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eCream• g n a r O Act.3

«E

l baño está listo, Miyuki» «Gracias, mamá. Ya voy» Cerré la puerta tras de mí y me miré en el espejo desconsolada: ¡tenía una cara horrible! “¿Quién lo habría dicho nunca…?” rezongué metiéndome en el agua caliente de la bañera, sintiéndome inmediatamente mejor. Por culpa de mi estúpida curiosidad había sido testigo de algo que estaba bien lejos del “esconderse de las clases” o quizás era yo la ingenua que no había comprendido que más podía pasar en la tan famosa “sala de los menesteres”. En mi mente, afloró otra vez aquella imagen, provocándome un escalofrío. Me abracé los brazos, sintiéndome improvisamente sofocada. “Asakawa y…Yamato”, me pasé una mano húmeda por el rostro. Ahora estaba claro por qué Asakawa había pasado por el gimnasio durante el partido y después se había evaporado al verme en la cancha: no quería atraer mi atención o, probablemente, no quería atraer la atención de nadie que no fuese Yamato. “Sus cuerpos estaban… entrelazados de aquel modo” me sonrojé ante ese pensamiento. En el pequeño espejo se había reflejado la imagen de los dos muchachos pegados: el rostro jadeante de Asakawa inclinado hacia un lado, la camisa desabotonada, que le caía a mitad del busto. A pesar de la penumbra, su piel parecía iluminada con luz propia, la asilla del sujetador bajada sobre el hombro. Tenía una mano metida entre los cabellos de su chico y la otra aferrada en la mesa en la que estaba sentada, los labios entreabiertos y los ojos cerrados mientras Yamato empujaba su cuerpo contra el de ella con ardor, el rostro hundido en el cuello de ella, la espalda y los músculos tensos que se dejaban ver bajo la camiseta roja con la que poco antes había arbitrado el partido. Había sido un instante, uno pocos segundos, sin embargo había logrado distinguir todos esos detalles. “¡Qué estoy haciendo! ¡No me hace bien pensar en esos dos!”, me hundí en el agua sintiendo mi cabeza embotada. Si fuera posible, habría lavado todo lo que tenía impreso en la memoria. *** 50

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«Tesoro, ¿estás segura de que estás bien?» me preguntó mi madre «Has sido tú la que has querido echarnos una mano en la pastelería» se quejó al notar lo lento que eran mis movimientos. «No te enfades, no he dormido muy bien esta noche» resoplé «¿Ah, no? ¿Y eso?» se acercó preocupada «No tienes fiebre, ¿verdad?» «No, no es eso, tranquila» inspiré poniendo una sonrisa de manual y escuché cómo se abría la puerta de la tienda de nuevo. «Buenos días» saludé enérgicamente. «Buenos días, querida» me devolvió el saludo una señora bellísima, vestida muy elegantemente «Supongo que eres la hija de Eriko» me dijo con una sonrisa y se fue acercando hasta que divisé otra presencia a su lado. «Ah, ¿tú?» exclamé sintiendo el corazón latir aceleradamente en la garganta. «Hola» me saludó de modo seco Asakawa. «¡Qué increíble coincidencia, habéis acabado en la misma clase, ¿verdad?» dijo la señora, después su mirada se iluminó de repente «Eriko…» «¡Cuánto tiempo!» exclamó mi madre saliendo de detrás del mostrador, dejándome perpleja «Miyuki, ¿no te acuerdas? Ritsuko y yo estuvimos juntas en el instituto, éramos grandes amigas» En mi mente recuperé viejos recuerdos de cuando era pequeña: una mansión enorme con un bellísimo jardín, yo en brazos de mi madre que hablaba con una muchacha de cabellos larguísimos, oscuros como la noche, que sostenía de la mano a una graciosa niña. Me giré hacia mi compañera de clase comparando las dos imágenes. «¿Aque… aquella niña eras tú?» le pregunté con sorpresa pensando en aquel pequeño rostro sonriente y feliz. «Sí» entrecerró los ojos mientras se sentaba en un taburete delante del mostrador. Nuestras madres ya se habían acomodado en una mesita apartada en la sala. Parecían realmente emocionadas y se estaban poniendo al día. «Han pasado años sin verse, es normal» dijo Rei, como si hubiese leído mi pensamiento. «Cierto… claro. Parecen que han vuelto a ser muchachas» confirmé 52

sintiéndome incómoda. La imagen de Rei, medio desnuda, estaba bastante anclada en mis pensamientos, no lograba mirarla a la cara sin enrojecer. «¿Qué te puedo ofrecer?» dije de un tirón «Tengo un té verde muy bueno, por si te apetece probarlo» «Muy bien» apoyó los codos en el mostrador, pasándose una mano entre sus cabellos de seda «Estoy curiosa por probarlo» levantó la mirada hacia mí y me miró de un modo extraño. «Vuelvo enseguida» me alejé sintiendo de nuevo el corazón acelerarse. Cada movimiento suyo era tan sensual, tan fascinante: ¿sería posible que la encontrara sexy? “¡Debo parar!”, barrí de nuevo la imagen de Asakawa jadeante, solo en sujetador. Me enjuague la cara varias veces en el fregadero de la cocina, mientras esperaba a que el agua para el té hirviese. Cuando volví a la sala, mi madre y Ritsuko seguían aún hablando y riendo alegremente. Al mostrador de los dulces había llegado para ayudar Sakura, una de las muchachas que trabajaban para nosotros, y todo parecía ir bien. «Aquí está» dije un poco más relajada dejando la taza y la tetera china delante de Asakawa «Tomarán unos minutos y estará listo» «Gracias» respondió solamente, acercándose la taza aún vacía «He escuchado decir que tenéis una especialidad, ¿es verdad?» «Oh, sí. Nuestra crema de naranja, es una receta secreta» le sonreí. «¿Podría probarla?» «Por supuesto» me acerqué a la parte de los dulces y cogí unos pequeños croissants rellenos «Prueba esto» me senté delante de ella y la miré fijamente. «Tienen buena pinta» cogió uno y se lo llevo a los labios. «Debes morderlo por la mitad» le dije apoyando la barbilla en la mano, curiosa por su reacción. Asakawa siguió mi consejo, lo mordió por el centro y sus ojos se abrieron de par en par. «¡Está… delicioso!» exclamó sorprendida. «¿Ves?» reí «Mi padre aprendió esta receta en Milán, después la modificó dándole su toque personal y este es el resultado» 53

«¿Solo rellenáis los croissants con esta crema?» preguntó mordiendo el segundo dulce. «En realidad no» le señalé la vitrina donde había una bella muestra de tartaletas, buñuelos y cañas «Pero estos pequeños croissants son mis preferidos» «Debo felicitar a tu madre, son deliciosos» «Estoy contenta de que te gusten. Los he hecho esta mañana» le sonreí de nuevo. «¿Los has hecho tú?» se sorprendió. «Bueno, sí… cocinar es mi pasión» «¿De verdad?» bajó la mirada mientras se servía un poco de té «Justo me preguntaba cuáles eran tus pasatiempos» volvió a alzar la cabeza lanzándome una mirada desafiante. «¿En qué sentido, disculpa?» Fue en ese momento que Asakawa abrió su bolso y sacó mi espejito. «Es tuyo, ¿verdad?» «Oh, vaya yo…» balbuceé como una estúpida, dándome cuenta de haber sido desenmascarada. «Te vi usarlo hace unos días en clase en el cambio de hora» lo dejó deslizar por el mostrador. Me quedé en silencio con la mirada fija en ella, que ahora se había puesto a beber su té como si nada. «Rei, tesoro, tenemos que irnos» se acercó la señora Ritsuko sonriéndome «Miyuki-chan, estoy feliz de que tú y mi hija os llevéis bien. Ahora que Eriko y yo nos hemos reencontrado, estaría bien pasar tiempo juntas como en el pasado» señaló. Mi madre, al lado de su amiga, parecía feliz como no la veía desde hacía mucho tiempo. «Claro» puse una sonrisa forzada mientras las dos mujeres se despedían y Asakawa terminaba su té. De nuevo mis ojos se posaron sobre el pequeño espejo. «Hey» llamó mi atención mi hermosa compañera de clase acercándose a mi oído «La próxima vez que quieras ver lo que hago con Yamato, ¿por qué no me lo pides? Te buscaré un sitio en primera fila, así no correrás 54

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el riesgo de romperte el cuello haciendo el mono sobre aquella vieja silla detrás del almacén» concluyó irreverente. Bajé inmediatamente la mirada y no tuve el coraje de rebatir. Me avergonzaba tanto de mí misma que habría deseado que la tierra me tragara. «Hasta muy pronto, queridas» escuché decir a la señora Ritsuko y solo en ese momento tuvo el valor de alzar la cabeza. Los ojos de Asakawa me esperaban sin piedad: «Gracias por todo, nos vemos en la escuela… Miyuki», terminó con una inquietante sonrisita sobre los labios. Me quedé rígida, por mi frente caía sudor frío. De nuevo la imagen de Asakawa del día anterior atravesó mi mente y se superpuso a la que tenía ahora delante. No tenía que haber espiado, lo sabía muy bien, pero ahora el daño ya estaba hecho. *** «¿Comemos juntas, Miyuki-chan? ¡Hace un bonito día soleado!» se desperezó Yukino levantandose en su sitio. «Lo siento, pero esta vez paso» respondí reuniendo velozmente mis cosas que estaban en el pupitre y cogiendo la bolsa que había llevado. Asakawa ya había salido de clase. «¿Se puede saber a dónde vas tan deprisa?» «¡Te explicó después!» me despedí de Yukino mientras hacía un slalom entre los pupitres. Mis compañeros me miraron curiosos, pero yo no hice caso. Salí del aula con el tiempo justo para ver a Asakawa cogiendo las escaleras. “¡Debo darme prisa!”, corrí detrás. Parecía que tenía prisa y quizás no se había dado cuenta de que la estaba siguiendo. «¡Hey, Asakawa, espérame!» la llamé, pero no obtuve ninguna respuesta por su parte. «¡Jolín!» imprequé, corriendo más deprisa por todas las escaleras hasta llegar a la terraza encima del edificio. Cuando abrí la puerta, me quedé con la boca abierta: desde allí se veía todo el instituto y sobre mi cabeza un bellísimo cielo azul que parecía poder tocarse con un dedo. 56

«¿Se puede saber qué quieres?» Reconocía la voz de la delegada de clase, aunque no lograba distinguir de dónde venía, después alcé la mirada hacia el torreón y finalmente la vi: parecía un ángel despectivo que se divertía a mi costa. «¿Cómo has subido ahí?» me acerqué. «Hay una pequeña escalera aquí al lado» me respondió sentándose, el viento arremolinaba sus cabellos y por un momento me quedé embelesada mirándola. “Estúpida, ¿qué estás haciendo?”, sacudí la cabeza caminando hacia las escaleritas. «Bueno, deduzco que no sufres de vértigo» se burló de mí mirándome con esa habitual sonrisita insolente. «De hecho, no» resoplé sentándome a su lado «Te he traído una cosa» «¿Algo para mí?» se asombró. «Exacto» saqué de la bolsa dos cajas de cartón «Aquí hay arancini de arroz y aquí… algunos dulces» le guiñé un ojo mostrándole las cañitas, las tartaletas de frutas y los croissants rellenos de crema de naranja. «¿Qué significa esto?» me miró seria analizando mi expresión. «Bueno… este es mi modo de pedirte perdón» bajé la cabeza sintiendo cómo de nuevo mi rostro se ponía como un tomate. «¿Pedirme perdón?» dijo cogiendo un arancino de arroz. «Sí, no debería haber espiado. No sé qué me pasó, normalmente no soy tan curiosa, pero… toda aquella historia sobre la “sala de los menesteres” me condujo a hacer una estupidez. Lo siento y… no se lo diré a nadie» incliné aún más la cabeza apretando las manos sobre las rodillas. Asakawa no respondió, se limitó a morder el arancino. «Está realmente bueno» entrecerró los ojos. «También he traído té» saqué el termo del bolso. «Vienes preparada» dejo escapar una risa. «Bueno, nuestras madres son amigas desde el instituto y… estaría bien que también nosotras nos lleváramos bien, ¿no crees?» «Podemos intentarlo» respondió indolentemente y bebió un sorbo de té. 57

«Muy bien» suspiré aliviada «Pero… no deberías hacer esas cosas en la escuela, ¡es peligroso! Si lo descubren…» «Ay, Miyuki, no lo estropees todo diciéndome lo que debo o no debo hacer» me dijo con mirada torva. «No, claro, es solo que… me preocupo por ti, es solo eso» volví a mirar hacia abajo en señal de rendición. «Son cosas que no tiene nada que ver contigo» rebatió comiéndose otro arancino. «Tienes razón, pero…» «¿Sabes una cosa? Hablas mucho para mi gusto» me metió una caña de crema en la boca callándome «Así, mucho mejor» se echó a reír. «Asakawa, tú…» gruñí. «Llámame Rei» clavó sus ojos azules en mí «Después de todo… somos amigas de la infancia, ¿no?» concluyó estirando los labios en otra sonrisa insolente. «Eres imposible» resoplé, con el rostro rojo, y me comí el dulce, ignorándola. En ese momento sentí su cálida mano posarse en mi mejilla. Me giré hacia ella sorprendida: ahora me estaba mirando de un modo completamente diferente a lo habitual. «Eres realmente una niña» dijo en un suspiro, después me acarició hasta rozarme los labios «Mira cómo te has ensuciado» me limpió con la punta de los dedos. «A-Asakawa…» balbuceé sintiendo el corazón latiendo violentamente en el pecho. «Puedes llamarme Rei, ya te lo he dicho» se llevó los dedos a la boca «Es un pecado desperdiciar una crema tan buena» concluyó entrecerrando los ojos, dejándose turbada. *** «¡Miyuki-chan, estoy tan emocionada!» Yukino me salto al cuello «¿Así que jugarás como escolta junto a la capitana?» 58

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«Hey, ¡cuánto entusiasmo» me volvió a abrazar «¿Desde cuándo te interesa el baloncesto?» «¡Desde que mi mejor amiga se ha convertido en la segunda punta del equipo femenino de baloncesto!» rió abrazándome más fuerte. «¡Me estás estrujando!» me quejé. Yukino se ofreció a acompañarme al gimnasio mientras otros compañeros de clase se estaban preparando para animar desde las gradas. «Buenos días, veo que estáis de buen humor» dijo acercándose Fujiwara. «Capitana» hice una pequeña inclinación seguida de mi amiga. «Bien, entonces, yo… me voy a las gradas y…» masculló Yukino mirándonos. Era extraño verla tan emocionada, delante de Yamato siempre había dado muestras de no gustarle el baloncesto. «¡Oh, sí, te lo pido, anímanos mucho! Hoy lo necesitamos de verdad» sonrió Fujiwara acercándose a ella «Estoy mucho más tranquila sabiendo que estarás tú en las gradas, eres siempre muy fervorosa» agarró las manos de Yukino entre las suyas haciendo que su rostro se pusiera burdeos. «Ah… sí, vale… capitana… yo no podría perderme un partido de vosotras» respondió con ojos ensoñadores, dejándome sin palabras. «Ahora tenemos que irnos, Yukino-san, hasta luego» se despidió graciosamente Fujiwara, soltándole las manos. «Ca-capitana, ¿te acuerdas de mi nombre? Pero, ¿cómo…?» balbuceó de nuevo mi amiga mirándola fijamente. «Claro que me acuerdo de tu nombre, es difícil olvidar a una muchacha tan bonita y amable» sonrió Fujiwara dejando a Yukino completamente en cortocircuito «Miyuki-san, ¿vienes?» «Sí» asentí y me acerqué un momento al oído de mi compañera de clase «¡Mentirosa! Podías haberme dicho que tienes debilidad por la pantera de Iroku» le tomé el pelo. «¡Fíjate bien, no vayas a quedar en mal lugar!» me dio un golpecito sobre el brazo sacándome la lengua. Me reuní con la capitana y entré en los vestuarios femeninos, donde se estaba cambiando todo el equipo. 60

«Miyuki-san, date prisa que tenemos que calentar» me dijo Fujiwara amablemente antes de salir del vestuario. «Hey, parece que has logrado ganarte también la simpatía de la capitana, ¿eh?» dijo una de las chicas «¿Cómo es llegar a los partidos oficiales sin ni siquiera hacer los entrenamientos?» me provocó. «Anamura, déjala en paz» intervino la muchacha con la que había jugado el partido la semana pasada «Si el míster la ha elegido, tendrá sus motivos» me defendió. Había tenido en cuenta las reacciones de las chicas que estaban destinadas a la reserva, quizás en su lugar también yo me habría enfadado. Sin embargo, no quería entrar en el club de baloncesto solo para callar las malas lenguas, por eso me cambié ignorando los murmullos y corrí hacia la cancha donde me esperaba la capitana y Yamato. «Aquí está mi pupila» exclamó el chico abrazándome enérgicamente. Mi rostro enrojeció al momento. «¡Ryo, déjalo ya!» le llamo la atención Fujiwara que estaba entrenando tiros libres. «Efectivamente no querría desencadenar la ira de tus fans y… de tu novia» me giré hacia las gradas, y me di cuenta de la gran afluencia. Seguramente Rei estaría por ahí, en algún lugar. «Oh, venga, te lo he dicho. No debes preocuparte por ella» dijo indolentemente. «¿Por qué eres así?» rebatí irritada «Podría ponerse celosa» Yamato y Fujiwara me miraron ambos asombrados. «Es decir, yo… quería decir que cualquier chica celaría a su novio» bajé rápidamente el rostro sintiendome fuera de lugar. «¿Cómo tengo que decírtelo? Tú no conoces a Rei» replicó Yamato, sobre su rostro apareció una expresión de sufrimiento «Ella es diferente a las otras chicas y te aseguro que nunca sentiría celos por una cosa como esta» me despeinó los cabellos con la mano. A nuestro lado, Fujiwara había vuelto a sus tiros, pero parecía nerviosa. Sin embargo, una vez que comience el partido, la capitana regresó atenta y concentrada. Nuestras adversarias no eran malas, pero entre nosotras 61

se instauró rápidamente una gran química, permitiéndonos dominar la escena sin demasiados problemas. Desde las gradas, llegaban los ánimos de nuestra escuela y a cada punto se desencadenaban los gritos. Fujiwara estaba incontenible, se evadía de las contrincantes con su habitual elegancia, planificaba la jugada con naturalidad y eficacia, no había en ella ninguna bravuconería. Yo estaba fascinada, la seguía en su juego, tomando cada cierto tiempo, la iniciativa, encontrándome con su apoyo. El enfrentamiento terminó con un marcador de 76 a 54. Al final del partido se produjo la invasión de la cancha, todos estaban entusiasmados y yo me giré instintivamente hacia las gradas buscando a alguien: “¿Quién sabe si Rei habría visto el partido?” pensé sintiendo mi corazón acelerarse. En ese instante preciso me crucé con sus ojos: estaba de pie en la tercera fila «¡Ahí está!» levanté la mano en su dirección, sonriéndole, ella me devolvió la sonrisa, pero solo fue un instante porque su expresión cambió de repente. «¡Eres mi as!» me sentí elevar por los brazos de Yamato que comenzó a darme vueltas como a una bailarina «¡Fantástica! ¡Simplemente fantástica!» me volvió a poner en el suelo. Estaba mareada, la cabeza de daba vueltas y no tuve tiempo a recomponerme cuando el guapo capitán del equipo masculino me besó en la frente delante de todos. Lo miré turbada: “¿Qué has hecho? ¡Estoy acabada!”, pensé notando cómo me invadía un frío sudor, mientras imaginaba a Rei y a su corte de fans reclamar mi cabeza. «Hey, Ryo, ¿te has vuelto loco?» lo empujó Fujiwara agarrándome por un brazo «¡Vete y cálmate!» le llamó la atención la capitana señalándome que me alejara. No escuché la respuesta de Yamato, pero también él parecía enfadado por la intervención de la amiga. “¡Qué situación absurda…!” inspiré mientras las compañeras corrían y saltaban alegres por la victoria. Me giré de nuevos hacia las gradas, pero Rei ya no estaba. “Se habrá enfadada”, pensé caminando hacia los vestua62

rios. Quizás Yamato no se daba cuenta de que su forma de comportarse podía herirla y meterme a mí en problemas. «Jolín, no quiero pelearme con ella por culpa de ese idiota» dije bajito mientras salía de la ducha. «¿Con quién estás enfadada?» me bloqueó la capitana. «Ah, no, nada… hablaba sola» la evité yendo corriendo a vestirme. Durante todo el tiempo, Fujiwara no me quitó los ojos de encima, estaba segura que quería hablar conmigo. Al final, nos quedamos solo nosotras dos en el vestuario. «Somos las últimas retrasadas» dije intentando desdramatizar con una broma. «Ya» se acercó a mí lentamente «Haremos una fiesta esta tarde. Vamos a ir a un sitio aquí cerca, ¿vienes con nosotros?» «Te lo agradezco, pero no puedo. Mañana tengo que entregar un trabajo de clase, así que…» «Es por culpa de Ryo, ¿no?» me interrumpió haciendo que retrocediera. Cuando mi espalda tocó la pared que tenía detrás, la mano de Fujiwara se apoyó sobre mi cabeza «¿Hay algo entre vosotros?» preguntó aguzando la mirada. «¡No, qué dices!» me asusté «Él es el novio de Asakawa» «¿Y eso qué tiene que ver?» me observó atentamente «Podrías estar igualmente interesada en él» De pronto comprendí. El modo en que había intervenido poco antes, la intimidad con la que le hablaba, su comportamiento cuando estaba en su presencia… «Fujiwara-san, ¿no será que… a ti a quien le gusta?» me salió sin pensar. Fujiwara abrió los ojos de par en par y ante mi gran sorpresa, comenzó a reírse a carcajadas. «¿Yo, enamorada de Ryo?» se inclinó hacia mí, posando su otra mano en mi mejilla «No vas por buen camino… Miyuki» me miró intensamente y me rozó los labios con el pulgar, haciendo que me sobresaltase. «¿Por buen… camino?» repetí asombrada mientras el rostro de la capitana se acercaba peligrosamente al mío «¡Ah, lo siento! Yukino-san me 63

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está esperando» me escapé de aquella situación embarazosa «¡Adiós capitana!» cogí rápidamente mis cosas y salí corriendo del vestuario. “Pero, ¿qué significa todo esto?”, alargué la zancada sintiendo que me quedaba sin aire “¿Era alguna manera para meterme en problemas? ¿Quería darme una lección? O…” sentí mis mejillas calentarse “Sus ojos eran tan profundos… parecía que quisiesen tragarme”, suspiré ralentizando el paso. «¡Aquí estás, menos mal! ¿Se puede saber por qué has tardado tanto?» vino hacia mí Yukino mirando hacia mis espaldas «Pero… ¿la capitana?» «La capitana está ocupada, ¡ven!» la arrastré por un brazo sintiéndome aún peor. Hubiera estado bien ir a festejar aquella tarde con todos los demás. Habría podido invitar a Yukino y preguntar a Asakawa si quiera unirse a nosotros. Habríamos podido divertirnos todas juntas. Sin embargo, las cosas se habían complicado sin ni siquiera darme cuenta: realmente había mucha confusión a mi alrededor y dentro de mí. *** Aquella noche no logré dormir, los rostros de Fujiwara y de Rei me atormentaban continuamente. Me sentía extraña, como nunca me había pasado antes y no lograba comprender por qué. Cargué con todo ese peso hasta el final de la tarde siguiente cuando, durante el turno de limpieza, encontré el valor de hablar con mi querida y excéntrica amiga Yukino. «¿De verdad pasó eso?» exclamó dejándose caer sobre la silla «¡No puedo creerlo!» resopló desconsolada. «Te lo he dicho, quizás yo lo entendí mal» repetí apoyándome en la escoba. Aquel día era el turno de Yukino y mío para limpiar el aula. «¿Por qué no me lo dijiste enseguida?» «Hubiera querido, pero… ayer estaba muy turbada. Quería digerir lo sucedido» suspiré. 65

«Es verdad que es una situación extraña, ¿eh? Yamato lo intenta contigo y la delegada os pilla in fraganti. Y para acabar en belleza Fujiwara ha intentado besarte… Pero ¿cómo haces para ser tan irresistible?» resopló. «Yukino-chan, te ruego, ¡no es el momento para que te lo tomes a broma!» me enfadé. «¡Venga! ¿Cómo es que no estás contenta? ¡Si yo estuviera en tu lugar, saltaría de alegría!» «¡Pero si no soportas a Yamato!» rebatí resentida. «¿Qué tiene que ver? ¡Ante la opinión pública es el tío bueno y por otro lado… la capitana Fujiwara!» En su rostro volvió a aparecer aquella expresión soñadora que le había visto cuando la capitana le había cogido las manos «Escucha, si tienes intención de acabar con ella, debes decírmelo, ¿entiendes?» me agarró por los hombros. «¡Déjalo ya! Solo ha sido un instante» sentí de nuevo las mejillas ponerse rojas «Tengo que cambiar el agua» me alejé con el cubo hasta el baño de la primera planta. “Pero, ¿qué tiene en la cabeza todo el mundo?» resoplé fastidiada. Ahora me doy cuenta de que tampoco hablar con Yukino me ha resuelto nada. “Debería hablar con Rei…”, suspiré pensando en la expresión que había visto en su cara cuando Yamato me abrazó. “A lo mejor está aún en el instituto”. Vacié el cubo y lo llené de agua limpia. De repente escuché voces provenientes del baño de los chicos: estaban riendo y confabulando entre ellos. “Deben ser de otro segundo”, pensé quitándole importancia. Cogí el cubo y salí del baño de las chicas para volver al aula. «¿Así que te has enamorado de la nueva, Miyuki Ikeda? ¡Bonito lío, amigo!» Me quedé parada en la puerta del baño: estaban hablando de mí. «Claro que no sé si te conviene dejar a tu chica por ella, ¿sabes?» escuché a otro chico. “Había tres, pero… ¿quién de ellos se habría enamorado de mí? Tengo… un mal presentimiento” me llevé una mano al pecho. «No sé qué deciros… ¡ha pasado, y basta! Cuando estoy cerca de ella, yo… ya no entiendo nada» reconocí la voz de Yamato. 66

“¡No es posible!” me sobresalté “Quizás debería irme” hice amago de alejarme. «En mi opinión estás cometiendo una estupidez. ¡Esa no me parece como Asakawa, hazme caso, estarás a dos velas por un buen tiempo!» rió el otro chico. Me quedé petrificada. «¡Shingo tiene razón! Acabarás por arrepentirte. ¿Dónde vas a encontrar a otra tan disponible? ¡Y además es tan sexy!» rebatió otro «De todas maneras, si decides dejarla para engatusar a la ingenua virgencita házmelo saber que ya me encargo yo de hacer compañía a tu novia» Escuché como todos reían a la vez. Ni siquiera escuché qué respondía Ryo, estaba enfadada, demasiado enfadada. «¡Debería daros vergüenza!» exclamé entrando en el baño como una furia. Tiré el cubo de agua hacia los tres, que se habían quedado con la boca abierta, después me giré y cogí una fregona, le quité la parte de abajo y apunté el palo hacia ellos. Yamato estaba en un estado indescriptible, pero cuando los chicos se lanzaron contra mí, se recobró en seguida e intentó detenerlos, probablemente preocupado de que me hicieran daño. Iluso. «¡Cabeza!, golpeé al primero, «¡Estómago!» golpeé al segundo. Hice girar el palo y repetí los mismos golpes invertidos tan velozmente que ninguno de los dos tuvo tiempo de darse cuenta: ambos cayeron miserablemente al suelo, doloridos. «Miyuki…» me miró asustado Yamato, al que le goteaba el agua. «Te había dicho que el baloncesto no era realmente mi deporte» dije determinada acercándome a él. «No es como piensas…» se puso serio «No estoy hablando a espaldas de Rei» «¿Ah, no? Extraño, porque parece exactamente lo contrario» golpeé de nuevo las piernas de uno de sus amigos, que había intentado torpemente levantarse y agarrarme por los hombros. En ese momento una voz amiga llegó en mi ayuda. 67

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«¿Se puede saber qué está pasando aquí?» se alarmó Yukino al ver al escena. «¡Quédate detrás, aún no he acabado!» exclamé dándole a Yamato un golpe en el costado, haciéndolo inclinarse. «¡Rei lo sabe!» gritó dejándome sorprendida «¿Tú no hablas con Yukino de tus cosas?» dijo lentamente, hasta que le puse el palo bajo la garganta «Sabes que estabas escuchando una conversación privada» se alteró. «Pero… ¿te da igual el modo en que estos dos miserables hablan de tu novia?» bajé el palo. «¿Crees que a Rei le importa lo que mis amigos dicen de ella?» se encogió de hombros. «Eres patético» dije sintiendo como de la rabia las lágrimas inundaban mis ojos. Tiré el palo al suelo y escapé corriendo de allí. Yukino me llamó varias veces, pero no le presté atención. Subí las escaleras saltando los escalones de dos en dos y volé literalmente hacia la terraza, esperando encontrarla: «¡Estás aquí!» exclamé en lágrimas al ver a Rei echada en el suelo con los brazos y la mochila detrás de la cabeza. «¿Miyuki?» se alarmó al verme en aquel estado «¿Qué sucede?» se alzó sobre los codos para mirarme. «Esos estúpidos amigos de tu novio… estaban con él en el baño de los chicos y… hablaban de ti. Yamato dice que tú lo sabes, ¿es verdad?» exploté aferrándome la falda con las manos. Rei volvió a mirarme con la expresión de siempre. «¿Y?» me miró imperturbable «¿Se puede saber por qué siempre te metes en las cosas de los demás?» me reprendió. «¡No puedo creer que te parezca bien! Así como yo he escuchado sus chismorreos, otras personas podrían haberlo oído, ¿sabes? ¿No te interesan los rumores que corren sobre ti en la escuela?» le grité. «No, no me interesan y ahora deja de agitarte» concluyo volviendo a echarse en el suelo. 69

«No puedo dejar de agitarme, no soporto estas cosas» me senté a su lado «¡Yo…le he tirado un cubo de agua encima y les he golpeado!» confesé atrayendo de nuevo su atención. «¿Que has hecho qué?» abrió los ojos desorbitadamente y se echó a reír «¡Estás loca!» «¡Deja de reírte así!» me enfadé y en se momento Rei alargó la mano hacia mí, tirándome de la corbata y haciendo que cayera encima de ella. «Ahora deja de hacerte la brava» dijo con voz aflautada «Si aquellos estúpidos se han excitado al escuchar cómo Ryo se jactaba de sus proezas eróticas no me importa. Puede hacer y decir lo que quiera, total… es solo sexo, ¿no?» me miró de manera ambigua. «¿Solo… sexo?» repetí asombrada. Las manos de Rei Asakawa soltaron la corbata de mi uniforme y se adentraron con delicadeza en mis cabellos. «¿Quieres hacerme creer que nunca has hecho nada parecido?» me miró divertida, clavando sus increíble ojos azules en los míos. «Bueno, yo…» «Entonces… ¿eres una niña ingenua?» me atrajo hacia ella con delicadeza. «A-Asakawa» balbuceé exactamente como una niña atemorizada. La seguridad con la que me tenía sujeta me trastornaba «Para» entrecerré los ojos, intentando rebelarme, pero cuando los abrí ya no tuve la posibilidad de escapar. «Será agradable, te lo prometo» sonrió con una mezcla de malicia y ternura, antes de acercarse a mi rostro y rozarme los labios con un beso. Ante aquel contacto, tuve un estremecimiento y el corazón empezó a palpitar tan rápidamente que me quedé sin respiración «Estate tranquila…» susurró, cerrando su boca sobre la mía, aferrándome la cintura, confundiéndome con su sabor dulce y cálido. Sabía que era peligrosa, lo había comprendido desde el primer momento en que la había vista… Entonces, ¿por qué me encontraba en esa situación? *** 70

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Orange Cream

escrito por Scarlett Bell con los dibujos de Aeryn Sun *** Traducción: Natalia Trujillo Rodríguez www.fanfiction.net/u/5685127/franchiulla *** Quality check: Gil Ionar de Souza Imawano www.facebook.com/groups/CitrusLatinos

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