Perfil Psicologico de Garavito

¿Qué hizo este psicópata durante esos casi siete años para que sus fechorías pasaran inadvertidas? Eso es algo que a la

Views 144 Downloads 4 File size 22KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

¿Qué hizo este psicópata durante esos casi siete años para que sus fechorías pasaran inadvertidas? Eso es algo que a la peor de las mentes criminales podría asustar; en tanto, los psicólogos han estudiado el caso con una minuciosidad tal, que envidiaría cualquiera de los escritores de novelas de horror de Estados Unidos. “Yo les pido perdón por todo lo que hice y voy a confesar. Sí, yo los maté, y no sólo a esos, sino a otros más”, declaró La Bestia, como le llamaron de inmediato en Colombia, frente a una cámara de video utilizada por la fiscalía que lo interrogó en la cárcel de Villavicencio, ubicada a 75 kilómetros al sur oriente de Bogotá. En el video, divulgado por la televisión colombiana, y el cual mostraba a un fiscal y a un psicólogo interrogando a Luis Alfredo Garavito, el asesino dio a conocer la existencia de una deteriorada libreta donde había registrado con rayitas los crímenes cometidos contra los menores, y donde incluía las fechas y los procedimientos utilizados desde 1992 hasta el día de su detención en 1999, en momentos en que intentaba atacar sexualmente a un menor de edad. Como todos los asesinos en serie, Garavito también tuvo una infancia dramática. Según su biografía, nació en el municipio de Génova, Quindío, un 25 de enero de 1957. Fue el mayor de siete hermanos y mantenía una tensa relación con su padre, quien lo golpeaba y lo echó de la casa a la edad de 16 años. Por boca del mismo Garavito, la opinión pública colombiana se enteró de que fue violado siendo menor en repetidas ocasiones por dos hombres, lo que según los especialistas fue la causa de su comportamiento criminal. Pero durante un tiempo, a la edad de 21 años, según datos dados a conocer por el diario bogotano El Tiempo, Garavito pidió ayuda psicológica en el Instituto de Seguros Sociales por depresión y tendencias suicidas, además de acudir a Alcohólicos Anónimos, pues a esa edad también ya había adquirido el vicio del alcoholismo. Descrito entonces como alcohólico y homosexual –aunque según sus antecedentes convivió con dos mujeres que ya tenían niños pequeños— El Tribilín, como también se le conocía en los bajos fondos que frecuentaba, se dedicó durante un tiempo a vender productos de una cadena comercial y ya adulto objetos religiosos, como la imagen del Papa y la Virgen María, actividad callejera que le facilitó el acercamiento a los niños de las barriadas pobres que visitaba. A dichos menores –casi todos, según las autoridades, de cara bonita, complexión delgada, pelo castaño y ojos cafés-- los atraía obsequiándoles dulces, comida, cuadernos, bebidas o dinero. Después de ello, los secuestraba llevándolos a lugares remotos y despoblados, los ataba, desnudaba, violaba, mutilaba el pene, se los introducía en la boca, los asesinaba, decapitaba y después enterraba en diferentes zonas, aunque los cadáveres de algunas de sus víctimas fueron hallados tirados en matorrales y aún atados, tal como los había asesinado. “Lo voy a matar”, “No vaya a gritar porque lo mato”, “Le voy a pegar puñaladas en la espalda”, “Le voy a a sacar las tripas”, “Le voy a

cortar el pene y la cabeza y se la voy a botar a un lado”. Todas éstas eran las terribles frases con que intimidaba a sus víctimas. Garavito, quien también se hacía llamar, El loco, El cura, Conflicto y Alfredo Salazar, en ocasiones se disfrazaba de monje o fingía haber perdido la movilidad de una de sus piernas usando muletas, o bien decía que representaba a una institución caritativa. Con este atuendo también tuvo éxito en su carrera delictiva, misma que empezó a ser investigada durante 18 meses, pues se presumía su responsabilidad en la violación y muerte de un niño de 12 años, tarea que vio su éxito ese día 22 de abril de 1999 cuando lo atraparon. Una vez bajo la custodia de las autoridades, le fueron hallados en su vivienda objetos similares a los encontrados en los sitios donde fueron enterrados los cadáveres de los infantes, como tapas del licor favorito de Garavito, cabellos, gafas, cuerdas de nylon con las que ataba a los niños, así como facturas de hoteles y boletos de autobuses. Acorralado por todas esas evidencias, Garavito no tuvo más remedio que confesar sus 172 crímenes, por los que fue condenado a 1,835 años y nueve días de cárcel, tiempo que evidentemente no durará este psicópata con vida tras las rejas, pero sí será temiblemente recordado como el infanticida más peligroso de la historia moderna del mundo.