Notas Sobre La Inteligencia Precaria

DESCAMPADO Ensayos sobre las contiendas universitarias RAÚL RODRÍGUEZ FREIRE ANDRÉS MAXIMILIANO TELLO Editores [Interv

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DESCAMPADO Ensayos sobre las contiendas universitarias

RAÚL RODRÍGUEZ FREIRE ANDRÉS MAXIMILIANO TELLO Editores

[Intervenciones]

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Permitimos la reproducción completa o parcial de este libro sin fines de lucro, para uso privado o colectivo, en cualquier medio impreso o electrónico, con el debido reconocimiento de la autoría y fuente de los textos, y sin alterarlos. Este permiso corresponde a la licencia de Creative Commons BY-NC-ND. International Standard Book Number: 978-956-8681-24-1 Sangría Editora, 2012 Las Torcazas 103, departamento 604, Las Condes, Santiago de Chile www.sangriaeditora.com [email protected] Aunque adopta la mayoría de los usos editoriales del ámbito hispanoamericano, Sangría Editora no necesariamente se rige por las convenciones de las instituciones normativas, pues considera que –con su debida coherencia y fundamentos– la edición es una labor de creación cuyos criterios deben intentar comprender la vida y pluralidad de la lengua. Edición al cuidado de Carlos Labbé, Pilar García, Mónica Ríos y Martín Centeno. Diagramó el libro Carlos Labbé. El diseño de portada fue realizado por Joaquín Cociña. Esta edición se terminó de imprimir digitalmente en abril de 2012 en Dimacofi Servicios, Santiago de Chile.

En esa llamada acción estudiantil, los estudiantes nunca actuaron como estudiantes, sino como reveladores de una crisis de conjunto, como los portadores de un poder de ruptura que ponía en cuestión al régimen, al Estado, a la sociedad. Maurice Blanchot «El mercado está en la naturaleza humana», tal es la tesis que no debe quedar sin cuestionamiento: en mi opinión, es el terreno de lucha ideológica más crucial de nuestra época. Fredric Jameson

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Notas sobre la inteligencia precaria (o sobre lo que los neoliberales llaman capital humano)1 raúl rodríguez freire

a Miguel Valderrama

–¿Cree que el modelo de libre mercado es a estas alturas una verdad instalada en el mundo? –He viajado por casi todo el mundo y no veo ningún cuestionamiento al modelo. Gary Becker, entrevistado por la revista Capital en 2007 1 En gran parte, el presente texto fue catalizado por las últimas movilizaciones estudiantiles, que han involucrado no sólo a secundarios y universitarios de pregrado, sino también a estudiantes, investigadores, investigadoras y trabajadores y trabajadoras de postgrado. En este contexto, amigas y amigos han leído y comentado distintos borradores, lo que ha permitido que este ensayo alcance de alguna forma una cierta potencia colectiva, pero también una precisión mayor, de manera que les agradezco su tiempo. Sí debo nombrar a Claudio Barrientos, por su constante apoyo y amistad. Los errores son únicamente responsabilidad del autor.

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Huelga decir que una cultura que deja insatisfechos a un número tan grande de sus miembros y los empuja a la revuelta no tiene perspectivas de conservarse de manera duradera ni lo merece. Sigmund Freud Lo que una vez fue la fábrica hoy es la universidad. Edu-Factory, Manifesto

1 Mis observaciones se limitan a lo que llamaremos inteligencia precaria. La necesidad de abreviar me obliga a ser ligero, confuso y exagerado hasta la caricatura. Solo me corresponde desatar o provocar una conversación, sin pretender agotar el planteo de los problemas que se me ofrecen ni mucho menos aportar soluciones. Tengo la impresión de que, así como Alfonso Reyes lo hizo respecto de una preocupación que llamó «inteligencia americana»1, con el pretexto de precari(ad)o no hago más que rozar al paso algunos temas globales. 1 Alfonso Reyes. «Notas sobre la inteligencia americana», en Obras completas, volumen XI. México: Fondo de Cultura Económica, 1997. Páginas 82 a 90.

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2 Hablar de precarización laboral sería, para el caso, restrictivo; nos conduciría hacia regiones arqueológicas (fordistas) y/o temporales (la relación entre trabajo y ocio) que no dan cuenta cabalmente de nuestro asunto. Hablar de cultura precaria sería algo equívoco; nos haría pensar solamente en términos acotados un problema que traspasa los ámbitos tradicionales (materiales) de la precarización, pues en todo trabajo la precarización es la norma. En cambio, podemos hablar de inteligencia precaria, de su lugar en una economía que ha colocado en su centro el saber (el capitalismo cognitivo, también llamado académico), y de su relevancia para la gubernamentalidad neoliberal en curso, que ha transformado a las personas en self-entrepreneurs dispuestos a competir por un lugar en el mercado del saber. La base de ese mercado es una universidad que reemplazó a Humboldt por Friedman, y al trabajo académico (la investigación y la enseñanza) por la gestión laboral propia del managment. Esto nos permitirá definir la complejidad de esta precariedad. Aunque sea una definición provisoria, también nos permite entrever su potencia transformadora. 103

  3 Nuestro drama tiene un escenario, un coro y un personaje. Por escenario no quiero ahora entender sólo un espacio, sino también un tiempo. Un tiempo que tiene su propia condición, llámenla postmoderna si quieren. A diferencia de la de Alfonso Reyes –a quien estoy aquí descaradamente plagiando–, mi generación no ha llegado tarde al banquete de la civilización europea: ha llegado tarde al pleno empleo. Nacimos postfordistas, a pesar de que el fordismo aún prevalece. Asumimos que el vivir saltando etapas es nuestra forma de encarar el mundo y hacemos de esa supuesta debilidad una fortaleza, ya que develamos el lugar de la ignorancia bien pensante del primer mundo, que no tiene puta idea de quién es Mariátegui mientras nosotros no podemos, por ejemplo, ignorar a Gramsci; pues bien, conocemos a ambos (y a otras tantas referencias, de todos lados). Nuestra condición liminal nos entrega ciertas ventajas. El problema está en saber cuán plástica es esta condición, cuánto de modernidad tiene, pero también cuánto de colonial. El tiempo es heterogéneo, de manera que heredamos y vivimos la ingenuidad de Colón, la inmortalidad de Homero y la poesía de Sor Juana, la resistencia de Túpac Amaru II y del Che, las experimentaciones de Newton y Einstein, los indeseables deseos de Hitler 104

y Pinochet, los descubrimientos de Freud y Darwin, la constitución de Jaime Guzmán y la reforma de Harvard, pero también la radicalidad sesentaiochista, los muchos mayos. Como acertó a decir E. B. Tylor, «el presente está tejido de múltiples pasados», de manera que nuestro tiempo está dominado por la heterocronía y nuestro futuro depende de la capacidad que tengamos de recuperar la radicalidad de tiempos anacrónicos, de hacerlos supervivir2, de articular históricamente el pasado en la búsqueda de la democracia por venir. 4 El coro es el precariado, que se recluta principalmente entre los millones que entregan su saber a las empresas (la Universidad es una de ellas, y de las más relevantes), en conjunto con aquellos que componen la fuerza de trabajo fordista, también con los inmigrantes tercermundistas cuyos flujos van en todas direcciones, ya no solo hacia el Norte. El precariado lo conforman también los miles de estudiantes endeudados, que se han visto en la necesidad de vender una parte de sus futuros ingresos para estudiar hoy. El precariado somos el mayor porcentaje de aquello que los economistas neoliberales y sus acólitos llaman stock de capital humano3. Somos la minoría más grande. Las 2 Georges Didi-Huberman. La imagen superviviente. Traducción de Juan Calatraba. Madrid: Abada, 2009. 3 En un libro clave sobre la ideología del capital humano, lee-

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  mutaciones del capital y sus formas de acumulación así nos lo indican. 5 El escenario es también espacio, actualidad ahora virtual o artefactual, como señalaría Derrida, pues está activamente producido y, peor aún, monopolizado. De manera que lo público de hoy no es lo público de ayer, y el público tampoco: Ariel no habla mi lengua. Es cierto, hay choques de saberes, problemas de comprensión, esfuerzos para adaptarse y ser absorbidos, pero no sentimos nostalgia por esa publicidad que cobijaba a la Universidad moderna. Más que lamentarnos, debemos prepararnos para producir la Universidad que deseamos. El trabajo es arduo, pues la acumulación global es una pirámide: en la base se encuentran las vastas manchas de la esclavitud de otros siglos –que recuerdan las antiguas administraciones coloniales– o simplemente lo que Bertrand Ogilvie llama, mirando hacia África, «los mos: «Stock de capital humano avanzado. La proporción de la población adulta (entre 25 y 64 años de edad) con educación secundaria completa y, sobre todo, con calificación técnica o profesional constituye el stock de capital humano intermedio y avanzado, respectivamente, de una sociedad», Brunner et al. Guiar el mercado. Informe sobre la Educación Superior en Chile. Santiago: Universidad Adolfo Ibáñez, 2005. Página 85.

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hombres desechables»; luego domina el taylorismo, el fordismo –según las regiones–, a lo que le sigue el gris de la terciarización, mientras en la cima domina el supuesto blanco del freelance, el supuesto trabajo autónomo. El futuro admite todos los tonos, pero los jerarquiza: arriba, el capital (humano) obliga a deshacerse del saber común, proletarizando a los trabajadores del knowledge. Pero nada se ha cerrado aún y la laboriosa entraña del precariado poco a poco puede ir deshaciéndose de su capital independiente para ponerlo al servicio del común. El actor o personaje, entonces, para nuestro argumento viene aquí a ser la inteligencia, ese saber que se intenta domesticar y usufructuar al llamarlo capital humano. 6 Crecí en un ambiente donde se hacían notar fuertemente los golpes que la dictadura daba a aquello que por comodidad y pereza se sigue llamando campo cultural. Los libros que quedaban en casa eran pocos (muchos se vendieron para paliar diversas crisis) y la posibilidad de comprarlos, aún menores. Las bibliotecas de la ciudad donde nací al postfordimo, la misma que dio nacimiento a Violeta Parra, estaban completamente en ruinas 107

  (la idea es de Hugo Achugar). Por otra parte, la enseñanza de la lectura, para no hablar de la literatura en particular, eran desmotivantes. ¿Cómo comprender el Quijote, si ni siquiera los profesores lo habían leído completo y, quienes lo habían hecho, eran los espectros del profesor poetizado por Parra? Recuerdo haber leído sólo dos cantos de la Divina comedia, en pésima traducción por supuesto, pero eso no importaba. De Ternura, así como de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, tuve la obligación de aprender de memoria varios poemas. Del primer libro, como corresponde, entre los siete y nueve años. Del segundo, entre los once y los trece. Afortunadamente en mi casa había una enciclopedia, remedo de la Encyclopaedia Britannica, donde leí con entusiasmo sobre la vida del joven Rousseau –aunque más me cautivó su muerte, llorada durante más de un siglo según esa semblanza; después de todo se trataba de uno de los padres del romanticismo. Esta enciclopedia era pequeña y no contenía términos como «Uqbar», pero para un niño de diez años se abría ahí un mundo, no cualquier mundo sino uno bastante particular: el saber y su relación con la(o) política(o). Entonces fue cuando conocí a Diderot y a sus colegas, pero también a Danton y los jacobinos. Los intelectuales –conocí ahí esa palabra– sobre los que ahí leía no diferenciaban su quehacer en campos semiautónomos. El siglo 108

XIX sí, y son muchos los que aún viven en ese tiempo, de ese tiempo. Pero el mundo de Rousseau, Diderot, Danton –comprendería años después– ya no era el mío. No sólo porque ellos habían vivido en un continente distinto y hace casi dos siglos. No era una cuestión solamente de tiempo y espacio. No lo era simplemente porque el mundo que ellos forjaron e iluminaron –y que algunos aún llaman modernidad (errada o incompleta, lo mismo da)– dejó de existir hace unas décadas. De ese mundo hoy tan solo quedan unas ruinas que avanzan sobre todo aquello a que dieron lugar, incluido el modelo de la Universidad moderna, que emergió de las entrañas de la Revolución Francesa4. Corolario: ya no hay Universidad moderna, ya no hay profesores ni estudiantes, únicamente empresas y trabajadores. 7 ¿Qué implica entonces dedicarse al placer de la lectura y su discusión en un presente cada vez más etéreo? ¿Quién es esa persona que se place con el saber? Intentaremos discutir eso en estas páginas, así sea remotamente. Hablaré a partir de mi propio lugar en la constelación del pensar: como estudiante de un 4 Alessandro Russo, «Destinies of the University» en Polygraph 21 (2009). Páginas 51 a 85.

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  doctorado en literatura y, contra mí, como capital humano avanzado, que es la forma en que CONICYT se relacionó conmigo mientras estuve becado. Pero también hablaré como trabajador docente flexibilizado, que es mi actual forma contractual (y quizá no llegue a tener otra). Esto implica partir de un radical desencanto con lo que las generaciones que han nacido a partir de la segunda mitad del siglo XX hemos heredado, un desencanto que también arrastra el lugar que me ha tocado: el de un intelectual sin lugar, a la deriva de toda posición –no por propio deseo, claro está– y para el cual la precarización es la norma. Las notas que siguen llevan la marca de este aciago lugar desde el que tratamos de imaginar espacios y posibilidades de interrupción. 8 La inteligencia precaria va operando sobre una serie de disyuntivas. Nací en 1979. Ese año se publicaron varios textos que se encarnarían en nuestros cuerpos, entre ellos el mayor manifiesto neoliberal que hemos conocido: Libertad de elegir5, de Milton y Rose Friedman, panfleto que contiene el famoso capítulo «¿Qué falla en nuestras escuelas?», en el cual la 5 Milton Friedman y Rose Friedman. La libertad de elegir. Traducción de Carlos Rojas Pujol. Barcelona: Grijalbo, 1980.

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educación deviene bien de consumo y los estudiantes, supuestos clientes. Cientosetenta años después de que Humbolt redactara su «Solicitud de institución de la Universidad de Berlín»6, Lyotard entregaba a la prensa su informe sobre el saber, en el cual concluía que las ideas y la reflexión que dieron lugar a la universidad de la investigación y su diseminación habían claudicado a favor de las «competencias» y habilidades requeridas por el mercado7. El saber había dejado de centrarse en el acto de liberar y había comenzado a concentrarse en la acumulación. Mientras tanto, la elite dictatorial chilena no se quedaba atrás y retomaba la discusión reformista que dos años más tarde, en 1981, proclamaría una nueva Ley General de Universidades. Esa ley indicaba que, por el bien del país y sobre todo por la calidad de la educación, era necesario una «libertad de enseñanza», libertad que por supuesto no tenía relación con cátedra alguna, sino con la facultad de crear «unidades básicas y superiores productoras de servicios educacionales»; en otras palabras, permitía privatizar la educación. Se trata de una ley esquizofrénica, producto del trabajo conjunto 6 Alexander von Humbolt, «Solicitud de institución de la Universidad de Berlín (Mayo 1809)» en Logos. Anales del Seminario de Metafísica 38 (2005). Páginas 293 a 299. 7 Jean-François Lyotard. La condición postmoderna. Traducción de Mariano Antolín Rato. Madrid: Cátedra, 2008 [1979].

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  entre un nacionalista conservador como Pinochet y los mejores discípulos de la Escuela de Chicago. Se trata de la misma esquizofrenia que el actual gobierno intenta remediar. En todo caso, privatizar la educación fue posible única y exclusivamente dentro de una estrategia mayor de privatización de la vida en todos sus ámbitos. Esa estrategia es el tan aclamado capital humano. 9 De manera que nací no solo en medio de la dictadu. ra, sino además bajo un modelo educativo que ya no me consideraría estudiante, sino parte de un stock sobre el cual invertir. A pesar de que la nueva ley no lo mencione, el descubrimiento neoliberal de que el saber es un capital susceptible de ser usado productivamente por quien lo porta es una de las formas –quizá la principal– en que la ciencia económica generada en la Universidad de Chicago contribuyó a la llamada Nueva Legislación Universitaria Chilena. Así se desprende de algunas notas y artículos que circularon en la prensa antes y después de la publicación de las «Normas sobre derecho a la educación y libertad de enseñanza contenidas en la nueva constitución política del Estado», las cuales entrarían a dinamizar el mercado 112

educacional a partir de marzo de 1981. El debate sobre la educación como bien de consumo había sido instalado en Chile cinco años antes: Rolf Lüders, uno de los alumnos más destacados de Chicago, señalaba en la revista Qué Pasa del 25 de marzo de 1976 que «la educación es el caso típico de un servicio que debiera ser financiado por los que perciben beneficios de él. De hecho, la educación universitaria se puede concebir como un proceso de inversión»8. Lüders reiteraría sus dichos el año de la reforma, ahora a través de La Tercera del 14 de abril de 1981; a su juicio, las universidades «ofrecen ciertos servicios docentes, de investigación y de difusión. Existen, por cierto, personas que demandan esos servicios, y por lo mismo, se crea el mercado correspondiente». Un mes antes, Jaime Guzmán y Hernán Larraín salían en defensa de la nueva ley y de esta norma en particular. Señalaron que se justificaba en virtud de un presupuesto ético, pues terminaba con la 8 Paralelamente, el contralmirante Luis Niemann Nuñez, por entonces Ministro de Educación, señalaba en El Mercurio del 14 de septiembre de 1976 que se estaba planeando una reforma al financiamiento universitario que «en líneas generales, [debiera crear] un sistema mixto que permita allegar fondos tanto de los mismos beneficiarios de la enseñanza universitaria como del Estado. Sobre los primeros recaerían los gastos asignables a la docencia, que se pagaría con un sistema de crédito a largo plazo, mientras que el segundo financiaría inversiones de capital, de investigación, de extensión y de comunicaciones».

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  injusticia en que se había caído con la gratuidad, ya que personas de bajos ingresos terminaban financiando a los estudiantes que podían ingresar a la universidad, los cuales precisamente no provenían de los hogares más vulnerables. Sin embargo, había otro motivo para favorecer el pago de la universidad: una nueva concepción de la educación que ve dicho pago literalmente como una inversión de capital que aumentará considerablemente el «previsible ingreso económico futuro que posibilitará cada profesión a quien la ejerza»9, proposición que indica a las claras que la educación universitaria es una inversión económica y que quien más gana es quien más invierte; en este caso ese inversor es el estudiante, ahora convertido en una Pequeña y Mediana Empresa (PYME) individual que deberá entrar a competir, al igual que las universidades, en el naciente mercado del saber donde será, a la vez, cliente y trabajador. La nueva ley buscaba así acercarse a los dichos de Milton y Rose Friedman, pues el interés por la educación para los neoliberales pasa por el hecho de que en los países desarrollados «el recurso productivo más importante es la capacidad de producción personal, lo que los economistas llaman capital humano»10. 9 Jaime Guzmán y Hernán Larraín, «Debate sobre nueva legislación universitaria» en Realidad 22, 1981. Páginas 19 a 32, cita en página 30. 10 Milton y Rose Friedman. La libertad de elegir. Página 40.

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La justicia social de esta ley sería verdaderamente inmensa si en efecto, como afirman Guzmán y Larraín, «la competencia constituye un poderoso estímulo de superación personal en el ser humano» (26). No hay mejor promesa para ello que el mercado académico, donde el saber se cruza con el ego y la vanidad de sus portadores. Vamos viendo entonces que la transición del Estado al mercado bien descrita por Willy Thayer (1995, 2006)11 tuvo lugar debido a que la universidad centrada en el género humano de Andrés Bello fue reemplazada por una que apostó por el capital humano, pues antes de privatizar era necesario mercantilizar y capitalizar el saber: Jaime Guzmán, lector de Mater et Magistra12 11 Willy Thayer. La crisis no moderna de la universidad moderna (epílogo del conflicto de las facultades). Santiago: Cuarto Propio, 1996; «La crisis no moderna de la universidad moderna» en El fragmento repetido. Escritos en estado de excepción. Santiago: Metales pesados, 2006. Páginas 95 a 133. 12 Un católico ortodoxo como Guzmán encontró coincidencias entre la libertad propuesta por el neoliberalismo y esta encíclica papal, para la cual «el derecho de propiedad privada de los bienes, aun de los de producción, tiene valor permanente, precisamente porque es derecho natural fundado sobre la prioridad ontológica y de finalidad de los seres humanos particulares respecto de la sociedad. Por otra parte, en vano se insistiría en la libre iniciativa privada en el campo económico si a dicha iniciativa no le fuese permitido disponer libremente de los medios indispensables para su afirmación. Además, la historia y la experiencia atestiguan que, en los regímenes políticos que no reconocen el derecho de propiedad privada de los bienes incluso de producción, son oprimidas y sofocadas

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  de Juan XXIII y Los fundamentos de la libertad de Hayek13, abrió la Universidad Empresa que hoy los ex alumnos y los ex profesores habitamos. 10 Genealogía neoliberal I. A propósito de la inminente reforma educacional a inicios de los años ochenta, Sebastián Piñera –uno de los principales economistas y expertos en capital humano de Chile– señalaba: La educación constituye, en forma simultánea, un bien de consumo cuyos beneficios se dan en forma directa e inmediata y un bien de inversión cuyos beneficios se dan en forma indirecta y diferida a través del aumento en el capital humano y del impacto de este incremento en la capacidad futura de generación de ingresos. Por lo tanto, la demanda por la educación depende al mismo tiempo de su utilidad como las expresiones fundamentales de la libertad; por eso es legítimo deducir que éstas encuentran garantía y estímulo en aquel derecho». Guzmán dixit: a Dios y el mercado, no al Estado. Después de todo, la salvación y la vida eterna siempre es individual, no social. 13 Renato Cristi. El pensamiento político de Jaime Guzmán. Santiago: Lom, 2000. Páginas 59 y 60.

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bien de consumo y de su utilidad como bien de inversión.14 Piñera venía trabajando en la educación desde hace un par de años antes de publicar sus «Orientaciones para una Reforma al Sector Educacional Chileno». Su tesis doctoral de 1976, financiada por el Banco Mundial, fue titulada La economía de la educación en países en desarrollo: una colección de ensayos15. A grosso modo, podríamos señalar que el primer ensayo, derivado de un trabajo previo realizado con su director de tesis Marcelo Selowsky, trata de la inversión en educación. El segundo ensayo aborda el lugar del ingreso –preocupación de todo buen neoliberal–, mientras el tercer ensayo, coescrito con Selowsky, trata de lo que llaman «el desperdicio de cerebros»; es decir, una «mala asignación de talentos o habilidades [o] una mala asignación de las inversiones educacionales»16. En otras palabras, 14 Sebastián Piñera, «Orientaciones para una Reforma al Sector Educacional Chileno» en Cuadernos de Economía 50, 1980, páginas 61 a 90. Cita en página 71. También «Orientaciones de políticas en el sector educacional» en Realidad 11, 1980. Páginas 33 a 40. 15 Sebastián Piñera. The Economics of Education in Developing Countries. Tesis de Doctorado, Departamento de Economía de la Universidad de Harvard, 1976. Agradezco a Roberto Castillo Sandoval por haber compartido este material. 16 Dos tercios de la tesis de Piñera fueron realizados con su profesor. Este capítulo fue publicado en castellano con el

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  expone que en Chile hay subinversión de capital humano. Resulta más que relevante señalar que el tutor de Piñera se formó con Arnold Harberger en la Universidad de Chicago. Recordemos que Harberger fue el maestro de los Chicago Boys y que con el propio Selowsky publicó en 1966 un texto titulado «Fuentes del crecimiento económico chileno» (1966) donde se señala: «el concepto clave envuelto es el de de “stock de capital educacional” (Ke). Cada año los nuevos componentes de la fuerza de trabajo aportan a ésta un cierto monto de capital educacional, el cual está incorporado en ellos»17. Durante la principal década del mundo universitario tiene lugar una de las mutaciones más radicales de la educación en Chile, aquella que transformará el saber en un capital. Aunque se trata de un capital diferente, pues es inseparable de quien lo porta; está incorporado. Estamos en el inicio de la transformación del capitalismo, quizá en el primer paso hacia el postfordismo y el título de «El costo económico del «desperdicio» de cerebros» en Cuadernos de Economía 46, 1978. Páginas 349 a 405. La cita está extraída de la página 350. Del primer ensayo deriva el artículo de Piñera y Selowsky «El precio social del trabajo y el retorno social de inversiones en educación en mercados laborales segmentados», en Cuadernos de Economía, 1976. Páginas 3 a 36. Este ensayo también fue publicado en inglés. 17 Arnold Harberger y Marcelo Selowsky, «Fuentes del crecimiento económico chileno» en Cuadernos de Economía 10, 1966. Páginas 1a 16, cita en página 5. El énfasis es mío.

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capitalismo cognitivo, que comienzan a su vez a dar sus primeros pasos hacia el establecimiento de la llamada era de la información. Para eso ya se ha transformado al sujeto en empresario de sí mismo, cuyo capital (el saber) debe ser posicionado para un mercado altamente competitivo. Para los chilean boys de Chicago y Harvard, entonces, el capital humano es «la contribución del mejoramiento de la calidad de la fuerza de trabajo al crecimiento económico»18. Y su teorización es la base de la Ley General de Universidades del año 1981. 11 Genealogía neoliberal II. La preocupación del neoliberalismo no solo está en el mercado, sino también en la educación o, con mayor propiedad, en aquello que algunos llamamos saber y los economistas capital humano (avanzado). Hoy esos términos están más entrelazados que nunca, 18 En su tesis doctoral, Piñera no señala ninguna novedad al respecto. Más bien se atiene a la aplicación –the chilean way– de las variables que aprendió a cruzar en Harvard. Selowsky ya había publicado en 1971 un paper relevante en la senda del capital humano: «Desnutrición infantil y formación de capital humano», cuyas conclusiones se repetirán en las propuestas de Piñera a la hora de considerar la enseñanza básica como un bien público, no así la universitaria.

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  y juntos dominan el actual modo de acumulación capitalista. Como concepto, capital humano fue definido por primera vez en 1958, aunque ya había sido puesto en circulación por Milton Friedman. Pero fue Jacob Mincer19, precisamente en los años que realizaba un postdoctorado en la Universidad de Chicago (1958), quien lo puso al centro de la reflexión sobre los ingresos que los economistas neoliberales estaban llevando a cabo. La preocupación de Mincer se abocaba a la posibilidad de medir el efecto de la experiencia laboral y el «entrenamiento formal en el aumento de los ingresos»20, ya que éste se relacionaría socialmente con el estatus ocupacional, algo que complicaba la medición21. Tenía, por tanto, que reemplazarse lo social por lo económico. Y así se hizo. La solución que planteó Mincer fue «ordenar los grupos profesionales de un modo “muy vertical”», pues así se podría «emplear sus filas como los índices de la cantidad de educación formal»22. Es decir, aplicar la dictadura de la medida con el fin de estimar valores para la formación educacional: 19 Jacob Mincer, «Investment in Human Capital and Personal Income Distribution» en Journal of Political Economy 66.4, 1958. Páginas 281 a 302. 20 Ibid. Página 291. 21 Milton y Rose Friedman. La tiranía del statu quo. Traducción de José Manuel Álvarez. Barcelona: Ariel, 1984. 22 Mincer, «Investment in Human Capital». Página 292.

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Podemos pensar en el conjunto de las ocupaciones entre las que se divide la mano de obra en tanto constituye un rango jerárquico que va desde las ocupaciones que requieren poca educación hasta las ocupaciones altamente especializadas, cuya práctica presupone una gran inversión en capital humano.23 Mincer fue entonces quien primero logró establecer desde un punto de vista económico una relación estrecha entre la distribución de los ingresos y eso que se comenzaba a llamar, casi sin cuestionamientos, capital humano. Muy luego el concepto sería retrabajado por Theodore Schultz24 y masificado por Gary Becker25, dos de los líderes de la Escuela de Chicago y dos premios Nobel de Economía. Es más, hacia fines de 1961 se llevó a cabo un gran encuentro cuyo título no puede indicar otra cosa 23 Ibid. Páginas 291 a 292. 24 Theodore Schultz, «Investment in Human Capital» en The American Economics Review 55.1, 1961. Páginas 1 a 17. También Theodore Schultz, «Capital Formation by Education» en Journal of Political Economy 68.6, 1960. Páginas 571 a 583. 25 Gary Becker, «Investment in Human Capital: A Theoretical Analysis» en Journal of Political Economy 70.5, 1962. Páginas 9 a 49. También Gary Becker, Human Capital. A Theoretical and Empirical Analysis with Special Reference to Education. New York: National Bureau of Economic Research, 1975.

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  que un verdadero experimento: «Conferencia exploratoria sobre inversión en seres humanos»26. En él participaron, entre los más famosos, Jacob Mincer, Theodore Schultz, Gary Becker y George Stigler. Los resultados fueron publicados durante 1962 en el Journal of Political Economy, la revista del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago, del cual Schultz era director. Sin lugar a dudas fue el momento en que se fundó la noción de capital humano y su teoría, como se desprende de los mutuos agradecimientos que aparecen a pie de página en los respectivos textos. 12 Genealogía neoliberal III. La primera vez que Schultz visitó Chile fue en su calidad de director del U.S. Technical Assistance in Latin America (Asistencia técnica estadounidense para América Latina), organización financiada por la Fundación Ford durante su mayor momento de compromiso con la Guerra Fría y que entraba de lleno en la política gringa del bueno vecino y su énfasis en el intercambio cultural27. Schultz ocupó el cargo 26 «Exploratory Conference on Capital Investment in Human Beings», New York, 1961. 27 Sofía Correa, «Algunos antecedentes históricos del proyecto neoliberal en Chile (1955-1958)» en Opciones 6, 1985.

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entre 1953 y 1957. Por cuatro años viajó extensivamente por América Latina, acumulando así una experiencia fundamental para sus posteriores ideas sobre el capital humano y el lugar de éste en el desarrollo del tercer mundo28. Le tocó ir a Chile en 1955 y, acompañado por Arnold Harberger (cuya esposa, Anita, desgraciadamente era chilena), vino a estudiar el acuerdo que se firmaría entre la Universidad Católica de Chile y la United States Foreign Operation Administration (FOA) para determinar si la Universidad de Chicago también participaría de la cooperación. Todos y todas conocemos (y sufrimos) el sí de Schultz, quien volvería a visitar nuestro país en 1962 con motivo de la Conferencia sobre desarrollo económico y social en América Latina, organizada por la UNESCO y la CEPAL, que por cierto contó con apoyo de la Fundación Ford. La conferencia de Schultz en este encuentro se tituló «La educación como fuente de desarrollo económico»29, y parece que tuvo tanto Páginas. 106 a 146. 28 Marc Nerlove, «Transforming Economics: Theodore Schultz, 1902-1998. In memoriam», The Economic Journal 109.459, 1999. Páginas 726 a 748. 29 Theodore Schultz ,«La educación como fuente de desarrollo económico», en Conferencia sobre desarrollo económico y social en América Latina. Santiago: UNESCO, CEPAL, OEA, OIT, FAO, 1962. También «La educación como fuente de desarrollo económico» en Revista de Educación 91-92, 1963. Páginas 33 a 53.

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  éxito que sería publicada también por el Ministerio de Educación de Chile dos años antes de que el presidente Frei Montalva anunciara su gran reforma y nos hablara –él también– de la importancia del capital humano. El texto de Schultz revisa y presenta un texto previo titulado ni más ni menos que «Investment in Human Capital», de 1961. Tal vez se trate de su texto más conocido, pues ha tenido más de treinta publicaciones en más de una docena de lenguas. Durante su presentación en Chile, Schultz propuso «tratar a la escuela (la educación organizada) como una industria productora de instrucción que a su vez represente una inversión en capital humano»30. El eco de este economista resonará fuertemente en la reforma de 1965, pues para el Presidente de aquellos años la educación «es un capital humano, el más valioso que pueda poseer una nación». O sea que la reforma de 1981 tiene un largo antecedente: Frei ya instalaba los pilares de una educación neoliberal que quedaría intocada incluso durante el gobierno de Salvador Allende31. Para Schultz las escuelas o las universidades son «medios de producción de producción», y lo que producen es un bien de consumo por el cual hay 30 Theodore Schultz. «La educación como fuente de desarrollo económico». Página 36. 31 Carlos Ruiz. De la República al mercado. Santiago: Lom, 2010. Página 99.

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que pagar. De lo contrario «la gente la consumiría hasta saciarse e invertiría en ella misma hasta que el rendimiento en educación fuera nulo»32. A pesar de estas aseveraciones, Schultz no es tan radical como Friedman. A su juicio hay lugares a los cuales no debe aplicarse la economía privada. En 1982, tres años después de haber recibido el Premio Nobel de Economía y la entrega del título de Doctor Scientiae et Honoris Causa por la Universidad Católica de Chile33, señalaba que la investigación científica es un bien colectivo y que sus resultados no se pueden patentar, ya que son de «dominio público y quedan a disposición de cualquiera. Esto es particularmente evidente en el campo de la genética, de la biología»34. ¿Un neoliberal a favor del creative commons? No. Solo un neoliberal anticuado. 13 Luego de leer los textos fundacionales del triunvirato del capital humano (Mincer, Schultz y Becker), 32 Theodore Schultz, «La educación como fuente de desarrollo económico», página 43. 33 Juan Ignacio Varas, «Discurso de entrega Doctor Scientiae et Honoris Causa Profesor Theodore W. Schultz» en Cuadernos de Economía 49, 1979. Páginas 267 a 268. 34 Theodore Schultz, «Pobreza y Economía de Mercado» en Estudios Públicos 3, 1981. Páginas 27 a 38, cita en 35.

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  instantáneamente aparece un nombre: Karl Marx. «El capital», señala, «tiende a conquistar toda la tierra como su mercado», así que su tendencia universal debe ser entendida literalmente35. Hoy el capital es como una sombra que no descansará hasta haber abrazado todo lo existente, todo lo material y lo inmaterial, todo lo vivo y también todo lo muerto. Esto lo hace «desafiando las categorías marxistas tradicionales al hacer colapsar la distinción entre capital fijo y capital variable»36, al hacerlas análogas de la misma manera que borra también las tradicionales divisiones de la fuerza laboral: el capital es adicto a sí mismo, y lo único que produce es más capital. Como señala Cesare Casarino, «Marx descubrió la repetición sin diferencia: el capital es la repetición infinita de lo mismo»37. Durante su presentación en Chile, Schultz dio a conocer los puntos centrales del experimento neoliberal de Mincer. Primero señaló que el desarrollo económico, es decir el desarrollo 35 Karl Marx. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858, volumen 2. Traducción de Pedro Scaron. Buenos Aires: Siglo XXI, 1972. Páginas 30 a 31. 36 Morgan Adamson, «The Human Capital Strategy» en ephemera 9.4, 2009. Páginas 271 a 284, cita en 275. 37 Cesare Casarino, «Surplus Common: A preface», en In praise of the common: a conversation on philosophy and politics, Cesare Casarino y Toni Negri. Minneapolis: University of Minnesota Press, 2008. Páginas 1 a 40, cita en 31.

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del capital, «tiene que adquirir fuentes de ingreso adicional»38, expandirse por vocación. A su juicio el problema es que la ciencia económica creyó por mucho tiempo que esas fuentes eran solo tres: la tierra, el trabajo y el capital mismo (el circulante). Pero la relación entre ellas parecía muy floja, nos dice Schultz. Y en sus viajes por Latinoamérica –como Donald visitando a Panchito Pistolero, el Gauchito y Pepe Carioca– se dio cuenta de que había algo así como una cuarta fuente: el saber. Su descubrimiento no se dio por el éxito de esta fuente al sur del río Bravo, sino precisamente porque la solución a su rezago «podría constituir una de las principales fuentes de desarrollo en América Latina»39. Traduciendo: si el conocimiento tuviera el lugar preponderante que tiene en algunos centros progresistas, Panchito no carretearía todo el día, Pepe no se la pasaría de carnaval todo el año (e imitando al norte de vez en cuando) y el otro sería un gaucho exitoso. Su solución fue «la inversión en capital humano»40. El segundo punto central del experimento de Mincer dado a conocer por Schultz era «el hecho de que los economistas descuidaran por tanto tiempo 38 Schultz. «La educación como fuente de desarrollo económico». Página 35. 39 Ibid. Página 36. 40 Ibid. Página 36.

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  la inversión humana según el concepto clásico de trabajo»41. (Para Friedman se trataba de un error del mercado42 que derivó en una inversión muy baja en educación durante demasiado tiempo.) El tercer punto era que «la inversión tiene como objeto aumentar el ingreso futuro»43. Tenemos aquí los elementos principales del experimento neoliberal: una nueva fuente de capital (la educación), una nueva concepción del trabajo y la cuestión del ingreso como preocupación fundamental. El experimento es el resultado de una inversión, del rendimiento de un capital, y así es como el círculo se cierra... en una misma persona. En conjunto, con el análisis estadístico y la fórmula matemática apropiados, esta nueva mirada ha permitido «que los trabajadores se transformen en capitalistas»44. Así de sencillo, así de radical45. 41 Ibid. Página 42. 42 Milton Friedman. Capitalism and Freedom. Chicago: The University of Chicago, 1982 [1962]. Página 104. 43 Theodore Schultz. «La educación como fuente de desarrollo económico». Página 42. 44 Theodore Schultz. «Investment in Human Capital». Página 3. 45 Mincer señalaba en 1981, décadas después, sobre la relevancia de la teoría del capital humano: «El desarrollo de la teoría del capital humano fue una respuesta a dos idénticos desafíos. Esta respuesta no requirió de una revolución en la teoría económica o un recurso a las explicaciones extraeconómicas. Simplemente implicó la abolición de dos simplificaciones. Primero, la restricción del concepto de capital a capital físico. Segundo, la

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14 Fue Michel Foucault uno de los primeros en reparar en este devenir capitalista de los trabajadores. En sus clases de 197946 –el mismo año que Milton y Rose Friedman publicaban su panfleto– podemos encontrar uno de los mejores análisis de la economía política propiciada por el anarquismo neoliberal y su gubernamentalidad. Como el mismo Schultz nos señaló cuando estuvo en Chile, los neoliberales llevaron sus análisis hacia «un dominio que, hasta entonces, podía considerarse y de hecho se consideraba como no económico»47, contribuyendo así a la expansión de la sombra capitalista. Gracias a la teoría del rational choise, pensaron el trabajo no como un proceso, sino como una actividad, una que cuando entra en acción obtiene utilidades. De esta manera introdujeron de nuevo el trabajo en el análisis económico y lo desdoblaron en una renta suposición de que el trabajo homogéneo se encuentra en la base del concepto de distribución funcional del ingreso, como también de la medida del trabajo en horas laborales», en «Human Capital and Economic Growth», Cambridge: National Bureau of Economic Research, Working Paper 803. 1981. Páginas 1 y 2. 46 Reunidas y publicadas en Michel Foucault. El nacimiento de la biopolítica. Traducción de Horacio Pons. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007. 47 Ibid. Página 255.

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  y un capital: un sueldo es de este modo la renta de un capital y un capital es lo que permitirá recibir ingresos a futuro48; un capital que se pondrá en juego a la hora de entrar al mercado, un capital que no solo incorpora el saber, sino también la idoneidad que se tiene para invertir el propio capital, las competencias o habilidades o talentos de las chilenas y los chilenos, como diría Sebastián Piñera. El capital humano bien puede ser la zurda del Chino Ríos, la destreza de Nadia Comăneci, el trasero de Jennifer Lopez, la voz de Sara Vivas –que interpreta el personaje televisivo de Bart Simpson en castellano– o las piernas de Fred Astaire. Si el capital humano en su relación con el saber ha cobrado tanta importancia durante las últimas décadas es porque el saber está hoy al centro de la acumulación capitalista. Recordemos lo que Milton y Rose Friedman señalaban en 1979: «alrededor de las tres cuartas partes de la renta total generada en Estados Unidos a través de las transacciones del mercado toman la forma de rentas salariales. [Son transacciones en las cuales] el recurso más productivo es la capacidad de producción personal, lo que los economistas denominan «capital humano»»49. Como señalamos antes, este capital es inseparable de quien lo porta. El trabajador ya no 48 Ibid. Página 262. 49 Milton y Rose Friedman. La libertad de elegir. Página 40.

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es el símil de una máquina; ahora el humano es una máquina. «La naturaleza no construye máquinas, ni locomotoras», señaló Marx a propósito del saber colectivo y su lugar en la producción, «pues éstas son productos de la industria humana»50. Sin embargo, mientras Marx se preocupa por la forma en que el saber se cristaliza en las capacidades productivas de la máquina, los neoliberales se preocupan por la forma en que el capital se encarna en el ser humano hasta volverlo indistinguible. Esta es «la tendencia hacia la real subsunción de la vida en el capital»51, que transforma al hombre en máquina y analoga su valor al del capital fijo. Milton y Rose Friedman lo explican: «la enseñanza profesional y vocacional [es] una forma de inversión en capital humano, análoga a la inversión en maquinaria, construcción y otras formas de capital no humano. Su función es elevar la productividad económica de las personas»52. Como la máquina, de ahora en adelante el trabajador tendrá un tiempo de vida útil, y sus ingresos serán flujos sometidos a los vaivenes del mercado: Flujos de ingreso y no ingreso, justamente porque, en cierto sentido, la máquina constituida 50 Karl Marx. Elementos fundamentales. Página 231. 51 Morgan Adamson. «The Human capital strategy». Página 274. 52 Milton y Rose Friedman. La libertad de elegir. Página 100.

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  por la idoneidad del trabajador no se vende de manera puntual en el mercado del trabajo a cambio de un salario determinado. De hecho, esa máquina tiene su vida útil, su periodo de utilidad, su obsolescencia, su envejecimiento53. Jennifer Lopez lo sabe muy bien, por eso aseguró su trasero en seis millones de dólares, aunque eso no es nada frente a los más de cien millones de dólares en que David Beckham tasó su rostro ante la compañía de seguros. Por supuesto que bajo el imperio de los talentos y habilidades las empresas de genómica personalizada aumentarán nuestros capitales individuales, al permitirnos ser los verdaderos actores de nuestra propia salud. Al detectar nuestros riesgos patológicos no sólo seremos los clientes potenciales de las farmacias, sino también los únicos responsables de nuestros cuerpos. Empresas como deCODEme54 radicalizan «la individualización de las prácticas de salud»55. 53 Michel Foucault. El nacimiento de la biopolítica. Página 263. 54 Corporación islandesa que ofrece servicios de decodificación de ADN a cualquier persona que quiera pagar para conocer sus riesgos de salud heredados. 55 Catherine Bourgain, «ADN al gusto de todos», en Entre ciencia y comercio. Genética ADN. Santiago: Aún creemos en los sueños, 2009. Páginas 7 a 13. También Kaushik Sunder Rajan. Biocapital: The Constitution of Postgenomic Life. Durham: Duke University Press, 2006. Páginas 138 a 181.

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Gracias a la teoría del capital humano cada uno es responsable de su mente y de su cuerpo. Y no depende de nadie más que de uno mismo cuánto estemos dispuestos a invertir en ellos. En un extenso ensayo sobre el neoliberalismo en Chile, Sofía Correa postula que la formación de un nuevo empresariado a través de la modernización de los estudios de economía –que los volvieron científicos– fue el objetivo de la primera visita de los profesores de Chicago a Chile56. Estaba en lo cierto, por supuesto, sólo que recién estamos advirtiendo los alcances de esa transformación empresarial; Schultz y la Escuela de Chicago no vinieron solamente a formar a Sergio de Castro, a Sebastián Piñera o a Joaquín Lavín, sino también a ustedes y a mí. 15 Es sorprendente que la teoría y la práctica del capital humano hayan pasado casi desapercibidas para la crítica –de izquierda en particular–, pues se ha convertido en un concepto hegemónico57 incontestable, y desde su emergencia a fines de la década de 1950 recién hoy estamos asistiendo a los 56 Sofía Correa, «Algunos antecedentes históricos del proyecto neoliberal». Páginas 106 a 146. 57 Morgan Adamson, «The Human Capital Strategy». Página 275.

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  primeros avances de su develación58. Una excepción la encontramos en el trabajo de Carlos Ruiz59. Sin embargo, a pesar de que el texto de Ruiz ha resultado relevante en el actual escenario y para este mismo ensayo, creo que no logra dar cuenta del real impacto que tiene la estrategia del capital humano para el actual modo de acumulación capitalista. Ruiz continúa pensando, en su lectura de Karl Polanyi, que el problema radica en la transformación del trabajo humano en mercancía, particularmente una mercancía ficticia, en términos del autor austriaco, quien ve en ello una mentira y, todavía más, un problema moral: «La dignidad del hombre es la de un ser moral [...] La razón y la humanidad imponen un límite al trabajo a destajo; la emulación y la ganancia deben ceder ante ellas»60. Por lo visto, 58 Además de la de Adamson, destaca la crítica a la estrategia del capital humano en los siguientes libros: Santiago CastroGómez, Historia de la gubernamentalidad. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault (Bogotá: Siglo del Hombre Editores/ Pontificia Universidad Javeriana-Instituto Pensar/ Universidad Santo Tomás de Aquino, 2010); Thomas Lemke, Biopolitics. An advanced introduction (New York: New York University Press, 2011; Jason Read, «A Genealogy of HomoEconomicus: Neoliberalism and the Production of Subjectivity» en Foucault Studies 6, 2009; Damián Pierbattisti «La teoría del Capital Humano en el tránsito del liberalismo al neoliberalismo: por una articulación Marx-Foucault» en Realidad Económica, 2007. 59 Su ensayo de 1994 «Educación, desarrollo y modernización» está compilado en su De la República al mercado de 2010. . 60 Karl Polanyi. La gran transformación. Los orígenes polí-

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Polanyi no creía en la capacidad del mercado para apoderarse del campo social, pues eso nos llevaría al borde de un precipicio. Qué duda cabe: hoy habitamos ese borde, hemos sido arrastrados ahí. En 1938, dos años antes de que Polanyi redactara La gran transformación, su más importante libro, se reunía en París un conjunto de economistas que terminarían conformando el Centro Internacional de Estudios para la Renovación del Liberalismo. Entre los que participaron de dicha reunión se encontraban los ordoliberales alemanes Wilhelm Röpke y Alexander Rüstow, los liberales vieneses Ludwig Heinrich Edler von Mises y Friedrich August von Hayek y el hermano menor de Karl, Michael Polanyi. Solo faltaría Milton Friedman, quien por esos años comenzaba a estudiar la importancia de los ingresos de profesionales en el National Bureau of Economic Research. Digamos, con Foucault, que los ticos y económicos de nuestro tiempo. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2011. Página 166. El argumento de Polanyi recuerda otro del mismo Schultz, cuando en la Revista de Educación insistía en que los seres humanos no debían ser condiserados bienes de capital: «El hecho de pensar [así] de los seres humanos es ofensivo para algunos de nosotros. Nuestros valores y convicciones no nos permiten considerar a los seres humanos como bienes de capital, salvo en un régimen de esclavitud, el cual abominamos» (37). Si consideramos literalmente sus palabras, el precipicio que habitamos tiene un nombre: esclavitud. Aunque podríamos precisar que se trata de una forma contemporánea e indirecta de esclavitud, de la cual pocos abominan.

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  participantes de la reunión parisina de 1938 –sobre todo los alemanes– trabajaron por un «retorno a la empresa» que tuvo como consecuencia «una política económica o una política de economización de la totalidad del campo social, de viraje hacia la economía de todo el campo social»61, aunque le dejaron un lugar al Estado, que para ellos debía hacerse cargo de lo que podríamos llamar los efectos colaterales del mercado: salud, desempleo, vivienda. Por eso al Centro Internacional de Estudios para la Renovación del Liberalismo se le considera el forjador de la economía social de mercado. Von Mises y Von Hayek, por su parte, vía Chicago llevarían la racionalidad del mercado a ámbitos no considerados por la economía, aunque restando la asistencia social pregonada por sus colegas. De manera que pasamos de un mercado con cierta planificación estatal a un mercado donde la planificación es individual. Es la aparición de aquello que algunos llaman autogestión. Si bien podemos reconocer la lucidez con que Polanyi vislumbró la expansión del mercado luego de la Segunda Guerra, La gran transformación sostiene, en el punto que aquí nos interesa, no solo un argumento moral con el que finalmente no podemos concordar –porque lo moral no es el lugar adecuado para la crítica–, sino también 61 Foucault. El nacimiento de la biopolítica. Página 278.

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cierto límite de comprensión del trabajo impuesto por su propia época, puesto que la mutación epistemológica neoliberal aún no había entrado en escena. Eso de alguna manera lo libra. Pero las personas de mi generación y de las posteriores debemos reconocer la gran transformación que está realizando en nuestros cuerpos, cerebros y genes la estrategia del capital humano, desde que éste logró interceptar y anular la diferencia entre trabajo y capital. Para Polanyi, como para Marx, el trabajo es la explotación de hombres y mujeres en una fábrica, mientras para los anarcoliberales –que ya ni siquiera hablan de trabajo– se trata de cualquier actividad desterritorializada (fábrica, hogar, vacaciones, etcétera) que se realiza en pos de una satisfacción personal62. En suma, quieren hacer indistinguible el trabajo del capital63 y lo están logrando. Hoy no son pocos los que consideran el trabajo no como una fuerza que se vende, sino como un capital inicial del complejo mundo de las transacciones64. Todas, pero absolutamente todas nuestras decisiones ahora «se convierten en estrategias económicas orientadas a la optimización de sí mismo como máquina [capitalista] productora 62 Ibid. Página 265. 63 Jason Read, «A Genealogy of Homo-Economicus: Neoliberalism and the Production of Subjectivity». Página 31. 64 Santiago Castro-Gómez. Historia de la gubernamentalidad. Páginas 204 y 205.

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  de [mayor] capital»65. Este es el quid que una mirada tradicional del trabajo no ve. Y mientras no lo veamos, Schultz, Becker, Friedman y su pandilla chilena seguirán haciendo de las suyas con nuestras propias vidas. 16 Mientras tanto la OCDE, el Banco Mundial, la OMC, el FMI, el BID66, CONICYT y el Gobierno de Chile vienen presentando el capital humano hace décadas como si se tratase del descubrimiento de la pólvora. Tal vez lo sea. Por primera vez se está explotando radicalmente nuestros cuerpos, mentes y genes a la vez, con inusitada e imperceptible violencia. El capital humano requiere de la máxima libertad para operar, y de esa libertad gozamos desde que dejamos de lado la sociedad fordista. Capital humano: cómo moldea tu vida lo que sabes67 65 Ibid. Página 208. 66 Para el BID, «los Contratos de Capital Humano son un instrumento complementario muy innovador –no únicamente para ALC si no que también a nivel global», Nuevo esquema de financiación 8. Este banco está impulsando una política de financiarización de la educación superior para América Latina a través de un convenio con Lumni Inc. llamado sugerentemente Convenio Andrés Bello. 67 OCDE. Human Capital: How what you know shapes your life. París: 2007.

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es el título de uno de los libros más publicitados de la OCDE. Si «son los trabajadores “con conocimientos” quienes resultan clave para el éxito económico en los países desarrollados» (es decir crecimiento, no redistribución), la ideología correspondiente hará todo lo posible para que los países metropolitanos produzcan mayores contingentes de neoproletarios microcapitalistas, lo mismo los países en vías de desarrollo. De esta manera sólo debe quedar una cantidad estrictamente necesaria de población para las obras de manufactura. Respecto a la miseria subdesarrollada, que no alcanza siquiera a integrarse al fordismo, quedará condenada a la «producción de hombres desechables», inutilizables para la era del capitalismo informacional68. En los países que han abrazado el capital humano como estrategia de desarrollo, en estos países que privatizan su educación, el problema ya no es la exclusión, sino las formas de inclusión. «Un mercado se conquista cuando se adquiere su control», señala Deleuze; es decir, cuando se hace con el poder de su gestión. Para esto, la deuda de las estudiantes y los estudiantes se ha convertido en el gran dispositivo. No se trata únicamente de una forma de financiación, sino también de una 68 Étienne Balibar. Violencias, identidades y civilidad. Para una política global. Traducido por Luciano Padilla. Barcelona: Gedisa, 2005. Página 116.

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  forma de pedagogía. En primer lugar enseña que la educación es un bien de consumo, que por lo tanto el mercado es el orden del mundo y el Estado tan solo su catalizador. La democracia, por su parte, es la libertad de elegir el producto que buscamos, de donde se desprende el estrecho vínculo entre democracia representativa y mercado. La deuda es, de este modo, la naturalización del mercado69. Y ya el neoliberalismo está desarrollando un nuevo experimento: Contratos de Capital Humano (CCHs). A Miguel Palacios Lleras, un neoliberal emprendedor, se le ocurrió hacer realidad un sueño del mismo Friedman allá por la década de 1940: comprar una parte del stock de capital humano de un individuo70. El obstáculo para hacer realidad el sueño neoliberal radicaba, como se desprende del tercer capítulo de Ingresos a partir de la práctica profesional independiente71, en que la idea de capital 69 Jeffrey Williams, «La pedagogía de la deuda». La universidad en conflicto. Edu-factory / Universidad Nómade. Madrid: Traficantes de sueños, 2010. Páginas 71 a 81. 70 Miguel Palacio Lleras. Investing in Human Capital: A Ca-pital Markets Approach to Student Funding. Cambridge: Cambridge University Press, 2004. 71 Se trata de «Incomes in the Professions and in Other Pursuits», cuya base inicial ya había sido publicada en 1939 con el título «Income from Independent Professional Practice, 1929-36», en National Bureau of Economic Research Bulletin 72-73, 1939. También Friedman y Simon Kuznetsm. Income from Independent Professional Practice. New York: National

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humano aún no había sido formulada, lo que dificultaba la comprensión de las ganancias que se podían obtener al invertir en la formación de extraños, quienes a su vez tampoco «venderían una proporción fija de su futuro ingreso»72 de manera tan simple; efectivamente el cálculo entre ganancias y pérdidas resultaba difícil de medir, y esa dificultad es la que el neoliberalismo se aprestaba a superar. Friedman realiza esta discusión en una nota a pie de página (lo que da cuenta de la marginalidad de la incipiente idea y su rápido desplazamiento hacia el centro), luego de citar el trabajo precursor de J. R. Walsh titulado «El concepto de capital aplicado al hombre»73. El entusiasmo por solucionar el problema de la medición es notorio: «el argumento puede ser puesto de una manera diferente, usando una analogía que al principio puede ruborizar, pues parece fantástica« (90)74. Tal fantasía no evitó que el Bureau of Economic Research, 1945 [1955]. 72 Friedman y Kuznetsm. Income from Independent Professional Practice. Página 90. 73 J. R. Walsh, «Capital Concept Applied to Man» en The Quarterly Journal of Economics 49.2, 1935. Páginas 255 a 285. 74 Friedman retomará su discusión en Capitalism and Freedom: «El dispositivo adoptado para encontrar el problema correspondiente a las inversiones riesgosas es la inversión equitativa [equity investment], más la responsabilidad limitada de parte de los accionistas. La contraparte para la educación [el inversionista] debería «comprar» una parte de las perspectivas de ganancia de un individuo; para facilitarle

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  sueño de Friedman se hiciera realidad: desde hace décadas el capital es, también, humano. 17 El hombre ya no está encerrado, sino endeudado Gilles Deleuze

Una manera diferente de ver la relación entre estudiante e inversor consiste en analogar máquina y ser humano, aplicarle el concepto de capital con tal de que hoy un estudiante pueda vender una parte de sus futuros ingresos al financista. Lumni Inc. se encarga de reunir el comprador (inversor) con el vendedor (estudiante)75. Lumni surgió cuando Miguel Palacios Lleras conoce a Felipe Vergara, mientras ambos se encontraban estudiando en los Estados Unidos. Ambos leen rigurosamente a Friedman. Terminados los estudios, deciden buscar trabajo; como la economía chilena funciona de maravilla, ambos se instalan en Santiago y «comienzan los estudios legales y tributarios del negocio, fundando finalmente Lumni Chile S.A. en 2002». Su visión es «convertirse en el líder de los fondos necesarios para financiar su formación en condición que el estudiante esté de acuerdo con pagar al prestamista una fracción especificada de sus futuros ingresos». Página 103. 75 Toda la información citada se encuentra en www.lumni.cl

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la naciente industria del financiamiento de Capital Humano». Su modus operandi consiste en crear un fondo de financiamiento –en la jerga económica, levantar capital– dirigido al pago de una parte o la totalidad de determinadas carreras universitarias –en la jerga, una cartera de estudiantes– a cambio de que los beneficiarios se comprometan «a pagar un porcentaje fijo de su ingreso futuro durante un número determinado de meses de trabajo», que en realidad son años, muchos años. ¿Cómo llamar a esto? David Harvey afirmaría que se trata de una «acumulación por desposesión», acumulación que opera fundamental aunque no únicamente con la mercantilización y privatización de los bienes comunes (tierra, agua, semillas, plantas, formas y saberes culturales, creatividad intelectual, etcétera) que se realiza a través del sistema de crédito y el sistema financiero76. Morgan Adamson, que hizo 76 «La promoción de niveles de endeudamiento que aun en los países capitalistas avanzados reduce a la servidumbre por deudas a poblaciones enteras, por no mencionar el fraude corporativo, la desposesión de activos (el ataque de los fondos de pensión y su liquidación por los colapsos accionarios y corporativos) mediante la manipulación de crédito y acciones, todos estos son rasgos centrales de lo que es el capitalismo contemporáneo. Pero, sobre todo, debemos prestar atención a los ataques llevados a cabo por los fondos especulativos de cobertura y otras grandes instituciones del capital financiero como la punta de lanza de la acumulación por desposesión en los últimos años». David Harvey, «El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión», en Socialist Register, 2004. Páginas 99 a 129, cita en 104.

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  una crítica pionera al respecto, señala que este contrato es una deuda encubierta aunque amparada legalmente. Según esta crítica, su diferencia con otros tipos de deudas o préstamos es que implica «la propiedad [...] de una parte real del «capital humano», del conocimiento y de las habilidades adquiridas mediante la educación», y que si bien aún estamos en los inicios de este tipo de «prácticas prestamistas predatorias, el Contrato de Capital Humano (CCH) es la expresión más brutal de usurpación por parte de las instituciones financieras sobre la vida del estudiante»77. La financiarización –la financiarización de la educación en particular– es la forma en que se adquiere el control del mercado y de sus integrantes, pues implica una sujeción radical de la vida a eso que todavía llamamos trabajo, independientemente de las formas que éste adquiera: aunque la deuda es inquebrable, los financistas señalan que provoca «equidad de la inversión», pues tanto el vendedor como el comprador estarían asumiendo los riesgos del contrato78 al momento de firmar. Insisto: en países 77 Morgan Adamson, «The Financialization of Student Life: Five Propositions on Student Debt» en Polygraph 21, 2009. Páginas 107 a 120, cita en 112. 78 «El producto que ofrece Lumni no es una deuda con pagos y plazos fijos, sino una financiación contingente al ingreso que participa de los beneficios del «emprendimiento», que en este caso es el salario percibido. De este modo Lumni y el

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como el nuestro, donde la educación universitaria ha sido señalada como la clave para alcanzar el desarrollo –es decir, la acumulación capitalista y no la redistribución–, el problema no es lograr «que todo estudiante con méritos pueda ingresar a la educación superior, sin que la condición socioeconómica constituya una barrera»79, como ha enfatizado el actual gobierno, sino las formas que adquiere la inclusión universitaria: la deuda y su pedagogía del mundo, una deuda que además generará un nuevo proletariado, acorde a las condiciones de acumulación postfordista; un proletariado del saber que además verá dificultadas sus opciones de seguir estudios de postgrado, pues a éstos solo podrán acceder aquellos que no hayan tenido que someterse a algún CCHs. La deuda no es simplemente una obligación financiera, sino la estructura del futuro de los estudiantes de hoy80. estudiante tienen alineados sus respectivos intereses al compartir tanto el riesgo como los beneficios.» 79 Ministerio de Educación de Chile. Políticas y propuestas de acción para el desarrollo de la educación chilena. Santiago, agosto de 2011. Página 3. 80 Para una mayor comprensión de los estudiantes endeudados, ver Morgan Adamson, «The Financialization of Student Life», texto fundamental para este ensayo. En una entrevista aparecida en el diario argentino Página 12 del 5 de agosto de 2011, Marcel Claude señalaba que «toda la educación chilena está ordenada en torno de la lógica del lucro, ése es su eje central. El Banco Mundial señaló que cuando un estudiante se

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  18 He escuchado a académicos y también a estudiantes de postgrado llamarse, orgullosamente a sí mismos, capital humano avanzado de Humanidades y Ciencias. Personalmente siempre he desconfiado de la palabra capital, incluso del capital cultural, que esconde la lógica neoliberal que aquí hemos venido develando. No hay capital que no esté al servicio de la acumulación81. ¿Por qué su uso seduce, entonces? gradúa y sale al mercado laboral carga con un endeudamiento equivalente al 174% de su sueldo anual. Eso es una locura. Aunque un estudiante trabaje un año completo, todo el ingreso que gana tendrá que dejarlo en el banco. Se estima que cada estudiante se gradúa con una deuda promedio de 40.000 dólares». 81 En 1979, Pierre Bourdieu definía el capital cultural de una manera asombrosamente similar al capital humano que hemos venido revisando: «la mayor parte de las propiedades del capital cultural se puede deducir del hecho de que, en su estado fundamental, se encuentra ligado al cuerpo y supone la incorporación. La acumulación de capital cultural exige una incorporación que, en tanto supone un trabajo de inculcación y de asimilación, cuesta tiempo, tiempo que debe ser invertido personalmente por el inversionista [...] El trabajo personal, el trabajo de adquisición, es un trabajo del «sujeto» sobre sí mismo (se habla de «cultivarse»). El capital cultural es un tener devenido ser, una propiedad hecha cuerpo que se vuelve parte integrante de la «persona», un habitus». «Les trois états du capital culturel» en Actes de la recherche en sciences sociales 30, 1979. Páginas 3 a 6, cita en 3 y 4. Se

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¿Por qué su crítica ha demorado tanto? Una posible respuesta está en el deseo de libertad y autonomía, que nos permitiría ser dueños de nuestras vidas, ya no tener que marcar tarjeta, trabajar desde nuestra casa y sin jefe, sin horarios, en flexibilidad total y autogobierno. Todo esto y más permitiría este dispositivo que nos transformó en capitalistas, pues además nos habría librado de las instituciones de encierro que tan bien describiera Foucault. La lucha en la década de 1960 fue a favor de la flexibilización y la precarización consciente, aunque implicara menores sueldos. Era una lucha contra el sistema, contra la disciplina, contra Ford y contra Taylor. La sociedad disciplinaria aún existe, dirán algunos, pero está en vías de extinción en aquellos países que asuman al capital humano como destino. La permanencia de la disciplina no le haría bien a nuestro trabajo ni a las actuales condiciones de producción, pues el postfordismo vive –como veremos– de nuestras libertades y autonomías, que paradójicamente resultan fundamentales para quienes nos encontramos supone que Bourdieu trabajó la noción de capital cultural para distanciarse de determinismos económicos, pero la verdad es que, tal como aquí ha sido definido por el sociólogo francés, el capital cultural y capital humano son intercambiables, si no indistinguibles. No por nada se habla en su pequeño artículo de un marché scolaire (mercado escolar), que refiere a la «tasa de convertibilidad entre capital escolar y capital económico» (6).

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  operando al interior de las Humanidades y que componemos la clase creativa. La precarización pasó de ser una condición crítica y marginal a una norma; el empresario de sí mismo le resultó al capitalismo más productivo que el confinamiento. Habrá quien desconfíe de esta tesis. A esa desconfianza opongo un ejemplo, hoy bastante común: en Estados Unidos más del 40% de la planta docente se compone de quienes los gringos llaman Contingent Teacher, es decir nuestros profesores part time. En verdad no sé cuál es la proporción de profesores taxi en Chile –creo que alrededor del 60%–, pero sé que por lo menos en el principal mercado donde quienes actualmente realizamos doctorados en Humanidades colocaremos nuestro capital, las universidades privadas complejas –aquellas que tienen docencia, investigación y extensión–, entre el 70% y 80% de los profesores son part time, sin considerar que una gran parte de las jornadas completas se ocupa de funciones administrativas. En las universidades de retail, como las ha llamado Víctor Pérez, rector de la Universidad de Chile, debe ser menor el porcentaje, bastante menor. Al mismo tiempo, la matrícula en las universidades privadas aumenta año a año y supera a las de las universidades del Consejo de Rectores: el 55% de los estudiantes se matriculan en las privadas cada año82. Como yo me desempeño en el ámbito 82 Consejo Nacional de la Educación. Proceso Matrícula 2011.

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de las Humanidades, restringiré un poco las cifras: en 2011, las Humanidades representan el 1% de la matrícula de pregrado. Se trata de una variación de -2% en comparación con el año anterior. El postgrado en Humanidades, por su parte, representó para 2010 el 5,5% del total de la matrícula. ¿Qué dicen estos números? Que el mercado para la colocación del capital humano humanista es muy competitivo, así que debemos agradecerle a Jaime Guzmán y Hernán Larraín el gran estímulo que nos han dado para la superación personal. Si miramos la matrícula de pregrado en 2011 del área de Administración y Comercio –la fuerza de trabajo comercial–, corresponde al 19% del total, con una variación de 10%, mientras el postgrado tiene una matrícula de alrededor de 20%. Lo siento por ellos: a diferencia de quienes nos movemos al interior de las Humanidades –la fuerza de trabajo humanista–, la superación comercial de ellos será menor, aunque en proporción inversa a la de sus sueldos y al revés de la nuestra. Es poco probable que el aumento de nuestra superación personal se refleje en las rentabilidades de nuestro capital. Posiblemente no todos los estudiantes de doctorado de Administración y Comercio se dediquen a la enseñanza, pero su densidad es de todas maneras proporcional. Santiago, 2011. También: Consejo Nacional de la Educación. Evolución matrícula total postgrado última década. Santiago, 2011.

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  19 La mayoría de mis amigos que estudia postgrado o ya postgraduados da clases por lo menos en tres universidades. Algunos han llegado a cinco. Hay quien da clases en una sola universidad: ocho, incluso diez cursos. Y cuando llega el proceso de acreditación de la universidad en que trabajamos, el currículum vitae personal contará para cada una de las universidades donde enseñamos, sin que ninguna haya invertido en nuestro capital más que con los honorarios relativos a las horas de clase. Cuando llegue el próximo semestre se nos pedirá un nuevo programa, cuyo trabajo de preparación jamás será remunerado. Lo peor es cuando se nos otorga un curso extra a condición de que publiques a propósito del curso, ojalá artículos ISI o, con menos suerte, artículos SciELO. No todas las universidades operan así –por lo menos no las universidades privadas complejas–, pero la gran mayoría exigirá que continuemos (auto) formándonos para sus clases, incluso las universidades públicas, cuyo porcentaje de profes taxis va en acelerado aumento.Esta (auto) formación será cuando queramos y a la hora que podamos, pero se nos exigirá hacerlo si queremos seguir trabajando, así sea sólo por horas. Además, no es que nos dedicamos a lo que más queríamos hacer. Las consecuencias de esta flexibilización de 150

la fuerza de trabajo académica conllevan que una gran mayoría de estudiantes están siendo formados por trabajadores del saber superexplotados, que en total llegan a enseñar hasta diez cursos por semestre con tal de armarse un ingreso mensual, y no siempre por doce meses continuos. Ya no tenemos ingresos, sino flujos de ingresos, sin posibilidades de investigar ni de diferenciar el tiempo de ocio y el tiempo de trabajo –esta división correspondía al fordismo–, enseñando con un cuerpo y una mente poco activos, repitiendo un mismo programa en varias universidades para así encontrar algún tiempo que permita leer y seguir lubricando la máquina; sin oficina, sin salud, sin seguridad. La Universidadempresa es por tanto la degradación de la enseñanza y del aprendizaje83, el fin del estudiante y el fin de esa figura del profesor que nuestras lecturas imaginaron y que no llegamos a conocer. La deuda convierte al estudiante en trabajador desde el momento en que firma su Contrato de Capital Humano avanzado –u otro similar–, y lo mismo ocurre con el académico, convertido ahora en un capitalista de sí mismo que se mueve en el mercado ultraflexibilizado a la caza de sus rentas: un lumpen-profesorado al que se le precarizó la vida y la inteligencia84. 83 Marc Bousquet. How the University Works. Higher Education and the Low-Wage Nation. New York / London: New York University Press, 2008. Página 8. 84 Cary Nelson y Stephen Watt. Academic Keywords: A Devil’s

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  20 Sí, vivimos en la ambivalencia: «gobernarse, controlarse, disciplinarse y regularse significa al mismo tiempo fabricarse, formarse y empoderarse, lo que, en este sentido, significa ser libre. Sólo mediante esta paradoja pueden los sujetos soberanos ser gobernados. Y esto es precisamente porque las técnicas de gobierno de sí surgen de la simultaneidad de sujeción y empoderamiento, de compulsión y libertad»85. Tengo la impresión de que el capital humano fue el dispositivo que permitió el destravamiento del fordismo, y su salida espe(cta)cular hacia la especialización flexible. Fue el trabajo intelectual creativo y libre –ese que antes luchó por la flexibilidad– el que presentó al neoliberalismo un modelo apropiado. O bien el neoliberalismo se apropió del trabajo intelectual creativo y libre y lo está llevando a todos los rincones, al punto de obligarnos a ser libres competidores: «el nuevo sujeto trabajador debe ser tan flexible y contingente como el mercado mismo»86. Nuestra libertad debe Dictionary for Higher Education. New York: Routledge, 1999. Página 208. 85 Isabell Lorey, «Gubernamentalidad y precarización de sí. Sobre la normalización de los productores y las productoras culturales», en Producción cultural y prácticas instituyentes. Madrid: Traficantes de sueños, 2008. Páginas 57 a 78, cita en 68. 86 Marion von Osten, «Salidas incalculables», en Producción

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ir paralela a la libertad de elegir pregonada por el neoliberalismo 87. En realidad, esta libertad asusta. El futuro no es auspicioso si consideramos las recomendaciones de la OCDE en 2009 para lo que queda de universidad pública en Chile: nos recomiendan, como José Joaquín Brunner, seguir el desastroso Plan Bolonia: flexibilidad curricular, flexibilidad operativa, flexibilidad en los programas académicos, flexibilidad en el sistema de acreditación, flexibilidad en recursos humanos (sobre todo de académicos), flexibilidad salarial. Los futuros trabajadores académicos enfrentaremos no sólo una mayor inseguridad laboral, sino también una universidad con una increíble descualificación, curricular y estudiantil, (pero rica en competencias), altamente competitiva (pero eso eleva la calidad), con malos sueldos (pero eso mejora la gestión de recursos), cultural y prácticas instituyentes. Madrid: Traficantes de sueños, 2008. Páginas 79 a 99, cita en 85. 87 El mejor escenario para la formación de microemprendedores radicales se produce mediante la instalación de una inseguridad generalizada, que a su vez se logra a través de la privatización de lo público, de lo común. Se trata de «una racionalidad que busca producir un ambiente de riesgo en el que las personas se vean obligadas a vérselas por sí mismas, pues la inseguridad es el mejor ambiente para estimular la competitividad y el autogobierno» (Castro-Gómez, Historia de la gubernamentalidad, página 209) y propulsar así la libertad de elegir ante el gran stock de ofertas que nos entrega el mercado.

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  con dificultades para un trabajo estable (pero eso favorece la rotación laboral y, por tanto, las nuevas experiencias como también la autogestión)88. En otras palabras, el plan es la precarización radical de la universidad y de quienes la habitan, así sea por horas: la Universidad Moderna está definitivamente en ruinas –siguiendo una vez más a Bill Readings– y sobre ella se intenta construir la Universidad de la Excelencia, que opera sin ninguna otra referencia que la del mercado. Esto es lo que estuvo en el centro de la reforma de 1981 y esto es lo que las propuestas educacionales del gobierno de Sebastián Piñera intentan radicalizar, gracias al trabajo que hizo y le heredó la Concertación. En conjunto, nuestros gobernantes no han estado haciendo otra cosa que poniendo en prácticas las propuestas que Milton y Rose Friedman compartían con el mundo en 1979: el refuerzo de la discontinuidad, el fin del saber moderno y sus instituciones, y el advenimiento 88 «Las normas del servicio público, especialmente en lo que respecta a políticas de recursos humanos, administración financiera y abastecimiento de bienes y servicios, no entregan la flexibilidad necesaria para usar los recursos disponibles de la manera más eficiente y efectiva. Todas las universidades públicas deberían tener la posibilidad de manejar sus recursos humanos de manera de poder atraer, remunerar y recompensar docentes y personal administrativo calificados estrictamente en base a criterios de desempeño». OCDE/ Banco Mundial. La educación superior en Chile. Santiago: Mineduc, 2009. Páginas 276 a 280.

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del precariado como nueva clase política del saber. Estas notas no han tenido como foco una determinada institución o un nombre en particular, sino la develación de una nueva técnica de gobierno llamada capital humano. ¡Precarios y precarias del mundo, uníos! Santiago, junio a septiembre de 2011

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