Pierre Bourdieu

PIERRE BOURDIEU Pierre Bourdieu nació en 1930 en Denguin (Francia), estudió en distintos liceos y en la École Normale Su

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PIERRE BOURDIEU Pierre Bourdieu nació en 1930 en Denguin (Francia), estudió en distintos liceos y en la École Normale Supérieure, ha sido profesor ayudante de distintas facultades de Filosofía y Letras (Argel, París, Lille), dirigió desde 1975 la revista Actes de la recherche en sciences sociales y ocupaba la cátedra de Sociología del College de France desde 1981 hasta su reciente defunción hace un año, en 2002. Influido esencialmente por el estructuralismo y el marxismo, pero también por el psicoanálisis y por diversos trabajos sobre el simbolismo, forjó en el terreno de la sociología una línea de pensamiento original y en permanente desarrollo a lo largo de tres décadas. También se ha visto influido por Durkheim y Weber mediante la aplicación rigurosa de un relacionismo metodológico, empleado también por Levi-Strauss o Jakobson, pero se opone a los encasillamientos de los términos “weberiano”, o “durheimiano”. Se le considera estructuralista pero llega a la conclusión de que el estructuralismo tenía tantas limitaciones como el existencialismo, él quería integrar el estructuralismo de Claude Lévi Strauss con al menos una parte del existencialismo de Jean- Paul Sartre. Es a partir del diálogo con estos dos pensadores como se han ido formando sus ideas. Bourdieu se orientó siempre en una búsqueda destinada a superar las viejas contradicciones que ponían freno al desarrollo de la sociología, su intención era construir una “ciencia social total” como superación del metodologismo, siempre dispuesto a separar el método científico de las reflexiones que le incumben, con su aberración por la investigación empírica, incapaz de trascender el antagonismo entre modos de conocer objetivistas y subjetivistas, entre el análisis de lo simbólico y lo material, y el problema del divorcio entre teoría y metodología científica. Afirma que las estructuras también existen en el mundo social. Cree que las estructuras objetivas son independientes de la conciencia y la voluntad de los agentes, adopta una posición constructivista que le permite analizar la génesis de los esquemas de percepción, pensamiento y acción, así como de las estructuras sociales. Se esfuerza por vincular el estructuralismo y el constructivismo; hay en su trabajo un sesgo hacia el estructuralismo, por lo que se le ha considerado un postestructuralista. En su obra se percibe más continuidad con estructuralismo que con el constructivismo. Cree importante el modo en que las personas perciben y construyen el mundo social. Su interés primordial se sitúa entre las estructuras sociales y las estructuras mentales. Paradigmáticos de esa apuesta epistemológica son dos conceptos acuñados por Bourdieu, en los que se apoya en cierto modo su teoría: campo y hábitus.

El habitus produce el mundo social y es producido por él. Es una estructura que estructura el mundo social. El habitus sugiere lo que las personas deben pensar y lo que deben decidir hacer, pero no determina las elecciones de las personas. El habitus no es una estructura fija e inalterable, lo adaptan los individuos. Habitus es el concepto que permite articular lo individual y lo social, las estructuras internas de la subjetividad y las estructuras objetivas que constituyen el ambiente, esto es, las llamadas condiciones materiales de la existencia. Al mismo tiempo, este concepto permite comprender que estas estructuras subjetivas y objetivas, lejos de ser extrañas por naturaleza, son dos estados de la misma realidad, de la misma historia colectiva que se deposita o inscribe a la vez en los cuerpos y en las cosas. El siguiente concepto a analizar es el de campo: la teoría del campo constituye el supuesto teórico y punto de partida de todas sus investigaciones sociológicas, y es a la vez mediador entre lo individual y lo social, entre estructura y superestructura. En toda sociedad moderna diferenciada, la vida social se representa en campos que funcionan con verdadera independencia y que operan como un sistema estructurado de fuerzas objetivas. Según la esfera en la que esta configuración relacional de individuos e instituciones se desenvuelve, podemos hablar de campo político, intelectual, económico, etcétera. Es la red de relaciones entre las posiciones objetivas que hay en él. Estas relaciones existen separadas de la conciencia y la voluntad colectiva. El campo es un tipo de mercado competitivo en el que se emplean y despliegan varios tipos de capital. Sin embargo, es el campo del poder (político) es más importante; la jerarquía de las relaciones de poder dentro del campo de la política sirven para estructurar los demás campos. El análisis sociológico, consiste, precisamente, en el estudio de la dinámica interna de cada campo, así como de las relaciones que entre esos campos se establecen. Es, por otra parte, en la teoría de los campos donde se hace más transparente la influencia del estructuralismo y el marxismo en este autor, si pensamos que un campo es por un lado un sistema estructurado, y por otro que está constituido por dos elementos: un capital común y la lucha por su apropiación. Respecto del marxismo tradicional, hay un giro desde la visión puramente economicista a otra más bien simbolista; en cuanto al estructuralismo clásico, hay en la teoría de los campos un excedente de dinamismo y plasticidad histórica que marcan la diferencia. Bourdieu define los campos sociales como espacios de juego históricamente constituidos, con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias; son espacios estructurados de posiciones, las cuales son producto de la distribución inequitativa de ciertos bienes (capital) capaz de conferir poder ha quien los posee. Un campo puede ser económico, cultural, social o simbólico. Dentro de estas categorías hay una gran variedad de sub-campos. Los campos son modificables tanto en el tiempo como en jerarquía.

El habitus existe en la mente de los actores, los campos existen fuera de sus mentes. Continuando, Bourdieu considera el Estado como el lugar de la lucha por el monopolio de la violencia simbólica, en sus términos. Es una forma suave de violencia que se practica mediante mecanismos culturales y difiere de las formas de control social más directas en las que suelen centrarse los sociólogos. Por ejemplo el sistema educativo. El lenguaje, los significados, el sistema simbólico de los que están en el poder se impone al resto de la población. A Bourdieu le interesa la emancipación de las personas de la violencia y, en general, de la dominación política y de clase. Rechaza la división entre los individualistas y los holistas metodológicos y adopta una posición que recientemente ha recibido la denominación de “relacionismo metodológico”. La preocupación central es la relación entre habitus y campo. Cree que esta relación opera en dos direcciones: por un lado el campo condiciona al habitus y por otro, el habitus constituye el campo como algo significativo, con sentido y valor. Identifica dos campos interrelacionados: las relaciones de clase y las relaciones culturales. Las acciones que emprenden los agentes que ocupan posiciones específicas se rigen por la estructura del campo, la naturaleza de las posiciones y los intereses relacionados con ellas. Sin embargo, el juego también implica el auto-posicionamiento y el uso de una amplia gama de estrategias que permiten obtener ventajas. El gusto representa una oportunidad para experimentar y reafirmar la posición de una persona dentro del campo. Pero el campo de la clase social influye profundamente en la capacidad de esa persona para jugar ese juego, los que pertenecen a clases altas tienen más capacidad para lograr que se acepten sus gustos y para oponerse a los gustos de los que pertenecen a las clases bajas. Las prácticas culturales se establecen a partir de la relación entre el habitus y el campo, y todas las prácticas en general. La apropiación de ciertos bienes culturales proporciona una ventaja en cuanto a la distinción se refiere. El núcleo de las luchas por el gusto se basa en el sistema de clases. Son las oposiciones en la lucha de clases las que condicionan las oposiciones en el gusto y el habitus. En “Homo Academicus” Bourdieu aplica su teoría al campo de la universidad, los diferentes campos académicos, sus correspondientes habitus y la lucha entre ellos. Pretende vincular el campo académico y lo que ocurre en él con el campo más extenso del poder. La academia es una jerarquía social y cultural gobernada por el capital cultural que se deriva de la autoridad científica o del renombre intelectual.

También analiza la relación entre los alumnos, los profesores y los subordinados, o aprendices, y su comportamiento en la revolución. Su investigación y su teoría son inseparables por lo que no le agrada que le coloquen el adjetivo exclusivo de teórico. La naturaleza de las relaciones reales entre los campos es siempre una cuestión empírica, y la naturaleza del habitus cambia cuando se alteran las circunstancias históricas, está ligado a la estructura y a la historia de un campo. En libro “La Distinción” (1979) Bourdieu realiza un análisis de la realidad social basado en el gusto como capacidad de elección con los bienes culturales como protagonistas, y su influencia en la diferenciación de las personas en clases. El objetivo de este trabajo es presentar algunos conceptos centrales del pensamiento de Pierre Bourdieu que permiten explicar, desde su perspectiva, cuál es la dinámica y estructura de los procesos de reproducción social. Desde la perspectiva de este autor, lo social (prácticas y procesos sociales) sólo puede ser explicado a partir de un análisis que vincule elementos económicos y culturales simultáneamente, la distinción es el ejemplo que aúna economía y cultura, ya que ésta está determinada por la posesión de ambas características. Toma del marxismo la idea de una sociedad estructurada en clases sociales en permanente lucha por la imposición de sus intereses específicos, pero entiende que las diferencias económicas y materiales no alcanzan para explicar la dinámica social. El poder económico sólo puede reproducirse y perpetuarse si, al mismo tiempo, logra hegemonizar el poder cultural y ejercer el poder simbólico. La dominación de una clase social sobre otra se asienta en el ejercicio de este poder. Lo social se expresa tanto en las estructuras objetivas (estructuras independientes de la conciencia y de la voluntad de los agentes individuales, grupales, clases o sectores) como en las subjetividades (esquemas de percepción, de pensamiento, de acción que constituyen socialmente nuestra subjetividad). Los conceptos de campo y habitus permiten captar estos dos modos de existencia de lo social: el campo como lo social hecho cosa (lo objetivo) y el habitus como lo social inscrito en el cuerpo (lo subjetivo). Las prácticas sociales que realizan los agentes se explican a partir de la relación dialéctica que existe entre ambos. Bourdieu define la relación entre el habitus y el campo como una relación de condicionamiento: el campo estructura el habitus, que es el producto de la incorporación de la necesidad inseparable de ese campo o de un conjunto de campos más o menos concordantes. Pero es también una relación de conocimiento o de construcción cognitiva: el habitus contribuye a constituir el campo como mundo significativo, dotado de sentido y de valor y en el cual vale la

pena invertir su energía. La relación de conocimiento depende de la relación de condicionamiento que la precede y que da forma a las estructuras del habitus. La realidad social se verifica entonces en los campos y en los habitus, en el exterior y en el interior de los agentes; el habitus contribuye a naturalizar y legitimizar el mundo social del que es producto El elemento de homogeneidad que define a una clase o a un grupo como tal es el resultado de los condicionamientos estructurales idénticos a los que han estado sometidos los individuos que la constituyen. La educación primera reduce los principios, valores y representaciones que tienen un estatuto simbólico específico al estado de práctica pura, a conocimiento práctico. El efecto de este tipo de procesos se sitúa en el plano inconsciente. Todo el trabajo que se realiza sobre el cuerpo del niño, con el objeto de introducirlo a las formas, movimientos y maneras `correctas', es decir, todo el trabajo de corrección y enderezamiento que se expresa en una variedad de órdenes de conducta trae aparejado el aprendizaje de las maneras, de los estilos donde se expresa la sumisión al orden establecido. La fuerza de las experiencias primeras y de los habitus que se inculcan de manera tan disimulada cuanto eficaz y duradera, van a condicionar y determinar los aprendizajes posteriores, de modo tal que toda experiencia pedagógica debe contar con su presencia y eficacia. Si se tiene en cuenta que en toda sociedad de clases existe un sistema de acciones pedagógicas estructurado (sistema escolar) destinadas a reproducir los habitus que corresponden con los intereses de las clases dominantes, el trabajo pedagógico escolar va a tener una productividad diferencial de acuerdo a la clase social de origen de los individuos. Para los que provienen de los sectores dominantes, la educación escolar tendrá el sentido de una reeducación, para los que pertenecen a los sectores dominados, será de deculturación. La importancia de la educación primera es tal que sus efectos se manifiestan a lo largo de toda la vida de los individuos. El aprendizaje por familiarización y las pedagogías racionales constituyen dos modos de adquisición de la cultura y la competencia cultural de cada individuo va a quedar marcada por su origen y a definir modos particulares de relación con la cultura. La educación escolar es tanto más necesaria como estrategia de adquisición de capital cultural en la medida en que no ha sido posible obtener el mismo mediante herencia familiar. Para aquellos individuos que pertenecen a los sectores más desposeídos de capital económico y cultural, el recurso de la escuela se constituye en el único camino para apropiarse de los bienes culturales. A pesar de la inculcación de maneras en el sistema escolar el estatus te viene heredado, y con él la distinción. En el caso de que no venga de familia y se

pretenda pasar de un nivel de distinción al siguiente, el proceso es bastante más complicado. Los obstáculos que se presentan son múltiples, todos ellos analizados a lo largo de la presente disertación, pero puestos en conjunto en este resumen: el primer obstáculo a vencer es la violencia simbólica ejercida mediante la cual nosotros mismos nos condicionamos y frenamos las expectativas, nos acomodamos donde estamos y no pretendemos ascender “por encima de nuestras posibilidades”, que son las posibilidades que nos hacen creer que no tenemos. Por otro lado, y no menos importante es la necesidad de adquirir la capacidad económica y cultural apropiada al efecto, condición indefectible para alcanzar la distinción, de nada vale tener el gusto si no lo pones en práctica. Después de todas estas barreras interpuestas entre lo vulgar y lo distinguido me pregunto si no es encasillar demasiado las diferencias entre lo vulgar y lo especial, lo mundano y lo distinguido, ¿no cree Bourdieu que el capital cultural no está al alcance de todos y por esa exclusiva razón no es disfrutado por todos? En mi opinión el único motivo que nos distingue es la lucha económica, estando más en consonancia con las ideas marxianas que con las de Bourdieu, si todos los bienes culturales estuvieran a disposición universal habría más individuos que podrían disfrutar del espectáculo de la ópera, uno de los bienes culturales más elitistas actualmente. Por supuesto no es mi intención desacreditar a nuestro sociólogo pero si tengo que manifestar mi opinión es demasiado clasista al pretender establecer una clase superior en cuestiones culturales a través de los gustos, según sean éstos distinguidos o vulgares.

CONCLUSIÓN El gusto es una disposición, adquirida, para diferenciar, apreciar y establecer unas diferencias mediante una operación de distinción y esconden lo que se denominaría injustamente unos valores en los gestos más automáticos o en las técnicas del cuerpo más insignificantes en apariencia, como los movimientos de las manos, la manera de andar, etc., y ofrecen los principios más fundamentales de la construcción y de la evaluación del mundo social. Así que ampliamos el concepto de distinción, no sólo en función de la posesión de ciertos bienes culturales sino en la manera de comportarse. El gusto, al funcionar como una especie de sentido de la orientación social orienta a los ocupantes de una determinada plaza en el espacio social hacia las posiciones sociales ajustadas a sus propiedades, a mezclarse con gente distinguida, y hacia las prácticas o los bienes que les convienen a los ocupantes de esa posición. Todo conocimiento del mundo social es un acto de construcción que elabora unos esquemas de pensamiento y de expresión, y que entre las condiciones de existencia y las prácticas o las representaciones se interpone la actividad estructurante de los agentes que, lejos de reaccionar mecánicamente a unos estímulos mecánicos, responden a los llamamientos o a las amenazas de un mundo cuyo sentido ellos mismos han contribuido a producir. El principio de esta actividad se estructura con un sistema de esquemas incorporados. La oposición entre los sexos y las clases de edad, así como la oposición entre las generaciones, son también objeto de manipulaciones parecidas.