cambios institucionales generales y un nuevo modelo de acumulación en el agro 60 2. La adopción y difusión de la siembra directa 65 2.1. Los productores y las posibilidades de adopción de las nuevas tecnologías. El rol del asesoramiento agronómico 65 2.2. Los difusores. El proyecto en acción. La red como alianza 75 3. La semilla RR. Las implicaciones de su adopción. La extensión del sistema 80 4. El boom de la siembra directa. Nuevos cuellos de botella. Problemas de segunda generación 88 4.1. Los nuevos cultivos en siembra directa: maíz, trigo, girasol y pasturas 88 90 4.2. Problemas agronómicos y posicionamiento de los actores 5. Nuevos escenarios, avances e interrogantes 105 a partir de

Capítulo V. AAPRESID, una organización para la difusión de una tecnología

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Conclusiones

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Bibliografía

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Introducción

1. Consideraciones preliminares En 1980, la superficie de cereales y oleaginosas implantados con siembra directa en la Argentina era de sólo 5000 ha, alcanzando 16.000.000 ha en 2002 según el Censo Agropecuario Nacional. La cifra inicial se multiplicó por veinte entre 1980 y 1990, dando un nuevo salto cuantitativo en 1997. Sin embargo, todavía la adopción de la siembra directa era un proceso incipiente en el año antes mencionado, con apenas un 15% de las superficies sembradas; a partir de ese momento se observa un crecimiento geométrico del uso de este sistema de labranza ya que se llega a un 60% de las mismas, de acuerdo con las estimaciones del censo de 2002.1 ¿Cómo pudo darse en un lapso relativamente breve este crecimiento exponencial del uso de esta innovación? ¿Qué circunstancias mediaron para que se produjera su adopción masiva y quiénes son los actores que la llevaron a cabo? Éstos son los interrogantes que trataremos de responder en este trabajo. La siembra directa implica un cambio radical en una de las prácticas agrícolas más arraigadas, como es la labranza de la tierra, por lo cual su generalización requirió un tiempo de maduración prolongada por parte de productores, profesionales y organismos oficiales de investigación. Una de las razones que permiten entender esta demora tiene que ver con el hecho de que la siembra tradicional llevaba centurias de arraigo, validado por su eficacia en el control de malezas y en la fertilización. 1

Para los años previos a 2002, las cifras globales son proporcionadas por Aapresid, sin que esta organización especifique la fuente de sus datos. En www.aapresid.org.ar. La cifra de 2002 es proporcionada por el Censo Agropecuario Nacional de la República Argentina. Cabe señalar que hay estimaciones previas de siembra directa en provincias seleccionadas a partir de la Encuesta Nacional Agropecuaria, pero la primera cifra global es la que proporciona el citado censo.

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Lo que justificaría la adopción de la labranza cero, a corto o largo plazo, serían los graves problemas de erosión del suelo, eólica e hídrica, y la consecuente incidencia en la productividad de los cultivos debido a la pérdida de materia orgánica y humedad del suelo. La siembra directa tiene a su favor que, al no remover el suelo y dejar rastrojos en superficie, permite conservar la humedad del mismo, mantener materia orgánica y proteger contra la erosión. Pero plantea como cuestiones nodales, que llevaría un tiempo prudencial resolver, encontrar nuevas formas de control de malezas, implantación de semilla y fertilización. Esto exigió el recambio en provisión de insumos: herbicidas, sembradoras y fertilizante. La posibilidad de contar con los mismos se constituyó en un punto crítico de distinto tenor: por un lado, el acceso a los mismos, y por otro, la adaptación a condiciones locales que implicó importantes transformaciones en el manejo empresarial y en la organización y dinámica de las tareas agrícolas. La implantación de la siembra directa en su génesis, desarrollo y difusión va configurando un patrón de relación en la cadena productiva compuesta por productores, fabricantes de insumos, asesores e institutos públicos de investigación fuertemente interdependiente y con rápidas respuestas a las imperiosas necesidades de insumos, conocimientos y manejos productivos y empresariales. Estas instancias de convergencia entre los diferentes eslabones de la cadena tendrán un desemboque corporativo a partir de la creación de una asociación ad hoc: AAPRESID, que legitimará sus intereses a partir de un discurso de innovación tecnológica y sustentabilidad. La complejidad del proceso de implantación de la siembra directa fue tempranamente advertida y analizada por INTA, AACREA y AAPRESID en artículos que comienzan a mediados de 1960; básicamente aludimos a monografías y estudios del INTA, seguidos por AACREA en 1986 y por los boletines de AAPRESID de aparición mensual en 1989. En cambio las revistas del sector lo analizan más tardíamente, en la década de 1990. Márgenes Agropecuarios comenzó a dar información sobre los costos de este sistema en 1992, mientras que otras como Super Campo y Marca Líquida lo hicieron sobre aspectos generales de la labranza cero a partir de 1994 y 1996 respectivamente. El núcleo duro presente en estas argumentaciones es que la siembra directa es un nuevo paradigma que revoluciona el sector en una utopía de progreso indefinido dada por un incremento continuo en la productividad de la tierra, no del producto, derivada de la reducción de costos y del mantenimiento de la calidad del suelo. Por otro lado, el mundo académico no entendió la importancia de este proceso sino a fines del siglo XX, cuando las superficies cultivadas en siembra directa alcanzaron una magnitud pasible de ser relevada

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cuantitativamente, producto de la utilización de la semilla RR, soja resistente a glifosato, ignorando el proceso previo de implantación y difusión. Otra posible respuesta es haberla considerado una mera técnica, subvaluando los esfuerzos y procesos adaptativos realizados por los distintos actores involucrados respecto de este paquete tecnológico, fácilmente observables en el período previo y todavía en proceso. Aquí conviene señalar que las teorizaciones sobre cambio tecnológico inducido, la vertiente más difundida en nuestro país, suelen restar importancia a estas adaptaciones locales, privilegiando el papel de la innovación original. Sin embargo, podríamos hablar de un proceso innovador donde estas transformaciones a posteriori tienen similar envergadura y pueden considerarse procesos de innovación tecnológica en sí mismos, tal como lo postula Rosenberg. La siembra directa requirió, además de los insumos críticos, de largos años de ensayos para adaptarla a las condiciones del lugar, por lo que consideramos que constituyó un verdadero proceso innovador.2 La pregunta que nos planteamos es si la siembra directa es un cambio radical que marca una ruptura total o se pueden señalar elementos de continuidad y discontinuidad sin un neto quiebre respecto de procesos anteriores. Desde nuestra perspectiva, creemos que se conjugan elementos de pervivencia y de corte, que pasaremos a reseñar a continuación. Se advierte una clara persistencia de las transformaciones iniciadas en torno al cultivo de la soja, los híbridos de maíz, girasol y sorgo, el germoplasma mexicano en trigo y la tractorización en la década de 1960, que dieron como resultado un aumento notable de la producción agrícola. En esta enumeración debemos destacar que para la siembra directa el cultivo de soja fue el antecedente decisorio en cuanto implicó cambios en el patrón de vinculación entre los actores, en el manejo agronómico y empresarial. Pero también la labranza cero provoca una ruptura innegable con el sistema de cultivo previo, con las modalidades de erradicación de malezas, implantación de semilla, fertilización y reglas de juego empresarial, 2

V. Ruttan e Y. Hayami, en Desarrollo agrícola. Una perspectiva internacional, Fondo de Cultura Económica, México, 1989, desarrollan la teoría del cambio inducido. Subrayan el papel fundamental de las innovaciones técnicas en el desarrollo agrícola, cuya índole dependería fuertemente de los precios relativos de los factores y también de los precios reales de los productos agrícolas. Los agricultores responden a cambios en los precios relativos con introducción de tecnología. Nathan Rosenberg, en Tecnología y economía, Editorial Gustavo Gili S.A., Barcelona, 1979, pp. 109-111, resalta el carácter de innovación que tienen las adaptaciones de la agricultura. Por su lado, Carmen Sesto entiende por proceso innovador las modificaciones y los ajustes que se efectúan en una tecnología dada para adaptarla a las condiciones específicas y únicas locales, en un largo trayecto, durante el cual se allanan dificultades, cuellos de botella y obstáculos. Sesto, Carmen, “Mecanización y base tecnológica en la agricultura pampeana. Un sistema de cultivo basado en la remoción y aereación de la tierra, 1855-1895”, ponencia presentada en las XX Jornadas de Historia Económica, Mar del Plata, octubre de 2006, pp. 1-5.

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por la disponibilidad financiera anticipada, la inclusión permanente de asesores y la posibilidad de tratamientos particularizados. El efecto no deseado de esta tecnología es la excesiva dependencia de insumos de origen multinacional, remarcado desde las corrientes críticas. Esto, sumado a políticas institucionales implementadas durante los noventa, dio como resultado una estructura social agraria diferente donde fue claramente beneficiado sólo un restringido grupo de empresarios rurales y proveedores de insumos, con enormes costos sociales y posiblemente ecológicos. Retomando la cuestión de la siembra directa como innovación tecnológica, consideramos que los primeros veinte años de este proceso innovador implicaron la puesta a punto de la factibilidad tecnológica de la misma, aun antes de que políticas institucionales propicias determinaran su viabilidad económica.3 La factibilidad tecnológica presupone la adaptación a distintas condiciones locales que incluyen, además de las consideraciones agronómicas, la consideración de factores socioculturales que pueden convertirse en promotores o trabas: concepciones previas de la agricultura, formas de desarrollo de la actividad y relación de los actores. En nuestro trabajo pondremos en evidencia que entre los insumos indispensables para el buen éxito de la siembra directa, para su adopción en tanto que sistema, se encuentra la posibilidad del manejo agronómico diferenciado, cuya efectivización dependerá de la posesión de capital económico, social o cultural (materializado en la importancia creciente del asesoramiento agronómico). A continuación presentaremos, en primer lugar, el estado de la cuestión en torno al tema desde distintas vertientes teórico-ideológicas, señalando las falencias y los aportes realizados por cada una de ellas, a fin de justificar nuestro posicionamiento y la contribución que se ha de realizar. En segundo lugar expondremos el contexto de introducción y adaptación de la siembra directa como innovación tecnológica, proponiendo una periodización del proceso de implantación y difusión. En tercer lugar se verán las primeras experiencias en el campo productivo y en los institutos públicos de investigación, mostrando la manera en que se articularon los distintos actores para ir solucionando los problemas que se presentaban. En cuarto lugar se referirá su adopción y difusión en la década de los noventa, distinguiendo el momento del pasaje de la factibilidad tecnológica a la viabilidad económica y, el momento ya más conocido a mediados de los años noventa, la aparición de la semilla RR resistente al glifosato. 3

Sesto, Carmen, “Mecanización y base tecnológica...”, op. cit., pp. 1-5.

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En cada uno de éstos se pondrán en evidencia las problemáticas teconológicas que se fueron resolviendo, así como las dinámicas sociales e institucionales que fueron generando opciones diferenciales por parte de productores, empresas fabricantes de agroinsumos, fabricantes de maquinaria agrícola, y cómo éstas los fueron posicionando en forma diferencial dentro de la red de innovación. Por último trataremos del surgimiento de un actor corporativo novedoso cuyo fin explícito fue la difusión de una innovación tecnológica, AAPRESID, Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, que aglutinó a todos los actores que se beneficiaban con la innovación. Trataremos de mostrar que su accionar difiere sustancialmente del de las corporaciones tradicionales del agro, no sólo por su apelación a la técnica, que comparte con corporaciones como AACREA y otras de más reciente creación tales como MAIZAR y ASAGYR, sino por un particular modo de encarar la difusión de la tecnología, devenida cruzada por la ciencia y la sustentabilidad. 2. Estado de la cuestión En este punto abordaremos la manera en que las distintas corrientes de pensamiento de las ciencias sociales trataron el fenómeno de la siembra directa en la Argentina. Tanto las vertientes académicas como extraacadémicas han dado cuenta fundamentalmente del proceso de difusión de la siembra directa englobándola o mencionándola como parte de un paquete tecnológico más general constituido por la asociación de la misma con la semilla RR (resistente al glifosato) y de las consecuencias virtuosas para unos y negativas para otros de esta asociación. Dentro de la masa crítica analizada para dar cuenta de este proceso, podemos distinguir tres corrientes. De cada una de ellas se han podido obtener elementos importantes a la hora de analizar la siembra directa, pero todas lo han hecho en forma parcial sin dar cuenta de su carácter complejo de tecnología de proceso, de las etapas de su difusión, de las distintas problemáticas suscitadas por su implementación, de los actores en ella involucrados y de su carácter de proceso inductor de profundas diferenciaciones sociales en el sector agropecuario.4 Podemos asociar la primera de ellas con visiones económicas ortodoxas formuladas a partir de fines de 1980. Son las que más han publicitado la siembra directa, a través de publicaciones sectoriales, 4

La excepción la constituye la escuela crítica, pero ésta no enfocó en forma específica la siembra directa.

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académico-científicas (institutos de investigación públicos y universidades) o medios de comunicación masivos, por lo que estamos en condiciones de considerarlos voceros y propagandistas de los cambios tecnológicos, especialmente de la siembra directa, como pilares de la transformación agrícola. En este enfoque se resaltan los avances para el sector en general desde un punto de vista macroeconómico, destacando las experiencias exitosas e ignorando o minimizando los costos sociales de los procesos, o bien atribuyéndolos a factores provenientes del marco teórico que hace del libre mercado el eficiente asignador de recursos. Desde esta perspectiva se hace especial hincapié en el notable aumento de la producción de cereales y oleaginosas, posibilitado por el carácter revolucionario de los avances tecnológicos como la siembra directa y la semilla genéticamente modificada. A su vez, la adopción de estas tecnologías habría sido el virtuoso resultado de la eliminación de las retenciones y la significativa rebaja de los aranceles de importación, lo que, unido a la artificial valorización cambiaria, habría permitido el equipamiento del agro, favoreciendo de este modo la implementación de un desarrollo tecnológico iniciado años antes, pero frustrado en su maduración por la desacertada intervención del Estado. A pesar de señalar algunos factores negativos que atentaban contra la competitividad de la producción y que no pudieron resolverse durante el período de vigencia de la convertibilidad –como un dólar bajo, coyunturas desfavorables de los precios internacionales en algunos casos, condiciones financieras desventajosas y precios de insumos básicos como el gasoil también elevados en relación a la paridad entre el peso y el dólar–, igualmente se observó un balance positivo en materia de calidad y rentabilidad de los bienes agrícolas, soja en primer lugar, ya que este proceso recompensó ampliamente la iniciativa empresarial.5 Se puede por lo tanto señalar como rasgos fundamentales de la perspectiva enunciada en el párrafo precedente: 1) el énfasis puesto en las políticas de Estado en tanto y en cuanto garantizan el funcionamiento del mercado como asignador básico y eficiente de los recursos, como promotoras o frenos de las posibilidades de cambio, retroceso o estancamiento de la producción agropecuaria; 2) la excesiva ponderación de la posesión de know-how, tanto técnico-científico como de management, en detrimento del tamaño y de las posibilidades de acceso al bien primario no producido, la tierra. Un segundo grupo de trabajos sobre el cambio tecnológico que menciona a la siembra directa se encuentra en el institucionalismo 5

Huergo, Héctor, La segunda revolución de las pampas, en CD, 2005, inédito; Mulin, Eduardo y Carina Álvarez (coords.), El libro de la siembra directa, Clarín-FAUBA, Buenos Aires, 2004; AAPRESID, Boletines Mensuales, Rosario, 1989-2005.

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estructuralista y el neokeynesianismo de los noventa, que incorpora como clave explicativa los factores económicos, sociales, culturales, tecnológicos e institucionales, aunque este último es considerado como definitorio porque, en realidad, subsume a los otros factores ya enunciados. Esta visión tiene un componente crítico que le permite evaluar las consecuencias tanto positivas como negativas de los procesos de transformación y crecimiento de la producción agraria, a diferencia de las posiciones ortodoxas. Es por eso que desde esta perspectiva se pondrán de manifiesto algunos fenómenos convergentes: 1) por un lado, la exitosa supervivencia de aquellos empresarios que pudieron incorporar la innovación tecnológica tanto científica como de gestión; 2) por otro, la desaparición de otros actores que en las décadas de la primera revolución verde habían demostrado ser viables; 3) la aparición de otros sujetos sociales en la producción agraria; 4) el aumento del tamaño de la explotación como nueva condición de viabilidad de la empresa agrícola. Este diferencial de resultados será la consecuencia tanto de las políticas implementadas (positivas desde la posibilidad de equipamiento tecnológico por apertura comercial y peso sobrevaluado y eliminación de las retenciones a la exportación) como de las nuevas formas de organización empresarial (como condición indispensable de capitalización de los know-how tecnológicos). Aquellos que pudieron capitalizar los avances tecnológicos y de gestión lo hicieron mediante el aumento en la escala de explotación, logrando contrarrestar los aspectos perjudiciales de las medidas económicas, tales como alto costo financiero, los precios relativos desfavorables, las restricciones y el costo del crédito. Las consecuencias negativas implicaron la expulsión de la tercera parte de los productores agropecuarios durante la vigencia del plan de convertibilidad.6 Como resultado el sector social involucrado en la actividad agrícola adquiere una mayor heterogeneidad con la aparición de nuevos actores,7 entre ellos los que deben destacarse son las empresas comercializadoras 6

Peretti, Miguel, “Competitividad de la empresa agropecuaria argentina en la década de los 90”, en Revista Argentina de Economía Agraria, volumen II, número 1, 1999, pp. 27-41; Peretti, en “Competitividad de la empresa...”, op. cit., desliza la hipótesis de que la incorporación de los avances tecnológicos, como la siembra directa y la semilla genéticamente modificada, y la ampliación de la escala de explotación permitieron la viabilidad de la empresa agropecuaria de los noventa; de no ser así, el proceso hubiera sido mucho más nocivo en términos generales. 7 Piñeiro, Martín y Federico Villarreal, “Modernización agrícola y nuevos actores sociales”, en Ciencia Hoy, número 8, junio-julio de 2005, pp. 32-36. Los autores construyen una tipología de actores de la actividad agropecuaria dentro del área de la agricultura pampeana: señalan la coexistencia de cinco formas de organizar la producción: a) el contratista agrícola, b) el terrateniente empresario, c) el nuevo empresario arrendatario, d) el promotor de la inversión de corto plazo de capital externo al medio agrícola, y e) la empresa agrícola verticalmente integrada. Piñeiro y Villarreal señalan la novedad que constituyen el empresario arrendatario y la empresa agrícola verticalmente integrada, pero no diferencian los pools de los fondos de inversión agrícola.

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de insumos agropecuarios,8 los productores innovadores, los pools de siembra y los fondos de inversión agrícola. Con respecto a las primeras, cabe señalar que algunos autores les atribuyen a los empresarios innovadores características diferenciales como el cuidado ambiental,9 mientras que los pools, por el contrario, tendrían características contradictorias: por un lado los más pequeños, que ofrecen integración y posibilidades a pequeños productores, mientras que los grandes y los fondos de inversión agrícola tendrían un carácter más especulativo, no dejarían réditos en las comunidades donde actúan e implicarían graves daños ambientales (aunque su alcance se limitaría a un 2% de la superficie sembrada).10 Cabe señalar que entre este grupo de autores algunos señalaron tempranamente la siembra directa como una de las técnicas a ser utilizadas para la reversión del problema de la erosión de los suelos,11 y otros autores, siempre englobándola como la tecnología agrícola que acompaña al paquete glifosato, soja RR, consideran el proceso positivo en tanto y en cuanto contribuye a la conservación de los suelos y a la reversión del proceso de pérdida de puestos de trabajo, mientras que por el otro lado alertan contra la extensión y los peligros del monocultivo.12 Desde otra vertiente, el costo social de esta transformación agraria es atribuido a las políticas estatales que, desde esta perspectiva, son el resultado de la correlación de fuerzas determinadas por el acceso diferencial al capital y a la propiedad de la tierra en un momento dado del desarrollo capitalista. Esta posición crítica advierte que el notable 8

Girardi, Alejandro, Gabriel Crespo y Martín Sackmann, “Análisis del negocio de distribución y venta de agroinsumos en las provincias de Buenos Aires y La Pampa”, tesis de licenciatura de la Universidad CEMA, en www.cema.edu.ar/publicaciones. El interés de estos autores lo constituye la relación entre modelos de gestión empresarial y posición en el mercado. Si bien se mueven dentro de un marco teórico acorde con el enfoque neoliberal, señalan cómo la empresa de agroinsumos se convierte también en productor, aprovechando su know-how en cuanto a conocimientos tecnológicos y manejo del mercado. 9 Preda, Graciela, “La empresa comercializadora de insumos agropecuarios como un nuevo actor en la producción agrícola local”, ponencia presentada en las Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios, Facultad de Ciencias Económicas, noviembre de 1999. Preda señalará que el nuevo productor exitoso puede tener origen dentro del mismo sector de productores tradicionales que se apropian de las nuevas tecnologías o fuera de él, señalando a los distribuidores de agroinsumos entre los innovadores, y diferenciará a éstos de los actores con conductas especulativas. 10 IICA, El sector agroalimentario argentino en los 90, IICA, Buenos Aires, 1997, pp. 71- 74; IICA, El sector agroalimentario argentino 1997-1999, IICA, Buenos Aires, 2000, pp 3-4. 11 Obschatko, Edtih S. de, Los hitos tecnológicos en la agricultura pampeana, CISEA, Buenos Aires, 1984, proyecto de organización de la investigación agropecuaria. En este trabajo la autora destaca la existencia de los pools de siembra para la década analizada, pp. 101-102. 12 Trigo, Eduardo, Daniel Chudnowsky, Eugenio Cap y Andrés López, Los transgénicos en la agricultura argentina, IICA-Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2000, pp. 90-101; Trigo, Eduardo, “Consecuencias económicas de la transformación agrícola”, en Ciencia Hoy, número 87, juniojulio de 2005, pp. 46-51.

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crecimiento de la producción agraria desde 1995 en adelante no se tradujo ni redundó en beneficios para la gran mayoría de los productores agropecuarios; por el contrario, actuó en total detrimento de los mismos llevándolos a la ruina y/o desaparición. Así estas políticas que han sido favorables al gran capital fundamentalmente extranjero han provocado: 1) una acentuación del proceso de concentración de la propiedad de la tierra, acompañado por un proceso de extranjerización de la misma; 2) una creciente subordinación del sector al sector industrial y financiero (mostrando como signo de este proceso la creciente participación de los pools de siembra y fondos de inversión agrícola); 3) el reagravamiento de la lucha de clases que va desde los movimientos de deudores hasta las organizaciones de campesinos que resisten el avance de la gran propiedad agrícola; 4) la acentuación de la tendencia al monocultivo de soja, con sus potenciales daños ecológicos y ambientales.13 Un debate instalado dentro de las posiciones críticas tiene como punto central la importancia que mantendría o no la propiedad de la tierra. Señalando las características del Censo Nacional Agropecuario en el sentido de que no se distingue entre propiedad y explotación, y dado que el censo sólo toma en cuenta esta última, se señala que no se puede inferir que la reducción en la cantidad de explotaciones conlleve una reducción en la disminución de propietarios. Sería definitoria, por lo tanto, la posesión de capital que permite a actores que no son propietarios transformarse en empresarios arrendatarios.14 Sea en uno o en otro sentido, esta vertiente recalca el aumento en la escala de explotación como una de las causas del desplazamiento de productores de la actividad, sea por pérdida de propiedades, sea por la necesidad de arrendarlas, caso este que conlleva también graves problemas sociales. Algunos estudios a mitad de camino entre las posiciones críticas y estructuralistas tratan de matizar y especificar los pros y los contras (con respecto a determinados actores) del proceso de introducción de las nuevas tecnologías, así su posición está a mitad de camino entre 13

Azcuy Ameghino, Eduardo, “Las reformas económicas neoliberales y el sector agropecuario pampeano (1991-1999)”, en Ciclos, volumen X, número 20, segundo semestre de 2000, pp. 191219. Para Azcuy Ameghino, un factor fundamental lo constituye aún la renta diferencial de la tierra, señalando al cambio tecnológico como moderado. Teubal, Miguel y Javier Rodríguez, Agro y alimentos en la globalización. Una perspectiva crítica, La Colmena, Buenos Aires, 2002, pp. 63-89 y 108-109. Los autores consideran que se ha constituido un nuevo actor fundamental en el agro: los agronegocios, donde el rol principal lo jugarían las grandes empresas de capital transnacional productoras tanto de insumos como de semillas. Un aspecto interesante que señalan es la continuidad de este proceso, ya que señalan que la introducción de los híbridos de maíz constituye el inicio de un proceso de paulatina pérdida de autonomía de los productores agropecuarios y su subordinación a otros eslabones de la cadena agroalimenticia. 14 Barsky, Osvaldo, “El censo del campo. Una foto nítida”, en Clarín, 9/04/2003.

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aquellos que señalan la total subordinación de los productores sostenida por la perspectiva crítica y la absoluta libertad de elección que marca la escuela ortodoxa. Reconociendo la desaparición de casi cien mil explotaciones, se matiza su impacto, ya que para muchos productores, sobre todo de la zona pampeana, el arriendo o la venta de la propiedad han significado un buen negocio. Con respecto al éxodo rural que se habría producido, el mismo es una continuación de un proceso de vieja data (la región pampeana perdió menos población entre 1991 y 2001 que en la década anterior). En cuanto a la disminución de empleo causada por la introducción del paquete tecnológico, los efectos serían más bien indirectos y deberían ser objeto de un cuidadoso estudio. Para el Chaco, los efectos sobre el minifundio algodonero serían mínimos ya que las superficies y la localización de éstos no serían aptos para el cultivo de soja, que se habría localizado sobre todo en predios medianos y grandes utilizados previamente para maíz, girasol y ganadería. Las consecuencias aquí serían más ambientales que sociales, al menos en un primer momento. Completamente diferente es la situación en Santiago del Estero, Salta y Tucumán, donde dos poblaciones compiten por el uso de la tierra con total desventaja para las comunidades campesinas.15 Sólo un trabajo señala la importancia de la siembra directa y narra la historia de los primeros ensayos intentando dar cuenta de las problemáticas y los escollos con que se encontró la investigación y la difusión de esta tecnología, sobre todo en sus primeras etapas. Sus señalamientos más importantes son: 1) La siembra directa (SD) es la tecnología más importante adoptada en la producción de granos en el MERCOSUR, lo que la acerca a la escuela neoliberal; 2) la SD y el paquete tecnológico a ella asociado evolucionaron: a) porque pudieron transformar desventajas en ventajas: la falta de interés del sector público se compensó con la libertad dada a sus investigadores para emprender sus propios programas de investigación. La lentitud del sector público incentivó la iniciativa privada, la duplicación de programas de investigación (los del INTA Marcos Juárez y los de Pergamino) permitió probar diferentes alternativas tecnológicas, b) por el interés de las empresas en desarrollar nuevos mercados y productos y de los productores por aumentar su rentabilidad, fundamentalmente reduciendo costos de mano de obra. Esta contribución es importante por su descripción de los pioneros, por su aporte de datos históricos para abonar la tesis de la falta de involucramiento del sector público en todo lo que hace a la siembra

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Reboratti, Carlos, “Efectos sociales de los cambios en la agricultura”, en Ciencia Hoy, volumen 15, número 87, junio-julio de 2005, pp. 52-61.

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directa, pero la historia de la misma se detiene prácticamente con la creación de AAPRESID.16 Los estudios mencionados han hecho importantes aportes, como la visión ortodoxa a través de materiales que pueden ser considerados etnográficos, las visiones estructuralistas y críticas señalando los nuevos actores presentes en la actividad, el rol del sector público y las consecuencias de los procesos de transformación agrícola. Nuestro trabajo parte de considerar a la siembra directa como una innovación fundamental de cuya historia daremos cuenta. La misma se desarrolló desde hace más de cuarenta años respondiendo al problema crucial de la erosión de los suelos que amenazaba la rentabilidad de la actividad, remarcando que el éxito de su desarrollo y difusión implicó la convergencia necesaria de distintos actores que formaron una red de innovación y cuyas características agronómicas, unidas a un contexto institucional dado, implicaron un proceso de diferenciación social que culminó en un marco tecnológico distinto del vigente durante las décadas de la primera revolución verde.17

16

Ekboir, Javier, “Sistemas de innovación y política tecnológica: siembra directa en el MERCOSUR”, documento de trabajo, PROCISUR, IICA, Buenos Aires, 2002. 17 El concepto de marco tecnológico acuñado por la escuela sistémica de estudios de la tecnología constituye un conjunto de conceptos y técnicas empleados por la comunidad para la solución y el reconocimiento de un problema, de las estrategias y los requerimientos para encontrar la solución de los mismos y la asignación “negociada” de un significado común. Brieva, Susana, “Dinámica socio-técnica de la producción agrícola en países periféricos: proceso de cambio socio-técnico en el cultivo de soja en Argentina desde la década del 70 a la actualidad ”, ponencia en las XX Jornadas de Historia Económica, Mar del Plata, octubre de 2006, pp. 15-16.

IDTEDG14

Capítulo I

El entorno productivo de la aparición de la siembra directa (años 1960-1980)

Previo a la historización de la introducción de la siembra directa en la Argentina, nos parece de fundamental importancia hacer una referencia al contexto de desarrollo agrícola dentro del cual tuvieron lugar las primeras experimentaciones y su adopción por algunos productores pioneros. Nos parece importante porque como ya lo hemos señalado en la introducción la siembra directa constituye una continuidad y también una ruptura de un proceso de transformaciones en la agricultura pampeana, especialmente en los escenarios geográficos que se conocen como zona núcleo, o sea, sureste de Córdoba, norte de la provincia de Buenos Aires y sur de Santa Fe.18 Haremos mención dentro de estas transformaciones sociales a los actores sociales que las llevaron a cabo y cómo se distribuyeron los frutos del avance tecnológico. 1. Desarrollos tecnológicos desde los inicios de los años sesenta: tractorización, híbridos y cultivo de soja Entre las transformaciones más significativas que se llevaron a cabo durante las décadas en cuestión se encuentra la incorporación del tractor automotor. Este hecho tuvo un efecto positivo en el aumento cuantitativo de la producción pues permitió a los arados una mejor roturación de los suelos y con ello una cama de siembra pareja, asegurando una mejor emergencia del cultivo. Las cosechas se tornaron más veloces minimizando riesgos, permitiendo aprovechar el momento oportuno para llevarlas a cabo, mejorando la relación superficie sembrada/superficie 18

Al respecto, algunos autores como Héctor Huergo, “CD inédito”, op. cit., señalan que el proceso de los noventa no constituye una continuidad de los cambios acaecidos previamente sino que señalan un quiebre, al que por ello denomina segunda revolución verde. Ya hemos señalado en la introducción nuestra posición respecto del tema en el sentido de indicar los elementos de continuidad y aquellos que consideramos de ruptura.

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cosechada. De esta forma se completó la mecanización de la operatoria agrícola, mejorándola y adaptando los otros implementos a la nueva modalidad de arrastre. Estos procesos fueron acompañados por la paulatina introducción de mejoras genéticas en los principales cultivos de la zona: trigo, maíz y girasol, y la introducción de dos nuevos cultivos: soja y sorgo.19 Estas transformaciones resultaron en el aumento de la producción agrícola a través sobre todo del aumento de los rendimientos y en consecuencia en la mejora de la rentabilidad de la actividad. Se produjo una interacción entre la mecanización agrícola y la introducción de los híbridos ya que el potencial de la maquinaria con tracción automotriz sólo podría concretarse con cultivos con alto grado de uniformidad a la maduración, altura de plantas pareja en los diversos estadios y en lo económico un alto volumen de producción. Estos dos procesos interactuaron para producir los efectos antes señalados, situación que es dable apreciar en el Cuadro 1. Cuadro 1(*): Valor de la producción, superficie agrícola y productividad de la tierra. Provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, índice 1963/64-1964/65 = 100. Para trigo, maíz, soja, sorgo y girasol Año prom. trienales

Valor producción

Sup. agrícola

Productividad de la tierra

1963/1964

100

100

100

1968/1969

100

101,3

92,0

1978/1979

160,3

104,7

153,0

1981/1982

212,7

127,5

166,8

Fuente: Obschatko, Edith, Los hitos tecnológicos en la agricultura pampeana, CISEA, Buenos Aires, 1984, p. 75. (*) Obschatko toma los años 1963-1965 como base por ser los años en que se completa el proceso de introducción del tractor automotor y comienza recién la introducción de las mejoras genéticas.

En este cuadro podemos constatar que es sobre todo en la década de los setenta donde se verifica un aumento de la producción que puede atribuirse a la introducción de tecnología, ya que el valor de la producción aumenta un 60%, mientras que el incremento en la superficie agrícola es sólo del 4,7%. Por el contrario, en los comienzos de la década de los ochenta el aumento de la superficie agrícola contribuye al aumento de la producción en mayor medida que en el período anterior. 19

Las mejoras genéticas fueron los híbridos de maíz, sorgo y girasol, germoplasma mexicano con sus variedades de ciclo corto y respuesta a fertilizantes, y el paquete soja, que incluye la semilla adaptada a las condiciones del lugar, agroquímicos y maquinaria específica.

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El proceso de agriculturización avanza por la incorporación de nuevas tierras y por la introducción de nuevas tecnologías que aumentan la productividad de la misma, produciéndose una interacción entre ambos fenómenos en el período que va desde 1978 hasta 1982. La rentabilidad aumentó en este período en forma diferencial para los distintos cultivos. En el caso del maíz, que podemos apreciar en el Cuadro 2, no fue capturada sólo por el productor: parte fue transferida al semillero proveedor del híbrido y parte a los consumidores por la disminución de precios que se operó en ese período.20 Cuadro 2: Maíz: rendimientos y rentabilidad en la región típica maicera21 Período

Margen bruto por hectárea Miles $ en 1981

1961/1962 1963/1964

721,5

1977/1978 1981/1982

957,9

Variación %

Rendimientos Kg Ha

Variación %

2381 32,8

4496

88,6

Fuente: Obschatko, Edith, Los hitos tecnológicos en la agricultura pampeana, CISEA, Buenos Aires, 1984, p. 21.

En el caso del trigo también se registra un aumento de la rentabilidad, pero con variaciones según zonas y especies.22 2. Particularidades del cultivo de soja: rentabilidad, cambios agronómicos y empresariales A diferencia de los otros cultivos que no cambiaron profundamente las prácticas agronómicas usuales,23 la introducción del cultivo de soja 20

Obschatko admite obviamente que la rentabilidad engloba los efectos no sólo de variación en rendimientos sino también de precios de producto, de precios de insumos y de costos físicos. De todos modos, la conclusión arriba mencionada está avalada por estudios sobre la relación de precios insumo-producto, cuyo incremento entre los años 1961 y 1981 está avalado por publicaciones técnicas, como Penna , J. et al., Las tasas de crecimiento agrícola en algunas zonas cerealeras de la Argentina 1961-1981, INTA, Buenos Aires, mayo de 1982, p. 10; Obschatko, E., Los hitos tecnológicos..., op. cit., p. 21. 21 La zona maicera típica abarca sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires. Obschatko, E., Los hitos tecnológicos..., op. cit., p. 18. 22 Obschatko, Edith, Los hitos tecnológicos..., op. cit., p. 55. 23 No hubo cambios drásticos pero sí refinamiento en el manejo agrícola, mayor precisión y coordinación de labores así como mejoras en la precisión de la maquinaria agrícola. Obschatko, E., Los hitos tecnológicos..., op. cit., pp. 7-12; Huergo, Héctor, “CD inédito”, op. cit.

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merece una mención especial ya que trajo aparejados cambios tanto a nivel macroeconómico como microeconómico. La historia de la adaptación de la semilla de soja a la Argentina puede ser datada ya desde inicios del siglo XX y constituye un buen ejemplo de cómo un proceso de adaptación deviene un verdadero proceso de innovación tecnológica. Antes de que Le Breton intentara hacerlo en forma oficial en 1925, con semilla europea, el FF.CC. Buenos Aires Pacífico había intentado su cultivo comercial. Otros intentos fueron realizados por empresas privadas (Gobecia S.A. y Bunge y Born). Todos estos experimentos fracasaron por el desconocimiento de los requerimientos adaptativos. Para el éxito de la adaptación del cultivo de soja, fueron decisivas la red privada-pública que se desarrolló a partir de la filial de Brandt Laboratories, Agrosoja, establecida en 1956, y la Dirección de Investigaciones Agrícolas (INTA a posteriori), con redes de ensayos en Pergamino y Sáenz Peña. Este convenio tuvo lugar entre los años 1956 y 1960. Al mismo tiempo, las cátedras de cultivos industriales y de climatología y fenología agrícolas de la FAUBA estudiaban la adaptabilidad de la semilla. Estos estudios realizados en distintas partes del país permitieron un proceso de adaptación a las condiciones locales, la selección de semillas adecuadas y un conocimiento cada vez mayor de problemas de implantación, maquinarias y enfermedades. En julio de 1962 se produjo el primer embarque argentino de soja con destino a Hamburgo. Como resultado de estos trabajos, la investigación y el desarrollo continuaron en forma ininterrumpida.24 Como puede verse, hubo procesos de investigación y adaptación así como políticas institucionales específicas ya que se requerían elementos tales como herbicidas ad hoc, cosechadoras e inoculantes, para lo cual era necesario autorizar su importación en un primer momento y estimular su fabricación a posteriori.25 Desde este mismo ángulo, los altos precios internacionales y la fijación de un precio sostén suficientemente elevado motivaron a los productores para su rápida adopción.26 24

Giorda, Laura, La soja en la Argentina, INTA, Centro Regional Córdoba, Córdoba, 1997, capítulo 1, en www.planetasoja.com.ar/trabajos. 25 En 1970, para viabilizar la incorporación de la soja en la agricultura pampeana se creó la Comisión Permanente para el Fomento del Cultivo de la Soja, que estaba integrada por entidades administrativas y técnicas del sector público, y entes representativos de la comercialización y la industria privada, como la Bolsa de Cereales y el Instituto Agroindustrial de Oleaginosas. A partir de los ochenta la Comisión continuó su labor como Asociación Argentina de la Soja. Giorda, Laura, La soja en..., op. cit. 26 En 1965 se fijó un precio mínimo y en 1966 un precio sostén. Giorda, Laura, La soja en..., op. cit.; Peretti, Miguel Ángel, “La economía del trigo”, Serie Publicaciones del Instituto de

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A nivel microeconómico, la soja implicó un manejo de la empresa agropecuaria cualitativamente diferente y tecnológicamente superior. El cultivo de soja se realizó siguiendo al del trigo, situación esta permitida por la adopción de los trigos de ciclo corto, lo que unido a la tracción motriz permitía adelantar la cosecha de trigo y seguirla con un nuevo cultivo, en este caso la soja. Requería seguimiento de estrictos cronogramas de labores, conocimientos sobre manejo de malezas, uso adecuado de maquinarias. El asesoramiento técnico constituyó un elemento fundamental de la producción ya que al tratarse de un cultivo nuevo y de una nueva forma de encarar la actividad agropecuaria (doble cultivo en lugar de sistemas mixtos) no existía experiencia previa aplicable como en el caso de la introducción de las innovaciones genéticas, que no implicaron cambios fundamentales en el manejo agronómico. En lo que respecta a control de malezas, se intensificó el uso de herbicidas con el paso de los de post emergencia a los de preemergencia, tales como la trifluralina. Como factor negativo debe mencionarse que debían ser incorporados al suelo, lo que implicaba un laboreo intensivo. Por otro lado, para la implantación correcta en fecha de la soja, se recurría entonces a la quema de rastrojos, otra práctica erosiva. También para la siembra inmediata fue necesario aumentar la potencia de los tractores, que a partir de los ochenta comenzaron a fabricarse en el país. Todo esto contribuyó a aumentar la degradación del suelo, pero aumentó los conocimientos agronómicos y cuellos de botella derivados de este proceso.27 La interacción entre los trigos de ciclo corto y el cultivo de soja permitió el incremento de la producción sin desplazar a otros cultivos, lo que elevó la rentabilidad del productor agropecuario. En el Cuadro 3 puede verse la evolución del cultivo de soja durante esta primera etapa, sobre todo el espectacular aumento en la superficie sembrada, pero fundamentalmente en la producción, ya que entre las décadas de los setenta y los ochenta la primera crece 51 veces mientras que la segunda lo hace 140, determinando un notable aumento de los rendimientos por ha. Ya en los inicios de la década de 1970 es dable observar un aumento del 67% en los rendimientos del cultivo, que se puede atribuir a los avances tecnológicos ya señalados en general, o sea, la eficiencia dada por el uso del tractor automotor, las mejoras en sembradoras y cosechadoras y, respecto de la soja en particular, la calidad de la semilla y el uso de herbicidas e inoculantes adecuados. Debe recordarse que en 1971 la soja fue incorporada a las semillas Economía INTA Marcos Juárez, abril de 2004. En www.inta.gov.ar/MJUAREZ/info/documentos/economía/trigo. 27 Huergo, Héctor, “CD inédito”, op. cit.

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que debían ser fiscalizadas, y en 1972 se había declarado el cultivo de soja de interés nacional.28 Estos avances dan cuenta también del hecho de que ya tempranamente el área cosechada alcanza a la casi totalidad de la superficie sembrada; si bien el porcentaje de 1980 es sólo levemente superior al de la década de 1970, la magnitud de la superficie sembrada en 1980 hace que este porcentaje adquiera mayor significación. Cuadro 3: Evolución superficie sembrada, cosechada, rendimientos y producción total de soja (todo el país) Campaña

Área sembrada Ha

% Área cosechada

Rendimientos Kg/Ha cos.

Producción Tns

1959/1960

952

90,1

968

831

1970/1971

37.700

96,4

1624

26.800

1980/1981

1.925.000

97,7

2005

3.770.000

Fuente: Obschatko, Edith, Los hitos tecnológicos en la agricultura pampeana, CISEA, Buenos Aires, 1984 , p. 32.

Pero sería sin duda la combinación del cultivo de soja con el de trigo, hecho posible por la aparición de los trigos de ciclo corto, una de las principales motivaciones para la adopción de la oleaginosa, al tiempo que determinaría problemas agronómicos a resolver, tales como adelantamiento de fechas de siembra, que se constituirían en uno de los más importantes motores a la hora de adopción de la siembra directa. En el Cuadro 4 podemos apreciar cómo el doble cultivo se constituye en la alternativa más rentable para un productor de la zona maicera, a pesar del hecho de que los gastos totales son los más altos. También nos permite ver cómo la rentabilidad de la soja aventaja en forma considerable a aquella del maíz y del trigo, constituyendo una causal fundamental en el desplazamiento de estos cultivos por parte de la oleaginosa. Otra de las ventajas la constituía la obtención de ingresos a mitad del ciclo para financiar el cultivo de segunda y la distribución de riesgos climáticos y de mercado al realizar dos cultivos. Este atractivo tenía sin embargo inconvenientes, ya que implicaba un uso más intensivo del suelo y un mayor consumo de nutrientes, con consecuencias para la fertilidad del suelo a largo plazo, acentuándose los problemas erosivos de la zona, que eran de larga data. 28

Giorda, Laura, El cultivo de soja..., op. cit.

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Cuadro 4: Zona maicera. Comparación de márgenes brutos y gastos totales para varios cultivos para el máximo rendimiento (en % considerando gastos y margen de la soja de 1ª, rendimiento medio = 100). Precios: relaciones históricas 1971/1981 Trigo

Maíz

Soja de 1ª

Soja de 2ª

Trigo / soja

Gastos totales

60,8

109,0

106,3

83,2

137,7

Margen bruto por ha

63,8

85,1

101,7

114,3

146,4

Fuente: Obschatko, Edith, Los hitos tecnológicos en la agricultura pampeana, CISEA, Buenos Aires, 1984, p. 41.

3. Los protagonistas de los cambios: la empresa familiar y la gran empresa. Proveedores de insumos y maquinarias, institutos públicos ¿Quiénes fueron los protagonistas de estos cambios? Obschatko señala que los mismos se concentraron en los productores cuyas explotaciones iban de las 400 a las 2500 ha, que son las que durante el período aumentan en cantidad y en superficie,29 y también en los empresarios familiares (25 a 400 ha), éstos fundamentalmente a través de su rol como contratistas. El contratismo es una resultante de factores históricos, sociales y económicos propios de la agricultura de la región pampeana, que se remontan a mediados del siglo XIX.30 Constituía una solución ideal tanto para la pequeña como para la gran empresa agrícola. En el primer caso permitía superar las trabas de la escala necesaria para un uso eficiente del parque de maquinarias, mientras que en el segundo evitaba 29

Esto estaría mostrando, según Obschatko –Los hitos tecnológicos..., op. cit.–, que es en ese rango donde se encuentra la escala más conveniente, ya que más allá de éste la complejidad creciente incrementa los costos medios. 30 Son numerosos los trabajos que señalan la aparición temprana del contratismo y el rol dinámico cumplido por éstos y por un sector de arrendatarios. La figura del contratista, pero también del propietario que amplía su actividad a través del arriendo de tierras, es estudiada en detalle por Blanca Zeberio ya para las primeras décadas del siglo XX en “La situación de los chacareros arrendatarios”, en Mandrini, Raúl y Andrea Reguera (comps.), Huellas de la tierra, IHES, Tandil, 1993. También sobre el mismo tema véase Pucciarelli, Alfredo, El capitalismo agrario pampeano 1880-1930, Hyspamérica, Buenos Aires, 1986. Para el período que estamos sometiendo a estudios: Lodola, Agustín y Román Fossati, “Servicios agropecuarios y contratistas en la Pcia. de Buenos Aires. Régimen de tenencia de la tierra, productividad y demanda de servicios agropecuarios”, Documento de Trabajo número 15, UB, en www.ub.edu.ar/investigaciones/ dt_nuevos/115/lodola.pdf. Los autores señalan la temprana aparición, tal como lo hace Obschatko, de distintas modalidades de contratismo asociadas a la producción y el solapamiento de actividades, es decir, tempranamente asesores que producen, propietarios que amplían su escala y el rol cada vez más importante del asesoramiento agronómico.

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mantener la inversión en capital fijo a veces inactivo. Y para todas, la restricción de la mano de obra calificada. El contratista que en principio sólo contrataba labores va paulatinamente evolucionando hacia nuevas formas de contrato y pago, generalizándose el arrendamiento por un año o por un cultivo pagadero a porcentaje de la cosecha, cobrando cada vez más presencia en este período el empresario o productor agrícola sin tierra que posee capital y conocimientos para emprender o ampliar la actividad productiva, que se suma al tradicional productor pampeano que ampliaba su escala a través del arrendamiento. El rol del contratismo en la reorganización de la producción pampeana fue decisivo a la hora de incorporar innovaciones: el uso más intenso de su maquinaria le implicaba al contratista una renovación más frecuente de la misma y por lo tanto contactos con fuentes de información tecnológica (proveedores de maquinaria e insumos en general). Al prestar servicios tanto a grandes como pequeñas empresas se evitó de esta manera el riesgo de una polarización en función del uso de tecnología a favor de la gran empresa. El INTA y universidades realizaron investigación básica en genética y en mejoramientos así como investigación en manejo agropecuario y difusión a través de la extensión. El INTA fue el desarrollador casi exclusivo de las variedades de trigo, realizó la investigación básica con respecto al maíz y tuvo un rol activo en la implementación del paquete soja. Las empresas privadas, por otra parte, se dedicaron a los desarrollos de genética aplicada, centrándose en las líneas más exitosas. Las variedades autógamas, por razones evidentes, no interesaban a las empresas multinacionales de semillas, ya que esto no les garantizaba la captura de un mercado. De ahí que se dedicaran fundamentalmente a las especies híbridas de maíz y girasol. Los fabricantes de maquinaria agrícola produjeron desarrollos muy adaptados a las condiciones del mercado local a través de desarrollos de implementos agrícolas, mientras que en el rubro tractores sólo una fábrica nacional desarrolló modelos que debían contemplar las características de la producción a nivel local.31 31

Para muchos autores, estas características del proceso de introducción de innovaciones caracterizado por la adaptación a condiciones macroeconómicas restrictivas que sólo permitían el desarrollo de tecnologías de “costo cero” –Huergo, Héctor, “CD inédito”, op. cit.– constituyeron un factor limitante del progreso agrícola y responsable de no haberse adoptado en su momento un paquete tecnológico más moderno que hubiera incluido la siembra directa. No tiene sentido hacer historia contrafáctica, pero en todo caso estas mejoras tecnológicas permitieron el desarrollo fundamental en la actividad agrícola de cualidades de adaptación a condiciones cambiantes. Esto no sólo en cuanto a la adopción de las variedades de semillas, adaptadas a condiciones climáticas y enfermedades, sino en la industria de maquinaria, que desarrolló soluciones específicas para zonas y cultivos. Esto puede ser interpretado como una

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4. Las consecuencias del cambio tecnológico. El problema de la erosión de los suelos El entusiasmo despertado por las innovaciones y su consecuente boom productivo se vio sin embargo opacado por las consecuencias del proceso de intensificación agrícola, que potenciaba un proceso erosivo de larga data amenazando con la disminución de los rendimientos. Aun antes de comenzar las experiencias e investigaciones en siembra directa, muchos productores, tal como había sucedido en los Estados Unidos, intentaban labranzas menos agresivas, lo que fue creando entre ellos la conciencia de la necesidad de acciones para detener este proceso. Muchos se informaban acerca de las experiencias que se llevaban a cabo en los Estados Unidos o viajaban en ocasión de ferias. Otros también intentaron la siembra directa, pero en general fracasaron por falta de experiencia y conocimientos. Aún no se ha investigado la magnitud de este proceso, pero a través de las entrevistas realizadas a productores hemos podido entrever que las mismas estaban más difundidas de lo que comúnmente se acepta. Estas búsquedas ponen de manifiesto no sólo el problema y las inquietudes consiguientes sino también una predisposición a la adopción de nuevas tecnologías.32 Productores de la zona de Rosario intentaban la siembra directa, adaptando sembradoras convencionales.33 Ricardo Ayerza adaptó una sembradora de papas para efectuar siembra de pasturas34 en Salliqueló y Río Cuarto. En Córdoba hubo intentos de practicar siembra directa por parte de algunos productores de ambas zonas.35 A fines de la década de los sesenta Santos Alzari, herrero de Ascención, partido de Junín, desarrolló una sembradora de siembra directa a pedido de productores de la zona.36 A nivel institucional el problema de la erosión de los suelos había sido ya motivo de las preocupaciones de los organismos de investiga-

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limitante, pero veremos que, para adopciones posteriores de la siembra directa, esta aptitud y saber hacer puede constituir una ventaja. Estos ejemplos puntuales hacen pensar que deben de haber sido muchos los productores que intentaban estos desarrollos y que la continuidad o no de las experiencias tendrá que ver, además de variables individuales y la falta de experiencia e insumos indispensables, con los medios más amplios en los cuales se desarrolla la vida social de los productores. Nos referimos a los modos de circulación de información, a los patrones considerados deseables por la comunidad a la que se pertenece, la llegada o no del INTA u otras agencias de cambio, etc. Entrevista a José Alche, ex productor de la zona de Rosario en la década de los sesenta, 16/07/2005. Entrevista a Jorge Pereyra Iraola, productor de la zona de Henderson, 8/07/2006. Entrevista a Enrique Waldman, ex propietario de la cabaña Los Montes, Salliqueló, y ex productor de Río Cuarto, 23/03/2005. Entrevista a Hugo Leale, vecino de la zona (Ascensión), 3/05/2006.

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ción, el INTA en primer lugar.37 Alrededor de 1960, dentro del INTA se comenzó a trabajar en la conservación de este recurso y del agua. En 1968 a través del Proyecto FAO/INTA/UNDP se reforzaron las actividades sobre conservación con la llegada de expertos estadounidenses, que junto con técnicos del INTA Marcos Juárez comenzaron a trabajar en la cuenca del río Carcarañá. Se logró formar una escuela de técnicos que aprendió a trabajar en la conservación de los recursos suelo y agua, y a la vez se asesoró a una importante cantidad de productores. Esta actividad daría frutos muchos años más tarde con la promulgación de la ley nacional número 22.428 de 1981, de Fomento a la Conservación del Suelo, que permitió incrementar la lucha contra la erosión a través de consorcios de productores con el asesoramiento de técnicos privados y del INTA, lo que pone de relieve la existencia de un cierto nivel de compromiso institucional respecto de esta problemática. Si bien las recomendaciones pasaban fundamentalmente por el manejo a través de terrazas más que a través de cambios en el manejo de las labranzas, sirvieron para crear la conciencia acerca del problema dentro de los institutos públicos y de la necesidad de generar soluciones. En otra línea de investigaciones, en el INTA Anguil se desarrolló una intensa tarea de búsqueda e identificación de especies que permitieran revertir el proceso de intensa erosión y degradación, por pastoreo excesivo y vientos, que se iba produciendo en la zona, así como la identificación de las malezas perjudiciales para los cultivos y la actividad ganadera. Fue pionero en este derrotero del INTA Anguil el ingeniero Guillermo Covas, discípulo de Lorenzo Parodi, uno de los botánicos que realizaron un exhaustivo inventario de vegetación autóctona. La estación de Anguil lleva su nombre. Creemos que a través de estas someras descripciones hemos mostrado el trasfondo dentro del cual tendría lugar el surgimiento de las primeras experiencias en siembra directa: un clima favorable a la introducción de nuevas tecnologías dado el efecto beneficioso que éstas habían tenido en la rentabilidad de los agricultores, y los cuellos de botella que estas innovaciones iban produciendo, lo que llevaría a la exploración de nuevas vías tecnológicas para su superación.

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También los institutos provinciales de investigación desarrollaron labores de investigación sobre erosión de suelos, entre ellos la CIC, Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires.

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Por otra parte, si bien el aumento de rentabilidad es un aspecto fundamental, la innovación tecnológica despierta curiosidades y crea climas favorables para su introducción antes de que la misma se traduzca en una mayor rentabilidad, e induce a los pioneros al riesgo de la prueba.38

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Heri Rosso, productor pionero en la adopción de la siembra directa, da testimonio de cómo a partir de la tractorización se creó en su empresa una actitud general favorable a la introducción y experimentación de avances tecnológicos, lo que, unido a los cuellos de botella señalados, los decidió a contratar a un asesor: Rogelio Fogante, quien junto con el ya citado y otros se constituirían en pioneros de la siembra directa. Rosso, Heri, “Nuestra evolución hacia la siembra directa. Empresa Agrícola Aldo y Heri Rosso”, en el I Congreso Latinoamericano de Siembra Directa, Villa Giardino, 25 al 29 de marzo de 1992, AAPRESID, Rosario, 1992. También es interesante señalar el pasaje de los “fierros” a una actitud más general proclive a la innovación en la biografía de Gino Minucci, miembro fundador de AAPRESID, que comienza a interesarse por las innovaciones agronómicas a partir de su interés por la maquinaria agrícola, nacido de la instalación de un taller mecánico (AAPRESID, Boletín número 43, junio de 1996).

Capítulo II

Experimentación y pioneros: mediados 1960-1985

En los acápites que siguen daremos cuenta de los procesos a través de los cuales se avanzará en la implementación y puesta a punto de la nueva tecnología. En este proceso, la temprana visualización de necesidades e intereses comunes irá formando la red de actores que tratará de impulsar la siembra directa y resolver los cuellos de botella que se irían presentando: productores, técnicos y proveedores de insumos. Consideraremos también las acciones institucionales y los lazos informales que contribuirán al proceso innovador en esta primera fase. El control de malezas en siembra directa constituyó el primer y mayor problema de los técnicos, productores e investigadores. El principio básico del uso de herbicidas era una indicación muy general que necesitaba especificaciones precisas para cada cultivo y zona agroecológica. Se necesitaba también un mejor conocimiento de plagas y enfermedades que podrían sobrevenir, ya que cambiaba completamente la dinámica físico-química del suelo al no removerlo. Por otra parte, la menor temperatura de éste por la cobertura implicaba cambios en el manejo, adelantamiento o postergación de fechas de siembra así como cambios en el uso de variedades de semilla. El otro gran problema a resolver lo constituía la implantación, ya que se requería de maquinarias distintas que pudieran implantar la semilla sin remover el suelo. Y al no existir fenómenos de mineralización por no incorporación de malezas al suelo, se requería de la fertilización para que los rindes no cayeran, y determinar al mismo tiempo las mejores formas de introducir el fertilizante. Las problemáticas agronómicas incluían tanto insumos como manejos, y las interacciones entre éstos debían ser puestas a punto para que el sistema pudiera funcionar. Los insumos los proporcionaría la industria privada de agroquímicos y maquinarias; los semilleros también jugarían un importante papel por la provisión de variedades que

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se adaptaran al nuevo sistema. El manejo tenía que ser puesto a punto por los investigadores y los productores. Esto nos da ya la idea de la complejidad de los fenómenos que debieron ser abordados para llegar a la maduración de un nuevo sistema de labranza, basado justamente en la no remoción del suelo. Es por ello que esta etapa es de crucial importancia, ya que en ella sobre todo se produce la identificación de los cuellos de botella que la investigación y la práctica deberán ir solucionando; en principio, aquellos relacionados con los problemas de primera generación, o sea, el control de malezas y la implantación, para entrever también los que se irán presentando a posteriori. 1. Los comienzos de las experiencias institucionales, 1964-1974 A continuación se expondrán las experiencias pioneras en siembra directa de inserción institucional limitada, donde irán confluyendo los distintos actores necesarios para llevarlas a cabo. Al momento en que éstas se inician de manera esporádica, tanto en las instituciones de investigación como por parte de productores pioneros, existe una masa crítica conformada sobre todo por las investigaciones realizadas en los Estados Unidos39 y en 39

La necesidad de la siembra directa aparece en los Estados Unidos como una respuesta a la preocupación despertada por la erosión de los suelos, después de años de sucesivas labranzas y fundamentalmente luego de las tormentas de polvo que asolaron a las grandes llanuras norteamericanas (las llanuras entre el río Mississippi y las montañas Rocosas) en el primer quinquenio de la década de los treinta, lo que llevó a intentar labranzas más conservacionistas a través del arado de cincel y al mantenimiento de cierta cobertura de rastrojos. La siembra directa aún no era posible por la falta de herbicidas adecuados para el control de malezas.Pero la preocupación por la situación entre productores e investigadores llevó a que las empresas fabricantes de insumos agropecuarios se esforzaran en el desarrollo de éstos, lo cual dio sus frutos a fines de la Segunda Guerra Mundial con la aparición en el mercado del herbicida 2-4D, permitiendo el comienzo de experiencias en siembra directa. Las compañías fabricantes de herbicidas continuaron con las investigaciones para mejorar los productos adaptados a esta técnica, y en 1955 ICI (Imperial Chemical Industries) lanzó el Paraquat, que comenzaría a comercializarse en 1961.En la década de los sesenta ya algunos agricultores, reconocidos hoy como los pioneros de la siembra directa en el país del norte, comenzaron cultivos a escala comercial, lo que alentó a las empresas fabricantes de maquinaria agrícola a desarrollar las primeras sembradoras para siembra directa involucrándose en la red de investigación y difusión de la labranza cero, tal como lo habían hecho las empresas fabricantes de agroinsumos. En el sector público el USDA (United States Department of Agriculture) y las universidades de Illinois y Kentucky se transformaron en centros de investigación fundamentalmente agronómica, en estrecha relación con los actores antes mencionados, produciéndose a fin de la década de los sesenta una abundante bibliografía que daba cuenta de las experiencias e investigaciones. En 1973 apareció el libro de Shirley Phillips y Harry Young: No Tillage Farming, Reiman Assoc., Milwaukee, Wisconsin, 1973, que constituyó un compendio de todos los conocimientos y experiencias que hasta el momento se tenían sobre siembra directa. Actualizado luego en 1984, es interesante señalar que, después de los Estados Unidos, la siembra directa, por influjo directo de ICI, se

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Brasil,40 pero también aquella vinculada al cultivo de soja y a la conservación de suelos. A la par de los conocimientos agronómicos existe una actitud innovadora y proclive a la búsqueda o aceptación de la innovación, ligada obviamente a una fuerte motivación en el mantenimiento o aumento de la rentabilidad empresaria. Como ya ha sido señalado, las tentativas de aplicación de la siembra directa no fueron patrimonio exclusivo de los institutos de investigación, pero son las que han sido mejor documentadas y las que pudieron exponer sus resultados de una manera sistemática, mientras que las experiencias intentadas por los productores sirvieron para crear una conciencia de las posibilidades y en un primer momento de las limitaciones y problemáticas que implicaba la adopción de la tecnología en cuestión. En el contexto de las experiencias relacionadas con el control de la erosión de los suelos se desarrollaron las primeras experiencias de no labranza. Las efectuaba en forma individual Marcelo Fagioli en el INTA Pergamino, desde 1964. Estudiaba el efecto de distintas profundidades de labranza sobre la humedad de los suelos y el efecto de esto sobre el sistema radicular del maíz y los rendimientos. Para ello contrastaba parcelas con labranza (a distintas profundidades) con una en la que no efectuaba ninguna, ahuecando la tierra con un palo puntiagudo y controlando malezas con atrazina y 2-4D, los herbicidas presentes en el mercado. Los resultados fueron alentadores: no encontró diferencias en los rendimientos en ambos sistemas, pero halló que la labranza cero tenía un efecto positivo en la conservación de la humedad del suelo. Sus investigaciones no eran muy tenidas en cuenta por la mayoría de sus compañeros de trabajo, ya que debe recordarse que el paradigma de la labranza constituía el modelo de la buena práctica agrícola. Sin embargo, causaron profunda impresión en el ingeniero agrónomo Carlos Senigagliesi, quien en 1970 fue transferido a la EEA Marcos Juárez. Allí, en compañía de dos colegas, comenzó a estudiar el efecto de la cobertura de rastrojos en la acumulación de agua sobre extendió en Gran Bretaña al punto que en 1973 el área en siembra directa alcanzaba las 200.000 ha. Las universidades de Gran Bretaña, por otra parte, hacían investigación en problemas de erosión de suelos. Derpsch, Rolf, “History of Crop Production with and without Tillage”, en www.rolf-derpsch.com. 40 Brasil fue el primer país sudamericano en introducir la siembra directa, en el estado de Paraná. Los productores brasileños tenían las mismas motivaciones y preocupaciones que sus pares del norte, y las empresas fabricantes de herbicidas comenzaron a percibir el enorme filón que representaba este nuevo tipo de labranza, estableciendo vínculos de investigación, promoción y desarrollo con las asociaciones de productores e instituciones estatales. Estos vínculos en el caso de Brasil fueron muy estrechos y el Estado, a través de IPEA (EMBRAPA a posteriori), se convirtió en un promotor importante de la siembra directa, constituyéndose al igual que en los Estados Unidos en una auténtica red de innovación, que servirá de referencia a los pioneros argentinos en siembra directa. “Histórico da entidade”, en www.febrapdp.org.

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el cultivo de maíz. Una empresa de la zona, L. y N. Schiavoni, adaptó una sembradora ad hoc para la experiencia, que se hizo en los campos del productor Mario Gilardoni. La misma demostró que los rastrojos en superficie permitían mayor acumulación de agua, pero, al ser insuficientes, la descomposición de los mismos y los vientos fuertes disminuyeron su acción antierosiva. Por otra parte, los rastrojos trajeron una plaga de cortadoras. Esta experiencia frustrada sirvió para ir mostrando los problemas que requerían ser solucionados: en primer lugar, el control de malezas y la implantación, la importancia de la cantidad y distribución de los rastrojos, las plagas asociadas a este nuevo tipo de labranza. Se constituyeron así en elementos determinantes a ser tomados en cuenta en los experimentos que llevaría a cabo en forma institucional el grupo de investigadores de esa EEA.41 También aportó información valiosa a los fabricantes de sembradoras respecto de las características que debían tener las cuchillas abresurcos para efectuar la siembra directa. Estos ensayos, si bien se realizaban dentro del INTA –en dos de sus estaciones experimentales ligadas a lo que se denomina zona núcleo–, no constituían un plan de investigación oficial, sino que formaban parte de un modus operandi en el INTA, de permitir que sus investigadores desarrollasen experiencias que les interesaran, utilizando los recursos de la institución u otros que pudieran conseguir por su cuenta. A pesar de la modestia de las mismas, sus resultados influyeron para que la investigación tomara un carácter institucional a partir de 1974. Se perfilaba ya, por otra parte, la necesaria confluencia de los actores involucrados: institutos públicos, fabricantes de maquinaria e insumos. 2. Las experiencias institucionalizadas en Marcos Juárez y Pergamino. Relaciones formales e informales entre productores, investigadores y fabricantes de insumos, 1974-1979 En esta sección abordaremos la definitiva institucionalización de la investigación en siembra directa y su difusión a través de canales tanto institucionales como informales. Se ha visto que las primeras experiencias y fundamentalmente las preocupaciones por la erosión de los suelos constituían un entorno propicio para este desarrollo.

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Senigagliesi, Carlos, ingeniero agrónomo, “Discurso de agradecimiento por el premio Bolsa de Cereales en 2003”, en www.inta.gov.ar/suelos/inst/Memoria_IS_2003; Ekboir, Javier, “Sistemas de innovación...”, op. cit.; entrevista a Víctor Trucco, 21/09/2005.

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A pesar de ello, cabe aclarar que la siembra directa no fue un tema que el INTA abordara en forma centralizada y orgánica sino que, tal como se vio en el capítulo precedente, en los primeros momentos respondió a inquietudes de investigadores de algunas estaciones experimentales. Son las experimentales, en donde el entorno “requiere” de soluciones, las que promueven la búsqueda de las mismas. Una investigación más detallada sobre la sociabilidad en la región nos descubriría con mayor precisión, además de los factores estructurales presentes, las razones específicas que llevaron a liderar a alguna de ellas –en especial a Marcos Juárez– la experimentación en siembra directa. En este proceso confluyeron productores, el Estado, los fabricantes de maquinarias y de insumos críticos como los herbicidas. Éstos se fueron constituyendo paulatinamente en una red de investigación, promoción y difusión de la innovación tecnológica. 2.1. Los primeros equipos de investigación: Marcos Juárez y Pergamino El inicio de las experiencias e investigaciones oficiales en siembra directa en 1974 fue coetáneo de la creación del Centro Nacional de la Soja en la estación experimental Marcos Juárez. Ya se ha comentado el impacto que había tenido este cultivo por su expansión, por los beneficios que había traído a los productores sobre todo a través del doble cultivo, y por la exigencia de manejos distintos y precisos con respecto a las prácticas agronómicas precedentes. A cargo de las primeras experiencias en lotes de la experimental estaban los ingenieros Mario Nardone, Hugo Marelli y Alfredo Lattanzi, que, incorporados al INTA a comienzos de la década para desarrollar estudios sobre conservación de suelos, habían sido becados a Inglaterra en el marco del proyecto FAO/INTA/UNDP por dos años para especializarse en la temática. Esto pone de relieve la inquietud que el tema suscitaba en la institución, y por ende la gravedad del problema entre los productores. Inglaterra en 1974 era el segundo país después de los Estados Unidos respecto de la superficie implantada en siembra directa, siendo al mismo tiempo pionera en investigación y difusión del sistema como la manera más novedosa de luchar contra la degradación de los suelos.42 42

La siembra directa en Gran Bretaña se practicaba junto con la quema de rastrojos. Esta práctica produce efectos positivos a corto plazo, pues mineraliza la materia orgánica y con ello se aporta nitrógeno, fósforo y potasio, logrando una fertilización inmediata pero reduciendo la materia orgánica a mediano y largo plazo. Por ello fue prohibida en Inglaterra a mediados de los años ochenta, cuando la superficie en siembra directa era de 275.000 ha. Esta prohibición y las grandes dificultades en el control de malezas llevaron al casi total abandono de la labranza

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Este entrenamiento permitió el inicio de las experiencias institucionales en siembra directa que arrancaron en primer lugar en los recientemente adquiridos campos de la experimental (169 ha), pero también, y como consecuencia de las fluidas relaciones que mantenía este grupo de investigadores con el entorno productivo, se sumaron productores inquietos y emprendedores de la zona.43 Un subsidio de FAO había permitido a los becarios mencionados adquirir una sembradora para siembra directa. Fuera del marco institucional, a través de las relaciones informales ya establecidas desde antes de la iniciación del programa, la sembradora fue prestada a diversas empresas de maquinarias de la zona (Schiavoni, Migra, Agrometal y Schiarre) para que desarrollaran prototipos adaptados a las condiciones y posibilidades locales. La asociación fue fructífera ya que permitió a los fabricantes de maquinarias explorar en nuevas líneas que parecían prometedoras, al tiempo que los investigadores se procuraban los elementos necesarios para sus experiencias. Las cuestiones fundamentales en estos primeros años tuvieron que ver con la rotación trigo-soja y con la posibilidad de mantener mayor grado de humedad en el suelo y evitar la erosión a través de la acción de la cobertura de rastrojos. En otra línea de difusión, Rogelio Fogante, que había trabajado en Marcos Juárez (de donde había sido despedido en 1976), comenzó a asesorar a productores de la zona, entre ellos los hermanos Rosso, implementando en sus campos la siembra directa de soja de segunda sobre trigo. Los ensayos comenzados en ese momento (1975) y que se continúan hasta la actualidad evaluaban: 1) el monocultivo de soja sin rotación y en diferentes sistemas de labranza, con o sin fertilización, 2) rotaciones de cultivos en siembra directa con, en primer lugar, trigo-soja, pero también maíz, sorgo y girasol, evaluando cada uno como monocultivo, y distintas secuencias de rotaciones entre sí, con y sin fertilización, 3) en 1978 y 1980 se incorporaron ensayos sobre pasturas en siembra directa para las unidades demostrativas agrícolaganaderas y para la unidad demostrativa agrícola-porcina. En todos estos ensayos pudo constatarse que el enmalezamiento y la implantación constituían el mayor cuello de botella. Entre otras acciones institucionales e informales, fue de suma importancia la visita a Brasil, a Passo Fundo, uno de los centros de desarrollo de la siembra directa en ese país, de dos investigadores del INTA, un productor y el dueño de la fábrica Schiarre. La misma sentó cero por parte de los productores británicos. Al momento de la estadía de los becarios del INTA (1971-1973), Inglaterra era pionera en labranza cero. Véase www.rolf-derpsch.com. 43 Entre ellos los ya citados Heri Rosso y Mario Gilardoni, ambos miembros fundadores de AAPRESID. (AAPRESID, Boletín número 23, 3/4/1994).

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las bases para el inicio de relaciones formales e informales entre los investigadores y el Centro Nacional de Pesquisa do Trigo (CNPTEMBRAPA),44 que causó gran impresión entre los visitantes, ya que para la época la labranza cero en Brasil mostraba avances en cuanto a superficies, rendimiento y desarrollo de maquinarias. Schiarre pudo estudiar a fondo una sembradora Allis Chalmers y usar esos datos para la posterior elaboración de un prototipo. En esa tónica, en los años 1975 y 1976 se conformó un grupo de trabajo interdisciplinario con profesionales del INTA, integrado por los ingenieros Lattanzi, Signorile, Nardone, Marelli y Roquero, y técnicos de la actividad privada tales como Medera, Pobiuska y el ingeniero agrónomo Jorge Maroni, de la cátedra de Maquinaria Agrícola de la UNR, cuyo objetivo era el de desarrollar y poner a punto las sembradoras. Los inconvenientes más destacados en las sembradoras fueron la capacidad de penetración y el manejo de los rastrojos. Data de aquella época el primer ensayo dinamométrico para determinar el consumo energético de las máquinas sembradoras para siembra directa, con el resultado de un menor consumo de gasoil. Las mediciones fueron realizadas en la zona de Casilda, con el aporte de docentes de la cátedra de Maquinaria Agrícola de la Universidad Nacional de La Plata. Los buenos resultados que en sus inicios se alcanzaron tanto en los campos de la experimental como en campos de productores que colaboraban de manera informal ( en el de uno de ellos, Palazzesi, se lograron rendimientos sorprendentes para la época: 3000 kg/ha) promovieron los primeros acercamientos institucionales hacia las empresas productoras de herbicidas, en este caso Duperial, filial de ICI, que culminaron en 1976 con la firma de un acuerdo por cinco años por el cual ICI proveía los fondos para la continuación de los cultivos experimentales, los viajes de investigadores a campos de ICI en Brasil y la visita de técnicos de la firma del país vecino e Inglaterra a la estación Marcos Juárez. Al tiempo que se incrementaban los contactos con las ICI brasileña e inglesa se establecían relaciones institucionales con EMBRAPA (trigo en Passo Fundo y soja en Londrina), el CIMMYT y la Universidad de Kentucky. El financiamiento para estos contactos (fundamentalmente viajes y estadías) corrió por cuenta de PROCISUR, CIMMYT,45 la Universidad de Kentucky e ICI, mencionada en el párrafo precedente.

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EMBRAPA: Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuária, equivalente del INTA en Brasil. CIMMYT: Centro Internacional para el Mejoramiento en Maíz y Trigo; PROCISUR: Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico Agroalimentario y Agroindustrial.

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Fue sumamente importante la presencia en el país de Shirley Phillips, una de las mayores autoridades en siembra directa en los Estados Unidos, invitado en 1977 por el agregado agrícola de la embajada argentina en el país del norte, Jorge Cazenave,46 que se reunió con técnicos del INTA y productores pioneros de la zona de Marcos Juárez. A diferencia de lo que sucedía en Marcos Juárez, el INTA Pergamino tuvo un menor compromiso institucional, a pesar de lo cual las investigaciones se llevaron adelante. En principio, como una derivación de un convenio firmado con el INRA47 de Francia para mejorar el manejo de la humedad en zonas de secano. Tuvo mucho que ver en el impulso a la investigación en siembra directa la reincorporación a la experimental de Carlos Senigagliesi (véase página 37). Junto con los agrónomos O. Hansen y Víctor Zeljkovich establecieron ensayos con las secuencias trigo-soja-maíz con cinco distintos sistemas de labranza: reja, cincel, discos, siembra directa y combinada. De la escasa visión con respecto a la importancia de la siembra directa por parte de las autoridades de la estación da cuenta el hecho de que los experimentos debieron hacerse en una escuela agrícola vecina y no en las tierras de la experimental. Por otra parte, Hansen y Zeljkovich estaban seguros de que la experiencia demostraría la superioridad de los sistemas de labranza con respecto a los rindes (por mejor manejo de la humedad), pero la experiencia juarense de Senigagliesi había mostrado la importancia del manejo de rastrojos, y los resultados fueron totalmente exitosos para la siembra directa. Esta comprobación empírica permitió advertir su proyección, por lo que la experimental estableció un proyecto de investigación a largo plazo.48 Otra de las diferencias con el grupo de Marcos Juárez estuvo en el hecho de que los investigadores de Pergamino no tuvieron en ese período contactos con ICI ni con universidades de los Estados Unidos. Sus desarrollos fueron paralelos y no concomitantes con los de Marcos Juárez. Y por último cabe señalar que, si bien los experimentos suscitaron el interés de muchos que se acercaban a conocer los resultados, no hubo productores de la zona que adoptaran en aquel momento el sistema, a diferencia de lo que iba aconteciendo en Marcos Juárez. Entre los profesionales intervinientes en las experiencias de Pergamino, Ricardo Baumer, además de participar en ellas en forma entusiasta, se propuso diseñar una sembradora para siembra directa en 46

Así como en el INTA no existió una política centralizada que enfocara la siembra directa como una temática de la institución, a nivel nacional ocurría lo mismo. La iniciativa de Cazenave respondió a sus inquietudes individuales, al hecho de ser ingeniero agrónomo y de mantener buenas relaciones con los equipos de Marcos Juárez. 47 INRA: Institut National de la Recherche Agronomique, el equivalente del INTA en Francia. 48 Ekboir, Javier, “Los sistemas de innovación...”, op. cit.

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el ámbito de la actividad privada. Invirtió en ella todo su capital y la llamó cultisembradora, ya que realizaba una arada liviana para promover la mineralización de malezas y depositar la semilla. La experiencia fue un fracaso que arruinó económicamente a Baumer en ese momento, pero constituyó sin embargo el comienzo de una empresa de sembradoras líderes presente hoy en el mercado.49 2.2. Congresos de Marcos Juárez (septiembre de 1977) y Rosario (1979). El paradigma: rentabilidad y sustentabilidad. Los problemas de primera generación: control de malezas e implantación Abordaremos a continuación un hito de la siembra directa como lo fue el congreso de 1977, ya que en él se entrevieron todos los problemas y se dejaron las bases de lo que deberían ser la investigación y la difusión del sistema, y permitieron ya visualizarlo como un proyecto factible. Tras más de dos años de experiencias y con el objetivo de sintetizar las mismas, el 1º, 2 y 3 de septiembre de 1977 tuvo lugar la Primera Reunión Técnica de Cultivos Sin Labranzas en la ciudad de Marcos Juárez, organizada por el INTA Marcos Juárez y el Instituto de Ingeniería Rural del INTA Castelar, y auspiciada por la empresa Duperial (ICI) y los fabricantes de maquinaria agrícola, tales como Schiarre, Gherardi, Agrometal, Releyco y Pierobon. Asistió también un elenco de productores pioneros de la zona, algunos de los cuales ya habían realizado ensayos de cultivos sin labranza. Entre ellos se encontraban los ya citados hermanos Rosso, asesorados por el ingeniero Rogelio Fogante, que poseían un campo de 1250 ha. Tal como hemos sostenido anteriormente, la institucionalización de las investigaciones fue diferencial, tuvo su epicentro en Marcos Juárez y resultó más débil en Pergamino, que no fue convocante a la reunión aunque sus investigadores participaron con algunos trabajos. En este congreso se presentaron las conclusiones de tres años de trabajos, en primer lugar del INTA Marcos Juárez, pero también de los fabricantes de sembradoras, algunos trabajos del INTA Pergamino y colaboraciones de estudiosos brasileños. Las conclusiones de esta reunión remarcaron: 1) Desde el punto de vista de la innovación científica, quedó claro que la adopción de la siembra directa requería de adaptaciones creativas, ya que la masa crítica disponible provenía de regiones agroecológicas distintas, y, si bien en todos los casos se hacían patentes cuellos 49

Entrevista a Héctor Huergo, 26/06/2005.

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de botella comunes (que dependían de la provisión de insumos), las soluciones tenían que ver con los ajustes cada vez más finos a las condiciones locales. 2) Desde el punto de vista agronómico: a) El control de malezas era hasta el momento uno de los factores cruciales, quizás el más importante para el éxito de la SD, y podía convertirse en el principal factor limitante si no era adecuado. Se destacó no sólo el uso del herbicida sino el correcto manejo del cultivo. La gran variabilidad de situaciones ecológicas en los terrenos susceptibles de ser sembrados en siembra directa planteaba la necesidad de particularizar los criterios en el uso de este insumo crítico y otras prácticas de control. Se habían identificado hasta el momento las malezas más nocivas en la rotación trigo-soja, de ahí los mejores resultados obtenidos en esa secuencia. Por otra parte el comportamiento de la SD en cultivos de primavera-verano era distinto del de los cultivos de otoño-invierno. Los resultados en los primeros parecen depender de problemas de nutrición y control de malezas. Para los cultivos de otoño-invierno aún no se disponía de la técnica para una correcta implantación (sembradoras). b) Con respecto a la erosión tanto hídrica como eólica, si bien las conclusiones eran preliminares por la brevedad de las experiencias, los resultados podían ser considerados alentadores y, por otro lado, la siembra directa permitiría incorporar a la producción áreas consideradas marginales para el sistema convencional, por el mejor manejo y la conservación de la humedad del suelo. c) Era importante determinar la interacción de secuencias de cultivos, variedades, fertilidad del suelo, control de malezas, manejos de residuos, épocas de siembra y cosecha, estructura de cultivo, enfermedades y plagas y maquinaria. O sea: la siembra directa debía ser enfocada como un sistema y no como una simple técnica. d) Los fabricantes habían coincidido en las modificaciones a introducir en los elementos necesarios para la implantación y el manejo del rastrojo por parte de la sembradora, acordando que al momento el mejor dispositivo lo constituía la cuchilla ondulada. 3) Desde el punto de vista económico: los aspectos económicos se consideraban auspiciosos a mediano y largo plazo ya que no se trataba de un sistema de bajos costos, y el mismo requería de un alto grado de eficiencia técnica para que resultase rentable.

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4) En todos los ítem se señaló la importancia de relevar las diferencias zonales. La declaración final del congreso expresó: “[...] Si bien la siembra sin labranza ya es utilizada en pequeñas extensiones de la región pampeana, para que adquiera una difusión generalizada deberán ser resueltos numerosos aspectos tales como establecimientos del cultivo, control de malezas, equipos adecuados, métodos de fertilización, control de plagas, que deben ser estudiados en detalle para ajustarlos a esta técnica. De los trabajos presentados se deduce que una considerable experiencia se ha logrado en los últimos años, sin embargo es necesario un nivel de investigación más profundo dado el enorme interés que ha despertado especialmente en áreas con posibilidades de doble cultivo [...].”50

El congreso catalizó de alguna forma el entusiasmo de algunos productores pioneros y de las empresas interesadas en estos desarrollos. Heri Rosso viajó a los Estados Unidos en busca de información. A su vuelta se contactó con la fábrica Schiarre con el fin de que ésta le fabricara un prototipo para siembra directa. El dueño de Agrometal visitó el Progress Farm Show, convenciéndose de la importancia de la siembra directa y apoyando a su retorno, ya en forma institucional, al grupo de investigación. Casi simultáneamente, en 1978, INTA Marcos Juárez celebró un nuevo convenio para ensayos a campo con Duperial S.A.I.C. y los fabricantes de maquinaria Agrometal S.A., Gherardi y Relayco. Merece ser señalado el hecho de que los contactos y las experiencias prosiguieron a pesar de que en muchos lotes en los que se experimentaba, luego de las primeras pruebas, se verificaban fracasos que las conclusiones del congreso de 1977 habían anticipado: problemas con malezas y dificultades en el uso de los herbicidas por falta de experiencia en su manejo en siembra directa, al igual que las dificultades con las sembradoras. 50

Del Pino, Andrés, “La siembra directa hace historia”, comunicado de prensa, Sección Comunicaciones, Área Desarrollo Rural, INTA EEA Marcos Juárez, septiembre de 2002; “Informe técnico de la primera reunión de cultivos sin labranzas”, INTA EEA Marcos Juárez, mimeo, 1977. El tipo de publicación, un mimeo, revela la modestia del emprendimiento y también la modestia de los aportes de los sponsors que contribuyeron a su realización y a la realización del congreso. De los cuarenta y un trabajos presentados, quince correspondieron al INTA Marcos Juárez, y de estos quince, trece a los técnicos que habían estado a cargo de las experiencias: Lattanzi, Signorile, Marelli y Nardone. En segundo lugar, el INTA Pergamino presentó cinco trabajos, uno de los cuales sintetizaba las experiencias del pionero Marcelo Fagioli. Los trabajos sobre maquinaria fueron presentados por técnicos de las empresas Gherardi (2), Agrometal (1), Schiavoni (1), Labranza Cero (1) y Universidad Nacional de Rosario (1). De las empresas fabricantes de herbicidas, Duperial Argentina presentó dos trabajos e ICI Brasil se hizo presente con otros cuatro.

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Esto incentivó a los investigadores, motivándolos a seguir en sus labores aunque manteniendo una actitud cautelosa en sus recomendaciones a productores, que se centraban en la rotación trigo-soja (el trigo todavía se hacía en siembra convencional). No había aún suficiente experiencia en la implantación y el manejo para los cultivos otoñales (como el trigo). En otra línea exploratoria, en la estación de Marcos Juárez se llevaban a cabo con éxito los cultivos de cobertura que podían ser utilizados para pasturas de ganado en lugar del barbecho. Éstas, conjuntamente con las experiencias que llevaba a cabo Baumer en Pergamino, constituyeron los inicios de la aplicación de la siembra directa para la actividad ganadera. En Rosario en 1979 se realizó una segunda convocatoria a la que se sumaron la Facultad de Ciencias Agrarias y el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Santa Fe, donde se analizaron fundamentalmente los aspectos económicos de la naciente siembra directa, afirmando que “[...] siendo un sistema que reduce los insumos de maquinarias, combustibles y mano de obra agrícola y que además favorece la conservación de los suelos –todos ellos insumos que se están tornando críticos en la agricultura mundial–, manteniendo o eventualmente aumentando los rendimientos de los cultivos, es indudable que conseguirá imponerse en el futuro [...].”51 El informe final de la reunión de Rosario puntualizó además que, por el momento, las motivaciones fundamentales de los productores y de parte del staff técnico para la adopción de la siembra directa estaban dadas por las posibilidades económicas del doble cultivo y la perspectiva de revertir o atenuar la degradación de los suelos. 3. Balance de las experiencias, 1964-1979 Al fin de la década, como resultado de la labor pionera de todos estos actores y de los éxitos iniciales, el área sembrada en siembra directa alcanzó las 5000 ha.52 La cifra, obviamente modesta y de nula significación en cuanto a producción, da cuenta de lo incipiente del proceso, de su limitación a dos estaciones experimentales y a algunos productores pioneros.

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Del Pino, Andrés, “La siembra directa...”, op. cit. AAPRESID, www.AAPRESID.org.ar. AAPRESID da el dato para el bienio 1977 y 1978, y a posteriori los datos para el período 1978-1986. En Senigagliesi y Massoni se da para el fin de la década la cifra de 20.000 ha, sin citar fuentes. Tampoco AAPRESID aclara el origen de sus estimaciones. De todos modos, si se las compara con la superficie total cultivada con cereales, las cifras no tienen ningún peso productivo.

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También puede verse cómo en esta etapa aparecen los rasgos básicos que definirán la relación entre los actores que conforman la red de innovación: los productores, los asesores, los fabricantes de agroquímicos y maquinarias y los semilleros, red que tiene por un lado un aspecto institucional pero que se complementa con multitud de contactos no formales que contribuyen a consolidarla.53 Esta red se va dando de hecho por concomitancia de intereses en primer lugar, pero también por los contactos que las instancias institucionales y las no formales van desarrollando, a las que se deben añadir identidades de distinta índole dadas por relaciones de vecindad, formación y pertenencia a instituciones sociales. En este sentido, cabe destacar el pasaje de la actividad institucional a la privada que, entre otros, es ejemplificado por cuatro de los principales pioneros de la siembra directa y fundadores de AAPRESID. Ya se mencionó a Rogelio Fogante, que, cesanteado por el INTA, pasó a asesorar a productores de la zona. Víctor Trucco, que conocía a éste a partir de su militancia universitaria, fue cesanteado de su cargo como investigador del Consejo de Investigaciones de la provincia y pasó a dedicarse a la actividad agropecuaria en los campos de su familia en San Jorge.54 Mario Nardone, uno de los técnicos pioneros de Marcos Juárez que formó parte del equipo de la experimental en siembra directa, abandonó el instituto en 1979 para iniciar su carrera como proveedor de insumos y asesor primero y como productor después, al tiempo que retomaba el ámbito público en 1987 a cargo de una cátedra en la UNR.55 Juan Carlos Mettifogo también pasó por el INTA, donde fue cesanteado, habiendo incursionado en la venta de insumos, los seguros agrícolas, el asesoramiento y finalmente la producción.56 Estas interrelaciones favorecen el intercambio de información y la percepción de intereses comunes, constituyendo un capital social fundamental para todos los actores involucrados que se irá poniendo en juego en forma paulatina. 4. Interregno. Fracasos y continuidades, 1980-1985 Pese a los éxitos y el entusiasmo provocados en un primer momento por los resultados obtenidos en las experimentales y los alcanzados 53

Lorenzatti, Santiago, “La siembra directa por uno de sus protagonistas”, en Clarín Rural, 11/06/2005. 54 Kachanosky, Juan Carlos, Alejandro Gómez y Juan Sebastián Landoni, Casos de éxito empresarial, Capítulo 3.4, “Víctor Trucco”, Facultad de Ciencias Económicas del Rosario, UCA, marzo de 2006, pp. 127-147; entrevista a Víctor Trucco, op. cit. 55 Díaz, Daniel, “El disparador fue la directa”, en Clarín Rural, 16/09/2000. 56 Lorenzatti, Santiago, “Trigo, sorgo y lentejas”, en Clarín Rural, 8/10/2005.

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por algunos productores, las características sistémicas de la innovación comenzaron a hacer eclosión a los dos o tres años de la implantación del nuevo tipo de trabajo del suelo, esta vez a nivel de los cultivos emprendidos de manera comercial. Deben destacarse también los factores institucionales que implicaron los cambios en el año 1980 por las restricciones a la importación de los insumos críticos. De todos modos, más importantes fueron las dificultades provocadas por la inexperiencia en el uso de los herbicidas y las consecuentes invasiones de malezas, el inadecuado manejo de rastrojos, la poca experiencia con las sembradoras y/o la falta de modelos adecuados, la inexperiencia en cuanto a las variedades que mejor se adaptaban al nuevo método; en una palabra: el escaso manejo del paquete como un sistema adaptado a las condiciones locales, tal como se había advertido en los congresos de 1977 y 1979. Todo ello provocó una brusca retracción por parte de los productores que llevó a que en 1981 la superficie implantada en siembra directa se redujera a menos de la mitad de lo alcanzado para el bienio 1977-1978.57 Durante los primeros cinco años de la década la actividad quedó entonces circunscripta a los equipos técnicos conformados en la EEA Marcos Juárez y EEA Pergamino, que continuaron sus experimentos en contacto con algunos productores tesoneros. En Santa Fe funcionó por un tiempo una Comisión Permanente de Labranza Conservacionista, dentro del ámbito del Ministerio de Agricultura de esa provincia, que editó un boletín, Noti Labranza, de pocos números. En él se publicaron artículos de los investigadores de Marcos Juárez referidos a control de malezas en soja. Para el año 1982 se había planificado una nueva reunión, la tercera de labranza conservacionista, que no pudo llevarse a cabo.58 Si se compara la producción de papers de ese período con la de la década anterior, la misma es muy escasa y la mayor parte no referida a la zona pionera en siembra directa. De los catorce trabajos que figuran en la biblioteca del INTA (central y de las extensiones experimentales) para ese período, diez se refieren a la siembra directa de tomate perita, cebollas y hortalizas. Sólo cuatro trabajos continúan en la línea 57

Heri Rosso narra los desesperados intentos por volver a la siembra directa y sus sucesivos fracasos durante este quinquenio. Después de los primeros intentos que tuvieron mucho éxito se vieron limitados por las invasiones de malezas y por la no existencia de sembradoras de grano fino. Rosso, Heri, “Nuestra evolución...”, op. cit.; Del Pino, Andrés, “La siembra directa...”, op. cit. También Ricardo Ayerza, pionero en siembra directa con su adaptación de una sembradora de papas, cuenta las dificultades hasta 1985, ocasión en que puede importar una sembradora Semeato de Brasil, que le permite encarar la siembra directa sin tropiezos a partir de ese momento: “Un productor en acción”, AAPRESID, Boletín número 23, abril de 1994; entrevista a Jorge Pereyra Iraola, op. cit. 58 Entrevista a Víctor Trucco, 21/09/2005.

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de investigación iniciada en la década anterior con respecto a control de malezas, rotación trigo-soja y pasturas como cultivo de cobertura. Sus autores son los técnicos que realizaban las experiencias en Marcos Juárez: Lattanzi, Marelli, Signorile y Baumer, de Pergamino.59 Además de las ya citadas en ambos congresos y que eran perfectamente percibidas por investigadores y productores y que han sido ya reseñadas, la difusión se convirtió también en un ámbito prioritario, pero sería abordado en el quinquenio siguiente tanto por los institutos públicos como por el sector privado, en muchas ocasiones en forma conjunta. Todo ello nos permite considerar este interregno como una época de experimentación y de acumulación de conocimientos, con nula repercusión a nivel de la producción, con hincapié en la identificación de las problemáticas que tendrían que ser abordadas y el fortalecimiento de los vínculos entre los actores establecidos a lo largo de toda la década anterior.

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DDIB, Departamento de Información Bibliográfica, INTA.

Capítulo III

El despegue de la siembra directa. Los actores, la difusión, 1985-1990

En este capítulo abordaremos los intentos por revertir la situación descripta en el capítulo anterior que tienen que ver con la posibilidad de ir solucionando los cuellos de botella planteados por los problemas de primera generación, o sea, la disponibilidad de herbicidas adecuados y de máquinas sembradoras, pero también fundamentalmente de la forma de encarar la difusión y la investigación y del nacimiento de un proyecto a través de la participación de los actores involucrados. 1. Monsanto, un actor fundamental. Glifosato y siembra directa Como ya sido reseñado, uno de los puntos clave para el eficaz desarrollo de la siembra directa lo constituye el eficaz control de malezas. En 1980, Monsanto Argentina comienza la distribución del glifosato, un herbicida no selectivo y sistémico, apto por su baja toxicidad para ser utilizado en el período del barbecho. Para difundir el uso de este herbicida en 1983 contrató los servicios del ingeniero agrónomo Eduardo López Mondo. Éste formaba parte desde 1980 del grupo de investigación de Pergamino como becario para estudiar la dinámica de la población de malezas. A pesar de que las experiencias y la difusión de la siembra directa comenzaban un retroceso, López Mondo trabajó con el equipo que desde la década anterior venía desarrollando las experimentaciones pioneras en siembra directa: Senigagliesi, Zeljkovich, Hansen y Baumer.60 A pesar de haber promovido la siembra directa en Brasil al igual que ICI, Monsanto Argentina no se había involucrado en la investigación 60

Ekboir, Javier, “Los sistemas de innovación...”, op. cit. Entrevista a la ingeniera María Eugenia Magnelli, 21/09/2005, 5/09/2006; entrevista a Víctor Trucco, op. cit.

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dada su reciente inserción en el mercado de agroinsumos.61 Si bien la contratación de López Mondo, como se ha dicho, tenía como objeto el impulsar las ventas del glifosato, su paso por el INTA Pergamino lo llevó a involucrar a la empresa en la promoción y el patrocinio de las investigaciones con respecto a la siembra directa. Es a partir de este proceso que Monsanto apoyará sin reservas las iniciativas públicas y privadas para difundir la siembra directa,62 promoviéndola al mismo tiempo que la venta del herbicida glifosato.63 2. El INTA y el Proyecto de Agricultura Conservacionista. Un cambio de enfoque en la difusión e investigación Los investigadores de Marcos Juárez y Pergamino continuaron con sus experiencias, pero sometiendo a crítica lo hecho hasta el momento. De este modo se llevó a cabo una profunda revisión de todo lo actuado, destacando la necesidad de institucionalizar los vínculos entre las estaciones experimentales agrícolas involucradas, las agencias de extensión, el resto de los organismos públicos interesados, los actores privados, y haciendo hincapié en la extensión y difusión. Es así que nace el Proyecto INTA PAC (Proyecto de Agricultura Conservacionista), implementado a partir de 1986. El programa PAC implicó un cambio drástico en la concepción de la investigación, ya que hizo hincapié en la difusión institucional, no ya encarada como lo había sido hasta entonces, por iniciativa de un grupo de investigadores y de una EEA (fundamentalmente las de Marcos Juárez y en segundo lugar Pergamino), sino que trató de involucrar a la institución en general y de poner el acento en la difusión, fortaleciendo la extensión y la relación directa con los productores. La base del proyecto fueron la integración y el intercambio entre investigadores, extensionistas, asesores privados, productores, empresas y otras instituciones. La estrategia básica fue una fuerte tarea de experimentación adaptativa en campos de productores que permitió tener “redes” de datos en un área de 5 millones de hectáreas, trabajando 61

Desde el año 1956 Monsanto Argentina se dedicaba a la fabricación de polímeros de plástico en su planta de Zárate. Su inserción en el rubro agroinsumos data de 1978, a partir de una planta de acondicionamiento de semillas de girasol, para entrar de lleno en 1980 en el rubro herbicidas, con el fin de comercializar algunos de sus productos –como Lazo–, pero fundamentalmente interesada en expandir su nuevo producto, patentado en 1976 en los Estados Unidos, el Round Up, herbicida de amplio espectro y casi nula toxicidad. Véase www.monsanto.com. 62 Ekboir, Javier, “Los sistemas de innovación...”, op. cit. 63 El glifosato se fue abaratando en términos relativos, pero todavía resultaba mucho más caro que los herbicidas utilizados hasta ese momento (en algunos casos triplicaba su precio). Véase www.anav.org.ar, archivo Preinsum.

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articuladamente con una fuerte acción de extensión, difusión, capacitación y comunicación. Si bien no era la única estrategia destinada a frenar la erosión de los suelos, el núcleo del plan lo constituyó la siembra directa, y dentro de ésta lo ya conocido hasta el momento, o sea, su aplicación fundamentalmente al doble cultivo trigo-soja. Tal como había sido la pauta hasta entonces, los actores privados fueron decisivos por su patrocinio, costo que asumieron sin demasiado problema vistos los beneficios que podían alcanzar de su asociación con el sector público. La primera parte del paquete dio lugar a 324 reuniones técnicas sobre temas específicos de siembra directa, con boletines informativos de las mismas, 42 reuniones para extensionistas, 3 encuentros multisectoriales, 16 reuniones para investigadores, implementación de los establecimientos demostradores, a las que asistieron 8724 productores, 65 visitas a áreas demostrativas con 1840 asistentes. El INTA evaluó los resultados del PAC en forma positiva, señalando que, si bien el interés de los productores en primer lugar tenía que ver con el impacto económico de la adopción de la siembra directa, los resultados eran positivos en cuanto a la posibilidad de revertir el alto grado de deterioro de los suelos de la región pampeana, motivación base del proyecto. Se firmaron convenios que incluyeron instancias públicas como la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Agronomía, con el Banco de la Nación Argentina (se otorgaron créditos para cien productores demostradores para la adquisición de maquinaria idónea, fundamentalmente sembradoras, y un número importante de accesorios para transformar equipos de siembra y fertilización convencional para siembra directa con montos de 30.000 dólares por productor). También se hicieron convenios con las empresas privadas que ya habían colaborado de una forma u otra con el INTA: Compañía Química S.A., BASF Argentina S.A., Monsanto Argentina S.A., Cynamid de Argentina S.A., Ciba Geigy Argentina S.A., PASA Petroquímica Argentina S.A., Templar S.A., Gherardi S.A., Pierobon, Agrocero, Juan Carlos Pla, Dekalb Argentina S.A., Petrosur, Cargill y Morgan, que proveyeron maquinarias, semillas, agroquímicos y/o ayuda financiera directa para la realización de las diversas actividades del PAC.64

64

Senigagliesi, C. y S. Massoni, “Transferencia de tecnología en siembra directa. Un análisis de lo realizado por el INTA”, en Panigatti, J.L., H. Buschiazzo y H. Marelli (eds.), Siembra directa II, Ediciones INTA, 2001, pp. 329-343.

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Muchos investigadores como Ekboir y algunos miembros de AAPRESID65 minimizan los resultados del PAC. Pero creemos que los mismos permitieron la codificación de los resultados de experimentos mucho más vastos que los que se habían llevado a cabo hasta el momento al abarcar situaciones de producción y experimentales, y proporcionó los contactos capilares que favorecieron la visión de la comunidad de intereses. La difusión era la condición de éxito para todos los actores involucrados. Para los fabricantes de insumos por sus posibilidades de expansión, y para los productores de aumentar la rentabilidad, conservar los suelos y disminuir la necesidad de mano de obra. A través de estos contactos fueron advirtiendo la conveniencia de ampliar sus actividades desde la producción hacia la distribución y viceversa, desde la posesión de know-how técnico hacia la producción, o a puestos clave en las empresas ligadas al proyecto, desde los puestos clave en las empresas de agroinsumos hacia la producción. 3. Los productores toman la iniciativa. Los grupos CREA, el nacimiento de AAPRESID, la alianza de los actores Ya se ha visto que se habían establecido muy tempranamente relaciones entre investigadores y productores, que algunos de aquéllos habían dejado, forzados o voluntariamente, la esfera pública para abocarse a la actividad privada. El interés por la siembra directa ya había sido puesto de manifiesto por otros actores: fabricantes de maquinarias y empresas de agroinsumos, entre las que hemos destacado a Monsanto para promocionar el glifosato. Esto se había traducido tanto en las etapas pioneras como durante el PAC en una colaboración creciente. Como ya hemos señalado, López Mondo había pertenecido al equipo de investigadores de Pergamino, que había seguido con las líneas de investigación en los momentos de reflujo. Su labor en el INTA y su posterior actividad como promotor del glifosato lo llevaron a involucrarse con los productores de punta que incursionaban en la siembra directa. Las reuniones formales e informales, a las que se sumaron viajes al exterior para conocer experiencias en Brasil (donde los productores habían formado una asociación para la promoción de la siembra directa), los contactos ya establecidos con profesionales de los Estados Unidos de las universidades de Kentucky e Illinois, Shirley Phillips y Grant 65

Entrevista a Víctor Trucco, op. cit.; entrevista al productor Marcos Giménez Zapiola, 10/07/2006; entrevista a María Eugenia Magnelli, op. cit.

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Thomas, crearon ese clima propicio de comunidad de intereses entre productores y actores asociados. Según el relato de Víctor Trucco, para el grupo pionero fue decisiva la visita a la Argentina de Carlos Crovetto,66 quien en junio de 1988 dio una charla con filmaciones en Arequito, provincia de Santa Fe.67 Además de poder constatar por las filmaciones las “maravillas” que la siembra directa había operado en los degradados campos de Fundo Chequén, donde desde hacía diez años no se araba, logró transmitirles un espíritu misional que imprimiría a AAPRESID un sello distintivo con respecto a otras corporaciones agrarias. Como corolario de estas actividades, López Mondo consiguió el patrocinio y la ayuda económica de Monsanto, y así, en agosto de 1989, se constituye formalmente AAPRESID (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa), con veinte socios,68 la mayor parte productores medios y algunos (dos) pequeños, algunos propietarios y otros contratistas y asesores. Desde su creación AAPRESID asumió un dinamismo creciente que la llevó en la década siguiente a ser el principal referente en la materia, nucleando a su alrededor al sector público y a todos los actores privados que se beneficiaban con la difusión de la siembra directa. Estos hechos revelan la necesidad de los actores de intercambio de información y la percepción de que la innovación tenía que ser tomada, sobre todo en su aspecto de difusión, directamente por los interesados. Ésta y la comunicación eran consideradas vitales para poder llegar a uniformizar criterios e intentar la sistematización de las experiencias,y, tal como lo había señalado el PAC, contar con redes de datos mayores que las que existían al momento. La iniciativa privada de los mismos podía proceder sin trabas burocráticas, de forma más rápida y ágil, y establecer relaciones directas con todos los actores. Muchos productores nucleados en algunos grupos CREA adoptaron tempranamente la siembra directa, y varios de sus miembros constituyeron los primeros socios de AAPRESID. Los CREA habían con-

66

Ingeniero agrónomo y productor chileno, comenzó un proceso de reconversión en su propiedad en la comuna de La Florida, provincia de Concepción. En 1978 realizó la primera siembra directa de maíz, logrando transformar una tierra completamente degradada en una tierra de alta productividad agrícola. Crovetto se transformó en un difusor apasionado de la siembra directa. Fue fundador de la SOCOCHI (Sociedad de Conservación de Suelos de Chile). Su accionar tuvo más influencia fuera de su país que dentro de él, ya que la siembra directa en Chile se limita casi exclusivamente a los campos de Crovetto. Véase www.2ingpuc.cl; entrevista a Víctor Trucco, op. cit. 67 Crovetto, Carlos, “Conservación de suelos y cero labranza”, conferencia pronunciada en Arequito, Santa Fe, 17 de septiembre de 1988, publicación AAPRESID-Monsanto. 68 Véase www.aapresid.org; entrevista a María Eugenia Magnelli, op. cit.

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tribuido a instalar el uso de la siembra directa entre sus socios,69 pero su accionar no contemplaba una acción difusora tal como se la proponían los miembros fundadores de la asociación, centrada en exclusividad en esta innovación. En cambio, los miembros de AAPRESID deseaban centrar su accionar en la puesta a punto del sistema, al que trataban como un nuevo paradigma de producción agropecuaria, accesible a cualquier tipo de productor. El hincapié en el rápido y ágil intercambio de información devino uno de los pilares para la puesta a punto y difusión de la innovación, con un fuerte acento en los aspectos de sustentabilidad y rentabilidad, declarados no incompatibles. Como sello distintivo dio a su accionar un tono misional al estilo del ya citado Carlos Crovetto. Se constituyó como organización abierta, y desde el comienzo integró a los representantes más importantes de los actores interesados en la promoción del proyecto, aunque reservó la comisión directiva a la categoría de socios productores. En el último capítulo se hará una referencia más exhaustiva a las características y al operar de esta organización. 4. El balance de veinte años. Progresos agronómicos, acumulación de experiencias, concreción de un proyecto Si se juzga por las 92.000 ha implantadas con siembra directa con las que se cierra la década de los ochenta, el balance aparece como muy positivo, comparado con el promedio entre 1978 y 1986: 2000 ha. Pero más que por las cifras –que aún son de escasísima significación productiva si se toma en cuenta la superficie sembrada total de los tres principales cereales– el período debe ser juzgado por la acumulación de experiencia agronómica y de gestión, que encontraría a los innovadores en buenas condiciones de aprovechar nuevas condiciones institucionales y de mercado que marcarían el derrotero de la siembra directa en la década siguiente. También se hace patente ya a través de la creación de AAPRESID la alianza de los actores para la difusión y promoción de la siembra directa, proyecto motorizado fundamentalmente por un grupo de productores. De alguna manera la creación de AAPRESID señala las limi-

69

Grupos CREA del sur y centro-sur de Santa Fe adoptaron tempranamente la siembra directa, en el segundo quinquenio de los ochenta, para la soja en el marco del doble cultivo. Fuente: información suministrada en forma personal por el Servicio de Información AACREA con el listado de artículos que aparecen en las revistas y publicaciones CREA sobre siembra directa.

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taciones que los productores encontraban en el accionar del INTA y los institutos públicos en general. Desde el punto de vista de la producción y de las problemáticas agronómicas conexas, se fueron logrando progresos con respecto a los problemas de primera generación y su consiguiente puesta a punto. 1) Para los problemas de implantación: el tema implantación fue abordado por las fábricas en relación directa con los productores, y en fluido contacto con las cátedras respectivas de la UNR, UNLP y el INTA. Los avances habían sido importantes, ya que las firmas habían logrado la puesta a punto de sembradoras de granos gruesos. Estos desarrollos estaban ligados a los producidos en la década de los ochenta con las sembradoras convencionales para soja, que habían perfeccionado el mecanismo dosificador de la semilla y los mecanismos de implantación a medidas uniformes, sistemas que luego pasaron a la siembra directa pero que serían mejorados en la década siguiente, adaptándolos a los distintos requerimientos de la misma. La puesta a punto procedía por imitación de modelos importados, pero adaptándolos a las características de la zona y a las necesidades de los productores. Con respecto a la apertura de surcos, todos los fabricantes de maquinaria adoptaron la cuchilla circular ondulada, que mejoraba el corte del rastrojo y cuya conveniencia ya había sido establecida en el congreso de 1977.70 No sucedió lo mismo con las sembradoras de grano fino, no habiendo experiencia de fabricación en el país y dificultades por razones de precio en su importación, por lo que las hectáreas destinadas al cultivo de trigo en siembra directa al finalizar la década, si bien manifiestan un incremento muy importante (1000 ha en 1988 a 5000 ha en 1989-1990), no tienen ninguna significación productiva. 2) Con respecto al control de malezas, el herbicida glifosato se anunciaba muy promisorio, pero las limitantes estaban dadas por su precio y la poca experiencia en su manejo.71 Había consenso en que se trataba, al menos para el cultivo de soja, de una de las mejores opciones, ya que era un herbicida no selectivo de bajo poder residual y mucho menos tóxico que los que se venían usando hasta el momento. El control de malezas había logrado la identificación de las más importantes a 70

Bragachini, Mario, Axel von Martin y Andrés Méndez, “Mercados de sembradoras”, en Eslabonamientos productivos del sector de maquinaria agrícola argentino, www.agriculturadeprecision.org/ cfi/Eslabonamiento%20Productivo%20I.htm, CFI, febrero de 2001; Maroni, Jorge, “La maquinaria agrícola y el cultivo de soja en la Argentina”, en Revista Agromensajes de la Facultad, Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, diciembre de 1999, en www.fcagr.unr.edu.ar/Extension/Agromensajes/01/3AM1.htm. 71 En la entrevista a Víctor Trucco, op. cit., éste puso de manifiesto las dificultades que sufrió en sus campos con el uso del glifosato hasta que pudieron establecer las dosis y la mejor forma de manejo.

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Rastrojos y algo más

combatir para el cultivo de soja, aunque estaba pendiente por falta de experiencias más variadas la identificación de la dinámica poblacional a más largo plazo.72 3) Con respecto a la productividad, si bien no se podía afirmar hasta el momento que el sistema aumentaba la productividad con respecto a la labranza convencional, la posibilidad de implementar exitosamente el doble cultivo y la economía de agua se mostraban como datos promisorios. Por otra parte, había ya certezas con respecto a la reducción de costos en mano de obra y combustible. Este período puede entonces ser considerado como la puesta a punto de algunos aspectos de la innovación tecnológica, su inserción (limitada) dentro de los programas de investigación y de extensión de los institutos públicos (fundamentalmente el INTA), su lenta difusión a través de distintos circuitos formales e informales, su adopción por un limitado grupo de productores y la creación de una asociación abierta a los distintos miembros de la red, con el objetivo explícito y exclusivo de proceder a la difusión de la siembra directa.

72

Senigagliesi y Massoni, “Transferencia de tecnología...”, op. cit.; AAPRESID, “Los fundamentos y los fracasos”, en Boletín número 4 , junio de 1990.

Capítulo IV

La difusión y adopción de la siembra directa a partir de 1990. Condicionantes institucionales, actores sociales, red de difusión y desarrollos tecnológicos. La semilla RR (1998)

Este capítulo abordará las distintas fases de la etapa de la difusión del sistema, analizando los cambios agronómicos y en la dinámica empresarial que se produjeron y las interacciones entre el desarrollo de la tecnología y el contexto institucional en que se desenvolvió la misma, que desembocaron en un nuevo marco tecnológico. Como una fase definitoria nos referiremos a la introducción dentro del paquete tecnológico de la semilla RR, punto nodal de la difusión de la innovación. 1. El entorno de la adopción masiva de la siembra directa Para poder comprender el entorno que signó la adopción de la siembra directa en la década de los noventa es necesario hacer referencia a los cambios en las condiciones institucionales que enmarcarían y darían características particulares a su adopción. Dentro de éste, un hecho especial merece destacarse –y por ello haremos una breve referencia específica y será el tema del próximo acápite–: el descenso del precio del herbicida glifosato. 1.1. El lento descenso del precio del herbicida glifosato Se ha visto que Monsanto había comenzado la fabricación de glifosato a comienzos de la década de los ochenta. El hecho de tratarse de un herbicida no selectivo que controlaba un amplio espectro de malezas y su bajo poder residual lo hacían el insumo ideal para la siembra directa. Pero dado que los principios activos de su formulación eran importados y la patente aún estaba vigente, su precio era muy elevado: 40 dólares el litro. Aun aquellos que pudieron acceder a él se encontraron con la limitante de la dificultad de su manejo y dosificación. El

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vencimiento de la patente en 1987 hizo descender su precio a la mitad, a 19 dólares el litro, descenso apreciable pero superior al que se registraba en los países industrializados.73 A fines de l990 el precio se reduce a la mitad, o sea, 10 dólares el litro, aún sensiblemente más caro que los herbicidas más comunes utilizados, tales como el Alaclor de Monsanto, que costaba 4 dólares el litro.74 Sin embargo, durante el transcurso de la década, tal como puede verse en el Cuadro 11, su precio descendió notablemente, siendo uno de los factores fundamentales, junto con la puesta a punto de su uso, que facilitaron la adopción del sistema por más productores. 1.2. Los cambios institucionales generales y un nuevo modelo de acumulación en el agro Durante los años noventa la baja de los aranceles de importación así como la supresión de trabas burocráticas para la misma, la supresión de las retenciones, la sobrevaluación del peso, el encarecimiento del crédito y el aumento del precio de los combustibles operaron de manera diferencial y en parte contradictoria para impulsar la adopción de la siembra directa. Desde el punto de vista del equipamiento y de los insumos clave (maquinaria y herbicidas), estas medidas actuaron en pro de su difusión. Como elementos negativos debemos señalar que la eliminación de las retenciones se vio contrarrestada por el dólar subvaluado que disminuía los precios que recibían los productores, el crédito resultó gravoso y el precio del combustible se elevó notablemente. La ecuación de precios relativos devino negativa, transformándose la eficiencia en una condición sine qua non para la permanencia en la actividad. La posesión de capital cultural o la posibilidad de pagarlo unido a la imperiosa necesidad del aumento de la escala se convirtieron en factores determinantes para la posibilidad de adopción del sistema. La relación de precios relativos hizo a la pequeña empresa inviable, aun en el caso de que pudiera adoptar tecnología, a menos que pudiera expandirse en función de la posesión de conocimientos especializados (asesoramiento) o brindando servicios. Tal como se expone en el estado de la cuestión, Peretti muestra esta situación para la zona núcleo, zona con un alto predominio de empresas de menos de 200 ha.

73 74

Trigo et al., “Los transgénicos en...”, op. cit., pp. 122-123; www.anav.org.ar (archivo Preinsum). Véase www.anav.org.ar, archivo Preinsum. Precio de Lazo, deflacionado por índice de precios mayoristas, enero de 2000.

Rastrojos y algo más

61

En el Cuadro 5 se puede observar que los ingresos netos por hectárea de las unidades agrícolas promedio de la zona núcleo (promedio para 1992-1998) eran superiores al promedio para la década 1982-1988. Pero si se tienen en cuenta la relación precios mayoristas/minoristas de ese momento y la capacidad de compra minorista del ingreso neto por hectárea de la unidad agrícola, se comprueba que el mismo se había reducido a la mitad. Si además se tiene en cuenta la pequeña superficie media que poseía la mayor parte de los establecimientos, a nivel de la zona núcleo (pueden extenderse las conclusiones al resto de la zona pampeana),75 se pueden explicar en parte las transformaciones que se producen en el sector agropecuario y las posibilidades diferenciales de acceso a las innovaciones tecnológicas. Cuadro 5: Capacidad de compra minorista del ingreso neto de la unidad (ha.) agrícola síntesis para la zona núcleo

Campaña

Ingreso neto $ 98/ha

Capacidad compra minorista $ mayo 1998

Capacidad compra minorista/Ingreso neto por ha $ 1998

Promedio 1982-1988

169,58

2,07

355,57

Promedio 1992-1998

179,41

1,00

181,12

Var. %

5,8

-51,5

-49,1

Fuente: síntesis de Tabla 5 (confeccionada por el autor en base a Tabla 2, p. 32, y Tabla 4, p. 33), de Peretti, Miguel, “Competitividad de la empresa agraria argentina”, en Revista Argentina de Economía Agraria, 1999.76

El estudio de lo sucedido con las grandes empresas confirma aun más que el aumento de escala fue, conjuntamente con la introducción de tecnología, la forma en que las unidades mayores enfrentaron la coyuntura, pudiendo capitalizar en su favor los elementos favorables de la misma y tratar de neutralizar los elementos negativos.

75

Extendemos estas conclusiones a la zona pampeana porque esta situación de desaparición de un tercio de las EAPS ha sido confirmada por el CNA. 76 En el mismo trabajo, Peretti señala que la unidad agrícola de la estación experimental del INTA Marcos Juárez, con una superficie de 169 ha, apesar de estar dotada de los últimos adelantos en tecnología y de haber producido con elevados índices de productividad por hectárea, no resultaba competitiva.

62

Rastrojos y algo más

Cuadro 6: CASO CREA MBI - Evolución variables seleccionadas 8 empresas grupo CREA MBI 1985/1986-1997/199877 Indicador

1985/1986

1997/1998

Diferencia

Sup. trab. propia Z.N.

10.826

10.933

1

Z.M.

5944

10.089

70

ESCALA Y TENENCIA

Sup. arr. Z.N.

0

13.852

Arrendada Z.M.

0

22.291

Superficie total trabajada

16.370

57.165

249

Sup. media por establec.

2096

7145

241

Sup. trigo/soja 2ª

1015

6601

550

Sup. soja 1ª

5473

29.748

444

USO DEL SUELO

Sup. maíz

1282

4579

166

Sup. otros

493

4579

829

Nº cabezas ganado carne

8286

7460

10-

FACTURAC. ($ may. 98 año)

4.770.449

23.959.378

402

% trigo/soja en SD

0

87

% soja II en SD

0

100

% soja en SD

0

85

% maíz en SD

0

93

Trigo q/ha

20,2

25,7

27

Maíz q/ha

41,6

66,8

61

Soja 1ª q/ha

23,4

25,7

10

Soja 2ª q/ha

18,6

21,1

13

TECNOLOGÍA (S. DIRECTA)

PRODUCTIVIDAD

Has. trab./hombre campo

259

723

179

Has. trab./hombre cond./dir.

764

1633

113

Has. trab./tractor

221

998

352

HP/ha

0,47

0,11

77-

Fuente: Peretti, Miguel, “Competitividad de la empresa agraria argentina”, en Revista Argentina de Economía Agraria, número 1, 1999, p. 36. 77

El CREA MBI es el CREA Monte Buey-Inriville, del que forma parte el actual presidente de AAPRESID, Jorge Romagnoli, que en sus inicios era propietario de 190 ha y que actualmente opera más de 10.000.

Rastrojos y algo más

63

Como puede verse en este cuadro, los productores alquilaron tierras para aumentar la superficie trabajada, tanto en la zona núcleo como en zonas marginales; de ese modo pudieron aumentar la productividad de los factores fijos: asalariados permanentes en campo y en conducción y maquinarias, y usaron la siembra directa como la principal herramienta tecnológica. Es de destacar el notable incremento en la productividad de la mano de obra y el fenomenal incremento de la productividad de la maquinaria, mientras que disminuye por efecto del uso de la siembra directa los HP por hectárea. También es interesante constatar que la estrategia pasó por implementar fundamentalmente el cultivo de soja de primera y en segundo lugar el de soja de segunda. Las superficies destinadas a estos dos cultivos dan la pauta de que la rotación no fue la norma en este proceso expansivo. Puede constatarse el notable aumento de la productividad de los cultivos de maíz y trigo, producida por la utilización de variedades con respuesta positiva al uso de fertilizantes, y el escaso aumento de la productividad de la soja se explica por su extensión a áreas marginales de escasa productividad pero con costos de arriendo mucho menores. Dado que el alquiler representa en muchos casos una proporción importante del costo de producción,78 a lo que hay que sumar el deterioro de los precios relativos, Peretti calcula que recién en 1997/1998 estos productores han podido recuperar el ingreso real de la década de los ochenta. Para completar el panorama de la difícil situación a que se vio sometido el sector, en especial los pequeños productores, debemos sumar el factor del endeudamiento agropecuario, que se convierte en otro de los elementos que le impiden la adopción de tecnología, afectando su misma permanencia en la actividad. Si bien estos datos son para una zona determinada, podemos presuponer que son válidos para el resto de la zona núcleo y para otras regiones agrícolas, aunque el tamaño de la unidad económica seguramente puede diferir. Se reafirma con esto lo enunciado anteriormente, la dificultad o, mejor dicho, la imposibilidad para una empresa pequeña, de menos de 200 ha (en el caso de la zona núcleo), de hacer frente

78

La FAUBA da para 1999 un promedio en pesos de 120-170 pesos/ha para la zona núcleo (base de datos FAUBA, www.agro.uba.edu.ar); Peretti, en “Competitividad de la empresa agropecuaria...”, op. cit., cita una renta media promedio en 98 pesos o de 10 QQ/ha; Marcos Gallacher, en “Estructura de empresas y adopción de tecnología”, conferencia en el XIX Congreso Argentino de Ciencias del Suelo, 22-25 de junio de 2004 –en www.cema.edu.ar/ publicaciones–, lleva esta cifra de 12 a 17 QQ/ha para productores de punta.

64

Rastrojos y algo más

a una deuda, ya que el monto de la misma supera los ingresos netos, calculando para 1999 un ingreso medio neto de 245 pesos por ha.79 Cuadro 7: Relación entre endeudamiento y superficie operada, por estrato. Depto. M. Juárez, 1999

Estrato en ha

Total deuda prom. por estrato

Superficie operada

$ deuda ha operada

$ deuda por ha operada por productores endeudados

1-50

1472,50

6410,00

229,72

544,56

51-200

11.805,00

91.699,00

128,74

208,99

201-400

14.840,00

118.446,00

125,29

171,45

401-1000

20.282,50

192.980,00

105,1

126,2

Más de 1000

11.400,00

282.670,00

40,33

50,72

Fuente: De Nicola, M., I. Merigo, M. Peretti y G. Preda, “Endeudamiento agropecuario pampeano, el caso del SE de Córdoba”, en Revista de Investigaciones de la FCA, número III, UNR, 2003, www. fcagr.unr.edu.ar/Investigacion/revista/rev3/5.htm.

Tampoco es muy alentador el panorama para un productor medio ya que para la categoría entre 201 y 400 ha la deuda capta el 70% del ingreso neto, y para el estrato superior, un 50%. Sólo quedan fuera de los riesgos del endeudamiento los productores que operan 1000 ha o más. De todos modos, es dable suponer que para los estratos medios de más de 200 ha los ingresos netos son mayores que para el promedio, los créditos tienen origen en el sistema bancario a más largo plazo y la mayor dotación de capital social de éstos posibilita la flexibilización o negociación con los acreedores, situación improbable en el caso de los más pequeños, que sólo pueden acceder al crédito comercial. Según la misma fuente, para la zona, el 66,5% de los productores manifestaban tener algún tipo de deuda. En este contexto es que se dará la expansión de la labranza cero que, siguiendo una tendencia que ya se perfilaba en el período analizado precedentemente con respecto a los requerimientos del cultivo de soja, implicó la necesidad de transformar la agricultura en una actividad cada vez más dependiente de conocimientos científicos y de insumos, de dedicación minuciosa, pero también de management y estrategias de 79

Peretti, Miguel Ángel et al., “Monitoreo económico de los sistemas predominantes del sector agropecuario de Córdoba; resultados campaña 98/99, proyecciones campaña 99/00 y resumen quinquenio 94/99”, en Serie Economía Agraria, Universidad Nacional de Río Cuarto, 1999, http://www.inta.gov.ar/mjuarez/info/documentos/economia/gnsst03.htm. En Peretti, M., “Competitividad de la empresa agraria...”, op. cit.: 223,51 pesos.

Rastrojos y algo más

65

producción indispensables para sortear las difíciles y ambivalentes condiciones que atravesaba el sector. 2. La adopción y difusión de la siembra directa Condicionamientos tanto agronómicos como económicos determinaron que la siembra directa fuera adoptada fundamentalmente por productores medianos y grandes. La posesión de capital cultural y social (relacionado generalmente a posesión de capital económico) devino un plus en relación a las posibilidades de éxito de este método de labranza. Expondremos los mecanismos a través de los cuales se efectuó la difusión de la innovación, difusión que fue encarada por instituciones ad hoc y otras ya conocidas en una estrecha asociación, y haremos una reseña de los cambios que la introducción de este nuevo proceso tecnológico trajo aparejados con respecto a: 1) Los actores involucrados en la producción y el proceso de difusión de la siembra directa. 2) La relación entre cultivos diversos, prácticas agronómicas y repercusiones para los actores participantes. 3) La introducción de la soja RR. 2.1. Los productores y las posibilidades de adopción de las nuevas tecnologías. El rol del asesoramiento agronómico Una de las causas aducidas para la adopción de la siembra directa fue la reducción de costos. Sin embargo, la evolución de las cifras que podemos ver en el Cuadro 8 muestra una realidad más compleja y que matiza la afirmación. La siembra directa puede ser implementada con distintas opciones de herbicidas y cantidad de fertilizantes, y en el caso de las más sofisticadas sus costos igualan o superan a los de la siembra convencional. Las distintas posibilidades que aparecen a partir de 1993 ponen en evidencia la diversidad de agroquímicos presentes en el mercado, consecuencia de las posibilidades de importación. En las series que presentamos no se tiene en cuenta el costo del asesoramiento agropecuario, insumo indispensable, sobre todo en el caso de las opciones más complejas.

66

Rastrojos y algo más

Cuadro 8: Costos en siembra directa y convencional en soja Convencional

Directa menor precio

Directa mayor precio

1992 Soja 1ª

148,21

123,54

127,12 (1)

Soja 2ª

111,27

107,46

133,64

Soja 1ª

149,20

128,98

131,36 (2)

126,20

146,72

118,18

144,30

123,54

149,66

119,87

141,08

125,23

146,44

117,62

143,69

123,02

142,82

116,21

140,36

122,01

146,16

103,49

131,99

108,69

137,19

1993 Soja 2ª 1994 Soja 1ª

143,85

Soja 2ª 1995 Soja 1ª

147,33

Soja 2ª 1996 Soja 1ª

156,30

Soja 2ª 1997 Soja 1ª

151,20

Soja 2ª 1998 Soja 1ª Soja 2ª

143,84

(1) (2) Para esos años son sólo dos opciones de herbicidas. Para los siguientes son ocho opciones. Fuentes: Márgenes Agropecuarios, diciembre de 1992/93,94, 95, 96, 97, 98.1

No tomaremos en cuenta los años 1992 y 1993 para comparaciones interanuales ya que, como se aclara en las notas 1 y 2 del cuadro, la composición de la canasta de herbicidas para esos años es distinta de la de los posteriores. El diferencial a favor de la siembra directa que podemos ver en el Cuadro 8 para los años subsiguientes en realidad se limita a la opción más económica, ya que la más cara no presenta diferencias significativas con respecto a la labranza convencional. Las diferencias entre convencional y directa responden al ahorro en las tareas de labranza, y las de las distintas opciones en siembra directa se explican por el tipo y la calidad de los herbicidas, insecticidas y fungicidas utilizados y el número de pulverizaciones.80 Para las opciones más económicas y más caras, el 80

Las cifras de Márgenes Agropecuarios para esos años expresan promedios, y no hay diferenciaciones zonales.

Rastrojos y algo más

67

aumento que se registra a partir del año 1993 tiene que ver con cambios en la composición del paquete de herbicidas y fitosanitarios, y los descensos o pequeños ascensos posteriores tienen que ver con oscilaciones en los precios de los productos. Para un productor pequeño, la opción “técnicamente” recomendable podía ser absolutamente inviable. Pero las trabas para iniciar la siembra directa aun en el caso de aquellos que estaban potencialmente en condiciones de hacerlo no eran sólo económicas. La no labranza implicaba una novedad radical, frente a la cual adquiría relevancia el peso del conocimiento tradicional, transmitido de generación en generación y que hasta el momento había dado buenos resultados. Esto es válido para todo el universo de productores, pero más aún para el pequeño, muchas veces al margen de los circuitos de difusión de innovaciones, y cauteloso con respecto a los riesgos inherentes a la introducción de novedades.81 Las erogaciones por insumos a efectuarse antes del inicio de las labores era otro factor que determinaba que para una gran cantidad de productores a pequeña escala la siembra directa no se presentara como una opción accesible, ya que cambiaba el manejo económico de la empresa agrícola. La siembra directa implicaba un manejo del tiempo de labores, y por lo tanto de inversiones en insumos, diferente del empleado en labranza convencional. Las erogaciones (en herbicidas fundamentalmente) debían efectuarse al inicio del ciclo y presuponían fuentes de crédito y lazos comerciales difíciles de alcanzar para los pequeños productores. Y por otro lado, las tareas de control de malezas, implantación, fertilización y control de plagas distintas del manejo tradicional necesitaban de experiencia y nuevos conocimientos agronómicos,82 una actitud de monitoreo constante y continuas adaptaciones. Esto obviamente remitía al asesoramiento agropecuario y a la posibilidad de ir asumiendo riesgos a través del ensayo y error, situación posible sólo a partir de determinada escala. En la adopción de la siembra directa, como había sucedido con el cultivo de soja, los cambios en la dinámica agronómica y de management hicieron al asesoramiento agropecuario casi indispensable para el éxito de la 81

Las normas o los patrones locales de adopción de una tecnología juegan un rol muy importante, así como las consideraciones económicas. Así, si la norma vigente, el clima “cultural” o en términos de Raymond Williams la estructura del sentir de la localidad imponen que “no hay que jugarse por una sola técnica”, la adopción de la innovación se hará pero con las características propias que le impone el marco cultural del entorno, que no coincide necesariamente con el discurso técnico dominante. Este tema ha sido desarrollado específicamente para la adopción de la siembra directa en la investigación de Rosenstein, Susana et al., “Redes de diálogo como herramientas de cambio de las formas de ver y actuar”, en Revista de Investigación Facultad de Ciencias Agrarias, UNR, año 2003, número 5, http://www.fcagr.unr.edu.ar/Investigacion/revista/rev1/6.htm. 82 Los primeros boletines de AAPRESID (números 1 al 15, fundamentalmente) dan cuenta de las dificultades de los productores en la aplicación de la nueva tecnología.

68

Rastrojos y algo más

tarea.83 Así la dotación de capital cultural se convirtió en un factor decisivo y potenció la aparición de nuevos actores en la producción, ya que los técnicos pudieron pasar a la producción o continuar desempeñando ambas tareas, ocurriendo algo similar con los distribuidores de agroinsumos. La distribución de insumos fue encarada ya a partir de las complejidades introducidas por el cultivo de la soja por profesionales ligados al quehacer agronómico,84 formando parte el asesoramiento de las tareas de distribución y venta de los productos. La integración hacia adelante asegura al distribuidor un desemboque del 30% de su stock, al tiempo que añade un negocio rentable favorecido por las relaciones con las empresas proveedoras de insumos a través de un acceso fluido al crédito y al know-how ya no sólo agronómico sino del negocio en general.85 El acceso a la tecnología, fundamentalmente en la primera etapa de adopción de la siembra directa, requirió entonces de una cuota de capital económico o social que asegurara el acceso a los insumos y de un know-how dado por conocimientos agronómicos y experiencia, o la capacidad económica de “adquirirlo” pagando a los asesores que garantizaran una adopción exitosa de la innovación en cuestión. Insistimos: no pasaba sólo por el conocimiento científico sino por la posibilidad de una dedicación minuciosa, comenzando ya en ese momento lo que luego será llamado agricultura de precisión. Esto remite a productores con escala suficiente como para hacer frente a estas problemáticas y a la posibilidad de postergar la rentabilidad inmediata en pos de una rentabilidad futura si se desea encarar la conservación del recurso suelo. Un listado de algunos de los primeros productores que adoptaron la siembra directa puede ilustrar esta situación. AAPRESID insistió e insiste constantemente en la neutralidad de la innovación respecto del tamaño de la explotación. Sin embargo, sus boletines presentan casi todos casos (obviamente exitosos) en los que la escala de la explotación es casi siempre grande. Las empresas y los productores citados desde el primer boletín en 1990 hasta diciembre de 1998 son los que siguen.86 83

En IICA, “El sector agroalimentario...”, 2000, op. cit., pp. 37-39, se da para la mitad de los noventa una cifra de alrededor de diez mil profesionales dedicados al asesoramiento agronómico, cifra que incluye a los técnicos del sector público y privado y a todas las actividades agrícolas. De ellos, el 47% pertenece al sector privado. 84 La distribución de agroinsumos devino en los ochenta, a partir de la expansión del cultivo de soja, una tarea rentable y que comenzó a ser abordada por profesionales. En los noventa el negocio fue aun más rentable y se profesionalizó, constituyéndose la empresa de agroinsumos como ya hemos señalado en una fuente de asesoramiento técnico para muchos productores. 85 Preda, G., “La empresa comercializadora...”, op. cit.; Girardi, Crespo, Sackmann, “Análisis del negocio...”, op. cit. 86 Elegimos como tope para este muestreo el año 1998, ya que fue a partir de entonces cuando la asociación soja RR-glifosato expandió la superficie en siembra directa en ocho años a casi el 70% de la superficie sembrada con cereales y oleaginosas, y la siembra directa en su aspecto de no laboreo y barbecho químico simplificado fue accesible a un rango mayor de productores.

Rastrojos y algo más

69

Cuadro 9: Empresas citadas en los boletines de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa hasta el 1/12/1998

Nombre empresa

Emplazamiento geográfico 2

Sup.

Prop.

1. José Araya

Inriville, Córdoba

300

2. Est. Caraguata

Victoria, ER

3. Ea. Del Sel

Ca. Gómez, S. Fe

4. Osvaldo, Sergio y Eduardo Gamberoni

Servicios a terceros

año

fuente

300

1989

B. 4 6/90

Toda

1990

B.8 6/91

2380

2380

1989

B.15 8/92

V. Tuerto, S. Fe

1950

250

1990

B.15 8/92

5. Olmedo Agropecuaria

NOA (Salta, Tucumán, Sgo. del Estero)

6500

6500

1990

B.19 3,4,5/93

6. Hugo Breschbull

Humboldt, S. Fe

700

700

1990

B.19 3,4,5/93

7. Oscar Canavese

Angélica, S. Fe

1200

1200

1990

B.19 3,4,5/93

8. Ea. Patricias Marías

5000

9. Ea. Catriel

San Pedro, Bs. As.

1700

10. Hugo Delgado

Gral. Pico, La Pampa

750

11. Ea. María Behety

T. del Fuego

12. Nicolás Milatich

Arequito, S. Fe

13. Minifundio

Col. Elisa, Chaco

14. Ea. San Nicolás

Uranga, S. Fe

15. José Marull 16. Eduardo Cruz

Arrend.

1700

Cosecha

Sí (no aclara)

5000

B.22 2/94 1992

B.23 3/4/94

750

1992

B.25 7,8/94

s/d



1992

B26 11/94

s/d



1990

B.27 12/94



1994

B.27 12/94

s/d



1990

B.28 2/95

Zavalla, S. Fe

400

400

Asesoramiento

1990

B.28 2/95

s/d

470

470

Siembra cosecha

1990

B.29 3,4/95

1700

Asesoramiento

70

Rastrojos y algo más

17. Ariel Feliú

S.J. Esquina, S. Fe

s/d



1990

B.30 9,10/95

18. Martín Ambrogio

San Basilio, Cba.

1600

1600

1988

B.30 9,10/95

19. Ea. La Maya

Monte Buey, Cba.

10.000

10.000

1992

B.31 12/95

20. Est. Fortín Olavarría

Fortín Olavarría, Bs. As.

s/d



1992

B.31 12/95

21. Ea. S. Luis Sierras

Bs. As.

2592

2592

1993

B.32 1/2/96

22. Ea. La Magdalena

Maggiolo, S. Fe

4145

2195

1991

B.34 5,6/96

23. Edgardo Cristófaro

San Genaro, S. Fe

200

200

1994

35 9,10/96

500

500

1995

B.37 4/97

1993

B.37 4/97

24. Ea. La Brava SE Bs. As.

1950 Asesoramiento

25. Grupo Acer Lumb

San Cayetano, Bs. As.

150-700

26. Ea. La Corona

9 de Julio, Bs. As.

5300

5300

1991

B.37 4/97

27. Omar Piorno

Edu. Castex, La Pampa

s/d



1993

B.37 4/97

28. Ea. El Caburé

La Pampa

s/d



1994

B.38 6/97

29. Ea. La Jovencita

La Pampa

7000

7000

1994

B.38 6/97

30. Est. San Juan

Alberdi, Bs. As.

s/d



s/d

B.38 6/97

31. Francisco Rucci

Santa Fe

162

112

Siembra

1994

B.38 6/97

32. Marcos Palladino

Inriville, Córdoba

100

100

Siembra, ases.

1992

B.40 11/97

33. Ea. Las Cabañitas

Centro S. Fe

1350

1350

1987

B.41 12/97

34. Ea. La Unión

V. Tuerto, S. Fe

6443

6443

1989

B.42 4/98

35. Alberto Marchionni

Hughes, S. Fe

4000

1995

B. 43 7/98

36. Alfredo Giandomenico

Va. Amelia, S. Fe

s/d

1994

B.44 9/98

37. Oscar Alvarado

Saladillo, Bs. As.

980

1996

B. 46 12 /98

150-700

50

4000

980

Asesoramiento

Asesoramiento

Rastrojos y algo más

71

Al analizar este cuadro debemos hacer la salvedad de que el mismo no constituye una muestra representativa; los casos fueron seleccionados por los editores entre aquellos que se hallaban accesibles y eran obviamente socios o productores con vínculos con los socios de AAPRESID. No nos es dable realizar mediciones de tipo estadístico, pero sí podemos hacer algunos señalamientos.87 Asumimos que las explotaciones con la denominación estancia constituyen establecimientos que podemos considerar entre los de mayor tamaño, y si bien la fuente no explicita datos de superficie, los entrevistados proporcionan datos de maquinaria y cultivos que aseveran que se trata de empresas de envergadura. Así, de los treinta y siete establecimientos relevados, sólo siete (19%) se alejan del patrón mayoritario. El 80% ha adoptado la siembra directa en forma temprana, entre 1987 y 1993, y una cuarta parte arrienda tierras, poniendo de relieve una de las estrategias que ya hemos señalado como uno de los mecanismos para paliar la crisis del sector, al igual que la adopción de tecnología. De éstos, sólo uno de ellos es un pequeño productor, Francisco Rucci.88 Para los treinta y cinco casos que presenta el listado con datos de localización, el 50% está en la provincia de Santa Fe, lo que se condice con la distribución geográfica de las primeras zonas que adoptaron la siembra directa. Dado el carácter no representativo de la muestra, el hecho de que la quinta parte de las empresas relevadas se encuentre en la provincia de Buenos Aires puede estar relacionado con el carácter difusor y propagandístico del boletín, ya que hasta 1995 se señala en forma constante la dificultad de insertar la siembra directa en muchas zonas, entre ellas la provincia de Buenos Aires, e incluso en una zona pionera en la investigación sobre siembra directa como Pergamino. Esto da cuenta de las trabas culturales para la adopción de nuevas tecnologías ya que la zona norte de Buenos Aires, según la revista Márgenes Agropecuarios, presentaba costos muy favorables a la siembra directa para esos años. La poca representación que tiene en este listado la provincia de Córdoba, con sólo cuatro casos, nos puede indicar que allí AAPRESID no necesitaba hacer propaganda, ya que el sudeste de la provincia y el sur de Santa Fe fueron pioneros en la adopción de esta tecnología. Debe destacarse la inclusión de Olmedo Agropecuaria y Oscar Alvarado entre los pri-

87

Entrevista a María Eugenia Magnelli, op. cit. Los boletines de AAPRESID en esos años insistieron mucho en la figura de Rucci, que llegó a integrar su comisión directiva, para “demostrar” la accesibilidad de la siembra directa para cualquier tipo de productor. También lo hicieron con las figuras de Romagnoli, Palladino y Cristófaro. Los últimos citados se convirtieron a través del arriendo de tierras en grandes productores. De Rucci, a partir del año 1995, los boletines no dan ninguna información.

88

72

Rastrojos y algo más

meros adoptantes.89 Conformarán durante el transcurso de la década dos de los grupos más fuertes del agronegocio. La escasa presencia de empresas de Entre Ríos, donde la siembra directa en 1999 abarcaba el 50% del área agrícola, señala también la dificultad que tuvo y aún tiene AAPRESID para hacer pie en esa provincia, donde constituyó su primera regional recién en 1996. Los pequeños productores con menos de 500 ha desarrollan todos otras tareas: siembra, cosecha y/o asesoramiento, aunque esta situación no es privativa sólo de éstos. Otros datos que proporcionan los entrevistados son también relevantes para definir las características de los adoptantes de la nueva tecnología. Señalan que los comienzos fueron cautelosos, poniendo de relieve una de las características que favorecieron la adopción de la innovación: la posibilidad de hacerlo en etapas, ya que los costos irrecuperables asociados a la siembra directa y que pasaban principalmente por la sembradora podían ser encarados adaptando una convencional, situación en que tanto los fabricantes como los mismos productores demostraron una gran inventiva. En todos los casos las razones para la adopción de la siembra directa que proporcionan son: 1) Reducción de mano de obra o el paso de tareas de ejecución a tareas de control. 2) Reducción del consumo de combustible. 3) Mejor posibilidad de realización del doble cultivo, por reducción de los tiempos.90 4) Reducción de la erosión y mejor aprovechamiento del agua. 5) Para la ganadería, la posibilidad de dedicar tierras aptas a la agricultura y recuperar otras menos aptas a través de la siembra directa para la ganadería.

89

Nos ha llamado la atención la no inclusión en este listado del empresario Gustavo Grobocopatel, quien declara haber comenzado tempranamente con la siembra directa, tanto en campos propios como alquilados. Según el empresario y productor, ya en 1996 todos sus campos hacían siembra directa. Es interesante el recorrido “hacia la directa” de Grobocopatel. Fue socio temprano de AAPRESID, pero hasta 1999 no tuvo una actuación destacada dentro de la institución. Sus inicios tuvieron que ver con una estadía en el USDA, a partir de su inserción en la cátedra de suelos de la FAUBA. Su recorrido con respecto a la adopción de la siembra directa muestra que fueron muchas las alternativas a disposición de los productores, sobre todo los grandes: el INTA (algunas experimentales), la FAUBA (algunas cátedras), algunos CREA, algunos proveedores de insumos y asesores, y, obviamente, AAPRESID. En el caso de Grobocopatel, su vuelco a la siembra directa incluyó un mix de todos estos difusores (entrevista a Gustavo Grobocopatel, 15/10/2008). 90 En el caso de los pequeños productores relevados, dos de ellos señalan la importancia de disponer de más tiempo, que pueden dedicar al monitoreo o al asesoramiento.

Rastrojos y algo más

73

Señalan además la importancia de efectuar rotaciones, fertilizar, el rol del monitoreo y del control, y el del asesor agropecuario.91 Con respecto al control, coinciden todas las categorías de propietarios. En el caso de Marull, miembro de AAPRESID y propietario de 400 ha en Zavalla, pese a tercerizar tareas, las supervisa personalmente.92 En otro extremo, Jorge Ossana, de la Estancia La Unión, aclara que los aumentos de personal registrados en el establecimiento se deben a las necesidades de control y monitoreo.93 Rogelio Fogante puntualiza que la dedicación es fundamental para bajar costos, subir rendimientos y contaminar menos. Para ello recomienda efectuar relevamiento de malezas que permitan definir el tipo de herbicida y el momento de aplicación, efectuar una rigurosa elección de variedades para obtener una mejor respuesta al acercamiento de hileras (método ya entrevisto en la época pionera como un método eficaz para la lucha contra las malezas). Esta selección debe buscar resistencia a enfermedades o a efectos alelopáticos que se pueden producir por los cambios en las condiciones que implica la práctica de la siembra directa. Su recomendación más general es que la labranza cero debe ser un trabajo sumamente personalizado.94 Los productores de grandes extensiones poseen una dotación de maquinarias importante. Los más pequeños que son contratistas de siembra o cosecha han realizado una inversión en maquinarias o bien, como en el caso de Marull, como se dijo, tercerizan tareas. Este aspecto de la diversidad de opciones es recalcado por AAPRESID para mostrar la diversidad de posibilidades exitosas que se le pueden ofrecer a un productor decidido a encarar el cambio tecnológico. Resulta ilustrativo el testimonio brindado por los productores de la Estancia San Luis de las Sierras. Sus cálculos de costos son bastante superiores a los datos proporcionados por Márgenes Agropecuarios. La opción más cara planteada por la publicación para implantación en siembra directa del maíz para 1996 es de 182,43 pesos por hectárea (contra un costo de maíz con labranza tradicional de 120-130 pesos por hectárea),95 mientras que los costos directos declarados por la Estancia San Luis de las Sierras para ese cereal son casi un 20% más caros: 91

Los establecimientos más grandes, tales como La Unión de Agropecuaria San Carlos, Olmedo Agropecuaria, Estancia María Behety, La Cabañita de Weber, el grupo Acer Lumb y El Tejar, poseen más de uno y permanentes. En el caso de pequeños productores, tales como Milatich y Marull, por su condición de ingenieros agrónomos el asesoramiento corre por cuenta de ellos mismos. Otros pequeños, tales como Rucci y el minifundio de Colonia Elisa, reciben el asesoramiento de AAPRESID. 92 AAPRESID, Boletín número36, 4/1997. 93 AAPRESID, Boletín número 42, 4/1998. 94 AAPRESID, Boletín número 25, 7/8/1994. 95 Márgenes Agropecuarios, diciembre de 1996.

74

Rastrojos y algo más

204,43 pesos por hectárea. Esto se debe a un mayor consumo de fertilizantes, pero también a costos de estructura en los cuales incluyen el asesoramiento agropecuario. Éstos son amortizados por rendimientos muy superiores. Como consecuencia de esta actividad tecnológicamente intensiva, se les brinda la posibilidad de hacer agricultura en terrenos difíciles, de complementarla con la ganadería (en un momento en que la opción maíz no es interesante para los agricultores), de devolver fertilidad a los suelos degradados. Como dato interesante de su estrategia empresarial recalcan el uso de una marca de semillas en forma exclusiva, lo que les permite obtener mejores precios.96 Este ejemplo refuerza lo dicho anteriormente. Estas posibilidades no pueden ser contempladas por productores en escala más reducida, que, como hemos señalado, deben encarar un circuito diferente de labores agrícolas y un desembolso de capital en herbicidas y fertilizantes que implica créditos poco accesibles a su condición. Cuando lo hacen, pagan mayor tasa de interés, lo que les impide transformar mayores ingresos futuros, que resultarían de un uso más conservacionista y racional del suelo, en consumo actual. Dada la correlación positiva entre educación, acceso a la información y tamaño de la explotación, cometen más frecuentemente errores en las estimaciones de producción a futuro. Una empresa grande tiene acceso a crédito bancario y extrabancario, sus costos fijos pesan menos que para una pequeña, y posee dotaciones de los tres tipos de capital que obviamente se refuerzan unas a otras.97 A pesar de esto, para todas las categorías de productores son válidas las aseveraciones formuladas previamente: la importancia de los climas culturales que rodean la actividad productiva, que incluye una actitud general hacia el cambio y los riesgos,98 la cercanía (cultural, no 96

AAPRESID, Boletín número 36, 1/2/1996. Marcos Gallacher, en “Estructura de empresas y adopción...”, op. cit., trabajando con las ENA de 1994 y 1999 establece una relación positiva entre tamaño de explotación y adopción de tecnología. Divide su universo entre empresas grandes (500 ha y más) y empresas pequeñas de menos de esa cifra. También Cloquell et al. llegan a la misma conclusión para el sur de Santa Fe, aunque a diferencia de Gallacher dividen su universo entre los que trabajan menos y más de 220 ha. Cloquell, S., R. Albanesi, M.de Nicola, G. Preda y P. Propersi, “La agricultura a escala y los procesos de diferenciación social”, en Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios, número 23, segundo semestre de 2005, pp. 35-57. Pero son sin duda Rosenstein et al., en “Redes de diálogo...”, op. cit., quienes hacen hincapié en la importancia de los climas culturales en la adopción de tecnología, que pesan en algunos casos más que el tamaño de la explotación. Roberto Peiretti, miembro de AAPRESID, resalta también la importancia del factor cultural. Es decir, sería distinta la predisposición zonal para dejar la práctica de dar vuelta o arar la tierra. (Véase Iglesias, Jorge, “La razón de una pasión”, en Clarín Rural, 8/05/1999.) 98 AAPRESID no explicita los fracasos en sus boletines, pero en la entrevista a Víctor Trucco, op. cit., éste señaló fracasos entre los mismos pioneros, pero de los cuales pudieron salir justamente por una mejor adopción del paquete. Por otras fuentes se ha podido determinar que Carlos Baumer arriesgó su patrimonio al intentar fabricar en los ochenta una sembradora a la que llamó cultisembradora. Véase Huergo, H., “CD inédito”, op. cit. Trucco debió hipotecar

97

Rastrojos y algo más

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física) a los organismos difusores, la afinidad dada por pertenencias previas.99 Todo esto hizo que se requiriera de un esfuerzo de difusión que fue llevado a cabo por los actores que ya hemos señalado y cuya actividad en este período pasaremos a reseñar.100 En síntesis: los cambios institucionales mencionados en el primer acápite tuvieron en sus comienzos una repercusión limitada. Puede verse en el Cuadro 12 que se requirieron cinco años hasta que se alcanzó en 1997 una implantación del 15% del total de la superficie sembrada de cereales, oleaginosas y pasturas. 2.2. Los difusores. El proyecto en acción. La red como alianza En este acápite nos ocuparemos de los mecanismos de difusión de la siembra directa y se pondrán de relieve los actores que conformaron la red de innovación y sus intereses compartidos, que hasta el momento de la aparición de la soja RR aparecen como totalmente complementarios. Se ha visto que los difusores en la etapa previa fueron en primer lugar el INTA, a partir sobre todo del proyecto PAC y la labor silenciosa de los grupos CREA. Como ya se señaló, la creación de la Asociación Argentina de Productores en siembra directa revelaba la necesidad de los mismos por acelerar el proceso de difusión. La acción de AAPRESID fue rápida y práctica ya que se centró en el intercambio y la información de las problemáticas que iban apareciendo en la producción, al igual que hacían en el momento los grupos CREA, que ya hemos citado en el acápite correspondiente. A diferencia de éstos, AAPRESID hizo de la difusión de la siembra directa el objetivo primordial de su tarea, mientras que los CREA abarcaban todo el espectro de la práctica agronómica. Por otra parte, y tal como se verá en el Capítulo V, AAPRESID asoció rápidamente a los proveedores de los insumos agronómicos y fabricantes de maquinarias, y durante sus primeros diez años de existencia mantuvo un sus campos por no haber sabido tercerizar; Kachanosky, Juan C. et al., “Casos de éxito...”, op. cit. Los hijos de Minucci (miembro de la primera comisión directiva de AAPRESID) habrían quebrado por no poder pagar sus créditos bancarios y comerciales (Boletín Oficial, La Plata, 26/02/2003 y 17/11/2006, en www.server1.gob.gba.gov.ar). En general los asumen como aprendizajes y situaciones necesarias, y no los atribuyen a razones político-institucionales sino a malos manejos o imposibilidad de adaptación, ya que para AAPRESID todo fracaso es o debe ser una enseñanza para ir hacia adelante o dejar la actividad (por ineficiencia). 99 Ya se ha mencionado que los primeros adoptantes de esta innovación pertenecieron a los grupos CREA y que varios de los fundadores de AAPRESID (entre ellos su presidente) pertenecían a éstos. 100 Hasta el año 1998, AAPRESID señala la dificultad de insertar la siembra directa aun en localidades como Pergamino, cuya estación experimental del INTA fue pionera en esa tecnología, y la lentitud de su adopción en otras áreas.

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fluido contacto con el INTA y otras instituciones estatales. Su fuerte fue el incesante intercambio de información a través de las reuniones que se llevaban a cabo en los campos de los productores asociados, los congresos a razón de uno por año, la difusión de un boletín bimensual que continúa hasta el presente, boletines de información técnica dedicados a todas las problemáticas relacionadas a la siembra directa y el asesoramiento técnico a sus asociados. La influencia de AAPRESID fue más intensa allí donde los productores socios estaban asentados, ya que la presencia de un productor miembro de AAPRESID en una localidad, pero sin residencia en ella, no producía los efectos de difusión.101 Consciente de esta limitación que significaba la cercanía “cultural” y de la variabilidad de situaciones agroecológicas con soluciones específicas, AAPRESID organizó rápidamente una red de asociaciones regionales para actuar en forma descentralizada. El INTA, que por razones institucionales había visto muy mermado su presupuesto, continuó con la tónica con que había comenzado. Su rol en la difusión se circunscribió a las experimentales, que, por razones de tradición, estaban ya comprometidas en la investigación y extensión de la siembra directa, dependiendo de las características y los impulsos que los técnicos de las mismas le dieran más que de una política institucional general. Marcos Juárez continuó su labor difusora de la siembra directa y sus desarrollos de soja y trigo, Manfredi en maquinarias, y Bordenave y Anguil sus estudios destinados a revertir la erosión de los suelos.102 En sus inicios la colaboración entre estos actores fue intensa, y los sitios donde la siembra directa tuvo su mayor desarrollo en sus comienzos fueron aquellos en los que se realizó un trabajo convergente de AAPRESID, grupos CREA e INTA, lo que muestra que ninguno de ellos por sí solo podía encarar la tarea, pero el más dinámico y que se dio por objetivo exclusivo la difusión del paquete tecnológico fue sin duda AAPRESID, que nucleó a su alrededor a todos los interesados.103

101

Rosenstein, Susana et al., “Redes de diálogo...”, op. cit.; entrevista a Marcos Giménez Zapiola, productor, op. cit. 102 Los autores que en la década de los noventa y aun en la actualidad más se ocupan del tema de siembra directa son los mismos que la impulsaron en los setenta e impulsaron la publicación de los dos libros sobre siembra directa: Lattanzi, Marelli, Signorile, Bragachini (en Manfredi), Senigagliesi y Baumer. También fue importante la Agencia de Extensión Regional de Crespo, provincia de Entre Ríos. 103 En uno de los primeros boletines de AAPRESID, el número 17, el editorial destaca las excelentes relaciones que la entidad mantiene con el INTA y las universidades nacionales. Ya hemos hecho mención a los distintos canales a través de los cuales el empresario Gustavo Grobocopatel se inició en la siembra directa.

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En lo que respecta a siembra directa y ganadería fueron en principio los grupos CREA los más activos, aunque como ya hemos dicho muchos de sus miembros eran a la vez socios de AAPRESID. Fabián Tommasone fue pionero en renovación de pasturas utilizando la labranza cero. Fue y es asesor de muchos grupos CREA y socios de AAPRESID. Comenzó sus experiencias en Curupaytí, norte de Santa Fe, muy tempranamente, en 1985.104 Ya hemos visto el rol decisivo que le cupo a Monsanto con la contratación de López Mondo en 1983, y el rol decisivo de éste en la creación de AAPRESID. Con la misma tónica, la multinacional contrató a Fabián Tommasone para la dirección del proyecto Campos del Mañana, que comenzó en 1995 y cuyo objetivo primordial fue expandir la siembra directa a la ganadería y por lo tanto el uso de glifosato,105 logrando asociar en esta tarea al INTA, a los grupos CREA y a otras instancias públicas, como algunos municipios, y entidades privadas de todo tipo.106 El involucramiento de Monsanto se fue acentuando a medida que aumentaba la difusión de la siembra directa.107 No cabe duda de que esta empresa fue, de las proveedoras de insumos, la que más tomó el proyecto de impulsar este método de labranza, relacionado con la venta y promoción del glifosato, y lo articuló con instituciones públicas y privadas. Los distribuidores de agroquímicos, a través de sus distintos canales de venta, jugaron un rol tan importante como los organismos arriba mencionados mediante el contacto directo y personal con los productores y, en muchos casos, encarando la producción. Nuevamente Monsanto desarrolló la política más agresiva de difusión de sus productos. A fines de los noventa poseía una red de distribución de 128 centros con sus sucursales, un sistema de distribución exclusivo (sólo venta de productos de Monsanto y otros no competitivos con los productos de la multinacional) y absorbía directamente el riesgo crediticio de los clientes de sus distribuidores, lo que reducía los gastos y costos 104

“Premio al emprendedor agropecuario 11ª Edición 1999”, en www.bbva.com. Tommasone, Fabián, “Siembra directa y rejuvenecimiento en campos ganaderos”, en www.ecampo.com, 20/04/2001; Fontanetto, H., O. Keller, S. Guaita y F. Tommasone, “El rejuvenecimiento de pasturas degradadas de alfalfa”, en www.rafaela.inta.gov.ar/productores/97_98. 106 “Buena pradera sin vueltas”, en www.e-campo.com, 11/03/2000. 107 Según Ekboir en “Sistemas de innovación...”, op. cit., Monsanto financió los primeros boletines de AAPRESID así como los gastos que demandó la constitución de la misma, siendo desde sus inicios junto con otras empresas miembro de la asociación. Pero de la modestia de la contribución de Monsanto pueden dar testimonio la humildad de los primeros boletines (el primero es una hoja de mimeo). A medida que la acción de AAPRESID crecía y lo hacía el número de sus asociados la presencia y el accionar de Monsanto también se hicieron visibles a través de publicidad, muy modesta aun en los primeros números, que eran en sí modestos. La primera respecto del Round Up es en el boletín número 29 de marzo-abril de 1995, con una publicidad a colores. 105

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de comercialización, contando obviamente con un excelente servicio de análisis de créditos.108 El distribuidor era una figura clave en tanto y en cuanto podía establecer una relación personalizada con el productor. Actuaba –y lo sigue haciendo– de manera diferenciada ya que los grandes productores tienen un trato preferencial pues son atendidos, ellos o sus asesores, en forma directa por un vendedor de la firma, y reciben las propuestas productivas en cuanto a las ventas o las compras. O sea, en estos casos, son las empresas las que van a la búsqueda del productor109 y se convierten en una eficaz correa de transmisión de las innovaciones. En menor medida pero también actuando como difusores, los distribuidores zonales actúan al mismo tiempo como asesores, obviamente interesados en la venta de los productos que distribuyen. Su disponibilidad, unida a las relaciones sociales que implica el contacto continuo, hace al rol preponderante que tuvo y tiene este actor como canal de información.110 A esto debe sumarse, como ya hemos visto, el pasaje de la actividad de distribución a la producción, que se operó de manera fluida ya que los distribuidores podían aprovechar las ventajas de acceso a insumos y el escaso riesgo que implicaba su actividad, convirtiéndose así también en difusores del sistema. En este sistema de difusión también jugaron un rol importante las cooperativas de acopiadores, que a su vez distribuyen agroinsumos y actúan como asesores. Cabe señalar que AFA (Agricultores Federados Argentinos) y ACA (Asociación de Cooperativas Argentinas), dos de las cooperativas de acopio, distribución y venta de agroinsumos más importantes del país, formaron parte tempranamente de las empresas socias de AAPRESID.111

108

Girardi, Alejandro et al., “Análisis del negocio...”, op. cit. Nuevamente vemos que este sistema favorece siempre a los productores de cierta escala, excluyendo a aquellos que puedan tener riesgo crediticio, que son en su mayoría pequeños productores. 109 Entrevista a Osvaldo Frontera, vendedor de Crinigan, 8/07/2006; entrevista a Jorge Pereyra Iraola, op. cit.; Girardi, Alejandro et al., “Análisis del negocio...”, op. cit. 110 Girardi, Alejandro et al., “Análisis del negocio...”, op. cit. 111 Esta inserción de entidades cooperativas dentro de AAPRESID no debe hacer olvidar las profundas mutaciones que los cambios institucionales introdujeron en el mundo cooperativo. Las cooperativas, dentro del contexto de cambio, tendieron a una escala macrocooperativa con fórmulas de gestión empresarial que priorizan los criterios de rentabilidad económica sobre la solidaridad. Si bien estas cooperativas requieren un mayor grado de integración vertical y horizontal que el logrado en la etapa anterior, ahora el control queda en manos de los administradores profesionales y de la burocracia ampliada sobre los socios y no socios para garantizar el compromiso de integración, vía económica, con los productores (Lattuada, Mario y Carlos Renold, El cooperativismo agrario ante la globalización. Un análisis sociológico de los cambios en su composición, morfología y discurso institucional, Siglo XXI Argentina, Buenos Aires, 2004). Cabe señalar que ACA y AFA forman parte del grupo de mil empresas que más facturan en la Argentina.

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Con respecto a las publicaciones especializadas, el INTA central a través de las revistas IDIA y RIA, las publicaciones de las estaciones, Desafío 21, del INTA Bordenave, y el Informativo de Tecnología Agropecuaria para la región semiárida pampeana del INTA Anguil, los numerosos boletines y hojas de información técnica de las estaciones del INTA Marcos Juárez, INTA Manfredi (especialmente sobre maquinarias), INTA Oliveros, INTA Paraná, INTA Rafaela proporcionaban informes sobre estudios llevados a cabo en diferentes zonas, no siempre gratuitos pero de acceso público y de consulta en bibliotecas de la institución u otros entes públicos y privados. También, como ya hemos citado, Márgenes Agropecuarios y las revistas del grupo CREA difundían los adelantos y los ensayos que se realizaban en siembra directa, y un poco más tardíamente las revistas especializadas Chacra, Marca Líquida Agropecuaria, Super Campo, Visión Rural, Forrajes y Granos y Forrajes Journal, que comenzaron a dar cuenta del fenómeno cuando éste ya tenía cierto desarrollo. El boletín de AAPRESID era la única publicación dedicada exclusivamente a la siembra directa. Tenía un carácter más difusor que científico, pero hacía llegar a sus socios las hojas técnicas con carácter exclusivo, ya que el boletín se distribuía en bibliotecas de acceso público. En cambio, la información de las revistas CREA estaba sólo disponible para sus socios y no se encontraba en lugares de acceso abierto. Entre los años 1994 y 1995 AAPRESID tuvo un programa televisivo de alcance local, que debió interrumpir por problemas financieros. Retomará su presencia en los medios, ya entrado el nuevo siglo, con un programa radial a cargo de un prestigioso periodista. El otro actor interesado en la difusión de la siembra directa fueron los fabricantes de maquinarias, fundamentalmente sembradoras, que constituían como pudo verse en los capítulos precedentes una de las limitantes para la difusión de esta innovación.112 Su intervención fue temprana ya que comenzaron fabricando o adaptando sembradoras convencionales para las primeras experimentaciones. Algunos de los más importantes fueron patrocinadores del congreso de 1977 y desde el comienzo socios de AAPRESID. Como factor de continuidad con respecto al período anterior se destaca el hecho de que las empresas fabricantes de maquinaria agrícola para siembra directa desarrollaron una fuerte inventiva, adaptando a las condiciones locales los modelos importados realizados para otros suelos y otras necesidades. Las sembradoras y pulverizadoras fueron los únicos implementos agrícolas que pudieron escapar a la 112

A posteriori se agregaron las pulverizadoras, el otro elemento fundamental para la utilización del herbicida.

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decadencia de la industria durante la década, ya que el resto no pudo competir con los productos importados. Los fabricantes de maquinarias se hicieron eco de las demandas de los productores y fabricaron implementos que garantizaran el éxito de la implantación de los distintos tipos de cultivo. Por último, cabe señalar un dato interesante: la siembra directa no fue durante las décadas de experimentación ni de difusión objeto de estudios específicos en ninguna de las facultades de Agronomía, ni públicas ni privadas. Sólo hace tres años se incorporó como posgrado de la Facultad de Agronomía de la UBA. 3. La semilla RR. Las implicaciones de su adopción. La extensión del sistema Consideramos que la difusión de la semilla RR constituyó un hito para la siembra directa, ya que a partir de su difusión la labranza cero llegó a ocupar el 60% de la superficie sembrada de cereales, oleaginosas y pasturas. Este crecimiento, gracias a la semilla, potenció el monocultivo de soja y desnaturalizó las características sistémicas con las que se había intentado difundirla. El 25 de marzo de 1996 se produjo la liberación comercial de la soja RR (Round Up Ready), soja tolerante al glifosato. El acceso a este gen, desarrollado por Monsanto, tuvo un desarrollo particular en la Argentina. Entre Monsanto y Asgrow, de los Estados Unidos, tuvo lugar una negociación por la cual esta última accedió por medio de una licencia al uso del gen. Así Asgrow Argentina accedió al mismo, para ser utilizado en las variedades que tenía registradas. Posteriormente Nidera adquiere Asgrow Argentina, accede al gen y le da difusión en el país. Así, cuando Monsanto intentó patentar el gen en el país, no pudo hacerlo ya que el mismo estaba liberado. De todos modos Monsanto, a través de acuerdos privados en los que se reconoce la titularidad de la patente y se acuerda la satisfacción de una regalía, licenció el gen RR a otras firmas que también lo comercializan en la Argentina. Por ello no existieron en el país las condiciones para que Monsanto pudiera exigir la technology fee ni restringir el uso de la semilla del propio agricultor, como sí ocurrió en los Estados Unidos. Acerca de este aspecto, cabe señalar que el marco regulatorio respecto de la propiedad intelectual de los productos vegetales, entre los cuales se encuentran los productos biotecnológicos, está dado básicamente por la ley 20.247 de 1973 y sus decretos relacionados (2819/91), que establecen el marco de protección para una variedad vegetal y el marco institucional para el comercio de semillas. En el primer ítem la Argentina adhirió al acta

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UPOV 1978 (adhesión formal en 1995), que prevé tanto la exención al fitomejorador como el derecho al “uso propio” como semilla reservada por el agricultor.113 Este contexto institucional marcó la introducción de la soja resistente al glifosato y su posterior adopción por los productores. Ésta se dio en forma bastante masiva, pese a que los costos de la semilla RR eran más elevados que los de la semilla no genéticamente modificada, tal como podemos constatar en el Cuadro 11. Sin embargo, si observamos el Cuadro 10, para las zonas en donde podemos comparar costos para el mismo tipo de labranza, con y sin semilla RR, como el norte de la provincia de Buenos Aires, la opción más económica la constituye la siembra directa con semilla convencional. Esto está enmascarando una situación de hecho particular. En primer lugar, como se ha señalado, la ley 20.247 permite al agricultor el uso de semilla para uso propio, cosa que es posible para la soja dado que es una planta autógama.114 Pero no sólo esto explica el bajo grado de adopción de semilla fiscalizada; debe agregarse el uso casi masivo con respecto a la soja de la llamada “bolsa blanca”, o sea, el comercio ilegal de semilla que abarata notablemente el costo de la misma, por lo que las cifras que señalan el mayor costo de las opciones con semilla RR no pueden ser tomadas al pie de la letra. Si se considera además que el área sembrada con semilla fiscalizada pasó de un tradicional 35-40% a un 15%, puede apreciarse la magnitud del fenómeno.115 El cuadro nos permite también reflexionar acerca de la racionalidad de los productores. En la zona norte de la provincia de Buenos Aires, las dos opciones de siembra directa presentan márgenes brutos superiores a los de la labranza convencional, y se puede inferir que el uso de la bolsa blanca aumenta la diferencia entre los márgenes para los dos tipos de semilla, a favor de la semilla RR. Nos encontraríamos pues en un caso de racionalidad económica. Para el sur de Santa Fe, los dos tipos de labranza presentados utilizan la semilla RR y la diferencia a favor de la siembra directa es muy pequeña, cabiendo entonces algún otro tipo de explicación para la posible adopción de la labranza cero por parte de los productores. Además de la pequeña 113

Díaz Römer, Lucila, “Patentes y pago de regalías por los agricultores”, en el suplemento Cash de Página/12, 26/09/2004; Trigo et al., “Los transgénicos...”, op. cit. 114 Desde el punto de vista agronómico se recomienda que el uso propio de la propia semilla no vaya más allá de los tres años. 115 Trigo et al., en “Los transgénicos...”, op. cit., calculan que los beneficios a los productores con el uso de bolsa blanca pasan del 82,04% al 87%. Según estos autores, los mayores beneficiarios de la introducción de semilla RR fueron los productores, por la posibilidad de expansión de la soja RR como cultivo de segunda y de primera, lo que empequeñecería en forma relativa la magnitud de la transferencia de ingresos del proveedor al productor implícita en la existencia de la bolsa blanca.

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Rastrojos y algo más

diferencia en cuanto a la rentabilidad, se tendría en cuenta el cuidado del suelo y la reducción en los tiempos que permite este sistema.116 En cuanto a la utilización de la siembra directa en el oeste de Buenos Aires, vistos los menores rindes con respecto a la convencional, la explicación habría que buscarla sin duda en sus efectos benéficos para reducir la erosión eólica, uno de los más graves problemas de la zona, lo que pondría en relieve el uso de este sistema como estrategia conservacionista. Cuadro 10: Márgenes brutos cultivo de soja, por zonas, tipo de labranza, rendimientos y semilla

Norte BA SD Grupo IV RR

Sur S. Fe Conv. Grupo IV RR

Sur S. Fe SD Grupo IV RR

Oeste BA SD Grupo IV

Oeste BA Conv. Grupo IV RR

34 38

34 38

34 38

34 38

24 32

34 38

289,6 340,5

282,6 333,5

302,7 353,6

305,5 356,4

166,0 259,8

309,4 356,3

Zona

Norte BA Conv. Grupo IV

Norte BA SD Grupo IV

Rendimientos QQ/ha

34 38

Margen bruto por ha

272,5 323,4

Fuente: Márgenes Agropecuarios, diciembre de 2000.

La posibilidad de implementar exitosamente el doble cultivo, la posibilidad de expandir el cultivo de la soja de primera (que desde 1993 se multiplica por veinte al final de la década) y de la soja de segunda (se triplica partiendo de una base diez veces mayor en 1993), tal como puede apreciarse en el Cuadro 12, indican un hecho fundamental: la introducción de la soja RR facilitó y simplificó notablemente el manejo agrícola. Para un manejo en labranza convencional, y dependiendo del tipo de maleza, se requerían normalmente al menos tres herbicidas con aplicaciones en presiembra, preemergencia y post emergencia. Con el uso de semilla RR sólo en algunos casos se hacían necesarias pasadas en presiembra y preemergencia con algún herbicida residual selectivo, ya que en la mayoría de los casos bastaba sólo con la aplicación del glifosato en post emergencia. Ello disminuía notablemente el costo del 116

Ya hemos visto que en muchos casos la siembra directa representaba en realidad una opción más cara o con poca diferencia con respecto a la labranza convencional. Rosenstein et al., en “Redes de diálogo...”, op. cit., dan cuenta de este hecho para la localidad santafesina de su estudio, Zavalla, donde la adopción de la RR es justificada por los productores que hacen siembra convencional por la simplificación de labores que implica. En cuanto a la no adopción de la siembra directa, al menos en el estudio mencionado, se aducen razones culturales y económicas, donde los cambios en el manejo constituyen un factor de peso.

Rastrojos y algo más

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trabajo agrícola, y de ahí su adopción aun por productores que hasta el momento no practicaban la labranza cero. Comienza el período de su difusión masiva, al que contribuyó además de la semilla el notable abaratamiento del precio del glifosato (ver Cuadro 11) y de la existencia de una importante masa crítica de conocimientos ya disponible, pero menos importante por la simplificación de tareas antes mencionada. Ya hemos hecho alusión a la característica fundamental de esta difusión masiva, que fue la de favorecer el monocultivo de soja y desvirtuar las características sistémicas que debía tener la innovación para cumplir con el requisito de sustentabilidad. Además de esta situación se registra también un descenso notable en el precio de la semilla RR, que pasa de costar un 100% más cara que la convencional para el año de su introducción a una diferencia de sólo 20% para los años 2004 y 2005, además del abaratamiento en términos absolutos, que llevó su precio a la mitad en el lapso de siete años. De todos modos, ya hemos dicho que el fenómeno de la bolsa blanca tiene una masividad que opaca este descenso. El Cuadro 11 muestra un hecho también muy particular que, al igual que lo sucedido con la semilla RR (bolsa blanca-utilización para propio uso por parte del productor), ha incidido en las posibilidades del cultivo de soja en la Argentina. Como puede verse, el precio del glifosato en nuestro país es mucho menor que el precio en su país de origen, los Estados Unidos. El vencimiento de la patente en la Argentina, la importación de glifosato desde China y la competencia obraron para reducir el precio del herbicida. En cambio, en los Estados Unidos, Monsanto logró negociar una prórroga en la vigencia de la patente, lo que hizo que la reducción de su precio se verificara recién entrado el nuevo siglo, pero aún muy superior al precio vigente en la Argentina. De esta manera, y por la conjunción de estos factores, los agricultores argentinos pudieron ser competitivos en el mercado de la soja.117

117

Tambornini, Ezequiel, Biotecnología, la otra guerra, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003, pp. 15-18.

84

Rastrojos y algo más

Cuadro 11: Evolución de precios de glifosato Argentina y USA, y semilla convencional y RR, en Argentina años 1992/2005118 Año

Precio USA R UP

1992

R UP Arg.

R UP full 1 Arg.

R UP full 2 Arg.

R UP ultra max Arg.

9,50

Semilla fiscalizada

Semilla RR

0,39

1993

13,76

8,60

0,44

1994

14,16

7,70

0,44

1995

14,29

6,40

0,44

1996

14,29

5,60

0,44

1997

14,71

5,20

10,80

0,44

0,95

1998

14,98

4,20

10,00

0,37

1,05

1999

12,02

3,85

5,17

2000

11,43

3,66

5,14

7,87

8,31

0,30

0,53

8,62

0,28

0,50

2001

11,75

2,90

5,80

3,95

6,50

0,28

0,50

2002

11,49

2,60

5,87

3,61

6,18

0,25

0,45

2003

11,43

2,30

4,60

3,30

5,25

0,33

0,38

2004

9,53

3,20

6,50

5,95

7,50

0,42

0,53

2005

8,92

2,88

5,76

5,65

7,50

0,35

0,43

Fuente: Precios Argentina, Márgenes Agropecuarios. R UP, precio u$ por litro. Semilla, u$ por kg. Precios USA, www.nass.usda.gov (precios por galón reducción a litros 1 galón = 3,785).

Los cuadros 12 y 13 muestran la evolución de las superficies en siembra directa destinadas a los distintos tipos de cultivo. Si en 1993 la soja de segunda era el cultivo líder en siembra directa, superando en diez veces a la soja de primera, esta diferencia se reduce a sólo cuatro veces antes de la difusión masiva por obra de la RR, y a dos veces un año después. Luego de tres años, según los datos relevados por el CNA, la superficie con soja de primera es un 80% mayor a la superficie con soja de segunda. La diferencia entre las superficies de estos dos cereales y los otros cultivos a lo largo de todo el período que vemos en los dos cuadros también nos muestra que la tendencia es hacia el monocultivo de soja. A pesar de los beneficios y márgenes que ofrece la dupla trigo-soja, muchos productores optan por el cultivo soja sobre soja por la simplicidad de manejo, sin tener en cuenta las nefastas consecuencias que este proceso puede ocasionar al suelo.

118

Nótese cómo, a partir de 1999, se sofistica la presentación del glifosato, con alternativas de distinto precio.

Rastrojos y algo más

85

Cuadro 12: Evolución de la superficie implantada en siembra directa para diversos tipos de cultivo CAMPAÑA

SOJA 2ª

SOJA 1ª

Maíz

Trigo

OTROS (2)

TOTAL

Soja

77/78

5000

0

0

0

0

5000

5000

78/86

2000

0

0

0

0

2000

2000

86/87

6000

0

0

0

0

6000

6000

87/88

21.000

1000

1000

1000

0

24.000

22.000

88/89

45.000

5000

7000

3000

0

60.000

50.000

89/90

75.000

5000

7000

5000

0

92.000

80.000

90/91

270.000

10.000

10.000

10.000

0

300.000

280.000

91/92

425.000

20.000

20.000

30.000

5000

500.000

445.000

92/93

705.000

70.000

35.000

70.000

90.000

970.000

775.000

93/94

1.180.000

170.000

100.000

180.000

180.000

1.810.000

1.350.000

94/95

1.300.000

370.000

240.000

210.000

320.000

2.440.000

1.670.000

95/96

1.700.000

450.000

200.000

200.000

420.000

2.970.000

2.150.000

96/97

2.261.000

598.500

266.000

260.000

558.600

3.950.100

2.859.500

97/98*

2.300.000

900.000

700.000

600.000

500.000

5.000.000

3.200.000

98/99

2.500.000 1.282.500 1.148.000 1.267.000 1.072.000 7.269.500

3.782.500 5.016.000

99/00

5.016.000

1.385.000 1.740.000 1.109.000 9.250.000

00/01

6.658.800

1.494.700 2.259.000 1.247.500 11.660.000 6.658.800

01/02

8.670.000

1.723.000 3.150.000 1.557.000 15.100.000 8.670.000

Fuente: AAPRESID.

Cuadro 13: Siembra directa por cultivos, totales y porcentajes Cultivo

Sup. total

SD

Convencional

%

Soja 1ª

6.948.226

2.306.386

4.641.841

66,8

Soja 2ª

3.887.074

0

3.887.074

100,0

Trigo

6.334.554

2.934.235

3.410.318

53,8

Maíz

2.776.715

1.065.993

1.710.722

61,6

Girasol

1.830.705

1.381.596

449.109

24,5

Sorgo

292.384

142.283

150.101

51,3

Forrajeras

6.481.618

5.354.999

1.126.619

17,4

Total

28.561.276

13.185.491

15.375.784

53,8

Fuente: CNA, 2002.

En el Cuadro 14 puede verse que las cuatro provincias de la zona pampeana –Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba– justifican

86

Rastrojos y algo más

el 80% de la superficie total en siembra directa. Si les sumamos las provincias de Santiago del Estero y Salta, tenemos un total de algo más del 90%. Salta a la vista el protagonismo de la soja, con un promedio del 54% del área implantada por este método en siembra directa, promedio que se supera en las provincias señaladas salvo en la provincia de Buenos Aires. Este vuelco espectacular hacia la soja, motivado por la aparición de la semilla RR y el abaratamiento del precio del glifosato, opaca el fenómeno menos espectacular del aumento de las superficies sembradas del trigo y del maíz, que no se dio por aumento en las superficies sembradas sino por la adopción de la siembra directa en esos cultivos. Si en 1992 la ecuación de costos para ambos cultivos no era favorable a la siembra directa, a medida que avanza la década la ecuación se revierte o se equipara para algunas zonas. Si bien no tan espectaculares como el descenso en el precio del glifosato, también se verifica un descenso en el precio de algunos de los insumos utilizados en estos cultivos, pero sobre todo la puesta a punto del problema clave de la fertilización. Así vemos que el maíz, en porcentajes, casi equipara al porcentaje de la soja de primera, mientras que el porcentaje del trigo supera al momento del censo el 50%. Pero no hay duda de que la gran expansión de los cultivos en siembra directa se hizo en base a la soja, y el hecho de que su expansión coincidiera con la de la siembra directa impactó fuertemente en las representaciones sociales que de este fenómeno se hicieron desde las ciencias sociales hasta el sentido común.

. . 9,0 10.062,0 . . 229,5 . 25,0 . . . 421,0 . . . .

26.859,5

. -

652.790,5

. 351.105,0

37.606,0

Algodón

3.598.873,9 59.124,3 5.034.650,4 18.733,7 293.391,5 . 1.299.936,8 6.899,3 5.416,0 218.928,5 280,3 1.611,0 6.371,2 . . 429.573,0 310,6 203.529,5 . 3.471.685,6

15.653.211,1

Total

. .

.

. . . 12.663,7 1.670,0 . . 285,0 . . . . 111,0 . . . . . . .

14.729,7

Arroz

. 20.834,6

42.826,0

438.112,3 6.482,3 638.690,9 940,0 14.668,0 . 131.881,4 803,8 2.598,0 23.515,5 97,7 . 4.422,3 . . 36.124,4 . 32.041,0 . 316.683,5

. 133.744,8

140.615,0

898.083,4 16.493,0 988.399,6 90,0 46.224,5 . 307.237,4 580,0 . 40.724,0 10,0 . . . 61.070,4 . 3.228,0 . 773.818,2

3.410.318,3

Trigo

. 1.614,5

35.907,0

261.334,1 6.161,7 409.901,7 2.426,0 3.779,5 . 91.126,8 2.235,5 11,5 31.823,0 63,5 . 949,7 . . 4.921,5 . 75.500,0 . 198.863,2

1.126.619,2

Forrajeras

. .

.

226.990,3 . 63.114,2 15.681,0 . 16.492,0 . 57.638,0 . 1,0 . . . . 48.488,5 . 20.704,2

449.109,2

Girasol

. 1.526,0

2.737,0

. 1.395,0 . . . . . . 2.792,0 . . . . . 45.643,8 . . . .

54.093,8

Poroto

Superficie implantada en siembra directa (hectáreas )

1.710.721,7

Maíz

Nota: Las celdas con punto (“.” = dato no registrado) corresponden a datos que no fueron preguntados en esa provincia. Fuente: INDEC, Censo Nacional Agropecuario, 2002.

Buenos Aires Catamarca Córdoba Corrientes Chaco Chubut Entre Ríos Formosa Jujuy La Pampa La Rioja Mendoza Misiones Neuquén Río Negro Salta San Juan San Luis Santa Cruz Santa Fe Santiago del Estero Tierra del Fuego Tucumán

Total del país

Provincia

Cuadro 14: Superficie implantada en siembra directa, por cultivo según provincia. Total del país, año 2002

. 192.945,2

371.858,0

1.695.742,8 27.560,5 2.855.192,9 2.293,0 195.945,5 . 728.501,2 2.755,0 59.077,0 . 36,5 . . 266.816,9 . 38.358,0 . 2.091.832,2

8.528.914,7

Soja

. 180,0

17.738,0

6.215,0 252,0 51.576,0 100,0 3.994,5 . 12.097,0 1.069,0 . 1,0 . . 780,0 . 3.510,0 . 52.588,8

150.101,3

Sorgo granífero

. 259,9

14.250,0

72.396,0 779,8 27.775,1 212,0 1.366,5 . 12.601,0 10,5 14,5 5.082,0 84,1 1.611,0 849,7 . . 13.795,0 310,6 2.404,0 . 17.195,5

170.997,2

Otros y sindiscriminar

Rastrojos y algo más 87

88

Rastrojos y algo más

4. El boom de la siembra directa. Nuevos cuellos de botella. Problemas de segunda generación Realizaremos en este acápite algunos señalamientos de los cambios agronómicos que implicó la difusión de la siembra directa y de cómo influyeron en los distintos actores, coadyuvando al proyecto común a pesar de las diferencias que la peculiar forma de adopción de la semilla RR provocó entre la multinacional, los semilleros y buena parte de los productores. 4.1. Los nuevos cultivos en siembra directa: maíz, trigo, girasol y pasturas Como hemos señalado precedentemente, el impacto de la soja RR que triplicó el área sembrada con soja de primera opaca muchas veces el crecimiento importantísimo de la siembra directa del trigo y del maíz. Éstos no aumentaron considerablemente su área de cultivo, por lo que el pase a la siembra directa se hizo fundamentalmente por quienes antes lo hacían en siembra convencional.119 La posibilidad de incrementar la fertilización y la introducción de híbridos de mayor productividad potenciaron el interés por la siembra directa de estos cereales, dado que la economía del agua del sistema redunda en el mejor aprovechamiento del fertilizante, especialmente el nitrógeno. Las nuevas variedades exigían mayor cantidad de este insumo, pero esto se veía compensado con creces por la respuesta favorable traducida en altos rindes. Se empieza entonces a incrementar la experiencia en labranza conservacionista con respecto a los dos cereales. Durante la década una gran masa crítica de conocimiento estará destinada a la siembra directa del maíz y del trigo y en menor medida al girasol, y girará fundamentalmente en torno al problema de la fertilización. Abordaremos estas problemáticas en forma detallada en el próximo acápite.120 A la introducción de nuevos cultivos en labranza cero se agrega el desarrollo de la ganadería en directa. Ésta implica la realización de cultivos de cobertura entre un cultivo y otro, para mejorar las condiciones del suelo, aprovechar su producto para ser consumido por el ganado, destinarlo a silo o bien al mismo pastoreo por los animales. La decisión 119

Para el trigo, sobre todo, la siembra directa en algunas regiones seguía siendo más rentable en labranza convencional, por el menor uso de fertilizantes y la no puesta a punto del paquete para ese cereal. Pero también influían razones culturales. 120 El DDIB (sistema de información bibliográfica del INTA) registra casi un 70% de sus papers sobre siembra directa relacionados a la problemática de la fertilización en siembra directa del trigo en primer lugar y del maíz en segundo lugar.

Rastrojos y algo más

89

de la especie a implantar debe ser muy cuidadosa, teniendo en cuenta un sinfín de variables, tales como la calidad del suelo, el problema de la competencia del agua entre el cultivo de cobertura y el siguiente y la conveniencia o no del pastoreo. Entre las primeras experiencias desarrolladas en Marcos Juárez ya estuvieron presentes experiencias con cultivos de cobertura por el equipo de pioneros con vistas al desarrollo de la ganadería utilizando la siembra directa. Los INTA de Bordenave y Anguil experimentaron en rejuvenecimiento de praderas utilizando labranza cero y profundizaron los estudios sobre las especies más adaptadas a producir estos efectos. Los cultivos de cobertura constituían una de las prácticas más comunes en Brasil, situación bien conocida por los expertos, pero su adaptación al medio requirió de estudios acabados ya que las condiciones de suelo y clima son fundamentalmente diferentes. Muchos ensayos y discusiones se plantearon acerca de si podían convivir agricultura y ganadería o si sólo constituía una técnica válida para los terrenos sin aptitud agrícola. Ya se ha visto que comercialmente la ganadería en directa comenzó en uno de los grupos CREA de Santa Fe en la década de 1980 de la mano de Fabián Tommasone, y que Ricardo Ayerza diseñó su primera sembradora para adaptarla a la siembra directa de alfalfa. Uno de los logros de la siembra directa aplicada a la ganadería ha sido la contribución a la posibilidad de mantener la producción cárnica con una notable reducción del área dedicada a la actividad. Se ha visto ya el interés de Monsanto en la misma con su programa Campos del Mañana, ya que el herbicida indicado para el rejuvenecimiento de pasturas o para la aplicación de cultivos de cobertura lo constituye el glifosato. Como consecuencia directa de este interés se desarrollaron los cultivos de forrajeras anuales y perennes con esta modalidad. Al respecto, los esfuerzos de adaptación fueron sustanciales, apoyados por las investigaciones previas de los INTA ya citados. Otro resultado de estos desarrollos fue la utilización de la intersiembra para el rejuvenecimiento de pasturas, práctica que en el nuevo siglo se extendería a otros cultivos. Menos difundida, aunque ya figuraba entre los productos que se desarrollaban en siembra directa y aparecía como uno de los candidatos firmes a ser de los que la adoptaran más rápidamente, la siembra directa de girasol sufrió los mismos avatares del cultivo en general que llevaron a que su área sembrada mermara (con avatares de subas entre 1995 y 1997, y posterior descenso) así como el porcentaje del cultivo que se hacía en directa. La experiencia de siembra directa en girasol fue netamente argentina,121 ya que en otras latitudes no se 121

Iglesias, Jorge, “La razón...”, op. cit.

90

Rastrojos y algo más

desarrolló el cultivo con labranza cero y los desarrollos estuvieron asociados la ganadería.122 Por ello su cultivo no disminuyó en forma considerable en la provincia de Buenos Aires y aumentó en la provincia de La Pampa, en las regiones que integran lo que se conoce como zona núcleo girasolera (oeste de Buenos Aires, sur de Córdoba y este de La Pampa). De todos modos, la siembra directa del girasol no contó con estudios por parte de los organismos de investigación comparables a los que tuvieron la soja, el trigo y el maíz. Tampoco fue objeto de la atención de los proveedores de insumos y semillas dada la incertidumbre sobre el desarrollo del mismo hasta fecha muy reciente, en que comenzaron a lanzarse híbridos y herbicidas específicos, y que serán tratados en el acápite destinado a los nuevos desarrollos. Otra de las novedades, ya no con respecto a los cultivos sino a su localización geográfica y que sí han sido profusamente abordados por la literatura especializada, fue la extensión del cultivo de soja en siembra directa a áreas donde por razones climáticas no se efectuaba el cultivo. En el NOA y el NEA, protegiéndolos contra el estrés hídrico; en los suelos pesados de Entre Ríos, protegiendo el suelo contra el exceso de agua y el posterior encostramiento; en el sudoeste de Buenos Aires, evitando la erosión eólica.123 Si se toman los porcentajes de cultivos en directa de esas provincias con respecto a las superficies totales, sus guarismos son sin duda modestos, sobre todo para Salta (2,74% de la superficie total implantada en labranza cero) y Santiago del Estero (4,16% respecto de la total en siembra directa), pero no lo son si se toma en cuenta la sustitución de cultivos operados y que en ambas provincias el porcentaje de la soja sobre el total de cultivos implantados con este sistema de labranza supera el promedio (56,9% para Santiago del Estero y 62% para Salta; véase Cuadro 14). 4.2. Problemas agronómicos y posicionamiento de los actores Ya se ha visto que la siembra directa requirió para su desarrollo de determinados insumos, cuyos proveedores respondieron desde un primer momento con la oferta de agroquímicos, herbicidas fundamentalmente 122

Hacer girasol en directa permite una temprana desocupación del lote y aprovecharlo como cultivo de cobertura para el ganado, además de las ventajas generales del sistema, como la economía del agua. 123 Díaz Zorita, M. y G.A. Duarte, “La siembra directa y los sistemas mixtos del oeste bonaerense”, pp. 281-289; Culasso, I. y R. de Carli, “Desarrollo de la siembra directa en Entre Ríos”, pp. 343-357, en Panigatti, J. et al., “Siembra directa...”, op. cit. Los nuevos productores de los noventa se centraron en la producción en el NOA o NEA por la diferencial de precios con respecto a la zona pampeana. Si bien los rindes son menores, la aplicación de tecnología en muchos casos hizo que la ecuación fuera rentable, entre otras cosas por el precio de la tierra.

Rastrojos y algo más

91

y maquinaria adecuada. La mayor difusión del sistema fue planteando problemas: los ya abordados de control de malezas e implantación, a la par que comenzaban los llamados problemas de segunda generación, que tenían que ver con los efectos del uso prolongado de la siembra directa, su extensión a otras áreas agroecológicas y a cultivos no testeados en los veinte años precedentes, con lo que cobró relevancia el control de plagas y enfermedades. Al mismo tiempo, el pasaje a la siembra directa de cultivos como maíz y trigo dio preeminencia al problema de la fertilización. El del control de malezas tuvo la respuesta conocida: herbicidas cada vez más eficaces, fundamentalmente el glifosato, y la aparición de la soja RR. Por la forma especial en que este evento se dio en nuestro país, las ventajas que pudo capturar la multinacional con respecto a la semilla no fueron las esperadas, por las razones expuestas en el acápite correspondiente. Con respecto al herbicida glifosato, hubo importaciones del agroquímico y fue fabricado o formulado por empresas nacionales con concomitante reducción de precios. De todos modos la extensión del sistema favoreció a Monsanto, que es uno de sus principales proveedores. Aunque en menor medida, se expandió el uso de herbicidas necesarios para otros cultivos, y la aparición de malezas resistentes por el uso prolongado de estos agroquímicos dio oportunidad a la aparición de nuevas fórmulas así como de presentaciones más sofisticadas de los ya conocidos. El tema malezas parecía estar bajo control, aunque comenzaban a manifestarse los problemas de resistencias y de aparición de nuevas plagas por dinámicas poblacionales distintas y enfermedades fúngicas debidas a la cobertura de rastrojos. La siembra directa necesita más dosis de fertilizantes que la labranza convencional y una forma diferente de aplicación, ya que la cama de rastrojos actúa como impedimento para su rápida absorción, produciéndose pérdidas por volatilización si se aplica con el tradicional sistema de voleo.124 Este segundo problema fue resuelto a través de su incorporación a la siembra con maquinarias que introducen el fertilizante: el nitrógeno a distancia de la semilla para evitar fenómenos tóxicos; el fósforo, por el contrario, próximo a la misma. En el caso del trigo la fertilización previa a la siembra resolvía el problema en gene-

124

Si bien la siembra directa requiere en principio más cantidad de fertilizantes, la acumulación de agua y la forma de aplicación pueden ajustarla de manera tal que la dosis final requerida sea en definitiva menor. Nuevamente depende de la posibilidad de hacer los ajustes más convenientes. Álvarez y Mulin, “El gran libro...”, op. cit., capítulo 4, pp. 96-98; Melgar et al., “Estrategias de fertilización para siembra directa”, en Panigatti et al., “Siembra directa...”, op. cit., pp. 253-262; AAPRESID, Boletín número 25, 7/08/1994. Todos los artículos consultados sobre fertilización efectúan esta recomendación.

92

Rastrojos y algo más

ral, pero el maíz requería una fertilización posterior que implicaba otro paso de pulverizadora o sembradora. Con respecto a la soja en siembra directa, esta leguminosa tiene la capacidad de fijar el nitrógeno atmosférico. Lo hace a través del uso de inoculantes que son productos de origen biológico basados en el cultivo de un microorganismo. En el caso de la soja, el microorganismo es el Bradyehizobium Japonicum. Éste permite a la raíz de la soja formar nódulos fijadores de nitrógeno. Al haber menos nitrógeno en el suelo por no remoción y no producirse la mineralización, se produce una mayor nodulación para el aprovechamiento del nitrógeno atmosférico. Es por ello que no se practica la fertilización con nitrógeno en el cultivo de soja.125 La inoculación planteó problemas específicos en siembra directa relacionados con el más cuidadoso manejo de la semilla.126 Los requerimientos de fertilizantes en soja pasan por el fósforo, el azufre y la fertilización foliar con micronutrientes, utilizándose el encalado para modificar la acidificación que produce el uso prolongado de este método de labranza. Las dosis y la manera de fertilizar se convirtieron en el tema clave de la labranza cero durante el decenio de los noventa, y continúa en la actualidad. La recomendación de los expertos en siembra directa era y es de una fertilización de reposición, o sea, la cantidad necesaria para reponer lo que el cultivo extrae del suelo, asegurando la continuidad en el largo plazo del mantenimiento o la mejora de las condiciones edáficas, que se traducirán en un aumento de la rentabilidad a mediano plazo. Obviamente esto implica una utilización mucho mayor del insumo, contraponiéndose al criterio común de una fertilización económicamente viable y que potencia los rindes. Las determinaciones con respecto a dosis y oportunidad de aplicación en siembra directa no son unánimes, lo que da relevancia al manejo personalizado. Con respecto a los fitosanitarios, insecticidas y fungicidas, éstos evidenciaron su necesidad por el hecho de que la cobertura de rastrojos aumenta las poblaciones de insectos u hongos potencialmente dañinos en proporción mayor a la que se puede observar en labranza convencional, amén del hecho de que el sistema desarrolló sus propias plagas 125

Stewart Smith y Martín Díaz Zorita, “Hacia nuevas tecnologías biológicas para mejorar el crecimiento y los rendimientos de los cultivos”, en el XIII Congreso de AAPRESID, Rosario, julio de 2005, pp. 291-301; entrevista a Osvaldo Frontera, op. cit. 126 La conducta general tiende a la no fertilización con nitrógeno en soja; sin embargo, como en todo el tema fertilización, algunos técnicos sostienen la necesidad de incorporación de nitrógeno al suelo aun en soja y con inoculantes. La especificidad de la siembra directa con respecto a la inoculación pasa por un cuidadoso manejo de la semilla al momento de inocularla. Los últimos desarrollos apuntan a la inoculación del suelo en lugar de la semilla, pero son aún muy incipientes.

Rastrojos y algo más

93

diferenciales.127 Sin embargo, su uso fue mucho menos masivo de lo que se podría haber pensado. En primer lugar, porque no se conocía y no se conoce todavía la dinámica de estas nuevas plagas, por lo que las recomendaciones de los institutos públicos y de las asociaciones de productores pasan fundamentalmente por tecnologías de manejo: rotaciones, fecha de siembra, distanciamiento entre hileras, monitoreo permanente, cuidadosa selección de los cultivares adaptados al clima y latitud, fomento del uso de curasemillas,128 y trampas. Estas recomendaciones, que apuntan en el sentido de una agricultura sustentable y de un uso racional de agroquímicos, necesitan del monitoreo y la dedicación permanente y personalizada. Pero el elemento fundamental para la no adopción masiva de insecticidas y fungicidas lo constituyó y constituye su alto costo, a pesar del abaratamiento relativo sufrido por los más comunes de entre ellos. El Decis, por ejemplo, uno de los insecticidas más utilizados en soja, se abarata en una de sus formulaciones a la mitad, pero entre 1993 y 2005 aparecen cuatro formulaciones con precios que van desde 8,50 dólares el más económico hasta 66 dólares el más caro, mientras que en 1993 la presentación única tenía un precio de 23,30 dólares. La Cipermetrina, otro producto muy utilizado que en 1993 tenía un precio de 16 dólares, en 2005 tiene dos formulaciones de 5,40 dólares y 10 dólares respectivamente, mientras que el Lorsban Plus se abarata en sus dos formulaciones un 50%.129 La oferta de productos, consecuencia de la identificación de nuevas especies y plagas, se incrementó notablemente. Algunos técnicos celebran que los fitosanitarios sean caros, porque ello lleva a una búsqueda de sistema de manejos más económicos y menos agresivos con el medio ambiente.130 De todos modos en la Argentina, así como en los principales centros del mundo, no han cobrado por ahora relevancia los estudios de productos biológicos o estudios que utilizaran el fenómeno alelopático para estar en condiciones de luchar contra malezas y plagas sin el uso de pesticidas, salvo las recomendaciones de manejo a las que hemos aludido.131 127

Las plagas más comunes que desarrolló la siembra directa fueron las babosas y los bichos bolita. 128 De alguna manera esto revela diferencias entre los intereses de los productores y los técnicos y los fabricantes de fitosanitarios. 129 Fuente: Márgenes Agropecuarios, diciembre de 1992, diciembre de 2005. 130 Entrevista a María Eugenia Magnelli, op. cit. 131 Mónaco, Cecilia y Horacio Acciaresi, “Ventajas y desventajas del uso de agentes de control biológico, cómo se usan, qué restricciones tienen”, en Ciencia Hoy, volumen 14, número 79, febrero-marzo de 2004, pp. 30-36; Botto, Eduardo, “Perspectiva del control biológico aplicado en Argentina”, ponencia ante el V Congreso Argentino de Entomología y II Simposio de Manejo Integrado de Plagas, Buenos Aires, mayo de 2002, en www.inta.gov.ar/imyza/inst/rrhh/ cv_botto.htm; Rosen, Harry, “Alternative Pest Control Research Center”, en www.uark.edu. PLNPATH.html. Existen dos centros en los Estados Unidos que intentan difundir el control biológico de pestes y malezas: la Universidad de Cornell y la de Arkansas. Y en Canadá, el

94

Rastrojos y algo más

En el Gráfico 1 podemos ver el paulatino crecimiento y la estabilización en el consumo de fertilizantes hacia la mitad de la década pasada, con recuperación y superación en los dos últimos años del nuevo siglo. No todo este aumento está relacionado con la utilización de la siembra directa, sino también con la utlización de nuevas variedades de maíz y trigo que pueden manifestar su potencial con el uso de este insumo. Pero una parte puede ser atribuida a la cada vez mayor adopción de la labranza cero, ya que el maíz supone entre un 20% y un 25% más de uso de fertilizantes, y el trigo entre un 25% y un 35%.132 Así podría aventurarse que el descenso en 1998, producto de la retracción de la superficie sembrada, no fue mayor, porque a un descenso en las superficies sembradas de estos dos cereales corrrespondió, tal como podemos ver en el Cuadro 12, un aumento de la superficie en siembra directa. Los altos porcentajes de adopción de labranza cero ya para los años 2003 y 2004 podrían considerarse parte de la explicación de la recuperación del consumo de este insumo. Gráfico 1: Consumo aparente de fertilizantes

Fuente: CASAFE

El Cuadro 15 ilustra una situación que está estrechamente relacionada con la expansión de la siembra directa: el aumento de 550% entre 1990 y 2004 en el consumo de herbicidas. Es menor el aumento en el uso de insecticidas, un 63%, y el de fungicidas, un 50%. Si observamos ahora el Cuadro 16 vemos para el caso de los herbicidas el notable abaratamiento de los precios al que ya hemos aludido para el glifosato Lethbridge Research Centre for Biological Control of Weeds, con el que AAPRESID ha tomado contacto (Díaz, Daniel, “El disparador fue la directa”, en Clarín Rural, 16/09/2000) y que podría estar marcando un cambio en las alianzas desarrolladas hasta el momento. 132 En la nota 124 se ha visto también una recomendación de expertos que podría contradecirse con esta afirmación. Lo cierto es que esas recomendaciones necesitan de un minucioso control y monitoreo para poder ser llevadas a cabo.

Rastrojos y algo más

95

(Cuadro 11). Así, mientras que para los herbicidas las cantidades se incrementan un 550%, los ingresos lo hacen en un 100%; para los insecticidas la relación indica también una disminución de los precios mucho menor que para el caso anterior, ya que los ingresos registran un aumento de aproximadamente un 50% contra un aumento del 63% en las cantidades. La situación cambia con respecto a los fungicidas, un elemento clave en el cultivo de trigo. Aquí la relación se invierte, ya que las cantidades registran un aumento menor que el de los precios. Para el caso de estos fitosanitarios no es posible por ahora aislar el rol que le cabe a la siembra directa en los aumentos detectados en las cantidades, por las mismas razones que hemos aducido para los fertilizantes. Podemos avanzar el hecho de que la siembra directa registra la aparición de nuevas plagas, tanto en insectos como en hongos, que pueden haber contribuido al aumento en el uso de estos insumos. El uso de fitosanitarios, sobre todo de fungicidas, repetimos, no tiene por ahora masividad por las razones ya expuestas.133 Cuadro 15: Mercado argentino de fitosanitarios, período 1991-2001 (en millones de kg/l) PRODUCTOS

AÑOS 1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

Herbicidas

19,7

22,9

26,2

31,8

42,0

57,6

75,5

92,1

97,3

117,7 111,7

2001

Insecticidas

9,2

10,1

10,2

12,3

14,0

22,2

24,6

22,5

15,0

14,1

15,7

Fungicidas

6,3

7,8

7,8

7,8

7,9

9,1

10,2

9,4

8,1

9,9

9,7

8,4

7,0

6,0

5,3

Varios

4,1

5,2

6,1

7,3

8,7

10,9

13,7

Total

39,3

46,0

50,3

59,2

72,6

99,8

124,0 132,4 127,4 147,7 142,4

Fuente: CASAFE

Cuadro 16: Mercado argentino de fitosanitarios, período 1991-2001 (en millones de dólares) PRODUCTOS

AÑOS

 

1991

Herbicidas

192,4 230,3 292,6 375,0 448,1 545,5 634,7 535,5 448,1 451,4 400,1

Insecticidas

60,4

67,5

69,8

96,3

115,5 154,1 179,0 143,4

93,4

91,7

99,9

Fungicidas

24,5

28,8

33,5

37,4

44,6

64,7

83,3

80,9

67,7

79,5

91,9

Varios

8,3

9,9

10,1

12,8

17,9

27,4

27,7

16,8

14,1

12,1

11,4

Total

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000 2001

285,6 336,5 406,0 521,5 626,1 791,7 924,7 776,6 623,3 634,7 603,3

Fuente: CASAFE 133

La aparición de la roya de la soja en las dos últimas campañas elevó sustancialmente el uso de fungicidas.

96

Rastrojos y algo más

Los fabricantes de sembradoras y pulverizadoras pudieron adaptarse a los nuevos desafíos, y lo hicieron con mucha rapidez dados los fluidos contactos mantenidos desde las épocas pioneras entre ellos, productores y técnicos y la capitalización del bien intangible de adecuación a condiciones cambiantes. Una sembradora de siembra directa debe contemplar una cuchilla que corte el rastrojo, otro elemento en forma de cuña que seccione el suelo, una rueda que limite la profundidad del surco “copiando” las irregularidades del mismo a una distancia que debe ser pareja, un dipositivo que deposite la semilla y una rueda tapadora que empuje la semilla hacia el fondo y cierre los surcos. Las máquinas han incorporado dispositivos de fertilización paralelos a la línea de siembra, a distintas profundidades según el fertilizante, como se ha expuesto en el acápite correspondiente a la fertilización. Fueron favorecidos sin duda por la complejidad de las situaciones agroecológicas, que impedían una estandarización y menos aún la adopción sin más de modelos importados. Obviamente, al principio, se copiaron estos últimos, pero la variedad de situaciones edáficas y climáticas unidas a diversidad en tipo de rastrojos y tipo de fertilización requeridos impusieron rápidamente cambios en los diseños, tanto con respecto a las sembradoras brasileñas como a las norteamericanas. Por otra parte la Argentina mantuvo y mejoró el diseño de distribuidores mecánicos para sembradoras de grano grueso, ya que los distribuidores neumáticos debían importarse aunque la sembradora fuera nacional.134 También debieron diseñarse elementos que tuvieran en cuenta el tipo y volumen de rastrojo para el diseño de barredoras y trituradores en las cosechadoras. Las sembradoras debieron adaptar cuchillas, sistemas de compactación de la semilla en el suelo y copiado de profundidad según la antigüedad del sistema de labranza135 y calidad del suelo,136 dosificador de la semilla, y neumáticos de alta flotación para minimizar la compactación. Uno de los temas fundamentales que debieron abordar los fabricantes de sembradoras fue el de la fertilización, necesaria por la introducción del maíz y del trigo entre los cultivos en siembra directa. El maíz como antecesor planteó los problemas más complejos. La calidad del rastrojo de maíz no es discutida, pero su manejo presentaba problemas por su 134

Bragachini et al., “Eslabonamientos productivos...”, op. cit.; Maroni, J., “La maquinaria agrícola...”, op. cit. 135 A medida que aumentaban los años de uso del sistema aumentaba el volumen de rastrojos, aun con un mismo cultivo, por lo cual también esto planteó problemas que los distintos diseñadores fueron resolviendo. Uno de ellos era el copiado, ya que el rastrojo no uniforme constituía un problema para la correcta implantación de la semilla. Bragachini et al., “Eslabonamientos productivos...”, op. cit.; Maroni, J., “La maquinaria agrícola...”, op. cit. 136 Álvarez y Mulin, “El gran libro...”, op. cit., capítulo 3, pp. 70-78.

Rastrojos y algo más

97

volumen y su densidad. También el tipo de suelo, flojo o pesado, con humedad o sin ella, fue resuelto con distintos sistemas de cuchillas, copiadores de profundidad y ruedas tapadoras. Ya hemos visto que la presencia del rastrojo imponía la necesidad de fertilizar a la siembra, incorporando la maquinaria dispositivos diferenciales, ya se tratara de fósforo o nitrógeno,137 a distintas profundidades, así como aditamentos para la utilización de insecticidas. Con respecto a otro de los problemas que se presentaron con el uso ininterrumpido de la siembra directa, la compactación, la respuesta fue una sembradora que efectúa tareas de remoción profunda,138 sin cambiar las condiciones de cobertura de rastrojos. Los nuevos cultivos en siembra directa plantearon el problema de incorporar sistemas de dosificación de semillas neumáticos, más precisos que los mecánicos con placa, óptimos y de muy buena fabricación pero de buenos resultados sólo en soja. Al inicio estos dispositivos se importaron desde los Estados Unidos y también desde Brasil, pero a posteriori se comenzaron a fabricar también en el país. La adecuación a las condiciones locales tuvo como consecuencia una atomización de la oferta, lo que dificulta la economía de escala con vistas a la posibilidad de exportación. Por otro lado, la respuesta a demandas específicas beneficia a los productores. El resultado ha sido la existencia en este momento de cuarenta y seis empresas que fabrican sembradoras, la mayor parte radicadas en la provincia de Santa Fe y en mucho menor medida en Córdoba y en Buenos Aires. Hay en este momento en el mercado más de veinte modelos de sembradoras con distintos sistemas de copiado de suelo, distribución de semilla, sistemas neumáticos o mecánicos, sistemas distintos de distribución de fertilizantes, hasta los últimos modelos de sembradoras inteligentes.139 En el Cuadro 17 puede verse cómo las sembradoras de siembra directa desplazaron en ventas a las sembradoras convencionales a partir de la expansión del sistema. Si bien las cifras totales de ventas pueden parecer exiguas, debe recordarse que muchas veces se puede adaptar una sembradora convencional, y que existía y existe un activo mercado de sembradoras usadas. La disminución de ventas es continua para la maquinaria convencional; las sembradoras de siembra directa registran 137

El nitrógeno es tóxico, por lo que debe ser depositado a una distancia prudencial de la semilla, mientras que el fósforo debe estar cerca de la misma. De ahí la necesidad de fabricar dispositivos distintos para cada uno de los fertilizantes. Melgar et al., “Estrategias...”, op. cit. 138 El creador de este modelo, el ingeniero Baumer, ha sido ya mencionado como fabricante en la época pionera de una “cultisembradora” basada en el mismo principio, pero que no pudo desarrollar ni imponer y lo llevó a arruinarse en ese momento. Huergo, H., “CD inédito”, op. cit. 139 Son las sembradoras más modernas y más caras. Álvarez y Mulin, “El gran libro...”, op. cit., capítulo 3, pp. 70-78; Bragachini et al., “Eslabonamientos productivos...”, op. cit.; Maroni, J., “La maquinaria agrícola...”, op. cit.; Márgenes Agropecuarios, diciembre de 2005.

98

Rastrojos y algo más

disminuciones temporarias en 1999-2000, cuando puede haber incidido la disminución en las superficies sembradas de trigo y maíz operada por la baja de los precios en 1997-1998. Esta baja se recupera rápidamente en 2001, registrándose aumentos en las ventas. Estos aumentos pueden explicarse por la expansión de la siembra directa y también porque los fabricantes innovan constantemente, produciendo maquinarias cada vez más sofisticadas que motivan el aumento de la demanda para un sector muy exclusivo.140 Los modelos que en 1993 eran para 7 o 10 surcos, en 2005 presentan una diversidad que va desde 9 hasta 58 surcos, y con precios que varían desde 16.000 dólares la más económica de Templar hasta los 133.000 dólares de la sembradora de 58 surcos de John Deere.141 Cuadro 17: Sembradoras de grano grueso y fino, evolución ventas Año

Grano grueso SC

Grano grueso SD

Grano fino SC

Grano fino SD

1997

1520

1350

1260

1530

1998

1050

1330

610

1250

1999

300

1300

300

1100

2000

230

1250

220

1050

2001

100

1460

150

1190

2002

50

1900

100

1550

2003

60

2450

50

1950

Fuente: Bragachini, M., A. Méndez, J. Peiretti y F. Scaramuzza, “Sembradoras para siembra directa”, publicación Proyecto Agricultura de Precisión, INTA Manfredi, octubre de 2003, www. agriculturadeprecision.org/siembCoseAlma/cosechaIndice.htm.

Impulsado por la necesidad de utilización de herbicidas, creció y se desarrolló el mercado para las pulverizadoras, las de arrastre en primer lugar y las autopropulsadas en segundo lugar. Allí los cambios se fueron efectuando a medida que se iban afinando los criterios agronómicos, o sea, el ajuste de las máquinas a las distancias entre hileras, neumáticos menos pesados, tanques más grandes para agilizar las pasadas y minimizar la compactación. Las pulverizadoras al igual que las sembradoras fueron adaptadas al mercado local y satisficieron ampliamente la demanda con adecuados servicios de posventa, tal como ocurría ya con las sembradoras, por lo que la oferta –al igual que la de sembradoras– se encuentra muy atomizada (53 empresas), pero dos 140

Márgenes Agropecuarios, diciembre de 2003; AACREA, comunicado de prensa número 24, en www.aacrea.org. 141 Márgenes Agropecuarios, diciembre de 1993, diciembre de 2005.

Rastrojos y algo más

99

de ellas concentran el mercado de autopropulsadas, que son máquinas más complejas que las de arrastre.142 Con respecto a las semillas, el cambio introducido por la adopción de la RR opaca o minimiza los desarrollos que debió cumplir la industria semillera para adaptarse a las nuevas condiciones de labranza. Los cambios en la temperatura del suelo que produce la siembra directa llevaron a la necesidad de seleccionar cultivares que tuvieran en cuenta este parámetro, y se acentuó la necesidad del control, ya que las condiciones de implantación en siembra directa, a diferencia de la misma en convencional, son menos favorables a una buena emergencia. También impulsó estos desarrollos el hecho de que este sistema de labranza se extendió a áreas marginales, por la posibilidad del sistema de favorecer la conservación de agua, creando grupos adaptados a cada ambiente climático edáfico. Esto fue acompañado por la recomendación de análisis correspondientes (test de vigor, emergencia y/o frío) y de uso de curasemillas. El semillero se convirtió en un eficaz aliado de la siembra directa y un actor interesado en su desarrollo. En lo que hace a otro insumo fundamental, hemos señalado ya la importancia que en este sistema adquirió el asesoramiento. Al igual que en el caso de los distribuidores de insumos, esta característica transformó a muchos asesores en productores que pudieron capitalizar un know-how adquirido tempranamente. Germán Fogante cuenta su posibilidad de capitalizarlo, ya que se inicia en esa tarea en 1992, asesorando al poco tiempo 70.000 ha. Esto fue posible porque el asesoramiento agronómico en siembra directa era incipiente y debía procederse mucho por ensayo y error. La clave de su éxito y el de sus socios fueron los conocimientos y la experiencia.143 144 Esto le permitió a fines de la década encarar la producción, el asesoramiento y otros servicios en distintas provincias. (Este derrotero es muy clásico entre los socios y directivos de AAPRESID.) Otro elemento que hizo indispensable este insumo fue el hecho de que si bien esta tecnología a fines de la década tenía ya una gran masa crítica (traducida en una enorme cantidad de documentos acerca de ensayos sobre todas las problemáticas enunciadas), esta producción científica adolecía y adolece de uniformidad en los criterios de experimentación, lo que hace que muchas veces sus resultados sean 142

Subsecretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y Desarrollo Regional. “Maquinaria agrícola”, Documentos Pro Argentina, en www.proargentina.gov.ar. 143 Lorenzatti, Santiago, “Pasión por los desafíos”, en Clarín Rural, 16/07/2006. 144 En una entrevista realizada a una asesora acerca de los honoracios profesionales, ésta informó que no había pautas y que eran fijados libremente, y que dependían del tipo de asesoramiento. Pero para los asesores permanentes de los grandes propietarios la modalidad más común es de un porcentaje sobre la producción (entrevista del 4/08/2006; solicitó reserva de su nombre).

100

Rastrojos y algo más

contradictorios. A juicio de algunos investigadores, esto es resultado de la forma en que se efectúan las evaluaciones de la producción científica, en base a papers cuyo objetivo es su publicación en alguna revista con referato o el cobro del incentivo correspondiente,145 y no el de proporcionar una información confiable al productor. Así, el asesoramiento agropecuario que en 1992 alcanzaba sólo a la mitad de los productores se generaliza, alcanzando el 74% del universo en 1999. El incremento mayor estuvo dado por el asesoramiento ocasional, ya que el permanente sufre sólo un incremento del 3%, lo que nos está indicando que desde el comienzo un universo limitado de productores está en condiciones de utilizar lo que consideramos una herramienta básica para la aplicación efectiva de la innovación. De todos modos, esto revela que ya un universo mayor de productores accede o solicita el mismo. Para 1992 el 23% de los propietarios tiene asesores permanentes, y el 36% asesores circunstanciales. Las cifras para 1999 señalan el 26% y el 48% respectivamente. No proporciona la fuente datos acerca de si el asesoramiento es a través de asesores privados o ligados a institutos públicos, o al que brindan los distribuidores de insumos.146 El CNA de 2002 no diferencia entre asesoramiento permanente y ocasional, dato que nos parece relevante. Sí lo hace con respecto al sector privado y público, donde el modo se encuentra en el primero, lo que revela el crecimiento de la importancia del mismo como desemboque ocupacional para los profesionales. Nuevamente aquí hay diferencias entre los medianos y grandes productores y los más pequeños. Considerando a las EAPS de más de 500 ha, los datos son, para provincia de Buenos Aires: 80%; Córdoba: 73,8% y Santa Fe: 80%. Para las EAPS de menos de 500 ha, las cifras son las siguientes: Buenos Aires, 60%; Córdoba, 51,4%; Santa Fe: 61%.147 De todos modos recordemos que un tercio de los productores se ha retirado de la actividad, lo que hace a las cifras aun más significativas y refuerza lo dicho hasta el momento acerca de las posibilidades diferenciales de acceso a la tecnología. Con respecto a las prácticas de manejo asociadas a la siembra directa, tres se destacan como medios eficaces para el control de malezas y control de plagas: la reducción del espaciamiento entre surcos, las fechas de siembra y las rotaciones.

145

Entrevista a María Eugenia Magnelli, op. cit., y también Puricelli, Carlos, “Promoción de la conservación de los recursos naturales: el caso del suelo”, en Boletín número 78, septiembre de 1999, de la Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo, www.suelos.org.ar/boletin%2078/html. 146 “Capítulo V”, Balance de la economía argentina, Bolsa de Cereales de Buenos Aires, 2000, en www. bolcereales.com. 147 Estimaciones propias a partir de INDEC, Censo Agropecuario Nacional.

Rastrojos y algo más

101

Todos estos procesos están en realidad relacionados e interactúan entre sí, dependiendo de la zona, el clima, la disponibilidad de agua y el tipo de cultivo. Pero se pueden señalar brevemente sus características. Con respecto al distanciamiento entre surcos experimentado tempranamente en Marcos Juárez, se comprobó su eficacia con respecto a: 1) el aumento de la producción; 2) se obtuvo una mejor distribución de los rastrojos en superficie; 3) una mayor exploración radicular del perfil del suelo para reducir la compactación; 4) una mejor cobertura entre surcos, lo que permite al cultivo competir con las malezas y al mismo tiempo interferir la evaporación; 5) menor necesidad de fertilizante. Esto tuvo obviamente repercusiones en el diseño de la maquinaria agrícola. Las fechas de siembra, su adelantamiento o retardo, tienen efectos en la producción pero también son consideradas una de las prácticas de manejo más eficaces de lucha contra plagas. Estas circunstancias también interactúan con los tipos de cultivares que se adaptan a estas situaciones. La rotación es uno de los mejores métodos de control de malezas, enfermedades, compactación y balance de nutrientes. Formó parte del paquete de recomendaciones de los expertos casi desde el nacimiento de la siembra directa. Sin embargo, no tuvo la centralidad de la fertilización148 en la producción científica. Para los productores, la posibilidad de su aplicación deviene problemática por razones de rentabilidad. Para los pequeños, por la necesidad de obtener ingresos seguros con un cultivo rentable, mientras que para los grandes o medianos arrendatarios deviene crucial el precio del alquiler del campo y la duración de los contratos, por lo que deben privilegiar una estrategia de ingresos similar a la de un pequeño productor. A esto se suma la aparición de pools de siembra especulativos, interesados en obtener ganancias altas en poco tiempo.149 De acuerdo con el CNA, la práctica no se ha extendido al universo de los productores, hecho que es señalado también por las asociaciones difusoras y otras entidades agropecuarias además de los institutos técnicos. En el Cuadro 18 se puede apreciar esta situación.

148

La cantidad de papers referidos a las rotaciones es muy inferior al tema de la fertilización, que domina tanto en las publicaciones del INTA como en las de los grupos CREA y el boletín de AAPRESID. De todos modos, valen para las rotaciones las acotaciones hechas para todos los experimentos en siembra directa, o sea, su falta de estandarización, lo que hace nuevamente importante el rol de asesor y el monitoreo constante. Fuentes: DDIB, publicaciones INTA zonales, revistas CREA, boletines AAPRESID, 1989-2006. 149 IICA, El sector agroalimentario..., IICA, 2000, op.cit., p. 72: se señala que esta modalidad alcanzaría sólo el 2% del área sembrada.

102

Rastrojos y algo más

Cuadro 18: Cantidad total de EAPS que efectúan rotaciones por provincias principales, zona pampeana y extensión % - 500 % + 500 ha ha rotan rotan (1) (2)

Total EAPS

+ 500 ha

- 500 ha

EAPS rotaciones

Buenos Aires

51.107

12.763

38.344

16.325 (31,94%)

50,39

25

Córdoba

25.620

5913

19.707

10.661 (41,61%)

60,00

36

Entre Ríos

21.577

2667

18.910

2100 (9,73%)

39

7

Santa Fe

28.034

4763

23.271

12.908 (46%)

47

37

Provincia

(1) (2) Porcentajes de empresas de más y menos de 500 ha que efectúan rotaciones sobre el total de cada categoría. Fuente: elaboración propia en base a datos del CNA 2002.

Si tenemos en cuenta que los requerimientos de la rotación son de difícil acceso a los pequeños productores, los guarismos mejoran para el universo de las empresas medianas y grandes, cuyos porcentajes de rotación van desde el más alto en la provincia de Córdoba, que es de un 60%, hasta el 39% en la provincia de Entre Ríos. Pero en promedio sólo la mitad de las empresas medias y grandes efectúa esta práctica, promedio que, tal como puede verse, disminuye notablemente para las empresas pequeñas. Esto indica que la rotación todavía no es de adopción mayoritaria. No puede de todos modos correlacionarse rotaciones con siembra directa, ya que el cuadro sólo expone datos sobre la primera de las prácticas. Para la provincia de Buenos Aires, el número de EAPS que rotan excede al número de EAPS que practican SD, pero para las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, la situación es inversa, tal como puede observarse si se comparan los cuadros 18 y 19. Esta situación ha sido además puesta de relieve por las mismas instituciones que promueven el sistema: AAPRESID en primer lugar desde sus primeros boletines, la Federación Agraria Argentina, el INTA. En síntesis, todos los foros relacionados con el quehacer agrícola, tanto corporativos como técnicos.150

150

Es interesante destacar que para AAPRESID la falta de rotaciones responde fundamentalmente a los altos alquileres. La Federación, por su parte, destaca la falta de políticas adecuadas que promuevan e incentiven otras producciones (ambos grupos se oponen al uso de las retenciones como factor disuasivo). Los grupos más radicales y los sectores críticos van más allá y señalan al modelo capitalista y al Estado ausente como responsables de la situación.

Rastrojos y algo más

103

De las tres prácticas, el distanciamiento entre surcos y las fechas de siembra pueden considerarse prácticas de costo cero, no así las rotaciones. Pero las tres también requirieron y requieren como insumo importante el asesoramiento agronómico. Podemos concluir entonces que la siembra directa fue posible y se expandió como consecuencia de la existencia de herbicidas eficaces; su expansión fue acompañada por un aumento concomitante en el uso de este insumo; potenció el uso de fertilizantes en primer lugar y de otros fitosanitarios; requirió y fue acompañada por la fabricación local de sembradoras ad hoc e incentivó el desarrollo de la industria semillera, potenciado por la aparición de la semilla RR, al que se le opuso la bolsa blanca. A esto hay que agregar el crecimiento del asesoramiento agropecuario que acompañó la difusión de la labranza cero. No hay duda de que, hasta la aparición de la soja RR, los beneficios para aquellos que pudieron utilizar o vender los insumos para la innovación fueron complementarios. Las compañías de agroquímicos vendían mayor cantidad de herbicidas y fertilizantes y en menor medida otros fitosanitarios; los productores o bien veían aumentada su rentabilidad o la tecnología les permitía crecer y sortear la difícil etapa; los fabricantes de maquinaria específica pudieron sortear la coyuntura, consolidarse y crecer; los semilleros desarrollaron nuevas variedades (además de la RR); los distribuidores de agroinsumos encararon un negocio rentable y de bajo riesgo que además les permitió incursionar en la producción, y los asesores vieron incrementada su participación a la par que se les abría la posibilidad de convertirse en productores. Pero la difusión no pudo superar las limitaciones de un modelo de gestión social del negocio agropecuario librado al juego del mercado, ya que al momento de su despegue había desaparecido un tercio de los productores,151 y se difundió principalmente a través de la no labranza, el barbecho químico y en parte la fertilización, de modo que sus bondades quedan relativizadas por el desarrollo en base al monocultivo de soja (situación por otra parte que es puesta en evidencia por los guarismos de los cuadros 12, 13 y 14). Tal como expusimos, esta tecnología, en un contexto como el de los noventa, fue sobre todo accesible a los medianos y grandes productores. Lo ocurrido durante la década mencionada queda patentizado en los guarismos que arroja el Censo Agropecuario Nacional.

151

Peretti, “Rentabilidad de la empresa agropecuaria...”, op. cit.; Azcuy, 2000, op. cit.

104

Rastrojos y algo más

Cuadro 19: Siembra directa y tamaño de la explotación, provincias seleccionadas (1)

Provincia

EAPS total

EAPS + 500 ha

EAPS - 500ha

Buenos Aires

51.116

12.763

38.353

25.620

5913

19.707

21.577

2667

18.910

5575

990

4585

28.103

4763

23.340

10.830

1796

9034

Córdoba Entre Ríos Salta Santa Fe Santiago del Estero

SD en EAPS + 500 ha/ total EAPS + 500 ha

SD en EAPS -500 ha/total EAPS - 500 ha

(4866) 38,12% (3920) 66% (1150) 43% (389) 39,29% (2452) 51,4% (654) 36,42%

(6571) 17,13% (8416) 42% (2407) 12% (118) 11,91% (12.859) 55% (295) 3,26%

Fuente: elaboración propia en base al Censo Nacional Agropecuario de 2002. (1) Las provincias seleccionadas representan el 91,39% de la superficie implantada en siembra directa.

Cuadro 20: Superficie implantada en siembra directa, provincias seleccionadas por escala extensión (1)

Provincia

Sup. total implantada

Sup. total SD y porcentaje sobre total sup. impl.

Sup. total SD en EAPS + 500 ha

Sup. SD en EAPS + 500

Buenos Aires

12.100.000

3.598.873,9 (29,74%)

2.971.670

82,00

8.786.524,3

5.054.650,4 (57%)

3.612.290,2

71,00

Entre Ríos

2.102.438,2

1.299.936,8 (61,82%)

1.030.251,8

79,25

Salta

738.363,9

429.573,0 (58,17%)

424.737,8

76,00

5.428.348,1

3.471.685,6 (63,00%)

2.791.605,5

80,41

1.080.412,6

652.790,5 (60,42%)

637.612,0

97,00

Córdoba

Santa Fe Santiago del Estero

Fuente: Elaboración propia en base al Censo Nacional Agropecuario de 2002. (1) Las provincias seleccionadas representan el 91,39% de la superficie implantada en siembra directa.

Puede apreciarse en estos cuadros que el porcentaje de empresas que han adoptado la siembra directa es mayor cuando la escala de extensión lo es, salvo para el caso de la provincia de Santa Fe, donde

Rastrojos y algo más

105

tanto empresas grandes como pequeñas han adoptado la tecnología. Si el corte se hubiese establecido en 200 ha, hubiéramos obtenido seguramente datos más semejantes a los que obtiene Cloquell en el estudio ya citado, pues seguramente las escalas no pueden asimilarse para todas las provincias. De todos modos, aun en el corte de 500 ha, las diferencias en los porcentuales de adopción de este tipo de labranza de acuerdo con la extensión son notables, y mucho más grandes en las zonas marginales como Salta y Santiago del Estero, y aun en la provincia de Entre Ríos. Si por otro lado tomamos las superficies, se aprecia aun más la concentración de la adopción de tecnología en las empresas más grandes: en promedio, el 80% de la superficie en siembra directa se lleva a cabo para las provincias seleccionadas en establecimientos de más de 500 ha. Con respecto a las fricciones entre los actores, la aparición de la semilla RR puso al descubierto por primera vez contradicciones entre los semilleros y los productores. Aunque muchos grandes productores defienden el uso de semilla certificada, la amplitud del fenómeno de la bolsa blanca deja entrever que, más allá de los dichos y las declaraciones de algunas asociaciones, su uso es extendido en todas las categorías. Por otro lado, la extensión del contratismo enfrentó y enfrenta a propietarios y arrendatarios. En algunos casos se han logrado contratos largos por tres y hasta cinco años, con lo cual se pueden encarar rotaciones y otras mejoras, pero por el momento la práctica más usual es el pago de renta en quintales de soja, y son pocos los propietarios dispuestos a correr riesgos.152 5. Nuevos escenarios, avances e interrogantes Con estos breves comentarios acerca de los nuevos desarrollos de la siembra directa en los últimos años cerramos el capítulo acerca de la evolución de esta tecnología. A posteriori de la crisis de 2001 se produjeron defasajes entre los intereses de los actores involucrados, que, salvo las fricciones entre semilleros y productores a raíz de la bolsa blanca, continuaban viéndose como complementarios. La devaluación y la posterior pesificación de las deudas provocaron desencuentros entre los productores y los proveedores de insumos, y cuellos de botella para aquellos –como los fabricantes de maquinarias y elaboradores o formuladores de insumos– que utilizaban 152

Es intersante ver el caso del CREA MBI. Sus miembros –que también lo son de AAPRESID, como su presidente– no pueden evitar sustraerse al modelo vigente, y pese a la prédica hacen monocultivo en buena parte de sus explotaciones.

106

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materiales importados. Estas situaciones, salvo el caso Monsanto (hasta el momento), que fue resuelto en última instancia a favor de los productores, se fueron minimizando, ya que los encarecimientos de insumos se compensaron por los aumentos de la producción, por la adecuación del tipo de cambio y por la modificación en la ecuación de los precios relativos vigente al momento de la convertibilidad. Este último hecho marcó el vuelco a la siembra directa de un mayor espectro de productores que previamente había considerado que la adopción de la misma no era rentable, aunque manteniendo diferencias respecto de los de punta, que estuvieron en condiciones de adoptar todas las prácticas recomendadas. Los nuevos desarrollos de los últimos cuatro años en lo que respecta a la siembra directa tienen que ver con la adopción muy incipiente aún de la agricultura de precisión, la presencia de nuevos fitosanitarios y la intersiembra con semillas, fitosanitarios y maquinarias ad hoc. La agricultura de precisión permite un manejo detallado y diferenciado de la producción. Los primeros desarrollos en la Argentina se remontan a 1996, pero su aplicación efectiva (muy minoritaria aún) puede datarse en los inicios del nuevo siglo. La agricultura de precisión permite el guiado vía satélite (manual y automático), la confección de mapas de rendimiento, el monitoreo de los mismos, la aplicación variable de insumos y la confección de mapas de fertilidad, lo que permite la división de las superficies en zonas de manejo uniforme.153 En estos desarrollos intervinieron nuevamente los fabricantes de maquinarias, adaptándolas a los nuevos requerimientos, y el asesoramiento incorporó este nuevo rubro que cobra relevancia y ahonda las diferencias entre los productores de punta y aquellos que hasta el momento adoptaron los elementos más conocidos de la innovación.154 Aunque no es específica para siembra directa, BASF ha desarrollado la tecnología Clearsol para maíces y girasoles resistentes a las imidazolinas, proveyendo, como en el caso de la soja, un paquete: la semilla CL y el herbicida correspondiente, que estimulará en el caso del girasol y aumentará más aún en el maíz la utilización de la siembra directa. Tal como había sucedido al momento de la incorporación de las mejoras genéticas, las multinacionales continúan especializándose en eventos biotecnológicos, no necesariamente transgénicos, pero sí híbridos que les permitan captar la renta a través de la compra obligada de semilla. 153

Bongiovanni, R. y J. Lowenberg-De Boer, “Agricultura de precisión y sustentabilidad”, trabajo presentado en el VII Congreso Nacional del Maíz, Pergamino, 7-9 de noviembre de 2001, en www.agriculturadeprecisión.org. 154 Para el empresario Gustavo Grobocopatel, la agricultura de precisión es el desarrollo más promisorio.

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Los institutos públicos y semilleros nacionales, por otra parte, continúan proveyendo cultivares fundamentalmente para el trigo y la soja. La intersiembra es una práctica que había sido ya puesta en vigencia para el rejuvenecimiento de pasturas. Si bien las primeras experiencias de intersiembra de gramíneas y oleaginosas datan ya de 1983 y se dan en el marco de los institutos públicos de investigación (INTA), recién a mediados de la década de los noventa comienza a despertar el interés de las grandes empresas proveedoras de insumos y los productores de punta. Esta práctica busca aumentar la rentabilidad de cultivos como el maíz, el trigo, el girasol y también el sorgo completándola con la siembra de soja, que aparece como la alternativa que permite compensar los costos de los otros cultivos. La intersiembra permitiría sumar ventajas económicas y haría extensiva y posible la rotación de cultivos, intercalando aquellos que benefician al suelo. Se están investigando la competencia entre los cultivos, la interacción de fertilizantes y otros fitosanitarios. Para el productor, la ventaja está dada por un aumento de la rentabilidad del conjunto, y obviamente, para el fabricante de insumos, mayores ventas, a la par que aparece una nueva veta para los asesores. Los grupos CREA con dos asesores técnicos y las empresas Cazenave (consultores agropecuarios), SPS Argentina (semillas), Syngenta (semillas), BASF (agroquímicos), Nitragin (inoculantes) y Dow (agroquímicos y semillas) han lanzado un ambicioso programa de investigación para la puesta a punto del sistema. Por otro lado, López Mondo (devenido en la actualidad embajador itinerante de AAPRESID) y Los Grobo (cuyo presidente es miembro de la comisión directiva de la asociación) han lanzado el plan FRONTEC de promoción de la intersiembra de trigo y soja, diseñado especialmente para los campos del sudeste bonaerense.155 Ya hay maquinaria específica para esta técnica fabricada por Agrocero,156 y muchos productores proceden, como en la época pionera, a la fabricación por ahora artesanal de maquinaria ad hoc.157 Con respecto a esta técnica BASF ha lanzado su herbicida Interfield para ser aplicado a un mercado cautivo, o sea, a sus maíces y girasoles Clearsol.

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www.losgrobo.com. www.agrocero.com. 157 Aranda, José, “Novedosa experiencia de intersiembra de soja en maíz en Santiago del Estero”, en el suplemento El Productivo de El Liberal, Santiago del Estero, 9/06/2006. Ya en el año 2000, Honorio Morea, productor agropecuario de Entre Ríos, fabricó un prototipo para la intersiembra de trigo con soja, prototipo que mejoró a posteriori con un sistema de autopropulsión que ya cuenta con patente. 156

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Este desarrollo es, por ahora, como lo fue la siembra directa en su momento: embrionario y limitado en su mayoría a empresas dotadas de capital y tecnología. Dadas su incipiencia e intersticialidad, no ha sido incluido para su medición en el Censo Agropecuario Nacional ni en las encuestas nacionales agropecuarias, por lo que las estimaciones se basan en datos privados. No pasarían en total de las 15.000 ha, lo cual muestra por el momento su poca incidencia. Por último cabría mencionar una iniciativa relativamente reciente de AAPRESID, coetánea de otros intentos en Brasil, de certificar la siembra directa. El proyecto está por ahora en sus comienzos y no se aportan precisiones acerca de cuáles serían los organismos certificadores, aunque se esbozan posibilidades de aplicación de la norma de calidad ambiental ISO 14001, del sistema de evaluación Alianza Alimentaria, y Euren Gap, los más conocidos sistemas de certificación utilizados por el agro. Por otra parte los brasileños se encuentran en una etapa de evaluación de buenas prácticas agrícolas ligadas a la siembra directa que por ahora contempla sólo la posibilidad de mejorar la imagen de los agricultores frente a la opinión pública.158 La alianza o red que promovió la siembra directa sigue aún vigente, aunque es notorio que las iniciativas vienen cada vez más del sector privado, que busca el apoyo de los institutos públicos subsidiando investigaciones que obviamente tienen que ver con intereses propios. Podrían detectarse algunos puntos de divergencia ya que las asociaciones de productores insisten a través de sus publicaciones (y en privado en las entrevistas) en la necesidad de extremar los recaudos para minimizar el uso de agroquímicos, aunque el modelo no es puesto en discusión en ningún momento. La iniciativa Bioceres,159 que es publicitada por los referentes de AAPRESID como el inicio de una política independiente en materia de biotecnología, por ahora pasa sobre todo por la búsqueda de variedades de trigo y soja que como plantas autógamas no despiertan el interés de los semilleros multinacionales y de desarrollos para el problema del mal de Río Cuarto (enfermedad del maíz), que es específicamente nacional. Los eventos biotecnológicos, en cuanto a su factura, si bien son costosos no son imposibles de desarrollar. Lo que no los pone al alcance de las compañías nacionales son los gastos de adaptación a las exigencias de los distintos mercados, ya que

158

Reicosky, D.C., “Conceptos para un programa de certificación en siembra directa”; Mello, Ivo, “Certificação da qualidade agroambiental no sistema plantio direto brasileiro”, pp. 315-322, en Actas del XIII Congreso AAPRESID, Rosario, julio de 2005. 159 Bioceres se transforma en un holding que posee el 50% del paquete accionario de INDEAR (con el socio Biosidus) y Bioceres Semillas S.A. Desarrollan una activa colaboración con el INTA y el CONICET.

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constituyen procesos muy largos y que requieren de grandes equipos de investigadores.160 Como último balance cabría mencionar los interrogantes que plantea en forma específica la siembra directa. No nos ocuparemos del monocultivo de soja y de la soja transgénica. Ese debate se está llevando a cabo y no atañe directamente a la tecnología de siembra directa, sino al uso que de ella se hizo. Lo que ha suscitado mayores debates ha sido y es el uso de herbicidas y de otros plaguicidas en general. Ya hemos visto que de estos fitosanitarios los más difundidos en nuestro país son los herbicidas. Se han detectado ya consecuencias negativas con la aparición de especies resistentes, la presencia de residuos fitotóxicos para los cultivos posteriores, la posibilidad de su llegada al acuífero freático y los efectos negativos para las especies animales. La eliminación de malezas provoca cambios en la población de la fauna, tanto de microorganismos del suelo como de insectos u otros animales, en una interacción muy compleja que no ha sido suficientemente estudiada en el país.161 Con respecto a las malezas resistentes, por un lado, la solución más a mano consiste en el uso de otros herbicidas, sólo en forma muy marginal se piensa en el control biológico de las mismas. Ya hemos argumentado con respecto al uso de los otros fitosanitarios como insecticidas y fungicidas, para los cuales de todos modos valen las mismas salvedades formuladas para los herbicidas.162 Mucho menos publicitado, pero advertido por los técnicos, es el problema que puede acarrear el uso de fertilizantes, aunque su nivel no parece haber llegado a un punto crítico por el momento. La extensión de la siembra directa y, por lo tanto, el mayor uso de los mismos pueden llegar a causar graves problemas. La contaminación puede ocurrir en la napa de agua por el nitrógeno del suelo, o bien cabe la posibilidad de que su arrastre por la lluvia lo lleve a cursos de agua, produciendo un aumento de la población de vegetales acuáticos, un mayor consumo de oxígeno y por lo tanto una disminución o desaparición de otras especies vivas.163 Las alternativas barajadas tienen que ver con recomendaciones que acentúan la precisión en los usos de 160

Entrevista a Eduardo Trigo, 13/07/2006. Recuérdese lo que se ha expuesto acerca de las características de la investigación en general sobre siembra directa en nuestro país. 162 Zaccagnini, M.E. y N.C. Calamari, “Labranzas conservacionistas, siembra directa y biodiversidad”, en Panigatti et al., Siembra directa II..., op. cit., pp. 29-68; Bedmar, F., J. Eyherabide e I. Leaden, “Manejo de las malezas en sistemas de producción sustentables”, en Panigatti et al., Siembra directa II..., op. cit, pp. 99-139. 163 Andriulo, A., Carolina Sasal y Silvina Portela, “Impacto ambiental de la agricultura pampeana”, en IDIA XXI, pp. 80-84, en www.inta.gov.ar/ediciones/idia/cereales/cereales03.pdf; “La fertilización de los cultivos como fuente de contaminación”, proyecto de investigación UBACyT, director: ingeniero agrónomo Raúl Silvio Lavado, en www.nuestroagro.com.ar. 161

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fertilizantes o las prácticas que pongan de manifiesto la posibilidad de un mejor aprovechamiento de los mismos por parte de los cultivos. A esto apunta la práctica del encalado, o sea, la introducción de calcio en los suelos, que redunda en un mejor aprovechamiento del fertilizante. Por último la compactación es un peligro real porque, si bien existen los remedios para combatirla –las rotaciones en primer lugar con cultivos que desarrollan sistemas radiculares profundos o el uso de descompactadoras164 o de labranzas mínimas–, no se dan las condiciones de rentabilidad para su implementación por parte de la gran masa de productores. Los estudios llevados a cabo sobre estas problemáticas se han centrado más en efectos inmediatos, tales como la aparición de nuevas plagas, y no tanto en los efectos concatenados a largo plazo del uso de los agroinsumos que hemos mencionado y en las complejas interacciones desencadenadas por las modificaciones producidas por el uso continuado de la siembra directa. Con respecto a los pocos existentes, cabría preguntarse si no adolecen de los mismos vicios que hemos señalado para la investigación en siembra directa, que por otra parte podemos presumir inherentes a la investigación en general tal como se la practica en nuestro país. Cabe mencionar por último y relacionado con la anterior la aparición de una nueva rama de estudios que permite constatar las consecuencias de las prácticas agrícolas a nivel de su biodiversidad, a través de investigaciones que se denominan “genómica de los suelos”. Estos estudios se están llevando a cabo en la FAUBA, en el Laboratorio de Radioisótopos165 y en INDEAR, a través del proyecto Plataforma de Genómica.166

164

En los últimos años se ha ensayado y con éxito la combinación de la práctica del encalado con la de la descompactación. “Calidad y salud del suelo en los agrosistemas. Recuperación de la productividad de suelos degradados mediante el subsolado con agregado de yeso”, en Memoria anual de actividades de desarrollo, investigación y transferencia, Instituto de Suelos, 2002, pp. 27-30, www.inta.gov.ar. 165 Página/12, 19/03/2008. 166 www.bioceres.com.

Capítulo V

AAPRESID, una organización para la difusión de una tecnología

En este capítulo abordaremos con detalle la constitución del actor que se propuso como fin específico la difusión de la siembra directa; nos referimos a AAPRESID, Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa. Trataremos de mostrar que se trata de un actor novedoso ya que se diferencia de las asociaciones tradicionales de productores porque centra su accionar no en reivindicaciones corporativas sino en el desarrollo de una innovación tecnológica. Difiere de otras similares en cierto carácter misional que pretende conferirle a su labor, en la insistencia en ciertas legitimaciones y, en los últimos años, en la pretensión de constituirse en referente más allá de su tarea específica. Por otra parte, su constitución pone en evidencia con toda claridad el carácter de proyecto consciente que tuvieron la introducción, el desarrollo y sobre todo la difusión de la siembra directa. Ya hemos señalado brevemente las causas que llevaron a un grupo de productores a constituir una asociación ad hoc y el rol que le cupo en esto a Monsanto a través de la figura de López Mondo. AAPRESID tenía una existencia informal, ya antes de constituirse en asociación, a partir del PAC, pero también de los lazos que unían a los que luego serían sus miembros, que habían interactuado en las primeras experiencias o que venían de derroteros similares. Entre los fundadores de AAPRESID, tres de ellos habían desarrollado actividades de investigación en institutos públicos: Víctor Trucco en el Consejo de Investigaciones de la provincia de Santa Fe, donde realizó su doctorado en Bioquímica, que debió cesar en 1974; Nardone y Fogante en el INTA, de donde fueron cesanteados, en 1976 el primero y en 1979 el segundo. Lazos de amistad y militancia política unían a Trucco con Fogante, quien había sido decano de la Facultad de Agronomía en 1973 y 1974. Recordemos que, producida la cesantía, Rogelio Fogante había trabajado asesorando a productores de la zona de Marcos Juárez, entre ellos los ya mencionados hermanos Aldo y

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Heri Rosso. En las primeras experiencias en siembra directa habían participado, con el equipo de Marcos Juárez, Mario Gilardoni, Antonio Palazzesi, Jorge Romagnoli y Hugo Ghio, todos ellos miembros iniciales de la asociación. Lazos de amistad también unían a Víctor Trucco con Gino Minucci, mecánico y diseñador de maquinarias agrícolas, devenido posteriormente productor agropecuario. Los primeros productores socios de AAPRESID estaban asentados en las provincias de Córdoba y Santa Fe. Sólo dos de ellos eran de la provincia de Buenos Aires (Ramallo y Chacabuco). AAPRESID se constituyó formalmente en agosto de 1989, aunque la sigla ya se había dado a conocer a raíz de la visita de Carlos Crovetto. El objetivo declarado eran la difusión de la siembra directa y toda actividad relacionada con la sustentabilidad. La comisión directiva debía y debe estar compuesta por productores agropecuarios, que son los que tienen voz y voto en las asambleas, aunque se constituyó como entidad abierta. En sus inicios sólo tuvo dos categorías de socios: productores y empresas (incluía instituciones públicas), ampliándose posteriormente este espectro al introducir diferencias entre las categorías de productores, en un intento por incluir a los más pequeños. Sus comienzos fueron modestos. Ya hemos hecho mención de que el primer boletín y el segundo eran sueltos mimeografiados, pasando a partir del tercero a una revista de cuatro páginas, que en el lapso de seis años llegó a dieciséis y con notables mejoras en la calidad de impresión. Las primeras empresas socias de AAPRESID fueron Monsanto, Giorgi, Migra S.A., Agrometal, Dow Elanco y Agroimpulso Compañía Química. Dos años más tarde, las principales empresas de agroinsumos y semillas, además de Monsanto, serían miembros de AAPRESID: BASF, Bayer, Cargill, Dekalb y Nidera. A las primeras fábricas de sembradoras se añaden Industrias Pla, Pierobon y Bertini. Entre las cooperativas, Agricultores Federados Argentinos, una de las principales cooperativas de acopio, y dos entidades: el INTA y la Asociación Producir Conservando. Ésta es una asociación formada por el Banco de Galicia, Dow Elanco, Cargill Semillas y Agrometal: de alguna forma, un actor con propósitos similares a AAPRESID, pero formada por empresas de agroinsumos y maquinarias y no por productores. En dos años más incorporaría a casi todas las empresas del rubro. En la actualidad son socias cincuenta empresas, las principales en producción de agroinsumos y maquinarias, a las que se agregaron instituciones financieras. Las empresas abonan una cuota mensual equivalente a 10qq de soja por trimestre, y la asociación cuenta con dos mil socios en la categoría productores, cuya cuota trimestral es de 3,5qq. En retribución gozan de beneficios tales como recibir cuando lo soliciten asistencia técnica, acceso a toda la información que derive de la asociación y participación

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en eventos. AAPRESID ha agregado la categoría estudiantes y otros, que abonan aranceles muy bajos o están exentos.167 El boletín de AAPRESID cumple un rol difusor, y la faz técnica está dada por el boletín específico que expone los resultados del área ad hoc de la asociación (creada en 1994) o estudios de otras entidades (como las publicaciones de CREA, éstas son sólo para socios y no se encuentran en bibliotecas de acceso al público). Si bien la tónica de los primeros diez años de vida de AAPRESID estuvo dada por la difusión de la tecnología, trasuntaba un espíritu de cruzada, palpable en los editoriales de su presidente Víctor Trucco y en las frecuentes intervenciones de Carlos Crovetto. También en esos primeros años publicaron artículos en el boletín los técnicos del INTA, con quienes AAPRESID participó de distintos eventos. Pero su fuerte lo constituyeron y constituyen sin duda las reuniones a campo, varias durante el año, a las que se suman las que promueven por su cuenta, con el apoyo de AAPRESID central, las distintas regionales que la asociación se encargó de promover en las provincias donde están asentados mayoritariamente sus socios. Como lo admiten en los boletines, la tarea de difusión no se reveló fácil. En un esfuerzo de organización considerable, organizó desde 1992 un congreso anual, al que asisten productores, técnicos de la asociación y de las empresas socias y no socias, y con participación de institutos públicos, el INTA en primer término, e instancias públicas gubernamentales provinciales del área. En la primera comisión directiva de AAPRESID aparece delineado ya el perfil de los que serían los primeros adoptantes de la siembra directa. Hay una gran mayoría de medianos o grandes propietarios, algunos de los cuales ya han extendido su escala. El 40% de ellos combina la producción con el asesoramiento, y las tres cuartas partes son ingenieros agrónomos.168 Hay un pequeño productor y dos productores sin tierra. Las comisiones directivas de AAPRESID mantendrán aproximadamente este perfil hasta el final de la década, produciéndose 167

Esto ha sido modificado en este momento, eliminándose categorías tales como periodistas, que no abonaban cuota societaria, y estudiantes. Han sido reemplazadas por las categorías A y P de productores, que diferencian entre los más antiguos y aquellos que tienen menos de cuatro años de asociación. Éstos abonan una cuota trimestral de 299 pesos. Los socios J son productores, innovadores, técnicos o estudiantes menores de veintiocho años, con una cuota de 85 pesos trimestrales. Por último, las categorías C y E. La C está integrada por grupos de empresas, instituciones o cooperativas interesadas en la promoción de intercambio con las regionales, y la E por empresas en general. Éstas abonan una cuota de 535 pesos trimestrales. Todas las cuotas se ajustan por índice de precios mayoristas INDEC. 168 Las excepciones son Víctor Trucco, doctor en Bioquímica; José Araya, arquitecto (ambos devenidos productores agropecuarios); Gino Minucci, Heri Rosso, Pedro Dedominici y Luis Giraudo, productores agropecuarios no profesionales.

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en algunos años la incorporación (que será puesta en relieve) de algún pequeño productor no profesional. Los contactos con las instancias gubernamentales pasan por una muy buena relación que hasta el día de hoy se mantiene con el poder político provincial de la provincia de Santa Fe fundamentalmente, y en menor medida con los de Entre Ríos y Córdoba, con nula llegada o relación con las instancias nacionales.169 Así AAPRESID logra, en la provincia de Santa Fe, una exención del 75% del impuesto inmobiliario por diez años para los productores que realizan labranza conservacionista, proyecto que logra concretar en 1999 en la provincia de Entre Ríos. Logró por parte de Córdoba y Santa Fe la firma de convenios para los cursos de formación profesional que la entidad organizaba en esas dos provincias, que implicaban el pago de los sueldos de sus técnicos, partir de 1995. La circunstancia de que su presidente ocupara por un lapso breve en 1994 la Secretaría de Recursos Naturales de la provincia pasa totalmente desapercibida en los boletines. No aparece en ellos ninguna reivindicación corporativa que haga referencia a la situación política general, y la técnica aparece como una instancia neutra, al alcance de quien quiera utilizarla, legitimándola a través de la consecución de la sustentabilidad.170 Obviamente, en función de su excelente relación con las empresas proveedoras de insumos, AAPRESID logró ventajas para sus asociados con convenios especiales para el financiamiento en la compra de insumos, a los que se añadieron convenios especiales de financiamiento bancario. Hasta 1999 AAPRESID creció notablemente en el número de socios tanto individuales como corporativos, manteniendo un perfil técnico. Además logró un representante oficioso, el suplemento Clarín Rural, que tempranamente en comparación con otros medios se hizo eco de las transformaciones del campo y ya desde 1997 dio cuenta de la existencia de la asociación. El séptimo congreso de AAPRESID (1999), convocado con la consigna “Más allá de los rastrojos”, comenzó a marcar diferencias con este perfil. Manteniendo los temas relacionados con la tecnología, hicieron su aparición en la agenda de AAPRESID el agronegocio como forma primordial de organización y gestión de la empresa 169

Los Ministerios de Agricultura respectivos participan como patrocinantes, pero además asisten a los congresos anuales de AAPRESID. La SAGPyA, si bien aparece como patrocinante, no concurrió nunca a los congresos de AAPRESID. El único miembro del gobierno que lo hizo en una ocasión fue Jorge Castro. 170 La única apelación al poder político nacional es la del reclamo de intervención de las instancias públicas para tomar medidas que informen sobre el tratamiento de las enfermedades fúngicas en trigo, firmado por Víctor Trucco. Boletín AAPRESID número 22, enero-febrero de 1994.

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agropecuaria y la defensa de la biotecnología como base fundamental de la sustentabilidad. El primer ítem vino de la mano del especialista Héctor Ordóñez, a quien se debió justamente la incorporación a AAPRESID en el año 2000 de Gustavo Grobocopatel.171 Ya en ese momento con la renuncia de Heri Rosso desaparecieron de la comisión directiva los últimos miembros de la camada no profesional. Hoy muchos de los socios de la comisión directiva ya no son sólo productores agrícolas o agrícolaganaderos individuales, sino representantes de agronegocios, situación a la que han arribado muchos de los pioneros y nuevos socios.172 La legitimación de la biotecnología corrió por cuenta de Otto Sollbrig, biólogo argentino que desarrolla su actividad en Harvard en el DRCLAS (David Rockefeller Center for Latin American Studies), que trajo consigo una serie de intelectuales que reconocen como usina ideológica la Harvard Business School. Ésta pone énfasis en la acumulación de capital social definida como la masa crítica de valores compartidos entre los actores de una comunidad para reducir el costo económico de los conflictos, la innovación tecnológica y organizacional, la cultura del “liderazgo de los ganadores” y los conceptos de “visión”, “darse cuenta” y “cambio” como bases del planeamiento estratégico. En esta lógica cabría una mayor valoración del desarrollo del capital nacional, asociado a la ciencia y la tecnología, a la asociación con el Estado en áreas estratégicas propugnando el desarrollo también de los sectores menos favorecidos, no a través del asistencialismo sino a través de las herramientas del empowerment173 y de la sociedad del conocimiento. La visión de la asociación y de la actividad como red, donde en lugar de una suma cero se da un beneficio que todos comparten, es coherente con la idea del agronegocio, de la agricultura como una red de servicios altamente profesionalizada, dando cada vez mayor cabida dentro de los temas tratados por la asociación a los tópicos relacionados con la cultura organizacional. Obviamente es un fiel reflejo de lo acaecido al menos a gran parte de los socios de AAPRESID y a los miembros de su comisión directiva. 171

Héctor Ordóñez, ingeniero agrónomo, gerente de Los Grobo y director de la maestría en Agronegocios de la Facultad de Agronomía de la UBA. Hasta su desembarco en AAPRESID, Grobocopatel no aparecía como un referente notorio de la siembra directa, pese que ha manifestado haberla adoptado tempranamente (entrevista, op. cit.). 172 El agronegocio al que ingresan los productores evidentemente pasa por la distribución de agroinsumos, derrotero por el que pasaron o al que arriban muchos productores, los servicios especializados de siembra, cosecha, pulverización, el ya mencionado asesoramiento, el acopio y la comercialización, al que añaden en los últimos tiempos servicios especializados en agricultura de precisión, gerenciamiento, semilleros, plantas de biodiesel. 173 Francesco De Castri fue otro de los intelectuales emblemáticos de AAPRESID, ideólogo del empowerment y del “darse cuenta”.

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De las actividades conjuntas de AAPRESID con las instancias públicas se puede inferir claramente cómo en el marco tecnológico que se ha instalado, donde las empresas proveedoras de insumos cobran un rol preponderante, la iniciativa pasa casi toda al sector privado. Salvo la iniciativa de Bioceres, la participación conjunta de instancias públicas con esta corporación se reduce en términos relativos, mientras que aumentan las iniciativas que tienen como actor al sector privado.174 Así y todo, algunos hechos todavía muy incipientes podrían estar indicando algunos puntos de fricción. La iniciativa de Bioceres, además de otros contactos establecidos ya desde el año 2000, con el Lethbridge Research Centre for Biological Control of Weeds, iniciativas de estandarizar los experimentos de modo de lograr la mejor adecuación y la minimización en el uso de agroquímicos,175 hace pensar que la fuerte alianza que se dio hasta ahora puede eventualmente no prolongarse en el tiempo. De hecho, los productores son conscientes de que las excepcionales circunstancias que mediaron –la expansión de la soja por la rebaja del glifosato y la adopción en circunstancias excepcionales de la soja RR– difícilmente vuelvan a repetirse, por lo que apuntan a un escenario en el que estas alianzas puedan posicionarlos de modo diferente. Esto por el momento –repetimos– es sólo una conjetura, aunque la pretensión de AAPRESID de salir de lo estrictamente técnico, de aliarse con otros sectores de la producción como son los grupos CREA, podría hacer pensar en estrategias de relativa independencia de los que hasta ahora fueron sus socios fundamentales en la “red en la que todos ganan. En el último año AAPRESID, por primera vez en su historia, intervino en un hecho político como fue la destitución de la presidencia de la Comisión de Agricultura de la diputada María del Carmen Alarcón. Con una solicitada en los principales medios nacionales, Jorge Romagnoli, su presidente, repudia el hecho, aunque aprovecha la ocasión para manifestarse en acuerdo con las corporaciones tradicionales del agro en repudio fundamentalmente a la política de las retenciones, situación que, repetimos, es novedosa, ya que hasta el momento

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Los últimos congresos de AAPRESID marcan un descenso en la participación del INTA en ellos. 175 AAPRESID ha puesto en marcha dentro de la asociación un proyecto para estandarizar las experiencias, con vistas al objetivo arriba enunciado. A cargo del mismo está el responsable técnico de la asociación, aunque por ahora se lo considera un proyecto a largo plazo. La pretensión de certificar la siembra directa que incluya rotaciones y otras prácticas fundamentalmente culturales con la idea de obtener a partir de esta práctica exenciones impositivas o precios diferenciales para sus productores también apunta a proyectar un marco más independiente. No podemos afirmar que éste sea el pensamiento mayoritario en la asociación; algunas declaraciones de la ingeniera Magnelli (entrevista, 2006, op. cit.) podrían apuntar en esa dirección.

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la asociación se mantenía cautelosamente al margen de los conflictos corporativos.176 Esto coincide con algo que puede pensarse como una incipiente vocación política que se manifiesta de manera totalmente distinta de la habitual en las corporaciones rurales. Como cierre del último congreso, en el que AAPRESID concretó su alianza con los grupos CREA de manera formal, Romagnoli llamó a cambiar la Argentina sin tomar el poder. Más allá de la fórmula, es evidente la aspiración de salir del ámbito corporativo para incursionar desde otro lugar en el ámbito social más general. Con ese propósito han creado una Asociación “Darse Cuenta, inspirada en la filosofía que hemos descripto en los párrafos anteriores.177 Todavía parece temprano para medir el real alcance de estas propuestas. Lo que resulta claro es que, en los diecisiete años desde su creación, AAPRESID se convirtió en un actor que logró aglutinar a todos los interesados en la promoción de la tecnología, y que los productores que la integraron formaron parte del selecto grupo de emprendedores que logró capitalizar sus conocimientos y sus relaciones sociales en estrecha relación con los otros promotores de la innovación que hemos visto ya durante la exposición.

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Romagnoli, Jorge, solicitada en Clarín, 16/05/2006. Romagnoli, Jorge, “Más allá de los rastrojos”, discurso de cierre del XIV Congreso de AAPRESID, Rosario, 11 de agosto de 2006, en www.aapresid.org.

Conclusiones

A través de estas páginas hemos abordado la historia del desarrollo y la difusión de la siembra directa. La hemos considerado como una continuidad sobre todo de la introducción del cultivo de soja, por los cambios que éste había implicado con respecto a prácticas agronómicas y empresariales. Hemos sostenido que se trató de un verdadero proceso innovador que requirió para su aplicación de la posibilidad de contar con insumos clave, tales como herbicidas y sembradoras, pero al mismo tiempo de largos años de ensayos por parte de los interesados: productores, fabricantes de insumos e institutos públicos. Durante esos cuarenta años se la adaptó a condiciones locales, debiendo resolverse detenidamente los tipos y modos de aplicación de herbicidas, conocer en detalle las poblaciones de malezas propias de cada cultivo y las plagas asociadas, los comportamientos de distintos tipos de cultivares para adaptarlos a este sistema, las prácticas de manejo conducentes a optimizar el uso de agroquímicos, el diseño de distintos dispositivos para la maquinaria, adaptándola a distintos tipos de suelo, cantidad y calidad de rastrojos, y se puso a punto su utilización como complemento de la actividad ganadera. Impulsó la agricultura de precisión y avanza en el desarrollo de la intersiembra. Pero no sólo se debieron enfrentar cuellos de botella de tipo agronómico y económico, sino también culturales, ya que implicó un cambio radical con respecto al modelo anterior de labranza. De todos modos, creemos que las resistencias fueron vencidas en un tiempo relativamente breve, dados los beneficios que trajo a los productores a nivel de su rentabilidad. Hemos señalado un elemento conocido respecto de este sistema como lo es su dependencia de los agroquímicos y su importancia en el aumento del consumo de los mismos, pero también que la enorme variabilidad de situaciones, el hecho de no contar con largos años de

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desarrollo a nivel de cultivos comerciales y la forma en que se llevó a cabo la investigación dieron gran importancia al asesoramiento agropecuario; como corolario de esta situación se dio la posibilidad del pasaje de la actividad de asesoramiento a la producción, siendo uno de los factores que impulsaron el crecimiento de las formas de contratismo agrario. Sus características agronómicas y el contexto institucional de su expansión contribuyeron a la consolidación de un marco tecnológico que acentuó la interdependencia de los actores comprometidos e interesados en su desarrollo y difusión y, al mismo tiempo, un proceso de diferenciación social en detrimento de la pequeña explotación agrícola. Ese marco tecnológico a nivel de los significados compartidos la asoció en un paquete con la soja RR, el herbicida glifosato y el monocultivo. Sólo dos de las características asociadas al sistema tuvieron difusión universal, la no labranza y el barbecho químico, mientras que la práctica de las rotaciones ha tenido una extensión limitada, lo que refuerza la imagen que se ha construido de la tecnología a nivel de su representación social. Es a partir de estas consideraciones que analizamos los elementos de ruptura con respecto al anterior marco tecnológico. A nivel específico de las consecuencias de su aplicación hemos señalado los riesgos todavía poco estudiados del uso continuo de herbicidas y fertilizantes, y en menor medida de la compactación. Por último, la gran complejidad y sobre todo la variabilidad de las situaciones con que se enfrentaban los productores llevaron a un grupo de ellos a la constitución de una entidad corporativa con el fin de la difusión del sistema. En dicha asociación confluyeron todos los actores interesados en la extensión de la siembra directa como condición de éxito económico para cada uno de ellos, legitimándose a través de la reivindicación de efectuar prácticas sustentables y de la neutralidad y accesibilidad universal de la tecnología. Creemos que estas reflexiones finales suscitan varias cuestiones que tienen importancia teórica para el estudio del cambio tecnológico, en especial con respecto al mismo dentro del sector agrícola: 1) El cambio tecnológico no es una respuesta automática a una dificultad o a un estímulo económico. Se desarrolla a través de interacciones complejas entre distintos actores: productores, proveedores de insumos, institutos públicos. De ahí que la dimensión histórica sea fundamental para entender su dinámica. No es sino a través del “estudio concreto de las situaciones concretas” como podrá entenderse el devenir de un proceso de cambio tecnológico. En el caso que nos ocupa, sólo esta dimensión permite entender por qué la siembra directa se desarrolló en la peculiar forma que hemos analizado en las páginas

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precedentes. Por otra parte, cabe recordar que en el sector la adaptación de una innovación a condiciones locales constituye por su complejidad una innovación. No tener en cuenta este ítem lleva a subvalorar lo que en la materia se hace. 2) La maduración técnica de un proceso tecnológico no coincide necesariamente con la maduración de las condiciones económicas para su adopción masiva. La importancia de este ítem reside en la posibilidad de que aquellos que ejecutan políticas públicas puedan estar atentos a estos desarrollos e implementar políticas para que se aproximen los tiempos de la maduración tecnológica y económica. 3) La enorme importancia de los factores culturales para la adopción de una innovación. También aquí su detección temprana puede impulsar políticas públicas favorables para impedir que la innovación sea patrimonio sólo de algunos estratos. 4) Conocer el funcionamiento de los institutos públicos de investigación puede ayudar a acelerar los tiempos de la innovación, impedir duplicaciones innecesarias y distorsiones como las que hemos visto que aparentemente se darían en el campo específico que hemos estado estudiando.178 5) Con respecto al estatus y la interdependencia de los actores que participan de las actividades de innovación tecnológica, muchos análisis han abordado el cambio tecnológico acaecido dentro de la agricultura pampeana asignando al productor un rol totalmente subordinado, en este caso a las determinaciones que se toman fuera del campo específico de la producción. Si bien la actividad agropecuaria se ha convertido cada vez más en una actividad insumodependiente, los productores no están irremediablemente subordinados a las decisiones que se toman en el ámbito de las empresas multinacionales. Por un lado, tal como lo hemos mostrado en nuestro trabajo, no se puede hablar de los productores como una categoría homogénea. Para aquellos que se beneficiaron de la innovación y en la que muchos de ellos participaron activamente, puede pensarse más que en subordinación en alianza o, en todo caso, en subordinación activa, ya que pudieron sacar réditos de la misma. El resto de los productores ha mostrado independencia de criterio al adoptar las innovaciones cuando éstas dieron signos inequívocos de rentabilidad o lo hicieron según modalidades vigentes dentro de su cultura local. La bolsa blanca y el conflicto con Monsanto también ponen de manifiesto que no es la pasividad lo que caracteriza a los productores frente a un proceso de innovación.

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Nos referimos a las manifestaciones de la ingeniera Magnelli y del ingeniero Carlos Puricelli, nota 147.

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6) Como reflexión última cabría profundizar en el ítem señalado en nuestra introducción sobre las razones del tardío descubrimiento de la siembra directa o de su calificación de mera técnica ligada a la aparición de la semilla RR por una parte de los académicos de las ciencias sociales. Esto debería al menos replantear prioridades y formas de investigar los procesos de innovación tecnológica.

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