Oscuridad Inmoral

PERFILES HISTORIA Miyu Matsuda Cumpleaños: 22 de junio Cáncer Tipo de Sangre: B Su hijo ama el rap gángster. Ella está s

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PERFILES HISTORIA Miyu Matsuda Cumpleaños: 22 de junio Cáncer Tipo de Sangre: B Su hijo ama el rap gángster. Ella está segura de que no es bueno para su educación.

ILUSTRACIÓN Yukariko Jissohji Cumpleaños: 19 de marzo Piscis Tipo de Sangre: A Sin importar lo vieja que se ponga, está decidida a vivir una vida cruda y salvaje (risas).

Capítulo 1

E

n su habitación, miró el reflejo de su delgada figura en el espejo de cuerpo entero. Su cabello, delgado y café ceniza estaba acicalado hacia atrás con gel. Los dos botones superiores de su camisa blanca estaban desabrochados. Su corbata amarilla y negra con rayas estaba anudada holgadamente. Una chaqueta parecía demasiado formal, así que se puso un cómodo cárdigan en reemplazo. Deslizó un cinturón a través de las presillas de sus pantalones grises. Sus calcetines eran de un delicado negro. Luego de ponerse sus lentes verde oscuro, la imagen de un chico común de secundaria estaba completa. De frente al espejo, Shiina respiró profundo varias veces, lentamente. Todo estaría bien. Lucía igual que ayer. Para enfrentar a su enemigo, primero tenía que lucir fuerte en el exterior. Sus ojos negros brillaban por detrás de sus lentes, los que estaban ahí sólo por propósitos cosméticos. Sus ojos proyectaban ingenio y dulzura. Shiina echó un largo y duro vistazo a su reflejo. Sin importar lo que hubiera pasado, no se acobardaría. No derramaría ninguna lágrima. Llevaría a cabo esto. Si no podía, el mundo no sería nada más que oscuridad. Sus delgados labios se apretaron mientras mentalmente se preparaba para el largo y duro día que se avecinaba. Cumpliría 18 en un año. Sólo quedaban unos pocos meses para graduarse de la secundaria. Sólo un poquito más.

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Cada difícil día y noche que sobrevivía significaba que ese momento se acercaba a velocidad constante. Eso era lo que lo animaba a seguir; era su única esperanza, además del hecho de que aún seguía con vida. Abandonando su habitación, bajó las escaleras. Entrando a la sala de estar, vio a su hermano, quien era dos años menor que él, sentado en la mesa tomando el desayuno en el comedor contiguo. Su padre estaba frente al joven chico, de espaldas a Shiina. — Hayato. También cómete las verduras, — su madre advirtió, parada en el fregadero, mientras se tomaba un descanso de lavar los platos. Al tiempo que Hayato pinchó las verduras que quedaban en su bol de ensalada con el tenedor, un ceño se expandió en su rostro espinillento. — ¿Qué? — lloriqueó. — Sabes que no me gustan las cosas verdes. — Tienes que comer una dieta balanceada. ¿Verdad, papá? Al escuchar las palabras de su esposa, su padre dobló el periódico que estaba extendido sobre la mesa. — Sí. Si comes bien y trabajas duro, crecerás mucho y serás fuerte. Era una escena matutina que uno podía ver en cualquier parte. Sólo Shiina no encajaba en ella. ¿Cuánto tiempo había sido así? ¿Cuánto tiempo su familia lo había excluido a él, el hijo mayor? No se parecían en nada. Su hermano menor era estudioso y amaba el básquetbol; tenía un bronceado durante todo el año. Toda la atención y amor de sus padres estaba dirigida hacia Hayato. No es que Shiina haya hecho algo para hacer que lo odiaran.

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Estaba acostumbrado a que ellos lo descuidaran; que su presencia fuese ignorada se había vuelto algo normal para él. Shiina estaba atrapado en esta caja de casa y no era nada más que un compañero de cuarto para ellos. Eran una familia, pero aun así no lo eran. La sangre de sus padres corría por él, pero incluso era más desconocido para ellos que un extraño. Para bien o para mal, tenía un rostro que había heredado la buena apariencia de su padre y de su madre; algo que lo había hecho vanidoso, incluso cuando todos a su alrededor lo molestaban por ello. La autocompasión era imperdonable. Así que nunca le confesó a nadie lo mal que su familia lo había tratado. Mientras ponía algo de café, Shiina se comenzó a marear al ver la imagen de familia perfecta. Por supuesto, su madre nunca le preparaba comidas; se lo dejaba todo a Shiina. Se lo había expresado claramente muchas veces antes, pero ella nunca había reaccionado. Lo único que Shiina podía hacer en estas circunstancias era sólo tratar de acostumbrarse a este ambiente anormal lo más pronto posible. Había una gigante brecha entre él su familia. Sólo aceptando ese hecho se podría proteger. Shiina incluso sacaba la basura. Escuchó una vez decir a su madre que los vecinos la habían felicitado por ello. Se había esforzado en escuchar lo que les había contestado, — Nuestra casa tiene una política laissez-faire(1), así que los hemos educado para que sean responsables de sí mismos —. Al escuchar esto, todo su cuerpo se había petrificado de la rabia y su puño cerrado había comenzado a agitarse. Desde 1

( ) La frase laissez faire, laissez passer es una expresión francesa que significa «dejad hacer, dejad pasar», refiriéndose a una completa libertad en la economía: libre mercado, libre manufactura, bajos o nulos impuestos, libre mercado laboral, y mínima intervención de los gobiernos. Fue usada por primera vez por Jean-Claude Mari Vicent de Gournay, fisiócrata del siglo XVIII, contra el intervencionismo del gobierno en la economía. De forma completa, la frase es: Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même; «Dejad hacer, dejad pasar, el mundo va solo».

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entonces, comenzó a detestar a su madre de piel gruesa(2) desde el fondo de su corazón. El nombre de pila de Shiina era Jun, escrito con caracteres que significan “volver”. Sus padres lo habían llamado así con la esperanza de que la felicidad volviera a él una y otra vez. Sin embargo, no lo habían llamado por ese nombre durante mucho, mucho tiempo.

— Oyeeee, Shiina-kun. — ¿…Nnmmm? Incluso cuando la fina voz de la chica interrumpió su siesta, la conciencia de Shiina fue inducida cada vez más a un profundo sueño. —¡Sabes que ahora tenemos Matemáticas! Si Sasagawa te pilla durmiendo, definitivamente te va a hacer pasar adelante en clases, ¡así que es mejor que despiertes pronto! Finalmente conmovido por el gentil tono de su voz, Shiina recordó que estaba sentado en la sala de clases. El ruido a su alrededor comenzó a aclararse, arrastrando su adormecida mente de vuelta a la realidad. — Ah…oh, gracias —. Había puesto su cabeza sobre sus brazos cruzados, sobre su pupitre y, en algún punto, sus lentes debieron haberse torcido. Empujándolos con sus dedos hacia arriba, agradeció a la chica.

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( ) Con esta frase quiere decir que su madre era de corazón duro con él y que con una piel gruesa (como lo indica la escritora) es difícil de penetrar. (N del C)

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Estaba sentada en el asiento de al lado del de Shiina y aparentemente había estado mirándolo fijamente. Cuando sus ojos se encontraron, ella sonrió, nerviosa. —Uh…oh, de nada —. Se sonrojó ligeramente, sacudiendo su cabeza. Su sonrisa femenina y tímida era linda. Shiina se rió entre dientes, con una suave expresión en su rostro. Quizá estaba estimulada por eso, porque incluso cuando no habían realmente hablado, a menos que fuese absolutamente necesario, comenzó a hablar con una voz eufórica. — Sasagawa es muy injusto, ¿verdad? Te reclamará incluso si te quedas dormido sólo un momento. Él ya me ha despertado antes. Además, su abrigo blanco es tan sucio, ¡incluso de cerca! Creo que sólo lo usa para poder sacudir el polvo de la tiza sobre él. — ¿De verdad? — respondió, fingiendo interés. Le lanzó una sonrisa vaga. Incluso cuando no tenía razón para ello, sacó su celular del bolsillo de su pantalón y fingió revisar algo, para evitarla. Si se encerraba en su propio mundo, nadie podría seguirlo. Shiina alejaba a las personas a propósito, probablemente para parecer insensible. Ai estaba acostumbrada a la fría actitud de Shiina. No sólo no se enojó con él por cortar la conversación, sino que se torció para estar de frente a la chica en el asiento detrás de ella y balbuceó con emoción, — ¿Viste eso? ¡Se rió! ¡Se ve muuuy atractivo de cerca! — ¡No es justo, Ai! ¡Tú te sientas cerca de él! — una voz de desaprobación vino desde el asiento detrás de Ai. Después de eso, el chico sentado directamente detrás de Shiina lanzó un suspiro irritante. Los chicos en la clase

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siempre se enojaban cuando las chicas se emocionaban así por él. Siempre había sido así. En la escuela primaria, escuela de ciclo medio y escuela secundaria, las chicas siempre estaban locas por él, y siempre lo llamaban aparte y las chicas le confesaban sus sentimientos. Sin importar quién era, siempre las había rechazado y se había echado a correr un rumor a lo largo de la escuela de que él no saldría con nadie, pero incluso así, cada chica pensaba que era diferente y estaba decidida a asumir el desafío. Se volvió tan molesta la situación, que dejó de ir a los lugares donde las chicas lo citaban para reunirse. Hasta que al final, las solicitudes fueron menos frecuentes. Era sólo que no estaba interesado en las chicas de su edad, pero aun así, no estaba tratando de ser frio a propósito. Había rumores crueles sobre él, y las miradas celosas nunca desaparecieron. Shiina estaba solo en todas partes: en la escuela y en su casa. — Oh, así que eres muuuy atractivo de cerca, ¿no? Con ese tono peyorativo, Shiina levantó la mirada. Un hombre estaba parado al lado del podio, vistiendo un abrigo blanco que parecía como si nunca lo hubiese lavado. Era el profesor de Matemáticas, Sasagawa. El asiento de Shiina era el segundo de adelante, así que parecía como si Sasagawa hubiese escuchado la conversación mientras entraba en la sala. La mirada fija y aguda del profesor no se enfocó en Ai, sino en Shiina. — Estoy celoso. Ojalá alguien dijera eso de mí —, dijo. Quizá debido a su enojo porque todos estaban haciendo ruido después de que sonó la campana, la voz de

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Sasagawa sonó extrañamente infantil, y si alguien imaginaba que estaba hablando en serio, sonaba verdaderamente ridícula. — ¿Por qué eres el único que sonríe? — demandó. — Lo siento —. Shiina dejó deslizar una sonrisa.

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Sasagawa le lanzó una mirada furiosa de reojo. Shiina siguió sonriendo abiertamente, escondiendo su boca con su mano. Con sólo nueve años más que él, Sasagawa vestía unas sandalias café que habían pasado de moda hace años. Dio grandes zancadas y llegó al podio, luego abrió el libro de asistencia. Comenzó a nombrar rápidamente a los estudiantes, en un tono de voz bajo y molesto. Shiina descansaba una mejilla en su mano y miraba fijamente al profesor con el rabillo del ojo. Sasagawa medía cerca de 1, 80 metros, y tenía una complexión sólida. “Puede que él sea el que se ve más atractivo de cerca, no yo”, pensó Shiina. Justo como Ai había dicho, Sasagawa usaba un abrigo blanco que estaba muy sucio todo el año. No tenía una muy buena reputación entre los estudiantes. Sin embargo, no era feo. Tenía doble párpado, y su pelo negro mojado y reluciente estaba acicalado hacia atrás, lo que complementaba sus rasgos duros y bien formados. El puente de su nariz era poco notorio. La comisura de sus labios aparecía dándole una mirada arrogante. Si se cuidara más, de seguro las estudiantes femeninas se agruparían frente a él. Shiina se dio cuenta de que estaba lanzando una mirada de lástima a Sasagawa, la que no era bienvenida. Sonrió a sí mismo con arrepentimiento. Sabía muy bien cómo él no apreciaba a las chicas y ni siquiera le gustaba que coquetearan con él. Sasagawa probablemente era igual, y no pensaba en las chicas de secundaria de una forma sexual. Tal y como Shiina.

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Al darse cuenta de esto, Shiina bajó la vista tristemente. Incluso si podía decir lo mismo acerca de ambos, sus razones serían completamente diferentes. Estiró sus brazos y dejó salir un largo suspiro. Volteando, se dio cuenta de que la mirada fija y ferviente de Ai estaba una vez más enfocada en él. Si daba cualquier señal de que reconocía su mirada, toda la clase se daría cuenta. Estaba harto de la insistencia de sus acosadoras, pero podrían pensar que era engreído, así que vaciló. Se preguntó cómo se veía en los fríos ojos de Sasagawa. Mientras copiaba la fórmula del pizarrón, la duda comenzó a crecer dentro de él. Había pensado que él y Sasagawa tenían la misma mente, pero se dio cuenta de que probablemente el profesor era completamente indiferente a él. Para Sasagawa, él era un estudiante tranquilo, el cual era difícil de tratar. Eso era lo que probablemente pensaba el profesor de Shiina. Sólo el hecho de levantar la mirada lo hacía parecer como si se sintiera culpable de algo. Pero aún tenía que mirar hacia adelante. Lanzó un suspiro. De todas formas, ¿qué había estado esperando? Cuando tienes expectativas, te traicionan. Un sentimiento familiar de decepción comenzó a subir a la superficie de su mente. Nunca quería experimentar ese dolor nuevamente. Si confiabas en ti mismo, no necesitabas a nadie más. Nunca te lastimarían. Y si tomabas la decisión equivocada, al único que podrías culpar es a ti. Por lo tanto, nunca abriría su corazón a nadie. Grabó esas palabras muy dentro de él, y una vez más asumió su expresión fría. Su mirada se encontró con la de Sasagawa, pero no estaba seguro de cuánto tiempo su

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profesor lo había estado mirando. Sintió una distancia insuperable entre él y esa mirada penetrante. Finalmente, con una expresión nerviosa en su rostro, Shiina desvió sus ojos.

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Capítulo 2

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n la estación de trenes caía una llovizna. Era cerca de las 4 de la tarde. Shiina se sentó en una banca, mirando distraídamente a la gente ir y venir. Excluyó los ruidos del mundo exterior alrededor de él con la fuerte música proveniente de sus audífonos. Cuando hacía esto, parecía como si todo en el mundo alrededor de él fuese falso. La música que viajaba por sus oídos servía como música de fondo mientras contemplaba a los peatones en frente de él. Lo que estaba viendo estaba realmente pasando, sin embargo, algo de ello parecía extrañamente irreal. Había mucha gente que vivía en esa existencia irreal. Pero en su lado del “mundo real”, Shiina estaba solo. Se preguntó si esa era la razón, incluso cuando pensaba que estaba acostumbrado a estar solo, de por qué a veces aún deseaba mucho la calidez de otros. Un auto volteó en el círculo de tráfico y su bocina lanzó un corto ¡bip bip! Levantando la mirada, vio un Mercedes Benz deteniéndose en la estación. La luz de los focos delanteros lo cegó al tiempo que giró hacia él, iluminando las gotas de lluvia. — ¡Jun-kun! Bajando hasta la mitad el vidrio del conductor, una hermosa mujer le hizo una señal, pidiéndole que entrara al auto. Sus manos agarraban el volante, y pudo ver que sus uñas estaban pintadas con un elegante color rosado que

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combinaba con su traje. En uno de sus delgados dedos llevaba un anillo de diamantes que se veía pesado, mientras un reloj Frank Muller brillaba en su delgado brazo. Se veía muy femenina, desde el perfume que usaba hasta la forma en que se maquillaba. — Lo siento. ¿Esperaste mucho rato? La mujer volteó para encontrarse con Shiina, quien fue a sentarse en el asiento del copiloto, hablando suavemente como para ver con qué ánimos andaba. Los asientos eran más suaves que los de un auto doméstico, y se hundió más en ellos, disfrutando del lujo. Shiina sonrió. — No, no en verdad —, respondió. Desde que era pequeño, lo molestaban por ser un niño bonito, pero cuando de verdad sonreía, era un bombón. Como lo esperaba, la mujer contuvo su respiración y lo contempló con una mirada hipnotizada en su rostro. Los autos detrás de ellos se habían aglomerado. Shiina estimuló con una voz deliberadamente suave, — Kanako-san, vámonos. — Oh, tienes razón. Lo siento. — Rápidamente, Kanako giró el volante y echó marcha atrás hacia la vía de tránsito —. Justo cuando me iba, recibí una llamada de mi marido. Me dio pánico y me pregunté qué haría si decía que ya se iba a casa —, dijo con una voz resentida, mientras miraba por fuera del parabrisas. Shiina apoyó su codo en la ventana del lado del pasajero y, sin mirarla, preguntó, — Entonces, ¿qué pasó? — Oh, sólo llamó para decirme que no llegaría a casa hasta la medianoche, otra vez. Supongo que ha estado muy ocupado últimamente. Siempre es así.

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— ¿Qué hay de tus hijas? ¿Están bien solas? — Está bien, ambas están en una escuela preparatoria. La mayor está a punto de dar su examen para entrar a la secundaria, y mi esposo insiste en que vaya a una escuela privada, así que está estudiando como loca todos los días. Ni siquiera puedo soportar ver eso más —. Kanako lo miró de reojo, con una mirada en sus ojos que rogaba compasión. Se preguntó cómo podía quejarse de las acciones de su esposo cuando ella misma lo estaba traicionando de la peor manera al tener una aventura. Shiina la miró despectivamente, pero ella no pareció notarlo. Qué mujer tan sinvergüenza. Quizá esa es la razón de por qué era tan perfecta para él. Sonrió ligeramente y volvió a mirar hacia afuera de la ventana. Atrapado por una luz roja, el auto se detuvo en una intersección. Desde ambos lados, los autos que pasaban hacían fuertes ruidos salpicadores cuando sus llantas hacían contacto con el agua de lluvia que cubría el suelo. Esperaron a que cambiara la luz. Shiina estaba en trance por el sonido de la lluvia, pero Kanako rompió el silencio al partir sus labios rojos y brillantes diciendo, — Oye, Jun-kun. Sé que estás ocupado con la escuela y tu trabajo, pero ¿crees que podrías hacer un poco más de tiempo para mí? — Hmmm… lo pensaré. De hecho, había sido despedido de su trabajo de medio tiempo y aún no había encontrado otro, pero era mucho dolor decirle eso. Miró su perfil, y pudo deducir que ella entendía perfectamente que él no tenía intención de hacerlo. No obstante, continuaba desesperada. — Incluso si trabajaras todos los días, es sólo por unas pocas horas, ¿no es

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así? Si no estás ganando mucho dinero, puedo pagarte lo que quieras. — ¡¿Qué?! De ninguna manera. Si haces eso, será como si fueras mi mamita rica o algo así —. Shiina rió como un niño chico, mostrando sus dientes. Aparentemente aliviado de que su mirada fija haya regresado a ella, Kanako dijo con una voz coqueta, — ¿Por qué? ¿No es eso lo que ya soy? — Su delgada mano avanzó lentamente por el resto de la parte superior del muslo de Shiina. Con sus uñas rosadas brillantes, puso su mano dentro de sus jeans. — ¿No estamos siendo un poco obscenos, Kanako-san? — Le lanzó una mirada de reojo, con una sonrisa traviesa tirando de la comisura de sus labios. — Pero lo he querido por tanto tiempo. Sólo déjame tocarlo hasta que lleguemos al hotel —. Contrario a su dulce tono de voz, movió sus manos de una forma obscena e insistente. — ¿Hasta que lleguemos al hotel? Como si pararas una vez que lleguemos… — dijo Shiina, con una expresión bromista en su rostro. Kanako soltó una risita coqueta.

Tres horas después, Shiina estaba de pie solo, mirando cómo partía el Mercedes, que se dirigía al centro del pueblo. Percibió a Kanako mirando repetidamente por su espejo retrovisor, probablemente revisando si aún él estaba ahí. No pudo relajarse hasta que el auto de Kanako desapareció de su vista. No era porque estaba preocupado por ella, sino porque el que lo vieran así lo hacía sentir incómodo.

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Junto con los otros autos que iban y venían, su vista del Mercedes pronto fue obstruida por un edificio. Hizo un gesto arisco y se sacó el lápiz labial rojo brillante con la parte posterior de su mano. “Demonios, esa mujer es persistente en todos los sentidos”, pensó amargamente, luego volteó. Incluso después de tomar una ducha, la sensación de sus brazos y piernas enroscándose alrededor de él como una serpiente simplemente no se iba. No sabía si era porque su esposo no le prestaba atención, o si era sólo por lujuria, pero Kanako lo utilizaba para liberar su estrés cuando quería. Pero para Shiina, era más una molestia que cualquier otra cosa. Se dirigió hacia la estación de trenes y revisó los horarios de salida con una mirada aún desagradable en su rostro. Había estudiantes de secundaria sentados en las bancas en frente de las pequeñas tiendas y quioscos, algunos de ellos vestían uniforme escolar, otros no. Algunos llevaban bolsos deportivos; probablemente iban a sus casas después de asistir a sus actividades del club. Parecía que algunos de ellos eran pareja. Ciertamente, también había hombres de negocios que lucían cansados y también gente mayor, pero su presencia era abrumada por los ruidosos jóvenes que los rodeaban. Esta no era una línea de trenes principal, pero estaba cerca de algunas escuelas especialmente prestigiosas, así que era utilizada principalmente por estudiantes que se sumergían en sus estudios y no eran especialmente de apariencia fuerte. La estación era infame por estos tipos de estudiantes obligados a renunciar a su dinero por las “hienas” que emergían después de la escuela. Las “hienas” eran principalmente estudiantes delincuentes de escuelas secundarias técnicas cercanas, “escuelas idiotas”, o las

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conocidas escuelas secundarias privadas. Si esos chicos no tuvieran a los estudiantes intelectuales para robarles, probablemente robarían a cualquiera, así que los adultos por lo general ignoraban su comportamiento. Shiina revisó los horarios del tren mientras observaba por el rabillo del ojo a un chico que claramente era una hiena. — ¿Qué debería hacer ahora…? — dijo entre dientes para sí, apoyando su espalda adolorida con una mano. Gracias a Kanako-san, su billetera, que estaba en su bolsillo trasero, era mucho más gruesa. Pasó media hora hasta que llegó el próximo tren. Su casa estaba a sólo dos estaciones. “Podría ser más rápido caminar a casa”, pensó. “Además, las bancas están llenas de hienas”. Era difícil pedir ayuda, porque las hienas casi siempre buscaban gente que estuviera sola. “La probabilidad de que pudiera ser su víctima hoy se ve bastante alta…” Después de un poquito de preocupación, Shiina se dejó caer en una banca dentro de una sala de espera con la mayor cantidad de gente que pudo encontrar. Confiaba en su fuerza física, pero ya que recién lo había hecho dos veces con Kanako-san, probablemente no duraría mucho en una pelea. Todo lo que quería era descansar un poco. Lanzó un agobiante suspiro. Su mirada se fijó en un hombre de aspecto arrogante que estaba en cuclillas y con su espalda apoyada en la pared. Su gorra de beisbol estaba inclinada por sobre uno de sus ojos y vestía una camiseta negra de manga corta sobre otra de manga larga. La hebilla de su cinturón brillaba desde la cadera de sus pantalones de camuflaje, y vestía unas botas Timberland. Había un aura de peligro que parecía deslizarse por su mirada fruncida. Las

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chicas que esperaban el tren también estaban al tanto de la presencia del chico. De repente, sus ojos se encontraron con los de Shiina. Su corazón comenzó a latir más rápido de lo normal. En silencio rogó para que el hombre mirara hacia otro lugar, pero el chico no mostraba signos de apartar su mirada. Siguió clavado en Shiina, como si estuviera perforándole un hoyo. Como si estuviera jugando con él. A estas alturas, Shiina casi se sintió molesto de tener que ser él el que desviara sus ojos, así que también lo miró fija e intensamente. Incluso cuando eran completamente extraños, se sintió curiosamente cercano al hombre. En ese momento, sintió por detrás una palmada amistosa en su hombro. — Hola, amigo… Shiina volteó en dirección a la voz. Un chico teñido de rubio que estaba parado al lado de su hombro derecho, riéndose burlonamente. “Una hiena”. Shiina arqueó sus cejas en un gesto de molestia. Un chico de pelo negro rápidamente se paró en frente de él. Unos pocos chicos más se sentaron en la banca ubicada a su izquierda, así que ahora Shiina no tenía por dónde escapar. — ¿Puedes prestarnos algo de dinero? El Pachinko Parlor(3) de allá nos dejó sin nada. No tenemos suficiente para subir a los trenes. Nuestras casas están demasiado lejos, así 3

( ) El pachinko es un sistema de juegos muy similar al de los flippers. Estas combinan un moderno sistema de video con el clásico pinball. Estos Pachinko están distribuidos por Japón en unas «pachinkoparlors» y son un sistema de juegos de casino totalmente legales.

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que estamos jodidos… — dijo el chico rubio, mostrando sus torcidos dientes. Acercó su rostro al de Shiina. Al parecer, esta era una estrategia para tratar de hacerle sentir más miedo. — Hmm… ¿por qué no le preguntan al policía que está en la cabina afuera de la estación? Probablemente les preste — dijo Shiina descuidadamente, manteniendo su mirada en el chico. Desde luego, sólo accederían a esa petición si de verdad se habían quedado sin dinero. Shiina se aseguró de que su sarcasmo les llegara. Las expresiones de los dos chicos cambiaron en respuesta a la mirada desafiante de Shiina. Sus labios se apretaron y una mirada drástica brilló en sus ojos. Intercambiaron miradas y uno de ellos dijo con una mirada siniestra en su rostro, — La verdad es que no nos llevamos muy bien con los policías. ¿Qué tal si vienes con nosotros y le preguntas? Shiina los recorrió con la mirada. “Como si de verdad fueran a la policía. Probablemente sólo me llevarán a algún lugar desierto y me robarán mi billetera”. Despreocupadamente, evaluó el tamaño de los dos chicos. Al menos eran cinco centímetros más altos que sus 1,70 metros. Pero bajo su ropa holgada, probablemente no tenían muchos músculos. No sabía si era por los efectos de fumar mucho o de consumir mucha droga, pero sus rostros lucían enfermizos y pálidos. “No puedo pensar en ninguna razón de por qué no puedo soportarlos. Podría derrotar a estos chicos”. Se decidió y los miró intensamente, parándose lentamente de la banca. El chico rubio sonrió burlonamente y dijo, — Gracias, amigo.

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Agarraron a Shiina con ambos brazos y comenzaron a llevarlo fuera de la estación. La gente de alrededor lo miraba de reojo con compasión, pero ninguno de ellos hizo algún movimiento para ayudarlo. La mayoría sólo lo miraba rápidamente, asegurándose de no hacer contacto visual. Para hacerlos sentir incluso más culpables, Shiina miraba hacia abajo dócilmente, haciendo el papel de víctima a la perfección. Al salir de la estación de trenes, los chicos no caminaron en dirección a la cabina del policía, sino en dirección al estacionamiento de bicicletas. Justo como Shiina lo había pensado, iban a tratar de amenazarlo con violencia para obtener su dinero. — Oigan, ¿la cabina del policía no está hacia el otro lado, chicos? — preguntó, incluso cuando sabía cuáles eran sus intenciones. Su voz se agitó mientras intentaba esconder su risa y los chicos claramente tomaron eso como una señal de temor. Uno de ellos habló y dijo con voz amable — Es muy complicado ir para allá. Si nos puedes dar algo de dinero, estaremos bien. Somos chicos buenos, así que si nos pasas el dinero amablemente, no te patearemos el trasero. ¿Está bien? El chico de pelo negro afirmó entusiásticamente con su cabeza la sugerencia del chico rubio. “Así que el rubio es el líder y el de pelo negro es su subalterno, ¿no? Sin importar cuántas veces sumes debilidad más debilidad, nunca dará como resultado fortaleza…” Shiina los había evaluado correctamente, pero seguía la corriente para que no se dieran cuenta.

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— Vamos, entréganos tu billetera — demandó arrogantemente el de pelo negro, incluso cuando no se atrevía a hacer nada. Estiró su mano, una mano que probablemente nunca había conocido la adversidad, pero que había sido malcriada. Shiina inhaló silenciosamente, plantó sus pies en el suelo y apretó sus puños. — ¡Oigan, apártense! — una voz arrogante llamó de repente. “He escuchado esa voz antes en algún lugar…” Shiina volteó para ver quién había intervenido. En frente de él estaba parado el chico fuerte y de mirada salvaje que había visto en la sala de espera. Una chica, que vestía uniforme de escuela y parecía estar en la escuela intermedia, estaba detrás del chico. Tenía una expresión nerviosa en su rostro. Molesto por esta interrupción, el chico rubio chasqueó su lengua. — Estamos ocupados. Piérdanse. El hombre lo miró duramente. — Dije, ¡ustedes cabrones están en mi camino! Trato de sacar una bicicleta. Si van a asaltar a alguien, háganlo en otra parte —, dijo en una voz calmada, pero aun así amenazante. Avanzó un paso y empujó el hombro del chico. El chico rubio tambaleó y cayó. Estiró sus manos hacia arriba exageradamente, y sus enredadas piernas finalmente lograron pararse nuevamente. Casi se había caído dentro de la línea de bicicletas y fue tan torpe que Shiina no pudo evitar reír. Volteó y se cubrió la boca con sus manos, pero era demasiado tarde. El chico rubio lo había visto. Volteó en círculo, mirándolo, sólo para ver que su amigo también se

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mordía sus labios para sostener la risa. La vergüenza que tuvo que soportar por esto era demasiada para el aspirante a punk, por lo que se puso rojo. — ¡Tú, cabrón! ¿Quieres pelear? — chilló con reproche, y agarró el cuello de la camisa del hombre. — No, no quiero pelear. Sería demasiado fácil —, dijo el hombre con una expresión cruel en su rostro. — ¿Qué dijiste, hijo de puta? — En el momento en que el chico acercó su rostro, el hombre le dio un cabezazo y un corto quejido escapó de la boca del chico. Levantó su cabeza, dejando su cuerpo completamente abierto. El hombre lo pateó violentamente en el estómago. El chico cayó de rodillas y las bicicletas a cada uno de sus lados cayeron como un dominó, emitiendo una secuencia de choques fortísimos. La mano del chico buscó a tientas algo que lo ayudara a pararse, pero el hombre lo pisoteó con una expresión indiferente en su rostro. Las bicicletas estaban amontonadas en una pila detrás de él y una de las manos del chico estaba atrapada entre uno de los rayos de una rueda. Incluso era doloroso mirarlo. Shiina desvió su rostro al tiempo que escuchaba a la chica lanzar un grito agudo; al parecer había visto lo mismo. “Una chica joven como ésta no debería estar viendo algo así”. Justo cuando Shiina pensó esto se dio cuenta de que el hombre, que era mucho mayor que él, aún golpeaba al niño. El sonido de él golpeando al chico se mezclaba con sollozos apagados.

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Desconcertado, el chico de pelo negro corrió a toda velocidad hacia la calle principal. Le había chupado mucho las medias a su amigo, pero cuando importaba, era un inútil. “Esta es la razón de por qué no confío en la gente”, pensó Shiina mientras observaba fríamente como el chico huía. — Lamento que se hayan caído. ¿Cuál es la tuya? — el hombre preguntó a la chica. Viendo su oportunidad, el chico rubio trató de tambalearse. Al intuir esto, el hombre comenzó a abrir su boca en forma amenazante. Shiina rápidamente agarró su brazo. — Déjalo ir. Brevemente hicieron contacto visual, pero luego él desvió su mirada. “Estoy seguro de que conozco a este tipo…” Incluso cuando estaba seguro de eso, el no poder pensar en quién era el hombre lo ponía enfermo. Pensó en todos los que conocía que tenían los mismos rasgos que él. Finalmente, todo se resumió y Shiina abrió completamente sus ojos con sorpresa. El hombre se quedó mirándolo fijo, elevó las comisuras de sus labios y sonrió. Su expresión parecía decir “Entonces, ¿finalmente te diste cuenta?”. — ¿Cuál es tu bicicleta? — le repitió a la chica, quien parecía estar congelada. — Umm… ehhh... la que está en frente tuyo, esa bicicleta roja. Esa es la mía. El hombre sacó la bicicleta de la pila y se la entregó, y la chica le agradeció con ahínco una y otra vez. Shiina y los chicos habían estado bloqueando el estacionamiento de bicicletas, así que probablemente ella le había pedido ayuda. Y, desafortunadamente, ese hombre

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había resultado ser peor persona que los delincuentes que ella había estado tratando de evitar. Se veía tan penosa. Sus ojos estaban llenos de miedo y no encontraron la mirada del hombre. Parecía como si no pudiese decirle que quería ir a casa. Haciéndose el listo, Shiina le dijo en una voz confortante, — Lo siento, no pudiste sacar tu bicicleta porque yo estaba en medio, ¿no? Ya que tuviste que esperar, probablemente llegarás un poco tarde. Ten cuidado camino a casa, ¿de acuerdo? En respuesta a su sonrisa amable y alentadora, la chica tímidamente miró a Shiina y asintió. Luego, se subió a su bicicleta y comenzó a pedalear. Shiina la vio irse y al lado de él, el hombre se agachó y se sentó sobre el cemento. Sospechoso de lo que podría hacer ahora, Shiina miró hacia abajo. El hombre sacó una caja de cigarrillos del bolsillo delantero de su camisa. — Te ves mejor sin lentes, Shiina —, dijo en voz baja, sosteniendo un cigarrillo en su boca y luego prendiéndolo. Shiina claramente vio que sus nudillos eran planos. — Sensei. ¿Qué está haciendo aquí? — Shiina demandó con un tono de voz brusco. Sasagawa volvió su mirada atrás hacia él con una expresión de aburrimiento. — Oh. Trato de prevenir el crimen. Todos los profesores están haciendo turnos en la estación. No quería hacerlo, pero si no me presentaba, la gente de la estación se lo diría al director, así que tuve que venir. Su rostro estaba escondido bajo la sombra del ala de su sombrero, así que Shiina no pudo ver su expresión. — Sensei, ¿qué le pasó a su mano? — Indiscreción juvenil. Qué ridículo, ¿no?

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Sasagawa no dijo nada más, así que Shiina decidió no seguir presionándolo. Shiina se había involucrado en muchas peleas con chicos que habían estado celosos de él, pero nunca había tenido que defenderse a sí mismo hasta tal punto. Había querido tomar clases de karate o algún otro tipo de arte marcial, pero su familia no quería escuchar acerca de sus logros o aspiraciones, así que no tuvo más opción que pedirle a un grupo de vecinos delincuentes, quienes habían sido sus amigos en la infancia. Quizá era porque tenían dos años más que él, pero estaban más que dispuestos a enseñarle todo tipo de técnicas. Uno de aquellos delincuentes tenía los nudillos planos como Sasagawa. Sabía que sólo obtenían eso por muchas peleas a puñetazos, o por romper tablas en las artes marciales. En otras palabras, Sasagawa una vez había sido como aquellos chicos. Parado con sus brazos cruzados, Shiina miró hacia abajo. Sasagawa parecía tener un aire áspero sobre él. “Así que por eso pudo desafiar a las hienas tan calmadamente. Para él, vencer a ese niño fue como quitarle el dulce a un bebé”. Sintiendo los ojos sobre él, Sasagawa encontró la mirada de Shiina. Su similitud parecía crecer mientras pasaban tiempo juntos sin otros estudiantes alrededor. En la sala de clases, su mirada siempre parecía fría, pero ahora era de alguna forma agradable. — Se ve completamente diferente a como es en la escuela, así que me sorprendí —, comentó Shiina. Con esto, una expresión resentida se extendió por el rostro de Sasagawa.

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Incluso cuando Shiina era muy orgulloso, también era un poco cobarde por el hecho de que actuaba fríamente para que otros no se acercaran a él. Hacía eso para evitar salir herido. Pero Sasagawa era diferente al tímido Shiina y era probablemente fuerte por dentro y por fuera. La fiereza y el peligro parecían emanar de Sasagawa, creando un aura negativo definido en él. Probablemente vestía ese sucio abrigo para mantener a los estudiantes a una distancia para borrar eso, y para ocultar su verdadera personalidad. Shiina comenzó a desarrollar un fuerte interés en su misterioso profesor. Quizá Sasagawa era incluso más como él. Un sentimiento de esperanza comenzó lentamente a brotar dentro de él. Sacudiendo su mirada fija, Sasagawa se levantó. Tiró su cigarro al asfalto y lo aplastó con el taco de su bota. Shiina lo observaba silenciosamente, incapaz de quitarle los ojos de encima. No se dio cuenta de que Sasagawa lo estaba mirando hasta que sus ojos volvieron a encontrarse. Algunas veces hacían contacto visual en clases, pero esta noche parecía como si fueran muy cercanos, no podía soportarlo. Sasagawa empujó su larga mano hacia adelante, con una mirada fría en su rostro. Sin entender, Shiina la miró fijamente. Sasagawa hizo un gesto cautivante con la punta de sus dedos, como diciendo “¡Apúrate!”. Parecía que quería algo. Shiina ladeó su cabeza. — ¿Qué? — preguntó. — Aún no me has agradecido por cuidarte de esos chicos —, dijo Sasagawa con una cara seria. Shiina estaba sin palabras. Ciertamente Sasagawa lo había ayudado, pero confiaba en que aún habría estado bien si Sasagawa no hubiese intervenido. Pero incluso si lo

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decía, a estas alturas, sólo sonaría como si estuviese inventando excusas. — No tengo dinero. ¿Estás loco? — Shiina escupió, frunciendo el entrecejo. Ciertamente, no tenía la intención de darle ningún tipo de recompensa. Sin embargo, Sasagawa ágilmente arrancó la billetera del bolsillo posterior de Shiina y sacó un billete de 10.000 yens. — ¿En verdad eres profesor? — preguntó Shiina dudosamente mientras recuperaba su billetera. — ¿Qué hay de ti? ¿De verdad estás en la escuela secundaria? ¿Qué estudiante de secundaria lleva tanto dinero? — Sasagawa frunció las cejas, sonriendo con un ojo cerrado. La billetera de Shiina estaba llena con el dinero que Kanako le había dado por tener sexo. Sin decir una palabra, Sasagawa se había dado cuenta de que era dinero sucio y Shiina percibió que había una posibilidad de que le preguntara de dónde lo obtuvo. Sin embargo, Sasagawa en silencio dobló el dinero y lo colocó en su bolsillo delantero. Shiina pudo deducir que era serio en un 100%; no había una pizca de broma en sus acciones. Mientras observaba con una mirada atónita en su rostro, Sasagawa de repente cambió el tema. — Ah, sí. ¿Te irás en el próximo tren? — Eh… sí —, respondió Shiina tranquilamente y miró detrás de él. No vio a ningún pasajero alineado en la plataforma. Parecía que aún había más tiempo. Miró nuevamente hacia adelante. Esta vez, los ojos de Sasagawa estaban entrecerrados, y siguió la mirada del hombre. — ¿Hacia dónde? — incitó Sasagawa.

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— Hacia el sur —, respondió Shiina. Sasagawa dirigió su mirada desde la plataforma hacia Shiina. Quizá era porque no pestañeaba mucho, pero los ojos de Sasagawa tenían el poder de silenciar a la gente. Cuando lo miraba así, Shiina sentía como si fuera algún tipo de juego de cacería. Comenzó a sentirse atrapado y la atmósfera se volvió sofocante. Tratando de aguantar la extraña atmósfera, Shiina miró hacia abajo. Aún podía sentir los ojos penetrantes de Sasagawa sobre él. — Shiina. ¿Me acompañarías hasta que llegue el tren? — En esta sugerencia de hacer tiempo, incluso cuando la voz de Sasagawa era baja, había algo que también era cortés. Shiina elevó su mentón y miró hacia arriba a partir de los flequillos de su cabello café. — ¿No es eso lo que estoy haciendo? — No, me refiero a que de verdad me acompañes. Shiina no tenía idea de lo que Sasagawa quiso decir con esto, o de sus intenciones. Inclinó su cabeza y miró a Sasagawa en silencio. Se sintió dominado por la mirada firme de Sasagawa y sintió también que dejaba de pestañear frecuentemente. Incluso cuando reconocía el rostro de Sasagawa, el hombre definitivamente no parecía su profesor. Ya que no habían pasado tanto tiempo juntos, no sabía mucho acerca de la personalidad de Sasagawa. No sabía lo que el hombre estaba pensando y eso lo hacía sentirse incómodo. No sabía qué hacer, lo que hacía incluso más difícil apartar su mirada de la de Sasagawa. Se estaba concentrando tanto que no se dio cuenta de que había sido capturado por Sasagawa.

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— Estoy harto de esperar a las hienas —, dijo Sasagawa. — Es aburrido. Además, tú eres mucho mejor que esos chicos sucios de antes. Así que, ¿harás algún tiempo conmigo hasta que venga el próximo tren? — Supongo que sí… pero, ¿qué quieres que haga? — le preguntó al alto Sasagawa. — Es un secreto —, respondió el profesor con una sonrisa burlona. — Esto es una estupidez —, Shiina escupió fríamente. Sasagawa había sido tan persistente que Shiina había dicho que sí, pero al parecer el hombre sólo se estaba burlando de él. Shiina rápidamente volteó y comenzó a caminar hacia la estación. Ignorando la voz que lo llamaba, continuó hacia el silencio. — ¡Espera! — le gritó Sasagawa, su voz mezclada con risa. Como Shiina aún no volteaba, Sasagawa agarró su brazo y lo obligó a darse vuelta. — Eres terco, ¿verdad? — ¿Qué? — preguntó Shiina en un tono aburrido, mirando a Sasagawa. — Si me acompañas, no te haré pasar adelante en clases por una semana. ¿Qué tal eso? — Sasagawa estaba tratando de negociar con Shiina, pero su voz calmada y ojos penetrantes parecían serios. “¿Por qué está siendo tan persistente? ¿Qué quiere que haga?” Incluso cuando Sasagawa no se lo decía, Shiina sintió un poco de incomodidad, pero fue persuadido un poco por la

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oferta de Sasagawa. Lo pensó por un rato corto y luego estableció sus términos. — Agrega que está bien si duermo durante la clase. Sólo así será un trato. Obteniendo el consentimiento de Shiina, Sasagawa sonrió abiertamente y Shiina miró hacia adelante. Yéndose del estacionamiento de bicicletas, entraron a los terrenos de la estación de trenes. Ya que Sasagawa las había ahuyentado, no parecía haber más hienas a la redonda. Todos los pasajeros restantes tenían las mismas expresiones calmadas en sus rostros. En medio del ruido a su alrededor, Shiina siguió a Sasagawa hacia donde lo estaba guiando. Sasagawa se sacó su gorra y la puso en el bolsillo de sus pantalones de camuflaje, luego abrió la puerta de un baño de hombres en una parte aislada de los terrenos de la estación de trenes. — Entra —, le ordenó con voz arrogante. Shiina se paró al lado de la puerta, miró a Sasagawa y luego entró. Él sólo usaba esta estación de trenes para volver a casa después de ver a Kanako, por lo que nunca había estado en este baño. Los graffitis en la pared llamaron su atención. Había basura y revistas tiradas por todos lados. Mientras miraba a su alrededor, Sasagawa repentinamente agarró su hombro. Shiina ni siquiera tuvo tiempo para sorprenderse. Golpeó fuertemente la pared escrita con graffiti. — ¡Nngh! — El dolor corría por su espalda y un sonido escapó desde la parte de atrás de su garganta. Era el mismo sonido que el chico-hiena había hecho cuando Sasagawa lo hirió. Miró hacia arriba y vio los ojos amenazantes de Sasagawa y no pudo apartar la vista. A su derecha había dos retretes, a su izquierda dos urinarios en fila y en frente de ellos

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un casillero, aparentemente usado para los artículos de limpieza. El espacio era tan angosto que no había lugar para escapar. Sasagawa había clavado efectivamente a su presa a la pared. — En clases, siempre me miras… ¿o no, Shiina? ¿Tanto te gusto? — susurró gentilmente en el oído de Shiina. Ya que no tenían mucha diferencia de altura, sus rostros estaban muy cerca el uno del otro. Una sonrisa morbosa se expandió sobre el rostro de Sasagawa. Sus largos dedos tocaron el lóbulo de la oreja de Shiina. Luego, viajaron lenta y provocativamente hacia su nuca. Jugó con el suave cabello de Shiina. Su rostro se tensó en respuesta al toque desconocido de otro hombre. No quería dejar que Sasagawa viera esta confusión, así que trató de permanecer inexpresivo, pero no podía continuar en esta extraña situación. Sasagawa mantenía su mirada furiosa y sólida, con lo que los puños apretados de Shiina se humedecieron con sudor. No podía mover sus piernas, que resistían firmemente sobre el suelo cubierto de baldosa. Shiina tragó saliva en respuesta a la mirada de lujuria en los ojos de Sasagawa. Finalmente lo entendió. Siempre había pensado que Sasagawa mostraba poco interés en las estudiantes femeninas, pero nunca habría pensado que se convertiría en el objetivo de los afectos de Sasagawa. Siempre había mirado a Sasagawa con curiosidad, pero quizá el hombre había entendido mal el significado detrás de ello. Pero incluso si él sí tenía sentimientos por Sasagawa, como profesor él debería reprochar y rechazar a Shiina. Pero este tipo de provocación y bullying(4) era la peor forma de 4

( ) El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar o por su término inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado.

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tratarlo. No le gustaba ese comportamiento perverso. Era detestable. Shiina miró a Sasagawa con disgusto. — ¿No eres tú el que gusta de mí? La única razón por la que te miro en clases es para escucharte explicar los problemas. No hay otros sentimientos detrás de ello. Sólo las chicas me ponen duro, soy un tipo común. Si aún tienes esos sentimientos, quizá deberías ir al hospital a que te revisen —, dijo fríamente. Incluso cuando Shiina llegó así de lejos, Sasagawa no parecía estar enojado. De hecho, sonrió y dijo, — Escuchar palabras rudas como esas salir de una boca tan linda como la tuya no puede hacerme enojar. Al parecer Sasagawa no iba a aflojar. Al parecer nada de lo que Shiina dijera ahora haría alguna diferencia. Shiina arrugó su cara. Todo lo que podía hacer era estar sorprendido por el exceso de confianza de Sasagawa. Sasagawa aún sostenía sus dos hombros. Atrajo su cuerpo más cerca del de Shiina. Escalofríos recorrieron el cuerpo de Shiina, y justo cuando abrió su boca para protestar, Sasagawa le robó un beso. — ¡Mmmmnnph! Shiina cerró sus ojos en un acto reflejo. Sasagawa lo besó a la fuerza, codiciosamente. Shiina desesperadamente trató de alejar su rostro, pero Sasagawa siguió igual de persistente. Shiina jadeó, tratando de respirar, y Sasagawa rápidamente empujó su lengua dentro de la boca de Shiina, como si hubiese estado esperando ese momento. Como la cabeza de Shiina estaba clavada en la pared, no podía levantarla. Trató de inclinar su cabeza hacia abajo para escapar, pero Sasagawa agarró su mentón.

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No tenía idea de que ser violado por alguien era tan doloroso. Sintió una sensación opresiva de disgusto bien arriba en la boca de su estómago. Incluso cuando su estómago estaba vacío, se sintió tan enfermo que pensó que vomitaría. Incluso cuando Sasagawa vio lo pálido que se había vuelto el rostro de Shiina, no mostró señal de aflojar, pero suavizó su expresión y continuó disfrutando el beso. Ciertamente, Shiina no se atrevía a criticarlo. De todas formas, no podía escapar de la situación, ni podía respirar. Trató de empujarlo con sus manos. Incluso trató de patear las pantorrillas de Sasagawa, pero el fuerte agarre de sus dos hombros no se aflojaba. Cuando se movía, Sasagawa también lo hacía, y cuando no se movía, el cuerpo de Sasagawa apretaba con más fuerza su pecho contra el suyo. Con una mirada vacía en sus ojos, Shiina se volvió hacia Sasagawa. Estaba exhausto por haber tenido sexo con Kanako, así que sin importar las veces que trataba de escapar, no podía. Sin importar lo mucho que se quejaba, era silenciado. No había nada que pudiese hacer. Después de que Sasagawa había explorado cada rincón de la boca de Shiina con su lengua, finalmente alejó sus labios. Al ver la expresión silenciosa de Shiina, Sasagawa rió ligeramente. El odio se apoderó de Shiina por esta actitud calmada y compuesta. Mirando hacia otro lado, vio la silueta de alguien más allá del vidrio esmerilado de la puerta del baño. La persona parecía estar hablando con alguien cerca de él, ya que podía oír sus voces bajas. Era un hombre con una complexión robusta que vestía una chaqueta y un sombrero. Un empleado de la estación de trenes.

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Shiina respiró profundo, pegándose a la poca luz que repentinamente entró en la oscura habitación. — Permanece en silencio —. La larga mano de Sasagawa cubrió su boca. Desviando su vista de la puerta del baño, Shiina lo miró furiosamente, con resentimiento. Sasagawa agarró su mentón y miró fijamente a Shiina. — Si eres un hombre, cumples tus promesas, ¿verdad? Incluso si eres un estudiante, no perdonaré a alguien que no cumple su promesa. A la amenaza de violencia, Shiina sintió una completa desesperación. Sasagawa había golpeado incesantemente al chico de antes y podía hacer lo mismo con Shiina. Después de un rato, la silueta de la persona se desvaneció de su campo de visión. Cerrando sus ojos, Shiina dejó salir un fuerte suspiro en la palma de Sasagawa. Tenía que hacer algo para sobrevivir. Sasagawa lentamente sacó su mano de la boca de Shiina. Lo miró furiosa e intensamente, como advirtiéndole, y luego revisó su reloj. — Aún quedan 10 minutos antes de que llegue el tren hacia el sur. Terminaré antes de que llegue a la plataforma. — ¿Entonces me estás diciendo que aguante hasta entonces? — preguntó Shiina calmadamente, pero aún enojado. “Qué hombre tan egoísta”. Sasagawa dijo despreocupadamente, — No importa lo que pienses. Mientras me dejes tocarte donde yo quiera, estaré satisfecho.

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Shiina se quedó sin palabras con esta declaración ambiciosa y enérgica. Su rostro se paralizó, desconcertado. Ya no podía ser amable. Había tenido suficiente. — ¿Es una maldita broma? ¿Cuántas veces tengo que decirte, no estoy interesado en un profesor pervertido como tú? ¡Déjame ir! — dijo, alzando su voz. Sus piernas eran la única parte de su cuerpo que permanecía libre, por lo que golpeó los muslos y pantorrillas de Sasagawa desenfrenadamente. — ¿No eres muy obediente, verdad? — Los ojos de Sasagawa desbordaban furia. Shiina no pudo evitar sobresaltarse por el repentino cambio en la expresión de Sasagawa. No podía comparar al hombre con una hiena. Era un hombre verdaderamente peligroso. — Si no paras, le diré al Director y al Comité de la escuela —, amenazó Shiina, tratando de esconder su miedo. Si Sasagawa decidió llegar tan lejos, Shiina no se retractaría tampoco. Tenía que hacerle ver eso. Al escuchar esto, Sasagawa levantó la comisura de sus labios, como si hubiese escuchado una ridiculez. Respondió con una voz baja, — Adelante. Pero, ¿tienes el coraje de decir: “Fui víctima de un profesor pervertido”? ¿Quieres que la gente te mire así? Estarás incluso más solo. Bueno, supongo que siempre te ha gustado estar solo, ¿así que quizá no te importe? Se había sacado la máscara serena y calmada que normalmente utilizaba, y las palabras que decía ahora eran demasiado crueles. Se había aferrado a la más profunda debilidad de Shiina.

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Shiina se puso pálido. Silenciosamente, continuó mirando fijo a Sasagawa, no porque quisiera, sino porque no podía parar. Clavado entre Sasagawa y la pared, su cerebro había olvidado cómo mover su cuerpo. — ¿Sabes, Shiina? Un solitario es excluido del grupo y no tiene más opción que vivir por sí mismo, en soledad. Es una existencia miserable. No hay nada de tranquilidad acerca de ello. Suena exactamente como tú, ¿no? — Sasagawa dijo fría y sarcásticamente. — ¿Por qué tienes que decir cosas como ésa? — la voz seca y tensa de Shiina confirmaba lo que Sasagawa había estado adivinando. — Eres muy estúpido —, se burló Sasagawa. — ¿Crees que no me he dado cuenta? Eres demasiado lindo para tu propio bien. Esa es la razón por la cual te destacas tanto. Por eso rara vez hablas con otros estudiantes, por eso te distancias durante el descanso, por eso siempre estás solo. Pero el tipo de gente que hace eso a propósito, quienes quieren hacerlo, quienes lo hacen porque quieren caminar por su propia senda, no se ven tan solos como tú cuando están solos. ¿Me equivoco? Shiina no pudo responder. Entonces, ¿qué tipo de mirada tenía en sus ojos ahora? ¿Sasagawa pensó que podía entender a alguien como Shiina, quien estaba avergonzado, deplorable y al borde de las lágrimas? Las duras palabras de Sasagawa hacían eco en su cabeza, y Shiina no podía hablar. Se cubrió su rostro. Incluso si era ridiculizado por usar este escape, era mejor que Sasagawa y su adivinanza de lo que sentía. Se mordió sus labios y trató de soportar esto.

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— No te quedes ahí, di algo —. Sasagawa agarró su mentón, obligando a Shiina a mirarlo. Esto le permitió a Sasagawa mirar profundamente a los ojos de Shiina. Este espacio tenso, angosto. Shiina apretó su puño fuertemente. Trató de recobrar su compostura, frotando sus dedos sudados. Alguien tan atractivo como Sasagawa podía tener a quien quisiera, entonces, ¿por qué tendría que esforzarse tanto en molestar a un estudiante fuera de clases? Shiina no entendía, y eso lo asustaba. Estaba tan asustado que las lágrimas que estaban a punto de salir sólo se detuvieron por sus pestañas, por lo tanto tenía miedo hasta de pestañear. Sasagawa miró fijamente a los ojos mojados de Shiina, pero no lo molestó. — Si te quedas quieto, seré gentil. Shiina fingió considerar esto, y luego los labios de Sasagawa encontraron los suyos. — … Mmmph. Sasagawa se abrió camino entre el suave chaquetón negro de Shiina, y trepó lentamente por debajo de su camiseta gris. Shiina tembló y se le puso la piel de gallina al sentir las manos de Sasagawa sobre él. Estaba molesto porque su corazón había sido expuesto, ¿pero ahora su cuerpo también lo estaría? La lengua mojada de Sasagawa invadió nuevamente su boca. La resistencia de Shiina se volvió apatía, y su decepción se volvió desesperación. La presión que sintió en su pecho se hizo más y más pesada. Los labios de Sasagawa se desviaron hacia su mandíbula, luego hacia su cuello. Los párpados parcialmente cerrados de Shiina comenzaron a temblar. — … Nhmf.

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Sasagawa subió la camisa de Shiina hasta su cuello, exponiendo su pecho. Comenzó a lamerlo con una lengua resbaladiza. Shiina no pudo aguantar más esta sensación de incomodidad, por lo que cerró sus ojos. Sasagawa continuó persistentemente, y la punta de su lengua rodeaba la tetilla de Shiina. Una vez que se endureció, la tomó con su mano, mordiendo y succionándola, y luego repitió el proceso. — ¡No soy… una chica! Shiina protestó con dificultad, pero Sasagawa no quería escucharlo. Era difícil soportar la sensación de los dedos de Sasagawa sobre él. Una sensación cosquillosa, horrorosa e incómoda permanecía en su piel. Cerró sus ojos, apretándolos fuertemente, para ignorar esta situación. Lo único que lo mantenía era esperar el sonido del tren chirriando camino a la plataforma. Ansiaba escucharlo, pero parecía que nunca llegaba. Los 10 minutos que había mencionado Sasagawa parecían extremadamente largos. Sin embargo, Sasagawa no desperdiciaba ni un segundo. Sus labios dejaron el pecho de Shiina y buscaron algo más, empujando su cuello. Siguiendo su bien formado maxilar, finalmente descansaron nuevamente en sus labios. Con este beso erótico, Shiina se dio cuenta de las verdaderas intenciones de Sasagawa. No podía escapar, así que sólo tuvo que aceptarlo. Una de las manos de Sasagawa recorría su pecho hacia abajo, mientras que la otra le desabrochaba el cinturón, revelando los huesos de la cadera de Shiina. Sus manos bajaron más y con la punta de los dedos sacaron el miembro de Shiina. — ¡Ow! — Un dolor agudo recorrió el lugar que Sasagawa había tocado y Shiina no pudo evitar chillar.

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— ¿Hm? — Alejando sus labios, Sasagawa miró el rostro de Shiina. Si decía alguna excusa, estaría avergonzado después, así que supuso que podría bien decir la verdad. Shiina miró hacia abajo con ansias y luego dijo lentamente, — Hace un rato me corrí, así que duele. — ¿Con quién? No esperaba que le preguntaran tanto detalle, pero no tenía intención de desobedecer a Sasagawa. Así que Shiina reveló su relación con Kanako lo más bruscamente posible. — Una señora rica. Me da 10.000 yens si lo hago con ella, así que nos reunimos ocasionalmente. “Por favor no me preguntes más”, pensó desesperadamente. Estaba molesto porque no tenía las agallas de decirlo en voz alta. — Hmmm… bueno, entonces supongo que no debería hacer que te corras —, dijo Sasagawa. Shiina sintió alivio por la forma en que Sasagawa se lo tomó tan casualmente. Sin embargo, los dedos de Sasagawa treparon hacia la parte trasera de sus pantalones, y Shiina abrió sus ojos con sorpresa y agarró el brazo de Sasagawa. — Oye, ¿qué estás haciendo? — chilló. Los dedos de Sasagawa estaban acariciando el área cercana a su trasero de una manera provocativa. — Bueno, dijiste que no podrías ponerte duro. No me queda mucho tiempo, así que esta es la única forma que queda con la que puedo disfrutar —. Las puntas frías de sus dedos subieron.

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Shiina tembló y tensó su trasero para tratar de bloquear los movimientos de Sasagawa. Dejó salir un corto suspiro y miró hacia arriba. Vio el rostro de Sasagawa mirándolo con ojos de serpiente. Las comisuras de sus labios estaban hacia arriba de forma perversa, y sacó su dedo del medio, mostrándoselo a Shiina. Luego lo lamió, cubriéndolo con saliva. La mano que había estado descansando en su trasero atrajo a Shiina hacia Sasagawa. Con pánico, Shiina miró hacia abajo. Esta vez, el dedo mojado se estaba abriendo camino dentro de sus pantalones. — ¡Ah… mnnfh! La sensación húmeda provocó el lugar que los dedos de Sasagawa recién habían estado tocando. Shiina levantó su rostro con una mirada angustiada y descansó su mentón sobre el hombro de Sasagawa. Se sintió enfermo por la sensación de un dedo entrando en él. El dedo de Sasagawa se retorcía gentilmente dentro de él, como si estuviese relajando la vagina de una mujer. — ¡¡Ah… ahhh… ahhh!! Incluso cuando se suponía que fuese incómodo, Sasagawa estaba empujando justo en la zona erógena de Shiina, y una voz excitada se le había escapado. Ese sonido lleno de lujuria hizo que un sentimiento acalorado estallara dentro de él. Al escuchar esto, las manos de Sasagawa no pararon, sino que trataron de sacarle más placer. Sasagawa era diferente a otros profesores. Había sido interesante. Ésa es la única razón por la cual Shiina siempre lo miraba. Shiina había sido malentendido, pero, ¿qué había hecho para merecer esto? Sentía lástima de sí mismo.

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Mientras Sasagawa lo sostenía, los hombros de Shiina comenzaron a temblar. — ¿Qué, estás llorando? ¡Qué lindo! — Sasagawa había sentido el cambio en Shiina. Liberó un poco su cuerpo para ver su rostro. Shiina miró hacia arriba, sus ojos mojados y su pelo desarreglado. El silencio emocional continuó. Sasagawa entornó sus ojos, como si acabase de ver algo que no hubiese querido ver. — No era mi intención llegar tan lejos —. Respiró pesadamente y sacó su dedo. Shiina percibió sus palabras como una disculpa, pero estaba muy equivocado. — ¿Qu… qué? — dijo jadeando mientras Sasagawa desabrochaba sus pantalones y le sacaba su ropa interior. Shiina estaba impactado. Sasagawa lo agarró, elevándolo. Sasagawa sostuvo una pierna en la pared y sentó a Shiina en uno de sus muslos. Shiina no sabía qué estaba pasando. Aún se resistía. Sasagawa vio esto, y con manos impacientes abrió sus propios pantalones y expuso la prueba de su lujuria hirviente. Exprimió un líquido claro desde la cabeza de su pene, esparciéndolo sobre este. Lo acarició un par de veces y Shiina se congeló ante esta terrible escena de Sasagawa preparándose para el sexo. — ¡P… para! — exclamó Shiina. — ¡¿Qué crees que estás haciendo?! Con esto, los ojos de Sasagawa le lanzaron dardos. Jaló los pantalones de Shiina y su ropa interior hasta sus rodillas, elevándolo más alto en su muslo, para que se viera su trasero. Shiina verdaderamente se había convertido en la víctima de su profesor.

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— Tú… oww… — jadeó Shiina. El miembro mojado de Sasagawa comenzó a entrar en su cuerpo. La situación iba más allá de lo terrible, y todo lo que Shiina podía hacer era cerrar sus ojos para escapar de la realidad. Pero Sasagawa comenzó a ir más y más profundo dentro de él. Las paredes internas de Shiina se expandieron adaptándose a la forma de Sasagawa. Después de que Sasagawa pasara por el lugar más doloroso, todo lo que quedaba era aguantar el dolor de lo largo que era. — ¡Nnn… ahh, ahh! Sasagawa empujó lo más profundo que pudo, y un gran pánico retumbó en el cerebro de Shiina. Sasagawa se salió y luego se metió nuevamente. Shiina respiraba con dificultad por el dolor de sus acciones. — Sé que no quieres, pero si no te agarras fuerte de mí, te caerás al suelo sobre tu trasero —, Sasagawa dijo con calma. Tímidamente, Shiina abrió sus ojos y vio la mirada de Sasagawa penetrándolo. Incluso cuando Sasagawa se estaba entregando a su propio placer, estaba sorpresivamente calmado. Shiina estaba sorprendido y a la vez enojado por la actitud de Sasagawa. Él era el que abría su boca y hacía ruidos cada vez que Sasagawa entraba en él; él era el único que reaccionaba. Tan pronto como se dio cuenta de esto, sus mejillas se sonrojaron. Estaba muy avergonzado por las lágrimas que se habían juntado en los rabillos de sus ojos, no lo podía soportar. Bajó su cabeza avergonzado y se aferró a los brazos de Sasagawa, volteando su cabeza hacia otro lado.

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Sasagawa envolvió sus brazos alrededor de la parte trasera de las rodillas de Shiina, sosteniéndolo fuertemente. Estaban en una posición frente a frente, y se esforzó una y otra vez para que siguieran así. — Nnn… aahh… ah… haaa… ughh… Sin importar lo mucho que Shiina tratara de reprimir los sonidos que escapaban de sus labios, las vibraciones provocadas cuando Sasagawa entraba en él lo obligaban a abrir su boca. En su cabeza no podía entender este comportamiento anormal, pero a medida que se acostumbraba, las brasas de calor dentro de él volvieron a despertar. “¡No, no puedo!” Trató de reprimirse, pero su cuerpo continuaba buscando el placer que le daba el miembro de Sasagawa. Si se sostenía lo suficientemente fuerte, sus paredes internas se contraerían, dejando salir más estimulación. — Ah… nnnhaa…

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La fricción sobre el lugar que quería creció, con lo que emitió un sonido excitado. Los empujes de Sasagawa se volvieron más estrechos y violentos, y Shiina se aferraba desesperadamente a él, enterrando su rostro en el pecho de Sasagawa. Entremedio de sus piernas, su miembro, que había sido doloroso de tocar, comenzó a producir un néctar empapado y claro. Cada vez que inhalaba desesperadamente, el deseo de eyacular brotaba en su abdomen. Había pasado el punto sin retorno, pero Sasagawa no mostraba señales de salirse de dentro de él ahora que él había aflojado. Shiina se impacientó e intensificó el agarre de sus manos que se aferraban alrededor del cuello de Sasagawa. Acercó su mejilla caliente al cuello de Sasagawa. — ¡Ah… aaaaahhh…! Arrancó la tela de su camisa y justo cuando pensó, “No voy a durar”, eyaculó con su nebuloso pene sobre el abdomen de Sasagawa. El calor de su cuerpo comenzó a disminuir. Shiina se quedó mirando la escena con una mirada vacía. Se había dejado llevar. Era demasiado tarde para inventar excusas ahora. Había sido violado por otro hombre, su profesor, y era torturado por el hecho de que se había dejado llevar. La humillación era demasiado para él para soportar, por lo que comenzó a sollozar. Sasagawa puso un brazo alrededor de sus hombros, y susurró gentilmente en su oído, — Si te sientes demasiado solitario estando solo, siempre puedes confiar en mí. Mis brazos siempre estarán abiertos. Shiina lentamente abrió sus ojos mojados. No había forma de que pudiese confiar en Sasagawa. Los intereses ocultos del hombre eran probablemente provocarlo para

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obtener placer, llevarlo a un pseudoamor para poder controlar y jugar con las emociones de Shiina. Por eso no podía caer. No era tan estúpido como para caer y ser la carnada en su trampa. Su cabeza le decía que fuera cuidadoso, pero su corazón se sentía atraído por Sasagawa. Shiina estaba indignado con su propia debilidad. “¿Cuán débil puedes ser?”, se regañó a sí mismo, deprimido. — Shiina —. Se mordió su labio al escuchar el sonido de la dulce voz que alcanzó sus oídos. La ignoró. Los labios calientes de Sasagawa empujaron suavemente la piel expuesta que salía del cuello de su chaquetón. — Puedo salvarte… — Sasagawa hablaba como si él fuera la única salida. El tren que Shiina había estado esperando llegó a la plataforma. Al mismo tiempo que fue anunciado, Sasagawa liberó su cuerpo, justo como lo había prometido. Sin mostrar una pizca de arrepentimiento, Sasagawa abrió la puerta y se fue. El baño se sintió extrañamente silencioso con nadie más allí, y la parpadeante luz fluorescente sobre su cabeza era molesta. Shiina estaba en estupor. Apoyó su espalda contra la pared, incapaz de moverse. Sus manos cayeron flojamente a sus lados y la sensación del cuerpo de alguien más dentro del suyo permanecía.

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Capítulo 3

M

irando a sus compañeros de clase saludarse como cada mañana por el rabillo de su ojo, Shiina se sentó en su silla. Sus anteojos se resbalaban por la fuerza que hacía mirando hacia abajo. Sin arreglarlos, suspiró profundamente y se echó sobre su escritorio. Cruzó sus brazos y se sintió a gusto, con la oscuridad por dentro. Había querido quedarse en su casa ese día. Se sentía muy incómodo por forzarse a ver el rostro de Sasagawa, eso lo enojaba mucho. Sus cuerpos se habían unido en un baño de una estación de trenes y de alguna forma Sasagawa lo había obligado. No podía entender por qué había mostrado tanto de sí mismo a Sasagawa. Matemáticas era una asignatura troncal y se dictaba diariamente. Si no se presentaba, Sasagawa seguramente lo ridiculizaría. Shiina no tenía agallas, era un debilucho. Con eso había recriminado a Shiina. Shiina tenía muchas ganas de escapar, pero no tenía la suficiente paciencia para soportar más recriminaciones. Por esa razón se había presentado como era de suponerse. Luego de que los primeros dos periodos habían terminado, era hora de la clase de Matemáticas. Ni siquiera se ponía así de nervioso para los exámenes finales. Con el sonido del timbre, su corazón comenzó a latir salvajemente.

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La puerta corredera que daba a la sala de clases se abrió con un chirrido, y Sasagawa entró, luciendo como siempre. Vestía el abrigo blanco sucio y pantalones gris oscuro. En sus pies tenía un par de sandalias café. Shiina no podía levantar su rostro, pero sentía la presencia de Sasagawa en la sala. Sasagawa se paró en la plataforma y comenzó a pasar lista. Si alguien respondía, normalmente no levantaba la mirada. Por lo tanto, todos los estudiantes que nombraba daban respuestas desanimadas. — Shiina —, llamó con una voz baja. El corazón de Shiina saltó dentro de su pecho. —… Aquí —, respondió, mirando hacia el lado. “Está bien, sólo actúa normal”. Trató de consolarse. Se agarró sus manos fuertemente por debajo de su escritorio. — No te escucho —, la voz aguda de Sasagawa hacía eco en la sala de clases. Estaba mintiendo. Shiina había respondido como siempre lo hacía. Shiina levantó su rostro malhumoradamente y vio los ojos de Sasagawa mirando justo hacia donde estaba él. El cabello negro de Sasagawa estaba peinado hacia atrás y sus cejas estaban levantadas. Para colmo, de todos los estudiantes en la sala, la mirada sólida de Sasagawa estaba enfocada únicamente en él. Sasagawa era el que lo había besado muchas veces la noche anterior, él era el que le había traído ese calor. También él era la única persona que se había dado cuenta de la oscuridad que había en el fondo de su corazón.

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— No puedo escucharte cuando hablas entre dientes — regañó Sasagawa con voz arrogante. La forma en que se movían sus labios era extrañamente obscena. Shiina conservaba una expresión fría y se disculpó con una voz más fuerte. — Lo siento. Sasagawa continuó mirando fijamente a Shiina, como si se estuviese burlando de él. Sus ojos lo estaban desafiando. A su lado, Shiina sintió la mirada de Ai. Sintiendo los ojos de ambos sobre él, Shiina comenzó a sentirse incómodo. Tembló ligeramente, con nerviosismo. Ni siquiera podía respirar cómodamente. Fingía ser frío para esconder su tierno corazón, pero incluso eso había sido expuesto y no sabía cómo arreglarlo. Su incomodidad creció, porque ni siquiera tenía la respuesta. Sasagawa volvió su atención hacia el libro de asistencia y nombró al siguiente estudiante. Luego de unas pocas personas más, Shiina relajó sus hombros y echó su cabello hacia atrás. Desde la ventana de la sala de clases, el cielo parecía alto e incluso cuando los árboles que rodeaban el edificio ya se estaban volviendo amarillos, comenzó a sudar. Sasagawa les dijo que sacaran sus libros de texto, y todos lo hicieron con un murmullo. Shiina se concentró tanto en las acciones de Sasagawa durante la clase, que no aprendió nada.

Frunció el ceño al equipo de atletismo que armaba jaleo al otro lado de la acera. Shiina, quien no participaba en actividades de clubs, iba camino a casa, y normalmente

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pasaba de largo por los grupos de la escuela intermedia a esa hora. Su horario parecía ser el mismo. A diferencia de los estudiantes de secundaria que usaban sus uniformes como ellos querían, los niños de la escuela intermedia aún obedecían las reglas de la escuela y de los profesores. Sus ordenadas apariencias eran refrescantes. El solo mirarlos revelaba su sentido de la disciplina. — ¡Ow! — Algo golpeó a Shiina por atrás. Volteó. Parecía como si un bolso deportivo o algo lo hubiese golpeado. — ¡Oh, lo siento! La alta voz de un joven que aún no pasaba por la pubertad se escuchó al lado de Shiina. Pudo deducir a simple vista que el chico no lo lamentaba en lo absoluto, pero no iba a enojarse por algo tan banal, así que lo dejó pasar. El chico cogió el paso con sus dos amigos, y cuando Shiina los pasó, exclamó, — ¡Hayato! Shiina apenas hablaba con su hermano menor en casa. Ahora lo recorrió con la mirada. El rostro bronceado de Hayato estaba lleno de desprecio. Sus dos amigos miraron a ambos extrañamente, luego uno de ellos dijo, — ¡Oh! — y comenzó a hablar emocionadamente. — Oye, ¿tú eres el hermano mayor de Hayato, del cual hemos escuchado tanto hablar? ¡Wow! ¡Eres demasiado genial! — Sus ojos se ampliaron mientras miraba fijamente a Shiina.

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Los ojos de Shiina se entrecerraron cuando dijo — ¿Qué han escuchado de mí? — Oh, bueno, mi hermana es una estudiante de primer año de secundaria y desde la escuela intermedia que dice lo genial que eres y lo popular que eres con las chicas — respondió el chico. — ¡Mi hermana también! — añadió el otro chico. — Incluso cuando de verdad es fea, ¡siempre habla de lo mucho que quiere que la abraces! Hayato apretó fuertemente su boca al ver la alegre conversación de sus dos amigos. “Tener un hermano jovial y lleno de vida como esos dos sería divertido”, pensó Shiina. Su pureza y ánimo lo relajaban, por lo que sonrió ampliamente. — Es suficiente. Vamos —, dijo Hayato con un tono de voz autoritario. No estaba entretenido por como sus amigos se agrupaban alrededor de la persona que más odiaba. — ¿Alguna vez podríamos ir a tu casa cuando esté tu hermano, Hayato? — sugirió uno de sus amigos. — ¡Quizá pueda enseñarnos cómo ser igual de genial que él! — ¡Sí, yo también, yo también! — intervino el otro amigo. Ambos levantaron sus manos, acercándose a Shiina con rostros serios. Eran tan infantiles — definitivamente niños de escuela intermedia. — Bueno, no estoy mucho en casa —, dijo Shiina, rechazándolos con una ligera sonrisa. Los rostros de los chicos se entristecieron. — ¿De verdad? ¡Oh, qué mal! — gritaron.

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— ¡Pero pueden ir a jugar con Hayato! Pueden ir las veces que quieran, ¿de acuerdo? — Una sonrisa inocente se expandió por el rostro de Shiina. Los dos chicos lo miraron hacia arriba como si estuviesen adorando a un dios. Levantando su rostro de los niños insistentes, sus ojos encontraron los de su hermano. Los ojos de Hayato estaban llenos de nada más que odio.

— ¿Qué crees que estás haciendo, tratando de actuar como mi hermano? — gritó Hayato. — ¡No me hables nunca más en público usando ese uniforme de escuela para idiotas! — Lo siento, no lo volveré a hacer — prometió Shiina. Incluso cuando los dos se dirigían al mismo lado, Hayato de alguna forma había llegado a casa antes que Shiina, y había estado esperándolo en la entrada, con cara de desprecio. Sin importar cuán duro entrenara con el equipo de béisbol, en una pelea real Shiina lo vencería. Sin embargo, Hayato no lo admitiría, pero sabía que sin importar lo mucho que detestara a Shiina o lo molestara, Shiina nunca le levantaría la mano. Por eso él podía decir esas cosas a su hermano. — También, este fin de semana los tres iremos a visitar a la abuela a Nagoya —, afirmó Hayato. Esa cantidad de gente dejaba a Shiina afuera. Qué infantil. — ¿De verdad? Diviértanse— Shiina dijo calmadamente.

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Esto pareció enojar aún más a Hayato. Su rostro se enrojeció y gritó, — ¡Dije que dejaras de actuar como si fueras mi hermano! ¿Eres estúpido? ¡Tu CI (5) debe ser igual a cero! ¿No te avergüenza ir a esa escuela secundaria para idiotas? Shiina estaba molesto por la forma en que Hayato trataba de ofenderlo a propósito. ¿Cómo quería Hayato que reaccionara? Shiina lo corrigió, diciendo, — ¿Idiotas? De hecho, es una escuela secundaria de nivel normal. Ciertamente, no es tan buena como a la que tú quieres ir. Hayato lo miró con una cara que decía, “¿Aún tratas de continuar con esta estúpida conversación?”. Se mordió sus labios y torció su rostro con angustia. — Olvídalo, ¡sólo cállate! ¡Fuera de mi vista! Shiina no sabía si era sólo porque Hayato estaba siendo un mal perdedor o estaba tratando de decir la última palabra, pero Shiina definitivamente sabía que no era algo que un hermano menor diría a su hermano mayor. Había dejado que todo pasara ligeramente hasta este punto, pero de pronto no pudo aguantarlo más. Levantando su mentón, encaró a Hayato con ojos destellantes. Avanzó con un golpe. — ¡Hayato! ¡Tu amigo está al teléfono! — la voz animada de su madre lo llamaba desde la sala de estar. — ¡Bueno, mamá! ¡Ya voy! — respondió Hayato, cambiando completamente su actitud. Shiina estalló en risa. Hayato reflexivamente levantó su rostro, como si fuese a quejarse nuevamente. 5

( ) CI : coeficiente intelectual.

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Shiina no podía aguantar la risa, por lo que cubrió su boca con su mano. Dijo arrogantemente, — ¿Tienes 15 y aún la llamas “mamá”? ¡Qué asqueroso! ¿Estás seguro de que ya no le succionas las mamas? Hayato no podía creer que acababa de ser insultado por su hermano, quien ellos habían dejado fuera de la familia. Indignantemente, tomó el cuello de Shiina. ¡Crash! Un sonido fuerte retumbó a través de la entrada. Su madre apareció nerviosamente desde la sala de estar. — ¿Hayato? ¿Algo anda mal? ¿Qué pasó? Hayato agarró su codo e hizo una expresión de dolor. “Tú eres el idiota que se cayó, no es mi culpa”. Shiina miró fríamente a su hermano, quien se acurrucaba cerca de su madre. — ¿Por qué le hiciste algo tan cruel a tu hermano? Jun, ¡respóndeme! — La voz acusatoria de su madre era extremadamente calmada. — Alguien con una cara tan fea no es ningún hermano mío — Shiina se burló. “Entonces qué, ¿ahora actuarás como mi madre?” Estaba sorprendido. Era incluso molesto hablar con ellos después de tanto tiempo. Dio media vuelta y se dirigió a su habitación en el segundo piso. Su madre elevó su voz, tratando de detenerlo. — ¡Jun! ¡Cómo puedes decir tal cosa? ¡Detente ahí mismo! ¡Discúlpate con Hayato en este instante! — ¿Por qué? — preguntó Shiina fríamente.

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— ¡Porque es tu hermano! — Abrazó fuertemente a su hijo de 15 años con una mirada prohibitiva en su rostro. Levantó la vista y lo observó con los ojos de un extraño. —No Hayato. Tú. ¿Qué derecho tienes para regañarme? ¡Eres una madre terrible! — dijo Shiina, sus ojos llenos de resentimiento. Su madre no se sobresaltó ante estas duras palabras. Shiina se irritó aún más y corrió por las escaleras, aislándose en su habitación. Rápidamente cerró con llave la puerta y se colocó sus audífonos. Desde el otro lado de la música que fluía por sus oídos, podía oír la voz de su madre gritándole. Suspirando, se apoyó contra la puerta y la golpeó lo más fuerte que pudo con su cuerpo. Dentro de poco, la voz de su madre se apagó. Normalmente, ella nunca le prestaba mucha atención, pero cuando lastimaban a Hayato siempre exageraba así. En casos como éstos, brotaba mucha furia dentro de él que ni siquiera sabía de dónde provenía. Sentándose en su cama, desesperadamente trató de concentrarse en la melodía que fluía por sus oídos. Quería sumergirse en su propio mundo, al cual pudiese escapar libremente. Quizá era porque no se podía calmar, pero no podía sentirse completamente solo. Casualmente chasqueaba su lengua, tratando de librarse. La inseguridad se prolongaba a partir de esa sensación, por lo que pasó su mojada lengua una vez más a lo largo de su boca. Sólo esta pequeña acción traía a su memoria los acontecimientos inmorales que habían tenido lugar en la estación de trenes. Todo su cuerpo comenzó a temblar. Sasagawa había agarrado cada parte de su cuerpo. En ese momento, cuando esas lágrimas patéticas rodaban por sus mejillas,

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Sasagawa lo había sostenido y dicho que lo salvaría. Si creía esas palabras, ¿podría escapar de esta oscuridad opresiva y sofocante? Su respiración se detuvo al pensar en el semblante ceñudo de Sasagawa. Shiina agarró el cable que colgaba en su pecho y se sacó los audífonos de sus oídos.

Era un día soleado durante un almuerzo tranquilo. Shiina estaba esperando la clase de Matemáticas del quinto periodo. Había llevado pan y una bebida deportiva de su tienda de costumbre y comenzó a caminar sin rumbo hacia el techo, cuando una chica lo llamó con un tono agudo de voz. — Lo siento, Shiina-kun. ¿Puedo hablar contigo? Volteó para ver a la chica que se sentaba detrás de Ai. Rara vez le había hablado, pero como eran compañeros de clase y sus asientos estaban de alguna forma cerca, recordaba el nombre. — ¿Morishita-san? Morishita llevaba unos aros que brillaban a la luz y sus mejillas estaban ligeramente matizadas con un color rosa. Incluso cuando su rostro se veía ingenuo, la forma en que se paró con sus brazos cruzados y sus piernas se asomaban por su corta falda, era provocativa. A solicitud de Morishita, fue con ella a la parte norte de la escuela y se escondieron en el rellano del primer piso. Esta escalera era comúnmente utilizada sólo para ir a las salas de

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clase, por lo que los estudiantes rara vez pasaban por ahí durante el almuerzo. Jugando con su largo cabello, excesivamente decolorado y con aspecto dañado, Morishita habló sin hacer contacto visual. — Um, se trata de Ai. — ¿Sí? — impulsó Shiina. — ¿No crees que está actuando como una presumida últimamente? — balbuceó Morishita. — Es tan molesto. Puede que no lo sepas, pero ella cree que es demasiado genial porque se sienta al lado tuyo. Nos dice las cosas que observa de ti todos los días y a veces se pega. Es como, “¿Quién te crees que eres?” ¿Sabes? De verdad me irrita. Había estado hablando normalmente con Ai antes del almuerzo. Las chicas daban miedo. Fácilmente podían esconder tal hostilidad. Shiina comúnmente establecía un exterior frio, pero Morishita tenía una personalidad dividida genuina. — Sí, ¿entonces qué quieres que haga al respecto? — Miró a Morishita, ladeando su cabeza con una expresión de aburrimiento en su rostro. Incluso cuando sentía que él no estaría de acuerdo, respondió rápidamente — Ignora a Ai. Apenas sabían los nombres del otro y aun así ella lo estaba mandando. Incluso si era una chica, no lo aguantaría. Shiina se rascó la parte posterior de su cabeza y rió débilmente. Miró a Morishita. — ¿Incluso cuando de todas formas no tenga ninguna intención de ser amigable con ella? ¿No es eso un poco difícil?

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— ¿Por qué? Todo lo que tienes que hacer es ignorarla si te habla. Sólo eso. ¿No es fácil? — Morishita preguntó de forma petulante. — No puedo ser frío con alguien sin ninguna razón — dijo Shiina. — Yo tengo una razón. Es porque me gustas, Shiina-kun — confesó, apretando la comisura de sus labios. Shiina se calló cuando Morishita añadía con una mirada de furia en su rostro — Por eso es que Ai me pone los nervios de punta. Si ella encontraba que su amiga era tan desagradable por esto, sería una amistad muy corta. Sintió pena por Ai, quien no tenía idea de que esto estaba pasando. Morishita probablemente pensaba que era mejor para Shiina que Ai. — Perdona, pero yo no siento lo mismo — dijo Shiina fríamente. Tiró la botella de plástico que sostenía en una mano con un golpe fuerte, y con la otra mano se refregó la punta de su nariz. — Si tuviese que elegir, sería a ella, porque Nishida-san es más linda —. Nishida era el apellido de Ai. Shiina rió sarcásticamente. Morishita lo miró con ojos húmedos. verdaderamente frío, Shiina-kun — dijo.



Eres

— Lo siento, siempre he sido así. Además, no salgo con una chica a la que no amo — dijo, rechazándola completamente y manteniéndola a distancia. Si le daba una respuesta poco entusiasta, no entendería. Incluso cuando ella actuaba como si estuviese convencida, lucía como si fuese a decir, “¡No me rendiré!” y

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luego lucía como si fuese demasiado problemático. — Olvídalo, entiendo — dijo. Su rostro estaba cubierto con rastros de máscara y se sorbía la nariz ruidosamente. Su actuación era muy convincente, pero a Shiina no le provocaba ningún efecto. — Eso es cruel. Shiina está escondido allí haciendo llorar a una chica — dijo de pronto una voz desde arriba de ellos, y ambos miraron al mismo tiempo. Inclinado sobre la reja, con una sonrisa maliciosa sobre su rostro, estaba su profesor de Matemáticas. — ¡Oye, no es asunto tuyo, Sasagawa! ¡Ve a otro lugar! — Morishita secó sus lágrimas con las mangas largas de su chaqueta, ahuyentándolo exageradamente. No había duda de que estaba enojada — él la había visto siendo rechazada después de haber confesado sus sentimientos al chico que le gustaba. Shiina silenciosamente miró a Sasagawa, y su profesor lo miró de vuelta burlonamente. Sasagawa comenzó a bajar las escaleras. Sin titubear, se paró al lado de Shiina. — No le hagas caso, Morishita — dijo. — No está interesado en chicas agradables como Nishida o chicas sexys como tú. Le interesan otras cosas pervertidas. Morishita estaba sin palabras. “Tú eres el pervertido”. Shiina lo miró furiosamente, pero Sasagawa lo ignoró. Miró a Morishita, como si disfrutara de su reacción. — ¿Qué sabes, Sasagawa? De todas formas, ¿quién dijo que podías escuchar a escondidas? ¡No puedo creerte! — Los ojos de Morishita estaban cubiertos de lágrimas.

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— ¡No me vengas con esa! — respondió Sasagawa. — Tu voz es tan alta que se oye por todos lados. ¡Hubiese escuchado aunque no lo quisiera! — ¡Como sea! ¡Sólo vete! — Lo empujó hacia el final de las escaleras. Mientras empujaba el frente del abrigo blanco de Sasagawa, alzó su voz riéndose. Tenía la peor personalidad antes vista. Sólo mirarlo enojaba a Shiina. Era patético que haya confiado en este hombre incluso por un segundo. — Shiina. Sasagawa agarró su brazo y susurró eso en su oído. Shiina abrió ampliamente sus ojos y miró hacia arriba a Sasagawa, pero él ya había bajado las escaleras. Shiina permaneció pegado hasta que la vista de su profesor se desvaneció. Escuchó la voz de Morishita entre sollozos decir desde detrás de él, — Pero, hablo en serio. ¡De verdad me gustas, Shiina-kun! A la vista del rostro fúnebre de Morishita, pudo deducir que sí hablaba en serio. Incluso cuando lo sabía, lo que lo capturó no fueron sus pesadas palabras, sino el sonido de la voz de Sasagawa susurrando y que hacía eco una y otra vez en sus oídos.

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Capítulo 4

S

hiina no era bueno para esperar a la gente. Levantó sus dos manos de sus rodillas y las puso sobre la mesa, suspirando fuertemente. Miró alrededor de la tienda, en la que fluía música de piano como fondo. Cerca del noventa por ciento de los clientes eran mujeres; el otro diez por ciento probablemente eran sus novios. En otras palabras, de seguro el único chico que había ido allí por elección propia era él. Sonrió de una forma humilde y comenzó a arrepentirse un poco de su decisión. Inclinó el vaso de agua fría que el joven vendedor de la tienda le había dado, los cubos de hielo tintineando dentro de la copa. — ¡Lo lamento! — estalló repentinamente una mujer, acercándose a él. — ¿Estabas esperando hace mucho? Soy Misaki, la dueña. Esta era la mujer a la que había estado esperando; rápidamente bajó el vaso. — Lamento molestarte en un momento tan ajetreado. Mi nombre es Shiina —. Inclinó su cabeza y luego miró nuevamente a la dueña de la tienda. Quizá era porque esta era una pastelería, pero su cuerpo redondo parecía como si hubiese comido demasiados carbohidratos. O quizá el abrigo de jefa que vestía la hacía ver incluso más grande. La dueña sacó una silla y se sentó encarando a Shiina. Empujó sus lentes hacia arriba de su nariz con sus dedos pulgar e índice y comenzó a hablar. — Shiina-kun, ahora estás en la secundaria, ¿verdad?

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— Sí, soy estudiante de segundo año. — ¿Puedes decirme por qué quieres trabajar en mi tienda? — Con sus gordos dedos agarró un lado de su codo y lo miró interrogativamente. Sus ojos eran tan angostos, que era difícil distinguir si estaban abiertos o cerrados. Shiina mantuvo contacto visual con ella y respondió ágilmente. — Porque me queda cerca de la escuela —. No pudo decirle que quería a propósito elegir un lugar en el que sabía que se juntarían muchas chicas, para poder tratar de corregir su inclinación a ser una persona mala. Sin embargo, ella parecía engañada por su simple mentira, y asintió entusiastamente. — Ya veo. Me parece bien esa razón. Verás, casi todas los que vienen a entrevista para trabajar en nuestra tienda son chicas… — ¿Entonces puedo tener el trabajo? — una mirada confundida cruzó su rostro y se preguntó si debería irse. La dueña siguió sonriendo y dijo calmadamente, — Oh, no me refería a eso. Sólo pienso que es bueno para variar, ¡de verdad! Puede que sea un poco duro que yo lo diga, pero eres muy guapo y creo que las clientas volverán sólo para verte. Si no tienes ningún problema con eso, puedes tener el trabajo. Shiina ya había esperado que lo pudieran dejar en el puesto para atraer a la clientela. En el bar donde había trabajado hasta el mes pasado, pasó lo mismo. Excepto que esa vez las otras trabajadoras habían intentado competir por su afecto y provocado problemas. Al final, le pidieron a Shiina que se fuera, ya que era el que había estado por menos tiempo.

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Pero esta dueña de tienda de apariencia amistosa probablemente no haría algo tan irracional. Incluso si su objetivo era que él diera vueltas y tocara a un montón de chicas, no le importaría. Shiina levantó su rostro y con una mirada fija dijo, — Oh, no me molesta para nada. Puedo comenzar en cualquier momento. Muchas gracias. Inclinó su cabeza profundamente. La dueña rápidamente inclinó la suya de vuelta. Le dijo que le explicaría las particularidades del trabajo más tarde, pero que primero le mostraría los alrededores de la tienda y le explicaría las reglas. Su primer turno sería la noche siguiente. Ella se despidió amablemente y él se dirigió a la estación de trenes. El viento nocturno de otoño enfriaba su piel por debajo de su camisa blanca, bajo su chaqueta. Si no hubiese pasado de casualidad por la pastelería y visto el letrero de “Se necesita ayudante” en la ventana, no estaría trabajando mañana. Había entrado a la tienda seguido por un impulso. Una de las razones de tal repentina acción de su parte fue que tuvo que renunciar a su anterior trabajo, por lo que tenía mucho tiempo libre. Y debido al incidente del otro día con Hayato, se sintió incluso más deprimido cuando tuvo que irse a casa. Pero, ante todo, quería terminar las cosas con Kanako para que Sasagawa no se enterara de nada más sobre ellos. Sasagawa probablemente pensaba que estaba durmiendo con una mujer mayor sólo para obtener dinero. Pero eso era lo que Shiina quería que él creyera. Apretó sus labios y caminó por el pueblo, que había sido coloreado por el sol poniente. Kanako era una figura de madre para él y cuando estaba con ella, el placer reemplazaba la presión en su pecho y el sexo saciaba el hambre de afecto que tenía.

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Nunca quiso que Sasagawa descubriera que su sucia vida sexual era una forma de mantener su balance mental. Se bajó del tren en una estación cercana y caminó hacia su casa. Era una construcción de panel barata que su padre había realizado en la esquina de un área residencial. Desde el pilar hasta el patio, cada espacio posible estaba llenó con flores estacionales que su madre había plantado, y todas parecían estar teñidas de naranjo debido a la puesta de sol. Se paró en la entrada. La placa con el nombre parecía sacada de un cuento de hadas; era nauseabunda. Pequeñas plantas en macetas rodeaban a Shiina. Incluso cuando estaba casi oscuro afuera, no había ni una sola luz dentro de la casa. En el silencio mortal, comenzó a recordar lo que Hayato le había dicho. — ¡Este fin de semana, los tres iremos a visitar a la abuela a Nagoya! Hoy era viernes. Su padre probablemente había llegado temprano a casa del trabajo y todos se habían ido alegremente juntos. Habían cerrado toda la casa y, como es usual, no le habían mencionado ninguna palabra. No era raro que algo como eso sucediera. Incluso cuando eran familia, no tenían nada que ver con Shiina. Ninguno de ellos trataría de animarlo, nadie trataría de entrometerse en su vida tampoco. Deslizó su mochila por uno de sus hombros y buscó en el bolsillo delantero desganadamente. Sin embargo, no había nada ahí. Allí era donde normalmente dejaba la llave de su casa, pero no recordaba haberlo hecho esta mañana. Su madre aún había estado ahí, por lo que no se preocupó de echar llave a la puerta. Con pánico, sacó su billetera del bolsillo de su uniforme escolar. Revisando por dentro, vio que todo lo que le

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quedaba eran 5.000 yens. El resto del dinero que había recibido de Kanako ya estaba en el banco. No necesitaba ese dinero para la escuela y no quería andar trayendo tanta cantidad, en caso de que fuera acosado nuevamente por las hienas, así que también dejó su tarjeta de débito en la habitación. En otras palabras, con la cantidad de dinero que le quedaba en su billetera, no sería capaz de sobrevivir hasta que volvieran a casa. Se sentía desolado, y comenzó a sentirse deprimido cuando pensó en tener que ir a trabajar mañana. ¿Dónde dormiría? No tenía ni un solo amigo a quien pedirle alojamiento. Dejó su mochila en el pórtico embaldosado de rojo ladrillo. También se sentó y suspiró profundo. Despejó el cabello de su rostro y se sacó sus lentes toscamente. Pensó en romper el vidrio y entrar de esa forma, pero rápidamente desechó la idea. Incluso cuando nadie pensara siquiera en tratar de robar este tipo de casa, su madre tenía instalado un sistema de seguridad. Se enviaría una señal a la compañía de seguridad y no estaba seguro de si le creerían que era un miembro de la familia. Ni siquiera podía confiar en que su madre lo avalaría si llegaban a contactarla, después del último incidente con Hayato. La única persona en la que podía pensar y quien podría prestarle dinero con tan poca anticipación era Kanako. Dobló sus anteojos. Se sintió patético por ser ella la primera persona en la que pensó. Shiina miró hacia un lado con una expresión melancólica en su rostro. Recién había obtenido un nuevo trabajo, así que también podría tener una excusa para terminar su relación. Qué irónico. Estaba a punto de arruinar su plan. Comenzó a deprimirse. Sin embargo, antes de que lo supiera estaba marcando su número en su

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celular. — Su llamada no puede ser completada. La persona que está tratando de contactar se encuentra actualmente fuera del área de cobertura… — Colgó en la mitad del simple anuncio. Kanako tenía su propia familia. Probablemente estaba ocupada. Renunció a la idea. Pero, ¿a quién más le podría preguntar? No había forma de que fingiera no tener casa y quedarse en la estación de trenes o en el parque. Quizá en una estación más calurosa, pero no había forma de soportar las frías mañanas sólo con su uniforme escolar puesto. Abrió su libreta de direcciones que apenas estaba llena y vio una escritura que se veía seria. En este punto, no tenía opción. Sintiéndose lamentable, marcó el número de su secundaria. — Um, disculpe. Habla Shiina de la clase 2-F. ¿Está Nakahara-sensei aún en la escuela? La joven mujer al final de la línea le pidió que esperara, y Shiina así lo hizo, escuchando la música de fondo que venía del teléfono. — ¿Aló? ¿Qué pasa? La voz de este profesor de aula calmó su nerviosismo. Respirando profundo, pidió el primer favor de su vida. — Sensei… lamento mucho pedir esto, pero ¿podría prestarme algo de dinero?

Camino de vuelta a la escuela, sabía que Nakaharasensei y el director eran los únicos aún allí. Había oscurecido por completo y la luz proveniente de adentro de la sala de staff era brillante.

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Nakahara estaba sentado cerca de la ventana, lejos del escritorio del director, y hablaba en voz baja. — Puedo prestarte algo de dinero, pero ¿estás seguro de que estarás bien en un hotel hasta que tu familia vuelva a casa? — Cruzó sus brazos y se reclinó sobre su silla. Le indicó con su mano a Shiina que se sentara en una silla cercana, pero Shiina permaneció de pie. Nakahara era el profesor de ciencias, así que él también usaba un abrigo blanco. El de Sasagawa estaba sucio, pero ya que Nakahara era casado, el suyo siempre estaba como recién lavado y limpio. De cerca, la diferencia era evidente. Su abrigo blanco estaba bien planchado y tenía un aroma agradable. Manteniendo su rostro sin expresión alguna, Shiina dijo — De todas formas, siempre cuido de mí mismo. Estaré bien. — No es eso a lo que me refería... oh, ¿hablaste por teléfono con tus padres? — preguntó Nakahara. — No… no aún — dijo Shiina misteriosamente, y parecía que Nakahara lo había malentendido. Si su profesor seguía preguntando, de verdad estaría en problemas. — Bueno, ¿qué tal si los contactamos, sólo para estar seguros? Aunque no es que no te crea — dijo Nakahara cuidadosamente, y volvió a echarse atrás en su silla. Shiina no sabía quién más pediría dinero prestado a un profesor a no ser que de verdad lo necesitara. Pero supuso que probablemente había algunos estudiantes que hacían ese tipo de petición. Desde el punto de vista de su profesor, Shiina no podría decir que las opciones eran iguales a cero. Debido a que Shiina era muy tímido, la gente normalmente lo malentendía.

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— ¿Qué sucede? — preguntó Nakahara. — No me sé los números de celular de mi mamá o de mi papá… nuestra familia no es muy cercana — dijo titubeante, y miró hacia abajo. Lo dijo porque no quería que Nakahara interfiriera en su vida familiar anormal. Pero Nakahara continuó con un rostro calmado. — Pero tu hermano menor fue de viaje con ellos, ¿verdad? ¿No es eso lo que me dijiste antes? Lo que dijo era cierto. Sin embargo, Shiina no podía contarle el resto de la historia, que su familia lo había olvidado. Shiina apretó su puño con humillación y arrugó su frente. Trató de recobrar la compostura cerrando lentamente sus ojos. Nakahara probablemente se dio cuenta de que su comportamiento era diferente de lo común, así que se le ocurrió un compromiso. — Estoy casi seguro de que aquí tenemos sus números de contacto. Tan pronto hable con ellos, te prestaré el dinero. ¿Bien? — dijo gentilmente, y le dio a Shiina una palmada en el hombro. Probablemente era para tranquilizarlo, pero Shiina comenzó a temblar con nerviosismo en respuesta al toque desconocido de un hombre. — Oh, lo siento… — susurró Nakahara, y retiró su mano con una mirada sorprendida en su rostro, sus ojos completamente abiertos. Tomó la carpeta de Shiina de su cajón del escritorio y luego tomó el auricular del teléfono. Todo lo que Shiina pudo hacer fue lamentar la reacción que tuvo frente al toque de Nakahara. — Hola, habla el profesor del aula de Jun-kun, de la secundaria Futaba. Mi nombre es Nakahara. Sí. Sí.

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Shiina se preguntaba si Nakahara estaba hablando con su madre o su padre. La sensación que dejó el toque de Nakahara en su piel le trajo horribles recuerdos, y Shiina suspiró, mirando hacia abajo. — Sí, y entiendo eso, Sra. Shiina, pero… Sí —. Repentinamente el tono de voz de Nakahara cambió y Shiina volvió a la realidad. Miró fijamente el rostro serio pero a la vez amargo del profesor. — Entiendo. De todos modos, ¿no volverán por una semana? Entiendo. Entonces, yo mismo cuidaré de Jun-kun. Sí. Sí, adiós —. Nakahara lucía un poco hastiado cuando colgó el auricular y enfrentó a Shiina. — Al parecer tu hermano contrajo apendicitis y está hospitalizado en Nagoya, así que no volverán por un buen tiempo. Dicen que tomará más o menos una semana que los medicamentos hagan efecto, y tu madre cuidará de él. Tu padre se fue de ahí para ir a un viaje de negocios. — Está bien —. Shiina recibió la noticia con una mirada desinteresada en su rostro. Sabía que esa no era la historia completa; pudo deducirlo por la mirada de Nakahara. Su madre probablemente tenía la misma actitud de siempre. Seguramente hizo sentir a Nakahara incómodo. Comenzó a detestar a su madre incluso más por tratar mal a todo el que tuviera que ver con Shiina. Se sintió miserable y comenzó a sentir arrepentimiento hacia Nakahara. Cerró sus ojos con una expresión de dolor en su rostro y lo cubrió con una mano. — ¿Tu familia…? — comenzó a preguntar Nakahara, pausó y luego renunció completamente a su pregunta. Suspiró. Shiina nerviosamente se puso en guardia, pero en vez de eso Nakahara dijo con una voz más animada, — Oye, Shiina, ¿te quieres quedar en mi casa?

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— ¿Qué? — Los ojos de Shiina se abrieron completamente en respuesta a esta sugerencia repentina. Nakahara cruzó ambos brazos y se inclinó sobre sus rodillas mientras continuaba. — Ahora, mi esposa tiene nueve meses de embarazo. Se acerca la fecha del parto. Es nuestro primer hijo, así que es obvio que quiero estar más con ella, pero a partir de mañana tengo que enseñar lecciones suplementarias después de clases. ¿Estaría bien si pasas un poco de tu tiempo libre con ella? ¿Qué te parece eso? Por supuesto, puedes quedarte hasta que tu familia vuelva a casa. Shiina miró fijamente los ojos serios de Nakahara. Estaba feliz con su propuesta, pero no estaba acostumbrado a que alguien más lo cuidara, así que le fue difícil acceder. Miró hacia abajo, puso una mano en su mentón y escuchó continuar a Nakahara. — Mi esposa era chef, ¡así que hace comidas muy buenas! Puede hacer cualquier cosa —. Los ojos de Nakahara se arrugaron cuando sonrió. Probablemente tenía más o menos la misma edad de Sasagawa. Era una sonrisa amigable. — ¿Comida, eh? Creo que aceptaré eso… — Shiina sonrió tímidamente, inclinando su cabeza hacia un lado. Pronto se dio cuenta de que Nakahara no le estaba pidiendo que se quedara en su casa por obligación. No era del tipo que hace algo con malas intenciones. Tomando la sonrisa de Shiina como signo de consenso, Nakahara se levantó de su silla. — Bien, ¡entonces está decidido! Tus cosas… bueno, supongo que no las puedes sacar si no puedes entrar a tu casa, ¿verdad? Si hay algo que necesites, podemos comprarlo en el camino —. Empujó la silla debajo del escritorio y juntó sus cosas.

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Shiina observó a su profesor cuando se inclinó y preguntó, — Sensei, ¿dónde vive? — En la parte norte de Futaba. “Bien, eso quiere decir que está en el vecindario. Aún puedo llegar fácilmente al trabajo”. Por primera vez en mucho tiempo, recordó la calidez de la generosidad de alguien más.

Eran cerca de las 8 cuando finalmente llegaron al departamento de Nakahara. Incluso cuando había escuchado que los profesores no ganaban mucho dinero, era un edificio nuevo y agradable. Las paredes eran de concreto y había muchos edificios idénticos alineados a lo largo del camino. Pequeños arbustos rodeaban las paredes y bajo la escalera de emergencia había una parrilla de bicicletas. Había muchas de ellas, pertenecientes a los niños, alineadas en forma desordenada. Probablemente este lugar estaba diseñado para las familias. Pudo ver los juguetes de los niños esparcidos por aquí y por allá en las terrazas y en el patio en el primer piso. Shiina se sentía fuera de lugar en este tipo de situación; incluso cuando tenía una familia, estaba acostumbrado a estar solo. Nakahara lo dirigió hacia el centro del edificio del sur, y comenzaron a subir las escaleras, deteniéndose en una habitación en el segundo piso. Tocó el timbre y escuchó una voz muy dulce de una mujer joven contestar, — ¡Bienvenido a casa! — desde el otro lado de la puerta, que se abrió con un chirrido. Los grandes ojos de la joven descansaron en Shiina, quien estaba de pie detrás de Nakahara.

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Lucía como si aún estuviera en sus veintes. La esposa de Nakahara tenía una sorprendente cara de inocencia. Era tan linda, que si no estuviese embarazada, probablemente tratarían de abordarla donde quiera que fuera. — Mami-chan, este es el estudiante del que te hablé por teléfono. Se quedará con nosotros por un tiempo, así que cuídalo bien, ¿si? — Nakahara le advirtió con una sonrisa. Shiina se tranquilizó y comenzó a presentarse, — Um, soy… Sin embargo, el rostro de la esposa de Nakahara, a quien él había llamado “Mami-chan”, se iluminó y lo interrumpió con un chillido. — ¿Qué? ¡Dios mío! ¡Es tan lindo! ¿Así que este es el tipo de niños a los que les enseñas, Yuukun? — ¿Yuu…kun? — Shiina miró a su profesor y Nakahara lo miró de vuelta, avergonzado. — Mi primer nombre es Yuuichi. Como sea… — Le indicó a Shiina que entrara. Shiina lo hizo, entrando a la sala de estar y haciendo una reverencia. Era más pequeña que la casa de Shiina, pero estaba decorada con colores cálidos y parecía muy cómoda. Mami sostuvo su gran estómago con ambas manos y se sentó lentamente en el sofá. — ¿Me puedes decir tu nombre una vez más? — Su rostro se veía incluso más lindo cuando sonreía tan inocentemente. — Ah, mi nombre es incomodarla, Sra. Nakahara.

Shiina.

Shiina

Jun.

Siento

— Oh, ¡no te preocupes por eso! ¡Está bien! La habitación de nuestro bebé aún está vacía. Es una niña, así

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que está decorada un poco cursi, pero espero que no te moleste. Yuu-kun te traerá un futón luego —. Se acarició tiernamente su gran estómago. Nakahara se sentó a su lado. Shiina pudo sentir que se preocupaban mucho el uno del otro y que anticipaban con mucho entusiasmo su primer hijo. Deseó haber podido nacer en una familia como la de ellos en vez de una con una mamá imprudente y un papá apático. Sintiendo que el dolor se le hinchaba en su pecho, Shiina miró a ambos y dijo, — ¿Están seguros de que está bien si me quedo en la habitación de su bebé? En respuesta a su voz insegura, Mami sonrió ampliamente. — Oh, ¡está bien! Estoy segura de que quieres algo de privacidad, ¡en especial para llamar a tu novia o algo! — dijo en tono de broma, lo que lo relajó. La personalidad amistosa de Mami era agradable. Estaba seguro de que esta era una de las cosas que atraía a Nakahara hacia ella. Mami rió, pero luego su rostro se volvió repentinamente serio. — Oh, a propósito, Jun-kun… no me molesta si llamas a Yuu-kun “Sensei”, pero quiero que me llames por mi primer nombre. ¡Que me llames “Sra. Nakahara” me hace sentir vieja! — Está bien, ¿Mami… san? — Inclinó su cabeza, lo que hizo que el rostro de Mami se iluminara nuevamente. — ¡Llámame Mami-chan! — Oye, ¡ahora! — Nakahara reprendió a Mami. Su expresión era gentil, y Shiina pudo deducir que estaba loco por ella. Shiina rió entre dientes y repitió sus palabras. — Mamichan.

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Mami, que había sido llamada como lo había pedido, sonrió felizmente. — Oh, Dios mío, ¡escuchar a un niño tan lindo llamarme así me hace tan feliz! Lo siento, Yuu-kun, ¡pero me hace súper feliz! Con su risa, Shiina se dio cuenta de que Nakahara lo estaba mirando. Parecía como si lo estuviese observando actuar como nunca lo vio en la escuela. Cuando sus ojos se encontraron, Nakahara le sonrió gentilmente. — Bueno, cenemos. Jun-kun, ¿hay alguna comida que no te guste? — Mami se levantó y su vientre redondo lucía dolorosamente pesado. Olvidando que Nakahara estaba justo ahí, Shiina se levantó protectoramente. La miró mientras caminaba hacia la cocina, con una expresión de preocupación en su rostro. — Um, no, no hay ninguna, — respondió. — ¡Qué buen niño! Incluso cuando Yuu-kun es profesor, ¡es muy exigente! ¡Ojalá él pudiese aprender de estudiantes como tú! — Mami comenzó a balancearse hacia la cocina, luciendo fuera de equilibrio. — ¡Déjeme ayudarla! Volteándose, Mami miró su rostro y estalló de la risa. — ¡De verdad te ves preocupado! Pero las mujeres embarazadas podemos hacer los quehaceres de la casa sin problemas. Sin ningún tipo de ejercicio moderado, engordarás innecesariamente. Oye, estoy bien, así que vuelve a tu asiento. Si un chico genial como tú está al lado mío todo el tiempo, ¡puede que me desmaye! — dijo, rechazándolo gentilmente.

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Con desánimo, Shiina volvió a sentarse en el sofá. Intercambió miradas con Nakahara, quien lo miraba admirablemente. — Shiina, no tenía idea de que fueras tan amable, — dijo su profesor. — Eres verdaderamente bueno cuidando a las personas. Siempre actúas tan frío en clases, no lo puedo creer. Shiina se arrepintió de haber mostrado su verdadera naturaleza, pero ya que estaba en frente de Nakahara sintió un poco de alivio. Nakahara no actuaría como Sasagawa, quien se comportaría violentamente y luego trataría de lamer sus heridas. Alejó su mirada y puso ambas manos en sus rodillas. — ¿De verdad? Nunca nadie ha dicho que soy amable o que soy bueno cuidando a la gente, así que no lo sé. — Bueno, tienes un hermano menor, ¿verdad? Probablemente es por eso, — dijo Nakahara en un tono convincente. Esto hizo que Shiina recordara cuando Hayato era pequeño. Era un chico problemático y lloraba durante toda la noche. Shiina recordó que su madre había estado muy ocupada con su hermano menor. Ni siquiera podía quitarle los ojos de encima hasta que aprendió a caminar. Nunca sabías lo que haría. Su familia lo había mimado en cada etapa de su desarrollo. Y ahora, evitaba a Shiina y le hablaba con mucho odio. Hayato lo olvidaba, lo evitaba. Sin embargo, Shiina se sentía protector con Mami y con los menores. Tenía un sentimiento de tutela. Si no podía obtener todo lo que quería, al menos quería que los demás estuviesen satisfechos. Si eso era debido a Hayato, era una ironía.

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La comida que preparó Mami estaba efectivamente deliciosa, tal como Nakahara lo había dicho. Después de eso, Shiina tomó un baño y le dio las gracias a Mami, quien estaba tejiendo en la sala de estar. Parecía que Nakahara ya se había ido a la cama, ya que Shiina no lo vio por ninguna parte. Shiina le dio las buenas noches a Mami y estaba a punto de irse cuando Mami dijo, — ¿Tienes ropa sucia? Shiina no sabía si se refería a si tenía que lavarla él, o qué. — Oh, siempre lavo la mía en la lavandería… — dijo sin pensar. — ¿Siempre? — Mami hizo un gesto extraño y miró a Shiina. Sonrió vagamente y dejó de lado el asunto con una risa. — Oh, mi ropa para lavar tiende a acumularse… — Tan pronto como lo dijo, se sintió culpable. Mami y Nakahara confiaban en él y lo estaban dejando quedarse en su casa, sin embargo él había dicho una mentira estúpida como esa. — Bueno, entonces hagámoslo antes de que se acumule. Pásamela. — Su mano femenina le hizo un gesto para que le entregara la ropa que sostenía. El anillo de matrimonio que usaba en su mano izquierda brillaba bajo las luces. No podía dejar que la esposa de Nakahara hiciera tal cosa. Shiina trató de rehusarse, y dijo, — No, está bien. Yo lo haré. — ¡No te preocupes por eso! Es totalmente automático, ya sabes. Tu ropa no añade mucho más a lo que ya tengo.

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¡Oh! ¿O te avergüenza que vea tu ropa interior? — Era hermosa incluso sin maquillaje. — No, no es eso — protestó Shiina. — ¡Entonces dámela! — Aprovechó la oportunidad y le quitó la ropa de sus manos. Refunfuñó y comenzó a caminar hacia el baño. Shiina seriamente le gritó desde atrás, — ¡Gracias, Mamichan! Con su cabello largo y crespo fluyendo detrás de ella, Mami repentinamente volteó su cabeza. — Vaya. Acabas de hacer que se me paralice el corazón — dijo con un rostro serio. Luego sonrió amablemente. Shiina sonrió y la vio alejarse.

Las hojas de la fila de árboles Gingko que pudo ver desde la sala de clases estaban a la mitad de volverse rojas. El equipo de béisbol pasó con sus uniformes blancos. Shiina vio a otros estudiantes caminar alrededor del campus, alistándose para ir a casa. Vio al equipo de atletismo. Colocando su mano sobre el marco de la ventana, se inclinó. Estaba matando el tiempo mirando por la ventana. Incluso si tomaba en cuenta el tiempo que le tomaría llegar a casa y cambiarse, aún era demasiado temprano para ir a trabajar. El cielo despejado se veía demasiado alto. Era un día de otoño claro y placentero. De pronto no podía creer que estuviese parado ahí apreciando el cambio de las estaciones. Después de su primer día de trabajo, había quedado

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exhausto. Había vuelto a la casa de Nakahara. Mami lo había estado esperando y lo escuchó con interés mientras él le contaba todo sobre su día. Pensó para sí mismo cómo debería sentirse una familia. Un sentimiento cálido había comenzado a brotar dentro de él y se había quedado rápidamente dormido en el futón que olía como si hubiese estado afuera al sol. Pero ahora sentía que sólo era una carga para la familia Nakahara, que todo era sólo un juego de fantasía. Cada vez que eran amables con él se deprimía más. — De todas formas, ¿qué quiero? — se susurró a sí mismo mientras observaba las parejas pasar. ¿Anhelaba la calidez de una familia como la de ellos? ¿O quería volver con su verdadera familia, incluso cuando era fría? ¿O sólo quería a alguien que lo amara como Nakahara amaba a Mami? No tenía nada, así que ni siquiera sabía qué opción quería. Dejó salir un largo suspiro y mientras se volteaba en la vacía sala de clases, se dio cuenta de que estaba solo. Sasagawa estaba de pie apoyado en la entrada, al lado del podio. — Debiste haber ido a mi casa, — dijo. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho y miró fijamente a Shiina sin pestañear. Su pelo negro estaba peinado hacia atrás y el sol que se filtraba desde el pasillo hacía que su abrigo se viera de un deslumbrante color blanco. — ¿Qué? — preguntó sospechosa en su rostro.

Shiina

con

una

— Te estás quedando con Nakahara, ¿verdad? — Oh, sí, eso fue lo que pasó.

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mirada

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Sasagawa se descruzó de brazos. Shiina sintió una sensación de peligro y rápidamente se alejó de la ventana. Si era acorralado, no sabía lo que Sasagawa haría. Incluso cuando Sasagawa sabía que era su estudiante, aun así lo habría forzado a hacer tal terrible cosa. Qué profesor tan inhumano. Shiina trató de expresar calma y buscó una salida. ¿Cómo podría defenderse? Tan pronto como pensó en que debería escapar rápidamente, Sasagawa entró a la sala. Sobresaltado, Shiina se acobardó. Observó mientras el abrigo blanco se acercaba a él. Sus piernas automáticamente se retrajeron, preparándose para escapar. — Shiina. Retrocedió cuando Sasagawa dijo su nombre, y su muslo chocó contra un escritorio detrás de él. Por eso, fue desviado de su ruta de escape, y no había tiempo de corregirla. Sasagawa se acercó aún más a él mientras luchaba por recobrar su postura. Shiina sabía que la única opción era escapar. Comenzó a correr hacia la entrada de la sala de clases, pero Sasagawa lo persiguió, abriéndose paso entre las filas de escritorios. Justo cuando Shiina estaba casi fuera de la puerta, Sasagawa agarró su brazo. — ¿Qué? ¿Estamos jugando a atraparnos? — Shiina dijo enojado. Sasagawa lo volteó duramente y lo tomó en sus brazos, los cuales acariciaron la espalda de Shiina. Luego apresó sus hombros. Shiina trató de mirar hacia otro lado, pero la mano de Sasagawa agarró su mentón. — ¡Fu…mmph!

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Sasagawa presionó sus labios contra los de Shiina una y otra vez. Los dientes de Shiina debieron haber estado cerrados para impedir su entrada, pero automáticamente se separaron, permitiéndole a Sasagawa empujar su lengua hacia dentro. Los ojos de Shiina se entrecerraron vergonzosamente y su pecho se llenó de un sentimiento de incomodidad. Sonidos húmedos provenían desde el interior de su boca, tal y como había sucedido la otra noche. La lengua de Sasagawa exploró cada rincón de su boca. Esa técnica tampoco había cambiado. ¿Por qué amaba tales besos agresivos? Presionando su cuerpo, Sasagawa sumergió profundamente su lengua hasta la parte de atrás de la garganta de Shiina, a quien le fue difícil respirar y pensó que se sofocaría. Arrugó su rostro y trató de empujar el pecho caliente de Sasagawa una y otra vez, pero el hombre no cedía. Se sintió abrumado y, finalmente, Sasagawa lo soltó. Aturdido, Shiina lucía como si estuviese a punto de colapsar. Sasagawa lo sostuvo con su brazo. Incluso cuando no quería, Shiina lo dejó hacer esto para recobrar el equilibrio. Bajó su cabeza con vergüenza. Lentamente elevó su rostro y miró el rostro de Sasagawa. Su expresión era masculina y cariñosa. Lo estaba mirando fijamente. Quizá era porque respiraba con dificultad, pero Shiina sintió como si su corazón fuese a estallar. Jadeando, miró nuevamente hacia abajo. Odiaba ese sentimiento incómodo. Trató de alejar la mano de Sasagawa y afortunadamente no hubo objeción. — Dejaste de mirarme en clases — incitó Sasagawa.

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Shiina lo miró y dijo sarcásticamente — Sí, porque hubo un extraño malentendido con un chico. — ¿Hmmm? Sasagawa metió ambas manos en los bolsillos de su abrigo blanco y se sentó sobre un escritorio detrás de él. Parecía como si se fuese a quedar ahí. — Eso es todo. No tengo nada más que decirte — dijo Shiina, mirándolo ferozmente. Sin embargo, eso no borró la sonrisa empastada en el rostro de Sasagawa. — Te dije antes que si te sentías solo, podías confiar en mí — dijo. — Estaba preocupado de si tú lo estabas o no considerando seriamente. Shiina alejó sus ojos de la mirada fija de Sasagawa. Sasagawa había dicho lo mismo otra vez, entonces, ¿quizá lo decía en serio? Su expresión era extrañamente sincera, y Shiina no vio ninguna pista de que fuese alguna broma o mentira. No sabía cómo actuar. ¿Debería ignorarlo? Había una parte de él que quería confiar en Sasagawa, si eso implicaba escaparse de la oscuridad que residía dentro de él. Pero los brazos que estaban extendidos en frente de él también tenían un sentimiento definido de peligro. Además, cuando Nakahara o Mami lo trataron tan bien, se distanció de ellos, por lo que no había mucha posibilidad de que pudiese confiar en Sasagawa, quien era demasiado duro. Sólo se convertiría en un objeto de lástima. — No importa lo solitario que me sienta, nunca confiaré en ti, — dijo con una voz desafiante, pero a la vez débil. Los ojos de Sasagawa se entrecerraron. — ¿Por qué no? — Porque no puedo confiar en ti.

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— ¿Por qué no? — demandó Sasagawa nuevamente, de forma tosca. Shiina supuso que sin importar lo que respondiera, Sasagawa no quedaría satisfecho. No hasta que Shiina asintiera con su cabeza y estuviera de acuerdo con su propuesta. — ¿Por qué no lo piensas mejor? Shiina dijo sarcásticamente. — Si aún te queda conciencia o moral, creo que sabrás por qué. Sasagawa se paró del escritorio con un estrépito y dijo, — Es porque tengo una conciencia que no puede dejarte solo —. Se acercó y se paró ante Shiina. Continuó en voz baja — Entiendo lo que es no encajar. Pero a diferencia tuya, no crecí siendo excesivamente sensible. Es así como puedo sobrevivir. Shiina en silencio desvió sus ojos de los de Sasagawa. Si al hombre no le importaba escuchar su opinión, de todas formas no importaría cómo reaccionara. Así de terco era. Los ojos de Sasagawa eran sinceros. Shiina sintió el peligro y su atractivo al mismo tiempo. — El tipo de soledad que sientes sólo puede ser llenado con una cosa — dijo Sasagawa. — Pero si no es algo que puede ser encontrado en un día, entonces tienes que esforzarte para obtenerlo, ¿verdad? Mientras más intentes esconder tu dolor, más difícil será para mí cuidarte. — Entonces, en otras palabras, ¿me tienes lástima? — preguntó Shiina fríamente. Sasagawa cruzó sus brazos y lo miró, riendo. — ¿Crees que tendría lástima por ti? No soy un tipo tan agradable. He

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sido tu profesor desde la primavera, ¿verdad? Mientras sigo pensando en una razón de por qué mis ojos siempre deambulaban alrededor tuyo, finalmente me di cuenta. A diferencia de otros estudiantes, siento algo especial hacia ti — dijo, como si estuviese hablando consigo mismo. Shiina lo miró, tratando de decidir si estaba o no diciendo la verdad. Suspiró profundamente. Justo cuando pensó que Sasagawa había terminado de molestarlo, ¿esta vez estaba intentando conquistarlo? Al darse cuenta de que las palabras de Sasagawa habían influenciado un poco su corazón, se burló y miró hacia abajo. Si creía todo lo que este tipo estaba diciendo, sería su pérdida. —Entonces, ¿quieres ayudarme? Eres bastante presumido, ¿no? No creo que tengas esa clase de poder — dijo desagradablemente. Pero Sasagawa no se rindió tan fácilmente. — Incluso si no tengo ese poder, tengo brazos que pueden sostenerte — afirmó seriamente. — Eso no es suficiente — dijo Shiina tercamente. — Shiina. Sasagawa calmó a su estudiante llamándolo por su nombre. Su llamativa mirada lucía extrañamente ardiente, sofocante. Este tipo de atmósfera entre un profesor y un estudiante era definitivamente extraña. Shiina estaba confundido. — ¿Estás tratando de decirme que me amas y que harías lo que fuera por mí? Eso es mentira. Sólo quieres hacer cualquier mierda bizarra que quieras conmigo. Es ridículo. ¿Podrías dejarme solo? Eres un profesor, ¿no tienes mejores cosas que hacer?

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Sasagawa estuvo tranquilo por un rato. Alejó su mirada. Luego dijo — Te estuve esperando esa noche. Desde que te bajaste de ese Mercedes plateado. ¿Por qué le estaba diciendo a Shiina la verdad ahora? Shiina lo miró fijamente. Las palabras de Sasagawa se repetían en su cabeza una y otra vez.

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Capítulo 5

L

a pastelería estaba abierta hasta las ocho de la noche, así que Shiina normalmente no volvía a la casa de Nakahara hasta casi las nueve. Subió las escaleras grises y tocó el timbre del departamento. Desde adentro vino la voz alegre de Mami, quien abrió la puerta. — Jun-kun, ¡bienvenido a casa! — ¡Estoy de vuelta! — Incluso cuando ésta era una familia falsa, su genuina sonrisa lo hacía verdaderamente feliz. — Oh, Mami-chan, esto es de parte de la dueña. Los dulces de su trabajo eran localmente famosos. Ya que había de muchos tipos, con frecuencia sobraban, y la dueña permitía que los empleados se los llevaran a casa. Mami exclamó felizmente y tomó la pequeña caja blanca de las manos de Shiina. Esta era la segunda vez que había traído algo a casa, sin embargo ella aún estaba tan feliz como si fuese la primera vez. Los tres se sentaron alrededor de la mesa del comedor. Mami ya había comido, así que comenzó a escarbar el pastel, y Nakahara estaba disfrutando una bebida de sobremesa. Se sentaron con Shiina mientras él cenaba. Habían pasado cuatro días desde que se había estado quedando con ellos, pero esta era la primera vez que Nakahara estaba aquí a esta hora. Según Mami, los coordinadores del club tenían que volver a casa cerca de las siete.

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— Sensei, ¿no tiene que exterminar hienas en la estación de trenes? — preguntó Shiina mientras llevaba una cuchara llena de pollo guisado a su boca. — ¿Exterminar hienas? ¿Qué es eso? — preguntó Nakahara con la mirada vacía. Shiina trató de explicar. — Bueno, escuché que los profesores hombres estaban haciendo turnos para vigilar a los ladrones en la estación de trenes. — ¿Qué tipo de escuela haría eso? Quien quiera que sea, de seguro tiene agallas. Cada vez que veo a esos chicos, ¡me da mucho miedo y quiero escapar! — dijo Nakahara con una sonrisa humilde. Shiina bajó la voz y preguntó — Entonces ¿qué hay de nuestra escuela? — No lo creo — respondió Nakahara. — Pero el único que podría ser capaz de enfrentar a esas hienas es probablemente Sasagawa, ¿no lo crees? Solía ser un completo delincuente, o así lo escuché. Cada vez que salimos a beber con colegas, siempre aparece algún miembro de una yakuza y le habla. Atemorizante, ¿no? — preguntó con una risa. — De verdad… Shiina sonrió débilmente y actuó como si estuviese mirando los platos alineados en la mesa. Un sentimiento oscuro de desasosiego comenzó a brotar desde su pecho. Esa historia que Sasagawa le contó el otro día en la estación de trenes había sido una completa mentira. Él no había estado ahí para alejar a las hienas. Tal y como lo dijo la otra vez después de clases, había estado esperando a Shiina todo

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el tiempo. Y como incluso sabía el color del Mercedes, debió haber estado allí por un buen rato. Shiina había contactado a Kanako justo después de la escuela, así que quizá Sasagawa de alguna forma había escuchado sin querer su conversación. Shiina se congeló al pensar en el deseo avasallador de Sasagawa. Su cuerpo se paralizó en la mesa del comedor. Incluso cuando Sasagawa no estaba allí, sintió como si lo estuviera acariciando una mano invisible. Tembló. — ¿Jun-kun? — Mami llevó el tenedor con dulce de pastel a sus labios y lo miró extrañamente. — ¿Hmm? — Sonrió, devolviéndole la mirada. No quería sentirse así. Quería olvidar lo que había pasado. Detrás de su sonrisa animada estaba lamentándose. El calor que había olvidado lentamente comenzó a palpitar y doler dentro de los lugares donde Sasagawa había estado.

Shiina se colocó su chaqueta sobre su camisa recién planchada, y le dijo a Mami, — ¡Ahora me voy! — ¡Está bien, ten cuidado! — Se despidió alegremente. Su estómago se salía de su vestido, que le llegaba hasta el tobillo. Incluso cuando su bebé no lo apreciaría tanto, Shiina deseó que estos días pudiesen continuar eternamente. Justo cuando llegó al primer piso, se detuvo y apuradamente volvió sobre sus pasos. Había olvidado su hoja de repaso y su libro de texto de matemáticas. — ¡Lo siento, olvidé algo! — Jadeando, empujó la puerta y vio a Mami parada en la entrada, con una mirada atónita

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en su rostro. Sus ojos eran anchos como los de una muñeca, no pestañeaban. Claramente algo andaba mal. — ¿Mami-chan? — Shiina miró hacia abajo y vio un charco de agua alrededor de los pies de Mami. — Oh, no. Rompí fuentes — susurró.

Nakahara expresó su agradecimiento con una voz de alivio. — ¡Me alegra mucho de que estuvieras con ella! Supongo que no esperaba que se rompiera su fuente de esa forma. Le había dicho que si eso pasaba que llamara al hospital, pero supongo que entró en pánico. ¡Me alegra que no estuviera sola! Sólo había unas pocas personas en la sala de staff a la hora de almuerzo, pero nadie más estaba alrededor del escritorio al lado de la ventana además de él y Shiina. Después de que había encontrado así a Mami, Shiina recordó que el número del hospital estaba anotado en un tablón de anuncios en la sala de estar, y llamó inmediatamente. Pidió hablar con una enfermera y le pasó el teléfono a Mami. No había señal de su normal disposición alegre. Probablemente estaba en estado de shock; por eso Shiina tuvo que ayudarla. Estaba tan indefensa, que la acompañó al hospital y no se fue hasta que llegó Nakahara. — No se preocupe. ¿Están bien Mami-chan y el bebé? — preguntó Shiina con preocupación. Nakahara sonrió. — Sí, es una niña sana.

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Abrió su teléfono celular y le mostró una imagen de Mami sosteniendo un pequeño bebé y haciendo la señal de paz. Al ver su sonrisa animada y amable, Shiina se sintió inmediatamente aliviado. Mientras miraba la imagen, Nakahara comenzó a tener una mirada de arrepentimiento en su rostro. Colocó sus codos en el escritorio, cambiando de posición. Su silla rechinó fuertemente. — De todas formas, de verdad lo siento, pero Mami tiene que permanecer en el hospital un tiempo. Me quedaré con mis padres en su casa, que queda cerca. Pero en cuanto a ti… — ¿Sí? — Shiina grabó la imagen de la sonrisa de Mami en su mente. No sabía si la vería nuevamente algún día. Devolvió el teléfono a Nakahara. Sintió que su profesor ya había hecho planes para él. — Bueno, me estuve atormentando sobre qué hacer mientras estaba en la sala de staff cuando Sasagawa se ofreció a ayudar — dijo Nakahara. — Vive solo en un departamento y dijo que estaría feliz de que te quedaras con él. — ¿Qué? — Shiina exclamó con incredulidad. Los estudiantes y profesores que estaban cerca de ellos voltearon a mirar, sorprendidos. — No, de alguna forma puedo arreglármelas solo. De todas maneras, mis padres volverán a casa en pocos días y puedo quedarme en un hotel, así que por favor no haga que me vaya a casa de Sasagawa. No le agrado, y si voy a su casa, ¡quién sabe lo que me hará! — Shiina imploró desesperadamente.

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Profundas arrugas se formaron en los lagrimales de Nakahara. — Eso es ridículo. — Pero si usted mismo me dijo que él era peligroso, ¿o no? — dijo Shiina. En el momento en que pensó que probablemente no debería hablar tan alto de esas cosas, fue interrumpido por otra voz. — Shiina. Justo frente a sus ojos, de pie al lado de Nakahara estaba Sasagawa, como siempre vistiendo su sucio abrigo blanco. Cuando sus ojos se encontraron, Sasagawa se burló de él. Shiina lo miró de vuelta feroz y malhumoradamente. Nakahara se volteó hacia Sasagawa y sonrió animosamente. — ¡Sasagawa! Muchas gracias. Por favor, cuídalo. — Seguro que sí — asintió Sasagawa, tratando de actuar como una persona agradable. El Nakahara serio no veía las intenciones del comportamiento de su colega. Quedarse en casa de Sasagawa sólo significaba una cosa. Shiina elevó impacientemente su voz. — Devuélvame los 10.000 yens que me sacó. Luego podré quedarme en un hotel —. Estiró sus manos. — ¿De qué estás hablando? — preguntó Nakahara, ignorante. Miró a Shiina, luego a Sasagawa. Sasagawa levantó su cabeza y puso una mano en su mentón. — No tengo idea — dijo sin rodeos. Shiina no pudo pasar por alto el desdén que se estaba formando en las comisuras de sus labios.

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Probablemente debido a que estaba preocupado por Mami, Nakahara abandonó la sala apenas terminó la clase. Y con eso, la última persona que le prestaría dinero a Shiina desapareció. Sasagawa le dijo a Shiina que se lo llevaría a casa y que no se iría sin él, pero Shiina lo ignoró y volvió al departamento de Nakahara. Usó una llave de repuesto que Nakahara le había dado y juntó las pocas cosas que tenía ahí. Contempló alrededor de la sala de estar y lo invadió la melancolía. Incluso cuando sólo era un parásito, ambos lo habían tratado demasiado bien. Incluso cuando sabía que no podía quedarse ahí eternamente, sintió pena por no poder agradecerles apropiadamente. Aquellos días calmados ahora habían pasado, y lo que más le dolía era que había comenzado a confiar en ellos. No podría volver allá de nuevo, pero no había nada que pudiese hacer. Definitivamente era cómodo, pero tampoco pertenecía allí. Regañó a su yo débil, cerrando la puerta principal detrás de él. No tenía la valentía suficiente como para pedir un préstamo en el trabajo que recién había comenzado, así que se retiró a tiempo como siempre. Estaba oscuro, y el frío viento de la noche lo congelaba hasta los huesos. A excepción de su chaqueta, no tenía nada más para evitar el frío. Colocó ambas manos muy dentro de sus bolsillos y trató de prepararse para el frío. De todos modos, comenzó a dirigirse a la estación de trenes más cercana. Era diferente a la que frecuentaban las hienas. Era una estación pequeña, mayormente abandonada, que utilizaban los estudiantes de

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la escuela secundaria Futaba. Debido a esto, los edificios allí eran simples y pequeños, así que en realidad no había lugar para él en donde dormir. Si se quedaba dormido, de seguro se enfermaría. Tampoco parecía como si pudiese quedarse ahí. Volviendo al camino por el que había venido, meditó hacia dónde ir. ¿Dónde más podría ir? Esta área no le era familiar. No parecía haber casas o parques cerca. Caminó sin rumbo y una rabia sin razón hacia Sasagawa comenzó a brotar dentro de él. ¿Por qué Sasagawa no lo detuvo cuando vio a Shiina irse después de la escuela? Shiina no podía quedarse con el hombre que lo violó. Pero incluso así, Sasagawa no lo había contactado en absoluto. Incluso cuando Sasagawa le había dicho tercamente a Shiina que podía confiar en él, Shiina no podía creer que su profesor no estuviese preocupado por dónde estaba. Shiina quería reclamar sobre esta terrible situación. Sacó su celular del bolsillo. Si Sasagawa contestaba, Shiina lo maldeciría y luego colgaría. Se quedó mirando fijamente la pantalla del teléfono y vio el número de Sasagawa que Nakahara le había forzado a marcar.

Cuando contestó el teléfono, Sasagawa dijo en un tono molesto que no podría haberse comunicado con Shiina incluso si hubiese querido, porque no sabía su número. Con impaciencia, preguntó dónde estaba Shiina y dentro de pocos minutos se presentó en la estación. Imprudentemente, condujo su Nissan blanco perla hacia el lado de la calle y se bajó desde el asiento del conductor.

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Su vestimenta no era nada parecida a la que usaba en la escuela. Tenía puesta una sudadera negra sobre una remera blanca y calzado Nike. Definitivamente vestía casual, pero había algo encantador y a la vez vulgar en ello. Shiina lo miró silenciosamente y lo esperó en la calle. — Probablemente no has comido. ¿Qué quieres? — fue lo primero que Sasagawa preguntó. Shiina se cuestionó si Sasagawa ya había comido. No pudo deducirlo de su voz. Quizá aún no, porque lo estaba esperando. — Lo que sea — dijo Shiina suavemente, mirando sus zapatillas deportivas mientras caminaba por el asfalto negro. Si no quería dormir en la casa de Sasagawa, ¿por qué no escapó después de colgar el teléfono? Era su culpa. Siguió allí porque ya había sido preparado para Sasagawa, para tener sexo con él. Lo hizo recordar esa noche. Su cuerpo hambriento había aceptado a Sasagawa. Recordó cómo se sintió cuando Sasagawa había estado dentro de él. Nerviosamente, mantuvo su rostro rígido. Pero Sasagawa habló como si todo fuese normal. — Hay un restaurant familiar por aquí cerca, ¿está bien? — Encontró los ojos de Shiina por breves instantes y se sorprendió por la mirada en ellos. Shiina no sabía si Sasagawa había sentido o no lo que estaba pensando. Luchó por mantener un rostro inexpresivo y dijo — Está bien, pero seguiré usando mi uniforme escolar... — Decidió no terminar su oración con “Y si ambos vamos allá y comemos juntos, ¿no llamará demasiado la atención?” Recordó que Sasagawa era el tipo de hombre al cual no le importaba para nada lo que los otros pensaran de él.

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— ¿Qué? — Las dos manos de Sasagawa estaban metidas en su sudadera, y lucía como si pensara que se estaban burlando de él. Sin querer ser molestado por la más mínima cosa, Shiina cerró su boca. Después de todo, terminaron comiendo en un restaurant, Shiina aún con su uniforme escolar. La gente los miraba fijamente, pensando en definitiva que no eran un profesor y un estudiante. Cuando entraron a la tienda, el ambiente cambió. Todos los hombres del lugar parecían celosos y todas las mujeres lucían coquetas. Todos sus ojos estaban puestos en Sasagawa. Incluso la mesera que los atendió parecía hipnotizada por él. — Um, tan pronto decidan lo que quieran ordenar, por favor presionen este botón — dijo la joven mientras los miraba fijamente. Obviamente estaba tratando de deducir su relación. — Está bien — respondió Sasagawa, sin desviar la mirada del menú. La chica se inclinó incómodamente y volvió al mostrador. — Parece que eres muy popular, Sensei — dijo Shiina mientras miraba alrededor del restaurant. Aún sin mirar hacia arriba, Sasagawa dijo arrogantemente y sin un indicio de risa, — Sí, bueno, nunca he escuchado alguna queja —. Cerró el menú ruidosamente. — ¿En serio? — dijo Shiina con una mirada aburrida. Al ver esto, Sasagawa comenzó a hablar en un tono desagradable. — A nadie le agrado en la escuela, pero tú eres bastante popular, ¿verdad? El otro día se te confesaron, ¿no?

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Shiina devolvió la mirada fija a Sasagawa. Vio que el profesor tenía cara de desprecio y básicamente estaba actuando como si la confesión que sucedió en la escuela fuese de mentira. Shiina dijo fríamente — Sí... pero no es en serio. Si comparamos, tu motivo fue mucho más claro, Sensei. — ¿Motivo? — repitió Sasagawa, mientras revolvía alrededor de los bolsillos de su sudadera y sacaba algo. Shiina observó mientras un paquete de cigarrillos Mild Seven y un encendedor barato eran puestos en la mesa, y luego dirigió su mirada fija hacia Sasagawa. — Esa chica mesera, las chicas sentadas a nuestro lado... todas te miraron de manera muy provocativa — dijo. — ¡Jajajá! — Sasagawa ligeramente golpeó el borde de la caja y colocó un cigarrillo en su boca, sonriendo. Probablemente también había notado las miradas fijas de las mujeres. Si él era el tipo de persona que podía darse cuenta de eso, podía hacer que cualquier mujer que quisiera se enamorara de él. Shiina miró hacia un lado con una expresión asombrada en su rostro y descansó su mentón en sus manos. — Si eres tan popular, ¿por qué me deseas a mí? — soltó. — Lo que quiero saber es ¿por qué no te gustan las niñas de tu edad? Te acuestas con alguna mujer mayor, ¿verdad? ¿Es por las ganancias? — interrumpió Sasagawa. Shiina cerró su boca y lo miró enfurecido, pero Sasagawa ya estaba con su mirada hacia abajo, hacia su cigarrillo encendido, el cual había dejado sobre el cenicero. — Sí, por las ganancias — repitió Shiina, pensando en alguna excusa. Después de haberse acostado con una mujer

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como Kanako, no había tenido interés en chicas de su edad. Esa parecía la respuesta más adecuada. — Oh, está bien. Entiendo. Ya veo — se burló Sasagawa. Shiina permaneció en silencio y Sasagawa se inclinó en su silla, fumando su cigarrillo. Miró fijamente a Shiina con una mirada determinada, examinadora. A Shiina no le gustó esta atmósfera. Levantó la mirada y hostigó a Sasagawa para que continuara. — ¿Qué? ¡Lánzalo! — ¿Quieres que lo diga incluso si te hace daño? — preguntó Sasagawa. — No me hará daño nada que tengas que decir — Shiina lanzó de vuelta. Sasagawa miró brevemente a Shiina y luego desvió su mirada fija hacia abajo. Sostuvo su cigarrillo entre sus dedos y dijo con una sonrisa en su rostro, — Tienes el complejo de Edipo. Los músculos de la cara de Shiina se contrajeron con estas palabras inesperadas. — ¿Te estás burlando de mí? No sé de lo que estás hablando. ¡Odio a mi familia! — negó fríamente, pero Sasagawa no se retractó. Se cuestionó si Sasagawa iba a preguntarle por qué odiaba a su familia. — En lugar de tu madre, ¿tienes a esa mujer abrazándote cuando estás desnudo? O ¿te gusta que te griten y restrinjan? De un modo o de otro, no es bueno — dijo Sasagawa, riéndose. Por un momento el rostro de Shiina reveló que Sasagawa había visto correctamente a través de él. Torció su expresión para mostrar desprecio. ¿Era esto por venganza debido a

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que Sasagawa lo deseaba y no podía tenerlo? Justo en medio de la conversación, su profesor había entrado profundamente en el corazón de Shiina y sacado a la luz el secreto más oscuro que tanto había tratado de esconder. Sasagawa lo había arrancado y expuesto así nada más. Shiina no podía perdonar tales horribles acciones. El desagrado en su pecho comenzó a brotar más y más. Siseó en voz baja, — Ya te lo dije, estás equivocado. — ¿En qué? — replicó Sasagawa. — Explícame para poder entender. El humo blanco que exhaló se desplazó por el aire. El rostro de Sasagawa mostraba que estaba disfrutando lo que pasaba. Estaba tratando de provocar a Shiina. Si Shiina dejaba que Sasagawa llegara a él, sólo se haría más daño. Shiina aguantó en silencio, apretando los puños que descansaban sobre sus rodillas, tratando de escapar de este sentimiento de peligro. Sasagawa lo miró derechamente y dijo, — A tu edad sólo puedes follar con mujeres mayores, ¿no? Es tan patético que me da risa. Los dedos de Shiina agarraron sus pantalones y tembló. ¿Por qué Sasagawa tenía que decirle esas cosas? A pesar de su rostro frío, la rabia creció dentro de él. Volteó su mirada fija hacia Sasagawa. Ni siquiera valía la pena hablar con el hombre. — Me voy — dijo fríamente. — ¿A dónde? — dijo Sasagawa, riéndose. Sonaba tan desagradable que Shiina quería cubrir sus oídos. El odio se expandió sobre su hermoso rostro.

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— ¡A un lugar donde no tenga que verte! — dijo, poniéndose de pie y golpeando la mesa. Sasagawa puso una de sus manos sobre la de Shiina, contemplando la mirada sorprendida en el rostro del joven. — Has estado solo demasiado tiempo — observó Sasagawa. — No tienes a dónde ir. ¡No te presiones! De todas formas, Nakahara me pidió que te cuidara. En mi casa tengo comida, una bañera y sexo. ¿Qué más podrías querer? Fue terco hasta el final, lo que molestaba aún más a Shiina. Sin importar cuánto tratara de sacar su mano, era inútil. Enojadísimo, pudo sentir que Sasagawa estaba disfrutando esta situación cada vez más. — Hay muchos lugares abiertos las veinticuatro horas. Mataré el tiempo allí. No te necesito — dijo Shiina con indiferencia, frunciendo el ceño. Se forzó lo más que pudo por contener su rabia. Sin embargo, Sasagawa arruinó firmemente sus planes, — No me interesa si me necesitas o no. Pero sin importar qué, te llevaré a mi departamento —. Con calma, apagó su cigarrillo a medio fumar en el cenicero. Shiina estaba en silencio y Sasagawa finalmente lo miró. Le dijo a Shiina con sus ojos que no lo dejaría escapar. — Permíteme — ordenó Sasagawa en voz baja. A Shiina le dolió el estómago. Arrugó su rostro y se rehusó. — No. — ¡Quiero hacerlo! — insistió Sasagawa. — ¡No! dijo Shiina, elevando la voz. Todos a su alrededor voltearon a ver lo que estaba pasando. Ignoró sus ojeadas curiosas y miró a Sasagawa.

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Sasagawa respiró profundamente y concentró su mirada fija y aguda en Shiina. Se inclinó sobre su silla y miró a Shiina con arrogancia. — No tengo muchas oportunidades para hablarte fuera de clases. Sin importar lo tonto que fue, quería estar cerca de ti, así que te seguí. Pero cuando te vi juntarte con una extraña mujer, me enojé, ¿sabes? La persona que tanto deseaba estaba justo frente a mí, pero no podía tenerlo por muchas razones. Y no podía evitar que se acostara con alguien más. Mientras observaba que te ibas, me deprimí. Pensé que debería haberte violado o haber hecho algo antes, y me arrepentí de pensar eso, pero no podía parar. — Así que me tendiste una emboscada. ¿Qué tipo de...? — Al ver que la comisura de los labios de Sasagawa se torcía, Shiina decidió detenerse. Pudo deducir que el hombre iba a ser tan arrogante como siempre. — Pero ¿no te alegra de que lo haya hecho? Porque incluso cuando sólo tuviste sexo con esa mujer, quedaste bastante bien, ¿no? — Sasagawa se burló. El rostro de Shiina se torció con humillación. — No iré a casa contigo. — Te obligaré. Shiina odiaba a Sasagawa por dar esa respuesta tan segura. Su mirada fija mostraba su aborrecimiento. — No iré. — ¡Acabo de decir que sí! ¿Por qué Sasagawa estaba siendo tan dominante? Su voz era incluso más autoritaria que la de Shiina. Shiina detuvo este intercambio inútil y quedó en silencio. — Oye.

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Escuchó a Sasagawa, pero lo ignoró y mordió sus labios. La voz de Sasagawa se volvió misteriosamente seria. — Si sigues siendo así de desobediente, voy a derribarte, arrastrarte fuera de aquí y desnudarte. Así que iba a recurrir a la violencia, tal y como lo hizo en el baño de la estación de trenes. Shiina sabía, sin mirar, la cara que Sasagawa había puesto cuando dijo eso. — Haz lo que quieras — dijo con desprecio, y liberó su mano. En ese mismo momento, Sasagawa se levantó. Pasó por el lado de su silla y avanzó. Un fuerte ruido hizo eco en la habitación. Todos en el restaurant los miraron. La gente estaba mirando la mejilla izquierda de Shiina, la cual Sasagawa había golpeado. La piel de Shiina palpitaba y se sentía caliente. Volteó su mirada fija hacia Sasagawa; sus ojos brillaban de rabia. Shiina no recordaba haber hecho algo malo. El culpable era Sasagawa. Su cabello desordenado colgaba sobre sus mejillas, y se levantó aún con asombro. Justo entonces, una mesera que había permanecido de pie en el mostrador se acercó rápidamente con una mirada ansiosa. — ¡Se-señor! — Lo siento. — Nos vamos—,dijo Sasagawa, pero no prestó atención a la mesera; en vez de eso, miró directamente a Shiina.

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La van color blanco de Sasagawa estaba ubicada en medio del estacionamiento. Era grande y lucía tosca, muy parecida a su dueño. La primera y tercera línea de asientos estaban intactos, pero la segunda línea estaba presionada hacia abajo. En ese espacio, se podía escuchar una respiración jadeante. Quizá por lo violento que Sasagawa había sido, el delgado cabello de Shiina estaba desparramado por todos lados. No podía arreglar sus lentes, los que se habían resbalado hasta llegar a la punta de su nariz. Incluso su chaqueta y camisa mostraban pruebas de crueldad debido a los botones arrancados. El pecho de Shiina estaba expuesto. Ambas manos estaban sobre su cabeza, atadas fuertemente a ella con la corbata de su uniforme. Contener. Rechazar. Luchar. Había intentado lo mejor que pudo hacer estas tres, pero fue inútil. Sin nada más que se interpusiera en el camino, no pudo negar más las caricias de Sasagawa y se preparó para perderse en ellas. Volteó su cabeza y exhaló gentilmente. Vio que Sasagawa se arrodillaba ante él, enterrando el rostro entre sus piernas. Sus manos agarraron la parte posterior de las rodillas desnudas de Shiina. Hizo ruidos obscenos mientras volteaba su cabeza hacia un lado y hacia el otro. Su lengua se arrastró hacia abajo, y tenía un dedo dentro de Shiina. Llevó a Shiina hacia su boca y lo dirigió lentamente. Incapaz de soportar el placer, las piernas de Shiina temblaron. Si se movía incluso un poco, la corbata que lo tenía amarrado afectaría bruscamente sus muñecas. Tenía una mirada de angustia, pero su voz dilucidaba un poco de placer.

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— Mmnn...ahh...uh...nhhm...para... Cerró sus ojos y sacudió su cabeza. Si no hacía eso, tenía miedo de que Sasagawa viera que sus ojos estaban húmedos por la pasión. Ya sentía el calor abrasador expandiéndose a lo largo de su cuerpo. Ya sabía qué buscar, en qué lugar le daría el mayor de los placeres. No se atrevería a decirlo en voz alta, pero por dentro rogaba para que Sasagawa no sacara su dedo del lugar donde lo había metido tan profundamente. Su interior se contrajo por la fricción. Sasagawa estimuló esto e introdujo aún más profundamente su dedo dentro de Shiina. — Mmm...ahhh...mmm... Lágrimas salían de los ojos de Shiina, y enterró su rostro en su brazo. Sus piernas, que estaban desnudas a excepción de sus calcetines, subieron por el asiento. A este ritmo se correría antes de lo que realmente quería. Su rostro mostraba señales de incomodidad. — No...no...para...espera... No quería correrse aún. Sus ojos, llenos de lágrimas, miraron a la única persona que lo podía liberar. Con esto, Sasagawa dejó de moverse. Miró hacia arriba, alejando sus labios, y sacó su dedo. Se levantó del asiento, y se apoyó en las piernas de Shiina. — ¿Quieres ir a casa? — ¿Qué? — Los ojos mojados de Shiina se abrieron ampliamente por debajo de su cabello desordenado. — El auto es demasiado estrecho para violarte. Hagámoslo en la cama — dijo cruelmente Sasagawa. Abrió la puerta lateral y se metió al asiento del conductor.

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Shiina comenzó a comprender la situación. Sasagawa iba a dejarlo así. Incluso cuando el calor recorría su cuerpo, su mente estaba sorprendentemente fría. El largo dedo de Sasagawa ya no estaba dentro de él. Su hábil boca ya no estaba succionándolo. Había sido atado, así que tampoco podía masturbarse. El departamento de Sasagawa estaba sólo a 10 minutos del restaurant, pero ese tiempo fue un infierno para Shiina, sentado en el asiento trasero de la van. No había muchas tiendas abiertas a esa hora alrededor de esta área, así que no había mucha gente dando vueltas. Shiina se ponía extremadamente nervioso cada vez que un gran camión o bus pasaba por la ventana. Incluso cuando sabía que nadie podía ver hacia dentro a través de los vidrios polarizados, la vista de él semidesnudo con sus piernas abiertas era definitivamente anormal. También estaba mojado desde su trasero hasta sus muslos. La gran estabilidad de la van no permitía a Shiina sentir muchos de los baches del camino, pero aún se sentía torturado. Consideró gritar “¡Por favor haz algo sobre esto!”, pero las palabras no salieron de su boca. Miró hacia abajo y enterró su rostro en el lado de su brazo. Sus mejillas sonrojadas estaban calientes. Odiaba su cuerpo por sentir ese deseo ardiente de que Sasagawa entrara en él. Finalmente volteó sus ojos, mojados por la lujuria, hacia el espejo retrovisor. Sasagawa estaba calmadamente fumando un cigarrillo. Soplaba el humo hacia afuera de la ventana para que no llegara donde Shiina estaba. La ventana estaba sólo un poco abajo y el aire frío trepaba a través de la van. Si estaba siendo así de considerado, ¿por qué no enfriaba este calor

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proveniente de dentro de él? Shiina miró a Sasagawa con resentimiento. Lo vio mirando al espejo. — Ya casi llegamos, aguanta — dijo Sasagawa en un tono de burla. Shiina sintió crecer su rabia, pero no admitiría que también se sentía aliviado. Unos minutos después, la van se estacionó junto a un grupo de departamentos. Shiina sólo pudo contemplar el escenario distraídamente. Sasagawa se detuvo en un lugar que debió haber sido el estacionamiento, pero Shiina no sintió que sería liberado pronto. Sasagawa salió del auto, abrió la puerta y se metió a la parte trasera de la van. La luz se encendió automáticamente, iluminado las regiones inferiores empapadas de Shiina. Mirando hacia abajo, Sasagawa sonrió y dijo — Me preguntaba esto desde antes, pero ¿por qué te mojas tanto? Nunca he visto a una mujer mojarse como tú — bromeó mientras agarraba una caja de pañuelos desde el asiento delantero. — Déjame solo — susurró Shiina, y desvió su rostro. Al advertir las manos de Sasagawa secando la humedad de entre sus piernas, sintió una nueva estimulación. Se había ablandado durante el viaje, pero sintió que estaba comenzando a ponerse duro nuevamente. Shiina se había afrontado a una vergüenza incluso mayor. Muy dentro de él, comenzó a palpitar. Sasagawa limpió la cabeza de su pene, y con esto comenzó a exudar más néctar transparente. — Mmm... Reaccionando a su suspiro, Sasagawa miró hacia arriba. Shiina había bajado la guardia, y Sasagawa vio la mirada de placer en su rostro. No pudo aguantar la mirada fija de Sasagawa. Mordió su labio bruscamente.

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— Si no puedes esperar a llegar a la habitación, puedo hacerlo aquí — dijo Sasagawa, mirándolo con una expresión de humor en su rostro. Shiina estaba en silencio. Volteó hacia un lado, evitando la mirada fija de Sasagawa. Sasagawa liberó sus manos y juntó su ropa interior y sus pantalones. El cuerpo de Shiina aún estaba adormecido por haber estado en la misma posición por mucho tiempo. Empujó su duro miembro dentro de sus bóxers y se colocó sus pantalones. Sus manos palparon a tientas el cierre, e incluso se colocó su cinturón. Se levantó y salió del auto. Exhaló y cerró sus ojos. Sin embargo, no tenía la energía para mantenerse en pie y tuvo que apoyarse en el auto. — ¿Puedes caminar? — preguntó Sasagawa. Shiina cruzó sus brazos y sacudió su cabeza hacia la derecha y hacia la izquierda. Sabía que podía esperar a que el calor en su cuerpo disminuyera, o dejar que lo enfriara este hombre injusto. No quería elegir, por lo que se quedó congelado. — Oh, bueno. Vamos, entonces. Sasagawa agarró su brazo y lo ayudó a caminar. — No... ¡Suéltame! — Shiina enterró sus talones, pero no fue capaz de competir contra la fuerza de Sasagawa. Sasagawa lo llevó hacia dentro del departamento en el segundo piso del edificio adyacente al estacionamiento. Sin ninguna luz encendida, Shiina no sabía dónde ir. Finalmente cuando entraron a la habitación, había algo de luz indirecta. No tuvo tiempo para relajarse, ya que Sasagawa lo empujó bruscamente hacia la cama doble. Sus dos brazos estaban clavados sobre la cama, y Sasagawa se tiró encima de él.

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Sasagawa le sacó los lentes a Shiina y rápidamente se sacó su sudadera, tirándola al suelo. Se sacó su remera y reveló un cuerpo bien musculoso, el cual Shiina nunca hubiese imaginado que estuviese debajo de ese abrigo sucio. No sólo estaban claramente definidos los pectorales y abdominales de Sasagawa, también quedó claro que se ejercitaba regularmente. Probablemente fue a un gimnasio y bebió batidos de proteína o algo así. Con ese rostro y ese cuerpo, las mujeres se lo comerían entero. Supondrían que eso significaba que era bueno en el sexo, y una vez que se acostaran con él, nunca lo olvidarían. Ese es el tipo de esencia de salvajismo intenso que mostraba Sasagawa. — Shiina. Al escuchar su nombre, la mirada fija de Shiina vaciló. ¿Qué tan diferentes a él eran las mujeres que obtendrían placer al tener sexo con Sasagawa? Aclaró su garganta patéticamente y esperó al hombre en frente de él. Estaba seguro de que su calor abrasador sólo Sasagawa podía enfriarlo. Pero probablemente eso era lo que pensaba todo el que compartiera cama con Sasagawa. Incluso si era una persona especial, Sasagawa quizá no pensaba lo mismo. Incluso si Sasagawa le decía a Shiina que lo amaba y que quería ayudarlo, probablemente era sólo de la boca para fuera. Esto es, si Sasagawa tenía una segunda intención de tener sexo con uno de sus estudiantes. Si Shiina se permitía creer las dulces palabras de Sasagawa y era traicionado, no le quedaría nada. Recordó las frías miradas de su familia y la negra oscuridad. — ¡No...no...no!

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Lo llenó la ansiedad, y trató de escapar de los fuertes brazos de Sasagawa. Pero sin importar cuánto luchara, Sasagawa no lo dejaría ir. Precipitadamente sacudió su cabeza de atrás para adelante, y las lágrimas se derramaron por sus ojos. Sasagawa chasqueó su lengua y agarró las muñecas de Shiina, las que aún estaban rojas por haber estado atadas, y lo inmovilizó nuevamente a la cama. Mirando hacia arriba, Shiina vio la mirada fija y aguda de Sasagawa avanzando amenazadoramente sobre él. — No te amaricones ahora — regañó Sasagawa en voz baja, acercando su rostro al de Shiina. Sus ojos penetrantes amenazaban a Shiina directamente. — Me deseas, ¿no es así? Entonces no actúes como la víctima —. Con sus piernas, abrió las de Shiina y le tomó una mano. Alcanzó sus pantalones y sacó la prueba de su excitación. — Míralo. Quieres esto, por eso lloras, ¿verdad? — dijo con una voz gentil pero a la vez provocadora. Jadeó bruscamente y con emoción. Esto despertó la lujuria dentro de Shiina una vez más, y un autodesprecio comenzó a brotar dentro de él nuevamente. Sacudió su cabeza, negándolo desesperadamente. Aprovechando esta oportunidad, Sasagawa metió violentamente su caliente miembro dentro de Shiina. — ¡Ah...ah...ahhh! Se mezcló un sonido de placer y uno de angustia. Shiina arqueó su espalda en la cama y apretó fuertemente la mano de Sasagawa.

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Después de estar completamente dentro, Sasagawa exhaló y rió ligeramente. Shiina abrió sus ojos con vacilación y encontró la mirada fija y caliente de Sasagawa. Sasagawa presionó sus labios contra los de él. El beso fue brusco y apasionado. — Mnnm... Shiina gimió, su boca llena de la lengua de Sasagawa. Al pestañear repetidamente, recordó que sus pestañas estaban húmedas por las lágrimas. Si no hubiese llamado a Sasagawa para decirle dónde estaba, la persona que yacía en la cama ahora podría no haber sido él. Sasagawa podría haber estado sosteniendo a alguien más, gimiendo con alguien más. El corazón de alguien más pudo haber sido robado en vez del suyo. Sin importar quién fuera, habría sido lo mismo. Sasagawa se había decidido por él, lo había vigilado. Y tan pronto como Shiina se percató de ello, no cabía duda de que ahora estaba bajo el control de este hombre. La cama rechinó cuando Sasagawa se sentó y alejó sus labios. Shiina lo observó con una expresión de incomodidad, pero Sasagawa lo miró amablemente. Se sintió como si el corazón de Shiina fuese aplastado cuando un terrible dolor recorrió su pecho. Recuperó su aliento y alejó la mirada amargamente. Si no confiaba en algo, nunca estaría satisfecho. Sasagawa estaba empujando el corazón vacío y solitario de Shiina hacia él. No tenía la fuerza de voluntad suficiente como para frenar esto, entonces ¿por qué se rehusaba? Si se abría nuevamente, todo lo que tenía que hacer era estar preparado para ahogarse. — Ah...ahhh...ahhhh...

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Coincidiendo con el movimiento tipo pistón que Sasagawa había comenzado, el cuerpo de Shiina tembló violentamente. Lágrimas rodaron por su rostro; lágrimas que no podían ser por la alegría de este placer. — No conozco a nadie más que pudiese poner una cara tan erótica como esa... — dijo Sasagawa, pareciendo contento. Luego inclinó un poco su cabeza y sonrió. Tratando de aguantar la dura y profunda presión de Sasagawa sobre él, Shiina apretó fuertemente su mano. Comenzó a jadear. Se sintió como si aquellos sonidos ya no proviniesen de él. Era como si él fuese una perra ladrando con gozo al ser jodida por un semental. Era simplemente un animal. Levantó su mentón y gritó — Nnn... ahhh... haaa... Sensei... Sensei... Se rindió ante las vibraciones, y esto hizo que Sasagawa presionara aún más duramente. Puso más de su peso en la mano de Shiina y presionó sobre la cama, y mientras jalaba y empujaba bruscamente, a veces un leve gemido se escapaba de sus labios. Al escuchar esto, Shiina estaba tan excitado que no pudo aguantar más. Ambos actuaban de forma tan indecente, que el placer que obtenía se volvió la realidad. Los sonidos de sus jadeos eran animales. El sonido mojado de ellos uniéndose se mezcló con los gemidos pasionales de Shiina, y la temperatura en la habitación parecía elevarse. — ¡Ah...ahh...ahhh! ¡Ahhh!

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Desvergonzadamente elevó su voz y arqueó su cuerpo sonrojado. Su cabello suave, castaño cenizo, estaba despeinado y pegado a sus húmedas mejillas. Sasagawa se sentó más derecho para poder entrar más profundamente en él. Cuando hizo esto liberó la mano de Shiina, pero él rogó entre lágrimas que no la soltara. Los dedos de Sasagawa se entrelazaron nuevamente con los suyos y apretaron su mano fuertemente. — Sin importar lo que pase, nunca te abandonaré. Quiero cada parte de ti, sin importar lo sucia o débil que esté. Porque amo cada parte de ti — dijo Sasagawa entre empujes, y sus palabras se escuchaban serias y verdaderas. Shiina abrió sus ojos. El salvador que lo iba a rescatar de su solitaria oscuridad había aparecido delante de sus ojos. El pecho de Sasagawa estaba sudoroso. Su cabello negro caía desordenadamente sobre su frente con una sensualidad masculina. Todo sobre él anonadaba a Shiina. Y si a eso se le añadía la sensación de peligro, se sentía como si Sasagawa lo pudiera llevar a algún lugar diferente. ¿Era una salida o un nuevo mundo de esperanza? Aún no estaba seguro, pero si podía hacerlo realidad, desearía que Sasagawa nunca liberara su mano. Los empujes de Sasagawa comenzaron a volverse más cortos y la forma en que su dureza se introducía en Shiina lo llevó casi al clímax. Shiina no pudo evitar hacer un sonido más animal y gritó — ¡Sen...sei! — La sensación en su estómago había estado esperando ese momento. De entre sus piernas temblorosas se disparó un líquido cálido. Su abundante y espeso semen se derramó sobre su estómago. Un poco más tarde, Sasagawa empujó más duramente dentro del

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apretado agujero de Shiina y lo inundó con un líquido cálido. Ese líquido era prueba de que Sasagawa había llegado al clímax. Shiina jadeó, intoxicado por el sentimiento resbaladizo dentro de él. — Shiina. Sus ojos se encontraron. El sentimiento de placer abrumador luego de que se corrió, el sentimiento de satisfacción... Shiina nunca antes había experimentado algo parecido a esto. Era más profundo que cualquier cosa que haya sentido antes. Sus párpados se sintieron pesados y no pudo mantener su mirada fija en Sasagawa por mucho tiempo. Jadeando, miró hacia abajo. Su cabello estaba mojado con sudor, así que Sasagawa gentilmente lo retiró de sus ojos por él. — No lo olvides. Soy el único que te entiende. — La voz que susurraba dentro de su oído no tenía rastro de presión en ella. Arrastrado por el placer del sexo, Shiina se perdió ante la fuerte voluntad de Sasagawa. Quería sentirse mal por ello, pero no ayudaría en nada. La cabeza de Shiina estaba contra el codo de Sasagawa. Besos ligeros caían sobre sus labios. Mientras la presión de los besos aumentaba sintió el miembro de Sasagawa, que aún estaba dentro de él, comenzar a estremecerse. Shiina se aferró al cuello de Sasagawa. Tuvieron sexo una segunda vez, y cuando sus cuerpos rogaban por una tercera vez, Shiina estaba exhausto. Hicieron el amor por horas y su cuerpo se volvió posesión de Sasagawa. También pensó que podría dar su corazón a Sasagawa. Era una tentación que brotaba dentro de él y de la que no podía librarse.

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Al final, Shiina se quedó dormido. Cuando despertó, miró a su alrededor. La luz solar que se filtraba a través de las cortinas era suave. Debió haber sido temprano en la mañana. La habitación aún estaba oscura. Levantando su cabeza, el brazo de Sasagawa, que había estado sosteniéndolo, caía débilmente sobre la cama. Shiina supuso que se habían quedado dormidos de esa forma. Ambos estaban completamente desnudos, pero no estaba seguro de si se había quedado dormido o se había desmayado. Sin embargo, estaba claro que en algún momento Sasagawa lo había limpiado. No había huella de la incómoda pegajosidad de antes. Levantándose sobre un hombro, tocó suavemente el hombro de Sasagawa, mirándolo fijamente. Durante el sexo, Sasagawa era brusco y salvaje, pero su rostro dormido lucía muy infantil. Shiina trató de levantarse, pero Sasagawa, medio dormido, agarró su brazo. — Mnnn... Los gruñidos inconscientes de Sasagawa parecían estar regañándolo para que no se fuera. Presionó sobre la cálida piel de Sasagawa.

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Capítulo 6

-Y …

así es como se resuelve eso. Está bien, siguiente problema.

“¡A-hem!” Shiina despertó con un sobresalto por el lindo sonido de una chica aclarando su garganta. Parecía que se había quedado dormido. Su brazo izquierdo había sido estirado sobre su escritorio, pero su cabeza descansaba en su brazo derecho, el cual ahora estaba dormido. Jaló ambos brazos hacia él y se levantó de su escritorio sobre su libro de texto, que aún estaba abierto. Saludó con la cabeza a Ai, quien estaba sentada a su lado, y volteó su mirada fija e indiferente hacia el podio. Sasagawa estaba de pie con su abrigo blanco puesto y parecía estar buscando a alguien en la sala, para llamarlo adelante. Sus ojos se encontraron y Sasagawa sonrió con arrogancia. Habían estado juntos hasta esta mañana. “¿Y de quién era la culpa de que tuviera tanto sueño?” Shiina pensó mientras se le ponía la piel de gallina. — Shiina. La clara voz de Sasagawa hacía eco a lo largo de la sala de clases. Shiina dejó caer sus hombros y bajó su cabeza. Había estado durmiendo todo este rato, así que no había forma de que pudiese resolver el problema. De hecho, ni siquiera sabía en qué problema iban. Shiina se levantó de su silla con un ruido y dijo suavemente, — Lo siento, no lo sé. — ¿Qué parte no sabes? — dijo Sasagawa fríamente,

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sosteniendo su libro de texto con una mano. Shiina se calló, y luego sintió que alguien más lo estaba mirando. Era Ai. Sigilosamente, le estaba mostrando su cuaderno. Shiina lo miró y volteó hacia Sasagawa. — 2X-1 — dijo rápidamente. — Bien, tu respuesta es correcta, pero ¿cómo lo resolviste? Sasagawa nunca hacía preguntas con tanto detalle. Lo estaba intimidando a propósito. — No lo sabes, ¿verdad? Porque estabas durmiendo. Está bien. Nishida-san, si pudiste decirle la respuesta correcta, entonces es obvio que sabes cómo resolverlo. Ve a la pizarra y escribe la fórmula. — Está bieeeen... — Ai se levantó con una mirada de desagrado en su rostro. Shiina le lanzó una mirada a Sasagawa y luego susurró — Lo siento, Nishida-san. Con una mirada encantadora en su rostro, Ai sacudió su cabeza nerviosamente como diciendo “Está bien”. Sobre ellos, Sasagawa observaba su intercambio desde el podio, con una mirada aguda en su rostro. Cuando la clase de matemáticas había terminado, era la hora de almuerzo. Antes de dirigirse a la azotea, Shiina necesitaba comprar el almuerzo. Se levantó y abandonó la ruidosa sala. Un grupo de estudiantes se había reunido en la fila de compras en la cafetería. Tan pronto como la señora de mediana edad del almuerzo vio a Shiina, supo exactamente lo que él quería. Se lo entregó inmediatamente. Normalmente, a un estudiante hombre no le

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gustaría este tipo de trato especial, pero en comparación a cómo lo trataban las otras chicas, estaba de acuerdo con su buena voluntad. Tomó su billetera del bolsillo de sus pantalones. La abrió inocentemente y no pudo creer lo que veían sus ojos cuando no había casi nada de dinero en ella. Ayer había tenido al menos unos pocos miles de yens en su billetera. Sin embargo, ¡ahora sólo le quedaban cuatro o cinco monedas! Las sacó todas y juntándolas ni siquiera sumaban 100 yens. Cerró el compartimiento de monedas de su billetera. —...Me engañó. Esa mañana le había dicho a Sasagawa que no necesitaba dinero cuando el hombre había tratado de ofrecérselo. Le había dicho que él pagaría su almuerzo y que podía manejarse con el dinero que tenía. Al parecer, Sasagawa había tomado el dinero tan pronto Shiina había dejado la habitación. En otras palabras, quería que Shiina también dependiera de él en lo que respecta al dinero. Shiina no tuvo más opción que salir de la fila de compras. Suspiró y caminó hacia la sala de staff. Pasó a través de la puerta abierta. Los escritorios de acero estaban arreglados en forma de U alrededor del escritorio del director. Vio a unos pocos estudiantes y profesores alrededor, pero no vio ese sucio abrigo blanco. — Disculpe. ¿Ha visto a Sasagawa-sensei? — le preguntó a la profesora de música, quien estaba sentada cerca de la puerta. Era una mujer joven y bella, y sonrió amablemente. — No. ¿Quizá esté en el laboratorio de matemáticas? —. Dijo “laboratorio de matemáticas”, pero esa sala era más un depósito. Ahí se guardaban varios materiales de enseñanza y otras cosas. Ya que era una habitación bastante privada, era

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donde se llevaban a cabo las reuniones individuales de los padres con los profesores. Estaba en el tercer piso de la parte norte del edificio escolar. En el rellano de en frente fue donde Morishita se le había confesado a Shiina, así que Sasagawa probablemente había estado en el laboratorio de matemáticas en ese momento también. La sala de staff estaba en el primer piso de la parte sur del edificio. Era doloroso caminar todo ese trayecto hacia el laboratorio, y cuando volviera, no quedaría mucho tiempo para comprar el almuerzo. — ¿Qué hay de Nakahara-sensei? — preguntó Shiina, mirando a la profesora de música con unos ojos que rogaban. Nakahara era su última esperanza. — Oh, Nakahara-sensei siempre va al hospital durante el almuerzo. Quiere ver a su esposa y a su hija bebé, así que se va inmediatamente — rió nerviosamente la profesora. Tal y como Shiina lo había temido, tenía que caminar todo ese trayecto hacia el laboratorio de matemáticas. “A quién le importa el almuerzo, ¡a este paso ni siquiera podré ir a trabajar!” Shiina abandonó la sala de staff con pasos lentos y se dirigió hacia la parte norte del edificio. Arrastraba sus pies, cansado por la falta de sueño y por el sexo que había tenido toda la noche. Finalmente logró llegar al oscuro tercer piso. Si Sasagawa no estaba ahí, se enojaría de verdad. Puso una cara de amargura y abrió la puerta del laboratorio sin golpear. — Te he estado esperando. Sasagawa miró a Shiina con una sonrisa burlona y se

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puso de pie en frente de las cortinas, que estaban amarillentas por el sol. Se sentó ligeramente sobre un escritorio con sus brazos cruzados. Tenía puesto un reloj, que Shiina había visto antes, en una de sus muñecas que se asomaba por su abrigo sucio. Shiina silenciosamente estiró su mano, y Sasagawa volteó y tomó una bolsa de papel. — ¿Qué es eso? — preguntó Shiina. — Lo que me sobró del almuerzo — dijo Sasagawa, tirándole la bolsa. Shiina la agarró de manera refleja. — ¿Qué hay del dinero de mi billetera? — preguntó, mirando hacia arriba. Sasagawa se levantó del escritorio y escarbó los bolsillos de su abrigo. — No sé. Era una estúpida mentira de alguien que infantilmente guardaba rencor porque Shiina no aceptaría su dinero. Shiina puso una cara de malhumor acorde más tiempo perdía. Sasagawa prendió un cigarrillo que había sacado de su bolsillo. Shiina lo observó sin pestañear. Cada una de las acciones de Sasagawa parecía lujuriosa y le dio vergüenza. No podía quitarle los ojos de encima. — Deja de mirarme y siéntate — dijo Sasagawa. Shiina volvió a la realidad y dijo — Siempre como en el techo. Puedes dármelo más tarde o algo así, pero si no tengo dinero, no puedo ir a trabajar. Así que devuélveme el dinero que me sacaste de mi billetera. Colocó su mano en el pomo de la puerta. Repentinamente, Sasagawa lo abrazó fuertemente por detrás.

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— ¿Aquí? — Shiina chilló. ¿Qué estaba pensando Sasagawa? Pero Shiina no pudo decir la segunda parte en voz alta. No tenía derecho. Porque él también había estado mirando a Sasagawa de manera provocativa. Sasagawa partió el cabello de la parte trasera del cuello de Shiina con sus labios, besándolo suavemente. Sus labios se movieron hacia su oído. Shiina dio un profundo suspiro. Sintió la calidez de Sasagawa en su cuello. Una vez que decidió ceder ante el toque de Sasagawa, supo que no había vuelta atrás. — Mmm… Su cuerpo se relajó y cerró sus ojos. Los dedos de Sasagawa treparon el espacio entre su chaqueta y su camisa, acariciándolo. Habían tenido sexo hasta la madrugada, por lo que Shiina estaba sensible en extremo. Al tocar su miembro estaba delicado, pero los nudillos de Sasagawa lo frotaron gentilmente hasta que nuevamente se endureció. — Shiina, — susurró Sasagawa con una voz tierna. Shiina comenzó a jadear. — No actúes tan amistoso con Nishida frente mío... Sus labios tocaron un lóbulo de su oreja y se sintieron calientes. Aún sostenía a Shiina por detrás. Shiina volteó su rostro para enterrar su frente en la curva del cuello de Sasagawa, arqueando su espalda. Sasagawa lo besó por todos lados. Pasaron juntos todo el tiempo que pudieron. Cuando quedaban cerca de 10 minutos del almuerzo, Sasagawa dejó la habitación para ir a comer. Con su rostro aún enrojecido y una mirada aturdida en su rostro, Shiina abrió la puerta del laboratorio de matemáticas.

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— ¡Oh! — Nakahara lo esquivó, y luego miró el rostro ruborizado de Shiina. — ¿Shiina? Nunca te había visto aquí antes —. Parecía interesado en la mirada en el rostro de Shiina, y lo estudió cuidadosamente. — Oh...um, tenía una pregunta sobre nuestra tarea, así que vine aquí... — contestó Shiina vagamente. No podía encontrar las palabras para preguntar animosamente sobre Mami y el bebé. Dijo que no había almorzado aún, así que se disculpó y siguió su camino hacia el techo. Normalmente comía en la parte sur del edificio, pero no tenía tiempo para volver ahora. Éste era el lugar más cercano al laboratorio de matemáticas. Empujó la puerta que daba al techo y vio el cielo nublado. Caminó sobre el cemento, que estaba un poco mojado por la lluvia. Se sentó en un lugar que parecía bueno y abrió la bolsa de papel. Dentro de ella había el mismo tipo de bebida energética y de pan que Shiina siempre comía en el almuerzo. ¿Sasagawa había se había desviado para comprarle esto a Shiina? ¿Lo había visto sosteniendo las mismas cosas ese día en el rellano con Morishita y lo había recordado? En cualquier caso, estaba claro que no era coincidencia. Shiina estaba un poco impresionado. Sacó los contenidos de la bolsa. Quedaba algo en el fondo. Shiina sospechó y sacó eso también. Era un papel inservible doblado. Al abrirlo, encontró cerca de 13.000 yens. En la mitad del papel estaba escrito: “Era tu dinero, así que te lo devuelvo”. Era la misma letra que había visto en el pizarrón en la clase de matemáticas.

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Los 10.000 yens restantes que no habían estado en su billetera ayer probablemente eran los que Sasagawa le había sacado a cambio de exterminar a las hienas. Mirando sus manos, Shiina sonrió repentinamente. Bajo el cielo gris, su cabello café cenizo ondulaba con la brisa de otoño.

Ese día después del trabajo se dirigió directamente a la casa de Sasagawa. Caminó por la ciudad en la noche con la ayuda de los faroles y las luces brillantes provenientes de las casas en el camino. Pudo oír los sonidos de los perros ladrando en los patios traseros. Antes, cuando caminaba solo como ahora, siempre tenía puestos sus audífonos. En parte era porque siempre le había gustado la música, pero también había necesitado el sonido de la voz de alguien más para ayudarle a combatir la soledad. Pero ahora era diferente. En vez de algo que pudiese comprar con dinero, la presente sensación de alguien tomando sus manos era más importante. Ya no quería tener que proteger su corazón. Tenía a alguien que lo tomaría en sus brazos y ese hecho lo hacía muy feliz. Mientras iba camino al trabajo, Sasagawa lo había llamado preguntándole a qué hora estaría en casa. Podría haberlo llamado nuevamente mientras estaba trabajando. Lleno de esperanza, abrió su teléfono. Había dos llamadas perdidas. Sonriendo, revisó el registro de llamadas. Mirando los nombres, sintió la decepción brotar en su pecho. Una era de un número que no conocía. La otra era de Kanako, a quien no había podido localizar el otro día. Tenía

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dos mensajes de voz y los escuchó con una mirada triste en su rostro. El primero era de su madre. Decía que estaban en casa y que lo dejaría entrar mañana. Al parecer, había alguna razón para que no lo dejara ir a casa hoy. Siguiendo con los mensajes, reprodujo el de Kanako: “Hola, soy yo. Siento no haber contestado tu llamada el otro día. En estos momentos estoy sola en el hotel donde vamos siempre: el Hotel Lakeside. Quiero hablarte de algo, así que por favor contáctame hoy. Puedes llamar a mi celular o a la recepción”. Fin del mensaje. Shiina cerró su celular y, mientras seguía caminando, se perdió en sus pensamientos. La voz de Kanako era extrañamente gentil, pero tenía un poco de impaciencia. Hasta ahora, por lo general era él quien la llamaba, y si no contestaba, lo intentaba al día siguiente. Era raro que tuviese tiempo libre en un día como este. No era el tipo de mujer que tenía suficiente tiempo libre como para ir a un hotel sin razón aparente. Entró a un callejón angosto. Había enredaderas marchitas torcidas alrededor de la base de un poste telefónico frente a él. Era justamente como su pasión por Kanako se había marchitado. Shiina miró fijamente las enredaderas de aspecto desagradable y abrió su celular una vez más. Luego de sonar tres veces, Sasagawa contestó. — Hola, soy yo. Surgió algo y puede que llegue un poco más tarde. Sí. Pero tengo que volver a casa mañana, así que esta será nuestra última noche juntos. Así que prometo que volveré a casa, a ti —, dijo Shiina firmemente. Si fuera por él, se iría directamente al departamento. Pero quería aclarar las cosas con Kanako; de lo contrario, estaría pensando en eso en todo momento. Había estado usando a Kanako por sexo. Sonaba cruel, pero ella ya no tenía nada

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que ofrecerle. No podía sólo ser su amigo, y su deseo sexual por ella ya no existía. Así que tenía que aclararlo de una vez por todas. Era lo correcto, y Kanako se lo merecía. Después de que Sasagawa le diera permiso, contactó a Kanako. Sintió crecer su rabia al escuchar su animada voz. Se dirigió al hotel.

Se bajó del taxi que ella llamó para él y pasó por la elegante entrada del hotel. Cuando vestía ropa común y corriente, la persona de la recepción por lo general lo ignoraba. Pero esta noche la mirada fija de esa persona se sintió casi dolorosa. Shiina puso su expresión fría de siempre y se dirigió al ascensor. La puerta se abrió y una alfombra oscura se extendió ante él. ¿Cuántas veces había visto esta misma escena con Kanako? Pasó las puertas color caoba que tenían números dorados grabados en ellas. Finalmente se detuvo frente a una de ellas. Era la Habitación 1305, habitación en donde estaba Kanako. Al tocar el timbre, escuchó pasos rápidos desde adentro. Odiaba permanecer en el pasillo solo, así que volteó hacia un lado. Si la puerta se abría y alguien más lo veía con Kanako, adivinarían inmediatamente su relación. Cuando se dio cuenta de eso, se deprimió. — ¡Jun-kun! La puerta frente a él se abrió. Kanako tenía una mirada atónita en su rostro cuando vio a Shiina de pie en el pasillo. Había predicho que podría reaccionar de esta manera. Claramente vio la mirada de descontento en el rostro de ella.

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Sabía por qué Kanako tenía esa expresión: aún vestía su uniforme escolar. Lo hacía más real el que él no fuera sólo un estudiante de escuela secundaria acostándose con una mujer mayor, sino que ella fuera una madre con dos hijos que se acostaba con un chico de 17 años. Él siempre se había cambiado su uniforme antes de reunirse con ella. No había duda en su mente de que en ese momento ella lo había mirado como lo haría una madre. Sin embargo, esto debió haber despertado incluso más sus deseos, ya que su mirada era provocativa y húmeda. Shiina se sacó sus lentes con una mano y movió su cabello del camino. Kanako parecía hipnotizada por sus acciones. Empujó sus angostos hombros y la forzó a entrar. — Kanako-san, yo también tengo algo que hablar contigo —. Le fue difícil incluso hablarle. Sin embargo, ella no parecía notar su mirada fija fría y arrogante. Miró hacia arriba y dijo con voz infantil, — ¿Queeé? Se arrimó a él, pero él quería quitársela de encima. Ni siquiera tenía ganas de forzar una sonrisa. En vez de eso, dijo rápidamente, — Te lo diré después. Primero dime de qué estabas hablando en tu mensaje. Los ojos de Kanako se dilataron y sonrió gentilmente. Sus labios rojos se tensaron y dijo, — Oh, eso. De verdad no es tan importante —. Tiró de su brazo para acercarlo, acariciándolo con su nariz. Desde este ángulo, podía ver la parte superior de su cabeza. Habían avanzado sólo un paso dentro de la habitación. Shiina se estremeció y dijo, — Kanako-san, hoy no

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puedo. No vine aquí por eso. — ¿Por qué no? ¿Por qué importa por lo que viniste? ¿Estás enojado porque no te devolví la llamada el otro día? — Tiró con sus manos del cinturón de Shiina. Sus uñas estaban pintadas de un rojo brillante. Claramente estaba concentrada en una sola cosa. — No estoy enojado, pero no puedo. Evidentemente, Kanako no quería escucharlo. Se alejó de él y miró hacia arriba con ojos que parecían demandar “¿Por qué no?” Shiina miró hacia abajo y explicó directamente con sus ojos medio cerrados, — Kanako-san, tuve sexo durante toda la noche y también esta mañana. Es probable que no pueda endurecerme nuevamente. Kanako lo miró sorprendida y luego sus temblorosos labios forzaron una sonrisa. — Oye, Jun-kun, ¿quién es ella? ¿Es de tu escuela? ¿O ella...? — Estaba tratando de actuar como una adulta, pero Shiina sintió lástima por ella mientras observaba sus labios temblar. Con calma, la interrumpió y dijo — De todas formas, creo que amo a esa persona. Así que no puedo... — ¡No! — lo cortó en voz baja. Su personalidad intencionada estaba mostrando sus verdaderos colores. Este no era el rostro que él solía ver, y Shiina estaba casi celoso de que Kanako pudiese abandonar su respeto por sí misma y ser así de insistente. — Incluso si dices que no, no cambiaré de opinión —, declaró con firmeza, pero Kanako no parecía haber aceptado esto.

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— ¡Dije que no! ¡Me importas demasiado! ¿Cómo pudiste darme la espalda y ser tan frío? ¿Sólo lo hiciste por el dinero? — Lo siento— dijo Shiina, y decidió dejarlo así, lo que la silenció. Sus zapatos negros de charol pisaban muy fuerte el alfombrado impecable color vainilla. Vestía una falda chiflón a la rodilla, lo que revelaba sus piernas largas y delgadas. Siempre usaba prendas de ropa interior blancas o negras con muchos lazos. ¿Cuántas veces ella había estirado sus brazos y lo había consolado? — Lo siento, Kanako-san. Su cuerpo delgado le recordaba a su madre. Nunca más volvería a ella. Miró fija y sostenidamente su rostro. Sus labios se movieron cruelmente y luego dijo, — Adiós. El rostro de Kanako lucía triste. Arrugó su rostro, probablemente para retener las lágrimas. Él pensó que era extraño que se sintiera tan apático al hacer esto. No había dejado que esta persona entrara en su corazón, así que sin importar lo que dijera, no era su problema. Mientras pensaba eso, repentinamente se dio cuenta de algo. La situación era la misma con su madre. Había alejado a Shiina y no lo volvería a acercar. Ella también le había cerrado la puerta. Volteó hacia la puerta, provocando que su mochila diera un giro brusco. Vaciló en el pomo de la puerta. Kanako lo siguió. — ¡Espera! ¡Puede que me divorcie! — ¿Qué tiene eso que ver conmigo? — preguntó sin voltear.

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Kanako no reaccionó ante el desprecio en su voz. — Mi esposo dijo que había estado trabajando horas extra, pero que efectivamente estaba teniendo una aventura. Ciertamente, eso nos hace dos, pero no hay forma de arreglar nuestra relación. Shiina dijo con un bufido. — No me digas que quieres aceptarme. Es una broma, ¿verdad? Mientras intentaba distanciarse de ella, Kanako elevó su voz hasta ponerse histérica. — ¡Eso no es lo que estoy diciendo! — Entonces, ¿qué? — preguntó molesto. Volteó para encararla. Kanako permaneció en silencio por un rato y luego comenzó a hablar. — Es sólo que estoy un poco solitaria. Cuando estoy contigo, puedo olvidarme de todas las cosas malas. Y ya que estoy teniendo una aventura, también pensé que podría ser capaz de perdonar a mi esposo. Shiina estaba en silencio. — Siento haber sido tan egoísta. Si quieres terminar, podemos hacerlo. Pero a cambio, quiero que te quedes conmigo esta noche — dijo Kanako seriamente. Ella había sido abandonada por su esposo y estaba a punto de ser abandonada también por su amante. La compasión brotó dentro de Shiina. — Pero no puedo hoy — dijo, encontrando su mirada fija. No podía soportar ver su rostro lamentable. — Estabas conmigo porque también te sentías solo, ¿verdad? Si dejas que termine así, ambos terminaremos solos, lamiendo nuestras heridas. ¡Ya no puedo aguantar más eso! — dijo con voz llorosa.

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Miró al techo, suspiró y luego abrazó su delgado cuerpo. — Tienes razón. Siempre estuve solo, y siempre era muy solitario. Cuando quería afecto, te llamaba. También te llamaba cuando todo parecía ir mal. Eras la única que podía satisfacerme y confiaba al tener sexo contigo. Kanako respiró ruidosamente y en silencio inclinó su cabeza hacia abajo. “Puede que ella sea mi última mujer”, pensó mientras la sostenía cerca de él y juraba no volver a tocarla de nuevo. Sin embargo, no se arrepentía de dejarla ir. Dio golpecitos en su cabeza gentilmente, y Kanako acarició su mejilla con su nariz. Él la había usado en reemplazo de su madre. Ella lo había usado para huir de las obligaciones para con su esposo. Ambos eran solitarios y no estaban satisfechos, por lo que se habían usado mutuamente. Ambos habían necesitado el uno del otro. Luego de que el llanto de Kanako se había detenido, Shiina dijo — No me arrepiento del tiempo que estuvimos juntos. Pero tú no eres la persona que quiero. Sólo dormiré con esa persona — se lo juró a sí mismo y a Kanako. — ¿Tanto…la amas? — preguntó en voz baja. Sintió lástima por ella, porque eso era lo único que podía preguntar. — Aún no tengo la confianza para decírselo, pero algún día lo haré — respondió con firmeza. Parecía que Kanako había sido finalmente convencida. Llorando, le mostró una sonrisa que indicaba que se había dado por vencida.

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— Shiina — Sasagawa llamó desde la cama doble. Shiina se metió a la cama a su lado, y ésta rechinó por el peso de los dos hombres. Miró alrededor de la habitación de Sasagawa. El piso no tenía nada encima. Las paredes blancas de yeso mate, el marco de ventana negro, el clóset y la cómoda le daban a la habitación una sensación de simpleza. Era lo suficientemente grande para que viviera sólo una persona. Había fotografías de gente que Shiina no conocía pegadas en una división ubicada al lado de la cama. Había algunos chicos de mirada violenta, quienes probablemente eran los amigos delincuentes del pasado de Sasagawa. Había algunas chicas lindas y también había algunas chicas bellas que miraban fríamente a la cámara. Algunas fotografías tenían comentarios escritos en ellas. Una decía, “Novia de Tetsu-kun”, escrito con letra femenina. Otra decía, “¿Te casarías conmigo?” Esta mañana las había mirado antes de irse a la escuela y había adivinado que el primer nombre de Sasagawa era Tetsuya. Esto confirmaba sus sospechas. También vio cuántos amigos tenía Sasagawa. Incluso cuando él había dicho que no le gustaban los grupos, estas fotografías eran la prueba de que mucha gente era atraída por su personalidad. — Luces cansado, así que te dejaré descansar esta noche —. El fuerte brazo que acercaba más a Shiina olía al mismo jabón que él usó. Cerró sus ojos y se sintió envuelto en un nuevo sentimiento de comodidad. Sasagawa había dicho que la única forma de terminar con la soledad que estaba sintiendo era llenarla con lo que estaba buscando. Shiina pensó que lo que estaba buscando era el amor de su madre y de su familia. No pensaba que podía obtener eso, pero ahora no sentía esa oscuridad

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familiar y solitaria. Sasagawa sostenía fuertemente su mano. Estaba lo suficientemente contento para creer en él. — Sensei. Era un poco más tarde de lo que había esperado, pero pudo dormir al lado de Sasagawa hasta la mañana. Shiina intentó desesperadamente vencer el sueño, queriendo permanecer en esta cómoda atmósfera. — ¿Hmm? — La voz proveniente de arriba sonaba feliz e hizo a Shiina sentir que no estaba solo. Enterró su rostro en el cálido pecho de Sasagawa, como un niño. — Esto se siente bien. — Di eso de nuevo cuando lo estemos haciendo — se quejó Sasagawa, alegremente, y Shiina sonrió. Sasagawa levantó su cabeza y con la punta de sus dedos jugó con el delgado cabello de Shiina. Incluso cuando no estaban desnudos, Shiina aún podía sentir la calidez del cuerpo de Sasagawa contra el suyo. Nunca se había enamorado antes, así que no sabía si estaría bien decirle a Sasagawa que lo amaba. Pero sabía con certeza que Sasagawa era la persona más importante en su vida. Ese era un gran paso para él. Antes de que Sasagawa ganara el corazón de Shiina, él no sabía la angustia y los conflictos por los que Shiina había pasado. Ahora se dejó llevar por los sentimientos de comodidad más que por la pasión de hacer el amor. Shiina se quedó dormido con pensamientos felices.

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Sasagawa le había dicho que podía quedarse todo el tiempo que quisiera y Shiina se lo había agradecido, pero rechazó la oferta y abandonó el departamento. Ciertamente había querido quedarse, pero sentía que si no se iba a casa hoy, no volvería allí nunca más. Todas las camisetas que Mami le había lavado ya estaban sucias. Había pedido prestada una a Nakahara, pero estaba en la lavandería. También necesitaba sacar algo de dinero del banco. Al pensar en todas esas cosas, estaba agobiado cuando llegó a la puerta principal. Pudo deducir que alguien estaba allí, por lo que se sintió aliviado. Se sacó sus zapatillas deportivas y entró, y su madre apareció en la sala de estar cuando sonó la puerta. Normalmente Shiina era el que apartaba la vista cuando sus ojos se encontraban. A veces la miraba con desprecio. A veces reprimía lo que quería decir y escapaba. Quizá era porque tenía miedo de salir herido por lo que ella podría decir. Pero sólo por hoy... — Bienvenida a casa — dijo, sus palabras saliendo naturalmente de sus labios. Su madre lo miró sorprendida. Quizá podía actuar así porque aún sentía la presencia de Sasagawa. Incluso si no podía verlo o abrazarlo, sus corazones estaban conectados. Shiina estaba seguro de eso. Su madre evadió su mirada fija y regresó a la sala de estar, pero él pudo deducir por la mirada en sus ojos que estaba confundida. Shiina permaneció solo en la entrada. Luego inclinó su cabeza y sonrió por la reacción de su madre. Luego, se dirigió a su habitación. Había estado demasiado distanciado hasta ahora. Sin importar cómo lo trataran, aún eran una familia. No eran

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extraños. Por lo tanto, Shiina finalmente se dio cuenta de que no tenía que estar nervioso al halarles. Él podía decir lo mismo sobre sus padres y Hayato. Eran una familia, por lo que no deberían tratarlo así. Compartían la misma sangre, ¿eso no quería decir que deberían amarlo sin importar qué? ¿Quizá no tenían intenciones de llegar a un arreglo? Si así fuera, ¿qué debería hacer? La respuesta era simple. Trataría de ser flexible y no tomarse las cosas tan en serio. En otras palabras, necesitaba dejar de buscar tanto y aprender a desentenderse. Aún no había podido ser capaz de actuar así. Tenía miedo de perder a su familia por completo. Pero todo estaría bien ahora. Tenía a alguien que lo aceptaba. De eso estaba seguro. Se cambió su camisa y juntó sus cosas para la escuela. Después de agonizar un poco sobre eso se sacó sus lentes, los que siempre había usado para ayudarse a escapar de la realidad. Cerró la puerta de su habitación y bajó las escaleras. Su rostro brillaba, como si recién se le hubiese exorcizado un demonio.

Justo después de que comenzara el almuerzo, Ai le habló desde el asiento de al lado, — Shiina-kun, te ves estupendo con lentes, pero te ves mucho mejor sin ellos. ¡Te ves muy genial! Shiina había sentido que ella lo estaba mirando por toda la sala, así que supuso que le diría algo. Se sentó y encaró a Ai. Una sonrisa gentil flotó naturalmente sobre su rostro, y Ai parecía estar consternada por la emoción. Antes, si alguien le hablaba, intentaría evadir a esa

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persona manteniendo sus respuestas cortas. Pero Ai siempre se había comportado muy animada con él. Shiina había creado una barrera para tratar de evitar que ella y otros compañeros de curso le hablaran. Pero Ai la había derribado y siembre le hablaba. Al tratar de hacerse invisible, no había podido experimentar la calidez y amabilidad de otros. Una vez que lo supo, finalmente se dio cuenta de cuán arrogante había sido. — Esta mañana los pisé accidentalmente. Pero mis ojos no están tan mal como para usar lentes de contacto, así que estoy bien sin ellos. Debo verme raro, ¿verdad? — Miró directamente a sus ojos mientras hablaba. Ai sacudió su cabeza con nerviosismo, con su largo y liso cabello moviéndose en todas direcciones. Sus acciones eran tan desesperadamente lindas que sonrió, sus ojos entrecerrándose. Si tuviese más tiempo, habría querido hablar más con ella, pero primero quería satisfacer sus deseos. Shiina se levantó y se disculpó, saliendo de la habitación. Se dirigió a la parte norte de la escuela. Luego de haber llegado al tercer piso, pudo ver la puerta del depósito. Al lado de ella estaba el laboratorio. Shiina caminó lentamente hacia allá. Si Sasagawa no estaba ahí, simplemente almorzaría en el techo. Casualmente abrió la puerta y vio el gran cuerpo de su profesor, quien vestía su abrigo blanco de costumbre. Sasagawa estaba sentado en una silla con sus largas piernas estiradas en frente de él. Parecía como si hubiese estado calificando ensayos. Dejó su lápiz rojo sobre el escritorio y se torció para encarar a Shiina. — ¿Dónde están tus lentes? — Se rompieron — dijo simplemente Shiina. Era la misma

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mentira que le había dicho a Ai. — ¿Tú los rompiste? — Sasagawa empujó la silla hacia atrás y se puso de pie. El sonido de sus tacones caminando por el piso se acercó más a Shiina. Sus ojos se encontraron y Sasagawa lo acercó. Todo acerca de Sasagawa era tan masculino que hacía que el corazón de Shiina se acelerara. Por eso no detuvo los brazos que se extendieron hacia él. Sasagawa lo mantuvo muy cerca de su pecho, lo que lo puso en un estado de mente soñador. Shiina suspiró profundamente, finalmente liberando la ternura dentro de él. Sus párpados le pesaban, como si de repente le hubiese dado sueño. Habían estado juntos hasta esa mañana, pero estas pocas horas separados habían parecido extrañas. No era suficiente sólo presionar sus cuerpos el uno contra el otro. Quería estrecharlo más profundamente. Lanzó un gemido, y Sasagawa relajó sus brazos alrededor de él. — ¿De qué te ríes? — preguntó Sasagawa suavemente mientras acercaba su mentón hacia el oído de Shiina. — De nada — respondió Shiina. Incluso cuando Sasagawa podía ser violento, era extrañamente amable. Físicamente era un adulto, pero algo sobre él parecía infantil. Shiina adoraba ese desequilibrio ilógico y extraño. — ¡Ya no te abrazaré más! — amenazó Sasagawa en un tono de broma.

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Shiina levantó su rostro del pecho de Sasagawa. Le gustaba cuando se comportaban así de tontos. — ¡No! — dijo tímidamente. Sus ojos se encontraron. Besos ligeros caían sobre el nacimiento de su cabello, sobre su frente, sus párpados, luego finalmente sobre sus mejillas. Los labios de Sasagawa eran cálidos y húmedos. Shiina repentinamente miró en todas direcciones. No era bueno en este tipo de situaciones. Sasagawa ignoró su posición como profesor y lo estaba besando despreocupadamente en terreno escolar. Se sintió culpable, como estudiante, por estar dejando que Sasagawa se saliera con la suya. No podía soportarlo. Alejó su mejilla, pero los labios de Sasagawa no lo dejaron escapar y seguían presionando sobre los suyos. — Mmm… El beso de Sasagawa repercutió a lo largo de todo el cuerpo de Shiina, lo que lo relajó, incluso cuando se sentía incómodo. La bolsa de papel con el almuerzo que traía cayó al suelo. Ambos habían ido allí porque querían estar juntos y a solas. Sus labios se devoraban el uno al otro, incitando su lujuria. Shiina se excitó por los sonidos de su respiración forzada. Abrazó la espalda de Sasagawa con ambas manos, y el agarre que Sasagawa tenía sobre él se estrechó más.

Pudo aguantarlo hasta la noche siguiente. Era sábado y, después del trabajo, Shiina corrió hacia la

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abarrotería más cercana. La brillante luz proveniente de la tienda iluminaba los autos estacionados en el aparcamiento. Al caminar hacia la tienda, Shiina vio el Nissan blanco de Sasagawa estacionado en una esquina lejana, al lado de la máquina expendedora de cigarrillos. Sasagawa tuvo que ir a la escuela esa tarde a enseñar lecciones suplementarias y Shiina tenía que trabajar en la noche. Sasagawa había ido a recoger a Shiina cerca de donde trabajaba, para que pudieran pasar el mayor tiempo posible juntos. Sin poder respirar, Shiina pasó por las pesadas puertas de vidrio en frente de él. Un joven le dijo desde el mostrador, — Bienvenido... — con una voz monótona. Shiina examinó la tienda. Vio a una joven y un hombre alto conversando animadamente en la sección de bebidas. El cabello castaño de la chica estaba flojamente atado al lado bajo una oreja. Vestía un uniforme escolar, pero no parecía estudiante de escuela secundaria. Su falda era corta y vestía calcetines negros a la rodilla, tal como las chicas de escuela secundaria de aquí, pero ella se veía demasiado pura para ser tan mayor. Sin embargo, el hombre de pie al lado de la extraña chica era definitivamente Sasagawa. Se preguntó si de algún modo se conocían de la escuela. Shiina los miró sospechosamente y avanzó un paso. — ¡Ensuciaste mi falda el otro día! — se quejaba la chica. — Traté de limpiarla, pero no salía, ¡y mamá tuvo que mandarla a la lavandería! ¡Me dio tanta vergüenza! ¡Lo sabe todo! Sasagawa puso una mano en su cadera en respuesta al

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tono de voz enojado de la chica. Hoy vestía una remera gris bajo una camiseta roja de franela, con unos pantalones envejecidos. Sólo alguien con tan buena apariencia podía lucir esa vestimenta. Shiina estaba un poco celoso. — Oye, eso no era mío, era tuyo — dijo Sasagawa. — De todas formas, estaba usando un... — ¡No, era tuyo! — interrumpió la chica. Parecía una pareja discutiendo. Una incomodidad que Shiina nunca antes había experimentado presionaba desde adentro. Siguió caminando para pararse más cerca de ellos. Al sentir la presencia de alguien, Sasagawa volteó y miró por sobre los hombros de la chica. Ella también volteó para ver qué estaba mirando, y Sasagawa cortó la conversación para caminar hacia Shiina. — Lo siento, te veré más tarde — le dijo a la chica. — ¿Qué? ¿Ya te vas? — dijo con una mirada de decepción en su rostro. Lucía incluso más infantil de cerca. Tenía que estar en la escuela secundaria intermedia. Sin embargo, sus ojos negros osados parecían esconder una loca diablura de niño. — Los niños deberían irse a casa ahora — dijo Sasagawa, alzando su voz mientras volteaba y colocaba una mano en el hombro de Shiina. — ¡No quiero! Incluso si voy a casa, ¡nadie estará ahí! — dijo ella bruscamente, antes de irse enojada. Sasagawa dijo que iba a comprar cigarrillos, así que Shiina lo acompañó a la caja. Delante de ellos había un hombre que vestía un traje y que parecía haber comprado

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toda la tienda. El joven de antes escaneó los códigos de barra con una mirada de molestia en su rostro. El sentimiento de tristeza en el pecho de Shiina creció más y más mientras esperaban en la fila. — ¿Quién era ella? — preguntó a Sasagawa, de pie a su lado. Quería saberlo tanto que no podía soportarlo. Pero fingió ser casual sobre el tema. Sasagawa no pareció notarlo. Tomó su billetera del bolsillo de sus pantalones. Revisó su interior y dijo simplemente, — Oh, ¿esa niña? Su nombre es Mizuho. Sus padres están divorciados y su mamá vive en mi barrio. De verdad se siente sola sin su padre y hermanos, así que a veces va a mi casa. — Hmm...¿Cuántos Shiina inocentemente.

años

tiene?



preguntó

— ¿Catorce, quizá? Creo que dijo que era estudiante de segundo año de la escuela secundaria intermedia. La persona delante de ellos juntó todas sus bolsas de compra y dejó la tienda. — Uh, ¿puedes darme una cajetilla de Mild Stevens? — pidió Sasagawa en el mostrador. El joven a cargo miró hacia la dirección que Sasagawa apuntaba y dijo — Está bien, ¿quiere una sola cajetilla? — Sí. — La traeré. Ya vuelvo. Observaron cómo el joven volvía a la tienda, la chica de antes avanzó. El brazo de Shiina instintivamente se endureció. Mizuho tocó ligeramente el brazo de Sasagawa y, luego de ver a Shiina observándola, sonrió contenta y

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abandonó la tienda.

Shiina se dio cuenta de que las llamas del deseo habían comenzado a arder nuevamente cuando llegaron al departamento. Sasagawa entró primero y movió el interruptor de luz con sus largos dedos. Tiró sus llaves sobre la mesa. Shiina lo observó silenciosamente desde atrás. — ¿Qué pasa? — preguntó Sasagawa, volteándose. Shiina no tuvo la valentía de mirarlo a la cara. Sintió su piel excitada, su cuerpo estaba palpitando. Nunca había sentido esta lujuria cuando había tenido sexo con Kanako. Su cabeza nadaba en un sentimiento de calor intenso. Probablemente deseaba demasiado a Sasagawa porque había visto la forma en la que lo había tocado esa chica. Era como si algo desagradable estuviera tratando de robar algo que él apreciaba justo en frente de él. De todos modos, el fuerte sentimiento en su pecho era opresivo, y no podía aguantarlo. No podía negar que sentía algo de celos por la forma en la que ella había actuado. Pero ni siquiera Sasagawa estaría interesado en una niña de escuela secundaria intermedia, ¿verdad? Pero al pensar en el momento en el que estaban en el restaurant, la forma en que la mesera y las otras mujeres miraban a Sasagawa era exactamente la misma en que Mizuho lo había mirado. Shiina no podía sacar de su cabeza la visión de su toque sugerente. — ¿Puedo tomar una ducha? — preguntó Shiina. Quería estar solo por un rato. Con el sonido de su voz ronca, Sasagawa lo miró hacia arriba desde su posición estirada en

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el sofá. — ¿Ahora? — Sasagawa elevó la comisura de sus labios sugerentemente mientras miraba fijamente a Shiina. Tomó un cigarrillo de su bolsillo delantero. El rostro de Shiina enrojeció. — No para eso. — ¿Hmm? — preguntó Sasagawa en voz baja mientras encendía su cigarrillo. Al parecer Shiina había entendido mal el significado detrás de “¿Ahora?” Era un malentendido vergonzoso. Su rostro se sintió como si estuviera en llamas. Él pensó que Sasagawa estaba diciendo “¿Ahora quieres que tengamos sexo, por eso quieres tomar una ducha?” Pero al parecer eso no era lo que él quería decir. — Shiina. Sasagawa estiró su larga mano hacia él, pero Shiina miró hacia otro lado. La mano tocó su mejilla y luego agarró su cuello por detrás. Sasagawa enrolló el cabello de Shiina alrededor de un dedo y susurró a sus oídos — Me gustas más así, no recién bañado. Todo el cuerpo de Shiina tembló por el sonido agridulce de la voz de Sasagawa. Sasagawa lo abrazó fuerte y lo besó lentamente. Shiina se impacientó por los largos besos. Los ojos de Sasagawa se entrecerraron. — Ah...ahhh... Sasagawa alejó sus labios y agarró la remera de Shiina por el cuello, subiéndola. Empujó la dureza de Shiina que se asomaba por debajo de su camiseta. Shiina no pudo aguantar cuando Sasagawa la tomó bruscamente. Trató de controlar la sensación de temblor que provenía de su interior. Gimió como una mujer.

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Sasagawa sacó el cinturón de Shiina y colocó sus manos dentro de su ropa interior. Por este movimiento, los pantalones de Shiina cayeron hasta sus rodillas. Sasagawa estimuló su erección con la punta de una lengua caliente. — Guau...incluso estás mojado entre tus piernas. Shiina sintió la humedad entre sus piernas. Su respiración se volvió áspera. Levantó su mentón y dejó escapar un gemido de placer con sus ojos cerrados. Sasagawa humedeció su dedo con el líquido preeyaculatorio de Shiina y penetró el lugar al que Shiina le gustaba más. — ¡Nnmmm...ahhh...ohhh...ohhh! El dedo de Sasagawa se movía eróticamente y siguió metiéndolo y sacándolo. Su mano izquierda estaba en el trasero de Shiina, mientras que su mano derecha hacía círculos alrededor de los pezones de Shiina. Shiina no pudo aguantar más estar de pie. Enterró su cabeza en el pecho de Sasagawa, inclinándose hacia él. — Detente...ahhh...ahh...me correré... Shiina gritó desesperadamente, su pene duro presionado contra las caderas de Sasagawa, temblando. Buscando liberación, agarró más fuerte los hombros de Sasagawa. — Nmm...mmmm...ohhhhh... Los dedos de Sasagawa no se detuvieron ni por un segundo, y manoseaba y acariciaba a Shiina. Shiina eyaculó y su semen bajó por sus pantalones. Con sus ojos borrosos miró a Sasagawa. Lo besó insaciablemente con una pasión carnal. Sasagawa se sentó en el piso y tiró de Shiina para que se sentara frente a él. Había sacado su dedo y lo

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había reemplazado con algo mucho más largo. — Te amo, Shiina. La voz de Sasagawa era seria y a la vez erótica. Finalmente Sasagawa estaba dentro de Shiina. Shiina dejó escapar gemidos intermitentes y trató de relajar sus partes internas para que Sasagawa penetrara más. — ...Uhhh...ahhh... Shiina no pudo esconder la mirada de dolor en su rostro. Lo presionó contra el pecho de Sasagawa y las lágrimas comenzaron a caer por los rabillos de sus ojos. Esta era la primera vez que Sasagawa lo había dejado montarlo así. Sasagawa penetró completamente hasta la base de su pene. Pero la presión no fue tan dolorosa como Shiina pensaba. Sasagawa no estaba siendo duro con él, como era de costumbre. — Shiina. Sasagawa lo besó alentadoramente, y las cadenas alrededor del corazón de Shiina se cortaron. Mientras su miembro duro y tenso chocaba violentamente contra el punto sensible de Shiina, Sasagawa colocó sus manos sobre la parte baja de la espalda de Shiina. Soportó el peso de Shiina mientras él se colocaba por detrás y ponía sus manos sobre las pantorrillas de Sasagawa, elevando su cuerpo. Las cálidas manos de Sasagawa estimulaban a Shiina. Al principio tembló ligeramente, pero luego se volvió cada vez más violento. — Mmm...Sensei ¡Sensei! Shiina cerró sus ojos en éxtasis, intoxicado por las bruscas vibraciones. Ambos jadeaban. El semen de Shiina

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chorreó hacia abajo, humedeciéndolos a ambos. Hicieron ruidos obscenos mientras Sasagawa se movía hacia dentro y hacia fuera de Shiina. Shiina empujaba su cuerpo hacia el de Sasagawa en una suave armonía. — Espera...espera Shiina — la voz de Sasagawa dijo desesperadamente. Sus manos agarraron la parte de atrás de la remera de Shiina, intentando contener su violento temblor. Shiina miró fijamente a su compañero. Quería hacerlo temblar más. Quería que Sasagawa sintiera su presencia en lo más profundo. Ambos estaban sorprendidos por los movimientos de Shiina y por su lujuria insaciable.

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Capítulo 7

-S

hiina, ¿tienes un minuto?

Nakahara lo llamó un día después de la escuela con su rostro serio de costumbre. — ¿Hmm? Salieron de la sala ruidosa y Shiina siguió al abrigo limpio y recién almidonado en frente de él. Probablemente habría sido obra de Mami. Nakahara lo llevó a la oficina del orientador, ubicada en la esquina de la parte sur del edificio escolar. Estaba decorada igual que el depósito. Estaba llena, rellena de guías sobre universidades nacionales y escuelas vocacionales. Había un gran escritorio de acero en la mitad de la habitación, rodeado de cuatro sillas, pero Nakahara las pasó y se ubicó al lado de la ventana. Aún había luz afuera y se veía el claro cielo de otoño. Shiina lo siguió hacia dentro de la habitación y observó a Nakahara desde atrás. Incluso cuando Nakahara y Sasagawa usaban el mismo abrigo, Nakahara hacía arder el pecho de Shiina. Con tal simple distinción, Shiina estaba más que consciente de sus sentimientos de amor. Incluso cuando tenían el mismo abrigo, Sasagawa no estaba aquí. Incluso cuando ese era un hecho obvio, aún buscaba la figura de Sasagawa. Su mano se sentía sola sin el sentimiento de calidez en ella. Finalmente, Nakahara volteó. Shiina había estado soñando despierto con Sasagawa, por lo que

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inmediatamente volvió a la realidad. Nakahara cambió su mirada fija sobre Shiina y con vacilación rompió el hielo. — He estado pensando...en que quizá debería hablar con tu madre. Los ojos de Shiina se agrandaron con sorpresa frente a este repentino tema. — ¿Qué? ¿Por qué? ¿De nuevo? Ahh, ¿no le ha agradecido aún por dejarme quedarme con usted? ¿A qué tipo de persona le falta el sentido común para llamar al profesor de su hijo y agradecerle? — Desvió su mirada fija hacia el piso con una mirada de arrepentimiento en su rostro, frotándose la parte de atrás de su cabeza. Nakahara levantó la voz animadamente. — Oh, no. Me llamó. También me mandó algunos dulces a la sala de staff. — Oh, ¿sólo eso? Lo siento —. Debió haberle agradecido en persona. Le avergonzaba una madre que no tenía decencia. Los ojos de Nakahara se arrugaron, sonrió y se inclinó hacia la ventana detrás de él. Probablemente estaba tratando de calmar a Shiina con su amable gesto. — No, no es sobre eso. Dijiste que tenías problemas con tu familia, ¿verdad? Al parecer estás atorado. Todo este tiempo he estado pensando en qué puedo hacer para ayudar. Quizá sea una intromisión de mi parte, pero siento que tu madre fue diferente ese día cuando hablé con ella por teléfono. ¿Quizá podamos hablar ahora con más calma? Con esas palabras, la oscuridad que Shiina pensaba haber olvidado, repentinamente se asomó un poco a la superficie. Pero, quizá debido a que Sasagawa lo había llenado, ya no sentía el dolor agudo en la boca de su estómago. Estaba confundido por este tema.

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— Pero...estoy bien como estoy — dijo con ojos tristes. Nakahara trató de animarlo diciendo inteligentemente, — ¡Pero no tienes que estarlo! Algunas veces las madres encuentran más fácil hablar con completos extraños. Parecía que Nakahara ya se había decidido a enfrentar a su madre. El bondadoso profesor era todo lo que un profesor debería ser. Su disposición le hacía imposible ignorar a alguien como Shiina. Shiina permaneció en silencio, sin saber cómo enfrentar la situación. ¿Tendría que exponer el hecho de que era la oveja negra de la familia en frente de Nakahara, en quien confiaba mucho? Estaba más molesto por eso que por el hecho de enfrentar a su madre. Al final, Nakahara se salió con la suya y Shiina terminó en el auto de su profesor, camino a casa. Nakahara no estalló de la risa al ver la casa tipo cuento de hadas; en vez de eso, con calma tocó el timbre. Cuando Shiina llegaba a casa, nunca lo hacía, por lo que su madre probablemente sabía que era una visita. —Sólo un momento — dijo animadamente desde adentro, y abrió la puerta principal. Nakahara hizo una reverencia. — Buenas tardes. Lamento haber venido de improviso. Mi nombre es Nakahara, profesor de Jun-kun en la escuela secundaria Futaba. Por un momento, la madre de Shiina quedó sin habla al ver a Shiina parado ahí con Nakahara. — Ah...muchas gracias por lo del otro día. Soy la madre de Jun —. Su voz cambió completamente, volviéndose triste.

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Shiina no pudo escapar de la atmósfera incómoda, así que bajó su cabeza. Lo único en su campo de visión era el piso embaldosado rojo. Lo único que podía escuchar era la voz de Nakahara diciendo, — Sra. Shiina, me gustaría hablar con usted acerca de Jun-kun. ¿Podría quitarle un poco de su tiempo? Su madre lanzó un suspiro. El silencio continuó hasta que accedió. — Está bien. Pase, por favor. — Gracias — dijo Nakahara, entrando a la casa. Shiina cerró la puerta y se sacó sus zapatos, luego partió directamente a su habitación. — Jun, tú también ven — ordenó su madre duramente mientras permanecía en la puerta que daba a la sala de estar. Todo lo que Nakahara pudo hacer fue mirarlo fijamente. Antes le había dicho a Shiina que estaba bien si él hablaba con su madre a solas, pero, después de todo, no podía ir en contra de los deseos de la madre de Shiina. Shiina se preparó. Se dio vuelta y entró a la sala de estar. — Siéntese, por favor — invitó la madre de Shiina. — Gracias. Lamento molestarla —. Nakahara hizo una reverencia mientras la madre de Shiina le entregaba una pequeña taza de té, utilizada para las visitas. Shiina se sentó al lado de él, y ella le entregó el mismo tipo de taza. Su madre se sentó frente a ellos en el sofá. — Ahora, ¿de qué quiere hablarme, Sensei? Nakahara apenas había probado el té cuando comenzó a hablar. — Oh, sí. El otro día Jun-kun mencionó que las cosas no estaban muy bien en casa.

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Como su profesor, me preocupé bastante, así que pensé que hablaría con usted sobre el tema. Lamento no haberla contactado antes. Sé que es grosero que lo pregunte, pero ¿cuándo comenzó el problema con su familia? — Cruzó sus brazos al preguntar, enfocando su mirada más seria en la madre de Shiina. ¿Se conmovería su madre por la sinceridad en las palabras de su profesor? Miró fijamente a Nakahara por un rato, luego miró hacia abajo. — Más o menos en el tiempo en que mi hijo menor, Hayato, tenía 12 años y que luego de su ceremonia de graduación de escuela primaria, camino a casa le confesara sus sentimientos a una niña que le gustaba. — ¿Sí? — Nakahara preguntó. — Siempre se ha esforzado en los deportes desde que era pequeño — continuó la madre de Shiina. — Era un niño seguro y probablemente pensó que su primer amor sentiría lo mismo. Sin embargo, ella lo rechazó. Al parecer ella le dijo que no era tan guapo como su hermano. Además de eso, le dijo que no le hablara en la escuela intermedia y se burló de cada parte de su aspecto, una por una. Llegó a casa al borde de las lágrimas. — ¿Ah? Al escuchar esto, Shiina se burló sin querer. Hayato, quien sólo sabía cómo despreciar a otros, ¿había sido herido tanto por alguien? Cuando Shiina imaginó cómo debió haberse visto Hayato cuando volvió a casa llorándole a su madre, parecía lamentable. Su madre lo miró con su expresión severa de siempre, y luego miró nuevamente a Nakahara. Su cabello amarrado hacia atrás la hacía ver incluso más estricta. — Sensei, estoy

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segura de que usted entiende. Como madre, no debería decir esto, pero a diferencia de Hayato, desde que Jun era bebé, todo el que lo veía decía lo hermoso que era y lo mimaba. Al estar acostumbrado a ese ambiente, dijo algunas cosas crueles a su hermano que le hicieron mucho daño. — ¿Me han ignorado por eso? — Shiina olvidó que Nakahara estaba ahí. No podía creer lo que escuchaban sus oídos, esta simple y ridícula razón. ¿Había sido ésa la raíz de su oscuridad? La madre de Shiina lo miró. — ¿A qué te refieres con “por eso”? Hayato es un niño bueno. Es inteligente y bueno para los deportes. Pero los que no lo conocen no admiten estas cosas. Cuando él está con Jun, no tiene más opción que hacerlo fracasar. Ciertamente, di luz a ambos, pero Hayato ha estado siendo discriminado y me siento muy mal por él. No tiene idea de cuánto le han dolido las palabras de Jun y cuán inferior lo han hecho sentir. Así que decidí que sin importar lo que digan, él sería mi primera prioridad en casa. Lo hice para que Hayato pudiese salir adelante después de ese sensible momento de su vida y para que pudiese recuperar su orgullo. Y lo hice para que Jun viera la ingenuidad y el error en su forma de actuar — dijo calmadamente, luego se quedó callada. — Entonces, ¿qué pasó? — preguntó Nakahara. La madre de Shiina suspiró y lucía como si estuviese sumida en sus pensamientos. Shiina lamentaba el hecho de que fuese tan exaltada y terca. — Hayato desarrolló un complejo de superioridad y comenzó a mirar en menos a su hermano — admitió al fin. — Así volvió su orgullo. Incluso cuando yo sabía que esa era una forma retorcida de hacer las cosas, no lo detuve. Sólo

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cuando me sentí mal porque Jun era ignorado por toda su familia, él comenzó a ser terco. Y luego debido a eso comencé a preocuparme cada vez menos por él. Shiina sabía que era más difícil para ella hablar de sus sentimientos de lo que él pudiese saber. Su rostro desgastado le decía eso. Prosiguió. — Ignorábamos a Jun tal y como siempre lo hacíamos. Pero el día después de que regresamos de nuestro viaje, me dijo “Bienvenida a casa”. No pude decir nada. Incluso cuando lo había apartado, reaccionó de una manera completamente opuesta a la que había esperado. Después de eso, pensé algunas cosas y me di cuenta de algo. Me di cuenta de que no sólo puedes concentrarte en las partes negativas de tu familia. Pero temo mostrarle a Hayato lo patética que he sido, y no sé cómo ser amable con Jun nuevamente. De verdad soy una madre terrible —. Intentando retener las lágrimas, mantuvo sus ojos bien abiertos. Mordió sus labios temblorosos. Sus manos que descansaban sobre sus rodillas no se movieron ni un centímetro. A diferencia de las lágrimas de cocodrilo, esto era muy convincente. Shiina permaneció en silencio e inspiró profundamente. Miró a Nakahara, quien lo miró amablemente. Tratando de estimularlo, Nakahara apretó su mano brevemente. Esa calidez duró sólo un segundo, y luego Nakahara comenzó a hablar con la madre de Shiina en un tono calmado. — Sra. Shiina, puede que sea arrogante de mi parte decir esto, ya que mi hija es sólo un bebé, pero por favor no se enoje. Escúcheme, por favor. Creo que es muy difícil criar hijos sin tener un favorito. Una cosa es que sean del sexo opuesto, pero si son del mismo sexo siempre serán comparados por la gente a su alrededor. De hecho, tengo un hermano mayor, y hubo un tiempo en el que no me trataba de forma amable. Y ciertamente a veces

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también era al revés. Hubo un tiempo en el que me preocupaba sobre a quién amaba más nuestra madre. Si le pregunta a una mujer, probablemente le diga que era un complejo de Edipo, pero no era eso. A veces uno sólo pierde el espíritu de lucha y quiere que alguien lo apoye. Una familia debería hacer eso, sin importar qué. Básicamente, los chicos son de hecho sentimentales. En respuesta al tono amistoso de la voz de Nakahara, el rostro duro de la madre de Shiina se relajó. Shiina sabía que esta era la forma indirecta de Nakahara para referirse a él. —Entiendo lo que siente, Sra. Shiina — continuó Nakahara. — Pero pronto su hijo menor estará en la escuela secundaria y después de eso será un adulto. Por supuesto que Jun-kun también lo será. Existen muchos más obstáculos para ellos que vencer. Pero usted no puede adelantárseles y eliminar esos obstáculos. Entonces, ¿no cree que debería reconsiderar sus acciones con el tiempo que le queda con ellos? Después de que hable con nosotros, creo que cambiará su opinión con respecto a Jun-kun. Él es bondadoso por naturaleza. Estoy seguro de que entenderá. Nakahara encontró los ojos de Shiina. Shiina asintió. Volteó y miró seriamente a su madre. — Sí. Creo que he sido demasiado insensible. Nunca supe que Hayato había desarrollado un complejo de inferioridad por mí. Lo siento, mamá, es mi culpa. Así que era un castigo entendible —. Puso sus manos sobre sus rodillas, cerró sus ojos y dejó salir un suspiro. Pudo disculparse porque de verdad lo sentía. Había construido una muralla porque era demasiado sensible en cuanto a ser herido, lo que lo hacía rechazar la amabilidad de otras personas.

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Había sido muy caradura. — No, no hay razón para que te disculpes, Jun — dijo su madre llena de lágrimas. Intentaba controlar sus emociones lo más que podía. Parecía como si todo lo que Shiina hacía últimamente era provocar que las chicas lloraran. Lamentaba eso. Miró hacia un lado. — Es sólo que no sé qué hacer — dijo su madre, dando golpecitos a los rabillos de sus ojos. Nakahara respondió con voz calmada, — No se presione. Trate de no abandonarlos. Ayúdelos cuando lo necesiten. Y si alguna vez se tranca, siempre puede recurrir a mí por un consejo. — Gracias — dijo la madre de Shiina. — Mi esposo siempre está en el trabajo, así que es indiferente sobre las cosas que suceden aquí. Siempre está de acuerdo con lo que yo quiero. Shiina se sintió demasiado miserable observaba a su madre agradecer a Nakahara.

mientras

La mala voluntad que él tenía hacia ella n o se había borrado del todo, pero era menor. Los sentimientos retorcidos de apego que sentía por ella ya no existían. La oscuridad que siempre había sentido se había aclarado y todo lo que quedaba donde estaba era un agujero enorme. Pero algún día podría llenarlo. Con la ayuda de Sasagawa. Algún día. De hecho, en un momento como este tenía muchas ansias de ver a Sasagawa. Quería que Sasagawa viera lo puro que se estaba volviendo. Quería abrazar a Sasagawa. Él estaba en la sala de estar de su familia en espíritu, pero no en la mente. Se

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sintió mal por ser tan egoísta como su madre dijo que era. Trató de decirse a sí mismo que dejara de suprimir el deseo que brotaba dentro de él. Bebió lo último que quedaba de su té verde.

A la mañana siguiente, su madre le preparó el desayuno. Le confió esto a Nakahara, quien dio golpecitos en su cabeza con una sonrisa y dijo — ¡Bien por ti! Un toque ligero, cálido. Shiina no estaba acostumbrado a ello, lo que lo hizo querer más. Pensó que Nakahara debió haberlo notado. Sin incluir el sexo, raramente tenía contacto físico con alguien, y era por eso que incluso sólo un simple toque llegaba hasta su corazón. Estaban hablando afuera de la sala de staff, y Shiina vio a Sasagawa caminar hacia ellos. Luego de la siguiente clase, sería la hora de almuerzo. Una vez que estuvieron solos, quería decirle a Sasagawa lo que había pasado ayer. Quería ser tocado. Descansando en las esperanzas de su plan, Shiina esperó acercarse el sonido de las pisadas de Sasagawa. De lo único que necesitaba preocuparse era de dónde estaba mirando. Sasagawa tenía un sentimiento salvaje acerca de él. Llevaba en su mano sus libros de texto. Vestía su abrigo sucio blanco. El objeto de afecto de Shiina estaba justo ahí. Su mirada fija impaciente finalmente descansó en Sasagawa.

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En ese momento, el corazón de Shiina saltó y latió violentamente dentro de su pecho. Sin embargo, su mirada caliente fue devuelta por Sasagawa con una fría. Shiina no pudo aguantarlo. Él estaba sorprendido. Sasagawa entró a la sala de staff. — ¿Qué pasa? — preguntó Nakahara. Shiina sacudió su cabeza y sonrió, haciendo caso omiso de la pregunta. De todos modos, podría ver a Sasagawa en el almuerzo. Sin embargo, cuando llegó el momento, no había nadie en el laboratorio de matemáticas. — ¿Hice algo para que se enojara? — se preguntó a sí mismo. Había un olor rústico en la silenciosa sala. Entró de todas formas. El sol se filtraba a través de las cortinas, llenando la pequeña habitación con luz cálida. Si tan sólo Sasagawa estuviese allí, todo sería normal. La decepción brotó dentro de él. Había corrido por las escaleras, por lo que le era difícil respirar. No había razón para estar tan emocionado. Trató de aguantar su propia estupidez. Sacó la silla en la que siempre se sentaba Sasagawa. Se sentó y colocó una mejilla sobre el escritorio. Sintió como si pudiese oler a Sasagawa. Sus brazos caían flojamente a sus lados. Su cabello caía sobre su rostro. Observó la puerta por entre las hebras de su delgado cabello. Sonó la campana y finalmente alguien abrió la puerta. Apareció Sasagawa. — Shiina, ¿eres tú? — Sí — la voz de Shiina era oscura por el sonido de la voz indiferente de Sasagawa. Sasagawa sacó una silla y dijo sin hacer contacto visual, — La clase va a comenzar —. Recién ayer sus ojos derramaban amor por Shiina, pero hoy ni siquiera lo miraban. Trataba a Shiina como lo haría un profesor común.

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— Ya voy. Desalentado, Shiina se levantó y volteó. No podía hacerse el ánimo de preguntar por qué Sasagawa estaba siendo tan frío con el hoy. — Shiina — dijo Sasagawa mientras él colocaba su mano en el pomo de la puerta. Shiina tercamente no se dio vuelta. Se sintió envolver desde atrás en los brazos de Sasagawa. — Lamento ser infantil. Lo siento — se disculpó Sasagawa, enterrando su rostro en el hombro de Sasagawa. Shiina trató de mirar hacia arriba para ver su expresión, pero sus rostros estaban demasiado cerca. — ¿Sensei? — Sus labios tocaban la mejilla de Sasagawa mientras hablaba. Sasagawa lo sostuvo fuertemente, y un ligero gemido escapó de sus labios. Sintió como si sus brazos fuesen a quebrarse. Mantuvieron sus rostros cerca por mucho tiempo más. Luego Sasagawa dijo — Cuando te veo con un chico agradable como Nakahara, me hace sentir muy incómodo. Tienes una personalidad muy pura, quizá te acercas naturalmente a Nakahara, pero no puedo soportarlo —. Sus brazos se estrecharon nuevamente alrededor de Shiina. Shiina no podía hablar, pensando en que Sasagawa debía amarlo más de lo que él pensaba. A su profesor sólo no le gustaba la forma en que él y Nakahara habían sido tan amigables el uno hacia el otro. Estaba celoso, así que lo había ignorado. — Te hice hacer cosas cuando todo lo que querías hacer era lo correcto — dijo Sasagawa. — ¿No es esa una táctica sucia?

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Las palabras que escuchaba Shiina eran tan lamentables que casi no creía que provenían de la boca de Sasagawa. — Te amo, Shiina. Quiero que seas mío para siempre — añadió Sasagawa. Pero Shiina no podía hacer eco de sus palabras. Ambos podían anhelarse mutuamente, pero el amor de Sasagawa claramente estaba en un grado diferente. Mientras miraba fijamente los dedos que se aferraban a su chaqueta, intentó ser lo más honesto que pudo. — Sensei. Ayer tuve una conversación seria con mi madre por primera vez en mucho tiempo. Creo que el día en el que mi familia puede ser normal de nuevo de verdad está cerca. Incluso en un momento como este, lo único en lo que podía pensar era cuánto quería verte, cuánto quería hablar contigo. Eso era lo único en lo que podía pensar, incluso cuando mi mamá estaba llorando —. No sabía qué hacer después, por lo que sólo acercó su rostro al de Sasagawa. Sasagawa sonrió tristemente y dijo — ¿De verdad? Shiina sabía que aún no podía lanzar una mirada a Sasagawa que transmitiera el mismo amor que su profesor sentía. El sentimiento de calidez dentro de los brazos de Sasagawa se sentía muy natural, pero no era como si no tuviese algunas dudas acerca de aceptarlo o no. Estaba consciente de eso, pero fingía no verlo. Mordió sus labios. No sabía qué más hacer. Sonó la campana para el quinto periodo, haciendo eco a lo largo de la pequeña habitación. A tientas buscaba una forma de hacer feliz a Sasagawa, pero no podía pensar en nada. Era porque no sabía qué tan profundo podía ser el amor.

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Recordó que se le había acabado su gel favorito, así que pasó a la farmacia cercana a la pastelería. Tenía un poco de tiempo libre antes de que comenzara su turno. Escuchaba con sus audífonos, los cuales ya no eran utilizados para ayudarlo a escapar de la oscuridad, mientras pasaba a través de las puertas automáticas. Se paseó por el pasillo de cuidado del cabello y tomó su gel. Sin embargo, siguió en la tienda. Ya no sentía amargura cuando veía a las madres tomadas de las manos de sus hijos. Probablemente eso era debido a la forma en que Nakahara lo había ayudado. Los motivos de su profesor eran completamente distintos a los de Sasagawa. Aunque Shiina nunca había pensado que las cadenas de Sasagawa eran una carga. Al contrario, lo hacían feliz. Sasagawa había visto todo de él y era la única persona a la que Shiina le había mostrado todo. Pero ¿por qué no tenían el mismo tipo de amor gentil que compartían Nakahara y Mami? Eran del mismo sexo. Profesor y estudiante. Su diferencia de edad era grande. Sus ambientes eran completamente distintos. Tenían que cruzar muchas barreras. Había ignorado el hecho de que quizá esa era la razón de su atracción mutua. Sinceramente, sólo se irritaba cuando veía a parejas capaces de hablar libremente de su amor. No estaba celoso. ¿Les faltaba algo? ¿Tenían demasiado de algo? ¿Era por algún tipo de desequilibrio? ¿Su relación era sólo demasiado nueva?

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Mientras Shiina pensaba sobre estas cosas, deambulaba distraídamente hasta que vio una figura familiar. La chica que vestía uniforme escolar volteó al sentir el sonido de pasos detrás de ella. — Hola. Era Mizuho, la chica que había sido tan amistosa con Sasagawa en la abarrotería el otro día. — Buenas noches —. Shiina sonrió tristemente y se sacó sus audífonos. Mizuho había estado inclinada mirando varios tipos de anticonceptivos. No era extraño que alguien de su edad los tomara, pero el hecho de verla a ella en frente a esas cosas hacía la escena muy real. — Oye, ¿cuál de éstos es mejor? Soy una chica, así que no lo sé. Mizuho no mostraba señales de timidez mientras sostenía dos cajas de condones. Sus pestañas eran gruesas como las de un extranjero y sus ojos que no parpadeaban lo miraban firmemente. Shiina se sintió como un tonto por ser el que estaba avergonzado. — Um, de hecho, tampoco lo sé. Los otros clientes los estaban mirando y Shiina no tuvo más opción que acercarse a Mizuho. — Normalmente compro los de la abarrotería, pero sé que duele si no se ajustan bien. La última vez se nos olvidó por completo comprarlos, así que tuvimos que usar los del hotel, y se irritó y enrojeció. Seguía diciendo “¡Ow, ow!” en la ducha y me sentí tan mal por él — dijo Mizuho mientras comparaba las dos cajas con una mirada seria en su rostro, como si estuviese eligiendo cosméticos. Shiina tenía tanta vergüenza de estar en esta situación que enterró su rostro en su codo y bajó su cabeza. No podía entender cómo ella podía estar tan serena.

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Mizuho continuó — Pero los de tamaño grande no traen muchos en la caja y de verdad son muy caros. ¡Gastaría toda mi mesada en una sola caja! — ¿Entonces tu novio los compra por ti? — Shiina logró preguntar. Mizuho asintió. El rostro de Shiina se había enfriado, así que lo levantó, pero decidió ignorar el resto de su historia. — Aunque me alegra que esté de acuerdo en usarlos — dijo Mizuho. — La tasa de éxito es alta, así que le rogué que se los pusiera. Dijo que estaba bien incluso si yo no era virgen, pero finalmente Tetsu-kun dijo que los usaría. Pero últimamente no juega conmigo. Así que pensé que iría yo misma para allá. Al escuchar las palabras de Mizuho, Shiina levantó lentamente su rostro. — ¿Tetsu-kun? ¿Te refieres a Sasagawasensei? — Parecía que las palabras que salían de su boca las estuviera diciendo alguien más. Desesperadamente trató de mantenerse frío, pero el color se drenó de su rostro. Los sonidos a su alrededor parecían venir de otro mundo. ¿Dónde recordar.

estaba

él?

Vagamente

comenzó

a

Después de que Mizuho lo mirara con sus ojos negros, separó sus labios brillantes y dijo — Sí, ¿por qué?

No tenía idea de cómo llegó al trabajo, ni siquiera cómo llegó a casa esa noche.

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Cerca de la medianoche, estaba abrumado por un sentimiento de vértigo, así que corrió a la taza del baño. Vomitó, colapsando al lado de ella. Ya no le quedaba nada en su estómago, pero las náuseas seguían brotando por dentro. Se llenaron sus ojos de lágrimas. Bruscamente sacó la baba de su rostro. Estaba cubierto de un sudor frío. Una vez que pasó el ataque de náusea trató de ponerse de pie, pero luego vino la siguiente ola, así que no abandonó el baño. Intentando calmarse, respiró profundamente, pero volvió a vomitar. Esto sucedió una y otra vez hasta que finalmente se sintió un poco mejor. Los ojos de Mizuho estaban más grabados en su memoria que los de Sasagawa. Él amaba a Sasagawa. Quería estar con él. Quería hacerle el amor. Estos eran sentimientos naturales para alguien enamorado. Pero quizá Sasagawa había estado buscando algo mucho más intenso que lo que Shiina podía dar, probablemente una pasión que lo haría evitar a otros. Mizuho ya tenía esto, pero Shiina no poseía ese tipo de pasión. Cuando se dio cuenta de eso, Mizuho lo aterrorizó.

Al día siguiente, su madre le dijo a Shiina que sería mejor si comía algo liviano para su estómago, así que le preparó papilla de arroz para el almuerzo. Tomó una bebida con electrolitos con su comida. Luego lentamente se dirigió hacia las escaleras de la azotea sur. Si seguía caminando a este paso, la campana sonaría pronto. Abrió la

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puerta. ¿Con qué tipo de cara lo saludaría Sasagawa? ¿Lo abrazaría con esos mismos brazos con los que había abrazado a una chica la noche anterior? Sonriéndole a su martirio, caminó por las escaleras de la parte norte. Había estado tan estresado pensando en la traición de Sasagawa, que estuvo enfermo toda la noche. No había duda de que se sentía amargo. Antes, cuando colocaba su mano en el pomo de la puerta su corazón se aceleraba, pero hoy no sintió eso. Sin inmutarse, abrió la puerta del laboratorio de matemáticas y vio que Sasagawa se había quedado dormido en su silla. Estaba encorvado con su cabeza sobre sus brazos. Shiina cerró la puerta silenciosamente y observó el rostro dormido de Sasagawa. Sus rasgos eran agudos, su rostro proporcionado. Shiina se imaginaba que no habría fin para la mujer que trataba de seducir a Sasagawa. Incluso si Sasagawa le había dicho a Shiina que lo amaba, ¿se suponía que Shiina simplemente perdonara a Sasagawa por engañarlo y por acostarse con alguien más? No tenía ese tipo de benevolencia. Shiina continuó mirando a Sasagawa con una mirada triste en su rostro. Si pudiera, quisiera que Sasagawa lo abrazara y durmiera con él. Quería eliminar todas las cargas entre ellos y quería que se sostuvieran el uno al otro, cosechando el fruto de su amor. Le angustiaba un deseo que no podía hacerse realidad. Miró hacia abajo y desvió su rostro. Quizá al oír su suspiro, Sasagawa lentamente despertó. Incluso cuando sabía que Sasagawa lo estaba mirando, Shiina no pudo encontrar su mirada fija. — Supongo que estás bastante cansado — dijo Shiina con una sonrisa débil.

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— Sí, y no pude dormir anoche porque estaba pensando en ti —. Sasagawa parecía serio. Se paró de la silla y llevó su mano al rostro de Shiina. Las puntas de sus dedos jugaban suavemente con el cabello de Shiina. Era una acción amable. Eso hizo que el pensamiento de su traición fuera aún más doloroso. — Sí, claro. La verdad es que estás muy cansado porque lo hiciste con una estudiante de escuela secundaria intermedia que se presentó en tu casa con condones — dijo Shiina suavemente, preparándose psicológicamente. Sasagawa no parecía desconcertado. Su expresión lucía normal. — ¿Te encontraste con Mizuho? — preguntó, sonriendo. Shiina no podía creer que Sasagawa sonriera en un momento como este. Levantó su rostro y lo miró. — ¿Qué tipo de profesor eres? ¿Qué te pasa que has puesto la mano encima de una niña de escuela secundaria intermedia? Pero Sasagawa no parecía agitado. No se sobresaltó, No se disculpó. En vez de eso, puso una cara y dijo — ¿Qué quieres decir con eso? No es la gran cosa. Sabes, algunas chicas de escuela secundaria intermedia en estos días trabajan a escondidas en bares. Saben que es posible que los clientes les hagan algo, e incluso hay algunos chicos que les ofrecen dinero a cambio de sexo. El mundo no es tan ingenuo como crees — se burló, como si Shiina fuera un niño desorientado. Shiina no sabía si estaba demasiado sensible o si Sasagawa era demasiado insensible. No podía comprender esto. — ¿Por qué no lo haces con alguien más? — dijo Shiina con angustia. Si sus ojos se encontraban, Sasagawa

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vería a través de ellos. Le temía a eso, así que desvió la mirada. — Sólo tiene 14 años. Es demasiado joven para tener a hombres jugando con ella. Además... — Las mujeres normales no me satisfacen — interrumpió fríamente Sasagawa. Shiina había estado a punto de decir “Sólo no lo hagas con Mizuho”. Contuvo la respiración y sus ojos se entrecerraron. Sasagawa continuó. — Incluso si no las quiero, ellas vienen a mí. Me canso de estar con ellas. Incluso si es un poco raro, todas son lo mismo para mí. No tiene valor hacer algo con alguien a menos que pueda tocar mi corazón. ¿Valor? ¿Qué significaba eso? Shiina miró hacia arriba. La actitud arrogante de Sasagawa al parecer estaba en sus palabras. Había escogido a Shiina porque parecía solitario. No tenía a nadie en quién confiar. Probablemente parecía un blanco fácil. Había cumplido con los requisitos de Sasagawa. Había caído justo en su trampa. Sasagawa le dijo antes que él quería salvarlo. Qué indignante. Quería arrinconarlo en un lugar incluso más oscuro que el anterior. Shiina arrugó su rostro y cerró sus ojos, arrepintiéndose de todo lo que había hecho. Luego, abrió sus ojos, que ahora estaban llenos de rabia y desprecio. — Estoy harto. Ya no me importa — dijo con ira. — Entonces, ve a jugar con ella —. Su voz salía con una indiferencia forzada. — ¿Con ella? ¿Te refieres a Mizuho? ¿O a alguna otra chica? — Sasagawa levantó su mentón y miró hacia abajo a Shiina mientras hablaba. — ¿Eres estúpido? Me acostaré con quien yo quiera.

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Sin importar lo mucho que Shiina amara a alguien, no podía aguantar este tipo de comportamiento. — ¡No te puedo soportar! — dijo, exhausto. Había sido forzado a ir al mismo paso de Sasagawa. Nunca se habría imaginado que al compartir su verdadera personalidad terminaría siendo así de miserable. Miró hacia abajo y suspiró, peinando su cabello hacia arriba. Sasagawa estaba de pie ante él con sus brazos cruzados. Sonó la campana, haciendo eco a través del pasillo. Shiina silenciosamente se juró a sí mismo que nunca más volvería aquí, mientras se daba vuelta para retirarse. Justo cuando estaba por salir, la voz de Sasagawa gritó — ¡Espera! — y una mano agarró su brazo. Shiina la sacudió cruelmente. — ¡No me toques! — Su furiosa voz retumbó a lo largo de la pequeña habitación. El lugar que Sasagawa tocó ardió, lo que lo trajo de vuelta a la realidad y lo asustó.

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Su cuerpo había rechazado a Sasagawa. “Terminó”, pensó. — ¡También me ensuciarás! — dijo la voz forzada de Shiina. Estaba muy cerca del llanto. Sasagawa no intentó detenerlo esta vez. Shiina sintió la mirada fija y aguda sobre él. Encontraba muy difícil perdonar, y pateó el muslo de Sasagawa. Sasagawa agarró su pierna y le dio la espalda. — ¡Nunca debí haber confiado en ti! — Sentía rabia hacia la persona que lo había traicionado, arrepentimiento hacia él mismo. Sus palabras contenían todos esos sentimientos. Abandonó furiosamente la habitación.

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Capítulo 8

S

hiina alejó su mirada a propósito. Sasagawa lo estaba observando. Cuando se había volteado del pizarrón, sus ojos casi se encontraron, pero Shiina lo evitó. Antes, normalmente estaría impaciente o se emocionaría cuando Sasagawa lo miraba. Pero desde aquel día, el hecho de que Sasagawa lo mirara se volvió aburrido y poco interesante. — Harada-san, ¿cómo resuelves el siguiente problema? — preguntó Sasagawa con su expresión de arrogancia de siempre. El chico al que le había hablado lucía molesto, pero le contestó. Desde el lado de Shiina, Ai cubrió su boca con su libro de texto y susurró — No te ha llamado adelante últimamente. Cuando Sasagawa había estado interesado en el cuerpo de Shiina, lo había llamado adelante muchas veces. ¿Ai se había dado cuenta de esto? Descansando su mentón en sus manos, Shiina sonrió ampliamente.— Sí, pero incluso si lo hiciera, igual te preguntaría a ti las respuestas. Soy muy malo para las matemáticas. — ¡Oye! — dijo Ai en tono de broma, claramente feliz por el tono de voz gentil de Shiina. Desde que se había quitado sus anteojos, había comenzado a sentirse más cómodo al hablar con las chicas en clase, exceptuando Morishita; las cosas aún estaban raras entre ellos.

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Shiina sentía que Sasagawa aún lo estaba mirando. Si no le gustaba que Shiina se apegara mucho emocionalmente a alguien, ¿por qué no simplemente siguió adelante? Cuando terminó de hablar con Ai, Shiina miró nuevamente hacia abajo. Copió el problema de su libro de texto y miró la pizarra para confirmar la respuesta que Harada había dado. Como no había estado poniendo atención, no podía ver dónde estaba escrita la respuesta, por lo que escaneó el pizarrón. Luego de copiar la respuesta, miró nuevamente hacia arriba y lo pillaron desprevenido. Sasagawa lo miraba fijamente desde la parte delantera de la sala. Su rostro era lúgubre, pero sus ojos ardían de pasión. Su mirada parecía decir, “Te deseo como nunca, no puedo soportarlo”. Shiina tragó y cubrió su rostro con sus manos. Cerró sus ojos apretándolos. Su corazón latía violentamente. Estaba temblando debido a que había incertidumbre en su corazón. Si no le importaba volver a salir herido, debería simplemente perdonar la inmoralidad de Sasagawa y volver a sus sucios brazos. Si no podía hacer eso, se alejarían cada vez más. Aún no se sumergía en su cerebro la idea de que los sentimientos de anhelo que tenía eran peligrosos. Sus manos temblaban. No pudo aguantar la sensación de los ojos de Sasagawa sobre él. El hombre simplemente estaba tratando de confundirlo nuevamente. Los motivos de Sasagawa no habían cambiado. Por esa razón Shiina no podía cometer el mismo error dos veces. Permaneció aturdido hasta que sonó la campana que indicaba el final de la case. Afuera, las hojas amarillas del Gingko bailaban con el viento. Eran recién las cuatro de la tarde, pero ya se estaba oscureciendo. Entre los estudiantes que iban camino a sus

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casas, Shiina iba solo, sintiendo que su espalda le dolía por la presión de su mochila. Sintió una palmada amistosa en su hombro. — Te ves deprimido. ¿Ocurrió algo en casa? Al voltearse, vio a Nakahara. Su profesor lo miraba preocupado, su expresión era gentil; totalmente diferente a la de Sasagawa. Shiina sonrió y dijo con voz amable — No. Gracias a usted, ahora puedo hablarle a mi madre, y de a poco estoy comenzando a abrirme con mi familia. Nada más pasó. El rostro de Nakahara se endureció. Colocó una mano en su cadera y dijo — Si estás preocupado por algo que no sea tu familia, puedes contármelo. Eres el tipo de persona que guarda sus emociones, por eso me preocupo por ti. Shiina sintió como si hubiese escuchado esto antes en algún lugar. — ¿De verdad me veo tan débil? — preguntó. Siempre había tratado de preservar ese exterior frio, pero ahora sólo parecía ridículo. Nakahara estuvo en silencio por un rato. Se rascó su cuello tímidamente. — De hecho, eso fue lo que me dijo Sasagawa. Podrías pensar que no le agradas tú o los otros estudiantes, pero de verdad los vigila. Es realmente perspicaz. Le pedí consejo sobre el asunto con tu madre y de verdad me ayudó. Es grandioso. Sólo había hablado con tu madre dos o tres veces, pero aún así entendía completamente su personalidad. Probablemente debido a que, a diferencia de mí que he llevado una vida bastante seria, él ha experimentado todo tipo de cosas. — ¿Ah? — dijo Shiina tranquilamente. La mirada de admiración hacia Sasagawa sobre el rostro de Nakahara era

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limitante. Si Nakahara hubiese hecho algo similar por cualquier otro estudiante, Shiina probablemente le habría creído. Pero Nakahara no le dio ningún otro ejemplo. Shiina sintió como si no pudiese escapar de la tenacidad de Sasagawa cuando escuchó que el hombre había estado interfiriendo con su vida en casa detrás de escena. ¿Tanto así lo amaba Sasagawa? Una fuerte sensación de sentirse atrapado presionó a Shiina y se le hizo difícil respirar. No podría perdonar a Sasagawa por acostarse con alguien más. Pero quizá había algo fundamentalmente erróneo con este profesor. Sasagawa amaba a las mujeres y su buena facha ciertamente no dañaba eso. Era entendible que se comprometiera en tal comportamiento indecente. Shiina tenía una mirada melancólica. Nakahara dijo con alegría — Oye, quizá hacer esto te animará. Mirando el material impreso que Nakahara le pasó, Shiina preguntó — ¿Qué es eso? — Hojas de ejercicio para mis estudiantes de primer año — respondió Nakahara. — Tengo cuatro clases, así que necesitaré 120, no, 130 copias. ¿Puedes ir a la oficina y sacar algunas para mí? ¿Por favor? Hay algo que necesito hacer ahora. — ¿Qué cosa? — preguntó Shiina. — Llamar a Mami-chan — dijo Nakahara, sonriendo ampliamente. Nakahara sabía que Mami era la debilidad de Shiina. — Es muy complicado. Paso —. Trató de devolver los papeles.

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Pero Nakahara rápidamente colocó ambas manos dentro de sus bolsillos para evitarlo. — Aún tendrás algo de tiempo antes del trabajo, ¿verdad? Sólo te tomará unos 10 minutos. Shiina se encontró con esta extraña tarea mientras observaba el abrigo blanco de Nakahara alejarse rápidamente. Incluso aunque sus profesores usaran lo mismo, no sentía la misma sensación agridulce que sentía al ver a Sasagawa. Suspirando, se dirigió al pasillo en dirección a la oficina, con los papeles en su mano. La ventana de la oficina estaba abierta hasta la mitad y una brisa placentera soplaba adentro. A diferencia del laboratorio de matemáticas en el que se había reunido con Sasagawa, las cortinas blancas en la oficina estaban completamente abiertas, permitiendo que entrara el sol occidental. Todos los trabajadores de la oficina normalmente iban a la sala de staff después de clases, así que no había nadie más ahí con él. Cruzó sus brazos, sacó su i-Pod de su bolsillo y lo encendió. Se colocó sus audífonos y se perdió en la música que fluía a través de ellos. Nunca en verdad le había gustado la música popular. Sentía que aquellas personas sólo se volvían populares por su apariencia. Él quería algo más real. Dentro de su cabeza, el mundo “real” que había creado cobraba vida. En el que había confiado demasiado para que lo ayudara a escapar de la oscuridad. Al recordar esos tiempos, suspiró. Sólo era un mundo que había creado para su propia conveniencia. Tenía el mismo sentimiento de alivio cuando estaba en los brazos de Sasagawa. Cuando Sasagawa sostenía sus manos, ayudaba a llenar la soledad. El calor que le entregaba le enseñó a Shiina el significado del éxtasis. Y tal como un sueño pasajero, había desaparecido.

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— ¿Eh? — Parpadeó para tratar de controlar las lágrimas que amenazaban con fluir y levantó su mandíbula. Pero no sirvió de nada. Las lágrimas llenaron sus párpados cerrados. Ya no sabía lo que quería. No sabía si rendirse ante Sasagawa significaba que sería degradado o salvado. No podía pedirle consejo a Nakahara sobre este asunto. Repentinamente, la atmósfera en la habitación cambió. Cuando volteó hacia la oscura entrada, vio a Sasagawa, mirando directamente hacia él. Sasagawa lentamente entró a la habitación. Se paró al lado de Shiina y le sacó sus audífonos. Shiina lo miró por hacer algo tan arrogante, pero una mirada aún más dolorosa le llegó en respuesta. Se dio cuenta de que era porque Sasagawa vio las lágrimas que bajaban por sus mejillas. Le levantó su rostro. — Shiina. ¿No soy lo suficiente bueno para ti? — La voz de Sasagawa sonaba depresiva, como si de verdad lamentara lo del otro día, y hacerlo llorar. — ¿Por qué me preguntas eso ahora? — Shiina secó sus lágrimas con la manga de su chaqueta. Las cejas de Sasagawa se fruncieron mientras lo miraba hacia abajo. — Terminé lo que tenía con Mizuho — confesó. — Juro desde lo profundo de mi alma que nunca más me acostaré con nadie más que tú. Lo prometo. Quizá era porque estaba tratando de atrapar nuevas lágrimas, pero los labios de Shiina comenzaron a temblar. Sasagawa ya había visto que su rostro estaba mojado por las lágrimas. Levantó su codo, escondió su cara en su brazo y trató de empujar a Sasagawa con la otra mano. Quería empujarlo hacia afuera de la habitación.

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— Shiina — Sasagawa dijo con impaciencia. Acercó a Shiina hacia él, logrando que no se pudiese mover. Pero esto no era el laboratorio de matemáticas. Alguien podría entrar en cualquier momento. — ¡Suéltame! — Shiina gritó. — Te lo dije, ¡no me acostaré con nadie más que contigo! — Sasagawa mantenía su agarre firme. Shiina lo miró hacia arriba y gritó — ¡No hay forma de que crea una promesa que sale de tu boca! — Si pudieses creerme, ¿me perdonarías? — preguntó Sasagawa. Su enojado tono de voz añadió más presión al pecho de Shiina. La mirada honesta de Sasagawa lo silenció. Su semblante ceñudo desapareció de a poco. ¿Cuándo se volvió tan frágil? Un dolor punzante se apoderó de su garganta y todas sus lágrimas se derramaron al mismo tiempo. Sintió una sensación cálida en sus labios apretados. Un sentimiento de nostalgia arrasó a Shiina. Incluso cuando había sido llenado con desprecio después de lo que le había hecho Sasagawa, no sentía nada poco placentero sobre estar sobre los brazos de este hombre. Sólo ahí, se dio cuenta de que lo que había apreciado finalmente había vuelto a él, y estaba intoxicado por el sentimiento agridulce. Shiina finalmente devolvió el beso y sus brazos se relajaron, cayendo a los lados. Incluso cuando cualquiera podría entrar y descubrirlos, Sasagawa continuó, al parecer sin importarle. Shiina dejó salir un corto suspiro y alejó sus labios. Volteó su rostro para esconder la pasión reflejada en sus ojos.

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— Shiina. Sasagawa lo sostuvo fuertemente una vez más, levantándolo ligeramente del suelo. — Te amo. Los oídos de Shiina se quemaron por la cercanía de sus labios. Su deseo de soltarse de Sasagawa lentamente desapareció. Sintió como si su corazón se hubiese recién despertado. Ignoró la voz racional dentro de su cabeza, que le advertía que se soltara. — Te amo — la voz ronca de Sasagawa repitió. Justo cuando las cosas se estaban calentando, unos pasos se detuvieron afuera de la puerta, — ¿Sasagawa? ¿Qué estás haciendo? — reclamó Nakahara. Un silencio incómodo se sintió en la habitación. Shiina escondió su rostro con una mano. Sasagawa lo soltó con una mirada fría. Se volteó hacia Nakahara. — ¡No me interrumpas! — dijo con voz seria, pero molesta. Nakahara no se dio cuenta. Debió haber pensado de Sasagawa había tratado de abrazar a Shiina como broma. Dijo con una risa, — Oye, ahora, ¡no te le insinúes a Shiina! A diferencia de ti, él es sensible —. Dio una palmadita en el hombro de Shiina, haciéndolo saltar. Miró a Sasagawa animadamente. La fría expresión de Sasagawa escondía la hirviente rabia que sentía dentro. — No lo hago — su voz baja y celosa gruñó.

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Shiina se asustó por su tono de voz. — ¿Estás seguro? ¡Oye! Hiciste un gran trabajo, Shiina. ¡Muchas gracias! — Nakahara alegremente sacó las copias de la máquina. Todo estaba bien hasta ahora. Mientras Sasagawa se fuera, sería como si nada hubiese pasado. El rostro de Shiina se paralizó cuando sintió que Nakahara animosamente le daba palmaditas en su cabeza. El sonriente profesor se paró en frente de él. Shiina inmediatamente sintió que una sensación de peligro brotó en la habitación. — Es verdad. Me le insinué. Muchas veces — dijo Sasagawa despreocupadamente, llevando sus manos a los bolsillos de su sucio abrigo. — ¿Qué? — dijo boquiabierto. — Nakahara-sensei, debo irme ahora… Shiina comenzó a caminar hacia la entrada. Pero Sasagawa lo agarró del brazo para detenerlo. Lo jaló hacia su pecho y frotó sus manos por todo su cuerpo, en frente de Nakahara. — Ya sabes, sexo. He estado teniendo sexo con tu estudiante. Nakahara se congeló por el tono cortante en la voz de Sasagawa. No pudo entender lo que quiso decir Sasagawa al principio, y sólo permaneció allí con sus ojos bien abiertos. — Lo penetré, una y otra vez en mi cama, y él gritó “¡eso se siente muy bien!” — Sasagawa sonrió ferozmente. Enterró su rostro en el cuello de Shiina. Shiina no podía hablar. La realidad se había lanzado sobre él.

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— ¿…De qué estás hablando? — dijo Nakahara con voz vacía, seca, que hizo que Shiina se congelara. — Y después de correrse, ama cuando se lo meto como si fuera un pistón. Me mira con ojos eróticos y grita, “¡Sensei, Sensei!” una y otra vez. ¿Cierto, Shiina? — Las palabras sin disculpa de Sasagawa eran la verdad. Pero Shiina, que aún permanencia en el pecho de Sasagawa, sacudió su cabeza incómodamente. — La primera vez, lo hicimos en el baño de una estación de trenes — continuó Sasagawa. — Pero la segunda vez fue realmente buena. Fue el primer día en mi casa después de que se quedó contigo. Lo hicimos hasta la mañana. Me corrí dentro de él y luego él se corrió justo en la mitad de todo. Luego lo llené nuevamente. Lo hicimos tantas veces que quedó exhausto. Nakahara permaneció en silencio por un rato y luego miró a Shiina. — ¿Realmente hiciste eso con Sasagawa? — Sus ojos eran acusadores y puñales que apuntaban a Shiina. Su escrupulosidad de siempre fue reemplazada por disgusto. — N-no, yo… — Shiina balbuceó. La mirada de Nakahara estaba llena de desprecio y culpa. Parecía como si estuviese diciendo, “¡Y yo que te traté como mi familia!” — Yo… — Shiina no podía encontrar las palabras. El color se le fue de su rostro. Nakahara finalmente abandonó la habitación con una mirada oscura que Shiina nunca había visto en su rostro antes. — Lo siento — Sasagawa se disculpó. Shiina se sentó con su espalda apoyada en la pared. El rostro de Sasagawa

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no tenía señales de arrepentimiento. — Pero hasta que seas mío, tengo que destruir todas tus rutas de escape —. Así que había eliminado las barreras. Mientras Shiina miraba a Sasagawa, quien estaba en cuclillas a su lado, estaba convencido de la crueldad de este hombre. — ¿Por qué debería confiar en ti? ¿Por qué me hiciste algo tan terrible? — objetó, mirando al suelo. El viento aumentó, haciendo sonar el marco de la ventana. Sasagawa se puso de pie y cerró la ventana de un golpe, lo que hizo que la cortina dejara de moverse. Sasagawa suspiró y miró a Shiina. — Sólo le dije la verdad. Eso sólo te muestra el tipo de hombre que es realmente Nakahara. Sasagawa le lanzó una mirada penetrante, pero también sonrió tristemente. Shiina no entendía el significado detrás de esa expresión. Enterró su rostro en sus rodillas y discutió, — …abro mis piernas para ti, me haces completamente tuyo y no tengo dónde ir, pero ¿qué voy a hacer cuando te canses de mí? — Sin importar cuánto resentimiento pusiera en su voz, Sasagawa nunca se echaría para atrás. Ya lo sabía, pero simplemente ya no podía soportarlo. — No me cansaré de ti — dijo Sasagawa con firmeza. — Siempre te amaré, lo prometo. Shiina se enrojeció con estas seguras palabras. Elevó su voz diciendo, — ¡No hay forma de que puedas! ¡Los sentimientos de la gente cambian! ¡Mira a Nakahara-sensei! Había sido muy agradable conmigo, pero…

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— Mis sentimientos no cambiarán— contestó Sasagawa igualmente, sin sacarle los ojos de encima. No había una nube de duda en su ojo. Mientras más trataba Shiina de apartar los sentimientos de Sasagawa, más sentía que estaba haciendo algo mal. Pero no se rendía, seguía presionando. — ¡Estás mintiendo! ¡No puedo confiar en ti! — Incluso si no puedes confiar en mí, estoy seguro de ello — respondió Sasagawa. — Ni siquiera seré capaz de amar a alguien más que a ti. Te amaré por el resto de mi vida. — ¡Eso no es posible! Los únicos que podían decir cosas tan poco reales eran los niños a su primer amor. Eso es en todo lo que Shiina podía pensar. Los ojos de Sasagawa se llenaron de compasión y dijo con voz sobreprotectora — Sólo estás diciendo eso porque sabes que hay una opción de que tus sentimientos cambien. Pero yo soy diferente. Soy diferente a ti y a todos los demás. Shiina no podía pensar en nada que decir, así que mordió sus labios. Sasagawa había tenido muchas relaciones, por lo que sus palabras tenían peso. Pero si Shiina admitía esto, sería como decidir que el amor que sentía por Sasagawa no tenía fin. — Eres todo lo que tengo, Shiina. Y yo soy todo lo que tú tienes. El brillo bien definido en los ojos de Sasagawa hizo olvidar a Shiina lo que iba a decir. Shiina lo miró con desaliento.

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Sasagawa desordenó su cabello café ceniza con mayor delicadeza que Nakahara, y añadió — Así que mejor te preparas.

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Capítulo 9

-N

ishida-san.

En medio de la ruidosa sala de clases, Ai volteó para ver a Shiina, con el libro de asistencia en sus manos. La silueta de su delgado cuerpo sobresalía en la oscura sala. Su cabello café almendra que fluía en sus hombros, era liso y hermoso. — ¿Vas a devolver eso a la sala de staff? Yo lo llevaré. De todas formas, iré para allá —. Shiina lanzó su mejor sonrisa matadora y estiró su mano. Ai lo miraba fijamente, pero la mirada de él estaba enfocada en el libro de asistencia que cargaba en sus manos. En verdad, no tenía una razón para ir a la sala de staff. Pero si obtenía el libro de asistencia, tenía una excusa para ir allá. Con afán, Ai le pasó el libro. — ¡Gracias! ¡Incluso cuando Nakahara es nuestro profesor, siempre olvida cosas! — dijo con una sonrisa inocente. Tomando el libro, Shiina devolvió la sonrisa. Pensó distraídamente que Nakahara también le había sonreído así una vez. Exceptuando en invierno, la puerta de la sala de staff normalmente se dejaba abierta. Shiina la atravesó sin vacilación y caminó hacia el escritorio que estaba cerca de la ventana en la parte posterior de la habitación. Nakahara estaba al teléfono, inmerso en una conversación con su sonrisa habitual en su rostro. No sintió la presencia de Shiina.

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— Olvidó esto —. Shiina colocó el libro de asistencia gentilmente sobre su escritorio. Nakahara dio un salto y sonrió incómoda y forzadamente. — Ah… gracias — dijo, alejando el auricular un poco y agradeciéndole sin hacer contacto visual. Su perfil se veía serio. Ignorando a Shiina, volvió a su conversación telefónica. Aula, clase de ciencias. Cuando se cruzaron, Nakahara ignoró a Shiina. Ni siquiera podía mirarlo a los ojos. Shiina retrocedió medio paso y miró cansadamente la silla al lado de él. No había nadie. Sacó la silla y se sentó. Esperó a que Nakahara dejara el teléfono, pero Nakahara no pudo esconder su disgusto. Puso una cara que mostraba que Shiina lo estaba molestando, y continuó hablando por teléfono, quizá a Miami. En otras palabras, la presencia de Shiina era problemática. Shiina colocó ambos codos sobre el escritorio de Nakahara y miró fija y amargamente a su profesor. En verdad, Nakahara no tenía razón para culpar la actitud de Shiina. Era una reacción normal y esperada. El placer que obtuvo por tener sexo con otro hombre no podía ser entendido por una persona común. Nakahara probablemente había imaginado todas las cosas que Sasagawa había expuesto sobre su relación. — Shiina — lo llamó una voz baja. Shiina miró por sobre su hombro y vio a Sasagawa. Vestía su abrigo sucio como de costumbre. Sus ojos se entornaron y lanzó una mirada peligrosa a Shiina, probablemente porque lo vio esperando hablar con Nakahara.

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Shiina se rió entre dientes y volvió a mirar a Nakahara. Sasagawa caminó hacia él. Nakahara ciertamente había decidido ignorarlo. No mostraba señales de estar cerca de terminar su conversación telefónica. Shiina se rindió y se separó de la silla, intercambiando miradas con Sasagawa. Sasagawa había destruido todas las rutas de escape de Shiina y había impulsado a Shiina a depender sólo de él. Era un truco infantil e imprudente. Debido a ese tipo de personalidad, si Shiina declaraba sus sentimientos en un lugar como este, era seguro que Sasagawa lo entendería. Para ser leal a su deseo, tenía que probar que no le estaba mintiendo a su corazón. De una forma, era muy inocente. Sin desviar sus ojos, sería honesto acerca de lo que quería. Incluso cuando sería revitalizador, no podía decirlo tan directamente como Sasagawa lo había hecho con Nakahara. — Quiero ir a tu casa, Sensei — dijo Shiina en voz baja. Sasagawa no fue el único que reaccionó ante el susurro de Shiina. La espalda de Nakahara se endureció. Manteniéndolo en su visión periférica, Shiina puso toda su emoción en su voz y dijo — Quiero que me penetres hasta que sienta que voy a morir. Shiina reclamaba sexo de una manera directa. Sasagawa respondió seriamente — Entonces supongo que no lo sacaré en un buen tiempo —. No había rastro de su sonrisa arrogante de costumbre. Quedaban muchos otros profesores y estudiantes en la sala de staff. Parecía que como profesor, Nakahara no podía ignorar este intercambio obsceno que ocurría frente a él. Sasagawa le ordenó a Shiina que se encontraran en el estacionamiento en 10 minutos, y Shiina volvió a la sala de clases a buscar sus cosas. Cuando

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estaba a punto de bajar las escaleras, su brazo fue agarrado repentinamente. — ¿Te sientes bien siendo su presa? — Nakahara dijo, jadeando. Tenía una mirada de angustia en su rostro. Probablemente estaba en conflicto con el ser compasivo con un estudiante y estar asqueado por sus actos. — ¿Su presa? — repitió Shiina. Si lo miraba de un modo objetivo, podría parecer de esa forma. Al principio, lo había pensado así. Pero la actitud de Sasagawa había sido consistente. Sasagawa le había dicho a Shiina que lo salvaría, que quería el cuerpo y el alma de Shiina y le había abierto desesperadamente sus brazos. — No creo que haya nadie que me desee más que él, así que estoy bien con eso —. Había traicionado a Nakahara, quien claramente quería arreglar su comportamiento. — Con gusto lo dejaré que me coma. Nakahara se calló ante la declaración de Shiina con una mirada de angustia en su rostro. Miró hacia abajo, y Shiina sintió un dolor dentro de su pecho. Se liberó de Nakahara, quien permanecía como una estatua, y continuó bajando las oscuras escaleras. Los estudiantes que iban a casa pasaban por el lado de Shiina, y cuando miró hacia atrás vio que Nakahara aún estaba parado en el mismo lugar. Un estudiante lo saludó y él devolvió el saludo animadamente. Así es como debía ser. Nakahara debería estar con estudiantes regulares de secundaria, no con alguien como Shiina. Se sintió un poco triste, pero alejó la mirada. En silencio dijo adiós al Nakahara de buen corazón. Sacudió su cabeza e inhaló. Se preparó para tomar la mano de Sasagawa. En silencio comenzó a caminar.

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Tan pronto como llegaron al departamento, Sasagawa lo levantó y puso en la cama. Shiina comenzó a sacarse la ropa. — Apúrate… apúrate, Shiina. Quiero metértelo — dijo Sasagawa, a tientas tratando de sacarse la remera y los pantalones. Sus ojos estaban llenos de deseo. Shiina devolvió su mirada. No podían esperar hasta la noche. Desnudos, se abrazaron, entregándose a los labios del otro. Las cortinas cerradas estaban teñidas con el color del sol poniente, y fuera de la ventana podían escuchar los ruidos de niños riéndose. — Mmm…ahh… Sasagawa alejó sus labios y comenzó a acariciar las tetillas de Shiina con sus dedos. Shiina comenzó a jadear. Su cuerpo se arqueó hacia atrás por la tormenta de besos que Sasagawa le daba en su cuello, clavícula y pecho. Su mano derecha estaba estirada sobre las sábanas, y entrelazó sus dedos con los de Sasagawa y lo abrazó fuertemente. — Mmm…mmm. Sasagawa estimuló las tetillas de Shiina con la punta de su lengua hasta que se endurecieron. Con su mano derecha, las pellizcó y luego acarició la piel de Shiina, bajando lentamente hasta que agarró su miembro excitado. Shiina se quedó sin aliento y cerró sus ojos, girando su cabeza. Tembló con placer.

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Aún sosteniendo su mano, Sasagawa se sentó. Acarició a Shiina y apretó el néctar que se había estado formando dentro. La humedad de Shiina se incrementó. Sasagawa lo agarró con su mano mientras lo masturbaba hacia arriba y hacia abajo, haciendo un ruido húmedo. Shiina levantó sus piernas, arqueando su espalda, y su líquido pre eyaculatorio viajó hasta su trasero. — Oh, ¿lo quieres ahí? — preguntó Sasagawa con una sonrisa masculina. Quitó sus manos del miembro de Shiina y empujó un dedo hacia dentro de él. Los ojos de Shiina permanecían cerrados. Estaba rendido ante la emoción y comenzó a sollozar. — ¡Ahh…ahhhh…oh, ohh! Clavó sus uñas en la mano de Sasagawa, elevando su voz con pasión. Sasagawa empujó su dedo entero, lo que hizo que Shiina vibrara. Finalmente Shiina levantó sus caderas y el placer se arremetió dentro de él como una ola. Cuando lo golpeó directamente, pensó que se iba a desmayar. Trató de aferrarse a algo, lo que tensó sus músculos de abajo. —…Déjame introducir mi pene — Sasagawa dijo gentilmente. Rápidamente sacó su dedo. En su lugar, empujó algo mucho más cálido y largo. — Te amo, Shiina… Su voz era apasionada. Se expandió dentro de Shiina. Enérgicamente empujó su pene hacia arriba. — Mmmm…aahhh…ohhh, ohhh. Shiina apretó sus dientes, pero relajó sus piernas para permitir que Sasagawa llegara lo más profundo que pudiese.

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Con lágrimas en sus ojos, miró a Sasagawa mientras sus cuerpos se vinculaban. Su respiración era áspera. Sus ojos se encontraron, lo que destruyó la mirada llana de Sasagawa. — Shiinaaaa… — dejó salir con una voz que sonaba conmovedora. Besó a Shiina y empujó su lengua dentro de su boca. Lo besó tan ferozmente que Shiina sintió como si lo fuera a tragar completo. Shiina lo miró a través de unos ojos nebulosos. La apariencia grosera e imprudente de Sasagawa era completamente diferente a su actitud demasiado confiada de siempre. Shiina sabía que nadie más había visto así a Sasagawa. Miró a Sasagawa con amor derramándose por sus ojos, y Sasagawa alejó su rostro, con una mirada de vergüenza. — ¡Ahhh, ahh, Sen…sei! Estaba encantado con la sensación del miembro de Sasagawa empujando bruscamente, tan fuerte como podía, tan profundo como podía. Liberó su mano y gimió obscenamente mientras se aferraba a la gran espalda de Sasagawa. La primera vez que tuvieron sexo, Sasagawa había dicho que lo salvaría. Pero ahora era lo opuesto. Si él no salvaba a Sasagawa, estaría arruinado. — ¡Mmm, ahhh, ahhh, Shiinaaaa! Sasagawa sudaba por todas partes. Su cabello negro caía sobre su frente de forma cautivadora. La temperatura de su cuerpo era abrasadora, estaba casi hiperventilándose. Incluso el aire alrededor de ellos parecía sucio. — Nunca te… dejaré — juró Shiina, apretando sus ojos hasta cerrarlos. Gimió con los besos que Sasagawa plantaba

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en su cuello. La respiración sobre su oreja era áspera. Los movimientos bruscos aumentaron de velocidad. — Shiina, te amo. Shiina… Shiina… El rostro de Sasagawa se torció del dolor, y mantuvo a Shiina cerca de su pecho. Esta era la pasión que tenía por su estudiante, quien era nueve años menor que él. Sasagawa se veía frágil, como si se perdiera. Se aferró fuertemente a Shiina. Al verlo así, Shiina lo amó. Lo amaba tanto que no podía soportarlo. Finalmente pertenecía a Sasagawa, y no lo cambiaría por nada. — ¡Mmmm, Sen…sei! Ya no podía controlar el calor abrasador que se estaba formando en su abdomen. Llegó al clímax, con todo su cuerpo y su alma. Sus jadeos se convirtieron en gemidos y su pecho se elevó y cayó violentamente. Sasagawa secó el sudor de la frente de Shiina con su mano. Miró apasionado el gesto. Los ojos de Sasagawa sólo lo miraban a él. — Permanezcamos … juntos siempre. Shiina asintió en respuesta a las palabras de Sasagawa, y robó un beso apasionado de su profesor. Sus labios comenzaron a temblar y elevó nuevamente su voz. Sasagawa se sentó más derechamente y agarró las rodillas de Shiina, dirigiendo su pene, metiéndolo bruscamente dentro de Shiina. — ¡Ahhh, ahhh, ahh! Shiina cerró sus ojos. — ¡Me correré! ¡Ahhh, Shiina! ¡Haaa, haaa, ahhh ahhh!

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Todo el cuerpo de Sasagawa se tensó mientras dejaba salir un gemido masculino y erótico a su aire. — ¡Mmmm, ahhh… ahhh! Shiina sintió un líquido cálido y precipitado llenar su interior. Sasagawa dejó salir un largo jadeo. Parecía exhausto. Cayó, y Shiina atrapó su gran cuerpo y lo acercó a él. Esperaron a que sus respiraciones se calmaran y volvieran a la normalidad. Sostuvo a Sasagawa en sus brazos y le mostró nada más que amor. Abriéndose ante él, vio la oscuridad. La oscuridad extendida y sin fin del éxtasis. Nunca se libraría de este calor.

Fin

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Palabras de la Autora Hola a todos. Soy Matsuda Miyu. ¿Cómo están? En estos momentos, estoy en el hospital tomando suplementos de hierro diarios. Siempre he sido bastante anémica. ¡Lo heredé de mi padre! (Jajajá). De todas formas, esta vez escribí sobre el emparejamiento estándar de un profesor y su estudiante. El tema es el mismo que en los títulos “Oscuridad” y “Compasión”. Alguien que está tratando de salvar a alguien más termina siendo salvado. Para Shiina, Sasagawa es su salvador, y para Sasagawa, Shiina es su Virgen María. Nakahara es… bueno, ¿no todos los chicos que fueron criados para bien actúan como él? (Jajajá). Él sólo era un papel secundario, así que no tengo muchos sentimientos hacia él, pero es un profesor serio, así que entiende lo que puede hacer para ayudar a otros. Jissohji-sensei hizo las ilustraciones. ¡Lamento haberte hecho pasar por tanto problema! Al principio, mi editor preguntó si tenía alguna ilustradora en mente con quien quisiera trabajar, ¡y Jissohji-sensei fue la primera persona en la que pensé! Quedé sorprendida por la calidad vaga pero a la vez detallada de sus ilustraciones, y estoy muy agradecida de cómo resultó. Muchas gracias. Amo la forma en que dibujó el hermoso rostro de Shiina. ¡También amo la forma en que dibujó a Sasagawa haciéndole esto y aquello! También me gustaría agradecer a mi editor. Gracias por ayudarme siempre. ¡Lamento haber estado presionando

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el manuscrito más y más! Gracias por escuchar mi terquedad. Duermo muy bien cada noche. Finalmente, me gustaría agradecer a los lectores. Escribí un final feliz y revitalizante esta vez, pero ¿les gustó? Me encantaría escuchar sus opiniones. ¡Espero ansiosa encontrarnos otra vez!

Matsuda Miyu

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-Belle-Belle- / Gaby Ayari / Gaby Ayari / Haref Si quieres leer más de nuestros proyectos, no olvides pasarte por: www.thedreamofdesire.com

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