Puiggros - Pluton

© PERE PUIGGROS ACON ISBN: 84-398-4791•2 Dep. Legal: B-32033-85 Impreso en: Imprenta Morros • Sallent Mol!, 3 • Teléfono

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© PERE PUIGGROS ACON ISBN: 84-398-4791•2 Dep. Legal: B-32033-85 Impreso en: Imprenta Morros • Sallent Mol!, 3 • Teléfono 837 00 20

Distribuidor: ARBOR SCIENTIAE Princesa, 15 Teléfono: 319 63 51 Barcelona - 08003 Printed in Spain

Impreso en España

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PLUTÓN

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ÍNDICE Introducción

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PLUTÓN. El planeta. El mito. Las regencias El descubrimiento El nombre El símbolo Del mito de Plutón, Ceres y Proserpina Las regencias de Plutón

13 13 15 15

PLUTÓN. Consideraciones generales Límite de la conciencia Plutón desnuda La "oportunidad" de Plutón Plutón manifiesta los extremos Profundo-oculto-misterioso La dualidad básica vida-muerte. Nacer,renacer,regenerarse Poder Las fuerzas primitivas Una experiencia de universalidad La voluntad de liberarnos Ordinario-extraordinario Plutón separa para unir La válvula de seguridad Civilización versus barbarie Lo denso y el vacío interior Un instante en el filo de la navaja

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PLUTÓN en los signos Plutón en Aries Plutón en Tauro

47 51 52

16 21

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31 32 33 34

35 36 37 38 39 4l 44

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Plutón en Géminis Plutón en Cáncer Plutón en Leo Plutón en Virgo Plutón en Libra Plutón en Escorpión

54 55 56 58 60 62

PLUTÓN en las casas Plutón en la casa uno Plutón en la casa dos Plutón en la casa tres Plutón en la casa cuatro Plutón en la casa cinco Plutón en la casa seis Plutón en la casa siete Plutón en la casa ocho Plutón en la casa nueve Plutón en la casa diez Plutón en la casa once Plutón en la casa doce

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74 75 78 80 81 83 85 86 88 90

PLUTÓN. Los aspectos Plutón-Sol Plutón-Luna PIutón-Mercurio Plutón-Venus PIutón-Marte Plutón-Júpiter Plutón-Saturno Plutón-Urano Plutón-Neptuno

93 97 100 104 106 109 112 115 116 118

PLUTÓN. Los tránsitos Plutón-Sol Plutón-Luna

123 127 129

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68 72

Plutón-Mercurio Plutón-Venus Plutón-Marte Plutón-Júpiter Plutón-Saturno Plutón-Urano Plutón-Neptuno Plutón-Plutón Los tránsitos de Plutón en las casas

132 133 136 138 139 141 143 145 146

Bibliografía

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Introducción

La idea de escribir un libro sobre Plutón vino a mi mente de improviso, como un flash, en el transcurso de una comida con amigos. Comenté el hecho en voz alta y mi sorpresa en ese momento no fue menor que la de ellos. La broma y el comentario malicioso, dado el carácter erótico del pla­ neta, nos acompañaron hasta el final de esa comida, y aún mucho después, cada vez que nos encontrábamos alguno de los comensales. Cuando ocurre alguna cosa "fuera de lo común" sue­ lo prestar mucha atención, despierto del habitual letar­ go de la cotidianeidad y durante unos dias escudriño to­ das las aparentes "casualidades" que constantemente acontecen en la vida. Así fue fácil descubrir (la evidencia aparecía con una frecuencia fuera de la norma) que otros compañe­ ros del mismo campo de conocimientos y enfocados en igual dirección también habian experimentado la pre­ sencia de Plutón en el ambiente. Cada uno a su mane­ ra, según su peculiar idiosincrasia, había tomado la de­ cisión de cumplir el mandato plutoniano. De algún modo para todos ellos se cerraba una etapa y empeza- 9 -

ba otra. Fueron unos días en que todas las señales indi­ caban la misma dirección. Hacía muy poco que Plutón había entrado en el sig­ no de Escorpión. Hasta ese momento no había dedicado una especial atención a Plutón, sabía los cuatro conceptos básicos que todo astrólogo conoce, pero las "coincidencias" vi­ nieron en mi ayuda y en muy poco tiempo me llegó una cantidad extraordinaria de información: material eserito, por lo general de difícil acceso, conversacio­ nes con personas que de una manera directa o indirec­ ta iban aportando los datos que necesitaba. Realmente fue una experiencia plutoniana: de la os­ curidad de los archivos o del usual secreto de ciertas personas, a las que hacía años conocía y jamás me habían comentado nada, salía a la luz la información precisa para escribir este libro. Todo lo que podía decir lo he dicho. Otros vendrán en el momento oportuno que ampliarán y matizarán lo expuesto en estas pocas páginas. Agradezco pués a las coincidencias, señales, cir­ cunstancias y personas que de manera sutil pero efecti­ va han facilitado el contenido de este libro.

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PLUTÓN. El planeta. El mito. Las regencias

El descubrimiento Irregularidades en la órbita de Neptuno hicieron pensar en la existencia de un nuevo planeta. Los astró­ nomos Percival Lowell y W .H. Pickering, cada uno por separado, empezaron en 1905 a trabajar sobre este te­ ma. En 1915 Lowell publicó el resultado de sus investi­ gaciones señalando el lugar teórico donde el planeta debía estar situado. El observatorio de Lowell, en Flagstaff, Arizona, lo estuvo buscando durante años por medio de sistemá­ ticas investigaciones fotográficas hasta que el 21 de enero de 1930 dos placas del mismo lugar mostraron un punto de luz que se había desplazado. No podía, pués, ser una estrella. Plutón se había descubierto, cer­ ca del lugar previsto por Lowell, quien había muerto entretanto. Clyde Tombaugh, miembro del equipo del observato­ rio, anunció su descubrimiento el 12 de marzo de 1930. Es el planeta mas alejado del sistema solar, pero - 13 -

no siempre, ya que su órbita es tan excéntrica (0,248) que cuando se acerca a su perihelio (la distancia más cercana al sol) cruza la Órbita de Neptuno y deja de ser el límite del sistema. Esto ocurre cada vez que transita por el signo de Escorpión. Su afelio (distancia máxima del sol) es de 7 .37 5 mi­ llones de Km., la distancia media es de 5. 900 millones de Km. y su perihelio, 4.425 millones de Km. La inclinación de su órbita es de l 7Q 19', la mayor respecto a los demás planetas. El período de revolu­ ción alrededor del sol es de 247,7 años. La rotación so­ bre sí mismo es de 6 días y 9 horas. El diámetro ecua­ torial tiene 3.000 Km. y su velocidad orbital media es de 4.7 Km./seg. Magnitud 14, se le conoce un satéli­ te, Caronte, que tiene casi la mitad de su tamaño y que realiza un giro completo sobre Plutón en el mismo período que éste tarda en rotar sobre sí mismo. Dadas sus dimensiones y el hecho de cruzar la orbi­ ta de Neptuno, algunos astrónomos han formulado la hi­ pótesis de que en el pasado fuese un satélite de Neptu­ no. Debido a una serie de circunstancias alcanzó la ve­ locidad de liberación, pasando a convertirse en planeta solar. Es un cuerpo sólido y frío (-228Q C), con muy poca gravedad en su superficie (0,03 en la relación Tierra = 1). Plutón rompe el orden de proporción que, a excep­ ción de Marte, La octava inferior de Plutón, existía previamente. Los planetas, desde el Sol a Júpiter, incrementan su tamaño proporcionalmente, y a partir de éste decre­ cen en la misma forma. Pero el tamaño de Plutón, por - 14 -

lo poco que se sabe, parece demasiado pequeño para mantener esta regla. Lo mismo ocurre con las distan­ cias, cuya progresión matemática era casi perfecta hasta el descubrimiento del planeta. También difiere en la oblicuidad de la Órbita y en su elipse. Plutón es algo distinto de lo conocido hasta ahora.

El nombre Tal como se recoge en "Science", vol. 7, nQ 1850, de 1930, en el momento de su descubrimiento a Plutón se le llamó simplemente planeta X. Posteriormente a la publicación del descubri­ miento, una niña inglesa, Venetia Burney, de once años, de Oxford, sugirió el nombre de Plutón. Su padre telegrafió este nombre al observatorio Lowell y como ésta fue la primera propuesta en llegar a Flagstaff se aceptó. Así de simple.

El símbolo Tan pronto se conoció la existencia de Plutón se propusieron distintos símbolos, cada uno de ellos sus­ tentado por las más variadas argumentaciones, la ma­ yoría de ellas de verdadero interés. Sin embargo, el tiempo ha ido depurando, no se sabe cómo, estas pri­ meras tentativas hasta reducirlas a los dos símbolos que todavía se usan. Quizás entre las rarezas de Plu­ tón esté la de tener dos símbolos en lugar de uno, co- 15 -

mo el resto de los planetas.

E

Este símbolo, de uso común, es la combinación de las letras P y L, que son las dos primeras del nom­ bre Plutón. Además coinciden con las iniciales de Per­ ci val Lowell, a quien se atribuye su descubrimiento. � Éste, también de uso común, parece simbolizar meJor las características de Plutón, además de incorpo­ rar los tres elementos, círculo, semicírculo y cruz, que conforman los símbolos de los demás planetas. La semilla o espíritu, el círculo, desciende dentro del creciente, el semicírculo, de la conciencia (el alma o el principio lunar) para bajar más tarde a la cruz de la materia, la tierra o el cuerpo físico. Leído a la in­ versa, el espíritu se levanta por encima del cuerpo y del alma. Ilustra claramente el principio de muerte y renacimiento que se atribuye a Plutón.

Del mito de Plutón, Ceres y Proserpina Por lo que se conoce, el significado original de los planetas no difiere del carácter de los dioses de los cuales toman el nombre. Asi pués, la mitología puede proporcionar claves Útiles para la comprensión de la as­ trología, aunque sólo la práctica continuada del estu­ dio afina la intuición para discernir la correcta inter­ pretación del mi to aplicable a cada situación. A Plutón (Hades), hijo de Saturno (Cronos), dios del tiempo, y de Ops (Rhea), diosa de la tierra, le tocó la peor parte en el reparto que del mundo hizo con sus hermanos cuando su padre fue destronado. Júpiter (Zeus), el más poderoso, se quedó con el reino de los cielos, Neptuno (Poseidón), con las aguas, y en espe- 16 -

cial el mar, y a él, como era el más joven de los tres, le asignaron el reino de los infiernos. Este vasto imperio está rodeado por dos nos, el Aqueronte y el Estigio, que las almas de los muertos han de atravesar para llegar a la morada de Plutón. El viejo Carente, el barquero, rechaza a los muer­ tos insepultos (es relativamente reciente el hábito de enterrar a los cadáveres, ya que antes se dejaban so­ bre la tierra para alimento de los animales; de ahí de­ riva la regencia de Plutón/Escorpión sobre las sepultu­ ras) y a todos aquellos que no pueden pagar el precio del pasaje (de ahí la costumbre antigua de poner una moneda en la boca del difunto). A los demás, los trans­ porta en su barca al otro lado y los entrega a Mercu­ rio (Hermes), el mensajero de los dioses, quien los con­ duce ante el tribunal, compuesto por tres jueces, Mi­ nos, Eaco y Radamanto, que en nombre de Plutorí ad­ ministran justicia. "Pagar un precio" antes de acceder a la "justicia de Plutón" son dos conceptos que cono­ cen bien todos los que estudian el planeta o han experi­ mentado sus tránsitos. Una vez juzgados, unos van a los Campos Elíseos, el cielo, mientras otros son destinados al Tártaro, eJ infierno, una ciudad fortificada guardada por un triple muro de hierro y rodeada por un río de fuego llamado Flegetón, custodiado por las tres furias infernales, Alecto, Meguera y Tisífone, que ño duermen ni de día ni de noche. Por si esto fues·e poco, Plutón tiene como guardián de su reino al can Cervero, un perro de tres cabezas que no deja salir a nadie de Jos que allí entran. A Plutón, por Jo general se le representa con cejas espesas, ojos rojizos y mirada amenazadora, con una horquilla de dos puntas en su mano derecha y una lla-

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ve que cierra pero no abre en la izquierda. Su corona es de ébano simbolizando quizá la oscuridad de su rei­ no, aunque otras veces se cubre con un casco que le hace invisible, otra de sus características, sentado en un trono de azufre, con el perro Cervero a sus pies y las tres furias a su lado. También se le representa en un carro de tres ruedas tirado por tres caballos negros (cuatro según Ovidio), llamados Meteo, Abastro y Nu­ vio. A veces, a su lado está Proserpina (Perséfone), sosteniendo un narciso. En otras, sobre un carro, simi­ lar al de Plutón, simbolizando en este caso a Hécate, que preside la magia y los encantamientos. Plutón, al que se llama el Júpiter de las regiones inferiores o de las profundidades de la tierra, significa rico y es el dios activo en el interior de la tierra. Se entiende por esto la fuerza vital de la tierra, la fecun­ dación o el elemento tierra en sí mismo. También se le llama, en latín, Dis, rico o Dispater, padre rico. Or­ cus, otro de sus nombres, significa tragador o recibi­ dor, que es una cualidad de la tierra. Se le ha llamado Februo, que en griego significa purgar, purificar, que también es cualidad de la tierra. Debido a la dureza de su carácter, a su fealdad y a la oscuridad de su reino, todas las diosas huían de Plutón y le rehusaban como marido. Cansado de esta situación, subió al carro de tres caballos y fue a visi­ tar la isla de Sicilia, dirigiéndose al monte Erix. Venus (Afrodita), la diosa del amor, se dió cuenta de ello y pidió a Cupido (Eros) que con sus flechas hiriese el co­ razón de Plutón. Proserpina, hija de Ceres (Demeter) y Júpiter, y que, según Ovidio, significa las simientes o mieses, la luna y la reina de los infiernos, se hallaba en el lago Pergusa, cerca del Etna, con orillas cubier­ tas de flores y primavera eterna. Se entretenía cogien­ do flores, mezclando las lilas con las violetas. En cuan­ to Plutón la vio se enamoró de ella y la raptó, a pesar de sus protestas y gritos pidiendo socorro a sus compa- 18 -

ñeras y a su madre. Lanzando a todo galope a sus ca­ ballos negros, a los que para animar llamaba por sus nombres, atravesaron grandes lagos, entre ellos los Pa­ licos, que despedían un intenso olor a azufre. AJ llegar a la fuente Aretusa, una de las más bellas ninfas, lla­ mada Cianes, que vivía en una fuente, paró a Plutón extendiendo sus brazos por todas partes. Al ver éste que no podía pasar, se llenó de ira y dio un terrible golpe con su cetro, abriéndose la tierra y entrando con su carro hasta los infiernos. Cianes, despechada por el desprecio de Plutón en sus aguas sagradas, tuvo tan gran dolor que no cesó de derramar lágrimas hasta que toda ella se convirtió en agua. Cuando Ceres se enteró de esta desventura buscó incesantemente a su hija Pro­ serpina por mar y por tierra. Recorrió montañas, ca­ vernas y bosques y después de visitar toda la tierra sin hallar rastro regresó a Sicilia. En su deambular encon­ tró a la ninfa Cianes convertida en agua y aunque ésta no podía hablar le mostró el velo de Proserpina flotan­ do sobre las aguas de la fuente. Ceres comprendió que el raptor de su hija había pasado por aquel lugar. Poco después supo por la ninfa Aretusa, que corr Ía por enci­ ma y por debajo de la tierra, que Proserpina estaba en el infierno y era la mujer de Plutón. Al oírlo, Ceres se sintió morir, se vistió de luto y se encerró por algún tiempo en una cueva. Subió después a un carro tirado por dos dragones y atravesando la inmensidad del espa­ cio se presentó ante Júpiter con el rostro bañado en lá­ grimas y los cabellos revueltos y le pidió justicia.Éste intentó calmarla diciéndole que Plutón tenía las mis­ mas brillantes cualidades de los demás dioses y que no era ninguna afrenta tenerlo por yerno. Ante la insisten­ cia de Ceres, consintió que Proserpina fuera devuelta a su madre,siempre que no hubiera comido nada desde que entró en el infierno, "tal era el fallo del destino". Pero Proserpina, un día que paseaba por los jardines de palacio, había visto una hermosa granada, de la cual comió siete granos. Su retorno a la tierra era im- 19 -

posible. Sin embargo, a fuerza de ruegos, Ceres consi­ guió que Júpiter ordenase que su hija morase seis me­ ses con su marido y seis meses con su madre. Esta de­ cisión devolvió la calma a Ceres. Está clara la analogía del mito con el ritual agr1co­ la de la siembra, el período en el que la semilla está bajo tierra, "hasta que seis meses más tarde vuelve con su madre". Estudiado el mito con detalle, se pue­ den deducir todas y cada una de las fases de este pro­ ceso de siembra y recolección. Pero no es el cielo el que copia a la tierra, sinó ésta a aquél. Es decir, el mito es un esquema arquetípico de de­ terminadas fuerzas que operan análogamente en los dis­ tintos niveles de realidad, y, por tanto, aplicables al hombre. Plutón es la fuerza de la vida, la savia que nutre. Esta savia está sujeta a los ciclos de la luna (Proserpi­ na) y en esta historia están involucrados Ceres, la tie­ rra, y Júpiter, el cielo, y es, de alguna manera, una ex­ plicación de cómo funciona el proceso de generar vida, de la alternancia vida-muerte y de la imposibilidad de la una sin la otra. Es significativo que en 1930, cuando se descubre Plutón, éste se halla situado entre dos estrellas, Cás­ tor y Pólux. La mitología dice que Cástor, que estaba sujeto a la mortalidad, encontró la muerte en una bata­ lla cerca del monte Taigeta. Pólux, que le amaba mu­ cho, pidió a Júpiter que le devolviera la vida o le pri­ vara a él de su inmortalidad. Júpiter no pudo compla­ cerle por completo, pero consintió que todo el tiempo que Cástor viviese sobre la tierra pudiese Pólux habi­ tar en las moradas de los muertos. Así vivían y morían al terna tivamente.

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Las regencias de Plutón A pesar de los años transcurridos desde su descubri­ miento, los astrólogos no se han puesto de acuerdo so­ bre la regencia o domicilio de Plutón y aún menos en lo que respecta a su exaltación, caída o detrimento. Ciertamente es difícil, dadas las características del planeta, ser radical en esta cuestión. Como todos los planetas trans-saturninos represen­ ta una octava más elevada de otro astro, en este caso Marte, y generalmente se acepta que sustituye a éste en la regencia de un signo, según unos, Escorpión y, se­ gún otros, Aries. Los primeros se basan en el mito, en la clara analogía de éste con el signo de Escorpión y en el aspecto regenerador de Plutón. Los segundos piensan que después de asignar Urano a Acuario y Nep­ tuno a Piscis, le toca por orden lógico a Plutón ser el regente de Aries, y enfatizan el lado destructivo del planeta, como octava superior de Marte entendido co­ mo dios de la guerra. Por supuesto esta conexión no es nada desdeñable. Otros creen que los nuevos planetas -Urano, Neptu­ no y Plutón- trabajan a un nivel transpersonal y que rigen los mismos signos que los planetas con los que se relacionan. Así Urano regiría tanto Acuario como Ca­ pricornio, pero en un nivel superior a Saturno, Neptuno a Piscis y Sagitario, en un plano distinto al de Júpiter, y Plutón a Escorpión y Aries, pero de forma mucho más impersonal que Marte. De hecho, hay muchos astrólogos que siguen traba- 21

jando -en lo que concierne a los temas individuales­ Únicamente con los siete planetas tradicionales, reser­ vando los nuevos para interpretaciones más generacio­ nales y generales. La práctica en la lectura de ternas demuestra que una mayoría se sigue rigiendo por esque­ mas y ópticas centradas en sí misma, ve la vida a tra­ vés del color de su particular cristal y le cuesta mu­ cho tener una opinión impersonal. Para todos estos seres, los planetas transpersonales les afectan a través de los acontecimientos de su en­ torno, y sólo en muy poca medida, de forma directa e individualizada. Esto corroboraría la tercera hipótesis. Una cuarta teoría afirma que Plutón es regente de Piscis y que trabaja conjuntamente con Neptuno en la disolución y transformación de la materia. Asimismo en astrología esotérica, según Alice Bailey, Plutón es regente de Piscis. También se habla de una fuerte co­ nexión entre Plutón y Mercurio, regente esotérico de Aries y que según el mito conduce las almas de los muertos a presencia de Plutón. Todo esto tiene sentido y sería ingenuo despreciar­ lo para optar a una determinada regencia en orden a facilitar el trabajo. Personalmente, y teniendo presente todo lo ante­ rior, me inclino a trabajar principalmente bajo el su­ puesto de que Plutón es el regente, o co-regente, de Escorpión. Prefiero entender al planeta como una posi­ bilidad de trascender la realidad actual en otra mejor, si bien soy consciente que para ello, inevitablemente, uno ha de enfrentarse a la destrucción (Aries) y a la disolución (Piscis) de todos los lastres acumulados que impiden la transformación (Escorpión). _ , Aunque en el libro supongo la regencia de Escor­ p10n, creo necesario tener presentes las otras alternati- 22 -

vas, que en mas de una oca·sión justifican o comple­ mentan posibles experiencias plutonianas que de otro modo carecerían de sentido.

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PLUTÓN. Consideraciones generales

Límite de la conciencia

Cualquier percepción de la "realidad" o de la "Últi­ ma verdad" tiene muchas caras, así como muchas pre­ sentaciones, que indefectiblemente se van adecuando a cada nueva situación, a cada nueva necesidad. La con­ cepción que poseemos de la vastedad de nuestro siste­ ma solar -y en consecuencia de la naturaleza del ser humano- se amplía continuamente. Con Plutón se ha expandido de forma considerable el conocimiento de nuestro sistema planetario y su paralelismo está en la expansión de conciencia que Plutón representa en la carta natal de cada individuo. Plutón, al ser el Último planeta descubierto y ofi­ cialmente aceptado como tal, marca por el momento el límite del sistema. De alguna manera podemos con­ siderarlo como la Última presentación de la amplitud de nuestra concepción de la verdad. Es el límite den­ tro del cual cabe todo lo demás, es el más incluyente y al mismo tiempo el más lejano, el que por su cuali­ dad de límite del sistema conocido, es decir, ordenado, está más cerca del caos, del cual ha emergido y con el que nos conecta.

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Es de suponer que, al ritmo acelerado en que hoy en día se producen los descubrimientos de toda Índole, nuevos planetas aparecerán a la luz, ampliando tanto el horizonte de nuestro particular sistema solar, como la amplitud de nuestros conceptos. Esto no alterará básicamente las verdades plutonianas, si bien éstas en­ contrarán su lugar adecuado, su situación, orden y ca­ tegoría en una verdad más amplia. De todas maneras no todo el mundo está igualmen­ te capacitado. Hay mentes extraordinariamente bri­ llantes que llevan años de adelanto en relación a la mayoría. Para estos seres quizá Plutón ya no sea el lí­ mite pero para el resto, todavía y quizá aún por mu­ chos años, Plutón representa ese límite impreciso y misterioso más allá del cual nada se sabe. El Sol, centro del sistema, representa en nosotros el centro de conciencia, y Plutón, el planeta más ale­ jado, la parte de nosotros de la que menos sabemos, de la que menos conscientes somos. Estamos inexora­ blemente dentro de su Órbita y sólo expandiendo nuestra conciencia hasta los límites que esta órbita marca podemos entendernos como seres completos. Plutón es un viaje hasta nuestros límites actuales y la posibilidad, una vez alcanzados éstos, de trascender­ nos en una realidad más amplia.

Plutón desnuda Plutón representa el límite, "el circulo no se pasa" de nuestra conciencia actual. Es el Último circulo co­ nocido, el río circular que las almas de los muertos atraviesan antes de llegar al "otro mundo". - 26 -

Ante la muerte, esto es bien sabido, uno ha de pre­ sentarse desnudo, nadie se lleva nada al otro lado. La posibilidad plutoniana de morir a una determi­ nada situación, de acabar con un definido estado y pa­ sar a otro nuevo, la opción de dar un paso adelante, comportan el que previamente -y esto es la acción de Plutón- uno se haya despojado de todas sus vestiduras, sus criterios y escalas de valores. Para afrontar con' éxito una situación nueva, Plutón destruye, aniquila , desintegra todo lo que no es Útil. Plutón desnuda, nos deja en el vacío más absoluto. Para poder ir "más allá" de la cotidianeidad conocida hemos de pagar un precio: el de nuestros puntos de re­ ferencia habituales, de aquello en que nos apoyamos y que constituye la razón de ser con la que nos hemos identificado. Ya sea su acción desde el exterior o pro­ vocada por nosotros desde instancias más internaliza­ das y desconocidas, Plutón nos hace destruir lo que amamos, lo que ha sido punto de apoyo y causa de nuestra conducta. Todo este proceso produce dolor, mucho dolor, y aunque eufemísticamente hablamos siempre de transformación, de hecho se trata de muer­ te y renacimiento. Morimos desnudos y nacemos desnu­ dos y tan inevitable es lo uno como lo otro. Que Plutón produce dolor al desintegrar una situa­ ción, estado o parte de la personalidad, cuando no to­ da, es inevitable. Lo que sí varía -y esto depende de como esté Plutón en el tema y de aspectos colatera­ les- es la comprensión de que este dolor es parte im­ prescindible de un proceso de crecimiento, de un des­ tino -y Plutón tiene mucho que ver con el destino- que nosotros mismos, al menos en parte, nos forjamos cada día con nuestras acciones. La comprensión (y aprender cuesta) de la mecánica de la evolución, la aceptación - 27 -

de que las grandes leyes están por encima de las pe­ queñas, de que el proceso general evolutivo no debe de­ tenerse ante los procesos individuales -y que a veces la personalidad con la que nos hemos identificado es una traba a nuestro real crecimiento- aminoran este dolor y nos capacitan para sobrevivir a la tremenda potencia con la que nos enfrenta la progresión o el tránsito de Plutón sobre los puntos sensibles del tema.

La "oportunidad" de Plutón Demasiadas veces juzgamos el efecto de Plutón de una forma que me atrevo a calificar de trascendental, y hay razones para ello. Plutón nos enfrenta a una realidad que generalmente sobrepasa nuestra capacidad de reacción, pero con ello cometemos el error de olvi­ dar que casi todos nosotros nos movemos a un nivel de elementariedad básico. Hablamos a quien nos consulta un problema provocado por la acción de Plutón de la "gran oportunidad que se le presenta" y pasamos por alto la perentoriedad de su problema y que éste no ne­ cesariamente se manifiesta de forma trascendente, más bien al contrario. A la mayoría, Plutón nos sitúa en un callejón sin salida, es decir, a un determinado nivel evolutivo, el de la mayoría de nosotros, la per­ sona tiene poca opción de decidir por sí misma, todo le viene dado y no le queda más remedio que aguantar lo mejor que puede la situación. A estas personas que no están orientadas hacia realidades más trascendentes, que sobrepasan el marco de lo personal y que en consecuencia pueden intentar entender las jugadas del destino, la experiencia pluto­ niana se les aparece siempre como algo maligno y su tendencia natural es escapar de la prueba, lo que evi­ dentemente no está en sus manos. - 28 -

En estos casos de poco sirve hablar de "oportuni­ dad", aunque filosóficamente sea cierto. Quizá sería más Útil avisar al consultante, aunque resulte duro, de la tormenta que se le avecina.

Plutón manifiesta los extremos La energía que Plutón representa rige los extre­ mos, lo mejor y lo peor en nosotros, si es que se pue­ de hacer esta distinción. _C_uando esta energía �e canaliz