Rabelais - Gargantua y Pantagruel - LIBRO TERCERO

LIBRO TERCERO HECHOS Y DICHOS HEROICOS DEL BUEN PANTAGRUEL COMPUESTO POR M. FRAN. RABELAIS . DOCTOR EN MEDICINA Y JOVEN

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LIBRO TERCERO

HECHOS Y DICHOS HEROICOS DEL BUEN PANTAGRUEL COMPUESTO POR M. FRAN. RABELAIS . DOCTOR EN MEDICINA Y JOVEN SACERDOTE DE. LAS ISLAS HIERES

El m encionado autor suplica a los lectores benévolos que se reserven para reír hasta el libro setenta y ochoavo.

PROLOGO

¿

Hermosos bebedores, ilustres galicosos: visteis alguna vez a Diógenes, el filósofo cínico?. Si lo habéis visto, no habéis per dido la vista o yo carezco por completo de inteligencia y sentido lógico. Bella cosa es ver la claridad ( el vino y los escudos) del sol. Apelo al caso del ciego de nacimiento, tan renombrado por la sacratísima Biblia, que teniendo opción a pedir lo que quisiera, por gracia del Todopoderoso, pues al punto le sería concedido, no pidió más que ver. Si no sois jóvenes, que es cualidad competente para, en vino, no en vano, superfísicamente filosofar, y además aten� ciéis los consejos báquicos, para como el opinante opinar dé' la sustancia, color, excelencia, eminencia, propiedad, facultad, �irtud, efecto y dignidad del bendito y deseado mosto. Si no lo tenéis, como fácilmente estoy inducido a creer, por lo menos tenéis ocasión de hablar de él, porque .en el aire· y en el cielo está su ruido, siempre memorable y célebre, y o yo me equivoco, o todos fuisteis e:�:traídos de la sangre de Phrygia I. Si no tenéis tantos escudos como tenía Midas, sí en cambio tenéis ese no sé qué que con imí.s interés bus­ caban los persas en sus espionajes y que era el mejor de los placeres para el emperador Antonino 2, d e lo que después 1 Fuisteis extraídas de la sangre de Phrygiá. Con esta frase pre­ tende el autor bur:arse de los historiadores franceses que, sobre el testimonio del cronista Unibnldo, atribuían la fundación de la monarquia francesa. a Franco, presunto hij o d e Prfamo. · 2 Se atribuye al rey Midas y a los emperadores Caracalla y An­ tonino el deseo y el propósito de tener espías en todas partes.

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se hizo aquella serpentina de Roban llamada Bellas ore¡as. Si no habéis oído hablar de él, quiero contaros una historia para entrar en· vfuo (bebed ahora) y conversación; escuchad: me, pues. Tened presente, para que no seáis engañados con simplezas, como muchos cándidos, que fue un filósofo raro y delicioso entre mil Si tenia ciertas imperfecciones, como él las tenéis vosotros y, como él, nosotros las tenemos. Nadie más que Dios es perfecto. Alejandro Magno, que tenía a Aristóteles por preceptor y criado, le tuvo en tanta estimaciÓI:l que dijo muchas veces: "Si yo no fuera Alejandro, quisiera · ser Diógenes." Cuando Filipo, rey de Macedonia, quiso sitiar y arruinar a Corinto, los de este pueblo, advertidos por sus espías de que contra ellos venían con gran ímpetu un ejército numeroso, se quedaron espantados; pero no por eso dejaron de marchar con actividad y cuidado a colocarse cada . uno en su puesto Y su deber para resistir al enemigo y defender la ciudad. Unos llevaron a los campos y fortalezas muebles, ganados, grano, vino, frutas, vituallas y demás municiones precisas. Otros reparaban las muralla�, construían trincheras y reduc­ tos, cavaban fosos y contraminas, organizaban defensas, dispo­ nían plataformas y casamatas, hacían falsos pasadizos y falsas puertas, emplazaban cañones, llenaban con tierra los barrancos, formaban cortinas, hacían garitas ambulantes sobre ruedas, levantaban parapetos, enclavaban barbacanas, cons� truían paredones aspillerados, colocaban antepuertas sarra­ cenas erizadas de púas, situaban centinelas, organizaban pa­ trullas; todos estaban en acecho, todos arrimaban el hombro. Otros bruñían coseletes, li..mpiaban armaduras de caballo, celadas y yelmos, armaduras ligeras para los soldados, almetes, capellinas, petos, morriones, mallas, brazales, cubrepiemas, gorgueras, plastrones, rodelas, cotas, paveses, boqueles, polainas; armaduras para los pies y espuelas. Otros aprestaban arc_os, ondas, ballestas, balines, catapultas, granadas, postes, círculos y lanzas de fuego; basiliscos, escor� piones .y otras máquinas bélicas, neutralizadoras y destructoras de las helepólidas 3. Labraban picas, dardos, rancones, ala­ bardas, ganchos, lanzas, azagayas, punzones, partesanas, me­ diaespicas, mazas, hachas, jabalinas y espadones. Milaban cimitarras, cuchillos de acero, dagas, espadas y verduguillos, estoque�, puñales, flechas, mandobles; dardos y otras armas. . 3

de

Helepólidas: de helépalis, máquina. de guerra citada. ·por Vitruvlo,

la. que se

23 8

servían

para.

tomar la.s

citida.des.

Cad a uno ens�lyaha su puñal y desorinaha su espada bastarda 4. No hubo · mujer, por vüija que fuese, que no preparara sti arnés, pues ya· �abéis que las corintias de la antigüedad fueron valerosas combatientes.· Diógenes, · al ·Verlos prepararse con tanto brío, mientras los magistrados no hacían cosa alguna, contempló por'. espacio de Vl:\rios días su contienencia sin decir palabra;' desués, como excitado por un espíritu marcial, colgó su capa, se levantó las mangas hasta los mdos, se puso un collar de pe,rlas; dio a un compañero viejo su bolsa y sus libios opistógrafos y salió de la villa; dirigiéndose hacia el Cranie (que es una colina, un promontorio junto a Corinto) , se colocó en una hermosa e xplanada, se salió del tonel hueco que por cnsa tenía para guarecerse contra las inclemencias del cielo, y con grhn vehemencia de espíritu, desplegando sus brazos, lo volvió, viró, sacudió, levantó, bajó, izó, botó, rebotó, trincó chapo­ teó, embrazó, abrazó, empenachó, caparazoneó, lo rodó del monte al valle y del valle al monte, lo precipitó. por el Cranie y volvió a subirlo como S ísifo hacía con su piedra; tanto, q ue faltó poco para que no lo destrozara. Viéndole uno de sus amigos, le preguntó qué causa incitaba a su cuerpo y a su espíritu a maltratar así su tonel. Contestó el filósofo que no estaba empleado en otro oficio sino en el de servir a la .re­ pública, pues tronaba su tonel por no estar ocioso en medio de un pueblo tan ferviente y ocupado.

Así mismo, yo, que estoy libre de miedo, atm cuando no libre de temor, considerando que nada he hecho digno de serme · abonado en cuenta, mient�·as en todo este muy .noble reino, de aquí y de allá de los montes, todos se ocupan y trabajan en la fortificación y defensa de su patria y se dis­ ponen a castigar y réchazar al enemigo, en policía tan bella, en ordenanza tan admirable, en provecho tan evidente para el porvenir (porque Francia quedará tan soberbiamente dis­ puesta, qué para en ac1lante tendrán todos los franceses el reposo asegurado) que poca cosa es lo . que m e separa de. la opinión del buen Heráclito, quien dijo que la guerra era .}a madre de todos los bienes y creyó ·que guerra no se decía en latín bello por antífrasis, como han asegurado nuestros anti.­ guos machacadores· de viejas h.:rraduras latinas, porque en la guerra ninguna belleza encontraban; todo lo contrario: en ella, · a su juicio, de un modo absoluto, lo bueno y lo be1lo son

4 ·Aqui, como en muchos otros pasajes, habla el autor de le. es­ . pada bastarda. en un sentido equi'toco, pues llama. también del mismo modo e.! miembro viril.

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áestmidos por el mal y el dm1o. Que así no se lo demuestra el que el pacífico y sabio. rey Salomón no supiera represen� tamos mejor la perfección·indecible de la sabiduría divina que comparándola con un ejército acampado, bien equipado y con buen orden. Como quiera que no me han adscrito al rango de los nuestros que se ocupan en la obra ofensiva por consi­ derarme imbécil e impotente, y en la defensiva tampoco me han emple�1do para acarrear espuertas, amasar barro ni majar terrones, pues todo me hubiera sido indiferente, he reputado como vergüenza más que mediana ser espectador vano y ocio­ so de tan valientes, discretos y caballerosos personajes como hoy se ofrecen a la consideración de toda Europa, tomando parte en esta insigne fábula y trágica comedias, y he decidido no encerrarme en mí mismo y aportar todo lo poco que me queda, porque ninguna gloria me parece que aguarda a los que solo aportan �us ojos al peligro y economizan sus esfuer­ zos, ocultan sus escudos, esconden su plata, se rascan la ca­ beza con un dedo como los holgazanes disgustados, miran a las moscas como los temeros del diezmo, aguzan las orejas como los asnos de Arcadia al son de la música y con rostro silencioso indican que les gusta la prosopopeya. Considerando todas estas cosas, he pens.ado no hacer ejercicio.· inútil ni importuno si remuevo mi tonel diogénico, que es todo lo que me queda después del naufragio que sufrí al pasar junto al faro de la Desventura. Con este rodamiento del tonel, ¿qué haré a vuestro juicio? Por la virgen que se remanga 6, que no lo sé todavía. Esperad un poco a que beba un trago de esta botella: ella es mi único y verdadero Helicón, mi fuente Caballina, mi único entusias­ mo. Aquí, bebiendo, delibero, hago mi discurso, resuelvo y. concluyo. Hasta el epílogo, río, escribo, compongo y bebo. Ennius, bebiendo, escribía; escribiendo, bebía. Esquilo (si te­ néis fe en Plutarco in Symposiocis) bebía componiendo; be­ biendo, componía. Homero jamás escribió en ayunas. Catón jamás tomó la pluma sio haber bchido antes. &i, pues, no me diréis que vivo sin el ejemplo de los 't!ue han sido bien alaba-. dos y mejor apreciados. "Es bueno y agradable, diréis al subir el segundo peldaño; dios, el buen dios Sabaoth, esto es, el dios de las armas, seá 5 En todo este pasaje, alude Rabelals, no sin Ironía. a los pre· parat!vos de la guerra de 1542 entre Francisco I y Carlos V. 6 La virgen que se remanga puede ser la de las Candelas, repre­ sentada por muchos pintores franceses en una doncella que se le­ ve.nta . los vestidos para pasar un rio; o la madonna scoperta de Jos Italianos, que recibe en esta actitud las oraciones de los devotos.

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en él alabado eternamente." Si luego bebéis un trago grande dos pequeñas copas de arroba, no encuentro inconveniente . en que, ante todo, alabéis a Dios un poquito. Ya, pues, que tal es mi suerte (no a todos se· les concede entrar y habitar en Corinto), mi deliberaCión es servir a los unos y a les otros, pues es preciso que no permanezca inútil ni ocioso. Junto a los demoledores v constructores de baluar­ Apolo en Troya; junto a tes, haré lo que hicieron Neptuno Laomedón, lo que hizo Reinaldos . de Montalbán en sus últimos días; serviré a los trabajadores, guisaré para los trabajadores y, terminada la comida, con el son de mi gaita disiparé el aburrimiento de los aburridos. Así Anfión, tocando su lira, fun­ dó, fortificó y edificó la célebre ciudad de Tebas. Junto a los guerreros, voy nuevamente a rodar mi tonel, y de su contenido (que por los dos anteriores libros conoceríais muy bien, si la impostura de los impresores no lo hubiera pervertido), esto es, del depósito de nuestros frívolos pasa­ 'tiempos, les daré un sabroso traguito y por consecuencia un Cuarto de Sentencias Pantagruélicas, que, a mi juicio, no estarú mal llamarlas diogénicas, y me tendrán, ya que no por com­ pañero, por mayordomo leal que calme .con arreglo a sm fuerzas todas sus alarmas y alabador ·infatigable de todas sus proezas y hechos gloriosos. Jamás faltaré, por la Lapathiwn acutum 7 de Dios, a no ser que marzo no entrara en la Cua­ resma, de lo cual el pícaro se guardará muy bien. Recuerdo continuamente haber leído que Ptolomeo, hijo de Lagus, cierto día, entre otros despojos y botines de sus con­ quistas, presentó a los egipcios en pleno teatro un camello de Bactria, todo negro, y un esclavo de dos colores, en tal forma, que su cuerpo por un lado era blanco y por otro negro, en dimensión perpendicular, cosas nunca vistas en Egipto; y es­ peraba, ofreciendo estas novedades, aumentar para sí el amor del pueblo. ¿Qué le ocurrió? A la· aparición del camello, todos se mostraren asustados e indignados; a la vista del hombre de dos colores, unos se burlaron, otros lo abominaron como mGnstruo infame creado por error de la naturaleza; en stuna: que la esperanza que tenía de complacer a sus egipcios, y por este medio aumentar el efecto que ya le tenían, se l e escapó de entre las manos, pues siempre hay mayor placer y delicia en ver cosas bellas, elegantes y perfectas, que ridículas y monstruosas. Este ejemplo me hace vacilar entre el temor y la esperanza,

o

y

7 Lapathum acutum:

en España romaza.

la planta que en francés se llama patience

y

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pues sospecho que en vez del agrado que busco puedo encon­ trar el aborrecimiento; que mi tesoro sean carbones; de Venus procede Barbet el perro B; en lugar· de servirlos, los puedo enfadar; en lugar de distraerles, ofenderlos; en lugar de com­ placerles, disgustarles, y resultaría mi aventura como la del gallo de Euclion, tan celebrado por Plauto en su Marmita y por Ausonio en su Gryphon y otros, al cual, por haber des­ cubierto un tesoro escarbando, le cortaron la cabeza. Supuesto el caso, ¿no es esto para encabritarse? Otras ve­ ces ha ocurrido, luego puede ocurrir una más. No será, por Hércules. Yo reconozco en todos ellos una forma específica y una propiedad individual, que nuestros mayores llamaron pantagruelismo, por virtud de la cual ni ha­ rán tales cosas ni tomarán malos partidos. Ordinariamente les he visto querer bien en cuanto a paga1· su débito y descansar en esto cuando la debilidad de potencia les ha sobrevivido. Explicado este punto, a mi tonel ·me vuelvo. ¡Sus y al vino, compañeros! ¡Queridos, bebamos a boca llena! Si no lo en­ contráis bueno, dejadle; yo no soy de esos importunos lifrelo­ fres, que, por fuerza, con .ultraje y violencia, comprimen las lenguas, y compañeros, bebed, bebed con exceso, pMque lo hay abundante. Todos los bebedores de bien, todos los gotosos ·de bien; venid sedientos a mi tonel; si no queréis, no bebáis; · si queréis y el vino es grato a la señoría de vuestras seíiorías, bebed francamente, libremente, ostentosamente, sin· pagar cosa alguna y no lo derraméis. Tal es mi decreto. Y no tengáis miedo de que el vino. falte, como ocurrió en ·las bodas de Caná, en Galilea; tanto como saquéis por la canilla echaré por ·la boca, y así mi tonel perma¡::¡ecerá inextinguible; hay vena perpetua. Lo mismo ocurría con la copa de Tántalo, re-. presentada gráficamente entre los sabios brahmanes; así era en Iberia la montaña de sal tan celebrada por Catón; así era la rama de oro consagrada a la dio;a subterránea, tan cele­ brada por Virgilio. :Esto es una verdadera cornucopia 9 de gozosidad y chanza. Si alguna vez os parece que os habéis bebido hasta los posos, no por eso quedará en seco. Buena esperanza y llegad hasta el fondo . como en la botella de Pan­ dora. No lo destruyáis como el cubo de las Danaides. Notad bien que he determinado a qué clase de gentes in­ vito, porque (para que nadie se llame a engaño) al ejemplo ·a De Venus procede Barbet el perro: en el antiguo juego de los hueseci!los, a la suerte mejor se llamaba. ·venus, y a. la. más des­

graciada, Barbet el perro. 9 Cornucopia, ·por Cuerno de la Ablindancla, según la etlmolog!a latina.

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de Lucilius, que asegliiaba no escribir más que para los taren­ tinos y cbnsentinos, yo no lo he franqueado más que para vosotros, bebedores de primera cuba y gotosos de franco ·alo­ dio; las gentes orófagas lo, tragadores de futesas, tienen al cuello demasiadas pasiones y buen saco y gancho para re­ buscar; aquí huelgan por completo; no es este su coto. De los cerebros con borlas, de los desplumadores de correcciones no me habléis, os lo suplico en el nombre· y reverencia de las cuatro nalgas que os engendraron ·y de la vivífica semilla que por entonces copuló. De los santurrones, todavía menos, porque todos son vanos, todos galicosos, todos pustulosos, ador­ nados de una inextinguible sed y de hambre, insaciable. �.Por qué? Porque no pertenecen al bien, sino al mal, y de ese rnal del que todos los días requerimos a :Dios para _que nos 'libre, porque muchas veces hasta tienen aspecto de leprosos. ¡Atrás, mastines! ¡Fuera de mi camino! ¡Fuera de mi sol, can alla del diablo! ¿Venís aquí culeteando a procesar mi vino _ o a mearos en mi tonel? Mirad el bastón que Diógenes ordenó en su testamente se le pusiera a mano después de su muerte para cazar y desriñonar las larvas bustuarias y los mastines cerbéricos. Por tanto, ¡atrás, cogolludosl, ¡a las ovejas, mas­ tines! ¡Fuera de aquí, por el diablo, hipócritas! Pero ... ¿Estáis ahí todavía? Renuncio a mi parte de Papimanía si os cojo. Gzz, Gzzz, Gzzzzz. ¡Adelante¡ ¡Adelante! ¡Que jamás podáis cagar más que a correazos de estriberas! ¡Que jamás podáis mear sino en la Estrapada! 11. ¡Que jamás entréis en calor si no es a palos!

10

Gentes orófagas, esto es, comedoras de oro; alude el autor a­ órdenes religiosas de aquel tiempo. 11 Estrapada: Antiguo suplicio que consistía en elevar al reo por medio de una cuerda y dejarlo caer rápidamente a ¡ios pulgadas del suelo, hasta dislocarle todos los mJembros. Aún existe en Pa.ris la plaza de L'Estrapade.

las

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DE LOS HECHOS Y DICHOS HEROICOS DEL BUEN PANTAGRUEL CAPITULO PRIMERO

Cómo transportó Pantagruel una colonia de utopianos a Dipsodia Una vez que Pantagruel hubo conquistado por completO el país de Dipsodia, transportó a él una colonia ele utopianos en número de 9.876.543.210 hombres, sin contar mujeres ni ni­ ños, artesanos de todos los oficios y profesores de todas las ciencias liberales, para civilizar, poblar y adornar aquel país mal habitado hasta entonces y desierto en gran parte. Los transportó, no tanto por el exceso de población que había en Utopía, en donde los seres humanos se multiplicaban como langostas. Comprenderéis demasiado sin necesidad de que es lo explique. aun cuando quiero hacerlo; que los utopianos . tenían los genitorios tan fectindos y las iltopianas las matrices tan amplias, ávidas y tenaces y en tan excelente arquitectura celulachL� que al ·cabo de cada nueve meses, siete hijos por lo menos, machos o hembras, nacían de cada matrimonio, a imitación del pueblo judaico en Egipto si De Lyra no delira 12; no tanto por la fertilidad del suelo, salubridad del cielo y co­ modidad del país de Dipsodia, como por sostenerlos en obe­ diencia con ayuda de sus antiguos y fieles súbditos. Estos, desde tiempo inmemorial, no habían conocido, reco­ nocido, adorado ni servido a otro señor sino a él, y desde el momento en que nacían y entraban en el mundo, con la leche de sus madres-nodrizas habían gustado la dulzura y benigni­ dad de su reino, en el cual se encontraban endwzados y ali­ mentados. Estaban convencidos de que antes debían . atentar contar su propia vida corporal que contra esta primera y {mica sujeción nah¡raJ.mente debida a su príncipe desde cualquier país adonde fueren transportados, y esto no solos ellos y los hijos que sucesivan1ente fueran naciendo de su sangre, sino que también entendían extensivas estas fe y obediencia a la.� naciones que de nuevo se adjuntaran al imperio; esta convic­ ción tenía también él, y así sucedió, sin que jamás se viera frustrado su concepto, pues si los utopianos én este transporte · -12 Lyra. Judío que se hizo franciscano, y al introdujo en ella muchas fa.ntas!a.s rabínicas.

244

comentar

la

Biblia

se habían mostrado reconocidos y fieles, los dipsodas, a los pocos días de haber conversado con ellos, lo eran más todavía, por efecto de no sé qué fervor natural en todos los. humanos al comienzo de todas las obras que son de su agrado. Solo se condolían, protestando ante todos los cielos e inteligencias motrices, de que antes no hubiera llegado a noticia suya el renombre del gran Pantagruel. Notaréis en esto, bebedores, que la manera de entretener y retener los países recientemente conquistados no está conforme con la opinión errónea de ciertos espíritus, tiránicos para su dai'io y deshonor, que pilleaban, forzaban, esclavizaban, arrui­ naban, vejaban y regían con cetro de hierro; en poco tiempo se comían y devoraban los pueblos; por esto Homero llama al rey inicuo Demor;or, esto es, devorador de pueblos. ·No he de alegar aquí las historias antiguas; solo quiero remitiros a lo que han visto vuestros padres o acaso lo habéis visto tam­ bién vosotros si no sois muy jóvenes. Como a hijos recién na­ cidos, es preciso lactarlos, mecerlos, distraerlos. Como a los árboles recién plantados, hay que apoyarlos, asegurarlos, de­ fenderlos de todas las plagas, injurias y calamidades. Como a personas recién salvadas de larga y fuerte enfermedad y en­ tradas en convalecencia, es preciso cuidarlos, atenderlos, res­ taurarlos, de suerte que lleguen a concebir opinión de que a ningún rey ni príncipe del mundo deben considerar como ene­ migo, sino como los mejores amigos. Así, Asiris, el gran rey de )os egipcios, conquistó la tierra entera, no tanto por la fuerza y las armas como suavizando la esclavitud, enseñando a vivir buena y sa1udablemente, pro­ mulgando leyes cómodas y distribuyendo gracias y beneficios. Todo el mundo le llamó el gran rey Evergetes, esto es, bien­ hechor, como dispuso Júpiter. Hesíodo, en su Jerarquía, coloca los buenos demonios -Jla­ madlos si queréis ángles o genios- como medios y mediadores entre los dioses y los hombres; superiores a los hombres e in­ feriores a los dioses; de sus manos nos vienen las riquezas y los bienes del cielo y están continuamente convertidos en nues­ tros bienhechores y nuestros preservadores del mal. De ellos se dice que desempeñan el oficio de reyes, pues hacer bien siem­ pre y jamás hacer mal, constituye proceder verdaderamente regio. Así fue Alejandro :Macedonio emperador del Universó. Así Hércules poseyó todo el continente, librando a los seres hu­ manos de monstruos, opresiones, exacciones y tiranías, gober­ nándolos con buen trato, sosteniéndolos en equidad- y justicia, instituyendo benigna política y benignas leyes, convenientes

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comarcas, suplien�o todo l? para• la paz v tranqu dad· de 'las ­ o con olv1do se perdonando todo io pasad .que faltaba. dentes, con:o en 1 as amms 1as prece as ofens s_ la todas , de tenio · proeza de Tras1bulo fueron exterd.e At·enas, cuando por la reestablec¡·¿as 1uego en Roma por , tiranos os los ·t0 d · ·d rador Aureliano. . . y renovadas bajo . el� empe r s, brebaJe� y atractivos de amor medmnte · Es tos són los. filtro · por lo sea retiene cuando se aun que ente cíficam r . e aJes pa �a conquistado, y el conqui�tador, sea rey, sea . _ la prú:icipe o filosofo, x¡to puede remar co� dicha s1. no _coloca justicia· junto al valor. Su valor aparec1o en la v1ctona y con­ quista. Su·. justicia debe aparecer otorgando, para granjearse el efecto }· buena voluntad del pueblo, buenas leyes, establecien­ do religiones, publicando edictos y concediendo a cada uno dice el noble poeta su derecho, s; lobos, salvajes y duendes como lo fueron Lic:aonte, Belerofonte y Nahucodonosor; pira­ tas, ;lsesinas, envenenadores, malheehores, mal pensados, mal­ mimdos y odiosos, eada uno para todos eomo Ismael, eomo Metahus, como Timon ateniense, que por esta eausa fueron Jhm y apacentar los cerdos en t>l fondo del Occáno, que soportar esta truhanería del mundo que nada presta. Por mi fe que me inspira gran odio. "Y si con arreglo al patrón de este antipático y enfadoso mundo no prestante organizáis el otro mundo pequei"io que es el hombre, os encontraréis con un terrible zipi-zape. La cabeza no querrá prestar la vista de sus ojos para- guiar los pies y )¡¡; manes. Los pit>s no querrán llt•varlo. Las manos ccsarún . de trahajar para él. El corazón se enfadará ele tanto movcr.1¡, para el pulso ele los miembros y no se lo prestará. El pulmón k nr�ará su soplo. El hígado no le darú sangre para su entre­ trniUliento. La orina quedará suprimida. El cerebro, viendo eslt> tren desconcertado, se quedará en reserva, negarú sensi­ bilichHl a los nervios y movimiento a los músculos. En suma, que si el mundo se hace tan mezquino y nada se debe y nada se presta, veréis una conspiración más perniciosa que todas las que ha figurado Esopo en sus apólogos. Que perecerá es indudable; pero no sólo perecerá todo, hasta el mhmo Es­ culapio, sino que el cuerpo entrará de pronto en putrefacción y el alma, indignada por ello, se iní con todos los diablos de mi dinero. · dt>lante



CAPITULO IV

Continuación del discurso de Panurgo en alabanza de los prestamistas -Figuraos, por el contrario, un mundo en el qtie todos pies­ ten y todos deban. ¡Qué armonía habrá en todos los movi-

mientas regulares de los cielos! Me parece que lo entiendo mejor que j!illlás lo entendiera Platón. ¡ Qu� simpatía entre los elementos! ¡Cómo se recreará la Naturaleza en sus y en sus producciones! Ceres, cargada de trigos; Baco, vinos; Flora, de flores; Pomona, de frutas; Juno, con su rostro agradable, serena, saludable, placentera. Yo me pierdo en es­ tas contemplaciones. Entre los humanos, paz, amor, afecto, fidelidad, reposo, banquetes, festines, gozo, alegría, oro, plata, monedas menudas, cadenas, ·sortijas, '¡:nercancías, pasarán de mano en mano. Ningún pleito, ):linguna) guerra, ningún debate; nadie será usurero, ni logrero, ni cicatero, ni rehusón. ¡Verda­ dero Dios! ¿No será esta la edad de om, el reinado ele Sa­ turno, la idea de las regiones olímpicas en las que tienen asiento todas las virtudes y solo la caridad reina, rige, domina y triunfa? Todos serán buenos, todos bellos, todos justos. ¡Oh mundo feliz! ¡Bendito tres o cuatro veces! Me parece que es­ toy viviendo en él. Os juro dos veces por el bien verdadero que si este mundo tuviese· Papa, rodeado de cardenales y Sagrado Colegio, en pocos años veríais en él los santos más abundantes, más milagrosos, con más leyendas, más bastones y más cirios que hay entre los nueve obispados de Bretaña, ex­ ceptuando únicamente a San Ives: "Os ruego ·consideréis cómo el noble Patelín, queriendo dei­ ficar y a fuerza de divinas alabanzas elevar hasta el tercer cielo al padre de Guillaume Jouseaulme, no decía más que

siempre prestaba su dinero a quien lo quería. "¡Hermosas palabras! "A este patrón ajustad nuestro microcosmos con miembros prestando y debiendo, esto es, en sus que naturales. No hay mayor armonía en los cielos que tendría en_ su régimen. La intención del fundador de este crocosmos fue la de .entretener en él el alma, que en· él puesto como huésped, y la vida. La vida consiste en la gre; la sangre es el asiento del alma; por tanto, la labor del mundo es la de formar sangre continuamente. esto se ocupan todos los miembros con oficio propio, y es su organización, que el uno presta al otro y el uno del otro es deudor. La materia éonveniente para ser transformada sangre, la .da la naturaleza: pan y. vin0; en estos dos se prenden y compenetran todos los alimentos. Para bu.sc¡ulc•s.'l prepararlos y condimentarlos, trabajan las manos, caminan. pies llevando . toda esta . máquina, · g11iados ¡¡or los Ójos.

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ape �ito abre el orificio del estómago mediante un poco melan­ colía agria. que le transmite el bazo, amonestando a desenfar­ dar las viandas. La lengua las prueba y ensaya, los dientes las mastican, el estóma�o las recibe, digiere y quilifica, el mesen­ terio separa lo idóneo y asimilable de los excrementos ( los cuales por fuerzas expulsivas son arrojados fuera por expreso conducto ) , después lo llevan - al hígado, sufren otra transmuta­ ción y se convierten en sangre. ¿Podéis calcular el gozo que habrá entre estos artesanos cuando vean salir este arroyo de oro que es lo que únicamente los restaura? No es más grande el gozo de los alquimistas cuando, después de largos trabajos, cuid ados y gastos, ven transmutarse los metales dentro de sus crisoles. "Entonces cada Órgano se prepara y se dispone de nuevo a purificar y afinar este tesoro; los riñones, por las venas emulgentes, se llevan la acuosidad que llamáis orina y por los uréteres la echan en su propio receptáculo, que es la veji­ ga, la cual, en tiempo oportuno, la arroja al exterior. El bazo se lleva lo que llamáis melancolía; la ampolla de la hiel guarda la bilis superflua., Después es transportada a otra oficina para mayor perfeccionamiento : a corazón, que con sus movimiento' sistólicos y diastólicos, le da tal sutilidad que entra con per­ fección por el ventrículo derecho, que por medio de las. ve­ nas la envía a todos los miembros. Cada uno de estos la atrae hacia sí y de ella se alimenta a su gusto : pies, manos, · ojos, todos -Ios que antes fueron prestadores, hacense con esto deu­ dores. Por el ventrículo izquierdo sale tan sutil, que se la llama espiritual, y sirviéndose de las arterias, la envía tam­ bién a los miembros para calentar y alimentar la sangre de las venas. El pulmón, con su soplo, no cesa de refrescarla; en recompensa de este bien, el corazón, por la vena arterial, le envía la mejor. En fin, tanto se afina y perfecciona en esta red maravillosa, que de ella salen los espíritus animados, me­ diante los cuales imagina, dbcurre, juzga, resuelve, delibera, raciocina y recuerda. "] Virtud azul! ¡ Yo me ahogo, me pierdo, me desvanezco, cuando entro en el profundo abismo de este mundo que así presta y así. debe! Creed que el prestar es cosa divina y el deber virtud heroica. "Pero no es esto todo. Este mundo prestamista y deudor es tan bueno, que -acabada esta alimentación, piensa en pres­ tarla a los que todavía no han nacido, para con el préstamo perpetuarse y multiplicarse en imágenes suyas; estas son los hijos. A este fin, cada órgano, de lo más precioso de su ali­ mento, segrega una , porción que la envía abajo ( Natura ha 255

preparado allí vasos y reeeptúeulos oportuno�, por los cuaJe., desdenden a los genitoríos ) ; recibe forma competente y en­ cuentra lugares idóneos, tanto en el hombre corno en la mu­ jer, para conservar y perpetuar el género humano. 'Todo se hace por préstamos y deudas de unos a otros. DL· aquí se origina el Débitq matrimonial. · "La Naturaleza rehúsa las mezquindades, que causan a los miembros acre vejación y enfurecen les sentidos : al prestarst> en cambio lo que está consignado, nacen el placer, la alegría y la voluptuosidad.

CAPITULO V

Cómo detesta Pantagruel a los deudores y solicitadores de préstamos -Os comprendo y me parecéis buen argüidor y muy . .devoto de vuestra causa; pero predicad y patrocinad desde aquí hasta Pentecostés, y ni me habréis persuadido, ni . por vuestras her­ mosas palabras me haréis entrar en debate. Nada -dijo el stmto enviado- deberéis a nadie, sino amor y dilección. Habéis presentado bellas metáforas y descripciones que me agradan mucho; pero os advierto que si un estafador, un afrentado, un importuno solicitador de préstamos entra de nuevo en una villa .conocedora de sus costumbres, a su llegada todos los ciudadanos sentirán miedo y temblor corno si la peste con el disfraz en que la encontró el filósofo Tyaneano dentro de Efeso. A mi parecer no erraron los persas al estimar cjuc el segundo vicio es mentir y el primero contraer deudas, por­ que deudas y mentiras ordinariamente sop. igualmente ridículas y despreciables. '"No quiero inferir de aquí que jamás sea lícito deber y prestar. Nadie es tan rico que alguna vez no deba. Nadie es tan pobre que alguna vez no puella prestar. Pero debemos ob­ servar en esto lo que dice Platón en sus leyes cuando dispone que nadie deje en su casa que los vecinos saquen a¡,rua de su pozo, sí antes no han cavado y ahondado en sus dehesas hasta encontrar esta especie de tierra c1ut: se llama cerámica, esto es, tierra de.. alfareros, y con ella no hubieran encontrado ma­ nantial o corriente de agua, porque aquella tierra, por sustancia, que es grasa, fuerte, �uave y densa, retiene la hu­ medad y contiene la evaporación, pues es gran vergüenza el (¡ue todos los días y en todos los lugares se encuentren gentes 2.')6

que solo se ocupan de pedir prestado y no de trabajar y g a­ nar. Así, a mi juicio, solamente se debe prestar cuando el tra­ bajador . no ha podido ganar lo necesario con su esfuerzo o cuando repentinamente le ha ocurrido la pérdida inopinada de sus bienes. "Dejemos esta conversación y para en adelante no os a"ao rréis a los prestamistas. De lo pasado yo os libraré. hacer en este punto menos que debo -dijo Panurgo­ -Lo es daros las gracias, y si el agradecimiento debiera ser medido por el afecto de los favorecidos, este sería infinito, sempiterno; .. el amor que me inspira vuestra gracia está sobre toda estima­ ción; rebasa todo límite, todo número, toda medida, y si se midiera por el calibre del beneficio recibido, aún habría que aumentar su estimación. Me hacéis mucho bien, demasiado en cuanto que no me pertenece, pues no os he servido tanto como requerían vuestros méritos ( fuerza es que lo confiese ) ; pero no quiero pensar tanto en este asunto, que n o es l o que más me duele, me aflige y me apena. ¿Qué haré al verme libre? ¿Qué �ontinencia tendré? Creed que lo pasaré muy mal los primeros meses al ver que ni me visto de deudas ni de deudas me alimento. Esto me da mucho miedo. "Además, en lo sucesivo, no saldrá un pedo en todo salmi­ gondinés que no sea enviado a mi nariz. Todos los pedorreros del mundo, pediendo, dirán : "Para los que estén libres de deudas". Mi vida concluirá muy pronto. · Lo preveo. Os enco­ miendo mi epitafio. Moriré confitado en pedos. Si algún día, para curar a las buenas mujeres haciéndoles peder en la ex­ trema opresión de sus cólicos ventosos, los medicamentos or­ dinarios no satisfacen a los médicos, la momia de mi lujurioso y pedido cuerpo será remedio eficaz. En tomando un poquito de él, pederán como no podréis imaginaros. Así, pues, os rue­ go que os dignéis dejarme siquiera un ciento de deudas. El rey Luis undécimo, cuando terminó todos los pleitos de Miles d'illiers, obispo de Chartres, se vio importunado para que le dejara alguno con que distraerse. "Prefiero abandonarles todos mis derechos de caracolaje y ruiseñoraje, por intereses, sin tocar las deudas principales. -Dejemos esta conversación -dijo Pantagruel-; ya os lo rogué antes�

CA.PITULO VI

Por qué los recién casados están exentos de ir a la guerra

·

-¿Y en qué ley -preguntó Panurgo- se halla establecido · que los . que planten una viña nue"a o levanten una casa y los recién casados están exentos de ir a la guerra en el primer año? -En la ley de Moses -respondió Pantagruel. . -¿Y por qué los recién casados? De los plantadores de viñas soy ya muy viejo para cuidarme y asiento en nombre de los vendimiaJores; los levantadores de p iedras muertas no están escritos en .el libro de mi vida; yo no levanto más que · pie.: dras vivas, esto es, hombres. _ -A mi juicio, es para que en el primer año gocen de sus amores a placer, se ocupen en la · reproducción del linaje y hagan provisión de herederos; así, por lo. menos,_ si el año se­ gundo mueren en _ la guerra, les quedará a sui; hijos su nom­ bre y sus armas. Cuando se conoce que las hembras son es­ tériles o fecundas ( para lo cual parece que basta el ensayo de un año, teniendo en cuenta la madurez de la edad en contrajeran sus nupcias } , después de la muerte de los primeros. maridos, se las puede colocar muc;ho mejor en los matrimonios: las fecundas, con aquellos que quieran tener jos; las estériles, con aquellos que no los deseen y las solo - por sus >irtudes, su saber y sus gracias, para su doméstico y para el entretenimiento de sus oficios. -Los predicadores dé Varenes detestan las segundas cías, teniéndolas por locas y deshonestas. -Son como las fiebres cuartanas. -Efectivamente, y el hermano Engaignant 19, cuando 'predicó en · Parillé contra las segundas nupcias, juraba y se daba al peor diablo del infierno, protestando que prefería deshacei cien vírgenes antes que calafatear una viuda. Pero ¿qué ríais si esta exención estuviera estáblecida por la razón de que en todo el primer año se han ejercitado tanto en sus recién poseídos como faltado a sus deberes y han tanto sus vasos espermáticos, que se encuentran enervados y flatUlentos? Así, cuando llega el día t-anto se meten en la pelea como las ánades; se bagaje en vez· de ir con los valientes campeones 19 Engaignant: frn.lle que tuvo grn.n del poeta Marot.

mereció. las sátiras

fama de lujurioso, por

..

..

20 coloca el peligro y se verifican los choques. donde Enyo Bajo la bandera de Marte no darán golpe que valga, porque ya d ieron los mejores bajo · las cortinas de . Venus. ·�En confirmación .de esto vemos, entre otras reliquias y mo­ ¡ nume�tos de la antigiiedad,, que e� todas las buenas casas, ; despues de unos cuantos días, enVIan a los nuevos maridos ' a ver a su tío, para separarlos de sus mujeres, con el objeto i {{e que se repongan y acopien municiones para combatir me­ l Íf?r a .la ,vuelta, aun cuando- muchas veces ocurre que no tienen uo m tia. " . ¡ "En parecida forma, el rey Petault 2 1, después de la joma­ da de los Cornabons, no nos juntó propiamente hablando ( digo , de mí y de Courcaillet ) , pero nos envió a descansar en nues­ ; tra casa. El está todaví� buscando la suya. 1 "La madrina de mí abuelo, cuando yo era pequeño, me decía : •.



.

,_

.

fhw hoz, cuando va a la siega,

�l

1

es más fuerte que dos de las que vuelven

"Me confirma esta opinión el que los plantadores de una viña ni comen sus racimos ni beben su vino en el primer !' año, y los edificadores, en · el año primero, no habitan en sus �casas recién hechas, so pena de morir aSfiXiados por falta de � espiración, ·como doctamente ha consignado Galeno ( libro II: De la dificultad de respirar) .

"No lo h e preguntado sin causa bien causada, ni sin razón ien razonada. "No os disgustéis.

CAPITULO VII Cómo Panurgo tenía la pulga en· la oreja y desistió de llevar su magnífica bragueta Al día si¡,>'Uiente Panurgo se hizo taladrar una oreja como

s 'judíos ·y se colocó un anillo d e oro de trabajó damasquino, cuyo cierre había engarzada una pulga; lá pulga era negra; a · que

nadie dude, pues es gran cosa el estar en todós · Jos s bien informados. La caza y gastó de· aquella, hasta

1�

En¡¡o, !,levaba también este nombré BéllÓna; la diosa de . guerra. Según r.e Duchat, alude el autor en esté ·pas'aje · al -rey Carlos vm, en después de · la jornada· dé Salnt-Aubln des_ c;ormiers;"por !a.íta .dinero vlóse obligado a llcenclar a varios de ·. sus oficiales.

"

trasladarla a su poder, no importó meno� que el casamiento de una tigresa hircánica; podéis calcularlo en 609.000 mara. vedís. Sé enfadó del excesivo gasto, y cuando lo hubo paga. do, determinó alimentarla como se alimenta a los .tir-anos y a los abogados, del sudor y la sangre de stis súbditos. Tom6 unas varas de estameña, se las arrolló como un ropón largo de sencilla hechura, desistió de llevar la parte alta de sus cal; zas y se puso los anteojos en el bonete. Así dispuesto, se presentó ante Pantagruel, quien encontró muy extraña tal vestimenta, y mucho más por no verle ostentar su magnífica bragueta, en la cual, comó en áncora sagrada, solía cifrar su último refugio contra todos los naufragios de la adversidad. Como Pantagruel no comprendía este misterio, le pregunto que el qué pretendía con aquella nueva prosopopeya. -Tengo la pulga en la oreja -respondió Panurgo- y quiero casarme. -En buena hora sea y con ello me regocijáis. En verdad que no me gustaba tener siempre al lado un hierro candente; pero no es muy de enamorados el andar así con las bragas caídas, la camisa colgante hasta las rodillas y sin calzas altas; con un ropón de estameña, de color inusitado en las ropas talares, entre hombres de bien y de valor. Si algunos perso­ najes de herejías y sectas particulares se han ataviado así y muchos lo han atribuido a bribonería, impostura, y afectación de tiranía sobre el rudo populacho, no qui.ero yo vituperados ni por esto hacer de ellos mal juicio. Cada uno . aprecia como quiere las cosas extrañas, externas e indiferentes, las cuales· ni son buenas ni son malas, porque no salen de nuestro cora­ zón ni de nues ul-o cerebro, que son la oficina de todo mal y de tcclo bien; del bien en lo que e> bueno y del espírih1 lim­ pio merece afecto; del mal en lo que está fuera de equidad y el espíritu maligno le dbpensa su .deprávada simpatía. Solo me desagrada la novedad y .d desprecio de los usos corrientes -El color -respondió Panurgo--,- · es áspero a propósito; quie­ ro llevar siempre esta estameña y acudir así vestido a mis negocios, pues una vez que esté ._ libre de deudas, n o veréis hombre tan . afligido y disgustado como yo si Djos no me ayu­ da. Ved aquí mis anteojos. Si me mirarais de lejos, diríais que era el prÓpio _lean Bourgeois. Estoy seguro. de que al año que viene predi_éaré aunque no .sea más. que una vez la Cruzada Dios libre de mal a nuestro pelotones 22, ¿Veis esta tela? Pues hay en ella cierta propiedad oculta · qbe m11y poca gente co-

22 Considerando el matrimonio como .una cruz: Panurgo dlce:como decía san Francisco, adiós a lo.> pelotones de · nle�e que hasta allí · habianJe servido de hembras. 260

n oce. !vf e la puse esta mañana y ya deseo, ardo, rabio por ver­ me cas ado y trabajar vestido de monje sobre mi mujer sin mie do a los palos . ¡ Oh, qué gran marido seré! Cuando muera me quemarán en urna honorífica para guardar mis cenizas en memoria y ejemplo del marido perfecto. En mi oficina' no se alargan los eses 23. Miraclme por delante y por detrás : tiene mi h ábito la forma de una toga antigua como las que usaban Jos romanos en tiempo ele paz. He tomado su forma en la co­ lumna de Trabajo en Roma y en el arco triunfal de Septimiq el Severo. Estoy libre de la guerra, del rayo y de la cota de m alla. Tengo desolladas las espaldas' a fuerza de llevar arnés. Cesen las armas y reinen las togas, al menos por todo este ai'io venidero si yo me caso, como ayer me dijisteis citando Ja ley Mosaica. "Por lo tocante a mis altas calzas, mi tía abuela Lorenza me dijo en tiempos que se llevaban para la bragueta, y yo lo. creo tan bien como lo que dice el gentil bromista Galeno ( lib. IX: Del uso de nuestros miembros ) , que la cabeza está hecha para los ojos. La Naturaleza hubiera podido colocar nuestra cabeza ne las rodillas o en los codos; pero creando los ojos para descubrir bs cosas lejanas, los puso en la cabeza como en un bastón, en lo más alto del cuerpo, como vemos los faros y las torres en los promontorios de junto al mar para que desde lejos se vea la luz. Como yo quiero por espacio de algún tiempo, un año lo menos, separarme del arte militar, esto es, casarme, no llevo bragueta ni, por consecuencia, calzas altas, pues la bragueta es la primera pieza del arnés para armar al hombre de guerra. Yo sostengo, hasta en el fuego exclusiva­ entendedlo, que los turcos no están aptamente ar­ porque sus leyes les prohíben llevar bragueta.

CAPITULO VIII Cómo la bragueta: es la primera pieza del arnés entre gentes de guerra -¿,Queréis sostener -dijo Pantagruel- que la bragueta es la pieza del arnés militar? Esta es una doctrina muy pa­ y nueva, porque siempre hemos dicho que debe uno a armarse por las espuelas. sostengo -replicó Panurgo- y no lo sostengo en convertirlas

en

ejes,

y

la

frase

261

falso. Ved cómo la l\ aturaleza, queriendo perpetuar los ár­ bcles, arbustos, yerbas y zoófitos, una vez creado�, para qüe duren · en toda la sucesión de los tiempos, sin que jamás perez­ can sus especies, aun cuando los individuos perecieran, cu­ riosamente dispone los géneros y semillas en que arraiga "' consiste esa perpetuidad; los ·ha dotado con admirable iÚ­ dustria de vainas, .puntas, calículos, espigas, espinas punzantes y otros órganos que son en ellos como fuertes y hermosas braguetas naturales. El ejemplo · es manifiesto en los guisantes, habas, fríjoles, nogales, albaricoques, algodoneros, limoneros, castaños, trigos, adormideras, coloquíntidas, en general todas las plantas, cuya semilla vemos cubierta y armada mejor que cualquier otra de sus partes. "No es así como provee la Naturaleza a la perpetuidad de] género human!>. Al hombre lo crea desnudo, tierno, frágil, . sin armas ofensivas ni defensivas, en estado de inocencia en ·la primera edad, en la edad de oro; como animal, no como plan­ ta, como animal digo, nacido para la paz y no para la guerra ; animal nacido para el goce mirífico de todos los frutos y .plan­ tas vegetales; animal nacido para el dominio pacífico de todas las bestias. Cuando en la edad de hierro se multiplicó la ma­ licia entre los hombres, después del reinado de Júpiter, la tierra comenzó a producir ortigas, cardos, espinas y todo lo que parece que entre los vegetales sé rebela contra el hombre. De otra parte, cuando los animales por fatal disposición se emanciparon de él, al mismo tiempo y tácitamente conspira­ ron para no servirle más, para no obedecerle, mientras pu­ dieran resistirse a sus facultades y poderío. El hombre, mien­ tras tanto, queriendo mantener sus primeras alegrías y cijos y continuar su primera dominación, no pudiendo a su servicio muchos de los animales, tuvo necesidad marse. -Por la divina oca de San Guenet -exclamó que después de las últimas lluvias te has lifrelofre, quiero decir, filósofo. -Escuchad cómo la Naturaleza le inspiró armarse la primera parte de su cuerpo a que atendió. Esta lo aseguro, los cojones. Así nos lo dice el capitán hebreo Moisés cuando relata que se armó· de una elegante bragueta hecha en muy bella invención con higuera que parecen hechas y del todo cómodas en tejido, frescura, pulimento, extensión, color, olor, virtud y cultad para cubrir los cojones y armarlos, excepto los horroríficos cojones de Lorena, los cuales a rienda suelta largan hasta el fondo de las calzas, aborreciendo la

262

de las braguetas altas, y están fuera ele toc{o

método: testigo,

Viardiere, el noble valentin ?.4, a quien un primer dü ; de ma­ yo, yendo yo · a beber, le encontré en Nancy espulgando sus cojunes extendidos sobre una mesa como una capa española. ··'Así, pues, no d eberá decir el que quiera hablar con prq­ , piedad cuando env1e a otro a la guerra : salva, Tevot, el jarro del vino; e.;¡. ¡pás acertado decir: salva, Tevot, el jarro de la leche, esto es, los cojones, por todos lo diablos del infierno. Perdida la cabeza, no perece más que la persona; erdidos los cl'ljones, perece todo el linaje humano. Esto lo afirma el ga· !ante Cl. Galenno ( lib. 1, Del Esperma ) para concluir bra­ vamente que mejor es, es decir, menos malo, no tener cora­ zón que no tener genitorios, porque en ellos se guarda como en un sagrado receptáculo el germen conservativo ele la raza hum ana. Yo creería por menos ele cien francos que estas son las verdaderas piedras mediante las cua1es Deucalión v Pirrha reconstituyeron el género humano destruido por ' el · diluvio. Esto es lo que dice el valiente Justiniano, lib. IV: De cagotis tollendis, para colocar summttm bonum in braguibus et bra­

p

guetis.

"Por estas y otras causas, el señor ele Merville, estando un día probándose un arnés nuevo para marchar a s ervir a su rey en la guerra, porque el antiguo ya no podía utilizarlo, pues con el uso la piel de su vientre se había llenado de arru­ rras, su mujer, viendo el poco cuidado con que trataba el pa­ uete y bastón común al matrimonio, al notar que solo lo cubría de mallas, le rogó que lo cuidara bien )' lo. prot�giera con un almete de justas que había en su cuarto. De ·esto se escribieron aqueilos versos en el tercer libro del Ch iabrena de las niiías, que dicen:

q

Cuando vio a stt m arido tan armado en todo el cu erpo, salvo en ia bragueta, le dijo: "Amigo mío, estoy inquieta; llevas sin protección lo más amado.'� ' ·

'

¿Qué al consejo atención no debió dar? Darla debió, pues ella, temerosa, . no se avenía en riesgo a contemplar el . bocadu de que era tim golosa.

·

"Desistid para siempre ele hacer que me qüite· esta · vesti­ menta.. 24 En Lo�ena, como en Escocia, las jóvenes doncéllas,' el di a pri­ me:o de mayo, escogen un valentin, es decir, un galán; ! : 1 ;

263

CAPITULO IX

Panurgo consulta a Pantagruel para saber si debía casarse Como Pantagruel riada replicaba, prosiguió Panurgo des­ pués de ún largo suspiro : -Señor, habéis escuchado mi determinación que es casarme si por desventura no están cerrados todos los agujeros, cuevas y bocas; y os suplico por el amor que desde tan 1\lrgo tiem­ po me profesáis, me deis vuestro parecer. -Puesto que una vez -dijo Pantagruel- habéis levantado el dedo, y así lo habéis decretado, y de ello habéis hecho de­ terminación cerrada, no es preciso hablar más: resta solo ponerlo en ejecución. -Es verdad; pero yo no quisiera decidirme sin vuestro pa­ recer y vuestro consejo. -Pues ese es mi parecer y así os lo aconsejo. -Muy bien; pero si estimaseis que estoy mejor así, sin tomar nuevo estado, nunca me casaría. -¿Nunca os casaríais? -Eso es; pero, ¿querríais que me pasara la vida así, solo, sin compañía conyugal? Ya sabéis que se ha escrito Vre soli! El hombre ·soltero no tiene esa categoría que se ve entre los casados. -Casaos entonces, por Dios. -Pero si mi mujer me hace cornudo, como sabéis sucede con frecuencia, esto sería suficiente para hacerme der el tino. Yo quiero a los cornudos, me parecen hombres bien y frecuento su trato; pero, por la muerte, que no qui­ siera serlo. Este es un punto que me apena mucho. -Nunca, entonces, os caséis, porque la sentencia de Séneca es verdadera y no admite excepciones. Lo que a otro hecho, está seguro de que otro te lo hará. -?.Sin excepción, decís? -Sin excepción, lo digo. . - ¡ Ay! ¡ Por el diablo chico! Eso quiere decir en este y en el otro. Pero yo tanto puedo pasarme sin mujer un ciego sin bastón ( porque es preciso que el gálico de otra manera no sabría vivir ) ; y ¿no es mejor que me con una dama honesta y apreciada que el cambiar todos días con peligro de algún estacazo ó de gálico maligno? que las mujeres de bien no traen ningún mal ni les a sus maridos.

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-Casaos entonces, por Dios.

-Pero si Dios quisiera que me casase con una mujer de bien y esta me pegase, necesitaría· más paciencia que Jo,b para no rabiar vivo, porque me han dicho · que estas mujeres ·de bien tienen por lo general mala cabeza y guardan mucho vinagre en su cuerpo; pero yo entonces la tendría peor y le golpearía tanto y otro tanto su cantarilla, esto es, brazos, pier­ nas; cabeza, pulmón, hígado y bazo, rompiendo en ella bas­ t ones le desgarraría los ve�tiqos hasta que el gran diablo tu­ viera el alma condenada en la puerta. Por este año no quiero pasar estos tormentos y contento me vería de no tenerlos nunca. -Nunca os caséis. -'-Está bien; pero en el estado en que me veo, soltero y, en mala hora, libre de deudas, notad que digo en mala hora libre de deudas, porque teniéndolas mis acreedores se cuidarían muchísimo de mi paternidad; soltero- ( digo ) y libre de deu­ das, no tengo persona que de mí se ocupe y necesito por esto el amor conyugal. Si cayera en una enfermedad seria tratado con desprecio. El sabio dice: allí en donde no hay mujer ( yo entiendo madre de familia y esposa legítima ) la enfermedad es una pena horrible; lo he visto claramente en los papas, le­ gados, cardenales, obispos, abates, priores, presbíteros y mon­ ' jes. Jamás quisiera verme enfermo así. -Casaos, por Dios, entonces. -Pero si estoy enfermo e impotente para los deberes del matrimonio, mi mujer, impaciente, puede abandonarse a otro; no solo no me socorrería en mi necesidad, sino que además se burlaría de mi mal y, lo que es peor, me robaría, como he visto que muchas veces ocurre; esto sería para concluir de apenarme y correr desnudo por los campos. -Nunca os caséis entonces. _ -Pero así n o tendría hijos legítinlos que perpetuaran mi nombre y mis armas, a los que legar mis h.erencias y riquezas (yo las reuniré abundantes una de estas mañanas, no lo du­ déis, y en lo sucesivo seré muy buen guardador de rentas ) ; no podré distraerme y recrearme con ellos cuando esté dis­ gustado como veo todos los días que vuestro benigno y agra­ d able padre hace con vos y hacen en sus hogares todos los hombres de bien. Estando libre de deudas y soltero, si por accidente me disgusto, en vez de consolarme os reiréis de mí. .,-Casaos, por. Dios, entonces -concluyó .Pantagruel.

265

C..A..P IT ULO X

Pantagruel demuestra a Panurgo lo difícil que aconse¡ar con respecto al matrimonio; de los sortilegios homéricos y virgilianos

es

-Vuestro con�ejo �dijo Panurgo-, y perdonadme, es pa­ recido a la canción de Rjcochet 2 5; no me decís más que sar­ casmos, burlas, paronomasias, repeticiones de palabra•. y fra­ ses contradictorias. Como las unas destmyen las otras, no s6 a cuáles atenerme. -En vuestras proposiciones hay tantos si. y tantos pero, que no puedo resolver ni fundar nada -repuso Pantagmel-. ¿EstMs seguro de vuestra determinación? Aquí radica el pun­ to principal; todo lo demás es fortuito y depende solo de las fatales determinaciones del cielo. Vemos un gran número de gentes tan felices .en este estado que parecen brillar en su matrimonio algunas ideas y representaciones de los goces pa· radisíacos. "Otros son en ·él tan desgraciados como los diablos que tientan a los eremitas de los desierl:os en la Thebaida y Mont­ serrat. Conviene entrar en él a la ventura, con los ojos cerra­ dos, la cabeza baja, besando la tierra, y encomendarse a Dios cuando en él se haya entrado. Esto es todó lo que puedo deciros. "Otra cosa podemos hacer, si os parece; traedme las obras de Virgilio, y, abriéndolas al azar, e:¡,:ploraremos por tres ve­ ces en algún verso del número que convengamos la futura· suerte de vuestro matrimonio; müchos, por 1'ls suertes ;homé­ ricas, han conocido su desthlo. Testigo, Sócrates, que oyendo recitar en su prisión este verso que Homero dice de Aquiles

( Ilíada, 9, 36i, ) :

Emati ken tritato phthien esibolon icoimen

•.

previó que iba a morir en el tercer día subsiguiente, y se lo dijo a Eschinés, como escriben Platón in Critone, . Cicerón primo de Divitatione y Diógenes Laercio. · 25 La canción. de RfcociLet: decir siempre la misma cosa, como e:• pájaro así llamado, que siempre canta de- .la misma manera. • Yo marcharé a la bella y fél'tll Phthia en el tercero dio..

266

"Testigc;, Opilius !vlacrinus, 4uien . c:onsu ltand, , ;;i sería em­ ' perador de Roma, eücontró ·al azr,r esta senten ci a ( !liada, 8): . O geron m alú dse neoi teirouzi machitai Zi de hin letitai chaleton de te geras. orazei

o_

"En efec to : era ya_ viei? cuan do obtuvo e l ' imp�rio, y al año y dos meses fue despoJado y muerto por Heliogábalo, aue • era joven y poderoso. "Testigo, Brutus, que tratando de explorar la suerte de la batalla farsálica, en la cual murió, encontró este verso' que se ·. refi ere a Patrodo ( Ilíada, 16, 849 ) :

Alla me moir oloee kai Antous eclanen hyíos

• ".

"El hijo de Latona, esto es, Apolo, fue e l que señaló el día de aquella batalla. "Asimismo p. : .. sortilegio virgiliano se conocieron antigua­ mente y se previeron cosas insignes y casos de gran impor­ tancia. Alejandro Severo supo que iba a regir el imperio por este verso, que encontró al azar escrito en la Ene ida, 6, 851 :

Tu regere imperio populos, Romane, memento " " " . "En efecto : al cabo ·de algunos años fue erigido emperador de Roma. "Adriano quéría saber cuál era el concepto que merecía ante Trajano y qué afecto le profesaba; por este, mismo pro­ cedimiento, encontró estos versos en la Eneida, 6 :

Quis procul, ille autem rami, insígnís olivce Sacra ferens? Noseo 'crines, incanaque ment Regís Romani " " " " . '"Después fue adoptado por Trajano Y. ) e . . �1-H,;edió en el imperio. "Claudia, segundo emperádor de Roma, muy celebrado, co­ noció su suerte por este verso ( Eneída, 1, . 269 ) :

Tertia dum Latía regnantem viderit restas'" " " " 4 • ' ¡Oh hombre viejo! Loo soldados j óveneS' ·y . ' !tiertes- abandonarán ; • 'tu vigor es grande, pero tu vejez, dura . y tho!Csta,· : .te , . oprime demasiado. � � . � : ! : � : ; 11 ! . , l 1 • • • Por mal humor de la Parca y el hijo de La tona fue muerto. n. o Romano, acuérdate; tú regirás el imi? �fiO p.e .lo� p � �blos. • • • • ¿Quién es este que en su mano lleva gall¡u'd'al)lente:. ramos de oliva? Por su cabello . gris .y su sagrada vestidufe.';"i:oqnozé'ó al antiguo rey de Roma. · - · " " ;:: · · " · · · n• '** Cuando tú estuvieres reinando, Reina· v·�.. el. tener estio.

i�

267

"Y, nsarlo el que . ese lugar está difamado de abundar en esta clase de gentes más que la antigua Thesalia. Yo no iré de

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buen grado. La cosa es ilícita y aclemá,: est'' proh í bida por la ley ele 1vioisés. -Nosotros �replicó Pantagruel- .no somos judíos ;. ademús no es cosa confesan Enguerrand 42 hacen tan largo, curioso y fastidioso cuento ol­ vidando el arte y la manera de escribir historias, enseñado por el filósofo Samosatoys, porque leyendo aquella larga narración, se piensa que debe surgir el principio de una guerra ftwrte o de una gran mutación de reinos, y al fin de la cuenta se burla uno del bendito campeón, del inglés que le desafía y de En­ guerrand el narrador, más baboso que un cacharro de mostaza.



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41 Los buenos hombres: así se llamaban por entonces indistintamen· te a los frailes mínimos y a los leprosos. 42 Enguerrant. Alude e: autor al cronista Monstrelet. La palabra quiere decir cargante.

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. "Vuestra broma es como l a de la montaña de Horado, que . . gnta a y se lamentaba hornblemenre como una mujer en los tra a¡os del parto. A sus gritos y larp.entaciones acudió toda la vecmdad en expectación de cualquier admirable y monstruóso alumbrámiento; pero; ál fin, no nació de ella más. que un ratoncillo. -Eso· no va conmigo -dijo Panurgo- y aunque se chanceen los que quieran, cumpliré mi voto. Ahora, puesto que desde hace mucho tiempo juntos nos hemos jurado, por Júpiter, fe y amistad, dadme, querido, vuestro consejo. ¿Debo o no debo casarme? -Ciertamente que el caso es azaroso y me siento incom­ petente para resolver. Y SI ¡amás fue verdadero en el arte de la medicina el dicho del viejo Hipócrates de Lango, Juicio difícil, es en este caso indudable. Tengo bien presentes eri la imaginación algunos discursos mediante los cuales tendríamos una determinación acerca de vuestra perplejidad; pero no m e satisfacen por completo. Algunos platónicos dicen que el que puede ver su Genius puede comprender sus destinos . Yo no ccmprendo bien esta disciplina y no estoy por adherirme a ella; contiene muchas fábulas, como he visto por ex-periencia en un gentilhombre estudioso y curioso en el país de Estan­ gourre. Este es el primer punto; pero hay otro : Si todavía fun­ cionaran los oráculos de Júpiter en Ammon, de Apolo en Le­ badia, Delfos, Delos, Cyrrhe, Patara, Tegyras, Prenesta, Lycia, Colofón; en la fuente Castalia, junto a A ntioquía de Siria, los de los Branchides, el de Baco en Dodona, el de Mercurio en Phares, cerca de Patras, el de Apis en Egipto, el de Serapis en Canova, el de Fauno en Melania y en Albunea cerca de Tívoli, el de Tiresias en Orchomne, el de Mopsus en Cilicia, el. de Orfeo en Lesbos, el de Trofonius en Leucadia, sería de parecer de que fuéramos a saber por ellos cuál era el juicio de vuestra empresa; pero ya sabéis que todos han quedado mudos como lps peces desde la venida de aquel rey conser­ vador, con la cual desaparecieron todos los oráculos y profe­ cías como a la venida de la luz del sol desaparecen todos los duendes, lamias, fantasmas, encantadores, mendicantes y espí­ ritus de las tinieblas. Ahora bien : aun cuando existieran, n o os aconsejaría que tuvierais fe e n sus respuestas. Muchos fue­ ron engañados por ellos. Además, recuerdo que Agripina acusó a Lollia la bella por saber si se casaría con el emperador Claudia; por esta causa, primero la desnudaron y después fue condenada a muerte ignominiosa. -Pero, hagamos algo -dijo Panurgo-. Las islas Ogygias n o están lejos del puerto d e S arnm alo; hagamos a ellas un viaje





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después de haber hablado a nuestro rey; en una de las cuatro ; la que está más hacia el Poniente, se dice, yo lo he leído en buenos y. antiguos autores, que habitan adivinadores, vatici­ ndores y profetas y está también Saturno atado con bellas cadenas de oro a una roca tainbién de oro y se alimenta de ambrosía y néctar divino que diariamente le son enviados des­ de los cielos en gran abundancia · por medio de no sé qué clase de pájaro ( puede ser que sea el mbmo cuervo que ali­ mentaba en los' desiertos a1 primer santo eremita ) , y clara­ mente predice a todos los que quieren oírle su suerte, su des­ tino y todo lo. que debe ocurrirles, porque las Parcas nada hi­ lan, . Júpiter nada piensa y nada delibera, que el buen padre durmiendo no lo haya sabido. Abreviaremos mucho nuestro tr.abajo si le oímos un poquito acerca de mi perplejidad. -Esa es una mentira evidente -replicó Epistemon-, una fábula demasiado fabulosa: yo de ninguna manera iré.

CAPITULO XXV

Panurgo se aconse¡a de Her Trippa 43 -He aquí -continuó Epistemon- lo que debéis hacer antes de volver a donde nuestro rey, si queréis hacerme caso : aquí, cerca de la isla Bouchart, vive Her Trippa; sabéis cómo por arte de astrología, geomancia, quiromancia y otros eiusdem furfuris, predice todas las cosas futuras; conferenciemos con él acerca de vuestro asunto. -De esto -contestó Panurgo- no sabrá nada. He oído de él que un día, mientras hablaba con el rey de cosas celestes y trascendentales, los lacayos de la corte, en las escaleras y entre las puertas, se revolcaron con su mujer a su gusto, y por cierto que era bastante guapa. El veía sin anteojos todas l.ás cosas etéreas y terrestres, discurría sobre todos los casos presentes y futuros prediciendo todo el porvenir, y lo único que no se le alcanzaba era que estaban repiqueteando a su mujer. De todcs modos, vayamos si queréis. Nadie debe negarse a apren­ der algo. De mañana llegaron a la casa de Her Trippa. Panurgo le dio una ropa de pieles de lobo, una gran espada bastarda bien dorada· con vaina de terciopelo y cincuenta hermosos angelitos. 43 Her Trippa: el célebre bédlco y f!lósofo H.· Cornello Agrlpa, autor del libro que se titula Incertidumbre y variedad de las ciencias.

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D :spués abló .�ami íarrnente con él acerca de su asunto , y de prune�a mtencJOn, Her Trippa, mirándole fijam ente, le dijo: . -Tu t:enes la � etoscopia y fisonomía .de ,un cabrón. D espues ex:un i? ando detenidamente la man� dereeha d e : contmuo pr,nurgo, -Esta falsa línea que veo aquí sobre el monte d e ¡ovzs, .· jamás se vio sino en la mano de un cornudo. Lt¡ego, con- un punzón, hizo rápidamente cierto número de . puntos, los acoplo, por geomanc1a y añadió: -Más verdad !}o es la verdad misma : serás cornudo, y clar o es que antes seras casado. He cho esto, preguntó a Pánurgo el horóscopo de s naci­ miento, y cuando ya lo hubo conocido y hallado su pue$to en el cielo, dijo después de un profundo suspiro :



-Había predicho y afirmado que serás cabrón; esto no puede fallar, y para mayor certeza, aquí encuentro la confirmación. Les astros afirman que serás cornudo; pero, además, tu mujer ¡�, pegará y te robará, porque en la séptima cara encuentro en aspecto maligno y en batería todos los signos que llevan cuer­ nos: como Aries, Tauro, Capricornio y otros. En la cuarta veo la decadencia de ]ovis junto al aspecto tetrágono de Saturno asociado de M ercurio. Te verás bien aporreado, hombre de bien.

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-Yo seré -le replicó Panurgo- por las fiebres cuartanas, viejo, loco y repulsivo, lo que tú eres. Cuando se reúnan en asamblea todos los cabrones, tú llevarás el estandarte. Pero ¿,de qué me saJé aquí este asador entre los dos dedos?- Esto lo decía estirand.o · en dirección a Trippa los dos primeros de­ dos de la manó abiertos en forma de cuernos y cerrado en puño los demás. Después dijo a Epistemon-: Ved aquí al verdadero Olus de Marcial, cuyos estudios se dirigían a ver y conocer los males ajenos mientras su mujer tenía gálico. Vá­ monos: dejemos aquí a este loco rabioso compartir toda su sal con sus consejeros los diablos. Yo no creía que los diablos se avinieran a servir a un bergante como este. Ignora hasta el primer principio de la filosofía que dice: Conócete a ti mismo. Se alaba de ver una arista en el ojo ajeno y no ve un grueso tioneo que tiene delante de los dos suyos. Es como el Poly­ pragmon que· describe Plutarco. Es otra Lamia que en las casas extrañas, en público, veía como un lince y en su casa era más ciega que un topo; en su casa nada veía, porque al volver de fuera se quitaba de la cabeza sus dos ojos postizos �cmo gafas y los guardaba en un zueco colgado detrás d e la puerta de su habitación.

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A todo esto, Her Trippa había tornado un ra1no de tamariz y dijo a Panurgo : -¿Quieres saber más ampliamente la verdad, por piroman­ cia, por aeromancia, celebrada por A.ristófanes en sus Nubes, por hidromancia, por lecanomancia, antiguamente tan célebre entre los asirios y aprobada por Hermolaus Bárbaros? Dentro de un bacín de agua te mostraré · a tu mujer futura repiqueteando con dos campesíuos. -Cuando metas tu nariz en mi culo -le contestó Panur­ go-, acuérdate de quitarte los anteojos . -Por catoptromancia -continuaba e l sabio- mediante la cual, Didius Julianus, emperador de Roma, previó todo lo que debía ocurrirle; no te harán falta anteojos para verla en un espejo corno en la fontana del templo de Minerva, junto a · Patras. Por coscinornancia, tan religiosamente obs�r­ vada en las ceremonias de los romanos; tornaremos una criba y unas cizallas y veréis diablos. Por alfitornancia, citada por ·Teócrito en su Pharmaceutica, y por aleurornancia mezclando fermento con harina. Por astragalornancia; tengo preparado todo lo necesario. Por tyrornancia, a cuyo fin tengo dispuesto tm queso de Brehernont. Por girornancia, te haré dar vueltas a varias ruedas y caerán todas a la izquierda, te lo aseguro. Por sternornancia, aun cuando a fe mía tienes el pecho mal proporcionado. Por libanornancia, para lo cual solo hace falta un poco de incienso. Por gastrirnancia, empleada con frecuen­ cia en Ferrara, por la dama Jacoba Rodigina. Por cefaleono­ rnancia, frecuente entre los alemanes, tostando sobre los car­ bones la cabeza de un asno. Por ceromancia y mediante cera fundida en el agua verás las figuras de tu mujer y de sus queridos. Por capnornancia, sobre las ascuas echaremos semi­ lla de adormidera y de sésamo. ¡ Oh, cosa sorprendente! Por axinornancia, haz solo provisión de un hacha y una piedra ágata que pondremos sobre tu brazo. ¡ Qué bien la usó Ho­ rnero con los adoradores de Penélopel Por onyamancia, tenernos aceite y cera. Por tetrafancia, verás la ceniza en el aire, figu­ rando a tu mujer embarazada. Por botanornancia, tengo aquí hojas de sauce a propósito. Por sycornancia, ¡ oh arte divino! Tengo buenas hojas de higuera. Por· ichtyornancia, celebrada antiguamente y practicada por Tiresias y Polydamas. Por choerornancia, tenernos muchos cerdos y tú tendrás la veji­ ga. Por clerornancia, esto es, por medio de los .dados. Por antropornancia, de la cual usó Heligábalo, emperador de Roma; no es más que un poco fastidiosa, pero la �ufrirás bastante, puesto que tu destino es ser cornudo. Por stichornancia sibili­ na, por onornatornancia. ¿Cuál es tu nombre? 306

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-Mascamie�da -contestó Panurgo. -0 bien por alecf:):qm ancia; haré aquí mismo diestramente un cerco Y lo partiré a tu vista en veinticuatro porciones iguales. Sobre ca a una trazaré una letra del alfabeto; sobre cada letra pon e un gr� o de trigo y después colocaré ¡¡] lado un gallo vrrgen. Vere1s, yo os lo fío, cómo se come los granos qc;e haya sobre las letras, C, A, B, R, O, N, S, E, R, A, , tan fatidiCamente como cuando el emperador Valente deseoso d e conocer el nombre de su sucesor, hizo esta prueba el gallo vaticinador y alectyromántico se lo señaló . . "¿Queréis saberlo por el arte erusp1cmo o por el arte extispicino? ¿Por augurio tomado del vuelo, o del canto d e los pájaros? -Por estropicina -le interrumpió Panurgo. -¿Por el baile solitismo de las ánades o por necromancia? Os haré resucitar un poquito después de muerto, como hizo ·Apolonio de Tyana con Aquiles, como hizo la pitonisa en presencia de Saúl, y lo sabremos todo ni más ni menos que como un difunto invocado por Erictho predijo a Pompeyo todo el proceso y resultado de la batalla farsálica. Si tenéis miedo de los muertos, como ordinariamente sucede a todos los ca­ brones, usaré solamente de la sciomancia. -Vete al diablo, loco rabioso, y te haré colgar con los albi­ genses si tienes un sombrero puntiagudo 44 . ¿Por qué no me aconsejas también llevar una esmeralda o cualquier otra pie­ dra debajo de la lengua, o alimentarme de lenguas de jilguero o corazones de ranpótamo y otras que en el cuerpo huma­ no, . por sus propiedades elementales y por sus virtudes cien­ tíficas, hielan y mortifican los gérmenes prolíficos, disipan los la naturaleza o entorpecen y obstruyen los vasos y conductos por los cuales pueden ser expulsados. Hay otras, por el contra­ rio, que enardecen, excitan y habilitan al hombre para el acto venéreo. -Á Dios gracias, no las necesito. ¿Y vos, maestro? No os disgustéis; digo esto porque os quiero bien. Tercero: Por el trabajo asiduo, porque al realizarlo hay en· el cuerpo tal disolución, que la sangre, esparcida para el ali­ mento de cada miembro, no tiene tiempo ni lugar de rendir la exudación seminal en la tercera concoción. "La naturaleza se la reserva particularmente como más ne­ cesaria para la conservación del individuo que para la repro­ ducción de la especie y género humano. Así se llama casta a Diana, porque continuamente trabaja en la caza. Así se llamaban castos antiguamente los campamentos, porque en ellos laboraban los atletas y los soldados. Así también escribe Hi­ pócrates, lib. De aere, aqua et locis, de algunos pueblos de Scytia, que en su tiempo eran impotentes como eunucos para los placeres venéreos, porque continuamente estaban a caballo y trabajando. Por el contrario, dicen los filósofos que la ocio­ sidad es la madre de .la lujuria; cuando se le preguntó a Ovidio por qué causa fue adúltero Egistus no respondió más sino "porque estaba ocioso". Si del mundo se quitara' la ocio­ sidad, bien pronto perecerían las artes de Cupido; _ su arco y sus flechas le serían carga inútil; jamás heriría a nadie, porque no es tan buen arquero que pueda herir a las grullas cuando vuelan por el aire, ni a los ciervos lanzados por los bosques

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( como muy bien hacían los parthos ) , es decir, a los hombres cual}do afanosamente trabajan. Los busca sentados o acostados con descuido. Preguntaron a Teofrasto que el qué eran .los amores, y responClió que eran pasiones de los espíritus ociosos. Diógenes dijo también que la galantería era la ocupación de los desocupados. Por esto el escultor Canachus . Sycioniano, queriendo dar a ent�nder que la ociosidad, la pereza y la dejadez son las gobernantas de la rufianería, hizo la estatua d e Venus sentada, y no de pie, como la' habían hecho todos sus predecesores. " Cuarto: Por el estudio ferviente, pues somete. a increíble resolución todas las fuerzas, de modo que ninguna queda para impulsar a sus lugares esta resudación generativa, ni para inflar el nervio cavernoso, cuyo oficio es proyectarla para la propa­ gación de la naturaleza humana. En prueba de que así es, conte!Ilplad , a un hombre atento a cualquier estudio y veréis en él todas las arterias del cerebro, tirantes como las cuerdas . dé tma ballesta para surtirle diestramente de espíritus sufi­ cientes para llenar los ventrículos del sentido común, de la imaginacióp, de la asimiladón, ele la razón y la nesolución, ele la memoria y la recordación, y ágilmente correr de una a otra por los conductos definidos- en la anatomía, en la fina y admi­ rable red en que terminan todas las arterias. En este hombre veréis · suspenderse todas las facultades naturales, cesar todas ]as sensaciones externas; con facilidad juzgaríais que no vive en sí, sino fuera de sí, abstraído, en éxtasis, y comprenderíais que Sócrates no eX?' :·ó cuando elijo que la Filosofía no es· más que una meclitacit-'" ele muerte. Por esta misma causa cegó Demócrito, estimando menos la pérdida ele su vista que la .disminución de sus contempdaciones, que sentía interrumpidas por la debilidad de sus ojos. Asimismo, se dice que es virgen Palas, diosa de la sabiduría y tutora ele las gentes estudiosas; así son las musas vírgenes, así viven las gracias en pudor eterno y me parece haber leído que Cupido, preguntado al­ gunas veces por su madre Venus acerca de la causa de que no asaeteara a las Musas, le contestó que las encontraba tan bellas, tan limpias, tan honestas, tan púdicas y tan continua­ mente ocupadas, una en la contemplación ele los astros, otra . -en la éomputación de los números, otra en la dimensión de . los cuerpos geométricos, otra en la invención retórica otra en la composición poética, otra en . l a �reparación de la músi­ ca, que al acercarse · a ellas d esarmhba su arco, cerraba su carcaj y apagaba su fuego, vergonzoso y temeroso de herirlas; después - se .quitaba la venda de sus ojos para mirar bien su rostro y oír sus placenteros cantos y ondas poéticas, pues con

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c-•llo experin1l'ntaba· el mayor placer tld mnmlo, tanto que se sentía encantado por su belleza y su gracia y se dmmía al arrullo de su armonía. Todo menos asaltarlas o distraerlas de sus estudios. "Sentado esto, c:omprendo perfedamente In que Hipótr¡ltes en el libro citado esc:ribió de los escitas y lo qut' en el tih!lado De genitura dice, esto es, que todo., los hombres son impo­ tentes para la generación, cuando se les c:orhm las arterias parótidas, que están al lado de las orejas, por lo que os . decía .al hablar del cerebro, pues estas ar�erias c:ontienen gran can­ tidad de la genitura que sale del c:erebro y la espina dorsal. Qui11to: Por el acto venéreo . . . -Yo os atiendo - dijo Panurgo- y lo tomo para mí; use de lo · precedente quien quiera. -Esto es -añadió el hermano Juan- lo que fray Sc:yllino, prior de San Víctor al lado de Marsella, llama maceración de la carne; soy de esta opinión ( como el eremita de S anta ·Ra­ degunda, más arriba de Chinon ) , y creo que los eremitas de la Tebaida no. podían macerar mejor sus cuerpos, domar esta· pícara sensualidad, deprimir la rebelión de la carne, que há­ ciéndolo veinte o treinta veces al día. -Veo a Panurgo -contimw Rondibilis- bien proporcionado en sus miembros, bien atemperado en sus humores: bien com­ plexionado en sus espíritus, en edad competente y tiempo oportuno y con justo deseo de casarse; si encuentra mujer de parecido temperamento, entre los dos engendrarán hijos dignos de éualquier monarquía ultramarina. Será hueno que lo haga . cuanto antes, si quiere ver a sus hijos acomodados. -Mi señor y maestro : yo lo haré, no dudéis, y muy pronto. Durante todo vuestro discurso, esta pulga que tengo en la oreja me h a picado más que nunca. Os convido a la fiesta; en ella tendremos alegría y media; yo os lo prometo. Traed a vuestra mujer si queréis, acompañada de sus vecinas; queda cmwenido. Y juego sin villanía.

CAPITULO XXXI I

Rondihili� dec7ara q ue la cornamenta es una las penosas amenazas del matrimonio -Queda -continuaba Panurgo- un pequeiio punto por es­ clarecer: ¿Seré cornudo? -¡ Ave María! -exclamó "Rondibilis-. ¿,Qué me preguntáb?

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,:¡Si seréis, cornudo? Amigo mio, yo soy easaclo; vos lo seréis

den tro de poco; escribid estas palabras con un estilete de acero én vuestro cerebro : '"Todo hombre casado está en peligro de ser cornudo." La cornamenta es .natumlmente una de las pe­ ncsas amenazas del matrimonio. La sombra no si6'1.te tan na­ ruralm ente al cuerpo como los cuernos a los casados. Cuando oigáis decir de alguno estas tres palabras:' "él es casa(lo", si .decís, entonces es, ha sido, será o puede ser cabrón, no os tendrán par imperito arquitecto de consecuEncias naturales. - ¡ Hipocondrios ele todos los diablos! ¿Qué me deeís? -Amigo mío, Hipócrates, yendo tm día de Lango a Polystylo para visitar al filósofo Demócrito, escribió a Dionisia, su anti­ guo amigo, rog�dole que mientras su ausencia condujera a su mujer a casa de sus padres, que eran gentes honradas y de buena fama, no queriendo que quedara ella sola en su hogar, sin prescindir por esto de vigilarla c:uidadosmnente, y espiar a qué sitios iba con su madre y qué visitas reeibía en el domicilio paterno. "No es -eseribía- que desconfíe de su virtud ni de su honestidad, las cuales exploré y eonoeí durante el pasado; pero es mujer." He aquí todo. La naturaleza ele las mujeres, querido, se nos ha representado por la luna, entre otras cosas, porque enmudecen, se reprimen y disimulan a la vista y presencia ele sus maridos; ausentes éd:os, se determinan a todo : se dan buen trato, vagan, trotan, deponen su hipocre­ sía y se franquean como la luna, que· ne conjunción con el sol jamás aparece en el cielo ni en la tierra; pero ·en oposición, cuando el sol está alejado, reduce en toda su plenitud y apa­ rec e radiante con la noche. Así, todas las mujeres son mujeres. ''Al decir mujer, me refiero a un sexo tan frágil, tan va­ riable, tan mudable, tan inconstante, tan imperfecto, que me parece que la Naturaleza ( hablando con todos los honores v reverencias ) se distrajo de ese buen sentido en virtud del cual creó y formó todas las cosas, cuando hizo a la mujer. 'Después de haber pensado en esto cien y quinientas veces, no sé qué resolverme si no es a que, al forjar a la mujer, ha aten­ elido más a la social delectación del hombre y a la perpetuación ele la especie humana que a la perfección de la individualidad femenina. Platón no sabía en qué rango colocarlas, si . . eil d ele los animales racionales o en el de las bestias brutas, porque la Naturaleza les ha puesto dentro de1 cuerpo, en lugar interno y secreto, un animal, un miembro que. no tienen los hombres; por él algúnas veces son engenclrádos algunos humores sala­ dos, nitrosos, · boraginosos, acres, mordientes, picantes, abrasa­ dores y amargos; por su pintura y contacto todo el cuerpo se conmueve, los sentidos enloquecen, las afecciones mueren y

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los pensamientos se conhmden; de modo que si la Naturaleza no les hubiera rociado la frente con un poco de vergüe¡:u;a, las veríais correr furiosas y desenfrenadas, más espantosamen­ te que las Froetidas, las Mimallonidas y las Thyadas báquicas en los días de sus bacanales, porque ese terrible animal tiene coligencia con todas las partes principales del cuerpo, como ·evidencia la anatomía. "Lo llamo animal, siguiendo la doctrina tanto de los acadé­ micos como de los peripatéticos, porque si movimiento cierto es indicio de cosa animada, como escribía Aristóteles, y todo lo que por sí se mueve es animal, hay en él movim1entos propios de sofocación, precipitación, fruncimiento e indigna­ ción, algunas veces tan violentos, que por ellos la mujer 'piertle todo otro sentido y movimiento, como si se viese acometida de hipotimia, síncope, ep,ilepsia, apoplejía y verdadera seme­ janza de la muerte. Otras veces lo vemos discernir los olores manifiestos, y lo sienten las hembras huyendo de los repugnan­ tes y siguiendo a los aromáticos. Yo sé que Galeno se .esfuer­ za en probar que no · son movimientos esenciales, sino acci- . dentales, y otros de su secta trabajan para demostrar que no existe en él ese discernimiento sensitivo de los olores, sino que la eficacia diversa radica en las sustancias ·odoríferas; pero si examináis estudiosamente y pesáis en la balanza de Crito­ .lano sus argumentos y razones, enconharéis que en esta mate­ ria y en muchas otras han hablado por amor propio y deseo de rectificar a sus mayores, más que por buscar la ·verdad . . "En esta disputa no iré más adelante, y solo os diré . que no es pequeña la alabanza que merecen las mujeres honestas que viven en libertad, sin mancha, y tienen la virtud de some­ ter este desenfrenado animal a la obediencia de la razón. Pondré fin después de añadir que se sacia ( si saciado puede estar ) con el alimento que la Nal:!lraleza le ha preparado en el hombre, y cesan sus particulares movimientos, se acallan sus apetitos y se apaciguan todos sus furores; por tanto, no os asustéis si estamos · en ·perpetuo peligro de ser cabrones al no tener todos los días para alimentarlo · con abundancia y satis· fa.cerlo hasta su contentamiento. · · - ¡ Por la virtud de un pescado! ¿No tenéis algún remedio en vuestro arte? S i , amigo .mío, lo tengo y muy bueno; · de él uso yo y . está escrito en un nútor célebre de hace mil ochocientos años. ¡ Escuchad : . -Sois, por la virtud de Dios, un hombre de. bien ·y os amo cada vez más, mi bendito salvador. Comed un . poco·· de estn 1 pastu de membrlllo; cierra muy bien el orificio del, ventriculo, :

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por efe �to . de :iert� stipticidad agradable · que tiene y a�zda , , a la prrmera digestion. ¡ Pero como! ¡ Hablo latín delante ·de ]es curas! Advertid que os doy de beber en esta copa nestoria­ na. . ¿¿Queréis un traguito de hipocrás blanco? No tengáis miedo a su composición; aquí no hay calamus aromaticus 49 , ni jen­ uibre, ill granadilla del paraíso; no hay más q1.1e el hermoso inan1omo triturado y el bello azúcar fino con el buen vine¡ blanco, del cercado de la Devíniere en el plantío del gran serbal, a la parte de abajo del nogal de las cornejas.



CAPITULO XXXIII El médicó Rondibilis da un remedio contra la cornamenta -En el tiempo -dijq Rondibilis- en que Júpiter organizo estado y su mansión . olímpicos y el calendario de todos los dioses, habiendo e5tablecido para cada uno su fiesta y sus sacrificios y asignándoles lugar para sus oráculos y sus viajes . . . -¿,Hizo acaso -interrumpió Panurgo -como Tinteville, obis­ ' po ct e Auxerre? El noble pontífice amaba el buen vino, como hac e todo hombre d e bien, y tenía especial cuidado · del botón so abuelo de Baca. Sucedía que muchos años el botón lamentablemente se perdía por las ·heladas, brumas, escarchas, aguaúieves, fríos, granizos y- otras calamidades que llegaban con las fiestas de los santos Gregorip, Marcos,' Vital, Eutropio, Felipe, Crnz, A�censión y otras que se celebran. cuando el .sol pasa b"ajo el signo Taurus, por lo cual creyó que aquéllos eran santos heladores, graniceros y devastadores del botón, por lo que resolvió trasladar sus fiestas al irivierno, entre Navidad y la Typhania ( así llamaba él a la avenida de los tres reyes ) licenciándolos con todo honor y reverencia para helar y gra­ nizar de largo todo lo que quisieran. La helada por entonces, más que dañina, sería provechosa para el botón. En sus lu5ares puso las fiestas de San Cristóbal, San Juan Degollado,

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.49 Calam!ls aromaticus. El autor llama a esta hierba squinantum y u el iuncus odorans de Plinto. Se maceraba en el hipocrás para per­ !umarlo.

50 El autor llama. botón a la hierba o primer brote de la vid, de donde lue¡¡o sale flor, y · en la estación a que corresponden las techas los santos que cita, corre gran peligro de perecer 11 cau�11 de los · hielos.

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