Rafael Chaparro Madiedo - Obra Poetica.

DE ESTE LADO DE LAS NUBES De este lado de las nubes Se revientan mil girasoles amarillos Mil espejos Mil tigres negros M

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DE ESTE LADO DE LAS NUBES De este lado de las nubes Se revientan mil girasoles amarillos Mil espejos Mil tigres negros Mil moscas De este lado de las nubes Siempre suenan disparos Que espantan las aves metálicas De mis manos De este lado de las nubes un puñado de diamantes Lanzo hacia la geografía transparente De tus manos Son las seis de la mañana Y las hojas secas escribieron tu olor Sobre el café Son las seis de la mañana Y de este lado de las nubes todavía es de noche Tal vez sea necesario que todavía Se derrumben muchos reinos Tal vez sea indispensable Que se derrame mucha sangre Sobre los caminos remotos del mundo Donde la hierba húmeda es confundida por el aliento frío de las montañas Tal vez tus manos Sean dos cuchillos brillantes Que cortan mi pecho Tal vez tus manos sean Dos vidrios rotos Tal vez tenga mi corazón lleno de balazos De tus balazos Tal vez otra vez de este lado de las nubes

Se llevó a cabo un pequeño asesinato Entre las copas de vino Mientras el humo azul del cigarrillo Se llevaba para siempre tu olor Tal vez sean seis de la mañana y En el otro lado de la mañana Un enjambre de aviones invisibles Se dirigen hacia el núcleo de los vientos Para bombardearnos con botellas rotas Dulces botellas rotas de licor Todo el cuerpo Todo el cuerpo Tal vez esta vez de mi corazón Salga una bandada de cuervos negros Hacia tu corazón Tal vez de este lado de las nubes Alguien ha encendido Los motores de viento Los motores de humo Los motores de cenizas Los motores de fuego Los motores de mis caballos transparentes Que cabalgan sobre su cuerpo Cuando tu sangre se halla Infestada de peces de vidrio Que se escabullen Detrás del castillo precario De tus huesos Tal vez de este lado de las nubes Disparaste n millón de balas brillantes Y el cielo se llenó de lobos hambrientos De piedras negras

De manos sucias De helicópteros Tal vez cerré los ojos Y mi boca se llenó de tierra Y el ruido de tu máquina de hacer Perros rabiosos Llenó de sangre La copa diminuta de los árboles Del parque Tal vez de este lado de las nubes Las aves nunca vuelvan a A ser aves Tal vez de este lado de las nubes Las nubes nunca más vuelvan A ser nubes Tal vez de este lado de las nubes Mi corazón no es otra cosa Que una mierdita muy triste Que huele maluco Entre los escombros humeantes de mis huesos.

POEMA PARA JIM MORRISON Sobre el cielo turbio Del cementerio Pere Lachaise Alguien ha regado Whisky Sobre el cielo turbio Se dibuja tu sonrisa Mil aves rotas Levantan el vuelo desde tu rostro Y un millón de peces

Empiezan a navegar Por el mar heroína Donde naufragan los barcos ebrios Que murmuran tu nombre En la botella rota del universo Sobre el cielo turbio Alguien ha regado whisky La mañana se parte La mañana es Un vidrio Roto Roto Roto Los árboles se convierten en angelitos negros que disparan mierdita Con sus pistolitas Que palpitan entre sus dedos como pequeñas bestias Reventadas por los tristes violines Del verano Sobre el cielo turbio Alguien ha regado whisky Alguien ha soltado Los caballos rojos del amanecer Que corren hacia tu tumba solitaria Y entonces Morrison Extiendes tus manos Recoges el whisky de la mañana Y llenas tus pulmones con el suave Perfume de la heroína Que despliegan las aves Al volar Morrison, sales al próximo bar Tienes sed Una mariposa amarilla con napalm Quema tu corazón y tu garganta Te sientas en el filo de la luz

Te sientas al borde del jardín De los relojes sangrientos Que rodea tus ojos Te sientas en tu tumba A esperar que lleguen Aquellas livianas muchachas del mundo Para que te ofrenden Sus pechos húmedos Sus manos llenas de lluvia Sus labios rojos Sus pequeñas aves que revoletean Entre sus piernas Sus aviones cargados de flores muertas Morrison, te sientas a esperar A que te llenen la boca con el suave Humo de hachís de Turquía Te sientas con el cuerpo Lleno de botellas rotas A esperar que las dulces muchachas del mundo que provienen del filo de la niebla Te siembren en las cenizas de tu cuerpo Un bosque de cuchillo de brillantes Y tú Morrison las invitas A pasar la noche contigo Y les llenas sus cuerpo de Gasolina Gasolina Gasolina Tú les llenas las manos De perritos amargos Tú les prometes que le fabricarás Vastas lluvias de diamantes transparentes Tú Morrison les prometes llevarlas Al origen de todas las tormentas Les prometes llenarles Sus pechos con las florecitas amarillas

Que te robas de las otras tumbas Y después, Morrison Te las llevas hacia Tu madriguera de gusanitos Les abres las piernas Y les metes todas Las rosas y pistolas Que has recogido Del aliento confuso de la muerte Y les murmuras al oído Mientras escabulles tus manos Entre el agua limpia de sus cabellos dorados Que tú James Douglas Morrison Ciudadano domiciliado En la sexta División Del cementerio Pere Lachaise No has muerto Sino lo que sucede Es que hueles un poco raro.

LAS SIETE ESPADAS Estoy contaminado Por las siete espadas del Apocalipsis Mis pulmones son dos tanques de gasolina Que arden En medio de las infinitas tinieblas De un cielo Que dispara lanzas rojas

Sobre el polvo del mundo Estoy contaminado Por las siete espadas del Apocalipsis Y en el camino de los siglos Se desploman los ejércitos de sombras Que en vano buscaron el amor Entre las brechas ambiguas De aquellos labios salvajes Que hacen mucho tiempo se marchitaron Y dejaron su brillo olvidado En los pliegues diminutos De los relojes de arena Estoy contaminado Por las siete espadas del Apocalipsis Son siete espadas Que se hallan en mi sangre Removimiento el reflejo de la luna Siete espadas Las mismas que derramaron Toda la sangre inocente Cerca de los castillos Cuando llovía sobre los caminos Del mundo Mientras las mujeres inventaban El vuelo de los pájaros Cerca del fuego Siete espadas Las mismas que empuño el oscuro rey Para espantar de sus bosques Los peros negros secaban Los diamantes del fondo de los lagos

Siete espadas Que sembraron En el murmullo sordo del alba Mil mandrágoras brillantes Siete espadas Que envenenaron las púrpuras profundas De los ríos del mundo Donde los lobos sedientos Venían a beber El reflejo confuso de las estrellas Siete espadas Con el mismo brillo de los vándalos Que llenó de sangre y desolación Los fríos caminos de Europa Siete espadas De los sarracenos Cortando las gargantas Mientras sus caballos Llenaban de ruidos negros De las mujeres de que se asomaban Detrás de los viñedos Espantadas por la canción confusa De mil tigres desangrándose En el fondo del cielo Mientras Dios clavaba Sus siete espadas Sobre los caminos polvorientos del mundo.

BLUES DE LOS VENADOS Tu mirada ha atravesado todas las tormentas

Tu mirada está más allá del alba Tu mirada es una brizna de hierba Que se esparce con suavidad Sobre el lomo de las espadas brillantes De los guerreros medievales Que rompen la oscuridad Montados en sus caballos amarillos Cuando cruzan la delgada línea Que divide tus manos De las estrellas En tu mirada se han gestado Todas las lluvias que han azotado Los cuerpos que se encuentran Cerca de los lagos Buscando ese pequeño fuego Que revolotea confuso y claro Cerca de la sangre Bajo tu mirada se han levantado todos los vientos Que han acompañado a aquellos Árboles remotos que se inventan Las águilas transparentes Entre sus ramas Tu mirada ha encendido Las máquinas que fabrican El fuego que abraza Los cielos de girasoles amarillos Tu mirada ha encendido Las máquinas que fabrican Los primeros olores del mar Cuando los barcos ebrios de la noche Se van a pique cerca

De la arena Donde los caballeros y las princesas Reposan sus cuerpos Entre las copas de vino, el sudo de los caballos Y sus sueños salpicados de flechas de luz En tu mirada se halan Todos los silencios Todas las flores rojas Todos los caminos Que recorren aquellos cantores solitarios Que llenan sus pulmones Con el aire fresco De los mil diamantes Que has puesto en el centro de los corazones De los venados invisibles Todas las noches recorro Los caminos de los bosques negros Sobre mi caballo rojo Siempre encuentro una copa de vino Unos labios salvajes Un cabello dorado donde Recupero el manojo de luz Que alumbran mi camino Por el bosque Y cuando el vino se ha acabado Monto de nuevo mi caballo rojo Y me hecho a andar por Todos aquellos senderos Donde brillan los cuchillos Entre la hierba húmeda No tengo nada

No debo nada A veces riego sangre Cerca de los árboles Cerca de los lobos Cerca de los peces Y entonces puedo hablar Con las aves que me traen Noticias de las princesas Que salen a los balcones De los castillos de piedra Para que las lleve a los bosques Donde las desnudo Y las hago respirar El primer aire de la montaña Ese pequeño aire Donde la sangre se convierte En vino Mientras una constelación De flores amarillas Estalla en el núcleo de sus cuerpos.

BLUES DEL REY DERROTADO Los ejércitos que ayer cabalgaban Sobre las estelas de la luz Hoy se desangran en la púrpura profunda Del cielo Soy un rey derrotado Y entre mis manos no tengo más Que un puñado de huesos

Que lanzo hacia el final de los vientos Donde mueren los mamíferos Soy un rey derrotado Que en el fagor de las espadas Y en medio del brillo rojo De las lunas sangrientas De los caballos blancos Que galopan sobre el vuelo De las aves de las mañana Buscó la mirada De la princesa Que se fugó ligera Con los primeros rayos del sol Detrás de los últimos dragones Que vomitaban estrellas Por sus bocas Rojas Rojas Soy un rey derrotado Que se desangra triste Sobre la nieve Y mis ejércitos que ayer cabalgaban Sobre las estelas de la luz Hoy se desangran En la púrpura profunda Del cielo Soy un rey derrotado Y hoy no me queda más Que el espectro de una espada Que atraviesa mis manos Mientras los cuervos de la noche Se repartes los restos

De mi corazón Roto.

BLUES DE LA PUTICA TRISTE DE LA TABERNA Soy la putica triste De la taberna Y tengo en mi corazoncito Un avecita transparente Que hace soñar sus alas Cuando las olas del mar Se llenan de pétalos blancos Soy la putica triste De la taberna Y siempre llevo conmigo Una botella de vino Para ofrecerle a los caminantes Que provienen de la niebla Con sus cuerpos salpicados Con el aullido lejano De los lobos de la noche Soy de la putica triste De la taberna No pregunten por mi nombre Mi nombre se lo llevó El ruido blanco de las guerras Hacia el cielo Donde las lunas son atravesadas Por el humo de los cañones Estoy hecha de hierba fresca Mis piernas han cogido

A los guerreros Que dejaron sus corazones Clavados en la mitad del bosque Mis pechos son dos fuentes Donde vienen a beber Los asesinados de los caminos Que dejan sembrados En la mitad de las tinieblas Sus lanza de fuego y sangre Mis manos son dos florecitas Que crecen en los cuerpos De todos aquellos Que en las noches Llegan hasta este pueblo Y preguntan por mí La putica triste De la taberna Para que les siembre En el lago triste de sus ojos Un caballito de arena negra Que los llevará hasta el fin De los arco iris Donde todos los relojes del mundo Se convierten en águilas diminutas.

Nota: La anterior compilación poética de Rafael Chaparro fue tomada de la edición que sacó Tropo Editores del libro Opio en las nubes. Era una faceta hasta ahora inédita y desconocida del autor.