Orientalismo - Edward Said

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Edward W. Said

ORIENTALISMO

Traducci6n de Maria Luisa Fuentes

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Director de Colecci6n Juan Goytisolo

Titulo de la obra en ingles: Orientalism

SUMARIO

Fonda de portada de H. Carrion Foto de portada El encantador de serpientes. de J.L. Gerome, Instituto de Arte Sterling y Francine Clark, Williamstown, Massachusetts

Presentaci6n de Juan Goytisolo

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Reconocimientos Introducci6n

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CAPITULO 1

EL AMBITO DEL ORIENTALISMO

1. Conocer 10 oriental...... II. La geograffa imaginaria y sus representaciones: Orientali­

Todos los derechos reservados Traduccion Marfa Luisa Fuentes Revision a cargo de Khaled Salem

zar 10 oriental..... III. Proyectos IV. Crisis

CAPITULO 2

Primera Edici6n, Noviembre de 1990 © Edward W. Said © Libertarias/prodhufi, S.A. Calle de Lerida, 80-82 Telf.: 91/5718583 28020 Madrid LS.B.N.: 84-87095-52-6 Deposito Legal: M-37.121-1990 lmpreso ell Espana

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ESTRUCTURAS Y REESTRUCTURAS DEL ORIENTALISMO

1. Fronteras trazadas de nuevo, temas redefinidos, religi6n secularizad . II. Silvestre de Sacy y Ernest Renan: La antropolog{a racio­

nal y ellaboratorio jilol6gico III. El estudio y la experiencia de Oriente: Los requisitos la lexicograj{a y la imaginaci6n IV. Peregrinos y peregrinaciones, britanicos y franceses 7

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Introducci6n I En una visita que hizo a Beirut durante la terrible guerra civil de 1975-1976, un periodista frances, profundamente entristecido, escribi6 refiriendose al devastado centro de la ciudad: "Hubo una epoca en la que parecfa formar parte (",) del Oriente descrito por Chateaubriand y Nerval"l. Sin duda, tenia mucha raz6n en 10 que respecta al lugar, especialmente desde el punto de vista de un euro­ peo. Oriente era casi una invenci6n europea y, desde la antigiiedad, habia sido escenario de romances, seres ex6ticos, recuerdos y pai­ sajes inolvidables y experiencias extraordinarias. Ahora estaba des­ apareciendo, en cierto sentido habra existido, pero su momento ya habia pasado. Parecfa irrelevante, tal vez, el hecho de que los pro­ pios orientales se estuvieran jugando algo en el proceso, de que incluso en los tiempos de Chateaubriand y Nerval hubieran vivido alii y de que en esos momentos fueran ellos los que sufrian; 10 principal para el visitante europeo era la representaci6n que Europa tenia de Oriente y de su destino inmediato, factores ambos que tenian una trascendencia particular y nacional, para el periodista y para sus lectores franceses. Los americanos no sienten exactamente 10 mismo acerca de Oriente, al que tienden a asociar, mas bien, con el Extremo Oriente (China y Jap6n, sobre todo). Al contrario que los americanos, los franceses y britanicos -yen menor medida los alemanes, rusos, espafioles, portugueses, italianos y suizos- han tenido una larga tradicion en 10 que Hamare orientalismo, que es un modo de rela­ cionarse con Oriente basado en el lugar especial que este ocupa en la experiencia de Europa occidental. Oriente no es solo el vecino inmediato de Europa, es tambien la region en la que Europa ha 19

creado sus colonias mas grandes, ricas y antiguas, es la fuente de sus civilizaciones y sus lenguas, su contrincante cultural y una de sus imagenes mas profundas y repetidas de La Otro. Ademas, Orien­ te ha servido para que Europa (u Occidente) se defina en contrapo­ sicion a su imagen, su idea, su personalidad y su experiencia. Sin embargo, nada de este Oriente es puramente imaginario. Oriente es una parte integrante de la civilizacion y de la cultura material europea. EI orientalismo expresa y representa, desde un punta de vista cultural e incluso ideologico, esa parte como un modo de discurso que se apoya en unas instituciones, un vocabulario, unas ensefianzas, unas imagenes, unas doctrinas e incluso unas burocra­ cias y estilos coloniales. En contraposicion, el conocimiento que America tiene de Oriente parece considerablemente menos denso; sin embargo, nuestras aventuras japonesa, coreana e indochina probablemente esten creando ahara una concienciacion de 10 "orien­ tal" mas seria y realista. Par otra parte, la creciente expansion politica y economica de Estados Unidos en Oriente Proximo (Orien­ te Media) ha influido decisivamente en nuestro conocimiento de esta region. Es evidente (y a 10 largo de las paginas siguientes 10 sera min mas) que. cuando hablo de orientalismo me refiero a bastantes casas, todas ellas, en mi opinion, dependientes entre sf. En general, la acepcion de orientalismo mas admitida es la academica, y esta etiqueta sirve para designar un gran llIimero de instituciones de este tipo. Alguien que ensefie, escriba 0 investigue sobre Oriente - y esto es valido para un antropologo, un sociologo, un historiador a un filologo-- tanto en sus aspectos especfficos como generales, es un orientalista, y 10 que el --0 ella- hace, orientalismo. Si 10 comparamos can los terminos estudios orientales a estudios de areas culturales (area studies), el de Orientalismo es el que actual­ mente menos prefieren los especialistas, porque resulta demasiado vago y recuerda la actitud autoritaria y despotica del colonialismo del siglo XIX y principios del xx. Sin embargo, se han escrito muchos libros y se han celebrado muchos congresos can "Oriente" como tema central yean el orientalismo, con su nueva a vieja apariencia, como principal autoridad. La realidad es que, aunque ya no sea 10 que en otro tiempo fue, el orientalismo sigue presente en el mundo academico a traves de sus doctrinas y tesis sabre Oriente y 10 oriental.

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En cuanto a esta tradicion academica, cuyos destinos, transmi­ graciones, especializaciones y transmisiones que son, en parte, el objeto de este estudio, existe un significado mas general del termi­ no Orientalismo. Es un estilo de pensamiento que se basa en la distincion ontologica y epistemologica que se establece entre Orien­ te y -la mayor parte de las veces- Occidente. As! pues, una gran cantidad de escritores --entre elIos, poetas, novelistas, filosofos, politicos, economistas y administradores del Imperio-- han acepta­ do esta diferencia basica entre Oriente y Occidente como punto de partida para elaborar teorfas, epopeyas, novelas, descripciones so­ ciales e informes politicos relacionados con Oriente, sus gentes, sus costumbres, su "mentalidad", su destino, etc. Este tipo de orien­ talismo se puede encontrar en Esquilo, Victor Hugo, Dante y Car­ los Marx. Mas adelante, en esta introduccion, tratare de los proble­ mas metodologicos que se plantean al estudiar un tema tan vasto como este. Siempre se ha producido un intercambio entre el academico y el mas 0 menos imaginativo del orientalismo, pero desde los ultimos afios del siglo XVIII la comunicacion entre los dos ha sido conside­ rable y bastante disciplinada ---quiza incluso regulada-. Can esto, llego al tercer significado de orientalismo, que se define de una manera mas historica y material que los otros dos. Si tomamos como punta de partida aproximado el final del siglo XVIII, el orien­ talismo se puede describir y analizar como una institucion colectiva que se relaciona can Oriente, relacion que consiste en hacer decla­ raciones sabre el, adoptar posturas con respecto a el, describirlo, ensefiarlo, colonizarlo y decidir sabre el; en resumen, el oriental is­ rna es un estilo occidental que pretende dominar, reestructurar y tener autoridad sabre Oriente. Para definir el orientalismo me pare­ ce util emplear la nocion de disc ursa que Michel Foucault describe en La arqueologfa del saber y en Vigilar y castigar. Creo que si no se examina el orientalismo como un discurso, posiblemente no se comprenda esta disciplina tan sistematica a traves de la cual la cultura europea ha sido capaz de manipular --e incluso dirigir­ Oriente desde un punto de vista politico, sociologico, militar, ideo­ logico, cientffico e imaginario a partir del periodo posterior a la Ilustracion. Por otro lado, el orientalismo mantiene una posicion de autoridad tal, que no crea que nadie que escriba, piense a haga algo relacianada con Oriente sea capaz de hacerlo sin darse cuenta de 21

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las limitaciones de pensamiento y accion que el orientalismo impo­ ne. En pocas palabras, que por causa del orientalismo, Oriente no fue (y no es) un terna sobre el que se tenga libertad de pensamien­ to 0 accion. Esto no significa que el orientalismo tenga que deter­ minar unilateralmente 10 que se puede decir sobre Oriente, pero si que constituye una completa red de intereses que inevitablemente se aplica (y, por tanto, siempre esta implicada) en cualquier oca­ sion en que esa particular entidad que es Oriente se plantea. l Como ocurre este proceso? Eso es 10 que este libro intenta exponer. Tambien pretende demostrar como la cultura europea adquirio fuer­ za e identidad al ensalzarse a sf misma en detrimento de Oriente, al que consideraba una forma inferior y rechazable de sf misma. Hay una diferencia cualitativa y cuantitativa, tanto desde un

punta de vista historico como cultural, entre la participacion fran­

co-britanica en Oriente y, hasta la ascension americana despues de

la Segunda Guerra Mundial,.1a participacion de otras potencias eu­

ropeas y atlanticas. Hablar de orientalismo, pues, es hablar princi­

palmente, aunque no excIusivamente, de una empresa cultural bri­

tanica y francesa, un proyecto cuyas dimensiones abarcan campos

tan dispares como los de la propia imaginacion: el territorio total

de la India y de los paises del Mediterraneo oriental, las tierras y

textos biblicos, el comercio de las especias, los ejercitos coloniales

y una larga tradicion de administradores coloniales, un impresio­

nante conjunto de textos, innumerables "expertos" en todo 10 refe­

rido a Oriente, un cuerpo de profesores orientalistas, un complejo

aparato de ideas "orientales" (despotismo, esplendor, crueldad,

sensualidad orientales), muchas sectas orientales, filosofias y sabi­

durias orientales adaptadas al uso local europeo... la !ista podrfa

extenderse mas 0 menos indefinidamente. Mi punto de vista es que el orientalismo proviene de una relacion muy particular que mantu­ vieron Francia y Gran Bretafia con Oriente que hasta principios del siglo XIX solo se habia limitado a la India y a las tierras biblicas. Desde el comienzo del siglo XIX, y hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, Francia y Gran Bretafia dominaron Oriente y el orientalismo; desde la Segunda Guerra Mundial, America ha domi­ nado Oriente y se relaciona con el del mismo modo en que Francia y Gran Bretafia 10 hicieron en otra epoca. De esta relacion, cuya dinamica es muy productiva, inc1uso aunque siempre se demuestre la fuerza comparativamente mayor de Occidente (Gran Bretafia,

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Francia 0 America), proviene el enorme volumen de textos que yo denomino orientalistas. Debo decir que ademas del importante numero de libros y autores que examino, existe una cantidad mucho mayor de la que simplemente he tenido que prescindir. Mis tesis, sin embargo, no

se apoyan en un catalogo exhaustivo de textos que tratan de Orien­

te, ni en la coleccion de escritos, autores e ideas cIaramente delimi­

tados que forman en conjunto el canon del orientalismo; en su

lugar he basado mi estudio, en una altemativa metodologica dife­

rente cuya columna vertebral, en cierto sentido, es el conjunto de generalizaciones historicas que he presentado en esta introduccion, y que a continuacion quiero analizar con mas detaIIe.

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He comenzado asumiendo que Oriente no es una realidad inerte de la naturaleza. No esta simplemente aW, 10 mismo que el propio Occidente tampoco esta precisamente allf. Tenemos que admitir seriamente la gran observacion de Vico acerca de que los hombres hacen su propia historia, de que 10 que eIIos pueden conocer es aquello que han hecho, y debemos extenderla al ambito de la geo­ graffa: esos lugares, regiones y sectores geograficos que constitu­ yen Oriente y Occidente, en tanto que entidades geograficas y cul­ turales -par no decir nada de las entidades historicas-, son crea­ cion del hombre. Por consiguiente, en la misma medida en que 10 es el propio Occidente, Oriente es una idea que tiene una historia, una tradicion de pensamiento, unas imagenes y un vocabulario que Ie han dado una realidad y una presencia en y para Occidente. Las dos entidades geograficas, pues, se apoyan, y hasta cierto punto se reflejan la una en la otra. Despues de haber dicho esto, parece razonable exponer algunas puntualizaciones. En primer lugar, serfa un error concIuir que Orien­ te fue esencialmente una idea 0 una creacion sin su realidad corres­ pondiente. Cuando Disraeli dijo en su novela Tancred que Oriente era una carrera, queria decir que para los occidentales jovenes e inteligentes estudiar Oriente, podia IIegar a ser una actividad apa­ sionante; no se deberia interpretar 10 que dijo como que Oriente era solo una carrera para los occidentales. Habia -y hay- culturas y

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naciones, localizadas en Oriente, cuyas vidas, historias y costum­ bres poseen una realidad obviamente mas rica que cualquier cosa que se pueda dedr de ellas en Occidente. Sobre este punto, este estudio de orientalismo no tiene nada que afiadir; simplemente desea contribuir con su reconocimiento tacito. Pero el fen6meno del orien­ talismo, tal y como yo 10 estudio aqui, trata principalmente, no de la correspondencia entre el orientalismo y Oriente, sino de la cohe­ rencia interna del orientalismo y sus ideas sobre Oriente (Oriente como una carrera), a pesar de 0 mas alla de cualquier correspon­ dencia 0 no con un Oriente "real". Creo que la afirmaci6n de Disraeli sobre Oriente se refiere basicamente a esta coherencia creada, a esta verdadera constelaci6n de ideas que es la cuesti6n esencial siempre que nos ocupamos de Oriente, y no a su mera y pura existencia, por citar a Wallace Stevens. La segunda puntualizaci6n se refiere a que las ideas, las cultu­ ras y las historias no se pueden entender ni estudiar seriamente sin estudiar al mismo tiempo su fuerza 0, para ser mas precisos, sus configuraciones de poder. Creer que Oriente fue creado --0, como yo digo, "orientalizado"- y creer que tales cosas suceden simp1e­ mente como una necesidad de la imaginaci6n, es faltar a la verdad. La relacion entre Occidente y Oriente es una relaci6n de poder, y de complicada dominaci6n: Occidente ha ejercido diferentes gra­ dos de hegemonia sobre Oriente, como sefiala bastante bien el titulo del c1asico de K.M. Panikkar, Asia and Western Dominance. 2 Oriente fue orientalizado, no s610 porque se descubri6 que era "oriental", segun los estereotipos de un europeo medio del siglo xrx, sino tambien porque se podia conseguir que 10 fuera --es decir, se Ie podia obligar a serlo-. Tomemos, por ejemplo, el encuentro de Flaubert con una cortesana egipcia, encuentro que debi6 de crear un modele muy influyente sobre la mujer oriental; ella nunca hablaba de si misma, nunca mostraba sus emociones, su c;ondici6n presente 0 pasada. EI hablaba por ella y la representaba. EI era extranjero, relativamente rico y hombre, y esos eran unos factores hist6ricos de dominaci6n que Ie permitian, no s610 poseer a Kuchuk Hanem ffsicamente, sino hablar por ella y decir a sus lectores en que senti do ella era tipicamente oriental. Mi tesis es que la situaci6n de fuerza de Flaubert en relaci6n a Kuchuk Hanem no era un ejemplo aislado, y puede servir bastante bien como modelo de la relaci6n de fuerzas entre Oriente y Occidente y del discurso acerca de Oriente que este modele pennite.

Esto nos lleva a una tercera puntualizaci6n. No hay que creer que el orientalismo es una estructura de mentiras 0 de mitos que se desvaneceria si dijeramos la verdad sobre ella. Yo mismo creo que el orientalismo es mucho mas valioso como signo del poder euro­ peo-athintico sobre Oriente que como discurso veridico sobre Orien­ te (que es 10 que en su forma academica 0 erudita pretende ser). Sin embargo, 10 que tenemos que respetar e intentar comprender es la solidez del entramado del discurso orientalista, sus estrechos lazos con las instituciones socioecon6micas y polfticas existentes y su extraordinaria durabilidad. Despues de todo, un sistema de ideas capaz de mantenerse intacto, y que se ha ensefiado como una den­ cia (en academias, libros, congresos, universidades y organismos de asuntos exteriores) desde el periodo de Ernest Renan hacia fina­ les de 1848 hasta el presente en Estados Unidos, debe ser alga mas grandioso que una mera colecci6n de mentiras. EI orientalismo, pues, no es una fantasia que cre6 Europa acerca de Oriente, sino un cuerpo compuesto de teoria y practica en el que, durante much as generaciones, se ha realizado una inversi6n considerable. Debido a esta continua inversi6n, el orientalismo ha llegado a ser un sistema para conocer Oriente, un fiItro aceptado que Oriente atraviesa para penetrar en la conciencia occidental; igualmente, esa misma inver­ si6n hizo posibles --de hecho, las hizo realmente productivas-Ias declaraciones que en un principio se formularon dentro de la disci­ plina orientalista y que mas tarde proliferaron en el interior de La cultura general. Gramsci ha efectuado una util distinci6n anaLftica entre socie­ dad civil y sociedad polftica segun la cual la primera esta forrnada por afiliaciones voLuntarias (0, al menos, racionales y no coerciti­ vas), como son las escuelas, las familias y los sindicatos, y la segunda, por instituciones estatales (el ejercito, la policfa y la buro­ cracia central) cuya funci6n dentro del Estado es la dominaci6n directa. La cultura, por supuesto, funciona en el marco de la socie­ dad civil, donde la influencia de las ideas, las instituciones y las personas se ejerce, no a traves de la dominaci6n, sino a traves de Lo que Gramsci llama consenso. Asi, en cualquier sociedad no totali­ taria ciertas formas culturales predominan sobre otras y deterrnina­ das ideas son mas influyentes que otras; la forma que adopta esta supremacfa cultural es 10 que Gramsci llama hegemon{a, un con­ cepto indispensable para comprender, de un modo u otro, la vida

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Me parece que al problema del estudio del imperialismo y la cultura (u orientalismo) se Ie puede dar una simple respuesta com­ puesta de dos partes. En primer lugar, casi todos los escritores del siglo XIX (y esto mismo seria valido para los de periodos anteriores) eran extraordinariamente conscientes de la realidad del imperio; este es un tema que no se ha estudiado muy bien, pero un especia­ lista moderno en la epoca victoriana tendra que admitir que los heroes de la cultura liberal, como son John Stuart Mill, Arnold Carlyle, Newman, Macaulay, Ruskin, George Eliot, e incluso Dic­ kens, tenian unas opiniones muy concretas sobre la raza y el impe­ rialismo, que podemos encontrar facilmente en sus escritos. De igual modo, un especialista debe acabar admitiendo que Mill, por ejemplo, deja claro en On liberty y en Representative Government que sus puntos de vista no podian ser aplicados a la India (al fin y al cabo fue funcionario en la India Office durante una gran parte de su vida) porque los indios eran inferiores tanto per su civilizacion como por su raza. El mismo tipo de paradoja podremos encontrar en Marx; mas adelante 10 demostrare. En segundo lugar, creer que la polftica, en forma de imperialismo, tiene un efecto en la produc­ cion literaria, en la erudicion, en las teorfas sociales y en la escritu­ ra de la historia no equivale, en modo alguno, a afirmar que, por tanto, la cultura es algo degradado 0 denigrado; muy al contrario, toda mi tesis consiste en que podremos comprender mejor la per­ sistencia y la durabilidadde los sistemas hegemonicos, como es la propia cultura, cuando reconozcamos que las coacciones intemas que estos imponen en los escritores y pensadores son productivas y no unilateralmente inhibidoras. 13.sta es la idea que, indudablemen­ te, Gramsci, Foucault y Raymond Williams, cada uno a su manera, han intentado exponer. Solamente, una 0 dos paginas de Williams sobre "Los usos del Imperio", en The Long Revolution, nos dicen mucho mas acerca de la riqueza cultural del siglo XIX que la mayo­ rfa de los volumenes de amUisis textual hermetico. 1o Par tanto, yo estudio el orientalismo como un intercambio dina­ mico entre los autores individuales y las grandes iniciativas polfti­ cas que generaron los tres grandes imperios -britanico, frances y americano- en cuyo territorio intelectual e imaginario se produje­ ron los escritos. La que, como erudito, me interesa mas, no es la gran realidad polftica, sino el detalle, del mismo modo que, 10 que nos interesa en personas como Lane, Haubert 0 Renan no es 1a

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verdad (para ellos, indiscutible) de que los occidentales son supe­ rieres a los orientales, sino el testimonio preparado y modulado que ofrecen los detalles de su obra dentro del enorme espacio abier­ to por esa verdad. Solo hay que recordar, para que entendamos 10 que digo, que Manners and Customs of Modern Egyptians, de Lane es un clasico de la observacion historica y antropol6gica por su estilo y sus detalles inteligentes y brillantes y no porque refleje la superioridad racial. El tipo de cuestiones que el orientalismo plantea, por tanto, son las siguientes: l,que tipo de energfas inte1ectuales, esteticas y cultu­ rales participaron en la elaboracion de una tradicion imperialis ta como la orientalista? LeOmO la filologfa, la lexicograffa, la historia, la bio10gfa, las teorias poHticas y economicas, la narrativa y la poesfa lfrica se pusieron al servicio de una vision del mundo tan imperialista como la orientalista? LQue cambios, modulaciones, refinamientos e incluso revoluciones sufrio el orientalismo? LQue significado adquieren en este contexto 1a originalidad, 1a continui­ dad y la individualidad? (,Como se transmite 0 reproduce el orien­ ta1ismo de una epoca a otra? En fin, (,como podemos estudiar el fenomeno cultural e historico del orientalismo considerandolo como una obm humana voluntaria -y no como una especie de razona­ miento en el vacfo-, con toda su complejidad historica y con todo su detalle y valor, sin, al mismo tiempo, perder de vista la alianza entre la acci6n cultural, las tendencias pollticas, el Estado y las realidades especfficas de dominacion? Un estudio guiado pOl' estas preocupaciones puede abordar, de modo responsable, cuestiones polfticas y culturales. Pero esto no significa que este estudioesta­ blezca una regia inmutable sobre las relaciones entre conocimiento y polftica. Mi tesis es que toda investigacion humanfstica debe establecer la naturaleza de esta relacion en el contexto especffico de su estudio, de su tema y de sus circunstancias historicas. 2. La cuestion metodol6gica. He dedicado una de mis obras a analizar y exponer la importancia que, para trabajar en el campo de las ciencias humanas, tiene el hecho de encontrar y formular un primer paso, un punta de partida, un principio inicial. II Lo que aprendf entonees e intente exponer fue que no existe algo dado 0 facil de encontrar que pueda ser considerado como un punto de partida: los principios tienen que establecerse de acuerdo a cada proyecto, de tal manera que posibiliten la realizacion de 10 que

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viene a continuacian. lamas habia comprobado, de una manera tan consciente, la dificultad que entrana esta regIa, como en mi estudio de orientalismo (si la he resuelto con 0 sin exito, no 10 puedo decir). La idea de un comienzo, el acto de comenzar implica nece­ sariamente un acto de delimitacian, un acto por el que algo se separa de una gran masa de material y se extrae de ella para que represente y sea un punto de partida, un comienzo. Para alguien que se dedi que al estudio de los textos, esta noci6n de delimitaci6n inicial es 10 que Louis Althusser llama la problernatica, una unidad detem1inada y especffica de un texto 0 de un grupo de textos que ha surgido a traves del analisis. 12 Pero, en el caso del orientalismo (al contrario que en el de los textos de Marx, que es el que Althus­ ser estudia), no solo existe el problema de encontrar un punto de partida 0 problematica , sino tambien el de designar que textos, autores y periodos son los que mas convienen al estudio. En mi opinion, no tenia sentido intentar escribir una historia del orientalismo narrativa y enciclopedica, en primer lugar porque, si el principio directriz de mi estudio era "la idea europea de Orien­ te", el material del que me hubiera tenido que ocupar no habrfa tenido limites, en segundo lugar porque el modelo narrativo no se ajustaba a mis intereses descriptivos y politicos, y en tercer lugar porque obras como La Renaissance orientale, de Raymond Schwab; Die Arabischen Studien in Europa bis in den Anfang des 20. Jahr­ hunderts, de Johann Flick, y mas recientemente The Matter of Araby in Medieval England, de Dorothee Metlitzki, I3 ya incluyen trabajos enciclopedicos acerca de ciertos aspectos de los contactos entre Europa y Oriente, y sus objetivos se diferencian de la labor crftica que yo he esbozado en un contexto general, politico e intelectllal. Se me planteaba tambien el problema de reducir un archivo muy denso a dimensiones manejables y, 10 que es mas importante, el de destacar dentro de ese grupo de textos algun concepto de naturaleza intelectual sin por ello descuidar el orden cronologico. Mi punto de partida, por tanto, ha sido la experiencia brit..'inica, francesa y americana en Oriente, en un sentido global, las bases historicas e intelectuales que la hicieron posible y sus cualidades y caracterfsticas. Por razones que explicare a continuacian, he limita­ do el ya de por si limitado (pero todavia excesivamente vasto) conjllnto de cuestiones a la experiencia que britanicos, franceses y americanos han tenido en el mundo arabe y en el mundo islamico,

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los cuales, durante casi un milenio han representado Oriente. AJ hacer esto, parece que de entrada he eliminado una gran parte de Oriente -India, Japan, China y otras zonas del Extremo Orien­ te-, no porque estas regiones carezcan de importancia (que evi­ dentemente la tienen), sino porque es posib!eestudiar la experien­ cia que Europa tllVO en Oriente Proximo y en los paises islamicos independientemente de su experiencia en el Extremo Oriente. Sin embargo, en ciertos periodos de esta historia general de intereses europeos en Oriente, detenninadas regiones, como Egipto, Siria 0 Arabia, no se pueden abordar sin estudiar tambien la implicacion que Europa tuvo en lugares mas remotos como son Persia y 1a India: un ejemplo importante a este respecto es la conexion que tuvieron Egipto y la India para la Gran Bretana de los siglos XVlll y XIX. Otros ejemplos importantes son el papel desempenado pm Francia descifrando e1 zendoavestico, 1a preeminencia de Paris como centro de estudios de sanscrito durante la primera decada del siglo XIX, y el hecho de que el interes que mostro Napoleon pol' Oriente estuviera determinado por su conocimiento del papel britanico en la India; toda esta preocupacian pOl' el Extremo Oriente influyo di­ rectamente en el interes que Francia manifesto pOl' el Proximo Oriente, el islam y los arabes. Gran Bretafia y Francia dominaron el Mediterraneo oriental desde finales del siglo XVII. Pero al estudiar esta dominacion sistematica, no he hecho jllsticia a las importantes contribuciones que Alema­ nia, Italia, Rusia, Espana y Portugal hicieron al orientalismo ni al gran impulso que la revolucian en los estudios biblicos ---estimula­ da por sus pioneros, Bishop Lowth, Eichhom, Herder y Michae­ lis- dio, en el siglo XVIII, al estudio de Oriente. En primer lugar, tenia que centrarme rigurosamente en el material britanico y fran­ ces, y, despues, en el americana pOl'que me parecfa indiscutible, no solo que Gran Bretafia y Francia fueron las naciones pioneras en Oriente y en los estudios orientales, sino tam bien que mantuvieron estas posiciones de vanguardia gracias a los dos entramados colo­ niales mas grandes que la historia anterior al siglo xx ha conocido; America, desde la Segunda Guerra Mundial, en 10 que se refiere a Oriente, ha seguido, creo que bastante conscientemente, las sendas trazadas por las dos potencias europeas, En consecuencia, conside­ TO que por su calidad, coherencia y cantidad, los escritos britanicos, franceses y americanos sobre Oriente superan a los trabajos, indu­ 37

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nombre. Sin embargo, nada de esto sucede en la esfera de 10 abs­ tracto. Cualquier escritor que trate de Oriente (y esto es valida incluso para Homero) asume algun precedente oriental, algunos conocimientos previos de Oriente, conocimientos a los que hace referencia y en los que se apoya. Ademas, toda obra sobre Oriente se asocia a otras obras, a determinados publicos e instituciones y al propio Oriente. El conjunto de relaciones entre las obras, los pubLi­ cos y algunos aspectos particulares de Oriente constituye, par tan­ to, una formaci6n que se puede analizar -por ejemplo, la relacion entre los estudios filologicos, las antologias de literatura oriental, los relatos de viajes y los libros de fantasias orientaIes- y cuya presencia en el tiempo, en el discurso y en las instituciones (escue­ las, bibliotecas y organismos de asuntos exteriores) Ie da fuerza y autoridad. Espero haber dejado claro que mi preocupacion por la autoridad no presupone un analisis de 10 que subyace oculto en el texto orientalista, sino, par el contrario, un amilisis de su superficie, de la exterioridad can relacion a 10 que describe. Creo que nunca se insistini demasiado en esta idea. El orientalismo se fundamenta en la exterioridad, es decir en el hecho de que el orientalista, paeta a erudito, hace hablar a Oriente, 10 describe, y ofrece abiertamente sus misterios a Occidente, porque Oriente solo Ie preocupa en tanto que causa primera de 10 que expone. Lo que dice 0 escribe, en virtud de que esta dicho 0 escrito, pretende indicar que el orienta­ lista esta fuera de Oriente tanto desde un punto de vista existencial como moral. £1 producto principal de esta exterioridad es, por supuesto, la representacion: ya en la obra de teatro de Esquila Los pcrsas, Oriente deja de tener la categoria de un Otro lejana y a veces amenazante, para encamarse en figuras relativamente fami­ liares (en el caso de Esquilo, las mujeres asiaticas oprimidas). La inmediatez dram:itica de la representacion en Los persas encubre el hecho de que el publico observa una representacion muy artificial de 10 que un no oriental ha convertido en sfmbolo de todo Orien­ te. Mi anaIisis del texto orientalista, por tanto, enfatiza la evidencia --que de ningun modo es invisible- de que estas representaciones son representaciones, y no retratos "naturales" de Oriente. Esta evidencia se puede encontrar de manera destac:ada en los textos que podriamos Hamar verfdicos (historias, anaIisis filologicos, tratadas politicos) y en los textos reconocidos como abiertamente artfsticas

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(por ejemplo, los imaginarios). Los aspectos que se deben conside­ rar son el estilo, las figuras del discurso, las escenas, los recursos narrativos y las circunstancias historicas y sociales, pero no la exac­ titud de la representaci6n ni su fidelidad a algun gran original. La exterioridad de la representacion esta siempre gobemada por algu­ na version de la perogrullada que diee que si Oriente pudiera repre­ sentarse a sf mismo, 10 harfa; pero como no puede, la representa­ cion hace el trabajo para Occidente y,faute de mieux, para el pobre Oriente. "Sie Konnen sich nieht vertreten, sie mussen vertreten werden," como escribi6 Marx en El dieciocho Brumm"io de Luis Bonaparte. Otra de las razones que me llevan a insistir en la idea de la exterioridad es mi necesidad de aclarar, al referimos al discurso cultural y al intercambio dentro de una cultura, que 10 que comun­ mente circula por ella no es "la verdad", sino sus representaciones. No haee falta demostrar de nuevo que el propio lenguaje es un sistema muy organizado y codificado que emplea muchos recursos para expresar, indicar, intercambiar mensajes e informacion, repre­ sentar, etc. Al menos en cualquier ejemplo de lenguaje escrito, no hay nada que sea una presencia dada, sino un represencia 0 repre­ sentacion. EI valor, la eficacia, la fuerza y la veracidad aparente de una afirmacion escrita acerca de Oriente dependen, por tanto, muy poco de Oriente como tal y no pueden instrumentalmente depender de 61. Por el eontrario, para el lector, la afirmaeion escrita es una presencia porque ha excluido y desplazado a "Oriente" como reali­ dad y 10 ha convertido en algo superfluo. Asf, todo el orientalismo pretende reemplazar a Oriente, pero se mantiene distante con res­ pecto a 61: que el orientalismo tenga sentido es una cuestion que depende mas de Occidente que de Oriente, y este sentido Ie debe mucho a las t6cnicas occidentales de representacion que hacen que Oriente sea algo visible y claro, que est6 "allf" en el discurso que se elabora sobre 61. Y estas representaciones, para lograr sus efec­ tos, se apoyan en instituciones, tradiciones, convenciones y c6di­ gos de inteligibilidad, y no en un Oriente distante y amorfo. La diferencia entre las representaciones de Oriente que se ha­ dan antes del ultimo tercio del siglo XVIII y las posteriores a esta 6poca (esto es, las que pertenecen a 10 que llamo orientalismo modemo) estriba en que, en el ultimo periodo, el horizonte de las representaciones se amplio mucho mas. Es cierto que, despu6s de 42

William Jones y de Anquetil-Duperron, y tras la expedici6n de Napole6n a Egipto, Europa lleg6 a conocer Oriente de una manera mas cientffica, a vivir en 61 con una autoridad y una disciplina que nunca antes habfa tenido. Pero 10 que Ie importaba a Europa era la mayor capacidad y el mayor perfeccionamiento que adquirfan sus tecnicas para recibir Oriente. Cuando, a finales del siglo XVIII, Orien­ te revelo definitivamente la edad de sus lenguas ---que se remonta­ ban en el tiempo mas alIa de la genealogfa divina del hebreo-, fue un grupo de europeos el que hizo el descubrimiento y )0 transmiti6 a otros eruditos; finalmente, este descubrimiento se preserv6 en la ciencia de la filologfa indoeuropea, una nueva y poderosa ciencia que nada para examinar el Oriente lingufstico y, can ella, como muestra Foucault en Las palabras y las casas, nada tambicn una completa red de intereses cientfficos afines. Del mismo modo, William Beckford, Byron, Goethe y Victor Hugo reestructuraron Oriente par medio de su aI1e y lograron que sus colores, sus luces y sus gentes fueran visibles a traves de las imagenes, los ritmos y los motivos que ellos utilizaron para describirlos. EI Oriente "real", a 10 sumo, provocaba la visi6n de un escritor, pero raramente la guiaba. El orientalismo respondio mas a la cultura que 10 produjo que a su supuesto objetivo, que tambi6n estaba producido por Occidente. Asf, la historia del orientaJismo presenta una gran coherencia inter­ na y un conjunto muy articulado de relaciones con la cultura domi­ nante que 10 envuelve. Mi amilisis, en consecuencia, intenta de­ mostrar como es la forma de esta disciplina, cual es su organiza­ cion intema, quienes son sus pioneras y sus autoridades patriarca­ les, cuMes son sus textos canonicos, sus ideas doxol6gicas y qui6­ nes son sus figuras ejemplares, sus seguidores, comentadores y nuevas autoridades; intento tambien explicar como el orientalismo adopt6 unas ideas "solidas", unas doctrinas y tendencias que impe­ raban en la cultura, y como, frecuentemente, se inspiro en elias. Asf, habfa - y hay- un Oriente lingufstico. un Oriente freudiano, un Oriente spengleriano, un Oriente darwiniano, un Oriente racista etc, y por ello, todavfa no ha habido un Oriente pure 0 no condicio­ nado; nunca ha existido una forma no material de orientalismo y mucho menos algo tan inocente como una "idea" de Oriente. En este punto, en esta firme conviccion y en sus consecuencias meto­ dologicas subsecuentes, difiero de los eruditos que estudian la his­ 43

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toria de las ideas. En efecto, el enfasis, la fonna ejecutiva y, sobre todo, la efectividad material de las afinnaciones del discurso orien­ talista son posibles en unas circunstancias que cualquier historia hennetica de las ideas tiende a ignorar completamente. Sin esos enfasis y sin esa efectividad material, el orientalismo serfa, simple­ mente, una idea como cualquier otra, mientras que, por el contra­ rio, es y ha sido mucho mas que eso. Por esto, me propongo exami­ nar, no solo trabajos eruditos, sino tambien obras literarias y politi­ cas, artfculos periodfsticos, libros de viajes, y estudios religiosos y filologicos. En otras palabras, adopto una perspectiva hfbrida que, en lineas generales, es hist6rica y "antropologica", dado que creo que todos los textos tienen vfnculos con el mundo y con sus cir­ cunstancias de acuerdo a unas condiciones que, por supuesto, va­ rfan de un genero a otro y de un periodo historico a otro. Todavfa creo, al contrario que Michel Foucault, a cuya obra debo mucho, que los escritores individuales influyen de manera de­ tenninante en ese cuerpo de textos colectivo y an6nimo que consti­ tuye una fonnacion discursiva como la orientalista. La unidad que presenta el enorme conjunto de textos que analizo se debe, en parte, al hecho de que con frecuencia se refieren unos a otros: el orientalismo es, despues de todo, un sistema constituido por citas de obras y autores. EI libro Manners and Customs of the Modern Egypcians. de William Lane, fue leido y citado por hombres tan diferentes como Nerval, Haubert y Richard Burton. Esta obra era una autoridad que cualquiera que escribiera 0 pensara sobre Orien­ te, y no solo sobre Egipto, debfa utilizar: cuando Nerval reprodujo parrafos literales de Modern Egypcians. recurrio a la autoridad de Lane para describir escenas campesinas de Siria, pero no de Egip­ to. La autoridad de Lane y las oportunidades que ofrecfa citarlo discriminada 0 indiscriminadamente estaban allf porque el orienta­ lismo habia sido capaz de convertirlo en un texto de referencia. Sin embargo, no se puede comprender esta caracterfstica de Lane sin entender las peculiaridades de su texto; esto es valida tambien para Renan, Sacy, Lamartine, Schlegel y otros escritores influyentes. Foucault cree que, en general, el texto 0 el autor individual cuentan poco; Ia experiencia me demuestra que esto no es asf en el caso del orientalismo (quiza en ningun otro caso sea asf). De acuerdo con esto, utilizo en mis analisis explicaciones de textos con el fin de revelar la dialectica entre el texto 0 el autor individual y la fonna­

cion colectiva compleja a la que la obra en cuesti6n es una contri­ buci6n. Pero este libro, aunque incluye una amplia selecci6n de escrito­ res, dista mucho de ser una historia completa 0 una relacion gene­ ral del orientalismo, y soy muy consciente de esta carencia. EI discurso orientalista ha podido sobrevivir y funcionar en la socie­ dad occidental gracias a la riqueza de la red que 10 forma: todo 10 que yo he hecho es describir algunas partes de esta red en determi­ nados momentos y sugerir la existencia de un todo mucho mayor. detallado, interesante y dotado de personajes, textos y sucesos fas­ cinantes. Me justifico pensando que este libro no es mas que el principio, y espero que haya eruditos y crftkos que quiza quieran escribir otros. Aun queda por realizar un ensayo general que trate el tema del imperialismo y la cultura; habrfa que profundizar en el asunto de las conexiones entre el orientalismo y la pedagogfa, en el del orientalismo italiano, aleman y suizo, en el de la dinamica que se crea entre los escritos eruditos y los imaginarios y en el de la relaci6n entre los conceptos administrativos y las disciplinas inte­ lectuales. Quiza el objetivo mas importante de todos serfa estudiar alguna posible alternativa contemporanea al orientalismo, pregun­ tarse como se pueden estudiar otras culturas y pueblos desde una perspectiva libertaria, y no represiva 0 manipulativa. Pero entonces habrfa que replantearse el complejo problema del conocimiento y el poder. Todos estos son objetivos que he dejado sin completar en este estudio, ]0 cual no deja de ser embarazoso. La ultima observacion acerca del metodo que quiero hacer aquf -aunque quiza resulte alga pretenciosa por mi parte- es que he escrito este estudio pensando en bastantes tipos de lectores. A los que estudian literatura y crftica literaria, el orientalismo les ofrece un ejemplo magnifico de las relaciones entre la sociedad, la historia y la textualidad; ademas, el papel que Oriente ha desempenado en la cultura occidental relaciona el orientalismo con Ia ideologfa. la polftica y la 16gica del poder, que son materias, en mi opinion, de trascendencia para la comunidad literaria. Pensando en los que hoy dfa estudian Oriente, desde los eruditos universitarios hasta los artffices de la politica, he escrito este libro con dos objetivos: en primer lugar, presentarles su genealogfa intelectual de una manera que nunca se habfa hecho antes; y en segundo, criticar -esperando suscitar nuevas discusiones- las asunciones normalmente incues­

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tionables en las que la mayoria de sus trabajos se fundamenta. El lector que no sea un especialista encontran'i en este estudio temas que siempre Haman la atenci6n, todos ellos relacionados, no s610 con la manera en que Occidente concibe y trata 10 Otro, sino tam­ bien con el papel singularmente importante que ha desempefiado la cultura occidental en 10 que Vieo llama el mundo de naciones. Finalmente, para los lectores del Hamado Tercer Mundo, este estu­ dio pretende ser un paso hacia la comprension, no tanto de la polftica occidental hacia el mundo no occidental, como de lajuerza del discurso cultural occidental, un discurso que, con demasiada frecuencia, ha sido erroneo, meramente decorativo 0 "superestruc­ tural". Espero haber descrito la formidable estructura de la domina­ cion cultural y haber mostrado, particularmente a los pueblos que fueron colonizados, los peligros y las tentaciones de emplear esa estructura sobre ellos mismos 0 sobre otros. Los tres largos capitulos y las veinte unidades mas breves en las que esta dividido este libro intentan facilitar la exposicion 10 mas posible. El capitulo primero "El ambito del orientalismo" perfila a grandes rasgos todos los aspectos del tema, y los analiza en termi­ nos de experiencias y tiempo historicos, y en terminos de motivos filos6fieos y politicos. El capitulo segundo "Estructuras y reestruc­ turas del orientalismo", intenta describir el desarrollo del orientalis­ mo modemo de manera cronologica y tam bien a traves de la des­ cripcion de un conjunto de recursos comunes a las obras de poetas, artistas y eruditos importantes. El capitulo tercero, "El orientalismo en nuestros dias", empieza donde acaba el anterior, mas 0 menos hacia l870. Este es el periodo de la gran expansion colonial en Oriente que culmina con la Segunda Guerra Mundial. La ultima secci6n del capitulo tercero muestra como la hegemonia paso de manos britanicas y francesas a manos americanas; enel intento, finalmente, resumir las realidades sociales e intelectuales del orien­ talismo americano de nuestros dias. 3. La dimension personal. En su libro Cuadernos de la carcel, Gramsci dice: "El punto de partida de cualquier elaboracion critiea es la toma de conciencia de 10 que uno realmente es; es decir, la premisa 'conocete a ti mismo'en tanto que producto de un proceso hist6rico concreto que ha dejado en ti infinidad de huellas sin, a la vez, dejar un inventario de elIas". La unica traduccion inglesa exis­ tente termina asf, inexplicablemente, el comentario de Gramsci,

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mientras que, de hecho, el texto en italiano concluye afiadiendo: "Por tanto, es un imperativo comenzar por recopilar ese inventa­ rio. "16 La inversion personal que he hecho en este estudio deriva en gran parte de mi conciencia de ser "oriental" y de haber sido un chico que crecio en dos colonias britanicas. Toda mi educacion en esas colonias (Palestina y Egipto) y en Estados Unidos ha sido occidental y, sin embargo, esa profunda y temprana conciencia ha persistido en mi de muchas formas. Al estudiar el orientalismo he pretendido hacer el inventario de las hue lIas que ha dejado en mi la cultura cuya dominacion ha sido un factor muy poderoso en la vida de todos los orientales. POl' eso, me he concentrado en el estudio del Oriente islamico. Si 10 que he logrado ha sido el inventario prescrito por Gramsci, no soy yo quien debe juzgarlo, aunque soy consciente de 10 importante que es intentar hacerlo. A 10 largo de mi trabajo, de la manera mas rigurosa y racional que me ha sido posible, he intentado mantener un espiritu critico y emplear los instrumentos de investigacion historica, humanista y cultural de los cuales mi educacion me ha hecho un afortunado beneficia­ rio. Nacla de esto, a pesar de todo, me ha hecho percleI' contacto con mi realiclad cultural ni con la implicacion personal de ser "un oriental". Las circunstancias historicas que han hecho posible un estudio como este son bastante complejas, y aqu! solo pueclo mencionarlas de una manera esquemarica. Todo aquel que haya residido en Occi­ clente desde los afios cincuenta, y en particular en Estados Unjdos, habra vivido una epoca de extraordinaria turbulencia en las relacio­ nes Este-Oeste. A nadie se Ie habra escapado el hecho de que, durante este periodo, el "Este" siempre ha supuesto un peligro y una amenaza, tanto si se referia al Oriente tradicional como a Ru­ sial En las universidades, la creacion de institutos y programas de estudios de areas culturales (area studies) ha convertido el estudio erudito de Oriente en una rama de la polftica nacional. En Estados Unidos, los organismos publicos demuestran un sana interes por Oliente debido a su importancia estrategica y economica y a su tradicional exotismo. El mundo, de pronto, se ha convertido en un lugar muy accesible para el ciudadano occidental que vive en la era de la electronica y, en consecuencia, tambien Oriente se ha aproximaclo a el, y ahora quiza sea menos un mito que una encruci­ jada de intereses occi~entales, especialmente americanos.

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Uno de los aspectos que el mundo electr6nico post~odemo ha trafdo consigo es el reforzamiento de los estereotipos a traves de los cuales se observa Oriente; la television, las pelfculas y todos los recursos de los medios de comunicacion han contribuido a que la informacion utilice moldes cada vez mas estandarizados. En 10 que se refiere a Oriente, la estandarizacion y la formaci on de estereoti­ pos culturales han reforzado el mantenimiento de la demonologia del "misterioso Oriente" que en el siglo XIX era dominic del mundo acactemico y del de la imaginacion. Todo esto resulta mucho mas evidente si analizamos el modo en que se intenta comprender el Oriente Pr6ximo. Tres factores han contribuido a que cualquier perceJJci6n -incluso la mas simJJle- de los arabes y del islam se convierta en un asunto muy politizado y casi desagradable: a) la historia de prejuicios populares antiarabes y antiislamicos en Occi­ dente que se refleja de una manera inmediata en la historia del orientalismo; b) la lucha entre los arabes y el sionismo israeli y sus efectos en los judios americanos, en la cultura liberal y en la mayo­ ria de la poblaci6n; c) la ausencia casi total de una predisposician cultural que posibilite una identificaci6n con los arabes y el islam y una discusion desapasionada sobre ellos. No es necesario decir que, como Oriente Proximo se identifica con la polftica de las grandes potencias, la economia del petr6leo y la dicotomia simplista que califica a Israel de libre y democnitico y a los arabes de diab61icos, totalitarios y terroristas, las oportunidades de saber claramente de que se habla cuando se habla de Oriente Proximo son muy peque­ nas, Jo que no deja de ser deprimente. Una de las razones que me ha empujado a escribir este libra es mi propia experiencia personal. La vida de un palestino arabe en Occidente, particularmente en Estados Unidos, es descorazonadora. Existe en este pais el consen­ so casi ull