Potter, Beatrix - El Conejo Perico

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EL CONEJO

PERICO

EL CUENTO DE

EL CONEJO PERICO

ALTEMUS LIBROS MENUDOS PARA GENTE MENUDA

El cuento de el Conejo Perico POR

BEATRIX POTTER TREINTA Y UNA ILUSTRACIONES

PHILADELPHIA HENRY ALTEMUS COMPANY Copyright, 1904, por Henry Altemus

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HABÍA una vez cuatro conejitos, llamados Flopsy, Mopsy, Cola de Algodón y Perico. Vivían con su madre en una madriguera bajo las raíces de un abeto muy grande.

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«AHORA,

queridos», dijo una

mañana la Señora Coneja, «podéis ir al campo, o caminar por el sendero, pero no entréis en el jardín del Señor McGregor».

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«VUESTRO padre tuvo allí un accidente; la Señora McGregor hizo con él una empanada».

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«AHORA salid y no hagáis travesuras. Yo me marcho».

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ENTONCES

Mamá Coneja

tomó una cesta y su paraguas, atravesó el bosque y llegó a la panadería. Allí compró una pieza de pan moreno y cinco bollos con pasas.

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FLOPSY, Mopsy y Cola de Algodón, que eran buenos conejitos, fueron al sendero a recoger moras.

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PERO

Perico, que era muy tra-

vieso, se fue derecho al jardín del Sr. McGregor.

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Y se deslizó bajo la verja.

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PRIMERO se comió unas lechugas y algunas judías; y después unos rábanos.

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ENTONCES,

como empezó a

sentirse mal, fue a buscar un poco de perejil.

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PERO

al final de un bancal de

pepinos se encontró con... ¡el Sr. McGregor.

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EL Sr. McGregor estaba de rodillas plantando unas coles, pero dio un salto, se puso en pie y empezó a correr tras Perico, amenazándolo con un rastrillo y gritando «¡Alto, ladrón!»

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PERICO

no podía estar más

asustado; corrió por todo el jardín, pero no podía escapar porque había olvidado dónde estaba la salida. Perdió uno de sus zapatos entre las coles y el otro entre las patatas.

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COMO estaba descalzo, se puso a cuatro patas y pudo correr más rápido. Casi se podría haber escapado si no hubiera sido porque tropezó con la malla de unas grosellas, y se quedó enganchado por uno de los grandes botones de su chaqueta. Era una chaqueta azul con botones de cobre recién estrenada.

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PERICO

se dio por perdido y

empezó a llorar. Sus sollozos fueron oídos por unos simpáticos gorriones, que volaron hacia él y lo animaron para que se liberara.

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EL Sr. McGregor llegó con un cedazo dispuesto a atrapar a Perico, pero entonces el conejito dio un tirón y consiguió liberarse dejando atrás su chaqueta.

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CORRIÓ

hacia el cobertizo y

saltó dentro de una regadera. Podría haber sido un magnífico escondite si no hubiera sido porque estaba llena de agua.

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EL Sr. McGregor estaba seguro de que Perico estaba en algún sitio dentro del cobertizo, oculto quizás bajo un tiesto. Así que empezó a darles la vuelta con cuidado y mirando bajo cada uno. Entonces Perico estornudó «¡atchis!» y el Sr. McGregor se dirigió inmediatamente hacia él.

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INTENTÓ atraparlo con su pie, pero Perico saltó por la ventana, volcando tres macetas. La ventana era demasiado pequeña para el Sr. McGregor, que además estaba cansado de tanto correr; así que volvió a su trabajo.

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PERICO se sentó a descansar; le faltaba la respiración, temblaba de frío y no tenía la menor idea de cómo salir del jardín. Y para colmo estaba empapado del agua de la regadera.

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AL cabo de rato se puso de nuevo a buscar la salida, caminando despacio y escondido, y mirando por todas partes. Encontró una puerta en el muro, pero estaba cerrada y no había ninguna rendija por la que pudiera escurrirse un conejo gordito como Perico.

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UNA ratoncita correteaba aquí y allá por el umbral de piedra de la puerta, transportando guisantes y habas para llevárselos a su familia en el bosque. Perico le preguntó el camino para llegar a la verja, pero tenía un guisante tan grande en su boca que no podía contestar y sólo movió la cabeza. Perico comenzó a llorar.

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ENTONCES

Perico intentó

atravesar el jardín, pero cada vez se encontraba más perdido. Llegó al estanque en el que el Sr. McGregor llenaba su regadera. Una gata blanca observaba fijamente unos peces de colores; estaba muy quieta, pero la punta de su rabo se movía a uno y otro lado como si tuviera vida propia. Su primo Benjamín, le había hablado en alguna ocasión de los gatos, así que Perico se lo pensó mejor y decidió marcharse sin preguntarle nada. 50

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VOLVIÓ

en dirección al cober-

tizo pero repentinamente escuchó el ruido de una azada: «crrrich, crach, crach, crich...» muy cerca de él. Perico se escondió bajo unos arbustos, pero como no sucedía nada saltó a una carretilla y miró sigilosamente desde dentro. Justo en frente estaba el Sr. McGregor cavando las cebollas. ¡Estaba de espaldas a Perico y delante suya estaba la verja!

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PERICO bajó con cuidado de la carretilla y empezó a correr tan rápido como pudo en línea recta hacia la verja, por detrás de unas matas de grosellas. El Sr. McGregor lo vio en la última esquina, pero a Perico no le importó. Se deslizó por debajo de la verja, y se vio por fin libre fuera del jardín.

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CON

la chaqueta y los zapatos

de Perico, el Sr. McGregor hizo un espantapájaros para asustar a los mirlos.

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PERICO

no paró de correr sin

mirar atrás, hasta que llegó a su madriguera bajo el gran abeto.

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ESTABA tan cansado que se dejó caer sobre la arena suave y agradable de la madriguera y cerró los ojos. Su madre estaba cocinando y se preguntó qué habría hecho esta vez con su ropa. ¡Era la segunda chaqueta y el segundo par de zapatos que Perico había perdido en las últimas dos semanas!

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POR

desgracia Perico no se sin-

tió muy bien esa tarde. Su madre lo llevó a la cama y le hizo una manzanilla. Perico se tuvo que tomar una cucharada sopera antes de acostarse.

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EN

cambio, Flopsy, Mopsy y

Cola de Algodón cenaron pan, leche y moras.

FIN

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Esta obra está basada en el libro «Peter Rabbit» original de Beatrix Potter, publicado en 1904, que actualmente carece de derechos de autor y se encuentra bajo el dominio público. La obra «El Conejo Perico» incorpora las siguientes modificaciones: • Las ilustraciones originales han sido corregidas digitalmente. • El texto original se ha traducido al castellano. • Se ha realizado una nueva maquetación de la obra inspirándose en la original. Estas modificaciones han sido realizadas por Paco López Lorente. La obra final se distribuye bajo la siguiente licencia: cc

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