Raices hebreas

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Dedicatoria Dedico este libro a los hombres y mujeres de la Congregación MesiánicaJerusalem de Davie, Florida, a mi amigo y disdpulo amado Joshua ben Michael y al grupo de Ancianos que me asisten en el ministerio que hemos recibido del Sefíor por la confianza que mostraron en la Palabrade Di-os cuando nos fue entregada en los días difíciles de aquellos críticos momentos de transición entre Vr y Canaán. Cuando muchos no creyeron, ellos estuvieron conmigo aun en las horas de mayor debilidad y riesgos,me apoyaron con sus oraciones y con sus vidas y el Sefíor ha premiado su confianzaen la Palabracon el surgimiento de una obra que crece día con día y se extiende por toda América. A todos ellos, a nombre mío y el de mi familia, quiero dar las más profundas graciaspor el privilegio de servirles en este maravilloso viaje que nos llevó desde Roma a Jerusalén.

@ 2002 Piedra Angular Comunicaciones, SA de ev. Dr. Vértiz 913, Narvane México, D.E 03020 [email protected] Publicado oriJinalmente bajo d úwlo: IsraeL.Misterio y Revelación @ Comvisión-lnternational, P. O. Box 451388, Sunrise, Florida Edición: David A. CoyotL Transcripción fonética hebreo-castellano: de la Fuente

Susana

Fotografía dd Rabino Dan ben Avraham: Brian Roles Disefio interior: PiedraAnvular eSA. e v. con la colaboración especialde Ana Romeroy Marío AbsafOn Disefio de Portada: PiedraAnf:l!lareSA. e v. con la colaboración especial de Daniel Gonzákz y Marío llbsalón

Tome nota el lector de que la forma de identificar los períodos históricos (a.e.M. I d.M.) indican «antes de la era del Mesías» y «después del Mesías». En adición, el nombre sagrado de Di-os se escribe de forma diferente, como sefíal de respeto y reverencia. Por otro lado, el término «satanás» aparece sin mayúscula por mi propia convicción de que no tiene derecho ni siquiera a eso, aunque esto implique una violación de las reglas ortográficas del castellano. Finalmente, las transliteraciones del hebreo son usadas bajo discreción del autor con la colaboración especial de la sefíora Susana de la Fuente.

ISBN968-5539-00-6 Categoría: EstudioBiblico/ Israel RJZkesesuna divisióneditorialde PiedraAngularComunicaciones,SA de ev. Todos los derechos reservados.El contenido, disefio editorial y disefio gráfico de las cubiertas e interiores no pude ser reproducido} copiado o impreso en ninguna forma escrita, dectrónical audiovisual, dignal, mecánica o por cualqwer otro medio de almacenamIento o reproducción existente sin d permiso escrito de los editores, exceptuando citas menores a un párrafo para uso personal, resefiasen medios impresos o estudio bíblico en ~po. Todas las citas bíblicas tomadas de la versión Reina-Valera ReVISión1960. Impreso en México por Factor Creativo, SA Printed in Mexico

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Contenido

Dedicatoria

Introducción

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1. BosquejoHistórico 2. Conocela Herencia

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3. ElPacto Sellado

49

4. Nace La Esposa

93

5. Surguimientodel Judaísmo 6. ElMesíasJudío

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7. Traigan Discípulosa la leshiva

181

8. LosGentiles Quieren Ser Grandes

207

9. Judá y Efraim

.237

10. AhoraPuedo Ver

.263

Epílogo

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Introducción as páginas que están delante de usted, querido lector, fueron escritas por un hombre que ha encontrado sus orígenes y, al mismo tiempo, los fundamentos hebreos de su fe.

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No es fácil a veces entender su pensamiento sin conocer al autor y sus circunstancias, y los procesos teológicos, espirituales y sociales que ha vivido. Consecuentemente, en esta introducción, contaré algunos aspectos de mi' vida con la esperanza de facilitar la:mejor comprensión de esta obra. Quisiera primero que todo aclarar que no fui criado como judío, sino como gentil. Mi formación respondió a una perspectiva teológica totalmente separada de la cultura hebrea tal como la encontramos en la Escritura y en la Historia. En términos prácticos esto significa que la mentalidad, las costumbres y las tradiciones de mi familia no correspondían con la mentalidad, las fiestas y las celebraciones bíblicas, sino con las que imperaban en la cultura propia de la nación donde nací en adición a' aquellas que fueron de alguna manera establecidas por la denominación religiosa en la cual me formaron mis padres. Debido a estos hechos, una gran cantidad de postulados teológicos fueron absorbidos en mi mente totalmente desconectados de los valores teológicos del Judaísmo. Los llamados «padres de la Iglesia»,en cuya doctrina fui formado, eran todos gentiles, ninguno judío. Por lo tanto, la conexión que tenía en mi mente establecía que la Iglesia no tenía nada que ver con Israel, con los judíos o con elJudaísmo. Para mí se trataba de dos hechos totalmente separados y sin relación. Consecuentemente, no tenía siquiera un punto de referencia para verificar los orígenes de esa formación; fueron aceptados pasivamente como parte de la realidad cultural de la que emergía como producto de esa educación teológica. Esto no significaque]as enseñanzasrecibidasfuernntOtalmenre inadecuadas o malintencionadas. En ninguna manera, pues estaba conscienre -y sigo conscienre- de que fueron Jas mejores de mi tiempo eswdiantil y alabo a Dios por la oportunidad de haber sido enttenado para pensar reológicamenre. Lo que sí significa es que la institución y la denominación que me formaron, simplemente trasmitieron lo que a su Vf:L 7

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Raíces Hebreas del Cristianismo

Introducción

les fue trasmitido a ellos por la g~neración anterior. En esa transferencia de información, tanto Israel como los judíos y elJudaísmo eran vistos, en el mejor de los casos, como algo totalmente separado, superado y sustituido por el Cristianismo; en el peor, como la antítesis del Cristianismo. Sobre la base de estos hechos, tanto yo como mis compañeros fuimos entrenados teológica y culturalmente desconectados tanto de Israel como de la cultura de Di-os revelada en las Escrituras para Su pueblo. No es mi intención ni propósito culpar a nadie en particular de estos hechos, porque ahora entiendo las razones históricas, teológicas, espi-rituales y proféticas por las que han ocurrido, y alabo a Di-os por su habilidad para dirigir los destinos de la historia a pesar de nosotros. Simplemente estoy llamando la atención a un hecho que no solo podría servir de identificación para cientos de miles de hermanos y hermanas que pudieran encontrarse en la misma situación en la que yo me encontré, sino también de entendimiento de los cambios que han ocurrido en mi vida y mi teología como resultado del descubrimiento de las raíces hebreas, no solamente relacionados a mi ascendencia, sino a mis valores espirituales. No dudaría en afirmar que los dos hechos más grandes que me han ocurrido fueron, por un lado, mi experiencia de salvación y, por el otro, el descubrimiento de mis raíces hebreas. Tan impactantes han sido para mí estas dos últimas realidades, que puedo decir confiadamente que he experimentado dos «conversiones»: Primero a Cristo y al Cristianismo y, segundo, al Mesías y al Mesianismo.

Fui salvo completa y eternamente por Su gracia y no necesito añadir absolutamente nada más porque, en cuan.to a la salvación, «estoy completo» en Aquél en quien mora la plenitud de la divinidad. Pero desearía puntuaJizar que según la educación teológica recibida, la experiencia de la salvación que había vivido no tenía nada que ver

ni con Israel,ni con los pactos de la promesa, ni con Avraham. 1 \

Pero venido el cumplimiento del tiempo, a Di-os le plugo mostrarme mis raíces hebreas y los fundamentos hebreos de mi fe «cristiana» que me llevó a indagar y, diligentemente, revisar toda la tradición que había aceptado pasivamente en mis años de formación teológicay ministerial. Esto no sucedió de un día para otro, sino que fue el resultado de un largo proceso por el cual fui dirigido, como ahora 10 comprendo, por la propia mano del Señor. Cuando miro retrospectivamente, puedo identificar tres hechos específicos de mi vida que fueron clave en mi peregrinar teológico desde el momento de la salvación por la fe, hasta mi conversión al Mesianismo.

Primero: El descubrimiento de la-vigencia de los dones ,Espirituales

¿Son estas dos cosas diferentes? ¿No es Cristo y el Mesías la misma persona, esto es, el Hijo del Dios Viviente? Ciertamente que sí. ¿Cómo entonces «dos conversiones», una a Cristo y otra al Mesías, una al Cristianismo y otra al Mesianismo? La respuesta a esta pregunta es la razón por la cual fue escrito el libro que tiene en sus manos. Permítame decir aquí, que mi experiencia de salvación inicial, dentro del Cristianismo, la considero totalmente válida e insustituible. Nunca podré olvidar aquel momento de mi vida, cuando bajo la convicción de pecado y separación de Di-os, le confié a Jesús de Nazaret la salvación de mi alma. Aquella maravillosa tarde cuando Él entró a mi corazón y me perdonó todos mis pecados y me reconcilió con Dios por medio, exclusivay suficientemente, de su sangre derramada sobre el madero del Calvario y que' marcó mi experiencia del nuevo nacimiento en agua y Espíritu, fue y será la más grande bendición que jamás podría haber recibido de parte de Dios.

El mismo día en que fui salvo en Junio de 1967, se apoderó de mí una pasión por compartir con otros lo que había recibido. A la sazón era un joven que acababa de cumplir quince años. A los diecisiete prediqué mi primer mensaje oficial en la Iglesia Bautista del Cotorro, en la provincia de La Habana, Cuba, que estaba entonces bajo la administración del presbítero Antonio Hernández Loyola, pastor y evangelista de la Convención Bautista de Cuba Occidental. Entre el presbítero Hernández Loyola y mi padre, el reverendo Hernández Viera, se había formado con los años una hermosa amistad ministerial. Ambos eran bautistas, aunque de diferentes concilios, y venían de un trasfondo social y teológico muy parecidos. Recuerdo que mi padre traía cada año a Hernández Loyola a nuestra «iglesia» para predicar en «campañas evangelísticas». Estos dos hombres, mi padre y Loyola, dejaron una impresión muy profunda en mi adolesce:ncia. No es de extrañar que, siendo muy joven, cuando salíhacia la capital de la nación donde nací para continuar mis estudios,mi padre pidiera a Loyola que me «vigilara»de cerca,lo cual hizo muy bien, por cierto, durante mis años de furmación estudiantil. Cuando Loyolapercibió que tenía un «llamamiento» para predicar la Palabra, me cedió su púlpito un domingo ppr la mañana para que expusiera las Escrituras. Nunca olvidaré ese lugar, la hora, la gente, el texto bíblico que usé y el mensaje que prediqué.

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Introducción

Raíces Hebreas del Cristianismo

La formación evangélica, teológicamente conservadora, que yo recibí en mi hogar, en mis años de estudiante y en el Seminario Bautista después, al mismo tiempo que me entregó la riqueza de una Cristología de lo mejor de la época, me formó también en la teología dispensacionalista por la cual yo estaba seguro de que los milagros y los dones espirituales fueron dados para ciertos periodos de tiempo pero que, una vez cerrado el canon del Nuevo Testamento, ya no estaban vigentes ni eran necesarios para la fe. En virtud de esta formación, yo era de los que creían que no había mayor relación entre la fe y la naturaleza, sino que ambos eran esferas separadas, y que la ciencia y la experiencia religiosa no tenían nada en común. Así pues, estaba convencido que la inteligencia dada por Dios al hombre era suficiente para resolver la mayoría de. nuestras necesidades materiales, tanto en el ámbito de la salud del cuerpo como en el de la ecología y otros aspectos relacionados. Cuando nos enfermábamos nuestro deber principal era acudir al médico y confiar en la medicina y los medicamentos para propiciar nuestro bienestar físico. Si una persona experimentaba ansiedad,. depresión o ideas suicidas, debía ir al siquiatra para que atendiera el asunto. Para mí, Di-os no tenía nada que ver con esos hechos, excepto los que tuvieran relación con la salvación del alma. Así, dependía de mi inteligencia y sentido común para la mayoría de los asuntos de mi vida y buscaba siempre una explicación racional a los hechos que tenían lugar en mis circunstancias específicas y en la de los demás. Consecuentemente, como es fácil detectar, una división entre lo espiritual y lo material formaba parte de mi estructura mental, siendo lo primero el mundo de Di-os y lo segundo nuestro propio mundo. Cultivar el aspecto espiritual y desarrollar una relación «mental» con Di-os era la manera como entendía mi fe. Una vez egresado del Seminario Teológico Bautista de Cuba Oriental, me enviaron y ordenaron como pastor de varias iglesiasrurales en la parte más oriental de Cuba, una región conocida como Gran TIerra-Maisí. Allí tenía varias congregaciones que atender: Pueblo Viejo, Puriales Arriba, Puriales Abajo, Sabana, Casimba y, ocasionalmente, el extremo más oriental de la isla, conocido como Punta de Maisí. En total era un circuito de quizá entre veinte y treinta kilómetros. Al principio hacía mi trabajo pastoral a pie; luego adquirimos un caballo y después un enorme mulo para realizar los recorridos pastorales, visitando a los hermanos y compartiendo con ellos su peregrinaje espiritual mientras les enseñaba la Palabra de Dios segúr fa

sido entrenado previamente.

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Debido a la distancia de estas regiones de 1a zona urbana, no teníamos allí para entonces ni electricidad, ni hospitales, ni acueductos, sino que dependíamos para nuestro sustento completamente de la lluvia, la siembra y la cría de animales. Di-os me colocó en un ambiente donde no tenía recursos tecnológicos de ninguna clase, ni siquiera rudimentarios, para enfrentar algunas de las crisis que vendrían. La casa pastoral donde residía era de las pocas en el área que contaba con una cisterna o aljibepara guardar la lluvia en su depósito de tal manera que pudiéramos tener agua para vivir nosotros, los vecinos y los animales. Al preciado líquido lo cuidábamos tanto como nos era posible. Para mi sorpresa, muchas veces en la mañana cuando iba a la cisterna por agua, algunos insectos y otros animales nocturnos, tratando de conseguirla, caían dentro y se ahogaban; en ocasiones hasta ratones amanecían ahogados y, si estaba fuera de casa por algunos días, los encontraba en estado de descomposición dentro de la cisterna. ¿Qué hacer en estas circunstancias? Mi mente racional me decía que había que desechar toda el agua porque estaba contaminada... Pero si desechaba el agua, ¿cómo sobrevivir los largos periodos de sequía, y no solamente nosotros, sino los animales que dependían de nosotros? Por supuesto, la mejor solución era «hervir» el agua, lo cual hacíamos muchas veces, cuando teníamos los recursos para hacerlo. Pero esto nos creaba un problema de conciencia. Como éramos los únicos que tenían agua en el vecindario, mucha gente del área y los campesinos que pasaban nos pedían un poco del vital líquido para beber. ¿Cuál agua ofrecerles? ¿La que sabíamos que estaba contaminada o la hervida? Por supuesto, le dábamos de la hervida, hasta que mi joven esposa no hacía otra cosa que hervir agua para la gente... Fue en esas circunstancias que un texto de las Escrituras pasó por mi mente como un rayo: «Aunque bebieren cosa mortífera no les hará daño...». De pronto me dije a mí mismo: «Señor, esta promesa tuya debería ser cierta... tiene que ser cierta... debes hacerla cierta...», Y me vino una fe sobrenatural para decirle a mi esposa: «No más "hervidera" de agua; la beberemos tal como está y que Di-os nos guarde». ¡Para nuestra sorpresa, nunca nos enfermamos por beber agua contaminada con cuerpos de animales muertos y, en ocasiones, putrefactos! Eso ocurrió constantemente en nuestras vidas y no me daba cuenta al principio de los cambios que comenzaban a producirse en mi teología. Sin embargo, vino una terrible sequía... y ya no teníamos agua. Había que pagarla a ciertos campesinos que la traían de muy lejos en recipientes especiales. Entonces los hermanos se reunieron conmigo y me pidieron un «culto por agua», para que Di-os enviara lluvia. Me contaron de un

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Raíces Hebreas del Cristianismo

antiguo predicador de la rona llamado Pablo Salvat que alguna ocasión oró por agua y agua llovió. Yo nunca había orado por cosa igual. Ahora comenzaba a entender la relación entre mi fe y la naturaleza. Me vi «furzado»pastoralmente a celebrar una reunión de oración por agua. Para mi sorpresa, al día siguiente llovió y dos días después llovió de.nuevo y una semana más tarde volvió a llover,¡dossemanas seguidas de lluvia y pareda que no pararía de llover! Aprendí entonces que mi fe no estabaseparada de la naturalezasino que podía incluso influenciar en ella para cambiar su.curso y glorificara Dios en nuest:r:lSvidas. Esto comenzó a complicar mi teología aprendida y se inició en mí un proceso de cambios radicales.Mi Di-os se había propuesto mostrarme muchas cosasque yo no sabía. Sorprendido al principio, milagrosamente comencé a ceder y a dejarme enseñar a pesar de los traumas y complicaciones teológicasque comenzaban a furmarse en mi mente. Divinamente ordenadas, esas «complicaciones»continuaron porque se iba corriendo la vcyzen lasotras comunidades que llovía«cuando el pastor oraba» y la gente me buscaba para hacer más «oraciones». Un día, mientras hada uno de mis habitualesrecorridospastoralesjunto a mi fielcompafiero el mulo