Oratoria en La Era Del Conocimiento

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UNIVERSIDAD SEÑOR DE SIPÁN

FACULTAD DE INGENIERIA, ARQUITECTURA Y URBANISMO DOCENTE: Mel Yovera Elver. ASIGNATURA: Oratoria. ALUMNO: TINEO REAÑO VICTOR HUMBERTO

TEMA: El orador en la era del conocimiento. CICLO: II SECCIÓN: “G”

Pimentel, 16 de octubre del 2014

Desde el origen de nuestra especie, el ser humano ha sentido la necesidad de comunicarse con propios y ajenos. Este meritorio se ha visto marcado a lo largo de la historia con aspiraciones satisfechas y fracasos rotunos, con relaciones merecedoras del máximo elogio y con los más innobles fracasos.

Los seres humanos, a diferencia del resto de los animales, han recibido un don: el de la palabra. Los animales gruñen, maúllan, ladran, etc.; los hombres se hablan, sus palabras definen cosas y objetos, sentimientos y placeres. Los esfuerzos realizados por los seres humanos para definir y aclarar ideas, conceptos, expresión sean físicas o mentales o para provocar confusiones o también errores. Ya que lo dice El libro de los libros: “Al principio fue el verbo”. En este término se define el hecho fundamental que describe por excelencia al ser humano: LA PALABRA.

El orador es la aquella persona que se propone informar, entretener o persuadir mediante la palabra, logrando mediante un mensaje coherente, lógico y estructurado, apoyado en sugerencias, honestidad, conocimiento, dinamismo, respeto y entusiasmo.

Entre las cualidades que un buen orador debe tener esta la capacidad para trasmitir un mensaje diáfano, conciso coherente, persuasivo y natural. Estas condiciones resultan determinantes para que el dialogo tácito entre orador y auditorio no se interrumpa. El buen orador se distingue porque logra que el receptor sienta que se dirige a él exclusivamente. Un buen orador nunca habla a la masa, sino que lo hace como si se dirigiera a cada uno de los presentes. Cuando se dirige a su público, el orador persigue un objetivo primordial: comunicarse con él y hacer que comprenda su mensaje. El receptor, por su parte, no puede hacer lo que haría un lector, o sea, volver la página si no ha comprendido bien lo expresado. Por eso es tan importante que el orador hable con una voz adecuada para el lugar y el auditorio, que utilice palabras que sean comprensibles para el público y, por supuesto, lo haga en función del público. No es lo mismo hablar en una universidad para estudiantes de filosofía, medicina o historia que dirigirse a un público de escasa cultura. Pero el principio es el mismo: hablar con claridad, de forma concisa, persuasiva y natural le garantizara al orador una atención permanente, ya sea en la universidad, en el parlamento o en mitin callejero. Cuando decimos que el mensaje debe ser diáfano y claro, no solo equivale a la capacidad de expresarse para un público con una cultura media, sino que significa también que lo expuesto deberá hacerse con una buena sintaxis y un léxico que sea comprendido por la mayoría. En otras palabras. Podemos decir que un orador se ha expresado de forma clara, diáfana y concisa cuando los pensamientos que expresa son recibidos sin ninguna dificultad por el interlocutor.

Al disertar un tema conocido para nosotros, tendemos con harta frecuencia a pesar que lo que estamos diciendo sea comprendido por todos los presentes. Y aunque esto puede ser así cuando nos dirigimos a especialistas en la materia que estamos tratando ya sea filosofía, informática o medicina, cuando se habla ante un público no homogéneo, los tecnicismos y los términos científicos pueden hacer que el auditor distraiga su atención y todo le resulte aburrido. Por esta razón, si fuera inevitable su uso (biogenético, para psicología, desarrollismo, etc.), estos conceptos deberán explicarse o definirse con el

mayor rigor y, a la vez, con un máximo de sencillez cuando así lo exija el nivel cultural general.

El orador deberá evitar las cacofonías, las confusiones y ambigüedades al dirigirse al auditorio. Hará el menor uso posible de frases complejas. También se recomienda no extender innecesariamente una pausa lógica, puesto que puede inducir a error. Y, por último, es necesario destacar que un buen volumen de voz, dentro de límites razonables, contribuye a la claridad de la exposición y a su comprensión.

El orador que se enfrenta a un público determinado debe conocer los peligros que le acechan y que pueden impedir la comunicación. El primer peligro es el de embelesarse con su propia voz, dejara llevar por las vehemencias de su discurso, devaluando el mensaje o dándole una importancia residual.

Es por eso que el orador no debe perder nunca el sentido de la razón. Lo que le diga al receptor debe ser para que razone y piense aunque no sea en ese momento sin fanatismo, libremente, de modo de modo que su aceptación o no de los que ha oído sea también libre.

Algunas características que debe tener un orador. La Presencia. La presencia de un buen orador se ve afectado positivamente por la seguridad del mismo; esta se logra cuando existe una preparación integral, dominio del tema y recursos de apoyo que lo sustenten. El orador debe vestirse adecuadamente según la ocasión y el público al que se dirige mostrando así respeto por su audiencia y logrando un ambiente de respeto y confianza. La movilidad es importante durante una presentación oral; el desplazarse muestra el entusiasmo del expositor, además de variar el estímulo a la audiencia y evitar que aparezcan malos hábitos durante la presentación. La postura que se adopte al iniciar una exposición oral es decisiva, ya que marca desde la credibilidad hasta la atención del público. Se recomienda entrar con paso firme y decidido, con los hombros hacia atrás y la barbilla levemente hacia arriba, esto ayuda a mostrar seguridad y dominio del tema

Conocimiento y Credibilidad. Entre más se conozca de un tema, más herramientas se tienen para brindar al público una exposición amena e interesante. La preparación y el dominio sobre el tema apoyan la seguridad, la honestidad y el entusiasmo del orador, lo que logra mantener por más tiempo la

atención de la audiencia, además de contener un mensaje coherente, lógico y estructurado. Para lograr credibilidad ante un grupo de personas es necesario mostrar honestidad, es mejor reconocer nuestras limitaciones ante el público que “inventar” respuestas, no olvidemos que al ser honestos nos estamos ganando credibilidad. Dinamismo. Un buen orador debe ir a la vanguardia, utilizando tecnología que permita mostrar de manera dinámica el contenido. Es importante apoyar la presentación en técnicas y recursos innovadores que logren captar la atención de la audiencia, lograr un mayor procesamiento de la información y variar el estímulo proveído al público. Se recomienda al comenzar “prender” a la audiencia compartiendo el entusiasmo inicial y mantenimiento durante la exposición.

Comunicación Verbal. Es importante cuidar el lenguaje que se utiliza en la presentación oral, este debe estar al nivel de la audiencia, así se lograría un mensaje claro y una mejor conexión con los asistentes. El buen orador siempre se dirige al público de una manera considerada, respetando sus ideas y opiniones, al mismo tiempo que muestra asertividad para defender las suyas. Cuidar la dicción mejora la claridad de nuestras palabras. Las pausas al hablar pueden ayudar a hacer cambios de manera de apoyo, descansar la garantía, así como crear intriga o espectáculo en el público.

Comunicación No Verbal. Es aquella que se encarga de mensajes no hablados como el volumen, tono y ritmo. Se recomienda variar el volumen de la voz para acaparar la atención del oyente, ayudando a evitar el tedio.

Es importante la oratoria para todo profesional, la práctica oratoria es indispensable; ya que en cualquier momento tiene que convertirse en líder dentro de la institución donde se desarrolle como tal. Entonces, la responsabilidad es mayor, puesto que tendrá que dictar seminarios, participar como conferencista, rendir informes, dirigir a grupos dentro de su ámbito institucional, desempeñarse como maestro de ceremonias.

En definición el orador es una persona que tiene la capacidad de expresarse de forma clara y precisa, con la ayuda de herramientas que le permite trasmitir elocuentemente la información ante un público que espera que del mensaje sea coherente y tenga lógica. El orador debe ser alguien con personalidad intachable, que trasmite a los de su entorno respeto y sinceridad.

En la era que se está viviendo el orador tiene que ver mucho a través de su vocación trasmite una información de confianza utilizando medios necesarios, con el fin de facilitar el mensaje.

Referencias http://www.importancia.org/oratoria.php. (s.f.). Obtenido de http://www.importancia.org/oratoria.php: http://www.importancia.org/oratoria.php SPAIN. (27 de setiembre de 2009). http://www.filosofia.mx/index.php/perse/archivos/la_era_del_conocimi ento. Obtenido de http://www.filosofia.mx/index.php/perse/archivos/la_era_del_conocimi ento: http://www.filosofia.mx/index.php/perse/archivos/la_era_del_conocimi ento