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Territorialidades y lucha por el territorio en América Latina Geografía de los movimientos sociales en América Latina

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Carlos Walter Porto-Gonçalves

Territorialidades y lucha por el territorio en América Latina



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Carlos Walter Porto-Gonçalves

Territorialidades y lucha por el territorio en América Latina Geografía de los movimientos sociales en América Latina

Instituto Venezolano de Ciencia y Tecnología

Carlos Walter Porto-Gonçalves Territorialidades y lucha por el territorio en América Latina. Geografía de los movimientos sociales en América Latina. Prólogo de Edgardo Lander. Traducción José Quintero Weir. Editado por el Instituto Venezolano de Ciencia y Tecnología (IVIC)

Escuela de Letras-LUZ

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Presentación

Es motivo de satisfacción para nosotros poder presentar el primer volumen de nuestra Colección Lecturas Emancipadoras, la que tiene por meta entregar a nuestros estudiantes una selección de textos y documentos que, consideramos fundamentales para el estudio y comprensión de nuestro proceso geo-histórico y cultural latinoamericano, así como las condiciones de nuestra dependencia y colonialidad pero, sobre todo, las posibilidades de consolidación de las luchas sociales de nuestros pueblos en función de nuestra autonomía e independencia. Se trata de antologías con las que intentaremos abarcar todas las áreas y disciplinas académicas, así como textos poco conocidos o no reeditados y de difícil acceso, traducciones de materiales de trascendental importancia para la formación de nuestros estudiantes. En este sentido, hemos querido comenzar nuestras Lecturas Emancipadoras con una antología de los más importantes artículos del geógrafo brasileño Carlos Walter Porto-Gonçalves, no sólo por la importancia y actualidad que su pensamiento tiene para la comprensión de las luchas sociales de América Latina el que, además, ha forjado en el mayor rigor académico y consustanciado con la participación efectiva en las luchas sociales al lado de las comunidades seringueiras1* de la selva amazónica y de dirigentes sociales como el internacionalmente reconocido y desaparecido Chico Mendes. Así, hemos seleccionado algunos de sus trabajos en los que plantea entre muchas cosas una razón fundamental: no hay cultura sin territorio, de tal manera que, todo proceso histórico corresponde al mismo tiempo a un proceso de territorialización en el que las comunidades construyen y defienden su espacio. En este sentido, la configuración del mundo por parte de los pueblos en su proceso histórico está sujeta al desarrollo de territorialida1* En portugués, las palabras caucho y seringueira se refieren a especies distintas. La seringueira es el árbol al que se corta finamente su piel para extraer la savia que se transformará en goma elástica. El árbol se queda en pie. El caucho, en cambio, es un árbol distinto, al que se tumba completo y de una sola vez y, de su tallo, se hace la goma elástica. La seringueira permite que los extractores permanezcan viviendo en su sitio de extracción. De este modo, el seringueiro se territorializa mientras que el cauchero se va más adelante, derrumbando nuevos árboles. El primero es sedentario o, como mínimo, semi-sedentario, en tanto que el cauchero es nómada. El primero vive del bosque, el segundo, de su derrumbe. Son, por lo tanto, completamente distintos el seringueiro y el cauchero. (Nota del Autor) * Hemos querido mantener a lo largo de esta selección el término original, respetando no sólo el vocablo por sus implicaciones lingüísticas sino, sobre todo, por el proceso cultural y político que el mismo ha adquirido en la lucha de estas comunidades del Brasil. NT.

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des que así, generan formas de ver y entender el mundo que les son propias y, por tanto, generando su propia racionalidad. Esperamos pues, que este y los números por venir, cumplan con el cometido que nos anima: contribuir a elevar el espíritu crítico de nuestros estudiantes como camino verdadero a su propia emancipación y a su aporte en la emancipación de todos.

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Prólogo

Los señores y poseedores de la naturaleza Edgardo Lander

...tan distintamente como conocemos los diversos misterios de nuestros artificios, podríamos emplearlos de la misma manera en todos los usos para los cuales son propios y así, nos convierte en señores y poseedores de la naturaleza. Descartes

El lector tiene en sus manos una estimulante colección de ensayos de Carlos Walter Porto-Gonçalvez que constituyen un valioso aporte al debate político conceptual contemporáneo en búsqueda de alternativas al pensamiento hegemónico, colonialeurocéntrico y sus pretensiones universalistas. Ponen estos textos particular énfasis en las formas como se están pensando/ viviendo otras concepciones/prácticas de las territorialidades en las luchas populares en América Latina. Son textos que abarcan desde una aguda reflexión crítica a los supuestos y condiciones básicas del conocimiento hegemónico de la sociedad moderna, pasando por una reconceptualización del espacio y del territorio, hasta una exploración de las implicaciones directamente políticas de estas reformulaciones criticas. En esta presentación sólo se destacarán algunos de los temas y propuestas centrales de la rica diversidad de asuntos que el autor aborda en esta colección de ensayos. En particular, interesa destacar aquí la pertinencia de estas propuestas teóricas y políticas para dos asuntos críticamente pendientes en la coyuntura venezolana actual: el modelo de sociedad que se construye y sus relaciones insostenibles con la llamada “naturaleza”, e indisolublemente asociado a lo anterior, el estado actual de los derechos de los pueblos indígenas en el país. Un primer aspecto que hay que destacar de los análisis

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críticos que recorren estos ensayos es el énfasis en que la actual crisis del patrón civilizatorio occidental, que se fue imponiendo en el sistema mundo colonial-moderno a lo largo de los últimos cinco siglos, debe entenderse como la crisis de un modo de conocer. No son posibles alternativas a esta civilización sin saberes otros, alternativos. Considera que el paradigma de conocimiento hegemónico se caracteriza por ser dualista y dicotomizante. Este pensamiento moderno europeo, hoy en crisis, en su búsqueda de una verdad objetiva distinguió objetos “claros y definidos”, retiró al sujeto de la relación que así, desde fuera, por el método científico, esto es, racional, develaría los misterios de la naturaleza para dominarla mejor. Así, se erige todo un conjunto de categorías dualistas propias del pensamiento moderno europeo -naturaleza y cultura; sujeto y objeto; materia y espíritu; cuerpo y mente; razón y emoción; individuo y sociedad; ser y pensamiento...

Este dualismo dicotómico tiene trascendentes implicaciones. No se trata sólo de dicotomías sino igualmente de relaciones jerárquicas que establecen la primacía de uno de los polos de la dualidad sobre el otro. Algunas de estas dicotomías, como las que se formulan entre tiempo y espacio, son de especial interés para aproximarse a las “territorialidades y lucha por el territorio en América Latina”, temas centrales que atraviesan estos ensayos. Hay en la tradición hegemónica del pensamiento europeo occidental una supremacía del tiempo en relación al espacio, sobre todo, en la moderna-colonialidad. El progreso es, casi siempre, algo que se da en cuanto cambio cualitativo en el tiempo, de allí que pueda decirse que aquel pueblo o aquella región es atrasado(a) o adelantado(a), como si hubiese un reloj o, más precisamente, un cronómetro cultural. No sólo Europa ocupa el panteón de la civilización frente a los otros pueblos y regiones que viven más cerca del estado de naturaleza en el continuum ya aludido, sino también, el progreso está en un polo activo -Europa, los Estados Unidos, Japón- de donde se expande, a lo largo del tiempo, hacia los otros lugares que así, son pasivos. Hasta la misma utopía es un no-lugar, o mejor, es un lugar imaginario que es en otro tiempo mejor que nuestro tiempo, lejos de nuestro espacio del aquí-y-ahora. Time is Money (tiempo es dinero), una de las máximas centrales de una sociedad mercantil que se instituyó a partir del Renacimiento -es sólo una más de las indicaciones de la sobrevaloración, en esta sociedad, del tiempo sobre el espacio. A fin de cuentas, no se dice Space is Money (espacio es dinero), más sin embargo, sabemos que no siendo la

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riqueza reductible a su expresión simbólica -el dinero- la constitución de la sociedad mercantil europea implicó, desde el inicio, la conexión con otros mundos de vida de donde provenía la materia tangible (oro, plata, por ejemplo).

Al asumirse una dualidad radical entre cultura y naturaleza, la llamada naturaleza queda en lo fundamental fuera del campo de mirada de las ciencias sociales. Dejar fuera a la naturaleza tiene enormes consecuencias para las ciencias sociales, por no decir a la sociedad misma. Finalmente, significó dejar fuera todo un conjunto de lugares, regiones y sus pueblos y culturas que se forjaron a partir de múltiples matrices de racionalidad, contribuyendo así, a la idea de que había una única matriz de racionalidad -la europea- que resumía un universo de significaciones que comandan en sus prácticas todas las contradicciones del mundo moderno y contemporáneo (Liberalismo-socialismo, por ejemplo). Así, la relación capital-trabajo pasó a comandar la dinámica societaria subestimando el significado de la naturaleza y la importancia de los pueblos que construían sus prácticas y significaciones en una relación con-la-naturaleza y no contra-la-naturaleza.

A partir de esta constatación, el autor explora cómo desde otras concepciones del espacio y del territorio es posible, tanto fundamentar una perspectiva teórico/epistemológica desde la cual realizar un cuestionamiento radical de la racionalidad hegemónica, como el reconocimiento de vitales espacios de resistencia y de construcción de alternativas en las luchas populares actuales en el continente, especialmente campesinas, de pueblos indígenas y afrodescendientes. El espacio geográfico y el territorio se colocan así, como conceptos claves para la comprensión de los complejos procesos que ahora ponen en crisis el mundo modernocolonial hasta porque son conceptos que históricamente están ligados a ese mundo que los creó. En fin, una de las cuestiones centrales que se presentan en nuestros días habla del respeto, exactamente, a las nuevas grafías en la tierra, a los nuevos límites territoriales y, como la definición de límites es la propia esencia de la política, es toda la cuestión de los protagonistas lo que está en juego. Así, se impone la necesidad de des-sustantivar al espacio geográfico puesto que, casi siempre, es visto como una realidad objetiva exterior a la sociedad. ...la geograficidad va más allá de las condiciones naturales, como es aceptado en las ciencias sociales. Con certeza, la naturaleza forma parte de la materialidad que constituye el espacio geográfico. Y aquí no se admite una distinción,

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tan cara al pensamiento dualista dicotomizante, entre lo material y lo simbólico. Consideramos, al contrario, que los hombres y mujeres sólo se apropian de aquello que tiene sentido; sólo se apropian de aquello a lo que atribuyen una significación y, así, toda apropiación material es, al mismo tiempo, simbólica. Sociedad y territorio, podemos ver, son indisociables. Toda sociedad al constituirse lo hace constituyendo su espacio, su hábitat, su territorio. Al contrario del pensamiento disyuntivo que opera por dicotomías, como quiere hacer creer el aún hegemónico pensamiento eurocéntrico moderno, no tenemos primero a la sociedad (o el espacio) y después el espacio (o la sociedad) -sociedad y espacio. En verdad, sociedad es espacio, ante todo, porque es constituida por hombres y mujeres de carne y hueso que en su materialidad corporal no puede prescindir del agua, de la tierra, del aire y del fuego. El hecho de que los hombres y mujeres serán seres que hacen historia y cultura, los animales simbólicos que son, no los hace dejar de ser materia viva. Toda apropiación material es, al mismo tiempo, y no antes ni después, simbólica. Finalmente, no nos apropiamos de nada que no tenga sentido, que no tenga significado. El concepto de territorio pensado más allá de los dualismos nos obliga a abandonar uno de los pilares del pensamiento eurocéntrico que es la separación de sociedad y naturaleza

Para la construcción del andamiaje de las ciencias sociales la subvaloración del territorio tuvo, como era de esperarse, consecuencias para el lugar que la geografía ocupó como disciplina: La geografía, en cuanto saber que se mantuvo preso al espacio, pagó un precio caro por ello. Por haberse desarrollado preocupada por el espacio tuvo que lidiar con la relación de la sociedad con la naturaleza y así, también fue mal reconocida en la división del trabajo científico entre las ciencias naturales y las ciencias sociales. El paradigma de cientificidad hegemónico heredado exigía ese recorte entre lo natural y lo histórico y hay allí más de una razón para que la geografía fuese descalificada en la jerarquía del poder científico. Esta identificación entre lo natural y lo social era suficiente para que se descalificase el conocimiento como un conocimiento precientífico. ..en la geografía del imaginario eurocéntrico no cabe el lugar de la naturaleza, donde hasta los mismos pueblos son salvajes, cabiendo a Europa el lugar de la cultura. Como en el imaginario eurocéntrico hegemónico cabe a la cultura dominar la naturaleza la dominación sobre nosotros estaría plenamente justificada.

Otra expresión constitutiva de este patrón de conocimiento hegemónico colonial y eurocéntrico es la separación

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radical que se establece entre el conocimiento considerado como válido (el conocimiento científico, el conocimiento occidental) en oposición con el conocimiento no-científico, el conocimiento de los “otros” que tendría poco o nada que aportar. No se trata de un mero asunto epistemológico, sino de unas determinadas relaciones históricas de poder entre los “unos” y los “otros”, relaciones de poder que son un aspecto medular de las luchas políticas de nuestros tiempos. En palabras del autor: Expliquemos una tesis central que hasta aquí ha estado subyacente: los paradigmas no caen del cielo. Los paradigmas son instituidos por sujetos sociales, histórica y geográficamente situados y, de esta manera, la crisis de este paradigma es también, la crisis de la sociedad y de los sujetos que los instituyeron... Ahora, no nos sorprendamos, por lo tanto, cuando vemos emerger nuevos paradigmas y junto a ellos, nuevos sujetos que reivindican un lugar en el mundo. Hoy es posible confrontarnos con la emergencia de matrices de otras racionalidades tejidas a partir de otros modos de hacer, pensar y sentir, sea en América Latina, África o Asia; entre segmentos no occidentales de Estados Unidos, Canadá y hasta en la misma Europa, con diversas poblaciones indígenas y de afrodescendientes que claman por afirmarse frente a un mundo que se creyó superior porque estaba basado en un conocimiento científico universal (imperial), que colonizó el pensamiento científico en todo el mundo, descalificando las otras formas de conocimiento.

Para el autor, estrechamente asociado con esta construcción occidental de la separación del espacio y del territorio, de la separación jerárquica entre cultura y naturaleza, está la construcción del imaginario con pretensiones universalistas, (de fundamento cristiano) del progreso y el desarrollo. La idea de desarrollo, en cuanto utopía/ ideología integrativa de la Modernidad, parece tener un fuerte cuestionamiento, sobre todo después de los años sesenta/ setenta. Se inscribe así en el debate una cuestión que se pretende nueva que es la relación sociedad-naturaleza en lo que concierne al desarrollo, puesto que a derecha y a izquierda, se creía que desarrollo significaba salir de la naturaleza y más que eso, dominarla, instrumentalizándola, reduciéndola al estatuto de recurso, que como se sabe es un medio para alcanzar un fin. La idea de desarrollo presenta una íntima relación con la de Geografía Política. Antes que nada, desarrollo presupone crecimiento, hasta porque desarrollarse significa des-envolverse, lo que implica abrir, quebrar, romper lo

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que está envuelto. Fuertemente influenciado por la herencia cristiana que permea el pensamiento occidental, la idea de desarrollo se reviste de una pretensión universalista, en este sentido, pretende redimir (salvar) los pueblos a través de su conversión a los patrones de desarrollo europeos. Vimos como el Progreso- Desarrollo pasó a constituirse en uno de los pilares del llamado Mundo Moderno y, también como el Estado Nacional se volvió su forma geográfica política por excelencia.

Señala el autor que a partir de las décadas de los 60 y los 70 del siglo pasado, se produce un “punto de inflexión/bifurcación” y las ideas de desarrollo y crecimiento sin límite comienzan a “demostrarse insostenibles”. La idea del desarrollo sustentable aparece como parte del reconocimiento de la necesidad de cambios en “las creencias y valores” de la sociedad para lograr la sobrevivencia de la vida en el planeta. Sin embargo, el desarrollo y la apuesta a la posibilidad de un crecimiento sin límites están profundamente arraigadas aún en propuestas teórico conceptuales que se asumen como críticas: La idea de Desarrollo Sustentable (...) intenta recuperar el Desarrollo como categoría capaz de integrar los desiguales (y los diferentes) en torno de un futuro común (y no de un futuro en comunidad o un futuro en comunión). Eso demuestra en sí mismo que puede haber más continuidad que ruptura de paradigmas en el proceso en curso. Indicaría, por otro lado, que el Desarrollo, además de una idea muestra las dificultades de reproducción fuera de ella. De ahí lo de Sustentable. Debemos buscar comprender la emergencia de esa idea, en términos analíticos, en las tensiones/luchas por atribuir sentido a la vida social inscriptas en el seno de una organización social que ya no se sustenta.

Las nociones de progreso y de desarrollo están estrechamente articuladas con unas formas de entender la tecnología, o las fuerzas productivas y su papel en la sociedad moderna. Cuando la “naturaleza” es entendida como un “otro” radicalmente externo, como cosa, como un objeto, puede ser sometida con el propósito de satisfacer unas ilimitadas “necesidades” humanas. En esta visión de fundamento positivista la tecnología de la sociedad moderna avanza en una dirección lineal ascendente hacia la abundancia material que haría posible la superación del reino de la necesidad. El peso que se le ha dado al cuestionamiento de los patrones científico-tecnológicos en la critica al capitalismo ha fluctua-

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do mucho durante los dos últimos siglos. Las interpretaciones sobre la supuesta neutralidad de la tecnología en el pensamiento socialista y/o marxista han sido objeto se fuertes polémicas. Incluso en la obra de Marx hay perspectivas diversas en la evaluación del significado de la tecnología de la sociedad capitalista. Ésta es caracterizada en algunos textos como expresión de las relaciones de dominación/explotación de la sociedad capitalista, en otros como expresión del desarrollo lineal, progresivo y ascendente de las fuerzas productivas. En esta segunda perspectiva, la tecnología de la sociedad capitalista sería el aporte histórico, la base material que haría posible la sociedad que la sucederá históricamente, la sociedad socialista. Sin embargo, como lo demostró la experiencia soviética, a partir de los mismos patrones científico-tecnológicos y de las mismas formas de sometimiento de la llamada “naturaleza” no es posible la construcción de una sociedad alternativa. La tecnología que ha producido esta sociedad es tan capitalista como lo es su Estado. Hay aquí un muy problemático punto ciego, un límite severo en buena parte de la critica marxista a la sociedad capitalista. La tecnología no es un hecho neutro, es por el contrario, constitutiva de las relaciones sociales de poder históricas en las cuales se produce, y con ello parte fundamental de la dinámica reproductora y legitimadora de esta sociedad. Esas relaciones de poder no desaparecen con los cambios en las relaciones de propiedad sobre estas tecnologías.2 El autor formula críticamente las relaciones entre técnica/ tecnología y poder, concibiendo la tecnología como constitutiva de las relaciones sociales: ...relaciones técnicas son inmanentes a las relaciones sociales y de poder y no algo que se hace al lado o desde afuera de estas relaciones. ...la técnica se inscribe en el centro de las relaciones sociales de poder, no pudiendo ser encarada como un Deus ex Machina, como una instancia separada del contexto socio-histórico que la crea. No es fortuito, por lo tanto, que la Primera Revolución Industrial que instituyó la maquino-factura, haya tenido la resistencia del Movimiento Luddista, que quebraba las máquinas, ya que les retiraba el poder y el empleo. La Segunda Revolución Industrial, seguida por el Taylorismo, también encontró gran resistencia entre los trabajadores... Siendo así, toda Revolución Tecnológica es también parte de un proceso de revolución en las relaciones sociales de poder. Destaquemos que la Revolución Tecnológica no 2 Ver: Edgardo Lander, Contribución a la crítica del marxismo realmente existente. Verdad, ciencia y tecnología, Fundación Editorial El Perro y la Rana, Caracas, 2008.

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es causa o consecuencia de la revolución en las relaciones sociales y sí parte constitutiva de las propias relaciones sociales y de poder.

La tecnología de la sociedad capitalista expresa la confianza omnipotente en las posibilidades del control creciente sobre la naturaleza y el crecimiento material sin límites. Es la forma en que se relaciona con la “naturaleza” una sociedad que tiene fe ciega en el progreso. La producción de riquezas no tiene límites en el interior de ese orden imaginario Moderno, no estamos delante de un juego de suma cero, donde para que uno gane el otro tiene que perder. Ahora, en la Modernidad, la capacidad técnicocientífica de dominar la naturaleza permite una producción ilimitada de riquezas donde todos pueden ganar. A eso se le llama Desarrollo.

Mismo la crítica de Karl Marx al capitalismo, no es una crítica al desarrollo de las fuerzas productivas. Marx es rigurosamente hablando, un clásico de la Modernidad, tal como Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill... para quedarnos solamente entre los que van a ser conocidos como economistas.

Luchas por el territorio en América Latina El autor enfatiza que lo está en juego cuando se habla de territorios, son “modos distintos de apropiarse de la tierra por medio de culturas diferentes y, de este modo, estamos hablando de distintas territorialidades.” Argumenta que muchas de las principales luchas populares que se dan hoy en el continente no pueden ser comprendidas sin reconocer la centralidad que en éstas tiene la dimensión territorial. Son luchas de movimientos indígenas, de afrodescendientes y de campesinos -como la del MST- cuyo potencial emancipatorio no puede ser reconocido “si permanecemos prisioneros de categorías analíticas pensadas a partir de una realidad específica como Europa, por más que nos hayamos habituado con el eurocentrismo a la idea de un pensamiento universal y así, válido en cualquier circunstancia.” ... en estas resistencias, r-existencias, las epistemes y el territorio (donde la cuestión de la tierra tiene un lugar central) ganan una enorme importancia, no sólo por el lugar que el orden moderno-colonial nos destinó en la división internacional del trabajo, sino también por el significado de la naturaleza para la reproducción de cualquier sociedad, formas que el antropocentrismo eurocéntrico cree que la ciencia y la técnica pueden dominar.

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En estos conflictos territoriales vienen cumpliendo un papel destacado las matrices de racionalidad campesinas, además de aquellas fundadas en civilizaciones otras, tanto de pueblos originarios como de afrodescendientes.

En las diferentes luchas analizadas en estos ensayos está claramente presente la contraposición de racionalidades diferentes, de concepciones divergentes de la propiedad, de nociones confrontadas de la territorialidad. En la medida en que avanza la frontera de la ocupación/apropiación capitalista en grandes extensiones territoriales previamente ocupadas por poblaciones indígenas, afrodescendientes, campesinos o seringueiros, se produce un proceso equivalente al del cercamiento de las tierras, bosques y aguas de uso común, compartido (the commons) tal como ocurrió durante la revolución industrial en el Reino Unido. Con la privatización de aquello que es de uso compartido, con la mercantilización de la “naturaleza”, se socavan las condiciones de vida de las poblaciones afectadas. En estas condiciones la lucha por la preservación del territorio es al mismo tiempo por la defensa de la propia cultura de estos pueblos y comunidades. En palabras de Chico Mendes: no hay defensa de la selva sin la defensa de los pueblos de la selva. Estas áreas son ocupadas por pueblos invisibilizados, muchos de los cuales están aquí hace más de 12 mil años, al contrario de lo que afirma la ideología de los conquistadores que nombra como vacíos demográficos y desiertos las áreas que quieren someter. Sólo la colonialidad del pensamiento hegemónico puede ignorar el conocimiento tejido por estos diferentes pueblos en esta milenaria historia.

La oposición a estos procesos de despojo está crecientemente articulada no sólo en términos de resistencia al desplazamiento de sus tierras, sino igualmente en la defensa/creación de otros patrones de ocupación territorial. Se expresan en estas luchas nociones radicalmente divergentes de las concepciones de “naturaleza”, “recursos”, “tierra” y “propiedad” que caracterizan al eurocentrismo colonial del liberalismo. Es fundamental que prestemos atención a estas nuevas territorialidades que están potencialmente inscritas entre estos diferentes protagonistas, y que se movilizan con/ contra los sujetos y las conformaciones territoriales que allí están en crisis, intentando identificar sus posibilidades y sus límites emancipatorios. Hay nuevas conflictividades sobre-imponiéndose a las antiguas. En esta imbricación de temporalidades distintas la cuestión del territorio se explica con la crisis del Estado.

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En esta tensión de territorialidades, lo colectivo/comunitario se coloca casi siempre contrario a la exclusividad de la propiedad privada que, siendo espacio de uso exclusivo y, ya por ello, de exclusión, es la base del espacio mutuamente excluyente, de la soberanía absoluta que subyace al concepto de territorio en las matrices hegemónicas del pensamiento moderno-colonial. Así, es preciso que superemos la lógica dicotómica, la lógica del esto o aquello y, definitivamente, aceptemos las lógicas relacionales, plurales y que nos apuntan hacia territorialidades de otro tipo.

No se trata, argumenta el autor, de una simple oposición binaria entre dos modelos estáticos del territorio, ni de “reificar ninguna conformación territorial a priori sea cual fuera. ...más que la idealización de cualquier territorialidad es preciso verificar las relaciones que las conforman.” ...los territorios no son substancias ahistóricas... siempre inventados y, como tales, los realizan concretamente sujetos históricos que los instituyen. Por lo tanto, hay que considerar al territorio y sus sujetos instituyentes y así, es fundamental que desnaturalicemos este concepto.

Las actuales confrontaciones político-sociales en torno a los territorios y enfrentamientos entre concepciones divergentes del territorio no son, de modo alguno, fenómenos que ocurren exclusivamente en el mundo rural, indígena o campesino, sino igualmente en los ámbitos urbanos y suburbanos, un asunto fundamental en vista de que es éste hoy un continente mayoritariamente urbano. Crecientemente, la urbe latinoamericana se caracteriza por formas de segregación espacial en los cuales se constituyen patrones divergentes de territorialidad. Es común que en estas aglomeraciones suburbanas se reproduzcan barrios de las comunidades campesinas e indígenas de origen, donde las relaciones de parentesco conforman comunidades de vecinos. Son ruralidades que se reinventan en los espacios suburbanos, fundamentales en la reterritorialización de estas poblaciones. Redes de empleo informal, mutuales para la construcción de casas y familias ampliadas, conforman de esta manera, redes de socialización primarias que cuentan hasta con un sistema de salud sui generis, el médico de familia... En estas mismas ciudades, sin embargo, vemos un contraurbanismo de espacios cerrados de Shopping centres y de condominios cerrados de las clases medias y burguesas. La unidad de estas ciudades se mantiene por medio de dominaciones sociales y de poder injustas que se agravan, aún más,

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con la crisis de las relaciones tradicionales de dominación con la implantación de las políticas de ajuste estructural y el supra-nacionalismo constitucionalista.

La contribución de Carlos Walter Porto-Gonçalvez a debates pendientes en Venezuela hoy Estos textos constituyen valiosos aportes particularmente pertinentes para abordar dos asuntos críticos del proceso de cambio que hoy vive Venezuela: 1) La respuesta que se le da a los retos planteados por los límites del planeta y la urgencia de otros patrones civilizatorios alternativos a la lógica depredadora de la sociedad industrial del progreso, y; 2) La situación actual de los pueblos indígenas que viven en el territorio venezolano. A propósito de lo primero es necesario preguntarse, ¿es posible un proceso de transformación profunda de la sociedad petrolera/rentista venezolana, capaz de dar cuenta de los retos urgentes que nos plantean hoy los reconocidos límites del planeta, sobre la base de la ampliación de la dependencia de la explotación de hidrocarburos? ¿En qué dirección caminamos si después de 10 años del proceso bolivariano, en el año 2008 los hidrocarburos representaron el 93% del valor total de las exportaciones del país? ¿Es posible la construcción de una sociedad alternativa sobre la base del imaginario de Venezuela como potencia energética mundial? ¿Sobre la base de los planes de expansión masiva de la explotación de los crudos pesados de la Faja del Orinoco, y de los yacimientos de gas del Delta del Orinoco y mar afuera frente a la costa de Paria? ¿Será el destino del Orinoco y su delta similar al vivido por el Lago de Maracaibo gracias a largas décadas de explotación petrolera? ¿Nada hemos aprendido de los devastadores efectos que tuvo el cierre del Caño Mánamo sobre las poblaciones Warao del Delta? ¿Es más importante el carbón que las comunidades indígenas y el agua de la Sierra de Perijá? Después de prácticamente un siglo, la lógica inercial de cultura rentista de esta sociedad petrolera está profundamente instalada. Las aspiraciones y demandas que los ciudadanos le hacemos al Estado suponen la existencia de un país rico con una renta petrolera en permanente expansión. Adicionalmente, como señala el autor, en la sociedad capitalista nacemos bajo el régimen de producción de subjetividades mercantilmente estimuladas. Los niveles de vida de las minorías privilegiadas de este país durante ya muchas décadas han estado alimentados por el petróleo. Las políticas sociales de este gobierno, que han contribuido tan sig-

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nificativamente a la ampliación de los derechos de los sectores populares, a mejoras sustantivas en el acceso a la alimentación, los servicios de salud y la educación, han sido posibles gracias a un ingreso petrolero no sólo creciente sino que ha estado en proporciones mayores en manos del Estado. Las principales iniciativas de política exterior, en especial hacia América Latina y el Caribe, como Petrocaribe o diversos programas del ALBA, han sido financiadas con estos recursos. Resulta por lo tanto extraordinariamente difícil imaginar que esta sociedad pueda romper su adicción a esta droga. Se podría descalificar la exigencia de asumir este reto como una aspiración utópica alejada de las realidades geopolíticas del mundo contemporáneo. Y sin embargo, ya hace algún tiempo que dejó de ser posible negar las realidades de la crisis civilizatoria, de los límites del planeta, del cambio climático, o el papel de la combustión de hidrocarburos en la generación de gases de efecto invernadero. Ya esto no puede ser descalificado como producto del imaginario afiebrado de ambientalistas apocalípticos. En lo esencial incluso el debate científico ha concluido. Sólo la derecha radical, en su defensa fundamentalista de la plena libertad del mercado pone en duda estas tendencias. Vivimos ante la realidad de estos límites y sus consecuencias en el presente. Se trata de hechos que ocurren ante nuestros ojos, no de proyecciones referidas a un futuro remoto e indeterminado. Una sociedad otra, alternativa a la lógica depredadora/explotadora del capitalismo y del industrialismo sólo es posible a partir de un cuestionamiento tanto teórico como práctico del dualismo cultura/naturaleza, de la dogmática fe en el progreso/desarrollo y la confianza ciega en la posibilidad de que las potencias de la ciencia y la tecnología nos permitirían superar el mundo de la necesidad para alcanzar el reino de la libertad. Ha sido este el intento no de aprender a convivir con, sino de liberarnos del resto de la naturaleza. Estos delirios prometéicos de convertirnos en dueños y señores de la naturaleza nos han conducido a donde estamos. La idea de que Venezuela pueda ser un potencia energética mundial3 no representa en este sentido una ruptura, sino una imposible búsqueda de recuperación del pasado. Las contribuciones de Carlos Walter Porto-Gonçalvez son igualmente pertinentes para nutrir el urgente e indispensable debate nacional sobre la situación de los pueblos indígenas en 3 República Bolivariana de Venezuela. Presidencia. Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer Plan Socialista. Desarrollo económico y social de la nación 2007-2013. Caracas septiembre 2007.

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el país. Tal como señala Esteban Emilio Mosonyi, (que ha sido a lo largo de décadas uno de los investigadores más profundamente conocedor de las lenguas y culturas indígenas, uno de los intelectuales/activistas más consecuentemente comprometidos con la defensa de los derechos de dichos pueblos), el proceso bolivariano tiene aquí una severa deuda. Esto ocurre a pesar de fundamentales conquistas en el terreno jurídico. El contenido de la Constitución del año 1999 que postula una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural constituye un extraordinario avance en los derechos de los pueblos indígenas, tanto en su formulación doctrinaria o conceptual, como en los contenidos más precisos que aparecen en los sucesivos artículos que se refieren a este asunto. El artículo 19 de dicho texto constitucional expresa en forma categórica una clara ruptura con toda la normativa jurídica pre-existente en el país: El Estado reconocerá la existencia de los pueblos y comunidades indígenas, su organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus formas de vida. Corresponderá al Ejecutivo Nacional, con la participación de los pueblos indígenas, demarcar y garantizar el derecho a la propiedad colectiva de sus tierras, las cuales serán inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles de acuerdo con lo establecido en esta Constitución y en la ley. Estos derechos adquieren mayor precisión en la Ley de demarcación y garantía del hábitat y Tierras de los pueblos indígenas que entró en vigencia en el año 2001, y en la Ley orgánica de pueblos y comunidades indígenas aprobada por la Asamblea Nacional en el año 2005. Venezuela es firmante o ha votado a favor de los principales instrumentos jurídicos internaciones que tienen incidencia sobre los derechos de los pueblos indígenas: Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial; Convenio de Diversidad Biológica; Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes (Convenio 169 de la OIT), Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas; Declaración sobre los Derechos de las Personas Pertenecientes a Minorías. Más recientemente votó a favor de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas aprobada por la Asamblea General de dicha organización en el año 2007.4

4 De acuerdo al artículo 23 de la Constitución vigente: “Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a las establecidas en esta Constitución y en las leyes de la República, y son de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder Público.”

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Como queda claro a partir de los textos de Carlos Walter Porto-Gonçalvez, una primera condición de posibilidad para que los derechos contemplados en este conjunto de normas jurídicas puedan hacerse realidad pasa por el efectivo reconocimiento de sus territorios.5 Sin ello no será posible para estos pueblos y comunidades la preservación y pleno despliegue de sus propias culturas en el contexto de una sociedad caracterizada por la Constitución como multiétnica y pluricultural. En la Constitución los derechos territoriales de los pueblos indígenas no se formulan como una genérica declaración de principios, sino como un compromiso preciso en el tiempo. De acuerdo a la décimo segunda disposición transitoria de dicho texto: La demarcación del hábitat indígena a que se refiere el artículo 119 de esta Constitución, se realizará dentro del lapso de dos años contados a partir de la fecha de entrada en vigencia de esta Constitución.

Sin embargo, es poco lo que se ha avanzado en estos diez años. En palabras de Esteban Emilio Mosonyi: En todo caso, la realidad viene siendo una sola: las comunidades indígenas, salvo excepciones muy exiguas y hasta discutibles como ocurre en Anzoátegui, aún no han recuperado sus tierras. Podrán aducirse atenuantes como cualquier tipo de dificultad inherente al proceso demarcativo, a veces la falta de acuerdo entre indígenas y especialistas, la muy poca pericia de funcionarios con distintas jerarquías para tratar tan espinoso problema. Todo esto es verdad en parte, nadie lo puede negar. Pero ya ha transcurrido demasiado tiempo, a tal punto que muchos indígenas se han vuelto escépticos, creyendo que nunca se les hará justicia. Esta constatación se agrava cuando dirigimos la mirada hacia otros países con habitantes indígenas, constitutivos o no de grandes segmentos de las respectivas poblaciones nacionales, por cuanto no es éste un problema esencialmente cuantitativo.6

5 Sobre esto, la Declaración de las naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas no deja dudas: “... si los pueblos indígenas controlan los acontecimientos que los afecten a ellos y a sus tierras, territorios y recursos podrán mantener y reforzar sus instituciones, culturas y tradiciones y promover su desarrollo de acuerdo con sus aspiraciones y necesidades...” De acuerdo al artículo 26 de esta declaración: “1. Los pueblos indígenas tienen derecho a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han poseído, ocupado, utilizado o adquirido. 2. Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tierras, territorios y recursos que poseen en razón de la propiedad tradicional u otro tipo tradicional de ocupación o utilización, así como aquellos que hayan adquirido de otra forma. 3. Los Estados asegurarán el reconocimiento y protección jurídicos de esas tierras, territorios y recursos. Dicho reconocimiento respetará debidamente las costumbres, las tradiciones y los sistemas de tenencia de la la tierra de los pueblos indígenas de que se trate.” 6 “Balance general de los diez años del proceso bolivariano: pueblos indígenas. Un recono-

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...el aparente proyecto de reivindicación total, duradera e intercultural de nuestro mundo indígena no ha pasado de ser hasta el presente una suerte de “efecto carnada” para embellecer la Constitución. Insistimos en que sin la solución medianamente equitativa del problema de las tierras indígenas, es imposible desarrollar un trabajo serio porque seguiría faltando lo principal e imprescindible. También, por otro lado, parecía haber poca voluntad política consistente y cónsona con los hermosos planteamientos constitucionales, especialmente en lo referente a las Disposiciones Transitorias en que se dramatiza su urgencia. Si apartamos a los propios indígenas y a sus aliados más conspicuos, el resto del estamento político, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, así como nuestra casi siempre apática opinión pública, han venido aplazando sine die cualquier acción seria y definitiva.7

La carencia de una política pública basada los principios constitucionales y demás normas jurídicas vigentes se ha hecho particularmente evidente en la Sierra de Perijá, territorio de los pueblos barí, yukpa, japreria y wayúu: En este sector se conjugan todos los males que se han venido agravando a lo largo de esta década, si bien son de procedencia colonial. Como ya existe una abundante literatura al respecto, principalmente hemerográfica y de mensajes electrónicos, trataremos de resumir los indicadores más relevantes. Los estudios antropológicos y de otra índole -unidos a la memoria colectiva de los pueblos- demuestran que ya desde comienzos del siglo XX los indios perijaneros de todas las etnias y de ambos países vienen perdiendo velozmente sus tierras ancestrales, a manos de terratenientes, compañías petroleras, forestales y carboníferas, colonos procedentes de diversas latitudes. Ahora, las comunidades o aldeas indígenas están concentradas en minúsculas zonas de refugio aisladas entre sí, indefensas a pesar del brío y valentía excepcionales de sus moradores, quienes no obstante son pocos y desarmados. En los años más recientes el problema se agrava con la presencia de grupos armados colombianos irregulares -es casi indiferente que se trate de guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes o hampones de cualquier laya- quienes están provocando a su vez la migración hacia la misma serranía de campesinos colombianos inocentes que llegan en calidad de refugiados. Con tantos actores colectivos presentes en la zona, aun las pocas tierras indígenas y los recursos que atesoran, incluso los hídricos tan importantes para la ciudad de Maracaibo,

cimiento histórico con fuertes problemas colaterales”, en Diez años de la revolución bolivariana. Segunda parte, Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, Caracas, enero-abril, 2009. P. 162. 7 Op. cit., pp. 163-164.

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corren el peligro inminente de ser arrebatados, cuando no destruidos, por completo. Por los informes que poseemos, el gobierno colombiano no ha hecho nada para enfrentar el problema. Pero lo que más nos extraña e indigna es que el propio gobierno venezolano -nacional y local- esté cometiendo un disparate tras otro y no precisamente en favor de los indígenas sino de las fuerzas que los adversan.8

No sólo es poco lo que se ha avanzado en el asunto crítico de la delimitación de los territorios indígenas sino que ha continuado la expansión de las fronteras del “progreso” hacia territorios que deberían haber sido objeto de delimitación. La ganadería de los terratenientes de Perijá, la explotación del carbón en la misma zona y los planes de explotación del gas en el Delta del Orinoco constituyen una clara violación la Ley Orgánica de pueblos y comunidades indígenas. De acuerdo artículo 123 de esta ley: Se prohíbe la ejecución de actividades en el hábitat y tierras de los pueblos y comunidades indígenas que afecten grave o irreparablemente la integridad cultural, social, económica, ambiental o de cualquier otra índole de dichos pueblos o comunidades.

Del conjunto de tensiones y contradicciones que necesariamente caracterizan todo proceso de cambio, pocas son tan vitales para el futuro de este proyecto como las referidas al patrón civilizatorio y a los derechos de comunidades y pueblos cuya digna resistencia después de cinco siglos de colonialismo, tanto ibérico como republicano, constituye un testimonio histórico, un llamado a la conciencia colectiva nacional de que otro mundo es, con creciente urgencia, necesario. Tengo confianza en que esta colección de ensayos estimule debates y confrontaciones sobre estos asuntos críticos. Las relaciones de los otros sectores de la sociedad con las resistencias y luchas indígenas no pueden ser vistas fundamentalmente como “solidaridad” con la lucha de los “otros”, o sólo como expresión de culpa por lo que a nombre propio se le ha hecho y continúa haciendo a otros. Es ésta una lucha propia, lucha de quienes aspiran a la construcción de una sociedad democrática. Lo que está en juego es la sociedad a la cual se aspira, y con ello, el futuro de la humanidad y de la vida en el planeta.

8 Op. cit. pp. 164-165.

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Primera Parte



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De Geografías, desarrollo y territorialidades

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De la geografía a las geo-grafías: Un mundo en busca de nuevas territorialidades♣

♣ Publicado originalmente en: Ceceña, Ana E., Sader, Emir (2002), La guerra infinita: hegemonía y terror mundial, CLACSO, Buenos Aires.

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“Aquellos que nos veían viviendo futurísticamente en el universo virtual de las redes, aquellos que decían que el horror vivido ese día ya había sido previsto por los filmes de catástrofes, el día 11 de septiembre (de 2001) estableció; en primer lugar, que aún vivimos y trabajamos en edificios de hierro, piedra y vidrio, cuya resistencia y desgaste nada tienen que ver con las pantallas y los efectos especiales, y que, cuando caen, caen de hecho” Jacques Rancière

De Epistemes y de territorios Límite entre saberes, límite entre disciplinas, límite entre países. Por todos lados se habla de que los límites ya no son rígidos, que los entes ya no son “tan claros, distintos y definidos” como recomendara René Descartes (1596-1650). Cada vez más se habla de empresas internacionales, o transnacionales o multinacionales, así como se habla de interdisciplinaridad, transdisciplinaridad o multidisciplinaridad. En fin, por todos lados son usados los prefijos inter, trans o multi indicando que las fronteras, sean epistémicos, sociológicas o geográfico-políticas, si es que podemos separarlas, son más porosas de lo que se creía. Con esto entra en crisis toda una tradición inventada por los europeos desde el Renacimiento con René Descartes, Galileo Galilei (1564-1642), Francis Bacon (1561-1727), Isaac Newton (1643-1727) y Jean Bodin (1530-1596), entre otros nombres, en torno de los cuales se constituyó las bases del conocimiento científico moderno. Conocimiento moderno este, dicho sea de paso, que se pretende un saber universal y no un saber histórica y geográficamente situado, esto es, europeo. Diríamos que, esconder la provincia geográfica de su origen es la primera condición para presentarlo como un saber que se quiere universal, esto es, aquel que parece no ser de algún lugar, atópico, y que así surge negando los múltiples saberes locales y regionales construidos a partir de múltiples historias locales y regionales que se desarrollaron hasta 1492 cuando se inicia, entonces, aquello que el filósofo político estadounidense Immanuel Wallerstein denominara “sistema-mundo”. Así, el pensamiento moderno europeo se coloca a sí mismo como un saber superior en el mismo movimiento que califica a todos los otros saberes como locales, regionales o provincianos. Sabemos cómo este movimiento de colonización del conocimiento por el pensamiento europeo se construyó en una doble

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configuración territorial: una interna a los estados territoriales nacientes, en la medida que el otro interno es calificado como provinciano, regional o que ni siquiera habla una lengua teniendo, a lo sumo, un dialecto; y otra externa, en la medida en que la constitución de la unidad territorial interna se da por la expulsión de los otros –de los moros en el caso de los dos primeros estados territoriales modernos (Portugal y España) o como el encuentro con el otro externo que va a perder sus diferentes cualidades (aztecas, mayas, guaranis, bantú, ashantis…) para ser llamados por los europeos por un nombre general –indígena, aborigen, lo que los unifica a todos. He allí, el momento en que el europeo se descubre blanco para distinguirse del indio y, después, se descubre europeo distinguiéndose de América, inaugurando el llamado Nuevo Mundo y, asimismo, distinguiéndose del mundo musulmán. Las regiones geo-culturales del mundo comienzan a diseñarse con sus asimetrías características –civilizado y bárbaro (no olvidemos que el bárbaro de antaño –la Europa no romana, bien puede ser el civilizado de hoy). El pensamiento moderno europeo, poco a poco va a construir una geografía imaginaria, donde las diferentes cualidades de los distintos pueblos y culturas que luego de 1492, en asimétrica relación, serán dispuestos en un continuum lineal que va de la naturaleza a la cultura, o mejor, de América y de África, donde están los pueblos primitivos más próximos a la naturaleza, a la Europa, donde está la cultura, la civilización. Dominar la naturaleza, sabemos, es el fundamento de la civilización moderna construida por los europeos a su imagen y semejanza y, para ello, los pueblos a ser dominados fueron asimilados a la naturaleza, comenzando por considerarlos salvajes, que significa rigurosamente, los que son de la selva, luego entonces, son aquellos que deben ser dominados por la cultura, por el hombre (europeo, burgués, blanco y masculino). Se ve, pues, que la invención del europeo civilizado es al mismo tiempo la invención del salvaje y así, la invención de la modernidad es inseparable de la invención de la colonialidad.

“El éxito de la ciencia dio al Estado moderno un modelo legitimador en la toma de decisiones ‘racionales’. El descubrimiento de los hechos verdaderos llevaba a tomar las decisiones correctas. En otras palabras, lo Verdadero conducía al Bien. La racionalidad se convirtió en sinónimo de ‘racionalidad científica’ y el conocimiento fue sinónimo de ‘conocimiento científico’. Otras formas de conocimiento y otras apelaciones a la racionalidad, como el conocimiento práctico agrícola, medicinal o artesanal, fueron considerados de segunda categoría” (Funtowicz y De Marchi, 2000:58).

La pretendida universalidad del pensamiento moderno europeo se fue apropiando del espacio geográfico concreto de

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cada día, lugar de la co-existencia de lo diverso, donde cohabitan diferentes cualidades –animales, plantas, tierra, agua, hombres y mujeres de carne y hueso con sus desigualdades sociales y sus diferencias culturales e individuales de humor y de pasioneshacia una abstracción matemática en la que estas cualidades son puestas en suspenso, tal como el pensamiento se separa de la materia. Es R.D. Laing quien establece que, “…esta situación proviene de algo que ocurrió en la conciencia europea en la época de Galileo y Giordano Bruno. Estos dos hombres son epígonos de dos paradigmas –Bruno, torturado y quemado en la hoguera por afirmar que había un número infinito de mundos; y Galileo, al decir que el método científico consistía en estudiar este mundo como si en él no hubiese conciencia o criaturas vivas. Galileo llegó a afirmar que, solamente los fenómenos cuantificables eran admitidos en el dominio de la ciencia. Él dijo: “Aquello que no pueda ser medido y cuantificado no es científico”; y en la ciencia posgalileica esto pasó a significar: “lo que no puede ser cuantificado no es real”. Esta fue la más profunda corrupción de la concepción griega de la naturaleza como physis, como algo vivo siempre en transformación y nunca divorciado de nosotros. El programa de Galileo nos ofrece un mundo muerto, desvinculado de la visión, de la audición, del paladar, del tacto y del olfato –y unido a esto se relegó la sensibilidad ética y estética, los valores, la calidad, el alma, la conciencia y el espíritu. La experiencia fue lanzada hacia fuera del ámbito del discurso científico. Ciertamente, nada modificó tanto nuestro mundo en los últimos cuatrocientos años como el audaz programa de Galileo” (R.D. Laing citado por Capra, 1988:108-9).

Este pensamiento moderno europeo, hoy en crisis, en su búsqueda de una verdad objetiva distinguió objetos “claros y definidos”, retiró al sujeto9 de la relación que así, desde fuera, por el método científico, esto es, racional, develaría los misterios de la naturaleza para dominarla mejor. Así, se erige todo un conjunto de categorías dualistas propias del pensamiento moderno europeo –naturaleza y cultura; sujeto y objeto; materia y espíritu; cuerpo y mente; razón y emoción; individuo y sociedad; ser y pensamiento- que, sobre todo luego de Heisemberg con su “principio de incerteza”10, ya no se sustenta y se ve obligado a reconocer que en la Physis, más allá de “leyes de la naturaleza”, orden y causalidad/necesidad, hay también indeterminación acaso el caos y que, más allá del conocimiento científico, existen otras formas de conocimiento e igualmente, que el conocimiento está

9 De la misma forma que no considera pertinente sustentar que su conocimiento es igualmente provinciano –el europeo- como cualquier otro conocimiento es, siempre, histórica y geográficamente situado. Decir solamente que los entes están históricamente situados, abre siempre espacio para colocar los diferentes entes que cohabitan el mundo en una perspectiva evolucionista. Considerar el espacio nos obliga a poner en debate la dimensión del poder. 10 En el que el sujeto interfiere con el objeto lo mismo que en el interior de las llamadas “ciencias exactas” e independientemente de la ideología del investigador.

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en lo más mínimo, inscrito en la vida (bios)11 y más aún, que este pensamiento atomístico-individualista (Porto-Gonçalves,1989) que opera por dicotomías es más característico de este pensamiento moderno europeo que del “pensamiento salvaje”, para utilizar la expresión de Lévy Strauss (Lévy-Strauss, 1989).

“El conocimiento del paradigma emergente tiende así a ser un conocimiento no dualista, un conocimiento que se funda en la superación de las distinciones tan familiares y obvias que, hasta hace poco, considerábamos insustituibles, tales como, naturaleza / cultura; natural / artificial; vivo / inanimado; materia /mente; observador / observado; subjetivo / objetivo; colectivo / individual; animal / persona. Este relativo colapso de las distinciones dicotómicas repercute en las disciplinas científicas sobre las que se fundaron” (de Sousa Santos, 1996:40).

Expliquemos una tesis central que hasta aquí ha estado subyacente: los paradigmas no caen del cielo. Los paradigmas son instituidos por sujetos sociales, histórica y geográficamente situados y, de esta manera, la crisis de este paradigma es también, la crisis de la sociedad y de los sujetos que los instituyeron (Porto-Gonçalves, 2001b). Ahora, no nos sorprendamos, por lo tanto, cuando vemos emerger nuevos paradigmas y junto a ellos, nuevos sujetos que reivindican un lugar en el mundo. Dicho de otra forma, estos sujetos que muchos llaman nuevos, tal vez no lo sean tanto12, ponen en debate otras cuestiones, otras relaciones, ellos(as) tuvieron que forjarse en situaciones asimétricas de poder sin que por ello se anularan y, más que resistir, r-existieron, se reinventaron en su diferencia, tal como el europeo es también una invención en la diferencia, aunque en la condición de polo dominante en el “sistema-mundo”. Finalmente, desde que se dio este extraordinario encuentro moderno-colonial (1492), Etienne la Boètie (1530-1563) (Boètie, 1982) diría “mal encuentro”, emergen culturas y pueblos diferentes13 mostrándonos un mundo mucho más diverso de lo que pudo creer la visión colonial eurocéntrica, o lo que solamente ve la lógica del capital y no las lógicas diferentes de los que a ella se resisten. Hoy es posible confrontarnos con la emergencia de matrices de otras racionalidades tejidas a partir de otros modos de hacer, pensar y sentir, sea en América Latina, África o Asia; entre 11 Finalmente, todo ser vivo se caracteriza por su autonomía-dependencia frente al entorno de donde extrae su alimento por medio de su conocimiento del mismo, lugar de apertura y fechamiento al mismo tiempo. Así, gusto, tacto, audición, además de la visión, son fuentes de conocimiento. El sentido de la visión es tan fuerte en la cultura europea moderna que se dice que un hombre inteligente no es aquel que escucha, sino aquel que “ve más allá”, por lo que de esta manera, es un “hombre de visión”. 12 Sabemos toda la carga positiva que esta idea de lo nuevo pasó a tener en el contexto del pensamiento moderno europeo. Lo nuevo parece ser bueno por el simple hecho de ser nuevo y lo viejo parece ser ruin por el simple hecho de ser viejo. No se entra en el mérito de lo que es. Es lo que Humberto Eco llamaría el fundamentalismo de lo nuevo. 13 Ver película Baraka (1992) dirigida pelo estadunidense Ron Fricke.

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segmentos no occidentales de Estados Unidos, Canadá y hasta en la misma Europa, con diversas poblaciones indígenas y de afrodescendientes que claman por afirmarse frente a un mundo que se creyó superior porque estaba basado en un conocimiento científico universal (imperial), que colonizó el pensamiento científico en todo el mundo, descalificando las otras formas de conocimiento. Es interesante observar que gran parte de este encuentro (mal encuentro) venía a ser cuestionado a partir de una categoría –la naturaleza- de la cual las ciencias humanas y sociales quedaron apartadas y las ciencias naturales la dividieron y disecaron, poniendo a disposición sus descubrimientos al capital para su mejor ejercicio de la dominación. Igualmente es importante observar que, el descubrimiento de las leyes de la naturaleza se constituía en un fundamento objetivo que legitimaba su dominación y, de este modo, el orden social (moderno) que de allí emanaba, era un orden natural porque surgía de las leyes de la naturaleza. Dejar fuera a la naturaleza tiene enormes consecuencias para las ciencias sociales, por no decir a la sociedad misma. Finalmente, significó dejar fuera todo un conjunto de lugares, regiones y sus pueblos y culturas que se forjaron a partir de múltiples matrices de racionalidad, contribuyendo así, a la idea de que había una única matriz de racionalidad –la europeaque resumía un universo de significaciones que comandan en sus prácticas todas las contradicciones del mundo moderno y contemporáneo (Liberalismo-socialismo, por ejemplo). Así, la relación capital-trabajo pasó a comandar la dinámica societaria subestimando el significado de la naturaleza y la importancia de los pueblos que construían sus prácticas y significaciones en una relación con-la-naturaleza y no contra-la-naturaleza (Serge Moscovici), como la sociedad europea. En la economía, este debate, por ejemplo, se dio descalificando a los pensadores fisiócratas porque defendían no sólo que la naturaleza es fuente de riqueza sino también, porque estaban Quesnay (1694-1774), Turgot (1727-1781) y Petit defendiendo a las clases ligadas a la agricultura que, a su vez, estaban condenadas a desaparecer en nombre del progreso de la industria y de la ciencia-técnica (y de la burguesía industrial emergente, por decir lo menos). La naturaleza vuelve hoy a ser fuente de intenso debate que pone en jaque este par de categorías dualistas del pensamiento moderno europeo, el cual es, la dicotomía naturaleza-cultura. La división del trabajo científico entre las ciencias naturales y las ciencias humanas queda en suspenso cuando el cambio climático global deja de ser un tema exclusivo de geógrafos, físicos y meteorólogos y se torna objeto de debate político poniendo en

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jaque la actual matriz energética fosilista vis a vis con el futuro de la humanidad y del planeta. Se acrecienta aún más el enorme interés que instituciones de investigación de punta como la NASA, vienen manifestando por elevadísimo índice de acierto en la previsión del tiempo meteorológico que practican peritos de las poblaciones tradicionales del sertón semi-árido del nordeste brasileño, peritos estos que nunca entraron en una escuela formal. La diversidad biológica se vuelve un tema no sólo biológico, casi siempre destinado a los grandes grupos empresariales, sino también, tema de interés de aquellas poblaciones que poseen conocimientos preciosos sobre especies animales y vegetales y que hoy disputan los derechos de propiedad intelectual o que no se establezcan derechos de propiedad privada sobre la naturaleza. Como se ve, quedan indefinidos no sólo los límites entre las ciencias pero también entre diferentes modos de conocer, sin que sea ya posible distinguir con tanta certeza el límite entre quien sabe y quien no sabe. Y aquí, sabemos, hay aquellos que hasta admitem que ya no son tan rígidos los límites entre las disciplinas científicas tal cual fueron siendo instituidos al interior del paradigma hoy en crisis, que hasta admiten que los límites de los estados territoriales ya no son tan absolutos como hasta ahora el moderno pensamiento político europeo admitió, con su idea de soberanía absoluta, correlato del de espacio absoluto, “claro y distinto”, conforme veremos más adelante; por otro lado, no admiten con el mismo énfasis que no deben ser tan rígidas las líneas demarcatorias, los límites entre las diferentes matrices de racionalidad, que precisan dialogar más de cómo han sido hasta ahora, jerarquizadas y tratadas como inferiores e incapaces de un pensamiento superior (sea lo que eso signifique), como si fueran naturaleza a ser dominada. Es interesante observar que la emergencia de estos otros sujetos sociales venidos de tantos lugares y regiones del mundo, se den en una misma época en la que el propio pensamiento europeo redescubre, como si fuera un renacer, filósofos presocráticos14 como Heráclito, Demócrito, Epicuro, Anaximandro y tantos otros. La memoria es aquí fundamental, no sólo por la proximidad que estos pensadores tienen con estas otras matrices de racionalidad hoy emergentes, que cohabitan sus espacios con sus dioses, que no distinguen espíritu de materia, naturaleza de cultura, pensamiento de ser (Mangabeira, 2001). Estos pensadores presocráticos no construyeron sistemas filosóficos y doctrinarios, como sería característico del buen filósofo 14 Observemos, sin embargo, que estos pensadores son llamados por el nombre de otro pensador que ni siquiera conocieron –Sócrates- y así, son todos conocidos con el nombre de presocráticos, tal como los diferentes pueblos del mundo fueron llamados indígenas o aborígenes.

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a partir de la crisis de la democracia griega. Al contrario, nos legaron ideas bajo la forma de aforismos y, de este modo, sus pensamientos estaban abiertos para que un interlocutor como ellos interactuara. Una dialógica era constituyente de estos pensamientos, de estos pensadores, de allí que valoraran tanto al arte de la argumentación. Hay otra razón además, para esta aproximación entre los llamados pensadores presocráticos y estas múltiples matrices de racionalidad que emergen a la escena política actual. Se trata, de considerar que ellas comparecen también al debate luego de toda una tentativa de expulsarlas de la polis, de retirarles el derecho a un lugar en el mundo. Me explico: fue en la crisis de la democracia griega15 que una determinada razón comenzó a querer afirmarse no a partir de la polis, sino sobre la polis, distinguiendo la razón verdadera, o saber filosófico, del saber mítico o religioso. Aquí el logos, la razón, debe ser conducida con método y se ve como superior al arte de la argumentación, a la retórica. A partir de aquí, es como si la sabiduría (Sofía) dejase de tener amigos (filia) en la tierra y sólo nos llegase por los esfuerzos de algún sabio aislado, libre del trabajo manual y de la vida mundana. De esta manera, la verdad, la razón16, no habitaría más entre los hombres y mujeres mortales como en la Ágora, lugar de la democracia, sino que sería traída de fuera, como si fuera ungida por un sabio desde los cielos (Theo-ría)17. Se intentaba allí, expulsar otras hablas, otras razones, para que La Razón se impusiese soberana. Hubo hasta un Rey-filósofo que quiso imponer la ley verdadera, porque estaba racionalmente constituida como una verdad exterior a la sociedad. Asimismo, el número de habitantes de la polis fue racionalmente calculado para que la ciudad estuviese de acuerdo con la razón. Es con la tentativa de esta razón imperial que se impone que, ser sofista o ser retórico pasó a ser visto de modo negativo, a pesar de que sofista deriva de sabiduría (Sofía) y la retórica ser el arte de la argumentación, arte del diálogo. Son estos “nuevos bárbaros”, como diría Nietzshe, -zapatistas, seringueiros, indígenas, discapacitados, mujeres, ecologistas, migrantes, indocumentados, homosexuales, campesinos, negros, hip hopers, obreros y jóvenes- que vuelven a la escena política, que reubican el ágora, esto es, el lugar de la política nuevamente en debate. Pero, para que 15 En una época, se registra, Grecia pertenecía mucho más al mundo oriental que de la actual Europa, que no pasaba de ser una península del Asia habitada por bárbaros. 16 Es interesante observar cómo en el lenguaje del sentido común, verdad y razón son términos equivalentes. Siempre se debate para saber quien tiene razón, quien está con la verdad. Lo más interesante es que “el dueño de la verdad” es, casi siempre, visto con resabio, lo que indica que tan importante como saber quien está con la razón o quien está con la verdad es el debate para llegar a la razón y a la verdad. Una vez más retornamos al ágora griega. 17 Que, en este caso, está mucho más próxima a la Theo-logía.

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esto se de, es claro, se supone que los interlocutores sean a priori considerados calificados como tal para el debate, que tengan derecho al habla, al ágora y, para esto, es preciso admitir que los otros pueden tener razón igual siendo Otros, y que la razón habita este mundo, que ella no viene de afuera, sino al contrario, que ella se instaura entre los seres mortales que pueblan la Physis. Cornelius Castoriadis (Castoriadis, 1982), insistía en que un importante legado que los antiguos griegos nos habían dejado reside en la idea de que son los propios hombres y mujeres los que crean su propio mundo y, en este magma de significaciones, la razón adquiere un lugar destacado. Se registra que la razón aquí está, siempre, sujeta de la crítica y, por esto y para esto, razón y ágora en tanto locus de este debate, se presuponen. Una razón fundamental está libre de crítica racional, tal como la razón del Rey-filósofo. Esta es una cuestión que ahora mismo es colocada por los fundamentalismos de distinto orden que nos amenazan por todos lados y a todos (de Mercado, Islámicos, Destinos Manifiestos, entre otros). En una época como la nuestra, en la que todos los límites están siendo puestos en duda, es preciso recuperar la idea de que el límite emana de la polis, de donde viene la política, tal como nos enseñan los antiguos griegos. Es que polis significaba originariamente, no la ciudad como siempre nos han enseñado, sino el límite, el muro que separa a la ciudad del campo. Sólo en un segundo momento, polis pasó a designar a la ciudad, o sea, lo que está contenido dentro de los muros, dentro de los límites. Más, no olvidemos que política es exactamente el arte de definir los límites18 y, así, para los griegos, polis y política se presuponen tal como ciudad y ciudadanía.

Los Estados Territoriales. Desde 1648, con la paz de Westfalia, un orden internacional venía siendo instituido consagrando el Estado territorial como forma geográfica de organización del poder en las sociedades modernas y contemporáneas. Dicho sea de paso, en esa época aún no era posible hablar del Estado nacional puesto que, el soberano era el monarca que se afirmaba sobre un espacio delimitado por fronteras forjadas por medio de alianzas (casamientos) y guerras. Soberano era el Príncipe –el Estado- que reinaba sobre un territorio. En esa época aún se creía que los Reyes eran Reyes porque estaban ungidos por Dioses (todos con mayúsculas) y, así mismo, porque tenían sangre azul. El Estado

18 Tiranía cuando uno define los límites para todos. Oligarquía cuando unos pocos definen los límites y Democracia cuando todos los ciudadanos definen los límites para todos.

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Territorial Moderno es una invención genuinamente europea y constitutiva del mundo moderno-colonial, tiene esa marca originaria de un Estado que nace como un poderoso instrumento de control de la multitud (Negri y Hardt, 2001), conforme veremos con más detalles más adelante. Destaquemos, por ahora, que esta nueva forma de organización del espacio instituida con el Estado Territorial Moderno no por casualidad recupera el Derecho Romano y “la idea de que los príncipes y los reyes eran por sí legibus solutos, esto es, exentos de restricciones legales” (Anderson, 1984:27) y, así, la razón de Estado se coloca por encima de los hombres y mujeres comunes, es un derecho que se quiere universal, el Romano, se coloca por encima de los derechos consuetudinarios de las gentes. Tenemos aquí la política sin el ágora, la ciudad sin ciudadanía. La Razón de Estado contra los “de abajo”. Regresaremos a esto más adelante. Se destaca, además, que el de 1648 es un tratado entre blancos europeos que están pactando entre sí, en Westfalia, una reordenación jurídica de un orden internacional que cambiará radicalmente con la inundación de metales preciosos que hicieron expandir el orden mercantil por el mundo con la explotación de la naturaleza –oro, plata, especies varias, así como el azúcar entre otras materias- por medio de la servidumbre indígena y de la esclavitud de los negros venida de América, África y Asia. Era este el Nuevo Mundo. Los principios de Westfalia están aún hoy presentes, consagrando una moderna-colonialidad donde Europa, de un lado, mantenía a América y gran parte del África al sur del Sahara bajo su dominio colonial y, del otro, el norte de África y un Oriente que Europa no logrará dominar y que abarca el resto del Mundo Antiguo (Oriente próximo. Oriente Medio y el Extremo Oriente), cuyos límites, dicho sea de paso, pasaron a constituir a Europa, siempre preocupada con la amenaza del Gran Turco. No es difícil ver aquí la verdadera obsesión de lo nuevo que va a caracterizar a Europa (notas 4 y 6). Es en el interior de este nuevo “container de poder” (Giddens, 1989) –los Estados Territoriales Modernos- que las luchas sociales por la libertad, igualdad y fraternidad tienen lugar en este mundo moderno-colonial. Este orden geográfico y político instituido por los protagonistas que se hacen a sí mismos por medio de los Estados Territoriales Nacionales, gana sus contornos más avanzados recientemente con la creación de la Organización de las Naciones Unidas luego de la II Guerra Mundial. Es que el nacionalismo expansionista imperialista había llevado al mundo a dos guerras en menos de 20 años (1914-1918 y 1939-1945) envolviendo directamente los territorios de los Estados Nacionales situados en el polo dominante del orden moderno-colonial y, sólo por eso, se entiende que hayan

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sido llamadas Guerras Mundiales. A partir de aquí se esboza la configuración de una nueva territorialidad que Negri y Hardt llamaron del Imperio, que no reconoce ninguna externalidad y, se quiere por tanto, trans-nacional, global y planetaria. A partir de entonces, pasamos a un orden internacional inestable, de convivencia contradictoria entre sus protagonistas, que se hacen a sí mismos por medio de distintos regímenes de producción territoriales de poder como los Estados Nacionales, el Imperialismo y el Imperio, instaurando un verdadero “caos sistémico”.

“Se trata de una situación de falta total, aparentemente irremediable, de organización. Se trata de una situación que surge por haber una escalada del conflicto más allá del límite dentro del cual el mismo despierta poderosas tendencias contrarias, o porque un nuevo conjunto de reglas y normas, sin anularlo, o por una combinación de estas dos circunstancias. En la medida que aumenta el caos sistémico, la demanda de “orden” –al viejo orden, a un nuevo orden, ¡cualquier orden!- tiende a generalizarse cada vez más entre los gobernantes, los gobernados, o ambos. Por tanto, cualquier Estado o grupos de Estados que esté en condiciones de atender a esta demanda sistémica de orden tiene la oportunidad de tornarse mundialmente hegemónico” (Arrigí, 1994:30).

Podemos ver ahora que la configuración geopolítica de la llamada Guerra Fría, conformó un determinado régimen de producción de poder reducido al binomio Capitalismo-Socialismo o Estado y Mercado (un par más de aquellas categorías dualistas que tan bien caracterizan el pensamiento europeo occidental), ni de lejos conseguía dar cuenta de las múltiples manifestaciones de deseo de libertad, justicia e igualdad que vemos expandirse y que vienen de la escena política mediante desplazados, refugiados, migrantes, éstos cada vez en mayor número, o a través de movimientos sociales que claman por demarcación de sus territorios (campesinos, indígenas, comunidades negras, entre otros); que apuntan hacia otras formas de re-ligazon (de re-ligare) étnica y/o religiosa; otros que apuntan hacia las desigualdades sociales, de género o, aún, a todo el cuadro de dilapidación de las condiciones naturales de existencia puestas en riesgo por un poderoso sistema científico-técnico-internacional modernocolonial que, ya mereció de algunos teóricos como U. Beck (Beck, 1992), la caracterización de “sociedad de riesgo”19. Así, frente a lo que Arrigí llamó “caos sistémico” es preciso ver algo más que “un Estado o grupo de Estados” que vienen a ejercer la hegemonía y sí, ver que cualquier configuración 19 Riesgos estos, dicho sea de paso, producidos e intensificados por una razón instrumental que se propone dominar a la naturaleza (Efecto Invernadero, Disminución de la Capa de Ozono, Efectos de la Vaca Loca, Disminución de la Diversidad Biológica, Lluvias Ácidas, entre otros, tienen todos en común la contribución decisiva del complejo tecnológico moderno-colonial)

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territorial que viene a establecerse en cuanto un determinado orden sistémico será instituido por protagonistas histórica y geográficamente situados, que son estos los que están buscando re-significar el mundo y así, es toda la cuestión de los límites que están sobre la mesa. Y, ya lo vimos, límites es la propia naturaleza de la política. Vimos cómo para los griegos, ciudad y ciudadanía, o polis y política no se excluyen tal como espíritu y materia, y que son mucho menos nítidos de lo que se creía los límites que separan el logos, la razón, la emoción, de la pasión. De este modo, no sólo la división del trabajo científico –las diversas disciplinas, por ejemplo- están puestas en jaque, pero también, la relación del conocimiento científico con otras formas de conocimiento y, en consecuencia, con aquellos que son portadores de estos otros conocimientos, con todas las implicaciones sociales y políticas en que esta cuestión nos coloca. Son los nuevos territorios epistémicos que están teniendo que ser reinventados juntamente con los nuevos territorios de existencia material, en fin, son nuevas formas de significar nuestros estar-en el-mundo, de grafiar la tierra, de inventar nuevas territorialidades, ultimadamente, de geo-grafiar.

Recuperando el espacio geográfico para una teoría social crítica. “…la formación de los discursos y la genealogía del saber deben ser analizadas a partir no de los tipos de conciencia, de las modalidades de la percepción o de las formas de ideología, sino de las tácticas y estrategias de poder. Tácticas y estrategias que se desdoblan a través de las implantaciones, de las distribuciones, de los recortes, de los controles de los territorios, de las organizaciones de dominios que podrían constituir una especie de geopolítica, por donde mis preocupaciones encontrarán los métodos de ustedes (geógrafos). Hay un tema que me gustaría estudiar en los próximos años: el ejército como matriz de organización y de saber –la necesidad de estudiar la fortaleza, la ‘compañía’, el ‘movimiento’, la colonia, el territorio. La geografía debe estar bien en el centro de las cosas de las que me ocupo”. Michel Foucault Hay en la tradición hegemónica del pensamiento europeo occidental una supremacía del tiempo en relación al espacio, sobre todo, en la moderna-colonialidad. El progreso es, casi

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siempre, algo que se da en cuanto cambio cualitativo en el tiempo, de allí que pueda decirse que aquel pueblo o aquella región es atrasado(a) o adelantado(a), como si hubiese un reloj o, más precisamente, un cronómetro cultural. No sólo Europa ocupa el panteón de la civilización frente a los otros pueblos y regiones que viven más cerca del estado de naturaleza en el continuum ya aludido, sino también, el progreso está en un polo activo –Europa, los Estados Unidos, Japón- de donde se expande, a lo largo del tiempo, hacia los otros lugares que así, son pasivos. Hasta la misma utopía es un no-lugar, o mejor, es un lugar imaginario que se sitúa en otro tiempo mejor que nuestro tiempo, lejos de nuestro espacio del aquí-y-ahora. Time is Money (tiempo es dinero), una de las máximas centrales de una sociedad mercantil que se instituyó a partir del Renacimiento –es sólo una más de las indicaciones de la sobrevaloración, en esta sociedad, del tiempo sobre el espacio. A fin de cuentas, no se dice Space is Money (espacio es dinero), más sin embargo, sabemos que no siendo la riqueza reductible a su expresión simbólica –el dinero- la constitución de la sociedad mercantil europea implicó, desde el inicio, la conexión con otros mundos de vida de donde provenía la materia tangible (oro, plata, por ejemplo). La productividad, es otro de estos categoremas que constituye el magma de significaciones del mundo moderno-colonial es, también, temporal, pues indica un quantum producido en una determinada unidad de tiempo, así como la rentabilidad sólo puede ser apreciada en un marco temporal. Consideremos, además, a la velocidad en esta verdadera obsesión del capitalismo moderno-colonial, y la vemos también en la búsqueda a todo costo, de suprimir el espacio por el tiempo. Después de todo, se es tanto más veloz en cuanto al mayor espacio que recorremos en una misma unidad de tiempo –kilómetro/hora, metro/segundo. Es en este contexto de significaciones que cobra sentido llamar a alguien, descalificándolo, de atrasado o lento. Hasta las mismas coordenadas geográficas –latitud y longitud- que enmarcan el espacio se hace por medio del tiempo, esto es, en grados, minutos y segundos20. Consideremos, de paso, que establecer el parámetro del tiempo del mundo por el meridiano de Greenwich es un marco de afirmación de una Europa Noroccidental que así, se distingue, bajo el manto de la ciencia, de otra Europa, la Mediterránea Ibérico-Genovesa, cuya hegemonía se afirmó, bajo una Bula del Papa de Roma,

20 Se sabe que un grado de longitud equivale a una hora; una hora a 60 minutos y un minuto a 60 segundos.

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dividiendo al mundo por el meridiano de Tordesillas. Siempre un meridiano marcando el mundo, geografiando. A partir de entonces el reloj21, máquina del tiempo es, según Lewis Munford (Munford, 1973), la primera máquina verdaderamente moderna, consagra la hegemonía del tiempo como categoría hegemónica bajo el punto de vista del polo hegemónico de la modernidadcolonialidad. Ni siquiera un pensador marxista de la estatura de L. Althusser se escapó a esta tradición que descalifica al espacio: “El recurso de las metáforas espaciales, de las que (…) en el presente texto hago uso ubica un problema teórico: el de las condiciones de existencia de un discurso con pretensión científica. Este problema puede ser expuesto de la manera siguiente: ¿por qué un cierto discurso requiere necesariamente el uso de metáforas tomadas de discursos no científicos?” (Foucault, 1976). Así, el espacio como el aquí-y-ahora es, platónicamente, locus de las imperfecciones mundanas, parece condicionarnos y así, nos impide ser libres. La idea de la libertad como un pájaro volando es una de las ideas fuertes que privilegia el tiempo en detrimento del espacio –se dice, el tiempo vuela-, más sin embargo estamos obligados a recordar con Immanuel Kant que, el vuelo del pájaro por más que implique el alejamiento del espacio concreto del día a día con sus coacciones, sólo es posible por la fricción del pájaro con el aire. No hay libertad sin fricción. No se escapa de la materialidad volando. El vuelo implica la materialidad del aire y el trabajo del accionar de las alas del pájaro. No hay libertad sin fricción y sin trabajo. Asociada a esa imagen fuerte, otro igualmente fuerte en la tradición europea occidental, del intelectual que debería retirarse de la vida mundana –el espacio nuestro de cada díapara, por el pensamiento libre de cualquier coacción, acceder a la verdad. Son enormes los efectos que de allí provienen como la sobrevaloración del trabajo intelectual, abstracto, en relación al trabajo manual, concreto, así como toda una topología inscrita en el discurso político entre el superior y el inferior, entre los “de abajo” y los “de arriba”, entre aquellos que ven lejos porque ven desde lo alto (panopticum) y los que tienen corta visión porque no tienen amplios horizontes. El filósofo Michel Foucault tuvo el mérito de recuperar el significado del espacio y lo hizo no como una categoría antagónica del tiempo. Él es quien dice que, “Sería necesario hacer una crítica de esta descalificación del espacio que viene reinando hace varias generaciones. (…). El espacio era el que estaba muerto, fijo, no dialéctico, inmóvil. En compensación, el tiempo era rico, fecundo, vivo, dialéctico”.

21 El Big Ben de Londres da la hora verdadera del mundo

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La utilización de los términos espaciales tiene un qué de anti-historia para todos los que confunden la historia con las viejas formas de evolución, de la continuidad viva, del desarrollo orgánico, del progreso de la conciencia o del proyecto de la existencia. Si alguien hablaba del espacio, es porque lo hacía en contra del tiempo. Es porque “negaba la historia”, como decían los tontos, y porque era “tecnócrata”. Ellos no comprenden que, en la demarcación de las implantaciones, de las delimitaciones, de los recortes de objetos, de las clasificaciones, de las organizaciones de dominios, lo que hacía aflorar procesos –históricos ciertamente- de poder. La descripción espacializante de los hechos discursivos desemboca en el análisis de los efectos de poder a los que están ligados (Foucault, 1979:158-9). He allí el meollo de la cuestión captada por Foucault –la relación íntima entre espacio y poder- que ya habíamos adelantado. Y aquí toda la cuestión del poder se revela en la medida que las delimitaciones, los recortes de objetos, las clasificaciones, las organizaciones de dominios siendo procedimientos de poder afirman el poder aún cuando “la descripción espacializante de los hechos discursivos (que nos proporcionaría) análisis de los efectos del poder a los que están ligados” no es considerada, como nos dice arriba Foucault. La geografía fue uno de estos saberes prácticos que renació en la constitución del mundo moderno-colonial antes que la geografía se constituyera como un saber con pretensiones científicas en el siglo XIX22. La palabra geógrafo aparece en 1537 para designar ‘al funcionario del Rey que hacía los mapas’, o sea, aquel especialista en representar el espacio, en delimitar las fronteras para el Estado Territorial naciente. No olvidemos que, al mismo tiempo que el espacio se torna fundamental para el control por parte del Estado Absolutista naciente, exactamente por eso, se coloca mucho más como una cuestión práctica, de procedimientos de control, que de intereses teóricos. El espacio, como el poder absoluto, no está en discusión. La perspectiva, otro saber que se desarrolla a partir del Renacimiento como ponderación matemática se quiere por esto, objetiva. Aún, perspectiva es, paradójicamente, observar a partir de un punto de vista y, con eso, da origen a un sujeto que observa que así, se esconde tras la objetividad de la abstracción matemática. Más tarde, con la ayuda de la Estadística (staat + istik, del alemán) ciencia de Estado, los geógrafos se encargaron de 22 La geografía, en cuanto saber que se mantuvo preso al espacio, pagó un precio caro por ello. Por haberse desarrollado preocupada por el espacio tuvo que lidiar con la relación de la sociedad con la naturaleza y así, también fue mal reconocida en la división del trabajo científico entre las ciencias naturales y las ciencias sociales. El paradigma de cientificidad hegemónico heredado exigía ese recorte entre lo natural y lo histórico y hay allí más de una razón para que la geografía fuese descalificada en la jerarquía del poder científico.

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proporcionar las condiciones para la organización del espacio23 (amènegement du territoire, dicen los franceses) para que el Estado Territorial Moderno se afirmase (Porto-Gonçalves, 1996). El espacio geográfico y el territorio se colocan así, como conceptos claves para la comprensión de los complejos procesos que ahora ponen en crisis el mundo moderno-colonial hasta porque son conceptos que históricamente están ligados a ese mundo que los creó. En fin, una de las cuestiones centrales que se presentan en nuestros días habla del respeto, exactamente, a las nuevas grafías en la tierra, a los nuevos límites territoriales y, como la definición de límites es la propia esencia de la política, es toda la cuestión de los protagonistas lo que está en juego24. Así, se impone la necesidad de des-sustantivar al espacio geográfico puesto que, casi siempre, es visto como una realidad objetiva exterior a la sociedad. La perspectiva tradicional de no considerar la geograficidad del mundo tiene implicaciones importantes para las ciencias sociales, por no decir para la sociedad misma. El territorio, por ejemplo, es considerado como un soporte, como si fuera una base de la sociedad y, como tal, algo sobre lo que la sociedad se yergue y que, además, no tiene mayores implicaciones sobre el devenir. Sus límites fronterizos son vistos como un involucro externo que delimita la soberanía entre Estados como si estos límites externos no contuvieran las marcas de los protagonistas internos que los instituyen25. Ahora, es preciso considerar que cada sociedad es, antes que nada, un modo propio de estar-junto (proxemia) lo que implica siempre, que toda sociedad al instituirse en tanto tal lo hace construyendo su-espacio no cabiendo pues, una separación Esta identificación entre lo natural y lo social era suficiente para que se descalificase el conocimiento como un conocimiento precientífico. “Además, siempre hubo ciencias que se mal reconocieron en estas distinciones tanto que se tuvieron que fracturar internamente para adecuarlas mínimamente. Me refiero a la antropología, la geografía y también la psicología. Se condensaron, privilegiadamente las contradicciones de la separación ciencias naturales/ciencias sociales. De allí que, en un periodo de transición entre paradigmas, sea particularmente importante, desde el punto de vista epistemológico, observar lo que pasa en estas ciencias” (de Sousa, 1996:46). 23 Aquello que los geógrafos, de una manera hasta cierto punto pueril, dicen es su objeto de estudio –la organización del espacio- es, en verdad, un atributo del Estado, entre ellos los geógrafos. En verdad, para los geógrafos la organización del espacio es, casi siempre, un objeto de deseo tanto en cuanto un objeto de estudio. 24 Esta cuestión se coloca en el mismo plano de la búsqueda de nuevos paradigmas en la medida en que todo nuevo paradigma es instituido teniendo, por tanto, procesos y sujetos instituyentes. 25 El caso brasileño es ejemplo de esta tesis. Solamente en 1823, por tanto, un año después de la independencia del Brasil de Portugal, las elites luso-amazónicas resolvieron aliarse a Río de Janeiro, entonces capital del Brasil, integrando la actual Amazonia, entonces Provincia del Gran-Pará y Río Negro, dando los contornos aproximados del territorio del Brasil de hoy. Se registra que el 54% de estos territorios fueron integrados al Brasil porque las elites lusas de la Amazonia temían de la abolición de la esclavitud en Portugal y, de este modo, asociándose a Río de Janeiro, la esclavitud permaneció. Tal vez, aquí encontremos buenas razones para el perfil de la enorme concentración de riqueza y poder reinante en el territorio de la sociedad brasileña (Porto-Gonçalves, 2001b.).

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entre lo social y lo geográfico, separación ésta que en un segundo momento lógico, sirve para establecer una relación de causalidad, sea de la sociedad hacia el espacio (sociologismo), sea del espacio hacia la sociedad (espacialismo, geografismo). El ser social es indisociable del estar. La sociedad en su devenir histórico no es a-geográfica. La expresión, por cierto, causa un cierto extrañamiento, aunque sea natural decir que el espacio que vivimos está impregnado de historia. Es como si fuese natural hablar de la historicidad del espacio geográfico y no de la geograficidad de la historia. Podríamos, a manera de provocación epistemológica, afirmar que si la historia se hace geografía es porque, de alguna forma, la geografía es una necesidad histórica y, así, una condición de su existencia que como tal, ejerce una coacción que aquí debe ser tomada al pie de la letra, o sea, como algo que co-agencia, que agencia con, y es co-agente. El territorio no es simplemente una sustancia que contiene recursos naturales y una población (demografía) y, así, están dados los elementos para constituir un Estado. El territorio es una categoría espesa que presupone un espacio geográfico que es apropiado y este proceso de apropiación –territorializaciónenseña identidades –territorialidades- que están inscritas en los procesos siendo, por tanto, dinámicas y mutables, materializando en cada momento una determinada orden, una determinada configuración territorial, una topología social (Bourdieu, 1989). Estamos lejos pues, de un espacio-sustancia y sí, frente a una tríada relacional territorio-territorialidad-territorialización. La sociedad se territorializa siendo el territorio su condición de existencia material. Es preciso recuperar esta dimensión material, sobre todo, en este momento como el que vivimos, en el que se da cada vez más importancia a la dimensión simbólica, casi siempre de modo unilateral, como si lo simbólico se opusiera a lo material. Es preciso considerar aquí que la geograficidad va más allá de las condiciones naturales, como es aceptado en las ciencias sociales. Con certeza, la naturaleza forma parte de la materialidad que constituye el espacio geográfico. Y aquí no se admite una distinción, tan cara al pensamiento dualista dicotomizante, entre lo material y lo simbólico. Consideramos, al contrario, que los hombres y mujeres sólo se apropian de aquello que tiene sentido; sólo se apropian de aquello a lo que atribuyen una significación y, así, toda apropiación material es, al mismo tiempo, simbólica. No nos sintamos confortables con esta observación, como si ella nos hubiese liberado de un empirismo o de un materialismo vulgar, puesto que ella nos coloca frente a enormes desafíos

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tanto teóricos como, sobre todo, políticos. A fin de cuentas, no estamos habituados a trabajar con la complejidad de la relación entre lo material y lo simbólico y, por eso, optamos ora por uno ora por otro26. Consideremos la palabra agua que en tanto palabra, es duplo (simbólico) del agua (materia). Aunque la palabra sea fundamental para relacionarnos socialmente, la palabra agua en cuanto tal no puede saciarnos la sed. Hay una dimensión de la materia que es irreductible a lo simbólico. Por más que el capital financiero, volátil sea dicho de paso, quiera imponer su lógica simbólica matemática y abstracta al mundo, hay una materialidad que concierne a la producción de la vida que es irreductible a la lógica financiera. El Medio Oriente y, el Asia Central, se ve ahora, son de esto la mayor expresión en la medida en que allí duermen las principales reservas mundiales de petróleo. En otro lenguaje, tal vez más esclarecedor, hay allí concentración de energía y, por tanto, concentración de capacidad de trabajo27 como nos lo enseñan los físicos. El conocimiento científico y la tecnología para explotar el petróleo, como conocimiento científico y tecnológico en cuanto tales, no producen el petróleo en su materialidad. En verdad lo extrae y, solamente, en la medida en que tenga el control jurídico y político de los yacimientos y, así, controla y moviliza el trabajo necesario para esto y, por eso, es frente a toda una territorialidad (en el actual contexto capitalista) en la que nos encontramos. El conocimiento acerca de la molécula de carbono no produce el petróleo que, en las proporciones existentes en las regiones señaladas, fue producido en un tiempo geológico que mineralizó materia viva fotosintetizada hace millones de años atrás (de allí que se hable de recursos no-renovables). Aquellos que tienen el conocimiento y el poder económico de exploración de esta riqueza, por más poder que detenten, y lo detentan bien sabemos, no tienen el poder de producir el petróleo como tal, en su localización, y esta tentativa de suprimir la geografía por la historia que es toda la historia real y concreta en su materialidad, en su geograficidad. Toda esta materialidad, además, ha tenido efectos dramáticos, como los que hoy sacuden al mundo, por la centralidad que los combustibles fósiles tienen al interior del actual complejo industrial y de poder. De este modo, la geografía, la misma 26 En Geografía hubo quien dijera (Vidal de la Blache) que era una ciencia de los lugares, no de los hombres. O también B. Werlen que dice que ‘si la acción, en lugar del espacio, se tornase en el objeto central de la Geografía social, la disposición espacial de los objetos sería relevante no como una causa sino como una condición y una consecuencia necesaria de la acción humana’ (citado por Milton Santos, op. Cit., p. 68). 27 La misma cantidad de trabajo humano no produce la misma riqueza si opera con petróleo o con otra forma de energía. De este modo, apropiarse de reservas de petróleo es apropiarse de más valor potencial en la medida en que energía –capacidad de trabajo- es más valor potencial.

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sociedad y la naturaleza, insistan en co-agenciar con su propia materialidad. Hay límites siempre vagos e imprecisos, es claro, entre lo material y lo simbólico y, por eso, es siempre posible de-signar los entes de modo diferente, dar nombres distintos, vueltos igualmente (socialmente) como propios. Y los nombres propios, sabemos, son apropiaciones del mundo, son invenciones del mundo. Veamos lo que al respecto nos dice Ernst Cassirer: “La clasificación es una de las características fundamentales del lenguaje humano. El propio acto de denominación depende de un proceso de clasificación. Dar nombre a un objeto o a una acción equivale a incluirlo en cierta clase de concepto. Si esta inclusión fuese, de una vez por todas, preescrita por la naturaleza de las cosas, sería única y uniforme. No obstante, los nombres que ocurren en la lengua humana no pueden ser interpretados de esta manera invariable. No están destinados a referirse a cosas substanciales, a entidades independientes que existen por sí mismas. Son entes determinados por intereses y propósitos humanos, que no son fijos ni invariables. Ni siquiera son hechas al acaso las clasificaciones que se encuentran en el lenguaje humano; se basan en ciertos elementos constantes, que se repiten, de nuestra experiencia sensorial. Sin tales repeticiones no habría posición segura ni punto de apoyo para nuestros conceptos lingüísticos” (Cassirer, 1977:212-3).

Y así vemos reaparecer la tensión constitutiva (creativa) entre lo material y lo simbólico, entre el lenguaje y ciertos elementos constantes, que se repiten, de nuestra experiencia sensorial28. El geógrafo brasileño Milton Santos (Santos, 1996) insiste en esta indivisibilidad entre lo material y lo simbólico al decir que el espacio geográfico “es un mixto, un híbrido, formado de la unión indisociable de sistemas de objetos y sistemas de acciones. Los sistemas de objetos, o espacio-materialidad, forman configuraciones territoriales, donde la acción de los sujetos, acción racional o no, viene a instalarse para crear un espacio”. “…El espacio geográfico debe ser considerado como algo que participa igualmente de la condición social y de lo físico, un mixto, un híbrido. En este sentido, no hay significaciones independientes de los objetos” (Santos, 1996:234 a 70). Estamos así lejos de otra característica del pensamiento hegemónico en el mundo occidental de reconocerse en la abstracción matemática sobrevalorando la cantidad en detrimento de la calidad. En el espacio de la geometría la cantidad señala la variación del mismo, en tanto que el espacio geográfico contiene

28 Ya podemos percibir aquí la importancia de poder decir lo que es y lo que no es la realidad y, de allí la importancia, no sólo de los intelectuales que según el decir condicionan el ver más, en los días que corren, la importancia de los medios de comunicar y de condicionar el ver, o sea, la importancia de los mass media. Ver a este respecto el excelente libro “La invención del Nordeste” de Durval Muniz Albuquerque Jr. (Albuquerque, 1996).

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la materialidad como un atributo donde coexisten los diferentes, diversos entes (difer + entes). Aquí la geografía revela toda su incomodidad frente al paradigma hegemónico dualista y dicotomizante en la medida que ‘la relación espacial, inaprensible por las estructuras clásicas de acción y de representación, es inteligible como un principio de coexistencia de la diversidad’ (Sodré, 1998:18) y constituye una garantía del ejercicio de posibilidades múltiples de comunicación (Santos, 1996:255) lo que llevó a Muníz Sodré a reconocer que hay una dimensión o una lógica geográfica de la cultura (Sodré, 1988:15). Esta coexistencia de lo diverso, esta contigüidad característica del espacio nuestro de cada día, que inspiró a Milton Santos a osar llamarlo espacio banal, nos muestra que el espacio geográfico requiere un abordaje complejo que supere el pensamiento reduccionista atomístico-individualista. Veamos: Los economistas se preocupan con esta cuestión de la proximidad, la distancia, siendo considerada como un factor relevante en la estructuración del comercio internacional (Berthelot, 1994:1516). Más la proximidad que interesa al geógrafo no se limita a una mera definición de las distancias; ella tiene que ver con la contigüidad física entre personas en una misma extensión, en un mismo conjunto de puntos continuos, viviendo con la intensidad de sus relaciones. Es así que la proximidad, dice J.L. Guigou (Guigou, 1995:56) ‘puede crear la solidaridad, lazos culturales y de este modo identidad’.

El papel de la vecindad en la producción de la conciencia es mostrado por J. Duvignaud (Duvignaud, 1977:20), cuando identifica en la ‘densidad social’ producida por la fermentación de los hombres en un mismo espacio fechado, una ‘acumulación que provoca un cambio sorprendente’ movido por la afectividad y por la pasión, y llevando a una percepción global, ‘holista’, del mundo y de los hombres (Santos, 1996:255)29. Sin embargo, queremos en esta parte resaltar el significado de los conceptos de territorio y de la geograficidad de lo socio-histórico, tal vez valga la pena subrayar que el espacio geográfico del periodo actual es, sobre todo, un medio técnicocientífico-informacional (Milton Santos). En él los objetivos son, principalmente, objetos técnicos y, así, llevan dentro de sí una intencionalidad –una hipertelia, una máxima intencionalidad, como nos sugiere G. Simondon (Simondon, 1989). Un objeto

29 Es, completa “en la medida en que otros especialistas la pueden acoger, en el listado de acciones y en la población de objetos, aquellos que interesan a sus estudios sectoriales, el geógrafo es obligado a trabajar con todos los objetos y todas las acciones” (Santos, 1996:257-8). O, a pesar que nos enseña que “la significación geográfica y el valor geográfico de los objetos vienen del papel que, por el hecho de estar en contigüidad, formando una extensión continua, y sistemáticamente interconectados, ellos se desempeñan en un proceso social” (Santos, 1996:63).

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técnico concreto (G. Simondon) pretende ser “la más perfecta convergencia entre la tecnología y la función deseada, perfección imposible de ser alcanzada en la naturaleza” (Santos, 1996:233). Aquí se ve que la perfección del objeto técnico es tanto mayor cuanto más reducido a la intencionalidad. Lo que se procura con los objetos técnicos que cada vez más pueblan nuestra cotidianidad “es un aumento de la eficacia de la acción que depende de la gran certeza con que es ejercida –just in’time, just in space (sólo en el tiempo, sólo en el espacio)- y la información contenida en los objetos técnicos procura disminuir la incerteza” (Santos, 1996:237-8). A la técnica convertida ‘en una especie de principio para toda actividad, toda cosa’ es, en sí misma, ‘un principio de racionalidad’, dice Marc Humbert (Humbert, 1991:54). Insertada en los objetos, aparece como una ‘lógica inscrita, gracias al ingeniero, en la naturaleza de las cosas’ (Latour, 1989:21; Gras, 1993:218). Hay, de este modo, en el objeto técnico, la previa determinación de una racionalidad, ‘una forma predeterminada de acción sobre la naturaleza’ gracias a la ‘conexión inmediata de la tecnología con las actividades prácticas de la vida’ (Santos, 1996:238).

Es Langdon Winner (Winner, 1985) quien explica la relación entre la tecnología, espacio y poder, cuando nos dice que, “las innovaciones tecnológicas recuerdan los actos legislativos o políticos que establecen un cuadro para el orden público capaz de resistir las generaciones. Por esto, la misma atención que se da a las reglas, papeles y relaciones públicas debe ser dado también a las cosas como construcción de carreteras, creación de redes televisivas y el recorte de trazos aparentemente insignificantes en las nuevas máquinas” (Winner, 1985:30-31). Debemos, aquí, retomar la idea ya varias veces invocada que el espacio es locus de la existencia de lo diverso, naturaleza y cultura al mismo tiempo, lugar de esta contigüidad característica que es el espacio nuestro de cada día. Esto porque: “En el lugar, nuestro Prójimo, se superpone, dialécticamente, el eje de las sucesiones que transmite los tiempos externos de las escalas superiores y el eje de los tiempos internos, que es el eje de las coexistencias, donde todo se funde, enlazadas definitivamente, las nociones y las realidades del espacio y del tiempo. En el lugar –un cotidiano compartido entre las más diversas personas, firmas e instituciones- cooperación y conflicto son la base de la vida en común. Porque cada cual ejerce una acción propia, la vida social se individualiza; es porque la contigüidad es creadora de comunión, la política se territorializa, con la confrontación entre organización y espontaneidad. El lugar es el cuadro de una referencia pragmática al mundo, del cual deviene el teatro insustituible de las pasiones humanas, responsables, a través de la acción comunicativa, por las más diversas manifestaciones de la espontaneidad y de la creatividad (…) El territorio compartido impone la interdependencia como praxis, es esta “base de opera-

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ciones” de la “comunidad” al decir de Parsons (…) constituye una mediación inevitable para el ejercicio de los papeles específicos de cada cual, conforme realza B. Werlen (Santos, 1996:257-8).

Así, el espacio geográfico es “una condición para la acción; una estructura de control, un límite a la acción; una invitación a la acción” (Santos, 1996:257). De este modo, considerar la geograficidad es hacer que la historia se reconcilie con la vida en la materialidad de la relación sociedad naturaleza en la medida que el espacio incluye esta “conexión materialista de un hombre con el otro” (Marx y Engels, 1947:18-19). Expliquemos por tanto, que la geograficidad en sus dimensiones espacial y natural nos obliga a considerar la simultaneidad de los eventos y no solamente la sucesión. Así, nos es posible ver que aquello que hasta aquí hemos considerado mundo moderno, centrado en la dinámica europea, estadounidense y japonesa es indisociable de la colonialidad de América Latina y El Caribe, del África y Asia que proveen gran parte de la energía que mueve este mundo, ya sea en la forma de petróleo, sea en oro, plata o de las riquezas minerales o agrícolas que, sabemos, nunca son sólo materias sino también, trabajo (y no hay trabajo sin energía) servil, esclavo o sub-asalariado. Y tan importante en tanto esta comprensión que inspiró a varios intelectuales es ver cómo todo este proceso es percibido por aquellos que, cada vez más, sufren los efectos de decisiones tomadas a la distancia (televisión30, teledetección, tele-acción), cuyas acciones, casi siempre, son tomadas en función de la dimensión económica. A la uni-dimensionalidad de los que toman las decisiones se contrapone la multi-dimensionalidad de la vida inscrita en la geografía de cada día, locus de la conformación de la subjetividad. La percepción remota, o sensorialidad remota, ignora la percepción inmediata del espacio vivido. Estas tensiones de territorialidad nos obligan a considerar el pasaje acusado por Foucault de la “sociedad disciplinar” hacia una “sociedad de control”. Así, los espacios de conformación de la subjetividad –la familia, la escuela, el asilo, la prisión, la fábrica, el estado-nación, el mundo…no (son) sino definidos de la misma manera. La crisis significa, en otras palabras, que hoy los cercados que acostumbraban definir el espacio limitado de las instituciones fueron derrumbados, de modo que la lógica que funcionaba principalmente dentro de las paredes institucionales, ahora se esparce por todo el terreno social (Negri y Hardt, 2001:216; las negritas son mías).

30 Podríamos aquí explorar las pistas entre espacio y poder con la visión. Nos basta indicar el Panopticum de J. Bentham recuperado por Michel Foucault como metáfora y práctica y observarnos en los televisores que nos filman en las vías y en los edificios en la nueva sociedad de control.

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O, aún cuando nos dice que

…el paisaje urbano está cambiando del foco moderno de la plaza común y del encuentro público hacia los espacios fechados de los shopping centers, de los freeways y de las comunidades fechadas (…) El espacio público ha sido a tal punto privatizado, que ya no tiene sentido entender la organización social en términos de una dialéctica entre los espacios público y privado, entre el “dentro y el fuera” (…) La noción liberal de lo público, el lugar exterior donde actuamos en presencia de los otros, fue universalizada (porque estamos siempre bajo la mirada de los otros, monitoreados por cámaras de los sistemas de seguridad) y sublimada o des-afectada en los espacios virtuales del espectáculo (Negri y Hardt, 2001:208).

Destaco aquí, por la extrema lucidez de esta comprensión, cómo todo esto es captado a partir de otros lugares. Pasemos la palabra a Victor de Gennaro, Secretario General de la Central de Trabajadores Argentinos. En entrevista con la investigadora Ana Esther Ceceña (Ceceña, 2001) él nos ofrece un lúcido análisis de la implantación del proyecto neoliberal en Argentina donde destaca que

…la contrarrevolución no era solamente la represión, era la desestructuración social, y vimos que de la clase trabajadora 72% era precario. Eran los momentos de mayor auge del pensamiento único, cuando se pregonaba el fin del trabajo –y realmente estaba en cuestionamiento hasta eso, si íbamos a seguir existiendo como trabajadores. Nosotros apostamos a que no, a que no nos iban a desaparecer, a que la riqueza la sigue generando el trabajo y a idear formas nuevas de organización pero desde la misma esencia, desde la recuperación de la identidad. Reconstituir esto nos abrió a una nueva mentalidad y descubrimos que el nuevo lugar donde los trabajadores nos nucleamos, donde estamos todos los días, es el barrio. Esto se sintetizó en la frase “la nueva fábrica es el barrio”. La fábrica o lugar de trabajo donde uno se formaba, donde aprendía la historia, donde se construía y recuperaba la identidad y la memoria como trabajador hoy no existe más. Evidentemente hay que ir a organizarnos en el barrio y para esto se creo la afiliación directa para todo trabajador que viva de su trabajo. Se trata de un compañero de clase que tiene que volver a reconstituirse. Fue un tiempo muy difícil y aunque la resistencia al modelo de privatizaciones y de exclusión iba teniendo algunas victorias defensivas, lo más importante es que empezamos a ver que nos devolvía a nuestros compañeros: exmetalúrgicos, extextiles, ex, ex, extrabajadores, empezaban a acercarse y organizarse en calidad de trabajadores precarios. Tuvimos experiencias maravillosas como la Federación de Tierras, Vivienda y Hábitat que nos acercaba pobladores, trabajadores rurales, sectores que tienen que ver con la tierra, o los aborígenes, o las trabajadoras sexuales, organizaciones que jamás hubieran estado como trabajadores en una central (Ceceña, 2001:63).

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Observemos, además, cómo un nuevo espacio se coloca en el horizonte de los protagonistas a partir de las contradicciones del propio proceso de reorganización societario. Más adelante, Victor de Gennaro nos brinda con una clara aprehensión que la división sectorial, así como la distinción entre trabajadores, ya no pueden ser tratadas con los mismos paradigmas en el período actual que él, también, distingue

La lucha sectorial es una lucha defensiva, más fácil, que rápidamente logra unificarse en torno a un programa de reivindicaciones. Pero en estas nuevas condiciones es distinto. Por ejemplo, en un hospital, donde todos son trabajadores de la salud, la propensión, si los alienta, es a la de marcar las diferencias: los médicos son una cosa, las enfermeras son otra, los radiólogos otra y los trabajadores de mantenimiento también. Pero en realidad esta etapa del capitalismo, de globalización, de concentración, demuestra que no hay una política de salud. Es indispensable unificar a todos los trabajadores tras una gran bandera que es discutir la salud como política. Y discutir todo el sector salud, todo el proyecto de enfermedad que nos venden, no la privatización, sino un proyecto de salud, implicaba dos cosas: unificar a los sectores que iban a recibir salud. Si la comunidad no disputa un tipo de salud diferente y acepta esto que le venden, muy difícilmente podemos alcanzar reivindicaciones más naturales. En síntesis, no habrá carrera sanitaria para las enfermeras si no hay posibilidad de que un pueblo pelee por tener salud y ejerza su derecho a la salud (Ceceña, 2001:64).

Ana Esther Ceceña, que entrevista a Victor de Gennaro, nos ayuda a comprender la significación del territorio cuando nos dice que

En octubre del año 2000 La Matanza, un barrio obrero (ahora en gran medida de desempleados) del Gran Buenos Aires, organizó el bloqueo de la carretera más importante del país en términos económicos. Se trató de una lucha ‘pueblada’ como dicen los argentinos, porque involucró a todos los integrantes del barrio, con distintas estrategias de sobrevivencia y distintas modalidades y experiencias de lucha. El episodio de La Matanza constituyó un aprendizaje en las potencialidades del sentido territorial de las nuevas formas de organización de la población, al tiempo que evidencia el carácter antipopular del gobierno, a pocos meses de haber asumido. El gobierno tuvo que firmar un convenio con los insurrectos de La Matanza, aceptando todas sus exigencias. (Ceceña, 2001:65)

Casi un año después, el 24 de julio de 2001, los desempleados, cada vez más conocidos como piqueteros, realizaban en el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, en la misma La Matanza, un congreso nacional con más de 2000 delegados. Un exmetalúrgico, Claudio Landone, deja claro de donde este movimiento toma su fuerza cuando declara “yo no puedo hacer huelga, porque fui despedido de una fábrica que quebró. Hago piquetes”. (Correo Brasilense 22/07/01).

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Con estos “cortes de ruta”, los piquetes, se vuelven, por el conflicto, el evidente significado cada día mayor del espacio como un todo –“la nueva fábrica es el barrio”- por la importancia que adquieren la distribución y la circulación en un mundo en el que hay una intensa fabricación capitalista de la subjetividad (Felix Guatarri) vía mass media. En estos piquetes la lógica del trabajo abstracto es bloqueada por aquellos que no quieren ser meros objetos y, así, afirman su subjetividad concretamente bloqueando las rutas, bloqueando la velocidad. Finalmente, cuanto más los medios de comunicación estimulan simbólicamente los deseos, menos pueden evitar que los objetos circulen concretamente por las carreteras, por las vías públicas. Aquí, por los piquetes –ya que “yo no puedo hacer huelga”- la geograficidad de lo social en su subjetividad materializada se muestra como contradicción. En el caso argentino, y sabemos que no sólo él, la subordinación a los dictámenes del mundo financiero, a la lógica del dinero en estado puro que ignora la compleja materialidad inscrita en el espacio geográfico de cada día, implicó “30.000 compañeros desaparecidos, la mayoría trabajadores o dirigentes sindicales, más de 100.000 presos y detenidos, más de 500.000 exilados, pero además, más de medio millón de delegados activistas despedidos de las fábricas” (Ceceña, 2001:63). Así, más que un mundo que funciona en redes, que sobrevaloriza el mundo de la virtualidad donde el flujo del símbolo mayor –el dinero- se da sin fricción, hay una desmaterialización cruel y, hasta por lo mismo, macabra. Un mundo en busca de nuevas territorialidades. Con la creación de la ONU que, traía en su seno el Estado Territorial ya consagrado en 1648, el mundo post 2da Guerra Mundial ve instaurar, paradójicamente, lo que Giovanni Arrigí llamará “caos sistémico”. Aquí es preciso saber tomar partido del privilegio del tiempo que hace posible explicar tendencias históricas31 que para la época apenas se esbozaban. De hecho, la ONU, con todas las contradicciones que marcan su existencia, indica el paso de un sistema internacional hacia un sistema global, imperial, en la medida en que “apunta (…) igualmente hacia una nueva fuente positiva de producción jurídica, eficaz en escala global –un nuevo centro de producción normativa que puede desempeñar un papel jurídico soberano” (Negri y Hardt, 2001:22. Negritas del autor).

31 No hay como dejar de explicitar la inspiración del tiempo de larga duración de F. Braudel.

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Este “caos sistémico” abriga regímenes de producción de poder con configuraciones territoriales contradictorias como el Estado Nacional, el Imperialismo, el Imperio –que se pretende un orden global supranacional y, aún, múltiples protagonistas campesinos, indígenas, negros, mujeres, ambientalistas, trabajadores asalariados que r-existen con/contra estos diferentes órdenes y que son portadores de múltiples territorialidades potenciales. Finalmente, ¿cómo hablar del fin o de la disminución del poder de los Estados Territoriales Nacionales cuando, exactamente después de la 2da Guerra Mundial, se multiplica el número de los mismos? No obstante, es preciso observar que el surgimiento de más de una centena de nuevos Estados Territoriales Nacionales luego de la 2da Guerra se dio, sobre todo, en África y en Asia. En América Latina el neocolonialismo ya se había instaurado desde el siglo XIX, consolidando el dislocamiento de la hegemonía de Tordesillas hacia Greenwich, o mejor, del mundo mediterráneo (Portugal, España y Génova) hacia el Mar del Norte (Inglaterra, Francia y, después, Alemania). Dicho sea de paso, que los nacientes estados americanos mantuvieron en el poder a los descendientes de los blancos europeos –los criollos en la América española- negando a los indígenas y negros hasta la condición misma de asalariados (Quijano, 2000). El colonialismo interno es mucho más que una dominación regional, como casi siempre es considerado. Hay una clara condición racial y de clase que atraviesa a las nuevas formaciones nacionales que traen en su interior la condición moderno-colonial ya varias veces aquí invocada. El orden imperial –ante todo, financiero. Deshagamos, luego del inicio y aunque rápidamente, uno de los principales mitos que nos ha sido impuesto en la caracterización de esta nueva configuración del poder, que Negri y Hardt llaman Imperio, que habla del papel que en él juega la revolución tecnológica, sobre todo, la telemática y todo lo que ella implica. Todo parece derivar de lo que se viene llamando revolución tecnológica en curso sin que se aclare quién pone en movimiento a esta revolución tecnológica, como si fuese un proceso espontáneo, natural. Cuando observamos los principales sectores donde estas nuevas tecnologías se vienen afirmando –el militar, el financiero y los medios de comunicación de masas- ya nos apuntan a los posibles protagonistas de este proceso. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 señalan esta triple dimensión del poder imperial, no sólo por haber sido atacado el Pentágono, símbolo del poder militar, el World Trade Center, símbolo por excelencia del capital finan-

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ciero32 transmitido en video en tiempo real, sino también por indicar que al no reconocer el Imperio externalidad no hay más un afuera y un adentro, lo que refuerza el análisis de Negri y Hardt, o del mismo David Harvey (Harvey, 1989), de que nos encontramos frente a nuevas territorialidades en tensión. Este orden imperial se presenta como una tentativa de superar una crisis profunda de la ideología nacionalista que había sido llevada al paroxismo con el Imperialismo33 por medio de dos guerras en menos de 30 años y, también involucrando el territorio del polo hegemónico del orden moderno-colonial. Aún en plena 2da Guerra Mundial se comienza a diseñar un orden financiero que se quiere por encima de los Estados Territoriales Nacionales y que, contradictoriamente, convive con el imperialismo dando oportunidad así, a una de las tensiones territoriales constitutivas de los días que corren. Veamos: De todos los lados del conflicto, la acción de las clases dominantes ultrapasan los límites nacionales. (…) los aliados imprimirán un carácter supranacional al que inicialmente había sido un mero acuerdo militar, la Declaración de las Naciones Unidas firmada en enero de 1942 por 26 países, explicaba tales objetivos. A partir de 1944 fueron tomadas medidas para convertir a las Naciones Unidas en una organización de carácter permanente. En otro plano, la Conferencia de Bretón Woods, realizada en julio de 1944, estableció el sistema monetario y financiero que vendría a regir el mundo luego del conflicto, proyectando al Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo y del Fondo Monetario Internacional. Cualquiera que hubiese sido el vencedor, la paz se asentaría en instituciones supranacionales. Mucho más significativos que la internacionalización al interior de cada uno de los dos bloques beligerantes fueron los intereses comunes que los unían a todos y los contactos que en ellos tenían lugar. (…) Con base en estos intereses sociales comunes a los capitalistas de ambos lados se tejieron, a pesar del conflicto, y más allá de los compromisos militares, políticos e ideológicos, contactos institucionales permanentes, en el ámbito del Banco de Pagos Internacionales. Este banco fue establecido en Basilea en Suiza, en 1930, para permitir la cooperación técnica entre bancos centrales de varios países y, su Consejo de Administración hasta hoy es compuesto, en parte, por gobernadores de bancos centrales (Bernardo, 2000:52-53).

Tal como aquel cuerpo de juristas que a partir del Renacimiento recuperara el derecho romano para ordenar el nuevo orden geográfico y jurídico-político en base a la propiedad privada (absoluta) incondicional y en la soberanía (absoluta) mutuamente excluyente que nos dio el Estado Territorial mo32 Se sabe que sólo 20 (andares) pertenecían a una de las mayores empresas del mundo financiero y, además, que allí funcionaba una importante oficina de la CIA. 33 No olvidemos que nos referimos al imperialismo siempre con una cualificación geográfica nacional (imperialismo alemán, imperialismo belga, imperialismo yanqui, imperialismo francés, imperialismo italiano, imperialismo japonés, entre otros).

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derno-colonial, vemos emerger un nuevo protagonista que son los gestores financieros que se ubican en tanto gestores de una territorialidad imperial que se piensa no imperialista. Pese al enorme significado político de estos nuevos protagonistas de las finanzas mundiales –FMI, BIRD, Banco de Pagos Internacionales- su lógica capitalista puramente fundada en el dinero (D-D’) no puede prescindir de la mediación de las mercancías (D-M-D’) y, consecuentemente, de las implicaciones materiales-simbólicas y, por tanto, territoriales. Aquí está toda la contradicción entre el dinero y la riqueza que manifiesta, finalmente, la contradicción entre la expresión simbólica de la riqueza –el dinero- y la riqueza misma. La tensión de territorialidades desencadenada por la hegemonía política cada vez mayor de los sectores financieros se hace sentir con toda la fuerza cuando se tiene que reducir las monedas a una única moneda, sobre todo, cuando esta moneda es una moneda nacional, el dólar estadounidense, como ha sido el caso. Así, la tendencia hacia el imperio, característica de los gestores de las finanzas mundiales, se ve contradictoriamente apoyando el viejo imperialismo y, con esto, reavivando la lógica territorialista nacionalista que, por su lógica propia, habría que superar. No sin sentido esta tensión de lógicas territoriales distintas se hace presente con todo su peso en la cuestión energética. Finalmente, si el dinero se constituye, por un lado, en la energía simbólica necesaria a la lógica capitalista, el combustible fósil es, por otro lado, la energía material que permite aumentar el potencial de producción de más valor de todo el complejo industrial que produce las mercancías. Para aquellos que han puesto el acento no en la contradicción entre el Imperio y el Imperialismo (y el Estado Nacional en él imbuido) sino más bien en el hecho de atribuir a las grandes corporaciones multinacionales y a los mercados financieros un poder mayor que el de sus propios Estados de origen, lo que habría caracterizado la euforia americana de los años 90, concordamos con José Luis Fiori cuando nos dice que “pasado el periodo de las grandes compras y fusiones transnacionales, todos los balances hechos indican que, en el caso de los sectores estratégicos –desde el punto de vista tecnológico y militar-, el factor nacional fue decisivo y hubo intervenciones estatales de las grandes potencias siempre que algunas de sus grandes corporaciones se vio amenazada por capitales extranjeros”. En el campo de acción directa de los gestores de las finanzas mundiales con su lógica imperial –el mercado financiero propiamente dicho- que reina más que en cualquier otro campo, hasta porque la materia que en él circula

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es realmente34 simbólica, el mundo de la comunicación por su soporte informático (telemático) donde se valoriza, sobre todo, la existencia de un mundo virtual. Se considera, además, el significado que tienen en este mundo y para estos protagonistas, la idea de que no hay límite hasta para los días y las noches porque las bolsas funcionan las 24 horas. En fin, no hay límite para los números y aquí, ya lo vimos, estamos en el mundo de la expresión de la riqueza y no de la riqueza misma. Se trata de que, aproximadamente, ha sido llamado capital volátil aquel capital que se desprende de la materialidad del espacio concreto y que intenta someter a las diferentes cualidades que habitan ese espacio a su lógica, la lógica de la cantidad. La más completa figura en nuestro mundo es presentada desde la perspectiva monetaria. Desde aquí se puede ver un horizonte de valores y una máquina de distribución, un mecanismo de economía y un medio de circulación, un poder y un lenguaje. (…). Las grandes potencias industriales y financieras producen, de este modo, no sólo mercancías sino también subjetividades. Producen subjetividades agenciales dentro del contexto biopolítico: producen necesidades, relaciones sociales, cuerpos y mentes –o sea, producen productores. (…). (Así) un lugar donde deberíamos localizar la producción biopolítica de orden es en los nexos inmateriales de la producción de lenguaje, de la comunicación y de lo simbólico que son desarrollados por los medios de comunicación. (…). La mediación es absorbida dentro de la máquina productiva. La síntesis política del espacio social es fijada en el espacio de la comunicación. Es por esto que las industrias de la comunicación asumirán una posición tan central. Ellas no sólo organizan la producción en una nueva escala e imponen una nueva estructura adecuada al espacio global, sino que también hacen inmanente su justificación. El poder, en cuanto produce, organiza; en tanto organiza, habla y se expresa como autoridad. El lenguaje, en la medida en que comunica, produce mercancías, y más allá de eso, crea subjetividades, pone unas en relación con las otras y las ordena. Las industrias de comunicación integran el imaginario y lo simbólico dentro del tejido biopolítico, no sólo colocándolos al servicio del poder sino integrándolos, de hecho, en su propio funcionamiento. (Negri y Hardt, 2001:51-52).

Estamos así, frente a un dislocamiento del locus de producción de necesidades sobre el que E. Thompson (Thompson, 1998) nos había llamado la atención. No es más exclusivamente dentro de nuestro seno familiar o de la misma escuela que se da la conformación de la subjetividad que, así, se transfiere hacia estas máquinas de fabricación capitalista de la subjetividad, conforme gustaba llamarlas Felix Guattari (Guattari, 1982). Una vez más, es del espacio social como un todo del que estamos

34 Y no virtualmente.

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hablando y es, sobre todo, la decisión de cosas tan simples y tan fundamentales como el pan nuestro de cada día del que tenemos que reapropiarnos. Estos mismos medios de comunicación vienen caracterizando como movimientos “anti-globalización”35 todo el conjunto de manifestaciones que se vienen haciendo a escala global y que traen en su seno movimientos que comportan múltiples dimensiones, inclusive las territoriales. Sin embargo, estos movimientos señalan hacia otros posibles regímenes de poder a escala global (Milton Santos) indicando, así, que a escala global, mundial o planetaria se coloca como necesaria para todo y cualquier protagonista y que ya no es más monopolio de los “de arriba” hacer relaciones internacionales, como había sido hasta ahora. La naturaleza re-visitada. Hay otro campo aún, -en el ámbito ambiental- donde la tendencia hacia la conformación de un orden global (imperial) viene ganando una enorme legitimidad, tal vez sólo comparable al de los derechos humanos. Y, aquí, no podría ser mayor el conjunto de contradicciones que parecen emerger entre territorialidades distintas. Señalemos, de entrada, que todo un conjunto de ideas y prácticas que conforman este campo apunta claramente hacia una “consciencia planetaria” y nos invita a sentirnos miembros de una “comunidad de destino” (Balandier) mundial, global, planetaria (Porto-Gonçalves, 2001ª). En fin, estamos frente a riesgos globales, al punto que hasta autores como Giddens (Giddens, 1991) y Beck (Beck, 1992), caracterizan a la sociedad moderna como una “sociedad de riesgo”. Al interior de este campo, los Estados Nacionales no parecen tener posibilidades de superar problemas que traspasan sus fronteras puesto que, no respetan las dinámicas de la naturaleza. Más aún, lo mismo podría ser invocado en relación a la propiedad privada incondicional y absoluta que, como hemos visto, es uno de los fundamentos de la constitución del Estado Territorial Moderno. Sin embargo, en una sociedad en la que la producción está regida por una lógica de la concurrencia que acciona una búsqueda del aumento de la productividad y, así, un ritmo incesante que tiende hacia el infinito porque

35 “Globalifóbicos” fue el término usado por los medios de comunicación mexicanos para designar a los jóvenes que en Guadalajara protestaron en las calles contra la reunión del G-8. La represión y encarcelamiento de muchos de ellos era justificado por los medios en virtud de tal condición. (Nota del Traductor, con todo consentimiento del autor).

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lo que busca es la expresión cuantitativa de la riqueza en su inmaterialidad, los tiempos naturales, culturales y psíquicos acaban por ser afectados mostrando efectos y contradicciones varias. Todo indica que la propiedad privada incondicional y absoluta sea más sólo uno de los límites (esencia de la política, insisto) que precisamos colocar más abiertamente en debate. El propietario privado no puede reinar tan soberanamente como reinó hasta ahora, conforme Karl Polanyi (Polanyi, 1978) ya nos había alertado. Más allá de eso, este campo ambiental también expone otras enormes contradicciones que reinan en el actual “caos sistémico” que caracteriza la geografía del mundo contemporáneo. Destaquemos que el 20% de la población mundial sería responsable por el consumo (productivo e improductivo) de cerca del 80% de la energía y de las materias primas manipuladas anualmente en todo el planeta. Información que pone en jaque al argumento maltusiano tan invocado en este mismo campo, cuando se sabe, con Eltmar Altvater (Altvater, 1994), que un estadounidense medio consume el equivalente a más de 170 etíopes o a más de 50 paquistaníes, lo suficiente para señalar que un bebé pone más en riesgo el planeta cuando nace bajo el régimen de producción de subjetividades mercantilmente estimuladas. Es lo que Altvater denominó régimen de producción de bienes oligárquicos, o sea, aquel régimen que se funda en la producción de bienes que sólo pueden existir en sí para unos pocos, pues, si todos tienen estos bienes los riesgos de todos aumentan36. Es todo el orden moderno-colonial que se encuentra así, en jaque –principio de igualdad, por ejemplo- en la medida en que su modo de vida es imposible de generalizarse para todo el planeta. La idea de dominación de la naturaleza, central para el pensamiento moderno europeo es puesta en cuestión, no solamente porque apunta hacia la degradación ambiental o el agotamiento de los recursos naturales37, sino porque junto con la naturaleza emergen múltiples sujetos que hasta ahora permanecían manteniéndose en las orillas, en los marcos de las territorialidades ahora en crisis. Hay aún, en el interior de este campo, todo un debate acerca de la diversidad biológica que tiene, de un lado, a todo el sector industrial ligado a la biotecnología y, por otro, proporciona la posibilidad a múltiples pueblos y culturas presentarse en la escena política como se puede ver por medio de la movilización de poblaciones campesinas, indígenas o comunidades negras en 36 Aquí, uno de los pilares de la modernidad, o sea, aquel que dice que hombres y mujeres son iguales, queda amenazado. 37 Elmar Altvater (Altvater, 1994) nos da una lista de la dependencia de recursos minerales por parte de los países hegemónicos.

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amplias regiones de América Latina (México, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil, según Escobar, 1996; Leff, 2000; PortoGonçalves, 2001b; García Linera, 2001). Asimismo, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra en el Brasil resignifica sus luchas incorporándose de modo propio al campo ambiental, reforzando la perspectiva socio-ambiental que en el Brasil fue inaugurada por los seringueiros que tuvo su liderazgo de mayor expresión con el ecosocialista Chico Mendes (1944-1988) (PortoGonçalves, 2001ª y Porto-Gonçalves, 2001b). Se destaca, además, que es en el interior de este campo ambiental donde ha sido grande la tensión entre gestores territorialistas nacionales, militares sobre todo, y gestores territorialistas que operan a escala global. Las organizaciones no gubernamentales también están aquí, fuertemente implicadas en estas relaciones contradictorias. Finalmente, se trata de determinar usos diferenciados a los recursos naturales y a la naturaleza, sabemos que, más allá de portar “recursos naturales” es, también, fuente de recursos simbólicos, de ideologías románticas territorializadas, como los nacionalismos y regionalismos (sangre y tierra, por ejemplo) que, de una u otra forma, se han nutrido hasta ahora, del concepto moderno de soberanía mutuamente excluyente. Y el ambientalismo, por su lado, se ha inspirado en la misma naturaleza para construir una ideología planetarista de la Madre Tierra en franco contraste con la Madre Patria. El comercio y la cultura: el derecho de las gentes. La tensión de territorialidades puede aún ser observada en las discusiones de la Organización Mundial del Comercio (ex GATT) donde la lógica imperial de los gestores financieros entra en conflicto con las diferentes territorialidades que constituyen los Estados Territoriales Nacionales, así como otras que buscan “un lugar en el mundo”38. Aquí, tanto los bienes materiales como los inmateriales (culturales) son objeto de intensas y tensas luchas por/contra barreras y protecciones39. En este ámbito gana particular relevancia el debate sobre la propiedad intelectual por el carácter social y colectivo de bienes intangibles como el conocimiento, como el conflicto entre aquellos que quieren colocar barreras, por patentes, y aquellos que quieren garantías de acceso libre para semillas y cultivos; aquellos que quieren colocar barreras, por patentes, o acceso libre a los remedios y fármacos; al embate entre los que quieren 38 Me inspiro aquí en la memoria de un film argentino con este nombre. 39 Una vez más, límites, y con ellos, el sentido pleno de la política (arte de definir límites, repito).

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los softwares libres y aquellos que los quieren cerrados por patente (Linux-Microsoft); así como el debate sobre los derechos de autor coloca como interlocutores válidos, por el conocimiento que producen, varias poblaciones y sus culturas que hasta ahora fueron descalificadas40. Es interesante observar que en este seno surge lo que parecía imposible, esto es, una especie de “internacional campesina” como la Vía Campesina41. Tal vez aquí se viene haciendo más explícita que en cualquier otro campo la tensión de territorialidades y todo el potencial de que nuestro mundo está preñado de nuevas territorialidades. Aquí está en juego los diferentes sabores con que nos alimentamos día a día y que, sabemos, implica saberes (savoir y saveur) y así, es toda la cultura la que está implicada. Asimismo los paisajes, para nuestro confort y placer, puesto que fueron conformados por las más diferentes prácticas culturales (de allí que se hable de agri+cultura) que de esta manera, estamos viendo, nos ofrecen mucho más que alimentos y materias primas. Es la multifuncionalidad de la agricultura, muy próxima a lo que Enrique Leff viene llamando racionalidad ambiental, enfatizando en su carácter político y de justicia social, junto con sus dimensiones técnica y cultural (Leff, 1994; 1998; 2000 y 2001). Fin de las fronteras: para los migrantes, nuevos muros. Uno de los mayores desafíos que se presenta en el posible diseño de nuevas territorialidades se refiere al fenómeno de los enormes dislocamientos poblacionales de nuestra época.

“Un fantasma recorre el mundo, el fantasma de la migración. Todos los poderes están aliados en una despiadada operación contra ella, más el movimiento es irresistible. Junto con el llamado Tercer Mundo, existe un flujo de refugiados políticos y la transferencia de fuerza de trabajo intelectual, además de los movimientos en masa del proletariado agrícola, industrial y de servicios. Los movimientos legales y con documentos son aplastados por las migraciones clandestinas: las fronteras de la soberanía nacional son coladeras, y toda la tentativa de reglamentación completa sufre una violenta presión” (Negri y Hardt, 2001:233).

40 Es significativo la tensión de territorialidades que caracteriza los días que corren, sobre todo después del 11 de septiembre de 2001, que la OMC consiga hacer su primera reunión inmediatamente después de este suceso, en noviembre de ese mismo año, la primera que se da sin que tuvieran lugar amplias manifestaciones de la sociedad civil conforme venía sucediendo últimamente. La tranquilidad de la referida reunión pudo ser obtenida en Doha, capital de Qatar en el Medio Oriente, allí mismo donde los regímenes políticos controlan rígidamente la participación de la sociedad civil al mismo tiempo que garantizan el flujo de petróleo a Occidente. 41 Un cotejo de esta experiencia con lo que dice el Manifiesto Comunista de 1848 con respecto de los campesinos, tal vez se constituya en un buen primer paso para reunir movimientos sociales distintos y apuntar hacia posibles nuevas perspectivas paradigmáticas y políticas.

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Hay aquí mucho más que la producción y reproducción de la fuerza de trabajo para el capital y que ha sido siempre analizado a través del prisma de la regulación de las condiciones técnicas del trabajo por el capital. Hay también, un deseo irreprimible de libertad. No hay duda que, lo que esta multitud procura dejar atrás son las condiciones miserables de vida, casi siempre derivadas del modo como sus comunidades y regiones son involucradas (en verdad (des)arrolladas, según Porto-Gonçalves, 2001b) por el orden moderno-colonial y, lo que buscan

…es la abundancia de deseos y la acumulación de capacidades de expresión y producción que los procesos de globalización determinan en la conciencia de todo individuo y de todo grupo social –y, por tanto, una cierta dosis de esperanza. La deserción y el éxodo son una forma poderosa de lucha de clases, dentro de la posmodernidad imperial y contra ella. Esta movilidad, sin embargo, aunque constituye un nivel espontáneo de lucha, hoy lleva con mucha frecuencia hacia nuevas condiciones desarraigadas de pobreza y miseria (Negri y Hardt, 2001:233).

En este contexto de los grandes desplazamientos de poblaciones del mundo de hoy tenemos, tanto a las mafias que trafican gente, como cada vez más se ve en los noticieros, como en aquellos camiones frigoríficos que transportaban europeos, orientales y asiáticos hacia Inglaterra; o navíos que vagan sin que los diversos estados quieran recibir a las masas de refugiados que sólo aumentan, tal como ocurrió recientemente (Octubre de 2001) con los desplazados que Australia se negó a recibir desconociendo la legislación internacional; y aún, en otra dirección, el elevado número de una migración selectiva de trabajo altamente calificado (informática, por ejemplo), como la indios y paquistaníes trabajando en Estados Unidos y en Inglaterra, así como africanos con formación superior trabajando en Europa (cifras no muy precisas indican, en este caso, más de 100.000) y, así, tenemos trabajo calificado aumentando la productividad de los lugares y regiones donde la riqueza está más concentrada, reproduciendo la desigualdad entre países, regiones y comunidades y, de este modo, reforzando el doble movimiento migratorio de gente calificada y de miserables. Tenemos además, en otro sentido, a los migrantes ecuatorianos en España que en manifestaciones contra su expulsión del país presentan la carta de Cristóbal Colón del descubrimiento de América como el documento que debería servir de base para garantizar su derecho al trabajo así como su permanencia en el país. En Colombia, los “desplazados” ya suman 2.000.000 sobre una población total de 30.000.000, señalando un fenómeno nuevo en la medida que, en este caso, no se trata de migrantes que, de una u otra forma, aunque empujados por las circunstancias, esperan, esto es, tienen esperanza de que con el desplazamiento puedan

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mejorar sus condiciones de vida. Al contrario, exactamente porque tienen la esperanza de poder regresar lo más breve posible a sus comunidades, se desplazan inicialmente, hacia lugares próximos a sus “pueblos” y comunidades. Aquí, se revela todo el límite del Estado nacional colombiano para garantizar que su propia población pueda permanecer donde estaba y la ONU ya inicia gestiones para actuar en este campo. Es preciso destacar que Colombia es el país que, en el mundo, presenta el mayor número de “desplazados” así como Afganistán presenta el mayor número de refugiados del mundo y, en este momento (2001) sus territorios están bajo la acción directa de un poder imperial que se sobrepone a las comunidades y “pueblos”42, ya sea a través del Plan Estados Unidos/Colombia (mejor conocido como Plan Colombia) o de la guerra contra el terrorismo, lo que indica la compleja tensión de territorialidades, más aún si consideramos el reciente atentado contra el World Trade Center y el Pentágono que nos muestra, trágica y espectacularmente, la dimensión de los conflictos. Resaltando además el punto que, creo, debe ser blanco de atención –el de la búsqueda de nuevos regímenes de poder por medio de nuevas territorialidades. Y aquí, quisiera aprovecharme de esta doble dimensión movilidad-permanencia que está implicada no sólo en los múltiples movimientos que claman por la demarcación de sus tierras, sus territorios, sino también por esta amplia movilidad poblacional. Tal vez, para esto debemos destacar el caso de las comunidades negras de Colombia y Brasil con sus palenques y sus quilombos (o quilombolas), respectivamente. Estas comunidades negras se desplazaron en busca de libertad, contra la esclavitud que les era impuesta en el momento de la constitución del mundo moderno-colonial en América Latina. Allí constituyeron sus territorios en rebeldía al Estado que, sabemos, no los incorpora en tanto portadores de derechos hasta muy recientemente. Hoy, las posibilidades abier42 Aquí es importante resaltar que el gobierno colombiano, en tanto gobierno electo, puede invocar la legalidad jurídica y política para, en nombre del estado, hacer la mediación con los Estados Unidos. Sin embargo, debemos saber también, que prefectos de 17 Municipios del Norte de Colombia, igualmente electos, aceptan los términos que tanto las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) como el ELN (Ejército de Liberación Nacional) plantearan un acuerdo nacional que, los prefectos buscan hacerlo regionalmente, lo que el gobierno nacional ha procurado evitar a toda costa. Lo mismo puede ser visto en el Departamento del Cauca al sur de Colombia, en el que el Bloque Social Alternativo que al tiempo (2000-2003) eligió a Floro Tunubalá, un indígena que, por primera vez se hizo gobernador y presenta un plan alternativo para la erradicación manual de la coca en contra de la fumigación con Glisofato hecha con aviones del Plan Estados Unidos/Colombia, acompañado de un conjunto de medidas agrícolas/agrarias para ofrecer alternativas a las poblaciones indígenas, campesinas y las comunidades negras de la región y que tampoco han recibido apoyo del gobierno nacional para implementar estas medidas. Además, se informa que la principal exigencia planteada para que haya un pacto entre las partes es el control de los grupos paramilitares por parte del gobierno nacional colombiano. Y, sabemos, que el paramilitarismo es la interfase más visible de la relación entre el Estado y el Para-Estado vía tráfico de drogas y de armas.

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tas a escala mundial por las contradicciones de regímenes de poder, se presentan como protagonistas políticos reivindicando exactamente, la consagración de las tierras donde constituyeron sus territorios de libertad. Por lo tanto, la cuestión que se presenta no es simplemente el derecho de ir y venir tan destacado por el liberalismo, sino también el derecho de permanecer y, mucho más que eso, el derecho de soberanamente decidir/pactar o permanecer o desplazarse. El mundo está abierto a las nuevas territorialidades. Las fronteras comportan el front y traen consigo, siempre, la memoria de las luchas que las engendran. Por tanto, más que el espacio absoluto de los territorios soberanos de los estados modernos, destacamos su carácter abierto (poroso) y contradictorio, tanto en el front interno como en el front externo. Hay siempre, detrás de lo instituido el proceso instituyente y, en el caso de la frontera, el límite explica su carácter esencialmente político. Pero si los límites de las fronteras se muestran explícitos cuando se separa el frente interno del externo, no siempre es tan claro cuando se trata de ver los procesos instituyentes, sobre todo, en cuanto a sus protagonistas. Por eso, destacamos que más allá de los límites entre las ciencias, cada una con sus territorios rígidos de conocimiento, debemos estar atentos hacia otros conocimientos hasta ahora considerados en una jerarquía inferior (como el caso de las ciencias humanas frente a las ciencias naturales; de la filosofía y el arte frente a la ciencia) y, yendo un poco más allá, debemos prestar atención también, hacia otros conocimientos producidos por otros protagonistas con otras matrices de racionalidad. En fin, todo el proceso que ofrecemos al análisis debe tener en mente al haitiano Toussaint de L’Ouverture, a los ecuatorianos que quieren que se descubra a América en la España de hoy, o a la memoria de los negros constitucionalizados como 3/5 partes de un blanco en los Estados Unidos y que, están vivos en un mundo que tiene un grupo como el G7 y, aún, tienen el derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU como si, además, hubiese países y pueblos que valgan las 3/5 partes de otros pueblos. La época de los descubrimientos europeos y la comunicación cada vez más intensa entre los espacios y pueblos de la tierra que vino en seguida, siempre cargaron dentro de sí un real elemento de utopía. Tanto más sangre fue derramada, tantas vidas y culturas fueron destruidas, que parece mucho más urgente denunciar la barbaridad y el horror de la expansión de Europa Occidental (y también de los EUA, de los soviéticos y de los japoneses). Creemos importante, por tanto, no olvidar las tendencias utópicas que siempre acompañaron la marcha rumbo a la globalización, aunque estas tendencias hayan

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sido continuamente derrotadas por los poderes de la soberanía moderna. El gusto por la diferencia y la creencia en la libertad universal y en la igualdad de los seres humanos, propios del pensamiento revolucionario del humanismo del Renacimiento, reaparecen ahora en escala global. Este elemento utópico de la globalización es lo que nos impide simplemente caer de vuelta en el particularismo y en el aislacionismo, en reacción a las fuerzas totalizantes del imperialismo y de la dominación racista, induciéndonos, al contrario, a forjar un proyecto en contra de la globalización, contra-Imperio. Este momento utópico, sin embargo, nunca dejó de ser ambiguo. Es una tendencia que constantemente entra en conflicto con el orden soberano y la dominación. (Negri y Hardt, 2001:132).

Hay así, un nuevo campo que es, al mismo tiempo, local, regional, nacional43 y global, o imperial como proponen Negri y Hardt que, a su vez, ha mostrado la oportunidad histórica para que nuevos protagonistas locales y regionales entren a la escena política. Es en esta imbricación de escalas que nuevas territorialidades deben ser buscadas. Más que a la geografía estamos frente a las geo-grafías, en fin, del desafío de geo-grafiar nuestras vidas, nuestro planeta, conformando nuevos territorios, nuevas territorialidades.

43 No veo ninguna razón consistente para hablar de local y global solamente, sobrepasando las escalas regional y nacional. Como ninguna territorialidad es natural pues, todas son instituidas por sujetos que se hacen a sí mismos por medio de las territorialidades que instituyen, las escalas regionales y los territorios nacionales deben estar abiertas al debate y no negadas a priori, lo que bien puede indicar una concesión al espacismo. Y escala, no olvidemos, es también escalera, grados hacia arriba y hacia abajo, lenguaje topológico tan caro a la política como centro y periferia.

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Geografía política y desarrollo sustentable44*

I. Introducción El mundo en los últimos 30/40 años viene pasando por un importante proceso de reorganización social cuya dimensión espacial, geográfica, es parte constitutiva. Este proceso puede ser comparado con aquel que pasó la sociedad occidental en el Renacimiento (siglo XVI) y durante el siglo de las Luces y la consolidación de la Revolución Industrial (siglos XVIII y XIX). Las relaciones entre sociedad y organización espacial, casi siempre objeto de poca atención, se revelan en estos momentos particularmente relevantes. En estos momentos la Geografía tiende a dejar de ser un sustantivo y mostrarse como verdaderamente es, o sea el verbo, entendido como la acción de sujetos sociales haciendo grafías en la tierra. Cualquier sociedad humana instituye un orden de significaciones, de normas, de reglas y valores, en fin, instituye un ethos que da sentido a sí misma, a sus prácticas. Mismo Marx, considerado uno de los materialistas modernos, afirma que lo que distingue al peor arquitecto de una abeja, es el hecho de imaginar, idealizar, figurar su obra antes de realizarla. El proceso de apropiación de la naturaleza, inherente a cualquier sociedad, no puede ser entendido, como infelizmente viene siendo hecho, como un proceso exclusivamente material, casi siempre de carácter económico, como si la apropiación material fuese destituida de los sentidos. Toda apropiación material, 44 Publicado Originalmente en: Geografía, Política y Ciudadanía. Terra Livre- Nº 11-12. Agosto 1996. AGB- Sao Paulo. p 7-76. Traducción realizada por Dr. Marcel Achkar (*) y Dra. Ana Domínguez (**) (*) Docente del Laboratorio de Desarrollo Sustentable y Gestión Ambiental del Territorio. Facultad de Ciencias e de la Unidad de Sistemas Ambientales. Facultad de Agronomía. UdelaR. Uruguay. (**) Docente del Laboratorio de Desarrollo Sustentable y Gestión Ambiental del Territorio. Facultad de Ciencias. UdelaR. Docente en la Especialidad Geografía en el Instituto de Profesores Artigas. Uruguay.

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es al mismo tiempo, simbólica, puesto que solo se apropia de aquello que tiene/hace sentido. El mapa, por ejemplo, instrumento tan valioso para los geógrafos, es una forma de re-presentación de la realidad, y no la realidad misma, y como tal se constituye en una forma de apropiación simbólica, condición de su apropiación material en ciertas circunstancias. La construcción de los sentidos es, necesariamente, un proceso social en el cual el lenguaje, que en si mismo es una re-presentación, tiene un papel instituyente de un determinado orden social. Es a través del lenguaje que los seres humanos se comunican, se ligan, crean un mundo, su mundo en común. Hay una evidente relación entre el lenguaje y comunicación que pone de relieve la dimensión espacial, geográfica, de los procesos de organización social. La escritura, por ejemplo, como medio de comunicación permite la extensión del lenguaje más allá del contacto cuerpo a cuerpo. Sin ella, prácticamente hubiera sido imposible la construcción de grandes imperios que la historia registra. Las identidades colectivas implican, por lo tanto, un espacio que se vuelve propio por los seres que las instituyen, lo que implica un territorio. Si es posible extender hacia otras sociedades el concepto de desarrollo, sacando de él su carácter moderno productivista, podemos entonces afirmar que en el devenir de cualquier sociedad su propio desarrollo, se inscribe en un orden específico de significados, entre los cuales el modo como ellas marcan la tierra, rigurosamente del punto de vista etimológico, se geo-grafan. Pierre Bourdieu afirma que es de la naturaleza de la realidad social la lucha permanente para definir lo que es la realidad social, de ahí su carácter polisémico. Las marcas, signos, que se atribuyen a la realidad, entre ellos los límites y las fronteras del espacio/territorio de que se apropia más que ser conocidas, deben ser reconocidas por todos como significativas. Proponer/imponer significaciones implica, por lo tanto, relaciones de poder. No es por lo tanto, sin razón, que los mapas hayan sido durante mucho tiempo instrumentos exclusivos de las clases dominantes y de sus ejércitos, por el hecho de que la mayoría de la población no dominaba su código. Es que los mapas en si mismos son parte del proceso instituyente de un orden de significación, son una forma de ordenar el mundo. Siendo así, la geografía, en cuanto acto de marcar la tierra, de apropiarse material/simbólicamente del espacio, es un saber eminentemente ligado al campo de lo político y del proceso de creación de un magma de significaciones (Castoriadis, 1982). Sustentamos en este trabajo que el concepto de desarrollo es central en el proceso de construcción de lo que se dio en llamar

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Modernidad y que sin considerarlo adecuadamente, no se puede dar cuenta de la Geografía Política de esa misma sociedad. La crisis por la que pasa la sociedad contemporánea es, como no podría dejar de ser, una crisis de su magma de significaciones y en este sentido, de su concepto instituyente. Es exactamente en el momento en que ese concepto que venia siendo avalado en sus fundamentos, se muestra insustentable, y vemos, paradojalmente, una tentativa de su recuperación a través de la calificación de sustentable, sumándolo al de desarrollo, tal como fue consagrado en la publicación del Informe Brundtland Nuestro Futuro Común (Brundtland, 1991) en 1987, bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas. El propio hecho de que el calificativo sustentable aparece cada vez más relacionado al de Desarrollo indica cambios en la agenda del debate político. Sabemos que desde 1972, con la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente, realizada en Estocolmo, la cuestión ambiental dejó de ser una cuestión de los “románticos” hippies y pasó a ser efectivamente institucionalizada en los mecanismos gubernamentales, ante todo a través de las instituciones supranacionales. Una de las recomendaciones que salió de esa Conferencia fue exactamente la de que la cuestión ambiental pasase a constar en las agendas de las relaciones internacionales. El gobierno brasilero, por ejemplo, en 1973, creó una Secretaria Especial de Medio Ambiente para adaptarse a las nuevas reglas y ante todo para la obtención de recursos financieros internacionales. Esa iniciativa del gobierno militar traería importantes implicaciones años más tarde cuando la sociedad brasilera pasó a denunciar internacionalmente el incumplimiento por parte de los gobernantes de los compromisos firmados con relación a la cuestión ambiental y quizás el caso de la BR- 364 haya sido el más emblemático45. Paralelamente a los preparativos de esa Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente, la preocupación con ese tema ganó un importante refuerzo como por ejemplo, el que le prestó el famoso Informe Meadows Los límites del Crecimiento (Meadows, 1978) texto que rápidamente ganó el mundo alertando sobre el carácter finito de los recursos naturales y los riesgos que los diferentes tipos de contaminación tendrían para la sobrevivencia del planeta y de la humanidad. No es el caso de retomar aquí los contenidos en el análisis 45 Br 364 es como se denomina la carretera que hace la conexión de la capital brasileña, Brasília, con Río Branco en el Acre, lo más occidental de los estados del país, tierra de Chico Mendes. Esta carretera pasa por una región de sabanas (denominados Cerrados en Brasil) y penetra el bosque amazónico. Ha sido grande la controversia política sobre la construcción de esta carretera. Chico Mendes, el líder seringueiro, ha sido uno de los que más lucharon contra la destrucción que ha sido provocada por esta gran obra financiada por el Banco Mundial.

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de Los límites del Crecimiento que ya expusimos (Porto-Gonçalves, 1985) pero sí de registrar la inflexión en el debate acerca del desarrollo que ese documento encierra. Por un lado, por el hecho de recubrirlo con cientificidad, que sabemos se constituye en el “criterio de verdad” (Foucault, 1978) por excelencia de la sociedad moderna y contemporánea, configurándose por ello en un discurso autorizado, podríase decir sacralizado (Bourdieu, 1992) o en un discurso competente (Chauí, 1982) al contrario de los movimientos denominados contraculturales, que sin duda, fueron los primeros en levantar esa cuestión. Por otro lado, es la primera vez que un discurso con las prerrogativas de científico es avalado por una institución internacional del porte de la ONU afirmando abiertamente que hay límites para el crecimiento. Hasta entonces, se creía que el crecimiento económico, y su concepto hermano de desarrollo, no tenía límites. Se inscribe así en el debate una cuestión que se pretende nueva que es la relación sociedad-naturaleza en lo que concierne al desarrollo, puesto que a derecha y a izquierda, se creía que desarrollo significaba salir de la naturaleza y más que eso, dominarla, instrumentalizándola, reduciéndola al estatuto de recurso, que como se sabe es un medio para alcanzar un fin. El desarrollo se revela así como un fin en si mismo, que significa salir/dominar la naturaleza, y también los hombres. Son sutiles los argumentos que vinculan la dominación de la naturaleza a la dominación de los hombres entre sí, bastando recordar que todos los pueblos, segmentos, clases o grupos sociales que son/fueron dominados están asimilados a la condición de naturaleza, puesto que la sociedad moderna se instituye sancionando la dominación de la naturaleza, y como tal, legitima la dominación de los seres humanos semiotizados como naturales, conforme destacamos en otro contexto (Porto-Gonçalves, 1989). Es en torno de los temas Desarrollo, Ciencia, Técnica, Dominación de la Naturaleza, que se constituye el “magma de significaciones” de la llamada Modernidad. De hecho, los años 60 y 70 indican un punto de inflexión/bifurcación en el debate sobre el devenir de la humanidad y como se suele decir desde entonces de la vida en el planeta Tierra. Y como si la idea de crecimiento/desarrollo sin límites comenzase a demostrarse insustentable. El pasaje de Desarrollo hacia el de Desarrollo Sustentable indica, así un cambio no solo en las creencias y valores que deben orientar la sociedad, sino que también inscribe, como vimos, nuevos parámetros en las relaciones internacionales. Evitaremos de reproducir un sin número de datos estadísticos para demostrar científicamente la finitud de los recursos naturales o los peligros que nos rondan con las emisiones de CO2, rayos ultravioletas, CFCs, suelos perdidos, especies extinguidas, y más recientemente, el peligro que la pobreza trae para el equilibrio del planeta.

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Registraremos solamente que es en torno de la problemática sociedad-naturaleza (o como a partir de entonces comienza cada vez mas a ser llamada de cuestión ambiental), que el calificativo de sustentable comienza a ser asociado al de desarrollo. La idea de desarrollo presenta una intima relación con la de Geografía Política. Antes que nada, desarrollo presupone crecimiento, hasta porque desarrollarse significa des-envolverse, lo que implica abrir, quebrar, romper lo que está envuelto. Fuertemente influenciado por la herencia cristiana que permea el pensamiento occidental, la idea de desarrollo se reviste de una pretensión universalista, en este sentido, pretende redimir (salvar) los pueblos a través de su conversión a los patrones de desarrollo europeos46. Diferentemente de la idea biológica de desarrollo que dice respecto al metabolismo interno del ser vivo, cuyo embrión/semilla ya trae en si mismo, sus fases de crecimiento/desarrollo en su especificidad, en su diferencia, el concepto antroposocial de desarrollo, tejido en la Modernidad, se pretende universal. Los demás pueblos no europeos pasaron a ser vistos como salvajes, que quiere decir de la selva, de la naturaleza, y por eso, debían ser civilizados para acceder a la cultura, siendo uno de los vectores en torno de las que serán engendradas las relaciones entre las clases/pueblos/regiones/Estados. Siendo así, desarrollo implica que alguna fuerza propulsora, portadora de la llave modernizadora universal, el colonialismo y el imperialismo europeo hagan que otros pueblos salieran de la barbarie (otro término que los reduce al campo de la naturaleza, puesto que bárbaro, según Lévi-Strauss, designa el canto desarticulado de los pájaros, pues era así que los romanos entendían el habla de los otros, o mejor dicho de los no romanos) hacia la civilización. Eso implica, evidentemente una determinada forma de apropiarse de la naturaleza, del espacio, del tiempo, en fin de atribuir lugar a las cosas, sean ellas del reino de la naturaleza o de los hombres. Hay una Geografía Política que emana, que es coinstituyente de esos presupuestos, configurada en las relaciones Metrópolis y Colonia, en una relación de tipo Centro-Periferia, en la configuración de un mundo que a partir del Renacimiento no cesará cada vez más de volverse un mundo contradictoriamente unificado. Tales ideas no lograban imponerse en todo el mundo, sin una infraestructura material que transportase sus portadores. El Mercantilismo, el dinero, se encargó de ser el móvil material que la transportó inicialmente por todo el mundo. Así la Cruz y el Dinero, cada uno con sus motivaciones propias pero hermana46 Estoy conciente de las implicaciones religiosas de esta idea, tanto en cuanto los científicos y Expertos del desarrollo hablan de los milagros de la ciencia y de la tecnología.

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dos por la idea de civilizar a los que se hallaban en el estado de naturaleza, se encargarían de hacer marcas (grafías) en la tierra (geo), geografiando el planeta. Como la Cruz y el Dinero no podían por si solos convencer a los demás pueblos de esa superioridad autoproclamada de la cultura europea, se volvía necesario el recurso militar. Estaba, pues, establecida, la tríada: la Cruz, la Espada y el Dinero, sobre la cual sería erguida la Geografía Política del Mundo Moderno a partir del Renacimiento. A partir de la Ilustración y asociada a ella la Revolución Industrial, el elemento religioso de esa tríada quedaría subsumido en la creencia de la capacidad redentora de la ciencia y de la técnica. El tiempo abstracto, independiente de la lluvia y del sol, de los días y de las noches y de los diferentes seres vivos que pueblan la Physis, será expresado en el reloj, el que por primera vez había sido establecido por la Iglesia en la Edad Media con las Horas Canónicas, para que los fieles rezasen al mismo tiempo (Mumford, 1979 y Porto-Gonçalves, 1989) y que será incorporado por la Ciencia Moderna y estará presente en las máquinas a vapor. Controlada la energía, (de inicio el carbón) estaba abierto el camino para una transformación de la materia, jamás vista en la Historia de la Humanidad. Garantizar el acceso a los recursos naturales, a las materias primas de interés industrial, será la nueva tarea de los ejércitos siendo ellos mismos, por la demanda de uniformes y armamentos, una fuerza propulsora de desarrollo industrial. El siglo XIX, el de la Geografía de la Pax Británica, será al final provocador de guerras por el control de las materias primas y energía, fundamentales al estilo del desarrollo que había conquistado corazones y mentes de las llamadas sociedades modernas. Si bien la idea de desarrollo en la biología, como vimos, es propia a cada ser vivo y por lo tanto, interna, en el sentido socio-económico-cultural, al contrario, implicaba necesariamente la dimensión espacial puesto que viene de afuera, era externa al ser que habría de ser desarrollado. F. Ratzel (1844-1904) como buen zoólogo de fines del siglo XIX se encargará de construir ese puente, asimilando el Estado a un ser vivo. Ratzel va a fundamentarse en Darwin (1809-1882), cuyas teorías se volvían referencia obligatoria como parámetro de cientificidad, para establecer una nueva ley de evolución, no de un ser vivo cualquiera, sino de los Estados. Ratzel sistematizará argumentos tomados en el campo de las ciencias naturales, naturalizando las necesidades de la naciente industria alemana, y ya pujante por su carácter centralizado por el Estado, y que carecía de un espacio vital para su desarrollo.

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A pesar de ser zoólogo, Ratzel quedará en la Historia como uno de los principales teóricos de la Geografía por el hecho de haber formulado, con lo que en la época se consideraba científico, nuevas formas de apropiación del espacio por parte del Estado. Es la primera sistematización teórica sobre la relación TerritorioEstado que conforme veremos más adelante, ya venía siendo practicada desde el siglo XVI. El Estado-Nación disponía ahora de una teoría geográfica para explicar su desarrollo. Una teoría como esa encuentra en Alemania un terreno extremadamente fértil para su difusión, no solamente por corresponder al expansionismo de la industria alemana, sino también por presentarse para afirmar el nacionalismo del Primer Reich iniciado por Bismarck (1815-1898). Es sabido como a partir de mediados del siglo XIX, el nacionalismo se recubre del carácter de una verdadera religión moderna. Con Ratzel el carácter político del espacio está fundamentado en la naturaleza, y por eso puede ser leído como libre de subjetividad de los hombres, como pregonaba el buen positivismo. Las guerras son, por lo tanto, fenómenos naturales, fruto de la evolución natural de los Estados en busca de sus espacios vitales, esto es de las materias primas y de las fuentes de energía necesarias para su desarrollo. El espacio vital puede ser entendido aquí como aquel espacio necesario para dar sustentabilidad al desarrollo del Estado Nacional. Esa interpretación tal vez nos abra una importante brecha para entender la nueva configuración del concepto de Desarrollo Sustentable que hoy viene siendo puesto en debate, conforme veremos más adelante. Son esos fundamentos, que comienzan a ser cuestionados a partir de las décadas del 60 y el 70 que nos inspiran en este ensayo sobre Geografía Política y Desarrollo Sustentable. Para intentar elucidar tal relación buscaremos en un primer momento, demostrar el carácter eminentemente político inherente al estudio del espacio, a través de las categorías de territorio y comunidad política y, particularmente en el caso de la Geografía, sus íntimas relaciones con la institución del Estado Nacional. Tal reflexión se vuelve esencial de nuestro punto de vista, en la medida que el Estado Territorial Moderno, y la Orden de Westfalia (1648) que consagra los derechos de la soberanía, no solo contribuyó para instituir la Geografía como saber, como ésta contribuyó para instituirlo. En seguida intentaremos dar cuenta de los diferentes vectores que ponen en jaque los fundamentos del orden social, para que la cuestión ambiental se constituya en un elemento clave para su comprensión. Sustentaremos en este capítulo la tesis de que se construyó en ese momento una tentativa de establecimiento de una nueva “comunidad imaginada”, de

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una nueva comunidad de destino, no ya fundada en el EstadoNación, sino en el Planeta Tierra. De ahí, a nuestro modo de ver, la cuestión ambiental se constituye en un atractor de diferentes vectores y que subyacente a esa nebulosa se ensaya una nueva organización social. Más adelante pasaremos a analizar las condiciones de posibilidad de afirmación del llamado Desarrollo Sustentable en el contexto de reorganización social en curso. A manera no de conclusión, sino de intentar calificar el debate, buscaremos apuntar algunos caminos que tal vez puedan ayudar a comprender los desdoblamientos futuros de ese orden social y de sus contradicciones, para superar esos dos flagelos íntimamente interconectados: la injusticia social y la dilapidación de los recursos naturales del planeta. II. Geografía y Política en la constitución del mundo moderno Hay un verdadero consenso de que vivimos una crisis de valores/paradigmas que van mucho más allá de una crisis económica. La propia percepción de que la crisis que vivimos va mas allá de una crisis económica es en sí misma reveladora de la crisis de paradigma, ya que era la percepción económica la que comandaba los esquemas explicativos, sea en una perspectiva liberal o marxista. Entre los geógrafos, David Harvey nos brindó, en su excelente libro La Condición Pos-Moderna (Harvey, 1992) un fino análisis de cómo a partir del Renacimiento comienza a instituirse un nuevo “magma de significaciones”, de construcción de sentidos, que comandará el llamado Mundo Moderno y Contemporáneo. Las concepciones de Espacio y de Tiempo, de Hombre y de Naturaleza que, a partir de entonces, comienzan a volverse hegemónicas son exactamente las que hoy encuentran dificultades para explicar el mundo. De ahí la crisis de referencias instituyentes, ya que lo instituido es parte del problema y no de su superación. En el meollo de esa tradición Occidental la categoría Tiempo y con ella, la Historia fueron objeto de importantes análisis; la categoría Espacio, y con ella la Geografía fueron tratados como categorías menores. Cabe a E. Soja destacar ese lado del pensamiento occidental con una aguda crítica al historicismo, sin caer en la trampa de esa misma tradición de dicotomizar Espacio y Tiempo. Tanto es así que su crítica al historicismo nos resbala como un espacismo, esto es hacia una valorización del Espacio destituido de la historicidad. Esta, tal vez sea la principal contribución de su obra: Geografías Pos-Modernas (Soja, 1993)

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Uno de los aspectos de esa crisis es la propia reorganización de la división del trabajo científico que, a su vez se manifiesta a través de las preocupaciones, cada vez mayores, con abordajes integrales, inter-trans-multi disciplinarios. Es que cuando recortamos un objeto de estudio, demarcando un territorio de lo real, lo que estamos creando son las precondiciones para una apropiación de la realidad, y como si fuésemos propietarios exclusivos de aquella faja del terreno de lo real, casi siempre sin decirlo. Toda ciencia se constituye de esa forma, buscando crear un lenguaje que al mismo tiempo que es constituida, conforma la comunidad que la crea. Ese código de lenguaje, el conjunto de conceptos y teorías creados por un campo específico de conocimientos, mantiene una relación tensa y contradictoria con la realidad externa, tanto de los otros campos científicos propiamente dichos, como con los otros campos constitutivos de lo real-social de donde emana, y que, en ultima instancia lo creó. Toda comunidad científica ocupa un espacio de representación de lo real, tal como la tribu ocupa un determinado territorio y construye un lenguaje propio, un sistema propio de creación de sentidos, que al principio, está prohibido a los extraños, sean ellos cientistas de otros campos o mas aún, no cientistas. Ese modo de concebir lo real y de instituir campos/ comunidades específicas de conocimiento, característico del mundo Moderno y Contemporáneo, viene siendo avalado en sus certezas. La dicotomía Sujeto-Objeto, uno de sus pilares fue puesto en suspenso allí mismo donde parecía tener un anclaje seguro, eso es en la Física donde cada vez más se cree que el sujeto cognoscente, el investigador interfiere en el objeto. Es como si estuviésemos entrando en una era donde no podemos hablar del objeto sin que explicitemos de cual punto de vista, de que lugar, está siendo analizado. Destaquemos todavía que la constitución de una comunidad científica (y en su interior la constitución de diversas comunidades específicas), forma parte de un proceso de organización social, donde se definen los lugares de cada segmento, grupo o clase social. En la institución del “magma de significaciones imaginarias” de la llamada sociedad Moderna, la comunidad científica es investida de una autoridad que hace que el pronunciamiento de sus miembros consagre la realidad, esto hace que tenga un poder instituyente mucho mayor que el de otros pronunciamientos. Estamos pues, muy lejos de un cierto tipo de perspectivismo, que nivela todos los pronunciamientos, todos los puntos de vista como si todos ellos tuviesen el mismo poder de instituir lo que es y lo que no es real, como si estuviésemos en un espacio-tiempo isomórfico.

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Como el Espacio y Tiempo no son variables exógenas al ser históricas y geográficas, de ahí que los lugares no están dados a priori, pero sí construidos/instituidos en el terreno movedizo de las luchas/relaciones sociales, es que son también luchas por atribución de sentidos. Pierre Bourdieu, en quien nos apoyamos en esta tesis, es uno de los pensadores bien típicos del momento que vivimos, de transgresiones de territorios soberanos del conocimiento, pues mucho contribuye en el pensamiento de la Geografía, hasta mismo cuando sostiene que la Sociología es una especie de “topología social”. Las reflexiones arriba expuestas sobre la naturaleza sociohistórica del conocimiento se hace necesaria en la medida que un análisis geográfico-político no debe escamotear el propio sentido político que lo volvió históricamente posible. Llega mismo a ser sorprendente que los geógrafos dejen de lado el hecho extremadamente pleno de significaciones de que la palabra geógrafo haya sido creada en 1537, así como las palabras tan importantes en el léxico geográfico como Territorio y Región, sean de los siglos XV y XVI. Sabemos que las palabras, como signos que son, buscan dar sentido, esto es crear significados y así es extremadamente relevante que las consideremos en su historicidad. Es preciso que reconozcamos que los hombres no se relacionan entre sí y con la naturaleza directamente, como pretende un cierto tipo de empirismo de inspiración positivista. Como ya indicara Carl Jung (1875-1961), el hombre es un animal simbólico, y en ese sentido sus relaciones entre sí y con la naturaleza son mediadas por los significados que crea y que comandan sus prácticas. No hay, como vimos, apropiación material que no sea al mismo tiempo simbólica, puesto que solo se apropia de aquello que tiene/hace sentido. Y la creación de sentidos se constituye en las comunidades humanas en su ethos específico, de donde provienen sus dimensiones éticas. De ahí podemos trabajar con la idea de que geógrafo, geografía, territorio y región, por ser palabras/prácticas inventadas en el contexto del Renacimiento son, al mismo tiempo, instituyentes del magma de significaciones que forma parte de la organización social que a partir de aquel momento se pone en curso. Como se puede desprender de lo expuesto, la Geografía no es instituida por los geógrafos y sí por una determinada sociedad, en un contexto histórico-geográfico específico, al instituirse en cuanto tal. Lo mismo, evidentemente, puede ser dicho de la constitución de otros campos/ comunidades científicas. No queremos con ello decir que la constitución de una determinada comunidad científica de un determinado campo de conocimiento, no tenga una determinada autonomía frente

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a las condiciones de su creación. Lo que queremos resaltar es ante todo el vínculo, casi nunca explicitado, entre la constitución de un campo/comunidad científica y la realidad social que lo instituye y que al hacerlo, se instituye en tanto que sociedad al dar sentido a sus creaciones. En ese sentido, podemos afirmar que la sociedad europea, en el Renacimiento, se reorganizaba y, en ese proceso de reorganización social, la dimensión espacial se inscribió en su magma de significaciones. El saber geográfico es, de ese modo, instituido e instituyente del llamado mundo Moderno y Contemporáneo. Pero sorprendente es el hecho aun de que no consideramos que la Geografía signifique, rigurosamente del punto de vista etimológico grafar la tierra. Era de eso que se trataba en el pasaje de la Edad Media hacia la Edad Moderna, en el Renacimiento, de constituir nuevas marcas en la tierra, de constituir los límites de las nuevas comunidades de destino humanas, de delimitar los espacios, esto es de constituir territorios. Todo eso pareció natural y solo muy recientemente, con la crisis, por la que estamos pasando, es que nos podemos dar cuenta de la historicidad de esas configuraciones socio-geográficas. Creemos que estamos inmersos hoy en una nueva tensión de territorialidades y si es correcta la formulación de E. Soja que toda sociedad al instituirse, instituye al mismo tiempo, y no antes ni después, su configuración geográfica, estamos inmersos en un proceso análogo a aquel del Renacimiento. Se vivía y se vive una tensión de territorialidades, lo que nos lleva a la necesidad de desustancializar, desnaturalizar, el concepto de territorio y percibimos que subyacente a ella hay una territorialidad instituyéndose, quiere decir hay un proceso de territorialización. La sociedad de la Edad Media, como la de hoy, era una sociedad jerarquizada, asimétrica, heterónoma, eso nos remite a la cuestión de que los diferentes segmentos de esa sociedad no participan de la misma forma en los procesos instituyentes. La palabra geógrafo, como vimos, aparece por primera vez en lengua francesa y portuguesa en 1537 (Dainville, 1964 y Cunha, 1982) y designa desde el siglo XVI al XVII, a aquellos que construyen mapas y a la vez los comentan. Son los llamados geógrafos del Rey. Es Dainville quien nos informa que “juntamente con ellos, también otros que diseñan mapas o construyen planos son llamados geógrafos. Los ingenieros militares que son llamados ingenieros y Geógrafos Ordinarios del Rey (…) Ingeniero-geógrafo es también la calificación de los topógrafos civiles que bajo la dirección de Cassini trabajan la Carta General del Reino. También Geógrafos son llamados los agrimensores que construyen los mapas catastrales del dominio de las zonas de caza del Rey”. Como se ve la Geografía se encuentra íntima-

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mente ligada a la reorganización social puesta en marcha por la Monarquía y forma parte de aquello que Max Weber (Weber, 1974) denominaría como segmento burocrático racionalizante que es instituyente del Estado Territorial Moderno. Es en ese momento, a partir de esas necesidades políticas que una serie de problemas técnicos se presentan. La representación de la Tierra, por ejemplo, es revolucionada por Gerardo Mercartor o Gustav Krammer (1512-1594) que consagró la Proyección Mercator, lo que por sí solo indica, las implicaciones de la Burguesía Mercantil en ese proceso de institución social. Es también de 1537 la palabra Geometría (Cunha, 1982) y también de ese periodo la revolución en la Perspectiva con su pretensión matemático-objetivista de re-presentar lo real no subjetivamente, como se hacía en la Edad Media, donde un castillo o un señor eran re-presentados con tamaños desproporcionalmente mayores matemáticamente hablando que las chozas de sus siervos. Todas esas formas de re-presentación del espacio forman parte del proceso de su apropiación material y dan sentido a una nueva forma de apropiación del espacio a partir de la perspectiva, rigurosamente hablando, del punto de vista de sus sujetos instituyentes, a saber la Monarquía y la Burguesía Mercantil. Se trataba ante todo de la definición de los límites espaciales del poder del Estado bajo el control de las Monarquías que los centralizaban. El mosaico geográfico de los feudos comienza a través de las alianzas (casamientos) políticas o de las guerras a ser reconfigurado, reconfigurando el mapa político de Europa. La contigüidad geográfica se coloca como una condición esencial para que los Reyes, además de reinar, gobernasen. Era una de las primeras condiciones de gobernabilidad en las condiciones de comunicaciones y transportes de la época. Maquiavelo (14691527), en El Príncipe, fue el primer gran pensador moderno en dar cuenta de esa problemática. Su visión pragmática del poder llega a ser chocante, sobre todo cuando es tomada a partir de los parámetros de los filósofos políticos del siglo XVIII, como Hobbes, Locke o Montesquieu. No fue tranquilo ese proceso de constitución de los Estados Territoriales Modernos, hasta porque las fuentes del poder tenían múltiples facetas locales y regionales. Su centralización en el Príncipe, para usar la expresión política de Maquiavelo, o en el soberano, para usar la expresión de Jean Bodin (1530-1596), considerado por muchos como el teórico de la soberanía, fue una verdadera obra de ingeniería política que ganó facetas específicas en los diferentes Estados que se diseñaban, pero que culminó teniendo un saldo líquido caracterizado por un poder centralizado, fruto de lo que podríamos llamar de un pacto de elites, para usar una expresión de los cientistas sociales brasileros, que

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reconocía en el Estado al soberano, esto es, la legitimidad para comandar sus destinos y debe ser entendido como el indicativo del dominio de un determinado territorio del que se apropió. El establecimiento de los sistemas unificados de pesos y medidas, incluyendo la moneda, se enfrentaba con las prácticas culturales de los diferentes pueblos y comunidades que se constituían en miríadas al interior de las fronteras de las diferentes formaciones estatales. La propia lengua con la que se escribían las normas y los sistemas de pesos y medidas permitía a aquellos que las dominase a tener un mayor poder (Raffestin, 1980). No fueron pocas las revueltas campesinas contra los impuestos y las tasaciones que el pacto entre las elites reconocían como legítimos, al punto que la palabra impuesto haya sido subjetivamente incorporada como natural (de verbo – imponerse volvió sustantivo - impuesto). Varias formaciones culturales desaparecieron bajo la acción unificadora ejecutada a partir del Estado sin lo que el mercantilismo no se hubiera podido expandir. Visto desde este ángulo, no fue el colonialismo simplemente que destruyó diferentes pueblos y culturas por el mundo afuera. En verdad, la anulación de las diferencias estaba inscripta en el propio proceso de formación de los Estados Territoriales Modernos y el colonialismo fue simplemente el desdoblamiento de esa forma por los espacios no-europeos. Rosa Luxemburgo (1871-1919) (Luxemburgo, 1974) afirmó que si se preguntase a un campesino de la Edad Media lo que era la economía, no podría contestar por no saber el significado de esa expresión y continuaría produciendo, distribuyendo, circulando, consumiendo y pagando sus tributos, esto es haciendo todo lo que los economistas estudian, sin que supiese en tanto que era la economía. Luxemburgo señala que la economía solo se constituye como un saber específico a partir del momento en que los hombres, socialmente, pierden el control de la economía. Cuando los hombres pasaron a llevar su producción al mercado y reconocen el mismo en relación a sus pretensiones, comenzaron a escapar a las determinaciones de todos y de cada uno. Lo mismo debe haber sucedido con el espacio. El Renacimiento marca el inicio de una nueva forma de organización social en que, con la centralización del poder político en las Monarquías Centralizadas, el poder local y los hombres en su espacio de vida cotidiano, los siervos/campesinos en primer lugar, pierden poder. Un buen número de señores trasfieren a un soberano centralizado el poder de determinar la nueva organización espacial, justo cuando la cuestión local/regional gana relevancia con la creciente movilización campesina. Es de esa forma que podemos percibir mejor que el proceso de reorganización social que emerge a partir del Renacimiento fue,

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concomitantemente, un proceso de reorganización espacial en que el geógrafo es no solo, un protagonista de esa reorganización, sino también parte del proceso de reorganización social en cuanto una comunidad específica que en aquel contexto toma sentido. Estado Territorial Moderno y Estado Nacional: la Geografía Política del Desarrollo del Mundo Contemporáneo. Desgraciadamente para pensar el Estado se tomó lo que era el resultado de una resolución específica, de una situación específica, como un modelo destituido de historicidad y esto, sin duda, está por detrás de ese problema teórico-político en que nos encontramos hoy. Maquiavelo ya nos había alertado que la gloria en la política se hace en las circunstancias del aquí y ahora y no según los sistemas doctrinarios, pero podemos decir que también está impregnada del “espíritu de época” para quedarnos con la expresión de Hegel (1770-1831). El Tratado de Westfalia, en el siglo XVII, vino a consagrar no un derecho inter-nacional, como se acostumbra a decir, sino un derecho inter-estatal y con él, el principio de soberanía del Estado Territorial Moderno, y que está subyacente al derecho internacional en crisis de la actualidad. Regístrese el hecho que mismo los ejércitos hasta el siglo XIX estaban constituidos básicamente por mercenarios de diferentes nacionalidades, como nos informa Thonsom, lo que indica que fueron constituidos para garantizar la integridad físico-territorial de los Estados y no de las naciones. Eran ejércitos estatales que en los fronts, defendían las fronteras territoriales y no ejércitos nacionales. Los Estados con sus configuraciones territoriales de poder, se constituían con sus espacios de donde emanaban tensiones y conflictos, en identidad de contrarios, constituyendo principalmente después del siglo XIX, los llamados Estados Nacionales. Los diferentes pactos que ensayaron la constitución de los distintos Estados Territoriales Modernos y el pacto de Westfalia establecido entre ellos, se realizaron antes de la configuración de aquello que en el siglo XIX vendría a ser llamado de sociedad civil y que emerge a partir de la Ilustración, para algunos Iluminismo, y ante todo, a partir de los eventos revolucionarios en Inglaterra (Cromwell-1688), Francia (1789), Estados Unidos (1776), Manifiesto Comunista (1848) y en la Comuna de París (1871). La idea de que los hombres son iguales frente a la ley, hace retroceder las ideas de reproducción social de las sociedades medievales, fundadas en las relaciones de lealtades personales, de la supremacía de la escala de lo local, del espacio vivido.

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Las relaciones mercantiles no cesaban de inmiscuirse en los intersticios de las sociedades, ante todo europeas, y presuponen determinados valores, reglas y normas, entre ellas la igualdad de derechos entre las partes contratantes, presentando derechos universales y consecuentemente impersonales. La Burguesía Mercantil que desde la Edad Media tuvo que luchar para tener el derecho de ir y venir y del libre comercio, fue sin duda protagonista central de esa revolución en los valores y en el derecho. Es exactamente el reconocimiento de esas luchas emprendidas por los communards, esto es por los habitantes de los burgos, de las comunas, ante todo los comerciantes, que llevó a que Marx y Engels escribiesen el Manifiesto Comunista en 1848, donde procuran apropiarse de la herencia de los communards, por libertad y justicia ya que creían que la Burguesía no estaba en condiciones de protagonizarlo con su nueva condición de clase dominante y por lo tanto mas interesada en lo instituido -en una correlación de fuerzas que le era favorable- que en el proceso instituyente de los nuevos derechos. La Revolución Industrial trajo consigo una profunda Revolución Geográfica. El éxodo rural era más que el simple desplazamiento espacial de la población y sí la expresión de un profundo proceso de transformación de relaciones sociales, puesto que se trataba de la proletarización de los antiguos campesinos. La libre movilidad del trabajador, ya lo había percibido Adam Smith (1723-1790), era fundamental para la plena acumulación del capital. Si el capital es, como lo entiende Marx (1818-1883), no simplemente dinero, sino una relación social que permite que el dinero se valorice a través del trabajo asalariado, de hecho, la libre movilidad del capital presupone la libre movilidad del trabajador y así la destrucción de toda forma de organización social fundada en el apego a la tierra, en vínculos estables del hombre con la naturaleza, tal como, por ejemplo, bajo el feudalismo, donde el siervo estaba preso a la tierra (era siervo de la gleba). Volveremos a este tema más adelante. Pero retengamos el significado verdaderamente desestabilizador de la idea de la igualdad entre los hombres, tejidas a lo largo de la Historia por la Burguesía, en el contexto de las ciudades industriales europeas del siglo XIX. Es como si nuevos actores entraran en la escena política reivindicando derechos, otros derechos. Es en ese contexto que se vuelve más complejo por las migraciones internacionales intensas, y la Burguesía temiendo a la onda revolucionaria de las llamadas “clases peligrosas” dará una respuesta nacionalista al movimiento obrero que levantaba banderas internacionalistas. De ese modo, la reducción de la jornada de trabajo, el

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derecho de libre asociación a los trabajadores, las leyes restrictivas al trabajo del menor y de la mujer, el derecho al voto a los trabajadores, constituyen parte de toda una gama de derechos sociales, civiles e individuales que serán mas o menos implantados de acuerdo con la correlación de fuerzas en el interior de las fronteras de cada Estado. Se puede de este modo decir que el Estado Territorial Moderno solo se transformó en Estado Nacional en el siglo XIX, exactamente en la medida que el Estado incorporó demandas de la sociedad civil, que en aquella época, tuvo entre las capas proletarias un protagonista central. Ese pasaje de Estado Territorial Moderno hacia lo que quedaría consagrado como Estado Nacional, se hace a través de mediaciones de las políticas sociales, en un proceso donde el nivel de organización y movilización social y política, sobre todo de las capas proletarias, adquirió un gran vigor a lo largo de todo el siglo XIX. Recuérdese que en el inicio del siglo XIX el aparato estatal no disponía de sistemas educacionales o de salud que estuviesen volcados a la gran masa de trabajadores. Es de ese modo que podemos entender las emergencias de los sistemas ideacionales fundados en la idea de Nación, del cual las ideologías nacionalistas son apenas una parte. La masa de trabajadores que se desplazaban del campo a la ciudad no asimilaba espontáneamente la idea de que deberían vender su fuerza de trabajo, tampoco compartían una misma comunidad de destino nacional. Giuseppe Mazzini (1805-1872), un ideólogo contemporáneo del nacimiento del Estado italiano, llego a declarar “acabamos de crear Italia, precisamos, ahora, de crear los italianos” (Hobsbawn, 1988). Solo para tener una idea más precisa de ese importante proceso recordemos, con Eric Hobsbawn, que en la época de la unificación de Italia, solamente 2,5% de las personas que habitaban el territorio del Estado italiano hablaban italiano. El disciplinamiento de la masa de trabajadores, (para quedarnos con la expresión de Michel Foucault), para que se constituyera una nueva comunidad de destino, una nueva comunidad imaginada, fue el resultado de tensas luchas de clases, donde al mismo tiempo, que identidades de clases fueran producidas, se constituían también identidades de contrarios, entre ellas, indiscutiblemente, el Estado Nacional. De este modo, el Estado Nacional más que una comunidad homogénea como quieren los estatócratas o los nacionalistas, es un todo contradictoriamente estructurado. Lo que se puede desprender del análisis precedente es que, poco a poco, el poder soberano se fue desplazando del Estado hacia la sociedad civil, o mejor dicho, a medida que la sociedad civil se fue desarrollando, su papel instituyente fue

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ganando relieve. Es como si el concepto de soberanía se fuera desplazando del Estado hacia la sociedad civil - “Todo el poder emana del pueblo y en su nombre será ejercido”-. El siglo XX, ante todo en sus primeras dos décadas, vería a estas tendencias ganar relevancia. De un lado, por las iniciativas de Henry Ford (1863-1947), que con sus líneas de montaje serializadas, vislumbró una perspectiva de lo que más tarde vendría a ser conocido como sociedad de consumo de masas. El Fordismo tenía un pie en el aumento de productividad y otro en políticas de control social capaces de inducir al consumo. Podemos imaginar como con los nuevos medios de comunicación a partir de los años 30 con la radio y con la masificación de la televisión a partir de los años 50, los principios fordistas se generalizarían. Por otro lado, la Revolución de 1917, en Rusia con la constitución de la URSS, también tuvo un gran impacto expresado en la Geografía Política de los conflictos de Estados, que estaban en verdad, en el interior de cada uno de ellos. El espectro de la revolución estaba, ahora a partir de 1917, expresado en la cartografía de la geopolítica mundial. No nos debemos extrañar por lo tanto, que la cuestión social pase cada vez más a ser tratada como Raison d’Etat. La crisis de 1929, preanunciada por la larga huelga de los mineros del carbón en Inglaterra, en 1926, vendría a reforzar el vínculo del Estado con la cuestión social, por el descrédito del liberalismo con su política de laissez faire, laissez passer. No debemos por lo tanto, sorprendernos con el epíteto de nacional socialistas con que se recubren los nazismos o fascismos. La cuestión nacional era ante todo una cuestión social, o en otras palabras fue la cuestión social que transformó en nacional el Estado. El papel del Estado gana contornos más sólidos en la conducción y regularización de la economía, sea en una vertiente totalitaria, sea en una vertiente más democrática después de la Segunda Guerra Mundial. Las formulaciones teóricas de Lord Keynes (1883-1946) se transforman en un verdadero manual en la gestión de la cosa pública. Keynes puede ser comprendido como un teórico pragmático y como un hombre de las circunstancias en las se hallaba la correlación de fuerzas políticas en el Primer Mundo, particularmente en Inglaterra después de la crisis de los años 20/30. Consideraba por ejemplo, la fuerza del movimiento sindical como un dato de la realidad y funcional a la dinámica de la reproducción del capitalismo, en la medida que el movimiento sindical garantizaría la demanda existente, debiendo el Estado, manipulando la moneda y la tasa de interés y a través de políticas públicas al mismo tiempo que creaba infraestructura, generar una demanda nueva a través de políticas de empleo y

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seguridad social. Así el Fordismo ganaba con el keynesianismo, contornos mas efectivos, donde una vez mas el Estado se fortalecía en la medida que incorporaba demandas sociales. El Estado Nacional pasa así a ser más que nunca una comunidad de destino para gran parte de los pueblos, particularmente en Europa y Estados Unidos. La social democracia europea abandona definitivamente cualquier pretensión internacionalista y se consagra como parte de un nuevo pacto de regulación social de carácter nacional, el Welfare State. Fuera de Europa Occidental y de Estados Unidos se puede decir acompañando la tesis de Paul Mattick, un pensador belga inspirado en Rosa Luxemburgo, que la URSS ponía en práctica, en sus circunstancias el Welfare State. Pues según él lo que hacia diferir la social democracia de los bolcheviques era la forma de toma del poder, pero no en la forma de ejercerlo. La ausencia de una burguesía fuerte en los países del este europeo, asociada, (como nos enseña Lucio Colletti en su excelente libro Superando el Marxismo), a la falta de tradiciones democráticas, aquellas a las que hicimos alusión cuando nos referimos a las tradiciones de las luchas de la burguesía mercantil en las ciudades de la Edad Media en Europa Occidental, los communards, hace que las demandas sociales quedasen al margen del proceso institucional y reventasen en procesos revolucionarios. En tanto, mismo en los países del Este Europeo, bajo el control de los Partidos Comunistas, se abandonaron, también las pretensiones internacionalistas y se dedicaron a políticas públicas de carácter desarrollistas, produciendo a su moda su Keynnes, Michal Kallecky (1899-1970), afirmando el carácter nacional. Ya antes de la Segunda Guerra Mundial, José Stalin (1878-1953), había consagrado la tesis del “socialismo en un solo país”. Fuera de esas experiencias, el entonces llamado Tercer Mundo, principalmente después de 1945, inicia el proceso de romper con el antiguo sistema colonialista, a través de lo que quedó conocido como descolonización, con diversas experiencias de Revoluciones Nacionales Liberadoras. Allí también la ausencia de burguesías fuertes o de una sociedad civil constituida llevó a que los Estados asumiesen un papel central de políticas desarrollistas, con mayores o menores logros. En estos casos, el carácter nacional de los Estados se dio menos por el vigor de la sociedad civil y de los movimientos populares, ante todo de las capas proletarias, en gran parte responsables por la relativa equidad social en los países europeos, que por el contraste con los antiguos colonizadores. Aquí, la afirmación del carácter nacional fue sobre todo anticolonial. En estos casos, en la expresión Estado Nacional el término

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fuerte es el Estado más que el Nacional. En el caso especifico de América Latina, donde los procesos de independencia nacional se dieron a lo largo del siglo XIX antes que en África y en Asia, la política de Estado asimiló mas que en cualquier otro lugar, la dimensión desarrollista, con fuerte influencia del estamento militar lo que por sí solo indica la fragilidad de la sociedad civil, por encima y por abajo para comandar el proceso de afirmación del carácter nacional. El cuadro internacional que emerge en post-guerra, en 1945, puede ser así caracterizado como el del apogeo del Estado Nacional, con las diferentes facetas que éste asumió en las diferentes formaciones sociales. El capitalismo conoció con base en el Estado Nacional, su más largo periodo de crecimiento de toda la Historia, en medio de un mundo marcado por la bipolaridad geopolítica de la Guerra Fría. Es interesante observar que ese periodo marcó, también una enorme expansión del comercio mundial, y como apunta Thonsom, paralelo a un enorme crecimiento económico en el interior de los diferentes Estados Nacionales. La bipolaridad ideológica que conformó el orden internacional post segunda Guerra Mundial contribuyó mucho para estrechar y consolidar aquel vínculo que hemos subrayado, entre el Estado y lo Nacional, a través de la cuestión social puesta en la agenda política por la sociedad civil organizada. En Europa Occidental, los Partidos Comunistas, que habían sido puestos en la clandestinidad durante la vigencia del nazi-fascismo, desempeñaron un papel activo en la llamada lucha de resistencia. Con la derrota alemana y la caída del Nazi-Fascismo, los comunistas volvieron a la escena política no solamente fortalecidos por el papel que desempeñaron, sino también por la afirmación de la URSS como potencia militar, a pesar de las pérdidas significativas de hombres y mujeres en edad de trabajo, cerca de 22 millones de muertos y de la destrucción de una importante infraestructura. Es en ese contexto que se puede entender la consolidación de todo un conjunto de políticas públicas y de seguridad social que tenía el claro objetivo de apartar el “peligro rojo” del cual el famoso Plan Marshall es un ejemplo. El Welfare State debe mucho al orden internacional bipolarizado de la Guerra Fría. En el llamado Tercer Mundo, la emergencia de los nuevos Estados, ante todo en África y Asia, el vínculo entre el Estado y lo Nacional, no fue mediado por la cuestión social, como vimos, a no ser en cuanto ideología. Es que tanto en esos continentes como en América Latina, la bipolaridad fue instrumentalizada por las elites dominantes que supieron capturar el Estado para sus fines desarrollistas. La miseria de sus pueblos era presentada

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como suelo fértil donde podrían germinar ideologías subversivas como el famoso pronunciamiento realizado por el presidente de Brasil Juscelino Kubitschek (1902-1976), el más desarrollista de todos los presidentes brasileros. Es en este contexto, por ejemplo, que la sociología y la geografía pautan el debate en torno de la cuestión DesarrolloSubdesarrollo. El subdesarrollo era visto como un retraso en relación al desarrollo y era en los parámetros de éste último forjado en Europa y en los Estados Unidos que se buscaba redimir esos Estados. La ideología del desarrollo inscrita hasta en las instituciones centrales del nuevo orden geopolítico que se configuró en la posguerra, tal como es el caso del Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo, más conocido como Banco Mundial, sustituirá el antiguo discurso colonial y colonizará el mundo inventando discursos de “falta” (falta de educación, falta de salud, falta de capitales, mala nutrición casi siempre derivada de la baja capacidad para hacer su propio destino), sobre todo, al definir que son pobres los países que tienen menos de US$ 100 per capita (concepto que igualmente reduce a los diferentes y permite compararlos y así, reducirlos a lo mismo. Los nuevos misioneros del Banco Mundial hicieron sus análisis y recomendaciones para que la banca mundial financiara sus diseños de desarrollización4. Una nueva colonialidad - el desarrollo- sustituyó al antiguo orden colonial en contra del movimiento de descolonización: el desarrollo. Es importante destacar que la llamada izquierda compartía a su modo, esos mismos valores, ya que el progreso de las fuerzas productivas, además de formar parte de sus valores básicos, permitía, (creían con la industrialización) la superación del latifundio y del atraso agrícola-ganadero, además de posibilitar la formación de un proletariado y que éste sí, afirmaban, estaría en condiciones de conducir la Revolución en el futuro. Además de eso, sabemos que la política externa de la URSS de la cual formaban parte los diferentes Partidos Comunistas nacionales, estaba condicionada en su reconstrucción nacional, retirando el apoyo a las tentativas revolucionarias que pudiesen implicar un compromiso de ese objetivo trazado por la URSS. El film 1900 de Bertolucci, muestra claramente esa orientación, así como la derrota revolucionaria en Grecia en los 1940 como una expresión de esa política y mismo las victorias de las Revoluciones China (1949) y en Cuba (1959), no contaron en el inicio con el apoyo de los Partidos Comunistas de orientación soviética. Fidel Castro, por ejemplo, hijo de una familia latifundista en Cuba, llegó a declarar que fue en Jean-Jacques Rousseau, filósofo que no formaba parte del ideario comunista que encontró sus inspiraciones revolucionarias.

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Las alianzas con las Burguesías Nacionales era la orientación básica de los diferentes Partidos Comunistas. La construcción de Brasilia, símbolo mayor del desarrollo a la brasilera (“los 50 años en 5” del gobierno Juscelino Kubystchek, de 1956 a 1960), es emblemática de esa alianza, siendo Oscar Niemeyer, miembro del Partido Comunista uno de sus próceres. Es el desarrollo en esos casos, la amalgama de la cuestión nacional y no la cuestión social, como en Europa Occidental y Oriental. El Estado fue así capturado por las políticas desarrollistas, no pasando la cuestión social de un simulacro populista, regido por la lógica del favor, personalizada en los sistemas clientelísticos y en el fisiologismo, y no por la lógica del derecho que presupone, como vimos, que todos sean iguales ante la ley, uno de los fundamentos de las revoluciones burguesas. En el caso de los Estados Nacionales del llamado Primer Mundo, es preciso destacar la idea de progreso-desarrollo que cumplió un papel importante en la medida que sería a través de ella que las demandas sociales clamadas por “los de abajo” (Florestan Fernandes) a través de la sociedad civil organizada, serían atendidas. El caso más emblemático de esa situación sería la Alemania de Bismarck, donde las políticas sociales instituidas por el Estado tenían el claro objetivo de aplacar el crecimiento del Partido Obrero Social Demócrata que tuvo entre sus fundadores a Karl Marx (1818-1883) y Frederich Engels (1820-1895). Esquemáticamente podríamos decir que en el Primer Mundo la problemática del Estado Nacional fue ecuacionada47 en la siguiente fórmula: Sociedad Civil Organizada>Demandas Sociales>Políticas Sociales>Desarrollo>Estado. En los llamados Países del Tercer Mundo, particularmente en América Latina, esquemáticamente la fórmula sería Estado>Desarrollo>Políticas Desarrollistas> Demandas Sociales Difusas>Sociedad Civil Restricta/Populismo. La década de los setenta vendría a conocer los límites del crecimiento del modelo llamado, por los teóricos de la Escuela de la Regulación, de Fordismo, a lo que agregamos de Keynesiano. Robert Castel llama a ese modelo de Sociedad Salarial. Nos gustaría indicar que el modelo Keynesiano-Fordista o Sociedad Salarial, por implicar la apropiación por parte del Estado de una fracción cada vez más significativa del excedente social, de la plusvalía social, para fines de políticas públicas, de creación de infraestructura y de seguridad social, tenia como condición de existencia un aumento de productividad ascendente. En la medida que ese aumento de productividad comenzase a estancarse, disminuyendo la masa de la plusvalía social y 47 Se trata de un neologismo propio del autor. (N.T)

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así la capacidad de ahorro y de inversiones, la rigidez del pacto de regulación vendría a exigir una remodelación del papel del Estado, particularmente de las políticas públicas de carácter social, lo que a su vez, como vimos implicaba un determinado tipo de relaciones como la sociedad civil y con los movimientos sociales que componían el pacto de regulación fordista- keynnesiano. Estaba abierto pues el camino para el cuestionamiento del papel del Estado Nacional porque era a partir de él que todo un orden internacional había sido gestado. Con eso las formas de apropiación del espacio, las territorialidades, consagradas a lo largo de un penoso proceso de construcción de identidades de contrarios del cual, tal vez el Estado – Nación haya sido el producto más acabado, entra en crisis. Los límites del crecimiento estaban pues demarcados y todo indica que no por el agotamiento de los recursos naturales. Pero eso es lo que veremos a continuación. III – Del Desarrollo al Desarrollo Sustentable Yo tuve un sueño. Que cierto día estaba en un congreso mundial discutiendo economía. Argumentaba en favor de más trabajo, más empleo, más esfuerzo, más control, más valor. Hablé de polos industriales, de energía Demostré de mil maneras Cómo es que un país crecía y me batí por la pujanza económica Basada en la idea de la tecnología Presenté estadísticas y gráficos Demostrando los maléficos Efectos de la teoría Principalmente al ocio, al descanso De la ampliación del espacio cultural, de la poesía Dije por fin a todos los presentes Que un país sólo avanza Si trabaja todo el día Estaba seguro que todo lo que yo decía Representaba la verdad para todo el mundo que la oía Fue cuando un viejo se levantó del asiento y salió silbando una triste melodía Que parecía un preludio bachiano Un frevo48 pernambucano, un choro49 de Pixinguinha y en el salón todas las bocas sonreían 48 Frevo: baile en el que los danzantes llevan paraguas y ejecutan una coreografía con un ágil movimiento de las piernas. 49 Choro: música sentimental y pícara acompañada de flauta y guitarra.

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Todos los ojos me observaron Todos los hombres salían Uno por uno- uno por uno –uno por uno Quedé allí en aquel salón vacío De repente sentí frío Reparé que estaba solo Me desperté asustado y además tonto Me levanté y fui de pronto Hacia la calzada a ver el cielo azul, y los obreros y escolares pasaban, reían y gritaban Viva el indio de Xingú Viva el indio de Xingú Viva el indio de Xingú “Un sueño” Gilberto Gil

III- 1. Del Desarrollo… Vimos como el Progreso- Desarrollo pasó a constituirse en uno de los pilares del llamado Mundo Moderno y, también como el Estado Nacional se volvió su forma geográfica política por excelencia. Veamos ahora, todavía de manera sucinta como ese desarrollo se organizaba socio-espacialmente en medio de ese magma de significaciones. La idea de que había valores universalmente válidos para toda la humanidad, con certeza, contribuyó para conformar lo que se llamó Modernidad. La superación de las limitaciones locales y de que no había obstáculos naturales para el hombre, estaba subyacente a ese proyecto, que comenzaba a ganar contornos más definidos con la Revolución Industrial en los siglos XVIII y XIX. El pasaje de la Edad Media hacia la Edad Moderna, es la historia también del pasaje de una sociedad basada en la explotación de la tierra, hacia otra basada en la técnica, en una de las expresiones de la creación humana que hace su propia historia. Todo el debate, por ejemplo, entre los economistas fisiócratas, Quesnay (1694-1774) y otros y los llamados economistas clásicos, Adam Smith (1723-1790), David Ricardo (1772-1823) y K. Marx, por ejemplo, se dio en torno de cual era el fundamento del valor (el precio justo el precio natural). La naturaleza y la agricultura para los primeros y el trabajo y la industria para los últimos. Es interesante observar que el trabajo, antes del Renacimiento era una categoría menor, descalificada. No es difícil ver aquí una herencia del platonismo, para quienes las ideas eran perfectas y el mundo del hacer y de los esclavos un mundo donde

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no se era libre. Libres eran aquellos que estaban fuera del mundo del trabajo. Estamos pues en la Modernidad delante de una profunda revolución espiritual donde la categoría trabajo comienza a ganar contornos positivos, de liberación del hombre. En la Edad Media, los Señores vivían no del trabajo, pero si de la renta, que les era paga por los Siervos y el Otium era practicado por la Nobleza. Cabe una vez más a la Burguesía un papel fundamental en los cambios de los valores, pues marginalizada en el contexto de la Edad Media, dependía de sus propias iniciativas mundanas para afirmarse. Negar el ocio, Nec + Otium, era el fundamento de quien vivía de los Negocios. De esa forma el trabajo, y no el ocio, se afirma como la categoría positiva de la Modernidad. No es difícil ver aquí el nexo estructural de la consolidación de las relaciones capital-trabajo que, más tarde, en los siglos XVIII y XIX se vendría a constituir en los fundamentos de las relaciones sociales modernas. Al mismo tiempo, el sentido de la producción de riquezas se desplaza desde la tierra, un medio de producción inmueble y limitado, hacia el dinero, un símbolo, y por lo tanto, plástico, maleable, móvil e ilimitado. Por ejemplo, en la Edad Media, la riqueza del Señor provenía del trabajo del Siervo y era atesorada bajo la forma de castillos, iglesias suntuosas y obras de arte, aquello que los economistas más tarde llamarían de consumo improductivo, ya que el excedente, la renta, no retornaba al proceso productivo tendiente a la reproducción ampliada, a la acumulación. Siendo así, la explotación del trabajador y de la naturaleza encontraban fuertes límites. En ese contexto, la famosa ley poblacional de Malthus tenía sentido, ya que la producción de alimentos, por ejemplo, no lograba acompañar el crecimiento de la población y el hambre y la guerra se encargaban de reestablecer el equilibrio “natural”, esto es, el orden social. Con la negación del ocio, con el trabajo y el dinero, este como símbolo mayor, el hombre podría alcanzar vuelo, liberarse de las limitaciones naturales y sobrenaturales. Fue necesario por lo tanto, expulsar los dioses que ya habitaban este mundo y, con la desacralización de la naturaleza, manipularla para que con la ayuda de la ciencia, se la someta a los designios del hombre moderno. La naturaleza pasa a ser una fuente de recursos y el hombre el centro del universo, ya que el Todo Poderoso había sido alzado a los cielos. Ahora libre de los misticismos religiosos, los hombres pueden todo, esto es son los Todo-Poderosos. La libertad de creación humana no se restringe ahora, solamente al mundo de las Ideas, el Arte y la Filosofía y mismo la Religión, y desciende a la Tierra a través de la ciencia transformada en técnica productiva. La naturaleza pasará a ser disecada

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y descubiertas sus leyes generales, universales, e identificados sus elementos indivisibles, el átomo, la molécula y el individuo, quedaría abierto el camino para su dominación. El Racionalismo ve a la Razón en todos lados, nada sucede por azar, se dice popularmente, y si todo en la Physis tiene una causa, a pesar de las advertencias del empirista David Hume (1711-1776), descubriéndola científicamente, estamos autorizados a someterla. La producción de riquezas no tiene límites en el interior de ese orden imaginario Moderno, no estamos delante de un juego de suma cero, donde para que uno gane el otro tiene que perder. Ahora, en la Modernidad, la capacidad técnico-científica de dominar la naturaleza permite una producción ilimitada de riquezas donde todos pueden ganar. A eso se le llama Desarrollo. Mismo la crítica de Karl Marx al capitalismo, no es una crítica al desarrollo de las fuerzas productivas. Marx es rigurosamente hablando, un clásico de la Modernidad, tal como Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill (1806-1873) para quedarnos solamente entre los que van a ser conocidos como economistas. Tal vez lo que haya estropeado la fiesta sea el hecho de que Marx, mismo compartiendo los valores básicos de la Modernidad, haya intentado demostrar que no había una única vía para el desarrollo. Según Marx, solamente si la ciencia y la técnica fuesen arrancadas de las manos de la Burguesía hacia el Proletariado, ellas podrían estar al servicio de la humanidad y no de los intereses privados de las ganancias en la producción de la plusvalía, como con una finísima visión, expone en los Grundisses. Marx al abrazar la Teoría del Valor-Trabajo en la senda de Adam Smith y David Ricardo, afirmaba una ética del trabajo y por extensión, atribuía un valor moral superior a los trabajadores. Entre tanto, como vimos, la Burguesía ya lo había hecho a su manera, al negar el ocio, también, afirmando una ética del trabajo. En la Modernidad, por lo tanto, el trabajo es el fundamento del proceso de transformación de la naturaleza, lo que vendría a ser llamado proceso de desarrollo. Tal vez aquí encontremos el ejemplo, para aquella afirmación de Walker, acompañada por Bertha Becker, de que el Estado Nacional es una resolución contextualizada entre lo particular y lo universal. Decimos esto porque, como resaltábamos en el capítulo anterior, al internacionalismo proletario la Burguesía respondió con políticas sociales en los marcos del Estado Nacional. El Estado Nacional, era así, el escenario socialmente construido de la búsqueda del carácter universal del progreso humano, del desarrollo de las fuerzas productivas, siendo ese ideario compartido tanto por las corrientes liberales, como mar-

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xistas. Esa es, por lo tanto, una idea fuerza de la Modernidad y es en torno de ella que se da la regla de juego. La geografía del desarrollo capitalista se moverá contradictoriamente entre esa tensión permanente del carácter universal y los limites/posibilidades abiertas por la forma Estado-Nación. Como sostiene David Harvey: “la tensión entre la fijación (y por lo tanto, estabilidad) que la regulación del Estado impone y el movimiento fluido del capital, permanece como un problema crucial para la organización social y política del capitalismo. Esa dificultad es modificada por la propia manera como el mismo Estado es disciplinado por fuerzas internas (en las cuales basa su poder) y por fuerzas externas –competición en la economía mundial, tasas de cambio, movimiento del capital, migración, o a veces, intervenciones políticas directas de potencias superiores. Por consiguiente, la relación entre el desarrollo capitalista y el Estado, tiene que ser vista como mutuamente determinante, y no unidireccional. En último análisis, el poder del Estado no puede ser más o menos estable de lo que permite la economía política de la modernidad capitalista” (Harvey, 1992) Fue a través del modo de producción capitalista que el imaginario de la Modernidad adquirió desde el inicio, sentido práctico. Hay una dimensión geográfica de ese modo de organización social que es fundamental para darnos cuenta de la geografía política, que ahora se encuentra en crisis. Es a través de él que dos disociaciones básicas son instituidas. De un lado entre producción y consumo, tanto en términos espaciales como sociales y de otro entre hombre y la naturaleza. En las sociedades que antecedieron al capitalismo, o algunas que conviven a su lado, la producción se da visualizando el consumo directo del productor, lo que equivale a decir que, en esos casos, es el valor de uso que comanda lo que va a ser producido. Eso implica una determinada escala geográfica para la vida, o sea la escala local, la del espacio vivido por una determinada comunidad humana. En el capitalismo se produce una desvinculación geográfica y social, entre lo que va a ser producido y el consumo, puesto que lo que comanda el proceso de producción es el mercado, esto es el valor de cambio y lo que es buscado es el lucro. Eso implica una división del trabajo llevada al paradojismo y que cada productor de mercadería, a su vez, solo posteriormente sabrá cual es el reconocimiento que la sociedad colocará a través del mecanismo de los precios a su producto. Siendo así, la mediación social es hecha por el mercado, escapando al control de todos y de cada uno. Así nuevas escalas se inscriben en la vida de todos y de cada uno, jerarquizando la organización social del espacio. Ya deja de ser el espacio vivido capaz de determinar lo que va a

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ser hecho en el mismo. Le Lannou ya había remarcado que deja de ser la estacionalidad, las estaciones del año, que definen lo que a ser producido, como de cierta forma acontecía antes del capitalismo, sino las demandas del mercado. Eso implica otra relación con la naturaleza, porque en vez de partir de ella como condición de producción de vida, al contrario, se parte de las condiciones de mercado para después “corregirla”. Por ello serán “corregidos” los terrenos áridos y semiáridos con la irrigación, los terrenos pantanosos con drenajes, los ríos se tienden a hacer mas rectilíneos, los insectos y plagas exterminados, los terrenos terraplenados rehaciendo la naturaleza, no por creación estética, sino según las determinaciones del mercado. Además de ello, la división territorial del trabajo, expresión geográfica de la división técnica – social del trabajo, engendra un determinado modo de inserción en el mercado de cada región, que como nos recomendaron los economistas desde Ricardo, se debe pautar en la identificación de las llamadas “ventajas comparativas” y por su propia naturaleza descontextualizante, privilegia otras escalas y no la local o regional. Fue en busca de las ventajas comparativas que los mejores suelos de África, Asia y América Latina fueron destinados a producir no lo que sus numerosas poblaciones demandaban, sino los productos para la exportación. Así se exportaba energía bajo la forma de alimentos desde los llamados países pobres para los países ricos. La otra dimensión espacial relevante, para darnos cuenta del proceso de desarrollo bajo el capitalismo, es la separación entre el hombre y la naturaleza. Sabemos que el advenimiento del capitalismo tuvo en la ciudad la forma geográfica mas acabada. En ella, necesariamente el dinero se inscribe como mediación social fundamental. En todos los países que se desarrollaron bajo el sistema capitalista, el éxodo rural fue el fenómeno característico. La expulsión de los campesinos, al mismo tiempo que se proletarizaban en las ciudades, transforma la tierra en mercadería y por lo tanto, sujeta a las determinaciones de la valorización del capital. Su precio, por ejemplo, sufre la llamada Renta Diferencial por Localización o la llamada Ley de Von Thünen. Así, por ejemplo, su precio es mayor cuanto mas próximo esté de los grandes mercados, provocando en esos lugares, económicamente impracticables aquellas actividades que demandan mayores extensiones de tierra. La agropecuaria sobre todo en los países que disponen de grandes extensiones de tierra como por ejemplo Brasil, Estados Unidos y Argentina, muestran claramente esas determinaciones, quedando localizada mas apartadas de los grandes mercados. En el caso del Brasil, por ejemplo, la

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racionalidad económica del capital transformó la Amazonia en pasto para el ganado. No podía ser mayor la contradicción entre racionalidad económica y una racionalidad, llamémosle eco-sociológica. Una última cuestión debe ser considerada en el análisis de la geografía política que emana del desarrollo bajo el modo de producción capitalista. Es que la lógica de la economía es la lógica de la guerra por otros medios, parafraseando Clausevitz. Sus valores básicos son la competencia, la lucha por la conquista del mercado o por el acceso a las materias primas y a la energía. Las empresas deben tener estrategias y tácticas y movilizar su base logística para la consecución de sus fines. La jerarquía interior de las firmas recuerda las jerarquías de las instituciones militares y son marcadas por la relación de mando y obediencia. Muchas veces, al acrecentarse la existencia de un Ejercito Industrial de Reserva, se oculta la idea de que hay un Ejercito Industrial Activo. Aquí el no consentimiento del trabajador de ese fundamento de la relación de poder jerarquizado en el interior de la firma tiene un precio elevado: la dimisión. Es de Henry Ford la máxima de que en su fabrica “unos son pagos por hacer y otros son pagos para pensar”. Sabemos que el debate al respecto de la democracia, no afecta el interior de las firmas, instituciones que a pesar de todas sus implicaciones sociales cada vez mayores, son consideradas de derecho privado. Sabemos que el disciplinamiento del cuerpo, para usar una expresión de Foucault o de la producción capitalista de la subjetividad, conforme Felix Guatarri, fue necesario para que asimilásemos como natural que un hombre pueda dispensar el trabajo de otro hombre, en nombre de la productividad o de la “organización científica del trabajo” (taylorismo). Compenetrados con la guerra de la competencia es fundamental como en la guerra pura, que en cada unidad de producción capitalista se sepa manipular el tiempo y a través de él organizar los espacios. Remitimos aquí al lector a los trabajos de David Harvey y Michel Foucault que analizaron bien esas condiciones. Retengamos acá uno de los principales recursos que los capitalistas manipulan, como es el aumento de la productividad. La productividad es un concepto que presupone la idea de un tiempo uniforme, puesto que inscripta en el mecanismo de competencia, presupone parámetros de comparación. Al final, una productividad es mejor (la mayor) si se producen mas mercaderías en una misma unidad de tiempo, en relación a otro parámetro en las mismas bases, caso contrario la búsqueda de una mejor (y mayor) productividad no tiene sentido. Por lo tanto para que la productividad se inscriba como un

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valor instituyente fundamental es necesario que una determinada concepción de tiempo, rectilíneo, uniforme y lineal haya ganado la hegemonía al interior de la sociedad. Y consecuentemente que otras concepciones de tiempo (y espacio) sean descalificadas. Es solo en el interior de ese magma de significaciones imaginarias que gana sentido hablar de las sociedades adelantadas o atrasadas. Como se ve el etnocentrismo dejo raíces más profundas de lo que se puede imaginar en nuestra geografía. Para efectivizar la producción es preciso movilizar materia y energía, inclusive humana e intelectual. Casi siempre, se atribuye a la técnica la responsabilidad mayor por el aumento de la productividad. Pero la técnica no se desarrolla en un vacío socio-histórico-cultural. Al contrario, en los Estados Unidos en el siglo XIX, por ejemplo, se denominaba la máquina como saving labour, esto es, aquello que disminuye (ahorra) trabajo, según nos informa Ernest Mandel (1980). Esto nos indica la verdadera función política de la máquina, o mejor del saving labour en aquel contexto socio-geográfico. Sabemos que la maquinofactura maquino+fractura), como técnica se impone sobre la manufactura fundamentalmente porque ésta era, ante todo hecha con la mano (manu+ factura). Esto es porque hacer con la mano implicaba que el trabajador es quien detentaba el control del tiempo, pudiendo ejercer “corpo mole” (la expresión recuerda Foucault). Y no solo era hecha con la mano, sino que también implicaba un saber que el mismo trabajador dominaba, que es una importante parcela del conocimiento requerido en el proceso de trabajo. Con la maquino+factura, el saber está materializado en la máquina que, bajo el control de su dueño, es quien determina el tiempo. Así el trabajador queda reducido a mano de obra, y también a fuerza de trabajo. De este modo, la productividad es tanto mayor, cuanto mayor es el control que el capital dispone para imponer su ritmo al proceso de trabajo. Tenemos aquí un ejemplo tajante de cómo las relaciones técnicas son inmanentes a las relaciones sociales y de poder y no algo que se hace al lado o desde afuera de estas relaciones. Por lo tanto, la técnica se inscribe en el centro de las relaciones sociales de poder, no pudiendo ser encarada como un Deus ex Machina, como una instancia separada del contexto socio-histórico que la crea. No es fortuito, por lo tanto, que la Primera Revolución Industrial que instituyó la maquino-factura, haya tenido la resistencia del Movimiento Luddista, que quebraba las máquinas, ya que les retiraba el poder y el empleo. La Segunda Revolución Industrial, seguida por el Taylorismo, también encontró gran resistencia entre los trabajadores, como nos informa Harry Braverman. Siendo así, toda Revolución Tecnológica es también parte de un proceso de revolución en

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las relaciones sociales de poder. Destaquemos que la Revolución Tecnológica no es causa o consecuencia de la revolución en las relaciones sociales y si parte constitutiva de las propias relaciones sociales y de poder. Agregamos que, aunque no se pueda siquiera imaginar una sociedad sin técnicas, es preciso que admitamos que no toda sociedad mantiene la misma relación con ellas. La sociedad Moderna, que se instituyó inicialmente con el capitalismo, es la primera sociedad en colocar la técnica en el centro de su devenir. La propia idea de que el hombre forja su propio destino, que puede reinventar la Historia es parte de esa creencia de que la tecnología es la que transforma la sociedad. El antropólogo Gustavo Lins Ribeiro (Ribeiro, 1991) así aborda la cuestión: “Destaquemos también la generación de una creencia de que el futuro será mejor que el presente y el pasado, a través de una serie de mejoras e innovaciones que los hombres serán capaces de inventar. Si el presente constituye algún tipo de estadio mejorado con respecto al pasado es una cuestión compleja que necesita ser examinada de manera sistemática e histórica, abarcando diversas dimensiones de la vida social. Con todo, hay poca duda de que, en un dominio como el tecnológico, una serie de perfeccionamientos viene ocurriendo con el pasaje del tiempo. Tal vez éste sea uno de los principales motivos por los cuales la creencia en la redención de la humanidad, vía perfeccionamiento tecnológico, es la espina dorsal del desarrollo en cuanto utopía e ideología”. Es el dominio tecnológico, como vimos, uno de los principales recursos en la lucha por la conquista de mayor productividad/mercado, y tiene parámetros propios de comparación al instituir un tiempo rectilíneo, uniforme y lineal que se pretende universal. El aumento de la productividad, vía desarrollo tecnológico, moviliza cada vez más (y por eso se dice mejor) materia y energía. Como no existe trabajo sin energía, como nos enseñan los físicos, la paulatina sustitución del trabajador en cuanto fuerza de trabajo, implica el dominio de ciertas formas de energía que permitan al capital el pleno control para mantener la producción continuamente. La energía eólica, por ejemplo, fue inicialmente descartada, puesto que los vientos no son continuos y uniformes. Todo eso implica un consumo productivo cada vez mayor de materia y como tiempo es asimilado al dinero – time is Money los insumos estarán a disposición en tiempo y en hora. Toda una organización del espacio tiene que mostrarse funcional a esa dinámica, tanto en el interior, como en el espacio externo a las unidades productivas. Renato Ortiz (Ortiz, 1992) realizó un brillante análisis de esa transformación del espacio y del tiempo en Francia a lo largo del siglo XIX en su libro llamado

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Cultura y Modernidad. En ese contexto, es posible identificar el papel que le cabe al Estado: creación de las condiciones generales de la producción, esto es aquellas que hacen posible la ínter ligazón técnica entre las diversas unidades particulares de producción (carreteras, comunicación, energía, entre otras). Se trata de organizar el espacio y se llamó a esas prácticas, sobre todo a partir de los años 30 y después de la Segunda Guerra Mundial, de Planeamiento Urbano Regional. Imponer un tiempo único, el tiempo del reloj, es casi siempre, un proceso conflictivo no solo con relación a otras culturas y pueblos, sino también al interior de la propia sociedad capitalista, ya que la comprensión del espacio y del tiempo, es permanentemente revolucionada. Movilizar materia y energía se volvió, desde el siglo XIX hasta recientemente, fundamental para garantizar el desarrollo. No hay duda que las guerras imperialistas eran guerras por el control de materia y energía, más que de mercados propiamente dichos. Y aquí no tiene sentido distinguir si era una lógica estatal militar o una lógica económica la que comandaba esas guerras. En primer lugar, porque la lógica económica capitalista, como destacamos, es también una lógica de guerra. En segundo lugar, porque cabe al Estado proveer las condiciones generales de producción, lo que implicaba garantizar el aprovisionamiento de materia y energía como seguridad, en fin su espacio vital. Como la vida es una condición primera para que se exista ya sea como individuo, o como sociedad, el Estado se debe encargar de proveer sus condiciones, su espacio vital. Es una cuestión de vida o muerte estando, pues, justificadas como Razón de Estado las intervenciones, inclusive y sobre todo las militares que en su nombre se realizan. Como las demandas por materia y energía eran siempre crecientes, el espacio vital cambiaba con las circunstancias. No es sustentable, en ese contexto, el desarrollo que no disponía de un espacio vital con sus recursos en términos de materia y energía. III-2. …al Desarrollo Sustentable La idea de desarrollo, en cuanto utopía/ ideología integrativa de la Modernidad, parece tener un fuerte cuestionamiento, sobre todo después de los años sesenta/ setenta. Cada vez se habla más de crisis en la Modernidad, de Post-Modernismo, de la Sociedad post-Industrial, de Fin de la Historia, “The dream is over”. La Razón que, en la Modernidad, liberaría la humanidad pasa, a partir de entonces, cada vez más a ser vista como autoritaria. “Si el pensamiento utópico ha sido considerado, en toda la Modernidad, y desde el humanismo Renacentista, como

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el ejercicio de la libertad del espíritu, en la Post-Modernidad, aparece como un recurso autoritario para imponer orientaciones sobre la sociedad” así se expresa Hopenhayn (Hopenhayn, 1988). Si es plausible la hipótesis, y sustentamos que sea, que toda sociedad instituye un magma de significaciones imaginarias que da sentido (y cohesión) a los seres humanos que lo inventa, en circunstancias históricas determinadas, es coherente admitir que con la crisis de la idea de Progreso- Desarrollo en torno de la cual se construye el proyecto de la Modernidad, nos encontramos en un momento de reorganización social, de institución de los nuevos valores, normas y reglas de convivencia social. En la idea central de Progreso-Desarrollo, el tiempo era la variable activa, donde el hombre se vuelve libre de las limitaciones locales, naturales y místico-religiosas, y el espacio el lugar de la necesidad (espacio vital). No queda duda que el proyecto Humanista de la Modernidad veía en la ciencia y en la técnica esa dimensión liberadora de los hombres. Vimos como la misma crítica marxista estaba imbuida de esos valores básicos. Aquí, también, la Historia y el Tiempo aparecen como categorías centrales. Todos, liberales y marxistas, apostaban a que no había una verdadera identidad de contrarios, el futuro radiante de la humanidad estaría en algún punto del tiempo, del futuro. Para los marxistas, en la revolución; para los social-demócratas, paulatinamente a través de las Reformas; para los liberales por la educación, que garantizaría la igualdad de oportunidades. Nótese, la fuerza de la idea de igualdad subyacente a todas esas concepciones. A partir de los años sesenta/ setenta aparece cada vez más un discurso que niega la idea de un modelo universal de desarrollo para toda la humanidad, que ya no pone el acento tanto en la (des)igualdad social como los marxistas, sino en la diferencia. El relativismo cultural gana cada vez más expresión. Y el Espacio es el lugar por excelencia de la diferencia. Si el Tiempo (futuro) era el lugar de la u-topía, el Espacio por su propia naturaleza era el topos, lo que es y no lo que tiende a ser. Cada lugar, debe acentuar su especificidad, como cada vez más se habla entre los urbanistas, por ejemplo (Machado, 1995). Si en la Modernidad, los hombres eran iguales ante la ley, por su carácter racional, garantizaría el fundamento de la igualdad universal del género humano; con Friedrich August von Hayek (1899-1992) la desigualdad es levantada como condición de fundamento del progreso humano, con el Neoliberalismo o Neoconservadurismo. Si antes se buscaba la ley general, el Orden que estaba subyacente al caos, (que era siempre aparente) ahora se acentúa

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lo contingente, lo efímero, el desorden. El racionalismo tenía exactamente en la búsqueda de la razón de las cosas la legitimidad para intervenir en ellas y controlar. Cuando se acentúa el caos, el desorden, lo contingente se reconoce que hay más en la Physis que el orden y que, por lo tanto, nos hallamos inmersos en el paradigma de la complejidad (Morin) donde la razón controladora debe reconocer sus límites. La ciencia y la técnica, exactamente por ser portadoras del conocimiento racional, estaban autorizada a construir el futuro, es posible reconocernos delante de esos nuevos valores y es por eso que se habla del fin de las utopías. Y con el fin de las utopías, la ciencia y la técnica fundadas en el paradigma del Orden (para el Progreso) comienzan a ser cuestionadas. Si Friedrich Engels (1820-1895), en la Modernidad, ya había descalificado a Saint-Simon (1760-1825) por su Socialismo Utópico, en nombre de un Socialismo Científico, ahora es la propia idea de una igualdad científicamente envasada que es cuestionada con Hayek (Anderson, 1995). El Estado, como guardián del desarrollo, comienza a ver cuestionada su legitimidad, tanto por su carácter regulador en el interés de todos, como por su carácter de referencia de una comunidad de destino, nacional. En lugar de la centralidad del poder que estuvo como vimos, en la base de la constitución de los Estados Territoriales Modernos, se habla cada vez más de descentralización, de las comunidades locales, del lugar. Al mismo tiempo se habla de Planetarización, Globalización, Mundialización, Capitalismo Mundial Integrado. Todo indica que nos encontramos inmersos en una enorme tensión de territorialidades y, como no existe territorialidad sin procesos ni sujetos que la instituyan, se vuelve necesario que intentemos identificar algunos de esos vectores instituyentes que están en curso. Registremos, antes de pasar a la identificación de esos vectores que, en medio de esa crisis de utopías totalizantes y universalistas, los sistemas ideacionales (Ribeiro, 1991) que se ponen de relieve. Uno es el Ambientalismo, de donde emerge el concepto de Desarrollo Sustentable y otro el Neoconservadurismo o Neoliberalismo que nos interesará no en si mismo, sino en la medida que se constituye como ideología hegemónica y que se coloca por lo tanto, como referencia necesaria para discutir la posibilidad de Desarrollo Sustentable. El Ambientalismo aparece como la única perspectiva de la ideología/ utopía integrativa portadora de futuro, en medio de una enorme fragmentación. El slogan “actuar localmente, pensar globalmente” profesado por los ambientalistas intenta dar cuenta de esa dialéctica global/local. El Neoconservadurismo o Neoliberalismo, por su lado, centra

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sus postulados en la crítica del Estado, en el libre mercado, en la afirmación del individuo y en la desigualdad social (Hayek). La idea de Progreso-Desarrollo, que había encerrado en torno de sí un pacto entre desiguales, y a partir del cual la supresión de las diferencias estaba autorizada, puesto que se creía universal, al mismo tiempo se afirmará como vimos, por contener la promesa de la igualdad, aunque futura, para todos. Señalemos que la idea de Desarrollo Sustentable sufre un traslado de la idea de Desarrollo en las relaciones de los hombres entre sí (Contrato Social) hacia la relación Hombre-Naturaleza (Contrato Natural, diría Michel Serres). El análisis precedente nos autoriza, en este momento, a circunscribir lo que estamos llamando de crisis de organización social a los marcos de la relación entre Desarrollo Sustentable y Geografía Política. Privilegiaremos lo que estamos llamando tensión de territorialidades. Sustentamos que la crisis de la organización social en que nos encontramos inmersos, es también la crisis de las territorialidades instituidas y de sus sujetos instituyentes. El Estado Moderno que se volvió Nacional después de haber sido simplemente Territorial, fue la forma geográfica por excelencia de esa territorialidad en crisis. Vimos que la idea de Progreso-Desarrollo se constituyó en propulsora del Estado Nacional, en cuanto identidad de contrarios, un pacto tejido a través de acuerdos y luchas entre desiguales. La crisis debe ser entendida, por lo tanto, como crisis de la reproducción de ese modelo. Y cuando hablamos de crisis de reproducción queremos destacar que para nosotros ella no contiene disyunciones simplistas como entre condiciones materiales/ objetivas y condiciones espirituales/ subjetivas. La idea de Desarrollo Sustentable, por ejemplo, intenta recuperar el Desarrollo como categoría capaz de integrar los desiguales (y los diferentes) en torno de un futuro común (y no de un futuro en comunidad o un futuro en comunión). Eso demuestra en si mismo que puede haber más continuidad que ruptura de paradigmas en el proceso en curso. Indicaría, por otro lado, que el Desarrollo, además de una idea muestra las dificultades de reproducción fuera de ella. De ahí lo de Sustentable. Debemos buscar comprender la emergencia de esa idea, en términos analíticos, en las tensiones/ luchas por atribuir sentido a la vida social inscriptas en el seno de una organización social que ya no se sustenta. Y aquí es preciso que nos movamos en una temporalidad más concreta que aquella indicada como crisis de la Modernidad, de un espacio-tiempo civilizatorio y así que hurguemos en un espacio-tiempo de una enorme complejidad, que lo históricogeográfico, del aquí y el ahora, donde el tender a ser está siendo

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concretamente decidido. No fue por otra razón que antes asociamos el evento civilizatorio de la Modernidad a su condición histórico-geográfica inicial europea-capitalista. Dijimos, que el excedente social en las sociedades que antecedieron el capitalismo en Europa, no era reintroducido en el proceso de producción (consumo improductivo). La Modernidad Capitalista (y aquí ya asocio las dos espacio-temporalidades, la civilizatoria y la histórico-geográfica) se mueve a través de esa movilización del excedente social con fines de acumulación productiva, de reproducción ampliada. Compartimos con David Harvey que esa era una tensión permanente entre el Estado (estabilidad) y la fluidez del capital (inestable). Ese es el punto de partida, por lo tanto, para entender la actual crisis de reproducción, en cuanto crisis de reproducción ampliada sustentable del actual modo de organización social y, consecuentemente de los sujetos sociales que la instituyen. La crisis actual gana relevancia en la medida que se desdobla después del más largo periodo de crecimiento económico de la Historia del capitalismo. En ese periodo, también la forma geográfico-política Estado Nacional vivió su apogeo, lo que puede ser apreciado no solo por el número de nuevos Estados Nacionales que surgieron desde la creación de la Organización de Naciones Unidas, como por las funciones que el Estado, pasó a protagonizar, a partir de la revolución en la administración pública efectuada a través del Keynesianismo. Uno de los pilares de ese Estado reside en lo que Robert Castel designó como Sociedad Salarial que “fue una formación social que se impuso progresivamente en los años de crecimiento y cuyo punto culminante puede ser localizado a mediados de los años 70, antes de lo que llamamos “crisis”. Podríamos caracterizar la sociedad salarial como la asociación entre trabajo y protección, quiere decir que a través de la sociedad salarial, la condición de los trabajadores dejó hacia atrás esa especie de vulnerabilidad de masa de hace muchos siglos y el ser asalariado se volvió un status. Esto quiere decir que ser asalariado no significa solamente recibir un salario, una retribución monetaria, sino un cierto número de garantías de derechos, esencialmente del derecho al trabajo y a la protección social. ...Tomemos como ejemplo el hecho de tener un seguro para los tiempos de vejez. Eso quiere decir que alguien que trabajó y que contribuyó tendrá el derecho a una jubilación. No se trata de un patrimonio privado que se carga en el bolso, que se puede negociar. Se trata de una propiedad cuya posesión pasa por un sistema de regulaciones y derechos complicado, establecido y garantizado por ley, y que es un cambio importante con relación a la concepción privada del patrimonio. Por eso hubo una oposición cerrada por parte de los

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partidarios del patrimonio privado y de los liberales, porque hay alguna cosa que traspasa el liberalismo, que traspasa el mercado sin caer en el socialismo. Una especie de vía intermediaria que se impone lentamente, a través de mucho conflicto”. Recurrimos a Robert Castel porque su caracterización de Sociedad Salarial se impone a partir de una perspectiva socialdemócrata que fue forjada en el interior del movimiento sindical europeo y norteamericano y nos permite contextualizar mejor lo que otros autores denominan Fordismo, una revolución en las técnicas productivas y de gestión que emergió en el dominio privado, y otros de keynisianismo, una revolución en las técnicas de gestión del Estado. Siendo así, Sociedad Salarial (Sindicatos), Fordismo (Empresa) y Keynesianismo (Estado) son conceptos que recubren prácticas sociales que se presupone están íntimamente interrelacionadas. De ese verdadero pacto surge lo que otros tienden a llamar Sociedad de Consumo de Masas con una fuerte demanda de materia prima y energía, siendo una de las razones entre otras, del enorme crecimiento del comercio internacional desde la Segunda Guerra Mundial. Enfatizamos con el apoyo de Thonson, que ese gran crecimiento del comercio internacional estuvo íntimamente relacionado a un enorme crecimiento con el comercio interno de los Estados Nacionales. Ese modelo se caracterizaba exactamente por la incorporación de un número cada vez mayor de contingentes poblacionales, y mismo en Brasil, país caracterizado como de Fordismo periférico, se pudo ver que su número de pobres pasó del 41,4% en 1960 hacia 24,3% en 1980, proporción que volvió a aumentar en porcentajes importantes como en la década de 1960, a finales de la década de 1980, cuando alcanza el 39,3% década en la que ese modelo en Brasil comenzó a ser desmantelado (Ribeiro, 1994). Ese verdadero régimen del Capitalismo Administrado no es abolido todavía, ya que la competencia y los mecanismos clásicos son puestos en movimiento por los diferentes sujetos sociales. La enorme concentración y centralización del capital en el periodo de post-guerra traerá un contenido nuevo al tradicional recurso de perfeccionamiento tecnológico que bajo el régimen de competencia tendía “a ser de magnitud limitada y de corta duración, especialmente en virtud de la competencia empresarial descontrolada” (Soja, 1993) Este autor, apoyado en Ernest Mandel, ha buscado subrayar el carácter necesariamente desigual y combinado, espacial y sectorialmente, del desarrollo capitalista. Él nos llama la atención que una de las principales formas de obtención de super lucros en la post-guerra y que, por lo tanto, ya emerge en el interior del modelo, se da por la revolución tecnológica desigual entre los sectores y ramas, mas

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que por el desarrollo desigual entre las regiones en el interior de un mismo país y entre los países que, aunque no sea suprimida, deja de ser dominante a partir de los años 60. Es a través de esa revolución tecnológica que la búsqueda de super lucros tendía a provocar una verdadera revolución en el paisaje geográfico, poniendo en jaque las territorialidades heredadas. Destaquemos aquí que esa revolución en las formas de percepción/ apropiación del espacio emerge de uno de los pilares del modelo Fordista / Keynesiano-Salarial de Masa, que fue la revolución en los medios de comunicación y transportes derivada en gran parte de la tecnología de la guerra. En el primer caso, destaquemos los medios electrónicos y las telecomunicaciones, o comunicaciones a distancia, expresión que mejor revela sus implicaciones políticas y espaciales. Ahora, es cada vez más importante no el espacio vivido en el cuerpo a cuerpo de la vida cotidiana la única o principal forma de socialización de los individuos. El sentimiento difuso del que se es miembro de una comunidad de destino que, como vimos tenía el Estado Territorial como centro, comienza a pasar del Estado hacia las empresas. Las técnicas de marketing y de publicidad permitieron que, más allá de la producción en masa de mercaderías, se oriente la fabricación de deseo de consumir según gustos concientemente manipulados para fines mercantiles. A través de los medios electrónicos, ante todo, pero también a través del marketing y la publicidad, la ética del trabajo comienza a ser sustituida por la (est)ética del consumo. Se vuelve posible a partir de entonces instrumentalizar la diferencia. El paisaje geográfico, aquello que podríamos llamar de paisaje real, deja, de ser el principal estímulo al inconsciente en la formación de la personalidad y de las identidades colectivas, que pasa a sufrir la influencia cada vez mayor de los paisajes virtuales por los sistemas electrónicos. La comunicación a distancia, la telecomunicación, coloca en la casa de cada uno un musèe imaginaire, donde aparecen todos los lugares del mundo todo el día, con una determinada lectura. Aquí tal vez resida una de las principales dificultades de los movimientos de oposición y que mismo reconociendo el papel cada vez más relevante de la cultura y de los simbólico, no disponen de los controles de los medios de comunicación. “El medio es el mensaje” como dijo cierta vez Marshall McLuhan respecto de la aldea global. La deconstrucción de las territorialidades heredadas se procesa en una profunda crisis de los sistemas de representación, inclusive de las representaciones políticas, como veremos más adelante, donde los medios de comunicación de masa juegan un papel cada vez más relevante. Desde el famoso debate entre

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Kennedy y Nixon en los años sesenta, la estetización de la política sustituye cada vez más la ética. Recordemos que ética tiene que ver con ethos, en cuanto conjunto de valores que conforman la identidad, el sentido de pertenencia a una determinada comunidad humana, a partir de esos valores contradictoriamente o no comunes. El gobierno de Ronald Reagan llegó a ser caracterizado como fascismo blando, en una correcta alusión y reconocimiento al papel precursor del nazi-fascismo en la estetización de la política. Llegó también, como nos dice David Harvey, a ser llamado de “presidente teflón” en una alusión al hecho de que a pesar de los escándalos que envolvieron a su gobierno, ninguna de las acusaciones se tomó en cuenta (pegó). Ronald Reagan e Silvio Berlusconi tienden a volverse fenómenos cada vez más comunes. Hay una dimensión geográfica extremadamente relevante de esa revolución reciente de los medios de comunicación y que está subyacente a una profunda revolución en las técnicas de gestión empresarial y que se relaciona al control remoto que como sabemos, deriva de tecnologías militares. La dispersión geográfica de los establecimientos privados exige una centralización a nivel del control gerencial, utilizando inclusive redes telemáticas. Se produce así un desplazamiento entre el lugar concreto de la vida de las personas y el ejercicio del poder, lo que llevó a Manuel Castell y Mollenkopf a afirmar que cada vez más “las personas viven en los lugares, pero el poder se rige por flujos”. La revolución en los medios de comunicación a distancia, se vuelve posible con la electrónica, y cambia también el perfil de los costos de producción que, ahora no está solamente relacionado al aumento de la productividad al interior de la industria, pues cada vez son mayores las inversiones necesarias ligadas directamente a la circulación material (transportes)/simbólicas (comunicación) de las mercaderías. Así, no es ya la fábrica como lugar, sino el espacio como un todo, que se inscribe en la lógica mercantil, y el espacio no solo en el sentido de que aumentan las relaciones entre los lugares, regiones y países (espacio relacional) sino también el dominio y el control de las ondas de trasmisión (espacio extra-terrestre, magnético) más allá de la superficie terrestre (espacio geográfico tradicional). Con esas transformaciones en la organización espacial observamos, concomitantemente una reorganización en la estructura de clases en el interior mismo de las propias camadas asalariadas, con un número cada vez mayor de personas ligadas a la “fabricación capitalista de la subjetividad” según la rica formulación de Felix Guatarri (Guatarri, 1982). Toda una gama de publicitarios, psicólogos, diseñadores industriales, artistas, pasan a vivir frenéticamente el campo de la creación simbóli-

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ca, íntimamente ligada a una camada de ejecutivos, gerentes, administradores, corredores, auditores, contadores, abogados, financistas cuya comunidad imaginada (Hobsbawn, 1988) es el mundo, el planeta. Sumemos a esto que el movimiento obrero se ve delante de enormes dificultades con ese desplazamiento del locus de las luchas de clase de la fábrica hacia el espacio total. Si la diferencia siempre fue un atributo esencial del espacio lo que tenemos en ese proceso de reorganización social en curso, es una lucha por su instrumentalización mercantilizada. Paralelamente, asistimos a una verdadera revolución en los medios de transporte acentuando la tendencia, estructural en el capitalismo, de suprimir el espacio a través del tiempo. La velocidad gana, inclusive la dimensión de categoría filosófica (Virilio). Junto con la modernización de los puertos, aeropuertos, carreteras y de vehículos (aviones supersónicos, trenes de alta velocidad, camiones y navíos de especialización flexible) vemos, también una revolución en las técnicas de gestión. Los containers son, hoy, la nueva dimensión mundializada, de la unificación del sistema de pesos y medidas de la época de la constitución de los Estados Territoriales Modernos. Cada unidad privada de producción se debe adaptar a esos patrones para poder insertarse en el mercado, preparando cada volumen, cada embalaje, tendiendo al mejor aprovechamiento del volumen del container. En los puertos y aeropuertos, (como vimos con el gobierno de Reagan, con la huelga de los controladores de vuelos) se presenta una lucha tensa e intensa con el movimiento sindical, tal como asistimos en la época del pasaje de la manufactura hacia la maquino-factura (luddismo) y del taylorismo. En esa revolución gerencial, la dimensión espacial se vuelve relevante, pues altera la base logística con la velocidad, proporcionada por el control electrónico y el sistema just in time, por ejemplo. Como diría Milton Santos los flujos ganan prominencia sobre los fijos. En ese sentido, la terciarización en sus diferentes formas, leasing y franchising, al mismo tiempo que permite descentralizar geográficamente las unidades productivas, exige una mayor dedicación al control de las redes que se montan, bajo diferentes formas como, por ejemplo, el control de calidad (ISO 9000). Así, la dispersión geográfica de producción/ comercialización coloca el control a distancia, control remoto, como un atributo de poder esencial. Si el modelo anterior tuvo, además de una revolución en el dominio de la “organización científica del trabajo” en el interior de las unidades privadas de producción (el Fordismo/ Taylorismo), una revolución en las técnicas de gestión de las condiciones generales de producción, por lo tanto, del Estado (el keynesianismo), el actual modelo, llamado por muchos como flexible, se

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da sobre todo en el dominio privado, colocando el debate sobre el papel del Estado como una de las cuestiones claves. El Estado, que por su propia naturaleza tiende a consagrar lo instituido y por lo tanto la estabilidad, entra en crisis. Se estima que del 60 al 70% de los intercambios internacionales, por ejemplo, escapan al control del Estado, y también del mercado, pues se da en el interior de las firmas, que juegan con las diferencias de legislación tributaria y fiscal (según el profesor de Economía de la UNICAMP José Carlos Miranda en la conferencia dada en el VII Encuentro sobre Economía Minera, realizada en Diamantina en junio de 1995). La propia existencia de los paraísos fiscales como las Bahamas y las Islas Caimán, por ejemplo, son indicios de nuevas territorialidades, donde el desplazamiento del poder de la esfera pública, en su dimensión estatal queda sometida por el poder privado. Añádase que el Estado se ha mostrado incapaz de acompañar la dinámica de ese capitalismo mundial integrado, ante todo en lo que respecta al más globalizado de los mercados que es el financiero. Los Acuerdos de Bretton Woods que regularon el sistema internacional desde el fin de la segunda guerra, entraron en crisis en la década de los setenta. La desvinculación de la moneda del patrón-oro o mismo del dólar que de cierta forma se apoyaba en la economía de la mayor potencia mundial y la institución de las tasas cambiarias fluctuantes, dio origen a lo que hoy se llama capital ficticio, que presenta un mercado financiero que moviliza un volumen de recursos equivalente a diecinueve veces el Producto Bruto mundial (la Bolsa de valores de Londres moviliza por día el equivalente al PNB brasilero). Ese volumen da cuenta que la mayor parte del flujo financiero que opera en los días que corren está en manos privadas, retirando del Estado una de sus funciones esenciales que era la de controlar el volumen y el flujo de moneda. Aquí, una vez más las redes telemáticas también juegan su papel permitiendo que el mercado financiero funcione 24 horas del día ininterrumpidamente. Las tasas de interés, por ejemplo, como uno de los mecanismos más importantes de las políticas estatales de corte keynesiano, tienen el efecto contrario al pretendido por los gobernantes, pues el aumento en las tasas de interés para contener la inflación, puede volverse un atractivo para el capital financiero internacionalizado. El llamado hot money parece escapar a cualquier mecanismo regulador. Ya en la década de los setenta analistas norteamericanos hablaban de “latinoamericanización del Estado norteamericano”, refiriéndose a las dificultades del propio gobierno de la mayor potencia imperial, los Estados Unidos, de concretar una política de empleo frente a la dinámica cada vez más autónoma

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de las empresas de aquel país en sus inversiones, con ese nuevo régimen de acumulación flexible. La crisis fiscal y tributaria del Estado se vuelve todavía más acentuada por la verdadera guerra de las regiones y localidades por empleo y renta (Harvey y Soja) al buscar atraer inversiones a costa casi siempre de renuncias fiscales. Se calcula por ejemplo, que el gobierno del Estado de Río de Janeiro dejó de recoger cerca de 850 millones de dólares americanos en 3 años, en el caso se liberó la previsión de una factura por parte de Volkswagen de 1,5 billones de dólares anualmente. Y eso para que la Volkswagen efectué una inversión de 250 millones de dólares en el mismo periodo. No nos debemos extrañar, por lo tanto, frente a ese cuadro que el Estado que en el llamado Primer Mundo, como vimos, se volvió nacional a través de las demandas de la sociedad civil, comience a sentir los efectos de aquello que Castells y Mollenkopff caracterizaron como la desvinculación que el modelo de acumulación flexible presenta delante de la place based society. Y en ese contexto, el Planeamiento Estratégico, tan característico del modelo fordista Keynesiano tiende a desaparecer y con él, otra de las funciones tradicionales del Estado. La revolución en los medios de transporte, de comunicación y en la gestión privada permitió la mundializacion del mercado, transferir plantas industriales para lugares y regiones con menor tradición de lucha sindical, tanto en el interior de un mismo país, como entre los países, al obtener lucros adicionales explorando nuevas condiciones locacionales. Eduard Soja captó esa dimensión cuando afirma que: “la especialización flexible en la producción, en las relaciones entre trabajadores y en la localización de las actividades tiene el efecto de afectar las estructuras jerárquicas mas antiguas y crear, por lo menos la apariencia de un orden significante diferente de responsabilidad y control” (Soja, 1993). Castells y Mollenkopff llamaron la atención por la fuga de parte de esos capitales del control de las sociedades territorialmente basadas - place based society - en ese nuevo modelo flexible. Como vimos, el modelo de acumulación flexible tuvo en la microelectrónica una técnica capaz de instituir nuevos patrones de relaciones sociales, nuevas formas de localización de recursos y personas. Contó para eso también con una revolución en los materiales (fibra óptica, nuevos tipos de plásticos durables y resistentes, biotecnologías, nuevas uniones metálicas entre otros) revolucionando el mercado y la geografía político-económica de las materias primas. Para evitar la visión tan arraigada que la tecnología es lo que promueve la actual reorganización societaria recordemos que ella es parte constitutiva de las relaciones sociales y de poder.

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El caso de la revolución tecnológica en curso, bajo el régimen de acumulación flexible, demuestra una vez mas, al promover una mayor libertad locacional del capital que, a través del control de la distancia y de las terciarizaciones, por ejemplo, rediseñan el espacio como un todo. Si la revolución maquinofacturera permitió un desplazamiento del control del proceso productivo de quien opera (operario) hacia (quien controla) la máquina; el taylorismo fue antes que nada un control minucioso del cuerpo del trabajador y el fordismo, con sus líneas de montaje, una reorganización en el espacio interno de la fábrica, siendo todos, por lo tanto, revoluciones técnico-políticas que tienen por locus el espacio interno de la fábrica, el modelo de acumulación flexible, como vimos, hace posible una mayor fluidez del capital en el espacio como un todo. El modelo de acumulación flexible volvió prácticamente inviable el Welfare State, fragilizando dos de los pilares en el que estaba basado el Estado y el Movimiento Sindical. Como ya subrayamos, la fábrica dejó de ser el locus privilegiado de la lucha de clases. La localización flexible infligió, sin duda una importante derrota al movimiento sindical. En ese proceso la captura del Estado cumplió un importante papel, como lo demostró el gobierno de Ronald Reagan y Margareth Tatcher, que impusieron derrotas políticas al movimiento sindical. Mismo gobiernos social-demócratas como François Miterrand y Felipe González, se encontraron con enormes dificultades para reproducir el modelo fordista debido, entre otras cosas, a la fluidez del capital en ese espacio que se volvió contradictoriamente flexible. No solamente la fábrica dejó de ser el locus privilegiado de las luchas sociales, sino el Estado Nacional con sus fronteras. En ese contexto extremadamente ventajoso para el capital, viejas secuelas reaparecen, allí mismo donde parecían superadas, como el desempleo en los países del capitalismo avanzado. El desempleo pasó a alcanzar cifras inimaginables y la exclusión social se volvió un fenómeno generalizado, inclusive en el Primer Mundo. Se habla abiertamente en los Estados Unidos de un escenario probable de brasilinización, expresión acuñada para designar la disparidad entre ricos y pobres, que tiende a aumentar. Cada vez más los cientistas sociales norteamericanos hablan, también de dualización social, indicando con ese concepto la formación de dos estratos que si bien habitan en un mismo espacio no están integrados, como si fuesen sociedades de doble velocidad. Es como si la categoría de Ejército Industrial de Reserva, durante mucho tiempo utilizada en los análisis marxistas, se mostrase caduca, puesto que segmentos cada vez mayores de la sociedad son, simplemente, excluidos y tienen pocas o ninguna posibilidad de volver a ser incorporados a la

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dinámica de acumulación que sin embargo los explota a todos en su juego permanente de atracción-repulsión. IV. La Geografía Política del Desarrollo Sustentable: El papel del Movimiento Ambientalista Como subrayamos más arriba, el proceso de reorganización social envuelve procesos instituyentes complejos, inclusive, las formas de dividir material / simbólicamente el mundo. Las ciencias acusan ese proceso a nivel de la representación, a través de la necesidad, cada vez más acentuada de establecer puntos entre los diferentes territorios del conocimiento, hasta recientemente viviendo bajo el signo de objetos específicos y preservados como territorios de especialistas soberanos. Ese proceso vivido en las ciencias se da en el marco de una profunda reorganización que, también, se está dando en el mundo del trabajo. Cada vez más se habla que no es posible pensar en la Universidad como formación terminal, frente a la velocidad con que se procesan las transformaciones. Se habla inclusive, que se debe tener en mente especializaciones flexibles, que permitan a los formados adaptarse a la flexibilidad de los mercados de trabajo. Desde la década de los setenta, hay un desempleo calificado que da lugar a la creación de nuevas relaciones de trabajo, por ejemplo las entidades llamadas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que operan bajo relaciones de trabajo, extremadamente flexibles, inestables y no reguladas, y que han absorbido parte de los desempleados con formación universitaria. En gran parte viven de proyectos periódicamente sometidos a las financiadores y por lo tanto tendiendo a someterse a sus agendas. De cierta forma, la propia existencia de esas Organizaciones No Gubernamentales indica la propia crisis del Estado, que no consigue acompañar las demandas de la sociedad civil que le dio el soporte nacional. El carácter instituyente de la sociedad civil no encuentra en lo instituido, en el Estado, el respaldo a sus demandas. Las Organizaciones No Gubernamentales, paradójicamente, revelan así no la fuerza de la sociedad civil sino, al contrario, su fragilidad para garantizar los compromisos que el Estado Nacional comportaba. Su definición por lo negativo (No) referenciado a lo instituido (Gobierno) da bien la dimensión de esa contradicción y considerándose el contexto en que ellas emergen, que es el Primer Mundo, con las contradicciones del llamado pacto fordista-keynesiano-sociedad salarial. Y aquí tal vez se encuentre una buena pista para entender esas entidades No Gubernamentales, en particular las ambientalistas. Registremos antes que nada, que las Organizaciones No Gubernamentales tienen prácticas de las mas variadas, desde

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aquellas que actúan alegando razones humanitarias (Cruz Roja Internacional, Médicos Sin Fronteras) en el campo de los Derechos Humanos (Amnistía Internacional), las ligadas a la cuestión ambiental (Greenpeace, World Wildlife Fund, Conservation International, Amigos de la Tierra). La Comisión Brundtland registra la importancia de esas entidades al afirmar que: “nuestro futuro está más bien asegurado por la descentralización de la administración de recursos, de los cuales las comunidades dependen, y dando a esas comunidades la palabra efectiva en cuanto a la decisión de esos recursos. Eso también requiere promover las iniciativas de los ciudadanos, dar mas poder a las organizaciones y fortalecer la democracia local” (Brundtland, 1991). El primer aspecto que nos llama la atención es la dimensión espacial, la escala Internacional, Sin Fronteras, Mundo, World, Tierra, de un lado y del otro, la de la escala local, de la comunidad, del espacio vivido de los ciudadanos o lo que por si solo indica que se inscriben en un orden que está mas allá (la globalización) y mas acá (lugarización/fragmentación) del Estado-Nación. En ese sentido, no hay como dejar de reconocer que se inscriben en el mismo flujo de vectores instituyentes de la llamada acumulación flexible que, también es mundial y local. David Harvey (Harvey, 1993) ya había subrayado ese carácter de que la eliminación de las barreras espaciales vuelve al lugar extremadamente importante, pues su especificidad puede ser fuente de súper lucros desde el punto del vista del capital. Un segundo aspecto, íntimamente ligado al primero, es el desplazamiento del debate del campo de los derechos sociales que, como vimos, dio el soporte nacional al Estado, hacia el campo de los derechos humanos, visto en una perspectiva de derechos universales y que por lo tanto traspasan los límites de cada Estado Nacional. Aquí es posible identificar las marcas de su espacio de origen, el Primer Mundo, donde, en parte los derechos sociales estaban, de alguna forma institucionalizados. No haremos aquí ningún juicio de valor en cuanto al carácter universal de los derechos humanos, sino simplemente una contextualización histórico-geográfica del terreno donde esas ideas ganan importancia. Mismo en el Primer Mundo, es preciso subrayar que los derechos humanos fueron siendo instituidos concomitantemente con los derechos sociales a través de la sociedad civil y si estos derechos quedaban circunscriptos a los límites de los diferentes Estados-Nacionales, debemos remontar, como hicimos arriba, al contexto del siglo XIX, donde el internacionalismo propugnado por los movimientos populares, se respondió con un pacto nacional y con el nacionalismo. En cuanto en Alemania, por ejemplo,

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a final del siglo XIX y principios del siglo XX, eran instituidos derechos individuales y colectivos, empresas alemanas en el Congo, cortaban las manos de los trabajadores negros que no alcanzasen el volumen de producción esperado que, a su vez debía ser mayor, cuanto mayor el desarrollo tecnológico en Europa. En el contexto actual mundializado de acumulación flexible, los derechos humanos, en sí mismos históricamente inseparables de los derechos sociales, acaban siendo objeto de conflictos significativos envolviendo los derechos de soberanía, lo que refuerza el argumento anterior. Del punto de vista de la sociedad civil, de lo local y lo comunitario, y no del capital, esa es, sin duda, una de las brechas que se abre en el interior de ese proceso de mundializacion, teniendo en cuenta los dificultades a las que se enfrentan los gobiernos, ante todo los Estados del llamado Tercer Mundo, donde ni los derechos humanos, ni los derechos sociales son contemplados. Las denuncias realizadas internacionalmente de violencia a los menores, o mismo el asesinato de líderes sindicales, como el caso de Chico Mendes que fue el mas expresivo, dio cuenta de un nuevo escenario de construcción de derechos a contramano de la globalización. La contradicción a ser superada es, si corresponde al Estado cumplir el papel que acabó por ejercer en el contexto europeo y norteamericano, de garantizar esos derechos o si al contrario, el carácter de No Gobierno prevalecerá, como de cierta forma la propia naturaleza de las Organizaciones No Gubernamentales sugiere. A juzgar por la valorización de las escalas mundial y local, que vienen conformando el proceso de mundializacion de acumulación flexible, a través de sujetos sociales que lo instituye, entre ellas las Organizaciones No Gubernamentales y, particularmente el Movimiento Ambientalista, el segundo escenario de No Gobierno se delinea como más probable. Ahí el desafío en que se encuentra la sociedad civil, fuente de lo instituyente. Un tercer aspecto que debe ser debidamente considerado, mismo aquí solamente indicado, es el que esas Organizaciones No Gubernamentales apuntan para una nueva comunidad de destino internacional, mundial, planetario. Y al hacerlo en esa escala, se mueven en un vacío de representación política mediado por la sociedad civil, hasta porque como resaltamos, el orden jurídico que rige mas allá de las fronteras, es sobre todo inter-estatal mas que inter-nacional. Recordemos que fue la sociedad civil que volvió Nacional el Estado al incorporar exactamente sus demandas sociales. En tanto son las razones de Estado (Territorial) las geopolíticas, que están subyacentes a las relaciones de poder en la esfera más allá de las fronteras. Es preciso que reconozcamos que el Poder

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Público se afirmó en la medida que se afirmó un espacio público en el interior de las Estados Territoriales Nacionales. En el plano mas allá de las fronteras de los Estados, el derecho internacional fue instituido a través de la Razón de Estado sin que hubiese un espacio publico internacional, expresado por una sociedad civil en esa misma escala organizada. Aquí eran las relaciones de poder de modo explicito las que comandaban. Es de Carl von Clausewitz (1780-1831) la máxima de que la diplomacia es la continuación de la guerra por otros medios. Es preciso que no olvidemos que la dominación colonial solamente recientemente fue barrida, restando todavía algunos resquicios de su presencia en el mapa del planeta. Todavía, si el orden colonial fue poco a poco eliminado, es preciso reconocer que ese desmonte en parte se debió a la propia Guerra Fría que lo sustituyó y de cierta forma contribuyó para desmontarlo. El fin de la Guerra Fría, al cual hoy asistimos como una debacle de los regimenes de Europa del Este, aun no fue capaz de instaurar un orden internacional con referencias claras, sobre todo después de la tentativa frustrada del Estado Norteamericano de ocupar el vacío de poder dejado por la bipolaridad de la Guerra Fría como quedó claro con la Guerra del Golfo y en los impasses en Bosnia, por ejemplo. Es posible admitir que a través de las Organizaciones No Gubernamentales la construcción de una sociedad civil, mas allá de las fronteras nacionales, como de cierta forma, apunto Leis y Viola, en el caso del movimiento pacifista, que aunque no sea, o no haya sido capaz de definir la política de seguridad europea, sin duda, acabó por imponer significativas limitaciones a aquellos por ella responsables (Leis y Viola, 1992) Todo parece apuntar una vez mas hacia el modo como los diferentes sujetos sociales inclusive, las Organizaciones No Gubernamentales, ven el papel del Estado, y consecuentemente, de los gobiernos, en la reorganización social en curso. Obviamente que el epíteto de No Gubernamental es bastante incómodo para esas instituciones, hasta porque es preciso, también aquí, que sean propositivas, pues caso contrario, el Estado acaba por ser capturado hacia los intereses que niegan muchos de los valores que profesan y que, de cierta forma, puede ampliar el espacio de maniobra de las propias Organizaciones No Gubernamentales, a su necesidad, con el serio riesgo de la perdida de legitimidad. Al final, la desregulación del Estado acabó por abrir espacio para las entidades No Gubernamentales. Un sociólogo peruano proclive al neoliberalismo lo afirmó con todas las letras: “Hay pobres para todos”. No es difícil percibir las dificultades con que se enfrentan los sujetos sociales que construyen sus identidades colectivas de

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modo territorializado local, regional y nacionalmente, delante de la fluidez del capital, en ese nuevo patrón de acumulación flexible. Como gran parte de su poder instituyente estaba referenciado en los marcos del Estado Nacional, la crisis por la que pasa el Estado Nacional, es también, una crisis que los afecta. De ese modo, esos movimientos se ven delante de una enorme crisis de representación política que, a su vez abre espacio para nuevas formas de mediación política. Los Partidos Políticos, por ejemplo, que por su propia naturaleza tienen como objetivo el poder del gobierno, del Estado, se ven afectados por la crisis de aquello que ansían, esto es el Estado. Esto es mas grave para aquellos partidos políticos que emanan de los movimientos sociales y por lo tanto están más próximos de la sociedad civil. Y aquí tal vez sea conveniente distinguir las lógicas diferenciadas que emanan de la sociedad civil, puesto que en el interior de ellas, muchas veces esta imbuida la lógica de mercado. Y hacemos esta salvedad, no como cualquier juicio de valor con relación al mercado como medidor social, sino porque la sociedad civil no puede ser reducida a una única dimensión, cualquiera que ella sea. Ella es la fuente instituyente de las normas, valores y reglas, mismo que en determinadas circunstancias histórico-geográficas, puedan ser consideradas como a-racionales y hasta i-rracionales, por ello es que debemos reconocer que no se deben atribuir dimensiones únicas y exclusivas, como muchas veces aparece al reconocer en la racionalidad económica, una especie de Deus Ex Machina, como parece indicar la lógica del mercado. Siendo así, es posible que determinados Partidos Políticos, que profesan una ideología próxima al mercado, se sienten mas a voluntad, en determinados momentos, a una perspectiva que desregle el Estado, reduciéndolo a las dimensiones mínimas a las necesidades del capital. Y aquí no es difícil identificar las prácticas neoconservadoras de los partidos liberales. Las llamadas Organizaciones No Gubernamentales carecen de la representatividad política de aquellos movimientos sociales local, regional y nacionalmente territorializados. Ellas no tienen mandato de representación delegado por quien quiere que sea, independientemente de las causas que las motivan que pueden ser, y muchas veces son tan legítimas como las de aquellos movimientos. La cuestión que estamos puntuando es la de la representación política, de los vínculos que se establecen entre las demandas de la sociedad civil y aquellos que se colocan como sus portavoces, de un lado y sus interlocutores de otro. En ese punto, es importante destacar otra dimensión territorializada de la política, que deriva exactamente del hecho que se tenga voz, que se pueda hablar, lo que a su vez presupone que se tenga interlocutores que operen en un espacio en que haya

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identidad, mismo de contrarios. El Estado Nacional cumplió de alguna forma ese papel de identidad de contrarios, de espacios de interlocución, como ya señalamos. Eso indica una diferencia significativa, por ejemplo, de la lógica del capital, que implica la más amplia movilidad y, con eso, una permanente reorganización socio-espacial que, en el actual patrón de acumulación flexible, valoriza lo local y lo mundial, y que causa tanta turbulencia a las territorialidades heredadas, ante todo en aquellas ancladas en el Estado-Nación. Ese aspecto es extremadamente relevante en la medida que las organizaciones supranacionales, como el Banco Mundial, el Grupo de los Siete (G7), la Comunidad Económica Europea o las instituciones ligadas a la ONU, como la UNESCO, el PNUD y PNUMA, vienen recurriendo a las Organizaciones No Gubernamentales para hablar en nombre de la sociedad civil, contribuyendo muchas veces, para profundizar la crisis de representación y hasta de legitimidad, por ejemplo, de los partidos políticos y sindicatos, para quedarnos solamente con dos ejemplos de dos tipos de institución que han estado fuertemente territorializados en el Estado Nacional. Si se piensa, como en la perspectiva de Leis y Viola, en el esbozo de una sociedad civil supranacional, las Organizaciones No Gubernamentales deberán no solamente ser más propositivas, con relación al papel del Estado, como indicamos arriba, sino, también, con los movimientos territorializados local, regional o nacionalmente, a través de los cuales la sociedad civil viene ejerciendo su papel instituyente. Los conflictos de perspectivas en el centro de las Organizaciones No Gubernamentales ya son suficientemente numerosos para el Estado. Por ejemplo, el compromiso de diversas Organizaciones No Gubernamentales de los Estados Unidos en 1992 con la Iniciativa para las Américas del gobierno Bush perentoriamente rechazado por el Encuentro de Las Leñas, que envolvió Organizaciones No Gubernamentales latinoamericanas y caribeñas en Argentina, que contrapuso la Iniciativa de los Pueblos. El affair de la llamada Guerra del Atún, donde diversas Organizaciones No Gubernamentales ambientalistas norteamericanas presionaron al gobierno de Bill Clinton a boicotear la compra de atún a México, porque mataban los delfines durante su pesca, encontró fuerte resistencia entre los pescadores mexicanos. Estos, a su vez, contaron con el apoyo de Greenpeace y, juntos, propugnaron por apoyo moral y técnico a aquellos pescadores, para que efectuasen su trabajo contemplando de ese modo, al mismo tiempo, tanto la preocupación ecológica, como la social.

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El movimiento ambientalista emerge, en ese escenario, con un papel impar. Al contrario de otros movimientos sociales, el movimiento ambientalista no tiene una identidad clasista, de género, religiosa o étnica. En el plano geográfico invoca lo global y lo planetario, y también lo local y lo comunitario. Es a través de él, que mismo en la crisis de las utopías/ ideologías totalizantes, que el concepto de Desarrollo Sustentable fue siendo diseñado también como una utopía/ ideología totalizante. Tal vez se pueda decir que él es lo más desterritorializado de los nuevos movimientos sociales, y no fuese el portador de una territorialidad nueva, planetaria. Mismo que no haya una relación de causalidad entre ese carácter planetario de las Organizaciones No Gubernamentales y el proceso de globalización en curso, es importante señalar que él, es en lo mínimo paralelo a la afirmación de un capital financiero mundializado, fuertemente privatizado, de las llamadas corporaciones trasnacionales y del cada vez mas influyente mercado del narcotráfico que, también, opera por sobre y bajo el Estado Nacional. La instrumentalización de la cuestión ambiental por esos otros vectores instituyentes de las nuevas territorialidades indica, que la planetarización y globalización no solo caminan juntas, sino que son instituidas en el camino y en lo mínimo contradictorios. El carácter No Gubernamental ha sido asumido por gran parte de las entidades que constituyen el movimiento ambientalista. Los argumentos de carácter técnico-científico han sido largamente utilizados por ese movimiento indicando que sus militantes en gran parte tienen formación universitaria y/o mantienen fuertes vínculos con cientistas que, de esa manera, forman parte de ese movimiento. En el interior de ese movimiento, la búsqueda de formulaciones inter-multi-trans disciplinarias se basa en una crítica a la actual división del trabajo científico, extremadamente fragmentado por el cartesianismo. De ese modo, es posible trabajar con la tesis de que el movimiento ambientalista es uno de los principales vectores instituyentes del proceso de reorganización social en curso, también por esa vía como vimos, la división del trabajo científico es parte del proceso de apropiación simbólica. Estamos aquí también delante de nuevas divisiones de los territorios del conocimiento, de recortes de espacios epistémicos. La emergencia del movimiento ambientalista, del punto de vista histórico, está relacionado, de un lado, al contexto muy específico del orden internacional que siguió a la segunda Guerra Mundial, polarizada ideológicamente por la Guerra Fría. La escalada armamentista, incorporando lo nuclear, dio un nuevo contorno a la geografía del poder internacional. Las dos superpotencias de ese mundo bi-polarizado hicieron que el

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espectro de la muerte rondase a la humanidad. Las luchas de clases surgidas en el interior de la sociedad capitalista pasaron a asumir una conformación geográfica en el llamado conflicto Este-Oeste. El desarrollo de tecnologías de destrucción, como los misiles nucleares de corto, medio y largo alcance, re-contextualizarán el papel de las Fuerzas Armadas que, hasta entonces, tenían la prerrogativa de defender la soberanía, las fronteras del Espacio Nacional. Poseer el dominio de la tecnología nuclear pasó a ser condición para el ejercicio de esa soberanía, siendo esa la razón que, en la década de 1950, por ejemplo, se creó el Consejo Nacional de Investigación en el Brasil (CNPq por su sigla en portugués), por inspiración militar. El espectro del comunismo puede, al mismo tiempo, ser apartado por la implantación del Welfare State, esto es, por un modo marcado por la integración de las clases trabajadoras. La Pax Americana, por otro lado reducía significativamente el papel de los Estados Europeos que, en tanto, venían a establecer en sus territorios arsenales nuclearizados, que los volvía objetivos preferenciales en un posible conflicto militar. El llamado Complejo Industrial-Militar traía, a su vez, en su centro el pacto Fordista-Keynesiano-Sociedad Salarial, puesto que aseguraba el empleo de importantes segmentos de trabajadores y fortalecía los lazos del Estado con las grandes empresas y, al mismo tiempo, con los sindicatos. El historiador inglés E. Thompson llegó a acuñar el concepto Modo de Producción Exterminista para caracterizar esa situación (Thompson, 1982). Todo parecía indicar una situación estable y duradera, que mirada desde esa perspectiva, una vez mas, será al interior de la sociedad civil que veremos brotar nuevas perspectivas, a través de amplias movilizaciones de masas y, también, de actitudes individuales contra el militarismo. Es del movimiento pacifista que el movimiento ambientalista retira sus energías. Es del movimiento pacifista que emerge una determinada posición ideológica, que apunta que ni el capitalismo, ni el socialismo podrían indicar un futuro promisorio para la humanidad, puesto que ambas alternativas, al estar fundadas en tecnologías de destrucción nuclearizadas, no serían alternativas para la vida. En el contexto de la Guerra Fría una posición como esa no dejaba de ser vista con desconfianza, por cualquier lado en confrontación y en la mejor de las hipótesis, era vista como ingenua. En tanto, el involucramiento cada vez mayor de las tropas norteamericanas en Vietnam, con las profundas bajas por sus tropas, hace que el movimiento pacifista ganase contornos de masa en los Estados Unidos, y también, lograse enormes simpatías no solo en ese país, sino en Europa. No es de extrañar que haya sido exactamente en Alemania, Estado que vio su propia

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territorialidad rediseñada durante la Guerra Fría por el Muro de Berlín, que el movimiento pacifista ambientalista se haya afirmado de modo más significativo. La Real Politik alemana se constituía en un escenario altamente favorable para la expresión de ese movimiento. El desdoblamiento del movimiento pacifista en movimiento ambientalista se debió, ante todo al hecho de haber sido una especie de atractor de una serie de transformaciones que venían siendo gestadas, como las ya indicadas, y que trascendían al cuadro político en que se configuró la Guerra Fría. Escapando de una apropiación de tipo Capitalismo o Socialismo, Este u Oeste, Estados Unidos o Unión soviética o Burguesía o Proletariado, como acostumbraban a ser semantizados los conflictos en aquellos marcos, nuevos sujetos sociales emergen, entre ellos el movimiento ambientalista. La crítica a la corrida armamentista y a la afirmación del poder militar fue poco a poco aumentada por el carácter irracional de las inversiones militares en medio de tanta miseria y de tanto desperdicio, en virtud del consumismo desenfrenado estimulado por los medios de comunicación. La ecología, llegó a ser vista como una especie de ciencia subversiva, sobretodo por su denuncia de desperdicio de los recursos naturales en virtud del consumismo, que como vimos, era uno de los sustentos del modelo Fordista -Keynesiano-Sociedad Salarial. Es posible identificar, entre los protagonistas de esas críticas, a muchos de los que quedaron alejados de los procesos integrativos que caracterizaban ese modelo, desempleados calificados, con formación universitaria y que fuera de los procesos productivos, realizan una critica a la irracionalidad de los gastos militares y del consumismo. El movimiento ambientalista se mostrará extremadamente hábil en manejar nuevas formas para expresarse políticamente a través de los medios de comunicación a distancia. Hablando en nombre de la humanidad y del planeta contribuyendo como ningún otro movimiento, en la conformación de una nueva comunidad de destino, para una nueva territorialidad, pero ya no arraigada en el Estado Nacional. La revolución tecnológica en curso, aquella misma que reconfigura las relaciones de trabajo y contribuye para el anclaje del movimiento ambientalista, propició también nuevas posibilidades de convergencias de fuerzas políticas y sociales diferenciadas puesto que colocaba, de un lado, aquellos sectores íntimamente ligados al modelo Fordista, de producción de masa, con base en la siderurgia, en el petróleo y en la industria automovilística, entre otros y de otro lado, a las industrias ligadas a los nuevos materiales, a la micro electrónica, y a la biotecnología,

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instituyentes del modelo de acumulación flexible. Alvin Toffler aunque desde una perspectiva del alto captó bien esa tensión, tanto en el Choque del futuro (1970) como con La Tercera Ola (1980) y Powershift (1990). Es posible vislumbrar, en esos sectores y ramas que desencadenan la acumulación flexible, una fuerte identificación con la llamada cuestión ambiental. La cuestión ambiental permitió, por lo menos al principio, una aproximación de la llamada Nueva Izquierda, de ahí que pasó a ser mirada con cierta desconfianza y ser vista como radical, puesto que cuestionaba el propio desarrollo y progreso de las fuerzas productivas que, como vimos se constituía en el concepto integrador, tanto de las ortodoxias liberales, como marxistas. En esa aproximación de los sectores de la llamada Nueva Izquierda con el movimiento ambientalista, la cuestión social, patrimonio histórico de las luchas de la llamada izquierda, fue incorporada a la crítica ecológica, aliada a una aguda incorporación crítica de las relaciones de poder inscriptas en ese modelo productivista, entendidas como inherentemente jerárquicas, heterónomas y militaristas. Como se trataba de una izquierda no alineada con la URSS, identificaba ese modelo productivista en dos vertientes en que estaba constituida la bipolaridad en el contexto de la Guerra Fría. La dimensión internacionalista es retomada aquí en una perspectiva planetaria. Por otro lado, en un segundo momento, se observaron aproximaciones con sectores empresariales que emergían de esa revolución tecnológica como portadores de tecnologías no contaminantes, de industrias “limpias” o que manipulaban menos materias primas y energía. Poco a poco, la cuestión ambiental pasó a ser matrizada ante todo por las relaciones sociedadnaturaleza, gracias particularmente al énfasis dado en los medios de comunicación a las cuestiones relativas a la destrucción de especies, la capa de ozono, el efecto invernadero, en síntesis, a los problemas que ponen en riesgo la sobrevivencia del planeta. La cuestión ambiental pasa así a desplazarse hacia un nivel pragmático, de encontrar tecnologías alternativas y, de ese modo asimilar una de las características de ese magma de significaciones técnica. La década de 1980, y sobre todo la aproximación de la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, tendían a crear otras convergencias impensables en los marcos en que se daba el debate en la década de los sesenta y setenta. En torno de la cuestión ambiental, reducida a la relación sociedadnaturaleza y descartando la cuestión social, se comenzó a producir un verdadero consenso, y muchas empresas tradicionalmente ligadas al viejo modelo productivista-consumista, comenzaban a crear proyectos de protección a la naturaleza.

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De este modo se abre un significativo mercado de trabajo para ciertos sectores ambientalistas. Destaquemos, todavía, que cada vez mayores disertantes se encontraban disponibles para seminarios, coloquios, congresos e investigadores que se vuelcan a adherir a ciertos valores ecológicos. De esta forma ciertos paradigmas encontraban un terreno más favorable para afirmarse. Así se afirma esa nueva comunidad de destino, la Tierra como el hábitat de “nuestro futuro común”. La radicalidad atribuida en principio a la subversiva “cuestión ecológica” comienza a cambiar de tono, recurriéndose al viejo concepto integrador constitutivo de la Modernidad, que es el de Desarrollo, en una convergencia en torno al concepto Desarrollo Sustentable. En las palabras de Stephan Schmidheiny, el principal Consejero para Negocios e Industria del Secretario general de la UNCED92 y presidente de Business Council for Sustainable Development (Consejo Empresarial para el Desarrollo Sustentable): “Hasta pocos años atrás, la protección ambiental era básicamente un concepto defensivo (...) que estaba destinado a chocarse con la cultura de los negocios basada en incentivos y emprendimientos. Es lógico que ambientalistas e industrias se volvieran opositores. Recientemente, entre tanto, cada grupo ha comenzado a aprender con el otro... El proceso de aprendizaje emprendido por ambientalistas y empresarios está conduciendo a una comprensión muy importante de la situación ecológica del planeta. El resultado ha sido lo que considero el mayor progreso hasta el presente momento en la interacción entre Hombre y Naturaleza: el concepto de Desarrollo Sustentable. Ese concepto puede dar continuidad al Desarrollo económico-social, para hacer frente a las necesidades de los que viven hoy, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de enfrentar sus propias necesidades” (citado por Ribeiro, 1991). Consideraciones finales (pero no concluyentes) Si bien el concepto espacio vital se mostró esencial en la época de F. Ratzel como para dar sustentabilidad al desarrollo basado en el Estado Nacional (de ahí su énfasis en los vínculos del Estado con el suelo, del territorio con el Estado), en un mundo de capitalismo mundial integrado, de mercados transnacionalizados, de fragilización del Estado, de tecnologías geográficamente flexibles, de relaciones de trabajo precarias, de la no utilización de materias primas y energía intensiva (como si pudiera ser así en el capitalismo), pero si del conocimiento –información intensivos, la sustentabilidad, esto es la capacidad de reproducción material/simbólica, se desplaza de la sociedad

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para la humanidad, de la escala nacional hacia la planetaria. En otras palabras, en un capitalismo mundializado, el espacio vital necesario para dar sustentabilidad al sistema no es más el Estado nacional. Como las nuevas tecnologías telemáticas y control remoto transforman la información en un elemento clave para la toma de decisiones, el control directo de las materias primas y la energía se hace a través de mecanismos más sutiles. El control de esas tecnologías, se vuelve evidentemente, el centro de importantes debates y el papel de las Fuerzas Armadas, particularmente aquellas de los países que no disponen de esas tecnologías, sufre un giro radical no solo por esa razón, sino también por el fin de la bipolaridad de la Guerra Fría. Nuevos alineamientos entre fuerzas políticas, hasta entonces impensables, se vuelve aquí también no solo posibles, como cada vez más probables. Si, como vimos, el Estado Territorial Moderno precedió al Estado Nacional y particularmente en el Tercer Mundo, el carácter nacional no procedió de la presión de la sociedad civil organizada, tal como en el Primer Mundo, la nueva configuración de la geografía política mundial abre la perspectiva de alineamientos de la sociedad civil con sectores que, hasta ahora, ejercen actividades esenciales contra la débil sociedad civil. En tanto, es necesario que se indique que las Fuerzas Armadas de esos países, a juzgar por la experiencia brasilera, se encuentran todavía marcadas fuertemente por el lado conservador, que tanto caracterizan a la cultura de las elites, pues continúan todavía con una ideología nacionalista más ligada a los intereses del Estado, que a los intereses de la sociedad civil. No hay que asombrarse de que continúen desconfiando de los movimientos sociales, como el indígena, de los seringueiros, o de las mujeres o de los niños y niñas de la calle, que en ausencia de los derechos básicos de la ciudadanía en el país, recurren con frecuencia a las denuncias internacionales, como forma de conquistar sus derechos. Lo interesante a registrarse en esta cuestión es que no hay como, en este mundo informatizado e internacionalizado, de cerrarse y abrirse en estos casos solamente al mercado. Como vimos, el mercado, hasta mismo para florecer, trae en su centro esa idea, altamente perturbadora, de igualdad, de libre juego, inclusive, de juego político. La democracia, como se ve, se inscribe como un tema de orden nacional, en un mundo marcado por la mundialización. Estamos, pues, delante de una clara tensión de territorialidades, en ese proceso de reorganización social en curso, en el cual la cuestión ambiental, esto es la relación sociedad-naturaleza, cumple un papel instituyente. En el cierre del debate sobre el contenido del Desarrollo, se muestra revelador de los sujetos

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instituyentes de un nuevo orden. Si antes el concepto de Desarrollo envolvía una identidad de contrarios que garantizaba, aunque fuera en el futuro, una igualdad, un mínimo de oportunidades, en el concepto de Desarrollo Sustentable esa idea es desplazada para otro futuro, ya no de igualdad pero si con la promesa de que las generaciones futuras no estén impedidas simplemente de vivir, puesto que ese concepto propugna hoy por un uso “mas racional” de los recursos naturales, de modo de no agotarlos, y permitir la vida futura en el planeta. Visto en ese ángulo el concepto de Desarrollo Sustentable intenta capturar la idea de Desarrollo en una perspectiva de sustentabilidad del actual sistema de relaciones sociales, no ofreciendo otra salida fuera de sus marcos. Observamos, de este modo, una disminución en el debate, pues si antes lo que estaba en juego era la calidad del Desarrollo, en términos de justicia social, ahora lo que se ofrece como perspectiva es la posibilidad de continuar viviendo, desde que no se cuestione el sentido de las instituciones sociales que dan sentido a la vida. Recordemos, para que no se empobrezca el debate que subyacente a la idea de desarrollo, está también, la idea de naturaleza como fuente de recursos, como algo a ser dominado, como medio de alcanzar un fin, por lo tanto hay una visión instrumental como ya señalamos. El antropocentrismo, otro valor instituyente de la Modernidad permanece. Si es el mercado, en el sentido que le confiere la sociedad capitalista y, en las condiciones actuales de hegemonía neoconservadora o neoliberal, libre de las regulaciones pactadas a través de instancias públicas, que se va a constituir en la institución de mediación social por excelencia, continuaremos teniendo el valor de cambio y no de uso, así como “las ventajas comparativas” y no las necesidades sociales, locales/ regionales/ nacionales como valores instituyentes. Ya indicamos las contradicciones que advienen para un desarrollo que se pretenda sustentable, tanto en términos ecológicos strictu sensu, como en términos sociales. Por otro lado, como fue la cuestión social que nacionalizó el Estado, a través de la emergencia de la sociedad civil como fuente instituyente, resta saber como los movimientos sociales territorializados, que se constituirían en el interior de esa sociedad civil, fragilizados, podrán encontrar un interlocutor con quien se puedan identificar, pactar, en suma, una instancia para dirimir los conflictos, esencia de las prácticas democráticas y que presupone una territorialidad donde esa identidad de contrarios se pueda dar. Se debe destacar que la lógica de la empresa, por ser eminentemente económica, implica una territorialidad en per-

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manente proceso de desterritorialización/ reterritorialización, completamente diferente de la sociedad civil, que implica otros tipos de inscripción socio-territorial, fundados no exclusivamente en la dimensión económica. Así como las sociedades sin escritura implican una territorialidad fundada en el contacto cuerpo a cuerpo y, por lo tanto en la escala del espacio vivido, la escritura ya permite territorialidades más amplias, como la de los Imperios y el desarrollo de los medios de comunicación de masas, en particular los electrónicos hacen posible una deslocalización entre el ejercicio del poder y el lugar donde se vive. De ahí que se destaque el carácter de las telecomunicaciones, como comunicación a distancia que hace posible el control remoto. Por más que los teóricos de la comunicación hayan llamado la atención, a nuestra forma de razonar, que los medios de comunicación de masa no determinan unidireccionalmente la decodificación del mensaje, es preciso que se enfatice, también que a través de él, son pautadas las agendas del debate. Es, de hecho posible que se interpreten los mensajes, pero es necesario afirmar que el mensaje a ser decodificado/interpretado es puesto por quien detiene los medios para ello. Sabemos por otro lado, como esos medios de comunicación de masa, son funcionales en el sentido del consumo de masa. A través de ellos ha sido posible difundir patrones culturales no solo de consumo, por empresas que por su porte, exigen comunicación a distancia. Y no hay como negar que, el presupuesto de las inversiones en marketing y publicidad sea exactamente la posibilidad inscripta en esos propios medios de inducir esos patrones culturales. Siendo así, las identidades colectivas pretéritas tienden a ver a su ethos permanentemente desarrollados, propiciando desterritorializaciones/ reterritorializaciones heterónomas. Así, una ética del trabajo, y aquí nos encontramos con un valor instituyente, no de las sociedades no occidentales, sino fundamentalmente occidentales, se ve erosionada por una (est) ética del consumo. El individualismo/narcisismo son los valores que parecen afirmarse, mirados a través de una perspectiva hoy hegemónica en la reorganización social en curso. Todas las formas de identidades colectivas tienden a ser vistas de modo descalificado: el sindicalismo es considerado como corporativismo; el regionalismo como tradicionalista; el nacionalismo como xenófobo; los movimientos étnicos como tribales y atrasados; las religiosidades como el pasado; el feminismo como sexismo, etc. Sin entrar en el mérito de las diferentes visiones y prácticas inscriptas en esos movimientos, que sabemos no son unívocas, lo que observamos es una tentativa de negación, de descalificación de las identidades

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colectivas. En tanto lo que queda abierto es que territorialidad está emergiendo a partir de esa reconfiguración que reestablece, tal como en el liberalismo clásico, el individuo como mónada, y peor, el individualismo como valor supremo. Es posible identificar en el ambientalismo un refuerzo de esa tendencia al imaginar una nueva territorialidad planetaria, al pensar la humanidad a partir de la categoría biológica de especie. La especie humana no sale de naturaleza, como creían los Iluministas. Al contrario, permanece inscrito en la naturaleza pero es de su propia naturaleza la posibilidad de reinventar sus instituciones, sus valores, en circunstancias históricas dadas. El ambientalismo está ante el desafío de ir más allá de la dicotomía Naturaleza – Cultura o Naturaleza e Historia o todavía de la oposición Ciencias Naturales y Ciencias Humanas, con lo que el mundo occidental se viene pensando hasta nuestros días. El hecho de que los ambientalistas recuerden a los cientistas sociales de que el hombre no sale de la naturaleza al instituir sus valores históricos-culturales, no los exime de la responsabilidad de incorporar en sus dimensiones la complejidad de instituir valores, normas, reglas. Es delante de esto que estamos tratando cuando reflexionamos sobre las relaciones entre la geografía política y el desarrollo. Hay más cosas que la simple toma de conciencia de los que habitamos en el mismo planeta, de que somos miembros de una misma especie. En el terreno mundano del aquí y del ahora, donde el futuro se teje en el presente, son varios y contradictorios los intereses en disputa y considerarlos es condición para saber quienes son los verdaderos compañeros en el viaje. Tendemos a llegar a las mismas conclusiones que Christian Topalov cuando señala: “en cuanto a la moral ecológica, ella formula obligaciones universales e instaura nuevos patriotismos: el culto de mi lugar y del global village, que es el planeta, haciendo pasar al segundo plano el amor al país. De ahí una tensión siempre posible entre los porta-voces del ecologismo y los “intereses nacionales” enunciados por los Estados, notadamente en los periodos de crisis, como el desdoblamiento de los Pershing en Europa pre-gorbacheviana o en la Guerra del Golfo. Esa redefinición de las escalas tiende, por lo tanto, a reducir la legitimidad del Estado Nacional como local de formulación de problemas y soluciones. Ella constata el desplazamiento del poder económico hacia las multinacionales, cada vez más independientes de sus bases territoriales originales. Ella ajusta el desplazamiento de competencias de gestión hasta entonces reservadas a los Estados hacia entidades supranacionales, las Zonas de Libre Comercio y sus instituciones. El debilitamiento del Estado Nación es, de hecho, considerado generalmente por

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el ecologismo como un objetivo saludable. De la misma forma, el terreno de la acción colectiva se desplaza. La tensión democrática en el seno de sistemas regulados por Planos correspondientes a grupos o movimientos de ciudadanos a un “partner” dudoso, pero que parecía claramente identificable: una “tecno- estructura” potente, unificando los intereses de las burocracias públicas, grandes grupos financieros, o profesionales de la ciencia. Pero, el discurso, entonces legítimo, del interés general y la coincidencia del territorio de las reivindicaciones como el de instituciones representativas se ofrecían a una toma de acción colectiva. Todo eso cambia con la ruina de los sistemas de regulación estatal, las relaciones de fuerza tendiendo a instaurarse directamente con fuerzas intocables y en un cuadro jurídico incierto. Además de eso, una de las principales formas de racionalización planificadora fue la definición de los derechos sociales que, a lo largo del siglo XX, se insertan poco a poco en las legislaciones y jurisprudencias. Tales derechos- a los cuales corresponden, bien entendido, deberes – solo podían instaurarse en el marco de los Estados-Nación, pues ellos implicaban la creación de instancias responsables por su actuación. El pasaje del lenguaje de los derechos sociales a los derechos del hombre, otro aspecto de los cambios de escala en cuestión, tiene como consecuencia descalificar las instituciones estatales nacionales como responsables por su “respeto”. El derecho de la ingerencia en los negocios internos de las naciones, en nombre del interés superior de la humanidad, se vuelve un deber éticamente fundado. La administración Busch supo sacar de eso las consecuencias, a su manera, en la lucha contra el tráfico de drogas en Panamá o contra el “ladrón de Bagdad” contaminador además de todo. En tanto, las más estimables Organizaciones No Gubernamentales no disponen de los mismos medios para imponer los derechos del medio ambiente. Greenpeace perdió un hombre, asesinado por agentes del gobierno francés que gozan hoy de una jubilación tranquila. Se comprende las esperanzas que los defensores del medio ambiente pueden poner en instancias éticas, judiciales o políticas internacionales de las cuales esperan que se exprese el derecho y cuiden por su aplicación. Lo que está aquí en debate es la capacidad del ecologismo de construir los instrumentos de su aplicación, los derechos equivalentes funcionales de lo que eran las burocracias y los derechos sociales - nacionales para el paradigma antiguo. De ese punto de vista, un Schumacher y sus cooperativas pertenecen al siglo XIX, en tanto el Club de Roma se contenta en llamarlo toma de conciencia de la humanidad. Si el ecologismo no llega a producir otros aspectos, es solamente la restauración de libertad

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del mercado que habrá sido finalmente legitimada” (Topalov, 1992). Habíamos destacado en el curso de este ensayo que la categoría de soberanía tuvo históricamente una doble dimensión, fundamental en la configuración de las territorialidades que ahora están en crisis: de una lado como fuente legítima de poder que fue siendo desplazada del Estado hacia la Sociedad Civil a medida que las sociedades se democratizan; de otro la soberanía se relaciona a los límites territoriales geográficos del ejercicio del poder. Lo que está en juego en apariencia en los días que corren es la dimensión geográfico-territorial. Lo que está subyacente es una reorganización de las fuentes de poder que, en la territorialidad planetaria que se desea, tiene como protagonistas más visibles al capital financiero, a las grandes corporaciones transnacionales y al narcotráfico. Como los ambientalistas lanzaron la metáfora de que vivimos en la misma nave, tal vez conviene recordar que los grandes navíos petroleros, aunque tienen sus cascos perforados, no se hunden porque son compartimentados internamente lo que les permite llegar a salvo a puerto. En el caso que no tuviesen esos compartimentos todo el petróleo se vaciaría y el navío se hundiría. Quien sabe si el planeta tuviera un solo comando político, una sola territorialidad y no múltiples como los Estados Nacionales de hoy, si ya no se habría hundido. Queda por lo tanto la sugerencia que el Estado Nacional puede todavía cumplir un papel importante en la sobrevivencia del planeta y de la humanidad, respetando las diferencias e incorporando la justicia social como un valor fundamental de la especie humana.

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La reinvención de los territorios: La experiencia latinoamericana y caribeña50*

Introducción. Allá por los años sesenta resonó en las calles el grito: “Abajo las fronteras”. La expresión se nos mostró libertaria pero también, liberal; o mejor, neoliberal. Que no se critique a los que estaban en aquellas barricadas del deseo en 1968 (Matos, 1981) propugnando por el fin de las fronteras que, después, un gerente de una empresa transnacional, el Sr. Jacques Mainsonrouge, invocó el mismo grito del 68, puesto que Karl Marx y Frederic Engels ya nos habían anticipado que el capital no tiene patria, convocándonos imperativamente –“proletarios de todo el mundo, uníos”- a pensar y actuar más allá de los territorios nacionales. La respuesta burguesa al internacionalismo proletario del Manifiesto Comunista de 1848 fue el nacionalismo, una territorialidad que, luego luego, se transformó en imperialismo51. A la creciente importancia de los partidos obreros socialdemócratas52 en la segunda mitad del siglo XIX le siguió la expansión imperialista. El millonario inglés Cecil Rhodes, en 1895, se expresó de esta manera en el Die Neve Zeit: “Ayer estuve en el East-End53 londinense y asistí a una asamblea de desempleados. Al escuchar en la referida reunión discursos exaltados cuya nota dominante era el grito: ¡Pan! ¡Pan!, y luego, al reflexionar de regreso a casa sobre lo escuchado, me convencí más que nunca de la importancia del imperialismo…Estoy íntimamente convencido de que mi idea representa la solución del problema

50 Publicado original y parcialmente en: Ceceña, Ana Esther (2006), Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado, CLACSO. Buenos Aires. 51 En rigor, el nacionalismo en tanto ideología del Estado-nación es una forma de imperialismo. Si no que lo digan los pueblos indígenas o los afrodescendientes en América Latina y el Caribe, o cualquier pueblo que fuera sometido a un Estado-Nación en cualquier lugar del mundo (los vascos, los catalanes y los gallegos en España; los irlandeses en Gran Bretaña). Para mejor entender este tema ver Eric Hobsbawn (1991). 52 El más importante de ellos, el alemán, tuvo entre sus más eminentes fundadores a Karl Marx y Federico Engels. 53 El East-End era para la época un barrio obrero de Londres.

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social: para salvar de la funesta guerra a los cuarenta millones de habitantes del Reino Unido, nosotros, los políticos coloniales, debemos dominar nuevos territorios para, en ellos, colocar el exceso de población, para encontrar nuevos mercados donde colocar los productos de nuestras fábricas y de nuestras minas. El imperio, siempre lo he dicho, es una cuestión de estómago. Si no quieren la guerra civil, deben convertirse en imperialistas”. (C.Rhodes apud. Lenin, 1947:102).

La historia demostró que no se trataba de la retórica o la bravata de un político, aunque muchos de los que se creían críticos del capitalismo afirmaran la misión civilizatoria que el capital cumplía al penetrar en la India o en México. No son pocos los textos que, aún hoy, creen en esa misión civilizatoria aún después de tanta barbarie cometida en su nombre. El eurocentrismo parece comandar corazones y mentes también entre los pensadores críticos. No era la primera vez que diferentes escalas territoriales se conformaban recíprocamente desde la constitución del sistema-mundo moderno-colonial iniciado en 1492 (Wallerstein(b), 1998; Quijano, 2000). Desde aquel momento, nuevos horizontes geográficos se mundializaban conformando nuevas territorialidades. Lo local, lo nacional, lo regional y lo mundial, fueron redefinidos en el mismo proceso en que las relaciones sociales y de poder fueron constituyendo el mundo moderno-colonial que nos conforma hoy. En este artículo se pretende contribuir al análisis de este complejo proceso de conformación de estas diferentes escalas territoriales que caracterizan al orden mundial que ahí está, en crisis, a partir de un lugar específico: el de los movimientos sociales de América Latina y el Caribe que protagonizan nuevas geo-grafías54 en una perspectiva emancipatoria. El lugar de América en la constitución del sistema-mundo moderno-colonial. El Estado territorial, forma geográfico-política por excelencia en el mundo moderno-colonial, tuvo su origen en los siglos XIII y XIV en la península ibérica con la expulsión de los moros. Son las monarquías territorialmente centralizadas de Portugal y España las que, financiadas con capital genovés, buscaron nuevos caminos para el lucrativo comercio en Oriente superando la derrota impuesta por los turcos en 1453 en Constantinopla. El encuentro con el continente que vendría a llamarse América cambia el destino del mundo. Este encuentro es, de hecho, el

54 Ver PORTO-GONÇALVES, Carlos Walter en De la Geografía a las geo-grafías: un mundo en busca de nuevas territorialidades. En CECEÑA, Ana Ester y SADER, Emir (Coord.) La Guerra Infinita, Ed. Clacso, Buenos Aires, 2001.

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fenómeno capital de la constitución del mundo moderno que así, desde el inicio, es colonial. A partir de allí, y sólo a partir de allí, Europa pasará a conformarse como centro del mundo y, para esa centralidad, América fue decisiva. Europa, hasta entonces feudalizada en todas partes menos en la península ibérica, con la conquista colonial del nuevo continente va a reunir una riqueza sin precedentes por medio del saqueo, de la servidumbre indígena y de la esclavitud negra. Observemos, por el significado actualísimo de esta historia que continua habitando nuestros cuerpos y nuestros hábitats que, mientras África y Asia son otros para Europa, América es parte de su nuevo mundo. Este nuevo55 significa el primer fundante silencio sobre lo que aquí había hasta porque no se reconoce siquiera sus nombres propios56. El descubrimiento del nuevo continente fue el encubrimiento de sus pueblos. Este nuevo continente solamente mucho más tarde pasó a ser conocido como América, toda vez que para los españoles no pasaba de Indias Occidentales que, además, abarcaba las tierras y mares que iban desde las islas caribeñas hasta las Filipinas (tierra de Felipe) pasando por México. El nombre América, dicho sea de paso, quedará restrito al mapa hecho en 1507 por Martin Waldseemüller (1475-1522) cuando al actualizar el mapa Mundi de Ptolomeu observara que las referencias de localización de América Vespucio indicaban tierras hasta entonces desconocidas al oeste del océano Atlántico. En homenaje a Américo, feminizó su nombre al ser femeninos todos los continentes conocidos. La conquista de América conforma el eurocentrismo. Aquí, en América, tendremos las primeras ciudades racionalmente planeadas, las ciudades de las letras de Ángel Rama. La racionalidad entre nosotros es, desde el inicio, razón dominante, razón colonial. El azúcar, principal mercancía manufacturada en los siglos XVI y XVII, era producido en los más modernos ingenios hasta entonces construidos y así, las primeras manufacturas no estaban en Europa, sino en Brasil, en Cuba, en Haití57. La técnica de las 55 No olvidemos que este signo de nuevo sólo puede ser entendido cuando se lo ve en perspectiva histórica, donde la tradición debe ser negada. Y la tradición, no olvidemos, estaba en Oriente. Hasta entonces, tomar el camino cierto era orientar-se, ir hacia el Oriente. El nuevo continente recién encontrado por los europeos fue designado por algo que le era externo, Indias Occidentales, aunque tuviese nombres propios, como vimos en Abya Yala (PORTO-GONÇALVES, 2008) y, así, Europa puede afirmar como su nuevo continente, fuente de la riqueza que permitió su afirmación como centro del mundo. Ya allí, en la primera moderno-colonialidad, el continente nuevo tenía un papel protagónico. 56 Ver PORTO-GONÇALVES, Carlos Walter Abya Yala, el des-cubrimiento de América en www.otrosbicentenarios.org y del mismo autor Abya Yala en SADER, Emir et al Enciclopedia Latinoamericana (ed. en español), Ed. Boitempo, 2008, São Paulo. 57 Hay toda una historia contada a partir de Europa que habla del paso de lo artesanal a la manufactura y de esta a la maquino-factura, a la gran industria. Ella puede ser leída en El Capital de Karl Marx sin ninguna referencia a estas primeras tecnologías modernas que estaban aquí en América y no en Europa. La consideración de esta geografía, tal vez, pueda contribuir a la crítica del tecnocentrismo eurocéntrico tan cultivado también entre los críticos del capitalismo.

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grandes monoculturas también tuvo por aquí gran expansión y en tanto técnica, trae tras de sí, la dimensión colonial de su creación58: hacer grandes monoculturas sólo tiene sentido si no se produce para si mismo, sino como era el caso, para exportar. Somos modernos hace 500 años! El discurso eurocéntrico de la modernidad hizo que la diferencia específica del nuevo continente, su colonialidad, se diluyese. Este discurso no consigue ver la colonialidad que le es constitutiva y, así, no ve la violencia, la opresión y la tragedia que le son coetáneas. De este modo, se continúa ofreciendo la modernidad para superar los problemas de la modernización en un círculo vicioso que, más que como farsa, se reproduce ampliamente como capital por medio de injusticias, devastaciones y tragedias en este sistema-mundo moderno-colonial que nos gobierna. Para los que viven en el nuevo continente, el encuentro de las diferencias es, diferentemente de los discursos posmodernos, tensión, resistencias, tragedias y reinvención permanente de la vida en circunstancias que exigen de cada uno de nosotros actuar-pensar la modernidad por quien la siente como expulsado de la tierra, por quien no puede hablar su propia lengua en su propio territorio y, al mismo tiempo, tiene que hablar la lengua dominante con otro sentimiento porque la modernidad llega con la mano santa de la iglesia o más recientemente con el glifosato de la Monsanto. No olvidemos que el agronegocio de la soya de hoy es tan moderno-colonial como lo fue antes el del azúcar con sus ingenios. La segunda modernidad (y su colonialidad específica) posterior al siglo XVIII reubica la hegemonía aún más hacia el norte. Ya no en la península ibérica sino en la Europa Nor-occidental, sobre todo inglesa, francesa y holandesa. No más la visión religiosa católica de los Reyes de España o de Portugal, sino la visión histórica emancipatoria de la ciencia y de la técnica59. Ya no el meridiano de Tordesillas, sino el de Greenwich y así, tal como se marca el ganado para que se sepa quien es el dueño, también se marca la Tierra con líneas imaginarias bien reales 58 Por más que una ideología tecnocéntrica atribuya a la técnica un dinamismo a partir del cual todo gira, como se fuera algo que camina por sí mismo y determina las demás esferas de la vida social, nuestro análisis nos permite afirmar que la técnica es una creación social y, como tal, es siempre parte de las relaciones sociales y de poder. Para profundizar en este tema leer BARTRA, Armando El Hombre de Hierro: los limites sociales y ambientales del capital, Ed. Era, México, 2008 y PORTO-GONÇALVES, Carlos Walter La Globalizacion de la naturaleza y la naturaleza de la globalizacion, Ed. Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 2008. 59 No menospreciemos la dimensión religiosa incluida en la ciencia y la técnica. La fe en la Ciencia, en su contribución fundamental al progreso, es, como toda fe, religión y no Ciencia. No es poco común escuchar decir que la Ciencia y la Técnica hacen milagros, o escuchar hablar acerca del buen Físico o el buen matemático como si se tratara del Papa de la Física o del Papa de la Matemática.

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para el destino de los pueblos y regiones. Los ingleses, franceses y holandeses disputaron América y se hicieron presentes no sólo en Canadá y los Estados Unidos, sino también en las Antillas y el Caribe con importancia hacia Haití, que fue la más rica colonia de Francia. En el Caribe y en las Antillas, además del español se habla inglés, francés y holandés, que más que lenguas oficiales, son lenguas dominantes puesto que fueron lenguas impuestas a otras lenguas originales que son subalternizadas cuando no fueron simplemente diezmadas. Además, en el Caribe suramericano quedaron las marcas de Holanda en Surinam y de Francia e Inglaterra en las Guyanas, luego de las frustradas tentativas de ingleses, franceses y holandeses de tomar territorios a Portugal en el Brasil (Río de Janeiro, Pernambuco, Maranhão, Amapá). El antiguo colonialismo continua, aún hoy día, entre París y Caiena, entre Londres y las Malvinas o Georgetown, para no hablar de la situación sui generis de Estado Libre Asociado que los Estados Unidos de América revistió su dominación colonial en Porto Rico desde 1952. Comenzaba Inglaterra su Revolución Industrial y Francia su Revolución Política, marcos de la segunda modernidad (y su colonialidad específica) y América introducía el 4 de julio de 1776, un componente nuevo en el mapa y en la política mundial con la primera lucha de liberación nacional victoriosa: los Estados Unidos de América (EUA). La revolución de aquellos colonos fue una revolución contra el colonialismo de Estado. A fin de cuentas, los colonos del May Flower habían forjado sus vidas en Nueva Inglaterra o en Nueva York en rebeldía al Estado inglés. El relativo suceso autónomo de esta colonización del norte que vino a ser Estados Unidos de América estimuló a la corona británica a cobrar tasas e impuestos, lo que llevó a los colonos a rebelarse contra el Estado en la primera lucha anticolonial victoriosa60. La alianza entre el bloque histórico (Gramsci, 1977) del Norte, formado por los colonos, pequeños y medianos industriales, agricultores y comerciantes, con el bloque histórico del Sur, formado por los latifundistas esclavistas motocultivadores de las plantaciones, conformaron las Trece Colonias que mantuvieron en el interior del nuevo territorio la misma violencia racista constitutiva del mundo moderno-colonial. Así, el 4 de julio de 1776 los EUA inauguran un territorio que es independiente, pero, conformado a partir de una independencia sólo para los blancos y para los propietarios individuales. Si los EUA van a poder gozar a partir de 1776 de las prerrogativas de un Estado 60 Tal vez tengamos mucho que aprender con esta revolución, hasta para comprender cómo de una revolución contra el Estado nace un Estado tan poderoso como el imperio estadounidense actual.

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soberano, tal como fue diseñado por el Tratado de Westfalia de 1648, es preciso ver que este diseño del orden mundial, que aún hoy sirve de base para las relaciones internacionales, fue hecho por la pluma de las mentes de hombres de un mundo en el auge del colonialismo y, por tanto, no pensado para nadie en América, para nadie en África y para nadie en Asia (ver más adelante lo que piensa Hegel de América y de África) ni para los campesinos radicalizados que, en Inglaterra en 1648 exigían igualdad (los levellers). Considérese además, que cuando se da el primer Estado Territorial Independiente fuera de Europa, en 1776, en Europa el soberano aún era el Rey y no el pueblo o sea, estado territorial sin pueblo, pero si súbditos. Atendamos, sin embargo, al hecho que la emergencia de la soberanía del pueblo en la Revolución Americana era la de un pueblo en el que los negros llegaron a ser considerados como las 3/5 partes de un blanco para fines electorales y los indios ni siquiera contaban como quiera que fuese (Porto-Gonçalves, 2001 y Negri & Hardt, 2000). Aquí, con la Revolución de la Independencia de los EUA en América comienza a ganar cuerpo con la necesidad de afirmación de la elite que comanda el proceso de independencia y afirma su lugar geográfico de enunciación: americans es como los colonos estadounidenses se afirman en contra de la Corona inglesa y pasan a inventar histórica y socialmente a América. Las elites criollas del resto del continente a partir de ese momento hablaron cada vez más de América para afirmarse en contra de España y también en contra de la Monarquía. Solamente a finales del siglo XVIII e inicios del XIX América salta del mapa elaborado en 1507 por Martin Waldseemüller hacia el mundo de lo social y político como afirmación de las elites criollas61. Que la libertad en el marco eurocéntrico no era extensiva a los que no fuesen del género masculino, blancos y propietarios individuales fue una realidad experimentada cruelmente por los negros haitianos en 1804. Allí, en Haiti, se inauguraría una nueva página, aún abierta, en la geografía política mundial, puesto que se intentaba inscribir una doble emancipación que no sólo era emanciparse de la metrópoli colonial, en este caso de Francia, de quien, como vimos, Haití había sido la colonia más rica, sino también, emanciparse de los señores, de los latifundistas blancos. El temor hacia lo que venía de Haití, cuyo “mal ejemplo”, según las palabras de Tomás Jefferson(1743-1826), debería quedar confinado a la isla, aún hoy tiene valor una placa colocada en la frontera con la vecina República Dominicana que alerta hacia el paso mal dado del otro lado de la frontera. Aunque iluminado 61 Ver PORTO-GONÇALVES (2008).

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por las luces de la razón de París, Napoleón no titubeó al señalar que se restableciese el estatuto colonial en Haití. La burguesía, revolucionaria en Francia, no admitía que la libertad fuese más allá del Trópico de Cáncer y mantuvo la esclavitud en Haití. Toussaint Louverture (1843-1803), el líder haitiano murió en las mazmorras de Paris, intentando obtener la libertad de los esclavos en el marco de una Francia que además de europea fuese también caribeña y, aunque no lo consiguió, demostró que la única vía para los haitianos ser libres era independizarse de Francia, lo que ocurrió en 1804. Como nos enseña Hanna Arendt (1906-1975) en Sobre la Revolución (Arendt, 1971), es en América donde se descubre que la miseria no es un estado natural y que el destino de los hombres puede ser transformado por ellos mismos. La idea de revolución como agencia humana surge en América, sin embargo, el modelo de revolución que ganará el mundo será el europeo, más precisamente, el de la Revolución Francesa. Así, es en América, más específicamente en los EUA, que el pueblo se hace, por primera vez, soberano, pero es aún una soberanía de los machos, de los blancos y sólo de los propietarios. Hay una colonialidad atravesando esta descolonización que, así, es parcial. En Haití, por el contrario, es el primer país del mundo en declarar el fin de la esclavitud y su situación actual tal vez nos enseñe mucho acerca del significado de estos principios cuando son confinados a los marcos del eurocentrismo hegemónico en los dos lados del Atlántico Norte. Considérese además, que cuando América (EUA y Haití) colocaban en la agenda política del mundo la descolonización, aunque parcial en los EUA, los ingleses y los franceses comienzan efectivamente a colonizar la India, China y el Norte de África. Prestemos atención a lo que dice Hegel (1770-1831) sobre América y África, él que fue contemporáneo de todos estos acontecimientos y uno de los más importantes pensadores europeos, para que tengamos una idea del espíritu de la época y de cómo se diseñaba una geografía imaginaria, más políticamente real del mundo. Nos dice Hegel sobre América: “El mundo se divide en el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo. El nombre de Nuevo Mundo proviene del hecho de que América (…) no había sido conocida hasta hace poco tiempo para los europeos. Pero no se crea que esta distinción es puramente externa. Aquí la división es esencial. Este mundo es nuevo no sólo relativamente, sino también absolutamente; y lo es con respecto a todas sus características propias, físicas y políticas (…) el mar de las islas, que se extiende entre América del Sur y Asia, revela cierta inmadurez en lo que toca también a su origen (…) de América y su grado de civilización, especialmente en México y el Perú, tenemos información de su desarrollo, pero como una cultura enteramente particular,

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que expira en el momento en que el espíritu se le aproxima (…) La inferioridad de estos individuos, en todos los aspectos, es enteramente evidente”. Hegel nos dice, además, que “África es, en general, una tierra cerrada, siendo este su carácter fundamental (…) Entre los negros es, en efecto, característico el hecho de que su conciencia no haya llegado más allá de la intuición de ninguna objetividad, como por ejemplo, Dios, la ley, en la cual el hombre está en relación con su voluntad y tiene la intuición de su esencia (…) es un hombre bruto. (…) Este modo de ser de los africanos explica el por qué sea tan extraordinariamente fácil fanatizarlos. El reino del espíritu es entre ellos tan pobre y el espíritu tan intenso…que una representación que se les inculque basta para impulsarlos a no respetar nada, a destrozar todo…África…no tiene propiamente una historia. Por eso abandonamos África para no mencionarla jamás. No es parte del mundo histórico; no presenta un movimiento en el desarrollo histórico…el que entendemos propiamente por África es algo aislado y sin historia, sumida por completo en el espíritu natural, y que sólo puede mencionarse aquí en el umbral de la historia universal” (Hegel cit. Dussel, 1995:15-17).

A juzgar por la acción política que siguió a la Revolución de Haití, tanto por parte de los EUA, como vimos por las palabras de Tomás Jefferson, como de la acción de los franceses, por las palabras de Napoleón, la libertad, fraternidad e igualdad no valían fuera del territorio francés o estadounidense. Dos Américas ya medraban allí como enseñaría más tarde José Martí (1853-1896), distinguiendo una y otra América, a Nuestra América. Ya en 1803, un año antes de la Revolución haitiana, los EUA adquieren de Francia un extenso territorio: Louisiana, iniciando una nueva fase de su Destino Manifiesto con el expansionismo territorial que llegará hasta el Pacífico contra los indígenas y contra México. Esta adquisición del nuevo territorio a Francia refuerza la lucha anticolonial en contra de Inglaterra y alimentará una idea que se hará cada vez más fuerte entre los estadounidenses –“América para los americanos”-, ideal que será compartido con otras elites criollas de América, como Simón Bolívar (1783-1830) y San Martín (1778-1850). Napoleón (1769-1821), a partir de Francia, se da cuenta de lo que se estaba diseñando y acuñó la expresión América Latina, para designar los intereses franceses y disputar la hegemonía frente a las revoluciones de independencia que, después de Haití en 1804, se generalizan, aunque la herencia criolla insiste en tomar 1810, con la Revolución de independencia de México, el inicio de los procesos de independencia. Inglaterra, que vino a ejercer la hegemonía geopolítica con el descenso de la hegemonía ibérica, no la ejercerá solamente en función de la poderosa armada que le permitirá el control de

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los mares y del mundo, sino principalmente, porque ya tenía el precedente de una burguesía que consiguió derrotar con la Revolución Gloriosa en 1688, a la gran revolución popular de 1648, cuando los levellers reivindicabam, entre otras cosas, el voto universal, una sociedad de pequeños proprietarios y la defensa de la igualdad de propiedad, en fin, postulabam igualdad política. John Locke (1632-1704) se encargará de sistematizar en tanto filosofia liberal, la derrota de los levellers que reivindicaban el drecho de los campesinos a la propiedad, transformando los derechos de estos hombres comunes a las condiciones naturales de vida en derecho de los propietarios, en derecho de propiedad como fundamento de la sociedad civil. Con John Locke la propiedad está (con)sagrada por encima de los hombres y mujeres mortales. La filosofia lockeana será alabada en los Estados Unidos hasta porque legitimaba la guerra justa contra los que se colocaban en contra del derecho natural que, para Locke, era la propiedad privada individual buscando la acumulación y, consagraba derechos de esclavizar y tomar las tierras, y todo lo que ella comporta, de los que, para él, estaban en contra de este derecho (entiéndase, los negros y los pueblos originarios) (Hinkelammert, 2006)62. Así, los Estados Unidos de América conseguió que los pequeños y medianos propietarios del Norte conviviesen, armónica y lockeanamente, con los latifundistas esclavistas del sur y con la expropriación generalizada de los Sioux, Pieles Rojas y tantos otros pueblos, que además serían satanizados en pleno siglo XX por la cinematografía de Hollywood. Poco a poco se verá que estas elites blancas/criollas y eurocéntricas que se miran en el progreso europeo no hablan de la misma cosa. El argentino Juan Bautista Alberdi (1810-1884) afirmaría orgullosamente que “podríamos definir a la América civilizada diciendo que, es Europa establecida en América. Nosotros, los que nos llamamos americanos, no somos otra cosa que europeos nacidos en América” (Alberdi apud Zea, 1976: 102 y segs.). No obstante haber recibido Simón Bolívar armas de Toussant de L’Overture en su breve exilio en Haití, así como el consejo para que liberase a los esclavos, la esclavitud permaneció en los estados independientes que nacieron bajo su comando. En los albores de la segunda moderno-colonialidad, el nuevo continente se renombra mientras que, en el mismo movimiento, constituye múltiples territorios con nombres propios, como más tarde Simón Bolívar distinguió la Patria Grande: América, de las patrias chicas, los diversos estados territoriales que nacieron. El nuevo continente en mucho contribuyó a la debacle

62 HINKELAMMERT, Franz J. 2006, El Sujeto y la ley: el retorno del sujeto reprimido. Editorial Caminos, La Habana, Cuba.

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del ancien regime y sus monarquías conservadoras al debilitar los antiguos imperios ibéricos con sus luchas emancipatorias, aunque a medias, como vimos. Con la única excepción de Brasil, las monarquías fueron rechazadas de este lado del del Atlántico en nombre de la República y hasta Haiti, instituyó la libertad para todos los ciudadanos, aboliendo la esclavitud. La Revolución Francesa de 1789 vino a redimir en nombre del ciudadano, aunque sólo en parte, la defensa exacerbada de la propiedad privada por parte de John Locke, en verdad, la defensa de la propiedad desconectada del trabajo y de la necesidad en función de una propiedad en función de la acumulación, mantuvo el derecho a la propiedad individual como un derecho primordial (Hinkelammert, 2006). La fuerte presencia de los sans cullottes y la reforma agraria indican el carácter popular subyacente a esta Revolución, pero su carácter burgués impidió que la libertad de los esclavos llegase al territorio francés de ultramar: Haití, lo que nos da cuenta de la sobre-vivencia de la colonialidad en la segunda modernocolonialidad que se está iniciando. Esta historia de larga duración nos habita aquí y ahora, en fin, es actual. El cuadro geopolítico mundial se queda más complejo cuando las elites criollas iniciaron los procesos de independencia que cambiaron el mapa político del mundo trayendo, por primera vez, estados territoriales no imperiales y que fueron, exactamente por eso, blanco de disputa por la hegemonía como se ve con las acciones expansionistas estadounidenses que, en nombre de una “América para los americanos”, buscaba ejercer la hegemonía sobre América que se consideraba independiente y, ya Napoleón inventaba una América Latina que, no sólo se contraponía de un tirón a las acciones inglesas en el Caribe, en América Central y en Canadá, sino también en contra de la América Anglo-sajona del imperio estadounidense naciente. Observemos, sin embargo, que el espíritu imperial no sólo está presente en los nuevos estados, como se ve claramente en los Estados Unidos, sino también que esta dimensión imperial forja al mismo tiempo un colonialismo interno, como más tarde, Pablo González Casanova destacaría y los pueblos originarios y los cimarrones y quilombolas verían colocar abiertamente en pauta en sus luchas por la afirmación territorial demostrando que al interior de un mismo estado territorial existen múltiples territorialidades. Negarlas ha sido una de las más profundas características del colonialismo interno, herencia imperial eurocéntrica63. 63 Este carácter imperial eurocéntrico se remonta al Imperio Romano y llamar Renacimiento el período europeo contemporáneo de la invasión/conquista de América es uno de los indicadores de esta actualización imperial, o sea, una historia de larguísima duración que actúa, y, así, actual.

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Observadas bajo la mirada subalterna desde América Latina y el Caribe la nueva configuración geopolítica de la segunda modernidad se conforma sobre los pilares de la primera. Finalmente, con el desplazamiento de la hegemonía política de la península ibérica hacia la Europa Norte Occidental, la lengua dominante que será impuesta por las elites criollas al sur del Río Grande, sea el castellano o sea el portugués, siendo lenguas de los imperios decadentes de la primera modernidad, serán por tanto, lenguas subalternas en la nueva geografía política que, sabemos, habla inglés. El Destino Manifiesto de los estadounidenses se ampliará en 1847-48 con la anexión de las tierras de Colorado, Nuevo México, Texas, Utah y Arizona que, en sus propios nombres, llevan las marcas de la territorialidad indígena. Con la constitución territorial de los Estados Unidos de América como un estado que va del Atlántico al Pacífico, el control de América Central se torna una verdadera obsesión geopolítica para el Imperio. Al final, ¿cómo hacer para que su marina de guerra se desplace del Atlántico hacia el Pacífico en caso de una guerra? La apertura de un canal era, para los Estados Unidos, algo más que el control de una vía importantísima para el comercio internacional que no paró de crecer a lo largo del siglo XIX. Para los Estados Unidos de América la creación de un posible canal bajo su control es, también y sobre todo, una cuestión de seguridad nacional. La balcanización de América Central y el significado de la expresión La Embajada indican el tormento político que se abatirá sobre la región y sus pueblos por la alianza siempre frágil entre los terratenientes locales y el imperialismo estadounidense por mantener bajo control la gran masa campesina e indígena y, más tarde, de los desruralizados y suburbanizados que, cada vez más se reterritorializan en condiciones precarias en las periferias de las ciudades. El siglo XIX revelará, por tanto, que la América para los americanos de Simón Bolívar y San Martín no era la misma América para los americanos de la doctrina Monroe de los EUA (1823). Cuando los navíos ingleses a fines del siglo XIX cercan a Caracas exigiendo el pago de una deuda, los EUA apoyan, no a Venezuela, sino a Inglaterra64. Si para Bolívar, Panamá podía ser un paso de integración de las Américas, para los EUA el control de un posible canal era estratégico para realizar su Destino Manifiesto. Panamá, en 1903, sería tomado a Colombia tal como Nuevo México, Texas, Utah y Arizona fueron tomados a los pueblos indígenas del actual México. La violencia entre las dos Américas se afirma más allá de las elites eurocéntricas, tanto al norte como al sur de América. 64 Lo mismo haría en la Guerra de Las Malvinas, pretejiendo a los argentinos una vez más, a favor de los ingleses.

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Tienen aún los indígenas, los campesinos, los afrodescendientes, el indigenato65 (Ribeiro, 1986), los blancos pobres que tienen en Toussat de L’Overture, en José Martí, en Zumbi de los Palmares (?-1695), en Sepé Tiaraju (Guaraní) (?-1756), en Tupac Katari (Bolivia) (1750-1781), en Emiliano Zapata (1879-1919) y en tantas y tantos otros y otras que señalan hacia la doble emancipación que se ubica en el horizonte de estos pueblos, aún hoy. Desde 1492 que aquí, en este espacio que vino a llamarse América Latina y el Caribe, conviven diferentes temporalidades por medio de relaciones fundadas en la opresión, en el preconcepto y en la explotación. El hibridismo es poco para caracterizar lo que aquí pasó y pasa. El segundo momento de nuestra formación social, que nos legó a los Estados Territoriales Independientes, preservó la colonialidad del primero. El gamonalismo, el coronelismo, el caudillismo, el patrimonialismo, el clientelismo, el fisiologismo y, ya con la urbanización, el populismo, conformaron relaciones en la lógica del favor66, que predominó por encima de la lógica de los derechos, sobre todo con relación a los derechos colectivos y sociales, cuyas luchas fueron consideradas “casos de policía” y no de política. El salvadoreño Farabundo Martí (1853-1932) y el nicaragüense Augusto Cesar Sandino (1895-1934) pagaron con sus propias vidas el intento de, junto a los campesinos, romper el bloqueo histórico oligárquico y su alianza con el imperialismo yanqui buscando realizar la doble emancipación ya aludida. La exacerbación de los nacionalismos coloniales67 en los años 50 y 60 en Asia y en África, nos daría en América a Domingo Perón, Getúlio Vargas, Jacobo Arbenz, la Revolución boliviana de 1952 y, en Cuba, en 1959, una nueva ‘revolución imposible’. A partir de allí, el espectro de un nuevo haitianismo, el comunismo, comenzó a quitarle el sueño a las oligarquías. Son enormes las contradicciones vividas en los estados coloniales latinoamericanos y caribeños, puesto que los principios liberales se mantienen solamente hacia fuera de sus fronteras –el exclusivo colonial fue sustituido por la moneda exclusiva, sea la libra esterlina sea el dólar del libre (¿?) comercio- y, dentro, la propiedad privada, sobre todo de la tierra, permanece concen65 Indigenato es un neologismo creado por Darci Ribeiro para dar cuenta de la formación de un grupo social muy específico de nuestra América. Ribeiro construyó la categoría indigenato a partir de lo indígena y el campesinado, queriendo con esto referirse a la formación de un campesinado etnicamente diferenciado. Tiene el mismo sentido que la expresión campesíndios del sociólogo mexicano Armando Bartra. 66 Tal vez, pudiera decirse que, más que la búsqueda de la institucionalización del conflicto por medio de la norma escrita (el derecho), tendríamos la cordialidad, tal como fue formulada por Sergio Buarque de Holanda. Según Holanda, esta cordialidad deriva del latín cordis, corazón, y así, está marcada por los impulsos, para bien o para mal. La cordialidad no es, necesariamente, afectividad o afabilidad. 67 Estos nacionalismos coloniales, dicho sea de paso, se siguieron exacerbando del nacionalismo imperialista que llevó al mundo a dos guerras.

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trada. Al sur del Río Bravo, frontera mexicano-estadounidense, el liberalismo se mostrará como farsa hasta porque los liberales de aquí invocan no la propiedad de los que trabajan la tierra, tal como el Homestead Act consagrara en los Estados Unidos19, sino la gran propiedad latifundista. El liberalismo entre nosotros es conservador, cuando no abiertamente reaccionario. Los años 60 y ya bajo los efectos de la Revolución cubana, hicieron oscilar, ora hacia la derecha ora hacia la izquierda, el péndulo de nuestro movido cuadro político, en el fondo, por estas luchas sociales señaladas. De allí surgieron diferentes movimientos guerrilleros, desde el Che Guevara (1928-1967) a las FARC68, pasando por gobiernos nacionalistas con fuertes coloraciones de izquierda (nacionalización de los recursos naturales, reforma agraria), culminando con la verdadera prueba de la democracia liberal entre nosotros en 1971 en el Chile de Salvador Allende. Las dictaduras militares de derecha, en gran parte apoyadas por los EUA, que ya habían ensayado contra el nuevo haitianismo cubano por lo menos desde 1964 en Brasil, iniciaron en 1976, la primera experiencia neoliberal de que se tenga noticia bajo la masacre del experimento democrático y socialista de Chile por Augusto Pinochet iniciado en 1973. Es sintomático que la primera experiencia neoliberal se hiciera en contra de un ensayo socialista y democrático. Una vez más, es en América Latina que se conforma un nuevo orden geopolítico mundial que, luego, bajo Ronald Reagan y Margareth Thatcher, conformará el orden neoliberal que, con el supra-nacionalismo constitucionalista69 (Estrada, 2005) des-ubica gran parte del poder de los estados territoriales. En América Latina y en el Caribe esta reestructuración del Estado significó nuevas relaciones con/contra a las clases dominantes tradiciones en un nuevo cuadro político. En él, las relaciones tradicionales de dominación históricamente tejidas por la elite criolla con/contra los pueblos originarios, los indigenatos, los campesinos, los afrodescendientes y los asalariados públicos y privados comienzan a ser diluidas y, puesto que la preocupación por la inserción en la economía global es mayor que la preocupación por la integración social interna –como de cierta forma, 68 Observemos los muchos grupos y movimientos que se denominaban de liberación nacional: Ejército de Liberación Nacional, con importancia para Guatemala y Colombia; la ALN –Alianza Libertadora Nacional- en Brasil; el Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Nicaragua; el Ejército Zapatista de Liberación Nacional que, bajo una nueva hoy forma se denomina zapatismo. Registramos aún, el Frente Popular de Liberación, de Camilo Torres; el M19 y las actuales Farc –Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-; los Montoneros y el ERP –Ejército Revolucionario Popular- argentinos; los Tupamaros (Uruguay); Sendero Luminoso (Perú); el Movimiento de Izquierda Revolucionaria –MIR- chileno, entre otros. 69 América Latina y el Caribe por instituciones sólo formalmente multilaterales como el FMI y el Banco Mundial. Dichas reformas son iguales en todos los países independientemente de sus especificidades, sobre todo, a partir de la trágica experiencia chilena.

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se colocaba en los años 60 y 70 bajo la fuerte presencia de los movimientos populares-, comienzan a emerger como nuevos viejos protagonistas que estuvieron invisibilizados y sometidos a aquellas relaciones sociales y de poder tradicionales. Aníbal Quijano caracterizó las independencias de los países de América diciendo que entre nosotros el fin del colonialismo no significó el fin de la colonialidad. Es Quijano (Quijano, 2000) quien nos remite a Mariátegui (Mariátegui, 1996) que, en los años 20 del siglo pasado, ya nos llamara la atención hacia el significado de la lucha indígena para los movimientos emancipatorios en América. Pero, más allá de estos intelectuales y de aquellos protagonistas de las luchas en pro de la doble emancipación, es preciso que nos remitamos a su expresión actual en el zapatismo, en el MST, el indigenato, en los afrodescendientes, en los indígenas, en los piqueteros, en los rappers que reescriben hoy la historia de la moderno-colonialidad y de la racialidad a partir de un lugar subalterno. He aquí que las nuevas territorialidades con valores emancipatorios pueden ser encontradas. No olvidemos que, aún recientemente, en 2003, fue en una isla de los Azores portugués que los primeros mandatarios de los EUA, Inglaterra, España y Portugal se reunieron para decidir los detalles finales de la invasión del Irak, luego de muchas tentativas del gobierno estadounidense, inclusive con informaciones mentirosas, para convencer a la ONU de apoyar la invasión y después de la más amplia manifestación anti-guerra jamás vista en el mundo, cuando más de 60 millones de personas fueron a las calles en Europa, Asia, América Latina y en el mismo Nueva York. Los geógrafos, como yo, tenemos esta extraña manía de pensar que los lugares no son ajenos a los hechos que los hacen en tanto lugares. Estaban reunidos allí en los Azores los próceres de la primera modernidad, Portugal y España, además de Inglaterra y EUA, por la segunda modernidad. Las islas Azores son parte del archipiélago que el Papa tomó como referencia para dividir el mundo con el tratado de Tordesillas en 1493, consagrando con su autoridad religiosa la conquista de América. Dios bendijo la conquista de América. La principal potencia hegemónica de hoy, los EUA, acompañado de Inglaterra, potencia hegemónica de los ochocientos y por Portugal y España, potencias hegemónicas de la primera modernidad, estaban allí haciendo actuar la geopolítica inscrita en el sistema-mundo moderno-colonial desde 1492. Así, las Azores ligándose a Bagdad (y a Kabul) nos muestran cómo Constantinopla continúa actuando en la conformación geopolítica del mundo moderno-colonial. Hay, hoy, una América que con toda su fuerza, se afirma como centro de un polo hegemónico que cada vez más, se pretende Atlántico

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Norte70. Hay, sin embargo, una otra América, la Nuestra América, que une a todas y todos los que se ven en la perspectiva subalterna de este sistema-mundo moderno-colonial. He allí el telón de fondo que subyace a las tensiones de territorialidades que hoy nos conforman. De la invención del territorio: breve digresión teórico-política. Hay una batalla por la descolonización del pensamiento que la recuperación del concepto de territorio, tal vez, pueda contribuir. Abajo las fronteras; el capital no tiene patria, imperialismo (o ¿imperio?), nacionalismo, socialismo en un solo país, internacionalismo proletario, proletarios de todo el mundo, uníos, crisis del Estado, son expresiones que nos indican la importancia del territorio y de las nuevas territorialidades. Sin embargo, el rechazo a pensar el territorio más allá de la visión eurocéntrica, profundamente impregnada por el Derecho Romano71 y su legitimación del derecho de propiedad (mejor sería decir, de los propietarios), ha sido persistente. Tal visión, con su principio de soberanía mutuamente excluyente, ha sido consagrada en el Tratado de Westfalia (1648) e así las reflexiones acerca del territorio quedaron restringidas al derecho positivo (y al positivismo) y así, sin negatividad histórica. Hasta el mismo Hegel consideraba el territorio como una base sobre la cual se erige el Estado y, de este modo, como algo que es externo a las formaciones sociales, naturalizándolo. De esta forma la territorialidad inventada por los portugueses y españoles consiguió imponerse en el mundo, sobre todo después de 1648, sin siquiera darnos cuenta de que los territorios no son substancias ahistóricas y que son siempre inventados y, como tales, realizan concretamente los sujetos históricos que los instituyen. Por lo tanto, hay que considerar al territorio y sus sujetos instituyentes y así, es fundamental que desnaturalicemos este concepto. El Estado territorial, en tanto espacio que reúne bajo un mismo centro, la capital, diversos lugares, conforma un containner de poder (Anthony Giddens) por medio de pactos político-territoriales entre bloques históricos de regiones distintas (Gramsci, 1977). Ya lo vimos en el caso de los EUA. Antonio Gramsci en La cuestión meridional nos ofrece una excelente clave analítica para comprender la conformación de los Estados

70 Otan – Organização do Tratado do Atlântico Norte – por exemplo. 71 O por la lectura selectiva del Derecho Romano por parte del Código Civil napoleónico, conforme a María Mercedes Maldonado. (Maldonado, 2004a).

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Territoriales por medio de sus protagonistas. Así, cada Estado Territorial comporta no sólo un espacio delimitado por fronteras externas, sino también, por relaciones sociales y de poder internas que se constituyen por medio de pactos y alianzas, los “bloques históricos” (y geográficos)72. Estos ‘bloques históricogeográficos’ son conformados a partir de relaciones sociales y de poder asimétricas que refractan, tal como si fuesen fractales, en otras escalas las relaciones sociales y de poder que los constituyen (Ver también Porto-Gonçalves, 2001b). En un mismo estado territorial, los diversos bloques histórico-geográficos conforman relaciones de poder asimétricas, hasta cuando nombran/autonombran73 como regionales los bloques histórico-geográficos subordinados74. Antes de entrar en el análisis de las perspectivas territoriales contradictorias en curso en América Latina, ofrezco al lector, aunque a manera de ilustración, una brevísima apreciación de dos formaciones territoriales latino-americanas, la del Brasil y la de Colombia, que nos ayudarán a comprender el carácter instituyente de la formación de los territorios. 1. Brasil: un gigante instituido por un pacto político-territorial conservador Un mapa del Brasil del ocho de septiembre de 1822, esto es, un mapa hecho un día después de la independencia, 72 También Gramsci ve el bloque histórico y se olvida del carácter geográfico que, sin embargo, está tan en el centro de su análisis que denomina los dos bloques históricos que van a conformar el estado territorial italiano como “Norte” y como “Sur”. 73 El excelente libro, La Invención del Nordeste de Durval Muniz de Albuquerque Junior, nos muestra cómo la región Nordeste brasilera es una invención, en las circunstancias históricas del inicio del siglo XX, de las oligarquías del sertão semi-árido algodonero-pecuarista y de la zona de la Mata canavieira a partir del momento, final del siglo XIX e inicios del XX, en que ocurre el desplazamiento del polo geopolítico y económico hacia el sudeste del país, con el avance del café y el inicio de la industrialización reconfigurando las relaciones de poder. Aquellas oligarquías tradicionales comienzan a invocar una regionalidad que, hasta entonces no existía. Según el autor, en ningún pronunciamiento político de diputados y senadores a lo largo de todo el siglo XIX fue invocada la palabra Nordeste. Que la existencia del Nordeste sea una invención política datada prueba la inexistencia de los otros puntos colaterales nombrando otras regiones, como el Noroeste o el Sudoeste del Brasil, puesto que nadie invocó políticamente estas regiones. 74 Por ejemplo, en Brasil existen nordestinos, nortistas y suristas en tanto nombres que se atribuyen a los que nacen en las regiones Nordeste, Norte y Sur del país y no se usa la expresión sudestino para designar a los que nacem en el Sudeste del país donde, hoy, se concentra el poder económico y simbólico del país, inclusive los principales centros de comunicación. Por ser el centro y, como tal, el Sudeste brasilero no se ve como región. Región es como si fuese parte de un todo, por ejemplo, de región frontal del cerebro. Lo regional, así, nunca es lo nacional y, si, parte de él y sólo habla en tanto tal. Por eso, en el Brasil no hay sudestinos: el centro de poder no es parte y, si, el propio todo, inclusive el poder de nombrar a la parte como tal. Lo mismo puede ser visto en el caso de las direcciones de email donde cada país se ve obligado a colocar su sigla luego del punto final: .br para Brasil; .ve para Venezuela; .cu para Cuba; .fr para Francia y así para cada uno. Sólo los Estados Unidos de América no están obligados a usar .us. En este caso, cada país es obligado a verse como parte (región) y, más que eso, es obligado a colocarse como tal por las reglas establecidas por el centro. Ver Porto-Gonçalves, 2006 in Lander, 2006.

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revelaría que la actual región amazónica, cerca de 54% del territorio brasilero, no quedaba independiente junto con Brasil permaneciendo ligada a Portugal. Solamente un año después, en 1823, los luso-amazónicos de Belém, capital de la entonces Provincia del Gran-Pará que corresponde a la actual Amazonía, se desligarían de Portugal y se anexarían a Brasil mostrando, con ello, la formación del mayor estado territorial entre los latinoamericanos y caribeños. Una de las razones que llevaron a los luso-amazónicos a adherirse a Río de Janeiro, entonces capital del Brasil, fue el hecho de temer el fin de la esclavitud que la Revolución Liberal de Porto (1820) amenazaba extinguir. Así, la adhesión de la Amazonia al Brasil se hizo teniendo en cuenta el mantenimiento de la esclavitud. El aumento de la explotación sobre las poblaciones indígenas, negras y de blancos pobres en la Amazonia que siguió a esa adhesión al Brasil, estuvo entre las razones de la mayor rebelión popular de la historia del Brasil – la Revolución de los Cabaños (1835 a 1839) – y que fue sofocada a costa de muchas vidas de cabaños75. Recuérdese que la esclavitud y el latifundio fueron los dos pilares que sustentaron la alianza entre las diferentes oligarquías provinciales de las diferentes regiones del Brasil, en un pacto político-territorial que mantuvo la unidad del país. En fin, en Brasil la unidad territorial fue conformada por medio del pacto de las oligarquías en torno a un monarca y de una burocracia esclarecida de gestores estatales con formación académica en Coimbra, (Carvalho, 1996) y se hizo contra los ‘de abajo’ al mantener el latifundio y la esclavitud. La Monarquía del Imperio sabía agenciar tropas militares en el sur del país siempre que las oligarquías esclavistas y/o latifundistas de alguna provincia regional del Norte estuviesen bajo amenaza de alguna rebelión popular o cuando alguna provincia del sur estuviese bajo las mismas amenazas movilizaban fuerzas armadas del Norte, cuando no mercenarios europeos que pudiesen ayudar a mantener manu militari la unidad territorial. Así como los revolucionarios haitianos tuvieron que pagar literalmente por cada esclavo liberto, Brasil también nacerá bajo el manto de la deuda externa. En Brasil, el miedo al haitianismo será el mismo de las demás elites criollas da América, al que se suma el miedo a la República. Como vemos, la Monarquía no sólo preservó la unidad territorial del antiguo Virreinato del Brasil como un amplio territorio unificando la antigua provincia que abarcaba gran parte de la actual Amazonia, manteniendo los intereses primordiales de las oligarquías provinciales (regionales) en torno a la esclavitud y el latifundio. Brasil será, entre todos los nuevos países independientes 75 Cabaño deriva de cabaña que significa habitación pobre, lo que muestra bien la idea de quiénes eran los cabaños.

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de la primera mitad del siglo XIX en América, el único que se reivindicará como un Imperio y se hará en torno de una Monarquía. Fue un miembro de la familia real portuguesa quien proclamó la independencia asumiendo la deuda de la antigua metrópoli portuguesa con Inglaterra. Una mentalidad colonial ganará cuerpo entre las oligarquías brasileras, entre otras razones, por el hecho de haber vivido Brasil la situación sui generis de haber visto trasladar la sede de la metrópolis colonial hacia la colonia con la transmigración de la familia real para el Brasil, en 1808. Hasta se invadió a Caiena a partir del Pará de donde los luso-brasileros expropiaron gran parte de las especies del Jardín Botánico de la Guyana francesa. Si, de un modo general, podemos afirmar que hay mucho de continuidad histórica colonial en la discontinuidad de los procesos de independencia de América Latina, en Brasil las continuidades son mucho más significativas que las discontinuidades. En el resto de América Latina, al contrario, la balcanización prevaleció mostrando que diversos países nuevos se constituían, manteniendo, sin embargo, la misma base en la oligarquía latifundista y en la esclavitud, con la excepción de Haití. 2. Colombia: la difícil unidad territorial Tal vez, Colombia exprese mejor que cualquier otro país el significado de territorio, hasta porque allí, la tensión de territorialidades está puesta de modo abierto en tanto guerra civil. La imbricación de lo local, regional, nacional con lo internacional se da allí de modo inestable, porque ninguna de las fuerzas sociales y políticas en conflicto consiguen establecer cualquier forma de hegemonía o, así mismo, de alguna coerción mínimamente aceptable que pueda conformar un territorio en tanto abrigo, a no ser en las restringidas áreas bajo control de cada cual pero que, sin embargo, permanecen en tensión. La geografía física coloca a los colombianos desafíos políticos importantes en la conformación de una unidad territorial, toda vez que su carácter caribeño, pacífico y amazónico entrecortado por la cordillera de los Andes y sus valles longitudinales. Solamente un bloque histórico muy sólido que se proponga un proyecto nacional sería capaz de forjar tal unidad territorial. Ya en otros períodos los colombianos vieron su territorio amputado por ingerencia clara del imperio estadounidense. Allí, las fuerzas políticas colombianas se dividieron algunas apoyando mientras otras se negaban a la apertura del canal de Panamá bajo presión de empresas y del estado norte-americanos. Al mismo tiempo, las históricas luchas campesinas en el país jamás dejaron de luchar por la democratización del acceso a la tierra y, así, impedían

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que la hegemonía se hiciera en torno al latifundio. Contra esto, las oligarquías liberales y conservadoras llegaron, igualmente, a forjar un pacto entre si de turnarse en el gobierno76. La historia registra que la violencia siempre estuvo estructurando a los estados territoriales en las más diversas regiones del mundo, sin excepción77. Europa, por ejemplo, registra guerras de todo tipo y es un sub-continente78 extremadamente fragmentado territorialmente. El callejón sin salida en la formación del estado territorial colombiano se coloca, hoy, como un desafío a la formación de una territorialidad fundada en valores democráticos con respeto a la diferencia y a la igualdad. Hay, hoy, recursos de nuevo tipo a la disposición de las poblaciones subalternizadas que no estaban disponibles cuando la formación de los demás estados lo que, sin embargo, no ha impedido violencias y masacres, pero, con certeza, han deslegitimado a aquellos que las protagonizan79. Tal vez, el fenómeno que mejor demuestra la tensión de territorialidades en Colombia sea el de los desplazados. Los desplazados constituyen una nueva categoría, diferente de refugiado y de migrante, toda vez que son aquella(o)s que perdieron el derecho a la plaza que, pensada en el mismo sentido de la polis griega, nos indica que, en el fondo, lo que está pasando con la militarización del conflicto social es el fin de la propia polis, en fin, de la política. Así, desplazado es des-politizado. Es del sin-territorio que estamos hablando, y no del sin-tierra. Una población completamente desterritorializada, entre 3 y 8 millones de personas, de 8% a 20% de la población total del país, según las diferentes fuentes, vive refugiada en espacios provisorios con la esperanza de regresar a los lugares que, involuntariamente, se vieron obligados a abandonar, en gran parte, en función de los conflictos armados80. 76 Frente a esto, no quedó alternativa a las fuerzas políticas liberales más a la izquierda y a la propia izquierda que organizar políticamente la resistencia histórica del campesinado bajo la forma de lucha armada. Las FARCs se forman a partir de esta alianza entre comunistas y liberales de izquierda. La legitimidad de esta resistencia lo demuestra la propia permanencia de las FARCs y del ELN, aunque hoy, el apoyo que, en algún sentido, estos grupos obtienen, sea mucho más local o regional que nacional. 77 La situación vivida en Irak y en Afganistán llega a ser didáctica al demostrar las dificultades de los pactos territoriales y la conformación de cualquier unidad territorial. Allí, ningún grupo o clase social y/o etnia consigue ejercer la hegemonía ni, tampoco, la coerción que, casi siempre, antecede el ejercicio de la persuasión (hegemonía, según Gramsci, es coerción + persuasión). 78 En nombre del rigor científico me rehuso a llamar a Europa continente. Solamente el eurocentrismo consigue este milagro de transformar las varias penínsulas que emanan de Asia – las penínsulas escandinava, ibérica, itálica y balcánica – en un continente. Europa no pasa de ser un subcontinente que se proyecta desde Asia hasta el Atlántico. 79 Una vez más los casos de Afganistán y de Irak pueden ayudarnos, cuando vemos a los kurdos y otras etnias territorializadas sufrir violencias difundidas mundialmente por los medios de comunicación hegemónicos o por la internet, lo que no estaba presente cuando la formación de estados territoriales en otros períodos históricos. El ejercicio de la violencia implica hoy otras negociaciones. 80 Hay, también, un número expresivo de desplazados por otras razones inmediatas, como los terremotos, inundaciones, deslizamientos de tierras y otras catástrofes socio-naturales.

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En octubre de 2004 pudimos presenciar en Bogotá el triste espectáculo de vehículos militares del ejército protegiendo los carros de las familias que iban a pasar el fin de semana en los alrededores de la ciudad, esto mismo nos muestra un poco del significado de esta desterritorialización. En fin, en Colombia los territorios son mutuamente excluyentes y fuertemente marcados por la lucha de clases, donde la cuestión agraria cumple un papel central en el contexto de las particularidades de la historia política del país. Más, recientemente, viene creciendo en el país el paramilitarismo, fenómeno en gran parte asociado al crecimiento de una narcoburguesía que, en los años 80 y 90, sobre todo, estuvo disputando el poder con/contra la tradicional oligarquía cafetera y al campesinado. La dificultad para el ejercicio de la hegemonía por parte de las oligarquías colombianas se tornó aún más explícita al recurrir a la presencia militar estadounidense a través del Plan Colombia. Todo indica que el callejón sin salida aún puede sobrevivir muchos años, a juzgar por el destino de las fuerzas políticas que abandonaron la lucha armada, como el M-19 y el Ejército Popular de Liberación, cuyos militantes fueron, casi en su totalidad, simplemente diezmados cuando abandonaron la política clandestina y pasaron a la vida política legal. La presencia militar estadounidense en Colombia sólo torna más compleja la cuestión en la medida que involucra una conflictividad en gran parte conformada internacionalmente, como la del narcotráfico, en una conflictividad histórica nacional, forjada en la profunda desigualdad social y racial del país, donde la cuestión de la reforma agraria tiene centralidad, ahora resignificada en tanto lucha por territorios reivindicados por los pueblos originarios y afrodescendientes. Es preciso tomar en cuenta la multiterritorialidad implicada en el debate de la coca y de la cocaína, con sus múltiples dimensiones histórico-culturales81, económicas82, 81 La coca, antes de ser materia prima para alucinógenos, es objeto milenario de culto religioso que, en el caso de Colombia, habla respecto solamente a los indígenas del sur del país, en la frontera con Ecuador, puesto que en las demás regiones el plantío de coca sólo se expandió luego del combate al narcotráfico emprendido por la DEA, la agencia estadounidense, en Perú y Bolivia, para no alejarnos más en el tiempo, puesto que este desplazamiento geográfico del narcotráfico hacia América del Sur nos remite al combate al cultivo de marihuana en México aunque en los años 1980. No olvidemos que en nombre del narcotráfico, las fuerzas policiales y militares estadounidenses se hacen presentes en áreas de fuerte presencia campesina que durante décadas fue la base social de movimientos revolucionarios. Tengamos en cuenta, además, que en el caso colombiano y peruano la presencia de estas fuerzas proporciona un escenario, en lenguaje militar se dice teatro de operaciones, de aprendizaje para el combate en la Amazonia que, como se sabe, es reserva estratégica de biodiversidad, de agua y de conocimiento, en el caso de los pueblos originarios, afrodescendientes y de campesinos hay muchos territorializados en la región. 82 El mercado de cocaína está, básicamente, en las grandes ciudades, sobre todo de los Estados Unidos, Europa (cada vez más en Rusia) y el Japón. No olvidemos, además, que el objetivo de los narcotraficantes no es drogarse, pero si ganar dinero. De este modo, todo el sistema bancario internacional está comprometido, en mayor o menor grado, con el narcotráfico, hasta por el volumen de dinero que circula en esta actividad.

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políticas83 y, particularmente, geopolíticas84. Al final, la presencia de una narcoburguesía con fuertes lazos políticos internos en Colombia no puede ser debidamente comprendida sin que se consideren los necesarios lazos externos que ella mantiene, hasta porque es en el mercado internacional que realiza sus grandes lucros. Tengamos en cuenta que, a pesar de la omnipresencia del conflicto armado en el debate sobre Colombia, ha sido importante la presencia de movimientos sociales en la escena política sin la mediación de los protagonistas de la lucha armada85 y, así, horizontes se abren a las poblaciones que claman por justicia social y participación política. Señalo, entre tantas otras, las manifestaciones en el Cauca, a finales de los años 1990, que llevaron al indígena Floro Tunubalá y sus “laboratorios de paz” al gobierno del estado; el gobierno de “puertas abiertas” de Gloria Cuartas en Urabá; la articulación de varios prefectos de regiones de conflicto en busca de negociaciones de paz regionalizadas que el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez inviabilizó; la derrota del gobierno de Álvaro Uribe Vélez en la consulta nacional, en 2004, cuando proponía una serie de medidas de carácter neoliberal; la victoria del Polo Democrático en varias elecciones importantes para municipios; las manifestaciones de pueblos originarios y afrodescendientes de finales de 2008 e inicios de 2009. La sociedad colombiana viene, así, dando demostraciones de que La existencia de paraísos fiscales, el nombre es sugestivo en tanto pérola neoliberal, es una verdadera invitación a las transacciones paralegales, expresión más precisa que ilegales, puesto que se da por dentro del sistema legal. James Petras (Petras, 2001) viene apuntando una fuerte relación del dinero del narcotráfico con los grandes bancos internacionales. 83 No podemos olvidar la tolerancia de la intelligentzia y de los estrategas geopolíticos estadounidenses con la emergencia y crecimiento de una narcoburguesía, sobre todo después de los años 70, inclusive por la colaboración en el combate a las fuerzas políticas insurgentes. Las vinculaciones de militares y de líderes políticos con el narcotráfico (Noriega, en Panamá, y Montesinos, en Peru, entre tantos) serán desnudadas después de la caída del muro de Berlín, cuando el combate al comunismo perdió la centralidad que tenía bajo la guerra fría. Además, la geopolítica del narcotráfico y sus múltiples territorialidades es un tema que debería ser retomado con investigaciones empíricas más detalladas, a pesar de los riesgos en ella implicados. Desde el final de los años 60 e inicio de los 70 que el movimiento negro estadounidense acusa la difusión del uso de drogas en los guetos de las periferias de las grandes ciudades como estrategia de combate a la insurgencia de los Panteras Negras. Spike Lee en sus filmes en varios momentos explica esta relación. En los años 90 veríamos una serie de políticos y militares que habían combatido los movimientos insurgentes en América Latina y el Caribe ser acusados de narcotraficantes. 84 No olvidemos que esta nueva configuración geopolítica se da cuando el Ejército estadounidense se ve obligado a reposicionarse después de la devolución, a finales de los años 90, del Canal de Panamá, formalmente decidida en 1977 en el gobierno de J. Carter y de Omar Torrijos. Es con Bill Clinton, en 2000, que se instrumentaliza, supranacionalmente, el histórico conflicto nacional interno colombiano en nombre del combate al narcotráfico. Después del 11 de septiembre de 2001, y ya bajo George W. Bush, el carácter de combate a la insurgencia de las FARCs y del ELN se torna explícito, ahora bajo la política de amplio espectro del combate al terrorismo. 85 Podríamos agregar, además, las insistentes declaraciones del brazo político tanto de las FARCs como del ELN, de que no hay solución militar para el conflicto colombiano. O estas declaraciones son tomadas en serio y traídas al debate público o el conflicto militar prosigue haciendo sus víctimas.

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dispone de fuerzas políticas significativas para construir caminos democráticos con protagonismo de movimientos sociales que luchan por justicia y contra el imperialismo que, en el caso específico colombiano, ha contribuido para la perpetuación de la militarización de los conflictos y, como tal, para inviabilizar la política en el sentido fuerte del término. Sin embargo, es importante señalar que la presencia histórica de la insurgencia, por la resistencia hasta ahora demostrada, la acredita como fuerza política necesaria al diálogo de superación de la crisis. Toda la cuestión reside en el hecho fundamental establecido por la ciencia política, el cual es, que la conformación de todo Estado Territorial Moderno-colonial se da con el uso de la fuerza por alguna coalición política y, en Colombia, es esta cuestión la que permanece abierta. Todo indica que no hay solución militar al conflicto colombiano y, en este sentido, la propia presencia militar estadounidense puede estar indicando contradictoriamente, una señal para la superación del impasse en la medida que apunta a la necesidad de mayor desarrollo de otras fuerzas políticas internacionales además de las que ya están involucradas en el conflicto86. Al final, más allá de las razones humanitarias por si solas suficientes para que este desarrollo se de, hay que considerar todo el significado geopolítico de Colombia, país amazónico, caribeño, pacífico y andino, además de sus enormes riquezas minerales estratégicas, como carbón y petróleo, y de la diversidad cultural, biológica y de agua. En fin, territorialidades en disputa, tanto en el sentido hegemónico como en el sentido emancipatorio. *** Sociedad y territorio, podemos ver, son indisociables. Toda sociedad al constituirse lo hace constituyendo su espacio, su hábitat, su territorio. Al contrario del pensamiento disyuntivo que opera por dicotomías, como quiere hacer creer el aún hegemónico pensamiento eurocéntrico moderno, no tenemos primero a la sociedad (o el espacio) y después el espacio (o la sociedad) –sociedad y espacio. En verdad, sociedad es espacio, ante todo, porque es constituida por hombres y mujeres de carne y hueso que en su materialidad corporal no puede prescindir del agua, de la tierra, del aire y del fuego. El hecho de que los hombres y mujeres serán seres que hacen historia y cultura, los animales simbólicos que son, no los hace dejar de ser materia viva. Toda apropiación material es, al mismo tiempo, y no antes ni después, 86 A partir de 2008, tanto el gobierno de Venezuela como de Brasil vienen desarrollando de modo más activo en la mediación del conflicto interno colombiano siempre en delicadas negociaciones con el gobierno colombiano que ha mantenido una posición poco abierta a las negociaciones con la guerrilla, sobre todo desde que Álvaro Uribe asumió en 2002.

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simbólica. Finalmente, no nos apropiamos de nada que no tenga sentido, que no tenga significado, aunque seamos nosotros que hagamos los sentidos e los significados. El concepto de territorio pensado más allá de los dualismos nos obliga a abandonar uno de los pilares del pensamiento eurocéntrico que es la separación de sociedad y naturaleza87. El modo como cada ente natural es significado –comenzando con sus designaciones (a fin de cuentas, dar nombres propios es la primera apropiación); el modo como cada objeto/ cada lugar es situado, distribuido, percibido, sentido; el modo como cada género / grupo / camada / estamento / clase / etnia es dispuesto / dispone espacialmente por medio de las relaciones sociales y de poder; el modo como se distribuye y como calificamos / descalificamos los lugares / regiones y los diferentes subespacios, constituyen los diferentes órdenes sociales, sus territorios. Así, el territorio aparece como un paisaje para cada quien, como un abrigo donde nacemos como si fuera un palco natural de nuestras acciones. Hasta los mismos conflictos que siempre han estado presentes en la definición de las fronteras (fronts) son, frecuentemente, naturalizados. Se dice, por ejemplo, que el Río Grande separa los EUA de México y, así, se naturaliza la guerra de los estadounidenses contra los mexicanos a quienes les usurpó amplios territorios. Cuando el paisaje-hábitat-territorio que nos abriga, por alguna razón, como hoy, no nos conforma más y es puesta en cuestión, estamos frente a una crisis profunda puesto que está perdiendo su naturalidad. Nos indica así, que está perdiendo legitimidad, que su hegemonía está en jaque. No siendo naturales estas crisis, múltiples posibilidades están presentes, rigurosamente hablando, están entre los entes, tejidas en las propias contradicciones de las relaciones sociales y de poder en cuestión. Identificar estas posibilidades es, por tanto, una tarea teórico-política tan necesaria como la gravedad de lo que está implicado, como en este momento que vivimos, sobre todo, en América Latina y el Caribe. Buscamos con este trabajo, comprender esta tensión de territorialidades presente hoy y que pone en crisis la conformación geopolítica del mundo moderno-colonial en su período actual, neoliberal, de una globalización iniciada en 1492. Destacaremos, en un primer momento, los principales vectores de la crisis actual de la conformación geopolítica del mundo moderno-colonial, desde el punto de vista de su proyecto global, hegemónico y, en 87 La cuestión ambiental tendría algún potencial para superar esta dicotomía. Digo tendría porque la resignificación de la naturaleza comporta visiones del mundo (y sus prácticas e instituciones) distintas, como la idea de naturaleza para los pueblos originarios de América que es diferente de la re-significación de la naturaleza por la biología molecular. Ver más adelante.

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un segundo momento, a partir de la experiencia latino-americana y caribeña, destacaremos las perspectivas emancipadoras y los múltiples caminos por medio de los cuales innumerables protagonistas vienen reinventándose, r-existiendo y apuntando hacia nuevas conformaciones territoriales. La Reinvención de los territorios: perspectivas hegemónicas88. Ya es lugar común decir que las grandes transformaciones que vienen ocurriendo en los últimos 30/40 años, se deben a la revolución tecnológica en curso –la informática, la microelectrónica, la química fina, la biología molecular, los nuevos materiales, la nanotecnología. Sin embargo, una revolución tecnológica, cualquiera que ella sea, no es obra de la naturaleza sino instituida por sujetos determinados en contextos históricogeográficos específicos y, casi siempre, para resolver problemas bien mundanos. Así, es preciso considerar que: 1.- no existe sociedad sin técnica; 2.- ninguna sociedad mantiene la misma relación con la técnica; 3.- la técnica, siendo un constructo social, no puede ser comprendida fuera de las relaciones sociales y de poder que le imprimen sentido. Por tanto, las técnicas no son externas a la sociedad que las crea; 4.- el sentido de las técnicas no es dado por ellas mismas; 5.- el sistema técnico es parte de las relaciones sociales y de poder que se realizan prácticamente por medio de él. Ignorar esto es parte de las ilusiones tecnocéntricas (y tecnocráticas) del mundo moderno-colonial y tomar la técnica como la panacea. La importancia que es dado al saber técnico por la racionalidad eurocéntrica, sobre todo a partir de la segunda modernidad, nos impone situar, aunque mínimamente, la emergencia de esta nueva revolución en-las-relaciones-depoder-por-medio-de-la-tecnología que viene comandando la actual fase neoliberal del sistema-mundo moderno-colonial. Resáltese que la conformación del actual periodo, que Milton Santos (Santos, 1996) denominó técnico-científico-informacional, comienza a delinearse aunque de manera errática, como suele acontecer con los fenómenos insertos en contextos de luchas sociales, entre 1956 y 1968-69. Surge como parte de las luchas sociales de los años 60, en la medida en que procura asimilar, negando, gran parte de las demandas expuestas por las luchas de los diferentes movimientos sociales en aquellos años89. 88 Retomo aquí las reflexiones de mi libro La Globalización de la Naturaleza y la Naturaleza de la Globalización, sobre todo en sus partes I y II. 89 Luchas sociales éstas que, lograron que el crecimiento salarial real en Francia fuese de 5,4% al año en 1968-1969, contra el 2,9% entre 1975-1976. En Italia, de 4,3% en 19661968 y de 7,3% en 1969-1970. En Alemania, donde las huelgas ‘salvajes’ eran más ‘ame-

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La crítica a las rígidas jerarquías en la familia, la escuela, en las fábricas, en el Estado, en las relaciones internacionales; la crítica al colonialismo, a la desigualdad social, al machismo, al eurocentrismo y su razón técnica, su conciencia reduccionista, su materialismo economicista y su racismo; la crítica al militarismo, al consumismo y al productivismo fueron todas, críticas tejidas a partir de múltiples movimientos de liberación nacional, de jóvenes, de los obreros90, de las mujeres, de los negros, de los campesinos, de los indígenas, de los ambientalistas que, por todos lados gritaban ¡Viva la diferencia! y ¡Abajo las fronteras!, por nuevas sensibilidades, por el derecho al ocio, por el trabajo libre y, libertariamente gritaban ‘Prohibido prohibir’. Como respuesta política veremos una profunda revolución tecnológica como parte de una contra-estrategia buscando la reproducción de las asimétricas relaciones sociales y de poder que nos ofrecerá: un mundo sin-fronteras, sí, pero en el sentido neoliberal, que facilita la libre circulación de bienes y mercancías y no de los hombres, sobre todo, de pobres; menor jerarquía y centralización, sí, pero con un Estado mínimo para la mayoría, una flexibilización generalizada que va de los valores a las relaciones laborales; nuevas sensibilidades, sí, pero estimulando un individualismo narcisista con unos medios que operan una eficaz fabricación capitalista de la subjetividad (Guatarri, 1982) que instrumentaliza el deseo, infantiliza a cada uno, contribuye a la apatía, donde vemos el uso generalizado (y la criminalización) de las drogas y, también, la criminalización de los que rechazan la apatía y luchan; que responde a los pacifistas con una revolución tecnológica en el modo de hacer la guerra, con una guerra sin héroes, y asimismo cobarde, porque ni siquiera se presenta en el campo de batalla –trabaja con controles remotos, con tele(amplia) visión- a la que nos habituamos con los videojuegos; en lugar del derecho al ocio estimuló exactamente su negación, el neg+ocio: y, en lugar del trabajo libre, procuró librarse del trabajo, generando un desempleo generalizado que, asociado a un Estado más atento al capital que a la cuestión social, llevará al aumento de las migraciones y a la sobrecarga de responsabilidades de la mujer en nas’ que en otros países europeos el aumento real entre 1966-1968 fue de 3,3% (consecuencia de la primera recesión de 1966-1967), y de 9,2% en 1969-1970 (consecuencia de la ‘huelga de septiembre’ y de las elecciones de 1969) (Altvater, 1994). 90 Considérese que el movimiento obrero de la época, sea por medio de huelgas salvajes y otras formas de manifestación luchó por democracia en los lugares de trabajo, tanto en Europa Occidental y en los Estados Unidos, como en los países del Este europeo pues, todo indica, que no toda crítica al comunismo venía del mundo capitalista como hicieron creer los gestores comunistas en el poder. Tal vez, aquí se esconda una secreta alianza práctica, conveniente al mundo burgués, de no divulgar estas luchas en el mundo occidental, hasta porque ello implicaría admitir que la democracia debería llegar a las fábricas también en el Occidente capitalista, mostrando un sentido más radical a la democracia que, sabemos, es uno de los mayores obstáculos a la justicia social y a una sociedad ecológicamente equilibrada (Ver, también, Abensour, 1998).

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el cuidado de los hijos, de los ancianos, de los enfermos – ante la falta de Previsión Social sobra la mujer previsora- feminizando la pobreza (Tavares, 2003) en el exacto momento en que las mujeres luchan para afirmarse en el espacio público; a los ambientalistas que se asociaban a toda esta revolución política y cultural, se responderá con la paulatina institucionalización de la cuestión ambiental (conferencias mundiales, coloquios, seminarios…) que, así, se va haciendo una cuestión paradójicamente específica, ella que se pretende holística y, de esta forma, va perdiendo su poder emancipatorio91. Así, estamos inmersos en un proceso profundo de cambios en las relaciones de poder por medio de una revolución que se quiere tecnológica. Más que a una lógica de las técnicas es frente a la afirmación de una determinada lógica política (y de una epistemo-lógica) que nos encontramos. Veámosla un poco más de cerca, porque es con/contra ella que nuevas territorialidades van a tener que actuar, porque siendo una lógica de dominación presupone el control del dominado. Con esto, paradójicamente, se revela la primacía del dominado sin el cual no vive y, si no fuese él importante no habría por qué tanta investigación para controlarlo y dominarlo. Y, tengamos siempre en mente, que el dominado potencialmente puede vivir sin dominación. Las especificidades de la actual revolución en las relaciones-sociales-y-de-poder por medio de la tecnología. Desde los años sesenta, cada vez más nuestra cotidianidad, tanto en casa como en la calle y en el trabajo, viene siendo inundada por todo un conjunto de objetos que son frutos de la revolución en las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología. Hay que destacar en este proceso el significado de la Óptica, de la Electrónica, de la Biotecnología y de los nuevos materiales. Señalemos de inicio, la importancia de la Óptica en la medida que viene a proporcionar una verdadera revolución en la observación (y control) de la materia, tanto a escala micro como a escala macro. En la escala macro, tenemos cada vez más tecnologías sofisticadas de control remoto, como las imágenes de satélites que permiten observaciones con detalles de centímetros (GPS). Son enormes las consecuencias políticas de estas nuevas tecnologías, en la medida en que proporcionan un 91 El mito de la técnica –la despolución, la técnica no-agresiva, la técnica no contaminadoradomina cada vez más a los ambientalistas, aunque no sea consensual entre ellos. Hay un mainstream ecológico que permanece prisionero del mito de la técnica. La asimilación llegó a tal punto que, mientras en los años 60 se hablaba de ‘basura occidental’, hoy se colecta basura de la ‘basura occidental’. Recolección selectiva, es claro. Nota a la edición venezolana: El autor hace alusión al poema “Para Lennon y McCartney” del cantante Lo Borges en que se habla de la “basura occidental”, en portugués “lixo occidental”.

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conocimiento desigual de los diferentes territorios y, con eso, las condiciones tecnológicas para una verdadera sociedad de control a diferentes escalas desde la global, por medio de satélites, hasta la cámara que nos filma y nos pide para internalizar el control – Sonría, usted está siendo filmado. Ya no se trata más de aquel panel de control de toda la fábrica que la genialidad de Charles Chaplin nos brindara en sus Tiempos Modernos. No, ahora, se trata del control vía satélite, control remoto, donde se puede lanzar un misil de larga distancia y acompañar y corregir electrónicamente la trayectoria. Los videojuegos nos habitúan a esta insensibilidad con sus nintendos y sus paisajes virtuales. Se ve sin ser visto, cómo conviene a la lógica de la dominación. Transparencia unilateral. La guerra, se ve, trasciende a las fábricas. La guerra se generaliza, conforme bien destaca Ana Esther Ceceña (Ceceña, 2004). En la escala micro, cada vez se penetra en la esencia de la materia trabajando con un nivel de fragmentación jamás imaginado. Se habla de Química Fina, e Biología Molecular, de Física Atómica o Nuclear y de Microelectrónica y, en esas expresiones debemos prestar menos atención hacia la Química, hacia la Biología y hacia la Física y más a la fragmentación de la materia, lo que queda indicado en las expresiones Fina, Molecular, Átomo y Micro. Esta visión amplia y en detalle sólo se hace posible porque, junto con la óptica, nuevos materiales –resistentes, leves y flexibles- vienen sirviendo de soporte, no sólo para que se vea con mayor precisión sino también, para que se transmita información a larga distancia (la fibra es óptica). Así, se pueden construir objetos cada vez más per-fectos, esto es, programables (se habla, asimismo, de objetos inteligentes, con memoria) y, también, ejercer el control a distancia. Estas nuevas tecnologías de poder permiten que se trate a la materia a partir de escalas inaccesibles al ojo, tanto en el nivel telescópico (macroscópico), como en el nanoscópico, mucho más allá de la escala microscópica a la que ya nos habíamos habituado. Cada vez más la materia es tratada a escala del nanómetro92, lo que sólo es accesible por medio de tecnologías sofisticadísimas. En este contexto, expresiones como desmaterialización, transmaterialización, materiales sintéticos, funcionalidad de los materiales, así como flexibilización y nanotecnologías, vienen constituyendo un nuevo universo discursivo que señala cambios en las prácticas que se desarrollan en los ambientes de los laboratorios (¿las 92 Un nanómetro es igual a diez elevado a la menos nueve. Para no alimentar la disociación del lenguaje científico de aquel del sentido (del hombre) común, esta medida significa lo mismo que, ¡el diámetro medio de un hilo de cabello dividido 60.000 veces! En verdad, ningún hombre común puede sentir lo que esto quiere decir. Este hecho, veremos, está impregnado de consecuencias políticas.

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nuevas fábricas?)93. Con la desmaterialización, la materia pasa a ser tratada no como aprendemos a manosearla y nombrarla, sino como compuestos elementales, sean ellos químicos o genéticos, señalando la posibilidad de elaboración de nuevos materiales, como los materiales sintéticos de la química o los organismos laboratorialmente modificados94, lo que provoca una revolución tanto en el mundo de los metales como en el de la biología y, se habla menos, en el campo de la antropología y de la geografía política. Son innumerables los ejemplos que pueblan nuestra cotidianidad con los materiales sintéticos y compuestos químicos que no sólo sustituyen el acero en la fabricación de las carrocerías de los automóviles; el vidrio, las fibras naturales con materiales reforzados; los tubos de plomo por plásticos, sino también alimentos que son producidos a partir de substancias sintéticas (aromatizantes, acidificantes, colorantes, dulcificantes y tantos otros). Con esta revolución en las relaciones de poder por medio de la tecnología nuestro paisaje cotidiano pasa por grandes cambios. En el pasado “…las casas eran de piedra en las zonas donde había rocas de manipulación relativamente simple, mientras que en otras zonas las habitaciones eran de adobe y en zonas desérticas eran de roca y de tejidos fabricados con fibras vegetales. Los relatos de los viajeros y los primeros libros de geografía describían cómo los nativos de cada comarca fabricaban sus casas y utensilios utilizando los recursos que tenían a mano (…) Esto fue cambiando gradualmente, acelerándose a partir de la segunda mitad del siglo XX. Hoy en día –más que nunca antes- la fuerza impulsora del ciclo es la producción de materiales de características predeterminadas, sobre cuya base se fabrican componentes y sistemas que responden a las necesidades y urgencias de un desarrollo tecnológico orientado a satisfacer un mercado mundializado (o “globalizado”) cada vez más sofisticado y exigente. Por ejemplo, los materiales de construcción (aceros, cimientos, etc.) que se usan en todo el mundo están normalizados; una empresa fabricante de una determinada marca de automóviles, televisores, o cualquier otro bien de capital, usará en sus sucursales en Japón, en los Estados Unidos, en Brasil u otro país, materiales que responden a las mismas especificaciones y que pueden ser provenientes de los más diversos países” (Mari: 69-70).

93 En los laboratorios de investigación, cada vez más, la lógica productivista se viene imponiendo. Entre los investigadores la preocupación por las patentes, esto es, por la propiedad privada del conocimiento, nos está conduciendo a efectos preocupantes, hasta porque los investigadores vienen guardando el secreto de sus descubrimientos. Si el secreto es el alma del negocio, como se dice en el mercado, es bueno que se diga que el desarrollo científico hasta hoy se ha dado por la amplia publicación de los descubrimientos. Publicar es hacer público y esta era la mayor gloria de un científico. Con la lógica del mercado, el conocimiento deja de tener un sentido público. 94 PORTO-GONÇALVES, Carlos Walter 2007 En Defensa de los Organismos Laboratorialmente Modificados - en busca de la precisión conceptual. Consultar site del jornal Brasil de Fato.

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Hasta 1945 la industria humana95 trabajaba con cerca de 25 a 30 de los elementos de la tabla periódica de la química. Desde entonces, la nueva revolución en las relaciones de poder por medio de la tecnología hizo posible trabajar con los otros 60 a 65 elementos químicos, que eran considerados raros, además de obtener 26 elementos químicos sintéticos (Mari: 52-53). Son enormes las implicaciones geopolíticas que de allí derivan, inclusive, porque cambian las reglas de juego de los intercambios entre los pueblos y sus regiones mediante el mercado. Con la tecnología industrial de producción de enzimas en biorreactores se puede obtener, entre otras cosas, excelentes sustitutos de manteca de cacao con base en toda una gama de aceites y grasas derivados de plantas y animales como el aceite de palma, de soja, de ballena o de colza que, hasta ahora, estaban desconectados de la producción de cacao. Así, un productor de cacao de cualquier país de América Latina y del Caribe, tiene que competir en el mercado hoy, no sólo con los productores de cacao de Ghana o de algún otro país africano sino también, con la industria de la pesca de ballena del Japón. En verdad, el mercado está, cada vez más, mediado por la industria. Lo mismo se da con el café, cuya materia prima para la industria que lo procesa ya no deriva necesariamente del coffea arábica u otra variedad con la que, hasta ahora, se producía café: puede ser una substancia química obtenida de algún mineral, o de la creación de algún animal u otra planta sintetizada químicamente96. “Hace ya algunos años esta misma técnica (tecnologías de enzimas) viene siendo usada para producir un almidón dulcificante con base en el millo (HFCS), que está sustituyendo el azúcar en la industria de refrigerantes americano (sic) y esto conduce a una fuerte declinación del rendimiento de exportación de algunos países exportadores de caña de azúcar” (Seiler, 1998: 55). La química se va haciendo cada vez más fina, la biología más micro y molecular, la ingeniería cada vez más genética (gen), la física más nuclear o atómica y la electrónica más micro y, así, cada vez más nos sumergimos en los niveles más ínfimos de la materia. En los niveles nanoscópicos, la química deja de ser simplemente química, la biología deja de ser biología, lo mis95 Uso aquí esta expresión con el mismo sentido de Marx en La ideología alemana, esto es, como capacidad humana de crear, industrializar. Se hablaba, en esa época, del hombre industrioso, en el sentido del hombre creativo. Más que ingeniero, ingenioso. La industria humana no se había convertido en cosa. 96 Profundas transformaciones en la geografía económica, política y cultural están en curso. Veintiocho países productores de café están siendo afectados por biotecnologías, tal como la cultura de los tejidos y el de células y transgénesis vegetal; son 16 los países afectados, en el caso del azúcar y del banano (plátano); 15 países, en el caso del algodón y el cacao; 10 países, en el caso del coco; 6 países en el caso del arroz; 5 países en el caso del caucho; 4 países en el caso del té; 3 países en los casos del aceite de palma, de la soja y del trigo; 2 países en los casos de la vainilla, del tabaco y del millo y, por lo menos, un país en los casos del girasol, de la mandioca y de la batata (Seiler, 1998:50).

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mo ocurre con la física y la electrónica que, también, dejan de ser disciplinas específicas y pasan a tener que dialogar entre sí –biofísica, físico-química, bioquímica. Surge lo que viene siendo llamado “enfoque unificador (que) permite la aplicación de teorías y técnicas desarrolladas en un ramo de la industria a otros ramos y a las investigaciones sobre la relación entre la estructura de un material y sus propiedades permiten fabricar materiales con propiedades predeterminadas” (Mari: 107). Así, gana particular importancia lo que viene siendo llamado multifuncionalidad de los materiales, esto es, una misma substancia que puede tener múltiples usos que pueden ir de la producción de alimentos a la fabricación de asociaciones metálicas. Las industrias pasan a establecer los patrones y normas que definen lo que es el mercado de insumos y de materias primas a partir de substancias nanométricas, sean ellas un gen o una substancia química que puede ser comercializada. Ya no es más la materia tal como la veíamos, manipulábamos y sentíamos –el hierro, el cuarzo, el cobre, el oro, la arcilla, el millo, la mandioca, el arroz, el trigo- que importa al mercado y si, el compuesto químico sintetizado tal como es especificado por las normas de calidad, tal como es visto y manipulado en los laboratorios (cada vez más empresariales) de investigación. Observamos que, con esto, el ojo y la mano de los hombres y mujeres comunes por medio de los cuales se manipulaban los objetos y, por ese medio, se tejían los saberes y los sabores, en fin, las culturas, son sustituidos por un observar macroscópico o nanoscópico por medio de la tele(amplio)visores (de allí la importancia de la óptica97). No de balde la cultura se torna un tema político y geopolítico. Con ello, toda geografía económica y política del mundo se altera, no en el sentido de más equilibrio sino, al contrario, fortaleciendo las tradicionales y asimétricas relaciones sociales y de poder en el mundo. Así, la industria se hace cada vez más parte del complejo científico-tecnológico transformándose en un verdadero laboratorio. Con ello aumenta el poder de estas industrias de punta, cuyas matrices están concentradas en los países del centro del sistema capitalista mundial. La exploración de un yacimiento mineral exige, cada vez más, un complejo sistema técnico y un elevado monto de capitales, condiciones que escapan a los países ubicados en el polo dominado del actual patrón de poder mundial. Añádase, además, que esta revolución en los materiales 97 La supervaloración del ver por sobre los otros sentidos es una de las características marcadas en la tradición hegemónica de la cultura occidental. Un hombre inteligente es un hombre de visión y no un hombre que sepa escuchar, por ejemplo. La audición no se inscribe como uno de los sentidos más apreciados, mucho menos el tacto. Tener una visión amplia, tal como un águila, caracteriza a un hombre que ve lejos, en fin, un hombre de visión.

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va a producir un enorme desempleo en sectores de la industria donde mayor fue la resistencia de la clase obrera, especialmente, en el sector metalúrgico, en el sector automovilístico, en el sector metalúrgico y en los puertos. No se nos debe escapar que todo esto ocurre en los laboratorios de investigación que, cada vez más, son de empresas privadas o son sus proyectos estratégicos vinculados a intereses de las grandes potencias mundiales y a las grandes corporaciones transnacionales. El Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) capta el significado geopolítico de estos cambios y cuya comprensión es fundamental para enfrentar el desafío teórico-político contemporáneo: “La investigación y el desarrollo se han apartado de los países en desarrollo. Su participación en el total mundial bajó del 6% a mediados de la década del ochenta al 4% a mediados de los años 90”. Y, continúa el Informe, “84% del gasto mundial en investigación y desarrollo correspondía en 1993, solamente a diez países que controlaban 95% de las patentes de los Estados Unidos en los dos últimos decenios. Además, más del 80% de las patentes otorgadas en países en desarrollo pertenecen a residentes de países industrializados” (…) “La innovación en materiales, base de los desarrollos de sistemas cada vez más sofisticados, tienen un valor económico y estratégico enorme y es un fuerte efecto multiplicador (…) La avasalladora mayoría de las patentes sobre materiales avanzados, en cualquier país, desarrollado o no, están registradas a favor de algunos poco países” (PNUD, citado por Mari, 2000: 105) y, en ascenso, de algunas pocas empresas. Los países más desarrollados establecen sus necesidades mínimas estratégicas para cada tipo de recurso, y esto se hace tanto a nivel estatal como privado. Es el caso del silicio que, aunque es el segundo elemento presente en la corteza terrestre, pasó a ser considerado un elemento raro hace poco tiempo con el desarrollo de sofisticadas tecnologías de procesamiento que hizo posible su obtención bajo la forma metálica de altísima pureza a un costo relativamente bajo provocando que éste se constituya en la base de la industria microelectrónica. “Por razones estratégicas, los Estados Unidos, que en el comienzo de la industria de circuitos integrados dependía del mineral brasilero (cuarzo de alta pureza), decidió que debía buscar un recurso propio (…) lo encontró en ciertos depósitos de rocas pegmatíticas de su país” (Mari: 107-108). O, aún, lo que Ceceña (2001) y Porto-Gonçalves (2004) analizaron acerca de la estrategia de control de la biodiversidad mundial por parte de los Estados Unidos y su International Cooperative Biodiversity Groupe. Es preciso que prestemos atención hacia la imposición de lo que viene siendo llamado sistemas de calidad que fija sistemas

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de normas, requisitos, especificaciones, procedimientos y otros mecanismos para controlar y asegurar la calidad de los productos y servicios que se presentan como indispensables en el mundo actual. Estas normas vienen dificultando el uso de las materias primas locales porque están formuladas para contemplar los productos prefabricados, o sea, productos que son predeterminados de acuerdo con los intereses de las grandes empresas de los países situados en el polo dominante del patrón de poder mundial han encontrado dificultades cada vez mayores para tener acceso a determinados mercados, muchos de los cuales tradicionalmente se presentan como principales proveedores. No hay como dejar de reconocer que todas estas transformaciones científicas y tecnológicas asestan un durísimo golpe, no sólo a la clase obrera sino a todos aquellos protagonistas que emergen en la escena política después de los años 60. La afirmación de Marx de que “el capital no tiene patria” parece realizarse de un modo aún más perverso puesto que, no siendo el capital simplemente dinero sino también una relación social, su desterritorialización generalizada implica desterritorializar hombres y mujeres que tienen casas, familias, parientes y, aunque puedan (y deban) desubicarse, no lo hacen necesariamente con las mismas motivaciones que mueven a la burguesía. El territorio se hace una cuestión central. Toda esta revolución en las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología no implicó disminución de la demanda de materia como se difundió apresuradamente, tal vez en respuesta al alerta del Informe Meadows que señalaba los límites del crecimiento y acusaba el agotamiento de los recursos naturales y el aumento de la polución (Porto-Gonçalves, 1983). Tanto la demanda por los materiales tradicionales continuó creciendo, por energía, por ejemplo, como nuevos materiales, mucho de los cuales considerados raros comenzaron a ser demandados. Añádase, que el tratamiento de la materia en un nivel nanoscópico exige mucha energía y mucho agua. Las áreas tropicales se tornan, en todos los sentidos, estratégicas, puesto que reúnen a un mismo tiempo, mucha insolación, mucho agua y una enorme biodiversidad biológica, por lo que, para el capital, deba ser rigurosamente descontextualizada no sólo territorialmente (leyes de patente y propiedad intelectual), sino orgánicamente (aislando los principios activos). Por todas partes, desagregación, tanto política como epistémica. ¡El cartesianismo bien vale una misa! La derrota impuesta por la sociedad civil al capital en su estrategia de obtener el control de la energía por medio de la tecnología de la fisión nuclear –usando fuentes de energía que, por primera vez en la historia de la humanidad no sería proveniente

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del sol98, viene retardando el cambio de la matriz energética en el mundo. El capital, hasta ahora, no consiguió desarrollar una energía alternativa bajo su control tal como consiguió sobre fuentes fósiles y sobre las hidroeléctricas. Prestemos atención pues, a la centralidad de la cuestión energética99, puesto que en torno a ella se traba un tenso debate político de implicaciones civilizatorias. El capital, insisto, ha sufrido derrotas significativas en este combate energético estratégico por sus efectos histórica y geográficamente abarcantes: el carbón y el petróleo, además de recursos no renovables, al quemarse se devuelve a la atmósfera el carbono que de ella fue retirado por la fotosíntesis hace millones de años atrás. Sus efectos, como el estufa, se proyecta en un tiempo que traspasa generaciones y una escala espacial que más que local, regional o nacional es global. Así, el efecto de la acción de los que se sustentan con esta matriz energética alcanza igualmente hasta los que aún no nacieron100 y a todos en cualquier lugar, estén donde estén. Cambian así, las relaciones de tiempo y espacio, en fin, las relaciones políticas. Nuevas territorialidades se hacen necesarias. Aunque aquí, hay soluciones que se ubican en la perspectiva hegemónica y, otras, emancipatorias. Las hidroeléctricas, hasta los años 80 largamente financiadas por el Banco Mundial, han sido responsables por la inundación y desalojo de millones de familias de ribereños, campesinos, indígenas y afrodescendientes, muchos de estos que inclusive, se habían refugiado en épocas pretéritas en las áreas más arriba de las caídas de agua, buscando protección en contra de los que querían apresarlos y esclavizarlos (quilombos en Brasil, palenques en Colombia, cumbé en Venezuela, por ejemplo). También aquí ha sido grande la resistencia de estas poblaciones. Frente a estas derrotas, todo indica que está en curso una nueva estrategia del capital por el control de la producción de energía101. Se trata de la producción de biomasa que, bajo relacio-

98 Recordemos que el sol es fuente de toda energía hasta ahora explorada, sean las fósiles, como el carbón y el petróleo, sea de biomasa, como la leña o el biodiesel. 99 Al final, como nos enseñan los físicos, sin energía no hay trabajo y, sin trabajo, no hay transformación de la materia. 100 No nos escudemos diciendo que así tiene que ser puesto que, al contrario de nuestros abuelos, hoy sabemos algunos de los efectos de lo que estamos haciendo. Y los efectos conocidos no son cualquier efecto al punto de que la sociedad contemporánea ha merecido la caracterización de ‘sociedad de riesgo’ por parte de algunos científicos como Giddens y Beck. Las implicaciones del sistema técnico hacen hoy presentes, no sólo los riesgos de sus propios efectos sino también de aquellos que prometió superar, como el hambre y la peste cuyo decantado hecho es controvertido. Exigir el derecho de hacer hoy lo que las generaciones de burguesías de algunos países en Europa y en los Estados Unidos hicieron en el pasado, como parecen exigir las burguesías de algunos países emergentes con su desarrollismo, se torna un verdadero absurdo. Mahatma Ghandi (1869-1948) nos había alertado con la afirmación: Para desarrollar a Inglaterra fue necesario el planeta entero, ¿qué será necesario para desarrollar la India? 101 Además de, a corto plazo, buscar controlar las fuentes fósiles como ha quedado claro con la guerra por el control de Asia Central –Afganistán y Chechenia; por el Control del Medio Oriente –Irak; por el control de Nigeria en el África y, aún, por el control de los países

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nes sociales y de poder capitalistas, tiende a ser una producción social y políticamente insustentable102, como ya se pudo observar con la reciente embestida del capital por medio de enormes latifundios productores de biomasa en el Brasil, en Argentina, en Bolivia y en Paraguay (soja, palma, dendê103, girasol y para otros aceites, así como la caña de azúcar) y, esta vez, contando con el apoyo de ecologistas reduccionistas104. La energía solar, al contrario de ser concentrada como los yacimientos minerales, es dispersa espacialmente y, así, dominarla en mayor cantidad implica el dominio de mayores extensiones de tierra, sobre todo, en las áreas donde ella es más intensa, como las tropicales. Sin embargo, mayor extensión y mayor energía del sol por sí mismas no son ecológicamente suficientes para el desarrollo de la vida, si no hay agua. La demanda por agua de los grandes latifundios productores de biomasa es enorme, no sólo para aumentar la productividad biológica sino también, para la transformación y procesamiento de la materia. Las enormes plantaciones de biomasa, sea para energía para humanos y de otros animales, bajo la forma de alimentos y forrajes, sea para aceites combustibles, sea aún, para celulosa, ha llevado a una enorme concentración en el uso y en el consumo del agua. La extensión territorial se hizo nuevamente, ¿quién lo diría?, estratégica. Área, mucha área. Agua, mucha agua. Conflicto, mucho conflicto. Desde que el Banco Mundial, en la segunda mitad de los recién finalizados años 90, comenzó a hacer el discurso de la escasez de agua, que ya era sentida por los más pobres desde hacía mucho tiempo sin que hubiese preocupación, se inició un debate sobre la privatización del agua, nueva regulación que viene siendo impuesta a todos los países bajo recomendación de los organismos multilaterales y, con esto, inaugurando una nueva conflictividad de la que Cochabamba, en Bolivia en el andinos –el Plan Patriota es la expresión del Plan Colombia- con el apoyo a la oposición a Chávez en Venezuela, y por la presión contra el gobierno indígena en Bolivia (Masacre de Pando y movimiento separatista de las provincias del Oriente). 102 El capital, por medio del dinero, busca abstraerse de la materialidad, siempre cualitativamente distinta, y se refugia en la cantidad. Confunde, y nos confunde, la medida de la riqueza con la riqueza. Que el dinero, en tanto medida de la riqueza, no sea la riqueza misma, pruebe intentando comerlo o beberlo en vez de tener acceso a la riqueza en su materialidad en la forma de millo, trigo, arroz, mandioca, agua. El capital, no tiene patria porque no quiere límites. Pero límites, libremente instituidos, es la esencia de la política. No olvidemos que, un hombre privado, en toda la extensión de la palabra, no puede ser libre. 103 Dendê: planta de donde se extrae el aceite de palma en el nordeste del Brasil. 104 Los ecologistas reduccionistas ven el ambiente sólo en su mitad natural y no como un todo. Reproducen así, la separación naturaleza y sociedad tan cara al saber eurocéntrico que, ya lo dijimos en otro lugar (Porto-Gonçalves, 1989), más que solución es parte del problema a ser superado. La aceptación acrítica de esta separación produce los reduccionismos naturalistas y antropocéntricos, ambos hijos de la misma matriz filosófica. No hay vencedor en esta oposición, todos somos derrotados mientras prevalece la hegemonía de una cierta ciencia y de una cierta filosofía eurocéntrica. La batalla de las ideas es estratégica.

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año 2000105, es un ejemplo emblemático. Estamos, también aquí, frente a un conflicto que es, al mismo tiempo, político y de racionalidades distintas: de un lado, el agua como bien público y derecho de todos, con uso comunitario y colectivo y, del otro, el agua como recurso hídrico, disociada106 de todo para poder ser vendida (agua-mercancía). El discurso de la escasez prepara jurídica y políticamente la privatización107. Hasta muy recientemente había un conflicto abierto entre capitales que podía ser verificado, por ejemplo, en la tensión entre el capital que depende de la información genética (de la diversidad biológica) y los capitales ligados a la cría de ganado, a la explotación maderera y del agro-negocio, protagonistas de intensos desmontes. Hay claros indicios de que está en curso un nuevo pacto político-territorial entre esos capitales. Y, una vez más, lo que es político, se presenta como razón técnica en tanto División Económico-ecológica, casi siempre estimulados por los organismos multilaterales como el BID y el BIRD como parte de las nuevas regulaciones que rediseñan el nuevo papel del Estado108: se separan las áreas a ser conservadas, de preferencia sin población, y se dejan áreas libres a las prácticas desarrollistas comandadas por la lógica económica que se impone a las temporalidades bio-geo-físico-químicas y culturales distintas de cada lugar. He allí el pacto político en tanto razón técnica. Hay un supra-nacionalismo jurídico que ahora viene siendo engendrado que mantiene un paralelo interesante con el orden jurídico y político mundial que formateó el sistema105 Se podría inventariar un buen número de casos de conflictos intensos en el África del sur, en Argentina, en la India, en Brasil (campesinos de Riachão, afluente del río São Francisco, en Minas Gerais). 106 Como se ve, el cartesianismo es más que un paradigma. O mejor, los paradigmas son instituidos por sujetos históricos. Así, no es posible cambiar paradigmas sin, políticamente, desubicar los sujetos que los instituyen, como parece ignorar las obras de F. Capra y E. Morin. 107 Al final, como dicen los economistas liberales, un bien sólo tiene valor mercantil si es escaso. Es interesante verificar que la economía liberal tenga muy poco que decir sobre la riqueza, que es sinónimo de abundancia, porque está fundada en el principio de la escasez. 108 Es el caso de una organización sui generis como el FUNBIO, en Brasil, en la que los miembros del gobierno tienen acento pero no gobiernan, que está autorizada a captar dinero junto empresas para implantar la Convención de Diversidad Biológica, bajo el incentivo explícito de organismos multilaterales. Un bello caso de desubicación de soberanía y de los intereses públicos, que el Estado podría representar para organizaciones sobre las cuales el pueblo (lo público), en tanto soberano, no ejerce control. Los recursos internacionales corren con más facilidad para organismos como estos que para los Estados que tendrían que someterse a controles políticos, públicos. Uno de los más eminentes consejeros de esta institución responsable para la implantación de la convención de diversidad biológica en Brasil es uno de los mayores empresarios brasileños dedicado a la monocultura del eucalipto para la producción de celulosa. La diversidad biológica debe estar en algún lugar fuera de sus propiedades monocultoras. En esos otros lugares el pacto territorial hegemónico es impacto, como bien demostró A.C. Diegues (Diegues, 1996). Es de destacar aquí, los “latifundios genéticos” (Porto-Gonçalves, 2002) de las unidades de conservación que expulsan pueblos originarios, campesinos y afrodescendientes por medio de organizaciones Neo-gubernamentales financiadas con recursos privados y con apoyo de organismos multilaterales.

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mundo moderno-colonial en sus albores. Tanto en aquella época como hoy, los juristas ocuparon un lugar destacado. La norma escrita con preocupación por la precisión de la palabra, para que no haya duda (Rama, 1985), mostró un lenguaje con tecnicismos jurídicos tan formales que, prácticamente, sólo los propios juristas lo entendieron. No se trata, evidentemente, de un lenguaje técnico pues, son normas a ser impuestas en un espacio más vasto, desplazando, en el sentido más preciso de des-plazar, esto es, retirar de la comunidad local, de cada lugar, de los de cada lugar, el poder-hacer sus propias vidas109. El poder decir y nombrar lo que es y lo que no es y, así, hacer de su mundo algo propio, rigurosamente, apropiárselo, escapa a los lugares, a los de los lugares. La oralidad, esencial en regímenes político-culturales deliberativos y no-electivos (García-Linera, 2003) que piden que la comunidad se presente (y no re-presente) implica, es claro, espacios donde las voces puedan ser escuchadas (escala local, comunitaria). Es este cuerpo a cuerpo que está siendo evitado y el contacto, sabemos, engendra sentidos y emociones muy concretas y palpables, para lo que, en la lógica hegemónica, es preciso un saber que se abstrae en una pretendida universalidad, como si fuera de ningún lugar (atópico). Como se ve, epistemes y territorios se conforman. Vimos cómo este constitucionalismo que hizo renacer al Derecho Romano110 en los albores del mundo moderno-colonial fue mercantil-colonialista y consagró la soberanía territorial de los Estados en 1648. Orden territorial soberano, sin pueblo soberano, y orden mundial colonial conviven. Solamente con la Revolución Americana de 1776 y, después, con el derrumbe del orden señorial en Europa, cuando el pueblo se hizo soberano y no el Rey, y sobre todo, con la emergencia de un proletariado que lucha por justicia e inventa derechos, es cuando el Estado deja de ser meramente territorial y se puede hablar, por lo menos en Europa, de estado Nacional. El imperialismo, vimos, fue un desdoblamiento en el orden mundial de las contradicciones del capitalismo que, inclusive, contó con el apoyo de los social-demócratas a la guerra imperialista de 1914. Imposible una alianza como esta fuera de la mentalidad colonial, donde los pueblos otros, diferentes, esto es, difer + entes en tanto entes que difieren, son vistos como de este lado de la humanidad111. En América

109 Es el poder-sobre desplazando el poder-hacer, como diría John Holloway. 110 Es decisivo tener en cuenta que el Derecho Romano está asentado en la propiedad privada y, con él, tras la idea de área mutuamente excluyente, que será la base de la idea de territorio que prevalecerá en el mundo moderno-colonial. Así, otras conformaciones territoriales no mutuamente excluyentes son dejadas de lado y su estudio podrá traer importantes contribuciones para superar los problemas contemporáneos. 111 Como vimos en Hegel, en Tomas Jefferson, en Napoleón y puede ser visto también en Kant, hasta el mismo Marx no escapa totalmente de esta mentalidad eurocéntrica, con

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Latina y el Caribe, la colonialidad se mantiene también en los estados independientes puesto que, los pueblos originarios y los afrodescendientes continuaron siendo subalternizados y sin derechos. En las periferias urbanas del primero mundo, sea en Paris o en Londres, o aun en los Estados Unidos, la dimensión colonial del sistema mundo viene gritando (“griots”) indicando una transterritorialidad a que debemos dar seguimiento político. Como se ve, la colonialidad ha sido el plano fundador del sistema-mundo moderno-colonial desde siempre. El actual supranacionalismo constitucional con tantas regulaciones sobre la naturaleza (convenciones, tratados, protocolos sobre el clima, la desertificación, la diversidad biológica, los basureros tóxicos) y sobre la circulación de mercancías, sobre todo de capitales, vienen engendrando un nuevo desplazamiento, en aquel sentido ya apuntado de des-plazar, no simplemente de las localidades y de las comunidades, sino de los propios territorios nacionales que, hasta ahora, fueron formalmente el espacio de la ciudadanía. En Europa, estos espacios de ciudadanía fueron más formales por las conquistas impuestas por el proletariado, sobre todo, en tanto derechos sociales y colectivos que, contradictoriamente, sus organizaciones políticas y sindicales acabaron, al nacionalizarse, silenciando acerca de la explotación en África, Asia, América Latina y el Caribe. Contribuyendo así, a sustentar la colonialidad del poder del sistema-mundo. Esta misma forma, Estado Territorial, en tanto containner de poder, incluye relaciones sociales y de poder distintas: en los países del polo hegemónico los derechos fueron, de cierta forma, generalizados para los nacionales112, mientras que en América Latina y el Caribe estas relaciones fueron atravesadas por una colonialidad interna que nos legó una desigualdad política y social profunda, aunque en grados distintos en los diferentes países. Lo que está siendo forjado en el supranacionalismo constitucionalista actual no es lo mismo que en el liberalismo clásico. En éste, la propiedad privada era el fundamento del derecho individual que creía que por medio de él estaba garantizado el sus análisis sobre la misión civilizadora del capital en la India o en México. Aunque, recientemente, según John Pilger, un oficial británico de alto rango afirmó que “los americanos consideran a los irakíes como Untermenschen, un término que Hitler usó en Mein Kampf para describir a los judíos, los rumanos y los esclavos, o sea, como subhumanos. Es así que, el ejército nazista asedió las ciudades rusas matando tantos combatientes en tanto no combatientes” (Pilger, 2004). 112 Aunque hoy, teniendo que afrontar la presencia en sus territorios de oleadas cada vez mayores de migrantes, generalmente de excolonias, la colonialidad y su racismo se presentan en su espacio directamente. La generalización de los derechos se ve tensionada cuando debe ser repartida entre aquellos que, hasta ahora, era considerados sub-humanos y, por tanto, sin derechos. La naturaleza habrá que esperar por la fuerza ética, moral y política del movimiento indígena para insertarla como protagonista de derechos como en la recién Constitución Política del Ecuador.

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derecho de la persona, en tanto individuo y ciudadano. Había algo ético sustentando el argumento. En el nuevo liberalismo, por medio del supranacionalismo constitucionalista lo que está siendo buscado no es la libertad del individuo pues, en él la persona que se invoca cada vez más, es la persona jurídica, la empresa, cuya libertad debe traspasar las fronteras (de los)113 nacionales. La cláusula de confidencialidad introducida en la concesión del agua por el poder público en Cochabamba es significativa de esta lógica de lo privado –“el secreto es el alma del negocio”- introducida en el derecho público. Imaginar un poder público que no pueda hacer pública la concesión del agua es, no sólo introducir la lógica privatista sino también, la lógica de la guerra que le es inherente donde el secreto es fundamental114. Las negociaciones del ALCA se mantuvieron sigilosas hasta el año 2000 y, como una de sus principales propuestas constaba, la primacía de la Empresa sobre el Estado en la resolución de conflictos, principio éste que había sido rechazado en Europa (Acuerdos Mundiales de Inversiones). En esta nueva conformación la empresa, en tanto unidad jurídica abstracta de producción, puede tener varios establecimientos, sus unidades concretas de producción, en un espacio que le es propio disociado del territorio en tanto unidad política y de la ciudadanía. Así, la Empresa estaría protegida, en verdad sus propietarios, por haber sido abstraída por la nueva regulación supranacional. Es la libertad de algunos propietarios de empresas, actúan en cualquier lugar abstraídos de los territorios, containers de poder, en el nuevo constitucionalismo supranacional (estados de-nacionalizados en claro proceso de de-democratización puesto que se de-ligan de sus pueblos). Es la libertad de unos, propietarios de empresa, actuar en cualquier lugar abstrayéndose de los territorios, containers de poder, en el nuevo constitucionalismo supranacional. En él, no hay lugar para la libre circulación de las gentes que sería el corolario de la libertad pensada en términos del liberalismo clásico –el derecho de ir y venir. De allí que, el principio de propiedad privada queda privado de cualquier sentido ético y moral, principio ahora enarbolado por las grandes corporaciones por medio de sus intelectuales específicos, entre los cuales se destacan los de los medios115. No de balde, el derecho de patente sobre la propiedad intelectual se torna tan importante. Además de las regulaciones jurídicas en el campo del 113 Este (de los) no es un detalle. 114 Además, cada vez más el lenguaje de la guerra invade lo cotidiano. La logística, por ejemplo, tema clásico de los militares, cambió el tema empresarial y salió de las escuelas militares hacia las universidades. 115 No nos olvidemos que media (en inglés) señala a aquel que media, aquel que hace la mediación, condición sine qua non de la política. La libertad de prensa hoy, esconde la libertad de empresa. (Porto-Gonçalves, 1997).

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derecho económico que viene siendo comandado por los organismos multilaterales y por el sistema financiero, hay toda una reducción economicista dirigido a la regulación de la naturaleza y, con ello, sustentando la colonialidad del saber y del poder que le es constitutiva. La responsabilidad común más diferenciada, que venía conformando el debate sobre los cambios climáticos fue, con la lógica económica, sometiendo la lógica ecológica implicada en la cuestión, transformada en Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) creando un mercado de fotosíntesis en el que los países ricos, los mayores responsables por el problema, pueden comprar áreas en los países pobres para ‘secuestrar carbono’ que ellos mismos lanzan al aire. Lo mismo viene ocurriendo con la basura tóxica llevada hacia los países pobres, así como con la transferencia de las industrias altamente contaminantes, entre las que la del aluminio y las de celulosa fueron pioneras, pero que después del accidente de Bhopal en la India (3/12/1984) se convirtieron en una estrategia generalizada de las grandes corporaciones. La libre circulación de las empresas y el valor económico diferenciado de las personas y de los lugares sustentan esta lógica moderno-colonial. Así, la colonialidad se mantiene con una nueva división territorial116 y ecológica del trabajo, donde los países pobres se convierten en verdaderos basureros del mundo para sustentar el modo de vida desigual en los marcos del capitalismo. Los mecanismos de certificación, las marcas verdes, están consagrando como bosques, lo que no pasa de ser plantaciones de monocultivos y, así, pintando de verde la injusticia ambiental global117 (van Dam, 2003). Es fundamental tener en cuenta esta colonialidad estructurante de las relaciones sociales y de poder que vienen conduciendo la actual regulación jurídica de la naturaleza. Esta regulación viene siendo hecha no en el seno del mismo movimiento en que la naturaleza viene siendo re-significada. Para superar la crisis de la disciplinariedad, se habla más del diálogo entre diferentes disciplinas científicas –multidisciplina-

116 El territorio, insisto, es el concepto que mejor permite leer la relación social y de poder que conforma la relación de la sociedad con la naturaleza en tanto relación espacio-temporalmente indeterminada. Con la expresión espacio-temporalmente indeterminada quiero escapar de los determinismos simples e indicar que la indeterminación no es absoluta, pero si contextualizada y, por tanto, bajo condiciones. Al final, los hombres y mujeres son, siempre, seres con necesidades, seres necesitados y, como tales, crean, inventan, instituyen mundos. La pulsión del hambre, por ejemplo, nos instiga a la cultura, a la agri + cultura. No se sacia el hambre simplemente con proteínas y calorías, más sin embargo no lo hacemos sin ellas, pero con sabores que son saberes cultivados, cultuados. 117 Campo Verde, en el Planalto Central goiano brasilero, es un municipio casi en su totalidad cubierto por la soja de los grandes latifundios empresariales que cumplen con la legislación ambiental comprando tierras en otros municipios lejanos. En estos otros municipios estos mismos empresarios mantienen RPPS – reservas particulares de patrimonio natural-, casi siempre apoyando, cuando no creando, alguna entidad no gubernamental ambientalista. Imponen así, su división ecológica territorial del trabajo.

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riedad, interdisciplinariedad y adisciplinariedad, como en Edgar Morin y en Fritjof Capra, que del diálogo de saberes, como en Enrique Leff, Antonio Carlos Diegues y Arturo Escobar, lo que implicaría admitir, además de los diálogos entre disciplinas, diferentes racionalidades dialogando entre sí lo que, sin duda, sería un primer paso para admitir que existen múltiples matrices de racionalidades en el mundo. Se reconocería con esto, la diversidad cultural y la necesaria interculturalidad (Walsh, Cucicanqui, Albó, Asiems), así como que la vida es imposible sin conocimiento y que, por tanto, estamos frente a diferentes modos de conocer que se hacen presentes donde haya vida y haya gente y sus culturas. Para que podamos entender mejor las contradicciones del mundo actual es preciso ir más allá de la crítica posmoderna y, en la perspectiva de la subalternidad, apuntar tanto en la dirección de lo que Enrique Leff llama racionalidad ambiental (Leff, 2005), como en la dirección de la crítica pos-colonoial, el postradicionalismo de Walter Mignolo (Mignolo, 2003), donde valores tradicionales pueden ser reinventados no para mirar hacia el pasado, sino como fuente de inspiración para la dignidad de la vida futura. En América Latina y el Caribe, hay una geopolítica hegemónica en curso que tiene grandes proyectos en pauta, se destacan los dirigidos hacia el IIRSA – Infraestructura de Integración Regional Sur Americana; hacia el PPP – Plan Puebla Panamá y el Plan Colombia/Plan Patriota. En los tres casos, es preciso ver que el combate a los movimientos sociales es parte de la estrategia geopolítica, como bien se destaca en el caso del combate al zapatismo en el PPP y de las fuerzas insurgentes en Colombia y Perú, en el caso del Plan Colombia y Plan Patriota. En el caso del IIRSA, la burguesía brasilera está en una posición privilegiada no sólo por la desproporción de la magnitud de sus capitales vis a vis la burguesía de los demás países (Petrobrás es, en este caso, emblemática) como también por los ahorros disponibles en el Banco Nacional de Desarrollo Económico – BNDEs118 - que dispone de más capitales para aplicar anualmente que el Banco Mundial. Es el BNDEs el que ha dado suporte a las empresas brasileras, sobre todo de construcción civil, como la Camargo Correia y Norberto Oderbrecht, pero también en el área de energía, como a Petrobrás, y hasta en el área de bebidas como la AMBEV. Se destaca, aún, el nuevo bloque de poder que se viene constituyendo donde el complejo de poder técnico-científicoindustrial-financiero-mediático brasilero viene operando con alianzas estratégicas con el complejo estadounidense, destacán-

118 Donde la letra ese, de social, tiene en la sigla un tamaño menor tal como le es reservado en la práctica.

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dose el sector ligado a la energía, sobre todo a los combustibles de biomasa, como se puede ver en la constitución de la Asociación Interamericana de Etanol, fundada en 2006, y dirigida por los Sres. Jeb Bush y Roberto Rodrigues. La declaración “Del ALCA al Alcohol”, hecha por el Sr. Jeb Bush, es esclarecedora119. En los países donde la fuerza de los movimientos sociales deslegitimó las políticas neoliberales y provocó que algunos gobiernos fuesen ocupados por fuerzas políticas que de ellas se apartan, aunque de modo desigual, la geopolítica hegemónica viene operando por medio de tentativas separatistas con las oligarquías moderno-coloniales apoyándose en instrumentos de poder no sometidos a controles democráticos, como los medios de comunicación, como las que operan en el Oriente boliviano, donde destaca Santa Cruz, en Guayaquil, en Ecuador o en Zulia, en Venezuela. Mientras los sectores dominantes buscan conformar una nueva territorialidad hegemónica, diversos grupos sociales buscan conformar otras territorialidades. Es de esto que vamos a hablar ahora. La reinvención de los territorios: perspectivas emancipatorias, territorialidades emergentes. 1. De Campesinos, de Indígenas, de Campesíndios o de Indigenatos Vimos cómo la constitución del sistema-mundo modernocolonial desde 1492, implicó la conformación territorial de diferentes escalas de poder. El orden mundial se constituía en el mismo movimiento que conformaba las escalas local y nacional. Por medio de esta conformación territorial diferentes grupos y clases sociales se afirmaron, otros fueron sometidos y negados. América Latina y el Caribe tuvieron un papel protagónico en la constitución de este sistema-mundo moderno-colonial no sólo en la primera moderno-colonialidad bajo la hegemonía ibérica, sino también en la segunda moderno-colonialidad bajo hegemonía de Europa Norte Occidental. Si, desde el primer momento de la primera modernocolonialidad hubo r-existencia, hasta porque toda dominación es contacto con el dominado, por tanto, lugar de fricción, las estrategias de sobrevivencia de los sectores subalternizados fueron, a lo largo del tiempo, diversas. Hubo una época que huir hacia lugares de difícil acceso fue la forma de liberarse:

119 Ver Porto-Gonçalves, 2009. Otra verdad inconveniente: la nueva geografía política de la energía en una perspectiva subalterna.

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los indígenas en la cuenca amazónica buscaron los altos cursos de los ríos; los negros formaron sus palenques y quilombos en lugares accidentados, o en las cuevas y cavernas, o en los bosques cerrados, o arriba de las cascadas; o en los manglares o áreas insalubres para blancos (hay situaciones sui generis de negros estar naturalmente protegidos contra la malaria, como los que ocuparon el valle de Gurutuba, en Minas Gerais120). En muchos lugares los indígenas preferían o aceptaban misioneros protectores contra colonos ávidos por explotarlos. En fin, fueron varias y múltiples las estrategias de sobrevivencia. Sin embargo, sólo muy recientemente los pueblos originarios ganaron mayor visibilidad, a pesar de su r-existencia histórica de 500 años. Son múltiples también las razones para esta emergencia que, a su vez, nos permiten identificar un nuevo patrón de conflictividad y, así, una nueva periodización de las luchas sociales donde el territorio y las territorialidades ganan visibilidad. Hay razones propias, internas a los grupos sociales que se constituyen en r-existencia, que son imposibles de ser identificadas en el propósito de este trabajo121. Sin embargo, hay una serie de eventos y procesos que conforman condiciones de posibilidad para la emergencia de estos grupos en movimientos sociales, algunas ya identificadas en la primera parte de este trabajo, como la reconfiguración de los bloques de poder tradicionales en nuestra América con las políticas de ajuste estructural, sobre todo con el desmontaje de los viejos mecanismos de dominación, como el clientelismo, fisiologismo, mandonismo, gamonalismo, coronelismo, aunque muchas veces recreados por un estado que aún mantiene fuertes trazos patrimonialistas. Tal vez el último momento en que los campesinos como tales protagonizaron luchas emancipadoras en nuestro continente fue con la Revolución Sandinista (1979-1989), en Nicaragua. Paralelamente a esta revolución, tuvimos el avance de las políticas neoliberales, iniciadas con la dictadura sanguinaria de Augusto Pinochet122, con la ascensión al poder de Ronald Reagan (1981-1989) y Margaret Thatcher (1979-1990). La tensión del campesinado versus oligarquías latifundistas apoyadas en el imperialismo pasó a ser vivida con gran intensidad en este contexto hegemonizado por Pinochet-Reagan-Thatcher, sobre todo en la guerra protagonizada por los Contra para desestabilizar al

120 Con el reciente saneamiento de este valle, las oligarquías blanco-mestizas pudieron penetrarlo y la paz de las comunidades negras viene siendo amenazada por jagunços y pistoleros al mando de los hacendados. He allí un caso emblemático de la llamada modernidad entre nosotros: la llegada de la ciencia y de la técnica de saneamiento lejos de emancipar llega como condición de opresión de los pueblos, tal como aquí llegaron las primeras manufacturas moderno-coloniales en los siglos XVI y XVII. 121 Para esto remito a los libros de Raul Zibechi y James Scott. 122 Que contó con el apoyo de los Estados Unidos y sus asesores, los Chicago´s Boys.

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gobierno sandinista (1979-1989), donde hasta los dólares estadounidenses fueron contrabandeados desde el archi-enemigo123 Irán por agentes de la CIA, como el Sr. Oliver North, en el episodio conocido como el “escándalo Irán-Contras”. En este contexto, gana lugar destacado la lucha de los pueblos originarios, como fue el caso de los Miskitos del litoral caribeño de Nicaragua. Los Miskitos tenían razones miskitas para oponerse al sandinismo, más sin embargo los Contra procuraron instrumentalizar estas razones en un contexto de Guerra Fría en tanto lucha contra el comunismo. Así, la causa indígena aparecía como legítima, en este caso como si fuera una guerra justa contra el comunismo. Sin embargo, insisto en compañía de Héctor Díaz-Polanco124, que había razones propiamente miskitas para la lucha contra el sandinismo que se mantenían independientes de las razones anti-comunistas invocadas por el imperialismo. Entre esas razones se encuentra el rechazo de los miskitos al “desarrollo de las fuerzas productivas” tal como los sandinistas, por su influencia marxista, entendían la emancipación de los indígenas125. Aquí la colonialidad aparecía también en el campo de las izquierdas. La experiencia del conflicto miskito-sandinista-imperialismo en Nicaragua nos señala el paso hacia un nuevo patrón de conflictividad en América Latina donde, al mismo tiempo en que vemos la afirmación de las políticas (y de los políticos neoliberales o que se neoliberalizan), vemos el protagonismo de los pueblos originarios y de los afrodescendientes reconfigurando las luchas campesinas que pasan cada vez más a incorporar nuevas dimensiones, como la naturaleza, la cultura y el territorio. O mejor, el territorio en tanto naturaleza + cultura, en fin, en tanto territorialidad. La caída del muro de Berlín significó entre nosotros, latino-americanos, la potenciación política de posibilidades identitarias que se encontraban semantizadas por una lectura eurocéntrica de las luchas de clases, donde tierra y crédito, por ejemplo, construía una identidad campesina e impedía otras dimensiones que, ahora, se politizan, como el indígena. En el mismo año, 1989, en que el sandinismo es derrotado por la presión de los Contra tenemos (1) la caída del muro de Berlín y, para sorpresa frente a lo que viene siendo resaltado, es también

123 Archi-enemigo de los EUA solamente después de la Revolución Chiita de 1979, pues hasta entonces Irán era el principal aliado de los EUA en la región sobre todo con Mohamed Rheza Pahlevi. 124 Díaz-Polanco, Héctor 2004. El Canon Snorry. Ediciones de UACM, México. 125 Una situación análoga fue vivida en otro contexto revolucionario en América Latina, en 1952, en la Revolución boliviana cuando las izquierdas, allí también marcadas por el eurocentrismo, ignoraron la propiedad comunitaria de los pueblos originarios - los ayllus – e impusieron una reforma agraria de carácter campesino, con base en la pequeña propiedad privada.

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el año en que ocurren importantes manifestaciones callejeras que (2) derrumban el primer Presidente126, por su tentativa de tomar medidas neoliberalees anti-populares a favor del corte del gasto público para fines sociales, aumento de tarifas, y otras de cara a la liberalización financiera. Estas manifestaciones callejeras serán, también en el mismo año, blanco de masacres, como el Caracazo, donde entre 1000 y 3000 personas murieron en Venezuela cuando manifestaban en contra de esas mismas medidas127. Es aún en el año de 1989 que ocurren las dos grandes “Marchas por el Territorio y la Dignidad” en Bolivia y en Ecuador trayendo, nuevamente, los descendientes de Tupac Amaru, Tupac Katari y Sepé Tiaraju, al centro de la escena en un nuevo cuadro político. Y, en ese mismo año además, los Estados Unidos bombardean la capital de Panamá128 para apresar al General Noriega, antiguo aliado en la lucha contra el comunismo, ahora acusado de narcotraficante, puesto que ya no era más necesario en el nuevo patrón de conflictividad donde la lucha contra el comunismo es sustituida por la lucha contra el narcotráfico. Este nuevo patrón de conflictividad se consolida con la problematización que los movimientos sociales hacen, en 1992, de las conmemoraciones de los 500 años del descubrimiento de América, sobre todo en la reunión conocida como ECO-92 o Río-92, organizada por la Comisión de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo. Allí estuvieron presentes todos los jefes de Estado de todos los países del mundo, en un encuentro jamás visto hasta entonces por su representatividad formal. Allí, los pueblos indígenas tuvieron un papel protagónico al señalar que después de 500 años los países que surgieron contra los pueblos originarios hacían una reunión mundial para debatir cuestiones sobre las cuales sus pueblos siempre demostraron un enorme conocimiento, sensibilidad y cuidado: agua, aire, tierra y vida (animal y vegetal). Y lo hacían con sus saberes y rituales, esto es, con sus culturas. A partir de entonces, el campesinado se transforma en indigenato, como anticipara Darci Ribeiro, donde cada vez más pasa a invocar la diversidad y la diferencia. A partir de la reunión de Río-92 se inicia todo un ciclo de manifestaciones de los movimientos sociales en todas las grandes cúpulas mundiales, donde quiera que se realicen. Las luchas sociales también se globalizan señalando que hay muchas globalizaciones más allá de la globa126 Raúl Alfonsín se vio obligado a abandonar su mandato seis meses antes, luego de intentar implantar o recetario recomendado por el FMI y el Banco Mundial. Él fue el primero de una serie que, hasta el año de 2005, alcanzará casi dos decenas de presidentes derribados. 127 La masacre de los manifestantes populares en la calles de Caracas abrirá una herida profunda en las fuerzas armadas venezolanas de donde, más tarde, emergerá la figura de Hugo Chávez Frías por rebelarse contra esta violencia practicada por las fuerzas armadas contra su propia población. 128 Inaugurando operaciones aéreas que más tarde serían conocidas como Operación Pánico y Terror.

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lización hegemónica fundada en y para el Gran Dinero. Cuando el Gran Dinero intenta conformar bloques regionales-globales, como en el caso del NAFTA, allí están ellos, los campesíndios, como serán llamados por Armando Bartra (Bartra, 2008), o también indigenato por Darci Ribeiro, ocupando las calles el 1° de enero de 1994, ahora como zapatistas y echando mano de las más modernas tecnologías de comunicación, como la internet. Los indios continúan queriendo se espejar, reflejar, repercutir como protagonistas locales-regionales-nacionales-globales. Cuando observamos los conflictos sociales en América Latina y el Caribe, como lo hace el Observatorio Social de CLACSO, vemos que más allá de varios protagonistas cuyas luchas en las que se encuentran envueltos se dan en los marcos de las contradicciones típicas del capitalismo, con las especificidades del periodo neoliberal actual –como la fuerte presencia de asalariados del sector público y privado en lucha contra la capitalización (en Brasil se dice privatización) de empresas públicas o por mejores salarios- vemos también la fuerte presencia de movimientos indígenas, de afrodescendientes y de campesinos con diferentes matices culturales (Darci Ribeiro llamó a algunos indigenato), sobre todo en países como Bolivia, Paraguay, Ecuador, México, Guatemala, Colombia, Chile (Mapuches) y Brasil (aquí se destacan los campesinos políticamente organizados en el MST), que vienen pautando una serie de cuestiones más allá de aquellas que emanan del capitalismo global que, sabemos, subyace a la formación social de América Latina y el Caribe. En fin, no comprenderemos la emergencia de movimientos con fuerte potencial emancipatorio en América Latina y el Caribe si permanecemos prisioneros de categorías analíticas pensadas a partir de una realidad específica como Europa, por más que nos hayamos habituado con el eurocentrismo a la idea de un pensamiento universal y así, válido en cualquier circunstancia. Hay una colonialidad del saber allí implicada (Lander, 2000). Finalmente, entre nosotros, la colonialidad siempre fue parte de nuestra formación moderna, desde lo exclusivo colonial a las políticas de ajuste estructural y la deuda eterna. Así, decir colonialidad es decir también, que hay otras matrices de racionalidades subalternizadas resistiendo, r-existiendo, desde que la dominación colonial se estableció y que hoy, vienen ganando visibilidad. Aquí, más que resistencia, que significa retomar una acción anterior y así, es siempre una acción refleja, lo que tenemos es r-existencia, es decir, una forma de existir, una determinada matriz de racionalidad que actúa en las circunstancias, inclusive reactúa a partir de un topoi, en fin, de un lugar propio, tanto geográfico como epistémico. En verdad, actúa entre dos lógicas.

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Así, en estas resistencias, r-existencias, las epistemes y el territorio (donde la cuestión de la tierra tiene un lugar central) ganan una enorme importancia, no sólo por el lugar que el orden moderno-colonial nos destinó en la división internacional del trabajo, sino también por el significado de la naturaleza para la reproducción de cualquier sociedad, formas que el antropocentrismo eurocéntrico cree que la ciencia y la técnica pueden dominar129. Vimos cómo la revolución reciente en las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología (Porto-Gonçalves, 2006) redujo la vida, las plantas y los animales, simplemente a germoplasma (biotecnologia), así como amplió, como nunca antes, el dominio de todos los elementos de la tabla periódica de la química (90), además de los sintéticos (26), así como aumenta la demanda por más agua y más energía. Y como los elementos de la tabla periódica no son solamente símbolos químicos, sino yacimientos situados en espacios territorializados, vemos explotar múltiples conflictos de territorialidades donde cumplen un papel destacado las matrices de racionalidad fundadas en civilizaciones otras, tanto de pueblos originarios como de afrodescendientes, cuando no son campesinos étnica y/o culturalmente diferenciados (indigenatos). El Tawantinsuyu130, uno de los amplios territorios aquí constituidos antes del gran encuentro con los europeos y su Cruz, Espada y Dinero, abarcaba gran parte de la actual América Andina, con el centro político en Cuzco, estaba basado en el ayllu en tanto unidad territorial. Cada ayllu es constituido por una comunidad que tiene algún antepasado en común o alguna otra referencia identitaria que puede ser una montaña, un bosque o un río. En estos ayllus, la propiedad común de la tierra era periódicamente distribuida en lotes (tupus) entre los miembros de la comunidad de acuerdo con sus responsabilidades familiares, que los explotaba en tanto una unidad particular. Siempre que la necesidad de redistribuir los tupus era sentida, los ayllus se reunían sin que hubiese un plazo abstracto, preestablecido, que no fuese determinado por las necesidades tal y como son percibidas por sus habitantes. El principio de la complementariedad constituía estos pueblos y los pisos ecológicos de tierras calientes, tierras templadas y tierras frías lejos de ser unidades separadas, al contrario, eran complementarias en un sistema territorial que tomaba las condiciones naturales como 129 Más allá de esto, en la geografía del imaginario eurocéntrico nos cabe el lugar de la naturaleza, donde hasta los mismos pueblos son salvajes, cabiendo a Europa el lugar de la cultura. Como en el imaginario eurocéntrico hegemónico cabe a la cultura dominar la naturaleza la dominación sobre nosotros estaría plenamente justificada. 130 La otra gran formación territorial pre-existente a la llegada de los europeos es el Anauhac que abarcaba gran parte desde la actual América Central (Guatemala y México) a Texas, Nuevo México, Arizona, Utah y California.

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piso. En el sur del continente, los diversos pueblos hoy conocidos como pehuenes o mapuches, atravesaban los Andes transportando ganado a través de los valles ocupando complementariamente los territorios hoy hegemonizados por Chile y Argentina. Los Andes no separaban, a pesar de su omnipresencia. Los ayllus son anteriores a la existencia del sistema incaico, que los subordinó a su sistema de castas, pero sobrevivió no sólo al sistema opresivo incaico sino también, a la conquista colonial española y a las repúblicas independientes, llegando hasta nuestros días con las alteraciones que, creativamente, las comunidades quechuas y aymaras hicieron en las circunstancias históricas que se presentaran. Las mujeres cumplirán un papel destacado en la reproducción de estos valores e instituciones. La reciprocidad que Aníbal Quijano (Quijano, 2000) destaca en sus trabajos emana de estas matrices histórico-culturales e inspira valores que informan no sólo las prácticas cotidianas sino las luchas de resistencia del indigenato y de muchas comunidades originarias tanto en el campo y en la ciudad. Hay, aquí, mucho de cambio y mucho de permanencia. En América Latina y el Caribe, hay un componente étnico y racial conformando las clases sociales (Aníbal Quijano), que tienen en la monopolización de las tierras por blancos y sus descendientes criollos su base y así, entre nosotros, la estructura de clases está etnizada. La cuestión agraria emerge hoy no sólo en su dimensión social y política, sino también epistémica, impulsada por movimientos que explicitan sus reivindicaciones como territoriales, sean ellas afrodescendientes, indigenatos y pueblos originarios, además de otros como los seringueiros, gerazeiros, retireiros (pequeños ganaderos que hacen uso comunal de la tierra en las grandes planicies del Río Araguaia). El arraigo espacial que las poblaciones subalternizadas se vieron creativamente obligadas a conformar en contextos históricos en el límite de la sobrevivencia (genocidio, etnocidio) nos muestra que invariablemente ocupan áreas remotas o de difícil acceso o desconectadas de los circuitos mercantiles principales. Sin embargo, estas áreas hoy se vienen haciendo estratégicas desde el punto de vista hegemónico por medio de la revolución de las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología, porque son áreas con gran diversidad biológica, agua, energía y, asimismo, áreas extensas con relieve plano y gran disponibilidad de insolación, es decir, son las áreas tropicales. Así, áreas que hasta muy recientemente estaban relativamente al margen del desarrollo capitalista se tornan estratégicas, como el oriente boliviano, el Chaco paraguayo y argentino, la Patagonia argentina (Gutiérrez, 2004), además de las sabanas brasileñas (conocidas en el país como Cerrados), la gran sabana venezolana y, aún, toda

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la cuenca amazónica (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) que, sobre todo en sus contrafuertes andinos abriga una diversidad biológica aún mayor, condición que se prolonga por toda América Central, desde Panamá hasta Puebla en México, donde la tropicalidad también está asociada a gradaciones altimétricas en la Sierra Madre, inclusive la región de la Selva Lacandona chiapaneca y en el Petein guatemalteco. Además de los enormes recursos de diversidad biológica y agua, estas áreas albergan, como ya indicamos, enormes recursos energéticos, sobre todo de gas y litio –Bolivia detenta las mayores reservas de este recurso siendo las de litio131 las mayores del mundo-, de petróleo en la Amazonia ecuatoriana y peruana, así como en la frontera colombo-venezolana y también, en México. Estas áreas son ocupadas por pueblos invisibilizados, muchos de los cuales están aquí hace más de 12 mil años, al contrario de lo que afirma la ideología de los conquistadores que nombra como vacíos demográficos y desiertos las áreas que quieren someter. Sólo la colonialidad del pensamiento hegemónico puede ignorar el conocimiento tejido por estos diferentes pueblos en esta milenaria historia. Sin embargo, esta misma arrogancia que niega a estos pueblos la condición básica de productor de conocimiento fue muy pragmática, sabiéndose aprovechar de ellos para ocupar sus lugares y reconocer sus recursos para explotarlos (Buarque de Holanda, 1994). Además, aún hoy lo hace por medio de la etno-biopiratería, ya que la biopiratería es incomparablemente menos rentable. En fin, de lo que los nuevos piratas132 se apropian no es de la planta o del bicho, lo que configuraría la bio-piratería sin más, sino del conocimiento que los pueblos originarios, los indigenatos, los campesinos, los afrodescendientes tienen sobre las plantas y los bichos y así, de lo que se trata es de la etno-bio-piratería. Al final, para estos pueblos el conocimiento no es producido por algún individuo aislado y, como nadie se presenta como su propietario individual, es entendido como no-propiedad y, así, puede, lockeanamente, ser apropiado por otros puesto que no se apoyan en el derecho natural tal como etnocéntricamente se los toma. Una vez más, lucha política y lucha de racionalidades distintas. De un lado tenemos el conocimiento acerca de la naturaleza como conocimiento colectivo y comunitario inscrito en la 131 El litio, en su forma pura, es un metal de coloración blanco-plateada, que se oxida rapidamente en contacto con el aire y el agua. Es un elemento sólido - el nombre litio viene de piedra -, sin embargo leve, siendo empleado especialmente en la producción de ligas metálicas conductoras de calor, en baterias eléctricas y, sus sales, en el tratamiento de transtorno bipolar. En la crisis energética que se avecina, el litio se coloca como un mineral estratégico. 132 Los nuevos piratas, dicho sea de paso, son las grandes corporaciones capitalistas de los sectores de fármacos, de la ingeniería genética, de las semillas industriales, entre otros.

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lengua (oralidad), que está entre los hombres y mujeres y no es de ninguno de ellos individualmente y, del otro, los que quieren leyes de acceso y de patentes, que sólo reconocen el conocimiento cuando es producido en laboratorio y que pueda ser patentado, que está escrito, en cuanto propiedad privada e individual133. En 1993, cuando trabajaba en el norte de Bolivia, en el Departamento de Pando, escuché de un campesino la afirmación: no queremos tierra, queremos territorio. Era la primera vez que escuchaba la expresión dicha fuera del ámbito académico o de juristas. Comencé a entender que el territorio puede ser reinventado, al verlo rechazar del debate sobre la reforma agraria en los marcos teórico-políticos occidentales, donde la tierra es vista como medio de producción solamente. Allí, ganó forma una idea que ya venía percibiendo en mis andanzas amazónicas junto al movimiento de los seringueiros en el Acre, junto a Chico Mendes (Porto Gonçalves, 2001a), donde pude aprender que, más que tierra, ellos querían la selva para reproducirse en tanto seringueiros. Allí, no sólo era la tierra lo que peleaban, ya que su objeto de trabajo era el árbol del hevea de onde extraen la goma elástica, sino que también practicaban una pequeña agricultura y criaban animales junto a la casa y, aún, la caza y la colecta de frutos, resinas y medicinas, como se dice en español. Las principales marcas en la tierra de lo que era de cada uno, eran las propias casas y los rozados principalmente, la vía a los árboles de hevea que se recorre para la colecta del latex. Tenían estas rutas la forma de un globo cuya boca se iniciaba en las proximidades de la casa. Por esa boca se adentraba la vía para colectar el látex y por allí se salía para regresar a la casa. El área interna de este globo no era propiedad privada, sino compartida con otras familias que allí quisieran cazar o colectar (Porto Gonçalves, 2001a). Así, combinaban apropiación familiar y comunitaria de los recursos naturales. El fundamento conceptual del Derecho Romano que inspira el Derecho brasileño consagrando la propiedad privada, no reconocía esta forma de apropiación que combina propiedad familiar y área de uso común de los recursos naturales aunque en el Acre, en 1970, aproximadamente el 70% de las tierras estaban ocupadas por esta forma de organización del espacio sin ninguna regulación estatal. Sin duda, la resistencia de los seringueiros contra los madereros y hacendados a partir de los años 70 tiene aquí una de sus razones (Porto Gonçalves, 2001a, 1998, 2003). Comprendí así, que pensar la tierra a partir del territorio implica pensar políticamente la cultura. De esta manera, se trata de racionalidades diferentes en conflicto. Concretamente, la

133 Tal vez aquí, entre los marginalizados, podamos entender las razones de Sócrates para no registrar con la escritura el saber.

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lucha política es también una lucha por afirmar otros epistemes. En aquellas circunstancias se inventó una determinada territorialidad, la reserva extractivista, donde incluso se rompe con la tradición eurocéntrica, como siempre, de separar, en este caso, la naturaleza de la sociedad, tal como se hace en las unidades de conservación134. Cuento esta historia para hablar de la invención de un concepto a partir de los movimientos sociales cuya lucha, puede verse, es el lugar propio de producción de nuevos conocimientos. A partir de aquí nos es posible traer al debate, por su actualidad, la correspondencia intercambiada entre Karl Marx y Vera Zasulich, en la que la intelectual rusa conduce a Marx a percibir de modo distinto esta combinación de tierras familiares y tierras comunes, tal como eran compartidas por los campesinos rusos en los Mir. El entusiasmo de Marx llega al punto de afirmar que los Mir rusos estaban más próximos al comunismo que cualquiera otra formación social135. Y, más allá de lo que tanto se habló acerca de la tacañería campesina y su propiedad individual familiar, es preciso rescatar que en el origen del capitalismo están, no sólo los campesinos, como se creyó, sobre todo con los análisis de Marx sobre la diferenciación interna del campesinado y el aburguesamiento de su capa superior, sino los enclosures, o sea la expropiación de las tierras comunes, lo que implica decir que, también en Europa, fue por medio de la apropiación privada de las tierras comunes que se quebró la unidad familiar-comunal campesina136. El mir ruso, el campesinado europeo y sus tierras familiares y comunales, los ayllus, la territorialidad seringueira tienen más en común de lo que se quiere admitir. Es lo que viene sucediendo también en los últimos 30 años en el Planalto Central brasileño, donde vastas áreas planas de las extendidas zonas cubiertas por sabanas (Cerrados) han venido siendo capturadas por los grandes latifundios empresariales del agronegocio; áreas éstas, históricamente usadas por los campesinos como campos generales, esto es, campos que pertenecen a todos (son generales). Allí, los campesinos usan los fundos de los valles para la agricultura, donde cada familia

134 La apropiación y resignificación del vector ecológico global por la lucha campesina es aquí, evidente. Arturo Escobar y Libia Grueso percibieron lo mismo entre los afrodescendientes en el litoral del Pacífico Sur colombiano. 135 Un bello pasaje de rechazo al evolucionismo lineal característico del pensamiento eurocéntrico que, a veces, ronda al propio Marx. Tal vez, el lugar desde donde habla Vera Zasulich no permita esta linealidad puesto que en la Rusia la contemporaneidad de temporalidades distintas nos recuerda las contribuciones de Mariátegui para América. 136 Merece ser debidamente considerada esta historia de resistencia del campesinado como formación social, quizás, por esta habilidad adquirida para actuar entre el Mercado, al que siempre compareció, y el uso común de los recursos naturales, que siempre practicó. Tal vez merezca ser ojeada con más atención la sutil distinción de Kautsky entre campesino y agricultor. La subordinación exclusiva al mercado marcaría este desplazamiento.

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tiene su propio lote y las extensiones como área común (general). La reproducción campesina, puede verse así, imposibilitada en la medida en que le son amputadas sus tierras comunes en un proceso muy similar al que fuera analizado por Tomás Moro y por Karl Marx sobre el cercado de los campos de Inglaterra. Una de las novelas más originales de la literatura brasileña, lleva en su título esta unidad de los dos paisajes que dominan nuestros Cerrados (sabanas) según la lógica campesina. Se trata de Gran Sertâo, veredas, de Guimarães Rosa, en el que grande sertão son las extensiones y las veredas son sus valles. Hoy, gracias a la iniciativa de los granjeros campesinos organizados en torno al Sindicato de Trabajadores Rurales en el municipio de Río Pardo de Minas, en Minas Gerais, de ocupar estos generales que vienen siendo plantados con monoculturas de eucalipto con serias implicaciones hídricas y sociales, hay una lucha abierta por la reapropiación de la naturaleza para establecer el uso combinado familiar y comunitario con la propuesta de las Reservas Agroextractivas, en una reinvención de la Reserva Extractivista de los seringueiros de la Amazonia. Hay así, modos distintos de apropiarse de la tierra por medio de culturas diferentes y, de este modo, estamos hablando de distintas territorialidades. Lo mismo puede apuntarse con relación a las poblaciones negras y sus territorios de libertad: los quilombos, cumbes y palenques, inventados en las circunstancias de regímenes esclavistas durante el periodo colonial. En estos espacios de libertad, invariablemente las comunidades hacen uso común de los recursos naturales (Oslender, Escobar). Son espacios generalmente localizados en áreas de difícil acceso a los blancos conquistadores –ora apartados de las principales rutas de explotación comercial, ora en los lugares de relieve accidentado, ora en los lugares de la selva extendida, ora en lugares alejados, ora en proximidades de poblaciones indígenas y de blancos pobres- el hecho es que estos amplios espacios son hoy reivindicados por poblaciones negras como territorios a ser reconocidos. En Brasil, la Constitución de 1988 reconoció, formalmente, el derecho de las poblaciones remanentes de los quilombos, mayoritariamente negras, a tener sus territorios demarcados, muy a pesar de que los procedimientos en este sentido se encuentran en morosidad. Tal vez, el Pacífico Sur colombiano (Tumaco, Buenaventura) guarde el mejor ejemplo de las luchas de estas poblaciones de afrodescendientes que, a semejanza de lo que hicieran los seringueiros brasileños, también supieron captar uno de los dos vectores del orden global: el ecológico, y resignificarlo, en este caso, afirmando que el territorio es igual a la biodiversidad más la cultura, tal como explícitamente lo formularon (Escobar y Grueso). En Colombia, ya suman cerca de 4 millones de hectáreas demarcadas desde el reconocimiento

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de estos derechos de los afrodescendientes, hecho posible por la Constitución de 1991. En el caso de Colombia, el reconocimiento formal de extensiones de tierras tan significativas, hicieron a las poblaciones negras más visibles y, así, más expuestas a los ataques de los grupos paramilitares, como ha sido el caso de las sucesivas masacres en la región de Urabá (de acuerdo a Gloria Cuartas en comunicación personal). Es entonces en torno a la cuestión agraria que va a emerger uno de los más importantes movimientos sociales de América Latina y el Caribe: el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, en Brasil. Su estrategia de apropiación de las tierras con sus campamentos y asentamientos han contribuido, tal como en Colombia, para que las clases dominantes tradicionales, no acostumbradas a la lógica del derecho sin más, sino a la lógica del favor, apelen a la violencia abierta, tal como lo demostraron los grupos paramilitares colombianos y el aumento de la violencia privada en Brasil, o como viene ocurriendo en las regiones de expansión de los grandes latifundios productivos del agronegocio, tal como hartamente lo han demostrado los Documentos de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT, 2004). En el primer año de gobierno del Presidente Lula, cuya candidatura contó con el apoyo del MST, no sólo aumentó la violencia privada (número de familias expulsadas de sus tierras, de asesinatos de trabajadores rurales, de personas amenazadas de muerte en el campo) sino también, de la violencia (entendida como) legítima por parte del Estado, ahora con la particularidad de una acción represiva descentralizada, por medio de la acción de los poderes ejecutivo y judicial de las unidades político-administrativas de nivel inmediatamente inferior al gobierno nacional (los estados, como son nombrados en Brasil), con acción destacada del Estado de Mato Grosso, gobernado por el mayor productor de soya en Brasil, donde fueron registrados los mayores índices de conflictividad, de violencia privada y de violencia del poder público del país (Porto-Gonçalves, 2004c). El MST mantiene una articulación política nacional con amplia capilaridad en todas las unidades administrativas del país, sea por medio de los campamentos o asentamientos donde, más allá de la apropiación de la tierra en tanto condición material de la vida, crean por todos lados escuelas de formación cultural y política y, así, se apropian de las condiciones simbólicas de producción. Hay por lo menos dos dimensiones territoriales en la acción del MST que merecen destacarse. La primera nos habla respecto a la movilización y reclutamiento de poblaciones suburbanizadas que constituyen un universo un universo sociogeográfico de enorme importancia, no sólo en Brasil, sino en todo el mundo. Hasta donde sabemos, el MST es el primer

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movimiento social que, en cuanto tal, intenta promover una inversión del flujo migratorio que se venía haciendo en dirección hacia las grandes aglomeraciones (urbanas) (Porto-Gonçalves, 1996). El MST, al organizarse políticamente en movimiento que revaloriza la tierra y al campesinado, va al encuentro de una nueva geografía del fenómeno urbano mundial en los últimos años. A pesar de la franca hegemonía de la ideología desarrollista eurocéntrica, no es en los países industrializados donde se encuentra la mayor parte de la población urbana mundial. Hoy, de cada 10 habitantes en ciudades del mundo, 7 están en Asia, en África y en América Latina y el Caribe y solamente 3 en Europa, EUA y Japón. La ideología de lo urbano como modelo de civilidad no corresponde a la realidad cotidiana donde se encuentra el 70% de la población urbana del planeta. De los casi 3 billones de urbanos (2,923 billones), cerca de 923 millones están en villas miserias, siendo que esta población marginada, el 94% está en África, Asia, América Latina y Oceanía, según la ONU. O sea, la población que vive en barrios marginados en el mundo es mayor que la población total de los países desarrollados (Canadá, EUA, Japón y Europa). En verdad, la significación de estas aglomeraciones suburbanas muestra una expresión –periferia- que indica que estamos frente a un fenómeno de otro tipo: ni en el urbano ni en el rural. La población de estas periferias, más allá de la enorme vulnerabilidad al riesgo de la causa natural inmediata –lluvias, inundaciones, huracanes, terremotos- viven en un ambiente de inseguridad generalizado, donde la principal causa mortis entre los jóvenes es el asesinato (Ver libro El Planeta Favela (título en portugués) de Mike Davis). Si aún hoy “la ciudad conserva el prestigio que le fuera atribuido por la Grecia antigua como lugar donde se forja la democracia y la civilidad de los humanos” (Leff, 2001:288), en ningún sentido es la urbanidad y la civilidad137 que encontramos en aglomeraciones como Río de Janeiro, ciudad de México, Caracas, Bogotá, La Paz, Quito o Asunción138. La violencia es la más abierta demostración de cuan lejos estamos de tener la más elemental regla de civilidad en un régimen democrático, esto es, el convencimiento por la palabra, por la argumentación y no por la fuerza o por las balas. El crecimiento de la población viviendo en las ciudades del mundo no ha sido acompañado por la ciudadanía. En este sentido, la politización de estas poblaciones, para lo que ha ve-

137 O aún en Bombai, Lagos o Johannesburgo, o donde viven los más pobres de Nueva York, París o Tokio. Según la ONU, 53 millones de la población marginada del mundo vive en los países del primer mundo 138 Los diccionarios aún acusan que lo urbano es sinónimo de educado, así como urbano es sinónimo de civilidad.

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nido contribuyendo en parte el MST, apunta hacia un fenómeno de mayor envergadura y más profundo de lo que el precario debate cerrado en los marcos de la ideología moderno-colonial que continúa pensando de modo evolucionista, unilineal (Porto Gonçalves, 1989) como si la humanidad estuviese condenada al mismo recorrido de los países de la segunda modernidad con el éxodo rural y la urbanización. El gran número de víctimas de la tragedia que recientemente alcanzó al Índico asiático y africano con el tsunami de 2004, debemos atribuirlo a esta desruralización sub-urbanizadora que viene acometiendo la humanidad entera con la expansión del capitalismo y su ideología moderno-colonial. La segunda dimensión territorial a ser destacada en las prácticas del MST, en esto coincidente con la Vía Campesina, habla respecto a la urbanización de la cuestión agraria por medio de la politización del debate técnico. Paisajes monótonos de monoculturas señalan, no sólo que otros diseños paisajísticos están siendo suprimidos (expulsión de poblaciones originarias, de afrodescendientes y de campesinos), sino que están asociados a desequilibrios ecológicos (la vaca loca, neumonía asiática, gripe aviar, stress hídrico, erosión de los suelos y de la diversidad genética) y a un régimen alimentario mediáticamente inducido139. Es la cuestión básica, no de la producción de alimentos, sino que es la reproducción lo que está en juego en la lucha por el control de las semillas que, en el fondo, es una lucha por el modo de producción en el sentido material y simbólico del modo de comer que caracteriza a cada cultura, a cada pueblo. Así, el debate en torno a la transgenia es, también, político y epistémico. Hay, aún, muchas otras luchas emancipadoras con fuerte contenido de autonomía y que señalan hacia otras territorialidades, como lo indican el Cabildo Abierto nacido de la Guerra del Agua en Cochabamba en el año 2000; las comunidades de vecinos (obreros e indígenas sub-urbanizados que mantienen relaciones de reciprocidad) de La Paz y El Alto; las Juntas de Buen Gobierno de los Caracoles zapatistas; las organizaciones de base distrital y comunitaria de los indígenas y campesinos ecuatorianos (CONAIE y Pachakutik); el indigenato de Chapare, en Bolivia, que emerge en la lucha contra la erradicación de la coca y, así, en confrontación abierta contra el imperialismo; entre los piqueteros argentinos. La reciprocidad y la autonomía se hacen allí presentes, bajo relaciones que combinan lo que es familiar/ individual y lo colectivo y/o comunitario y que muestran, en su 139 E. Thompson en Costumbres en común nos llama la atención acerca de que, la generación post años 60 es la primera en la historia de la humanidad en que la producción de necesidades escapa a los círculos de socialización primario, como la familia, por ejemplo. Cada vez más, quien produce las necesidades son las máquinas mediáticas.

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propia base, la necesidad del diálogo, en el sentido fuerte de la palabra, hasta porque muchas de sus normas consuetudinarias tienen que ser agenciadas en la presencia del otro para entrar en vigencia, como se ve, sobre todo, entre los descendientes de los pueblos originarios, de campesinos o de afrodescendientes. Al final, son normas que están inscritas en sus cuerpos y no escritas. Implican, así, protagonistas que se encuentran de cuerpo presente para escuchar la palabra del otro. Muchas de estas poblaciones cargan consigo la modernidad hasta por haberla experimentado por su-otro-lado colonial, desde siempre, y han tenido que dialogar con el otro, lo que vienen haciendo bajo condiciones de subalternidad. Saben la modernidad por haberla saboreado140por su lado amargo, pero lo hacen a partir de recursos epistémicos propios, resignificados y actualizados. Comportan, así, una gnose doble (Mignolo, 2003). 2. Estado monocultural y tensiones de territorialidades: nuevas cuestiones epistémico-políticas traídas por los movimientos emancipatorios Es fundamental que prestemos atención hacia estas nuevas territorialidades que están potencialmente inscritas entre estos diferentes protagonistas y que se movilizan con/contra las conformaciones territoriales (y los grupos/clases sociales que las instituyen) que están en crisis, intentando identificar sus posibilidades y sus límites emancipatorios. Hay nuevas conflictividades sobreponiéndose a las antiguas. En esta imbricación de temporalidades distintas, la cuestión del territorio se explicita con la crisis del Estado. Muchos de los movimientos arriba nombrados se dirigen hacia luchas de carácter local y regional en un proceso contradictorio que puede apuntar tanto hacia perspectivas emancipatorias, como afirmar perspectivas hegemónicas que históricamente buscan segmentar, dividir (divide et impera). Al mismo tiempo, es posible identificar en las estrategias hegemónicas la importancia que prestan al control del aparato del Estado centralizado mientras afirman por medio de sus ideólogos el discurso sobre el poder local. Nunca el capital conseguió tal control de este aparato estatal centralizado como hoy, al mismo tiempo que mantiene una ideología neoliberalizante de estado mínimo por medio de sus intelectuales y de los medios. Así, el Estado Territorial soberano viene siendo presionado, por arriba, por las grandes corporaciones empresariales globales para constitucionalizar su derecho a la libre circulación,

140 - Saveur e savoir, saber e sabor.

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combatiendo la universalización de derechos, tal como los movimientos obreros y populares propugnaban, y desarrollando estrategias de reconocer el derecho a la diferencia más que el derecho a la igualdad. Aunque políticas de afirmación de la diferencia venían siendo incorporadas en diferentes reformas constitucionales en diferentes países, el análisis de las posibilidades y límites desde un punto de vista emancipatorio puede ser mejor evaluada a partir de aquellos países donde los movimientos que protagonizan estas propuestas alcanzaron mayor visibilidad política. Tomemos entonces el ejemplo de Ecuador donde, tal vez, más que cualquier otro país venía siendo debatida la idea de pluralismo jurídico que afirma respetar los derechos de los pueblos indígenas. Allí, “la legalización del pluralismo jurídico viene siendo entendido como un elemento de lo que llamam empoderamento141 (sic) de los pueblos indígenas, con el fortalecimiento de la jurisdicción indígena. Sin embargo, como anota Assies (apud Walsh, 2002), “la legalización bien puede ser un dispositivo en la tecnología del poder, dominación y domesticación”. Por eso, no hay nada inherentemente progresista o emancipador en el pluralismo legal (Sousa apud Walsh, 2002). Catherine Walsh señala, además, que “el mero hecho de que exista más de un sistema (jurídico), no asegura que habrá justicia adecuada y apropiada. No se asegura que la supuesta superioridad del derecho positivo y estatal no se impondrá sobre el otro, que los derechos individuales y los derechos colectivos no entrarán en contradicción, o que el problema de las relaciones de poder y de los conflictos interculturales desaparecerá. Tampoco asegura una consideración de la real complejidad de la diversidad - tanto étnica como de género, clase social, localización geográfica -, ni un cambio inmediato en las creencias y actitudes de las personas. De hecho, y como bien señala Albó (2000), demasiadas veces complican la situación previa. Esto puede ser evidenciado, por ejemplo, en la aplicación contradictoria del concepto de “territorio” dentro de los mismos derechos colectivos. Al otorgar títulos de propriedad colectiva, el Estado reconoce a los dueños ancestrales, pero al dar concesiones territoriales a compañías de extracción mineral (como las petroleras, etc.), define a partir de su propia racionalidad (e intereses económicos) lo que es o lo que no es “território”. De hecho, al excluir el agua y el subsuelo y limitar el concepto de territorio a la superficie, rompe con las bases tradicionales y esquemas culturales sobre las cuales los derechos colectivos supuestamente se fundan. (...) El pluralismo 141 Empoderamiento. Esta substancialización del poder va contra todo lo que la ciencia política y la filosofia han añadido en los últimos 30/40 años. Es como si el poder fuese una cosa que se pudiera dar a alguien. En fin, ...

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jurídico parte de la necesidad de una interpretación pluricultural de las leyes, es decir, del reconocimiento de diferentes funciones, contextos y fines sociales de las distintas normas jurídicas. En este sentido, el pluralismo jurídico refleja una aplicación de la pluriculturalidad oficial142 (...): añade un sistema basado en el reconocimiento e inclusión indígena a la estructura legal, sin hacer mayor transformación en términos de otro sistema no-indígena. El propósito es dar atención y cabida a la particularidad étnica, no a repensar la totalidad. (...) Con la necesidad de normatizar y codificar en forma escrita los procedimientos y prácticas vivenciales que, con los años, vienen siendo constantemente re-creados, hay la tendencia a generalizar y homogeneizar la interpretación del “deber ser” (Albó 2000), al hacer resaltar la diferencia oposicional entre el sistema (y no los sistemas) indígenas y el sistema occidental-estatal. La existencia de lo que algunos autores llaman “hibridismos” o “sincretismos” jurídicos, es decir, los procesos sociales dinámicos de la construcción de fronteras (Assies 2000) y la habilidad y práctica que existen en muchas comunidades de moverse entre sistemas y esquemas de administración de justicia (una vez más las cursivas son mías), normalmente quedan fuera de la codificación. Y, por eso, el “deber ser” escrito puede convertir-se en otra imposición. Sugerir que el problema de la interculturalidad es simplemente un problema del tratamiento de los indígenas y no un problema histórico y estructural de toda la sociedad puede llevar a fundamentalismos y etnicismos que muchas veces sirven para promover la segmentación y separación. También es ceder frente a la necesidad de construir una propuesta civilizatoria alternativa, a un nuevo tipo de estado y a una profundización de la democracia (Ramón apud Walsh, 2002) que comprometa a todos. Xavier Albó (Albó apud Walsh, 2002) en un artículo reciente insiste en los abordajes que informan prácticas políticas unidirecionales y que, según él, ‘en un mundo cada vez más entrelazado’, deberíamos establecer ‘el diálogo en ambas direcciones’. Catherine Walsh, en el mismo sentido, apunta que ‘no debemos reproducir la polarización tan común en el derecho positivo, entre un derecho absolutamente individual o absolutamente colectivo a la propiedad, por ejemplo. Tampoco es de presumir que el derecho consuetudinario debe evolucionar hacia el derecho “positivo y ordinario” (lo que supone, irónicamente, que lo consuetudinario es “negativo” y “no-ordinário”). Mejor, como sugiere Albó, es buscar un enriquecimiento y posible

142 Aquí, la autora está enfatizando la distinción entre la interculturalidad, que defiende, y la pluriculturalidad.

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convergencia intercultural jurídica, que también permita incorporar de abajo hacia arriba algunos principios subyacentes en el derecho indígena al derecho estatal y, a su vez, construir una convivencia social donde la diferencia y la igualdad puedan comenzar a entrelazar-se” (WALSH, C. 2002). (Enrique Dussel viene hablando de transmodernidad). Tenemos, así, lo que podemos llamar autonomías débiles, como viene ocurriendo con los territorios reconocidos y destinados tanto a los afrodescendientes, a los indígenas y a otras poblaciones socioculturalmente diferenciadas, como los seringueiros, los retireiros, las mujeres partidoras (quebraderas se autodenominan ellas) de coco de babaçu, como se puede ver en el Brasil, Colombia, Equador, México. En estos casos, cada una de las diferentes territorialidades viene manteniéndose al margen de las otras y, así, la diferencia tiende a perder su dinamismo como consecuencia del propio aislamiento (gueto). Destaquemos que, entre nosotros latino-americanos y caribeños, el moverse entre códigos es, desde el gran encuentro de 1492, un componente estructurante de nuestra formación modernocolonial. En esta tensión de territorialidades lo colectivo/comunitario se coloca, casi siempre, contrario a la exclusividad de la propiedad privada que, siendo espacio de uso exclusivo es, ya ahí, de exclusión, en fin la base de un espacio mutuamente excluyente, de soberanía absoluta, que subyace al concepto de territorio en las matrices hegemónicas del pensamiento modernocolonial. Así, es preciso que superemos la lógica dicotómica, la lógica del esto o aquello y, definitivamente, aceptemos las lógicas relacionales, plurales y que apuntemos hacia territorialidades de otros tipos. En estos diferentes movimientos con potencial emancipatorio es posible identificar algunas características importantes, como (1) la lucha por la apropiación de las condiciones materiales de producción (agua, gas, energía, biodiversidad, tierra sólo para quedarnos con las explícitas) así como de la creación de las condiciones para su propia reproducción simbólica (escuelas, universidades libres, radios comunitarias, posses de rappers). En la unión de estas dos dimensiones es que la invención de territorios gana sentido, en la exacta medida que comporta las dimensiones material y simbólica geograficamente conformadas. Además de eso, la formación social que muestra la existencia de esos movimientos implica, como venimos insistiendo, (2) la conformación simultánea de grupos, segmentos, clases, etnias, comunidades, estamentos, camadas, en fin, distintas formaciones de sujetos sociales que buscan realizarse por medio de diferentes escalas y conformaciones territoriales. Walter Mignolo (Mignolo,

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2003) caracterizó esta multi-escalaridad como historias locales y proyectos globales que se conforman recíprocamente. Aquí, en estas experiencias de conformación de nuevas territorialidades a partir de diferentes topoi y sus diferentes epistemes, hay una modernidad sufrida que, como tal, comporta una dimensión de emoción que la razón moderna hegemónica con sus abstracciones objetivistas mantiene separada. En ellas hay una exigencia de proximidad – ‘somos olvidados’, ‘no somos vistos’, ‘somos abandonados’ – que exige que la política le sea algo más próximo, más presente, al contrario de las jerarquías, de las representaciones, de las centralizaciones. Al buscar apropiarse de las condiciones materiales de producción y de reproducción (escuelas, universidades libres, radios comunitarias y bienes) retoman una tradición del propio movimiento obrero. La cultura toma un lugar destacado, tanto en cuanto lección decisiva para construir una cultura obrera de clase143. El abandono de estas prácticas que conformaron una cultura obrera propia (asociaciones de ayuda mutua, clubes y escuelas propias) es, en gran parte, responsable por la apatía y por el consumismo, sobre todo, cuando se pasó a privilegiar el control del Estado con la forma partido (Zibechi, 2000). La presunción universalista del pensamiento hegemónico eurocéntrico, además del legado de genocidio, etnocidio y ecocídio ya debidamente demostrados, nos legó, también, un enorme desperdicio de experiencias (Boaventura de Sousa Santos), en la medida que impidió a la humanidad conocer diferentes instituciones inventadas en diferentes circunstancias y que bien podrían inspirar otras formaciones sociales, y a cada uno, en la invención creativa de soluciones para sus propios problemas. Solamente la presunción universalista eurocéntrica puede creer que el Estado Territorial centralizado, con sus poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial y, ahora, el Mercado, puedan ser una Panacea. No ha sido tranquilo, ni reciente, este caminar en busca de nuevas conformaciones territoriales. Diferentes movimientos sociales experimentaron contradicciones cuando buscaron articular otras escalas de poder, sobre todo, la nacional. La Revolución de base indígeno-campesina mexicana de 1910 nos dio un Partido Revolucionario Institucional que sustituyó sus protagonistas y sumergió en la corrupción; los revolucionarios rusos de 1917 se vieron frente al dilema entre centralismo y consejos (soviets) y acabaron privilegiando la forma partido y el 143 Insisto en la tesis de que hay una cuestión territorial implicada en estas diferentes conformaciones territoriales: la escala nacional implica jerarquía de lugares en tanto jerarquía de poder. La conformación territorial no es indiferente a las formaciones de grupos y clases que se constituyen en y por el espacio.

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fortalecimiento del Estado y, con ello, paradójicamente vaciaron la propia política en nombre de la administración colocando a los gestores en el lugar de la autogestión144. Los ejemplos podrían ser multiplicados. Recientemente, hasta los mismos movimientos sociales que se vienen presentando como alternativos a la forma partido se han enredado en el mismo desafío. Los zapatistas, igual que echan mano de recursos originales de movilización y organización, combinando desde manifestaciones presenciales (marchas y bloqueos de caminos), como virtuales (internet) hasta los de la negociación política, como los Acuerdos de San Andrés, se vieron derrotados en el Parlamento y tuvieron que retomar su poder de organizar su propia casa (Caracoles) y establecer sus Juntas de Buen Gobierno. Los seringueiros brasileros saben lo que viene significando abandonar sus propias escuelas y cooperativas al dejar en las manos del Estado la iniciativa de la gestión de sus territorios y al abandonar el terreno de la lucha política junto a los demás trabajadores y a los Pueblos de la Selva, como cuando, con Chico Mendes, afirmaban que ‘la reserva extractivista es la reforma agraria de los seringueiros’. El movimiento Pachakutik, en Ecuador, que venía apostando en la organización de base comunitaria y distrital y rechazando la jerarquía nacional con su propuesta de ‘confederación de comunidades’, viene experimentando los desafíos y las contradicciones de insertarse en la escala nacional cuando se involucró con las instituciones de representación nacional y se aproximaron al gobierno de Lucio Gutiérrez. Al mismo tiempo, no podemos olvidar que diferentes movimientos sociales, desde los Pueblos de la Selva de la Amazonia brasilera, en los años 80, a los afrodescendientes del Pacífico Sur colombiano, el zapatismo y el MST en los años 90, vienen manejando un complejo juego de escalas local-regional-nacionalmundial contribuyendo a la reconfiguración geopolítica donde otras territorialidades, en base a otros valores con fuerte potencial emancipatorio vienen siendo mostrados, como vemos en Chiapas, Seatle, Génova y Porto Alegre145. Luchas locales/regionales articuladas globalmente, ora pasando por la escala nacional, ora 144 El movimiento de los desurbanistas rusos en los años que antecedieron y siguieron inmediatamente a la revolución percibió esta dimensión espacial del poder y, hasta donde pudo conocer, intentó colocar la democracia de base soviética en oposición al plan quinquenal elaborado por expertos. Percibió que la vieja distinción entre trabajo manual y trabajo intelectual conforma y estructura clases (Rodrigues, 1973). 145 Tal como el feminismo, está en curso una revolución de largo tiempo (Antonio Gramsci), donde nuevos valores vienen siendo gestados y que pueden ser vistos, igualmente, en la onda de solidaridad mundial que seguió a los trágicos acontecimientos provocados a partir del tsunami de diciembre de 2004. Allí, ni los estados más insensibles a la injusticia social, con sus políticos, sus burócratas y con sus íconos de celebridades mediáticas que conforman el orden globalizado que-ahí-está (Santos, 2001) pudieron quedar insensibles a aquellos dramas humanos. Desde el punto de vista hegemónico, hay que disputarle a los movimientos emancipatorios la solidaridad para lo que, sin

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pasando de largo. La articulación más allá de la escala nacional que estos movimientos vienen estableciendo ha conseguido inhibir el poder-sobre (Holloway, 2003) regional-nacional al ganar visibilidad política. Sin embargo, no ha conseguido, hasta ahora, ofrecer una alternativa a la territorialidad moderno-colonial que se constituyó contra las comunidades, contra el lugar, contra los del lugar, por medio del Estado Territorial Monocultural y las relaciones asimétricas a escala mundial que sustentan y que los sustentan. En fin, este paso de la escala local, comunitaria, hacia otras escalas, sea ella regional, nacional o mundial, es uno de los mayores desafíos de los movimientos sociales para la conformación de otros territorios146. No se trata, pues, de reificar ninguna conformación territorial a priori, sea ella cual sea. Ya vimos que los territorios no existen a no ser por las relaciones sociales y de poder que los conforman y, así, siempre afirman los sujetos sociales que por medio de ellos se realizan. Por eso, más que la idealización de cualquier territorialidad es preciso verificar las relaciones que las conforman. Si el poder-hacer (Holloway, 2003) implica la escala local, al retomar en sus propias manos las condiciones materiales y simbólicas de producción/reproducción, como vimos, es preciso considerar que redes y articulaciones supralocales vienen siendo engendradas por medio de fuerzas como el EZLN, en México; el MST, en Brasil, el Pachakutick y la CONAIE, en Ecuador; el MAS y la COB, en Bolivia; las FARCs, el ELN, ONIC – Organización Nacional Indígena de Colombia y el CRIC – Consejo Regional Indígena del Cauca, en Colombia entre tantos otros. duda, una catástrofe con causa inmediata natural puede ser una buena oportunidad. Sin embargo, los hechos comprueban que la magnitud de aquella tragedia se dio no sólo por la excepcionalidad natural del tsunami, sino sobre todo, por la situación de extrema vulnerabilidad social a la que están sometidas enormes parcelas de la población que, paradójicamente, son el objeto de las luchas de los movimientos por la justicia social, ambiental y cultural que, invariablemente, han sido invisibilizados, cuando no descalificados, por intelectuales y por los medios. Cabría, además, dos comentarios ligeros: 1- Los eventos dramáticos de 2004, tal como el Titanic, fue una tragedia que alcanzó no sólo a los de debajo de la sociedad sino también, a la más alta burguesía que gozaba, allí, del privilegio de un turismo que se ubica como uno de los más caros del mundo; 2- La temporada intensa de huracanes de 2004, en el Caribe, tuvo en Cuba su menor número de víctimas, lo que mereció elogios de la ONU. Así, no es el PIB mayor o menor lo que explica la vulnerabilidad de la población. 146 El surgimiento del Estado Territorial, tal como hoy lo conocemos, se dio (1) con el establecimiento de la norma escrita (Derecho Romano) y con el desplazamiento de los modos de producción/reproducción sociales fundados en la oralidad, en las costumbres, en el cuerpo a cuerpo y (2) con el monopolio de la violencia y la delegación del poder a un soberano. No olvidemos que toda esta arquitectura política se erigió teniendo en cuenta las luchas campesinas que crecían de modo cada vez más intenso contra la opresión y la miseria en la Edad Media europea. La constituición de Ejércitos centralizados implica el poder de cobrar impuestos y, así, apropiarse de modo centralizado del excedente social. Atendamos, pues, hacia el sentido de Ejército, que significa el poder en ejercicio – acción, verbo - y, así, se-sustantiva – Ejército -; en tanto Impuesto es lo que es impuesto y, así, el acto de imponer – acción, verbo – también se sustantiva en tanto cosa Impuesta.

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Álvaro García Linera en un artículo bajo el significativo título de Democracia Liberal versus Democracia Comunitaria explica la cuestión de las territorialidades cuando nos dice: “Ahora, es cierto que estas técnicas de democracia y ciudadanía comunitarias regidas por otros parámetros morales y políticos distintos a los liberales y efectivadas a través de instituciones no partidistas de tipo asociativo y asambleístico tienen una existencia preponderantemente local y regional. Sin embargo, en distintos momentos de la historia muestran que estos sistemas pueden articularse en sistemas macro de democracia, abarcando a millares de comunidades, a numerosos gremios y barrios, tanto en el ámbito urbano como rural, asumiendo la forma de ejercicio democrático en gran escala (federaciones sindicales provinciales, federaciones o confederaciones de ayllus, bloqueos de caminos, sublevaciones, participación electoral, etc.)”. Es posible identificar una cartografía que nos revela esta tensión de territorialidades donde hay una nueva geografía siendo gestada: 1- desde la tentativa estadounidense de instrumentalizar la guerra contra el terrorismo inventando células de Al Qaeda en la Tripe Frontera Brasil-Paraguay-Argentina, en Foz do Iguaçu, en una región que abriga una de las mayores reservas hídricas del planeta, el Acuífero Guarani, y tiene en sus proximidades una planicie de las más ricas en diversidad biológica del mundo, el Pantanal matogrossense; 2- la creciente insurgencia indígeno-campesina y popular en Bolivia, desde el indigenato boliviano en el Chapare, la amplia movilización popular en Cochabamba, en 2000, en la Guerra del Agua y, en octubre de 2003, en la Guerra del Gas, en La Paz y El Alto involucrando a obreros, vecinos, indígenas urbanizados que, debe ser vista vis a vis con el interés hegemónico en el gas boliviano y que culminó, en 2005, con la elección de Evo Morales Ayma; 3- en la fuerte resistencia en Ecuador del indigenato y de los pueblos originarios por medio del movimiento Pachakutick y de la CONAIE - Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador vis a vis la riqueza en petróleo y en biodiversidad (Amazonia) y que mostró la elección, en 2006, del economista Rafael Correa; 4- la persistente insurgencia de las FARCs y del ELN en Colombia al que, en los últimos años, se viene a juntar a movimientos indígenas y de afrodescendientes que buscan mantenerse independientes de los conflictos armados vis a vis la riqueza en petróleo, carbón, biodiversidad y agua, cuya importancia geopolítica es además aumentada por ser un país caribeño, amazónico, andino y con un amplio litoral vuelto hacia el Pacífico; 5- en el Perú, en 2003, amplias movilizaciones populares se expandieron por todo el país, a partir de Arequipa, en abierta confrontación con el supranacionalismo constitucionalista que, entonces, intentaba

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conformar reglas de privatización de las empresas de energía eléctrica, lo que bien podría ser llamado de Guerra de la Energía Eléctrica que, aquí, también debe ser relacionada a la riqueza en petróleo, diversidad biológica y agua (Amazonia); 6- en México, el indigenato y los pueblos originarios organizados, sobre todo, en torno al zapatismo, trajeron el México Profundo a la visibilidad política, en 1994, justo en el momento que una nueva reorganización territorial estaba siendo (im)puesta por medio del NAFTA, allí donde también son enormes los recursos energéticos, de diversidad biológica, además de geoestratégico (Istmo de Tehuantepec). Atendamos hacia el hecho de que en estos países la tensión de territorialidades se viene expresando de un modo tan agudo que, en los casos de Bolivia, Ecuador, Perú y Argentina, los presidentes fueron simplemente derribados por amplias movilizaciones populares (Gonzalo de Losada, Bucaran, Mahuad, Gutierrez, Fujimori y de la Rua) y, en Colombia y México, las sucesiones presidenciales han sido hechas al precio de asesinatos de varios candidatos o de elecciones dudosas (sobretodo en México). 3. La reapropriación de la escala de poder nacional por los movimientos emancipatorios Con la caída del muro de Berlín, en 1989, las izquierdas tradicionales perdieron buena parte de su prestigio. Al mismo tiempo, la paulatina sustitución de la política por la economía – el mercado como regulador supremo – también contribuyó para que la política como un todo sufriese deslegitimación. Entre nosotros latino-americanos, la amarga experiencia de tantas dictaduras desde 1964 (Brasil) había sido hábilmente manipulada por los ideólogos neoliberales que, juntamente con la proliferación de organizaciones no gubernamentales, contribuían a la aceptación de un discurso anti-estatizante y, también, a deslegitimar todo lo que hablara respecto a la cuestión nacional. En este contexto, la indignación tan bien expresada en el slogan “que se vayan todos” argentino de 2001 mostraba la fuerza de los movimientos sociales que allí, una vez más, ejercía una especie de poder de veto a través de las manifestaciones callejeras que, como ya destacamos, derribaron aproximadamente dos decenas de gobiernos desde Raul Alfonsín, en 1989, hasta Gonzalo Sánchez de Losada, en 2003. El nuevo patrón de conflictividad iniciado en 1989 con las movilizaciones sociales que contribuyeron para deslegitimar las políticas neoliberales comienza a sufrir una nueva bifurcación, a partir de 1998. Es lo que se verá en Venezuela con la elección de Hugo Chávez Frías, en 1998; en Bolivia, de 2000 hasta 2005, desde

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la Guerra del Agua (2000) pasando por la Guerra del Gas (2003), hasta la elección de Evo Morales Ayma en diciembre de 2005; en Argentina, particularmente desde 2001, con las amplias movilizaciones populares (‘que se vayan todos’) y la elección seguida de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Kirchner (2007-); en Ecuador, no sólo con el derribo de tres presidentes desde finales de los años 90 (Abdala Bucaran, en 1997, Jamil Mahuad, en 1999, y del Coronel Lucio Gutierrez147 en 2005 y su exilio en Brasil), a lo que siguió la elección de Rafael Correa, en 2006, más próximo de los reclamos de los movimientos sociales, aunque manteniendo independencia en relación a ellos; en Perú con las amplias movilizaciones iniciadas en Arequipa, en 2003, que llevaron a la caída de Alberto Fujimori, además de la gran votación del oposicionista Ullanta Omala, en 2006; las amplias movilizaciones que vienen ocurriendo en México, además de los zapatistas, destacándose la APPO – Asamblea Popular de Los Pueblos de Oaxaca, además de las amplias movilizaciones que siguieron a la derrota de López Obrador, luego de unas elecciones con fuertes indicios de fraude que llevaron al gobierno al derechista Felipe Calderón; las elecciones de Luis Inácio Lula da Silva en Brasil (2002-2006 y 2006-), de Tavaré Vazquez (2004-) en Uruguay, de Daniel Ortega (2008-) en Nicaragua y de Fernando Lugo (2008-) en Paraguay148 y, aún, el triunfo del candidato del Frente Farabundo Marti de Liberación Nacional en El Salvador, en marzo de 2009. Recuérdese que el fenómeno más importante en estos casos, es que esos gobiernos sólo fueron posibles de cara al protagonismo de los movimientos sociales y la paulatina deslegitimación de las medidas neoliberales. Se puede decir igual que los límites de las transformaciones desde el Estado enfrentado por esos gobiernos se encuentra en la medida exacta de la mayor o menor movilización popular para garantizarlas. Al contrario de los cambios constitucionales de carácter neoliberal, el recurrir 147 Su trayectoria política se inscribe entre las más erráticas entre tantas ya vistas en nuetro continente. Lucio Gutierrez se notabiliza por haber sido apartado de las Fuerzas Armadas ecuatorianas por rehusarse a reprimir manifestaciones populares y, con la aceptación popular de allí derivada, se lanza como candidato a la Presidencia con un discurso considerado izquierdista, lo que no impide de, entre el 1° y la 2° vuelta de las elecciones aún en curso y después de un viaje a los EUA, retorne asegurando las medidas del recetario neoliberal bajo elogios de La Embajada. 148 Los gobiernos de Ricardo Lagos (2000-2006) y Michele Bachelet (2006-) en Chile, aunque se reivindican de izquierda y, sobre todo esta última procure aproximarse a los nuevos gobiernos que, de alguna forma, buscan alternativas a las políticas neoliberales, se inscriben en La Concertación que siguió al fin de la dictadura de Augusto Pinochet, que abarca desde la izquierda moderada hasta la centro-derecha demócratacristiana. La Revolución de los Pingüinos, desencadenada por los estudiantes de secundara chilenos en junio de 2006, fue la mayor manifestación de calle en Chile desde el gobierno de Salvador Allende y tiene el significado de haber sido heccha por jóvenes que no vivieron políticamente en la dictadura ni son responsables por La Concertación, pero que se manifiestan contra la decadencia del sistema educacional del país que, dicho sea de paso, se colocaba tradicionalmente como de los mejores en toda América Latina antes de las reformas neoliberales.

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a Asambleas Nacionales Constituyentes con amplia participación popular, inclusive para refrendarlas, se han mostrado importantes no sólo por el carácter de las nuevas Cartas Magnas, sino principalmente porque las movilizaciones populares se han convertido en el mayor antídoto contra las presiones de los grupos conservadores, como se puede verificar en el golpe de estado contra Hugo Chávez en 2003 que, sin embargo, retornó al poder mediante amplias manifestaciones populares. Así, la elección y posesión de Hugo Chávez (1998-1999), reubicó en nuevas bases la importancia de la escala nacional para los procesos políticos emancipatorios y, así, es una bifurcación en el nuevo patrón de conflictividad abierto por los movimientos sociales en 1989. Es en la escala nacional que el enfrentamiento al imperialismo se muestra más eficiente, aunque sea allí que este embate normalmente encuentre mayores dificultades de éxito, sobre todo cuando negligencia la escala local, esto es, la movilización de los segmentos subalternizados a partir de los diversos locales. Guardadas las especificidades de cada una de estas formaciones sociales, el enfrentamiento directo con el imperialismo en todos estos países se fortaleció a partir de la amplia movilización efectuada desde los más recónditos lugares en articulación nacional: en Bolívia, desde el Chapare, contra la política de erradicación de la coca, pasando por Cochabamba, con la Guerra del Agua, y en La Paz y El Alto, en la Guerra del Gas, en fin, contra la desnacionalización de los recursos naturales; en Venezuela, en la lucha por el control del petróleo (de PDVSA) por medio de una revolución democrática que viene sorprendiendo a los analistas por el estímulo a la participación popular, aunque sobretodo electoral, y el rechazo al uso de la represión policialmilitar contra los movimientos sociales149 y, así, evitando hasta ahora el error histórico de sustituir el protagonismo popular por medidas de fuerza, aunque alegando beneficiarlo. Recuérdese, sin embargo, el excesivo verticalismo y dependencia de la figura de Hugo Chávez y ambigüedades como el discurso socialista y el estímulo a grupos empresariales (la burguesía que se alió al bolivarianismo de Chávez es conocida como boliburguesía) que viene siendo responsable por un desgaste político que, más que la caída de los precios del petróleo en el mercado internacional y la renta que proporciona, viene impidiendo al país diversificar su base productiva y romper con la petrodependencia por su atávico rentismo. No obstante, es notable el esfuerzo en buscar romper con las oligarquías tradicionales. 149 La nueva Constituición de la República Bolivariana de Venezuela combina democracia representativa y democracia participativa (ver, en particular, el Capítulo IV – De los derechos políticos y del referendum popular, Artículos 62 al 74, por su estímulo al protagonismo popular).

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Venezuela señala hacia el significado que la escala nacional puede tener, sobre todo por la importancia que viene siendo dada al texto constitucional en un momento en que la dimensión jurídica venía siendo manejada por fuerzas supranacionales, como vimos en el análisis del supranacionalismo constitucionalista. En Venezuela, la crisis de los partidos políticos tradicionales que operan a escala nacional, en tanto la profunda crisis del propio Estado, venía mostrando manifestaciones populares reprimidas con violencia, como en la masacre del Caracazzo de 1989, al dar lugar a la revolución democrática y popular bolivariana desde 1998, llevó a que las clases dominantes sin las mediaciones tradicionales transformaran los medios de comunicación de masas en verdaderos partidos políticos, con sistemática campaña de estímulo a la desobediencia civil y al golpismo150. Solamente con la retoma del control de PDVSA, en 2003, el gobierno de Hugo Chávez consiguió los recursos materiales para mostrar políticas sociales iniciando una nueva fase del proceso revolucionario, poniendo en práctica las llamadas Misiones a través de las cuales recursos públicos vienen siendo destinados a las capas más pobres del país151. Recuérdese, sin embargo, que las Misiones vienen careciendo de controles democráticos y han sido un instrumento de fortalecimiento no de las instituciones como un todo, pero si de un verticalismo que más bien conduce al fortalecimiento de la figura de Hugo Chávez que del protagonismo popular, conforme el sociólogo Edgardo Lander viene resaltando. En Venezuela, el patrimonialismo, una de las características más fuertes del estado en América Latina, viene siendo probada en este nuevo contexto, hace ver la dificultad de que ese estado se vuelva hacia las capas populares, de allí las contradicciones engendradas con el recurso a las Misiones como forma de hacer llegar a las capas populares los recursos públicos que, como sabemos, no son 150 “Cualquier persona medianamente imparcial que visite Venezuela puede comprobar por sí misma que existen pocos países en el mundo en donde el sector privado, opositor al gobierno, tenga un control tan extraordinario sobre los medios. Hablo en términos cuantitativos y cualitativos: no sólo se trata de que domina la mayoría de los medios, sino también los más poderosos y penetrantes (los electrónicos, sin faltar los impresos: diarios, etc.). De hecho, puede decirse que el factor integrador de la oposición venezolana son los medios; y éstos funcionan en su conjunto como su partido político. Cuando uno lee, ve o escucha los medios venezolanos, se da cuenta de que es un país que disfruta de una gran libertad de expresión, que en ocasiones raya en el libertinaje (desde el punto de vista de la normatividad vigente). Esos medios de oposición se dan el lujo no solo de mentir, sino de violar las leyes abiertamente en forma aún más grave (por ejemplo incitando al magnicidio, es decir, al asesinato del presidente). En Estados Unidos y en otros países, ese delito tendría como consecuencia la cárcel para sus autores. No en Venezuela. Los medios opositores deforman los hechos y difunden mentiras, y no de manera esporádica o por error sino de manera intencionada y sistemática” (Diaz-Polanco, 2009). 151 “Los datos que proporcionan fuentes nada sospechosas del chavismo, como la CEPAL y Naciones Unidas, muestran que las condiciones en Venezuela han cambiado favorablemente para los sectores populares en el campo de la educación (hace poco, Venezuela fue declarada por la UNESCO como país libre de analfabetismo), la salud, la alimentación, entre otros. Pero sobre todo, los que pueden ver claramente resultados son los millones de pobres beneficiados” (Diaz-Polanco, 2009).

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públicos justamente de cara a nuestras tradiciones patrimonialistas. Allí, en Venezuela están siendo cuestionadas dos de las más enraizadas tradiciones anti-populares de nuestra región, a saber, el populismo y el patrimonialismo. Allí han sido puestas en práctica algunas iniciativas donde se combinan democracia representativa con democracia directa, que van al encuentro de la necesidad de reinventar la democracia en busca de una democracia de alta intensidad, como viene alertando el sociólogo Boaventura de Sousa Santos. Hugo Chávez fue sometido a 12 pruebas electorales, inclusive a un referendum revocatorio, instrumento político original que permite a la población convocar un referendum para revocar del cargo a aquel que juzgue merecer ser destituido. Venezuela y Bolivia son los países que más se aproximan a la recomendación del sociólogo italiano Norberto Bobbio en el sentido de que la democracia habría de ser reinventada a través de mecanismos que combinasen democracia representativa con democracia directa. En Bolivia, la ‘democracia diferenciada’, conforme le llamó el sociólogo Álvaro García Linera, fue acatada por la nueva constitución política aprobada en referendum popular en enero de 2009, pero viene siendo atacada por las oligarquías del Oriente con apoyo ostensivo de los partidos mediáticos. El respeto a los mecanismos de autoridad tradicional de los pueblos originarios, especialmente hacia los quechuas, aymaras y guaranis, también combina democracia representativa y democracia comunitaria pero viene encontrando fuerte resistencia de las clases dominantes tradicionales. Esto no impidió que en el mismo referéndum constitucional, la populación diese amplio apoyo, con más del 80% de los votos, al límite máximo de propiedad, restringida a 5000 hectáreas. Cabe reconocer la creatividad de los movimientos sociales bolivianos que, más que un partido, crearon un Movimiento al Socialismo – MAS - como un desdoblamiento de lo que venían llamando Instrumento Político para la soberanía de los Pueblos – IPSP- y, así, dieron origen a una formación política híbrida, el MAS-IPSP que, por un lado, cumple la función de partido obedeciendo el calendario electoral y, por otro lado, mantiene una amplia capilaridad social que articula los más recónditos lugares/comunidades del país dando consecuencia sustantiva a la idea de soberanía popular, además, con un sentido de abrazar la diferencia y, por eso, en plural: pueblos y no pueblo. La proximidad con la APPO de Oaxaca, en México no es mera coincidencia, sino un componente que se sumerge en las prácticas de democracia comunitaria, presencial, que actualizan las más profundas tradiciones de los pueblos originarios, sea de los mayas, en Oaxaca, sea de los quechua/aymaras, en Bolivia.

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El caso boliviano trae a la luz fenómenos nuevos que los analistas presos del eurocentrismo no vienen consiguiendo entender, entre ellos la nacionalización de lo indígena que, por tradición no se organizan en la forma de estado-nación, aunque es más relevante cuando se sabe que Bolivia “es una sociedad abigarrada”, conforme la rica expresión de Zavaleta Mercado, donde diversas formaciones sociales conviven aunque con autonomía. En Bolivia, estamos frente a fenómenos como el de la desproletarización y recampenización, donde ex-obreros se reterritorializan como campesinos y encuentran en el cultivo de coca una estrategia de sobrevivencia. Y en esa migración llevan la experiencia de luchas obreras que se reinventan en tanto campesinos y, en tanto cocaleros se encuentran/enfrentan con/contra la arrogancia imperialista que, al ignorar el arquetipo mítico-religioso de la coca para los pueblos originarios exigiendo la completa erradicación del cultivo en nombre del combate al tráfico de drogas, mostró que la tradición indígena se actualiza en tanto lucha nacional por su carácter anti-imperialista. Al final, la erradicación completa de la coca, conforme imposición del imperialismo estadounidense significa en las palabras de su líder-mayor, Evo Morales Ayma: “Coca cero es lo mismo que quechua y aymara cero”. O sea, los indígenas para afirmarse en tanto tales se vieron obligados a tornarse nacionales y, como tales, pudieron colocarse como protagonistas de las luchas por la reapropiación de los recursos naturales, sea el agua, sea el gas, y, ahora, el litio. En fin, la cuestión de las territorialidades está abiertamente puesta152. Las nuevas territorialidades surgidas de lo urbano subalterno. América Latina y el Caribe, desde los años 70, viene pasando por un profundo proceso de desruralización y suburbanización. Esta profunda transformación tiene como telón de fondo la concentración de capital y de la propiedad agraria, por medio de la revolución (en las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología) verde y del agronegocio, al mismo tiempo que concentra la población en conglomerados suburbanos, verdaderos cinturones de miseria en todas las capitales y

152 La FEJUVE - Federación de Juntas Vecinales (FEJUVE) de El Alto, junto a otras organizaciones sociales por todo el territorio nacional, aún en enero de 2005, lanzo un conjunto de demandas concretas al entonces Presidente Carlos Mesa que nos da cuenta de lo que señalamos, veamos: ‘reversión del alza de carburantes, expulsión de la transnacional Aguas del Illimani de El Alto, rechazo a la inmunidad de los súbditos estadounidenses, juicio y cárcel para el ex presidente Sánchez de Lozada, aprobación de la nueva Ley de Hidrocarburos y convocatoria a la Asamblea Popular Constituyente’. Para mayores detalles consultese http://alainet.org/active/show_text.php3?key=7386.

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principales ciudades en la región. Hay que añadir, además, que en los países andinos y en América Central estos sitios urbanos están localizados, por regla, bajo condiciones geológicas sujetas a temblores sísmicos y con topografías accidentadas que están, además, sujetas a temporadas de huracanes y lluvias torrenciales características del clima de la región, lo que hace a las poblaciones de estos conglomerados suburbanos más sometidas a las intemperies que cuando estaban en las zonas rurales. Tristes urbes podríamos decir, parodiando a Levy-Strauss. Al contrario de lo que pasó en Europa y los EUA donde la aglomeración en sitios suburbanos se dio al mismo tiempo en que crecía la industrialización o cuando los países que se industrializan pudieran exportar sus excedentes demográficos relativos, aquí, en los últimos 30/40 años y, sobre todo, después de los años 80 –la década perdida- y del periodo neoliberal de los 90, ocurrió una verdadera des-industrialización de lo que, tal vez, Argentina haya sido el caso más emblemático, con un significativo empobrecimiento de la población en un periodo relativamente corto de 10 años de políticas de ajuste estructural. Lo mismo pasó en Uruguay, de ser la Suiza latinoamericana pasó a ser, según Eduardo Galeano, una fábrica de pobres153. El primer momento del proceso de crecimiento de las aglomeraciones suburbanas de la región, en los años 1950/60, fue experimentado por la población en medio de gobiernos populistas, muchos de corte nacionalista que, desde la revolución cubana y el miedo al nuevo haitianismo que le siguió, será objeto de enormes presiones con la instauración de dictaduras de derecha que abrieron espacio con tortura y cadáveres a las políticas neoliberales. Hay un pasivo macabro de torturas y de muertes que antecedió a la onda neoliberal entre nosotros. Es desde el periodo populista que las capas pobres suburbanas comenzaron a apropiarse de espacios públicos para la construcción de sub-habitaciones en las vecindades, villas miserias y barrios. En la ciudad de São Paulo, la mayor del Brasil, más del 70% de las habitaciones eran, en los años setenta, autoconstruidas. En estas autoconstrucciones hay que considerar el lugar de las relaciones de parentesco, la reciprocidad y otras formas de ayuda mutua, en fin, de los valores comunitarios oriundos del campesinado o de los pueblos originarios, éstos sobre todo, en los países donde es grande la proporción de 153 No queda duda que la reestructuración productiva en curso visualizó, con su revolución en las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología, disminuir las conquistas dentro del orden, como acostumbraba hablar Florestán Fernández, que el proletariado había alcanzado, sobre todo, en los países hegemónicos. Recordemos que la primera experiencia de lo que después vendría a ser conocido como política neoliberal, se dio en Chile luego de la masacre que siguió a la experiencia del gobierno democrático-popular y socialista de Salvador Allende.

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poblaciones originarias –Paraguay, Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú, Guatemala, México y en el sur de Chile. Es común que en estas aglomeraciones suburbanas se reproduzcan barrios de las comunidades campesinas e indígenas de origen, donde las relaciones de parentesco conforman comunidades de vecinos. Son ruralidades que se reinventan en los espacios suburbanos, fundamentales en la reterritorialización de estas poblaciones. Redes de empleo informal, mutuales para la construcción de casas y familias ampliadas, conforman de esta manera, redes de socialización primarias que cuentan hasta con un sistema de salud sui generis, el médico de familia, que fue desarrollado en Cuba y hoy se difunde por varios países. Así, más que el Estado que, en Europa, asumió la gestión de la salud, por aquí el Estado se viene apoyando en estas relaciones sociales primarias fundamentales. Gran parte de la resistencia que se ve en La Paz y El Alto en Bolivia, en octubre de 2003, por medio de las comunidades de vecinos, no se comprende fuera de este cuadro de conformación de las nuevas territorialidades suburbanas. En estas mismas ciudades, sin embargo, vemos un contraurbanismo de espacios cerrados de Shopping centres y de condominios cerrados de las clases medias y burguesas. La unidad de estas ciudades se mantiene por medio de dominaciones sociales y de poder injustas que se agravan, aún más, con la crisis de las relaciones tradicionales de dominación con la implantación de las políticas de ajuste estructural y el supra-nacionalismo constitucionalista. Las políticas sociales ancladas en derechos sociales, colectivos y laborales, aunque precarias bajo los regímenes políticos tradicionales, son sustituidas por políticas focalizadas, en gran parte intermediadas por organizaciones no gubernamentales (ONGs). El aumento de la pobreza asociado a las reformas del Estado, más preocupadas por la persona jurídica que por la persona física, diferencia específica entre el liberalismo clásico y el neoliberalismo actual, ha mostrado un enorme crecimiento de estas ONGs puesto que, a la final, ‘hay pobres para todos’ (Alberto Soto). En la ausencia de políticas de habitación y con el crecimiento espacial (horizontal) de las periferias, hasta la misma búsqueda de empleo formal se hace más difícil frente a los precios del transporte colectivo que se hacen exorbitantes. Crece no sólo el llamado empleo informal –muchos, en verdad, autoempleoque así viene a unirse a la autoconstrucción ya señalada, cuyos límites es la propia expansión horizontal que la malla suburbana configura. El surgimiento del movimiento de los Sin Techo en varios países de América Latina señala no sólo el componente sociológico y geográfico que estaría estimulando la emergencia de estos movimientos, sino sobre todo, la recuperación de la

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iniciativa política por la multitud (Negri y Hardt, 2001). No olvidemos el componente anticapitalista del movimiento de los Sin Techo (Xosé Santos, 2001) que, igual no se está haciendo a partir de las fábricas, lugar de producción, sino de la casa, locus de la reproducción familiar, se coloca de modo frontal contra el carácter-mercancía de la habitación, cuestionando el principio de propiedad privada en nombre del derecho a la habitación en tanto valor de uso. Redes de cambio, comercio solidario y otras formas de auto-ayuda se vienen constituyendo en esta verdadera reinvención de nuevas relaciones societarias, muchas inspiradas en valores tradicionales, en respuesta creativa a la ampliación de la pobreza en estos espacios suburbanizados. En Argentina, donde la desindustrialización fue más profunda, hasta porque era un país más industrializado que los demás, emerge uno de los movimientos urbanos más importantes entre los que apuntan potencial emancipatorio: los piqueteros. Y, más allá de las razones que podamos señalar en estas experiencias, destacamos su dimensión política, donde más que lo que reivindican importa es el modo cómo lo hacen: retoman los piqueteros en sus propias manos las condiciones materiales y simbólicas (escuelas, universidades libres, radios comunitarias), donde los desempleados en general vienen desarrollando relaciones sociales y de poder, en tanto arte de estar-juntos, marcadas por la autonomía y por la horizontalidad (Zibechi). Las fábricas recuperadas (Zibechi, Gambina), fenómeno que crece sobre todo en Argentina, son un ejemplo más de este retomar el poder-hacer (Holloway, 2003). Sin embargo, nos gustaría destacar una situación en particular por lo que ella señala en cuanto a una territorialidad emancipatoria emergente. Se trata del caso de la fábrica de cerámicas Zanon, localizada en Neuquen, por su relación con los indígenas mapuche. Cuando la fábrica estaba en manos de los capitalistas, sacaban la arcilla para cerámica pagándoles un precio vil. Recuperada la fábrica por los trabajadores, fueron ellos a negociar sobre otras bases con los mapuches, quienes rechazaron recibir cualquier dinero por la arcilla por el simple hecho de haber sido considerados y consultados para el uso de recursos de su territorio. Aquí, una vez más, otras territorialidades en curso, y territorio no-mutuamente excluyente, ya que admite el uso de los trabajadores y el respeto a la dignidad indígena al mismo tiempo y en el mismo espacio. No era el precio injusto lo que indignaba a los mapuches. Hay otras territorialidades con fuerte potencial emancipatorio que emanan de estas contradicciones e injustas ciudades latinoamericanas y caribeñas y que se expresan a partir del componente étnico-racial de nuestra formación social. Las ma-

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nifestaciones conservadoras de la oposición en la Venezuela de hoy son, sobre todo, de blancos de los barrios de la clase media, mientras que las manifestaciones en defensa de la “revolución bolivariana” son, sobre todo, de mestizos, negros e indígenas. Lo mismo puede ser observado en La Paz y El Alto. La formación de las clases sociales entre nosotros guarda este componente étnico-racial por todos lados, en mayor o menor grado. Agréguese hoy, en función de economías de crecimiento pifio y frente a procesos de des-ruralización y suburbanización intensos, un fenómeno específico y de enorme potencial emancipatorio representado por los jóvenes pobres de estas periferias suburbanas. El movimiento Hip Hop es el que mejor viene expresando esta reinvención de la política, no sólo por la revalorización de la palabra por medio de los rappers con sus poesías (rap), sino también que vienen grafitando la ciudad que los invisibiliza con sus grafitis y ocupando la ciudad con sus danzas de calle, el break. Retoman así, su capacidad de simbolizar lo real de modo propio, casi siempre presentándose como una posibilidad de reinvención de la misma ciudad que los medios de comunicación de masas ve a través de la óptica del miedo, de la violencia, de la criminalidad y de la criminalización de los pobres. Visto durante mucho tiempo por la óptica hegemónica, con todo su preconcepto contra los pobres, “casi todos prietos”, como dice Caetano Veloso, como viene siendo un movimiento bajo influencia de la cultura hegemónica estadounidense, el Hip Hop, poco a poco, se fue afirmando no sólo como un movimiento de reinvención simbólica, sino también de invención de redes propias de economía en un contacto estrecho con las nuevas posibilidades tecnológicas y sus facilidades de reproducción fonográfica. Uno de los grupos de rap más críticos de Brasil, el Racionales MC, vendió más de 1 millón de copias de su primer CD lo que por sí solo, da cuenta de su capacidad de producción autónoma y de hablar críticamente más allá de los medios hegemónicos de los mass media. Considérese, además, los shows realizados, sobre todo, los fines de semana, y los obreros, DJs y toda la economía que gira en torno de este complejo políticoeconómico-cultural. Aquí, así como en los demás movimientos que antes apuntamos, no sólo se apropian de las condiciones materiales de producción (shows, DJs, grafitos) sino también, de las condiciones de reproducción simbólica con su propia estética poética y plástica, inclusive corporal –el break. Más que cultura hegemónica estadounidense, el Hip Hop es un movimiento que puede ser entendido como una de las mejores expresiones de las territorialidades emancipatorias que emergen en el contexto de la colonialidad del poder en este

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periodo neoliberal. Es una amalgama de la cultura negra de Jamaica y sus intercambios con las periferias de las grandes ciudades de los EUA, resignificando políticamente estas periferias jamaiquino-estadounidenses-mundiales por medio del arte. En el contexto latinoamericano, este movimiento valoriza la cultura de aquellos que son los más pobres entre los pobres, dada la racialidad que comanda la formación social del sistema-mundo moderno-colonial. Tal como los chicanos, hay aquí intercambios que reinventan mundos de vida multi-territorializados que apuntan hacia otras conformaciones territoriales ya en curso. De movilidad y de multiterritorialidades. La libre movilidad de la población, ya nos lo enseñaron Adam Smith y Karl Marx, es fundamental para el desarrollo del capital. Así, por todos lados donde las relaciones sociales y de poder capitalistas comienzan a afirmarse, el derecho de ir y venir se sobre-impone al derecho de permanecer, derecho éste, casi nunca enunciado en los marcos liberales, en tanto manifestación de libertad. Al final, admitirlo sería aprobar las territorialidades que se hacen con fuerte ligazón a la naturaleza, como la casi totalidad de aquellas que no son movidas por el capital. Sabemos cómo los países hegemónicos en los comienzos de la industrialización no sólo promovieron una intensa des-ruralización y suburbanización, bien caracterizada por F. Engels en su La situación de la clase trabajadora en Inglaterra (Engels, 1986) como, al no conseguir dar cuenta de las reivindicaciones de estos migrantes suburbanizados154, promovieron la emigración, sobre todo, hacia los EUA, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, África del Sur, sur del Brasil, Argentina, Chile y Uruguay. Hemos visto con Cecil Rhodes, cómo el imperialismo se presentó como política deliberada en tanto respuesta hegemónica a las contradicciones que el capitalismo presentaba al interior de los países hegemónicos. A la época, las regiones subtropicales y el clima templado fuera de Europa, recibieron la población capitalistamente excedentaria de aquellos países que, así, resolvieron de un solo tirón, varios problemas: mano de obra disponible para la expansión del capital y, exportados los desempleados disminuía también, la presión política de los sindicatos como vimos a Cecil Rhodes reclamar. Poco a poco, la lucha del proletariado pasó a moverse al interior de la lógica del capital en busca de mayores salarios y otros derechos en ese orden (Lenin y Gramsci).

154 Marx anota en El Capital que la mayor parte de los migrantes de las ciudades inglesas que se industrializaron en el siglo XIX, no sabían lo que era Inglaterra, pues, mal conocían cualquier lugar que no fuesen sus condados rurales de origen.

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Las diversas conquistas democráticas que siguieron a la guerra de 1939-45, sobre todo aquellas que colocaron en cuestión el racismo que, como ya señalamos, es estructurante de la geopolítica del sistema-mundo moderno-colonial que nos gobierna hasta hoy, abrieron importantes cuestiones para comprender las nuevas territorialidades emergentes, en particular, las emancipatorias. Aquí, es interesante observar que el racismo exacerbado por el nazi-fascismo mostrará todo un movimiento político-cultural que nos condujo al relativismo cultural (Claude Levy-Strauss), que tocó uno de los puntos centrales de todo el cimiento que sustenta el orden moderno-colonial que aún está ahí. Y, más interesante aún es que el racismo antisemita nos condujo al meollo de la cuestión de las territorialidades. Al final, los judíos soportaban una situación territorial sui generis en la medida en que eran un pueblo sin Estado territorial. Las mejores tradiciones judaicas que nos habían legado Marx, Einstein y Simone Weil, además de tantos y tantas otras, y, aún, un sionismo de corte socialista, serán poco a poco capturadas también por corrientes hegemónicas y conservadoras que nos condujeron a la escisión israelí-palestina que, no sin sentido, se coloca como expresión mayor de toda la tensión de territorialidades del mundo contemporáneo155. Si hasta 1945 la migración era un fenómeno que se dirigía desde Europa hacia el resto del mundo, hoy tenemos la presencia de afrodescendientes, caribeños, latinoamericanos, turcos, hindúes, paquistaníes y de tantos otros lugares dirigiéndose hacia el territorio de los europeos y Canadá. América, incluyendo a los EUA, ya conocía estas migraciones múltiples hace tiempo. Se registra que la racialidad del sistema-mundo moderno-colonial llegó a tal punto de tensión en los EUA de los años 1960 que precisó de amplias movilizaciones de masas por derechos civiles, inclusive con varias muertes políticas (Martin Luther King, Malcoln X, entre otros), para que los negros pudieran tener derecho a votar, lo que consiguieron en 1963. En fin, después de 1945 se generaliza un fenómeno que podríamos llamar de multi-territorialidad, que trae en su seno las contradicciones del sistema-mundo moderno-colonial que nos comanda. En ella, aquellos y aquellas que disponen de mejores condiciones de vida pueden hacer uso de todos los beneficios que la libre movilidad proporciona. Los otros, migran en busca de alguna condición de trabajo en camiones frigoríficos o en navíos

155 Edward Said (Said, 2000) afirmó que era más fácil publicar sus textos en Israel que en los EUA, cosa que atribuía al hecho de la mayor aceptación por parte de los judíos israelíes de la convivencia con los palestinos que los judíos estadounidenses, por la historia allí vivida. Said llega a cuestionar, no sin cierta ironía, el hecho de que los judíos estadounidenses apoyen a Israel con tanto empeño…desde lejos.

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que recuerdan a los barcos negreros, casi siempre clandestinos y bajo el comando de alguna red mafiosa que alimenta el trabajo subhumano al interior de los países hegemónicos. Sin embargo, estos migrantes, muchos de ellos indocumentados, enviaron a sus familias en América Latina y el Caribe en 2003, 38 billones de dólares, en lo que fue la mayor entrada líquida de capitales para estos países, mayor a toda la inversión líquida obtenida por las políticas de ajuste estructural que, se dice, son hechas para atraer capitales y generar empleos y renta. Así, paradójicamente, es del salario de aquellos y aquellas que no consiguen trabajo en sus propios países de origen, entre otras cosas, por causa de esas políticas que los expulsan, que viene la mayor parte del ingreso líquido en moneda fuerte para sus países, monedas éstas que son atraídas por la aplicación de aquellas políticas. Al mismo tiempo, estos migrantes viven en condiciones subalternas en los más diversos países, inclusive, en los diferentes países de América Latina. Los colombianos, por ejemplo, no sólo se encuentran entre los principales migrantes en los EUA pero también en Venezuela y México. Los bolivianos viven bajo condiciones de trabajo humillante en Brasil y Argentina. En los EUA, no son pocos los lugares (Ver mapa) donde la lengua que se habla no es el inglés y, máxima actualidad del sistema moderno-colonial que nos conforma, son los antiguos territorios indígenas mexicanos de Texas, Nuevo México, Utah y Colorado que, hasta en casi el 80% de los lugares, sólo se habla español. Ora, si mi patria es mi lengua, como nos enseña el poeta Fernando Pessoa, y si es en el espacio público que la acción política gana su legitimidad (Hanna Arendt), sólo el hecho de no poder hablar en público y solamente en casa la lengua en que se piensa y se sueña, da cuenta de la complejidad de las tensiones de territorialidad en curso en el mundo contemporáneo. Al mismo tiempo, estas mismas casas donde se habla otra lengua son las que envían a sus parientes en otros territorios la mayor parte de los recursos de estos países. Los números son significativos: en Ecuador, en 2002, nada menos que el 14% de la población adulta del país recibió alguna ayuda de sus parientes en el exterior; los 1,5 billones de dólares enviados del exterior correspondía a 1/3 de las exportaciones totales del país, diez veces el total de asistencia económica oficial obtenida y cinco veces el crédito del FMI en el año, según Charo Quesada (Revista del BID). En Colombia, en 2003, entraron legalmente en el país 3,6 billones de dólares, lo que equivale a 3,8 veces el total de las exportaciones de café y 2,2 veces las exportaciones de carbón y sólo fue inferior a las exportaciones de petróleo. En El Salvador, los envíos correspondieron al 67% de las exportaciones totales y al 14% del PIB. Del total de 38 billones de dólares que ingresaron a la región por el

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trabajo de los más pobres, nada menos que 30 billones vinieron de los EUA156. Sin embargo, desde que el Banco Central de México comenzó a medir las remesas de dinero de los migrantes, en 1995, a finales de 2008, que se registró por primera vez la caída de envio de recursos: en 2007 hubo el envio de 26 billones y 76 millones de dólares y, en 2008, fueron enviados 25 billones y 145 millones de dólares, una caída de 3,8%, según el Banco Central de México. Al mismo tiempo, con la profundización de la crisis del neoliberalismo y la elección de Barak Hussein Obama muchos empresarios que se beneficiaban con la explotación de los trabajadores migrantes clandestinos ahora los denuncian al servicio de migración, como se puede leer en el reportaje publicado en La Jornada de México, el 21/02/2009, con el título “Está tan difícil en EU que “los mismos patrones nos deportan”. Los destinos de los que migraran y de los que se quedaran se imbrican articulando los lugares y reivindicando nuevas territorialidades. Hay así, un enorme potencial emancipatorio entre los chicanos por toda la multi-territorialidad que soportan. Por lo menos, es la enseñanza que nos queda cuando relacionamos su multi-territorialidad con la de sus parientes indocumentados ecuatorianos en España que, perseguidos y obligados a retornar a su país acusados de ilegales, blandieron pancartas y carteles diciendo que su documento de identidad era la carta de Cristóbal Colón a los reyes luego de su llegada a América, si el orden moderno-colonial había hecho posible a los descendientes criollos de Cristóbal Colón ganarse la vida en América, ¿por qué no podían ellos ganarse la vida en España? Varias organizaciones indígenas de Nuestra América han conmemorado la fecha del 11 de octubre, un día antes del gran encuentro de 1492, que Etienne La Boètie llamó mal-encuentro, como fecha de referencia de la libertad, el último día que vivieron, valor que señala querer retomar el futuro. Otras territorialidades emancipatorias están siendo engendradas, exigiendo de cada uno de nosotros establecer sus ligazones en diferentes escalas y que superemos las territorialidades mutuamente excluyentes que crearon el orden geopolítico moderno-colonial que, ahí está, en crisis. Con la nueva configuración de la lucha de clases en el orden moderno-colonial en crisis en este periodo neoliberal, donde la centralidad de la clase obrera ya no puede ser invocada, por lo menos, no del mismo modo como lo fue bajo el capitalismo monopolista del Estado, su fordismo y su estado de bienestar, o bajo el capitalismo de Estado monopolista (João Bernardo)157 156 Agradezco al geógrafo Helion Povoa del NIEM –Núcleo Interdisciplinario de Estudios Migratorios- de la UERJ, la gentileza de estas informaciones. 157 Esclareçamos que João Bernardo distingue el Capitalismo Monopolista de Estado, sob hegemonia dos EUA, del Capitalismo de Estado Monopolista, sob hegemonia de URSS e actualmente de China.

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del Este de Europa, varios otros protagonistas se vienen movilizando contra el estado de cosas existente158. Esta diversidad de movimientos y sus múltiples cuestiones, han desafiado al pensamiento reduccionista y a una cierta concepción mecanicista newtoniana del mundo como la idea de un eje central en torno del cual todo giraría (que bien puede ser la clase obrera) o de un momento en el que todo cambia, como el momento de la revolución. Sabemos cómo en la conquista de América el hecho que existieran imperios estructurados jerárquicamente, entre otros factores, facilitó el control y su dominación (caso de los Incas), al contrario de las regiones como la Amazonia y la Patagonia que se mantuvieron más autónomas. Pierre Clastres en su, La sociedad contra el Estado comprendió esto como pocos. La idea de unidad de estos diversos movimientos se coloca hoy hasta porque estamos frente a un sistema-mundo que como tal, toma su fuerza de una unidad política jerárquicamente conformada. A fin de cuentas, la globalización iniciada en 1492 se hizo en tanto historias locales y, así, contradictoria y diferenciadamente, está en todo lugar. El desafío es, por tanto, el de construir relaciones sociales y de poder basados en otros valores, emancipatorios, emanados de los propios protagonistas (horizontalidad, radicalización democrática y autonomía), en el propio movimiento de lucha contra este sistema-mundo y sus jerarquías. No obstante, debemos advertir que, más que una unidad debemos prestar atención hacia el modo como viene a ser construida. No olvidemos que el símbolo del fascismo era un fajo de leña atado externamente por un lazo. El mensaje que llevaba era claro: cada trozo de leña, aislado, es frágil, mientras que juntos hacen la fuerza. Sin embargo, en el símbolo del fascismo el lazo que une a los leños es externo a cada uno y, roto, cada uno de ellos cae en su fragilidad. Busquemos, pues, la unión que prescinda de lazos externos. Más que el imperativo proletarios del mundo, uníos, tal vez debiéramos decir, unámonos a todos y todas aquellas y aquellos que están, aquí y ahora, preocupados por el futuro de la humanidad, por la prole. Tal vez sea esto lo que se está gestando en el Foro Social Mundial, sobre todo, por aquellos movimientos que, en el fondo, quieren otro gobierno de las gentes, de las cosas y del mundo, por las (y no para) gentes, como parecen señalar de diferentes maneras el 158 Parodio aquí, conscientemente, a Karl Marx que afirma en su juventud que el comunismo es el movimiento real que suprime el estado de cosas existente. No consigo una definición más abierta de lo que podría ser un movimiento emancipatorio. Miremos, pues, menos hacia el capital y su lógica, si es que existe una lógica del capital fuera del terreno movedizo de la historia, y acompañemos más de cerca de las relaciones sociales y de poder que están siendo engendradas al interior de los movimientos reales. Marx lo hizo en la Comuna de París.

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zapatismo, el MST, el Pachakutik, la Vía Campesina, la COICA, la CONAIE entre tantos otros, y parece estar entre las mujeres cortadoras de coco babaçu, entre los piqueteros, entre los pueblos originarios –los mapuches, los quechuas, los aymara, los tzotzil, los zapotecos, los kuna, los Yanomami, los u’wa, los yukpa, los barí y tantos otros-, entre los afrodescendientes y sus palenques y quilombos, entre los seringueiros de la Amazonia, entre los cocaleros bolivianos, entre los extractores del Araguaia, entre los gerazeiros de los matorrales brasileños, entre la insurgencia colombiana, en el protagonismo del pueblo venezolano, entre los rappers…

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Geografía agraria de la crisis de los alimentos en Brasil159 Dr. Carlos Walter Porto

Gonçalves – LEMTO-UFF

Dr. Paulo Alentejano

GeoAgrária – FFP/UERJ

La problemática agraria ha vuelto a ocupar los encabezados de los grandes medios de comunicación y la agenda política en todos los niveles. Manifestaciones populares en varios países del mundo en contra del aumento de los precios de los alimentos parece haber despertado a aquellos que creían que la cuestión agraria había sido superada por la revolución en las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología impulsada por las grandes corporaciones. Dos procesos socio-geográficos de fondo, al principio independientes entre si, además de las movilizaciones arriba indicadas merecen ser destacados para comprender la centralidad de la cuestión agraria en los días que corren: 1) la reciente intensificación de la urbanización del mundo y, 2) la crisis de abastecimiento y control de las fuentes de combustibles fósiles. Veámoslas una a una. I.- La reciente intensificación de la urbanización del mundo En el año 2007, la ONU registraba, por primera vez, que la población urbana del planeta se nivelara a la población rural (en 2001, la población Rural era de 53% contra 47% de población urbana). Y, más importante aún, que el 70% de la población urbana mundial está localizada en el llamado tercer mundo, donde los sistemas de protección social son históricamente precarios o simplemente inexistentes. Estos países vieron como sus gobernantes aceptaban los consejos de los organismos internacionales para que abandonaran cualquier veleidad de protección social de su gente. Independientemente de cualquier cambio en la proporción de distribución de la renta entre ricos y pobres,

159 Este artículo es un homenaje a Josué de Castro en quien se inspira actualizando su preocupación por el hambre y sus relaciones con la cuestión/reforma agraria y el modelo de desarrollo en curso en Brasil y el mundo de hoy.

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el hecho es que un aumento en la población urbana implica necesariamente, una ampliación del mercado, así no haya sido ampliamente generalizada en el ámbito urbano la producción de alimentos para el autoconsumo. Así, la vida urbana mantenidas inalteradas las relaciones sociales y de poder, lo que implica una mayor mediación del dinero. Además de esto, como ya anticipara Karl Kautsky a comienzos del siglo XX, la urbanización implica también el aumento del consumo de carne que, hoy se presenta con efectos aún más intensos en el mundo agrario por las condiciones (in) puestas por la revolución en las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología, revolución ésta simplificada y equivocadamente denominada como revolución verde (Ver Porto-Gonçalves, 2006). Es que la producción de carnes viene implicando un aumento significativo de la demanda de granos (millo y soja) para la alimentación animal. Por esta vía, viene aumentando la disputa de tierras para producir alimentos para los animales y para los seres humanos. En 2007, para una producción mundial de 2.129 millones de toneladas de granos fue destinada al consumo humano un 47,4% del total y, así, 52,6% se destinó al consumo animal y a otros fines, inclusive, a la producción de combustibles a partir de biomasa. Según el médico veterinario Dr. Silvio Negrão, “en la medida, en que los cerdos necesitan comer 3 Kg de ración y los pollos de beneficio 2 Kg de ración para que cada uno transforme este alimento en 1 Kg de su cuerpo”. La ineficiencia de conversión de energía en proteínas para consumo humano vía producción de carnes muestra la (ir) racionalidad de la sumisión de la producción de alimentos a las reglas del mercado (Ver Negrão, 2008). De todas maneras, este proceso ejerce una poderosa influencia en el aumento del precio de la tierra. En un reportaje de Cláudio Dantas Sequeira publicado por el jornal Folha de S. Paulo el 08-06-2008, las tierras agro-cultivables se valorizaban en una media de 10,16% al año entre 2000 y 2006, siendo 15,66% en Mato Grosso, tomando como fuente el Centro de Estudios Agrícolas de la FGV. En 2007, de acuerdo con los datos del Instituto FNP, el precio medio de las tierras subió 17,83%. (Estado de S. Paulo, 26/09/2008). El valor actual tiene el record de: US$ 2636 la hectárea. Según el mismo instituto, la región del Alto de Araguaia, en la división con el Goiás, es la que más se valorizó en 12 meses: 117,7%. En parte, este aumento se debe a la búsqueda de tierras por parte de extranjeros en el Brasil, como demuestran José García Gasques y Eliana Teles Bastos en un artículo para la revista Agronews de la Fundación Getúlio Vargas, donde registran que las tierras en los EUA están cotadas por el doble del precio de Brasil. “Para los brasileros la tierra es cara, pero para el extranjero es una bagatela. Esto tiende a restringir el acceso

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del brasileño a la propiedad rural” afirmó la profesora Francisca Neide Maemura, de la Universidad Estadal de Londrina. II. La crisis de abastecimiento y el control de las fuentes de combustibles fósiles Por otro lado, la derrota política estadounidense en la ofensiva militar contra o Irak asociada a las victorias de gobiernos que rechazan la agenda neoliberal en países que disponen de importantes yacimientos de gas y petróleo (Venezuela, Bolivia y Ecuador) o donde hay resistencias populares significativas (pueblo Ogoni en Nigeria, Afganistán y Colombia) desencadenó una preocupación por la soberanía energética en los EEUU que, a su vez, busca legitimarse tomando para si una causa - el calentamiento global – cuando, hasta muy recientemente, estaban frontalmente en contra, pero ahora blandiendo la bandera de los biocombustibles (Ver Porto-Gonçalves, 2008). Fidel Castro, que en un primer momento quedó solo en la denuncia de lo que significaba substituir la producción de alimentos para las personas por la producción agrícola de combustibles para los automóviles se ve, ahora, contemplado con el acalorado debate acerca del aumento de los precios de los alimentos, inclusive bajo los auspicios de la ONU. Independientemente de las diferencias en la eficiencia de conversión de biomasa en combustible (que comprobadamente es mayor en el caso del etanol de la caña en relación al millo y otras fuentes), el hecho concreto es que también aquí se establece una mayor demanda por tierras, lo que por si solo tiene enormes implicaciones en la problemática agraria, comenzando por el innegable aumento en el precio de la tierra. Sin embargo, otras razones se unen a la crisis que se manifiesta en el aumento en los precios de los alimentos, como las sequías y las inundaciones, y la especulación por parte de las empresas que monopolizan el comercio mundial de alimentos, de abonos, fertilizantes y semillas que, ven en la crisis óptimas oportunidades de negocio y que se fortalecen en la medida que el alimento deja de ser producido en casa y pasa a ser mediado en las bolsas (Chicago e otras), locus de mediación del poder de estas empresas160, la problemática agraria se coloca también en el centro de un debate geopolítico en la medida que diferentes 160 Se estima que en la bolsa de valores agrícolas en los últimos años, cerca del 40% de todos los contratos de compra fueron hechos por fondos de inversiones sólo para especulación. Y hoy, los volúmenes de negocios hechos en estas bolsas entre los diferentes especuladores sobrepasan diez veces el volumen real de la producción agrícola a ser producida. Los periódicos informan que sólo uno de los fondos de inversiones que especula en la bolsa de valores agrícolas, el Fondo Hedge de los EUA, tuvo una ganancia líquida de 3,7 billones de dólares en 2007.

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sectores del capital buscan echar mano de ventajas territoriales representado por las diferentes extensiones de área de los Estados e de sus distintas cualidades (presencia o no de recursos naturales como água, radiación solar, etc…). Para ello, los diferentes países con sus riquezas naturales tienen que ser enfrentados a partir de sus diferentes geografías teniendo como conditio sine qua non su potencial de desarrollo técnico-científico sin el que están impedidos de jugar el juego en esta escala global de poder. La calidad de los territorios de los diferentes estados juega aquí un papel fundamental, sobre todo cuando se considera la disponibilidad de agua y tierras agro-cultivables (fertilidad y topografía, esta última cualidad sobre todo por la economía de energía relacionada a los relieves planos, lo que es extremamente relevante cuando se trata de un modelo agrario/agrícola energívoro, esto es, basado en el gran consumo productivo de energía). Es lo que se puede ver en el Mapa Nº 1 – Aguas y Tierras Disponibles por País – donde Brasil se presenta en una posición destacada161.

MAPA 01

Fuente: ICONE

161 Llamamos la atención hacia los autores de este mapa que son investigadores del ICONE – Instituto de Estudios del Comercio y Negociaciones Internacionales – que, además de asesorar a las asociaciones ligadas a los agro-negociantes, vienen asesorando también al gobierno brasilero en la defensa de sus intereses, esto es, los intereses de los agronegociantes. Consulte el site http://www.iconebrasil.org.br/pt/ .

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El cuadro Nº 1 – Disponibilidad de Tierras Arables por País – reitera la información anterior al situar a Brasil como el país de mayor disponibilidad de tierras y aguas.

CUADRO 1

Fuente: ICONE y FAO; Elaborado por: ICONE En el caso de América del Sur se destacan, además, Argentina, Colombia, Bolivia y Venezuela. Recordemos que el complejo técnico-científico-agroindustrial-financiero-mediático de poder implicado en el modelo agrario/agrícola en el caso brasileño y argentino implica, también, la disponibilidad de las tierras paraguayas y bolivianas y así no se puede comprender los procesos socio-espaciales que se desarrollan en estos países disociados de este bloque de poder que se estructura a partir de Brasil y Argentina. Los conflictos recientes de los agro-negociantes bolivianos, en franca oposición al gobierno de Evo Morales en Bolivia, y los que involucran campesinos sin tierra que apoyan al gobierno de Fernando Lugo en Paraguay, en franca oposición a los agro-negociantes extranjeros (léase, brasileños), son parte de estos conflictos que traspasan las fronteras nacionales, no sólo por los protagonistas implicados directamente, sino también por el enorme significado que esta región tiene en el contexto geopolítico de elevadísima demanda de tierras que arriba configuramos. Son muchas las noticias que apuntan a la llegada de capitales de origen europeo, estadounidense y japonés comprando tierras en Brasil, Argentina y, hasta muy recientemente, en Bolivia y Paraguay, por las oportunidades que se abren de captar renta y aumentar la apropiación de más valor. Un reportaje del

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diario Valor del 28/08/2008 afirma que empresas extranjeras planean invertir US$ 1 billón en la compra de tierras en Brasil, lo que les permitirá comprar 4 millones de hectáreas, 5% de las tierras agro-cultivables del país. Datos del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra), órgano responsable por el control del catastro de tierras en el país, muestran que, en los últimos siete meses, 203 mil hectáreas de tierras fueron a parar a manos de extranjeros. Estos números, según el propio presidente del Incra, ciertamente están subestimados, porque las notarías no están obligadas a registrar separadamente las tierras compradas por extranjeros y enviar la información al órgano. Hoy, de acuerdo con el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra), por lo menos 5,5 millones de hectáreas están en manos de extranjeros. El resultado de esto es que, a pesar de la enorme disponibilidad de tierras reconocida, como vimos, hasta por los intelectuales y líderes de los agro-negociantes, no se configura una real política de reforma agraria, al contrario, el aumento en los precios de la tierra hace más caras las expropiaciones de tierras, así como hace más difícil acuerdos relativos a la compra de tierras, toda vez que los propietarios buscan negociar en situación más favorable. Así, se refuerza la tendencia que ya se venía estableciendo con la creación de nuevos asentamientos en la Amazonía, toda vez que es en esta región donde las tierras son más baratas y casi en su totalidad son tierras públicas. De aquí surgen dos consecuencias: de un lado, un despegamiento geográfico entre la movilización de los trabajadores rurales sin tierra en Brasil – que se concentra en el Centro-Sur – y la política de asentamientos – que se concentra en la Amazonía; del otro, se substituye la reforma agraria por la colonización de nuevas áreas. (Ver Alentejano, 2004). Además, la precariedad de la propia política de colonización, disfrazada de asentamientos, estimula la falsificación de tierras (Ver Oliveira, 2007a , 2007b y 2007c), esto es, apropiación de tierras ante el asombro de la ley, que hace de las áreas de expansión no sólo una región de frontera, como comúnmente viene siendo llamada, inclusive en los medios académicos, sino como un verdadero front, es decir, frente de batalla en el preciso sentido militar de origen de la expresión, donde impera la violencia, proceso muy semejante al que se dio en el oeste de los EUA en la segunda mitad del siglo XIX tan bien retratado en los filmes del lejano oeste. Estamos, al contrario, frente a un proceso de anti-reforma agraria cuando se observan los dados de evolución del área plantada en Brasil en los últimos 16 años (entre 1990 y 2006). Si tomamos tres productos típicos de la agricultura empresarial –

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la caña, la soja y el millo – que están implicados en los procesos arriba descritos de una agricultura vuelta hacia la producción de combustibles (caña y soja) o hacia la alimentación animal (millo y soja) observamos que el área total plantada pasó de 27.930.805 de hectáreas en 1990, a 41.198.283 de hectáreas en 2006, un aumento de 47,5%. Cuando observamos el área total destinada a la producción de tres productos característicos de la cesta básica de alimentación del brasilero – el arroz, el frijol y la mandioca - notamos que el área total disminuyó de 11.438.457 de hectáreas a 9.426.019 de hectáreas, o sea, una merma del 17% en el mismo período. Mientras todos los productos destinados a la producción de combustibles (caña y soja) o a la alimentación animal y sólo indirectamente a las personas (soja y millo) aumentaron, todos los productos destinados a la cesta básica vieron disminuir su área en el período. Si, por lo menos al principio, parece correcta la crítica del gobierno brasileño al etanol producido a partir del millo, sobre todo en los EUA, toda vez que se trata del traslado directo de áreas destinadas a la producción de alimentos hacia la producción de combustible, al contrario del etanol basado en la cañade-azúcar, también es verdad que hay un impacto indirecto de la expansión de la caña en relación a la oferta y precio de los alimentos, pues viene ocurriendo una sensible reducción del área destinada a la plantación de alimentos así como un traslado geográfico de esta producción. La sustitución de plantíos de arroz, frijol y millo por plantaciones de caña está ocurriendo en varias regiones, como el oeste paulista, el Triángulo Minero, el sur de Goiás. Esto, de un lado, provoca la pura y simple reducción de la oferta de estos alimentos, pero del otro provoca también el traslado de estas culturas hacia tierras de peor calidad y más distantes de los principales mercados consumidores, lo que significa un aumento de los precios, dados los mayores costos de producción y flete. Además de esto, la corrida por tierras en Brasil, motivada por la fiebre de los agro-combustibles y por el avance de la agricultura para alimento de ganado, produce un aumento del precio de las tierras, lo que también impacta el precio de los alimentos, toda vez que el aumento de la renta de la tierra rebota en el precio de los alimentos. Es lo que se puede verificar con la nueva geografía que se va diseñando en el mundo agrario brasileño (Figuras 1 a 6 y Gráficos 1 a 6) donde, a partir de los propios datos oficiales del IBGE, se verifica la expansión del área plantada con caña, soja y millo y la reducción del área plantada con arroz, frijol y mandioca. La figura 1 y el Gráfico 1 indican que la caña tuvo una fuerte expansión del área plantada en el país en el período,

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con un aumento de 43%. Y sin embargo, la mayor parte de la caña se concentra en la región Centro-Sur (región donde pasó de 63 a 78% del total plantado en el país), la región donde más creció proporcionalmente al área plantada en el período fue la Amazonía (121% de aumento). En términos absolutos, la mayor expansión del área de caña-de-azúcar se verificó en los estados de São Paulo, Minas Gerais, Goiás y Mato Grosso del Sur. Figura 1 – Variación regional del área plantada de Caña-de-azúcar – Brasil - 1990-2006 Cana de Açúcar - Área plantada (Hectare) - 1990

Cana de Açúcar - Área plantada (Hectare) - 2006 Amazônia 4%

Amazônia 3%

Nordeste 18%

Nordeste 34% Centro-Sul 63%

Centro-Sul 78%

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal. Gráfico 1 - Evolución y distribución espacial del área plantada de Caña-de-azúcar (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 Evolução e distribuição espacial da área plantada de Cana-de-açúcar (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 7000 6000 5000 4000 3000 2000 1000 0

6178 4818

4323 1990

2746 120 265 Amazônia

2006

1457 1095 Nordeste

Centro-Sul

Brasil

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal. La soja (Figura 2 y Gráfico 2) también se va trasladando de los estados del Paraná y Río Grande do Sul, donde es plantada sobre todo por pequeños y medianos productores, hacia Mato Grosso do Sul, Goiás, Mato Grosso y Maranhão donde se destacan los grandes latifundios mono-cultivadores empresariales de exportación. El Gráfico 2 indica que el área plantada con

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soja en el Brasil creció un 91% en el período 1990-2006, siendo que el mayor crecimiento se verificó en la Amazonía (¡319%!) que ya responde hoy por casi 1/3 de la soja producida en el país (Figura 2). Figura 2 – Variación regional del área plantada de Soja – Brasil - 1990-2006 Soja - Área Plantada (ha) - 1990

Soja - Área Plantada (ha) - 2006

Amazônia 14%

Amazônia 30%

Nordeste 3%

Centro-Sul 65%

Centro-Sul 83%

Nordeste 5%

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal. Gráfico 2 - Evolución y distribución espacial del área plantada de Soja (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 Evolução e distribuição espacial da área plantada de Soja (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 25000

22083

20000

14254

15000 10000 5000 0

9620

6724 1603 Amazônia

11585

1990 2006

362 1105 Nordeste

Centro-Sul

Brasil

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal. Merece destacar aún, el avance de esta misma soja por los matorrales (cerrados) de Piauí y Bahía que mucho contribuyó para que la región Nordeste también tuviese un aumento altamente significativo de su área plantada con soja, que pasó del 3% al 5% en el mismo período. Los Mapas 2 e 3 evidencian este proceso.

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Mapa 2 – Brasil – Producción de Soja – 1996 y Mapa 3 – Brasil – Producción de Soja - 2006

Fuente: IBGE. El mismo movimiento geográfico y social se puede observar con el cultivo de millo que, como sabemos, está fuertemente asociado a la cría de pollos y cerdos162. La Figura 3 indica que también en el caso del millo fue en la Amazonía que se verificó el mayor crecimiento en el área plantada durante el período 1996/2006, tanto en términos absolutos como relativo. Figura 3 – Variación regional del área plantada de Millo Brasil - 1990-2006 Milho - Área Plantada (ha) - 1990

Milho - Área Plantada (ha) - 2006

Amazônia 10%

Amazônia 15%

Nordeste 18%

Centro-Sul 72%

Centro-Sul 66%

Nordeste 19%

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal.

162 El millo es también, muchas veces, utilizado en rotación con la soja.

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213

Gráfico 3 - Evolución y distribución espacial del área plantada de Millo (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 Evolução e distribuição espacial da área plantada de Milho (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006

15000 8682 8500

10000 5000

1178

12023 12997 1990 2006

1996 2163 2501

0 Amazônia

Nordeste

Centro-Sul

Brasil

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal. Por otro lado, verificamos que el modelo agrícola que viene imponiéndose en las últimas décadas en el país, implica la reducción del área plantada de los productos alimenticios de la cesta básica de los brasileños especialmente, en las regiones capitalistamente más desarrolladas, como se puede ver por el descenso del área plantada con frijol y arroz en el Centro-Sur. En el caso del arroz (Figura 4 y Gráfico 4) hubo una merma de un 27,6% en el área plantada en todo el país entre 1990 y 2006 (de 4.158.547 hectáreas a 3.010.169 hectáreas), siendo que, contradictoriamente, en la región Nordeste, donde el hambre es más generalizada, ocurrió la mayor reducción. Figura 4 – Variación regional del área plantada de Arroz Brasil – 1990-2006 Arroz - Área Plantada (ha) - 2006

Centro-Sul 50%

Amazônia 42% Nordeste 8%

Arroz - Área Plantada (ha) - 1990

Cent r o-Sul 53%

Amazôni a 37%

Nor dest e 10%

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal.

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Carlos Walter Porto-Gonçalves

Gráfico 4 - Evolución y distribución espacial del área plantada de Arroz (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 Evolução e distribuição espacial da área plantada de Arroz (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 5000

4159

4000 3000 2000 1000

1540 1264

2219

3010 1519

1990 2006

400 227

0 Amazônia

Nordeste

Centro-Sul

Brasil

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal. En el caso del frijol (Figura 5 y Gráfico 5), acontece lo mismo, con la reducción generalizada del área plantada de 5.306.257 ha en 1990 a 4.245.480 ha en 2006, siendo que en este caso, la mayor reducción se verificó en el Centro-Sur. Figura 5 – Variación regional del área plantada de Frijol Brasil - 1990-2006 Feijão - Área Plantada (ha) - 2006

Feijão - Área Plantada (ha) - 1990

Amazônia 7%

Amazônia 7% Centro-Sul 40%

Centro-Sul 48% Nordeste 53%

Nordeste 45%

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal.

Territorialidades y lucha por el territorio en América Latina ●

215

Gráfico 5 - Evolución y distribución espacial del área plantada de Frijol (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 Evolução e distribuição espacial da área plantada de Feijão (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 6000 5000 4000 3000 2000 1000 0

5304 4244 2366 373

2263

2565 1685

Nordeste

Centro-Sul

1990 2006

296

Amazônia

Brasil

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal. El área plantada con mandioca presenta la misma geografía social en la que las regiones capitalistamente más avanzadas no son aquellas donde el cultivo de los géneros alimenticios destinados a la cesta básica sean de interés. Sin embargo, la Figura 6 y el Gráfico 6 indican un aumento significativo en la participación de la Amazonía en el cultivo de la mandioca, con el avance de un frente campesino que ocupa a selva, haciendo de la región la mayor productora del país. Figura 6 – Variación regional del área plantada de Mandioca – Brasil - 1990-2006 Mandioca - Área Plantada (ha) - -1990 Mandioca Área Plantada (ha) - 1990

Centro-Sul 24%

Nordeste 46%

Centro-Sul Amazônia 24% 30%

Nordeste 46%

Amazônia 30%

Mandioca - Área Plantada (ha) - -2006 Mandioca Área Plantada (ha) - 2006

Centro-Sul 25%

Centro-Sul 25% Amazônia 38%

Nordeste 37%

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal.

Nordeste 37%

Amazônia 38%

216 ●

Carlos Walter Porto-Gonçalves

Gráfico 6 - Evolución y distribución espacial del área plantada de Mandioca (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 Evolução e distribuição espacial da área plantada de Mandioca (1.000 ha) - Brasil - 1990-2006 2500

1976 1974

2000 1500 1000 500

599

748

901

742

476

1990 2006

484

0 Amazônia

Nordeste

Centro-Sul

Brasil

Fuente: IBGE – Pesquisa Agrícola Municipal. Esto es la expresión del proceso apuntado anteriormente de contra-reforma agraria, donde los latifundios mono-cultores de exportación se concentran en el Centro-Sur y empujan hacia la Amazonía la agricultura campesina, siendo que la actual política de asentamientos consagra este modelo perverso. La expansión verdaderamente espectacular del área plantada con caña de azúcar en el centro más dinámico del país, además de convivir con la disminución del cultivo de productos de la cesta básica en esta región, está avanzando, sobre todo, en áreas antes destinadas a pastos, como bien señalaran los intelectuales y líderes ligados a los agro-negociantes, conforme el cuadro 2 abajo, cuya autoría es de estos think thanks del agrobusiness como gustan de ser llamados. QUADRO 2

Territorialidades y lucha por el territorio en América Latina ●

217

La sustitución de pastos por el cultivo de caña necesariamente traslada el ganado hacia otras áreas que, en este caso, ha sido hacia la región Centro Oeste y hacia la Amazonía, cuyos efectos retomaremos más adelante. Con la expansión del fenómeno de la urbanización y el aumento del consumo de carne bovina ésta también se viene constituyendo en una commodittie y, con ello, estamos asistiendo a un avance espectacular de la cría de ganado, sobre todo en áreas antes cubiertas por la selva (Ver Porto-Gonçalves, 2007). Del aumento de 40% del rebaño bovino ocurrido en el país entre 1990 y 2006 (de cerca de 147 millones de cabezas en 1990 a, aproximadamente, 206 millones de cabezas en 2006), 80,8% de este aumento ocurrió en la Amazonía que pasó de 26 millones a 73 millones de cabezas de ganado en 2006, un crecimiento del 181%, o sea, la región prácticamente triplicó su rebaño y ya representa más de 1/3 de todo el rebaño brasileño (Gráfico 7).

Gráfico 7 - Evolución y distribución espacial del rebaño bovino (1.000 cabezas) Brasil – 1990-2006 Evolução e distribuição espacial do rebanho bovino (1.000 cabeças) - Brasil - 1990-2006 250.000

205.886

200.000 150.000 100.000 50.000

147.102 98.554 110.880

73.738 26.258

0 Amazônia

1990 2006

22.290 21.268

Nordeste

Centro-Sul

Brasil

Fuente: IBGE – Pesquisa Pecuaria Municipal. Así, se verifica que la temida pecuarización de la Amazonía, señalada por los críticos de este modelo en los años 1970 y 1980, se está consagrando, sustituyendo la selva por la pata de buey, conforme a los mapas 4 y 5. La geografía del modelo de desarrollo agrario brasileño incontestablemente está colocando en riesgo a la selva, a las poblaciones campesinas, inclusive a los quilombos y los pueblos originarios.

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Carlos Walter Porto-Gonçalves

MAPA 4 – Brasil –Pecuaria – 1996 y MAPA 5 Brasil – Pecuaria - 2006

Fuente: IBGE. Así vemos reproducirse ampliamente en el espacio geográfico brasileño el Complejo de Violencia y Devastación (Porto-Gonçalves, 2007), la otra cara de Janus del perverso proceso de modernización del agro brasileño, donde tierras que son formalmente responsabilidad del Estado, son apropiadas de modo fraudulento (grilagem163) en un proceso que, además, siempre caracterizó la expansión hacia nuevas áreas (véase el avance de la frontera en São Paulo, Paraná, Goiás, Espíritu Santo y Minas Gerais todavía en el siglo XX). El reciente avance en Mato Grosso, Pará, Tocantins y Maranhão viene además asociado a la demanda por carbón vegetal para la purificación (ferro gusa) del hierro, commoditie que, de este modo, va sin rechazo hacia el primer mundo a costa de la quema de la selva. Al cabo la Amazonía junto al Nordeste, fueron las regiones donde más se expandió la producción de madera en Brasil en los últimos años. El aumento que fue del 114% en todo el país; de casi 25 veces en el Nordeste, que pasó del 0,6% al 7,6% del total de la producción brasileña, y triplicó en la Amazonía que pasó del 2,9 a 5,6% del total, al tiempo que en el Centro-Sur, aunque la producción tuvo un crecimiento de 92,9%, la participación en el total del país cayó de 96,4% a 86,8% del total.

163 Grilagem: acto de falsificación de documentos para la apropiación de tierras. NT

Territorialidades y lucha por el territorio en América Latina ●

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Gráfico 8 - Producción de Madera – Brasil – 1990-2006 Produção de Madeira em tora - Brasil - 1990-2006 120.000.000 100.766.899 100.000.000

87.426.830

80.000.000 60.000.000

1990 47.024.280

45.333.392

2006

40.000.000 20.000.000 1.379.327

5.690.707

300.349

7.649.362

0 Brasil

Amazônia

Nordeste

Centro-Sul

Fuente: IBGE. Así, la documentación falsa de las tierras se combina con la quema para hacer carbón y, completando el complejo de violencia y devastación, viene la cría de ganado y también el cultivo de soja. En fin, lo que viene siendo señalado como una coyuntura de grandes oportunidades para los agro-negociantes se viene dando por medio de la reproducción de un modelo típicamente moderno-colonial de violencia y devastación que marca la formación territorial del Brasil. No es al cabo que la Amazonía es el locus de la violencia privada en el campo brasilero, sumando 875 asesinatos en conflictos por la tierra entre 1985 y 2005, 62% del total de personas asesinadas en el campo en estos veinte y un años, prácticamente 2/3 de todos los 1415 asesinatos verificados en el período. Gráfico 9 – Asesinatos en el Campo por Región Brasil – 1985 a 2005 Assassinatos no Campo - 1985-2005 Centro-Sul 20%

Nordeste 18%

Amazônia 62%

Fuente: CPT El aumento de la demanda por tierras está por detrás también, del aumento de los conflictos envolviendo poblaciones tradicionales (indígenas, quilombos, ribereños, seringueiros,

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Carlos Walter Porto-Gonçalves

castañeiros, faxinalenses164, retireiros, geraizeiros, en fin, diferentes formaciones campesinas con sus cualidades características desarrolladas junto a las peculiaridades de los nichos de los distintos biomas brasileros) por acciones de expulsión de las familias de los territorios que ocupan hace decenas o centenas de años. Aunque las acciones de expulsión contra estas poblaciones tradicionales se vienen dando, sobre todo, en las regiones del Planalto Central y en la Amazonía, no constituyen un fenómeno específico de estas regiones. Hay que considerar la complejidad que conforma el espacio geográfico, inclusive en sus configuraciones ecológicas, puesto que las regiones topográficamente más accidentadas, lo mismo que planas, pero con restricciones de uso de agua y de baja fertilidad natural (esteros y estiradas), o áreas de difícil acceso, fueron históricamente ocupadas ya por campesinos o quilombolas, o aún por poblaciones indígenas, inclusive en las regiones del sur y sudeste del país (faxinalenses y quilombolas). Las extensas regiones planas y con restricciones de uso de agua del Planalto Central brasilero, con las nuevas tecnologías de captación de agua en profundidades por medio de las espigas centrales, viene siendo particularmente objeto de la saña de los latifundios empresariales para implantación de los monocultivos ya sea de soja, de eucalipto y otras commoditties, ya que por ser áreas planas implican menores gastos de energía, lo que es fundamental para un modelo agrario/agrícola con base en empresas latifundistas con intenso uso de energía. En el caso de la producción de madera para papel y celulosa, el movimiento de expansión es reforzado por las enormes ventajas comparativas de la producción de esta materia prima en Brasil, donde el tiempo de corte llega a ser 1/3 menor que en los países de clima templado. Así, son innumerables las noticias que dan cuenta del cierre de fábricas de papel y celulosa en Europa y la transferencia de las mismas para el Brasil. (O Estado de S. Paulo, 20-09-2008.) Como resultado de ello, entre 2005 y 2007 el área plantada de Pinos y Eucalipto creció de 5.241.775 ha a 5.985.396 ha, un aumento de 14% en apenas tres años (www.abraflor.org.br). En lo que se refiere a la producción, en el período 19902006, hubo un aumento de 67% en su conjunto de todo el país, destacándose el crecimiento de la producción en el Nordeste (más de 60 veces), cuya participación pasó del irrisorio 0,04% a un 13,8% del total del país, sobre todo con la devastación de a Mata Atlântica do Sul de Bahia para instalaciones de grandes

164 Faxinal es el nombre dado por ciertas poblaciones del sur de Brasil para áreas de uso común de los recursos naturales. Faxinalenses son poblaciones tradicionales campesinas culturalmente distintas del estado de Paraná en sur del país.

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empresas papeleras en la región.165 A pesar de esto, el Centro-Sur aún concentra más del 80% de la producción nacional. Gráfico 10 - Producción de madera para papel y celulosa Brasil – 1990-2006 Produção de madeira em tora para papel e celulose - Brasil - 19902006 60.000.000

55.114.729

50.000.000

45.845.248

40.000.000 32.952.856

31.451.822 1990

30.000.000

2006 20.000.000 7.582.995

10.000.000 1.379.327

1.686.486

0 Brasil

Amazônia

121.707 Nordeste

Centro-Sul

Fuente: IBGE. En fin, el espacio geográfico brasilero está atravesado por fronts de batalla con la propagación de los conflictos (Cuadernos de Conflictos CPT, 2007) que no se restringen a la Amazonía, sino que se difunden por todo el país, por las diferentes formas de expansión del modelo agrario/agrícola – la caña se expande en SP, MG, GO y MS por la logística ya disponible para la expansión de la producción de etanol; la soja se expande en los planaltos centrales con sus esteros y por el hecho de ser la “caja d´agua” del país, o sea, donde nacen los principales ríos del país; el ganado se traslada hacia la Amazonía así como la producción de carbón para exportar hierro gusa, todo esto teniendo a los agro-negociantes como sus principales protagonistas y beneficiarios. Así, podemos percibir que todos estos aspectos están interrelacionados y si queremos preservar la Amazonía para las generaciones futuras, por lo que ella representa en términos de biodiversidad y fuente de agua y humedad para el Brasil y el mundo, tenemos que invertir completamente la lógica en marcha. El punto de partida de esta solución es la reforma agraria, y no la política de asentamientos hoy en curso en el Brasil bajo el nombre de reforma agraria. En primer lugar, la reforma agraria debe ser hecha en las regiones Centro-Sur y Nordeste, mediante la actualización de los índices de productividad, pero sobre todo, de la efectiva activación del principio de la función social en su 165 Lamentablemente, el IBGE no provee datos sobre el área plantada, como en el caso de los productos agrícolas, sólo datos sobre la producción.

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integralidad, esto es, no sólo en la dimensión productiva, sino también la laboral y la ambiental. En segundo lugar, la producción en los asentamientos de reforma agraria debe ser orientada hacia la producción de alimentos básicos, con mecanismos de garantía de compra y precios, de forma de contribuir directamente a la seguridad alimentaria. Debe ser además concebida con base en principios agroecológicos, de forma de no reproducir la elevada dependencia energética de la agricultura convencional y los impactos socio-ambientales. El propio carácter descentralizado de la producción de alimentos que nos proporcionaría una nueva geografía derivada de un amplio programa de reforma agraria posibilitaría reducir los absurdos costos de flete de un modelo agrario/agrícola que lleva a que se transporte frijol – que puede ser producido en prácticamente todo el territorio brasilero – a 4 mil kilómetros de distancia. Por último, la propia producción descentralizada de agro-combustibles combinada con la producción de alimentos en asentamientos de reforma agraria, articulada a pequeñas agroindustrias dirigidas hacia la transformación local de la producción, podría también contribuir a un mejor aprovechamiento energético de los propios agro-combustibles, además de garantizar mayor autonomía a las comunidades locales. Por tanto, desde el punto de vista de los movimientos sociales que se dedican a la lucha por la reforma agraria no se trata de descartar los agro-combustibles, sino de rechazar el actual modelo de producción que reproduce el fallido modelo de producción agropecuario de la revolución verde, basado en extensas monoculturas, con uso intensivo de máquinas e insumos químicos que almacenan elevados gastos energéticos, además de la violencia como la práctica estructurante de siempre. El Brasil expone de modo emblemático el carácter contradictorio del proceso de modernización/colonización, expresado en términos que equivocadamente hemos usado separadamente. El sistema mundo moderno-colonial (I. Wallerstein y A. Quijano) que nos constituye desde 1492 se actualiza, se muestra actual, actuando con los dos lados de su mismo rostro – la tecnología de punta y las relaciones sociales y de poder que mejor permitan la mayor acumulación de capital, donde montar y desmontar166 constituyen prácticas hermanas. Al contrario de lo que nos enseñan en las escuelas y en las universidades, Brasil (así como Haití y Cuba) no era, en los siglos XVI y XVII, exportador de

166 En portugués hay un sentido poético en la expresión matar y desmatar que nos ayuda a fijar el sentido de la violencia del proceso de formación territorial del país. Matar es lo mismo que en español y desmatar es lo mismo que desmontar. Así en Brasil matar los que habitan en los bosques, sabanas y otros biomas es desmontar los bosques y otros biomas, son procesos que caminan juntos.

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materia prima, pero sin de azúcar, producto manufacturado, la mayor commodittie de la época, y para producirlo no había ninguna manufactura tan moderna en Europa como nuestros ingenios de azúcar, tal y cual hoy, las más modernas máquinas e implementos de agrobusiness, nombre nuevo para una práctica quincentenaria, nos muestra cabalmente que la modernidad no necesariamente en trae progreso, libertad y justicia social. Somos modernos hace 500 años! La colonialidad siempre fue constitutiva de la modernidad! La ideología de la modernidad bien vale una misa!

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Carlos Walter Porto-Gonçalves

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De Soberania, de Protecionismo y de Territorios Carlos Walter Porto-Gonçalves Roberto Leher167

A partir del reconocimiento, aunque tardío, por los ideólogos del neoliberalismo en septiembre de 2008, de que el sistema financiero mundial entraría en crisis, cuestiones que hasta recientemente sólo eran pautadas por los críticos del neoliberalismo pasaron a ser tratadas abiertamente por los medios, aunque dominadas por los ideólogos que celebraban el mundo de las finanzas, ahora, en inocultable crisis. Aunque perplejos frente a temas que manejan con dificultad y a la defensiva, vuelven a blandir preconceptos condenando las medidas puestas en práctica por gobiernos que hasta ese momento defendían ardorosamente el ideario neoliberal, como los de Inglaterra y Francia que, en el mismo tono del gobierno recién-posesionado en los EUA, acaban de aprobar medidas que apuntan hacia la protección del sistema financiero, inyectando dinero público en bancos y empresas de origen nacional quebradas, objetivando la preservación de empleos de sus ciudadanos. A pesar del clima fúnebre del Foro Económico de Davos en enero de 2009, los think thanks mediáticos no dejaron de destacar que, el único consenso de la reunión del Gran Dinero fue que el mundo no podía embarcarse en una onda proteccionista, como ya se diseñaba con los pronunciamientos del Sr. Barak Hussein Obama. Hay una relación íntima entre el clima fúnebre y el consenso tendencioso antiproteccionista del Gran Dinero reunido en Davos. Al final, el Gran Dinero creyó que podía invertir en las bolsas 24 horas por día mientras el mundo dormía y continuó ignorando al Rey Midas confundiendo riqueza con su expresión simbólica: el dinero. Las medidas anticrisis que los

167 Roberto Leher, Profesor de la Faculdad de Educación y del Programa de Posgrado en Educación de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Investigador del CNPq y coordenador del Observatorio Social de América Latina- Brasil del Consejo Latino-americano de Ciencias Sociales.

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gobiernos de los EUA, Francia y el Reino Unido están emprendiendo parecen estar en antagonismo con las ansias del Gran Dinero, pero también aquí las apariencias engañan. A la final, no es posible oponer a Barak Hussein Obama con Wall Street, o a Nicolas Sarkozy y Gordon Brown con las ansias de Davos, como veremos más adelante. Las aparentes contradicciones entre Estado y mercado, entre regulación territorial estatal y libre mercado mundializado no son nuevas y fueron magistralmente dilucidadas por Karl Polanyi en su libro La gran transformación, publicado originalmente en 1944. Es que los Estados tienen la función de no sólo forjar el mercado en conformidad con los intereses generales del capitalismo sino de, y no menos importante, en un contexto de crisis sistémica, operar a favor de la gobernabilidad, en pro de las condiciones políticas y sociales que aseguren la reproducción del capital. Pero esta travesía se dará en condiciones tempestuosas, pues, el neoliberalismo que dominó el escenario ideológico de las tres últimas décadas no fue un conjunto de disposiciones de pensamientos etéreos, expresando la hegemonía de las finanzas y del capital portador de variables que se hipertrofian, confirmando un escenario señalado por Marx. El gobierno nacional, como expresión del capital en general, tendrá que hacer ajustes que, inevitablemente, generarán conflictos en el seno de los sectores dominantes. El Gran Dinero continúa sustentando que puede prescindir del mundo en su mundanidad, como si el dinero generase más dinero sin la mediación del trabajo humano e ignorando que, el hombre es un animal territorial, aunque lo sea de un modo muy original. Al final, el hombre es un animal que presta sentido a su inserción en el mundo material, en fin, construye territorialidades. El debate reciente en torno al proteccionismo explica, en verdad, una cuestión que viene siendo olvidada y que habla con respecto a la dimensión territorial que está implícita en este debate político cuyo esclarecimiento, creemos, es fundamental para vislumbrar las diferentes perspectivas que se presentan para la superación de a crisis. He allí el objetivo de este trabajo. Capitalismo y estado territorial Desde que el capitalismo comenzó a diseñarse en tanto sistema-mundo, un sistema territorial de nuevo tipo también comenzó a delinearse, con los dos primeros estados territoriales centralizados: Portugal y España. Estos dos estados comandaron, a partir de 1492, la primera modernidad, o mejor, la primera moderno-colonialidad. La unificación territorial en los dos países de la península ibérica se hizo a costa de la limpieza

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étnico-religiosa con la expulsión de los moros. San Tiago de Compostela, aquel mismo cuyo camino fue cantado por Paulo Coelho, el escritor preferido del Gran Dinero en Davos, entró a la historia como héroe conocido por Matamoros. Segundo Perry Anderson168, las revueltas campesinas contra las diversas formas de opresión/explotación feudales pusieron en crisis el poder local de los señores, lo que mostró una respuesta con la articulación de los “de arriba” para los “de arriba” y por arriba contra los “de abajo” construyendo una estructura de poder jerárquica y centralizada delegando el monopolio de la fuerza al Estado que así, nace con este sello de clase. Prestemos atención aquí hacia el poder local y hacia la estructura del poder jerárquico y espacialmente centralizado. Así, comienzan a nacer los Ejércitos unificados donde los uniformes, además de indicar uniformización y el comando de Uno, también encomendaba los uniformes uniformizados a las manufacturas Reales, lo que dio un importante impulso a la tecnología de las manufacturas. Lo mismo se puede decir de las armas y de los armamentos. Al mismo tiempo, juristas fueron convocados para descalificar el derecho de las gentes - derecho local y consuetudinario - y, para ello, hicieron uso del derecho forjado en una Roma esclavista, el derecho individual y de la propiedad que priva puesto que es, la propiedad privada y de propietarios individuales, con su presunción universalista y, aquí, una vez más, uni es no plural donde no caben todos los pueblos. Atendamos, al mismo tiempo, al hecho de que el mundo se mundializa, sobre todo, luego de la invasión de América (Abya Yala), los lugares son recontextualizados en una configuración de estados territoriales donde, en sus limites internos, la asimetría de las relaciones sociales y de poder se conforma al mismo tiempo como jerarquía territorial bajo el comando de una ciudad-cabeza, o sea, una ciudad capital sede del poder y sedienta de poder, que subordina los demás lugares, aislándolos y, así, aislando a los que son de lo local que, en Europa, son campesinos, sobre todo. Es desde el nacimiento del sistema-mundo modernocolonial que el mundo se mundializa conformando, pues, una nueva forma geográfica de organización del poder, el Estado Territorial. Al decir de Wallerstein, el sistema de estados (territoriales) es constitutivo del sistema mundo. Nada de esto es natural, como estamos viendo. Los territorios son instituidos por sujetos de carne y hueso en procesos instituyentes tensos, donde una determinada territorialidad se impone en la medida en que determinados sujetos se imponen y se afirman con de168 Ver Linhagens do Estado Absolutista, Ed. Brasiliense, São Paulo, 1981.

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terminada forma territorial. En fin, territorio, territorialidad y territorialización son indisociables e indican el carácter histórico, esto es, provisorio, de cualquier forma territorial que, siempre, alberga en su seno otras territorialidades posibles. Las ciencias sociales, en particular la ciencia política, han venido ignorando que el Estado es un concepto geográfico-político y no simplemente político como, excepción entre sus pares, remarcara Henry Lefebvre169. Los que viven de y por el Dinero, como ya lo hacían los comerciantes en la Edad Media, siempre tuvieron que negociar el paso por los feudos el derecho de comerciar casi siempre fuera de la ciudad, fuera de la urbe en los sub+urbios, locus de los que se mueven con Dinero170. Gran parte de las luchas trabadas en los burgos por los burgueses fueron luchas por la libertad de la comuna. Viviendo en función de un bien móvil, el capital hace de la movilidad un valor supremo, de allí la sobrevaloración del derecho de ir y venir en detrimento del derecho de establecer, sobre todo, del derecho de permanecer171. Sin embargo, para trasladar, sean hombres o cosas, hay que atravesar espacios que son habitados, que son apropiados, territorios en fin. En la formación de los estados territoriales, la burguesía tuvo que aliarse a la nobleza cuya fuente de poder se concentraba en la propiedad de la tierra y en toda una jerarquía de vasallaje que era territorializada: Conde, Condado; Marqués, Marquesado (Marqueses eran los Condes de Frontera que cuidaban de los marcos territoriales: Marka); Barón, Baronato; Príncipe, Principado; Rey, Reino. Los riesgos frecuentes a los que quedaban sometidos los comerciantes a las cuadrillas de salteadores los obligaban a alianzas varias buscando garantizar su propiedad móvil. El estado territorial es, así, un complejo de poder que es guardián de propiedad, tanto de los Señores Feudales que estaban siendo cuestionados en su poder local por los campesinos (jacqueries) como de la propiedad móvil (Dinero: oro, plata) de los comerciantes, inicialmente. Perry Anderson llamó al Estado 169 LEFEBVRE, Henri, La production de l’espace. Paris: Anthropos, 1974. Hay otros pensadores donde el territorio es considerado, pero como un concepto pasivo, en tanto base de un Estado, como por ejemplo, en Jean de Bodin (1530-1596). 170 Pierre George, geógrafo francés, nos informa que el nombre de Países Bajos no deviene del hecho de Holanda construir polders a partir de sus planicies aluviales, pero si del hecho de que en la región de la desembocadura del río Reno se reunían muchos comerciantes. A la época, el dinero era pecado, cosa de gente baja. De allí lo de Países Bajos. Ver GEORGE, Pierre, 1974 Précis de Géographie Urbaine. Ed. PUF, Paris. 171 En este caso, los pueblos indígenas, por ejemplo, son siempre vistos como obstáculo y su inscripción territorial implica que sus luchas sean siempre contra la desterritorialización. Téngase en cuenta que no hay una sola territorialidad entre estos pueblos que, a su vez, están lejos de ser inmóviles. La territorialidad guaraní, por ejemplo, no es mutuamente excluyente como la del Estado territorial que está fundada en la propiedad privada absoluta de la tierra. La problemática ambiental viene exigiendo que se repiense la propiedad privada absoluta, en la medida que los flujos bio-geofísicos no respetan la propiedad privada, ni los límites del estado territorial que se instituye como base en ella.

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absolutista de Señorío Centralizado. Las diferentes formas del capital van a configurar diferentes formas de territorialización: el capital comercial depende de la libre circulación de los bienes que comercializa y, así, depende de autorizaciones aduaneras, casi siempre sometidas a tributos (Pasaje) y, aún, de un lugar para comercializar que puede ser provisorio, como en las ferias172; el capital industrial implica la fábrica y, así, un lugar propio de inscripción material en tanto locus de transformación de la materia, una serie de condiciones generales de producción que no produce, sino que necesita (energía, carreteras, red de agua, agotamiento, etc.) y, también, la libre circulación de las materias primas y de la mercancía final en un espacio territorial específico y, más allá del mismo, tributos aduaneros; el capital financiero también depende de un lugar específico de comercio173 tal como el capital comercial, pues es de su naturaleza vivir del dinero en estado puro, el puro dinero en su abstracción plena, esto es, despojado de cualquier materialidad y, así, cree desprenderse de cualquier limite, de cualquier frontera, cuyos efectos veremos más adelante. Recordemos, sin embargo, que todas las formas de capital tienen que pagar renta (alquiler) para ubicarse, tiene que pagar por el área de sus loggias y fábricas a un propietario, igual que para hacerse propietario territorial (y, así, dejar de pagar renta que, no obstante, puede ser capitalizada nuevamente cuando da venta de la propiedad). El capital comercial, por ejemplo, puede convivir con distintas formaciones sociales (campesinos, esclavistas, feudales) sólo comercializando los bienes que en ellas adquiere sin que necesariamente las transforme. Ya el capital industrial para afirmarse tuvo que luchar contra los Señores Feudales para apropiarse del trabajo, luchar contra la servidumbre que restringe al campesino a la gleba, para tener la fuerza de trabajo a su servicio y, así, es la libertad bajo el capital, una libertad para vender el servicio de la capacidad creativa del trabajo y no sólo de la fuerza de trabajo que, sabemos, es más que fuerza174. La hegemonía de uno u otro de estos capitales tiene serias implicaciones políticas,

172 “En sentido litúrgico, el latín féria corresponde a ‘día de fiesta’, ‘día de reposo’, ‘día feriado’: pero como en esos días era costumbre, los mercaderes ofrecían en la plaza pública a los frecuentadores de las festividades religiosas sus mercancías, las expresiones secunda feria, tertia feria, etc. pasaron a denominar los días de la semana, perdida como fue la noción original de día de reposo en razón del predominio de las ‘ferias’ comerciales sobre las ‘ferias’ litúrgicas (Cunha, Antonio Geraldo 1982. Dicionário Etimológico da Língua Portuguesa, Ed. Nova Fronteira, Río de Janeiro, p. 532). Una vez más, lo religioso subsumido en el dinero, en el capital, tal como en la deuda y el interés, expresiones que devienen del mundo religioso. En el capitalismo, el fetichismo de la mercancía (Marx) lleva esto a las últimas consecuencias, pero no lo inventa, como se ve. 173 De loggia, templo masónico. Una vez más, templo religioso. 174 La mano de obra nunca fue sólo mano, igual bajo el comando del capital y sus gestores. El robot es la expropiación de la inteligencia del trabajador que materializa en la máquina inteligente que, sin embargo, es fruto de la inteligencia del trabajador.

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en la medida que tiene alcances territoriales, en fin, de limites. En la base de todas estas transformaciones territoriales, económicas y políticas se encuentra la violencia de la expropiación que es constitutiva de la territorialidad demandada por el capital175. Con la expropiación de las tierras comunales y la supresión de la servidumbre de la gleba, los campesinos quedan a la deriva en busca de dónde vender su capacidad de trabajo y, así, no pueden ser verdaderamente libres porque les faltan condiciones materiales para serlo. La libertad no es etérea a los hombres y mujeres mundanos, puesto que son seres con necesidades176. Con la generalización de la expropiación se vuelven proletarios, esto es, aquellos que viven para reproducir la prole. O mejor, viven para conservar la carne como asalariados: salario se origina de sal, necesaria para conservar la carne, en este caso, la prole (la carne a ser asalariada mañana). La sociedad, construida por hombres y mujeres de carne y hueso, está condenada a las condiciones de espacio y tempo, condición de toda materia. El hecho de nosotros ser animales simbólicos no hace que dejemos de ser animales. Al final, es este animal específico, el hombre, que simboliza. Ignorar esta condición es uno de los principales desafíos epistémico-políticos que tenemos que superar de cara a la tradición de pensar por separado –espíritu y materia; naturaleza y cultura; sujeto y objeto; entre lo material y lo simbólico entre tantas y tantas otras– tan característico del pensamiento hegemónico en el mundo occidental. Toda apropiación material es, al mismo tiempo, simbólica puesto que, sólo nos apropiamos de aquello a lo que atribuimos sentido. El conflicto territorial hoy: perspectivas hegemónicas y subalternas En una fase del capitalismo, como la que ahora está en crisis, bajo la hegemonía del capital en su fase más abstracta, el capital portador de interés, la idea de un mundo sin fronteras, desterritorializado, fue llevada al paroxismo por los ideólogos pos-modernos. En el fondo, el deseo de un mundo sin fronts, sin choque, en fin, un mundo que se quiere sin limites. Ocurre que 175 Marx analiza la violencia de la expropiación en “La llamada acumulación primitiva” (MARX, Karl, O Capital, Livro 1, Volume 2, Capítulo XXIV, Ed. Difel, São Paulo. Traducción de Reginaldo Sant’Anna, 10a Edição), en especial en la sección 2 (Expropiación de los campesinos). La violencia del Estado sobre los trabajadores expropiados es discutida de modo penetrante en la sección 3 (Legislación sanguinaria contra los expropiados, a partir del Siglo XV. Leyes para rebajar los salarios). 176 La imagen poética de la libertad como un pájaro que vuela y que parece estar libre del mundo mundano sólo tiene sentido cuando ignoramos que el pájaro sólo vuela por el trabajo de sus alas en fricción con el aire, caso contrario caería. En fin, sólo existe libertad por el trabajo y por la fricción.

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limite es exactamente el nombre que los griegos daban al que demarcaba la ciudad del campo y, en griego, limite es originariamente polis, muro que separa. Limite (polis) es, así, el meollo de la política que es por definición, el arte de definir los limites. Política y territorio están así, desde siempre ligados, inclusive, pero no sólo177 los limites del territorio. Una sociedad no se constituye primero para después constituir su espacio, su territorio, como nos enseña el pensamiento que piensa por separaciones, por disyunciones. Si una sociedad instituye relaciones sociales y de poder racistas178 ella instituye en el mismo movimiento su espacio, y no antes o después, con lugares para blancos y para los de color, sean amarillos o negros (el blanco sociológico no tiene color). Casa Grande e Senzala son lugares-en-relación, o mejor dicho, Casa Grande-Senzala, así como los condominios cerrados-y-las-favelas. Si la fórmula D-M-D’ es la fórmula del capital comercial e industrial179, el D-D’ es el deseo del capital financiero de no necesitar pasar por ninguna mercancía (M) tangible, material. Dinero que se hace y quiere ser más dinero. Este capital que se cree volátil gana con la revolución (en las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología) electrónica y se hace virtual180. La hegemonía del capital financiero se hace con la creación de instituciones que buscan desterritorializar y, por eso, el paraíso fiscal es su deseo íntimo, pero irrealizable, a no ser en tanto islas181, en verdad, somos una red. Alternativamente, es preciso demarcar los territorios donde la extracción de más-valor pueda satisfacer a los organizadores locales e internacionales de la producción, a saber, las fracciones burguesas locales y las hegemónicas y, aún, realimentar el circuito del capital rentista. La hipertrofia del capital financiero en la City londrina y en Wall Street y la constitución del capitalismo en China como locus de la hiper-extracción de más-valor, son procesos interrelacionados y complementarios. Redes y territorios no se oponen, sino que se complementa. Por todo ello, el control de los territorios es un objetivo

177 Cualquier definición de limite, sea el limite de lo que es hombre y de lo que es mujer, entre el bien y el mal, es siempre instituido y nunca natural. Por tanto, hay siempre una tensión constitutiva de los limites que es la naturaleza de la política. 178 Lo mismo puede ser dicho del machismo y de la relación capital-trabajo y otras. 179 Aunque en el caso del capital industrial ‘M’ se constituye como materias primas y máquinas, de un lado, y mano de obra, del otro lado, en fin, capital constante y capital variable. 180 El hecho de cada quien poder entrar en un site y comprar una pizza vía computador, así como hacer tantas y tantas otras operaciones, han llevado a un aumento exponencial de motocicletas en las calles de nuestras ciudades y, con ellas, un aumento igualmente exponencial de la muerte de motoboys. Lo virtual no está pues, desprovisto de materialidad. Ver Porto-Gonçalves, Carlos Walter. A Globalização da Natureza e a Natureza da Globalização, Ed, Civilização Brasileira, Río de Janeiro, 2006. 181 El individualismo burgués sufre del síndrome de Robinson Crusoe aislado en su isla.

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político, económico y militar permanente del Gran Dinero. Al final, hay que proteger la propiedad. Como es preciso instituir, el capital financiero sabe que es necesario apropiarse de la institución que detenta el monopolio de la violencia, el estado, que sin embargo, es territorial. Este capital en su delirio desterritorializante se quiere trasladar hacia donde obtiene el mayor provecho y, así, instaura, siempre, tensiones territoriales en la medida que, en tanto un capitalista puede trasladar su fábrica de un país a otro, el trabajador, por la naturaleza de su condición territorial, no puede hacerlo sin la pérdida de afecto, sin que sea afectada su formación subjetiva, en la medida que tiene vecinos, familia. El derecho de ir y venir sólo puede ser ejercido hasta cierto punto, en la medida que la migración sufre restricciones territoriales de la colonialidad (historia de larga duración que se actualiza en tanto racismo) como los ‘muros’, limites que separan a América anglo-sajona de América Latina, a Europa de África y de Oriente. Asimismo, el dinero del pobre migrante continúa manteniendo a la familia de origen, configurando trans-territorialidades subalternas que aproxima el destino de los pobres de allá y de acá182. Cuando en Davos el clima fúnebre del Gran Dinero firmó el único consenso de que el proteccionismo es el gran mal a ser combatido, como sus ideólogos luego vinieron a trompetear, bien saben que allí reside el meollo de su política, esto es, de su capacidad de establecer los limites aquí, rigorosamente territoriales. El capital contra la democracia gana aquí toda su concreción, a simple vista es el territorio de cada estado que el ciudadano reclama derechos, hasta cuando los ecuatorianos luchan para permanecer en España y no ser discriminados por ser indocumentados diciendo que su carta de identificación es la carta de Cristóbal Colón, como blandían en sus manifestaciones políticas. Es de nuevas configuraciones territoriales que carecemos, conformaciones territoriales éstas que sean capaces de reconocer otras territorialidades en gestación a partir de la subalternidad. El capital en su forma suprema des-nacionalizó la democracia y no ofreció otra territorialidad que proporcionara dignidad a 182 “Los números son significativos: en Ecuador, en 2002, nada menos que 14% de la población adulta del país recibió alguna ayuda de sus parientes en el exterior; los US$ 1,5 billones enviados del exterior correspondían a 1/3 de las exportaciones totales del país, diez veces el total de asistencia económica oficial obtenido y cinco veces el crédito del FMI en el año, según Charo Quesada (Revista do BID). En Colombia, en 2003, entraron legalmente al país, US$ 3,6 billones, lo que equivale a 3,8 veces el total de las exportaciones de café, y 2,2 veces las exportaciones de carbón y sólo fue inferior a las exportaciones de petróleo. En El Salvador, los envíos correspondieron a 67% de las exportaciones totales y a 14,1% del PIB. Del total de US$ 38 billones que ingresaron en la región por el trabajo de los más pobres, nada menos que US$ 30 billones vinieron de los EUA” (PORTO-GONÇALVES, Carlos Walter. A reinvenção dos territórios: A experiência latinoamericana e caribenha. In: CECEÑA, A. E. (comp.). Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado. Buenos Aires: CLACSO, 2006. p.151-197.).

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cada quien. Nacionalizar bancos, o buscar garantizar empleos para los empleados nacionales de la Peugeot o de la Citroën, como ahora hace el hasta hace poco antiproteccionista Nicolas Sarkozy; o cuando Barak Hussein Obama dice que el dinero de su paquete debe comprar solamente acero de los EUA y, así, garantizar el empleo de los nacionales del complejo siderúrgico estadounidense; o cuando el también otrora antiproteccionista Gordon Brown habla de proteger el empleo de los británicos, sólo están reconociendo la tensión de territorialidades en curso, lo mismo que en la perspectiva del capital y de algunos de sus asalariados nacionales. Pero, hay algo profundo y verdadero que paradójicamente emana de la crítica de Davos al proteccionismo. No es posible dejar de calificar este proteccionismo como interesado y particularista, practicado en nombre de los intereses de fracciones burguesas locales. Los señores del dinero dicen, con razón, que no hay salida aislada a la crisis. Con esto, reconocen, en la práctica, que el egoísmo máximo de cada uno no genera la virtud general de la mano invisible, como el pastor Adam Smith pregonara. Los sectores dominantes no pueden abrir la mano de la política para mantener la sociedad del capital. Y la política pasa por el control del territorio, por el alejamiento (o por el acercamiento) de las fronteras, en el proceso imperialista, y por el cambio en la composición social de quien ocupa tal o cual territorio en general, por medio de la des-ruralización campesina. Con mucho más motivo, los que viven del propio trabajo y son expropiados y explotados también necesitan de la política, pero de la política anti-sistémica, envolviendo no sólo la defensa de los derechos laborales y sociales, lo que demanda una perspectiva nacional, sino forjar una nueva sociedad sin explotadores y expropiadores, lo que exige un redimensionamiento territorial mucho más allá de los Estados nacionales. No es posible mantener indefinidamente una revolución en un sólo país ahora, con la cuestión ambiental agregando nuevas razones y argumentos. Para llevar adelante este proyecto transformador, las propias bases del sistema del capital tienen que ser revolucionadas, inclusive las formas de mediación entre los seres humanos y la naturaleza. Esta política es necesaria, sobre todo, porque se trata de cuidar de hombres y mujeres reales y no virtuales que, como tales, tienen necesidades reales y mundanas y que deben ser resueltas en el suelo concreto de nuestras vidas, en los territorios reales. Así, es preciso ver la actual crisis más allá de lo que viene siendo apuntado al querer aterrizar el capital haciendo con que él deje la economía virtual y se destine a la economía real, como si la territorialidad del capital financiero no tuviese ninguna consecuencia territorial real, como tantos sentimos y sufrimos.

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Es el capital industrial, que se dice parte de la economía real, que está siendo beneficiado como en el caso de las ensambladoras de automóviles. Con esto, estamos dando continuidad a un modo de vida de las ciudades congestionadas de cada día; donde las municipalidades gastan más de sus presupuestos con viaductos, túneles, asfaltado de vías, señalización, protecciones y con tratamiento médico a los accidentados del tránsito, que en salud o educación de la población, para no hablar del combustible desperdiciado todo el día solamente en las horas de tránsito congestionado. Es el capital tangible que transforma la materia por medio del trabajo. Y trabajo es transformación de la materia y, para ello, es necesario energía, capacidad de realizar trabajo, según los físicos. De acuerdo a la ONU, apenas los 20% más ricos del mundo son responsables por el consumo de más de 80% de las materias primas y la energía producidas anualmente, aunque distribuída con la desigualdad conocida y con más desigualdad aún en los países capitalistas dependientes. Con los problemas ya graves derivados del calentamiento global, de la erosión de los suelos y de la biodiversidad, de la escasez de agua, la economía realmente dicha se inscribe en el mundo material da naturaleza, lo que hasta ahora viene siendo minimizado en los análisis, salvo honrosas excepciones, como Joan Martinez Allier183. Y aquí vemos que la crisis no es simplemente la crisis del capital en su forma virtual, ni simplemente del neoliberalismo, sino del capitalismo en tanto modo de vida y de producción, en tanto sentido que se atribuye al estar en el mundo, que pone a toda la humanidad en riesgo. Es esta economía realmente dicha la que nos lanzó a los riesgos que nos amenazan a todos y que ahora quieren que sea fortalecida. Quieren fortalecer lo que nos fragiliza, lo que nos expone al riesgo. Entre la bolsa y la vida no hay opción, sea cuando nos vemos frente al ladrón que nos asalta, sea cuando nos vemos frente a las bolsas que negocian las vidas. Al final, tener como sentido de la vida el dinero es pretenderse ilimitado, ignorando nuestra inscripción en el mundo de la materia, como si sólo pudiésemos ser libres volando, como el contemplar del sobrevuelo tan bien criticado por Hanna Arendt184. He allí el mundo que está asentado en la idea y en la práctica del leit motif de la vida que es el lucro. A la final, lucro deviene de logro y lograr puede ser tanto como obtener un objetivo deseado, como puede ser engañar a alguien. Todo indica que el lucro es más que una de las formas de apropiación de más valor en tanto apropiación de la riqueza social que, sin 183 Ver su excelente artículo La crisis económica vista desde la economía ecológica disponible en http://www.ecoportal.net/content/view/full/82771/://. 184 ARENDT, Hanna. 1987 A Condição Humana, São Paulo, Ed. Universitária.

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embargo, es. Pero es, también, expropiar a alguien de su capacidad de imaginar otros mundos, de lograr otros objetivos, en fin, es querer engañar, lograr, lucrar. La economía realmente dicha es territorial o no es. Y siendo territorial, es preciso identificar la territorialidad que le subyace. En fin, es preciso ir más allá de la economía y rescatar el sentido sublime del arte de definir limites: la política.

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Segunda Parte De la ciencia, los saberes y el medio ambiente

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Medio ambiente, ciencia y poder: diálogo de diferentes matrices de racionalidad.

Vivimos un momento histórico de la misma naturaleza que el que vivió Europa occidental en el Renacimiento y en el Siglo de la Luces. Se trata de un momento de inflexión, de un instante de bifurcación, como diría Ilya Prigogine (1917-2003). Vivimos un tiempo de cambios en el orden de las significaciones y, vivir esos momentos es vivir un tiempo de incertezas y, al mismo tiempo, de oportunidades. En estos momentos se vive una sensación de que nuestras referencias fueron lanzadas al piso y esa sensación de inseguridad nos impele, con mucha frecuencia, a apegarnos de los valores del pasado que, de cierta forma, nos ofrecen un confort, el confort de lo que nos es familiar puesto que, nos es conocido. Hablar de cambios en el orden de las significaciones es, rigurosamente, hablar de cuestiones que nos remiten al campo de la cultura. A fin de cuentas, la especie humana inventó, a lo largo de su aventura sobre el planeta, múltiples formas de prestar sentido al vivir, lo que por sí solo nos remite a la complejidad de lo que es ser humano. Las múltiples culturas que esa misma especie biológica creó, nos indica cuán lejos estamos de poder pensar en un único actuar racional. A la final, ¿cuál de estos modos de ser, esto es, de actuar, de pensar y de sentir sería más racional? Se registra que, es igual al interior de un mismo “magma de significaciones imaginarias”, para quedarnos con una rica expresión del extrañado Cornelius Castoriadis (19221997), podemos identificar racionalidades contradictorias entre sí. El actual debate ambiental, por ejemplo, es una clara expresión de estas racionalidades distintas y contradictorias existentes al interior de este mismo magma de significaciones imaginarias que llamamos Sociedad Occidental Moderna. Los griegos, en la época clásica, ya habían experimentado este debate y, desde entonces, sabemos que siempre aparece

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algún Rey-filósofo dueño de una pequeña verdad o que se cree portador de aquella verdad que sería más verdadera y que, por eso, se debe sobreponer a todas las otras hablas. Ya, entre los griegos, aparecía con todas las letras, la idea lógicamente ordenada –el logos- libre de la intemperie de la mundanidad: la idea se separa de la materia. Sabemos cuanto el Renacimiento y el Siglo de las Luces recuperan, en nombre de la ciencia y de la técnica la superioridad de una razón, sea contra el obscurantismo de la religión, sea contra el llamado sentido (del hombre) común, con sus otros modos de conocer a quien se niega la propia idea de que son seres movidos por la razón185. El mundo que vivimos es el mundo de la crisis de estos fundamentos instituidos a partir del Renacimiento y del Siglo de las Luces. En él la naturaleza es desacralizada. Expulsados los dioses de la naturaleza, ella se transforma en algo objetivo, en un mero objeto de nuestra dominación antropocéntrica. A la final, ¿cómo dominar la naturaleza si ella está poblada por dioses? En lugar de un Dios como centro del universo –el Teocentrismo-, pasamos a tener al hombre como centro –el antropocentrismo-. He allí la idea clave de este mundo moderno inventado a partir del siglo XV-XVI. El hombre, a partir del Renacimiento es el centro del mundo, es el señor del mundo. El todo poderoso desciende de los cielos hacia la tierra. Cogito, ergo sum. El pienso, luego existo cartesiano recupera la primacía del pensamiento sobre la existencia, de la cabeza sobre el cuerpo, del espíritu sobre la materia, del hombre sobre la naturaleza. El hombre, en tanto animal racional, reinaría entre los animales por ser racional. ¿Quién de nosotros no siente un cierto alivio cuando añadimos lo racional a lo animal para hablar de los hombres? En la expresión: el hombre es un animal racional, la palabra racional domina a la palabra animal y, así, nos destacamos de la animalidad por ser nosotros seres racionales. A partir de este alivio de no confundirnos más con la naturaleza estamos frente a la superioridad de lo racional sobre lo animal y, por tanto, autorizados a dominarlos186. Este hombre racional, des-naturalizado a través de la ciencia y la técnica puede, desde fuera, ejercer la dominación de la naturaleza. Hombre y naturaleza se excluyen y es exactamente el conocimiento racional lógico-matemático (el lenguaje más abstracto) el que develará los misterios de la naturaleza que deben proporcionar su dominación187. 185 Descalificación primordial con certeza instituyente de los sin-razón y, por ahí, sin derechos, sin… 186 Lo mismo puede ser visto en la expresión Homo Sapiens donde lo sapiens oscurece lo demens que también nos habita, como también lo demostró Egar Morin. Somos homos sapiens demens. 187 Francis Bacon llega a hablar de torturar a la naturaleza para arrancarle su verdad, revelar sus misterios.

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Todo esto no tendría mayores consecuencias si fuesen solamente ideas y no ideas-prácticas como, además, se exige que las ideas deban ser. Pragmatismo es el otro nombre del antropocentrismo moderno. En otras palabras, la razón debe ser instrumental, práctica, se dice también, objetiva. Sabemos que estas ideas deben mucho de su existencia a un tipo sociológico que gana importancia desde el medioevo que es la burguesía mercantil, cuyo actuar-con-vista-a-un-fin, con un raciocinio práctico de costos-beneficios, se mueve alrededor de una riqueza móvil y abstracta y que, por eso, se presenta como universal: el dinero. Más importante que la riqueza es su expresión en tanto cifra-símbolo ($). La imposición de una determinada lógica abstracta –matemática- las prácticas sociales concretas de dominación de la naturaleza es el resultado práctico de una sociedad que se mueve por una lógica de acumulación de riqueza expresada en ese inmaterial signo de los signos que es el dinero. En su inmaterialidad el dinero, tal como los números y los dioses, no tiene límites. El advenimiento de la máquina de vapor es, en este sentido, emblemática. Ella se mueve a partir de una energía de origen fósil cuya capacidad de trabajo en la transformación de la materia, se creyó, no tendría límites. La transformación de la materia se dará a un ritmo cada vez más intenso haciendo que “todo lo que es sólido se deshaga en el aire” (Marx). Al final, el ritmo con que late la máquina de vapor se quiere universal: es siempre igual, sea en verano, sea en invierno; sea de día o sea de noche; esté siendo manejada por trabajadores ingleses, brasileños, mexicanos o indonesios, tristes o alegres. Es a esto lo que se llama “objetivo”. En verdad, la máquina a vapor materializa una práctica que impone al espacio concreto del día a día la lógica de otra máquina, la máquina del tiempo: el reloj. La máquina del tiempo, sin embargo, había sido una invención de los monasterios de la Edad Media para definir las horas canónicas, cuyo resultado práctico era reunir a los hombres y mujeres para rezar. No obstante, la máquina a vapor ¡no voltea hacia los cielos! El tiempo, en la modernidad –este de la máquina a vapor- no es más el tiempo de los entes concretos –de los bichos, de las plantas, del curso de las aguas de los ríos o de los humores de los hombres y mujeres de carne y hueso (Thompson)- pues, al contrario, es el tiempo abstracto que late siempre igual en cualquier lugar. Es indiferente a los lugares. La fe en la máquina a vapor188, más que nunca, remueve concretamente montañas y, también, ríos, selvas,

188 La fe en la ciencia no es ciencia. Es fe. Esa idea vale bien una misa, me apropio en otro contexto de la frase famosa de Marx.

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otros tiempos, otras culturas. Es un tiempo propio, abstracto, este reloj incorporado en la máquina a vapor tiempo propio a quien controla y, dice quién es el avanzado o atrasado. En fin, el mundo es medido por el meridiano de Greenwich que se ubica como el punto cero del tiempo que enmarca el espacio nuestro de cada día en todo el mundo. Así, Europa se torna el centro. Su razón, su concepción de espacio y tiempo, se pretende universal. Así, es posible ver que este hombre-señor-todo-poderoso del Renacimiento no es solamente hombre en tanto una especie que se ubica por encima de las otras especies, tal como una crítica ingenua al antropocentrismo quiere hacer creer. Es un hombre que calcula costos y beneficios; que ve más allá. Es el hombre burgués que, cada vez más, necesita movilizar energías, todas las energías, hacia el trabajo (no hay trabajo sin energía, nos enseñan los físicos). Es aquel que niega el ocio, que vive para el negocio189, que a los otros, los que se mueven con otros ritmos y otros tiempos, los califica de indolentes y prejuiciosos puesto que, para él, parecen estar siempre atrasados. La “dominación de la naturaleza” se constituye así, en la idea maestra del nuevo “magma de significaciones imaginarias”. Es a esto a lo que se denomina Progreso y Desarrollo y, asimismo, Civilización. Sin embargo, vemos que este hombre-centro-del-mundo que debe “dominar la naturaleza” no es un hombre homogéneo, donde todos son socialmente iguales para actuar sobre la naturaleza, tal como cree una sociología ingenua dominante entre los científicos naturales. De este modo, “dominar la naturaleza” presupone dominar los otros hombres mediante el trabajo y, así, junto al hombre burgués tenemos aquellos expulsados de la tierra que, por esa vía, se ven obligados a vivir a través de algo abstracto como lo es el salario que, como su nombre lo dice, es la sal necesaria para conservar la carne. Debe también, como proletario que es, reproducir la prole, o sea, aquel que vive para reproducir la carne del futuro. La proletarización generalizada es lo que configura un mundo cada vez más urbanizado puesto que, la ciudad es el locus por excelencia de la mercantilización generalizada. Burgueses y proletarios, contradictoriamente, se mueven alrededor de este medio abstracto –el dinero- que se transforma en las cosas concretas. El dinero así, se convierte en mediador generalizado de la vida (medida de las medidas). Nace el homo economicus. Para los burgueses el cielo es el límite; para los proletarios es la subsistencia que, debe ser garantizada mediante el trabajo asalariado.

189 La fe en la ciencia no es ciencia. Es fe. Esa idea vale bien una misa, me apropio en otro contexto de la frase famosa de Marx.

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Como la naturaleza es una condición para la existencia de todos los seres vivos, incluso de los humanos, mantener una parcela cada vez mayor de hombres y mujeres separados de la naturaleza, rigurosamente, naturaliza el hecho de que ellos y ellas sin condiciones (naturales) para producir sus vidas, se conviertan en asalariados y, así y sólo así, el dinero se convierte en una necesidad. Necesidad, por tanto, históricamente producida y no de acuerdo con la naturaleza, tal como algunos nos intentan hacer creer haciendo al homo economicus natural. Los propios productos de primera necesidad concretos y tangibles, la energía que representan nuestros alimentos de cada día, también se encuentran separados de nosotros, son la propiedad de alguien que los posee, no para el uso sino para la venta, buscando un más. Como es posible apreciar, la lógica del valor de cambio, la lógica del más, la lógica de la cantidad es lo que se impone y no la lógica del valor de uso, la lógica de lo mejor, la lógica de la calidad. La capacidad de transformación de la materia resultado de la subordinación del trabajo190 y de la naturaleza191, ésta sobre todo, luego del dominio científico y técnico de la energía (ella, también, capacidad de trabajo) fósil, impulsa la razón burguesa, antropocéntrica, europea de dominar al mundo y, ahora, no sólo por razones religiosas, como la Bula papal sancionó en Tordesillas, sino creyéndose movida por una razón técnico-científica superior. La razón es blanca. Pero antes que pasemos a ver en esta razón burguesa, blanca y europea192 aquello que a través del colonialismo y del imperialismo se impuso al mundo no europeo, negando otras culturas, recordemos que, la misma en Europa unificó pesos y medidas, impuso una lengua oficial y, así, el constituir los Estados Territoriales Modernos, suprimió las diferencias, negó la alteridad. Ahora, lo más específico de cada cultura es el modo como ella mide y pesa cada cosa, el modo como ella establece sus razones y proporciones que, así, antes de ser razón matemática (medir, pesar, razones y proporciones) son de orden político y cultural. Los vascos están allí para recordarnos que esta razón que niega otras razones porque se pretende universal antes de hacerse contra los no europeos en América o en África, se impuso allá mismo, en Europa, con la propia formación de los Estados Territoriales Modernos en Europa193. No nos olvidemos que la unificación de pesos y medidas, incluyendo la moneda única, en cada Estado Territorial significó la imposición de una 190 Y el trabajo, sabemos, es condición natural de la existencia histórica del hombre. 191 Y la naturaleza es dominada previamente por el conocimiento científico y técnico. 192 Que es como el antropocentrismo concretamente se mueve. 193 Esta misma lógica estalla hoy las propias territorialidades que antes forjó a través de los Estados.

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lógica matemática necesaria para el cobro de impuestos que, así, realizaba la unificación del mercado y, por tanto, la lógica de los mercaderes que, por ser abstracta, matemática, se quiere universal… El propio espacio pasa a ser representado, a partir del Renacimiento, por un encuadre de coordenadas –latitud y longitud- abstractos, cartografía ésta elaborada a través de la Proyección Mercator194, siendo el nombre aquí suficiente para señalar sus vínculos con los mercaderes, preocupados en controlar el espacio por el tiempo. No de balde las medidas matemáticas son en grados195, minutos y segundos. La lógica territorialista, que organiza el espacio en cuanto condiciones generales, y la lógica capitalista se refuerzan en la construcción del mundo-que-ahí-está. Para ello, disuelve las antiguas identidades colectivas, las diferentes culturas, y crea otra “historia en común” territorializada en cuanto Estado (que se hace) nacional, negando otras culturas, otras nacionalidades al interior de sus propios espacios. Y este territorio, en tanto campo de derechos, espacio de la ciudadanía, es el espacio que, a partir del siglo XVIII, se torna cada vez más espacio de los derechos individuales, derecho de propiedad privada, ignorando otras formas de apropiación, otras formas de hacer propio el espacio, el tiempo, en fin, la naturaleza. Los hombres serán considerados jurídicamente como iguales, igualdad ésta en tanto individuos y, de este modo, se niega el derecho a la diferencia cultural, a la alteridad. Al interior de este orden de significaciones que es el Estado territorial que, sin embargo, se desarrolla contradictoriamente, se forjan al mismo tiempo, identidades colectivas de nuevo tipo, como las identidades de las distintas clases sociales, como la clase obrera (que se forja afirmando derechos sociales, colectivos, los derechos laborales y otros); las diversas comunidades campesinas y aún, identidades de género (mujeres, particularmente), las identidades raciales o étnicas reivindicando el tratamiento igual a las diferencias, derechos civiles y políticos (la lucha por el sufragio universal movilizó a las mujeres en Europa aún en los años 30 y sólo llegó para los negros norteamericanos muy recientemente, en 1964). El derecho a la diferencia ganará consistencia fundamentalmente después de la Segunda Guerra Mundial en el seno del proceso de descolonización, generalizando la forma geográfica de organización política de la sociedad moderna que

194 La Proyección de Mercator utiliza el cilindro y ha sido elaborada por Gerhard Kremer (1512 -1594) más conocido por Mercator. 195 Y cada 15 grados de longitud corresponde a una hora, o sea, un huso horario, equivalente a la división del circulo de 360° desarrollado por la Tierra a cada 24 horas (360° dividido por 24 (horas) es igual a 15).

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es el Estado territorial (que se hace) nacional. Se registre que la generalización de esta forma geográfica de organización de las comunidades políticas que es el Estado Territorial por el mundo en la posguerra, se hizo en el mismo movimiento en que un nuevo orden mundial comienza a ser gestado, sobreponiéndose a aquel caracterizado por intensas luchas inter-imperialistas que había llevado a Europa a verse como escenario de dos guerras en menos de 30 años (1914-1918 a 1939-1945). El fin de la guerra en 1945 inaugura un nuevo orden internacional forjado, una vez más, en torno a la lógica económica –unificación financiera y del banco de reconstrucción y desarrollo- FMI, BIRD, BID, los Acuerdos de Bretton Woods. El capitalismo se unifica así, a partir de una lógica supranacional. No teniendo más razón de ser un orden colonial de control directo de las metrópolis, una serie de nuevos estados territoriales emergen, sobre todo en Asia y en África. Sin embargo, aquí también se impone aquella misma lógica que había caracterizado la formación de los estados territoriales europeos: el modelo de la lengua única, casi siempre la lengua del antiguo colonizador convertida en lengua oficial (tenida como nacional). Recuérdese que el Tratado de Westfalia (1648) sólo reconoce una comunidad humana si está organizada bajo a forma de Estado Territorial, con soberanía afirmada por el control de su espacio. Una lengua unificada, una voz de comando única, se hace imperativa. La imposición del “imperio de la ley” sobre un determinado territorio implica la lengua escrita y el mapa mundi es, básicamente, un mapa lingüístico de las lenguas escritas, por tanto, de aquellas lenguas que trascienden la escala local. Son lenguas nacionales, con toda la ambigüedad que este término contiene en esas circunstancias. Y la lengua codificada a través de la escritura se torna así, un capital político para aquellos que dominan el código de la lengua por medio del cual se hace Ley196. Así, la forma geográfico-política Estado Territorial al pretenderse Estado Nacional se hace por la supresión de la diferencia en su propia constitución interior. De este modo, es aquí en la formación de cada Estado Territorial Moderno, sea en Europa, América o África, que debemos buscar las razones de la supresión de la diferencia cultural, mucho más que en el colonialismo y en el imperialismo que, como estamos viendo, fue una extrapolación expansionista de los estados territoriales europeos por el mundo, en el mismo movimiento en el que iban suprimiendo la diferencia en su propia constitución en la misma Europa. Y aquí no se nos debe escapar que la recaudación de 196 Cuando la unificación de Italia, en 1859, solamente 2,5% (dos y medio por ciento) de los que vivían en la península itálica hablaban el italiano, lo que inspiró la máxima de Mazzini: “Acabamos de inventar a Italia. Necesitamos ahora, inventar los italianos”.

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impuestos bajo la forma monetaria hizo que el dinero fuera el móvil de la modernización, donde gestores estatales y burguesía encuentran su punto en común. Y aquí, impuesto debe ser dessustantivado y visto como verdaderamente es, o sea, algo que es impuesto y, por lo tanto, acto de imponer, lo que presupone que estamos tratando acerca de relaciones de mando y obediencia, en suma, relaciones de poder. Y el dinero, ya lo vimos, implica valores en un sentido cada vez más abandonado por los economistas, en la medida en que es incluido en su componente cuantitativo abstracto, matemático, la pretensión universalista. Ya en el siglo XIX se percibió que su vocación era universal al decirse que el capital no tenía patria (Marx). Los días de hoy llevan, con la globalización financiera, esta vocación al paroxismo. La nueva configuración geográfico-política después de 1945: las nuevas condiciones del diálogo. Podemos decir que hay un antes y un después de Hiroshima así como un antes y un después de Cristo. Las dos guerras que, la presunción imperial europea estima llamar mundiales, mostraron la construcción de un nuevo orden basado en nuevas instituciones internacionales y sobre todo, financieras197. Un Estado de Bienestar social emergerá como resultado de la bipolaridad geopolítica y, obviamente, de las demandas exigidas “por los de abajo”. La Europa Nor-Occidental será el escenario privilegiado de este Estado de bienestar social. A fin de cuentas, el fantasma del socialismo rondaba Europa particularmente desde 1917. Hoy sabemos que, en verdad, lo que se impuso en ese entonces en la Unión Soviética y en Europa Oriental de 1917 a 1989, fue un régimen social donde los gestores estatales fueron los principales protagonistas de la modernización allí donde las burguesías nacionales no fueron lo suficientemente fuertes para imponerse frente a las demandas de los de abajo. Así, una especie de corporativismo de Gestores Estatales y Sindicatos se impuso en el Este europeo al mismo tiempo que el Estado de Bienestar Social se impuso al oeste, donde la burguesía va internacionalizando un nuevo modo de vida mediante lo que se ha convenido en llamar “sociedad de consumo de masas”. 1945 no deja de ser un año cero por una u otra razón radical. A la final, el fin de la guerra nos colocó frente a la invención de un artefacto que es capaz de suprimir la vida en el planeta: la bomba atómica. Y este artefacto nuclear es producto de aquello que es el centro del imaginario de la modernidad. Es un producto 197 Karl Polanyi, en su excelente ensayo: “La gran transformación” llama la atención hacia la necesidad de la paz para que los negocios prosperen, sin embargo, sabemos que algunos ganan dinero con las guerras, con la industria de la guerra.

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que emerge de la comunidad científica que, supuestamente, sería la responsable de realizar la emancipación humana mediante el conocimiento de los misterios de la naturaleza. El lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki nos es presentado como el fruto de una valoración de costos y beneficios de vidas humanas ahorradas vis a vis con las que serían, obviamente, victimadas, descontadas, por supuesto, las vidas que no entraban en los cálculos o sea la vida de los que calculaban. Y, ya sabemos de los cálculos de costos y beneficios y de la eficacia de las investigaciones para diezmar vidas en los campos de concentración nazistas. La racionalidad instrumental calculadora no podía llegar más lejos. En adelante, no será más posible una ciencia sin conciencia, ni separar actos de valores198. El optimismo en los beneficios que la ciencia y la técnica nos traería ya no gozan más de la confianza que gozaban. El “dominio de la naturaleza” nos puede llevar a la destrucción de todas las formas de vida. Ciencia y ética, ciencia y política tienen que volver a encontrarse. El inicio de los años 50 nos anunció además, la contaminación en la bahía de Minamata, en Japón, caso emblemático de contaminación de peces por mercurio que vino a matar hombres, mujeres y niños que de ellos se alimentaban, y que nos alerta que estamos inmersos en sistemas complejos, no reducibles a los reduccionismos disciplinarios de corte cartesiano a los que nos habíamos habituado. Hoy, tenemos aquellos que, como Giddens y Beck, hablan de “sociedad de riesgo”, riesgos éstos que se derivan exactamente del progreso técnico y científico que había prometido liberarnos de los riesgos de la naturaleza al dominarla. A la final, los riesgos que vivimos hoy planetariamente, son riesgos producidos a partir del complejo tecnológico industrial moderno como el efecto estufa (matriz energética basada en fósiles, como el carbón y el petróleo), la capa de ozono (los gases CFC), el riesgo nuclear, de la pérdida de los suelos y de la biodiversidad (la revolución Verde) y la diversidad cultural (aquí la propia modernidad y su presunción universalista opuesta a la diferencia cultural). El ambientalismo se sitúa en el entrecruzamiento contradictorio de este propio orden que se fue configurando sobre todo después de 1945 y que, al mismo tiempo, señala la crisis de la modernidad y así, nos remite a otro tiempo más lejano –el

198 Si es que algún día lo fue, a no ser para aquellos que creyeron en una verdad definitiva que las matemáticas ayudarían a construir porque sería un lenguaje exacto. Sin embargo, el poeta ya nos enseñó que “Navegar es preciso. Vivir no es preciso” (Fernando Pessoa). “Navegar es preciso en el sentido de exacto en portugués. Vivir no es preciso en el sentido ambiguo de exacto y necesario”. Dejándonos entrever que sobre la navegación cabe la precisión pero la vida es, siempre, de reojo (Caetano Veloso), en fin, no es precisa. La cultura es, siempre, un sin sentido, si es observada desde fuera de los que en ella viven pero que, no obstante, da sentido a aquellos que en ella viven.

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renacimiento y el Siglo de las Luces. El mensaje ubicado por el ambientalismo es claro: hay límites para la relación de la sociedad con la naturaleza. Sin embargo, sabemos, bajo el manto del ambientalismo se cobijan prácticas contradictorias entre sí. Estamos frente a un campo polisémico donde hay una disputa sobre su real significado. Hoy sabemos que el modelo de la “sociedad de consumo de masas”, fruto del pacto corporativo fordista fosilista (Altvater), no puede ser generalizado por todo el mundo. Los datos son por demás conocidos: cerca de 20% de la población mundial consume 80% de los recursos energético-materiales del planeta. El modelo de consumo de masas del “american way of life” globalizado implica, que aquellos que forman parte de este 20% sólo en New York, París, Tokio, Moscú, Caracas, México o Sao Paulo, impacta al planeta el equivalente a 170 etíopes o 50 paquistaníes. Así, cuando nace un bebé en una familia integrada a este consumo de masas globalizado el planeta es más amenazado que con el crecimiento de la población africana o asiática. Sin embargo, encontramos en los foros internacionales ambientalistas inclusive, mucho más preocupados con el crecimiento de la población humana del África o de Asia que con el control de la población de bienes de consumo, consumidos por los 2/3 de los llamados países ricos, o del 1/5 de los ricos en los llamados países pobres. Hay, sin embargo, un nuevo componente en este orden societario en curso, cuyas implicaciones en los días actuales se hacen evidentes, y que habla de una cuestión central en el plano de la cultura. Se trata del modo de producción de nuestras necesidades. Josue de Castro (1908-1973), en un trabajo seminal199 de 1946, ya nos había advertido que la pulsión del hambre y la sexualidad son pulsiones creadoras. Todos los múltiples desarrollos de los diferentes pueblos a través de las artes y de las técnicas, los saberes y sabores, fueron im-pulsa-dos por estas necesidades vitales (pulsiones). Así, las pulsiones son necesidades naturales que son resueltas por los hombres y mujeres a través de la historia y de la cultura. La cultura es, así, un modo de producción/satisfacción de necesidades. El modo como resolvemos el hambre no es igual en los regímenes alimentarios diferenciados del planeta, son sin duda, uno de los mayores patrimonios de la especie, de las diferentes respuestas culturales a una misma pulsión creadora, así como de sus entrecruzamientos y aprendizajes recíprocos. El desarrollo reciente de los medios de comunicación de masas, sobre todo, de los sistemas de transmisión a distancia como la televisión y la radio, cada vez más capturados por las empresas,

199 “La geografía del hambre”, reeditado por la Editorial Gryphus en Brasilia en 1996.

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institución-clave del homo economicus, ubica una cuestión que, por su magnitud, adquiere una importancia política central: el modo de producción/satisfacción de las necesidades, central en cualquier cultura, pasa cada vez más, a quedar bajo el control de instituciones regidas por una lógica económica, ahora universal no sólo en tanto lógica sino imponiéndose en todo el mundo por el control político de estos medios de comunicación. Pasamos a vivir bajo la égida de aquello que Felix Guatarri llamó “fabricación capitalista de la subjetividad”, donde la producción/satisfacción de las necesidades pasa a ser instrumentalizada. La expresión Poder Económico, tan usada por el sentido común, exige una transformación que la transforme en un concepto que nos ayude a comprender la compleja dinámica del mundo actual200. Es necesario apuntar las resistencias y contradicciones que esta reorganización societaria viene provocando. Los nacionalismos, las religiosidades, los conflictos étnicos, sociales y políticoculturales explotan por todos lados. Por otra parte, expresiones como: Mundialización, Planetarización y Globalización, cada vez más usadas, indican la constitución contradictoria de nuevas territorialidades, de nuevas comunidades de destino, sin que se sepa qué autoridad se ubica para legitimar un nuevo Tordesillas201. Todo indica que estamos frente a un momento de bifurcación histórica. Comenzamos a vislumbrar la posibilidad histórica de caminar más allá de una internacionalización meramente financiera. En la crisis de la modernidad, con certeza, nuevas oportunidades se abren hacia otras matrices de racionalidad, hacia otras posibilidades de relación de las sociedades, en plural, con la naturaleza. La propia transnacionalización de la economía, comandada por las grandes corporaciones, al debilitar a los Estados nacionales, desencadenó procesos y luchas sociales que estas mismas empresas no pueden contemplar. A fin de cuentas, el mercado mundial puede muy bien funcionar con 850 millones de consumidores, como señala el consultor de empresas multinacionales Kenichi Omhae202. Al mismo tiempo, la crisis de los Estados nacionales ocasiona que una serie de demandas se presenten a escala global. Cuanto más la economía se internacionalizaba, con ella, como siempre, todo un conjunto contradictorio de relaciones sociales también se internacionalizaba, mostrando a segmentos hasta entonces alejados de cualquier posibilidad de inscribirse en tanto

200 Al final, el Poder Económico es el único poder que no es tratado por la politica y sí por la economía. Y si el poder habla respecto a las relaciones de mando y obediencia, la mejor relación de poder es aquella que no es vista como tal. 201 El nuevo Greenwich. 202 OMHAE, Kenichi 1989 Poder da Tríade, a emergência da concorrência global, Ed. Pioneira, São Paulo.

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protagonistas de derechos, puedan ahora ejercerlos a escala global. Me refiero aquí en particular, a los zapatistas en México; a los seringueiros, al Movimiento de los Sin Tierra y el Movimiento de los Afectados por Represas en Brasil203 entre otros. El ambientalismo es, en este sentido, un vector privilegiado a través del cual diferentes protagonistas, contradictoriamente, se mueven desde las grandes corporaciones internacionales como la IBM que, a través de su presidente Jacques Mainsonrouge grita “abajo las fronteras”, en un internacionalismo capitalista por arriba, así como los zapatistas, los seringueiros, los Chimalapas del sur de México, los campesinos franceses e indianos, o los Sin Tierra brasileros, que apuntan a la posibilidad de otra globalización de los de abajo. Todo indica que la escala mundial, global, se impone. Lo que hoy se ve es que la globalización no es, definitivamente, un camino de una única mano. Construyendo nuevas perspectivas a partir del mundo propio Al inicio de este trabajo afirmamos que, al interior de una misma sociedad se desarrollan diferentes racionalidades. Podríamos mencionar el caso de la propia sociedad occidental que en el mismo siglo XVIII, en el momento que afirmaba una matriz racionalista de pretensión universalista con Kant (1724-1804), por ejemplo, vio emerger, contrariamente, toda una tradición romántica con Herder (1744-1803). Lo mismo podríamos apuntar si quisiéramos remontarnos al siglo XVI, oponiendo Descartes (1596-1650) a Montaigne (1533-1592). Pero dejemos un poco el plano de las ideas que siempre, dicho sea de paso, son ideas en el mundo, para acercarnos a experiencias bien concretas, mundanas, que pasan aquí entre nosotros. En Brasil, un grupo de técnicos y asesores del IBAMA –Instituto Brasileño de Recursos Naturales Renovables- vienen proponiendo, y en algunas unidades de la federación ya lo han instituido, la creación del salario-defensor. El defensor es un instrumento de protección de una determinada especie cuando se establecen limitaciones a la pesca en los periodos de reproducción de los peces. Con la institución del salario-defensor los pescadores pasan a recibir un salario mínimo durante todo el periodo del defensor. En este tiempo los pescadores desarrollan el

203 Estas represas para la construcción de hidroeléctricas (Tucuruí, Urubupungá, Itá-Machadinho, Xingó, Balbina, entre otras) fueron financiadas, básicamente, con dinero del Banco Mundial que, exactamente, por ser una institución multilateral, con recursos de los Estados y, por tanto, públicos, acaban por permitir aproximar estos nuevos protagonistas de la sociedad civil de los países del llamado primer mundo. La contradicción, como se ve, se globaliza.

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aprendizaje de una serie de actividades con miras a diversificar sus fuentes de sustentación. La propuesta del salario-defensor es una propuesta extremadamente interesante porque supera la falsa dicotomía que separa la naturaleza de la sociedad, esta verdadera trampa ideológica del pensamiento occidental. Lamentablemente, muchos ambientalistas del pensamiento naturalista dan una enorme contribución en contra de la causa ambiental cuando no superan esta falsa dicotomía y, más aún, contribuyen a afirmarla. El salario-defensor es una innovación en el campo del derecho. El principio es claro: ya que la sociedad considera que la productividad de biomasa existente en un determinado ecosistema es fundamental para ella, o sea, la naturaleza pasa a ser un VALOR, entonces, la sociedad reclama para sí, en tanto colectividad, aquí a través del Estado, la responsabilidad de preservarla. El salario-defensor nos permite escapar de esta trampa conceptual, donde, o se va contra los pescadores o se va a favor de los pescadores o, entonces, se va a favor de una especie o de un ecosistema o se va contra una especie o un ecosistema. En fin, el pensamiento heredado nos coloca frente a una verdadera trampa ideológica. Es preciso escapa a eso. La propuesta del salario-defensor es un verdadero huevo de Colón y ya, felizmente, veremos que no es la única propuesta que apunta en esa dirección. La propuesta del salario-defensor es una idea originalísima en la medida que, a través de ella, la sociedad preserva lo que no es el hombre –el río, la playa, la laguna y sus peces- y, al mismo tiempo, preserva a los pescadores con su cultura. Y, con un agregado, que es sin duda, el de considerar el conocimiento del pescador como un conocimiento válido, lo que es un avance en el sentido de considerarlo ciudadano y, por tanto, como portador de derechos y, más que eso, como protagonista de derecho. En esta propuesta no se tiene que escoger entre la naturaleza o la cultura, o entre el hombre, de un lado, o la naturaleza del otro. Esta perspectiva, al compatibilizar estos dos lados tratados hasta aquí, por lo menos en la matriz de racionalidad occidental, de manera antagónica abre nuevas perspectivas paradigmáticas, no sólo en cuanto nuevas ideas, sino como ideas pegadas en protagonistas sociales concretos capaces de constituirse en sujetos instituyentes de nuevas referencias, porque emanan de prácticas sociales culturalmente enraizadas, in-corpo-radas, inscritas en el habitus. La experiencia de los movimientos sociales no sólo en Brasil y en América latina sino también en Asia y en África, muestran una enorme capacidad creativa hasta porque tienen que lidiar con situaciones vivas y por lo tanto, abiertas, pudiendo contar

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con otras matrices de racionalidad no occidentales, a partir de las cuales reinventan sus vidas, sus historias, sus geografías, casi siempre con/contra una razón instrumental utilitarista a través de la cual el capitalismo intenta introducirse en sus espacios geográfico-socio-culturales propios. Aunque haya surgido en el primer mundo el nuevo ambientalismo que se abre en los 60 puede ser distinguido del antiguo, por entender que la depredación de la naturaleza mantiene una íntima relación con el modelo de desarrollo prevaleciente. Por tanto, es de una revolución política y cultural de lo que se trata –una contra/cultura- donde se resignifica el sentido de la vida, donde la naturaleza cumple un papel central en la medida que reubica la cuestión de la sensibilidad de los propios hombres y mujeres, ellas mismas, diferencias naturales siempre culturalmente significadas (de allí el papel rector del feminismo en la invención de nuevas sensibilidades). Sin embargo, sabemos, el potencial crítico del ambientalismo y de la contra/cultura serán recapturados por una razón instrumental y técnica204 y será en América Latina, en Asia y en África, donde el desarrollo intentaba afirmarse, que el ambientalismo encontró nuevas energías históricas ancladas en otras y tradicionales matrices de racionalidad. Aquí, la cuestión social y la cuestión ambiental surgen como una sola cuestión que se ve desde dos lados al mismo tiempo. Algunos conceptos nuevos emanan trayendo consigo perspectivas de nuevos derechos. Muchos antropólogos, juristas, historiadores, sociólogos, economistas y geógrafos vienen contribuyendo en esta mediación, tanto en la formulación de los fundamentos del salario-defensor como de la Reserva Extractivista. Además, recientemente en México pudimos observar que la idea de la Reserva Extractivista podía ser enriquecida y recreada a partir de otros contextos. La población indígeno-campesina de los Chimalapas reivindicaba un área de 600.000 hectáreas de las selvas de la sierra del sur de México, entre los estados de Oaxaca y Chiapas, propugnando por la creación de la Reserva Campesina de Biodiversidad de los Chimalapas, inspirados en la Reserva Extractivista. Es de destacar que la reinvención del concepto de Reserva Extractivista por los Chimalapas, al rebautizarla con el nombre de Reserva Campesina de Biodiversidad, muestra una aprehensión profunda del principio que los seringueiros

204 Polución, gestión ambiental, Ordenación territorial económico-ecológica, manejo sustentado, desarrollo sustentable, en fin, toda una red discursiva intenta capturar para el campo técnico la primacía de la superación de los graves problemas socio-ambientales a los que nos enfrentamos. Aquí, se traba, con certeza, una tensa lucha política entre los expertos para afirmarse.

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instituyeron, prestándoles un nombre aunque más preciso que aquel que los seringueiros inventaron. Es que con este nombre se afirman los dos pies sin los cuales la problemática ambiental pierde su radicalidad instituyente de nuevos paradigmas, los que son, el contenido ecológico (biodiversidad) y el contenido sociológico (en este caso, campesino). He allí otra invención que, tal como la propuesta del salario-defensor, articula las dos dimensiones que el pensamiento occidental tradicionalmente contradice y muchos ambientalistas contribuyen a reproducir. Así, la Reserva Campesina de Biodiversidad y su fuente de inspiración la Reserva Extractivista, comportan una radicalidad paradigmática al superar la idea de Unidad de Conservación Ambiental donde la población queda excluida. En el concepto de Reserva Campesina de Biodiversidad-Reserva Extractivista, por el contrario, la población es la protagonista de la gestión de los recursos naturales. De esta forma se evita lo que sucedió cuando fue creado el Parque Nacional de Jaú, en Río Negro, afluente del Solimões-Amazonas, cuando expulsaron a la población que allí moraba hacía más de 200 años. El argumento en ese caso lamentablemente fue que, la población “no sabe”. Muchos de los que profesan la defensa de la naturaleza, insistimos, al no percibir los fundamentos filosóficos impregnados en sus propias prácticas, acaban teniendo una “sociología ingenua” que ignora la complejidad que comanda las prácticas humanas. De ahí la trampa en que caemos al defender la laguna en contra de los pescadores o defender los pescadores en contra de la laguna. Con certeza, cualquiera de esas soluciones es, en verdad, una no solución. Creo que estamos en la hora de comenzar a reconocer definitivamente, que las poblaciones son portadoras de saberes, sin los cuales, la propia gestión del ambiente se hace inviable. Comparemos con las investigaciones que hacemos en las universidades. Normalmente vamos al campo, recogemos muestras en periodos previamente seleccionados; las traemos al laboratorio; hacemos análisis, construimos las curvas en los gráficos cartesianos sin los cuales no sabemos, vía de regla, pensar; después, hacemos los cruces y formulamos nuestras tesis. Así, mediante el método científico, tomando muestras metódicamente organizado conseguimos obtener un conocimiento, sin duda, fantástico. Atendamos ahora, hacia aquellos y aquellas que viven en un determinado contexto durante años, que aprendieron con sus padres y madres, que aprendieron con los abuelos y abuelas, con los bisabuelos y bisabuelas y, así, pudieron observar larga y pacientemente y, mediante el trabajo, fueron obligados

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a adecuar medios y fines, desarrollando por tanto, raciocinios y prácticas racionales y luego somos obligados a constatar que son portadores de un conocimiento diferentemente fantástico sobre el mundo que viven. Imaginemos un habitante de la selva, un indio, un seringueiro: si él no distingue el olor –en las veces que una onza pasó-; si él no distingue los rastros, las huellas en el suelo –una cobra que pasó arrastrando-; si él no distingue los colores, los diferentes verdes y marrones por causa de mimetismos; si él no distingue sonidos, él puede morir. Sobre todo este saber de detalles ellos, por lo general, no saben hablar sobre205. Hasta que porque no es para hablar que ellos saben. El hacer de ellos no es hablar, lo que con frecuencia nos lleva a considerar que ellos no saben. Pero si él no supiera, él no haría, porque sólo hace porque sabe. En el hacer está siempre inscrito un saber. Quien no sabe no hace. El hecho de vivir de hablar de lo que otros saben, da la impresión de que la gente sabe. Y, de hecho, sabemos…hablar. Somos capaces de hacer una tesis sobre la pesca y no saber pescar. Esto es perfectamente posible, y sabemos cuanto nuestra producción y transmisión de conocimientos es importante. Pero, no olvidemos que el pescador que no sabe hablar sobre la pesca, sabe pescar, porque el acto de pescar presupone el saber pescar. Somos nosotros los que confundimos el saber con el saber hablar. De este modo, necesitamos dar un paso adelante en el debate que venimos trabando acerca de la interdisciplinaridad e incorporar otros saberes producidos a partir de otras matrices de racionalidad y que no son disciplinarios. Son otros saberes que fueron desarrollados por poblaciones que, hasta ahora, descalificamos como no portadores de conocimientos, porque consideramos que debíamos civilizarlas, catequizarlas pues, las considerábamos como de seres inferiores y a quienes, en la mejor de las hipótesis, debíamos llevar nuestro conocimiento superior (Extensión). Con certeza, al pasar a respetar sus matrices de racionalidad estaremos dando un primer paso para reconocerlos como iguales en su diferencia. Estamos, pues, viviendo una oportunidad histórica. Discutir la cuestión de la participación, del diálogo de diferentes racionalidades, implica superar prejuicios dramáticos. Durante el siglo XIX las expediciones científicas que fueron hacia el África, o vinieron hacia América, se preocuparon en hacer los mapas lingüísticos extremadamente importantes, sobre las más diversas regiones del mundo. Sin embargo, ellos fueron hechos no solamente porque estuvieran interesados en el conocimiento de la lengua y de los pueblos. Es que la lengua contiene el conjunto 205 Hablar sobre presupone colocar fuera de. Heidegger ya lo había remarcado.

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de significaciones de un pueblo y, al apropiarse de la lengua, se estaban apropiando del conocimiento que esos mismos pueblos tenían de los espacios y de los tiempos que vivían. Así, partían del saber que estaba consagrado en la lengua. Y esta lingüística apropiada fue fundamental para saber donde es que estaba el oro, donde estaba el cobre, donde estaba la especie tal, la vegetación cual. La lengua era el verdadero mapa de la mina. Así, se apropió de este saber, se hicieron los mapas, pero no se reconoció en estos pueblos la dignidad de ser portadores de un saber, de ser protagonistas de su propio destino por los saberes que son capaces de crear. Podemos preguntar a los botánicos, los zoólogos, los naturalistas si consiguieron desarrollar sus investigaciones sin el concurso de un nativo, sin el concurso de un pescador. Sin embargo, ¿dónde está el copyright que garantice el derecho de propiedad intelectual para estas poblaciones? He allí otro desafío que está siendo expuesto hoy206. El ambientalismo ofrece a estas poblaciones una posibilidad de diálogo con el proceso civilizatorio más global. Y aquí tenemos que reconocer el pionerismo de Chico Mendes (19441988). Él supo captar la potencialidad ubicada por el ambientalismo y, a través de él, territorializarse como seringueiro. No sabían los seringueiros lo que, en verdad, significaba ecología. La visión que los ecologistas del Primer Mundo tenían sobre la selva era la de colocar un sistema de vigilancia satelital para monitorear la deforestación. No se daban cuenta que la selva tenía gente. Mientras tanto, la selva y las poblaciones que en ella vivían sufrían el impacto de la expansión de los empresarios capitalistas que hacia la Amazonia se dirigían, aprovechándose de los incentivos fiscales de gobiernos dictatoriales, a través de las carreteras e hidroeléctricas financiadas con los impuestos de los ciudadanos del Primer Mundo que allí llegaban a través del Banco Mundial y otras agencias multilaterales. Los seringueiros consiguieron combinar diferentes escalas de lucha: la escala local, a través de los empates207 contra la deforestación; la escala estadal y nacional, mediante los sindicatos; a través del Consejo Nacional de los Seringueiros se articulan 206 Cuántas revoluciones está demandando el mundo, lo que demanda también, osadía intelectual y responsabilidad política. El momento histórico pide. El momento pide que seamos osados, que seamos capaces de entender a profundidad lo que está siendo expuesto. Esto implica que tengamos que despedirnos de una enorme cantidad de prejuicios que nosotros mismos fuimos construyendo a lo largo de todos estos años. Estas poblaciones son fundamentales pues, al mismo tiempo que son analfabetas en el sentido formal, detentan un saber fantástico. Sin embargo, vemos el predominio de toda una visión que diluye la cuestión ambiental, naturalizándola y, así, empobreciéndola, puesto que repone el paradigma dicotómico que separa sociedad de naturaleza, naturaleza de cultura y, de este modo, reafirma el paradigma que precisa ser superado. 207 Empate es el nombre que los seringueiros dan a la práctica de reunir niños, mujeres y hombres para impedir (empatar) los desmontes del bosques. En estas prácticas los seringueiros afirmaban con su lucha su identidad político-cultural.

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regional (Amazonia) e internacionalmente. Destaquemos que la presencia internacional era muy concreta en las poblaciones amazónicas a través de las carreteras y de las hidroeléctricas financiadas con recursos del BIRD y del BID, más concretamente, insistimos, con dinero de los impuestos de los ciudadanos del Primer Mundo. La inteligencia de Chico Mendes fue que supo percibir el eje de relaciones que articulaba lo local a lo regional, a lo nacional y a lo internacional. A través del ambientalismo Chico Mendes consiguió la visibilidad política que era negada a los seringueiros (y, sabemos, no sólo a ellos) a escala nacional. La globalización, como vemos, globaliza la lucha de clases. Hasta ahora, el monopolio de las relaciones internacionales correspondía a los Estados y, por tanto, a “los de arriba”. Hoy, este “container de poder” que es el Estado nacional (Anthony Giddens) no impide que diferentes segmentos y grupos sociales busquen apoyo y aliados en cualquier lugar del mundo, mediante valores que colocan como universales, como los derechos humanos y el medio ambiente. Con esto, Chico Mendes logró educar a una buena porción de ambientalistas, inclusive, del primer mundo, desde una perspectiva propia, original, hacia la problemática ambiental, una perspectiva más compleja, donde la problemática social y del modo de vida (cultura), aparecen implicados en la defensa de la naturaleza. Chico Mendes sorprende al debatir la biodiversidad dándole colores vivos cuando habla de la bacaba, del pataná, del taperebá, del burití, del açai, del chirimoyo, del cupuaçu, pupunha…208 Hay una heladería en Belén donde se puede contar con más de 100 sabores de helados de frutas regionales. Y no nos olvidemos que los sabores presuponen saberes que transforman lo crudo en cocido, esto es, la naturaleza en cultura (Lévy-Strauss). Así, cuando hay el desmonte no sólo se pierde biodiversidad, se pierde también diversidad cultural y, así, la humanidad, con certeza, queda más pobre cuando aquellos y aquellas que detentan estos saberes se ven obligados a abandonar la selva (lo mismo no se puede decir de otros hábitats). Si hoy la humanidad comienza a revalorizar la naturaleza es hora de ofrecer a estas poblaciones la retribución que merecen por todo lo que proporcionan a la humanidad, tanto en términos de condiciones de sobrevivencia –los servicios ambientales que proporcionan a todos y sin los cuales ninguna sociedad vive- agua, equilibrio de oxígeno, gas carbónico, diversidad biológica, como en términos culturales y estéticos.

208 Todos estos nombres son de frutos de la selva muy usados por las poblaciones que en ella viven.

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Chico Mendes tuvo la virtud de superar prejuicios, articular viejas cuestiones que permanecen actuales en la medida en que continúan presentes, esto es, actuando en lo cotidiano, como en la cuestión de la tierra (Reforma Agraria), articulándolas con nuevas cuestiones como la ambiental. Podemos decir que Chico Mendes, como un típico mestizo amazónico, supo ser pragmático, además de mantener sus convicciones comunistas de las que nunca habló mal y de lo que muy poco se habla, lo que demuestra que el prejuicio, que él nunca tuvo, permanece aún fuerte entre los otros. Todo esto refuerza la tesis ya señalada de que estas poblaciones tradicionales tienen hoy una posibilidad histórica mayor de afirmar sus derechos de lo que tenían hace 30 o 40 años atrás. Al final, contradictoriamente, la biotecnología, que es un sector de punta, presupone el conocimiento del mestizo, del indio, del ribereño, del pescador, como fuente de información de material genético. Muchos de los que viven hablando de que la información es hoy una mercancía-clave tienen sus ojos volcados hacia los mass media y hacia las nuevas tecnologías del mundo de la telemática y, con esto, no se percatan que de lo que más disponen estas poblaciones tradicionales es, exactamente, de…información. El moderno presupone, como vemos, el conocimiento tradicional. Ahora es posible la modernidad con la tradición y no contra la tradición tal como se ha venido dando hasta ahora. Lo que es preciso es que caigan otros muros, además del muro de Berlín, tal como esta distinción entre lo moderno y lo tradicional. Hoy es posible afirmar que el saber tradicional es una condición de la modernidad. Recuerdo aquí el disco “Parabolicamará”, tal vez, uno de las mejores canciones/poemas del cantor y compositor brasileño Gilberto Gil. Parabolicamará es una invención del poeta uniendo dos palabras –parabólica y camará. Casi todos en Brasil saben lo que es una parabólica, palabra que sólo muy recientemente fue ubicada en nuestro universo. Y, sin embargo, pocos son los que saben lo que es camará. Nuestra memoria no recuerda esta palabra que ya existía hace más de 400 años. Camará es un cesto artesanal del pescador. No hay como no ver aquí el silencio, no sólo de la palabra, sino sobre el pescador, lo que demuestra nuestro prejuicio. Junto al poeta, el artista plástico que hizo la carátula del disco, consiguió captar con las antenas de su sensibilidad una característica del momento histórico que vivimos. La carátula tiene el diseño de un camará, esto es, de un cesto de pescador, de donde salen tres astas de bambú formando una parabólica. El camará y el bambú formando una parabólica. He allí el mensaje, la tradición como soporte de la modernidad. Los artistas consiguen, a veces, con un diseño, captar dimensiones

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profundas de los tiempos. He allí otra razón que es preciso considerar en el diálogo con otras matrices de racionalidad: el diálogo con el arte. El diálogo con otras matrices de racionalidad implica que nos abramos no sólo hacia aquello que son otras culturas, así como hacia otros segmentos y clases sociales al interior de una misma cultura, sino también, hacia el arte. Son otros saberes, son otras formas de sentir, de pensar y de actuar. Son otras matrices de racionalidad. Esto es extremadamente importante, sobre todo, en este momento que estamos viviendo. Las tecnologías de la informática, la propia Internet, por ejemplo, hacen los saberes de estas poblaciones mucho más legítimos. Observemos, por ejemplo, nuestra lengua escrita. Es una letra al lado de otra letra para formar una palabra que, al lado de otra palabra, en una misma línea, forman una frase, y así. Línea por línea. El propio modo de disponer el conocimiento es lineal. O sea, para poder escribir hay que estructurar el pensamiento linealmente. Sólo que, el mundo no es lineal. Lo que yo veo es simultáneo; lo que yo escribo es sucesivo. Por definición la relación entre el conocimiento y la escritura es siempre una relación tensa. Por muy sofisticada que sea la dialéctica que utilicemos, nunca nos damos cuenta de la complejidad de lo real hasta por la forma de expresión de este conocimiento se hace a través del lenguaje. Observemos ahora las posibilidades que el mundo telemático nos proporciona hoy. Podemos navegar de un asunto a otro en red. Esto es mucho más cercano del saber de las cosmogonías tradicionales y, al mismo tiempo, de las conversaciones de bar donde no se habla linealmente. El lenguaje de las nuevas tecnologías legitima estas otras matrices de racionalidad, estas otras formas de saber que la lengua escrita, linealizada no legitimaba. Observamos pues, la complejidad en la que estamos envueltos. Los documentos de París y de Venecia, de 1986 y de 1991, de los científicos reunidos por la UNESCO, apuntan en esta dirección al manifestarse sobre el actual estado del arte de la ciencia y de la filosofía, donde más allá de la interdisciplinaridad, apuntan hacia la relación entre diferentes saberes. Mucho se ha escrito ya con respecto a la interdisciplinaridad, cómo van a dialogar los que son de distintas disciplinas. Pero hay que hacer un puente para el diálogo de saberes distintos que no son las disciplinas o campos científicos consagrados. Este salto es el que el presente/ futuro pide. **** Estas poblaciones con sus culturas prácticas (y sus respectivos sentidos comunes) deben ser vistas de un modo radicalmente nuevo, por todo lo que ellas significan para la construcción de

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nuevas formas de relación del hombre con su propia naturaleza humana históricamente construida y con la naturaleza-que-lees-exterior (aquí los guiones son para señalar que el exterior está ligado a sus necesidades y, por tanto, es menos externa de lo que sería señalado sin guiones). Esto implica no folklorizarlas como si fuesen culturas congeladas en el pasado. Valorizar a estas poblaciones con sus culturas implica, antes que nada, reconocer los ‘derechos de propiedad intelectual’ no simplemente para pagarles royalties que, en rigor, debería ser patrimonio de la humanidad sino, sobre todo, porque así estamos reconociéndoles como protagonistas y portadores de conocimiento, como intelectuales. Este reconocimiento debe ser traducido en políticas que les den un mínimo de retorno, mejor dicho, un retorno adecuado, para que salgan de la situación, muchas veces, de miseria abyecta a la que están sometidos, a pesar del enorme conocimiento que poseen. Con certeza, no son sólo ellos quienes ganan con esto, la humanidad y el planeta también. Una de las mayores dificultades que enfrentamos para reconocer, en tanto derechos de propiedad intelectual, el notorio saber de estas poblaciones es, su carácter de conocimiento colectivo, no individualizado, tomado como un patrimonio de la comunidad, de aquella cultura, del pueblo. Ahora, el conocimiento se inscribe siempre en un proceso de construcción colectiva y su apropiación privada, individual, fue siempre problemática. A fin de cuentas, cualquier conocimiento está siempre sumergido en un flujo de ideas que nos producen (y a nuestras ideas) mucho más de lo que admitimos. Lo que muchos aún se resisten a admitir en verdad, son estas hablas que están emergiendo y proponiendo un debate de nuevo tipo, incorporando aquellos que hasta hoy estaban ausentes de la escena. Como no son hablas habituales, no estábamos habituados a ellas. Siempre se usó el saber de estas poblaciones, ya lo dijimos cuando nos referimos a los Atlas lingüísticos que los europeos hicieron sobre las poblaciones de los demás continentes. Lo que es nuevo es, eso sí, percibir que estas poblaciones tienen derechos que debemos reconocer, que ellas no son simplemente atrasadas. Estamos viviendo momentos de enormes posibilidades. Estas nuevas formas que vemos emerger hoy van al encuentro de la sorpresa que el mundo tuvo en los años 60 cuando, junto con la contracultura, emergió la problemática ambiental. Lo que se creía hasta entonces era que el “dominio de la naturaleza” fuera la solución para la humanidad. Hoy, gracias a la contracultura y el ambientalismo, tenemos conciencia de que hay límites en la relación con la naturaleza. No se puede hacer cualquier cosa en nombre del progreso. Hay límites que el antropocentrismo no reconocía.

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Cada uno de nosotros necesita que haya día y que haya noche para vivir. Y quien hace los días y las noches no son los hombres. Al final, si no nos restablecemos con el consuelo del sueño, no estaremos despiertos el resto del dia. Así también ocurre con muchos otros de los demás animales. Por más desarrollada que sea una sociedad, ella no hace la rotación y la traslación del planeta, necesarios para su propia reproducción. Son cuestiones banales que necesitan ser dichas209 para que pongamos en su debido lugar la arrogancia antropocéntrica que, sabemos, opera con la idea básica de “dominio de la naturaleza” y, junto a eso, con el dominio de los otros hombres y mujeres (incluso, de las mujeres por los hombres) puesto que, el dominado lo es porque es asimilado a la naturaleza (no olvidemos que salvaje quiere decir “de la selva” y que por ser “de la selva” y por tanto, de la naturaleza, deben ser dominados por la cultura, y por la cultura se entiende casi siempre, la occidental, burguesa, blanca y falocrática). Una crítica al antropocentrismo y a su desdoblamiento en tanto fundamento de la dominación no sólo de la naturaleza sino también, de la dominación del hombre por el hombre (que ya comienza en el modo como tratamos nuestra diferencia de genitales) se debe transformar en principio político-pedagógico. La idea de “dominación de la naturaleza” es, rigurosamente, una idea absurda puesto que, implica que el hombre no sea también naturaleza. Cuando un indio dice que un árbol es un dios, la racionalidad occidental ve allí un enorme absurdo. Sin embargo, decimos “dominar la naturaleza” como si fuese normal. Nosotros, occidentales, a partir del Renacimiento y del Racionalismo Instrumental que devino del Iluminismo, vivimos de este mito. En los años 60 la contracultura, de donde emana el ambientalismo, dijo: ¡Hay límites! Ellos no son claros y antes de que alguien crea que es una cuestión de tiempo que ellos se hagan claros, siento decepcionarlo: los límites son, siempre, difusos, hasta porque toda luz produce sombras. Nuestra sociedad no tiene el derecho de hacer lo que está haciendo puesto que, está poniendo en riesgo su propia sobrevivencia, al poner en riesgo a las demás especies con las alteraciones en las dinámicas geofísico-químicas del planeta. Tenemos, con certeza, un enorme acervo de conocimientos científicos y tecnológicos. Sin embargo, los propios descubrimientos científicos y filosóficos apuntan en el sentido de que existen diferentes formas de producir conocimiento, que la razón

209 Continuamos haciendo afirmaciones como “país productor de petróleo” cuando nadie produce petróleo. Los países, en la mejor de las hipótesis, extraen petróleo. Al final, es preciso decirlo, el petróleo lleva algunos millones de años para formarse y por ello, ningún país lo produce. Es la naturaleza quien lo hace.

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instrumental, aquella que articula medios y fines, es solamente una razón y no “la razón”, y que la emoción (ver “El error de Descartes” de Antonio Damazio) y la sensibilidad nos comandan mucho más de lo que imaginamos y admitimos (excepción hecha a los poetas y artistas, es claro). Sabemos que saber es poder y la ciencia y la técnica han servido como verdaderos tapa boca para otras fuentes de verdad. Quién de nosotros no ha escuchado, cuando no hecha mano del argumento “científicamente hablando” o “está probado técnicamente”, mucho más como un argumento de fuerza que por la fuerza del argumento. Al final, la sociedad ya está previamente preparada desde el punto de vista ideológico, para descalificar cualquier habla que no sea técnica o científica. No se trata, de ponerse en contra del conocimiento científico, insistimos, sino de renunciar a una posición arrogante, dominadora, que sabemos, no se restringe al mundo científico, sino a una sociedad que está atravesada de punta a punta, por relaciones de dominación. ***** Últimamente se observa que la crítica a los paradigmas hegemónicos se hace cada vez más frecuente. Es necesario ir más allá de la crítica a los paradigmas en tanto sistemas de ideas. ¿Por qué Descartes y no Montaigne? ¿Por qué Kan y no Herder? A la final, estas duplas fueron contemporáneas entre sí y si uno de ellos fue escogido por la historia en detrimento del otro, de otros, no fue porque eran mejores o porque tenían la Razón, sino sobre todo, porque encarnaban en sus ideas determinadas prácticas sociales que así, más que los paradigmas son también prácticas. Así, los paradigmas son más que ideas de referencia. Ellos fueron instituidos y, por lo mismo, hay procesos instituyentes de los paradigmas. La crítica de los paradigmas dominantes que, decimos están en crisis, no es una cuestión solamente filosófica, como si bastase descubrir por el conocimiento nuevos paradigmas y eso fuera suficiente para que ellos broten. Los paradigmas son praxicos. Pensar diferente al modo dicotomizado naturaleza y hombre y decir que tenemos que pensar de modo relacional, como totalidad, como un holos griego, tiene implicaciones prácticas más allá de la filosofía. Primera cuestión concreta –hacer que las personas vuelvan a tener contacto con la tierra. Pero el desarrollo de la sociedad capitalista comienza, exactamente, separando al hombre de la tierra. Si usted tiene tierra y produce los bienes necesarios para su sobrevivencia, usted no se asalariza, esto es, no necesita venderse a nadie, no necesita convertir su capacidad de trabajo en mercancía. Los paradigmas, insisto, no son solamente ideas filosó-

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ficas. Están inscritos en prácticas cotidianas en tanto prácticas institucionalizadas. El cartesianismo no es sólo una filosofía, él está en el departamento de las universidades, en la departamentalización de las universidades, en el comportamiento de aquellos que hacen los departamentos. No adelanta combatir el cartesianismo si no luchamos para que la universidad tenga núcleos de trabajo interdisciplinario; si no luchamos para que haya diálogos verdaderos entre matrices de racionalidad distintas y si no buscamos establecer los vínculos entre el conocimiento y estos otros conocimientos que están inscritos en lo cotidiano, en el conocimiento que viene de las calles, de las selvas, de las ciudades y los campos. La realidad es siempre más compleja que cualquier teoría, que cualquier disciplina científica, y el espacio nuestro de cada día es el lugar de la coexistencia y cohabitación de lo diferente, allí donde hábitat y hábitats contradictoriamente conviven. Traemos incorporada la historia que nos habita210. Hablamos también con el cuerpo pues, él porta los saberes en los gestos. Un negro en Brasil no entra en una agencia bancaria con la cabeza erguida, mirando de un lado a otro buscando a un amigo. Él sabe, como su cuerpo, el racismo que casi siempre lo ve como un ladrón, lo que puede ser fatal o provocarle más de un momento de humillación. Este negro puede hasta no hablar sobre racismo o haber participado del movimiento negro, pero él con certeza, sabe del racismo. El negro sabe que tiene que entrar con la cabeza baja porque la sociedad es racista. Nosotros educadores, tenemos que saber leer esto que está inscrito en las prácticas y no necesariamente es-crito. No nos olvidemos que saber y sabor tienen el mismo radical. El paradigma que-está-allí (en crisis) tuvo un proceso instituyente, lo que significa decir que tuvo sujetos históricos (clases sociales, grupos, estamentos, etc…) que fueron protagonistas de su institución. Cabe, por tanto, la pregunta: ¿quiénes son los sujetos sociales de carne y hueso que suelen empalmar con sus prácticas los nuevos paradigmas que vislumbramos y de los que tanto hablamos? Quiénes son los protagonistas, aquí y ahora, que pueden ser los protagonistas de una sociedad ambientalizada, con otra relación con la naturaleza externa, con su propia naturaleza, que pueda proporcionar a todos y cada uno, una humanidad más generosa, fraterna, justa y que crea, por principio, que si un hombre es capaz todos son capaces. Ya se convirtió en un verdadero lugar común hablar que la cuestión ambiental limita la acción de los Estados nacionales porque ella es planetaria (el efecto estufa o invernadero, trasciende las fronteras; así como la capa de ozono y así en adelan210 Es preciso subrayar que incorporado es, rigurosamente, traer en el cuerpo.

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te). Sin embargo, el viento no respeta la propiedad privada; el río tampoco. Entonces, ¿por qué tanto énfasis en decir que las fronteras de los Estados deben ser abolidas y ningún énfasis en lo que habla respecto al fin de la propiedad privada? Bien, a nuestro avance, si es que queremos ver más allá de lo inmediato, la propia legislación señala cuanto se viene apuntando en esta dirección. Es bueno el caso del EIA/RIMA –Estudio de Impacto sobre el Ambiente (EIA) y la Relación de Impacto sobre el Medio Ambiente (RIMA)- exigencia legal para que determinados proyectos sean autorizados e implantados. Se trata de más que una invención de derechos que, recientemente, la sociedad civil organizada creó. A pesar de todos los problemas, el EIA/RIMA significa que el propietario ya no tiene más el derecho absoluto de hacer a su buen entender en su propiedad. Significa decir que él tiene que discutir con la sociedad, de alguna forma, lo que en ella va a hacer, en la medida que lo hecho, necesariamente, tendrá implicaciones más allá de su propiedad. Es un muro más que cae, además del muro de Berlín, y que nos señala que no tiene más sentido la soberanía absoluta sobre la propiedad, que hay una responsabilidad social y ambiental a ser establecida y compartida en diálogo con la sociedad. Esto es un dato nuevo. Necesitamos destacar esta dimensión importantísima, que está implicada en el EIA/RIMA. Lamentablemente, ha predominado una visión legalista del derecho que ve la ley como sanción, como punición, y que deja escapar lo que más vivo está allí implicado, que es la invención del derecho, el derecho como lo instituido de un proceso instituyente en una dialéctica sin fin. O, aún, aquellos que frente a las nuevas exigencias legales, se ubican como consultores ambientales, más preocupados en explorar el mercado creado con la nueva reglamentación, que efectivamente resolver los problemas implicados. Difícilmente, los consultores ambientales se ven como parte de la invención de derechos, como parte de la reinvención de la ciudadanía, preocupados como están con las cuestiones técnicas, de donde toman su capital simbólico de afirmación. No podemos olvidar que la propiedad privada, siempre afirmada positivamente, tiene un su-otro-lado negativo, puesto que la propiedad privada también priva de propiedad a aquel que no es propietario. Así, con su institución se instala un mundo dividido entre propietarios y no propietarios que, es tanto más conflictivo cuanto mayor es la concentración de la propiedad y de la riqueza. Esto tiene importantes implicaciones en el debate ambiental. Al final, no se puede acusar a la especie humana de estar destruyendo la naturaleza o el planeta cuando la naturaleza no está a la disposición de todos igualmente. Entre los

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ambientalistas, lamentablemente, la hegemonía maltusiana, una sociología ingenua, ha diluido las responsabilidades al hablar de un hombre genérico, miembro de la especie humana, independientemente de las estructuras sociales y culturales que lo produce y que él produce. Decir, como muchos ambientalistas hacen, que la humanidad está destruyendo el planeta, es diluir las responsabilidades por la especie humana y no por las clases sociales que, por lo menos en esta sociedad, subordina la naturaleza a una lógica de mercado, a una lógica del corto plazo (que es la lógica del lucro), a una lógica abstracta de la cantidad (el dinero) que se sobrepone a la lógica de la cualidad. Gran parte de los problemas de polución, con certeza, estarían resueltos si la democracia fuera extendida al locus de la producción, las fábricas y las haciendas, principalmente. Sin embargo, se atreve, la empresa como locus de la producción se ha mantenido a salvo de la democracia en la medida que, hasta ahora, el derecho de propiedad se viene imponiendo sobre cualquier otro derecho en la sociedad vigente. Difícilmente los que trabajan con sustancias nocivas y tóxicas a su propia salud lo harían si tuvieran el derecho a decidir qué producir y con qué producir. La cuestión ambiental sólo podrá ser debidamente superada, así como muchas otras, cuando la democracia sea radicalizada y, sobre todo, al conseguir penetrar en esta institución clave que son las empresas que se han mantenido al margen de los procesos democráticos. Ignorar todas estas implicaciones es dejar de considerar una de las principales contribuciones que la problemática ambiental puede traer para la humanidad, cual es, que el medio ambiente es una totalidad compleja y contradictoriamente estructurada, donde naturaleza y sociedad son indisociables y son instituciones sociales histórico-geográficamente inventadas, que imponen una mayor o menor intensidad de flujo de materia y energía de nuestro geosistema en sus múltiples escalas. No nos olvidemos que la productividad se hace un verdadero ícono de la sociedad vigente y que productividad es un concepto temporal puesto que, es la medida –siempre la medida- de lo que se produce en una unidad de tiempo determinada. Cuando se habla de productividad, la mejor productividad es, siempre, la mayor productividad, lo que indica claramente que un mundo movido por la productividad es, con certeza, un mundo de la cantidad y no de la cualidad. ¿Cómo conseguir hablar de calidad de vida en una sociedad centrada en valores cuantitativos? El tiempo no es abstracto como el reloj deja transparentar, pero está inscrita en las cosas, de allí la complejidad de los espacios que así, comportan siempre diferentes temporalidades conviviendo entre sí. Ya el aumento de la productividad implica la alteración

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continua de flujos de materia y energía. Reubiquemos nuestra tesis: los paradigmas son siempre instituidos y, por tanto, hay procesos instituyentes y que existen los protagonistas de esta institución. Debemos estar atentos que la institución acostumbra a esconder el proceso instituyente. Necesitamos aproximarnos a quienes serán los protagonistas del futuro, de los nuevos paradigmas. Por eso, propongo una aproximación con aquellos que será protagonistas de otras matrices de racionalidad. De allí, se propone una atención y un acercamiento a los movimientos sociales que pueden apuntar hacia otra dirección. Movimiento es cambio de lugar. Desde un punto de vista lógico un orden, cualquiera que sea ese orden, es el modo como los seres que lo constituyen están dispuestos unos en relación a los otros. Si alguien se mueve es porque está queriendo cambiar su lugar en el orden. En este sentido, el movimiento social es portador de cambio. Y sólo se mueve quien espera activamente, por tanto, tiene esperanza. Es lo contrario del des-espero. Es entre ellos que, con certeza, habremos de encontrar los protagonistas que buscamos. Son los movimientos sociales los que nos muestran caminos posibles a partir de situaciones vividas, concretas, suelo fértil para la construcción de utopías. Al final, sólo quien es muy realista sabe el valor de la utopía. Hay una dimensión expuesta por la problemática ambiental (mejor sería decir, por los ambientalistas), que es la que nos remite a la comprensión de otros lenguajes, más allá de una única racionalidad técnico-científica. El físico y filósofo Gastón Bachelard (1884-1962) distinguía entre una imaginación formal y una imaginación material, la primera centrada en el observar, en la visión, con la cual abarcamos la realidad desde lejos y la representamos en coordenadas matemático-cartesianas y, la segunda, una razón que implica el cuerpo, el tacto, el olor, en fin, el contacto, la fricción cuya tensión nos hace pensar el cuerpo a partir de sus contactos con otros cuerpos. No es hablar sobre. Es estar con. La sensibilidad/sensualidad se coloca como una de las principales dimensiones a ser recuperadas a partir del ambientalismo, lo que presupone romper con la lógica instrumental utilitarista del mundo, base de la sociedad capitalista. Al final, el tiempo libre, aclaremos, es aquel que no está instrumentalizado, es el tiempo que no sirve para nada, el tiempo que no está al servicio de nada y, por eso, es libre. Es lo contrario del turismo, asimismo del ecoturismo, que es lo contrario al descanso. Sin duda, la reducción generalizada de la jornada de trabajo, hoy es posible exactamente por el enorme desarrollo técnico-científico, es la principal bandera a ser defendida y que podría unir a am-

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bientalistas y trabajadores. Se ha registrado que la industria del turismo debe mucho de su existencia a las conquistas de los movimientos obreros puesto que, si no fuese por la semana inglesa de cinco días de trabajo y el derecho a vacaciones anuales de 30 días la “industria del turismo” no existiría. Paradójicamente, la industria del turismo instrumentalizó el “tiempo libre” convirtiéndolo en mercancía, vendiendo “paisajes”. En fin, la problemática ambiental exige un cambio de sensibilidad para que comprendamos otras racionalidades y no las despreciemos como inferiores o menores, como es el caso de muchos ambientalistas con relación a los cultos desarrollados por afrodescendientes que valoran selvas, cascadas, el mar. Muchos, por absoluta ignorancia y por eso, prejuicio, no saben leer estos rituales, tomándolos como formas inferiores de expresión. En primer lugar, se registra, que no cabe para ellos la distinción entre religión y filosofía, entre razón e irrazón, pares y antinomias que corresponden al saber greco-romano, matriz del pensamiento occidental. El trance, por ejemplo, puede ser visto como una forma superior de saber con el cuerpo, una matriz de pensamiento que no se separa del cuerpo radicalmente, por tanto, distinta de la tradición occidental hegemónica y no aquella que pasa por Spinosa, Marx, Heidegger, de Certeau, Foucault y Bachelard. Los rituales con el agua y no sobre el agua, no dejan de ser una forma de relacionarse en el que nos reconocemos frente a algo que no hacemos –el agua- y sin la cual no vivimos. Hay que venerarla. Estas religiones del cuerpo-a-cuerpo saben materialmente, como diría Bachelard. Si el agua, el mar, la cascada, así como las selvas, las plantas, los animales y, aún, el fuego, la tierra, la roca y el mineral, además del aire, están poblados de espíritus, esto sólo nos remite a la idea spinosista fundamental de que, no se agotan en el pensamiento ni en las palabras y que, al mismo tiempo, los/las habitamos con nuestro espíritu que así, no se despega de la materia, aunque con ella no se confunda. A fin de cuentas, los espíritus están allá a través de nosotros y, así, nos unimos, nos re-unimos211. Es preciso recuperar mínimamente el contexto donde la cultura iluminista, la cultura cientificista, se afirmó contra la religión en el siglo XVIII. Allí, a fin de cuentas, la iglesia dig-

211 Así es, también, con la cultura oriental. Ella tiene otra relación con la naturaleza. Sin embargo, ¿cómo se ha dado el intercambio occidente-oriente? ¿Será que es en una academia de yoga o en los departamentos al fondo de la bolsa de valores? Así, se despiritualiza el yoga o el tai chi chuan que se transforma en modismo. Aquí, una vez más, se instrumentaliza para otros fines intentando recuperar, por la puerta del fondo, aquello que se perdió en la base constitutiva de esta sociedad capitalista-mercantil al separarse el hombre de la naturaleza, promoviéndose la des-unión, exactamente lo contrario de re-unión.

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nificaba, sacralizaba al Rey. El Rey estaba ungido de un poder divino que impedía al hombre realizarse por sí mismo y, por eso, los iluministas se batieron contra la iglesia que estaba legitimando la opresión. Así se emancipó la política de la religión. La política es cosa de los hombres. No más la iglesia vinculada al Estado y, con esto, es preciso que repensemos la religiosidad, que no es la misma cosa que la iglesia. En el fondo, la cuestión ambiental recupera una dimensión religiosa y que la ciencia, en cuanto tal, no puede ofrecer respuestas como, por ejemplo, en la experiencia de la muerte. Al final, vemos la muerte en los otros y no en nosotros mismos. La muerte señala el límite de la vida y, si de un lado la muerte es ecológicamente hablando, un momento de la vida en el proceso de reproducción abierto y continuo, la conciencia de la muerte es también, el reconocimiento de nuestros límites, del límite de la propia vida humana. La cultura moderna antropocéntrica, burguesa, europea, blanca y fálica, que quiere al hombre dominando la naturaleza, encuentra aquí su límite. Promete la vida eterna y, para esta cultura la muerte es la naturaleza que debe ser superada por la ciencia y por la técnica. Queremos vivir más; queremos, en verdad, vivir para siempre. Ciertamente, queremos ser dioses. He allí la razón que legitima la razón-técnica-instrumental. Los griegos, por lo menos, creían que sólo los dioses eran inmortales y que, por eso, estaban siempre allí en el cuerpo-acuerpo, con minúsculas, en el día a día, como dios del viento, dios del amor, dios del fuego, en fin, como aquello que siendo inmortal e infinito con-vive con lo efímero, con lo mortal. Toda cultura que con-vive con la naturaleza y no contra la naturaleza tiene la muerte siempre ritualizada puesto que, ella es el límite del hombre. Y lo que la cuestión ambiental ubica para cada uno de nosotros es, exactamente, el debate sobre el límite de la humanidad en el planeta. Es preciso re-unir. Y aquí comienza la política, arte a través del cual los hombres viven juntos en libertad.

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Posibilidades y límites de la ciencia y la técnica frente a la cuestión ambiental* * Publicado originalmente en la Revista Geosul, Florianópolis: Ed. UFSC, año III (5): 7-40, 1º semestre de 1988.

“Todo nos invita a poner un fin a la visión de una naturaleza no-humana y de un hombre no natural”. Serge Moscovici.

“El conocimiento aislado obtenido por un grupo de especialistas en un campo restringido no tiene en sí mismo cualquier especie de valor. Sólo tiene valor en el sistema teórico que lo integra en el conocimiento restante y, apenas, en la medida en que contribuye realmente en esta síntesis para responder a la pregunta: ¿Quiénes somos nosotros? E. Schrodinger.

I. La crisis de la razón

Vivimos en un momento crítico. Es, por lo tanto, un momento que clama por lucidez, creatividad e imaginación. De todos lados, a la derecha y a la izquierda, se proclama que vivimos una crisis, ya en el plano económico, el plano jurídico-político, de los valores y de las normas, del arte y de la cultura. La ciencia, cada vez más transformada en fuerza productiva, se ve en la circunstancia de repensar sus fundamentos epistemológicos y metodológicos; en fin, sus relaciones con la filosofía. Hay, indiscutiblemente, una ideología de la crisis. En ella, las contradicciones y conflictos del mundo moderno aparecen en una perspectiva apocalíptica. Es el fin del mundo. Para el pensamiento conservador, la crisis de los valores que afecta a la familia anuncia el caos y el desorden. La autoridad no consigue imponer respeto y de allí la crisis de gobernabilidad y, con ella, la del Estado. Paradójicamente, en los medios que se pretenden críticos a la razón científica y técnica es acusada de suprimir la libertad por su relación íntima con el poder. SABER ES PODER. El irracionalismo gana terreno. Pero, como nos muestra Rouanet (1987)

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“hay un núcleo de verdad en el nuevo irracionalismo: el concepto clásico de razón debe ser efectivamente revisado. Luego de Marx y Freud, no podemos aceptar más la idea de una razón soberana, libre de los condicionamientos materiales y psíquicos. Después de Weber no hay como ignorar la diferencia entre una razón substantiva, capaz de pensar fines y valores, y una razón instrumental, cuya competencia no se agota en el ajuste de los medios a fines. Después de Adorno, no es posible escamotear el lado represivo de la razón al servicio de una astucia inmemorial, de un proyecto de dominación de la naturaleza y sobre los hombres. Después de Foucault, no es lícito cerrar los ojos al entrelazamiento del saber y el poder. Requerimos de un nuevo racionalismo, fundado en una nueva razón”212.

Es necesario reconocer: la razón que, en la perspectiva iluminista se pretendía emancipadora, quedó asimilada a la dominación cuando el Estado que oprime y domina lo hace y habla en su nombre. Es comprensible entonces, rebelarse contra el Estado y rebelarse contra la razón, la ciencia y la técnica. Es en este contexto que se encuentran los científicos. Posición incómoda que, insisto, exige lucidez, creatividad e imaginación. Ya Herbert Marcuse había alertado a los jóvenes, como nos recuerda Rouanet, “mostrándoles que, considerar racional a la General Motors era hacerle un cumplido que ella no merecía, para que ellos comenzaran a darse cuenta de que existe otra razón que lejos de oponerse a la vida, permite combatir a las fuerzas que verdaderamente la asfixian”213. Se trata, por tanto, de un llamado a la razón crítica. El desarrollo de la razón no fue y no es lineal. Tampoco es inmune al desarrollo histórico que la inventa e instituye. Es contradictoria. Es por ello que se exige lucidez. En nombre de la razón la humanidad puede liberarse, aún cuando la ideología que se hace en su nombre la oprime. Es preciso aún distinguir con Habermas, siguiendo de una manera propia y original las huellas de Weber, la razón instrumental alrededor de la cual se desarrolla el control de la naturaleza –la técnica, por ejemplo- de la razón comunicativa que se desarrolla en el plano de las normas y cuyo terreno es la intersubjetividad. Confundir estos dos planos, como se ha hecho, es una de las características del capitalismo tardío y del socialismo burocrático, donde todo se transforma en cuestión técnica. La intervención estatal en la vida cotidiana denunciada por Foucault y Habermas, entre otros, es una demostración del carácter cada día más autoritario de las sociedades contemporáneas. Los que hacen ciencia, por desconocer estas sutiles implicaciones históricas con el poder, acaban por legitimarlo. Aquellos que, pretendiéndose críticos 212 Rouanet, S. Paulo. “Las razones del Iluminismo”. Compañía de las letras, Sâo Paulo, 1987, p. 12. 213 Ibidem, p. 16.

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no perciben esta historicidad, hacen un vínculo abstracto entre ciencia y poder, criticando irracionalmente la razón. Este ensayo es una tentativa de pensar esta problemática en torno a la razón crítica, reconociendo críticamente que “hay un núcleo de verdad en el nuevo irracionalismo”, como nos señala Rouanet. II. Del reduccionismo a la interdisciplinaridad En las últimas dos décadas se realizaron innumerables coloquios, seminarios y congresos donde se discutía la necesidad del trabajo interdisciplinario. Señal de los tiempos. Se percibe la necesidad de repensar el paradigma de la cientificidad. El aislamiento de cada científico dentro de su especialidad, cada vez más separado, no sólo de las demás regiones del saber (la expresión no es ingenua), sino también que en el interior de cada región llevó a una “concepción caótica del todo”. En la medida que la naturaleza fue desacralizada ella podía ser separada, dividida, descuartizada y disecada en sus objetos específicos. Este aislamiento ha llevado a que los descubrimientos hechos en un determinado campo del conocimiento que pudieran aclarar y revolucionar otras áreas de conocimiento, quedan presos en la aduana de los diversos territorios del conocimiento. Las reflexiones de von Neuman con respecto de la automatización, por ejemplo, permite percibir las semejanzas y diferencias entre el mundo físico, biológico y el antroposocial214. Esta postura aislacionista es incompatible con los nuevos descubrimientos de la propia ciencia: el átomo dejó de ser aquella unidad indivisible y elemental y dio la vuelta al sistema; el código genético se sumergió en la química; los sistemas orgánicos viven de la negentropía lo que por sí sólo revela una relación con el segundo principio de la termodinámica; luego de la etología las especies no pueden ser más comprendidas a partir de un individuo disecado automáticamente en laboratorios, y luego de la ecología la relación entre los seres vivos (biogénesis), la sociedad humana no puede ser comprendida a partir del individuo. Donde parecía reinar la certeza absoluta, lo que llevó incluso a hablar de ciencias exactas, aparece el “principio de la incerteza” de Heisenberg. Edgar Morin observó con acuciosidad este problema. Es él quien nos dice:

“Aquello que parece una regresión, desde el punto de vista de la disyunción, de la simplificación, de la reducción y de la certeza (el desorden termodinámico, la incerteza microfísica, el carácter aleatorio de las mutaciones genéticas) es, por el contrario, inseparable de un progreso en tierras desconocidas. Pero fundamentalmente,

214 Morin, E., “El enigma del hombre”, Río de Janeiro, Zahar.

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la disyunción y la simplificación ya están muertas en la propia base de la realidad física. La partícula subatómica surgió, de modo irremediable, en la confusión, en la incerteza y en el desorden. Sean cuales fueren los desarrollos futuros de la microfísica, ya no volveremos a los elementos simples, aislables e indisecables. Es cierto que la confusión y la incerteza no son, ni serán, consideradas aquí como palabras últimas del saber: son las señales precursoras de la complejidad”215. (Las cursivas son mías).

La interdisciplinaridad no se puede erigir si se mantiene prisionera de un pensamiento heredado que la negó. En otras palabras, no se puede superar el paradigma atomístico-individualista en los mismos marcos filosóficos que lo generaron. Conforme veremos en la segunda parte de este ensayo, el científico aislado fue producto y productor de un saber atomísticoindividualista cuyas raíces no son científicas sino históricas y que hoy se muestra incompatible con los nuevos descubrimientos hechos por la propia ciencia. No se trata, obviamente, de retomar el enciclopedismo sino de buscar “articulaciones organizacionales entre esferas desunidas”216, romper las fronteras, los límites y las aduanas entre las diversas áreas del conocimiento. Mucho menos caer en reduccionismos donde, por ejemplo, la complejidad específica del mundo histórico-antroposocial es comprendida por las mismas “leyes” de los seres biológicos y físicos. Ya conocemos los efectos del darwinismo social. No es esta la contribución que las ciencias físicas y biológicas pueden hacer a la comprensión científica del hombre. Por otro lado, no es posible continuar pensando la historia de los hombres como si ellos vivieran aparte del mundo natural. No se puede pensar simplemente, que se trata de una cuestión de metodología o de lenguaje como quiere hacer creer la filosofía analítica. La necesidad de que el lenguaje científico sea coherentemente estructurado, lo que se presupone una lógica, no nos debe engañar. Esta es una exigencia del método científico. Sin embargo, la lógica es una condición necesaria pero no suficiente para dar cuenta de la diversidad de los seres. La teoría general de los sistemas abrió un campo inmenso tanto en la concepción como en el lenguaje. No obstante, el sistema atómico, el sistema celular, el sistema solar y el sistema social sólo tienen en común la palabra sistema. El modo como las partes se articulan entre sí para constituir el todo, al mismo tiempo que el todo condiciona a las partes, es completamente diferente en el átomo, en la célula,

215 Idem, “El método 1: La naturaleza de la naturaleza”, Publicaciones Europa-América, Portugal, s/d. En francés “Le Méthode 1: L’a Nature de la nature”, Edition Seuil, 1977, p. 20. 216 Idem, ibídem, p.22

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en nuestro sistema planetario o en las diversas sociedades217. La informática con sus nociones de código y programa, por ejemplo, viene a buscar en la teoría de la comunicación su inspiración. En suma, existen categorías generales que son esenciales al proceso de conocimiento, sin embargo, ya nos advertía Bachelard, que el método no se puede desarrollar apartado del objeto. La ciencia se mueve de lo conocido hacia lo desconocido, intentando revelar las regularidades, las leyes, los procesos que se producen por detrás de las apariencias. Para los griegos, método significa, “camino a ser seguido”. ¿Cuál camino, método, nos conduce a lo desconocido? He allí la paradoja. En este sentido, no puede haber un método universal y, consecuentemente, un lenguaje universal que cubra todo y cualquier ente que coloquemos bajo observación científica. La relación entre lo particular y lo universal continúa siendo un desafío y, por tanto, abierto. III. Los límites frente a la cuestión práctica, esto es, la política. En un contexto en el que se pretende debatir la cuestión del medio ambiente es preciso que tengamos mucho cuidado puesto que, envuelve múltiples aspectos “de lo ético a lo tecnológico, de lo económico y político a lo cultural”. Y, cuando se trata de la cuestión del medio ambiente es común pronunciarse por un uso racional de los recursos. Y es aquí donde es preciso estar atentos hacia los múltiples aspectos que la palabra racional invoca. La razón técnico-científica no es la razón en su totalidad. Una de las conquistas de la modernidad es que no sólo nuestra relación con la naturaleza debe ser dirigida de modo racional, sino también las relaciones entre los hombres sólo que, como nos advierte Habermas218, en este campo la razón es mediatizada simbólicamente en una relación intersubjetiva donde entran normas, valores y objetos, histórica y culturalmente constituidos y constituyentes. En este campo, la razón instrumental técnicocientífica tiene sus límites por tratarse de un campo práctico (en el sentido kantiano) y no técnico. Es el campo del conflicto, del consenso, de la lucha, en fin, de la política. “La razón científica sólo es crítica con relación al mundo objetivo de las cosas y no en relación al mundo social de las normas”219. El hecho de ser confundidos estos campos ha llevado a que las normas y valores queden eliminados en nombre de la razón instrumental, técnica. Allí se encuentra

217 Idem, ibídem, p. 99 y siguientes 218 Habermas, Jurgens. “Técnica y ciencia en tanto ideología”, (s.1) Ed. Abril (Col. Los Pensadores). 219 Rouanet, SP., op. Cit. P. 209

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una de las razones del creciente autoritarismo tecnocrático de las sociedades contemporáneas. Confusión que, dicho sea de paso, se encuentra también entre los científicos y técnicos que no perciben que el actuar humano se da mediatizado simbólicamente en una relación intersubjetiva donde muchas veces los intereses específicos de un grupo, segmento o clase social se hacen sentir, inclusive, echando mano de argumentos técnico-científicos para justificar sus fines de dominación. Volveremos sobre este tema más adelante. Al mismo tiempo, la cuestión ambiental coloca la necesidad de una mayor reflexión sobre su lugar en el campo del conocimiento. Y allí vemos que no es fortuito que en torno a ella han sido convocados diversos coloquios, encuentros y seminarios interdisciplinarios. Esto, porque la cuestión ambiental no puede ser reducida al campo específico de las ciencias de la naturaleza o de las ciencias humanas. Ella convoca a depositar diversos campos del saber. La cuestión ambiental, en verdad, habla respecto al modo como la sociedad se relaciona con la naturaleza. En ella están implicadas las relaciones sociales y las complejas relaciones entre el mundo físico-químico y orgánico. Ningún área de conocimiento específico tiene competencia para decidir sobre ella, aunque muchas tengan algo que decir. A no ser que se crea que corresponde a los científicos y técnicos decidir sobre el deber de la sociedad. Por este camino, la senda está abierta en dirección al totalitarismo si se entiende el conocimiento técnico-científico como lo racional absoluto: si alguien contradice esta racionalidad es tomado como irracional y, por esa vía, se produce simbólica y políticamente el loco. La cuestión ambiental es así más que un campo interdisciplinario pues, en ella se entrecruzan el conocimiento técnico-científico, el de las normas y valores y estético-cultural regidos por razones diferenciadas, pero no dicotómicas. Ello requiere un campo de comunicación intersubjetiva no viciado y no manipulable para hacerse de modo efectivamente racional. Ella requiere también, fundamentalmente, democracia. Lo que la cuestión ambiental coloca para la reflexión son los límites que la naturaleza presenta en un contexto socio-histórico determinado, lo que presupone una determinada etapa del conocimiento técnico. En cada situación son posibles varios usos de la naturaleza, pero no cualquier uso. Toca a la sociedad decidir con conocimiento de causa. El libre acceso a la información se torna una cuestión central. De este modo, nos vemos lanzados al terreno de la polis, término que originalmente designaba el límite físico –el muroque para los griegos, separaba la ciudad del extranjero. Límite y frontera, términos que nos convocan a la política y a la filosofía. Terrenos poco familiares a quien se acostumbró a un concepto de verdad absoluta porque derivaba del conocimiento racional

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científico. ¿Cuál es el uso correcto o incorrecto? ¿Lo cierto y lo errado? ¿Lo verdadero y lo falso? Fue en torno de cuestiones bien concretas como éstas, que emergió el logos griego, la idea de un conocimiento racional, la filosofía220. En este contexto se redefine la relación con la naturaleza, con el espacio, con el tiempo, de los hombres entre sí. ¿Qué concepto de naturaleza hemos trabajado? He aquí una cuestión fundamental para quien está preocupado con la cuestión ambiental, de qué modo los nuevos descubrimientos científicos abren nuevas perspectivas de conocimiento. Es a esto a lo que ahora nos dedicaremos. IV. Sobre el concepto de naturaleza Y Dios dijo: “He aquí que doy a vosotros todas las hierbas que dan semilla sobre la tierra, y todos los árboles que en sí mismos encierran la semilla de su género para que sirvan de alimento a vosotros, y a todos los animales de la tierra y a todas las aves del cielo y a todo lo que se mueve sobre la tierra y en el que hay alma viviente, para que tengan que comer”. Génesis – 1,29.

A. Cultura versus Naturaleza. La concepción de naturaleza que se hizo hegemónica en el mundo occidental se definió por oposición a la de hombre, de cultura y de historia. Naturaleza y Cultura se excluyen. Sin embargo, podemos decir que ya en el Génesis el hombre es un ser que ya no está en la naturaleza y que en la cosmología, particularmente con Aristóteles, la naturaleza aparece como algo objetivo221, es con Descartes (1596-1650) que obtendremos la formulación que vino a constituirse en el verdadero paradigma de la modernidad. Dice en la sexta parte del Discurso del Método:

“Por lo tanto, ellas me hicieron ver que es posible llegar a conocimientos que sean muy útiles a la vida y que, en vez de esta filosofía especulativa que se enseña en las escuelas, se puede encontrar otra práctica, por medio de la cual, conociendo la fuerza, las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y de todos los otros cuerpos que nos circundan, tan distintamente como conocemos los diversos misterios de nuestros artificios, podríamos emplearlos de la misma manera en todos los usos para los cuales son propios y así, nos convierte en señores y poseedores de la naturaleza”222. (Las negritas son mías).

220 Marcuse, Herbert. Ideología de la sociedad industrial, Río de Janeiro, Zahar, 1969, p. 142 y ss. 221 Paiva Duarte, Rodrigo, “Marx y la Naturaleza en el Capital”, Sâo Paulo, Ed. Loyda, 1986, p. 23. 222 Discurso del Método-Gamier-Flammarion, París, 1966, p.64.

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Dos aspectos de la filosofía cartesiana aquí expresados, van a marcar la modernidad:

1. El carácter pragmático que el conocimiento adquiere –“conocimientos que sean muy útiles a la vida (…) en vez de esta filosofía que se enseña en las escuelas”- coloca a la naturaleza como un recurso que, como nos enseña el Diccionario, es un medio para obtener un fin, es; 2. el antropocentrismo, esto es, el hombre pasa a ser el centro del universo, el sujeto, en oposición al objeto, a la naturaleza. El hombre poseedor del método científico, puede penetrar en los misterios de la naturaleza y así, hacerse TODO-PODEROSO – “señores y poseedores de la naturaleza”. El poder desciende de los cielos a la tierra.

Descartes, al mismo tiempo, se apropia y supera la filosofía medieval. Lewis Mumford en su excelente “Técnica y Civilización” se percató de esta característica del pensamiento de Descartes pues, “desgraciadamente persistió el hábito medieval de separar el alma del hombre de la vida del mundo material a pesar de haber sido debilitada la teología que la apoyaba”223. Es la separación sujeto-hombre y naturaleza-objeto –y nótese de paso que, el sersujeto es tomado en la acepción positiva, superior. Se transforma la diferencia hombre-naturaleza en jerarquía superior-inferior. El hecho de que la palabra sujeto indica también otro sentido que sería negativo, -estar sujeto a alguien o alguna cosa- no es debidamente tomado en cuenta. La naturaleza, de este modo, es desacralizada –lo que es una diferencia importante en relación al pensamiento mítico, para algunos “prelógico” contra LévyStrauss224. Pero para que percibamos las diferencias y semejanzas entre el pensamiento moderno que se instaura con Descartes, Newton, Bacon, Leibniz y Galileo, por ejemplo, invoquemos la declaración de Emile Mâle: “En la Edad Media la idea de una cosa forjada por alguien para sí mismo siempre fue más real que la cosa real misma, y vemos por qué aquellos siglos místicos no tenían el concepto de lo que los hombres llaman hoy ciencia. El estudio de las cosas por sí mismas no tenía significado para el pensador. El trabajo del estudioso de la naturaleza era descubrir la verdad eterna que Dios quería que cada cosa expresase”225.

El desprecio por las cosas materiales, mundanas, comienza a partir de los siglos XVI-XVII a ganar un sentido positivo en la 223 Técnica y Civilización –Alianza Editorial, Madrid, 4ª Edición, 1982, p.47. (La Traducción es mía). 224 El pensamiento mágico no es un estreno, un comienzo, un esbozo, parte de un todo aunque no realizado; forma un sistema bien articulado; independiente, en este punto, de este otro sistema que constituirá la ciencia, excepto en cuanto a la analogía formal que los aproxima y que hace del primero una especie de expresión metafórica del segundo”. Lévy-Strauss, citado por Paiva Duarte, op. Cit., p. 17 225 Citado por Lewis Munford, op. Cit., p. 45. La traducción es mía.

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medida en que se puede encontrar otra práctica “donde podríamos emplearlos de la misma manera en todos los usos para los cuales son propios”. El sentido pragmático utilitarista del Renacimiento no puede ser visto desvinculado del mercantilismo y de la Revolución Agrícola con los nuevos sistemas de plantación que comienzan a desarrollarse firmemente a partir de esta época. Las nociones abstractas de espacio y tiempo también ya venían siendo forjadas desde la Edad Media – el reloj es la primera verdadera máquina y es una máquina del tiempo que no depende de los días y noches astronómicas que, sabemos, es variable dependiendo de la longitud y de las estaciones del año. El dinero es la más abstracta de las mercancías, la única que no tiene otro uso a no ser el de servir como medio de intercambio. El dinero –equivalente general de todas las mercancías- sólo se distingue por la cantidad y ésta no tiene límites. De allí a decir que “las leyes de la naturaleza están escritas en lenguaje matemático” conforme a Galileo, retomado de Pitágoras “Todo es número”, la distancia es muy pequeña. Como vemos, se abre un campo ilimitado para el hombre en el contexto del Renacimiento. El hombre puede igualmente ser “señor y poseedor de la naturaleza”. Pero además, otro sentido va a ser dado al concepto de naturaleza a partir de los siglos XVI-XVII relacionado con los relatos de viajeros acerca de los “pueblos primitivos”. Estos pueblos no son comprendidos en su especificidad sino que son vistos como viviendo en etapas “atrasadas” de la evolución en el proceso civilizatorio. En este sentido, no son otros-pueblos, sino que en la visión eurocéntrica, están en etapas técnico-culturales que Europa ya había superado. Es como si la historia de la Europa civilizada viese al mundo como un museo en el que cada pueblo-región fuese un cuadro de su propio proceso de desarrollo. Estos pueblos son vistos entonces como salvajes, esto es, de la selva, por lo tanto, de la naturaleza o, como bárbaros, que en la designación latina significaba originariamente “canto desarticulado de las aves”, por tanto, animal, naturaleza. Del mismo modo que en nuestra cotidianidad llamamos burro a aquel que no entiende lo que se dice o enseña; cachorro al mal-carácter; caballo a aquel que no es “bien educado” y los ejemplos podrían multiplicarse en la sociedad. Salvaje, bárbaro, cachorro, burro y caballo son todos seres de la naturaleza y se oponen a la cultura, a la civilización. Nuevamente la diferencia se transforma en jerarquía a través del evolucionismo lineal. Lamentablemente, sabemos, las consecuencias no fueron simplemente filosóficas sino también prácticas, naturaleza y pueblo son degradados en nombre de una cultura superior. Ecocidio y etnocidio caminan juntos. Los llamados pueblos primitivos están más próximos a la naturaleza y viven en “promiscuidad sexual” por lo menos hasta Lévy-Strauss

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que, como veremos más adelante, a pesar de que desmitifica esta concepción continúa pensando naturaleza y cultura como conceptos excluyentes. La naturaleza es una reserva imaginaria que debe ser retirada por cada uno como un estadio en el que se debe evitar caer. El Estado, la ley y el orden son instituciones, por tanto, necesarios a fin de que no retrocedamos a la naturaleza, a la barbarie. Es el lugar de la “ley de la selva”, de la “lucha de todos contra todos” como proclamaba Hobbes, justificando así, el Estado. Las sociedades primitivas son interpretadas como naturales porque no tienen Estado, no tienen escritura, no tienen clases sociales. De esta forma, se habla de lo que ellas no tienen y no de lo que ellas son226. Son juzgadas por un modelo “exterior” a ellas y, como “Narciso encuentra feo lo que no es espejo”227, son descalificadas. Otra visión inaugurada modernamente por Rousseau, es la del “buen salvaje”, que ve la naturaleza como lugar de armonía, de la bondad, de la sensibilidad y de la espontaneidad. La naturaleza aquí no es cosa, objeto. Sabemos cuánto esta visión romántica está presente entre aquellos que se preocupan con la cuestión ambiental. “Los hombres están destruyendo la naturaleza”, dicen. Si observamos bien, la cultura y la naturaleza continúan como conceptos excluyentes, invirtiéndose los polos: allí donde Descartes veía objeto y Hobbes la “ley de la selva”, los románticos ven armonía y belleza. En el primer caso, la naturaleza debía ser suprimida por la cultura o por el Estado y, en el segundo caso, es la cultura y el hombre los que deben ser suprimidos por la naturaleza. El paradigma occidental –naturaleza versus cultura- se mantiene. Está a salvo. No se consigue convivir con la diferencia. Es preciso suprimirla228. Sin embargo, a pesar de su creciente influencia, no es el pensamiento romántico el que es hegemónico. Todos aquellos seres que son culturalmente vistos como próximos a la naturaleza son discriminados, en el sentido de la dominación. La mujer es sensible y no racional, la infancia pre-lógica y que aún no alcanza el pensamiento abstracto229, el obrero y el campesino porque trabajan con las manos y no con el intelecto (el filósofo es la libertad y el esclavo la necesidad en 226 Ver Pierre Clastres, “La sociedad contra la naturaleza” y en “Arqueología de la violencia”. 227 Referencia al poeta Caetano Veloso. 228 Es necesario tener en cuenta que el romanticismo del siglo XVIII e inicios del XIX se desarrolló como una crítica al pensamiento ilustrado, de las Luces, se coloca entre otras cosas, contra el pensamiento abstracto, la búsqueda de las leyes universales, las generalizaciones. Con Herder, en Alemania, va a fundamentarse toda una visión del nacionalismo con base en la naturaleza y en las tradiciones y que va a ejercer gran influencia, por ejemplo, en el pensamiento de la Geografía y de la Historia. 229 Tengo en consideración la caracterización de la evolución psicolingüística, tal como fue formulada por Jean Piaget. Sin embargo, insisto, el hecho de haber fases bien distintas en la evolución psicogenética de la infancia, conforme Piaget comprueba con sus investigaciones, no autoriza la discriminación. La diferencia no autoriza la jerarquía.

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la Grecia clásica230. En torno al concepto de naturaleza se teje toda una gama de relaciones sociales. En la caracterización de lo que sea naturaleza la sociedad occidental define, por contraste, la cultura. B. El paradigma atomístico-individualista. En la medida que las relaciones mercantiles y el capitalismo se van afirmando vemos la disolución de las antiguas comunidades, para desespero de los románticos. El paradigma holista encuentra allí su verdadero fondeadero. Sin embargo, en la proporción que los siervos van siendo expulsados de la tierra y se dirigen a las ciudades, nace el individuo como referencia. Cada uno, ahora libre de la dominación feudal, debe buscar sus propios intereses en el “juego del libre mercado”. Al mismo tiempo, el desarrollo de la industria profundiza la división del trabajo231 y fenómenos que tienen una evolución paralela se articulan: si Descartes había sugerido que “conociendo la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y de todos los otros cuerpos que nos circundan (…) podríamos emplearlos de la misma manera en todos los usos para los cuales son propios”. La división del trabajo, particularmente, en el último cuarto del siglo XIX, va a mostrar una profundización de la división del trabajo científico. Cada región del saber va a ganar autonomía con varias divisiones al interior de cada uno. En el interior de cada segmento del saber el individualismo va a servir de paradigma. Serge Moscovici comprendió bien esta dimensión: “Así, el nacimiento del individualismo, con la individualización de las acciones, de los intereses y de las relaciones humanas, dio un vigoroso impulso a la oposición sociedad y naturaleza. Todo ahora es moldeado según este patrón: átomo permanente indivisible o mónada sin puertas ni ventanas, organismos luchando por la sobrevivencia -¡el más fuerte ha de vencer!- animal agregado a una horda, comprador o vendedor en el mercado, sabio aislado a las vueltas de los enigmas del universo. En física, en biología, en economía, en filosofía, en todas partes el individuo es la unidad de referencia. Expresión acabada de la esencia de las cosas y del hombre, encarna la naturaleza humana y certifica su estado originario. En comparación, la sociedad sólo podría ser un estado antagonista, una asociación derivada de voluntades diversas y de moléculas independientes sometidas a presiones. Deducidos estos antagonismos, el principio de las instituciones y de las leyes políticas que hoy nos dirigen, tienen en él su firme cimiento”232.

230 De acuerdo a Herbert Marcuse, op. Cit., p.142 y siguientes. 231 Porto-Gonçalves, CW. “Reflexiones sobre geografía y educación: notas de un debate” – en Tierra Libre-2- Ed. Marco Zero/AGB– Asociación de los Geógrafos Brasileros, Sâo Paulo, 1987. 232 Moscovici, Serge. “La sociedad contra la naturaleza”, Petrópolis, Vozes, 1975.

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Como cada ser humano es movido por las pasiones y emociones y no por la razón233, otra dicotomía del pensamiento dominante occidental, era necesario un orden natural para las cosas. Como la naturaleza era regida por leyes universales, como las ciencias naturales demostraban con su lenguaje lógicomatemático234, la ley y el orden que se inspirasen en ellas, serían justas porque no derivarían de la pasión y de la emoción. Son leyes naturales. Gobineau235 (1816-1882) y Ratzel236 (1844-1904) son expresión de esta perspectiva. Más de una vez se transgrede el campo del conocimiento racional científico y en su nombre se proponen normas y valores. El nazi-fascismo es una variante de esta creencia que, dicho sea de paso, no tiene nada de científico puesto que extrapola su campo de competencia. No debemos olvidar que a partir del siglo XVII y, sobre todo, del XIX, la separación del hombre de la naturaleza no es sólo una cuestión filosófica. Con el cercado de los campos en Inglaterra, y por todas partes donde el capitalismo se expandía, la urbanización se convertía en el patrón de organización del espacio socio-geográfico. Es preciso leer a Foucault en “Vigilar y Castigar”237, sobre todo para entender que los expulsados del campo no fueron espontáneamente a buscar empleo en las fábricas. Acostumbrados a vivir al sabor de los tiempos biológico-astronómicos –día/noche- estaciones del año- los recién llegados a la ciudad no se van a acostumbrar fácilmente al nuevo “oikos”. El tiempo ahora es continuo, lineal –haga lluvia o haga sol, haya frío o calor- la rutina es la misma: el reloj está siempre con el mismo latido238. Quien no obedezca la norma… Una vez más aparece la dicotomía naturaleza versus cultura a través del par ciudad-campo; en la ciudad: la civilización, las relaciones despersonalizadas, mediadas por los intereses; en el campo: la naturaleza, la comunidad. La migración semanal de

233 Rouanet, S. Paulo. “La razón cautiva: las ilusiones de la conciencia de Platón a Freud”, Sâo Paulo, Brasiliense, 1975. 234 Es comprensible que este proceso se haya dado inicialmente en la física y en la astronomía con Galileo (1564-1642), Kepler (1571-1630) y Newton, por ejemplo. La observación paciente del movimiento de los astros era posible de expresarse en una rigurosa lógica matemática. Este lenguaje va, poco a poco, afirmándose como paradigma de cientificidad. Ser ciencia es incorporar este paradigma. La filosofía analítica es el climax de este proceso. Por imitación, las ciencias sociales van a incorporar esta perspectiva, absorbiéndola acríticamente. Como la subjetividad que se desarrolla en el campo de las relaciones sociales es un atributo del “objeto-hombre” y no se deja aprehender totalmente por este paradigma –el problema de lo simbólico, por ejemplo- las ciencias sociales van a dejar escapar la especificidad de su objeto cuando adoptan este abordaje. 235 Norbert Nisbet. “Historia de la idea de progreso”, Brasilia, INL –Universidad de Brasilia, 1985. 236 Gomes Mendoza J., y otros. “El pensamiento geográfico”. Madrid, Alianza Universidad, 1982, p. 193 y siguientes. 237 Foucault, Michel, “Vigilar y Castigar”. 238 Clarice Lispector captó con profundidad esta cuestión en su “La hora de la estrella” llevada al cine por Susana Amaral.

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los citadinos (obviamente no todos) hacia las playas y sierras, es la expresión de esta búsqueda de otro tiempo libre, sin hora, para despertar, almorzar, merendar, cenar, dormir. La especulación inmobiliaria y la industria hotelera “saben” suplir estas necesidades, mercantilizándolas. En el plano del conocimiento, la búsqueda de la afirmación de la superioridad del hombre, dada su especificidad, viene a constituirse en un verdadero síndrome. “El hombre es un ser social”, “lo que separa al hombre de la naturaleza es el lenguaje”, “lo que distingue a los hombres es el hecho de ellos fabricar instrumentos”, “el tabú del incesto es lo que separa la cultura de la naturaleza”, “el hombre es un animal político”. Todas estas formulaciones implicaron descubrimientos que, es indiscutible, abrieron nuevas perspectivas para el conocimiento y la vida. Al mismo tiempo, se nota en todas ellas la preocupación de que hombre-cultura no es naturaleza. Por otro lado tenemos a las “leyes de la naturaleza” que se desarrollan independientemente de la voluntad y de las pasiones humanas. La naturaleza-objeto puede entonces, ser tratada objetivamente. La separación del sujeto del objeto para realizar mejor el conocimiento de la naturaleza, de este modo, excluye la reflexión sobre la naturaleza del conocimiento. No se tiene en cuenta que todo observador-científico está inmerso en un contexto socio-histórico que no sólo lo produce sino que el propio observador-científico ayuda a producir. En fin, para hablar sobre la naturaleza se usa una lengua y esta es una condición para su propio fundamento, así como es social, por lo tanto, relación intersubjetiva. El uso del lenguaje matemático, de la “lógica identitario-conjuntista”239, no resuelve el problema de la significación que es siempre instituida socio-históricamente. La naturaleza, como lugar de la ley y el orden universal, pensada a partir de premisas individual-atomística, objeto a ser usado como recurso por la sociedad, exige hoy ser repensada. Los propios descubrimientos científicos establecen la necesidad de repensar los fundamentos de la ciencia. La interdisciplinaridad exige una transdisciplinariedad, una nueva relación entre lo particular y lo universal, el sujeto y el objeto, la naturaleza y la cultura, en fin, del significado de la ciencia. El imaginario iluminista si de un lado rechazó la filosofía especulativa por sus vínculos con la religión, del otro, se establecía un proyecto de mundo racional donde la ciencia y la tecnología serían la base del progreso y la felicidad del hombre. Ciencia, técnica, progreso y felicidad son momentos que se articulan en el imaginario iluminista que emerge claramente a partir del siglo de las Luces –XVIII. 239 C. Castoriadis.

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Nos gustaría ahora, a modo de ilustración y con los límites típicos de este tipo de procedimiento, relacionar algunas de estas cuestiones que establecen la necesidad de repensar el fundamento de la ciencia. Me sirvo, particularmente, de las contribuciones de Edgar Morin, “El Método 1- la naturaleza de la naturaleza”- Cornelius Castoriadis –“La institución imaginaria de la sociedad” y “Las encrucijadas del laberinto-1”- y de Jacques Monod –“El acaso y la necesidad”.

C. El orden – El mismo. “Lo que me interesa, no es la “novela del universo (…), son las elecciones conceptuales, teóricas y hasta lógicas y paradigmáticas que, tras derrumbarse nuestro mundo antiguo, van a permitir concebir un mundo nuevo”. Edgar Morin La idea de un cosmos ordenado, obedeciendo siempre a las mismas leyes en las mismas condiciones, llevó a que se privilegiase la idea de que hay ORDEN en el universo. En este sentido, no se dio la debida atención al problema de cómo se constituyeron las condiciones. El problema del origen remitía, cuanto más distante en el espacio y en el tiempo, a las incertezas de los datos e implicaba la imaginación. De allí al imaginario y a los mitos se convertía en un pasaje casi inevitable. Sin embargo, ya en el siglo XIX el Segundo Principio de la Termodinámica anuncia el primer sismo en la idea de un universo eterno en sus leyes y ordenamiento. Al inicio del siglo XX se descubre que universo está en expansión “En el antiguo universo, el orden era el soporte simple y evidente; la teoría del Big Bang busca un comienzo elemental y puntual y sólo encuentra una puerta. Es que la búsqueda del origen se degradó en la búsqueda de un punto de partida (…) el problema del origen comporta una contradicción insuperable en sus términos (…) No es posible teorizar como si este problema no estuviese fundamentalmente hipotecado por nuestras propias estructuras mentales”240, establece Edgar Morin. Más adelante dice:

“Ciertamente, el interés del Big Bang es evocar una explosión térmica. Su insuficiencia consiste en la reducción del origen a la única dimensión de la explosión térmica. Tenemos que superar el Big Bang con una noción verdaderamente teórica: la noción de catástrofe. El término catástrofe debe ser considerado no sólo en su sentido geofísico y geoclimático tradicional, sino también y sobre todo, en el sentido que le confirió René Thom (Thom, 1972).

240 Morin, E. “El Método 1, op. Cit., p. 47

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Este sentido asociado a una concepción topológica en el que el término “forma” adquiere un sentido fuerte, significa: cambio/ ruptura de forma en condiciones de una singularidad irreductible. La idea fundamentalmente rica y compleja traída por Thom conecta toda morfogénesis o creación de forma a una ruptura de forma o catástrofe. Esta idea nos permite, por tanto, leer en los propios procesos de desintegración y génesis. La catástrofe, idea metamórfica, no se identifica con un comienzo absoluto y deja abierto el misterio de lo desconocido a-cósmico o protocósmico. Contiene la idea de acontecimiento y de cascada de acontecimientos (aquí las negritas son mías). Lejos de excluir, incluye la idea de desorden, y de modo genésico puesto que, la ruptura y desintegración de una forma antigua constituye el propio proceso constitutivo de la nueva forma”241

Edgar Morin ve en la concepción de Thom una ruptura fundamental para la comprensión de la Physis puesto que

“de modo diferente del Big Bang, que es un momento puntual en el tiempo, y se convierte en una causa separada de los procesos que lo desencadenaron y que desencadenan, la idea de catástrofe, acogiendo la idea de un acontecimiento explosivo, se identifica con el conjunto del proceso metamórfico de transformaciones desintegradas y creadoras. Este proceso prosigue aún hoy (negritas en el original). Así, no vamos a circunscribir la catástrofe como un puro comienzo. Es el origen, explosivo o no, de nuestro universo, que forma parte de una catástrofe y ésta continúa aún hoy (negrita en el original). La idea de catástrofe es inseparable de nuestro universo entero”.

Allí donde parecía reinar un universo mecánico relojero se instaura el desorden, la catástrofe, el caos. Para un razonamiento simplista basta sustituir el paradigma del orden por el de desorden. Sin embargo, expresiones como “casualidad organizadora” hoy ya no asustan a los físicos. Orden y desorden/ casualidad y necesidad forman parte de la Physis y se nutren uno de otro produciendo sistemas organizados. Así, ordendesorden-organización están permanentemente interactuando. Hidrógeno y oxígeno son inflamables, no obstante, si se combinan en la proporción de H2O es el agua que apaga el fuego. ¿Qué es lo que ha provocado esta constitución? Podemos decir que fueron necesarias determinadas condiciones que, hasta serían improbables. Sin embargo, en la medida en que hubo este acontecimiento, una serie de hechos ocurren necesariamente: evaporación / condensación / precipitación / ríos / mares / etc. También en la biología el orden fue perturbado. No se pone en duda hoy el papel que juega la casualidad en la mutación genética. Aquí también “casualidad y necesidad”, tér-

241 Idem, ibídem, p. 47

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minos que se excluyen, tienen que ser admitidos en otro tipo de razonamiento que no sea el reduccionismo y la creencia en una ley general que se repite siempre igual a sí misma. Para un paradigma que sólo veía “leyes en el universo” era necesario abstraerse de todo aquello que escapaba a la norma, a la regla. Lo nuevo era imposible. Lo que se tenía era siempre lo mismo. Todo estaba determinado. Para actuar sobre la naturaleza era necesario conocer sus leyes: existe un orden por detrás del caos y es a partir de su revelación que podemos intervenir en lo real. Lo que no está sujeto a regularidad, a ciclos –lo que forma parte del pensamiento mítico242- debe ser puesto fuera de la ciencia. De este modo, el universo es determinista. Como nos enseña Edgar Morin, es preciso romper con la dicotomía caos/cosmo; orden/desorden: es necesario tener a los dos y desarrollar, no el pensamiento de la simplificación sino o el de la complejidad. El mundo es un CAOSMO243. El orden ya no reina soberano, sea en el universo microfísico sea en el macrofísico. Esto no deja de abrir enormes “agujeros negros” en nuestro entendimiento de la Physis.

D. El individuo como paradigma científico. A lo largo del siglo XIX la investigación reduccionista triunfó en todos los frentes. “Aisló y censó todos los elementos químicos constitutivos de todos los objetos, descubrió las más pequeñas unidades de la materia, primero concebidas como moléculas y después como átomos, reconoció y cuantificó los caracteres fundamentales de toda la materia, masa y energía. Así, el átomo resplandeció como el objeto de los objetos, puro, pleno, insecable, irreductible, componente universal de los gases, líquidos y sólidos. Todo el movimiento, estado o propiedad podía ser concebido como cantidad mensurable en referencia a la unidad primera que le era propia. De esta manera, la ciencia física disponía, a finales del siglo XIX, de una batería de grandezas que le permitía caracterizar, describir, y definir un objeto, fuese el que fuese. Traía, al mismo tiempo, el conocimiento racional de las cosas y su reconocimiento. El método de descomposición y de medida permitió experimentar, manipular, transformar el mundo de los objetos: el método objetivo. En las diversas ciencias, aislar un objeto y explicarlo en virtud de las leyes generales a las que obedecen y de los elementos más simples que lo constituyen, cambió el paradigma. Así,

242 Adorno, T. y Horkheimer, “Dialéctica del Iluminismo”, en “Los Pensadores”, Sâo Paulo, Ed. Abril, 1975. 243 Morin, E. El Método 1- op. Cit., p.94

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la biología concibió aisladamente su objeto propio, primero el organismo y luego la célula, cuando ésta encontró su unidad elemental: la molécula”244. A comienzos del siglo XX el átomo ya no es la unidad primaria indivisible e irreductible: es un sistema constituido por partículas en interacción mutua –un sistema. Y no va a ser tan fácil transformar la partícula en la nueva unidad indivisible e irreductible. Rutherford transformó el átomo en un pequeño sistema solar constituido por partículas gravitando en torno a un núcleo, tan maravillosamente ordenado como el gran sistema astral. Sin embargo, el orden newtoniano no fue transferido de los cielos hacia los subterráneos del átomo. Las partículas sufren una “crisis de identidad”: “no es posible aislarlas de modo preciso en el espacio y en el tiempo (en la observación el observador interfiere en su comportamiento) y vacila entre la doble y contradictoria identidad de onda y del corpúsculo. Pierde a veces toda sustancia (el fotón, en reposo, no tiene masa). Es cada vez menos plausible que sea un elemento primario; ora es concebido como un sistema compuesto por quarks (y el quark sería aún menos reductible al concepto clásico de objeto de lo que es la partícula), ora es encarado como un “campo” de interacciones específicas. En fin, fue la propia idea de unidad elemental la que se hizo problemática: tal vez, no existe una última o primaria realidad indivisualizable o aislable, sino más bien un ‘continuum’ (teoría de bootstrap) o una raíz unitaria fuera del tiempo y del espacio (D’Espagnat, 1972)”245.

Con el desarrollo de la Etología, ciencia que estudia los hábitos de los animales y de sus adaptaciones a las condiciones del ambiente, se hizo cada vez más difícil comprender la evolución de la vida animal tomándose como parámetro el comportamiento de un individuo a partir de su disección en laboratorio. Hay que reconocer hoy, que la vida en sociedad ya existía en aquello que llamábamos naturaleza, sobre todo, en el reino animal. La Ecología no puede comprender el ecosistema si no es capaz de comprender estas relaciones que se desarrollan en el interior de una comunidad específica y de las relaciones entre las diversas comunidades (la biocenose). El individuo por todas partes, tiene que ser comprendido en sus complejas relaciones como un todo, el sistema. Las especies, simplemente no se adaptan al ambiente sino que lo producen y sufren retroactivamente la acción del ambiente-sistémico que ayudan a constituir. Observar con atención las diversas contribuciones de las ciencias físicas y biológicas abre un campo enorme para repensar a las ciencias humanas. Durante muchos años se buscó “niños-lobo”246 244 Idem, ibídem, p.94 245 Idem, ibídem, p.94 246 Idem, ibídem, p. 94

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para demostrar que sin la vida en sociedad el hombre retrocedía a la animalidad.

“Ahora comenzamos a percibir la fragilidad de esta división. Mientras nuestros intereses se dirigían hacia los mecanismos fisiológicos, hacia los aparatos sensoriales y hacia los esqueletos, tomando al individuo como unidad de análisis tanto en lo humano como en el animal, las asociaciones establecidas por éste último eran consideradas curiosas y esporádicas. Las colmenas de las abejas y las colonias de hormigas sirvieron mas como tema de discursos morales que materia para conclusiones científicas. Sin embargo, fluyen las informaciones almacenadas y clasificadas con mucho cuidado por innumerables investigadores. El levantamiento de las asociaciones estables con beneficio recíproco, en numerosas especies, demostró la correlación entre las exigencias del medio y las regularidades de un comportamiento eminentemente social. En suma, existe sociedad en todas partes donde existe la materia viva relativamente organizada; ella no comenzó con nuestra especie (…) Primates, delfines y hasta pájaros, poseen facultades de aprendizaje y creación de nuevos comportamientos y de ellos dependen para su alimento y reproducción. Contrariando el lugar común de una maduración biológica individual, los animales, a semejanza de los niños en estado salvaje, esto es, solos, aislados, no se desarrollan normalmente, y les es indispensable el contacto con la madre y los semejantes”247.

Estos descubrimientos no hace a los hombres iguales a los otros animales pues, cada uno de ellos se organiza socialmente de modo propio y, por tanto, tienen su especificidad. La economía, ciencia humana donde más avanzó el uso de la lógica y del lenguaje matemático, el paradigma del individuo continúa –todo comenzó con Robinson Crusoe en su isla, solitario. Sin embargo, la psicología más primaria está subyacente en estas teorías dominantes en la economía. El homo economicus es visto bajo la óptica de la “propensión al consumo”, “propensión hacia el ahorro”, etc… Aquí podemos decir que hubo una regresión puesto que Quesnay, Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx, a pesar de las diferencias entre ellos, siempre pensaron el proceso económico como siendo constituido y constituyendo clases sociales. Si no hubiera una parte de la sociedad totalmente desprovista de los medios para producir su vida el trabajo asalariado no existiría y, sin él, el capital no se valoriza. La continuidad/reproducción de una sociedad capitalista presupone no sólo garantizar los medios materiales para el próximo ciclo de producción sino también reproducir las clases sociales, logrando que siempre haya personas sin condiciones de producir sus propias vidas y, así, obligadas a someterse a los dueños del capital. Aquí también no es posible continuar pensando en términos de individuos. La sociedad humana no es una suma de individuos. 247 Moscovici, S., op. Cit., pp 23-24.

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En fin, por todos lados aflora el paradigma atomísticoindividualista y, con él, toda una visión que opone naturaleza y cultura. No es posible continuar diciendo que el hombre es un animal social pues, esto no nos distingue de los otros animales. Tanto E. Morin como S. Moscovici nos informan de una serie de investigaciones rigurosamente controladas, sobre todo, en los mamíferos superiores, donde existen “comportamientos y papeles tradicionales transmitidos de una generación a otra por iniciación individual y colectiva (…) las estructuras de las sociedades de primates varían en el seno de una especie particular, comprobando una posible independencia en relación al substrato genético”248. Lévy-Strauss, que tanta contribución hizo a la antropología cultural desarrollo durante toda su vida la idea de que las interdicciones y reglas que estructuran las relaciones de parentesco –el tabú del incesto, por ejemplo- relativizan esto que sería el elemento distintivo entre cultura y naturaleza. Dice él, en el prefacio de la 2ª edición de “Las estructuras elementales del parentesco”249: “Para comprender la esencia de la cultura es necesario remontarse hasta su fuente y seguir en sentido contrario a su elan250, reanudar los hilos rotos buscando su extremo libre en otras familias animales y también vegetales. Finalmente, tal vez se deba considerar que la articulación de la naturaleza y de la cultura no asume la apariencia interesada de un reino jerárquicamente superpuesto a otro que le sería irreductible, pero antes que un recomienzo sintético posibilitado por la emergencia de ciertas estructuras cerebrales dependientes, ellas mismas, de la cultura, de mecanismos ya montados pero que la vida animal sólo ilustra bajo la forma desunida y sólo aprueba en orden disperso”.

Otro mito se deshace: el hombre no sólo desciende de los primates anatomo-fisiológicamente, sino también socialmente. Cuanto más retrocedemos en el sentido de encontrar el momento de la ruptura sólo vemos otra sociedad. El cerebro, el andar bípedo, la visión frontal en profundidad, con el dedo pulgar para hacer la presión, no son simplemente productos de una evolución biológica sino socio-biológica, donde los dos términos se condicionan recíprocamente. En verdad, lo que tenemos son evoluciones hacia nuevas complejidades históriconaturales. Como dice Serge Moscovici: “Naturaleza y sociedad no se excluyen mutuamente. La primera nos abarca como resultado de nuestra intervención”251. En suma, el hombre es un ser que por naturaleza produce cultura, pero ésta no puede ser pensada como

248 Idem, ibídem, p. 24 249 La Haye, 1967, p. XVII 250 En francés en el original 251 Ob. Cit., p.27

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determinada por la naturaleza entendida como un ser-otro, sino como un-su-otro. Somos parte de la naturaleza y por razones no sólo biológicas sino que, transformarla forma parte de nuestro proceso histórico-natural252. Su desorden forma parte del orden. El paradigma determinista ha de reconocer sus límites. Tenemos que concordar con Demócrito: “Todo en la naturaleza es obra del acaso y de la necesidad”. Los fundamentos de una historia, de una cultura, del hombre, no pueden seguir siendo vistos como opuestos y contra la naturaleza. Sabemos cuánto éstos términos están arraigados en el pensamiento por la herencia milenaria consagrada por el Renacimiento y por el Iluminismo. Pero, toda larga caminata comienza siempre por el primer paso, y él ya fue dado por varios autores. La degradación de las condiciones de vida exige de cada uno de nosotros otra concepción/acción. * La Técnica en la sociedad contemporánea. Ninguna sociedad humana tuvo una relación con la técnica como la sociedad europea ha tenido, sobre todo, a partir de los siglos XVIII y XIX. Que cualquier sociedad use una técnica es una verdad banal. Sin embargo, el aparato técnico de la llamada sociedad industrial es otro, al punto de ser visto como el factor por excelencia del desarrollo de los pueblos desde entonces. El actuar instrumental gana una proporción impensable en sociedades regidas por instituciones religiosas, míticas y tradicionales. De allí la exaltación de la ciencia contra la filosofía especulativa y el absolutismo de la teología. A los críticos de la técnica se les responde diciendo que se quiere volver a la edad de piedra. Al final de cuentas, las sociedades primitivas, se cree, viven apremiadas por el hambre y de ella se ocupan el día entero. Al mismo tiempo se dice que, ellas son indolentes y prejuiciosas. Una de dos: o ellas pasan el día entero corriendo tras el alimento o son indolentes y prejuiciosas. Las dos cosas no combinan. La ideología es así: no es hecha para comprender la realidad. Sólo quien se ubica críticamente frente a ellas puede revelar sus contradicciones internas. Sin embargo, se cree que la tecnología, permitiría al hombre más abundancia y ocio. Dos siglos de revoluciones industriales permiten un balance detallado de sus resultados. Cuando se sabe a través de M. Sahlins253 y Pierre

252 No es este el lugar para desarrollar un análisis del multifacético proceso de hominización. Para esto remito al lector hacia las siguientes obras que apuntan al sentido que aquí proponemos y en los cuales nos inspiramos: Edgar Morin, “El enigma del hombre”; Serge Moscovici, “La sociedad contra la naturaleza” y, del mismo autor, “En sayo sobre la historia humana de la naturaleza”, Flamarion, París, 1968. 253 Sahlins, M. “Crítica de la razón práctica”.

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Clastres254, que las sociedades primitivas trabajan de 4 a 5 horas por día y no todos los días, tenemos que repensar efectivamente la relación que nuestras sociedades establecen con la técnica. En este sentido, una tesis afirma: la relación que las sociedades tienen con la técnica no es la misma, aunque todas tengan un aparato técnico255. También la sociedad europea no tuvo siempre la misma relación con la técnica. Que los griegos dominaban el principio de la máquina a vapor es un hecho conocido. No obstante, no la utilizaron concretamente. Varios autores señalan que la sociedad capitalista se afirma efectivamente cuando el capital comienza a desubicarse de la esfera del comercio hacia la esfera de la producción. La manufactura es la primera expresión de ello. Reunir bajo un mismo techo varios trabajadores; combinando los trabajos parciales de cada uno bajo el comando del capitalista es su característica. Sin embargo, desde el punto de vista técnico, la manufactura depende del “saber” del trabajador y de los movimientos de su cuerpo (manu-mano+factura-hacer = manohacer). Por lo tanto, la energía humana es preponderante en las primeras manufacturas. ¿Por qué la máquinofactura sustituyó a la manufactura? Porque es superior técnicamente, nos dicen. Pero, ¿por qué la máquinofactura es técnicamente superior? Porque es más productiva, nos responden. Sin embargo, ¿por qué la máquinofactura es más productiva? Porque produce más unidades físicas de mercancías en la misma unidad de tiempo. Y a partir de aquí, la respuesta es tautológica: la máquinofactura es más productiva porque produce más. Sin embargo, la respuesta a esta cuestión es importante para quien esté interesado en la relación sociedadmedio ambiente. En verdad la máquinofatura es superior, en el sentido específico de más productiva, porque implica un mayor dominio, control sobre el hombre y la naturaleza. Sobre el hombre, porque con la máquinofactura quien determina el ritmo, el tiempo es quien controla la “llave de comando”, como lo demostró magistralmente Chaplin en “Los Tiempos Modernos”. La máquina funciona con un tiempo uniforme y lineal, fundamentalmente desarrollado en la física y en la astronomía y que ahora es transplantado también, hacia un ambiente biológico y socio-cultural. La sociedad industrial se inspiró en lo mecánico y no en lo orgánico. La manufactura contiene una dimensión orgánica muy importante que es la energía humana y cultural (el saber hacer de los antiguos artesanos). Con la máquinofactura no es el cuerpo del trabajador el que determina el ritmo del proceso

254 Clastres, P. “La sociedad contra el Estado” y “Arqueología de la violencia”. 255 Cf. C. Castoriadis. “La institución imaginaria de la sociedad”, Ed. Paz y Tierra, Río de Janeiro, 1985.

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de trabajo. Así, con la máquinofactura lo biológico y lo cultural quedan subordinados efectivamente a lo físico, a lo mecánico. La analogía de la máquina con el cuerpo no puede olvidar ver una diferencia específica: la máquina es un cuerpo cuyos mecanismos son más confiables que la máquina biológica, por lo menos, a la escala humana que es el contexto que analizamos: la gran industria moderna. Con la generalización de la máquina a vapor, no es en vano que James Watt decía ser una máquina universal, lo que viene a significar que, ahora, “el saber” está materializado en la máquina y no en el trabajador. Éste es un apéndice de la máquina. Se trata, en verdad, de una nueva expropiación del saber del trabajador. En las primeras décadas del siglo XIX va a haber un aumento significativo de las mujeres y los niños en las fábricas. En torno a esta cuestión tendremos las primeras grandes manifestaciones obreras, que van a quebrar a las máquinas en diversas ciudades inglesas. A finales del siglo XIX, con Taylor, vemos con claridad lo que se entiende por “gerencia científica y racional del trabajo”. Dice él que: 1) “El administrador asume…el cargo de reunir todo el conocimiento tradicional que en el pasado era poseído por el trabajador además, clasificar, tabular y reducir este conocimiento a reglas y fórmulas”256; 2) “Todo posible trabajo cerebral debe ser expulsado de la oficina y centralizado en el departamento de planificación o proyecto…”; y 3) “Tal vez, el elemento más prominentemente aislado de la gerencia científica moderna sea la noción de tarea. El trabajo de todo obrero es enteramente planificado por la gerencia, por lo menos, con un día de anticipación, y cada hombre recibe, en la mayoría de los casos, instrucciones escritas completas, pormenorizando la tarea que debe ejecutar, así como los medios a ser empleados para hacer el trabajo… Esta tarea específica no es sólo lo que debe ser hecho sino también el tiempo exacto permitido para ello… La gerencia científica consiste, muy ampliamente, en preparar las tareas y su ejecución”257.

Lo que era realizado de una forma empírica a inicios del siglo XIX es ahora hecho con el conocimiento previo de las reglas, leyes y fórmulas y, a esa práctica se le llama “gerencia científica o racional del trabajo”. El control riguroso de los movimientos de los miembros del cuerpo del trabajador sometido al tiempo, he aquí el meollo de la cientificidad aplicada al campo de las relaciones sociales, en este caso, bajo el capitalismo. En verdad, se trata de la eliminación más completa posible de la subjetividad por parte de aquellos que no detentan el

256 Taylor citado por Braverman, H. “Trabajo y capital monopolista: la degradación del trabajo en el siglo XX”, Zahar ed., Río de Janeiro, 1978, p. 103. 257 Idem, ibden.

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control y la propiedad de los medios de trabajo y producción. Se trata del desmenbramiento del cuerpo: la cabeza, el que planifica y proyecta y, del otro lado, los brazos y piernas, ojos y oídos (pero no el “trabajo mental”). En el límite de esta tendencia tenemos la robotización. La informática contiene esta ambigüedad fundamental: algunos trabajadores altamente calificados cuya función es preparar la rutina de trabajo de las grandes parcelas de trabajadores. Ciertamente, la descalificación de la mayor parte de los hombres camina paralelamente a la extrema calificación de una pequeña parcela258. Tal vez, sí ubica la cuestión de lo que significa la naturaleza humana en este contexto histórico específico. La naturaleza aparece así, como un ser-otro del hombre. La materia prima, el objeto del trabajo –los instrumentos del trabajo- las máquinas, son un-otro para la mayor parte de las personas y no, un su-otro. No corresponde a ellas pensar, planear, proyectar, en íntima relación con estos otros seres físico-químico-biológicos. Esta práctica es desarrollada en otro lugar; en las universidades y centros de investigación. Allí son debidamente desarmadas para comprender mejor sus regularidades, leyes y fórmulas. Allí, los fenómenos son abstraídos de su contenido real. Luego, se insertan en la realidad socio-cultural sin que se perciba que, una cosa es el proceso de conocimiento y otra es su inserción en el contexto de las relaciones sociales, intersubjetivas, simbólicamente mediatizadas. En el caso de la máquinofactura, por ejemplo, lo físicomecánico se inserta en contextos socio-ambientales regidos por otros mecanismos. Nuevas síntesis hombre-naturaleza son producidas. Con la máquinofactura la sociedad industrial se libera (de manera siempre relativa a las nuevas síntesis socioambientales) de otras formas de energía: la humana, como ya vimos; la de los vientos, por su irregularidad e inconstancia; la animal, por los inmensos problemas que se presentan entre ellos por tener que tratar con los dos mundos –el reino biológico de los animales y el físico de la máquina- lo que es contrario a la voluntad –idea de especialización; la hidráulica, hasta que se domine la técnica de transmisión de la energía. Con el carbón, la sociedad industrial, inicialmente bajo la égida del capitalismo y después del socialismo burocrático, “realiza” la suprema voluntad de “liberarse de la naturaleza”. Al principio, las fábricas fueron ubicadas junto a las minas de carbón. Luego, con la utilización de la máquina a vapor en los medios de transporte –el ferrocarril- el carbón y todo lo demás llegan hasta donde está el capital industrial. La dicotomía campo-ciudad puede ser también entendida como una dicoto258 Idem, ibden.

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mía de procesos físicos y mecánicos –procesos con dominante biológica. Es en la agricultura donde fue más tardíamente dominado el mundo biológico por la sociedad industrial. Teniendo que abastecer cada vez mayores aglomeraciones urbanas y fábricas cada vez más capaces de consumir materias primas, los ciclos de materia y energía que caracterizan la vida de cada ecosistema se van a ver frente a nuevas síntesis. La química se va a encargar de suplir los nutrientes que se pierden. Todo este proceso está subordinado a otra temporalidad –la concurrencia entre las empresas. Cada una buscará producir al máximo en la misma unidad de tiempo -a esto se le llama aumento de la productividad, por lo tanto, noción temporal. El hombre en las fábricas y campos, y los ecosistemas, tienen que subordinarse a esta temporalidad. El tiempo social instituye la técnica. La física y la química al frente, la biología después con la genética, se afirman. Las ciencias sociales que tratan del hombre continúan “atrasadas”, lo que implica que se tiene un modelo de lo que es “avanzado” y que, en el caso de nuestra sociedad occidental, es la física, la química y, más recientemente, la biología. Naturaleza y sociedad son diáfanamente separadas. En este análisis, pienso haber dejado suficientemente claro que toda esta división y compartimentación del conocimiento es constituida socialmente por una cultura. Cada cultura, necesariamente, produce nuevas síntesis con su-otro: la naturaleza; asimismo, cuando considera a la naturaleza como un-otro del que podemos ser “señores y poseedores”. La técnica, mediación entre lo social y lo natural, es instituida y, como tal, no es neutra. Esto no quiere decir, evidentemente, que cada sociedad tenga una técnica específica. Existen sociedades diferentes con técnicas similares, así como hay sociedades emparentadas con conjuntos técnicos diferentes. La antropología nos ofrece varios ejemplos en este sentido. Sin embargo, el significado de la técnica es siempre propio a cada sociedad. La técnica no determina y no es determinada por una “Ley general” de la sociedad. Ella es producto de elecciones y mucho menos racionales puesto que, se desarrolla en el campo de las relaciones sociales, de la acción comunicativa, nunca libre de manipulaciones, de control y de dominación. La física fue, indiscutiblemente, el fundamento de la máquina moderna. Apoyándose en las nociones de espacio y tiempo que venían siendo desarrolladas desde la Edad Media tocaba aplicarlos y redefinirlos en su campo específico de conocimiento. Pero la física, así como todo el conocimiento científico, es una abstracción, el sentido riguroso del término. La economía también lo es. La realidad contiene relaciones complejas entre estos diversos fenómenos que son objeto de estudio de los científicos.

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Más sin embargo, con todo lo físico que la máquina contiene, esta inserta en esta compleja realidad también biológica, sociocultural y política. Esta inserción de la máquina no es ingenua, pues, es instituida en un contexto contradictorio. Las consecuencias sociales y ambientales se harán sentir luego. Hoy ya no es posible repensar estas complejas relaciones de la sociedad con la ciencia, la filosofía y la técnica. Más que posible es necesario. Los nuevos descubrimientos científicos y los nuevos movimientos sociales que buscan afirmar su singularidad están allí para exigir. Nosotros, que estamos en la universidad, tenemos que romper con el aislamiento al que estamos reducidos por un pensamiento heredado, que privilegia el trabajo intelectual frente al trabajo manual y también, por el paradigma reduccionista, atomístico, que hace que cada uno quede clausurado en su propio territorio. Así como la idea de objeto es superada por el sistema, el científico también tiene que reconocer que forma parte de un sistema, donde, hagamos conciencia o no de esto, estaremos en relación con otros seres similares y diferentes. La interdisciplinaridad y la cuestión ambiental. La complejidad de la cuestión ambiental ocurre de hecho, al inscribirse ella en la interfase de la sociedad con su-otro, la naturaleza. La dificultad en lidiar con esta cuestión en el marco del pensamiento dominante heredado, son evidentes: en la sociedad occidental, naturaleza y sociedad son términos que se excluyen. Las ciencias de la naturaleza y las de la sociedad viven en dos mundos aparte y, peor aún, sin comunicarse. No hay como tratar acerca de la cuestión ambiental en este marco. Hoy, sentimos y pensamos que esta es una de las formas de organizarse el saber, no es la única forma de hacerlo. En las diversas regiones del conocimiento científico, percibimos la inquietud que se manifiesta en el cuestionamiento de sus fundamentos. La interdisciplinaridad se impone y, más aún, una concepción más radical, en el sentido de ir a la raíz del problema: una transdisciplinaridad. El primer paso ya fue dado en la medida que se percibe la necesidad de separarnos de la concepción reduccionista, individualista-atomística del conocimiento y, dirigirnos en dirección a la complejidad. Todo nos lleva a creer que parte de este imbroglio259 en el que estamos inmersos se debe al hecho de términos aceptados sin reflexión, la idea de que la razón es la razón científica y

259 En italiano en el original.

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tecnológica. La relación sujeto-objeto, característica de la razón técnico-científica, no puede ser trasladada sin las debidas mediaciones, hacia el terreno de lo social, campo donde se desarrolla la relación sujeto-sujeto, mediada simbólicamente. He aquí el terreno de los valores y de las normas, del imaginario y de lo estético. No se puede tratar este campo con el mismo procedimiento que emprendemos en la relación teórica (donde sujeto y objeto se ubican como polos de una relación dialógica de un tipo de complejidad). No hay solución científica para el deseo y para lo bello. Lo máximo que puede haber en este campo es la garantía, lo que implica lucidez y lucha, de que en él haya el máximo de libertad, esto es, que en él no haya manipulación, dominación y represión para que, el actuar comunicativo sea efectivamente libre y la sociedad pueda actuar con conocimiento de causa. Nosotros, los científicos y/o pensadores tenemos una gran responsabilidad en este proceso. En torno a nosotros se juega la responsabilidad de elucidarnos y develarnos los misterios del mundo para que en él se pueda actuar racionalmente. Este proyecto iluminista es, de una u otra forma, asumido acríticamente por la mejor parte de los que están en la universidad y centros de investigación (no hablo de aquellos, infelizmente muchos, que están en esos lugares ejerciendo un empleo). Hemos creído que la ciencia y la técnica son la salvación de la miseria y de la injusticia y no se discute el significado de esta idea. En la medida en que no mostramos los límites (en el sentido más profundo del término y que incluye reconocer su campo de validez) del conocimiento científico y técnico para resolver los problemas que la sociedad humana enfrenta, estamos ayudando a perpetuar el mito. El Iluminismo, que tanto luchó contra la religión y la autoridad como argumento de verdad, acaba, por la práctica acrítica, produciendo nuevas autoridades, nuevos mitos. Irónicamente, tenemos el “Papa” de la física, el “Papa” de la matemática, el “Papa” de… Extraño camino de la razón iluminista en su versión de sistema dominante: la relación de la sociedad con su-otro, la naturaleza, se hace mediatizada por el actuar comunicativo, relaciones intersubjetivas donde se establecen los fines siempre imaginarios socio-históricamente determinados, donde la razón técnico-científica no tiene plena autoridad para decidir. Es el campo de la relación sujeto-sujeto y no de la relación sujeto-objeto. Confundir estos dos campos es ayudar a mantener el imbroglio y los graves problemas que necesitamos superar. No se trata de decir, como ha sido común en el creciente irracionalismo, que la ciencia y la técnica son los responsables por los problemas de la sociedad. La ciencia y la técnica son siempre instituidas socialmente, y esta es una verdad que tenemos que afirmar. La cuestión es, por tanto, lo

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que la sociedad quiere hacer con el saber científico y técnico. Es preciso que la sociedad se apropie –en el sentido fuerte del término, esto es, político- de la ciencia y de la técnica, lo que no es una tarea fácil, dado el terreno contradictorio de lo social. La lucidez es un bien tan necesario como son graves los problemas con los que nos enfrentamos. Es, por lo tanto, de otra práctica de los científicos y de los técnicos de lo que carecemos. Es preciso reconocer que fue fuera de las universidades y centros de investigación que resonó el grito de la degradación de las condiciones de vida (prefiero este término porque en él quedan implícitas las condiciones del hombre y de su-otro, la naturaleza). El creciente interés por la cuestión ambiental gana dimensión en tanto cuestión social y política, a partir de la década de los sesenta con contornos románticos e idealistas. Cornelius Castoriadis percibió con acuciosidad este problema cuando dice:

“hay más que dependencia material, política y social de la ciencia instituida con respecto al sistema instituido. Hay, es igualmente importante, su dependencia con respecto a la metafísica implícita y no consciente de esta sociedad, líneas de fuerza ideológica –imaginarias del campo histórico contemporáneo. Experimentación, cuantificación a todo precio, igual se hace trivial o no pertinente, en la mínima formalización, expansión ilimitada del paradigma cibernético-informacional (que toma el lugar de los paradigmas “mecánicos” del siglo XVIII y energético-evolucionistas del siglo XIX), preocupación exclusiva con el poder hacer y con la organización como fines en sí –estos no son, en el dominio científico como en los otros, sino síntomas manifiestos de la transformación del homo sapiens en homo computus, del zoon logon convertido en zoon logistikon. ¿Cómo sorprenderse cuando la situación no se deja modificar por coloquios? ¿Cómo sorprenderse con la dificultad casi inseparable de hacer tomar conciencia de las cuestiones que sobrepasan este cuadro y virtualmente lo destruyen; con el hecho de que una tal tentativa no puede ser sentida por los prisioneros de la caverna científica –el observar pegado en sus visiones luminosas, en las pantallas de sus aparatos y en los resultados que salen de los computadores- sino como una tentativa de reducirlos a la oscuridad, que es muchas veces, en efecto, su propia oscuridad interior? ¿Cómo sorprenderse también, con el hecho de que tantos jóvenes que rechazan transformarse en animales logísticos, porque con mayor frecuencia no tienen, precisamente en función del sistema que los “educó”, la posibilidad de mostrar la inconsistencia teórica de ese sistema, dado tan frecuentemente a sus revueltas formas irracionalistas?”260.

Sin embargo, no tenemos cómo dejar de reconocer que fue a partir de muchas de estas “revueltas irracionalistas” que

260 Castoriadis, C. “Las encrucijadas del laberinto 1”, Ed. Paz y Tierra, Río, 1986, pp. 231232.

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la cuestión ambiental comenzó a ganar dignidad. No nos engañemos, puesto que en este campo que es del interés de todos, de la especie, el sistema disputa la hegemonía. Para él es más que una cuestión técnica. Para eso cuentan con nosotros. Más, allí donde aparece una posible solución es que está el problema. El campo técnico-científico, insistimos, no tiene competencia para solucionar este problema puesto que, él se opone en la relación de la sociedad con su-otro que es la naturaleza. Nadie más que los científicos tiene la necesidad de establecer los límites de su competencia. Werner Heisemberg (1955) ya nos había advertido, “la ciencia formula enunciados válidos para dominios estrictamente delimitados y sólo en tales límites les atribuye validez”50. Si esto ya es válido para la transferencia de enunciados de la física hacia la biología, lo mismo en el interior de cada subregión de cada área del conocimiento, ¿qué decir cuando salimos del campo científico hacia el práctico terreno del actuar comunicativo simbólicamente mediatizado?

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De semillas, saberes y poderes

Como la ciencia está cada vez más politizada como lo demuestra el debate acerca de los transgénicos y del cambio climático global (efecto estufa), la exigencia de una precisión conceptual se torna, exactamente por eso, aún más necesaria. Es cosa sabida desde Francis Bacon y, más recientemente reiterada por Michel Foucault, que “Saber es poder”. Sin embargo, no hay consenso en la comunidad científica en cuanto al tratamiento que ha de ser dado a esta compleja relación, el hecho es que la historia reciente nos viene obligando a dedicarnos con más atención al tema. Desde 1945, con el uso de la bomba atómica, es que la ciencia se ha convertido en un asunto muy serio para quedar en manos de los científicos, si se me permite apropiarme de la máxima de Carl von Clasewitz (1780-1831), el teórico de la guerra. En el caso de la bomba atómica, la relación entre el conocimiento científico y el poder, por medio de la guerra, queda por lo demás explícita. No obstante, más recientemente, esta relación entre conocimiento científico y poder se viene haciendo más banal, al hacerse más próxima a nuestra cotidianidad por medio de cuestiones como nuestros alimentos, remedios y de los cambios climáticos (que aún siendo global, atañe de modo desigual a las diferentes regiones y los diferentes grupos sociales en el mundo, y de las islas a lo largo de los océanos Pacífico e Índico en particular). Considerar la relación entre ciencia y poder es una exigencia de la propia ética científica, en la medida en que esta relación está implicada en la propia naturaleza de la producción del conocimiento científico, sobre todo, pero no exclusivamente, frente a las condiciones materiales y de financiamiento. Las aproximaciones cada vez más comunes entre el Estado y las empresas, han establecido nuevas y complejas cuestiones como, por ejemplo, el del carácter público del conocimiento científico que se traduce en la exigencia de publicar (hacer público) y la condición

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privada que caracteriza a la institución empresarial que exige la sigilosa protección del conocimiento. Los seminarios, coloquios, simposios, congresos y encuentros científicos ya no son más la comunicación abierta del conocimiento, dada la preocupación cada vez mayor por su patentamiento. Es con la intención de contribuir al debate acerca de los Organismos Genéticamente Modificados (OGMs) que, en nombre de una precisión conceptual, sugiero rechazar el concepto de OGM pues, rigurosamente hablando es todo lo que existe en la evolución de las especies. El proceso de constitución de las especies o especiación se da siempre en la naturaleza por modificación genética, sea como proceso no-intencional o, como los cultivados o creaciones humanas que co-evolucionan con procesos naturales durante largos tiempos. La lengua portuguesa tiene, sobre todo entre los campesinos, una expresión rica para entender esto cuando se refiere al suceso o el “no-suceso” de una semilla seleccionada y plantada diciendo que la semilla “vengó o no vengó” (prendió o no prendió). Así, lanzan a la naturaleza una semilla y esperan que ella opine, o sea, que la naturaleza la asimile en una relación dialógica y no unilateral. Lo que hoy está en debate no son los Organismos Genéticamente Modificados y sí los Organismos Laboratorialmente Modificados que, son organismos cuyo proceso de creación no se da de forma libre en la relación de la sociedad con la naturaleza, sino a partir de los laboratorios cada vez más ligados al mundo financiero, industrial y mediático. Ya no estamos más frente a la agri-cultura y sí, frente al NEGOCIO que opera en el agro: el agro-NEGOCIO, como el complejo técnico-científico-empresarial gusta en autodenominarse (siguiendo aquí la buena norma antropológica de respetar al máximo las autodenominaciones). Con los Organismos Laboratorialmente Modificados cambia el lugar de la producción de conocimiento en un sector fundamental para la existencia humana puesto que es, se dice, respeta la reproducción energético-alimentaria de nuestra especie, la agricultura y la crianza de animales. De esta manera, el conocimiento es tanto alimento como condición necesaria para la reproducción social –porque además, todo modo de producción de alimento es un modo de producción de conocimiento-, lo que estamos presenciando es la desubicación de la producción de cultivos hacia los Organismos Laboratorialmente Modificados, a la desubicación del locus de poder que pasa de los campos y de los campesinos y de los más variados pueblos originarios hacia los grandes laboratorios del complejo técnico-científicoempresarial. En fin, más que a una revolución tecnológica, estamos frente al cambio en las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología.

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Con la reciente onda por la expansión de los monocultivos de especies de plantas con vistas a la producción de combustible (etanol, diesel de origen vegetal), un nuevo complejo de poder técnico-científico-industrial-financiero-mediático se viene configurando con la fusión de empresas automovilísticas asociadas con empresas del ramo de la biotecnología, industrializando la agricultura y sometiendo, cada vez más, no sólo el destino de las plantaciones y de los pueblos originarios y campesinos sino también a toda la humanidad, a los designios de media docena de empresas. La DuPont de Nemers se asoció a la Pionner Hibred (semillas) y la British Petroleum. La Toyota se asoció a la British Petroleum en Canadá para producir etanol. La Volkswagen se acaba de asociar a la ADM (alimentos). La Royal Dutch Shell se lanza a la producción de aceite carburante y la Cargill a la producción de aceite diesel. El mejor ejemplo de esto es la alianza de los agro-negociantes con el sector del complejo de los combustibles fósiles estadounidense recientemente consagrada con la creación de la Asociación Interamericana de Etanol, que tiene en el Sr. Jeb Bush y el Sr. Roberto Rodrígues (ex ministro del gobierno de Lula y miembro de la Asociación Brasileña de Agro-negociantes) sus principales dirigentes261. Son graves las consecuencias de lo que está en curso, serán peores hasta lo hoy visto desde el siglo XIX, sobre todo, porque en esa época los combustibles fósiles fueron colocados a la disposición de la producción de alimentos (máquinas de vapor, los tractores y cortadoras, por ejemplo) mientras que ahora, es la agricultura (o, ¿el negocio del agro?) el que se coloca al servicio de la máquina de vapor para dar vida a un modo de vida que, se sabe, es insustentable desde el punto de vista ecológico y que tiende a agravar la injusticia social. La diversidad cultural tiende a ser amenazada. Todo indica que el destino de la humanidad y del planeta dependerá de la solución de esta lucha que, cada vez más, viene exigiendo la atención de todos.

261 Es del Sr. Jeb Bush la frase: “del ALCA al Alcool”. Con esto se explican los objetivos geopolíticos de la Asociación Interamericana de Etanol.

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De sabores, saberes y poderes Del rigor de la ciencia262

“En aquel imperio, el Arte de la Cartografía adquirió una tal perfección que el mapa de una sola provincia ocupaba toda una ciudad, y el mapa del Imperio, toda una provincia. Con el tiempo, estos mapas desmedidos no satisfacían y los Colegios de Cartógrafos levantaron un mapa del Imperio que tenía el tamaño del Imperio y coincidía punto por punto con él. Menos apegadas al estudio de la cartografía, las generaciones siguientes entendieron que este extenso mapa era inútil y, no sin impiedad, lo entregaron a las inclemencias del sol y de los inviernos. En los desiertos del oeste subsisten despedazadas ruinas del mapa, habitadas por animales y por mendigos. En todo el país no queda otra reliquia de las disciplinas geográficas. Suárez Miranda: Viajes de Varones prudentes, Libro IV, Cap. XIV, 1658” Jorge Luis Borges. “Los filósofos se han dedicado a buscar la raíz de las cosas y no a las cosas”. Michel Foucault.

Nos deberíamos habituar a afirmar de una vez por todas, que el conocimiento no se reduce al conocimiento científico como se quiso modernamente hacer creer, descalificando con esto otras hablas y otros saberes simplemente porque no eran científicos. Hoy no sólo sabemos que sabemos poco de la physis. Se sabe, que solamente conocemos el 10% de la materia conocida, que no es lo mismo que la materia conocible, como nos lo enseña el físico Marcelo Gleiser; que utilizamos una parcela muy pequeña de nuestro cerebro; que hay, más allá del conocimiento científico, un vasto conocimiento acerca de la naturaleza desarrollado por las poblaciones que los crearon a través de culturas tejidas en una relación con-la-naturaleza y no contra-la-naturaleza, como la sociedad occidental urbana moderna. En fin, el conocimiento científico es un modo de conocimiento y no El conocimiento. Y, aún, el conocimiento está inscrito en la

262 J.L. Borges, 1988, Historia Universal de la Infamia, Editora Globo, Río de Janeiro.

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vida de cada uno, pues, no se vive sin conocimiento. Todo y cualquier ser vivo tiene que estar abierto hacia el mundo, hacia el ambiente, de donde extrae lo necesario para alimentarse. Tiene que saber por el olor, por el olfato, por el tacto (por el paladar), por la visión, por el sonido. Finalmente, los seres vivos tienen poros por medio de los cuales cambian con el ambiente revelando sus límites a través de estos poros que, al mismo tiempo, es por donde cambian materia, energía e información. Hay un dicho popular que llama tapado(a) a aquel(lla) que no está abierto hacia el mundo. El ser humano no escapa de este estrato natural animal que es. También sabe por el olor, por el olfato, por el paladar, el tacto, por el sonido, más sin embargo, superdimensionamos lo que sabemos por medio de la visión263. Además, varias lenguas nos indican que se sabe no sólo por medio de la visión como nos señala la misma raíz de Saber y Sabor del español; Sapere y Sapore del italiano, o Saveur y Savoir del francés. Sabemos que toda cultura se hace transformando lo crudo –la naturaleza- en cocido –la cultura (Lévy-Strauss264), en saber crear el sabor. Lo culinario es la síntesis de este entrecruzamiento radical de toda sociedad (relación de los hombres y mujeres entre sí y con-la-su-naturaleza, como gustaba escribir Teodor Adorno). Y el sabor, sabemos, implica la indisociabilidad del olor y de la visión, del tacto y del paladar. Es una lógica material, como lo designó el físico y filósofo Gastón Bachelard, al contrario de la lógica formal (lógica de las formas) o la lógica oculista dominante en nuestra sociedad. En el medio científico esta lógica formal quedó consagrada por el uso frecuente de gráficos con sus líneas y curvas que ofrecen a nuestra visión formas (éidos, del griego), gráficos acertadamente llamados cartesianos. En la geografía, la consagración de esta lógica oculista, formal y matemática está naturalizada en los mapas. Ya vimos que los mapas están asentados en coordenadas cartesianas y que sus grados, minutos y segundos señalan que un tiempo abstracto comanda la representación (y control) del espacio. Esta abstracción matemática a partir de horas que son iguales en cualquier lugar, no impide que el mapa aparezca a cada uno de nosotros como algo objetivo. Se precisa mucha imaginación para descubrir que nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestro país o el planeta entero, cabe en un pedazo de papel de algunos pocos centímetros, lo que no nos impide decir que ellos están allí objetivamente. Hasta se dice que, lo que no está en el mapa no existe. Lo que, de cierta forma, no deja de ser correcto, desde el momento en que se considera que el mapa no 263 Se acostumbra a decir que un hombre inteligente es un hombre de visión, un hombre que ve lejos, un águila. No se dice que es un hombre que sabe escuchar, por ejemplo. 264 Strauss, C.L, El pensamiento salvaje, Papirus Editora, 1989, Campinas, Brasil.

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es el mundo en el papel y sí, la invención de un mundo que se visibiliza e invisibiliza lo que ha significado para quien hace el mapa. Imagen y magia están más fuertemente ligados de lo que admite nuestra vana imaginación. Cada sociedad vive (y muere) de los mitos que crea. Hay además muchos saberes inscritos en los haceres y no en nuestros decires o nuestros escritos. El hacer nuestro de cada día está impregnado de conocimientos y el hecho de que alguien no sepa hablar de este conocimiento no quiere decir que no lo sepa. Puede simplemente no saber…decir, hablar, o sencillamente, no ser de su hacer…el decir. A fin de cuentas, alguien puede decir “nos llevan” y saber decir hacia donde va, mientras otro puede decir “nosotros vamos” y no saber hacia donde va. Quien ya entró en una selva, en un río, en un matorral o en una caatinga265 o en el mar, ya sea con un mestizo, con un indio, un campesino o con un pescador, sabe que hay un enorme acervo de conocimientos producidos por estas otras matrices epistémicos lo que, hasta ahora, nos hemos rehusado a aceptar como tal, sin embargo, no hemos dejado de apropiarnos de estos saberes que están subyacentes en la culinaria y la medicina disponible para la humanidad. Una simple contabilidad de quien se beneficia de este acervo de conocimientos sólo en el mundo de la farmacología nos daría cuenta de la enorme injusticia que se fundamenta en el prejuicio. Sabemos cuanto el decir que los otros no saben ha servido de fundamento y justificación para que algunos hombres y mujeres se impongan sobre otros hombres y mujeres de las más diversas culturas. Aquí, la diferencia requiere igualdad política. Sabemos, o deberíamos saber, cuánto de prejuicio duerme en cada uno de nosotros formados en esta tradición de 2500 años de pensamiento occidental. A la final, el conocimiento, desde la crisis de la democracia ateniense pasó a ser, cada vez más, un conocimiento hecho por especialistas que, para conocer verdaderamente, sea lo que sea que esto signifique, se debían dedicar exclusivamente al arte de pensar. Para ello, debían mantenerse libres del trabajo manual forjando así, un verdadero abismo entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, entre los que hacen y los que piensan. Reafirmamos que este abismo es cavado por el prejuicio contra los que trabajan, contra los que operan con las manos. El conocimiento racional, esto es, el conocimiento lógico, científico y filosófico pasa a ser desarrollado en un mundo aparte, como si fuera un mundo sobrelunar, visto de lejos266.

265 Caatinga: vegetación propia del nordeste del Brasil, constituida por arbustos pequeños y espinosos. Está ubicada en una región de clima semi-árido. NT. 266 ¿Para no ser visto?

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Así, la verdad descubierta en los gabinetes, catedrales, mezquitas, monasterios o laboratorios será llevada a los que viven en el mundo sublunar. De esta forma, la verdad se hace externa al mundo vivido por los hombres y mujeres mundanos. Aunque hoy tenemos el Pastor, el filósofo, el político o el científico que, por estudiar, creen conocer la verdad y, por eso, están autorizados a llevarla, desde fuera, a quien no la conoce. La verdad no estaría entre los hombres y mujeres en su cotidianidad, en medio de sus relaciones recíprocas y con la naturaleza, sino fuera de estas relaciones mundanas. Los que trabajan con las manos, aquellos que están en el mundo del trabajo, mundanos como son, no son vistos en su plena humanidad puesto que serían seres desprovistos de razón y, de este modo son, simplemente, manos…(de obra). Se registra, aún, que este saber racional, desde la Grecia clásica, era desarrollado exclusivamente por los hombres y negado a las mujeres, como si ellas no fuesen capaces de desarrollar un conocimiento racional. Ello se origina de la creencia, presente aún hoy día, que las mujeres son emotivas, pasionales y no racionales. Y, más aún, para los griegos, las mujeres estaban excluidas de la vida pública que sólo era admitida para algunos hombres. Así, aquella actividad humana que los griegos consideraban como la más sublime: la política, era negada a las mujeres. De este modo, las mujeres estaban impedidas de estar en público y expresar su verdad. La verdad griega era la verdad de su mitad hombre. De allí hasta hoy, la expresión hombre público es una expresión calificada positivamente mientras que la de mujer pública es descalificada puesto que, es sinónimo de mujer mundana (prostituta). Todos los análisis de las implicaciones éticas, políticas, sociales, económicas y culturales del sistema técnico-científico nos indica que el mundo que vivimos apunta hacia la necesidad de un diálogo con matrices de racionalidades distintas, donde el conocimiento no sea reducido al conocimiento científico y la racionalidad reducida a la racionalidad científica. El conocimiento técnico y perito, aquel que se presenta como un conocimiento universal generaliza sus prácticas y, con esto, extiende las consecuencias de sus actos hacia amplios segmentos sociales que no participan de las decisiones pero que sufren los efectos. Y, como sabemos, no se trata de cualquier efecto (uso de la ingeniería genética; de la biotecnología en la comida nuestra de cada día; el riesgo nuclear; “accidentes” provenientes del “mundo químico”; el efecto estufa; el hueco de la capa de ozono; la erosión genética; el desequilibrio hídrico; la pérdida de los suelos; etc.). Así, decisiones tomadas en base a una legitimidad técnica y científica, legitimidad ésta que, dicho sea

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de paso, es hoy puesta en duda dentro de la propia comunidad científica, contribuye a producir riqueza para algunos, pobreza para muchos y desequilibrio ecológico para todos. En fin, el conocimiento técnico-científico, por mejor que sea y por más que sea considerado como un conocimiento válido, no es suficiente para que una decisión eficaz pueda ser tomada, sobre todo, cuando envuelve sistemas complejos como los que incluye la relación del hombre con la naturaleza puesto que, siempre involucra sistemas de alto grado de incerteza, dinámicas naturales, en sí mismas complejas (complejidad ordinaria) y, aún, sistemas morales, éticos, sociales, políticos y culturales, o sea, sistemas de complejidad reflexiva. Es preciso que se tenga en cuenta que la razón instrumental, aquella que se forja en una relación sujeto-objeto, no contempla la complejidad del mundo vivido, el mundo de las relaciones intersubjetivas, de la razón comunicativa, donde otros modos de conocimiento se dan267. No basta el conocimiento objetivo de una determinada situación, sea lo que sea que esto signifique, para los que se dan a la tarea de producir este conocimiento tengan la competencia para formular la solución. El modo como cada uno de los que están implicados percibe la situación es diferente, así como la propia historia vivenciada por los protagonistas directos implica que ninguno de los involucrados sean igualmente acreditados. Así, por ejemplo, un liderazgo comunitario implica un modo de conocimiento inscrito en la relación entre los miembros de aquel lugar, de aquel espacio. Generalmente él sabe algo fundamental para sus pares, en caso contrario, él no sería acreditado por ninguno, tampoco lo sería un liderazgo comunitario, sindical, religioso. Este modo de conocimiento implícito en las propias relaciones de una determinada comunidad debe ser considerado como parte de la realidad objetiva y, como tal, muy probablemente contribuirá a hacer como mínimo, que la mediación entre el conocimiento técnico-perito y la efectiva solución de los problemas sea creída por los directamente implicados. Se trata de un capital político-cultural objetivado en las relaciones de la comunidad implicada. El liderazgo de un Pastor, o de un sindicalista, el prestigio de un viejo pescador, o de un Shamán, o del (la) más viejo(a) para las comunidades tradicionales implica conocimientos otros, una verdadera ‘comunidad extendida de peritos’ (extended peer community) como la llaman Funtowicz y de Marchi268. Indepen267 Porto-Gonçalves, C.W. 1987. Posibilidades y límites de la ciencia y la técnica frente a la cuestión ambiental, Revista Geosul, Florianápolis; Porto-Gonçalves, C.W. 1989. Los (Des)caminos del medio ambiente, Contexto, Sao Paulo. 268 Funtowicz, S. y de Marchi, B. 2000. Ciencia posnormal, complejidad reflexiva y sustentabilidad. En: Leff, Enrique (coord.) La complejidad ambiental, Siglo XXI-PNUMA, México.

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dientemente de los títulos ‘oficiales’ que estos ‘diferentes peritos’ tengan, con certeza, amplían no sólo la cualidad del conocimiento con respecto del ambiente en el que viven sino también pueden prestar una cualidad fundamental –la cualidad de eficacia- a las medidas que, eventualmente, vengan a ser indicadas, porque ubican nuevas mediaciones en la relación entre el perito convencional y el mundo vivido por los directamente implicados (Funtowicz y de Marchi). Finalmente, las relaciones sociales y de poder son instituidas por sujetos cognoscentes, por hombres y mujeres que conocen porque el conocimiento está inscrito en la vida y este conocimiento no necesariamente es escrito o hablado (de Certeau269 y Porto-Gonçalves, 2002270). De una vez y de otra forma, estamos viendo cómo el conocimiento implica a la sociedad como un todo, con sus relaciones sociales y de poder. No nos engañemos: cualesquiera que sean las razones que llevan a la crisis del conocimiento disciplinario instituido (por un proceso desencadenado por sujetos instituyentes), esta crisis en el plano del conocimiento está indicando una crisis profunda de las propias relaciones sociales y de poder. Así, debemos admitir ya como punto de partida, que una perspectiva interdisciplinaria, aunque necesaria, no puede ser vista como un remedio para todos los males, una panacea, como si pudiésemos instituir una nueva estructura de pensamiento disociada de las relaciones sociales y de poder, una cabeza sin cuerpo. Estamos, pues, muy lejos de una nueva perspectiva interdisciplinaria o multidisciplinaria y sí, frente a algo que envuelve otras relaciones sociales y de poder que, como tal exige otro conocimiento implicando, incluso, otros protagonistas, otros saberes. Es de una otra racionalidad que carecemos, con el cuidado de que ella no se imponga de fuera por medio de algún saber (que se quiere) competente y que reproduzca la separación entre hombres de pensamiento y hombres de acción, tal como bien señalara Hanna Arendt271. Los caminos de la racionalidad ambiental apuntados por Enrique Leff272, la ciencia posnormal de Walter Pengue y Silvio Funtowicz, y la hermenéutica diatópica de Boaventura de Sousa Santos273 son buenas pistas para este encuentro.

269 De Certeau, M. 1994. La invención de lo cotidiano, E. Vozes, Petrópolis. 270 Porto-Gonçalves, C.W. 2002. Medio ambiente, ciencia y poder: diálogo de diferentes matrices de racionalidad. En: Sorrentino, M. (Coord.) Ambientalismo y Participación en la contemporaneidad. Educ-Fapesp. Sao Paulo. 271 Arendt, H. 1971. Sobre la revolución. Morâes ed., Lisboa. 272 Leff, E. 1998. Saber ambiental: sustentabilidad, racionalidad, complejidad, poder. Siglo XXI-PNUMA, México. 273 Santos, Boaventura Sousa. 2002. Democratizar la democracia: los caminos de la democracia participativa. Ed. Civilización Brasileña, Río de Janeiro.

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Chico Mendes, un ecosocialista274

Francisco Alves Mendes Filho nació en el Seringal275 Porto Rico, en el municipio de Xapuri el 15 de diciembre de 1944; hijo de padres originarios del noreste de Brasil276 que migraron a la Amazonia, sobretodo en la segunda mitad del siglo XIX [una de las 27 unidades territoriales administrativas de segundo nivel, abajo del estado central, de Brasil. El estado del Amazonas, por supuesto, está ubicado en la Amazonia]. Desde los 11 años trabajó de seringueiro, como se les llama en Brasil a las personas que se dedican a extraer el látex de los árboles de Hevea brasiliensis y, así, compartió el destino común de aquellas familias cuyos hijos en vez de ir a la escuela trabajaban en los seringales. Chico277 Mendes tuvo la fortuna de encontrarse con quien sería su gran maestro, Fernando Euclides Távora, quien no sólo le enseñó a leer y a escribir sino también, le mostró el camino que lo haría interesarse por el destino del planeta y la humanidad. Euclides Távora, era un militante comunista que había participado activamente en la revuelta comunista de 1935 en Fortaleza, capital del estado de Ceará y, más tarde, en la Revolución de 1952 en Bolivia. Al regresar a Brasil, a través del estado de Acre, Euclides Távora se asienta en Xapuri y se convierte en guía de Chico Mendes, quien siempre hablaba con gran cariño 274 Versión traducida del portugués por Leticia Durand y Arturo Argueta, Investigadores del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, Universidad Nacional Autónoma de México. 1° /dic/2008 275 Seringal es una área de la selva amazónica onde hay explotación de seringueiras, árboles de la especie Hevea brasiliensis, de cuales se extrae el látex o seringa (N.t.) 276 El nordeste de Brasil es una región semiárida, de sequías prolongadas, con una distribución desigual de tierra y que al ser de las más pobres del país, la hacen una zona de fuerte expulsión de población (N.t.). 277 Chico, diminutivo de Francisco en portugués (N. t.)

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de su mentor y educador político y a quien nunca más volvió a ver, después del golpe de estado de 1964 en Brasil. La educación se convirtió en una verdadera obsesión para Chico Mendes, quien le daba un sentido mucho más político que práctico pues, pensaba, que al saber leer y escribir el seringueiro podría defenderse de los robos en las cuentas de la tienda de raya del patrón. En 1975, cuando ya militaba en las comunidades eclesiásticas de base (las Cebs) funda el primer sindicato de trabajadores rurales en la ciudad de Brasiléia, en Acre, junto con su amigo Wilson Pinheiro. En marzo de 1976, organiza con varios compañeros, el primer Empate en el Seringal Carmen. Un Empate consistía en la reunión de hombres, mujeres y niños en los seringales bajo el liderazgo de los sindicatos para tratar de impedir, con su presencia, la deforestación de la selva por parte de los ganaderos, generalmente radicados fuera de Acre. Más tarde, los Empates se tornarían una acción emblemática de la lucha de los seringueiros. Durante los Empates se alertaba a los peones de los ganaderos que la tala de la selva significaba la expulsión de las familias de seringueiros que, sin árboles, se quedaban sin trabajo. Se les invitaba a colaborar con su lucha ofreciéndoles colocações y estradas278 para trabajar el látex y, manteniéndose firmes, los seringueiros expulsaban a los peones encargados de derribar la selva de sus campamentos de destrucción. Los Empates tuvieron un papel decisivo en la consolidación de la identidad de los seringueiros y esa acción de resistencia logró llamar la atención de todo el Brasil, especialmente, después del asesinato de Wilson Pinheiro el 21 de julio de 1980. Chico Mendes continuó movilizando a los seringueiros con los Empates, aún después de que las autoridades gubernamentales, frente al éxito de la resistencia de los seringueiros, comenzaron a desarrollar proyectos de colonización. Chico Mendes, desde entonces, mostraría una lúcida comprensión del significado de aquella estrategia gubernamental que, incluso, encontraba eco entre militantes sindicales pero que él rechazó tajantemente. Consideraba que el seringueiro dejaría de ser seringueiro, convirtiéndose, al aceptar un pedazo de tierra, en un colono-agricultor confinado a una parcela de 50 ó 100 hectáreas. Chico Mendes apreciaba el modo de vida del seringueiro, quien utilizaba un pequeño solar junto a la casa para establecer algunos cultivos y criar animales de corral, mientras colectaba frutos y resinas en la selva, entre ellos el látex. Para los seringueiros la fuente de 278 La “colocación” es el lugar donde viven los seringueiros y se encuentran dispersas al interior del seringal. Las “estradas” se refiere a las veredas que rodean y cruzan las extensiones que contienen los árboles de Hevea y que los seringueiros recorren para colectar látex, cada estrada consta de unos 150 árboles de hule (N.t.).

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trabajo no es la tierra, sino el monte, la selva. De esta forma, más que por una hectárea de tierra los seringueiros luchaban por la selva y fue por esta firme convicción, que Chico Mendes logró el apoyo de sus pares y se acercó a los ecologistas. Esto último, sin embargo, lo hizo siempre con mucha desconfianza, como nunca se cansó de manifestarlo a sus amigos. Como comunista, Chico Mendes desconfiaba no solo de los ecologistas sino también de una serie de movimientos sociales que empezaban a cobrar importancia en aquellos años (movimientos de mujeres, negros, homosexuales) y que, creía, dividían la lucha de los trabajadores. No obstante, como un hombre práctico, fue capaz de subordinar algunos de sus principios políticos sin perder el sentido último de su lucha. Chico Mendes se dio cuenta que los ecologistas al defender la selva eran, en términos concretos, aliados importantes para la lucha de los seringueiros y, además, les permitían salir del aislamiento al que estaban confinados. Los ecologistas, por su parte, reconocían la importancia de las demandas de los seringueiros y de acciones como los Empates en la preservación de la selva. A partir de esa alianza, Chico Mendes formuló un principio que caracterizaría su proyecto ideológico-político: “No hay defensa de la selva sin la defensa de los pueblos de la selva”. Principio que puede muy bien hacerse extensivo a otras situaciones en pro de la naturaleza. Chico Mendes observó que la lucha de los seringueiros era una lucha por los intereses de la humanidad y, poco a poco, fue reafirmando su certeza de que además de la explotación de los trabajadores, el capitalismo ostenta una voraz fuerza destructiva que debía ser combatida. Así, Chico Mendes se convierte en uno de los mayores próceres del ecosocialismo, al lograr conjugar la lucha contra la devastación ecológica con la lucha contra la explotación y el capitalismo. Finalmente, desarrolló una fina interpretación holística, rechazando tanto al sindicalismo limitado como al ecologismo restringido. En 1984, en un encuentro nacional de trabajadores rurales, Chico Mendes defendió una propuesta, osada para la época, en la que planteaba que la reforma agraria debería respetar los contextos sociales y culturales específicos y, un año después, al fundar el Consejo Nacional de Seringueiros en Brasilia, comienza a desarrollar, junto con sus compañeros, el modelo de la Reserva Extractivista. Esta idea constituye una verdadera revolución en la concepción de unidades de conservación ambiental pues, por primera vez, no separaba al hombre de la naturaleza. Chico Mendes acostumbraba a decir que la Reserva Extractivista era la reforma agraria de los seringueiros. La Reserva Extractivista consagra todos los principios ideológicos que Chico Mendes defendía, puesto que cada familia

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tenía la prerrogativa del usufructo de su casa, solar y veredas de recolección de seringa pero, al mismo tiempo, la tierra y la selva eran de uso comunitario: todos en la comunidad podían cazar y recolectar en los espacios entre las veredas de cada familia, una idea comunitaria inspirada en las Reservas Indígenas. Desde entonces Chico Mendes se empeñó, junto con su amigo Ailton Krenak,279 en la construcción de la Alianza de los Pueblos de la Selva, uniendo a indios y seringueiros, e invirtiendo la historia de masacres que hasta entonces éstos habían protagonizado, instigados por las grandes empresas de látex ligadas a los consorcios y redes de abasto regional, que juntos constituían el complejo de explotación del látex.280 Aquí también el profundo sentido humanístico y no antropocéntrico de la ideología de Chico Mendes ganaba sentido práctico: la propuesta de Reserva Extractivista incluía una relación innovadora con el Estado, pues, aún cuando la propiedad formal de la Reserva Extractivista es del Estado, en este caso específico, del IBAMA281, la gestión y la responsabilidad de la misma son de la comunidad, siendo una obligación del órgano público supervisar el cumplimiento del contrato de concesión de derecho de uso. Este fue un pacto que se estableció entre el Estado y los seringueiros. Es decir, el notable conocimiento de los seringueiros se torna un elemento clave de la concesión del derecho de uso que el Estado les confiere. Este principio fue violentado por el Sistema Nacional de Unidades de Conservación282 (SNUC), aprobado en el año 2000 y que debe ser considerado rigurosamente, como el segundo asesinato de Chico Mendes pues, elimina el saber de las poblaciones tradicionales como la base del derecho que tienen a sus territorios y preconiza que todos los planes de manejo deben ser hechos por los técnicos. Tenemos aquí un bello ejemplo del pensamiento colonizado, del colonialismo en los saberes, y en el cual el poder desperdicia la riqueza de la experiencia humana materializada en las múltiples formas de conocimiento que la diversidad humana ha inventado. En toda su vida Chico Mendes jamás dejó de dedicarse a la construcción de instrumentos para las luchas políticas y sociales, tanto siendo dirigente nacional de la Central Única de

279 Ailton Krenak es un líder histórico de los pueblos indígenas, coordinador de la Unión de Naciones Indígenas de Brasil (UNI), en 1989. (N.t.) 280 Se trata de las pequeñas casas de avío, que dependían de las grandes Casas que operaban en Belem o Manaus, y que compraban cada vez más barato el látex y vendían sus avíos cada vez más caros, sujetando al seringueiro a una cadena de deudas impagables (N.t.). 281 Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (N.t.) 282 El SNUC aglutina a todas las Unidades de Conservación federales, estatales y municipales, como son los Parques Nacionales y Estatales, las Reservas Biológicas, las Reservas Ecológicas, las Estaciones Ecológicas las Áreas de Protección Ambiental, según la Ley 9985/2000 (N.t.)

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los Trabajadores y del partido de los Trabajadores así como del Consejo Nacional de Seringueiros. El legado político y moral de Chico Mendes es enorme y puede ser visto tanto por los intelectuales que reconocen la originalidad de sus ideas y prácticas políticas, como por los políticos que, tanto en el Acre como en Brasil, tienen cargos de presidentes municipales, diputados, gobernadores o ministros, porque estuvieron asociados a las luchas que Chico protagonizó, aunque debemos señalar que algunos de sus compañeros en el Acre prefieren hablar del “Gobierno de la Selva” y no del “Gobierno de los Pueblos de la Selva”.283 Tanto en Brasil como en el mundo el trabajo de Chico Mendes fue ampliamente reconocido: en 1987 recibió en Londres el Premio Global 500 de la ONU y en Nueva York, la Medalla de la Sociedad por un Mundo Mejor; y en 1988 el título de Ciudadano Honorario de la Ciudad de Río de Janeiro. Su enorme creencia en la habilidad humana de superar las contradicciones del mundo en que vivimos, organizándonos social y políticamente, fue capaz de inspirar todo un conjunto de ideas y prácticas hoy en curso en un mundo que observa a la naturaleza, con su productividad y capacidad de autoorganización (neguentropía), y a la creatividad humana en su diversidad cultural, como las grandes bases de una nueva racionalidad ambiental en los términos de Enrique Leff, o como a Chico le gustaba decir: “una sociedad que combine el socialismo con la ecología”. El 22 de diciembre de 1988, asesinos ligados a la UDR (Unión Democrática Ruralista), intentaron callar con una bala esa voz cuya fuerza, tal como una poronga284 continúa iluminando los caminos.

283 Eliminan así al Sujeto social y colectivo, constituido por los indios de las selvas y los seringueiros (N.t.). 284 Instrumento que los seringueiros cargan sobre su cabeza para iluminar los caminos en la selva cuando salen en la madrugada a trabajar. Chico Mendes le puso el nombre de poronga a la cartilla de alfabetización de los seringueiros.

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Abya Yala, el des-cubrimiento de America

El filósofo argentino-mexicano Enrique Dussel ya nos había advertido que el denominado “descubrimiento de América” fue, en verdad, el encubrimiento de los pueblos que aquí habitaban. Abya Yala es, así, el verdadero descubrimiento de América. Es lo que veremos en este artículo. En la lengua del pueblo Kuna, Abya Yala significa “tierra madura”, “tierra viva” o “tierra en florecimiento” y es sinónimo de América. El pueblo kuna es originario de la sierra Nevada al norte de Colombia; habitaba la región del golfo de Urabá y de las montañas de Darien y actualmente vive en la costa caribeña de Panamá, en la comarca de Kuna Yala (San Blas). La expresión Abya Yala ha sido empleada por los pueblos originarios del continente para autodesignarse, en oposición a América, expresión esta última que, aunque haya sido usada por primera vez en 1507 por el cosmólogo Martin Wakdseemüller (1475-1552), sólo se consagró a partir de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, cuando las elites criollas trataban de afirmarse frente a los conquistadores europeos en pleno proceso de independencia. Aunque los diferentes pueblos originarios que habitan el continente atribuyan nombres propios a las regiones que ocupan –Tawantinsuyu, Anauhuac, Pindorama–, la expresión Abya Yala viene siendo cada vez más usada por ellos con el objetivo de construir un sentimiento de unidad y pertenencia. Si bien algunos intelectuales, como el sociólogo catalánboliviano Xavier Albó, ya la habían utilizado como contrapunto de la designación muy difundida de “América”, la primera vez que se la usó con ese sentido político fue en la II Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala, realizada en Quito en 2004. Hay que destacar que en la I Cumbre, realizada en México en el año 2000, la expresión Abya Yala todavía no había sido invocada como puede leerse en la Declaración de

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Teotihuacan cuando se presentaron así: “los Pueblos Indígenas de América reafirmamos nuestros principios de espiritualidad comunitaria y el inalienable derecho a la Autodeterminación como Pueblos Originarios de este continente”. A partir de 2007, sin embargo, en la III Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala realizada en Iximche, Guatemala, no sólo se autoconvocaron como Abya Yala sino que resolvieron constituir una Coordinación Continental de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas de Abya Yala, “como espacio permanente de enlace e intercambio, donde puedan converger experiencias y propuestas, para que juntos enfrentemos las políticas de globalización neoliberal y luchemos por la liberación definitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de todo patrimonio natural para vivir bien”. Poco a poco, en los diferentes encuentros del movimiento de los pueblos originarios, el nombre “América” está siendo sustituido por Abya Yala, lo cual no sólo indica otro nombre sino también la presencia de otro sujeto enunciador del discurso hasta ahora callado y sometido en términos políticos: los pueblos originarios. La idea de un nombre propio que abarcase todo el continente se impuso a esos diferentes pueblos y nacionalidades en el momento en que comenzaron a superar el largo proceso de aislamiento político al que se vieron sometidos después de la invasión de sus territorios en 1492, con la llegada de los europeos. Junto con Abya Yala existe todo un nuevo léxico político que también está en construcción, donde la propia expresión pueblos originarios cobra sentido. Esa expresión afirmativa fue la que esos pueblos en lucha encontraron para autodesignarse y superar la generalización eurocéntrica de “pueblos indígenas”. Finalmente, antes de la llegada de los invasores europeos había en el continente una población estimada entre 57 y 90 millones de habitantes que se distinguían como mayas, kunas, chibchas, mixtecas, zapotecas, ashuares, huaraonis, guaraníes, tupinikimes, kayapós, aimaras, ashaninkas, kaxinawas, tikunas, terenas, quechuas, karayás, krenaks, araucanos/mapuches, yanomamis, xavantes, yukpa, barí entre tantos y tantas nacionalidades y pueblos originarios de ese continente. A pesar de que la expresión indígena significa en latín aquel que “ha nacido en casa”, la designación entre nosotros quedó marcada por señalar a aquellos que habitaban las Indias Occidentales, nombre que los españoles atribuían no sólo al “nuevo” continente, sino también a las Filipinas. En ese sentido, representa una de las mayores violencias simbólicas cometidas contra los pueblos originarios de Abya Yala, dado que es una de-

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nominación que hace referencia a las Indias, o sea, a la región buscada por los comerciantes europeos a fines del siglo XV. De este modo, ignora que esos otros pueblos tenían sus nombres propios y designación propia también para sus territorios. Paradójicamente, la expresión pueblos indígenas, en la medida que desconoce la differentia specifica de dichos pueblos, contribuyó para unificarlos desde el punto de vista de los conquistadores/ invasores, pero al mismo tiempo es una designación que, desde el comienzo, servirá para constituir la unidad política de esos pueblos por sí mismos cuando empiezan a percibir la historia común de humillación, opresión y explotación de su población, y la dilapidación y devastación de sus recursos naturales. Abya Yala se configura, por lo tanto, como parte de un proceso de construcción político-identitario en que las prácticas discursivas cumplen un papel relevante de descolonización del pensamiento y que ha caracterizado el nuevo ciclo de movimiento indígena, cada vez más movimiento de los pueblos originarios. La comprensión de la riqueza de los pueblos que aquí viven hace millares de años y del papel que tuvieron y tienen en la constitución del sistema-mundo ha alimentado la construcción de ese proceso político-identitario. Hay que considerar, por ejemplo, que hasta la invasión de Abya Yala (América), Europa ocupaba un lugar marginal en los grandes circuitos mercantiles que tenían en Constantinopla uno de sus puntos centrales. Cuando la ciudad fue tomada por los turcos, en 1453, surgió la necesidad de buscar caminos alternativos, sobre todo por parte de los grandes comerciantes genoveses, que encontraron apoyo político entre las monarquías ibéricas y en la Iglesia Católica Romana. Desde entonces, circuitos mercantiles relativamente independientes en el mundo pasaron a ser integrados, incluso conformando el circuito Atlántico en la incorporación de Tawantinsuyu (región del actual Perú, Ecuador y Bolivia, principalmente), de Anahuac (región del actual México y Guatemala, principalmente), de las tierras guaraníes (que comprenden parte de la Argentina, Paraguay, sur de Brasil y Bolivia, principalmente), y Pindorama (nombre con que los tupís designaban a Brasil). El carácter periférico y marginal de Europa puede verse en el sentido de la expresión orientarse (“ir hacia Oriente”), que demuestra la relevancia de Oriente para la época. Así es con la incorporación de los pueblos Abya Yala y su subyugación política, sumados al tráfico y la esclavitud de los negros africanos traídos a este continente, hicieron posible la centralidad de Europa. Finalmente, el surgimiento del sistema-mundo moderno-colonial se da juntamente con la construcción de la colonialidad. Por lo tanto se trata de un sistema-mundo moderno-colonial. Y es el

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carácter contradictorio inscripto en el sistema-mundo modernocolonial lo que los pueblos originarios de Abya Yala vienen tratando de explicitar en la lucha “por la liberación definitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de todo patrimonio natural para vivir bien”. De este modo, la descolonización del pensamiento se instala en un lugar central para los pueblos originarios de Abya Yala. Como bien señaló Luis Macas Ambuludi, de la Conaie, “nuestra lucha es epistémica y política”; en ella el poder de designar lo que es el mundo cumple un papel fundamental. Varios intelectuales ligados a las luchas de los pueblos de Abya Yala han señalado el carácter etnocéntrico inscripto en las mismas instituciones, incluso en el Estado Territorial, cuyo eje estructurante reside en la propiedad privada y que encuentra en el Derecho Romano su fundamento. A pesar de su origen regional europeo, los fundamentos del Estado Territorial, incluso la idea de espacios mutuamente excluyentes, como la propiedad privada, han sido impuestos al resto del mundo como si fueran universales, ignorando las diferentes formas de apropiación de los recursos naturales que predominaban en la mayor parte de la tierra, casi siempre, comunitarias y no mutuamente excluyentes. En América Latina, el fin del colonialismo no significó el fin de la colonialidad, como afirmó el sociólogo peruano Aníbal Quijano, explicitando el carácter colonial de las instituciones que sobrevivieron luego de la independencia. Esto queda también explicitado en la declaración de Evo Morales Ayma cuando en su asunción del mando en la presidencia de la República de Bolivia, en 2006, afirmó que “es preciso descolonizar el Estado”. Para que no se piense que se trata de una afirmación abstracta, hay que tener en cuenta que los concursos para funcionarios públicos en aquel país se realizaban exclusivamente en lengua española, cuando aproximadamente el 62% de la población piensa en quechua, aimara y guaraní, su lengua de todos los días. En países como Guatemala, Bolivia, Perú, México, Ecuador y Paraguay, así como en ciertas regiones de Chile (en el sur, donde aproximadamente viven un millón de araucanos/ mapuches), de la Argentina (Chaco norteño) y de la Amazonia (brasileña, colombiana y venezolana), el carácter colonial del Estado se hace presente con todo su peso. El “colonialismo interno”, expresión consagrada por Pablo González Casanova, se muestra actual, en tanto historia de larga duración actualizada. No es extraño que esas regiones sean objeto de programas de desarrollo, generalmente de (des)envolvimiento (desenrollarse), de modernización, casi siempre de colonización (además, estas expresiones, casi siempre, son sinónimas). La elección del nombre Abya Yala de los kunas recupera

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la lucha por la afirmación de sus territorios, en la cual los kunas fueron pioneros con su revolución de 1925, consagrada en 1930 en el derecho de autonomía de la comarca de Kuna Yala con sus 320.600 hectáreas de tierras más las aguas vecinas del archipiélago de San Blas. La lucha por el territorio se configura como una de las más relevantes en el nuevo ciclo de luchas del movimiento de los pueblos originarios que se delinea a partir de los años 1980 y que gana su mayor expresión en los años 90 y comienzos del nuevo siglo, revelando cambios profundos tanto desde el punto de vista epistémico como desde el político. En este nuevo ciclo de luchas ocurre un dislocamiento de la lucha por la tierra en tanto medio de producción, característico de un movimiento que se construyó en torno de la identidad campesina, hacia una lucha en torno del territorio. Las grandes marchas por la Dignidad y por el Territorio de 1990 que se movilizaron en Bolivia y en Ecuador, con estructuras organizacionales independientes, son hitos de este nuevo momento. “No queremos tierra, queremos territorio”: he aquí la síntesis expresada en un cartel boliviano. Así, más que una clase social, lo que se ve en construcción es una comunidad etnopolítica, en fin, es el indigenato (Darcy Ribeiro) constituyéndose como sujeto político285. Hay que tener en cuenta que para esa emergencia fue fundamental la tensa lucha de los misquitos en la Revolución Sandinista de Nicaragua (1979-1989), por la afirmación de su derecho a la diferencia y a la demarcación de sus territorios que, a pesar de todo el desgaste que trajo aquella experiencia revolucionaria, en gran parte por la colonialidad presente entre las corrientes políticas e ideológicas que la lideraron, nos legó una de las más avanzadas legislaciones sobre los derechos de autonomía de los pueblos originarios, conforme nos informa Héctor Diaz-Polanco. El levantamiento zapatista del 1.º de enero de 1994 otorgaría gran visibilidad a ese movimiento que, todavía de manera desigual, se esparciría por todo el continente al mostrar, por primera vez en la historia, que los pueblos originarios comienzan a dar respuesta más que locales/regionales a sus demandas. El protagonismo de ese movimiento ha sido importante en la lucha por la reapropiación de sus recursos naturales como se puede ver en 2000, en Cochabamba, en la Guerra del Agua, y en 2005, en la Guerra del Gas, ambas en Bolivia, pero también entre los araucanos/mapuches, en Chile, en la lucha por la reapropiación del río Bío Bío amenazada por la construcción de hidroeléctri285 Nota a la edición venezolana. El sociólogo mexicano Armando Bartra llama campesíndio con el mismo sentido que Darcy Ribeiro empresto a la expresión indigenato. Indigenato, en portugués, es una palabra compuesta por indígena y camponês (campesino) y con el neologismo Indigenato Darcy Ribeiro quiere decir campesinos étnicamente diferenciados.

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cas, o incluso en la lucha contra la explotación petrolera en el Parque Nacional de Yasuny, en la Amazonia ecuatoriana, o en la frontera colombiano-venezolana también en la lucha contra de la explotación petrolera, entre tantos otros ejemplos. Ese movimiento ha sido fundamental incluso en la batalla por la preservación de la diversidad biológica, en gran parte asociada a la diversidad cultural y lingüística. La dimensión territorial de ese movimiento se muestra también en su protagonismo ante las nuevas estrategias supranacionales de territorialización del capital, como en el caso del NAFTA, el ALCA y los tratados de libre comercio (TLC). El movimiento zapatista explicitó mejor que cualquier otro ese sentido, al hacer emerger el México profundo, podría decirse la América profunda, exactamente el día en que se firmaba el NAFTA. El protagonismo del movimiento de los pueblos originarios también fue importante en la lucha contra el ALCA y los TLC que siguieron a la derrota del ALCA. Como puede verse, la lucha por el territorio asume un carácter central y una perspectiva teórico-política innovadora en la medida en que la dimensión subjetiva, cultural, se ve aliada a la dimensión material: agua, biodiversidad, tierra. El territorio es, así, naturaleza + cultura, como insisten el antropólogo colombiano Arturo Escobar y el epistemólogo mexicano Enrique Leff, y la lucha por el territorio se muestra con todas sus implicaciones epistémicas y políticas. Cuando observamos las regiones de nuestro continente que abrigan la mayor riqueza en biodiversidad y en agua, podemos ver cuán estratégicos son esos pueblos y tienden a serlo cada vez más ante las nuevas fronteras de expansión del capital (Diaz-Polanco, Ceceña y Ornelas). Abya Yala se coloca así como un atractor (Prigogine) en torno del cual otro sistema puede configurarse. Es eso lo que los pueblos originarios están proponiendo con este otro léxico político. No olvidemos que dar nombre propio es apropiarse. Es hacer propio un espacio por los nombres que se atribuye a los ríos, las montañas, los bosques, los lagos, los animales, las plantas, y por ese medio un grupo social se constituye como tal constituyendo sus mundos de vida, sus mundos de significación y tornando un espacio en su espacio: un territorio. El lenguaje territorializa y, así, entre América y Abya Yala se revela una tensión de territorialidades.

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La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas286

La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, perspectivas latinoamericanas, libro organizado por Edgardo Lander, es un hito en las ciencias sociales. Tengo el cuidado de evitar decir que se trata de un hito de las ciencias sociales latino-americanas para no reproducir la geopolítica del conocimiento que, bajo el eurocentrismo, caracteriza el conocimiento producido fuera de los centros hegemónicos y escrito en otras lenguas no-hegemónicas como saberes locales o regionales. Es como si hubiese un saber atópico, un saber-de-ningún-lugar, que se pretende universal, y capaz de decir cuáles saberes son locales o regionales. Así como cada uno, de cada lugar del mundo, tiene que señalar en su dirección electrónica el país donde mora y desde donde habla - .br (Brasil) o .ve (Venezuela); o .mx (México) o .cu (Cuba) o .ar (Argentina) o .co (Colombia)- aquel que habla desde los EUA no necesita agregar .us a su dirección y, así, es como si hablase de ningún-lugar haciendo familiar que cada cual se vea, siempre, de un lugar determinado, mientras habrían aquellos que hablan como si fueran del mundo y no de ninguna parte específica. En Brasil, hay el nordestino, el sureño y el norteño, pero no hay el sudestino ni el centro-occidentalista287. A la final, el sudeste es el centro y, como tal, no es parte, ¡es el todo! Y la mejor dominación, sabemos, es aquella que, naturalizada, no aparece como tal. Ya hubo la época en que se opuso el verbo a la acción. Sin embargo, si es verbo, indica acción. No piense el lector que va a encontrar aquí una versión más del tercer-mundismo que durante mucho tiempo comandó los análisis críticos del pensamiento social. No, el lector encon-

286 Presentación a la edición brasileña del libro del mismo título coordinado por Edgardo Lander. 287 Referente a la región Centro-Oeste, hoy dominada por los grandes capitales (agronegocio, sobre todo) y, por tanto, extensión del centro.

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trará aquí un refinado análisis que sabe dialogar con el legado del conocimiento europeo, en tanto legado que tiene su topoi, como diría Boaventura de Sousa Santos. Al final, a pesar de que los europeos impusieron su capitalismo en todas partes, ello no quiere decir que su episteme de cuenta de toda la complejidad de las distintas formaciones sociales que se constituyeron en cada lugar y región del mundo en ese encuentro (Etienne la Boétie (1530-1563) lo llamó mal encuentro) de Europa con otros mundos, sobre todo, a partir de 1492. Así, si Immanuel Wallerstein nos habló de un sistema-mundo, Aníbal Quijano a partir de otro lugar subalterno nos conduce a la idea de un mundo moderno-colonial. Que el diálogo entre distintas matrices de racionalidades y de distintos topoi se pueda hacer nos lo muestran los mismos I. Wallerstein y A. Quijano cuando, juntos, nos señalan la idea de un sistema-mundo moderno-colonial más completo y más complejo. La colonialidad del saber nos revela además que, más allá del legado de desigualdades e injusticias sociales profundas del colonialismo y del imperialismo, ya señalados por la teoría de la dependencia entre otras, hay un legado epistemológico del eurocentrismo que nos impide comprender el mundo a partir del propio mundo que vivimos y de las epistemes que le son propias. Como nos dice Walter Mignolo, el hecho de los griegos haber inventado el pensamiento filosófico288, no quiere decir que hayan inventado el pensamiento. El pensamiento está en todos los lugares donde los diferentes pueblos y sus culturas se desarrollan y, así, son múltiples las epistemes con sus muchos mundos de vida. Hay, así, una diversidad epistémica que conforma todo el patrimonio de la humanidad acerca de la vida, de las aguas, de la tierra, del fuego, del aire, de los hombres. Aquí, en este libro, la crítica al eurocentrismo es una crítica a su episteme y a su lógica que opera por separaciones sucesivas y reduccionismos varios. Espacio y Tiempo, Naturaleza y Sociedad entre tantas. Hay, igualmente en los centros hegemónicos, aquellos que apuntan estos límites y la propia ciencia natural eurocéntrica revela su diálogo con el pensamiento oriental. Espacio y tiempo es cada vez más espacio/tiempo y, en las ciencias sociales, tal como en este libro es destacado, esta comprensión no-dicotómica nos permite ver que modernidad no es algo que surgió en Europa y que, después, se expandió por el mundo, como si hubiese en la geografía mundial un continuum de diferen-

288 Además, los griegos tuvieron su legado guardado mucho tiempo en una biblioteca de Egipto, en Alexandría y, sólo en la geografía construida a partir de la moderno-colonialidad, Grecia pasó a ser considerada cuna de la civilización occidental. Fernando Coronil nos dirá, además, que Aristóteles sólo llegó a París en el siglo XII y, asimismo, a partir de una traducción hecha en Toledo, actual España.

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tes tiempos, con un evolucionismo unilineal. Mientras, Europa se ubica como centro del mundo sólo a partir del descubrimiento de América puesto que, hasta ese momento, sólo una parte de la actual Europa, el norte de Italia y sus financistas, se integraban en el centro dinámico comercial del mundo y que los turcos, en 1453, habían controlado políticamente, quebrando aquellos circuitos. Hasta allí, ir en el camino cierto era, ¡Orientarse! En Oriente se encontraban las grandes civilizaciones, inclusive, con sus religiones tradicionales y el peso de la tradición era allí tan fuerte que, tal vez, nos ayude a comprender el por qué de la verdadera obsesión por lo nuevo que caracterizará al eurocentrismo y sus sucesivas huidas hacia adelante. ¡Al fundamentalismo289 tradicionalista, el fundamentalismo de lo nuevo! Es esta visión eurocéntrica la que nos impedirá ver que no hay un lugar activo (Europa), y lugares pasivos (América, por ejemplo). Es desde el inicio de la primera modernidad, bajo hegemonía ibérica, que la colonialidad le es constitutiva. América tuvo un papel protagónico, subalternizado es cierto, sin la que Europa no habría acumulado toda la riqueza y poder que concentró. Subrayemos que la teoría de la moderno-colonialidad al resaltar el papel protagónico subalternizado señala no el lugar menor de América y mayor de Europa, como podría pensarse en los marcos dicotomizantes del pensamiento hegemónico. Al contrario, señala que hay un orden geopolítico mundial que está conformado por una violencia estructurante moderno-colonial y que sólo puede ser comprendida a partir de esta tensión que la habita. El eurocentrismo nos ha impedido ver que aquí, en América, fue que se desarrollaron las primeras manufacturas modernas (sic) con sus ingenios para producir azúcar. Estos ingenios modernos (sic) eran movidos con la fuerza del látigo. Aquí, en América, se desarrollaron las primeras ciudades racionalmente planificadas, planeadas para dominar. La ciudad de las letras de Ángel Rama. Fue aquí en América donde por primera vez, como nos muestra Hanna Arendt, la humanidad descubrió que la miseria humana no era natural y podía ser revertida por la acción humana. Así, fue en América que el mundo se puso de punta de cabeza –‘The World ápside down’- como dice el título de la canción entonada en Yorktown en la ceremonia luego de la Guerra de Independencia estadounidense, inaugurando allí, una nueva página en la geografía política mundial, cuando el poderoso imperio británico fue humillado por un improvisado 289 Umberto Eco llama fundamentalista a aquella idea que no necesita ser argumentada, es fundamento. Así, lo nuevo es bueno porque es nuevo y, por obra de este razonamiento tautológico que nos es impuesto, lo viejo es ruin porque es viejo. No se necesita entrar en el mérito, lo nuevo es consagrado y lo viejo demonizado.

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ejército de colonos con una buena ayuda francesa, dicho sea de paso. Fue en este mismo continente que, en 1804, por primera vez, se intentó una doble emancipación, página aún abierta en la geografía política mundial, en la que los negros de Haití intentaron emanciparse, al mismo tiempo, de Francia y de los blancos dueños de las plantaciones en aquella que, hasta entonces, era la más rica colonia francesa. Al contrario de los libros de historia que, eurocéntricamente hablan de la historia de la libertad a partir de la Revolución francesa o de la Revolución americana o aún, de los presupuestos del Iluminismo, fue en Haití que por primera vez se intentó la libertad para todos, independientemente de si se era blanco y europeo. Thomas Jefferson y Napoleón, así como toda la élite criolla en América, tuvieron tanto miedo del haitianismo, así como más tarde sus descendientes lo tuvieron del comunismo. Si tantas fiestas se hicieron en 1992 para conmemorar los 500 años del 12 de octubre de 1492; en 1976 los 200 años del 4 de julio de 1776 y, en 1989 los 200 años del 14 de julio de 1789, los 200 años de 1804 haitiano pasaron sin conmemoración. Peor aún, en 2004 allí estaban las tropas estadounidenses para, con el apoyo de Francia y Canadá, ejecutar un coup d’etat de viejo estilo, expulsando del poder al Presidente electo en la tierra de Toussant de L’Overture. Tal vez sea por eso que las poblaciones originarias de nuestra América estén hoy conmemorando, ya no el 12 de octubre sino el 11 de octubre como su último día de libertad. Otros hitos, otras marcas. Descolonización del pensamiento. Aníbal Quijano en una aseveración antológica nos da la clave de nuestra formación específica en el contexto del sistemamundo moderno-colonial: en América Latina el fin del colonialismo no significó el fin de la colonialidad. Pablo GonzálezCasanova ya nos había alertado, también, hacia el colonialismo interno no sólo en el sentido económico sino también en un sentido muy próximo al de Quijano y que nos ayuda a entender por qué, en la crisis del Estado que hoy nos acompaña, emergen los indígenas, los afrodescendientes, los campesinos y el indigenato, como Darci Ribeiro (1986) denominaba al campesinado étnicamente diferenciado de nosotros, lo mismo campesíndio de Armando Bartra. La colonialidad del saber, al recuperar la simultaneidad de los diferentes lugares en la conformación de nuestro mundo abre espacio para que múltiples epistemes dialoguen. En nuestra América, más que hibridismos hay que reconocer que hay pensamientos que aprendieron a vivir entre lógicas distintas, a moverse entre diferentes códigos y, por eso, más que al multiculturalismo señala hacia las interculturalidades (S.R. Cucicanqui y C. Walsh, entre muchas y muchos), hacia gnosis liminares (Mignolo), hacia el

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diálogo de saberes (Leff, Porto-Gonçalves). Estamos, pues, frente a un gran libro que nos abre amplias perspectivas teóricas (y políticas) para entender procesos complejos, muchos de los cuales, puestos en marcha por varios movimientos sociales que toman nuestro paisaje. No es que tengamos aquí intelectuales de los movimientos. Lo que tenemos aquí son intelectuales que ponen en jaque, también, el lugar de los intelectuales y, así, son intelectuales en movimiento. Se abren aquí, buenas sendas para que los intelectuales se encuentren con la vida y, quien sabe, así puedan ayudarnos a reinventar la polis, o mejor, la plaza.

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Índice Presentación Primera Parte: De Geografías, desarrollo y territorialidades * De la geografía a las geografías: Un mundo en busca de nuevas territorialidades. * Geografía política y desarrollo sustentable * La reinvención de los territorios: La experiencia latinoamericana y caribeña. * Geografía agraria de la crisis de alimentos en Brasil * De soberanía, proteccionismo y de territorios Segunda Parte: De la ciencia, los saberes y el medio ambiente * Medio ambiente, ciencia y poder: diálogo de diferentes matrices de racionalidad. * Posibilidades y límites de la ciencia y la técnica frente a la cuestión ambiental. * De semillas, saberes y poderes. * De sabores, saberes y poderes Tercera Parte: En defensa de Abya Yala * Chico Mendes, un ecosocialista. * Abya Yala. El des-cubrimiento de América. * La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Bibliografía General Indice

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