Orient Express (Historia National Geographic)

EL ARTE DE VIAJAR EN TREN ORIENT EXPRESS Desde 1883, París y Estambul quedaron unidos por un ferrocarril legendario. Du

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EL ARTE DE VIAJAR EN TREN

ORIENT EXPRESS Desde 1883, París y Estambul quedaron unidos por un ferrocarril legendario. Durante la Belle Époque, sus lujosos vagones fueron escenario de selectos festines, amores clandestinos y toda suerte de intrigas diplomáticas MARÍA PILAR QUERALT DEL HIERRO HISTORIADORA

ATRAVESANDO EUROPA

El trayecto original del Orient Express, que atravesaba Francia y los imperios centrales, quedó interrumpido con la Gran Guerra. Tras la contienda se inauguró el Simplon Orient Express, que atravesaba los Alpes sin pasar por Alemania. El óleo que vemos aquí, de Terence Cuneo, recrea la ruta nocturna de esta segunda línea. BRIDGEMAN / ACI

DESTINO ESTAMBUL. CARTEL PUBLICITARIO DEL ORIENT EXPRESS DE 1895, CON VARIAS ESTAMPAS DE LA CAPITAL DEL IMPERIO OTOMANO Y LOS HORARIOS DE LAS PRINCIPALES PARADAS.

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l 4 de octubre de 1883, la parisina Gare de l’Est hervía de expectación. Veinticuatro arriesgados pasajeros se aprestaban a subir al lujoso tren que, a las 19:30 horas, iniciaría por primera vez un largo viaje que terminaría en Estambul. Nadie podía sospechar que el convoy que les aguardaba en el andén acabaría adentrándose en el territorio de la leyenda bajo eel sugerente nombre de Orient Express. La idea de un feerrocarril que uniera Europa de oestte a este había nacido de la iniciativa del ingeniero Nagelmacbelga Georges G kers (18 845-1905), fundador en 187 76 de la Compagnie Interrnationale des Wagon ns-Lits (CIWL). No fuee un camino fácil. Co omo tampoco lo habíaa sido la fundación de la Compagnie, dada la rivalidad r manifiesta eentre el proyecto de Nagelmackers y el que había h desarrollado el norteamericano George Mortimer Pullman. Este últim inspirándose en mo, los navíos n que atravesaErie –por el que ban el lago l

PIONERO. GEORGES NAGELMACKERS, FUNDADOR DE LA CIWL, EN UNA FOTOGRAFÍA TOMADA POR NADAR EN 1892.

PUNTO DE PARTIDA

El 4 de octubre de 1883, el primer convoy del Orient Express partía hacia Estambul desde la parisina Gare de l’Est, inaugurada en 1849 para conectar la capital francesa con Estrasburgo. En la imagen, la fachada de la estación en una fotografía tomada a mediados del siglo XIX. Escuela Nacional Superior de Bellas Artes, París. BEAUX-ARTS DE PARÍS / RMN-GRAND PALAIS

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HORARIO DEL ORIENT EXPRESS. EL SERVICIO DIARIO UNÍA PARÍS CON BUDAPEST (CON ENLACE DESDE CALAIS PARA LOS PASAJEROS BRITÁNICOS) Y TRES DÍAS POR SEMANA EL TREN LLEGABA HASTA LA CAPITAL DEL IMPERIO OTOMANO, ESTAMBUL.

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HARALD SCHÖN / AGE FOTOSTOCK

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discurría la frontera entre Estados Unidos y Canadá–, había creado el «coche-cama» o vagón Pullman. Sus vagones se habían hecho célebres en 1865, cuando trasladaron el cuerpo del asesinado presidente Abraham Lincoln desde Washington hasta Springfield, donde fue enterrado, y dada la popularidad de su invención, Pullman pretendía trasladarla a Europa.

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Un proyecto controvertido

Orient Express (desde 1883)

Nagelmackers había conocido los vagones Pullman durante un viaje a Estados Unidos, y, pese a las reticencias del norteamericano, de regreso al Viejo Continente logró fundar la Compagnie Internationale des WagonsLits. Por entonces, la mayoría de los países europeos ya se encontraban comunicados por vía férrea. La construcción de las arterias ferroviarias había constituido un pingüe negocio y sus propietarios veían con un cierto recelo cualquier innovación que las afectara, pese a que las condiciones de transporte no eran aún demasiado confortables para los viajeros. Junto a ello, la delicada situación política que vivía Europa provocaba la desconfianza de los gobiernos a la hora de facilitar las comunicaciones ferroviarias entre un país y otro. El entusiasmo de Nagelmackers topó, pues, con la resistencia de las grandes compañías de ferrocarril y con acontecimientos políticos que, como la guerra franco-prusiana

Simplon Orient Express (desde 1919) Arlberg Orient Express (desde 1930) Conexión Londres-París CARTOGRAFÍA: EOSGIS.COM.

EL TREN DE LA ÉPOCA DORADA DE EUROPA 1876

1883

Georges Nagelmackers funda la Compagnie Internationale des Wagons-Lits para dar servicio de coches cama a las empresas ferroviarias.

El 4 de octubre, el Orient Express, operado por la compañía de Nagelmackers, empieza su viaje inaugural entre París y Estambul.

DE IZQUIERDA A DERECHA: DEA / ALBUM; AKG / ALBUM; MARY EVANS / SCALA, FIRENZE

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LOGOTI O PO DE L COMPAGNIE INTERNATIONAL DES D WAGONS LITS (CIWL), FUNDADA EN 1876, QUE OFRECÍA SERVICIOS FERROVIARIOS Y QUE DESDE 1883 EXPLOTÓ EL TRAYECTO DEL ORIENT EXPRESS. FINE ART / ALBUM

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Desde 1889

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ESTAMBUL

o 1919 Tras la interrupción del servicio durante la primera guerra mundial, se añaden nuevas rutas y el tren recupera su esplendor.

CARTEL PUBLICITARIO DEL SIMPLON ORIENT EXPRESS DE 1927 QUE EVOCABA EL EXOTISMO DE ORIENTE. VAGÓN RESTAURANTE DE LA CIWL. DIBUJO DE LA REVISTA L’ILLUSTRATION (1884). BIBLIOTECA AMBROSIANA, ROMA.

NCIPALES RUTAS DEL ORIENT EXPRESS. LAS FRONTERAS DEL MAPA SON LAS DE 1880.

ESTAMBUL. LA ESTACIÓN DE SIRKECI, CONSTRUIDA EN 1899, ERA LA PARADA FINAL DEL ORIENT EXPRESS.

1939 El estallido de la segunda guerra mundial paraliza la línea, que tras el conflicto no recuperará su esplendor y terminará por desaparecer.

KEN WELSH / BRIDGEMAN / ACI

UNA VALIJA DEL MINISTERIO DE EXTERIORES BRITÁNICO PREPARADA PARA SU ENVÍO A SU EMBAJADOR EN CONSTANTINOPLA EN 1896.

UN CANAL PARA LA INFORMACIÓN SECRETA EL ORIENT EXPRESS EJERCIÓ la función de medio de

transporte de valija diplomática. Evidentemente, dado el largo recorrido y las peculiaridades del mismo, los incidentes fueron frecuentes. En febrero de 1885, una fuerte riada arrastró un puente al paso del tren por Hungría. Ello dejó al convoy bloqueado durante una semana, lo que ocasionó un enorme retraso en la comunicación diplomática. De ahí que un tal Edgard Perron, encargado de llevar el correo a la embajada de Francia en Estambul, decidiera levantar un improvisado y frágil puente de madera y contratar a unos porteadores que, tras cruzarlo, consiguieron que la valija llegara a su destino con sólo cuatro días de retraso.

de 1870, dificultaron sus planes. Fue precisamente al acabar este último conflicto cuando Georges Nagelmackers pudo retomar su proyecto gracias al apoyo del rey Leopoldo II de Bélgica. El monarca, mejor financiero que político, supo entrever las posibilidades de negocio de la idea de Nagelmackers, quien, a través de su mediación, consiguió los pertinentes contratos con las administraciones ferroviarias en Francia, Alemania y Austria para la explotación del que sería su buque insignia. Así, en 1872 puso en funcionamiento el ferrocarril que uniría París y Viena, y que, once años más tarde, llegaría hasta Estambul. Para entonces, la Compagnie ya prestaba servicio de restauración y alojamiento en diferentes administraciones ferroviarias

BRIDGEMAN / ACI

europeas a través de sus propios coches cama, coches salón y coches restaurante. Tras la creación del Orient Express, la empresa cambió su denominación por la de Compañía Internacional de Coches Cama y de los Grandes Expresos Europeos.

El viaje inaugural El viaje inaugural se llevó a cabo entre grandes fastos y en presencia de las autoridades del mundo político, diplomático y financiero de París. El tren constaba de tres vagones, dos coches cama y un vagón restaurante, más dos furgones de equipaje. Cada vagón medía 17,5 metros y estaba construido en madera de teca, iba provisto de calefacción a vapor y estaba iluminado por luz de gas.

Los veinticuatro viajeros de este primer convoy iban armados de pistolas para su defensa, dada la difícil situación que se vivía ya en los Balcanes. Entre ellos se encontraban dos personas cuyos testimonios resultan inestimables para conocer de primera mano el ambiente que se respiraba en el recién inaugurado expreso: Edmond About, corresponsal de Le Figaro, y Henry Opper de Blowitz, que ocupaba el mismo cargo para el londinense The Times. Ambos han dejado

UNA RUTA ALTERNATIVA

Gracias al túnel del Simplon, inaugurado en 1905, se abrió una segunda ruta del Orient Express, que evitaba atravesar Alemania, gran rival de las potencias aliadas.

CADA VAGÓN DEL ORIENT EXPRESS MEDÍA METROS, ESTABA CONSTRUIDO EN MADERA DE TECA, IBA PROVISTO DE CALEFACCIÓN A VAPOR Y ESTABA ILUMINADO POR LUZ DE GAS

INTERFOTO / AGE FOTOSTOCK

LOS TRENES DE ORIENTE

Además del Orient Express, la CIWL explotaba líneas férreas en el norte de África y en Asia, como el Taurus Express, que desde 1930 unía Estambul y Bagdad.

detalladas crónicas en las que se describe la magnificencia del mítico tren. Blowitz, por ejemplo, no dudó en escribir que «maravillaba la blancura de los manteles y de las servilletas; el centelleo de la cristalería, los rubíes del vino tinto, los topacios del vino blanco, la transparencia cristalina del agua en las jarras y los cascos plateados de las botellas de champán». About, por su parte, dejó el lirismo a un lado para comparar el confort de su compartimento con una gar-

EL MENÚ, CON EXQUISITECES DIGNAS DE LOS HOTELES MÁS REFINADOS DE LA ÉPOCA, VARIABA EN CONSONANCIA CON LA GASTRONOMÍA DE LA ZONA QUE ATRAVESABA EL TREN

çonnière digna de la pluma de Guy de Maupassant mientras se sorprendía gratamente por el hecho de que «cada día se cambian las sábanas, refinamiento desconocido incluso en las más ricas mansiones». Ninguno de los dos se equivocaba. La decoración del Orient Express era exquisita, propia de la sofisticación de la Belle Époque, y se inspiraba en los mejores hoteles del mundo: los techos eran de cuero repujado; las lámparas provenían de la fábrica de Émile Gallé, el vidriero por excelencia del art nouveau; las cortinas eran de terciopelo, los muebles de caoba, la cubertería de plata y la grifería de bronce. Todos los departamentos contaban con un cuarto de aseo privado y no era extraño descubrir algún que otro tapiz de Gobelinos o vasos, botellas y jarrones nacidos en los talleres de René Lalique, el vidriero más célebre de la época. También él contribuyó a la decoración del Orient Express con el diseño y la realización de unos paneles de cristal enmarcados en maderas exóticas y decorados con figuras de ninfas bailando entre vides, y otros con motivos florales sobre un fondo de plata que decoraban las paredes del coche restaurante.

Una cocina exquisita La excelente cocina de la que se podía disfrutar en el Orient Express era otro de los atractivos del tren. La tarifa de la carta no era precisamente económica: la cena costaba seis francos, el almuerzo cuatro francos, y media botella de Moët & Chandon, por poner un ejemplo de la carta de vinos, siete francos –esto en unos años en que el salario diario en la minería francesa del carbón era de 3,80 francos–. El menú, en francés y alemán, abundaba en exquisiteces como los mejores quesos de Francia, foiegras mi-cuit, rosbif, caviar y suflé flambeado. Valga el menú de la cena del día de la inauguración como ejemplo de lo que podía servirse habitualmente en el restaurante: ostras, sopa con pasta italiana, rodaballo en salsa verde, pollo à la chasseur, solomillo de ternera, semifrío de venado, ensalada, pudding de chocolate y repostería variada.

VARIOS PASAJEROS DESCANSAN EN UN COCHE-SALÓN DEL ORIENT EXPRESS EN ESTE GRABADO DE 1895 COLOREADO.

ALBUM

Todo ello regado por los mejores caldos de Burdeos y Borgoña y el inevitable champán francés. Para mayor refinamiento, a medida que el tren avanzaba el menú variaba en consonancia con la gastronomía de la zona que cruzaba. Tal fue la fama de su cocina que se cuenta que hubo viajeros que, movidos por su condición de gourmets, tomaron el tren sólo durante un trayecto intermedio para probar su deliciosa mesa. En el momento de su inauguración, el tren salía dos veces por semana de la estación del Este, entonces llamada Estación de Estrasburgo, en París, y terminaba en la ciudad rumana de Giurgiu, pasando por Estrasburgo, Múnich, Viena, Budapest y Bucarest. En Giurgiu, los pasajeros cruzaban

UNA HISTORIA DE AMOR EN EL ORIENT EXPRESS EL TREN FUE ESCENARIO de la tumultuosa aventura

de la española María del Pilar Muguiro y Beruete, esposa de Francisco María de Borbón, duque de Marchena, primo de Alfonso XII. En 1889, apenas hubo salido el tren de París, la duquesa, con el rostro tumefacto, hubo de pedir socorro al ser víctima de la extrema violencia de su marido. Fue auxiliada por otro pasajero, Basil Zaharoff, un conocido hombre de negocios y traficante de armas, quien consiguió que las autoridades redujeran al agresor. Tras el fugaz encuentro surgió una larga historia de amor que acabó en matrimonio a la muerte del duque de Marchena en 1924, internado en un sanatorio psiquiátrico.

ARCHIVES CIWL AND PLM: ©WAGONS-LITS DIFFUSION, PARIS

ACCIÓN DE 100 FRANCOS DE LA COMPAGNIE INTERNATIONALE DES WAGONS-LIT.

el Danubio en ferry hasta la vecina Ruse, en Bulgaria. De allí, otro tren los llevaba hacia Varna para tomar un transbordador hasta Estambul. En total, el primer viaje del Orient Express tardó 81 horas y media en cruzar Europa. El periplo concluyó con una esplendorosa recepción organizada en el palacio de Topkapi por el sultán Abul Hamid II, tras la cual los viajeros regresaron a París, donde llegaron el 16 de octubre.

A su regreso a París, Edmond About escribió en las páginas de su diario: «Hasta ahora, cuando se tenían días libres y ganas de viajar, se iba a Fontainebleau o a los puertos del canal de la Mancha. Hoy se puede viajar a Estambul». Estaba en lo cierto. El Orient Express fue un auténtico revulsivo en los modos y las formas de vida de una clase social elevada, algo bohemia y con un punto de sofisticación: el núcleo duro de lo que se ha dado en llamar Belle Époque. Cuando el 1 de junio de 1889 el Orient Express efectuó su primer recorrido sin transbordos, en 67 horas y 35 minutos, el tren se convirtió en objeto de deseo de las grandes personalidades de la época y de todo aquel que quisiera ser considerado en la sociedad de su tiempo. Poco a poco, el expreso se transformó en mucho más que un medio de transporte. En él se realizaban negocios, se organizaban fiestas, se viajaba de (falso)

JOHN FRUMM / GTRES

El transporte de la Europa feliz

LUJO Y ARTE DE VANGUARDIA

Después de la primera guerra mundial, los vagones del Orient Express, decorados en estilo art déco, incluían vidrieras de Lalique, marquetería y paneles lacados. En la imagen, un vagón restaurante con los elementos originales de la década de 1920 restaurados.

U N TR EN PA R A L A A LTA El Orient Express proporcionaba una experiencia similar a la que ofrecían Entrada de la cocina. Por el extremo opuesto del vagón entraban los comensales.

Pasaplatos con ventana deslizante que conectaba la cocina y el área de servicio.

Interior de madera barnizada e iluminación artificial a gas.

COMPARTIMENTOS POLIVALENTES El grabado aparecido en L’Illustration en 1884 muestra las literas de un coche cama del Orient Express desplegadas durante la noche 1 y plegadas 3 durante el día. La estancia contaba con baño privado 2. Las mejoras introducidas a principios del siglo XX en el plegado de las literas y en las suspensiones del vagón incrementaron la comodidad de los viajeros.

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MARY EVANS / AGE FOTOSTOCK

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SOCI EDA D hoteles de lujo como el Ritz o el Savoy Techo recto con revestimiento exterior de madera de teca.

Puerta de conexión a la sala de fumadores con un espejo adosado.

VAGÓN RESTAUR ANTE Este vagón restaurante de madera, usado a finales del siglo XIX y principios del XX, contaba con una cocina conectada con la sala de servicio, donde los camareros recogían los platos para servirlos. En la parte central se situaba el comedor –en el que no se permitía fumar– y, en el otro extremo, una sala de fumadores.

ALAMY / ACI

ANN RONAN / AGE FOTOSTOCK

ESPACIOS RESERVADOS El Orient Express contaba con zonas comunes donde los viajeros de la alta sociedad podían relacionarse entre ellos, pero también con espacios privados donde gozar de tranquilidad y silencio. El grabado de la imagen inferior, publicado en 1895, muestra a una mujer leyendo en un compartimento reservado para las mujeres.

incógnito, se ocultaban amantes clandestinos y se vivía como en el más glamuroso de los hoteles. A bordo se seguía un rígido protocolo en la manera de vestir y de comportarse. Así, por ejemplo, para la cena eran obligados el esmoquin o el frac para los caballeros, y el traje de noche para las señoras. Es más, los viajeros disponían de servicio a bordo y los compartimentos de día, una vez recogidas las camas, quedaban convertidos en cómodos salones donde se podía recibir a otros pasajeros, leer, jugar a las cartas o tomar el té.

Tren de reyes y multimillonarios Las testas coronadas no se resistieron a los encantos del Orient Express. Entre sus ilustres pasajeros se contaron Eduardo VII de Inglaterra, siendo todavía príncipe de Gales, y el emperador Francisco José de Austria, quien viajó más de una vez en sus vagones hasta sus territorios balcánicos. También frecuentaron el Orient Express Leopoldo II de Bélgica, siempre en compañía de sus múltiples amantes, entre ellas la bailarina Cléo de Mérode, y Fernando I de Bulgaria, si bien éste lo hizo por razones muy diferentes a las de su homólogo belga. El monarca búlgaro era un apasionado del ferrocarril. Tanto, que en más de una ocasión se subió a la máquina para conducir él mismo el convoy –siempre que fuera en el interior de las fronteras de su reino–. Con el paso de los años, a los monarcas y aristócratas les siguieron los políticos; aventureros como Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, o figuras del mundo del espectáculo como el creador de los Ballets Russes, Serge Diaghilev; los bailarines Nijinsky o Ana Pavlova; la bailarina y espía Mata Hari o, ya avanzado el siglo XX, las actrices Marlene Dietrich y Greta Garbo o la eximia soprano Maria Ca-

ENTRE LOS ILUSTRES PASAJEROS QUE SE EMBARCABAN DE (FALSO) INCÓGNITO HUBO REYES, ARISTÓCRATAS Y PERSONAJES COMO LAWRENCE DE ARABIA O LA ESPÍA MATA-HARI

llas. Tantas fueron las personalidades que el Orient Express condujo hasta Estambul que para alojarlas se abrió en 1895 el suntuoso hotel Pera Palace, que dominaba todo el Cuerno de Oro y al cual se accedía directamente desde la Estación de Sirkeci mediante carruajes destinados a los viajeros.

Accidentes y guerra Pese a las múltiples comodidades y los grandes avances técnicos de los que disfrutaba el Orient Express, no faltaron los imprevistos. Las inclemencias del tiempo, por ejemplo, bloquearon en más de una ocasión el convoy, sometido a temperaturas tan rigurosas que obligaban a los viajeros a dormir vestidos y que forzaban a los miembros de

YURY KIRILLOV / ALAMY / ACI

la tripulación a recorrer varios kilómetros sobre la nieve a fin de poder avituallar las cocinas. También sufrió varios descarrilamientos. Entre ellos, el ocurrido en 1906 en las inmediaciones de Budapest, que contó con un testigo de excepción para narrarlo, el escritor español Vicente Blasco Ibáñez, quien se encontraba en aquellos momentos en el vagón restaurante: «Al mirar en mi entorno no reconocí el comedor. Todo roto, todo demolido, como si un proyectil de cañón hubiese pasado por él. Cuerpos en el suelo, mesas caídas, manteles rasgados, líquidos que chorrean, no sabiéndose ciertamente lo que es café, lo que es licor, y lo que es sangre, platos hechos trizas y todos los cristales del vagón, los gruesos

cristales partidos en láminas agudas, esparcidos como transparentes hojas de espada», escribió el autor. Sin embargo, no fueron los desastres ni las dificultades los que provocaron la decadencia del mítico expreso. Habían pasado apenas treinta años desde su inauguración cuando el estallido de la primera guerra mundial cortó las alas al sueño de Nagelmackers: un ferrocarril que superara las fronteras y, en consecuencia, sirviera para comunicar una Europa unida. Durante el conflicto, el Orient Express interrumpió su funcionamiento y el servicio no se reanudó hasta 1918. La apertura del túnel del Simplon, que unía Suiza con Italia, hizo posible al año siguiente la creación de una ruta alternativa

PARADA INTERMEDIA

El Orient Express llegaba cada día a Budapest, desde donde varias veces por semana salía un tren en dirección a Estambul. En la imagen, la estación Keleti, en la capital húngara.

EL ORIENT EXPRESS SIRVIÓ DE INSPIRACIÓN A PIERRE LOTI, AL QUE VEMOS FOTOGRAFIADO EN SU CASA DE ROCHEFORT. ABAJO, PORTADA DE ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS, LA CÉLEBRE NOVELA DE AGATHA CHRISTIE.

(el Simplon Orient Express) que, desde París, pasaba por Lausana, Milán, Venecia y Trieste, para enlazar con la ruta original en Belgrado. Con ello se evitaba el paso por Alemania, debido a los recelos de las potencias aliadas hacia su adversaria derrotada. No obstante, la euforia de los felices años veinte pareció devolver al expreso algo de su antiguo esplendor. Se abrió una tercera ruta (Arlberg Orient Express) que, siempre desde París, atravesaba Europa pasando por Zúrich, Innsbruck y Budapest, con algunas extensiones que seguían hasta Bucarest y Atenas. Londres se conectó con la ruta del Simplon. Para ello, los viajeros tomaban un tren hasta Dover, donde embarcaban en un ferry que llevaba una serie de vagones hasta Calais; desde allí seguían por vía férrea hasta París, y se enganchaban al convoy principal en la Gare de l’Est. Esta multiplicidad de líneas conllevó una sustanciosa renovación del tren, que incluyó muebles de maderas preciosas y cubertería de plata procedente de la fábrica italiana Cesa 1882, considerada la mejor del mundo. LEEMAGE / PRISMA ARCHIVO

La decadencia

EL ORIENT EXPRESS EN LA LITERATURA LA MAGIA Y LA SOFISTICACIÓN del Orient Express han

servido de inspiración a numerosos maestros de la pluma, como los franceses Guillaume Apollinaire (Las once mil vergas), Pierre Loti (Fantasma de Oriente) o Joseph Kessel (Wagon-lit); los británicos Ian Fleming, que hizo viajar en el convoy al legendario James Bond, y Graham Greene, que convirtió al expreso en escenario de sus Viajes con mi tía, o el español Vicente Blasco Ibáñez (Oriente) entre otros. Pero, sin duda, fue Asesinato en el Orient Express, de Agatha Christie, la obra que convirtió el tren en un icono de la cultura popular. El relato se inspiraba en un hecho real: la tormenta de nieve que en 1929 obligó al convoy a detenerse durante días cerca de Estambul.

Aquel nuevo esplendor fue un espejismo. La segunda guerra mundial obligó a interrumpir el servicio de nuevo. Tras finalizar el conflicto,la frontera entre Yugoslavia y Grecia no se abrió hasta 1951, y entre 1952 y 1953 se cerró el paso entre Bulgaria y Turquía, lo que impidió al tren llegar hasta Estambul durante ese período. A finales del siglo XX, con la caída del Telón de Acero, los países satélites de la URSS cambiaron los vagones originales por sus propias versiones, lo que mermó la calidad de las instalaciones. El expreso ya no gozaba de la mítica aureola del pasado ni su pasaje era el mismo. Pierre-Jean Remy, en su documentada obra L’Orient Express, recoge el comentario de una anciana aristócrata que en los años treinta había

THE ADVERTISING ARCHIVE / AURIMAGES

MORANDI / FOTOTECA 9X12

sido viajera asidua: «¡Qué le vamos a hacer! Todo ha cambiado […]. El tiempo de los príncipes ha dejado paso al tiempo de los trabajadores. Ese hombre que viaja con traje de paño no es más que un vendedor de corsetería, ese otro, un periodista de tres al cuarto; la mujer del sombrero vistoso y curvas exuberantes ni siquiera es una demi-mondaine, sino la esposa de un oscuro administrativo […]. ¡Los tiempos ya no son lo que eran!». La misma decepción reflejaba en 1959 el escritor francés Paul Morand, admirador incondicional del tren y de su leyenda, cuando escribió: «El Orient Express se ha convertido en un tren fantasma cuyos pasajeros reflexionan amargamente sobre la condición humana. A nuestra frivolidad, tal vez excesiva, le ha sucedido su angustia».

La Guerra Fría y la evolución de la técnica alumbraban un mundo nuevo en el que la deliciosa frivolidad del Orient Express ya no tenía cabida. El servicio languideció hasta su supresión en 1977. Tampoco funcionó un último intento de reactivación a comienzos del tercer milenio. La alta velocidad y los vuelos low-cost habían dado al traste definitivamente con el aura mágica y misteriosa del tren más legendario de la historia. Para saber más

ENSAYO

La Belle Époque del Orient Express M. Wiesenthal. Geocolor, Barcelona, 1979. L’Orient Express P.-J. Remy. Editions Albin-Michel. París, 1989. TEXTO

Orient Express Edmond About. Confluencias, Almería, 2018.

FINAL DE TRAYECTO

John Dos Passos describía la llegada a Estambul «serpenteando entre un mar verde intenso y amarillentos promontorios». Arriba, la iglesia de Santa Sofía.

LA CRÓNICA NEGRA DEL ORIENT EXPRESS MARY EVANS / AGE FOTOSTOCK

Durante los años que estuvo en servicio, el Orient Express sufrió numerosos accidentes, atentados, asaltos y robos de mayor o menor gravedad. Pero también las inclemencias del tiempo afectaron, a veces de manera dramática, al tren y a sus pasajeros.

1901

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BRIDGEMAN / ACI

Según Le Petit Parisien, el tren «entró en la estación a toda velocidad» y se empotró en la sala de espera. «Dos personas pudieron salvarse a tiempo antes del derrumbe del muro contra el que se precipitó el tren». Los viajeros resultaron ilesos.

1928

MARY EVANS / AGE FOTOSTOCK

EL DESA STRE DE RUMANÍA En octubre de 1928, un Simplon Orient Express chocó contra un tren de pasajeros en la estación de Recea. La prensa apuntaba que «las muertes ascienden a 34 y hay 50 heridos [...]. Un hombre fue rescatado tras seis horas bajo los escombros».

1929

1929

ATR APADOS EN L A NIEVE En enero de 1929, la nieve atrapó al Orient Express cerca de Estambul durante días. Los pasajeros, a punto de morir de hambre y de frío, salieron del tren excavando un túnel en la nieve. El episodio inspiró Asesinato en el Orient Express, de Agatha Christie.

1931

MARY EVANS / AGE FOTOSTOCK

BOMBA EN EL VIADUCTO El 12 de septiembre, el húngaro Szilveszter Matuska hizo explotar un viaducto al paso del Orient Express en Biatorbágy, cerca de Budapest. La locomotora y nueve vagones cayeron por un barranco de 30 metros. Murieron 22 personas y 120 resultaron heridas.