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eCre Orang am• Act. 8

L

a semana comenzó con un estupendo sol de mitad de junio. Los uniformes escolares de media estación ya habían sido sustituidos por los uniformes estivales y un intenso ambiente de cambio ondeaba por el instituto. «¡Hey, Miyuki-chan, llegas tarde!» me sermoneó Yukino girándose hacia mí que acababa de llegar. «No escuché el despertador» jadeé dejándome caer en la silla. «Debes pasarme la tarea de matemáticas» me suplicó. «¡Claro, toma!» le pasé el cuaderno, y entonces me di cuenta de una insólita agitación en la clase «Pero, ¿qué sucede?» «Asakawa ha vuelto y algunos valientes están intentando captar su atención» respondió Yukino concentrada copiando los ejercicios para la clase siguiente. «Ya veo…» noté a un grupito que se había arremolinado alrededor de Rei. Poco a poco, otros curiosos se unieron a ellos «Está de buen humor…» comenté. «¡En efecto! Imagínate que incluso antes la vi reír» dijo con expresión de incredulidad Yukino. «Bien» me sentí aliviada. Rei parecía realmente bien, y a pesar de la acostumbrada frialdad, en sus labios había florado una tímida sonrisa. «Te ha llegado un mensaje» captó mi atención Yukino «¿Aún no has apagado el móvil?» «Lo hago ahora» resoplé verificando quién me había escrito «Es Misato… tampoco hoy puede comer conmigo» Mi compañera de mesa se tensó. «¿Qué pasa?» la miré perpleja. «No, nada» continuó copiando frenéticamente los ejercicios. «¡Estás mintiendo!» le quité el cuaderno de debajo del bolígrafo. «¡Oh, no, te lo ruego! Estaré perdida si no lo acabo» «¿Entonces?» «Entonces… he escuchado decir por ahí que… en fin, la capitana come ultimamente en el jardín del instituto» «¿Qué?» sentí de repente un puñetazo en el estómago. 180

«Ya… Lo siento, no sé si es verdad o no. Dicen que está siempre muy ocupada con la preparación de los test y que para no descuidar al equipo de basket come mientras continúa estudiando» «¿Y… las voces dicen también si tiene compañía?» Yukino quiso eludir la pregunta, pero como hice amago de volver a quitarle el cuaderno se dio prisa en responder. «Dicen que está siempre con el idiota de Yamato» Un jarro de agua fría me cayó encima. Si fue celos o simple resentimiento ante aquel chico, en ese momento, no me lo supe explicar, pero de una cosa estaba segura: ¡no esperaría a que Misato se decidiera a hablar conmigo! A la hora del almuerzo me dirigí apresuradamente al lugar indicado por Yukino, y exactamente como me había dicho, sobre una bella manta, resguardados bajo la sombra de un árbol, la capitana y Yamato estaban comiendo su respectivo bento. «¡Buen apetito!» grité. Del susto, a Yamato se le cayó el cuenco de arroz, ensuciando la manta. Misato levantó la mirada, sorprendida, del libro que estaba leyendo. «¿Miyuki?» «Sí, exactamente yo» crucé los brazos mirándola con reproche «Me podías decir que no tenías tiempo para comer conmigo, pero sí tenías para comer con él» Yamato se puso blanco. «Ven, tenemos que hablar» se levantó Misato, y caminó hacia mí. «Ah, chicas, yo… recojo el desastre…» dijo el muchacho incómodo pasándose las manos por lo cabellos. «No, quédate por favor» lo miré «Quisiera que también tú escuchases» Yamato se quedó inmóvil al lado de su mejor amiga. «¿Qué está sucediendo?» me dirigí a la capitana. «Tengo que estudiar, te lo he dicho» respondió ella sorprendida. «Esa es una excusa penosa. Dime la verdad… ¿Hay alguna cosa nueva que debo saber?» crucé los brazos bajo el pecho. «¿Todavía con esa historia?» ella se puso nerviosa «¡Ryo y yo nos conocemos desde niños!» 181

«¿De verdad?» posé de nuevo la mirada sobre el chico que rápidamente desvió la mirada. « ¡Ahora, déjalo ya!» soltó Misato poniéndose de pie delante de él «Tú, en cambio, ¿se puede saber qué hacías detrás de lo almacén con Asakawa?» Me quedé por un momento parada ante su tono acusatorio. «La estaba ayudando. Rei fue agredida por tres chicos, ¿te has olvidado?» «¡Y tú, mira por dónde, llegaste en el momento justo!» me miró de forma extraña. «¿No me crees?» abrí desorbitadamente los ojos « Piensas que estaba allí con ella para…» «Se encontró una caja de galletas en forma de corazón, Miyuki» Misato se mordió los labios manteniendo a raya la rabia. «Lo que parece es que aquellos desgraciados os arruinaron la fiesta» me hirió sin darme la posibilidad de rebatir. «Comprendo» di un respiro sintiéndome una estúpida «Así que, ¿tu reacción a ese descubrimiento ha sido refugiarte en él?» miré a Yamato a la cara, que parecía todavía más incómodo «¿Has sido tú quien la ha convencido de eso?» le pregunté intentando mantener la calma. «¡Él no tiene nada que ver!» se metió en medio la capitana «Fueron mis compañeras de equipo quienes me trajeron la caja» «Bien, así que ¿han sido ellas la que te han puesto en mi contra?» Misato no respondió. «¡Fantástico!» se me escapó una risa histérica «¿Es esa toda la confianza que tienes en mí?» «¡Los hechos hablan claro, Miyuki!» rebatió nerviosa «Tenía que haber escuchado a mi instinto desde el principio» «¿Tu… instinto?» repetí asombrada. «Si no tienes otra cosa que decirme, tengo que regresar a clase» concluyó fría como nunca la había sentido. Yamato, a su lado, parecía que no sabía lo que hacer. «Espera…» la detuve, decepcionada y amargada por su comportamiento «Aquellas galletas eran para ti. Estaba de camino al gimnasio para 182

darte una sorpresa, pero en el trayecto sentí los ruidos dentro de la sala. Sospeché y corrí a ver» conté «Eres libre para no creerme, pero las cosas fueron así» Misato vaciló. «Disculpad si me entrometo…» dijo en ese momento Yamato «Quizás deberíais hablar con calma, sin llegar a conclusiones precipitadas, ¿no creéis?» «Parece que tu querida amiga ya ha sacado sus conclusiones. ¡Me marcho!» dirigí una mirada desdeñosa a ambos. Solo en el momento en que me giré para volver a clase, noté que agarraban mi brazo. «Miyuki» me llamó Misato «Ryo tiene razón, ¿podemos hablar un momento con calma?» «Ryo tiene razón…» repetí contrariada «¿Es posible que no te des cuenta?» di un paso hacia ella sintiendo cómo la rabia hacía explosión en mi pecho «Si tienes un problema, huyes y te escondes detrás de él, si él dice que hagas una cosa, tú la haces… Si Yamato está con una chica, entonces… te dan celos y ella pasa a ser tu enemiga! ¿Por qué no dejáis de tomarle el pelo a los demás y os juntáis?» le solté dejando a ambos turbados. «¡Ya te lo he dicho! ¡Solo somos buenos amigos!» se defendió Misato. «¿Es así, Yamato? ¿Sois solo buenos amigos?» me dirigí al chico incendiándolo con la mirada. Él no respondió. «Ryo, ¿qué te pasa?» lo sacudió por un brazo Misato «¿Por qué no dices nada?» lo miró confusa. «Porque Miyuki-chan tiene razón» confesó finalmente él «Hace mucho tiempo que ya no te veo como una amiga» le dijo a Misato. «Pero… no es posible…» balbuceó ella en shock «Entonces, ¿por qué estabas con Asakawa? ¿Y por qué le pediste a Miyuki que saliera contigo?» «Para no continuar destruyéndome…» declaró él muy serio «Sé que mi amor es imposible. Solo estoy intentando asimilarlo y seguir adelante para no arruinar nuestra amistad» contrajo los músculos de la cara «Le pedí a Miyuki-chan que saliera conmigo antes de saber que se lo habías pedido tú. Ha sido una coincidencia el estar atraídos por la misma chica…» 183

se giró hacia mí mortificado «Créeme, es la verdad, Miyuki-chan, tú me gustas de verdad… Pero ya no tengo ganas de sufrir, por eso lo he dejado pasar tan rápidamente» «Sé que no intentabas reírte de mí» apreté los puños dando dos pasos hacia atrás «Sin embargo, en este momento, me aparto. Sois vosotros los que necesitáis aclararos» hice un gesto con la cabeza a ambos antes de marcharme. Misato se quedó inmóvil al lado de su querido amigo Ryo. *** “Quizás nuestra historia ha llegado al final de la página” cerré la puerta de casa a mis espaldas: estaba hecha pedazos y con unas ganas tremendas de llorar “Sin embargo no pensaba que pudiera acabar de ese modo”, sentí que la tristeza me invadía. Dejé la mochila sobre el escritorio en la habitación, me quité el uniforme escolar y me encerré en la habitación destinada al gimnasio con la intención de liberarme de todo aquel remolino de sentimientos que se estaban agitando dentro de mí “Debo vaciar la mente”, me dije intentando concentrarme en los ejercicios respiratorios, al cabo de un momento escuché la puerta abrirse. «Estabas aquí. Baja, tienes visita» me dijo mi madre. Me levanté rápidamente del suelo y me dirigí a las escaleras: en la entrada, con un gran ramo de rosas rojas entre los brazos, me esperaba Misato. Mi madre sirvió el té en las tazas. «¿Por qué no te quedas a cenar con nosotros, Misato-san? Nos encantaría» «Quizás en otra ocasión, le doy las gracias» dio una tímida sonrisa la capitana «Solo he pasado para hablar un momento con Miyuki, no he avisado a mis padres que no volvería» rechazó cortésmente. «De acuerdo, entonces será la próxima vez. Os dejo solas» mi madre salió. Misato estaba aún con el uniforme. Me estaba mirando desolada mientras sobre el escritorio se erigía el hermoso ramo que me había regalado. 184

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«Perdóname» rompió el silencio «He sido una estúpida» «¿Qué tal con Yamato? ¿Habéis resuelto las cosas?» «Hemos hablado y… nos hemos aclarado» bajó los ojos lúcidos y enrojecidos. «Bien, estoy contenta por los dos» dije huyendo de aquella mirada. «Miyuki, me he equivocado. Tenía que haber ido inmediatamente a ti, en lugar de…» se mordió los labios «Te aseguro que entre Ryo y yo no hay ni habrá nada más que amistad» declaró intentando ser convincente «Al menos por mi parte…» «Y entonces, ¿por qué fuiste hacia él, en lugar de hablar conmigo? Las cosas de las que me has acusado son muy graves» rebatí resentida. «Tuve miedo. Los celos me vuelven así de inestable» hizo una pausa que me puso más nerviosa «El hecho es que… hay una vieja historia ligada a Asakawa y… parecía que se hubiese vuelta a repetir» «¿Una vieja historia? Explícate mejor» pregunté impaciente. Misato se puso triste. «Asakawa se metió entre una persona de la que yo estaba enamorada y yo» confesó. «¿Quieres decir que… peleasteis por una chica?» «Algo parecido» puso una cara rara. «¿Aquella chica y tú estabais juntas?» «Sí…» «¿Estás, quizás, intentando decirme que tu ex te engañó con Rei?» pregunté asombrada. «Perdóname, pero… no me apetece hablar de eso ahora» respondió en un suspiro, mirando hacia lo lejos. «¿La conozco?» Misato dio un suspiro. «¿Habría alguna diferencia si te dijera quién es?» «No, cierto… Solo era simple curiosidad» intenté recobrarme de aquella revelación y mantener el control «Nos conocemos aún poco, por eso se ha creado este malentendido» intenté aliviar la tensión. «Sí, así es» se acercó a mí «Por favor, dame otra oportunidad» 186

«Solo si me das tu palabra de que no sucederá más» «Prometido» finalmente sonrió la capitana inclinándose hacia mí Misato era dulce, tranquilizadora… Cuando su boca de fresa me besaba, las sensaciones que experimentaba eran tan diferentes de las que me proporcionaba Rei… “¿Es esto amor?” me pregunté mirándola a los ojos, sintiendo el corazón latir más fuerte “Y entonces… ¿qué es lo que siento por Rei?” «Miyuki, ¿en qué piensas?» me miró de modo extraño, como si hubiese leído mi pensamiento. «En nosotras…» mentí aferrándome a ella, besándola y refugiándome en su abrazo. Misato no dijo nada, pero de improviso sentí su cuerpo aumentar de temperatura. Me separé y leí en su rostro el tormento. «¿Qué sucede?» me preocupé. «Es que…» bajó los ojos, después sentí sus manos acariciar la tela del ligero chándal que usaba para entrenarme «Estas muy atrayente también en esta versión “artes marciales”» dijo con una sonrisa y metió lentamente las manos bajo mi camiseta. En ese momento alzó la mirada para evaluar mi expresión. «Está mi madre en casa…» susurré comprendiendo sus intenciones. Misato se bloqueó y me miró fijamente. «¿No te gusta?» «No he dicho eso» sentí mi rostro enrojecer. «¿De verdad?» preguntó con voz baja «Entonces…¿puedo continuar?» volvió a rozarme la piel con sus delicados dedos «Es que no… no quisiera que nadie entrara en la habitación justamente ahora» cerré los ojos luchando contra mi embarazo. «Tendremos cuidado» dijo en un susurro ella, besándome los labios. Su boca descendió por mi cuello y con un sencillo movimiento me desabrochó el sujetador. «Misato, por favor…» balbuceé intentando pararla, pero ella no me escuchó: cogió mi mano y la condujo hacia su pecho. «Ajá… así» dijo despacio, entrecerrando los ojos «Continua…» se le escapó en un lamento. 187

Misato estaba lánguida, mientras me guiaba y me mostraba qué le daba placer. Su pecho era suave y terso, lograba percibirlo bajo el escote de su camiseta, comprimido en un sujetador de balcón bordado de color azul. Estaba turbada y nerviosa. «Tienes una expresión tan preocupada…» dijo Misato empujándome delicadamente hacia el borde de la cama «Te ruego, relájate» susurró volviendo a besarme y tocarme. Parecía tan segura, tan experta, que por un momento me recordó a Rei. “¡No, no puedo pensar en ella en ese momento!”, alejé su imagen y su recuerdo, aún capaz de aprisionarme en su tela si no estoy pendiente. «Miyuki…» jadeó la capitana mordiéndose sensualmente el labio «¿Va todo bien?» Me reflejé en sus ojos chocolate: Misato era bellísima. Su dulce insistencia me demostraba cuánto me quería, cuánto le gustaba y me deseaba… No había nada que no fuera bien. No había ningún motivo para estar nerviosa. «Sí… todo ok» respondí cohibida mientras el corazón se me subía a la garganta. «¿De verdad?» me acarició una mejilla, y en ese momento la música del móvil nos volvió a la realidad. «T...te están llamando…» farfullé. «Ya…» suspiró la capitana levantándose sin ganas para coger el teléfono que estaba en su bolso. Me giré hacia el reloj de pared que marcaba las ocho de la tarde: era muy tarde. Me recompuse, aún jadeante. «Tengo que irme» dijo Misato abrochándose la camisa «¿Nos vemos mañana?» preguntó alargando los labios en una sonrisa. «Claro. Te espero» Misato se inclinó hacia mí para besarme de nuevo. Una vez más sentí su perfume envolverme e instintivamente cerré los ojos, dejándome transportar. 188

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Cuando la vi en la entrada con el ramo de rosas, casi no me lo creía. Pensaba de verdad que nuestra historia había acabado y que ella había preferido a Yamato antes que a mí, en cambio… «Tesoro, ¿qué ha pasado con Misato-san?» preguntó mi madre apenas ella se hubo ido. «Nada, ¿por qué?» intenté eludir el tema. «Con un ramo de rosas rojas de ese tamaño no puede ser un sencillo nada» dijo. «Hemos tenido una pequeña discusión» admití «Pero ya está todo resuelto» «¿En serio?» insistió ella. «Sí, y ahora déjalo ya, por favor» volví a encerrarme rápidamente en la habitación. Respiré y me dejé caer en la cama penando en lo que había sucedido. “¡Hemos dado un buen paso hacia delante!”, me mordí la uña del pulgar sintiendo el corazón acelerarse. “Misato… ha estado tan lanzada. ¿Habría llegado hasta el final con esa chica?” Apreté el cojín contra mi pecho y una imagen se coló en mis pensamientos, turbándome: Rei y Misato inclinadas sobre el cuero de una chica sin rostro, con la que parecía que hubiese pasado algo tan intenso que no quería ser contado. La mañana siguiente me desperté con la moral por los suelos, pero afortunadamente logré reponerme en la cocina, donde preparé un postre especial. «¿Qué dices? ¿Te gusta cómo ha quedado mi tiramisú de chocolate?» pregunté mientras bebía mi cappuccino. Al otro lado de la barra, Misato estaba probando el dulce que le había dado. «¡Está exquisito!» exclamó «Con una delicia como esta un buen día está asegurado» «Me agrada que pienses así» le sonreí y le di otro pequeño mordisco al bollo que estaba comiendo: había esperado a Misato adrede para desayunar con ella. «Miyuki, te has manchado» extendió los dedos limpiándome un poco de azúcar glass que tenía sobre la mejilla. 190

«¡Oh, vaya!» enrojecí. «No hagas eso, o todos se darán cuenta que te sientes incómoda» «¿Te estás riendo de mí?» resoplé, y en ese momento mi atención fue capturada por dos figuras que acababan de entrar en la tienda. «Buenos días, Ritsuko-san… Rei…» les di una sonrisa comedida. «Buenos días querida, ¿está tu madre?» se acercó la mujer con su acostumbrado paso lento y sensual. «Sakura ha ido a llamarla. Si quieren acomodarse» dije analizando el extraño clima que se había creado: Rei se había sentado en el taburete en la barra al lado de Misato, con una expresión de fastidio en el rostro. La capitana, por el contrario, después de un momento de incomodidad, se puso de pie para saludar a la madre de la delegada de mi clase. «¿Cómo está Ritsuko-san? La encuentro espléndida» dijo con su habitual tono amable. «¡Qué placer volver a verte! Todavía tengo que darte las gracias por haberme llamado cuando le sucedió aquella cosa espantosa a Rei» la mirò con una mezcla de gratitud y dulzura «Estuviste de verdad maravillosa al ocuparte de eso» «Solo hice mi deber» rebatió Misato mientras sus mejillas se enrojecían. Me dejé capturar por su conversación. Era insólito ver a Misato tan cohibida, pero ciertamente no podía culparla: la madre de Rei tenía ese efecto en muchas personas… yo incluida; su modo de ser amable, su voz aflautada y su increíble encanto, muchas veces me cogían por sorpresa haciendo que me sintiera cohibida. En cierto momento, noté mis dedos humedecerse y entrar en contacto con algo blando. «¡Ah!» me sobresalté mientras Rei se enderezaba después de haberse comido lo que quedaba de mi bollo. «Exquisito» se limpió la boca con una servilleta de papel. «Pero, ¿estás loca?» me enfadé sintiendo cómo me ponía roja «No es mi culpa. Estabas distraída y la confitura estaba cayendo. Hubiera sido un pecado si se hubiera desperdiciado» dijo con una sonrisita. «Siempre eres la misma» le reproché. 191

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«Asakawa, ¿tengo que enseñarte a mantener la boca en su sitio?» intervino enfadada Misato mientras se volvía a sentar en el taburete. «No te enfades de esa manera, Miyuki estaba concentrada mirándote… de otra manera nunca me hubiera permitido comer de sus manos, ¿no?» le lanzó una torva mirada. «Chicas, ¿todo bien?» se acercó Ritsuko, poniendo una mano en la espalda de su hija. «Sí, mamá. Solo estábamos bromeando un poco» respondió con descuido Rei. Misato permaneció en silencio. «Muy bien» sonrió «¡Ah, aquí estás, Eriko!» exclamó mirando sobre mis hombros. «Pero, ¡qué bonito grupo!» comentó mi madre poniéndose a mi lado «Disculpa si te he hecho esperar, Ritsuko» «No te preocupes» le guiñó un ojo la madre de Rei «En cuanto a vosotras, chicas, comed lo que queráis. Esta mañana invito yo» dijo girándose hacia Misato y su hija. «Oh, no, no se preocupe. De verdad…» se agitó la capitana. «Insisto. Es lo mínimo que puedo hacer, regalarte el desayuno» puso una de sus irresistibles sonrisas, después pidió permiso y se sentó en una apartada mesa en una esquina de la pastelería, cercana a la ventana. «Ritsuko es claramente una mujer con clase» se me escapó mientras la admiraba. «No se puede decir lo mismo de su hija» susurró Misato volviendo a su tiramisú. «¡Qué comentario descortés, Fujiwara-san!» le lanzó una mirada atravesada Rei. «¡Basta vosotras dos!» resoplé «¿No podéis hacer una tregua al menos esta mañana?» «Para ser sincera, he venido en son de paz» dijo Rei, sacando del bolso una foto y enseñándomela. «Pero, esta…» enrojecí. «¿Puedo ver?» Misato cogió la foto de las manos de Rei sin pedirle permiso y de golpe su rostro se dulcificó «Eres tan mona, Miyuki» exclamó cambiando totalmente el tono de voz. 193

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«¿Se puede saber dónde la has encontrada?» pregunté a Rei. «Estaba en un viejo disco duro. Tengo otras muchas, ¿sabes?» me lanzó una sonrisita. En la foto estabámos retratadas Rei y yo mientras nos estábamos bañando. Realmente no podía entender qué le había pasado por la cabeza: ¿por qué sacar una cosa de ese tipo delante de Misato? «¿Puedo quedármela?» preguntó la capitana mirándome. «Pe... pero, claro» intenté mantener la calma «De todas maneras, puedes volver a imprimirla, ¿no?» pregunté a Rei. «Sí, sin embargo…» se giró hacia Misato, le quitó de las manos la foto, la dobló y la dividió en dos partes «Ya está, así solo tendrás a Miyuki» y se la devolvió a la capitana. «No tenías que romperla de ese modo… la habría cortado yo con calma más tarde» le dijo Misato cogiendo aquel trofeo, y de nuevo la tensión entre las dos era palpable. «Hey, ¿no os parece que exageráis?» «¿Puedo comer yo también un trozo del dulce que está comiendo Fujiwara?» me sonrió Rei fingiendo no haber escuchado. «Ok…» le puse una mueca llevándole lo que me había pedido. En la otra parte de la sala, sentadas a una mesa apartada, también Ritsuko y mi madre estaban tomándose un abundante desayuno. Parecían perdidas en su mundo. «Miyuki, no has acabado de comer» me llamó la atención Misato «¿Qué estás mirando?» «Miraba a mi madre. Cuando Ritsuko viene a verla está tan feliz» comenté «De todas maneras, solo puedo acabar mi cappuccino, ya que alguien se ha comido mi desayuno» lancé una ojeada atravesada a Rei. «No te enfades… toma» se inclinó hacia mí ofreciéndome una cucharada del tiramisú que le acababa de servir «Abre la boca» dijo con su acostumbrado tono malicioso, mirándome como si fuéramos las únicas personas en la pastelería. «Para, ¿estás loca?» retrocedí sintiendo cómo el corazón latía desaforadamente en mi pecho. 195

«¡Asakawa, estás empezando a fastidiarme!» dijo enfadada Misato. Rei permaneció en su sitio y se terminó su dulce, terminándose después la taza de humeante té que había pedido. «No te sulfures de esa manera, podrías dar la impresión de que me tienes miedo» se giró hacia la capitana con expresión de desafío. «¿Debería tenerlo?» preguntó Misato evaluándola. «¿Quién sabe?» «Así que vas en serio» «¿Tú qué crees?» «¡Dejadlo ya!» intervine al límite. Rei y Misato se lanzaron una última mirada antes de volver a sus desayunos. Realmente no comprendía qué estaba pasando: ¿por qué se estaban comportando de ese modo tan estúpido? «Miyuki, ¿te apetecería ir a verme mañana? Te enseñaré las otras fotos» me preguntó Rei de repente. La miré asombrada «Piénsalo» concluyó enseñando una sonrisa, después se giró hacia la capitana «Creo que ha llegado el momento de apartar la molestia» se levantó mientras la miraba con insistencia. «¿Qué te hace pensar que mañana Miyuki puede ir a verte?» se dirigió ella amenazadoramente a Rei. «No te enfades» replicó cortante Rei «No la estoy obligando. La elección es de ella» concluyó gélida. «Esto no es correcto» se enfadó la capitana «¡Miyuki y yo estamos juntas, por si no lo has comprendido!» «¿Ah, sí?» de la boca de Rei escapó una risa irónica «Y dime, Fujiwara-san, cuando una persona está con otra, ¿acaso no puede ser cortejada?» le lancé una mirada incineradora. Misato se quedó blanca y no replicó, dejándome aún más confusa. «¿Puedo saber qué ha pasado esta mañana en la pastelería?» pregunté mientras entraba en mi habitación junto con Misato que ese día se había quedado a comer con nosotros, pero que apenas había hablado todo ese tiempo. 196

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«¡Asakawa está probando contigo!» se alteró ella. «¿Estás preocupada por eso?» «¿Irás a verla… mañana?» «No, no iré» la miré perpleja « ¿Qué te pasa?» «¿Algún día irás?» «Misato, ¿de verdad tienes celos de ella?» «¡Claro que los tengo!» «Rei solo se divertía pinchándote» suspiré «No deberías darle tanta importancia» «¡Ella no está bromeando!» «Ahora cálmate» la invité a que se sentara a mi lado en la cama «Después de todo te ha regalado una foto de cuando era pequeña» intenté desdramatizar. «¡Muy divertido!» se aburriò la capitana: parecía realmente haber perdido el control. «Solo digo que… tu reacción es extraña cuando se trata de Asakawa» le acaricié el pelo «¿No me quieres contar mejor qué paso entre vosotras?» intenté volver a aquella conversación «Desfogarte podría hacerte bien» «Asakawa… se metió entre la persona que amaba y yo. ¡No hay más que decir!» se puso aún más nerviosa. «Ok, no te enfades» «No estoy enfadada. Es solo que…» me aferró la cara entre las manos «No quiero pensar en eso» se acercó para besarme. «De acuerdo, entiendo» me separé ligeramente, hundiendo mis ojos en los de ella «Pero un día querré que me cuentes esa historia» insistí «Sé que aquella chica fue importante para ti y… para Rei. De otro modo no os comportaríais así» Misato miró hacia otro lado, rehuyéndome. «Esperaré, obviamente» le posé una mano en su mejilla volviendo a encontrar sus ojos «Debo entender contra quién o qué estamos luchando, para vencerlo juntas» concluí mirándola intensamente. La capitana se quedó inmóvil mientras la abrazaba. Ya no estaba enfadada por el asunto de Rei, pero parecía de todas maneras turbada. Quizás no debería haber 198

insistido con aquella historia, pero sentía que, si quería seguir adelante con ella, tenía que liberarla de viejos esqueletos del pasado. «¿Qué te parece salir un poco? Hay una buena película en el cine, podemos ir a verla y después…» «Quiero estar contigo» me interrumpió Misato. Sus labios me asaltaron de improviso, dejándome sin respiración. «También yo quiero estar contigo, pero… aún estás conmocionada con lo que ha pasado hace poco. Primero tenemos que tranquilizarnos, ¿no crees?» intenté hacerla entrar en razón. Misato se mordió los labios, y después apoyó la cabeza en mi hombro. «Me gustas, Miyuki» me atrajo hacia ella besándome de un modo completamente diferente a como lo había hecho hasta ese momento: podía claramente sentir su deseo. Con un sencillo movimiento me puso a horcajadas sobre ella, mi falda plegada se levantó dejándome en una posición embarazosa. Estaba trastornada, no quería hacerla enfadar de nuevo, pero me sentía a disgusto. “¿Por qué se está comportando ahora así?”, apenas tuve tiempo de preguntarme antes de sentir sus manos adentrarse en mi camisa. «M… Misato, espera…» me atrajo de nuevo a ella para no perder el equilibrio, pero la capitana no me escuchó. Me besó con ímpetu, me quitó la camiseta y abrió el sujetador dejándolo caer en el suelo, a continuación hundió su rostro en mi pecho cortándome la respiración. «No… te lo ruego» dije débilmente, sintiendo su boca aferrarse a mi pecho. Misato, una vez más, no pareció darse cuenta de mi turbación y por eso, a pesar de todo lo que estaba haciendo, me parecía que estaba muy lejos de mí. Sus manos subieron por debajo de los pliegues de mi falda azul: abrí los ojos desmesuradamente, y de golpe todo se difuminó, ya no lograba verla, no lograba ver nada más, solo podía sentir su boca, su lengua, sus dedos caminar por todos lados. «¡Misato, basta!» llevé las manos a su rostro. «Miyuki…» se detuvo de golpe «¿Qué ocurre?» me miró alarmada: parecía que había vuelto en sí. 199

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«¡Estúpida!» solté rodeándole el cuello con los brazos. «Perdóname, no quería» me ayudó a volver a ponerme el sujetador, después me entregó la camiseta «Me he dejado ir. Es culpa de tu perfume y… no he resistido» me enjugó las lágrimas con el dorso de la mano. «No estamos solas en casa y…» «Tienes razón» me besó delicadamente sobre los labios «Perdóname…» me miró de nuevo preocupada. «Por favor, no me hagas sentir así» «¿Así cómo?» «Como un jovencita inexperta» bajé los ojos sintiendo cómo de nuevo afloraban las lágrimas «Sé que ya lo has hecho con aquella chica y que te esperas ciertas cosas, pero…» Misato me besó otra vez impidiéndome continuar la frase. «No quería meterte prisa» me miró mortificada «Entonces, ¿fue así?» la miré «Aquella chica… ¿fue con ella tu primera vez?» Misato permaneció con su mirada clavada en la mía, pero no respondió. Aquel tácito asentimiento me provocó un profundo fastidio y la angustia penetró profundamente entre mis incertidumbres. Aquel fin de semana había sido realmente intenso: la fragilidad de la capitana frente a un pasado aún no resuelto y después el comportamiento de Rei, como de costumbre, incomprensible para mí. “Solo está jugando”, suspiré mientras bajaba a prepararme una taza de té. No me sentía para nada bien. Rechazar a Misato me había dejado un extraño gusto amargo en la boca, pero las cosas habían comenzado mal desde principios del día. “Cuando Misato y yo nos vimos estábamos ambas más tranquilas”, encendí las luces de la tienda “Pero…hay demasiadas cosas que no están claras”, eché el agua caliente en un taza y añadí un cucharadita de té verde aromatizado con flores de cerezo. Me apoyé en el mueble de los licores mirando la barra en la que le había servido a Rei y Misato esa mañana. “¿Quién es la persona por la que han peleado?”, me mordí ligeramente la uña del pulgar. A pesar de que no quería pensar en ello, esa pregunta resonaba de forma ensordecedora en mi mente: ¿quién era y cómo era la muchacha de la que ambas se habían enamorado tan 201

perdidamente como para arrastrar todo ese rencor tras ellas? ¿Podía ser de nuestra escuela? ¿Quizás alguna que ya hubiera terminado el año anterior? «No, no debo preguntármelo» me golpeé la frente con la palma de la mano «¡Estúpida, estúpida, Miyuki!» resoplé inquieta, después algo captó mi atención: «¿Y esto cómo ha acabado aquí?» extendí la mano hacia detrás del grifo del fregadero agarrando la mitad de la foto que Rei había roto esa mañana. «¡Qué mona!» miré a la pequeña Rei sonriente con los cabellos recogidos con una graciosa pinza rosa mientras apretaba en las manos una oca de goma «Parece casi imposible que sean la misma persona» bebí un sorbo de té y mi mente huyó de nuevo a la discusión que se había dado entre mis dos compañeras de instituto, hacia la Rei adulta que comía los bollos directamente de mi mano, despreocupada de las personas que la rodeaban, incluida Misato. Abrí la puerta del mueble donde se encontraba el cubo de la basura, dispuesta a deshacerme de aquella foto. Me quedé así, inmóvil, con el brazo extendido por un tiempo que me pareció larguísimo, pero al final, no tuve el valor. “Quizás Misato tiene sus motivos para sospechar de mi…”, volví a la habitación desconsolada. “¿Por qué…cuando me toca Rei ya no entiendo nada y… no me importa ser descubierta?”, me dejé caer en la cama tomando entre mis manos a Tora-chan. “Tú sabes que esto no está yendo bien para nada, ¿verdad?”, solté el peluche y me cubrí los ojos con el brazo, resguardándolos de la luz de la lámpara. Misato me gustaba, me daba seguridad y con ella estaba bien. No podía echar por el suelo esa felicidad para dejarme destruir por la seductora e inconstante vieja amiga de la infancia. “Tengo sacármela de la cabeza”, concluí, mientras abría el cajón de la mesita y dejaba caer aquella foto con la intención de olvidarme de ella, después me quedé dormida. Aquella noche soñé con una muchacha bellísima, con los cabellos oscuros recogidos en una media coleta y los labios color fresa. Se movía segura de sí misma y cogía de la mano a Rei por un lado y a Misato de otra. Las tres caminaban por una calle que llevaba a un rio que se dejaba ver a lo lejos. La muchacha reía feliz y mis dos compañeras no tenían ojos 202

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sino para ella, estaban tan encantadas que ni siquiera consideraban la idea de estar siendo víctimas de un doble juego. «¡Rei! ¡Misato!» grité. Las tres se dieron la vuelta hacia mí un momento. La muchacha morena me sonrió: no parecía preocupada por mi presencia, mientras que Rei y Misato me miraban con una expresión de asombro, como si realmente no supieran quién era yo. «¿No me reconocéis?» grité desesperada, sintiéndome rota. Misato me observó perpleja, para después volver a mirar a la muchacha morena. Rei, por el contrario, continuaba con sus ojos clavados en mí. Su rostro se puso serio un momento, después pareció comprender: «¡Miyuki!» exclamó como si de repente se hubiera acordado de mi nombre. «Sí, soy yo» dije bloqueada en aquella posición, incapaz de moverme. También Misato me reconoció. Ambas parecían derrotadas, indecisas en si continuar adelante aquel camino o volver atrás, hacia mí. Misato me miró seria mientras el objeto de su deseo le susurraba al oído algo manteniéndola a su lado. Rei, en cambio, aprovechó aquella distracción para soltar la mano de la muchacha morena y caminar hasta mí. «¿A dónde vas?» la agarró rápidamente ella antes de que se alejase demasiado «¿De verdad quieres contarle todo?» preguntó de forma persuasiva a la delegada de mi clase, después se dirigió a mí «Y tú… ¿estarías preparada para aceptarlo?» me sonrió de modo siniestro. Me desperté de sobresalto y me senté en la cama, secando con la palma de la mano la frente empapada de sudor, mientras desde la ventana se filtraba la tenue luz del alba.

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Orange Cream

escrito por Scarlett Bell con los dibujos de Aeryn Sun *** Traducción: Natalia Trujillo Rodríguez www.fanfiction.net/u/5685127/franchiulla *** Quality check: Gil Ionar de Souza Imawano www.facebook.com/groups/CitrusLatinos

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