Primeras Paginas Mi Hermano Gigante

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Mi hermano gigante Mauricio Paredes Ilustraciones de

Verónica Laymuns

Mi hermano gigante © Del texto: 2010, Mauricio Paredes © De las ilustraciones: 2011, Verónica Laymuns © 2010, Aguilar Chilena de Ediciones S.A. © De esta edición: 2013, Santillana S.A. Av. Primavera 2160, Lima 33 - Perú Un sello editorial de Santillana S.A., que publica en: • España • Argentina • Bolivia • Brasil • Colombia • Costa Rica • Chile • Ecuador • El Salvador • EE. UU. • Guatemala • Honduras • México • Panamá • Paraguay • Perú • Portugal • Puerto Rico • República Dominicana • Uruguay • Venezuela ISBN: 978-612-309-117-0 Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2013-13412 Registro de Proyecto Editorial Nº 31501401300736 Primera edición: octubre 2013 Tiraje: 3 000 ejemplares Impreso en el Perú - Printed in Peru Metrocolor S.A. Los Gorriones 350, Lima 9 - Perú Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma y por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la Editorial.

La casa de mi hermano grande no tiene rejas,

así que cualquiera puede entrar a su jardín.

La casa de mi hermano grande es tan grande como él.

Se la prestaron mis abuelos para que viviera ahí,

pero no con ellos, porque ellos ya están muertos.

M

ano m r e ih

se desvela porq

ue e s

u al q g i , o nervios

u e yo .

Una noche, en que no pudo dormir, oyó un sonido y miró por la ventana.

a

un pájaro que cant ab

an

te

sd

el amanec

er

.

E

ra

io a a v e í and e hab ía un r g S l rbo dose. o y ten á l de antán chic o j a n v Deb ñor le n rincó ola. e c u un s do en vía la o a aloj que m ro per

Mi hermano grande bajó a saludarlos. —Buenos días —les dijo sonriendo.

El hombre se asustó al ver a mi hermano tan grande. El perro no, y se acercó a lamerle la mano para saludarlo de vuelta.

—Disculpe, joven —le dijo el señor de la calle.

—Nosotros

ya nos vamos. Yo

o. d a tras voy a

Mi hermano le dio permiso para que durmiera en su jardín,

pero le preocupaba que no tuviera casa ni familia.

—Ellos son mi familia y mi casa —le respondió, indicando al árbol, al pájaro y al perro.

La s ram as de l árb ol so n mi tec ho y yo su rie go.

El pe rr o es m i estu fa

y yo la su ya .

j despertador Y el pájaro es mi relo

y nosotros su público.

Esa explicación le pareció bien a mi hermano. Pensó que era un hombre inteligente, pero un poco loco.

Quiso saber el nombre de su invitado. —¿Cómo te llamas? —le preguntó sonriendo.

—Los que somos de la calle no tenemos nombre —le respondió—. Somos silvestres. Solo Dios en su Santo Reino los sabe y nos los dirá cuando estemos frente a Él.

Mi hermano dice que el invitado debe tener su misma edad, pero se ve mucho más viejo. Dice que es porque se le ha gastado la cara con el viento del invierno y el sudor del verano. Dice que es un alma de poeta envuelta en un cuerpo de vagabundo.

La siguiente noche, mi hermano grande tampoco pudo dormir porque estaba muy nervioso. Llamó por teléfono a un albergue. Pero nadie contestó porque aún no amanecía.